la avenida edición 13
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La Avenida Revista Cultural es una publicación enfocada a la literatura regional, de caracter universitaria, es editada de manera independiente por Eider Alexánder Barreto y Ángel Castaño GuzmánTRANSCRIPT
Las opiniones expresadas por los articulistas no necesariamente coinciden con el pensamiento
editorial de La Avenida.
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Editorial
Año 2 - Edición 13Noviembre 2009
ISSN [email protected]
Editores:Éider Alexánder BarretoÁngel Castaño Guzmán
Diseño y diagramaciónÉider Alexánder Barreto
Foto Portada: Carlos Raigoso
Escritores invitados:
Carlos Alberto Villegas
Hugo Hernán Aparicio
Carlos Fernando Gutiérrez
Betty Martínez S.
José Alexánder Rodríguez
José Nodier Solórzano
Juan Felipe Gómez
Luis Carlos Clavijo
Umberto Senegal
n 1990 el Perú atravesó una de
las épocas más dramáticas en su Ehistoria republicana. El
presidente Alan García, envuelto en
numerosos escándalos de corrupción, veía
cada mañana cómo los medios de
información registraban el desplome de
las instituciones mientras los ciudadanos
soportaban los embates de una inflación
cercana al 1.000 por ciento. Sendero
Luminoso, un grupo guerrillero de
orientación maoísta, decidió por esas
fechas que la mejor manera de anunciarles
la llegada del Apocalipsis marxista a los
burgueses peruanos era colgar perros en
los postes de luz. En ese azaroso contexto,
Mario Vargas Llosa hizo una pausa en sus
trajines literarios y lanzó su candidatura
presidencial. El otro aspirante, un
ingeniero de ancestros japoneses, contaba
con un reducido número de simpatizantes
que apenas le alcanzaba para ocupar los
últimos lugares de las encuestas, por lo
que se pensó en un primer instante que el
autor de Conversación en la Catedral
ganaría sin mayores contratiempos la
maratón electoral. No obstante, tras
semanas de periplos proselitistas, Alberto
Fujimori recortó la distancia e hizo
necesaria una segunda votación. Al final,
para no dilatar mucho el asunto, Fujimori
ganó las elecciones y Vargas Llosa salió
disparado en el primer vuelo hacía el
Aeropuerto de Barajas.
En los últimos días muchos
comentaristas han comparado el gobierno
del peruano, que se extendió por tres
períodos, con el de Álvaro Uribe. Ambos,
en su momento, fueron la encarnación de
un acumulado de frustraciones históricas
e incumplidos anhelos de la población.
Además, el por estas calendas alicaído
Fujimori utilizó en sus tiempos dorados la
retórica incendiaria y los señalamientos
temerarios a opositores, estrategia
distintiva del dueño de El Ubérrimo,
como trampolín para mantener altos
índices de popularidad. Ojalá la voluntad
ciudadana, ese diablillo impredecible,
tome nota de las lecciones del vecino país
y no abra las puertas a un tercer mandato
de la Seguridad Democrática. El asedio
inclemente a las Cortes y el
unilateralismo en la administración
pública son señas indiscutibles del
caudillismo, fenómeno que no distingue
matices ideológicos y fronteras
doctrinarias.
Adenda: no deja de inquietar la
inoperancia de las instituciones
gubernamentales del Departamento. Dos
de los lugares que conservan la historia
de la región, de los pocos con un archivo
tan amplio como el Museo Gráfico y
Audiovisual del Quindío y el museo La
Casa de los Abuelos en Filandia, están a
punto de cerrar sus puertas por la falta de
presupuesto. El esfuerzo de dos personas,
Luis Fernando Londoño, por la primera, y
el antropólogo Roberto Restrepo por la
segunda, además del apoyo voluntario de
algunos ciudadanos los ha mantenido
abiertos. Los gobernantes de turno hacen
proselitismo político, invitan a las
personas a conocerlos, pero de apoyo
económico nunca se habla.
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a lectura, como todo acto
hedonista, implica la aceptación Lde la libertad como un valor
inherente a su ejercicio. Así como caminar
por gusto, mirar un paisaje, ver fútbol o
hacer el amor son experiencias personales,
y muy íntimas cuando son elegidas, la
lectura es una forma de insertarnos desde
nuestro libre albedrío en un universo
distinto al nuestro.
Nada es más placentero que una lectura
cuando en ella encontramos valores
estéticos que convierten esa relación entre
nosotros, y esa prótesis exitosa que es un
libro - como lo dijo en su artículo el Futuro
Papel del Papel, publicado en el Blog La
Jaula Abierta, Roger Bartra-, en un acto en
el que confluyen la tríada del pasado mío,
quién era antes, el tiempo real de la lectura,
y los tiempos a los que me incorpora el
texto.
Amalgama y síntesis de sensaciones, el
libro elegido por nuestro deseo es más que
la búsqueda de la felicidad a través de
historias e imágenes literarias, es la
felicidad misma porque al leer por placer,
como un prolongado orgasmo, sentimos
que el mundo se detiene, y que esa
inmovilidad es la celebración de la vida, de
la vida eterna, como diría cualquier
místico.
Mucho se dice del fracaso de las políticas
y planes de lectura. Mientras más invierte
un Estado, aclaremos, un Estado como el
nuestro, en promover la lectura, uno
advierte que la gente lee menos. Lee menos
por placer, porque la obligatoriedad de
hacerlo está implícita y militante en la vida
social, en sus eventos comunicativos: todos
tenemos que leer, desde una receta médica
hasta las instrucciones de cómo hacer que
las nuevas generaciones lean más. Desde
las instrucciones de lavado de una prenda
Happy HourPor: José Nodier Solórzano Castaño
hasta la tarea escolar que nos impele, sin ambages, a descifrar los códigos de nuestro
idioma.
Construidos y elaborados nuestros planes educativos desde la autoridad intelectual de
discursos excluyentes, y gestos de poder y dominancia, la lectura es en el aula escolar
una obligación, que si no se cumple, si es eludida, encuentra penalización en el sistema.
Esta aberración pedagógica termina por convertir la lectura en un acto de poder, para la
aprehensión funcional de mero conocimiento, que involucra lógicas en exclusiva
racionalistas. Y ya conocemos de sobra - el poeta William Ospina ya nos lo dijo cuando
citó a Novalis- el atroz significado de las pesadillas de la razón.
Daniel Pennac, en un bello y aleccionador libro llamado Como Una Novela, nos dice
sobre el ritual de la lectura cada noche, al pie de la cama del somnoliento niño:
“El cuento leído cada noche llenaba la más bella función de la oración, la más
desinteresada, la menos especulativa y que no concierne sino a los hombres: el perdón
de las ofensas. No se confesaba allí ninguna falta, no se buscaba adjudicarse una
porción de eternidad; era un momento de comunión entre nosotros, la absolución del
texto, un regreso al único paraíso que vale la pena: la intimidad. Sin saberlo
descubríamos una de las formas esenciales del cuento, y en forma más amplia del arte
en general, imponer una tregua al combate entre los hombres.
El amor ganaba una piel nueva.
Era gratuito”.
El Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas, formulado por expertos en el año 2002, se
propuso hacer de Colombia un país de lectores, y si bien yo soy escéptico y pesimista,
se ha dado un paso descomunal en la construcción de infraestructura, dotación y
asesoría de servicios bibliotecarios. Se ha alcanzado, así lo dicen los indicadores, un
cubrimiento del 98 por ciento de los municipios, con la dotación de 850 bibliotecas, y
con la capacitación de 11.000 bibliotecarios, maestros y usuarios de los centros.
No obstante este avance, que me permite encontrar en la biblioteca de Calarcá a
Tomás González, y en la de Génova a la más moderna y significativa muestra literaria
del Japón, mucho falta en el compromiso de las entidades territoriales, en especial, en
temas como la idoneidad de los bibliotecarios, pues algunos son casi analfabetas, y en la
ejecución de planes específicos de lectura en las regiones.
Falta mucho en conectividad, por ejemplo, pero se ha avanzado: más de un 37 por
ciento de bibliotecas públicas cuenta hoy con la internet, recurso que, como el libro
electrónico, al final promueve los comportamientos lectores y democratiza el acceso al
conocimiento y, sobre todo, vuelve cercanos, vaya paradoja, los placeres materiales y
carnales de la literatura de todas las épocas. Emma, Ana, Alejandra, María Iribarne o
Remedios la Bella, mujeres virtuales y míticas por gracia de sus creadores, se vuelven
parte de la realidad de millares de lectores.
Y lo más importante. Este meritorio esfuerzo del Estado colombiano, de agencias
culturales como el Ministerio del ramo y de la Biblioteca Nacional, debe encontrar en el
Ministerio de Educación una corresponsabilidad pedagógica. Asumir lo que ya está más
que dicho y repetido: que los profesores de literatura deben seducir a los niños y
jóvenes, llevarlos de la mano a los libros, y no permitir que la lectura sea un tema
policial, de planes correccionales de penalización y, en particular, de imposición de
hábitos y disciplinas, con la creación de emocionalidades efímeras que se desvanecen
por fuera del sistema educativo. Un sistema educativo que, palabras más o palabras
menos, fracasó en el siglo veinte, y en lo que va del veintiuno, en la promoción y
configuración de competencias lectoras.
{Continúa pág. 4}
[4]
reo en los mutantes, es más, sostengo que existen y se encuentran muy cerca a
cada uno de nosotros. Confieso que soy de los ingenuos, me dejo convencer Ccon mucha facilidad, más cuando hay de por medio algún texto. Siempre los
relatos me dejan la sensación de existencia; aunque no puedo sostener que un buen
cuento haya sido producto de la mente de un hombre, sería una posición sumamente
optimista respecto a la raza humana; por el contrario, creo que cierta fuerza logra atrapar
los hechos que flotan en el espacio y materializarlos en la página valiéndose de los
hombres. ¡La verdad sobre el mundo está escrita en el aire!
Como el hábito me impide aventurar tales hipótesis sin algún fundamento, transcribiré
una página encontrada hace varios años en la obra Ritos y creencias del hombre
civilizado, donde el historiógrafo Martín Lafayef escribe unas líneas extrañas, a las
cuales siempre dio como explicación unas palabras que en la época fueron el hazmerreír
de los críticos: “Una noche, mientras repasaba las páginas del Tratado Nativo, de
Nicolás Barriga, la ventana del dormitorio se abrió y dejó entrar una corriente de aire
que me heló el cuerpo; de pronto, antes de acudir a cerrar dicha ventana, en mi cabeza
comenzaron a trazarse líneas que podía ver claramente, así que las copié en el borrador
del volumen que estaba en elaboración. El incidente perdió valor, pero al momento de
pasar el original de mi obra, no dudé ni un minuto en si debía o no introducir aquel
texto” (la obra reposa en el escritorio de mi biblioteca, para quienes se obsesionan con la
comprobación).
“Las ciudades hospedan seres extraños; criaturas calculadoras que se mueven como
felinos por los callejones. ¿Te reconoces a ti mismo? ¡Despreocúpate! Nosotros te
dedicamos ese tiempo que nunca alcanza. (No hay estructura fuera de las visiones de
Serafín). Vives al otro lado; somos los que vigilan de cerca, revisamos tu basura, pero no
de la forma desordenada como lo hacen los callejeros. Meticulosamente registramos uno
a uno los desperdicios para luego escribirlo en tu diario. Todo tiende a un sentido, las
fuerzas individuales llevan distintos caminos, es cierto (ante los ojos humanos todo es
cierto, nada falso). Los hilos llegan de diferentes rumbos, pero en el centro, se unen para
tejer la gran obra. No existe memoria individual, los esfuerzos se encaminan al fin
mutuo. Cuando aún dormía, los demás me llamaban Alberto, treinta y dos años dormido
en Alberto. El despertar de Serafín sólo lo conoce Dios.
Al principio, éramos tres: Fidel murió el primer año. Serafín y yo sobrevivimos, de eso,
cuatro años. Ahora es difícil mantener el orden. El número de adeptos sobrepasa los
No podemos olvidar, como nos lo recuerda
Vicente Quirarte, en el libro que le tomé
prestado de por vida a Alejandro Herrera,
Enseres para Sobrevivir en la Ciudad, que:
“El placer de entrar en una librería
pertenece al cuerpo. Walter Benjamín lo
dijo: los libros, como las mujeres, pueden
acompañarnos a la cama, pero antes es
necesaria una seducción mutua, paciente y
refinada. El temblor estético provocado por
el libro tiene lugar a través de los sentidos:
diez mil, pero el ideal representado en la
imagen de Serafín ha mantenido al grupo
sólido: abogados, ingenieros, gerentes,
zapateros, chóferes, ascensoristas,
prostitutas y hampones. Nuestra logia no
desconoce a ninguno antes del despertar.
Realizada la transformación, les exigimos
lo mismo que a nosotros, y los que no,
dejamos que sigan adelante solos.
No hay tiempo cuando se elimina la
separación. En el día, mientras realizamos
las labores comunes a todos, no podemos
evitar cruzarnos en las calles y pasarnos
una bella sonrisa cómplice. Las noches son
nuestro escenario; repartimos las viviendas
y sus habitantes; cuando despunta el alba,
nos reunimos en grupos en las salas de las
máquinas, para entre café, charla y risa
construir vidas de hombres. No
pretendemos poder ni riqueza, ni siquiera
que todos despierten, hacemos lo que
hacemos para regocijarnos en la fortuna de
la diferencia.
Convivimos en medio de los mutados.
Para mí, los no durmientes fueron una
bonita familia, aunque de ésta no quede
ninguno debido a la desaparición de
Serafín en 199x, por el año de la gran
marcha. Murió en las afueras de Nápoles.
El relato de un testigo describe su
despedida: era insoportable ver aquellos
rostros caminar en silencio tras el ataúd,
ojos interrogantes que no encontraban
contestación. Los suicidios masivos que
siguieron al deceso dieron respuesta a los
desdichados.”
Esta es una pequeña muestra de los
muchos casos, pues siguen existiendo
mutantes y se mantienen cerca de nosotros
(los que duermen), aquellos que no pueden
soportar la comodidad de una buena cama,
un confortable colchón y el apacible sueño,
colmado de Demonios y Serafines.
la vista que disfruta la simetría y las proporciones; el tacto, que prolonga el placer de la
mirada en el sello del agua o en la textura del papel; el olfato, reconocedor del sitio de
origen del libro; el oído, que goza el peso y el paso de las hojas; el gusto, cuando
identificamos la piel de una encuadernación.”
Los escritores y los lectores hacemos parte de una civilización que no encuentra
rumbo hacia la convivencia pacífica, pero la existencia del libro, y de las obras de arte
en general, es la mejor evidencia de que alguna precaria inocencia, o alguna proclividad
hacia el respeto propio, existe en la humanidad.
Además, los libros, que son como la música, nos invitan al silencio. Ello es suficiente
para mí.
La logia de los no durmientes
Por: Luis Carlos Clavijo Vélez
[ 5][Cuento]
res la niña más bonita de la
escuela, Jessica; delgada, alta, de Elargo cabello negro, y ojos
azules; callada y permaneces sola. Desde
que me encerraron no te veo, no me
dejan visitarte; y cuando trato de escapar
me encierran en un cuarto que produce
miedo. Yo les ruego para que me dejen
verte, pero esas mujeres de bata blanca
lo impiden, siempre me cogen cuando
intento saltar la reja. Tampoco ese
hombre me deja verte, él viene todos los
días, se viste elegante, es tan corpulento
y serio que asusta, me hace tantas
preguntas. Que cómo amanecí, que si
dormí, que si sigo soñando contigo. Yo le
pido que me deje buscarte. Niega con la
cabeza y me mira fijamente; lloro y salgo
corriendo, entonces las mujeres de bata
blanca me cogen y amarran a la cama.
Antes de conocerte las niñas me parecían
molestas, casi las odiaba, pero todo
cambió después de tu llegada. Me pasaba
tras de ti, sin hablarte, sin molestarte,
sólo te admiraba. Hasta que un día
quisiste hablarme. No entendía a los de
secundaria que se besaban, me parecía
asqueroso, tanto que prometí no hacerlo;
pero cuando te conocí, Jessica, quise
besarte. Pero tú siempre te negabas. Ese
día que me invitaste a subir al tanque de
agua fui contigo a pesar de mi temor a
las alturas porque prometiste darme un
beso. El tanque queda en la huerta de la
escuela, donde los de secundaria
siembran matitas. Para llegar a él
tuvimos que meternos por un hueco de la
malla. Una escalera larga y angosta lleva
a la cima del tanque, un gran cuadrado de
concreto suspendido en el aire, sostenido
por cuatro columnas.
Fuíste la primera en subir la escalera, yo
me negué, pero desde arriba seguías
gritando que me darías un beso si
Por: José Alexánder Rodríguez Leudo
escalaba. Casi paralizado por el miedo comencé a ascender, mientras tú saltabas
sobre el tanque, me llamabas emocionada para que subiera antes de que alguien
nos descubriera. Pero al llegar no pude ponerme en pie, el mundo daba vueltas,
tuve intensas ganas de vomitar y comencé a sentirme ahogado. Tú sabes, Jessica,
que soy asmático, y que ese día había dejado mis inhaladores en el salón. Bajé
rápido, sentía que el aire me faltaba, mientras tú seguías saltando libre. Me
preguntaste que para dónde iba; a duras penas puede contestarte que me estaba
ahogando, que iba por los inhaladores. Me hiciste prometer que regresaría, que me
darías un gran beso si lo hacía. Entonces levantaste la pequeña tapa que ocupaba
una mínima parte del tanque, observaste la masa de agua tranquila; desde abajo
podía ver tu rostro de sorpresa. Yo corrí en busca de los inhaladores, pero al
regresar la mirada te vi caer en el agua, desaparecías en medio de un último
alarido de terror. Olvidé mi escasez de aire, corrí a la sala donde los profesores se
reunían durante el descanso y les grité que te estabas ahogando. Todos corrieron a
auxiliarte y yo corrí tras ellos, pero una profesora que usaba bata blanca me agarró
de los brazos, me sentó en una silla y se fue dejándome encerrado en aquella sala,
donde ya no pude consumar mi promesa.
He tratado de volver muchas veces, he subido las escalerillas, pero desde que
caíste allí pusieron un candado que asegura la tapa metálica. Sabía que las llaves
estaban en la oficina del director, colgadas de la pared. Sin embargo, era muy
chico para alcanzarlas, alguna vez corrí una silla, y de pronto apareció el director
vestido elegante, corpulento, serio. Me regañó porque no entendía lo que hacía y
prohibió mi entrada al lugar. Por ese motivo no pude regresar. Luego me
encerraron aquí sin razón, se cansaron de que los indagara por ti. Pero te juro que
esta noche iré a buscarte, ya no tendré miedo de subir las escaleras, esta noche las
mujeres de bata blanca me dieron la pastilla, pero sin que se dieran cuenta la saqué
de mi boca.
Estoy despierto y camino hacia ti, Jessica. Saltar la barda no fue difícil, ahora
corro por las calles amplias y desoladas, siguiendo el sutil tono de tu último
efluvio. Se dieron cuenta que me escapé, corren tras de mí, pero me escabullo por
oscuros callejones; oigo sus pasos, oigo sus voces, se acercan mientras la escuela
se hace grande en el horizonte. Cómo ha cambiado desde aquel día, ahora tiene
colores vivos, las puertas son amplias y de madera, los pisos están embaldosados,
pero la oficina del director sigue siendo la misma. Abro la puerta, encuentro el
mismo sillón, los cuadros vetustos en la pared, la llave del tanque colgada del
mismo sitio. Ahora la alcanzo fácil, ahora sólo la soledad y la noche me
acompañan, ahora sólo el trino de las chicharras me asusta, ahora sólo tú me
llamas, ahora ya no hay quien evite cumplir mi promesa. Subir al tanque sin
miedo, retirar el candado de la tapa, buscarte en medio de un abrazo frío y
hundirme en tu compañía, en tu beso prometido.
Jessica
a noche ha vuelto a girar sobre mis sueños, o sobre mis pesadillas. Y ahora que
he vuelto a contactar telefónicamente desde Madrid a algunos de mis amigos, Lla ausencia enorme de Orlando Montoya confirma de nuevo que el nuestro es
el pueblo de los oscuros adioses. Tanto silencio con esa vida dedicada a la palabra. Sólo
una página de alguno de sus familiares. Después, la soledad, el campo, las cruces
azotadas por el viento. Ya empezamos a olvidar la voz del amigo y el literato. Una voz
mítica y portentosa que repitió, para conjurar el olvido, las mejores páginas de nativos y
foráneos. Pero el silencio no es extraño en un pueblo de literatos ensimismados, donde
la palabra perfecta es sólo la nuestra, aquella que sale de nuestros profundos ombligos.
Parece que el ritual del minuto de silencio y del ninguneo, tan caro en nuestro terruño
como una receta gastronómica, sigue proyectando su sombra cómplice y maliciosa.
Sólo ha habido silencio para un artista que, como Orlando Montoya y como cualquier
buen artista, era afecto al aplauso y al reconocimiento. El que diga lo contrario es más
falso que un koan en el cementerio del pueblo.
El esfuerzo de Orlando Montoya por contarse y por contar la singularidad de su
parroquia y sus parroquianos, tan universal como cualquier calle de París donde la
nocturnidad sobrevive con rostro humano, no ha merecido ni siquiera una línea de
adiós, de aquellos que compartieron su tiempo y espacio y quienes siguen repitiendo a
Verlaine y a Rimbaud o sorprendiéndose con los laberínticos heterónimos de Pessoa.
Ejercicio de enajenación que impide reconocer en Orlando Montoya una narrativa vital
y un ejercicio literario que, a su manera, le ha construido quindianidad a las letras que
se escriben por debajo de La Línea, es decir, 1400 metros más distantes de las estrellas.
Una quindianidad que literariamente no logra el peso necesario en el conjunto de la
literatura nacional, pero de la que vanamente nos enorgullecemos individualmente cada
uno de sus literatos. A Orlando no lo han leído y no lo leerán los quindianos, él mismo
lo decía con su voz de funámbulo extremo: “los literatos quindianos no se leen, se
vigilan”. En el Quindío no leemos a los nuestros y si los leemos es sólo para
ningunearlos. No me corresponde evaluar la validez de su prosa, de ello deben
encargarse los críticos de la literatura quindiana, que no son muchos, a pesar de la
cantidad de egresados de la carrera de literatura que la Universidad del Quindío vomita
semestralmente. Es altamente probable que ese pequeño grupo de críticos avezados y
canónicamente autorizados no encuentren validez alguna en las páginas de Montoya;
pero para mí, como lector desautorizado, más allá de su obra literaria, valiosa e
irrepetible, es su narrativa vital la que cuenta y contó en el escenario de la literatura
quindiana. Esa narrativa vital que lo convirtió en un artista único en el mundillo
parroquial que sueña con la universalidad contada desde la parroquia. Y allí puede estar
la clave escritural de la producción literaria de Orlando Montoya, que lo salve del
silencio y el olvido de sus coterráneos. Porque yo prefiero, sobre la humana pretensión
de inmortalidad histórica, la historia cotidiana del artista de la calle que le amplió
sentidos y significaciones a Calarcá y al Quindío, al tiempo que nos acercaba a autores
universales cuyos versos cobraban otra dimensión en sus polifónicos performances.
El poeta Orlando gustaba del emotivo aplauso que lo catapultaba a una nueva aventura
y le compelía a montar recitales de poetas griegos contemporáneos, en compañía de los
también poetas Martha Lucía Usaquén y Elías Mejía y el irredento gestor cultural que
ha sido Jota Mario Salazar, o a soñar y construir realidades colectivas como Artistas a la
Calle. ¿Cuántos de nosotros aprendimos en
aquellos recitales el sagrado valor de la
palabra que extiende sentidos, brinda razón
a la existencia y hermana a los seres
comunes y corrientes con la palabra
esencial de todos los poetas de la tierra?
Porque para el actor Orlando Montoya,
también París estaba aquí. Y no como
simple metáfora, sino como arquetipo del
hombre trascendente; y no como la ceniza
y mitificada Ciudad Luz, sino como
cualquier lugar donde vibra el arte;
escenario vital del más universal de los
derechos humanos. Porque para Orlando
no había más arte ni más literatura que la
habitada por cada uno de nosotros, esa
tropilla tragicómica de afanes y sueños
ilusorios que conformamos la maravillosa
gente común, el conjunto de seres sin
sentido, intrascendentes, que éramos, para
{Continúa pág. 7}
Ediciones Artistas a la Calle
Calarcá
1992
él, motivo de sus letras, de sus poemas, de su personal carnestolenda. En vida hermano,
en vida. Pero si no es posible en vida. Nada de silencio. Aplauso, aplauso permanente
que no puede ser para Orlando otra cosa si no que sus compañeros de camino instalen
de nuevo, en cualquiera de las plazas del Quindío, ojalá en todas, una nueva tolda y un
nuevo recital con sus pasiones. Eso sueño. Sólo quiero soñar con el grato recuerdo de un
adiós que prolongue los aplausos y no con la pesadilla de la mezquina traición en forma
de silencio y de olvido. Y ojalá que la narrativa vital de Orlando Montoya sirva, de
alguna manera, para estimular el trabajo de los estudiantes de literatura de la
Universidad del Quindío, porque nuestro territorio necesita, y demanda, más y más
críticos de la talla de Zahira Camargo y Carlos Alberto Castrillón, sobre todo si
desacralizan el canon y restituyen, en la precariedad de la existencia, la razón de la
palabra que usamos para significar y significarnos. Y como una forma de homenaje al
poeta, al escritor, al funámbulo, al amigo, este poema reciente a manera de síntesis.
PARADOJA DE DIOFANTO
(A Zarca de Alejandría)
Alguien dirá,
alguna vez,
que me oyó
repetir a Homero.
Por ese
que me recuerde
ya no seré más
sólo un instante de fuego.
l televisor sigue siendo el
electrodoméstico más Eimportante en los hogares
colombianos, por encima de la estufa
eléctrica y la licuadora, según los
resultados de una encuesta que en
materia de hábitos de consumo de
televisión realizó el DANE. Según el
estudio, contratado por la Comisión
Nacional de Televisión, en Colombia
hay 15.000.331 televisores y la
televisión es un negocio que mueve al
año 826 mil millones de pesos entre
los dos canales privados nacionales.
Contrastan con las cifras del DANE y
la importancia que para los
colombianos tiene la televisión, los
contenidos que nos están ofreciendo
los dos canales privados, hoy con
producciones comerciales de mucho
éxito, basadas fundamentalmente en la
vida de los mafiosos colombianos. De
allí que, Sin tetas no hay paraíso en
sus versiones I y II, El cartel de los
sapos, El capo y Las Muñecas de la
Mafia sean el producto comercial más
exitoso de esos medios, donde abunda
la estética traqueta de mujeres
voluptuosas gracias a la mano de
cirujanos plásticos y de las bondades
de la silicona, de hombres inmundos,
con escapulario al cuello; matones ordinarios, con ropas extravagantes,
apasionados por los caballos de paso y por acumular tierras. Ese es el tema que
domina hoy el entretenimiento mediático colombiano. Sostienen los teóricos de
la comunicación que las telenovelas son: “un reflejo de las
y deseos implícitos de una sociedad” y la nuestra está fascinada con estas
historias. De 750 comentarios encontrados en las páginas de internet de los dos
canales privados sobre las series mencionadas, solamente uno era desfavorable
. La mayoría de los televidentes estaban de acuerdo
con el contenido de las series y sostenían que esa
es la realidad del país de los últimos 30 años y
que no la podemos ocultar. Si bien es cierto que
ese razonamiento es válido, no es menos
cierto que el país también tiene historias
refrescantes en todas las regiones, de gente
que todos los días desafía la adversidad con
honestidad, que no necesita robar, ni
matar, ni ser corrupto o politiquero para
salir adelante.
¿No será más bien que en un país como Colombia, desigual y excluyente, donde las oportunidades son muy escasas y los caminos angostos para los menos favorecidos, la gente tiene que consumir, construir y validar imaginarios con estereotipos que le resultan más fáciles y creíbles? ¿No será acaso que los colombianos creemos que se vive mejor si somos narcotraficantes, corruptos y matones, que si somos honestos y trabajadores? He ahí una reflexión para todos aquellos que noche a noche se pegan a la franja de la traquet.v sin ningún sentido crítico para digerir sus contenidos.
expectativas, temores
La Traquet.vPor: Betty Martínez S.
http://www.matadorcartoons.blogspot.com/
[7]
urante casi cuatro siglos las Timbres, obra elogiada entre otros por En 1965 la revista Cromos la proclamó
únicas lecturas permitidas el cronista Luis Tejada. Con medio poeta de América. Sus textos Dpor la Corona española globo de distancia ambos son textos aparecieron en numerosas
fueron los catecismos y las biografías fundamentales para comprender las publicaciones, entre ellas Mensaje,
de los santos. Atemorizados por las continuas búsquedas artísticas de los dirigida por el prolífico cuentista
llamas de La Bastilla, los tribunales del literatos quindianos y referentes Humberto Jaramillo Ángel.
Santo Oficio encontraron en la censura obligatorios para las futuras 4) Tal vez la revista cultural más una eficaz herramienta para conservar generaciones. importante de la historia quindiana vivo el espíritu de la Contrarreforma. 2) En El río corre hacia atrás, Benjamín sea Termita, y no escasean los motivos. Algo parecido ocurrió en los aciagos Baena Hoyos recrea la dura existencia Bajo su auspicio las plumas de los más años del gobierno de Stalin, donde los de los primeros labriegos venidos a la sobresalientes literatos de la comarca disidentes purgaron sus ideales hoya del Quindío. La novela denuncia se juntaron en un valioso frenesí antitotalitarios en las gélidas con valentía las tropelías de La Burila creativo. Cada portada suya, y es una mazmorras siberianas. El debate sin y sus siniestras alianzas con el lástima que esta tradición no se ataduras ideológicas, siempre ha sido gobierno municipal. Las semillas conserve, sirvió de vitrina para visto con desconfianza por el aparato esparcidas por manos diligentes y los exponer los trabajos de los pintores de represivo, pues sirve de trinchera ante árboles derribados al son del hacha la ciudad. En su nueva etapa, ahora a los delirios oficiales de imponer una campesina se traducen con notable cargo de Carlos Alberto Villegas, versión de la historia como la única eficacia en los perdurables caracteres circula mensualmente en la internet.válida. El poder tiende a monopolizar del lenguaje. Pasajes de marcado 5) Invención del vate Umberto el lenguaje, apunta Carlos Fuentes, acento lírico componen la desconocida Senegal, el cuento atómico encontró en por eso es necesario inyectar dosis de odisea de la fundación de Armenia. Hugo Aparicio su más talentoso ambigüedad en sus almibarados De la espesura de la narración, exponente. Los microrrelatos del discursos. La condena de prisión que emergen gallardos personajes, tocados editor de Poetintos, sin salirse de los pagó Antonio Nariño, cuyos delitos por el aire de la leyenda. Jesús María márgenes de la acuciosa realidad consistieron en traducir al castellano Ocampo, en las nebulosas pupilas de nacional, transitan renovados Los Derechos del Hombre y difundir los un nostálgico anciano, asume la figura derroteros estéticos. Aforías y ideales republicanos de la Revolución del héroe capaz de derrotar en limpia Cuentáforas, las dos incursiones de Francesa en las páginas de La Bagatela, lidia al feroz tigre de monte. Por su Aparicio en el género, son lúcidos demuestra con meridiana claridad el parte, el mocho Estrada, un traficante muestrarios de la capacidad expresiva profundo desprecio que el clandestino de alcohol, burla con de las narraciones hiperbreves. Establishment siente por la libertad de extrema facilidad el cerco policial. “Patriota:-¿crees que estás viviendo un pensamiento. La palabra, puente de “Llamados callosos desde las manos del buen momento en tu vida? – el presidente comunión y reconocimiento mutuo, abuelo o más atrás. Olor de la tierra que dice que es el mejor”. Cronista de debe ser el ágora donde las decisiones arrastra. O, bien, podría ser una palabra sugestivo tono, Hugo seleccionó y públicas se tomen bajo estrictos compleja y abismal: ¡Quindío!” En prologó folios redescubiertos de la criterios de justicia y respeto por el exaltación y permanente asombro por obra periodística de Humberto bien común. En lugar de ello, como la feracidad de la tierra, cada línea Jaramillo Ángel para un libro de la anota el profesor Jaime Alberto Vélez, entabla una estrecha unión con un editorial Cuadernos Negros. se ha utilizado para eliminar al territorio que hace parte integral del adversario. Pulidas con paciencia en habitante y de sus desvelos las faenas domésticas, las letras son existenciales. elementos básicos para resolver el 3) La investigación de Luis Fernando eterno acertijo de la cultura Suárez sobre la vida y obra de colombiana. Aprovecho la tribuna Carmelina Soto Valencia (Armenia, para comentar con brevedad algunos 1916-1994) retrata las andanzas de la hitos de la literatura departamental. poetisa más valiosa de la región. En
1) En 1928 el cuentista Eduardo Arias vida, Carmelina recibió numerosas Suárez publicó en París Cuentos distinciones por el alto vuelo de sus Espirituales, firmado con el seudónimo versos. Fue postulada para ocupar un de Constantino Pla. Dos años antes, el escaño en la Academia Colombiana de bardo Luis Vidales conmocionó el la Lengua, candidatura apoyada con ambiente poético nacional con Suenan entusiasmo por Otto Morales Benítez.
Por: Ángel Castaño GuzmánEl diminuto minotauro
Dossier # 3 ay reseñas que superan en calidad la obra
glosada. Hay anzuelos publicitarios para Hlectores ingenuos. En el agitado mundo de
la edición de textos, un comentario honesto puede
marcar la diferencia entre una atribulada lectura y un
encuentro capaz de pulsar las más sensibles cuerdas
del alma, utilizando la muy devaluada imagen
platónica. No hay duda, mientras los profetas del
consumo ofician en los altares del mercadeo la
liturgia de la impostura y los sanedrines corporativos
decretan el futuro de la humanidad, los reseñadores
se van lanza en ristre contra la cada vez más aguda
banalidad. Desprovista de abstrusas consideraciones
teóricas, construida con la argamasa de la poesía y el
coraje del humor, la reseña no es panteón de
semidioses intocables ni cabaret de mezquindades.
Aquí, convocados por la revista La Avenida, cuatro
colaboradores ilustran los desvelos de algunos
autores quindianos.
8 Cuentistas QuindianosPor: Juan Felipe Gómez
8 Cuentistas Quindianos
Editorial Cuadernos
Negros
2007
Calarcá
Un lado oscuro novelado
Bajo la Caparazón
de la Tortuga
Libre Libre Ediciones
2008
Bajo la caparazón de la tortuga.Por: Hugo Hernán Aparicio.
Por: Carlos Fernando Gutiérrez
Calarcá
El Lado Oscuro
1997
Armenia
Edición, Diseño e
Impresiones
abandónelo al arbitrio de las polillas. No ahora, esfumadas Cecilia y el Lector impenitente que igual dialoga
mantenga viva la curiosidad por saber qué paraguas, a esa cubierta endurecida, con Joyce, indaga a Saramago, dialoga
va a suceder durante los veinte años que el trasiego por la existencia va con Osho y devora La Pulga en la Oreja
siguientes. Al límite del cumplimiento del dejándonos. o Poetintos, cuando a su editor le da la
plazo, observe con cuidado las fisuras, real gana de entregarlo, practica la Óscar Zapata, el ex-juez de la surcos, oquedades y descubra los rasgos de amistad con similar aplicación. Artista República, ex-gerente de las empresas esta críptica caligrafía animal. No lea el del pincel, del violín y del volante, públicas locales, ex-alcalde municipal, libro sino los caprichosos trazos del vira en cualquier momento hacia en uso de buen retiro, sólo reivindica depredador de papel. Intente una historia destinos inéditos sin el preaviso de su condición esencial de diletante, de breve sobre los resultados de la luces direccionales ni el auxilio a alegre gocetas existencial, de plácido experiencia.”destiempo del espejo retrovisor.observador de la comedia humana,
Apenas circulando los primeros desde la atalaya privilegiada del Celebro y presento, complacido, al
ejemplares, Raúl Echeverri Molina, tiempo, distante del bien y del mal. igual que en reciente ocasión, la
copartícipe del entusiasmo del autor, Con sensible olfato caza-personajes y satisfacción del escritor y la alegría de
encontró en su multitemática caza-episodios, mide el discurrir del sus innumerables amigos y lectores
biblioteca, un poemario de Juan mundo a partir de la localidad. En sus ante la aparición pública de sus
Aurelio García, con la edad calculada libretas de apuntes, con caligrafía minificciones, en edición de libro de
en el texto transcrito. Al abrirlo, halló impecable y destino incierto, consigna bolsillo, con 40 píldoras de narrativa y
“las fisuras, surcos, oquedades…los los resultados de su constante reflexión esenciales.
rasgos de esta críptica caligrafía animal” pesquisa. De ellas nacieron las Comparto con ustedes, a manera de que en misterioso juego con los versos columnas de prensa, y se originan cierre, un episodio relacionado con del poeta, nos han dado, al autor de ahora los artículos para Calarca.net, este Ejercicio Literario de Óscar, “la caparazón…” y a sus cómplices cuyo nombre, detrás de cámaras, incluido en la edición: “Acérquese a una lúdicos, un gozo memorable.describe bien la actitud de su autor. librería y compre un libro. Sin leerlo,
l narrador quindiano José deseen aproximarse a sus textos. El
Raúl Jaramillo Restrepo, con consecuente oficio de José Raúl, desde Eel título de su libro, se cuando Rampa Editores publicó su
adelanta a olvidos literarios donde se primer libro de microrrelatos, Textos
precipitan, tarde o temprano, la mayor breves, es una actividad que lleva a
parte de obras y autores. Para su cabo pensando más en los perfumes
trabajo narrativo, no pretende del olvido que en cualquier fugaz
perennidad. En el ensayo Los reconocimiento literario. Su carencia
demasiados libros, Gabriel Zaid nos de prisas para escribir y publicar, le
descompone al informarnos que: “La hacen uno de los narradores que,
humanidad publica un libro cada minuto. dentro del género, logra un lenguaje y
Los libros se publican a tal velocidad que un estilo capaces de invalidar largos Cada uno de los 46 microrrelatos que nos vuelven cada día más incultos. Si uno relatos y discursos extensos, para componen este breve libro, donde el leyera un libro diario, estaría dejando de resaltar la esencia y los silencios ser humano se encuentra diseccionado leer cuatro mil, publicados el mismo día. expresivos característicos del en sus temores y codicias, en sus Es decir, sus libros no leídos aumentarían minicuento. Sosegado y púdico sueños y pesadillas dentro de una cuatro mil veces más que sus libros leídos. maestro de la minificción en sociedad igual de descompuesta, Su incultura cuatro mil veces más que su Colombia, en este nuevo libro, Textos reúne las cualidades formales que el cultura”. No es recomendable para para el olvido (Cuadernos Negros narrador norteamericano Paul escritores arrogantes, adictos a la Editorial, Calarcá, 2009) José Raúl Theroux, maestro de la ficción súbita, nombradía mediática, multiplicar por Jaramillo presenta minificciones señala para el género: “Minuciosamente dichas cifras los olvidos en que van a sutiles en su temática, de impecable pensado en sus efectos, su distribución y sumirse con toda su producción pureza idiomática y minuciosa elipsis su duración”. A Jaramillo Restrepo, literaria. que demuestran su hábil, paciente y reconocido y exigente corrector de
depurador manejo de la fractalidad, la De aquí el respeto que los estilo y de textos, con certeza, no lo fugacidad y la tensión al elaborar cada minicuentistas sienten por sus olvidarán tan pronto quienes lean sus minicuento. lectores. Por el tiempo de quienes minificciones.
Textos para el olvidoPor: Umberto Senegal
Textos para el olvido
Editorial Cuadernos
Negros
2009
Calarcá