la epopeya de la clausura un danés en la nueva españa · indígenas. fray juan de gaona es...

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82 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO Jacobo, tercer hijo del rey Hans y de la reina Cristina de Dinamarca, nació hacia 1484. El 31 de octubre de 1520, Cristián II niega, al acceder al trono, tener un her- mano con vida. Desde ese momento, Ja- cobo, fraile franciscano, desaparece de la historia danesa. Su larga vida pertenecerá a la conquista espiritual de la Nueva Es- paña. Jacobo, provincial de la vacía pro- vincia de Dacia, llega a Veracruz en 1542, tras haber fracasado en la defensa de la Di- namarca católica. Conocido como Jacobo Daciano, el fraile contrarreformista es enviado a Mi- choacán. Allí funda, al norte del lago de Pátzcuaro, el convento de Tarecuato. Apren- de el tarasco. Amigo y admirador de don Vasco de Quiroga, el danés acaba por re- chazar a su obispo pues lucha por el dere- cho de los indígenas conversos a la ordena- ción. Argumenta Jacobo que es herético negar la predicación a aquellos nuevos cris- tianos. Pero la lección del colegio de San- tiago Tlatelolco ha calado hondo en la cle- recía novohispana y no habrá sacerdotes indígenas. Fray Juan de Gaona es comi- sionado para rebatir a Jacobo, quien es de- rrotado, obligado a retractarse y a sufrir penitencia canónica. Jacobo el danés se atreve a escribir a su tío Carlos V pidién- dole justicia. Al romper el anonimato que la política danesa le había obligado a llevar, firma la sentencia de su defenestración. Tanto el arzobispo Montúfar como don Vasco ordenan su salida inmediata de Pátz- cuaro, tras ser vejado por los sacerdotes, sus bienes secuestrados y sus obras des- truidas. Murió con aura de santo el 19 de octubre de 1567 en el convento de Tare- cuato. Se dice que su tumba fue venerada en secreto por los tarascos, quienes se nega- ron a informar al clero de su localización. Esta ficha biográfica resume el material recopilado por Henrik Stangerup (1937- 1998) para escribir Fray Jacobo, parte de una obra que lo convirtió en el novelista más popular entre los daneses. Novela hu- morística y reflexiva, narra las peripecias de un fraile que en algo recuerdan a las de nuestro Servando Teresa de Mier y ade- más se pretende una lección histórica so- bre la Reforma en Escandinavia, crítica de ese protestantismo danés que escarneció Søren Kierkegaard. Importa saber lo que nos cuenta Stangerup, quien no pudien- do escribir la novela que soñaba sobre el filósofo haya decidido hacerlo sobre el mis- terioso fray Jacobo que permaneció bo- rrado durante cinco siglos de la historia de su país. Hubo de viajar el novelista a París, donde de todo se encuentra, para documentarse sobre la resistencia francis- cana contra los luteranos. Hasta el siglo XIX estuvo prohibida la impresión de lite- ratura católica en Dinamarca. Jacobo, leemos en la novela, fue uno más de los frailes que defendieron, con- vento tras convento, el poder de Roma en aquellas tierras. Expulsos, los franciscanos daneses se dispersaron por España e Ita- lia, donde su nacionalidad, empero, los convertía en sospechosos de herejía. Stan- gerup describe con finos contrastes la vida de un fraile alegre y cultivado en esa Euro- pa donde Rabelais y Lutero reinan divi- diendo la conciencia y el cuerpo. Sin embargo, la novela desmerece cuan- do cae, mala ventura de la aldea global, en las manos del lector global. Así como no sería fácil que Fernando del Paso colocara a Palinuro en una aldea danesa, al despla- zar a fray Jacobo hacia las Indias, Stange- rup se vale de una “imaginación del Nue- vo Mundo” que debe más a la ansiedad folclórica del turista que a esa compleja inmersión en un mundo extraño que dis- tingue a muy pocos novelistas. Creíble en el helado Odense, el fraile escandinavo apa- rece como un protohippie entre los taras- cos. Quizás eso fue. Pero resulta un poco penoso ver a un narrador danés utilizando las herramientas básicas del llamado rea- lismo mágico para ambientar a su fraile en la Nueva España del siglo XVI. Fray Jaco- bo le debe más a García Márquez que a Isak Dinesen. No cabe duda de que nues- tra literatura hispanoamericana ha sabi- do exportar sus clichés, acaso un rasgo de madurez. Así que vemos a fray Jacobo dis- frutando de las mariposas amarillas. Gracias a Stangerup sé que fray Jaco- bo existió y se lo agradezco. Su colorida imaginación, algo naïf, acrecienta la nó- mina de humanistas lúcidos y extravagan- tes que poblaron la Nueva España. Jacobo de Tarecuato fue más radical que el uto- pista don Vasco y quiso para los indios de Michoacán no sólo los deberes, sino los derechos de la nueva religión. Negado en su lecho de nacimiento para satisfacer una querella monástica y negado al morir por defender la igualdad religiosa, este fraile se encontrará con la simpatía de algunos lectores al reponer la vieja discusión so- bre los límites del humanismo del Rena- cimiento. [1993] La epopeya de la clausura Un danés en la Nueva España Christopher Domínguez Michael

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Page 1: La epopeya de la clausura Un danés en la Nueva España · indígenas. Fray Juan de Gaona es comi-sionado para rebatir a Jacobo, quien es de-rrotado, obligado a retractarse y a sufrir

82 | REVISTADE LA UNIVERSIDADDE MÉXICO

Jacobo, tercer hijo del rey Hans y de lareina Cristina de Dinamarca, nació hacia1484. El 31 de octubre de 1520, CristiánII niega, al acceder al trono, tener un her-mano con vida. Desde ese momento, Ja -cobo, fraile franciscano, desaparece de lahistoria danesa. Su larga vida perteneceráa la conquista espiritual de la Nueva Es -paña. Jacobo, provincial de la vacía pro-vincia de Dacia, llega a Veracruz en 1542,tras haber fracasado en la defensa de la Di -namarca católica.

Conocido como Jacobo Daciano, elfrai le contrarreformista es enviado a Mi -choacán. Allí funda, al norte del lago dePátzcuaro, el convento de Tarecuato. Apren -de el tarasco. Amigo y admirador de donVasco de Quiroga, el danés acaba por re -chazar a su obispo pues lucha por el dere-cho de los indígenas conversos a la ordena -ción. Argumenta Jacobo que es heréticonegar la predicación a aquellos nuevos cris -tianos. Pero la lección del colegio de San-tiago Tlatelolco ha calado hondo en la cle -recía novohispana y no habrá sacerdotesindígenas. Fray Juan de Gaona es comi-sionado para rebatir a Jacobo, quien es de -rrotado, obligado a retractarse y a sufrirpenitencia canónica. Jacobo el danés seatreve a escribir a su tío Carlos V pidién-dole justicia. Al romper el anonimato quela política danesa le había obligado a llevar,firma la sentencia de su defenestración.Tanto el arzobispo Montúfar como donVasco ordenan su salida inmediata de Pátz -cuaro, tras ser vejado por los sacerdotes,sus bienes secuestrados y sus obras des-truidas. Murió con aura de santo el 19 deoctubre de 1567 en el convento de Ta re -cuato. Se dice que su tumba fue veneradaen secreto por los tarascos, quienes se nega -ron a informar al clero de su localización.

Esta ficha biográfica resume el materialrecopilado por Henrik Stangerup (1937-1998) para escribir Fray Jacobo, parte deuna obra que lo convirtió en el novelistamás popular entre los daneses. Novela hu -morística y reflexiva, narra las peripeciasde un fraile que en algo recuerdan a las denuestro Servando Teresa de Mier y ade-más se pretende una lección histórica so -bre la Re forma en Escandinavia, crítica deese pro testantismo danés que escarnecióSøren Kierkegaard. Importa saber lo quenos cuenta Stangerup, quien no pudien-do escribir la novela que soñaba sobre elfilósofo haya decidido hacerlo sobre el mis -terioso fray Jacobo que permaneció bo -rrado durante cinco siglos de la historiade su país. Hubo de viajar el novelista aParís, donde de todo se encuentra, paradocumentarse sobre la resistencia francis -cana contra los luteranos. Hasta el sigloXIX estuvo prohibida la impresión de lite-ratura católica en Dinamarca.

Jacobo, leemos en la novela, fue unomás de los frailes que defendieron, con-vento tras convento, el poder de Roma enaquellas tierras. Expulsos, los franciscanosdaneses se dispersaron por España e Ita-lia, donde su nacionalidad, empero, loscon vertía en sospechosos de herejía. Stan-gerup describe con finos contrastes la vidade un fraile alegre y cultivado en esa Euro -pa donde Rabelais y Lutero reinan divi-diendo la conciencia y el cuerpo.

Sin embargo, la novela desmerece cuan -do cae, mala ventura de la aldea global, enlas manos del lector global. Así como nosería fácil que Fernando del Paso colocaraa Palinuro en una aldea danesa, al despla-zar a fray Jacobo hacia las Indias, Stange-rup se vale de una “imaginación del Nue -vo Mundo” que debe más a la ansiedad

folclórica del turista que a esa complejainmersión en un mundo extraño que dis-tingue a muy pocos novelistas. Creíble enel helado Odense, el fraile escandinavo apa -rece como un protohippie entre los taras-cos. Quizás eso fue. Pero resulta un pocopenoso ver a un narrador danés utilizandolas herramientas básicas del llamado rea-lismo mágico para ambientar a su fraile enla Nueva España del siglo XVI. Fray Jaco-bo le debe más a García Márquez que aIsak Dinesen. No cabe duda de que nues-tra literatura hispanoamericana ha sabi-do exportar sus clichés, acaso un rasgo demadurez. Así que vemos a fray Jacobo dis -frutando de las mariposas amarillas.

Gracias a Stangerup sé que fray Jaco-bo existió y se lo agradezco. Su coloridaimaginación, algo naïf, acrecienta la nó -mina de humanistas lúcidos y extravagan -tes que poblaron la Nueva España. Jacobode Tarecuato fue más radical que el uto-pista don Vasco y quiso para los indios deMichoacán no sólo los deberes, sino losderechos de la nueva religión. Negado ensu lecho de nacimiento para satisfacer unaquerella monástica y negado al morir pordefender la igualdad religiosa, este frailese encontrará con la simpatía de algunoslectores al reponer la vieja discusión so -bre los límites del humanismo del Rena-cimiento. [1993]

La epopeya de la clausuraUn danés en la Nueva España

Christopher Domínguez Michael