la angustia como posibilidad de salto a la trascendencia

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Trabajo escrito La angustia como posibilidad de salto a la trascendenciaEstudiantes Esteban Droguett Octavia Acosta Carol Berrios Mauricio Araya Profesores Cristóbal H. Ossa Renato Aicardi A. Fecha de entrega 30 de junio de 2015

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Sin duda hoy estamos en una época ante la cual el hombre se encuentra cada vez más lejos de sí. Una época donde no importa quién eres, sino qué haces y cómo lo haces, lo cual ha provocado un distanciamiento del hombre consigo mismo y ha generado mentalidades centradas en la mera producción material. Esto se traduce en la rutina del ser humano y el centramiento en sus afanes. Pero, el problema se encuentra en el momento en que el hombre deja de preguntarse por su propio ser, evita las inquietudes existenciales, o esquiva el encontrarse con su mismidad, por miedos o por simple desinterés.En este ensayo proponemos la angustia como una posibilidad de salto a la trascendencia, entendiendo la angustia como un estado anímico radical que hace patente la nada. En esta última es donde finalmente el hombre logra dejar al descubierto su propio ser, luego de desprenderse de todo lo que existe, poniendo los entes en una especie de entre paréntesis y manifestándose el ser en todo su esplendor.Por lo tanto, aquí se apela a que el hombre debe dejar de malentender la angustia como instancias de la vida en la que éste entra en desesperación y agonía, sino más bien entenderla como un estado diferenciado de la pena o la melancolía, hallándose el hombre penetrado por una especial tranquilidad y llevándolo a encontrarse con la mismidad de su ser. Un estado que lo lleva a la reflexión de una posibilidad de ser, lo cual implica un escogerse a sí mismo, y optar por tomar determinadas actitudes frente al existir.

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Trabajo escrito

“La angustia como posibilidad de salto a la trascendencia”

Estudiantes Esteban Droguett Octavia Acosta Carol Berrios Mauricio Araya

Profesores

Cristóbal H. Ossa Renato Aicardi A.

Fecha de entrega 30 de junio de 2015

Resumen

Sin duda hoy estamos en una época ante la cual el hombre se encuentra cada vez más lejos de sí. Una época donde no importa quién eres, sino qué haces y cómo lo haces, lo cual ha provocado un distanciamiento del hombre consigo mismo y ha generado mentalidades centradas en la mera producción material. Esto se traduce en la rutina del ser humano y el centramiento en sus afanes. Pero, el problema se encuentra en el momento en que el hombre deja de preguntarse por su propio ser, evita las inquietudes existenciales, o esquiva el encontrarse con su mismidad, por miedos o por simple desinterés. En este ensayo proponemos la angustia como una posibilidad de salto a la trascendencia, entendiendo la angustia como un estado anímico radical que hace patente la nada. En esta última es donde finalmente el hombre logra dejar al descubierto su propio ser, luego de desprenderse de todo lo que existe, poniendo los entes en una especie de entre paréntesis y manifestándose el ser en todo su esplendor. Por lo tanto, aquí se apela a que el hombre debe dejar de malentender la angustia como instancias de la vida en la que éste entra en desesperación y agonía, sino más bien entenderla como un estado diferenciado de la pena o la melancolía, hallándose el hombre penetrado por una especial tranquilidad y llevándolo a encontrarse con la mismidad de su ser. Un estado que lo lleva a la reflexión de una posibilidad de ser, lo cual implica un escogerse a sí mismo, y optar por tomar determinadas actitudes frente al existir.

La angustia como posibilidad de salto a la trascendencia Si bien la época moderna ha sido considerada por muchos como un periodo de progreso para la humanidad, debido a la tecnologización y a las facilidades que brinda la ciencia al hombre, otros han realizado fuertes críticas a ésta y a la mentalidad que se ha forjado tras la gran influencia del positivismo. Uno de estos críticos ha sido Heidegger (1958) quien en su texto “La época de la imagen del mundo” hace patente cómo el hombre tras ciertos procesos como la desdivinización, el desarrollo de la técnica, la modernización de la ciencia, entre otros aspectos, se ha posicionado enaltecidamente como conocedor de todo. Una posición en la que se ha establecido al sentirse capaz de intervenir y controlar lo existente, en base a la experimentación, el método y la técnica. Pero tal como lo plantea Heidegger (1958) el hombre sólo puede hacer representaciones del mundo o de los entes, no hay un abarcamiento pleno de las cosas, en tanto que totalidades. Es a lo inaccesible e incalculable a lo que este filósofo ha llamado sombra, lo cual es, está presente, pero no es revelado a nuestros ojos ni a nuestro entendimiento. Así también, otro aspecto importante al que Heidegger (1969) hace mención, en su escrito “¿Qué es la metafísica?”, es al hecho de que hasta nuestra misma existencia se ha visto determinada por la ciencia, ya que las cosas son en tanto que el hombre les otorga la condición de ser, y todo lo que se ha establecido como existente en los tiempos modernos es finalmente a todo lo que la ciencia ha logrado acceder. Todo lo que queda fuera de las representaciones se ha considerado comoNada, algo que no es, que no tiene representación o consistencia material. Por ende, aquí surge el primer problema, la vaga concepción que se ha tenido de la Nada. Esto, por lo demás, ha gatillado en Heidegger (1969) plantearse el problema de la Nada asociándolo a la angustia como estado anímico radical que hace patente la Nada, y permitiendo de este modo que el ser resplandezca. En otras palabras, como se trabajará en este ensayo, Heidegger (2005) apela al desocultamiento del ser y a la importancia de este ser que se pregunta por el propio ser. Además, este filósofo en sus escritos deja de manifiesto la pérdida del fundamento filosófico tanto de la ciencia como del hombre moderno, sólo se ha procurado llegar a lo desconocido por medio de lo conocido, la producción de conocimiento se ha establecido en base a lo mero ente, y lo demás nada, como dice Heidegger (1969). Se han olvidado las cuestiones metafísicas vitales para el hombre, las preguntas esenciales en cuanto animal metafísico, y lo que es peor aún, el ser humano se ha distanciado de su propio ser. El hombre moderno sólo vive y produce de acuerdo a sus roles y labores, está cegado en sus afanes, y no es capaz de ocuparse de su mismidad, está sumido en la superficialidad y la banalidad, como diría Kierkegaard (2001), la modernidad es una época reflexiva y desapasionada, pero el problema es hacia qué apunta esa reflexión humana, en qué está centrada la razón y las preguntas fundamentales que ha dejado de lado.

En definitiva todas estas cuestiones son las que se pretenden tratar en este ensayo, proponiendo el retorno del hombre sobre sus cuestiones existenciales fundamentales, como primer paso hacia una posterior apertura del ser hacia al mundo y un trascender existencial. Por lo tanto, la premisa que aquí se propone es: “La angustia como posibilidad de salto a la trascendencia”. Para comprender cómo la angustia puede llevarnos a este salto, resulta necesario poner de manifiesto este particular temple anímico en comparación a otros temples y su relación con el ente en total y con la Nada. En la vivencia cotidiana el Dasein se halla en medio delente en total, más le es imposible captar absolutamente al ente en sí. De este modo, en la cotidianeidad nos relacionamos con un ente determinado u otro, pero a pesar de esa selectividad siempre estamos abarcando al ente en total aunque sea como una sombra, como nos relata Heidegger (1969). Ese Todo en el que nos encontramos, agitándose en ciertos momento, puede hacerse patente sobregociendonos ante él mediante ciertos estados de ánimo. Es el caso del verdadero aburrimiento, que no evoca esa sensación de aburrimiento con un objeto tan concreto como un libro o un programa de televisión, sino a la sensibilidad pura de estar aburrido. Heidegger especifica: “El aburrimiento profundo va rodando por las cimas de la existencia como una silenciosa niebla y nivela a todas las cosas, a los hombres, y a uno mismo en una extraña indiferencia” (Heidegger, p.45, 1969). Lo cierto es que estas experiencias, estos episodios en donde percibimos al ente en total, representan “el acontecimiento radical de nuestro existir” (Heidegger, p.46, 1969). Cuando se está atemperado, estando en un estado de ánimo en que nos sensibilizamos ante el ente en total, precisamente se nos oculta la Nada. Si estos temples de ánimo nos hacen patente el Todo, pues bien, Heidegger (1969) se pregunta “¿Hay en la existencia del hombre un temple de ánimo tal que le coloque inmediatamente ante la nada misma?” (Heidegger, p.46, 1969) es decir, ¿Podemos ser sensibles a la negación del ente en total que pueda colocarnos en “sintonía” con la Nada? Existe un acontecimiento posible, a pesar de ser difícilmente real por algunos momentos, mediante el temple de ánimo radical que representa la Angustia. Pero, ¿En qué consiste esta idea de Angustia tan alejada de la que en el diario vivir hacemos alusión? Kierkegaard (2007), en El concepto de la angustia, da ciertas claves para responder a dicha pregunta. Para este ensayo utilizaremos la revisión de Grön (1995) respecto a la obra ya mencionada. En primer lugar, parte por definir a este particular estado de ánimo como una reflexión, diferenciándola claramente de otros temples con los cuales se podría confundir, como por ejemplo, la pena. Y nos explica: “Mientras que en la pena el hombre queda ligado a lo que le apena, en cambio en la Angustia puede relacionarse con la pena.” (Grön, p.16, 1995). Por lo que, al poder relacionarse con otros sentimientos el ser humano en laAngustia puede pensar en otros estados de ánimo en los que se encuentre, por ejemplo, estando angustiados podemos pensar en que tenemos pena, el porqué de ella, y cómo afrontarla.

Esto sería posible, ya que, según Grön (1995) Kierkegaard afirma que la Angustia se encuentra separada del objeto que la provoca, y es justamente ésta segunda característica de la Angustia, la que da posibilidad a la primera, la de la reflexión antes mencionada. Al poder el ser humano alejarse del estado en el que se encuentra él mismo, cuando se está sumergido en la Angustia radical, se le presenta una posibilidad. Por eso Grön (1995) señalando el pensamiento de Kierkegaard, afirma que tanto la angustia como la imaginación tienen un cierto parecido, ya que ambas evocan una cierta posibilidad. Esto a su vez tendría que ver con una tercera característica de laAngustia, su relación con el tiempo. Según Grön (1995) Kierkegaard afirma que la Angustia siempre involucra una reflexión sobre el tiempo, debido a que laAngustia abre las puertas precisamente al futuro o a la posibilidad, pero no podemos abrir dichas puertas sin antes haber existido en un pasado, por lo que siempre ésta posibilidad que nos da la Angustia se encuentra comprendida en una relación con el pasado. Así, pasado y futuro necesariamente se enfrentan en dicho temple. Debido a lo mencionado con anterioridad, Grön (1995) afirma que Kierkegaard caracteriza la Angustia por su ambigüedad. Y la fórmula dice: “laAngustia es una antipatía simpática o una simpatía antipática” (Grön, p.17, 1995). Esto debido a que la Angustia está tan alejada de su objeto, como pudimos constatar con sus anteriores características, que es comprensible preguntarnos si acaso este temple radical de ánimo tiene o no un objeto. Aquí es donde Kierkegaard (2007), al igual que Heidegger (1969) concuerdan en que el objeto de la Angustia es precisamente la Nada. La Angustia transmuta al hombre en su puro existir, captando la Nada, que se descubre en esta Angustia, sin aprehensión. En esta el ente en total se torna caduco dado que la Nada se manifiesta con y en el ente, en tanto que éste se nos escapa en total; la Nada deriva en que se haga patente el todo, lo que a su vez posibilita un salto, la trascendencia. Ya que está separado de su objeto, y que éste es nada más y nada menos que la Nada, en la Angustia el ser humano se relaciona con una posibilidad, pero no cualquier posibilidad, sino que su posibilidad. Esta es una posibilidad especial de relacionarse el ser humano por sí mismo y es así como el hombre puede descubrirse a sí mismo como un Yo. Por eso Grön (1995) afirma que para Kierkegaard la Angustia se debe comprender como un fenómeno que forma parte de la existencia humana, de una forma tan imprescindible que determinar qué es la Angustia, nos lleva a comprender inevitablemente a su vez qué es el ser humano. Por lo que la Angustia tendría la increíble capacidad de mostrarnos que “el ser humano es un yo enfrentado con la tarea de devenir sí mismo.” (Grön, p.18, 1995). De acuerdo a lo descrito, es bueno que entendamos al hombre como una tensión entre la inmanencia y la trascendencia. Esto quiere decir que, si bien el hombre por un lado debe volver sobre sí, también debe salir del plano inmanente y trascender, es decir, lograr despertar al mundo entendiéndose como una cuestión existencial. Kierkegaard (2007) habla de este acontecimiento como el instante, refiriéndose a ese punto en el que el hombre logra

comprenderse a sí mismo como un problema, un problema que por lo demás, como se ha mencionado, es una posibilidad de ser. En este instante es donde el hombre logra despojarse de todo lo ente y llegar a la desnudez más pura de su propio ser. En otras palabras al angustiarse y encontrarse suspendido en la nada, desprendido de todo lo que le rodea y todo lo que lo material que lo conforma, el hombre da el paso elemental para comprenderse como existencia, como Dasein, como ser que trasciende lo ente y se sostiene en la nada, parafraseando a Heidegger (1969). tras este acontecimiento existencial, el hombre puede entenderse a sí mismo y, por decirlo así, elegirse. Enzo Paci en el prólogo de “¿Que es la metafísica?” señala “El significado más profundo del existencialismo está en esto: en haber descubierto el plano de la existencia como un momento en sí autónomo y conclusivo, como absoluta y pura problematicidad, como inquietud profunda que se ahonda en sí misma y no quiere pedir paz ni salvación”(Pazi, p. 9, 1969). Lo que hace el existencialismo es abordar una dimensión de la vida del ser humano y hacerlala dimensión, que es preciso mirarla cara a cara, es decir, vernos en un espejo y entendernos desde ella. Ese es el único modo de percibirnos como totalidad, hacernos uno con nosotros mismos. Pero esta dimensión de la Existencia y su teorización desde el existencialismo es ignorada, evadida o desechada pasiva y/o tormentosamente por gran parte de los seres que están ahí. Basta con conocer las connotaciones y sentimientos que genera el existencialismo entre las personas. Sartre enEl existencialismo es un humanismo escribe “El reproche esencial que nos hacen, como se sabe, es que ponemos el acento en el lado malo de la vida humana. Una señora de la que me acaban de hablar, cuando por nerviosidad deja escapar una palabra vulgar, dice excusándose: creo que me estoy poniendo existencialista. En consecuencia, se asimila fealdad a existencialismo”(Sartre, p. 10, 2007) Son los existentes inauténticos de Heidegger. Ante la Existencia, esa nada que nos angustia en medio de la absurdidad del mundo, que se hace patente como sensibilidad ante el mínimo descuido, siempre al acecho, el hombre evade su constitución, su drama, reduciéndolo a una mera conservación biológica y haciendo de su existencia algo útil ante la realidad exterior. “El mundo se resuelve para nosotros en su utilidad, en su manejabilidad”(Pazi, p. 11, 1969) Nos interesa lo que ocurre en el mundo porque nos da miedo, es una amenaza constante y por ello nos preocupa poder sobrevivir de cualquier modo. También la distracción enajenadora, la absorción que provocan en nuestro tiempo las tecnologías de socialización y nuestro estilo de vida vertiginoso propia de la modernidad explotada, permiten olvidarnos de nosotros, perecer ante la contingencia y perdernos en la vorágine social. El existente que evade su existencia procede haciéndose utilitario ante la sociedad, continúa sin un porqué, sin un fin, sin significación propia a la absurdidad, reproduciendo pasivamente el sentido que “la humanidad” dicta en su devenir histórico. Las personas que estamos siendo en este instante histórico, debido a lo que han hecho con nosotros nuestros antecesores y su cultura, hace que nos dificulte la empresa existencial de enfrentarnos a la tarea de la mismidad. Tomando lo que dice Kenneth J. Gergen en “El Yo saturado” (1992), la Posmodernidad está presente en la configuración de la subjetividad de las personas. La conciencia posmoderna producto de lastecnologías de saturación social que nos absorbe en lo social cada vez con menos retorno, puede ser comprendida básicamente

como entidades homologables a máscaras, donde cada una salta a escena según el otro contingente, que determina qué máscara es la requerida, pero sin un actor detrás de ellas. No hay actuación puesto que no hay un Yo que manipule a través de la relación. La identidad de la persona se halla fragmentada en Yoes, carente de un “algo” que los unifique más allá de compartir el mismo cuerpo. Esto abre las posibilidades y las capacidades de los seres humanos de un modo crítico. Nos hemos liberado de esa identidad esencial represora y de la necesidad de coherencia, para tirarnos a la piscina de las experiencias, el entretenimiento, la expansión de las capacidades y el conformismo social. Las condiciones sociales nos imposibilitan cada vez más comprendernos como sujetos, individuos esenciales, ordenados, coherentes, simples, constantes y autónomos como pretendía la modernidad. Pero en el mundo de la posmodernidad, sus habitantes no Existen, puesto que no poseen mismidad, unYo. No hay nada que unifique y de sentido de unidad a esa dinámica adaptación a la contingencia social aparentemente sin límites. De allí lo importante de la dimensión de la Existencia, que vendría a tensionar al hombre posmoderno, que cada vez más está entre nosotros, nosotros mutamos en él y es en lo que la humanidad está deviniendo. En el ejercicio de la cotidianeidad, la preocupación por nuestra seguridad muta en preocupación en nosotros mismos ante el más leve pensamiento que tenga por objeto la finitud del hombre. Surge la Angustia y en ella las máscaras se comprenden como unidad. El Dasein, que es posibilidad nunca concretada, siempre inacabado, y de estructura histórica y temporal (Cataldo S, 2013), comprende su mismidad, ser alguien detrás de las contingencias, de los yoes, sólo cuando revela sufinitud. El Dasein ante su "darse cuenta" de su finitud es emplazado a percibir sus acciones no como meros instantes fragmentados, sino dotados de coherencia, y no se percibe a sí como una nada relacional o una suma de máscaras sociales, sino como un alguien y detrás de esas máscaras, se comprende como un actor, molesto ya de ejercer el oficio. La Angustia que revela la Existencia nos saca de la inmersión del mundo social puesto que hace dirigirnos hacia nosotros, nos individualiza irremediablemente y nos revela lo trascendente en nosotros, esa nada que es existencia y que en ella puedo percibirme como totalidad. De esto se desprende la necesidad de superar ese agrado pasivo y banal que caracteriza a la sociedad de hoy, dependientes del mercado y la sobresocialización si es que aun el ser humano siente curiosidad por lo que es y el sentido del mundo: su otro plano, el del error, el de la Existencia, el de laNada. EnAngustia es cuando trascendemos a lo que hemos estado siendo, donde ha estado nuestra atención, para sentir—según Heidegger— y reflexionar —según Kierkegaard— lo otro que somos, y desde aquel “despertar” en términos Jasperianos, hacernos uno, desesperanzarnos, y desde allí, solo desde allí, inhalar el sinsentido y vomitar rebeldía, despertando un brutal, despiadado y danzante alma volitiva.

Referencias Cataldo Sanguine, Gustavo. Existencia e historicidad: El problema de la identidad en Martin Heidegger. Ideas y Valores [online]. 2013, vol.62, n.153, pp. 31­44. ISSN 0120­0062. Heidegger, M. (1958). La época de la imagen del mundo. Ediciones de los Anales de la Universidad de Chile. Heidegger, M. (1969). ¿Qué es metafísica?. Livraria Duas Cidades. Heidegger, M., & Rivera, J. E. (2005). Ser y Tiempo. Editorial Universitaria. Kierkegaard, S. (2001). La época presente. Editorial Universitaria. Kierkegaard, S., & Rivero, D. G. (2007). El concepto de la angustia. Alianza Editorial. Gergen, K. J.(1992), El yo saturado. Dilemas de identidad en el mundo contemporáneo. Barcelona: Paidós. Grön Arne (1995). El concepto de la angustia de la obra de Kierkegaard. Thémata. Revista de filosofía. Sartre, J.P. (2007). El existencialismo es un humanismo. Editorial Folio.