hoja parroquial - 16 de septiembre de 2012 - num. 38

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Arquidiócesis de Guadalajara, A.R. Hoja parroquial Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106 1 “Ustedes... ¿quién dicen que Soy Yo?” L os cristianos olvidamos que la fe no consiste únicamente en creer en algo, sino creer en Al- guien. No se trata de adherirnos fielmente a un credo nada más y, mucho menos, de aceptar ciegamente “un conjunto extraño de doctrinas”, sino de encontrarnos con Alguien vivo que da sentido radical a nuestra existencia. Lo verdaderamente decisivo es encontrarse con la per- sona de Jesucristo y descubrir, por experiencia personal, que Él es el único que puede responder de manera plena a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades más últimas. En nues- tros tiempos, se hace cada vez más difícil creer en algo. Las ideologías más firmes, los sistemas más poderosos y las teorías más brillantes se han ido tambaleando al des- cubrirnos sus limitaciones y profundas deficiencias. El hombre moderno, escarmentado de dogmas, ideo- logías y sistemas doctrinales, quizás está dispuesto, toda- vía, a creer en personas que le ayuden a vivir y lo puedan “salvar”, dando un sentido nuevo a su vida. Escribía un teólogo: “El hombre moderno sólo será creyente cuan- do haya hecho una experiencia auténtica de adhesión a la persona de Jesucristo”. Produce tristeza observar la acti- tud de sectores católicos cuya única obsesión parece ser “conservar la fe” como “un depósito de doctrinas” que hay que saber defender contra el asalto de nuevas ideolo- gías y corrientes que, para muchos, resultan más atracti- vas, más actuales y más interesantes. Creer es otra cosa. Antes que nada, los cristianos he- mos de preocuparnos por reavivar nuestra unión profunda a Jesucristo. Sólo cuando vivamos “seducidos” por Él, y trabajados por la fuerza regeneradora de Su Persona, podremos contagiar, también hoy, su espíritu y su visión de la vida. De lo contrario, seguiremos viviendo una fe mediocre y poco convincente. Los cristianos hemos de responder con sinceridad a esa pregunta interpeladora de Jesús: “Y ustedes, ¿quién decís que Soy Yo?”. N.º 38 • XXIV Domingo Ordinario, Ciclo B • 16 de Septiembre de 2012

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Boletín Semanal de la Arquidiócesis de Guadalajara

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Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

Hoja parroquial Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes.

INDA-04-2007-103013575500-106

1

“Ustedes... ¿quién dicen que Soy Yo?”

Los cristianos olvidamos que la fe no consiste únicamente en creer en algo, sino creer en Al-guien. No se trata de adherirnos fielmente a un credo nada más y, mucho menos, de aceptar

ciegamente “un conjunto extraño de doctrinas”, sino de encontrarnos con Alguien vivo que da sentido radical a nuestra existencia.

Lo verdaderamente decisivo es encontrarse con la per-sona de Jesucristo y descubrir, por experiencia personal, que Él es el único que puede responder de manera plena a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades más últimas. En nues-tros tiempos, se hace cada vez más difícil creer en algo. Las ideologías más firmes, los sistemas más poderosos y las teorías más brillantes se han ido tambaleando al des-cubrirnos sus limitaciones y profundas deficiencias.

El hombre moderno, escarmentado de dogmas, ideo-logías y sistemas doctrinales, quizás está dispuesto, toda-vía, a creer en personas que le ayuden a vivir y lo puedan

“salvar”, dando un sentido nuevo a su vida. Escribía un teólogo: “El hombre moderno sólo será creyente cuan-do haya hecho una experiencia auténtica de adhesión a la persona de Jesucristo”. Produce tristeza observar la acti-tud de sectores católicos cuya única obsesión parece ser “conservar la fe” como “un depósito de doctrinas” que hay que saber defender contra el asalto de nuevas ideolo-gías y corrientes que, para muchos, resultan más atracti-vas, más actuales y más interesantes.

Creer es otra cosa. Antes que nada, los cristianos he-mos de preocuparnos por reavivar nuestra unión profunda a Jesucristo. Sólo cuando vivamos “seducidos” por Él, y trabajados por la fuerza regeneradora de Su Persona, podremos contagiar, también hoy, su espíritu y su visión de la vida. De lo contrario, seguiremos viviendo una fe mediocre y poco convincente.

Los cristianos hemos de responder con sinceridad a esa pregunta interpeladora de Jesús: “Y ustedes, ¿quién decís que Soy Yo?”.

N.º 38 • XXIV Domingo Ordinario, Ciclo B • 16 de Septiembre de 2012

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Lectura del libro del profeta Isaías 50, 5-9En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor Dios me ha he-

cho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y sali-vazos.

Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado. Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me en-frente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?”. Palabra de Dios.

Lectura de la carta del apóstol Santiago 2, 14-18Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa

fe? Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: “Que te vaya bien; abrígate y come”, pero no le da lo necesa-rio para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta.

Quizá alguien podría decir: “Tú tienes fe y yo tengo obras. A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te demostraré mi fe”. Palabra de Dios.

EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los pobla-dos de Cesárea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta:

“¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos le contestaron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que algu-no de los profetas”. Entonces Él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro le respondió: “Tú eres el Mesías”. Y Él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.

Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muer-te y resucitara al tercer día. Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas pa-labras: “¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres”.

Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”. Palabra del Señor.

ANTÍFONA DE ENTRADACfr. Sir 36, 15-16A los que esperan en ti, Señor, con-cédeles tu paz, y cumple así las pa-labras de tus profetas; escúchame,

Señor, y atiende a las plegarias de tu pueblo.

SALMORESPONSORIALdel Salmo 114, 1-2.3-4.5-6.8-9

R. Caminaré en la presencia del Señor.

Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria, porque me prestó atención cuando mi voz lo llamaba. R. Caminaré en la presencia del Señor.

Redes de angustia y de muerte me alcanzaron y me ahogaban. Entonces rogué al Señor que la vida me salvara. R. Caminaré en la presencia del Señor.

El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo. A mí, débil, me salvó, y protege a los sencillos. R. Caminaré en la presencia del Señor.

Mi alma libró de la muerte; del llanto los ojos míos, y ha evitado que mis pies tropiecen por el camino. Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos. R. Caminaré en la presencia del Señor.

ACLAMACIÓNANTES DELEVANGELIOGal 6, 14

R. Aleluya, aleluya.No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. R. Aleluya, aleluya.

ANTÍFONA DELA COMUNIÓNCfr. 1 Cor 10, 16El cáliz de bendición por el que damos gracias, es

la unión de todos en la Sangre de Cristo; y el pan que partimos es la unión de to-dos en el Cuerpo de Cristo.

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Desde mi responsabilidad de confirmar en la fe, también yo deseo animar el afán

apostólico que actualmente impulsa y pretende la “misión continental” promovida en Aparecida, para que «la fe cristiana arraigue más pro-fundamente en el corazón de las personas y los pueblos latinoame-ricanos como acontecimiento fun-dante y encuentro vivificante con Cristo» (V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento conclusivo, 13). Así se multiplicarán los auténticos discípulos y misioneros del Señor, y se renovará la vocación de Latino-américa y el Caribe a la esperanza. Que la luz de Dios brille, pues, cada vez más en la faz de cada uno de los hijos de esa amada tierra, y que su gracia redentora oriente

sus decisiones, para que conti-núen avanzando sin desfallecer en la construcción de una sociedad cimentada en el desarrollo del bien, el triunfo del amor y la difusión de la justicia. Con estos vivos deseos, y sostenido por el auxilio de la Pro-videncia divina, tengo la intención de emprender un Viaje apostólico antes de la santa Pascua a México y Cuba, para proclamar allí la Palabra de Cristo, y se afiance la convicción de que éste es un tiempo precioso para evangelizar con una fe recia, una esperanza viva y una caridad ardiente.

Benedicto XVI, con motivo de las celebraciones por el Bicentenario de los

Países Latinoamericanos, 12 de diciembre de 2011.

Misión Continental PerManente

Un tiempo precioso para Evangelizar

oraCión Para la Misión ContinentalDios Padre, todopoderoso,

que fortaleces y acompañas con tu Espíritu a la Iglesia en su peregrinación terrena,

concédenos la gracia de empeñarnos en la Misión Continental,

iluminados por nuestro V Plan de Pastoral, para ser en verdad discípulos misioneros,

alimentados con el Pan de la Palabra y de la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia.

Que la intercesión de la Virgen de Zapopan, nuestra Madre y Patrona, y el testimonio

de nuestros Santos y Beatos Mártires, nos ayuden a llevar el Evangelio a todos

y, en especial, a las familias de nuestra Arquidiócesis. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Creo en un solo Dios,Padre todopoderoso,Creador del Cielo y de la tierra,de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor Jesucristo,Hijo único de Dios,nacido del Padre antes de todos los siglos:

Dios de Dios, Luz de Luz,Dios verdadero de Dios verdadero,engendrado, no creado,de la misma naturaleza del Padre,por quien todo fue hecho;que por nosotros, los hombres,y por nuestra salvación, bajó del Cielo,y por obra del Espíritu Santose encarnó de María, la Virgen,y se hizo hombre;y por nuestra causa fue crucificadoen tiempos de Poncio Pilato;padeció y fue sepultado, y resucitóal tercer día, según las Escrituras,y subió al Cielo, y está sentadoa la derecha del Padre;y de nuevo vendrá con gloriapara juzgar a vivos y muertos,y su Reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,Señor y dador de vida,que procede del Padre y del Hijo,que con el Padre y el Hijorecibe una misma adoración y gloria,y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una,santa, católica y apostólica.Confieso que hay un solo Bautismopara el perdón de los pecados.Espero la resurrección de los muertosy la vida del mundo futuro.

Amén.

Gloria a Dios en el Cielo,y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor.Por tu inmensa gloriate alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos;te damos gracias, SeñorDios, Rey celestial,

Dios Padre todopoderoso.Señor Hijo único, Jesucristo,Señor Dios, Cordero de Dios,Hijo del Padre.Tú que quitas el pecado del mundo,ten piedad de nosotros;Tú que quitas el pecado del mundo,atiende nuestra súplica;

Tú que estás sentadoa la derecha del Padre,ten piedad de nosotros,porque sólo Tú eres santo,sólo Tú, Señor,sólo Tú, Altísimo Jesucristo,con el Espíritu Santo,en la gloria de Dios Padre.

Amén.

C

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28, 29 y 30 de septiembre de 2012

te invita a participar en un encuentro los días:

Consulta la Hoja Parroquial en nuestra página de Internet:www.arquidiocesisgdl.org.mx/publicaciones/hojaparroquialDiseño e Impresión: Centro Católico de Comunicaciones

Tels. 3002-6470 • 3002-6471

Director Responsable: Pbro. Adalberto González GonzálezRedacción: Pbro. Alberto Ávila, Pbro. Juan Javier Padilla

Liceo 17, Guadalajara, Jal. Tel.: 3942-4305Administración: Pbro. Rubén Darío Rivera • Alcalde 294,

Guadalajara, Jal. Tel.: 3614-2746

Boletín semanal de la Arquidiócesis de Guadalajara, A.R. Tiraje de 200,000 a 300,000. $40.00 ciento

JUBILEO CIRCULAR

Pedidos a domicilioal teléfono: 3613 3043

Te invita a escuchar

“MUNDO FAMILIA”:un programa conducido por

Lupita Venegas y Meche Covarrubias.

Lunes a viernes, 11:00 Hrs.1480 AM

Pabell

17, 18 y 19: Lunes, Martes y Miércoles JeSúS DIvINo PReSo

SAN GReGoRIo MAGNoSANTA eDwIGeS

SANTA RoSA De LIMA, Santa RosaSANTIAGo APóSToL, Tequila

vIRGeN De GuADALuPe, el Salitre NTRA. SRA. DeL ReFuGIo, Tala

20, 21 y 22: Viernes, Jueves y SábadoSAN MIGueL De MezquITÁN

eL BueN PASToRMADRe DeL SALvADoRSANTA CLARA De ASíS

MezCALA (Ntra. Sra. de la Asunción) LA SANTA CRuz, La estanzuela

¡A Celebrar el año de la Fe!

Recordemos los motivos de este Año: el Papa Benedicto XVI ha convocado a toda la Iglesia

a celebrar el “Año de la Fe”: comenzará el 11 de octubre de 2012, con motivo del 50 Aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013.

En la fecha del 11 de octubre de 2012, se celebra-rán también los veinte años de la publicación del Cate-cismo de la Iglesia Católica, promulgado por el ahora Beato Papa Juan Pablo II, con la intención de ilustrar a todos los fieles sobre la fuerza y belleza de la fe.

Señala el Papa Benedicto XVI: «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comu-nión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atra-vesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida.