iii - etimología y gramática en los primeros siglos del imperio...

33
Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio 47 III - Etimología y gramática en los primeros siglos del imperio (fines del siglo I a. C. y siglos I y II d. C.) Pese a la existencia de una producción gramatical variada, durante los primeros siglos del imperio la especulación teórica acerca de la etimología iniciada por Varrón en el último siglo de la República careció de continuación. En ellos se escribieron artes, obras lexicográficas, tratados ortográficos, comentarios de autores clásicos y obras de carácter erudito con referencias gramaticales. Sin embargo, en todas estas obras las referencias teóricas acerca de la etimología son nulas o casi nulas. Especular de forma teórica sobre ella no era materia de interés. Pero el que no se especulara teóricamente acerca de ella no impidió que se recurriera a su empleo de forma práctica. Ejemplos de este uso los encontramos tanto en las obras de carácter léxico y erudito (Verrio Flaco, de uerborum significatu, Cloacio Vero, libri uerborum a Graecis tractorum, Julio Modesto, Quaestiones confusae, Festo de uerborum significatu, Aulo Gelio, Noctes Atticae) como en los tratados ortográficos (Terencio Escauro, de orthographia, Velio Longo, de orthographia, Capro, de orthographia y de uerbis dubiis excerpta) en los comentarios de autores clásicos (Velio Longo, Probo, Terencio Escauro, Aspro) y también en las artes (Plinio de dubio sermo; Capro de latinitate; Remio Palemón, ars grammatica). La ausencia de textos teóricos sobre la etimología tal vez pueda entenderse como una consecuencia de la tradición escolar imperante: la de las artes descriptivas. 1 - La tradición artígrafa Aunque en el capítulo anterior nos hemos centrado básicamente en el

Upload: lamngoc

Post on 26-Nov-2018

221 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

47

III - Etimología y gramática en los primerossiglos del imperio (fines del siglo

I a. C. y siglos I y II d. C.)

Pese a la existencia de una producción gramatical variada, durante los

primeros siglos del imperio la especulación teórica acerca de la etimología

iniciada por Varrón en el último siglo de la República careció de continuación.

En ellos se escribieron artes, obras lexicográficas, tratados ortográficos,

comentarios de autores clásicos y obras de carácter erudito con referencias

gramaticales. Sin embargo, en todas estas obras las referencias teóricas

acerca de la etimología son nulas o casi nulas. Especular de forma teórica

sobre ella no era materia de interés.

Pero el que no se especulara teóricamente acerca de ella no impidió que

se recurriera a su empleo de forma práctica. Ejemplos de este uso los

encontramos tanto en las obras de carácter léxico y erudito (Verrio Flaco, de

uerborum significatu, Cloacio Vero, libri uerborum a Graecis tractorum,

Julio Modesto, Quaestiones confusae, Festo de uerborum significatu, Aulo

Gelio, Noctes Atticae) como en los tratados ortográficos (Terencio Escauro,

de orthographia, Velio Longo, de orthographia, Capro, de orthographia y

de uerbis dubiis excerpta) en los comentarios de autores clásicos (Velio

Longo, Probo, Terencio Escauro, Aspro) y también en las artes (Plinio de

dubio sermo; Capro de latinitate; Remio Palemón, ars grammatica).

La ausencia de textos teóricos sobre la etimología tal vez pueda

entenderse como una consecuencia de la tradición escolar imperante: la de las

artes descriptivas.

1 - La tradición artígrafa

Aunque en el capítulo anterior nos hemos centrado básicamente en el

Concepto de etimología

48

de lingua Latina ésta no fue la única obra gramatical que escribió el Reatino.

Al enumerar aquellas obras que se nos han conservado de forma fragmentaria

nombramos también el de sermone Latino y los disciplinarum libri, cuyo

libro primero, así se cree, estaba dedicado a la gramática. Ambas obras son

consideradas una muestra de que Varrón conocía la tradición de las artes que

se habían comenzado a escribir en Grecia a fines del siglo II a. C., momento

en el que la gramática comenzó a ser entendida como sistema.

La concepción sistemática de la lengua fue producto de las observaciones

realizadas por los filólogos alejandrinos en sus intentos de establecer el texto

correcto de la obra de diferentes autores (cf. Baratin 1987: 52; Desbordes

1990: 45 ss.). Dichas observaciones llevaron a postular la existencia de unas

reglas generales en la lengua, independientes de los usos particulares de cada

autor, gracias a las cuales podían, incluso, ser explicados esos mismos usos

particulares. Se favoreció así el desarrollo de obras gramaticales de carácter

descriptivo en las que todo aquello que pudiera ser objeto de una

sistematización podía tener cabida en ellas (cf. Cavazza, 1986: 269 = 1987:

95).

En el siglo I a. C. el interés por la corrección llevó a indagar no sólo las

formas correctas sino también los criterios mismos de la corrección. De este

modo comenzaron a escribirse dos tipos de artes, uno dedicado a la corrección,

otro a la lengua entendida como sistema. Cavazza (1986: 263= 1987: 89)

habla de ambos tipos de artes como “una tradizione duplice e parallela”.

Una y otra artes pasaron a Roma. Las obras del Reatino nombradas,

el de sermone latino y el libro dedicado a la gramática en los disciplinarum

libri , se adscribirían la primera a los escritos dedicados a la latinitas y la

segunda a aquellos dedicados a la gramática descriptiva.

Sin embargo, no todos los estudiosos comparten la opinión de que

hubiese ya artes descriptivas escritas en Roma en el siglo I a. C, tal y como

postula Barwick (1922: 110). Desbordes (1990: 46 nota 1), por ejemplo,

rechaza esta afirmación, pero admite la posibilidad de que Varrón hubiese

escrito algo parecido en la gramática de sus disciplinarum libri a tenor de los

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

49

fragmentos teóricos de Varrón citados por autores tardíos1. Con independencia

de cuándo fueran introducidas en Roma, lo que no se puede negar en ningún

caso es que ambos tipos de artes contaron con representantes en los primeros

siglos del imperio. El ars dedicado a la corrección, esto es, a la latinitas, fue

cultivada por Plinio, siglo I, en su dubius sermo2 y por Capro, siglo II, en su

obra de latinitate .

El ars de carácter descriptivo fue desarrollado en Roma por Remio

Palemón en el siglo I. Tras él escribieron artes de este tipo Probo, también en

el siglo I, y Aspro y Terencio Escauro en el siglo II.

Ambos tipos de artes están también presentes en las obras de

Quintiliano, Institutio oratoria, y de Aulo Gelio, noctes Atticae. Pero estos

dos autores no serán objeto de atención en este capítulo ya que, aunque en la

obra del primero haya un libro entero dedicado a la gramática y en la del

segundo las referencias gramaticales sean frecuentes, ninguna de ellas es un

ars grammatica. Hablaremos de ellos en capítulos posteriores.

1. 1 - Las artes descriptivas

Las artes descriptivas tenían como fin enseñar la lengua latina. En ellas

sólo tenía cabida aquello que se pudiera sistematizar y la etimología no

entraba en esta categoría. No sólo era diferente en cada palabra, sino que de

un mismo término se podían ofrecer una o varias explicaciones. Ello

imposibilitaba, por consiguiente, su sistematización (cf. Cavazza 1986: 269

= 1987: 95; Baratin 1987: 52 y 1989: 302 ss.). Junto con la etimología

quedaban excluidas también las diferencias y, en general, todo lo referido al

vocabulario. Este tipo de ars se convertiría en el de la tradición escolar. Su

desarrollo conllevaría un proceso de esquematización morfológica del que se

quejarían Quintiliano y Gelio (cf. Maselli, 1979: 64 ss.).

La obra de Remio Palemón (5 d. C.?-65 d. C.) no se ha conservado. De

ella se han intentado diversas reconstrucciones. Una de las primeras fue la de

Concepto de etimología

50

M. Marschal quien en 1887 escribió De Quinti Remmii Palaemonis libris

grammaticis (Diss.). La última, realizada en 1922, corresponde a Barwick.

Este autor (1922: passim, en especial 111-215) llevó a cabo su reconstrucción

basándose en citas y menciones de (citamos por orden de importancia)

Carisio, los Excerpta Bobiensia, Donato, Diomedes, Consencio, Mario

Victorino y Dositeo.

Afirmaba Barwick (1922: 238) que la gramática de Palemón es una

obra de orientación estoica con influjo de Dionisio Tracio que presenta ya el

esquema tripartito que estas artes tendrían en Roma: una primera parte estaría

dedicada a la lexis, la segunda a las partes orationis y la tercera a los uitia

y uirtutes. Este tipo de obras sería designado por este estudioso como

‘Schulgrammatik’.

Acerca de la inclusión de la etimología en ella nada podemos decir,

pero a tenor de las obras que, aparentemente, la tomaron como modelo, ésta

no debía figurar como contenido teórico. En su reconstrucción de la obra de

Palemón, Barwick no la incluye. Sí habla de la etimología, pero lo hace en

relación con otros dos tipos de escritos gramaticales referidos ambos a la

latinitas. Se trata de las artes escritas por Plinio y Capro y los tratados de

ortografía escritos por Verrio Flaco y Terencio Escauro (cf. Barwick 1922:

182 ss.). Sí se encuentran en elars de Palemón las ocho partes del discurso.

No obstante, no se puede afirmar de forma tajante que fuera él el inventor de

dicha división (cf. Della Casa 1980: 66). Esa cifra viene avalada no sólo por

Quintiliano (Inst. 1. 4. 20), sino también por el papiro 184 del British

Museum editado por Milne y estudiado por Collart (Collart 1938: 228-238).

El ejemplo más antiguo de arte descriptiva que se nos han conservado

sería, en principio, el de Probo. Decimos “en principio” ya que existen dudas

acerca de la cronología de este gramático. Keil considera que es un autor de

época de Nerón, pero recientemente Herzog (1993: 131) lo identifica con

Paladio y lo sitúa en el siglo IV.

En el siglo II escribieron sus artes Aspro y Terencio Escauro. La obra

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

51

del primero de ellos se conoce por noticias de otros gramáticos, pero no se

conserva nada de ella. El ars que circula bajo su nombre parece ser que fue

escrita en el siglo V. Tampoco se conserva nada del ars de Terencio Escauro,

salvo las referencias de otros autores (cf. Serg. G. L. 4. 486. 10).

El escaso número de textos que nos han llegado de estas primeras artes

nos invitan a dejar para el capítulo siguiente, dedicado a la antigüedad tardía

en la que los textos son mucho más numerosos, las referencias teóricas acerca

de la etimología, así como su empleo en este tipo de obras.

1. 2 - Las artes dedicadas a la latinitas

Frente a las artes descriptivas, las artes dedicadas a la latinitas se

desarrollaron en menor medida. Este tipo de obras versaba sobre los cánones

de la latinitas que son, en opinión de Barwick (1922: 258 nota 3), una

transposición de los criterios del eJllhnismovß griego: ejtumologiva, ajnalogiva,

diavlektoß y iJstoriva. Los dos primeros son de origen alejandrino y los dos

últimos estoicos. Dichos criterios estarían ya presentes en la obra de Varrón

de sermone Latino, (cf. Barwick 1922: 185).

En principio, al ser la etimología uno de los cánones de la latinitas,

cabría suponer que en este tipo de obras no faltaran referencias teóricas a ella

lo que las distinguiría de las artes descriptivas en las que hemos señalado ya

su ausencia. Sin embargo, los fragmentos que nos han llegado de este tipo de

obras invitan a rechazar tal posibilidad. A partir de ellos sólo es posible

afirmar su presencia de una forma práctica.

Del período que ahora estamos tratando conocemos la existencia de las

obras de dos autores, Plinio y Capro.

Plinio (c. 23-79) publicó en torno al año 67 los dubii sermonis libri

octo que no nos han llegado de forma íntegra sino fragmentaria3. Ésta debe

ser la obra gramatical a la que el propio autor hace referencia en el prefacio

Concepto de etimología

52

de su Naturalis historia (praef. 28).

La etimología es empleada como criterio de corrección: sirve para

ayudar a resolver una anfibología u homonimia léxica, esto es, para explicar

la diferencia de significado de dos palabras como pueden ser las parejas

clipeus / clypeus y uortex /uertex 4.

De la obra de Capro, titulada de latinitate, poco es lo que podemos

decir. Este gramático recurría a autores antiguos para confirmar el uso de una

palabra. Su ars fue muy utilizada por gramáticos posteriores como Carisio

y Prisciano. Este último autor lo tenía en gran estima. De él decía que era

“doctissimus antiquitatis perscrutator” (G. L. 2. 188. 23).

1. 3 - La gramática en las obras enciclopédicas

Anteriormente dejamos emplazada la cuestión de si los disciplinarum

libri IX de Varrón son o no el precursor del modelo enciclopédico latino de

las siete artes liberales. Tradicionalmente, desde que en 1877 Ritschl publicó

su obra D. M. Terentii Varronis disciplinarum libris commentarius, se ha

venido defendiendo que la obra del Reatino contenía el currículo de la

enciclopedia latina y que éste era de origen helenístico. Dahlmann (1935: col.

1257) llegó más lejos puesto que afirmó que dicho ciclo se formó a partir de

Varrón. Las tesis de Ritschl han sido asumidas por Grimal (1966: 459-482),

Marrou (1976: 37-63), Pizzani (1974: 667-696 y 1988: 693-707), Della Corte

(1978: 13-107). Este último estudioso se ha convertido en el más firme

defensor de esta postura.

Frente a todo estos estudiosos, Hadot postuló en la década de los

ochenta una nueva hipótesis sobre el origen del ciclo de las siete artes

liberales. Éste no se habría originado en época helenística ni estaría contenido

en los disciplinarum libri de Varrón. Su aparición habría tenido lugar en el

siglo III. En su opinión (1984: 101-136, 154, 156 y 191) el modelo de las siete

artes surgió en el ámbito neoplatónico con Porfirio y apareció sistematizado

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

53

por primera vez en el libro segundo del de ordine de Agustín. Hadot (1984:

176) considera que, de las diferentes menciones de la citada obra de Varrón,

la única certeza que se puede extraer es que constaba de nueve libros y que

uno de ellos estaba dedicado a la arqueología.

Entre los numerosos libros y artículos escritos antes de la publicación

de la obra de Hadot relacionados bien con Varrón, bien con la enciclopedia

se encuentran el articulo de Della Corte “Enciclopedisti latini” (1978). En

él este estudioso ofrece un panorama de la evolución de la enciclopedia en

Roma.

En las páginas que dedica a Varrón (1978: 41-50), de quien dice que

sistematizó la enciclopedia romana, describe cuál era la estructura de

disciplinarum libri. Se trataba de una obra de carácter teórico que incluía

nueve materias diferentes: gramática, dialéctica, retórica, geometría,

aritmética, música, filosofía, medicina y arquitectura.

En esta enciclopedia, si se tiene en cuenta lo apuntado por Della Corte,

la etimología aparecería en dos niveles distintos, el teórico y el práctico y

sería empleada de forma práctica a lo largo de toda la obra. Un ejemplo de

ello es el fr. 221 Fun. en el que se ofrece la etimología de stella. Su tratamiento

teórico tendría lugar en el libro dedicado a la dialéctica. Nada indica Della

Corte acerca de una posible consideración teórica en la gramática. Esta

ausencia no sería extraña si es cierto que el texto de la gramática seguía el

esquema de las artes descriptivas en las que la consideración teórica de la

etimología no tenía cabida.

Señala este estudioso (1978: 50) que los disciplinarum libri de Varrón,

con algunos cambios en el esquema, se convirtieron en el modelo enciclopédico

a seguir durante siglos superando la esporádica oposición ejercida durante

época de Augusto y el siglo I d. C. por la llamada enciclopedia práctica. Fue

ésta última una concepción enciclopédica distinta a la varroniana propiciada

por la filosofía de Q. Sestio, autor coetáneo al Reatino. Las enseñanzas de

carácter moral y ético de Sestio favorecieron el desarrollo de una enciclopedia

de carácter práctico en detrimento de la hecha hasta entonces de carácter más

Concepto de etimología

54

teórico cuyo exponente era Varrón. Della Corte (1978: 57) califica ese nuevo

enciclopedismo como “naturalístico”.

El incentivo ético que guiaba la indagación filosófica de los discípulos

de Sestio les invitaba a estudiar los problemas de la naturaleza más

conectados con la naturaleza misma del hombre. Ni la gramática, ni la

dialéctica de casuística etimológica tenían cabida en sus especulaciones

porque no facilitaban el alcanzar la virtud o la eliminación del deseo, el temor

o la libido (cf. Della Corte 1978: 51 ss., en especial 57 y 58). Así pues, según

Della Corte, la redacción de estas obras enciclopédicas prácticas fue un

paréntesis en la concepción teórica de la cultura enciclopédica. Pizzani

(1974: 669) también insiste en la diferencia de contenidos de estas

enciclopedias en relación con la de Varrón.

Pertenecieron a esta corriente o fueron cercanas a ella las obras

enciclopédicas de Celso, Artes, y de Plinio el Viejo, Naturalis historia. Este

ultimo autor se sirve de la etimología en la explicación de algunos de los

muchos términos que aparecen en su obra. Las etimologías son, sobre todo,

abundantes en los libros dedicados a la geografía, a la mineralogía y a los

medicamentos derivados de las plantas. Para más datos acerca del empleo de

la etimología en esta obra véase el artículo de Hernández de Miguel (1998:

139-142).

2 - Los tratados ortográficos

2. 1 - La ortografía y su relación con la etimología

Entre las obras gramaticales escritas en estos siglos figuran también los

tratados ortográficos5. La ortografía como disciplina con nombre y reglas

precisas apareció en Grecia en el mismo período en el que aparecieron las

technés gramaticales de las que ya hemos hablado, es decir, cuando emergió

la idea de un sistematización de la gramática.

A la par que se establecieron las reglas de la lengua correcta, se

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

55

establecieron también las reglas de la representación correcta de dicha

lengua. Hacían falta unos criterios que regularan esa representación. Su

elaboración sentaría las bases de la ortografía como disciplina autónoma. El

canon de estos criterios quedó fijado en el siglo I a. C. (cf. Siebenborn 1976:

54, 161 s. y Desbordes 1990: 167). La etimología aparece como uno de ellos:

tal palabra debe tener tal forma porque deriva de tal otra. Para Siebenborn

(1976: 63) el uso de la etimología como criterio de corrección ortográfica es

secundario y deriva de su empleo para distinguir significados.

Como ocurriera con las artes gramaticales, también los tratados de

ortografía pasaron de Grecia a Roma. El interés por los problemas ortográficos

no era algo nuevo para los romanos. Ya desde los primeros textos queda

reflejado su gusto por este problema. Las consideraciones de Apio Claudio,

Ennio, Espurio Carvilio, Accio y Lucilio son alguno de los testimonios de

esa preocupación por la ortografía. En los siglos I a. C. y I d. C. tras Varrón

y Nigidio Fígulo otros gramáticos escribirían también sobre problemas

ortográficos. Nos referimos a Escribonio Afrodisio, Asinio Polión, Antonio

Rufo, Sino Capitón y Julio Modesto.

2. 2 - Tipología de tratados ortográficos

A diferencia de las artes gramaticales, no existió para los tratados

ortográficos un esquema fijo ni en la forma, ni en el contenido. Se pueden

encontrar desde simples repertorios de dificultades hasta obras de carácter

riguroso, pasando por esquemas sumarios o cursos escolares.

Pese a la variedad de forma y contenido estas obras presentan una serie

de rasgos comunes con relación a la etimología. Por un lado, en todas ellas

se encuentran ejemplos de su uso como criterio de corrección. Por otro, no

suele haber referencias teóricas acerca de la misma como criterio de corrección.

Tampoco se incluyen referencias teóricas sobre los restantes criterios.

Concepto de etimología

56

2. 3 - Ortógrafos latinos de los siglos I y II d. C.

Ya en Varrón se encuentran ejemplos ortográficos prácticos en sus

obras, en especial en el de sermone latino. Pero el Reatino no fue autor de

ninguna ortografía. El primer tratado ortográfico del que se tiene noticia fue

escrito en el siglo I por Verrio Flaco

2. 3. 1 - Verrio Flaco

Verrio Flaco es un autor de época de Augusto más conocido por su obra

lexicográfica de uerborum significatu que por su ortografía. Ninguna de sus

dos obras ha llegado hasta nosotros.

Del tratado ortográfico, titulado de orthographia, no quedan sino una

decena de fragmentos que imposibilitan su reconstrucción. Se especula sobre

el posible influjo que esta obra ejerciera en el capítulo dedicado a la ortografía

que incluyera siglos más tarde Mario Victorino en su ars (uid. infra 104).

Nada podemos señalar acerca del uso que diera Verrio a la etimología

en esta obra, pero a tenor de otros tratados ortográficos de este mismo siglo

y de siglos posteriores es presumible que recurriera a ella como criterio de

corrección.

2. 3. 2 - Niso

Frente a la ausencia de testimonios del uso de la etimología en la

ortografía por parte de Verrio Flaco, sí contamos con algún ejemplo de su uso

en Niso, autor de mediados del siglo I nombrado en varias ocasiones por un

ortógrafo del siglo II, Velio Longo (G. L. 7. 76, 77 y 79). De los comentarios

de Longo se deduce que Niso debió de recurrir a la etimología de una forma

práctica para justificar con ella la grafía correcta de determinadas palabras6.

Su tratado ortográfico, más que una ortografía, debía de ser un

diccionario de dificultades (no digas.... di....) dispuesto en orden alfabético.

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

57

2. 3. 3 - Anneo Cornuto

También del siglo I, pero de época neroniana, es Anneo Cornuto (fl.

54 - 68). Su obra se conoce de forma fragmentaria gracias a Casiodoro, quien

lo utilizaría cuatro siglos más tarde en la confección de su repertorio

ortográfico (G. L. 7. 147-154).

En el texto conservado no faltan ejemplos del uso de la etimología para

justificar la ortografía de las palabras7. Anneo parece preferir la derivación

de las palabras latinas a partir del latín más que del griego. No duda, por

ejemplo, en indicar como errónea la etimología de malo a partir del griego8.

2. 3. 4 - Quintiliano

Quintiliano (35-c. 100) es el único de los autores citados en este

capítulo que no escribió un tratado ortográfico como obra independiente sino

que incluyó una pequeña ortografía en el capítulo séptimo del libro primero

de su Institutio oratoria. En ella se suceden una serie de cuestiones, un tanto

en desorden, relacionadas con la ortografía de las palabras. Los temas que

trató son la geminación de vocales para notar las vocales largas, el sonus

medius, la grafía -uo- en ciertas palabras, el paso de duellum a bellum, la

notación correcta de los compuestos con ex, el uso de qu y c y el uso de las

grafías ei e i según se trate de un plural o de un singular.

Al igual que había hecho en el capítulo dedicado a los criterios de

corrección y en concreto a la ratio (Inst. 1. 6), también en las cuestiones

ortográficas, Quintiliano criticaría el uso abusivo de la etimología9.

A diferencia de la variedad de términos que emplearía en Inst. 1. 6. 28

ss. (uid. infra 155), tan sólo recurre al término transcrito del griego etymologia

para su designación (Inst. 1. 7. 17).

Como los ortógrafos nombrados hasta ahora Quintiliano tampoco

incluyó ninguna referencia teórica acerca de la etimología como criterio de

corrección. Para que ello ocurra habrá que esperar hasta el siglo II, en el que

Concepto de etimología

58

Terencio Escauro escribe su de orthographia.

2. 3. 5 - Terencio Escauro

El texto que nos ha llegado del ortógrafo del siglo II Terencio Escauro

(G. L. 7. 11-35) se divide en dos partes bien diferenciadas. La primera de

carácter más teórico, la segunda más práctico. En la primera enumera los

tipos de errores que se pueden cometer al escribir, adiectio, detractio,

inmutatio y adnexio, y ofrece una lista de los criterios que permiten corregirlos,

historia, proportio y originatio 10. Este último criterio no es otro que la

etimología. La segunda parte de su ortografía está compuesta por un

repertorio de faltas repartidas según la clasificación ofrecida en la primera

parte. En ella se observa cómo la etimología ayuda a corregir diferentes

errores y a justificar la correcta grafía de las palabras11.

La mayoría de los ejemplos en los que la etimología actúa como criterio

de corrección corresponde a los errores per adiectionem. Frente a los seis

ejemplos registrados de este tipo de error, de los restantes sólo contamos con

uno para los errores per detractionem y per adnexionem y dos para el error

per mutationem 12.

En ocasiones Escauro recurre en sus etimologías al Reatino, quien no

sólo le sirve como criterio de autoridad, sino que es además el modelo de su

concepción de la etimología como criterio de corrección (cf. Siebenborn

1976: 146, von Albrecht 1992b: 1165). Sin embargo, se aleja de él en la

terminología, acercándose en este punto a Quintiliano. Utiliza como él el

término originatio (G. L. 7. 12. 5) desconocido para Varrón. Terencio

Escauro equiparó dicho término con el griego ejtumologiva.

Este autor prefiere explicar los términos latinos a partir del latín.

Aquellas etimologías registradas en su obra que tienen como término

inductor una palabra griega corresponden todas ellas a Santra, cuya preferencia

por la derivación a partir del griego ya hemos reseñado (uid. supra 43). En

ocasiones, la autoridad en la que se apoya para rechazar el origen griego de

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

59

una palabra no es otro que Varrón. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el

cognomen Gracchus13. Sin embargo, el rechazo del griego como lengua

inductora de las palabras latinas, no es óbice para el empleo de tecnicismos

griegos en sus explicaciones etimológicas. Es el caso del término sugkophv

que emplea en dos ocasiones al explicar el término cauissa (G. L. 7. 22. 1-

3).

Para concluir con la concepción etimológica de Escauro hemos de

decir que en su opinión por encima de la etimología actúa en ocasiones la

costumbre lo que motiva que se escriban mal algunas palabras14.

2. 3. 6 - Velio Longo

Velio Longo, también del siglo II como Terencio Escauro, escribió un

tratado que tituló, como ya habían hecho otros autores antes que él, de

orthographia. A diferencia de Terencio Escauro, en el texto que de él nos han

llegado no encontramos ninguna referencia teórica referente a la etimología.

Longo estudia primeramente el valor, la potestas, de las letras,

dedicándole un mayor numero de páginas que Terencio Escauro. Pasa

después a tratar la diferencia y la confusión entre orthographia y orthopeia,

la primera atañe a la escritura, la segunda a la pronunciación. Recurre a la

etimología de forma práctica tanto al tratar el valor de las letras15, como para

ejemplificar la orthopeia y los casos de confusión entre ésta y la orthographia16.

Ofrece en ocasiones diferentes etimologías para justificar una

determinada grafía. Cuando ello ocurre, la primera de las grafías propuestas

corresponde a la postura mantenida por él y la segunda a la defendida por otro

autor, como pueden ser Varrón, Niso, Cornuto o Antonio Rufo17. Algunos de

sus ejemplos coinciden con los expuestos por Plinio en su dubius sermo18.

Velio recurre preferentemente al latín como término inductor en sus

explicaciones etimológicas. Ello no quita que también recurra, en ocasiones,

al griego. Pero su empleo no reviste siempre el mismo valor. Unas veces

rechaza de plano la derivación a partir del griego, mientras que otras la ofrece

Concepto de etimología

60

como explicación de igual valía que una derivación latina. Así por ejemplo

ofrece dos etimologías posibles de comisator siendo una de ellas latina y otra

griega19. Pero frente a esta posibilidad también nos encontramos con el

rechazo de la etimología griega del término delirus decantándose por la

explicación latina20. La derivación a partir del griego le va a permitir, en

ocasiones, distinguir palabras parecidas sobre cuya grafía se duda. Es el caso

de chilonem y cilonem explicado el primer término como una derivación del

griego y el segundo a partir del latín21.

En aquellas etimologías explicadas como una derivación a partir de

otra palabra latina incluyó indicaciones de carácter fonético. Los cambios

consignados por este autor son todos mutaciones de una letra por otra, d en

r y en c22, s n r y aspiración de la f 23, afinidad de d y t 24 .

Para designar la etimología empleó dos términos, el latino origo y el

griego ejtumologiva25, del que renuncia, como Escauro, a utilizar su

transcripción latina.

2. 3. 7 - Capro

Las ortografías de Terencio Escauro y de Velio Longo fueron

consideradas por Bertini (1986: 94) tratados “di tipo scientifico in cui la

teoria prevale sulla pratica” . Frente a ellos Capro representa un cambio hacia

una obra más práctica.

Existen ciertas dudas acerca de la identidad de este personaje. Rutela

(1977: 143-159) propone que hubo dos gramáticos distintos, uno del siglo II,

Flavio Capro, autor del de latinitate, y otro anterior al 450, que escribió el de

orthographia y de uerbis dubiis. Para Keil, el Capro autor del de orthographia

y de uerbis dubiis vivió en el siglo II.

Los dos tratados escritos por Capro están relacionados con la ortografía.

En estas obras, a juzgar por los fragmentos que nos han llegado, no se registra

ninguna aclaración teórica acerca de la etimología. Sin embargo, no faltan en

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

61

ellas ejemplos prácticos de su uso. Con su ayuda Capro resolvía dificultades

del tipo “se dice tal y no tal”, “tal debe escribirse con una sola consonante y

no con dos”, “tal debe escribirse de tal forma”, “se dice tal”26.

Para su designación recurrió sólo a la transcripción latina etymologia

que aparece en todas las ocasiones en el giro (ab) etymologiae causa (G. L.

7. 95. 16-18).

Aunque en algunas de las explicaciones etimológicas que ofrece

recurre al griego, lo general es que las derivaciones las haga a partir del latín27.

2. 4 - La práctica etimológica de los ortógrafos

Una vez abordada la consideración que la etimología tenía en los

diferentes ortógrafos es el momento de examinar su práctica etimológica.

Todos ellos comparten una serie de rasgos que afectan a los esquemas

etimológicos empleados, al uso de las quaternae causae y los nomina ficta

y al empleo del griego en sus explicaciones.

En sus etimologías los ortógrafos recurren mayoritariamente a la

derivación como método etimológico y en menor grado a la comparación. No

se registran en ellos ejemplos de etimologías antifrásticas, onomatopéyicas

o producto de la similitud.

Los esquemas seguidos por estos autores para expresar la relación

etimológica establecida entre los términos inductor e inducido con la que se

explica la ortografía correcta de son algunos de los que empleó Varrón.

Predomina de forma clara el uso de los esquemas derivativos, “B ab A” y en

menor medida “B ex A”, frente a los esquemas causales, “B quod” y también

“B quoniam” y “B ab eo quod”. El motivo es su despreocupación por el

significado de la palabra. A los ortógrafos lo que les interesa es la forma de

la palabra, su corrección ortografía.

Velio Longo es el único en el que registramos ejemplos del esquema

causal. Lo emplea en seis ocasiones frente a doce del esquema derivativo.

Concepto de etimología

62

Los demás recurren en sus explicaciones sólo a este último tipo de esquema.

Junto con Longo el autor en el que se registran un mayor número de casos del

esquema derivativo es Terencio Escauro del que hemos contabilizado diez

ejemplos del esquema “B ab A’ y dos de “B ex A”.

Pese al interés que ofrecen por la forma de la palabra, la consignación

de indicaciones fonéticas no es una práctica común en los ortógrafos.

Registramos casos en Anneo Cornuto, Terencio Escauro y Velio Longo.

Entre ellos, no obstante, existen ciertas diferencias. Mientras que los dos

primeros en sus únicos ejemplos son imprecisos y vagos en la descripción del

cambio ocurrido, Velio señala de forma concreta los cambios operados en los

tres ejemplos en los que los consigna. Cornuto (G. L. 7. 149. 19-150. 2) y

Escauro (G. L. 7. 22. 1-3) se limitan a señalar la presencia de una síncopa sin

señalar a que letra o letras afecta ésta.

Menos frecuente que el uso de las quaternae causae es el empleo de

los nomina ficta. Tan sólo registramos un ejemplo en Anneo Cornuto (G. L.

7. 152. 6).

En sus explicaciones etimológicas estos autores prefieren acudir al

latín como lengua inductora. Las etimologías a partir del griego son poco

frecuentes y por lo general cuando las ofrecen suele ser para rechazarlas.

2. 5 - Conclusiones en torno a los ortógrafos

Así pues, de todo lo dicho en torno a la ortografía y al uso de la

etimología por parte de los artígrafos podemos concluir lo siguiente:

1º - las obras escritas por estos autores son tratados gramaticales

independientes cuyo tema es la ortografía. Tan sólo Quintiliano se sale de

esta norma;

2º - la etimología es utilizada en ellas como un factor de corrección;

3º - no todos los ortógrafos hacen mención expresa de la etimología.

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

63

Aquellos que lo hacen acuden en su designación a diferentes términos

etymologia, ejtumologiva y originatio;

4º - en sus explicaciones etimológicas emplean mayoritariamente el

esquema derivativo;

5º - la derivación etimológica suele realizarse a partir del latín.

3 - Obras de carácter glosográfico y lexicográfico

Las obras de carácter glosográfico y lexicográfico, si bien no incluyen

referencias teóricas acerca de la etimología, al menos registran siempre su

uso, en mayor o en menor medida, en su aspecto práctico.

Estas obras están escritas con la intención de aclarar el significado de

los términos que en ellas se encuentran recogidos sea porque han caído en

desuso, porque se utilizan sólo en ocasiones restringidas o por cualquier otro

motivo. En ocasiones para aclarar el significado basta con ofrecer un

sinónimo o con definir el término en cuestión. Otras veces la simple

definición no es suficiente y se recurre también a la etimología. Ésta es, pues,

un recurso más a emplear en la tarea de dar a conocer el verdadero significado

de un término o para especificar la adecuación entre un término y su referente.

Puede, incluso, darse el caso de que la etimología sea la única aclaración que

se ofrezca acerca de un término en estas obras.

En los primeros siglos del imperio escribieron obras de este tipo Verrio

Flaco y Cloacio Vero, en tiempos de Augusto, Julio Modesto, en época julio-

claudia, y Festo, a finales del siglo II.

3. 1 - Verrio Flaco y el de uerborum significatu

El gramático Verrio Flaco, ya citado en el capítulo dedicado a los

tratados ortográficos (uid. supra 56), escribió dos obras de carácter

lexicográfico, el de obscuris Catonis y el de uerborum significatu. Así lo

atestigua Gelio en dos ocasiones (5. 17. 6 y 5. 17. 18). De toda su producción,

Concepto de etimología

64

la obra que más fama le dio fue, precisamente, la segunda.

Numerosos autores se sirvieron de ella como fuente: Gelio, Plinio,

Macrobio, Servio, Carisio, Diomedes e Isidoro. Algunos, como en el caso de

Festo, la tomaron como modelo.

Pese a su importancia como fuente el de uerborum significatu de

Verrio no se ha conservado. Sí se ha transmitido una obra homónima escrita

en el siglo II por Festo. La identidad de títulos ha llevado y lleva aún a discutir

si Festo escribió una obra diferente a la de Verrio o si la copió de aquel.

Grandazzi en su artículo “Les mots et les choses: La composition du de

uerborum significatu de Verrius Flacus” (1991:10-123, en especial 108 ss.)

resume las diferentes posturas mantenidas acerca de esta cuestión. Los

principales autores que mantienen opiniones encontradas son Morelli (1984:

5-32 y 1988: 159-172) y Moscadi (1979: 17-36 y 1986: 105-110). Moscadi

defiende que Verrio y Festo son dos autores independientes el uno del otro,

mientras que Morelli opina que Festo epitomizó la obra de Verrio. Grandazzi

también comparte esta segunda opinión (1991: 115 nota 104).

Por nuestra parte y basándonos en ciertas alusiones incluidas en el texto

de Festo, creeemos que hubo dos obras homónimas y de contenido análogo,

siendo la segunda, la de Festo, un resumen de la primera. Así pues, en tanto

que ésta sirvió de modelo a aquella y en tanto que Festo parece haber tenido

como única fuente la obra de Verrio, se puede decir que el texto de Festo

permite especular acerca del contenido de la obra de Verrio y la forma de

trabajar de este autor. Sin embargo, la obra de Festo, que se ha transmitido

de forma fragmentaria, nada aclara sobre el número total de libros que

componían la obra de Verrio, que debía ser grande, ni sobre el número total

de lemas incluidos en la misma.

El propósito de Verrio al escribir esta obra no debió de ser otro que el

facilitar la labor de los gramáticos a la hora de comentar textos antiguos. Su

obra contenía explicaciones acerca del significado de diferentes términos, así

como frases hechas y proverbios referentes en su mayoría a los primeros

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

65

siglos de Roma.

Que lo primordial en ella era el significado de las palabras se deduce

primeramente del título y, en segundo lugar, de las consideraciones hechas

por Festo en diversos lemas en los que advierte cómo Verrio se desvía de su

propósito. Testimonio de ello son, entre otros, los lemas pictor Zeuxis,

Tatium y Talionem. En el primero cuestiona la inclusión de ese lema por

parte de Verrio porque en él no se indica nada acerca de su significado, en los

otros dos insiste en que Verrio parece olvidar su propósito28. En Morelli

(1988: 170) encontramos citados otros lemas en los que Festo polemiza más

o menos vivamente con Verrio.

También se deduce del texto de Festo, y más concretamente del lema

poriciam, que las palabras cuyo significado explicaba debían de ser en gran

medida términos arcaicos referidos a temas variados como son la historia,

la gramática, el derecho, las instituciones, la religión, etc. De hecho, en este

lema el propio Festo señala que su intención era eliminar en su resumen todas

las palabras obsoletas y en desuso ya en su época29.

Tomando como punto de partida el texto de Festo (seguimos la edición

de Lindsay, 1913) podemos aventurarnos a decir que, para escribir su obra,

Verrio debió de acudir a numerosos autores (gramáticos, poetas, historiadores,

retores, juristas, etc). Contrastaría sus opiniones, sus explicaciones

etimológicas, se decantaría por aquellas que creyera más acertadas y aportaría

ejemplos de uso de los términos explicados salidos de la pluma de estos

autores y de otros. En lo que respecta a la etimología, en ningún caso se

limitaría a trabajar exclusivamente con las etimologías de otros autores.

Formularía también las suyas propias y emitiría sus propias opiniones acerca

del significado de determinadas palabras. Así permiten pensarlo ciertas

etimologías atribuidas por Festo a Verrio30.

En aquellos casos en los que ofreciera alguna etimología no siempre lo

haría de igual manera. En unas ocasiones la etimología seguiría a la

definición de un término, como si con ella quisiera aclarar lo que acabara de

Concepto de etimología

66

decir31. En otras, ofrecería la explicación etimológica sin más32. Unas veces

aportaría una única etimología, otras más de una. Bien señalaría el autor o los

autores a quienes corresponderían las etimologías ofrecidas, bien omitiría

sus nombres recurriendo a un indefinido del tipo alii , antiqui, quidam o

simplemente utilizando el verbo en plural, dicunt, aiunt 33.

Pese a la importancia que pudiera tener la etimología en la explicación

del significado de las palabras, Verrio no debió recurrir a ella en todos los

lemas de su obra. En el texto de Festo, de las tres mil entradas sólo

ochocientas ochenta y cinco contienen etimologías, cerca de un 30% del

total.

Los fragmentos que Funaioli reune de este autor permiten deducir que

la etimología, además de para aclarar significados34, se utilizan también para

distinguir sinónimos35. En los fragmentos 8 y 10 Verrio y sus etimologías

aparecen como criterio de autoridad ortográfica36.

La mayor parte de las etimologías incluidas por Verrio en su obra

corresponderían a términos arcaicos por los que este autor mostraba un

especial interés. En su indagación sobre dichos términos, como ya hiciera

antes Varrón, recurrió a la etimología, que aparece así como un método de

búsqueda que permite remontarse en el tiempo, es decir, que tiene carácter

anticuario (cf. Grandazzi 1991: 122 s.).

Podemos poner como ejemplo de esa labor de anticuario el lema

dedicado a Roma (Fest. p. 326 y 328 ss.). Las etimologías referidas a los

nomina, cognomina y gentilicios de los romanos son muy numerosas en el

texto de Festo y junto con las dedicadas a los topónimos, teónimos y fechas

del calendario. Todas éstas conforman, tal y como ya hemos señalado, el

grupo mayoritario de términos objeto de indagación etimológica. A ellas

habría que sumar en la obra de Verrio aquellas que Festo ( y posteriormente

Pablo Diácono) eliminara en su resumen.

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

67

Para finalizar no nos queda sino señalar que, según se desprende del

texto de Festo, Verrio consignaría en escasas ocasiones indicaciones de

carácter fonético37. Lo mismo puede decirse de los nomina ficta que serían

muy poco empleados por este autor.

3. 2 - Cloacio Vero

Cloacio Vero escribió un tratado sobre términos latinos derivados del

griego titulado libri uerborum a Graecis tractorum. Además de esta obra

escribió también unos libri sacrorum en los que ofrecía explicaciones de

términos técnicos religiosos, sirviéndose en algunas de ellas de la etimología.

En opinión de Bardon esta obra supera la categoría de simple tratado

lexicográfico, puesto que en ella se aúnan la tendencia gramatical e histórica

de este autor (Bardon, 1956: 114).

Gelio consultó los libri uerborum a Graecis tractorum y opinó de ellos

que algunas de las etimologías que se ofrecen en esta obra son acertadas,

mientras que otras son insustanciales38. Consideró acertadas las etimologías

que propone para alucinari y errare (16. 12. 2 s.) y desafortunada la de

faenerator (16. 12. 5).

3. 3 - Julio Modesto

Julio Modesto es autor de unas Quaestionum confusarum libri y de un

tratado sobre las fiestas, de feriis. La primera de las obras citadas debía tratar

problemas de carácter gramatical. Los fragmentos atribuidos a esta obra son

de contenido fonético, ortográfico, sinonímico y etimológico.

En lo tocante al uso de la etimología, cinco de los fragmentos reunidos

por Mazzarino contienen ejemplos de este recurso39. No se sabe bien a cuál

de las dos obras citadas pertenecen. En ellos recurre a los esquemas

derivativo, “B ab A”, y causal, “B quod / quia”.

Una de las etimologías de este autor, caelebs, fue duramente criticada

Concepto de etimología

68

por Quintiliano en el libro primero de su Institutio, en el capítulo dedicado

a la etimología (Inst. 1 6. 36). A decir de Quintiliano, Julio Modesto formaría

parte de aquellos gramáticos que emplearon ad nauseam la etimología en

sus explicaciones.

3. 4 - Festo y su de uerborum significatu

El último de los autores por tratar en este apartado es Festo, quien

escribió una obra homónima, tal y como ya se ha indicado (uid. supra 64), a

la obra de Verrio Flaco. El de uerborum significatu de Festo ha llegado muy

fragmentado. Sólo queda de él un manuscrito que comprende de la M a la V.

El resto es un resumen de la obra realizado por Pablo Diácono en el siglo VIII.

Que Festo tomó como modelo la obra de Verrio se desprende de una

serie de hechos consignados a lo largo de su tratado como son el expresar sus

dudas cuando Verrio incluye un determinado lema, el advertir que un

determinado término ha sido ya explicado con anterioridad en otro libro o el

señalar que va a eliminar términos que ya estaban en desuso en su época40.

Si no fuese un resumen de la de Verrio ¿a qué vendrían entonces todas

estas apreciaciones? Éstas son muestra también de su distinta concepción del

trabajo. En el lema poriciam Festo indicó que su intención era eliminar los

términos antiguos y resumir los restantes de forma muy breve. El resultado

fue una obra en veinte libros41.

Sin embargo, Festo no se limitó llevar a cabo una labor de epitomización

sin más. Y así, aunque en el lema anteriormente citado expresara que no

consideraba necesario refutar las opiniones de Verrio en este resumen, ya que

tenía en mente escribir otra en la que exponer todas sus desavenencias con

este autor42, no dudó en señalar en su obra las ocasiones en que no aceptaba

lo dicho por él ya fuera en cuestión de etimologías, ya de significados, ya en

cualquier otro aspecto.

La postura crítica advertida en Festo se constata en diferentes ocasiones

en lo que respecta a la etimología. Sus críticas y comentarios no atañen

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

69

exclusivamente a Verrio. Unas veces criticó o alabó abiertamente una

etimología, ya fuera de Verrio ya de cualquier otro autor, otras mostró

simplemente sus dudas por una determinada explicación etimológica sin

ofrecer una alternativa y sin llegar a criticarla. Así por ejemplo califica

positivamente la etimología de oppidum propuesta por Cicerón y de forma

negativa la de scurrae propuesta por Verrio43. Duda sobre la etimología de

penis 44. Rechaza la etimología de Orcum propuesta por Verrio45. Señala su

preferencia entre dos etimologías distintas de un mismo término como ocurre

en los lemas solia y occare. En el primer caso muestra su preferencia por una

etimología de solia distinta a la propuesta por Verrio46 (el estado fragmentario

del texto impide saber si dicha etimología era suya o de otro autor) y en el

segundo prefiere la etimología que Cicerón ofrece a la de Verrio47.

Todos estos ejemplos parecen mostrar, al menos en lo que a la

etimología se refiere, un rechazo de las opiniones de Verrio, quien sale

siempre mal parado en las confrontaciones con las etimologías expuestas por

otros autores.

En el texto correspondiente al resumen que Pablo Diácono hiciera en

el siglo VIII de la obra de Festo se omiten estas críticas, juicios y opiniones

personales, así como las posibles dudas acerca de una etimología, y se reduce

al mínimo la erudición de la que hace gala el texto de Festo. Como ejemplos

de este proceder podemos ofrecer los lemas penis (Fest. p. 260M y Paul. Fest.

261M) y Roma (Fest. p. 326, 328 s. y Paul. Fest. p. 127). En el primero de

ellos Pablo Diácono omite en su texto el adverbio forsitan con el que Festo

muestra sus dudas acerca de la etimología expuesta. Omite también el

ejemplo de uso tomado de Nevio. En el segundo reduce al mínimo la

explicación etimológica y erudita. Frente a las numerosas explicaciones

acerca del nombre de la ciudad expuestas en el texto de Festo, él se queda

simplemente con una sola.

Sobre el uso dado a la etimología en la obra de este autor remitimos a

lo dicho al hablar de Verrio (uid. supra 65-67). Añadiremos tan sólo varias

consideraciones referentes al vocabulario empleado para designar la

Concepto de etimología

70

etimología, a los métodos y a los tipos de esquemas empleados en las

explicaciones etimológicas y a la labor crítica realizada por este autor.

Festo, y es de suponer que lo mismo ocurriría con Verrio, no recurre en

ningún caso al término etymologia. Sí emplea origo, pero en muy escasas

ocasiones y casi siempre para señalar la procedencia extranjera, las más de

las veces griega, del término en cuestión. Utiliza el término origo en sólo

nueve ocasiones. En seis de ellas para referirse a la procedencia griega del

término en cuestión, en una al origen sabino y en dos al latín48.

Festo recurre a diferentes métodos en sus explicaciones etimológicas.

En su obra encontramos ejemplos de derivación, de composición49, de

similitud50, de onomatopeya51 y también de antífrasis52. De todos ellos, los

menos utilizados son los tres últimos, siendo la derivación el más productivo.

Entre los esquemas empleados para indicar la etimología de una

palabra se observa una preferencia por la explicación derivativa sobre la

causal. Así, el esquema más empleado es “B ab A”, utilizado en más de la

mitad de los casos. De ellos, en casi una cuarta parte el término inductor es

griego y en el resto latino.

El examen de las obras lexicográficas de Verrio Flaco, Cloacio Vero,

Julio Modesto y Festo nos permite concluir que:

1º - los usos dados a la etimología en este tipo de obras son

fundamentalmente dos: aclarar significados y distinguir sinónimos;

2º - las etimologías registradas en ellas son testimonio del empleo de los

diferentes métodos etimológicos, siendo los más utilizados la derivación

y la composición;

3º - no faltan los ejemplos de uso de las quaternae causae y los nomina

ficta aunque su empleo es escaso;

4º - no es raro encontrar ejemplos de etimologías con un término inductor

de origen extranjero, preferentemente griego;

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

71

5º - es poco frecuente el uso de los términos técnicos etymologia u origo

para indicar la presencia de la etimología. Su empleo suele estar asociado

a origen extranjero del término del que se indica la etimología.

4 - Aulo Gelio y sus noctes Atticae

4. 1 - Carácter erudito de las noctes Atticae

Las noctes Atticae de Gelio son calificadas por algunos estudiosos

como una obra enciclopédica (cf. Maselli, 1979: 7 y 29 ss. y Fontaine, 1965:

531 nota 25). Sin embargo, su estructura aconseja no hacerlo, pues no guarda

ningún parentesco con las enciclopedias escritas ni antes ni después de este

autor. Además, el propio Gelio polemizó contra este tipo de obras (14. 6). Por

su parte Astarita (1993: 20) rechaza su pertenencia al filón enciclopédico por

carecer de carácter sistemático.

Ciertamente Gelio reunió en su obra conocimientos de todos tipo, pero

no los ordenó con ningún esquema tal y como él mismo reconoce (praef. 2).

La profusión de materias compiladas en ella permite darle el calificativo de

erudita. Sin embargo, Gelio no se limitó, sin más, a reunir datos de procedencia

diversa tal y como mantiene la opinión tradicional. Tenía competencia en las

distintas materias que incluyó en su obra, en especial en la gramática, aunque

no fuera un gramático profesional (cf. Maselli, 1979: 10, 24, 27 y 84).

Las abundantes referencias lingüísticas que hay en su obra dejan

entrever sus opiniones acerca de la lengua latina, opiniones que, aun sin

conformar una doctrina gramatical expresa, puesto que en ellas no hay una

intención teorizante, deben ser tenidas en cuenta en cualquier intento de

aproximación a la teoría gramatical del siglo II, incluida la etimología.

4 . 2 - La concepción etimológica de Aulo Gelio

Como acabamos de señalar, entre los temas gramaticales de los que

Concepto de etimología

72

Gelio opina se encuentra la etimología. Si bien en sus páginas no encontramos

la exposición de una doctrina etimológica tal como hiciera Varrón en su de

lingua Latina, sí podemos leer sus opiniones sobre distintas etimologías

recogidas de autores diversos, así como ciertas consideraciones que podríamos

tildar de ‘teóricas’. Dichas consideraciones recaban nuestra atención.

Seguiremos la edición de Marshall (1990).

Incide Gelio en dos ámbitos en los que es posible el empleo de la

etimología: la retórica y la gramática.

En 13. 10. 1 encontramos lo que podría entenderse como una pequeña

definición de la etimología. Hablando de un jurista de época augustea

llamado Antistio Labeón (uid. infra 216 s.), Gelio nos dice que conocía a

fondo los origines rationesque de las palabras latinas y que se servía de ellos

para explicar los engaños o argumentos falaces del derecho. El texto latino

dice así:

“Labeo Antistius iuris quidem ciuilis disciplinam principali studio exercuit et

consulentibus de iure publice responsitauit; <set> ceterarum quoque bonarum artium

non expers fuit et in grammaticam sese atque dialecticam litterasque antiquiores

altioresque penetrauerat Latinarumque uocum origines rationesque percalluerat eaque

praecipue scientia ad enodandos plerosque iuris laqueos utebatur.”

Entendemos que ea scientia va referido a origines rationesque. La

etimología sería, pues, una ciencia útil en la labor desarrollada por los

juristas.

Ceci (1892: 8) recurre a este mismo pasaje para insistir en el hecho de

que, si los juristas hubieran bromeado con la etimología, Gelio lo habría

destacado.

El empleo de la etimología por parte de los juristas está repetidamente

ejemplificado en las noctes Atticae. Con su ayuda se pueden distinguir

términos de significado afín, aclarar el significado concreto de los términos

jurídicos, o interpretar correctamente todo tipo de escritos legales. Ejemplos

de ello son la distinción que establece entre adrogatio y adoptatio (5. 19)

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

73

para lo que recurre a las opiniones del pontífice Q. Mucio y de Masurio

Sabino, la interpretación del sentido de un senado consulto gracias a la

etimología de succidaneae (4. 6) o la corrección de la etimología del término

testamentum propuesta por Servio Sulpicio (7. 12. 1 s.)53.

En 16. 6. 5 Gelio reproduce una conversación acerca de la etimología

del término bidentes con un maestro de lengua latina cuyo nombre no se

especifica, pero al que califica negativamente llamándolo indoctus y nebulo.

Lo que comienza con la propuesta de comentario de un verso de Virgilio en

el que aparece dicho término acaba con el enfado del gramático. Éste,

cansado de las preguntas de Gelio, da por finalizada la cuestión de la

etimología del término en cuestión diciendo que la gramática se ocupa de la

explicación etimológica de la palabra, esto es, del origen de su forma, pero

no de su validez real. El gramático se ha limitado a señalar que es un

compuesto de bis y dentes 54. Ahí acaba su cometido.

Sin embargo, para Gelio la explicación etimológica gramatical de un

término no se limita a la explicación sin más de la forma de una palabra. La

etimología no es un fin en sí misma, sirve para ayudar a definir el significado

de una palabra, para comentar textos literarios, para demostrar el uso correcto

de un término o la forma correcta cuando se duda entre varias, es decir, como

canon de latinitas. Todos ellos son usos registrados ya desde el siglo I a. C.

Gelio consideraba que la indagación etimológica de una palabra debía

apoyarse, en la medida de lo posible, en la indagación anticuaria. Así queda

reflejado en 2. 21. 6 ss. cuando, en boca de un personaje cuyo nombre no cita,

pero del que nos informa que era conocedor de la antigüedad, critica a

aquellos gramáticos, a los que llama de forma un tanto despectiva uulgus

grammaticorum, que no ofrecen mas que una explicación formal a medias

del término septentriones 55.

Gelio siente aversión por los gramáticos que desconocen la historia de

la lengua latina y de las palabras y leen poco a los autores antiguos. Suelen

Concepto de etimología

74

ser por lo general gramáticos profesionales muy bien considerados por los

demás (6. 17, 15. 30). Asimismo tiene siempre buenas palabras para los que

se preocupan por las palabras antiguas (18. 6. 8). El interés gramatical de

Gelio está lleno del valor anticuario que impregnara la etimología varroniana.

Los ejemplos de ello son numerosos56.

4. 3 - La práctica etimológica

La obra de Gelio está compuesta por veinte libros. Se ha transmitido en

dos partes desiguales, los libros 1 al 8 por un lado y los libros 9 al 20 por otro,

que parecen reflejar dos momentos distintos de redacción (Collart, 1965:

385-387). Del total de trescientos noventa y ocho capítulos, sesenta y cuatro

contienen etimologías. Treinta y tres de ellos se encuentran en los libros de

la primera parte y veintiuno en los restantes. La proporción de etimologías

es, pues, mayor en el primer bloque de libros que en el segundo.

Siendo mayor el número de capítulos que integran el segundo bloque

(doscientos veintiocho capítulos), sería de esperar que las etimologías fuesen

más numerosas. Sin embargo su número es inferior. Esta disminución, que

corre pareja con la disminución de noticias referentes a explicaciones

morfológicas y fonéticas, es explicada por Collart (1965: 389-392) como

consecuencia del cambio de orientación experimentado por Gelio en la

redacción de la obra: el primer bloque incluye explicaciones típicas de la

gramática romana tradicional, mientras que el segundo tiene una orientación

más sintáctica.

Los diferentes capítulos que ofrecen etimologías son de temas diversos:

comentarios de textos de todo tipo (poemas, discursos, plegarias, textos

legales o textos jurídicos)57; críticas a las explicaciones de algún comentarista

o de algún gramático58; disquisiciones sobre la corrección en el empleo de un

término59; distinción entre dos palabras de significado afín60; consideraciones

sobre las relaciones entre el vocabulario latino y el griego61; impresiones

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

75

producidas por la lectura de una obra lexicográfica62; noticias de carácter

anticuario63; conversaciones mantenidas con algún gramático, con algún

erudito o con algún filósofo64.

La mayoría de las etimologías que Gelio ofrece son de otros autores.

En su obra encontramos etimologías de Elio Estilón, Varrón, Nigidio Fígulo,

Valerio Sorano, Cicerón, Tirón, Gavio Baso, Aurelio Opilio, Verrio Flaco,

Cloacio Vero, Antistio Labeón, Ateyo Capitón, Masurio Sabino, Trebacio,

Servio Claudio, Sulpicio Apolinar, Frontón y Sexto Cecilio65. Ofrece también

etimologías de personajes cuyo nombre omite y otras que pone en boca de su

contertulio Favorino66.

4. 4 - La crítica etimológica

Un aspecto concreto de etimología geliana es su labor crítica. Su

competencia en las cuestiones etimológicas le permitió no sólo decidirse por

aquella que creía más correcta cuando tenía más de una explicación etimológica

posible de un término, sino también emitir juicios críticos sobre la práctica

etimológica de otros autores. Entre aquellos a los que criticó figuran Varrón,

Nigidio Fígulo, Cloacio Vero, Servio Sulpicio y Verrio Flaco.

A Varrón, por ejemplo, le criticaba la etimología de fur. Le recriminaba

precisamente lo que el Reatino le criticaba a Elio Estilón, el que explicara el

origen de determinadas palabras a partir del latín cuando se sabe que

provienen del griego67.

Critica las etimologías de auarus, testamentum y sacellum propuestas

la primera por Nigidio Fígulo, la segunda por Servio Sulpicio y la tercera por

Trebacio. El motivo de la crítica es el mismo para los tres términos. Ninguno

de ellos es un compuesto tal y como afirman los respectivos autores que las

postulan. Auarus no es un compuesto sino un término derivado68, testamentum

es una palabra formada con el sufijo -mentum como calciamentum o

paludamentum 69 y sacellum es un diminutivo70.

Concepto de etimología

76

Muestra su acuerdo con la etimología que Valgio Rufo propone del

término lictor, pero pone en tela de juicio la ofrecida por Tirón acerca de ese

mismo término71. A Cloacio Vero le alaba las etimologías griegas que

propone para errare y alucinari, etimologías que califica de forma positiva,

pero a la vez critica la que propone para faenerator 72. De Verrio Flaco señala

que su etimología de festinare es absurda73.

Pero sus críticas no se centran sólo en autores concretos de épocas

anteriores. También critica a los nuevos gramáticos de su época a los que

designa despectivamente como “turba grammaticorum nouicia” (11. 1. 5) y

a los que acusa se servirse de la antífrasis, método al que él no recurre en

ninguna ocasión.

No todas las críticas que encontramos en su obra están puestas en su

boca, algunas corresponden también a Favorino. Un ejemplo de ello sería la

crítica de éste a Gavio Baso a propósito de parcus (3. 19).

Su conocimiento de la morfología y fonética latinas, de los que da

cuenta en numerosas etimologías, contribuyeron a esta labor crítica. Así por

ejemplo, cuando explica el término succidanae (4. 6. 5) da muestras de

conocer la apofonía vocálica producida en los compuestos o cuando critica

las etimologías explicadas como compuestos recurre a los sufijos (7. 12. 6).

4. 5 - Vocabulario técnico

Para referirse a la etimología Gelio recurrió mayoritariamente a los

términos origo y ratio. El primero fue empleado anteriormente por Varrón.

El segundo lo utilizaría Quintiliano en el libro primero de su Institutio

oratoria para designar con él uno de los criterios de la latinitas, la razón, que

se basa, precisamente, en la analogía y la etimología. Era, pues, un término

asociado a la etimología. En opinión de Maselli (1979: 34), el uso que Gelio

hace del término ratio en el ámbito gramatical no hace sino confirmar la

división de criterios de la latinitas expuestos por Quintiliano.

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

77

Conoció también el término griego ejtumologiva, pero sólo recurrió a

él en dos de los encabezamientos de los capítulos que componen su obra74.

Aunque conocía la transcripción latina del término griego, sin embargo, sólo

la empleó una vez determinando al término ratio75. En ocasiones también

utiliza causa para designar el origen de una palabra76.

Este autor emplea los términos origo y ratio tanto coordinados en un

único sintagma, como, más frecuentemente, por separado. Por lo general

dichos términos suelen estar determinados con un genitivo del tipo uocabuli,

uerbi o uocum77.

Entre origo y ratio utiliza con mayor frecuencia el segundo. Ambos

términos parecen tener un valor similar. Sin embargo, el análisis de aquellos

pasajes en los que uno u otro término aparecen no en el epígrafe del capítulo

sino en su desarrollo invita a pensar que ratio tiene un valor más específico

que origo.

Ratio designaría la explicación etimológica concreta acerca del origen

de un término, mientras que origo sería la forma de referirse a toda la

indagación llevada a cabo para llegar a averiguar y postular el origen concreto

de una palabra.

Consideramos significativo a este respecto el texto de 1. 25, el único

capítulo en el que Gelio emplea por separado ambos términos en el desarrollo

de sus explicaciones. Después de exponer las dos definiciones que Varrón da

del término indutiae, ofrece una etimología, la que él considera la mejor entre

todas las que ha leído y escuchado. Para presentarla recurre, precisamente,

a ratio, indicando con ello su origen concreto. Sigue a esta explicación

etimológica una segunda atribuida a Antistio Labeón. Concluye el capítulo

diciendo que, si ha incluido esta última explicación, aunque a él le parezca

menos clara, lo ha hecho para que nadie le acuse de no tenerla en cuenta en

su indagación etimológica acerca de esta palabra. En esa ocasión recurre al

término origo.

Ratio suele ir acompañado del nombre del autor que propone la

etimología considerada la mejor.

Concepto de etimología

78

Pese a estos intentos de distinción de ambos términos debemos indicar

que también hay algún que otro ejemplo de interferencia de uso entre ellos.

Es el caso de 3. 19. 3. En él Favorino rebate la etimología que Gavio Baso da

del término parcus en su obra de origine uerborum et uocabulorum de la que

se acaba de hacer lectura. Para referirse a esa explicación concreta Favorino

recurre al término origo. Tal uso podría entenderse como un influjo del título

de la obra que aparece nombrada en el parágrafo anterior. Ratio también se

emplea en una ocasión para designar el conjunto de explicaciones etimológicas

que se pueden ofrecer de una palabra78.

Las explicaciones designadas con el término ratio suelen ser de

carácter morfológico. En ellas se indica si la palabra cuya etimología se

ofrece es un compuesto, si lleva un sufijo o un prefijo, o si se ha producido

algún cambio fonético79. El esquema seguido en estos casos es “B ab A”. En

otras ocasiones, las menos, la explicación etimológica no es derivativa sino

causal80. Se recurre entonces al esquema “B quod / quia”.

4. 6 - Conclusiones en torno a Gelio

El carácter erudito de la obra de Gelio, así como sus opiniones acerca

de la lengua latina nos permiten concluir que:

1º - la etimología no es un fin en sí misma, sino que es una ciencia

auxiliar tanto en el desarrollo de la labor de los juristas como de los

gramáticos;

2º - los juicios críticos de muchas de las etimologías incluidas en su

obra permiten observar el avance que los propios latinos han operado

acerca del conocimiento de su lengua en torno a temas como el origen

griego de algunas palabras, el uso de sufijos y los cambios fonéticos;

3º - es partidario de una etimología gramatical de carácter anticuario;

4º - rechaza el uso de la antífrasis como método etimológico, así como

el uso abusivo de la composición.

Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

79

5 - El comentario de obras literarias

Una parte de las etimologías que Gelio recoge en su obra están

incluidas en capítulos de carácter gramatical en los que se comenta algún

texto literario (Virgilio, cf. Gel. 2. 6) o el comentario que un determinado

gramático hace de un texto concreto (Asinio Polión a Salustio, cf. Gel. 10. 26.

4, Higino a Virgilio, cf. Gel. 6. 7. 13). Hemos señalado en ambos casos cuál

fue el uso que Gelio otorgó a la etimología.

De forma similar se sirvieron de ella los comentaristas del siglo II. Las

obras que comentaron corresponden a los grandes autores de la República y

de la época de Augusto. En época flavia Probo comentó a Terencio, Lucrecio,

Virgilio, Horacio y a Persio y Terencio Escauro a Plauto, Virgilio (sólo la

Aeneis) y a Horacio. En época adrianea Velio Longo comentaría a Virgilio

y a finales del siglo II Aspro comentó a Terencio, Salustio y Virgilio.

Aún conociendo los nombres de los comentaristas poco es lo que

sabemos sobre sus obras. Esta falta de datos nos invita a postergar el análisis

del empleo de la etimología en este tipo de obras. Volveremos sobre ello al

abordar en el próximo capítulo el comentario de texto en la Antigüedad

tardía, época en los que los testimonios son más abundantes (uid. infra 115-

126).