la critica de leo strauss al positivismo weberiano

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  • 7/27/2019 La Critica de Leo Strauss Al Positivismo Weberiano

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    La crtica de Leo Strauss al positivismo weberiano

    Miguel ngel Belmonte Snchez

    Si hay algo que hoy sepamos bien es que algo

    puede ser santo no slo aunque no sea bello, sinoporno serlo yen la medida enque no lo es

    Max Weber, La ciencia como profesin

    De modo, Trasmaco, que los injustos te pa-recen inteligentes y buenos?

    Platn, Repblica

    I. Wertfreiheit y Wertbeziehung

    La discusin en torno a la distincin entre hechosyvaloresha impreg-nado la evolucin de las ciencias sociales contemporneas. Un hito in-soslayable en tal cuestin es la metodologa cientfica propuesta y apli-cada a principios del siglo pasado por Max Weber. Su armonizacinentre los conceptos de WertfreiheityWertbeziehungqueda sintetizada enafirmaciones como esta: La ciencia emprica no es capaz de ensear anadie lo que debe, sino slo lo quepuedey en ciertas circunstancias loque quiere1. Esto es: el cientfico en cuanto tal no llega a descubrir qu

    valores sean preferibles a otros ni, por tanto, qu tipo de vida sea lams acorde con las exigencias de la ciencia. Pero s puede aportar cla-ridad sobre qu consecuencias tiene el preferir unos valores determina-dos en unas ciertas circunstancias, hasta el punto de mostrar, por ejem-plo, los posibles efectos no deseados de una accin cualquiera. En estoconsiste bsicamente la Wertfreiheit, que inicialmente Talcott Parsons

    1. MAXWEBER,Ensayos sobre metodologa sociolgica, Amorrortu, Buenos Aires,1973, 47.

    Espritu LVIII (2009) n 138 67-78

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    tradujo como value-freedompero que tambin puede traducirse como va-lue-neutralityo neutralit axiologiquecomo hacen Guenther Roth, WolfgangSchluchter o Julien Freund2. Por otra parte esto no quiere decir que laactividad del cientfico no descanse sobre determinados valores o quela ciencia no haya de tener en cuenta su influencia en aquellos fen-menos sociales que se proponga como objeto de estudio. Si paracomprender la accin social hay que conocer el sentido que el agenteindividual da a su accin, sera impensable una ciencia social comple-ta que sistemticamente dejara fuera de su atencin la relacin conlos valores. La reflexin metodolgica de Weber respecto al lugar queha de ocupar en las ciencias sociales esta cuestin de la relacin conlos valores es lo que se recoge en el trmino Wertbeziehung. TalcottParsons tradujo este trmino como value-relevanceinterpretndolo b-sicamente como el reconocimiento por parte del cientfico social dela inter-dependenciaque su rol de investigador en cuanto tal tiene conotros roles como el de pertenecer a una determinada cultura o a unadeterminada tradicin acadmica, frente a la in-dependenciaen que con-sistira la Wertfreiheit3.

    II. Las consecuencias no deseadas de la neutralidad axiolgica

    2.1.El riesgo historicista

    A lo largo del siglo XX, la propuesta metodolgica weberiana fueobjeto de varias crticas desde posiciones marxistas o neomarxistas4.

    Miguel ngel Belmonte Snchez68

    2. Recientemente, Isabelle Kalinowski ha criticado duramente esta traduc-cin de Freund por considerar que, conscientemente o no, provoc una tergiver-sacin en la recepcin de Weber. Kalinowski propone traducir el trmino comonon-imposition de valeurs. El problema est en que el trmino neutralidad fuea menudo enarbolado por cientficos sociales contemporneos como una especiede sacralizacin del desinters respecto a los valores, o incluso como una justifica-cin del erudito que se evade de cualquier polmica poltica amparado en la torrede marfil del investigador. Cf. MAXWEBER, La Science: profession et vocation, traduc-cin de I. Kalinowski y seguido del estudio Leons wbriennes sur la science et la pro-

    pagandea cargo de la propia traductora, Agone, Paris, 2005.3. Cf. RICHARD SWEDBERG, The Max Weber Dictionary. Key Words and Central

    Concepts, Stanford University Press, Stanford, 2005, 288-289.4. La libertad de valoresde la sociologa que propugna Max Weber, su aparen-

    te depuracin de todos los elementos de lo irracional, viene, pues, en definitiva, airracionalizar todava ms el acaecer histrico-social. Y l mismo tiene que aceptar

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    El otro gran ataque provino, en contraste, de un autor que ha sido amenudo sealado como uno de los grandes inspiradores del nuevoconservadurismo norteamericano5.

    La crtica de Leo Strauss a Max Weber, aunque centrada en elproblema metodolgico, entronca de lleno con las principales preocu-paciones intelectuales del profesor de Chicago: la urgencia de cons-truir una nueva ciencia poltica, la relacin entre razn y revelacin, la

    La crtica de Leo Strauss al positivismo weberiano 69

    aunque sin llegar a ver, ciertamente, que con ello da al traste con toda la raciona-lidad de su metodologa cientfica que el fundamento irracional de las valoracionestiene sus profundas races en la misma realidad social. (...) Max Weber topa aqucon el problema planteado por elManifiesto Comunistacuando dice que la historiaes toda ella una historia de luchas de clases. Pero, como no puede ni quiere reco-nocer estos hechos, porque su concepcin del mundo se lo impide, y como, envirtud de ello, no est en condiciones ni abriga la voluntad de extraer las conse-cuencias discursivas dialcticas que se derivan de la estructura dialctica de la rea-lidad social, se ve obligado a refugiarse en el irracionalismo. GEORG LUKACS,Elasalto a la razn. La trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler, Girjalbo,Barcelona-Mxico, D.F., 1968, 496. It is precisely Max Webers analysis of indus-trial capitalism, however, which shows that the concept of scientific neutrality, or,

    better, impotence, vis--vis the Ought, cannot be maintained: pure value-free phi-losophical-sociological concept formation becomes, through its own process, valuecriticism. Inversely, the pure value-free scientific concepts reveal the valuationthat is contained in them: they become the critique of the given, in the light ofwhat the given does to men (and thinhgs). The Ought shows itself in the Is: theindefatigable effort of conceptual thinking makes it appear. HERBERT MARCUSE,

    Negations: Essays in Critical Theory, Penguin Books, Middlesex, 1972, 202-203. Sirvanestas dos citas como ejemplo del tono que tienen las crticas al positivismo webe-riano procedentes del marxismo y del neomarxismo.

    5. En 1987, en un artculo enNewsweek titulado El culto de Leo Strauss apa-reca la pregunta Por qu hay tantos straussianos en la administracin Reagan?.Cf. GORDON S. WOOD, The Fundamentalists and the Constitution, en The New YorkReview of Books, vol. 35, 1988. Tambin de finales de los aos 80 proviene la polmi-ca respecto al modo correcto de interpretar al propio Leo Strauss, a quien aplicn-dole su propia teora sobre la persecucin y el arte de escribir, se ha llegado a tildarde maquiavlico y nietzscheano. Cf. SHADIA B. DRURY, The Esoteric Philosophy ofLeo Strauss; Political Theory, vol. 13, 1985, 315-338: SHADIA B. DRURY, Strauss,Philosophy, and Politics: Leo Strausss Classical Natural Right Teaching; PoliticalTheory, vol. 15, 1987, 299-315. Contra esta interpretacin, vase sin embargo: HARRYV. JAFFA, Dear Profesor Drury: Response to Drurys Leo Strausss Classical NaturalRight Teaching; Political Theory, vol. 15, 1987, 316-325. FRED DALLMAYR, Politicsagainst Philosophy: Response to Drurys Leo Strausss Classical Natural RightTeaching, en Political Theory, 15, 1987, 326-337.

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    posibilidad de interpretar a un autor mejor que l mismo, etc. ParaLeo Strauss es imposible emprender la indispensable y urgente tareade reconstruccin de la ciencia poltica sin una genealoga que desmi-tifique el positivismo incrustado en las modernas ciencias sociales. Yen esa genealoga encontramos en un lugar privilegiado a Max Weber,a quien Strauss considera el mximo representante y ejecutor de losprincipios positivistas en las ciencias sociales. Con l la ciencia socialpositivista alcanz su desarrollo final6, que inclua, paradjicamente,la propia autodisolucin de la ciencia social en un relativismo insupera-ble de raigambre nietzscheana. A juicio de Strauss, la distincin entrehecho y valor, erigida en principio nuclear de la Sociologa, coloca asta en un campo abierto para todo tipo de investigaciones que podra-mos catalogar bajo el amplio espectro de la Historia comparada. Estonos lleva a la constatacin de la existencia de variadsimas realidadessociales que a menudo se articulan, al menos aparentemente, en tornoa posiciones valorativas absolutamente incompatibles. Este es el he-cho: si se parte de la pura experiencia se llega al politesmo... el hechode la incompatibilidad existente entre las distintas posiciones posiblesrespecto a la vida...7. Tras constatar este hecho, el cientfico social se

    ve constreido, aplicando el criterio de la Wertfreiheit, a no hacer inter-venir en su investigacin preferencia alguna. Pero este criterio de laneutralidad axiolgica fcilmente pasa, de ser un criterio meramentemetodolgico a la hora de seleccionar objetos de estudio, circunscribirtemas, etc., a convertirse en una actitud vital que impregna toda la ta-rea cientfica y expulsa al infierno de la no-ciencia cualquier tipo dejuicio valorativo. Inevitablemente el relativismo ir ganando terrenohasta el punto de convertir en banal la distincin entre bello y feo, entrebueno y malo, pero tambin, en ltima instancia, la distincin entre el

    valor de la verdad y el de la mentira. Especialmente el rango y estatuto

    propios de la Ciencia positiva contempornea quedarn reducidos a

    Miguel ngel Belmonte Snchez70

    6. Nadie desde Weber ha dedicado una dosis comparable de inteligencia, deasiduidad y entrega casi fantica al problema bsico de las ciencias sociales. Inde-pendientemente de los errores que pueda haber cometido, se trata del cientficosocial ms relevante de nuestro siglo LEO STRAUSS, Derecho natural e Historia, Bar-celona, Crculo de Lectores, 2000 [en adelante, DNH], 73. Cf. LEO STRAUSS,Ques filosofa poltica?, Madrid, Guadarrama, 1970 [en adelante, QFP], 22.

    7. MAXWEBER, La ciencia como profesin. La poltica como profesin, Tr. J. Abelln,Madrid, Espasa-Calpe, 1992 [en adelante, CcP], 79, 83.

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    mera arbitrariedad: ninguna ciencia carece absolutamente de supues-tos previos y ninguna ciencia puede justificar su propio valor ante al-guien que rechace estos supuestos8. El deseo de objetividad en lasCiencias sociales as como el criterio mismo de neutralidad axiolgicaquedarn en entredicho como resultado de llevar hasta sus ltimasconsecuencias los propios principios positivistas.

    La posicin adoptada por Weber la resume Strauss as: hay unapluralidad de principios invariables del derecho y del bien que se opo-

    nen entre ellos sin que se pueda probar la superioridad de ninguno9. Apartir de esta posicin Strauss desenvuelve una serie de consecuenciascontradictorias e incoherencias a las que Weber mismo seguramenteno quiso llegar. Por ejemplo: Weber no dud nunca de la superioridadabsoluta de la ciencia moderna con relacin a otras formas pretritasde explicacin de la realidad natural o de la sociedad. La ciencia sera,en resumen, un corpus de proposiciones verdaderas con validez uni-

    versal y objetiva. Pero tales proposiciones son respuestas a preguntasrealizadas originalmente en funcin de posiciones valorativas: laorientacin de nuestro inters intelectual depende directamente dejuicios de valor. Por consiguiente la ciencia social es esencialmentehistrica y todo su cuadro conceptual, efmero, viene determinadopor los valores. Sin embargo esta conclusin plenamente historicistano quiso sacarla nunca Max Weber10.

    2.2. La sombra del nihilismo

    El problema para Weber radica en que la razn no puede decan-tarse por s sola en favor de un sistema de valores determinado. Nisiquiera puede establecer una jerarqua entre ellos. La solucin esten una eleccin libre, personal e irracional de cada individuo. Weber

    insiste mucho en que estamos obligados a elegir. Y tenemos la obli-gacin moral de ser coherentes con nuestra eleccin. Strauss le re-procha, sin embargo, lo poco coherente que es exigir la honestidadintelectual cuando cualquiera puede ver que se trata de un juicio de

    valor que Weber realiza desde dentro de una determinada tradicin

    La crtica de Leo Strauss al positivismo weberiano 71

    8. CcP, 85.9. Cf. DNH, 72.10. Cf. DNH, 75-76.

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    cultural cuyos valores no considera Weber legtimo situar por encimade otros11.

    Dicho brevemente: la ceguera moral, indispensable para el anlisiscientfico, desemboca irremediablemente en el nihilismo. Cuando

    Weber intenta salvar, por ejemplo, el valor en s de la honestidad inte-lectual, est cayendo en una inconsecuencia: se habr enredado en eltrance que condujo a Trasmaco a su cada, abatido por Scrates, en elprimer libro de La Repblica, de Platn12. Por qu deberamos fiar-

    nos de un cientfico que no considera la verdad ms que como un va-lor elegible entre tantos otros, incluidos sus contrarios? Por qu de-beramos fiarnos de un hombre como Trasmaco, que piensa que elinteligente y bueno es el capaz de engaar a todos?

    Strauss advierte que la cada en el nihilismo no es por s mismo eldestino de las ciencias sociales sino slo en el caso de pensadorescomo Weber que han intentado pensar a fondo la cuestin de la fun-damentacin de la investigacin cientfica. De hecho, el gran peligroal que conduce el principio de la neutralidad axiolgica en la prcticaes un vago conformismo desde el que la ciencia social quedara redu-

    cida a mero instrumento de dominacin al servicio de un determina-do orden social establecido. La ciencia sera incapaz de llamar, porejemplo, a la tirana por su nombre. Y es precisamente en la denunciade este riesgo donde convergen la crtica al positivismo metodolgi-co de las ciencias sociales contemporneas, incluso en su versin msrefinada, la de Weber, con la crtica a la filosofa poltica modernadesde Maquiavelo y Hobbes hasta el ms radical de todos los histori-cistas, Hitler.

    III. El irracionalismo weberiano, testigo del fracaso de la filoso-fa poltica moderna

    Fcilmente puede comprenderse la crtica straussiana al positivis-mo como la reaccin del intelectual que, ante los horrores del nazis-mo y la segunda guerra mundial, se atreve a desentraar sus orgenes

    Miguel ngel Belmonte Snchez72

    11. Cf. NASSER BEHNEGAR, Leo Strauss, Max Weber, and the Scientific Study ofPolitics, Chicago University Press, Chicago, 2003, 84.

    12. QFP, 25.

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    ideolgicos. As, la primera cita algo extensa que hallamos en la Intro-duccin a Derecho Natural e Historiaes precisamente todo un misil en lalnea de flotacin del positivismo: se trata de un pasaje de AllgemeineStaatslehre de Hans Kelsen aparecido en la edicin alemana de 1925pero suprimido en la edicin inglesa de 1949. En dicho pasaje, Kelsencalifica de ingenuidad infantil propia de iusnaturalistas el descalificarcomo arbitrariedad la voluntad cambiante del dspota. Para Kelsen, setrata de la posibilidad jurdica del autcrata de tomar cada decisin,de determinar la actividad de cada rgano subordinado incondicional-mente y de cancelar o alterar cada vez los principios normativos... talorden tambin es orden jurdico. El pasaje citado por Strauss acabade modo muy explcito afirmando que: no pocas veces hay en el es-tado constitucional moderno una llamada a la dictadura13. Lo mspeligroso es la posibilidad de que sobre el subsuelo de una ciencia so-cial incapaz de determinar la preferibilidad racional de unos valores uotros se levante en ltima instancia el totalitarismo. En este sentido,Strauss juega con la ventaja de contar con la experiencia del nazismocomo fenmeno recin vivido. Pero, aun sin esa experiencia, Weberpoda haber previsto los peligros del relativismo. En el fondo, la posi-

    cin de Weber responda, segn Strauss, a una actitud personal, a unacierta preferencia nostlgica e individualista que adoleca de la falta deresponsabilidad que precisamente Weber siempre habra reclamadopara el hombre de accin:

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    13. Vollends sinnlos ist die Behauptung, dass in der Despotie keineRechtsordnung veste, sondern Willkr des Despoten herrsche (...) stellt dochauch der despotisch regierte Staat irgendeine Ordnung menschlichen Verhaltensdar (...) Diese Ordnung ist eben die Rechstordnung. Ihr den Charakter des Rechtsabzuspruchen, ist nur eine naturrechtliche Naivitt oder Ueberhebung (...) Was alsWillkr gedeutet wird, ist nur die rechtliche Mglichkeit des Autokraten, jedeEntscheidung an sich zu ziehen, die Ttigkeit der untergeordneten Organe bedin-gungslos zu bestimmen und einmal gesetze Normen jederzeit mit allgemeineroder nur besonderer Geltung aufzuheben oder abzundern. Ein solcher Zustandist ein Rechtzustand, auch wenn er als nachteilig empfunden wird. Doch hat erauch seine guten Seiten. Der im modernen Rechtsstaat gar nicht seltene Ruf nachDiktatur zeigt dies ganz deutlich. Hans Kelsen,Allgemeine Staatslehre, Berlin, 1925,335-336. Habida cuenta de que Kelsen no ha cambiado su postura con respecto alderecho natural, no me explico por qu ha sido omitido este instructivo pasaje dela traduccin inglesa (General Theory of Law and State, Cambridge, Harvard Univer-sity Press, 1949, 300). DNH, 34-35.

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    Weber ha defendido la insolubilidad de todos los conflictos devalores porque su alma ansiaba un mundo en que la decepcin (esahija bastarda del pecado violento acompaado de una fe todava ms

    violenta), en lugar de la felicidad y la serenidad, fuera la nota distinti-va de la dignidad humana14.

    La consideracin de esta alma en una tensin vital permanente,llev a Strauss a preguntarse si el nihilismo en que desemboca la posi-cin de Weber pudiramos considerarlo como nihilismo noble en

    contraposicin al nihilismo vil de un mero hedonista o de un indivi-dualista irresponsable. Pero la propia posicin weberiana no permitedistinguir, en el fondo, entre noble y vil. Solo trascendiendo el nihi-lismo podemos calificar de noble el nihilismo de Weber15. En ltimainstancia el mundo weberiano no es ms que un caos irreducible en elque solo queda sitio para dos actitudes entre las que hay que elegir.Una actitud es la del hombre mecanizado, el hombre sin alma, el tec-ncrata sin corazn que encuentra suficiente placer dentro de la inex-pugnable jaula de hierro del mundo contemporneo. Otra actitud es ladel hombre de fe que en un acto irracional, ciego, decide dedicarsecon abnegacin a una causa, sea la que sea. Weber encontr en la

    ciencia la causa a la que dedicarse, dado que las circunstancias no lepermitieron dedicarse a la causa de la poltica, aunque siempre lo hu-biera querido. Pero l mismo fue consciente de que su misma posicincientfica le llevaba a no poder justificar racionalmente la superiori-dad de esta actitud. Por eso las reflexiones metodolgicas de Weberson algo ms que eso16. Representan, u ocultan, un reconocimiento deque la demarcacin entre lo cientfico y lo no cientfico consiste ya en

    Miguel ngel Belmonte Snchez74

    14. QFP, 29.15. In a way that we have to think of as modeled on Hegels account,

    Nietzsche and Heideggers claims had it that the most important thing to unders-tand about the civilizations of the last man was that it was philosophy itself thathad failed (for life), had now become a thing of the past, had died, and that withthis dead, the aspirations of enlightment since Socrates died as well, ceased to havea grip, to be a genuine, possible aspiration. In fact, they claimed, the lived-outconsequences of such aspirations could nowbe seen to have amounted to a kindof nihilism, whether in the sense Nietzsche cared about (no possible distinctionbetween noble and base) or the version that Heidegger cared about: the forget-ting of the question of the meaning of the being. ROBERT B. PIPPIN, The Una-vailability of the Ordinary, en Political Theory, 31, 2003, 338-339.

    16. Cf DNH, 118.

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    una determinada posicin filosfica. La realidad es un devenir infinitocarente de significado, un caos de acontecimientos nicos y absoluta-mente seccionables meramente absurdos en s mismos. Cualquier sig-nificado, cualquier sentido o articulacin de este caos estar solo en laactividad del sujeto investigador. Esta concepcin de la realidad, sea-la Strauss, se aleja en gran medida del sentido comn. Pero en estealejamiento Weber no hace ms que completar una tradicin que seremonta tres siglos atrs, la tradicin de la filosofa poltica moderna17.

    IV. El desacuerdo Weber-Strauss y el derrumbe de Trasmaco

    Raymond Aron resumi con acierto las crticas de Leo Strauss aMax Weber en cuatro puntos. Primero, si no puedes llamar tirana a latirana, no comprendes la realidad18. Segundo, el historicismo, llevadoa sus ltimas consecuencias, se anula a s mismo19. Tercero, aunque noest en su intencin, Weber cae en el nihilismo20. Cuarto, en la accin

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    17. Cf DNH, p. 120.18. Uno de los primeros objetos de anlisis de Leo Strauss fue precisamente

    el Leviatnde Hobbes, del que destaca a menudo aquel prrafo de las ltimas p-ginas en que Hobbes afirma explcitamente que la tirana no es ms que el nom-bre que damos al gobernante cuando estamos enfadados con l, por lo que essiempre reprochable cualquier tolerancia hacia los que profesan el odio a la tira-na: And because the name of tyranny, signifieth nothing more, nor less, than thename of sovereignty, be it in one, or many men, saving that they that use the for-mer word, are understood to be angry with them they call tyrants; I think the to-leration of a professed hatred of tyranny, is a toleration of hatred to common-wealth in general The English Works of Thomas Hobbes, vol. III, Leviathan or thematter, form and power of a commonwealth, ecclesiastical and civil, London, 1839; ScientiaVerlag Aalen, Germany, second reprint 1966,A review and conclusion, 706.

    19. No hay historia de la filosofa si lafilosofa no existe RAYMONDARON,Introduccin a MAXWEBER, El poltico y el cientfico, Alianza Editorial, Madrid,1967 [en adelante I], 52.

    20. Si lo consideramos en relacin con la tradicin filosfica, Max Weber pa-rece casi nietzscheano () Las implicaciones nihilistas de algunos textos de MaxWeber son innegables. He de aadir que el nihilismo fue una de las tendencias desu pensamiento. Dios ha muerto, todo es lcito. O al menos, Dios ha muerto,cada cual elige su propio dios, que tal vez sea un demonio. Pero no es esta tenden-cia la nica que atraviesa su pensamiento. El nihilismo nietzscheano en el que a ve-ces desembocaba era menos objeto de una eleccin deliberada que consecuenciasemiinvoluntaria de un principio a sus ojos fundamental: la imposibilidad de de-mostrar cientficamente un juicio de valor o un imperativo moral, I, 55-57.

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    poltica poco importa, a fin de cuentas, la tica formal de cuo kantia-no. En relacin directa con la cuestin de la neutralidad axiolgicaconviene destacar los tres primeros puntos. Respecto al cuarto punto,la interpretacin y defensa que Aron hace de la concepcin weberianade la tica de la conviccin y la tica de la responsbilidad, es donde

    Aron se muestra ms fiel seguidor intelectual de Weber. Aron muestrasu entusiasmo con la doble tica weberiana: racionaliza sus propiascontradicciones en la antinomia de dos morales que, al nivel de la fe-nomenologa de la accin poltica, me parece una conceptualizacinfiel de la conciencia desgarradora del intelectual en poltica: Salvar sualma o salvar la ciudad21, pero esto no va al ncleo de la crtica deStrauss, que ms bien est poniendo en tela de juicio la coherencia en-tre la metodologa cientfica (incluyendo todo lo relacionado con laWertbeziehungy la Wertfreiheit) y el anlisis del orden poltico.

    Por otro lado, en cuanto a las objeciones metodolgicas, Aron selimita a indicar las posibles causas psicolgicas circunstanciales queayudan a contextualizar el problema: por qu est tan seguro Max

    Weber de que los conflictos del Olimpo son inexpiables? Por dos ra-zones distintas: porque llevaba esos conflictos dentro de s mismo yporque ellos constituyen el tema privilegiado de los estudios sociol-gicos22.

    El desacuerdo entre Strauss y Weber est en cuestiones muchoms de fondo que en la cuestin de la fenomenologa poltica. En to-do caso, las crticas a aspectos concretos de sus investigaciones socio-lgicas23, como la manera de plantear la antinomia entre igualdad y de-sigualdad en poltica24, o la manera de elaborar el tipo idealdel Estadomoderno, remiten siempre a desacuerdos ms fundamentales:

    Miguel ngel Belmonte Snchez76

    21. I, 62.22. I, 74.23. Strauss reprocha a Max Weber el haber ignorado la posibilidad y la nece-

    sidad de un sistema categorial universalmente vlido y, habiendo admitido la rela-tividad histrica de este sistema, el haber falseado con el provincialismo su socio-loga de la historia universal I, 53.

    24. no sin motivo Strauss juzga que Max Weber no formul la antinomiacon suficiente rigor ni, menos an, present la tesis de igualdad a toda costa entrminos tales que la hagan aparecer tan plausible como la tesis opuesta de las de-sigualdades naturales que toda sociedad ha de aceptar I, 66.

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    La metodologa de Max Weber, como tras otros muchos ha di-cho Leo Strauss, es inseparable de una filosofa. De esta observacinindiscutible l extrae, sin embargo, conclusiones que son probable-mente inversas a las que yo sacara. l sugiere que la metodologa deMax Weber se vio falseada por su filosofa. Acepto esta afirmacin endeterminados aspectos: el lenguaje neokantiano (la distincin entre he-cho y valor, entre referencia a los valores y juicios de valor) comprome-ti y le impidi admitir apreciaciones vinculadas a la comprensin mis-ma en el caso de obras cuyo sentido es inseparable de su calidad. Pero,

    en lo esencial, no es que la metodologa haya sido vctima de la filoso-fa, sino que la metodologa ha inspirado una filosofa errada25.

    Y, probablemente, no slo una filosofa errada sino toda una vidadesquiciada. Es bien conocida la profunda crisis fsica y espiritual quese prolong varios aos desde 1898 y que dej a Weber totalmente in-capacitado de dar clases desde 1903 hasta despus de la Gran Guerra.Sus reflexiones metodolgicas supusieron, sin duda, un elemento b-sico en este derrumbe. Tambin Trasmaco se retir, vencido dema-siado pronto segn Glaucn, tras reconocer todo esto, pero hablaScrates no con la facilidad con que yo lo cuento, sino arrastrado y a

    duras penas, sudando a chorros, pues era verano...26

    . Y Weber, queunas semanas antes haba enterrado a su padre sin tiempo para recon-ciliarse con l de una dura discusin familiar que les marc profunda-mente, tambin experiment unas sensaciones quiz parecidas:

    al final de un semestre tan repleto de trabajo, un algo maligno ex-tiende sus garras hacia Weber desde el fondo inconsciente de la vida.Una tarde, tras examinar a un alumno, en lo que como siempre no haahorrado sus fuerzas, le invade un agotamiento completo con fiebre yuna fuerte sensacin de tensin27..

    Durante aos, el erudito y sabio Max Weber se debati en una lu-

    cha inacabable con su propia realidad fsica y psicolgica, en gran me-dida producida por lo que Aron considera anlisis fenomenolgicosintrnsecamente verdaderos expresados en una filosofa humanamente

    La crtica de Leo Strauss al positivismo weberiano 77

    25. I, 75-76.26. PLATON, Repblica, Tr. J. M. Pabn y M. Fernndez-Galiano, Alianza

    Editorial, Madrid, 1994, 352b y 358b.27. MARIANNE WEBER,Max Weber, Edicions Alfons el Magnnim, Valencia,

    1995, 383.

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    impensable28, una especie de autodestruccin. Tambin Leo Strausscomprendi esto. De ah que en gran medida su propuesta filosfico-poltica tenga algo de aquello que Scrates nos propone a lo largo de laRepblicaen parte como respuesta al vaco producido en Trasmaco:porque no hay ninguna ciudad que admita que se pongan en tela dejuicio sus leyes (...) la tesis de Trasmaco la tesis del positivismo jur-dico no es otra cosa que la tesis de la ciudad, tesis que se autodestru-ye29. A partir de ah, Platn iniciar su construccin imposible de unaciudad a salvo de tales contradicciones, fundada en la naturaleza, dondese haga realidad la justicia. Tambin Weber, despus de dos desmorona-mientos sucesivos de los que fue testigo directo (primero, su propia cri-sis personal y, luego, la guerra y el hundimiento del rgimen imperial)emprendi su actividad como docente e incluso particip en las delibe-raciones relacionadas con el Tratado de Versalles y la fundacin de laRepblica de Weimar. Su temprana muerte impidi que escribiera los si-guientes libros de su propia Repblica. Pero, aunque segn sus propiaspalabras tena multitud de nuevas ideas30, su vida y sus obras queda-rn para siempre como exponente de la peligrosamente cercana alnihilismo cuerda floja por la que andan las ciencias sociales positivis-

    tas contemporneas.MIGUELNGEL BELMONTE SANCHEZ

    Miguel ngel Belmonte Snchez78

    28. I, 75.29. LEO STRAUSS, La ciutat i lhome, Barcelonesa dEdicions, Barcelona, 2000,

    112-113.30. R ICHARD SWEDBERG, The Max Weber Dictionary, p. v.