la economía salvadoreña al final del siglo: desafíos … · obtener ventajas en la búsqueda de...

238
La economía salvadoreña al final del siglo: desafíos para el futuro Roberto Rivera Campos FLACSO

Upload: doannga

Post on 28-Aug-2018

229 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

La economía salvadoreña al final del siglo: desafíos para el futuro

Roberto Rivera Campos

FLACSO

A Anabel

vi

Agradecimientos

Deseo dejar constancia de mis agradecimientos:

A Carlos Briones, por proponerme la idea de escribir un libro sobre la economía

salvadoreña y por las horas que dedicó a leer varios borradores de los capítulos

para presentarme comentarios invaluables, que enriquecieron el producto final.

A Héctor Dada, por el apoyo institucional al proyecto y por la paciente espera del

libro, que se alargó más de lo esperado.

A Antonio Zuleta, por ayudarme con la actualización de los datos y elaboración de

las gráficas y cuadros de todo el documento.

v

PRESENTACIÓN

Terminado el conflicto armado − después de más de una década de destrucción y

muerte que concluyó en una situación en la que ninguno de los bandos creyó

obtener ventajas en la búsqueda de un triunfo definitivo en los campos de batalla

− la economía salvadoreña entró en un período de rápida expansión. El cambio

del marco socio−político en el que se desarrollaba la economía tiene mucho que

ver con este crecimiento, expresado principalmente en una rápida conversión en

demanda efectiva de gran parte de la demanda reprimida por los largos años de

guerra; además, otros factores fueron también muy importantes: la formalización

de la internalización de las remesas familiares enviadas por los salvadoreños

emigrados; la inversión pública para la reconstrucción y para el cumplimiento de

los Acuerdos de Paz; la ayuda externa para apoyar este esfuerzo interno.

La política económica salvadoreña pudo pasar entonces de estar orientada a

soportar el esfuerzo militar gubernamental, a una de desarrollo fundamentada en

las líneas básicas de las propuestas que los organismos financieros

internacionales hacían en la época, lo que fue posible gracias a que las

condiciones existentes permitieron aplicarlas sin las resistencias apreciadas en

otros países; asumiendo las remesas una buena parte de las responsabilidades

de una política social, siendo la ausencia de conflicto armado un logro priorizado

por la población, renovándose la actividad económica en porcentaje apreciable,

retomado el control del gobierno por parte de sectores ligados al empresariado,

las medidas de reducción de las barreras arancelarias y de eliminación de

diversos espacios de intervención estatal pudieron ser realizadas con relativa

libertad La nueva política económica debía, a partir de su nueva lógica, eliminar

determinados instrumentos remanentes de la época de la sustitución de

importaciones (que durante veinticinco años habían dado estabilidad y

crecimiento a la economía) y también a algunos generados para apoyar la acción

militar; a causa de la desaparición de las motivaciones de su existencia y de la

vi

base de su funcionamiento, habían entrado en obsolescencia y en contradicción

con la lógica de la economía mundial al momento de la firma de la paz.

Tal como lo señala Roberto Rivera Campos en el texto que presentamos, fue

considerable el crecimiento de los primeros años de esta década; pero más rápido

de lo esperado por analistas y actores económicos, la economía entró en un

período de desaceleración y de relativo estancamiento. En cierta medida,

perdidos los impulsos originales que señalamos arriba, no ha podido encontrarse

una forma adecuada de responder al reto del necesario nivel de incremento del

producto − y de la indispensable distribución de sus beneficios − que permita

enfrentar las condiciones de vida de la mayoría de la población, y se cree la

estabilidad social que de mejor espacio a la actividad productiva.

El autor nos da su visión de este proceso. Con dominio de la teoría y de la técnica

económicas, Rivera Campos nos muestra con claridad una interpretación de la

lógica de comportamiento del esquema de crecimiento aplicado ya por diez años,

de la que surgen las restricciones que obstaculizan las posibilidades de la

superación de las debilidades encontradas. Para él, la forma de salir del

estancamiento es avanzando en el fortalecimiento de la capacidad reguladora del

Estado, en la apertura hacia una economía de "mercado", en la ejecución de una

política monetaria menos rígida.

El Programa El Salvador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

(FLACSO) aspira a que el resultado de esta investigación, siendo una innegable

contribución a la reflexión sobre problemas centrales de la realidad salvadoreña,

proporcione una base seria de discusión con otras interpretaciones del mismo

proceso elaboradas a partir de visiones y concepciones económicas diferentes.

Reconocemos a Roberto Rivera Campos por el aporte de este trabajo en el marco

del programa de investigación del FLACSO El Salvador. A Carlos Briones,

Coordinador Académico del Programa El Salvador al dar inicio la ejecución del

vii

proyecto, por su permanente participación. Al Real Ministerio de Relaciones

Exteriores de Noruega por su apoyo a nuestras actividades académicas, lo que

hizo posible la ejecución de esta investigación. Al personal de la FLACSO por su

respaldo en las tareas de apoyo y de edición de los textos. Las ideas expresadas,

evidentemente, son responsabilidad exclusiva del autor.

San Salvador, enero de 2000.

Héctor Dada Hirezi

Director

FLACSO El Salvador

viii

Introducción

El Salvador está entrando al siglo XXI finalizando una década de cambios. Estos

cambios se han producido en varios ámbitos del quehacer de la sociedad, siendo

el principal, y de mayores consecuencias, el que se produjo en enero de 1992 con

la firma de los Acuerdos de Paz entre las partes contendientes. Con los Acuerdos

se constituyeron las bases para un desenvolvimiento social con mayor estabilidad

política, en el que los antiguos grupos enfrentados en armas pasaron a competir

en la arena política. La transformación de armas por votos ha permitido que la

antigua guerrilla hoy posea cerca de una treintena de diputados en la Asamblea

Legislativa, que se encuentre administrando una cantidad significativa de alcaldías

en el país, incluyendo la de San Salvador, y que se apreste a participar en las

próximas elecciones de marzo de 2000 por diputados y alcaldes.

En este marco de evolución política, la década también vio el cambio de modelo

económico, dejando atrás la estrategia de industrialización por sustitución de

importaciones, en la que el sector público jugaba un papel activo para promover el

desarrollo de la industria nacional, a través de las políticas económicas, para

modificar a propósito la asignación de los recursos económicos. Las reformas de

los noventa, por el contrario, buscaron que el sector público jugara un papel más

neutro, dejándole al mercado el papel de la asignación de los recursos conforme a

las señales de precios relativos. De esta manera, desde principios de la década,

se impulsaron reformas contenidas en un programa de estabilización y ajuste

estructural, que privatizó la banca, abrió la economía a la competencia externa

bajando aranceles, y se liberalizaron precios.

Otro cambio importante ocurrió en el sostén financiero externo de la economía.

Durante los años del conflicto armado, la economía funcionó sobre la base del

apoyo de donaciones, creándole, de esta forma, un margen a la economía

nacional para poder funcionar, a pesar de un sector exportador muy deprimido,

resultado de la crisis internacional de la deuda y de la crisis política interna.

ix

Aunque el déficit en las cuentas externas fue considerable, el aparato productivo

no se sometió a la real restricción por importaciones, pues las donaciones, que

venían en forma de apoyo a la balanza de pagos, permitían pagar buena parte de

las importaciones de bienes y servicios. Este esquema cambió en los noventa,

pues una vez que el conflicto se resolvió por la vía de la firma de los Acuerdos de

Paz, las donaciones comenzaron a disminuir rápidamente. La emigración de

salvadoreños −un fenómeno que había sido provocado en los ochenta por el

conflicto mismo−, por otra parte, comenzó a traducirse en un flujo de remesas

familiares que llegó a sustituir con creces el flujo de donaciones y puso en marcha

nuevos dinamismos, tanto de crecimiento como de estabilidad económicos.

La década se inició con gran optimismo y se cierra con un poco de pesimismo. El

cambio de expectativas refleja el cambio de rendimiento económico del país. El

primer quinquenio fue un período de gran crecimiento, el segundo, uno con

características recesivas. Ciertamente, entre 1990 y 1995 la economía creció a

una tasa promedio de 6.2%, mientras que entre 1995 y 1999, la tasa se redujo a

2.8%, finalizando 1999 con un crecimiento cercano a 2%. ¿Cómo se explica este

ciclo? Se ha señalado que el rápido crecimiento durante la primera parte de la

década obedeció a un auge de consumo que creó una burbuja, que al reventarse

a mediados del decenio hizo perder energía a la actividad productiva. En efecto,

la década está terminando con el comercio, la construcción, la distribución de

vehículos y la agricultura entrampados con bajo ritmo de actividad económica,

impactando sobre la cartera de los bancos, cuya mora y activos extraordinarios se

han elevado significativamente.

El ciclo observado en los noventa ha estado cruzado a lo largo por una falta de

fortalecimiento exportador. La capacidad de competir internacionalmente, uno de

los objetivos del nuevo modelo: el crecimiento liderado por las exportaciones, no

ha cobrado fuerza durante estos años, más bien pareciera que esa capacidad se

ha debilitado. No cabe duda que las remesas familiares estuvieron entre los

factores que contribuyeron al dinamismo de crecimiento de los primeros años de

x

la década, pero también han estado prominentemente entre los factores que

incidieron en la pérdida de competitividad de las exportaciones salvadoreñas. El

mal holandés, que ha provocado la apreciación real de la moneda, ha erosionado

sustantivamente la competitividad, resultado de la combinación de un tipo de

cambio fijo y una inflación que hasta 1996 se mantuvo por encima de la inflación

internacional.

Un factor que ha caracterizado el lento dinamismo de la segunda mitad de los

noventa ha sido la tasa de interés real. En verdad, desde 1997 la inflación bajó a

cerca de 2%, sin embargo, la tasa de interés nominal se mantuvo rígida a la baja,

elevando de esta manera la tasa de interés real y el costo real de los recursos

financieros para los inversionistas, con implicaciones negativas para el

crecimiento de la producción y del empleo. A mediados de 1999 la tasa de

inflación se encuentra en cerca de −0.5% y la tasa de préstamos promedio en

cerca de 16%. ¿Cómo se explica este comportamiento de la tasa de interés real?

De cara al nuevo siglo, dos grandes desafíos son la sostenibilidad del crecimiento

y la reducción de la pobreza. Ambos no son independientes. No se puede esperar

resolver definitivamente el problema de la pobreza si no se sostiene por un largo

tiempo un crecimiento robusto, pero tampoco se puede sostener un crecimiento

robusto, en un medio globalizado, sobre una fuerza de trabajo pobre, mal

educada y poco sana. Visto en el largo plazo, el camino andado durante los

últimos cuarenta años ha sido altamente volátil, ha habido algunos períodos de

rápido crecimiento, otros de recesión y otros más de franco retroceso. El resultado

neto ha sido un crecimiento promedio insuficiente. En los últimos cuarenta años el

crecimiento promedio ha estado alrededor de 3%, una tasa ligeramente superior a

la tasa de crecimiento poblacional, de tal manera que el crecimiento del ingreso

percápita ha sido notablemente insuficiente en el período largo. El hecho más

destacable en este respecto es el retroceso que experimentó el ingreso percápita

en los años ochenta, resultando en que a finales del siglo todavía aquél se

encuentra debajo de su nivel de 1978.

xi

Estos son los temas que se abordan en el libro. En el primer capítulo se presenta

una descripción de las reformas económicas, de los diferentes momentos de las

políticas económicas y del contexto de cambio durante la década, analizando

este contexto a principios, a mediados y a finales del decenio. Se presentan las

características más notables del paso del auge a la desaceleración y se discute

sobre la naturaleza del logro más importante de la década: la estabilización

macroeconómica. En el segundo capítulo, se estudia el impacto de las remesas

familiares en la competitividad y la tasa de interés real. Se argumenta que las

remesas familiares generan una especie de mal holandés que provoca una

apreciación real de la moneda, disminuyendo la competitividad de las

exportaciones, y se señala la manera en que se imbrican el fenómeno de las

remesas familiares y las políticas cambiaria y monetaria, causando elevación de la

tasa de interés real; es decir, se muestra que la respuesta de política monetaria,

por medio de la esterilización, para mantener estable el tipo de cambio, vuelve

rígida la tasa de interés nominal frente a una inflación declinante, provocando el

encarecimiento de los recursos financieros. El capítulo termina discutiendo sobre

las implicaciones para la política económica. El tercer capítulo aborda

analíticamente, en primer lugar, el auge de consumo de principios de la década,

identificando posibles causas, y, en segundo lugar, el comportamiento del ahorro

en ese mismo período. Una discusión sobre las implicaciones de la persistencia

del lento crecimiento para la estabilidad y sobre su naturaleza conyuntural o

tendencial se presenta al final. El cuarto capítulo adopta la perspectiva de largo

plazo y elabora sobre los dos grandes desafíos: el crecimiento y la pobreza y

argumenta que las causas de la persistencia de grandes niveles de pobreza se

encuentran en buena parte en un proceso de crecimiento que en el largo plazo ha

sido claramente insuficiente y en una baja eficacia para convertir el escaso

crecimiento en reducción de la pobreza, como resultado de instituciones

inapropiadas y de políticas sociales insuficientes e ineficientes. El libro termina

con algunas conclusiones generales.

xii

CAPITULO 1

UNA DÉCADA DE CAMBIOS

Cinco grandes hechos han caracterizado la evolución de la economía salvadoreña

en los años noventa, los cuales han ido moldeando la estructura que la economía

ha tomado en estos últimos años del siglo XX. Estos hechos moldeadores han

tenido distintos impactos en diferentes momentos de la década; algunos han sido

positivos, otros negativos y algunos de ellos han tenido de ambas cosas. ¿Cuáles

son estos elementos caracterizadores de la década? Identificar estos elementos

nos permitirá, desde un principio, definir las tendencias dominantes y, sobre todo,

darle un contexto de referencia a la evolución observada, para evitar caracterizar

la economía en abstracto. En primer lugar, al tomar distancia de los

acontecimientos diarios de la economía, no se puede dejar de observar que la

década se inauguró con la aplicación de un programa de estabilización y ajuste

estructural que ordenó las variables macroeconómicas, pero que, principalmente,

reorientó la economía hacia el mercado y la abrió a mayor competencia

internacional; en segundo lugar, al nivel político los salvadoreños fuimos testigos

de un hecho sin precedente: la firma de los Acuerdos de Paz, que devolvió la

estabilidad social necesaria para que exista suficiente certidumbre sobre el futuro

de los negocios y la propiedad; en tercer lugar, aunque las remesas familiares

habían fluido hacia El Salvador desde la década pasada, fue solamente en los

inicios de los noventa que adquieren una magnitud tal que comienzan a incidir

incluso en las decisiones de la política económica; en cuarto lugar, destacamos

que la continuidad de la administración del Ejecutivo por el mismo partido, ha

llevado a seguir impulsando las líneas generales del modelo de mercado, dándole

tiempo para madurar sus potencialidades; y, en quinto lugar, como parte del

contexto de la globalización de las economías, desde finales de 1994 una serie de

crisis financieras internacionales han impactado en distintos grados la economía

salvadoreña: la crisis de México en 1994 coincide con el inicio de la pérdida de

energía de la economía nacional; la crisis asiática y luego la rusa, con su contagio

14

a Brasil y a otras economías suramericanas, han prolongado el ciclo de bajo

crecimiento del último quinquenio de la década con la que estamos finalizando el

siglo.

Al nivel más general, estos son los hechos que identificamos como más

relevantes que han conformado el marco en el que la economía salvadoreña ha

ido adquiriendo sus potencialidades y limitaciones recientes y que nos permite

caracterizar el período analizado como una década de cambios. En este capítulo

se realiza una revisión de la evolución de las políticas económicas, de los factores

externos y de la economía misma durante los últimos 10 años del siglo XX.

1. Estabilización y ajuste estructural

La nueva administración que arribó en julio de 1989, traía consigo un plan

económico bien definido, elaborado sobre la base de los programas de

estabilización y ajuste estructural tradicionales, frecuentemente aplicados en

América Latina. El contenido del programa había sido elaborado por FUSADES,

con el apoyo de expertos internacionales y la colaboración de un equipo de

economistas nacionales1.

El nuevo programa económico de gobierno tenía los siguientes cuatro objetivos:

crear las condiciones para erradicar la pobreza, lograr un crecimiento sostenido,

reducir la participación del estado en la economía, y utilizar más plena y

eficientemente los recursos del país2. El elemento aglutinador del nuevo programa

era la promoción del libre mercado, a través del cual se facilitaría el logro de los

objetivos mencionados. En esta visión, que ya en ese momento era una corriente

que se había asentado firmemente en la economía internacional, el mercado

constituía el mejor y más eficiente asignador de los recursos, por medio del cual el

1 Una descripción de la participación de FUSADES en la elaboración del Plan Económico que serviría debase para el Plan Económico del gobierno se encuentra en Liévano (1997). 2 Liévano (1997), pg. 14.

15

sistema de precios refleja la escasez relativa de los bienes; a su vez, la sustitución

del estado por el mercado, al liberar las fuerzas de la iniciativa privada,

impulsaría, según el modelo, el crecimiento sostenido, apoyado en la asignación

eficiente de los recursos. El objetivo de la creación de las condiciones para

erradicar la pobreza era un resultado inducido por el crecimiento sostenido, cuya

base es la teoría del rebalse: los beneficios del crecimiento desbordan hacia los

pobres.

Las críticas de ese momento a esta visión económica enfatizaban las fallas del

mercado para asignar eficientemente los recursos de la economía, que existen

aún en los mercados desarrollados, pero que en los subdesarrollados, como El

Salvador, son abundantes, tanto por el tamaño reducido de los mercados que

permiten la existencia de monopolios y oligopolios, como por la falta de

regulaciones en la operación de algunos mercados específicos. En lo que a la

pobreza se refiere, se enfatizaba que la teoría del rebalse no operaría, como no lo

había hecho en otras partes del mundo, y que por lo tanto se requería de atacar la

pobreza de frente, dándole un rol importante al estado en esa tarea.

En julio de 1989 se puso en marcha el programa de estabilización y ajuste

estructural, y estaba constituido por dos componentes: el plan económico y el plan

social; cada uno de ellos, a su vez, tenía una perspectiva de corto plazo y una de

largo plazo3. La perspectiva de corto plazo del plan económico estaba formada

por el programa de estabilización de la economía y se extendería hasta diciembre

de 1990. La perspectiva de largo plazo se basaba en la reorientación de la

economía hacia el mercado, y correspondía típicamente a un programa de ajuste

estructural. El plan social, por su parte, descanzaba, en el corto plazo, en los

planes de compensación social para amortiguar los impactos negativos que

pudieran resultar de la aplicación del plan económico; en el largo plazo el plan

social estaba conformado por los planes sociales integrados.

3Liévano (1997)

16

1.1 El plan económico

El programa de estabilización y ajuste estructural estaba aglutinado alrededor del

mercado, y en el corto plazo se buscaba eliminar los desequilibrios

macroeconómicos fundamentales: la inflación, el déficit fiscal, el déficit de cuenta

corriente y lograr una tasa de interés real positiva que fuera compatible con la

apropiada asignación de recursos de la economía. Como ya se señaló, en el largo

plazo se buscaba establecer un mayor campo de acción para el mercado,

reduciendo la participación del estado y liderando el crecimiento con las

exportaciones no tradicionales extrarregionales. Sobre esas bases se diseñaron

las políticas macroeconómicas y las reformas institucionales correspondientes.

1.1.1 La nueva política macroeconómica

Conforme con los objetivos establecidos de estabilización y de reorientación de la

estrategia económica, se formularon las políticas monetaria, fiscal y cambiaria.

Desde el punto de vista macroeconómico, la inflación se disminuiría con el control

monetario. Para ello era indispensable que el BCR tuviera control de la expansión

del crédito al sector privado y que se eliminara su financiamiento al gobierno. El

déficit fiscal se reduciría fortaleciendo la recaudación, simplificando la estructura

tributaria y reduciendo el gasto público. El déficit de la cuenta corriente solamente

se podía resolver de manera sostenida si se fortalecían las exportaciones4,

particularmente las exportaciones no tradicionales extrarregionales, para lo cual

se adoptaría una política cambiaria que permitiera reflejar el valor real de la

moneda. En este sentido se adoptó un tipo de cambio libre de mercado, para que

automáticamente se fuera ajustando a los movimientos de la oferta y de la

demanda de divisas.

4 El fortalecimiento de las exportaciones iba más allá de sólo apoyar la cuenta corriente. Las bondades deun crecimiento liderado por las exportaciones se veían en que explotan el mercado mundial y, por lo tanto,no experimentan las limitaciones del mercado doméstico.

17

1.1.2 La reforma económica

El paso más urgente de la reforma económica era la privatización de la banca,

que había sido nacionalizada a principios de la década anterior y que había sido

administrada con frecuencia con criterios políticos en cuanto a la asignación del

crédito. No hay duda que a mediados de 1989 la banca estaba en condiciones

precarias y que requería ser saneada. De esta manera se lograría que los

recursos de la economía se intermediaran privadamente y se rigieran por los

principios de mercado.

Un elemento teórico frecuentemente utilizado en la época, era señalar la

importancia de privatizar la banca para eliminar la represión financiera a que

estaba sometida la economía. Este concepto se remonta hasta principios de los

años setenta. MacKinnon (1972) argumentaba que el crecimiento en los países

subdesarrollados estaba limitado por lo que él llamó la represión financiera y que

consistía en que la inversión requerida para el crecimiento estaba limitada por el

escaso ahorro nacional en estos países, lo cual provenía del hecho de que las

tasas de interés real se mantenían negativas por incumbencias políticas en los

sistemas financieros. La solución a este problema radicaba, en consecuencia, en

la liberalización de los sistemas financieros. Esto traería consigo la constitución,

por medio del mercado, de tasas de interés reales positivas con el consecuente

estímulo al ahorro. Este principio teórico estaba también en los noventa en la

base de la propuesta de privatización de la banca.

La segunda reforma importante era la comercial. Esta reforma representaba, de

alguna manera, la eliminación de la estrategia económica que había estado

vigente durante los últimos 40 años: la estrategia de industrialización por

sustitución de importaciones5. La reforma consistía, en primer lugar, en reducir el

5 La estrategia de industrialización por sustitución de importaciones dominó la visión del desarrollo desde losaños treinta en América Latina. En El Salvador se puede argumentar que fue con la revolución de los

18

piso y el techo arancelarios, de tal forma que la economía se fuera integrando de

forma efectiva a la competencia internacional. El argumento tradicional ha

sostenido que la industrialización por sustitución de importaciones había

conformado, mediante el proteccionismo, una industria ineficiente incapaz de

competir con los productores internacionales, lo cual había provocado, a su vez,

la incapacidad del aparato productivo de desarrollar las exportaciones. Esto se

traducía en una estructura productiva orientada a un mercado interno reducido,

razón por la cual se agotaba rápidamente cualquier impulso de crecimiento

económico6.

La tercera reforma importante era la reforma fiscal. El objetivo de esta reforma era

el fortalecimiento de las cuentas fiscales, para lo cual, por el lado de los ingresos

del gobierno, era necesario simplificar la estructura tributaria, modernizar algunos

impuestos y volverlos más neutrales; y, por el lado del gasto, se debía eliminar el

exceso de burocracia y volver eficiente el funcionamiento del estado. El marco

general comprendía la modernización de la estructura del sector público, lo que

comprendía privatizar varias de las instituciones de servicios públicos: las

empresas autónomas y los ingenios. Una de las primeras medidas que se

adoptaron fue la abolición del INCAFE y del INAZUCAR, que controlaban el

comercio exterior de los dos principales productos de exportacion tradicionales del

país. Asimismo, el programa de modernización comprendía la introducción de

métodos y sistemas más efectivos para la gestión pública.

1.2 La nueva política social

El componente social del programa buscaba crear bases para la erradicación de

la pobreza. Dada la magnitud del problema, las medidas contenidas en la política

social eran limitadas. El mensaje central de la estrategia social era hacer de El

Salvador un país de propietarios7.

mayores ( Mayor Oscar Osorio y Mayor Oscar Bolaños) en 1948 que formalmente se introdujo tal estrategia.6 Ver Rivera Campos, R (1986). 7Ver Liévano (1997), pg. 39, para una argumentación interesante de por qué este objetivo.

19

La estrategia se sustentaba en los siguientes principios: focalización del gasto

social hacia los más pobres, descentralización de los servicios sociales, subsidios

a la demanda, y participación privada y comunal en la ejecución de proyectos. Tal

estrategia formulaba acciones en las áreas de programas compensatorios y de

programas de rehabilitación y modernización de los sectores sociales.

Los programas compensatorios estaban orientados al alivio del impacto de las

políticas de estabilización y ajuste entre los grupos sociales más vulnerables,

estableciéndose los tipos siguientes: desarrollo de la infraestructura básica,

generación de empleo, mejoramiento de ingresos, subsidios directos e indirectos.

La ejecución de estos programas se fortaleció en 1991 con la creación del Fondo

de Inversión Social (FIS), para el financiamiento de proyectos intensivos en mano

de obra, a cargo de grupos locales de desarrollo comunal y organizaciones no

gubernamentales8.

Los programas de rehabilitación y modernización de los sectores sociales, por su

parte, se aglutinaron en las categorías siguientes: focalización de los recursos,

descentralización de los servicios, y modernización institucional, y perseguían los

objetivos siguientes: mejorar la cobertura, provisión y capacidad administrativa de

los Ministerios de Salud, Educación y Planificación; fortalecer la cobertura,

provisión de servicios básicos a los 80 municipios más pobres a través de

programas de salud preventiva y educación primaria; y restaurar el gasto social en

salud y educación, con énfasis en la educación preprimaria y primaria y atención

primaria en salud9.

8 Por parte del sector público, participaron las instituciones siguientes: Comisión Nacional de Restauraciónde Areas (CONARA), Secretaría Nacional de la Familia, Dirección General de Reconstrucción (DGR),Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) y Ministerio de Educación (MINED).9 El programa contenía objetivos específicos en la provisión de servicios sociales básicos. En educación sebuscaba: aumentar la cobertura del sistema en los niveles de parvularia y básica; mejorar la calidad de laenseñanza; y disminuir la tasa de analfabetismo. Estos objetivos serían apuntalados por la creación delprograma EDUCO que consistía en administrar las escuelas a través de los padres de familia bajo lasupervisión del Ministerio de Educación. El plan social también contenía medidas específicas en las áreas desalud y de agua y saneamiento, tanto para aumentar la cobertura de los servicios primarios y de aguapotable, como de disminuir las deficiencias nutricionales. En vivienda, el plan tenía los siguientes objetivos:reestructurar las instituciones del sector; focalizar el uso de los recursos hacia las familias de más bajosingresos; privatizar la ejecución de programas y proyectos públicos; y promover la participación a través de

20

La economía salvadoreña, pues, inició la década experimentando una serie de

impactos de corta y larga duración; los primeros, estuvieron dirigidos a estabilizar

las variables macroeconómicas; los segundos, a modificar la estructura de su

funcionamiento. El resultado importante es que la economía entró en un proceso

gradual y sostenido de estabilización de precios y de equilibramiento de las

cuentas fiscales, al mismo tiempo que el mercado fue cobrando, también de

manera gradual, mayor presencia en el juego económico, por ejemplo, en el

sistema financiero y en el intercambio internacional.

2. Un contexto cambiante

El contexto político en que se desenvolvió la economía en los años noventa fue

uno bien particular. Al final de la década pasada comenzaron a darse algunos

cambios en las fuerzas políticas del país y en los actores internacionales que

anunciaban que una salida negociada al conflicto armado, que había estado

afectando al país durante más de 10 años, era posible en El Salvador. Entre estos

cambios cabe señalar la llegada de una nueva administración al ejecutivo, la

ofensiva armada de noviembre de 1989 y la caída del muro de Berlín en

Alemania, con repercusiones ideológicas importantes en el mundo, y que pondría

fin a la guerra fría que había orientado la política internacional después de la

segunda guerra mundial. La década, pues, comenzó con un proceso más

intensivo de negociaciones entre el Gobierno, la Fuerza Armada y el FMLN,

culminando en la firma de los Acuerdos de Paz en enero de 1992. Este es el

evento más importante de la década, el cual le devolvió estabilidad política al país

e hizo posible que la energía de la sociedad comenzara a canalizarse con mayor

intensidad hacia las actividades productivas. Simultáneamente, la llegada de una

nueva administración al Ejecutivo devolvió la confianza del sector privado al

gobierno y el apoyo a su gestión.

las municipalidades, ONG y las comunidades. Con este objetivo se crearía el Fondo Nacional de ViviendaPopular y se liquidarían la Financiera Nacional de la Vivienda y el Instituto de Vivienda Urbana.

21

Por otra parte, el contexto económico se caracterizó por la implementación del

programa de estabilización y ajuste estructural descrito anteriormente, en el que

destacaron la privatización de la banca, la apertura de la economía y la liberación

de precios. Estas medidas conformaron el marco en el cual se canalizaron las

energías productivas antes mencionadas. Al mismo tiempo, un flujo multiplicado

de remesas familiares a principios de la década terminó incidiendo en la

formulación de la política económica misma, en un marco en el cual la economía

regional se encontraba en plena recuperación.

A principios de los noventa, entonces, la economía se desenvolvió en un contexto

en que destacaban elementos de tipo político: la finalización del conflicto armado

con la firma de los acuerdos de paz y la recuperación de la confianza del sector

privado en la administración gubernamental, así como elementos de tipo

económico: la aplicación del programa de estabilización y reformas económicas,

el repunte de la entrada de las remesas familiares y la recuperación de la

actiividad económica en Centro América. A continuación se describe el contexto

de esos primeros años.

2.1 El contexto político a principios de la década

Como ya se indicó, en el contexto político de principios de los noventa surgieron

dos elementos importantes que hay que considerar para interpretar

adecuadamente la naturaleza de la evolución económica de esos años, los cuales

propiciaron un importante grado de estabilidad política y laboral, y contribuyeron a

facilitar al ejecutivo el ejercicio de la política económica. Se trató de la finalización

del conflicto armado y de la recuperación de la confianza del sector privado en la

administración gubernamental.

En efecto, desde finales de la década pasada se estaba gestando un importante

movimiento para la pacificación del país. Este movimiento culminó con la firma de

los Acuerdos de Paz en enero de 1992. La implicación de este proceso para el

22

desarrollo de la actividad económica es de gran importancia para entender el

repunte de la economía en esos años. La firma de los Acuerdos de Paz que cerró

la historia del conflicto armado y que permitió que la insurgencia transformara sus

votos armados en votos políticos, para tomar sus posiciones en la arena política,

trajo un mayor grado de estabilización que el que había existido en la década

anterior. A partir de entonces se reconformó el cuerpo político del país, dándole el

espacio correspondiente a la izquierda política. En 1997 el FMLN llegó a colocar

27 diputados del total de 84 en la Asamblea Legislativa y a ganar la mayoría de

alcaldías del país.

La confianza que provocaron los Acuerdo de Paz es el elemento más fundamental

para el impulso que cobró la inversión en esos años. Como veremos más

adelante, la inversión privada se expandió rápidamente durante los siguientes

años, generando un fuerte impulso para el crecimiento productivo del país, al

mismo tiempo que ingresaron recursos internacionales, motivados por los

acuerdos de reinserción de los excombatientes a la vida pacífica del país. Los

Acuerdo de Paz, pues, fueron el disparador que hizo posible el auge de

crecimiento de la actividad económica durante el primer quinquenio de la década.

Por otra parte, después de décadas en que el movimiento laboral había tenido

una participación muy activa en la vida política del país, los primeros años de la

década se caracterizaron por el repliegue de las organizaciones sindicales,

observándose muy poco su presencia en los distintos eventos que fueron

conformando la dinámica de la vida política y económica de la época. Este hecho

es importante de destacar, pues dá cuenta de la poca oposición que se presentó

a las reformas económicas que se implementaron en esos años: privatización de

la banca e introducción del IVA, entre otras, a diferencia de las fuertes

oposiciones observadas en América del Sur ante similares medidas.

El otro elemento de naturaleza política que formó parte del contexto desde

mediados de 1989, fue la confianza que depositó el sector empresarial en la

23

nueva administración. De hecho, la nueva administración había llegado al poder

siendo la alternativa del sector privado en ese momento. Esta confianza liberó

todas las dificultades que la aplicación de la política económica había enfrentado

en la década anterior ante el divorcio, en términos prácticos, entre la empresa

privada y la administración demócrata cristiana. El enfrentamiento, casi personal,

entre el Presidente Duarte, por un lado, y las gremiales de la empresa privada y

algunos medios de comunicación, por el otro, fue uno de los determinantes de la

casi paralización de la gestión económica a mediados y finales de ochenta. La

identificación entre la empresa privada y la nueva administración gubernamental

fue tan intensa a partir de mediados de 1989, que las oposiciones por parte del

sector privado, que normalmente experimentan algunas reformas económicas en

las aplicaciones de los programas de estabilización y ajuste estructural, no

existieron en El Salvador, y los costos, que trae consigo la reforma comercial,

fueron asumidos sin mayor cuestionamiento por el sector privado. Estos costos

privados resultan de la mayor competencia que enfrentan las empresas

domésticas ante la entrada de nuevos productos importados a los que se les abre

la puerta con las reforma comercial. En El Salvador hubo productos que bajaron

en un primer momento de una protección de hasta 290% a una de 30%. La

profundidad de la confianza entre el sector privado hacia el gobierno significó

según Segovia (1995) que "su apoyo casi incondicional al gobierno (fuera)

decisivo para llevar a cabo el programa de ajuste, que por su índole traía

aparejados cambios en las reglas del juego económico, con efectos a veces

negativos, por lo menos en el corto plazo, para ciertos sectores (particularmente

para el sector agropecuario y algunos sectores industriales)"10.

2.2 El contexto económico a principios de la década.

En los primeros años de la década, la economía estaba siendo moldeada por la

estabilización y las reformas económicas; se encontraba ante el repunte de las

remesas familiares, que ingresaron en cantidades no esperadas; y comenzaba a

10 Segovia, Alexander. (1996).

24

recibir los impulsos que la renovada dinamización de la economía

centroamericana le estaba transmitiendo por la vía del comercio internacional.

Los noventa iniciaron con un contexto económico diferente al que había

predominado en los ochenta. La nueva administración implementó un programa

de estabilización y puso en marcha una serie de reformas, las cuales describimos

en la sección anterior de este capítulo. No hay duda que las dos reformas que

más impacto tuvieron en la evolución posterior de la economía fueron la reforma

comercial y la financiera. La primera abrió rápidamente la economía, bajando los

techos desde 290%, en algunos productos, hasta 30%. Esta apertura impulsó un

torrente de importaciones que tuvo un efecto importante en la estructura del

consumo de los salvadoreños después de 1989 y contribuyó a crear expectativas

positivas en los consumidores sobre el futuro del país. Al mismo tiempo, como

resultado de la reforma comercial, la producción doméstica se vio sometida a una

competencia internacional, de la cual había estado protegida durante los últimos

cuarenta años. Esto tuvo implicaciones importantes en la estructura productiva

doméstica. Y aunque, como ya se señaló antes, el sector privado en un principio

acompañó al gobierno en esta reforma sin poner mayor atención a los efectos de

la competencia de las importaciones, gradualmente, con el pasar de los años, la

competencia que desató la apertura comercial ha ido siendo motivo de

preocupación y de queja de algunos productores nacionales. El argumento inicial

había sido el de una liberación comercial acompañada de liberación del tipo de

cambio, con lo cual se esperaría que el tipo de cambio se iría ajustando

libremente para compensar las disminuciones arancelarias. En la medida que la

política monetaria congeló el tipo de cambio después de 1992, los sectores

productores experimentaron la pérdida de competitividad neta, y la protesta al

respecto ante la política económica fue cobrando fuerza con los años.

La segunda reforma privatizó la banca. El sistema financiero no podía continuar

funcionando con el estado en que se encontraba la banca nacionalizada en 1989,

sus carteras C y D representaban el 37% de la cartera contabilizada y hubo

25

necesidad de emitir ¢2,450 millones para su saneamiento y fortalecimiento. La

banca ya privatizada creó un impulso importante para la modernización de la

intermediación de los recursos: en primer lugar, contribuyó a la confianza en el

sector financiero, después de la pérdida de confianza en el sistema en la década

anterior por la mala administración y el uso del criterio político en la asignación de

recursos; en segundo lugar, se alcanzaron tasas de interés reales positivas, que

estimularon el ahorro privado, y fluyeron hacia la banca mayores recursos para

intermediación; y en tercer lugar, creo competencia al sistema, provocando la

introducción de nuevos instrumentos financieros que expandieron la capacidad de

colocación de los recursos bancarios. Uno de los resultados de la privatización fue

un cambio drástico en el acceso de los salvadoreños al crédito para el consumo.

Como veremos más adelante, en la primera mitad de la década, el crédito del

sistema financiero al sector privado llegó a crecer en algunos momentos hasta el

42% anual.

En general, el marco de las reformas económicas contribuyó a crear un ambiente

de vuelta a la normalidad, después de una década de incertidumbre y

estancamiento económicos durante el conflicto. Así, por ejemplo, además de la

privatización bancaria, las políticas de saneamiento de las finanzas públicas y de

liberación de precios constituyeron un buen marco de confianza y de expectativas

optimistas para los agentes económicos.

Una preocupación de la época era la evidente reducción de las donaciones

oficiales, una vez el conflicto armado terminara y se asentara el fin de la guerra

fría en el marco internacional. Durante los ochenta, las donaciones oficiales,

particularmente las provenientes de la AID, habían financiado prácticamente los

déficit de la economía. Estos fondos habían financiado no sólo el déficit externo a

través de las donaciones en dólares para apoyo de la balanza de pagos, sino

también el déficit fiscal al convertirse los dólares en colones. De esta manera, los

formuladores de las políticas económicas en esos años no tuvieron que

26

preocuparse por los déficit mencionados11. Las expectativas eran diferentes en los

noventa con el final del conflicto, y, ante los acontecimientos políticos ocurridos

después de la caída del muro de Berlín, era evidente que la ayuda internacional

se redireccionaría en los noventa y, por lo tanto, habría que administrar la política

económica para mantener equilibradas las distintas cuentas económicas. Esto

hacía urgente la formulación de un programa de estabilización.

Por otro lado, un fenómeno social ocurrido como consecuencia del conflicto

armado, había comenzado a tener un impacto económico extraordinario en las

finanzas de la economía. Los salvadoreños emigrados durante los años ochenta

estaban remesando desde hacía algunos años grandes cantidades de dólares a

sus familiares en El Salvador. A inicios de los noventa, pues, se daba una

sustitución providencial de fondos externos: las remesas familiares sustituían con

creces las donaciones oficiales, lo cual significaba que la formulación de la política

económica continuaría contando, durante varios años por delante, con un

financiamiento unilateral de recursos externos. El Cuadro 1.1 muestra la evolución

de estos flujos de remesas y donaciones.

11 Rosa (1993) es un buen estudio del papel jugado por la AID en esos años.

27

Cuadro 1.1Evolución del flujo de recursos externos en los noventa

(Millones de colones)

Donac iones ofic ia les

Remesas privadas

Tota l de transferenc ias

1989 282.4 236.8 519.2

1990 223.3 345.4 568.7

1991 178.5 542.8 721.3

1992 226.5 707.9 934.4

1993 220.3 823.2 1,043.5

1994 284.9 939.3 1,224.2

1995 197.2 1,196.8 1,394.0

1996 64.4 1,194.9 1,259.3

1997 55.4 1,308.2 1,363.6

1998 31.1 1,486.0 1,517.1

Fuente: Fondo Monetario Internac iona l y Banc o Centra l de Reserva de El Sa lvador.

Ciertamente, el cuadro muestra que las donaciones oficiales se redujeron, aunque

lo hicieron gradualmente hasta 1995 y rápidamente después. Las remesas

familiares, si bien es cierto que ya en 1989 representaban un monto considerable,

en los primeros años de la década crecieron aceleradamente hasta cuadruplicar

aquel monto en 1994. Como resultado de la evolución combinada de remesas y

donaciones, el total de transferencias más que se duplicó en los primeros seis

años y se triplicó al final de la década.

Para la economía, esta disposición neta de recursos externos representaba el

incremento de la demanda nacional por bienes de consumo, principalmente de

parte de ciudadanos de bajos recursos. Como veremos más adelante, el impulso

de la demanda, provocado por la entrada de remesas familiares, afectó la

economía en dos sentidos: por un lado, fue una fuente de crecimiento al contribuir

junto con otros factores al auge del consumo de la primera parte de la década; por

el otro, generó una apreciación real de la moneda que llevó a perder

competitividad internacional a la producción doméstica. Desde otro ángulo, las

remesas también contribuyeron, indirectamente, con recursos de intermediación

para una banca recién privatizada y estimulada a crecer rápidamente frente a la

28

competencia, expandiendo el crédito a los consumidores, que se enfrentaban a

una economía que ponía a su disposición una oferta ampliada de productos

importados, resultado de la reciente apertura comercial.

Las remesas familiares han sido un flujo que ha adoptado distintas facetas para

condicionar la evolución de la economía nacional en sus distintas variables: el

crecimiento, los precios, la competitividad, el crédito, la balanza comercial y la

apreciación cambiaria. En los siguientes capítulos se hacen esfuerzos por

comprender estos efectos.

El tercer elemento del contexto económico al principio de la década fue la

evolución de la economía centroamericana. El crecimiento que experimentaron

los principales socios en el comercio de El Salvador fue un factor que incidió

significativamente en la evolución de su economía en esta década. Entre 1984 y

1989 la economía centroamericana creció a una tasa promedio de 2%, mientras

que entre 1989 y 1994 su crecimiento promedio se duplicó a 4%. Pero entre 1991

y 1994 el crecimiento de algunos de los países centroamericanos se aceleró,

como lo muestra el Cuadro 1.2:

29

Cuadro 1.2Centroamérica: crecimiento económico y propensión a importar

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

PIB real Variac ión porcentual

Costa Ric a 2.3 7.7 6.3 4.5 2.4 −0.6 3.7 6.2

El Sa lvador 3.6 7.5 7.4 6.0 6.5 1.8 4.0 3.4

Gua temala 3.7 4.9 3.9 4.0 4.9 3.0 4.3 4.9

Honduras 3.3 5.6 6.2 −1.3 4.1 3.7 5.1 3.0

Nic aragua −0.2 0.4 −0.4 3.3 4.3 4.7 5.1 4.0

Propensión media a importar Porcenta je de l ingreso

Costa Ric a 39.1 43.0 47.2 45.7 45.2 47.4 50.85 59.97

El Sa lvador 30.5 32.4 27.8 27.9 30.1 25.7 26.57 26.21

Gua temala 21.6 27.4 27.5 26.3 26.8 24.3 25.29 27.93

Honduras 37.6 36.3 36.8 43.1 41.5 45.1 45.46 46.52

Nic aragua 51.0 49.8 41.2 47.5 52.5 58.8 71.88 70.21

Fuente: Boletín Esta dístic o varios años, Consejo Monetario Centroameric ano, Sec retaria Ejecutiva .

Ciertamente, exceptuando Nicaragua, todos los países elevaron su tasa de

crecimiento durante 1992 y 1993. El Salvador y Costa Rica alcanzaron tasas

superiores a 6% en esos años. Guatemala entre 1992 y 1995 creció a una tasa

promedio cercana a 4.5%; y Honduras mantuvo un fuerte crecimiento, superior a

5.5% durante 1992 y 1993.

Nótese también, cómo aumentó la propensión media a importar de la mayoría de

los países de la región. Costa Rica, por ejemplo, en 1991 importaba solamente el

39% de su ingreso; en 1993 elevó esta proporción a 47%. Igualmente, Honduras

elevó su propensión a importar de 37.6% en 1991 a casi 50% en 1994.

De esta manera, coincidiendo con la firma de los Acuerdos de Paz en El Salvador

en 1992, en Centroamérica se inició un repunte muy importante, que tuvo

retroalimentación entre los países y que fortaleció el crecimiento regional a través

de las importaciones mutuas de los países. El Cuadro 1.3 muestra cómo

evolucionaron las exportaciones de El Salvador a Centroamérica:

30

Cuadro 1.3Exportaciones de El Salvador a Centroamérica

(Millones de dólares)

Costa Rica Guatemala Honduras Nicaragua Total

1991 51.5 97.4 22.6 28.7 200.21992 60.7 139.5 32.9 46.4 279.5

1993 66.0 161.2 47.9 34.9 310.01994 71.9 177.3 56.0 36.4 341.6

1995 88.2 216.5 79.5 42.3 426.51996 93.3 210.6 97.5 53.7 455.1

1997 111.8 265.2 136.6 64.8 578.41998 110.3 282.5 148.8 75.0 616.6

Fuente: Boletín Estadístico varios años, Consejo MonetarioCentroamericano, Sec retaría Ejecutiva.

El impulso que recibió el crecimiento de la producción salvadoreña por las

importaciones de la región es evidente a partir de las cifras anteriores. Las

exportaciones totales de El Salvador a Centroamérica casi se duplicaron durante

el primer quinquenio de la década. La mayor demanda por nuestras exportaciones

provino de Guatemala, que sólo en 1992 creció 43%. Honduras también aumentó

significativamente su demanda por los productos salvadoreñas, de tal forma que

entre 1991 y 1996 las exportaciones de El Salvador a Honduras más que se

triplicaron, convirtiéndose en el segundo socio importador regional más importante

de El Salvador, después de Guatemala. Pero el hecho significativo es que el

movimiento expansivo de la demanda centroamericana por las exportaciones

salvadoreñas fue generalizado.

El contexto en que evolucionó la economía salvadoreña en el primer quinquenio

de los noventa, estuvo caracterizado, en primer lugar, por la recuperación de una

importante estabilidad política a partir de la firma de los Acuerdos de Paz a

principios de 1992; en segundo lugar, por la recuperación de la confianza del

sector privado en la nueva administración12; en tercer lugar, por la puesta en

marcha de un programa de estabilización económica y de una serie de reformas

estructurales, dentro de las cuales sobresalieron la privatización de la banca y la

reforma comercial; en cuarto lugar, por la reducción rápida de las donaciones12 Ver Segovia, A (1995) sobre la importancia de este factor en este período

31

oficiales, imponiendo al gobierno mayor urgencia para equilibrar las cuentas

fiscales, y por la expansión del flujo de remesas familiares que permitió a la

economía continuar contando con un importante componente de financiamiento

externo; y, en quinto lugar, por un entorno centroamericano en plena recuperación

después de una década de conflictos regionales y de estancamiento económico,

el cual creó una fuerte recuperación de la demanda de las exportaciones

salvadoreñas que sirvió de impulso adicional al crecimiento económico de esos

años.

2.3 El contexto de mediados de la década

A finales de 1994 comenzaron a darse ciertos cambios en el entorno político y

económico del país. En primer lugar, a mediados de 1994 se estableció una

nueva administración del gobierno del mismo partido; en segundo, se articuló un

discurso económico en torno a la globalización que buscaba darle una nueva

orientación a la política económica, en el sentido de redireccionar la estrategia de

crecimiento hacia la atracción de la inversión extranjera; en tercero, a finales de

1994 emergió la crisis de México que introdujo incertidumbre a la evolución de las

economías latinoamericanas; en cuarto, los primeros indicios de desaceleración

económica se comenzaron a manifestar en el sector construcción; en quinto, las

economías centroamericanas entraron en un ciclo de bajo crecimiento; y por

último, en sexto, el Banco Central adoptó una política crediticia más

conservadora. En este contexto, el crecimiento de la economía salvadoreña se

frenó rápidamente a mediados de 1995 y entró en un ciclo de lento crecimiento

que se extiende hasta finales de la década.

A mediados de 1994, al inicio de la segunda administración de ARENA, la

evidencia mostraba que la economía estaba creciendo fuertemente, arriba de 8%

anual, que las principales variables macroeconómicas se encontraban bajo un

relativo control, que el espacio de operación del mercado se había ampliado y que

la confianza internacional había mejorado considerablemente. Pero los resultados

32

también mostraban que el objetivo de liderar el crecimiento por medio de las

exportaciones se había alejado a medida que avanzó la década. Existía en este

sentido un sentimiento de frustación en los exportadores y en algunas

instituciones que habían apoyado el modelo de crecimiento liderado por las

exportaciones. Por otro lado, las críticas de que el éxito del crecimiento se

apoyaba en el consumo doméstico y no en el crecimiento exportador, iban en

aumento.

El crecimiento apoyado en la inversión extranjera fue el elemento que vino a darle

a la política económica una nueva lógica y perspectiva. El argumento era que si

bien la economía había alcanzado los logros señalados en el párrafo anterior13,

esto no era sostenible, si no se tomaban en cuenta las nuevas realidades

mundiales. Estas nuevas realidades estaban determinadas por el fenómeno de la

globalización.

Un reporte de abril de 1993, escrito por el entonces asesor del Banco Central de

Reserva y posteriormente Ministro de Hacienda, Manuel Hinds, se constituyó en la

pieza más influyente en la redefinición de la visión del desarrollo de la nueva

administración. Este reporte indicaba que a pesar de que el gobierno había

"establecido los fundamentos de una buena estructura para el desarrollo de una

economía de libre mercado...aún los objetivos últimos de las políticas

gubernamentales no se estaban alcanzando"14. El problema se planteaba en que

"Si la agricultura y la industria no se recuperan, y si los servicios no se vuelven

exportables, una declinante capacidad de importar puede llegar a ser un

importante obstáculo para el crecimiento económico del país"15.

La globalización significaba que, si se quería sostener el desarrollo económico,

había que adaptarse a las nuevas formas de hacer negocios, y estas formas

estaban determinadas por el desarrollo de la tecnología de las comunicaciones y

13 A finales de 1994, cuando se discutía este tema, la economía estaba en pleno auge de crecimiento. Enefecto, ese año la economía creció 7%.14 Hinds (1993) El Salvador: What now? Pg. 115 Hinds (1993) Op. Cit. Pg.2

33

de la información, que permitía a las grandes empresas repartir entre países su

proceso de producción y distribución al nivel del mundo. Este hecho creaba

espacios en esas cadenas productivas mundiales en donde los países

subdesarrollados podían integrarse como partes de esas cadenas, en los

componentes menos sofisticados del proceso productivo: "Para permanecer

competitivos, y concentrarse en el desarrollo de nuevas tecnologías, los países

desarrollados necesitan servicios en las partes menos sofisticadas del ciclo

productivo. Una vez establecida esta conexión, los países en desarrollo pueden

utilizarla para desarrollar tanto su capital humano como su propia habilidad para

innovar"16.

El artículo, influyente en la concepción de la nueva administración, concluía que si

bien las reformas llevadas a cabo por el gobierno hasta ese momento habían sido

necesarias, no eran suficientes para incitar el desarrollo sostenible y que las

medidas complementarias tenían que ser tomadas pronto, de otra manera el país

podría verse sujeto a fuertes imbalances macroeconómicos.

Aunque el informe ponía mucha atención en las limitaciones que los sistemas

insuficientemente desarrollados de generación y distribución de energía, de

caminos y de educación representan para el desarrollo, señalaba que el factor

particular más importante y necesario para integrar el país a los mercados

internacionales es el desarrollo de un sistema de comunicaciones de clase

mundial: "ningún país puede esperar competir como productor o como receptor de

inversión extranjera si no cuenta con el más moderno sistema de

comunicaciones"17.

El informe terminaba haciendo las siguientes recomendaciones:

16 Hinds (1993) Op. Cit. Pg. 1217 Hinds (1993) Op. Cit. Pg. 17

34

Primero, integrar la economía del país a la economía norteamericana y

convertir su cercanía en pieza clave de la estrategia para desarrollar el

país;

Segundo, adquirir el factor clave que determinará el éxito económico en el

siglo veintiuno: alta tecnología

Tercero, privatizar ANTEL, CEL y los puertos. Esto ayudaría a liberar

recursos para que el gobierno invirtiera en educación, salud y caminos, y

aumentaría la eficiencia de la inversión misma.

Esta perspectiva fue cambiando la estrategia de desarrollo económico. Ya no se

trataba de alcanzar un crecimiento liderado por las exportaciones a la manera

tradicional, sino de integrarse a la economía norteamericana, en la cual la

atracción de la inversión extranjera se volvió crucial18. En un segundo momento, a

mediados de 1994 se amplió esta estrategia en dos componentes adicionales:

abrir de manera plena la economía, eliminando unilateralmente los aranceles a las

importaciones y establecer una caja de convertibilidad que fijaría el dólar en

¢10.00. En noviembre de 1994, una comitiva económica presentó en Washington

ante el Fondo Monetario Internacional, El Banco Mundial y el Banco

Interamericano de Desarrollo, la propuesta de crear un Currency Board en El

Salvador. La propuesta que fue discutida ante una comisión de estas instituciones

no recibió en ese momento el apoyo esperado19. En seguida, a principios de 1995,

comenzó a tomar forma la propuesta más radical de dolarizar la economía al

estilo de Panamá.

18 El rol de la política económica cambiaba significativamente según la estrategia de que se tratara. Porejemplo, para una estrategia de crecimiento liderado por las exportaciones se requiere una política cambiariaque no permita que se aprecie el valor real de la moneda, lo cual puede implicar un tipo de cambio flexible.Para una estrategia de crecimiento liderado por la inversión extranjera, por el otro lado, es más importante laeliminación del riesgo cambiario para el inversionista extranjero, lo cual implica una política de fijación deltipo de cambio.19 La argumentación de los representantes del gobierno apuntaba a que una de las bondades del CurrencyBoard sería la disminución de la tasa de interés, ante lo cual respondió uno de los asistentes "aun noalcanzo a ver cuál es el mecanismo que hará bajar la tasa de interés". Reunión de noviembre de 1994.

35

Estas dos medidas, la abolición de los aranceles y la dolarización de la economía,

constituyeron a partir de enero de 1995 los componentes clave de la estrategia

del gobierno. Sobre la abolición de los aranceles se llegó a mencionar convertir El

Salvador en una zona franca, y sobre la dolarización se señalaron los beneficios

que traería en términos de eliminación del riesgo cambiario y reducción de tasas

de interés, y se presentaron Hong Kong y Argentina como dos ejemplos exitosos.

A mediados de 1995 el componente de dolarización de la economía de la nueva

estrategia de atraer la inversión extranjera se frustró, tanto por la oposición que

recibió de distintos sectores del país, como por la incertidumbre que había

introducido la crisis de México de diciembre de 1994. El entorno latinoamericano

en 1995 se volvió incierto a raíz de la devaluación y de la crisis financiera de

México. Sobre todo por los efectos que estaba irradiando a algunos países

suramericanos. Argentina se encontraba en dificultades de mantener su caja de

convertibilidad a raíz del retiro inmediato de los flujos de capital de la región.

La apertura total de la economía se redujo, por su parte, a un programa de

desgravación gradual, el cual, en enero de 1999, terminó con la siguiente

estructura arancelaria:

Cuadro 1.4Programa de desgravación arancelaria

Tipo de Bien Actua l 1 Ago. 96 1 Dic . 96 1 Jul. 97 1 Ene. 98 1 Jul. 98 1 Ene. 99 1 Jul. 99

Bienes de Capital 1% 1% 0% 0% 0% 0% 0% 0%

Materia Prima 5% 3% 0% 0% 0% 0% 0% 0%

Bienes Intermedios 10% 10% 10% 9% 8% 7% 6% 5%

Bienes Intermedios 15% 15% 15% 14% 13% 12% 11% 10%

Bienes Finales 20% 20% 20% 19% 18% 17% 15% 15%

Fuente: Ministerio de Economía.

La crisis mexicana puso también en tela de juicio la sostenibilidad del éxito de las

políticas de liberalización que se estaban aplicando en la región, principalmente,

36

interrogando el futuro del crecimiento apoyado en los auges de consumo, como el

que se estaba desarrollando en ese momento en El Salvador.

Por otra parte, los primeros signos de preocupación por un posible rompimiento

de la burbuja consumista habían comenzado a aparecer en algunos sectores de

la economía. Al tercer trimestre de 1994, el sector construcción mostraba una

combinación de variables que preocupaban a las autoridades económicas. Un

estudio de FUSADES20 de diciembre de ese año, señalaba: "algunos

observadores se han manifestado preocupados ante: 1) lo que denominan

especulación en el mercado de la vivienda y 2) la percepción de que algunas

unidades de elevado valor han experimentado dificultades de colocación"21 . El

estudio se basó en el análisis de 302 boletas de créditos hipotecarios de largo

plazo de varios bancos y financieras y en una encuesta de 528 personas con

ingresos mayores de ¢10,000, sobre motivos de adquisición de viviendas.

El estudio argumentaba que el mercado de viviendas era un mercado inflado por

las expectativas de los constructores y de los demandantes. Los siguientes dos

párrafos del estudio muestran el ambiente de expectativas que existía en el

mercado de la construcción de viviendas de esos años:

"¿Qué tipo de expectativas han jugado un papel preponderante? Por el lado de la

oferta, las expectativas formadas a través de las señales de rentabilidad que

envían los mercados. Cuando los constructores percibieron rentabilidad y

disponibilidad de financiamiento, construyeron casas y al notar que vendían las

casas rápidamente decidieron no sólo subir el precio, sino que construir más y a

mayores precios. La noticia de que era rentable construir atrajo a más

constructores, inclusive a individuos que no habían incursionado previamente en

dicho sector, aumentando el número de oferentes. El mecanismo de seguir

aumentando precios y unidades puede seguir hasta que las casas tengan

20 FUSADES, "La vivienda y locales comerciales de más de ¢300,000 y su incidencia en el SistemaFinanciero", diciembre de 1994.21 FUSADES, Op. Cit. Pg. 4.

37

problemas de colocación. Esto es lo que se está comenzando a percibir. Los

constructores se supone que tomarán estas señales del mercado para no

construir casas en los segmentos en que existan problemas. Sin embargo, la

respuesta de los constructores para aumentar la cantidad de unidades está

rezagada por el tiempo que tardan en construirlas. Las viviendas en existencia

ahora responden a las señales del mercado de un año atrás"22.

Además, "(P)or el lado de la demanda, han influido al menos dos expectativas. La

primera fue la percepción de que los precios de las viviendas se estaban

incrementando y que esto era un fenómeno irreversible, y de que los

demandantes compraban la casa en ese momento o posteriormente estaría fuera

de su alcance. Dicha percepción tomó más fuerza por el aumento de valor de las

casas recién compradas e indujo a más personas a comprar casas. La segunda

expectativa fue de inversión de algunos compradores, dado que el precio de las

casas aumentaba, era una inversión rentable comprar una casa para alquilarla o

revenderla"23.

El estudio concluía que en ese momento las casas que no habían sido colocadas

en el segmento de ¢300,000 a ¢500,000 era de 55%; en el de ¢500,001 a

¢1,000,000 de 29%; en el de ¢1,000,001 a ¢1,500,000 de 33%; y en el de más de

¢1,500,000 de 57%. El informe señalaba que el segmento de casas caras era el

que se encontraba en mayores dificultades, frente a un agotamiento de la

demanda, y se recomendaba precaución para el financiamiento de proyectos de

construcción para viviendas de este valor.

Respecto a los locales comerciales, el estudio indicaba que el Centro Comercial

Loma Linda manifestaba problemas y se percibía que en algunos otros centros

comerciales construidos en los últimos tres años habían locales vacíos, tal era el

caso de Feria Rosa y de Villas Españolas y se recomendaba precaución en el

financiamiento de nuevos proyectos.

22 FUSADES, Op. Cit. Pg. 10.23 FUSADES, Op. Cit. Pg. 11.

38

Visto desde la perspectiva de finales de la década, el estudio permite destacar

que el sector construcción había sido parte de una burbuja de crecimiento rápido

con especulación de precios, y que aunque al tercer trimestre de 1994 la

economía como un todo seguía creciendo fuertemente, el sector ya

experimentaba los primeros signos de agotamiento de la demanda. Ciertamente,

la economía siguió creciendo hasta el segundo trimestre del siguiente año a tasas

superiores al 7% anual (7.2% y 8.1% en el primer y segundo trimestres,

respectivamente), e inició el ciclo de lento crecimiento el tercer trimestre de ese

año.

Hasta mediados de 1995 la política crediticia fue acomodaticia al crecimiento del

consumo. El crédito al sector privado se dejó crecer hasta tasas superiores al 40%

en esos años, lo cual contribuyó a estimular el crecimiento de ese período

apoyado en la demanda de bienes de consumo domésticos e importados.

Ciertamente, como se muestra en el Gráfico 1.1, el crédito a las familias y

empresas en el segundo trimestre de 1995 creció a tasas superiores al 40%. Esta

política crediticia laxa, tuvo que ser abandonada en agosto de 1995, cuando se

observó pérdida de reservas internacionales como consecuencia del rápido

crecimiento del crédito24. Para responder a la pérdida de reservas internacionales,

el Banco Central de Reserva aplicó, además de mayor esterilización de liquidez,

un ajuste del encaje legal de un punto porcentual semanal a partir de agosto para

elevarlo de 20% a 35%. El resultado de estas políticas redujo el crecimiento del

crédito a finales de 1995 a sólo 19%. El freno a la expansión crediticia operó como

un impacto recesivo sobre la economía. En efecto, como ya se señaló antes, la

economía inició desde mediados de ese año un ciclo largo de lento crecimiento.

24 En un régimen cambiario fijo, el crecimiento del crédito por encima del crecimiento de la demanda dedinero se traduce en decrecimiento de las reservas internacionales. Esto es lo que ocurrió durante el primersemestre de 1995, cuando el crédito estuvo creciendo a tasas superiores al 40% anual y la demanda dedinero no crecía más allá de 30%. Para un análisis completo de esta relación véase Rivera Campos (1996)"Remesas familiares, mal holandés y política económica" Boletín Económico y Social, marzo de 1996.FUSADES

39

¿Por qué se permitió que el crédito se expandiera a tales tasas cuando los

criterios de una sana política monetaria exigían tasas mucho menores, pues el

producto nominal en el primer trimestre de 1995, por ejemplo, crecía a sólo el

18% y el crédito lo hacía al 42%? No es posible determinar con la información

disponible las motivaciones para tal permisividad, pero sí es posible señalar que

como resultado de esta política de crecimiento del crédito se estimuló, por un

lado, el crecimiento de la burbuja, y, por el otro, se facilitó una dinámica de

crecimiento acelerada de los bancos con altas rentabilidades, sin valorar

suficientemente, en algunos casos, el riesgo asociado a gran parte del torrente de

crédito que se estaba otorgando en esos años, en una carrera por crecer

rápidamente. Esta situación es importante destacarla porque cuando la economía

real inicio su ruta de lento crecimiento en el tercer trimestre de 1995, la cartera de

los bancos inició su propia ruta de deterioro, con las moras bancaria en ascenso

hasta finales de la década, particularmente la de aquellos bancos y financieras

sobrecargadas con créditos de la construcción.

40

Gráfico 1.1Sistema Financiero: crédito sector privado

0

4

8

12

16

20

24

28

32

36

40

44

E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S

Variación anual %

1995 1996

Crédito

1997

Fuente: Elaborado con base en Informe de Liquidez sobre la Economía,varios números, BCR.

1998 1999

Crédito real

Finalmente, a la altura de 1994, las economías centroamericanas ya estaban

mostrando signos de agotamiento en relación con el rápido crecimiento que

habían mostrado en los dos años anteriores. En el Cuadro 1.2 se observó que

Costa Rica inició su desaceleración en 1994 hasta terminar en contracción

económica en 1996; que Honduras experimentó una contracción de cerca de un

punto y medio porcentual en 1994 y, que aunque los siguientes años creció, ya no

lo hizo a los niveles anteriores. En 1996 todas las economías, exceptuando la de

Nicaragua, se habían desacelerado y Costa Rica estaba en recesión. No hay

duda que el dinamismo de la demanda por las exportaciones salvadoreñas

provenientes de la región disminuyó y ese fenómeno contribuyó al crecimiento

que comenzó a experimentar El Salvador después de 1994.

41

La mitad de la década, pues, constituyó un punto de inflexión de la economía

salvadoreña en el que se pasó de una fase de auge económico a una de lento

crecimiento. En ese momento se comenzó a conformar una visión ligeramente

diferente, por parte del nuevo gobierno, de cuáles deberían ser los motores del

crecimiento; se hizo un esfuerzo fallido por dolarizar la economía; y se sintió el

impacto de la crisis mexicana en la región. De esta manera, la economía entró al

segundo quinquenio de la década con las energías disminuidas para mantener un

crecimiento satisfactorio.

2.4 El contexto de finales de la década

El contexto de los últimos años de la década se puede caracterizar por los

siguientes factores: la producción parece encaminarse a un nuevo ciclo de bajo

crecimiento que podría terminar en recesión; las crisis financieras internacionales,

particularmente la de Rusia con su contagio hacia Brasil, ha tenido efectos sobre

El Salvador; los precios de los productos primarios de exportación han caído

nuevamente de manera significativa; y las privatizaciones de las distribuidoras de

energía eléctrica y de las generadoras térmicas, y de las telecomunicaciones, se

llevaron a cabo con efectos positivos sobre la competencia. La evolución

trimestral del PIB se muestra en el gráfico siguiente.

42

Gráfico 1.2PIB trimestral

(Tasas de crecimiento)

Fuente: BCR

Crecimiento %

0

2

4

6

8

10

I 95 II III IV I 96 II III IV I 97 II III IV I 98 II III IV I 99 II

En él se observa el ciclo depresivo que se inició en el tercer trimestre de 1995 y

que alcanzó su punto mínimo en el segundo trimestre de 1996 con una tasa anual

de crecimiento de 0.7%. Luego vino un ligera recuperación que ha dado paso a un

segundo ciclo depresivo que se ha extendido durante 1999: las tasas de

crecimiento anual han caído y a mitad del año se encontraba apenas en 2.2%.

Los sectores construcción y comercio aún se encuentran deprimidos, como se

muestra en los indicadores trimestrales de la encuesta Dinámica Empresarial de

FUSADES, y la agricultura continúa con su tendencia de largo plazo de retroceso.

43

Gráfico 1.3Indicador de actividad − Sector Construcción

−100

−50

0

50

100

I−95 II III IV I−96 II III IV I−97 II III IV I−98 II III IV I−99 II III

Saldo neto

1995 1996 1997 1998 1999

Fuente: FUSADES, Encuesta Dinámica Empresarial.

Algunos observadores han señalado la importancia de estudiar la naturaleza de

esta baja tasa de crecimiento: ¿se trata sólo de un ciclo coyuntural o se trata de

un fenómeno estructural? En el primer caso se trataría de una situación temporal

que se ha prolongado, después de la cual la economía recuperaría su tasa de

crecimiento anterior. Si se trata del segundo caso, el crecimiento se estaría

acomodando a una tasa de crecimiento normal más baja. En lo que a política

económica se refiere, si la depresión es coyuntural sería cuestión de tiempo para

recuperar el crecimiento y no habría necesidad de tomar medidas; si, por el

contrario, la depresión es estructural se debería comenzar a tomar algunas

medidas que incidan positivamente sobre la productividad25.

25 Esta discusión se retoma al final del Capítulo 3.

44

Gráfico 1.4Indicador de ventas − Sector Comercio

−100

−50

0

50

100

I−95 II III IV I−96 II III IV I−97 II III IV I−98 II III IV I−99 II III

Saldo neto

1995 1996 1997 1998 1999

Fuente: FUSADES, Encuesta Dinámica Empresarial.

Sobre el comportamiento más reciente de la economía han incidido, además de

los factores domésticos, dos factores internacionales: la disminución reciente de

los precios de los productos primarios y la crisis de Rusia y su contagio a Brasil.

En relación con los precios de los productos principales de exportación el Gráfico

1.5 y el Cuadro 1.5 muestran sus evoluciones.

Tanto el precio del café como del azucar cayeron significativamente durante 1998

y se han mantenido bajos durante 199926. Ambos productos redujeron sus precios

casi la mitad entre principios de 1998 y mediados de 1999. Indudablemente, este

impacto externo ha creado un efecto contractivo sobre la actividad económica y el

empleo, que se ha agregado a la ya deprimida economía.

26 El precio del café se recuperó notablemente durante el último trimestre de 1999.

45

La crisis financiera internacional puede haber provocado un efecto similarmente

contractivo. La crisis de Rusia de mediados de 1998 provocó una estampida de

los capitales financieros internacionales hacia puertos más seguros. Brasil se

contagió de la crisis casi inmediatamente y progresivamente otros países

latinoamericanos fueron también entrando en dificultades. El impacto externo de

la crisis financiera internacional disminuyó el potencial de crecimiento de América

Latina durante 1999, no obstante, al final, la reacción de la región a la crisis

internacional ha sido menos negativa de lo que se esperaba al principio del año:

inicialmente se había esperado una crisis significativa en la región, sin embargo, a

la altura del tercer trimestre se estimaba que América Latina cerraría el año

solamente sin crecimiento: −0.1%.

46

Gráfico 1.5Precios promedios de café

(US dólar por quintal)

0

20

40

60

80

100

120

140

160

180

Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago

1998 1999

Fuente: Elaboración propia sobre la base de c ifras del BCR.

Cuadro 1.5Precios spot del mercado mundial No. 11 y Americano No. 14

para azúcar cruda, US$ Ctvs./Lb.Año calendario

Meses

1998 1999 1998 1999

Ene 11.43 7.92 21.85 22.41

Feb 10.57 6.74 21.79 22.38

Mar 9.92 5.78 21.74 22.54

Abr 9.3 5.15 22.14 22.57

May 8.86 4.75 22.31 22.66

Jun 7.92 5.6 22.43 22.61

Jul 8.58 5.67 22.66 22.65

Ago 8.45 6.21 22.21 22.69

Promed io 9.38 5.98 22.14 22.56

Contra to No. 11 Contra to No. 14

Fuente: United States Department of Agriculture (USDA) y Asoc iac ión Azuc arera de El Salvador

Tanto por el encarecimiento del crédito internacional como por la disminución de

la demanda externa proveniente de la región, la economía salvadoreña se vio

47

afectada negativamente por los efectos de la crisis financiera internacional. Es

importante tomar en cuenta la influencia del contexto internacional en la reducción

del crecimiento de la economía salvadoreña en 1999, porque indicaría que si la

economía latinoamericana responde como estima el Fondo Monetario

Internacional para el próximo año con un crecimiento de 3.5%, la economía

salvadoreña podría experimentar un empuje positivo de crecimiento a partir del

próximo año.

En los últimos años, por otra parte, la pérdida de dinamismo de la economía ha

puesto de manifiesoó algunas debilidades del desarrollo de sistema financiero

nacional. El auge de crecimiento de la primera mitad de la década permitió que

los bancos y financieras recién privatizadas explotaran la demanda de crédito de

una población ávida de consumo, así como las condiciones que facilitó la política

monetaria para expandir el crédito. La exacerbación de la competencia de los

bancos y financieras por crecer sacrificó la calidad de algunos de los préstamos

otorgados, resultado de una menor atención a las características de riesgo de las

carteras que se estaban conformando. La atención prestada a los créditos de

construcción, por ejemplo, condujo a que la solvencia de varios bancos y

financieras quedaran dependiendo de lo que ocurriera con este sector. Cuando

después de finales de 1994, como se indicó antes, el sector construcción entró en

dificultades, la cartera de varias instituciones financieras comenzó a deteriorarse.

Además, el deterioro de la economía en general, es decir, su pérdida de

crecimiento, afectó las carteras de algunos bancos y financieras, que se

encontraron con empresas industriales, comerciales, agrícolas y de servicios que

no podían pagar, con el consecuente crecimiento de la mora bancaria. El

deterioro del dinamismo económico también develó un par de fraudes financieros:

CREDICLUB y FINSEPRO en 1997. Más recientemente, como resultado en gran

parte de una cartera de créditos morosa con alto contenido de préstamos a la

construcción, el banco CREDISA comenzó a liquidarse a finales de 1998. Estas

experiencias pusieron en evidencia los problemas de transparencia bancaria y de

las precarias independencia y capacidad técnica de supervisión de la

48

Superintendencia del Sistema Financiero. El resultado positivo de estos

lamentables eventos ha sido la reformación de la Ley de Bancos que, finalmente

despúes de mucha discusión, ha sido aprobada por la Asamblea Legislativa, con

la cual se espera el fortalecimiento del sistema financiero salvadoreño.

El hecho importante es que muchos bancos en la actualidad se encuentran aún

con carteras deterioradas: la mora del sistema bancario pasó de 3% en el primer

trimestre de 1995 hasta 6.5% en el segundo trimestre de 1999. La dependencia

que ha mostrado el sistema bancario respecto al crecimiento de la economía,

señala que una economía real con mucha energía de crecimiento es condición

necesaria para la sanidad bancaria. Mientras la economía se encuentre sin esa

energía no es posible hablar de la estabilidad del sistema financiero.

Gráfico 1.6Indicadores de calidad de activos crediticios

(En porcentajes)

0

1

2

3

4

5

6

7

I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV

Resrv. de saneam./ Act. de riesrgo bruto Morosidad = Prést. venc ./Prét. brutos

19951995 19961996 19971997 19981998 19991999

Fuente: Elaborado con base en Informe del Boletín Estadístico, Bancos y Financieras,Superintendencia del Sistema Financiero, varios años.

Otro resultado relevante de finales de la década fue la privatización de las distribuidoras de energíaeléctrica a principíos de 1998 y de ANTEL a mediados del mismo año. La privatización de lastelecomunicaciones debe destacarse porque, como se indicó antes, el ejecutivo había identificadola construcción de un moderno sistema de comunicaciones como la pieza clave para integrar el

49

país a los mercados internacionales. Los sucesos posteriores a la privatización de ANTEL hanmostrado el empuje de la competencia en ese sector cuando está en manos del sector privado. Lacompetencia desatada en el mercado de los celulares ilustra los potenciales de la privatización: elnúmero de celulares creció desde menos de 50,000 unidades en 1998, año de la liberalización delsector de telecomunicaciones, hasta 360,000 a mediados de 1999, una cifra muy cercana a las400,000 líneas telefónicas fijas que existía en 199827. Aún nos encontramos a gran distancia deposeer un sistema de comunicaciones de clase mundial, pero la liberalización de lastelecomunicaciones es un avance importante que crea expectativas optimistas en esta dirección.

3 Del auge a la desaceleración

El primer quinquenio de la presente década fue un período de recuperación económica de AméricaLatina y particularmente de Centroamérica. La demanda de importaciones proveniente de lossocios centroamericanos impulsó la inversión privada y la recuperación de la producciónsalvadoreña. También la estabilidad política que se logró después de la firma de los acuerdos depaz y las expectativas de la sociedad contribuyeron a este resultado. El gráfico siguiente muestralas evoluciones del crecimiento económico y de la inversión privada en los noventa.

Gráfico 1.7Crecimiento real de la economía e inversión privada

0

1

2

3

4

5

6

7

8

1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

0

5

10

15

20

Crecimiento Inversión

Fuente: Consejo Monetario Centroamericano (1998).

Desde casi estancamiento, con un crecimiento muy reducido en 1989, la

economía comenzó a crecer gradualemente en los siguientes dos años hasta

alcanzar niveles superiores a 7% en 1992 y 1993. Aunque inferior que en los dos

27 SIGET y compañías telefónicas

50

años anteriores, en 1994 y 1995 el crecimiento continuó siendo no inferior a 6%,

pero declinó rápidamente en los siguientes años, hasta terminar en 1996 en 1.8%.

La expectativa para 1999 es que la economía crezca sólo 2.0%.

Al auge de la economía en el primer quinquenio y la desaceleración con que inició

el segundo quinquenio, correspondió también una evolución similar en la inversión

privada. A lo largo del primer quinquenio la inversión privada fue elevándose

rápidamente hasta alcanzar un máximo de 15 puntos porcentuales del PIB en

1995, para luego decaer a sólo 12.5 puntos en 1996. No hay duda, entonces, que

el rápido crecimiento de los primeros años de los noventa obedece a una

renovación muy positiva de las expectativas de los inversionistas. El contexto de

esos años, que describimos antes, contribuyó a formar las expectativas que

indujeron a los empresarios a elevar el nivel de inversión en los primeros años de

la década.

La estructura sectorial del crecimiento experimentado con las reformas

económicas cambió significativamente; su evolución se puede apreciar en el

siguiente cuadro.

51

Cuadro 1.6Estructura sectorial del crecimiento

(Porcentaje de crecimiento)

Agricultura Industria 1 Construc c ión Comerc io Financ ieros

1991 −0.3 5.9 10.3 7.0 −3.7

1992 8.0 9.9 6.4 11.5 21.4

1993 −1.4 8.3 8.3 6.4 10.7

1994 −2.4 7.4 11.5 8.6 20.2

1995 4.5 6.9 6.1 9.9 16.4

1996 1.3 1.7 2.7 0.4 2.7

1997 0.5 8.0 5.1 2.2 12.7

1998 −1.9 8.0 4.4 0.8 6.4

Fuente: Revista Trimestral del Banco Central de Reserva.

1: La industria inc luye los servic ios industria les de maquila . Estimados prop ios del c rec imiento de la industria exc luyendo los servic ios por maquila son los siguientes: 1991=5.6%; 1992=8.9%; 1993=3.7%;1994=5.5%; 1995=5.0% y 1996=2.2%. Tómese nota de la c onsiderac ión sobre la tasa reportada de c rec imiento sec toria l de 1993 en la Revista del Banc o Centra l de Reserva .

Primeramente, nótese el estancamiento del sector agrícola, el cual, exceptuando

un fuerte crecimiento en 1992 y un crecimiento un poco menor del promedio de

toda la economía en 1995, mostró en todos los años de los noventa más bien un

comportamiento contractivo.

El sector industria, por su parte, mostró un crecimiento bastante significativo

durante los noventa, pero gran parte de su crecimiento se debió al fuerte

crecimiento que experimentaron los servicios de maquila a partir de 1993. Cuando

se deducen esos servicios de la industria, los resultados muestran que la industria

creció fuertemente en 1991 y 1992, pero que a partir de entonces su crecimiento

estuvo por debajo del crecimiento promedio de toda la economía. Estas cifras se

encuentran en la nota 1 del cuadro anterior. No obstante, el sector industrial

experimentó un crecimiento importante a lo largo de la década, y, al igual que los

restantes sectores, perdió su impulso en 1996.

52

Los sectores que sí impulsaron el crecimiento en el primer quinquenio de los

noventa fueron: la construcción, el comercio y los servicios financieros. Todos

ellos crecieron por arriba del promedio del crecimiento de la economía,

exceptuando el comercio en 1993. En este sentido es facil ver que fueron estos

sectores los que impulsaron la economía en los noventa. Esto se corresponde con

el contexto en que se desarrolló la actividad económica en esos años. La

liberalización financiera impulsó el crecimiento bancario; la apertura de la

economía fomentó el comercio, particularmente de las importaciones; y el flujo de

recursos externos, y su mayor intermediación por una banca privada en

expansión, facilitó la construcción, especialmente de viviendas. Nótese que fue el

sector construcción el primero que mostró agotamiento en 1995 y que fue el más

afectado en 1996.

Gráfico 1.8Participación de los sectores en PIB

(Precios constantes)

1990

7.6%13.5%

19.8%

15.7%

17.7%

22.1%

3.6%

Otros

Agricultura

IndustriaComerc io

Servic ios*

* Servic ios exc luye alquiler de vivienda

Fuente: Banco Central de Reserva

Admón. Pública

1998

3.8%

22.9%

12.4%

19.3%

20.0%

16.0%

5.6%Construcción Otros

Agricultura

IndustriaComerc io

Admón. Pública

Servic ios*

Por otra parte la estructura de la demanda también cambió significativamente en

los años analizados. El Cuadro 1.7 es ilustrativo del comportamiento de la

economía salvadoreña en los años noventa.

53

Las cifras cuentan una historia muy particular de la evolución de la economía

salvadoreña. El flujo de remesas familiares y donaciones oficiales (transferencias)

le ha permitido al país disponer de un ingreso nacional (ingreso nacional bruto)

muy por encima de su producto (PIB). Este excedente fue aumentando desde 8%

en 1990 hasta 14% en 1994, y desde entonces declinó gradualmente. De esta

manera, el consumo ha podido representar cerca de todo el producto y aún dejar

recursos para el ahorro (ahorro nacional bruto). Por otra parte, la absorción del

país (consumo + inversión) ha sido muy superior a su producción. En 1990, se

absorbió el 113% del producto, resultado de un consumo de 99% y una inversión

de 14%. La absorción fue aumentando hasta un máximo de 116% en 1995 y a

partir de ese año declinó ligeramente.

Cuadro 1.7Cuenta de ingreso y producto nacional

(Coeficientes del PIB)

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

Consumo 0.99 0.98 0.98 0.96 0.96 0.96 0.98 0.96 0.96

Inversión 0.14 0.15 0.19 0.19 0.20 0.20 0.15 0.15 0.17

Exportac iones 0.19 0.17 0.16 0.19 0.20 0.22 0.21 0.24 0.23

Importac iones 0.31 0.31 0.32 0.34 0.35 0.38 0.34 0.35 0.36

PIB 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00

Transferenc ias más pnfx 0.09 0.15 0.17 0.16 0.17 0.16 0.13 0.13 0.13

Ingreso nac ional bruto 1.05 1.10 1.13 1.13 1.14 1.14 1.11 1.11 1.12

Ahorro nac ional bruto 0.05 0.12 0.16 0.17 0.19 0.17 0.13 0.15 0.16

Fuente: Cálculos propios con base en datos a prec ios corrientes de la Revista Trimestral, varios años. Banco Central de Reserva.

La contrapartida del exceso de absorción es el déficit de las exportaciones netas

(exportaciones − importaciones). El cuadro muestra el exceso de importaciones

en relación a las exportaciones. Esa brecha se fue ampliando en la medida que

avanzó el quinquenio. El déficit de exportaciones netas, al igual que el exceso de

absorción sobre el producto, pasó de 13% en 1990 a 16% en 1995.

54

A pesar del elevado déficit de exportaciones netas, el ahorro externo ha sido

relativamente bajo: de 4% en 1990 pasó a 1% en 1994, aunque luego creció

ligeramente. Esto ha sido posible porque como ya indicamos, las remesas y las

donaciones recibidas han permitido un elevado consumo y, a la vez, un ahorro

nacional creciente en la primera parte de la década, que ha permitido financiar la

mayor parte de toda la inversión.

El último aspecto que se observa en el cuadro anterior, que ha sido destacado por

varios autores28, es el bajo ahorro interno. El ahorro interno viene a representar el

esfuerzo de ahorro a partir de lo producido internamente; en contraste, el ahorro

nacional es el esfuerzo de ahorro a partir del ingreso nacional, el cual incluye las

remesas y donaciones. El esfuerzo interno representó solamente el 1% en 1990 y

gradualmente aumentó en los siguientes años a 4%. El bajo esfuerzo de ahorro

interno es la contrapartida natural de un exceso de consumo en relación a lo

producido. En el capítulo 3 se analiza con más detalle el tema del ahorro interno.

Finalmente, vale la pena destacar que a pesar de que el país ha contado con un

flujo neto de recursos externos en forma de transferencias unilaterales, el tamaño

del ahorro nacional ha sido bajo, aunque aumentó durante el quinquenio. La tasa

de ahorro nacional ha sido muy similar a su tasa histórica y a la tasa de ahorro de

los países latinoamericanos, exceptuando Chile.

4. Una década de estabilidad macroeconómica

Para hacer sostenible la estrategia de crecimiento liderada por las exportaciones,

el programa económico que se aplicó a partir de 1989 tuvo un importante

componente de estabilización; como ya se indicó, buscaba liberalizar el tipo de

cambio, reducir la inflación, eliminar el déficit fiscal e impulsar el ahorro. La

evolución del tipo de cambio se muestra a continuación.

28 Segovia (1995) y Rivera Campos (1994)

55

Gráfico 1.9Evolución del Tipo de Cambio

1989−1998

0

2

4

6

8

10

1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

Oficial Interbanc Casa de cambio M. Negro

Fuente: Fondo Monetario Internacional y Consejo Monetario Centroamericano (1998).

En 1989 existían tres precios para el tipo de cambio: el oficial, garantizado por el

Banco Central, el interbancario y el del mercado negro, con valores diferentes;

oficial estaba establecido en ¢5.00, el interbancario promedió el año ¢5.48 y en el

mercado negro se estableció en ¢5.96 en promedio. En septiembre, la última cifra

disponible en el mercado negro, muestra un tipo de cambio de ¢6.42. Lo

importante es destacar que la política cambiaria que se siguió y que consistió en

la aplicación de las medidas que antes se indicaron, llevaron a eliminar el

mercado negro y a provocar la convergencia de los tipos de cambio vigente.

Todavía en 1990 los tres tipos existentes diferían, siendo el establecido en las

recién inauguradas casas de cambio el más alto. La convergencia total ocurrió en

1991. A partir de allí prácticamente el tipo de cambio ha permanecido igual en los

tres mercados, como resultado de la política cambiaria.

El segundo aspecto que destaca en la evolución del tipo de cambio es la

congelación que ocurrió a partir de 1993. Ciertamente, como muestra el gráfico

56

anterior, el tipo de cambio flotó libremente, con poca intervención del Banco

Central, entre mediados de 1989 y finales de 1992 −en noviembre de 1992 el tipo

de cambio en las casas de cambio promedió ¢8.99 a la compra−, a partir de 1993,

sin embargo, la política cambiaria optó por la intervención del Banco Central para

estabilizar el dólar en un precio relativamente fijo: ¢8.72 a la compra y ¢8.79 a la

venta.

¿Cuál fue la causa de este cambio de política? Parece ser que la respuesta está

en los recursos externos que fluyeron crecientemente al país. El cuadro siguiente

muestra el comportamiento de las remesas familiares entre 1989 y 1993 en

millones de dólares, en porcentaje de PIB y en tasa de crecimiento:

Cuadro 1.8Evolución del flujo de remesas familiares

Millones de US$

Porcenta je del PIB

Porcenta je de

c rec imiento

1989 203.0 4.1 4.8

1990 321.9 6.3 58.6

1991 517.6 8.8 60.8

1992 685.3 10.4 32.4

1993 790.6 11.4 15.4

1994 964.3 11.9 22.0

1995 1,061.3 11.2 10.1

1996 1,086.6 10.4 2.4

1997 1,199.5 10.7 10.4

1998 1,338.3 11.3 11.6

Fuente: Fondo Monetario Internac ional (1998).

La evolución de las remesas familiares muestra que entre 1990 y 1992 se dio una

fuerte expansión del flujo que ingresó al país29. En 1990 y 1991, por ejemplo, las

remesas crecieron 58% y 61%, respectivamente. Aún en 1992 las remesas

crecieron 32%, lo cual significa que en 1992 se recibió un monto de remesas de

más de 3 veces del de 1989, cuando la política cambiaria se diseñó. Mientras en

1989 las remesas representaban solamente el 4% del PIB, en 1992 habían

29 Es posible que la cifra de remesas familiares en los ochenta esté subestimada, debido tanto a los métodosde medición como a la canalización de dólares hacia el mercado negro. La primera estimación de lasremesas familiares la realizó Segundo Montes a mediados de los ochenta

57

ascendido a 10%. Este flujo ampliado expandía el ingreso nacional precisamente

en 10% respecto al producto nacional. Indudablemente, este fenómeno llevó a

repensar la política cambiaria y finalmente a su modificación. En efecto, a partir de

1993 el Banco Central desarrolló una política cambiaria más intervencionista. La

participación del Banco se realizó ya no sólo para eliminar las especulaciones

coyunturales, sino para mantener el tipo de cambio fijo. El objetivo del BCR a

partir de entonces fue estabilizar el tipo de cambio nominal en un valor fijo: ¢8.75

en promedio; para lo cual, el Banco Central sale, desde entonces, a vender

dólares cuando existe una deficiencia de dólares en el mercado en relación con

su demanda y a comprar, en caso contrario.

Este cambio de política, sin embargo, obligó a renunciar a algunos objetivos que

se habían establecido al formular el plan económico de gobierno. En verdad, al

congelar el valor del dólar en un ambiente de mayor inflación que la internacional

se encarecieron las exportaciones salvadoreñas, con lo cual se volvieron menos

competitivas, en contradicción con la estrategia de crecimiento liderado por las

exportaciones planteada en la primera parte de la década,.

Pero el combate a la inflación al apoyarse en el anclaje del tipo de cambio,

comenzó a tener éxito notable después de 1992, como se muestra en el gráfico

siguiente:

58

Gráfico 1.10Evolución de la inflación

1989−1998

0

5

10

15

20

25

1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

Porcentaje

Fuente: Banco Central de Reserva y Consejo Monetario Centroamericano.

El gráfico es elocuente por sí mismo. Hay varias cosas que se desprenden de él.

La primera, que la inflación en El Salvador durante los noventa siempre fue lo que

puede llamarse inflación moderada; la segunda, que desde 1989 existió una

tendencia de la inflación a converger hacia el nivel internacional, que se encuentra

promediando 2%. A estos dos resultados contribuyó el tipo de política cambiaria

que ha predominado en El Salvador desde 1993, pues exceptuando el período

que va de mediados de 1989 a finales de 1992 en que se dejó flotar el dólar, la

política cambiaria ha mantenido fijo el tipo de cambio. Lo que interesa destacar es

que el proceso de convergencia hacia la inflación de EEUU, aunque lento, alcanzó

su objetivo en 1997.

El otro aspecto importante acá es que desde 1993 hasta 1996, el anclaje del tipo

de cambio representó un deterioro de la capacidad competitiva de las

exportaciones, provocado por el exceso de la inflación doméstica respecto a la de

EEUU. No obstante, a partir de 1997, se nos planteó una nueva situación en la

59

cual desapareció la apreciación cambiaria, en la medida que la inflación

descendió al nivel internacional. Este es un logro importante que debe destacarse,

ya que a su éxito contribuyó el haber anclado el tipo de cambio.

Si antes de 1997 se planteaba la necesidad de modificar la política cambiaria por

la apreciación real de la moneda que provocaba, hoy los parámetros son distintos,

pues ha desaparecido la apreciación en cuestión. El anclaje del tipo de cambio

nominal hoy es más plausible desde el punto de vista de la competitividad de las

exportaciones. En el Capítulo 2 se estudian las implicaciones que para la tasa de

interés real han tenido las remesas familiares, después que la inflación convergió

al nivel internacional.

En lo que a los equilibrios externos se refiere, consecuente con la apreciación real

de la moneda, debido al flujo abundante de recursos externos, el déficit de la

balanza comercial se fue ampliando rápidamente en los años noventa. Las

exportaciones crecieron muy lentamente y las importaciones crecieron

rápidamente. El Cuadro 1.9 muestra la evolución de estas variables. Las

exportaciones comenzaron a recuperarse muy lentamente desde 1990, mientras

las importaciones crecieron muy rápidamente a lo largo de la década. Es este

comportamiento asimétrico el que explica el crecimiento rápido del déficit

comercial, el cual llegó a alcanzar 17% del PIB en 1995.

Lo que este elevado déficit indica es que la capacidad exportadora del país no

está acorde con su demanda importadora; en otras palabras, el elevado déficit

externo muestra que la absorción del país se encuentra muy por encima de la

capacidad productiva del país30. A lo largo de estos años, la sociedad salvadoreña

ha estado absorbiendo consumo e inversión en cantidad mayor a la que produce,

lo cual significa que ha estado viviendo por encima de sus capacidades

30 La ecuación que da cuenta de esta afirmación es la siguiente: Y−A = X−M. Si las importaciones (M) sonsuperiores a las exportaciones (X), necesariamente la absorcion (A) excede al producto del país (Y). Laabsorción se define como la suma del consumo y las inversiones privada y pública.

60

productivas. Esto se ha hecho a costa de mantener un déficit externo de igual

magnitud.

Cuadro 1.9Evolución de la balanza comercial (Mercancias)

Millones de dólaresExportac iones Importac iones Défic it Défic it1 % del PIB

1988 608.8 1,006.9 398.1 8.5

1989 497.5 1,161.3 663.8 13.4

1990 582.2 1,262.5 680.3 13.3

1991 588.0 1,315.0 727.0 13.7

1992 597.5 1,587.8 990.3 16.6

1993 742.0 1,774.6 1,032.6 14.9

1994 818.9 2,094.4 1,275.5 15.8

1995 1,005.4 2,642.1 1,636.7 17.2

1996 1,024.3 2,480.8 1,456.5 14.0

1997 1,349.2 2,757.5 1,408.3 12.6

1998 1,245.8 2,926.0 1,680.2 14.2

1: Para el cá lculo del PIB en dóla res se han usado los siguientes tipos de c ambio: 1991: ¢8.02; 1992: ¢8.37; 1993: ¢8.70; a partir de 1994: ¢8.75. (Ver Revistas del Banco Centra l de Reserva)

Fuente: Años 1989 y 1990: FMI (1995); Años 1991−1998: Consejo Monetario Centroamericano (1998)

Ningún país puede permanecer en estas condiciones por mucho tiempo. El caso

de El Salvador es singular, pues las transferencias unilaterales31 que ha estado

recibiendo le han permitido mantener esta situación sin enfrentar una crisis

externa de divisas. El Cuadro 1.10 muestra la evolución del déficit externo, de las

transferencias unilaterales y de la cuenta corriente32.

La primera característica que destaca en el Cuadro 1.10 es la sustitución que

ocurrió a partir de 1989 de transferencias unilaterales oficiales (donaciones) por

privadas (remesas familiares en su mayoría). Obsérvese que de 1988 a 1991 las

donaciones se habían reducido a la mitad, hasta ser, prácticamente,

insignificantes en 1996. También nótese que en el mismo período (1988−1991)

las remesas se habían más que duplicado y continuaron creciendo hasta alcanzar

31 Las transferencias unilaterales están constituidas por las remesas familiares y las donaciones oficiales. Seles llama transferencias unilaterales por que constituyen un flujo en una sola dirección, pues no lescorresponde un producto en contraparte, como ocurre en una transacción comercial.32 La cuenta corriente es el déficit externo de mercancías, servicios y renta, sumado a las transferenciasunilaterales y su monto muestra la demanda de ahorro externo.

61

un máximo histórico de 12.5% en 1995 y luego también en 1998. Como resultado

de esa sustitución, el total de transferencias con que ha contado El Salvador

desde 1988 supera el 10% del PIB. Ha sido este flujo de transferencias el que le

ha permitido al país mantener déficit externos elevados −el déficit externo se

elevó hasta 18% en 1992− y no tener dificultades en la cuenta corriente. Como se

ve en el cuadro 1.10, el déficit en la cuenta corriente más alto ocurrió en 1989,

pero en general se ha mantenido abajo de 3%. En 1994, por ejemplo, el déficit

externo ascendió a 16.1% y la cuenta corriente casi cerró en equilibrio.

Cuadro 1.10Evolución de la cuenta corriente

(Porcentaje del PIB)Défic it exte rno 1

Transf. Ofic . Tranf. Priv. Défic it C.C. 2

1988 9.8 6.1 4.7 −1.1

1989 14.1 5.7 4.8 3.7

1990 13.8 4.4 6.8 2.6

1991 15.8 3.3 10.2 2.2

1992 18.2 3.8 11.9 2.5

1993 16.2 3.2 11.8 1.2

1994 16.1 3.5 12.4 0.2

1995 17.2 2.0 12.5 2.7

1996 13.8 0.6 11.5 1.6

1997 11.8 0.5 11.7 −0.9

1998 12.7 0.3 12.5 0.7

1:Comprende el défic it de b ienes, servic ios y renta

Fuente: Años 1989−1990, FMI (1995); Años 1991−1998 ca lculado con base en Consejo Monetario Centroameric ano (1998)

2: El défic it en cuenta c orriente resulta de resta r la s tranferenc ias ofic ia les y p rivadas d el d éfic it externo (signo nega tivo signific a superávit)

El flujo de recursos, pues, le ha permitido a la economía operar por varios años

con una absorción −consumo más inversión− mucho mayor que su producción, y

mantenerse libre de problemas de endeudamiento externo creciente, al mismo

tiempo que se mantiene la estabilidad del tipo de cambio. No hay duda que ante

la ausencia de estas transferencias la capacidad con que la política económica ha

mantenido la estabilidad cambiaria habría sido muy distinta.

62

Por otra parte, el control del déficit fiscal constituyó uno de los objetivos más

importantes del programa de estabilización en los noventa. Ciertamente, como ya

observamos al inicio de este capítulo, varias reformas se llevaron adelante en

términos de simplificación tributaria y fiscalización. El Cuadro 1.11 muestra la

evolución del ahorro corriente, del déficit fiscal antes de donaciones y del déficit

fiscal incluyendo donaciones.

El primer punto importante que destaca del Cuadro 1.11 es que después de un

descenso rápido del déficit en 1990, éste volvió a elevarse rápidamente, y en

1992 había vuelto al nivel de 1989. A partir de ese año el déficit comenzó

sistemáticamente a disminuir. A este resultado contribuyó el aumento del ahorro

corriente, el cual en 1995, por ejemplo, llegó a representar un poco más de 3

puntos porcentuales del PIB. El aumento del ahorro del Sector Público No

Financiero fue suficiente para provocar la reducción del déficit fiscal a partir de

1992, a pesar de la disminución rápida de las donaciones oficiales después de

firmados los acuerdos de paz en 1992.

Cuadro 1.11Evolución de las cuentas del Sector Público No Financiero

(Porcentaje del PIB)1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

Impuestos 7.6 8.1 9.5 9.6 10.3 10.9 12.0 11.2 11.0 11.1

Gastos corrientes 11.8 11.4 14.8 13.9 13.6 14.0 13.9 15.5 13.8 14.5

Inversión Fija 3.9 2.1 3.8 6.2 4.3 3.9 3.6 4.2 3.7 3.7

Ahorro corriente 1 −1.5 −0.3 −0.8 0.2 0.8 2.0 3.2 1.8 1.9 1.1

Défic it exc luyendo donac iones 2 5.8 2.5 4.9 6.5 3.6 2.0 0.9 2.6 2.0 2.1

Défic it incluyendo donaciones 2 4.2 0.4 2.8 4.6 1.6 0.6 0.1 2.5 1.8 2.0

1: Valores negativos ind ican desahorro

2: Valores positivos ind ican défic it

Fuente: 1989−1990, FMI (1995); 1991−19998, calculados con base en Consejo Monetario Centroamericano (1998).

El aumento del ahorro corriente ocurrió como resultado del aumento de la carga

tributaria que entre 1989 y 1995 aumentó más de 4 puntos porcentuales, mientras

que el gasto corriente aumentó en el mismo período sólo un poco más de un

punto porcentual.

63

Llama la atención también el hecho que los gastos corrientes en lugar de

reducirse durante el período en que se aplicó el programa de estabilización, más

bien aumentaron y que en 1998 éstos fueran mayores, como porcentaje del PIB,

que en 1989. En efecto, mientras que en 1989 los gastos corrientes del gobierno

sólo representaban el 11.8% del PIB, en 1998 representaban el 14.5%. Aunque

los grandes aumentos de 1991 y 1996 se deben al pago de las salarios por los

decretos de retiros voluntarios de empleados públicos que se aplicaron en esos

años, los datos muestran que el gasto del sector público ha tenido la tendencia a

aumentar en relación con la producción interna de la economía, a pesar de que

uno de los más importantes objetivos del programa de reformas que se inició en

1989 fue reducir el tamaño del estado en la economía.

Este hecho es importante porque 1995 constituye un año de inflexión en el control

del déficit fiscal, no sólo porque después de ese año, y consistente con la

desaceleración económica, los gastos corrientes aumentaron y los ingresos

tributarios disminuyeron33.

En general, la evolución de las variables macroeconómicas en los noventa nos

muestra que el programa de estabilización tuvo relativo éxito, aunque para ello se

sacrificaron algunos objetivos que se plantearon inicialmente, como fue el

impulsar un crecimiento liderado por las exportaciones. El tipo de cambio nominal

se estabilizó, la inflación convergió hacia la inflación internacional muy

gradualmente, lo cual provocó un continuo deterioro de la capacidad competitiva

de las exportaciones. No obstante, en 1997, con un nivel inflacionario similar al

internacional, se puede argumentar que la política antiinflacionaria alcanzó su

objetivo y que no hay motivos para que la moneda continúe apreciándose en

términos reales. Las exportaciones, sin embargo, acumularon una pérdida de

competitividad entre 1990 y 1997, a través de la apreciación real de la moneda

33 Esta disminución en la carga tributaria está asociada a la pérdida de crecimiento que experimentó laeconomía a partir del segundo semestre de 1995.

64

que ascendió al 29%34. La pérdida de competitividad de las exportaciones

aparece, de esta manera, como el principal costo de la estabilización

macroeconómica. Asimismo, el esfuerzo excesivo por bajar la inflación al nivel

internacional ha provocado una intensa política de esterilización que ha

mantenido elevadas las tasas de interés nominales. Las altas tasas de interés que

se resisten a bajar a pesar de la disminución de la inflación, que ha significado

para la economía nacional altos costos reales de los recursos financieros, ha ido

ahogando la capacidad de crecimiento de la economía, al implicar costos mayores

para la producción. Así, el alto costo del crédito, y su efecto depresivo sobre la

inversión, aparece como el segundo costo de la estabilización macroeconómica35.

El análisis de la evolución económica ha mostrado, sin embargo, que ésta no se

encuentra libre de dificultades. La gran amenaza de la estabilidad

macroeconómica alcanzada es el déficit fiscal. El reto hacia adelante se encuentra

en el fortalecimiento de las finanzas públicas, que permita recuperar rápidamente

el equilibrio fiscal.

Conclusiones

El Salvador ha finalizado un período que podríamos caracterizar como una

década de cambios. Algunos de los cuales han sido de naturaleza política y otros

de naturaleza económica. Estos cambios, que se han operado en un contexto de

globalización de las economías, han contribuido a conformar los dinamismos

actuales del funcionamiento económico. Los dos cambios más importantes que se

observaron en la década fueron, por un lado, la aplicación del programa de

reformas económicas de principios de la década; y, por el otro, la firma de los

Acuerdos de Paz de enero de 1992, que propició la estabilidad política, condición

necesaria de un buen desenvolvimiento de la actividad económica.

34 Ver capítulo 235 Ver Capítulo 2

65

El programa de reformas económicas y la firma de los Acuerdos de Paz se dieron

en un contexto caracterizado por tres elementos: coincidencia de propósitos entre

el sector privado y la nueva administración gubernamental; reactivación de las

economías centroamericanas después de los conflictos políticos de la región; y

aumento del flujo de recursos externos, en forma de remesas familiares, que

facilitó el financiamiento externo de la economía.

El programa económico estaba construido alrededor de una estrategia de

crecimiento liderado por las exportaciones y estaba constituido por un paquete de

estabilización macroeconómica −disminución de la inflación, flotación del tipo de

cambio y reducción del déficit fiscal− y por un paquete de reformas económicas

−la reforma financiera, la reforma fiscal y la reforma comercial.

Los logros del programa son mixtos. La flotación del tipo de cambio se abandonó

a finales de 1992 y se intensificó la intervención del Banco Central en el mercado

cambiario para estabilizar el tipo de cambio nominal. Este cambio de política, por

un lado, limitó el potencial de la estrategia de crecimiento liderado por las

exportaciones, debido a la pérdida de competitividad que provocó tal medida, y

por el otro, facilitó que la política monetaria fuera exitosa en disminuir la inflación

hasta alcanzar la tasa internacional en 1997, después de varios años de esfuerzo

antiinflacionario. El déficit fiscal, por su parte, tendió a disminuir en el primer

quinquenio, como resultado de la aplicación de las políticas de estabilización; no

obstante, desde 1996 los logros en materia fiscal se han revertido y hoy la

cuestión fiscal se ha convertido en el eslabón más frágil de la estabilidad

macroeconómica.

Las reformas económicas también avanzaron significativamente. La reforma

financiera se aplicó rápidamente, privatizando la banca e introduciendo algunas

reformas sustantivas a la supervisión y regulación del sistema financiero. La

banca privatizada se constituyó en un fuerte impulsor del crecimiento financiero

en el país. Algunos problemas, sin embargo, preocupan en torno a la banca. El

66

rápido crecimiento se hizo, en algunos casos, con elevados riesgos, que han

deteriorado la cartera de algunos bancos desde 1997. Por otra parte, aunque la

inflación ha disminuido, las tasas de interés real se han mantenido elevadas e

incluso aumentado, lo cual no contribuye a impulsar la inversión y el crecimiento.

La reforma comercial se aplicó de inmediato a principios de la década y creó un

torrente de importaciones que elevó extremadamente el déficit de la balanza

comercial. La economía, sin embargo, no experimentó dificultades en su balanza

de pagos, pues las remesas financiaron aquel déficit. La coincidencia de

propósitos de principios de la década permitió que la rebaja arancelaria no fuera

cuestionada por los sectores económicos; a medida que la década ha avanzado,

sin embargo, algunos sectores han comenzado a cuestionar el grado de apertura

alcanzado.

La reforma fiscal se aplicó con fuerza asimétrica. Un logro importante fue la

simplificación de la estructura tributaria, reduciendo la diversidad de impuestos de

antes de los noventa a sólo tres tributos: IVA, renta y aranceles. El ajuste de la

carga tributaria ha sido poco. Aún en 1999 se encontraba abajo de 11%, siendo

una de las más bajas de América Latina. Por el lado del gasto, es poco lo que se

ha hecho. No obstante, la privatización de varias instituciones autónomas,

particularmente de ANTEL, ha constituido un progreso importante.

En la actividad real, después de una explosión de crecimiento entre 1992 y 1994,

en que la economía creció a tasas no menores de 6%, el crecimiento de la

producción y el empleo se ahogó a partir de mediados de 1995. La economía

todavía no ha revertido esta depresión del crecimiento. El crecimiento lento de la

economía ha estado determinado por la recesión que han experimentado desde

1995 la construcción y el comercio. La agricultura, afectada desde los ochenta por

la crisis política y la reforma agraria, mantiene su tendencia recesiva de largo

plazo.

67

Cuatro grandes temas se identifican en este capítulo que determinan la dinámica

actual de la economía salvadoreña. El primero es el mal holandés que provoca la

entrada de remesas familiares; el segundo, la baja tasa de ahorro de la economía

y el auge del consumo; el tercero, la sostenibilidad del crecimiento de la economía

y el desafío de la pobreza. A esos temas se dedican los siguientes capítulos.

68

APENDICE

La aplicación del programa de estabilización y ajuste estructural en losprimeros años

El programa de estabilización y ajuste estructural comenzó a ser aplicado desde

que la nueva administración tomó posesión en julio de 1989.

2.1 La aplicación de la política cambiaria

En el área cambiaria se estableció a principios de 1990 un único mercado

bancario para todas las transacciones, lo cual permitió que el tipo de cambio

comenzará inmediatamente a flotar hacia arriba; se aprobó la Ley de Casas de

Cambio de Moneda Extranjera; y en 1991 se derogó la Ley de Control de

Transferencias Internacionales, con lo cual se eliminaron los controles de cambio.

No obstante que después de enero de 1990 el dólar se dejó flotar, en los meses

posteriores el BCR intervinó para evitar el ascenso observado, lo cual como indica

CENITEC36, provocó que FUSADES afirmara que "La recuperación económica no

tendría lugar a menos que el BCR intervenga en el mercado de divisas para

ordenar y suavizar la trayectoria del tipo de cambio a un nivel realista, no para

impedir que esto suceda"37. Esto a su vez obligó al BCR a informar que no

volvería a interrumpir la libre flotación de la divisa.

Este hecho es importante destacarlo porque muestra que el BCR desde temprano

ya se veía inducido no a regular las especulaciones sobre la moneda, sino a

intervenir en el mercado cambiario para evitar el ajuste del valor del dólar según el

juego de la oferta y la demanda de dólares. Finalmente, después del ascenso que

mostró el dólar entre julio y septiembre de 1992, cuando el dólar llegó a valer

cerca de ¢9.35, la política del BCR se definió por un anclaje del tipo de cambio en

36CENITEC (1990)37FUSADES (1990)

69

¢8.75 por dólar, donde se ha mantenido hasta la fecha, interviniendo no para

modificar las fluctuaciones inespereadas del dólar, sino para mantenerlo anclado

en el valor indicado, ya como una estrategia antiinflacionaria.

2.2 La liberalización de las tasas de interés

La liberalización de las tasas de interés fue un proceso gradual. El proceso

consistió en ir ajustando la tasa de interés básica pasiva (la tasa que se paga por

los depósitos a 180 días: TIBP) para mantenerla un determinado número de

puntos porcentuales por arriba de la inflación, e ir simultáneamente ajustando la

tasa de interés básica activa (la tasa que se paga por los créditos: TIBA),

igualmente, por un número definido de puntos porcentuales por encima de la

TIBP. Así, por ejemplo, entre enero y julio de 1991 se ajustó semestralmente la

TIBP a la inflación semestral anualizada y se estableció para la TIBA un margen

de 4 puntos porcentuales arriba de la TIBP. Entre julio y septiembre de ese año la

TIBP se fijo un punto porcentual arriba de la inflación anual y el margen se elevó a

5 puntos porcentuales.

En marzo de 1992 todos los tipos de interés habían sido liberalizados. El BCR

también estableció un tipo de interés uniforme para todos los créditos a corto

plazo, excepto para líneas a microempresas, sector agrario reformado y líneas de

crédito externas. En julio de 1992, se liberalizaron los tipos de interés para los

depósitos en moneda extranjera. Además, el BCR elevó gradualmente la tasa de

redescuento por arriba de la TIBP.

Nótese que al momento de plena libaralización de las tasas de interés, en primer

lugar, ya se había logrado establecer por medio de la regulación del BCR una

tasa de interés real positiva, que era un objetivo de la liberalización financiera, en

segundo lugar, cuando se liberalizaron plenamente las tasas de interés, la política

cambiaria ya había anclado el dólar en ¢8.75.

70

Con el establecimiento de la ventanilla de redescuento unificada (VRU) en marzo

de 1992, destinada a financiar actividades de corto plazo en el sector

agropecuario, el Banco Central de Reserva cesó de asignar cuotas crediticias por

actividad económica. Bajo esta nueva figura, a cada intermediario se le adjudica

un monto global− según su nivel de depósitos− a fin de permitir mayor autonomía

en la administración de fondos. Las operaciones de redescuento fueron

clausuradas en julio de 1994

En diciembre de 1991 el BCR creó la ventanilla de liquidez automática (VLA), para

financiar entidades con problemas de liquidez a un tipo de intrerés por arriba del

de mercado. Actualmente, cada Banco tiene acceso automático a este crédito en

tres tramos sobre sus depósitos en encaje legal: 5% a un interés de la TIBP más

10 puntos porcentuales; siguiente 10% a la TIBP más 20 puntos porcentuales; y el

15% a la TIBP más 30 puntos porcentuales, lo cual, a la TIBP de este momento,

eleva el tercer tramo a cerca de 40%.

En julio de 1991 el BCR inicia las operaciones de mercado abierto con la

colocación de certificados de estabilización monetaria (CEM), mediante el

mecanismo de subasta. A partir de 1992 la creación de la Bolsa de Valores

permitió mayor fluidez en estas operaciones. Inicialmente, sólo intermediarios

financieros estaban autorizados para transacciones de CEM a un plazo de 30

días. Actualmente, los CEM han dado paso a los Certificados de Administración

Monetaria, CAM, además de que recientemente se han introducido los CAM en

dólares, conocidos como CAM−D. Los CAM se extienden para períodos que van

desde 28 días hasta 364 días y la fijación de la tasa de redescuento, así como la

asignación, se realizan por un proceso de subasta. Hoy los CAM pueden ser

negociados por los bancos e instituciones financieras no bancarias, compañías de

seguros e instituciones oficiales autónomas registradas en el BCR.

71

2.3 La política crediticia

La política crediticia, como ya indicamos, estaba orientada a reducir la

dependencia de las instituciones financieras de los recursos del BCR. Se creó el

Fondo de Crédito de Inversiones (FCI) para apoyar por parte del BCR al sector

privado en sus inversiones. Pero el objetivo era independizar al BCR del crédito al

sector privado, de tal forma que finalmente se creo en 1994 el Banco

Multisectorial de Inversiones (BMI), como una institución independiente del Banco

Central, para hacerse cargo del crédito para inversiones privadas, asumiendo la

línea del FCI. De esta manera, el BCR se dedicaría exclusivamente a la política

monetaria y tendría capacidad de incidir sobre la política crediticia solamente

mediante instumentos indirectos, como la tasa de encaje legal y las operaciones

de mercado abierto. El desarrrollo de las operaciones de mercado abierto se

facilitó por las aprobaciones por el BCR del Reglamento Interno de la Bolsa de

Valores y del Instructivo para la calificación e Inscripción de valores en la Bolsa,

en 1991.

2.4 La reforma fiscal

La reforma fiscal se inicia en 1990 con la revisión de impuestos sobre la renta, lo

que significó una reducción en las tasas y ciertas exenciones. Así, en 1991, con el

decreto ejecutivo No 9 se amplían los deducibles y se otorga una deducción del

50% sobre reinversiones en planta y equipo. En mayo se reforma la ley del

impuesto de papel sellado y timbres y en abril se introducen reformas a la ley de

impuetos sobre el patrimonio.

Los principales cambios en el impuesto sobre la renta tienen lugar en el primer

semestre de 1992. En primer lugar, diferentes tipos de ingreso personal se

agruparon en una sola base impositiva. En segundo lugar, el númeo de tramos se

redujo de 24 a 3, la tasa marginal máxima se rebajó de 60% a 30% y se

estableció una tasa efectiva máxima del 25%. En tercer lugar, el ingreso mínimo

72

gravable se incrementó, eliminándose cerca del 40% de contribuyentes

asalariados. En cuarto lugar, una escala progresiva sobre el impuesto a

sociedades se reemplazó por una única tasa de 25% de ingresos en exceso de

¢75,000.00. En quinto lugar, se eliminó la doble tributación sobre beneficios,

mediante deducciones a dividendos. En sexto lugar, se instauró un sistema de

pagos mensuales− Para los trabajadores independientes, se estableció una tasa

de retención del 2%, en tanto que los ingresos de sociedades y profesionales se

gravan con una tasa del 1%.

En 1993 se abolió el impuesto sobre herencias debido a su alto costo de

recaudación e insignificante rendimiento y se enmendaron las disposiciones sobre

el impuesto a la propiedada sobre inmuebles.

Por el lado de los impuestos indirectos, el de timbres fue reemplazado a partir de

septiembre de 1992 con la introducción de una tasa del 10% de impuesto sobre el

valor agregado. Las exportaciones y ciertos bienes y servicios básicos −cereales,

leche, medicina, educación, salud, transporte público, servicios financieros,

electricidad y agua potable− quedaron exentos de dicho tributo. Asimismo, se

eximió a los contribuyentes con ventas inferiores a los ¢50,000.00 en el último año

antes de la entrada en vigencia y se abolió la mayoría de otros impuestos

indirectos, incorporándolos a la base impositiva del IVA. En junio de 1995 la

Asamblea Legislativa aprobó incrementar el IVA al 13%

Por el lado del gasto se eliminaron varias de las leyes de fomento fiscal y se

aplicó un programa de retiro voluntario en 1992. Este programa se repitió a finales

de 1995.

2.5 La privatización de la banca38

38 Esta sección está basada en Sorto (1992) y Liévano (1997)

73

En el segundo semestre de 1989 se evaluó el estado de la cartera de los bancos.

Las cartera D y E representaron el 37% de la cartera contabilizada y se

constituyeron reservas de saneamiento por un monto de 50% y 100%,

respectivamente. Con la aprobación de la Ley de Saneamiento y Fortalecimiento

de Bancos Comerciales y Asociaciones de Ahorro y Préstamo el 22 de noviembre,

se forzó nuevamente el incremento de las reservas de capital institucional hasta

alcanzar los ¢1700 millones. Con esta medida la posición patrimonial del sistema

pasó a −¢500 millones.

En noviembre de 1990 se creó el Fondo de Saneamiento y Fortalecimiento

Financiero (FOSAFFI), el cual realizó un cambio (swap) de cartera mala de los

bancos por bonos propios del BCR, saneando de esta manera la posición

financiera de las instituciones para su posterior privatización. Según Liévano

(1997), la Ley autorizó al BCR a emitir inicialmente ¢1,400 millones de bonos.

Posteriormente, al incorporarse el Banco Hipotecario al proceso de

fortalecimiento, se autorizó al BCR para emitir otros ¢850 millones y al Ministerio

de Hacienda, ¢200 millones, haciendo un total de ¢2,450 millones para ser

utilizados en el proceo de saneamiento y fortalecimiento de los bancos y

financieras.

El 29 de noviembre de 1990 se aprobó la Ley de Privatización de los Bancos

Comerciales y de las Asociaciones de Ahorro y Préstamo. Según Liévano (1997)

en la ley de privatización de bancos se establecieron los siguientes objetivos:

1. Vender todos los bancos y financieras antes de junio de 1994

2. Democratizar la propiedad

3. Asegurar una administración sana y eficiente

4. Despolitizar el sistema financiero y el crédito y

5. Lograr transparencia en el proceso de venta

Las disposiciones de la ley eran las siguientes:

74

1. El techo límite de propiedad era 5% de las acciones

2. Los interesados en adquirir más del 1% debían ser calificados por la

Superintendencia

3. Los deudores clases D y E no podían adquirir acciones

4. El estado no podía tener participación en las acciones

5. Las ventas hasta por ¢100,000 se harían en forma directa a los empleados y

pequeños inversionistas y las mayores se venderían bajo subasta. La

modalidad de venta ofrecía 25% a los empleados y 25 % a los pequeños

inversionistas para adquisiciones no mayores de ¢100,000. Estas

acciones se reservaban por 60 días. El otro 50% se ofreció a los inversionistas

de más de ¢100,000

En el proceso previo a la privatización se fusionó el Banco Financiero con el de

Desarrollo e Inversión, los bancos Capitalizador, de Crédito Popular y Mercantil

fueron declarados quebrados, y el Banco Hipotecario fue rehabilitado para su

posterior privatización. Hasta la fecha este banco no ha sido privatizado. Los

últimos cuatro bancos mencionados ya habían sido intervenidos por encontrarse

con los mayores índices de mora, baja rentabilidad y con alto riesgo para los

depósitos del público.

Las pérdidas de la banca nacionalizada ascendían a ¢2,700 millones y se

esperaba que con los esfuerzos de recuperación de cartera y por venta de

acciones de los bancos y financieras, se redujeran a ¢700 millones39.

El 11 de noviembre se inició formalmente la venta de los bancos Cuscatlán y

Agrícola Comercial. Según Liévano (1997), a mayo de 1994 se habían privatizado

cinco bancos y tres financieras; el total de accionistas ascendía a más de 20,000,

que poseían más de ¢1,200 millones; y más de 4,000 empleados eran

propietarios del 12% de las acciones con una inversión de más de ¢140 millones.

39Liévano (1997)

75

2.6 La reforma comercial

La desgravación arancelaria se realizó rápidamente en las siguientes etapas:

1. EL 18 de septiembre de 1989 se estableció un piso de 5% y un techo de 50%

2. EL 1 de abril de 1990 se mantuvo el piso y se bajó el techo a 35%

3. El 5 de junio de 1991 se mantuvo el piso y se redujo el techo hasta el 30%

4. El 6 de enero de 1992 se mantuvo el piso y se redujo el techo hasta el 20%

con excepción de algunas partidas correspondientes a textiles y calzado.

Otras medidas complementarias que se aplicaron fueron las siguientes:

1. En 1989 se eliminaron los depósitos previos para la apertura de cartas de

crédito

2. En septiembre de 1989 comenzó a operar en el BCR el CENTREX para los

trámites de exportación

3. El 18 de abril de 1990 se publicó en el Diario Oficial el decreto No. 88 que

contenía la Ley de Reactivación de las Exportaciones que entre otras cosas

comprendía:

a. exención del pago de timbres sobre exportaciones

b. crédito fiscal del 8% sobre el valor FOB de las exportaciones no

tradicionales fuera del área centroamericana, la cual se redujo a 6%

en 1992

c. exención del impuesto al patrimonio a empresas que exportaran el

100% de su producción.

2.7 La inversión extranjera

76

1. El 10 de marzo de 1989 por decreto legislativo No. 189 se promulgó la Ley de

Fomento y Garantía de la Inversión Extranjera con los siguientes beneficios:

a. libre remisión de utilidades netas, salvo en inversiones en el sector

comercial y de servicios

b. libre remisión de fondos por liquidación parcial o total de empresas

c. crédito fiscal sobre impuestos de la renta y libre negociación de inversiones

extranjeras en El Salvador

2. El 18 de abril de 1990 se publicó el decreto No. 461 de la Ley del Régimen de

Zonas Francas y Recintos Fiscales, para las exportaciones fuera del área

centroamericana sin distinción del origen del capital.

2.8 Desregulación

1. El 27 de julio de 1989 la Corte Supremade Justicia declaró inconstitucional el

INCAFE y posteriormente hizo lo mismo con el INAZUCAR.

2. El 1 de agosto el MAG cerró las operaciones del IRA

3. A fines de 1989 y principios de 1990 se eliminaron los controles de precios

sobre 230 productos, dejando temporalmente bajo control únicamente los

correspondientes al cemento, los derivados del petróleo (este control se

eliminó parcialmente el 9 de enero de 1991), el azucar, los aceites vegetales y

la harina de trigo.

77

CAPITULO 2

MAL HOLANDÉS Y POLÍTICA ECONÓMICA

El sector externo es uno de los sectores que han experimentado cambios

sustantivos en los últimos años. La política de apertura de la economía ejecutada

desde 1989 como parte del programa de ajuste estructural, que redujo los niveles

arancelarios desde un techo máximo de hasta 290% en algunos productos hasta

20%, y expuso la economía, como un todo, a mayor competencia internacional,

resultando en un rápido crecimiento de las importaciones en relación con el

crecimiento de la economía. La adopción del régimen cambiario libre con

intervención del Banco Central en el mercado cambiario fijó el tipo de cambio

nominal después de 1992 en ¢8.75 por dólar, en donde manteniéndose

prácticamente sin variación desde entonces, y sirviendo como ancla nominal

antiinflacionaria. En esas condiciones, el flujo creciente de remesas familiares que

provocó una especie de mal holandés, apreciando la moneda en términos reales

durante buena parte de la década y volviendo menos competitivas las

exportaciones. Para una economía tradicionalmente con altos niveles de

protección externa, la apertura a la competencia, el anclaje del tipo de cambio y el

alto flujo de remesas familiares transformaron significativamente sus

características.

La fijación del tipo de cambio ha sido escogida como la piedra angular de la

estabilización macroeconómica y ésta como la condición necesaria en la

estrategia de atracción de la inversión extranjera. Ciertamente, aunque la

estrategia antiinflacionaria, apoyada en el anclaje nominal del tipo de cambio,

operó lentamente, no cabe duda que la persistencia de la política rindió sus frutos,

pues a finales de 1997 la inflación anual descendió al nivel internacional y desde

entonces se ha mantenido en torno a ella. Sin embargo, mientras la inflación

doméstica se mantuvo mayor que la inflación internacional entre 1993 y 1996, la

política cambiaria deterioró la capacidad de crecimiento de las exportaciones,

debido a la erosión de su competitividad en los mercados internacionales.

66

Asimismo, como se argumenta en este capítulo, los logros antiinflacionarios se

han transformado en una presión hacia el alza sobre la tasa de interés real, lo

cual ha sido percibido como freno para el proceso de inversión privada.

La política cambiaria ha sido el tema donde más disputa ha habido respecto al

manejo macroeconómico. Desde que comenzó a manifestarse la desaceleración

económica a mediados de 1995, se plantearon distintos tipos de propuestas; por

un lado, propuestas de devaluar la moneda con el objeto de estimular la

capacidad exportadora del país; por el otro, propuestas de flexibilizar el tipo de

cambio para reducir las tasas de interés para permitir una mayor inversión y

crecimiento económico. Estas propuestas se han presentado en un contexto en el

que el gobierno ha estado proponiendo, algunas veces más explícitamente que

otras, dolarizar la economía, con el objeto de afianzar aún más la estabilización

macroeconómica. Hasta el momento, la política cambiaria se ha mantenido sin

modificación.

De esta manera, en la primera sección de este capítulo se realiza una evaluación

de la evolución de las exportaciones e importaciones. Para entender por qué las

exportaciones han dejado de tener la importancia que tenían en los setenta, se

realiza el análisis de su evolución desde los años ochenta. Luego, en la segunda

sección, se presentan las características de la balanza de pagos. Se estudia a

continuación la política cambiaria y se desarrolla un análisis del mal holandés, los

precios y la tasa de interés real, el cual se apoya en un modelo de mal holandés

que se presenta en el Apéndice. El capítulo termina discutiendo las implicaciones

del análisis para la política de crecimiento económico.

2.1 Fragilidad productiva y solvencia financiera externa

El comportamiento de la economía salvadoreña ha estado altamente

condicionado por la evolución de su sector externo desde la década pasada.

67

Mientras la característica más marcada de América Latina en los ochenta fue la

ausencia de flujos de capitales externos hacia la región, como resultado de la

crisis de la deuda internacional que se desató después de 1982, en El Salvador,

su sector externo, en esa década, estuvo determinado por la masiva entrada de

donaciones oficiales; y cuando llegaron los noventa y en América Latina se revirtió

la situación de la década anterior y los flujos de capital financiero comenzaron a

fluir fuertemente hacia la región, en El Salvador los flujos de remesas familiares

sustituyeron rápidamente, y con creces, la disminución de las donaciones

oficiales.

El resultado de los comportamientos anteriores fue que mientras en la década

pasada la región latinoamericana estaba obligada a funcionar económicamente

con la limitación que le imponía la restricción externa40, El Salvador funcionaba, en

medio del conflicto militar y de la crisis económica, al margen de ese tipo de

restricción, lo cual le permitía importar sin grandes dificultades y mantener

limitados los efectos de la crisis y del conflicto. En los noventa, cuando El

Salvador ejecutó el programa de ajuste estructural, los flujos de remesas

familiares le relajaron la restricción externa, al igual que ocurrió en América Latina

con los flujos financieros, con la diferencia que las remesas familiares son menos

volátiles que los flujos de capital, y no aumentan la deuda internacional de un

país.

Como indicaremos en esta sección, la economía salvadoreña se caracteriza por

haber funcionado durante las últimas dos decadas sin ninguna restricción externa,

lo cual ha permitido el rápido crecimiento de las importaciones, el

amortiguamiento de los costos sociales del ajuste económico y la elevación del

bienestar de los consumidores por encima del nivel que el aparato productivo por

sí solo es capaz de proveer. Por otra parte, el costo que el país ha pagado por

este flujo de recursos que ha eliminado toda forma de restricción externa, ha sido

40 El modelo de las dos brechas, que es una buena representación del funcionamiento de las economías endesarrollo, muestra que estos países típicamente se enfrentan a dos brechas que limitan su crecimiento: labrecha externa y la brecha de ahorro−inversión.

68

el debilitamiento de su capacidad de exportar y, últimamente, el alto costo de los

recursos financieros para la inversión. Estos hechos se han reflejado en dos

indicadores del sector externo: el déficit de la cuenta corriente y el déficit de la

cuenta comercial. El bajo nivel del primero muestra la ausencia de una restricción

externa para el país e indica que El Salvador se encuentra en condiciones

financieras externas saludables. El elevado nivel del segundo, por el contrario,

típico de la economía desde mediados de la década pasada, indica que El

Salvador no tiene la capacidad productiva de mantener su propia demanda de

bienes y servicios externos para conservar el nivel de bienestar actual de su

población. Esta dualidad contradictoria marca el funcionamiento de la economía

salvadoreña actual: fragilidad productiva−solvencia financiera.

El sector externo salvadoreño cambió significativamente a partir de 1989. Las

causas de este cambio se encuentran focalizadas en dos factores principales, uno

de política económica −la apertura de la economía mediante la reforma

arancelaria−; y, el otro, de flujo de recursos externos −la expansión de las

remesas familiares enviadas principalmente desde los Estados Unidos por los

salvadoreños emigrados en la década de los ochenta−. Estos cambios

estructurales acompañaron entre 1989 y 1992 de la política de liberación del tipo

de cambio nominal con limitada intervención del Banco Central, la cual permitió

cierta flexibilidad cambiaria; después de 1992, sin embargo, la política cambiaria

ancló el tipo de cambio como estrategia de estabilización macroeconómica (véase

el Capítulo 1). Los efectos de estos cambios se manifestaron en el funcionamiento

económico, particularmente en las exportaciones, las importaciones y la balanza

comercial.

Los aspectos más notables del sector externo en los noventa son el elevado nivel

de las importaciones, por un lado, y la pérdida de importancia de las

exportaciones, por el otro. Ciertamente, en 1996, por ejemplo, las importaciones

de mercancías representaron el 23.5% del PIB, mientras que las exportaciones

representaron solamente el 9.9%. Las cifras indicadas muestran que la diferencia

69

entre las exportaciones e importaciones produjo en ese año un déficit de la

balanza de mercancías de 13.6%, una cifra que habría sumergido a cualquier

economía en una profunda crisis de balanza de pagos. Este no es el caso de El

Salvador, sin embargo, lo cual motiva a indagar no sólo la razones del déficit

mencionado, sino también las de este comportamiento atípico.

El objetivo de esta sección es explicar a qué obedece que la economía

salvadoreña opere con un déficit comercial de semejante magnitud. Una hipótesis

común al respecto indica que la apertura de la economía y el mal holandés que

provoca la entrada de remesas familiares explican ese resultado en los años

noventa. La hipótesis que se sostiene, por el contrario, reconoce el rol de las dos

variables anteriores en el fenómeno que se trata de explicar, pero encuentra

causas en la década pasada −el déficit de la balanza comercial es el resultado de

la crisis de los años ochenta y se agudiza en los años noventa como resultado del

mal holandés que han provocado los altos flujos de remesas familiares.

La importancia de esta hipótesis radica en que si éste es el caso, el problema del

sector externo se resuelve no solamente con políticas macroeconómicas que

compensen por el sesgo antiexportador que la política cambiaria mantuvo entre

1992 y 1996, sino que requiere además, y de manera más fundamental, de

medidas de ajuste estructural del sector: la estructura productiva, la

infraestructura física y de recursos humanos, y la superestructura de apoyo

institucional. Para desarrollar esta hipótesis el análisis en esta sección se extiende

a la década pasada.

2.1.1 El retroceso exportador de los ochenta

El Gráfico 2.1 muestra la evolución de las exportaciones y de las importaciones

totales en millones de dólares desde 1980 hasta 1998.

70

Gráfico 2.1Evolución de las exportaciones e importaciones de mercancias

(Millones de U$ dólares)

0

500

1,000

1,500

2,000

2,500

3,000

3,500

4,000

4,500

1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

Exportaciones Importaciones

Fuente: Istmo Centroamericano: serieshistóricas macroeconómicas, CEPAL, 1998.

El gráfico, que es ilustrativo de la evolución de largo plazo del comercio exterior,

se extiende desde 1980 hasta 1998. En primer lugar, es evidente que el deterioro

de las exportaciones ocurrió principalmente durante la década pasada, pues a lo

largo de los ochenta, exceptuando en 1984 que hay una leve recuperación, las

exportaciones se van deteriorando continuamente. En 1989 las exportaciones

−medidas en millones de dólares− era inferior a la mitad del que había sido en

1980, lo cual muestra con claridad la gravedad del sector externo que

experimentaba la economía a finales de la década pasada. A partir de 1990, sin

embargo, la tendencia indicada se revierte y las exportaciones comienzan a

crecer muy lentamente, recuperando en 1994 el valor que habían tenido en 1980,

alcanzando $2,500 millones en 1998

Por su parte, las importaciones también se contraen en los primeros dos años de

la década pasada y luego tienden a estancarse en un nivel que se mantiene hasta

1988. Se puede decir que la tendencia dominante de las importaciones en la

década pasada fue el estancamiento. Este comportamiento de las importaciones

71

junto con el decaímiento de las exportaciones condujo a un deterioro cada vez

mayor de la balanza de mercancías −la diferencia entre las exportaciones y las

importaciones−. En efecto, durante el primer quinquenio de la década pasada la

diferencia entre ambas variables, como muestra el gráfico, fue pequeña; sin

embargo, a partir de 1985 la brecha entre ambas comienza a ampliarse

progresivamente hasta alcanzar el máximo déficit comercial de esa década en

1989.

Al final de la década pasada, pues, el déficit de la balanza de mercancías

ascendía a cerca de la misma magnitud de las exportaciones. Este resultado no

se explica por un crecimiento desmedido de las importaciones, las cuales se

habían estancado, sino por el agudo deterioro de las exportaciones. Por lo tanto,

para entender las causas del deterioro del sector externo en la década pasada

hay que concentrarse en la evolución de las exportaciones.

Es notable, asimismo, la recuperación de las importaciones en la década de los

noventa, particularmente después de 1992, es decir, después de la firma de los

Acuerdos de Paz. Aunque las exportaciones también se recuperaron en ese

período, la recuperación más bien fue débil, lo cual expandió aún más la brecha

de la balanza de mercancías.

Así, pues, las causas del déficit de la balanza comercial que actualmente

experimenta la economía salvadoreña pueden trazarse perfectamente hasta

principios de la década pasada. Mientras que en los ochenta el déficit comercial

externo fue provocado por el agudo deterioro de las exportaciones de mercancías,

en los noventa la ampliación de la brecha se debió a la rápida recuperación de las

importaciones y al debil crecimiento de las exportaciones.

Para poder determinar las razones de este deterioro de la balanza comercial, el

siguiente gráfico muestra la fuerte caída de las exportaciones en los años ochenta

y la evolución de sus componentes. Como allí se aprecia, las exportaciones

72

totales medidas en millones de dólares se redujeron a la mitad durante la década,

lo cual se explica mayormente por la reducción de las exportaciones tradicionales,

aunque las no tradicionales también contribuyeron significativamente a esta

pérdida de exportaciones.

La caída de las exportaciones tradicionales es muy marcada a lo largo de toda la

década, pero adquiere mayor severidad después de 1986. Las exportaciones no

tradicionales también se afectaron de manera similar, aunque con menor

gravedad. Estas declinaron casi sistemáticamente hasta 1986, reduciéndose a

más de la mitad entre 1980 y 1986, pero a partir de 1987 revirtieron la tendencia e

iniciaron una leve recuperación.

La evolución descrita muestra un sector externo a finales de la década pasada en

una franca crisis. Todos los tipos de exportaciones resultaron drásticamente

afectados con la crisis. La pérdida de exportaciones de café fue dramática, la

producción de algodón se extingió y las ventas a Centro América declinaron

significativamente con la crisis de la región.

Gráfico 2.2Evolución de los componentes de las exportaciones

(Millones de US dólares)

73

0

200

400

600

800

1,000

1,200

1,400

1,600

1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

No Tradicionales Tradicionales

Fuente: CEPAL, Op. c it

El Cuadro 2.2 muestra la evolución de los rubros indicados durante los ochenta.

Indudablemente, la gravedad del sector exportador en esos años queda reflejada

en ese cuadro. La pérdida del valor de las exportaciones de café es la más grave

de todas. A finales de la década, El Salvador había perdido el 62.8% de su

capacidad de generar dólares para la economía salvadoreña. Es en estos años

que el café dejó de ser el principal proveedor de divisas para el país41.

En lo que al algodón se refiere, el país terminó con las exportaciones de algodón

en esa década. La crisis de las exportaciones también contó con el

empeoramiento de las exportaciones al Mercado Común −a finales de la década

se exportaba únicamente el 54% del nivel exportado en 1980−. Solamente estos

tres rubros de exportación representaron una pérdida de exportaciones de $605.7

millones durante la década.

Cuadro 2.1Evolución de las exportaciones principales en la década pasada

(Millones de dólares)

41 Aun hoy las ventas de café se encuentran muy por debajo de los niveles que tradicionalmenteexperimentaba en los setenta, a pesar de los altos precios internacionales del grano. En 1996, por ejemplo,las ventas de café apenas alcanzaron la cifra de $332 millones, el mayor nivel de la presente década.

74

Café Algodón MCCA

1980 615.2 84.6 295.8

1981 452.6 53.6 206.5

1982 402.6 45.2 174.2

1983 442.8 55.4 164.9

1984 449.8 9.1 157.2

1985 463.7 29.0 95.7

1986 546.8 4.5 91.0

1987 351.5 2.3 119.6

1988 358.0 0.3 139.8

1989 228.6 0.7 160.6

Rubros

Fuente: The World Bank, El Salvador: Meeting the Challenge of Globalization, Vol. II, 1995

Varios son los factores que determinaron el pobre desenvolvimiento del sector

exportador: la apreciación del tipo de cambio real, que hizo perder competitividad

a las exportaciones, la caída de los precios de los productos tradicionales que

deterioró los términos de intercambio, la crisis institucional de las

nacionalizaciones y reforma agraria, que cambiaron las reglas del juego

económico, y las crisis políticas del país y de la región centroamericana que

crearon inestabilidad para la inversión salvadoreña, la primera, y que desplomó la

demanda de sus productos desde Centroamérica, la segunda. Esta multiplicidad

de factores constituyeron las causas del deterioro exportador de la década

pasada. La crisis política interna, sin embargo, fue el detonante principal del

derrumbe exportador.

El Cuadro 2.2 muestra la evolución del tipo de cambio real en los ochenta en

relación con Estados Unidos, Guatemala y Costa Rica. El tipo de cambio real

ajustado por las exportaciones en relación con los tres países mencionados se

apreció significativamente durante la década. En relación con Estados Unidos, el

TCR se apreció 40%; la apreciación en relación con Guatemala fue 60% y en

relación con Costa Rica, 72%. El comportamiento del tipo de cambio real respecto

a Guatemala se explica principalmente por la política de devaluación que mantuvo

aquel país desde 1986, y respecto a Costa Rica por la política cambiaria agresiva

75

de devaluaciones −la moneda costarricense se devaluó de 9.24 colones por dólar

en 1980 hasta 81.51 en 1989.

Lo anterior significa que, durante la década, las exportaciones no tradicionales

salvadoreñas al resto del mundo estuvieron de manera continua perdiendo

competitividad debido a la apreciación del tipo de cambio real respecto a Estados

Unidos. Pero la pérdida fue significativa también respecto a los socios comerciales

centroamericanos.

76

Cuadro 2.2Evolución del tipo de cambio en la década pasada

Nominal TCR/ USA TCR/ Guatem. TCR/ C. Rica

1980 2.5 139.0 243.0 304.0

1981 2.5 118.0 228.0 106.0

1982 2.5 106.2 202.0 94.0

1983 2.5 97.1 184.0 107.0

1984 2.5 88.2 187.0 99.0

1985 2.5 75.9 160.0 84.0

1986 5.0 117.9 181.0 123.0

1987 5.0 99.7 119.0 100.0

1988 5.0 86.9 102.0 84.0

1989 5.5 82.8 97.0 84.0

Fuente: Calc ulado con ba se a c ifras de CEPAL, op . c it.

TCR/ USA: Tipo de c ambio rea l de El Sa lvador en relac ión c on USA. Tod os los TCR tienen año base de comparac ión 1990.

En relación con la evolución del precio del café, exceptuando 1986 en que el

precio promedio por quintal aumentó hasta $186, la tendencia dominante durante

la década fue de caída42 −en 1980 el precio promedio fue $153.7 y cayó

gradualmente primero hasta $134.2 en 1985 y después hasta $111.043 en 1989.

Aunque los precios del café evolucionaron desfavorablemente durante los

ochenta, el deterioro del precio del café fue más dramático en los primeros 4 años

de la siguiente década en que el precio por quintal llegó a caer hasta $55.6 en

1992.

Las crisis salvadoreña y de la región centroamericana, por su parte, afectaron

directamente de manera negativa la capacidad productiva del país, por un lado, y

la demanda de la región por los productos salvadoreños, por el otro. Este último

punto es importante mantenerlo presente, pues cuando finalizaron los conflictos

de la región en los noventa, fueron las exportaciones al MCCA las que

dinamizaron mucho del crecimiento de la economía salvadoreña.

42La evolución negativa de los precios afectó el desenvolvimiento de las exportaciones de café enGuatemala, por ejemplo, donde se redujeron entre 1980 y 1989 en un 19%, lo cual es mucho menor que el59% en El Salvador. En Costa Rica, por el contrario, las exportaciones aumentaron 15% entre esos años.Los datos provienen de CEPAL, op. cit.43The World Bank, op. cit.

77

En el siguiente cuadro se ilustra el deterioro de la producción nacional y el

estancamiento en Centro América en los años ochenta.

Cuadro 2.3Evolución de la producción en El Salvador y Centro América

(Precios constantes)1

Primario Secundario Servic ios PIB El Salvador PIB Centro Améric a

1980 846.0 803.3 1,641.1 3,289.4 19,435.5

1981 791.3 721.8 1,503.8 3,016.8 19,244.4

1982 754.3 671.1 1,422.2 2,847.6 18,475.0

1983 730.5 687.5 1,452.4 2,870.4 18,482.4

1984 754.7 691.4 1,489.5 2,935.6 18,854.0

1985 746.6 719.3 1,527.7 2,993.6 18,797.1

1986 723.6 373.4 1,551.5 3,012.5 19,029.5

1987 739.1 766.2 1,588.2 3,093.5 19,660.3

1988 732.4 792.9 1,618.5 3,143.8 20,013.0

1989 736.0 811.8 1,629.2 3,177.0 20,650.4

1: Los datos de El Salvador están medidos en millones de c olones de 1962. El PIB de Centroaméric a está medido en millones de dólares de 1980.

Fuente: Los datos de El Salvador provienen de The World Bank, op. Cit; los datos de Centro Améric a, de CEPAL, op. c it.

Los sectores secundario y de servicios y el PIB se contrajeron fuertemente entre

1980 y 1982 y mantuvieron una leve recuperación a lo largo del resto de la

década. En cambio, el sector primario se deterioró continuamente durante todos

los años de la década pasada. Este deterioro del sector agropecuario es

consecuente con la pérdida de capacidad de exportación de productos

tradicionales que observamos antes.

Por su parte, la producción centroamericana, de igual manera, se contrajo como

un todo en los primeros tres años de la década y se recuperó levemente en el

resto del período. Aún en 1986 el PIB de la economía centroamericana era inferior

al que alcanzó en 1980 y a finales de la década era solamente 6% mayor.

Concomitante con esta crisis de la región, las exportaciones de todos los países

miembros del mercado común cayeron drásticamente.

78

Con la evidencia presentada hasta acá, quizas puede afirmarse que la crisis de

las exportaciones salvadoreñas se gestó en la década pasada, y se originó

principalmente en el conflicto social del país y en la crisis que experimentaron los

países de la región centroamericana. Innegablemente, la fuerte apreciación de la

moneda en términos reales en relación con los socios comerciales

centroamericanos, deterioró adicionalmente la capacidad competitiva de las

exportaciones salvadoreñas a la región y al resto del mundo, y agudizó el

decaímiento exportador del país.

A finales de la década, de cara a la crisis de las exportaciones, y ante la

perspectiva del retiro de las donaciones oficiales44, era normal que el objetivo de

cualquier modelo de desarrollo buscara recuperar la capacidad exportadora del

país. Así, el modelo de desarrollo de los noventa se constituyó sobre la base de

una estrategia de crecimiento liderado por las exportaciones45.

2.1.2 ¿Hacia un crecimiento exportador en los noventa?

Varios acontecimientos ocurrieron en los noventa que incidieron de distintas

maneras en el sector externo de la economía: i) el programa de ajuste ejecutó una

rápida apertura internacional del comercio; ii) desde finales de la década anterior

las remesas familiares venían desplazando progresivamente a las donaciones

oficiales, tendencia que se consolidó en los noventa hasta desplazarlas con

creces a mediados de la década; iii) los Acuerdos de Paz de 1992 introdujeron

estabilidad política al país; y iv) la privatización del sistema financiero inició un

auge de la intermediación de recursos. Todos estos cambios pusieron en marcha

una serie de mecanismos que terminó impulsando un fuerte crecimiento de las

importaciones y ampliando fuertemente el déficit de la balanza comercial.

44 El rol que las donaciones oficiales jugaron en el país durante los años ochenta se encuentra en Rosa(1991)45 Las características de esta estrategia se presentaron en las primeras secciones del capítulo anterior.

79

El regreso a la normalidad política después del final del conflicto armado, provocó

expectativas de progreso en los agentes económico y eliminó la represión del

consumo de los años de la guerra, impulsando una fuerte demanda de bienes de

inversión y de consumo, nacionales e importados. La ampliación de la demanda

encontró gran parte de su financiamiento en un flujo crecido de dólares que

entraba al país como remesas familiares y que comenzó a ser intermediado de

manera más eficiente por un sector bancario privatizado, el cual introdujo un

conjunto ampliado de nuevos instrumentos financieros para el consumo, a la vez

que la apertura de la economía puso a la disposición de los consumidores un

menú ampliado de productos importados46.

En esta lógica de funcionamiento económico surgió un auge de consumo privado

y un drástico empeoramiento de la balanza comercial, provocado por un

crecimiento extremo de las importaciones. En el Gráfico 2.1, mostrado al inicio de

este capítulo, se observó la evolución de las exportaciones e importaciones en los

noventa. Innegablemente, las exportaciones revirtieron la tendencia de los

ochenta, pero no con la misma intensidad que lo hicieron las importaciones, lo

cual amplió la brecha comercial externa rápidamente. A continuación se

presentan las características de estas evoluciones.

Aunque las exportaciones crecieron en los noventa en términos de dólares

corrientes, su importancia dentro del PIB, sin embargo, continuó decayendo. Por

el otro lado, las importaciones no sólo crecieron en dólares corrientes, sino que su

proporción del PIB se mantuvo en una tendencia ligeramente ascendente. El

Gráfico 2.3 muestra esa evolución.

De 1990 a 1996 las exportaciones excluyendo maquila bajaron de 12.2% del PIB

a 9.9%, en una tendencia de disminución continua, y subieron ligeramente hasta

10.4% en 1998. Ya en 1992 las exportaciones constituían únicamente el 10% del

PIB y desde entonces no han recuperado una posición más importante dentro del

46 Esta interpretación se fundamenta y evidencia en el capítulo 3

80

producto. Este hecho muestra con claridad que el crecimiento liderado por las

exportaciones, promovido a finales de la década pasada como reacción al

derrumbe de las exportaciones de aquella década, lejos de recuperar la

importancia de las exportaciones para la economía, ha conducido, por el

contrario, a un mayor deterioro de ellas.

El gráfico también muestra el surgimiento en los noventa de la maquila. Los datos

representan las exportaciones netas en este rubro (exportaciones menos

importaciones). Estas exportaciones inician en 1992 y se mantienen creciendo

continuamente en los siguientes años. En 1998 la maquila exportó, en términos

netos, el 2.8% del PIB.

Entre 1990 y 1998 las exportaciones tradicionales y no tradicionales, excluyendo

la maquila, perdieron 2 puntos porcentuales dentro del PIB y la maquila ganó 2.8

puntos porcentuales, pues inició de cerca de cero. El resultado total de las

exportaciones, consecuentemente, presenta una ganancia de 0.8 puntos

porcentuales, como resultado de la combinación del dinamismo de la maquila y de

la pérdida de energía de las exportaciones tradicionales y no tradicionales.

En suma, el panorama de la evolución de las exportaciones se resume en que ha

habido un ligero deterioro de la importancia de las exportaciones durante los

noventa, adicional al que se produjo en los ochenta, y que se ha dado una

compensación de este deterioro por medio del surgimiento de las exportaciones

de la maquila. La crisis del sector exportador de bienes tradicionales y no

tradicionales, gestada durante los ochenta, se encuentra aún presente, y lejos de

aminorar parece empeorarse, como una característica ya estructural de la

economía. La maquila, por su parte, ha traído un alivio al total exportado del país.

81

Gráfico 2.3Exportaciones e importaciones

(Porcentaje del PIB)

0

5

10

15

20

25

30

35

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998Importaciones sin MaquilaExportaciones sin MaquilaMaquila Neto

Fuente: Elaboración propia con base endatos del Banco Central de Reserva.

Un análisis del comportamiento de los componentes de las exportaciones nos

permite encontrar diferencias significativas en las características de cada uno de

ellos. El Cuadro 2.4 muestra esta composición. La evolución que más destaca es

la de las exportaciones al Mercado Común Centroamericano (MCCA), cuyo

crecimiento fue más del doble durante los años mostrados, mientras que la

evolución de las exportaciones no tradicionales al resto del mundo y de las

exportaciones de café fueron realmente poco dinámicas.

82

Cuadro 2.4Evolución de las exportaciones

(Millones de dólares)

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

Totales 588.1 597.4 742.0 818.9 1,005.4 1,024.3 1,359.1 1,230.1

Tradic ionales 272.1 217.2 295.7 324.0 425.8 414.5 603.6 420.2

Café 219.5 151.2 235.4 270.9 361.9 339.0 517.8 323.5

No Tradic ionales 316.0 380.2 446.3 494.9 579.6 609.8 755.5 809.9

MCCA 193.7 257.2 310.2 343.1 426.7 454.8 576.1 590.0

Resto del Mundo 122.3 123.0 136.1 151.8 152.9 155.0 179.4 219.9

FUENTE: Banco Centra l de Reserva de El Sa lvador. Programa Monetario y Financ iero, d ic iembre 1998.

Una característica de la evolución de las exportaciones de café fue el hecho que

la mayor parte del incremento se explica por la evolución de sus precios. De un

precio promedio en los primeros tres años de $65.0 por quintal47, se pasó a un

precio promedio de $123.0 en 1996; mientras que el volumen experimentó apenas

un aumento de sólo 6% en todo el período analizado. De igual manera, cuando

los precios cayeron en 1998, las exportaciones cafetaleras cayeron desde $604

millones en 1997 a sólo $420 millones en 1998.

Los dos factores, entonces, que más influyeron en la evolución de las

exportaciones durante los primeros 7 años de la década fueron la recuperación de

las economías centroamericanas y el comportamiento favorable de los precios del

café. En la parte final de la década ambos factores han experimentado una

reversión importante que ha afectado a los dos rubros de exportación48.

Por su parte, las cifras de exportación muestran que la capacidad del país para

exportar al resto del mundo no ha cambiado de manera significativa desde 1989,

en que se definió la estrategia de llevar adelante un crecimiento liderado por las

exportaciones. En los años comprendidos entre 1991 y 1998 las exportaciones al

resto del mundo solamente han crecido a una tasa promedio de 8%.47 Hasta 1993 la evolución del precio internacional del café fue desfavorable para la economía nacional.48 A finales de 1999, los precios del café han vuelto a elevarse.

83

Cabe destacar, asimismo, que la expansión de las exportaciones al MCCA

tuvieron un efecto multiplicador importante hacia adentro, que explica en parte el

crecimiento económico que experimentó la economía durante el primer

quinquenio de los noventa, y que determinó la recuperación del dinamismo

industrial, cuyo mercado exportador se encuentra mayormente en la región.

Ciertamente, las exportaciones a la región es el único componente que aumentó

su participación en el PIB en la presente década: de 3.6% en 1991 pasó a 4.3%

en 1996.

La evolución de la estructura de las importaciones mostrada en el Gráfico 2.4, por

su parte, nos provee una información importante para entender los dinamismos

característicos de la década de los noventa. El aspecto que más destaca durante

el primer quinquenio de esta década es el aumento de la participación de las

importaciones de los bienes de consumo y de capital en la estructura de

importaciones. Esto significa que el dinamismo que mostró la economía en esos

años estuvo apoyada de manera importante en las importaciones de consumo y

en las importaciones de bienes de capital.

La primera de estas conclusiones induce a señalar con bastante claridad que la

dinámica del crecimiento que experimentó la economía salvadoreña durante el

primer quinquenio estuvo determinada fuertemente por un auge de consumo.

Aunque este punto se tratará más en detalle en el capitulo siguiente, la conclusión

anterior es una evidencia importante para la caracterización que se hará del auge

del crecimiento en la primera parte de los noventa.

84

Gráfico 2.4Composición de las importaciones de bienes

23.0%

6.1%

9.7%

34.7%

26.5%B. Consumo

M. Primas e Int.

B. Capital

Combustible

19911991

1.1%

26.6%

5.8%

2.8%

33.8%

29.9%B. Consumo

M. Primas e Int.

B. Capital

Construcción

Combustible

19981998Diversos

Fuente: Consejo Monetario Centroamericano (1998).

La segunda evidencia del cambio en la estructura de las importaciones es la

referente a las importaciones de bienes de capital. Aunque la inversión productiva

puede reflejarse en la cifra de las importaciones de bienes de capital, lo cual

puede facilmente conducir a concluir que una gran parte de las importaciones se

orientó a la formación de capital, un análisis detallado de la estructura de la

importación de bienes de capital permite observar las características que adoptó

el proceso de importaciones que se dio en estos años.

La Gráfica 2.5 muestra que durante el primer quinquenio casi la mitad de las

importaciones de bienes de capital se dirigió al transporte, en donde está incluido

la importación de vehículos, buses y microbuses. La participación de ese rubro

aumentó en tres puntos porcentuales durante el período analizado. El otro rubro

que aumentó durante el primer quinquenio fue la importación de bienes de capital

del sector construcción que aumentó dos puntos porcentuales. Este resultado es

compatible con el dinamismo que experimentó el sector construcción durante ese

primer quinquenio. Ese análisis más detallado de las cifras indica que la

importación de bienes de capital se orientó fuertemente a vehículos y equuipos de

85

construcción de casas y edificios, más que a bienes de capital en el sentido

estricto del término de bienes para la producción de más bienes industriales y

agrícolas. En consecuencia, esta característica más bien reforzó el auge de

consumo señalado.

El resto de los sectores disminuyó su participación en el total de importaciones de

bienes de capital en los años indicados. La industria y la agricultura perdieron casi

dos puntos en su participación. El caso de la agricultura debe destacarse. En

1991 las importaciones de bienes de capital destinadas al sector agrícola apenas

representaban el 3.4% del total, lo cual da muestra de la insignificante inversión

que se estaba realizando en el sector al principio de la década, en compatibilidad

con el deterioro que experimentó el sector durante la crisis política de la década

pasada y que se evidenció en la sección anterior de este capítulo. La evolución

posterior muestra la persistencia de la baja importación de bienes de capital para

la agricultura, lo cual vuelve esta situación aún más difícil, pues aquella

participación se redujo a 3.1% en 1998. Estas cifras sugieren que la crisis del

sector agrícola en vez de revertirse durante estos años podría haberse agudizado

aún más.

Gráfico 2.5Estructura de las importaciones de bienes de capital

19.4%

3.6%

46.1%

27.6%

3.4%Agricultura

19911991 19981998

Fuente: Consejo Monetario Centroamericano (1998).

Industria

Transporte

Construcción

Otros19.6%

9.5%

38.9%

28.9%

3.1%Agricultura

Industria

Transporte

Construcción

Otros

86

En suma, las importaciones se expandieron significativamente durante los

noventa, después del estancamiento en que cayeron durante la década pasada.

Este crecimiento fue mucho mayor que el que experimentaron las exportaciones.

La expansión de las importaciones estuvo determinada, en buena parte, por el

dinamismo que experimentaron el consumo, la construcción y el transporte. El

resultado es importante, pues muestra las características que adoptó el

crecimiento de la economía en la presente década.

2.1.3 Solvencia financiera externa en los noventa

Ya se ha señalado que una de las características del sector externo de los

noventa ha sido el elevado deficit comercial, el cual por sí sólo sería suficiente

para conducir a una grave crisis de la balanza de pagos; sin embargo, debido a la

entrada de un importante flujo de remesas familiares, el alto déficit de la balanza

comercial ha coexistido con un bajo déficit de la cuenta corriente y una

acumulación significativa de reservas internacionales netas. El siguiente cuadro

muestra las cifras de la balanza de pagos.

87

Cuadro 2.5Evolución de la Balanza de Pagos

(Porcentaje del PIB)1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

Exportaciones de bienes (FOB) 13.81 13.56 13.36 14.88 15.45 17.39 17.27 21.55 20.66

Export. de bienes (FOB) sin maquila 12.13 11.07 10.03 10.69 10.13 10.58 9.89 12.12 10.64

Importaciones de bienes (CIF) 27.58 28.36 27.79 30.91 31.83 35.04 31.10 33.35 33.38

Importación de bienes (CIF) sin maquila 26.30 26.47 28.52 27.74 27.85 30.06 25.79 26.52 26.22

Balanza Comercial −13.77 −14.81 −14.43 −16.04 −16.38 −17.65 −13.83 −11.80 −12.72

Balanza Comercial sin maquila −14.17 −15.40 −18.49 −16.23 −17.72 −19.48 −15.90 −14.40 −15.58

Servic ios Netos −0.48 0.40 0.25 −0.19 0.27 0.27 0.09 0.50 −0.69

Transferencias Netas 11.84 13.58 15.69 15.04 15.89 14.63 12.11 12.16 12.72

Privadas 7.19 10.22 11.89 11.87 12.38 12.58 11.52 11.67 12.45

Ofic iales 4.65 3.36 3.80 3.18 3.51 2.05 0.59 0.49 0.26

Cuenta Corriente −2.80 −2.22 −2.54 −1.18 −0.22 −2.75 −1.62 0.86 −0.70

Cuenta Corriente (Excl. trans. ofic.) −7.45 −5.58 −6.35 −4.36 −3.74 −4.80 −2.22 0.36 −0.96

Cuenta de Capital 4.71 1.24 3.55 3.62 1.99 4.30 3.22 2.38 3.25

Capital Ofic ial 0.02 0.55 2.71 2.03 2.19 1.30 2.36 1.96 −0.18

Capital Bancario −0.01 −1.60 −0.60 −0.19 −0.38 2.98 0.50 1.44 −0.46

Capital Privado 1/ 4.70 2.29 1.44 1.79 0.19 0.02 0.36 −1.02 3.89

Saldo Balanza de Pagos 1.91 −0.98 1.00 2.44 1.77 1.54 1.59 3.23 2.55

Reservas Internacionales Netas

Banco Central − Variación 2/ −2.46 −0.79 −1.00 −2.08 −1.77 −1.54 −1.59 −3.23 −2.55

Banco Central − Nivel RIN 8.31 8.30 8.41 9.30 9.75 9.84 10.61 13.04 14.87

Bancos Comerc. y Financ.− Variación 2/ 0.95 1.99 −0.48 0.68 −0.94

Bcos. Comerc. y Financ. − Nivel RIN −0.92 −2.77 −2.06 −2.59 −1.51

1/ Incluye errores y omisiones.

2/ Signo (−) significa aumento.

FUENTE: Banco Mundia l, Banco Central de Reserva y Programa Monetario y Financiero, versión julio 1999.

Como resultado de las tendencias de las exportaciones y de las importaciones

que se observan en el cuadro anterior y que describimos en los acápites

anteriores, la balanza comercial ha experimentado un déficit que sería

extraordinario para cualquier país. La década se inauguró con un déficit de 13.8%

del PIB, se elevó hasta 17.7% en 1995 y luego se redujo hasta 12.7% en 1998.

Obviamente, este movimiento se corresponde con el período de rápido

crecimiento de la primera mitad de la década y con el de lento crecimiento de la

segunda mitad, indicando que el déficit comercial tiene una correspondencia con

el ciclo de la economía, ampliándose en los auges y cerrándose en las

recesiones.

88

Un déficit de este nivel y su evolución son indicadores claros de que, por un lado,

la competitividad externa del país es muy baja y de que durante los noventa no ha

sido posible revertir el deterioro experimentado en los ochenta. Como ya

indicamos antes, en los últimos veinte años El Salvador ha experimentado una

pérdida de 18 puntos porcentuales en su tasa de exportación. Por otro lado, es un

indicador preciso de que los salvadoreños estamos viviendo por arriba de

nuestras capacidades productivas. En efecto, cualquier déficit de la balanza

comercial indica que los salvadoreños estamos absorbiendo, por la vía del

consumo y de la inversión, más de lo que producimos dentro de nuestras

fronteras. El hecho de que en 1998 el déficit de la balanza comercial de bienes y

servicios haya ascendido a 13.4% indica que los salvadoreños absorbimos 13.4%

más de lo que produjimos en ese año49.

¿Qué es lo que ha hecho posible que durante la década los salvadoreños

hayamos vivido por encima de nuestras capacidades productivas, sin provocar

una crisis financiera? La respuesta es sencilla: las transferencias unilaterales

netas que hemos recibido en estos años. Ciertamente, las transferencias que

recibimos del exterior nos llegaron a financiar nuestra absorción en 1995 en cerca

del 16% por encima de nuestro producto interno bruto. Este flujo de recursos

externos hizo posible que a pesar de ese exceso de consumo e inversión, la

cuenta corriente nunca mostrara un déficit durante toda la década por arriba de

3% −los niveles más altos de déficit durante la década se experimentaron en 1990

y 1995, 2.8% y 2.7% respectivamente, y el más bajo en 1998, 0.7%−. Estos

niveles de déficit en cuenta corriente afirman que la economía posee solvencia

financiera externa, no obstante el enorme déficit de la balanza comercial.

¿Cuáles son los mensajes que se pueden derivar de los resultados en la balanza

comercial y de la cuenta corriente? El bajo déficit de la cuenta corriente durante

los noventa indica que financieramente la economía salvadoreña se encuentra en

49 Si la suma del consumo y la inversión es mayor que el PIB, se absorbe más de lo que se produce.

89

condiciones viables, y que no hay necesidad de grandes cantidades de ahorro

externo, y, en consecuencia, de mayor endeudamiento externo, para continuar

operando en la forma en que lo ha hecho hasta ahora. El elevado déficit de la

balanza comercial, por su parte, nos dice que la economía no posee la capacidad

productiva para sostener el nivel de importaciones que realiza y, por lo tanto, para

mantener el nivel de bienestar que hasta ahora ha tenido la sociedad, al margen

de las remesas familiares. Son dos mensajes distintos, uno es de naturaleza

financiera, el otro, de naturaleza productiva.

El reconocimiento de esta dualidad de la situación externa es de la mayor

importancia para los formuladores de políticas y estrategias económicas. No cabe

duda que la disminución rápida de las remesas familiares nos dejarían en una

situación en la cual el nivel de bienestar actual no se podría mantener ni

productiva ni financieramente. El otro problema que plantea la situación anterior

es que el financiamiento de las importaciones realizado por la vía de las

exportaciones, supone mayor empleo interno de salvadoreños en la producción

de esas exportaciones, mientras que el financiamiento de las importaciones por

remesas supone mayor empleo para salvadoreños residentes en Estados Unidos.

En otras palabras, la situación actual de financiar las importaciones con remesas

provoca debilitamiento de la capacidad nacional de generar empleos domésticos.

Por estas razones, el deterioro progresivo de las exportaciones no se puede

simplemente obviar e indicar que no hay problema con la cuenta corriente y que el

endeudamiento externo se encuentra en niveles manejables. Ante el deterioro

indicado de la capacida de exportar, una política bien definida de exportaciones

es de la mayor importancia en la actualidad.

La particularidad del sector externo de la economía se observa también en que a

pesar del deterioro de las exportaciones, del creciente déficit comercial y de

operar con un régimen de tipo de cambio. que para propósitos prácticos opera

como uno de tipo de cambio fijo, aún puede acumular reservas internacionales. El

90

Cuadro 2.5 también muestra que el Banco Central ha ido acumulando

progresivamente reservas internacionales −en 1990 el monto de reservas del

BCR representó el 8.3% del PIB, en 1998 ese monto representó el 14.9%−. Esta

situación de mantener elevados déficit comerciales, relativamente baja deuda

externa y aún así acumular reservas internacionales en el BCR, es posible por el

intenso flujo permanente de remesas familiares.

Un episodio importante de destacar es el que ocurrió a principios de 1995. En

enero de aquel año el gobierno presentó su propuesta de introducir una caja de

convertibilidad que permitiría asegurar la fijación del tipo de cambio, como

condición importante para desarrollar la estrategia de insertar la economía

salvadoreña en la globalización. La propuesta, que luego evolucionó hasta

convertirse en una propuesta de dolarización de la economía, estaba

acompañada de medidas para una apertura más acelerada que terminaría en la

eliminación total de los aranceles. (Ver el capítulo anterior).

La propuesta tuvo un impacto inicial bastante importante en la opinión pública y

los gobiernos centroamericanos, pero rápidamente fue perdiendo fuerza hasta

desaparecer como estrategia a mediados del año. El argumento presentado por el

gobierno para desistir de la dolarización de la economía fue la inestabilidad que

se produjo en la región, como resultado de la crisis mexicana de diciembre de

1994.

Una de las repercusiones de los intentos por dolarizar la economía fue la rápida

pérdida de reservas internacionales del sector privado después del segundo

trimestre de ese año. Con el objeto de acumular reservas internacionales que les

permitiera alcanzar el nivel mínimo técnico para poner en marcha la dolarización

durante el primer trimestre, el Banco Central había eliminado el encaje legal para

los préstamos en dólares que los bancos privados podían adquirir para colocarlos

en colones en el mercado doméstico. El efecto de esta medida fue un rápido

endeudamiento de la banca privada en dólares a corto plazo, con lo cual se

91

provocó una notoria pérdida de reservas internacionales privadas. El sector

privado pasó de ser poseedor de activos internacionales netos por un equivalente

a 1.5% del PIB, a ser un poseedor de pasivos internacionales netos equivalentes

a un 2.0% del PIB. Las consecuencias de este experimento provocó el abandono

de la medida y la puesta en vigencia nuevamente del encaje legal para los

depósitos en dólares.

Otro episodio de política monetaria importante fue el que se desarrolló a

mediados de 1995. En agosto de ese año el Banco Central de Reserva introdujo

algunas medidas que buscaban frenar el ritmo de expansión del crédito al sector

privado. Durante 1993 el crédito que recibían las empresas y los particulares

había estado creciendo a un promedio cercano al 25% y concomitante con este

crecimiento del crédito, las reservas internacionales netas crecieron en ese año a

una tasa similar. Desde principios del siguiente año, sin embargo, la tasa de

expansión del crédito al sector privado saltó a cerca de 40% y se mantuvo hasta

el segundo trimestre de 1995 en torno a ese valor. La consecuencia de ese

comportamiento del crédito fue la desaceleración rápida de la acumulación de

reservas internacionales hasta comenzar a disminuir después del primer trimestre

de 1995.

Indudablemente, la política crediticia expansiva que validó el Banco Central de

Reserva en esos años contribuyó a impulsar el auge de consumo que se

experimentó durante el primer quinquenio de la década y que sostuvo el fuerte

crecimiento experimentado por la economía hasta mediados de 1995. La pérdida

de reservas internacionales, no obstante, envió una señal de las dificultades que

podría sufrir la política cambiaria en la cual se apoyaba la estrategia económica

del gobierno.

Como consecuencia de las señales negativas de la excesiva expansión crediticia

y de la disminución del crecimiento de las reservas internacionales, a lo largo del

primer semestre de ese año, el Banco Central había estado esterilizando

92

fuertemente liquidez. En efecto, mientras que en diciembre de 1994 el saldo de

Certificados de Administración Monetaria ascendía a ¢1,200 millones, en julio el

monto había aumentado hasta ¢3,000 millones50; es decir, casi se había triplicado.

Pero la medida no fue suficiente para eliminar el problema del rápido crecimiento

del crédito, y a partir de agosto de ese año, el Banco Central adoptó aumentos del

encaje legal de los depósitos del sector público. Ciertamente, la tasa de encaje

legal de los depósitos de ahorro se elevó de 20% a 35% y la de los depósitos en

cuenta corriente de 30% a 35%. Se estableció que ambas tasas aumentarían

gradualmente en un punto porcentual semanal hasta alcanzar las metas

establecidas51.

El resultado de ese episodio fue la rápida elevación de las tasas de interés. La

tasa de interés activa, por ejemplo, pasó de un nivel de 18% durante el primer

trimestre de 1995 a 20.5% en el primer trimestre del año siguiente. Concomitante

con este resultado, el ritmo de crecimiento de la economía se desaceleró

rápidamente y la inversión privada se estancó, aunque las reservas

internacionales comenzaron a recuperar su ritmo de acumulación.

Una evaluación de ese episodio muestra claramente que a mediados de 1995 no

había otra alternativa para la política monetaria que la de frenar rápidamente la

excesiva expansión crediticia y soportar las consecuencias de este tipo de ajuste

monetario. De haber postergado estas medidas, la política cambiaria habría

entrado finalmente en crisis. No obstante la imposibilidad de postergar el ajuste

monetario en ese momento, debe tenerse claro que el Banco Central nunca

debió haber permitido que el crédito se expandiera en los años anteriores a las

elevadas tasas que lo hizo. Innegablemente, esa permisividad del Banco

contribuyó a la inercia del auge de consumo que se venía desarrollando. Una

50 Programa Monetario y Financiero 1998. Boletín Económico, enero−febrero 1998, No. 115, año 10. BancoCentral de Reserva51 También se adoptaron límites a los depósitos de las instituciones autónomas en los bancos y financieras,en la forma de techos porcentuales que se podían depositar en cada banco.

93

lectura apropiada de ese episodio muestra que el ajuste fue una necesidad

posterior de una permisividad anterior de la política monetaria.

2.3 Perdiendo competitividad internacional

A partir de 1989 la economía ha funcionado en dos etapas bien definidas de

política cambiaria: la primera hasta finales de 1992 en la cual el régimen se

definía como de tipo de cambio libre e intervenciones de mercado del BCR para

evitar movimientos bruscos y especulativos de la divisa; la segunda, a partir de

1993 y vigente en la actualidad, en la que el régimen cambiario ha operado con

intervenciones del BCR, ya no sólo en el marco definido anteriormente, sino en el

de mantener el tipo de cambio nominal fijo. Mientras que en la primera fase el tipo

de cambio se ajustó libremente a la situación del mercado, subiendo la mayor

parte del tiempo, en la segunda, el régimen, aunque formalmente definido como

de tipo de cambio libre, en la práctica, ha operado como uno de tipo fijo.

El Gráfico 2.6 muestra tres momentos importantes de ajuste del tipo de cambio

nominal: el primero ocurrió casi al inicio de la nueva administración

gubernamental, en septiembre de 1989, en que el tipo de cambio pasó de ¢5.0

por dólar a ¢6.38, ajuste que representó una depreciación de 28%; el segundo

ocurrió en el primer trimestre del siguiente año cuando el tipo de cambio se movió

de ¢6.50 a finales de diciembre hasta ¢7.76 a finales de marzo, equivalente a una

depreciación del 19%; y el tercero, que sucedió entre finales del segundo

trimestre y principios del cuarto trimestre de 1992, al pasar el tipo de cambio de

¢8.18 en junio hasta 8.92 en noviembre, produciéndose una depreciación de

9.0%. Luego de este último episodio de depreciación cambiaria, el BCR acentuó

su intevención en el mercado para estabilizar el tipo de cambio en ¢8.72 por dólar,

lo cual fue logrado de manera definitiva a partir de principios de 1993.

Una conclusión importante que se deriva de la observación del gráfico anterior es

que mientras la intervención del Banco Central se mantuvo dentro del marco de

94

evitar los movimiento bruscos y especulativos del mercado cambiario, el tipo de

cambio nunca tendió a apreciarse en términos nominales, es decir, a disminuir el

valor en colones del dólar. Este punto es de la mayor relevancia porque muestra

que la decisión de anclar el tipo de cambio nominal provino, no de una presión

apreciátiva que resultaba de la entrada de dólares, sino más bien de motivos de

otra naturaleza. En este estudio se mantiene la hipótesis que la razón

fundamental de este cambio de política fue la prioridad que se le dio en el Banco

Central al objetivo de disminuir la inflación52.

Gráfico 2.6Evolución del tipo de cambio

(Colones por US dólar)

4

5

6

7

8

9

10

E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J

1989 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 19991990

Fuente: Banco Central de Resreva.

La evolución de la esterilización de liquidez del Banco Central a través de la

compra y venta de Certificados de Estabilización Monetaria (CEM) durante 1992

ilustra el episodio de rápida depreciación de la moneda que ocurrió en el segundo

semestre de ese año; episodio que parece haber dado paso a la decisión de

52 En una economía abierta una manera de reducir la inflación se logra a través de fijar el tipo de cambio, locual se conoce como anclaje del tipo de cambio nominal. De esta manera la inflación interna de un paístiende hacia la inflación internacional. Vease al respecto Rivera Campos (1996).

95

anclar la moneda respecto al dólar en 1993. Recordemos que cuando se eleva la

demanda de dólares, paralelamente aparece una demanda de colones para la

adquisición de esos dólares. En otras palabra, el mercado cambiario está

estrechamente ligado al mercado monetario, y, por lo tanto, al mercado de bonos.

El siguiente cuadro muestra lo que ocurrió en el mercado de CEM en 1992.

Cuadro 2.6Saldo de Certificados de Estabilización Monetaria en 1992

(Millones de colones en CEM)

Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oc t Nov Dic

Banc os 625 596 608 646 818 594 439 314 95 34 10 99

Financ ieras 43 103 434 128 168 141 115 105 95 90

Asegur. 9 14 15 26 26 11 16 11 11 11 9 6

Bolsa 13 4 17 36 22 12 12 18

Emp. Pub. 218

Total 677 713 1,057 800 1,025 750 587 466 223 147 31 341

Fuente: The Worl Banck, op. c it

El cuadro muestra la tendencia creciente que traía la colocación de CEM durante

el primer semestre de 1992. Ciertamente, en mayo del año analizado, el Banco

Central había colocado ¢1,025 millones en estos certificados, cantidad que

representaba un aumento de 51% respecto al mes de enero anterior. Pero a partir

de junio la evolución del mercado de CEM cambia de dirección de una manera

abrupta, hasta llegar a un mínimo en noviembre de ¢31 millones; es decir, la

acumulación de certificados se redujo en 6 meses al 3%.

El comportamiento descrito de los CEM es paralelo a lo que ocurría en el mercado

cambiario. En efecto, en ese período el tipo de cambio pasó de ¢8.16 por dólar en

mayo a ¢8.92 en noviembre. Este paralelo sugiere que a la par de la creciente

demanda de dólares se estaba dando una escasez de liquidez relativa que

obligaba a los tenedores de CEM a hacerlos liquidos (convertirlos en colones),

para satisfacer la demanda de dólares. No debe perderse de vista que este

96

mismo período es el de la fuga de dólares que ocurrió en lo que se conoció como

el escándalo de FOMIEXPORT.

El análisis anterior nos conduce a la conclusión que, efectivamente, cuando se

adoptó la decisión de anclar el tipo de cambio a principios de 1993, la experiencia

más reciente no era la de una tendencia de la moneda a apreciarse, sino la de un

fuerte movimiento especulativo que condujo a una rápida depreciación de la

moneda, lo cual pone de manifiesto que las causas más probables de esta

decisión fueron el temor a la capacidad del mercado de introducir fuertes

inestabilidades cambiarias y la meta de concentrarse en reducir la inflación hasta

el nivel internacional.

Ciertamente, esta política de anclaje del tipo de cambio a través de intervenir,

comprando y vendiendo dólares en el mercado por parte del BCR, ha sido

efectiva en mantener la estabilidad del tipo de cambio nominal después del

episodio arriba descrito. También el anclaje nominal del tipo de cambio ha

impulsado la inflación hacia abajo, aunque con relativa lentitud. En 1997 la

inflación en El Salvador terminó en 1.9%, la segunda inflación más baja en

América Latina después de Argentina; en 1999 se espera que termine en 0%.

La fijación del tipo de cambio nominal en un contexto de entrada masiva de

remesas familiares provocó un proceso de apreciación real de la moneda, que

explica muchos de los resultados que hemos mostrado en el sector externo.

Desde que se ancló el tipo de cambio nominal a principios de 1993, el exceso de

inflación doméstica respecto a Estados Unidos ha ido encareciendo el colón

salvadoreño respecto al dólar en términos reales, lo cual ha significado un

deterioro progresivo de la capacidad competitiva de la economía salvadoreña.

El Cuadro 2.7 muestra la evolución del tipo de cambio efectivo real entre 1990 y

1997. La característica principal es la caída del tipo de cambio efectivo real a lo

largo de los noventa: desde un índice de 100 al inicio de la década cayó

97

continuamente hasta llegar a 71.8 en 1997. La otra característica de esa

evolución es la aceleración de la caída después de 1993, año en que, como ya se

señaló, se ancló el tipo de cambio nominal en cerca de ¢8.75.

Para que un régimen de tipo de cambio fijo funcione apropiadamente es necesario

mantener un nivel inflacionario lo más cercano posible al de sus socios

comerciales principales, si este no es el caso, el exceso inflacionario del país

provocará un encarecimiento de los productos nacionales frente a los de los

socios comerciales, con lo cual las exportaciones del país pierden competitividad.

Este encarecimiento de la producción doméstica es lo que se conoce como

apreciación real de la moneda. En el caso de El Salvador, la apreciación real de la

moneda entre 1990 y 1997 ascendió a 32.2%, lo cual representa una pérdida de

casi la tercera parte en capacidad competitiva de los productos salvadoreños.

La pérdida de competitividad de los productos salvadoreños está entre las causas

que han provocado las dificultades que ha experimentado la economía para

impulsar las exportaciones; su pérdida de competitividad se explica en gran parte

por la apreciación real de la moneda. No obstante, esta pérdida de competitividad

de las exportaciones por la vía cambiaria ha desaparecido desde 1997, a causa

de haber mantenido la inflación desde entonces cercana a la inflación

internacional y en los dos últimos años abajo de aquélla.

Cuadro 2.7Evolución del Tipo de Cambio en la década pasada

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

Nominal 6.85 8.02 8.36 8.7 8.73 8.75 8.76 8.75 8.75

Efec tivo Real 100.00 94.65 88.25 80.82 79.46 74.12 70.58 69.12 67.84

Fuente: Banco Centra l de Reserva .

El tipo de cambio rea l está c a lc ulado en relac ión con sus princ ipa les soc ios comerc ia les. Año base de c ompa rac ión 1990.

98

¿Por qué se pierde competitividad por la vía cambiaria? Este es un resultado muy

bien documentado en la literatura económica y en la experiencia salvadoreña.

Siempre que hay un flujo externo importante de dólares a cualquier economía, ya

sea como resultado del auge de algún sector exportador, como ocurrió en

Holanda en los años sesenta con el descubrimiento de yacimientos de gas, o en

Inglaterra cuando descubrió petróleo en el Mar del Norte, o ya sea por la entrada

de recursos como las remesas familiares en el caso de El Salvador, ocurre un

encarecimiento de la moneda nacional en relación con las monedas

internacionales, provocando perdida de competitividad de los otros sectores

productivos exportables del país en cuestión, deprimiendo su capacidad

exportadora. Esto es lo que ocurrió con las exportaciones industriales de Holanda

e Inglaterra en las épocas indicadas, y lo que ha ocurrido con las exportaciones

salvadoreñas en los noventa. A este fenómeno de decaímiento exportador, como

resultado de la entrada masiva de recursos externos, se le conoce como mal

holandés.

2.4 Mal holandés, inflación y tasas de interés53

No cabe duda que la entrada de las remesas familiares ha tenido un impacto

importante en la estructura productiva de la economía. Pero como ya se indicó en

la sección anterior, el fenómeno de las remesas familiares es complejo y tiene

implicaciones que van más allá de la ayuda para las familias que las reciben,

tienen implicaciones positivas y, como todas las cosas de la vida, implicaciones

negativas. Indudablemente, las remesas familiares han contribuido positivamente

a mejorar las condiciones de vida de una población que en su mayoría se

encuentra entre los pobres del país y que recibe directamente los dólares

remesados por sus familiares en Estados Unidos. Pero los dólares que entran a la

economía de esta manera, inmediatamente pasan a formar parte del circuito de

demanda de la economía y, por lo tanto, pueden tener efectos positivos sobre el

crecimiento de la producción o negativos sobre la estabilidad de precios, es decir,

53 En el Apéndice se presenta un modelo de mal holandés que es la base de la interpretación de estasección.

99

pueden provocar inflación. El efecto inflacionario como ya se indicó en la sección

anterior hace perder competitividad a las exportaciones de El Salvador, al

volverlas más caras en relación con los mismos productos de la competencia

internacional. El deterioro de las exportaciones del país como resultado de ese

flujo extraordinario de dólares se conoce como mal holandés.

Lo esencial de este fenómeno lo constituye la entrada masiva de recursos

externos que tiende a abaratar el dólar (apreciación nominal del colón), lo cual

conduce a que si el Banco Central sostiene una política cambiaria como la que se

ha descrito antes en el caso salvadoreño, deba intervenir comprando dólares para

mantener el tipo de cambio estable. La compra de dólares es a su vez una venta

de colones −a cambio de los dólares el Banco Central tiene que entregar

colones−, lo cual aumenta la liquidez de la economía −más colones en

circulación− que tiende a aumentar la inflación. Puesto que el Banco Central,

además de tener el objetivo de estabilidad del tipo de cambio, también tiene el

objetivo de evitar la inflación, tiene que intervenir para retirar el exceso de colones

en circulación, para lo cual vende bonos (CAM: Certificados de Administración

Monetaria) a cambio de colones. De esta manera, el Banco Central de Reserva

vuelve a retirar los colones en exceso, que él mismo inyectó cuando compró el

exceso de dólares. Como una representación gráfica de este procedimiento de

control monetario y cambiario, se puede pensar que con la entrada de dólares, el

BCR se saca colones de la bolsa derecha para comprar el exceso de dólares y

evitar que el tipo de cambio disminuya, y de la bolsa izquierda simultáneamente

se saca Certificados de Administración Monetaria para colocarlos y retirar los

colones en exceso que inyectó, y evitar mayor inflación. Con este proceder, cada

vez que hay una entrada excesiva de dólares a la economía, el Banco Central

termina con más dólares que los acumula en las reservas internacionales, por las

cuales puede obtener un rendimiento en el exterior, pero al mismo tiempo con

más CAM colocados en el público, por los cuales tiene que pagar un rendimiento

local. Puesto que el rendimiento que el Banco Central tiene que pagar es mayor

que el rendimiento que recibe, esta operación es fuente de un déficit del Banco,

100

conocido como déficit cuasi fiscal. Esta descripción es lo fundamental de la

política monetaria que el Banco Central ha estado aplicando desde 1993, fecha

en que fijó el tipo de cambio.

Así, pues, con esta operación complicada que realiza el BCR, logra al mismo

tiempo mantener fijo el tipo de cambio y evitar la inflación, pero presiona la tasa

de interés hacia arriba. Esto último porque para hacer renunciar a las personas de

la liquidez (el exceso de colones en circulación) que debe retirar, y que él mismo

ha inyectado, debe ofrecerles una remuneración atractiva mediante una tasa de

interés alta competitiva respecto a la que los poseedores de dinero pueden

encontrar en otras colocaciones: depósitos en cuenta corriente, depósitos de

ahorro, a plazo, entre otros. Esto significa que la colocación recurrente de

certificados por parte del BCR presiona la tasa de interés hacia arriba.

La argumentación anterior se reduce a decir que la entrada de remesas familiares

necesariamente terminará presionando algún precio. El ajuste puede realizarse

por medio de cualquiera de los tres precios de la economía: una reducción del tipo

de cambio nominal, un alza de la inflación, un aumento de la tasa de interés real o

una combinación de todos. El resultado dependerá, como se comprenderá, de la

política cambiaria y monetaria que el país siga. Si el régimen cambiario es flexible

es probable que todo el ajuste se realice por medio de una reducción del tipo de

cambio: apreciación nominal del colón. Por el contrario, si el régimen cambiario es

fijo, como para propósitos prácticos es en El Salvador, puesto que el tipo de

cambio está congelado, el ajuste se tiene que traducir en un aumento o bien de la

inflación o bien de la tasa de interés real. Si, además, la política monetaria tiene

como misión reducir la inflación, el ajuste se irá completamente a la tasa de

interés real. En el caso salvadoreño, puesto que desde 1993 el tipo de cambio se

ha mantenido fijo, éste no ha podido ajustarse en absoluto, siendo la inflación la

que se ajustó hasta 1996 ante la entrada de remesas familiares, deteriorando la

capacidad competitiva de las exportaciones, por su encarecimiento con respecto a

la competencia internacional. Sin embargo, desde 1997 hasta la fecha, en que la

101

inflación se ha llevado a niveles incluso más bajos que los internacioneles, todo el

ajuste provocado por la entrada de remesas se ha realizado a través de la tasa de

interés real, encareciendo los recursos financieros para la inversión.

El punto central que se debe tener claro es que el ajuste se realiza de cualquier

manera, porque el flujo de remesas provoca un exceso de dólares en la economía

que debe salir de la circulación doméstica. En el caso que el ajuste se haga por

medio de una apreciación del colón o del aumento de la inflación, el exceso de

dólares sale de regreso hacia la economía mundial, porque tanto la apreciación

del colón como el aumento de la inflación abaratan las importaciones, con lo cual

se crea una balanza comercial deficitaria. Cuando ninguno de estos dos

mecanismos se deja actuar, por ejemplo manteniendo fijo el tipo de cambio, como

ha ocurrido en El Salvador desde 1993, y combatiendo la inflación, como se ha

intensificado en los últimos tres años, el único mecanismo que queda para realizar

el ajuste es la tasa de interés real. En este caso, el exceso de dólares sale de la

circulación doméstica pasando a manos del Banco Central, quien finalmente los

deposita en su cartera internacional. En esta captación de dólares, como ya se

describió antes, el Banco Central inyecta liquidez en colones, que luego la retira

por medio de la colocación de certificados, con lo cual presiona la tasa de interés

hacia arriba.

De esta manera, se entiende facilmente, por un lado, el comportamiento durante

los noventa de la inflación y de la tasa de interés real, y se visualiza, por el otro, la

naturaleza de las opciones de políticas económicas disponibles.

Los gráficos 2.7 y 2.8 muestran las evoluciones de la inflación y las tasas de

interés real ocurridas entre enero de 1995 y diciembre de 1997. Los gráficos

muestran que existe un intercambio compensado (trade off) entre las variables: en

los períodos en que la inflación ha disminuido la tasa de interés real ha

aumentado y cuando la inflación ha crecido la tasa de interés real ha caído. Por

ejemplo, durante 1995, mientras la inflación se elevó desde 7.5% en enero de

102

1995 hasta el 12% a finales del año, la tasa de interés pasiva real descendió

desde 6% en enero hasta 4.6% en diciembre, y la tasa de interés activa real

disminuyó de 10.7% hasta 8.6% en el mismo período; y cuando entre enero y

diciembre de 1997, la inflación disminuyó de 8% a 1.9%, las tasas de interés real

pasiva y activa aumentaron de 4.2% a 10.8% y de 9.1% a 13.8%,

respectivamente. Este comportamiento inverso entre inflación y tasa de interés

real ha continuado en los siguientes años.

Como ya se argumentó, este trade−off que surge entre la inflación y la tasa de

interés real es particular del fenómeno de entrada de remesas que ocurre en El

Salvador. En el Apéndice se presenta un modelo que explica las razones de este

comportamiento y se entiende que es simplemente una extensión del mismo

fenómeno del mal holandés hasta el sistema financiero.

Gráfico 2.7Inflación y tasa de interés pasiva real(enero de 1995 − septiembre de 1999)

−2.0

−1.0

0.0

1.0

2.0

3.0

4.0

5.0

6.0

7.0

8.0

9.0

10.0

11.0

12.0

13.0

14.0

E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S

Porc enta je

1995 1996

Inflac ión

TIBP Real

1997 1998

Fuente: Ca lculado con base a Banco Central de Resreva.

1999

103

El modelo muestra que la tasa de inflación y la tasa de interés real están

directamente asociadas al flujo de remesas familiares y a las metas de política

monetaria que establece el Banco Central de Reserva. Habiendo establecido una

política de estabilidad nominal del tipo de cambio, y fijado la meta de inflación, la

tasa de interés real se convierte en la variable de ajuste del gasto. En el modelo

se muestra que la tasa de interés real pasa a ser una variable endógena que

depende del crecimiento del flujo de remesas familiares y de la meta inflacionaria.

Esta relación se entiende de la siguiente manera: dada una meta inflacionaria,

entre más rápidamente crecen las remesas familiares, más alta será la tasa de

interés real; esto significa que debido a que la política monetaria se ha diseñado y

aplicado para alcanzar una cierta meta de inflación, entre más remesas entren, la

tasa de interés real tendrá que ser más alta para eliminar el exceso de gasto. Por

otro lado, dado un cierto crecimiento de las remesas familiares, entre más

restrictiva sea la política monetaria para alcanzar una meta de inflación más baja,

mayor será la tasa de interés real. Esto es así, porque entre más baja es la meta

de inflación, más dinero debe esterilizar el Banco Central y, en consecuencia, más

alta debe ser la tasa de interés real para hacer efectiva esta esterilización.

Gráfico 2.8Inflación y tasa de interés activa real(enero de 1995 − septiembre de 1999)

104

−2.0

−1.0

0.0

1.0

2.0

3.0

4.0

5.0

6.0

7.0

8.0

9.0

10.0

11.0

12.0

13.0

14.0

15.0

16.0

17.0

18.0

E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S

Porc enta je

1995 1996 1997 1998 1999

Inflac ión

TIBA Real

Fuente: Ca lculado con base a Banco Central de Resreva.

Del modelo se desprende también que entre más abierta es la economía, los

efectos mencionados se dan en menor magnitud. Esto ocurre así, porque a

medida que la economía se vuelve más abierta la competencia entre los

productos domésticos y los importados se hace mayor, lo cual limita la inflación y

hace menos intensa la necesidad de esterilizar liquidez, con lo cual la presión

hacia el alza de la tasa de interés real se reduce.

La relación indicada entre apertura de la economía, tasa de interés real e inflación

muestra que si una economía tiene la capacidad de competir internacionalmente,

la mejor manera de combatir el mal holandés es abriendo la economía, con esto

se evita el problema inflacionario y el de la tasa de interés real. El dilema se

plantea, entonces, de la siguiente manera: si se quiere mantener el

proteccionismo de la economía porque se considera que el país no posee la

capacidad competitiva necesaria para enfrentar la competencia internacional, hay

que aceptar más inflación o mayores tasas de interés real; por el otro lado, si se

quiere vivir con estabilidad de precios y baja tasa de interés real para estimular la

inversión, entonces hay que exponer la economía doméstica a mayor

105

competencia internacional. La conveniencia de una u otra alternativa dependerá

de la valoración social relativa del proteccionismo y de la estabilidad de precios y

de tasa de interés real.

La relación anterior también muestra que una economía con un flujo de remesas

familiares como el que experimenta la economía salvadoreña, requiere un grado

de apertura económica mayor o, en caso contrario, tendrá que aceptarse una

inflación y/o una tasa de interés real más alta que las que habrían si no existiera

dicho flujo.

No cabe duda que si el tipo de cambio nominal se congela y la política monetaria

se vuelve antiinflacionaria, el único mecanismo de ajuste con el que cuenta el

mercado es la tasa de interés real. Esto es lo que más explicitamente se observó

durante 1997. A lo largo de ese año se dió una disminución de la inflación que fue

más allá de la meta que el mismo Banco Central había establecido a principios del

año en su Programa Monetario. En efecto, la programación monetaria establecía

una inflación entre 5% y 6% y el año finalizó con 1.9%. Esta disminución de la

inflación a casi la cuarta parte durante un año, significó dejar todo el ajuste en la

tasa de interés real, haciendo que la tasa de interés real pasiva aumentara en un

250% y la activa en un 150%.

Una manera intuitiva de entender este fenómeno es a través del gasto en la

economía doméstica. Cuando se congela el tipo de cambio y se establece una

política antiinflacionaria, la única manera de eliminar el exceso de gasto sobre la

economía doméstica es congelándolo por medio de esterilización. Por supuesto,

para volver atractiva la opción de congelar el gasto, hay que elevar la tasa de

interés real que las personas pueden recibir si aceptan esta opción. De esta

manera, cuando el Banco Central de Reserva esteriliza el exceso de liquidez para

reducir la inflación, congela un potencial gasto sobre la economía doméstica, y la

economía se ajusta automáticamente elevando la tasa de interés real.

106

Resumiendo las ideas desarrolladas hasta acá, se puede decir que la economía

tiene mecanismos automáticos para ajustar el gasto a la producción nacional.

Cuando hay un flujo de remesas familiares, como ocurre en El Salvador, el gasto

se ajusta redireccionándose el exceso hacia el exterior, mediante la apreciación

del tipo de cambio nominal; cuando la política cambiaria fija el tipo de cambio

nominal, el ajuste recae sobre la inflación; pero cuando la política monetaria es

antiinflacionaria, el exceso de gasto sólo se puede ajustar congelándolo a través

de una mayor tasa de interés real. Esto último es lo que ha ocurrido en los últimos

tres años en El Salvador.

El resultado que se está demostrando en teoría (ver el apéndice a este capítulo) y

en la práctica(ver gráficos anteriores) muestra que el "efecto Fisher"54, sobre la

base del cual parece razonar el Banco Central: la tasa de inflación y de interés

nominal se mueven en la misma dirección y si la inflación cae en un punto

porcentual, la tasa de interés nominal caerá también en un punto porcentual y

viceversa, no opera en la forma estándar . Esta conclusión parte del supuesto de

que la tasa de interés real tiende a mantenerse más o menos constante, y puesto

que la tasa de interés nominal es igual a la tasa de inflación más la tasa de interés

real, si esta última se mantiene constante, los movimientos de la tasa de interés

nominal quedarán determinados por la tasa de inflación. Esta es la base del

Banco Central para argumentar que la política antiinflacionaria disminuiría

posteriormente la tasa de interés nominal. El hecho comprobado empíricamente

es que la tasa de interés real ha aumentado agudamente.

En un proceso económico en el cual hay una alimentación continua de remesas

familiares, el efecto Fisher no puede funcionar en la manera estándar, porque la

tasa de interés real opera como mecanismo para congelar el exceso de gasto que

ese flujo provoca, y, por lo tanto, no puede mantenerse constante −cuando la

inflación disminuye, la tasa de interés real tiene que aumentar, porque es la única

54 El efecto Fisher afirma que la tasa nominal de interés cambia proporcionalmente con la tasa de inflación;es decir, un aumento de uno porciento en la inflación aumentará uno porciento la tasa de interés nominal yviceversa. Este resultado depende de que la inflación no altere la tasa de interés real. Ver Mankiw, Gregory(1992)

107

variable de ajuste que queda libre, lo cual indica que la tasa de interés real no es

independiente de la inflación, como el efecto Fisher asume.

Al entender la naturaleza del mecanismo de ajuste antes descrito, se entiende

que se trata de un problema de disponer de un exceso de entrada de dólares a la

economía que debe salir de alguna manera. Ese entendimiento permite ver que

existen dos formas alternativas de resolver el mismo problema, no sin sus

dificultades de lograrlas: pagar la deuda pública internacional y realizar

inversiones salvadoreñas en el exterior. Con ambos mecanismos el exceso de

dólares sale de la economía sin provocar los ajustes de precios indicados.

La dificultad del pago de la deuda internacional es que las remesas familiares que

llegan al país son privadas y, por lo tanto, el gobierno no puede disponer de ellas.

La única forma de hacerlo sería aumentando el ahorro corriente del gobierno, con

lo cual podría adquirir los dólares en el mercado local para pagar su deuda

internacional. Aumentar el ahorro corriente, aunque deseable por ésta y otras

razones, no es una tarea facil −al final se reduce a aumentar los impuestos, a

reducir el gasto corriente o a aumentar la eficiencia operativa, todas las cuales

han mostrado una gran inercia durante los años noventa, a pesar de los objetivos

explícitos en las políticas públicas de modificarlos en las direcciones indicadas.

Una segunda consideración importante sobre el mecanismo de disponer del mal

holandés a través del pago de la deuda pública externa, es el costo relativo de

esa deuda, en el sentido de la tasa de interés, en relación con el costo actual de

otras fuentes de financiamiento. Dado que el costo de la deuda internacional

tiende mayormente a ser bajo, la conveniencia de prepagarla puede no ser la

mejor opción.

La segunda opción tiene la dificultad que enfrenta cualquier promoción de la

inversión, la cual en este caso se amplía por el hecho que se trata de promover

inversión salvadoreña en el exterior. Esta opción tiene la ventaja de que las

108

remesas familiares, en vez de salir del país de manera improductiva, al destinarse

al consumo importado, como es el caso actual, tienen un fin productivo. Las

experiencias de las inversiones recientes en hoteles y bancos en Centro América

son indicativas de la posibilidad de impulsar esta opción.

2.5 Implicaciones de políticas para el crecimiento económico

Mientras el Banco Central continúe con la política de estabilidad nominal del tipo

de cambio y una política de mantener la inflación al nivel internacional, la tasa de

interés real se mantendrá alta, en tanto las remesas familiares continúen

creciendo, pero desaparecerá la apreciación real de la moneda. Por el otro lado,

si la política monetaria se fija una meta de inflación menos estricta por encima de

la inflación internacional, la tasa de interés real será menor, pero el exceso de

inflación creará cierta apreciación real de la moneda.

En el primer caso, el desaparecimiento de la apreciación real de la moneda

dejaría de deteriorar la competitividad de las exportaciones, como ha ocurrido

desde 1997; sin embargo, la tasa de interés real más alta inhibirá la inversión

privada y con ello reducirá la posibilidad de crecimiento de la economía como un

todo. En este caso, el crecimiento económico tendrá a su favor más estabilidad

macroeconómica, pero tendrá en contra un costo real para la inversión más alta.

Este es el caso actual de la economía salvadoreña. Cuál de los dos factores es

más determinante del crecimiento económico, es una pregunta para la cual no se

tiene una respuesta categórica, aunque pareciera que dentro de margenes

razonables de estabilidad macroeconómica, el crecimiento podría verse más

determinado por el costo de la tasa de interés real.

Si, por el contrario, se sigue una política de mantener baja la tasa de interés real,

ya sea permitiendo mayor inflación o una apreciación nominal de la moneda, por

ejemplo flexibilizando el tipo de cambio, si la reducción de la tasa de interés es

suficientemente fuerte para incidir positivamente sobre las decisiones de

109

inversión, el crecimiento de la economía podría verse favorecido; no obstante, la

capacidad de competir de las exportaciones continuaría deteriorándose.

Podría decirse que la política económica en El Salvador se ha orientado según la

primera opción: congelar el tipo de cambio nominal y reducir la inflación al nivel

internacional. Mientras la inflación se mantuvo por arriba de la internacional, el

modelo se sesgó contra las exportaciones, en los últimos años en que la política

antiinflacionaria se intensificó, la inflación bajó al nivel internacional y la tasa de

interés real se elevó significativamente, con lo cual el modelo le puso un elevado

costo a la inversión privada que podría inhibir el crecimiento de la economía.

Estos son los dilemas de la política macroeconómica que tienen su particularidad

en El Salvador por el flujo de remesas familiares que entran para provocar una

especie de mal holandés en la economía. Dos opciones para enfrentar el mal

holandés y evitar el dilema anterior, han sido mencionados como posibilidades

para desviar de otra manera el exceso de entrada de dólares, que es la causa

fundamental del mal holandés: aumentar el ahorro corriente del sector público

para prepagar deuda pública internacional; e incentivar la inversión salvadoreña

en el exterior. Ninguna de las dos está libre de la realización de esfuerzos para

lograrlo.

110

APÉNDICE

MAL HOLANDÉS Y TASA DE INTERÉS REAL

I El modelo

El modelo que se desarrolla a continuación es una extensión del que aparece en

Rivera Campos (1996)55 en el que se muestra la forma en que el flujo de remesas

familiares que ha estado recibiendo el país desarrolla una especie de mal

holandés, que genera efectos adversos sobre la competitividad de las

exportaciones salvadoreñas mediante la apreciación real de la moneda. En aquel

modelo se muestra el mecanismo que transmite el efecto de la entrada de las

remesas familiares hasta la apreciación real de la moneda y la disminución de la

tasa de crecimiento de las exportaciones como proporción del PIB. La intuición

que se encuentra detrás del modelo de mal holandés es la siguiente: el aumento

de gasto que resulta de los ingresos adicionales que recibe el país en forma de

remesas familiares, aumenta el gasto en importaciones y en bienes domésticos.

Este aumento del gasto eleva los precios de los bienes que se producen

domésticamente, pero no los de los bienes importados que están determinados

internacionalmente. El encarecimiento de los bienes domésticos en relación con

los internacionales hace perder competitividad a las exportaciones y conduce a

una disminución de su tasa de crecimiento.

El modelo anterior, sin embargo, asumía una política acomodaticia de parte del

Banco Central, de tal forma que no intervenía esterilizando la liquidez en moneda

doméstica resultante de la entrada de dólares en forma de remesas. Este

supuesto de política monetaria permitía que todo el efecto de la entrada de las

remesas se tradujera en aumento de inflación interna. Pero en la práctica el

Banco Central ha tenido una política monetaria más activa en el sentido de hacer

compatible sus intervenciones en el mercado monetario con sus objetivos de

55 Este modelo a su vez era una adaptación de Benjamin, Devarajan and Weiner (1989)

111

reducir la inflación. En este sentido la política del Banco Central ha tenido un

componente fuerte de esterilización monetaria, con lo cual los efectos de la

entrada de remesas llegan más alla de la apreciación real para incidir

directamente en las tasas de interés.

El propósito de la extensión del modelo que se presenta en este trabajo es dar

cuenta del rol de la política monetaria en canalizar los efectos del mal holandés

hasta las tasas de interés. La política monetaria que aplica el Banco Central se

explica en los siguientes términos: la entrada de remesas familiares obliga al

Banco a participar en el mercado cambiario comprando los excesos de dólares

para evitar variaciones en el tipo de cambio; de esta manera, el Banco Central

adquiere los excesos de dólares que acumula como reservas internacionales,

pero inyecta moneda nacional a la economía, es decir, aumenta la liquidez del

sistema económico. Para lograr su meta inflacionaria a continuación emite bonos

(Certificados de Administración Monetaria) con lo cual extrae el exceso de liquidez

de la circulación. En este proceso de esterilización de la liquidez el Banco

presiona la tasa de interés hacia arriba.

Al igual que en Rivera Campos (1996) el modelo describe una economía en que

se producen dos bienes, uno para consumo doméstico y otro para exportación. Se

simplifica el análisis asumiendo que no hay gobierno ni inversión. Esta

carácteristica de la economía se expresa en la siguiente ecuación:

1) Y = C + X

En la ecuación anterior Y representa el producto nacional parte del cual está

constituido por productos para el consumo doméstico (C) y parte para la

exportación (X). Por otra parte, el ingreso nacional es la suma del ingreso que

proviene de la producción nacional y del que proviene de las remesas familiares

convertidas en colones, y todo el ingreso se gasta en productos domésticos para

el consumo y en importaciones:

112

2) eF + PY = PC + PmIM

El ingreso proveniente de las remesas familiares está expresado por eF, donde e

es el tipo de cambio nominal expresado en colones por dólar y F el monto de

remesas en dólares; PY es el ingreso que se obtiene de la producción nacional,

es decir de lo que se produce en bienes de consumo y en bienes de exportación,

donde P es el precio de dichos bienes. El lado izquierdo de la ecuación 2, pues,

representa el total de ingresos de esta economía, y su lado derecho, representa

cómo se gasta el ingreso total: PC es el gasto en bienes de consumo y PmIM es

el gasto en importaciones, donde Pm es el precio de las importaciones e IM el

total de importaciones.

El bien doméstico para el consumo compite con el bien importado con base en el

precio relativo de ambos bienes; y la demanda del bien exportado, de igual

manera, depende de su precio comparado con el precio de los bienes

internacionales. Las dos ecuaciones que dan cuenta de estas demandas son:

3)

σ

=

p

pMk

IM

c

4)

η−

=

Pm

PXoX

donde s>0 y h>0.

La ecuación 3 muestra que entre más alto es el precio de los bienes importados

(Pm) en relación con los domésticos (P), mayor será el consumo de los bienes

domésticos y en caso contrario mayor será la demanda de importaciones. La

elasticidad de este efecto está dada por s: entre mayor es esta elasticidad mayor

será el efecto de la sustitución de consumo doméstico por importado ante un

cambio en los precios relativos. Nótese que entre más abierta es una economía

esta elásticidad será mayor, pues la competencia entre los bienes domésticos y

113

los importados aumenta y la sustitución que los consumidores pueden hacer entre

estos dos tipos de bienes se intensifica ante una variación de sus precios.

La ecuación 4 es de similar naturaleza, indica que la demanda por las

exportaciones depende de la relación entre el precio de los bienes domésticos y el

de los bienes internacionales; que entre mayor es el precio doméstico menos

demanda habrá por las exportaciones; y que esta elasticidad está determinada

por −h, en donde el signo menos indica la relación inversa señalada: entre mayor

es la elasticidad mayor será el efecto contractivo sobre las exportaciones de un

encarecimiento de los bienes domésticos respecto a los internacionales.

La parte monetaria del modelo está constituida por la ecuación cuantitativa del

dinero:

5 ) Mv = PY

La ecuación anterior da cuenta de la relación entre la cantidad de dinero en

circulación (M), la velocidad de circulación del dinero (v) y el valor monetario de la

producción (PY). El modelo hace el supuesto común de que la velocidad de

circulación se mantiene constante.

La primera extensión del modelo que aparece en Rivera Campos (1996) consiste

en introducir una ecuación para la meta inflacionaria: se asume que el Banco

Central establece anualmente una meta de inflación en relación con la inflación

internacional, cuyo cumplimiento es monitoreado a lo largo del año. La meta se

puede describir con la siguiente ecuación:

6) mφππ =∗

La ecuación 6 describe una regla de definición de meta inflacionaria adoptada por

el Banco Central, indica que la meta de la inflación doméstica ( ∗π ) se fija en

114

relación con la inflación internacional ( π m), como una fracción o un múltiplo de

esta última (?). Si, por ejemplo, ??es igual a la unidad, significa que la meta del

Banco Central es igualar la inflación internacional56; si es mayor que la unidad,

significa que la meta inflacionaria es terminar el año con una inflación superior a la

internacional. Es importante notar que entre más agresiva es la meta inflacionaria

en relación con la inflación internacional, menor será este coeficiente.

Naturalmente, la fijación de la meta inflacionaria define necesariamente una meta

para la cantidad de dinero en circulación M*, resultado de la ecuación cuantitativa

(5). La meta monetaria, entonces, se puede expresar de la siguiente manera:

7) *M = ν

YP *

Dada una meta inflacionaria, el nivel de precios de fin de año (P*) está

determinado y la meta del nivel de dinero al final del año queda definida por la

ecuación 7. Posteriormente se expresará la meta monetaria en términos de una

tasa de crecimiento.

La segunda extensión del modelo, que es parte de la contribución de este trabajo,

se refiere a la introducción de un mercado de bonos para la colocación de los

Certificados de Administración Monetaria del Banco Central, en el cual se realizan

las operaciones de mercado abierto que sirven para el control de la liquidez de la

economía. El mercado de bonos se rige por una demanda de bonos por parte de

los agentes económicos y por una oferta de bonos por parte del Banco Central. La

demanda es una función que depende de la tasa de interés real, y la oferta, una

función que depende del exceso de crecimiento de la liquidez de la economía en

relación con la meta de crecimiento de la liquidez establecida por el Banco Central

que ha sido compatibilizada con su meta inflacionaria. La especificación de este

mercado se completa con una condición de equilibrio entre oferta y demanda de

bonos.

56 Este fue el caso durante 1997 en que la inflación terminó en 1.9%, muy cerca de la tasa internacional.

115

Para completar el modelo, entonces, hay que introducir las ecuaciones del

mercado de bonos en que se transan los Certificados de Administración

Monetaria del Banco Central. Este mercado queda especificado por tres

ecuaciones: una ecuación de demanda de bonos, una de oferta bonos y otra de

equilibrio de oferta y demanda.

La ecuación de demanda de bonos establece que ésta depende del rendimiento

real de los bonos, con lo cual se define una función de demanda en términos de la

tasa de interés real (r), indicando que entre mayor es la tasa de interés real mayor

será la demanda de bonos (Bd):

8) Bd = r 10 αα +

En la ecuación de demanda de bonos al asumir un valor negativo en el intercepto

(−α0), con α0>0, se obliga a que exista una tasa de interés real positiva mínima a

la cual la demanda de bonos se vuelve cero y simplifica además la interpretación

de la solución. La relación positiva entre la demanda y la tasa de interés real hace

que α1 >0.

La función de oferta de bonos es ligeramente más complicada. La oferta de bonos

depende de qué tanto más ha crecido la cantidad de dinero (gm) en relación con la

meta de crecimiento del dinero (gm*) derivada de la ecuación 7. Entre más

rápidamente esté creciendo el dinero en relación con la meta, la cantidad de

bonos que habrá que llevar al mercado será mayor. La ecuación de oferta de

bonos es la siguiente:

9 Bs = ( ) 0m

*g Mgm

La ecuación 9 vincula la oferta de bonos directamente con la meta de crecimiento

del dinero del Banco Central y con el crecimiento de la liquidez que introduce la

116

entrada de remesas. La intuición que se encuentra detrás de la ecuación 9 es la

siguiente: la entrada de remesas familiares obliga al Banco Central a

monetizarlas, es decir, a inyectar moneda doméstica al mercado para poder

mantener el tipo de cambio sin variación; el dinero crece, entonces, a la tasa gm.

Por otro lado, el Banco Central desea alcanzar una meta inflacionaria que le

obliga a establecer una meta de crecimiento del dinero gm*. El exceso de

crecimiento del dinero viene dado por la diferencia entre ambas tasas. La cantidad

de dinero que hay que esterilizar mediante la venta de bonos (Bs) resulta de

multiplicar el exceso de tasas por la cantidad de dinero al inicio del año (M0).

Finalmente, la última ecuación del modelo expresa simplemente el equilibrio del

mercado de bonos: la demanda de bonos tiene que ser igual a su oferta:

10) Bd= B

El sistema de ecuaciones que representa al modelo tiene la siguiente intuición

conjunta: La economía produce bienes para el consumo y para la exportación. El

ingreso nacional supera al ingreso que se deriva de la producción interna en una

cantidad igual a los ingresos que entran en forma de remesas familiares, y el total

de ingreso se gasta en bienes domésticos e importados, cuyas demandas

dependen de qué tan caro es un tipo respecto al otro. De esta manera, las

ecuaciones 1−4 muestran que hay un gasto que excede al valor de lo producido

domésticamente. Este exceso de gasto produce una inflación interna mayor que

la internacional, lo cual tiende a deteriorar la competitividad de las exportaciones.

Al mismo tiempo, en ausencia de intervención del Banco Central en el mercado

monetario, como resultado del ingreso de remesas y del hecho de existir un tipo

de cambio fijo, la cantidad de dinero en circulación (la liquidez de la economía)

aumenta de acuerdo con la ecuación 5. Las ecuaciones 6−7 muestran el rol del

Banco Central en la economía al establecer objetivos de política monetaria: una

meta inflacionaria que define a su vez una meta para la cantidad de dinero, que

es inferior a la que se deriva de la ecuación 5. Para regular el nivel de liquidez y

alcanzar la meta monetaria el Banco Central ha creado un mercado de bonos

117

(Operaciones de Mercado Abierto): ecuaciones 8−10, a través del cual elimina el

exceso de crecimiento de la liquidez en relación con el nivel establecido como

meta, inyectando bonos a la economía (ecuación 9). La hipótesis del modelo es

que las operaciones de mercado abierto tienden a elevar la tasa de interés rea y

que en la medida que la meta inflacionaria es más agresiva, la presión que el

mercado de bonos aplica sobre la tasa de interés real es mayor.

II La solución del modelo

A continuación se muestra la solución del modelo y la verificación de la hipótesis

indicada al final del párrafo anterior. En la solución se adopta el procedimiento

detallado en Rivera Campos (1996): i) se dividen todas las variable por el

producto Y, lo cual equivale a usar el producto como numerario, es decir a medir

todas las variables con el producto o, en otras palabras, a expresar todas las

variables como coeficientes del PIB, y se representan estas variables con letras

minúsculas; y ii) se expresa todo el modelo en tasas de crecimiento.

La solución procede por etapas: las ecuaciones 1−5 permiten obtener la inflación

(π), el crecimento del dinero (gm), la variación del tipo de cambio real (er) y la tasa

de crecimiento de las exportaciones (χ), en el caso de que el Banco Central no

interviniera para esterilizar el exceso de liquidez que resulta de la entrada de

remesas. Estas soluciones son las mismas que se obtuvieron en Rivera Campos

(1996):

i) mππ Π= ( )γΠ−+ 1

ii) re ( )[ ]γπ −Π−= m1

iii) ηχ = re

iv) mg π= mπΠ=

+ ( )γΠ−1

118

donde er es la tasa de variación del tipo de cambio real, γ, el crecimiento de las

remesas familiares, y Π viene dado por la siguiente expresión:

v) Π =

( )( )

( ) ( ) ϑ+−+−+−

−−+−

è11óå

å1ç

è11óå

å1ç

donde η , ε , σ , θ y δ son respectivamente la elasticidad de las exportaciones a

los precios domésticos en relación con los precios internacionales; la

participación de los bienes de consumo en la producción doméstica; la elasticidad

de la demanda de bienes de consumo domésticos respecto a sus precios en

relación con los internacionales; la proporción de gasto en bienes domésticos en

el gasto total; y el porcentaje de ingreso de remesas en relación con el ingreso del

PIB57.

De todos los coeficientes indicados el único que interesa destacar es σ : la

elasticidad del consumo doméstico e importado respecto a los precios relativos de

ambos tipos de bienes. Nótese que a medida que esta elasticidad crece, es decir,

a medida que la economía se tiende a abrir, el coeficiente Π tiende a acercarse

a la unidad. En el caso, entonces de una economía completamente abierta, σ

tiende a infinito y, en consecuencia, Π tiende a la unidad. Este último coeficiente,

pues, tiene como techo la unidad en caso de una economía abierta.

Las ecuaciones i)−iii) muestran que si el Banco Central no interviniera

esterilizando la liquidez que generan las remesasa familiares, la inflación

aumentaría conforme a la inflación internacional y al crecimiento de las remesas

familiares (ecuación i). Entre mayores son el crecimiento de las remesas y la

inflación internacional, mayor será la inflación doméstica. La ecuación ii) indica

que sin la intervención del Banco, la moneda nacional tiende a hacerse más cara57 Ver Rivera Campos (1996) para los detalles de estos coeficientes.

119

en términos reales, es decir, a apreciarse, en la medida que el crecimiento de las

remesas excede a la inflación internacional, pues en este caso er se hace

negativo; y que, concomitante con ese resultado en el tipo de cambio real, el

crecimiento de las exportaciones se vuelve negativo (ecuación iii). Por último, la

ecuación iv) indica, como consecuencia de la ecuación cuantitativa58, que el

crecimiento del dinero estará determinado por los mismos factores que producen

el crecimiento de los precios, es decir, el flujo de remesas y la inflación

internacional.

La ecuación v) permite apreciar los factores de los cuales depende la intensidad

del mal holandés. Nótese primeramente que el efecto de las remesas en la

inflación doméstica y en el crecimiento de la liquidez se transmite en las

ecuaciones correspondientes a través del coeficiente (1−Π ). Entre más abierta es

la economía al comercio internacional, es decir, entre mayor es σ , y, en

consecuencia, mayor es la elasticidad de sustitución entre los bienes domésticos

y los importados, menor será la intensidad del mal holandés, porque el exceso de

gasto se puede orientar hacia el consumo importado y, de esta manera, presionar

menos los precios de los bienes domésticos al alza: el impacto inflacionario de las

remesas es menor, la apreciación real de la moneda es menor y, por lo tanto, el

efecto adverso sobre las exportaciones es menor. Por supuesto, entre mayor es la

apertura de la economía, menor será el exceso de liquidez que el Banco Central

tendrá que esterilizar con bonos. En el caso extremo de una economía abierta en

donde, como ya se indicó, P tiende a la unidad, el coeficiente de transmisión del

mal holandés (1−Π ) se hace cero y su efecto desaparece completamente sin

necesidad de intervención del Banco Central

Cuando se considera la política monetaria de esterilización, la solución del modelo

es más compleja, requiere la participación de las restantes ecuaciones. A

continuación se muestra la solución cuando el Banco Central esteriliza liquidez.

58La ecuación cuantitativa, ecuación 5, permite ver que dado que la velocidad de circulación (v) es constantey que si el dinero M se expresa como coeficiente del PIB, el crecimiento del dinero resulta igual alcrecimietno de los precios, es decir, a la inflación.

120

La solución completa se encuentra por etapas. En primer lugar, la meta de

crecimiento monetario establecida por el Banco se deriva de las ecuaciones 6 y 7.

La ecuación 7 permite ver que la meta de crecimietno del dinero deberá ser igual

a la meta inflacionaria, y la ecuación 6, que esta última depende de la inflación

internacional y de la política antiinflacionaria,

vi) m* g m πφ=

La ecuación vi) traduce la meta inflacionaria (ecuación 6) a meta de crecimiento

monetario a través de la ecuación 7. El crecimiento del dinero depende entonces

de la regla inflacionaria (φ) y de la inflación internacional. Esto significa dos cosas:

primero, que dada una tasa inflacionaria internacional, entre más agresiva es la

política monetaria respecto a la inflación doméstica, es decir, entre más pequeño

es φ, menor deberá ser la meta del crecimiento de dinero; y, segundo, que dada

una meta de inflación en relación con la inflación internacional, entre más baja sea

ésta última el crecimiento del dinero deberá ser menor.

El exceso de crecimiento monetario de la economía en relación con la meta

establecida por el Banco viene dado, entonces, por la diferencia entre las

ecuaciones iv) y vi):

vii) mg m*g − ( )γΠ= − 1 ( ) mπφ Π− −

Nótese que Π es menor que la unidad lo cual vu elve el primer paréntesis

positivo; y puesto que φ normalmente no será menor que la unidad el segundo

paréntesis no será negativo.

El exceso de crecimiento del dinero que hay que esterilizar a través de

operaciones de mercado abierto, de acuerdo a la ecuación vii), aumenta a medida

que es mayor el crecimiento de las remesas familiares (γ ) y a medida que la

121

inflación internacional es menor. Asimismo, entre más ambiciosa es la meta

inflacionaria −menor valor de φ −, mayor será el exceso de crecimiento del dinero

respecto a la meta. Por otra parte, entre más abierta es la economía, mas cercano

a la unidad será el coeficiente Π , y, por lo tanto, el efecto del crecimiento de las

remesas familiares sobre el exceso de dinero tiende a desaparecer. En el caso

límite de una economía perfectamente abierta, como se argumentó antes, con Π

igual a la unidad, el efecto de las remesas desaparece y, como se desprende de

la ecuación i) la inflación doméstica será igual a la internacional, y, por

consiguiente, el coeficiente φ se convierte en la unidad y desaparece el efecto de

la inflación internacional sobre el crecimiento del dinero. En una economía

perfectamente abierta, entonces, no aparece ningún exceso de crecimiento del

dinero. La razón se explica de la siguiente manera: en una economía

completamente abierta, las importaciones y los productos domésticos son

perfectamente sustitutos y por lo tanto los precios de los segundos no pueden

diferir del precio de los primeros; en consecuencia, la entrada de remesas que

provoca un exceso de gasto se dirige hacia el exterior completamente en forma

de importaciones, y el Banco Central no tiene necesidad de esterilizar ningún

exceso de liquidez, pues éste no se produce. Por otro lado, entre más abierta es

la economía al comercio internacional, aun con entradas de remesas familiares, la

necesidad de esterilizar excesos de liquidez se reduce.

La ecuación vii) nos conduce a la oferta de bonos necesaria para esterilizar el

exceso de liquidez. La oferta de bonos, bs, será simplemente el exceso de

crecimiento del dinero, ecuación vii) multiplicado por la cantidad de dinero al inicio

del período, m0:

viii) sb ( ) ( )[ ] 0 − − −1 m mπφγ ΠΠ=

La cantidad de liquidez a esterilizar aumenta con el crecimiento de las remesas,

con un mayor esfuerzo antiinflacionario y con la cantidad inicial de dinero. Por otra

122

parte, aquélla disminuye con una mayor inflación internacional y con un mayor

grado de apertura de la economía.

La demanda de bonos es una función directa de la tasa de interés real, más

precisamente, del rendimiento real de los bonos. La ecuación de demanda de

bonos es la misma ecuación 9 expresada ahora como coeficiente del PIB, es

decir, la demanda de bonos se representará por bd y se mantendrá el resto de la

simbología:

ix) db

0− α=1 α+ r

La igualdad de las ecuaciones viii) y ix) da la solución de la tasa de interés real en

función de los parámetros contenidos en ambas ecuaciones. La solución de la

tasa de interés real viene dada por:

x)

( ) ( )1

0

1

00 m −1 −

m −

1 r

αφ

ααα Π+

Π=

La ecuación x) es la solución buscada, muestra que la tasa de interés es una

función directa del crecimiento de las remesas familiares. Los parámetros que

influyen en la determinación de la tasa de interés real son la tasa de crecimiento

de las remesas familiares, la inflación internacional, la meta inflacionaria del

Banco Central y el grado de apertura de la economía al comercio internacional. A

continuación se analiza más en detalle cada una de estas causalidades.

i) Remesas familiares y tasa de interés real

La solución del modelo para la tasa de interés real muestra que entre más crecen

las remesas familiares ( γ ) mayor es la tasa de interés real ( r ) de la economía,

manteniéndose todos los demás parámetros constantes. Esto significa que para

una meta inflacionaria dada (φ) y un grado de apertura de la economía (Π), entre

123

más crecen las remesas familiares mayor será la tasa de interés real. La intuición

de este resultado va de la siguiente manera: una mayor entrada de remesas

familiares obliga al Banco Central a adquirir el exceso de dólares que fluyen a la

economía para mantener el tipo de cambio sin variación, como resultado de lo

cual, dada una meta inflacionaria, debe esterilizar mayor cantidad de liquidez.

Para lograr este objetivo el Banco Central se ve forzado a ofrecer un mayor

rendimiento a fin de que los tenedores de liquidez se vean atraídos a adquirir los

bonos adicionales. Este proceso finaliza en una tasa de interés real más alta para

la economía. Nótese que lo que importa en este caso es una tasa de crecimiento

de las remesas por encima del crecimiento del PIB, pues las variables están

expresadas como coeficientes de esta última variable.

Esta reacción de la tasa de interés real ante la política de esterilización tiene una

explicación en el modelo en términos equivalentes de ahorro y tasa de interés

real. En realidad cuando el Banco Central aplica su política de esterilización

comprando los dólares y luego colocando Certificados, está impulsando a los

ciudadanos a que limiten su gasto y aumenten su ahorro, el cual servirá para

acumular reservas internacionales por parte del Banco Central y utilizarlas como

inversión financiera en el exterior, ganando una tasa de interés. Obviamente,

entre más se esteriliza más esfuerzo equivalente de ahorro se demanda de la

sociedad y, consecuentemente, le debe corresponder una tasa de interés real

más alta.

ii) Meta inflacionaria y tasa de interés real

La solución de la tasa de interés real expresada en la ecuación x) indica que la

relación entre esta variable y la meta inflacionaria establecida por el Banco

Central guarda una relación negativa. En la medida en que se aumenta el

esfuerzo antiinflacionario, es decir, entre más pequeño es el coeficiente φ, mayor

es la tasa de interés real. ¿A qué obedece este resultado? La intuición es sencilla:

dada una determinada entrada de remesas que crea un exceso de liquidez en la

124

economía que el Banco Central debe esterilizar, un aumento del esfuerzo

antiinflacionario requiere un menor crecimiento de la cantidad de dinero y por lo

tanto se crea un exceso aún mayor de liquidez que el inicial, con lo cual la

esterilización monetaria aumenta y la mayor colocación de bonos requiere mayor

rendimiento real para los tenedores de liquidez.

Este es el resultado más importante que motivó la elaboración del presente

modelo, porque sirve de base para entender que la causa de por qué la tasa de

interés real se elevó significativamente en los últimos años fue el excesivo

esfuerzo que el Banco Central realizó para disminuir la inflación, es decir, por la

meta tan ambiciosa de bajar la inflación doméstica al nivel internacional.

iii) Apertura de la economía y tasa de interés real

El grado de apertura de la economía al comercio internacional influye en la tasa

de interés real a través de dos canales: como canal de transmisión de la inflación

internacional y como vía de escape del exceso de liquidez que provocan las

remesas. El primero tiende a aumentar la tasa de interés real y el segundo a

disminuirla. Cuando la economía es más abierta, la inflación internacional se

transmite más facilmente a la economía doméstica y por tanto exige un mayor

grado de liquidez, lo cual conduce a que dada una meta inflacionaria doméstica,

haya necesidad de esterilizar mayor cantidad de dinero y con ello a ofrecer mayor

rendimiento en los certificados del Banco Central. Por otro lado, un mayor grado

de apertura de la economía al comercio internacional permite que la entrada de

dólares que provienen de las remesas encuentre una vía más amplia para dirigir

el exceso de gasto hacia el exterior, con lo cual el crecimiento de la liquidez

interna disminuye.

El efecto neto de una mayor apertura de la economía depende de que esté

creciendo más: si las remesas familiares crecen más que la inflación internacional,

un mayor grado de apertura terminará reduciendo la tasa de interés real.

125

iv) Inflación internacional y tasa de interés real

La inflación internacional influye sobre la tasa de interés real en este modelo

también a través de dos canales. El primero, es el efecto de la transmisión de la

inflación internacional que eleva la inflación doméstica y que obliga a una mayor

demanda de liquidez por parte de los agentes económicos, resultando en la

necesidad de elevar el rendimiento de los certificados a fin de cumplir con la meta

inflacionaria. Este es el mismo efecto indicado en el inciso anterior. El segundo

canal entra en este modelo a través de la influencia de la inflación internacional en

la definición de la meta inflacionaria doméstica. En la medida en que la inflación

internacional es mayor, el esfuerzo antiinflacionario doméstico para alcanzar una

meta inflacionaria dada respecto a la inflación internacional y evitar apreciaciones

reales de la moneda se reduce, con lo cual la intensidad de la esterilización

disminuye, presionando hacia arriba el rendimiento de los bonos del Banco

Central. La solución muestra que en el efecto neto predomina este último. En

otras palabras, dada una meta inflacionaria relativa a la internacional, una

disminución de esta última eleva la tasa de interés real.

La solución de la tasa de interés real, presentada en la ecuación x) tiene una

representación gráfica sencilla y facil de interpretar. La siguiente gráfica muestra

la tasa de interés real como una función de la tasa de crecimiento de las remesas

familiares:

Gráfico A.1.1

126

r

α−β(φ−Π)πm

(1−Π)β

φ1

φ2

φ 1> φ2

r2

r1

Tasa de interés real y remesas familiares

ϒ0 ϒ

Con el objeto de simplificar, en el gráfico se ha sustituido α=α0/α1 y β = m0/α1. El

gráfico muestra que a medida que aumenta el crecimiento de las remesas, la tasa

de interés se hace mayor, con una pendiente igual a (1−Π)β. Esta pendiente

disminuye a medida que Π se acerca a la unidad, es decir, a medida que la

economía se abre más al comercio internacional. En otras palabras entre más

abierta se hace la economía, más horizontal se hace la gráfica de la tasa de

interés real y el crecimiento de las remesas, y el efecto de esta última sobre la

primera disminuye.

También se aprecia claramente en el gráfico que el intercepto depende de la meta

inflacionaria del Banco Central definida por el coeficiente φ. Entre más pequeño es

este coeficiente más arriba se encuentra el intercepto, lo cual conduce a una

mayor tasa de interés real para una tasa de crecimiento de las remesas dada.

Una mayor apertura de la economía tiene dos efectos que influyen de manera

distinta sobre la tasa de interés. Por un lado aumenta el intercepto, con lo cual

desplaza la curva hacia arriba, pero por el otro disminuye la pendiente de la curva.

El efecto de una mayor apertura sobre la tasa de interés real dependerá, como se

explicó antes, de cuál de los dos efectos individuales es superior.

127

Una inflación internacional más baja se traduce en un mayor intercepto y, por lo

tanto, actúa elevando la tasa de interés real para una tasa de crecimiento de las

remesas dada.

Es importante también mostrar las soluciones que se obtienen del modelo con

política de esterilización en la apreciación real de la moneda y en el crecimiento

de las exportaciones. Las soluciones de estas variables en ausencia de políticas

de esterilización se presentaron como ecuaciones ii) y iii). En ellas se observaba

que en aquel caso surge una apreciación real de la moneda y una disminución del

crecimiento de las exportaciones (el mal holandés en su forma tradicional). En el

caso de una política de esterilización activa las soluciones de estas dos variables

son las siguientes:

xi) r e = ( )πφ − 1

xii) re x η=

La ecuación xi) indica que la variación del tipo de cambio real depende de la meta

antiinflacionaria, f, la cual normalmente no será inferior a la unidad. Mientras la

meta se mantenga por encima de la unidad, el efecto de las entradas de remesas

será una apreciación real de la moneda, pues como muestra la ecuación, si φ > 1,

la variación del tipo de cambio real, er, será negativa. En ese caso, como muestra

la ecuación xii se daría un decrecimiento de las exportaciones, pues er < 0. En el

caso extremo en que la meta inflacionaria se fije al nivel de la inflación

internacional como ocurrió durante 1997, f se hace igual a la unidad y todo el

efecto del mal holandés desaparece de las exportaciones, pues, er = 0, y χ = 0; es

decir, cuando la meta inflacionaria se fija al nivel internacional, desaparece la

apreciación real de la moneda y el efecto negativo sobre el crecimiento de las

exportaciones, pero como vimos antes todo el efecto se concentra en la tasa de

interés real.

128

El modelo muestra que los efectos negativos del mal holandés sobre la economía

no desaparecen por la política monetaria, solamente se trasladan a otra variable:

en caso de ausencia de esterilización el mal holandés se manifiesta en la

apreciación real de la moneda y en la pérdida de competitividad de las

exportaciones; en el caso de esterilización extrema, el mal holandés se traslada

completamente a la tasa de interés real en perjuicio de los costos reales para la

inversión y el crecimiento. El modelo muestra, pues, que la política monetaria

dispara un intercambio entre apreciación real de la moneda, por un lado, y la

elevación de la tasa de interés real, por el otro.

129

CAPITULO 3

UN CRECIMIENTO LIDERADO POR EL CONSUMO

Después de la firma de los Acuerdos de Paz, el entorno económico del país se vio

beneficiado por un espíritu de bonanza económica, que impulsó fuertemente la

inversión privada en el país. Los espíritus animales de los empresarios, como

diría John Keynes, resurgieron en esos años, luego de más de una década de

estar ausentes por la inseguridad e incertidumbre de los años ochenta que

provocó el conflicto armado. La inversión en los tres años que siguieron a la firma

de la paz ascendió en promedio a 17.5%, en contraste con los bajos niveles de la

década anterior y de los años del segundo quinquenio de la presente década. El

efecto de este renacer inversionista sobre la economía nacional fue notable, pues

en esos años la economía creció en promedio cerca de 6.5% anual, un

crecimiento sobresaliente comparado con los años previos y los años posteriores.

¿Cuáles fueron las bases de ese crecimiento? ¿Fue un crecimiento exportador?

¿Hacia dónde se dirigió la inversión? ¿Cómo se financió la inversión? Cuando se

trata de responder a estas preguntas, se observa que la gran caracerística del

primer quinquenio de la década fue el auge del consumo. En este capítulo,

después de presentar las características del auge de consumo, se trata de dar

una explicación de las bases en que se apoyó, indicando que intervinieron varios

factores en su determinación: la euforia del consumo al término del conflicto

armado, la ampliación del menú de opciones de los consumidores que creó la

apertura de la economía; el aumento del ingreso permanente de los receptores de

remesas familiares, y la mayor intermediación de recursos que ocurrió con la

modernización del sistema financiero. Al final se presenta una interpretación de

este auge y se aborda el tema de estabilización y crecimiento económico, que ha

estado en la base de las discusiones recientes sobre la economía salvadoreña.

En el anexo se presenta un modelo de remesas familiares y ahorro.

129

3.1 El auge del consumo en los noventa

Al igual que la gran mayoría de países de América Latina en los noventa, el

crecimiento económico de El Salvador estuvo altamente determinado por el

crecimiento del consumo privado. El Gráfico 3.1 muestra con gran claridad esta

afirmación para la economía salvadoreña. Entre 1992 y 1995, el consumo privado

creció a un promedio de 8.5%, y en el último año mencionado llegó a crecer a una

tasa superior a 9%; mientras que, por otro lado, el producto interno bruto, aunque

también creció fuertemente, sólo lo hizo al 6.8%, es decir, el consumo privado

creció cerca de dos puntos porcentuales por encima del crecimiento de la

producción. A precios constantes de 1990, el consumo como proporción del PIB

se elevó rápida y uniformemente entre 1990 y 1995. En el período indicado esa

proporción aumentó 5.8 puntos porcentuales, elevando la propensión media del

consumo privado de 88.9% a 94.7%. Esta última cifra señala que de todo el

producto interno, el sector privado consumió casi el 95%. En promedio puede

decirse que el consumo privado fue aumentando un punto porcentual anual

durante el primer quinquenio. Como también puede observarse en la gráfica, la

desaceleración de la economía, que se observó después de 1995, fue

acompañada por una disminución rápida del crecimiento del consumo privado;

mientras entre 1996 y 1999, el producto creció a una tasa promedio anual de

3.0%, el consumo privado lo hizo sólo al 2.2%. Estos indicadores evidencian que

la desaceleración de la economía que se observó en la segunda mitad de la

década fue, en buena parte, el resultado del agotamiento del consumo privado,

después de haber sido el componente que arrastró el crecimiento durante la

primera mitad.

130

Gráfico 3.1Crecimiento del consumo privado y el PIB

0123456789

10

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999*

Consumo privado PIB

Porcentaje

* Proyecc ión: Programa Monetario y Financ iero, versión julio de 1999.Fuente: Banco Central de Reserva

A la par de esta evolución del consumo privado durante el primer quinquenio, el

sector público fue disminuyendo su participación en el consumo del PIB.

Ciertamente, en el período en cuestión el consumo público disminuyó 2 puntos

porcentuales, cayendo de 10% a 8%. Este movimiento opuesto de los consumos

privado y público, resultó en un consumo total cuya participación en el PIB creció

4 puntos porcentuales. En efecto, mientras que en 1990 el 99% de todo el PIB se

dedicaba al consumo privado y público, en 1995 este porcentaje había aumentado

a 103%. El umbral del 100% se superó en 1994. Es importante tener presente

estas cifras en una caracterización de la economía salvadoreña, pues muestra,

por un lado, que a partir de 1994 la sociedad salvadoreña consume más de lo que

produce; y, por otro, que el dinamismo del crecimiento económico experimentado

en esos años se sostuvo de manera significativa en el auge del consumo del

período.

131

Lo importante es destacar que entre 1992 y 1995 el consumo privado estuvo

expandiéndose rápidamente y que ese proceso tuvo un impacto significativo en el

crecimiento de la economía como un todo y en el tipo de crecimiento.

Indudablemente, el fuerte crecimiento de la demanda de consumo aumentó el

empleo y la producción de este tipo de bienes, lo cual a su vez, como un

multiplicador keynesiano, se expandió a los demás sectores de la economía,

creando más empleo y producción. Por otra parte, un tipo de crecimiento cuyo

estímulo principal lo obtiene del consumo, es proclive a ciclos cortos de auge y

declinación, pues la capacidad de los agentes económicos de absorber cada vez

más bienes de consumo tiene límite.

Gráfico 3.2Importaciones de bienes de consumo

Millones de dólares

0

100

200

300

400

500

600

700

800

900

1,000

1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999*

* Proyección: Programa Monetario y Financiero, versión julio de 1999.Fuente: Banco Central de Reserva

El auge del consumo se manifestó no solamente en las cifras económicas, sino en

la evolución del ambiente comercial de los años que siguieron a los Acuerdos de

Paz. Ciertamente, una de las diferencias entre el comercio de los años de la

guerra y el de después de estos acuerdos, se expresó en la explosión de los

grandes supermercados y en la apertura de los menús de productos que en ellos

132

se ofrecía, una gran parte de los cuales era importado. También la renovación del

parque vehicular que posibilitó el crecimiento de las distribuidoras de vehículos,

facilitando la adquisición de automóviles nuevos (ver Recuadro 3.1), extendiendo

los plazos de endeudamiento para reducir las letras mensuales, junto con el auge

de la adquisición de viviendas nuevas, son otros indicadores de la realidad del

auge del consumo de esos años. El auge de la demanda de viviendas y su

agotamiento se encuentran descritos en el Capítulo 1

La observación de la cuenta de importaciones de bienes de consumo permite

precisar un poco más sus características. El Gráfico 3.2 es elocuente sobre el

cambio que experimentaron las importaciones de consumo en los años noventa.

Después del decaimiento que éstas experimentaron en los años ochenta a

consecuencia del conflicto, alcanzando el punto más bajo en 1986, la

recuperación de su nivel inicial se alcanzó al final de la década. El verdadero auge

del consumo ocurrió a partir de 1992. Entre ese año y 1995 el valor en dólares de

las importaciones de consumo se duplicó.

La cifra anterior no refleja suficientemente el amplio crecimiento de las

importaciones de consumo, pues las importaciones de vehículos, que deberían de

clasificarse como bienes de consumo duradero, se clasifican como bienes de

capital. Ciertamente, las importaciones de bienes de capital para el transporte

pasaron de tener una participación del 8% del total de las importaciones en 1991

a 14.5% en 1995. Por supuesto que no todas esas importaciones son vehículos,

pero una gran parte de ellas sí lo son.

133

RECUADRO 3.1

El auge del consumo y la expansión vehicular

Durante los noventa fue notorio el crecimiento que experimentó el parque

vehicular en El Salvador. En los años ochenta, debido al conflicto armado y a las

dificultades existentes entonces para importar, el número de vehículos se

mantuvo casi estable, creciendo el parque apenas en 4% a lo largo de la década.

En los noventa, sin embargo, el parque vehicular comenzó a crecer

explosivamente. Sólo en los primeros tres años aumentó el 68%. Se calcula que

en 1996 el parque vehicular ascendía a 392 mil vehículos, dos veces y media

más que al principio de la década. La densidad vehicular en ese año llegaba

aproximadamente a 66 vehículos por cada 1,000 habitantes. Es posible que estos

valores estén subestimando el parque vehicular, pues el estudio Plan Maestro de

Transporte Vehicular en el AMSS estimaba en 1997 un total de 542, 000

automotores.

El crecimiento desmedido del parque vehicular, sobre todo de vehículos usados,

ha sido el resultado, en buena parte, del patrón de consumo que tomó forma en

los primeros años de la década, impulsado por el final del conflicto que selló el

acuerdo de paz de 1992, y de la ejecución del programa de modernización de la

economía. La reducción de los impuestos a la importación, la privatización de la

banca y la expansión del crédito, así como el flujo de remesas familiares, son los

factores principales que incidieron en el auge del consumo mencionado. El auge

del consumo, la reactivación del empleo y un sistema de transporte público

ineficiente, inseguro y desordenado resultaron en la expolosión vehicular que se

aprecia diariamente en las congestiones continuas de las calles de San Salvador,

en los altos costos en que se incurre para movilizarse por la ciudad y en la

contaminación del aire que respiran los salvadoreños.

134

Gráfico del Recuadro 3.1Evolución del parque vehícular

(miles de vehículos)

145.7 151.4

220.7254.4 242.4

323.8

391.7

0

100

200

300

400

500

1980 1990 1992 1993 1994 1995 1996Fuente : Tomado de Estado de la Nación en desarrollo humano, 1999,

Los cuatro años, pues, que transcurrieron de 1992 a 1995 observaron una fuerte

expansión, tanto del consumo agregado del sector privado como del consumo

importado de bienes finales y de bienes duraderos. Como el gráfico mismo

muestra, el consumo importado después de 1995 se congeló en el primer año y

luego reanudo su crecimiento, pero a una marcha más lenta que en los años

anteriores. El sostén principal del crecimiento de la economía en esos años, pues,

fue el auge experimentado por la demanda de consumo.

3.2 Más consumo y más ahorro: un producto de las remesas familiares

Una consecuencia normal de un auge del consumo es la caída del ahorro. En el

caso de El Salvador la situación es distinta, ambas variables crecen como

porcentaje del PIB simultáneamente. Ya se vio antes el aumento del consumo. El

Cuadro 3.1 muestra la evolución del ahorro en los noventa. Allí se aprecia que

entre 1990 y 1995 el ahorro nacional como porcentaje del PIB aumentó 12 puntos

135

porcentuales, compuesto por un aumento de 9 puntos en el ahorro privado y 3

puntos del ahorro público −hasta 1991 el sector público fue un desahorrador

neto−. Como resultado del creciente ahorro nacional, impulsado por los crecientes

ahorros público y privado, y del menor crecimiento de la inversión59, el ahorro

externo fue disminuyendo rápidamente, manteniéndose en niveles inferiores a 3%

después de 1992.

Cuadro 3.1Evolución del ahorro

(Como % del PIB1)

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999*

Ahorro nacional 5.2 11.8 15.5 17.1 18.7 17.5 13.2 15.3 15.8 15.3

Privado 5.5 12.6 15.3 16.3 15.0 14.3 11.3 13.4 14.8 15.3

Público −0.3 −0.8 0.2 0.8 3.7 3.2 1.9 1.9 1.0 0.0

Ahorro externo 6.6 3.6 3.0 1.5 1.0 2.6 2.0 −0.4 0.8 1.8

1 Producto Interno Bruto a precios corrientes.

* Proyecciones: Programa Monetario y Financiero, versión julio 1999.

Fuente: Cuenta de ingresos y producto nacional, Banco Central de Reserva.

¿Qué explica el auge del consumo y el aumento del ahorro? Hay varios factores

que confluyeron para impulsar un fuerte consumo en los noventa. El análisis que

sigue a continuación se apoya en el modelo que aparece en el Apéndice de este

capítulo. Lo que sigue es un resumen de algunas de las características

resultantes de ese modelo.

El modelo de consumo y ahorro que se presenta en el Apéndice muestra una

economía en donde parte de los individuos reciben remesas desde el exterior y el

resto solamente vive de sus ingresos del trabajo. Se supone que los que reciben

remesas familiares valoran más el consumo actual y menos el ahorro que los que

59 El ahorro externo es la diferencia entre el ahorro nacional y la inversión. Constituye el ahorro que serequiere del resto del mundo para financiar la parte no financiada de la inversión con ahorros nacionales.Esta variable es una medida del desequilibrio del sector externo.

136

no las reciben. Partiendo de esta estructuración, el modelo recoge dos hechos

característicos del funcionamiento de la economía salvadoreña: elevación del

ahorro y auge de consumo. El modelo facilita la interpretación de los

comportamientos observados de estas dos variables en la presente década.

El modelo muestra que como porcentaje del PIB ambas variables tienden a

aumentar al elevarse las remesas familiares. En otras palabras, el aumento de

remesas a la vez que contribuye a elevar el ahorro para financiar la inversión,

también contribuye a impulsar un auge de consumo. El modelo también muestra

la importancia de la valoración subjetiva que los individuos hacen del consumo

actual en relación con el consumo futuro60, es decir, qué tanto es más importante

para el individuo el consumo actual que el consumo futuro. Cualquier factor

externo que altere subjetivamente esa valoración que los individuos hacen de los

consumos futuro y presente puede alterar su decisión de asignación de su ingreso

en consumo y ahorro. En este sentido, un auge del consumo puede ser el efecto

de un cambio subjetivo de los consumidores. Un resultado interesante que

aparece en el modelo en cuestión es el hecho que los individuos que reciben

remesas familiares destinan más al consumo cuando tienen la expectativa de que

el flujo de remesas lo continuarán recibiendo en el futuro, y menos cuando lo

perciben como un ingreso adicional de corta duración61. Esto significa que las

remesas familiares se traducen mayormente en aumento de consumo que en

ahorro, cuando los individuos que reciben remesas familiares ven este flujo como

uno permanente y no como uno temporal, ya sea porque tienen la expectativa de

que esos ingresos continuarán llegándoles a El Salvador por largo tiempo, o

porque después de estarlos recibiendo durante un tiempo se han formado la

60 Esta valoración subjetiva del consumo presente en relación con el consumo futuro se conoce en la jergaeconómica como la tasa intertemporal de preferencias de los consumidores. Entre más alta es esta tasa, lavaloración futura disminuye y el consumo presente tiende a aumentar y viceversa. Esto explica que aunqueno aumente el ingreso de una persona su consumo puede aumentar como resultado de un aumento de estatasa subjetiva.61 Este resultado es consistente con la teoría del ingreso permanente, que indica que cuando un aumento deingreso es temporal se dedica una gran parte al ahorro y, en consecuencia, el consumo casi no varía; por elcontrario, cuando el aumento es permanente el gasto destinado al consumo aumenta en igual medida que elingreso, y el ahorro casi no varía.

137

expectativa de que emigrarán a los Estados Unidos, en donde continuarán

recibiendo ese nivel de ingresos por su trabajo en aquél país.

En resumen, el auge del consumo puede haber sido causado por cualquiera de

los siguientes factores: el aumento de la tasa subjetiva de preferencia

intertemporal de los consumidores entre consumo presente y futuro; el aumento

del flujo de remesas familiares que además impulsa el ahorro; y la percepción de

los receptores de que el flujo de remesas es un aumento permanente de sus

ingresos.

A continuación presentaremos cuatro desarrollos ocurridos en el entorno

salvadoreño que pueden haber tenido incidencia significativa sobre la evolución

del consumo durante la presente década: la firma de los Acuerdos de Paz, la

reforma arancelaria, la fuerte entrada de remesas y la liberalización financiera. En

cada uno de ellos se identificará su potencial incidencia para alterar algunos de

los tres factores que antes hemos identificado como determinantes del consumo y

del ahorro.

3.2.1 El fin del conflicto, el programa de modernización de la economía y la

euforia del consumo.

Después de una década de restricciones económicas en los ochenta, en que la

capacidad de importar del país se vio considerablemente limitada, principalmente

en la primera mitad de la década, la salida del conflicto y su oficialización a través

de la firma de los Acuerdos de Paz, operó como un disparador de las expectativas

de un futuro más promisorio para el país, al conformar la estabilidad política

necesaria para las inversiones, y dio paso a la lucha electoral para alcanzar el

poder, al convertirse la ex guerrilla en un partido político con opción a la dirección

política del país.

El principal efecto de la estabilización política se reflejó en las expectativas de los

inversionistas en relación con las posibilidades de hacer negocios en el país.

138

Desde 1992, la inversión privada como proporción del PIB fue aumentando en

promedio un punto porcentual hasta alcanzar el máximo de 17% en 1995. No

existen datos oficiales sobre el destino de estas inversiones, pero es natural

suponer que se dirigieron a los sectores que tuvieron más auge en esos años, y

entre ellos destaca el comercio y la construcción, como indicamos en un capítulo

anterior, ambos relacionados con el consumo.

RECUADRO 3.2

La tasa de preferencia intertemporal del consumidor

La teoría económica afirma que el consumo presente de una persona depende

de su ingreso, de la tasa de interés que recibe por sus ahorros y de su tasa de

preferencia intertemporal. Entre más alto es el ingreso, mayor tiende a ser el

consumo presente; una mayor tasa de preferencia intertemporal significa que el

agente valora más el consumo presente respecto al consumo futuro e induce al

consumidor a elevar su consumo presente; en lo que respecta a la tasa de

interés, la relación es ambigua. Para entender el rol de la tasa subjetiva de

preferencia intertemporal, a continuación se muestra un modelo en el cual un

individuo vive dos períodos: en el primero es joven, recibe ingresos (w1), consume

(c1) y ahorra para su consumo en el segundo período, cuando está viejo (s1),

sobre el cual gana intereses (r1). El individuo obtiene utilidad de su consumo

presente (u(c 1)) y utilidad de su consumo futuro (u(c 2)). Su problema es tratar de

obtener la máxima utilidad de los consumos presente y futuro, aplicando una tasa

subjetiva de preferencia intertemporal (k) y sujeto a sus restricciones

presupuestarias:

max u( c1 ) + k−1 u( c2 )

sujeto a:

139

c1 + s1 = w1

c2 = ( 1 + r1 ) s1

La solución de este problema resulta en que la utilidad marginal del consumo

presente tiene que ser igual a la utilidad marginal del consumo futuro traída al

presente por la tasa de preferencia intertemporal del consumidor:

u´ (c1 ) = k−1 ( 1 + r1) u´(c2 )

El lado izquierdo indica en cuanto aumenta la utilidad del consumidor por

aumentar hoy su consumo en una unidad; el lado derecho, en cuanto aumenta la

utilidad del consumidor si se deja de consumir una unidad hoy, la cual gana

intereses hasta el futuro, pero que para ser comparables tiene que traerse al

presente aplicándole la tasa de preferencia intertemporal. En equilibrio ambos

aumentos deber ser iguales y el consumidor será indiferente entre ambas

opciones. Entre mayor es la tasa de preferencia intertemporal, la utilidad marginal

en el futuro deberá mantenerse más alta en el punto óptimo, lo cual se logra

limitando el consumo futuro por la existencia de utilidad marginal decreciente,

llevando a más consumo en el presente, desestimulando el ahorro, y viceversa.

Un auge del consumo puede resultar entonces de un aumento en la tasa de

preferencia intertemporal de los individuos, con lo cual se reduce la valoración

subjetiva del consumo futuro y se aumenta la presente. La tasa de preferencia

intertemporal, entonces, es un parámetro subjetivo que establece las

valoraciones relativas del consumo presente y futuro del individuo. Un individuo

que posee un ingreso y que tiene que decidir cuánto gasta en consumo hoy y

cuánto ahorra para consumirlo en el futuro, se encuentra ante una decisión cuyo

resultado dependerá de la valoración presente que hace de la utilidad de

consumir en el futuro. Por ejemplo, una persona previsora que valora más el

futuro tiene una tasa de preferencia intertemporal baja, con lo cual tiende a

140

favorecer la austeridad presente y el ahorro; mientras que una persona con una

tasa alta favorece el consumo presente en detrimento del ahorro.

La hipótesis explicativa es que el final del conflicto, elevó la valoración subjetiva

del consumo presente de los individuos en relación con la valoración subjetiva del

consumo futuro, con lo cual se aumentó el consumo presente en detrimento del

ahorro presente y del consumo futuro. El fin del conflicto armado y todas las

expectativas que trajo consigo la reforma económica y política pudo haber

aumentado la tasa de preferencia intertemporal de los consumidores, provocando

un efecto euforia del consumo durante esos años. El paso de un período de

restricciones al consumo en los ochenta, resultado de la incertidumbre y de las

dificultades económicas del momento, a un período que arranca con el fin del

conflicto y la firma de los Acuerdos de Paz y las reformas económicas con las que

se inició la década, que anunciaban la apertura de la economía, la privatización

de la banca y el fortalecimiento del rol del mercado, que impulsaron fuertemente

la perspectiva de modernización económica, crearon el optimismo que pudo haber

impactado en un auge del consumo, aumentando la valoración del consumo

presente, es decir, aumentando la tasa de preferencia intertemporal (ver

Recuadro 3.2). El entorno político y económico que se fue conformando a

principios de la década, pues, pudo haber sido uno de los factores que le dieron

energía al impulso del consumo de la primera parte de esta década.

3.2.2 La apertura de la economía y la ampliación del menú de opciones de

los consumidores

Una de las reformas económicas de esta década más rápidamente aplicadas fue

la apertura de la economía a la competencia de las importaciones. La descripción

de esta reforma se encuentra detallada en el Capítulo 1 y en su Apéndice.

141

A la altura de 1992, el menú de opciones para los consumidores se había

ampliado enormemente en comparación con la década anterior. Los centros

comerciales comenzaron a construirse a una velocidad que no se había visto

anteriormente y sus estantes y los de los supermercados se abarrotaron de

productos sofisticados importados. La competencia para la industria local se

intensificó. La política cambiaria, por su parte, que ancló el tipo de cambio nominal

después de 1992 y la mayor inflación doméstica en relación con la de nuestro

principal suplidor de productos importados, Estados Unidos, volvió estos

productos cada vez más atractivos para los consumidores.

Hay dos canales a través de los que la apertura de la economía y la amplición del

menú de productos disponible para los consumidores pudo haber influido en el

auge del consumo. El primero, la mayor disposición de productos pudo haber

provocado un cambio en la tasa intertemporal de preferencias, aumentando el

consumo presente; es decir, los consumidores pudieron haberse visto impulsados

a valorar más el consumo presente al encontrarse con una gama más sofisticada

de productos y a todos los beneficios colaterales que los centros comerciales y

supermercados modernos le traían a los consumidores, por ejemplo, el disfrutar

de un paseo familiar en un centro comercial moderno, una práctica bastante

observada en nuestro país.

El segundo mecanismo es de una naturaleza distinta y tiene que ver con la

credibilidad de las reformas económicas. Se ha observado en las experiencias de

reformas económicas en América Latina, que en aquellos casos en que la

apertura comercial no generó la credibilidad necesaria en términos de su

sostenibilidad −cuando los agentes económicos vieronla apertura como un

esfuerzo que no se sostendría y que existiría alguna probabilidad de hechar

marcha atras por las presiones de los sectores que se favorecen del

proteccionismo− , el consumo presente se disparó por la decisión de los

consumidores de aprovechar la disponibilidad de importaciones mientras duraba.

Vista hacia atras, la apertura no retrocedió en ningún momento aunque sí se frenó

142

la estrategia de 1995 de eliminar completamente los aranceles a las

importaciones, como se describió en el Capítulo 1. Lo importante para este

análisis es la percepción que tenían los agentes económicos cuando la apertura

comercial recién se había iniciado.

La insuficiente credibilidad de la política de apertura comercial eleva el consumo

presente al aumentar el precio esperado por los consumidores de las

importaciones futuras en relación con el precio de las importaciones

contemporáneas, lo cual resulta de su expectativa de que la reforma pueda

hechar marcha atrás, en cuyo caso el arancel a la importación se eleva y el precio

aumenta. En nuestro modelo sencillo este fenómeno se capta en la elevación de

los precios relativos, representado en el modelo por la tasa de interés.

Por medio de los dos mecanismos que hemos indicado antes, la apertura de la

economía pudo terminar impulsando el deseo de los individuos de elevar su

consumo presente, por la ampliación del menú de opciones de consumo que

impulsó una rápida modernización comercial en ese período y por la credibilidad

incompleta de la reforma misma creada en los agentes económicos. El primer

mecanismo operando a través de la mayor valoración del consumo presente; el

segundo, transmitiendo su efecto sobre el consumo a través de elevar el precio

esperado de las importaciones futuras. Dos mecanismos de transmisión distintos.

Aunque existan las condiciones antes señaladas para el aparecimiento de un

auge de consumo, éste se puede frustrar, si no existen recursos económicos que

lo sostengan, es decir, por la restricción presupuestaria del país. En el caso

salvadoreño, esta restricción se volvió más laxa debido a la disposición de un flujo

casi permanente de remesas familiares.

3.2.3 Las remesas familiares y el aumento del ingreso permanente.

143

El auge del consumo ocurrió en el primer quinquenio de los noventa,

particularmente después de la firma de los Acuerdos de Paz. Este es

precisamente el período en que el crecimiento de las remesas fue extraordinario.

En 1990 y 1991 las remesas crecieron en promedio casi 60% en cada año, con lo

cual más que se duplicaron en esos dos años; todavía en 1992 el crecimiento fue

de 32%. Como resultado, en los cuatro años que van de 1990 a 1993, las

remesas familiares casi se cuadruplicaron, y como porcentaje del PIB se elevaron

dos veces y media. Desde finales de 1992 han representado un ingreso al país no

menor del 10% de todo su producto interno bruto, lo cual ha expandido

considerablemente la capacidad de consumir y de ahorrar del país.

La forma en que las remesas familiares pueden impulsar un auge del consumo,

sin embargo, no es simple, pues las decisiones de consumo y ahorro son

tomadas por individuos que tratan de elevar su bienestar con estas decisiones. El

modelo que se presenta en el Apéndice ayuda a entender el comportamiento del

consumo y del ahorro en El Salvador en los años noventa. Es una versión de la

teoría del ingreso permanente adaptada al caso de ingreso por remesas

familiares.

La intuición del modelo destaca el efecto diferenciado de un ingreso adicional

temporal o permanente sobre el consumo y el ahorro. Un aumento de los ingresos

de un individuo por medio de más remesas, lo obliga a enfrentarse al dilema de

cuánto de todo su ingreso − los ingresos provenientes de su trabajo y de las

remesas− gastar en consumo y cuánto ahorrar. Indudablemente, entre mayor es

el ingreso por remesas familiares, mayor será el monto que podrá gastar tanto en

consumo como en ahorro. Si el individuo sabe que ese ingreso adicional que ha

recibido por remesas no volverá a ocurrir en el futuro, entonces su decisión de

cómo distribuir su ingreso tenderá a favorecer el ahorro, con la intención de

distribuir ese ingreso adicional por remesas en un período más largo. Si, por el

contrario, el individuo tiene la expectativa de que esas remesas continuarán

llegando de manera sostenida en el futuro, su decisión tendrá otras

144

características. Su expectativa implica que el flujo de remesas se ha convertido

para él en un ingreso permanente, lo cual le permite cambiar su programa de

gasto en consumo y ahorro en favor del primero. La razón fundamental es que si

espera recibir el ingreso adicional por remesas en el futuro, ya no necesita ahorrar

tanto frente a la incertidumbre del futuro. Esta reprogramación de gasto en

consumo y ahorro se acopla al más alto nivel de vida esperado, resultante de sus

expectativas de ingresos por remesas más permanentes.

Una hipótesis plausible para explicar el efecto que las remesa familiares tuvieron

en la elevación del consumo y en el crecimiento de ahorro es que los receptores

han tendido a formarse expectativas de que sus ingresos por remesas familiares

serán permanentes. Lo que es importante es que el fenómeno de la emigración

de salvadoreños, principalemente hacia Estados Unidos, ha conformado en los

familiares que han permanecido en El Salvador la expectativa de una mejora

permanente de sus ingresos. Esta hipótesis puede justificarse de dos maneras: la

primera, la más directa, que cada individuo receptor de remesas se haya formado

la expectativa de que ese flujo continuará por mucho tiempo, y, en ese sentido, el

flujo de remesas ha elevado su nivel del ingreso permanente; la segunda, la más

indirecta, que algunos individuos se hayan formado la expectativa que en el futuro

cercano continuarán recibiendo el ingreso por remesas y que en el futuro más

mediato también ellos emigrarán y que al final terminarán ganando tanto como el

familiar que actualmente se encuentra en Estados Unidos. En este último caso

también el nivel de ingreso permanente ha experimentado un alza. El punto a

destacar es que cuando el individuo tiene expectativas de continuar recibiendo

ingresos por remesas, su ahorro será menor y su consumo mayor que cuando no

tiene esas expectativas. Las remesas familiares, pues, impulsaron el gasto en

consumo de los salvadoreños, y lo impulsaron más en la medida en que se fueron

formando expectativas de que ese ingreso adicional continuaría llegando en el

futuro.

El segundo modelo en el Apéndice muestra una economía en que sólo parte de la

población recibe remesas familiares. Allí se muestra que el consumo como

145

porcentaje del producto aumenta tanto por el aumento de las remesas corrientes,

como por el aumento de las remesas esperadas en el futuro. Al mismo tiempo se

muestra que el ahorro nacional como porcentaje del producto aumenta por el

aumento de las remesas corrientes, pero disminuye por el aumento esperado del

ingreso futuro de remesas.

Esta es una hipótesis plausible de por qué en El Salvador se dio un auge de

consumo al mismo tiempo que el ahorro nacional aumentó, pero no tanto como se

habría esperado en un contexto de fuerte y sostenido flujo de remesas familiares

hacia la economía.

Los datos que hemos presentado sobre el ahorro muestran que el ahorro interno

de la economía cayó fuertemente en los noventa. Este hecho ha llamado la

atención de algunos analistas y que han mostrado su preocupación por tal

tendencia. El ahorro interno se ha definido como el esfuerzo de ahorro que se

hace a partir solamente de lo producido internamente, sin tomar en cuenta las

remesas familiares, y se calcula restando las remesas familiares al ahorro

nacional.

La disminución del ahorro interno ha sido utilizada para cuestionar la capacidad

de ahorro de los salvadoreños. Si bien el ahorro de los salvadoreños es bajo

comparado con otros países como Chile, esta conclusión no se puede derivar de

la disminución del ahorro interno, pues como se muestra en el Apéndice, el ahorro

interno disminuye a medida que aumenta el flujo de remesas familiares corrientes

y aumentan las expectativas sobre el flujo futuro. La caída de ahorro interno es,

pues, un resultado normal de una economía con ingreso de remesas familiares.

Lo que debe destacarse es que a pesar del aumento significativo de las remesas

familiares en estos años, el ahorro nacional, que es la variable que importa, no el

ahorro interno, no creció suficientemente, y esto se explica en una parte por el

fenómeno de las expectativas del ingreso permanente de remesas familiares.

146

Las remesas familiares, pues, son uno de los factores que incidió en el auge de

consumo experimentado en los noventa; el modelo mostrado en el Apéndice sirve

de marco lógico para entender la manera en que este proceso se llevó a cabo.

3.2.4 La modernización del sistema financiero y la intermediación de los

recursos.

El impacto de la privatización de la banca en el crecimiento del sector financiero

ha sido notable. Este ha sido uno de los sectores de mayor dinamismo en los

noventa. Entre 1990 y 1997 el sector financiero creció a una tasa promedio anual

de 11.9%62, en cambio el PIB creció en el mismo período a una tasa promedio

anual de 5.2%; es decir, en esos años el sector financiero llevó una velocidad

promedio de crecimiento un poco más del doble del de toda la economía. El

rápido crecimiento del sector se aprecia en la evolución de los agregados

monetarios en el período, los cuales se muestran en el Gráfico 3.3.

Entre 1991 y 1999, mientras el medio circulante, M1 −las monedas y billentes en

poder del público, conocido como el numerario en público− y los depósitos a la

vista −los depósitos en cuenta corriente−, sólo se duplica hasta ¢10,000 millones,

M2, que se diferencia de M1 porque incluye el cuasidinero −depósitos de ahorro y

a plazos−, se quintuplica hasta cerca de ¢50,000 millones. Esto significa que las

formas de dinero como los depósito de ahorro y a plazos han crecido

significativamente durante la década: el cuasidinero ascendió en junio de 1999 a

¢36,700 millones.

62 Los datos utilizados para calcular esta tasa son los reportados en las revistas trimestrales del BancoCentral de Reserva bajo la categoría de Establecimientos Financieros y Seguros

147

Gráfico 3.3Evolución de los agregados monetarios

(millones de colones)

0

10,000

20,000

30,000

40,000

50,000

60,000

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999*

M1 M2 M3

* Proyección: Programa Monetario y Financiero, versión julio de 1999.Fuente: Banco Central de Reserva

El gráfico 3.4 muestra la tendencia de mediano plazo de la inflación y del

crecimiento del dinero. En primer lugar, entre 1992 y 1994, el dinero creció por

arriba de 20%, mientras que después de 1996 convergió rápidamente a un dígito.

Este comportamiento es el resultado del efecto combinado de la disminución de la

inflación y del menor crecimiento de la actividad real en el segundo quinquenio.

Por otra parte, la profundización financiera medida como la cantidad de dinero por

unidad de valor agregado (M2/PIB) ha crecido modestamente desde 1992 hasta

1999 en sólo 6 puntos porcentuales.

148

Gráfico 3.4Crecimiento del dinero

Porcentajes

0

10

20

30

40

50

1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999*

M2 Inflac ión (Variación dic. a dic .) M2/ PIB

* Proyección: Programa Monetario y Financiero, versión julio de 1999.Fuente: Banco Central de Reserva

Un cambio notable se ha dado en la composición del ahorro financiero, como se

observa en el Gráfico 3.5. El ahorro financiero aumentó de ¢9686.2 millones en

1991 hasta ¢41,472.8 en 1999. En esta expansión fueron los depósitos a plazo

los que más crecieron, pasando de ¢4,065.2 millones en 1991 a ¢25,526.6

millones en 1999, es decir, este tipo de depósitos se multiplicaron casi por 6 en la

década. El movimiento descrito hizo que desde 1995 hasta la fecha los depósitos

a plazo representen casi el 60% de todo el ahorro financiero. La tendencia

muestra que la confianza de los agentes económicos en la estabilidad

macroeconómica aumentó significativamente en los noventa, particularmente en

la estabilidad de la moneda. Si las expectativas de los ahorrantes fueran de

devaluación, sus depósitos se moverían hacia las cuentas de corto plazo o hacia

los depósitos en monedad extranjera. Por supuesto, este aumento de la

credibilidad en la estabilidad macroeconómica se explica por el compromiso que

el Banco Central ha puesto en mantener el tipo de cambio fijo.

149

Gráfico 3.5Estructura del ahorro financiero

(Porcentaje)

0%10%20%30%40%50%60%70%80%90%

100%

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

A la vista De ahorro A Plazos

Fuente: Elaboración propia con c ifras del Banco Central de Reserva

El siguiente cuadro muestra que a la par de un fuerte crecimiento de los pasivos

del sistema financiero se desenvolvió un fuerte crecimiento del crédito al sector

privado.

Cuadro 3.2Evolución del crédito de bancos y financieras a las empresas privadas

(Porcentaje)

1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

Tasa decrecimiento 37.0 20.7 28.2 32.2 14.4 19.2 11.7

Fuente: Calculado con base a datos de la Revista del Banco Central de Reserva,varios años.

Hasta 1995 el crédito de los bancos y las financieras a las empresas se mantuvo

creciendo a tasas muy superiores a las que se muestran después de ese año.

150

Obsérvese, por ejemplo, que en 1995 el crédito aumentó en 32%, mientras que el

dinero, M", sólo créció 13% (ver Gráfico 3.4). Como bien señala la teoría

monetaria, en un régimen de tipo de cambio fijo, cuando el crédito crece por

encima de la demanda de dinero, las reservas internacionales netas se reducen

(ver Recuadro 3.3); esto es lo que se observó a finales del primer quinquenio

−entre 1991 y 1995 las reservas internacionales netas de los bancos y financieras

pasó de un saldo positivo de $48 millones a un saldo negativo de $263 millones−.

Este saldo negativo se mantuvo con ligeras variaciones alrededor de −$200

millones durante el segundo quinquenio. Lo que es importante señalar es que la

expansión del crédito constituyó, en gran parte, el combustible que hizo viable el

auge del consumo que se experimentó en esos años. La expansión del crédito

tomó fuerza en esos años, tanto por la política crediticia del Banco Central como

por el dinamismo que experimentó el sistema financiero después de la

privatización. Como veremos más adelante, este episodio que menguó a partir de

mediados de 1995, tuvo implicaciones para el resto de la década en la medida en

que el crecimiento desmedido del crédito dejó al sector privado altamente

endeudado con poca capacidad de demanda y a la banca nacional con una

cartera con alto potencial de volverse irrecuperable. Lo primero se tradujo en un

traslado de activos extraordinarios hacia los bancos, provenientes de las

empresas y de los individuos endeudados con la banca sin capacidad de pagar, y,

lo segundo, en una cartera en deterioro progresivo que incrementó la mora

bancaria un poco arriba de 7% a finales de 1999.

RECUADRO 3.3

Crédito y reservas internacionales en una economía con régimen de tipo de

cambio fijo.

El tipo de cambio fijo establece los límites de lo que la política monetaria puede y

no puede hacer. En un régimen de tipo de cambio fijo la autoridad monetaria

151

(BCR) tiene que garantizar el cambio de la moneda al valor establecido con

anterioridad; en el caso de El Salvador, este cambio se ha establecido en ¢8.72

por US$ a la compra y ¢8.79 por US$ a la venta. Para poder garantizar este nivel

de cambio, la autoridad monetaria debe estar lista a vender o comprar dólares

cada vez que haya un exceso de demanda u oferta de dólares en el mercado. Lo

anterior significa que la autoridad monetaria estará inyectando o extrayendo

colones a la economía para poder mantener el tipo de cambio fijo. La oferta de

dinero, es decir, la liquidez en el mercado, entonces, varía según haya exceso de

demanda o de oferta de dólares por parte de los agentes económicos

(consumidores y productores) y estos excesos no dependen de la voluntad de la

autoridad monetaria, sino de como se está comportando la actividad económica.

En otras palabras, la autoridad monetaria no puede controlar la oferta de dinero

de la economía.

Esto quiere decir que el BCR en concreto no puede decidir por sí solo cuanta

oferta de colones habrá en la economía. La conclusión anterior es importante

mantenerla presente, pues indica que en aras de mantener el tipo de cambio fijo,

la política monetaria tiene que sacrificar el control del dinero. Lo contrario ocurre

en un régimen de tipo de cambio flotante. Veamos cuáles son las implicaciones

de esta situación de tipo de cambio fijo.

Supongamos que de acuerdo a como está la actividad económica los agentes

económicos han decidido mantener una cierta cantidad de activos monetarios

(colones) y que la autoridad monetaria decide ampliar la liquidez de la economía.

En primer lugar, la expansión de la liquidez se puede intentar por medio de la

expansión del crédito, ya sea al sector privado o al sector público, por ejemplo,

reduciendo el encaje legal, o bien redimiendo bonos del BCR previamente

vendidos a los bancos o directamente a los agentes económicos. Si éste es el

caso, los agentes económicos se encontrarán con exceso de activos monetarios

y procederán a demandar dólares ya sea para colocarlos en el exterior o para

realizar importaciones. El exceso de demanda de dólares lo satisfará el BCR

152

vendiendo dólares a cambio de colones, con lo cual la expansión inicial en

colones que había iniciado el BCR queda eliminada gradualmente. El resultado

final, entonces, es que aunque el BCR intentó ampliar la liquidez de la economía,

el esfuerzo se frustró, pues gradualmente la liquidez volvió al nivel deseado por

los agentes económicos. Sin embargo, aunque la liquidez volvió a su nivel inicial,

durante el proceso descrito una cantidad en dólares equivalentes a la expansión

en colones se fue del país.

En un régimen de tipo de cambio fijo, pues, la liquidez de la economía la

establecen los agentes económicos de acuerdo con sus deseos y cualquier

intento del BCR de variarla sólo se convierte, después de algún tiempo, en

variación de reservas internacionales. Una expansión del crédito, por ejemplo, no

alterará finalmente la liquidez de la economía, pero hará que la economía pierda

reservas internacionales. Una reducción del crédito, por el contrario, no reducirá

la liquidez de la economía, pero hará ganar reservas internacionales.

La conclusión anterior tiene dos implicaciones importantes. La primera, que la

política monetaria es incapaz de alterar permanentemente la liquidez de la

economía y, en consecuencia, de influir sobre la demanda de bienes y servicios.

Por ejemplo, un choque externo temporal de reducción de exportaciones no

puede contrarrestarse con una política de expansión de la demanda interna

mediante la política monetaria para evitar el desempleo temporal.

La segunda, que el BCR debe mantener un crecimiento del crédito en armonía

con el crecimiento de la liquidez de la economía, el cual a su vez depende del

crecimiento real de la economía y del crecimiento de los precios. Un tipo de

cambio fijo vuelve imposible mantener una política de excesiva expansión

crediticia, pues la pérdida de reservas internacionales pondrá en riesgo la

sostenibilidad del régimen de tipo de cambio fijo.

153

Las ideas anteriores se pueden resumir identificando tres períodos en la

evolución monetaria de los últimos tres años. En 1993 el crédito se expandió en

correspondencia con la expansión de la demanda de dinero, con lo cual las

reservas internacionales mantuvieron un comportamiento estable y acorde con

las necesidades de sostenibilidad de un régimen de tipo de cambio fijo. Durante

la mayor parte de 1994, esta correspondencia se rompió por la expansión

excesiva del crédito, impactando negativamente en el crecimiento de las reservas

internacionales. Aquí se marcó un comportamiento no acorde con las

necesidades de un régimen de tipo de cambio fijo. Sin embargo, la variable que

requería ajuste era una variable sobre la cual las autoridades monetarias pueden

ejercer considerable control, el crédito. Durante 1995, la no correspondencia en

cuestión se agravó por la disminución acelerada de la tasa de crecimiento de la

demanda de dinero, con lo cual las reservas internacionales llegaron incluso a

decrecer. La demanda de dinero, sin embargo, no es controlable por la política

monetaria, lo cual exige un freno más drástico a la expansión del crédito.

Tomado de Rivera Campos, Roberto: Mal holandés y políticas económicas,

Boletín de Estudios Económicos y Sociales, FUSADES, marzo de 1996.

154

Gráfico del Recuadro 3.3Sistema Bancario(Variación anual)

−10

0

10

20

30

40

50

60

I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV

Porcentajes

1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

Fuente: Elaborado por FUSADES con base en información semanal sobre la liquidezde la economía; varios números, BCR.

Crédito Crédito a a EmpresasEmpresasy y ParticularesParticulares

M2M2RINRIN

A mediados de 1995 fue necesario, por sanidad monetaria de cara a la pérdida de

reservas internacionales que se estaba experimentando en el sector privado,

frenar el excesivo crecimiento del crédito observado entre 1992 y 1994. Aún

durante el primer semestre de 1995 el crédito estuvo creciendo a tasas superiores

al 40%. Las medidas adoptadas al respecto por el Banco Central a partir de

agosto de 1995 fueron las siguientes: se elevó el encaje legal de los depósitos del

sector público hasta 35%, para lo cual el encaje legal de los depósitos en cuentas

de ahorro se elevó un punto porcentual semanal desde 20% hasta alcanzar el

35% después de 15 semanas, y el encaje legal de los depósitos en cuenta

corriente se llevó con igual procedimiento, desde 30% hasta 35%. Al mismo

tiempo se limitaron los montos que cada institución pública podría tener en un

banco y el monto que cada banco podría tener de los depósitos totales del sector

155

público. Se argumentó que esta última medida evitaría la presión hacia arriba en

la tasa de interés, que provocaba la capacidad de negociación por mayores tasas

de interés de las instituciones públicas por los elevados montos de sus depósitos

en los bancos y financieras.

La siguiente gráfica muestra la intervención que tuvo que mantener el Banco

Central colocando certificados para regular la expansión del dinero después de

mediados de 1995.

Gráfico 3.6Colocación de titulos para regulación monetaria

Fuente: Banco Central de Reserva

0

500

1,000

1,500

2,000

2,500

3,000

3,500

4,000

4,500

5,000

5,500

6,000

6,500

E M M J S N E M M J S N E M M J S N E M M J S N E M M J S0

2

4

6

8

10

12

14

16

18

Tasas de interés pasiva 180 días Titulos

1995 1996

Millones de colones

1997 1998 1999

Porcentaje

La esterilización monetaria se hizo más intensa a partir de enero de 1996,

alcanzando el punto más alto en el segundo semestre de 1996. Este proceso, de

aumentos de encaje legal y de mayor colocación de títulos del Banco Central, que

ayudo a contener la expansión del crédito y el auge del consumo, contribuyó

también a elevar la tasa de interés desde mediados de 1995.

156

Una característica destacable de la expansión crediticia en el primer quinquenio

fue su orientación predominante hacia los sectores que producen bienes no

exportables, es decir, hacia los servicios, la construcción, el transporte y el

comercio interno y de importación. Esta evolución del crédito al sector privado es

compatible con los resultados mostrados en Rivera Campos (1996), en donde se

desarrolla un modelo que explica que en una economía con flujos importantes de

remesas familiares, los precios relativos se mueven en favor de los sectores que

producen bienes no exportables y en detrimento de los exportables. Sin duda, en

una economía de mercado de asignación privada del crédito, éste se orientará

mayormente hacia los sectores que más lo demanden y, en las circunstancias

particulares de El Salvador, debido a los flujos de remesas familiares, éstos fueron

los sectores productores de bienes no exportables, pues ellos fueron los más

rentables. La asignación sectorial del crédito se aprecia en el siguiente cuadro.

Gráfico 3.7Estructura del destino del crédito

(Porcentaje)

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

100%

1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

Préstamos personales

Servic ios

Comercio

Comercio de exp.

Construcción

Industria

Agropecuario

Otros

Fuente: Revista trimestral, Banco Central de Reserva, varios años.

157

El gráfico anterior es ilustrativo de la dinámica de la asignación del crédito. A partir

de 1992 el crédito bancario se orientó en mayor medida a aquellos sectores que

más representan la producción de productos no exportables. Los sectores

agropecuario, industria manufacturera y comercio de exportación que están más

vinculados a las exportaciones redujeron su participación en la asignación del

crédito; mientras que aquellos que representan actividades no exportables, como

el crédito personal, los servicios, el comercio no de exportación y la construcción,

aumentan su participación notablemente desde un poco más de 40% hasta un

poco más de 50%. El crédito a la industria y a la agricultura se reduce de 50% en

1992 a cerca de 35% en 1995 y a menos de 30% tres años más tarde.

En el sector financiero, pues, ocurrieron dos movimientos importantes en los

noventa. El primero fue la expansión que el sector experimentó en esos años,

impulsado por la privatización bancaria y por el dinamismo del crecimiento de la

economía, que resultó tanto de las reformas económicas y del ambiente de paz,

como de la entrada de remesas familiares. Esto se expresó en el crecimiento del

tamaño de los bancos, en el crecimiento de los agregados monetarios y en el del

ahorro financiero del período. El segundo movimiento fue una importante

reorientación de la asignación del crédito, dándole mayor participación a los

sectores que producen bienes y servicios no exportables, como la construcción,

los servicios y el comercio de bienes no exportables. Este movimiento fue el

resultado de que el modelo económico (Rivera Campos, 1996) ha orientado los

incentivos en favor de estos sectores, elevando sus precios relativos, su

rentabilidad y, por tanto, la demanda de créditos desde estos sectores, a la cual

los bancos, buscando mayor rentabilidad y menos riesgo, se acomodaron por el

lado de la oferta del crédito. El resultado fue una intermediación de los recursos

que financió el auge de la demanda de bienes de consumo que se desarrolló

entre 1992 y 1995.

3.3 Una interpretación del auge del consumo

158

Durante el primer quinquenio de los noventa, El Salvador experimentó un fuerte

impulso de crecimiento con tasas superiores en algunos años al 7%.

Posteriormente, entrando a la segunda mitad de la década el impulso mencionado

perdió energía y el crecimiento en 1996 bajó a 1.8%, lo cual muestra, en el

contexto de toda la década, los efectos de una rápida desaceleración del

dinamismo económico. Una característica notable del comportamiento cíclico del

desenvolvimiento económico de estos años fue el auge y la posterior

desaceleración del consumo privado. Ciertamente, el auge del consumo fue uno

de los factores que estuvieron en la base del rápido crecimiento de inicios de la

década. ¿Cómo se explica el auge del consumo que se experimentó en esos

años? La siguiente es una interpretación de conjunto que resulta de la articulación

de los factores que individualmente se sugirieron anteriormente y que impactaron

de distintas maneras sobre el consumo.

Indudablemente, la incertidumbre de los años ochenta, provocada por las

condiciones políticas del conflicto, asi como la precariedad de la situación

económica de esos años − primeramente una fuerte contracción económica y

después un notorio estancamiento de la actividad productiva, así como la

inestabilidad macroeconómica−, junto con una débil capacidad de importar,

actuaron para poner límites, tanto por el lado de la demanda como por el lado de

la oferta, para el consumo de la sociedad. Las condiciones políticas y económicas

se conjuntaron para producir una especie de "represión del consumo" en los

ochenta. El fin del conflicto y la firma de los Acuerdos de Paz de 1992,

complementado con las reformas económicas de inicios de la década, además de

crear expectativas de mayor estabilidad política y económica, finalizaron también

con la "represión del consumo" de la década anterior e impulsaron una especie de

"euforia del consumo" a inicios de los noventa.

Como ya se sugirió antes, las expectativas optimistas sobre el futuro, así como la

ampliación del menú de opciones de consumo importado, creada como resultado

159

de la rápida apertura de la economía a la competencia internacional, incentivaron

el consumo presente en contra del ahorro y del consumo futuro de los individuos,

es decir, aumentaron la tasa de preferencia intertemporal del consumo. Asimismo,

se ha argumentado en párrafos anteriores que la apertura comercial, en la medida

que pudo ser percibida con insuficiente credibilidad, pudo abaratar los productos

importados en relación con el precio esperado por los consumidores en el futuro,

y, en ese sentido, pudo impulsar el deseo de elevar el consumo de ese momento

a costa del ahorro y del consumo futuro.

Todos estos factores sólo explican el impulso que pudo haber cobrado el deseo

de consumir más, pero hubo otro conjunto de factores que facilitaron

financieramente la realización del auge del consumo. Estos factores son las

remesas familiares y la liberalización del sistema financiero.

A la par que las remesas elevaron el consumo de las familias receptoras, también

constituyeron un flujo de recursos que posibilitaron financiar el exceso de

consumo que los individuos deseaban realizar. Las remesas constituyeron, de

esta manera, la contrapartida financiera necesaria del auge del deseo de

consumir, estimulado por los factores antes mencionados. Además de estimular el

consumo, tanto doméstico como importado, las remesas cerraron la brecha

deficitaria comercial provocada por el exceso de importaciones de los

salvadoreños en relación con las exportaciones. Las remesas familiares sirvieron

en este sentido para estimular y para financiar un exceso de importaciones

equivalentes a más de 10% del PIB en estos años.

De esta manera resultó el auge del consumo de la primera parte de la década. La

finalización del conflicto y la reforma económica crearon una especie de "euforia

de consumo", debido a las expectativas optimistas sobre el futuro que infundieron

en los consumidores. El flujo ampliado de remesas familiares, a la vez que fue

causa de impulso del consumo, proveyó la contrapartida financiera requerida para

ejecutar los planes de consumo deseados por los individuos. La liberalización del

160

sistema financiero, la competencia en el sector, que llevó a introducir nuevos

instrumentos para financiar el consumo, y a estrategias de crecimiento bancario

que tenían el consumo como uno de sus pilares, y la política monetaria de

expansión del crédito a las empresas y las familias hasta tasas anuales de más de

40% en algunos períodos, facilitaron la intermediación de los recursos financieros

necesarios para que el auge del consumo se desarrollara rápidamente. Por su

parte, la apertura de la economía puso a disposición de los consumidores un

amplio menú de opciones de consumo. El auge del consumo fue el resultado

natural de esta combinación de factores. El ahogo posterior del crecimiento de la

economía se alimentó con el rompimiento de la burbuja consumista a mediados

de 1995.

3.4 Estabilidad y crecimiento: persistencia de la desaceleración

El año 1995 fue un año excelente en lo que a estabilidad y crecimiento se refiere,

según las cifras de cierre de año: la economía creció 6.3%, el déficit fiscal

prácticamente finalizó en equilibrio (−0.1%), la inflación llegó a 11.4% y el sistema

financiero reportó importantes utilidades y baja mora en su cartera de préstamos.

Parecía ser, entonces, que lo que hacía falta era reducir la inflación a un dígito, lo

cual se consideraba inminente, y, efectivamente, fue lo que ocurrió ya en 1997,

cuando ésta cayó hasta 1.9%. No obstante, desde mediados de 1995 el

crecimiento ya había comenzado a mostrar pérdida de energía. En efecto, aunque

en términos anuales el crecimiento económico fue alto en ese año, durante el

segundo semestre ya se había desacelerado por las razones que se señalaron en

los capítulos anteriores, y fue el elevado crecimiento del primer semestre el que

mantuvo alto el crecimiento anual. Desde entonces se ha observado progreso en

la inflación, aumento del déficit fiscal, caída de la rentabilidad de los bancos,

deterioro de su cartera y persistencia del lento crecimiento de la producción.

Después de 4 años de este comportamiento dual de éxito en la inflación y falla en

el crecimiento de la producción, la discusión ha comenzado a presentarse en

161

términos de estabilidad contra crecimiento. Varios son los temas que se han

discutido sobre esta dualidad.

El exceso de política antiinflacionaria frena el crecimiento. Se ha argumentado

que el exceso de política antiinflacionaria es una de las causas de la

desaceleración de la economía. Se ha señalado que los costos de la desinflación

no son los mismos, si se parte de un nivel alto que si se parte de un dígito. En el

último caso, el esfuerzo antiinflacionario de la política monetaria tiene un

significativo costo en términos de menor crecimiento. Ciertamente, desde 1995 la

inflación se ha traído desde 11.4% hasta 1.9% en 1997 y a cerca de 0% en 1999,

mientras, por el otro lado, el crecimiento de la economía ha estado disminuyendo

significativamente desde entonces: se espera que en 1999 la tasa de crecimiento

se encuentre abajo de 2.5%.

A propósito del efecto negativo sobre la producción y el empleo de un esfuerzo

antiinflacionario, cuando la inflación ya se encuentra en un dígito, el mecanismo

de transmisión puede ser la tasa de interés real, lo cual eleva el costo real de los

recursos financieros destinados a la inversión, frenando el crecimiento. En el

capítulo 2 se presentó un análisis de la forma en que el esfuerzo antiinflacionario

ha elevado desde 1997 la tasa de interés real. Allí se argumentó que en la medida

que el Banco Central mantiene la política de baja inflación se ve obligado a

aumentar el nivel de esterilización monetaria, debido al fuerte flujo de remesas

familiares en un marco de tipo de cambio fijo. Para poder realizar la esterilización

de la liquidez de la economía, la tasa de interés que ofrecen los Certificados de

Administración Monetaria del Banco Central tiene que ser suficientemente

atractiva para que los poseedores de liquidez estén dispuestos a desprenderse de

ella. De esta manera, el Banco Central presiona la tasa de interés nominal hacia

arriba, o, al menos, no deja que baje, y dada la disminución inflacionaria, la tasa

real de interés: la tasa nominal menos la inflación, se eleva, encareciendo el costo

real de los recursos financieros para los inversionistas. Así, pues, a través de su

incidencia en la tasa de interés, la política monetaria influye sobre la pérdida de

162

energía del proceso inversionista, y, con ello, sobre la persistencia del lento

crecimiento y del bajo empleo. Mantener tan baja la inflación, en consecuencia,

puede ser una de las causas que mantienen ahogado el proceso de crecimiento

económico: la estabilidad puede tener efectos negativos sobre el crecimiento.

El ahogamiento anterior no debería ocurrir, si la política económica fuera

consistente con el régimen adoptado de tipo de cambio fijo. La consistencia exige

que las finanzas públicas se encuentren en equilibrio, para generar suficiente

ahorro que financie la inversión pública. Si esto no ocurre, el exceso de demanda

de recursos por parte del gobierno termina presionando adicionalmente la tasa de

interés, con lo cual contribuye al ahogamiento de la actividad productiva. Pero

desde 1995 las finanzas públicas en vez de mantenerse en equilibrio han

continuado deteriorándose gradualmente −en 1999 se espera que el déficit fiscal

termine alrededor de 3%−, recurriendo cada vez más al financiamiento privado de

sus gastos. El panorama en esta dirección no es alentador, porque en el horizonte

de los próximos años el Gobierno tendrá que enfrentar el problema de

transferencias de recursos del sistema de pensiones a las Administradoras de

Fondos Pensiones, lo cual asciende en total a cerca del 8.5% del PIB de un año y

representará una sustancial presión fiscal. Los planes del Ministerio de Hacienda

son que para hacer frente a esta erogación elevará la carga tributaria a 13%. Un

cálculo simple de los próximos años muestra que con la erogación de las

pensiones, existen dos escenarios de referencia: uno en el que la carga tributaria

se eleva conforme a los planes del gobierno, en cuyo caso el déficit fiscal termina

en el 2004 en 1.5%; otro en el que la carga tributaria se mantiene al nivel actual

de 11% y el déficit fiscal se eleva hasta cerca de 5% al final del período de la

presente administración. En este último caso, la estabilidad macroeconómica se

habría perdido. En cualquier caso, sin embargo, el panorama de los próximos

años es uno de dificultades fiscales.

De tal manera, pues, que de no generar ahorros públicos por la vía de reducir los

gastos públicos, las cuentas fiscales continuarán siendo incompatibles con la

163

mantención de un régimen de tipo de cambio fijo, incompatibilidad que se

expresará en un ahogamiento de la actividad productiva y del empleo. La reforma

del sector público es fundamental para liberar la presión fiscal sobre el

crecimiento.

La persistencia del lento crecimiento es una amenaza para la estabilidad. Existe

una tendencia a pensar que la estabilidad macroeconómica puede estar bien,

mientras el crecimiento económico puede persistentemente estar mal. Esta

independencia entre el crecimiento económico y la estabilidad macroeconómica

no existe, pues entre ambos componentes se dan retroalimentaciones que las

vuelve dependientes. Una de esas retroalimentaciones es la que se da a través

de las finanzas públicas, como indicamos en los párrafos anteriores. En la medida

que el esfuerzo antiinflacionario es excesivo, el crecimiento tiende a frenarse, con

lo cual los ingresos tributarios caen y, dado el gasto público, el déficit fiscal tiende

a ampliarse. Esto es lo que explica en buena parte la ampliación que el déficit

fiscal ha experimentado después de 1995 cuando la economía se desaceleró.

Otro canal de retroalimentación es el que resulta a través del sistema financiero.

La persistencia del lento crecimiento pone en dificultades a muchas empresas,

cuya demanda se debilita, y a ciudadanos, que pierden el empleo. La capacidad

de recuperación de préstamos por parte de los bancos se reduce debido a la

insolvencia de las empresas y de los ciudadanos, y, como resultado, la cartera de

los bancos se deteriora, dando paso a riesgos para la estabilidad

macroeconómica. Esto es lo que ha ocurrido desde 1995. Desde que la economía

perdió energía muchas empresas han cerrado −los ejemplos de las distribuidoras

de vehículos, las constructoras y otras empresas comerciales e industriales

ilustran este problema−, el desempleo se ha ampliado y la mora de los bancos se

ha ido extendiendo rápidamente en los últimos años: desde el primer trimestre de

1995 la morosidad promedio de los bancos, medido como préstamos vencidos

entre préstamos brutos aumentó de 3% hasta 7.5% a finales de 1999. Por

supuesto, algunos bancos se encuentran con mayor morosidad y otros con

164

menos. Como consecuencia, la rentabilidad de los bancos disminuyó

significativamente en ese período, obligando, tanto la morosidad como la

reducción de la rentabilidad, a que un banco quebrara a finales de 1998, y a que

otros se vendieran o fusionaran con bancos más grandes, en un proceso de

fusiones que ha cobrado fuerza durante los últimos dos años.

¿Es la persistencia del lento crecimiento un problema coyuntural o tendencial?

Una consideración importante que hay que hacer es la que se ha planteado en la

pregunta que encabeza este párrafo. Indiscutiblemente el segundo quinquenio de

los noventa ha experimentado a nivel mundial una serie de perturbaciones

provenientes de varias crisis financieras internacionales que pueden explicar en

alguna medida la desaceleración de la economía salvadoreña: la crisis de México

a finales de 1994, que se difundió hacia el sur durante el siguiente año; la crisis

asiática de mediados de 1997, que contribuyó a frenar el ritmo de crecimiento de

la economía mundial; y la crisis de Rusia de mediados de 1998, que se contagió

hacia Brasil. Si la naturaleza de la desaleración económica es puramente el efecto

de estos impactos, provenientes de un entorno internacional que entra en crisis,

entonces la naturaleza de la desaceleración sería coyuntural y se esperaría que

una vez que el entorno internacional se recuperara, que la economía volviera al

ritmo de crecimiento que experimentó en el primer quinquenio. En este caso

solamente habría que esperar.

Pero podría ser que la economía salvadoreña se esté ajustando a un ritmo normal

de crecimiento menor que el experimentado en el primer quinquenio, digamos que

se esté ajustando a una tasa normal entre 3% y 4%, lo cual podría ser el resultado

de un enfriamiento de los motores del crecimiento. Este podría ser el caso de una

pérdida del ritmo de ganancias de productividad de la economía salvadoreña,

provocada por la prolongación de la crisis del sector agrícola, el bajo nivel

persistente de inversión y la baja capacidad de exportar. El enfriamiento de los

motores de crecimiento se habría puesto de manifiesto una vez que la burbuja de

consumo se reventó en 1995.

165

Conclusiones

La economía salvadoreña experimentó dos momentos en la década de los

noventa. Un primer momento corresponde al primer quinquenio, en el que la

economía creció a una tasa promedio superior a 6%, y un segundo momento se

inició a mediados de 1995 y se extiende hasta finales de la década, en el que la

economía ha crecido muy lentamente a tasas no mayores de 3% en promedio. En

este capítulo se ha argumentado que el dinamismo de la primera parte de la

década se alimentó del auge del consumo que tuvo lugar en esos años, después

de la firma de los Acuerdos de Paz. Se identifican cuatro factores que explicarían

las fuentes de energía del auge señalado: la euforia del consumo que apareció

luego de terminado el conflicto armado, la ampliación del menú de opciones de

los consumidores con la apertura de la economía, el aumento del ingreso

permanente de los receptores de remesas familiares, y la mayor intermediación

de recursos que ocurrió con la modernización del sistema financiero. El capítulo

concluye que parte del combustible lo encontró el auge de consumo en una

política monetaria de expansión crediticia durante esos años, en algunos de los

cuales el crédito llegó a crecer hasta tasas anuales de 42%, luego de lo cual fue

necesario, debido a la pérdida de reservas internacionales, ajustar rápidamente

hacia abajo la política monetaria para permitir un crecimiento más adecuado al

ritmo de expansión de la demanda de dinero por parte de los agentes

económicos. Esta política ocurrió precisamente en el momento de inflexión de la

dinámica económica que pasaba de rápido a lento crecimiento a mediados de

1995. En otras palabras, el lento crecimiento actual, con las consecuencias sobre

el desempleo, el cierre de empresas y de deterioro de la cartera de los bancos, es

todavía parte del ajuste que ha debido enfrentar la sociedad por el excesivo

desbordamiento del crecimiento de los primeros años.

166

Tres consideraciones pueden hacerse sobre la relación entre estabilidad y

crecimiento. La primera, que el exceso de política antiinflacionaria en un marco de

tipo de cambio fijo en el cual la situación fiscal es deficitaria, podría estar

contribuyendo a ahogar el crecimiento económico, a través de encarecer los

recursos financieros para la inversión, provocado por las mayores tasas reales de

interés. La segunda, que la persistencia del lento crecimiento se ha convertido en

una amenaza contra la estabilidad macroeconómica, tanto por el deterioro de las

finanzas públicas, debido a la disminución de la recaudación tributaria, como por

el deterioro de las carteras de los bancos, que ha resultado de la insolvencia de

algunas empresas por la caída de la demanda y de la ampliación del desempleo.

La tercera, que la disminución del ritmo de crecimiento, aunque si bien tiene

componentes coyunturales, como, por ejemplo, la serie de crisis financieras

internacionales, tiene características tendenciales que indicarían que la economía

se está ajustando a un menor ritmo normal de crecimiento, resultado de un bajo

crecimiento de la productividad, producto de años de deterioro de la agricultura y

de años de bajas tasas de inversión y de exportación.

167

APENDICE

MODELO DE REMESAS FAMILIARES Y AHORRO

1. El rol de las expectativas sobre la temporalidad o permanencia de la

recepción de remesas familiares.

Supongamos un individuo que vive dos períodos, que trabaja en el primer período

y recibe un ingreso por su trabajo (W1) y remesas familiares por una cantidad R1.

En el segundo período el individuo vive de su ahorro (S1) del primer período que

gana una tasa de interés (r). En el primer período el individuo se forma

expectativas de las remesas que recibirá en el segundo período de su vida

(E(R2)). El individuo trata de maximizar su utilidad obtenida de consumir C1 en el

primer período y C2 en el segundo. La función de utilidad es separable y la

utilidad del segundo periódo es descontada por medio de la tasa de preferencia

intertemporal k. El problema que resuelve el individuo es el siguiente:

Maximizar U(C1) + k−1 U(C2)Sujeto a: C1 + S1 = W1 + R1

C2 = (1 + r ) S1 + E(R2)

La solución de este modelo establece que la utilidad marginal del primer período

debe ser igual al valor presente de la utilidad marginal del segundo período:

U´ (C1) = k−1 ( 1 + r ) U´ (C2)

Si asumimos que la función de utilidad es de la forma U(C) = C α , donde 0 < α <

1, la ecuación anterior se convierte en:

C1 = { k−1 (1 + r )} 1/α−1 C2

Sustituyendo las restricciones del presupuesto en la ecuación anterior y

simplificando algebraicamente se obtienen las soluciones para el ahorro:

168

( )[ ] ( )( ) ( )[ ]

( )[ ] ( )( )2

111

111

111

11

1

11

1

11

1

11

RE

rrk

rkRW

rrk

S

+++

+−++++

=−−

−−

−− α

α

α

La solución muestra que el ahorro del individuo depende tanto del ingreso del

trabajo como de las remesas que recibe en el primer período y de las expectativas

que él se forma sobre las remesas que recibirá en el segundo período. Obsérvese

que las remesas recibidas en el primer período actúan sobre el ahorro de manera

positiva, pero que las expectativas futuras de remesas inciden en el ahorro de

manera negativa, es decir disminuyéndolo. Una simplificación de la expresión del

ahorro se logra suponiendo que la tasa intertemporal de preferencias es igual al

inverso de la tasa de interés: k = (1 + r)−1. En ese caso la ecuación se reduce a:

S1 = 12+r (W1+ R1) − 1

2+r E(R2)

En la última expresión se puede apreciar con más claridad que el ahorro depende

de si las expectativas del individuo sobre el flujo de remesas que recibe son de

naturaleza temporal o permanente. Si las expectativas son que las remesas serán

temporales, es decir, que las remesas sólo se recibirán en el primer período,

E(R2) = 0, el ahorro se expresa por la siguiente ecuación:

S1 = 12+r (W1 + R1)

Si por el contrario, las expectativas del individuo son que las remesas que recibe

son permanentes, es decir que continuará recibiéndolas en el segundo período,

supongamos, de igual magnitud que en el primer período: E(R2) = R1, el ahorro

viene dado por:

S1 = 12+r W1

Las implicaciones del modelo de las remesas sobre el ahorro son importantes.

Cuando los individuos que reciben las remesas familiares no tienen expectativas

de que continuarán en el futuro, parte de ellas se ahorran, y el ahorro total

aumenta. En este caso la propensión al ahorro de las remesas viene dado en el

169

caso simplificado por 1/(2+r). En el caso más general se observa que depende

tanto de la tasa intertemporal de preferencias como de la tasa de interés. Cuando

los individuos, por el contrario, esperan que continuarán recibiendo las remesas

familiares en el futuro, el ahorro decae. Si las expectativas son que las remesas

familiares en el futuro serán de igual magnitud que las del presente, todas ellas se

dedican al consumo, es decir, la propensión marginal al ahorro de las remesas

familiares es cero. Si las expectativas son que las remesas familiares crecerán en

el futuro, incluso no sólo no contribuyen al ahorro, sino que además inducen a

ahorrar menos del ingreso del trabajo.

Cuando las expectativas, pues, son, como pareciera ser en el caso de El

Salvador, que las remesas continuarán fluyendo e incluso creciendo, un auge de

consumo puede ser el resultado en la economía nacional. Esta es una hipótesis,

cuya evidencia empírica requiere de estudios microeconómicos que arrojen datos

sobre las expectativas de los receptores de remesas acerca de su futuro nivel de

ingreso.

2. Un modelo en que sólo una parte de la población recibe remesas

familiares

Supongamos una economía formada por dos individuos que viven dos períodos,

uno que recibe remesas en el primer período y tiene expectativas de recibirlas en

el segundo período, y otro que no recibe ni tiene expectativas de recibirlas.

Utilizando un asterísco para indicar las variables del individuo receptor de

remesas, el problema de consumo y ahorro de esta económía se puede

representar con el siguiente problema:

170

i) El problema del individuo que no recibe remesas:

Maximizar U(C1) + k−1 U(C2)

Sujeto a : C1 + S1 = W1

C2 = (1+r) S1

ii) El problema del individuo receptor de remesas:

Maximizar U(C*1) + k−1 U(C*2)

Sujeto a: C*1 + S*1 = W*1 + R1

C*2 = (1+r) S*1 + E(R2)

Aplicando la metodología de solución de este problema que se aplicó en el

modelo anterior a cada uno de los individuos se tienen las siguientes soluciones:

( )[ ] ( )W

rrk

S

111

11

1

11 +++

=−− α

( )[ ]( )[ ] ( )

Wr

rrk

rkC )1(

111

11

1

11

1

11

++++

+=−−

−−

α

α

( )[ ] ( )( ) ( )[ ]

( )[ ] ( )( )2

111

111*

111

11*

1

11

1

11

1

11

RE

rrk

rkRW

rrk

S

+++

+−++++

=−−

−−

−− α

α

α

( )[ ]( )[ ] ( )

( )( ) ( )[ ]211*1111

11*

1

11

1

11

RERWr

rrk

rkC +++

+++

+=−−

−−

α

α

Nótese que las soluciones de consumo de ambos individuos muestran que la

solución es consumir una fracción del valor futuro de los ingresos corrientes y

171

esperados. En el caso del individuo receptor de remesas, el valor futuro de sus

ingresos está conformado por sus ingresos en el primer período −los ingresos de

su trabajo y las remesas que recibe multiplicadas por la tasa de interés más el

ingreso esperado de remesas para el segundo período. En el caso del otro

individuo, el valor futuro está conformado únicamente por el ingreso de su trabajo

multiplicado por la tasa de interés.

El ahorro total y el consumo total de esta economía se forma por la suma de los

ahorros y consumos de ambos individuos respectivamente.

( )[ ] ( )( ) ( )[ ]

( )[ ] ( )( )2

111

111*1

111

1

1

11

1

11

1

11

RE

rrk

rkRWW

rrk

S

+++

+−+++++

=−−

−−

−− α

α

α

( )[ ]( )[ ] ( )

( )( ) ( )[ ]211*11111

1

1

11

1

11

RERWWr

rrk

rkC ++++

+++

+=−−

−−

α

α

Obsérvese que la suma de los ingresos del trabajo de ambos individuos

constituye el producto de esta economía, aunque su ingreso es mayor debido a la

entrada de remesas familiares. El ahorro y el consumo como porcentaje del

producto se obtiene dividiendo ambas ecuaciones por W1 + W*1, lo cual da como

resultado:

( )[ ] ( )( ) ( )[ ]

( )[ ] ( )( )2

111

111

111

1

1

11

1

11

1

11

tE

rrk

rkt

rrk

s

+++

+−++++

=−−

−−

−− α

α

α

( )[ ]( )[ ] ( )

( )( ) ( )[ ]2111111

1

1

11

1

11

tEtr

rrk

rkc +++

+++

+=−−

−−

α

α

donde s y c representan el ahorro y el consumo como porcentaje del producto −lo

que generalmente llamamos el ahorro como porcentaje del PIB− y t1 y E(t2) son

172

las remesas corrientes y las expectativas de remesas futuras como porcentajes

del producto . La última de las ecuaciones muestra por qué el consumo en

relación al producto aumenta a medida que aumentan las remesas familiares,

tanto si aumentan las remesas corrientes como si lo hacen las expectativas de las

remesas futuras. Nótese también que la propensión marginal a consumir de las

remesas depende inversamente del valor de k (la tasa de preferencia

intertemporal); es decir, entre más pequeña es esta tasa mayor será el consumo

nacional. Esto significa que cualquier fenómeno que disminuya la tasa de

preferencia intertemporal, es decir que valorice más el consumo presente

aumentará el consumo total. Como en todos los modelos intertemporales de

consumo cada individuo dedica al gasto en consumo una fracción del valor

presente del ingreso esperado a lo largo de su vida. Esa fracción está

determinada por los valores de su tasa de preferencia intertemporal, un parámetro

subjetivo, y por la tasa de interés de la economía, un parámetro objetivo.

Respecto al ahorro como porcentaje del producto, obsérvese que éste aumenta

con el aumento de las remesas corrientes, pero disminuye con las expectativas de

que se continuará recibiéndolas. También obsérvese que una disminución de la

tasa de preferencias intertemporales disminuye el ahorro como porcentaje del

producto, tanto a través de las remesas corrientes como a través de las

expectativas sobre las remesas futuras.

Una de los aspectos del ahorro que ha preocupado a los analistas en los noventa

es el hecho que lo que se ha llamado el ahorro interno, que resulta de restar las

remesas familiares al ahorro nacional, cayó rápidamente a principios de la década

y se ha mantenido a niveles alrededor del 2% del PIB− se ha expresado en

algunas ocasiones que el ahorro interno expresa el esfuerzo de ahorro a partir

solamente de la producción interna−. El modelo anterior nos muestra que éste es

un resultado normal de una economía receptora de remesas. Si a la ecuación de

ahorro como porcentaje del producto le restamos el coeficiente de las remesas

173

como porcentaje del producto, t, y simplificamos, obtenemos la siguiente

expresión para el ahorro interno, si:

( )[ ] ( )( )[ ]

( )[ ] ( )( ) ( )[ ]211

111

1

111

1

1

11

1

11

1

11

tEtr

rrk

rk

rrk

si +++++

+−+++

=−−

−−

−− α

α

α

La solución para el ahorro interno muestra que éste mantiene una relación inversa

tanto con las remesas familiares corrientes como con las expectativas de ellas en

el futuro. Esto indica que a medida que aumentan las remesas familiares el ahorro

interno tiene que caer. Esta caída es más intensa cuando la tasa de preferencia

intertemporal es más pequeña, es decir, cuando el consumo presente tiende a

valorarse más que el consumo futuro. Nótese que el ahorro interno está

conformado por dos partes: la primera, el ahorro nacional como porcentaje del

producto si no hubiera ingreso por remesas; la segunda, el consumo que se

realiza como una fracción del ingreso por remesas corriente y esperado, el cual se

deduce del primer coeficiente. A medida que ese ingreso aumenta la deducción

aumenta y el ahorro interno se reduce.

174

CAPITULO 4

CRECIMIENTO Y POBREZA EN EL SALVADOR: LOS DOS

GRANDES DESAFÍOS

¿Cuál es el panorama de la economía salvadoreña en el largo plazo? En este

capítulo se hace una evaluación de los dos grandes temas de la economía

salvadoreña: el crecimiento y la pobreza. Para ello, con el objeto de no quedar

atrapado en la perspectiva coyuntural de lo que ocurrió en los años noventa, se

toma distancia y se presenta un análisis de lo que ha ocurrido con el crecimiento

económico en las últimas 4 décadas. En términos generales la economía

salvadoreña creció significativamente en los sesenta, mantuvo un crecimiento

moderado en los setenta, enfrentó la crisis política de los ochenta y comenzó a

recuperarse en los noventa. En ese horizonte de largo plazo, ¿qué tanto avanzó

la producción, y qué tanto se fortaleció el proceso de ahorro e inversión que lo

sostuvieron?, ¿de qué manera ha evolucionado la productividad de los procesos

económicos?, ¿cuáles son las tendencias de las relaciones entre capital y trabajo,

ligados a la tendencia de la productividad? Estas son algunas de las preguntas

que se intenta responder en la primera parte del capítulo. En la segunda parte se

elabora un diagnóstico del estado de la pobreza, la distribución del ingreso y el

PIB percápita y sus relaciones con los indicadores de desarrollo humano y de

pobreza humana. Un Apéndice sobre la situación de la infraestructura se presenta

al final.

4.1 Un crecimiento económico muy volátil

En las últimas cuatro décadas El Salvador ha pasado del ejercicio de un modelo

de industrialización por sustitución de importaciones con un rol bastante

importante del Estado en la orientación del desarrollo económico, hacia uno de

crecimiento orientado principalmente por el mercado. En estos cuarenta años, al

crecimiento económico le ha faltado continuidad, observándose grandes

fluctuaciones dominadas no por los naturales ciclos económicos, sino más bien

176

por crisis políticas −el conflicto con Honduras y el debilitamiento del Mercado

Común Centroamericano a finales de los sesenta, y el conflicto armado interno de

los años ochenta− y por cambios estructurales −el cambio del modelo de

sustitución de importaciones por el de mercado en los noventa.

Las fluctuaciones de largo plazo se observan en el Cuadro 4.1. La primera

característica que destaca es la falta de uniformidad del crecimiento. Ciertamente,

se observa que después de un fuerte crecimiento en los sesenta, el dinamismo

comienza a decaer progresivamente hasta contraerse en los ochenta y recuperar

parte de la energía en la última década. Aunque la década de los setenta como un

todo muestra una tasa de crecimiento promedio anual de 4.0%, el verdadero

dinamismo de la década fue mayor que lo que esa cifra indica, pues 1979 ya fue

un año que experimentó los efectos de la incertidumbre del conflicto armado que

ya estaba en ciernes. Al eliminar 1979 del computo, el crecimiento de esa década

asciende a 5.0%. Aun así, es obvio que el proceso de crecimiento perdió energía

al pasar de los sesenta a los setenta, producto del debilitamiento del MCCA y de

la pérdida de capacidad de continuar impulsando la sustitución de importaciones.

Nótese el decaimiento de la producción industrial, aun excluyendo 1979, la

manufactura se redujo casi a la mitad en los setenta en relación con los sesenta.

El modelo estaba experimentando agotamiento.

Cuadro 4.1Crecimiento económico por décadas

(Porcentaje)

177

Sesenta Setenta 3 Ochenta Noventa

PIB 1 5.9 4 (5.0) −0.9 5.2

Agric ultura 2 3.6 3.3 (3.6) −2.3 1.5

Industria manufac turera 2 8.6 2.9 (4.5) −1.5 4.9

1: El c rec imiento en los noventa comprende de 1990 a 1997

2: El c rec imiento en los noventa comprende de 1990 a 1996

3: Entre pa réntesis se muestra la tasa de c rec imiento exc luyendo 1979 por ser año a fec tado por e l conflic to soc ia l

Fuente: Comisión Ec onómic a para Americ a La tina , Istmo Centroameric ano: Series Históricas Mac roeconómicas, 1996; y Banc o Centra l de Reserva.

La otra característica que destaca es que la recuperación en los años noventa no

logró alcanzar el dinamismo del modelo de sustitución de importaciones en su

auge, pues en esta década de reformas para impulsar el modelo de libre mercado

el crecimiento promedio (5.2%) ha sido inferior al que se experimentó en la mejor

época de la sustitución de importaciones (5.9%). No obstante, aunque el

crecimiento de los noventa no ha superado al de los sesenta, hoy la economía

tiene más estructura de mercado que entonces: es más abierta, los precios

obedecen más a las fuerzas del mercado, parte de la infraestructura ha pasado a

manos privadas: telecomunicaciones y distribución de energía eléctrica, y eso

hace esperar que en la modificada estructura de funcionamiento de la economía

se encuentre encerrada más potencia de crecimiento para el futuro de la que

existía en la vieja estructura de funcionamiento; sin embargo, al final de cuentas el

modelo de mercado todavía debe mostrar su superioridad en los resultados de

crecimiento y en su capacidad de enfrentar más efectivamente el problema de la

pobreza.

En los 37 años que transcurrieron entre 1960 y 1997 la economía salvadoreña

creció a una tasa promedio anual de 3.0% −escasamente superior al crecimiento

poblacional−, una tasa a todas luces insuficiente para enfrentar los grandes

178

problemas de este país. El gráfico siguiente ilustra la evolución del crecimiento

anual en esos años y muestra cuáles han sido los momentos más dinámicos.

179

Gráfico 4.1Crecimiento económico en el largo plazo

(Porcentaje)

−15

−12

−9

−6

−3

0

3

6

9

12

15

1960 1963 1966 1969 1972 1975 1978 1981 1984 1987 1990 1993 1996 1999

Fuente: CEPAL, Op. Cit y BCR.

Visto en el largo plazo el crecimiento de los noventa no resulta tan extraordinario,

pues resulta moderado respecto al dinamismo que experimentó la economía en

los años sesenta, particularmente en el primer quinquenio. Sobrepuestos sobre

los grandes quiebres estructurales o sociales que se mencionaron antes, la

economía ha mostrado ciclos de negocios bien marcados que son recurrentes: un

primer auge se extiende de 1962 hasta 1966, y es seguido por un valle que cubre

de 1967 hasta 1971; luego es seguido por dos picos que corresponden al primero

y segundo quinquenio de los setenta, interrumpidos por un freno en 1975. Este

mismo comportamiento es el que predomina en los noventa. El auge de

crecimiento se extiende 4 años, entre 1992 y 1995 y es seguido por una

declinación del crecimiento que se desarrolla desde 1996 hasta la fecha. Esta

observación podría inducir a afirmar que en condiciones normales de

funcionamiento la evolución de la economía salvadoreña ha estado dominada por

ciclos que tienden a durar una década: El ciclo que se extiende de 1963 hasta

1971; el ciclo de 1972 hasta 1978; y el ciclo de 1992 que se extiende hasta la

180

fecha y que ya se encuentra en su parte baja. De mantenerse esa tendencia se

podría extrapolar que este ciclo podría extenderse hasta principios de la próxima

década.

El crecimiento sectorial de largo plazo se muestra en el mismo Cuadro 4.1. Es

notable que el deterioro de la agricultura respecto a los otros sectores ha sido un

fenómeno de largo plazo. Ya en los años sesenta y setenta el sector crecía a

tasas inferiores al promedio de toda la economía. En los años ochenta la

agricultura fue la más afectada por el conflicto y la que menos se ha recuperado

en los noventa. Este comportamiento histórico ha implicado que el sector haya

perdido importancia en la estructura de la producción nacional. En los sesenta y

setenta hubo un sesgo antiagrícola debido a la política de industrialización del

país; en los ochenta, el conflicto se concentró en las áreas rurales; y en los

noventa ha predominado la apreciación real de la moneda que ha sido negativa

para el sector, y la incertidumbre, remanente de los acontecimientos de los

ochenta, todavía es un fuerte freno para la inversión en el sector.

La industria, por su parte, fue el sector más dinámico en la década del sesenta,

pero ya en los setenta había perdido gran parte de la energía de crecimiento. En

los años ochenta el sector fue uno de los más afectados por el conflicto, aunque

menos que la agricultura, y en los noventa, aunque ha recuperado parte de su

fuerza de crecimiento, ésta es aún inferior al crecimiento de la economía como un

todo. El Mercado Común Centroamericano ha jugado un rol importante en los

resultados indicados. En los sesenta el MCCA fue el impulsor de la rápida

expansión industrial, no sólo en El Salvador sino en Centro América; su

decaimiento a finales de los sesenta explica de manera importante la

desaceleración industrial en los setenta; y la reanimación de su funcionamiento en

los noventa, después de la finalización del conflicto social que caracterizó a los

años ochenta, ha estado impulsando el crecimiento exportador de la industria

nacional.

181

Tanto la industria como la agricultura, pues, han estado perdiendo importancia en

la estructura de la producción nacional; la industria entró en esta tendencia a

partir de los años setenta, mientras la declinación de la agricultura se extiende

más allá de esa década. Las tasas de crecimiento de largo plazo de ambos

sectores permiten pensar más claramente las tendencias de la estructura

productiva: la tasa de crecimiento promedio de la agricultura en los últimos 36

años fue apenas 0.6% y la de la industria, 4.0%, mientras la de la economía en los

últimos 37 años fue 3.0%. Estas cifras muestran el deterioro de largo plazo de la

agricultura. Cada año en promedio durante las últimas dos terceras partes del

siglo la agricultura ha estado creciendo sólo medio punto porcentual. En verdad,

se trata de una crisis secular de la agricultura.

El deterioro que ha experimentado el sector agrícola, sin embargo, es más

dramático cuando se observan solamente los últimos 30 años. Comparemos las

cifras de crecimiento de estos sectores con las de la economía a partir de 1966.

En los treinta años que transcurren después de 1966 la economía creció a una

tasa promedio anual de 2.2% y la agricultura a una de 0.06%. Prácticamente, los

últimos treinta años la agricultura ha estado estancada; su nivel de producción de

hoy es casi igual al de hace treinta años.

La estructura productiva ha estado cambiando en el largo plazo. Al menos en el

último cuarto de siglo, los promedios de crecimiento de la agricultura y de la

industria han sido sumamente bajos. Esto permite extraer la conclusión de que la

estructura de la economía ha estado variando en favor del sector servicios y en

detrimento de la agricultura y la industria.

Por otra parte, la insuficiencia del crecimiento económico salvadoreño queda

patente con las cifras que se han mostrado. Se dijo que en los últimos 37 años el

crecimiento promedio de la economía solamente fue 3%. Cuando se concentra la

atención sólo en los últimos treinta años el escenario es aun más precario: la

economía del país solamente ha crecido 2.2% anual en promedio en los últimos

182

tres decenios. ¿Cómo se puede esperar que no se haya agudizado la pobreza

con este ritmo de expansión de la producción, si en el mismo período la población

ha estado creciendo a una tasa promedio cercana a 2% anual?. El crecimiento de

la producción apenas ha excedido el crecimiento poblacional. Indudablemente, la

crisis de los ochenta es el factor más importante de la debilidad del crecimiento de

largo plazo, pero los otros períodos no han mostrado desarrollos sustantivos.

Obviamente, las contracciones que provocó la crisis política en los ochenta son

determinantes de las cifras mencionadas, pero en una visión de largo plazo, las

cifras nos indican el progreso real que hemos logrado entre los años comparados.

Indudablemente, la solución armada de los conflictos no rinde beneficios.

En resumen, en los últimos treinta años, entre grandes fluctuaciones, la economía

ha observado un crecimiento débil, apenas mayor que el crecimiento poblacional.

Con una tasa promedio anual de crecimiento económico de solamente 2.2% en el

largo plazo, el margen que ha tenido El Salvador para aliviar la pobreza ha sido

escaso, lo cual es consistente con la presión que el problema de la pobreza ha ido

acumulando progresivamente. En ese mismo lapso, la agricultura ha estado

prácticamente estancada. Si se toma en cuenta que en el área rural se encuentra

la mayor parte de pobres del país, las presiones de ese problema social, que

mencionamos antes, se agudizan aún más. Asimismo, la estructura de la

producción ha estado dándole mayor espacio a los servicios y menos a la

agricultura y a la industria.

4.2 Insuficiencia en el ahorro y la inversión

Atrás de un proceso débil de crecimiento económico siempre se encuentra un

débil proceso de generación de ahorro e inversión. Este ha sido el caso en El

Salvador. El siguiente cuadro muestra el crecimiento del ahorro y la inversión

desde los años sesenta.

183

Cuadro 4.2

El proceso de ahorro e inversión en el largo plazo(Porcentaje del PIB)

1960 − 1969 1975 − 1979 1980 − 1989 1990 − 1994

Inversión total 13.0 21.0 12.7 15.1

Inversión privada 9.9 14.1 8.3 12.0

Inversión pública 3.1 6.9 4.4 3.1

Ahorro nac ional 18.9 7.2 10.5

Ahorro privado 7.0 10.1

Ahorro público 0.2 0.4

Ahorro externo 3.8 5.6 5.0

Fuente: CEPAL y FMI op. c it.

1: Pa ra tener una visión de la rgo p lazo de este proceso se ha utilizado la ba se anterior de elaborac ión de las Cuentas Nac iona les

El proceso de inversión ha sido débil si se le compara con los países que han

crecido sustantivamente en las últimas décadas, como es el caso de los países

del este asiático y Chile últimamente. Estos países han mantenido tasas de

inversión arriba de 30% los primeros, y un poco abajo de 30%, el segundo.

El primer rasgo que destaca es la similitud entre la inversión total entre los años

sesenta y los ochenta, tratándose de coyunturas diametralmente opuestas en

términos de crecimiento económico. Mientras en los sesenta la economía

salvadoreña estaba explotando el potencial del MCCA, en los ochenta estaba

atravesando una profunda crisis política que la llevó a contracciones fuertes en los

primeros años y a casi estancamiento en el segundo quinquenio. Esta diferencia

sugiere que mientras que en los sesenta se estaba ganando mucha productividad,

en los ochenta debe haberse estado perdiendo.

El segundo rasgo importante es la fortaleza de la inversión y el ahorro en el

segundo quinquenio de los setenta. No sólo la inversión privada representó en

184

promedio el 14.1% del PIB sino que también el sector público adoptó un rol más

activo en lo que a inversión se refiere, pues esta variable llegó a alcanzar el 6.9%,

el nivel más alto alcanzado durante algún período. También destaca en esa época

la elevada tasa de ahorro nacional. Ese hecho permitió que la presión que ejerció

la fuerte demanda de inversión no indujera a un excesivo ahorro externo. No cabe

duda que ese fuerte proceso de ahorro e inversión estuvo influenciado por la

favorable evolución de los precios del café en esos años.

El proceso de ahorro e inversión en los noventa se recuperó de los niveles bajos

que llegó a alcanzar en los ochenta durante la crisis social. La recuperación fue

notable en la inversión privada. En los noventa, en promedio, la inversión como

porcentaje del PIB fue 50% mayor que la de los ochenta; sin embargo, aun con

esa recuperación no alcanzó el nivel mostrado por la inversión privada en los

setenta. Un factor de debilitamiento de la inversión total en los noventa fue la

caída de la inversión pública, tanto con respecto a los ochenta como a los setenta.

En los noventa la inversión pública representó apenas un poco más del 40% de la

del segundo quinquenio de los años setenta.

Lo mismo puede decirse respecto al ahorro. Si bien el ahorro nacional se

recuperó respecto al nivel de los ochenta, se mantuvo muy por debajo del nivel

del segundo quinquenio de los setenta como se mostró en el cuadro anterior.

En resumen, pues, el proceso de inversión y ahorro se encuentra muy por debajo

de los niveles que deberían darse para lograr un proceso fuerte de crecimiento.

Aún en los noventa, con todas las reformas que se han realizado al modelo

económico, que se describieron en el Capítulo 1, la inversión y el ahorro

continúan manteniendo niveles parecidos a los históricos. Visto en el largo plazo,

la recuperación del ahorro y la inversión en los noventa no resulta nada

extraordinario, y muestra que precisamente atrás de un proceso débil de

crecimiento se encuentra un proceso débil de inversión y ahorro.

185

3. Productividad y crecimiento económico

Existen dos trabajos recientes que ayudan a caracterizar el crecimiento de largo

plazo de la economía y a apreciar otros ángulos no señalados hasta acá: "Recent

Economic Development" (FMI, 1998) y "Décadas perdidas. Oportunidades para el

presente" (Cáceres, 1998). El primero, un estudio econométrico sobre las fuentes

del crecimiento, mediante la aplicación de un modelo de corrección de errores,

que permite estimar la relación del crecimiento con sus determinantes de largo

plazo, al mismo tiempo que se estima la relación del crecimiento con sus

determinantes de corto plazo; el segundo, un estudio comparativo del crecimiento

de largo plazo de la economía salvadoreña con el de las centroamericanas.

3.1 Crecimiento del producto y de los factores productivos.

La producción es el resultado de la combinación de factores productivos, en su

forma más general, de la combinación del trabajo y del capital. Las cantidades

relativas de cada uno de estos factores que se utilizan para elaborar un producto

dependen de la tecnología utilizada. Algunos procesos tienden a ser más

intensivos en trabajo y otros más intensivos en capital. Idealmente se espera que

en la medida en que uno de los factores es escaso su precio tenderá a elevarse

en relación con el precio del otro factor, impulsando a los productores a adoptar

tecnologías más intensivas en el factor más barato.

Ya se ha señalado que el crecimiento del PIB percápita de los setenta se

interrumpió al final de la década, con una fuerte contracción en los primeros años

de los ochenta, y fue hasta inicios de los noventa que comenzó a recuperarse.

Aún en 1999 este indicador no ha alcanzado el nivel que mostró en 1978 y se

espera que, con el ritmo de crecimiento actual de la economía, arranquemos el

próximo siglo sin haberlo logrado. ¿Qué ha pasado con la productividad en el

largo plazo? La productividad del trabajo es una variable importante de identificar,

186

pues arroja mucha información sobre las características del patrón de crecimiento

que se está experimentando. Sin embargo, no hay muchos estudios al respecto.

Uno de los pocos esfuerzos en esta dirección es el estudio del FMI (1998). Para

poder estimar estos parámetros es necesario hacer un cálculo de la evolución de

la cantidad de capital del país. Un esfuerzo en esta dirección se encuentra en

Harberger (1993). Uno más reciente se ha realizado en FMI (1998), cuyo cálculo

permite aproximarse a la evolución de largo plazo de las productividades medias

del capital y del trabajo.

El primer aspecto que destaca en ese estudio es la declinación sistemática del

producto por trabajador. Tomando 1980 como 100, el producto por trabajador

pasó de un poco más de 160 en 1970 a 100 en 1980, a cerca de 80 en 1990 y a

casi 65 en 1995. Las cifras anteriores indican que cada trabajador empleado en

1995 producía solamente el 40% de lo que producía en 1970, y que el producto

medio del trabajo ha venido declinando continuamente desde 1970 hasta la fecha.

El segundo aspecto que destaca en el estudio del Fondo es la declinación

también sistemática de la cantidad de capital por trabajador. Tomando como base

los precios de 1990, en 1970 la cantidad de capital utilizado por cada trabajador

empleado ascendía a cerca de ¢95 millones, en 1979 ese monto había disminuido

a alrededor de ¢60 millones, en 1989 el descenso continuó hasta ¢50 millones,

para terminar un poco arriba de ¢40 millones en 1995. Esta tendencia es

concomitante con la tendencia arriba señalada. Significa que un trabajador

empleado en 1995 apenas disponía para realizar su labor de menos de la mitad

del capital que disponía 25 años antes.

Esta tendencia podría ser el resultado de una transformación del sector productivo

que ha ido sustituyendo tecnologías intensivas en capital por tecnologías

intensivas en mano de obra en los últimos veinticinco años. Si este fuera el caso,

el proceso de inversión tendría que haber sido substantivo para provocar una

transformación productiva como la identificada. Más bien parece ser el caso que

187

se ha tratado de la absorción de más mano de obra sin acompañarlo de

inversiones de la magnitud apropiada. Como se mostró en el Cuadro 4.2, la

inversión privada en los últimos 25 años se ha encontrado siempre abajo del 15%.

El otro indicador calculado en el estudio en cuestión es la relación capital

producto, es decir, el indicador que presenta qué tanto capital se usa por unidad

de producto. Mientras que en los setenta esta relación promedió 1.45, indicando

que para producir una unidad de producto se necesitaban 1.45 unidades de

capital, en los noventa esa relación ha promediado cerca de 1.60, indicando que

hoy para producir lo mismo se necesita aproximadamente 10% más de capital.

Esto significa que también la productividad media del capital ha declinado en los

últimos 25 años.

La evolución de largo plazo de estos indicadores caracteriza de manera

importante el patrón de crecimiento de la economía salvadoreña durante las

últimas tres décadas. Indican que si bien la economía ha venido acumulando

capital en estos años, empleando más trabajadores y produciendo más, la

productividad media de los factores ha venido declinando rápida y

sistemáticamente, requiriendo más capital y más trabajo para generar el mismo

producto. Parte de la explicación podría deberse a la substancial y continua

emigración de fuerza de trabajo calificada que ha ocurrido desde principios de los

ochenta. Si este es el caso, la pérdida de crecimiento debida a la disminución de

la productividad media del trabajo sería un indicador del costo de oportunidad de

las remesas familiares que recibe El Salvador; es decir, el costo que pagamos por

recibir la remesas familiares, sería en este caso, la pérdida de productividad por la

emigración de mano de obra calificada. Otro factor que podría explicar la

persistente pérdida de productividad media del trabajo en los noventa, de acuerdo

al FMI, es la reincorporación al trabajo que ocurrió después de la firma de los

Acuerdos de Paz de aquéllos que participaron en el conflicto, los cuales podrían

ser en promedio menos productivos. Sin embargo, aunque estos factores deben

haber incidido fuertemente en la declinación de la productividad media, debe

188

hacerse hincapié que la tendencia se remonta hasta los años setenta, cuando

estos fenómenos no ocurrían de manera importante.

Lo que se puede concluir de estos resultados empíricos es que, si ellos reflejan

apropiadamente lo que ocurre en la economía, atrás del comportamiento

productivo se encuentra un proceso de descapitalización de la economía en

términos relativos: cada trabajador empleado dispone de mucho menos capital

hoy que hace 25 años. Podría decirse que en los ochenta, este fenómeno se

explicaría por la destrucción de capital que pudo haber resultado del conflicto,

pero no explica la tendencia general, que se extiende a los setenta y a los

noventa. Una explicación plausible podría asociarse a dos fenómenos:

insuficiencia del proceso de inversión y asignación sectorial de la inversión.

El Cuadro 4.2 mostró que exceptuando el segundo quinquenio de los setenta en

que la tasa de inversión ascendió a 21%, todos los demás períodos la inversión

total ha promediado tasas no mayores de 15%. Este techo de la inversión muestra

la limitación considerable del proceso de acumulación de capital, sobre todo si se

toma en cuenta que los países del este asiático han experimentado tasas

superiores al 30% durante décadas. El hecho podría explicar en parte la

descapitalización relativa de la fuerza de trabajo en el aparato productivo

salvadoreño.

La otra explicación plausible podría asociarse a la asignación sectorial de la

inversión y a los motores del crecimiento en estos años. El Cuadro 4.1 ayuda a

elaborar esta explicación. Allí se muestra que en los años setenta y noventa la

industria manufacturera y la agricultura crecieron menos que la economía como

un todo, y que en los ochenta se contrajeron más. Esto permite concluir que estos

dos sectores han estado cediendo espacio a los servicios. Este comportamiento

es compatible con el freno que experimentó el crecimiento industrial después del

quiebre del Mercado Común Centroamericano a finales de los sesenta, y con el

189

estancamiento de largo plazo de la agricultura, que se extiende más atrás, como

se argumentó a inicios de este capítulo.

Tratándose de que el movimiento general del capital se ha dado de la industria,

necesariamente más intensiva en capital, hacia los servicios, tradicionalmente

menos intensivos en capital que la industria, es de esperar que en el largo plazo

la economía se haya vuelto menos intensiva en capital en relación con el trabajo.

Este cambio de la estructura productiva, que es una tendencia observable durante

los últimos 25 años, sería una explicación plausible de la tendencia de la

descapitalización relativa del trabajo, y de las menores productividades medias

observadas, tanto del capital como del trabajo.

Otra razón que podría investigarse más detenidamente es la posibilidad de que la

obsolescencia de la tecnología en el sector industial y la pérdida de productividad

del capital, como resultado de la insuficiente renovación industrial, hayan

provocado necesidad de complementar con más fuerza de trabajo. En todo caso

ésta es un área que señala la importancia de investigar más qué es lo que ha

estado pasando con el aparato productivo salvadoreño.

El Cuadro 4.3 resume los determinantes del crecimiento de largo plazo en la

estimación del estudio del Fondo Monetario Internacional. El aspecto más

llamativo de la estimación en el Cuadro 4.3 es la contribución negativa de la

productividad total de los factores y el hecho de volverse más negativa en los

noventa. Mientras que entre 1971 y 1991 el crecimiento del capital y del trabajo

explicaron 2.7 puntos del crecimiento y la pérdida de productividad del período

dedujo 0.6 puntos porcentuales, para totalizar 2.1% de crecimiento, en los

noventa el crecimiento extensivo del capital y del trabajo explicaron 8.5 puntos de

crecimiento, de lo cual, debido a la pérdida de productividad de esos factores, se

dedujo 3.5 puntos porcentuales, para totalizar 5.0% de crecimiento.

190

Ese resultado es consistente con las tendencias identificadas de menor

productividad del capital y del trabajo. Pero también la estimación identifica otro

factor que se ha venido señalando a lo largo de este libro: la pérdidad de

competitividad de la economía expresada en una apreciación real de la moneda.

De acuerdo a los resultados, esta pérdida habría explicado 0.3 puntos

porcentuales entre 1971 y 1991, y 3.5 puntos entre 1992 y 1995.

Cuadro 4.3Determinantes del crecimiento de largo plazo

1971 − 1991 1992 − 1995

Capita l 0.8 3.6

Trabajo 1.9 4.9

Produc tividad tota l de fac tores −0.6 −3.5

Competitividad −0.3 −3.5

Educac ión 1.2 3.4

Otros efec tos −1.5 −3.4

Crec imiento de largo p lazo 2.1 5.0

Fuente : Traduc ido lib remente de FMI (1998)

Otro resultado importante que muestra la estimación del FMI es la contribución

positiva que la educación hace a la productividad. Este es un resultado que ha

sido evidenciado en otros estudios sobre la importancia de la inversión en capital

humano para el crecimiento. La estimación muestra que en los años noventa, por

ejemplo, la contribución de la educación al crecimiento habría casi contrarrestado

el efecto negativo de la pérdidad de competitividad sobre el crecimiento debido a

la apreciación real de la moneda. La importancia de este resultado es que uno

puede inferir que la inversión en educación es un mecanismo para contrarrestar

los efectos negativos del mal holandés sobre la competitividad de la economía. Y

que si se pudiera establecer una relación proporcional adecuada entre entrada de

remesas e inversión en educación, se podría decir que el mal holandés estaría

191

siendo combatido con una estrategia para aumentar la productividad de la fuerza

de trabajo mediante la educación.

La inversión en educación ha sido un factor decisivo en la superioridad del

desarrollo experimentado por Costa Rica en relación con el resto de Centro

América. Un análisis comparativo del crecimiento de largo plazo de las economías

centroamericanas se encuentra en Cáceres (1998), el cual ayuda a dimensionar

las características de la economía salvadoreña.

Cáceres realiza una comparación del ingreso per cápita de cada país

centroamericano en relación con el promedio de la región desde 1920. Varios son

los aspectos que destacan en el estudio de Cáceres. En relación con la región,

Costa Rica siempre tuvo un ingreso per cápita superior a los demás países, pero

desde los años sesenta su ingreso per cápita se eleva sostenidamente por

encima del de ellos. En el caso de El Salvador, hasta mediados de los cuarenta el

ingreso per cápita era inferior al de Centroamérica, pero alcanza su nivel en los

años cincuenta. Destaca en esta comparación que desde principios de los años

sesenta el ingreso percápita salvadoreño desciende en relación el

centroamericano y después de una mejora en el segundo quinquenio de los

setenta, aquél se desploma en los ochenta.

Debe hacerse hincapié, en primer lugar, que aunque los sesenta es la época

dorada de la industrialización de El Salvador y del Mercado Común

Centroamericano, la efectividad de El Salvador para elevar su ingreso percápita

en relación a los países de la región declina; en palabras del autor: "Es irónico

que en el período cuando a El Salvador se le calificaba como el "Japón de Centro

América" era cuando estaba iniciando una trayectoria descendente que, a 1984,

no se había podido revertir". En segundo lugar, hay que destacar las trayectorias

divergentes del ingreso percápita de El Salvador y Costa Rica desde principios de

los sesenta. Mientras que, de acuerdo con los datos, Costa Rica desde 1960

experimentó 25 años de crecimiento en su ingreso percápita en relación con el

192

promedio de Centro América, El Salvador experimentó un retroceso, y la brecha

entre ambos países se amplió considerablemente.

El autor atribuye la creciente disparidad entre ambos países a la política que

adoptó Costa Rica de impulsar "como la primera prioridad el desarrollo de su

capital humano, de manera que alcanzó niveles de educación y salud mucho más

elevados que los del resto de la región" El Salvador, por su parte, que no estaba

muy rezagado en 1960, se quedó atrás en educación. En 1980, por ejemplo,

señala el autor, El Salvador tenía un nivel de matrícula en el nivel escolar

secundario del mismo orden de magnitud que el que Costa Rica había alcanzado

dos décadas antes, y en 1995, esta tasa era inferior a la de Costa Rica en 1985.

Esta sección ha argumentado que en el largo plazo hay algunos aspectos que

caracterizan de manera importante el crecimiento de la economía salvadoreña.

Aunque ésta ha experimentado períodos de fuerte crecimiento, en el período largo

el crecimiento ha sido relativamente bajo: sólo 2.2% en los últimos tres decenios,

apenas mayor que el crecimiento poblacional. Es posible identificar una gran

tendencia en el largo plazo: la estructura productiva ha estado variando en favor

del sector servicios y en detrimento de la agricultura y la industria. También es

posible observar otra gran tendencia en otra dimensión del crecimiento

económico: en los últimos 25 años la productividad media de los factores

productivos ha estado declinando sistemáticamente, y el capital a disposición de

cada trabajador ha caído rápidamente. Ha habido una tendencia a perder

competitividad en el largo plazo. Esta pérdidad de competitividad ha provenido en

gran parte de una tendencia a la apreciación real de la moneda que no se ha

limitado a los años noventa, sino que ha venido ocurriendo al menos desde los

años setenta. En los últimos 45 años El Salvador ha experimentado un retroceso

en su ingreso percápita en relación con Centro América, particularmente con el de

Costa Rica. La determinación de estas tendencias ayudan a comprender la

naturaleza del crecimiento económico salvadoreño y a identificar desafíos y

soluciones.

193

4. Pobreza y distribución del ingreso

El otro gran desafío de la economía salvadoreña es el alivio de la pobreza. A

pesar de diferentes momentos de rápido crecimiento de la economía, la pobreza

no parece ceder sustantivamente. El índice de desarrollo humano del PNUD ubicó

en 1998 a El Salvador en la posición 115, delante en América Latina únicamente

de Haití y Honduras, resultado que es reflejo del bajo nivel de ingreso percápita y

de los bajos niveles de educación. De un índice de 100 en 1978 el ingreso

percápita cayó durante los siguientes años hasta 70 para comenzar a recuperarse

después de 1989 y llegar hasta cerca de 88 en 1995. A finales del siglo el ingreso

percápita no ha recuperado el nivel que alcanzó en 1978. Sin embargo, ya en ese

año, el ingreso percápita de El Salvador era superior solamente al de Honduras,

Guyana y Haití.

Una evaluación de la evolución de la pobreza enfrenta algunas dificultades con la

información disponible y usualmente utilizada para extraer conclusiones al

respecto. Estas dificultades se originan en la efectividad de la Encuesta de

Hogares de Propósitos Múltiples para proveer información consistente. La

Encuesta de 1991 reportó que el 90% de la población menos rica gastaba más de

lo que recibía de ingresos y en FUSADES (1996) se precisa que el diez por ciento

más pobre, por ejemplo, reportó un gasto cuatro veces superior al ingreso. Por

otra parte, como ahí se indica, el estrato más rico reportó un ahorro de solamente

el 2.4%. Es difícil derivar conclusiones sobre la pobreza con inconsistencias como

las indicada en estas encuestas. Este hecho debería inducir a las autoridades del

país a poner mayor esfuerzo para medir apropiadamente los niveles de pobreza,

dado que se trata del tema en el cual radica el principal desafío de la sociedad

salvadoreña.

194

Con base en estas encuestas, los indicadores calculados muestran en el Cuadro

4.4 que la pobreza urbana, tanto absoluta como relativa, aumentó de 1977 a 1988

y disminuyó rápidamente a partir de entonces; por otro lado, el panorama de la

pobreza rural habría sido un poco diferente, pues la pobreza absoluta disminuyó

rápidamente, mientras la relativa se mantuvo prácticamente constante. Un

resultado que llama a dudar de la consistencia de las cifras es la disminución de 9

puntos en un año en la pobreza rural absoluta: de 35 pasó a 26, mientras que la

relativa aumentó un punto. ¿Qué puede haber ocurrido en el área rural en 1995

para que disminuyera tan drásticamente el nivel de pobreza absoluta?

Cuadro 4.4

Evolución de la pobreza(Porcentajes)

Total Relativa Absoluta Total Relativa Absoluta

1977 50 30 20 1985 63 31 32

1988 61 32 29 1991 −1992 66 33 33

1994 44 28 16 1994 65 30 35

1995 41 28 13 1995 58 32 26

1996 43 28 15 1996 65 33 32

1997 40 27 13 1997 62 32 30

1998 38 24 14 1998 57 30 27

Fuente: FUSADES

Pobreza urbana Pobreza rural

A nivel departamental, en 1994 solamente La Libertad y San Salvador se

encontraban abajo de la línea de 50% de pobreza total −el segundo se

encontraba abajo de 40%−, los 12 departamentos restantes se encontraban arriba

del 50%, de ellos, además 8 estaban arriba de 60% y 2 arriba de 70%. La

distribución de la pobreza en el país es, por otra parte, altamente desigual a nivel

geográfico. Esta distribución indica que la pobreza se agudiza a medida que la

población se mueve del centro del país hacia el oriente y hacia el norte.

195

Según el Informe Sobre Desarrollo Humano 1998, el Indice de Pobreza Humana

de El Salvador en 1995 fue 27.8%63. Una comparación con Centro América se

muestra en el Cuadro 4.5. El primer punto que destaca es el contraste entre el

grado de pobreza en Costa Rica y en el resto de Centro América. Mientras en el

primero apenas asciende a 6.6%, en los restantes no baja de 20%, lo cual es

debido a los bajos índices de privaciones en todos los campos: en longevidad,

educación y salud. Mientras que en Costa Rica se espera que apenas el 4% de la

población no sobreviva los 40 años, en El Salvador esa cifra asciende a 12% y lo

mismo ocurre con el resto de Centro América; mientras en Costa Rica solamente

el 5.2% de los adultos son analfabetos, en El Salvador lo es el 28.5%; mientras en

Costa Rica el 4% de la población no tiene acceso a agua potable y el 20% no lo

tiene a servicios de salud, en El Salvador casi la tercera parte de la población vive

sin agua potable y las tres quintas partes sin servicios de salud. En El Salvador,

por otro lado, las dos quintas partes de los niños no alcanzan a llegar al quinto

grado, mientras que en Costa Rica esto le ocurre solamente al 11%.

Cuadro 4.5Sinopsis de pobreza en Centro América

Indice de pobreza humana

Pob. que no se espera que viva hasta 40 años (%)

Adultos no alfabetizados

(%)Pob. sin acceso a agua potable (%)

Pob. sin acceso a servicio de salud

(%)Pob. sin acceso a saneamiento (%)

Menores de 5 años con peso insuficiente (%)

Niños que no llegan al quinto

grado (%)

Costa Rica 6.6 4 5.2 4 20 16 2 11

Honduras 21.8 12 27.3 13 31 13 18 40

Nicaragua 26.2 12 34.3 39 17 69 12 46

El Salvador 27.8 12 28.5 31 60 19 11 42

Guatemala 29.3 14 35.0 23 43 17 27 ?

Fuente: Informe sobre desarrollo humano 1998, PNUD

63 El Indice de pobreza humana del PNUD de los países en desarrollo mide las privaciones en tresdimensiones esenciales de la vida humana: la longevidad, los conocimientos y un nivel decente de vida. Laprimera está representada por el porcentaje de personas que se estima que no sobrevivirán hasta la edadde 40 años; la segunda, por el porcentaje de adultos analfabetos; y la tercera, por un compuesto de tresvariables: el porcentaje de personas sin acceso a agua potable, el porcentaje de personas sin acceso aservicios de salud y el porcentaje de niños menores de cinco años de edad con peso moderado yseveramente insuficiente.

196

El cuadro también muestra que, exceptuando Costa Rica, la región se encuentra

en condiciones similares de privaciones. La sinopsis también muestra que la

mayor debilidad de El Salvador en relación con Centroamérica en términos de

pobreza se encuentra en la precaria situación de los accesos de la población

respecto a agua potable y a servicios de salud, siendo este último servicio en El

Salvador el más precario de la región. El mal estado en que se encuentra el

acceso a los servicios de salud en El Salvador, se expresa en que el porcentaje

de la población sin acceso a estos servicios (60%) es más del doble del promedio

de Centroamérica (28%). El Salvador califica en promedio como un país de

desarrollo humano mediano, pero en acceso a servicios de agua potable y de

salud se encuentra incluso peor que el promedio de los países de desarrollo

humano bajo. Esto muestra la precariedad de estos servicios y la urgencia de

fijarse metas en torno a ellos.

La atención que el sector público da, a través de su gasto, a la salud y a la

educación también es variada en la región. El Cuadro 4.6 muestra estas cifras.

Los dos países con mayor gasto público tanto en salud como en educación en

Centroamérica son Costa Rica y Nicaragua. Ya en 1960 Costa Rica dedicaba a

salud más de tres veces lo que El Salvador. Aunque los datos más recientes

reportados en el Informe son de 1990 la estructura de gasto en la región se

mantiene. En lo que a educación se refiere, Costa Rica dedica a ese rubro el

doble de lo que dedica El Salvador, y, como Cáceres (1998) menciona,

actualmente existe una iniciativa constitucional para que Costa Rica dedique

anualmente el 6% de su producto nacional a la educación, es decir los

costarricenses planean aumentarlo en el 33%. Costa Rica no parece dormirse en

sus laureles. ¿Qué haremos en El Salvador?

197

Cuadro 4.6Gasto social en Centro América

% del PNB en 1960

% del PIB en 1990

% del PNB en 1985

% del PNB en 1995

Costa Ric a 3.0 ? 4.5 4.5

Honduras 1.0 2.9 4.2 3.9

Nic aragua 0.4 6.7 6.8 ?

El Salvador 0.9 2.6 3.1 2.2

Guatema la 0.6 2.1 1.8 1.7

Fuente: Informe sob re desarrollo humano 1998, PNUD

Gasto públic o en sa lud Gasto públic o en educ ac ión

4.1 El desequilibrio del desarrollo humano en El Salvador

El índice de desarrollo humano de El Salvador fue 0.61 en 1996 y ocupó la

posición 114 de un total de 174 países a los cuales se les calculó el IDH. En esta

parte interesa hacer hincapié en el desarrollo asimétrico regional en El Salvador.

El primer punto que se puede destacar sobre eldesarrollo humano es que los

departamentos del norte: Chalatenango (0.508) y Cabañas (0.471), y del oriente:

Morazán (0.458) y La Unión (0.474), muestran los índices de desarrollo humano

más precarios, y que San Salvador (0.721), La Libertad (0.640), Santa Ana

(0.583) y San Miguel (0.582), presentan el mayor grado de desarrollo.

El índice de desarrollo humano de San Salvador, por ejemplo, se puede comparar

con el de Cuba, Perú, Jordania, República Dominicana y Sudáfrica, los cuales se

encuentran en torno a la posición 88 en el mundo; mientras que el índice de

desarrollo humano de Morazán se compara con los de Kenia y Pakistán, los

cuales se hallan alrededor de la posición 138. Medido, pues, por esta

comparación internacional, se podría decir que la asimetría del desarrollo humano

198

regional es tal que la diferencia entre la capital y el oriente del país es de 50

posiciones internacionales de desarrollo humano. El mayor contraste del

desarrollo regional se encuentra no tanto en la longevidad como en las grandes

diferencias en los índices de educación y de ingreso. Mientras que el índice de

educación asciende en la capital a 0.843, similar a los de Luxemburgo, Hong

Kong y Singapur, en Morazán apenas llega a 0.556, similar a los de Tanzania y

Nigeria. Asimismo, en tanto el índice de ingreso en la capital es 0.564, parecido a

los de Marruecos y Paraguay, en Morazán apenas es 0.155, parecido al de

Zambia, Sudán, Gambia y Mozambique.

El desarrollo humano es asimétrico en El Salvador. Las áreas urbanas tienen un

desarrollo humano promedio de 0.76, mientras que las áreas rurales llegan

solamente a 0.65: 11 puntos de diferencia. La comparación es de la mayor

importancia porque muestra donde se encuentra el mayor impacto que podría

generar una política de desarrollo humano en El Salvador.

De acuerdo a las Encuestas de Hogares de Propósitos Múltiples64 −sin perder de

vista sus limitaciones−, la distribución del ingreso de los hogares urbanos parece

haberse deteriorado durante el conflicto de los ochenta y mejorado parcialmente

en los noventa. Pero comparada la distribución del ingreso entre 1977 y 1994, la

correspondiente al último año es más desigual que la del primero. Según estas

encuestas, en 1994 casi la mitad del ingreso nacional era recibido por el 20% más

rico del país, mientras el 20% más pobre recibía solamente el 5.5%. El Informe del

Desarrollo Mundial65 de 1994, muestra que esa distribución se encuentra en el

nivel promedio de las de América Latina. El caso más agudo de distribución del

ingreso en la región es el de Brasil, donde el 20% de los más ricos de Brasil

reciben las dos terceras partes del ingreso nacional y el 20% más pobre recibe

solamente el 2%. Con cifras como las indicadas no debe sorprender que la

distribución del ingreso de América Latina es la más desigual del mundo66.

64 FUSADES (1997)65 Idem66 Idem

199

4.2 Ingreso percápita, índice de desarrollo humano e índice de pobreza: una

comparación internacional

¿Cuán eficientes son los países en transformar su ingreso percápita en menor

nivel de pobreza? Aunque el aumento del ingreso percápita de los países está

asociado con una reducción de la pobreza, el mecanismo no opera

automáticamente, y su efectividad depende de las prioridades nacionales y de la

institucionalidad existente. Dos países pueden tener el mismo nivel de ingreso

percápita y ser diferentes en nivel de pobreza, pues, como se sabe, esta última

depende de otros componentes que definen el nivel de pobreza de una población,

como son los accesos a servicios sociales básicos y de la oferta de educación

para la población. Es de esperar, por ejemplo, que Costa Rica, con una definición

muy clara de sus objetivos sociales como nación, sea más efectiva para convertir

su ingreso percápita no sólo en menor pobreza humana, sino también en mayor

desarrollo humano. A continuación se presentan estimaciones de las relaciones

entre el índice de desarrollo humano y el ingreso percápita real, por un lado, y

entre el índice de pobreza humana y el ingreso percápita real, por el otro. Luego

de estimar estas relaciones se ubica la posición de El Salvador para conocer su

efectividad para convertir ingreso percápita en desarrollo humano y en reducción

de pobreza. Los datos utilizados se obtuvieron del Informe Sobre Desarrollo

Humano 1998 del PNUD.

a) Indice de desarrollo humano e ingreso percápita

Utilizando los datos del índice de desarrollo humano y del PIB percápita real

ajustado de 174 países publicados en el Informe Sobre Desarrollo Humano 1998

del PNUD se estimó una relación econométrica entre ambas variables, obteniendo

el siguiente resultado:

200

Log IDH = −4.486 + 0.50 log pibpc R2 = 0.87

(−37.3) (33.6) DW =

1.36

donde IDH es el índice de desarrollo humano, pibpc es el ingreso percápita real

ajustado y log expresa el logaritmo natural. Los números entre paréntesis

representan los estadísticos t, cuyos niveles indican qué tanto la constante como

el ingreso percápita son estadísticamente significativos. Los resultados se

muestran en el gráfico siguiente.

Gráfico 4.2PIB per cápita e índice de desarrollo humano

(174 países − 1995)

Log PIB per cápita

Log

IDH

Fuente: Informe sobre desarrollo humano 1998, PNUD

−2.0

−1.5

−1.0

−0.5

0.0

5.5 6.0 6.5 7.0 7.5 8.0 8.5 9.0

El SalvadorEl Salvador

El primer punto que destaca de la estimación es que la relación entre el IDH y el

ingreso percápita es positiva, indicando que se espera que los países que han

elevado su ingreso percápita hayan elevado su índice de desarrollo humano

también. En otras palabras, la variación del IDH se explica en un 87% por la

variación del ingreso percápita. El segundo aspecto que muestra la estimación es

201

la elasticidad del IDH con respecto al ingreso percápita: un aumento de 1% del

ingreso percápita se traduce en promedio en un aumento del 0.5% del IDH. La

efectividad, entonces, de la comunidad internacional para convertir ingreso real

percápita en desarrollo humano, conforme a como lo mide el PNUD, es 0.5.

¿Cuál ha sido la efectividad de El Salvador? Para responder a esta pregunta

calculemos cuál debería ser su posición de acuerdo a la norma internacional

(llamémoslo IDH latente) y cuál es su posición real (llamemoslo IDH real). Para lo

primero introducimos el nivel de ingreso real percápita ajustado en la ecuación

estimada y calculamos el IDH latente. Este resultado lo comparamos con el

calculado por el PNUD en el informe de 1998, el IDH real. Los resultados son los

siguientes: IDH latente = 0.574; IDH real = 0.604. Estos calculos muestran que, de

acuerdo con el nivel de ingreso percápita real que tenía en 1995, en términos de

desarrollo humano El Salvador se encontraba ligeramente arriba de la norma

internacional (5%). En otras palabras, El Salvador ha transformado su ingreso

percápita en desarrollo humano a una tasa ligeramente superior a la que lo ha

hecho en téminos promedios la comunidad internacional.

¿Qué ha pasado con Costa Rica? Con un ingreso real percápita ajustado de

$5969 se obtiene, aplicando la ecuación internacional estimada, un valor latente

del IDH de 0.870, mientras que el IDH real publicado por el PNUD se encuentra

en 0.889. Esto indica que Costa Rica se encuentra ligeramente arriba (2%) de la

efectividad internacional promedio de transformar ingreso real percápita en

desarrollo humano.

Un aspecto que no debe perderse de vista es la dispersión en torno a la

tendencia. En realidad la dispersión es relativamente baja, pues las variaciones

del IDH se explican en un 87% por las variaciones en el ingreso percápita. Sin

embargo, lo que esa dispersión indica es que la relación entre desarrollo humano

e ingreso percápita no es automática. Este es el caso, por ejemplo, entre Angola y

Georgia. El ingreso percápita del primero fue superior al del segundo en 1995,

202

pero el desarrollo humano del segundo fue muy superior al del primero. Angola

tenía en 1995 un ingreso percápita de $1,839 y Georgía uno de $1,389, sin

embargo el índice de desarrollo humano de Georgia (0.633) era casi el doble del

índice de Angola (0.344) y, por supuesto, en la muestra de 174 países Georgia

calificó en la posición 108, mientras que Angola lo hizo en la posición 156.

b) Indice de pobreza humana e ingreso real percápita

De igual manera, utilizando los datos publicados en el Informe Sobre el Desarrollo

Humano 1998 del PNUD, se estimó una relación entre el índice de pobreza

humana, IPH, y el ingreso real percápita ajustado. La muestra utilizada es de 77

países. La ecuación resultante es la siguiente:

log IPH = 8.097 − 0.63 log pibpc R2 = 0.59

(17.1) (−10.3) DW = 1.21

El primer resultado importante es que la relación es inversa, indicando que se

espera que a medida que aumenta el ingreso percápita de los países disminuya el

indice de pobreza humana. La relación establece que el 59% de las variaciones

del logaritmo del IPH se explica por las variaciones del ingresio percápita. El

segundo resultado importante de la estimación es la elasticidad del índice de

pobreza humana respecto al ingreso percápita. Esta elasticidad se ha estimado

en −0.63, lo cual indica que un aumento del ingreso percápita de los países en

promedio se traduce en una reducción del índice de pobreza humana del 0.63%.

La efectividad de transformar ingreso percápita en reducción de pobreza de

acuerdo a la norma internacional está dada por esta elasticidad. Esta estimación

se muestra en la gráfica siguiente.

203

Gráfico 4.3Pobreza e ingreso per cápita

(77 países − 1995)

Log PIB per cápita

Log

IPH

Fuente: Informe sobre desarrollo humano 1998, PNUD

1.0

1.5

2.0

2.5

3.0

3.5

4.0

4.5

5.5 6.0 6.5 7.0 7.5 8.0 8.5 9.0

El SalvadorEl Salvador

Es importante señalar que la relación entre ingreso percápita y pobreza no es

autómatico. Aunque ante un aumento de ingreso percápita se espera

estadísticamente que haya una reducción de la pobreza, con una elasticidad de

0.63, la evidencia muestra que la dispersión en torno a la media es considerable,

pues las variaciones de la pobreza sólo son explicadas en un 59% por las

variaciones en el ingreso percápita. Los casos de Omán y Jordania son

ilustrativos al respecto: el ingreso percápita de Omán ascendió en 1995 a $6106 y

el de Jordania a $4187, sin embargo el índice de pobreza del primero se elevó

hasta 28.9%, mayor incluso que el de El Salvador, y el del segundo alcanzó

apenas el 10%. Esto se debe a que la pobreza humana es más que sólo el

ingreso percápita, la pobreza también es privaciones de acceso a servicios de

agua potable, salud, saneamiento y educación. La dispersión que se observa en

la gráfica confirma que aunque la tendencia es de que a mayor ingreso percápita

corresponda menor pobreza, esa relación no es automática.

204

Siguiendo el mismo tipo de análisis que se realizó para el IDH, en el caso de El

Salvador con un ingreso percápita de $2610 en 1995, le correspondería de

acuerdo a la ecuación estimada, es decir, de acuerdo con la norma internacional,

un índice de pobreza humana de 23.3%. Sin embargo, el índice real −el calculado

por el Informe Sobre Desarrollo Humano 1998− asciende a 27.8%. El índice real

es mayor que la norma internacional a ese nivel de ingreso percápita. La

diferencia indica que la efectividad de El Salvador de convertir ingreso percápita

en disminución de la pobreza ha sido inferior en un 16% a la efectividad que ha

mostrado en promedio la comunidad internacional. En el caso de Costa Rica, el

índice de pobreza humana real fue en 1995 6.6% −un índice sumamente bajo,

que hace que en la muestra de 74 países ocupe la novena posición− y el índice

que le correspondería de acuerdo a la norma internacional y a su ingreso

percápita sería 13.3%. La efectividad de Costa Rica para convertir ingreso

percápita en bienestar de la población y reducción de la pobreza es muy superior

a la efectividad internacional. Acá es donde radica la causa fundamental de las

diferencias entre Costa Rica y el resto de Centroamérica, particularmente con El

Salvador. Costa Rica no solamente tiene un ingreso percápita superior al de El

Salvador, lo cual le permite mantener un nivel de pobreza inferior, sino ademas

cada dólar de ingreso percápita lo convierte más efectivamente en reducción de

pobreza que El Salvador.

La razón de la efectividad de Costa Rica se encuentra en el Cuadro 4.5 con cifras

de 1995. Alli se observa su superioridad en todos los indicadores sociales,

mientras en El Salvador la tercera parte de la población no tiene acceso a agua

potable, en Costa Rica solamente el 4% no tiene este servicio; mientras en Costa

Rica la quinta parte no tiene acceso a servicios de salud, en El Salvador las tres

quintas partes de la población se encuentra sin este servicio tan fundamental;

mientras en Costa Rica solamente el 5% de adultos son analfabetas, en El

Salvador el analfabetismo superaba la cuarta parte de la población adulta.

205

Conclusiones

Se ha dicho que el éxito de los países del este asiático radicó en haber sostenido

el crecimiento económico desde los años setenta a tasas altas. Se dice que El

Salvador para disminuir la pobreza debería crecer a tasas no inferiores a 6% en

promedio durante varias décadas. Sin embargo, la historia económica de la

segunda mitad del siglo lo que nos cuenta es un crecimiento muy volátil,

alternando períodos de alto crecimiento con períodos de crecimiento muy

moderado y hasta de contracción. El resultado de esta volatilidad es que el

progreso acumulado en términos de crecimiento en las últimas cuatro décadas es

bastante reducido. No cabe duda que la década del conflicto armado es el período

que hizo retroceder el progreso económico más significativamente, pero, a su vez,

las otras décadas, mucho menos conflictivos, no desataron intensos procesos de

crecimiento. Ciertamente, exceptuando los sesenta, en que el crecimiento se

acercó al 6%, las demás décadas han desarrollado procesos de crecimiento

moderado, no mayores de 5%. El resultado es que en los 37 años que

transcurrieron entre 1960 y 1997, el crecimiento económico apenas alcanzó el 3%

anual, una tasa claramente insuficiente para provocarle un golpe reductivo

duradero a la pobreza.

Atrás de esta debilidad de largo plazo en el crecimiento de la economía, se

encuentra también un débil proceso de inversión. El hecho que el mayor nivel

promedio de inversión privada se haya alcanzado entre 1975 y 1979, años de

precios extraordinarios del café, y que esta tasa apenas llegó a 14%, es una

muestra de la falta de dinamismo de la inversión productiva salvadoreña. Entre

1990 y 1994, por ejemplo, en medio de todas las reformas económicas que se

realizaron, la tasa de inversión privada sólo llegó a 12%.

La perspectiva de largo plazo sugiere que en las últimas décadas la productividad

media de los factores productivos ha estado declinando, con la concomitante

caída del capital a disposición de cada trabajador. Este comportamiento podría

206

estar ligado a otra gran tendencia de largo plazo, el desplazamiento de la

importancia de la agricultura y la industria por los servicios.

El Salvador entrará el próximo siglo con un ingreso percápita inferior al que tuvo

en 1978, resultado del retroceso de los años ochenta y de la insuficiente energía

del crecimiento en los noventa. La pobreza es el gran desafío de los

salvadoreños. Los índices de pobreza que presenta el PNUD muestran los

grandes contrastes entre Costa Rica y el resto de la región. Un contraste que está

presente al interior de El Salvador, marcado por una asimetría regional de la

pobreza: entre más al norte y al oriente se camina, la pobreza y la falta de

desarrollo humano que se encuentra se vuelve más dramática.

No cabe duda que los dos desafíos que se han analizado en este capítulo, el

crecimiento y la pobreza, están estrechamente vinculados. La evidencia

internacional muestra que el crecimiento económico que aumenta el ingreso

percápita, reduce la pobreza humana y aumenta el desarrollo, pero el proceso de

convertir ingreso en bienestar no es automático, pues los países poseen

diferentes grados de efectividad en esta conversión, algunos son mas efectivos

que otros. La evidencia internacional también muestra que aquellos que han

puesto mucha atención a la educación y a la salud, son los países más efectivos

para convertir crecimiento del ingreso percápita en reducción de la pobreza

humana y en aumento del desarrollo humano.

La conclusión es clara, la reducción duradera de la pobreza pasa por sostener un

crecimiento fuerte por un largo período y por mejorar la efectividad de convertir

ese crecimiento en reducción de la pobreza y en impulsor del desarrollo humano,

por medio de políticas sociales y cambios institucionales bien definidos y

sostenidos. Sólo crecimiento o sólo efectividad de conversión no son suficientes,

pues sin alguno de ellos, el desafío de la pobreza nos sobrepasará.

207

APENDICE

La situación y evolución de la infraestructura

Uno de los factores que inciden directamente en la productividad de la economía

es el estado de su infraestructura. En lo que sigue se hace una breve evaluación

de la situación de los caminos, las telecomunicaciones y la energía eléctrica.

Telecomunicaciones67

El servicio de infraestructura más reformado ha sido el de telecomunicaciones. A

mediado de 1998 las dos empresas en que se había partido ANTEL se

subastaron al sector privado. El 51% de CTE se vendió a France Telecom en

$275 millones y el 51% de INTEL se vendió a Telefónica de España en $41

millones. Esta privatización de las telecomunicaciones ha creado expectativas

positivas sobre el futuro de este servicio. El servicio hasta antes de la privatización

no había facilitado suficientemente la competitividad de la economía. El siguiente

cuadro presenta una muestra de la densidad telefónica de América Latina.

67 Este análisis se realizó antes de la privatización de las telecomunicaciones

208

Cuadro A4.1

Líneas telefónicas por cada 100 habitantes

País 1990 1995 1998*

Uruguay 13.4 19.4 27.6

Argentina 9.5 15.9 20.4

Chile 6.5 13.1 18.7

Venezuela 7.6 11.2 12.5

Méxic o 9.1 9.5 9.8

El Salvador 2.4 4.9 7.0

Bolivia 2.8 4.6 5.6

Guatema la 2.1 2.7 4.0

Honduras 1.8 2.7 4.0

* Estimado

Fuente: Tomado de FUSADES (1998)

Las telecomunicaciones de El Salvador han progresado durante los noventa, pues

su densidad telefónica casi se ha triplicado en la década y mantiene un nivel

superior al de Bolivia, Guatemala y Honduras; pero aún se encuentra a un nivel

de baja densidad telefónica en la región, apenas 7, la cuarta parte de la densidad

telefónica de Uruguay.

La distorsión del costo de las llamadas internacionales ha tendido a corregirse en

los últimos años, pues en el pasado se mantenía la práctica de subsidiar las

llamadas nacionales por medio de las llamadas internacionales. En efecto, entre

1994 y 1997 el costo de la llamada internacional en promedio se redujo a la mitad

La eficiencia en las reparaciones y la satisfacción de la demanda todavía se

encontraba en una situación precaria. Por ejemplo, según FUSADES (1998), el

porcentaje de fallas reparadas antes de 24 horas en El Salvador apenas constituia

el 56% de todas las fallas reportadas, mientras que en Costa Rica esta cifra subió

209

a 80.6%. Por otro lado, mientras Costa Rica atendía el 84% de su demanda, El

Salvador sólo satisfacía el 41%.

No obstante hay algunas áreas como la telefonía celular, los servicios

internacionales vía satélite, la televisión por cable, el sistema de radio búsqueda y

los servicios de internet provistos por el sector privado, en donde se ha

experimentado un crecimiento y avance importantes. Según FUSADES,

actualmente existen cerca de 64.000 clientes de la telefonía celular y más de

35.000 clientes de buscapersonas. Aunque sólo una empresa opera en telefonía

celular, se espera que con la privatización de ANTEL, dos empresas adicionales

entren a competir. Asimismo, en el área de buscapersonas se han dado once

autorizaciones aunque solamente operan actualmente ocho.

Las expectativas que se han formado con la privatización de ANTEL es de una

inversión adicional por un monto aproximado de $400 millones, por parte de la

empresa que compró CTE, con lo cual se espera aumentar la densidad telefónica,

la calidad de los servicios y la eficiencia de la operación.

Energía eléctrica

El otro sector importante de la infraestructura es el de energía eléctrica. En los

años noventa la demanda neta de energía ha estado creciendo a una tasa

promedio anual de 7.7%, de una demanda en 1990 de 2.165,7 Gwh se pasó a

una de 3.636,2 Gwh. este crecimiento promedio anual de la demanda fue superior

en casi 50% al crecimiento promedio anual experimentado por la economía. El

siguiente cuadro muestra la evolución de los indicadores de energía eléctrica

durante los noventa.

210

Cuadro A4.2Indicadores de energía eléctrica

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996

Demanda Neta Nacional (Gwh) 2,165.7 2,235.6 2,369.1 2,797.4 3,064.5 3,235.5 3,361.3

Generación neta de CEL 2,164.3 2,230.5 2,316.5 2,718.4 3,075.3 3,071.0 2,686.2

Capacidad instalada CEL (MW) 650.4 650.4 697.9 817.5 817.5 908.5 943.4

Capacidad disponible (MW) 478.1 471.2 547.0 578.6 652.0 830.6

Electrificación nacional (%) 54.2 56.8 59.5 62.2 64.3 70.0 70.0

Electrificación urbana (%) 82.2 85.3 87.6 89.9 91.4 97.9 97.6

Electrificación rural (%) 22.6 23.9 26.2 28.6 30.7 34.5 34.8

Fuente: Desarrollo del sistema eléctrico, CEL 1997; Boletínes de estadísticas eléctricas, CEL.

Nótese la manera en que la generación de CEL se rezaga en relación con la

demanda a partir de 1995; esta brecha resulta principalmente de la entrada en

funcionamiento a partir de 1995 de la planta térmica de Nejapa Power, con una

capacidad instalada en 1996 de 144.5 MW. Comparando la evolución de la

relación entre la capacidad disponible con respecto a la capacidad instalada se

observa una mejora importante, de una tasa de 73.5% se pasa a una tasa de

83.4%. Pareciera ser que este coeficiente todavía es bajo, en relación con los

estándares internacionales y gran parte de la explicación recae en la edad de

muchas de las plantas generadoras y a la condición ambiental que enfrentan

estas unidades.

Un tercer aspecto que destaca del sistema de energía eléctrica es el grado de

electrificación de la población. En 1990 solamente eran provistos de energía

eléctrica un poco más de la mitad de la población, mientras que en 1997 casi eran

las tres cuartas partes de la población las que recibían servicios de energía

eléctrica. Aunque este progreso es importante, se aprecia que aún hay un gran

trecho que electrificar cuando se observa, por ejemplo, que Costa Rica logra

proveer de servicios de energía eléctrica a cerca del 95% de su población,

211

La razón fundamental de este bajo grado de electrificación del país se encuentra

en el precario servicio que se obtiene en el área rural. Si bien en 1997 en el área

urbana casi el 99% de la población recibió servicios de energía eléctrica, en el

área rural apenas lo recibió la tercera parte de la población. Si se toma en cuenta

que casi la mitad de la población radica en el área rural, es fácil deducir que existe

una gran asimetría en la población para hacer frente a los retos de la competencia

en el mercado.

El cuarto aspecto que vale la pena destacar es la tendencia a recurrir cada vez

más al uso de energía térmica para satisfacer la demanda. Mientras que en 1991

solamente el 26% de la energía eléctrica provenía de las plantas térmicas, en

1997 esta cifra había ascendido a 47%. Si se toma en cuenta que el costo de

generación de energía eléctrica por medio de este tipo de plantas es más alto,

pues requiere de un alto consumo de petróleo, se puede concluir que no es el

camino más adecuado para mejorar la eficiencia del sistema.

Cuadro A4.3Estructura de generación de energía eléctrica

Hidráulic a Geotérmic a Térmic a

1992 59.4 16.4 24.2

1993 54.6 13.6 31.8

1994 46.0 12.9 41.1

1995 44.1 13.3 42.7

1996 55.5 12.7 31.8

1997 39.5 13.5 47.0

Fuente: Boletín de estadístic as eléc tric as No. 28, CEL, marzo 1998.

Desde 1992 la participación de la generación térmica ha ido desplazando tanto a

la generación hidráulica como a la generación geotérmica. Mientras en 1992 la

212

generación térmica representó solamente la cuarta parte de toda la generación,

en 1997 esa participación se elevó casi hasta la mitad. El desplazamiento más

significativo se ha dado en la generación hidráulica: la generación hidráulica de

energía eléctrica pasó de las tres quintas partes a sólo las dos quintas partes en

el mismo período. Indiscutiblemente, en este comportamiento ha incidido la

entrada en operaciones de Nejapa Power en 1995, sin embargo la tendencia

mencionada se extiende a antes de ese año.

La tendencia a suplir la demanda de energía eléctrica con generación térmica es

más cara como se muestra en el cuadro siguiente:

Cuadro A4.4

Costo medio de la generación bruta de energía eléctrica

Hidráulica Geotérmica Térmica Total

1992 0.0985 0.2049 0.5992 0.2369

1993 0.1007 0.2753 0.5709 0.2758

1994 0.1083 0.3511 0.6876 0.3775

1995 0.2628 0.2879 0.6671 0.4240

1996 0.1887 0.4750 0.9663 0.3541

1997 0.1853 0.3299 0.6240 0.3377

Fuente: Boletín de estadísticas eléc tricas No. 28, 1997, CEL.

Se ha establecido, pues, una tendencia a descanzar en la forma de generación de

energía eléctrica que resulta más cara para el país. En 1997, por ejemplo, el costo

medio de cada Kwh generado térmicamente resultó más del triple que el Kwh

generado hidráulicamente y casi el doble del generado geotérmicamente. Parte

de este comportamiento se explica por las decisiones de inversión que han

aumentado la capacidad instalada en generación térmica: en plantas de gas en

213

Acajutla (aumento de 155.1 MW entre 1991 y 1994), en San Miguel ( aumento de

6.6 MW entre 1991 y 1992) y la entrada en operaciones de la planta privada

térmica de Nejapa Power (aumento de 144.5 MW entre 1995 y 1996), aunque se

sacó de funcionamiento la planta de Miravalle con capacidad de 18.6 MW en

1996. De esta manera, la capacidad instalada en generación térmica aumentó en

187.6 MW en los noventa.

Con un crecimiento económico como el experimentado en promedio en los

noventa, la demanda de energía eléctrica aumentaría a un ritmo promedio de

7.7% anual, lo cual haría que la demanda se duplicara al llegar a 1997. Esto

muestra que el sistema nacional habría tenido casi que duplicarse en su

capacidad instalada para entonces. De acuerdo al plan de expansión de CEL,

para entonces la capacidad del sistema de CEL habría aumentado en un 86%.

La demanda insuficientemente atendida que proviene del área rural indica que la

capacidad del sistema nacional tendrá que crecer más del doble para entonces, si

se quiere realmente proveer al área rural de energía eléctrica. Dado el plan de

expansión de CEL, se deduce que la expansión de la demanda requerirá de la

participación más activa del sector privado en la provisión de este servicio de

infraestructura.

Cabe destacar que las privatizaciones del sistema de energía eléctrica han

progresado en tres direcciones: la primera es la entrada en vigencia de la

operación de la planta Nejapa Power en 1995 la cual ya genera alrededor del 20%

de toda la generación eléctrica del país; la segunda es la privatización de las

distribuidoras de energía eléctrica que ocurrió en 1998; y la tercera es la venta de

las generadoras térmicas en 1999. Las privatizaciones abren una nueva relación

en los servicios de energía eléctrica que pueden contribuir a mejorar la cantidad,

la eficiencia, la confiabilidad de estos servicios, así como el acceso de la

población rural a ellos.

214

La red vial

Según el Ministerio de Obras Públicas (MOP) la longitud de la red vial en El

Salvador asciende a 9977 kms, conformada por siete categorías de carreteras y

caminos: carreteras especiales, primarias, secundarias, terciarias y terciarias

modificadas y caminos rurales A y rurales B. El siguiente cuadro resume el estado

de la red vial en 1996.

Cuadro A4.5Estado de la red vial en 1996 (Kms)

Categoría Muy buena Buena Regular Mala Muy mala Nir Ni Otros Total

Especiales 68.0 164.0 15.2 18.3 266.1

Primarias 41.3 93.3 215.1 236.3 26.0 3.0 615.0

Secundarias 17.7 226.3 564.2 284.0 0.8 6.0 2.8 9.8 1,108.6

Terciarias 301.3 869.1 393.9 102.9 28.6 33.9 1,729.7

Ter mod 11.2 2.0 13.2

Rural A 2.0 156.0 663.6 558.3 203.8 83.4 70.7 210.2 1,947.8

Rural B 7.5 229.5 1,173.1 1,111.7 664.3 338.1 362.4 410.1 4,296.7

Total 136.5 1,168.0 3,511.5 2,584.1 997.8 456.2 435.9 687.2 9,977.1

Nir: Longitud de vías inc luidas en otras

Ni: Longitud de vías no especificadas su estado

Fuente: Ministerio de Obras Públicas

El cuadro muestra que en 1996 el estado de la red vial era precario. Solamente el

13% de la red vial se encontraba en muy buena o buena condición; que 35% se

hallaba en estado regular; y que 36% estaba en mala o muy mala condición. Hay

un 16% del cual no se puede emitir juicio a partir de la información disponible.

A nivel de categorías, la situación de la red vial muestra ciertas caraterísticas. Las

carreteras especiales se encontraban prácticamente en buenas condiciones; pero

casi la mitad de las carreteras primarias estaban malas o muy malas; y alrededor

de la cuarta parte de las secundarias y terciarias se hallaban en malas

condiciones. En lo que a caminos rurales se refiere, las dos quintas partes se

hallaban en mal estado. Por supuesto, debido a las categorías Nir, Ni y Otros,

215

sobre los cuales no se puede emitir juicio sobre su estado, los caminos rurales en

buenas condiciones sólo ascendían al 36%.

El panorama del estado de los caminos no es muy diferente del de 1993. Según

Rivera Campos y Gallagher (1995), en aquel año solamente el 62% de los

caminos pavimentados se encontraban en estado bueno o regular y el 38% en

mal estado. Allí se señalaba también que sólo el 44% se hallaba en condiciones

buenas o regulares y el resto, el 56%, estaba en malas condiciones. Y respecto a

los caminos rurales se indicaba que el 57% se encontraba en mal estado.

El siguiente gráfico permite conocer cuáles son los departamentos cuya red vial

se encuentra más deteriorado.

Gráfico A4.1Precariedad de la red vial en 1996

(Mal y Muy mal estado)

0

10

20

30

40

50

60

70

San

ta A

na

Ah

ua

ch

ap

án

Son

son

ate

La L

ibe

rta

d

San

Sa

lva

do

r

Ch

ala

ten

an

go

Ca

ba

ña

s

Cu

sca

tlán

La P

az

San

Vic

en

te

Usu

lutá

n

San

Mig

ue

l

La U

nió

n

Mo

razá

n

Fuente: Ministerio de Obras Públicas

Porc

ent

aje

El gráfico muestra que los departamentos de Santa Ana, Sonsonate, La Libertad,

Usulután y San Miguel muestran deterioro de su red vial en más de las dos

quintas partes. Notables aparecen en 1996 los deterioros de las redes viales de

216

Sonsonate, con más de la mitad en condiciones precarias, y Usulután, con más de

las tres quintas partes en malas condiciones. El resto de los departamentos

muestra un deterioro no mayor al 30%.

En el estudio de Rivera Campos y Gallagher (1995) se indica que entre las causas

principales del pobre mantenimiento de la red de caminos se encuentran: la falta

de fondos presupuestarios, la planeación ineficiente, las ineficiencias en el MOP y

la falta de una perspectiva apropiada del impacto que los malos caminos

provocan en los costos operativos de los vehículos y de las empresas. La

asignación presupuestaria en 1994 del MOP, por ejemplo, dedicó solamente

¢110.00 a la compra de materiales para cada kilómetro de camino.

Las condiciones precarias de la red vial es una constante en el tiempo, es una de

las partes de la infraestructura en peores condiciones para apoyar el desarrollo

productivo de los salvadoreños; y en el caso de los caminos rurales para

permitirle a los pobres de esas áreas accesar a los mercados en los cuales se

supone que deben competir. Un estudio de FUSADES (1997) mostraba que la

distancia media de una granja agrícola hasta el camino pavimentado más cercano

es 5.8 kms, lo cual dice mucho al respecto.

217

CONSIDERACIONES FINALES

Mientras que los ochenta constituyeron una década perdida de conflicto armado,

que nos hizo retroceder en términos de bienestar, los noventa han sido una

década de cambios. Los tres grandes momentos del cambio ocurrieron al principio

del decenio con la firma de los Acuerdos de Paz, la implementación de las

reformas económicas y la sustitución de las donaciones por las remesas

familiares, como principal sostén de la solvencia financiera externa.

La firma de los Acuerdos de Paz en enero de 1992 fue el punto de partida de la

estabilidad política del resto de la década, en la que los antiguos opositores

armados se convirtieron en opositores políticos en competencia por los votos de

los ciudadanos. La estabilidad política creó la base de convivencia mínima que

requieren los procesos económicos para desarrollar sus potenciales. Sobre esa

base se desenvolvieron las reformas económicas que se avanzaron desde los

primeros años de la década: la reforma arancelaria, la liberalización de precios y

la privatización de algunas instituciones estatales, entre las que destacó la

privatización de la banca. Las reformas dieron paso al abandono del modelo de

sustitución de importaciones y a la adopción de un modelo en el cual el mercado

tuviera un papel más sustantivo en la asignación de los recursos del país. La

ejecución de las reformas, que se aplicaron en forma de un programa de

estabilización y ajuste estructural, tuvo bajos costos en terminos de oposición y de

costo social, si se le compara con otras experiencias latinoamericanas. Las

razones se encuentran en dos factores que cabe destacar: el primero, el apoyo

que el sector empresarial le concedió al programa, después del distanciamiento

que caracterizó la gestión ejecutiva en los años ochenta entre el sector

empresarial y el gobierno; el segundo, el flujo creciente de remesas familiares que

amortiguó los costos sociales del ajuste. En efecto, un factor importante con el

que contó el proyecto de reformas económicas fue el flujo de remesas familiares,

intensificado a finales de la década anterior, para sustituir providencialmente las

218

donaciones, que habían sido el principal sostén financiero de los años ochenta,

las cuales, después de la firma de los Acuerdos de Paz, declinaron rápidamente.

Los resultados de la aplicación de las reformas han sido mixtos. Por un lado, la

estabilidad macroeconómica se convirtió en el principal activo de la gestión

económica y el mercado se encuentra hoy más presente que antes; por el otro, el

dinamismo de la economía no ha logrado formar parte de los activos de la gestión

económica, pues después de un primer quinquenio de gran dinamismo, éste se

perdió durante los siguientes cuatro años, mostrando un ciclo bien definido de

auge y declinación del crecimiento económico. Más importante aún, el modelo no

logró entregar su ofrecimiento de promover un crecimiento liderado por las

exportaciones, más bien las exportaciones netas de máquila, han perdido

importancia dentro de la producción nacional.

El dinamismo de los primeros años encontró su energía en el auge de consumo

de esos años. Cuatro grandes factores parecen encontrarse en la base del auge

consumista en cuestión. El primero, la euforia que resultó del fin del conflicto,

después de muchos años de austeridad forzada por las limitaciones que impuso

la guerra; el segundo, la apertura de la economía, que amplió sustantivamente el

menú de opciones de los consumidores; el tercero, el aumento del ingreso

permanente de los receptores de remesas familiares, que indujo a elevar su

bienestar por medio del consumo; y el cuarto, la mayor intermediación de

recursos facilitado por la privatización de la banca, que introdujo mayor

agresividad de colocación de créditos y nuevos instrumentos financieros. Una

política monetaria de expansión crediticia, que en algunos de esos años dejó que

el crédito creciera a tasas de hasta 42%, sirvió de combustible para que aquellos

factores impulsaran el auge del consumo.

Las remesas familiares, aparte de haber contribuido a aumentar el dinamismo de

la economía durante la década, han introducido un dilema para la política

económica. La debilidadad exportadora encuentra entre sus determinantes la

219

apreciación real de la moneda que se fue alimentando entre 1993 y 1996, período

en el cual, con un tipo de cambio fijo, la inflación doméstica se mantuvo por

encima de la inflación internacional, haciendo perder competitividad exportadora;

sin embargo, después del último año indicado, en que la inflación convergió al

nivel internacional, la erosión indicada de la competitividad desapareció. No

obstante, el esfuerzo antiinflacionario dio paso a un fenómeno distinto: las altas

tasas de interés real, que han elevado los costos de los recursos financieros para

la inversión. De tal manera que el mal holandés que provocan las remesas

familiares, presenta para la política económica un dilema importante: si, por un

lado, el Banco Central de Reserva continúa con la política de mantener fijo el tipo

de cambio nominal y con el esfuerzo antiinflacionario, la tasa de interés real se

mantendrá alta, afectando negativamente a la inversión; si, por el otro, asume una

meta de inflación menos estricta, permitiendo más liquidez, la tasa real de interés

podrá bajar, pero el costo de la erosión de la competitividad exportadora

aparecerá nuevamente.

La persistencia del lento crecimiento ha llevado a plantearse tres consideraciones

sobre la relación que está ocurriendo entre crecimiento y estabilidad. En primer

lugar, la política antiinflacionaria en conjunto con una situación fiscal deficitaria,

están ahogando el crecimiento de la producción, por sus efectos alcistas sobre la

tasa de interés; en segundo lugar, la persistencia del lento crecimiento es una

amenaza para la estabilidad macroeconómica misma, en tanto está deteriorando

la recaudación tributaria y empeorando la solvencia de las empresas y la cartera

de los bancos; y en tercer lugar, la disminución del crecimiento podría ser el

resultado de que la productividad está cayendo y la economía se está

acomodando a una tasa normal de crecimiento menor, del orden del 3.5%,

indicando que el ajuste del crecimiento hacia la baja tiene un componente

estructural dominante sobre el comportamiento coyuntural.

En una perspectiva de largo plazo de la economía salvadoreña destacan varias

características. El crecimiento económico es volátil, alternando períodos de rápido

220

crecimiento y de corta duración con períodos de crecimiento moderado y de

contracción, de tal manera que el progreso acumulado durante los últimos

cuarenta años resulta notablemente insuficiente. Ciertamente, el crecimiento

promedio entre 1960 y 1997 apenas llegó a 3% anual, una tasa apenas superior

al crecimiento poblacional. El escaso progreso observado en la reducción de la

pobreza encuentra en este bajo crecimiento de largo plazo una de sus

explicaciones. Otra característica que sugieren los estudios de largo plazo es la

tendencia de la productividad media de los factores productivos a declinar, a la

par de la disminución de la disponibilidad de capital por trabajador. La pérdida de

productividad tendencial estaría en la base del bajo crecimiento logrado en el

largo plazo.

La persistencia de la pobreza es la otra gran característica de largo plazo de la

economía. Aún el 60% de la población rural se encuentra en pobreza y el acceso

de la población a los servicios sociales básicos es precario. La asimetría regional

de la pobreza en El Salvador señala contrastes entre el occidente y el centro, por

un lado, y el norte y el oriente, por el otro; en general, entre más se camina hacia

el norte y el oriente, mayor es la pobreza encontrada.

No cabe duda que en el corto plazo la política económica tiene un problema de

inconsistencia, pues un régimen de tipo de cambio fijo requiere, entre otras cosas,

mantener unas cuentas fiscales en equilibrio, o superavitarias si es posible,

porque la política fiscal es el único instrumento de política económica disponible

para hacer frente a los impactos negativos sobre la economía y amortiguar las

fases recesivas del ciclo económico; en caso contrario, como ocurre en El

Salvador, cuando las cuentas fiscales son deficitarias, no queda más remedio que

ver pasar la fase recesiva del ciclo, con las consecuencias sobre el empleo y la

producción. Además, las cuentas fiscales deficitarias en sí mismas tienden a

prolongar la recesión y a intensificarla por la presión al alza que ejercen sobre la

tasa de interés. Un segundo elemento de inconsistencia es la rigidez del mercado

laboral. Cuando los mercados laborales son poco flexibles, las economías se

221

ajustan ante los impactos negativos por la vía del desempleo, como se ha

observado en la experiencia salvadoreña reciente.

De tal manera que la mejor recomendación para el corto plazo que se puede

presentar, para el manejo del ciclo económico, es el de conservar una política

monetaria exigente que mantenga la inflación abajo del nivel internacional para

evitar perder competitividad exportadora, y actuar sobre las cuentas fiscales de

manera ambiciosa: reduciendo el gasto, aumentando la eficiencia recaudativa y

aumentando los impuestos si es necesario; de otra manera, la actividad

económica continuará ahogándose en su propia inconsistencia.

Lo más importante es lo que se haga en el largo plazo. Un hecho que destaca de

la visión de largo plazo es la coexistencia de la persistencia de la pobreza y el

poco dinamismo del crecimiento de largo plazo. En verdad, parte de la explicación

de por qué se ha hecho poco progreso en reducir la pobreza durante los últimos

cuarenta años, se encuentra en la baja tasa promedio de crecimiento en ese

período. El otro hecho que destaca es la baja eficacia para convertir ese limitado

crecimiento en reducción de la pobreza. Crecimiento robusto y sostenido en el

largo plazo y eficacia en la conversión de crecimiento en pobreza son dos

grandes desafíos para enfrentar la realidad de la pobreza en el próximo siglo.

La evidencia parece sugerir que cuando el crecimiento es exportador es más

proclive a elevar la productividad y a sostenerse en el tiempo. Cuatro grandes

pilares deberían sostener el objetivo del crecimiento exportador: invertir en

educación y salud, fortalecer la seguridad ciudadana, consolidar el estado de

derecho y dejar que el mercado asigne los recursos productivos. Estos pilares

sólo se construyen en el largo plazo, pero precisamente lo que el país necesita no

es otra reactivación más de la economía, resultado de un aumento de los precios

del café o de un auge de consumo, que rápidamente va a dar paso a una nueva

fase de lento crecimiento, como ha ocurrido tantas veces, sino un crecimiento de

largo plazo, que sólo puede traducirse en progreso, si se sostiene en el tiempo.

222

Pero también es necesario eficacia para convertir ese crecimiento en reducción

de la pobreza, y para eso se necesita un acuerdo de largo plazo que establezca

compromisos de invertir en los pobres, de establecer las políticas públicas para

enfrentar sostenidamente las carencias sociales que se han señalado en este y

otros estudios. No cabe duda que estos compromisos pasan por la conformación

de un estado eficiente y fuerte, eficiente en no distraer recursos escasos en

actividades que no le corresponden al sector público, para asignarlos al problema

social; y fuerte para que sea capaz de cumplir con las tareas que la sociedad le

ha asignado.

Mercado libre, estado pequeño, eficiente y fuerte, estado de derecho, seguridad

ciudadana y educación y salud parecen ser los cinco pilares mínimos que un país

pequeño puede necesitar para llevar progreso a sus ciudadanos. Fortalecer o

construir estos cinco pilares constituye el gran desafío de los salvadoreños de

cara al próximo siglo.

223

Bibliografía

Benjamin, N., Devarajan, S. and Wiener, R. (1989) "The Dutch Disease in aDeveloping Country" Journal of Development Economics 30. North Holland.

Cáceres, L. R. (1998). "Décadas perdidas. Oportunidades para el presente".Mimeo.

FUSADES (1990). "Informe trimestral de coyuntura No. 1".

FUSADES (1994). "La vivienda y locales comerciales de más de ¢300,000 y suincidencia en el Sistema Financiero", diciembre. Mimeo.

FUSADES (1997). "Evolución de los indicadores sociales: una perspectivalatinoamericana" Boletín Económico y Social No. 127, junio.

FUSADES (1997). "Pobreza rural" Boletín Económico y Social No. 138, mayo.

FUSADES (1998). "La infraestructura en El Salvador", Boletín Económico y SocialNo. 161, abril.

Gallagher, M y Rivera Campos, R. (1995) "El gasto público" en Bases fiscalespara el Estado moderno, ed. Mark Gallgher. AID, CINDE, ESEN.

Harberger, A. (1993). "Midiendo los componentes del crecimiento económico enEl Salvador. Métodos y resultados iniciales" Memorandum presentado aFUSADES, mayo, San Salvador.

Hinds, M. (1993). "El Salvador: What Now". Mimeo.

Liévano de Marques, M (1996) "El Salvador, un país en transición", ESEN,CREDISA.

Mankiw, G. (1992). "Macroeconomics" Worth Publishers, New York.

Morales, A. (1998). "Determinants of Growth in an Error Correction Model for ElSalvador" en Recent Economic Development, FMI, Mimeo.

PNUD (1997) "Informe sobre Indices de Desarrollo Humano en El Salvador", SanSalvador.

PNUD (1998). "Informe sobre el desarrollo humano", New York.

PNUD−CNDS (1999). "Estado de la Nación en desarrollo humano 1999. ElSalvador. 1a edición San Salvador, El Salvador. Roberto Rivera Campos (Comp.)

224

Rivera Campos, R. (1986). "Dinámica y crisis de la economía salvadoreña",Estudios Centroamericanos, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.Rivera Campos, R. (1994). "Los determinantes del ahorro en El Salvador"Ministerio de Planificación, Mimeo.

Rivera Campos, R. (1996). "Remesas familiares, mal holandés y políticaeconómica" Boletín Económico y Social No. 124, FUSADES, marzo.

Rivera Campos, R. (1996). "Remesas familiares, mal holandés y políticaeconómica" en Remesas familiares en El Salvador: Coyuntura y crecimiento ed.

Roberto Rivera Campos, Documento de Trabajo No. 43, FUSADES.

Rivera Campos, R. (1998). "Mal holandés, esterilización monetaria y tasa deinterés real en El Salvador", Cuaderno No. 23, Banco Centroamericano deIntegración Económica.

Rosa, H. (1993). "AID y las transformaciones globales en El Salvador. El papel dela asistencia económica de los Estados Unidos desde 1980" CRIES.

Segovia, A. (1996). "Macroeconomic Performance and Policies Since 1989" enEconomic Policy for Building Peace. The Lessons of El Salvador, ed. JamesBoyce. Lynne Rienner Publishers, Inc.

Segovia, A. (1996b). "Domestic Resource Mobilization" en Economic Policy forBuilding Peace, The Lessons of El Salvador, ed, James Boyce. Lynne RiennerPublishers, Inc.

Segovia, A., Rosa, H., Martínez, J. E. y Pleitez, W. (1990). "La gestión económicade ARENA. La política macroeconómica: promesa y realidad" Revista PolíticaEconómica, julio, vol I No. 1. CENITEC.

Sorto, F. y Pleitez, W. (1992). "La reforma financiera de ARENA: ¿Hacia donde sedirige la privatización de la banca? Revista Política Económica, vol I, No. 12, abril−mayo, CENITEC.

Worl Bank (1995). "El Salvador: Meeting the Challenge of Globalization". Vol II.

225