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LA CONSTRUCCIÓN NARRATIVA DE LA CIUDAD; UNA MIRADA A LO LITERARIO Y LAS REPRESENTACIONES DE LA VIDA COTIDIANA EN BOGOTÁ A TRAVÉS DE LA NOVELA “SATANÁS” DE MARIO MENDOZA. TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE LICENCIADO EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN CIENCIAS SOCIALES OMAR GARZON Docente, Director de Proyecto de Grado OSCAR HUMBERTO AVELLANEDA LARROTA Cód. 20091155007 UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN LICENCIATURA EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN CIENCIAS SOCIALES Bogotá D.C., Junio de 2015

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LA CONSTRUCCIÓN NARRATIVA DE LA CIUDAD; UNA MIRADA A

LO LITERARIO Y LAS REPRESENTACIONES DE LA VIDA COTIDIANA EN

BOGOTÁ A TRAVÉS DE LA NOVELA “SATANÁS” DE MARIO MENDOZA.

TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE

LICENCIADO EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN CIENCIAS SOCIALES

OMAR GARZON

Docente, Director de Proyecto de Grado

OSCAR HUMBERTO AVELLANEDA LARROTA

Cód. 20091155007

UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS

FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS

EN CIENCIAS SOCIALES

Bogotá D.C., Junio de 2015

TABLA DE CONTENIDO

1. INTRODUCCION ............................................................................................ 1

2. MARIO MENDOZA, EL AUTOR Y SU CONTEXTO ................................ 10

2.1 INFACIA Y PRIMEROS VIAJES ..................................................... 10

2.2 PRIMERAS OBRAS (ANTECEDENTES A SATANÁS) ................... 15

2.3 SATANÁS .......................................................................................... 22

2.4 OBRAS POSTERIORES Y EL AUTOR EN LA ACTUALIDAD ..... 30

3.SATANÁS ANÁLISIS CRÍTICO LITERARIO............................................... 35

3.1 SATANÁS, LA NOVELA ................................................................... 35

3.2SATANÁS, UN MAPA NARRATIVO DE LA CIUDAD .................... 39

3.3 HABITANTES ................................................................................. 52

3.4VIOLENCIA ..................................................................................... 59

3.5MEMORIA ........................................................................................ 69

4. SATANÁS, UNA PROPUESTA PEDAGÓGICA EN LA ENSEÑANZA EN

CIENCIAS SOCIALES DESDE LA NARRAIVA URBANA ...................... 77

4.1 FORMULACIÓN DE LA PROPUESTA .......................................... 78

4.2 JUSTIFICACIÓN ............................................................................. 79

4.3 PREGUNTA PROBLEMA ............................................................... 81

4.4 OBJETIVO GENERAL .................................................................... 81

4.5 OBJETIVOS ESPECIFICOS ............................................................. 81

4.4 METODOLOGÍA DE TRABAJO .................................................... 83

5. CONCLUSIONES ........................................................................................... 88

6. BIBLIOGRAFIA ............................................................................................. 94

7. ANEXOS.......................................................................................................... 97

1

1. Introducción

El interés de esta monografía se ha situado en la ciudad de Bogotá y su

representación narrativa en la novela Satanás, obra del escritor bogotano Mario

Mendoza. Sin embargo, es posible afirmar que uno de los objetivos fundamentales a los

cuales se adjunta esta experiencia investigativa aparece de manera transversal al estudio

de caso de la narrativa de la ciudad, vista como un todo.

En este sentido, Bogotá aparece como un escenario cuando menos fértil para la

indagación sobre su construcción narrativa. La ciudad que habitamos y que a lo largo de

sus 476 años de historia ha venido construyéndose desde los cerros orientales, donde

nace el sol de mañanas húmedas y nubadas detrás de la cima de los cerros tutelares de

Monserrate y Guadalupe; hasta el occidente, donde en años recientes el proceso de

urbanización de grandes barrios construidos sobre la idea de la repetición de pequeñas

casas idénticas cimentadas en el suelo de lo que otrora fueron humedales, y en donde

existió la fauna típica del altiplano o asentamientos de los muiscas; quienes poblaron

este territorio muchos siglos antes; han posibilitado el surgimiento de esta aún reciente

metrópolis que hoy aparece como el corpus que corresponde a este estudio. Pretendemos

entonces obtener una idea cuando menos vaga de la maraña de calles, carreras,

transversales y diagonales que tal vez sólo un habitante de muchos años logra

comprender, los pequeños parques y tiendas de barrio en las que los actores urbanos han

venido construyendo toda suerte de prácticas que no por ser cotidianas se alejan del

interés central que busca esta investigación.

2

Existen multiplicidad de características entre las particulares y diversas

dinámicas de crecimiento urbano, la riqueza de contrastes sociales y culturales que se

gestan en su interior o las prácticas que constituyen la idiosincrasia de los 7.776.845

habitantes de la ciudad1, quienes en gran parte provienen de entornos rurales o

migraciones de otras ciudades del país. Teniendo en cuenta esto, las décadas más

recientes han alimentado las líneas de varios novelistas como: Luis Fayad (Los parientes

de Esther), Antonio Caballero (Sin Remedio), Santiago Gamboa (Necrópolis), Juan

Manuel Vázquez (El Ruido de las cosas al caer), entre otros. Autores que han

construido y delimitado por medio de sus obras percepciones sobre la ciudad, evidencias

de las cuales también sería posible alimentar los intereses de un trabajo similar a este;

pero que para el caso, ha encontrado en Mario Mendoza el narrador que satisface de la

manera más adecuada los intereses de nuestra indagación sobre la vida cotidiana en

Bogotá.

Inicialmente, la pregunta a la que pretende responder este proceso investigativo

proviene de la problemática misma que encarna la ciudad, su construcción narrativa y la

diversidad de lecturas o miradas que sobre este fenómeno pueden ser ofrecidas. De esta

manera buscamos responder por medio de este proceso investigativo al cuestionamiento

que sugiere ¿Cómo se narra Bogotá en la novela Satanás de Mario Mendoza? Pregunta

que aunque pueda aparecer como demasiado abierta, pretende demostrar todas las

posibilidades que existen de responder a los procesos narrativos de la vida cotidiana en

la novela, paso inicial desde el cual pretendemos trazar el horizonte del análisis.

1 Consultado En “Estimaciones De Población 1985 - 2005 Y Proyecciones De Población 2005 - 2020 Total Departamental Por Área” DANE, la cifra corresponde al año 2014.

3

El objetivo General de esta investigación pretende “Analizar la narrativas sobre

Bogotá en la novela Satanás de Mario Mendoza”. Es decir, pretende analizar en clave de

los estudios interdisciplinarios en Ciencias Sociales los elementos narrativos sobre

Bogotá en la novela. Aunque bien cabe aclarar que la disposición del trabajo realizado

atraviesa una mirada desde el análisis literario concebido a partir de una perspectiva

como la de Roland Barthes quien señala que éste “sólo puede generarse de una manera

deductiva” (Barthes, Introducción al análisis estructural de los relatos , 1997)

identificando una hipótesis o descripción de la “teoría” sobre la realidad al interior del

texto; y que progresivamente se podrán ir dilucidando las líneas generales que lo ubican

en un contexto histórico, cultural y político particular, en las líneas de desarrollo de la

crítica literaria.

A un nivel más profundo, la intención de este documento responde también a los

objetivos específicos estructurados inicialmente que pretenden: “Analizar la novela

Satanás del escritor colombiano Mario Mendoza” por medio del análisis crítico literario

y desde una perspectiva interdisciplinar. También buscamos “reflexionar sobre la

relación entre literatura y enseñanza de las ciencias sociales” aspecto que compone todo

el apartado final de este documento.

Para nuestra mirada entonces la ciudad se ha convertido en el escenario común

alrededor del cual durante los últimos años se han venido construyendo diversos trabajos

académicos que escudriñan en la heterogénea experiencia de las ciudades

latinoamericanas; como es el caso de las producciones que se inscriben en la corriente de

los estudios culturales, y el análisis en las representaciones de las dinámicas sociales y la

vida cotidiana al interior de las narrativas urbanas, tal es el caso de autores como

4

Rodrigo Argüello, Álvaro Antonio Bernal y Alejandra Jaramillo. Para el caso de la

ciudad de Bogotá las producciones de estos autores aparecen entonces como apuestas

que buscan una manera de comprender el modo en el que se construyen y establecen los

contrastes de convivencia y vida en el interior de estas metrópolis partiendo entonces de

la idea que sugiere que, a diferencia de las urbes europeas o norteamericanas; las

ciudades latinoamericana se construyen de una manera distinta (urbanística y

narrativamente) entendiendo que; por lo menos durante los lustros más recientes han

venido sufriendo transformaciones realmente complejas a escala social, económica y

cultural; un claro ejemplo de esto es el caso de Bogotá, metrópolis que ha venido

configurando en sus habitantes hábitos y practicas particulares sobre las cuales se ubica

el interés de esta investigación.

Luego de una mirada inicial, fue posible encontrar que varios trabajos realizados

en el mismo ámbito han terminado por ser analizados para estructurar la línea temática

central de esta investigación, con el fin de trazar y definir el interés particular sobre el

que se ha sustentado; entre ellos se destacan documentos como: Percepciones e

imágenes de Bogotá, expresiones literarias urbanas del profesor Álvaro Antonio Bernal

en el que ubica una idea sobre el desarrollo histórico y espacial de la ciudad a través de

varias novelas escritas sobre Bogotá y a quien hemos decidido seguir en su definición de

ciudad para explorar en su interior los elementos narrativos, de tal manera que el autor

propone:

La actual Bogotá literaria y no literaria es una ciudad multitemporal en la que

conviven diferentes épocas creando una condición de ambigüedad y múltiple

identidad. A la vez, en ella negocian, conviven y sobreviven ciudadanos,

5

transeúntes y marginados en zonas particulares que tiempo atrás no se

evidenciaban de forma tan notoria como en el presente. Tal proceso intercultural

y social ha venido incubándose debido a diversas causas entre las que sobresale

el sui generis proceso de modernización latinoamericano además de otros

factores históricos y socioeconómicos de la nación. (Bernal Á. , 2010, pág. 14)

Al interior de una figura de la ciudad muy similar a la señalada por Bernal, la

novela de Mario Mendoza encuentra su escenario; Satanás se desarrolla en la diversidad

de las vivencias, de contrastes y tensiones de una Bogotá donde, por ejemplo, es posible

encontrar sectores marginales de casas derruidas y pre-construidas, con muy

empobrecidos niveles de vida y desarrollo social a pocas calles de sofisticados

complejos residenciales para las personas de clase alta. Estas son figuras que se podrán

ir identificando en la obra del autor capitalino, y que harán parte del posterior análisis

de la ciudad que se propone.

Por otra parte, la imagen de la ciudad que se contempla en el interior de este

trabajo está muy ligada a la que propone Rodrigo Argüello en su obra La ciudad gótica,

esperpéntica y mediática que básicamente es un estudio realizado por el semiólogo en el

que contrapone el desarrollo de las dinámicas sociales y literarias de Bogotá de cara a la

evidencia de los mismos aspectos en ciudades europeas como París, Londres, etc.

Finalmente, el autor plantea que existen estas tres posibles miradas para analizar la vida

cotidiana en Bogotá. En dicho sentido, podemos sostener que esta mirada también se

adscribe a la perspectiva de Mario Mendoza sobre la urbe teniendo en cuenta lo que

manifestó como concusión en el artículo que escribió para el periódico El Tiempo sobre

el libro de Argüello:

6

No vamos hacia adelante, no progresamos. Estamos en la prehistoria, estamos en

el Medioevo y estamos también en el siglo XXI. La ciudad es una serie de capas

que coexisten simultáneamente. Ir de Unicentro al Cartucho no es sólo un

problema espacial, sino temporal. En ese desplazamiento cambiamos de ropajes,

de psicología, de colores, de olores, de época. (Mendoza, 2003)

Innegablemente, existen varias convergencias entre los planteamientos de estos

autores sobre la definición del perfil de la ciudad, en dicho sentido, el proceso de

investigación ha venido involucrando y sistematizando sus producciones con el fin de

enriquecer la mirada que al interior de este trabajo se concibe sobre Bogotá.

Un recorrido inicial, nos arroja entonces a un estudio divido en tres etapas que

corresponden: en primer lugar al análisis de la obra y aspectos relevantes de la vida del

autor de la novela, Mario Mendoza, los trabajos previos que preceden a la novela

“Satanás”, y algunas columnas periodísticas escritas por él que sirven como

antecedentes que reflejan el modo en el que la ciudad es vista por el autor y la manera en

la que esta mirada se relaciona con la narrativa de lo urbano. En un segundo lugar, se

aborda de manera concreta el análisis de la obra literaria alrededor de múltiples

categorías propias de las ciencias sociales en conjunción con el análisis crítico de la

literatura. Y finalmente, la creación de una propuesta pedagógica que puede contribuir a

la experiencia de procesos de enseñanza en clave de la interdisciplinariedad para la

escuela de hoy en día.

Sobre el modo en el que se desarrolla este documento, cabe señalar que se ha

estructurado en tres grandes etapas, pero que a la luz del análisis y sistematización de

7

las fuentes, mediadas por los recursos teóricos que nos alimentan ya pueden ser

dilucidadas para el desarrollo de esta introducción. A continuación se presentará un

esbozo de cada una de ellas.

Tomaremos como punto de partida al escritor de la obra: Mario Mendoza; pero

es necesario aclarar que el interés de este apartado no corresponde a la elaboración de

una reseña biográfica sobre el autor. Aunque evidentemente se hace necesario incluir

algunas de sus obras y referencias más significativas sobre su vida; la intención de este

primer capítulo busca invitar a través de una mirada crítica a la observación y análisis de

su trabajo literario y periodístico para extraer un perfil que posibilite al lector dilucidar

la imagen de la ciudad de Bogotá que existe en el autor y se ve reflejada en la narrativa

de la novela. También se busca por este medio acceder a los antecedentes que

desembocan en la composición de Satanás, texto en el que se centra fundamentalmente

esta investigación; y finalmente una breve mirada y análisis a su trabajo periodístico y

literario posterior a la composición de la novela, dejando entrever algunas de las

transformaciones de la imagen de la ciudad que propone Mario Mendoza en sus

proyectos más recientes.

El segundo capítulo de esta monografía corresponde al análisis literario y

categorial de la novela Satanás y a las conclusiones a las que nos ha arrojado este

ejercicio con respecto a las narrativas de ciudad y vida cotidiana presentes en la obra; un

abordaje crítico de la novela y sus implicaciones en el terreno de lo literario sugiere el

desarrollo de las categorías correspondientes al perfeccionamiento de la novela negra, de

la cual Mario Mendoza aparece como uno de los más reconocidos exponentes en

Colombia de esta vertiente. También, teniendo en cuenta las características teóricas

8

desde las cuales se ha propuesto este trabajo, el apartado sugiere el análisis de la

construcción de la ciudad en términos de la experiencia narrativa de Bogotá como la

“teatralización” de la vida cotidiana al interior de la obra, en este sentido podemos seguir

el planteamiento de Rodrigo Argüello quien por ejemplo, señala: “En la ciudad cualquier

acto profano se sacraliza y también cualquier acto sagrado es profanado en la

cotidianidad” (Argüello, 1998, pág. 60) De esta mirada en conjugación con los

fenómenos sociales presentes a lo largo de la novela se obtienen categorías de análisis

como la violencia, la narrativa de la vida cotidiana en la ciudad y el desarrollo urbano de

Bogotá que se evidencian en las líneas del autor y que son sometidos a un estudio de

caso en clave del análisis crítico literario con categorías propias de las Ciencias Sociales.

La última de estas tres etapas de análisis corresponde a la propuesta pedagógica

de este trabajo, sobre este apartado se puede afirmar que: de una manera tal vez

complementaria a los anteriores, ha tenido un desarrollo teórico particular atravesado

por la misma perspectiva interdisciplinaria; pero que no sólo incluye las categorías

propias de las Ciencias Sociales y el análisis literario; sino que contempla también una

discusión desde una mirada a lo pedagógico, entendiendo que es posible vincular desde

esta experiencia investigativa, elementos que aporten al terreno de los procesos

educativos, de aprendizaje y enseñanza en Ciencias Sociales, de modo que alrededor de

este análisis aparece configurada una propuesta en clave pedagógica para la enseñanza

de conceptos y categorías como ciudad, violencia o vida cotidiana para grupos de

estudiantes de la ciudad de Bogotá.

Finalmente, esta experiencia de investigación pretende responder a los retos

actuales que desde el ámbito de lo educativo se proponen en relación con una escuela

9

que requiere cada vez más herramientas y elementos que ofrezcan a los estudiantes la

posibilidad de acceder a nuevas perspectivas del conocimiento y los saberes propios del

área de Ciencias Sociales, de una manera abierta, interdisciplinaria y holística, una

escuela que por medio de las experiencias concretas y el acercamiento a la literatura de y

sobre la ciudad que se habita, pueda ofrecer a los estudiantes la posibilidad de construir

procesos de memoria y reflexión sobre varios de los aspectos que configuran la vida

cotidiana en Bogotá y que se pueden constituir como herramientas de reflexión y

aprendizaje.

10

1. Mario Mendoza, el autor y su contexto.

“En qué momento se comenzó a contar la vida

ya no de los héroes sino de los autores”

(Foucault, 1983)

2.1 Infancia y primeros viajes

Mario Mendoza Zambrano nació en Bogotá en 1964 y aunque de él generalmente

sólo se sabe que es escritor; hay mucho que decir alrededor de su vida. Se crio en el seno

de una familia de clase media-alta de la capital, hijo de un docente de la facultad de

veterinaria de la Universidad Nacional y una ama de casa. Sobre su vida personal, su

infancia y juventud se podrá saber fácilmente leyendo sus obras; principalmente relatos

como los contenidos en los libros: La locura de nuestro tiempo, Una escalera al cielo y

La importancia de morir a tiempo. Textos que se construyen como una suerte de ruta de

viaje a través de varios relatos cortos de los que algunas veces es personaje y en los que

recorre varios pasajes y momentos muy significativos de su vida personal y también de

su carrera como escritor.

En dicho sentido, es posible deducir que su óptica de la vida como artista

comienza a gestarse desde su adolescencia, época en la que siendo estudiante del colegio

Refous2 compartió con escritores como Santiago Gamboa y Ramón Cote, de quienes fue

amigo y compañero de clases durante este periodo. Mendoza comenta que resulta para él

muy valiosa la formación recibida al interior de esta institución:

2 El colegio Refous es una institución escolar de carácter privado fundada en 1957 ubicada en la vía a Cota (municipio de Cundinamarca) en la vereda Rozo.

11

Entré al Colegio Refous en primero de primaria y estuve en sus aulas hasta la

mitad de sexto de bachillerato (once ahora), es decir, toda mi niñez y mi

adolescencia. Tuve que salirme y graduarme de otro colegio porque mi

indisciplina me conducía siempre a rebelarme en contra de cualquier autoridad...

La inteligencia está garantizada en muchos colegios buenos cuyos currículos y

maestros son extraordinarios. Pero uno de los mayores problemas es que en

nuestra educación ya nadie forma el carácter, que es otro asunto muy distinto.

Jeangros [Dueño y rector del colegio] era famoso por su disciplina exagerada,

por sus manías en contra de la educación tradicional, por sus fobias al confort y

al arribismo, por su temperamento explosivo (Mendoza, 2012).

También resulta importante señalar la influencia que ejercerá sobre Mendoza en

esos años de formación escolar el maestro Eduardo Jaramillo Zuluaga (1957-2008)

Célebre ensayista y académico colombiano que fue su maestro de literatura en el colegio

y que como señala el mismo Mendoza, logró influir de sobremanera durante esa época

juvenil, como para lograr motivarlo y conducirlo hacía la literatura y la escritura como el

camino que habría de escoger para su vida:

A partir de entonces el curso de literatura se convirtió en el centro de mi vida, en

lo que le otorgaba sentido a esa adolescencia conflictiva y solitaria en medio de

la cual yo me refugiaba en libros y en el fútbol sin saber a ciencia cierta qué iba a

ser de mí de allí en adelante (Mendoza, 2010).

La influencia de este maestro cobra un valor fundamental en el joven escritor,

teniendo en cuenta el acompañamiento que ofreció a su proceso de formación y sus

12

contribuciones en la creación y construcción de un estilo propio, una narrativa capaz de

dar cuentas del mundo que era percibido por Mendoza entonces; quien en dicho sentido,

relata: “Eduardo nos recibía los sábados en la tarde y nos corregía esos primeros textos

que escribíamos con el anhelo de que a él le gustaran, de que los considerara literatura

de verdad.”(ibíd.).

De esta etapa temprana de su vida bastará señalar su breve paso por la facultad de

medicina de la Universidad Nacional durante el año 1982 con la intención de

corresponder al deseo de sus padres; en este relato de corte biográfico titulado El

maestro y que está incluido en La locura de nuestro tiempo, resalta: “Cuando me

gradué, no fui capaz de imponerme en mi familia y de confesar abiertamente que yo

quería estudiar literatura. En ese entonces se consideraba una carrera muy menor, casi un

fracaso.”(Mendoza, 2010). Sin embargo, su estancia en este proceso de formación

profesional resulta bastante corta [1 semestre], teniendo en cuenta que renunció a dicho

programa de pregrado con la intención de establecerse, si bien no como escritor

explícitamente hablando, por lo menos como un hombre muy próximo al entorno

literario de su época, dicha intención significó para el escritor uno de los momentos más

significativos de su vida; sobre esta situación relata: “A finales de 1982 reuní la fuerza

necesaria y visité a mi padre en su oficina de la Universidad Nacional. Le dije que lo

único para lo que servía de verdad era para la literatura.”(ibíd.). Es tras esta ruptura y

luego de tomar la decisión de seguir la literatura como camino, cuando también

abandona su hogar familiar, siendo aún bastante joven (18 años) para incluirse al

principio del año 1983 en el programa de filosofía y letras de la Universidad Javeriana

de Bogotá, su alma mater.

13

Muy probablemente, fue durante los años de su vida universitaria donde más se

vio enriquecido el perfil que siempre ha acompañado sus letras, el vínculo profundo que

lo unió a Bogotá “como estar enamorado de una cabaretera vulgar con una vida

inconfesable”. Mientras cursaba sus estudios profesionales, y a causa de haber dejado la

casa de sus padres sostiene que “hubo un tiempo en el que tuve que vivir en pensiones y

en inquilinatos donde arrendaba habitaciones que no tenían baño propio”(Mendoza,

2010). Experimentó una etapa en la que su estilo de vida pasó de ser caracterizado como

el típico de un joven de su condición social para comenzar a llevar una vida en solitario

mediada por la austeridad y toda suerte de peripecias para lograr sobrevivir en una

ciudad a la que se enfrentaba solo, y de la que buscaba extraer el alimento para sus

líneas. Sin embargo, Mario Mendoza escribe sobre esta experiencia:

Curiosamente, no reniego de ese tiempo, Lo extraño. Porque fue a lo largo de

esos años de formación que forjé una mirada particular, una forma de ver el

mundo que me permitió construir más adelante una voz propia, una obra literaria.

(Mendoza, 2010).

Deambulo por un gran número de pensiones de varios sectores populares de la

ciudad, afirma que vivió en carne propia el desarraigo, las contradicciones e injusticias

de una ciudad “clasista y con fama de violenta”(Mendoza, 2010) y de esta experiencia

afirma haber fundado el carácter, la mirada de la ciudad que durante toda su carrera

como escritor ha mostrado y los temas que encarnan las líneas de sus relatos.

Del mismo modo, durante su experiencia universitaria compartió de nuevo

salones de clase, escenarios de discusión y eventualmente, relaciones amistad con

14

escritores como Santiago Gamboa, Oscar Torres y Enrique Serrano que se formaban

simultáneamente en la Universidad Javeriana durante esa época y quienes también

inscriben sus obras en la literatura colombiana contemporánea pero desde perspectivas

estéticas y reflexivas diferentes a las de Mendoza. En este momento de su vida resaltan

principalmente dos hechos fundamentales que van a significar una gran huella que se

evidencia en la obra del autor; el primero de ellos es el reencuentro con su maestro de

colegio Eduardo Jaramillo; quien para ese momento se desempeñaba como catedrático

de la Universidad y, el segundo hecho que marcará con profunda importancia está su

corta relación de amistad con Campo Elías Delgado, autor de la masacre en el

restaurante Pozzetto ocurrida el 4 de diciembre de 1986. Sobre el impacto que representa

este suceso al interior de su vida; Mendoza escribe:

Después de la masacre que cometió él [Campo Elías Delgado] en ese diciembre

de 1986 (29 personas asesinadas en distintas partes de la ciudad), yo tuve la

certeza de que la historia de Bogotá había sido fracturada en dos. Nuestra

violencia política y social no se parecía en nada a esta historia de un asesino

serial culto, sofisticado, que leía en otros idiomas y que estaba escribiendo un

trabajo monográfico sobre la dualidad de conciencia en los personajes de un

escritor inglés. Y el hecho de haber conocido al asesino entre los camerinos,

entre bambalinas, era lo que me daba a mí una visión de los hechos muy distinta

de la que esbozarían los periodistas y cronistas de la época. (Mendoza, 2010).

Tras la obtención de su título profesional, rápidamente se radica en España donde

gracias a una beca cursa estudios sobre literatura hispanoamericana en la fundación

Ortega y Gasset, luego realiza un viaje a medio oriente a la zona de Hof Ashkelon, en la

15

zona sur-occidental de Israel, experiencia en la que trabaja en un campo de refugiados

palestinos y que significa una transformación fundamental en su percepción como

escritor. Se aproxima entonces a un mundo desangrado y deprimido, mediado por la

violencia y los conflictos políticos. Sobre esta experiencia habla en varios de sus textos

posteriores. Tras su regreso a Bogotá hacia 1989 se encuentra con una ciudad

caracterizada como campo de guerra del conflicto armado que se vive al interior del

país, encuentra una metrópolis donde los diversos actores armados realizan acciones que

se inscriben en la memoria colectiva y cultural de todos los colombianos, principalmente

los pertenecientes a esa generación y que le impactan de sobremanera en el perfil de

escritor que comienza a delimitar. Posteriormente se vincula como profesor de la

Universidad Javeriana donde a la vez obtiene el título de maestría en literatura.

2.2 Primeras obras (antecedentes a Satanás)

En 1994 obtiene su primer logró literario tras la publicación de la novela La

ciudad de los umbrales, obra que desde sus primeras líneas deja entrever el vínculo que

autor comparte con la ciudad y la imagen que él ha construido a lo largo de su vida con

respecto al espacio de Bogotá, en el primer capítulo Mario Mendoza señala:

Al fondo, allá abajo, la ciudad parpadeaba y comprendía. Bogotá, ciudad flamen

entregada al culto de un dios desconocido... Bogotá, ciudad nictálope envenenada

de sombras y tinieblas que convierten cada casa en un burdel, cada parque en un

cementerio, cada ciudadano en un cadáver aferrado a la vida con desesperación...

Bogotá, ciudad de vesánicos y mendigos destruidos por las caricias de un

suplicio terebrante, horda de despojos humanos que son la promesa de una

16

hecatombe... Bogotá, rostro de la infamia,... Bogotá, sin escritores que te busquen

y te inventen... Bogotá: yo tampoco puedo hacer nada por ti. (Mendoza, 2007,

pág. 11).

De esta manera, es posible encontrar los principales referentes que configuran la

obra y la mirada que el autor ofrece de Bogotá, el carácter pesimista y cruel con el que

relata su conexión con la ciudad, el apego que siente por ese espacio hostil en el que no

existe un escritor capaz de reinventar o encontrar esa imagen de la ciudad que, sin

embargo se irá perfilando a lo largo de la obra que narra la historia de un grupo de cinco

jóvenes amigos que conviven y terminan padeciendo finales atroces o cuando menos

infelices para sus vidas por la ciudad directamente (como en el caso de Martín, que se

suicida en la Plaza de Bolívar) o indirectamente (en el caso de Simón, que renuncia a la

pretensión de escribir y publicar una novela capaz de contener y reflejar esa imagen de

Bogotá). De esta manera, se logra evidenciar en las líneas que componen la novela

escenarios que estriban entre los prostíbulos y casas-show del barrio Santa fe, a las calles

coloniales del barrio La Candelaria, donde se expone ese fenómeno de trasgresión y

mutación que hace de la ciudad un escenario donde es posible encontrar varios lugares y

tiempos coexistiendo a la vez, como en este sentido señaló Mendoza en su columna de

El Tiempo:

Vivir en una ciudad así implica aventurar en una serie de capas espacio-

temporales permanentemente. Del hombre que se paró frente a las paredes de la

cueva de Altamira y pintó el primer bisonte, al noctámbulo urbano que dibuja y

grafitea los muros y los puentes en las horas de la madrugada. Del cazador

nómada prehistórico al neo-nómada citadino que, al lado de su perro, hace

17

cambuche donde lo coge la noche. De la India milenaria del príncipe Gautama a

la orquesta Krishna de la Plaza de las Nieves en la calle Veinte con la carrera

Séptima. Del muchacho que manejaba la sica con destreza en Roma y que por

ello era contratado para asesinar a políticos y hombres de poder, a nuestros

sicarios de Ciudad Bolívar que antes de ser victimarios son víctimas de

organizaciones criminales implacables.(Mendoza, 2003).

Posteriormente, publica su libro La travesía del vidente, novela con la que

obtiene el Premio Nacional de Literatura del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de

Bogotá, en 1995. Y su nombre empieza a esbozarse en algunos círculos literarios. Para

ese momento, su obra empezaba a denotar el efecto de una experiencia de vida alrededor

de una ciudad mediada por la violencia y el temor, la ciudad como un organismo vivo

agreste e indomable por la que deambuló y conoció a través de pensiones y bares

nocturnos durante sus años de estudiante, como se ha señalado previamente.

Durante este periodo, una de las características fundamentales de su obra la

representa ruptura con el “realismo mágico” de García Márquez, perspectiva literaria

que durante varios años se había configurado como el principal canon y la figura más

explotada por los escritores colombianos; su obra, en particular opta por incluir en su

narrativa elementos seriamente vinculados con la realidad de una ciudad sumida en el

pesimismo y la marginalidad, en este sentido apunta Luz Mary Giraldo que “la ciudad

forma parte de un modo de vida desarraigado y desilusionado. Algunos de los personajes

[de Mendoza] llevan el vacío de sus vidas cotidianas al límite situándose entre el agobio

o el estatismo.” (Giraldo, 1998)

18

En 1997, viaja a Estados Unidos como profesor de literatura en James Madison

University en Virginia, esta experiencia lo encuentra por segunda ocasión con las

ciudades del primer mundo, con las percepciones de orden, planeación y seguridad

alrededor de la vida en el contorno urbano, pero; a pesar de esto, sigue manifestando la

atracción que experimenta por las ciudades del tercer mundo como Bogotá, profesa por

este tipo de espacios un amor que se traduce en el gozo por hacer parte de configuración

intrincada de contradicciones y tensiones que arrojan a sus habitantes a condiciones de

vida mediadas por artimañas de supervivencia y la rudeza que se evidencian en sus

habitantes, en este sentido, el autor expresa:

Me alegra confirmar que esta intuición que tuve a los veinte años de edad fue

correcta. Me quedé al lado de una [ciudad] frenética, de una indecente de mal

gusto, y gracias a ello pude construir una obra literaria que fuera un testimonio

honesto del lugar y de la hora en los que me tocó vivir. (Mendoza, 2010).

De modo que a lo largo de su obra será una constante encontrar a la ciudad, en

general (algunos de sus cuentos se desarrollan en lugares como Ciudad de México,

Nueva Delhi o Jerusalén) y la gran mayoría de veces referenciada desde Bogotá, tal vez

no sólo como espacio – contexto donde se desarrolla el hecho literario; sino como uno

de los personaje principales, capaz de revelar su hostilidad y carácter frenético. Sobre

esta particularidad de la ciudad, puede decirse que correspondemos al planteamiento que

Rodrigo Argüello elabora con respecto a la novela Lady Pepa del escritor español Jesús

Ferrero, y a la representación de la ciudad en general dentro de una obra literaria, sobre

esto dice que:

19

Compara a la ciudad de Barcelona, y en general a la ciudad, como un agujero

carcoma. Es una de las mejores novelas [sobre Lady Pepa] en la que la ciudad es

recreada con múltiples metáforas: ciudad-prostituta, ciudad-travesti, ciudad-

letrina o como un cuerpo viviente en descomposición. (Argüello, 1998, pág. 39).

En 1998 es publicada Scorpio city, que con el paso del tiempo se convirtió en una

de sus obras más famosas; aquí el autor incursiona en el género policiaco para el

desarrollo de la novela; aunque la perspectiva de la ciudad sigue evidenciando el mismo

espíritu de los libros que le preceden; en esta novela, Mario Mendoza realiza una

exploración a la ciudad caótica, mística y repugnante a través de las noches bogotanas,

momentos en los que Leonardo Sinisterra, el detective [protagonista de la trama]

deambula por los bares y casas show del centro de la ciudad, tomando brandy barato y

fumando cigarrillos “Pielroja” mientras busca pistas que lo conduzcan a un asesino

serial que ha venido degollando varías prostitutas del sector en lo que inicialmente se

piensa como una acción de “la limpieza social”, fenómeno social que se ha configurado

como uno de las manifestaciones de violencia en la vida de Bogotá.

La descripción de espacios concretos de la ciudad en conjunción con una mirada

pesimista y sombría que la revelan como un escenario donde la vida marginal y las

practicas propias del hampa aparecen como típicos a lo largo de esta historia y revelan la

particular forma de leer la noche en Bogotá que tiene Mendoza :

Caminó por la Carrera Séptima hacia el sur. El aire de la noche estaba limpio.

Vagos, pordioseros, recicladores con sus carretas de madera y sus perros, locos,

proxenetas, maricones en cacería, putas, solitarios, insomnes, alcohólicos,

20

drogadictos: la fauna nocturna del centro de la ciudad en plena acción.

(Mendoza, 1998, pág. 19).

En dicho sentido, será esta la representación característica de la ciudad al interior

de la obra, los personajes y actores urbanos enunciados también se perfilan de una

manera similar, quienes aparecen como personas malintencionadas en las que no se

podría confiar, en la negación de esta condición, aparece también el perfil del ciudadano

que habita esta urbe; sobre ello se afirma que “ser bogotano es pertenecer a las cloacas

del infierno. Por eso aquí ser ciudadano es sinónimo de roedor” (ibíd.).

Bogotá, en Scorpio city, se manifiesta en la vida de sus personajes de una manera

muy similar a como ocurre en La ciudad de los umbrales, va derrotándolos y

marginándolos tanto al punto de arrojarlos muy cerca de destinos fatales y nefastos; para

el caso de esta novela, el inspector Sinisterra termina descubriendo que todos los

homicidios de las prostitutas son responsabilidad de una secta oculta que ha cobrado

vida en la ciudad y a la que pertenecen incluso sus superiores y personajes de la más alta

escala social colombiana; de este modo, el personaje es llevado a una situación

desesperada muy próxima al delirio en la que asume su derrota frente a una ciudad que

establece sus dinámicas nocturnas alrededor de la venta y consumo de drogas, sectas

religiosas emergentes y grupos de violencia organizados.

De regreso a la vida del autor, gracias a la aceptable recepción de esta última novela en

el año 2000 opta por abandonar su trabajo como docente y sumergirse en la producción

literaria de sus siguientes obras; sobre esta experiencia particular relata:

21

Cerré la revista, subí a la oficina del director del departamento de Literatura y

anuncié que me retiraba, que no volvería al siguiente semestre ni nunca más. Y lo

cumplí, pues hasta el día de hoy he vivido de mi escritura... Me encerré en mi

casa con unos escasos ahorros y empecé a trabajar en las novelas entre diez y

doce horas diarias, con horarios de galeote. Incluso sábados y domingos.

(Mendoza, 2010).

De esta manera para el 2001 aparece Relato de un asesino, novela en la que ya no

ubica al personaje principal en los zapatos del investigador como fuera el caso de

Leonardo Sinisterra, y empieza a delinear los trazos del perfil psicosocial de un asesino;

Tafur, personaje que se encuentra recluido por cometer un escabroso y escandaloso

homicidio.

Entonces, la construcción narrativa de la obra empezará a desarrollar el marcado

maniqueísmo que este personaje manifiesta en su personalidad, la dualidad de

pensamientos y emociones que le agobian para terminar arrojándolo a una

reconstrucción de su vida por medio de memorias para extraer de su pasado la imagen de

una ciudad ahora vista tras el lente del trastorno mental del personaje.

Bogotá aparece al interior de la novela representada por una dualidad similar a la

que posee el personaje, mediada entre las contradicciones propias de la opulencia de

unos pocos que se encuentra frente a la miseria de la gran mayoría de habitantes; para

ejemplificar esta idea podríamos unirnos al planteamiento de Álvaro Bernal quien

propone que: “La ciudad juega un papel de campo de batalla o de una especie de

22

trinchera urbana, en muchos de sus personajes existen patologías mentales avanzadas.”

(Bernal Á. , 2010).

Teniendo en cuenta esta perspectiva, cabe resaltar que en la construcción

narrativa de esta novela, los hechos giran en torno a la perspectiva y representación

ofrecidas desde un narrador que construye un discurso que genera cuestionamientos y

disertaciones sobre temas como el valor de la vida, el trato con los otros y la

marginalidad como una forma de existir para los habitantes de Bogotá. Mario Mendoza

también logra caracterizar muy adecuadamente la naturaleza del personaje, haciendo que

la historia contenida en la novela se enmarque en la forma simbólica de una perspectiva

pesimista y gótica de entender la ciudad como el medio donde ocurre la vida de

personajes profanos y psicológicamente desequilibrados, formas que el semiólogo

Rodrigo Argüello reconoce como muy pertinentes para ver a Bogotá como una ciudad

gótica:

El texto ya no lo produce quien se muere, como en el folletín o en las tiernas

películas de casa. El discurso es proferido por el asesino. El discurso no es del

orden del lenguaje. El discurso es un texto implícito en el cuerpo masacrado.

(Argüello, 1998, pág. 65).

2.3 SATANÁS

Durante los años siguientes a la publicación de Relato de un Asesino Mario

Mendoza experimenta un proceso de transición hacía la construcción de su siguiente

novela. Atraviesa también por diferentes problemas económicos entendiendo que ya no

se desempeñaba como docente de la Universidad Javeriana y que aún era un autor muy

23

poco reconocido fuera de pequeños circuitos de lectores que accedían a sus obras; para

agravar la situación, sus libros tampoco son muy bien vendidos porque la perspectiva

narrativa que encarnan no corresponde a las tendencias de consumo y a la moda artística

de la época; el escritor reconoce:

Por otra parte, fueron años en los cuales publicar era casi imposible. La estética

de lo light, con historias edulcoradas y reconciliadoras, se había tomado el

mercado, y una línea como la mía, de un realismo descarnado, iba a contrapelo

de lo que patrocinaba el establecimiento. (Mendoza, 2010)

Sin embargo, pese a todas estas dificultades y justo en el momento en el que se

había agudizado la crisis económica que muy posiblemente podría significar una pausa

en sus actividades literarias; ocurre un suceso que no solo significará una posibilidad

para continuar en sus labores artísticas; sino que también le ofrecerá el reconocimiento

suficiente como para convertirlo en uno de los más populares referentes contemporáneos

en el terreno de la literatura urbana bogotana; sobre esta situación el autor cuenta: “En el

año 2002 me quedé completamente en la calle. Intenté vender mi apartamento para

seguir jalando como pudiera, pero nadie quería comprármelo... Fue en ese preciso

momento que gané el premio Seix Barral en España con mi novela Satanás.”(Mendoza,

2010)

El 4 de marzo del 2002 recibe en Barcelona, España el premio Biblioteca Breve

de Seix Barral con la publicación de la novela Satanás y un incentivo en dinero. Sobre

este premio, y con la intención de mostrar su importancia, es posible decir que es

convocado anualmente por la editorial española Seix Barraly que su objetivo es ofrecer a

24

escritores jóvenes de habla hispana la oportunidad de publicar novelas inéditas y

brindarles la posibilidad de desarrollarse en el ámbito literario internacional por cuenta

del prestigio mismo con el que cuenta el premio; se ha entregado en dos periodos de

tiempo: desde el año 1958 hasta 1972, cuando por motivos de censura y tensiones

internas de la editorial se canceló. Y ha vuelto a ser entregado desde el año 1999,

premiando hasta el día de hoy a notables escritores como es el caso de Mario Vargas

llosa (premio 1962), Guillermo Cabrera Infante (premio 1964) y Carlos Fuentes (premio

1967), en su primera generación, o a escritores como Jorge Volpi (premio 1999),

Gonzalo Garcés (premio 2000) y Elena Poniatowska (premio 2011) entre muchos otros

destacados ganadores.3

En el año 2002, Mario Mendoza se convierte en el primer escritor colombiano en

acceder a este premio con Satanás, texto inspirado y ambientado en la masacre del

restaurante Pozzettoen Bogotá, y novela que encarna la piedra angular del desarrollo de

este trabajo y que ha sido conocida como su mayor éxito comercial y literario.

Fundamentalmente, esta novela aparece como una recreación muy completa de la

ciudad, donde los cerros orientales de Bogotá, barrios como la Candelaria, el Santa fe o

Chapinero; las plazas de mercado, los criminales que delinquen por la ciudad, los

indigentes que piden “una colaboración” por las calles del centro, los taxistas,

trabajadores y demás habitantes de la capital, encuentran vida al interior de una relato

escrito alrededor de tres historias particulares que de manera simultánea se van narrando

para terminar encontrándose casi por coincidencia en el hecho que enmarca el desenlace

3Fuente:http://www.planetadelibros.com/premios-premio-biblioteca-breve-seccion-historia-5-editorial-

9.html

25

del libro; la masacre en el restaurante Pozzetto ocurrida el 4 de diciembre de 1986 a

manos de Campo Elías Delgado4.

Sobre este hecho, que es percibido como uno de los momentos más sanguinarios

y particularmente significativos de una manera negativa en la historia reciente de Bogotá

es posible encontrar muchas referencias u opiniones más allá del seguimiento que

realizaron los periódicos de la ciudad en la fecha y algunos reportajes en vídeo que

fueron producidos posteriormente con el fin de contar la historia de la lamentablemente

celebre masacre perpetrada por Delgado en el restaurante ubicado en la zona de

chapinero, uno de los barrios más representativos de la ciudad. Una de las reseñas sobre

el hecho dice:

"En una acción infernal, sin antecedentes en el país, un psicópata colombiano ex

combatiente de la guerra de Vietnam asesinó anoche a 22 personas en Bogotá. el

desquiciado sujeto -cuyo padre se suicidó hace 37 años bajo un palo de mango,

en Bucaramanga- mató a su propia madre, incendió su residencia, recorrió los

demás apartamentos, eliminó a cuatro universitarias, luego se dirigió al

restaurante , donde comió y bebió sin prisa, y dio muerte a otras 14 personas"

(Galindo, 2004)

Resulta necesario aclarar que aún cuando el recorrido de ésta investigación

sugiere la consulta de estas fuentes complementarias en la prensa sobre este suceso, el

interés central de su análisis no se centra en la masacre ocurrida en el restaurante; sino

4 Es válido señalar que Mendoza, aún cuando sostiene que la novela es obtenida a raíz de un ejercicio

creativo y de ficción, conserva la identidad de este personaje muy ligada a la realidad al igual que la

percepción de la ciudad que refleja, razón por la cual esta novela ha sido asumida como la más pertinente

del autor para realizar el análisis.

26

en el estudio alrededor de la obra que Mario Mendoza escribe haciendo uso de ésta

situación como uno de los escenarios para desarrollar la novela.

Sin embargo, existe un hecho imperante que soporta la influencia que este suceso

imprimirá en la vida del escritor bogotano que se ve reflejado en gran medida a lo largo

de varios pasajes de la obra y sustenta los perfiles que se constituyen narrativamente

sobre los personajes de Satanás, y es el efecto que tiene en la vida del autor haber sido

compañero de clase y haber sostenido un vínculo relativamente próximo con Campo

Elías Delgado, situación que ha tenido una huella tan profunda sobre Mendoza de

manera que en varios de sus relatos es posible encontrar esta conexión, por ejemplo:

La primera vez que lo vi estábamos en el corredor del departamento de

Literatura de la universidad. Se dirigió a mí sin preámbulos, sin antesalas de

ninguna clase:

- ¿Es usted Mario Mendoza? – me preguntó con la voz fuerte, seca,

mirándome de frente.

- Si – contesté mientras le echaba una ojeada a ese sujeto que había

visto por ahí, tomando una que otra clase conmigo...

Noté que Campo Elías miraba permanentemente hacía la puerta del local

donde estábamos conversando, al acecho, como si temiera que alguien

pudiera entrar para amenazarlo o agredirlo... Aunque Campo Elías me

doblaba la edad y no tenía el aspecto ya de una persona joven y

descomplicada, era un hombre irreverente, poco dado a los tonos cursis y

melodramáticos... Me gustaba su actitud fuerte y sólida, sin poses melifluas

27

ni seudotrascendentales. Nos despedimos con un apretón de manos y prometí

llevarle al día siguiente la bibliografía que necesitaba. (Mendoza, 2010)

La corta amistad que sostuvo con Delgado por aproximadamente 6 meses

terminó el mismo día que ocurrió la masacre, el efecto más inmediato que tuvo sobre

Mario Mendoza fue la estigmatización que sufrió al interior de la universidad, lugar

donde empezó a ser conocido como “el amigo del asesino”; así pues, esta situación en su

totalidad tendría un impacto cuando menos abrumador en la obra de Mendoza y se verá

reflejada en varios pasajes de su obra; para el caso, la creación de Satanás es asumida

como un ejercicio de catarsis en la que el escritor expone su perspectiva de los hechos y

la influencia que tiene el desarrollo de la vida en la ciudad con el desequilibrio

psicológico de Campo Elías, el asesino. Sobre este respecto, el autor Apunta:

La última entrevista fue en un encuentro casual en el Parque Nacional... Y,

caminando juntos hacía la universidad, afirmó él con camaradería, como si

fuéramos viejos amigos:

- ¿Sabe una cosa, Mario? No vale la pena escribir en una sociedad como esta

que todo lo desprecia. Es mejor actuar.

A los pocos días lo vi en los titulares de prensa y televisión, y esta última frase

me daría vueltas en la cabeza, una y otra vez, a lo largo de quince años de trabajo

literario ininterrumpido y lleno de dudas. Me quité esa voz del todo sólo cuando

escribí mi novela Satanás. (Mendoza, 2010).

Al interior de Satanás, Bogotá entonces no es vista únicamente como el lugar

donde ocurren los hechos sino como un actor más que toma parte de la trama, que

28

determina un patrón de conducta mediado por el mal como una presencia que arruina el

estilo de vida. La descripción de situaciones y espacios de la ciudad se hace tan real, que

aparecen escenas claramente identificables con la vida cotidiana; por ejemplo: “El auto

cruza la Carrera Treinta, la Avenida Sesenta y Ocho y la Avenida Boyacá y se detiene en

un potrero vacío en las afueras de Bogotá. El conductor apaga el motor”(Mendoza,

2002, pág. 51).

Satanás es una novela que evidentemente ubica el escenario de su trama en

Bogotá, de modo que encontrar descripciones como ésta en el texto no sólo resulta una

constante, sino que trasciende el hecho de nombrar y describir algunos espacios y

lugares reconocidos de la ciudad; logra incluir realmente en las líneas de su narrativa y

en el desarrollo de la historia elementos, acciones y actores que se dibujan en el curso de

la vida cotidiana en la metrópolis. De modo que:

Muestra la ciudad de múltiples maneras: en lugares concretos o en sitios

seleccionados, dando una visión particular o de conjunto; en zonas cerradas y con

personajes ensimismados, abúlicos e individualizados, en barrios o escenarios

que reúnen a la colectividad: Bares, cines, espacios universitarios, calles,

espacios públicos, en fin, mostrándola como una vitrina, como un lugar de

representaciones y al habitante como un actor, alguien que cumple un papel en la

escena cotidiana y pasajera.(Giraldo, La ciudad escrita: literatura y ciudad, 1998,

pág. 154).

De esta manera, es posible obtener de la novela una imagen de la ciudad que

revela una perspectiva nueva y diferente con respecto a las obras que antecedieron a

29

Satanás; aunque también en ésta novela se conservan rasgos generales que exponen esa

impresión pesimista y cruda de Bogotá.

Tras la publicación de Satanás y la obtención del premio biblioteca breve en el

2002; Mario Mendoza termina por hacerse popular en el panorama literario colombiano;

bien sea por parte de sus detractores, como Ignacio Echeverría quien afirma que su obra

es sobrevalorada y muy incipiente para ser tan popular; con una trama deficiente e

inverosímil. De la misma manera, en el número 91 – 92 de la revista española lateral

Carlos Guzmán Moncada cuestiona profundamente los méritos que ha hecho esta novela

como para hacerse con el mencionado premio; citado en el trabajo del profesor Álvaro

Antonio Bernal, se puede leer la siguiente reseña:

Con su mínima complejidad estructural, su adjetivación de anuncio televisivo,

sus diálogos ociosos, sus personajes de cartón-piedra apenas concebidos, sus

escenitas de sexo dibujadas con la maestría de un grafitti en un lavabo público;

con su lectura epidérmica de Stevenson, su irrisorio amago de crítica social, con

su pereza intelectual para proponer una sola reflexión de interés en torno de lo

que en ella se denomina como “el Mal” y, sobre todo, con su ostentoso pero

inútil premio a cuestas, esta novela defrauda a su lector y por lo que Mendoza

declara sobre la anécdota que le dio origen, se defrauda a sí misma (Bernal Á. ,

2010).

En la otra cara de la moneda; sus seguidores, conformados en una inmensa

mayoría por los sectores más jóvenes de la población, quienes encuentran en sus relatos

esa imagen de Bogotá que corresponde a una vivencia de la ciudad, a una realidad

30

múltiple y cruda en la que los ciudadanos interactuamos con la urbe. En su momento, en

la prensa nacional circularon opiniones sobre la obra como esta:

Es aquí donde Mario Mendoza destapa sus cartas: lo suyo no es hacer una

novela policíaca tradicional, sino escribir una saga de esa Bogotá miserable, triste

y sórdida de los bajos fondos del centro y otros sectores deprimidos. Aún más: en

realidad Mendoza lo que quiere y hace es escribir sobre Bogotá y lo demás es un

simple pretexto (Carranza, 1999).

Posteriormente, Mario Mendoza se vincula como redactor en el periódico El

Tiempo (2003) donde publica su columna La ciudad y el mundo semanalmente y en la

que escribe opiniones que se relacionan con su vivencia de la ciudad, algunos elementos

del contexto político y social de esos años y artículos en clave de crítica sobre las

producciones culturales de la época. Varios de estos elementos han sido vinculados a la

producción de este trabajo con el fin de obtener un panorama más amplio de los

elementos narrativos que el autor evidencia en su obra.

2.4 Obras posteriores y el autor en la actualidad

En el año 2004 sale a la luz su libro de cuentos urbanos Una escalera al cielo en

donde expone magistralmente un estilo literario que cada vez se funde más con una

mirada menos caótica y apocalíptica de la ciudad, aunque en el carácter de sus

personajes persisten algunos elementos de perversión y patologías psicológicas

profundas. Otro aspecto muy relevante en el desarrollo de esta obra lo constituye el

hecho de que, en el conjunto de historias Mendoza empieza a incluirse como personaje

en primera persona; revelando algunos aspectos de su vida personal y su juventud,

31

elementos que terminan por enriquecer el desarrollo del análisis de su obra entendiendo

la importancia que tiene conocer de primera mano la visión que el autor tiene de su

contexto.

En septiembre de ese mismo año publica la obra Cobro de sangre (2004) y se

dedica a su trabajo como columnista en El Tiempo hasta el año 2006, al año siguiente

publica la novela Los hombres invisibles (2007), momento en el que también llega a las

salas de cine la película Satanás, dirigida por Andy Baiz e inspirada en la novela sobre

la que gravita esta investigación, pero que tendremos en cuenta como material de apoyo

y no fuente de análisis debido a las grandes distancias que revela con respecto a la

narrativa de la novela, a pesar de la colaboración que ofreció el escritor para la

realización de su guión.

En los años más recientes, la producción literaria del autor experimenta un gran

incremento lanzando al mercado varios libros como las novelas Buda Blues (2009),

Apocalipsis (2011) y Lady Masacre (2013); obras que siguen encontrando como

escenario a la ciudad de Bogotá pero que revelan elementos narrativos que se distancian

en gran medida de las obras más próximas a Satanás.

Otra de sus obras más recientes está construida en el ámbito de la literatura

juvenil, campo en el que se ha visto interesado durante los últimos años ya que como el

mismo señala en una entrevista que le realizaron en la revista Semana:

Nunca le aposté a un público en particular y mucho menos a una recepción

amplia. Estaba preparado para una resistencia marginal en contra del

establecimiento, pero mi obra fue hallando a gente que también lucha. Ellos son

32

mis lectores. Fue una sorpresa total. ...Firmando libros la semana pasada, me

conmovió ver muchachos que venían del norte, del sur, de universidades públicas

y de colegios privados. Venían del Transmilenio con sus skateboards para que les

diera una firma (Mendoza, Revista Semana, 2013).

Entre sus textos destacados en esta producción, resaltan Mi extraño viaje al

mundo de Shambala (2013), La colonia de Altair (2013), Crononautas (2013),

Metempsicosis (2014) y El hijo del carpintero (2014), textos en los que explora una

narrativa más orientada hacia las ficciones y eventualidades que hacen parte de la vida

cotidiana; pero que guardan una distancia muy amplia en relación con la narrativa

expuesta por el autor en las novelas que les precedieron; de la misma manera, rompe con

la búsqueda del “realismo descarnado” que expuso en sus obras iniciales, para dar lugar

a situaciones y figuras que buscan vincularse un poco más con el público joven a

quienes orienta estos textos. Es válido acotar que por estas razones tampoco serán

tenidos en cuenta en el presente análisis teniendo en cuenta que su enfoque dista mucho

del interés que guía la indagación de esta investigación.

Durante el año 2010, Mendoza se desempeña como director de la revista juvenil

Bakánica de la Universidad Javeriana; allí publica eventualmente algunas editoriales

sobre sus libros y su experiencia de la ciudad, en el año 2011 crea su blog llamado “El

proyecto Frankenstein” sitio web donde por lo menos quincenalmente publica alguna

reflexión o artículo sobre el contexto contemporáneo de la ciudad, el mundo e

invitaciones a la lectura de sus obras más recientes. El título de este espacio se encuentra

muy relacionado con la reciente proximidad que el autor experimenta hacía los sectores

más jóvenes de la sociedad; al respecto afirma:

33

El propósito aquí es crear una resistencia, un espacio para decir no, una trinchera

donde se pueda ir sumando varias debilidades, varios lisiados, varios solitarios,

varios amputados, y de allí el nombre Frankenstein. Se trata de crear un cuerpo

común con los miembros de varios cuerpos arrasados y masacrados. Entre todos

podemos crear un Transformer que nos permita defendernos de un presente

tramposo y angustiante.(Mendoza, Proyecto Frankenstein, 2011)

El proyecto Frankenstein se constituye entonces como un escenario virtual donde

el escritor puede mantener contacto constante con sus lectores, por medio de

comentarios y elementos audiovisuales como vídeos o grabaciones, Mendoza va

ofreciendo constantemente opiniones y reflexiones sobre los temas de actualidad que

competen a la ciudad y a nosotros como sus habitantes, en este sitio web, Mendoza

muestra textos en los que es posible conocer sus opiniones personales sobre diferentes

temas; así como cortas muestras e invitaciones al lectura de sus textos más recientes,

eventualmente redirige también a los sitios web de los periódicos en los que sus

reflexiones son publicadas.

De esta manera, es revelada a grandes rasgos la obra del escritor bogotano y

también el análisis que precede a su obra en general; principalmente, la que precede la

publicación de Satanás y que vemos como un antecedente literario a la construcción

narrativa de la obra; del mismo modo, es posible concluir para el desarrollo de este

apartado que las experiencias de vida del autor alrededor dentro de Bogotá y en su

experiencia personal fuera de ella, han servido para la construcción de un perfil y una

perspectiva literaria que se ve reflejada en la primera etapa de su obra; posteriormente su

apuesta se centra en el desarrollo de una narrativa más ligada a la cotidianidad como

34

nicho de observación y a algunos aspectos “paranormales” que se pueden identificar en

ella; de todas maneras, es importante tener claro que el enfoque de este análisis se centra

en esa mencionada primera parte de la obra que se desarrolla con un poco más de énfasis

y abre las puertas de la ciudad para el desarrollo que pretendemos iniciar al abordar una

lectura crítica de Satanás con el fin de extraer de sus líneas esta mirada crítica a las

narrativas de ciudad y de la cotidianidad en Bogotá que residen en sus líneas.

35

2. SATANÁS ANÁLISIS CRÍTICO LITERARIO

3.1 Satanás, la novela

La novela Satanás del escritor bogotano Mario Mendoza, y sobre la cual se ha

cimentado este estudio, es una historia ambientada en la ciudad de Bogotá en 1986,

aunque la fecha no aparece explicita en el interior de la obra, es posible inferirla dado

que la masacre que tuvo lugar en el restaurante Pozzetto, el día 4 de diciembre de ese

año, es recreada en la parte final de libro. Evento que resulto lamentablemente popular

en la época y que no sólo ocupó durante semanas el interés de los titulares de prensa5,

sino que llegó a establecerse como uno de los más sangrientos y recordados episodios en

la historia de la ciudad.

Cabe mencionar que la trama principal de esta historia no se centra únicamente

en este acontecimiento puntual, ya que al interior de su narración, la novela relata las

historias de tres personajes diferentes de manera simultánea. En estos relatos, los

personajes van desarrollando diversas relaciones sociales al interior de la ciudad y a su

vez van involucrándose con ella. Estas tres historias terminan anudándose en el

momento en el que por azar, los protagonistas terminan descubriendo pequeñas

conexiones que existen entre ellos y acudiendo al restaurante la noche en que la masacre

es llevada a cabo por Campo Elías Delgado, personaje que también ocupa un lugar en

las líneas de Satanás. En dicho sentido, y para ser precisos, la novela gira alrededor de

de 4 personajes en particular:

5 Para ver el compilado de noticias que siguieron este hecho, ver: Anexos.

36

María, una joven mujer descrita como muy bella, de una extracción social

bastante austera que llega a la ciudad como producto de la guerra interna que azota el

contexto político y social de Colombia que termina dejándola huérfana. Tras pasar su

niñez en un batallón del ejército del país trabajando como esclava y siendo

constantemente rechazada, decide huir, posteriormente es llevada a la parroquia de un

sacerdote (Ernesto) donde es recibida, criada y donde termina por experimentar su hogar

hasta que cumple la mayoría de edad. Se ve obligada a abandonar el lugar para empezar

a vivir de manera independiente y posteriormente empieza a trabajar como vendedora de

tintos y aromáticas en una plaza de mercado de la ciudad pero al verse víctima de las

constantes vejaciones y maltratos (a la que la someten los comerciantes del lugar)

termina vinculada con una banda de criminales cuya modalidad es el robo con el uso de

escopolamina (burundanga, en el argot bogotano).

Andrés, sobrino del padre Ernesto es un joven pintor perteneciente a la clase

media-alta bogotana que a lo largo de la obra padece un trastorno de orden casi mágico

que le posibilita plasmar en sus lienzos visiones proféticas y apocalípticas del destino

próximo que se configura para los personajes que retrata. Su historia particular se

configura a partir del el caso de su ex novia Angélica, a quien vaticina que padece de

SIDA. Y alrededor de quien empieza a desarrollar una profunda crisis pensando en la

idea de cómo ella ha contraído esta enfermedad por medio del contacto sexual con otros,

situación que lo lleva a despertar unos profundos celos que desembocan en deseo sexual

hacia la mujer, todo esto mediado por el tedio y la sordidez que representa la vida del

artista al interior de una ciudad como Bogotá y una sociedad como la colombiana.

37

Ernesto, sacerdote de una iglesia ubicada en un barrio del centro de la ciudad,

donde creció María, se caracteriza fundamentalmente por un profundo pensamiento

progresista y la álgida lucha que reside en su interior con respecto a la dicotomía entre el

celibato y el deseo sexual mientras sostiene una relación afectiva con Berenice, mujer

que le asiste en la limpieza y labores domésticas del lugar, simultáneamente enfrenta un

presunto caso de posesión demoniaca en una adolescente que reside en el barrio La

Candelaria y la latente sensación de que la ciudad y la época están siendo invadidas por

una presencia maléfica.

Durante algunos intervalos de la novela, empieza a desarrollarse narrativamente

el personaje de Campo Elías Delgado6, excombatiente de Vietnam que a su regreso al

país se establece con su madre (hacia la que siente una profunda aversión), en un

apartamento ubicado en Chapinero, sobrevive con su pensión de veterano y ofreciendo

clases de inglés. (Idioma que aprendió durante su paso por el ejército de Estados Unidos)

Es un personaje que aparece obsesionado con la idea de dualidad o dicotomía celestial–

demoniaco que se desarrolla en la novela El extraño caso del Dr. Jekyll y mr. Hyde,

libro sobre el cual adelanta su tesis de grado en la Universidad Javeriana y aspecto sobre

el que asume, gira toda la vida humana. Es un hombre de edad avanzada, obsesionado

con la limpieza y la aparente banalidad de la sociedad en la que convive sintiéndose un

marginado; esta idea, alimentada además por una profunda misoginia y aversión al

contexto que le rodea alimenta en él la idea de “restablecer” un orden de las cosas y

empieza a concebirse como un guerrero llamado a la pacificación del mundo y a la

6 Mendoza conserva únicamente el nombre real y realiza una profundo ejercicio de descripción

psicológica de este personaje, posiblemente a razón de que lo conoció e incluso llegó a entablar alguna

suerte de amistad con él durante sus últimos años como universitario y justo en el periodo de tiempo que

precedió a la masacre, para consultar mayor información sobre este aspecto, ver: Capitulo 1.

38

erradicación de todas estas repulsivas sensaciones, razón por la cual comienza a gestarse

en su perfil psicológico la masacre con la cual se sella el libro.

Varias consideraciones pueden ser contempladas como referentes a la hora de

observar la ciudad de Bogotá, la óptica que desde cualquier estudio se lance sobre ella

puede incluir multiplicidad de categorías, elementos y criterios de análisis que casi de un

modo irrestricto nos arrojan a una perspectiva interdisciplinaria del análisis narrativo de

la ciudad. En dicho sentido, son varios los trabajos y escritos que previamente se han

elaborado en relación con el análisis de nuestra ciudad, y muchos los que la abordan

desde la literatura, tal es el caso de las producciones de intelectuales como Luz Mery

Giraldo (la ciudad escrita: literatura y ciudad en la narrativa colombiana) Alejandra

Jaramillo (Bogotá imaginada: narraciones urbanas, cultura y política.)Y Álvaro

Antonio Bernal (Percepciones e imágenes de Bogotá: expresiones literarias urbanas)7,

por sólo nombrar algunos de los referentes iniciales desde los cuales se cimientan los

ejes de este análisis. Sin embargo; como ya es bien sabido, la apuesta narrativa que

compromete este trabajo ubica en sus líneas la obra Satanás de Mario Mendoza, y tras la

lectura de esta novela ha propuesto una serie de categorías desde las cuales se pretende

entablar este análisis.

A partir de los aspectos abordados aquí en general sobre el sentido de la novela,

se puede decir que sirven como punto de partida para iniciar el análisis categorial que

corresponde al desarrollo de este apartado, de modo que cabe aclarar también que se ha

dividido en 5 secciones en las que desde cada una, se pretende establecer un análisis a

profundidad de aspectos que aparecen al interior de Satanás, pero que aquí, se agrupan

7 Para mayor información ver: Bibliografía.

39

para ofrecer una mirada más precisa de la representación obtenida de la ciudad en clave

de lo literario.

3.2 Satanás, un mapa narrativo de la ciudad.

El punto de partida para abordar el desarrollo categorial de la obra nos arroja a la

geografía urbana representada al interior del texto; a las formulaciones desde la narrativa

de la novela como fuente de referentes espaciales y las profundas relaciones que los

personajes (habitantes de la metrópolis) guardan con los lugares; sobre esta condición, la

crítica especializada ha rescatado la perspectiva de la ciudad concebida desde el trabajo

del autor: “Mario Mendoza aparece como un neonómada de la palabra gracias a la

resemantización literaria que ha elaborado sobre Bogotá como espacio y tiempo al filo

del entre siglo.” (Blanco, 2009)

De manera complementaria, en el corpus de la novela es posible identificar la

ritualidad que entonces deja de subyacer a la ciudad misma y aparece como el terreno

desde el cual se entablan vínculos y subjetividades, esta idea puede ser mejor entendida

en el sentido que propone Jorge Franco en su columna de opinión publicada en la revista

Semana y que corresponde a Satanás:

«No existe una frontera delimitada entre la biblioteca y la vida. No es

menos real la página que leemos que la calle por la que deambulamos. Literatura

y vida coexisten en un mismo plano, y lo real involucra tanto lo percibido por los

sentidos como los mundos imaginarios de nuestra más recóndita psicología.»

(Franco, 2002).

40

Partiendo de esta idea, y complementándola con los planteamientos obtenidos

desde Mijail Bajtín en su teoría referente al cronotopo dentro de la novela, que puede ser

entendida como “(lo que en traducción literal significa «tiempo-espacio») la conexión

esencial de relaciones temporales y espaciales asimiladas artísticamente en la literatura.”

(Bajtin, 1989). Podemos encontrar en el contexto de la obra de Mario Mendoza los

elementos adecuados para hacer un recorrido espacial de Bogotá a lo largo de Satanás.

Bogotá aparece entonces al interior de la novela de una manera que posibilita realizar

una cartografía de la ciudad desde el plano literario.

Cabe aclarar que dicha descripción no se da únicamente en un nivel enunciativo;

la intención de este desarrollo narrativo de Bogotá sugiere que al interior del libro, la

ciudad no es percibida únicamente como el “escenario” en el cual se desarrolla la trama,

sino que aparece como uno de los personajes principales del relato, esta condición

narrativa, ubica a la Bogotá develada al interior de la novela como uno de los

principales focos de esta investigación y una rareza, ya que “Rara vez se habla del

espacio como personaje, como organismo, el espacio como pre-texto, con-texto; la

ciudad como texto abierto, sorpresivo, pero también como anti-texto, es decir, de la

ciudad como el espacio que desborda cualquier límite y presupuesto.”(Argüello, 2000,

pág. 230). Esta afirmación se valida al encontrar la Bogotá revelada en la novela como

una ciudad con una personalidad determinada y particular que se evidencia en cada uno

de sus lugares y que abre la posibilidad de ver más allá de las dinámicas cotidianas que

se dan en estos escenarios, encarnadas por sus actores (personajes), las actitudes,

atmosferas y usos que el habitante de la ciudad hace de ellos; en dicho sentido, Luz

Mary Giraldo apunta:

41

Ahora se evidencia que además de ser espacio construido y poblado es cuerpo

complejo que va más allá de los límites geográficos y de la población

demográfica. Resultan insuficientes las definiciones que la muestran [la ciudad]

como un “conjunto de calles y edificios” y a su habitante, el ciudadano, como

“natural o vecino de una ciudad” (Giraldo, 1998).

Al recorrer las páginas que entonces hilan el desarrollo narrativo de Satanás, es

posible encontrar que la novela involucra diversas locaciones que aparecen como lugares

característicos de la capital; tal es el caso de sectores como el barrio La Candelaria,

Chapinero, Teusaquillo, la zona rosa, los barrios Germania y Santa Fe, la zona comercial

de San Victorino, las regiones periféricas y marginales al suroriente de la ciudad y gran

numero de espacios donde se desarrollan las acciones de los personajes gestados desde

el universo de la obra.

Sin embargo, Mario Mendoza no sólo ubica esta gran amalgama de sectores

como los escenarios que contienen las acciones. Satanás no se limita a enunciarlos sino

que logra reproducir las atmosferas, códigos culturales y simbólicos que se generan y

existen en ellos, para entender mejor este planteamiento, se utilizan las palabras

correspondientes al análisis de la obra propuestas por Álvaro Antonio Bernal cuando

dice:

Bogotá en Satanás es una ciudad entre maleva, insegura y desgarradora, sitiada

por la violencia de orden social (ampliamente conocida en toda América Latina);

y una metrópoli que acoge el denominado Mal, ese de Satanás o Lucifer dentro

de cualquier esquina o barrio apacible. (Bernal, 2010, pág. 157)

42

Sobre esta condición dada a la ciudad al interior de la obra y tras aplicar una

mirada analítica al corpus discursivo planteado por el autor, es posible encontrar que el

recorrido que realiza Mario Mendoza por Bogotá es sometido a una profunda

interpretación del significado que los lugares y los espacios tienen para el habitante

bogotano, un claro ejemplo de ello aparece en el primer párrafo de la novela cuando

describe la plaza de mercado donde comienza a perfilarse la historia de María.

Una luz intensa y joven nace desde arriba, desde las tejas transparentes del techo

y las altas aberturas que hay en los muros, y se desparrama a todo lo largo de la

plaza de mercado. Son las siete de la mañana. Los vendedores anuncian sus

productos, sus precios, sus rebajas y sus ofertas con voces fuertes y entrenadas

que generan una algarabía que atraviesa las paredes del recinto hasta alcanzar las

calles que rodean la parte externa de la plaza. La abundancia salta a la vista en

los múltiples corredores que se extienden paralelos de sur a norte y de oriente a

occidente: naranjas, mandarinas, maracuyás, mangos, guanábanas, limones,

zanahorias, cebollas, pimientos, tomates, rábanos y una lista innumerable de

frutas y vegetales que esperan a los compradores en bultos, cajas de madera y

bandejas de cartón y de plástico que están ubicadas al alcance de la mano. Los

olores de las hierbas bombardean las narices heladas de los caminantes: la

albahaca, la limonaria, el cilantro, el perejil, el cidrón. En una esquina, abarcando

el espacio completo desde el piso hasta el tejado, están los locales de artesanías y

plantas ornamentales: helechos, cactus, pequeños pinos en miniatura, y al lado,

proliferando por los intersticios y los rincones, los canastos, las materas, las

cucharas de palo y los objetos elaborados en cabuya y en cuerdas de fique. En la

43

esquina contraria están las carnicerías y las ventas de animales vivos: gallinas,

patos, conejos, hámsteres y gallos de pelea.

Aquí y allá hay hombres y mujeres transportando víveres en pequeños

carros de metal, trasladando cajas de madera atiborradas de tomates o de

remolachas, moviendo bultos de papa o de arveja. Parecen pequeñas hormigas

cumpliendo con ciertas funciones predeterminadas en las cercanías del

hormiguero. (Mendoza, 2002, pág. 5)

Si bien, la narrativa del autor no expone desde el inicio el discurso por parte de

los personajes, la descripción de espacios particulares de la ciudad es bastante rica; en

este cuadro, es capaz de revelar elementos muy característicos que permiten tipificar una

plaza de mercado bogotana, incluso logra exponer muchas de las dinámicas sociales que

ocurren en su interior, los sonidos y las condiciones especificas que recrean un ambiente

cargado de elementos que se constituyen como cotidianos en la ciudad.

Otro claro ejemplo que tomamos como elemento de análisis de la novela y que

expone la facilidad con la que el autor recrea los espacios de la ciudad, se evidencia

también en los primeros capítulos de la historia, en el momento que el padre Ernesto se

dirige a la estación de policía para entrevistarse con el hombre que ha asesinado a toda

su familia.

El padre Ernesto sale a la calle y decide irse caminando hasta la comisaría de

policía. Durante el recorrido cae un fuerte aguacero que inunda las calles del

centro de la ciudad. Es difícil atravesar los riachuelos que en sus caudales

incontenibles llevan cartones, papeles, plásticos, cauchos, desperdicios de

44

comida y basura en general que la gente arroja de manera irresponsable mientras

deambula por las calzadas o sale de tiendas, restaurantes y almacenes populares.

Es el agua limpiando las inmundicias de la metrópolis, llevándose consigo los

elementos sucios e inservibles, lavándola en un ejercicio de asepsia y

purificación (Mendoza, 2002, pág. 27).

En la construcción narrativa de la ciudad a lo largo de la novela, este tipo de

cuadros resultan análogos a elementos que se perciben desde la cotidianidad al

deambular por las calles del centro de Bogotá; pero que en la obra de Mendoza son

enunciados y contribuyen a crear y fortalecer una imagen pesimista, lúgubre y algo

deprimida de la ciudad. El ambiente aparece entonces como hostil e insalubre mientras

el sacerdote realiza su recorrido.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que en medio de este enunciado se está

expresando de manera directa la representación que el autor está haciendo del lugar por

medio de los símbolos que incluye; del mismo modo, es posible ver cómo esta

percepción del espacio urbano revela una narrativa que se distancia de la fantasía, que

incluye las calles del centro de Bogotá de una manera en la que se busca evidenciar las

características más reales de este espacio, sin dejar de lado la creatividad y los recursos

narrativos. Resulta necesario resaltar que esta perspectiva se ha configurado como una

de las características más constantes en la producción literaria colombiana sobre lo

urbano durante el periodo más reciente, aspecto sobre el que Luz Mary Giraldo plantea:

Especialmente en la segunda mitad del presente siglo [XX], tanto el concepto

como la imagen de la ciudad han evolucionado de manera considerable en

45

nuestra literatura, al pasar de representación del mundo ideal a mundo real y

degradado; de mito deformante a realidad cultural; de espacio arquitectónico a

forma de vida. (Giraldo, 1998, pág. 10)

De esta manera, es posible evidenciar la relación que existe entre la

representaciones espaciales al interior de la novela y la realidad urbana que aparece en la

cotidianidad, donde convergen a su vez actores sociales develando sus discursos y

prácticas más comunes; recreando entonces una historia ficticia en el contexto de lo real

pero que dadas sus connotaciones puede está llena de una profunda verosimilitud.

Otro de los aspectos que caracteriza la inclusión de los espacios geográficos en el

desarrollo narrativo de Satanás tiene que ver con los elementos simbólicos que abren la

posibilidad de realizar un análisis semiótico de los espacios de la ciudad. Explorando

con mayor profundidad esta categoría resulta pertinente hablar de dos dimensiones desde

las cuales se ofrece esta mirada:

a) Bogotá aparece al interior de Satanás como una ciudad en la que se manifiesta

la coexistencia de múltiples temporalidades y espacialidades de una manera trastornada.

Argumento que se evidencia en las variaciones que se presentan entre el carácter de los

diferentes escenarios incluidos dentro de la novela y que en consecuencia alteran las

prácticas de sus habitantes de diferentes maneras. Las manifestaciones al interior de la

novela sobre este argumento se hacen evidentes cuando el escritor relata los recorridos

que siguen los personajes para trasladarse de un punto a otro al interior de la ciudad:

Andrés camina por la Carrera Séptima hacia el sur, atraviesa la entrada principal

del teatro Jorge Eliécer Gaitán, la muchedumbre de caricaturistas y pintores

46

callejeros a la altura de la Calle Veintiuno, la Plaza de las Nieves con sus

comediantes, mimos, yerbateros, brujos y vendedores de ungüentos, y se detiene

en la esquina de la Calle Diecinueve. Espera la luz verde en el semáforo

peatonal. (Mendoza, 2002, pág. 106)

Sin duda alguna, el centro de Bogotá aparece como el espacio en el que esta

multitemporalidad y multiespacialidad, (categorías concebidas por Álvaro Bernal) son

evidenciadas en su máxima posibilidad, debido a que en las calles de esta zona de la

ciudad la mixtura de escenarios, formas arquitectónicas, condiciones sociales,

manifestaciones culturales y sobre todo prácticas cotidianas se dan de múltiples maneras

y convergen en una forma caótica que termina por ofrecer al lector una mirada de una

metrópolis que tiene en su interior múltiples ciudades cada una de ella con sus calles,

edificios, habitantes y culturas propias que se desarrollan en un mismo lugar. En su

investigación, el profesor propone esta perspectiva de esta forma:

Caminar ciertos sectores del norte de la ciudad es estar presente y contemplar

ciudades tan modernas como Chicago o Nueva York, en donde brillan bulevares,

amplias avenidas, centros comerciales e imponentes edificios. A su vez, estar en

buena parte de la ciudad es volver a la provincia, tener el campo subdesarrollado

a la mano y ver el atraso y la miseria con toda su complejidad. Pero este contraste

no es tan polarizado, es una mezcla que integra diferentes espacios, integra zonas

de variado estilo urbanístico y presenta la fusión de todas estas variables sumadas

a sus ciudadanos heterogéneos que son reflejo del lugar híbrido donde viven.

(Bernal, 2010, págs. 13 -14)

47

Leer a la ciudad de esta manera, abre la posibilidad de ver la ciudad evidenciada

en la novela como un Collage en el diversos tipos de formas, colores, sensaciones y

presencias conviven simultáneamente, ofreciendo al lector una panorámica de una

ciudad donde los procesos de planeación espacial y gestión urbanística han fracasado

rotundamente, pero que aportan una característica desde la cual es posible notar como

las prácticas y acciones de sus habitantes se desarrollan de una manera similar, sobre

esta particularidad en la obra y en la ciudad, se dice: “Hay, pues, una energía social, que

se redistribuye a diario en el ámbito de un mismo espacio y tiempo citadinos, que se

transmite entre la gente para impulsarla a crear organizaciones –o desorganizaciones-

colectivas estrechamente relacionadas con su urbe.”(Silva, 2004, pág. 81)

b) La vida cotidiana en Bogotá esta mediada por contrastes y contradicciones

físicas, sociales y temporales que la constituyen como una ciudad cargada de elementos

simbólicos únicos que aparecen también como una manifestación de una ciudad oscura,

sucia, desorganizada y criminal en la dimensión de la obra de Mario Mendoza, sin

embargo y casi de una manera irónica, los personajes y habitantes aceptan esta forma de

la ciudad y en donde más que disfrutarla, evidencian su profundo grado de identificación

con el espacio que habitan; de la misma manera como lo plantea el escritor en la

entrevista concedida a Álvaro Bernal y en la que dice “Es así de sencillo, esta ciudad me

resulta fascinante y no es fácil dejarla, es la fuente de mi literatura.” (Bernal, 2010, pág.

253)

Tal vez la mejor forma de entender esta dinámica sea pensar en la representación

evidenciada de Bogotá al interior de Satanás de la forma en que Rodrigo Argüello

propone en su tratado sobre las ciudades en Ciudad gótica, esperpéntica y mediática.

48

Argumento según el cual la vida al interior de la ciudad se manifiesta directamente en la

vida de los ciudadanos, el Semiólogo sostiene:

En la ciudad nadie se libera del espectáculo o de la teatralización de la existencia.

Sin embargo, en la calle ya no se puede pensar en una puesta en escena

tradicional, pues entre el espectador (el ciudadano) y el espectáculo (la vida en la

ciudad) ya no media nada. (Argüello, 1998, pág. 59)

Siguiendo la línea analítica expuesta en el fragmento anterior, es posible

encontrar que dentro del universo narrativo de la novela existen varios pasajes que

sirven como manifestación de la percepción que el escritor tiene sobre la ciudad en el

texto, es así que la recreación de espacios oscuros, insalubres, pestilentes, mediados por

las manifestaciones más cotidianas del crimen dibujan la ciudad como un espacio gótico

en el que las relaciones entre actores sociales se ven enmarcadas por el miedo y la

paranoia hacia lo que se evidencia como la vida cotidiana al interior de la capital. Un

claro ejemplo es la narrativa empleada por el autor para relatar una noche en la que el

pintor Andrés termina deambulando por la ciudad tras haber sido rechazado por

Angélica:

Llega hasta la Calle Veinte y decide entrar en un bar oscuro y tenebroso en la

esquina de la Carrera Once. Dos mujeres gordas con rasgos aindiados y ropas

vulgares atienden a las mesas. La clientela son albañiles, vendedores de droga de

poca monta y trabajadores humildes que buscan refrescar la garganta después de

una jornada de trabajo duro y agotador. (Mendoza, 2002, pág. 84)

49

El espacio representado en esta parte aparece encuadrado en un ambiente hostil y

oscuro frente al cual el personaje se ve obligado enfrentar la calle más que transitarla, la

ciudad entonces manifiesta un carácter siniestro y poco agradable para sus habitantes

quienes convergen en sus calles y sitios de reunión con delincuentes, personajes

marginales y en este caso particular, mujeres vulgares y poco atractivas. En otro

apartado, esta caracterización aparece más evidente cuando el Padre Ernesto reflexiona

“¿No bastaba una caminata por la ciudad para darse uno cuenta de que estaba

deambulando por entre círculos infernales?” (Mendoza, 2002, pág. 91). Cabe mencionar

que este tipo de interpretaciones aplicadas a la novela no obedecen a juicios de valor

arbitrarios sobre la lectura, ya que el análisis propuesto se desarrolla bajo la óptica

diseñada para la interpretación simbólica de los elementos y situaciones narrados a partir

de los planteamientos de Rodrigo Argüello. También, es preciso señalar que la

valoración de las unidades narrativas presentes en el texto se vinculan con la mirada a lo

literario desde la perspectiva crítica del análisis, según la cual “leer (escuchar) un relato,

no es sólo pasar de una palabra a otra, es también pasar de un nivel [discursivo] a otro.”

(Barthes, 1997, pág. 76) Características fundamentales que orientan el abordaje que se

ha dado a la novela desde estas de teorías.

Bajo esta misma perspectiva del análisis estructural de la novela, es posible

identificar una última caracterización que se revela sobre la ciudad en el recorrido

narrativo de la obra. Siguiendo las líneas de la representación semiótica de los lugares al

interior de Satanás, Bogotá se revela como un lugar desde el que se evidencia una

marcada carnavalización de las acciones cotidianas por parte de los personajes

principales, secundarios y en general, de los actores sociales que existen en el libro,

50

fenómeno que se puede evidenciar en el siguiente fragmento, que corresponde a un

recorte de prensa que encuentra el padre Ernesto en el archivo que lleva en su estudio:

En otro recorte, en letras de molde, aparece la siguiente noticia: «La enfermera

Conchita Rubio fue detenida en la casa geriátrica El Abuelo Feliz por haber

envenenado a más de catorce ancianos. Al ser interrogada por este diario, la

enfermera se defendió argumentando que lo había hecho por compasión,

conmovida por la triste situación de los pacientes. "La mayoría de ellos se la

pasan llorando, extrañando a sus hijos y a sus nietos. Me pareció que la muerte

era una salida decente para ellos", dijo la señora Rubio.» (Mendoza, 2002, pág.

91).

La carnavalización de la vida urbana corresponde básicamente a las ironías y

contradicciones que aparecen insertadas en la cotidianidad de los sujetos y los lugares, a

la mezcla de visiones, sonidos, sensaciones y experiencias que confluyen de una manera

caótica y estridente ante los ojos de quien observa la ciudad. Se entiende también que en

su manifestación, la metáfora del carnaval se inscribe en los sitios públicos más

concurridos por los actores sociales y en las particularidades de sus historias, todo este

cúmulo de evidencias postulan a Bogotá como una ciudad que ya no sólo aparecerá

como gótica (territorio hostil y tenebroso) sino también como esperpéntica (lugar de

carnavalización de los espacios y la existencia), la representación carnavalesca de la

ciudad, entonces se evidencia a lo largo de Satanás entendiendo que en el desarrollo de

su trama se puede notar que:

51

“La ciudad es el espacio que mejor muestra los signos y símbolos de una vida

absolutamente carnavalesca. Un espacio donde ninguna verdad es posible. La

ciudad sin límites, laberíntica, caleidoscópica y palimpsestual. Una ciudad que

puede ser tan festiva como siniestra. Tan automática como dinámica y

rocambolesca.” (Argüello, 1998, pág. 8)

Por consiguiente, es posible vislumbrar que al interior del discurso expuesto en la

novela, la ciudad aparece bajo la forma de un territorio determinado que corresponde a

la interpretación que el escritor expone en una época delimitada, en Satanás no sólo

convergen las categorías de espacio y tiempo aplicadas a Bogotá como telón de fondo de

las acciones desarrolladas por los personajes, puesto que la narrativa propuesta por el

autor manifiesta toda una exposición de símbolos, prácticas y figuras que responden a la

forma más clara del cronotopo, El relato aquí funciona como evidencia de una forma de

ver la realidad urbana que responde a la interpretación ofrecida desde un tiempo cultural

preciso, como señala Mijail Bajtin.

En el cronotopo artístico literario tiene lugar la unión de los elementos espaciales

y temporales en un todo inteligible y concreto. El tiempo se condensa aquí, se

comprime, se convierte en visible desde el punto de vista artístico; y el espacio»

a su vez, se intensifica, penetra en el movimiento del tiempo, del argumento» de

la historia. Los elementos de tiempo se revelan en el espacio, y el espacio es

entendido y medido a través del tiempo.(Bajtin, 1989, págs. 237-238)

De esta manera, resulta posible afirmar que Satanás funciona como un claro

testimonio que responde al cuestionamiento cultural y social de un momento histórico

52

preciso de Bogotá, logra incluir en su desarrollo la mirada con la que sus actores ven la

vida en la ciudad y revela el carácter dinámico y particular que marca las dinámicas de

la ciudad con el sello de lo autentico y característico.

3.3 Los habitantes

En el apartado anterior se ha hecho mención y se ha desarrollado la premisa que

soporta la connotación que ostenta la ciudad al interior de la novela, (donde aparece

como un personaje con vida propia). Sin embargo, la construcción narrativa de los

personajes al interior de Satanás abre la puerta a un nuevo cuestionamiento que será

desarrollado y reflexionado en este segmento a partir del análisis de las relaciones

sociales y culturales entre los habitantes evidenciadas en la obra.

De esta manera, entenderemos a los personajes de Satanás como actores sociales

bajo la perspectiva que se puede aplicar al este concepto de la manera como lo plantea

Mabel Moraña al decir:

Al hablar de sujetos sociales nos referimos, así, no sólo a las identidades

sectoriales que van diferenciándose entre sí en el contexto colonial y con

respecto a los centros metropolitanos, sino también a las prácticas concretas que

estos señores van desarrollando en el proceso de su auto representación.(Moraña,

2004, pág. 38)

Al interior de la novela se esbozan también varias precisiones que corresponden

de manera análoga hacia esta formulación ya que en el desarrollo narrativo del relato, es

posible evidenciar cómo el discurso del narrador omnisciente devela el carácter de los

personajes y cada uno de ellos particularmente, por medio de sus diálogos, abre la

53

posibilidad de evidenciar algunas particularidades que los constituyen social y

culturalmente en el entramado social que corresponde a la vida urbana. Dicho de otra

manera, a través de los discursos de los personajes propuestos por Mendoza es posible

evidenciar sus características sociales y culturales que los ubican como actores sociales

propios del contexto bogotano. En Bogotá imaginada, Armando Silva plantea que:

“Observada desde un punto de vista social, Bogotá tiene estéticas clasistas que se

manifiestan en el uso del castellano o en el desarrollo de diversos ritos urbanos (comida,

música preferida, maneras de vestir, entre otros), característicos de ciertas clases.”(Silva,

2004, pág. 150) Esta perspectiva se encuentra transversalmente a lo largo de toda la obra

reflejada en las intervenciones verbales que corresponden a cada personaje, pero será

ejemplificada con el fragmento que corresponde a uno de los diálogos iniciales de la

novela, cuando Pablo y Alberto invitan a María para que les sirva a ellos como la

persona que debe seducir hombres con el fin de drogarlos con escopolamina, en ese

momento, Alberto interviene diciendo:

Es fácil, María. El dinero lo tienen los ricos, lo acumulan, lo esconden, y no

dejan que ninguno de nosotros nos acerquemos a él. Podemos trabajar toda la

vida honradamente y jamás tendremos un peso. El sistema está diseñado para que

ellos sean cada vez más ricos mientras nosotros somos cada vez más pobres. No

hay manera de hacer un capital si no es saltándose ciertas reglas. (Mendoza,

2002, pág. 8)

A partir de esta intervención, es posible identificar algunas particularidades en el

uso del discurso que permiten caracterizar al personaje como un actor perteneciente a un

sector social determinado. Inicialmente, su discurso perfila claramente que el sujeto

54

(Alberto) proviene de un sector marginado de la sociedad que ve con recelo y rencor a

las personas ubicadas en las clases altas de su sociedad, utiliza esta contradicción al

interior de su discurso no sólo para justificar sus acciones sino también para invitar a la

mujer para que se una a ellos dos como parte de su pequeño grupo de criminales.

Una de las críticas más profundas que recibió el escritor bogotano tras la

obtención del premio que ostenta la novela corresponde a la manera en la que fueron

concebidos los diálogos y as intervenciones de los personajes a lo largo de la historia,

recordemos entonces el comentario lanzado en su momento por el crítico español

Ignacio Echeverría cuando los califica como: “interminables diálogos de teleserie y una

prosa casi escolar”(Echeverría, 2011). Sin embargo, es posible afirmar que a pesar de

poseer diálogos que no emplean términos y modismos propios de la vida callejera en la

ciudad; la novela logra mostrar por medio de la voz de sus personajes las principales

características que los ubican como habitantes de la ciudad, actores sociales

impregnados de una identidad cultural en el uso del lenguaje típica del bogotano.

Los ciudadanos que se dibujan en las líneas de Satanás, pueden ser enmarcados

(independientemente de su extracción social personal) como marginados, personas que

se ubican en la periferia de la sociedad para observar la época y las dinámicas culturales

de la ciudad que les ha tocado vivir casi por resignación, esta marginalidad a la que

refiero para definir la principal característica de los personajes en la obra, no se restringe

exclusivamente a la condición económica de los personajes, ya que se manifiesta desde

diferentes aspectos particulares de estos personajes; una de las mejores interpretaciones

ofrecidas en este sentido, y que plantea que la cotidianidad de la vida en la ciudad es la

que impone este perfil en los personajes de Mendoza, es la que manifiesta la crítica Luz

55

Mary Giraldo en su análisis sobre la obra de Mario Mendoza, en ese sentido dice: “La

ciudad forma parte de un modo de vida desarraigado y desilusionado. Algunos de los

personajes llevan el vacio de sus vidas cotidianas al límite situándose entre el agobio o el

estatismo.” (Giraldo, 1998, pág. 156). Esta marginalidad a la que son sometidos los

personajes del escritor es analizada también por el criterio de Álvaro Bernal, que

entiende a los personajes gestados por Mario Mendoza como oscuros y muy inclinados

hacia las acciones criminales o violentas:

Por intermedio de sus historias, el autor ubica, algunas veces, a sus personajes

como víctimas de un sistema injusto compuesto por un entorno muy complejo.

Un entorno lleno de falsedad y violencia, pobreza extrema, bajos instintos y actos

que sobrepasan los límites de la racionalidad. (Bernal, 2010, pág. 119)

Esta afirmación sobre la naturaleza de los personajes creados por el escritor

permite pensar que tanto sus disertaciones como sus acciones van a verse muy cargadas

de discursos que hacen alusión a la injusticia del sistema social al que pertenecen, la

violencia y percepciones pesimistas que rayan en lo dramático al referirse a la vida en la

ciudad.

La marginalidad a la que hacemos referencia y que según nuestro argumento

existe en casi todos los personajes incluidos en la novela se manifiesta en diferentes

niveles que corresponden a cada individuo y que lo involucran de una manera

melancólica, y displicente con respecto a la ciudad, a continuación mostraremos cómo

esta idea se puede identificar en algunos personajes cuando hacen uso de sus discursos.

56

Inicialmente, incluimos un fragmento de la conversación que sostiene María con

Pablo cuando toma la decisión de vengarse tras haber sido violada por un taxista y su

cómplice algunos días antes:

— ¿Me ayudarás? (pregunta María) — ¿Quieres rastrearlos?—Quiero matarlos,

Pablo, y quiero estar ahí cuando eso suceda. —No sé si Alberto se le mida a una

cosa así. — ¿Puedo confiar en ti plenamente?—Obvio. —Yo era virgen, Pablo

—dice María sollozando—. Yo no me había acostado con nadie. — Pablo se

levanta, camina por la habitación y se coge la cabeza con ambas manos. Los

insultos le brotan con una ira súbita: —Malparidos, hijueputas, claro que los

vamos a quebrar. — ¿Sí me vas a ayudar? — Él se acerca y le acaricia el cabello

con una mano: —Si Alberto no quiere, pues que se haga a un lado y listo. Yo me

encargo de todo, vas a ver. (Mendoza, 2002, pág. 67)

De esta manera, se hace evidente que la marginalidad a la que se adscribe María

es la del crimen, su historia particular y su relación con otros actores de la ciudad

entonces han permitido que se inserten en su cotidianidad las prácticas y discursos de

este tipo de población de modo que su retaliación contra quienes la han afectado será

asumida desde la violencia, recordemos también que dentro del relato la historia de vida

de la mujer ha estado mediada por el alejamiento y el rechazo al que se ha enfrentado

como desplazada, como huérfana y como mujer humilde al interior de la vida en Bogotá,

razones por las cuales termina tomando la decisión de hacerse una criminal.

Sobre el sentido en el cual se desarrollan los personajes de Mario Mendoza en la

novela, un autor que coincide en nuestro planteamiento es Armando Silva, quien

57

manifiesta en su libro Bogotá imaginada que los personajes propuestos por Mendoza

encuentran una suerte de resistencia a la vida desigual e infame que les propone Bogotá

en el seno de la violencia y que todos los desarrollos de personajes ofrecidos al interior

del libro están mediados por la marginalidad, el ensimismamiento y la distancia con

respecto a la ciudad.

La mezcla de datos referenciales permite ver una Bogotá movida por fuerzas

descomunales que llevan a la desobediencia ciudadana, o impulsada por el

arribismo y el afán de dinero que conducen a la prostitución o a mezclarse con

cadenas de criminales, con bandas de burundangueros o drogadictos, o bien una

ciudad por momentos serena que uno de los personajes ve a través de unas

montañas que se elevan imponentes y solemnes.(Silva, 2004, pág. 222)

Por otra parte, en el caso del personaje de Campo Elías Delgado es posible

evidenciar la marginación a la que ha sido arrojado en medio del desarrollo de su

historia particular al interior de la ciudad, en la gran mayoría de sus intervenciones a lo

largo de los capítulos, es posible identificar cómo su discurso revela la condición de

aislamiento con respecto a los demás con el que convive y el marcado desorden

psicológico que lo acosa, esta conjunción de cosas lo arrojará durante el último capítulo

de la obra a cometer los diferentes crímenes, sin embargo, en este caso tomaremos como

ejemplo un soliloquio escrito por el personaje en el diario que comienza a realizar dentro

de la novela y en el que se empieza a perfilar su presentación como personaje del libro,

allí dice:

58

No soporto el ruido de los autos, los pitos, los taladros, los aviones surcando el

cielo de la ciudad constantemente, las fábricas y las máquinas de construcción. A

veces me levanto a medianoche y percibo la alarma de un carro atravesando mi

cerebro, y sé que no se trata de un robo, sino de algún imbécil que ha decidido

fingir una imprudencia para torturar a sus vecinos. Entonces cargo mi revólver y

me dan ganas de salir a la calle a darle una buena balacera a los cretinos que

hacen escándalo sin pensar en los demás. (Mendoza, 2002, pág. 60)

En este fragmento en particular, es posible identificar la tensión y la distancia

que tiene el sujeto con respecto a la vida que le ofrece la ciudad, quien básicamente

emplea un discurso impregnado por una visión descontenta y negativa con respecto a la

metrópolis, también se destaca que Campo Elías concibe a la violencia como el único

medio para solucionar los problemas que manifiesta la vida en Bogotá. La marginación

entonces que revela este personaje se da en un plano que difiere al de la protagonista

analizado anteriormente, pero ambos casos confluyen en la idea del distanciamiento con

respecto a la ciudad, la visión negativa que los dos tienen sobre las injusticias y

contradicciones que les propone la vida, la empobrecida y derruida imagen que tienen de

la ciudad y finalmente, la violencia como única posibilidad de respuesta para los

problemas.

De esta manera, se evidencia a través de Satanás que sus personajes sirven como

testigos de la representación de la vida cotidiana en la ciudad de la época, y la novela en

general plantea como la distribución socioeconómica al interior de la vida urbana es

desigual e injusta para sus habitantes; sin embargo, también terminan reproduciendo

discursos, prácticas y creencias que los ubican como representantes de las principales

59

características culturales de la vida en la ciudad: “En este panorama, los grupos

marginados por las formas institucionalizadas de poder político y cultural tienen una

existencia discursiva que los integra a través de los recursos del exotismo, el contraste y

la carnavalización propios de la estética barroca.”(Moraña, 2004, pág. 42)

A la luz de esta interpretación, resulta necesario acotar que también es posible

encontrar en las prácticas de los actores sociales esas imágenes góticas y esperpénticas

acuñadas por Rodrigo Argüello que rotulan la vida de un habitante de la ciudad durante

los últimos años del siglo XX, la ciudad más que un espacio para la convivencia y el

desarrollo de una vida, aparece como una jaula en la que sus habitantes libran una

constante batalla por el bienestar y el desarrollo de los proyectos personales, para estos

sujetos concebidos desde la obra, el modo pasa a ocupar un segundo plano en una ciudad

donde el preguntar por el cómo implica dejar de acceder a sus beneficios.

3.4 Violencia.

Las prácticas de violencia y criminalidad pueden ser asumidas a primera vista

como una constante tras la lectura de Satanás, al interior de la novela Bogotá aparece

representada en gran medida como un campo de batalla en el que sus habitantes (ya sea

como consecuencia de sus decisiones personales o por situaciones azarosas) parecen

destinadas a relacionarse con escenas violentas y propias del bajo mundo que subyace en

las calles de la ciudad.

En clave de soportar este argumento, es necesario tener claro que la obra toma

lugar en el tiempo durante los últimos años de la década de 1980 en la capital, momento

en el que el contexto político y social del país se encontraba frente al zenit de todos los

60

conflictos que impactaban a la sociedad colombiana de la época, a saber, el conflicto que

libraba el Estado colombiano contra múltiples grupos guerrilleros y contra sectores del

narcotráfico que por medio de ataques a la población civil sembraban el pánico al

interior de los habitantes del país, en especial en la ciudad, escenario al que se había

trasladado el conflicto por cuenta de todos sus actores y en el que los ciudadanos hacían

las veces de espectadores quienes en adición a esta situación tienen que sobrellevar los

elevados niveles de criminalidad e inseguridad propios de la ciudad a causa de las

limitadas posibilidades de vida que esta ofrece.

Todo el espíritu de esta época toma lugar al interior de Satanás en boca de sus

personajes quienes como representantes de la vida urbana van desarrollando sus historias

en medio una ciudad invadida de tensiones y contradicciones que no ofrecen en

definitiva, muchas oportunidades para pensar la vida fuera de estos fenómenos, en otras

palabras, anudamos nuestra percepción del fenómeno urbano al interior de la obra en

una óptica muy similar a la de Álvaro Bernal quien señala que “la ciudad juega un papel

de campo de batalla o de una especie de trinchera urbana . En muchos de sus personajes

[los de Satanás] existen patologías mentales avanzadas” (Bernal, 2010, pág. 119).

El abordaje que entonces pretendemos dar sobre este aspecto al interior de

nuestro análisis sobre los elementos narrativos que constituyen a Bogotá en la dimensión

de la novela, nos lleva a pensar dos posibilidades desde las cuales la categoría de

violencia será abordada y desarrollada: inicialmente hablaremos de las manifestaciones

de la violencia urbana que toman lugar en la obra bajo la óptica del realismo descarnado

que propone el autor en su relato. Posteriormente, buscaremos entender las

representaciones de violencia en las líneas de Satanás no como un efecto colateral del

61

conflicto político determinado, sino como un elemento que aparece en el libro como

inherente a la vida urbana, como una violencia subjetiva que se manifiesta en la

consecuencia de la novela.

Inicialmente, es posible interpretar que esta novela entiende y despliega una

apuesta narrativa en la que media la violencia como un elemento cotidiano de la vida

urbana, donde sus personajes se van relacionando progresivamente con esferas de un

bajo mundo que es palpable desde el mismo instante en el que se tiene contacto con la

calle. La dinámica social entonces se sustenta bajo la lógica de un grupo de personas que

recurren al crimen y la delincuencia como mecanismo de supervivencia en un entorno

hostil donde las oportunidades de ganarse la vida sugieren el camino de ese bajo mundo.

Es posible entender entonces que la pobreza entonces es la principal causa de

estas manifestaciones de violencia, argumento que visto desde una óptica sociológica no

es del todo cierto, entendiendo que desde una mirada más profunda del fenómeno, los

contextos sociales inequitativos, corruptos y de limitado desarrollo en los aparatajes

económicos y sociales generan estas manifestaciones, sobre el vínculo que existe entre

estos dos factores se puede decir que:“es el empobrecimiento y la desigualdad, y no la

pobreza, lo que origina la violencia urbana que estamos presenciando.” (Briceño, 2002,

pág. 36)

En esa misma medida, las historias entretejidas en Satanás sustentan este

planteamiento demostrando que las dinámicas de violencia insertadas en la cotidianidad

de Bogotá responden directamente a todo un detrimento del modo de vida en sus actores,

los personajes de la novela no son ajenos a esta condición y se aventuran a hacer varías

62

reflexiones sobre este aspecto en medio de sus discursos, un claro ejemplo es la

intervención del padre Ernesto en uno de los encuentros que sostiene con su colega el

padre Enrique:

La otra posición es aceptar que gente común y corriente es lanzada a situaciones

extremas y delirantes como consecuencia del ritmo de vida que estamos

llevando. ¿Me entiendes? Sólo importa el dinero, la clase social, nadie habla ya

con sus vecinos, la familia está desintegrada, no hay empleo, vivimos en grandes

ciudades y entre multitudes pero sin amigos y cada vez más solos.(Mendoza,

Satanás, 2002, pág. 72)

Este pasaje reúne en gran medida la línea argumentativa que propone nuestro

planteamiento, ya que evidencia la condición de búsqueda por parte de los actores

sociales de una vida que responda a los estándares de vida de las clases altas en

contraposición directa con el escenario de una ciudad que en su funcionamiento social

no permite estas posibilidades.

A partir de este aspecto, se hace posible entender que las causas que sustentan las

prácticas de violencia al interior de la ciudad difieren de las que se muestran en los

conflictos rurales; la búsqueda de un “estatus de vida” o una “vida decente” en las urbes

se convierte en el principal foco desde el cual deviene la violencia y la criminalidad; Sin

embargo, ésta no tiene una pretensión política definida y trasciende el escenario de la

búsqueda de un empoderamiento. El crimen aparece en el relato de la ciudad como un

modo de sobrevivirla, de no perder posibilidades de subsistir y sostener un estilo de

vida, dicho en otras palabras:

63

Se trata entonces de una violencia distinta. Una violencia que podemos calificar

de social, por expresar conflictos sociales y económicos; pero no de política,

pues no tiene una vocación de poder. Una violencia que no tiene su campo

privilegiado de acción en las zonas rurales, sino en las ciudades y, sobretodo, en

las zonas pobres, segregadas y excluidas de las grandes ciudades (Briceño, 2002,

pág. 35)

En el caso de la vida urbana, el problema radica en los elevados costos de vida

que se contraponen a las posibilidades de alcanzarlos, es así que la criminalidad y la

delincuencia se perfilan como opciones plausibles para responder a estas exigencias, la

vida al interior de una metrópolis entonces está subyugada a la imagen que el actor

refleja de su estilo de vida y las acciones que emprende para alcanzar las posibilidades

un alto “estatus” que es especificado por los sectores exclusivos, a quienes se emula

entonces desde los niveles inferiores de la sociedad. Como lo señala acertadamente el

siguiente texto:

Decididamente creemos que Bogotá y sus administraciones por más intentos,

algunos de ellos exitosos, en parecerse a una ciudad europea o norteamericana,

ordenada normatizada y zonificada, evoluciona, como todas las grandes urbes del

área, dentro de un escenario caótico. Es decir la ciudad resulta ser un espejo de

sus habitantes y de su deteriorada economía. Bogotá está hecha a imagen y

semejanza del país, de Colombia y de toda América Latina. (Bernal, 2010, pág.

18)

64

De esta manera, la ciudad vista desde la obra de Mendoza responde a un estilo de

vida marginado y complejo en el que sus ciudadanos terminan adhiriéndose a grupos y

organizaciones criminales complejas donde la tensión reside en las prácticas de vida.

Por otra parte, el aspecto complementario que se enclava el argumento sobre el

que buscamos hacer hincapié en este análisis, es el que supone la violencia como un

elemento cotidiano en la representación de la ciudad realizado por el escritor a lo largo

de la novela, de esta manera, la ciudad no manifiesta su vida conflictiva exclusivamente

por medio de las acciones de los personajes, sino que se encuentra imbuida y colmada de

elementos simbólicos que trasgreden los umbrales de una violencia que se configura

como un sistema complejo que enmarca la cotidianidad urbana, sobre esta impresión se

sostiene:

El autor intenta (y lo logra) develar por medio de este entramado de historias y

personajes cómo la ciudad al igual que el país ha cambiado y ahora Bogotá como

metrópoli es un micromundo de una nación altamente conflictiva que cobija todo

tipo de ciudadanos. (Bernal, 2010, pág. 152)

La tensión gestada entonces al interior de la dimensión social de Bogotá en

Satanás esta mediada por muestras de violencia que no responden a elementos políticos

o ideológicos, así la ciudad es más violenta por su pobre desarrollo económico y social

(que la introducen en una cultura propia del crimen), que por una finalidad polít ica en

particular; esta visión se recrea en las escenas que incluye Mendoza en cada capítulo de

la novela, como es el caso de la escenificación de la masacre de Pozzetto descrita con

gran riqueza por el autor.

65

Sale del baño, toma posición y empieza a dispararles a los clientes que tiene más

cerca. Son disparos certeros, a la cabeza, bien calculados. La gente grita, se

arroja al suelo, pide ayuda, y algunos, los más arrojados, intentan arrastrarse

hasta la puerta para escapar. El estratega cierra el ángulo de tiro e impide la

salida de los sobrevivientes. Continuamente y con agilidad asombrosa recarga el

tambor de su revólver. Las personas de las veintiséis mesas van quedando

acorraladas y sin una posible línea de fuga. El veterano de Vietnam salta por

entre los asientos caídos, las botellas y los vasos rotos, los pedazos de platos con

rastros de salsas y comidas bien sazonadas, los manteles arrugados y manchados,

y le dispara al enemigo siempre en la cabeza o en la nuca. Su puntería es

impecable. Detrás de él va quedando una larga lista de cadáveres, moribundos y

heridos de gravedad. (Mendoza, 2002, págs. 123-124)

En este pasaje es posible identificar varios elementos que revelan la intención de

Campo Elías Delgado cuando inicia la matanza, esta no responde a una finalidad política

ni ideológica, ya que la recrudecida escena es originada desde el trastorno psicológico

del personaje y su visión sobre sí mismo como el pacificador de una sociedad falsa y

banal que lo ha exiliado a la marginalidad, que vivencia desde el fracaso en el que se

enmarca su vida.

Esta dimensión de la violencia acuñada al interior de la novela nos pone en el

lugar de reflexión correspondiente a una despolitización de los hechos violentos,

manifestaciones del crimen y el delito al interior del texto como muestras de lo que

resulta directamente vinculado con la vida cotidiana en Bogotá. Sobre este aspecto,

retomamos la concepción que sobre el fenómeno propone Slavoj Žižek en su texto Sobre

66

la violencia cuando sostiene: “Estamos hablando aquí de la violencia inherente al

sistema: no sólo de violencia física directa, sino también de las más sutiles formas de

coerción que imponen relaciones de dominación y explotación, incluyendo la amenaza

de la violencia.”(Žižek, 2009, pág. 20) Esta apreciación corresponde a la percepción que

en el teórico suscita el comportamiento social violento (evidenciado generalmente al

interior de las ciudades) sea correspondiente al impacto subjetivo e indirecto que el

sistema económico – ideológico – simbólico manifiesta en ellos, la muestra más acertada

sobre este aspecto la obtenemos en la misma opinión sobre el hecho que posee el escritor

bogotano.

Mario Mendoza logra acuñar al interior de su obra una visión de la violencia que

se manifiesta como cotidiana e inherente a la vida urbana; sin embargo, ésta se percibe

en acciones criminales que tienen un efecto en los otros pero sin una finalidad política u

objetiva en particular, sobre la forma y el lugar que ocupa este factor al interior de su

obra, afirma el escritor en una entrevista ofrecida a Álvaro Bernal:

En la novela hay algo que llamaría Baudrillard Violencia transpolítica, que es

una violencia distinta a la violencia política que es la que nos hace tan famosos a

los colombianos. La violencia política está muy clara, es narcotráfico y guerrilla,

es decir, fuerzas que están por fuera del poder, que están acá y que quieren

tomarse el poder. Pero la violencia transpolítica no es eso, la violencia

transpolítica es la violencia que genera el mismo sistema al interior de él, es casi

un problema físico, de entropía y de sobresaturación de los sistemas hasta que

producen leyes de caos. Entonces lo que está en Satanás es un extrañísimo

matrimonio de violencia política y transpolítica y yo creo que nosotros ya

67

vivimos ese tipo de violencia, ya la experimentamos y entonces es muy curioso

porque esa es una violencia internacional. (Bernal, 2010, pág. 251)

En el sentido de lo planteado por Mendoza, es posible entrever entonces el

carácter que encarna la violencia en Satanás. De modo que aún cuando no se hace

explicita al interior del texto una intencionalidad política por parte de sus personajes, las

acciones de trasgresión y profanación de la integridad de los demás son gestadas desde

las mismas condiciones de vida en la ciudad. Un ejemplo ubicado al interior del texto

sobre este respecto aparece en el epilogo de la novela:

Al día siguiente de la matanza de Pozzetto ningún lector se percató de que en las

páginas finales de los diarios, en rincones de poca importancia, aparecía una

noticia que hablaba de una niña poseída por el Demonio, una niña que había

asesinado en el barrio La Candelaria a su madre y a una empleada del servicio

doméstico. La posesa había escrito en las paredes con la sangre de las víctimas:

«Yo soy legión.» La policía no había podido dar con ella y los periodistas

suponían que seguramente estaría vagando de calle en calle, confundida entre la

multitud de indigentes y alucinados que recorren la ciudad durante horas

interminables y que suelen pernoctar en potreros baldíos, en caserones

abandonados, en parques poco concurridos o debajo de los puentes en guaridas

improvisadas y malolientes. (Mendoza, 2002, pág. 126)

En este fragmento se hace referencia al asesinato de la señora Esther y su

empleada a manos de la adolescente presuntamente posesa, de esta manera, la ciudad

refleja una manifestación de un hecho violento que no expresa en su interior ningún tipo

68

de pugna política o intensión subjetiva determinada, a pesar de referenciarla como un

hecho originado desde la influencia que “el Mal” de la ciudad ejerce es sus habitantes, es

claramente visible que la personaje se inserta en la vida de la calle en Bogotá. Este cierre

del libro abre entonces la posibilidad de reflexionar la trama de la novela en términos de

una “violencia por la violencia” que toma lugar y se expone en Satanás.

La criminalización de los espacios cotidianos que son incluidos en la novela

obedecen a la ya mencionada “carnavalización” de la vida en una ciudad gótica, la

violencia se presenta entonces involucrándose en los aspectos más personales de la vida

de sus habitantes y se supone como inherente a la condición misma de la vida al interior

de la urbe, aunque no se haga explicito en el relato, este proceso se gesta como producto

de un sistema socioeconómico al que se adhiere Bogotá en términos de la violencia, es

espacio entonces es abordado por múltiples incidencias de la violencia que responden a

un sistema financiero-político en crisis y en medio del cual los personajes deben

desarrollar sus vidas con el fin de sobrevivir a una metrópolis que aparece mejor

ejemplificada como escenario de conflicto y trasgresión de la vida misma que obedece a

esferas más altas en el análisis social de la obra, en ese sentido “la Maldad” que

desarrolla Mendoza al interior del texto y que aparece como una manifestación de

fuerzas celestiales o demoniacas , no es nada más allá que la expresión de un régimen

económico, cultural y social que toma lugar y organiza las esferas de la vida en Bogotá,

sobre este respecto de la violencia sistémica en los sistemas sociales de finales del siglo

XX apunta Žižek:

Es ahí donde reside la violencia sistémica fundamental del capitalismo, mucho

más extraña que cualquier violencia directa socioideológica precapitalista: esta

69

violencia ya no es atribuible a los individuos concretos y a sus <<malvadas>>

intenciones, sino que es puramente <<objetiva>>, sistémica, anónima.(Žižek,

2009, pág. 23)

Esta reflexión sobre los aspectos de la violencia expresados al interior de la obra

nos conduce a pensar entonces que Bogotá y las prácticas de su vida cotidiana incluidos

en la novela de Mario Mendoza nos sugieren una ciudad donde este fenómeno y sus

manifestaciones invaden los escenarios más cotidianos y personales de sus actores ya

sea por medio de una perspectiva “objetiva” expresada en las acciones violentas o el

conflicto armado que se incluye en el relato (por ejemplo, María es obligada a

desplazarse hacia la ciudad tras una toma guerrillera en la que mueren sus padres en su

pueblo natal.) Pero también evidencian vivencias de una violencia “objetiva” en el

marco de una ciudad en la que el delito y la trasgresión de los espacios y las vidas

también se ejemplifican claramente en la perspectiva que los actores sociales ofrecen del

espacio.

3.5 Memoria.

La última categoría analítica que aparece al interior de la novela y que expresa

uno de los posibles focos de reflexión al interior del texto se ubica alrededor de los

procesos de memoria generados y constituidos por los personajes de Mendoza a lo largo

del texto.

Los procesos de construcción de memoria, vistos desde la óptica que sugiere el

análisis literario nos abren a la posibilidad de entender que estos ocupan un lugar

fundamental en el desarrollo de la obra literaria, sobretodo en la corriente en la que se

70

inscribe estéticamente el autor por medio de su “realismo degradado” y sus

aproximaciones a la novela negra. El uso de estas formas el interior de la producción

literaria latinoamericana han revelado que cada vez más una amplia corriente de

escritores buscan desarrollar sus obras en esta perspectiva, revelando elementos que

constituyen la cotidianidad y el diario vivir de las grandes urbes suramericanas, por

medio de líneas de trabajo en las cuales la ciudad no se limita como el lugar o

ambientación desde donde se genera la historia, sino como un universo de posibilidades

narrativas a las que accede el autor.

Alejandra Jaramillo propone la ciudad latinoamericana de esta manera: “En la

intención de leer lo urbano como texto. Esto significa leerlo como un sistema

comunicacional nutrido de las visiones -imágenes, palabras, sonidos - que se construyen

sobre la ciudad, y de la posibilidad de que gobernarla pase por la construcción de relatos

urbanos”. (Jaramillo, 2003, pág. 11) De modo que es posible concebir a la ciudad como

un elemento creador capaz de alimentar los relatos que sobre ella se construyen.

Siguiendo la línea de este argumento, el relato entonces debe ser concebido como una

manifestación de esa memoria al interior de lo urbano, una bitácora que no hable desde

la interpretación del un tiempo histórico visto exclusivamente desde las disciplinas que

se ocupan de este ámbito en un sentido académico o en el oficio del historiador; sino

desde una mirada que muestra el tiempo en boca de los discursos del escritor y la

personalidad de sus personajes, sobre este aspecto señala Alexander Salinas que: “Los

dramas personales de gente que a la luz de la historia resultan anónimos y sin

importancia, permiten en otras tantas acercarse a la realidad de un país para reconstruir

su memoria colectiva.”(Salinas, 2007, pág. 7)

71

De esta manera, resulta posible encontrar al interior de Satanás no sólo las

representaciones de la vida social correspondientes al momento histórico en el cual se

desarrolla la obra, también es posible encontrar en el desarrollo de su narrativa muestras

de la memoria de cada uno de sus personajes con respecto a la ciudad y su vida en ella,

enriqueciendo así la percepción de la vida al interior de Bogotá y las representaciones

que tienen para sus actores sociales, para ejemplificar este caso, utilizaremos el

fragmento en el cual Andrés tiene un recuerdo por medio del cual rescata uno de los

hechos más significativos de la historia bogotana: el incendio del edificio Avianca en el

año 1973:

En el Parque Santander, al lado del edificio de Avianca, un recuerdo nítido y

preciso lo hace detenerse y contemplar la alta torre de cemento. Tenía ocho o

nueve años cuando los profesores de su colegio decidieron llevar a varios cursos

de primaria a una excursión a la iglesia de Monserrate.

[...]

Andrés observó maravillado las edificaciones de la Plaza de Bolívar y los autos

que pasaban por las calles aledañas, como si fuera un gigante que se estuviera

divirtiendo con el espionaje minucioso de un país de enanos. De pronto movió el

instrumento y enfocó sin querer el edificio de Avianca en llamas, la humareda

inicial que se desprendía de los pisos medios y un grupo de personas que había

logrado llegar hasta la azotea con el cabello revuelto y la ropa quemada y hecha

jirones.

[...]

72

Habían visto cómo las llamas se iban apoderando de los pisos intermedios y

crecían peligrosamente hacia la parte superior del edificio. Las mangueras de los

bomberos no habían servido de nada porque la presión del agua no alcanzaba a

llegar más allá del noveno o décimo piso. Como si fuera poco, algunos

empleados atrapados entre dos fuegos habían preferido lanzarse al vacío antes de

morir achicharrados. Después de la excursión, en las horas de la noche, la

televisión había transmitido en blanco y negro el rescate de los sobrevivientes en

la azotea. Desde un helicóptero, la policía había salvado al grupo de hombres y

mujeres que, corriendo por las escaleras y atravesando llamaradas y densas

cortinas de humo, habían logrado llegar hasta el techo de la torre incendiada,

entonces la más alta de la ciudad. (Mendoza, 2002, págs. 107-108).

De esta forma, el testimonio de Andrés por medio de su recuerdo recrea cómo el

personaje revive un hecho ocurrido en el pasado y a partir del cual se puede extraer una

mirada de la ciudad en el pasado, recordemos que la novela se ilustra en el año 1986.

Esta figura se constituye entonces como recurrente al interior de la novela ya que

todos los personajes de la obra recurren al recuerdo con el fin de relacionar hechos de

sus pasados personales con situaciones que enfrentan en el presente de la línea temporal

del relato, sin embargo, estas figuras no sólo sirven para recrear las historias particulares

de los sujetos, sino que logran reproducir y representar elementos precisos del contexto

social de la sociedad que corresponden a esos momentos. De esa manera, Mendoza

utiliza el relato retrospectivo como un recurso para enriquecer las imágenes que elabora

como representaciones de la vida bogotana y del contexto sociocultural del país.

73

Entendemos así que la memoria desempeña un lugar fundamental en el relato, ya

que nos cuenta en las líneas del autor sobre un tiempo ya vivido pero que se inserta en la

experiencia vital de los ciudadanos por medio de la narrativa, de esta manera se podría

asumir bajo la mirada del análisis crítico literario que “el relato está presente en todos

los tiempos, en todos los lugares, en todas las sociedades; el relato comienza con la

historia misma de la humanidad”.(Barthes, 1977, pág. 65)De modo que la riqueza del

relato y los usos de la memoria en su interior terminan por enriquecer la mirada que se

tiene de una época puntual.

Otro de los beneficios que se obtienen desde la inclusión de recuerdos y

memorias al interior del texto tiene que ver con la manera en la que contribuyen a

enriquecer el conocimiento que el lector tendrá de los personajes incluidos en la novela,

de esa historia personal que deja de subyacer la imagen de la ciudad para relatar su

óptica sobre esta, de modo que la relación sujeto – ciudad revela también la influencia

que esta última tiene sobre el personaje, en ese sentido los recuerdos entonces “muestran

al hombre latinoamericano como una víctima de su sistema social, en el que fuerzas más

grandes y poderosas gobiernan sobre los destinos secretos de los individuos.” Esta

afirmación es ejemplificada con mayor profundidad en el caso del desarrollo narrativo

propuesto por Mendoza en el caso del personaje Campo Elías Delgado ya que por medio

de los recuerdos que se le atribuyen al interior del texto es posible entrever el desorden

psicológico que configura su personalidad y que terminará liberando al asesino que

culmina con la historia en la fatalmente memorable masacre de Pozzetto. A continuación

reseñamos un fragmento del diario que lleva al interior del texto y en el que se hace

evidente esta condición:

74

Tengo intacta en el recuerdo esa madrugada calurosa y polvorienta. Una vecina

tocó el timbre de la casa y me dijo:

—A su papá le pasó algo. Está en la plaza, vaya a ver.

Es difícil sospechar a los catorce años la inminencia de una desgracia familiar.

Sin embargo, hubo un signo en la mirada de la mujer, una señal, un aviso cruel

que parecía decir: acércate y comprueba tu destino cara a cara. Crucé corriendo

las calles vacías del pueblo, ansioso, con ganas de enterarme de una vez por

todas qué era lo que le había sucedido a mi padre. Cuando llegué a la plaza, ya un

gentío de vecinos y conocidos estaba reunido alrededor de un árbol gigantesco,

justo frente a la iglesia. Una mujer intentó impedirme el paso.

[...]

Me solté a las malas, empujé esos cuerpos adultos que no me permitían avanzar y

por fin alcancé la primera fila de curiosos que, con la cabeza levantada,

contemplaban hacia arriba un espectáculo grotesco: el cadáver amoratado y con

los ojos abiertos de un hombre que se bamboleaba con una soga al cuello. Era mi

padre. Las primeras luces de la mañana atravesaban el follaje e iluminaban el

lazo hundido entre los pliegues de la garganta. (Mendoza, 2002, pág. 58)

En esta mirada a su pasado fatídico, el personaje no se limita a recrear el hecho,

ya que empieza a ofrecer al lector un perfil en el que empieza a develar la inestabilidad

de su carácter y algunas presuntas causas que se encuentran en su historia personal en

los momentos previos que preceden el desarrollo de sus accionar criminal. La

remembranza del suicidio de su padre en la niñez termina por alimentar la tensión

75

dramática que acompañará las acciones del personaje en el desarrollo de la novela. De

manera complementaria y más bien indirecta, este fragmento ofrece un panorama del

contexto cultural que rodea al personaje en ese momento de su vida; y es el hecho de

permitir que un adolescente presencie la escena del suicidio de su padre, cuadro que a su

vez enriquece la imagen recrudecida y mordaz de la sociedad colombiana que Mario

Mendoza ha perfilado a lo largo de su obra.

Bogotá es una ciudad en la que cada uno de sus espacios puede ser ligado a la

memoria colectiva de sus ciudadanos sobre un hecho particular; es así como el cruce

entre la Carrera Séptima y la Avenida Jiménez se ha hecho célebre por ser el escenario

del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 1948, la Plaza de Bolívar es recordada por los

hechos ocurridos el 6 y 7 de Noviembre de 1985 en la llamada “Toma del palacio de

justicia” donde las Fuerzas Militares iniciaron un proceso de “retoma” del lugar a sangre

y fuego, en consecuencia, el Cantón Norte es recordado como el sitio al que fueron

llevados y posteriormente torturados los sobrevivientes a este hecho y el restaurante

Pozzetto, ubicado en la Carrera Séptima con Calle 61 se ha hecho célebre por asociarse

al recuerdo de la masacre ocurrida allí en 1986 a manos de Campo Elías Delgado. Estos

hechos constituyen varios de los principales referentes de memoria al interior de los

habitantes de la ciudad y son recreados en obras como Satanás por medio de relatos que

son desarrollados en boca de sus personajes.

Sin embargo, cabe resaltar que los recuerdos incluidos en la obra y que se

inscriben en la narrativa de la vida cotidiana en la capital, demuestran que la sensibilidad

de los ciudadanos gira alrededor de los procesos violentos y criminales que han tomado

lugar en las calles de la ciudad, es en este sentido que Armando Silva señala:

76

Estas tres décadas representan, para la ciudad, muchos hechos delictivos

imposibles de olvidar, como asesinatos, atentados dinamiteros de los

narcotraficantes y de los grupos guerrilleros, torturas practicadas por el

estamento militar en el gobierno de Julio Cesar Turbay, y corrupción de los

políticos. (Silva, 2004, pág. 75)

Asumimos entonces que: tal vez es por esta causa que resulta posible entender la

manera en la que se representa la hostil imagen de la ciudad y el devenir oscuro y

catastrófico de la vida cotidiana en su interior para sus actores sociales en la dimensión

de la obra de Mario Mendoza, entendiendo que él mismo, no sólo como escritor sino

como habitante de Bogotá encuentra en los recuerdos sobre la metrópolis que alimentan

sus líneas una perspectiva negativa y criminal de una ciudad que también representa la

ambigüedad de un lugar capaz de crear afinidad y afecto que expresamos quienes nos

proponemos representarla de alguna manera artística, o realizar procesos de

investigación que alimenten el grueso de estudios culturales que se han hecho sobre ella.

77

4. SATANÁS, UNA PROPUESTA PEDAGÓGICA EN LA ENSEÑANZA EN

CIENCIAS SOCIALES DESDE LA NARRATIVA URBANA.

Uno de los objetivos que persigue este análisis desarrollado desde la narrativa urbana

contemporánea para la ciudad de Bogotá a través de la novela Satanás del escritor

bogotano Mario Mendoza, busca ofrecer su aporte no sólo al terreno de los procesos de

investigación en torno a los estudios interdisciplinarios propios de las Ciencias Sociales

como disciplina, la intención lanzada desde estas líneas pretende también ofrecer una

reflexión adecuada en torno a los procesos de enseñanza de los contenidos propios de

este escenario del conocimiento para las escuelas de la ciudad y la praxis de la

pedagogía en general.

Es por esta razón, que la última parte de este documento ha sido dedicada a la

estructuración de un proyecto de aula capaz de incluir todas las deliberaciones hechas

sobre el tema y llevarlas al terreno del aula de clase, lugar al cual debe llegar todo

conocimiento con el fin de enriquecerse y empoderarse por medio de los procesos

pedagógicos que acuden a este espacio.

La propuesta, subtitulada al interior de este documento como: La narrativa de la

ciudad: proyecto de aula sobre las representaciones de la vida cotidiana en Bogotá a

través de Satanás como herramienta en los procesos de enseñanza en ciencias sociales

para los estudiantes de la ciudad. Consigna en su interior un espíritu que pretende

trasladar al terreno de la docencia los elementos conceptuales suscitados tras esta

reflexión. Se ha construido y pretende generar procesos de enseñanza-aprendizaje

alrededor de las categorías construidas desde este análisis; a saber: a) Representaciones

78

urbanas al interior de Satanás, b) Los actores sociales urbanos, c) La violencia en la

dimensión urbana y d) Los procesos de memoria en la narrativa. Esta propuesta de

trabajo se desarrolla así:

4.1 Formulación de la propuesta.

Este proyecto surge como consecuencia del trabajo planteado al interior del proyecto

de investigación realizado desde los procesos de construcción y representación narrativa

de la ciudad en el informe: La construcción narrativa de la ciudad; una mirada a lo

literario y las representaciones de la vida cotidiana en Bogotá a través de la novela

“Satanás” de Mario Mendoza. Que se ha estructurado y a partir de sus conclusiones

ofrece la posibilidad de reflexionar sobre los escenarios de conocimiento que alimentan

el debate de las Ciencias Sociales en el terreno de la educación contemporánea.

La ciudad, como foco de interés y fundamento de esta propuesta es analizada a

través de varias categorías estructuradas y reflexionadas a lo largo de la novela Satanás,

de manera que en su interior, busca aplicarse al contexto de la educación sobre lo urbano

para los estudiantes de la ciudad de Bogotá, quienes cuentan a la mano con el escenario

para aterrizar y comprender este proceso de enseñanza; la vida cotidiana al interior de la

ciudad misma.

Al respecto, quisiera enunciar que la formulación de esta propuesta pedagógica

busca responder en gran medida a las necesidades que propone la escuela en el entorno

urbano contemporáneo, vista no como espacio físico (edificios, salones y pasillos) sino

como escenario de debate y empoderamiento del conocimiento (procesos de enseñanza),

de esta manera; el panorama inicial al que respondemos corresponde a la necesidad de

79

ofrecer una nueva visión sobre la escuela, como dice Rodrigo Argüello en la sección

especial que dedica en su obra Ciudad gótica, esperpéntica y mediática sobre la

representación de las escuelas en la ciudad y la necesidad latente de reflexionar sobre la

transformación que necesita este escenario para los estudiantes:

El reclamo es por un espacio escolar donde haya menos violencia, tanto física como

simbólica, donde haya más juego, más ocio, más afecto y más sociabilidad. Es decir,

que la escuela o colegio se convierta en el mejor espacio potencial para las nuevas

generaciones.(Argüello, 1998, pág. 41)

En este sentido, la intención que encarna esta propuesta pretende aproximar a los

habitantes más jóvenes de la ciudad a un proceso pedagógico formulado de una manera

que responda y transforme el contexto y empoderamiento que se ofrece al interior del

escenario educativo con respecto a la percepción de la ciudad.

4.2 Justificación.

Reflexionar estrategias que abran la posibilidad de desarrollar procesos de

enseñanza-aprendizaje con respecto a categorías precisas del conocimiento en Ciencias

Sociales como la violencia urbana o la distribución social en la geografía de la ciudad

puede conducir al docente a la encrucijada de preguntarse ¿cómo se debe enseñar esto?

El cuestionamiento entonces nunca puede ser obviado, ya que está mediado por el

dilema que existe entre la mejor manera de ofrecer a los estudiantes los contenidos

propios del campo de estudio, en una contraposición directamente proporcional hacia el

interés que enseñar estos contenidos genera en los grupos de jóvenes que asisten a la

escuela.

80

La estrategia a la que recurre este proyecto aparece en manos de la literatura, de

manera que es a través de la lectura de una novela urbana que resulta posible extraer los

elementos del conocimiento social correspondiente a la ciudad. Sin embargo, esta

intención también puede implicar un desafío alrededor de la búsqueda de una posible

relación entre el contenido de una novela y el conocimiento disciplinar propio de las

Ciencias Sociales. Es aquí donde aparece entonces la pertinencia de esta propuesta que

entiende el reto que desde la educación contemporánea aparece cuando los sujetos

ocupados en reflexionar sobre el asunto plantean por ejemplo que: “Si bien es cierto que

existe una enorme literatura sociológica, histórica y política del fenómeno de la

violencia en Colombia, es muy poco lo que se ha dicho sobre las obras narrativas que se

ocupan de este tema”.(Andrade, 2002, pág. 4).

De esta óptica, vale la pena destacar el lugar relegado que han venido ocupando

elementos como novelas y obras literarias en los procesos de enseñanza y construcción

de conocimiento desde las Ciencias Sociales. En el contexto de la educación actual,

podría afirmarse que el único modo de extraer y obtener conceptos, debates y posiciones

sobre una categoría puntual en un hecho histórico, las características de una sociedad o

las principales reflexiones sobre una época determinada se hace por medio del material

académico correspondiente en el campo de la historia o la sociología, situación que tal

vez restringe en gran manera la posibilidad de conocer un fenómeno particular a través

de diferentes lecturas que subsisten y se manifiestan en los discursos de la cotidianidad

más que en las páginas de un texto guía “especializado”.

La novela urbana (en este caso Satanás de Mario Mendoza), aparece entonces como

una suerte de mirada a través de la cual podemos tener acceso no sólo a la historia, sino

81

a todos los elementos del contexto social en los cuales se ubican y desarrollan

narrativamente sus personajes; el espacio que habitan, las relaciones sociales gestadas al

interior de la ciudad de finales de la década de 1980, las interacciones culturales,

económicas políticas y demás miradas que cuando hablan en las líneas de escritor y que

subsisten en nuestra cotidianidad por medio del traspaso de discursos, creencias,

tradiciones, rituales y demás acciones que componen la principal fuente de alimentación

para los procesos educativos.

4.3 Pregunta problema.

¿Qué posibilidades metodológicas pueden obtenerse de la novela urbana que

contribuyan a alimentar los procesos pedagógicos, de construcción de conocimiento y

reflexiones críticas alrededor de categorías propias de las Ciencias Sociales en la

narrativa de la vida cotidiana para los estudiantes de la cuidad?

4.4 Objetivo general.

Evidenciar los alcances pedagógicos que pueden obtenerse desde el trabajo con

la novela Satanás y su contribución a los procesos de construcción de memoria y

creación de reflexiones críticas alrededor de las categorías propias de las

Ciencias Sociales y la Literatura.

4.5 Objetivos específicos.

Realizar un proceso de trabajo y acompañamiento con los estudiantes de escuelas

bogotanas logrando evidenciar las posibilidades metodológicas del trabajo con

novelas urbanas.

82

Realizar ejercicios de reflexión y construcción de experiencias críticas con los

estudiantes alrededor de fenómenos como la violencia en la ciudad.

83

4.6 Metodología de trabajo

ETAPA DEL

PROCESO

PEDAGÓGICO

MATERIALES

(RECURSOS)

OBJETIVO ACTIVIDAD

PROGRAMADA

(CRONOGRAMA)

METODOLOGIA

1° ETAPA

(FASE DE

DIAGNOSTICO)

Grabadora

Diarios de

campo

Ejemplares de la

novela

Obtener evidencias de los

procesos académicos y la

percepción de la clase de

Ciencias Sociales en la

institución escolar por

parte de los estudiantes.

Conocer las principales

características que

presentan los estudiantes a

nivel académico y socio-

afectivo para el desarrollo

de las actividades

diseñadas en la próxima

fase de aplicación.

Observación

participante.

Semana 1

Observación

participante.

Semana 2

La observación participante será

realizada durante las sesiones de clase

de la primera semana del proceso

conociendo las principales

características y generalidades del grupo

de estudiantes, la institución escolar y

los protocolos, metodologías y acuerdos

pedagógicos que al interior de la clase

de puedan constituir, con el fin de no

entorpecer el proceso académico y

empezar a construir vínculos con los

estudiantes

Esta nueva etapa de la observación

participante, estará orientada hacia la

introducción al núcleo temático que se

abordará en las próximas sesiones de

clase: la novela y la ciudad. Se pretende

por medio de esta actividad conocer e

iniciar la interacción con los estudiantes

y definir las principales características

del trabajo a desarrollar; así como

exponer, discutir y establecer los

acuerdos pedagógicos bajo los cuales se

orientará la clase durante los próximos

ciclos de trabajo.

84

2° ETAPA

(FASE DE

APLICACIÓN)

Grabadora

Diarios de

campo

Ejemplares de la

novela

Reproductor de

vídeo (DVD)

Computadores

Mapas de la

ciudad

Papel

Marcadores

Fotografías de la

ciudad y sus

transformaciones

a lo largo del

tiempo

Cámaras

fotográficas

Cámaras de

vídeo

Realizar actividades de

clase que permitan que los

contenidos ofrecidos por

esta propuesta sean

desarrollados y

reflexionados de la mejor

manera.

Ofrecer a los estudiantes a

través de los procesos de

lectura de la novela y la

realización de los talleres

diseñados, la posibilidad de

desarrollar ejercicios

críticos de reflexión sobre

su contexto familiar, social,

histórico, cultural y

político en el marco de la

ciudad.

Taller de

socialización de la

propuesta

pedagógica.

Semana 2

Taller de

presentación de las

novelas a trabajar.

Semana 3

Lectura grupal de la

novela.

Semana 3

Presentación de la

película Satanás.

Semana 4

Socialización sobre

muestras

audiovisuales sobre

los temas que

abordan las novelas.

Semana 5

La metodología propuesta para esta

etapa de aplicación en la actividad

pedagógica incluye en un momento

inicial la presentación del seminario y

sus finalidades en una sesión

introductoria por parte del docente.

Posteriormente se realizará la

presentación inicial de la novela Satanás

de Mario Mendoza, se presentará una

reseña de la vida del autor y las

principales generalidades de sus obras

literarias. También se desarrollará un

taller de sensibilización sobre la

importancia de la lectura como

elemento constructor de conocimiento.

Se iniciara con una lectura grupal

orientada por el docente y un ejercicio

preliminar de análisis el cual será

realizado por todos los participantes, se

presentará la película Satanás de Andy

Baiz y la exposición de diferentes tipos

de muestras audiovisuales que puedan

mostrar las características más

sobresalientes de la ciudad en los

contextos donde se desarrolla la trama

de cada una de la novela.

85

Desarrollar talleres y

actividades en clase que

revelen el lugar que ocupan

las categorías propuestas

para el análisis de la novela

en la vida cotidiana de los

estudiantes.

Obtener a través de la

experiencia en el aula

evidencias del proceso

pedagógico realizado y las

reflexiones a las que arroje

para el diseño de

actividades posteriores.

Realización del

segundo control de

lectura.

Semana 5

Realización del

primer taller creativo

sobre la percepción

de las categorías de

violencia y memoria

través de la lectura

de la novela.

Semana 6

Socialización de las

experiencias

particulares que

rodean los entornos

familiares y sociales

de los estudiantes en

su cotidianidad

Semana 7

Proceso de

investigación

desarrollado por los

estudiantes alrededor

de los momentos

históricos en los que

toma lugar la novela.

Semana 7

Cada control de lectura se pretende

como una socialización de los análisis

realizados por los estudiantes, también

se propone la presentación de matrices

que revelen la lectura que cada

estudiante realiza de las principales

categorías propuestas desde la obra.

Para cada una de las sesiones de clase,

el mediador pedagógico realizará un

diario de campo de corte reflexivo en el

que se presenten los principales avances

en relación con los contenidos del

seminario y las diferentes incidencias

que en la interacción pedagógica puedan

irse presentando.

Se propondrá a los estudiantes la

realización de un proceso de indagación

sobre la manera como recuerdan sus

padres y familiares los hechos que

toman lugar en la novela desde sus

historias de vida, estos datos serán

consignados en un periódico que

realizarán en grupo comparando las

86

Realizar procesos de

reflexión con los

estudiantes que conduzcan

al desarrollo de muestras

creativas de composición

artística que evidencien el

proceso llevado a cabo y

todas las concepciones que

se entretejen alrededor de

la reconstrucción de la

ciudad narrada en la

novela.

Taller grupal de

reconstrucción

cartográfica de los

espacios contenidos

en las novelas.

Semana 8

Realización de la

muestra creativa

para socializar las

reflexiones e

impresiones que la

lecturadeja para los

estudiantes.

Semanas 9 y 10

historias.

En grupos de trabajo y con ayuda de los

periódicos realizados previamente, se

realizará la reconstrucción de los

lugares donde toma lugar la obra desde

un nivel cartográfico y también de los

cuadros expuestos por el escritor por

medio de dibujos que muestren la

representación de la ciudad en los

estudiantes tras la realización de la

lectura, en el mapa se ubicarán los

actores sociales y las percepciones de

memoria que tienen lugar en lugares

concretos de la Bogotá

Finalmente, tras la realización de los

últimas socializaciones y reflexiones

sobrela lectura y el seguimiento del

proceso llevado por los estudiantes. Se

propone la elaboración de un producto

creativo, de carácter artístico en el cual

el estudiante pueda manifestar la

impresión que le deja este seminario

alrededor de su propia perspectiva de la

ciudad tras la lectura de la novela, las

transformaciones que tuvo esta visión y

el modo en el que se distribuyen actores

y relaciones sociales en la

ciudad,También el modo en el cual su

pasado se ve ligado de una alguna

manera con alguno de los hechos

87

particulares relatados en la novela y el

lugar que ocupan sus propias

reflexiones en los procesos de

reedificación y análisis de esta

coyuntura.

3° ETAPA

(FASE DE

EVALUACIÓN)

Grabadora

Diarios de

campo

Reproductor de

Vídeo (DVD)

Escenario para la

exposición de

resultados

Sistematizar las evidencias

del trabajo realizado con el

fin de realizar un informe

que logre dar cuenta del

proceso llevado con los

estudiantes y el modo en el

quéesta propuesta ha

logrado generar reflexiones

sobre las relaciones que se

establecen entre las

categorías.

Crear un artículo de orden

pedagógico, alimentado

por los diarios de campo y

los trabajos presentados

por los estudiantes que

revele y muestre el modo

en el que esta experiencia

está incluida en los debates

actuales sobre las

metodologías que sirven

para enseñar los contenidos

correspondientes a las

Ciencias Sociales.

Socialización de los

resultados del

proceso, muestras

artísticas y

exposición sobre el

curso.

Semana 11

Proceso de

autoevaluación por

parte de los

estudiantes,

evaluación de la

clase y construcción

de experiencias

sobre el curso.

Semana 12

Tras el proceso de socialización de los

resultados obtenidos por este proyecto,

se propondrá la creación de una galería

al interior de la institución escolar en la

cual sean expuestos todos los resultados

y reflexiones alcanzadas por los

estudiantes.

Finalmente, los resultados obtenidos

serán sistematizados y analizados en el

informe elaborado por el mediador

pedagógico, quien creará un artículo a

modo de resumen de la experiencia.

El proceso de evaluación de los

estudiantes se asumirá a partir de las

evidencias de trabajo recolectadas

durante el proceso, fundamentalmente

las valoraciones numéricas serán

extraídas de los controles de lectura y

las participaciones realizadas a lo largo

de la fase de aplicación, otro

componente será el desarrollo de la

última actividad y una nota apreciativa

sobre el proceso llevado a cabo por los

estudiantes.

88

5. CONCLUSIONES.

La literatura aparece como el reflejo de la ciudad que pretende mostrar; del

tiempo, el contexto social y cultural en el que es concebida. Pero puntualmente, para el

caso de Satanás es posible decir que a través de la novela no sólo es posible entrever una

imagen de Bogotá hacia finales de los años ochenta; ya que ésta obra logra desarrollar

por medio de la narrativa propuesta desde su autor una profunda bitácora y recreación

de toda la vida cotidiana de la ciudad, panorama en el cual la problematización de las

relaciones sociales confluyen hacia un hecho violento que se inscribe en la memoria de

los bogotanos.

Sin embargo, esta afirmación parece quedarse corta con respecto a las

conclusiones reales que han sido obtenidas tras esta experiencia; y es que luego de

aplicar la propuesta investigativa, abordar la novela bajo la mirada del análisis crítico

literario y extraer de sus líneas la representación de la ciudad que se muestra como uno

de los personajes principales de la novela, las impresiones obtenidas responden de una

manera más que satisfactoria a los intereses e hipótesis desarrolladas inicialmente. Todas

estas ideas sobre Bogotá y su lugar al interior de Satanás se recogen al interior de este

apartado respondiendo a cada una de las categorías sobre la cual fueron gestadas.

Inicialmente, es posible señalar que Bogotá refleja al igual que muchos centros

urbanos de Latinoamérica una multi-temporalidad desde la cual es posible encontrar al

interior de sus calles muestras arquitectónicas que hablan de los diferentes periodos

históricos que nutren la ciudad, así como también se muestran todas las prácticas y

manifestaciones culturales que responden a épocas diversas, asunto que aparece como

89

una constante al interior de la novela y que resulta evidenciado en la vida diaria de cada

uno de sus habitantes.

Sobre este aspecto, basta con mencionar los diferentes tipos de prácticas en los

habitantes (los personajes, para el caso de la novela) que se muestran como evidencias

de las tradiciones más antiguas de la vida del bogotano, pero que simultáneamente se

mezclan con prácticas de la vida moderna, sobre este aspecto se puede afirmar que:

“Estas urbes están ahora imbuidas dentro de diferentes procesos en los que conviven aun

los rezagos de una premodernidad perenne y una modernidad inconclusa” (Bernal Á. A.,

2010, pág. 16) De modo que también resulta posible entender que esta muestra de vida

urbana revelada al interior de la novela parece insuficiente con respecto a las más

recientes transformaciones de la ciudad y la vida de sus habitantes que han venido

sucediendo durante los últimos años, pero que sin duda alguna siguen reflejando esa

confluencia de diversas temporalidades que caracterizan una ciudad donde en cualquiera

de sus calles del centro histórico, la gente deambula escuchando música en los audífonos

de un moderno aparato tecnológico, hablamos entonces de lugares en los que algunos

sobreviven como hombres de épocas remotas donde las posibilidades de tecnología e

higiene parecían un veto permitido a las clases más altas, o incluso como mercaderes

nómadas de la antigua Persia; no es de sorprendernos que todas estas manifestaciones

pueden ser encontradas al interior de la ciudad.

Otro de los aspectos que se ve involucrado al interior de este análisis y es

evidenciado al interior de la novela, tiene que ver con el espacio urbano que a la luz del

libro aparece como un escenario de trasgresión, un espacio al que el habitante se

enfrenta. La ciudad se muestra oscura, insegura y marginal al interior de Satanás, es un

90

lugar donde los riachuelos de agua lluvia transportan la basura que es arrojada en el

suelo, las calles colapsan en prolongados y parsimoniosos trancones y cada esquina

puede constituirse como un potencial nicho de inseguridad; todo esto entra en profunda

contradicción con la pequeña y exclusiva ciudad habitada por los sectores más

privilegiados y elitistas de Bogotá donde sus modernas y agradables casas se encuentran

rodeadas por sectores populares y marginados.

El espacio que compone la ciudad desarrollado al interior de la novela, representa

una constante movilidad y mutabilidad, una manera de sobrevivir al sistema económico

y social que configura a la ciudad misma, tal vez un claro ejemplo de esto, puede ser

encontrado en las palabras de Richard Sennet cuando afirma: “La ciudad reúne a

personas distintas, intensifica la complejidad de la vida social, presenta a las personas

como extrañas. Todos estos aspectos de la experiencia urbana -diferencia, complejidad,

extrañeza- permiten la resistencia a la dominación.” (Sennet, 1994, pág. 29)

Otra forma de identificar este fenómeno aparece a través de las diferentes

impresiones que cada uno de los personajes ha construido del mismo lugar, ya que para

Andrés el pintor, la ciudad y sus cerros aparecen como una especie de manifestación

artística arrogante y desproporcionada, para el sacerdote Ernesto aparece claramente

representada con las características de una mujer; por ejemplo cuando señala: “Piensa:

Somos ella, la ciudad, la noche y yo. Un hombre protegido por tres mujeres.” (Mendoza,

2002, pág. 35) La misma ciudad, para Campo Elías Delgado aparece como un lugar

detestable en el que confluyen toda suerte de personajes abominables, un espacio

grotesco al cual él se enfrenta diariamente como un anónimo.

91

De esta manera, es posible notar que desde la perspectiva de todos los personajes

de la obra se muestra más profundamente esa impresión pesimista de la ciudad, Bogotá

entonces es un escenario grotesco donde tiene lugar una constante lucha por la

supervivencia, una contradicción de barrios pobres y ricos enmarañados en una red de

calles y avenidas mediadas por la delincuencia.

En ese sentido, el bogotano tal vez no disfruta la ciudad sino que más bien la

sobrevive, los habitantes de la ciudad aparecen entonces como guerreros dispuestos a

caminar sus calles en una especie de resistencia a un sistema social muy permeado por la

violencia política del país y la criminalidad de una ciudad donde es un imperativo “no

dar papaya”. Esta es tal vez la óptica desde la cual puede entenderse el comportamiento

de la mayoría de personajes de la novela a lo largo de su desarrollo narrativo, lo que

también ubica las acciones que ellos realizan en medio de un espacio tan oscuro y

constituido simbólicamente por la violencia urbana como una resistencia al sistema de

vida adoptado por la ciudad, esta conclusión da pie a pensar el accionar de los

personajes a lo largo de la novela como la carnavalización en medio de un espacio tan

gótico y deprimido como las calles de la ciudad. Sobre este aspecto señala Rodrigo

Argüello: “Hay en el espacio, pues, un cuerpo que se ha incorporado en el cuerpo de

quien lo ha prefigurado, el sujeto, y de esta manera le ha alterado su misma naturaleza.”

(Argüello, 1998, pág. 14)

Otro de los aspectos sobre el cual hemos obtenido conclusiones que responden a

los intereses de este análisis, tiene que ver con la imagen que la narrativa de la novela

aporta de Bogotá como un escenario donde la violencia (ya sea con o sin fines políticos)

toma un profundo lugar y se configura como un tema sobre el cual se ha venido

92

haciendo imperante reflexionar. Esta representación del panorama social se encuentra a

lo largo de casi todo el desarrollo narrativo de la novela, ofrece los elementos suficientes

para analizar la ciudad como el escenario al que confluyen todas estas manifestaciones

de la violencia que aparece como inherente a la vida urbana, a la cultura bogotana. Una

mejor interpretación de este aspecto señala que: “esta violencia ya no es atribuible a los

individuos concretos y a sus <<malvadas>> intenciones, sino que es puramente

<<objetiva>>, sistémica, anónima.” (Žižek, 2009, pág. 24)

Desde esta perspectiva, resulta evidente que la representación de violencia que

desarrolla Mario Mendoza al interior de Satanás corresponde en gran medida al

planteamiento de Žižek, entendiendo la violencia urbana como un fenomeno que

trasnciende la politización de la vida cotidiana, para ubicarse en el escenario de la

violencia objetiva, que “La violencia <<ultraobjetiva>> o sistémica, inherente a las

condiciones sociales del capitalismo global y que implica la creación <<automática>>

de individuos desehables y excluidos, desde los sin techo a los desempleados”, (Žižek,

2009, pág. 25) caracteristicas que aparecen casi como una constante en los personajes de

la novela.

Finalmente, una impresión global que ha acompañado todo el desarrollo

analitico de este trabajo y que compone uno de sus principales focos de interés, tiene que

ver con el lugar que ocupan la literatura, la ciudad, la problematización de estas

categorías y los procesos de construcción de memoria que al interior de ella se gestan en

relación con los procesos de enseñanza en Ciencias Sociales que tienen lugar en el

contexto actual colombiano.

93

Esta investigación, en definitiva pretende responder a los retos e intereses que

aparecen al interior de la escuela (lugar al que debe acudir todo tipo de conocimiento) de

cara a las necesidades metodológicas y conceptuales que representa el panorama actual

de un escenario de discusión constituido por la disciplina y que debe responder a las

necesidades de estudiantes y docentes en busca de fortalecer los procesos de aprendizaje

en el área. De esta manera, la novela urbana (como es el caso de Satanás) aparece como

una opción totalmente válida que permite no sólo la recreación de un contexto histórico

particular, sino la problematización profunda de todos los aspectos que constituyen y

alimentan por medio de su concatenación el contexto social y cultural de una época

particular, del mismo modo, la narrativa de la novela termina por aportar profundamente

a los proesos de construcción de memoria sobre un episodio particular que tiene un

efecto en gran parte de los habitantes de la ciudad. De esta manera, la memoria alimenta

el conocimiento histórico sobre nuestra ciudad y nuestras prácticas.

En definitiva, es posible ver a través de todas estas paginas que la ciudad no cabe

en un libro, pero si en la memoria y en las narrativas de sus habitantes.

94

6. BIBLIOGRAFÍA

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97

7. ANEXOS

Anexo 1.

Periódico El Tiempo 5 de diciembre de 1986

Anexo 2.

Periódico El Tiempo 6 de diciembre de 1986

98

Anexo 3 .

Periódico El Tiempo 5 de diciembre de 1986

Anexo 4 .

Periódico El Espectador 5 de diciembre de 1986

99

Anexo 5.

Periódico El Espectador 6 de diciembre de 1986

Anexo 6.

Periódico El Espectador 7 de diciembre de 1986

100

Anexo 7 .

Periódico Tiempo 6 de diciembre de 1986

Anexo 8 .

Periódico El Tiempo 5 de diciembre de 1986