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1 INDICE Introducción Problema de investigación Capitulo 1 El cuerpo y la imagen corporal 1.1 El cuerpo 1.1.1 Antecedentes 1.1.2 Miradas en torno al cuerpo 1.2 Imagen corporal 1.2.1 Esquema corporal 1.2.2 Imagen inconsciente del cuerpo 1.2.3 El lenguaje del cuerpo Capitulo 2 El encierro del cuerpo femenino 2.1 Cuerpo femenino en encierro 2.2 Antecedentes históricos: Centros de readaptación Social en México 2.2.1 Centros Femeniles de Readaptación Social Capitulo 3 Posturas en torno al consumo de drogas 3.1 Entrando en materia de las adicciones 3.1.1 Diferencias de género en el consumo de drogas 3.1.2 Estadísticas de consumo 3.1.3 Tratamientos en torno al consumo de drogas de población en reclusión. Capitulo 4 Imagen corporal en mujeres que consumen drogas 4.1 Subjetividad femenina

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INDICE Introducción

Problema de investigación

Capitulo 1

El cuerpo y la imagen corporal

1.1 El cuerpo

1.1.1 Antecedentes

1.1.2 Miradas en torno al cuerpo

1.2 Imagen corporal

1.2.1 Esquema corporal

1.2.2 Imagen inconsciente del cuerpo

1.2.3 El lenguaje del cuerpo

Capitulo 2

El encierro del cuerpo femenino

2.1 Cuerpo femenino en encierro

2.2 Antecedentes históricos: Centros de readaptación Social en México

2.2.1 Centros Femeniles de Readaptación Social

Capitulo 3

Posturas en torno al consumo de drogas

3.1 Entrando en materia de las adicciones

3.1.1 Diferencias de género en el consumo de drogas

3.1.2 Estadísticas de consumo

3.1.3 Tratamientos en torno al consumo de drogas de población en reclusión.

Capitulo 4

Imagen corporal en mujeres que consumen drogas

4.1 Subjetividad femenina

 

4.2 Imagen corporal y el consumo de drogas

4.3 Cuerpo femenino y el consumo de drogas

Capitulo 5

Metodología

5.1. Relevancia del estudio

Objetivo general

Objetivos específicos

Supuesto metodológico

Tipo de estudio

Duración del estudio

Descripción de la muestra

Criterios de inclusión

Criterios de exclusión

Procedimiento

Instrumento

5.1.1. Análisis de datos:

Categorías

-Cuerpo

-Imagen corporal

-Consumo de drogas

Discusión

Propuesta: Taller de Expresión Corporal

Bibliografía

Anexos

Anexo 1: Consentimiento informado

Anexo 2: Guía de entrevistas

 

Anexo 3: Descripción del lugar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PROTOCOLO DE INVESTIGACIÓN 

 

TITULO DE LA INVESTIGACIÒN:  

“La imagen corporal y el uso de drogas: estudio de caso de la experiencia subjetiva del cuerpo”

RESUMEN 

La presente investigación explora la experiencia subjetiva del cuerpo en la trayectoria con el uso de drogas a través de la entrevista a profundidad. Se planteo a las participantes (2) “Hablar de si mismas y contar su experiencia con el uso de drogas”. La estrategia analítica se diseño con base en categorías de análisis. La estrategia analítica mostrará que el discurso es un recurso óptimo para la exploración de los procesos de subjetividad que articula modos de haber sido y ser cuerpo constitutivos de la existencia. Desde el punto de vista de la imagen corporal, la trayectoria con el uso de drogas deviene en una relación de saber-poder con el propio cuerpo, donde la experiencia subjetiva se entreteje en una red de controles y normas sociales. En la presente investigación se pretende que el análisis del cuerpo como experiencia enriquezca la comprensión de prácticas como el uso de drogas.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA: 

El consumo de drogas en la actualidad se ha constituido como una de las problemáticas sociales más importantes; y cuando se habla de mujer y consumo de drogas éste toma diferentes matices; pues según se ha revisado no existe la menor duda que las mujeres con problemas de adicciones presentan un reto a los estereotipos culturales y sociales definidos como expectativas de las mujeres aceptables "normales".

En forma clara en relación con los hombres, las mujeres adictas tienden a experimentar un estigma (Goffman, 1993), que es más estresante y más destructivo que el que sufren los hombres. Además con el estigma asociado las mujeres adictas está la noción de que la mujer que bebe es sexualmente promiscua (Leigh, 1995).

Específicamente, para la mujer con problemas de adicciones temas fundamentales tales como la tensión doméstica, la violencia en la familia, el conflicto con el rol sexual, el uso de drogas recreacional, la heterogeneidad de la mujer como un grupo social, la necesidad de tener una perspectiva sensible al género y una discusión de todos sus problemas permanece oculta (Romero, 1995).

 

Por otro lado, la criminóloga norteamericana L. Maher, sostiene que las investigaciones sobre las mujeres consumidoras sugieren que la cuestión drogas/criminalidad es mucho más compleja para la mujer que para el hombre ya que esta relación parece estar mediatizada por cuatro variables específicas de género, a saber: “a) las mujeres son más propensas a consumir drogas lícitas; b) la prostitución se convierte en una fuente adicional de ingresos para la mujer; c) algunas mujeres son abastecidas de drogas por sus esposos o compañeros; y d) hasta cierto punto, las oportunidades de distribución y venta están más abiertas a la mujer” (1990:114).

La importancia que tiene para la mujer, en su condición de mujer, “el temor al abandono, el desafecto, en síntesis, la búsqueda de aprobación por parte del hombre” (Segura Escobar, 1991:96)

Se ha venido haciendo referencia a cómo se concibe a las mujeres con consumo de drogas y han surgido cuestionamientos ¿Qué sucede con el cuerpo de una mujer bajo encierro corporal y el consumo de drogas?, ¿Cómo vive el cuerpo de una mujer el consumo de drogas?

Se entiende al cuerpo como un territorio lo que significará que nos reencontremos con lo que somos personas que habitamos cuerpos y que este marca nuestra identidad. No sólo se vive en un espacio territorial físico geográfico, que esta a su vez categorizado por clases y posiciones sociales, vivimos en territorio personal y existencial que es nuestro propio cuerpo, quien actúa como el territorio de nadie para marcar las fronteras entre nuestro espacio externo social y nuestro espacio interno subjetivo. El cuerpo es la vía de conexión entre ambos terrenos. Pero el cuerpo no es una línea fronteriza imaginaria, es un territorio en sí mismo, posee marcas históricas, huellas, zonas valoradas y subvaloradas tiene un rostro que actúa como insignia, posee relieves, temperaturas que cambian.

De esta forma, la presente investigación se llevó cabo en el Centro Femenil de Readaptación Social del Distrito Federal, con internas que participan en el Programa de Atención en Conductas Adictivas.

JUSTIFICACIÓN   

Los datos de la Subsecretaria de Sistema Penitenciario señalan que la población con problemas de adicción asciende a 60 por ciento del total en los reclusorios capitalinos [La Jornada, 2002]. Por otro lado, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal emite un diagnostico en el que especifica que la población masculina que consume drogas representa el 16 por ciento de todas las personas recluidas, frente a menos del 2 por ciento de las mujeres con ese hábito. Asimismo, señala que el grado de adicción es mayor en los hombres: casi la mitad consume diariamente alguna droga,

 

mientras que en las mujeres esa proporción equivale a la cuarta parte (CDHDF, 2005). En este sentido, es necesario mencionar que la Subsecretaria de Sistema Penitenciario no ha emitido cifras oficiales de la población que consume drogas.

El porcentaje de internos que consumen algún tipo de droga es elevado, los programas encaminados para atacar el consumo de drogas al interior de los reclusorios actualmente son llevados a cabo por instituciones como Monte Fénix, Oceánica y por la propia Subsecretaria de Sistema Penitenciario.

Los anteriores datos son muestra clara de un fenómeno de grandes dimensiones y en la que en la institución encargada de la readaptación, entendiendo que la “readaptación social “no implica repersonalización o cambio en la forma de ser lo único que significa es el intento de dejar de delinquir, que no lesione a la sociedad cometiendo otro delito y se dañe a sí mismo con otra sentencia condenatoria. (Garcidorasco, 1999], también se hace cargo de estas problemáticas.

Asimismo la falta de estudios centrados en el consumo de drogas con perspectiva de genero en reclusión, aún más la invisibilidad de la temática cuerpo y drogas en reclusión ponen de manifiesto la necesidad de una investigación de tipo cualitativo para comprender el fenómeno.

MARCO TEORICO 

Se conceptualiza a las personas como unidades pluridimensionales, capaces de tomar una postura personal frente a lo que les sucede, no solo reaccionando frente a los condicionamientos bio-psico-sociales, sino dando respuestas con sentido a lo largo de la vida.

Se Entiende a las adicciones como una problemática compleja, pensable desde la teoría de sistemas, en donde están incluidos los aspectos individuales, familiares, el medio ambiente, que provocan los vacíos estructurales del individuo.

Si bien con diferencias, estas personas y sus familias están atravesadas por situaciones que van desde violencia extrema, abuso sexual, falta de límites, descontrol, impulsividad, compulsividad, situaciones psicológicas de abandono o desamparo, falta de sostén ambiental. De esta forma el abuso de sustancias intentará suplir los grandes vacíos estructurales.

La concepción de cuerpo constituida de una parte interna y subjetiva, que pone en evidencia cómo se construye la imagen corporal que cada uno mantiene sobre su propio cuerpo, nos permite entender cómo la sociedad y el medio externo, es decir, la dimensión social, puede afectar, influir y hasta

 

determinar dicha imagen subjetiva. Además, lo simbólico expresado fundamentalmente en el lenguaje, actúa como un hilo conductor entre las otras dos dimensiones –social y subjetivo- permitiendo un acercamiento integral de la experiencia corporal.

La imagen del cuerpo se va construyendo mediante la comunicación entre sujetos, en las relaciones intersubjetivas, y la primera relación intersubjetiva es con la madre y el padre, es allí donde se comienza a inscribir el deseo de ese sujeto, en aquello que porta los padres de la cultura y donde comienza el niño y su cuerpo a reconocerse y comenzar a insertarse en lo social. Es de la relación a Otro en sus momentos inaugurales que el cuerpo del infans queda entramado en un orden que hará lazo social.

Esquema corporal: alude principalmente a la relación que se establece entre el individuo y su entorno. Aquí se incluye la percepción, los sentidos, nuestras posturas y movimientos; nuestro cuerpo como vehículo de conexión con el mundo, etc.

La imagen corporal seria una representación (en parte consciente y preconsciente y en parte inconsciente) del cuerpo propio, que tiende a adoptar una estructura como unidad, y es construida desde la vida pulsional (que arma una anatomía fantasmática) y desde la experiencia perceptual y cultural (mediadas a su vez por la dinámica libidinal) a la vez que esta sujeta a un proceso permanente de transformación.

La narrativa como actividad de creación de sentido es constitutivo de la subjetividad. Es a través del lenguaje como la subjetividad constituye un proceso de apropiación de la realidad.

Subjetividad es alteridad y pluralidad, es el producto específico de múltiples modos de subjetivación y procesos dialógicos, el espacio de construcción de cada sujeto.

Cuando se haga referencia a la subjetividad se hará pensando en aquella noción que se refiere a aquellos procesos que producen y son producidos por el mundo simbólico humano, comprendida como multiplicidad como procesos producidos históricamente y tramados desde las redes institucionales que trascienden y anteceden al individuo. Este aspecto transindividual tiene que ver con la idea de sujetación y con la noción de lo inconsciente. (Baz, 2002)

Los anteriores son conceptos básicos que posteriormente se desarrollarán con detalle.

 

Capitulo 1 

El cuerpo y la imagen corporal

1.1 El cuerpo

1.1.1 Antecedentes

Para situarse en el contexto del cuerpo entendido como una construcción social, simbólica y subjetiva, es necesario hacer un recorrido sistemático por las distintas líneas, visiones y perspectivas que han ido desarrollando diversas concepciones del cuerpo dentro del ámbito de las ciencias sociales. Es muy probable que se encuentre múltiples discursos referentes al cuerpo y que muchos de ellos mantengan fuertes controversias y antagonismos. Sin embargo, la idea central de este capítulo es permitir un acercamiento general a dicha temática. Hoy en día el tema del cuerpo se ha masificado y sin duda se ha divorciado de su comprometedora relación con la biomedicina. Distintas líneas y corrientes han ido desarrollando innovaciones en las formas de acceder a las epistemologías relativas a lo corporal y se han ido acercando tanto a las dimensiones subjetivas como sociales, que van reconceptualizando la noción de cuerpo simbólico. No es posible nombrar aquí cada una de ellas, pero sí creo importante mencionar los procesos que Baz (2000) reconoce como esenciales para comprender el interés por el cuerpo en nuestra sociedad capitalista, a saber, la emergencia del feminismo, la degradación ecológica, el desarrollo de la medicina y el auge de la visión mercantil del cuerpo.

Una de las discusiones filosóficas que atañe directamente el tema del cuerpo es sin duda la relación dualista concebida entre alma y cuerpo, que sustenta nuestra tradición cultural.

Si se hace referencia a los griegos, nos encontramos con dos percepciones relativas a este dualismo. La visión platoniana, donde se promueve una depreciación por el cuerpo en comparación con una idealización del alma metafísica llamada más comúnmente esencia. Surge la idea del cuerpo como prisión del alma. La segunda visión antagónica pero igualmente helénica, se centra en el culto al placer por el cuerpo; su admiración y valoración justificadas en el arte de la belleza y la estética. “Existe la postulación del gobierno del cuerpo por el alma como máxima ética, y sistemas filosóficos como el de Aristóteles, que postula al alma como inseparable del mundo natural” (Baz, 2000: 19)

 

Al entrar en la Edad Media, se puede encontrar la escolástica como forma de pensamiento filosófico predominante, que apropiando los razonamientos deductivos aristotélicos, promueve una tensa división y oposición entre un alma divina e inmortal y un cuerpo mortal y mundano.

“Esta promovería celosamente la oposición entre un alma inmortal de origen divino y un cuerpo indeseable, animal, proclive a todo tipo de tentaciones y excesos.” (Ibíd.)

Por otro lado, en ésta época y hasta el renacimiento, todavía no se imponía la división total del individuo con el cuerpo. Le Bretón (1990: 29) reconoce,

“En la civilización medieval y renacentista, el individuo no se distingue de la trama comunitaria y cósmica en la que esta inserto, está amalgamado con la multitud de sus semejantes sin que su singularidad lo convierta en un individuo en el sentido moderno”.

1.1.2 Miradas en torno al cuerpo

Esta individuación se hace manifiesta con el surgimiento de la filosofía moderna desde Descartes, quien impone el dualismo definitivo que va a marcar por completo la relación del ser humano con su cuerpo. Me refiero concretamente a la sobrevaloración que se le asigna a la razón en desmedro del cuerpo entendido como una máquina. En palabras de Descartes: “Conocí por ello que yo era una sustancia cuya total esencia o naturaleza es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno ni depende de ninguna cosa material”. (En Baz, 2000: 19)

Con este planteamiento, la razón pasa a ser el elemento por excelencia de la existencia humana, y se incluye como categoría del alma; y el cuerpo, asociado sólo con lo mundano y material, llega a concebirse como una molestia, y adopta la condición de máquina, el pensar es totalmente independiente del cuerpo y por lo tanto éste ya no es muy confiable en su percepción del medio externo.

Con el pensamiento cartesiano se impulsa, junto con otros procesos históricos que se van desarrollando, el individualismo característico de la civilización moderna. El sentido de identificarse uno mismo sólo en relacionalidad con los otros y su comunidad se transforma y cada vez el individuo se enfrenta consigo mismo para definirse como tal; la singularidad lo absorbe por completo y solo le queda su cuerpo como limite de separación con el mundo.

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“Con el nuevo sentimiento de ser un individuo, de ser él mismo antes de ser miembro de una comunidad, el cuerpo se convierte en la frontera precisa que marca la diferencia entre un individuo y otro. La individuación del hombre se da paralelamente a la desacralización de la naturaleza” (Le Bretón, 1990: 45)

El desarraigo corporal en que se posesiona el individuo, lo lleva cada vez más a una concepción de su cuerpo como algo ajeno, extraño, no-humano, ya no lo siente como parte de sí mismo; ahora sólo lo posee. El hecho de tener un cuerpo y no serlo, es una base ontológica que marca el desarrollo de la modernidad, ya que con el anatomismo se refleja un cuerpo-cadáver indigno, reducible en sus componentes a una visión científica basada en las matemáticas, es decir, el mecanicismo va a dar cuenta que ya no son los sentidos y las sensaciones formulas de acceder a la verdad, sino que ahora lo es únicamente el aparato matemático, generando finalmente una ruptura entre sentido y realidad.

Desde esta perspectiva, el cuerpo pasa a ser sólo un objeto mecánico posible de someter a los ojos de la ciencia médica. Se podría plantear entonces, que el dualismo mente-cuerpo es un eje fundamental y funcional de nuestra tradición cultural occidental, que ha servido para dar sustento a los procesos de individualismo y mecanicismo propios de nuestra sociedad racionalista. Sin embargo, corrientes más contemporáneas han intentado volver a este punto dualista para reconocer allí el factor determinante que impide un avance epistemológico en el conocimiento de lo corporal. Por ello, se ha tratado de reconsiderar ámbitos perdidos o subvalorados como son las dimensiones subjetivas, sociales y simbólicas.

La corriente existencialista de Merleau-Ponty, (1975:100) quien sostiene, desde la fenomenología, que el cuerpo es un conjunto de acciones posibles, es decir, el cuerpo es un ser-en-el mundo, ya que se sitúa en el espacio con tareas y situaciones determinadas que le van dando sentido a sus percepciones sensoriales. “El cuerpo es el vehículo de ser-del-mundo, y poseer un cuerpo es para un viviente conectar con un medio definido, confundirse con ciertos proyectos y comprometerse continuamente con ellos”

Con estas palabras, se reconoce la necesidad de eliminar el componente mecanicista de la experiencia corporal, al proponer que tanto las percepciones como las sensaciones no funcionan sólo a partir de estímulos, y que por tanto, el individuo no actúa únicamente como un sujeto pasivo frente al mundo. Incluso se sostiene que no existe un límite fronterizo entre el cuerpo y el mundo, sino que al contrario de lo que se plantea en la filosofía moderna,

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“No hay límite entre el cuerpo y el mundo, ambos son un único y mismo tejido que Merleau-Ponty llama la carne” (Bernard, 1976: 75)

El desarrollo del psicoanálisis tiene un interés central en la relación cuerpo-psique. Ya desde la psiquiatría se viene promoviendo un cuerpo que rebasa lo fisiológico al indagar en las concepciones del cuerpo subjetivo y simbólico. Se plantea que:

“Lo característico del enfoque psicoanalítico del cuerpo estriba en que rompiendo con el punto de vista del biólogo, sólo encara ese cuerpo como un fantasma producido por lo imaginario y significado por un lenguaje” (Bernard, 1976: 111)

Es decir, se reconoce tanto la dimensión subjetiva e inconsciente de la relación entre el sujeto y su cuerpo, así como también los componentes simbólicos y significantes que van dando forma a la imagen corporal que cada uno posee sobre sí mismo. En el fondo, el psicoanálisis intenta introducirse en el mundo que va más allá de lo vivido conscientemente por el cuerpo –visión fenomenológica- sumergiéndose en nuestros imaginarios y fantasmas originarios de la infancia que se dejan entrever por medio del lenguaje. Por eso, “Para el psicoanálisis no hay una realidad corporal mas allá de los significantes que ponen en escena a los objetos fantasmas de nuestro deseo. En síntesis, el cuerpo es un texto” (Ibíd.)

Los fenómenos sociales e históricos marcan por sobre todo a las concepciones socioculturales que los individuos mantienen y reproducen con relación a su cuerpo. Hasta ahora la revisión se ha centrado básicamente en las corrientes que han partido desde el cuerpo y el individuo para acercarse a su realidad y conocimiento- la fenomenología, el psicoanálisis- pero existe también toda una epistemia que surge desde el mundo externo y por tanto social que condiciona las pautas y patrones de la relación corporal que establecen las personas en la vida cotidiana. Se habla entonces del cuerpo como una construcción cultural y social, que carece de una realidad propia; el cuerpo existe en la medida que la sociedad le asigna valores y significados acordes con sus cosmovisiones y ontologías.

“Decíamos como paradoja fundamental que lo define, el cuerpo es un entorno natural pero está a su vez socialmente constituido. Al mismo tiempo, la cultura muestra en todos sus aspectos las consecuencias de nuestra corporeidad. Es decir, cuerpo y cultura se implican mutuamente.” (Baz, 2000: 99)

Desde esta perspectiva y retomando los procesos nombrados, se puede identificar que con el feminismo se asienta el debate sobre las construcciones

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sociales relativas a los sexos y por tanto a los cuerpos, reconociendo cómo éstas construcciones mantienen cargas valóricas asimétricas. Por su parte, la degradación ecológica refleja la preocupación por la supervivencia tanto del ser humano como de su entorno que atañe directamente su campo corporal. Con el desarrollo tecnológico de la medicina y su masificación social, (aunque en distintas condiciones y oportunidades) se produce un mayor manejo de conocimiento en relación con el cuerpo y la salud. Finalmente la fetichización del cuerpo difundido en los medios de comunicación, donde se promueven cuerpos idealizados como una mercancía ficticiamente posible de alcanzar.

Se hace mención de procesos familiares que probablemente no son los únicos existentes en nuestra sociedad, para dar cuenta que acercarse a la temática del cuerpo es acercarse también a la cultura y sus patrones, ámbito de relevancia para la psicología, y por tanto plantear la idea del cuerpo como mediador cultural entre nuestro mundo interno y externo, implica abarcar coincidentemente toda nuestra experiencia que está condensada en lo que aprehendemos desde la dimensión social y las representaciones que mantenemos de éstas en nuestra dimensión subjetiva; y todo se manifiesta simbólicamente por medio del lenguaje.

“El lenguaje ha introducido el cuerpo al mundo simbólico, lo ha constituido en un código que mediará sus posibilidades de experiencia, de conocer, sentir y experimentar, y ha ordenado el intercambio social hasta en sus más íntimos detalles.” (Ibíd.)

Se reconoce que el cuerpo no es sólo un fenómeno natural biológico que mantiene una dimensión interna inconsciente que le va dando significado, sino que también posee un importante componente social. No es invención el hecho que cada cultura le atribuye al cuerpo un sentido y significante que lo sitúa dentro de la estructura social.

“Las representaciones del cuerpo y los saberes del cuerpo son tributarios de un estado social, de una visión de mundo y dentro de ésta última, de una definición de la persona. El cuerpo es una construcción simbólica, no una realidad en sí mismo.”(Le Bretón, 1990: 13)

El cuerpo es en gran medida el referente que conecta a las estructuras sociales con las representaciones subjetivas que los individuos apropian, reproducen y transforman de su cultura. Es decir, no se puede negar ni mucho menos ignorar que es aquí, precisamente en la experiencia corporal, donde se va arraigando todos los patrones y normas culturales que recibimos y que nos van definiendo, acomodando y determinando en el espacio de las relaciones sociales. Un ejemplo concreto para explicitar esto, es cómo en cada sociedad existen parámetros que establecen el contacto físico entre las personas. En

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algunas partes un saludo de mano es más o menos aceptado que un saludo de beso o cada uno es apropiado para ciertas situaciones y contextos. De igual forma los sentidos. En algunas partes el oído es el sentido por excelencia, no así la vista que predomina en la sociedad occidental.

Asimismo, las valoraciones estéticas que se mantienen sobre el cuerpo; en algunas zonas rurales la gordura en los niños es muestra de buena salud y alimentación, no así en otras partes que ese mismo niño considerado sano puede ser catalogado de obeso. En fin, se podría seguir con una extensa lista de ejemplos, aspecto que revela un nuevo elemento del fenómeno corporal: su carácter multidimensional.

“La sociedad, en virtud de su mirada y los valores que proyecta, modela nuestra forma corporal y nuestra expresión corporal. Réstanos ahora preguntarnos si la sociedad no va aún más allá y no invade la totalidad de nuestro cuerpo, con lo que le conferiría una estructura social y lo elevaría a la categoría de mito cultural” Bernard, (1976: 172)

Sintetizando, se plantea que las diversas corrientes de pensamiento que se han preocupado del cuerpo pueden ser consideradas en algunos casos antagónicas. Pero desde un particular punto de vista, existen al menos dos líneas que son más bien complementarias que excluyentes, pues permiten obtener una visión global de la temática del cuerpo. Al considerar tanto la parte interna y subjetiva del cuerpo, que pone en evidencia cómo se construye la imagen corporal que cada uno mantiene sobre su propio cuerpo, permite entender cómo la sociedad y el medio externo, es decir, la dimensión social, puede afectar, influir y hasta determinar dicha imagen subjetiva. Además, lo simbólico expresado fundamentalmente en el lenguaje, actúa como un hilo conductor entre las otras dos dimensiones –social y subjetivo- permitiendo un acercamiento integral de la experiencia corporal.

1.2 Imagen corporal

La imagen del cuerpo se va construyendo mediante la comunicación entre sujetos, en las relaciones intersubjetivas, y la primera relación intersubjetiva es con la madre y el padre, es allí donde se comienza a inscribir el deseo de ese sujeto, en aquello que porta los padres de la cultura y donde comienza el niño y su cuerpo a reconocerse y comenzar a insertarse en lo social. Es de la relación a Otro en sus momentos inaugurales que el cuerpo del infans queda entramado en un orden que hará lazo social.

 

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1.2.1 Esquema corporal

Las palabras de Freud, "el yo es sobre todo una esencia-cuerpo" (Freud, 1923+), tan frecuentemente citadas, no se refieren a la instancia psíquica que maneja las funciones, se refieren a la imagen del cuerpo propio que también llamamos "esquema corporal". Por este motivo continua diciendo: “... no es sólo una esencia-superficie, sino, él mismo, la proyección de una superficie. Si uno le busca una analogía anatómica lo mejor es identificarlo con el homúnculo del encéfalo... ".

Se trata, evidentemente, de la "proyección psíquica" de la superficie del cuerpo. Otros dos párrafos de la misma obra (Freud, 1923) muestran esa idea con claridad:

"El cuerpo propio, y sobre todo su superficie, es un sitio del que pueden partir simultáneamente percepciones internas y externas. Es visto como un objeto otro, pero proporciona al tacto dos clases de sensaciones, una de las cuales puede equivaler a una percepción interna.". 2- "... el modo en que a raíz de enfermedades dolorosas uno adquiere nueva noticia de sus órganos es quizás arquetípico del modo en que uno llega en general a la representación de su cuerpo propio".

Tanto lo que en los párrafos anteriores llamamos "autopercepción", como lo que llamamos "percepción interna", remiten a una "sensación" acerca de sí mismo que acompaña a la percepción. Pero en uno y otro caso usamos la palabra "percepción" en un sentido muy distinto del que adquiere cuando nos referimos a la función de percibir al mundo, y hemos usado la palabra "interna" en un sentido menos riguroso aún. Ya se ha revisado el hecho de que tenemos que empezar a liberarnos del prejuicio de que lo psíquico esta "dentro del cuerpo", dentro de la cabeza, o en algún otro lugar. La noción de espacio, cuando de lo psíquico se trata, es una noción metafórica de un estatuto teórico muy diferente al de la noción de espacio físico.

Se sabe que cada uno se percibe entre una imagen de sí mismo y una imagen del mundo. Esa frontera cuyo mapa es lo que se denomina "esquema corporal". Es el "lugar" de encuentro entre percepción y sensación. La primera construye mi representación del mundo, y la segunda mi autorepresentación, pero ambas son posibles justamente gracias a que constituye los límites sin los cuales ningún mapa es posible. El cuerpo comienza a tener lugar en tanto delimita a cada sujeto, y se convierte en blanco de intervención, el hombre se va descubriendo como sujeto que puede pensar su existir y a su vez se descubre portando un cuerpo.

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Partiendo del esquema corporal, se puede decir que alude principalmente a la relación que se establece entre el individuo y su entorno. En algunas partes se habla de psicobiología, pues corresponde a todas aquellas manifestaciones corporales que responden a procesos básicos del medio ambiente y de las necesidades biofisiológicas. Aquí se incluye la percepción, los sentidos, nuestras posturas y movimientos; nuestro cuerpo como vehículo de conexión con el mundo, etc.

“El esquema corporal se estructura mediante el aprendizaje y la vivencia del cuerpo en las dimensiones de la realidad; es producto de la experiencia del cuerpo en el mundo físico (experiencia sensorial, muscular, ósea) y depende de la integridad del organismo. Es el sustrato biológico del existir, en principio el mismo para todo individuo” (Dolto en Baz, 2000: 41)

La percepción como sentido y mecanismo intrínseco de conocer lo circundante, conduce -desde la fenomenología- a plantear que el cuerpo es un puente que conecta y permite estar en el mundo. “El esquema corpóreo es finalmente una manera de expresar que mi cuerpo es-del-mundo” (Merleau-Ponty, 1975: 118) Existe una primera aproximación sobre el esquema que lo sitúa como algo a priori, con caracteres estáticos y preexistentes. Pero luego, se reconoce el dinamismo relacional entre esquema y mundo. Wallon sostiene que el esquema corporal “Es un todo dinámico que puede variar con las relaciones del ser respecto de sí mismo, respecto de los demás y respecto de los objetos. Prefiere pensar en una urdimbre de relaciones cambiantes entre el espacio postural y el espacio circundante” (En Bernard, 1976: 59)

Este dinamismo entre el cuerpo y su entorno, también muestra cómo existe un componente emocional y afectivo que potencia las relaciones.

“La conciencia del cuerpo se desarrolla en función de ese sostén fundamental que son las personas que lo rodean y de una sensibilidad fundamentalmente tónica que le abre a una relación primitiva de intercambio con el mundo” (Wallon en Baz, 2000: 34)

Por eso, se habla que el esquema corporal posee una carga afectiva que guía sus acciones y define sus proyectos, y que en el fondo, sitúa al individuo en un espacio de interconexión e intercorporeidad.

Merleau-Ponty, sostiene que además de la conexión corporal con el mundo en términos motrices, perceptuales y simbólicos (lenguaje), se posee una aún mayor que nos entrecruza con los otros y sus cuerpos, los otros que también son parte del mundo y que se mantienen interactuando en él mediante su propia experiencia corporal. Además de que uno es cuerpo y reconoce

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otros, los otros también nos reconocen como seres corpóreos, generándose un proceso mutuo de sentirse observado y ser al mismo tiempo observador del otro. “Es precisamente mi cuerpo el que percibe el cuerpo del otro y encuentra en él, como una prolongación milagrosa de sus propias intenciones, una manera familiar de tratar con el mundo; en adelante, como las partes de mi cuerpo forman conjuntamente un sistema, el cuerpo del otro y el mío son un único todo, el anverso y reverso de un único fenómeno, y la existencia anónima, de la que mi cuerpo es, en cada momento, el vestigio, habita en adelante estos dos cuerpos a la vez”. (Merleau-Ponty, 1975: 365)

En otras palabras, “ambos cuerpos constituyen un único y mismo tejido que Merleau-Ponty llama metafóricamente “la carne” y en el que el cuerpo que siente y el cuerpo sentido son como el revés y el derecho.” (Bernard, 1976:75)

Esta conexión corporal llega más allá para Merleau-Ponty, al sostener que uno se instala en el cuerpo del otro y viceversa porque somos seres abiertos que nos comunicamos corporalmente a través de la expresión, los movimientos, los sentidos, gestos, etc., asumiendo finalmente que “No hay corporeidad simple, sino que hay “intercorporeidad”” (Merleau Ponty en Bernard, 1976: 75)

Así, se puede comprender que el esquema corporal abarca un ámbito inherente del ser humano que nos permite situarnos en el mundo como seres corporales; seres que partimos desde el propio cuerpo para acercarnos al entorno y a los demás. Las relaciones de cada uno están totalmente impregnadas de nuestra condición existencial corpórea, visión fenomenológica que Merleau-Ponty desarrolló y que se ha intentado mencionar, sabiendo la complejidad mayor que esta corriente filosófica posee.

1.2.2. Imagen inconsciente del cuerpo

La segunda línea denominada imagen corporal, es el terreno propio del psicoanálisis, ya que lo que importa aquí es la relación del individuo y su cuerpo con su subjetividad inconsciente. Sintetizando las nociones de Schilder sobre imagen corporal, Baz (2000: 32) dice:

“La imagen corporal seria una representación (en parte consciente y preconsciente y en parte inconsciente) del cuerpo propio, que tiende a adoptar una estructura como unidad, y es construida desde la vida pulsional (que arma una anatomía fantasmática) y desde la experiencia perceptual y cultural (mediadas a su vez por la dinámica libidinal) a la vez que esta sujeta a un proceso permanente de transformación.”

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Estas reflexiones entorno a esquema e imagen corporal, desde distintas lecturas tienen un punto de encuentro siendo la imagen corporal el eje, desde donde se apoyan esta investigación, pero que difieren en algunos casos con lo que se entiende por esquema corporal, tal es el caso de Schilder que utiliza como equivalentes los términos “esquema corporal” e “imagen corporal” privilegiando a este ultimo, considerando que es él quien desarrollo la noción de “Imagen corporal” a partir de la aplicación del punto de vista psicoanalítico a los conocimientos disponibles sobre el “ esquema corporal”.

Sin embargo para efectos de análisis y síntesis, se fundamentará en el enfoque que hace Françoise Dolto quien difiere con Schilder entre estos dos conceptos, Dolto menciona que no debe de confundirse imagen del cuerpo con esquema corporal:

“El esquema corporal es el mismo para todos los individuos (de una misma edad o viviendo bajo un mismo clima poco más o menos) de la especie humana, la imagen del cuerpo por el contrario es propia de cada uno esta ligada al sujeto y a su historia”

Es específica de una libido en situación, de un tipo de relación libidinal. De ello resulta que el esquema corporal es en parte inconsciente pero también preconsciente y consciente, mientras que la imagen del cuerpo es eminentemente inconsciente puede tornarse en parte preconsciente y sólo cuando se asocia al lenguaje consciente el cual utiliza metáforas y metonimias referidas a la imagen del cuerpo tanto en las mímicas, fundadas en el lenguaje, como en el lenguaje verbal.

La imagen del cuerpo es la síntesis viva de las experiencias emocionales: interhumanas, repetitivamente vividas a través de las sensaciones erógenas electivas arcaicas o actuales. Se la puede considerar como la encarnación simbólica inconsciente del sujeto deseante y ello, antes inclusive de que el individuo en cuestión sea capaz de designarse por el pronombre personal “Yo”, antes de que sepa decir “Yo”. Señala Dolto, que el sujeto inconsciente deseante en relación con el cuerpo existe ya desde la concepción. La imagen del cuerpo es a cada momento memoria inconsciente de toda la vivencia relacional, y al mismo tiempo es actual, viva, se halla en situación dinámica, a la vez narcisistica e interrelacional: camuflable o actualizable en la relación aquí y ahora, mediante cualquier expresión fundada en el lenguaje, dibujo modelado, invención musical, plástica como igualmente mímica y gestual.

Gracias a la imagen del cuerpo portada por –y entrecruzada con- el otro esquema corporal, se puede entrar en comunicación con el otro. Todo contacto con el otro sea de comunicación o de evitamiento de comunicación se asienta en la imagen del cuerpo; porque no es sino en la imagen del cuerpo, soporte

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del narcisismo, que el tiempo se cruza con el espacio y que el pasado inconsciente resuena en la relación presente. En el tiempo actual sigue repitiéndose en filigrana algo de una relación de un tiempo pasado. La libido se moviliza en la relación actual, pero puede resultar despertada por ella, re-suscitada, una imagen relacional arcaica que había quedado reprimida y que entonces retorna.

Para un ser humano, la imagen del cuerpo es a cada instante la representación inmanente inconsciente donde se origina su deseo. Las pulsiones de vida, siempre ligadas a una representación, pueden ser activas o pasivas mientras que las pulsiones de muerte, reposo del sujeto, carecen siempre de representación, y no son ni activas ni pasivas. Se las vive en una falta de ideación. Las pulsiones de muerte predominan durante el sueño profundo, las ausencias, el coma. No se trata de deseo de morir, sino de descansar. El dormir, en efecto, se caracteriza por el predominio de las pulsiones muerte y por adormecimiento –literalmente- de las pulsiones de vida (salvo en el soñar).

La imagen del cuerpo es siempre imagen potencial de comunicación en un fantasma. La visión del mundo se adecua a su imagen del cuerpo actual y depende de ésta, en lo cual se inscriben las experiencias relacionales de la necesidad y del deseo valorizantes y/o desvalorizantes, es decir narcisizantes y/o desnarcisizantes. Estas sensaciones valorizantes o desvalorizantes se manifiestan como una simbolización de las variaciones de percepción del esquema corporal y más particularmente de aquellas que inducen los encuentros interhumanos entre los cuales el contacto y los decires de la madre son predominantes.

No hay como el deseo para buscar satisfacerse, sin saciarse jamás, en las expresiones teóricamente sin límites que permiten la palabra, las imágenes y los fantasmas. La necesidad puede ser tergiversada por la palabra solo momentáneamente, tiene que ser satisfecha en el cuerpo. Con placer o no ha de ser obligatoria y efectivamente saciada para que la vida del cuerpo pueda continuar. Si el esquema corporal y la imagen del cuerpo se hallan en relación, es sólo por los dos procesos que son tensiones de dolor o de placer en el cuerpo, por una parte, y palabras venidas de otro para humanizar estas percepciones, por la otra.

De una manera general, la palabra depende a la vez del esquema corporal de cada uno y de la constitución de su imagen del cuerpo, ligada a los intercambios vivientes que secundaron, para él, la integración, la adquisición de esta misma palabra. La palabra tiene, ciertamente, un sentido simbólico en sí misma, es decir que reúne, más allá del espacio y del tiempo, en una comunicación por el lenguaje hablado, registrado, escrito, a seres humanos

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que, aún sin experiencia adquirida en común, pueden transmitirse, si se tienen confianza, los frutos con base en el lenguaje adquiridos por ellos en el cruzamiento de su imagen del cuerpo con su esquema corporal. Pero aquel que no tiene, bien sea la imagen del cuerpo, bien sea el esquema corporal correspondiente a la palabra emitida, oye la palabra sin comprenderla, por carecer de la relación corporal (imagen sobre esquema) que permite darle un sentido. Las palabras para cobrar sentido, ante todo deben tomar cuerpo, ser al menos metabolizadas en una imagen del cuerpo relacional.

Dolto (1990) menciona tres modalidades de una misma imagen del cuerpo: imagen de base, imagen funcional e imagen erógena constituyendo y asegurando todas ellas juntas, la imagen del cuerpo viviente y el narcisismo del sujeto en cada estadio de su evolución. Estas imágenes se hallan ligadas entre sí en todo momento, por algo que las mantiene cohesivas y se denomina como imagen (o mejor dicho: substrato) dinámica, designado así la metáfora subjetiva de las pulsiones de vida que originadas en el ser biológico, son continuamente sustentadas por el deseo del sujeto de comunicarse con otro sujeto, con ayuda de un objeto parcial sensorialmente significado.

1.2.3. El lenguaje del cuerpo

Entonces, se comprende al cuerpo como un mapa plasmado de zonas erógenas que van siendo significadas por el lenguaje. Desde la infancia, se va desarrollando el proceso de reconocimiento o descubrimiento del cuerpo como algo autónomo que pertenece; lentamente se va diferenciando del cuerpo de la madre para encontrarse con el propio espacio corporal. El “estadio del espejo” propuesto por Lacan es clarificador a este respecto.

“Lacan percibe en ella el comienzo de un proceso afectivo de identificación que habrá de gobernar todas las relaciones del niño consigo mismo y con los demás, es decir, toda su existencia” (Bernard, 1976: 129)

Por lo tanto, desde pequeños, se va configurando la imagen corporal a partir de las experiencias de placer y dolor, o mejor dicho, satisfacción y/o frustración de la libido. Este cuerpo erógeno, esta fuertemente marcado por la relación materna que constituye la base edípica para las futuras relaciones libidinales. Los distintos estímulos que se hayan obtenido desde esta etapa van a incidir en la imagen corporal futura, principalmente con los fantasmas originados en el imaginario. Tal como lo explica Baz, (2000: 59) “Con la noción de “fantasmas originarios”, Freud pretendió llamar la atención sobre ciertas estructuras universales que aparecían como organizadores de la vida

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fantasmática. Serian tres: escena originaria, castración y seducción. Ellas configuran el campo del “complejo de Edipo”.

No se ahondara en la explicación del proceso edípico, porque no compete en este momento, pero si es importante mencionarlo por la relevancia de los fantasmas infantiles sobre la construcción de la imagen corporal.

El cuerpo erógeno alude directamente a las experiencias de placer y deseo, que son recreadas por el mundo imaginario y son significadas mediante lo simbólico por el lenguaje. Es decir, el cuerpo entendido como erógeno, no podría manifestarse más que mediante símbolos que se expresan por el lenguaje que constituye el mediador entre el mundo de los deseos y fantasmas imaginarios, y las zonas erógenas de placer sexual.

“El cuerpo, en cuanto fuente y órgano de placer, es inscripción de nuestro lenguaje y nuestro lenguaje significa la experiencia del cuerpo y tiene su raíz en ella.”.(Bernard, 1976: 142)

Con esto, se entiende que el lenguaje es el responsable de dar significación a la experiencia erógena del cuerpo y que dentro del psicoanálisis no puede concebirse cuerpo y lenguaje como separados, ya que existe el cuerpo porque existe el lenguaje. Así, la imagen corporal se demarca por la historia personal de cada sujeto correspondiendo a una sintetización de la experiencia corporal emocional. Es decir, la experiencia como seres corpóreos esta fuertemente cargada de caracteres simbólicos y afectivos que impiden desligarse de esa condición existencial: se es cuerpo y toda la vida esta marcada, cruzada y determinada por ello. Aquí se comprende la fenomenología existencial de Merleau-Ponty, aunque el psicoanálisis prioriza el lenguaje como única forma en que la experiencia corporal se manifiesta en el mundo. En otras palabras, se mantiene una conciencia corporal porque se tiene la capacidad de expresar mediante lo simbólico esa facultad, y todos los deseos y fantasmas imaginarios emergen inconscientemente en el discurso.

Por eso Baz (2000: 11) dice, “Los seres humanos somos esencialmente sujetos de lenguaje, pero lejos de ser dueños de nuestro discurso, al hablar decimos más y otras cosas de las que creemos estar diciendo. En otras palabras, consideramos el discurso como vía privilegiada para la exploración de la subjetividad.”

Es decir, aquí el acercamiento al cuerpo no se da desde su relación con el entorno y mundo externo, sino que más bien se impulsa la idea de un cuerpo que existe sólo por las construcciones imaginarias expresadas en lenguaje y que ya provienen de las experiencias erógenas y libidinales primarias, (contacto materno) que responden al inconsciente. Y el hecho que cada uno

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posea una imagen corporal propia, dependiendo de las diversas experiencias libidinales, es que se hace posible entender cómo el psicoanálisis logra adentrarse en el mundo de la subjetividad.

Lacan reconoce que el sujeto es un sujeto de lenguaje, está inmerso y preso en él; es su única forma de acceder a la realidad.

“El lenguaje establece un ordenamiento en la experiencia humana que Lacan denominó orden simbólico y que, anudando a lo imaginario y lo real, conforma la estructura subjetiva del hombre” (citado en Camuña, 2002)

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Capitulo 2 

El encierro del cuerpo femenino

2.1 Cuerpo femenino y encierro

Según se ha documentado el encierro afecta al cuerpo de las mujeres y a partir de ahí a sus vidas, ya que la pena de prisión afecta su cuerpo, su imagen corporal que es atrapada, vigilada y disciplinada, desarraigando a la mujer su mundo individual.

Se entiende así que su cuerpo se encuentra en la cárcel en situación de instrumento intermediario; su cuerpo es confinado, utilizado como objeto para sancionar la desobediencia a la ley, guardando sufrimientos acumulados que son silenciados porque existe inhibición de expresarlos al creerse merecedoras de ellos, pues los errores deben de ser pagados y el cuerpo es el medio para expiar las culpas a través del encierro y las restricciones, ya no castigando lo físico sino su interior: el alma. (Foucault, 1998:24)

Si no es ya el cuerpo el objeto de la penalidad en sus formas más severas, ¿sobre qué establece su presa? Puesto que ya no es el cuerpo es el alma. A la expiación que causa estragos en el cuerpo, debe de suceder un castigo que actué en profundidad sobre el corazón, el pensamiento, la voluntad, las disposiciones. El castigo que caiga sobre el alma más que sobre el cuerpo. (Foucault, 1998:24)

El alma es la prisión interior del cuerpo, lo mantiene sometido en el encierro con sentimientos de miedo, de dolor, de impotencia y principalmente de culpa. En este sentido, sería importante destacar lo que autores como Teresa Miralles (1993), quien habla de un control social informal1 que se despliega siempre en lo más intimo de la mujer: su psique, y a partir de ahí se centra en la problemática psicológica del afecto y la culpabilidad, de modo que todo el mundo de la mujer se define por características endógenas, ya que al contener su conflicto y su rebelión dentro de lo psicológico se le niega su significado y su definición histórica. Este mismo razonamiento aplica el control formal carcelario, que asegura la imposición disciplinaria a través de la

                                                            1 Lucia Larrandart lo define como: “un fenómeno complejo. El papel asignado a las mujeres dentro del sistema es definido tanto por la familia, la escuela y el trabajo como por el área medica. Diferentes autores sostienen que todas estas instituciones aplican un mismo programa con los mismos objetivos: crear primero el papel que se asigna a la mujer y mantenerla después en él. Los roles son internalizados a través de la educación y reforzados continuamente. Esto impide las mujeres hacer su propia reconstrucción como personas (Larrandart, 2000: 90)

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autoridad, la moral, la culpabilidad y la negación de toda capacidad de decisión (Miralles, 1983: 156).

Se hace referencia a que la mujer autocastiga el interior de su cuerpo sintiéndose culpable por la vida del resto, el control informal se dice la ha construido así, desde esta perspectiva me pregunto sí será difícil salir de ese modelo si no se lo cuestiona especialmente cuando se vive en reclusión. El sistema penal como control formal se vale del control informal para disciplinar bajo los mismos parámetros a las “desobedientes”. En este sentido, la culpabilidad que se experimenta en la cárcel reproduce la condición genérica de las mujeres. De manera especifica en el caso de las madres encarceladas –menciona Rodríguez- sienten “que son malas” al tener que abandonar a sus hijos e hijas y es ahí donde la culpa entra en juego, muchas tienden a ocultarles que están presas por temor al rechazo, a ser juzgadas o para evitar que los niños/as sufran. Aún mas, para Marcela Lagarde, el castigo a la madre es siempre al castigo a los hijos en particular a los pequeños, la reclusión de la madre en prisión es a diferencia de lo que ocurre con el padre un castigo y una pena directa a los hijos. (Lagarde, 2003). En este contexto, es muy difícil para las encarceladas liberarse de la culpa en el encierro porque su estado de confinamiento afecta directamente a sus hijos y familiares, por la estrecha relación de parentesco en que la que se desarrollan las mujeres en la cultura androcéntrica. Así, la prisión implica culpa, la culpa afecta el alma y esto corroe el cuerpo de manera silenciosa y minuciosa. El sistema carcelario controla a las transgresoras custodiando a sus cuerpos constituyéndose en uno más de los cautiverios como los que denomina Lagarde.

Hablar de cuerpo significa ingresar a un campo que durante mucho tiempo se ha relegado por las Ciencias Sociales (Vartabedian, 2001), pero que es imprescindible si se quiere comprender como se desenvuelven las diferentes practicas y estrategias de control y dominación en cualquier tipo de interacción humana, y más específicamente en la carcelaria. Es innegable que el cuerpo es un espacio donde se manifiesta el poder y en el caso de las mujeres en control del poder patriarcal se exacerba sobre estos, en especial sobre la sexualidad, imponiendo una moral religiosa que constituye el deber ser femenino, con el propósito de autovigilar y autocustodiar el erotismo.

Por otro lado, considerando que la idea de readaptación que se aplica en el sistema penitenciario es básicamente aquello que no involucra repersonalización o cambio en la forma de ser lo único que significa es el intento de dejar de delinquir, que no lesione a la sociedad cometiendo otro delito y se dañe a sí mismo con otra sentencia condenatoria. (Garcidorasco, 1999).

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Se sabe que las mujeres que están recluidas, están ahí por ser transgresoras y en su mayoría han incorporado el “deber ser” femenino, definiéndose y actuando de acuerdo a Judith Butler (2002) con identidades de genero que son construidas y utiliza el concepto de performance para explicar que las personas incorporan discursos preconstituidos que se transforman en pensar y accionar. De este modo ser mujer en una actuación en una reiteración mecánica de normas sociales que nos determinan. Butller afirma que:

La performatividad no es una acto singular, porque siempre es la reiteración de una norma o un conjunto de normas, y en la medida en que adquiera la condición de acto en el presente, oculta o disimula las convenciones de las que es una repetición. En el marco de la teoría del acto del habla, se considera preformativa a aquella práctica discursiva que realiza o produce lo que nombra.

Según Butler, al actuar las normas externas se esta actuando el genero, esto es el perfomance, una representación el “deber ser” que se ha internalizado en el yo individual, y se vuelve identidad. Aun más, la identidad genérica esta determinada tanto por el deber ser como por el no ser, es decir, todo lo que una persona rechaza, reprocha, niega y no quiere ser, es un elemento que crea identidad de genero y es lo que esta autora llama el repudio. De esta manera, ser mujer recluida es también no ser lo opuesto al deber ser que impone el sistema penal y la sociedad patriarcal.

“cada mujer es una síntesis del mundo patriarcal: de sus normas, de sus prohibiciones, de sus deberes, de los mecanismos pedagógicos (sociales, ideológicos, afectivos, intelectuales, políticos) que internan en ella su ser mujer. (Lagarde, 2003:43).

Sin embargo en la experiencia concreta nadie cumple con el estereotipo del deber ser, lo cual crea contradicciones que permiten detectar las dificultades que tienen las mujeres para cumplir con los deberes genéricos; aun más las mujeres presas, que tienen que enfrentar constantemente situaciones diversas. En esas contradicciones vividas, debido a los conflictos que surgen en el estereotipo de mujer creado por la cultura patriarcal y el orden penal con la existencia real de cada quien, hay enormes indicios y posibilidades de cambio en las vidas de las mujeres que pueden generalizarse.

Los cuerpos de las mujeres no sólo son sancionados por las leyes penales sino olvidados y abandonados por sus parejas y maridos lo cual causa efectos devastadores en sus estados de animo muchas se refugian en el consumo de drogas ilegales autocastigando a su cuerpo para evadir el dolor del desamparo y el rechazo. Según Marcela Lagarde, a diferencia de los presos, pocas mantienen vigente la conyugalidad con esposos y amantes; en

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general son abandonadas debido a su encarcelamiento y su transformación publica e inocultable de malas mujeres” (Lagarde, 2003:65)

2.2 Antecedentes históricos: Centros de Readaptación Social en México

La manera en la que se considera a quienes transgreden la ley no siempre ha sido la misma. En Europa en el siglo XVIII y a la mitad del siglo XIX señala Foucault, el castigo o la pena se llevaba a cabo a la luz pública, el cuerpo era sometido a sufrimientos como el descuartizamiento, quemándolo, o sometiéndolo a la horca, guillotina. Posteriormente se hacen presentes ritos como el encadenamiento de presos los que podían reflexionar en su proceder o confirmar su condición de transgresores ante la sociedad. Más tarde a mediados del siglo XIX estos espectáculos van desapareciendo gradualmente (pena física) y aparece la prisión. Un modelo importante es el panóptico2 que constituyo el programa arquitectónico de la mayoría de las prisiones. De esta forma la prisión es ahora la pena a la que se somete aquel que delinque, teniendo como objeto la enmienda y la readaptación social.

Para hacer mención de los antecedentes de la prisión en México es relevante mencionar que para los aztecas, “no existía la prisión como pena ya que rechazaban la idea de la existencia de un hombre que no representará la utilidad a la sociedad y que por el contrario significara una carga”3.

Posteriormente en la época de la colonia se implanta el sistema jurídico español y se construye “La Casa de Recogimiento de las Magdalenas” o “Las Recogidas” sitio en el que se recluía a las mujeres que transgredían la ley, funcionando hasta 1863, año en el que se crea la cárcel General de Belem y una vez cerrada las mujeres son trasladas a lo que se conoció como el “Palacio Negro” llamada la Penitenciaria de Lecumberri.

En 1954 se inaugura la cárcel de mujeres de Santa Martha, para luego reubicar a la población en lo que se denomino como el Centro Médico de los Reclusorios que se ubica en Tepepan Xochimilco. (Lima, 1998)

En 1971 se reforma el sistema penal y de acuerdo a éste se modifica la estructura de las prisiones y se construyen reclusorios preventivos en la zona norte, oriente y sur de la Ciudad de México separando a los sentenciados de los procesados y a las mujeres se les separa de los varones.

                                                            2 Tiene la forma de anillo. En el centro hay una torre donde se encuentra el personal de seguridad cuya función es vigilar a los presos. De ahí el efecto del panóptico: inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder. 3 Tomado de la Tesis “Mujer, voz y silencio en el encierro” Contreras Acosta, Irma. UAMX, México, 2001

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Actualmente en México casi 7 500 mujeres están privadas de su libertad, mismas que representan el 4.4% del total de la población recluida en los 446 centros penitenciarios del país. Según información del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) de estos centros, únicamente diez son exclusivos para mujeres, y de los 436 restantes, sólo 220 cuentan con un departamento específico donde albergan a las detenidas (INMUJERES: 2001).

En estos centros de readaptación social, se encuentran mujeres que pierden temporalmente o permanentemente su libertad.

2.2.1 Centros Femeniles de Readaptación Social

A partir de la publicación del libro Criminalidad femenina, de María de la Luz Lima, en 1991, los criminólogos latinoamericanos comenzaron a prestarle atención al tema de la trasgresión femenina, especialmente a cómo se aplica la pena a las mujeres privadas de su libertad, desde una perspectiva de género.

Era llamativa la invisibilidad –o, más bien, la ausencia de una mirada de género- en los trabajos criminológicos y penales sobre esta cuestión. Las investigaciones sobre la delincuencia femenina se ajustaban a parámetros derivados de una concepción androcentrista y etnocentrista que privilegiaba la mirada sobre el delincuente varón. Tanto el discurso como las normas jurídicas giraban alrededor del hombre delincuente, sus motivaciones y el tratamiento que recibía en las cárceles y los establecimientos penitenciarios.

La historia de las mujeres y su rol en la sociedad no tenían lugar en estos análisis y estudios. El delito no es de naturaleza homogénea y, por lo tanto, su estudio no debe hacerse solo desde una perspectiva etiológica o desde un enfoque crítico. Es necesario analizar en conjunto las relaciones y las reglas del poder en la sociedad. En ese sentido, Lola Aniyar de Castro señala que el poder ha ido construyendo una idea y una realidad de la subordinación femenina a lo largo de la historia, que se ha reflejado en la criminalidad y la criminología, que son los campos donde el poder define más claramente las cualidades del bien y del mal, el estereotipo de los buenos y de los malos, y donde se ve con mayor claridad el sometimiento que sufren los más débiles (Antony 2006, prólogo).

La falta de literatura penal y criminológica sobre las mujeres no es, desde mi punto de vista, atribuible solamente a la tasa de delincuencia femenina, que es inferior a la masculina. Creo al igual que Elena Azaola, que la delincuencia femenina no había sido objeto de estudio porque muchas investigaciones partieron de estereotipos sobre la mujer que solo contribuyeron a distorsionar la realidad. Falta, por lo tanto, una política criminal con perspectiva de género.

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Ésta es la causa por la cual las necesidades de los hombres que se encuentran en prisión se privilegian frente a las necesidades de las mujeres, lo cual se traduce en la inexistencia de una arquitectura carcelaria adecuada y en la falta de recursos. Esto conduce a que las mujeres tengan menos talleres de trabajo y capacitación, que no existan bibliotecas adecuadas y que se restrinjan las actividades culturales, recreativas y educativas a las que tienen derecho. A pesar de todo esto, hay que reconocer que actualmente existe una mayor preocupación por la situación de la mujer delincuente y, sobre todo, por el tratamiento que recibe en las cárceles. A últimos tiempos esta inquietud se debe en buena medida al notable aumento de las mujeres involucradas en delitos relacionados con drogas. Esto ha elevado el número de mujeres presas en Latinoamérica y ha incrementado el hacinamiento y el deterioro de las condiciones de reclusión (Anthony, 2006)

La cárcel es para la mujer un espacio discriminador y opresivo. Esto se expresa en el desigual tratamiento recibido y en el significado, muy diferente que asume el encierro para las mujeres y para los hombres. Sostenemos que la prisión es para la mujer doblemente estigmatizadora y dolorosa si se tiene en cuenta el rol que la sociedad le ha asignado. Una mujer que pasa por la prisión es calificada de «mala» porque contravino el papel que le corresponde como esposa y madre, sumisa, dependiente y dócil. Las características reflejadas en todos los establecimientos penitenciarios de América Latina son sospechosamente similares: regímenes duros, largas condenas, alta proporción de detenidas no condenadas, mal estado de las instalaciones, falta de atención y tratamientos médicos especializados, terapias basadas en trastornos calificados como «nerviosos», escasa o nula capacitación laboral y pocas actividades educativas y recreativas.

El Centro Femenil de Readaptación Social del Distrito Federal "Tepepan",

Fue inaugurado el 11 de mayo de 1976, e inicialmente funcionó como Centro Médico de los Reclusorios, habiendo albergado además en sus instalaciones a población varonil y femenil psiquiátrica e inimputable, habiendo cesado su actividad aproximadamente dos años después de su apertura. En el mes de noviembre de 1982 se creó el Centro Femenil de Readaptación Social para albergar a la población proveniente de la Cárcel de Mujeres de Santa Martha Acatitla, que estaba constituida por población indiciada, procesada y ejecutoriada, desarrollando así su actividad hasta el año de 1987 en que la población indiciada y procesada fue trasladada al Reclusorio Preventivo Femenil Oriente y en 1990 con la apertura del Reclusorio Preventivo Femenil Norte y Reclusorio Preventivo Femenil Sur apoyaron con la población femenil de este tipo dado el crecimiento de la población penitenciaria, quedando

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entonces el Centro Femenil de Readaptación Social, únicamente con la población Sentenciada Ejecutoriada. El Centro de Readaptación Social concluyó su actividad con la población sentenciada ejecutoriada el 26 de mayo del 2004 cuando se trasladó a 268 internas al Centro Femenil de Readaptación Social Santa Martha Acatitla, lugar donde se planeó que quedaran integradas la población indiciada, procesada y ejecutoriada.

El marco legal de los centros de readaptación se fundamenta en el Art. 18 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que cita:

“[…] Los gobiernos de la federación y los estados organizaran el sistema penal, en sus respectivas jurisdicciones, sobre la base del trabajo, la capacitación para el mismo y la educación como medios para la readaptación social del delincuente. Las mujeres compurgaran sus penas en lugares separados de los destinados a los hombres para tal efecto”

Los centros de readaptación social anteriormente llamados cárceles o prisiones, son lugares en los que se compurga una pena por haber cometido un delito y el objetivo es que el individuo se readapte (Burgoa, 2004). En este sentido la readaptación social bien entendida considera al sujeto inadaptado al medio social. Sin embargo, como se ha escuchado últimamente estos centros se han convertido en focos rojos del gobierno manifestándose en motines y las ahora tan de moda fugas, hablando de penales de alta, de media y nula seguridad.

Lo que se sabe de esos sitios es que priva un ambiente que es característico de la marginación, de lucha por la sobrevivencia, del más fuerte, de la ley de la selva, el mundo de las castas o del que tiene mayor influencia. En otros tantos, la iniciación en lo que sería una larga carrera delictiva, siendo huésped de diversas prisiones, lo que le hace tener un status diferente, con mayor experiencia, en otros puede ser el inicio o la continuidad en el mundo de las drogas o adicciones como una forma de vida, o el encontrar una verdadera familia dentro del penal; serán entonces “los cuates que estarán en las buenas o en las malas” e identificarse con el grupo y consigo mismo por medio de tatuajes, en otras situaciones refugiándose en religiones o sectas confundidos entre el sentimiento de culpa.

En este sentido menciona Elena Azaola, que la institución carcelaria no tiene un lugar importante en el esquema de la sociedad y de lucha frente al aumento de la criminalidad, ya que parece más responder a una estrategia de castigo diferencial dirigida hacia quienes no pudieron evitar ser procesados y sentenciados que una política articulada y consistente que enfrente la criminalidad dentro de un marco de legalidad y de respeto a las garantías constitucionales.

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En el caso de las mujeres que se encuentran recluidas no solamente pierden su libertad, también pierden familia, trabajo y finalmente la identidad características que en nada son comparables con los hombres que delinquen.

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Capitulo 3 

Posturas en torno al consumo de drogas

3.1 Entrando en materia: las adicciones

En el nivel macro, los gobiernos de los países se enfrentan a un problema que toca sensiblemente las áreas de desarrollo y control social, como lo es la salud pública, el crecimiento económico, la seguridad pública, el acceso a recursos educativos y culturales

Las adicciones se han revelado como el mal social de nuestro tiempo. Afectan a un creciente número de niños, jóvenes y adultos no sólo en nuestro país sino en el mundo entero. El Consejo Contra las Adicciones del DF señala que a edades más tempranas se inicia el consumo de alcohol y tabaco así como de otras sustancias nocivas fabricadas en gran escala y a costos cada vez menores, al alcance de todas las poblaciones.

Cuando se hace referencia a las diferencias en el consumo de drogas entre hombres y mujeres el panorama también evidencia especificidades.

3.1.2 Diferencias de género en el consumo de drogas

Al ser el sexo la referencia biológica sobre la cual se construye la desigualdad social entre hombres y mujeres, se empezó a recurrir a la palabra “género” entendido como:

“un sistema ideológico cuyos distintos procesos orientan el modelaje de la representación social diferenciada de los sexos, determinando formas especificas de conducta asignadas en función del sexo biológico” (Flores, 2000)

para designar todo aquello que es construido por las sociedades en sus culturas con el fin de estructurar las relaciones entre hombres y mujeres.

La categoría de género es una herramienta de reciente creación (Lamas, 1996), el termino es resultado del trabajo de las feministas contemporáneas quienes han avanzado en la construcción de una teoría propia para explicar las desigualdades entre hombres y mujeres, es decir, se emplea para referirse a los procesos de diferenciación, dominación y subordinación entre unos y otras, explicando la conducta de ambos como construcciones sociales y culturales (Scott, 1996). La noción de género cambia de un grupo social a otro, por ello es necesario incorporar además los términos clase y etnia para entender de manera integral la vida cotidiana de las mujeres en diferentes grupos sociales,

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las interrelaciones de género y la percepción particular de sí mismas en relación con otras mujeres (Vázquez,1999)

El género afecta la manera en que hombres y mujeres se ven a sí mismos, perciben a otros y, a su vez son percibidos. De esta forma Medina Mora que éste moldea el significado que el grupo social otorga a conductas y sus consecuencias afectando el estilo de vida.

Cuando se hace referencia al consumo de sustancias en hombres y mujeres las expectativas culturales que se tiene de cada uno son marcadamente diferentes están relacionadas (por ejemplo) con la posición social pues lo que se espera que haga un individuo puede ser que en otro estrato social le esté prohibido. En este sentido Medina Mora señala que aun cuando se asignan características y tareas a diferentes posiciones sociales su ejecución puede variar en frecuencia intensidad, razones para actuar, escenarios en donde se tiene lugar y consecuencias de la conducta.

Una conducta de consumo de alcohol es aceptada en cualquier cultura observando algunas situaciones como permisibles en el consumo y otras en cambio no están consideradas para beber. Medina Mora, menciona que sucede lo mismo cuando se habla de las drogas ilícitas. La definición de una situación de consumo es a partir de un mecanismo que organiza la conducta convencional de consumo, de la misma forma en que las normas se relacionan con el sexo y la edad.

El consumo de drogas entre mujeres ha ido en aumento. Se evidencian cambios importantes respecto a estos patrones de consumo que hablan de cambios en los patrones sociales de comportamiento y conductas esperadas. Lo que estamos viendo es una falta de adaptación del viejo orden social a las nuevas dinámicas que se mueven a velocidades vertiginosas, en las que las jovencitas consideran normal consumir sustancias o alcoholizarse a la par de sus compañeros varones, no parecen tener referentes al respecto y no están –como cualquier adolescente- sensibilizadas con las consecuencias sociales que la adicción acarrea a las mujeres: abandono, maltrato, negligencia entre otros. Sin embargo, no se puede hablar de cambios definitivos, permanentes ni generales; que ellas consuman a la par que sus compañeros no necesariamente significa que van a romper con el patrón de cuidadoras que socialmente se espera de ellas, es decir, no va a significar que van a caminar a la par que sus compañeros por el resto de su vida, es ahí donde entran las contradicciones y los dobles discursos hacia las mujeres.

En la actualidad el consumo de drogas tanto en hombres como en mujeres ha tomado ciertos matices. Los cambios en los papeles y las atribuciones femeninas se reflejan en dicho ámbito; en el caso del consumo de

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alcohol conducta que tradicionalmente era concebida como masculina y más recientemente de drogas con un patrón semejante.

La presencia de normas diferentes para hombres y mujeres va propiciando que se vaya construyendo un imaginario social a través de instituciones, leyes, tradiciones, creencias y comportamientos, en donde se reproduce la idea de que la mujer no debe de consumir dejando claro “el deber ser de una mujer”. Por ejemplo si se piensa en una mujer intoxicada se alude a que es irresponsable, deshonesta o egoísta, comparada con el hombre en las mismas condiciones se le concibe “con ser más hombre, más macho, más valiente entre otras tantas. De esta forma quedan expresados valores y no argumentos racionales.

A partir de dicho escenario se sabe que nos son suficientes los estudios que clarifican la manera en el que el consumo afecta a la mujer.

Los siguientes datos podrían mencionarse como reflejo de lo que se ha venido señalando.

De acuerdo al informe de las Naciones Unidas que emite en el año 2005;

A) Existe poca información basada en investigaciones sobre todos los aspectos del consumo de sustancias por la mujer y problemas conexos, incluso los efectos y consecuencias de tipo fisiológico y psicosocial, las características propias de las mujeres con problemas de consumo de sustancias y sus experiencias de tratamiento; de manera particular en lo que respecta a la mujer de los países de desarrollo;

B) En general, la mujer tiende menos que el hombre a consumir sustancias ilícitas como opioides y cocaína pero más a consumir fármacos: Sin embargo, entre los jóvenes de ambos sexos existen indicios de convergencia en las tasas de consumo de sustancias ilícitas;

C) Algunos estudios realizados en seres humanos y animales aportan indicios de que existen diferencias de género en cuanto a los efectos agudos y las consecuencias a largo plazo de algunas sustancias ilícitas. Por ejemplo, las mujeres adquieren con mayor rapidez dependencia de varias de esas sustancias y las que se inyectan drogas tienen comportamientos más vulnerables al VIH y, en general registran tasas de mortalidad más elevadas que los hombres;

D) El consumo de sustancias ilícitas durante el embarazo puede ser causa de parto prematuro y tamaño reducido del bebé (para la edad gestacional), así como de otros efectos específicos de la sustancia;

33 

 

E)En comparación con los hombres las mujeres que buscan tratamiento tienden a ser más jóvenes y a disponer de disponer de menos recursos en lo relativo a la educación, empleo e ingresos, tienen hijos que viven con ellas y conviven con un cónyuge o pareja que consume sustancias;

F) Las mujeres con problemas de consumo de sustancias tienen más probabilidad de haber experimentado traumas que los hombres y de sufrir con más frecuencia problemas psiquiátricos concomitantes;

G) La información disponible indica en general que la presencia de la mujer en los servicios de tratamiento del abuso de sustancias es insuficiente, aunque los datos sobre la magnitud del problema son limitados en muchos países;

H) Algunos estudios sobre el inicio y la finalización del tratamiento muestran que las mujeres se someten a él y lo terminan con menor frecuencia que los hombres, mientras que en otros estudios no se han observado diferencias entre los sexos. Hay indicios de que la situación familiar de la mujer incide en la finalización del tratamiento;

I) Por lo general las investigaciones no revelan diferencias de género en los resultados del tratamiento. No obstante, en algunas recientes que se han observado mejores resultados en el caso de las mujeres que participan en tratamientos concebidos expresamente para atender a sus necesidades.

3.1.2 Estadísticas de consumo

Según el informe de la Naciones Unidas (2005) en el que se examinan las diferencias de genero con respecto al uso indebido de sustancias, señala que las mujeres representan un porcentaje del 10% de los consumidores en algunas sociedades asiáticas tradicionales, el 20% en los países de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y los de América Latina y alrededor del 40% en América del Norte y algunos países europeos. En dicho informe se menciona que aunque las tasas de consumo de sustancias de las mujeres pueden ser bajas en comparación con las de los hombres, algunos informes de Australia, los Estados Unidos, Canadá y países de la Unión Europea indican que los porcentajes de consumo de algunas sustancias ilícitas convergen entre los jóvenes de ambos sexos y que aumentan entre las mujeres en general en algunos países de Europa: Por otra parte, en la publicación “The Hidden Epidemic”: a Situation in The Contex of HIV/AIDS”, se refiere también sobre el aumento de consumo de sustancias de las mujeres asiáticas y del incremento del numero de consumidoras de drogas por inyección dedicadas al trabajo

34 

 

sexual en muchos países de Asia. La confluencia de consumo de drogas inyectables, el trabajo sexual y las prácticas sexuales riesgosas se ha convertido en un factor considerable de crecimiento de la amenaza del VIH entre las mujeres, en particular en Asia, Europa Oriental y América del Norte.

Aunque la prevalencia del consumo de sustancias ilícitas puede ser menor entre las mujeres que entre los hombres, las mujeres son más propensas a consumir fármacos (tanto ilícitos como de venta con receta), y los niveles de consumo más elevados por lo menos en América del Norte y Europa, se registran en las mujeres mayores (Informe de las Naciones Naciones Unidas, 2005).

En México el consumo de narcóticos entre la población femenina no sólo abarca a las drogas ilícitas, sino también el consumo de alcohol y tabaco, así como las drogas médicas como tranquilizantes y anfetaminas que inhibe el hambre.

Cifras del Consejo Nacional contra las Adicciones en coincidencia con la Encuesta Nacional de Adicciones del 2010, revelan que una mujer por cada 10 hombres consume drogas de diseño como el éxtasis y el cristal. Aunque se reconoce que no hay cifras concretas sobre la población femenina, el consumo de ese tipo de sustancias va en ascenso en comparación con las drogas más comunes como la heroína y la cocaína.

En cuanto al tabaco, el consumo también va en aumento, y en estos momentos hay una proporción de cuatro hombres por cada mujer.

Para el objetivo de la presente investigación los datos de la Subsecretaria de Sistema Penitenciario señalan que la población con problemas de adicción4 asciende a 60 por ciento del total en los reclusorios

                                                            4 La adicción se define como un patrón desadaptativo de consumo de sustancias que conlleva un deterioro clínicamente significativo que se caracteriza por la presentación de tres o más de los siguientes puntos, en algún momento, dentro de un periodo de doce meses:

1. Tolerancia.

2. Dependencia física que se manifiesta como abstinencia al suspender la droga.

3. Consumo de la sustancia en cantidades mayores o durante tiempos más largos de lo que inicialmente se pretendía.

4. Deseo persistente o esfuerzos infructuosos por controlar o interrumpir el consumo de la sustancia

5. Empleo de tiempo cada vez mayor en actividades relacionadas con la obtención y el consumo de la sustancia o la recuperación de sus efectos.

6. Reducción importante de actividades sociales, laborales o recreativas debida al consumo de la sustancia.

7. Continuación del consumo de la sustancia a pesar de tener consciencia del daño que ocasiona.

35 

 

capitalinos (La Jornada, 2002). Cabe precisar que esta institución no emite datos oficiales de esta temática, ya que no hay registros pues no se cuentan con reportes en dicha temática.

Por otro lado, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal emite un diagnostico en el que especifica que la población masculina que consume drogas representa el 16 por ciento de todas las personas recluidas, frente a menos del 2 por ciento de las mujeres con consumo.

Señala que para los consumidores de drogas de los reclusorios, la marihuana era la droga por excelencia y seguida de la cocaína o el crack; para ellas, la cocaína era casi tan relevante como la marihuana. Los porcentajes de quienes consumían marihuana fueron 80% en los hombres y del 65% en las mujeres. En cuanto la cocaína o el crack, el 9% fueron hombres y en las entrevistadas el 36%. Este porcentaje fue mayor en las mujeres sin embargo, no se debe de perder de vista que mientras los encuestados eran 128, ellas sólo 11.

Asimismo, señala que el grado de adicción es mayor en los hombres: casi la mitad consume diariamente alguna droga, mientras que en las mujeres esa proporción equivale a la cuarta parte. Especifica que las mujeres que consumen drogas son exclusivamente las que tienen entre los 25 y 44 años. Menciona que el grado de adicción es mayor en los hombres: casi la mitad consume diariamente alguna droga, mientras que en las mujeres esa proporción equivale a la cuarta parte (CDHDF, 2005).

Los datos anteriores son muestra clara de un fenómeno de grandes dimensiones y en la que en la institución encargada de la readaptación, entendiendo que la “readaptación social” no implica repersonalización o cambio en la forma de ser lo único que significa es el intento de dejar de delinquir, que no lesione a la sociedad cometiendo otro delito y se dañe a sí mismo con otra sentencia condenatoria. (Garcidorasco, 1999), también se hace cargo de estas problemáticas.

En este orden de ideas, Inciardi, Lockwood y Pottieger (1993:109-112), han señalado una serie de sorprendentes semejanzas e interconexiones entre el consumo de drogas y la criminalidad de la mujer, que se pueden resumir de la manera siguiente:

a) Ambas áreas han sido muy poco estudiadas hasta los años setenta;

b) Cada una de estas áreas ha sido tradicionalmente desarrollada como si la otra no existiera. La criminología ha sido especialmente propensa a ignorar el consumo de drogas como tema de estudio. Una serie de revisiones bibliográficas, realizadas a comienzos de los ochenta, concluyeron en la

36 

 

necesidad de prestar mucha mayor atención a la investigación sobre la relación consumo de drogas y criminalidad de la mujer;

c) Ambas reflejan el supuesto de que la mujer es esencialmente madre, o al menos madre en potencia, de ahí la insistencia en las funciones reproductivas de la mujer: el embarazo y el feto para los estudios de adictas y los problemas emocionales, inducidos hormonalmente o la conducta sexual censurada - y concretamente la prostitución - en la literatura criminológica;

d) Ambas reflejan el supuesto de que los problemas sociales serios son esencialmente problemas de la conducta masculina.

Por otra parte, la magistrada catalana Bona I Puigvert (1992), al revisar varios estudios realizados sobre la mujer reclusa, señala dos características fundamentales las cuales son: que la diferencian del hombre recluso, y que transcribimos a continuación:

a) La maternidad tiene una importancia trascendental en el medio cerrado. Las circunstancias del embarazo, la lactancia y los primeros años de la vida de los hijos son vividas de forma muy negativa por la mujer reclusa con graves efectos psicológicos. Situación similar ocurre cuando sus hijos no están con ella, por las posibles repercusiones en la desestructuración y desmoronamiento del núcleo familiar; y

b) La gran dependencia afectiva de sus compañeros, con consecuencias en un mayor sentimiento de soledad y una mayor incidencia en las depresiones, ya que, a diferencia de la fidelidad y solidaridad demostrada por las madres, esposas o compañeras cuando sus hombres están en prisión, no se da idéntica solidaridad cuando ellas se encuentran en la misma circunstancia.

Las condiciones materiales y psicológicas pesan más sobre ella que sobre el hombre porque los sentimientos afloran con más fuerza, sobre todo en relación con la familia y por la falta de privacidad/intimidad a que están sometidas (Almeda Samaranch, 1992:9).

3.1.3 Tratamientos en torno al consumo de drogas de población en reclusión

Los tratamientos y la intervención para el uso de sustancias en México se caracterizan por una diversidad de bagajes teóricos, ideológicos y metodológicos. Sin embargo, a pesar de dicha diversidad los tratamientos específicos para mujeres con problemas de uso/abuso de drogas son nulos como lo señala Romero (2009): “la falta de programas para atenderlas y la

 

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38 

 

después del tratamiento. Lo anterior ya que se ha documentado que las recaídas al uso de drogas y las reincidencias en el crimen son significativamente más bajas si la consumidora de drogas continúa el tratamiento después de retornar a la comunidad.

Finalmente es necesario mencionar que este modelo ha sufrido algunos ajustes con el objetivo de considerar la diferencia de género. Pues como es sabido la Terapia Cognitivo Conductual

“se centra en los problemas actuales del paciente, se ocupa de sus síntomas, el enfoque es pragmático, el objetivo principal de la intervención consiste en que los problemas por los cuales el paciente asiste a consulta dejen de existir, es decir, apunta deliberadamente al levantamiento sintomático”. (Dossier, Modulo VII, Tratamiento de las adicciones)

La cotidianidad del trabajo desempeñado con las mujeres de las que ya se ha hecho referencia permite señalar que el interés especial debe prestarse a la historia de abuso físico y sexual. Ya que el abuso con frecuencia no es explorado en las historias clínicas de rutina, debido a los profundos sentimientos de vergüenza que sienten las mujeres cuando los sufren, porque la memoria de estos episodios puede estar reprimida. Por lo tanto, es imperativo que exploraciones e interrogatorios sutiles al tema del incesto y del abuso puedan explorarse a lo largo del tratamiento, siendo este tan sólo un ejemplo de lo que no se considera en la implementación para dicho programa.

39 

 

Capitulo 4 

Imagen corporal en mujeres que consumen drogas

4.1 Subjetividad femenina

Cada persona es enseñada a ser mujer y a ser hombre de diversas

formas y por personas, instituciones y medios diferentes; cada uno aprende

según sus posibilidades y cada quien internaliza y asume en grados diferentes

el conjunto de mandatos de género, los cumple o los desobedece. La

experiencia internalizada va configurando la subjetividad y el psiquismo, por

eso la subjetividad es parte constitutiva del género.

Cada persona vive este proceso pedagógico de género inconsciente o

conscientemente, sin percibirlo. Las mujeres o los hombres que no asumen el

mandato o el desideratum en sus componentes básicos o deliberadamente lo

transgreden al no acatarlo manifiestan diferencias que pueden convertirse en

disidencias, lo que los coloca en situaciones de marginación, estigmatización,

opresión y, en muchos casos, de exclusión de espacios y actividades.

En este sentido, se hace referencia a la subjetividad femenina, la cual

tiene como eje central el deseo, el pensamiento y las emociones. El contenido

del deseo es el que define las acciones tanto de hombres como de mujeres.

Por ejemplo: ser hombre completo, responder como hombre, no es nada

sencillo, ya que implica adentrarse en procesos de negación y desarrollar

necesidades de evasión que los lleva en casos extremos al consumo de

sustancias.

En el proceso de constituirse como hombres ellos se preguntan:

¿Qué tan hombre soy? ¿Soy suficientemente hombre? ¿Manejo mis

emociones como hombre? ¿Me aprecian las mujeres y me respetan los

hombres? etc. (Lamas, 2000)

Mientras que las mujeres se preguntan: ¿me identifico como mujer?

¿Cuido debidamente a mi familia? ¿He cumplido con el rol de la maternidad?

¿Me ven tierna, delicada y bonita? ¿Estaré respondiendo a las peticiones de

los demás? etc. (Ibídem)

40 

 

Cuando hablamos de subjetividad lo haremos pensando en la noción

que se refiere a aquellos procesos que producen y son producidos por el

mundo simbólico humano, comprendida como “multiplicidad, como procesos

producidos históricamente y tramados desde las redes institucionales que

trascienden y anteceden al individuo”. Dicho aspecto trasindividual tiene que

ver con la idea de sujetación y con la noción de inconsciente. De ahí que

resulte falsa la dicotomía entre exterioridad social e interioridad individual entre

individuo y sociedad. Lo social histórico no es afuera, sino aquello con lo que

esta tramado el inconsciente. (Baz, 2002)

Es importante concebir la subjetividad como producto del ingreso del

niño al mundo simbólico plasmado en el lenguaje y transmitido a través del

vínculo intersubjetivo con el otro.

Se entiende entonces que la subjetividad es la forma en que una

persona piensa de sí misma o se concibe a sí misma y la manera en que

construye la realidad en torno al contexto y la cultura en donde se desarrolla.

4.2 imagen corporal y el consumo de drogas

De acuerdo a lo que se ha venido revisando la experiencia subjetiva del

cuerpo como objeto de estudio ha estado presente en el pensamiento social en

debates sobre la naturaleza y la cultura; sin embargo la tendencia es a tratar el

tema de manera implícita. Por el lado de la psicología ha habido una tendencia

a identificar la influencia de una visión del cuerpo enraizada en la teoría

medica, en donde la existencia corporal es aislada de los procesos mentales y

reducidos a una realidad anatomofisiológica en donde se descarta el aspecto

subjetivo, relacional y simbólico del cuerpo en la comprensión de la trama de la

vida humana.

Algunas aproximaciones psicosociales que estudian el uso de las drogas

parece no han escapado a dicha visión. En la investigación del tema existe una

fuerte tradición a guardar cierta distancia de las cuestiones corporales o bien, la

experiencia del cuerpo se ha circunscrito al ámbito fisiológico. (Flores, 2007).

En otro punto, permanece una tendencia que pasa por alto la corporalidad y

41 

 

explica el fenómeno en términos de los factores psicológicos y sociales que

propician, influyen o mantienen el consumo de drogas y deja de lado aspectos

que dan cuenta de cómo los hombres y mujeres experimentan, conocen, hacen

y sienten con y sobre sus propios cuerpos.

Desde la perspectiva de la imagen corporal, el consumo de drogas

puede ser considerado como una práctica que implica un proceso de

transformación subjetiva-corporal al comportar una peculiar forma de

relacionarse con el propio cuerpo, al tiempo que se encuentra inserto en

continuo entre la norma social y el deseo personal y en un contexto

sociocultural determinado.

Bajo la premisa fenomenológica del cuerpo como vehículo del mundo lo

que se agregue o quite, modifican no sólo el estado fisiológico, también

inaugura formas de relacionarse con él. Con el uso de drogas, cambia la

relación con el cuerpo, cambia la relación con lo sentidos, la percepción del

tiempo, del espacio, de sí misma y de los otros.

Se trata de una práctica que ejerce la persona consigo misma con la

intención de alterar la percepción de su cuerpo cuya motivación a relacionarse

con cualquier tipo de droga es precisamente el efecto que ejerce sobre sí.

(Walton, 2005). Esta practica se caracteriza asimismo, por llevarse a cabo bajo

un conjunto de conocimientos, imaginarios y técnicas sobre las drogas pero

también sobre el cuerpo (qué sustancias utilizar, para que efectos, vías de

administración, dosis, combinaciones, efectos esperados) que se retroalimenta

con la repetición y conlleva una marcada huella en la imagen corporal. De ahí

que sea incluso necesario decir que se hace un determinado uso del cuerpo no

de las drogas. (Ibídem)

Como ya se menciono La imagen corporal es la representación (en parte

consciente y preconsciente y en parte inconsciente) del cuerpo propio, que

tiende a adoptar una estructura como unidad, y es construida desde la vida

pulsional (que arma una anatomía fantasmática) y desde la experiencia

perceptual y cultural (mediadas a su vez por la dinámica libidinal) a la vez que

esta sujeta a un proceso permanente de transformación.

42 

 

4.3 Cuerpo femenino y el consumo de drogas

Como ya se ha venido revisando el cuerpo humano se erige sobre una

base biológica, desde un enfoque de la construcción social de la realidad, la

naturaleza corporal no puede ser entendida como una entidad fija y dada sino

como un efecto de procesos culturales y sociales históricamente determinados

(Elías, 1987; Laqueur; 1994). En este sentido Foucault, llamo la atención sobre

la manera en la que la racionalización de la sociedad occidental desde finales

del siglo XVIII, convirtió el cuerpo humano en el principal objeto de poder de los

procedimientos científico-técnicos. Los nuevos saberes que emergen de la

psiquiatría, la psicología, la pedagogía y la criminología, han implicado la

extensión del poder institucionalizado a través de una vigilancia del cuerpo y la

instauración de una ética corporal en torno a lo deseable y lo prohibido,

mediante practicas y discursos que busaca saber para organizar, administrar y

regular el cuerpo de los individuos y el cuerpo de las poblaciones en aras del

orden social.

A través de los trabajos de Foucault se permite ver como las sociedades

basadas en el control y la observación institucional para la normalización de los

cuerpos, han establecido conjuntos de restricciones normativas que producen y

regulan dinámicas sociales íntimamente relacionadas con la experiencia

corporal de las personas (Turner, 1989). Mediante regímenes muy específicos

como la dieta y el ejercicio, dichas sociedades han conseguido que el cuerpo

sea disciplinado por el individuo mismo, logrando el control a través de un

sistema de vigilancia interna de la propia conducta (Foucault, 1990)

Sin embargo hay otros cuerpos que transgreden las normas sociales de

la salud, del orden y la moral y al tiempo que son sometidos por instituciones

escolares, jurídicas y sanitarias que mantienen una permanente observación de

las señales que transgreden esos controles. El consumo de drogas, los

tatuajes, escarificaciones e implantes son algunas de las practicas que al

encontrarse en relaciones de poder-saber, se han convertido en delitos del

cuerpo sujetos a la persecución y el castigo o en su caso a la rehabilitación. De

acuerdo a Piña (2004) los discursos médico-psiquiátrico-criminalistas, han

43 

 

condenado este tipo de prácticas a la patología y a la desviación generando

procesos de estigma, intolerancia e incomprensión alrededor de quienes la

llevan a cabo.

Se considera que al hablar de las mujeres con las que trabajamos nos

estamos refiriendo a algo más que cifras, estamos hablando de un cuerpo en el

que se consideran dos dimensiones, a saber una subjetiva y otra social. La

primera contempla la relación interna que establecemos con nuestro cuerpo,

basada en nuestras construcciones personales e imaginativas. La segunda

dimensión abarca las distintas formas de cómo se construyen simbólicamente

los cuerpos, sus normativas y estimaciones. Estas ultimas, van siendo

apropiadas por las personas y va modificando su dimensión subjetiva (Donoso,

2002:80)

En esta misma línea, nos referimos a los cuerpos de mujeres en la que

su dimensión subjetiva y social se hayan atravesados por el encierro que ellas

mismas mencionan el que sufren sus cuerpos en el encierro carcelario y ese

otro encierro al que denominan la adicción.

Para las mujeres, el problema de las adicciones es una gran desgracia y

tal vez de manera poco sorprendente, ha sido descrito como "la desviación de

la desviaciones". (Van der Bergh 1991, Ettore1992).

La cosificación del cuerpo de la mujer, que le pertenece a todos menos a

ella, ejerce una gran presión a la que no son sometidos los hombres, a quienes

la sociedad sí les permite irse con cuantas mujeres quieran estando tomados o

no. “Lo que para el hombre es positivo, para la mujer es negativo”.

La relación que estas mujeres establecen con su propio cuerpo puede ser

referida como el resultado de discursos y practicas institucionalizadas, pero

incorporadas y traducidos por ellas mismas en permanente dialogo con sus

cuerpos como una expresión del entrecruzamiento de lo singular y de lo social.

44 

 

45 

 

Capitulo 5 

Metodología

5.1 Relevancia del estudio

La intención de llevar a cabo una investigación con esta temática surge a partir del acercamiento con mujeres que se encuentran internas en el Centro Femenil de Readaptación Social del Distrito Federal y que se encuentran en el Programa de Atención a la Conducta Adictiva, en el que se ha observado no se ha dado la suficiente importancia en señalar “cómo conciben su cuerpo a raíz del uso de las drogas, ¿cambia de acuerdo con la relación que la mujer establece con la droga?: desde la percepción del control del propio cuerpo, hasta la perdida y recuperación de éste mediada por la intervención de un tercero.

Como se ha venido argumentando se adolece de un ejercicio comprensivo-interpretativo de la practica del consumo de drogas y se está dejando de lado esta idea del esquema corporal, es decir al cuerpo anatómico que es despojado de significación, de sentido de igual manera al cuerpo subjetivo que deviene códice, relato de la experiencia; elementos que a partir de sí atestiguan la relación que existe consigo mismas: cómo experimentan, conocen, hacen y sienten con y sobre sus cuerpos.

Por lo anterior esta investigación se considera relevante.

OBJETIVO GENERAL: 

• Explorar la experiencia subjetiva del cuerpo en la trayectoria con el uso de drogas de las mujeres internas en el Centro Femenil de Readaptación Social del Distrito Federal participantes en el Programa de Atención en Conductas Adictivas.

OBJETIVOS ESPECIFICOS: 

• Conocer la manera en la que las mujeres consumidoras de drogas descubren a su cuerpo con el uso de éstas.

• Identificar si las mujeres consumidoras de drogas reconocen algún daño en su cuerpo como consecuencia del consumo.

SUPUESTO: 

Las mujeres que consumen drogas lo hacen como una forma de autocastigo.

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a) Tipo de estudio: Se trata de un estudio exploratorio, descriptivo, de tipo cualitativo, ya que permite tener descripciones detalladas de situaciones, eventos, personas, interacciones y comportamientos que son observables. Incorporando lo que los participantes dicen, sus experiencias, actitudes, creencias, pensamientos y reflexiones tal como son expresadas por ellos mismos.

b) Tipo de muestra: Intencional no probabilística.

c) Descripción de la población: Dos mujeres internas en el Centro Femenil de Readaptación Social del Distrito Federal, consumidoras de drogas y que estén bajo tratamiento en el Programa de Atención a Conductas Adictivas.

d) Criterios de inclusión: 1) Mujeres internas del Centro Femenil de Readaptación Social del Distrito Federal.

2) Se encuentren bajo tratamiento en el Programa de Atención en Conducta Adictiva.

e) Criterios de exclusión: 1) No encontrarse bajo tratamiento en el Programa de Atención en Conducta Adictiva.

f) Procedimiento: Para la realización de las entrevistas se seleccionó a las mujeres que se encontraban en el programa PACA. Se tenían reuniones cada tercer día y se empezó a sensibilizar para que pudieran acceder a la entrevista

después de revisar su expediente y tomar aquellas que cumplieran con los criterios de inclusión una vez seleccionadas se les citó y se les planteó los objetivos de la investigación

INSTRUMENTO: Se utilizo la técnica de entrevista a profundidad definiéndose como un instrumento fundamental del método clínico con el que se posibilita llevar la vida diaria del ser humano al nivel del conocimiento y la elaboración científica

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al mismo tiempo que para su realización se aplica en alguna medida tal conocimiento. Bleger (Baz, 2002) Las entrevistas se hicieron en dos sesiones con una duración aproximada de 90 minutos cada una y se elaboró una guía temática. (Anexo II).

ETICA Y CONFIDENCIALIDAD

A todas las participantes se les explicó los objetivos de la investigación y se les pidió su autorización para grabar la entrevista asegurándoles la confidencialidad y el anonimato. La información proporcionada no sería utilizada en su expediente institucional.

5.1.1 Análisis de Resultados

Descripción de la muestra

La muestra quedó conformada por 2 mujeres que se encontraban en prisión en CFRSDF, de edades de 25 y 40 años respectivamente, acusadas de delitos del fuero común y se encuentran próximas a obtener su libertad.

Cuerpo

Ar ir analizando las entrevistas y en lo que respecta al cuerpo las mujeres reportaron que cuando eran consumidoras no se veían al espejo, no había una relación entre su cuerpo y su imagen corporal esto era lo que menos les importaba.

“mi cuerpo...en consumo... como marioneta”

“cuando me drogaba me veía diferente demacrada, flaca, ojerosa y mi mirada solo estaba perdida siempre me miraba totalmente diferente fea y desconocida”

Como puede observarse el reconocimiento y desconocimiento de sí a partir del otro, en este caso la imagen del espejo fue tomada como el signo real de las secuelas del consumo así como la desvinculación con el sí mismo donde se pudo concretar el cuerpo. Asimismo, como ya se ha venido señalando un cuerpo que tiene sus representaciones subjetivas que apropian, reproducen y transforman de acuerdo a su contexto y su cultura.

“Un cuerpo utilizado humillado al servicio de los demás”

Para una de las entrevistadas el haber vivido violencia familiar: física y simbólica le causaron heridas en su etapa infantil que le marcaron de dolor en

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el cuerpo pero también una marcada sensibilidad ante el otro y ante sí misma instaurando un modo de ser como figura receptora de maltrato en su cuerpo.

“me denigraban mucho y me criticaban mucho porque yo empezaba a trastornarme, yo no me bañaba, andaba con mis tenis rotos...

“Golpes físicos y rechazos, insultos, manoseos de parte de mis hermanos y muchas otras cosas que se me va creando un tremendo odio y resentimiento hacia las personas”

El relato de las mujeres dejan saber que experiencias de maltrato y abusos revelan un sentimiento de abatimiento cuyo referente fue la decadencia corporal que cuestionó la existencia y comprobó el deterioro emocional

Como lo señala Le Breton, 1997 las representaciones del cuerpo y los saberes de éste son tributarios de un estado social, de una visión de mundo y dentro de ésta, una definición de la persona. El cuerpo es una construcción simbólica, no una realidad en sí mismo.

En este sentido haciendo referencia al cuerpo como una representación que se va moldeando de acuerdo a la circunstancia; las mujeres señalaron que su cuerpo en el momento de consumo no tenía valor.

“...sin valor rodando por doquier para ver quién se compadece de esta pobre drogadicta y enferma emocional...”

A través de su relato se pudo inferir que su idea de cuerpo se ha ido modificando de acuerdo a cómo lo veían o cómo lo ven los otros, enfatizando lo importante que ha sido para ellas en la construcción de lo que hoy denominan cuerpo.

“...la gente lo mire muy bien y me lo chuleen porque está muy bonito y eso me llena de gusto y de mucha alegría, porque es agradable que le digan que te ves bien así”

Por otra parte, es interesante observar como cada una fue mencionando el descubrimiento del cuerpo como objeto de sensaciones de dolor y alegría. Revelaron saber que no sólo portan un cuerpo, sino que este cuerpo siente, existe; y fueron más allá estableciendo una diferenciación que denominaron:

Bajo el consumo:

“...sentía agradable estar dopada...me gustaba sentir la adrenalina...me sentía superior a la demás gente...”

“..me servía para no sentir

Sin el consumo

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“...mi cuerpo inspira...ganas de vivir”

“...siento cada sensación que me causa”

Con lo anterior se corrobora que el cuerpo comienza a ser considerado como tal cuando el sujeto se descubre portándolo (Wallon en Baz, 2000:34).

El cuerpo se consideraría como una construcción cultural y social que existe en la medida en cada uno le otorga significados y valores de acuerdo a cosmovisiones (Baz, 2000). Esto es constitutivo de la subjetividad de cada uno; es decir la manera en la que cada mujer se pensó portando su cuerpo. Mencionando que:

“... no había nada bueno que mereciera. Así es que en la manera de alcoholizarme y de drogarme, he tenido tantas perdidas como perdí mi matrimonio, perdí el único matrimonio que tenia para mis hijos, mi casa, perdidas de cada empleo que laboraba por cada actitud mía, perdí mi dignidad, he perdido el respeto de los demás hacia mi misma y sobre todo he perdido una parte valiosa de mi vida que es mi libertad física porque la espiritual he luchado pero me ha sido mas fácil continuar encarcelada en esta prisión no con mis maneras de drogarme y alcoholizarme sino... que entre sexo y drogas, alcohol y prostitución y muchas otras cosas más se me fueron los mejores años de mi vida estando hoy recluida

“... no quería seguir con esa vida tan horrible que tenía porque me perdí, no sabía de mi existencia...”

Imagen corporal

Al hablar de su imagen corporal lo hacen asumiendo que es su propio cuerpo.

Para efectos de este análisis recordemos que la imagen corporal es una representación del cuerpo que es parte consciente y en parte inconsciente, que tiende a adoptar una estructura como unidad. Es propia de cada uno y esta ligada al sujeto y a su historia (Dolto, 1986).

Al hacer referencia a la imagen que les proyectaba el espejo mencionan que hasta antes del consumo su imagen les era ajena.

“Cuando comencé a consumir me empecé a mirar flaca y demacrada, ojerosa mi semblante... era diferente”

“no me miraba bien, no me miraba al espejo”

Una vez que dejan el consumo su imagen ya les era conocida

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“...como son el mirarme al espejo veo una luz radiante a través de mis pupilas de mis ojos con unas ganas de vivir “

Estas mujeres señalaron que actualmente su imagen corporal ha sufrido una transformación.

Esto da cuenta de una imagen corporal personal y subjetiva, tan dinámica y diversa, pero a su vez tan dependiente del mundo externo, que resulta muy difícil realizar el proceso analítico; intentando separar ambos mundos, -subjetivo y social-. Asimismo, no resulta simple acceder de forma directa a la imagen corporal de las entrevistadas, puesto que es un elemento que está muy correlacionado con el inconsciente humano. Es decir, todos poseemos una imagen corporal propia pero no siempre se ha reflexionado –conscientemente- sobre ella y al momento de expresarla, es muy fácil que se transforme rápidamente, porque su discurso se adecua al contexto, la situación y es muy dependiente del mundo emocional. La imagen corporal queda pues supeditada al mundo que nos rodea, entendiendo que está siempre en permanente construcción.

Consumo de drogas

Cuando hablan de su experiencia con el consumo de drogas las mujeres van narrando las reacciones que cada sustancia les producía entre asombro y placer:

“...empiezo a inhalar resistol 5000 y prefería viajarme evadiendo toda mi realidad”

“... y así fui incrementando mas el efecto que producía el dicho alcohol que mucho me gustaba la sensación, que sentía para no sentir los problemas que había en la casa... lo único que buscaba era fugarme de la realidad, no me gustaba sentirme rechazada quería que alguien se diera cuenta de que yo existía y que sólo buscaba unas migajas de amor y de atención”

El uso del alcohol, le hacía olvidar, el del resistol le posibilitaba viajarse, el de la piedra sentir la adrenalina que les llevaba entre un vaivén de la conciencia, hasta la perdida de la noción del tiempo y el control de sí mismas lo que las atrapó entre espanto, turbación y placer

“...empecé a consumir.... me gustaba sentir la adrenalina y sentía que las personas me tenían que respetar porque yo me sentía superior a la gente...”

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La vivencia era la de sumergirse en un mundo distinto, impreciso pero extraordinario.

“...Empiezo a robarle los tragos a mi padre para estar fuerte para cuando mi madre me pegara y no me dolieran los golpes físicos, porque a parte hacia que se me fueran abriendo unas grandes heridas en mi corazón y en mi alma... Esas heridas que día con día se hacían tan profundas que sólo esos pequeños tragos de alcohol mitigaban y me hacían olvidar momentáneamente pero me gustaba fugarme por minutos y así empecé con probadas...”

“...empecé a fumar cigarrillos, alcohol, cemento y esto no iba cambiar las cosas al contrario estaba empeorando las situaciones. Cuando mi madre se da cuenta me golpeo hasta que se canso me embarro todo el cemento en mi cara en el cabello. Cuando ella me agarro inhalando me ardía tanto la piel que quise golpearla...”

Cuando ambas entrevistadas señalaron su experiencia con el uso de las drogas, fue posible observar que van descubriendo “un sentir” que las llevo a la gratificación en un trueque entre una realidad dura y dolorosa por un “no sentir”. Un cuerpo como un espacio de descubrimiento en el que observaron el funcionamiento, la apariencia y la resistencia bajo los efectos de las drogas. Sus hallazgos fueron propiciando que se hiciera referencia a un cuerpo como testigo, receptáculo, instrumento, escenario o vehículo de relación

Perder el sentido de las cosas, el tiempo. Contar con la posibilidad de un analgésico.

¿El consumo de drogas es un autocastigo?

“...No dándome cuenta que solo quería olvidar y con la bebida o con la droga lo conseguía y así seguía pasando el tiempo y en mi ya había demasiadas actitudes aberrantes que me hacían sentir mal pero por lo menos solo así decía yo no van a seguir haciéndome daño y no pensando que yo misma me lo estaba causando; porque empecé a prostituir por conseguir una droga, más cuando ya ni había dinero para comprarla entonces mi vida seguía sin sentido teniendo caricias de hombres que no me gustaba aguantar y sólo por unos cuantos pesos o ya sea por unos cuantos tragos y eso me hacía ver mi dignidad tirada en el suelo...”

“...Entraba en depresiones ya que no quería seguir con esa vida tan horrible que tenia porque me perdí no sabía de mi existencia me llegaba a dar pazones con la droga que yo quería morirme drogad...”

Fragmentos que evidencian la perdida de sí ante el consumo, con fuerza de inercia la repetición de las practicas consiguieron la pérdida de control sobre lo que consumían y con ello la percepción de deterioro y la pérdida de sentido de sí mismas y de los otros gravitando en un sentimiento de culpabilidad y minusvalía.

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Al referirse a las sobredosis, la imagen corporal se presento con una sensación de extrañeza, que se hizo más fuerte cuando su imagen que era mostrada en el espejo les era desconocida por el cambio radical que había sufrido. La experiencia de un cuerpo en deterioro les presento a un sí mismo fuera de control.

El consumo de drogas ante su contexto fue concebido como la varita mágica que en segundos proporcionaba la cura al dolor, sintiendo que no pasaba nada, esperando que esto se convirtiera en algo no sólo pasajero sino permanente. Convirtiéndose en transgresoras una vez más de una “normatividad” de la que hace mención Michel Foucault.

5.2 Discusión

Los anteriores relatos hablan de cuerpo, de historia, un cuerpo con memorias de sufrimiento y placer. Las entrevistadas platicaron de su historia en base al recuerdo y reconstrucción de pasajes significativos de su experiencia con el consumo de drogas, estas revelaron modos de ser y haber sido cuerpo como instancias tejidas desde la subjetividad.

Ambos casos nos permiten inferir que las experiencias de consumo modificaron la relación que tenían con su cuerpo. El contexto familiar y la mirada del otro son elementos importantes en la configuración que cada una dio a su cuerpo asimismo en la manera en la que cada una se relaciona con el otro (Baz, 2009).

Se puede identificar que las mujeres entrevistadas cuentan con la idea de un proyecto a través de la recuperación de su cuerpo mediante el control de las emociones y del consumo de drogas, a partir de la elaboración de un relato que después de presentar personajes abatidos, derrotados por el consumo fue haciéndose manifiesto otros que se restituían intentando lograr la conservación de una imagen corporal que ya no les fuese ajena. Así queda expresada la subjetividad de cada una arraigada en la relación que se establece con el propio cuerpo, sin dejar de lado que se encuentra inmersa en el contexto de las exigencias sociales.

De esta manera se consigue mencionar que el consumo de drogas se podría caracterizar como una práctica corporal que abre una posibilidad ante la relación saber-poder mediante el propio cuerpo en la medida en que aumentan el uso de sustancias, en la que la experiencia corporal se debate entre el deseo personal y el establecimiento de límites no sólo personales sino también como respuesta ante un “deber ser”. La subjetividad fue expresada por las entrevistadas justo así como el “deber ser” y “mis deseos personales”.

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Los hallazgos permiten mencionar que la experiencia del cuerpo con el uso de drogas cambia de acuerdo con la relación que el sujeto establece con la droga: desde la percepción del control del propio cuerpo, hasta la pérdida y recuperación de éste. En este sentido la relación que la mujer en este caso establece con su cuerpo se puede definir en términos de dominio de si mismo.

Se observó que las mujeres más que autocastigar a su cuerpo con el consumo de lo que nos habla es de la falta de un proyecto corporal que enmarque los límites de la persona: quién es, cómo se ve, que ha hecho consigo misma, qué ha probado, que ha sentido, cómo se quiere ver y cómo quiere ser vista.

Por lo que un ejercicio comprensivo –interpretativo de las practica del consumo de drogas pone en claro la inexistencia de un cuerpo anatómico despojado de significación y sentido donde el cuerpo subjetivo sucede como un relato de la experiencia.

Finalmente es importante señalar que es fundamental que se desarrollen más investigaciones con esta temática pues el reconocimiento del cuerpo sensibilizaría aún más a las mujeres sobre los daños que causan a su cuerpo con el consumo de drogas, por lo que se propone implementar un taller de Expresión Corporal a fin de que la población experimente la sensación de ir liberando tensiones, de ir apropiándose de su cuerpo, de dejar que su cuerpo hable y no sólo con la palabra sino a través de disciplinas como la expresión corporal. Lo anterior intentando dar un tratamiento integral no sólo en el tema de las adicciones sino como una herramienta en su diario vivir.

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5.3 Propuesta:

Antes que nada agradecer a las entrevistadas por la confianza para narrar sus historias y por supuesto a la institución por las facilidades brindadas para la realización de esta investigación.

Luego de los hallazgos vertidos en esta investigación se propone implementar un taller de Expresión Corporal a fin de que la población experimente la sensación de ir liberando tensiones, de ir apropiándose de un cuerpo, de dejar que su cuerpo hable y no sólo con la palabra sino a través de disciplinas como la expresión corporal. Lo anterior intentando dar un tratamiento integral no sólo en el tema de las adicciones sino como una herramienta en su diario vivir.

Por lo que a continuación se presenta el esbozo de este taller.

Taller de expresión corporal

Es un taller que permitirá experimentar y disfrutar con música, movimiento juego y dramatización. El desarrollo de la interacción social y la cooperación es fundamental para el taller. Con juegos, ejercicios de expresión corporal y psicomotricidad se facilita la participación y la mejora de la movilidad corporal. El carácter lúdico, la destreza y la concentración que les exige, les ayuda para expresarse y comunicarse en un entorno acogedor y afectivo.

El taller esta dirigido a 10 máximo 14 mujeres básicamente para contar con un adecuado manejo de los objetivos de cada una de las sesiones.

Objetivos:

• Crear un ambiente que favorezca el ansia de experimentar, desarrollar, relacionar, expresar, jugar y bailar en la medida de sus posibilidades.

• Mejorar el contacto consigo misma y los demás, a través de ejercicios de psicomotricidad, expresión corporal y la comunicación verbal y no verbal.

• Fomentar la creatividad, la improvisación y la capacidad de expresión. • Mejorar la capacidad de concentración y relajación. • Aumentar la sensibilidad, la percepción y capacidad de expresión. • Ampliar la toma de conciencia del propio cuerpo.

Metodología:

A nivel corporal: ejercicios y juegos de elasticidad, flexibilidad, movilidad y destreza.

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Los medios serán: estiramientos, flexiones, giros, ejercicios de fuerza, de respiración y ejercicios elegidos de yoga, aerobics, danzas y coreografías sencillas,

A nivel mental: trabajar la reacción, la memoria, la creatividad, la comprensión, la concentración, la imaginación y la imitación igual que la relajación y la psicomotricidad, los sentidos y el equilibrio.

A nivel emociona: el conjunto de los distintos ejercicios de la dinámica de grupos y de la terapia de juegos, al igual que la verbalización de impresiones y vivencias en los ejercicios crea una atmosfera de confianza donde hay un sitio para probar, jugar, desarrollar y atreverse.

A nivel de comunicación y expresión: todo lo que incrementa la expresión, observación, contacto, la escucha y la comprensión.

Desarrollo y exposición:

Cada sesión consta de actividades de calentamientos (estiramientos, trabajo corporal). Después hay una parte lúdica (juego, ritmo, baile, improvisación, teatro) y una parte sensitiva (imaginación, percepción, conocimiento del propio cuerpo). Una parte donde se observa y otra donde se crea.

Objetivos específicos por cada módulo:

“CUERPO Y MOVIMIENTO”

SESIÓN 1

Presentar los objetivos del taller.

Exploraciones lúdicas en movimiento para lograr la conciencia corporal y el esquema corporal

SESIÓN 2

Exploración lúdica de los sentidos, como parte del la conciencia corporal.

Liberación de tensiones a través de ejercicios de respiración y relajación.

“CREATIVIDAD”

SESIÓN 3

Que las asistentes al taller se formen una conciencia de la realidad de la existencia a partir de los cambios o hechos que suceden.

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SESIÓN 4

Que las asistentes al taller formen una conciencia de realidad de la existencia a partir de los cambios o hechos que suceden.

“COMUNICACIÓN”

SESIÓN 5

Concebir al cuerpo como un elemento expresivo:

Expresar sentimientos.

Liberar energía por medio de expresiones verbales.

Experimentar cuál es la importancia de la mirada.

SESIÓN 6

Grupo de reflexión

SESIÓN 7

Realizar un resumen de las actividades desarrolladas en las sesiones anteriores, fomentándola conciencia de grupo entre las participantes, construyendo una reflexión final grupal sobre la experiencia vivida.

CIERRE DEL TALLER

HERRAMIENTAS METODOLÓGICAS

Para poder realizar este taller contamos con dos herramientas básicas que nos permitirán llevarlo a cabo.

Expresión Corporal

Patricia Stokoe, precursora de la Expresión Corporal en América Latina, la definió con estas palabras:

“La Expresión Corporal es una disciplina que trabaja con el lenguaje del cuerpo, que es el movimiento. La Expresión Corporal revaloriza el cuerpo que somos, permitiendo que se haga presente, se exprese y se comunique”.

La liberación de las tensiones acumuladas viene a significar "expansionarse un poco", "relajarse", "descargar la agresividad, la energía", "desbloquear lo que está bloqueado" (Salzer, 1984). Relajar, distender (con su doble sentido de deshacer las tensiones musculares y las psíquicas),

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descargar, desatar, desbloquear son términos que se utilizan para expresar los resultados que se producen o esperan de la práctica de la Expresión Corporal.

Grupo de reflexión

Se utilizará el grupo de reflexión como modo de abordaje de la problemática, ya que es útil para aprender a mirar los procesos de subjetividad y para ofrecer espacios alternativos de reconstitución del sentido de la experiencia, tanto individual como colectiva. “No podemos establecer la vinculación entre lo social y lo individual sino lo recortamos a través de lo grupal” (Bauleo, 1983:11)

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 

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Documentos electrónicos

[José Luis Valls, Diccionario freudiano]

Psicoherramientas Psicología on line - Ayuda psicológica Online - terapia familiar - psicología infantil - terapia cognitiva - psicología http://www.psicoherramientas.com Potenciado por Joomla! Generado: 11 December, 2010, 22:27

http:// www.cge.udg.mx/revista udg/rug24/burdieu6.html

http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100654

http:/www.inea.sep.gob.mx/programas_servicios/Programas_Educativos

. (Manero Brito Roberto, Los psicólogos y la implicación en las profesiones en México Núm. 6, México 1993)

 

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ANEXO 1

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Formato consentimiento informado Por parte de la persona entrevistada:

• Conoce los objetivos de la investigación.

• La participación en la investigación es voluntaria.

• Acepta las entrevistas y se compromete a dar la información que se requiera y participar en las sesiones que sean necesarias.

Entrevistada

_________________________________

Firma de aceptación

Por parte del Investigador:

• El investigador se compromete a guardar la información de manera confidencial, lo que se traduce en no dar a conocer la identidad de la persona que participe y a utilizar un seudónimo para identificar al sujeto.

• Toda la información recabada será de utilidad única y exclusivamente con fines de investigación y no formará parte del expediente de la Institución.

• Se compromete a publicar la información únicamente en revistas de divulgación científica.

Firma

________________________

Investigadora

Testigos que avalan el presente convenio

_________________________ _________________________

Testigo 1 Testigo 2

 

 

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ANEXO 2

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Guía de entrevista

1. ¿Ha habido cambios en tu cuerpo, a que lo atribuyes?

2. ¿Te has visto al espejo desde el inicio de tu consumo?

3. ¿Qué le dirías a tu cuerpo?

4. ¿Conoces a tu cuerpo con o sin el consumo?

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ANEXO 3

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Descripción del lugar

El espacio en donde se llevaron a cabo las entrevistas fue el interior de la clínica de adicciones del CFRSDF, lo que se denomina como PACA. Este dormitorio a diferencia del resto del Centro se observa en muy buenas condiciones tanto de aseo como de mantenimiento. El dormitorio esta habilitado para funcionar de manera independiente al resto. En su interior cuenta con espacios como un salón de usos múltiples, un comedor, un espacio que denominan como SPA que no es otra cosa más que las Sesiones Psicológicas en Adicciones, una oficina para el personal que ahí labora, área de descanso para éste, baños, regaderas y una cocineta. Al exterior cuentan con áreas verdes. Este dormitorio se encuentra contiguo al dormitorio 8 o lo que ahí se denomina como psiquiatría; la población que vive aquí padece de algún trastorno psiquiátrico.

Las entrevistas se llevaron a cabo en las instalaciones del PACA. Las internas fueron citadas en horas indicadas. A la primera interna que se entrevisto llego puntual a la cita. Llego aliñada vestida en tonos azules; los colores que son propios del color establecido para su uniforme. El espacio que fue ocupado para este efecto es un lugar cerrado que era iluminado con luz natural cuenta con varias sillas de plástico y un escritorio. Aura que fue el seudónimo que se utilizo para la primera entrevistada se observaba un tanto nerviosa mencionando que se sentía un poquito perturbada debido a lo de la grabación de la entrevista, pero que “no importaba” menciono.

Al iniciar su relato habla serenamente pero conforme va transcurriendo rompe en llanto en diversas ocasiones; sobre todo cuando nos habla de la relación que llevaba con su madre y del abandono de parte de su padre, haciendo referencia a la pregunta platícame de ti misma ¿cómo ha sido tú experiencia con el uso de drogas?. Cuando nos narra de su experiencia con el consumo de drogas narra de manera muy descriptiva lo que ha significado para ella el paso por cada una de las sustancias que ha probado. Al preguntarle sobre cómo es que ahora ve a su cuerpo deja entrever que se encuentra satisfecha con lo que ahora ve en el espejo, es más en su postura corporal se puede inferir lo orgullosa que se siente de lo que ve en el espejo. Cuando

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menciona que su cuerpo era como una marioneta sin control alguno deja rodar algunas lagrimas refiriendo que lo único que ella quería hacer era ya no sentir.

Su postura cambia en diferentes momentos, cuando narra pasajes dolorosos se enconcha en sí, en otros momentos se le nota pensativa intentando hilar su discurso o en otros tantos reflexiva respondiendo a preguntas que nos evidencian como es que ahora ve a su cuerpo con o sin el consumo.

Debido a la ubicación de este dormitorio como sonidos de fondo se escuchan gritos de indicaciones que ordenan asear el área. El algunas de estos momentos también se pudo percibir a una riña entre dos mujeres del área de psiquiatría lo que se conoce como el dormitorio 8.

Como ya se ha venido mencionando en el transcurso de ambas sesiones que fueron parte de una única entrevista se pudo observar a una mujer que no tuvo mayor dificultad para contarnos sus experiencias con la droga.

Se observo a una mujer que al permitirnos escuchar su historia también pudo reconocer a un cuerpo que tiempo atrás le era desconocido.

Debido a lo anterior se podría mencionar que Aura se sintió en un ambiente de confianza lo que facilito los objetivos de esta tarea.

En nuestra segunda entrevista pudimos observar a una mujer joven y con una gran sonrisa en el rostro. A ella se le llamo Azul.

A Azul se le nota tranquila escuchando con detenimiento los cuestionamientos que dan inicio a la entrevista, ella responde de manera puntual a cada uno de éstos.

Cuando se refiere a cómo ha sido su experiencia con el uso de drogas manifiesta que fue por diversión y su rostro emite una mueca de vergüenza al ir relatando su experiencia en su rostro y su postura notamos que se torna más seria señalando de manera muy enfática que el consumo la llevo a la perdición. Al referir que tan sólo unos minutos antes de que naciera su bebé ya estaba consumiendo agacho la mirada y refería que después dejo de drogarse.

Al mencionar que al mirarse al espejo ya se veía bien “limpia” y que hasta antes de dejar de consumir no lo había hecho. Deja que en su rostro se dibujen sonrisas dejando entrever que se encuentra contenta y satisfecha con el cuerpo que ahora ve y tiene.

Reconoce que conforme ha dejado el consumo ella se ha visto diferente.

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Su postura corporal durante la entrevista siempre fue denotando seguridad en sus palabras, sentada en la silla se le veía confiada.

La presencia y el relato de Azul nos permiten inferir que se encuentra satisfecha con su cuerpo que reconoce como suyo “gordito y pachoncito”.

Durante esta entrevista los tiempos se respetaron y las respuestas a las preguntas fueron concretas no divagando en el discurso.

El contexto que rodeo esta entrevista fue de silencio que de vez en vez fue interrumpido por algunas de las carcajadas de la entrevistada.

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Participantes

Aura (seudónimo) tiene 40 años, se encuentra en prisión desde hace 10 años, en algunos meses obtendrá su libertad. Tiene 3 hijos a los que rara vez ve. Cuenta con la carrera técnica de enfermería. Hasta antes de ingresar a prisión se dedicaba a la construcción. A los 10 años experimento con el alcohol. Posteriormente consumió resistol 5000, piedra y marihuana. Tuvo un uso constante hasta lo 40 años, variando la frecuencia, la dosis y el tipo de sustancias. Ha transitado por varios periodos de crisis y actualmente se encuentra en proceso de recuperación con 3 meses de no consumir nada.

Azul (seudónimo), tiene 25 años, se encuentra en prisión, estuvo cerca de 4 años en prisión en el mes de abril del presente año obtendrá su libertad. Tiene 2 hijos a los que nunca ve. Hace poco certifico la primaria ya en prisión. No tuvo un empleo formal. Vivía en el exterior en situación de calle hasta antes de embarazarse. Inicio su consumo a los 8 años con activo y continuo con pastillas, piedra, marihuana y alcohol. Refiere que durante sus periodos de consumo tuvo que aumentar la dosis, cambiarla o combinarla para lograr sentir el mismo efecto. Menciona la experiencia de un anexo de A.A en el exterior. Una vez que ingresa a prisión su consumo se agudiza y decide incorporarse al Programa de CLAIDER en el Centro Femenil de Readaptación Social Santa Martha Acatitla. En el CFRSDF, forma parte del PACA llevando hasta la fecha 9 meses sin consumo.

Esbozo de los personajes:

1era. entrevista

Aura estableció su relato a partir las relaciones familiares, donde su lugar como personaje quedo significado como una mujer cuya infancia marco su destino. El recuento de su experiencia con el uso de drogas se condenso en una suma de sentimientos de dolor, rencor y resentimiento que la marcaron con un profundo sentimiento de tristeza.

La descripción de su vida familiar dejo entrever las condiciones de vida de una familia numerosa, urbana de escasos recursos económicos.

Se trata de una familia compuesta por una pareja con cinco hijos, entre quienes Aura ocupa el quinto lugar. Su relato refirió con insistencia el alcoholismo de su padre, quien fue aludido por su escasa o nula participación

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afectiva, moral y económica en la familia. No obstante, que lo menciona como el modelo para su inicio en el consumo de alcohol. Con la madre en cambio, advirtió una relación de mayor intensidad pero antagonista. La imagen materna apareció como una figura de la cual emanaba el castigo, el rechazo y la desprotección. Junto a estas dos percepciones, coexistían el sabor a maltrato y las carencias económicas y materiales que impactaron al grupo familiar. Aura, hablo de su experiencia con el uso de drogas contando una historia de sufrimiento, donde el personaje fue objeto del descuido de sus padres y de sí misma; abandono de sí como una extensión y reflejo de las condiciones del abandono familiar. De la familia en su conjunto lo que manifestó con vehemencia fue una atmosfera relacional violenta permanente y cotidiana. Ante esta dinámica, la posición de Aura era la de un ser pasivo llena de temor. El ambiente de opresión descrito puso de manifiesto una subjetividad sometida al abuso verbal, moral y físico de Aura; elementos que aparecieron desde que fue una niña hasta su edad adulta.

Los acontecimientos suscitados en su vida formaron un carácter preso de carencias afectivas. Creció con la visión de sí misma como una mujer limitada e incapacitada para sobreponerse a los problemas. Sus cualidades y recursos se vieron opacados por las condiciones familiares y socioeconómicas que la rodearon. La pertenencia a una familia que lejos de ser proveedora emocional, le lastimaba constantemente fueron factores que le empujaron para pasar la mayor parte del tiempo en las calles. Aura menciono una serie de acontecimientos que la sumergieron en la tristeza y que se fueron sumando a la ya de por sí lastimada existencia. Sin embargo esta capacidad para sentir el dolor experimentado por las circunstancias que rodearon su vida, dejo entrever la configuración de un personaje sensible como uno de los principales aspectos de su carácter.

El consumo de drogas comenzó siendo una práctica de gratificación que derivo en periodos de crisis. Al hablar de la experiencia con el consumo de drogas hilvano de sí una imagen degradante se drogo para no enfrentar su melancolía y sus conflictos. Una mujer que abandono todo su familia, su trabajo que sintió desesperanza llegando a perder el gusto por la vida, incluso llego a perder el valor y el respeto por sí misma.

A pesar de ello, en la reconstrucción de su pasado reflejo también una posición subjetiva expresada en términos de asumirse como una mujer que aprende de las experiencias.

Al ya no consumir drogas resurge un personaje que se valora a sí misma, que cuida su salud y su cuerpo y que aprendió a mostrar sus afectos. La mirada retrospectiva de sí dividió el tiempo en un pasado en el que no había podido ser consciente de sus sentimientos y un presente que aun cuando le

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generaba dolor, comenzó a tener contacto con ellos. A partir de esto inaugura la imagen de una mujer con dominio de su consumo de drogas y con control de sus emociones.

2da. entrevista

Azul platicó de su experiencia con el consumo de drogas, mencionando que este se inicio como una “diversión” en el que éste le dotaba de “poder” pero al paso del tiempo se da cuenta que a lo único a lo que la llegando era a un estado de denigración, en el que su cuerpo empezaba a sufrir cambios estableciendo una dependencia hacia la sustancia.

Su trayectoria en el consumo de drogas se caracteriza por abusos de su propio cuerpo. Un cuerpo que iba conociendo en consumo; experimentando la sensación de la droga, un cuerpo que fue objeto de abusos físicos, de rechazos, de marginación.

Al señalar a su familia en esta experiencia habla de una hermana que llega al cansancio en intentos de que ella “reaccionara”.

En este mismo relato menciona no saber como parar de drogarse; alcanzando aun estado de desesperación haciéndose presente la idea de la muerte “darse pazones con la droga y morir drogándose” Al hablar de su pasado fue armando una historia de un desplome emocional sintiendo deseos de morir. Viviendo en el dolor llegando a consumir en altas dosis y pasando por etapas de sobredosis.

Al platicar de su experiencia en el consumo de drogas establece un pasado en el que no se reconocía, en la actualidad habla de un alto en el consumo y enfatiza la idea de seguir “limpiando” el cuerpo. Surge así el pensamiento de empezar a quererlo, de otorgarle más valor. Precisando que la mirada de los otros ha reforzado esta postura.

En la actualidad podemos citar a un personaje que se torna reflexivo sobre si, caracterizando el presente en términos de un proceso de cambio cuyo deseo es una nueva vida.