la familia,núcleo vital de la sociedad y de la comunidad eclesial

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  • LA FAMILIA, NCLEO VITAL DE LA SOCIEDAD Y DE LA

    COMUNIDAD ECLESIAL

    El proyecto de Dios Creador y Redentor sobre la Familia

    La belleza del mensaje bblico sobre la familia tiene su fundamento en la creacin

    del hombre y la mujer, ambos hechos a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,24-31; 2, 4b-

    25). Unidos por un vnculo sacramental indisoluble, los esposos viven la belleza del amor,

    de la paternidad, de la maternidad y de la dignidad suprema de participar as en la obra

    creadora de Dios.

    En el don del fruto de la propia unin asumen la responsabilidad del crecimiento y de la

    educacin de otras personas para el futuro del gnero humano. A travs de la procreacin,

    el hombre y la mujer cumplen en la fe la vocacin de ser colaboradores de Dios en la

    custodia de la creacin y en el crecimiento de la familia humana.

    El Beato Juan Pablo II ha comentado este aspecto en la Familiaris Consortio: Dios ha

    creado al hombre a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26s): llamndolo a la existencia por

    amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor (1Jn 4,8) y vive en s mismo

    un misterio de comunin personal de amor. Crendola a su imagen y conservndola

    continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la

    vocacin y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunin

    (cf. Gaudium et Spes, 12). El amor es por tanto la vocacin fundamental e innata de todo

    ser humano (FC, n. 11)

    Este proyecto de Dios creador, que el

    pecado original ha trastornado (cf, Gn

    3,1-24), se ha manifestado en la historia

    a travs de las vicisitudes del pueblo

    elegido hasta la plenitud de los tiempos,

    cuando, con la encarnacin del Hijo de

    Dios no slo qued confirmada la

    voluntad divina de salvacin, sino

    tambin, con la redencin, fue ofrecida la

    gracia para obedecer a esa misma

    voluntad. 1

    1 Sinodo de Obispos( Documento Preparatorio)

  • La familia humana, disgregada por el pecado, queda reconstituida en su unidad por la

    fuerza redentora de la muerte y resurreccin de Cristo. El matrimonio cristiano, partcipe de

    la eficacia salvfica de este acontecimiento, constituye el lugar natural dentro del cual se

    lleva a cabo la insercin de la persona humana en la gran familia de la Iglesia. 2

    La enseanza de la Iglesia sobre la familia

    La Iglesia, consciente de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes ms

    preciosos de la humanidad, quiere hacer sentir su voz y ofrecer su ayuda a todo aquel que,

    conociendo ya el valor del matrimonio y de la familia, trata de vivirlo fielmente; a todo

    aquel que, en medio de la incertidumbre o de la ansiedad, busca la verdad y a todo aquel

    que se ve injustamente impedido para vivir con libertad el propio proyecto familiar.

    Sosteniendo a los primeros, iluminando a los segundos y ayudando a los dems, la Iglesia

    ofrece su servicio a todo hombre preocupado por los destinos del matrimonio y de la

    familia.

    En efecto, la familia cristiana es la primera comunidad llamada a anunciar el Evangelio a la

    persona humana en desarrollo y a conducirla a la plena madurez humana y cristiana,

    mediante una progresiva educacin y catequesis.

    Tambin en la comunidad cristiana primitiva la

    familia aparece como Iglesia domstica (cf. CCC

    1655). En los llamados cdigos familiares de las

    Epstolas Apostlicas neotestamentarias, la grande

    familia del mundo antiguo es considerada como

    lugar de la solidaridad ms profunda entre mujeres y

    maridos, entre padres e hijos, entre ricos y pobres

    (cf. Ef 5,21-6,9; Col 3,18-4,1; 1Tm 2,8-15; Tt 2,1-

    10; 1P 2,13-3,7; cf. adems la Epstola a Filemn).

    En particular, la Epstola a los Efesios ha visto en el

    amor nupcial entre el hombre y la mujer el gran misterio, que hace presente en el mundo

    el amor de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef 5,31-32).

    El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia; en efecto, dentro de la familia la

    persona humana no slo es engendrada y progresivamente introducida, mediante la

    educacin, en la comunidad humana, sino que mediante la regeneracin por el bautismo y

    la educacin en la fe, es introducida tambin en la familia de Dios, que es la Iglesia.

    2 Familiaris Consortio 15

  • Pero sobre todo hay que reconocer el

    puesto singular que, en este campo,

    corresponde a los esposos y a las familias

    cristianas, en virtud de la gracia recibida

    en el sacramento. Su misin debe ponerse

    al servicio de la edificacin de la Iglesia y

    de la construccin del Reino de Dios en la

    historia. Esto es una exigencia de

    obediencia dcil a Cristo Seor. l, en

    efecto, en virtud del matrimonio de los bautizados elevado a sacramento confiere a los

    esposos cristianos una peculiar misin de apstoles, envindolos como obreros a su via, y,

    de manera especial, a este campo de la familia.

    En esta actividad ellos actan en comunin y colaboracin con los restantes miembros de la

    Iglesia, que tambin trabajan en favor de la familia, poniendo a disposicin sus dones y

    ministerios.

    Este apostolado se desarrollar sobre todo dentro de la propia familia, con el testimonio de

    la vida vivida conforme a la ley divina en todos sus aspectos, con la formacin cristiana de

    los hijos, con la ayuda dada para su maduracin en la fe, con la educacin en la castidad,

    con la preparacin a la vida, con la vigilancia para preservarles de los peligros ideolgicos

    y morales por los que a menudo se ven amenazados, con su gradual y responsable insercin

    en la comunidad eclesial y civil, con la asistencia y el consejo en la eleccin de la vocacin,

    con la mutua ayuda entre los miembros de la familia para el comn crecimiento humano y

    cristiano, etc.

    El apostolado de la familia, por otra parte, se irradiar con obras de caridad espiritual y

    material hacia las dems familias, especialmente a las ms necesitadas de ayuda y apoyo, a

    los pobres, los enfermos, los ancianos, los minusvlidos, los hurfanos, las viudas, los

    cnyuges abandonados, las madres solteras y aquellas que en situaciones difciles sienten la

    tentacin de deshacerse del fruto de su seno,

    etc. En un momento histrico en que la

    familia es objeto de muchas fuerzas que tratan

    de destruirla o deformarla, la Iglesia,

    consciente de que el bien de la sociedad y de s

    misma est profundamente vinculado al bien de

    la familia, siente de manera ms viva y

    acuciante su misin de proclamar a todos el

    designio de Dios sobre el matrimonio y la

    familia, asegurando su plena vitalidad, as

    como su promocin humana y cristiana,

  • contribuyendo de este modo a la renovacin de la sociedad y del mismo Pueblo de Dios.

    La reciente Encclica del Papa Francisco, Lumen Fidei, habla de la familia en su vnculo

    con la fe que revela hasta qu punto pueden ser slidos los vnculos humanos cuando Dios

    se hace presente en medio de ellos (LF 50). El primer mbito que la fe ilumina en la

    ciudad de los hombres es la familia. Pienso sobre todo en el matrimonio, como unin

    estable de un hombre y una mujer: nace de su amor, signo y presencia del amor de Dios, del

    reconocimiento y la aceptacin de la bondad de la diferenciacin sexual, que permite a los

    cnyuges unirse en una sola carne (cf. Gn 2,24) y ser capaces de engendrar una vida nueva,

    manifestacin de la bondad del Creador, de su sabidura y de su designio de amor.

    Fundados en este amor, hombre y mujer pueden prometerse amor mutuo con un gesto que

    compromete toda la vida y que recuerda tantos rasgos de la fe. Prometer un amor para

    siempre es posible cuando se descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que

    nos sostiene y nos permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada. La fe

    no es un refugio para gente pusilnime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran

    llamada, la vocacin al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena

    ponerse en sus manos, porque est fundado en la fidelidad de Dios, ms fuerte que todas

    nuestras debilidades (LF 53).

    Amenazas contra la familia en nuestra sociedad actual

    Hoy se presentan sobre la familia problemticas inditas

    hasta hace unos pocos aos, desde la difusin de parejas

    de hecho, que no acceden al matrimonio y a veces

    excluyen la idea del mismo, a las uniones entre personas

    del mismo sexo, a las cuales a menudo es consentida la

    adopcin de hijos. Entre las numerosas nuevas

    situaciones, que exigen la atencin y el compromiso

    pastoral de la Iglesia, bastar recordar: los matrimonios

    mixtos o interreligiosos; la familia monoparental; la

    poligamia, difundida todava en no pocas partes del mundo; los matrimonios concordados

    con la consiguiente problemtica de la dote, a veces entendida como precio para adquirir la

    mujer; el sistema de las castas; la cultura de la falta de compromiso y de la presupuesta

    inestabilidad del vnculo; formas de feminismo hostil a la Iglesia; fenmenos migratorios y

    reformulacin de la idea de familia; pluralismo relativista en la concepcin del matrimonio;

    influencia de los medios de comunicacin sobre la cultura popular en la comprensin de la

    celebracin del casamiento y de la vida familiar; tendencias de pensamiento subyacentes en

    la propuestas legislativas que desprecian la estabilidad y la fidelidad del pacto matrimonial;

    la difusin del fenmeno de la maternidad subrogada (alquiler de teros); nuevas

    interpretaciones de los derechos humanos. Pero, sobre todo, en mbito ms estrictamente

    eclesial, la debilitacin o el abandono de fe en la sacramentalidad del matrimonio y en el

    poder teraputico de la penitencia sacramental.

    A partir de todo esto se comprende la urgencia con la cual el episcopado mundial, cum et

    sub Petro, considera atentamente estos desafos. Por ejemplo, si slo se piensa que en el

    actual contexto muchos nios y jvenes nacidos de matrimonios irregulares no podrn ver

  • jams a sus padres acercarse a los sacramentos, se comprende el grado de urgencia de los

    desafos puestos por la situacin actual, por otro lado difundida ampliamente en la aldea

    global, a la evangelizacin. 3

    REDEFINIR LA FAMILIA

    El Papa Francisco en Evangelii Gaudium nos interpela

    sosteniendo que la familia atraviesa una crisis cultural

    profunda, como todas las comunidades y vnculos

    sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los

    vnculos se vuelve especialmente grave porque se trata de

    la clula bsica de la sociedad, el lugar donde se aprende

    a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros, y donde

    los padres transmiten la fe a sus hijos. El matrimonio

    tiende a ser visto como una mera forma de gratificacin afectiva que puede constituirse de

    cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero el aporte

    indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las

    necesidades circunstanciales de la pareja. Como ensean los Obispos franceses, no procede

    del sentimiento amoroso, efmero por definicin, sino de la profundidad del compromiso

    asumido por los esposos que aceptan entrar en una unin de vida total. 4

    Por ello, citando las palabras del Papa Benedicto XVI en Valencia ha redefinido lo que es

    la familia. Redefinir no es modificar los fundamentos; no es reinventar. Es ir arrancando las

    capas hasta llegar al corazn, a lo que le da sentido. Y de nuevo el teln de fondo es el

    AMOR.

    Por ello se debe considerar ante todo que :

    1. LA FAMILIA ES EL MBITO PRIVILEGIADO DONDE CADA

    PERSONA APRENDE A DAR Y RECIBIR AMOR

    Cuando un nio nace, a travs de la

    relacin con sus padres empieza a formar

    parte de una tradicin familiar, que tiene

    races an ms antiguas. Con el don de la

    vida recibe todo un patrimonio de

    experiencia. A este respecto, los padres

    tienen el derecho y el deber inalienable de

    transmitirlo a los hijos: educarlos en el

    descubrimiento de su identidad, iniciarlos en

    3 Sinodo de ObispoS (Documento Preparatorio)

    4 Revista Humanitas 31

  • su vida social, en el ejercicio de su libertad moral y de su capacidad de amar a

    travs de la experiencia de ser amados y, sobre todo, en el encuentro con Dios.

    El Papa insiste: La familia es el mbito privilegiado donde cada persona aprende a DAR Y

    RECIBIR AMOR

    TIEMPO PARA AMAR

    La experiencia de ser amados por los padres lleva a los hijos a tener conciencia de

    dignidad de hijos. (Discurso del Papa en la Vigilia del V EMF)

    Estudiosos de la comunicacin lo confirman. Cuando nos comunicamos verbalmente,

    informamos en un 55% con el cuerpo, en un 38% con el tono de nuestra voz y en un

    7%! con el contenido del mensaje. Hay una diferencia abismal entre lo que aprendemos

    con lo que vemos y con lo que escuchamos.

    La experiencia de ser amados. Quedar tocados por el amor para ser capaces de amar.

    Los gestos de aprecio, los brazos que arropan porque aquello no suceder ms o porque ha

    sido fantstico que haya sucedido, la sonrisa, el tono clido de nuestra voz... impregnan la

    atmsfera del hogar y de los miembros que conviven en ese entorno positivo.

    La calidad de lo que transmitimos con nuestra presencia amorosa funciona como la niebla.

    Al principio apenas se percibe, pero al cabo de unas horas penetra en nuestro cuerpo hasta

    empaparnos. El Amor, el Bien, la Bondad, la Belleza, la Justicia... se aprende por empape

    continuado. Es la suma de las cosas menudas que conforman nuestro hogar lo que cala en

    nuestros hijos hasta los tutanos del alma y los prepara para los desafos de la sociedad

    actual. Una suma que hace indispensable nuestra presencia.

    ...Y ESPACIOS DE AMOR

    La catedrtica Petra Mara Prez ha promovido un estudio en el que se concluye que

    vamos hacia un modelo de familia individualista. Es una familia donde se comparten cada

    vez menos espacios comunes. De ah que tantos adolescentes tengan televisin propia en su

    cuarto o Internet (...) Estamos perdiendo muchos valores comunitarios, sobre todo en las

    sociedades urbanas.

    Alejandra Vallejo Ngera explica las consecuencias:

    Los adolescentes tienen ahora muchsimas

    oportunidades. Este exceso de posibilidades hace que se

    sientan, en ocasiones, francamente perdidos. Tambin,

    que pierdan el afn de conquista. Logran sus objetivos tan

    fcilmente que no valoran el esfuerzo. Y llega el hasto,

    que ellos compensan a su manera. Los jvenes tienen las

    cosas tan al alcance de su mano que estn en permanente bsqueda de algo que les inquiete;

    en definitiva, de sensaciones fuertes. Desgraciadamente, las encuentran a travs de unos

    mtodos que no son precisamente beneficiosos para su salud mental y fsica. Esa sensacin

  • fuerte de vala propia, fruto de un esfuerzo, se ha difuminado por el exceso de medios que

    nuestros hijos tienen ahora a su favor.

    Nuestro adolescente est fsicamente en la habitacin de al lado, pero instalado en un

    mundo ficticio. Y el muro es cada vez ms grueso e impenetrable. Nos lo cruzamos por

    casa y nos invade la sensacin de que nos hemos cruzado con un extrao. Si habla, lo hace

    con monoslabos. Si se nos ocurre preguntar, contesta: no me ralles.

    Cmo podemos llenar este vaco? Sin duda, retomando lo que la rutina o la desidia- ha

    ido restando terreno: la vida de familia. Recuperar el sentido de las zonas comunes, las

    comidas comunes, los juegos comunes, los ordenadores comunes en lugares comunes!

    Conversar... discutir.... incluso pelearnos..., pero juntos. Recuperar el sentido del hogar para

    que la familia sea, como insiste el Santo Padre, una escuela de humanizacin del hombre

    para que crezca hasta hacerse verdaderamente hombre.5

    2. DEBE REDESCUBRIR SU ESENCIA : SER IGLESIA DOMSTICA Y

    COMUNIDAD DE VIDA Y DE AMOR

    Entre las mltiples facetas del magisterio pontificio de S.S. Juan Pablo II, sus enseanzas

    acerca del matrimonio y la familia tienen, sin duda, uno de los lugares ms destacados.

    Siguiendo la antropologa teolgica del Vaticano II, especialmente la desarrollada por la

    constitucin Gaudium et spes, el Papa Juan Pablo II ha vinculado muy ntimamente el

    destino de la familia y el destino de la humanidad, puesto que la familia es el lugar ms

    sensible donde todos podemos poner el termmetro que nos indique cules son los valores

    y contravalores que animan o corroen la sociedad de un determinado pas(Rodelillon.7).

    Por ello, sus enseanzas sobre la

    familia no slo estn destinadas a

    ella misma, sino que la verdad que

    en ella se hace visible, o por el

    contrario, se oscurece y oculta, se

    proyecta, desde ella, a una justa o

    injusta comprensin de la dignidad

    de cada persona humana, de la vida

    social en su conjunto, y hasta de la

    misma vocacin y misin salvfica

    de la Iglesia en medio de los

    pueblos.

    Cul es el secreto que se oculta y expresa simultneamente al interior de la familia y que

    da a sta un valor paradigmtico? Se lo puede formular de manera simple, sealando que en

    5 EL VALOR DE LA FAMILIA FAMILIA - EDUCACIN Artculos de Sunsi Estil-les Farr sobre Redefinir la familia

  • ella cristaliza y toma rostro, naturalmente, es decir, en forma espontnea y directamente

    experimentable, el valor de la vida y del amor.

    Aunque la cultura dominante actualmente se esfuerce por separar ambas dimensiones,

    proclamando que es posible un amor cerrado a la transmisin de la vida o que es

    igualmente posible una vida cerrada a la experiencia del amor, la familia ensea, en

    cambio, que la verdad contenida en uno y otro valor se vuelve consistente cuando ambos se

    comprenden en forma conjunta y con capacidad de ser verificados existencialmente a partir

    del vnculo familiar. Por ello, la Exhortacin Apostlica Familiaris Consortio (FC) define

    la ms profunda identidad de la familia como ntima comunidad de vida y de amor con

    la misin de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo del amor de Dios y del

    amor de Cristo por la Iglesia, su esposa (FC 17).

    Como les dijo el Papa Juan Pablo II a los matrimonios en Rodelillo: ste es precisamente

    vuestro objetivo: construir la casa como hogar de una comunidad humana que es la base y

    la clula de toda la sociedad. Y agreg: Pero se trata de una casa y de un hogar

    verdadero, donde mora el amor recproco de los esposos y de los hijos. De esta manera

    vuestra casa ser tambin la morada de Dios entre los hombres (Ap 21,3), la Iglesia

    domstica (LG, 11). Si el acontecimiento que anuncia la Iglesia es, como resume San

    Juan, que el Verbo se hizo carne y puso su morada entre nosotros, entonces ya no existe

    ninguna morada digna del hombre que no sea simultneamente una morada digna de Dios.

    Si la familia est llamada a ser ntima comunidad de vida y de amor, ello no puede

    entenderse slo desde el horizonte del amor humano, sino tambin, y simultneamente, del

    amor divino.

    En efecto, todos conocemos por experiencia propia las

    grandezas y miserias de la vida humana, de la diaria

    convivencia. Sabemos tambin de las dificultades por las

    que atraviesan muchas familias, donde el vnculo

    matrimonial se ha deteriorado o est roto. Pero es

    totalmente distinto el juicio que podemos hacer sobre el

    valor y dignidad de la existencia, en su concreto y

    cotidiano transcurrir, si sabemos que el ser humano est

    abandonado a su propia suerte, a su propia inteligencia y

    voluntad o si, por el contrario, sabemos que Dios mismo

    tom la condicin humana como propia, elevndola as a una dignidad inigualable.

    Precisamente porque somos conscientes de la fragilidad de nuestra libertad y de nuestros

    propsitos, es que no podemos construir una morada adecuada para el desarrollo de la

    vocacin humana sin invitar al Espritu de Cristo a ser el cimiento de ella. Slo la

    sobreabundancia de su gracia es capaz de suscitar el verdadero amor, aquel que es ms

    fuerte que el pecado y que la muerte, que sana las heridas que recprocamente nos

    provocamos, que nos acepta y valora por lo que somos y que forma personalidades libres

    para una convivencia en paz y amistad.

  • EL LUGAR DE LA MEMORIA

    La casa no es slo el lugar del acogimiento y de la proteccin ante la fragilidad, sino

    tambin el lugar de la memoria. En un plano puramente humano no nos es difcil

    reconocer esta dimensin, pues sabemos que cada uno

    de los rincones que habitamos est poblado de los

    recuerdos de aquellas experiencias ms importantes

    que nos han constituido. Quienes por el bautismo,

    vivimos adems de la memoria de la pascua de Cristo

    no podramos edificar una morada sin la conciencia

    siempre viva de esta presencia salvadora. La memoria

    de Cristo toca dos aspectos muy esenciales de la vida

    familiar: es, por una parte, una memoria de su fidelidad

    esponsalicia, nueva y eterna alianza de Dios con los

    hombres, que se mantiene inclume a pesar de nuestra

    infidelidad, y es, por otra, memoria de nuestra filiacin divina, que corresponde a la

    plenitud de la conciencia del Hijo, que sabe que su vida ha sido recibida de otro, pero sabe

    tambin que ese Otro tiene rostro personal y puede ser llamado familiarmente Padre.

    La familia puede llegar a ser morada de Dios con los hombres, como afirm el Papa Juan

    Pablo, porque puede comprender en su propia existencia la profunda verdad contenida y

    revelada en el amor fiel de los esposos entre s y de stos con sus hijos, si este amor se mira

    con los ojos con que el mismo Cristo mir a Dios, su Padre, y a todos los discpulos, a

    quienes am hasta el extremo, entregndoles su vida.

    ACERCAR LOS HIJOS A DIOS

    Los hijos esperan recibir de sus padres, de sus abuelos, de sus hermanos, de todo el entorno

    familiar, las primeras luces que orienten su inteligencia, su corazn, su libertad, en los

    grandes campos de la formacin humana, profesional, cultural, espiritual, religiosa.

    Ayudndoles a rezar, a elevar su corazn a Dios desde los primeros aos de su vida, los

    padres facilitarn a sus hijos a descubrir una verdad decisiva para todos los mbitos de su

    formacin. Esta verdad es: la religin no es un dato ms en la vida de los hombres. La

    actitud religiosa, el vnculo de cada uno con Dios, es la actitud radical y fundamental con

    que se pueden vivir, ya desde los primeros aos y hasta los ltimos, todos los hechos y

    situaciones de la vida.

    Cundo comenzar esta tarea?

    El nio aprende ya en el seno de su madre, y apenas abre los ojos a la luz del sol, no deja de

    aprender. Esos mdicos que han comprobado el vibrante latir del corazn de un nio de

    siete meses, al or en el seno materno la voz de su madre grabada en un disco, nos han

    hecho un gran favor. Si oye la voz de su madre, cmo no va a prestar atencin de una

    forma inefable a la voz de Dios que lo llama a la vida?

  • Nos han recordado que el nio, aun antes de

    nacer al mundo, no solo recibe informacin;

    tambin la elabora. Su inteligencia est

    receptiva desde el primer instante en el que

    comienza a desarrollarse como facultad vital.

    No se puede fijar con precisin ni un tiempo de

    comienzo del desarrollo del nio, ni un final en

    su proceso vital, salvo el ya sealado

    naturalmente por el nacimiento y la muerte. S se puede afirmar que el recin nacido est

    abierto ya a todos los horizontes.

    Es algo que todos los padres saben, y "que han comprobado en cada uno de sus hijos. Los

    educadores, los psiclogos, los mdicos que atienden a los pequeos dan plena razn a los

    padres. Los primeros aos del beb son cruciales. Y lo son en todos los rdenes del vivir; y

    por tanto, tambin en el espiritual, en el religioso.

    Aun antes de saber hablar, aun antes de dirigirse personalmente a Jess o a la Virgen, por

    ejemplo, si su padre, si su madre, le toma la mano y le ayuda a santiguarse, el gesto,

    recibido con la carga amorosa de sus padres, tendr un significado familiar, de confianza.

    En esos momentos, obviamente, el nio no racionaliza su accin; le queda, sin embargo

    grabada, y le abre la inteligencia hacia una realidad vivida con amor, con sus padres. Ya

    llegar el momento de decir: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espritu Santo.

    Para todos es familiar la figura de una nia de dos,

    tres aos, arrodillada al lado de su madre en la

    iglesia, con las manos juntas, en gesto de adoracin,

    que trata de concentrar su mirada en algo que hay

    delante de sus ojos, y hacia donde su madre parece

    que est dirigiendo todas sus fuerzas, en aquel

    momento. Al poco rato, la nia deja de mirar hacia

    delante, y busca la mirada de su madre, como

    tratando de descubrir un gesto de aprobacin. Sin

    darse plenamente cuenta de lo que est ocurriendo en

    ella, la realidad es que su alma est rezando,

    elevando sus ojos a Dios.

    Y ya, cuando comienzan a chapurrear un cierto lenguaje, del gesto de las manos es

    oportuno pasar a palabras, a frases, de las que no entender ciertamente el significado ni el

    sentido, pero que habr recibido, insisto, como algo familiar, como una muestra de afecto

    materno, paterno, y es en ese amor donde las primeras oraciones adquieren todo su

    contenido y sentido.

    Una frase dirigida a un cuadro, a una imagen de la Virgen, a un Crucificado, da lugar a que

    en el espritu del nio se vayan estableciendo vnculos con Dios, vnculos naturalmente

    sobrenaturales, que no solo caen en tierra fecunda, sino que consiguen asentar en la

    inteligencia del pequeo un punto de luz, una provocacin.

  • Todo esto, teniendo muy presente la referencia

    precisa de Jesucristo a los Apstoles, para que no

    impidiesen que los nios se acercasen a l:

    Dejad a los nios que vengan a m, porque de

    los que son como estos es el Reino de los Cielos.

    Despus, les impuso las manos, y se fue de all

    (Mt 19, 14). Marcos, siempre el ms

    entraablemente humano de los evangelistas,

    escribe: Y abrazaba a los nios, y los bendeca

    imponiendo las manos sobre ellos (10,16).

    Adems de ese texto, hay otros tres pasajes

    muy significativos.

    El primero es de San Lucas: Yo te bendigo,

    Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque has

    ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequeos (10, 21). El

    segundo es de San Mateo: l llam a un nio y lo puso en medio de ellos, y les dijo: Y el

    que reciba a un nio como este, en mi nombre, a m me recibe(18, 2 5).

    El tercero es todava ms significativo a nuestro propsito. Es el versculo tercero del

    Salmo 8: De la boca de los nios, y de los que an maman, te preparaste la alabanza, que

    Jess recuerda explcitamente (Mt 21, 16) a Los fariseos que se indignaban al or a los

    muchachos que en el Templo ensalzaban al Seor cantando Hosanna al Hijo de David!.

    De estos tres prrafos queda claro que Dios no deja de enviar su luz a las mentes de los

    nios y que, a la vez, de la inteligencia de los nios se eleva un canto de alabanza a Dios.

    Un canto con alma, ni annimo, ni manipulado. Como si Dios tuviera siempre delante de

    S, al hombre en su plenitud, independientemente de la edad de desarrollo humano que haya

    adquirido. 6

    A ejemplo de la Familia de Nazareth

    Por misterioso designio de Dios, en ella vivi escondido

    largos aos el Hijo de Dios: es, pues, el prototipo y ejemplo

    de todas las familias cristianas. Aquella familia, nica en el

    mundo, que transcurri una existencia annima y silenciosa

    en un pequeo pueblo de Palestina; que fue probada por la

    pobreza, la persecucin y el exilio; que glorific a Dios de

    manera incomparablemente alta y pura, no dejar de ayudar

    a las familias cristianas, ms an, a todas las familias del

    mundo, para que sean fieles a sus deberes cotidianos, para

    que sepan soportar las ansias y tribulaciones de la vida,

    6 ACERCAR A LOS HIJOS A DIOS Ernesto Juli

  • abrindose generosamente a las necesidades de los dems y cumpliendo gozosamente los

    planes de Dios sobre ellas.

    Bibliografa

    MATRIMONIO Y FAMILIA CLAVES DE UN PONTIFICADO Revista

    Humanitas

    Revista Humanitas 31

    SNODO DE LOS OBISPOS III ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA

    LOS DESAFO PASTORALES SOBRE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO DE

    LA EVANGELIZACIN (Documento preparatorio)

    ACERCAR LOS HIJOS A DIOS Ernesto Juli

    FAMILIARIS CONSORTIO Juan Pablo II

    EL VALOR DE LA FAMILIA . FAMILIA - EDUCACIN sobre REDEFINIR LA FAMILIA Por Sunsi Estil-les Farr ESCRITOS ARVO, octubre 2006 Arvo

    Net, 11.10.2006