historia crítica no. 42

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Universidad de los Andes, Colombia Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Historia Revista de libre acceso Consúltela y descárguela http://historiacritica.uniandes.edu.co/

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Carta a los lectoresEl mundo de la academia ha venido cambiando en los últimos

años con la aparición de nuevas tecnologías en Internet. Cada vez son más los investigadores que vuelcan su mirada sobre herra-mientasnovedosascomoFacebook,academia.eduoYoutube,entremuchos otros, para divulgar sus trabajos. Uno de los nuevos propó-sitos de Historia Crítica es aprovechar este tipo de instrumentos para dar a conocer la labor de la revista, las convocatorias de artículos de tema libre y de dossiers, así como el trabajo de investigación que publican los autores en cada número.

Por esto hemos decidido empezar gestiones para consolidar dos proyectos en particular: por un lado, promover la revista a través de Twitter, una de las redes sociales y de comunicación más impor-tantesdelmomento.Inicialmenteutilizaremoslacuentaoficialdela Universidad de los Andes, y ya se empezaron gestiones para que la revista tenga una cuenta propia. En un próximo número les esta-remos informando sobre el nombre de la cuenta y cómo acceder a ella. Por otro lado, la revista entrará en la red de discusión de temas históricos latinoamericanos H-LatAm. Esta red hace parte de H-Net, quizás la red de académicos en ciencias sociales y humani-dades más grande del mundo con cerca de cien mil suscriptores en más de noventa países. Invitamos a los lectores a que se suscriban a esta red para poder estar al tanto de las últimas noticias de la revista. Pueden dirigirse a http://www.h-net.org/~latam/.

Nos alegra mucho informarles que la convocatoria de artículos libres que se abrió a comienzos de este año tuvo una gran acogida por parte de investigadores nacionales e internacionales. A pesar

Carta a los lectores 7

Hist. Crit. No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, 256 pp. ISSN 0121-1617 pp 7-8

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de haber recibido una gran cantidad de artículos, muchos autores de distinta procedencia nos seguían contactando para enviar sus textos, motivo por el cual se decidió abrir una nueva convocatoria. Dada esta demanda, el equipo de la revista decidió que era conveniente abrir una nueva convocatoria, por lo cual se hizo un segundo llamado de artícu-los libres en el mes de septiembre. De aquí en adelante Historia Crítica tendrá dos o tres llamados de artículos libres por año, los cuales se anunciarán por medio de la página web, así como por otros medios electrónicos.

Por último, el próximo dossier estará dedicado a la historia digi-tal. Los lectores podrán leer sobre este fascinante tema en la edición número 43 de la revista.

* * *

Pocos días antes de que este número entrara a impresión recibi-mos la noticia de que el historiador estadounidense David Bushnell falleció en Gainesville, Florida. El profesor Bushnell hacía parte del ComitéCientíficodelarevistaysiempreserárecordadocomoungrancolaborador que nos brindó generosamente su tiempo y su conoci-miento. Historia Crítica lamenta su muerte y extiende sus condolencias a su familia, amigos y al mundo académico en general. En el próximo número publicaremos una semblanza de su vida en reconocimiento al aporte que hizo a la historia colombiana y latinoamericana.

Carta a los lectores8

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La ley en el archivo. Representaciones de poder en los cabildos coloniales de Nueva Granada

The law in the archive: representations of power in colonial cabildos of New Granada

aBstract

From written depositions taken for the Cabildo

of the City of Medellín, in the exercise of its

functions as a dependent colonial institution of

New Granada, and as a model of how other colo-

nial cabildos operated, we offer evidence of the

symbolic power wielded by the law, either through

typologies of different kinds of documents, such

as the Reales Provisiones or Reales Cedulas, or

through published compilations in the three or four

volumes comprising the Recopilación de las Leyes

de Indias of 1680 that, by law, had to be safeguar-

ded in the “arca triclave” of the cabildo.

Key Words

Law, Recopilación de las Leyes de Indias, represen-

tation, power, cabildos, New Granada.

La ley en el archivo. Representaciones de poder en los cabildos coloniales de Nueva Granada

resumeN

Tomando testimonios documentales producidos por

el Cabildo de la Villa de Medellín en el ejerci-

cio de sus funciones, como institución colonial

dependiente de la Nueva Granada, y como modelo

de funcionamiento del resto de cabildos coloniales,

ofrecemos algunas muestras del poder simbólico

que la ley ostentaba, bien bajo la forma de tipolo-

gías documentales aisladas como Reales Provisio-

nes o Reales Cédulas, o bien bajo su compilación

impresa a través de los cuatro o tres tomos que

conformaban la Recopilación de las Leyes de Indias

de 1680 que, por ley, debía ser custodiada dentro

del “arca triclave” del cabildo.

palaBras clave

Ley, Recopilación de las Leyes de Indias, represen-

taciones, poder, cabildos, Nueva Granada

Artículo recibido:

8 de Abril de 2010;

AprobAdo: 28 de junio

de 2010; modificAdo:

7 de julio de 2010.

Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza (España). Doctorando en el programa Sistemas de Información y Documentación del Departamento de Ciencias de la Docu-mentación e Historia de la Ciencia de la misma Universidad. Profesor del Departamento de His-toria de la Universidad del Valle (Santiago de Cali, Colombia) y miembro del grupo de investi-gación Nación-Cultura-Memoria del mismo departamento. Sus intereses investigativos se centran en la cultura escrita y la archivística. Entre sus publicaciones recientes se encuentran Estudios de usuarios en archivos municipales. Una aproximación teórica y práctica (Cali: Universidad del Valle, 2006); La muerte a cuchillo. Un romance en el archivo: poética y realidad (Cali: Universidad del Valle, 2006), y (con Ángel Blas Rodríguez) El monstruo en el hueco. Crónicas de México D.F. y Medellín (Cali: Universidad del Valle, 2009). [email protected].

Alfonso Rubio

Hernández

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Alfonso Rubio Hernández

La ley en el archivo. Representaciones de poder en los cabildos coloniales de Nueva Granada Ï

Según que lo han de uso e costumbre,se ayuntaron en junta e cabildolos señores Juan Ruiz Calabaza,

Antonio el de Écija, Fernando de Azumbre,Bernardo Rodeja, Hernán de Sucasa,Francisco Cartucho e Pero Caramba,

e mandaron a dar un pregónen públicas plazas e calles,

que todos declaren los cuartosque para su uso cada uno tobiere,

e con ello se pague lo más que al serviciodel Rey combiniere.

E así se pregona

Nicolás Guillén

iNtroduccióN

En el ámbito hispano, el vocablo “ley” durante los siglos xvi al xviii detentaba al menos tres diferentes significados que, en continua tensión y transformación, nosiempre aparecieron claramente separados: 1) la ley como el orden jurídico mismo, como fundamento de la sociedad organizada; 2) la ley como cierta norma impor-tante, promulgada bajo determinados requisitos y condiciones; y 3) la ley como toda norma escrita y promulgada por la autoridad que deviene en la legislación propiamente dicha1. Sólo en esta última acepción, como toda norma jurídica dada en forma escrita por el rey u otra autoridad, utilizaremos aquí el término. Una ley que estuvo asociada desde los Reyes Católicos al desarrollo del poder político, pues fue utilizada como principal instrumento para expresar su voluntad, siendo uno de los medios de acción del Estado. El príncipe ostentaba la jurisdicción suprema, de manera

1. Víctor Tau Anzóategui, La ley en América Hispana. Del descubrimiento a la Emancipación (Buenos Aires:

Ï El presente artículo es resultado de una investigación mayor que, ins-crita en la Universidad de Zaragoza (España), analiza la escritura buro-crática del archivo en los cabildos coloniales de la Nueva Granada como recurso simbólico y poder práctico. Nocontóconfinanciación.

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absoluta, pero en la realidad el poder se ejercía a través de un complicado aparato administrativo, en el que los letrados aparecieron como fuerza dominante.

Tres aspectos previos, de los cuales aquí no podemos ofrecer su extensión con mayor profundidad, deben ser tenidos en cuenta antes de detenernos en las “repre-sentaciones” a que daba lugar la “ley” que debía ser custodiada en el arca de los cabildos:1)laleyqueenlaEdadMediadevieneenformadeescritura;2)elsignificadodel derecho escrito durante la Edad Moderna, la época en que se trama y desarrolla la elaboración de la Recopilación de las Leyes de Indias; y 3) la necesidad, la formación, la publicación y la distribución en las colonias españolas de la Recopilación. Por cada uno de ellos, e incidiendo especialmente en el último en lo tocante al Nuevo Reino de Granada, tres autores, respectiva y fundamentalmente, guían la línea argumenta-tiva de la totalidad del texto: Marc Bloch, con su obra La sociedad feudal. La formación de los vínculos de dependencia, en cuanto a los fundamentos del derecho; José Antonio Maravall, con Estado Moderno y Mentalidad Social (Siglos xv a xvii), en cuanto al derecho y las transformaciones de la vida; y Juan Manzano Manzano, con su Historia de las Recopilaciones de Indias (siglo xvi y xvii).

1. la ley: Norma escrita, compilada e impresa

ElderechoconsuetudinariolocaldelaEdadMediaseconfigu-rará en la forma escrita mediante los avances del derecho escrito detipotécnico,quereafirmaráelpodermonárquico,cadavezmásconsciente de que un obstáculo para su avance era la fragmenta-ción jurídica entre los territorios de su dominio2. El recurso de la monarquía a la formación de códigos escritos traerá consigo una cierta reacción conservadora del derecho consuetudinario, y éste comenzará a adoptar el prestigioso formato escrito para ser reco-nocido. En este proceso, sin embargo, se altera la naturaleza oral de este derecho y las actitudes y las mentalidades que lo sustentan. Una vez escrito, el texto-ley usurpa la personalidad de la costum-bre y queda por ser la versión auténtica (inmemorial) del derecho local, que ya no tendrá que basarse en la memoria de los hombres buenos, ancianos o sabedores, sino que requerirá, cada vez más, la interpretación y mediación de técnicos que se formarán en los principios, prácticas y mentalidades del derecho romano-canónico enseñado en escuelas y universidades3.

2. Marc Bloch, La sociedad feudal. La formación de los vínculos de dependen-cia(MéxicoD.F.:UniónTipográficaEditorial Hispano-Americana, 1958), 139-140.

3. Luis Casado de Otaola, “Escribir y leer en la Alta Edad Media”, en Historia de la cultura escrita. Del próximo Oriente Antiguo a la sociedad informati-zada, coord. Antonio Castillo Gómez (Gijón: Ediciones Trea, 2002), 148.

Academia Nacional de la Historia, 1992), 28 y 33. La ley solía designar tres diferentes tipos normativos que coexistían en el ordenamiento de la época y constituirían un entramado difícil de separar: la ley romana, que englobaba el Corpus Iuris de Justi-niano; la ley canónica, más propia-mente conocida bajo la voz de canon; y la ley real, que comprendía la doble vía castellana e indiana. Esta última tendió a imponerse a medida que el Derecho se hizo particular para cada reino o comunidad territorial.

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La ley (legislar, de “leer”), recuerda Roberto González Echevarría, “es ante todo un sistema de lectura y escritura, una forma prescrita de interpretación”4. A comien-zos del Renacimiento se acercaron el humanismo y la retórica notarial al servicio de la ley, comenzando por Bolonia. Los grandes humanistas que retomaron la retórica clásicafueronlosmismosquecodificaronlaretóricajudicialonotarial,humanistasque intentaron crear un discurso capaz de funcionar como sistema de comunicación entre banqueros y mercaderes de las ciudades italianas. En Summa y Aurora Rolandino Passaggieri estableció las normas y ofreció modelos que, a partir del siglo xiii y en algunos casos hasta el siglo xviii, se usarían en el resto de Europa y en América Latina. Él, por tanto, “es el antecesor de los letrados que llegaron al Nuevo Mundo”5.

En la Mortuoria de Jacobo Facio Lince, escribano del cabildo de la Villa de Medellín durante los años 1773 a 1798, entre los libros que aparecen relacionados se encuentran dos tomos de una obra que en el inventario de bienes se tituló La reunión de los dos cuchillos6. Se trata del Gobierno Eclesiástico Pacífico, y unión de los dos cuchillos, pontificio y regio (1656), cuyo autor fue el obispo Gaspar de Villarroel (1587-1665), quien había nacido en la ciudad de Quito. Su padre, García de Villarroel, estudió Cánones y Leyes en la ciudad de Bolonia, iniciando una larga trayectoria que lo llevó a la Audiencia de Lima en 1598, donde ejerció la abogacía. Gaspar de Villarroel cursó estudios en Lima, viajó a Europa y en Lisboa publicó sus primeros libros. Fue posteriormente obispo de Santiago de Chile (1637), pasando a Lima, Cuzco y Chuquisaca (Charcas),dondeejercióunanotoriainfluenciaenlaconstituciónde la primera universidad boliviana.

En cuanto a la formación que se consideraba indispensable para quienes pretendían funciones públicas en los siglos xvi y xvii, según José M. Mariluz Urquijo, el Derecho, fundamental en los estudios universitarios, era tomado como el saber básico para ejer-cer los cargos vinculados a la administración de justica y como un instrumento útil para el ejercicio de las tareas de gobierno. Pero no bastaba un conocimiento exclusivamente teórico del Derecho; éste debía ser complementado con la experiencia, y gobernan-tes y tratadistas creían a menudo que la auténtica escuela del

4. En Roma la ley parecía presuponer lo escrito. Lex era el nombre de acción de legere,“leer”,ysignificaba,pues, fundamentalmente “lectura”. Jesper Svenbro, “La Grecia arcaica y clásica. La invención de la lectura silenciosa”, en Historia de la lectura en el mundo occidental, dirs. Guglielmo Cavallo y Roger Chartier (Madrid: Taurus, 2004), 75.

5. Roberto González Echevarría, Mito y archivo. Una teoría de la narrativa latinoamericana (México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2000), 106-107. Para hacernos una idea de la abundante literatura sobre gramá-tica, poética y retórica importada de Europa que podría llegar a la Nueva Granada, podemos consultar algunasobrassignificativascomolas de José Manuel Rivas Sacconi, El latín en Colombia. Bosquejo histórico del humanismo colombiano (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1977); e Ignacio Osorio Romero, Floresta de Gramática, Poética y Retórica en Nueva España (1521-1767) (México D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México, 1980). En esta última, el repertorio de textos importados es amplio, pero además contiene una relación de textos impresos y manuscritos en Nueva España, que igualmente han podido circular por el resto de las colonias españolas.

6. Archivo Histórico Judicial de Mede-llín (ahjm). “Mortuoria de Jacobo Facio Lince”, 1799, Doc. 3703.

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funcionario era la del escritorio, o sea, el continuo trato con los papeles y las perso-nas, siguiendo el aserto de Torquemada de que la “experiencia vence a toda ciencia natural y especulativa”7.Durante la EdadMedia existe gran competencia por la influencia política entre

la retórica o el ars dictaminis (como una combinación de la oralidad y la escritura), por un lado, y el Derecho canónico o civil, por otro. Los lugares comunes de la retó-rica y los cambios de argumentación estaban atribuidos al uso oral, mientras que el Derecho,diceNiklasLuhmann,sevolviócadavezmásleyescrita.Unaleyescritaenlatín medieval, un lenguaje normalizado y empleado tanto por el gobierno real como por la Iglesia, en contraste con la variedad de lenguas vernáculas existentes. Se daba por tanto un contraste entre comunicación oral a través de las lenguas vernáculas y la escritura que, para satisfacer sus requerimientos inherentes de precisión, debe utili-zar un lenguaje especial y normalizado a través del latín8.

El Derecho tenía por objeto a la sociedad y su aplicación correspondía a los hom-bres. Las leyes escritas aparecían como vías de materialización del Derecho y de la justicia. Éste es el espíritu que desprende el cuerpo legal de Las Partidas de Alfonso X, que se redacta en el siglo xiii y recibe el Derecho romano en Castilla. Las leyes deben ser, nos dicen Las Partidas, “con razón y sobre cosas que pueden ser según natura”; deben ser guardadas por el rey y por el pueblo, porque se hacen “para orde-nar los hechos del mundo”, para que los hombres “sepan vivir bien ordenadamente”

en su patria. En el mundo hispano, resume Víctor Tau, se destaca la presencia de dos elementos constitutivos de la ley: la “razón” intrínseca del precepto y la “voluntad” del legislador. Dos elemen-tos que, en constante tensión, actuaron durante todo el período que va de los siglos xvi al xviii y suscitaron todo un campo de pensamiento sobre el derecho hispano. Las ideas más caracteriza-dorasentornoaesoselementosseaglutinaronyclasificaronentres líneas de pensamiento9:– La que procede de San Isidoro de Sevilla, en el siglo vii: “[…] la ley debe ser honesta, justa, posible, conforme a la naturaleza y a las costumbres patrias, conveniente al lugar y tiempo, necesaria, útil, clara, no sea que induzca a error por su oscuridad, y dada, no para el bien privado, sino para utilidad común de los ciudada-nos”. Esta idea se transmitió, tanto por vía literaria, dado que sus Etimologías circularon ampliamente en la cultura española medieval

7. José M. Mariluz Urquijo, “El saber profesional de los agentes de la administración pública en Indias”, en Estructura, gobierno y agentes de la administración en la América española (Valladolid: Universidad, Semina-rio Americanista, 1984), 252 y 259. Citado en Teodoro Hampe Martí-nez, Bibliotecas privadas en el mundo colonial. La difusión de libros e ideas en el virreinato del Perú (siglos xvi-xvii) (Madrid:Vervuert-Frankfurt. Iberoamericana, 1996), 35.

8. NiklasLuhman,“Laformaescri-tura”, Estudios Sociológicos xx: 58 (enero-abril 2002): 15. Ahí pueden verselasreferenciasbibliográficasque para estas observaciones utiliza Luhman.

9. Víctor Tau Anzoátegui, La ley, 32-43.

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y moderna, como por vía legal, pues su caracterización de la ley quedó asentada en compilaciones legales como el Liber Iudiciorum (654) y el Fuero Juzgo (1241) y fue reco-gida en las recopilaciones de 1567 (La Nueva Recopilación de las Leyes de España, de Felipe II) y 1805 (Novísima Recopilación de las Leyes de España, de Carlos IV).– La línea que conecta con la clásica definición de ley dada por Santo Tomás deAquino: “una ordenación racional al bien común, promulgada por la autoridad que tiene a su cargo el cuidado de la comunidad”. Tuvo amplio desarrollo entre los teólo-gos españoles de los siglos xvi y xvii.– La línea que aquí nos interesa, que habla de la ley como escritura. Es la línea pro-cedente de Las Partidas, que adquirió amplia difusión y preeminencia entre los juristas hasta el mismo siglo xix. En el código alfonsí, con un tono moralizante, “la ley es escritura que enseña el bien que el hombre debe hacer y prescribe el castigo para apremiarlo a que no haga el mal”.

Al igual que la Recopilación de las Leyes de los Reynos de las Indias de 1680, Las Partidas estaban lejos de ser un código de leyes al modo de las normas integrantes del Derecho romano clásico o justiniano. Se ajustaban, más bien, a un complejo de normas de diferentesignificaciónconpretensionesderegularydirigir“todoslosaspectosdelaconducta humana, lo mismo en el orden jurídico, que en el ético, religioso, político y en las propias costumbres o usos sociales […] Por ello también Las Partidas conformaron un substrato de cultura jurídica, que no era sólo patrimonio de los juristas, sino de todos los sectores intelectuales de la época”10.

La ley en Las Partidas aparecía como un instrumento principal del poder real y de la unidad del reino11. La creencia en el valor de las leyes escritas durante la Edad Moderna hacía concebir a éstas como un instrumento que ordenaba el mundo, reglamentaba y gobernaba la pública quietud y la república debía guardarlas.

En una concepción de racionalización y cálculo, propia del pro-ceso histórico de la Edad Moderna y que Maravall toma de Max Weber, se da una tendencia a la formalización del Derecho, que se manifestará en la cada vez mayor prioridad que va adquiriendo el derecho escrito y su formalización a través de convenientes com-pilaciones. Desde el siglo xv en las Cortes castellanas se hablaba de un derecho escrito refiriéndose al ius propium en un sentido estatal y no local. Y para que se administre y se juzgue “por las

10. Antonio-Enrique Pérez Luño, La polémica sobre el Nuevo Mundo. Los clá-sicos españoles de la Filosofía del Derecho (Madrid: Editorial Trotta, 1992), 39.

11. Este poder e idea superior de la ley, sin embargo, quedaban moderados porque también se admitía la imper-fección de los preceptos legales y la necesaria intervención del hombre en su aplicación. Sus contenidos demasiado precisos, además, daban paso a otras formas de interpreta-ción jurídica como la costumbre, la opinión de los doctores, la doctrina teológica, el juicio moral o el arbi-trio del magistrado. “La realidad, que ofreció el suelo americano, nueva, plural, mutable —en clara diferencia a la conocida por el hom-bre europeo— fue también un factor que contribuyó a la más amplia admisión de éstas y otras formas de creación normativa”. Víctor Tau Anzoátegui, La ley, 32, 33.

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leyesscriptas”,éstasdebenserreunidas,clasificadas,ordenadasypuestas en concordancia como partes de un solo cuerpo legal, faci-litando que las mismas puedan enmendarse y completarse:

“Durante el siglo xvi, puede decirse que se trata de un verda-

dero clamor de las Cortes: que las leyes se compilen y corrijan,

imprimiéndose en un libro, por el cual ‘se puedan y devan

determinar los negocios’, palabras éstas en las que se nos

expresa el anhelo de unificación jurídica que va unido al movi-

miento de formalización por escrito, y se nos hace comprender

cómo ambos van unidos a una mentalidad moderna, de tipo

burgués, a cuyas exigencias económicas responden esas nove-

dades jurídicas que se piden”12.

El 12 de abril de 1680, a los ciento veinte años de que, por inicia-tivadeFranciscoFernándezdeLiébana,fiscaldelConsejodeIndias,se formara el Cedulario del oidor de la Audiencia de México Vasco de Puga, que se imprimiría en 1563, el Consejo Supremo hacía entrega a Carlos II de los cuatro tomos de la Recopilación de las Leyes de los Reynos de las Indias, a la vez que se le solicitaba, les diese “la fuerza y autoridad que deven tener las leyes reales”13. Carlos II aprobó y promulgó la Recopilación por medio de una Pragmática dada en Madrid el 18 de mayo de 1680 y ordenó su impresión, publicación y remisión en la forma convenida. La Recopilación se promulgó con carácter general, por lo tanto, las leyes recopiladas, que hasta enton-ces habían tenido en su mayoría una vigencia limitada a alguna zona concreta, alcanzaron vigencia en toda la América hispana. La técnica recopiladora fue, como en las recopilaciones castellanas, la de refundir varios textos normativos en uno, adquiriendo este texto refundido valor de ley en virtud de la pragmática de promulgación. La Recopilación se halla clasificada en nueve libros, distribuidosen cuatro volúmenes. Los libros se dividen en doscientos diecio-cho títulos, y éstos se componen en total de 6385 leyes, siendo el número de leyes contenidas en cada título muy variable14.

Por Real Cédula del 1 de noviembre de 1681, casi un año y medio después de ser promulgada la Recopilación, Carlos II ordena y

12. José Antonio Maravall, Estado Moderno y Mentalidad Social (siglos xv a xvii) (Madrid: Alianza Editorial, 1986), 425. (Capítulo i. El derecho y las transformaciones de la vida jurídica de la Parte Quinta: Los medios de acción del Estado, tomo ii). Desde las Cortes de Toro de 1371 hasta las Cortes de Madrid de 1534, Alfonso García-Gallo va haciendo un recorrido de las reuniones de cortes donde se ordena hacer recopilación de leyes. Cortes de Toro de 1371: “Et destas nuestras leyes e ordenamientos mandamos fazer un libro, sellado con nuestro sello de oro, para tener en la nuestra Cámara, et otros sellados con nuestro sello de plomo, que mandamos que den a las cibdades et villas et logares de los nuestros reinos”. Aunque propuestas o acordadas con las Cortes, en la Baja Edad Media, las Leyes eran promulga-das por el rey, en su nombre, aunque haciendo referencia a la intervención de las Cortes. Independientemente de éstas, el monarca tenía la facultad de dictar órdenes de gobierno por sí solo mediante Pragmáticas sanciones (imitación de las Pragmaticae sanc-tiones de los emperadores romanos otorgadas a petición de las ciudades para asuntos de interés general), aunque no tenía la facultad de derogarlas o revocarlas. Sin embargo, Juan II (1406-1454), apoyado en el principio del Derecho romano quod principi placuit legis habet vigorem, introdujo la novedad de atribuir a sus disposiciones la fuerza y vigor de las Leyes hechas y promulgadas en Cor-tes. Unas Pragmáticas que, no siendo publicadas en Cortes, debían ser publicadas por pregonero en todas las ciudades, villas y lugares. Siendo su “fuerza e vigor” el mismo de las Leyes. Alfonso García-Gallo, Estudios de Historia del Derecho Indiano (Madrid: Instituto Nacional de Estudios Jurídi-cos, 1972), 182-186.

13. Juan Manzano Manzano, Historia de las Recopilaciones de Indias, Tomo II (Siglo XVII) (Madrid: Ediciones Cultura Hipánica, 1950), 264.

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concede “licencia y facultad” para que, a expensas y bajo la direc-ción del Supremo Tribunal,

“qualquier impresor de estos Reynos pueda imprimir el Libro

de la dicha Recopilacion de Leyes”, ordenando “que ningun

Impresor, ni otra qualquier persona pueda imprimir, ni vender

la dicha Recopilacion sin particular licencia de los del dicho mi

Consejo, al qual se la doy, y concedo para que sin limitacion de

tiempo pueda hacer las impresiones que le pareciere, y tuviere

por necesarias, y tenga á su cuidado el avío, distribucion,

y recaudo de los Libros que se repartieren, y beneficiaren en

estos Reynos y los de las Indias”15.

Antes de materializarse su envío y distribución a Nueva España y sus Audiencias (México, Guatemala, Guadalajara, Santo Domingo y Filipinas), el consejo acordó en decreto del 3 de junio de 1682, se ordenase a los Virreyes y presidentes del Perú y Nueva España repartan ejemplares de la nueva recopila-ción “a todos los Cavildos de las Ciudades y Villas, obligando a cada uno a que compre un juego por el precio que va tasado, para que teniéndole presente los Governadores, Corregidores, alcal-des mayores y otras Justicias ordinarias, y los capitulares de los Ayuntamientos, se goviernen por estas leyes, sin que puedan pre-tender ignorancia”16.

La remisión de los ejemplares destinados al Perú se retrasó más de dos años. En septiembre de 1684 se embarcan mil ejemplares distribuidos de la siguiente manera: Lima (cuatrocientos), Quito (cien), Charcas (doscientos), Santa Fe (ciento cincuenta), Chile (cin-cuenta), Panamá (cincuenta) y Cartagena (cincuenta). No todos los ejemplares llegaron a sus respectivos destinos y, en lo referente a la Nueva Granada, como señala Juan Manzano siguiendo un informe de la Contaduría del Consejo de Indias de 1740, la Audiencia de Santa Fe sí recibió sus ciento cincuenta ejemplares, y a Cartagena llegaron desde Lima en enero de 1686 cuatro cajones con cuarenta y ocho juegos, de los cuales treinta y seis libros de distintos juegos se encontraron comidos por el comején.

15. Es la Real Cédula que encabeza el primer tomo de la edición Recopila-ción de Leyes de los Reynos de las Indias (Madrid: Consejo de la Hispanidad, 1943 [1791]).

16. Juan Manzano Manzano, Historia de las Recopilaciones de Indias, tomo ii (siglo xvii) (Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1950), 337-338. Por Real Cédula del 17 de junio de 1682, dirigida “al Presidente y oidores de mi Audiencia Real de la ciudad de Santiago de las Provincias de Guatemala”, se informa que de los mil quinientos ejemplares de la Recopilación remitidos a Indias, qui-nientos iban destinados a las cinco audiencias de la Nueva España, de los cuales correspondían cien a la de Guatemala, para ser distribuidos en este distrito al valor de treinta pesos cada colección. Un juego era para la propia audiencia, otro para los “contadores de tributos y alcabalas yoficiales”,otroparacadaciudado villa, para cada corregimiento y alcaldía mayor, y el resto para venderse públicamente, y así “pue-dan todas mis justicias y ministros governarse por estas leyes sin que en ningún tiempo pretendan ignoran-cia”. Jorge Luján Muñoz, “Acerca de la llegada y aplicación en el Reino de Guatemala de la Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias, 1681-1694”, Revista de Indias xliii: 172 (julio-diciembre 1983): 830.

leyesscriptas”,éstasdebenserreunidas,clasificadas,ordenadasypuestas en concordancia como partes de un solo cuerpo legal, faci-litando que las mismas puedan enmendarse y completarse:

“Durante el siglo xvi, puede decirse que se trata de un verda-

dero clamor de las Cortes: que las leyes se compilen y corrijan,

imprimiéndose en un libro, por el cual ‘se puedan y devan

determinar los negocios’, palabras éstas en las que se nos

expresa el anhelo de unificación jurídica que va unido al movi-

miento de formalización por escrito, y se nos hace comprender

cómo ambos van unidos a una mentalidad moderna, de tipo

burgués, a cuyas exigencias económicas responden esas nove-

dades jurídicas que se piden”12.

El 12 de abril de 1680, a los ciento veinte años de que, por inicia-tivadeFranciscoFernándezdeLiébana,fiscaldelConsejodeIndias,se formara el Cedulario del oidor de la Audiencia de México Vasco de Puga, que se imprimiría en 1563, el Consejo Supremo hacía entrega a Carlos II de los cuatro tomos de la Recopilación de las Leyes de los Reynos de las Indias, a la vez que se le solicitaba, les diese “la fuerza y autoridad que deven tener las leyes reales”13. Carlos II aprobó y promulgó la Recopilación por medio de una Pragmática dada en Madrid el 18 de mayo de 1680 y ordenó su impresión, publicación y remisión en la forma convenida. La Recopilación se promulgó con carácter general, por lo tanto, las leyes recopiladas, que hasta enton-ces habían tenido en su mayoría una vigencia limitada a alguna zona concreta, alcanzaron vigencia en toda la América hispana. La técnica recopiladora fue, como en las recopilaciones castellanas, la de refundir varios textos normativos en uno, adquiriendo este texto refundido valor de ley en virtud de la pragmática de promulgación. La Recopilación se halla clasificada en nueve libros, distribuidosen cuatro volúmenes. Los libros se dividen en doscientos diecio-cho títulos, y éstos se componen en total de 6385 leyes, siendo el número de leyes contenidas en cada título muy variable14.

Por Real Cédula del 1 de noviembre de 1681, casi un año y medio después de ser promulgada la Recopilación, Carlos II ordena y

14. Malagón Barceló habla de 6377 leyes. La Recopilación, nos dice, con-tiene 6377 leyes seleccionadas de un total de más de 200 000, una enorme cantidad y aun así apenas una parte del total de un siglo de vida (esto significaunpromediodeunaleypordía, exceptuando el domingo por ser día consagrado). Javier Malagón Barceló, “The role of the letrado in the colonization of America”, The Americas 18 (1961): 11.

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La ley en el archivo. Representaciones de poder en los cabildos coloniales de Nueva Granada

La necesidad de la reimpresión va haciéndose un hecho, y después de un largo proceso en que han de resolverse cuestiones presupuestarias, conveniencias o no de añadir más tomos de adiciones legislativas a los cuatro ya existentes, condiciones de contrato con los impresores, etc., en 1759 se obtuvo la segunda edición “en la forma que se halla la antecedente”. A ella le siguen una tercera (1774) y cuarta (1791)17, y ya en el siglo xix vuelven a salir dos nuevas ediciones: la quinta (1841)18 y la sexta (1889-1890),sólonueveañosantesdelaemancipacióndefinitivadelasúltimasposesionesindianas del imperio español.

2. la ley eN el archivo: uNa represeNtacióN de poder

Si la justicia implicaba la realización del derecho establecido, los objetivos del buen gobierno debían tender hacia el bien común, no sólo por la custodia del Derecho exis-tente, sino también por la creación del nuevo Derecho. Por eso, anota Mario Góngora, “gobierno y legislación están íntimamente unidos, y por regla general todas las auto-ridades encargadas del gobierno en ámbitos más o menos extensos, tienen poder legislativo”19. Así, la ley entraba a regular frecuentemente todos los ámbitos posi-bles: la ordenación política, el asentamiento urbano, la relación con los indígenas, la

organización hacendística, la explotación minera, el comercio o el transporte marítimo, intentando ofrecer soluciones a las nuevas situaciones planteadas en América.

Una ley que, en la discusión acerca de la conveniencia de que una sociedad fuera regida por leyes escritas o por la “ley viva” (el arbitrio del príncipe), el pragmatismo de Juan de Solórzano lo llevó aafirmaramediadosdelsigloxvii que “es mucho más conveniente [que los magistrados] juzguen por las leyes escritas, y que estén atados a ellas, y que sólo en cosas de poca consideración e impor-tancia se les deje libre el arbitrio”. Y las leyes, según esa tendencia hacia el rigorismo legal, debían aplicarse a la letra. Esta expresión,

“era, de una parte, la respuesta que se daba a quienes se mos-

traban renuentes a la observancia legal, y de otra, la presión

cada vez mayor de la voluntad regia, del creciente poder esta-

tal o del racionalismo jurídico. Se percibe así un refuerzo de

palabras para compeler a los súbditos al cumplimiento de las

leyes, procurando que no se eludiera su ejecución ni se inten-

tara moderar su mandato literal”20.

17. Las principales novedades en la edición de 1791, de bastante menor tiraje a las anteriores, son la reduc-ción a tres tomos de cada ejemplar; las datas de las leyes, en lugar de insertarse en los márgenes de éstas, se insertan ahora en sus cabeceras; sedepuraelíndicefinalysesalvanalgunos errores cronológicos.

18. Reducido el antiguo Imperio ultra-marino a las posesiones insulares de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, las antiguas leyes serán impresas una vez más debido a la iniciativa privada de algunos impresores de la Corte.

19. Mario Góngora, El estado en el Dere-cho indiano. Época de Fundación (1492-1570) (Santiago de Chile: Instituto de Investigaciones Histórico-culturales, Facultad de Filosofía y Educación. Universidad de Chile, 1951), 233.

20. Víctor Tau Anzoátegui, La ley, 31 (Solórzano, Juan. Política Indiana: v, xvi, 6) y 56-57.

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Para ello, el letrado y el magistrado encontraban en los tomos de la Recopilación una guía segura y conforme al criterio real para solucionar los casos que se le plan-teaban.RecordemosquelaexpansiónlegaldelaRecopilaciónencontródificultades,si pensamos que los decenios iniciales de su difusión en el Nuevo Mundo coincidieron con el apogeo del poder político criollo y que, según Tomás y Valiente, envejeció pronto, pues las disposiciones de Carlos II y la abundante producción legislativa borbónica convir-tieron la Recopilación de 1680 en una obra incompleta y anticuada en muchos casos21.Peronohablamosaquídesu facilidadodifi-cultad para ponerse en práctica ni de su grado de cumplimiento o incumplimiento22. Sólo nos detenemos en su valor simbólico comoreflejodelarepresentacióndepoderquelaley,antesdelaRecopilación, en forma de variadas tipologías documentales y en la misma Recopilación, adquiría en las prácticas burocráticas espa-ñolas durante los siglos xvi al xviii.

Independientemente de la impresión, prueba del valor sim-bólico que adquirían las leyes es el hecho de que éstas debían ser obedecidasporsusdestinatarios,firmadasparagarantizarsuobe-decimiento y publicadas mediante pregón.

2. 1. la oBedieNcia u oBedecimieNto

La Real Cédula del 22 de noviembre de 1674 de la Reina Gobernadora regente, Mariana de Austria, concediendo licencia a la Gobernación de la provincia de Antioquia para fundar la Villa de Medellín, es presentada el 7 de agosto de 1675 por el gobernador Miguel de Aguinaga ante la Real Audiencia de Santa Fe, y el 14 de octubre del mismo año ante Félix Ángel de Prado, escribano del Cabildo de Medellín, obedecida por el mismo gobernador con el formalismo acostumbrado:

“El señor don Miguel de Aguinaga Gobernador y Capitán

General de esta provincia de Antioquia habiendo visto la Real

Cédula de su Majestad que Dios guarde del que yo escribano

hice relación puesto en pie, destocado, la besó y puso sobre

su cabeza con el acatamiento debido como carta de su Rey

y su Señor natural y la obedece”23.

21. Francisco Tomás y Valiente, Manual de Historia del Derecho Español [El derecho indiano] (Madrid: Editorial Tecnos, 2001), 343.

22. Tratando de explicar el incumpli-miento de la legislación, mucho se ha escrito sobre la clásica fórmula de “la ley se acata pero no se cumple”. Sin embargo, se hace difícil no con-templar la ley como el más poderoso instrumento que tuvo a disposición el aparato estatal para llevar a cabo su política y, por tanto, igualmente es difícil imaginar que esas normas “no hayan tenido un profundo impacto sobre la realidad”. Víctor Tau Anzoá-tegui, La ley, 12.

23. Crónica municipal (Medellín: Concejo Municipal, 1966), 156. En el Libro de Acuerdo del Audiencia Real del Nuevo Reino de Granada que se començo al primero de henero de mil y quinientos y cinquenta y un años, vol. i: 1551-1556 y vol. ii: 1557-1567 (Bogotá: Archivo Nacional de Bogotá, vol. i: 1947 y vol. ii: 1948) se transcriben numerosos testimonios de obedecimiento de Provisiones y Cédulas por parte de la Audiencia. El formalismo en cuanto al obedecimiento de las disposiciones del monarca es el mismo, pero aquí ademásreflejamosundobleritual:elobedecimiento a la ley y, estrecha-mente relacionado con él (nótese el simbolismo de la cruz y el sello real), el juramento al cargo de Oidor. Se recibe Real Provisión fechada en Toledo el 26 de septiembre de 1560 ordenando a la Real Audiencia que el licenciado Angulo de Castejón jure el cargo de Oidor. En acuerdo de la R. A. del 25 de junio de 1561, después de haber leído la R.P., “e así presentada la dicha provisión real en la manera que dicha es, los dichos señores, con-viene a saber: el señor Licenciado

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El 1 de abril de 1700, en el cabildo de la misma Villa de Medellín, Juan Zapata Múnera, alcalde ordinario más antiguo, habiendo visto la Real Provisión emitida por la Real Audiencia de Santa Fe sobre la prolongación del escribano Lucas Xavier de Betancur en su cargo acausadelapérdidadelosdocumentosdesuconfirmación,obe-dece el contenido de la misma, donde:

“1. Manda su majestad se Guarde Cumpla y Execute según

y como en ella se contiene y le manda al dicho Lucas Xavier de

Betancur cumpla con lo que se le Mande y Ordena.

2. Y asi mesmo que se ponga por testimonio en los libros capitulares.

3. Y fecho se lleve al Señor Don Francisco Fernández de Heredia

Governador y Capitan General desta Provincia para que le conste.

4. Assi la obedecio haviendola besado y puesto sobre su cabeza

como carta de Nuestro Rey y Señor que Dios Guarde.

5. Y la proveyo y firmo con testigos por defecto de otro escribano” 24.

Elmismodía,JuanGarcía,unoficialdelCabildodelaVilla,noti-ficóelobedecimientoaLucasXavierdeBetancur.Estanotificaciónfuefirmada,comopruebadesurecibimiento,porambos.

La Real Provisión establece que su contenido se “guarde, cum-pla y ejecute” por ser un mandato real, tanto por parte de la institución a quien va destinada, como por parte de las personas a quienes se hace referencia en la disposición. Que dicho contenido se traslade a los Libros capitulares que, igualmente por ley, deben ser custodiados en su archivo y, como constancia de su recepción, se haga saber a las instancias gubernamentales. Con el procedi-miento acostumbrado, la Real Provisión se obedece por parte de

todos los cabildantes o, como en este caso, por parte únicamente del alcalde ordinario más antiguo. Elactodesuobedecimiento,refle-jado en acta capitular, es proveído yfirmadoporquieneslorealizan.

Actos o “ritos de institución”, como éste del “obedecimiento”,

24. Archivo Histórico de Medellín (ahm). Fondo Cabildo. Sig.: Tomo ii, fol. 201. Las Reales Provisiones cuyo contenido era el Título de algún cargo, además de su obedecimiento por parte de los cabildantes, com-portaban para su nombramiento el juramento a dicho cargo “por Dios nuestro Señor y una señal de la cruz en forma de derecho”. El 10 de noviembre de 1677, “el sargento Joan de Alzate presento un Titulo y Real Provision de Escribano publico y del cavildo desta dha Villa despachado por su Alteza Los señores Presidente y Oydores de la real audiensia de la ciudad de Santa fee y […] y aviendo la bien oydo y entendido dijeron que la obedesen conforme a derecho y obe-desieron como Carta y Real provision de su rey y señor natural a quien dios guarde muchos años y aumente en mayores reynos y señorios y en con-formidad de dho Titulo se le resivio juramento y lo hiso por dios nuestro señor y una señal de cruz en forma de derecho y ofresio de usar vien y fielmentedichoofisioyguardar

Grajeda, que como más antiguo preside en la dicha Audiencia, la tomó en sus manos e por sí e por los demás señores oidores de ella la besó e puso sobre su cabeza e dijo que la obedecían e obedecieron con el acatamiento que deben como carta e mandado de su rey e señor natural, a quien Dios Nuestro Señor deje vivir e reinar muchos años, con acrecen-tamiento de más reinos e señoríos; y en cuanto al cumplimiento, que están prestos haciendo el dicho señor Licenciado Angulo de Castejón el juramento e solemnidad que en tal caso se requiere de le recibir por tal oidor desta dicha Real Audiencia, como Su Majestad por la dicha real provisión manda; y luego, estando presente, encima de la mesa del dicho Acuerdo una cruz, a tal como ésta +, y el sello real de Su Majestad, el dicho señor Licenciado Angulo de Castejón puso su mano derecha sobre la dicha cruz y sello real y hizo el juramento e solemnidad requerido”. Libro de Acuerdo, vol. ii, 184-85.

secretoyfidelidadenloscassosquesea necesario y guardar las cedulas y reales provisiones de su magestad y dar despacho a los pobres sin llevar derechos y que si asi lo hisiere dios le ayude y al contrario se lo demande y quedo resevido al uso y exersisio del dichoofisio”.ahm. Fondo Cabildo. Sig.: Tomo i, fol. 84 r.

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elnombramientodecargoso laaposicióndeunafirmaodeunarúbrica, según lomanifiestaPierreBourdieu,sólopuedentenerefectossilainstituciónenlaqueselle-van a cabo está garantizada por el grupo social al que representa o es una institución reconocida. Aunque el acto lo realice un agente singular, delegado de autoridad para llevarlo a cabo según las condiciones establecidas como convenientes respecto a lugar, momentoo instrumentosque constituiránun ritual eficaz, legítimoo socialmenteválido, el acto se funda en la creencia de todo un grupo social que, en el caso de los cabildos, la institución política que gobierna villas o ciudades, puede estar físicamente presente a través de cabildo abierto o representado por sus cabildantes25.

Toribio Esquivel Obregón, explicando la fórmula conocida de que “la ley se obe-dezca pero no se cumpla”, piensa que “etimológicamente obedecer expresa la actitud de una persona que escucha a otra, actitud de atención y respeto; pero nada más que una actitud”. Supone que la obediencia de una ley representa sólo “escuchar en acti-tud reverente, atender y juzgar con propio criterio, oyendo a la vez que la voz del que manda, la voz superior de la razón y de la ley natural que pide hacer el bien y evitar el mal”26.PeroAlfonsoGarcía-Gallocreequelaobedienciasignificaaquínolaacciónde “cumplir la voluntad del que manda” (como dice el drae), “sino el reconocimiento de la autoridad real y el acatamiento de sus mandatos; no se olvide que las autori-dades ejercían sus funciones en nombre del rey y que de éste recibían sus poderes”. Según García-Gallo, este formalismo de la obediencia u obedecimiento a las disposicio-nes reales se mantuvo durante toda la época indiana. En él se señalaba, al tomarla en las manos, el hecho de su recepción; al besarla, el acatamiento al monarca, cuyas manossebesabanenelceremonialcortesanoyenlaantefirmadelosescritosquese le remitían; al colocarla sobre la cabeza, la sumisión a la voluntad real expresada en el documento y que debía ser cumplida. Por ello, cuando una disposición real dirigida a un particular no podía cumplirse por falta de medios, debía presentarse a la Audiencia para que ésta la obedeciese y cumpliese, anotando en el documento el testimonio de su presentación y obedecimiento27.

2.2. la firma

Como dijimos, el acto de obedecimiento a las leyes, gene-ralmente, en los cabildos, reflejado en acta capitular o en lacontinuación de la copia que de la misma disposición se hacía, es proveídoyfirmadoporquieneslorealizan(“Ylaproveyoyfirmocon testigos por defecto de otro escribano”).

25. Pierre Bourdieu, ¿Qué significa hablar?(Madrid:Akal,2001),85.

26. Toribio Esquivel Obregón, Apuntes para la Historia del Derecho en México. Nueva España, tomo ii (México D.F.: Editorial Polis, 1938), 88.

27. Alfonso García-Gallo, Estudios de Historia, 204-205.

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La ley en el archivo. Representaciones de poder en los cabildos coloniales de Nueva Granada

A mediados del siglo xvisehizoobligatorialacolocacióndelafirmaenlosdocu-mentospúblicos.Paraquienescribe,anotaBéatriceFraenkel,setratadeaccederal“poderdeloinscripto”.Laobligacióndefirmar“anuncialainstauraciónirreversibledel derecho escrito” a la vez que constata, pues la ley se aplica a todos los sujetos, el empujedeunaexigenciasocial:quetodossepanescribir.Elsujetojurídicoseafirmacon la pluma y la función de la escritura fortalecerá su prestigio.Lafirmadaaconocer,siguemanifestandoFraenkel,“lostresaspectosdelsujeto

jurídico, considerado en lo que es la razón del derecho escrito: su condición de autor, capazdeautografiar;sucalidaddecreadordeescritosoquirógrafoy;porúltimo,supoder de validación, mediante el cual hace que el escrito funcione”. Pero igualmente asume una función de práctica simbólica basada en el gesto de la mano: el compro-misodequienfirma.Yano sólo será el documentoel objetoquegarantice el actoregistrado;tambiénelsujeto,consufirma,“sedaasímismoengarantíayseexponealdeshonorsino‘hacehonor’aesafirma”28.

2.3. el pregóN

Las leyes debían ser pregonadas en las plazas y mercados de los pueblos, ante escribano público quien debía levantar testimonio de su publicación. Este testimonio

servía no sólo para certificar su publicación, sino tambiénparasaber cuándo habían de cumplirse, para determinar el momento de su entrada en vigor.

Del 2 de noviembre de 1675 tuvo lugar el Auto de fundación de la “Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín”, dado por el gobernador de Antioquia, Miguel de Aguinaga. En él se inserta la Real Cédula de fundación de la Reina regente Mariana de Austria y se ordena que se pregone, “a son de cajas en esta dicha Villa y sitio de Anná para que venga a noticia de todos y ninguno pretenda ignorancia”29.

El 17 de noviembre se materializa la publicación del Auto: “En la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín, a diez

y siete de noviembre de mil y seiscientos y setenta y cinco años,

por voz de Antonio, negro esclavo que hizo oficio de pregonero a

son de cajas y clarín, se publicó el bando […] habiendo mucho con-

curso de gente. En una de las esquinas de la plaza. Testigos Gabriel

de Galarza, Bernardino Correal y el ayudante José Vásquez”30.

28. BéatriceFraenkel,“Lafirmacontrala corrupción de lo escrito” en Jean Bottero et ál. Cultura, pensamiento, escritura (Barcelona: Gedisa, 1995), 77-95. El gesto de la mano, su movimiento adquiere una función especial como marca de identidad personal que por lo general es difícil de imitar (Véase E. H. Gombrich, “Los artistas en su tarea: compro-miso e improvisación en la historia del dibujo [Dibujar y escribir: la voluntad y la habilidad]” en Temas de nuestro tiempo. Propuestas del siglo xx acerca del saber y del arte (Madrid: Debate, 1997), 96-100.

29. Crónica municipal, 163.

30. Crónica municipal, 163. El procedi-miento es utilizado igualmente para dar a conocer los Acuerdos de la Real Audiencia de Santa Fe e interesaba que, algunos de ellos, también fuesen conocidos especialmente por los

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La lectura del pregón podía acompañarse de otros actos simbólicos como los de la toma de posesión de cargos ante el rollo elevado en el centro de la plaza. Hecha ante Juan de Porras, escribano del Cabildo, el 22 de marzo de 1671 se data el acta de la pri-mera fundación fallida de la “Villa nueva del Valle de Aburrá de nuestra Señora de la Candelaria”, donde Juan Bueso de Valdés,

“Teniente general de estas provincias, hizo y mandó pregonar y se pregonó por

voz de Mateo esclavo que hizo oficio de pregonero, el auto proveído por el Sr. Dn.

Francisco de Montoya y Salazar en que funda esta dicha villa en altas voces a son

de cajas y clarín y habiéndose acabado de pregonar mandó su merced levantar un

rollo y elevarlo en el medio de la dicha plaza, diciendo en voz alta que en nombre

de el rey nuestro señor lo elevaba en nombre de villa y daba posesión en él a las

personas que tenían puestos los oficios y estando presentes […] y en señal de pose-

sión tocaron con las manos el dicho rollo y la recibieron actual, corporal, real el que

así quedó hecha la dicha posesión”31.

Para los efectos de su aplicación, pues las leyes sólo entraban en vigor una vez publicadas,enlafórmuladelpregón,quedebíasercertificadolegalmenteanteescri-bano, se cuidaba señalar los fines del mismo: el interés notable del asunto y queninguno de los ciudadanos “pueda pretender ignorancia”. También en la Real Cédula del 25 de junio de 1530, dirigida a “gobernadores o jueces con residencia en Tierra Firme llamada Castilla del Oro y de la provincia de Venezuela y Cabo de la Vela e islas Fernandina y Santiago”, prohibiendo hacer entradas ni rescates, leemos:

“Y porque lo susodicho sea notorio y ninguno pueda pretender ignorancia, manda-

mos que esta nuestra carta sea pregonada por las plazas y mercados y en los lugares

acostumbrados de las ciudades y villas y lugares de las dichas nuestras Indias, islas

y Tierra Firme del Mar Océano, por pregonero y ante escribano público”32.

Como tipo documental cuya misión es la de hacer público su contenido, el pregón compartiría las características de obras o textos antiguos, como nos dice Roger Chartier, “hechos para ser dichos o leídos en voz alta y compartidos en una audición colec-tiva, cargados de una función ritual, pensados como máquinas de producir efectos”, textos que “obedecen a las leyes propias del per-formance o de la realización oral y comunitaria”33.

El poder del pregón, señala P. Bourdieu haciendo mención a otros tipos de discursos de autoridad, es el poder delegado del

31. Crónica municipal, 125.

32. Juan Friede, Documentos inéditos para la historia de Colombia, tomo ii (1528-1532) (Bogotá: Academia Colombiana de Historia, 1955), 143.

33. Roger Chartier, Pluma de ganso, Libro de letras, Ojo viajero [La pluma, el taller y la voz] (México: Universidad Ibero-americana, 2005), 28.

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La ley en el archivo. Representaciones de poder en los cabildos coloniales de Nueva Granada

portavoz, y el contenido de sus palabras y su manera de hablar sólo son un testimonio de la garantía de delegación del que su portavoz está investido34. El lenguaje repre-senta a la autoridad o institución (Audiencia, Gobernación, Cabildo, etc.) de la que hace parte su portavoz autorizado (pregonero), expresándose en situación solemne y performativa (“en altas voces a son de cajas y clarín”). El pregón se limita a repre-sentar esa autoridad, lamanifiesta, la simboliza y, como en todos los discursos deinstitución, los límites de la autoridad del portavoz coinciden con los de la delegación de la institución y hay siempre una retórica característica. “El poder de las palabras, recuerda Georges Balandier, reconocido y bajo control, engendra una retórica; es decir,elrecursoaunléxicoespecífico,aunasfórmulasyestereotipos,aunasreglasymodosdeargumentación.Talesusosidentificanunrégimen,puestoqueloconsti-tuyen parcialmente y contribuyen a dotarlo de un estilo”35. El pregonero, portavoz eintermediariodelapalabrapolítica,mediantesuoficioylosrequerimientosdelasmanifestaciones del poder —las palabras del poder jamás circulan como las otras— contribuyeahacermanifiestaslasdiferenciacionessociales,comenzandoporaquellasque separan gobernantes de gobernados.

El pregón debe establecer una relación entre las propiedades del discurso, las de quien las pronuncia y las de la institución que autoriza a pronunciarlas. El éxito del pregón está subordinado a la reunión de un conjunto sistemático de las condiciones interdependientes que componen los rituales sociales:– La adecuación a su función social del locutor. Si el pregón es pronunciado por alguien que carece de autoridad, está condenado al fracaso.– Las fórmulas del mensaje. En las palabras del pregonero, además del contenido, se menciona la institución de la cual éste emana y el nombre de las máximas autoridades que la representan.– Las condiciones rituales que deben rodear la acción de pregonar: unas determina-das formas sintácticas, fonéticas, rítmicas, con un llamado de atención al público por medio de la voz acompañada de instrumentos musicales.– El lugar (“plazas y mercados y en los lugares acostumbrados”) y la hora elegi-

dos deben facilitar la mayor concurrencia de público posible (“habiendo mucho concurso de gente”). La proclamación pública del texto por parte del emisor ante una amplia comunidad de receptores, en la relación boca-oído que se establece entre ellos, acontece en un espacio connotado simbólicamente, la plaza con la iglesia y su entorno.

34. Pierre Bourdieu, ¿Qué significa hablar?, 86.

35. Georges Balandier, El poder en escenas. De la representación del poder al poder de la representación (Barcelona: Paidós, 1994), 28.

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La recepción y apropiación del escrito, sostenido por las manos del mediador, quedará determinada por elementos ajenos a la forma documental, por el lugar de su publicación y por la manera en que ésta se formaliza. Puesto en conocimiento desde un espacio “sagrado” y legitimado para ello, “el documento se reviste de los contenidos reverencia-les y sacros inherentes a los textos que habitualmente se verbalizaban en ese recinto”36.

La palabra por sí misma carece de sentido, necesita de su ritualización para lograr el efecto deseado:

“Así, la especificidad del discurso de autoridad (curso profesoral, sermón, etc.) reside

en el hecho de que no basta que ese discurso sea comprendido (e incluso en ciertos

casos, si lo fuera, perdería su poder) y que sólo ejerce su propio efecto a condición

de ser reconocido como tal. Obviamente, este reconocimiento —acompañado o no de

la comprensión— sólo se concede bajo ciertas condiciones, las que definen el uso

legítimo: debe ser pronunciado en una situación legítima y por la persona legitimada

para pronunciarlo, el poseedor del skeptron, conocido y reconocido como habilitado

y hábil para producir esta particular clase de discurso, sacerdote, profesor, poeta,

etc. Y, en fin, debe ser enunciado en formas legítimas (sintácticas, fonéticas, etc.).

Las condiciones que podríamos llamar litúrgicas, es decir, el conjunto de prescrip-

ciones que rigen la forma de la manifestación pública de autoridad —la etiqueta de

las ceremonias, el código de los gestos y la ordenación oficial de los ritos— son sólo,

como se ve, un elemento, el más visible de un sistema de condiciones. Y, de estas

condiciones, las más importantes, las más insustituibles son aquellas que producen

la disposición al reconocimiento como desconocimiento y creencia, es decir, a la dele-

gación de autoridad que confiere autoridad al discurso autorizado”37.

Ante la realidad del analfabetismo existente, la transmisión oral, por otro lado, garantizabamayordivulgacióndelcontenidodelosdocumentosoficiales,quetodosdebían conocer por su contenido normativo o por las exigencias del procedimiento judicial o administrativo. Como es bien sabido, la publicación de bandos, autos de buen gobierno o dispositivos legislativos por medio del pregón continúa dándose durante mucho tiempo des-pués de la época colonial y, sólo como un ejemplo, en la ciudad de Santiago de Cali podemos ver los recibos de 1827, donde consta el pago que se le hacía al “tambor Agustin Payan” por haber tocado la caja “para publicar por Bando el Auto de Buen Gobierno” o “para publicarse las leyes del Congreso”38.

36. Antonio Castillo Gómez, Entre la pluma y la pared. Una historia social de la escritura en los siglos de oro (Madrid: EdicionesAkal,2006),207.

37. Pierre Bourdieu, ¿Qué significa hablar?, 72-73.

38. Archivo Histórico de Cali (ahc), Fondo Concejo, Tomo 48, fol. 41 y 48.

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La ley en el archivo. Representaciones de poder en los cabildos coloniales de Nueva Granada

Una vez publicada en 1681 la Recopilación de las Leyes de los Reynos de las Indias, en la documentación del Cabildo de Medellín, tanto en la recibida desde el exterior, sea desde la metrópoli, como desde la Real Audiencia de Santa Fe; como en la producida en la propia Villa, las menciones a ella son continuas:

“1. […] para en lo de adelante se execute en dicha ciudad y provincia mi Ley veinte

y dos de la Recopilación de Yndias […]39.

2. […] y concedidoseme en conformidad de las leyes recopiladas que asi lo disponen […]40.

3. […] En cumplimiento de lo mandado en el Decreto de arriba; Yo el escribano hago

sacar, y saco de el tomo segundo de las Recopilaziones de Leyes de Yndias, la Ley

veinte que esta en la foxa noventa y ocho, que a la letra es de el tenor siguiente ==

Ley Veinte, que el Juez que quisiere papel de el Archibo del pida, y en ningun casso

saque del cavildo, la caxa de las escripturas, si algun Juez ordinario, o delegado

huviere menester Papeles, o escripturas de los archibos los pida de clarando los que

hadever reconocer y copiar, y en ningun caso sesaque de el cavildo papel Original ni

la caxa de las escripturas Y en quanto a los Visitadores se guarde lo ordenado por la

Ley dies, y seis titulo treinta y quatro Libro dos”41.

Como en este último ejemplo, era común no sólo citar el arti-culado de la Recopilación, sino añadir también el contenido de las propias leyes. La Corona se encargaba de recordar frecuente-mente a los Virreyes que debían cumplir con las leyes de la nueva recopilación y contar con el consejo de los Oidores, hombres de formación jurídica y técnica profesional. Así ocurrió, en el Nuevo Reino de Granada, con el Virrey Villalonga, a quien se le decía en una Real Cédula de 8 de mayo de 1721: “[…] se ha considerado que para las providencias que pedís, devereys tener presente, las leyes de la nueva recopilación del derecho y a esa Audiencia para comu-nicar con ella las resoluciones que no comprendiéreys”42.

Basándose en “los tipos ideales” de Max Weber, que no pretenden serunreflejofieldelarealidadsinounosesquemasparasucaptación,Manuel García Pelayo diseña una “estructura típico-ideal de las cul-turas del libro”, es decir, de los pueblos que creen en una revelación recogida en un libro, y que, por consiguiente, participan en la verdad. Unos pueblos (judíos, cristianos, persas) a los que el islamismo, de acuerdo con los textos coránicos, designaba como “gentes del libro”43.

39. ahm. Fondo Cabildo. Sig.: tomo ii, fol. 83v. 1695, “Título de escribano conce-dido a Lucas Javier de Betancur”.

40. ahm. Fondo Cabildo. Sig.: tomo ix, fol. 160v. 1743, “Solicitud al Cabildo del escribano José Lotero”.

41. ahm. Fondo Cabildo. Sig.: tomo xli, fol. 58r. 1788, “Real Provisión donde se señalan las horas en que las Justicias y los Escribanos deben dar Audiencia”.

42. José María Ots Capdequí, El estado español en las Indias (México, D.F.: fce, 1986 [1941]), 54.

43. Manuel García Pelayo, Los mitos polí-ticos [Las culturas del libro] (Madrid: Alianza Editorial, 1981), 352-390. El capítulo en cuestión [“Las culturas del libro”] es la reproducción de su libro que, bajo el mismo título fue editado por primera vez por Monte Ávila Editores y reproducido en 1997 por la Fundación Kuai Mare del Libro Venezolano.

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La Recopilación tarda más de un siglo en formarse y recoge disposiciones desde eliniciodelaConquista.Hayunafielcreenciaenella,portanto,comoelLibroquecompila definitiva y plenamente el conocimiento legislativo a través del cual seregule el buen gobierno de las colonias españolas. El Libro se convierte así en un poder histórico-simbólico que puede absorber el poder político o puede estar con él en relaciones de coordinación. Recordemos que entre los inventarios de libros que llegan al Perú, estudiados por Teodoro Hampe Martínez y pertenecientes a hombres implicados en el ejercicio del gobierno y de la judicatura (un virrey, un escribano, dos abogados,cuatromagistradosdeaudienciasycincooficialesdelaInquisición),hayuna repetida presencia de textos fundamentales de la jurisprudencia ibérica. Abunda, sobre todo, la Nueva Recopilación,promulgadaen1567porFelipeII,yfigurantambiénlas Siete Partidas y el Fuero Real, de Alfonso X el Sabio; el Ordenamiento Real, elaborado por el doctor Díaz de Montalvo; libros de consulta usual como los Repertorios de prag-máticas y las Colecciones de ordenanzas; y el popular Repertorio de la leyes de todos los reinos de Castilla, de Hugo de Celso44.

Prescindiendo de las concepciones religiosas, aplicaremos los rasgos que señala García-Pelayo para caracterizar esa “estructura típico-ideal de las culturas del libro” a la Recopilación de las Leyes de Indias, considerada ésta como un instrumento de poder político-administrativo y una herramienta de juristas y letrados para su aplicación:– El vínculo social entre todos los hombres y grupos participantes en una misma comunidad política es consecuencia de su común respeto a los dictados del Libro (La Recopilación). El Libro es el principio constituyente de la sociedad, su centro integrador. Quien no cumpla con las leyes del Libro será considerado un enemigo y podrá ser castigado.– El libro contiene la verdad, las leyes que deben ser observadas y no otras, y la nomologíadecisiva.NoesunanomologíadefinitivaporqueelLibro,aunquesíhasido precedido de otros libros (otras recopilaciones), pude ser ampliado con más disposiciones. El contenido del Libro es ampliable, por lo tanto mutable. Tal nomo-logía es decisiva porque el texto del Libro decide sobre la legitimidad o ilegitimidad de una acción. Ninguna norma es válida si contradice la nomología del libro. Éste, pues, constituye sociológica y políticamente a la comunidad; viene a ser su norma primaria y fundamental. – El Libro encierra un mensaje de buen gobierno y orden conviven-cial y una llamada a su cumplimiento, con lo que da sentido y misión históricaalacomunidad,pueséstajustificasuexistenciaencuanto

44. Teodoro Hampe Martínez, Bibliote-cas privadas, 40-41.

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agente necesario para dar vigencia histórica al Libro. La misión se potencia cuando la comunidad, sabedora de los mensajes legislativos que contiene el Libro, los cumple, conservando así una misma identidad sujeta a la conducta que impone la norma.– El Libro no sólo funda la comunidad, sino que además la fundamenta permanente-mente,encuantoquelajustificanosóloensuaparecer,sinotambiénensudevenirhistórico, en cuanto que la identidad de la comunidad persiste mientras haya una reno-vadaycomúncreenciaenelLibro.Yfinalmente,encuantoquesutextofundamentaloque es legítimo y lo que no, lo que debe cumplirse y lo que no.– El Libro exige la custodia de su contenido y su recta interpretación. De ahí que éste, sucontenido,debaserfijadocanónicamenteydebacontarconunainstitucióncomocustodia de lo que funda y fundamenta la sociedad y la cultura, y cuyos criterios están dotados de poder y autoridad.– El Libro y la permanencia de su contenido crean una literatura en torno a él desti-nada a desarrollarlo o aclararlo.– El respeto al Libro se deriva de la obligación de los ciudadanos a su cumplimiento, alcumplimientodeuncontenidofijadomediantelaescrituraalqueselehaatribuidofuerza de ley y que promulga y publica el Estado soberano.–Comorealidadmaterial,elLibro,portadordelasrepresentaciones,significacionesyvalores inmateriales de una cultura, se convierte en símbolo básico de esa cultura, y quien lo rechaza, rechaza al mundo cultural en cuestión. Su carácter simbólico es la manifes-tación de una idea pura más profunda, que imagina el Libro como un símbolo genérico de una comunidad con una pluralidad de elementos reducida a una unidad ordenadora.

Si, como dijimos, en septiembre de 1684 se embarcan en España los juegos de la Recopilación destinados a la Audiencia de Santa Fe y, en enero de 1686 llegan a Cartagena sus correspondientes ejemplares, con toda probabilidad en el año de 1685 la Audiencia santafereña contaba ya con sus ejemplares.LafundacióndelaVilladeMedellínsematerializaenelañode1675,yafinesdelaño

de 1715 todavía el Cabildo no contaba con los tomos de la Recopilación. Argumentando la necesidad de ésta para “el buen régimen y gobierno”, en sesión del 23 de septiembre de 1715 el Cabildo acuerda comprar los “tomos de la nueva recopilación de Yndias por no tenerlos”, al precio concertado de cuarenta y cuatro pesos “para que se tengan en este cavildo para el gobierno en el Arca de él”:

“Y así mismo dezimos que por quanto este cavildo necesita para el buen regimen

y gobierno de los tomos de la nueva recopilación de Yndias por no tenerlos los qua-

les mandamos se compren del derecho del propio. Y por quanto el capitan Alonso

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Xaramillo de Andrade resta al dicho derecho del propio quarenta y quatro pesos de

oro en polbo se despache libramiento para que luego los exiva y con ellos se haga

la dicha compra por estar concertados por dicha cantidad lo qual se comete a qual-

quiera de los señores Alcaldes ordinarios para que se tengan en este cavildo para el

gobierno en el Arca de él. Y en este estado paresio el dicho capitan Alonso Xaramillo

y se le hiso saber lo seterminado por nos en cuya virtud exivio los dhos quarenta

y quatro pesos de oro y con ellos se compraron los dichos tomos y quedan en este

cavildo mediante lo referido le damos por libre y quito de la obligacion de la dicha

deuda al dicho capitan Alonso Xaramillo” 45.

Desde1675a1715,oficialmentehabíanpasadoporelcabildotresescribanos:JuanVentura de Alzate y Olais, Manuel Sánchez de Vargas y Lucas Javier de Betancur. Si pensamos que sólo el primer escribano de cabildo, Juan Ventura de Alzate, era de origen español (los otros dos eran antioqueños), y ejerció su cargo desde 1675 a 1692 (comenzó a ejercerlo, por tanto, antes de la llegada de la Recopilación a la Nueva Granada), es muy probable que ninguno de ellos contase con los tomos de la Recopilación de manera privada. Recordemos que entre los compradores de la Recopilación están las personas provistas con “empleos de Indias”, y que la suce-siva legislación va ordenando “no despachar títulos a provistos en empleos de Indias sin que antes éstos adquieran un ejemplar de la Recopilación”. Éste parece ser el caso del escribano del número Jacobo Facio Lince, que ostenta la escribanía del Cabildo de Medellín entre los años de 1773 a 1798 y a quien se le inventaría en su mortuoria de 1799, la Recopilación de las leyes de Indias46. Igualmente, en la mortuoria del “escribano real público del número” Mariano Bueno, que también ejerció como escribano de cabildo en la ciudad de Cartago encon-tramos “la recopilación de Castilla en quatro tomos”47.

A nivel privado, con toda seguridad, es más fácil encontrar a escribanos reales o del número con su propia Recopilación, que a escribanos únicamente de cabildo. En el Reino de Guatemala, señala Luján Muñoz, para el 20 de agosto de 1694, los conce-sionarios de la edición de la Recopilación habían distribuido cuarenta y nueve juegos de la misma, de la siguiente forma48: Real Audiencia (uno), Presidente de la R.A. (uno), Oidores (dos), Oficialesreales (uno),Obispos(dos),Religiosos(cuatro), Justicias

45. ahm. Sig.: tomo iv, fol. 185r. “Acta del Cabildo del 23 de septiembre de 1715”. En 1681 el Consejo de Indias había establecido un precio de venta de treinta pesos para los ejemplares de la Recopilación que se enviasen a las Audiencias de Indias, pero desde entonces hasta el año de 1715, ya habían pasado treinta y cuatro años.

46. ahjm: “Mortuoria de Jacobo Facio Lince”, 1799, doc. 3703. Entre sus libros relativos al derecho indiano, también se encuentra la Política indiana de Juan de Solórzano.

47. Archivo Histórico de Cartago (ahca). 1808. Legajo 29, carpeta 2, fol. 269v.

48. Jorge Luján Muñoz, “Acerca de la llegada”, 834 [“Memoria de adqui-rientes de los juegos de libros de la Nueva Recopilación”].

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La ley en el archivo. Representaciones de poder en los cabildos coloniales de Nueva Granada

(uno),Catedráticosde leyes (uno),CorreoMayor (uno),Particulares sinespecificarcargo (doce), Ciudades y villas (diez), Corregidores (seis), Procuradores (dos), Alcaldes Mayores (cuatro) y Escribanos de registros (uno).

De igual manera, en la Nueva Granada va a ser frecuente encontrarla entre parti-culares y quienes ejercías cargos burocráticos civiles o militares y cargos eclesiásticos. Sea en las cuatro ediciones anteriores a 1791, con cuatro tomos, o en la edición de 1791, con tres tomos. La Recopilación la vamos a encontrar en los inventarios de bie-nes post mortem de la ciudad de Cartago en manos del particular Nicolás de Rentería49, de José Francisco Martínez Bueno, examinador sinodal del Obispado de Popayán50, y de Miguel de Escobar, abogado de las Reales Audiencias de Quito y Santafé51. O en la ciudad de Popayán, en manos del Teniente Auditor de Guerra José Ignacio Paredo52, o el presbítero José Beltrán de Caicedo53.

Las leyes, además de ser publicadas en el acto de su promulgación, también debían ser custodiadas y ordenas para asegurar su conocimiento más allá de ese momento público. A la vez que el Consejo de Indias obligó, como dijimos, “a todos los Cavildos de las Ciudades y Villas” a comprar “un juego por el precio que va tasado”, para que “se goviernen por estas leyes, sin que puedan pretender ignorancia”, el Cabildo de Medellín es consciente de la necesidad para su “buen régimen y gobierno” de contar con una guía legal. Esta guía es

la Recopilaciónrecopilación, las “leyes de los reinos de indias” escri-tas y recopiladas en forma de libro, en cuatro tomos que deben ser custodiados, como lo dicen los propios cabildantes siguiendo instruc-ciones de otras disposiciones anteriores, “en el Arca de este cavildo”.

Fue la Pragmática de Corregidores de los Reyes Católicos de 9 de junio de 1500 la que institucionalizó el “arca triclave” como archivo de los concejos. En ella se acomete una amplia y rigurosa regla-mentación del gobierno local, obliga a los corregidores a hacer en las villas o ciudades arca en que se custodien sus privilegios y escri-turas, y encarga al escribano del concejo la custodia en la misma arca de los libros de las leyes del Reino: “[…] haga que en la dicha arca esten las Siete Partidas, y las leyes del Fuero, y este nuestro Libro, y las mas leyes y pragmáticas, porque habiéndolas, mejor se puede guardar lo contenido en ellas”54.

La propia Recopilación trae consigo numerosas leyes que hablan de la custodia de Cédulas, Provisiones, Ordenanzas o Instrucciones, en el Arca del Cabildo. Entre ellas:

49. ahca, leg. 33, carp. 2, fol. 142r. (1821): “[…] nueva recopilación en 3 tomos en doce pesos”.

50. ahca, leg. 16, carp. 1, fol. 28r. (1769): “[…] recopilación de las leyes de Indias en quatro tomos”.

51. ahca, leg. 24, carp. 2, fol. 373v. (1792): “Quatro Tomos en folio Reco-pilacion Yndiana en 30 pesos”.

52. Archivo Central del Cauca (acc). 1781. Colonial JII 20 su. Sig.: 10581, fol. 48r.: “Leyes de Indias cuatro tomos de a folio 25 pesos”.

53. acc. 1776. Colonia Eclesiástico EI-17J. Sig. 9631, fol. 24v.: “la recopi-lación de Indias en cuatro tomos en veinte pesos”.

54. Novísima Recopilación de las Leyes de España(Madrid:BoletínOficialdelEstado, 1993, 2 ed. facsímil de la de 1805), Ley II, Tít. II, Libro VII.

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“Libro iv, Tít. ix, Ley xvii

Que las Cédulas Reales para Cabildos se abran en ellos

Felipe II, en Madrid a 27 de febrero de 1575

Las Cédulas y Provisiones nuestras para las Ciudades no se abran sino en Cabildo,

y allí se asienten en el libro por el Escribano de Cabildo; y los originales se pongan

en la Arca del Concejo, como está ordenado”.

“Libro iv, Tít. ix, Ley xviii

Que las Cédulas para el gobierno de las Provincias estén en las Arcas de los Cabildos

Felipe II, en Madrid 1565. D Felipe IV en Madrid a 15 de junio de 1628

Mandamos que todas las Cédulas, Provisiones, Ordenanzas e Instrucciones parti-

culares que se hubieren enviado a las Indias y las particulares y generales para el

buen gobierno de ellas, tratamiento y conservacion de los naturales, y buen cobro

de nuestra Real Hacienda, todas se recojan y pongan en las Arcas de los Cabildos de

las ciudades, villas y lugares, para que estén con la decencia, guarda y custodia que

conviene, dexando cada ciudad en un libro traslado de todas, para valerse de ellas

como y quando convenga”55.

La Ley, el Derecho escrito como una forma de control social de una nación orga-

nizada burocráticamente que comenzaba a ser un imperio, custodiada en un arca de tres llaves, podría adquirir un carácter sacroinstitucional dentro de los concejos. LoscompiladoresdelaTorah,nosdiceJackGoody,

“afirman que fue el propio Moisés quien registró las leyes y las decisiones legales

por escrito e hizo llevar una memoria de los viajes de los israelitas. El ‘escribió todas

las palabras del Señor’ y leyó el libro de la alianza a su pueblo cuando ‘acabado que

hubo Moisés de escribir en un libro las palabras de esta Ley’, mandó a los levitas

poner ‘este libro de la Ley... en el arca de la alianza de Yavé’. Él nombró funcionarios

para que registraran las decisiones y ordenaran los asuntos en general”56.

En conexión con ello, Maravall reconoce, retomando a auto-res como Cassirer, “que la concepción de la ley como obra de una soberanía particular y asumida por una voluntad personal, la del rey —creación esencial para entender el fenómeno del Estado moderno— es […] de inspiración hebraica”57.Como fijación legislativa, a la Recopilación, además de cons-

tituir para el funcionario una herramienta resolutiva de tareas

55. Recopilación de Leyes de los Reynos, Libro iv, Tít. ix, Leyes xvii y xviii.

56. JackGoody,La lógica de la escritura y la organización de la sociedad (Madrid: Alianza Editorial, 1990), 64.

57. José Antonio Maravall, Estado Moderno, 413-414.

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burocráticas, nos hace ver Tau Anzoátegui, se le asignaba un fuerte valor simbólico como atributo del Derecho y del poder real, máxime cuando ese valor encontraba buen sustento en el hecho de que los textos legales impresos producían en el común del pueblo, un mayor sentimiento de respeto y autoridad58. El ejemplo siguiente es sugestivo. En el cabildo de la ciudad de Montevideo, la Recopilación era el único libro impreso que celosamente se guardaba desde su fundación en 1730:

“En una ocasión, consta que el alférez real, al cesar en su oficio, devolvió al Cabildo,

para que éste lo entregara al nuevo funcionario, como atributos de su poder, el

estandarte real, el libro de acuerdos y los cuatro tomos de la Recopilación. Y en 1872

al arreglarse el archivo del ayuntamiento, se mandaron hacer dos cajones con llave a

fin de colocar ese ejemplar. En otra ocasión, el acta consigna, como acontecimiento

extraordinario, que ante una cuestión suscitada y dada la falta de letrados el propio

Cabildo ‘se aplicó a ver con el mayor cuidado y atención las leyes de Indias, que se

contienen en cuatro tomos que se guardan en la Caja de este Archivo”59.

coNclusioNes

Ladocumentaciónproducidapor loscabildoscolonialesreflejaunaltogradodesometimiento a las leyes que los sustentaban en cuanto al cumplimiento de las fun-ciones que permitían su continuidad. Los Acuerdos del Cabildo, las Reales Órdenes, las Reales Provisiones o Reales Cédulas recibidas son tipologías documentales sujetas a unformulismoprotocolariodeobligadoobedecimientoquereflejalaorganizacióndeun aparato burocrático mayor al mando de una autoridad superior: el Rey. Los escri-

banos del cabildo, sus letrados,mediante la redacción oficial deladocumentación,dondequedan reflejadas lasdecisionesde loscabildantes, y actos como la obediencia a las leyes, el pregón de las mismas y su custodia, parecen demostrar el viejo ideal español del letrado como servidor de status superior.

En la sociedad colonial, presidida por una cultura de la calle que sería más que el refugio de la escritura el teatro de su representación, la convivencia y complementariedad comunicativa de lo escrito y lo oral en la publicidad de las leyes y en los escritos del poder en el cumplimiento de las formalidades administrativas, es un hecho que obligará a “la cohabitación de múltiples formas de difusión, espacios distintos de apropiación y, naturalmente, de competencias comuni-cativas muy desiguales entre los receptores o destinatarios”60.

58. Se gobierna y administra, nos dice Maravall, con el código o la ley al alcance de la mano, aunque no podemos hablar todavía de un prin-cipio de legalidad hasta la invención francesa del régimen administrativo en los comienzos del siglo xix. Pero sí se ha de creer que la ampliada y cada vez más compleja actividad del Estado entra, crecientemente, en un terreno de derecho legal. José Anto-nio Maravall, Estado Moderno, 410.

59. Víctor Tau Anzoátegui, La Ley, 184-185.

60. Antonio Castillo Gómez, Entre la pluma y la pared, 204.

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Fortalecidos por su carácter impreso, los textos jurídicos y administrativos produ-cían la verdad, una verdad que, para Marta Zambrano, sólo debe ser considerada “no en relación con su veracidad inherente, sino en sentido foucaultiano, es decir, en su dimensión constrictiva y productiva”, en relación con el poder que la produce y sos-tiene y con los efectos de poder que ella representa61.

El discurso legal en una sociedad colonial mayoritariamente iletrada, viene a decir Marta Zambrano, selló su impronta en la escritura, la cual imponía “la verdad” sobre quien no sabía leer pero tenía que vérselas con los efectos legales, civiles y pena-les de las verdades que se les dictaban. La ley, considerada apta para imprimirse en su relación con lo manuscrito, revelaba así las concepciones y prácticas imperiales, preocupadas por definir ycontrolar individuos y grupos, súbditos del Estado. Basados en un sustento legal, los procedimientos registrados por escrito otorga-ban al Estado capacidad para imponer veredicto (de veir, verdad, y dit, dicho) y así las disposiciones legales pretendían el reconoci-miento social y la obediencia individual, mientras que los códigos civiles y penales proveían la corrección de los transgresores.

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61. Marta Zambrano, “La impronta de la ley: escritura y poder en la cultura colonial”, en Memorias hegemónicas, memorias disidentes. El pasado como política de la historia, ed. Cristóbal Gnecco y Marta Zambrano (Bogotá: Ministerio de Cultura, icaNh y Universidad del Cauca, 2000), 156. Las consideraciones conclusivas siguientes pueden leerse a lo largo de todo su artículo.

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La ley en el archivo. Representaciones de poder en los cabildos coloniales de Nueva Granada

Libro de Acuerdo del Audiencia Real del Nuevo Reino de Granada que se començo al primero

de henero de mil y quinientos y cinquenta y un años. (Vol. i: 1551-1556 y vol. ii: 1557-1567).

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Historia Crítica No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, 256 pp. ISSN 0121-1617 pp 36-53

Los apuntes y cuentas de la Hacienda Coconuco (1770-1850)

Reading and writing in a Colombian slave-based hacienda: notes and accounts from Hacienda Coconuco (1770-1850)

aBstract

This article attempts to understand the social

uses of reading and writing in Hacienda Coconuco,

between 1770 and 1850, and how they illustrate a

particular social and administrative organization.

The study is based on the analysis of primary

sources, particularly the correspondence between

members of the Arboleda and Mosquera families

located in the Mosquera Collection of the Central

Archive of Cauca.

Key Words

Reading, writing, correspondence, communication,

hacienda, Colombia.

Los apuntes y cuentas de la Hacienda Coconuco (1770-1850). Las prácticas de leer y escribir en una hacienda esclavista colombiana

resumeN

El siguiente artículo presenta una aproximación

a los usos sociales de la lectura y escritura en la

Hacienda Coconuco entre 1770 y 1850, aspectos

que dan cuenta de una organización social y

administrativa determinada. Este estudio se funda-

mentó en el análisis documental de fuentes prima-

rias, particularmente de la correspondencia familiar

de los Arboleda y Mosquera coleccionada en el

Fondo Mosquera del Archivo Central del Cauca.

palaBras clave

Lectura, escritura, correspondencia, comunicación,

hacienda, Colombia.

Artículo recibido:

5 de Abril de 2010;

AprobAdo: 12 de julio

de 2010; modificAdo:

22 de julio de 2010.

Historiadora y magíster en Sociología de la Universidad del Valle, Cali, Colombia. Profesora en el área de investigación de la Universidad Autónoma de Occidente en Cali, Colombia. Sus intereses de investigación se centran en la historia social y cultural colombiana durante los siglos xviii y xix. [email protected]

Catalina Ahumada

Escobar

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Catalina Ahumanda Escobar

Los apuntes y cuentas de la Hacienda Coconuco (1770-1850). Las prácticas de leer y escribir en una hacienda esclavista colombiana Ï

La configuración administrativa y social de la HaciendaCoconuco entre 1770 y 1850 revela un aspecto propio en su organi-zación guiado por las prácticas de leer y escribir. Estas habilidades, apropiadas en diferentes grados o diversas formas, muestran una jerarquización social a partir de los usos de la escritura en el orde-namiento productivo y las relaciones sociales1. Una interpretación de esta organización se puede realizar a partir de la elaboración de las cuentas y apuntes de la hacienda que materializadas en los libros o papeles sueltos de diverso tipo, constituyeron el medio principal de reconocimiento y registro de las relaciones estableci-dasentrelasfigurassocialesvinculadasalahacienda.

El ejercicio de escribir y leer en el uso administrativo fue lle-vado a cabo principalmente por el hacendado, sus familiares y el mayordomo, que en su función de dirigentes debían velar por el buen manejo de los recursos. Desde esta perspectiva, la realización de los apuntes y cuentas presentó una distinción entre los grupos sociales dominantes y subordinados a partir del uso de la escri-tura. Se debe aclarar, sin embargo, que si bien esta actividad estaba mediada por la apropiación de las habilidades de leer y escribir que debían manifestar sus portadores, estas prácticas también fueron apropiadas y exteriorizadas de diferentes formas por los grupos subordinados, como lo hicieron efectivamente algunos esclavos, indígenas y los otros trabajadores de la hacienda.

1. Renán Silva en su estudio sobre alfabetización, cultura y sociedad en el siglo xviii, advierte que en el reexamen de la propia noción de alfabetización, se reconoce la idea “de que no existía una separación absoluta entre saber leer y escri-bir y no saber, si no que se trataba siempre de un problema de grados de conocimiento de una técnica e instrumento cultural, grados que podían ir desde la ignorancia total de cualquier habilidad en esos dos dominios, hecho más bien raro en una comunidad en donde hubiera ya alguna minoría alfabetizada, hasta la habilidad desplegada con toda suficienciaquesepodríaencontrar,en el otro extremo, en un hombre o mujer de letras, en una sociedad con una cultura intelectual estabilizada en torno a la comunicación escrita”. Renán Silva, “Alfabetización, cultura y sociedad. La experiencia del siglo xviii en el virreinato de Nueva Granada”, Historia Crítica, Autores invitados, página Web (2008): 8.

Ï Este artículo es resultado de la investigación del trabajo de grado “Hacienda Coconuco. Aspectos Socia-les y Culturales 1770-1850”, para optar el título de magíster en Socio-logía, Universidad del Valle, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Departamento de Sociología, 2010.

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1. los usos de la lectura y escritura

En el sistema de comunicación de la Hacienda Coconuco, los usos de la escritura y la lectura fueron la base central de información, supervisión y dirigencia. Un elemento importante en esta organización fueron las instrucciones dadas por el hacendado para que el mayordomo las llevara a cabo. Éste debía interpretar de forma adecuada todas las indicaciones que su patrón le encomendaba sobre cómo proceder con los subor-dinados y todas las labores que se debían realizar para la producción2. Entre estas disposiciones, el mayordomo debía realizar varias diligencias relacionadas con el ejer-cicio de leer y escribir, y una de ellas era precisamente la de informar y comunicar cualquier tipo de novedad, como lo recomiendan las instrucciones de Tomás Cipriano de Mosquera al mayordomo Tomás María en 1842: “Cada seis meses informará ésta y una noticia de los aumentos y pérdidas que hayan y dará cuenta a mi mujer, y a mí me mandará una noticia exacta de todo cada mes en el primer correo de la 1ª semana dando cuenta del mes pasado”3.

El ejercicio de la escritura también se puso en práctica con el manejo del libro de cuentas de la hacienda, en el que además se realizaron algunas operaciones bási-cas de suma y resta. En estos libros se llevaba el registro de las cosechas, salida de productos, las ventas, los pagos, las deudas y se anotaba toda diligencia que debía conocerelpropietario,quiencumplía la funciónderevisaryfiscalizar.Porejem-plo, en la realización de la liquidación del mayordomo Marcelino Paz en 1836, el hacendadoTomásCiprianodeMosquerarecurrióallibrodecuentasparaverificarel cálculo correcto de este gravamen:

“De cuenta del trigo de 1832,1833 y 1834 ha sacado según está apuntado de su letra

en los libros treinta y ocho fanegas cuatro y medio almudes de trigo, incluyo fane-

gas diez almudes de la última liquidación. Por lo tanto rechazo

dos errores del papel de Paz: 1. Que no ha recibido más que

13 fanegas y 2. Que no ha tomado nada por 1834. […] Según la

liquidación que hicimos en 24 de enero de 1835 solamente se

le quedaron debiendo después de los animales que saco dos

potros y una potranca que están contramarcados […]. En el libro

llevado por Paz esta puesta también la liquidación hecha por mí

que no repugno y la combinada escribiendo de su letra”4.

El libro de cuentas representaba la racionalización de los recur-sos de forma escrita, ya que permitía controlar la mano de obra

2. León Helguera, “Coconuco datos y documentos para la historia de una gran hacienda: 1823, 1842 y 1876”, Anuario de Historia Social y de la Cultura 10 (1980): 189-203.

3. León Helguera, “Coconuco datos y documentos”, 199.

4. Archivo Central del Cauca (en ade-lante acc), Fondo Mosquera, Glosar al papel de Marcelino Paz en que para pagarme más de doscientos pesos que me debe de dinero sumando prestado ha formado, Tomás Cipriano de Mosquera, noviembre 28 de 1836.

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y organizar la producción. En la Hacienda Coconuco este registro se presenta desde el año 1770, según el “cuaderno en donde se assientan los frutos de las dos Haciendas Coconuco y Poblazón desde 17 de julio de 1770, q. juro a Dios Nstro. Sr. Y una señal de +, ser ciertas y verdaderas las partidas de cargo y descargo en él contenidas”5. Estas operaciones contables sin lugar a dudas fueron continuadas en los siguientes años, aunque aún no se conoce con exactitud su existencia y ubicación. Aun así, es posible observar que en el manejo de libro de cuentas se asientan diversos tipos de registros que, por una parte, señalan varias formas de lectura y escritura, y por otra, indican otros modos de relación con los grupos sociales subordinados. Una muestra es la escritura de rayas, sistema de registro de la jornada laboral de los indígenas: una raya equivalía a un día de trabajo. Así, en un libro de rayas se anotaban los servicios de los indígenas y en otro libro se traducía numéricamente su valor. Así, el mayor-domo o el encargado de las cuentas debía conocer, apropiar y traducir por medio de la escritura, estas formas de representación.

Con el paso de los años el libro de cuentas adquiere mayor complejidad por el uso más detallado de las premisas contables, como se puede observar en las instrucciones dejadas por el hacendado al mayordomo Tomás María en 1842:

“Llevará un libro a cuentas corrientes para cada hacienda y deberá hacer con los pro-

ductos de cada una los gastos precisos, y los productos líquidos los entregará cada

mes a uno de mis cuñados los SS. Vicente ó Manuel Esteban Arboleda […]. Es urgente

y necesario liquidar las cuentas de los indios de Coconuco para saber los que se les

debe y hacer los pagos. La liquidación se debe hacer hasta el mes de diciembre del

presente año inclusive, y hay que cargar a los indios el arrendamiento de las tierras

conforme lo cobro a saber. […] Pero debe ponerse en los libros de las haciendas el gasto

según se hagan abriendo una cuenta corriente en caudales como diario en donde se

asientan todas las entradas y salidas de las tres fincas, y en la data de los pagos”6.

Tener el manejo y control de los libros de la hacienda simbolizaba además la custodia del poder y el resguardo de la propiedad de forma escrita, y en este sentido los apuntes y libros tenían un acceso restringido. Tomás Cipriano de Mosquera lo anotó claramente en las instrucciones para el mayordomo José María Agredo en 1823: “Los libros y apuntes de la hacienda no los dejará U. ver de nadie”7.

Otra actividad para la que se hacía uso de la escritura era en la realización del inventario, generalmente cuando se reemplazaba

5. acc, Colonia-Civil, 1770- Sig. 5269.

6. León Helguera, “Coconuco datos y documentos”, 200.

7. Léon Helguera, “Coconuco datos y documentos”, 196.

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a un individuo por otro para que asumiera la mayordomía. Bajo este compromiso se contaban y entregaban de forma escrita todos los bienes y recursos que formaban parte de la propiedad. Asimismo, los mayordomos tenían la función de realizar el inventario periódicamente o en el momento que fuera ordenado por el hacendado. En las instrucciones para Tomás María Mosquera en 1842, el hacendado mandaba:

“Llevará un inventario exacto de cada una de ellas tanto de las tierras con expresión

de los potreros cercados, cercas de paredes y de árboles, como de esclavos y de los

manumitidos, de los ganados, vacuno y lanar y de las casas, herramientas, muebles

y enseres, de los caballos, mulas y yeguas, pollinos, y demás animales, y los remitirá

a mi mujer la Sra. Mariana Arboleda y dejará otro en su poder”8.

En algunas ocasiones esta diligencia también la realizaba el hacendado, si veía necesario realizar el inventario directamente. Éste funcionaba como un mecanismo para saber y conocer el estado de los productos y recursos de la hacienda, lo que indi-caba que, el no tener soporte escrito de este conteo, era una falta de control sobre la propiedad.MarianaArboledalenotificóasuesposoen1843queelmayordomoTomásMaría no había registrado ningún movimiento productivo, ante lo cual la señora resal-taba la necesidad de tener y leer los apuntes. Lo cierto era que Tomás María no llevaba organizadosloslibrosdelascuentas,yestosignificabaeldesconocimientoyunades-afortunada organización y administración de Coconuco, como ella lo percibía:

“Tú dices [Tomás Cipriano] que Tomás te a mandado allá las cuentas, pero a mí

me entrego los libros en blanco, seguramente porque ya te había mandado allá las

cuentas, pero me parece que debía haber dejado acá un apunte para él mismo saber

lo que manejaba, y porque en las haciendas se deben llevar libros de cuentas para

saber los productos, y lo que se muere, a los menos me parece a mí así; por lo que

he visto que tu siempre llevas libros de cuentas no es que yo haya querido exigir que

Tomás me dé cuentas, únicamente lo hice para poder saber lo que faltaba y hacerle

cargo a los negros como tu ordenas […] no obstante ya dejo libros arreglados donde

encontrarás apuntado todo lo que yo encontré y lo que dejo por inventario […]”9.

Un aspecto importante para resaltar en este escenario son los efectos de la carencia de individuos con habilidades de leer y escri-bir para que se hicieran cargo de la hacienda. Esto desestabilizaba el habitual funcionamiento, pues no se realizaba una adecuada supervisión, registro y control de la producción, así como el manejo

8. León Helguera, “Coconuco datos y documentos”, 199.

9. acc, Fondo Mosquera, carta de Mariana Arboleda a Tomás Cipriano de Mos-quera, agosto 14 de 1843.

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yvigilanciadelaslaboresdelosnegrosesclavosylosoficiosquedebíandesempeñarlosindiosydemástrabajadores.Estacondiciónocasionabatambiénunaciertafisuraen la relación establecida con el hacendado por su incumplimiento en la entrega de los suplementos, raciones y pagos convenidos.

Aunque estas ausencias se presentaron generalmente por cortos intervalos de tiempo, mientras se cambiaba un individuo por otro que asumiera la mayordomía, una difícil situación se presentó en la Hacienda Coconuco en 1842. Durante este tiempo Tomás Cipriano de Mosquera se encontraba fuera de Popayán, y su esposa Mariana, quien desde hacía algún tiempo se había encargado de la dirección de la hacienda, había viajado a Bogotá desde 1841 para asistir al matrimonio de su hija Amalia con Pedro Alcántara Herrán, Presidente de la República de la Nueva Granada de ese momento (1841-1845). Por ese motivo, Tomás Cipriano apoderó a sus primos Vicente y Manuel Esteban Arboleda para que gobernaran sus propiedades, y destinó a su hijo natural, Tomás María Mosquera, para que se hiciera cargo de sus haciendas Coconuco, San Ignacio y la Mina de la Teta. Según las instrucciones, Tomás María debía asumir la mayordomía de Coconuco. Sin embargo, este mandato fue vaga-mente cumplido. Tomás María decidió distanciarse de la hacienda, que estuvo sin la supervisión de unmayordomo como élmismo lo notificaba: “Sobre Coconucoestoy cansado de decirle a Don Manuel que ponga mayordomo porque esos negros no pueden hacer nada, los indios no quieren trabajar porque no se les paga ni hay plata con que rayarlos”10.

Después de casi dos años de ausencia, Mariana Arboleda regresó a Popayán en marzo de 1843, motivada en parte por organizar las propiedades de Tomás Cipriano. Yenestecontexto,Marianaresaltaba:“[…]yaquehiceelsacrificiodevenirmeesun deber mío tratar de arreglar todos tus intereses para que no se acaben de arrui-nar”11. De esta manera, se hacía evidente la necesaria presencia del mayordomo para que cumpliera todas las disposiciones del hacendado. Este hecho fue reme-diado después de que Mariana dirigiera la hacienda y dejara convenido un nuevo mayordomo antes de su regreso a Bogotá para el recibimiento de su primer nieto:

“[…] me veo en la necesidad de poner un mayordomo para que cuide

de esta hacienda porque estoy segura que si quedan solos los negros,

seguirán los robos y desordenes como antes y sería inútil todas las

medidas que he tomado para que esto no se acaba de animar. […]

Al que dejo es a Ignacio Sarria de Timbío, y mi hermano Joaquín me

dice es hombre de bien y honrado, en esta semana le entregaré todo

10. acc, Fondo Mosquera, carta de Tomás María Mosquera a Tomás Cipriano de Mosquera, junio 7 de 1842.

11. acc, Fondo Mosquera, carta de Mariana Arboleda a Tomás Cipriano de Mosquera, abril 11 de 1843.

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por inventario dejándole instrucciones por escrito para que se cumplan las mismas

que tú has dado”12.

En la relación escrita entre el hacendado y el mayordomo, las dos partes mostraban habilidades explícitas, en diferente grado, de leer, escribir y contar. No obstante, entre el hacendado y los demás subordinados también se estable-cían ciertas relaciones a partir del uso de la escritura, sin que la apropiación de estas destrezas fuera imprescindible. Un ejemplo se puede descubrir en el control y sujeción de los esclavos. En la segunda década del siglo xix, durante las gue-rras de independencia, los hacendados crearon estrategias para proteger a los esclavos, creando un pasaporte para aquellos transeúntes que bajo sus manda-tos debían pasar por los lugares afectados13. En este contexto, el hacendado de Coconuco otorgó a ciertos esclavos un documento escrito para que sirviera de salvoconducto. Don José María Mosquera se lo recomendaba a Tomás Cipriano en 1821: “Remito a este negro Gregorio […], llevando carta para el mayordomo del Jaguarafindequeloauxilieybuenoseráquelefacilitesunpasaporteparasumayor seguridad en el camino”14. Si bien no sabemos con seguridad las habilidades del negro esclavo Gregorio para descifrar algunos trazos, sí es posible establecer que a partir del documento escrito se constituía otra forma de relación entre el hacendado y el esclavo.

Otro ejemplo se presenta en las concesiones de libertad. Ante las peticiones y ruegos de algunos esclavos, el hacendado accedía a estas súplicas acordando un

pago en dinero o en especie por su valor. A cambio, el propieta-rio les otorgaba un recibo o documento escrito que aseguraba su nueva condición de libre, aunque este individuo siguiera laborando en la hacienda o en las demás propiedades del hacen-dado. Este hecho se puede advertir cuando Joaquín Mosquera le comunica a Tomás Cipriano en 1835 ciertas diligencias realiza-das en su nombre:

“Aquí se me ha aparecido un negro José Antonio con el objeto

de tratar sobre la libertad de su hija Clemencia que dice perte-

necerte; y me ha movido a que por tu ausencia lo resuelva, con

tal pesadez que por salir de él he hecho lo siguiente. He reci-

bido ciento veinticinco ps. En mata a buena cuenta del precio

de Clemencia y también diez y seis cames de oro de jornales de

12. acc, Fondo Mosquera, carta de Mariana Arboleda a Tomás Cipriano de Mosquera, agosto 21 de 1843.

13. “En el momento de la insurrección de Quito en 1809, para defenderse delainfiltraciónsubversivaenunflancoquesecreíamuyvulnerable,el cabildo de Cali dispuso que quienes viajaran a las regiones mineras de las costa debían proveerse de un pasa-porte”, Germán Colmenares, “Castas, patronesdepoblamientoyconflictossociales”, Varia. Selección de textos (Bogotá: TM Editores, 1998), 106.

14. acc, Fondo Mosquera, carta de José María Mosquera a Tomás Cipriano de Mosquera, noviembre 20 de 1821.

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la misma; dándole un recibo que expresa esto mismo hasta que pueda verte y arregle

contigo los términos del contrato”15.

En pocas palabras, se puede observar que los usos de la escritura en la Hacienda Coconuco estaban relacionados con la organización administrativa a partir del con-trol de los productos, recursos y mano de obra de forma escrita. En primer lugar, el permanente intercambio epistolar señala el principal recurso de comunicación, pues esta correspondencia se establecía entre el hacendado, la familia y los demás grupos sociales. En segundo lugar, las instrucciones escritas representaron un mecanismo importante de dirección y de mando, en las que ciertas disposiciones implicaban algunas tareas para leer, escribir y contar. Tales labores escritas en su con-junto conformaron el corpus documental de las cuentas y apuntes de la propiedad. Por último, las diferentes formas de relación entre el hacendado y los grupos socia-les subordinados se hacen evidentes a partir del uso de documentos escritos como medios de sujeción, dependencia y dominación, como es el caso de los salvoconductos y documentos de libertad para los esclavos, los libros de rayas para los indígenas y los contratos de trabajo para los otros individuos que prestaron sus servicios en la hacienda.Estosejemplosdancuentadeunaconfiguraciónestructuradaenlasprácti-cas de leer y escribir, habilidades que fueron apropiadas en diferentes grados y formas por los grupos sociales vinculados en la hacienda.

2. saBer leer y escriBir

La valoración otorgada a las habilidades de leer y escribir en la hacienda estaba relacionada con la posibilidad de acceder, por una parte, a las formas de comuni-caciónescritacon lafiguradelhacendadoosus familiares,quienessólosehacíanpresentes en la hacienda ocasionalmente. Y por otra parte, para asegurar un lugar en la jerarquía social de la organización productiva a partir de los usos de la escritura.

Comunicarse con el hacendado de forma escrita represen-taba para los subordinados estar en contacto directo con el amo, padre, señor y patrón de la hacienda, aquel “ser superior, dueño de gran cantidad de tierras y numerosos sirvientes, dominante, preponderante, protector y paternalista”16. Si bien los individuos podían presentarse directamente ante él o ante los integrantes de la familia, como generalmente lo hicieron, en ocasiones el traslado

15. acc, Fondo Mosquera, carta de Joaquín Mosquera a Tomás Cipriano de Mos-quera, diciembre 5 de 1835.

16. Roland Anrup, El taita y el toro, En torno a la configuración patriarcal del régimen hacendario cuzqueño (Esto-colmo: Departamento de Historia, Universidad de Gotemburgo-Insti-tuto de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Estocolmo, 1990), 37.

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a Popayán o al lugar donde se encontraban los hacendados no era posible, así que comunicarseconlafigurademáximopoderpormediodemensajesescritossignifi-cabalaposibilidaddeaccederdeotraformaasuprotección,beneficenciayjusticia.Un ejemplo lo ilustra el mayordomo José María Agredo en 1823, quien le solicitó a TomásCiprianoquefuerasufiadordeunadesusdeudas,segúnleescribía:“Mimásvenerados son viendo su buen corazón que tiene u. para con los pobres se me hace precisomortificarloafindequesalgademifiadoru”17.

Otro caso de singular importancia es la carta remitida por el esclavo Ignacio Mosquera, que sin la habilidad de escribir se valió del mayordomo para comunicarle a su amo, en abril de 1825, sobre la triste situación que enfrentaba por el destierro de uno de sus hijos, como lo aseguraba el mayordomo José del Saltos:

“Sr. su criado Ignacio y María su mujer ha venido para esta hacienda a valerse de mi,

sabiendo que U. me tiene un cariño muy raso, q le liberte a su hijo Juan Isidro q lo

llevaron desterrado para Cartagena, es un solo llorar así la madre como su padre, yo

de mi parte le ruego y encarezco q le haga esa caridad y se enmiende libertarlo de

por dios le pido p q se abatido de un infeliz sirviente suyo. Va el papel de mis manos

de la exclamación a manos de u. Su mas humilde y atento q. SMA. José del Saltos”18.

El mayordomo, resaltando el cariño que percibía del hacendado, le adjunta un mensaje que contenía las súplicas del esclavo:

“Amo y Padre y Sr. de todos sus criados benefactor de todos insolventes; no sé cómo

he tenido el valor de explicar mi sufrimiento tan grande que tengo el hallarme sin

la compañía de mi amado hijo Juan Isidro q lo quitaron como quitar una águila un

pollo q doloroso quedaría yo como su madre vieja q eso será parte q yo me quedo

solo sin mi mujer por q en breve se me muere de la mesma pesadumbre q tiene;

[…], considere amo y Sr. q dolor tendré, y sin tener a quien volver mis afligidos ojos

llenos de lágrimas; Amo y Sr. Le explicaré los motivos q hallaron en mi hijo de mi

corazón nacido de mi lomo. Q mejor hubiera sido q viera sido yo

el desterrado y yo como soy esclavo me vieron zafado mis Amos

o como diera me hubiera muerto cuando y no q me hallo sin mi

hijo vivir muriendo […], cuando pasé onde mi Amo José María

Mosquera ya era tarde ya camino p el callejón y no hubo remedio

no hubo otro motivo; […], su más atento y humilde criado que

SMA Ignacio Mosquera”19.

17. acc, Fondo Mosquera, carta de José María Agredo a Tomás Cipriano de Mosquera, abril 7 de 1823.

18. acc, Fondo Mosquera, carta de José del Saltos a Tomás Cipriano de Mos-quera, abril 6 de 1825.

19. acc, Fondo Mosquera, carta de Ignacio Mosquera a Tomás Cipriano de Mos-quera, abril 6 de 1825.

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Los favores, ruegos y pedidos de forma escrita también fueron remitidos por otros esclavos y libres, que sin conocer con seguridad si eran de su puño y letra, se valie-ron de los mensajes escritos para dirigirse al hacendado, como lo presenta la carta enviada por el esclavo José Antonio Mosquera en febrero de 1845, solicitándole a Tomás Cipriano el pago de un caballo:

“Mi muy respetadísimo señor amo: ahora que vino Smd. y estuvo en la mina de la

Teta, no pude ir a hablar con Smd. por estar enfermo y hallarme algo aparte de la

mina en un ato de mi amo Joaquín; y como sé que todavía está Smd. en Popayán,

y no siendo posible ir yo mismo me atrevo a escribir a Smd. estas letras diciendo:

que el caballo bayo que Smd. llevó cuando vino con mi Sra. Mariana, y me dijo

dejaba orden que me lo pagasen, no lo han hecho hasta ahora. Yo suplico a Smd.

encarecidamente que antes que se vaya dé orden al Sr. minero Santiago Valencia,

para que me lo pague, pues lo tratamos con Smd. en cuarenta pesos. Smd. me

perdona este atrevimiento y disponga de su afmo. Criado que desea servirlo y SMB.

José Antonio Mosquera”20.

La correspondencia escrita también podía proceder de largas distancias con el motivo de favorecerse y ampararse de los auxilios del hacendado. En 1826, Josefa Mosquera desde Panamá le solicitó a Tomás Cipriano de Mosquera, personificadocomo su amo y señor, un salvoconducto para su pronto regreso a Popayán:

“Amo y Sr. Mío de mi atención, por esta paso nuevamente a besarle a su merced,

pies y manos, como siempre su más humilde criado y después a que me corra mi

diligencia para que el Sr. Gobernador Político me dé para mi pasaporte para irme

para la de Popayán yo y mi cuñado, Ylario, pues nos hallamos careciendo de la

vista de nuestra familia pues yo volví antes Sr. Juez Político presentando un corto

memorial y me responde diciéndome que en 8 días no estaba mi tardanza para

salir de esta ciudad y por tanto he determinado, el poner a su merced estas cuatro

letras para que por vida de su merced me mire en caridad y justicia por vida de mi

Sa. Da. María Manuela y mi amo Dn. José María Mosquera y de mi Sra. La esposa

de su merced y las banderas de Colombia y espero la respuesta de su

merced para mi gobierno”21.

Desde esta perspectiva, el uso de la escritura como medio de comunicación entre el hacendado y los servidores de la hacienda revela una forma de paternalismo de forma escrita, es decir, una

20. acc, Fondo Mosquera, carta de José Antonio Mosquera a Tomás Cipriano de Mosquera, febrero de 1845.

21. acc, Fondo Mosquera, carta de Josefa Mosquera a Tomás Cipriano de Mos-quera, octubre 20 de 1826.

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relación entre el hacendadofigurado como señor y padre simbólico y los indivi-duos bajo su protección y servicio22. Roland Anrup establece que en el caso de los colonos o runas de las haciendas cuzqueñas, era una costumbre referirse al patrón llamándolo papay o taita, palabras que pueden traducirse por ‘padre mío’. En este sentido, según el autor, la paternidad estaba ligada al hecho de hablar, en tanto que el “paternalismo profundo del régimen señorial de la hacienda serrana aparece cuando el hacendado y el campesino se hablan y enfrentan”23. En nuestro caso aña-diremosqueelpaternalismoenlaHaciendaCoconucotambiénsehizomanifiestoen la representación del hacendado como amo, padre, señor y patrón por medio de letras y signos del lenguaje escrito.

Ahora bien, hacer uso de este mecanismo de relación y comunicación nos remite a pensar en las formas de acceder a las habilidades de leer y escribir, matices que nos pueden dar idea sobre las valoraciones y percepciones de dichas prácticas24. En el grupo de los hacendados, podríamos advertir el uso constante de la documentación escrita,

aspecto que evidencia sus destrezas para leer y escribir, aunque el nivel de su dominio fuera diferenciado. Don José María Mosquera se educó en el Real Colegio Seminario de Popayán, recibiendo el 3 de mayo de 1767 el grado de Maestro en Artes; Tomás Cipriano, según Diego Castrillón, recibió su primera formación académica de sus progenitores, “la continuó en la escuela pública de Joaquín Basto […], para terminarla bajo la tutela del maestro Luna y pasar luego como alumno de Latinidades en el Real Colegio Seminario, como todos los jóvenes de las familias notables de la época”25.

No cabe duda que gran parte de los conocimientos necesarios para saber leer y escribir fueron asequibles a los hombres de la familia hacendada, ya sea asistiendo a escuelas y colegios o a par-tir de maestros particulares. De hecho, no sólo era notable en la familia Mosquera el buen manejo del español, sino también del inglés, francés, latín e italiano, según se hace referencia en sus bio-grafías,yquesemanifiestaenlacirculacióndelibrosygacetasenla hacienda. Joaquín Mosquera le comunicaba a Tomás Cipriano en 1835: “Con Pedro te remito un buen paquete de correspondencia, y entre ella va uno de periódicos europeos que te remite Manuel María. A mí me ha enviado el Morning Chronicle y cuando acabes los que te remito, envíamelos y cambiaremos”26.

22. “El paternalismo se construye sobre puentes de metáforas, asociando padres y jefes, padres y líderes. Padre y patrón, padre y hacendado son asociados; y así el uno cambia lasignificacióndelotro.Unavezque el concepto ‘patrón’ es ligado al concepto de ‘padre’ se transforma y es provisto de un sentido de poder que el solo término patrón jamás podría poseer.” Roland Anrup, El taita y el toro, 67.

23. Roland Anrup, El taita y el toro, 67.

24. Un estudio importante sobre este tema durante el siglo xviii es el de Renán Silva, “Alfabetización, cultura y sociedad”, 1-46.

25. Diego Castrillón Arboleda, El General Tomás C. de Mosquera. Suplemento del catálogo al centenario de la muerte del General Tomás C. de Mosquera, Tomo i, n.o 72 (Popayán: Instituto de Investigaciones Históricas “José María Arboleda”, Archivo Central del Cauca, 1978), 2.

26. acc, Fondo Mosquera, carta de Joaquín Mosquera a Tomás Cipriano de Mos-quera, diciembre 29 de 1835.

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No obstante, podemos anotar algunas particularidades en el caso de las mujeres integrantes de la familia hacendada. La educación de las mujeres fue precaria con relación a los hombres durante la Colonia, y sólo después de la Independencia, según Patricia Londoño, fue apareciendo la idea de que había que educarlas27. A pesar de esto, en la primera mitad del siglo xix su acceso a la lectura y escritura fue limitado. Por ejemplo, el hacendado Tomás Cipriano de Mosquera tuvo dos hijos con su esposa Mariana: Aníbal, nacido en 1824, y Amalia, nacida en 1825. Aníbal Mosquera desde muy temprana edad estuvo alejado de su madre, asistido en sus primeros años por su tía Vicenta, y más tarde, después de asistir a la escuela en Popayán, fue enviado a Londres a estudiar. El caso de Amalia fue diferente: todo el tiempo estuvo viajando y acom-pañando a su madre entre Popayán y la Hacienda Coconuco. En 1837, cuando Amalia tenía once años de edad, Mariana sacó a relucir sus impresiones sobre la importancia de que su hija aprendiera a leer y escribir. Esto implicaba que Mariana debía pensar si se quedaba con su hija en la hacienda o en la ciudad, dos lugares de condiciones disí-miles en cuanto al acceso a la educación: “Lo único que me hará estar en Popayán será el interés que Amalia aprenda alguna cosa para que no se quede tan ignorante como la mamá pues aquí [la hacienda Coconuco] es imposible que aprenda a escribir o hacer cuentas y me causa mucho dolor verla tan atrasada”28.

Mariana en muchas ocasiones le escribió a Tomás Cipriano que su interés era el de vivir en la Hacienda Coconuco y sólo ir a Popayán de visita; sin embargo, al parecer Mariana valoraba más el hecho de que su hija aprendiera a leer y escribir, lo que la motivó a tomar otras medidas: distanciarse de Amalia cuando ella debía asistir a la hacienda:

“[…] pero tendré que ir por unos pocos días [a la hacienda] y me volveré acá [Popayán]

porque pienso dejar aquí a Amalia con alguna persona de compañía para no perder

esta ocasión de que aprenda alguna cosa pues Rojas a empezado a enseñarle el tra-

bajo, Morera viene todos los días a enseñarle a escribir y Mario Antonio

me ha ofrecido venir a darle lecciones del francés único motivo que

me obliga a privarme de la vida tan agradable del campo, cada día me

gusta más estar de ciudadana pero todo es preciso”29.

La hija del hacendado pudo adquirir las habilidades de leer y escribir con la ayuda de maestros e instructores establecidos en Popayán, recursos de los que no disponían en la hacienda, pues según Mariana, “Amalia está muy aplicada en el dibujo me da

27. Patricia Londoño Vega, “Educación femenina en Colombia, 1780-1880.”, Boletín Cultural y Bibliográfico vol: 31 (37) (1994), 21-58.

28. acc, Fondo Mosquera, carta de Mariana Arboleda a Tomás Cipriano de Mosquera, febrero 20 de 1837.

29. acc, Fondo Mosquera, carta de Mariana Arboleda a Tomás Cipriano de Mosquera, abril 4 de 1837.

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esperanzas de que aprenderá muy pronto, las planas están ya muy regulares, y todos los días da una lección de memoria en la aritmética que en Coconuco no conseguía esto, y siempre me iré sola a Coconuco sufriré algunos días sola por tal que aprenda alguna cosa”30. Los temores del hacendado no tardaron en llegar, pues a veces podría sermejorlaideadesacrificarestosconocimientosalaideadequeledespertaranaAmalia su corazón, situación de la que tal vez, si estaba resguardada con su madre en la hacienda. Pero Mariana, muy resueltamente le contestó a Tomás Cipriano al respecto:

“Sobre lo que me dices de Amalia creo que tu no debes tener un cuidado, pues

siempre ha estado a mi lado y me parece que conserva puro su corazón, yo no me

descuido con mis hijos pues es el deber de una madre consagrase enteramente a

cuidar de sus hijos y familia, no sé si me equivocare pero creo que hago cuanto esta

de mi parte pero también te diré que para conservarle la pereza del corazón a Amalia,

no es necesario tenerla toda la vida en el campo privándola de que aprenda algunas

cosas que con el tiempo le serán útiles, y más cuando ella tiene disposiciones y capa-

cidad para aprender, porque se le ha de estorbar que haga uso del talento que Dios le

ha dado, si haber tiempo puede aprender lo que se le enseñe y puede conservar su

corazón puro, si yo tuviera proporción de enseñarle en el campo nunca viviría en la

ciudad pues bien sabes que yo prefiero la vida del campo, pero esto no es posible”31.

Para Mariana la hacienda resultaba un impedimento para el aprendizaje de la escritura, lectura y otros conocimientos que sólo se podrían encontrar en el centro urbano. Aunque la vida en el campo le parecía a ella más placentera, ésta no se com-paraba con la necesidad que de que su hija adquiriera este tipo de habilidades. Tales destrezas le podrían servir para más adelante y de paso no sería tan “ignorante” como ella se consideraba. Es importante resaltar este aspecto, pues según Patricia Londoño, “sólo algunas voces aludieron a las ventajas que la educación podría signi-ficarencuantoalarealizaciónpersonalalaspropiasmujeres”32. Desde la perspectiva

de Mariana la escritura y lectura le podrían servir a su hija Amalia para administrar y asistir las haciendas y demás propiedades, cómo ella misma lo realizaba.

En otro escenario, es pertinente recrear las formas de adqui-rir estas habilidades por parte de los mayordomos, pues saber leer y escribir constituía un requisito fundamental para su labor, y además establecían una importante diferenciación social entre los demás servidores de la hacienda. Así, aunque un individuo

30. acc, Fondo Mosquera, carta de Mariana Arboleda a Tomás Cipriano de Mosquera, abril 11 de 1837.

31. acc, Fondo Mosquera, carta de Mariana Arboleda a Tomás Cipriano de Mosquera, mayo 2 de 1837.

32. Patricia Londoño Vega, “Educación femenina en Colombia, 1780-1880”, 21-58.

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conocieralosoficiosagropecuarios,eranecesariadichacondición.PorestarazónJorge no era apto para administrar la hacienda, no sólo porque su posición de esclavo se lo impidiera, sino especialmente porque no sabía escribir. Así lo señala Mariana Arboleda a Tomás Cipriano después de la salida del mayordomo Marcelino Paz en febrero de 1838:

“Yo me mantengo en esta hacienda donde pienso permanecer hasta que tu regreses

de Bogotá y si acaso voy a Popayán pasar la semana Santa y me volveré en la pascua;

porque ciertamente no podrá asistir esta hacienda Jorge solo, por no saber escribir

y yo podré llevar apuntes de todo por menor para cuando tu vengas a arreglar tus

cuentas, a lo menos creo que no dejo nada sin apuntar, pues me he dedicado sola-

mente a atender en las cosas de esta hacienda”33.

Igualmente resultaba difícil encontrar a alguien que dominara estas prácticas y asumiera el papel de mayordomo, como lo comunicó Mariana unos meses después: “Estoy desesperada por irme para Coconuco pues no sé cómo andarán las cosas allá y ahora que Jorge esta en Paletara será pero, no ha sido posible conseguir una persona que sea aparente para que lleve los apuntes y pienso irme de que mejore el tiempo aunque sea por quince días”34.

En este contexto es importante aproximarnos a las formas de acceso a la lectura y escritura por parte de los mayordomos, tomando como muestra el caso de Tomás María Mosquera, mayordomo de las haciendas Coconuco y San Ignacio entre 1837 y 1843. Tomás María Mosquera presentaba la particularidad de ser hijo natural de Tomás Cipriano de Mosquera, pero este ejemplo puede señalar una de las maneras de aprender de los grupos subordinados vinculados a la hacienda.

Tomás Cipriano de Mosquera le encargó a su hermano Manuel María el traslado de Tomás María, de nueve años de edad, hacia la mina de la Teta. El desplazamiento se llevó a cabo por medio de un encargado. Al respecto, Manuel María le informaba a Tomás Cipriano:

“El 28 por la noche Llegó a esta mina Tomasito, como habrás

sabido por Rafael Arboleda; a quien considero hoy allá. –El mozo

que Rafael remitió por mi encargo a traerlo fue hasta las Juntas,

por no haberse encontrado con Vicente Micolta que había ya

pasado a Caly con el muchacho; pero habiendo regresado inme-

diatamente ha cumplido con su compromiso recibiéndolo en

Caly y entregándomelo aquí”35.

33. acc, Fondo Mosquera, carta de Mariana Arboleda a Tomás Cipriano de Mosquera, febrero 4 de 1838.

34. acc, Fondo Mosquera, carta de Mariana Arboleda a Tomás Cipriano de Mosquera, junio 12 de 1838.

35. acc, Fondo Mosquera, carta de Manuel María Mosquera a Tomás Cipriano de Mosquera, mayo 1 de 1828.

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Los apuntes y cuentas de la Hacienda Coconuco (1770-1850)

La idea del hacendado, al parecer, era la de establecer a Tomás María en una de las haciendas para que se instruyera bajo el amparo de su hermano Manuel María, quien haría las veces de instructor y maestro. Según las impresiones de Manuel María, “Tomasitomanifiestaregularvivezaeinocencia,ypuedelograrenbrevetiempoloque necesita para borrar algunos resabios de educación, apenas conoce imperfec-tamente las letras y le he puesto el abecedario en la manos para que no pierda los momentos pues tiene sus nueve años largos”36. En este mensaje se evidencia, por una parte, la disposición de Manuel María para trasmitir sus conocimientos, y por otra, que a pesar de que Tomás María había estado por fuera del círculo de la familia hacen-dada, no era totalmente ajeno a algunos trazos escritos. Sin embargo, la situación de Tomás debía ser manejada con prudencia, como se anotaba más adelante: Tomasito, “me conversa bastante aunque con mucha lentitud y en el tonito de pirringo: te llama explícitamente su papá, yo le hecho mis advertencias sobre no conversar con los cria-ditos, pero supongo que todos conocerán quien es”37.

De la mina de la Teta, Manuel María Mosquera se trasladó con Tomás María a la Hacienda García, lugar donde comenzó a darle las primeras lecciones de lectura y escritura. No obstante, a veces requería demasiado acompañamiento, pues era un poco perezoso en la adquisición de este tipo de competencias, como lo expresaba Manuel María:

“Tomás sigue leyendo pero me cuesta mucho vencer su gigante pereza: a veces

tengo que gruñir ya como un viejo maestro de escuela, y por bastante tiempo no sal-

drá de sílabas. En orden de educación religiosa no sabe sino persignarse a medias,

y como esto no está en mis principios ni estoy montado a la Rousseau, me duele

verlo tan sin noción de religión”38.

Tomás María fue adquiriendo las habilidades de leer y escribir en las haciendas donde se crio, y su propio instructor y maestro fue el hacendado. Este aspecto muestra a las haciendas como zona de instrucción y a los hacendados como los instructores. Más tarde, Tomás Cipriano de Mosquera encargó a Tomás María de la Hacienda San Ignacio, que había adquirido en 1837, y así él comenzó a des-empeñarse como mayordomo, haciendo uso de las destrezas para comunicarse de forma escrita con el hacendado y con la señora, y llevar las cuentas de la hacienda. Es importante resaltar que a pesar de la incomodidades que pasaba Tomás en San Ignacio, evidentes en la solicitud de ropa “porque estoy escaso de todo”39, y de solicitar

36. acc, Fondo Mosquera, carta de Manuel María Mosquera a Tomás Cipriano de Mosquera, mayo 1 de 1828.

37. acc, Fondo Mosquera, carta de Manuel María Mosquera a Tomás Cipriano de Mosquera, mayo 1 de 1828.

38. acc, Fondo Mosquera, carta de Manuel María Mosquera a Tomás Cipriano de Mosquera, mayo 24 de 1828.

39. acc, Fondo Mosquera, carta de Tomás María Mosquera a Tomás Cipriano de Mosquera, marzo 19 de 1837.

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una cuchara, una servilleta y un candelero40, según escribía, Tomás María manifestó un inusual interés por leer, o por lo menos, por tener libros. En su contestación a Tomás CiprianodeMosqueraenjuliode1838,quienleaconsejabaaprendereloficiodecarpin-teríayofrecerlealgunasherramientas,TomásMaríaescribíafirmemente:“Encuantome dice U. si continuo trabajando en la carpintería no he continuado por el motivo de no haber con quien aquí donde estoy. Pero si U. quiere hacerme ese regalo en lugar de fierrotráigameunosbuenoslibroscomounabuenageografía”41.

Con el viaje de Mariana a Bogotá con motivo del matrimonio de su hija Amalia en1839,TomásMaría fue tambiénencargadode laHaciendaCoconuco, oficioquedesempeñó hasta el regreso de Mariana en 1843, pues por irregularidades en la admi-nistración y desavenencias con los familiares del hacendado, como se anotó en líneas atrás, Tomás María decidió irse para Bogotá y enlistarse en el ejército. Así terminó su labor como mayordomo de Coconuco.

coNsideracioNes fiNales

EnlaconfiguraciónsocialdelaHaciendaCoconuco,losusosdelaescrituramues-tran una forma de relación entre los diferentes grupos sociales. Por una parte, las habilidades de leer y escribir evidencian una jerarquización en la organización admi-nistrativa a partir de la racionalización y control de los recursos de forma escrita. En esta dinámica, los administradores y encargados de la hacienda, es decir, en el hacendado, sus familiares y mayordomos, aseguraron el dominio de leer, escribir y contar para mantener un regular funcionamiento de la unidad productiva, así como la autoridad y control de los grupos subordinados. En este contexto, el papel que cum-plió Mariana Arboleda en su rol de potentada y administradora fue fundamental en la organización de Coconuco, pues el saber leer y escribir le asegura-ron a ella la dirección y manejo de la hacienda. Además, como lo evidencia ella misma, la adquisición de estas habilidades por parte desuhija,significaríanunfuturoútilyfavorableenalgunasfun-ciones administrativas en el manejo de las propiedades.

Por otra parte, el uso regular de la comunicación escrita mani-fiestadeciertamanera larelaciónpaternalistaestablecidaentreel hacendado y los grupos sociales bajo su servicio y mando, aun-que las habilidades de leer y escribir fueran apropiadas de diversa forma y en diferente grado42. En las escrituras emerge el reconoci-mientodelaautoridadfiguradaenelamo,padre,señorypatrón

40. acc, Fondo Mosquera, carta de Tomás María Mosquera a Tomás Cipriano de Mosquera, diciembre 17 de 1837.

41. acc, Fondo Mosquera, carta de Tomás María Mosquera a Tomás Cipriano de Mosquera, julio 8 de 1838.

42. “La relación paternalista implica una dialéctica de autoridad coercitiva y afecto. Ella puede consistir simultá-neamente en un juego de autocracia y obligaciones, crueldad y bondad, opresión y benevolencia.” Roland Anrup, El taita y el toro, 101.

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Los apuntes y cuentas de la Hacienda Coconuco (1770-1850)

delahacienda,altiempoqueseratificalaposiciónsocialdelremitente.Pormediodeletras,palabrasyfrasessereafirmanlaslealtadesycompromisoshaciaelhacendadoysufamilia,ydeigualmanerasepideyesperasuretribuciónybeneficencia.Enlacomunicación escrita se plasma la dependencia y los vínculos afectivos entre el patrón yelservidor.Hacialafiguradelhacendadosemuestrarespetoyadmiración,asícomoel temor por medio de la sujeción y humillación.

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Historia Crítica No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, 256 pp. ISSN 0121-1617 pp 54-83

Prensa y opinión en los inicios republicanos (Nuevo Reino de Granada, 1808-1815)

Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia y Doctor en Sociología de la Uni-versidad París III-Iheal (Francia). Profesor titular del Departamento de Historia de la Universi-dad del Valle (Cali, Colombia). Director del grupo de investigación Nación-Cultura-Memoria, en procesodeclasificaciónanteColciencias.SulíneadeinvestigacióneslahistoriaintelectualdeColombia, siglos xix y xx. Sus temas de interés son las relaciones entre intelectuales y política ylasprácticasdesociabilidadpolítico-religiosa.Esautordedosestudiosbiográficos,Luis Tejada y la lucha por una nueva Cultura. 1898-1924 (Bogotá: Tercer Mundo-Colcultura, 1995) y Manuel Ancí-zar y su época, 1811-1882 (Medellín: eafit-Universidad Nacional, 2004). [email protected]

Gilberto Loaiza

Cano

The press and public opinion in the early Republic (New Kingdom of Granada, 1808-1815)

aBstract

This essay examines the complex process of adop-

ting freedoms of the press in what had been until

that moment the New Kingdom of Granada. Bet-

ween 1808 and 1815, a period of intense political

mutations, the freedom of speech and the press

were conceded though with restrictions. There was

also the rhetorical inheritance that served as a

common repertoire among the main political and

educated figures of the period. The transition from

an Enlightenment-based press to one that expres-

sed political opinions was evident during these

years. La Bagatela, published by Antonio Nariño,

was one example of this transition.

Key Words

Public opinion, journalism, censorship,

Enlightenment.

Prensa y opinión en los inicios republicanos (Nuevo Reino de Granada, 1808-1815)

resumeN

Este ensayo examina el proceso complejo de

adopción de las libertades relacionadas con la

publicación de periódicos en lo que había sido

hasta entonces el Nuevo Reino de Granada. Entre

1808 y 1815, época de intensas mutaciones políti-

cas, las libertades de opinión e impresión fueron

concedidas y practicadas con restricciones; a eso

se agrega la herencia retórica que sirvió de reper-

torio común de los principales agentes políticos

y letrados de aquella época. La transición de una

prensa ilustrada a una prensa de opinión política

fue evidente en esos años; La Bagatela, publicada

por Antonio Nariño, fue ejemplo de esa transición.

palaBras clave

Opinión pública, periodismo, censura, ilustración.

Artículo recibido:

5 de Abril de 2010;

AprobAdo: 30 de julio

de 2010; modificAdo:

6 de Agosto de 2010.

Page 51: Historia Crítica No. 42

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Hist. Crit. No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, 256 pp. ISSN 0121-1617 pp 54-83

Gilberto Loaiza Cano

Prensa y opinión en los inicios republicanos (Nuevo Reino de Granada, 1808-1815)

iNtroduccióN

Este ensayo parte de suponer que en el lapso comprendido entre 1808 y 1815, con-sideradoporelcanonhistoriográficohispanoamericanocomounaprimeraetapadeun balbuciente republicanismo, tuvo lugar la puesta en marcha de la libertad de opi-nión y, también, de la libertad de información. Esta situación inédita en la vida pública de las antiguas posesiones de España en América fue proclamada en legislaciones de esa época y puesta en práctica por los criollos doctos que, a la vez que se preparaban para legitimarse como personal político, desplegaron sus conocimientos y ardides de publicistas para darle cimiento a un mecanismo que, en adelante, hasta buena parte del siglo xx, sería sustancial para el engranaje de la democracia representativa. Ese personal ilustrado era poseedor de un capital simbólico y de destrezas retóricas que se plasmaron en la apretada y muchas veces incierta circulación de periódicos y otras formas de comunicación cotidiana impresa. Tomando algunos ejemplos, qui-zás no tantos como para complacer a los exigentes lectores de esta revista pero los suficientescomoparaseñalarlosustancialdelfenómenovividoenaquellostiempos,he querido mostrar en este ensayo cómo los periódicos constituyeron desde entonces un dispositivo concienzuda y conscientemente elaborado por un grupo de individuos capacitados para las tareas de difusión y persuasión, en un espacio público de opinión quecomenzabaaexpandirseyatornarseconflictivo.

Entre 1808 y 1815, en lo que había sido el virreinato de la Nueva Granada hubo un despliegue de fórmulas de organización de un incipiente sistema republicano que apeló al principio de la sobe-ranía del pueblo y que erigió algunas libertades, cuyos principales beneficiarios fueron loscriollos letrados.Enesosañoshubouna

Ï Este ensayo es resultado de una investigación mayor registrada en la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Valle, acerca de la historia de la prensa y la opinión pública en la primera mitad del siglo xix colombiano.

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Prensa y opinión en los inicios republicanos (Nuevo Reino de Granada, 1808-1815)

eclosión de interpretaciones en torno al nuevo orden y se amplió el espectro de par-ticipantes en la vida pública. Todo eso quedó registrado en la creación de juntas, en la redacción de proclamas, constituciones políticas y periódicos. Los periódicos funda-dos en esa etapa testimonian el legado intelectual de la Ilustración, las primeras pujas entre la potestad civil y la potestad eclesiástica, la preeminencia de los individuos letrados, las luchas fundacionales entre facciones políticas y la puesta en discusión de un repertorio de libertades relacionadas con el derecho a opinar y a estar informados sobre los asuntos de gobierno.

En el fructífero cruce caminos de la historia intelectual con la historia política, anunciado y explicado a su manera por François-Xavier Guerra1 y, más recientemente, por Elías José Palti2, el estudio de la prensa, tanto en su papel difusor de ideas como en su condición de síntoma de una situación cultural y política, constituye un objeto de estudio que demanda una plural mirada acerca de unas tradiciones en el ámbito lite-rario y retórico que tuvieron una reelaboración en la coyuntura de 1808 a 1815; de la aparición de un orden legal que intentaba responder a las demandas de un orden polí-tico en ciernes; del tipo de individuo que asumió el liderazgo de ese proceso inédito de expansión del mundo de la opinión y de la información políticas; y, claro, del momento discursivo de la política. Por supuesto, los historiadores podemos agregar otros aspec-tos dignos de análisis, pero por ahora basta insistir en los que acabo de mencionar.

1. tiempos de camBio

A partir de 1808 hubo cambios ostensibles en la producción y circulación de periódicos en Hispanoamérica. Los prospectos de los periódicos de entonces y la legislación sobre libertad de imprenta, entre 1808 y 1815, testimonian una intensa mutación entre el personal letrado que admitía la importancia persuasiva y didác-

tica de la prensa. Cualquier cronología básica sobre la historia de la opinión pública debe otorgarles a estos años la importan-cia de una primera etapa en que se volvieron indispensables el taller de imprenta, las libertades en el ejercicio de la opinión, la difusión escrita de impresos publicados con alguna regularidad. Entre 1808 y 1810 fue evidente la mutación en las prioridades de comunicación de la prensa; uno de los ejemplos más ostensibles es el Semanario del Nuevo Reino de Granada, nacido en 1808 y soste-nidocomo“unpapelcientífico”,“unpapelserio”queconstatabay lamentaba la paulatina pérdida de suscriptores y la división de

1. Principalmente su libro ya clásico y, aun así, poco y mal leído: Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas (México: Fondo de Cultura Económica, 1993).

2. Principalmente en Elías José Palti, La invención de una legitimidad. Razón y retórica en el pensamiento mexicano del siglo xix. Un estudio sobre las formas del discurso político (México: Fondo de Cultura Económica, 2005).

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gustos entre el público. Un periódico cuyo máximo responsable en la redacción fue FranciscoJosédeCaldas(1768-1816),afinesde1809apelabatodavíaalaautoridaddel Rey, pretendía reunir a los “sabios del Reino”, creía interpelar a los individuos ilustrados y, por tanto, admitía que su semanario estaba “fuera del alcance común”; a medida que se extinguía, el periódico dio paso a otro tipo de escritura en la prensa y a otro tipo de lectores3. El propio Caldas dejó de ser el escritor y promotor de memo-riascientíficasparaparticipar,en1810,enlaredaccióndelDiario político de Santafé. Ellenguajedelalealtadmonárquicaylasdescripcionesjuiciosasdelcientíficodieronpaso al debate público en torno a la encrucijada política que ofrecía la posibilidad de desprendersedefinitivamentedeldominioespañol.Entre1808y1810,delasumisióncolonial se pasó al cuestionamiento de la larga tiranía administrativa y política espa-ñola y a la enunciación de un pretendido orden republicano.

Ciertas circunstancias empujaron a las élites hispanoamericanas a recurrir de manera cada vez más sistemática al uso de publicaciones regulares que sirvieran para hacer circular sus opiniones, sus prácticas legislativas en representación del pueblo. La circunstancia más evidente fue la incertidumbre política que obligó a aquellos indi-viduos a competir en la exposición de variantes doctrinales para legitimar un viejo o un nuevo orden. Otro factor fue la tradición deliberante y crítica que, en el caso de la élite criolla, podría encontrar despliegue erigiéndose como tribunal supremo de la opinión. Para el personal criollo de aquellos años no eran nada extraños los efectos didácticos y persuasores del periodismo; tampoco ignoraban un arsenal retórico aprendido den-tro y fuera de los protocolos de la educación durante la segunda mitad del siglo xviii, que les sirvió para expresar sus opiniones y para legitimarse como un grupo selecto de individuos que sabían ejercer con regularidad el uso de la razón. Hubo una matriz cultural que les permitió a los hombres letrados de la época, principalmente sacerdo-tes católicos y abogados, acudir a un repertorio de estrategias discursivas exhibidas con alguna destreza y, en ciertos casos, con excepcional lucidez. Eso les sirvió para debatir entre iguales, para cuestionar antiguas autoridades e instituciones y, quizás lo más importante, para asentarse como miembros de una república de las letras que hallaronenlaopiniónpúblicapolíticaunmediomuyeficazdelegitimación.

Se trataba de una revolución letrada nada despreciable. Era,porlomenos,laafirmacióndelpoderdelaescrituraydequie-nes detentaban con holgura la capacidad de leer y escribir. Situarse y afirmarse política y culturalmente como la élite destinada a asumir el control de una etapa todavía incierta y aparentemente

3. Véanse, por ejemplo, el Semanario del Nuevo Reino de Granada, Santafé de Bogotá, 3 de enero, 1809, 1; 16 de abril, 1809, 117; 24 de diciembre, 1809, 371 y 372.

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caótica fue una de las tareas más apremiantes, expuestas con franqueza en los prime-ros periódicos de entonces. Parte sustancial de esa revolución fue el hecho de recurrir a un medio de comunicación de las ideas, que implicaba una evolución tecnológica importante y una noción de público mucho más amplia a la que había predominado en los dos siglos precedentes. Aunque en Europa, desde inicios del siglo xviii ya se habían percibido las implicaciones de hacer circular periódicos que sostenían una conversación casi imaginaria con un público en su mayoría físicamente ausente, lejano, en Hispanoamérica y más estrictamente en la Nueva Granada, mientras tanto, la experiencia de hacer circular periódicos “por todo el reino” era todavía incipiente4. De modo que para las élites criollas multiplicar los impresos era un reto novedoso cuyas consecuencias eran difíciles de pronosticar; esa ampliación del auditorio, del público, hace parte de los cambios importantes que se concentraron en aquella coyuntura.

La libertad de imprenta tiene sus raíces históricas en la necesidad individual y colectiva de adquirir el derecho a conocer lo que había sido por mucho tiempo los actos secretos del Estado. En Hispanoamérica, corresponde a la necesidad de darle solución a una encrucijada histórica, de darle publicidad a los actos de gobiernos improvisados que intentaban obtener rápidamente un consenso favorable mediante el recurso de la publicidad. Los primeros periódicos fueron, principalmente, minis-teriales, órganos de difusión de las actividades de quienes habían sido delegados por la soberanía del pueblo para cumplir con inéditas tareas de representación política. Los representantes del pueblo necesitaban instruir, persuadir o disuadir permanen-tementealpuebloyel instrumentomásrápidoyeficazera,entonces,elperiódico. De manera que el nacimiento de periódicos, sobre todo a partir de 1810, estuvo sig-nado por la necesidad de darle sustento a un incipiente sistema de representación política. Los mismos periódicos eran una pieza en el engranaje representativo; quienes dirigían y redactaban los periódicos no sólo actuaban como voceros o intermedia-

rios de una junta suprema que era su principal protectora política yfinanciera,sinoqueellosmismosseconsiderabancomoungrupodeliteratos,filósofososabiosqueestabancumpliendounastareasapremiantes; veamos, por ejemplo, los propósitos expuestos en el prospecto del Diario político de Santafe de Bogotá, el 27 de agosto de 1810: “Difundir las luces, instruir a los pueblos, señalar los peli-grosquenosamenazanyelcaminoparaevitarlos,fijarlaopinión,reunirlasvoluntadesyafianzarlalibertadylaindependenciasólopuede conseguirse por medio de la imprenta”5. La designación de

4. Sobre una percepción temprana y quizás pionera de los alcances de la circulación masiva de periódicos en Europa: Caspar Stieler, Zeitungs Lust und Nutz (1695); citado y comentado por:SlavkoSplichal,Principles of publicity and Press Freedom (Boston: Rowman&LittlefieldPublishers,2002) 4 y 5.

5. “Prospecto”, Diario Político de Santafé de Bogotá, 27 de agosto, 1810, 1.

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miembros de las juntas supremas y la redacción de las primeras constituciones políti-cas, entre 1810 y 1815, siempre en nombre del pueblo, fueron eventos que no podían aislarse de la aparición de un periódico encargado de contribuir a cierto consenso y sosiego público necesarios para la actuación del cuerpo político.

El periódico, por tanto, estaba vinculado a la búsqueda inmediata de una espe-cie de consenso patriótico, debía evitar cualquier fisura en una situación nuevae inciertapara la sociedad; esepropósito se condensaba en “fijar la opinión”o en“reunir las voluntades”. La imprenta y el periódico exhibían unos atributos indispen-sables para aquella situación nueva y apremiante; los redactores eran conscientes de que “la circulación rápida de los papeles públicos, la brevedad de los discursos”, entre otros atributos, hacían de los periódicos un instrumento muy apropiado para afianzarelreconocimientopúblicodelaactividaddelosrepresentantesdelpueblo. Esamisiónque se autoconfirieronera el reconocimiento,no tan implícito, del ini-cio de una etapa incierta de disputas por la legitimidad política; en torno al proceso político que se iniciaba no había opiniones unánimes ni voluntades acordes, sino al contrario. Pero los redactores del periódico hicieron precisiones todavía más categó-ricasysignificativasenladefinicióndelaimportanciay,aúnmás,delaexclusividadautorizada del periódico. El Diario político de Santafe de Bogotá había nacido, sin duda, para contribuir a dotar de legitimidad al personal político reunido —por delegación del pueblo, según la insistencia del periódico— para redactar una constitución polí-tica. También en el prospecto se atrevieron a hacer una prescripción que después veremos extendida en la mayoría de constituciones políticas que se escribieron en Hispanoamérica en el lapso de 1811 a 1815. Para los responsables del periódico, la opinión que se expandía por medio de la imprenta era la única válida; solamente “los papeles públicos […] pueden inspirar la unión, calmar los espíritus y tranquilizar las tempestades.Cualquierotromedioesinsuficiente,lentoysospechoso”6.

En el relato que fue fabricando el Diario político de Santafe de Bogotá, desde su pri-mer número del 27 de agosto de 1810 hasta el último del 1 de febrero de 1811, la reunión espontánea de las gentes en las calles o en las plazas provocaba inquietud. La opinión vertida en el periódico o plasmada en leyes mediante la actuación sose-gada de representantes elegidos por el pueblo era la única aceptable; lo demás podía incitar a la disgregación de una unidad indispensable. Entre el buen uso de razón de quienes conformaban la Junta Suprema y las peticiones popula-res aparecía a veces un abismo que admitían los redactores del periódico: “No todas las peticiones del pueblo eran justas. Muchas

6. Diario Político de Santafé de Bogotá, 27 de agosto, 1810, 1.

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respiraban sangre y dureza. La Junta Suprema concedía unas, olvidaba otras, otras enfinnegabaconpersuasiones”.Y,enseguida,comunicabanlainquietudprovocadapor las reuniones de gentes del pueblo: “Ya muchos ciudadanos ilustrados preveían las consecuencias a que darían origen las reuniones frecuentes de un pueblo nume-roso y embriagado con la libertad”7. Enfin, el periódico y el personal políticoquehablabaporsuintermedioprefirieronexaltarlosbeneficiosdelusodelaimprentay,en contraste, reprobaron por inquietantes o perturbadoras las prácticas asociativas o la simple presencia multitudinaria de las gentes.

2. la liBertad de impreNta y el aporte de jeremy BeNtham

Para el personal político hispanoamericano que adquirió preeminencia entre 1810 y 1815, la libertad de imprenta fue una necesidad política apremiante. La comu-nicación regular con un público vasto mediante impresos fue tarea ineludible en un momento de afanosa búsqueda de legitimidad política y en que comenzaba a discutirse cuál era el tipo de gobierno más conveniente ante el impasse histórico de un rey cautivo. Para ello era necesario elaborar una legislación adecuada a las circunstancias de tiempo y de lugar o, para decirlo mejor, que respondiera a los inte-reses particulares en la nueva repartición del poder político que tuvo lugar. Por los énfasisde lasconstitucionesqueseproclamaronenesosaños,por lasreflexionesque aparecieron con frecuencia en los periódicos, podríamos suponer que las éli-tes hispanoamericanas buscaban hallar un punto de equilibrio entre la necesidad de recurrir a la libertad de imprenta y evitar cualquier abuso en el disfrute de esa libertad. En consecuencia, sabían que el uso sistemático de la imprenta traía enor-mesbeneficiospara lacomunicaciónde laopiniónpolítica,pero igual sabíanquelas virtudes de la imprenta y de los periódicos, por ejemplo la rapidez y la brevedad, podían convertirse en elementos perturbadores de un orden deseado. En suma, era una libertad que debía ser otorgada y a la vez controlada.

Ahora bien, es necesario hacer una precisión. Los periódicos y los textos constitu-cionalesserefirieronmayoritariamentealalibertaddeimprentacomounalibertadgeneral acerca de la publicación de impresos, entre ellos principalmente los periódicos y los libros.La imprentaeratansólounmedio,elmáseficazcomohechotecnoló-

gico, por el cual los individuos podían difundir sus pensamientos, susopinionespolíticaso sus inventos científicos. Esdecir, podíahaber otros medios de difusión que no solían ser detallados en los enunciados constitucionales. Al referirse de manera genérica a la

7. “La Historia de nuestra revolución”, Diario Político de Santafe de Bogotá, 7 de septiembre, 1810, 58 y 59.

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libertad de imprenta, entendemos que los redactores de las normas estaban hablando, también de forma genérica, de la libertad de opinión, de expresión de esa opinión, que podía ser acelerada o expandida por un elemento tecnológico —la imprenta— cuya eficaciaapenasempezabaapercibirseenelcasohispanoamericano.

La aclimatación y las primeras aplicaciones de una legislación novedosa, con-tradictoria y vacilante sobre la libertad de imprenta tuvo lugar entre 1808 y 1812. Asegurar una libertad en la órbita de una tradición ilustrada, según los antece-dentes de los derechos universales proclamados por la Revolución Francesa, tenía que compaginar con las prevenciones y los castigos a los posibles abusos. Si se com-para el decreto casi inaugural del 10 de noviembre de 1810, emanado de las Cortes deCádiz,esmuchomásafirmativoquelosartículosalrespectoproducidosporlamayor parte de las constituciones escritas en la América española hasta 1815. En el decretosedeclaracategóricamenteelfindelacensuraprevia:“Todosloscuerpos y personas particulares, de cualquier condición y estado que sean, tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anteriores a la publicación...”8. Mientras tanto, las constitucio-nesamericanasde lamismaépocaprefirieronescribirartículosqueconcedían lanueva libertad y, de inmediato, hacían advertencias sobre las responsabilidades de los autores de impresos. Veamos algunos ejemplos de artículos elaborados en constituciones redactadas en lugares y tiempos diferentes, aunque cercanos, con variantes ostensibles en la escri-tura y unos más profusos que otros:

cuadro 1: comparativo de primeros artículos coNstitucioNales soBre liBertad de im-preNta eN hispaNoamérica

8. Citado por Emilio Parra López, La libertad de prensa en las Cortes de Cádiz (Valencia: nau Libres-Biblioteca Vir-tual Cervantes, 2005 [1984]), 13.

Constitución de Cundinamarca(30 de marzo de 1811 y promulgada el 4 de abril de 1811)

Art. 16- El Gobierno garantiza a todos sus ciudadanos los sagrados derechos de la Religión, propiedad y libertad individual, y la de la imprenta, siendo los autores los únicos responsables de sus producciones y no los impresores, siempre que se cubranconelmanuscritodelautorbajolafirmadeeste,yponganenlaobrael

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Fuentes: Diego Uribe Vargas, Las Constituciones de Colombia, vols. i y ii, Bogotá, Ediciones Cultura Hispánica, 1985; Academia Nacional de la Historia. El pensamiento constitucional hispanoamericano hasta 1830 (Madrid: Ediciones Guadarrama, 1961), vols. i, iii y v.

Admitamos que el solo hecho de proclamar una libertad que antes no se tenía cons-tituyó un paso hacia la modernidad política y cultural, pero también consideremos que se anunciaba un nuevo espacio público todavía restringido y temeroso. El uso de la libertad de imprenta no podía perturbar ni la tranquilidad pública ni el dogma, ni la moral cristiana ni la propiedad, ni la estimación ni el honor de los ciudadanos. Tanto la reglamentación gaditana como las constituciones elaboradas en las provincias

nombre del impresor, el lugar y el ano de la impresión; exceptuándose de estas reglas generales los escritos obscenos y los que ofendan al dogma, los cuales, con todo eso y aunque parezcan tener estas notas, no se podrán recoger, ni con-denar, sin que sea oído el autor. La libertad de la imprenta no se extiende a la edición de los libros sagrados, cuya impresión no podrá hacerse sino conforme a lo que dispone el Tridentino.

Constitución del Estado de Antioquia (21 de marzo de 1812)

Art. 3-La libertadde la imprentaeselmásfirmeapoyodeungobiernosabio

y liberal; así todo ciudadano puede examinar los procedimientos de cualquiera ramo de gobierno, o la conducta de todo empleado público, y escribir, hablar, e imprimir libremente cuanto quiera; debiendo sí responder del abuso que haga de esta libertad en los casos determinados por la ley.

Constitución federal para los Estados de Venezuela, Caracas, 1811

Art. 181- Será libre el derecho de manifestar los pensamientos por medio de la imprenta; pero cualquiera que lo ejerza se hará responsable a las leyes, si ataca y perturba con sus opiniones la tranquilidad pública, el dogma, la moral cris-tiana, la propiedad y estimación de algún ciudadano.

Constitución de Apatzingán, México, 1814.

Art. 40- En consecuencia, la libertad de hablar, de discurrir, y de manifestar sus opiniones por medio de la imprenta, no debe prohibirse a ningún ciudadano, a menos que en sus producciones ataque al dogma, turbe la tranquilidad pública, u ofenda el honor de los ciudadanos.

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americanas partían de una misma matriz. Al parecer, el liberalismo español y la diri-gencia criolla en América bebieron de la fuente común proporcionada por algunos escritos de Jeremías Bentham (1748-1832), transmitidos y comentados por José María Blanco White (1775-1841) en su periódico El Español, redactado en Londres. Si se revisa la Gaceta de Caracas (abril de 1811), el Semanario ministerial de Santafe de Bogota (julio de 1811) y aun La Bagatela, redactada por Antonio Nariño (diciembre de 1811), será fácilconstatarunaamplificacióndealgunosprimigeniosescritosdeBenthamsobrela libertad de imprenta en momentos de discusión y debate en la elaboración de las primeras constituciones políticas en Venezuela y Nueva Granada.

Existe una historiografía que durante varios decenios nos ha ilustrado sobre elinflujoejercidoporBenthamenlasprimerasgeneracionesdepolíticosrepubli-canos en Hispanoamérica. Intercambios epistolares y legislaciones lo testimonian, perohayequívocosyexcesosenlavaloración.Nosehaponderadobiensuinfluen-cia temprana, aquella anterior al inicio de la década de 1820. Digamos que desde 1978 la historiografía inglesa admite que hacia 1810 o antes, hubo una relación entre Francisco Miranda (1750-1816) y el legislador británico que luego se exten-dió al publicista español residente entonces en Londres, José María Blanco White9. PeroelexamenmatizadodeeseencuentroydelasupuestainfluenciadeBenthamson más recientes. Es cierto, Miranda y Blanco White fueron el puente de trans-misión de unos escritos de Bentham sobre la libertad de imprenta que pudieron servir de sustento a los liberales españoles y a la dirigencia criolla, especialmente en Venezuela y Nueva Granada, para redactar las primeras constituciones. Sin embargo, ni la anécdota cierta de la relación temprana con el jurista inglés ni la difusión de sus manuscritos bastan para darrespuestacerterasobreelgradodesuinfluencia.¿Porqué? Una cosa creía Bentham acerca de la libertad de imprenta, otra cosa necesitaban los legisladores en Hispanoamérica. Bentham, como otros intelectuales británicos, veía entonces con enorme simpatía los sucesos del otro lado del Atlántico; el paso a un régimen de libertades individuales le parecía el más auspicioso. Por otra parte, el momento ideológico del jurista inglés era muy particular; se dice que su amistad con James Mill (1773-1826), hacia1809,habíainfluidofuertementeensuinclinaciónfilosó-ficaradicalquelehizoexaltarunademocracialiberal,enquelalibertad de opinión ocupaba un lugar privilegiado10.

9. Theodora McKennan, “Jeremy Bentham and the Colombian Liberators”, The Americas 34: 4 (1978): 460-475. La autora se basa en un remoto artículo de derecho comparado escrito en 1948 por: Kurt Lipstein, “Bentham: Foreign Law and Foreign Lawyers”, en Jeremy Bentham and the Law, dir. George W. Keeton y G. Schwarzenberger (London: Greenwood, 1948), 202-221.

10. Un interesante artículo sobre la evolución ideológica de Bentham: J.R. Dinwiddy, “Bentham’s Transition to Political Radicalism, 1809-10”, Journal of the History of Ideas 36: 4 (Oct. - Dec., 1975): 683-700.

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UnexamentodavíasuperficialdelastesisdeBenthamyloplasmadoenlascons-tituciones redactadas en Hispanoamérica entre 1810 y 1815, permitiría pensar que el Sabio Bentham —como ya lo denominaban— no fue seguido al pie de la letra. En princi-pio, los constituyentes criollos pudieron haber compartido las premisas de “asegurar la libertad de imprenta” e “impedir los inconvenientes que esta libertad puede pro-ducir”11; también pudieron haber compartido la importancia concedida a la libertad de imprenta como medio de vigilancia de las conductas de los funcionarios públicos. Pero quizás no compartieron el optimismo del pensador inglés en lo concerniente a laconfianzaquepodíadepositarseenelpuebloyen la importanciaconcedidaalnúmero, a la mayoría, como fundamento de la discusión pública. La distancia entre los manuscritos del jurista inglés y una realidad inquietante debieron inclinar a los legis-ladores hacia una libertad concedida con ambigüedades y temores. Lo cierto es que los artículos sobre libertad de prensa narran, a su manera, tempranas pugnas entre faccionespolíticas,dificultadesparalograrconsensospolíticosylanecesidaddecon-solidar a un personal político consagrado a las tareas de representación. La libertad deimprentateníaqueemplearsepara“fijarlaopinión”,paragarantizarconsensos,para lograr algún nivel de unanimidad y de adhesión en torno a gobiernos incipientes. Además, el manuscrito de Bentham nada dice ante un elemento de ostensible interés para los políticos hispanoamericanos, como lo era la relación con la Iglesia católica. La preocupación por el respeto al dogma católico estaba ausente en su opúsculo, mien-tras que para las élites criollas y para los liberales españoles era una preocupación inmediata. Los nuevos estados, según las primeras constituciones políticas, debían ser confesionales, protectores de una religión en particular.

Vigilar y controlar la nueva libertad implicaba en la sociedad hispanoamericana impedir que prosperaran acciones que contrariaran el sistema representativo que intentaba erigirse. Cualquier conducta, individual o colectiva, por fuera de ese sistema era un atentado a la tranquilidad pública, un cuestionamiento al necesario consenso. Por eso, ante tantas precauciones que rodeaban la puesta en marcha de la libertad de imprenta, vale la pena indagar si su aplicación fue armoniosa y diáfana o si estuvo

plagada de incoherencias, de vacilaciones e, incluso, de atropellos a la libertad misma que se acababa de proclamar.

3. liBertades y restriccioNes

Entre 1810 y 1815, a pesar del fracaso de la tentativa de for-mación de gobiernos republicanos, tuvo lugar en lo que hasta

11. “Artículo extractado de los manuscritos ingleses de Bentham y publicado por el señor Blanco en su Español”, en La Bagatela, Santafe de Bogotá, n.o 23, 1 de diciembre, 1811, 86.

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entonces había sido el Nuevo Reino de Granada la consagración pública del individuo letrado. En ese lapso se hizo evidente que el personal letrado iba a consolidarse como el principal emisor y consumidor de opinión, que se iba a erigir en ciudadano activo, endetentadorde la representacióndel pueblo, en empleadopúblico y, enfin, quesu condición letrada iba a ser la premisa del reconocimiento como agente político. Las constituciones de esa época fueron casi obsesivas en su redacción al otorgarle a ese grupo de individuos una gama de funciones, derechos y deberes. Dicho de otro modo, el hombre de letras logró en aquella coyuntura un papel protagónico que le permitió fabricar el espacio público para su actuación.

El pueblo —categoría cuya sustancia no podemos dilucidar del todo aquí— había delegado la soberanía en sus representantes, quienes se dedicaron a redactar cons-tituciones que, desde el preámbulo y a lo largo de sus articulados, construyeron una institucionalidad fundada en el mecanismo legitimador de la representación. La pieza central de ese mecanismo fue el sistema electoral que en muchas de esas constitucio-nes fue reglamentado con minuciosidad. Para participar como sufragante o elector se necesitaba reunir requisitos superiores al de ser ciudadano. Aunque el sistema electoral de estas primeras constituciones ha merecido y merece estudio aparte, nos interesa destacar al menos lo siguiente: primero, el camino electoral fue expuesto como el único válido en el reconocimiento de la representación política o, mejor, el representante del pueblo era el fruto de un proceso electoral que era, a la vez, un proceso selectivo de una capa ilustrada y pudiente de ciudadanos. Por ejemplo, la Constitución de Cartagena de 1812 exigía, como otras, las siguientes cualidades para ejercer el derecho a elegir:

“Las cualidades necesarias para tener en ejercicio este derecho son: la de hombre

libre, vecino, padre o cabeza de familia, o que tenga casa poblada y viva de sus ren-

tas o trabajo, sin dependencia de otro; y serán excluidos los esclavos, los asalariados,

los vagos, los que tengan causa criminal pendiente, o que hayan incurrido en pena,

delito o caso de infamia, los que en su razón padecen defecto contra-

rio al discernimiento, y, finalmente, aquellos de quienes conste haber

vendido o comprado votos en las elecciones presentes o pasadas”12.

En segundo lugar, y en conexión con esa reglamentación electoral, algunas cartas constitucionales adelantaron precisio-nes en torno al tipo de individuos que podían ocupar cargos en cualquiera de los tres poderes; para ser presidente de un estado

12. Constitución de Cartagena de 1812, título ix, art. 2, en: Diego Uribe Vargas, Las Constituciones de Colom-bia, vols. i y ii (Bogotá: Ediciones Cultura Hispánica, 1985), 559. En adelante, todas las citaciones de las constituciones provienen de esta compilación.

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o una provincia se exigió, principalmente, que fuese magistrado o juez letrado. La Constitución de Cartagena de 1812 y la de Cundinamarca del mismo año determina-ron que para ser miembro del poder ejecutivo era necesaria “la instrucción en materias de política y gobierno”13. Esta consagración pública del hombre letrado como hombre político estuvo basada, entonces, en la elaboración de un sistema electoral altamente selectivo que determinó, en buena medida, la índole futura del personal profesional de la política. La simple redacción de constituciones fue, visto así, un ejercicio neto de poder,dedefinicióndeuncuerpopolítico,aunqueenlarealidadsufuncionamientoestuviese sometido a las tensiones y la incertidumbre.

Esas constituciones estuvieron precedidas y acompañadas por tensiones de diversa índole. Las élites criollas de la América española temieron los desbordamientos popu-lares y socio-raciales que habían dado señales de profundos descontentos durante la administración colonial; los sucesos de Haití o la rebelión comunera de 1781 no podían despreciarse. Entre la misma élite criolla no había unanimidad acerca del diagnóstico y del horizonte que podía diseñarse en lo que habían sido, hasta entonces, unidades adminis-trativas de la Corona española. Relaciones familiares, de amistad, de vecindad; intereses comerciales, viejas disputas entre parroquias, resistencias al cambio en nombre de la tradición, ambiciones geoestratégicas según las mutaciones en la repartición del mundo; todo eso, y otras cosas más estuvieron en juego durante el período que va de 1808 a 1814 en los antiguos dominios españoles en América. En la intensidad e importancia de ese momento de tránsito no es necesario insistir porque la historiografía universitaria ha dicho ya cosas contundentes. Pero lo que interesa aquí es recalcar la existencia de ese clima de tensiones para entender el ánimo con que se legisló y se obró en materia de nuevas libertades individuales, cómo se exhibió un tímido liberalismo en la enunciación y aplicación de, por ejemplo, la libertad de imprenta y la libertad de asociación.

Las primeras legislaciones sobre la libertad de imprenta fueron contradictorias; mezclaron el otorgamiento entusiasta de la nueva libertad con un listado de res-tricciones. Ya decíamos que la libertad de imprenta estuvo inscrita en la libertad de opinión; al ciudadano se le otorgó el derecho de manifestar sus opiniones por medio de la imprenta “o de otro cualquier modo”. En algunas constituciones, como la de la provincia de Mariquita, se pretendió conferirle a la libertad de opinión la

capacidad de intervención, de examen y vigilancia sobre la repre-sentación política y los funcionarios del gobierno, algo que había sido materia de discusión en Francia en los años inmediatamente posteriores de su revolución:

13. Constitución de Cartagena de 1812, título v, art. 26, p. 531; Constitución de Cundinamarca de 1812, título v, art. 29, p. 601.

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“La libertad de imprenta es esencialmente necesaria para sostener la libertad del

Estado. Por medio de ella puede todo ciudadano examinar los procedimientos del

Gobierno en cualquier ramo, la conducta de los funcionarios del pueblo como tales,

y hablar, escribir, reimprimir libremente lo que guste, exceptuándose los escritos

obscenos y los que ofendan al dogma, quedando responsable del abuso que haga de

esta libertad en los casos fijados por la ley”14.

La Constitución del Estado de Antioquia de 1812 es más generosa en contradic-ciones y nos permite sospechar un ambiente político repleto de tensiones; es la que mejor condensa las aprensiones del personal político-letrado de la época. Como otras, comenzóanunciandoque la libertadde imprenta “eselmásfirmeapoyodeun Gobierno sabio y liberal”; al parecer, el deseo más inmediato de los gobiernos pro-visorios de aquel tiempo fue encontrar en los impresos un medio de difusión de la actividaddelosnuevosgobernantesy,portanto,unrecursorápidoyeficazdelegi-timación. Enseguida hay un artículo, como en casi todas las legislaciones de la época, consagrado a advertir que “no se permitirán escritos que sean directamente contra el dogma y las buenas costumbres”. La defensa del dogma católico, se entiende, siempre estuvoencorrespondenciacondeclararalareligióncatólicacomolaúnicaoficialdelEstado. Pero he aquí lo que más nos interesa por ahora; sigue otro artículo que dice: “Tampoco se permitirá ningún escrito o discurso público dirigido a perturbar el orden y la tranquilidad común, o en que se combatan las bases de gobierno adoptadas por la provincia, cuales son la soberanía del pueblo y el derecho que tiene y ha tenido para darse la Constitución que más le convenga”. La impresión y puesta en circulación de escritos que pudieran cuestionar las bases de un gobierno, su legitimidad, todo aquello que no contribuyera a la urgencia de un consenso podría ser considerado como “un crimen de lesa patria”15. Esta preven-ción podría ser comprensible en 1815, ante la inminente llegada de la expedición militar de reconquista en cabeza del general Pablo Morillo (1778-1837), momento en que las lealtades políticas y mili-tares eran primordiales.

4. uN retorNo a la ceNsura

Los historiadores coinciden en considerar los últimos decenios del siglo xviii y los primeros del siglo siguiente como un período de tránsito, en que un primer liberalismo debió convivir y mezclarse

14. Constitución de Mariquita, 21 de junio de 1815, título I, artículo 9, p. 647. Sobre la semejanza con la libertad de opinión como ejercicio del poder devigilanciaoderatificacióndelosactos legislativos, Pierre Rosanvallon, La démocratie inachevée (París: Galli-mard, 2000), 44-46.

15. Constitución del Estado de Antioquia, 21 de marzo de 1812, sección ii, art. 3, p. 466. No hay ostensibles cambios en la Constitución de 10 de julio de 1815, también del Estado de Antioquia.

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con los principios intelectuales y morales de la Ilustración y con los remanentes de una sociedad que aún no se regía por valores inherentes al individualismo. Dicho de otro modo, un orden jurídico nuevo y proclive a la extensión de libertades indi-viduales contrastó por algún tiempo con una sociedad que veía todavía con recelo la emergencia de una categoría inquietante que empezaba a llamarse “opinión pública”. En ese tiempo hubo tensiones entre quienes proclamaron y quisieron poner en práctica la libertad de imprenta, y aquellos que estaban acostumbrados a ciertas restricciones en la expresión con tal de evitar la perturbación de la tranquilidad pública. La apari-ción de periódicos e incluso impresos de factura más modesta en que los individuos difundían sus opiniones políticas fue una novedad difícil de admitir para una comu-nidad letrada acostumbrada a ver en los periódicos un instrumento de difusión de noticiasmoralycientíficamenteútiles,decuriosidades,derecetasdeurbanidad,deleyes que pretendían contribuir a la felicidad general. De hecho, los primeros gobier-nosprefirieronpromover gacetas oficiales que garantizaranunnecesario y rápidoconsenso y, al mismo tiempo, intentaron restringir e incluso prohibir la existencia de periódicos redactados por individuos interesados en la polémica política16.Endefinitiva,hubounaetapadesapacibledurantelaqueseenfrentaronaquellos

que comenzaban a apelar al naciente y aparentemente imparcial “tribunal de la opi-nión pública”, que preferían someterse a la aceptación o censura del público en vez de seguir apelando a la tradicional aprobación de un monarca, y aquellos que seguían creyendo que los impresos debían promover las buenas costumbres y la obediencia a las autoridades. A ese dilema, muy visible a partir de 1808, se va a agregar luego, hacia 1813, la urgencia de garantizar la unanimidad en la lucha contra un enemigo. Por eso, la libertad de opinión fue en aquel tiempo un precioso dato jurídico al que se podía acudir a la hora de reclamar justicia y respeto a un derecho individual recién conquistado y, con frecuencia, conculcado por gobiernos que todavía ponían en duda la autoridad anónima y general del tribunal de la opinión. El enfrentamiento de esas

dos percepciones acerca de la índole que debían tener los impresos fue, por supuesto, origen de polémicas.Hacia1814yasehabíanacumuladosuficientesenfrentamien-

tos entre realistas y patriotas, entre federalistas y centralistas, como para que en la Nueva Granada y Venezuela se impusieran medidas draconianas. Entre enero y agosto de 1812, el Estado de Cundinamarca, al mando de Antonio Nariño (1765-1823), les declaró la guerra a las Provincias Unidas; mientras tanto, en

16. Una caracterización de ese período detransiciónlahaceAnnickLem-périére, “República y publicidad a finalesdelAntiguoRégimen(NuevaEspaña)”, en Los espacios públicos en Iberoamérica. Ambigüedades y problemas. Siglos xviii-xix, eds. Francois-XavierGuerrayAnnickLempériére(México: Fondo de Cultura Econó-mica, 1998), 54-79.

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Venezuela, el 4 de abril de 1812 se le otorgó facultades extraordinarias al poder ejecu-tivo. El 15 de junio de 1813, Simón Bolívar (1783-1830) declaró la guerra a muerte a los españoles. En un momento álgido de alinderamientos políticos y militares, de con-centración del poder en un individuo —para entonces el Libertador ya era, también, un dictador que reunía las facultades de los tres poderes— la libertad de imprenta consagrada en las primeras constituciones quedó sometida al arbitrio de un férreo poder ejecutivo concentrado en la dirección de la guerra17. El retorno a la censura previa pareció entonces inminente.

En la Gaceta de Caracas del 28 de febrero de 1814, el secretario de estado de la repú-blica confederada de Venezuela les comunicó a los redactores del periódico que habían publicado“avisosoficialesyparticularesquehandesagradadoalLibertador”.Portalmotivo, dijo enseguida, Bolívar tuvo la intención de suprimir el periódico y, en vez de eso,resolvióquetododocumentooficialpodíaserpublicadoperoconsupreviaauto-rización; que sobre los procedimientos de los demás gobiernos no se podían publicar reflexiones“sinconsultarlasantesconlaSecretaríadeEstado,paralapreviaaproba-cióndelLibertador”.Aunquealfinaldeloficioseagregóqueestasdeterminacionesnosignificabancoartarlalibertaddeprensayqueera“permitidomanifestar[enLa Gaceta] las opiniones que quiera”, hay que admitir que se trataba de imponer un con-trol sobre los impresos18. La Gaceta de Caracas comenzaba apenas a reponerse de una etapa de control por parte del ejército realista y volvía a ser baluarte de la causa eman-cipadora; aun así, la tensión de la guerra había arrastrado a Bolívar a amenazarla; ahorabien,¿quépodríahabersucedidoenaqueltiempoálgidoconloscasosdeaque-llosindividuosqueesporádicamentedesearonimprimirypublicarsusopiniones?

Para comienzos de 1814, cuando ya había retornado el rey Fernando VII al trono en España, en territorio americano hubo serios amagos reaccionarios. El Argos de la Nueva Granada contiene testimonios de debates en torno a una nueva legislación que contribuía al retorno de la Inquisición o, al menos, a los tiempos de la censura eclesiástica previa sobre cualquier impreso; además se denunciaba la represión de lasautoridadesqueordenabanconfiscaralgunosimpresospues-tos en circulación. Las denuncias y argumentos difundidos en el periódico del 24 de febrero de 1814 no sólo hablaban de una legisla-ción que pretendía imponer de nuevo el lenguaje de los anatemas contra supuestos herejes, sino que coartaba las conquistas recién adquiridas por el espíritu liberal de entonces; se denunciaba, ade-más, que no se convocaría regularmente a elecciones. Por eso, una

17. Sobre ese momento político, tanto en la Nueva Granada como en Vene-zuela, Clément Thibaud, Repúblicas en armas (Bogotá: Planeta, 2003), 140-148.

18. “OficiodelSecretariodeEstadoala redacción de la Gaceta”, Gaceta de Caracas, 28 de febrero, 1814, 2.

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de las denuncias presentadas por quien se presentaba como un suscriptor del perió-dico en mientes, remataba así:

“A Dios mi amigo, no vengas por acá hasta que esté restablecida la constitución;

que reine la ley y no la voluntad caprichosa de los hombres: que haya libertad de

imprenta, que se respeten los derechos del hombre; que haya elecciones periódicas

sin interrupción, que los Ciudadanos puedan libremente hablar y escribir, y en fin

que no haya Dones ni Cruzados, sino Ciudadanos en todo iguales delante de la ley”19.

Ladenunciamanifestabaquehaciafinesde1813fueronaprobadasporelCongresodel Estado de Cundinamarca algunas leyes que restablecían para la Iglesia católica potes-tades en torno a la delación, persecución e incluso condena de aquellos individuos que atentaran con sus opiniones contra la preeminencia del dogma católico; además, el poder ejecutivo había dispuesto suspender la convocatoria del Colegio Electoral20.Enfin,elpeli-gro de que el Gobierno mutara de “popular representativo” a “monárquico u oligárquico” —como lo decía el anónimo suscriptor—, que hubiese un probable retorno o triunfo de lospartidariosdeunaregenciayqueseconsolidaraundefinidopartidoafavordeunacausa patriótica, todo eso volvía inexorable la apelación a lo que él llamaba el Tribunal de la opinión pública. Este Tribunal de la opinión pública era el último y supremo recurso para lograr el triunfo de la razón, por su carácter incorruptible e imparcial.

Pero, precisamente, ese recurso estaba en entredicho porque un régimen más amplio de libertades estaba en peligro; eso afirmaba enseguida Sinforoso Mutis

(1773-1822) —sobrino del director de la Expedición Botánica, com-pañero de Antonio Nariño en la campaña militar de 1812— en la representación que envió al Senado el 16 de febrero de 1814 y que acompañaba la denuncia anterior expuesta en El Argos de la Nueva Granada21. La carta acudió a un epígrafe aleccionador, citó una frase seguramente proveniente de los manuscritos de Bentham publi-cados en uno de los primeros números de El Español: “La libertad de la imprenta no depende de la censura anterior o posterior, sino de la libre circulación de los escritos”. El epígrafe anunciaba bien la índole del reclamo que expuso Mutis; por orden del poder ejecutivo un alguacil recogió 131 ejemplares de un impreso de su autoría que había puesto a la venta en una tienda. Es interesante ver cómo el autor de la representación y del impreso acude a la Constitución política para demostrar que varios derechos le habían

19. “Noticias del interior”, Argos de la Nueva Granada, Tunja-Bogotá, 24 de febrero, 1814, 63.

20. El denunciante cita, por ejemplo, en materia de opiniones sobre la religión católica, el acuerdo del 30 de octubre de 1813, publicado en Gaceta ministerial de Cundinamarca del 11 de noviembre del mismo año; y el decreto del 7 de diciembre de 1813, publicado también en la Gaceta ministerial del 16 del mismo mes, sobre suspensión de la convocatoria del Colegio Electoral.

21. “Representación que ha dirigido el ciudadano Sinforoso Mutis al Exmo. Senado”, Argos de la Nueva Granada, Tunja-Bogotá, 24 de febrero, 1814, 63.

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sido vulnerados y que había, por tanto, un abismo entre los derechos consagrados y los actosdelpoderejecutivo.Conlaconfiscacióndelimpresopuestoyaenventa,Mutispensaba que le estaban conculcando varias libertades conexas: la de impresión, la de circulación de impresos, la de disponer de sus bienes y rentas, la de gozar y disponer delfrutodesuingenio.Endefinitiva,unagamadelibertadesquecirculabandesdeladifusión de los derechos del hombre y el ciudadano y que fueron también proclamadas en casi todas las constituciones del interregno de 1811-1815.

Esta primera etapa de enunciación y aplicación de libertades individuales fue sinuosa para la libertad de imprenta; así comienza una historia menuda de avances y retrocesos en materia de difusión de impresos que hace falta documentar. Hemos reunido algunos ejemplos y, con seguridad, hallaremos otros. Hasta ahora podemos hablar de un momento indeciso durante el cual quienes abogaban por la instaura-ción de principios liberales hallaban en los primeros gobiernos temores, fundados o infundados, sobre el otorgamiento pleno de ciertas libertades individuales. Como lo analizaremos en otra parte, el asunto fue más evidente y casi unánime en el caso de la libertad de asociación; la libertad de imprenta parecía ser parte de las premisas de ins-tauración de un sistema representativo, mientras que la libertad de asociación podía ser uno de los elementos más peligrosos para el buen funcionamiento de ese sistema.

Para entender aún mejor los dilemas y contradicciones de esta primera etapa de apelación sistemática a la opinión pública, hemos considerado muy apropiado acudir al testimonio generado con lucidez por Antonio Nariño en su polémico y sustancioso periódico La Bagatela, publicado entre el 14 de julio de 1811 y 12 de abril de 1812.

5. el periódico de opiNióN política

Hacia 1810, los criollos ilustrados de la Nueva Granada, como en otros lugares de la América española, eran asiduos lectores de gacetas, periódicos o papeles que se daban regularmente al público. Estaban familiarizados con lecturas individuales y colecti-vas de jornales, diarios o “mercurios” venidos de Europa; ya había antecedentes de asociaciones cuyos objetivos principales habían sido recibir, leer y comentar prensa extranjera. Estaban iniciados en la lectura de los asuntos políticos, un asunto nuevo entre quienes le habían dado hasta entonces mayor importancia a temas relacionados con la economía y las ciencias aplicadas. Muchos de ellos habían encontrado delez-nableeloficiodeabogadoyhabíanexploradootrasocupacionesypreocupaciones. De todos modos, ya sabían apreciar la importancia de dirigirse regularmente a un público lector y también eran conocedores de ardides didácticos y retóricos para

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persuadir a sus destinatarios. Eran poseedores de un arsenal retórico fraguado prin-cipalmente en la formación jurídica y en el diletantismo adjunto que les condujo a lecturas diversas y dispersas que se fueron revelando en el orden personal de sus bibliotecas.Mezcladeabogados,científicosaficionadoseiniciadosenasperezasteo-lógicas; comerciantes de variada mercancía, entre ellas libros; ocasionales y frustrados funcionarios al servicio de la Corona; escritores que ya habían sido aleccionados sobre las implicaciones de publicar impresos sin permiso de las autoridades reales22.

A partir de 1810, cuando parecía inminente la consagración a la tarea de difundir la opinión política, mucho de lo que entonces sabían y hacían, es decir, el acumulado simbólico que poseían lo pusieron a disposición de los trabajos de publicar perió-dicos. Esos periódicos, desde el título, el epígrafe y el prospecto hasta el anuncio másínfimorelacionado,porejemplo,conellugardeventa,proporcionanahoraunainformación densa. Sus títulos son, por ejemplo, una revelación de propósitos, de las condiciones de circulación de los impresos en aquella época, de la situación política que los movilizó, de las referencias políticas o literarias que los inspiró. Aquel perió-dico que apareció en 1801 con el título Correo Curioso, Erudito, Económico y Mercantil de la ciudad de Santafé de Bogotá,evocabaunacreencia,quesehabíaafirmadoduranteelsiglo xviii, según la cual los periódicos eran una ampliación de una relación episto-lar; además de eso apelaba a una tradición europea de exitosos y también fracasados periódicos con títulos y propósitos muy semejantes. Llamarse El Efímero (Cartagena, 1812) parecía aludir a la certeza de una pronta e irremediable desaparición, o a que la misión que pretendían cumplir los redactores tomaría poco tiempo o a que cada número sería pronto materia de olvido para el público.

Los títulos que escogieron los periódicos neogranadinos que aparecieron entre 1810 y 1814 aluden a un repertorio de títulos que deambularon por el periodismo europeo del siglo xviii y que sugieren una hipótesis de clasificación. Las gacetas ministerialesdebieroncorresponderconunatradicióndeinformaciónpolíticafielal Gobierno; información política sin comentarios que se reducía a publicar decre-

tos, leyes y consignas de un gobierno. Aquellos denominados El Argos o El Observador dan testimonio de un largo listado de periódicos efímeros con igual título en que se imbricaban la noti-ciaescueta,elrelatoficticio,lasátirayelafánmoralizadordeunpersonaje narrador omnipresente en la vida social. Entre 1810 y 1814 se esbozaron, sobre todo entre los periódicos que fueron publicados en Bogotá y Cartagena, los dos principales lugares de

22. Una semblanza bien documen-tada de las prácticas de lectura y de escritura de los criollos ilustrados haciafinesdelsigloxviii y comien-zos del xix, en: Renán Silva, Los ilustrados de Nueva Granada, 1760-1808 (Bogotá-Medellín: eafit-Banco de la República, 2002).

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eclosión de la opinión política, por lo menos tres tipos de periódicos: la gaceta de información política escueta, aparentemente neutral y que esperaba aglutinar un consenso sobre el orden político emergente; el periódico híbrido que combinaba la publicación de decretos, leyes y actos de gobierno con la opinión editorial de un grupoderedactoresparticularesqueeran,enprincipio,afinesalGobierno;yaque-llos que eran el resultado de una libertad individual neta que esperaba expresar su opinión política. Estos periódicos nacidos de esa voluntad individual podían ser adeptos o contrarios al Gobierno, en todo caso podían ser críticos y, en consecuen-cia, incómodos o hasta peligrosos.

Los epígrafes, mientras tanto, esas citaciones que encabezan un libro o cualquiera otro texto, fueron asiduos en la prensa decimonónica por su condensación de ideas, porresumir ladivisade losredactores;pertenecieronaunatradicióndereflexio-nes, sentencias y máximas leídas, aprendidas y comentadas en tertulias. Cada uno de esos epígrafes era una caracterización colocada en la fachada del periódico con eldeseodevolversesuinsignia,unatentativadedefinicióntemprana—ariesgodevolverse equívoca— del carácter de la publicación y del compromiso de sus auto-res. Los epígrafes prolongaron una tradición retórica en circunstancias históricas y políticas distantes; toda una sabiduría ligada a los métodos y asuntos aprendidos en la formación jurídica y teológica del siglo xviii, con las inherentes nociones de repú-blica o de ciudadanía o de libertad, que los responsables de los periódicos pusieron en exhibición. La inicial abundancia de frases extraídas de las lecturas de Cicerón, Platón o Tito Livio contrastaría poco a poco con citas provenientes del pensamiento de un Washington o un Franklin, mientras los ilustrados franceses —Rousseau o Montesquieu— parecieron marginales o proscritos por varios lustros. Y luego el prospecto, la primera y principal orientación para el lector; allí se anunciaban los propósitos, el plan de trabajo, las prioridades temáticas, las adhesiones políticas, se advertían las rivalidades o simpatías que incitaron a fundar tal o cual semanario. El prospecto, a diferencia del título y el epígrafe, estaba más cerca del espíritu mer-cantil que iluminaba la fundación de un periódico; su función era publicitaria porque se concentraba en presentarse ante el público lector, en ofrecer unos servicios, en prometer la satisfacción de deseos o necesidades. El prospecto era, entre todos los elementos liminares del periódico, el que se ocupaba por representar los sentidos atribuidos al escrito, al escritor y al lector. Toda esta información colocada en el umbral de los periódicos no es nada despreciable, nos remite a unos códigos y pro-tocolos de la escritura y nos introduce en un mundo simbólico que nos es cada vez

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más lejano, pero que nos permitiría entender mucho mejor cómo fueron empleados ciertos recursos retóricos para persuadir un auditorio que se ampliaba23. Quizás seamuy evidente y poco cuestionable que aquellos ilustrados de fines

del siglo xviii y comienzos del xix, que emergieron como una nueva élite gobernante a partir de 1810, eran unos avezados productores y consumidores de símbolos de todo tipo.Sinembargo,esacondiciónnolesfuesuficienteparaconstruirsintropiezosuna nueva estructura política sustentada en nuevas bases de legitimidad; tampoco lesfuesuficienteparaestablecerosiquieraaceptarqueelnuevoordenimplicabaunas relaciones imprevisibles, y por tanto difíciles de controlar, entre el poder políticoeindividuoslibres.Demaneraqueapartirde1810sefueronrevelandodifi-cultades en la constitución de un cuerpo político, en la enunciación y elaboración de las reglas de existencia de una estructura política emergente; eso podría expli-car en parte la proliferación provincial de reglamentos constitucionales. El personal político-letrado había entrado en disputa por garantizar el predominio de tal o cual concepción del orden político, y a eso se agregaba que entre esa élite había indivi-duos persuadidos de la necesidad de disfrutar de nuevas libertades, entre ellas la de presentar de manera periódica y pública sus opiniones políticas. Divididos en torno al tipo de gobierno que debían erigir y escindidos en torno al uso público de la pala-bra escrita, los políticos-letrados delataron así su incertidumbre ante una situación inédita para la cual no parecían preparados.

No fue sencillo, entre la dirigencia política de la época que examinamos, aceptar que los individuos expresaran libremente sus opiniones políticas. El Diario político de Santafe expuso de manera clara las vertientes de la tensión entre la necesidad de excluir alpueblode laesferapúblicaycontrolarelprocesode“fijar laopinión”.El relatopredominantedesuscuarentayseisnúmerosseconcentraenlatareadejustificarel papel de los representantes del pueblo y en la importancia de alinderar la opinión a favor de un apremiante consenso político; una opinión unánime y un consenso patriótico entre el personal político debían caminar al lado de un pueblo desmovi-lizadoquedejabatranquilayconfiadamentelastareasdegobiernoenmanosdesusrepresentantes.Laaparienciaoficialdelperiódico,anunciadadesdeelprimernúmeroal advertir que “el periódico se debe a la franqueza y liberalidad de la Suprema Junta,

que nos ha dado fondos y también su protección”, contribuía a la afirmaciónde su tareade fabricaciónde launanimidad. Suape-lación indistinta a literatos, a sabios, pero también a hombres públicos para que hicieran uso responsable de sus plumas, nos

23. Para una iniciación en estos análisis peri o para textuales: Gerard Genette, Seuils (París: Editions du Seuil, 1987).

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sugierelaconciencia—¿olaexistencia?—deunaesferapúblicapolíticaenquelasper-sonas se sentían libres, tal vez sin serlo, para producir y hacer circular sus opiniones24.

Sin embargo, en aquella “tempestad política” —son palabras también del primer número del Diario político— el periódico que mejor condensó el despliegue comuni-cativodeunarsenalretóricoilustradoylasdificultadesparaejerceraplenitudunalibertad individual evidentemente anunciada, aparentemente conquistada, pero en la práctica con frecuencia conculcada, fue La Bagatela, publicada por Antonio Nariño (1765-1823) entre el 14 de julio de 1811 y 12 de abril de 1812. Antonio Nariño conoció bajoelrégimenpolíticoespañol lacensura, laconfiscacióny lacárcel.Fuepioneroen el establecimiento de un taller de imprenta en Bogotá y también pionero en con-ferirle un estatus comercial a la circulación de libros e impresos. Su periódico nació en medio de la fragmentación del cuerpo político, de pugnas de facciosas, de clanes que buscaban tener el control de la nueva situación, de soberanías provinciales que desalentaban cualquier tentativa de cohesión. Según una interpretación reciente muy plausible, las rencillas entre facciones, entre 1810 y 1811, tenían antecedentes ligados asediciones,aproyectosconspirativos,alacirculacióndepanfletoseneldecenio1790que, entre otras cosas, llevaron a la prisión al mismo Nariño25. Entre el temario de las disputas que impedían la constitución de un cuerpo político, se destacaba la discusión acerca de la naturaleza que debería tener el nuevo orden político; la aparición de su periódico La Bagatela fue el inicio de una estrategia política a favor de la difusión “del pensamiento anti-federal neogranadino”26. Teniendo esta apreciación como una de las premisas, examinemos enseguida esa estrategia de persuasión, los antecedentes históricos de su dispositivo retórico y las tensiones y censuras que parecieron circular en el mundo de la opinión en aquel momento álgido de pugnas facciosas.

6. las Bagatelas de La BagateLa

El breve formato de cuatro páginas, su título en apariencia frí-volo y evasivo, la enunciación reducida, también en apariencia, a un solo responsable; todo eso podría invitar a un examen rutina-rio de un periódico que conoció apenas treinta y ocho números y que circuló durante algo más de ocho meses. Sin embargo, su título, su antiprospecto, su primer número —y si sólo hubiese sido recuperado por la posteridad un ejemplar de ese primer número— todo eso ya habría bastado para un desafío crítico. ¿Porqué?Porquedeinmediatosepercibeunvariadorepertorio

24. “Prospecto”, Diario político de Santafe de Bogota, 27 de agosto, 1810, 1.

25. Una caracterización reciente de la política y los políticos en este período: Daniel Gutiérrez Ardila, “Un Reino nuevo. Geografía política, pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Granada (1808-1816)”, Tesis de doctorado, Universi-dad París I, 2008.

26. Daniel Gutiérrez Ardila, “Un Reino nuevo”, 245.

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retórico, una apelación a recursos discursivos y, principalmente, una evocación de un legado simbólico que el autor de La Bagatela no pudo o no quiso abandonar. Porque el autor es consciente de la transición de lo privado a lo público, de las ambigüedades de ese tránsito; porque conoce y emplea fórmulas de ampliación, de fabricación de un auditorio, sabe que está sometido a una competencia persuasiva regulada por la circulación de la opinión. Porque presenta sin ambages las tensiones y contradiccio-nes del momento. Y porque, en consecuencia, el periódico condensa un momento histórico muy tenso, vacilante, de disputas en la creación de un nuevo cuerpo polí-tico. Todo eso, que no es poco, vuelve ineludible una aproximación a lo que hace de La Bagatela un texto —no hemos dicho documento— apasionante.

El título anuncia bastante, no solamente por el sentido de la palabra bagatela entre losescritoresdefinesdel sigloxvii y comienzos del siguiente: cosa de poca impor-tancia, también diversión galante y, en asuntos de arte, una obra muy corta y ligera. Aquellosescritoresqueprefirieron,enlaprimeramitaddelsigloxviii, el adorno de la sátira y de otros desvíos literarios para hacer crítica social y moral, escogieron La Bagatelacomounodelostítulospreferidosparasusperiódicos.¿HabríaleídoNariñoa Pierre Marivaux (1688-1763) o habría conocido al menos los periódicos que propagó JustusVanEffen(1684-1735)enlaprimeramitaddelsigloxviiienEuropa?Cualquieraquesealarespuesta,esbuenoadvertirqueelholandésVanEffentuvounatrayectorianada despreciable como para que fuera ignorado por un hombre tan bien informado comoNariño.FueVanEffenelprimeroenllamaraunperiódicoLa Bagatela (1718) para asociarlo con la difusión de discursos irónicos; en la elongación de los siglos xvii y xviii, él sirvió de puente de comunicación de la literatura inglesa con la francesa, pues fue responsable de las primeras traducciones a la lengua francesa de las obras de Daniel Defoe (1660-1731), Jonathan Swift (1667-1745), Joseph Addison (1672-1719) y Richard Steele (1672-1729), entre otros. Mientras tanto, la apariencia de un humor inofensivo sin causa importante para defender proviene de Marivaux, especialista en ese perio-dismo de máscaras, como suelen denominarlo algunos estudiosos. El siglo xviii conoció una plétora de periódicos efímeros de buen humor, dotados de disfraces, de seudóni-

mos,deperiodistasficticios,de conversacionesentrepersonajescon alegorías o parodias del mundo real27.

El peso de la tradición ilustrada es evidente de otras maneras. Su prospecto, que es crítica del uso corriente de los prospectos, demuestra que Nariño conocía bien los artificios de la prensahasta entonces: “Es costumbre de todos los Periodistas—afirma

27. Para una visión panorámica del periodismo del siglo xviii en Europa, Pierre Retat, dir., Le Journalisme d’Ancien Régime. Questions et proposi-tions (Lyon: Presses Universitaires, 1982).

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de entrada— dar un prospecto de sus Periódicos, y amontonar en él todas las voces técnicas de las materias que ofrecen tratar”. La última página del primer número reproduce un elogio del legislador norteamericano William Penn (1644-1718), visto entonces como modelo de legislador para una sociedad liberal; el elogio de Penn hace inevitable laevocacióndealgunascartasfilosóficasdeVoltairededicadasal ilustrecuáquero inglés28. El responsable de La Bagatela acudió al recurso establecido por la prensa del siglo xviii de inventar un auditorio, de darle la palabra al público, sobre todo acudiendoacartasficticias29.Elprimernúmeroinauguraeserecurso,un“filósofosen-sible” —denominación muy propia del espíritu ilustrado— establece un diálogo que va a prolongarse con una “dama su amiga”; esa conversación es una alegoría continua de lasmujeresinteresadaseinfluyentesenlapolíticayquelesirvepararepresentarunmundo de tertulias que se ocupaba de discutir los asuntos políticos del día. Aún más, el director de La Bagatela ya se había percatado de que “las tertulias se animan, y se oyen cosas que antes era prohibido pensar”30.Laconversaciónficticiaqueseprolongaenvariosnúmerosyquesetrasladaluego

a “un amigo”, le permitió al autor disfrazar con personajes sus opiniones políticas y las de sus contradictores; pero también le sirvió para denunciar los impedimentos para la circulación de su periódico. De hecho, habría que destacar la ironía de acudir al género epistolar para denunciar que el Gobierno estaba violando la corresponden-cia de los particulares. En cuanto a epígrafes, Nariño parece haberse cuidado de no imponerlo, más bien de sugerirlo; la anomalía de su ausencia fue materia de la pri-mera página del número 8. El redactor advierte que recibió “una carta correccional, cuyo autor no quiere que la publique”; el supuesto autor de la carta obligó a Nariño a anunciar el olvidado epígrafe: Pluribus unum31. El mensaje para los destinatarios de su época parecía contundente. El autor del periódico estaba adoptando la divisa “uno a partir de varios”, que desde 1776 ornaba la documentación oficial deEstados Unidos, consigna que resumía el logro político de un país compuesto de trece colonias independientes que se integraron en una sola unidad política. Para la discusión sobre la organiza-ción político-administrativa del que había sido el Nuevo Reino de Granada, el epígrafe era declaración rotunda de adhesión a uno de los proyectos políticos en contienda.

La Bagatela no es un simple compendio del buen uso de una retórica ilustrada. Nariño apeló conscientemente a unos recursos

28. Más exactamente, habría que evocar la cuarta carta de Voltaire, concentradaenlafigurade William Penn.

29. Un estudio de esos recursos, sobre todo en los periódicos que fundó Pie-rre Marivaux, en Alexis Lévrier, Les Journaux de Marivaux (París: Presses Universitaires de France, 2007).

30. “Carta del Filósofo sensible a una Dama su amiga”, La Bagatela, Santafé de Bogotá, 14 de julio, 1811, 3.

31. “Este comienza por una adverten-cia”, La Bagatela, Santafé de Bogotá, 1 de septiembre, 1811, 29.

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depersuasiónparavolverloseficacesduranteunacircunstanciapolítica.Eltítuloesun desafío para la discusión; para qué discutir con alguien que escribe cosas en apa-riencia anodinas. El título es la primera máscara que este antiguo funcionario criollo utilizó para disfrazar un severo y continuo “dictamen sobre el gobierno de Nueva Granada”. El reto para los lectores era tomar en serio o en broma al autor de las baga-telas.Eneselenguajeambivalente,mezcladeseriedadybroma,derealidadyficción,Nariño denunció desde el primer número la violación de la correspondencia privada, y luego denunció que el Gobierno le había obligado a hacer una “contribución de 20 ejemplares”. Como buen comerciante, el responsable de La Bagatela destacó que la contribución era onerosa para cualquier particular que quisiera disfrutar de la libertad de imprimir; pero también denunció las posibles motivaciones del Gobierno: “Es cosa bien sabida que cuando se quiere prohibir indirectamente un género, no hay método más sencillo que recargarlo de impuestos”32. Las acusaciones se ampliaron y precisaron luego con nombres propios y su conversación epistolar con “una dama” fue otra forma de señalar los malos tiempos para la opinión libre33. La publicación de los extractos de los manuscritos del “sabio Bentham” sobre libertad de imprenta quiso cumplir un propósito persuasivo en un momento de dudas acerca del otorga-miento de esa nueva libertad.

El bagatelista fue representando o reproduciendo —dos palabras dignas de dis-cusión— un escenario y unos métodos de discusión política. Fue claro que Nariño exponía pasiones e intereses de una facción política, proponía un orden político y unas modalidades de legitimación del personal político; aún más, inauguró discu-

siones que iban a ocupar buena parte del proceso de formación republicana, como por ejemplo aquella de cuestionar el papel político de los eclesiásticos; considerado por algunos historia-dores muy juiciosos como “parangón de los modernos”, Nariño esbozó una discusión que ocupó buena parte del siglo xix y que a menudo fue violenta34. Utilizando otra vez la estrategia de una conversaciónficticia,“elautorde laBagatela”,comoseautode-nominó en varios pasajes, hizo amplio esbozo de un debate que iba ocupar el resto del siglo y que en varias ocasiones pasó de la discusión escrita al enfrentamiento armado; se trataba, ni más ni menos, del lugar de la Iglesia católica en el nuevo orden, del lugar y del papel del personal eclesiástico en la vida pública o, dicho mejor, la pugna por erigir un cuerpo político laico. Pero también

32. “Imprenta”, La Bagatela, Santafé de Bogotá, 21 de julio, 6.

33. “El Filósofo sensible a una Dama su amiga”, suplemento a La Bagatela, Santafé de Bogotá, 28 de julio de 1811, 2.

34. “El gran Antonio Nariño, parangón delosmodernos”,afirmacióndeClément Thibaud y María Teresa Cal-derón, “De la majestad a la soberanía en la Nueva Granada en tiempos de la Patria Boba (1810-1816)”, en Las revoluciones en el mundo Atlántico, eds. María Teresa Calderón y Clément Thibaud (Bogotá: Taurus-Universidad Externado de Colombia, 2006), 380.

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poníaenevidenciaotra cosa: ladificultadpara comunicarse conunpúblicoacos-tumbrado a seguir la literatura protegida y promovida por los templos católicos. Por esosuamigoficticioleapostabaaconseguirmásdineroylectoresredactandounanovena que un periódico. En los últimos números, Nariño ya contaba que su Bagatela andaba “en los púlpitos”, es decir, ya era materia de anatemas; pero lo que más le molestaba es que los sacerdotes católicos eran ciudadanos o eclesiásticos según la conveniencia: “Dicen que gozan de todos los derechos de Ciudadanos en lo favora-ble, y se llaman a Eclesiásticos en lo adverso: así es que los vemos mezclados en los empleos de gobierno revolviendo el mundo y cuando se trata de imponerles alguna pena pecuniaria o personal, se llaman al fuero”35. Para Nariño no fue agradable ver a clérigos ocupando puestos en el Colegio Electoral. El bagatelista estaba anunciando ladisputaentreelletradolaicoqueseconsiderabadispuestoadesplazardefinitiva-mentealtradicionalletradoeclesiásticocomofiguracentralenelcontrolsocialyladirección política; eso parecía estar incluido, en todo caso, en la agenda revoluciona-ria de Antonio Nariño, según como lo expuso en su periódico.

Pero las preciosidades de La Bagatela anuncian algo más que disputas entre facciones políticas, algo más que disputas por imponer las condiciones de una nueva organiza-ción política, algo más que discusiones acerca de la naturaleza política del momento incierto que se estaba viviendo. El periódico deja entrever que existía una intensidad diaria en la circulación de la opinión y que incluso impedir su libre circulación era parte inherente de una cultura política en gestación; que el momento exigía una pro-ducción constante de opinión, de discursos que expresaban alianzas, fraternidades y rivalidades. Sin embargo, eso puede parecer muy obvio para cualquier historiador o lector contemporáneo debidamente informado de las circunstancias de aquella época. Quizás es menos obvio decir que se trataba de un momento de despliegue de energías que no parecían rendir frutos económicos para gentes que necesitaban, de todos modos, ganarse la vida; un comerciante como Nariño, que había sufrido bruscos altibajos en su economía personal, se preguntaba con frecuencia en su periódico si valía la pena dedicarse a publicar bagatelas o si era preferible cultivar y vender arroz. El asunto no era una nota adicional de buen humor del escritor; ponía más bien en evidencia que la elaboración y la puesta en circulación de un periódico en aquellos tiempos no era solamente un hecho político e ideológico indis-pensable, también era un hecho económico costoso, arriesgado y, por tanto, de enorme preocupación para quienes comprometían sus esfuerzos en la empresa. Habría que decirlo de manera simple:

35. “El Bagatelista a su Amigo”, La Bagatela, Santafé de Bogotá, 12 de enero, 1812, 110.

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la revolución política de esos años también era un asunto de dinero, de mercado. Verlo de ese modo no tiene nada de ofensivo con quienes se han dedicado —en serio— a hacer revoluciones; desde los tiempos del emblemático Robespierre, la ruina o el lucro estaban en discusión a la hora de montar un taller de imprenta y de poner a circular un periódico. Conquistar un listado de abonados era una de las prioridades para garanti-zar la circulación de la opinión de los “más revolucionarios”, de los “más legítimos” o de los “más abnegados”. Por eso, quizás, una investigación acerca del mundo de la opinión pública tiene que pensar en la relación y en la diferencia de tres categorías contiguas: el público como una categoría política; el lector o los lectores como una cate-goría sociológica; y el mercado como una categoría económica. En La Bagatela, como en cualquierpapelquecirculóenesostiemposálgidosdenecesariasdefiniciones,esastres palabras tuvieron un uso consciente y frecuente36.

coNclusióN. la NocióN de lucro y la circulacióN de la opiNióN La Bagatela, como muchos periódicos de su época en Hispanoamérica, nació

y murió haciendo cálculos; primero reclamando por los veinte ejemplares que per-día entregándoselos por obligación al gobierno provisorio que era, por demás, otro competidor político. En todos los periódicos del lapso de tiempo comprendido entre 1810 y 1815 se halla al menos un anuncio que deploraba la escasez de papel, el costo de la mano de obra en el taller de imprenta; también se exaltaban los donativos y bajos precios que garantizaban algunos impresores; las incertidumbres en la dis-tribución por fuera de la capital. Uno de los desafíos de la distribución de impresos en el siglo xix fue determinar con alguna aproximación la amplitud o la estrechez del mercado; entre 1810 y 1815, la distribución o, mejor dicho, en cuanto al intercambio de impresos entre Bogotá y Cartagena, dos polos de actuación política importantes, la conquista del mercado lector en ambos lugares era tan importante como la con-

quistadeadeptosyladefiniciónderivalidades.Estacartade1811queindicael intercambio constante entre dos hermanos impresores, el uno responsable de la edición de La Bagatela y el otro distribuidor en Cartagena de los periódicos provenientes de Santafe de Bogotá, enuncia bien los dilemas relacionados con la distribución y venta de periódicos y otros impresos:

“Mi estimado hermano: En este correo me ha sido muy sensible

que no me hayas escrito por las circunstancias, pero ni aun las

Bagatelas han venido. El número 10 y 11 que me mandaste el

36. Para una idea comparativa, para que dejemos de pensar en singula-ridades o anomalías inexistentes, sugiero la lectura de un fenómeno semejante en el caso de la prensa mexicana: Susana Delgado, Libertad de imprenta, política y educación: su planteamiento y discusión en el Diario de México, 1810-1817 (México: Instituto Mora, 2006).

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correo pasado fue visto y desaparecido, en cantidad de 50 que me remitiste, de modo

que si te da gana de mandar 100, como hiciste en los demás, todas se te hubieran

vendido; pero quién había de creer que tuviese tanta salida, en vista de que los

anteriores apenas se han vendido de cada uno 30.

En fin, así son las cosas de la imprenta, que no se atina con el número que se

ha de tirar”37.

Lasnoticiasacercade la llegadaderesmasdepapelo,mássignificativoaún, lainstalación de un taller de fabricación de papel, eran hechos de enorme trascen-dencia para el funcionamiento mercantil de la circulación de la opinión política. Precisamente, el montaje de una fábrica de papel en Bogotá, en el vértigo político de 1811, tuvo para los redactores de periódicos un alto valor patriótico, adjetivo que mide la importancia concedida a la necesidad apremiante de producir y difundir opi-niones en aquel tiempo: “Se ha presentado a la Junta la muestra de papel fabricado en esta Capital por D. Juan Bautista Estevez, noble, hábil y distinguido Patriota, quien ha decorado la Patria con esta nueva fábrica, la primera que da este género en estos Reinos de América”38. El sentido de oportunidad y de lucro no parecía estar ausente en este trance políticamente intenso.

Antonio Nariño en su periódico La Bagatela expuso con lucidez los dilemas de una estructura política balbuciente y también indicó los postulados de una cultura política queseestabaconstruyendoconmuchadificultad;esaculturapolíticaseñalabaunatransición en la que ciertos valores comenzaban a ser predominantes, entre ellos, por supuesto, el anuncio de una situación histórica en que tenía cada vez más importan-cia un universo de sujetos muy activos en la deliberación política. Y, además de eso, expuso sin pudor que ese universo de la opinión estaba regido —y podía ser medido— por las pautas mercantiles. En la despedida de su periódico, Nariño exhibió la relación directa entre conquistar el poder, ganar legiti-midad política, obtener el favor de la opinión, garantizar lectores y tener compradores; el listado de suscriptores, un dato que fue vital en los procesos de existencia de aquellos periódicos, lo puso comoelementodefinitoriodelapopularidaddeunimpreso:“Noes la opinión de un miserable babiecas la que decide la bondad de un público, la generalidad de los lectores es la que forma la opi-nión.¿Ycómosesabeestaopinión?Claroestáqueporelnúmerode los compradores”39. Así que les demandó a sus rivales políticos

37. “Carta de Diego Espinosa a don Bruno Espinosa de los Monteros”, Cartagena, 10 de octubre de 1811, en Archivo Nariño, comp. Guillermo Hernández de Alba (Bogotá, Funda-ción Biblioteca de la Presidencia de la República, 1990) vol. 3, 27.

38. “Noticia”, Aviso al Público, Santafé de Bogotá, 19 de enero, 1811, 483.

39. “La última palabra que había reser-vado”, La Bagatela, Santafé de Bogotá, No. 38, 12 de abril, 1812, 145.

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que, como él lo hizo con su periódico, “presenten una lista de suscriptores”. Nariño cumplió en lo que le concernía, con la parte del desafío que propuso. Para su Bagatela escogió como el más digno epílogo la publicación de la lista de suscriptores y la cuenta minuciosa de las ventas40.

Estamos, parece, ante una revolución política que exigía o gustaba de hacer cálculos que, muchas veces, no podían ser estric-tamente políticos.

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40. La Bagatela, Santafé de Bogotá, No. 38, 12 de abril, 1812, 149,150.

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Los desafíos de escenificar el “alma nacional”

The challenges of staging the “National Soul”: Chile in the Ibero-American Exposition of 1929 in Seville

aBstract

This article examines Chilean national imaginaries

during the 1920s and their graphic and material

representation. It does so through a concrete case:

the preparations and staging of Chile’s pavilion in

the Ibero-American Exposition of 1929 in Seville.

The study begins by explaining the influence of

culturalist nationalism on Chilean imaginaries

and the need to represent the “national soul” in

the exposition. It then analyzes how these ideas

were physically and graphically represented in the

country’s exhibit. Special attention is paid to the

representational challenges and the negotiations

between different participants concerning the

content of the exhibit.

Key Words

Chile, national imaginaries, representation, “natio-

nal soul,” Ibero-American Exposition of Seville

(1929).

Los desafíos de escenificar el “alma nacional”. Chile en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929)

resumeN

El artículo examina los imaginarios nacionales de

Chile en la década del veinte y su representación

grafica y material. Para ello se recurre a un caso

concreto: los preparativos y el montaje del pabe-

llón de Chile en la Exposición Iberoamericana de

Sevilla en 1929. El estudio explica la influencia del

nacionalismo culturalista en los imaginarios chile-

nos y la necesidad de representar en la exposición

el “alma nacional”. Luego, analiza cómo estas

ideas fueron puestas en escena en la representa-

ción del país en la exposición. Se presta especial

atención a los desafíos de tal representación y a

las negociaciones en torno a su contenido entre los

diferentes actores participantes.

palaBras clave

Chile, imaginarios nacionales, representación,

“alma nacional”, Exposición Iberoamericana de

Sevilla (1929).

Artículo recibido:

30 de Abril de 2010;

AprobAdo: 21 de julio

de 2010; modificAdo:

28 de julio de 2010.

LicenciadayMagísterenHistoriadePontificiaUniversidadCatólicadeChile(Santiago,Chile).Diseñadora de la misma universidad. Estudiante de Doctorado en Historia de América Latina en la Universidad Libre de Berlín (Berlín, Alemania). Sus intereses investigativos son las iden-tidades e imaginarios nacionales, la representación visual, la propaganda, la historia de las ideas y la historia cultural. Sus últimas pubicaciones son: con Dr. Prof. Stefan Rinde, “Der Sold Chile”. Gedenken an die Opfer politischer Gewalt in Chile im 19. und 20. Jahrhundert, a publicarse den-tro de un volumen editado en Alemania por Dr. Manfred Hettling, en proceso de edición. [email protected]

Sylvia Dümmer

Scheel

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Sylvia Dümmer Scheel

Losdesafíosdeescenificarel“almanacional”. Chile en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929) Ï

En 1889 el pabellón que representó a Chile en la gran Exposición Universal de París gozaba de una impronta sumamente francesa.Un edificio de estilo neoclásico conestructuras en hierro y curvos techos de vidrio evidenciaba la autoría gala de su arqui-tecturaylepermitíaquedaratonoconlareciéninauguradaTorreEiffel.Suobjetivoera parecerse lo más posible a Europa, para así dar la idea de ser un país civilizado. Cuarenta años después, el pabellón chileno en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 tenía una estética bastante diferente. La construcción, que evocaba la silueta de la Cordillera de los Andes, contaba con detalles indigenistas y coloniales. La idea de civilización seguía siendo central en la representación de Chile hacia el exterior, pero el lenguaje para hacerlo había cambiado. Chile ya no quería mimetizarse con otros países, sino que buscaba un estilo propio y original.

No se trataba de un simple cambio de estética. Profundas transformaciones socia-les y culturales ocurridas en el país hacia el cambio de siglo, sumadas a la llegada de ideologías europeas que conformaron un nuevo marco mental, llevaron a una verda-deraredefinicióndelaideade“lonacional”,loqueobligóasuvezareplantearlasformas en que el país era representado.

El presente artículo propone aproximarse a los imaginarios nacionales que circulaban en Chile en la década del veinte y analizar la forma en que éstos fue-ron escenificados para representar al país en la ExposiciónIberoamericana de Sevilla en 1929. Se prestará especial aten-ción a la inquietud por levantar en el certamen una imagen de paísquefuerafielal“espíritunacional”,yalosdesafíosqueellopresentaba para los encargados: por una parte, aunar criterios acerca de qué era verdaderamente “lo nacional”, y por la otra,

Ï El presente artículo presenta los resultados de la investigación de magíster titulada “Sin tropicalismos ni exageraciones. Chile y la represen-tación de lo chileno en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929”.

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Los desafíos de escenificar el “alma nacional”

combinar dicho relato con los objetivos económicos y políticos que perseguía el Gobierno en el exterior. Al mismo tiempo, se aprovechará el análisis de la puesta en escenamismaparaconocerdetalles,maticesyconflictosdelosimaginariosnacio-nales que buscaba representar.

1. la urgeNcia de exhiBir los “rasgos propios” eN la represeNtacióN NacioNal

La Exposición Iberoamericana de Sevilla fue un encuentro internacional organi-zado por la España de Alfonso XIII y Primo de Rivera que, inspirado en los ideales del hispanoamericanismo1, convocó a los países de la América ibérica, además de Portugal y Estados Unidos, a representar sus naciones mediante pabellones indivi-duales2. Entre mayo de 1929 y junio de 1930, el público que acudió a la exposición pudovisitarlosedificiosdecadapaísyconocerlasexpresionesculturales,lospro-ductos de exportación y las ofertas turísticas que se exhibieron en su interior.

Chile había aceptado tempranamente la invitación a partici-par en aquel certamen. Le tocó al gobierno autoritario del general Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931) organizar la concurrencia nacional y, con ello, hacerse cargo de la pregunta de cómo repre-sentar al país. Aunque Chile había participado ya anteriormente en numerosas Exposiciones Universales e Internacionales, en esta ocasión surgió con especial fuerza un interés que era nuevo: poner en escena una identidad clara y diferenciadora que fuera verda-dera representación de “lo nacional”. Si en certámenes anteriores comolaExposiciónUniversaldeParísen1889oladeBuffaloen1901 el país se había esforzado por hacer una buena muestra de su producción extractora y manufacturera y de presentarse en forma superior a sus pares latinoamericanos, en 1929 se sumaba a dichos objetivos el de hacer sentir en el pabellón “el alma nacional”3. Así lo pedían organizadores, representantes de diversos gremios y la prensa escrita. Llevar a Sevilla algo “genuinamente nuestro”, “completamente íntimo y autóctono”4 fue el punto de partida compartido por diversos sectores a la hora de representar al país. Y aunque pueden parecer peticiones obvias en una representación de nación, no habían estado presentes en ocasiones anteriores. ¿Aquésedebíaesedeseo?CuandosedecidióacudiraSevilla,

imperaba en Chile, así como en la gran mayoría de los países del

1. Desde un comienzo la exposición fue concebida como un encuentro estrictamente hispanoamericano, pero por las presiones de otros países interesadossedecidiófinalmenteincluir a Portugal —cambiando el nombre del evento a iberoamericano— e incluso a Estados Unidos.

2. A la Exposición Iberoamericana acudieron con pabellón permanente Chile, Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Estados Unidos, Guatemala, México, Perú, Portugal, Santo Domingo y Uruguay. Venezuela levantóunedificioprovisional,mientras El Salvador, Panamá, Costa Rica, Bolivia y Ecuador asistieron a las Galerías Americanas. Aparte de ellos, se montaron pabellones que representaron a las regiones deEspañayunaseriedeedificiosdefirmascomerciales.EnEduardoRodríguez Bernal, La Exposición Ibero-americana de Sevilla (Sevilla: Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla, 2006), 52.

3. El Mercurio, Santiago, 19 de agosto, 1927.

4. “Nuestra música en Sevilla”, El Mer-curio, Santiago, 7 de agosto, 1927.

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mundo occidental, un fuerte nacionalismo, extremado aún más por la promoción que hizo el gobierno de Ibáñez del Campo. Sin embargo, la inquietud por mostrar “rasgos únicos y originales” se explicaba, más bien, por el nuevo marco ideológico en que había tomado forma dicho nacionalismo. Las ideologías provenientes de Europa trans-formaron la naturaleza de la concepción de nación en Chile. Los conceptos planteados por el romanticismo alemán, que promovían un “genio nacional” con existencia pro-pia (Volksgeist), sumado a las ideas del social darwinismo francés, que ponía énfasis en la base racial de las comunidades, fueron dando forma a una nueva idea de nación quedesplazabaladefiniciónrepublicanaporunadecorteétnicoylingüístico.Enésta,lo que daba cohesión a las naciones no eran los límites de su territorio ni las insti-tuciones que los regían, sino su base étnica y cultural. El idioma, las tradiciones, los recuerdoscompartidos,elfolkloreyla“raza”seconvertíanenelementosrelevantes alahoradedefinirloslazosnacionales5.

Dentro de ese marco ideológico, en Chile comenzó hacia el cambio de siglo una búsqueda identitaria basada en lo cultural, que escarbaba en el pasado en búsqueda de tradiciones y representantes raciales originarios. Aquello contrastaba con el sim-bolismo nacional decimonónico, en el que la idea de nación se había formado a partir de los principios ilustrados que sostuvieron el proceso de independencia6. Hasta ese momento, “Chile” se representaba en términos republicanos, como es posible ver por ejemploenlagráficapublicitariadediversasmarcasqueafinesdelsigloxixapelabana conceptos como “patria” o “nacional” asociándolos a símbolos importados de la ico-nografía de la Revolución Francesa, Marianne incluida, junto a la bandera y el escudo del país (imagen 1). Ahora, cuando la nación comenzaba a ser con-cebida como una entidad de existencia anterior a su formación como república —momento al que preexistiría en términos étnicos y culturales—, la simbología republicana comenzó a ser reempla-zada por contenidos folclóricos e indigenistas. La representación de la nación en la Exposición Iberoamericana tendría que hacerse cargo, por ende, de las características étnicas y culturales que se volvían protagónicas en los imaginarios.

5. Para más información sobre el tema, ver George L. Mosse, La cultura euro-pea del siglo xix (Barcelona: Ariel, 1997).

6. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Nacio-nalismo y cultura (Santiago: Editorial Universitaria, 2007), 17 y 117.

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Sin embargo, no se trataba solamente de reemplazar un símbolo (republicano) por otro (culturalista), sino de una nueva manera de entender la forma misma de expresar al país. Para comprender dicho aspecto, hay que tener en cuenta que la concepción román-ticadenaciónhabíaposicionadoconfuerza,ademásdeladefiniciónetnolingüistadenación, la idea de que ésta contaba con un “alma nacional”. Desde una visión organicista, la nación era entendida como una entidad corpórea, un órgano vivo que trascendía a sus miembros individuales7 y que contaba con “alma propia”, consistente en el “carácter colectivo”deunpueblo.Laconcepciónorganicistatuvograninfluenciasobrelamayoríade los intelectuales chilenos de principios de siglo, desde el autor de Raza chilena, Nicolás Palacios,enadelante.InfluidasenparteporGustaveLeBon,pensadorfrancésinfluen-ciado por el social-darwinismo y muy leído en América Latina8, surgieron en el país corrientes historiográficas restauracionistas que, basándose en argumentos de corte

racial y étnico, abogaban por la recuperación del “alma nacional”. Entre sus representantes se encontraban los historiadores Francisco Antonio Encina, Gonzalo Bulnes y Alberto Edwards. Este último, quien sería nada menos que el Comisario General de la concurrencia de Chile a la Exposición de Sevilla, explicaba en La Fronda Aristocrática (1928) la “existencia en la sociedad de sentimientos hereditarios, de fuerzas espirituales superiores que constituyen al Estado en un ser viviente, orgánico, provisto de alma colectiva”9. Estas ideas eran

7. Antony Smith, Nacionalismo: teoría, ideología, historia (Madrid: Alianza, 2004) , 57.

8. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 80-82.

9. Alberto Edwards, La Fronda Aristocrá-tica en Chile (Santiago: Editorial del Pacífico,1945),68.

imageN 1: marcas chileNas que hacíaN alusioNes a la patria mediaNte símBolos de la icoNografía repuBlicaNa fraNcesa a fiNes del siglo xix.

Fuente: Pedro Álvarez, Marca Registrada(Santiago:OchoLibrosEditores-UniversidaddelPacífico,2008).

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compartidas por el intelectual Alberto Cabero, autor de Chile y los chilenos (1926), quien escribía que tal espíritu colectivo regía el destino de los pueblos “con mucha más fuerza que sus gobernantes”10.

La creencia en un “alma nacional” cambiaba la forma de entender la represen-tación nacional. Ya no bastaba con que se identificara al país con signos como labandera o el escudo. Ahora, la representación debía ser más bien una expresión del “espíritu nacional”. En el discurso de los encargados, el pabellón de Chile no era un mero símbolo representativo, sino “un pedazo de nuestro territorio inculcado en el corazón de Sevilla, y en el cual vibra, con toda su grandeza, […] el alma de esta raza”11. Paraquerealmenteel“almadeChile”seexpresaraeneledificio,larepresentacióndebía ser completamente “auténtica”. Pero tal autenticidad no se refería sólo a la representación de rasgos considerados partes de la cultura propia, sino también a que todo lo realizado en ella fuera elaborado por manos chilenas. De este modo, ahora eraimpensablepresentarseenelcertamenconunedificioqueimitaraestéticasforá-neas,comolohabíanhecho losedificioschilenosde las feriasdecimonónicas.Másaún, habría resultado del todo contraproducente recurrir a un arquitecto francés como sucedió en 1889. Por eso, en esta ocasión fue exigencia expresa del Gobierno que el proyectista que diseñara el pabellón y los artistas que decoraran el interior fueran de origen chileno, así también los músicos que participaran en las veladas culturalesycadaobjetopresentadoeneledificio.InclusoalgunosparlamentariossequejaronporelhechodequelosobrerosqueconstruíaneledificioenEspañanofue-ran compatriotas12. Sólo mediante la total autoría chilena podría “asegurarse al visitante que recorra nuestra Exposición que ella es exclusivamente el muestrario de nuestro esfuerzo y de nues-tra cultura”13, se señalaba en la Memoria Anual del Ministerio de Relaciones Exteriores. Al parecer, se esperaba que Chile no sólo estuviera representado en su concurrencia al certamen internacio-nal, sino que estuviera también encarnado en ella.

Con todo, no hay que pasar por alto que la representación de “lo propio” ayudaba a posicionar mejor la imagen de Chile ante los visitantes de la exposición. Había que tener en cuenta las expec-tativas que el público extranjero, principalmente europeo, tenía ante las muestras americanas. Siendo el diagnóstico de algunos medios que “lo único que interesa de lo nuestro al extranjero […] es lo genuinamente propio”14 y las cosas “originales de elementos

10. Alberto Cabero, Chile y los chilenos (Santiago de Chile: Imprenta Cervan-tes, 1948), 199.

11. Fernando Garcia Oldini (delegado de Chile en la Exposición Iberoame-ricana de Sevilla), “Editorial: Chile en Sevilla”, Revista Chile n.o 56, octubre 1929, 3.

12. Cámara de Diputados, Sesión 24 de enero, 1929, en Boletín de Sesiones de la Cámara de Diputados, Santiago, 1929.

13. Ministerio de Relaciones Exteriores, Memoria Anual (1928).

14. “El éxito de la Exposición de Arte Chileno en París”, El Mercurio (1 de abril, 1930).

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representativos de un país”15, enfatizar estos aspectos era también una forma de satisfacer la demanda de exotismo de Europa hacia América Latina. De este modo, Chile iría a mostrar a la Exposición Iberoamericana de Sevilla, como lo había hecho en Exposiciones anteriores, sus productos manufacturados y extractivos, las mues-tras de su progreso material, los paisajes que ofrecía al turista, las oportunidades que representaba para el inversionista y las promesas que albergaba para el inmigrante. Sin embargo, lo haría ahora con un ropaje nuevo, uno que fuera entendido como pro-pio y que expresara sus características originales.

2. defiNieNdo el “alma NacioNal”Para escenificar el “alma nacional” en la Exposición Iberoamericana de Sevilla

de una manera que resultara verosímil y cumpliera con las expectativas de quienes abogaban por representarlo, los encargados de la concurrencia debían armar una representación del país a partir de las ideas que circulaban entre la población acerca de lo que era “Chile”. Éstas eran parte de los imaginarios nacionales, sistemas de ideas-imágenesde representación colectivaque comparteuna comunidadparadefinirsey reconocerse a sí misma16, y que se expresan mediante símbolos, ritos, creencias, discursosoalegoríasfigurativas17.SiguiendoaBenedictAndersonysudefinicióndenación como una “comunidad imaginada”, los imaginarios no son sólo una forma de

concebir la nación, sino que pasan a ser parte constitutiva de éstas en tanto crean su existencia18. Cabe mencionar que los imaginarios no son construidos exclusivamente desde arriba por los gobier-nosociertosintelectualesmásinfluyentes,sinoquevantomandoforma en el tiempo a partir de los aportes de muchos actores dife-rentesqueesimposibleidentificarindividualmente19. ¿Cómo eran los imaginarios de lo nacional en la década del

veinte? Transformaciones sociales y económicas ocurridas enChiledesdefinesdelsigloxix,sumadosalainfluenciadelnacio-nalismo cultural que clamabapor llenar los significantes vacíosde lo “propio” y “autóctono” en lo nacional, habían impulsado una renovación de los imaginarios decimonónicos en las primeras décadas del siglo xx. Así, diversos intelectuales y artistas se dedica-ron a desentrañar el carácter nacional. Aproximarse a él implicaba volcar la mirada hacia el pasado, a los orígenes, allí donde se encontraba lo “auténtico” en forma pura y sin mezcla, por lo que

15. “El teatro chileno a la Exposición de Sevilla”, El Mercurio, Santiago, 27 de julio, 1927.

16. Jorge Larrain, Identidad Chilena (Santiago: lom, 2001), 21, 47; Sandra Jathay Pesavento, “Em busca de uma outra história: imaginando e imagi-nário”, Cuadernos del Sur-Historia 28 (1999), 242.

17. Sandra Jathay Pesavento, Em busca de, 250.

18. Benedict Anderson, Comunidades Imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo (México: Fondo de Cultura Económica, 1993).

19. EmileDurkheim,Sociology and Philosophy(NuevaYork:1953),296,citado en Images of Nations and international public relations, Michael Kunczik(Bonn:FriedrichEbertStiftung, 1990), 10.

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disciplinas como la arqueología, la antropología y el folclor se volvían centrales20. Desde comienzos del siglo xx se publicaron en el país numerosos estudios arqueológi-cos y antropológicos que analizaban las raíces culturales y materiales de los pueblos originarios chilenos, realizadas por Tomás Guevara, Aureliano Oyarzún, Oliver Schneider, Ricardo E. Latcham, Max Uhle, Carlos Porter y Martín Gusinde21. Además, surgieronestudiosfolclóricosyfilológicosacercadetemashastaelmomentoigno-rados, como la recopilación de romances populares realizada por Julio Vicuña Cifuentes y la impresión de liras populares en 1919 a cargo de Roberto Lenz22.

La raza fue también un concepto central de los nuevos imagi-narios.Bajo la influenciade corrientesdepensamiento racistasy social-darwinistas provenientes de Europa, se usó el término como un concepto que englobaba rasgos biológicos, sociales, culturales y síquicos23. Fue Nicolás Palacios quien proporcionó en 1904 una base doctrinaria para creer en la existencia de una particular “raza chilena” en su ya mencionada obra homónima24. Y aunque como bien advierte Bernardo Subercaseaux, el concepto es una invención intelectual que se basa en las representaciones ylasicologíasocialantesqueenfundamentoscientíficosoetno-históricos25, la idea de su existencia caló muy hondo en Chile durante las primeras décadas del siglo xx.

Paralelo a este trabajo intelectual, los artistas y literatos de principios de siglo ayudaron a crear las imágenes del “Chile autóctono” que se difundirían en la población. A través de nove-las, cuadros y obras musicales, pusieron en circulación su propia interpretación de lo chileno. Su visión se alimentaba de paisajes campestres y de personajes populares urbanos, de campesinos y de indígenas, contrastando con el simbolismo europeizante de las élites de la centuria anterior. Si en el siglo xix los pinto-res, en su mayoría aristócratas, representaban paisajes europeos o retratos burgueses, y las novelas hablaban de la vida de las éli-tes en la ciudad26, los creadores mesocráticos que los desplazaron hacia el cambio de siglo (la literatura criollista27, la pintura cos-tumbrista28 y la música vernacular29) llenaron el ideario nacional con nuevas imágenes30.

20. Antony Smith, Nacionalismo, 44 y 46.

21. Hernán Godoy, “El pensamiento nacionalista en Chile” en El pen-samiento chileno en el siglo xx, eds. Eduardo Devés, Javier Pinedo, Rafael Sagredo (México: Fondo de Cultura Económica, 1999), 475.

22. Hernán Godoy, El pensamiento nacio-nalista, 451-452.

23. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 57.

24. Nicolás Palacios, Raza chilena: libro escrito por un chileno y para los chilenos (Ediciones Colchagua, 1987).

25. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 78.

26. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 117-126.

27. Hernán Godoy, El pensamiento nacio-nalista, 263-265.

28. Elgrupomássignificativofuelallamada “Generación del 13”, donde destacó Arturo Gordon. Este artista sería uno de los encargados de realizar en 1929 los murales para el pabellón chileno en la Exposición Iberoamericana de Sevilla.

29. Destacan P. H. Allende, Carlos Lavín y Alfonso Leng.

30. Títulos como Páginas Chilenas (Joaquín Díaz Garcés, 1907), Escenas de la vida campesina (Rafael Maluenda, 1909), Días de campo (Federico Gana, 1916), El roto (Joaquín Edwards Bello, 1920) y La viuda del conventillo (Alberto Romero, 1930), dan cuenta de las nuevas imágenes que comen-zaron a poblar el ideario nacional.

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Dentro de estas imágenes, el paisaje y la geografía tuvieron un gran protagonismo. El campo, la cordillera y el mar destacaban en cuadros y novelas, representando la “chilenidad”. Con todo, la geografía no era reconocida simplemente por ser el escenario sobre el que los habitantes del país desarrollaban sus actividades, sinoque,bajo la fuerte influenciadecorrientesdepensamientodeterministas, se le adjudicaba la labor de haber moldeado el carácter nacional al forzar a la “raza” a adaptarse un medio físico particular31. En el discurso de la época en Chile, el paisaje escar-pado, el clima frío y el aislamiento impuesto por la cordillera y el mar habrían dado forma a una población esforzada y trabajadora32. De este modo, la geografía se convertía en un componente impor-tantísimoenladefinicióndelonacional.

En tanto, los personajes populares del campo y la ciudad y los miembros de etnias indígenas rescatados por los artistas meso-cráticos se convirtieron en verdaderos “tipos chilenos”, que simbolizabandesdesurepresentacióntipificadalosnuevosvaloresde lo nacional33. Además de simbolizar la raza y encarnar las más antiguas tradiciones, cumplían con las expectativas de pureza y ori-ginalidad que buscaba el nacionalismo culturalista, por permanecer incontaminadosdeinfluenciasforáneas.Losprincipalestipos fue-ron “el roto”, “el huaso” y el indígena araucano34. El término “roto” se refería al chileno de extracción popular, ya fuera obrero, minero, labriego o pescador35, quien, para Nicolás Palacios, había surgido de la mezcla entre araucano y español y era, por ende, la máxima representación de la “raza chilena”. El “huaso”, en tanto, fue el per-sonaje que encarnó la chilenidad en el campo, entrando a competir conlafiguradel“roto”enlarepresentaciónnacional36. Surgió como título para el “inquilino de a caballo”, pero pasó luego a aplicarse a cualquier persona rural37. Por último, cobraba también relevancia lafiguradelaraucano.Supresenciaenlarepresentaciónnacional,a diferencia de los personajes anteriores, era muy antigua: databa desde las luchas mismas por la Independencia, cuando sirvió como ícono a contraponer al elemento español dado el recuerdo de su resistencia ante la dominación hispana. Sin embargo, lo que se

31. StefanRinke,Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile, 1920-1931 (Santiago: diBam, 2002).

32. Sylvia Dümmer Scheel, “Sin tropi-calismos ni exageraciones. Chile y la representación de lo chileno en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en1929”(TesisMagíster,PontificiaUniversidad Católica de Chile, 2009).

33. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 137.

34. Los indígenas del centro y sur del país se llaman a sí mismos “mapuche” (hombre de la tierra). El término “araucano” les fue dado por los conquistadores españoles. En este artículo se utilizará este término por tratarse del vocablo que aparece utilizado en las fuentes consultadas.

35. Lafiguradel“roto”habíacomen-zado a ser ensalzada tras la guerra contra la Confederación peruano-boliviana y vuelta a resucitar luego delaGuerradelPacíficode1879,como forma de agradecer la valentía y patriotismo con que los soldados pobres habían luchado en ambas contiendas (J. Rafael Carranza, La Batalla de Yungay. Monumento al Roto Chileno [Santiago: Imprenta Cultura, 1939]). En las primeras décadas del siglo xx, el roto se fue convirtiendo, a través de la literatura criollista y de diversos artículos de prensa, en un símbolo de la “chilenidad”. Alberto Cabero lo trataba en Chile y los chile-nos y Roberto Hernández, colabora-dordellibrooficialChile en Sevilla, le dedicó un libro al personaje. Ver también Juan Arias, “El Roto chi-leno”, Zig-Zag, 10 de marzo, 1928.

36. Según Subercaseaux, hubo escrito-res que defendían a uno u otro, y se discutió sobre cuál surgió primero.

37. PatrickBarr-Melej,Reforming Chile. Cultural Politics, Nacionalism, and the Rise of the Middle Class (Carolina del Norte: The University of North Caro-lina Press, 2001), 78.

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rescataba en ese entonces del araucano se limitaba a una característica abstracta: la ideadesuvalentía,mitificadaenlospoemasépicosdeErcillaenadelante.Enlosañosveinte del siglo xx,encambio,comenzóarescatarsesufiguracomorepresentacióndela raza, y sus expresiones culturales (vestimenta, joyería, cerámica e instrumentos), como símbolos de lo chileno.

La incorporación de estos “tipos chilenos” a la iconografía nacional también expresaba transformaciones que se daban en el país a nivel social. Nuevos grupos, como el proletariado urbano y la clase media38, comenzaban a surgir con fuerza en el escenario chileno y reclamaban su espacio político e identitario. El carácter excluyente del imaginario nacional del siglo xix —circunscrito a las élites y su “vecin-dario decente”— entraba en crisis39, dejando espacio a nuevas interpretaciones que incorporaban simbólicamente a sectores sociales antes ignorados. Cabe señalar, no obstante, que dicha incorporación se realizó netamente en el plano simbólico, sin que las condiciones de vida de los indígenas, obreros y campesinos de carne y hueso mejoraransignificativamente40. Afinesdeladécadadelveinte,los“tiposchilenos”yasehabían

consolidado como símbolo de lo nacional, llegando incluso a ser incorporados y promovidos por esferas oficiales. Ejemplo de elloson las portadas que en 1928 publicó la revista Chile, boletín del Ministerio de Relaciones Exteriores para promover al país en el exterior.Losmapasgeográficosdelasportadasdelañoanteriordie-ron paso a coloridas ilustraciones que mostraban a los personajes típicos del país (el huaso, el araucano, el artesano) haciendo aquí de embajadores de “lo chileno” ante un público extranjero (imagen 2).

Por cierto, dicho imaginario convivía con otros. Los imaginarios nunca son únicos, sino que compiten con otros que circulan en una misma nación. De hecho, muchos de quienes estaban inspirados por el fuerte nacionalismo de la época preferían inclinarse hacia una identificación cultural hispanista antes queporuna indige-nista (el hispanismo, en efecto, cobraba fuerzas desde fines delsiglo xix en América Latina, donde las ideas de “raza”, idioma espa-ñol y catolicismo como vínculos entre la “madre patria” y sus ex colonias eran impulsadas fuertemente por España mediante con-gresos y exposiciones41). En tanto, había también chilenos que no seidentificabanconlascorrientesnacionalistasimperantes,sino

38. La clase media surgió gracias a la expansión del aparato adminis-trativo y la educación en liceos y universidades. La clase obrera, en tanto, comenzó a conformarse en la transición de un sistema eminente-mente agrario, basado en la hacienda y el peonaje, a uno minero e indus-trial, donde la pobreza urbana y las pésimas condiciones laborales de los trabajadores del salitre fueron caldo decultivopropicioparaelfloreci-miento de una conciencia proletaria, de huelgas y luchas obreras.

39. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 26, 117 y 142.

40. Subercaseaux sostiene que su incorporación al ámbito discursivo, empero, creaba una idea de nación más integradora que la preexistente y permitía mantener la cohesión social en un momento de cambios y que la ampliación del imaginario nacional habría sido incluso propi-ciado por las élites para disimular su control oligárquico. Bernardo Suber-caseaux, Historia de las ideas, 121-122.

41. Ana Souto, “La Exposición Ibero-americana”, 98-113.

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que abogaban por una concepción del mundo más cosmopolita42, o bien por un inter-nacionalismo de izquierda que rechazaba la prevalencia de lo nacional. No obstante, el imaginario nacionalista de rasgos indígenas y populares sí logró tomar mucha fuerza y opacar a los demás por varias décadas, siendo además aprovechado y fortalecido por distintos gobiernos. Sin ir más lejos, Carlos Ibañez del Campo lo convirtió en parte central de su política de gobierno43.

3. lo chileNo eN sevilla

Losencargadosdeescenificarel“almanacional”enSevillafueronlosmiembrosdela Comisión Organizadora de la concurrencia de Chile a la Exposición Iberoamericana,

nombrados y supervisados de cerca por el Ministro de Relaciones Exteriores, Conrado Ríos Gallardo. La comisión contaba con sub-comisiones divididas por tema (industria, agricultura, minería, publicaciones, etc.), encabezadas por profesionales destacados en las respectivas áreas. Sus miembros no sólo tuvieron que organi-zar la presentación de los muestrarios de la producción nacional, sino también representar una idea particular de país a través de los diversos soportes de la muestra: el edificio, los muestrariosde productos, la decoración y el diseño delmontaje, los afiches

42. Subercaseaux destaca la existencia en Chile, en las primeras décadas del siglo xx, de corrientes culturales contrahegemónicas que llama “Van-guardia poética” y “Espiritualismo de Vanguardia”. Bernardo Subercaseaux. Historia de las ideas.

43. Aníbal Jara y Manuel Muirhead, Chile en Sevilla. El progreso material, cultural e institucional de Chile en 1929 (Santiago: Cronos, 1929).

imageN 2: portadas de la Revista ChiLe eN 1928 coN motivos iNdígeNas y populares

Fuente: Revista Chile n.o 40 (junio 1928); n.o 41 (julio 1928) y n.o 46 (diciembre 1928).

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y publicaciones y los eventos artísticos organizados. La responsabilidad de la repre-sentación simbólica recayó principalmente sobre los encargados de las áreas visuales y culturales, es decir, en las Subcomisiones de Bellas Artes, de Música, de Teatro y de Publicaciones, así como en los profesionales que conformaron el jurado en los concur-sos de arquitectura, arte y diseño organizados para la ocasión.

Haciéndose cargo del imaginario nacional imperante, estos profesionales mon-taron por primera vez un pabellón chileno en el extranjero con aspectos folclóricos eindigenistas.Ladecoracióndelinteriordeledificiocontóconvariosdetallesins-pirados en el arte araucano, y en el patio destacaba una fuente monumental con moais de Isla de Pascua. El recorrido del visitante era acompañado por canciones pro-piasdelfolclornacionalquesonabandesdeungramófono,mientrasenelanfiteatrodeledificioseexhibían,entreotrascosas,obrasdeteatrocostumbristas44 y eventos de danza o música folclórica. El Gobierno pidió además a los artistas Arturo Gordon yLaureanoGuevaraqueconfeccionaranlosmuralesdelinteriordeledificioutilizando“motivos nacionales”. La pintura de Guevara, en particular, resultó un verdadero glo-sario de símbolos criollos: el muralista representó a todos los “tipos chilenos” de Norte a Sur, desde el araucano y el indio fueguino al minero de la pampa, el huaso a caballo y el pescador, rodeados del paisaje típico de cada zona, con la cordillera siempredefondo.LaComisiónOrganizadorafinanció,porsuparte,lapublicacióndelÁlbum de Tejidos Araucanos y de Alfarería Indígena de los antropólogos Ricardo Latcham y Aureliano Oyarzún, y las obras sobre cultura popular Chilenismos, de José Toribio Medina, y Paremiología (un estudio de los proverbios y refranes locales), de Ramón Laval45, todas las cuales fueron expuestas en la Biblioteca del Pabellón.

No obstante, la tarea de representar al país en términos culturales no estuvo exentadedesafíosydificultades.Ello,enprimerlugar,porqueaunquelasideasysím-bolos sobre “lo chileno” estuvieran circulando en los imaginarios del país, no siempre había ideas visuales claras y preestablecidas sobre su representación, por lo que mate-rializarlos en formas concretas exigía a los encargados un trabajo de traducción al lenguajedelapuestaenescena.Sinembargo,lamayordificultadconsistíaendesa-rrollarenelpabellónyensuinteriorunaimagentotaldepaísque,siendofielalosimaginarios, fuera además única y coherente y pudiera convertirse así en laimagenoficialdelpaís.Lacomplejidadradicabanosóloenque los imaginarios, al operar desde lo simbólico, suelen estar lle-nos de contradicciones, sino también en la coexistencia de varias narraciones sobre lo nacional. A ello hay que agregar, por último,

44. “El teatro chileno a la Exposición de Sevilla”, El Mercurio, Santiago, 21 de julio, 1927.

45. Ministerio de Relaciones Exteriores, Memoria Anual (1928).

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queelfinde laparticipacióndeChileen laExposición Iberoamericananoerasólollevar a España “el alma nacional”, sino también —y principalmente— lograr alcanzar una serie de objetivos económicos y políticos importantes para el país, tales como ampliar los mercados para la producción extractiva e industrial, atraer a inversionis-tas e inmigrantes y promover el turismo. De este modo, la representación del carácter nacional debía coordinarse con los discursos requeridos para lograr dichos objetivos, conladificultaddequenosiempreibanenlamismadirección.

Para profundizar en los desafíos planteados y en cómo fueron resueltos en la representación, se analizarán algunas de las estrategias más interesantes de la puesta enescenade“lonacional”enSevilla.Elestudiodesusmatices,conflictosycontra-dicciones permite enriquecer la comprensión sobre los imaginarios nacionales en Chile y su representación.

3.1. el proBlema del arte NacioNal Unadelasgrandesdificultadesdelosencargadosfueencontrarunestilodecora-

tivo a través del cual hacer el montaje inconfundiblemente “chileno” para el público visitante. Como se ha dicho, ya no bastaba con indicar la procedencia del pabellón mediante la pura bandera nacional. “El pabellón de un país —explicaba El Mercurio—, debe ser una expresión tal, que sin guía, sin saber leer y sin emblemas que delaten la nacionalidad descubra el visitante su casa por la impresión de valores o recuerdos de su tierra natal”46. Sin embargo, los organizadores se encontraron con que no se tenía nin-gún estilo típico al cual echar mano. De hecho, el diagnóstico que hacían varias revistas en los años veinte era que Chile carecía de un arte nacional, e incluso El Mercurio adver-tía que sería difícil la presentación del país en una exposición internacional con un edificioque“reflejeatodalapatria”,debidoalainexistenciadeunatradiciónarquitec-tónica propia47. Otro medio se quejaba de lo “bochornoso” que había sido que el país no hubiera podido concurrir a la Exposición de Artes Decorativas de 1925 en París por no contar con un estilo original, requisito que era necesario para participar48.

La inquietud por encontrar un “arte nacional” (con lo cual se hacía referencia más bien a un estilo decorativo propio) ya había surgido entre artistas y medios de prensa en los años previos a la Exposición de Sevilla, con motivaciones que trascendían lo meramente estético. Como se explicaba en Zig-Zag, había que dejar de copiar estilos foráneos para hacer honor a la “calidad de pueblo independiente” de Chile. Optar por un arte y decoración propia le daría al país

46. El Mercurio, Santiago, 21 de agosto, 1927.

47. El Mercurio, Santiago, 21 de agosto, 1927.

48. “La decoración aborigen”, Zig-Zag, n.o 1210, 28 de abril, 1928.

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“una existencia como individualidad, capaz de producir su propia belleza”49, y le per-mitiría,enpalabrasdeotrarevista,“fijarlascondicionesespiritualesdelaculturapropia”50. En síntesis, un arte propio permitiría expresar y fortalecer el alma nacional. Siendo en el entender de la época el arte nacional aquel que encontrara inspiración en “nuestra tierra” y en “nuestra raza”51, las miradas de los artistas nacionalistas se habían volcado naturalmente a buscar inspiración en el arte primitivo, como se estaba haciendo en tantos países.

No obstante, a la hora de utilizar dichos estilos para representar al país en el exterior surgía un gran inconveniente: según se reconocía generalizadamente en la época, el legado artístico de los indígenas del país era de escaso valor. Aunque Chile se vanagloriaba de ser superior a sus pares latinoamericanos en los ámbitos econó-mico, político, social e incluso “racial”, existía conciencia de la inferioridad del arte indígena propio en comparación con el de países como México, Perú o Guatemala52. El arte diaguita o araucano no podía compararse con el azteca, el inca o el maya, culturas que habían alcanzado un grado de civi-lización bastante mayor que las del territorio chileno. Por ello, con preocupación desde El Mercurio se inquiría: “¿Y qué podre-mos enviar nosotros los chilenos [a Sevilla] si todavía estamos escuchandoelplañideroymonótonoronroneodelatrutruca?”53. Era éste un problema para un país que quería sobresalir entre los demás. Mal que mal, su pretendida superioridad sería medida, en el contexto de una Exposición Internacional, comparándolo con sus pares, los demás países latinoamericanos invitados. Noobstanteloanterior, lafidelidadal“espíritunacional”era

tan grande que nadie planteó buscar referencias en otras partes para los aspectos artísticos de la presentación. Los motivos aborí-genes nacionales habrían de ser los preferidos por el solo hecho de ser “propios”, se indicaba en Zig-Zag54, y aunque no hubieran alcan-zado la madurez de otros, completaba otro medio, serían llevados a Sevilla “sin rubor”55. Simplemente había que intentar hacer algo noble a partir de ellos56. El citado columnista de El Mercurio concluía: “Si la trutruca se sabe tocar bien, la trutruca puede ser un motivo primordial de una música que allá jamás han escuchado”57. De este modo, el artista encargado de diseñar el mobiliario del pabellón, Alfredo Cruz Pedregal, se inspiró en las formas decorativas del arte

49. “La decoración aborigen”, Zig-Zag, n.o 1210, 28 de abril, 1928.

50. “La tendencia Nacional en el Arte Decorativo”, Revista Arquitectura y Artes Decorativas, n.o 2, marzo-abril, 1929.

51. “La nacionalización del arte”, Zig-Zag, n.o 1162, 28 de mayo, 1927.

52. “La decoración aborigen”, Zig-Zag, n.o 1210, 28 de abril, 1928; El Mercurio, Santiago, 7 de agosto, 1927 y 4 de septiembre, 1927.

53. El Mercurio, Santiago, 29 de mayo, 1927. La “trutruca” es un instru-mento musical mapuche.

54. “La decoración aborigen”, Zig-Zag, n.o 1210, 28 de abril, 1928.

55. El Mercurio, Santiago, 7 de agosto, 1927.

56. Florencio Hernández, “El naciona-lismo en el arte”, Zig-Zag, n.o 1164,19 de junio, 1927.

57. El Mercurio, Santiago, 29 de mayo, 1927; Carlos Feuereisen, “Hacia una Arquitectura y una Decoración Autóctonas”, Arquitectura y Artes Decorativas, n.o 6, noviembre-diciem-bre 1929.

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araucano para desarrollar las diferentes piezas. Diseñó estanterías, sillas y banquetas de madera basándose en las composiciones escalonadas del arte mapuche, que aplicó tanto enelcontornoexteriordelosobjetoscomoenlasfigurasdecorativasqueibantalladasy pintadas sobre ellos58. Este mobiliario fue distribuido en diversas salas del pabellón, y sirvió para sostener con un toque “nacional” objetos tan diversos como muestrarios minerales y fotografías de paisajes para el turista59 (imagen 3).

Con todo, los intentos de dotar al pabellón con un estilo “autóctono” no logra-ron trascender el hecho innegable de que el arte aborigen no había pasado de su fase inicial. Si sirvió como base para decorar el inte-riordelpabellón,nofuesuficienteparagenerarunaarquitectura nacionalquepudierainspirareledificiodeChileenSevilla,comosí hicieron México, Guatemala y Perú.

3.2. las expresioNes de la “raza chileNa” Los grupos sociales y culturales que habían hecho su entrada

reciente a los imaginarios nacionales no sólo estuvieron presentes en Sevilla como referente para un arte típico creado por otros, sino

58. “La tendencia nacional en el Arte Decorativo”, Arquitectura y Artes Deco-rativas, n.o 2, marzo-abril 1929.

59. Las referencias indígenas estuvie-ron presentes también en la fuente monumental que realizó el escultor Julio Ortiz de Zárate para el frontis del pabellón. En ella optó por combi-nar motivos decorativos araucanos conjeroglíficosdeIsladePascua,coronándola con tres grandes Moais. El Mercurio, Santiago, 10 de junio, 1927; 24 de febrero, 1929.

imageN 3: moBiliario diseñado por el artista alfredo cruz pedregal para el paBellóN de chile eN sevilla

Fuente: Arquitectura y Artes Decorativas, n.o 4, julio-agosto 1929.

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que sus expresiones, cultura y cosmovisión también fueron incorporadas en la muestra como objeto en sí. “Por primera vez —se destacaba— el araucano y el indio porteño de Chileapareceránreflejadosenalgomásqueenlosfácilesadjetivosdelpoeta”60. En un hecho totalmente inédito, se habilitaron dos salas en el segundo piso del pabellón para la Sección de Arte Araucano y Popular. Hasta entonces en los pabellones de Chile en el exterior había bastado con Salones de Bellas Artes para dar la nota cultural. Ahora, la Subcomisión de Bellas Artes del Comité Organizador preparó, además de las tradiciona-les muestras de cuadros y esculturas, la exhibición de muestrarios de objetos típicos del arte campesino y de la industria mapuche, objetos que fueron recolectados a lo largo del país por la artista y miembro de la Subcomisión, Elena Montero de Leiva. Así, en la Sala de Arte Araucano se exhibieron telares, alfombras, ponchos, alfarería, instrumentos musicales, platería y armas de origen mapuche, mientras en la Sala de Arte Popular se dispusieron canastitos de Panimávida, tejidos de lana de fabricación doméstica, gredas de Quinchamalí, tejidos en crin y raíces, y juguetes de trapo fabricados por campesinos, aperos de montar, monturas y espuelas. Además se montaron, en dioramas iluminados,escenificacionesdelascostumbresytradicionestantode araucanos como de campesinos, y se exhibió la reproducción de una ruca araucana con todos sus atributos (imagen 4)61.

De la palabras de los organizadores se desprende que la artesanía campesina y araucana no se exhibía en el Pabellón de Chile porque se le considerara de gran valor artístico —ese rol ya lo cumplían las obras de la Sala de Bellas Artes—, sino por tratarse de las expresio-nes de la base étnica y racial de la nación. Como si fuera en ellas donde se manifestaba realmente la “raza”: el Gobierno se refería al arte típico aborigen como aquel “que se ha formado con la raza misma”62, mientras la revista Zig-Zag explicaba que el arte del pue-bloestaba“ensusangre,enlamáscompletaafirmacióndesuvalorcomo raza”63.¿Significabaquelosartistasdelaacademianopertene-cíanala“razachilena”?Asíera,alparecer.SegúnAlbertoCaberoenChile y los chilenos (1927), el espíritu del “alma colectiva” estaba pre-sente, más que en las almas excepcionales, en el tipo generalizado quedefiníalaraza,pertenecientealasclasespopulares64. Se trataba de un tipo intermedio e indiferenciado, y sobre todo, anónimo. Por lo demás, había en el arte popular una cierta inocencia y una falta

60. El Mercurio, Santiago, 4 de diciem-bre, 1928.

61. Cabe notar que la representación indígena en el pabellón se limitó casi exclusivamente a la etnia araucana, otorgando también cierto espacio a los indios fueguinos, como ocurrió en el mural de Laureano Guevara. De hecho, aunque curiosamente ninguna otra fuente lo menciona, según el Catálogo-Guía del Pabellón de Chile se habría montado una sección sobre los indígenas de Tierra del Fuego en el tercer piso del pabellón. Con todo, salvo éstos y la cultura Rapanui de Isla de Pascua aludida en la fuente monumental del escultor Ortiz de Zárate (ver nota 59), las demás culturas precolombinas del país no estuvieron presentes en el montaje. Ello probablemente porque pese a estar siendo estudiadas por los arqueólogos y antropólogos de la época, no formaban todavía parte del repertorio visual de los imagina-rios nacionales.

62. El Mercurio, Santiago, 7 de abril, 1929.

63. A. Acevedo Hernández, “Artes mínimas, el arte de las loceras de chilenas”, Zig-zag, octubre, 1927.

64. Alberto Cabero, Chile y los chilenos, 144.

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de pretensiones que lo hacían parecer más puro, como expresaba el colaborador de El Mercurio Guillermo Muñoz Medina: “Ese arte nacido sin obsesiones técnicas ni preocupa-ciones estilísticas es el que mejor recoge y reproduce la vida emocional de una nación”65.

El rol de las Salas de Arte Araucano y Popular no era entonces destacar en términos artísticos sino dar expresión al “alma nacional”. Ello explica que no sólo hubiera en ellas creaciones de carácter artístico o artesanal, como indicaba el nombre de la sala, sino también vestimentas, herramientas de trabajo y representaciones costumbristas: todo ello era parte de la manifestación de la “raza”. También por eso, a diferencia de laSaladeBellasArtesenquecadaobraibafirmada,lasmuestrasdearteindígenaypopular conformaran un todo anónimo, como si fueran el producto total del “pueblo chileno”. Y sólo la misma razón puede explicar, además, que los organizadores jun-taran bajo un mismo título a dos grupos tan distintos como la etnia araucana con los campesinos y artesanos de diversas zonas del país. Lo que tenían en común era que ambos cumplían para les élites el rol de ser un conjunto en estado primitivo, puro,

original, que podía llenar el significante vacío de la “identidadnacional”. Sus creaciones le otorgaban a Chile el pasado remoto y el sello ancestral que se necesitaba, bajo el prisma del naciona-lismoetnolingüístico,paradefinirsecomopaís.

65. Guillermo Muñoz Medina, “Nuestra música en Sevilla”, El Mercurio, San-tiago, 7 de agosto, 1927.

imageN 4: sala de arte araucaNo

Fuente: Catálogo-Guía del Pabellón de Chile (Sevilla: Tip. A. Padura, 1929-1930).

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Pese a ello, las posiciones frente a la conveniencia de exhibir contenidos indíge-nas estaban divididas. De hecho, la iniciativa de montar la Sección de Arte Araucano y Popular desató una gran polémica. La prensa habló de una ver-dadera campaña llevada a cabo por algunas personas para que Elena Montero desistiera de la idea de organizar la exhibición, til-dándola de “cursi”. La artista tuvo que entrevistarse con el mismo presidente de la república para lograr que la muestra estuviera finalmente presente en Sevilla66. Sin embargo, ello no significóqueeldiscursoseunificara.Losorganizadoresestabandivididosentre quienes querían publicitar la cultura indígena y popular comodefiniciónde lonacional,yquienespreferíanomitirlaenpro de un discurso más “blanco”.

Para varios de los organizadores, la exhibición de una muestra indígena chocaba con el discurso de progreso que tanto al gobierno de Ibañez como a las élites le interesaba posicionar para lograr los objetivos económicos del país. Compartiendo el diagnóstico de El Mercurio de que era necesario “que las naciones más adelantadas […] sepan que Chile en la actualidad se encuentra en muchos de los aspectos de progreso mundial a la altura de las naciones más civilizadas”67, los organizadores de la concurrencia a Sevilla habían optado por diferenciarse lo más posible de sus pares latinoamerica-nos (y los estereotipos asociados a ellos) y enfatizar el argumento de que Chile era un pueblo sobrio, racional y trabajador. La estrategia discursiva que se puso en marcha en la Exposición Iberoamericana fue la argumentación de que Chile era muy similar a Europa, tanto en su clima —frío, ajeno a los tropicalismos con que se asociaba al continente— como en su raza, en su mayoría “blanca”68. Tales ideas de excepcionalidad en el continente y de ser los “ingleses de Latinoamérica” tenían larga data en el país69, pero ahora, en el dis-curso, era difícil combinarla con las expresiones de la “raza” que se habían vuelto centrales. Por lo demás, la idealización que del indígena tenían artistas y literatos no era compartida por muchos intelectuales y políticos que veían en el araucano sólo atraso e infe-rioridad70 y que, adscribiéndose a una corriente más hispanista, preferían enfatizar la rama española de la “raza chilena”.

66. “El alma de Chile en Sevilla”, Revista Chile, n.o 56, octubre 1929, 33; “Éxito de la Exposición de Arte Chileno en París”, El Mercurio, Santiago, 1 de abril, 1930.

67. “Exhibamos ampliamente el pro-greso nacional”, en El Mercurio, 10 de agosto, 1927.

68. Estas ideas se estudian con mayor profundidad en Sylvia Dümmer Scheel, Sin tropicalismos.

69. Fue el ministro Diego Portales quien acuñó por primera vez el término en la primera mitad del siglo xix.

70. Aunque hubo estudiosos que intentaban estudiar al indígena chi-leno con objetividad y artistas que rescataban su estética, la mayoría de los intelectuales nacionalistas de la época eran sumamente críticos hacia su cultura. Alberto Cabero, autor de Chile y los chilenos (1926), describía al indígena araucano como un pueblo inferior, con limitadas posibilidades mentales y una incapacidad para evolucionar, además de ser supersti-cioso y ladrón. El antropólogo Tomás Guevara también diagnosticaba una inferioridad de sus capacidades intelectuales, mientras el escritor Joaquín Edwards Bello se quejaba de que los “supuestamente superiores araucanos ni siquiera habían dejado la edad de piedra en el año 1500”, adjudicándoles todos los vicios imaginables:fatalismo,flojera,alcoholismo. También la poeta Gabriela Mistral culpaba al araucano por la pereza biológica de la raza, y hubo quienes desautorizaron las mitificadasimágenesindígenaspropuestas por Ercilla en La Araucana y por Pedro de Oña en Arauco Domado por considerarlas exaltaciones imaginarias e imposibles, totalmente alejadas de la realidad.

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Ambas posturas no lograron aunarse, y en vez de optarse por una u otra, se les dejó coexistir,loquegeneróunanarraciónfinalllenadecontradicciones.Así,mientraslaSala de Arte Araucano y Popular se convertía en uno de los puntos más interesantes del pabellón, obtenía una Medalla Gran Premio por parte de las autoridades españolas71 y era reconocida por el gobierno de Ibañez con la decisión de exhibir la muestra en París el año entrante72, en el Catálogo-Guía del Pabellón de Chileseafirmabaque“lamasadelapoblación actual es casi toda descendiente de los colonos españoles y otras naciones europeas, siendo muy pequeña la mezcla con los indios Araucanos”73 y el embajador chileno en España recomendaba insistir en Sevilla que Chile consistía en “un pue-blo íntegramente blanco”. Mientras la decoración de inspiración indígena buscaba otorgarle un pasado ancestral al país, en la Sala de Historia del pabellón la narración comenzaba con la conquista española, omitiendo cualquier acontecimiento anterior, y en el libro oficial Chile en Sevilla semencionaba incluso que los conquistadoresespañoles habían hecho su llegada a “tierras vírgenes”74. Y aunque el arte araucano y popular se exhibiera como una “expresión de la raza”, en el Catálogo-Guía se explicaba que el núcleo de la raza chilena estaba conformado por los conquistadores españoles

y sus familias75. Esta coexistencia de narraciones divergentes se explica en tanto cada Subcomisión velaba por lo que se exhibiera en la sala temática que le correspondía o en las publicaciones que se imprimirían para la ocasión, sin que al parecer hubiera una ins-tanciafinaldefiltraryunificarloscontenidos.Deestemodo,lasdistintas interpretaciones convivían en la representación del país.

Por cierto, pese a estas diferencias de opinión había un punto de partida compartido en cuanto al mundo indígena, y es que ninguno de los organizadoresquería que el país entero fuera identificadocomo tal. Desde el punto de vista de los defensores de montar la Sala de Arte Araucano, el éxito del montaje consistiría en exhibir una muestra de rasgos propios sin que ello se prestara a genera-lizaciones hacia el resto del país. Porque una cosa era mostrar las expresiones de los pueblos originarios, y otra muy distinta “que nos creyeran indígenas a todos”76. De hecho, quienes promovían las artes “pícaras”, “ingenuas y atrayentes” del mundo indígena y popular lo hacían con una actitud sumamente paternalista, que permite concluir que el indígena de carne y hueso también era visto por ellos como un ser inferior y, sobre todo, como un “otro” con

71. Catálogo-Guía del Pabellón de Chile. Exposición Iberoamericana de Sevilla (Sevilla: Tip. A. Padura, 1929-1930).

72. “Éxito de la Exposición de Arte Chi-leno en París”, El Mercurio, Santiago, 1 de abril, 1930.

73. Catálogo-Guía.

74. “Editorial: Dos Palabras”, en Álvaro Jara y Manuel Muirhead, Chile en Sevilla.

75. Catálogo-Guía. Ciertamente, el dis-curso de nación era emblanquecido con mayor fuerza en aquellos sopor-tes que iban dirigidos a un público más seleccionado: las publicaciones Chile en Sevilla y el Catálogo-Guía serían distribuidos por los cónsules de Chile a posibles inversionistas en sus respectivos países.

76. “Éxito de la Exposición de Arte Chileno en París”, en El Mercurio, San-tiago, 1 de abril, 1930. La muestra fue llevada luego a París y el columnista serefierealéxitoquetuvoenSevilla.

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el que no deseaban ser confundidos. No por nada el mismo presidente Ibañez, quien promovía que se exhibiera las artes del pueblo, manifestaba no obstante que fueran presentadas “en proporcionada latitud”77, vale decir, sin exagerar. Y no sólo no se exa-geró en cuanto a cobertura —lo que se hace evidente al comparar el pabellón chileno con los de otros de países latinoamericanos, la mayoría de los cuales rebosaba deco-ración indigenista tanto en el interior como en el exterior—, sino que además se aisló simbólicamente a estos grupos del resto del país. El hecho de reunir todos los objetos de su creación, independiente de su naturaleza, en una sala aparte, remarcaba la con-dición de alteridad que representaban sus autores para las élites a cargo de representar alpaís.Sienelrestodeledificioseexhibían“laindustriadeChile”,“lasartesaplicadasde Chile” o “el arte de Chile”, en esta sala se mostraba la industria, artesanía y arte “de un subgrupo de Chile” que se prefería mantener aislado.Laportadilladellibrooficialdelaconcurrencia,Chile en Sevilla, es ilustrativa acerca

del lugar que se otorgaba al indígena en la representación del país (imagen 5). En el dibujo aparecen cuatro personajes ordenados de arriba abajo en forma jerárquica, y el color de sus pieles —blanco arriba y oscuro abajo— refuerza dicha jerarquía en términos raciales. El personaje superior, un hombre blanco representando a las élites del país, es quien guía al resto hacia el progreso luminoso simbolizado en un rascacie-los. El personaje araucano no sólo se encuentra en el último lugar, sino que es el único que en vez de mirar hacia adelante vuelca su mirada hacia atrás y hacia abajo, como si no sólo le diera la espalda al progreso, sino que además mostrara su sumisión ante la cultura dominante. Resalta también el hecho de que mientras los demás personajes sonrepresentacionesidealesderaza,géneroyocupación,identificadoscomotalesmediante símbolos evocativos simples, el personaje araucano está tan sobrecaracteri-zado con objetos y detalles decorativos que refuercen su identidad como miembro de dicha etnia, que su persona misma llega a desaparecer bajo ellos. Esto, que se repetía en la representación de la mujer mapuche en el mural de Guevara o en la portada 40 de la Revista Chile, evidencia que el gran aporte de su mundo era proporcionar una “esté-ticanacional”yllenarelsignificantevacíodelos“rasgospropios”.Aquelloresultaunaverdadera metáfora de su situación en la realidad del país en aquellos años. El indígena de carne y hueso no gozaba de la misma simpatía que su representación simbólica, y tras su incorporación al territorio nacional hacia 1880, no había acuerdo sobre su rol en el país. Los mismos que aprovechaban su estética en la representación nacional (como el presidente Ibañez) abogaban por que en el mundo real los araucanos fueran

77. “Éxito de la Exposición de Arte Chileno en París”, en El Mercurio, Santiago, 1 de abril, 1930.

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integrados rápidamente a través de la asimilación cultural y el fin de las tierrascomunales78, sin preocuparse de que esa cultura que había prestado imágenes al nacionalismo cultural terminara por desaparecer como expresión “viva”.

78. Los sectores conservadores aboga-ban por marginar a los indígenas de La Araucanía para que no entor-pecieran el “desarrollo nacional”, mientras los progresistas promovían una rápida integración a través de laasimilaciónculturalyelfindelastierras comunales. Esta última fue la opción del gobierno de Ibañez, el cual promovía una ley de división de las comunidades mapuches que traería como consecuencia su pronta asimilación y la pérdida de su cul-tura José Bengoa, Historia del Pueblo Mapuche (siglo xix y xx) (Santiago: Ediciones Sur, 1985), 383-385. Evi-dentementeinfluíanenestaposturaconsideraciones de índole social y económica, pero no está de más resaltar la inexistencia de un interés por cuidar la prevalencia de dicha cultura en el escenario real.

imageN 5: ilustracióN de rafael alBerto lópez para la portadilla de liBro oficial ChiLe en seviLLa

Fuente: Aníbal Jara y Manuel Muirhead, Chile en Sevilla (Santiago: Cronos, 1929).

3.3. uNa imageN de coNseNso: el triuNfo de la Naturaleza Quedaba todavía pendiente la arquitectura del pabellón, el sím-

bolo más visible de la representación del país. Ya que, como se ha dicho,éstedebíaidentificaralanaciónatravéssusformas,eldesa-fío era notable en un país sin tradiciones arquitectónicas propias. La poca unanimidad en torno a la representación de las culturas

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indígenas y la inexistencia de un legado artístico indígena considerado valioso explican quizás que en Chile se optara por un pabellón de inspiración tan distinta al resto de losedificioslatinoamericanospresentesenlaExposicióndeSevilla.Elproyectoqueseimpuso en el concurso de arquitectura no representó la identidad nacional mediante un estiloarquitectónicodefinidoodedecoracionestípicas,sinoatravésdeformassimbó-licas que evocaba la Cordillera de los Andes. Se trataba de la propuesta de Juan Martínez Gutiérrez,quienproyectóunedificiodehormigónarmadodetrespisosdealto,congran-des murallones desnudos coronados por una torre. Los colores de la fachada reforzaban la alusión a las montañas, mediante tonos grises en la base que se iban haciendo blancos a medida que ascendían, y detalles rojizos que completaban la composición (imagen 6)79. Según las palabras del arquitecto, el pabellón interpretaría el espíritu chileno

“sin recurrir para ello a motivos coloniales, sino a agrupacio-nes de volúmenes y trozos de escultura y pintura capaces de sugerir el ambiente de un pueblo y de hacernos adivinar su cultura. Expresar los plácidos remansos de las costas chilenas y la orografía titánica de Los Andes, componiendo de forma casi escultórica las masas grises y blancas, que van ascendiendo hasta culminar en la fuerte torre […]”80.

79. Juan José Cabrero, “Pabellón de Chile”, en sevillasigloxx.googlepages.com/PABELLONDECHILE.pdf (visto 5 octubre 2008).

80. El Liberal, 1 de noviembre, 1928, citado por Juan José Cabrero, “Pabe-llón de Chile”.

imageN 6: paBellóN de chile eN sevilla

Fuente: Catálogo-Guía del Pabellón de Chile (Sevilla: Tip. A. Padura, 1929-1930).

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Así, a falta de un estilo arquitectónico propio como el de México o Perú, la idea deChileseríarepresentadademanerasimbólica,“rebasandoelfolklore”81. Eran las masas, disposiciones y colores de la estructura los que mediante una “evocación poé-tica”82 crearían una imagen sintética del país83. Para autores españoles como Rodríguez Bernal y Villar Movellán, el pabellón de Chile destacó en la Exposición Iberoamericana porsuoriginalidad,alserelúnicoentrelosedificiosmontadosporEspañayporlasrepúblicas latinoamericanas en no recurrir al historicismo en su representación de la identidad nacional84. La madre patria acudía al regionalismo o al mudéjar en sus edificacionesysusexcoloniassedebatíanentreunmarcadoindigenismo(México),un panhispanismo (Argentina, Uruguay y la mayoría de las naciones invitadas) o un estilo mestizo que aunara ambas tradiciones como ocurrió en el pabellón peruano85. Si

se considera que las alusiones al pasado en la búsqueda de la repre-sentación nacional y su consiguiente expresión arquitectónica mediante eclecticismos historicistas eran una de las características que más se repetían en las Exposiciones Universales86, la propuesta de Chile en 1929 parece aún más vanguardista.

La propuesta de Martínez había optado por los aspectos geo-gráficosdelimaginarionacionalendesmedrodeotrosdecaráctermás bien cultural, aunque no estuvo absolutamente desprovisto de alusiones históricas. De hecho, los detalles y terminaciones hacían referencia al pasado hispano y prehispano. Así, trozos de cantería con motivos indígenas, un Caupolicán de cobre en la entrada y una portada monumental de tipo precolombino, en piedra roja y for-mas trapezoidales87, recordaban a los pueblos originarios, mientras lasrejasdefierrodeventanasybalconesylostechosdeteja,loscorredores, logias y bóvedas daban la nota colonial88. Sin embargo, estos detalles estaban superpuestos a la estructura y desapare-cían por su escala ante la monumentalidad de los volúmenes del edificio,ofreciendoquizásuna interesantemetáforade la formaen que la geografía era percibida en Chile: una naturaleza aplas-tante donde la cultura se esforzaba por manifestarse tímidamente. Es importante señalar que, en el contexto ideológico del determi-nismogeográfico,mostrarlacordilleranoerasólorepresentarelpaisaje, sino expresar a través de ella el carácter de la población que habitaba en él. En este sentido, el delegado de Chile en Sevilla,

81. Fernando García Oldini, “El Pabe-llón de Chile en la Exposición de Sevilla”, Revista Chile, n.o 56, octubre 1929), 9-12.

82. “Conozcamos la casa de Chile en Sevilla”, El Mercurio, Santiago, 23 de octubre, 1927.

83. El Mercurio, Santiago, 21 de agosto, 927.

84. Rodríguez Bernal, La Exposición Ibero-americana de Sevilla, 131; Villar Movellán, 1979, 61, citado por Ana Souto, “La Exposición Iberoameri-cana”, 190. Rodríguez Bernal asegura que en toda la Exposición, además del pabellóndeChile,losúnicosedificiosque no recurrieron a la representa-ción historicista fueron cinco pabe-llones comerciales que pertenecían a empresas privadas, desconectadas del ambiente sevillano.

85. Ana Souto, “La Exposición Ibero-americana”, 190.

86. Ana Souto, “La Exposición Ibero-americana”, 190.

87. Juan José Cabrero, Pabellón de Chile.

88. Fernando García Oldini, “El Pabe-llón de Chile en la Exposición de Sevilla”, Revista Chile, n.o 56, octubre 1929, 9-12; Ana Souto, “La Exposi-ción Iberoamericana”, 190; Juan José Cabrero, Pabellón de Chile.

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FernandoGarcíaOldini,señalabaqueladisposicióndelosplanosdeledificionosólorecordaba las montañas, sino que al mismo tiempo obligaba a pensar en el carácter “silencioso e indoblegable de la raza”. Para Oldini, incluso la idea misma del pabellón habríasidoinfluenciadaporelmedio.“Lafuerzamodeladoradelpaisajecircundanteestanpotente,lanegadainfluenciadelmedioestaninnegable,que—apesardetodaslas teorías— logra imprimir su sello y una impulsión similar a la propia en algo tan distinto a la naturaleza como es la obra de un artista”. La “casa de Chile” era para él, a un mismo tiempo, “producto y resumen del ambiente”89.

Por todas estas evocaciones, aun cuando el pabellón de Chile no tuviera rasgos explícitosqueanunciaranaunnoiniciadolaprocedencianacionaldeledificio,logróser considerado como la primera obra concebida “inspirándose en lo nuestro, en lo típico, en nuestros ambientes”90, y que expresaba “los rasgos característicos de la idiosincrasia nacional”91. Cumplió así con el cometido de diferenciarse del resto de los países y dar un sello propio. Sin embargo, el simbolismo de la cordillera resultó ser muy funcional para otros aspectos del discurso. Al tiempo que evitaba la polémica que habría significado un edificio de corte indigenista, permi-tió reforzar el discurso de progreso y civilización que los demás símbolos autóctonos sólo entorpecían. Ya que los argumentos defendidos en Sevilla eran que el clima frío del país había produ-cido una raza sobria y trabajadora —opuesta al “caos” y “pereza” con que se asociaba al trópico—, y que el medio abrupto, difícil, había convertido a sus gentes en esforzadas y laboriosas92, la ima-gen de una cordillera imponente y nevada reforzaba esa idea. No debe haber sido casualidad que estuviera presente, también, en laportadadel librooficialChile en Sevilla, libro que, como el pabellón, pretendía ser un “resumen global” del país (imagen 7).

89. Fernando García Oldini, “El Pabe-llón de Chile en la Exposición de Sevilla”, Revista Chile, n.o 56, octubre 1929, 9-12; Ana Souto, “La Exposi-ción Iberoamericana”, 190; Juan José Cabrero, Pabellón de Chile.

90. “Conozcamos la casa de Chile en Sevilla”, El Mercurio, Santiago, 23 de octubre, 1927.

91. Revista Chile, n.o 51, mayo 1929.

92. Sylvia Dummer Scheel, “Sin tropi-calismos”.

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Los desafíos de escenificar el “alma nacional”

coNclusioNes

Estudiar la representación de Chile en Sevilla es una forma de aproximarse a las ideas de país que circulaban en los años veinte, gracias a que la instancia obligó a ciertossectoresdelasociedadadeclarar,explicar,negociareinclusoescenificarsuforma de entender “lo nacional”. La concurrencia a la Exposición Iberoamericana dejó en evidencia hasta qué punto se había posicionado el nacionalismo culturalista y las referenciasalaraza,almediogeográfico,alpasadoautóctonoyalofolclóricocomodefiniciónde“Chile”,alpuntodeincorporarseenlaimagendepaísquesedeseabapublicitar en el exterior y superar así las estéticas europeizantes del siglo anterior.

El hecho de que en esta ocasión la puesta en escena haya estado a cargo de un grupo relativamente amplio y variado de profesionales, y que los discursos de país expresados en diversos soportes (salas temáticas, decoración y publicaciones) no hayan pasado por

Fuente: Aníbal Jara y Manuel Muirhead, Chile en Sevilla (Santiago: Cronos, 1929).

imageN 7: portada liBro oficial ChiLe en seviLLa

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unfiltrofinalquelosunificarabuscandocorregirposiblescontradicciones,entorpecióquizás el posicionamiento de una imagen de nación única y coherente en el extran-jero, pero ofrece por otro lado un material muy rico para el análisis de los imaginarios nacionales de la época. Así, la representación de Chile en Sevilla no sólo nos da una idea sobre cómo el Gobierno y diversos grupos sociales deseaban que Chile fuera visto desde elextranjero,sinoquehaceexplícitoscontradicciones,conflictosy luchaspresentesen los imaginarios nacionales circulantes en la década del veinte. En este sentido, ha sidoposibleidentificarqueinclusodentrodelimaginarioquedeterminólarepresen-tación y que era el imperante en el país, convivían diferentes interpretaciones. Aunque se imponía una concepción nacionalista de país que entendía lo nacional en términos culturales,endondeelmediofísico, laraza,el lenguajey lastradicionesdefiníanel“carácter colectivo” de su población, no todos rescataban los mismos elementos etno-lingüísticos para definirlo. Mientras ciertos sectores encontraban sus bases en lospueblos originarios, otros preferían enfatizar el origen hispano de la cultura nacional. De hecho, la representación de elementos indígenas como símbolo de lo chileno des-pertó, como se ha visto, grandes resistencias entre grupos de corte hispanista. Dicha resistencia, sin embargo, tenía a su vez diferentes niveles. Se ha hecho evidente que la incorporación de una estética de inspiración indígena o de expresiones musicales de cortefolklórico,interpretadosy“adecentados”porartistasprofesionales,provocabanmucho menos rechazo que las expresiones originales, sin intermediarios, de estos mis-mos grupos, que resultaban una evocación demasiado viva y actual de su existencia.

Al margen de las luchas de conceptos que salieron a la luz, la puesta en escena reveló también matices del imaginario que en el momento, por obvios, pasaban desapercibi-dos. La forma en que el mundo —o su representación— es ordenado, las jerarquías y relaciones que se establecen, comunican un modelo mental a través del cual se entiende la realidad. Por eso, aunque la separación de lo araucano y folclórico en una sala aparte pudo parecer completamente natural a sus organizadores, esta decisión estaba cargada de una serie de connotaciones que remarcaban la condición de alteridad que dichos grupos representaban en la sociedad chilena de aquel entonces, remarcada por la sobre-caracterización decorativa que de ellos se hacía en la representación. Se trataba de una sociedad elitista y poco inclusiva, que si bien se abría a aceptar la incorporación de gru-pos populares e indígenas a nivel simbólico, lo hacía remarcando la distancia con ellos.

Cabe aclarar que aunque la representación de la nación en la Exposición Iberoamericana reveló mucho acerca de los imaginarios circulantes, no consistió en una especie de “fotografía” de éstos. La puesta en escena ofreció más bien una

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Los desafíos de escenificar el “alma nacional”

reinterpretación de los imaginarios. Éstos eran traducidos a un lenguaje material y visi-ble pero, sobre todo, sus símbolos e ideas habían sido seleccionados, jerarquizados y reordenados.Yaunqueenestecasolaintencióndefidelidadal“almanacional”puedehaber generado un resultado un poco menos instrumental que lo que se haría hoy con una “imagen-país”, no es posible olvidar que de todos modos se trataba de una imagen escrita desde arriba que perseguía objetivos concretos. Por eso, aunque se eligieron ele-mentosqueefectivamentecirculabanenlaautoidentificacióndeloschilenos,síseoptópor los que concordaran con los objetivos concretos que se perseguían en el exterior. De este modo, la cordillera superó como símbolo a todo lo relacionado con indigenismo y folclor, siendo protagonista de la arquitectura del pabellón y de la portada del libro oficial,porqueresultabamuchomásfuncionalalosobjetivoseconómicosdelpaísylaimagendeeficienciaylaboriosidadqueseintentabamostrarenelexterior,ygeneraba,por lo demás, menos desencuentro entre los organizadores que otros símbolos de corte indigenista. Fue esta particular versión de la imagen nacional la que regresó al país, a través de fotografías y registros de prensa, para ser observada por al público chileno como si se mirara en un espejo. De este modo, es muy probable que la puesta en escena del imaginario haya tenido efectos sobre los imaginarios nacionales mismos al propor-cionar nuevos símbolos y reforzar ciertas ideas por sobre otras.

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Avisos publicitarios y Revolución de Mayo en la prensa gráfica

Fabio André Guterres Ludwig es estudiante de Licenciatura en Comunicación Social con orienta-ción en periodismo de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). [email protected] Fabio André

Guterres Ludwig

Advertising and the May Revolution in the illustrated press: El Día, 1943-1958

aBstract

This article analyzes the advertising associated

with the celebration of the Revolution of May 25,

1810 as a form of discourse that tries to sell and

also influence the reader by using the newspaper

as a strategic vehicle. These ads analyzed were

published in the daily newspaper, El Día, of La

Plata (Argentina) between 1943 and 1958. The

exercise shows that during this period there was a

variety of advertising discourses that, by referring

to values associated with the Revolution, suggest

particular political interests in accord with the

changing historical context.

Key Words

Advertising, representation, May Revolution, El Día,

Argentina.

Avisos publicitarios y Revolución de Mayo en la prensa gráfica. El Día, 1943-1958

resumeN

En este trabajo se analizan los avisos publicitarios

relacionados con la celebración de la Revolución

del 25 Mayo de 1810. Partimos de considerarlos

como discursos que pretenden vender y también

influir en el lector, utilizando al diario como vehí-

culo estratégico. Dichos avisos son los publicados

en el diario El Día de la ciudad de La Plata (Argen-

tina) durante el período comprendido entre 1943 y

1958. Dentro de ese período, la evidencia reunida

muestra la variedad de los discursos publicitarios

que, utilizando los valores surgidos en la Revolu-

ción, sugieren un interés político particular según

la cambiante coyuntura histórica.

palaBras clave

Avisos publicitarios, representaciones, Revolución

de Mayo, El Día, Argentina.

Artículo recibido:

19 de Abril de 2010;

AprobAdo: 29 de junio

de 2010; modificAdo:

19 de julio de 2010.

Guillermo O. Quinteros es Profesor y Licenciado en Historia de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). Doctorando en el Programa de Doctorado en Historia de la misma universi-dad. Director Interino del Centro de Estudios en Comunicación, Política y Sociedad de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: “De amores, pasiones y otros sentimientos en los juicios de disenso durante la primera mitad del siglo XIX en Buenos Aires”, en De prácticas, comportamientos y formas de representación social en Buenos Aires (S. XVII–XIX), coord. Hilda Zapico (Bahía Blanca: Editorial de la Universidad Nacional del Sur, 2006), 391-420, y (con María Elena Infesta), “Historia de la organización política y de la expansión territorial de la provincia de Buenos Aires (1820-1995)”, en Municipios de la provincia de Buenos Aires, La Plata (Buenos Aires: Ministerio de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, 2007),[email protected]

Guillermo O. Quinteros

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Guillermo O. Quinteros - Fabio André Guterres Ludwig

Avisos publicitarios y Revolución deMayoenlaprensagráfica. El Día, 1943-1958 Ï

iNtroduccióN

El propósito del presente trabajo es el de analizar durante una coyuntura histórica particular (1943-1958) y a través de un estu-dio de caso (el diario El Día), los avisos publicitarios asociados aunade las fechasmássignificativasde lahistoriaArgentina: la Revolución del 25 de Mayo de 1810. Dicha revolución produ-cida en la ciudad de Buenos Aires depuso al Virrey en ejercicio y estableció una Junta de gobierno local, marcando de este modo el inicio de la lucha por la emancipación de España1. Se estu-dia la manera en que el discurso de venta de las empresas que publicitaron en las páginas del matutino de la ciudad de La Plata, recuperó aquel hecho histórico y lo representó de acuerdo a los tiempos políticos que corrían.

La ciudad de La Plata se fundó en el año 1882 con el objetivo de ser la moderna capital de la Provincia de Buenos Aires (Argentina). Dos años después se creó el diario El Día, que se convirtió en el único periódico de habla hispánica nacido prácticamente al mismo tiempo que la ciudad lugar de su publicación. Sus fundadores pro-clamaron desde la primera editorial la independencia del diario respecto de los gobiernos y de los partidos políticos, “porque com-prendemos que la misión de la prensa no es otra que velar por los intereses públicos”2. El diario fue organizado desde el comienzo como una empresa y, por tanto, enfatizó su aspecto comercial, otorgándole suma importancia a la publicidad, a la propaganda

1. La Revolución de Mayo en Buenos Aires se inscribe dentro de las luchas emancipadoras Hispanoamericanas. La literatura sobre el tema es vastí-sima. Entre otros: Noemí Goldman, ed., Lenguaje y revolución. Conceptos políticos clave en el Río de la Plata, 1780-1850 (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2008); Francois-Xavier Guerra, Moder-nidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas (México: Fondo de Cultura Económica, 1992); Elías Palti, El tiempo de la Política. El siglo xix reconsiderado (Buenos Aires: Siglo xxi, 2007); Tulio Halperín Donghi, Revolución y Guerra. Formación de una élite dirigente en la Argentina criolla (México: Siglo xxi, 1979).

2. Citado en César Díaz, “El Día, el dia-rio que nació con la ciudad”, Oficios Terrestres ii: 3 (1996): 136.

Ï El trabajo es producto de la investi-gación desarrollada por un equipo interdisciplinario, cuyo proyecto se denomina “Periodismo y Revolución. Hacia el Bicentenario de Mayo de 1810. Estudios en Comunicación”. Director Guillermo O. Quinteros, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y Facultad de Perio-dismo y Comunicación Social, Univer-sidad Nacional de La Plata, Argentina. Dicho proyecto se encuentra inscrito en el marco del Programa de Incenti-vos a la Investigación de la UNLP.

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Avisos publicitarios y Revolución de Mayo en la prensa gráfica

y/o a los avisos publicitarios3. La clave de su éxito y perdurabilidad en el tiempo hasta la fecha radican en el hecho de haberse distanciado de la denominada prensa de “com-bate”, característica de los periódicos del siglo xix, asumiendo posiciones muy liberales para la época y encarando el emprendimiento como una empresa lucrativa. El diario El Día ha sido desde entonces el periódico de mayor circulación en la ciudad y, por lar-gos períodos, el único editado localmente4.

Se aborda el estudio de los avisos partiendo de considerar al periódico como un actor político cuyo ámbito de actuación es el de la influencia. La prensa es una entidad de carácter colectivo y polifónico que no persigue la conquista del poder, sino que busca influenciaradiferentessectoresdelasociedad,yaseaenlatomade decisiones o en la elaboración de representaciones5. Dicha poli-fonía puede manifestarse en el conjunto de las páginas del diario, incluyendo a los avisos publicitarios6. A la hora de vender su pro-ducto, una misma empresa anunciante puede cambiar su manera de representar un hecho según la coyuntura histórica de que se trate.ComoloafirmóelperiodistaHugoCaligaris:“Asumodo(losavisos) informan tanto como la mejor crónica sobre las inquietu-des, los intereses, la cultura y los deseos colectivos de la gente”7. Éste es el punto en el que se focaliza el análisis para el período comprendido entre 1943 y 1958.

Respecto de las representaciones, según Chartier son “las dife-rentes formas a través de las cuales las comunidades, partiendo de sus diferencias sociales y culturales, perciben y comprenden su sociedad y su propia historia”8. Para el caso que nos ocupa, se con-sidera que a través de la prensa los anunciantes contribuyen a la elaboración, la consolidación o el cuestionamiento de tales repre-sentaciones. Cabe destacar que, para el caso de los anuncios objeto de estudio, nos enfrentamos a dos formas de representación, a saber: la manera como era comprendida la Revolución de Mayo de 1810, por un lado, y la forma en que era concebida la coyuntura histórica en la que el anunciante se encontraba, por otro.

Hemos focalizado el estudio en los avisos asociados al 25 de mayode1810porseréstauna fechadealtasignificaciónquesetoma, en general, como el acto fundacional de la Argentina9. En el

3. En el texto, se ha preferido utilizar el término “aviso” publicitario para conservar la denominación que el propio diario le otorga. Por otro lado, el término “propaganda” posee connotaciones teóricas que no se discutirán aquí.

4. Para profundizar estas referencias históricas del diario El Día, además del citado trabajo de Díaz, consultar Ricardo Santiago Katz, Periodismo platense (génesis y evolución) (La Plata: PrintGraf,2004);CarlosUlanovsky,Paren las rotativas. Una historia de gran-des diarios, revistas y periodistas argen-tinos (Buenos Aires: Ed. Espasa, 1997); César Díaz, Mario Giménez y María M. Passaro, Una mirada periodística sobre la cotidianeidad platense (1882-1900) (La Plata: Ediciones de Periodismo y Comunicación Social, 1999).

5. En este sentido seguimos el plantea-miento de Héctor Borrat, El periódico, actor político (Barcelona: Gustavo Gilli, 1989), 9-10.

6. Es así como el discurso de los avisos puede o no coincidir con la tendencia del discurso editorial del propio dia-rio. La tarea de comparar una y otra tendencia no se aborda aquí.

7. CitadoporCalosUlanovsky,Paren las rotativas, 22.

8. Roger Chartier, El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural (Barcelona: Gedisa, 2005), i.

9. La primera y durante mucho tiempo consagradaversiónqueloafirmafuela de Bartolomé Mitre, Historia de Bel-grano y de la Independencia Argentina (Buenos Aires: Estrada, 1947).

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mismo sentido, se constituye como un “lugar de memoria”. Tales son los términos que utiliza Pierre Nora, para quien

“la noción de lugar de memoria está hecha para englobar a la vez objetos físicos

y simbólicos, sobre la base de que poseen un no sé qué en común […] que los con-

vierte en unidad significativa, de orden material o ideal, de la cual la voluntad de

los hombres o el trabajo del tiempo ha hecho un elemento simbólico del patrimonio

memorioso de una comunidad”10.

Esta idea del autor hace aún más complejo el análisis de los avisos, pues los anun-ciantes, sabiendo de la importancia de la fecha, dan por sentado que los lectores poseen -también ellos- una representación de la Revolución de Mayo, aunque nunca pudieron suponer una misma versión de aquella historia, como tampoco unanimidad en la suya. Se considera que en el momento de elaborar su discurso de venta, vincu-lado a la Revolución en una coyuntura histórica particular (es decir, un discurso de venta políticamente interesado), el anunciante lidiaba con un buen número de cues-tiones que no podían serle ajenas.

Se ha tomado como punto de partida de este estudio el año 1943, porque tanto en la Argentina como en el mundo se produjeron una serie de hechos muy relevantes para comprender la historia posterior de ese país. Cabe señalar que la guerra civil espa-ñola había dividido a la sociedad entre franquistas y republicanos, en una Argentina que acusaba el impacto de una inmigración europea predominantemente española eitaliana.Enestemismosentido, lafiguradeBenitoMussolinituvosusseguidoresy sus detractores11. Para el mes de mayo de 1943 las posiciones en torno a la guerra europea oscilaban entre los simpatizantes de Alemania y sus aliados, los neutralistas y los aliancistas, aunque el Gobierno argentino mantenía la neutralidad diplomática. La celebración del 25 mayo de ese año encontró al gobierno del Presidente Ramón Castillo en una circunstancia crítica, ya que unos diez días después se produjo el golpe de estado que lo derrocó. El 4 de junio asumió el general Arturo Rawson, pero fue destituido por otro general, Pedro P. Ramírez, quien permaneció en el cargo de Presidente hasta su renuncia, el 24 de febrero de 1944. Tomó el cargo entonces su Vicepresidente, el general Edelmiro Farrel. Las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial reclamabanunaposiciónmásdefinidaque la sostenidapor la diplomacia argentina. La neutralidad era vista, tanto por los EE. UU. y los gobiernos latinoamericanos como por los sectores

10. Pierre Nora, dir, Les Lieux de mémoire (París: Gallimard, 1984-1993). Citado en Nora Pilia de Assuncao y Aurora Ravina, eds., Mayo de 1810. Entre la historia y la ficción discursivas (Buenos Aires: Biblos, 1999), 13-17.

11. Para estas cuestiones ver Leticia Prislei, Los orígenes del fascismo argen-tino (Buenos Aires: Edhasa, 2008).

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Avisos publicitarios y Revolución de Mayo en la prensa gráfica

democráticos locales, como una simpatía implícita por la alianza encabezada por Alemania. El gobierno militar de Farrel contaba con la ascendente participación y evi-dente influenciadelcoronel JuanDomingoPerón,constatableentreotrascosasenel hecho de haber acumulado cargos ejecutivos en su persona como el de Secretario de Trabajo y Previsión y el de Vicepresidente de la nación. No todos los sectores del ejército miraban con agrado la actuación política de Perón. El mismo régimen militar lo encarceló durante unos días del mes de octubre de 1945, debiendo liberarlo luego de la jornada del día 17, cuando una manifestación popular masiva reclamó en la Plaza de Mayo de Buenos Aires su liberación12. En febrero de 1946, la fórmula presidencial Perón-Quijano fue elegida por el pueblo en las primeras elecciones transparentes en más de quince años. La asunción de Perón como Presidente el 4 de junio de 1946 inau-guró un período de relativa estabilidad política, interrumpida por la autodenominada Revolución Libertadora en 1955, cuando promediaba su segundo mandato presiden-cial. Genéricamente hablando, el primer gobierno de Perón estuvo caracterizado por el sostenimiento de una política mercadointernista y distribucionista, basada en el régimen de sustitución de importaciones.

La creciente incorporación de mano de obra a la industria y al sector de ser-vicio fue acompañada por una masiva sindicalización que poco a poco convirtió al movimiento sindical en peronista13. Al culminar el primer mandato, cuando las citadas políticas de estado daban muestras de agotamiento, el propio Perón alertó sobre el comienzo de una nueva etapa de redefinición del distribucionismo y deapertura económica que llevaría a la Argentina a restablecer lazos con los EE. UU. Los años del segundo gobierno estarán caracterizados por un número creciente de huelgas, una protesta sostenida de varios núcleos opositores a un régimen que era calificadodeautoritario,fascistay/onazifascista.Éstaeratambiénunarespuestaal hecho no menos importante de que Perón reclamó de la sociedad argentina

una adhesión completa a sus políticas, planteando una franca dicotomía entre los amigos y los enemigos de su gobierno. Así como Juan Domingo Perón tuvo la pretensión de “peronizar” a la Argentina, la “Revolución Libertadora” encabezada por mili-tares en ejercicio opositores al primero, tuvieron la pretensión de “desperonizar” a la sociedad, a tal punto de llegar a prohibir la sola mención pública de Perón y de su esposa muerta. Unos y otros fracasaron en el intento. El 1 de mayo de 1958 asumió nue-vamente un gobierno elegido por el pueblo, el de Arturo Frondizi,

12. Félix Luna, El 45 (Buenos Aires: Sudamericana, 1971), 75-175.

13. Sobre el movimiento obrero, sus relaciones con el poder político del estadoylosconflictosver:LouiseM.Doyon,“Conflictosobrerosduranteel régimen peronista (1946-1955)”, Desarrollo Económico 17: 67 (1977): 437-473 y Juan Carlos Torre, La vieja Guardia Sindical y Perón (Buenos Aires: Sudamericana, 1990).

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quien tiempo antes había roto con el Partido Radical, fundando la Unión Cívica Radical Intransigente. Su triunfo electoral se pro-dujo gracias a los votos peronistas, demostrando así que ni Perón ni su movimiento —electoralmente proscriptos— estaban polí-ticamentemuertos.Lasfiestasmayasdeeseañoseinscribierondentro de un nuevo comienzo esperanzador para la democracia argentina, aunque Frondizi también será depuesto por un nuevo golpe de facto en marzo de 196214.

1. la fueNte

Los nuevos estudios sobre la prensa gráfica incluyen, entreotros, enfoques procedentes de la historia de las mentalidades, de las ideas, de la más reciente historia de los conceptos, de la memo-ria y del propio campo de la comunicación. Ratificamos aquí lacentralidad del diario como fuente imprescindible para el estudio, pues lo que se busca solamente puede ser explorado en él. En otras palabras, no es una fuente secundaria que complementa la infor-mación que otras brindan, sino al contrario15.

La ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, es la sede de los tres poderes del estado provincial y cuenta con su propio Municipio cabecera del Partido que lleva su nombre. Además, se radicaron en ella la hoy centenaria Universidad Nacional, el obispado y otras dependencias del Estado, como por ejemplo el ejército. En contraste con las vecinas localidades de Berisso y Ensenada (establecidas sobre el Río de La Plata) no poseyó industrias propias, por todo lo cual ha sido caracterizada como una ciudad estudiantil y burocrática. El diario El Día circuló masivamente entre los sectores medios y altos de una población de empleados, de funcionarios públicos políticos y entre la élite intelectual. El censo de población del año 1947 (único del período que se estudia) estableció la cifra de 303.610 habitantes para ese año, marcando un notable crecimiento respecto del último, del año 1914, que arrojaba la cifra de 138.196 habitantes16. Para 1909 la tirada diaria del matutino platense ha sido calculada en un promedio de 4.573 ejemplares, mientras que en la década de

14. Esta referencia histórica no pretende ser exhaustiva y se brinda a los efectos de ubicar al lector en el período. La literatura que se ocupa del mismo es vastísima. Para una mejor caracterización ver, entre otros, a: Marcelo Cavarozzi, Autoritarismo y democracia (1955-1983) (Buenos Aires: ceal, 1992); Tulio Halperín Donghi, Argentina en el callejón (Buenos Aires: Ariel, 1995); Robert A. Potash, El ejército y la política en la Argentina (Buenos Aires: Sudamericana, 1981); Alain Rouquie, Poder militar y sociedad política en la Argentina (Buenos Aires: Hyspamé-rica, 1986); Samuel Amaral y Mariano BenPlotkin(comp.),Perón: del exilio al poder (Tres de Febrero: eduNtref, 2004); Catalina Smulovitz, “En busca de la fórmula perdida: Argentina, 1955-1966”, Desarrollo Económico 31: 121(1991),113-124;PabloGerchunoffy Lucas Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto: un siglo de políticas económicas argentinas (Buenos Aires: Ariel, 1998); Juan Carlos Torre y Elisa Pastoriza, eds., Nueva Historia Argentina, tomo viii (Buenos Aires: Sudamericana, 2000); Jorge Schvar-zer, La industria que supimos conseguir (Buenos Aires: Planeta, 1996).

15. Estos enfoques pueden verse en Paula Alonso, comp., Construcciones impresas. Panfletos, diarios y revistas en la formación de los estados nacionales en América Latina. 1820-1920 (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2004); Daniel Badenes, “Medios de Comunicación y usos del pasado. Los trabajos del diario El Día sobre la historia platense”, Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación (San Luis: Universidad Nacional de San Luis, 2009); Elizabeth Jelin, comp., Las conmemoraciones. Las disputas en las fechas “in felices” (Madrid: Siglo xxi, 2002);JosefinaCuesta,ed.,Memoria e Historia (Madrid: Marcial Pons, 1998).

16. Datos de Población, Serie 1869-2001. En http://www.ec.gba.gov.ar/estadistica/ftp/censo/provincia/Capi1.htm (fecha de consulta: 17 de marzo, 2010).

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1940 llegaba a los 25.000 ejemplares diarios17. Durante esa década el diario mantuvo una posición favorable a las democracias occidentales aliadas en la Segunda Guerra Mundial y de franca oposición a los gobiernos de Juan Domingo Perón, a los que calificócomode“tiranía”18.

Cabe destacar que en una primera etapa se han revisado todos los ejemplares del diario El Día de la ciudad de La Plata correspondientes al mes de mayo de los años que vandesde1943hasta1976,conlafinalidaddedetectareditoriales,notasdeopinión,columnas especializadas, avisos publicitarios y suplementos asociados a la Revolución deMayo.Enunasegundaetapasedigitalizaron,mediantetomasfotográficas,todoslos ejemplares en los que se aludía al mismo tema, incluyendo los avisos publicitarios. Con dicho material se construyeron archivos por año y fecha, a partir de los cuales se organizó, mediante las categorías elaboradas en la primera etapa, toda la información.

Un análisis general del corpus documental indica que la información recogida es vastísima, y la potencialidad para desarrollar la inves-tigación, muy amplia19. Por estas razones, se avanza abordando el estudiodecategoríasdelacomunicacióngráficaespecíficas(edito-riales, notas de opinión, avisos, etc.) y también efectuando recortes temporales dentro del largo período seleccionado20.

Respecto de los avisos publicitarios, se registraron todos aque-llos que hicieron referencia explícita, mediante un texto o por la inclusión de iconografía alusiva, a la conmemoración de la Revolución.Para losefectosdesimplificarelmanejode la infor-mación, hemos realizado una doble clasificación de los avisos.Primero, por su tamaño, en chicos, medianos y grandes. Los gran-des son los que miden desde los nueve centímetros por veintinueve centímetros en más; los medianos, desde los nueve por nueve cen-tímetros hasta los trece centímetros; y los chicos son los menores a los nueve por nueve centímetros. Damos cuenta del tamaño a título ilustrativo sobre la metodología de trabajo y para que el lec-tor pueda darse una idea de la importancia de los avisos que aquí se analizan21. En segundo lugar se distinguieron tres categorías de anunciantes: a) estatal o institucional, que son aquellos pagados por los poderes públicos (nacional, provincial y municipal) y otros, por ejemplo sindicatos, asociaciones barriales, clubes; b) empresas privadas locales, avisos comerciales y profesionales de la ciudad

17. César Díaz, “El Día, el diario”, 138 y Ricardo Santiago Katz, Periodismo Platense, 205, respectivamente.

18. El término lo utilizó Hugo Stunz, quien fue director del diario. Testimonio citado en Ricardo Katz, Periodismo Platense, 217.

19. Sobre las potencialidades de la fuente y las posibilidades de su abordaje Julia de Diego y Guillermo O. Quinteros, “La Revolución de Mayo en el periodismo platense. ‘El Día’, 1943-1976”, Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación (San Luis: Universidad Nacional de San Luis, 2009), soporte digital.

20. Un primer avance respecto del análisis de los avisos publicitarios, en Fabio A. Guterres Ludwig y Guillermo O. Quinteros, “Publicidad y discurso gráficoentornoalarevolucióndemayo. Un estudio de caso: El Día, 1943-1958”, XI Congreso Redcom (Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 2009), soporte digital.

21. El tamaño de los avisos y su ubi-cación en la portada y cuerpo del diario, se estudia por separado con técnicas propias del análisis de la comunicacióngráfica;enprocesodeelaboración.

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de La Plata; y c) empresas privadas o estatales de alcance nacional, donde se agru-pan las grandes empresas industriales, agropecuarias, de servicios y comerciales (por ejemplo petróleo, máquinas, herramientas, alimentación, electricidad, automotores, indumentaria). Es esta última categoría la que se estudia.

El total de avisos asociados a los festejos de la Revolución durante el período estudiado asciende a 658. En ese total se evidencia una mayoría de anuncios locales y una mínima participación de los avisos de grandes empresas de alcance nacio-nal. Otra de las tendencias es que un enorme porcentaje de anunciantes no repite su publicidad asociada a los festejos de mayo en todos los años. Únicamente siete anunciantes repitieron su aviso en más de cinco años, y tan sólo tres estuvieron representados en casi todos los años22. De los 658 avisos, seleccionamos los cuarenta y cuatro que corresponden a la categoría denominada empresas privadas/estatales de alcance nacional. En total fueron dieciocho empresas anunciantes y de ellas nos ocupamos en este trabajo.

2. eN los orígeNes del peroNismo (1943-1946)En mayo de 1943 la Argentina y el mundo vivían momentos complejos deriva-

dos de la guerra que enfrentaba a los países aliados contra el Eje que encabezaba la Alemania nazi. La presidencia de Ramón Castillo, que se había caracterizado por sostener la neutralidad frente a la guerra y por un autoritarismo político compro-bable en su aserto de que el ideal de gobierno era “la unanimidad de uno”23, llegaba asufin.Eneseaño,unasolaempresaprivadadealcancenacionalpublicósuavisoasociado a la Revolución en las páginas del diario El Día. Lo hizo por una cuestión de estrategia publicitaria el día 24 de mayo, pues se trataba de un vino elaborado por la Bodega Trapiche. El aviso decía:

“En las Fiestas Patrias… El Vino de las Fiestas. Mendoza lo produce y América lo

consagra. El primer brindis en una fecha patria, con Champagne MONITOR, tuvo lugar

en 1925. Era la primera vez que se festejaba una fiesta argentina con

un Champagne argentino. Adoptado inmediatamente como ‘el vino de

las fiestas’ por los mejores hogares de nuestras Repúblicas, MONITOR

se ha convertido hoy, después de dieciocho años, en el Champagne

argentino de mayor venta mundial: Mendoza lo produce y América lo

consagra… A esta aceptación general hace honor la Bodega Trapiche —

fundada en el año 1883— elaborando siempre el Champagne MONITOR

con una selección de sus excelentes vinos finos.

22. Un análisis estadístico completo en Fabio A. Guterres Ludwig y Gui-llermo O. Quinteros, “Publicidad ydiscursográfico”.

23. Citado en Tulio Halperín Donghi, Argentina en el callejón, 132. Faltaban escasos diez días para su derroca-miento a manos de quien fuera su Ministro de Guerra, el general Ramírez.

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Prefiere Ud. también el Champagne MONITOR en las próximas fiestas patrias. Exíjalo

siempre, como lo exigen todos los entendidos. Champagne MONITOR. Producción de

la tierra del sol… y de Trapiche”24.

El publicista de la Bodega Trapiche ubica en primer lugar a su vino como un pro-ducto genuinamente argentino, con una historia vinculada a la celebración de una fecha patria en 1925, no quedando claro si fue la del 25 de mayo. El vino es argen-tino y elaborado en una de las economías regionales del país para todo el mundo. Pero dice que ha logrado la consagración en “nuestras Repúblicas”, en América. Las resonancias políticas e históricas son varias. La “tierra del sol” (la Provincia de Mendoza) y la Bodega, elaboraban un producto con proyección hacia América, así como la Revolución de 1810 había nacido con una proyección americanista. Los pro-pios revolucionarios de mayo hacían mención a sí mismos y a los pueblos a quienes llamaban a la acción como americanos25. Por otra parte, es Mendoza el lugar donde el General San Martín preparó e inició su campaña libertadora. El texto parece aludir a una América unida, pues hace referencia a los estados americanos como “nuestras Repúblicas” (de la cual es parte) en un momento en que la República Argentina era renuente a sumarse a los aliados en guerra. Resulta muy sugerente que la Bodega afirmequefueellaquienconsiguiólaaceptacióndesuvinoporpartedelasrepú-blicas; no era la Argentina la que exportaba y que estaba a la altura de la situación; Mendoza y Trapiche lo hacían para América. No parece casual este reforzamiento de lo americano en un contexto histórico donde la Argentina se encontraba en soledad, manteniendo su posición de neutralidad frente a la guerra.

En el verano de 1944, el presidente de facto Pedro P. Ramírez había roto las relacio-nes diplomáticas con los países del Eje, una medida que para muchos llegaba demasiado tarde (la declaración de guerra a Alemania y Japón se produciría un año después).

Su gobierno iba a durar poco, acosado por quienes se halla-ban molestos entre otras con aquella medida. En mayo de 1944 Argentina no había logrado aún, a pesar de los esfuerzos en ese sentido, incorporarse como un importante interlocutor dentro del concierto de las naciones. El 25 de ese mes tres empresas privadas y una estatal publicaron sus avisos, adhiriéndose a los festejos de la Revolución. Dos eran Compañías de transporte:

“1810 —25 de mayo— 1944 ¡Presente! Compañía de Transporte

Río de La Plata S. R. Ltda. Una organización nueva del transporte

24. El Día, La Plata, 24 de mayo, 1943, 5. Tamaño grande. Los puntos suspen-sivos son recursos utilizados en los avisos originales.

25. Quien aborda en detalle el uso de dicho término —y otros— en el con-texto revolucionario es José Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, estados: Orígenes de la Nación Argentina (1800-1846) (Buenos Aires: Emecé, 2007), 70-75.

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automotor, al servicio del pueblo argentino. Adhiere a la celebración de las fiestas

patrias, ampliando sus horarios, con ómnibus súper pullman, cómodos y seguros”26.

“La Compañía de Tranways Eléctricos de La Plata Ltda. que durante 56 años ha

prestado servicio a la población, habiendo cooperado al progreso de la ciudad, adhiere

a los festejos del aniversario patrio”27.

En estos casos la adhesión al evento se utiliza para resaltar la importancia de sus servicios para la población, sin más argu-mentos relativos a la Revolución. En cambio, el tercer anunciante ofrecía un discurso más complejo:

“Kappuhn S. A.: ‘Sean eternos los laureles que supimos conseguir’.

Al identificar con la industria la inmortal estrofa bajo cuya advocación

cubriéranse de gloria aquellos preclaros visionarios de Mayo, lo hace-

mos convencidos de que ella representa el futuro de nuestra grandeza.

La industria nacional, hermosa realidad hija del entusiasmo, el

esfuerzo, la fe, y la inquebrantable voluntad del hombre, vigorosa y

pujante, venciendo en su arrolladora marcha todos los obstáculos de

la hora, avanza con pasos firmes hacia su seguro y brillante destino.

Nuestra casa, minúsculo engranaje de esa enorme y poderosa máquina

que representa la industria argentina, pero animada de iguales pro-

pósitos y deseos de superación, pone al servicio de las industrias que

constituyen especialidad, el fruto de la experiencia recogida por su

cuerpo técnico-directivo en 25 años de labor y constante perfeccio-

namiento, que han hecho de nuestras construcciones e instalaciones

un verdadero exponente de calidad y capacidad industrial que, since-

ramente, nos enorgullece.

Por ello en esta gloriosa fecha, conscientes de nuestra responsabilidad

y del respeto que nos merece la confianza con que nos distinguen

nuestros numerosos y calificados clientes, reafirmamos el propósito

de mantener y afianzar los laureles que supimos conseguir con nues-

tro honrado trabajo e intachable conducta”28.

En la publicidad de Kappuhn se hablaba del pasado, del pre-sente y del futuro. No se mencionaba, como en los casos anteriores, a la Patria, al Pueblo o a América, sino a la industria nacional.

26. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1944, 4. Tamaño grande. Se describían los servicios diarios a diferentes ciudades y se mostraba la imagen de un ómnibus. La sede de la empresa estaba ubicada en una dirección de Buenos Aires. La creciente expan-sión de la empresa continuó hasta la década de 1990, cuando comenzó a declinar. A partir de entonces su itinerario es confuso.

27. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1944, 8. Tamaño grande. La Compañía man-tuvo el servicio hasta el año 1966. Una referencia histórica ilustrada en Jorge Girbal, Los tranvías que yo he visto, ciudad de La Plata 1932-1966 (BuenosAires:Dunken,2008).

28. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1944, 7. Tamaño grande. La publicidad se completaba con esta información: “Fábricas completas para aceites comestibles.Refineríasyextracciónpor disolventes. Fabricas para grasa, óleo, margarina y glicerina. Fábricas para briquetear tortas oleaginosas y otros residuos. Industrialización de cereales”. Se muestran dibujos de las máquinas que producen. Kappuhn era el apellido de uno de sus fundadores (Jorge) de origen alemán, también fundador de Villa Calamuchita (luego de concluida la Segunda Guerra Mun-dial, rebautizada General Belgrano) en la Provincia de Córdoba. El lugar acogió a mediados de 1940 a marine-rosdelGraffSpee,acorazadoalemánhundido en 1939 en las costas riopla-tenses. Referencias en: http://www.welcomeargentina.com/villageneral-belgrano/historia.html; http://www.jewishgenealogy.com.ar/guia1950/ancestors-phone-325.html (fecha de consulta: 15 de diciembre, 2009).

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Identificaba explícitamente a ésta con una frase del estribillo del himno nacionalargentino: “Sean eternos los laureles, que supimos conseguir”. Pero las estrofas que-daban incompletas, dando lugar a la pregunta sobre quiénes los consiguieron. Cuando secantalaestrofacompletalarespuestaesmuyclaraeneljuramentofinal(“Ojure-mos con gloria morir”), que es el juramento de todo el pueblo argentino. Sin embargo, el aviso de Kappuhn responde al quién de otra manera, porque en la representación que hace de la Revolución de Mayo fueron sus visionarios protagonistas quienes se cubrieron de gloria al impulsarla, al hacerla. Esos hombres —no el pueblo— tuvieron claridad sobre el porvenir, así como algunos hombres vieron en la industria —y lo seguían haciendo— un sector pujante, con futuro. Se dice que era la industria nacional la que se cubría de gloria, pero que gracias a los hombres ella era una realidad. Dentro de esa realidad aparece su empresa como un engranaje más de la industria. Kappuhn ha sido también el producto del esfuerzo de unos preclaros hombres (su cuerpo técnico-directivo), quienes cimentaron una empresa reconocida por sus clientes, y continuaban trabajando como hacía veinticinco años por el futuro industrial. Visión de futuro, “trabajo honrado e intachable conducta” caracterizaban a estos hombres, también ellos cubiertos de los laureles que habían sabido conseguir.

El texto del único aviso de una empresa estatal publicado el mismo día contras-taba con toda la representación anterior. Yacimientos Petrolíferos Fiscales (ypf) adhería de esta forma:

“Al Gran Pueblo Argentino, Salud! Porque cimentó la confraternidad americana, luchando

junto a los pueblos que defendían su libertad; porque forjó su propia grandeza sin men-

guar derechos ajenos; y porque acogió, generosamente, a todos los que acudieron a sus

playas en procura de bienestar. YPF en el día de la Patria. 1810 —25 de MAYO— 1944”29.

El texto comenzaba con una de las frases más repetidas del himno nacional argen-tino, exaltando de ese modo el rol del pueblo en la Revolución. Nótesequelaempresaidentificamuyclaramenteaesedía,el25de mayo, como el día de la Patria, en el que nació la Patria de la mano de su pueblo. Pueblo y Patria parecen conceptos que van de lamano,pues laPatria sedefineaquípor las accionesvirtuosasde su pueblo. ypf,unaempresa identificadacon laPatria-Pueblo,elaboraunmensajeendondesereafirmalagenerosidaddelpaís,su respeto a los derechos de los demás para luchar por su libertad, etc.Nopodemosafirmarcategóricamentequelaposiciónpolítica

29. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1944, 6. Tamaño grande. Una gran bandera argentina rodea el aviso. La escena del recuadro publicitario es domi-nada por un personaje gauchesco con las manos extendidas al cielo y parado sobre un sembradío. A sus espaldas,ganado,losedificiosdelaciudad, fábricas, torres, más lejos los soldados de la independencia con sus trastos de guerra.

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de sus dirigentes es benevolente con la posición neutralista de la diplomacia argen-tina.Obsérvesequelasfrasesconstruidassonensímismasmuyambiguas,pero¿cómocomprenderlaafirmacióndequeelpuebloargentinoluchójuntoalosotrospueblosquedefendíansulibertadenelcontextodelasegundaguerraeuropea?

Cabe recordar que la declaración de guerra al Eje por parte de la Argentina llegó en marzo de 1945; y para la semana de Mayo —con Alemania ya rendida— la presencia como anunciantes de las empresas privadas de alcance nacional es mayor que en los años anteriores. Asimismo, se observa la tendencia a una mayor elaboración de los textos de los anuncios. La Bodega Trapiche (ausente en 1944) vuelve con su publicidad del Champagne Monitor el día 24. Para entonces ha cambiado su discurso:

“El Sol de Mayo, sol de la libertad, señala en nuestro cielo un nuevo aniversario de

la fecha magna. Es el mismo sol que fecunda nuestra tierra... que dora los trigales

de nuestra pampa, que nutre nuestras selvas misioneras, y que bendice nuestros

viñedos cuyanos... Entre esos viñedos se encuentra TRAPICHE, la primera bodega

argentina, que para orgullo de nuestra industria vitivinícola, produce el exquisito

Champagne Monitor. […] Y esa calidad es —a su manera— el homenaje que una indus-

tria sana y progresista rinde a este sol de MAYO que hoy nos alumbra. Champagne

MONITOR. Producto de la tierra, del sol y de TRAPICHE”30.

Esta vez su texto pone énfasis en la libertad nacida en mayo de 1810 y alumbrada por el mismo sol que ahora, que no sólo lo hace con la tierra mendocina, sino que tam-bién alumbra otras regiones del país. La apuesta de la Bodega parece ser la de instalar a la empresa en el territorio argentino, eliminando todas las refe-rencias a América. Obsérvese que ahora se habla de una industria sana y progresista de la región cuyana.

Al día siguiente, el 25 de mayo de 1945, se sumaron nue-vas empresas anunciantes como la Compañía Argentina de Electricidad (cade): “25 de Mayo, homenaje a los ilustres patricios que en 1810 encendieron la antorcha de la libertad y escribieron con caracteres indelebles la primera página de nuestra gloriosa Historia nacional”31.

Nótese que son los ilustres patricios, unos pocos hombres, quienes introdujeron la idea de libertad en el Río de La Plata. Elsiguienteavisocontienetodaunainterpretaciónhistoriográficasobre la libertad, la revolución, los hombres, etc.:

30. El Día, La Plata, 24 de mayo, 1945, 2. Tamaño grande. La publicidad de Trapiche muestra siempre un paisaje cuyano, con sus montañas, un gran sol, los viñedos, etc.

31. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1945, 13. Tamaño grande. Imagen de la Argentina (representada por una mujer) con una antorcha y un ramo de laurel, sentada sobre un monumento en el cual están tallados los nombres de los miembros de la Primera Junta de gobierno: Cornelio Saavedra, Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Domingo Matheu, Miguel Azcuénaga, Juan J. Paso, Manuel Alberti, Juan J. Castelli, Juan Larrea.

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“Hoy como ayer [...] el 30 de septiembre de 1809 el Dr. Mariano Moreno —que tan

relevante actuación tuviera en nuestro movimiento emancipador—, produjo su céle-

bre ‘representación de los hacendados’, en nombre de 20 000 propietarios rurales.

Este singular documento no fue un alegato de abogado hábil en apoyo de intere-

ses particulares; fue la voz de un visionario que defendía con fervor la causa de

su patria aun no nacida! Su efecto fue decisivo. En noviembre del mismo año el

Virrey Cisneros acordó la libertad de comercio; trascendental medida que, ratificada

y ampliada por los primeros gobiernos patrios, abrió vastos horizontes a la indus-

tria pecuaria y afianzó la economía del país. Hoy como en aquellos días heroicos la

ganadería sigue siendo el puntal más firme de la riqueza nacional. Hoy como ayer

los productores rurales con inquebrantable espíritu de progreso, sirven a la patria,

cultivando su suelo, mejorando sus rodeos; elevando, al crear trabajo, el nivel de

vida de los pobladores y manteniendo en alto las más nobles tradiciones argentinas.

C.A.P Corporación Argentina de Productores de Carne. Homenaje al 25 de mayo”32.

Nuevamente es un hombre visionario, Mariano Moreno, quien señala la importan-cia de la libertad de comercio para el progreso, así como en el año 1945 la cap sostuvo los mismos principios indispensables para que progresara la industria de la carne y, por tanto, el país. La causa defendida por Moreno, así como por la cap era la misma: la causa de la Patria que, aunque simbólica, se materializaba mejor en la ganadería argentina“elpuntalmásfirmedelariquezanacional”.

Otra empresa de servicios, en este caso la Unión Telefónica, parte de una lectura diferente de la Revolución de Mayo:

“En el día de la patria. La Unión Telefónica celebra con íntimo

regocijo el aniversario de la gloriosa Revolución de Mayo. Con la

mirada puesta en el porvenir, marcha alentada por un sentimiento

de plena confianza en los grandes y venturosos destinos de esta

tierra notable y generosa, sus empleados y obreros contribuyen

con su trabajo a labrar la grandeza de la Patria […] No saben de

reticencias en su incesante y anónima tarea de servir al público,

manteniendo en constante funcionamiento el moderno servicio

de comunicaciones que se les ha confiado. UNIÓN TELEFÓNICA”33.

La Revolución, parece decirnos, formaba parte de un destino que la empresa comprendía muy bien, que había interpretado.

32. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1945, 6. Tamaño grande. Imagen de la Pirámide de Mayo y sobre su base, montado sobre un caballo, lafiguradeSanMartínoBelgrano(no se distingue) con una bandera argentina en mano. La Pirámide de Mayo es un monumento en forma de obelisco que recuerda la Revolución . Está ubicado en la Plaza de Mayo de Buenos Aires y tiene unos diecinueve metros de altura.

33. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1945, 10. Tamaño grande. Dibujo con un grupo de obreros y empleados/as que marchan sonrientes hacia un futuro venturoso.

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Es el mismo destino de grandeza en el que la empresa está involucrada. Los empleados y los obreros aparecen en un segundo plano, pues con su trabajo contribuyen anóni-mamente al logro de aquel destino.

A estos anuncios se suman tres más, entre los cuales se destaca uno en particu-lar.EseldelafirmaGath&Chaves,unadelasgrandestiendasdelpaísquecerrósus puertas en 1974, y una de las pocas empresas que hará su anuncio asociado a Mayo año tras año en las páginas de El Día. El que se comenta es el primero de la serie, caracterizado por su parquedad textual, no así la de su imagen iconográ-fica,queresultamuysignificativaenelconjunto.Laempresadecía:“Mayo...mesde la libertad. Adhesión a la conmemoración del día patrio, 1810 —25 de mayo— 1945. Gath & Chaves”. Como en otros tantos anuncios, se asocia a la Revolución de Mayo con la libertad y con el nacimiento de la patria. Lo que impacta al lector es laimagendeunafigurafemeninaquerepresentaalaArgentinavestidaconunalarga túnica blanca. Cabe aclarar que, como todas, la publicidad es en blanco y negro, pero esta Argentina es notablemente blanca, con un pelo largo, abundante y rubio. Está parada de frente, imponente, portando en su mano izquierda alzada una antorcha y, en su mano derecha una gran espada que apunta y llega al suelo. Por si fuera poco, esta Argentina tiene alas. No son las alas de los ángeles, retraí-das sobre la espalda de la mujer: son alas de águila dispuestas exactamente de la misma forma que las del distintivo que los soldados alemanes llevaban pegado a su uniforme. El efecto visual que provocan estas alas desmesuradas y casi com-pletamentenegrasen lablancuradelconjuntoesrealmente impactante.¿HabráqueridoserunhomenajedelafirmaydelaArgentinaaladerrotadaAlemania?¿CómointerpretarenelcontextohistóricoesaArgentinarubiayaladaasociadaa“Mayo…mesdelalibertad?”34.

Los últimos dos avisos de ese año fueron los siguientes: “Compañía de Tranvías eléctricos La Plata. Adhiere a los festejos del aniversario patrio […]” y “1810 25 de mayo 1945. Adhesión de Peuser Sociedad Anónima”35.

A partir de entonces —ya en 1946— comienza a observarse por parte de las empresas privadas o estatales de alcance nacional, una tendencia a acortar los textos dentro de los avisos y a brindar mayores detalles de los productos en venta, por ejemplo: “Brinde por la Patria! Clubman Champagne. Productores: Ángel M. Espiño e Hijos. Luján de Cuyo —Mendoza— Buenos Aires”36 y “Semana de

34. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1945, 6. Tamaño mediano. El ejército alemán había capitulado los días 7 y 9 de mayo de 1945, una semana después del suicidio de Hitler. Para mayores datos consultar a Wolfgan Benz y Hermann Graml, comp., El siglo xx. Europa después de la Segunda Guerra Mundial 1945-1982 (México: Siglo xxi, 1986), 115.

35. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1945, 19. Tamaños: grande y grande, res-pectivamente.

36. El Día, La Plata, 23 de mayo, 1946, 5. Tamaño mediano.

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Mayo 1810-1946. Para que usted las luzca. Elegancias a tono con esta semana de gala. Creaciones exclusivas Gath y Chaves”37. GathyChaveshamodificadosustancialmentesuaviso.Apartirdeentonces,dirá

menos sobre la Revolución y sobre el contexto político, poniendo mayor énfasis en las ofertas de sus productos toda vez que anuncie en las páginas de El Día. No así estas tres empresas que ya habían anunciado en el diario en años anteriores. Nuevamente la Bodega Trapiche planteaba:

“En el 136° Aniversario de Mayo… Desde aquel día de 1810 en que nació a la libertad

nuestro país, el 25 de Mayo es la fiesta argentina por excelencia. Fiesta propicia como

ninguna para celebrar con el tradicional brindis de Champagne. Permítanos ofrecerle

para esta ocasión, el primer Champagne MONITOR, elaborado desde 1925 por la pri-

mera Bodega argentina, con una selección de finísimos vinos Trapiche. Champagne

MONITOR. Dulce-Demi Sec-seco-extra seco-Brut. El primer Champagne Argentino.

Benegas Hnos. & Cia. Ltda. Buenos Aires - Mendoza”38.

El texto fue elaborado retomando algunas de las cuestiones planteadas en años anteriores, evitando cualquier compromiso con la realidad. CADE introdujo unos términos que serán citados con recurrencia en otros anuncios, tales como los que destacamos. “A la memoria de los ilus-tres varones que en 1810 crearon esta ‘nueva y gloriosa nación’, y la hicieron para siempre grande, libre y generosa. Homenaje de CADE, Compañía Argentina de Electricidad”39.

La publicidad de la Unión Telefónica parece esmerarse aún más en la utilización de un lenguaje a tono con los tiempos que comenzaban:

“1810 —25 de mayo— 1946. Modelada en mayo por el genio

brillante de sus hijos dilectos, La Argentina fructificó en gran-

deza, esplendidez y empuje merced al esfuerzo cotidiano de su

pueblo, que busca por el camino del trabajo ampliar sus hori-

zontes de progreso. Vinculados al engrandecimiento del país,

al que hemos dotado de uno de los más modernos servicios

telefónicos del mundo, adherimos hoy al Fausto acontecimiento

que rememora la argentinidad con la expresión de nuestro más

sincero júbilo. Unión Telefónica”40.

37. El Día, La Plata, 23 de mayo, 1946, 6. Tamaño grande. El mismo aviso se repite el día 24 de mayo, 1946, 6. Se introduce una larga descripción de las prendas de vestir que ofrecen. En la parte superior del aviso se ve el Cabildo de Buenos Aires y un hombre vestido de época mirándolo, ambos cubiertos con laureles.

38. El Día, La Plata, 24 de mayo, 1946, 6. Tamaño grande.

39. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1946, 7. Tamaño grande. Pirámide de Mayo, Cabildo y muchedumbre bajo un día lluvioso. El subrayado es del original.

40. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1946, 9. Tamaño grande. En primer plano la Argentina con el gorro frigio (símbolo de la libertad) en tamaño desmesura-damente grande abrazando al pueblo (figurasdeniñosyadultosdetodoslos sectores sociales). Detrás se ve el Cabildo , la ciudad, las fábricas, el tendido de energía eléctrica y un sol radiante. Debajo moño con laureles.

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La empresamodifica su discurso en relación con el anuncio del año anterior.Aquí, el trabajo aparece con fuerza como un valor imprescindible para lograr el progreso, que es posible gracias al esfuerzo del pueblo. Lo nuevo es precisamente la asociación pueblo, trabajo y progreso41. No obstante, subsiste una visión de tipo elitista en la comprensión de la Revolución de Mayo, que ha sido encabezada por “sus hijos dilectos”.

3. duraNte los goBierNos de peróN, 1946-1955Durante los dos primeros gobiernos de Perón las empresas esta-

tales de alcance nacional no publican ni un solo anuncio asociado a la celebración de la Revolución de Mayo en las páginas de El Día. Debemos recordar que, hasta ese momento, YPF había publicado el suyo solamente en el año 1944 y no lo volverá a hacer hasta después del derrocamiento de Perón. Es posible que la empresa no haya que-rido publicar sus avisos en un diario reconocidamente opositor al gobierno. Por otro lado, aún no se ha producido la nacionalización de las empresas de servicios —que comenzó en el año 1948— tales como Ferrocarriles y Teléfonos. Las compañías de electricidad serán nacionalizadas a partir de 1958. Respecto de las empresas privadas de alcance nacional, son pocas las que anuncian en las páginas del diario y en su mayoría, se repiten las mismas que en la etapa previa.

Con anterioridad señalamos la tendencia a la elaboración de textosmáscortos,cuestiónquesereafirmaenesteperíodo,inclu-yendo la escasez de iconografía asociada a Mayo. En los años 1951, 1953 y 1954 ninguna empresa privada de alcance nacional publicó suanuncioconreferenciaalaRevolucióndeMayo.LafirmaGath y Chaves estuvo presente el resto de los años:

“Gath y Chaves. Soberbias creaciones para lucir en las activida-

des sociales de la histórica semana de mayo. 1810 25 de mayo

de 1947”42; “Mayo… mes de recordación patriótica. Elegancias para

lucir en la nueva temporada! Gath y Chaves […]”43; “1810 25 de

MAYO 1948. Homenaje a los próceres de la Revolución de Mayo

que, con su fervor patriótico, nos dieron una Argentina libre, glo-

riosa y próspera. Gath y Chaves” 44; “Semana de mayo… ocasión

excepcional para lucir el máximo de elegancia. Gath y Chaves […]”45;

41. Este lenguaje es característico del peronismo y puede observarse a través de otros trabajos tales como: AA.VV., La cultura popular del pero-nismo (Buenos Aires: Cimarrón, 1973); MarianoBenPlotkin,Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen peronista (1946-1955) (Buenos Aires: Ariel, 1993); Mar-cela Gené, Un mundo feliz. Imágenes de los trabajadores en el primer peronismo 1946-1955 (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005).

42. El Día, La Plata, 21de mayo, 1947, 6, se repite el 22 de mayo, 1947, 5. Tamañogrande.Seincluyenfigurasfemeninas en la primera y mascu-linas en la última, describiéndose los productos y las ofertas que publicitan.

43. El Día, La Plata, 20 de mayo, 1948, 5. En el medio se describen los productos masculinos que promocio-nan. Angulo superior izquierdo, una escarapela. Tamaño grande.

44. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1948, 2. Tamaño grande, todo el anuncio rodeado de cinta argentina con esca-rapela superior central.

45. El Día, La Plata, 23 de mayo, 1949, 4. Tamaño grande, se describen los pro-ductos en oferta para caballeros, con dibujos de varones con sombrero. En el ángulo superior izquierdo, una imagen del Cabildo con el pueblo reunido y una mano femenina soste-niendo una cinta con un ramo.

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“1810-1949. Homenaje al glorioso 25 de mayo. Gath y Chaves”46; “1950 año del libertador

General San Martín. 1810 la revolución de mayo brindó a la patria por inspirada acción de

sus varones ilustres la más preciada conquista: su libertad. Hoy al evocar sus nombres

gloriosos Gath y Chavez les rinde su emocionado homenaje. 25 de mayo de 1950”47;

“Sábados de los niños en Gath y Chaves. Con motivo del asueto semanal escolar,

todos los sábados interesantes ofertas en los departamentos dedicados a los niños.

Distribución de globos […]”48; y “1810 —25 de mayo— 1955. Hoy al evocar sus nombres

gloriosos, Gath y Chaves les rinde su emocionado homenaje, ofreciendo… para festejar

el magno acontecimiento, estas extraordinarias ofertas. Hoy a las 17 hs nueva presen-

tación de los títeres ‘Fiestaalegre’”49.

Los avisos de estos años refuerzan los aspectos comerciales desentendiéndose por completo de cualquier referencia a la actua-lidad política. Las frases que evocan la Revolución , a los próceres de Mayo, a los ilustres varones, parecen un mero formulismo para contextualizar el aviso. En otras palabras, no se detectan mayores novedades en la elaboración del discurso publicitario, como tam-poco las encontramos en el resto.La firma Benegas Hermanos, dueños de la Bodega Trapiche,

continúa durante los años 1947 a 1949 publicitando su producto para la ocasión: el Champagne Monitor. Lo hace apelando al mismotextopublicadoen1945sinmodificarniunasolapalabra.Eseltextoqueserefierealsoldemayoquealumbralasdiferentesregiones del país, respetando en los tres casos la misma ima-gen50. El último de los anuncios vinculados a Mayo durante este período es el de una fábrica de sombreros: “1810 —25 de mayo— 1952. Adhiere a la celebración de la magna fecha. B .I. C. Sociedad Responsabilita Limitada”51.

En consecuencia, la evidencia demuestra que durante las pre-sidencias de Perón las empresas anunciantes fueron optando por simples adhesiones, carentes de un discurso más comprometido no sólo con su realidad, sino con la representación de la Revolución de Mayo. Esta falta de creatividad pudo obedecer a diversas cir-cunstancias propias de la etapa. Debemos recordar que el ascenso de Perón a la primera magistratura implicó la emergencia de los

46. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1949, 6. Tamaño grande. Rayos de sol en el año 1810, Cabildo, el pueblo y una mano sosteniendo una ramita de olivo.

47. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1950, 4. Tamaño grande, Cabildo, rayos de sol entre tinieblas de nubes, pueblo en la plaza, todo el texto rodeado de cinta argentina.

48. El Día, La Plata, 24 de mayo, 1952, 4. Tamaño mediano, con una madre y niño con bandera.

49. El Día, La Plata, 24 de mayo, 1955, 5. Tamaño grande, imagen de una mano femenina colocando un moño con cinta patria sobre el Cabildo rodeado por ciudadanos.

50. El Día, La Plata, 24 de mayo, 1947, 2; 24 de mayo, 1948, 9; y, 24 mayo, 1949, 6. Tamaño grande. Un gran racimo de uvas, un paisaje cuyano con viñedos, las montañas de fondo y todo alum-brado por un sol brillante.

51. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1952, tapa. Tamaño chico. La informa-ción se completaba así: “Capital $ 1.300.000.000. Fábrica: Dique Nº 1, Te Rocha 0016 La Plata. Escritorio: Calle Salta 167 (r 43) TE 370936 Buenos Aires”. Ésta era una fábrica de som-breros muy conocida en la época.

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sectores obreros como un actor político indiscutido de la sociedad argentina. Tal cir-cunstancia despertó en vastos sectores medios y altos una fuerte oposición que no lesimpidióbeneficiarsedeunapolíticaeconómicaqueapuntabaareforzarelmer-cado interno y, consecuentemente, el aumento en el consumo de los artículos que las citadas empresas colocaban en el mercado. Como se dijo, la oposición al peronismo se hizo más patente hacia el segundo mandato presidencial comenzado en 1952, cuando la campaña de “peronización” de la sociedad argentina —que implicaba la anula-ción de la oposición política— era muy fuerte. Desde sus inicios, el peronismo había planteado una dicotomía que enfrentaba a la asociación “patria-pueblo-peronismo” con su contraria “antipatria-oligarquía-oposición”, pero hacia el segundo mandato comenzó a reclamar al conjunto de la ciudadanía una clara ubicación en uno de los polos52. Posiblemente sea este contexto el que brinde las razones para explicar la par-quedad y la falta de compromiso público en el discurso publicitario de las empresas privadas y el contraste con el período siguiente.

El 4 de junio de 1955, veinte días después de la celebración de la Revolución de Mayo, Perón fue derrocado por un golpe militar y marchaba hacia el exilio.

4. después de peróN, 1956-1958El análisis de la fuente para el período que va desde mayo de 1956 —cuando estaba

por cumplirse un año de gobierno de la autodenominada “Revolución Libertadora”— y mayo de 1958 —con la asunción como Presidente de la Nación de Arturo Frondizi, quien había llegado al cargo como producto de elecciones limpias aunque no completamente libres53— muestra algunos cambios respecto de los avisos. Por un lado, como se verá, se destaca el acrecentamiento de anunciantes que relacionan su publicidad a Mayo y, por otro, se constata la tendencia a retomar una mayor elaboración en sus discursos.

Los anuncios más sencillos continúan empleando las formulas de adhesión utilizadas en años anteriores. La secuencia de los tres años es la siguiente: “Hoy un Sábado excepcional en Gath & Chaves. Notables ofertas y, para los niños, obsequiamos escarapelas”; “Adhesión bodegas y viñedos Paolini” y “1810 —25 de mayo— 1956 B.I.C. Soc. Resp. Ltda. Sucesores de Basso, Imperatore & Cia”54.En1956lafirmaPaolini,conviñedosenGodoyCruz(Mendoza),

se sumó a la lista de anunciantes. Al año siguiente fueron tres las

52. Dichas cuestiones se profundizan en Silvia Sigal y Eliseo Verón, Perón o Muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista (Buenos Aires: Legasa, 1986). Los ribetes autorita-rios del segundo gobierno de Perón en Peter Waldmann, El Peronismo 1943-1955 (Buenos Aires: Sudameri-cana, 1981).

53. Sobre la proscripción del pero-nismo y su reacción política ver María F. Arias y Raúl García Heras, “Carisma disperso y rebelión: los partidos neoperonistas”, en Perón: del exilio al poder, 89-122.

54. El Día, La Plata, 19 de mayo, 1956, 5. Tamaño mediano; El Día, La Plata, 25 de mayo, 1956. Tamaño chico y El Día, La Plata, 25 de mayo, 1956. Tamaño mediano.

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Avisos publicitarios y Revolución de Mayo en la prensa gráfica

nuevas empresas que adhirieron a la celebración, y las únicas que eligieron anunciar de la manera más simple: “1810 —25 de mayo— 1957 ‘Beritox’. Jabón Líquido… Fluido insecticida…”;“10millonesdekilómetros!...Commer…”y“1810—25demayo—1957,adhesión a la epopeya patria de Grimaldi”55.

Finalmente en mayo de 1958 encontramos cinco anuncios simples, de los cuales los dos últimos pertenecen a nuevas empresas anunciantes.

“Adhesión B.I.C. SRL. Sucesores de Basso, Imperatori y Cia. Capital de […] Industria del

sombrero […]”; “1810 —25 de mayo—1958. Grimaldi la marca del medio punto. 7 n 757

Te 3-2488 y 3-2970 La Plata”; “Bodegas Paolini Adhiere jubilosamente al nuevo aniver-

sario patrio. Gino Paolini. 122 49 y 50 te 37398”; “El trust. Joyero Relojero. Calle 7 nº

791. Adhesión al aniversario patrio”56; “Grandes tiendas. Casa Boo. Calle 12 esquina

58. Con motivo de las fiestas mayas realiza una quincena con el 15 % de descuento

en sobretodos, camisas y calzado para hombres y niños. En tapados, sacos cortos

y calzado para mujeres y niñas”57.

En el último anuncio se explicita que el motivo de los descuentos es la celebración de mayo de 1810. Cabe destacar que, en general, las empresas comerciales cuyos productos eran de consumo masivo utilizaronlafórmuladelmotivodelafiestaparabajarsusprecios.

A diferencia de los anteriores, los textos de los anuncios que siguen son más elaborados y comprometidos con la coyuntura his-tórica. Yacimientos Petrolíferos Fiscales vuelve a anunciar durante mayo en las páginas de El Día por dos años consecutivos luego de 1944. La publicidad de 1956 decía:

“ypf. En esta hora en que el país torna al añorado clima de

libertad que nos legaron los hombres de mayo, ypf encara con

toda firmeza la intensificación de sus actitudes, para lograr el

abastecimiento de combustibles líquidos. Honor para nuestros

próceres y labor para nuestra grandeza. Yacimientos Petrolíferos

Fiscales, Ministerio de Industria”58.

El texto retoma a la “libertad” como un valor trascendental de la Revolución de Mayo y del presente, dando por sentado que se había perdido durante los años anteriores, los del peronismo en el Gobierno, pero esto no se mencionaba, como tampoco al mismo

55. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1957, 8 y 9. “Commer” era la marca de un camión. Su aviso muestra dos de sus modelos con banderas argentinas detrás. “Grimaldi” es una marca de zapatos muy conocida y apreciada por su alta calidad. Este aviso era de tamaño chico, mientras que los dos primeros eran medianos.

56. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1958, 19. Las tres primeras de tamaño mediano. El anuncio del “Trust”, una joyería muy destacada de la ciudad de Buenos Aires, era de tamaño chico.

57. El Día, La Plata, 14 de mayo, 1958, 6. Tamaño mediano. El anuncio incluía una gran escarapela argentina. Casa Boo era una tienda al estilo de Gath y Chaves y, seguramente por una estra-tegia comercial, hizo su publicidad la semana anterior a la de la denomi-nada “semana de mayo”.

58. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1956, 8. Tamaño grande. El anuncio se com-pleta con cintas argentinas en forma de círculo, un gorro frigio y grandes torres petroleras.

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Perón. Esta circunstancia estaba a tono con el proyecto de “desperonización” de la sociedad argentina, encarado por la dictadura militar gobernante. Cabe destacar esta idea paradojal del anuncio sobre el deseo del país de recuperar un clima de libertad bajo un gobierno represor. Al año siguiente el sentido del anuncio es similar al anterior:

“Así como la torre del histórico Cabildo simboliza la libertad de un pueblo... las

torres de los pozos de petróleo jalonan el camino del progreso de ese mismo pue-

blo, al amparo de la libertad que supo conquistar. Adhesión de ypf a las fiestas

mayas. 1907 —Bodas de Oro— 1957”59.

Nuevamente la libertad como un valor conquistado, ahora por el pueblo. El progreso viene de la mano de un desarrollo autónomo, e ypf era, en ese sentido, un símbolo, pero éste solamente podía llevarse a cabo en el clima de libertad que venía sosteniendo. La empresa remarcaba una política de corte nacionalista en un momento en que la política petrolera era un tema candente. En los últimos años del gobierno de Perón se había cuestionado el acuerdo con la Standard Oil, uno de los hechos que marcaba el acercamiento a los EE. UU. Ahora, con los militares en el poder, se alimentaban otras expectativasque,enlacampañapresidencialdeArturoFrondizi,quedaránratificadasal prometer éste una política “desarrollista” que contemplaba el autoabastecimiento del petróleo y un crecimiento del sector industrial.

La industria del acero se encontraba incluida en el tipo de desarrollo prometido. La empresa aciNdar publicó su anuncio en estos términos:

“Merecer el pasado..., una decisión histórica inició, hace 149 años, la revolución

argentina. A no pocos de sus ilustres actores pasó desapercibido entonces el surgi-

miento de una nación ‘nueva y gloriosa’. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, es

fácil reconocer al 25 de mayo como punto de partida de una gran empresa; llena de

dificultades y sacrificios, pero también de grandeza comunes. La llamamos ‘tierra de

nuestros padres’: patria, y nos referimos a quienes cimentaron —en la edad heroica—

su posibilidad y su gloria. Nuestra edad ya no es heroica en el sentido guerrero. La

tarea actual de la Argentina no se cifra tanto en su lucha por la libertad como en un

gigantesco esfuerzo por su futura grandeza. En este esfuerzo ocupa

un lugar importante la industria. El acero que en la edad heroica sir-

vió para forjar las espadas de los próceres, debe ser puesto ahora al

servicio de la paz y el bienestar común. Solo así podremos merecer el

pasado. ACINDAR. Industria Argentina de Aceros S. A.”60.

59. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1957, 2. Tamaño grande. Se incluye una ima-gen del Cabildo y el rostro femenino de la Argentina.

60. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1958, 4. Tamaño grande.

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Avisos publicitarios y Revolución de Mayo en la prensa gráfica

El texto es sumamente rico y puede dividirse para el análisis en dos partes. La primera es una interpretación y representación de la Revolución de Mayo y de los actores involucrados en ella. El 25 de Mayo de 1810 fue para aciNdar el comienzo de un largo camino que se produjo como consecuencia de la decisión y acción de unos hombres, muchos de ellos poco conscientes de las consecuencias futuras. La revolución iniciada necesitó sostenerse mediante la espada, en una lucha violenta quegarantizófinalmentelalibertadqueanhelaban.Apareceaquílaideadequelaguerra fue indispensable para motorizar la historia. Ésta fue —nos dice el texto— una etapa heroica en la que los actores fueron también poco conscientes de la gloria que obtendrían con el paso del tiempo.

La segunda parte del texto nos dice que la coyuntura ya no exige acciones heroicas “en el sentido guerrero”, sino emprender una tarea que lleve a la grandeza del país. La libertad queda en un segundo plano puesto que —“no tanto por la libertad”, dice— se considera conquistada. La industria en general, y la del acero en particular, estaba llamada a contribuir con la paz y el bienestar común. Solamente alcanzando estos objetivos merecerían aquel pasado glorioso. Podemos preguntarnos sobre la identi-daddeesesujetomerecedordelpasado:¿aciNdar?;¿elpaís?;¿elPueblo?;¿losactorescomprometidosconlacoyunturapolíticadeentonces?Silarespuestaalúltimointe-rrogante fuera positiva, es posible que la dirigencia de la empresa considerara que estaba involucrada —como aquellos ilustres hombres de Mayo en un nuevo comienzo de cuya relevancia histórica sólo unos pocos eran conscientes.ElúltimodelosanuncioseseldelaempresamultinacionalPfizer,radicadaenel

país en el año 1956 en la localidad de Moreno, Provincia de Buenos Aires. Dos años después su aviso decía lo siguiente:

“Salud a un gran pueblo! 1810 —25 de mayo— 1958. Una empresa científica que

aúna la capacidad y el esfuerzo argentinos a una experiencia mundial, adhiere

a la magna fecha patria con su más fervoroso voto de paz y prosperidad. Pfizer.

Laboratorios. Pfizer Argentina S.A. CeI. Antibióticos-especialidades farmacéuticas-

productos veterinarios”61.

La publicidad es de tipo institucional, dado que no vende un producto en particular. Solamente se presenta frente a los lecto-res como una empresa con experiencia mundial y su discurso se suma al clima que parece subyacer en los anuncios anteriores. Nos referimos a la recurrencia en la utilización de términos tales

61. El Día, La Plata, 25 de mayo, 1958, 16. Tamaño grande. La publicidad se completaba con un dibujo de tubos de ensayo y una escarapela argentina.

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como progreso, bienestar común, paz y prosperidad, que se plantean como un anhelo, pero también como objetivos con posibilidad cierta de ser alcanzados.

coNclusioNes

Estas conclusionesnopretenden serdefinitivas, puestoquenoshemosocupadosolamente de los anuncios publicitarios realizados por empresas privadas y estatales dealcancenacional,enlosquesepusodemanifiestounareferenciaexplícitaalacele-bración de la Revolución de Mayo de 1810. Recordamos que fueron cuarenta y cuatro avisos publicitarios en total.

Tales anuncios respondieron a una estrategia característica de la empresa capita-lista. Desde ese punto de vista y a juzgar por la evidencia encontrada, los objetivos de las empresas apuntaban tanto a la mejor forma de vender sus productos como a tornar reconocibles sus marcas y presentarse ante los lectores, cumpliendo un rol histórico trascendente. Ello también se evidencia por el impacto publicitario en las propias páginas del diario, dado que en su mayoría los avisos citados eran de tamaño grande y mediano. Así, dichas empresas vendieron tanto bienes materiales como simbólicos.Porotraparte,lasempresasmediantelapublicidadpersiguieronotrosfinesrela-

cionados con la coyuntura histórico-política. En este sentido, consideramos que pueden explorarse otros problemas a la luz de perspectivas diferentes a ésta, pero que deben ser abordados en otro análisis. Simplemente señalamos que los avisos citados denotan que los anunciantes podían considerar favorables o no las políti-cas llevadas a cabo por tal o cual gobierno para su mejor desarrollo empresarial, y manifestarlo de algún modo en el espacio publicitario. El discurso de los avisos se revela entonces como interesado desde el punto de vista político. Es así que se uti-lizóalaempresagráfica(paraestecaso,eldiarioEl Día)confinescomerciales,perotambién políticos. En algunos avisos la cuestión política casi parece ausente, y en otros es mucho más evidente. Se ha observado que los discursos menos comprometi-dos se ubicaron durante los gobiernos de Juan Domingo Perón, cuando las empresas privadasprefirieronreforzar losaspectosmeramentecomerciales.Posiblemente laintención de las empresas haya sido la de no granjearse una enemistad pública ni con el gobierno ni con sus potenciales clientes. Ciertamente dicha situación contrasta con el período anterior y con el posterior. El caso paradigmático es el de la empresa Gath & Chaves, que en mayo de 1945 mostraba una imagen cuanto menos amigable para con la Alemania nazi y en los años siguientes opta por un discurso de carácter comercial, apelando a los lugares comunes de patria, libertad, hombres ilustres, etc.,

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Avisos publicitarios y Revolución de Mayo en la prensa gráfica

más neutros de la Revolución de Mayo. Derrocado el gobierno peronista, las empre-sasmanifiestanhaberlopadecidoalhablardelalibertadrecuperada.

El discurso en los anuncios debe ser necesariamente sintético, porque entran en juego los límites del espacio, la atracción y la persuasión. Hemos visto cómo en un reducido espacio publicitario el discurso sintético intentaba atraer mediante la ape-lación al lugar de memoria y, al mismo tiempo, generar un deseo al recuperar valores y logros de aquella revolución. Deseos que, de alguna manera, se presentaban incom-pletos o revalorizados como objetivos a cumplir en ese presente, y que podían satisfacerse mediante acciones comprometidas con su realidad62. Los textos analiza-dos implicaron una tarea de síntesis que solamente fue posible elaborar a sabiendas de que los lectores poseían un buen número de prejuicios que la harían comprensible para quienes la vieran y leyeran. En otros términos, esos prejuicios eran las múlti-ples representaciones —más o menos vagas— tanto del presente histórico como de la historia de la Revolución de Mayo que poseían los lectores. Dichas representaciones pudieron coincidir o ubicarse en las antípodas de las que los avisos expresaron.

De ahí que los avisos buscaran la mejor manera de articular un discurso que per-suadiera al lector, combinando el interés político de la empresa y su intención de influenciarafavordesupropiarepresentacióndellugardememoria,quealmismotiempoerautilizadopara influenciaral lectoren su representaciónde la realidadpolítica. En cuanto a la efectividad de los objetivos que persiguieron, poco o nada podemos decir. En cambio, respecto de los propios discursos producidos durante el período estudiado —y del más largo en el que se inserta este adelanto— la evidencia permite apreciar su maleabilidad.

Apelando al recurso de la prensa como un vehículo, los avisos publicitarios pro-pusieron a los lectores de El Día variadas y sutiles formas de representar el lugar de memoria y la historia. El 25 de mayo de 1810 y la Revolución aparecen cargados de un fuertecontenidosubjetivoqueseadvierteenlaexaltacióndelafiguradelospróceres,de los hombres que la hicieron, del pueblo, todos cubiertos de gloria, ya que mediante sus acciones ellos posibilitaron el nacimiento de la patria. Ahora bien, de manera

más o menos explícita los avisos parecen plantear este interro-ganteimplícito:¿cuáleraelobjetivo,lafinalidaddelaRevolución? Se respondió postulando como tal la realización de un destino de grandeza, el logro de la prosperidad, la conquista de la libertad y la consecución del bien común. Alcanzar estos objetivos no había sido fácil, y así emergió en el discurso de los avisos la asociación

62. Tal planteo se asemeja al “entre-juego entre la economía mercantil y la economía libidinal” desarrollado por Oscar Traversa, Cuerpos de papel. Figuraciones del Cuerpo en la Prensa 1918-1940 (Barcelona: Gedisa, 1997), 22.

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conunaseriedevaloresafirmadosenMayoqueseutilizaronnosóloparaexpresaruna estrategia de venta, sino también para elaborar un discurso político de coyun-tura. Tanto la Revolución como el momento exigían hombres igualmente visionarios que valorizaran el espíritu de empresa, el trabajo esforzado, el desprendimiento per-sonal,lagenerosidad,laconfraternidad,lavoluntad,elsacrificio,elentusiasmoylafe.Aunque los discursos en los avisos pueden parecer una simple retórica política carente de profundidad en los contenidos, resulta evidente que fueron elaboraciones ajusta-das al momento histórico en que se formularon, y por tanto no buscaron ser inocuas. Por el contrario, pretendieron sumar adhesiones en torno a la representación expre-sada por cada anunciante, exigiéndole al lector una elaboración intelectual compleja. Dicho proceso debió de ser muy intrincado, pues la utilización discursiva de una serie de valores comunes presentados como trascendentales no fue la misma para todo el período, particularmente cuando, por ejemplo, ypf hablaba de la libertad recuperada en tiempos de una dictadura militar que reprimía la voluntad popular.

El conjunto de los citados avisos muestra que los anunciantes utilizaron al “lugar dememoria” para resignificarlo y representarlo según fuera el interés empresarialen el momento histórico que se produjo. En este sentido, se lo incorporó dentro de undiscursopolíticotendienteainfluenciaraloslectoresdeldiario.Estascuestionesdeberán ponerse en diálogo con la también rica información contenida en el resto de las categorías de anunciantes y en el más largo período propuesto. Por ello es que estas conclusionesnosonlasúnicasposibles,nitampocodefinitivas.

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tve como arma política. Debate social sobre la televisión pública española en 1992

tve as a political weapon: the social debate about Spanish public television in 1992

aBstract

This article analyzes the way that public television

was central to the political discussion in Spain

during 1992. While the PSOE benefited from its

iron-handed control over RTVE, the Partido Popular

took advantage of the awkward situation that

this produced, turning it into an effective weapon

against the Government.

The article is based on unpublished material about

the Parliamentary discussions and an exhaustive

review of printed sources in order to judge the

different aspects of the process.

The significance of the debate regarding public

television is Spain lies in the way it reveals the

breakdown of the consensus about the medium,

preventing a model of public-service television.

Key Words

Public television, Spain, state subsidies, political

debate, tve.

tve como arma política. Debate social sobre la televisión pública española en 1992

resumeN

Esta investigación analiza la utilización de la

televisión pública como eje de la discusión

política en 1992. Mientras el Partido Socialista

Obrero Español (psoe) ejerció un control férreo de

Radio Televisión Española (rtve) en su beneficio,

el Partido Popular se sirvió de la comprometida

situación del ente para utilizarla como arma de

oposición contra el Gobierno.

Se aporta material inédito sobre las discusiones

del Parlamento y una completa recopilación

hemerográfica, con el fin de valorar los diferentes

enfoques del proceso.

El debate social sobre la televisión pública es

trascendente porque revela la ruptura del con-

senso sobre el audiovisual español, impidiendo un

modelo de televisión de servicio público.

palaBras clave

televisión pública, España, subvención estatal,

debate político, tve.

Artículo recibido:

26 de Abril de 2010;

AprobAdo: 22 de julio

de 2010; modificAdo:

29 de julio de 2010.

Doctor en Periodismo por la Universidad Complu tense de Madrid (España) y profesor asociado del Departamento de His toria de la Comunicación Social de la misma universidad. Asimismo, es profesor titular de la Universidad Internacional de La Rioja (uNir) y del C.U. Villanueva, en los departamentos de comunicación, también en Madrid. Es investigador en el ámbito de la his-toria social de la televisión y el cine en la España democrática. Sus últimas publicaciones son “La televisión privada y el poder político (1989-1994)”, en Política y comunicación en la historia con-temporánea (Madrid: Fragua, 2010), y el artículo “La información como espectáculo en el naci-miento de la televisión privada española (1990-1994)”, Estudios sobre el mensaje periodístico 15 (2009): 315-334. [email protected]

Javier Mateos

Pérez

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Javier Mateos-Pérez

tve como arma política. Debate social sobre la televisión pública española en 1992 Ï

1. rtve. uNa BomBa de relojería A principios de la década de los ochenta, el debate político sobre la televisión se

centró en la posibilidad de que se introdujera la iniciativa privada en el negocio televi-sivo. Éste fue un tema recurrente al que los partidos políticos conservadores acudieron con asiduidad para hacer oposición al gobierno socialista.

Cuando lograron que televisión privada parte del ecosistema audiovisual español, a principios de los años noventa, las discusiones políticas se orientaron hacia otras latitudes. La oposición conservadora se alineó en el bando de las empresas privadas de comunicación,ydenuncióladoblefinanciacióndetelevisiónpública—estatalyauto-nómica—.Estasituaciónalterabaelmercadopublicitarioenbeneficiodelatelevisiónpública, porque arrebataba una importante porción de la tarta de la publicidad, y por-que además disponían de las subvenciones gubernamentales. Empresarios y políticos hablaban por ello de “competencia desleal”.

Otra de las críticas recurrentes hacia el gobierno socialista se refería a la estrategia de tener “secuestrada a tve1”, por la manipulación informativa que se ejercía desde la administración sobre ésta. Sobre esta cuestión, el Partido Popular presentaba con regularidad quejas ante el Congreso y los medios de comunicación. En España no existía un modelo audiovisual claro. Tampoco se habíadefinidounmodelodetelevisiónpública.Aestohayque sumareldelicadomomentofinancieroporel

que atravesaba rtve. La llegada de la iniciativa privada coincidió con la recesión económica internacional y se agudizó la crisis eco-nómica en el sector televisivo público. Se recortaron los ingresos debido a la nueva televisión privada, mientras que los gastos se 1. Televisión Española.

Ï Este artículo es producto de la inves-tigación “A la caza del espectador. Estrategias de programación en los inicios de la televisión privada en España (1990-1994)” (tesis de Docto-rado, Universidad Complutense de Madrid, España en julio de 2008). La investigaciónnorecibiófinanciaciónpara su elaboración.

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dispararon por el incremento de los horarios de emisión y por el nuevo mercado que abrió la competencia2. En este escenario, la televisión pública optó por incrementar su dependencia de la publicidad, lo que condicionó su producción y programación. Esta situación, sumada al hecho de no querer perder el liderazgo de la audiencia3,provocóladefinitivaderivacomercialenlagestión.Así, se redujo la diferencia conceptual entre la televisión pública y sus oponentes privados, deslegitimando su existencia, pues la televisión pública es un servicio público que debe mantener ciertas premisas inherentes a su naturaleza, con programas de prestigio, atención a las minorías, presupuestos anuales, etcétera4.

La coyuntura que se planteó bifurcó el camino de tve en dos senderos: elegir entre conservar su identidad de servicio público o competir con la privada. Los ejecutivos del ente, presionados por la clase política, se decidieron por la segunda opción. Así, el pro-yecto cultural se pervirtió por imperativos económicos5. Entonces, las razones políticas estuvieron también en la raíz de esta crisis financieraydeidentidaddelente6.

Por otra parte, el desgaste del gobierno socialista era evidente. Primero, por los distintos casos de corrupción política que salie-ron a la luz durante el período, y segundo por el acoso al que su líder, Felipe González, era sometido por la clase política7. Todo ello generóunacrisisdeconfianzainstitucionalqueseextendióatve y afectó distintas esferas.

2. acoso y derriBo de rtve

Apesar de que el gobierno socialista confirmó a Luis Solanacomo director general de rtve tras las elecciones generales de 1989,

finalmente Jordi García Candauocupó desde febrero de 1990 este puesto. García Candau era miem-bro —por propuesta del psoe— del Consejo de Administración de rtve desde 1979, y formaba parte del equipo de trabajo del ex director

2. La entrada de las concesionarias privadas de televisión en el pano-rama audiovisual supuso la ruptura del monopolio de rtve y distorsionó notablemente el mercado publicita-rio, propiciando cambios radicales en los resultados económicos de la televisión pública, que fue incremen-tando progresivamente su deuda y su déficit.IsabelFernándezyFernandaSantana, Estado y medios de comunica-ción en la España democrática (Madrid: Alianza, 2000), 372.

3. La caída de audiencias disminuye los ingresos publicitarios e impulsa a gobiernos y parlamentos a escatimar los fondos públicos. Se realimenta así la crisis económica.

4. La lógica del servicio público se definecomoeldeseodeincidircul-tural o políticamente en la audiencia. Las estrategias programativas de las cadenas públicas están al margen del mercado. El éxito o el fracaso de un programa no se valora por la audiencia conseguida. La aparición de la concurrencia establece una nueva lógica en España, indepen-dientemente de la titularidad jurídica de las emisoras. El criterio básico es programar lo que el público demanda y tiene interés en consumir. Manuel Palacio, Historia de la televisión en España (Barcelona: Gedisa, 2005), 166-167. Ver también Enrique Busta-mante, “La ristrutturazione polemica del servicio pubblico in Spagna”, Eco-nomia della Cultura 3, (2005) y Nicholas Garnham, Capitalism and Communica-tion. Global Culture and the Economics of Information (Londres: Sage, 1990).

5. La crisis de la televisión pública. Enrique Bustamante, La televisión económica. Financiación, estrategias y mercados (Barcelona: Gedisa, 1999), 60.

6. Ángeles Moreno y Juan Carlos Molleda, Identidad de la televisión pública. Evolución de sus fundamentos económicos, políticos e ideológicos (Salamanca: Biblio-teca Salmanticensis, 2003).

7. En el año 1992, cuando se celebraron en España los Juegos Olímpicos y ade-más tuvo lugar la conmemoración

del quinto centenario del descubri-mientodeAmérica,lejosdesignificarel máximo esplendor del gobierno González, representó el comienzo de su crisis ante el aprecio público. Javier Tusell, Historia de España en el siglo xx. La transición democrática y el gobierno socialista (Madrid: Taurus, 2007), 331.

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general José María Calviño. Estos antecedentes, junto a la precaria situación en la que se encontraba el ente público rtve durante su gestión, convirtieron a García Candau en una diana visible a la que la oposición dirigió toda clase de ataques8.

El Partido Popular utilizó la espinosa situación por la que atravesaba la televisión pública como ariete en su oposición política contra el gobierno socialista. El partido conservador concentró sus críticas en tres direcciones sustanciales: la manipulación informativa de tve enbeneficiodelpartidodelGobierno;lagestióndelosdirectivosdertve a los que acusaba de parcialidad, opacidad e ineptitud en sus decisiones; y por último, la competencia des-leal que desde la televisión pública se realizaba contra intereses privados.

Sobre la primera crítica, a pesar de que el estatuto de rtve pretendía evitar que el poder político pudiera servirse de los medios de comunicación para su propio beneficio,lociertoeraquelofacilitaba.Larazónfuequeelmarcolegalestablecíaladesignación gubernamental del director general del ente, y dejaba en manos de las cortes la composición del Consejo de Administración. Esta ley era una herramienta sumamente ventajosa para los intereses del partido en el poder.

El Partido Popular tomó las irregularidades en la gestión como el principal motivo queexplicabaelprogresivodéficityendeudamientodela institución.Paraellos, latelevisión estatal carecía de un plan estratégico, el gasto estaba descontrolado y se había incumplido la legalidad presupuestaria. Además, acusaban a los gestores del entedebeneficiaraproductoraspróximasalpsoe con la concesión de trabajos por designación directa.

Por último, el portavoz del pp9, Javier Arenas, fue uno de los pri-meros en criticar la “competencia desleal” de tve sobre la televisión privada en cuanto a la captación de recursos publicitarios, puesto que la televisión pública contaba además con subvenciones estata-les que le otorgaban una posición de privilegio en el mercado. Con esto en mente, los populistas integraron un frente común con los empresarios de la comunicación que denunciaban esta situación desde su entrada al medio audiovisual español.

El pp inició su campaña de denuncia contra rtve, retirando a los ocho diputados que formaban parte de la Comisión de Control Parlamentario. Más tarde, los representantes de este partido abandonaron el consejo asesor de rtve en Castilla la Mancha. Y luego, tras intentar sin éxito leer un documento de protesta10, el pptambiénretiróindefinidamenteasusmiembros del Consejo de Administración de rtve.

8. Se desarrollarán periódicas compa-recencias de García Candau ante la Comisión Parlamentaria de Control, con acusaciones continuas de manipulación y de ruina económica. Enrique Bustamante, Radio y televisión en España. Historia de una asignatura pendiente de la democracia (Barcelona: Gedisa, 2006), 110.

9. Partido Popular.

10. Los cuatro consejeros del pp (Encarnación Valenzuela, Francisco Sanabria, José Manuel Fernández Norniella y Jesús Sancho Rof) entra-ron en la reunión del Consejo de Administración y permanecieron en ella un cuarto de hora. Los consejeros populares, que habían elaborado un escrito en el que explicaban las razones por las cuales se retiraban del consejo de rtve, intentaron

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La razón de estas decisiones residió en el hecho de que la televi-sión estatal manipuló un video en el Telediario, intercalando planos de la intervención de Felipe González en el Congreso con planos que correspondían a momentos posteriores al debate. En estos planos aparecieron José María Aznar y Francisco Álvarez Cascos, presi-dente y secretario general del partido respectivamente, cuando el jefedelejecutivoserefirióa lacorrupción.Losconsejerospopu-lares calificaron esta maniobra de “intolerable”, de “gravísimavulneración del Estatuto y de toda norma ética”11.

Encarnación Valenzuela, en una rueda de prensa posterior, informó que en rtve “las noticias importan en función de lo que importa al psoe”12, e impuso como condición para volver a ejercer sus funciones dentro del consejo tres requisitos al director gene-ral. Solicitaron, en primer lugar, que el director les proporcionara las cuentas sobre el cierre económico de 1991; en segundo lugar, la información sobre las decisiones adoptadas o por adoptar para resolver la situación económicadel ente; yfinalmente, los datosconcretos sobre la aplicación del plan de viabilidad dispuesto por los gestores de la televisión pública.

Estas reivindicaciones formaban parte de una estrategia polí-tica,pueselrestodelosconsejerosdescalificaronlaconductadelos populares, atribuyendo su decisión a una consigna de la direc-ción del pp con el objetivo de “dinamitar” la televisión pública. Según Antonio del Olmo, consejero representante del cds (Centro Democrático y Social): “Es absolutamente incierto que el director general no nos informe sobre la situación económica de rtve”13.

Como primera medida, Mariano Muñoz Bouzo, secretario vocal del Consejo de Administración de rtve, solicitó al director gene-ral del ente que suprimiera los sueldos14 de los consejeros del pp (Encarnación Valenzuela, Francisco Sanabria, Jesús Sancho Rof y José Manuel Fernández Norniella), por no asistir a las reuniones del consejo. Sin embargo, la medida no fue llevada a cabo15.

Por su parte, el Partido Popular continuó su labor de desgastar a los responsables de rtve. La siguiente estrategia fue solicitar una comisión para que investigara a la televisión pública por “graves

11. El pp abandona el Consejo de rtve por la “reiterada manipulación infor-mativa”. El Mundo, Madrid, España, 1 de abril de 1992.

12. Laconsejeratambiéncalificóalostelediarios de tve como “órganos del psoe”. “Los trabajadores de rtve saben que les manipulan todos los días. La única solución es que la dirección de los informativos estén en manos de un profesional […]. No queremos ser cómplices de una situación caótica de quiebra de Televisión Española”. ABC, Madrid, España, 1 de abril de 1992.

13. Para el consejero socialista Muñoz Bouzo se trata “de un montaje auspi-ciado por una consejera que ha sido procesada por calumnias graves”, en referencia a Encarnación Valen-zuela. Jordi Bosch, de CiU dice: “Esto obedece a una estrategia política y se produce con el director general que ha reunido más apoyos entre las fuerzas políticas”. El Mundo, Madrid, España, 1 de abril de 1992.

14. El sueldo de un consejero en Radio-televisión Española era de tres mil euros al mes, con derecho a coche oficialysecretaria.ABC, Madrid, España, 3 de abril de 1992.

15. En la Comisión Parlamentaria de rtve, a la pregunta de la diputada Laura Morso del cds, García Candau reconoció que el director general de rtve “no es competente en materia económica para tomar una decisión

leerlo antes de comenzar a tratarse el primer punto del orden del día. El asunto de la lectura se sometió a votación, y los seis consejeros del psoe se manifestaron en contra; García Candau, presidente actual del consejo, al que igual que Antonio del Olmo del Centro Democrático y Social (cds) y Jordi Bosch de CiU se abstuvieron. Los consejeros del pp pidieron que constara en acta el documento, a lo cual se negó el secretario del consejo, el socialista Mariano Muñoz Bouzo. En ese momento, los consejeros del pp aban-donaron la reunión. El País, Madrid, España, 1 de abril de 1992.

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irregularidades en la contratación de productores y consultoras con tratos de favor desde la dirección general”16. Según el portavoz popular en la Comisión de Control Parlamentario, Javier Arenas, la gestión era “un auténtico despilfarro”, y para demostrarlo ponía demanifiestoqueenunsoloejercicioeconómicosehabíandesti-nado 36 millones de euros “a dietas y comidas”17.El conflicto entre el pp y rtve se recrudeció con lafiltración

de una auditoría de la Intervención Delegada de Hacienda, correspondiente al ejercicio entre 1990 y 1991. Sin embargo, los socialistas se apresuraron a invalidarla: “El problema es que el pp está utilizando un documento económico como instrumento político”. Lo cierto es que la auditora de 1990, en la que el pp apo-yaba sus principales acusaciones, denunciaba la existencia “de undescontroldelgasto,faltadeplanificacióneilegalidadpresu-puestaria del grupo rtve”18.

El inicio de la investigación llevada a cabo por los populares coincidió con su retirada de la Comisión de Control Parlamentario y del Consejo de Administración. Según esta investigación, existían “no menos de 25 casos irregulares en la contratación de produc-toras, consultoras y obras”, que los responsables del ente público habían llevado a cabo al margen del Consejo de Administración.

Javier Arenas y su partido tenían claro que se trataba de una situa-ción de parcialidad: “No quiero que se desprenda una imputación de beneficioacercadeunapersona,perosíuntratodefavorclarísimo,máxime cuando el secretario general del Ente había escrito a los sin-dicatos manifestando que a partir de su nombramiento no haría con-tratos con su antigua empresa”19.

El portavoz del pp también denunció la aparición de contratos sobredimensionados desde la direc-ción del ente. Citó el ejemplo de la productora Mabuse, que aparecía como proveedora de los videos del psoe20: “[…] esta productora ha

16. El principal argumento aportado por los gestores de la televisión pública para contratar parte de su programación fuera de sus estructu-ras productivas es su relativo menor costo. Esta explicación ha sido puesta en duda desde varias instancias, a pesar de que por las propias carac-terísticas del sector apenas existen datos para evaluar la situación. Eduardo Giordano y Carlos Zeller, Polí-ticas de televisión. La configuración del mercado audiovisual (Barcelona: Icaria, 1999), 135. “Trabajamos desde hace mucho tiempo con ellas porque éstas nos dan lo que nosotros no tenemos: creativos con libre horario para crear, y aquí tenemos funcionarios. […] ¿Contratamosaproductorasquesonamigas?Conozcoprácticamenteatodas y soy amigo de bastantes, pero esonosignificanadaydebodecirlomuy claro: nunca me he quedado con un duro”. Ramón Colom, director de tve, en Lorenzo Díaz, 50 años de tve (Madrid: Alianza, 2006), 305.

17. El País, Madrid, España, 29 de mayo de 1992.

18. JordiGarcíaCandauafirmabaquela auditora no había valorado a la empresa en cuestión como una tele-visión:“¿Quételevisióndelmundosaca a concurso público sus ideas de programas?Laauditoranohatenidoen cuenta que esto no es una fábrica de coches; aquí hacemos programas e información.” El País, Madrid, España, 9 de junio de 1992.

19. ABC, Madrid, España, 30 de mayo de 1992.

20. Mabuse era una empresa vinculada al psoe y que estuvo relacionada con el escándalo Filesa. Esta productora fue la encargada de realizar el video Momentos, utilizado por el psoe en la campaña de las elecciones generales de 1989, en la que aparecía la imagen de once personas conocidas para resaltar los logros del gobierno socia-lista. Mabuse facturó a Filesa servi-cios, incluido el video. La sociedad contaba entre sus fundadores con Araceli del Grado, esposa de Ramón

que pueda afectar singularmente a los cuatro consejeros. Debería ser el propio Consejo de Administración, que tiene capacidad para autorregu-larse, el que tomara esa decisión en torno a si deben percibir el sueldo fijo.[…]HacetresdíaspreguntéaTesorería si se habían devuelto o no los salarios percibidos, y lo cierto es que esto no se ha producido”. Diario de Sesiones del Congreso de los Dipu-tados. Comisiones. Sesión 27, Madrid, España, 27 de mayo de 1992.

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firmadoalgúncontratoconrtve por encima de los 3,5 millones de euros, destinado a la producción de la serie Crónicas del mal”21. El informe de los auditores de la Intervención General del Estado consideró “excesivos” los anticipos concedidos por rtve a Mabuse22.

Los medios de comunicación manejaban la información de acuerdo con su línea editorial. Por ejemplo, el diario ABC hizo constante eco de las denuncias de los popu-lares contra la gestión de rtve. Incluso a veces tomaba partido mediante algunas informaciones publicadas a modo de noticias:

“El silencio del Fiscal General del Estado Eligio Hernández ante las denuncias públicas

contra el Ente público rtve, está provocando asombro en medios

políticos y judiciales. […] En la etapa de ucd23, época en la que

la sociedad española gozó de mayor libertad, al entonces fiscal

general, Fanjul Sedeño, le bastó la denuncia de la prensa, que

se hizo eco de las filtraciones del psoe, para pedir urgentemente

la auditoría realizada a tve”24.

En la misma línea escribió un contundente editorial el diario El Mundo, quien aparte de denunciar las adjudicaciones irregulares de obras y programas de rtve, resaltaba que en última instancia lo que estaba en entredicho era “el sistema de competencia desleal” delque sebeneficiabartve, en perjuicio de los canales privados, graciasaladoblefinanciaciónquedisfrutaba:

“Fines de semana privados que algunos directivos realizan con

cargo al presupuesto, consumiciones no justificadas que, en

un solo viaje, importan más de un millón de pesetas […] lo que

afrontamos es un problema de estructuras que no frenen el mal

uso de los fondos públicos y las prácticas corruptas. […] El psoe

no está dispuesto a cambiar esta situación. ¿Por qué? Es senci-

llo: porque quiere seguir sirviéndose de rtve como máquina de

propaganda política”25.

Ante estas informaciones, el Partido Popular solicitó en el pleno del Congreso de los Diputados que se constituyera una comisión de investigación sobre el ente público. Durante un acalorado debate, los populares orientaron buena parte de sus críticas al ámbito de la pro-ducción. En este capítulo, la auditora subrayaba que “desde el punto

21. ABC, Madrid, España, 31 de mayo de 1992.

22. Según la intervención, rtve conce-dió anticipos de cincuenta por ciento del importe total del contrato que la productora había suscrito para la realización del programa Historia de la lengua española. Por dicho programa, que no se había emitido dos años después de haber sido encargado, Mabuse cobró más de cuatrocientos mil euros. En los abonos realizados por rtve a Mabuse, el ente público no apuró, como era norma habitual, las moratorias de hasta tres, seis o nueve meses en los vencimientos de las obligaciones de pago. En 1991 Mabuse recibió de rtve 2,2 millones de euros. En ese período terminó tres de los trabajos comprometidos con el ente, cuyo precio era de 1,2 millones de euros. De ello se deduce que la pro-ductora recibió en 1991 anticipos por valor de un millón de euros. El Mundo, Madrid, España, 5 de junio de 1992.

23. Unión del Centro Democrático.

24. Silencio del fiscal General ante las denuncias sobre Rtve. ABC, Madrid, España, 7 de junio de 1992.

25. tve, ¿una “cueva de ladrones”? El Mundo, Madrid, España, 6 de junio de 1992.

Gómez Redondo. Este último, como realizador de tve, cubría asiduamente las intervenciones públicas de Felipe González. El Mundo, Madrid, España, 4 de junio de 1992.

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devistadeeconomíayeficiencia,lagestióndeestafunciónsiguenecesitadadeorganiza-ción, procedimientos y mecanismos de control” 26. Javier Arenas acusó a rtvedebeneficiaraempresas próximas al psoe,ytraspreguntarsedóndeestabaelfiscalgeneraldelEstado,“queno actúa cuando se están despilfarrando fondos públicos”, el diputado popular rogó a los socialistas que no dejaran al pp la única vía de los tribunales para denunciar el despilfarro.

Algunos capítulos concretos de la Intervención Delegada de Hacienda en rtve denunciados en 1992 por el pp fueron:– Desaparición de fondos en Cataluña: en marzo de 1991 se produjo una desaparición de fondos en el centro de producción de tve en San Cugat, que ascendieron a 525.284 euros, consecuencia de la falta de control periódico de los servicios centrales.– Adjudicaciones directas27: en 1990 se tramitaron por el procedimiento de desig-nación directa —habitual en rtve al no estar sometido a la Ley de Contratos del Estado— dos expedientes para las obras de remodelación de Torrespaña, por un total de 3,3 millones de euros a Entrecanales y Tavora (1,5 millones de euros), Céfalo 3 Diseño (1,3 millones de euros) y Sistemas y Formas (459.754 euros)28.– Anticipos a Mabuse: como se ha comentado, la auditoría consideraba excesivo haber concedido anticipos del cincuenta por ciento del presupuesto total a la productora Mabuse por la serie de televisión Historia de la lengua española, que en 1992 aún no se había estrenado. – Anticipos a Spinto: a esta productora se le encargó el programa Stress por un millón de euros, cuando aún no estaba siquiera ins-crita en el Registro Mercantil, lo que no parecía apropiado para un encargo tan importante29.– Tarifas de Viajes Marsans: las tarifas que aplicaba la agencia Marsans a RTVE, grupo para el que trabajaba en exclusiva desde 1985 coinciden, en general, con las que conseguiría un particular, lo que no se ajustaba a la facturación que Marsans pasó a RTVE de 9,7 millones de euros.

Finalmente, el Congreso rechazó con ciento sesenta votos a favor (socialistas y nacionalistas), ciento diez en contra (conser-vadores y comunistas) y once abstenciones (partidos minoritarios y centro), la petición de crear una comisión de investigación para estudiar las “irregularidades y presuntos tratos de favor a determinadas empresas por su vinculación al psoe o, directa o indirectamente, a algunos directivos de rtve”30.

26. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, Madrid, España, 9 de junio de 1992.

27. Adjudicación por la dirección gene-ral por propuesta de un miembro del comité de estrategias.

28. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, Madrid, España, 9 de junio de 1992.

29. El 9 de junio la productora publicó una carta al director en el diario El Mundo en la que se negaba haber recibido trato de favor por parte de tve y manifestaba que Spinto Produc-ciones de Televisión S.L. había sido constituida el 22 de marzo de 1990 bajo la denominación de La General Santa Águeda S.R.L., y que el 13 de noviembre de ese mismo año tomó su nombre actual. El Mundo, Madrid, España, 12 de junio de 1992.

30. ABC, Madrid, España, 10 de junio de 1992.

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García Candau compareció ante la Comisión de Control Parlamentario para expli-car en detalle la auditoría. El director general de rtve reconoció que a lo largo de 1990 podían haberse dado “errores e incluso negligencias” en la gestión, pero rechazó rotundamente que estas negligencias pudieran calificarse de “irregularidades o deactuaciones delictivas”31.Dijoqueerantodas“menores”,nosuficientes“paramontarel pollo que se ha montado”32. “Creo sinceramente que hay una cierta desmesura que se ha producido en función de motivos políticos”33, dijo.

La negativa a la investigación parlamentaria no amilanó al Partido Popular, que siguióinsistiendosobreelasunto.DíasmástardedirigióalfiscalgeneraldelEstadolastresauditoríaspracticadasen1990sobrelasactividadeseconómicas,conelfin“dequeelfiscalgeneraldelEstadolleveacabouordeneaquellasdiligenciasqueestime oportunas en defensa de la legalidad, los derechos de los ciudadanos y del interés público”34.

Esta maniobra obtuvo respuesta inmediata por parte de García Candau en la Comisión de Control Parlamentario. La tensión crecía: “[…] las anomalías en rtve serían una bobería comparadas con las que se encontrarían mediante una auditoría de gestión realizada en cualquier ayuntamiento gobernado por el pp”35.ElfiscalgeneraldelEstado,EligioHernández,remitióalTribunaldeCuentastoda

la documentación relacionada con las auditorías realizadas a tve que el portavoz del pp, Javier Arenas36, en la Comisión de Control Parlamentariohabíapuestoenmanosdelafiscalíaporsisederi-varon irregularidades contables de su competencia.El envío de la documentación desde la fiscalía se produjo el

mismo día que el Tribunal de Cuentas daba a conocer su fallo al exculpar al psoe de toda responsabilidad en la trama de presunta financiación irregular socialista a través de las empresas Filesa,Malesa y Time Export.

Como el recorrido de las denuncias parecía estancarse en este punto de la burocracia, el pp decidió presentar una quere-lla directamente contra el director general de rtve, Jordi García Candau, por “arrogación de atribuciones legislativas, prevarica-ción y malversación de caudales públicos”37. La querella estaba basada en la citada Intervención Delegada de Hacienda, de la que según los conservadores se derivaba una falta de rigor en el manejo de los fondos públicos. La presunta prevaricación se

31. ABC, Madrid, España, 17 de junio de 1992.

32. El Mundo, Madrid, España, 17 de junio de 1992.

33. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Comisiones. Control Parlamentario de rtve, Sesión 28, Madrid, España, 16 de junio de 1992.

34. ABC, Madrid, España, 20 de junio de 1992.

35. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Comisiones. Control Parlamentario de rtve. Sesión 29, Madrid, España, 23 de junio de 1992.

36. “Los socialistas ya han encontrado un lugar donde archivar los procesos contra el psoe: el Tribunal de Cuen-tas”, Javier Arenas, en ABC, Madrid, España, 27 de junio de 1992.

37. El Mundo, Madrid, España, 16 de julio de 1992.

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fundamentaba en los anticipos concedidos a varias productoras y en las adjudicaciones de obras de forma directa38.

La respuesta a la querella no tardó en producirse. La produc-tora TV Mabuse, de la que Ramón Gómez Redondo era el director, presentó una demanda civil contra el vicesecretario general del pp, Javier Arenas, por haber implicado a la empresa en las supues-tas irregularidades de rtve. Gómez Redondo desmintió que Mabuse hubiera recibido un trato especial en sus relaciones con tve y explicó sus contratos con el ente público ante los medios39.

Además, Jordi García Candau presentó en el juzgado número 3 de Majadahonda un escrito en el que denunciaba su situación de indefensión ante la divulgación de la querella presentada por el pp40. La defensa de García Candau denunciaba que el Partido Popular había entregado copias de la querella a los medios de comunicaciónantesdequeéstalefueranotificadaasupersona.Esta situación es reveladora, puesto que indica que el pp estaba más preocupado por articular una maniobra política ante la opinión pública, que por buscar una solución real al problema.

3. coNtra el déficit púBlico, la privatizacióN

En todo este proceso el Partido Popular centró su programa político sobre televisión en una mejora de la gestión de la tele-visión pública, pues la mayor parte de la televisión —estatal y autonómica— arrojaba pérdidas41. El partido conservador apos-taba por la privatización del segundo canal de tve y de algunos canales autonómicos si los gobiernos regionales respectivos lo estimabanoportuno.Conestasmedidas, lospopularesconfiabanen equilibrar la competencia entre televisión pública y privada.

Javier Arenas, en una entrevista realizada por Amilibia dentro de la sección que escribía en ABC, apostaba por la privatización comosoluciónatalesproblemasfinancieros:

“¿Alguna solución? Sí, privatizar el segundo canal y reducir las

dimensiones de los medios públicos. Un acuerdo de Estado que impida

que la televisión pública autonómica compita con la televisión pública

del Estado. Y la dirección general del Ente que la decida el Parlamento”42.

38. El secretario general del pp, Fran-cisco Álvarez Cascos, presentó la querella contra el director general de rtve ante la jurisdicción penal ordina-ria, para que fueran los jueces quie-nes investigaran los hechos sobre las irregularidades en rtve, después de que la vía de investigación política se agotó. ABC, Madrid, España, 16 de julio de 1992.

39. El director explicó uno a uno sus contratos desde el inicio de la relación comercial con tve, en 1989. Los trabajos que Mabuse hizo para la televisión pública se concretaron en tres cabeceras, un video de presenta-ción de una canción para Eurovisión, las series Pájaro en una tormenta (19.232 euros) y Crónicas del mal (3,6 millones de euros), y un trabajo de investigación sobre la historia del castellano (378.237 euros). Estos trabajos representaron un 0.1 por ciento de las inversiones externas de tve en 1989, el dos por ciento en 1990 y el diecisiete por ciento en 1991. “El resultado de este escándalo es que si en septiembre u octubre esta empresa tiene que cerrar será en razón de lo anterior”. ABC, Madrid, España, 31 de julio de 1992.

40. El País, Madrid, España, 17 de sep-tiembre de 1992.

41. En el proyecto de ley de Presu-puestos Generales del Estado no se asignó ninguna subvención a rtve, pese a que las previsibles pérdidas del ente público para el siguiente ejercicio ascendían a 287 millones de euros, frente a los 251 millones de euros que perdería en 1992. Esta sucesión de números rojos supuso un fuerte aumento en el endeudamiento a corto plazo, que ascendió en 1993 a 939 millones de euros. El Mundo, Madrid, España, 9 de octubre de 1992.

42. La llamada: Javier Arenas: “Los dinamiteros de rtve son los socialis-tas”. ABC, Madrid, España, 3 de abril de 1992.

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Porotraparte,elPartidoPopularpretendíaqueelGobiernotrasfirieraalascomunida-des autónomas la facultad de decidir si preferían un canal público o privado. Para conseguir este objetivo, Alberto Ruiz Gallardón, portavoz del grupo popular en la Asamblea de Madrid,presentódosproposicionesdeleyenelparlamentoregionalconelfindemodifi-car la Ley del Tercer Canal y privatizar así Radiotelevisión de Madrid. La ley, que regulaba los canales regionales de televisión, obligaba a las comunidades a gestionar directamente la televisión autonómica. El pp proponía eliminar esa ley, puesto impedía explícitamente su privatización “de modo que, al igual que en otras materias de su competencia se per-mita a las comunidades decidir las técnicas de gestión más convenientes”43. Los populares pretendían que esta norma fuera extendiéndose al resto de canales autonómicos.

También el portavoz del grupo popular en el Congreso, Rodrigo Rato, reiteró que el pp privatizaría uno de los dos canales públicos de televisión si llegaba al poder. De hecho, esta propuesta se contemplaba en su programa electoral. En su opinión “no son necesarias dos cadenas públicas de televisión”44.JavierArenas,alfinaldeaño,volvióainsistirenla“regionaliza-

ción del primer canal” de tve y la privatización del segundo y de las cadenas autonómicas, “como fórmula más adecuada para atender las demandas de las comunidades autónomas y evitar una carrera de competición entre las televisiones públicas”45. Lasfilas popu-lares consideraban que el ámbito de la comunicación audiovisual requería un profundo cambio.

A pesar de todas estas sugerencias, no se llevó a cabo ninguna reforma en la legislación. A una pregunta del diputado de Izquierda Unida, Antonio Romero, se dejó claro que privatizar La 2 “requeri-ría obligatoriamente de una iniciativa legislativa del Gobierno para modificarelEstatutodeRadiotelevisión”46. Sin embargo, el Gobierno no estaba dispuesto a hacer efectiva esta iniciativa. El propio director general de rtve, García Candau, en la Comisión de Control Parlamentario de rtve volvió a negar la privatización del segundo canal: “[…] insisto en que no está en el horizonte la privatización, sino todo lo contrario, porque es, o forma parte de muchos intereses concluyentes de todo tipo, económicos y políticos […] existen unos intereses económicos bastante boyantes y, sin duda alguna, es rentable. Por tanto, no creo que haya ninguna necesidad de plantear esa privatización”47.

43. El proyecto del pp proponía realizar una subasta pública que permitiera elegir una sociedad anónima que se hiciera cargo de la gestión indirecta en régimen de concesión admi-nistrativa. Ésta debía de tener una duración de diez años. El proyecto políticosurgióaraízdeldéficitquearrastraba Telemadrid. La Comuni-dad de Madrid acababa de aceptar en asamblea hacerse cargo de las deudas de Telemadrid, que ascendían a 126,2 millones de euros. ABC, Madrid, España, 3 de abril de 1992.

44. Estas declaraciones se produjeron a lo largo de la mesa redonda organi-zada por la Asociación de Periodistas Económicos (apie) con motivo del seminario La influencia política en la información económica, en la que tam-bién participaron miembros políticos que participaban en debates sobre televisión, como Abel Caballero (psoe) o Ramón Espasa (iu). El País, Madrid, España, 19 de junio de 1992.

45. ABC, Madrid, España, 10 de noviem-bre de 1992.

46. ABC, Madrid, España, 12 de abril de 1992.

47. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Comisiones. Control Par-lamentario de rtve, sesión 31, Madrid, España, 27 de octubre de 1992.

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La oposición del Partido Popular se reanudó cuando se dieron a conocer los pre-supuestos para el curso siguiente. En el desglose de las cuentas no estaba prevista la concesión por parte del Gobierno del contrato-programa a rtve. Los consejeros del pp alertaron que si el ente no recibía una fuerte inyección de dinero, “el próximo año entrará en quiebra real, ya que la quiebra técnica ya la tiene”48. Además, desde las filasconservadoras se sosteníaque lascuentaselaboradaspor losgestoresestabanequivocadas49. El ente público había previsto en el capítulo correspondiente de los Presupuestos Generales del Estado unas pérdidas de 287,3 millones de euros para 1993. Esta cifra superaba en 36,6 millones a las pérdidas estimadas en 1992; sin embargo la cifra fue rechazada por Javier Arenas, para quien “los presupuestos son falsos”50. El portavoz preveía que el ente no perdería menos de 420,7 millones de euros en 1993.

Paralelo a esta crítica, los populares continuaban buscando un espacio televisivo que les permitiera volcar sus opiniones en tve. Valenzuela envió una carta a García Candau en la que le solicitaba “que dé las órdenes oportunas para que Televisión Española emita entrevistas con los dirigentes políticos de la oposición”51, en las que puedan explicar su opinión sobre estos dos aspectos.

4. la década socialista

La mayor resonancia pública entre el primer partido de la oposición y los gestores del partido socialista se produjo como consecuencia de la emisión por la primera cadena de un programa especial sobre los diez años del gobierno psoe: La década socialista. La consejera del pp, Encarnación Valenzuela, ya había anticipado la posición que iba a mantener su partido con las declaraciones que realizócuandoseanunciólaemisióndeesteespacio,quecalificóde “show televisivo de propaganda”. Lo que resultó más censu-rable para la consejera popular fue que el espacio se hiciera por encargo del psoe. “La manipulación informativa que se realiza con García Candau en tve supera a la efectuada por todos los directores generales anteriores de la etapa socialista”52.EnlaprensacercanaalPartidoPopularseafirmabaquetve no

tenía prevista la emisión de un especial para el 28 de octubre, pero una llamada desde la dirección del psoe a María Antonia Iglesias, responsable de los informativos de tve, motivó que se pusiera en marcha el proyecto, alterando lo previsto53.

48. ABC, Madrid, España, 1 de octubre de 1992.

49. El consejero Francisco Sanabria afirmóqueeldéficitdertve iba a ascender a 180 millones de euros y no a los 99,9 millones de euros que sostenía el director general. ABC, Madrid, España, 1 de octubre de 1992.

50. En los presupuestos se anunciaba que el incremento de los ingresos eran consecuencia de una “recupe-ración de la cuota de mercado” y del “mayor esfuerzo comercial iniciado afinalesde1991”.ABC, Madrid, España, 7 de octubre de 1992.

51. ABC, Madrid, España, 1 de octubre de 1992.

52. ABC, Madrid, España, 21 de octubre de 1992.

53. El Mundo, Madrid, España, 28 de octubre de 1992.

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Ignorando las críticas, tve1 ofreció La década socialista (miércoles, 23.30 horas) con motivo del décimo aniversario de la llegada del psoe al poder. El programa tuvo una estructura cronológica e intercaló dentro del espacio una entrevista con Felipe González, realizada por Amalia Sánchez Sampedro. Esta conversación estuvo salpicada con imágenes de archivo de los acontecimientos de la década en la que los socialistas fueron los protagonistas políticos. El especial, que estuvo dirigido por Fernando López Agudín, responsable de Informe Semanal, comenzó con las imágenes del 28 de octubre de 1982, cuando el psoe ganó las elecciones por mayoría absoluta, y concluyó con Felipe González paseando apaciblemente por el Palacio de la Moncloa.

El programa reveló como méritos de los socialistas la estabilidad económica, la reforma progresista de la justicia, la sanidad y la educación, mientras que la coartada sobre la crisis económica y sobre otros defectos que se presentaban en la sociedad española fue el contexto de recesión internacional. Este mismo argumento era argüido por el Gobierno habitualmente en otras tribunas.Losdiezañosdegobiernocontribuyeronareafirmar“elperfilpragmáticoyrealistade

Felipe González”54. El presidente y líder del psoe apareció en pantalla en dos tomas diferen-tes. En una vestía traje y corbata, en otra llevaba un jersey azul de lana y unos pantalones vaqueros. A ratos aparecía con un cigarro en la mano. Durante el programa se hicieron algunos comentarios que destacaron el carácter parcial del reportaje: “Serra realiza silen-ciosa y eficazmenteuna reformamilitar que resolvióunproblemahistórico”. “FelipeGonzález mantiene relaciones privilegiadas con los principales mandatarios del mundo”. “El Gobierno afrontó la modernidad del país y sus anacrónicas leyes”. “Los empresarios modernos y competitivos son los más sólidos aliados del Gobierno”. “El Gobierno abordó

con energía sus compromisos electorales en materia educativa”.Uno de los temas más candentes de la actualidad política de prin-

cipios de los noventa fue la corrupción política. Esto salpicó a todos los partidos políticos; sin embargo, el psoe fue el partido que alcanzó un mayor número de escándalos. El tema de la corrupción se trató en el reportaje muy de pasada, en unos treinta segundos. Y sobre ello se dijo que “el fenómeno del crecimiento económico ha hecho emerger el fenómeno de la corrupción que afecta al prestigio de la clase política”. Las imágenes que se mostraron incluyeron a Rosendo Naseiro (pp), Juan Ormaechea (pp) el alcalde de Burgos (pp) y Carlos Navarro (psoe). Se obviaron los temas sobre el gal o Filesa, pero sí se habló del caso Juan Guerra55,quesepresentóaisladodelafiguradel

54. Citado en el reportaje de tve.

55. Se trata de los casos de corrupción más denunciados durante el último período del gobierno psoe. El gal era el Grupo Antiterrorista de Liberación, auspiciado por el Ministerio de Interior socialista para combatir a la organización terrorista eta mediante un sistema encubierto de terrorismo de Estado; Filesa fue un caso de financiaciónilegaldelpsoe y el caso Guerra consistió en las prácticas ile-gales de las que se sirvió Juan Guerra, hermano del vicepresidente Alfonso Guerra, cuando ocupó un despacho oficialparatratarnegociosprivados.

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ex vicepresidente, “aclamado por militantes cuando presentó su dimisión” e incluyendo grandes elogios de González hacia Alfonso Guerra.

Las conclusiones de los medios de comunicación fueron variadas en función de su adscripción ideológica. Las críticas más beligerantes provinieron de la prensa crítica al Gobierno. Según el diario ABC:

“El No-Do56 ofrecido por el primer canal de tve en el décimo aniversario del Gobierno

socialista presentó como única oposición al progresismo socialista a los sectores más

conservadores y a las organizaciones religiosas”.

El Mundonolefuealazagaenloscalificativos.Enunacolumnadeopiniónsedes-pachaba al programa de “propaganda”:

“Desde el principio y hasta el final cumplió con los más precisos cánones de la pro-

paganda. […] El final no puso ser más manipulador: imágenes de González con el Rey

y palabras para la Monarquía; imágenes de González con Mick Jagger para el viento

del cambio; e imágenes en soledad del estadista pendiente de España. La única

violencia fue la del terrorismo vencido, la corrupción algo ocasional y pasajero y las

luchas en el psoe, algo que sólo puede arreglar González”57.

El resto de cadenas de televisión no alteraron su programación por el acontecimiento. Las emisoras nacionales ofrecieron información dentro de sus informativos, donde también se encontraron opiniones sobre el video. Por ejemplo, el Telediario1 de Pedro Piqueras presentó estos diez años como una etapa “llena de éxitos y metas conseguidas”.Antena 3, en el informativo de Olga Viza, entrevistó a Iñaki Gabilondo, quien

reflexionósobreloquelehabíacomentadoelpresidenteensuprogramaradiofónico.Además, para cerrar el tiempo dedicado a los diez años de gobierno, hizo un aséptico recorrido por la biografía política de Felipe González. Igualmente, la cadena privada tambiénpreparóunmonográficoenclavedehumorsobreladécadasocialistaenelmagazín matinal de Pepe Navarro.

En Tele 5, Luis Mariñas realizó en su informativo un repaso con imágenes de los diez años de gobierno socialista. Después, para la interpretación de la gestión socialista al mando del ejecutivo, la cadena privada realizó una encuesta entre votantes del psoe, que dejóverciertodesencantoensusresultadosfinales.Además,losanalistas habituales del informativo hicieron un balance de la ges-tión del psoe durante esos diez años.

56. NO-DO era el Noticiario Documental cinematográfico,deobligadapro-yección en los cines, que se realizaba durante la dictadura franquista y que fue una de las herramientas propa-gandísticas del régimen.

57. Raúl Heras, “Un canto a González”, El Mundo, Madrid, España, 29 de octubre de 1992.

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tve como arma política. Debate social sobre la televisión pública española en 1992

Canal Plus se ocupó del asunto con un especial informativo emitido días antes (sábado, en horario de sobremesa). El reportaje contó con declaraciones de los líderes de la oposición José María Aznar y Julio Anguita. Este programa se repitió el mismo 28-O, en horario de madrugada (1:00 horas).

El pp fue rotundo en sus afirmaciones: tve “había incumplido gravemente la legalidad” en lo que se refería a la pluralidad y obje-tividad de las informaciones. Para los conservadores, el Telediario1 fue un “auténtico editorial progubernamental” y un “profundo ejercicio de sectarismo y propaganda a favor del Gobierno”58. Javier Arenas, además de acusar a la televisión pública de fanática, vaticinó un futuro incierto para el canal si no se realizaba la priva-tización que venían sosteniendo desde su partido59.

En realidad, el programa La década socialista de tve1, incluida la entrevista con Felipe González, tuvo más repercusión en los ámbi-tos políticos e informativos que en la calle. A pesar de la publicidad que le dieron desde la oposición, este especial fue el espacio menos visto de la televisión de ámbito nacional en su misma franja hora-ria. La década socialista, que dejó un largo camino de dudas sobre las horas a las que debía ser ofrecido a los televidentes60, obtuvo 1.387.000 espectadores (con un 15,4 de cuota de pantalla). En ese mismo período, Tele 5 obtuvo una audiencia media de 2,5 millo-nesdetelespectadores(23,4porciento)conelfinaldelapelícula El chico de oro (Michael Ritchie, EE. UU., 1986) y el comienzo del espa-cio Humor 5 estrellas; Antena 3, con La noche de Hermida consiguió 2,3 millones de espectadores (24,6 por ciento); la propia segunda cadena de tve tuvo con la película Tobruk (Arthur Hiller, EE. UU., 1967), 2,1 millones de espectadores61.

Tres días más tarde el ente público volvió a emitir el pro-grama La década socialista (tve1, sábado 20:00 horas). Según la prensa conservadora, esta decisión se tomó precisamente por la baja audiencia obtenida en la primera emisión62. La reemisión del programa provocó una nueva protesta de miembros del pp. Encarnación Valenzuela solicitó la dimisión del director gene-ral del ente, argumentando que el espacio violaba el estatuto de

58. ABC, Madrid, España, 29 de octubre de 1992.

59. “Estamos ante la clara demostra-ción de que tve no está al servicio delasociedad,sinoqueeslaoficinaelectoral del psoe y del Gobierno. Lo ha dicho el sindicato indepen-diente apli: ‘los directivos de tve son peleles al servicio del Gobierno’. Y todo esto a costa del dinero de todos los españoles: tve debe más de 1.256millonesdeeuros.Unaoficinaelectoral muy cara”. “Privatizar va a ser imprescindible para que la deuda no se multiplique. El Estado tendráquehacersecargodeldéficity luego privatizar. Y si no se hace eso, la única salida será el despido indiscriminado y masivo de buenos profesionales”. ABC, Madrid, España, 28 de octubre de 1992.

60. Inicialmente estaba prevista su emisión a las 21:30 horas del miércoles 28 de octubre, después de la segunda edición del Telediario, en una hora de máxima audiencia. Sin embargo, los responsables repararon que a la misma hora La 2 emitía para toda España el partido de ida de la Supercopa de fútbol entre el Bar-celona y el Atlético de Madrid. Por ello, el reportaje fue cambiado a las 23:15 horas, una vez terminado el partido de fútbol, en una hora de menor audiencia. Sin embargo, la hora elegida para la repetición fueron las 20:00 horas. A esa hora tendría que competir con el partido de fútbol Real Madrid-Zaragoza emitido por las cadenas autonómi-cas, aunque esto tenía el problema de que no se vería el reportaje en las zonas en las que no hay autonómi-cas. Así que, el ente público cambió el espacio de La década socialista de La 2 a la primera cadena.

61. El País, Madrid, España, 30 de octu-bre de 1992.

62. ABC, Madrid, España, 31 de octubre de 1992.

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rtve, en el que se exigía “la separación entre informaciones y opiniones”. El dipu-tado del Grupo Popular, Neftalí Isasi, pidió también a tve que “cobre al Gobierno, o al psoe, como publicidad las dos emisiones del programa sobre los diez años de gobierno socialista”63.

En el último tramo del año se sucedieron nuevas denuncias del Partido Popular sobre lapresuntamanipulaciónde losdirigentesdel entepúblico enbeneficiodelpartido del Gobierno64.

Adicionalmente, Encarnación Valenzuela envió al magistrado del Tribunal Supremo que instruía el caso Filesa, Marino Barbera, una copia del reportaje de Informe Semanal en el que se ofrecía “una visión tan parcial, tan poco objetiva y tan sesgada de la labor que está realizando el juez Barbero para esclarecer el caso Filesa, llegando a poner en duda, en bocas de fuentes anónimas, el conocimiento del derecho procesal y la expe-riencia profesional del magistrado”65.

En último lugar, la consejera del ppacusóaRamónColomdefirmaruncontratopara que una productora externa produjera la serie La Regenta, lo que suponía “un claro perjuicio para los intereses económicos de tve” y contravenía el artículo 87 de la Ordenanza Laboral vigente para todos los trabajadores de tve66.

5. coNclusióN. la política asfixia a tve

EnEspañanoexistíaunmodelodefinidodetelevisiónpúblicay ni siquiera estaba configurado un modelo audiovisual claro.En parte, esta situación explica la disfunción a partir del modelo financierodetve, que no tuvo más remedio que mantenerse y ges-tionarse en un ambiente de competencia con el sector privado.

En el año 1992, el modelo de televisión pública requería que se fijaraconclaridad,exactitudyprecisiónsunaturalezaanteelnuevopanorama audiovisual. Es decir, decidir entre todos los partidos políticos del arco parlamentario si la televisión pública debía reali-zar su reconversión hacia las pautas del servicio público, o si debía continuar por la senda del modelo comercial. Finalmente, entre la opción de la lógica del servicio público y la lógica del mercado se apostó por esta última para regir la gestión de tve. La compleji-dad del espacio audiovisual con la llegada de la televisión privada ylosavataresquepadeciólafinanciaciónylagestióndeTelevisiónEspañolahicieroninviableelmodelodeserviciopúblicodefinido

63. ABC, Madrid, España, 5 de noviem-bre de 1992.

64. Por ejemplo, el Partido Popu-larcalificóde“manipulador”aldirector de rtve por haber excluido la opinión de su partido en el debate sobre el Tratado de Maastrich que emitió tve dentro del espacio El espejo. ABC, Madrid, España, 25 de octubre de 1992.

65. ABC, Madrid, España, 3 de diciem-bre de 1992.

66. Según la consejera, el contrato firmadoconClassicFilmsautorizabaa que esta producción contratara a su vez los servicios de Fernando Méndez Leite, ex director de cinematografía y en ese momento trabajador en la plantilla de tve. ABC, Madrid, España, 22 de diciembre de 1992.

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en el estatuto. Ante esta situación, los partidos políticos no se plantearon el consenso necesarioparallevarloadebateyestudiarlasdistintasposibilidadespararectificarlasituación. En lugar de ello, cada uno de los dos grupos parlamentarios con mayor repre-sentación en la política española decidió velar por sus propios intereses.ElpartidodelGobiernoprefiriórealizarunahuidahaciadelantequeminimizarael

descalabro económico de rtve con unos buenos resultados de audiencia. El manteni-miento del liderazgo en competencia con las concesionarias parecía servir de escudo a los gestores del canal ante el ejecutivo.

Además, para el psoe la televisión estatal era una herramienta tremendamente útil. La experiencia y la actualidad parlamentaria habían enseñado a los responsables polí-ticos que el control del aparato administrativo de la televisión iba a beneficiar susintereses con réditos electorales. La dirección informativa de los telediarios era con-siderada un puesto político, y por consiguiente tenían a su disposición la posibilidad de transmitir a un importante porcentaje de la audiencia un discurso dominado por el sector informativo de la televisión que estaba orientado a intereses socialistas.

Por su parte, el partido de la oposición, denunció éstas y otras prácticas de manera sistemática, convirtiendo a rtve en uno de los principales argumentos de oposición política contra los socialistas. De los tres frentes abiertos en los que el pp contendió frente al Gobierno, el más importante de ellos fue el de la gestión socialista sobre el ente. A esta crítica los populares aplicaron un barniz de prevaricación y despilfarro que incrementó la sensación de corrupción constante que, por entonces, sobrevolaba al psoe tras diez años de permanencia en el poder. De los tres frentes, éste parecía el de mayor desgaste. La acusación llegaba más fácilmente a la opinión pública por aso-ciaciónyeramásrentableaefectoselectorales.Además,se justificabaensímisma,pues la situación del ente público era preocupante. La manipulación informativa y la competencia desleal eran dos críticas que parecían concernir a otros actores privados y políticos. Sin embargo, el derroche del dinero público y la gestión de los bienes del Estado eran mensajes más comprensibles entre la población.Laamplificacióndelasuntoseprodujograciasalosmediosdecomunicaciónque

hicieron eco constante de la polémica. Los periódicos contaron los avatares de la discu-siónenfuncióndelasbanderíaspolíticas.Sequedaronenlosuperficial,sinexigirunasoluciónysinofrecerunavisiónimparcialdelconflicto.

Toda esta diatriba, que el pp repitió de manera constante durante el período anali-zado,asfixiócualquiermovimientodelatelevisiónpública,quetuvoenlasdenunciasdela oposición la antesala de una crisis constante. Sin embargo, estas opiniones volcadas

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desde la oposición no calaron en el modelo que llevaron a cabo una vez que consiguie-ronelpoderañosmástarde.ElPartidoPopularenelGobiernonorealizófinalmentela anunciada reforma del estatuto de rtve que solicitaba en sus tiempos de oposición. Al frente de rtve se sucedieron varios directores generales (Mónica Ridruejo, Fernando López Amor y Pío Cabanillas) sin que se produjera un cambio de táctica relevante. De hecho, la politización de la televisión pública seguía siendo evidente67.

Otra promesa incumplida fue la privatización del segundo canal de tve y de las comunidades autónomas que el pp venía proponiendo. Aunque se llegó a presentar un proyecto de ley ante el Congreso en este sentido, que permitía a las comunidades autónomas la posibilidad de escoger entre la gestión indirecta por sociedades mercan-tiles, mediante una concesión administrativa o la posibilidad de optar por la gestión directa.

En resumen, se demostró que la clase política no estuvo a la altura de las circunstancias. Sus decisiones y planes estuvieron más dirigidos a conseguir el poder que a solucionar una coyun-tura pública que afectaba a toda la sociedad. Esta deslegitimación desde la política se apoyó en el descenso de las audiencias de la televisión pública, que pasaron de controlar a la inmensa mayoría de los ciudadanos en la época del monopolio, a porcentajes que no superaban el treinta y tres por ciento de sus públicos nacionales.

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67. Como lo denunció Carlos Mendo, consejero propuesto por el pp que dimitió de su cargo en 1997, y como lo prueba el incumplimiento por parte del Partido Popular de la pro-mesa de no colocar al frente de rtve a un militante del partido conserva-dor (López Amor era diputado en el momento de su nombramiento). Isa-bel Fernández y Fernanda Santana, Estado y medios de comunicación en la España democrática, 379.

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El juzgado y los ladrones. Cómo se elaboró un sujeto peligroso en Santafé (1750-1808)

Courts and thieves: the construction of a dangerous subject in Santafé (1750-1808)

aBstract

This article analyzes the construction of the thief as

a dangerous subject through the study of various

criminal trials. It focuses on the problem of the law

and the way it constructed subjects by judging and

punishing this crime. The space of the colonial city

and the court were key places in this process. The

way that the other residents of the city acted, the

constant vigilance, the construction of a past, and

confession and punishment were also important in

the public image and renown of thieves.

Key Words

thieves, justice, Santafé, discourse, subjectivity.

El juzgado y los ladrones. Cómo se elaboró un sujeto peligroso en Santafé (1750-1808)

resumeN

En este artículo analizaremos la constitución de un

sujeto peligroso en la figura del ladrón a través del

estudio de algunos juicios criminales. Ahonda-

remos en el problema de la ley y su función en

la construcción de sujetos a partir de la manera

cómo se juzgó y castigó este delito. El espacio de

la ciudad colonial y el juzgado se convirtieron en

los lugares fundamentales para este proceso, al

igual que la actuación de los demás habitantes de

la ciudad, la constante vigilancia, la construcción

de un pasado, la confesión y el castigo como parte

importante de su pública voz y fama.

palaBras clave

Ladrones, justicia, Santafé, discurso, subjetividad.

Artículo recibido: 5 de Abril de 2010;

AprobAdo: 15 de julio de 2010; modificAdo: 22 de julio de 2010.

Historiador de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá, Colombia) y estudiante de la Maes-tría en Estudios Culturales en la misma universidad. Sus intereses investigativos se centran en lahistoriacultural latinoamericana,enelestudiodelaformacióndesubjetividadesafinalesdel siglo xviii y comienzos del siglo xix, y en el lenguaje y la cultura política en el período de la Independencia. Actualmente realiza una investigación centrada en cómo a través de la metáfora de la monstruosidad se construyeron sujetos fuera del rango de lo político en la Nueva Granada afinalesdelsigloxviii y en la época de la Independencia. Pertenece al grupo de investigación Prácticas culturales, imaginarios y representaciones. [email protected]

Nicolás Alejandro González Quintero

espacio estudiaNtil

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Nicolás Alejandro Gonzáles Quintero

El juzgado y los ladrones. Cómo se elaboró un sujeto peligroso en Santafé (1750-1808) Ï

iNtroduccióN

A partir de la segunda mitad del siglo xviii encontramos que el robo es el delito más judicializado en Santafé1. Dentro de este marco analizaremos la constitución de un sujeto peligroso en la figuradelladrónatravésdelestudiodealgunosjuicioscriminales.Ahondaremos en el problema de la ley y su función en la cons-trucción de sujetos a partir de la manera cómo se juzgó y castigó este delito. Estos juicios son de igual forma importantes gracias a que podemos apreciar las representaciones de los diversos grupos sociales, los cuales, a través de un conjunto de estrategias ligadas a laprácticalegalyalosconflictoscotidianospropiosdeunaciudaden crecimiento, hicieron su incursión en estos textos como copar-tícipes de la elaboración del sujeto peligroso2.

La justicia se convirtió en un mecanismo de control social y de intervención de la corona española en sus territorios. La norma y el juzgado se constituyeron en un escenario para el control de la poblaciónylasolucióndeconflictosentrelasdistintaspersonas.Las leyes del imperio español estaban dispersas en diversos códi-gos penales que tenían vigencia y cobertura diferentes, generando una falta de límites precisos en la jurisdicción de funcionarios e instituciones. Esto generó una serie de desactualizaciones y con-fusiones por parte de los jueces, hecho que acentuó el reconocido

1. Robert Ojeda Pérez, Ordenar la ciudad. Reforma urbana en Santafé de 1774 a 1801 (Bogotá: Archivo General de la Nación, 2007), 125.

2. En este momento retomamos a Foucault para explicar el valor que las prácticas judiciales tuvieron para construir diversas formas de subjetividad. Según él, “las prácticas judiciales, la forma a través de la cual se arbitran entre los hombres las faltas y las responsabilidades, el modo mediante el cual se concibió y definióenlahistoriadeOccidenteelmedio por el que podían ser juzgados los hombres en función de los errores cometidos, la forma a través de la

Ï Este artículo es producto de la inves-tigación realizada para la tesis de pregrado en Historia de la Universi-dad Nacional de Colombia, dirigida por el profesor Francisco Ortega y titulada “Se evita que de vagos pasen a delincuentes. Discurso para la construcción de un sujeto peligroso en Santafé, 1750-1808”. Este trabajo recibió la distinción al Mejor Trabajo de Grado en Historia en el Concurso Mejor Trabajo de Grado XVIII, ver-sión de la Universidad Nacional de Colombia. De igual forma participó en la XIII versión del Concurso Nacional de Mejores Trabajos de Grado“OttodeGreiff”.Nocontóconfinanciaciónalguna.

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casuismo español3. Este hecho hizo que muchas de las decisiones quedaran al arbitrio de aquéllos, los cuales impusieron diferentes penas según los delitos y su aprecia-ción sobre los mismos. Por lo tanto, el proceso legal dependió mucho de ellos (en este caso alcaldes pedáneos, de la Santa Hermandad y ordinarios de primer voto) y de sus nexos con la población local. En este marco, lo importante de este estudio es ver cómo, a partir de las distintas relaciones entre los grupos sociales y las formas de narrar en el estrado judicial, se articularon en una forma de elaborar enunciados para catalogar y conocer a distintos sujetos.

Estos lazos de unión con las comunidades variaban de acuerdo a la cercanía que se tenía con los distintos centros de poder. En el perímetro urbano de las ciudades coloniales existía un sistema efectivo de jerarquías sociales, de atribuciones socia-

les y de símbolos externos que fundaban un orden en el cual se podía proyectar la autoridad de la Corona4. En la época colonial, la expresión “vivir en policía y bajo el toque de campana” se convir-tió en una metáfora de una vida sedentaria regulada por el trabajo y las obligaciones religiosas que garantizarían una vida “civilizada y cristiana”5. Era dentro de este orden donde las desviaciones se castigaban más fuertemente. De esta manera, las conductas que se desviaban de los cánones establecidos se constituyeron como un elemento de tensión y diversidad de las relaciones sociales a través de la formación de diversos discursos.

Para entender estas tensiones tenemos que comprender, como dice de Certeau, que los discursos “son históricos porque están ligadosaoperacionesydefinidosporfuncionamientos.Asípues,no se puede comprender lo que dicen independientemente de la práctica de donde proceden”6. De esta forma la entrada del juzgado y del juicio se constituyó como la práctica en la que se establecie-ron las operaciones y los funcionamientos de las declaraciones, las cuales formaron el discurso que queremos estudiar. Gracias a esto podemos seguir el enunciado de de Certeau que determina que la relación entre un lugar (en nuestro caso el juzgado), una práctica (elprocesojudicial)quedeterminacomoseconfiguranlasopera-ciones y funcionamiento del mismo y la elaboración de un texto (el juicio como tal, el documento) generaron el discurso que anali-zaremos a lo largo de este trabajo.

3. Jaime Jaramillo Uribe, “La adminis-tración colonial” en Nueva Historia de Colombia, tomo i (Bogotá: Planeta, 1989), 176.

4. Germán Colmenares, “La ley y el orden social: fundamento profano y fundamento divino” en Varia: Selec-ción de textos (Bogotá: TM Editores-Universidad del Valle-Banco de la República-Colciencias, 1998), 221.

5. Juan Carlos Jurado Jurado, Vagos, pobres y mendigos. Contribución a la historia social colombiana, 1750-1850 (Medellín: La Carreta Editores, 2004), 46.

6. Michel de Certeau, La escritura de la historia (México: Universidad Ibero-americana, 1993), 34.

cual se impuso a determinados indivi-duos la reparación de algunas de sus acciones y el castigo de otras, todas estasreglaso,siustedesloprefieren,todas estas prácticas regulares —pero prácticastambiénmodificadassincesar a través de la historia—, consti-tuyen a mi juicio una de las formas a través de las cuales nuestra sociedad definiótiposdesubjetividad,formasde saber y, en consecuencia, relacio-nes entre el hombre y la verdad que merecen la pena ser estudiadas”, Michel Foucault, Obras completas, tomo ii (Barcelona: Paidós, 1999), 172.

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Para poder explicar nuestro enfoque, este análisis va a tener una particularidad: el estudio de los documentos judiciales como textos narrativos. A continuación expli-caré lo que esto implica. Según Roger Chartier, “nunca el texto, literario o documental, puede anularse como texto, es decir, como un sistema construido según categorías, esquemas de percepción y de apreciación, reglas de funcionamiento que nos llevan a las condiciones mismas de producción”7. Esto nos lleva a las formas de producción y de circulación del texto por parte de los implicados y, sobre todo, a la producción de sentido a partir de él. Así, el texto se construyó dentro de un espacio que le dio his-toricidad a su producción, dándole unas estrategias de escritura características. Este punto nos da la ventaja de poder entender las formas de enunciación a partir de la manera como las personas construyeron sus declaraciones. Dentro de esta lógica, las formas como las personas representaron a los sujetos y los enunciados que construyeron pueden ser analizados desde el punto de vista de la narración. Esto es desentrañar los hilos, los lugares, las accio-nes, las descripciones. Para Barthes, “comprender un relato no es sólo seguir el desentrañarse de la historia, es también reconocer ‘estadios’, proyectar los encadenamientos horizontales del ‘hilo’ narrativo sobre un eje implícitamente vertical; leer (escuchar) un relato, no es solo pasar de una palabra a otra, es también pasar de un nivel a otro”8. Lo que haremos con los juicios criminales es ana-lizar sus niveles y darles una verticalidad. Para esto es importante estudiar la manera cómo se compuso el texto y cuál es el uso de diversosdetallesconelfindedarleverosimilitud9 al relato, y la instalación de un código que atravesara toda su estructura.

Las personas que relataron los diversos registros que forman el documento moldearon un lenguaje, unos detalles y una inscrip-ción de los individuos dentro del grupo social al que pertenecían y a las formas de sentido a las cuales tenían acceso. La relación que tiene entonces el ámbito narrativo con la ley10 se debe a la facilidad que el sistema legal presenta para la construcción de personajes, los agentes típicos de un relato. De igual forma, la autoridad esta-blecía algunos de los principios para que esto ocurriera, al instituir el eje narrativo en el cual se daría este proceso. Los diversos grupos

7. Roger Chartier, El mundo como representación (Barcelona: Gedisa, 2002), 40.

8. Roland Barthes, “Introducción al análisis estructural de los relatos”, en Roland Barthes et al. Análisis estructu-ral del relato, (Buenos Aires: Editorial Tiempo Contemporáneo, 1970), 15.

9. Para esto seguimos a Natalie Zemon Davis en la siguiente cita: “Quiero quelosaspectos‘ficcionales’seanelcentrodeesteanálisis.Por‘ficcional’no me quiero referir a elementos fingidos,sinoelotroymásampliosentido de la palabra fingere, su for-mación,configuraciónyelementosque la constituyen: la elaboración de una narrativa”. Fiction in the Archives. Pardon Tales and their Tellers in Sixteenth-Century France (Stanford: Stanford University Press, 1987), 3. La traducción es mía.

10. Según Hayden White, “una vez hemos reparado en la íntima relación que Hegel sugiere entre ley, histori-cidad y narratividad, no nos puede sorprender la frecuencia con que la narratividad,bienficticiaoreal,pre-supone la existencia de un sistema legal contra o a favor del cual pudie-ran producirse los agentes típicos de un relato narrativo. Y esto plantea la sospecha de que la narrativa en general, desde el cuento popular a la novela, desde los anales a la ‘historia’ plenamente realizada, tiene que ver con temas como la ley, la legalidad, la legitimidad o, más en general, la autoridad”. Hayden White, El conte-nido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica (Barcelona: Paidós, 1992), 28.

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sociales que sirvieron para narrar los hechos enlazaron, por medio de la narratividad, las instituciones y el conjunto de la sociedad. La escritura se reveló como un proce-dimiento mediante el cual se objetivó la realidad, se administró, se institucionalizó y se logró una interacción entre la autoridad y la sociedad, entre las instituciones y los mecanismos11. El disciplinamiento social contó con este mecanismo y estas formas de enunciación para generar un ordenamiento simbólico de los sujetos.

Este artículo tiene como objetivo analizar la manera como los diversos grupos sociales actuaron y plantearon un sujeto dentro de un espacio discursivo. Es decir, la construcción de un personaje por medio de una serie de enunciados, que junto a la determinación de un lugar y de las instituciones de control antes mencionadas, creó un mecanismo de caracterización y de conocimiento de un grupo social. Sobre la base de esta premisa trataremos de analizar el establecimiento de ciertos prejui-cios y maneras de establecer la culpabilidad a través de un pasado construido por un público. Teniendo en cuenta esto, podemos seguir a Juan Carlos Jurado cuando establece que “señalar el comportamiento de un individuo o de un grupo social de forma peyorativa, no sólo establecía una diferenciación de comportamientos indivi-duales dentro de la comunidad, sino que legitimaba la puesta en marcha de castigos para los estigmatizados”12.

1. el lugar y la escritura

Siguiendo a Michel de Certeau encontramos que el lugar social donde se compone un texto determina en gran medida sus características. Éste hace que se sigan ciertas estrategias y formas de composición para ser aceptado por sus pares y para generar verosimilitud ante ellos y el resto de la sociedad13. El lugar autoriza, se convierte en una fuerza organizada en cuyo interior y función se realiza el análisis. En este caso, el escenario judicial puede tomarse como el lugar donde se produjeron las declaraciones y el juicio escrito como tal, estipulando su práctica y articulando el discurso a partir

de sus procedimientos. Por esto, lo primero que estudiaremos será la forma cómo los jueces y escribanos actuaban, y sobre todo, la situación de los estrados judiciales en la ciudad de Santafé.

Después de que la ciudad fuera nombrada capital del virreinato, ésta obtuvo, según Renán Silva, un “predominio de la vida polí-tica urbana y con la concentración en Santafé de las actividades de ejercicio formal de la autoridad, ya que en ella se asentaban los máximos tribunales de política, justicia y hacienda, lo mismo que

11. Diana Ceballos, “Gobernar las Indias. Por una historia social de la normalización”, Historia y sociedad 5 (diciembre 1998): 172-173.

12. Juan Carlos Jurado Jurado, Vagos, pobres y mendigos, 72.

13. Michel de Certeau, La escritura de la historia, 69.

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las altas autoridades eclesiásticas”14. En cuanto a la administración de justicia, la Audiencia Pretorial o Cancillería estaba compuesta del Virrey Presidente, un Regente, seis oidores que al mismo tiempo eranAlcaldesdeCorte,dosfiscalesyelAlguacilMayor15. La admi-nistración de justicia estaba en manos de los alcaldes ordinarios de la ciudad. Estafigura estuvo complementadapor otras, comolos alcaldes pedáneos, quienes eran los encargados de juzgar algu-nos casos de hurtos y otros problemas en pequeñas jurisdicciones, y los Alcaldes de la Santa Hermandad, quienes juzgaban a los delin-cuentes, hurtos, raptos y otros hechos que pudieran suceder fuera de las poblaciones. En Santafé, tras la reforma urbana de 1774 y su división en barrios, se le dio mayor fuerza a los alcaldes de barrio, los cuales tenían que formar matrícula de todos los habitantes de su barrio, cuidar las tabernas, casas de juego, hacer labores de poli-cía y prender a vagos y delincuentes.

Sin embargo, los alcaldes de barrio seguían dependiendo de la audiencia en la administración de justicia16. Había jueces para las querellas civiles y las criminales. Estos últimos eran los que pro-cesaban los casos por hurto. La situación para juzgar los delitos no era la mejor en la ciudad. En primer lugar, no se contaba con el mejor escenario para realizar los procesos. Según José María Salazar, “ni el regio tribunal de justicia, cuya autoridad debe anunciarse por el brillo exterior, tiene en ella, un asiento digno de la majestad de su objeto”17. Por otro lado, existía un problema ante la falta de jueces y la cantidad de casos, que los sobrepasa-ban. En 1772 el Virrey Messía de la Zerda escribía que las demoras en los procesos se debían a

“lo abundante de causas criminales, como que ejercen de

Alcaldes del crimen, y finalmente porque casi todos adolecen

de achaques frecuentes con salud débil y edad algo avanzada

a que es consiguiente la falta de asistencia al Tribunal y el atraso

del despacho […] en lo que sufre el público por la demora en la

conclusión de las causas, y la buena administración de justicia

en el castigo de los reos, que se detienen años enteros en la

prisión y calabozos, sin determinar sus procesos”18.

14. Renán Silva, Prensa y Revolución (Medellín: La Carreta Editores, 2004), 24.

15. Francisco Silvestre, “Apuntes reser-vados de Don Francisco Silvestre”, en Relaciones e informes de los gobernan-tes de la Nueva Granada, tomo ii, ed. Germán Colmenares (Bogotá: Banco Popular, 1989), 60.

16. Según Anthony McFarlane, la Audiencia fue “aumentada en 1776 con la inclusión de un regente y deunfiscaldelcrimen,yconotrooidor en el tribunal por Real Cédula de 1778, la audiencia recibió una infusión de nueva sangre durante la visita general, con las tres nuevas personas que se posesionaron entre 1779 y 1781”. Anthony McFarlane, Colombia antes de la independencia. Economía, sociedad y política bajo el dominio Borbón (Bogotá: Banco de la República-El Áncora Editores, 1997), 331.

17. José María Salazar, “Memoria descriptiva del reino de Santafé de Bogotá”, en Semanario del Nuevo Reino de Granada, ed. Francisco José de Caldas (Bogotá, Editorial Kelly, 1942), 217.

18. Pedro Messía de la Zerda, “Relación del estado del virreinato de Santa Fe, que hace el Excmo. D. Pedro Messía de la Zerda a su sucesor el Excmo. D. Manuel Guirior, año 1772” en Relaciones e informes, tomo i, 142. Esto también fue tratado por Moreno y Escandón, quien decía que “consintiendo en que casi todos los ministros son de avanzada edad y padecen continuas dolencias, que les impide no sólo las rondas y demás funciones peculiares al ministerio de alcaldes de corte que ejercen, sino también al incesante desvelo que se requiere”. Francisco Moreno y Escan-dón. “Estado del virreinato de Santa Fe. Nuevo Reyno de Granada por el Dr. D. Francisco Antonio Moreno y Escandón. Año de 1772”, en Relaciones e informes, tomo i, 157.

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Además, los abogados y miembros de esta rama tenían múltiples labores. En el Kalendario Manual y Guía de Forasteros del Nuevo Reino de Granada para el año de 1806, podemosverqueDonManueldeAndrade,fiscaldelcrimen,eraalmismotiempopro-tector de indios y juez conservador de la Real Junta de Hospicios de Pobres y Niños

Expósitos19. Por esto, se solicitó varias veces la creación de una sala del crimen para resolver la cantidad de casos represados, en la cual trabajaran abogados y jueces dedicados exclusivamente a esto. En 1803, el Virrey Mendinueta hizo esta solicitud, haciendo visible que ya había sido hecha por sus predecesores en 1776 y en 179620. Este llamado no fue escuchado, y la situación de la justicia estuvo marcada por la demora de los procesos y la fuga constante de los reos por el estado de las cárceles, las cuales no estaban en condicio-nes de cumplir su función de custodia sobre los acusados.

A pesar de esto, la fortaleza de la instancia judicial no dependía exclusivamente de la prontitud de los despachos y la resolución rápida de los conflictos. Por fuera de los despachos también seejercía un fuerte control por parte de los alguaciles de barrio, quienes debían hacer sus rondas nocturnas en busca de acciones sospechosas. Según la Recopilación de las Leyes de Indias, se orde-naba “que los Alguaziles mayores de las Ciudades, Villas, y Lugares, y sus Tenientes tengan la misma obligación de rondar de noche, y reconocer los lugares públicos, que los Alguaziles mayores de las Audiencias, y con la misma pena de suspensión, y mas quatro pesos para los pobres de la Carcel, si no lo hizieren”21. De igual forma tenían orden de que “si se hallare el malhechor cometiendo delito, lo puedan prender y prendan los Alguaziles sin mandamiento, y si fuere de dia, lo lleven luego á manifestar á la Audiencia con la causa de su prisión, y su fuere de noche, le pongan en la Carcel”22.

La misión de los alguaciles involucraba a todos los habitantes de la ciudad. La justicia no se desarrollaba solamente en los juzgados, sino que contaba con la vigilancia que los vecinos ejercían sobre sí mismos y sobre los demás. Así, una de las posibles formas en que los testigos se volvieron partícipes de la justicia fue mediante la vigilancia constante de sus vecinos. La observación de los demás se volvió algo fundamental y dio la entrada para construir el texto

19. Antonio José García, Kalendario Manual y Guía de Forasteros del Nuevo Reino de Granada para el año de 1806. Edición fascimilar (Bogotá, Banco de la República, 1988). Según Víctor M. Uribe, “los abogados practican-tes realizaban diversas funciones profesionales: preparar documentos y escribir testamentos para familias adineradas; realizar contratos comerciales entre mercaderes locales y comerciantes extranjeros; conducir disputasfiscales,casoscriminalesy litigios sobre dotes, división de bienes, herencias, donaciones, tie-rras, minas y derechos de propiedad y asuntos de honor —uno de los asuntos más importantes de la socie-dad hispánica—. Además, todos los abogados tenían que gastar tiempo sirviendo como abogados de pobres o abogados pro bono, una obligación que disgustaba profundamente a la mayoría —y la cual trataban de evitar a través de excusas que iban desde la falta de ropa apropiada hasta la necesidad de tomar sólo casos pagos conelfindesostenerasuspobresfamilias—. Victor M. Uribe, “The Lawyers and New Granada’s Late Colonial State”, Journal of Latin Ameri-can Studies 27: 3 (Oct. 1995): 526-527. La traducción es mía.

20. Pedro Mendinueta, “Relación del Estado del Nuevo Reino de Granada, presentada por el Excmo. Sr. Virrey D. Pedro Mendinueta a su sucesor el Excmo. Sr. Don Antonio Amar y Borbón”, en Relaciones e informes, tomo iii, 44-45.

21. Recopilación de las Leyes de Indias, Libro v, Título vii, Ley viii.

22. Recopilación de las Leyes de Indias, Libro ii, xx Ley xxiii.

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como parte de la red social que regulaba el comportamiento y la caracterización de los distintos sujetos. Los testigos y los acusados no escribieron sus declaraciones, los autos y las acusaciones. Así, la primera pregunta surge alrededor de quien construyó el texto como tal: quién lo escribió, quién lo redactó y en qué lugar. Losescribanospúblicosfueronlosprincipalesartíficesdelaelaboracióndeljui-

cio como texto de lectura. Tenían que tener cierto nivel social y cierta educación que los legitimara ante los demás. Según el Libro v, Título viii, Ley xxxx de la Recopilación de las Leyes de Indias se ordenaba “Que los Virreyes, y Audiencias Reales no admi-tan, ni consientan informaciones á Mestizos, ni Mulatos para Escrivanos y Notarios públicos, proveyendo, que en todas se ponga especial pregunta de que los preten-dientes no lo son, y despachen provisiones para todas las Justicias de sus distritos, ordenandoles, que hagan lo mismo”23. Éstos redactaban las declaraciones de los tes-tigos y las confesiones de los ladrones. Además, escribían los autos y las condenas. De igual forma, según la Ley ix del Título xviii del Libro ii de la Recopilación de las Leyes de Indias, debían dar todos los testimonios que pidieran pública-mentealosfiscalesyalConsejocuandofueranecesario24. El papel de éstos sería fundamental, pues serían los encargados de hacer una selección de lo que sería copiado.

Pero estos funcionarios no eran los únicos que participaban en esta redacción. Dentro del proceso de escritura encontramos textos que salieron de las manos de los procuradores de número, depobres,fiscalesyabogados25. Los procuradores de número y de pobres estaban pendientes de la defensa de los acusados y redacta-ban todos los textos de la defensa. Algunos de éstos son sumamente interesantes, puesto que dan descripciones morales de los sujetos, al mismo tiempo que buscaban descalificar las acusaciones delos demás implicados. Asimismo, los fiscales26 construyeron los alegatos que pedían las condenas y daban la pauta para el estable-cimiento del castigo que había de caer sobre el implicado. En esta tónica, los jueces determinaron la pena y generaron los castigos. Y por último, estarían algunos alcaldes y oidores, quienes gene-raban el auto inicial y la acusación sobre el ladrón, dando entrada a diversos sujetos en la escritura del texto.

Esto nos lleva a preguntarnos por el lugar donde se redactó el texto. Éstos también fueron múltiples y no sólo se reducían al

23. Recopilación de las Leyes de Indias Libro v, Título viii, Ley xxxx.

24. Recopilación de las Leyes de Indias Libro ii, Título xviii, Ley ix.

25. Varios de los textos fueron redacta-dos por “abogados de pobres”, cargo que la mayoría de ellos evitaba o rechazabapornosignificaringresoalguno. Catalina Villegas del Castillo, Del hogar a los juzgados: reclamos familiares en los juzgados superiores en el tránsito de la Colonia a la República, 1800-1850 (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006), 44.

26. Encontraste,laposicióndelfiscalera bastante llamativa para los abo-gados, pues ofrecía un buen sueldo. Según Victor M. Uribe-Urán, “a lawyer could be appointed to judicial posts, incluiding the much-covered and highly competitive jobs of fiscal or oidor of the Royal Audiencia, which by 1816 paid 3,300 pesos a year or, in regions other than New Gra-nada, up to 7,500 or 10,000 pesos”. Victor M. Uribe-Urán, Honorable Lives. Lawyers, Family, and Politics in Colombia, 1780-1850 (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2000), 30.

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juzgado. Muchas veces el texto, cuando se remitía a las confesiones, se realizaba en la cámara de la prisión o a través de la reja de la celda. De igual forma, algunas de las declaracionesde los testigos eran ratificadas en sushogares27. Y, del mismo modo, algunas de las causas de los procuradores pudieron haber sido redactadas en sus des-pachos o en la intimidad de sus hogares, haciendo que el proceso de escritura no se remitiera exclusivamente a un lugar físico y a un ambiente institucional. Esta hete-rogeneidad de lugares hizo que el texto no se redujera únicamente a la labor de una persona en un solo espacio. A partir de esto se construyó un texto múltiple, compuesto porvariaspartesquemerecenserdesglosadasconelfindeconstruirunanálisismásdetallado y más certero. Esto es lo que haremos a continuación.

2. los Niveles de la NarracióN

A partir de estas múltiples voces podemos estipular que el juicio criminal se construyó a partir de varios niveles de narración que crearon sus propias formas de verosimilitud y que establecieron algunos parámetros y características. Mirando los casos se puede dividir a los mismos en tres niveles de narración: en primer lugar los autos,declaracionesdelfiscalydelosabogadosysentencia.Elsegundoseríanlasdecla-raciones de los testigos y el tercero la confesión. Estos niveles fragmentan la narración entre los diversos actores que representan: la Corona, los testigos y los inculpados.Elprimernivelnarrativo(jueces,fiscales,etc.)adquirióunajerarquíamayorden-

trodel texto,prefigurandoel restodel escritodebidoa supresenciaa lo largodelmismo como bisagra de los otros dos niveles. Lo que haremos entonces es estudiar

las declaraciones y el juicio como una práctica que construyó una serie de operaciones y procedimientos por medio de las cuales se articularon las enunciaciones y el discurso. En este punto es nece-sario hacer una pequeña separación que abre el análisis dentro del primer nivel de la narración. Al constituirse como el primer y último paso del proceso, la actuación de la Corona a través de su aparato judicial se debe dividir en tres ramas que se insertan en todo el juicio: la acusación y actuación de las rondas policiales, la actuación de los procuradores y los abogados y el castigo. De esta forma, su mayor presencia dentro del texto, debido a la cantidad de funcionarios que están inmersos en él, hizo que su fuerza fuera mucho mayor, pues determinaron con contundencia la acusación, la caracterización de los sujetos y el castigo.

27. Enunadiligenciapararectificaruntestimonio encontramos la siguiente declaración: “Y en prosecución de este sumario yo Thomas Garzón Mel-garejo escribano receptor de la Real Audiencia de Orden Verbal del Señor Juez de la causa pase a los casas de la morada de la mujer citada en la declaración de Ignacio Molano que por estar enfermo no pudo compade-cer a la presencia del Señor Juez de esta causa y estando en ella le recibí juramento que hizo por Dios Nuestro Señor y una señal de cruz bajo de él”. Archivo General de la Nación (agN), Sección Colonia, Criminales Juicios, Legajo 4, f. 634v.

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Por eso, en un primer momento me centraré en el establecimiento del auto y en el momento de la captura de los ladrones. De igual forma, hay que aclarar que este último no era exclusivo de las autoridades, sino que contaba con la colaboración de los habitantes de la ciudad, por lo que el nivel de narración no sólo incluye a fun-cionarioscolonialessinoapersonascomunesqueayudabanaidentificarycapturar a los ladrones. De la misma manera, muchas de sus quejas fueron tenidas en cuenta por las autoridades para empezar los procesos y las capturas, haciendo más complejo el nivel y dándole más fuerza.

2.1. primer Nivel, primera parte. el auto y la captura (jueces y alguaciles)El auto es, en términos narrativos, el que empieza el documento y, por lo tanto,

se constituye como el primer paso que nos abre la puerta a la totalidad del proceso. El auto se podría considerar como un pequeño resumen de los primeros hechos, donde se estipula la fecha, el nombre del funcionario y el motivo de la denuncia. La impor-tancia de la constitución del auto era que situaba los personajes del proceso, el lugar donde se había llevado a cabo la captura, el hecho cometido para que ésta haya tenido lugar y dónde se encontraban los implicados en el momento de la redacción. A conti-nuación veremos un ejemplo:

“En la ciudad de Santafé a doce de diciembre de mil ochocientos el señor Don Nicolás

Ugarte Alcalde Ordinario de segundo voto de esta capital dijo: que Vicente Benavides

le dio parte que en casa de Felipa Ortega había matado, y esta deshaciendo una res

Vicente González, la que era robada, y habiendo su merced hecho registrar la casa se

halló una res colorada muerta; por lo que su merced dispuso que el mismo Benavides

cuidara de vender la carne y cebo, y huyere el […] al juzgado por su reconocimiento; y al

mismo tiempo hizo reducir a prisión al citado Vicente González que se le encontró en la

casa junto con otro mozo nombrado Manuel Riveros, y la dueña de ella Felipa Ortega; y

traído el cuero por su fierro reconoce ser la res de la estancia de Novato de la pertenen-

cia del Señor Regidor Don Primo Groot. Por tanto por que averiguaría la verdad se pueda

proceder a imponer a los reos el debido castigo debía demandar y mandó se practique

el sumario correspondiente. Recibiendo su declaración al mismo Vicente Benavides

para que a su consecuencia se reciban las de los demás que sean sabed de este hecho,

y de la conducta de estos reos. A […] dijo y firmó por antemi de que doy fe”28.

La actuación de las autoridades en este primer momento denota uno de los primeros elementos narrativos que se empiezan

28. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios, Legajo 18, f. 218v.

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a construir. La captura de los ladrones, a través de las rondas, la persecución o el aviso de algún vecino, nos muestran la importancia de los alguaciles. Ellos son los que encuentran, en algunos casos, los objetos en manos de los ladrones, y los capturan para llevarlos a la cárcel. La ronda casi siempre era precedida por alguna denuncia de algún vecino y se insertó dentro del texto como un comienzo del control que ejercían los habitantes de la ciudad. En el caso de José Miguel Rivera, en 1800, la denuncia fue hecha por Antonio Duque, quien se encontró con Nicolás de Ugarte en una de las calles de la ciudad, como lo estipula la declaración de este último:

“[…] que pasando por la Capuchina el viernes veinte y ocho de pasado se encontró

con Antonio Duque y le dijo: que en la casa que fue de Juan Josef Caballero y per-

tenece al Señor Don Francisco Aguilar estaban matando ganado, y el había visto y a

dos, y se persuadía eran robadas por que las mataban con el hocico amarrado y las

metían de noche y a como al amanecer”29.

Así, las casas de la ciudad estaban en continua vigilancia y se insertaban en el texto a través de sus habitantes. Era común que la población estuviera pendiente de la actuación diaria de sus vecinos estableciendo, en el momento de la captura, el primer eslabón de una cadena donde el chisme sería primordial para hacer cum-plir la ley. Según Julián Vargas Lesmes, “la ronda no buscaba al azar. El chismoseo usualentrelagentecomúnycorriente,eratransmitidoalasautoridades,confinestal vez vindicativos, para señalar casas o personas donde se jugaba o se holgaba ilegalmente”30. Lo que quiero anotar es que la vida íntima era conocida por los vecinos y que la ronda no sólo capturaba a los acusados, sino a todos aquellos que estuvieran presentes en ese momento. Esto constituyó una red de personas que se convirtieron en los referentes de la narración junto a los testigos, con el consi-guiente costo social que traía el ser castigados y tener que volver a recuperar su buena fama frente al resto de la ciudad.

De esta forma, la primera parte en que las autoridades se comprometen en este proceso se centró en el momento de establecer la pública voz como instrumento de control. La vida íntima de cada individuo estaba regulada por sus vecinos. Igualmente,

el procedimiento de la ronda se convirtió en el aparato con el cual se colocó a los ladrones y demás implicados en el juzgado o en la cárcel,conelfindehacerposiblesusdeclaracionesypropiciarelcomienzo del castigo sobre sus actuaciones.

29. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios, Legajo 218r.

30. Julián Vargas Lesmes, La sociedad de Santafé Colonial (Bogotá: ciNep, 1990), 346.

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2.2. seguNdo Nivel. los testigos

Los testigos se convirtieron en actores fundamentales, pues sus relatos se consti-tuyeron en el punto de partida de todas las acusaciones. Las formas de argumentación que construyeron se basaron, primordialmente, en dos aspectos. El primero es toda la narración sobre el hecho mismo y el valor de los objetos robados, mediante listas o anotando el valor de lo que fue hurtado. Y el segundo y más importante es la cons-trucción de un pasado para el ladrón. La creación de una fama pública sería la principal tarea de este grupo de personas.

En primer lugar, los testigos establecieron las fechas de los robos y las distancias que se presentaban entre ellos. Igualmente narraron el momento en que los ladro-nes entraron en las casas, tiendas o iglesias y la ubicación de éstas. En el caso contra Joseph de Arias, alias Vilorio, en 1759 Manuel González en su declaración dijo cómo el ladrón había entrado a su casa: “[…] en uno de los días del mes de septiembre del año pasado el referido Vilorio se entró por una ventana rompiendo un balaustre en la casa del que declara y se llevó una petaquilla en que había un señidor que empeño, unas manillas y sintillo de corales”31. Por medio de los testigos entramos alanarracióndeloshechos,queseríandespuésratificadosonegadosporlosdis-tintos acusados. Tras esto, recurrieron a la narración de la aprehensión del ladrón por medio de algún alguacil. A partir de este momento empezaron las narraciones de los diversos testigos contando el detalle de los objetos robados al igual que las confesiones del ladrón cuando habían sido escuchadas por ellos. De esta forma se desprendió toda una argumentación que ubicó al ladrón en el centro de la narración a partir de la voz de los otros.

Junto a esto, el papel más importante de los testigos fue la construcción de un pasado para los ladrones. Es primordial, ante todo, estipular quiénes empezaron las denuncias y por qué razones. El robo denunciado se convirtió en el primer eslabón de una cadena de delitos que se iban acumulando. Lo esencial acá es notar cómo las prác-ticas de denuncia se basaron en la declaración de una persona a la cual se le fueron sumando más individuos. Con esto se construyó un control de la conducta individual como una tarea grupal que unía a todos los vecinos32, convirtiendo a la acusación en un texto colectivo. En el proceso contra Joseph de Arias, alias Vilorio, se le aprehendió “por varias quejas que se tenían de sus procedimientos”33.Enotroprocesoseidentificaalosladrones porque, según Andrés Duarte, “haciendo las diligencias quienes pudieran ser los ladrones por denuncio de varias personas

31. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios, legajo 4, f. 631v.

32. Germán Colmenares, “La ley y el orden social”, 215.

33. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios, legajo 4, f. 627.

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porlamalavidacostumbresyociosidaddeunosMartínez,PosadayCaldas,seinfirióque dichos cuatro habían sido los malhechores”34.

Así podemos ver cómo, muchas veces, se conocían los delitos del ladrón pero no se le denunciaba ni se mantenía un estricto control sobre su actuación a pesar de sus posibles antecedentes. Esta característica se puede entender a partir del entramado de la ley que en casos de robo pedía como castigo la restitución, o como una incapa-cidad del sistema de control de la pública voz de hacer valer su fuerza fuera de los tribunales. Esto nos podría plantear el problema de la incidencia real de estos robos como afrenta hacia el sistema del orden social. En el caso de Gregorio Posadas, Joseph Enrique y Matheo Antonio de Caldas, dos de las acusaciones contra ellos fueron revo-cadas por la devolución de la mayoría de objetos robados35. Asimismo, en el momento de la acusación, Don Andrés Duarte sólo quería que se le devolviera el diferencial de lo robado y no realizar ninguna acusación contra los presuntos ladrones. Sin embargo, fueron castigados por los jueces.

2.3. tercer Nivel. los ladroNes

Las confesiones de los ladrones marcaron un nivel de narración diferente. A par-tir del sistema de cuestionario, éstos se centraron en la descripción detallada de sus actuaciones. Todo el reconocimiento de sus acciones se basó en la creación de una serie de respuestas que se conformaron a partir de enunciados verosímiles y bas-tante detallados. Las descripciones de sus incursiones contrastan con lo corto de sus respuestas sobre sus profesiones o lugares de residencia. Es importante resaltar cómo se preocuparon por narrar con detalles las formas como entraron a las casas, o como se reunieron para realizar los robos de los cuales eran acusados. Con esto y la exactitud de los objetos robados se constituyó el hilo narrativo de sus declaraciones.

Lo importante aquí es apreciar cómo las respuestas sobre la vida personal fueron casi irrelevantes, mientras que todo lo que tenía que ver con sus actos fue relatado con losmásmínimosdetalles,sinpresentarningúntipoderamificaciones.Elpapeldelaconfesión por lo tanto fue doble, pues si seguimos a Catalina Villegas del Castillo, “no

es sólo la oportunidad para que las autoridades que investigan el caso escuchen la versión del agresor, sino que también constituye la formamediante la que se identifica al presunto delincuente,derivándose aspectos que condicionan el sentido de la decisión de los juecesyfiscales”36. Por esto, la confesión fue la parte más importante del juicio, puesto que se convirtió en la aceptación del

34. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios, legajo 3, f. 1001r.

35. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios, Legajo 3, f. 1018v.

36. Catalina Villegas del Castillo, Del hogar a los juzgados, 84.

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delito por parte del delincuente o el comienzo de una lucha con las denuncias de los testigosylosalegatosdelosfiscalesparadeterminarsuinocencia37.

La primera parte de la confesión era el relato por parte del implicado de los hechos sucedidos. Algunas veces coincidió con lo que dijeron los testigos y amplió la declara-ción a partir de la inclusión de detalles que eran imperceptibles para éstos, en especial aspectos sobre la planeación del robo, lo que sucedió después, la repartición del botín y el destino de los objetos. Lo importante en este apartado es cómo, minuciosamente, los ladrones narraron los hechos con el objetivo de cumplir con el juramento que se les pidió al comienzo de su declaración, y el afán de mitigar su culpabilidad a través de la redención por parte de la palabra. Cuando esto no sucedió fueron fuertemente confrontados por los fiscales.Porejemplo,enlanarracióndeJosephEnriqueCaldas,éstedescribiócómo

“Incitándolos para que fuesen a este hecho, llevando consigo dicho Martínez una

ganzúa y una llave, y llegando a la tienda del mencionado barbero, como no pudie-

sen abrir con la ganzúa ni la llave, las […] Posadas la entrada con una navaja por

debajo de la puerta por cuya brecha entró este Posadas y el nombrado Martínez,

quienes sacaron al truco inmediato los ya referidos efectos (por que por la puerta

de este truco entraron a la puerta) al cual truco entró también el confesante y su

citado hermano Matheo, después que los dos cómplices Martínez y Posadas, entra-

ron y les abrieron y responde”38.

Parte de estas narraciones se basaron en un arrepentimiento que trató de generar una confesión de tipo religioso. Según Beatriz Patiño, “en la confesión se mezclaba lo jurídico con lo religioso. Era clara su relación con el sacramento de la peniten-cia, ‘confesión de los pecados’. En la mentalidad popular delito y pecado eran casi equivalentes, aunque de acuerdo con las leyes, existían ‘pecados internos’ no sujetos a penas civiles”39. De esta manera la culpa-bilidad se basó en la concepción de una admisión, restitución y compensación sobre los hechos cometidos, por lo que fue tan importante el hecho de que los ladrones hayan devuelto los obje-tos robados. O, simplemente, generaran un matiz de inocencia de carácterpara justificarsusactuaciones, tratandodemostraruninterés por reingresar al cuerpo social.

De igual forma, la confesión trataba de inducir un principio de inocencia a través de la motivación para cometer el robo. A conti-nuación veremos un ejemplo de este tipo:

37. Según Beatriz Patiño, “la confesión era el acto más delicado y peligroso del juicio, pues la aceptación por parte del delincuente de haber come-tido el delito, se consideraba como la prueba más segura”. Beatriz Patiño, Criminalidad, ley penal y estructura social en la provincia de Antioquia, 1750-1820 (Medellín: idea, 1994), 93.

38. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios,legajo3.ff.1012r-1013v.

39. Beatriz Patiño, Criminalidad, ley penal, 93.

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“[…] que en por que el día diez y seis del pasado Agosto después de la doce del día

le robo una gargantilla de cuatro cuentas de oro, dos perlas grandes falsas, una perita

de concha engastada en oro y unos canutillos blancos a la Imagen de Nuestra Señora

de Misericordia de San Victorino que se halla pegada en el estandarte que sacan en

la Procesión por la noche; habiendo ejecutado dicho robo por la suma necesidad en

que se hallaba, pues hasta esa hora no se había desayunado; que una de las cuentas

vendió en un cuartillo a Gertrudis Moreno, y las otras tres en un real al Luisa Martin,

asegurandolas que se las había hallado en el suelo; y que lo demás de la gargantilla

lo aprehendió el alcalde de las manos de la confesante y lo llevo, y responde”40.

Además de hacer un resumen de lo robado, las confesiones entran al detalle de las motivaciones.Estoteníaelfindeproducirunarebajadelapena,nosóloporlaverdaddel juramento, sino también porque habrían tenido un motivo para hacerlo, como la necesidad o el hecho de haber sido engañado por otros. En estos momentos la confe-sión pudo llevar a dos caminos: o aceptar la culpabilidad total o intentar inculpar al otro. Los elementos de verosimilitud que se utilizan en estos casos son construidos por los abogados, quienes se encargaron de crear la defensa en estos casos. Por lo tanto, la confesión lleva a un camino de arrepentimiento implícito, pues la mayoría de las veces éstasólosirvepararatificarloexpresadoporlostestigos.Así,laconfesiónseestable-ciócomolaratificacióny,enpocoscasos,enlacontraposicióndelasdeclaracionesde los testigos, para dar paso al papel de las autoridades en la defensa o acusación del implicado. De esta forma volvemos al primer nivel de la narración.

2.4. primer Nivel, seguNda parte. los fiscales, aBogados y procuradores

El primer nivel vuelve con los abogados, quienes se especializaron en la defensa oacusaciónenlascausascriminales.Losfiscalescumplíanconelpapeldelaacusacióny la petición de un castigo, a través de lo leído en los autos y lo escuchado en los inte-rrogatorios de los testigos y de los mismos acusados. Mientras tanto, los abogados y los procuradores en su estrategia de defensa actuaban básicamente en la formulación de un cuestionario con el cual buscaban crear una contraposición en la forma de representa-ción de los ladrones a partir de la creación de una pública voz y fama alterna. De igual

manera,ensualegatofinalconstruyeronunaimagendelladrón,conel propósito de obtener una rebaja de la pena, como que sólo tuvieran como castigo el tiempo que estuvieron en la cárcel o un alegato de inocencia que buscara incriminar a otros y dejar libre a su defendido.

40. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios, legajo 11, f. 941v. Las cursivas son mías.

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Nicolás Alejandro Gonzáles Quintero

Los fiscales elaboraron las acusaciones, una recopilación de la fama del sujeto y todos los objetos robados. De esta forma se recogían las voces de todos los testigos y sesolicitabauncastigoparaelacusado,conelfinderecobrarlatranquilidadpúblicay servir de ejemplo a los demás. El siguiente extracto nos puede servir de ejemplo:

“El fiscal de Su Majestad a esta vista dice: hace cargo, y pone acusación a Joseph

Ignacio García, alias Vilorio por los muchos hurtos que ha ejecutado de una capa y

un sombrero, este con especie de sacrilegio por haberlo quitado en la sacristía de

San Francisco, un plato de plata con que se le encontró, un baulito de timana, una

gargantilla de perlas, unos anillos de oro con piedras verdes, un pañuelo de gaza,

un rosario de corales engarzado en cobre, una sortija de esmeralda cuatro pesos en

plata, dos formones y un martillo, una pailita y doce pesos cinco reales de plata unas

hebillas de plata, y por haber expilado una casa sustrayendo de ella una petaquilla

con varios trastes, para que vuestra alteza le imponga las penas correspondientes

por tan perversa relajación porque sirviéndole de castigo sean para los demás ejem-

plos, que así es justicia, cuyo cumplimiento pido el fiscal”41.

El papel de los abogados era la construcción de cuestionarios y de los alegatos finalesendefensadelacusado.Enprimerlugar,hayqueanotarquelosprimerosseconstituyeron a partir de las declaraciones de los testigos. Los cuestionarios buscaban, mediante preguntas, que la gente allegada generara una contraposición narrativa a la antes expuesta por los testigos. Con esto se salvaban los inculpados o se incriminaba a otro. Las respuestas de los cuestionados podían variar de acuerdo al grado de conoci-miento que tuvieran los interrogados sobre el ladrón, los hechos o su condición social. A partir del cuestionario, los acusados trataron de crear un grado de veracidad en sus argumentos y caracterizarse de una forma distinta a como lo estipularon los testigos. Un ejemplo de un cuestionario es el siguiente:

“Primeramente por el conocimiento que de los presentes tengan noticia de la causa,

edad y generales de la ley. Ítem si les consta que Rosalio Gutiérrez es un joven de

edad muy tierna siendo constante la ignorancia y poca reflexión con que se maneja

por este motivo. Ítem si Francisco Mesías es de mayor de edad que mi presente

y si dolosamente […] cite para que cometiera el hurto de que se le acusa valién-

dose de las expresiones más mismamente a fin de persuadirlo a que lo ejecutare

ignorando dicho mi presente la gravedad del exceso, y para […] por su

escarmiento. Ítem si Gutiérrez ha sido de arreglado procedimiento sub-

sistiendo del producto de su trabajo sin gustarle a nadie con alguna. 41. agN, Sección Colonia, Criminales

Juicios, legajo 4, f. 639v.

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Ítem si dicho Mesías es un hombre de estragada conducta de genio atrevido y poco

temeroso a la justicia; con lo demás que serán en […] examinados particulares de

público y noticia pública voz y fama”42.

Como vemos, los cuestionarios estipulaban la forma en que se defendía el acusado a través de varios elementos que en estos casos se convirtieron en algo constitu-tivo: la edad, el trabajo, la fama, el origen, su estado mental. Por otro lado, también se resaltaba qué fueron empujados por otros debido a su ingenuidad, poco enten-dimiento o simplemente por su género. La caracterización del otro también hizo parte del cuestionario, ya que al darle ciertas características lo convirtieron en un ser malicioso y poco apegado a las leyes y la justicia. Los abogados y procuradores también hacían los alegatos de defensa que trataban de librar a los acusados de los castigospedidosporelfiscal.EnelcasodeVicenteGonzálezyFelipaOrtega,Albinode Castro, procurador de los del número, hizo el siguiente alegato, procurando la absolución de la antes mencionada:

“Que lo mismo que se ha alegado por Joseph Miguel Rivera, justifica a la citada

Ortega, efectivamente en el proceso no se encuentra, no digo semiplena prueba,

pero ni aun el más remoto indicio contra ella. Solo consta que dio licencia para que

en su casa se matare el buey que se dice robado, sin haber prueba que lo convenza.

En estas circunstancias no puede argüírsele el menor delito, como que no hay quien

testifique, que ella era sabedora del hurto. Por lo mismo no ha habido mérito, no solo

para confesionarlas, pero ni aun para la prisión que por tanto tiempo ha sufrido,

padeciendo sin embargo de su manifiesta inocencia”43.

Con esto, la forma como se enfrentaron los argumentos de losfiscales y de losabogados se convirtieron en el pasofinal para construir el castigo. El balance quesehacíaentreestosdostextosgenerabalafórmuladelasentenciafinal.Elpapeldelos abogados, tanto acusando o defendiendo, fue establecer las tácticas con las cuales losindividuoserancaracterizadosoidentificados,todoestoparalograrunacondena

menor o la proclamación de inocencia.

2.5. primer Nivel, tercera parte. la seNteNcia, el castigo

El castigo se ubicaba en una cláusula final que estableció laforma como la sociedad resolvía el problema que manejaba en cuanto al hurto como delito, estableciendo ciertos lugares donde

42. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios,legajo3,ff.163v-163r.Lascursivas son mías.

43. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios,legajo18,ff.229v.Lascursivasson mías.

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se manejaba la pena dentro del espacio colonial. En primer lugar, la actuación de las autoridades coloniales se remitía al tiempo de la captura, hecho que ya fue descrito anteriormente. El proceso a partir de este momento se extendía a unos cuatro o cinco meses antes de la confesión del ladrón y unos seis meses o hasta un año para emi-tir la sentencia de condena. La cárcel era un centro de reclusión mientras se daba el proceso, y en ella los demandados daban sus testimonios. Las condiciones del lugar eran deplorables y las fugas eran constantes debido a la mala situación alimenticia y de habitación que tenían que vivir los presos44. Esto también se presentó en el pre-sidio. Una carta que escribieron cuatro presos pidiendo que los trasladaran a la cárcel del juzgado en el centro nos muestra cómo la situación carcelaria era difícil y llena de frustraciones para los castigados. Ellos expresaban lo siguiente:

“En esta del presidio, sumamente sumergidos de las necesida-

des que padecemos por ser este un lugar remoto y no concurrir

aquí, las diarias limosnas, de aquella cárcel chiquita, que es

lugar de mucho concurro y trajín; y que muchas personas movi-

das de los tristes gemidos, y clamores nuestros se mueven a

compasión y contribuyen su santa limosna […] la mayor parte de

los muchos que estamos en esta lamentable mazmorra, somos

forasteros y no tenemos quien se duela de nosotros, y con los

clamores de la ventana, grangearnos un pedazo de lienzo, con

que cubrir la suma desnudez de nuestras infelices carnes”45.

Según Beatriz Patiño, “las penas y castigos se ejecutaban con-tra los bienes que el delincuente tenía, los cuales eran la vida, el cuerpo, la honra y los bienes de fortuna. Consecuentemente las penas se dividían en capitales, corporales, de infamia y pecunia-rias”46. Tras todo el proceso se presentaba el fallo que determinaría cuál sería el castigo: pena corporal47, vergüenza pública, reclusión, trabajo en las galeras48 o trabajo forzado en el presidio. Con el tiempo se trató de suprimir los viajes a Cartagena y la reclusión en la cárcel, para que realizaran obras en la ciudad o en sitios vecinos. En 1796 el virrey Ezpeleta expresaba que

“[…] auxiliado por un pequeño presidio urbano que he procurado

mantener para atender el reparo de varias obras públicas, con lo

44. Según Adriana Alzate, “por otro lado, ante la falta de recursos econó-micos para mantener las cárceles en buen estado, los reos padecían innu-merables sufrimientos y penalidades que hacían de su estancia allí pudiera considerarse como una pena corporal aflictiva”.AdrianaAlzate,Suciedad y orden. Reformas sanitarias borbónicas en la Nueva Granada 1760-1810 (Bogotá: Universidad del Rosario-Universidad de Antioquia-icaNh, 2007), 156.

45. agN, Sección Colonia, Policía, Legajo 5, f. 139r.

46. Beatriz Patiño, Criminalidad, ley penal, 125.

47. Según la ley Libro vii, Ley xx de la Recopilación de las Leyes de Indias, “Mandamos, Que después de execu-tadas penas corporales en los presos, de azotes, verguenca publica, ó cla-var la mano, ó semejantes, no sean bueltos á la Carcel por los derechos, ni costas de las Justicias, Escrivanos, ni Carceleros, y luego donde se aca-bare la execucion, sean sueltos, para que se vayan”.

48. Según el Libro vii, Título viii, Ley xi de la Recopilación de las Leyes de Indias “todos Los deliquentes, que por sus delitos condenaren á Galeras, las Audiencias, Corregidores, y Justicias de las Indias, especialmente en el Perú, y Nuevo Reyno, sean enviados á las Provincias de Cartagena, ó Tierra-firme,quandoallílashuviere,paraque sirvan como los demás forcados”.

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cual se ha logrado que tengan aquí un destino útil, castigo proporcionado y escarmiento

los reos de pequeños delitos, que antes o se consumían en las cárceles, o tenían que

expatriarse por ir a cumplir sus cortas condenas en las obras de la plaza de Cartagena”49.

Por otro lado, el castigo dentro de alguna de estas instituciones como el hospicio fue pedido por algunos abogados, al expresar que era más benévolo para sus defendi-dos, pues el trabajo ayudaría a su redención. En el juicio contra Francisca Benavides y Francisco López Galeano por el escalamiento a la casa del presbítero José García en 1805, el procurador Manuel Guarín pedía que, por su debilidad, a Francisca Benavides no se le metiera a la cárcel, donde se acabaría de corromper, ni se le dieran los cien azotes que le fueron impuestos en un primer momento, sino que se le redujera la pena

“a la de veinte y cinco azotes y reclusión por seis años, no en la cárcel en donde sus

costumbres acabarían de corromperse con la familiaridad y trato continuo de otros

criminales, sino en el hospicio, si en el hospital de mujeres de esta capital; en donde

especialmente recomendada la guarda y custodia de su persona, la privación de su

libertad le recordará el delito cometido, servirá de ejemplo a las demás y el público

podrá sacar alguna ventaja de este género de castigo por los servicios y ocupaciones

en que útilmente puede emplearse la Benavides en aquellas casas de piedad”50.

A través de la condena se entró a un terreno que no está estipulado en el docu-mento, debido a que no existió constancia de que se haya cumplido ni cómo. A partir de este momento, se sale a otro escenario. Al no encontrar en el documento si el castigo tuvo lugar o no, tenemos que remitirnos a otros textos, donde se encuentra una huella en la vista de los presentes y en el cuerpo de los culpables. José María Caballero, en su Diario, anotó que el 10 de julio de 1806, “azotaron a un indio de Bogotá

por hurtos”, y que el 16 de septiembre de ese mismo año “saca-ron á vergüenza a Manuel González, vecino del valle de Upar, por robos”51. Los relatos de los castigos y de los sitios de reclusión sólo pueden ser encontrados fuera del texto, como aquel en el cual José María Salazar hablaba sobre las salinas de Zipaquirá como sitio de castigo: “Esta mina ha venido a ser una especie de presidio en que a la par de los jornaleros trabajan a ración y sin sueldo aque-llos infelices que la indignación de la justicia ha condenado a este género de servicio para indemnizar a la sociedad de los males que le han irrogado”52. Por otro lado, la sentencia de Vilorio resalta la

49. Josef de Ezpeleta, “Relación del gobierno del Excmo. Sor. Dn. Josef de Ezpeleta”, en Relaciones e informes, Tomo ii, 216.

50. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios, legajo 2, f. 650r.

51. José María Caballero, Diario. Pró-logo y selección de Alfredo Iriarte (Bogotá: Colseguros, 2000), 18.

52. José María Salazar, Memoria descriptiva, 209.

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forma como ésta jugó con escenarios futuros (las galeras) y ponía en el presente uno de los mayores castigos de la época: la vergüenza:

“Fallamos atento a los autos y meritos del proceso y a constar de el hallarse el nomi-

nado Joseph García convicto y confeso en los repetidos hurtos, que ha ejecutado que le

debemos condenar y condenamos a que sea sacado a la vergüenza en bestia de Albanda

y se ve exonerado de la pena de antes en atención a la debilidad de su persona y a que

en primera ocasión de conducta sea remitido a la Ciudad de Cartagena para que por

mano del Gobernador de aquella plaza sea entregado al jefe de escuadra de los buques

que andan en aquellas costas para que pasa en ellos por tiempo de diez años; y cum-

plidos se le destierra perpetuamente de esta ciudad para que no pueda volver a ella”53.

Este castigo, además de recoger la exposición pública, también construyó al ladrón como un ser expuesto al castigo físico, no sólo a través de la prisión sufrida, sino sobre la amenaza del exilio y el sufrimiento en las galeras. La lectura de la pena corporal se dio no sólo en el culpable, sino en los ojos del espectador, los cuales quedaban impac-tados ante la situación. Estos incidentes fueron recogidos por cronistas de la época, como el caso recién citado de Caballero, quien nos muestra este castigo como un hecho sobresaliente en la vida cotidiana de la ciudad.

La necesidad de hacer público el castigo sobre un sujeto que había cometido un robo queatentabacontraelordensocialcumplíaconunamisiónespecíficayunaconexióncon el resto de la sociedad, creando una serie de individualidades que se convertían en un referente social de forma simbólica y discursiva a través de todo el aparato antes explicado. El dolor desde una perspectiva religiosa ayudabaalapurificacióndelalma.Atravésdelaconcienciadelossentidos, convertía al cuerpo del castigado en objeto de redención para su alma, por medio no sólo de su castigo, sino del ejemplo para todos los demás. De esta forma, se creó una contraposición entre los seres virtuosos y los delincuentes54. En este caso, el dolor se estable-ció como un aliciente para no delinquir y mantener la estabilidad del cuerpo social. Según Franz Dieter Hensel, “sólo si se tiene en cuenta elinflujoquelaIglesia,yladoctrinacatólicateníansobrelaregula-ción de la vida social podemos entender los castigos, los castigados, la forma de ejecutar las penas, y cómo y de qué manera, al mismo tiempo que se restringía el espacio para el proceso de individuali-zación, emergía el primer individuo de la sociedad: ‘el criminal’”55.

53. agN, Sección Colonia, Criminales Juicios, legajo 4, f. 655. Las cursivas son mías.

54. Según Jaime Borja, “el cuerpo enclaustrado del virtuoso se contra-ponía al cuerpo del vicioso, aquel que era castigado para ejemplo de los demás”. Jaime Humberto Borja,“Cuerpoymortificaciónenlahagiografía colonial neogranadina”, Theologica Xaveriana 57:162 (abril-junio de 2007): 266.

55. Franz Dieter Hensel Riveros, “Castigo y orden social en la América Latina Colonial. El Nuevo Reino de Granada: Un esbozo preliminar”, Historia Crítica 24 (julio-diciembre 2002), 112.

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El juzgado y los ladrones. Cómo se elaboró un sujeto peligroso en Santafé (1750-1808)

coNclusioNes De estamanerafinalizó el proceso de formación del documento. Lo que pudi-

mos apreciar es que el aparato judicial y el texto como tal no se autocontenían a sí mismos dentro de una institución o dentro de un lugar físico o en la pluma de una persona. Por lo tanto, es importante resaltar que el lugar (en este capítulo la institu-ción judicial) tiene unas formas de construir los textos a partir de distintas personas y distintas locaciones. Estas operaciones se constituyeron a través de la práctica del juicio como un proceso complejo a través del haz de relaciones que se presenta-ban entre los niveles narrativos, mostrando los distintos intereses y funciones de los implicados. Esto hizo que dentro del texto se diera una jerarquización dentro de los que hablaban, presentando distintas labores en la construcción de los enunciados y del discurso que nacía a partir de ellos.

En primer lugar, el carácter abierto de las instituciones coloniales permitió la entrada de múltiples sujetos a la constitución de los textos, no solamente en el nivel de las declaraciones, sino también en la forma como se llevaba a cabo el control social de toda la población. Esto dio lugar al establecimiento de un número de niveles narrativos que permitieron el desglose del texto, acercándonos a la forma de composición y al entramado que movía las declaraciones de los diversos sujetos, teniendo en cuenta la prelación del aparato judicial como bisagra del proceso. Con esto, la construcción del ladrón como sujeto se articuló a través de los enunciados construidos por las narra-ciones de distintas personas. Los mecanismos de regulación hacían parte de la vida cotidiana de la ciudad, mediante el establecimiento de mecanismos como la delación, la vigilancia y el chisme. Éstos fueron visibles en las declaraciones de los testigos, y en la manera como se iba construyendo una fama del ladrón en el caso a través de la construcción de un pasado y del relato de los hechos. Con esto, el nivel de los ladrones secentróenlasconfesionesdeloshechosporpartedelosmismosyenlaratificaciónde casi todas las acusaciones hechas por los testigos. De igual forma, en algunos casos se generaba un arrepentimiento que buscaba la disminución de la pena o el perdón, mientras que en otros se buscaba inculpar al otro a partir de lo declarado.

Estas declaraciones y las de los testigos fueron el punto de partida de los alegatos delosfiscalesydelosabogados.Estossujetos,quienescumplíanconmúltiplesocu-paciones y en muchos casos fueron sobrepasados por su trabajo, trataron de generar una forma de castigar o exonerar a los acusados. Con fórmulas como el cuestionario se buscó construir una fama alterna para los sujetos, al mismo tiempo que la táctica del fiscalintentabautilizartodosloselementosdeljuicioparapediruncastigoejemplar.

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Así se dio paso al castigo como uno de los enunciados que construyó el discurso del sujeto peligroso. Mediante la tarea performativa de éste, se trató no sólo de dar ejem-plo, sino también de reformar y dejar inscrito en el cuerpo del condenado la marca de su delito. La vergüenza, el castigo físico y el trabajo en el presidio o las salinas dieron paso a una contraposición entre los seres virtuosos y los criminales. La actuación de los habitantes de la ciudad y de los miembros del aparato judicial se unió a las declaracio-nes de los ladrones para crear su peligrosidad.

Este marco se estableció como privilegiado para uno de los procedimientos primor-dialesdeconstruccióndesujetosenlaépocacolonial:lapúblicavozyfama.Afinalesdel siglo xviii y comienzos del siglo xix, el espacio de la ley y la narratividad siguió siendo un lugar y una práctica privilegiada para este proceso. También en este espacio se dio la construcción de un sujeto peligroso a través de la vigilancia continua de las autoridades y los habitantes de la ciudad, la construcción de un pasado a través de los testigos, la confesión, la elaboración de alegatos y cuestionarios por parte de los abo-gadosyfiscales,yelcastigocomoformadehacerpúblicoelreconocimientoatravésdel encierro o las penas corporales y no exclusivamente en las nuevas instituciones de control creadas por la Corona borbona.

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Pedagogía societaria en el régimen radical colombiano (1863-1878)

Teaching how to “vote well” and learning about modern politics: social pedagogy under the radical Colombian regime (1863-1878)

aBstract

This article explores the pedagogic function of a

group of modern social practices that arose in the

United States of Colombia during the 1860s and

1870s. Investigating the efforts by various political

associations to form voters highlights some of

the main resources used by these organizations

to educate their followers in political and voting

practices that abided by the principles of modern

politics. Although the reach of such efforts was

limited, they had a significant impact on the pro-

cess of political modernization in the country.

Key Words

Colombia, political history, elections, citizen

education, modernization.

Pedagogía societaria en el régimen radical colombiano (1863-1878).La enseñanza del “buen sufragio” y el aprendizaje de la política moderna

resumeN

El presente artículo explora la función pedagó-

gica de un conjunto de sociabilidades modernas

surgidas en los Estados Unidos de Colombia entre

las décadas de 1860 y 1870. Una pregunta por los

esfuerzos de formación de electores, promovi-

dos por diversas asociaciones políticas durante

el período, permitirá dar cuenta de algunos de

los principales recursos empleados por estas

organizaciones para educar a sus públicos en una

práctica política y eleccionaria afín a los principios

de la política moderna, un objetivo que, pese a

su alcance limitado, tuvo un impacto significativo

sobre el proceso de modernidad política del país.

palaBras clave

Colombia, historia política, elecciones, educación

ciudadana, modernización.

Artículo recibido:

29 de Abril de 2010;

AprobAdo: 14 de julio

de 2010; modificAdo:

6 de Agosto de 2010.

Sociólogo de la Universidad del Valle (Cali, Colombia) y estudiante de la Maestría en Historia de la Universidad Nacional de Colombia (Medellín, Colombia). Sus intereses investigativos se han centrado en la historia política del siglo xix colombiano, especialmente en temas como las guerras civiles, los procesos electorales y las sociabilidades políticas. Desde 2009 forma parte del grupo de investigación “Religión, cultura y sociedad”, dirigido por la profesora Aída Gálvez y reconocido por Colciencias en la categoría B. Es autor de “La producción del orden social y la definicióndeldelincuentepolíticoenColombiaafinalesdelsigloxix (1876-1885)”, Sociedad y Economía 12 (2007): 80-98, y de varias reseñas publicadas en las revistas Historia y Sociedad, vols. 12 y 13 y Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 34. [email protected]

Adrián Alzate García

espacio estudiaNtil

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Hist. Crit. No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, pp. ISSN 0121-1617 256 pp 182-203

Adrián Alzate García

Pedagogía societaria en el régimen radical colombiano (1863-1878). La enseñanza del “buen sufragio” y el aprendizaje de la política moderna Ï

iNtroduccióN

Desde hace más de dos décadas, cuando el francés François-Xavier Guerra propuso interpretar los procesos de formación nacional en Hispanoamérica a partir de una mutación cultural que propició un pasolentoyconflictivodeunapolíticatradicionalaunamoderna1, la historiografía sobre el continente ha experimentado una notable eclosión de trabajos sobre los fenómenos de modernidad política y social de las nacientes repúblicas hispanoamericanas. Numerosos historiadores, entre ellos el italiano Antonio Annino y las argen-tinas Hilda Sábato, Marcela Ternavasio y Pilar González Bernaldo, han dedicado buena parte de sus estudios a indagar sobre los facto-res sociales y culturales que, en las distintas naciones, propiciaron e impulsaron el advenimiento de la política moderna. Dicho inte-rés ha dejado tras de sí importantes investigaciones sobre asuntos como la extensión de la ciudadanía política, la consolidación de regímenes democráticos, el desarrollo de los procesos electorales, la formación de una esfera pública y el auge de fenómenos asociati-vos modernos2, temáticas de gran importancia en la explicación de la génesis de la modernidad política en el continente.

Una parte considerable de estas miradas ha tendido a centrarse en el problema asociativo, debido al potencial explicativo que se ha otorgado a las asociaciones o sociabilidades modernas frente a asuntos como los anteriores. Varios autores, entre ellos el mismo Francois-Xavier Guerra y su discípula Pilar González B., atribui-rían a estas organizaciones un papel central en los procesos de modernidad política y social de las naciones hispanoamericanas,

1. Véase al respecto: François-Xavier Guerra, Modernidad e independencias, ensayos sobre las revoluciones hispánicas (México: Fondo de Cultura Econó-mica, 1993), 11-18.

2. Una muestra del trabajo de estos autores sobre el tema en cuestión puede encontrarse en: Hilda Sábato, ed. Ciudadanía política y formación de naciones. Perspectivas históricas de América Latina (México: Fondo de Cultura Económica, 1999). De esta compilación hacen parte estudios como “Ciudadanía versus goberna-bilidad republicana en México”, de A. Annino; “Hacia un régimen de unanimidad. Política y elecciones en Buenos Aires, 1828-1850”, de M. Ternavasio; y “Los clubes electora-les durante la secesión del Estado de Buenos Aires (1852-1861)”, de Pilar González B.

Ï El presente artículo amplía aspectos esenciales del cuarto capítulo de la tesis de maestría “Asociaciones, prensa y elecciones. Sociabilidades modernas y participación política en el régimen radical colombiano (1863-1876)”, dirigida por el profesor LuisJavierOrtizMesayfinanciadapor el Departamento de Investiga-ciones de la Universidad Nacional de Colombia (Medellín, Colombia).

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concibiéndolas como agentes por excelencia de difusión de las prácticas, valores y discursos de una política “nueva” orientada por los principios de democracia, ciudadanía, opinión pública, igualdad, independencia, autonomía y soberanía3. Creadas teóricamente al margen de los vínculos tradicionales, estas aso-ciaciones entrañaban el germen de una política que anteponía el individuo a la corporación; la igualdad a las formas jerárquicas consuetudinarias; los vínculos voluntarios a los pactos irrevoca-bles dados por la costumbre; y la autonomía de los actores a la pasividad de aquellos sujetos a una autoridad tradicional. Esto convertiría a las sociabilidades en instancias ideales para el acer-camiento de los individuos a los hábitos y discursos de la política moderna y a la práctica asociativa en una acción de pedagogía política, destinada a transformar una sociedad “arcaica” en una “nueva” comunidad política y a convertir los actores tradicionales en sujetos políticos de la modernidad.

Las miradas sobre las sociabilidades y la modernidad política, no obstante, han tendido a pasar por alto la importancia de la labor formativa de las asociaciones, dando por obvia su función modernizadoray relegandoaun segundoplano la especificidadde la pedagogía societaria, tal como llegó a advertirlo González Bernaldo a propósito de los estudios sobre el caso argentino4. Algo similar puede apreciarse, aunque con algunos matices, en la his-toriografía de las asociaciones modernas del siglo xix colombiano. Estas sociabilidades han llamado la atención de no pocos historia-dores en el país, quienes desde la década de 1970 se han ocupado de explorar el lugar de estas organizaciones en los principales procesos políticos de la segunda mitad de dicho período. Así lo han hecho, entre otros, Jaime Jaramillo Uribe, Francisco Gutiérrez Sanín, María Teresa Uribe de H. y Liliana María López L5, autores cuyos análisis, si bien reconocen los atributos modernizadores de estas asociaciones, no dejan de incurrir en la omisión señalada por González B. Este, sin embargo, no es un caso generalizado. Los estudios recientes de investigadores como Gilberto Loaiza, Patricia Londoño y Gloria Mercedes Arango de R.6, han guardado

3. Véanse al respecto: François-Xavier Guerra, México, del antiguo régimen a la revolución (México: Fondo de Cultura Económica, 2001), 126-127, 153-156, 158-160. Pilar González Bernaldo, “Pedagogía societaria y aprendizaje de la nación en el Río de la Plata”, en Inventando la nación. Iberoamérica siglo xix, eds. Antonio Annino y François-Xavier Guerra (México: Fondo de Cultura Económica, 2003), 565-568.

4. Pilar González Bernaldo, “Pedagogía societaria”, 565.

5. Véanse a propósito: Francisco Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo (1849-1854) (Bogotá: iepri, 1995). Jaime Jaramillo Uribe, “Las sociedades democráticas de artesanos y la coyuntura política y social colombiana de 1848”, en La personalidad histórica de Colombia y otros ensayos, ed. Jaime Jaramillo Uribe (Bogotá: El Áncora Editores, 1994). María Teresa Uribe y Liliana María López, Las Palabras de la guerra: un estudio sobre las memorias de las guerras civiles en Colombia (Medellín: La Carreta Editores, 2006). Para una mirada complementaria de carácter regional, véase por ejemplo: Alonso Valencia Llano, Estado Soberano del Cauca: federalismo y Regeneración (Bogotá: Banco de la República, 1988) y Orlando Pardo Martínez, Los Pico de Oro: la resistencia artesanal en Santander (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander-Editorial SIC, 1999).

6. Véanse a propósito: Gloria Mercedes Arango de Restrepo, Sociabilidades católicas, entre la tradición y la moder-nidad, Antioquia, 1870-1930 (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2004); Gilberto Loaiza Cano, Manuel Ancízar y su época: biografía de un político hispanoamericano del siglo xix (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2004); Patricia Londoño Vega, Religión, cultura y sociedad en Colombia; Medellín y Antioquia, 1850-1930 (Bogotá: Fondo de Cultura Económica, 2004).

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cierta proximidad con el tema de la pedagogía societaria, arrojando importantes luces sobre el papel de diversas formas asociativas en la gestión de diversos procesos culturales, educativos y civilizatorios. Estos últimos acercamientos reconocen a las sociabilidades modernas un importante papel como agentes pedagógicos, aunque no ofrecen mayores detalles sobre la correspondencia de sus labores formativas con los objetivos de una ciudadanía activa, independiente, autónoma y soberana.

Ante estas circunstancias no resulta apresurado señalar que el papel formativo de las asociaciones modernas en la Colombia decimonónica conserva aún, como objeto de estudio, importantes vacíos que ameritan ser llenados si se desea contar con una mirada más rica sobre las funciones políticas de las sociabilidades del período. Es menester profundizar sobre aspectos como las particularidades de la pedagogía política societaria en el país, sus motivaciones, recursos y lenguajes, así como sus alcan-ces y límites. Tal es la idea que anima el presente artículo, cuyo propósito es ofrecer una mirada exploratoria sobre algunas de las características de la función pedagógica de las asociaciones modernas que, durante las décadas de 1860 y 1870, existieron en los Estados Unidos de Colombia. Dicha mirada hará énfasis en la labor formativa de algunas sociedades político-electorales de diferentes partes del país, y tendrá como temática central la pedagogía eleccionaria, entendida como un componente primor-dial de los esfuerzos de educación política de muchas de las sociabilidades de la época.

1. asociacioNes y eleccioNes eN el régimeN radical

La vida política colombiana de las décadas de 1860 y 1870 estuvo atravesada por un importante impulso modernizador. Las reformas políticas promovidas por el libera-lismo radical, predominante en el Gobierno nacional entre 1863 y 1878, dieron forma a un marco institucional propicio para la extensión de prácticas y actores acordes con los valores de la política moderna7. La Constitución de Rionegro, expedida por los radi-cales en 1863, trató de dar forma a un régimen político sustentado en los principios de libertad, ciudadanía, soberanía y opinión pública, traducidos en medidas como la descentralizaciónpolítica, laflexibilizacióndelaccesoalvoto,el incrementodelosprocesos eleccionarios y la apertura de los derechos individuales. Los primeros tres cambios trajeron consigo la coexistencia de múltiples calendarios electorales, así como un notable incremento en el número de car-gos públicos sometidos a elección, medidas que terminaron por convertir a las elecciones en el motor principal de la rutina política nacional y regional. La última reforma, entre otros cambios, hizo

7. Sobre el curso político del régimen radical, véase: Helen Delpar, Rojos contra azules: el Partido Liberal en la política colombiana, 1863-1899 (Bogotá: Procultura, 1994), 183-244.

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irrestricta la libertad de prensa e implantó un amplio derecho de asociación, lo que repercutióeneldesarrollodenotablesfenómenosperiodísticosyasociativosafines a los ideales, lenguajes y hábitos de la modernidad política.

Los cambios implantados por el radicalismo sobre el campo electoral acarrea-ron consecuencias ambiguas para la modernización política del país. Las elecciones se volvieron casi continuas y sumamente intensas, circunstancia que afectó no sólo a los estados con sufragio universal masculino (Panamá, Bolívar, Cauca, Magdalena y Antioquia), sino también a aquellos que optaron por restringir el acceso al voto (Boyacá, Cundinamarca, Santander y Tolima). Dicho aspecto, sumado a una fuerte polarizaciónpartidistayaunosaltosnivelesdeconflictopolítico,haríaquelospro-cesos eleccionarios del período estuvieran permanentemente atravesados por la zozobra, y no pocas veces por la violencia, ya como resultado de la exacerbación de los ánimosdepartidoenmediodeunacontiendaeleccionariaqueparecíanotenerfin, o como respuesta a la posibilidad siempre presente de recurrir a la fuerza para impedir el voto de los contrarios8. La cantidad de asuntos públicos que dependían del sufragio hizoquelosgobiernosysuscírculosafineshicierantodoloposibleporcontrolarsusresultados. La propensión de las autoridades a intervenir sobre el voto fue tal que dio origen al dicho “el que escruta, elige”, alusivo a la frecuencia con que éstas se las arreglaban para manipular a su favor los resultados electorales9. Estos inconvenientes no sólo harían remota la posibilidad de promover relevos políticos de importancia por la vía del voto —lo que llevaría a muchos a recurrir a la rebelión y a los golpes de

mano—, sino que también entorpecerían la capacidad del sistema eleccionario para impulsar un sufragio acorde con los principios modernos de libertad, autonomía y soberanía, un problema al que también contribuiría la supervivencia de formas tradicionales de poder como los caudillos y gamonales, quienes durante el período gozaríandegraninfluenciapolíticaalasombradeladescentrali-zación impulsada por la Carta de Rionegro10.

Igualmente ambiguos serían los efectos modernizantes de los fenómenos asociativos del período. Durante las déca-das de 1860 y 1870 tuvo lugar en el país una eclosión asociativa de grandes proporciones, caracterizada por el surgimiento de sociedades culturales, educativas, cívicas, artísticas, políticas y religiosas, más o menos cercanas a los ideales y principios de las sociabilidadesmodernas.Elpermanenteconflictoentreliberalesy

8. A propósito de la relación entre violencia y elecciones durante el período, véase: Eduardo Posada Carbó, “Elecciones y guerras civiles en la Colombia del siglo xix: la campaña presidencial de 1875”, en El desafío de las ideas: ensayos de historia intelectual y política en Colombia, ed. Eduardo Posada Carbó (Medellín: Banco de la República-Universidad eafit, 2003), 233-240.

9. Eduardo Posada Carbó, “Elecciones y guerras civiles”, 236.

10. Fernán González, “Clientelismo y administración pública”, en Para leer la política: ensayos de historia política colombiana, tomo i, ed. Fernán Gonzá-lez (Bogotá: ciNep, 1997), 173-175.

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conservadores por el poder nacional y regional incentivó la aparición de numerosas aso-ciaciones destinadas a respaldar los objetivos políticos y eleccionarios de cada partido. Los primeros contaron con el apoyo de organizaciones como las sociedades democrá-ticas y las sociedades republicanas, mientras los segundos tuvieron sus aliados en las sociedades populares y, especialmente, en las sociedades católicas, asociaciones que combinaban la defensa de la religión con la militancia política11. Todas estas organi-zaciones, compuestas en su mayoría por un público heterogéneo en el que coincidían sectores populares, artesanos, comerciantes, profesionales, funcionarios públicos y miembros de las milicias, jugaron un notable papel en la organización de los procesos electorales del período, ayudando a los partidos a conformar maquinarias elecciona-rias en los estados y distritos, a designar y promocionar candidatos para los diferentes comicios, así como a movilizar los públicos partidistas hacia las urnas.Independientementedesufiliaciónpartidista,lasasociacionespolítico-elecciona-

rias del período radical presentaron importantes rasgos de modernidad, entre ellas cierta inclinación hacia el fomento de prácticas políticas modernas y una estrecha relación con el mundo de la prensa. Gracias a sus propios periódicos y a la colaboración de publicaciones aliadas, estas organizaciones lograron extender sus radios de acción e influencia,entablarcomunicacionesconsociedadesafines,difundirampliamentesus objetivos políticos y electorales, y acercar los asuntos eleccionarios a públi-cos mayores que los de las comunidades de asociados. Tales atributos, no obstante, contrastaban con la cercanía de muchas de estas asociaciones a prácticas políticas tradicionalescomoelclientelismoylasujeciónafigurascaudillistasygamonalicias.No eran pocas las sociedades que se habían constituido sobre la base de clientelas políticas, o que trabajaban a favor de los intereses políticos y eleccionarios de algún gamonal. Dicha situación, si bien no invalidó el carácter modernizante de estas asocia-ciones, impuso un limitante a los esfuerzos societarios por modelar prácticas políticas relativamente modernas. La tensión entre modernidad y tradición marcaría profunda-mente las labores de pedagogía política y electoral de muchas de estas organizaciones.

2. la pedagogía política como prioridad societaria. la eNseñaNza del “BueN sufragio”En uno de sus editoriales de septiembre de 1871, el periódico santandereano

El Eco anotaba: “[…] no tenemos república porque no tenemos republicanos”. El país, señalaba la publicación, carecía de ciudada-nos soberanos, hombres que conocieran sus derechos y que fueran capaces de ejercerlos con dignidad. Tal situación representaba un

11. Sobre estas asociaciones, véase: Gloria Mercedes Arango de Restrepo, Sociabilidades católicas, 69-87.

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grave obstáculo para el buen funcionamiento de la república, pues el pueblo, igno-rante de sus atributos y obligaciones ciudadanas, era incapaz de comportarse como algo diferente a una masa sujeta a los caprichos de algunos cuantos “audaces”12. Esta no era una preocupación aislada; muchas asociaciones político-eleccionarias de la época coincidían en señalar la falta de republicanos como uno de los principales impe-dimentos para la difusión de las prácticas y valores de la modernidad entre las masas, así como para el buen término de sus objetivos eleccionarios, difícilmente realizables si el comportamiento electoral de la población permanecía ligado a la voluntad de gobernantes, caudillos y gamonales. Si se quería cumplir con al menos uno de estos dos propósitos, era necesario que las masas tomaran conciencia de su rol como actores políticos, se familiarizaran con sus derechos y deberes y que se convencieran de que eran libres y podían obrar de manera autónoma. Era necesario, entonces, brindarles una educación política, una enseñanza de la ciudadanía capaz de formar sujetos polí-ticos conscientes de su libertad e independencia.

La pedagogía política se convertiría, por motivos como los anteriores, en una prioridad para muchas asociaciones políticas y eleccionarias del período. Así ocu-rrió, entre otros casos, con la Sociedad Unión de Artesanos (1866), el Directorio Liberal Tolimense (1872) y la Sociedad Patriótica (1873), todos ellos de Bogotá; la Sociedad El Pueblo (1871), de Medellín; la Juventud Católica, de Cali (1872); y la Sociedad Voz de la Oposición (1873), de Santa Marta. Buena parte de los esfuerzos pedagógicos de estas asociaciones estaría dirigida hacia las prácticas y los actores electorales. Si se aspiraba a crear ciudadanos soberanos, primero era necesario for-mar individuos capaces de ejercer, mediante el voto, la plenitud de dicha condición. Era menester, entonces, ofrecer a las masas una educación electoral que garanti-zara un acercamiento a las prácticas y valores de la soberanía ciudadana y, de paso, minara el ascendiente de los gobiernos, caudillos y gamonales sobre su comporta-miento electoral. Se trataba, en síntesis, de promover un ejercicio del voto distinto al que comúnmente se practicaba; un “buen sufragio” orientado exclusivamente por las voluntades, intereses y necesidades de los electores.

Incorporada a los objetivos de la práctica asociativa, la pedagogía del “buen sufra-gio” respondería a tres objetivos primordiales. Primero, hacer que el voto independiente del individuo prevaleciese sobre los sufra-gios en masa de las clientelas electorales. Segundo, contrarrestar la propensión al fraude mediante el fomento de un voto activo “genuino”, que no debía ser otro que el de “las masas reivindicadoras

12. “Editorial”, El Eco, Socorro (Santander), 21 de septiembre, 1871. Un reclamo similar puede encontrarse en “Editorial”, La Unión, Panamá, 10 de noviembre, 1872.

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de su derecho”13. Por último, promover una oposición política “civilizada”, alejada del recurso a las armas y cercana a las actividades periodísticas, asociativas y elec-cionarias. Tales objetivos modelarían una serie de recursos pedagógicos destinados afomentarunejerciciomasivoypacíficodelvoto;educarsufragantesconocedoresdel juego electoral; defender el valor de un voto libre y autónomo y prevenir a los actores eleccionarios contra las prácticas y agentes corruptores del sufragio.

2.1. la práctica masiva y pacífica del voto Una de las más importantes prioridades de la pedagogía del “buen sufragio” fue

convencer a los ciudadanos de que tomaran parte activamente en el juego electoral, un objetivo que así como buscaba fomentar una práctica ciudadana efectiva y com-prometida basada en un ejercicio generalizado del sufragio, pretendía procurar para determinadobandoelmayornúmeroposibledevotos.Ambosfinescondicionaríanun primer recurso pedagógico consistente en la promoción de un voto masivo y con-certado entre los electores de una misma parcialidad, estrategia que sería típica de muchas asociaciones de oposición política, cuyas aspiraciones eleccionarias tenían que hacer frente a las poderosas y, muchas veces, excluyentes maquinarias electora-les de los gobiernos. Tal situación haría de estas organizaciones fuertes promotoras del voto masivo y unánime, como lo fueron en su momento la Sociedad El Pueblo, de Medellín, y el Directorio Liberal Tolimense, de Bogotá, dos asociaciones liberales que entre 1871 y 1872 compartieron el desafío de movilizar electoralmente al liberalismo de sus respectivos estados, cuyo acceso al poder se hallaba bloqueado por cerrados regímenes eleccionarios controlados por el partido conservador.

Las difíciles circunstancias que ambas asociaciones debieron enfrentar hicieron que sus llamados a votar no se limitaran a un intento de convencer a los suyos de la importancia de acudir en gran número a las urnas, y comprendieran también un esfuerzo por demostrarles que, a pesar de las escasas probabilidades de triunfo, debía insistirse en el sufragio como mecanismo primordial de oposición política. Dicha pos-turapedagógicaquedaríareflejadaendiversasconvocatoriasaeleccionesemitidasporEl Pueblo en abril de 1871, y por el Directorio Liberal entre diciembre de 1872 y marzo de 1873. Los llamados de la primera asociación buscaban convencer a un liberalismo casi inactivo de la necesidad de despertar como fuerza política y reclamar en las urnas un lugar en los órganos del Gobierno, algo que no podía hacerse sino a través de una asistencia masiva a las elecciones. Era indispensable “que todos los hombres de corazón

13. “Carta a nuestros compatriotas del Tolima”, El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 5 de noviembre, 1872.

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y patriotismo, amantes del progreso de su patria y de la felicidad del pueblo”, acudie-sen a las urnas armados de una “conciencia patriótica”, una “fe ciega en el triunfo” y una actitud de “tesón, calma y honradez”14. La situación política del liberalismo antioqueño era apremiante, pero ello no debía desviarlo de sus esfuerzos por lograr algún cambio por la vía del sufragio, si no ahora, por lo menos en una oportunidad no muy lejana15. En una línea similar, las convocatorias efectuadas por el Directorio, creado para coordinar los trabajos del entonces excluido liberalismo tolimense, inten-taron promover un ejercicio de la oposición sustentado en la lucha eleccionaria, a la cual no debía renunciarse por más dramática que fuera la situación del partido. Para laasociación,loúnicoquesenecesitabaparaponerfinalosmalesdelliberalismodelEstado era una asistencia masiva y unánime a todas las elecciones que tuviesen lugar en la región16, con sufragantes que pusieran todo su interés, patriotismo y abnegación al momento de acudir a las urnas, y sin desistir en momento alguno del propósito de derrocar mediante el sufragio al régimen conservador17.

En circunstancias como las del régimen radical colombiano, promover un voto masivo comprendía más que estimular a los electores a que acudiesen a las urnas. Implicaba, igualmente, convencerlos de que era necesario dejar de lado la absten-ción y la indiferencia, bien en virtud de los deberes y responsabilidades subyacentes a la calidad de ciudadano, o bien en atención a las consecuencias negativas de una práctica eleccionaria en la que no se ponía ningún interés. Las manifestaciones contra el ausentismo fueron frecuentes en el marco de comicios “menores” para cargos locales y distritales, que según testimonios de la época no parecían despertar una agitación tan fuerte como la que solía rodear las contiendas para cargos más altos. Tal era la opinión de asociaciones como la Sociedad Voz de la Oposición, que apropósitodelapocaafluenciaaunaseleccionesparaCabildocelebradasenSanta

Martahaciafinesde1873,proclamóquelaapatíaantelasurnasrepresentaba un “crimen imperdonable”, mucho más cuando se trataba de comicios como éstos, donde se jugaba la suerte de aquellos organismos encargados “de decidir más directa e inme-diatamente las cuestiones de vital interés para todos los miembros de la comunidad”18. Un llamado de atención análogo había sido elevado a principios del mismo año por los liberales de El Diario de Cundinamarca, en respuesta al alto ausentismo presenciado en unas elecciones para miembros de una corporación municipal cundinamarquesa. La reacción de El Diario partía de considerar,

14. “Editorial”, El Pueblo, Medellín, 26 de abril, 1871.

15. “Editorial”, El Pueblo, Medellín, 26 de abril, 1871.

16. “Editorial”, El Demócrata, Bogotá, 1 de diciembre, 1872.

17. El Demócrata, Bogotá, 22 de marzo, 1873.

18. El Observador, Santa Marta, 18 de noviembre, 1873; sección interior.

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primero, que este tipo de jornadas era tan válido e importante como cualquier otro, y segundo, que en ninguna elección, sin importar los cargos en disputa, era dado a los ciudadanos cruzarse de brazos y abandonar la contienda por los puestos públi-cos a los “más audaces” y “menos competentes”19.

Tras estas valoraciones se encontraba presente la idea de que el sufragio constituía, más que un derecho, un deber. Bajo tal óptica, todo ciudadano, independientemente de su condición u origen, estaba obligado a acudir a las urnas. Así lo expresaban, por ejemplo, los conservadores de la Juventud Católica de Cali, para quienes sufragar era un deber del que nadie debía sustraerse, y que sólo podía omitirse “por una culpable indife-rencia o por una extraña aberración”20. El derecho de elegir, como lo sostendría El Diario en 1875, era “una facultad [...], un encargo [...], una función como cualquiera de las que desempeña un magistrado”21. Por tanto, todo acto de abstención no podía representar másqueuna“indiferencia criminal”, tal como lo afirmaba laVozde laOposición22; un acto de “malos republicanos” que “sólo [merecían] ser esclavos y no [tenían] dere-cho a quejarse, por más oprimidos que [llegaran] a verse”, en palabras de un periódico conservador de 186823. Más allá de las implicaciones morales, el ausentismo eleccio-nario representaba para algunos una “censurable omisión” a la que se debían, en gran parte, problemas como las malas administraciones y la corrup-ción del sufragio. Era el parecer, por ejemplo, de periódicos como El Diario de Cundinamarca o El Tradicionista, este último de orientación conservadora. La indiferencia electoral, según ambas publicacio-nes, era responsable de los “malos manejos” de los gobernantes, cuyos nombramientos “nos damos a censurar sin acordarnos que en nuestras manos estuvo el evitarlos con sólo llevar a las urnas nuestro sufragio”24. Ésta, igualmente, era la principal causa de la supervivencia de las prácticas fraudulentas del voto, pues la poca afluencia a las urnas hacía que los “dueños del poder” mirasencon desprecio y anulasen los votos de los pocos que se acercaban a votar25. Ante semejante situación, no podía dejar de insistirse en que sólo un sufragio efectivo y masivo, efectuado por electo-res libres, decididos, tenaces y compactos, podía contrarrestar las siempre presentes probabilidades de fraude, neutralizándolas a tra-vés de la incuestionable manifestación del poder del gran número.

Ahora bien, así como se debía estimular a la gente a votar, se necesitaba advertirle del tipo de comportamiento que tenía que

19. “Hechos diversos”, El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 28 de febrero, 1873.

20. La Juventud Católica, Cali, 6 de marzo, 1873; sección interior.

21. “Elecciones en Cundinamarca”, El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 27 de julio, 1875.

22. El Observador, Santa Marta, 18 de noviembre, 1873; sección interior.

23. La Paz, Bogotá, 12 de junio, 1868; sección interior.

24. “Hechos diversos”, El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 28 de febrero, 1873. Una postura análoga puede apreciarse en “Elecciones”, El Porve-nir, Bogotá, 9 de octubre, 1873.

25. “Las elecciones”, El Tradicionista, Bogotá, 5 de octubre, 1872. Un planteamiento similar puede encon-trarse en “Editorial”, El Istmeño Libre, Panamá, 7 de marzo, 1875.

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observar ante las urnas. Era prioritario que los sufragantes fueran conscientes de que su responsabilidad como ciudadanos implicaba no sólo participar en los comicios, sino tambiénhacerlodemanerapacífica,sinpromoverningúntipodetrastornoyrespe-tando el derecho al voto de sus contrapartes. Tal interés pedagógico sería propio de asociaciones como la Sociedad El Pueblo, que durante 1871 recalcaría a sus públicos la necesidad de participar en las elecciones con la mayor “moderación” y “serenidad” posibles, sin insinuar “ni una palabra ofensiva, ni un gesto insultante y desdeñoso, ni un acto ilegal, ni una provocación”26. Un consejo similar sería dado en 1875 por una Junta conservadora antioqueña, interesada en que sus electores dieran muestra pública de su tolerancia por las opiniones de sus adversarios, así como de su pro-fundo respeto “al derecho que todos tienen de sufragar en el sentido de sus opiniones y a favor de sus candidatos”27.Estasmanifestaciones,sibienpodíanentrañarunfinanálogo, no siempre obedecían a una misma intención. En el caso de El Pueblo, por ejemplo, se trataba de un llamado que buscaba demostrar a sus adversarios gobiernis-tas que la suya no era una asociación belicosa y subversiva, como se pretendía hacer creer28. Para la Junta, en cambio, la recomendación tenía por propósito demostrar a la minoría liberal del Estado que, aún con todas las garantías electorales de su lado, le era imposible sobreponerse a la “abrumadora” mayoría conservadora. “Cuando se trata de comparar la fuerza relativa de la opinión”, anotaba la Junta en una hoja suelta, “es necesario que se deje en libertad al enemigo para que el triunfo sea evidente”29.

2.2. el coNocimieNto del juego electoral

Para la pedagogía del “buen sufragio” era tan importante que los ciudadanos toma-sen parte en el juego eleccionario, como que éstos lo hicieran con pleno conocimiento de las reglas que mediaban en éste, así como de los procedimientos que rodeaban los procesos de votación. Asumido como una prioridad pedagógica, este requerimiento alu-día a un interés por formar votantes conscientes y responsables, aunque también obedecía a un propósito de asegurar para algún bando el mayor número posible de votantes legales y sufragios válidos. Ambas intenciones motivarían el despliegue de dos recur-sos formativos que llamarían la atención de no pocas asociaciones y periódicos: la divulgación “didáctica” de las legislaciones electo-rales y la familiarización de los actores con los distintos pasos que se debían seguir durante las elecciones.

26. “Elecciones”, El Pueblo, Medellín, 11 de mayo, 1871.

27. “A los conservadores”. Sala de prensa de la biblioteca central de la Universidad de Antioquia (spBua), Fondo hojas sueltas, t. 6, f. 453 (Mede-llín, 1 de noviembre, 1875).

28. A propósito de estas acusaciones, véase la nota “No conspiramos”, publicada por la asociación en El Pueblo, Medellín, 1 de marzo, 1871.

29. “A los conservadores”. spBua, Fondo hojas sueltas, t. 6, f. 453 (Medellín, 1 de noviembre, 1875).

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El primer recurso buscaba, básicamente, mantener a los públicos asociativos al tanto de las reglas, tiempos y plazos que mediaban en las distintas jornadas eleccionarias a las que debían asistir. Su ejecución solía requerir grandes esfuerzos para difundir los códi-gos electorales de los estados, si no en su totalidad, por lo menos en sus apartados más importantes. Así lo haría, entre otros periódicos, El Diario de Cundinamarca, que publicó en diversas ocasiones extensos apartes de las codificaciones eleccionarias cundina-marquesas30. La mayoría de veces, la divulgación de estas normatividades solía venir acompañadadereflexionessobreelmodoenqueestasdisposicionespodíangaranti-zar la representación política de las minorías, asegurar el ejercicio efectivo del voto o disminuir los niveles de fraude y corrupción en las urnas. Esta clase de lectura sería común en asociaciones como la Sociedad El Pueblo, particularmente crítica del Código eleccionario antioqueño por sus restricciones al voto de las minorías, así como por su “incapacidad” para evitar la intervención gubernamental en la organización y puesta en marcha de los procesos electorales del Estado31.

Dicha actitud, sin embargo, no impedía a la asociación reconocer que dicho Código contenía algunas disposiciones que salvaguardaban, mal que bien, el derecho al voto de la oposición. Tales medidas, que dictaban una serie de procedimientos tendientes a evitar el fraude antes, durante y después de los comicios, se convertirían por tanto en el centro de atención de los esfuerzos pedagógicos de la Sociedad, que desde su perió-dico, que tenía el mismo nombre, dio a conocer estas regulaciones con el interés de que sus lectores las aprendieran y, una vez llegada la fecha de las elecciones, exigieran su cumplimiento a las autoridades respectivas32. Si bien estas disposiciones, admitía laasociación,sólofigurabanenelCódigopara“salvarlasapariencias”,eramásquenecesario que se difundiesen y se velase por su cumplimiento, tanto en consideración a que muchos ciudadanos aún no sabían hacer uso de sus derechos como electores, como en atención a que había empleados públicos que, “con el mayor cinismo y la más desenfrenada inmoralidad”, tenían por uso “[violar] la ley, a la par que los más triviales principios de justicia y equidad”33. Estas mismas inquietudes, motivarían a periódicos como El Diario a invitar a sus públicos a conocer y sacar provecho de aquellas disposiciones eleccionarias que, como las señaladas por El Pueblo, pudieran abrir un espacio mínimo a una práctica eleccionaria relativamente justa y lícita, tal y como lo hizo la publi-caciónliberalenseptiembrede1872enalusiónalos“beneficios” y “ventajas” del régimen eleccionario del estado de Bolívar34.

30. El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 2 de enero, 1872; 24 de abril, 1874; 27 de julio, 1875.

31. El Pueblo, Medellín, 29 de marzo, 1871; sección interior.

32. “Elecciones”, El Pueblo, Medellín, 31 de mayo, 1871.

33. “Elecciones”, El Pueblo, Medellín, 31 de mayo, 1871.

34. El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 18 de septiembre, 1872; informe Bolívar.

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El segundo recurso, bastante cercano al anterior, estaba orientado por la inten-ción de que los diversos públicos eleccionarios fueran conscientes de los pasos que se debían seguir y las acciones necesarias durante los comicios. Cada actor tenía un rol determinado en el acto electoral y era menester que lo desempeñara de la mejor manera posible, de modo que pudiera contribuir a la victoria de su fracción, o cuanto menosdificultareltriunfodesusadversarios.Estatareapedagógicaestuvodirigida,en su mayor parte, hacia los votantes potenciales, de quienes se esperaba que fueran lo suficientemente conocedoresdelprocesoelectoral comoparanoquedar exclui-dos del acceso a las urnas ni para que sus votos fueran declarados nulos o ilegales. Tal sería el propósito de asociaciones como la Sociedad Unión de Artesanos, el Directorio Liberal Tolimense y la Sociedad Patriótica, que en conjunto emprenderían importantes esfuerzos por familiarizar a sus votantes con las distintas formalidades que debían cumplirse para sufragar, informándoles sobre las fechas de inscripción y votación; los pasos para matricularse en el registro de electores; obtener las cédu-laselectoralesyreclamarante las juntasdecalificación—aspectoenelquefueroninsistentes la Sociedad Unión de Artesanos y El Directorio Liberal—; el número de can-didatos por el que se tenía que votar; e incluso, llegado el día de los comicios, las horas en las que debía sufragarse, el modo de diligenciar las papeletas y hasta la forma en que éstas debían depositarse, pasos que la Sociedad Patriótica detalló con minucia en dos editoriales de su periódico El Patriota, hacia mediados de 187335.

Otra parte de estos esfuerzos estuvo dirigida hacia los demás asistentes al acto electo-ral, quienes debían tener pleno conocimiento de las funciones, alcances y límites de cada una de las autoridades eleccionarias, al igual que de los procedimientos establecidos por la ley para prevenir eventuales fraudes. Se esperaba, con ello, que los públicos elecciona-rios fueran capaces de actuar como veedores de las distintas diligencias de los procesos electorales, ya para dar cuenta pública de la legitimidad de los comicios, ya para evitar cualquier abuso contra el voto de sus copartidarios. Las tareas de los asistentes incluían

conocer e inspeccionar las labores de los jurados y corporaciones municipales; reclamar por cualquier inconsistencia en el registro de electores; vigilar las votaciones; contemplar el conteo de votos ytestificarenlaelaboracióndelasactasdeescrutinio.Instruccionescomo éstas serían dadas a los conservadores de Palmira por una Junta Eleccionaria de la localidad, que recomendaba a sus públicos, entre otras cosas, “cuidar que el día de las elecciones no se quiten las cédulas a los electores, o se les cambien las boletas en que están los

35. Sobre las instrucciones imparti-das a los electores por la Sociedad Unión de Artesanos, véase: “Cuestión eleccionaria”, La Alianza, Bogotá, 4 de abril, 1868. Para el caso de la Sociedad Patriótica, véase: El Patriota, Bogotá, 5 de agosto y 21 de octubre, 1873. Para el Directorio Liberal Tolimense, véase: “Elecciones”, El Demócrata, Bogotá, 22 de marzo, 1873.

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nombres de los candidatos por quienes van a votar”36. Algo similar harían el Directorio Liberal Tolimense y la Sociedad Patriótica. El primero recomendaría a los suyos acudir a las tribunas para ejercer “constante vigilancia en todas las operaciones eleccionarias para evitar el fraude, [tratando de] no permitirlo donde se intente”37; la segunda, difun-diría entre los lectores de su periódico extensas notas sobre las funciones de los jurados, el modo en que debían efectuarse los escrutinios, y la importancia de “presenciar cons-tantementelosactoselectorales,contestigossuficientesyrespetables”38.

2.3. por uN voto autóNomo e iNdepeNdieNte

Los “buenos sufragantes”, además de un compromiso con los procedimientos del sufragio legal, debían observar una correspondencia mínima con los principios del voto independiente, autónomo y soberano. Era necesario que los electores se conven-cieran de sufragar libremente y a conciencia, movidos únicamente por sus propios intereses y prevenidos contra las coacciones eleccionarias de cualquier actor en el poder. Esta prioridad motivaría importantes esfuerzos pedagógicos en asociaciones como la Sociedad Unión de Artesanos, tenaz abanderada de la independencia política yelectoraldesuspúblicosafines;laSociedadElPueblo,fuertecríticadelgamona-lismoeleccionario;ylaJuventudCatólicadeCali,duraadversariadelinflujoelectoralde gobiernos y funcionarios públicos.

La independencia política y electoral constituiría uno de los objetivos fundacio-nales de la Sociedad Unión de Artesanos, instituida con el fin de establecer lazosde unión entre los artesanos bogotanos, divididos a causa de las polarizaciones políticas de la época, así como por la “abusiva” instrumentalización política a la que los partidos los habían some-tido39. En correspondencia con este fin, la Sociedad promoveríaunarupturaconelinflujotradicionaldelasfuerzaspartidistas,quedebíapermitiralartesanadofigurarcomounafuerzapolíticadife-renciada, autónoma, cohesionada y presta a luchar por sus propios intereses40. Tal orientación motivaría un esfuerzo por persuadir a los artesanos de que su verdadera valía como actores políticos no podía revelarse sino a través de una práctica eleccionaria regida exclusivamente por su voluntad de clase menesterosa41, alejada del “ciego” apoyo electoral brindado por la costumbre a alguno de los dospartidos,ylibredetodainfluenciadecualquiercaudillo,gamo-nal o “traficante enpolítica”. Bajo esta óptica, el voto artesanal

36. “Circular de la Junta Directiva Elec-cionaria”, Palmira, 20 de noviembre de 1866, La Prensa, Bogotá, 4 de enero, 1867.

37. “Elecciones”, El Demócrata, Bogotá, 22 de marzo, 1873.

38. El Patriota, Bogotá, 5 de agosto y 21 de octubre, 1873.

39. La Alianza, Bogotá, 1 de octubre, 1866.

40. Sobre los antecedentes de estos lla-mados a la independencia política de las clases subalternas, véase: María Teresa Uribe y Liliana María López, Las Palabras de la guerra, 400-403.

41. La Alianza, Bogotá, 20 de febrero, 1867; sección Elecciones.

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debía reparar menos en la filiación política de los candidatos y más en sus dotes y cualidades. Los artesanos, indicaba la Sociedad, debían ser conscientes de que podían apoyar en las urnas a hombres de uno y otro bando, siempre y cuando fueran aspiran-tes“honestos”,“dignosdeconfianza”,respetuososdelpuebloycapacesdemanejarsecon honradez42. El voto del artesanado debía servir únicamente “para premiar la pro-bidad, el saber y la virtud”, pues los destinos públicos no se habían hecho para premiar servicios o adulaciones, “sino para llamar al bien y a la virtud para que los ocupe”43.

Los llamados de la Sociedad en pro de la independencia política de los de su clase se harían especialmente severos con el paso del tiempo. Una inevitable penetración de las divisiones políticas del período, sumada a fuertes disputas entre sus miem-bros,variosdeellosacusadosdetrabajarparagamonalesy“traficantesenpolítica”,forzaría a la asociación a interrumpir sus sesiones durante el segundo semestre de 1867, casi un año después de haberse inaugurado. Una vez reabierta, en diciembre del mismo año, la Sociedad tomaría distancia de su idea original de apoyar candidatos “probos” y “honrados” pertenecientes a cualquiera de los dos partidos, y proclamaría que no debía votarse en adelante sino por artesanos o agricultores. Dicha medida, anotaba la asociación, no representaba más que “un dique a los ambiciosos”, una

medida “salvadora” sin la cual la organización podía perder su independencia política, “convirtiéndose en instrumento de los mismos hombres de quienes ha tratado de separarse”44. Con ello, aclaraba, no se pretendía imponer al artesanado una lista deter-minada de candidatos “menesterosos”; únicamente se buscaba sentar las condiciones para que pudiera hacerse efectiva una práctica política y electoral verdaderamente libre, independiente y autónoma. Se trataba simplemente “de saber si hay quien quiera todavía seguir imponiéndose amos”45.

La postura de la Sociedad Unión de Artesanos frente a los gamo-nalesy“traficantesenpolítica”seríacompartidaporlaSociedadEl Pueblo. Para la asociación antioqueña, el gamonalismo era una de las principales causas de que el liberalismo antioqueño fuera incapaz de demostrar su verdadera fuerza en las urnas. Afines a la administración conservadora de Pedro Justo Berrío, los gamo-nales del Estado actuaban como poderosos instrumentos políticos del Gobierno, el cual se servía de éstos para asegurar su dominio sobre las distintas localidades46. Buena parte del poder de estos

42. La Alianza, Bogotá, 1 de octubre y 10 de noviembre, 1866.

43. La Alianza, Bogotá, 10 de diciembre, 1866; 20 de febrero 1867; sección Elecciones.

44. La Alianza, Bogotá, 21 de marzo, 1868; sección Elecciones.

45. La Alianza, Bogotá, 21 de marzo, 186; sección Elecciones. Esta recomen-dación, para mayo de 1868, parecía haberse convertido en una verdadera exigencia. Así lo revela la expulsión, haciafinalesdeesemes,deoncemiembros de la Sociedad acusados de violar su reglamento al trabajar por listas de partido en unas elecciones recientes. Véase: La Alianza, Bogotá, 28 de mayo, 1868; sección interior.

46. Sobre este tema, consúltese: Luis Javier Villegas, Las vías de legitimación del poder: la administración presidida por Pedro Justo Berrío en el Estado Sobe-rano de Antioquia, 1864-1873 (Bogotá: Colcultura, 1996).

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agentes radicaba en su control sobre la organización y marcha del proceso electoral, enelquepodíaninfluiryafueraestableciendorestriccionesalregistrodevotantes,“confeccionando” las listas de electores o “arrastrando” sus clientelas a las urnas47. Así las cosas, el gamonalismo representaba un mal que así como cerraba el camino a toda posibilidad de un sufragio libre y autónomo, impedía que cualquier moviliza-ción electoral del liberalismo pudiese llegar a buen término. Esto último, a los ojos de la Sociedad, entrañaba una dura injusticia, no sólo frente a sus objetivos elecciona-rios, sino también con el derecho de sus copartidarios a un sufragio libre. El pueblo, aseguraba la asociación, “es eminentemente liberal, acepta nuestros principios, oye con gusto nuestros discursos. Pero delante del seño adusto del gamonal, baja la frente humilde, se somete ciego a su bárbara voluntad y recibe sus mandatos con la degra-dante humillación del esclavo”48.Ante un panorama tan desfavorable para sus fines políticos y electorales, la

Sociedad establecería como una de sus prioridades convencer a sus públicos de la urgencia de resistir el influjo eleccionario del gamonalismo. Frente a la “volun-tad omnipotente” del gamonal no podía haber independencia ni libertad; bajo su dominio, no había lugar alguno para que los individuos obrasen de manera “franca y leal”, mucho menos a la hora de apoyar a sus candidatos en las urnas. Era necesa-rio, entonces, insistir en que todo ciudadano, “por pobre o infeliz que [fuera]”, debía comprender “que si bien debe regar la tierra con el sudor de su rostro, para ganar el sustento de su familia, también es cierto que no debe, en manera alguna, someterse a la voluntad de un gamonal”, especialmente cuando se trataba de algo tan fundamen-tal como ejercer su soberanía para elegir a sus gobernantes. No podía renunciarse en ningún momento al propósito de hacer entender a las masas que eran independien-tes y libres; lo contrario, concluía la asociación, era dar por sentado “que aún todavía debemos respirar la pesada atmósfera de la esclavitud”49.Los “traficantes enpolítica” también recibiríanduras críticasporpartede la

Juventud Católica de Cali, la cual destinaría parte importante de sus esfuerzos pedagógicos a inculcar a sus públicos la necesidad de oponerse a todos aquellos funcionarios que violentaban la libertad electo-ral. Muestra de ello la representa una manifestación de febrero de 1873 a propósito del dicho “el que escruta, elige”. En este docu-mento, la asociación participaba a sus seguidores de su interés en que cesasen las costumbres eleccionarias que habían dado origen a tan infame máxima, condición sin la cual la República

47. Una opinión similar a ésta puede encontrarse en “Editorial”, El Ciuda-dano, Medellín, 4 de marzo, 1875.

48. El Pueblo, Medellín, 2 de agosto, 1871; sección Inserciones.

49. El Pueblo, Medellín, 2 de agosto, 1871; sección Inserciones.

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no podría ser más que una mentira, y los ciudadanos no más que “instrumentos imbéciles de una oligarquía estúpida, lúgubre y grosera”. Dar continuidad a este tipo de prácticas, argumentaba la Juventud Católica, significaba burlarse de losderechos de los pueblos, “desacreditar las instituciones, escarnecer la majestad de la ley y profanar la justicia”. Por tanto, advertía, todo aquel que aceptara y pusiera en práctica tal “inmoralidad” era “enemigo jurado de los gobiernos representati-vos”, y debía “gustar mucho de la respuesta que dio el rey Bomba a Luis Napoleón, cuando éste, en sus buenos tiempos, le aconsejaba que corrigiera su despotismo: ‘estoy encargado de pensar por mi pueblo’”50.

Los esfuerzos de la Juventud Católica por prevenir a sus públicos contra los agen-tes y prácticas fraudulentas del sufragio serían similares a los realizados durante la época por diferentes periódicos. En 1868, por ejemplo, los liberales del periódico La Paz de Bogotá declararon a sus lectores que la alteración del sufragio era “un robo del derecho ajeno”, que comprometía por igual tanto a quienes lo efectuaban como a aquellos que lo toleraban. Todo aquel que fuera “capaz de alterar un registro o [...] contar mal en un escrutinio” era, a juicio de la publicación, igualmente “capaz de fal-sificarundocumentopúblicooprivado,ydecometertodaclasedeimprobidadensusrelaciones particulares”, mientras que “el que no tiene escrúpulo en hacerse cómplice o encubridor de estos actos, ejecutados por otros, inspirará la creencia de que no está distante de cometerlos él mismo”51. Un llamado de atención similar fue formulado en 1873 por el periódico liberal La Escuela Normal. Su “Manual del Ciudadano” plantea-ría duras críticas al fraude electoral, alegando, entre otras cosas, que toda vez que el sufragio perdía su efectividad, “sea por omisión de los que tienen el encargo de votar, sea por violencia o fraude que no les permite dar su voto, o que lo anula”, las institu-ciones fundadas en el voto cesaban de hecho, y aquellos “que en virtud de esa elección incompleta o falsa” entraban a ejercer el poder público, en vez del carácter de funcio-narios legítimos, adquirían “el de meros apoderados de la fracción u oligarquía que ha

impedido o adulterado el sufragio”. En esta misma línea, proseguía el Manual, todo aquel que como votante o autoridad elecciona-ria favoreciera o cohonestara la corrupción del voto, “[cometía] traición a sus coasociados y a las instituciones”, y era responsa-ble “tanto de los males que provengan de la falta de verdaderas o buenas elecciones, como del descrédito del sistema representa-tivo y de los peligros que sea necesario arrostrar para acabar con el fraude y la violencia que hayan desvirtuado el sufragio”52.

50. La Juventud Católica, Cali, 20 de febrero, 1873; sección interior.

51. “Editorial”, La Paz, Bogotá, 29 de mayo, 1868.

52. “Manual del Ciudadano”, Lección xxiii (Del Sufragio), apartados 694 y 695, La Escuela Normal, periódico oficial de instrucción pública, Bogotá, 7 de junio, 1873.

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2.4. hacia uNa práctica electoral modelo

Como recurso pedagógico, la advertencia sobre las costumbres eleccionarias que era preciso evitar debía ser complementada con una ilustración del tipo de prác-tica electoral que se deseaba propagar. No sólo era necesario prevenir a los públicos y actores eleccionarios contra las prácticas ilegales y fraudulentas del voto; también serequeríafamiliarizarlosconaquelloscomportamientoselectoralesafinesalosprin-cipios del “buen sufragio”. Era menester, entonces, ofrecerles muestras concretas de elecciones“modelo”;casosejemplaresdeprocesoslícitosypacíficos,escasosaunqueno del todo extraños durante el régimen radical53. Esta labor formativa implicaba más que una simple reseña de la tranquilidad y legalidad en la que habían transcurrido determinadoscomicios,einvolucrabaconfrecuenciaentusiastasreflexionesentornoa la seriedad y responsabilidad de los sufragantes, la integridad política de las autori-dades electorales, el respeto de las partes por el derecho del sufragio y la importancia de actos como éstos en la trayectoria del país hacia una práctica electoral “civilizada”. Valoraciones como éstas podían encontrarse en periódicos como El Eco o El Diario de Cundinamarca,para loscualescadaoportunidadparanotificarunoscomiciosejem-plares representaba una posibilidad más para demostrar a la opinión cuánto había logrado avanzarse en la senda de la civilidad, la tolerancia y la República54.

Esta clase de miradas sobre los procesos eleccionarios ejemplares haría parte de los recursos pedagógicos de asociaciones como la Juventud Católica, que así como no escatimaba críticas al hablar de los agentes corruptores del sufra-gio, tampoco ahorraba elogios al referirse a elecciones pacíficasy legales. Muestra de ello la constituyen dos notas publicadas en su periódico homónimo entre enero y febrero de 1873, donde daba cuenta, no sin cierta alegría, de la “justicia” y “legitimi-dad” de dos jornadas electorales celebradas en la ciudad de Cali55. Los comicios habían resultado desfavorables para su partido, pero no por ello debía dudarse de su transparencia. Las jornadas habían transcurrido en el mejor clima de orden, armonía y cordialidad, las autoridades eleccionarias habían guardado una conducta ejemplar, mientras el resto de actores había demostrado, con su comportamiento, que era posible contar con procesos y prácticas electorales moderadas y “civilizadas”. La estricta legalidad de la conducta del jefe municipal y las demás autoridades de la ciudad, afirmaba la Juventud Católica, era digna de imitación; a ella se

53. Sobre la tensión entre la legalidad y el fraude en las elecciones del período, véase: David Bushnell, “Las elecciones en Colombia: siglo xix”, Credencial Historia 50 (1994): 4-7.

54. Véanse, por ejemplo, las valoracio-nes de ambos periódicos a propósito de unas elecciones celebradas en Santander en agosto de 1871: El Eco, Socorro (Santander), 3 de agosto, 1871; revista estatal. El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 28 de agosto, 1871. Otras manifestaciones similares pueden apreciarse en El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 24 de julio y 23 de agosto, 1875.

55. Sobre los procesos electorales en el estado del Cauca durante el régimen radical, véase: Alonso Valencia Llano, Estado Soberano del Cauca, 113-127.

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debía la circunspección y templanza observada en todo momento por los sufragantes, así como el hecho de que se hubiera respetado el derecho al voto de todos los conten-dores56. Tales procederes, “en coyuntura tan ocasionada a desórdenes y emergencias desagradables”, eran “el modelo más lógico y seguro para medir los progresos que hace entre nosotros la tolerancia política y la verdadera civilización”. Elecciones como

éstas probaban “cuán distante se halla nuestro país de las rencoro-sas pasiones que, con vergüenza sea dicho, han infamado algunas veces las páginas de nuestra historia”57, y debían considerarse por todos “como uno de los más hermosos triunfos de la civiliza-ción porque es alcanzado contra las pasiones y malos estímulos”. “Un pueblo que se conduce de semejante modo”, concluía la aso-ciación, “merece ser tomado como modelo”58.

coNclusioNes. alcaNces y límites de la pedagogía societaria

La pedagogía del “buen sufragio”, si bien fue afín a muchas sociedades políticas durante el régimen radical, no fue una labor inherente a la totalidad del fenómeno asociativo del período. Así como hubo organizaciones interesadas en promover una prác-ticaelectoralactiva,pacíficayresponsable,existieronasociacionesafinesalabstencionismo,elfraude,laagitacióndelordenpúblicoy la violencia. Algunas sociedades, por ejemplo, reaccionarían al control gubernamental sobre las elecciones instando a sus públicos a mantenerse alejados de las urnas, bien como protesta contra la falta de garantías para el voto de las minorías59, o como un “acto patriótico” destinado a evitar confrontaciones mayores entre los bandos en pugna60. Otras sociedades se valdrían de la violencia para promocionar sus candidatos, intimidar a sus contrarios y forzar votos para sus partidos61. Algunas más encontrarían en el fraude el recurso más expedito para favorecer electoralmente a los suyos, ya fuera forzando la inscripción de falsos electores, ejerciendo presión sobre jurados y mesas o alterando actas de escrutinio62. Circunstancias como éstas, que invitan a poner en tela de juicio la generalidad teórica de la pedagogía societaria, representaron un serio obstáculo para el cumplimiento de los propósitos formativos de asociaciones como las arriba estudiadas. Poco podía hacerse en

56. La Juventud Católica, Cali, 20 de febrero, 1873; informe Cali.

57. La Juventud Católica, Cali, 30 de enero, 1873; informe Cali.

58. La Juventud Católica, Cali, 20 de febrero, 1873; informe Cali.

59. Así lo haría en mayo de 1869 una junta eleccionaria de Bogotá opuesta al gobierno radical. Véase: “Partido nacional”, Biblioteca Nacional de Colombia (BNc), Fondo A. Pineda, vol. 980 (Bogotá, 22 de mayo, 1869).

60. Sería el caso, por ejemplo, de un círculo conservador del departa-mento de Pamplona, Santander, que en 1867 hizo un llamado al ausentismoconelfindeevitar“unaguerra desastrosa y sin objeto” en el Estado. Véase: “Libertad electoral”, BNc, Fondo A. Pineda, vol. 308, pza. 17 (Pamplona, 1867).

61. Así ocurrió, entre otros casos, con la Sociedad Democrática de Bucaramanga en 1869, así como con la Sociedad Democrática de Bogotá en 1875. Sobre la primera, véase: Orlando Pardo Martínez, Los Pico de Oro, 18-19. Sobre la segunda: El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 28 de mayo y 1 de junio, 1875.

62. Denuncias de este tipo pueden encontrarseen“Unanotificación”,BNc, Fondo A. Pineda, vol. 1002, pza. 179 (Bogotá, 1867), a propósito de los planes de varias juntas políticas con-servadoras de Bogotá; o en “Apela-ción a la opinión pública”, BNc, Fondo A. Pineda, vol. 978, pza. 92 (Cartagena, 22 de diciembre, 1867), en referencia a los actos fraudulentos de una socie-dad democrática de la localidad.

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materia pedagógica si desde la misma práctica asociativa se fomentaban prácticas contrarias a las del “buen sufragio”.

Este contraste, sin embargo, no representaría el único factor que limitó el alcance formativo de las asociaciones. La promoción de un voto libre y “genuino” era fácilmente neutralizada por la posibilidad, siempre presente, de recurrir a las manipulaciones y a la fuerza. Igualmente, los esfuerzos por movilizar un electorado independiente yautónomoentraríanenconstanteconflictoconlaarraigadaexistenciadeactoreseleccionarios tradicionales, más cercanos a las costumbres clientelares y a las soli-daridades caudillistas que a los hábitos de la ciudadanía moderna63. Estos “rezagos” de tradición hicieron más compleja la pedagogía societaria desde la misma base de la práctica asociativa. Muchas de las sociedades político-eleccionarias del período, al haberseorganizadoapartirdeclientelaspolíticasofiliacionesconautoridadestradi-cionales, tuvieron que enfrentar el problema de fomentar una práctica eleccionaria teóricamente moderna entre un público formado, originalmente, en costumbres y valores políticos muy distintos a los de la modernidad, hecho que con seguridad minó laeficaciadesuslaborespedagógicas.

Tales inconvenientes, sin embargo, no deben impedir el reconocimiento de los logros y alcances de la pedagogía societaria durante el período. En un contexto donde los atri-butos de la ciudadanía moderna difícilmente podían ejercerse mediante el sufragio, las asociaciones aparecían como el espacio más propicio para la realización de una prác-tica política relativamente cercana a los principios de la modernidad. Era allí donde se generaban, al menos en buena parte, los discursos de la independencia, la libertad ylasoberaníaysegestionabanhábitosafinesalosvaloresdelaciudadanía.Aunconlas limitaciones y contradicciones del caso, la formación del ciudadano moderno pudo tener un alcance mayor sobre el campo asociativo que sobre la práctica eleccionaria. La ciudadanía del voto no dejaba de ser limitada por los requisitos legales de acceso al sufragio —más o menos excluyentes dependiendo de los estados—, así como por las prácticas violentas y fraudulentas que solían acompañarlo. La ciudadanía societaria, en cambio, era algo más extensa e incluyente. La cercanía de muchas asociaciones con el mundo de la prensa hizo posible que las gestiones modernizantes fomentadas por las primeras llegasen a un público mucho más amplio que el de las comunidades de asocia-dos, e incluso que el de las masas legalmente facultadas para votar.

Aunque tal expansión no sugiere necesariamente una genera-lización de facto de los hábitos ciudadanos, sí permite hablar de un esfuerzo por dar amplia difusión a una pedagogía política que,

63. François-Xavier Guerra, Modernidad e independencias, 361-363.

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Pedagogía societaria en el régimen radical colombiano (1863-1878)

si bien tuvo importantes rasgos instrumentales frente a los objetivos eleccionarios de las sociedades, entrañó un importante compromiso con las prácticas y discursos de la política moderna. Experiencias pedagógicas como las de la Sociedad Unión de Artesanos sugieren que dicho compromiso implicó más que un simple interés por divulgar los valores de un régimen ciudadano deseable, y llegó a involucrar un empeño por hacer posible una práctica política y eleccionaria realmente independiente, autó-noma y soberana. Independientemente de su éxito, esfuerzos como éstos hacen pensar que el ideal de ciudadanía moderna logró calar de manera efectiva en el horizonte de expectativas políticas de algunos actores sociales, y que los esfuerzos pedagógicos de algunas asociaciones no resultaron tan limitados como podrían parecerlo frente a cir-cunstancias políticas y electorales como las del período.

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La historia en perspectiva comparada: entrevista con el profesor Charles Bergquist

La historia en perspectiva comparada: entrevista con el profesor Charles Bergquist

El historiador estadounidense Charles Bergquist es profe-sor emérito del Departamento de Historia de la Universidad de Washington. Desde la década de 1960 ha estado vinculado con Colombia, a donde llegó en un primer momento como miembro de los Cuerpos de Paz, en un intento por evadir su reclutamiento para la guerra de Vietnam, y posteriormente ha mantenido relaciones estrechas con nuestro país como investigador y profesor visitante. Su trabajo se ha centrado en la historia de América moderna en perspectiva comparada y en la historia del movimiento obrero latinoamericano. Entre sus obras más destacadas pueden mencio-narse Café y conflicto en Colombia 1886 – 1910 (Medellín: Fundación antioqueña de estudios sociales, 1981); Los trabajadores en la histo-ria latinoamericana (Bogotá: Siglo xxi editores, 1988) y Labor and the Course of American Democracy (NuevaYork:Verso,1996)1.

Durante el mes de julio de 2010 el profesor Charles Bergquist estuvo en la Universidad de los Andes impartiendo el curso “Historia moderna de Colombia en perspectiva comparada”. Aprovechando esta oportunidad, conversamos con él sobre los aportes y las perspectivas de la investigación sobre el movimiento obrero, la importancia del enfoque comparado en la historia y la relación del historiador con el presente.

1. eN su oBra Los tRaBajadoRes en La histoRia LatinoameRiCana, usted re-alizó uN iNNovador estudio soBre los traBajadores de chile, argeNtiNa,

1. El profesor Bergquist también ha sido editor de Violence in Colombia: the contemporary crisis in historical perspective (Wilmington: Scholarly resources, 1992) y de Violence en Colombia, 1990-2000: Waging war and negotiating peace (Wilmington: Scho-larly resources, 2001), y ha publicado un importante número de artículos en revistas especializadas.

luz ángelA núñez espinelLicenciada en Ciencias Sociales de

la Universidad Pedagógica Nacional

(Bogotá, Colombia), magíster en

Historia y estudiante de Doctorado en

Historia de la Universidad de los Andes

(Bogotá, Colombia). Miembro del grupo

de investigación Historia del tiempo

presente (Categoría A1 en Colcien-

cias). Autora de El obrero ilustrado.

Prensa obrera y popular en Colombia.

1909 – 1929 (Bogotá: Uniandes, 2006) y

coautora de Petróleo y protesta obrera.

La uso y los trabajadores petroleros en

Colombia, 2 vols. (Bogotá: Corporación

Aury Sará Marrugo, 2009)

[email protected].

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veNezuela y colomBia. veiNte años después, ¿qué pieNsa de los resultados de esa iNvestig-acióN?, ¿qué impacto tuvo soBre la historiografía laBoral de américa latiNa?

Yo me siento un poco desilusionado porque no tuvo el impacto que esperaba. Cuando el libro fue publicado algunos lectores se mostraron muy optimistas sobre el futurodelaobra.PerryAnderson,porejemplo,enunareseñaafirmóquesieselibrohubiera sido escrito por un europeo, se hubiera convertido rápidamente en un clásico; después, como esto no pasó, dijo que con el correr del tiempo llegaría a ser una obra clásica y aún hoy eso no ha ocurrido2. Las razones son varias: quizás la más simple es que yo busqué una editorial en Latinoamérica que tuviera la capacidad de difundir el libro, no solamente en los cuatro países que allí se analizaban, sino también en toda la región. Por ello me puse muy contento cuando logré que Siglo xxi Colombia lo publi-cara, porque esta editorial tenía su sede principal en México y otras sedes en Buenos Aires, Bogotá y Madrid, pero aproximadamente seis meses después Siglo xxi Colombia quebró. Yo recuerdo que alguna vez fui a la editorial y en la bodega estaban mis libros y los de muchos otros autores, como Daniel Pecaut, sin distribuir, porque ya no había recursos para promover las publicaciones. En parte por ello el libro fue muy poco conocido, aun en los sitios donde Siglo xxi seguía funcionando, porque no había apoyo de la casa colombiana. La edición en inglés tuvo mayor circulación y se hicieron dos ediciones,perotampocopodríaafirmarsequetuvounadifusiónmasiva.Ademásdelasdificultadesenladistribución,creoquelasuertedel libronofue

la óptima por otras razones. La más importante fue el momento de su publicación, en vísperas del colapso del la Unión Soviética y del consecuente repudio del socia-lismo en muchos lugares del mundo. Por otro lado, debe mencionarse el impacto del giro lingüístico y del giro cultural, que cobró fuerza más o menos en los años ochenta y ha seguido siendo una corriente arrasadora en todo el mundo, pero sobre todo en los paísesdesarrollados.Esohasignificadoqueelusodelapalabralabor, en inglés, se con-sidere obsoleto; por ejemplo, cuando un estudiante de posgrado quiere trabajar sobre labor, que quiere decir al mismo tiempo trabajo, sindicalismo y modo de producción, se considera que es un tema anticuado, que ya no es importante. Todos estos aspectos haninfluidoenqueellibronohayatenidoelimpactoqueyoespe-raba, aunque sigo pensando que el tema es muy importante, en parte porque todos trabajamos, todos sufrimos los problemas del trabajo bajo el capitalismo, así como también vimos los problemas del trabajo bajo el socialismo que conocimos, y tarde o temprano creo que los historiadores van a volver con fuerza a este tema.

2. Los comentarios de Perry Ander-son a Los trabajadores en la historia latinoamericana se encuentran en una reseña publicada en These Times (abril 6-12 1988) y en la presentación de la edición en español del libro.

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2. eN Los tRaBajadoRes en La histoRia LatinoameRiCana se plaNtea que las difereNtes formas de iNsercióN de las ecoNomías latiNoamericaNas al sistema capitalista muNdial soN el elemeN-to clave para la explicacióN del papel del movimieNto oBrero eN la evolucióN de las sociedades latiNoamericaNas. alguNos críticos coNsideraroN que era uNa explicacióN ecoNomicista, pero usted se ha mostrado opuesto a ese tipo de eNfoques y ha propuesto como método explicativo la iNterrelacióN de los elemeNtos del camBio social ¿podría explicarNos cómo se relacioNa esta tesis, fuNdameNtalmeNte ecoNómica, coN otros aspectos ceNtrales para el aNálisis del camBio social, como la cultura, la sociedad o los sistemas políticos?

Yo diría que, aunque pareciera que éste es un libro económico, realmente es cul-tural. Es un trabajo social y cultural porque se ocupa de analizar cómo se crea una percepción, cómo se construye una identidad nacional, cómo se forma la identidad de los trabajadores y cómo las personas entienden el mundo alrededor suyo. Sin embargo, el enfoque de la temática es distinto al que vienen desarrollando los estudios culturales porque, en comparación con éstos, es un trabajo que tiene los pies en la tierra, que liga el mundo cultural y de las percepciones con el mundo material. Por lo anterior, consi-dero que quienes ven allí una explicación economicista no han leído el libro a fondo.

3. eN uNa respuesta aNterior usted meNcioNó que las iNvestigacioNes soBre traBajadores y movimieNto oBrero se haN dejado uN poco de lado porque se coNsidera que el tema ya No tieNe mucha importaNcia. eN esta misma líNea, ¿podría explicarNos cómo aNaliza los camBios exper-imeNtados eN el muNdo del traBajo eN los últimos años y sus efectos eN el aNálisis histórico?

Es una pregunta muy buena, porque cuando hablé de la suerte de mi libro [Los trabajadores en la historia latinoamericana], debí mencionar el hecho de que apareció en un momento de fuerte declive del movimiento obrero, no solamente en los países avanzados, sino también en Latinoamérica y otros lugares del Tercer Mundo, y como consecuencia, el tema dejó de considerarse importante. El porqué de este retroceso está explicado, o tratado por lo menos, en esta obra, y también en Labor and the Course of American Democracy. Podríamos decir que hubo cierto entendimiento entre los movimientos obreros fuertes, que emergieron de la crisis de la Gran Depresión mun-dial y de la Segunda Guerra mundial, y el capital, y que este compromiso estructuró en gran parte la historia del mundo durante un buen tiempo. Los trabajadores en el mundo capitalista, liderados por los sindicatos de la principal potencia industrial en la posguerra, llegaron a un entendimiento con el Estado y con el capital, para preser-var sus organizaciones y alcanzar una porción de las ganancias de una productividad creciente a raíz de una revolución constante en los medios de producción. Eso fue lo que ellos recibieron, pero lo que concedieron a cambio fue su lucha por el control

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del proceso productivo, dejando rienda suelta a los capitalistas para que decidieran sobre la organización del trabajo.

Enfatizo en este punto porque estoy convencido de que la lucha por el control de la organización del trabajo es el elemento fundamental que liga a toda clase de traba-jadores, incluso a quienes a veces no son considerados en la historia laboral, como los profesores universitarios o los pequeños productores cafeteros, por citar un ejemplo colombiano. Cualquier historiador o académico puede ver eso en su propia vida, por-que quienes escogen ser profesores no lo hacen por la expectativa de obtener grandes ingresos, sino en parte porque pueden tener más control sobre cómo trabajan. Esta idea puede encontrarse en Marx, quien decía que lo que distingue a los seres humanos de las abejas y las hormigas, que son muy buenas trabajadoras y son muy productivas, es el hecho que estos animales no son capaces de idear, de conceptualizar un trabajo y luego pensar cómo realizarlo.

Al ceder en esa lucha por tener participación en la conceptualización del trabajo y en cómo hacerlo, esos sindicatos y esos trabajadores en cierto sentido pierden parte de su humanidad. Más aún, yo creo que dicha situación está en la raíz de muchos de los problemas que se observan, sobre todo en Estados Unidos, empezando por la calidad de los productos y la pérdida de competitividad en la producción de bienes industria-lizados, pero también en otros ámbitos como en la incidencia del uso de drogas.

Ahora bien, los historiadores han dejado de estudiar los temas laborales y del movimiento obrero porque no tienen presente la situación que acabo de explicar. Sin embargo, existen excepciones y algunos académicos se siguen ocupando de estos pro-blemas. Quiero mencionar una excepción, y esto es muy personal, porque mi actual esposa es una historiadora coreana que estudia el movimiento obrero de su país3. ElcasodeCoreaesmuysignificativoporqueenlosañosochentaelmovimientoobrerode esa nación siguió una dinámica diferente a la que dominaba en la mayor parte del mundo, y a través de una coalición liderada por trabajadores industriales, junto con estudiantes y la clase media, lograron democratizar su país y cambiar la vida de millones de personas. No obstante, hoy en día los trabajadores coreanos no tienen tanta fuerza como en ese entonces y están afectados por las mismas tendencias mundiales que sus colegas en otros lugares. Con este ejemplo he querido mostrar también que los movimientos laborales son cíclicos, como el capitalismo, y que así como sufren procesos de retroceso, también pueden volver a cobrar fuerza

3. HwasookNamesprofesoradehistoria de Corea en la Universidad de Washington. Autora de Building ships, Building a Nation: Korea´s Demo-cratic Unionism under Park Chung Hee (Seattle: University of Washington press, 2009) y de “Shipyard Women and the Politics of Gender: A case study of the Ksec Yard in South Korea”, en Gender and Labor in Korea and Japan: Sexing Class, eds. Elyssa Fai-son and Ruth Barraclough (London: Routledge, 2009).

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y ser nuevamente importantes. Eso quiere decir que quienes piensan que este tema es cosa del pasado, se equivocan porque no entienden su dinámica histórica.

4. eN estos momeNtos usted se eNcueNtra desarrollaNdo uNa iNvestigacióN soBre los par-tidos de izquierda eN colomBia ¿podría coNtarNos soBre este traBajo?

Muy brevemente diría que no es sobre partidos o sindicatos, sino sobre la izquierda como un todo, como un fenómeno cultural. En este trabajo busco explorar una para-doja central para comprender la historia colombiana: el hecho de que hoy en día exista una insurgencia armada fuerte, a pesar de que movimientos similares han des-aparecido en casi todos los demás países de la región, podría dar lugar para pensar que la izquierda es fuerte, pero ésta históricamente ha sido muy débil. En cierta medida, la idea del libro en el que estoy trabajando no es muy original respecto a mi obra ante-rior; retoma algunas líneas de análisis que había trabajado y trata de desarrollarlas hastafinalesdelsigloxx y principios del siglo xxi.

Yo sostengo que buena parte de la izquierda colombiana, no solamente los grupos armados, tiene una idea muy mal formada de la historia del movimiento izquierdista ensupaís.Piensanqueesdébilporlarepresión,yqueesojustificalareacciónarmada.Pero si uno mira de cerca la historia de la primera mitad del siglo xx, fuera de los encla-ves petroleros y bananeros, en el corazón de la economía colombiana prevalece un conjunto cultural donde es muy difícil que penetren las ideas de izquierda. En parte esto ocurre porque la misma izquierda no ha enfatizado en el tema del control del pro-ceso productivo, del cual ya he hablado, y se ha centrado demasiado en el hecho formal de quién es dueño de los medios de producción. Así, por ejemplo, cualquier pequeño trabajador cafetero, sea arrendatario, aparcero o jornalero, aspira a la tierra, pero tal vezlaizquierdahamalinterpretadoesteanhelo.Aquílapreguntaclavees:¿Tierraparaqué?Porquecuandoestosllamadoscampesinosobtienentierra,loquelogranesprin-cipalmente un mayor control sobre el proceso laboral. Esta idea puede verse en una parte del libro de Nicolás Buenaventura ¿Qué pasó camarada?4, cuando el dirigente del Partido Comunista narra un encuentro con campesinos cafeteros ocurrido en los años cuarenta, en el que se discute quién sería el dueño de la tierra en el socialismo.

5. sus iNvestigacioNes se caracterizaN por desarrollar uNa per-spectiva comparativista ¿qué importaNcia le asigNa usted a la histo-ria comparada para el estudio de américa latiNa, y cuáles seríaN los aportes más sigNificativos de este eNfoque?

4. Nicolás Buenaventura, ¿Qué pasó camarada? (Bogotá: Ediciones aper-tura, 1992).

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La perspectiva comparada es muy importante para el estudio de la historia lati-noamericana, pero yo diría que es más importante para los norteamericanos porque se suele presentar la historia de los Estados Unidos como caso único. Por lo menos los estudiosos latinoamericanos saben algo de Venezuela o de México, y a pesar de que no investigan mucho la historia de los países hermanos, sí tienen alguna idea sobre el tema y esa es la base para desarrollar una comparación. En oposición a esa idea de la singularidad de la historia norteamericana, he tratado de mostrar en el curso que estoy dictando actualmente que existe gran unidad en la historia de todo el con-tinente, sobre todo en cuanto al siglo xix, aunque también durante el periodo colonial.

En un nivel más general, creo que la historia comparada es importante porque la comparación se basa en la separación de variables, para usar una palabra propia de las ciencias sociales. Los historiadores somos muy buenos para explicar a partir de la mencióndeunainfinidaddecausas,perosindudaalgunassonmásimportantesqueotras, y la comparación nos ayuda a separar las variables y a sopesarlas. Esto es fun-damental porque el historiador tiene la tendencia a perderse en la complejidad de un caso único. Además, la historia comparada ayuda a corregir el chovinismo cultural, porque a pesar de no querer serlo, en cierto sentido todos somos nacionalistas y pen-samos que nuestra historia es única y distinta. Yo creo que la historia comparada nos muestra, por un lado, que eso es cierto y, por otro, que hay mucho que compartimos, tanto en términos culturales como históricos.

6. ¿eN qué se difereNcia la historia comparada coN otras perspectivas, como la historia coNectada o historia cruzada?

En mi libro Labor and the Course of American Democracy trato ambas clases de historia, puesto que, como evidencia el subtítulo de la obra, se trata de una Historia estadouni-dense en perspectiva latinoamericana. Allí trato de probar, entre otras cosas, que el auge delimperialismonorteamericanoafinalesdelsigloxix obedece en gran medida a los temores de la clase dirigente a la movilización tanto rural como urbana de los tra-bajadores norteamericanos y que, obviamente, la expansión estadounidense afecta profundamente la historia de otros lugares, especialmente a Latinoamérica. También en el libro sobre los trabajadores latinoamericanos muestro que precisamente en los lugares a donde va el capital y el imperialismo norteamericano, surgen los movimientos obreros más fuertes de América Latina. Para mí esto es historia conectada y es historia cruzada, porque situaciones que son consideradas como particulares de un país u otro, en realidad son parte de un proceso más amplio que se encuentra interrelacionado.

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Por ejemplo, la lucha democrática de los trabajadores en un lugar afecta la trayec-toria del movimiento obrero en otra parte del hemisferio. Aun los historiadores de izquierda en Estados Unidos, que son contados, no aciertan a explicar muy bien la trayectoriadelmovimientoobreroenesepaís,queeramuyfuerteafinesdelsigloxix y principios del siguiente, pero por alguna razón perdió primero su independen-ciaideológicaypolíticayluegosupoderíoeinfluenciasocial.Yosostengoqueesteproceso está en gran parte relacionado con el Imperio, pero para lograr entenderlo es necesario situarse en una perspectiva comparada.

7. eN su crítica a la oBra histoRia doBLe de La Costa5, usted señaló tres pilares del método histórico (domiNio de la historiografía, evaluacióN crítica y refereNcias exactas de las fueN-tes primarias e iNtercoNexióN dialéctica de todos los aspectos del camBio social)6. ¿qué Nos puede decir al respecto, cuaNdo hoy difereNtes corrieNtes cuestioNaN la uNidad de método y de fiNes de la discipliNa histórica?

Yoconsideroqueestospilaresson,enefecto,muyafinesaciertasafirmacionesposmodernas, porque ideas como que no hay una verdad histórica única, que no existe una sola voz sino múltiples voces, que todo es contingente y nada es determi-nado, hacen parte de los principios y del entrenamiento básico tradicional de todo historiador sobre cómo manejar la historiografía y las fuentes primarias. Los his-toriadores no pensamos, como lo hacen muchos cientistas sociales y seguramente algunos académicos provenientes de las humanidades, que hay “hechos” históricos; nosotros tenemos claro que hay diferentes percepciones de los hechos y la forma-ción del historiador está encaminada a aprender a leer y corregir, o por lo menos reconocer el sesgo en cualquier fuente primaria y, obviamente, en cualquier escuela de interpretación histórica. Pero esto quiere decir que uno mismo tiene que inte-rrogarse,comoloplanteóOrlandoFalsBorda,¿Porquéestudioesto?¿Aquégrupossocialessirveestainvestigación?¿Cuálesmipropósitopolíticoalrealizarla?Aunquelos historiadores muy pocas veces lo hacen de manera explícita, creo que de alguna

manera estas preguntas están presentes en sus metodologías. Por eso yo estoy muy agradecido con Fals Borda, porque me ayudó a definirmecomohistoriador.

8. a meNudo se dice que el aNálisis histórico está relacioNado eN for-ma directa coN el preseNte. a propósito de esta afirmacióN, ¿cómo juz-ga usted las relacioNes actuales eNtre estados uNidos y américa latiNa

5. Orlando Fals Borda, Historia doble de la costa, 4 vols. (Bogotá: Carlos Valen-cia editores 1979-1986).

6. Charles Bergquist, “En nombre de la historia: Una crítica disciplinaria de Historia doble de la costa”, Huellas no 26 (agosto de 1989): 40-56.

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vistas eN la perspectiva histórica del impeRiaLismo, uN térmiNo que usted ha utilizado eN alguNos de sus escritos?

Uno pensaría que la elección de Obama como presidente de Estados Unidos iba a cambiar en algo esa relación imperial que existe entre las dos partes del hemisfe-rio, situación que he analizado históricamente en el tercer libro que escribí [Labor and the Course of American Democracy], centrándome en la relación entre Estados Unidos y Latinoamérica después de la independencia, y sobre todo durante el siglo xx. Pero Obama no ha podido cambiar casi nada; aunque tiene buenas intenciones, no ha sido respaldado por una fuerza social organizada como ocurría antes, por ejemplo, en los años treinta y cuarenta. En esa época por lo menos había un movimiento obrero fuerte, pero en la actualidad no existen otras organizaciones que puedan llenar ese vacío.Unbuenejemploes suesfuerzopormodificarymejorarel sistemade saludpública. Parece increíble, pero Colombia tiene mejor sistema de salud pública que los Estados Unidos. Hoy en día los grupos de derecha están en las calles manifestándose en contradelareforma,pero¿dóndeestánlosdeizquierda?,¿dóndeestamos?

Regresando nuevamente a la pregunta, desde otra perspectiva creo que sigue siendo pertinente la utilización del concepto de imperialismo, pero vamos a tener que ampliar el término omodificarlo porque China ya está empezando a jugar un roldeterminante en el mundo.

9. ¿cuál ha sido el impacto de la llamada “guerra coNtra el terrorismo” eN los estados uNidos y sus repercusioNes eN la academia?

Esta situación ha tenido grandes efectos y no solamente en la academia. Estados Unidos se encuentra involucrado en dos guerras que no parecen tener fin y estánminando la salud económica, social, cultural y sicológica del país. Por ejemplo, se están destinando a la guerra recursos que deberían invertirse en la salud pública o en la educación, sectores donde se ha producido un retroceso enorme. Esto puede verse en California, que tenía el mejor sistema educativo público y se está yendo a pique. Cuando se habla de guerra contra el terrorismo, yo pienso en la otra guerra proclamada hace tiempo, que era la guerra contra las drogas. Pero la expansión de la droga ha sido espan-tosa, al punto que ha llevado a Estados Unidos a tener una cantidad increíble de presos en sus cárceles sin reducir el consumo. Como los colombianos saben mejor que nadie —porque la droga ha tenido efectos muy destructivos en su país— y como se está viendo hoy en día en México, ese no es solamente un problema derivado de la producción. Por ejemplo, el consumo legal de narcóticos y de calmantes ha alcanzado proporciones

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epidémicas en los Estados Unidos, por no hablar de la producción de drogas sintéticas. Entonces, yo creo que esto es síntoma de una enfermedad muy honda en la sociedad norteamericana y considero que, por lo menos, una de sus raíces está en el mundo laboral, porque un norteamericano gasta en promedio una tercera parte de su vida en el trabajo, y seguramente si una persona quiere encontrar el equilibrio de su existen-cia,porlomenosdeberevisarquéestáocurriendoahí.Poresoafirmoquelosestudioslabores tienen mucho que aportar en la actualidad.

10. usted ha sido uN defeNsor del compromiso social del historiador ¿podría explicarNos cómo eNtieNde este compromiso y cuáles seríaN sus alcaNces hoy, a comieNzos del siglo xxi?

En la clase hablamos de las protestas de Seattle en 1999 contra la Organización Mundial del Comercio (omc). Menciono nuevamente este tema porque yo participé en esas jornadas y luego escribí sobre esto en el periódico de la Universidad Nacional7. Recuerdo que durante un buen tiempo tuvimos el control de las calles de la ciudad, porque la cantidad de personas era abrumadora y la policía no esperaba semejante concurrencia. Llegaron personas de muchas partes del mundo, inclusive vinieron de Corea miembros de unas asociaciones agrícolas que querían defender a los pequeños productores y en alguna esquina de la ciudad reclutaron a mi esposa para traducir al inglés sus demandas. Yo he trabajado con muchos sindicatos en Seatlle; allí ocupé una cátedra fundada en memoria del líder sindical Harry Bridges, quien perteneció a un sindicato de estibadores muy democrático, influenciado por el Partido Comunista.Cuando Bridges murió, los veteranos del sindicato decidieron que en vez de un museo

ounaestatua,ibanafinanciaraperpetuidaduncentrodeestudioslaborales dedicado a programas de educación con los sindicatos o al desarrollo de investigaciones sobre temas laborales8. Durante las protestas me encontré a mucha de esa gente en las calles, y también a antiguos estudiantes a quienes no había visto por mucho tiempo. Fue una jornada muy importante y muy festiva en cierto sentido; pero además, participar en esas actividades ayuda a aclarar qué es lo importante. Después uno regresa a los archivos o a la biblioteca con una claridad que no tenía antes.

Podría decirse que en buena medida el académico es quien más se beneficiadeesarelación.Porejemplo,cuandohicelainvestigaciónsobre los trabajadores latinoamericanos, al principio el objetivo no era hacer una historia del movimiento obrero; éste era apenas un

7. Charles Bergquist, “Las protestas de Seattle¿Políticademocráticaparaunnuevosiglo?”,UN Periódico n.o 7 (febrero 13 de 2000): 5-7.

8. SerefierealHarry Bridges Center for Labor Studies, creado en 1992 como dependencia adjunta de los departa-mentos de Historia y Ciencias Política en la Universidad de Washington, gracias a las contribuciones de cien-tos de trabajadores y ex trabajadores vinculados a la International Longs-hore and Warehouse Union (ilWu), sindicato fundado y dirigido durante varias décadas por Harry Bridges. Cfr. http://depts.washington.edu/pcls/about.html.

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componentedelproyecto.Yoqueríaestudiarcómoinfluíalaeconomíadeexportaciónqueseformóafinesdelsigloxix en la trayectoria histórica de los países latinoameri-canos, porque como buen estudiante de la Cepal, sabía que una economía cafetera no eraigualaunaeconomíapetrolera,yqueesoinfluíamuchoeneldesarrollomismodel capitalismo en cada país latinoamericano. Además, quería ampliar la perspectiva y analizar partidos políticos, cultura, ideas y movimiento obrero. Pero cuando empecé a investigar en Argentina, en plena guerra sucia, un buen día bajé al subterráneo y para mi sorpresa no había nadie, porque los trabajadores habían entrado en paro. Claro que por la censura eso no se publicaba en los periódicos, y de pronto vi venir un tren manejado por militares argentinos con uniformes al estilo norteamericano. Entoncesyomepregunté,¿quiénessonestostrabajadoresferroviariosqueenmediode una guerra sucia son capaces de salir a la huelga y parar el transporte en el capital argentina?LuegofuiaChileymientrasbuscabaapartamentopaséporelPalaciodelaMoneda y pude observar los huecos de los proyectiles que habían disparado cuando derrocaron al presidente Salvador Allende. Sentía como si los trabajadores fueran lle-gando a mi puerta y me dijeran “déjennos entrar”. Finalmente, en los ensayos del libro muestro que las luchas de los trabajadores, que son culturales y sociales, a veces terminan eclipsando o dominando a las mismas fuerzas materiales y económicas que los habían formado a ellos en un principio.

Desde mi punto de vista, esa dialéctica es la parte más importante del libro, y creo que también hay una dialéctica entre luchas sociales y producción académica. Yo he insistido, y esto es una diferencia con muchos que trabajan en estudios culturales, que sí hay unas versiones del pasado que son más apropiadas, más verídicas que otras y que esas versiones resultan ser las más democráticas. Pero cuando yo digo esto se escandalizan tantoquienes sonde izquierda, comoquienes sondederecha. ¿Cómoes posible, como he tratado de demostrar en mi artículo criticando a Fals Borda y en otros escritos, que la profesión histórica, sus métodos, sus fuentes y sus interpretacio-nestiendanaseratravésdeltiempocadavezmásdemocráticas?¿Cómoseexplicaeso?Puesyocreo,yesoesvolviendoaMarx,quequienessonopresorestienenqueengañarse para sentirse bien, mientras que los oprimidos tienen que ver las cosas cla-ramente para poder mejorar sus vidas. Las verdades de los oprimidos son las que ganan la batalla de las ideas con el correr del tiempo, y este proceso es la fuente de la demo-cratizaciónprogresivadelmundomoderno.Aunqueéstaesunaafirmaciónmuyfácilde entender, creo que muchos académicos de hoy no quieren confrontarla.

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Reseñas

Boutry, Philippe, Pierre Antoine Fabre y Dominique Julia. Reliques moder-nes. Cultes et usages chrétiens des corps saints des Réformes aux révolutions. 2 Vols.París: Éditions EHESS -Col. En temps et lieux-, 2009, 903 pp.

Ante todo es necesaria una aclaración “temporal” para poder hablar con toda exactitud sobre esta obra excelente, envidiable, por las vías de investigación que actualiza o que abre, por la amplitud de las dimensiones que pone en juego en el examen de un problema que para un espíritu desatento parecería perfectamente cir-

cunscrito y por la calidad de las investigaciones en que se apoya y que en parte son el sustrato de la obra. La expresión Reliques moder-nes quiere decir aquí que el objeto de investigación concentra la mayor parte de sus exploraciones en el lapso que va, aproximada-mente, del siglo xvi al siglo xviii. Desde luego, de manera práctica los trabajos reunidos en la obra van más allá de ese límite cronoló-gico. Hacia atrás, porque el problema de las reliquias —de manera básica el cuerpo de Cristo y los cuerpos de los santos y los objetos que estuvieron en contacto con ellos o que formaron parte de su martirio (cuando se trata de un mártir)— es una antigua realidad del cristianismo. Hacia adelante, porque el problema tiene formas contemporáneas sorprendentes, que si bien no son el objeto del libro, son más que aludidas y esbozadas.

Reliques modernes es una de las obras mayores de tres de los espe-cialistas mayores de la historia del cristianismo y de la historia de las religiones1, apoyados aquí por casi una veintena de investigado-res que examinan el problema señalado en el título del libro desde puntos de vista muy amplios. Estos puntos de vista hacen pensar en la noción de Marcel Mauss del “hecho social total”, pues de la lec-tura de la obra queda clara la idea de que una reliquia es al mismo tiempo un hecho religioso, pero no menos económico, simbólico, político y cultural, lo que hace que en términos de investigación los acercamientos puedan ser múltiples –tanto desde el punto de vista

1. Según recuerdan los editores del libro, Boutry, Fabre y Julia son auto-res en conjunto de tres obras de las que sabemos su importancia para los investigadores de la historia de las religiones, los cultos religiosos y los movimientos sociales en torno a la religión: Reine au Mont Auxois: le culte et le pèlerinage de sainte Reine des origines à nos jours (1997), Pèlerins et pèlerinages dans l’Europe moderne (2000), Rendre ses voeux: les identités pèlerines dans l’Europe moderne (2000) y Alphonse Dupront. Genèse des temps modernes (2001).

Renán SilvaSociólogo e historiador, Doctor en

Historia Moderna de la Universidad de

París I, Pantheón-Sorbonne (Fran-

cia). Profesor del Departamento de

Historia de la Universidad de los Andes

(Bogotá, Colombia). Realiza investiga-

ciones sobre historia política y cultural

de los siglos XVIII y el XX.

[email protected]

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215Reseñas

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del enfoque como del método, y ello sin necesidad alguna de declaraciones solemnes acerca de que nos encontramos ante una “nueva disciplina”, y sin el recurso al lugar comúndelasafirmacionesformalessobrelainterdisciplinariedad—.Lamultiplicidadde perspectivas es, dicho de manera simple, una “imposición del objeto”, cuando el investigador es capaz de tomar en cuenta que un objeto cargado de tanto espesor, ins-crito en tan complejos sistemas de relaciones, no puede ser considerado desde una sola perspectiva, por atractiva que ésta pueda parecer.

Como no resulta fácil escribir sobre cada uno de los artículos que componen lo que a su manera es también una “pequeña enciclopedia” de un gran cuestionario con el que habría que abordar el problema de las reliquias, sobre todo en sociedades como las nuestras en las que el problema es, por una parte, fácilmente visible en la historia de ayer y en la realidad de hoy, y por otra, poco investigado más allá de los estudios de caso puntuales, casi siempre desprovistos de la fuerza histórica que parece exigir su estudio podemos tomar más bien el camino de señalar los elementos de enfoque que caracterizan esta obra en su conjunto.

No hay duda de que las investigaciones que presenta Reliques modernes tienen un enfoque moderno, tomado de las ciencias sociales y de manera muy particular de la sociología. Dejando de lado cualquier tentación de introducir preguntas esencia-listas sobre el carácter auténtico o no auténtico de las reliquias, y apartados como investigadores de las disputas propias de los creyentes en este terreno, la obra se concentra en tres preguntas básicas, a partir de las cuales construye múltiples inte-rrogantesparticulares:¿Cómoseinventanlasreliquias?¿Cómocirculanlasreliquias? ¿Cómoseutilizanlasreliquias?

Para contestar estas preguntas, que como es de suponer exigen la puesta en acción de métodos y técnicas diversos —en función de preguntas y de fuentes disponibles—, los autores han introducido una variación que no puede pasar desapercibida para el lector. Como se sabe, el problema de las reliquias cristianas, la cuestión de su tras-lado de Oriente a Occidente y las disputas en torno a su autenticidad y propiedad son un asunto que ha sido repetidas veces estudiado en el pasado. De hecho, Alphonse Dupront, gran maestro e inspirador de los directores de esta obra, ya lo había hecho. La variación consiste en no remitir el problema al campo de las cruzadas y al funciona-miento de las reliquias en el Medioevo, sino traerlo a otro tiempo histórico.

Esa “pequeña” variación —de ahí el título de Reliques modernes— le da toda su fuerza a laprimerapregunta-guíade losautores:¿Cómose inventanlasreliquias?Segúnlostrabajos que componen la obra, las reliquias no son cosas del pasado; no constituyen una

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216 Reseñas

especie de depósito canónico para siempre establecido. Por el contrario, se inventan y reinventan a cada momento, más allá de su aparente estabilidad. Como lo señala la intro-ducción del libro, las reliquias no sólo se veneran, sino que también son objeto de disputa yoportunidaddedescalificación.Además,enciertoscasossonobjetodereafirmación:sobre ellas corre un frondoso discurso, hecho de saberes complejos. Sus aceptaciones o rechazos —la reliquia buena y la reliquia mala— se incrustan a veces en polémicas mayores, como la que tiene que ver con la imagen y con las formas de representación.

Aquí es necesario precisar el sentido de la palabra “inventar”, para que no se piense que se trata de un término utilizado en la acepción más reciente y popular en las ciencias sociales. Invención quiere decir aquí simplemente creación histórica, inclusión de un hecho en un sistema de representaciones, sin anular la materialidad de los procesos y sin reducir la “invención social” al discurso que inexorablemente acompaña y condiciona a todo hecho social. Invención quiere decir inclusión de todo acontecimiento en un marco institucional y en un sistema de prácticas que pone en conexión múltiples actores2.

Lo que en ciencias sociales se designa como invención, como cuando decimos “la invención del Nuevo Mundo”, es un proceso complejo que sintetiza múltiples fuerzas, aunque tales fuerzas permanezcan ocultas a los agentes del proceso. La idea de reducir talesfuerzasaldiscursodeunsujetoparticularoaun“hechodediscurso”,reflejaunasimplificaciónqueluegosepagaenelanálisis.Estosucedecuandosepiensaqueel“ardid”deinvocarlapalabra—“invención”,“construcción”—resultasuficienteparaque el investigador se sienta liberado de mostrar de manera empírica las condiciones y circunstancias que han permitido esa amalgama inseparable de hechos y represen-taciones —de acontecimiento y fantasma— que designamos como invención.

Hay que agregar además que los autores de la obra no han cedido a la tentación de tantos trabajos recientes de la historia y de la antropología, que asumen el análisis de los “objetos” como si se tratara de una histo-ria autónoma, como si los objetos pudieran ser pensados al margen de los sistemas de relaciones que los especifican y Los constituyen en una configuraciónparticular—queno es, por otro lado, simple-menteunaconfiguraciónde“sentidoasignadolibrementeporlossujetos”—, dando lugar a una forma de análisis de la que cuando menos podría sospecharse su inclinación al “tecnologismo”, o aun peor, al fetichismo, como lo había observado Marx y luego de él autores que van desde Walter hasta Jean Baudrillard.

2. No hay que olvidar que uno de los primeros historiadores que puso a funcionar la noción de invención (invención de la tradición) fue un historiador de fuertes creencias mar-xistas, sin que el uso de tal noción lo convirtiera a una de las “religiones del discurso” y la “construcción social de…”. Véase Eric Hobsbawm y Terence Ranger eds. The Invention of Tradition (Cambridge: University of Cambridge, 1983).

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Utilizando de manera no simplemente analógica la palabra, hay que decir que las reliquias participan de un mercado que tiene sus propias “leyes de oferta y demanda”, tal como lo demostró Michel Vovelle en un trabajo célebre –Piedad barroca y descris-tianización. Vovelle estudió el culto de los santos en un período más que secular de la historia francesa, aunque con una recarga no siempre útil de historia cuantitativa. Ofrecer pistas y luces sobre las condiciones de ese mercado, sobre la existencia del hit-parade de los santos y de las reliquias, en función de elementos externos a ellos (por ejemplo, las relaciones entre las órdenes religiosas o entre el clero secular y las órdenes,oentreelconjuntodelosactores—incluidoslosfieles—yelvaticano,esdecirel Papa y el cuerpo de los obispos que encarna el poder legítimo), resulta una tarea de investigación importante, porque los actores del proceso son los “reguladores del mer-cado”, y lo que aparece en principio como “cultos de devoción” puramente aleatorios, por el camino del análisis resultan ser productos de relaciones de fuerza y de estrate-gias que el análisis debe hacer visibles.

De la invención pues a la circulación de las reliquias y a sus formas de apropiación. Aquí las exigencias empíricas siguen siendo grandes para el analista y los autores de la presente obra parecen salir bien librados del desafío, no sólo por la pluralidad de fuentes y su tratamiento con enfoques y métodos diversos, sino porque la circula-cióndelasreliquiasdalugaralmismotiempoaunaextensareflexiónsobreelhilode continuidad que la reliquia extiende sobre la propia historia del cristianismo, sin importar que ella sea falsa o verdadera. El efecto imaginario sobre los creyentes de la existencia de partes de los cuerpos de santos y mártires, de la propia cruz en donde el Nazarenofuecrucificado,detodoloqueofrezcatestimoniodelaexistenciahistóricadel cristianismo y además la vigencia a través de tales testimonios, de las verdades reveladas, no puede ser más que un motivo de fe y una forma de ligarse a una his-toria desde hace siglos presente. Los misterios y la fuerza de la fe se anudan en las reliquias —los testigos sobrevivientes de un pasado que constituye el cristianismo en historia viva, y que acerca las verdades reveladas a una forma de arqueología abierta a la contemplación del creyente—. Todo eso no puede ser más que un nuevo motivo de expansión de la creencia religiosa.

Circular, ser vista, recorrer el mundo, no importa que lo sea como lugar de trán-sito, asegurar nuevos peregrinajes —hoy en día en el marco del turismo religioso de masas—, instalarse en tipos particulares de museos que son al mismo tiempo lugares defeyderecogimiento,nosayudanarecordarelcaráctereficazysiempreactualizadodel uso (la exposición) de la reliquia.

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Los traslados de reliquias, la discusión sobre su propiedad, las polémicas sobre su autenticidad y las formas que pueden asumir éstas en la “época de su reproductibilidad técnica” —de la fotografía a las actuales formas de la imagen sobre la Internet—, todas son elementos claves de apropiación, formas nuevas de contacto con el testimonio vivo deunahistoriaquereafirmalafeymodosdeexistenciadelasrelacionesentreelmundode los vivos y el mundo del más allá. Es un verdadero laboratorio de observación para el estudioso interesado en las formas como este mundo se reproduce y sigue su curso.

Más allá de lo que la obra enseña de manera concreta sobre ésta o aquella forma de invención de una creencia, sobre la forma como un objeto se desplaza y viaja, o lo que enseña sobre la manera como los creyentes la instalan en el centro de sus devociones, invitaaunareflexiónmásgeneralenelcampodelaantropologíadelacreencia,conlaven-tajadequesetratadeunareflexiónancladaenunainmensaencuestaempírica,loqueenprincipio debe impedir las generalizaciones que apoyadas en tres o cuatros pequeños estu-diosdecasotratandepresentarsecomoconclusionesdefinitivassobrela“religiosidad”.

Un punto que resultaría importante de ampliar en el análisis, pues me parece que noencuentraunlugarsuficienteenlaobraquecomentamos,eselquetienequeverconellugardelosfielesenla“invención”delasreliquias.Desdehacetiemposabe-mos,conDurkheim,quelareligiónesunhechosocial,unasuntodeprácticasydecreencias colectivas. Sabemos asimismo que de manera más activa de lo que se piensa, losfielessonproductoresyreguladoresdelascreenciasalasqueseadhierenencadauna de las religiones de las que participan. Dicho de manera escueta y bajo forma pro-saica: hay una oferta de fe que no puede ser comprendida por fuera de una demanda de fe y de las regulaciones que imponen los jefes de Iglesia no se pueden separar tanto comosepiensadeloqueesaceptableparalosfieles(losconsumidoresdefe).

Un ejemplo sencillo puede ilustrar la situación: cuando hace poco el Vaticano se desprendió de la creencia en las ánimas del purgatorio, nadie dentro de la feligresía, ni popular ni de élite, ni fanática o ilustrada, parece haberse sentido muy molesto. Hay un estado de fe colectivo al que las ánimas del purgatorio lo traen sin cuidado. Hace dos siglos, por decir una fecha, no sólo el cristianismo europeo, sino también el hispano-americano hubieran encontrado esa posición de abandono como un hecho escandaloso.

En el campo de la investigación de las reliquias —como en el de los milagros— losjefesdelrebañodebencontar,delejosodecerca,conlascreenciasdelosfieles. De hecho, muchas de las decisiones de la Iglesia católica sobre las reliquias han dependidomenosdeladoctrinaymásdelafedelamayoríadefieles;además,enmuchas ocasiones la Iglesia católica ha tenido que entrar en negociaciones complejas

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consusfieles,comodehecholohacehoyelVaticanoconlas“iglesias”delÁfrica, y como en el pasado, entre los siglos xvi y xviii lo hizo en Hispanoamérica con su tra-bajo de evangelización. A su manera, esta historia de la invención, de la circulación y de los usos de las reliquias, recuerda esas formas complejas de relaciones de fuerza entre Iglesia y sociedad.

Esta “geografía de lo sagrado”, que constituye a su manera Reliques modernes no se agota en la consideración puramente europea del problema. Como casi todo problema de investigación histórica que tome como punto de partida el siglo xvi, desprenderlo de una perspectiva de “historias conectadas” resulta muy difícil. En este caso más que el África y el Asia se trata de América hispana (Norteamérica es sociedad de cristia-nismo reformado), porque esa parte del Nuevo Mundo, por sus raíces colonizadoras cristianas, ha quedado enganchada a la historia de las reliquias modernas.

Las disputas y las doctrinas sobre reliquias, el culto de ellas, sus traslados, su parte en la “actualidad noticiosa” del cristianismo, tal como la inventa el sermón cotidiano, eran formas de creencia y de alimento permanente de la imaginación de colonos españoles, pero no menos de indígenas, de negros y de mestizos, a los que el des-cubrimiento de América no sólo vinculó a la historia europea y a la historia de una monarquía, sino además a la historia de una de las grandes religiones históricas (uni-versales). Las reliquias modernas, como lo muestra esta obra, comenzaron a tener una historia propia y conectada, singular y común, con esa manera de relacionar el pasado y el presente, el mundo de los vivos y de los muertos, que constituyen las reliquias.

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Burrieza, Javier. Jesuitas en Indias: entre la utopía y el conflicto. Trabajos y misiones de la Compañía de Jesús en la América moderna.Valladolid: Universidad de Valladolid, 2007, 593 pp.

Se cree erradamente que pertenecer a un grupo cultural da ventajas interpretativas a la hora de pensar históricamente. Si bien es cierto que ser parte de una determinada nación otorga un universo cultural y simbólico muchas veces difícil de traspasar. Pero el problema es que la historiografía emplazada solamente

Rafael Gaune CorradiLicenciado en Historia en la Pontificia

Universidad Católica de Chile (Santiago,

Chile). Máster del II Dipartimento di

Studi Euro-Americani, Università degli

Studi Roma Tre (Roma, Italia). Doctor-

ando de la Scuola Normale Superiore

di Pisa (Pisa, Italia).

[email protected]

Hist.Crit. No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, 256 pp. ISSN 0121-1617 pp 219-223

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consusfieles,comodehecholohacehoyelVaticanoconlas“iglesias”delÁfrica, y como en el pasado, entre los siglos xvi y xviii lo hizo en Hispanoamérica con su tra-bajo de evangelización. A su manera, esta historia de la invención, de la circulación y de los usos de las reliquias, recuerda esas formas complejas de relaciones de fuerza entre Iglesia y sociedad.

Esta “geografía de lo sagrado”, que constituye a su manera Reliques modernes no se agota en la consideración puramente europea del problema. Como casi todo problema de investigación histórica que tome como punto de partida el siglo xvi, desprenderlo de una perspectiva de “historias conectadas” resulta muy difícil. En este caso más que el África y el Asia se trata de América hispana (Norteamérica es sociedad de cristia-nismo reformado), porque esa parte del Nuevo Mundo, por sus raíces colonizadoras cristianas, ha quedado enganchada a la historia de las reliquias modernas.

Las disputas y las doctrinas sobre reliquias, el culto de ellas, sus traslados, su parte en la “actualidad noticiosa” del cristianismo, tal como la inventa el sermón cotidiano, eran formas de creencia y de alimento permanente de la imaginación de colonos españoles, pero no menos de indígenas, de negros y de mestizos, a los que el des-cubrimiento de América no sólo vinculó a la historia europea y a la historia de una monarquía, sino además a la historia de una de las grandes religiones históricas (uni-versales). Las reliquias modernas, como lo muestra esta obra, comenzaron a tener una historia propia y conectada, singular y común, con esa manera de relacionar el pasado y el presente, el mundo de los vivos y de los muertos, que constituyen las reliquias.

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Burrieza, Javier. Jesuitas en Indias: entre la utopía y el conflicto. Trabajos y misiones de la Compañía de Jesús en la América moderna.Valladolid: Universidad de Valladolid, 2007, 593 pp.

Se cree erradamente que pertenecer a un grupo cultural da ventajas interpretativas a la hora de pensar históricamente. Si bien es cierto que ser parte de una determinada nación otorga un universo cultural y simbólico muchas veces difícil de traspasar. Pero el problema es que la historiografía emplazada solamente

Rafael Gaune CorradiLicenciado en Historia en la Pontificia

Universidad Católica de Chile (Santiago,

Chile). Máster del II Dipartimento di

Studi Euro-Americani, Università degli

Studi Roma Tre (Roma, Italia). Doctor-

ando de la Scuola Normale Superiore

di Pisa (Pisa, Italia).

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en densos márgenes fronterizos no logra dar cuenta de los fenómenos históricos en toda su complejidad. Pues bien, uno de los temas que en los últimos años han esca-pado de las fronteras nacionales, situando problemáticas conectadas y comparadas y generando miradas cruzadas es precisamente el argumento del libro que reseña-mos: las misiones y misioneros jesuitas en tiempos de la Contrarreforma.

Esta historiografía, desarrollada principalmente en Francia e Italia, se enmarca en la búsqueda de nexos entre las misiones europeas y las misiones y misioneros en las Indias occidentales y orientales. Ideas, circulaciones de libros, viajes, estrategias de cristianización, educación, disciplinamiento de poblaciones indígenas y relaciones entre misiones europeas y misiones externas son pilares que fundamentan esta forma de entender las acciones de la Compañía de Jesús, consideradas un fenómeno planeta-rio y de apostolado universal. Ya en 1980 el historiador francés Louis Châtellier, en una carta enviada al también historiador Marc Vernard —antes de un seminario realizado en Lyon en 1980, titulado Les reveils missionaires en France du Moyen Age à nous jours—, abría nuevos lineamientos de investigación con respecto a la búsqueda de relacio-nes dialécticas entre las misiones en Bohemia, Canadá y el extremo Oriente. A esto se suma la publicación del libro de Adriano Prosperi, Tribunali della coscienza (1996)1, que propone nuevas interpretaciones sobre la Inquisición, la Iglesia luego de Trento y las acciones del misionero jesuita. Con las nociones de otras indias y las indias de por acá, Prosperi profundizó las relaciones entre misión interna y misión externa, tomando el ejemplo del jesuita Silvestro Landini, quien en la isla de Córcega descubrió sus propias “Indias” en los márgenes fronterizos de Europa.

La idea del “exótico interno” europeo se reforzó a través de cartas y relaciones de misioneros en América y en las Indias orientales, en las cuales se exageraba en cuanto a las conversiones realizadas por los jesuitas, despertando, como ha demos-trado Gian Carlo Roscioni en su libro Il desiderio delle Indie (2001)2, el “deseo de las

Indias” en los jóvenes italianos. Deseo de viajar, de convertir al otro, de cristianizar y de seguir el modelo de Ignacio de Loyola, quien peregrinó, se asombró y descubrió nuevos espacios en Italia, España, Francia y su frustrada llegada a Jerusalén. Esto sin duda otorgó a la Compañía de Jesús un sello distintivo con res-pecto a otras órdenes religiosas, tal como se puede apreciar en el agudo trabajo de Jhon W. O’Malley, titulado The First Jesuits (1993)3. El querer ir siempre más allá siendo los compañeros de Jesús es una de las premisas que desea representar esta historiografía

1. Adriano Prosperi, Tribunali della cos-cienza. Inquisitori, confessori, missionari [1996] (Torino: Einaudi, segunda edición, 2009).

2. Gian Carlo Roscioni, Il desiderio delle Indie. Storie, sogni e fughe di giovani gesuiti italiani (Torino: Einaudi, 2001).

3. Jhon W. O’Malley, The First Jesuits (Cambridge: Harvard University Press, 1993).

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221Reseñas

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sobre las acciones jesuitas. Vale la pena recordar dos propuestas metodológicas en sintonía con esta historiografía. La primera, los textos de un seminario reali-zado en el École Française de Rome, llamado Missions religieuses modernes. Notre lieu est le monde (2007), coordinado por Pierre-Antoine Fabre y Bernard Vincent4. Desde el título podemos comprender la premisa que mueve los artículos del libro antes citado: demostrar en las acciones jesuitas la metáfora “nuestro lugar es el mundo”, parafraseando lo enunciando por Jerónimo Nadal, compañero de Ignacio en la fun-dación de la compañía, cuando insistía en sus cartas que “nuestra casa es el mundo”. Ensegundo lugarfigurael librocoordinadoporElisabettaCorsi,Órdenes religiosas entre América y Asia. Idea para una historia misionera de los espacios coloniales (2008)5, que propone en el análisis comparativo de las misiones entre América y Asia una llave de ingreso al universo cultural jesuita moderno. ¿Pero qué sucede con lasmiradas cruzadas y comparadas dentro de América?

¿Son posibles? En este sentido, el libro de Javier Burrieza Jesuitas en Indias, es un buen aporte para vislumbrar la inmensidad de los trabajos misioneros en América. El mismo Marc Bloch en la introducción a los Reyes Taumaturgos proponía la compa-ración como una metodología de estudio, pero aplicable a sociedades históricamente comparables; en otras palabras, sociedades como las presentes en América con un similar recorrido histórico, espacial y temporal. El trabajo de Burrieza no es propia-mente un estudio comparativo, sino una investigación sistemática sobre las variadas facetas de la Compañía de Jesús en América. Así, sirve como puerta de entrada para visualizar comparativamente las diversas zonas que componen América, siendo esto por sí mismo un gran atractivo de este libro.

En la introducción Burrieza advierte que no pretende hacer una historia total de la compañía en América, “un objetivo pretencioso en pocas páginas” (p. 19). Es una empresa imposible para un solo historiador, a pesar de que estamos frente a un histo-riador con un conocimiento erudito y anticuario de la compañía, tal como su maestro Teófanes Egidio. Dividido en ocho capítulos y escrito con una ágil pluma, la investigación es un trabajo panorámico y sistemático sobre las principales problemáticas de los misioneros jesuitas. Muchas veces la historiografía americana crea sujetos históricos ex nihilo, sin conexión con la realidad exterior. Pero esto no es pro-pio de Burrieza, quien en el primer capítulo del libro en cuestión elabora un cruce de las cargas simbólicas, culturales e históricas de los misioneros que arribaron a América. Sitúa a los jesuitas en

4. Pierre-Antoine Fabre y Bernard Vincent, comps., Missions religieuses modernes. Notre lieu est le monde (Roma: École Française de Rome, 2007).

5. Elisabetta Corsi, coord., Órdenes religiosas entre América y Asia. Idea para una historia misionera de los espacios coloniales (Ciudad de México: El Cole-gio de México, 2008).

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222 Reseñas

estaslatitudesenuncontextoyenunatradiciónespecífica:dentrodeunaordenreli-giosa con ambición planetaria. El capítulo 1 (“El horizonte misionero de la Compañía de Jesús”) logra con mucha precisión reconstruir la identidad de la compañía que seguirá la herencia misionera de Francisco Javier.

La investigación se sumerge en las principales problemáticas de la compañía, como las discusiones en torno a la naturaleza indígena, las primeras misiones, la producción bibliográfica, sus escritos, el catecismo endiversas lenguas, la expulsióny el exiliojesuita. Destina, por otra parte, dos capítulos para territorios con grandes proyec-tos misioneros, como Paraguay en el capítulo 5 (“Paraguay: los ecos de una utopía”) y México en el capítulo 7 (“La clausura en México”). El capítulo con una mayor pro-fundidad analítica es el 6 (“La cátedra de la misión”). En éste se recrea la complejidad de las problemáticas que circundaron las misiones: colegios, controversias, el carácter misionero, los trabajos de vanguardia como los efectuados en Chile y California, la edu-cación femenina. Así, se muestra la compleja relación entre misión y sociedad colonial.

El autor desarrolla con mucha agudeza las polémicas que debieron enfrentar los jesuitas y examina dos casos paradigmáticos: con el obispo de Asunción, Bernardino de Cárdenas, y los problemas con el obispo de Puebla, Juan de Palafox y Mendoza. Estas tensiones, como escribe Burrieza, “fueron rescatadas décadas e incluso algunas cen-turiasdespués,cuandoeranecesariojustificarlaexpulsiónde1767”(p.401).Existentambién polémicas internas descritas por Burrieza, como la del jesuita Fernando Mendoza, obispo de Cuzco, que tuvo un duro enfrentamiento con Claudio Acquaviva, según éste, porque olvidaba la vida espiritual mientras vivía en Europa.

Como expusimos anteriormente, a pesar de que no es un estudio comparado, la mirada general, sistemática y panorámica de los jesuitas en América hace de esta investigación una lectura necesaria para todo investigador que esté profundizando en las miradas cruzadas sobre la compañía en América. Esta investigación es un estímulo para explorar de forma conectada los diversos territorios misionales. Por ejemplo, puede ayudar a comprender la peculiaridad paraguaya o los distintos mecanismos de accommodatio que los jesuitas iban adaptando a cada realidad que encontraban. Desde ahí, por ejemplo, se entiende la guerra defensiva (1612) proyectada por Luis de Valdivia al sur del río Biobío en Chile, como una forma de acomodar la pax hispánica a un terri-torio sin ocupación militar, tema tratado en el capítulo 4.

La hipótesis del libro, es decir, comprobar y demostrar las intricadas y complejas relaciones entreAméricay elViejoMundoa travésde lautopíay el conflicto, sondemostradas por Burrieza con múltiples huellas e indicios desde la literatura misional,

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institucional, educacional y documentos custodiados en archivos europeos. No obs-tante, para una mayor profundización de los argumentos expuestos, la utilización de fuentes presentes en los archivos americanos (hay documentos citados sólo de la sección jesuita del Archivo Nacional de Santiago de Chile) hubiese otorgado al libro otras problemáticas para desarrollar. Por ejemplo, los recorridos preguntas-respues-tas desde todos los puntos de América hacia Roma-Madrid y las posibles autonomías misioneras, debidas precisamente al intervalo de las respuestas desde los centros de decisión, o bien la circulación interna de problemáticas americanas. Sin duda, la consulta en archivos americanos hubiese sido un buen complemento a un libro que es bien fundamentado, que demuestra su hipótesis a través de muchas pruebas, con mucha información y un gran conocimiento de los argumentos desarrollados.

El hilo de la investigación, con un método analítico, sistemático, descriptivo, sin-crónico y con gran discusión de fuentes primarias y secundarias, conecta con gran eficacialosdistintosespaciosdondeoperólacompañía.Endefinitiva,Burriezanoshaentregado un trabajo riguroso, profundo y con una ágil y coherente narración.

Ï

Crenzel, Emilio. La historia política del Nunca Más. La memoria de las desapariciones en la Argentina. Buenos Aires: Siglo xxi, 2008, 270 pp.

Escrito por un sociólogo y resultado de una tesis doctoral presentada en la Universidad de Buenos Aires, este libro des-taca por la riqueza histórica y el análisis político que contiene en sus páginas. Cuatro capítulos y unas conclusiones le sirven al autor para plasmar “el proceso de elaboración del Nunca Más, su contenido y la historia de las prácticas que explican sus usosy resignificaciones” (p. 22).Unamplio abanicode fuentesy técnicas permiten garantizar los propósitos de la indagación. Por ejemplo, entrevistas a ex integrantes de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (coNadep), a personalidades políticas, a miembros de organizaciones sociales y colectivos de derechos humanos. El trabajo se nutre además de una revisión

Jefferson Jaramillo MarínSociólogo y Magíster en Filosofía

Política por la Universidad del Valle

(Cali, Colombia). Profesor asistente del

Departamento de Sociología, Facultad

de Ciencias Sociales, Pontificia Univer-

sidad Javeriana (Bogotá, Colombia).

Candidato a Doctor en Investigación en

Ciencias Sociales, Facultad Latinoameri-

cana de Ciencias Sociales, Flacso

y becario del conAcyt (México).

[email protected];

[email protected].

Hist. Crit. No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, 256 pp. ISSN 0121-1617 pp 223-227

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institucional, educacional y documentos custodiados en archivos europeos. No obs-tante, para una mayor profundización de los argumentos expuestos, la utilización de fuentes presentes en los archivos americanos (hay documentos citados sólo de la sección jesuita del Archivo Nacional de Santiago de Chile) hubiese otorgado al libro otras problemáticas para desarrollar. Por ejemplo, los recorridos preguntas-respues-tas desde todos los puntos de América hacia Roma-Madrid y las posibles autonomías misioneras, debidas precisamente al intervalo de las respuestas desde los centros de decisión, o bien la circulación interna de problemáticas americanas. Sin duda, la consulta en archivos americanos hubiese sido un buen complemento a un libro que es bien fundamentado, que demuestra su hipótesis a través de muchas pruebas, con mucha información y un gran conocimiento de los argumentos desarrollados.

El hilo de la investigación, con un método analítico, sistemático, descriptivo, sin-crónico y con gran discusión de fuentes primarias y secundarias, conecta con gran eficacialosdistintosespaciosdondeoperólacompañía.Endefinitiva,Burriezanoshaentregado un trabajo riguroso, profundo y con una ágil y coherente narración.

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Crenzel, Emilio. La historia política del Nunca Más. La memoria de las desapariciones en la Argentina. Buenos Aires: Siglo xxi, 2008, 270 pp.

Escrito por un sociólogo y resultado de una tesis doctoral presentada en la Universidad de Buenos Aires, este libro des-taca por la riqueza histórica y el análisis político que contiene en sus páginas. Cuatro capítulos y unas conclusiones le sirven al autor para plasmar “el proceso de elaboración del Nunca Más, su contenido y la historia de las prácticas que explican sus usosy resignificaciones” (p. 22).Unamplio abanicode fuentesy técnicas permiten garantizar los propósitos de la indagación. Por ejemplo, entrevistas a ex integrantes de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (coNadep), a personalidades políticas, a miembros de organizaciones sociales y colectivos de derechos humanos. El trabajo se nutre además de una revisión

Jefferson Jaramillo MarínSociólogo y Magíster en Filosofía

Política por la Universidad del Valle

(Cali, Colombia). Profesor asistente del

Departamento de Sociología, Facultad

de Ciencias Sociales, Pontificia Univer-

sidad Javeriana (Bogotá, Colombia).

Candidato a Doctor en Investigación en

Ciencias Sociales, Facultad Latinoameri-

cana de Ciencias Sociales, Flacso

y becario del conAcyt (México).

[email protected];

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cuidadosadeunsignificativoespectrodefuentesdocumentales,entreellasprensanacional y provincial, revistas y semanarios políticos, prensa partidaria, periódicos de organismos de derechos humanos y partidos políticos y un número importante dedocumentosoficialesentre1983y2007.

En el primer capítulo, titulado “Desaparición, memoria y conocimiento”, el autor realiza un esfuerzo por precisar las desapariciones en la historia de violencia polí-ticaargentinaafinalesdelsigloxx. Intenta discutir la narrativa humanitaria sobre las desapariciones, propia del discurso de las organizaciones, las instituciones, los sobrevivientes y familiares, la cual permitió su denuncia nacional e internacional, pero también facilitó posicionar en la escena pública, poco a poco, una versión de lo ocurrido,comoafirmaelautor“sinhistorizarelcrimen,nipresentarvínculosentreel ejercicio del mal, sus perpetradores y sus víctimas” (p. 44). En este capítulo se seña-lan aspectos cruciales en la construcción de la memoria política sobre el régimen y el sistema de desapariciones. Se muestra que las desapariciones obedecieron, no a un “mero derrumbe civilizatorio” de la sociedad argentina, como sugieren algunos autores retomando la tesis de Norbert Elías, sino a una serie de decisiones y prácticas normalizadas y regularizadas en lo más profundo de tal sociedad. De todas formas, el autor señala que las desapariciones representaron un “quiebre en la historia de la violencia política de la Argentina lo que a su vez implicó un desafío para el ejercicio de la memoria [en este país]” (p. 35).

En el segundo capítulo, titulado “Investigar el pasado”, se propuso evidenciar el proceso sociopolítico que acompañó a la investigación de la coNadep. Le otorga especial relevancia a cómo se construyó y reconstruyó un amplio “corpus probatorio” inédito hasta el momento en ese país, que sirviera en los estrados judiciales para juzgar a los responsables de las desapariciones, pero que facilitara a la vez “desencadenar la clau-suradelaestrategiaoficialdejuzgamientoalasJuntasMilitaresporsuspares”(p.103).En este capítulo, el autor señala a la coNadep en tanto escenario político de confrontación ydeliberación,quesibiengeneradiversasreaccionesentrelosorganismosoficialesylos de derechos humanos, su dinámica y lógica escudriñada por Crenzel, permite asu-mirquenosetratósimplementedeunacomisióndepersonalidadesofigurasnotablesde la política y la academia. A través de su lectura, el autor logra evidenciar la conjuga-ción de al menos dos voces hegemónicas con sus respectivas narrativas emblemáticas sobre lo que sucedió en Argentina entre 1976 y 1983: la del movimiento de derechos humanos y la del gobierno de Alfonsín. De ésta última señalará las diversas maneras como trata de posicionar y legitimar política y académicamente, en pleno marco de

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transición democrática, la famosa teoría de los dos demonios, que propone una expli-cación del terror y de la violencia política, mostrando a la sociedad argentina como un sujeto ajeno, víctima de dos fuerzas del mal (militares y guerrilleros).

En el tercer capítulo, “El Informe Nunca Más”, el autor hace énfasis en la instau-ración de una nueva lectura emblemática de las desapariciones. Dicha lectura sirve a los constructores del informe para instituir un conocimiento novedoso sobre la magnituddelproblema,estableciendooficialmenteresponsabilidadesdelasFuerzasArmadasensuejercicioytejiendotemporalidadesespecíficas.Enestalecturaemble-mática sobresale la tesis de que las desapariciones fueron violaciones a los principios políticos y morales de Occidente. En esta parte de su texto, Crenzel señala que a tra-vés de los discursos humanitaristas, que para la época cobraban un carácter global, se busca presentar a los desaparecidos en su calidad de sujetos cuyos derechos han sido vulnerados, pero se les desubjetiviza de su condición política. El informe, según el autor,realizaenesesentidounadobleoperacióndesignificación“repolitizalaiden-tidad de los desaparecidos con respecto a la perspectiva dictatorial, al presentarlos como sujetos de derecho, y la despolitiza al proponerlos como víctimas inocentes, sin incluir su condición militante” (p. 112). La narrativa revolucionaria que reivindica el pasado activista del desaparecido cede el paso a una narrativa humanitaria y neutral en la que se privilegia la visión de la víctima abusada por el poder estatal. En este capítulo se muestra también la compaginación exitosa que se logra entre los cientos detestimoniosdesobrevivientesyfamiliaresylosdocumentosoficiales,quealserconsignadosoficialmenteeneltexto,dejandesermemoriasaisladasyseconvier-ten en memorias públicas bajo la forma de un canon de memoria colectiva para la sociedad argentina. En el último capítulo, titulado “Usos y resignificaciones del

Nunca Más”, el más extenso de los cuatro y quizá el que más apor-tes realiza a la “lectura política” del texto, Crenzel se encarga de mostrar las diversas formas, actores, matices y estrategias mediante las cuales el Nunca Más” logra posicionarse en la escena pública, desde su primera edición en 1984 hasta la más reciente en el 2006. Por ejemplo, destaca su apropiación en el marco de los estradosjudiciales,específicamenteeneljuicioalasjuntas,ypos-teriormente a través de la reacción que desencadena en ciertos militares que publican algunas contramemorias, como la del comi-sario Etchecolatz (La otra campaña del Nunca Más)1. Pero también

1. Este comisario fue director general de investigaciones de la Policía de Buenos Aires. Luego de ser absuelto por la Ley de Obediencia Debida, sería condenado en 2006 a reclusión perpetua por homicidio y tortura. Los casos de “contramemorias” también operan en otros contextos; pensemos por ejemplo en Guatemala y la reciente publicación del libro ¿Juicio o Venganza Histórica? del mili-tar en retiro Mario Mérida, que con-trovierte lo consignado en el informe Guatemala, Memoria del Silencio, resultado del trabajo de la Comisión de Esclarecimiento Histórico (ceh).

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le interesa subrayar cómo las sucesivas reimpresiones del texto, que han alcanzado hasta ahora más de 500.000 ejemplares vendidos en todo el mundo, conllevaron a que éste fuera “debatido en presentaciones públicas impulsadas por el Estado, por las juventudes políticas, por las asociaciones barriales y culturales y por los colectivos de derechos humanos” (p. 142). Este trabajo circulará a través de redes transna-cionales de derechos humanos y servirá como alternativa para elaborar y exponer públicamente las violaciones perpetradas por dictaduras en otros contextos latinoa-mericanos. Además de presentar el posicionamiento político del informe, Crenzel señalaráqueeltextoresignifica,conelpasardelosañosysusnuevasediciones,laescena del terror en Argentina. En ese sentido, no es un texto detenido en el tiempo. Aquí van a jugar un papel crucial los artistas que realizan nuevas ilustraciones del texto, la incorporación que se hace del informe como texto de consulta y referencia en los colegios; la relectura que se hace de éste en el gobierno de Néstor Kirchner y la apropiación crítica del mismo a través de algunos motores de la memoria como hijos2. Ensíntesis,ellibrodeCrenzelessignificativoensusalcancesacadémicosporque

logra mostrar, con detalle y riqueza de fuentes y voces, los pormenores del proceso político de la experiencia de la coNadep y de la resignificación y usos sociales delinforme Nunca Más, en un país cuya memoria política pareciera decirnos siempre a

los latinoamericanos que el “pasado no termina de pasar”3. Aun así, de su lectura se derivan pistas analíticas potentes para pensar los desafíos de la reconstrucción de la memoria histórica del con-flictocolombiano,especialmente laqueacontececon larecienteproducción de los llamados informes emblemáticos y temáticos de memoria, tarea que corresponde al Área de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (cNrr)4.

Una de estas rutas útiles está relacionada con la visión que tiene Crenzeldelosinformesoficialescomoescenariosparalaconden-sación de unas memorias emblemáticas que recuperan y denuncian literalmente pasados cruentos de terror, de represión militar en el caso argentino, de masacres en el colombiano. Estas memorias per-miten a su vez la instauración de unas lecturas interpretativas de lo sucedido, que producen gran impacto al reproducir narrativas y visiones sobre lo sucedido que posteriormente serán utilizadas en debates políticos, producciones culturales y movilizaciones sociales. Pero estas memorias no sólo visibilizan la tipología de los

2. Agrupación Hijos por la Identidad y la Justicia contra el olvido y el silencio, fundada hace más de trece años en Argentina. Ha sido replicada en muchos países de América Latina.

3.NoraRabotnikof,“MemoriayPolíticaa treinta años del golpe”, en Argen-tina, 1976. Estudios en torno al golpe de Estado, comps. Clara Lida, Horacio CrespoyPabloYankelevich(México:El Colegio de México, 2007), 259.

4. Memoria Histórica como área de investigación de la cNrr tiene el mandato de producir relatos, interpretativos e incluyentes sobre el surgimientoyevolucióndelconflictoarmado en el país. Ha producido hasta el momento, entre otros mate-riales, dos informes parciales sobre masacres: Trujillo y El Salado. Espera publicar a mediados del año otros informes sobre La Rochela, Bojayá y probablemente Segovia.

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actos de crueldad, sino que también permiten en determinados momentos históricos efectivizar la justicia y garantizar juicios históricos. Esto sin dudas fue más claro en el contexto argentino, pero no sabemos si pueda serlo en el colombiano; he ahí la apuesta de los informes de memoria como Trujillo, El Salado o Bojayá, entre otros.

A esto se añade su propuesta de que un informe de memoria puede permitir avan-zar en la conformación de un “régimen de memoria sobre el pasado”, constituyéndose en muchos escenarios políticos y académicos en una gran memoria ciudadana, es decir, en la forma predominante a partir de la cual una sociedad en determinado momento histórico piensa, recuerda y representa la violencia. Lo importante es que este régimen permita historizar el pasado, y que no sólo se quede en el impresionismo presentista de las memorias o en la instrumentación gobiernista de los resultados. Según Crenzel esto no sucedió en Argentina, dado que la memoria reconstruida se instrumentalizó al ser-vicio del Gobierno de transición para promocionar un futuro deseado: la restauración de la democracia y la reconciliación de la nación, silenciándose muchas responsabili-dadesdelasociedadpolítica.ParaColombia,éstapuedeserunalecciónsignificativa,sobre todo si no se quiere que las memorias reconstruidas terminen instrumentadas en función de una reconciliación forzada.

Finalmente, una clave potente que arroja el trabajo de Crenzel tiene que ver con losusosysignificacionespolíticasdelosinformes.Loquemuestrasutrabajoesquelos gobiernos pueden convertirlos en instrumentos de transición o en plataformas de perdón público. Los organismos de derechos humanos, en prueba jurídica probatoria inestimable. Las organizaciones de víctimas, llegado el caso, pueden considerarlos una especie de “informe-testamento”, como sucedió con un sector crítico de las Madres de la Plaza de Mayo. Para otros pueden representar olvidos y silencios de las militancias, pero también emblemade resistencias. Lo significativo aquí es con el tiempo, pese aladisputanecesariaquedebenencerrar,estosinformesoficialesganenenreconoci-miento y legitimidad y puedan llegar a convertirse en símbolos de la memoria colectiva de una nación (aunque no sean los únicos), en correas transmisoras del pasado y en vehículos de oferta de sentido de futuro para el país. He ahí un desafío gigante para el área de Memoria Histórica en Colombia.

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Historia Crítica No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, 256 pp. ISSN 0121-1617 pp 228-231

Notilibros

NotilibrosseccióN a cargo de martha lux

Ï Fernández-Armesto, Felipe.

1492. El nacimiento de la modernidad. Bogotá:

Random House Mondadori S.A., 2010, 371 pp.

El autor elige la fecha de 1492 para marcar un antes y un después en la historia de la humani-dad. En este trabajo Fernández-Armesto señala nueve hitos en torno a la fecha que considera definióeldevenirdelahistoria,entreellos:lacaída de Granada, la expulsión de los judíos de España, el descubrimiento de América, la deli-mitación de las fronteras del Islam en África, el auge de Rusia en el extremo oriental de Euro-pa y la renuncia de los emperadores chinos a la exploración del resto del mundo. Guerras, brujería, plagas y persecuciones, ciencia, magia y profecías, arte y fe. Las glorias y miserias de 1492 hablan de un mundo en movimiento en este relato que constituye una historia global del nacimiento de la modernidad.

Ï Díaz Ángel, Sebastián, Santiago Muñoz Arbeláez

y Mauricio Nieto Olarte.

Ensamblando la nación: cartografía y política en la

historia de Colombia. Bogotá: Universidad de los

Andes, Facultad de Artes y Humanidades, Facultad

de Ciencias Sociales, Departamento de Historia,

CESO, Banco de la República, 2010, 103 pp.

Los mapas sugieren la idea de un retrato: una copia de la realidad en la cual el cartógrafo re-presenta lo que existe, el mundo tal y como es, sin embargo, los mapas no son simples copias de la realidad. La geografía y la cartografía son formas de administración y construcción de un orden social y natural, así cómo poderosos instrumentos de control y planeación. Son ob-jetos políticos a través de los cuales es posible proclamar posesión y control a distancia de vastos territorios. Desde los primeros mapas del Nuevo Mundo, en el siglo xvi, y el cometido

de los imperios de la Europa cristiana de con-trolar los nuevos territorios y posesiones hasta los mapas nacionales del siglo xix, podemos ver una continua construcción y ordenamiento es-pacial; un proceso a través del cual, de manera simultánea, se constituyen sujetos con autori-dadcientíficaypolítica.Atravésdelosmapasy de quienes los elaboran, podemos entender mejor la emergencia de nuevas naciones como Colombia, en el contexto de reordenamientos políticos, locales y globales.

Ï Bernal Villegas, Jaime y Alberto Gómez Gutiérrez.

A impulsos de una rara resolución. El viaje de José Ce-

lestino Mutis al Nuevo Reino de Granada, 1760-1763.

Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana - Universi-

dad del Rosario, 2010, 352 pp.

Este libro llena un vacío sobre una etapa en la vida de Mutis y permite conocer en detalle as-pectos hasta ahora desconocidos. El texto hace también referencia a las características del país en el siglo XVIII, de ciudades como Cartagena, Mompox, Honda y Santafé de Bogotá; a su geo-grafía, clima, gentes y costumbres, al igual que a la exuberante y maravillosa naturaleza. Esta naturaleza fue el principal motivo para que este médico y naturalista le dedicara años de su vida a su descripción en la más importante empresa científicaqueEspañadesarrollóenAméricadu-rante el período colonial: la Real Expedición al Nuevo Reino de Granada.

Ï Nieto Olarte, Mauricio.

Americanismo y Eurocentrismo. Alexander von Hum-

boldt y su paso por el Nuevo Reino de Granada. Bogotá: Universidad de los Andes, 2009, 118 pp.

AlexandervonHumboldtesunafiguraemble-mática de los viajes de exploración en el perío-do de la Ilustración. Sus escritos sobre América

Page 226: Historia Crítica No. 42

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Hist. Crit. No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, 256 pp. ISSN 0121-1617 pp 228-231

Notilibros

se convirtieron en el paradigma de una nueva mirada sobre el Nuevo Mundo llegando incluso a ser presentado como el “segundo descubridor de América”. La presencia del explorador pru-siano en el Nuevo Reino de Granada a comien-zos del siglo XIX y su relación con criollos como FranciscoJosédeCaldas,motivanunareflexiónsobre la ciencia europea en el contexto colonial. Su obra es una muestra de un aclamado ‘ameri-canismo’ e incluso se ha argumentado que in-fluyó sobre losmovimientos de emancipaciónamericana. Este libro muestra a su vez otra cara de la obra de Humboldt y enseña su importancia política dentro del gran proyecto de la Ilustra-cióneuropeaquebuscabacomprender,clasifi-car y ordenar el mundo entero. Alexander von Humboldt, en la medida en que buscó el esta-blecimiento del orden natural, construyó una obra de carácter político en un sentido amplio y profundo que facilita la consolidación de un orden global europeo.

Ï Victoria, Pablo.

Grandes mitos de la historia de Colombia. La otra

cara de Bolívar. La guerra contra Pablo Morillo. Barcelona: Grupo Editorial Planeta S.A., 2010, 335 pp.

Este libro hace parte de la serie “Grandes mi-tos de la historia de Colombia”, en la que Pablo Victoria propone una provocadora mirada de la Independencia. En este nuevo volumen el autor centra su atención en Simón Bolívar, máxima figurade la gesta independentista, y enPabloMorillo,sumásfirmeantagonista.Elautordes-monta lo que considera los mitos creados por la insurgencia vencedora alrededor de la imagen del Libertador. Se trata de un alegato contra la historiaoficialdelaRepúblicaenelquesedes-mienten hechos como la gesta de Ricaurte en San Mateo, la inexistencia de los hijos de Bolí-var, la caballerosidad del Libertador en la lucha y la crueldad de Morillo.

Ï Rodríguez, Pablo Rodríguez, ed.

Historia que no cesa. La independencia de Colombia

1780-1830. Bogotá: Universidad del Rosario, 2010,

315 pp.

La escritura de la historia de la Independencia se inició en el momento mismo de los aconteci-mientos. El Diario Político de Santafé de Bogotá, creado apenas unos días después del 20 de julio de1810,seocupódecontarydejustificarelle-vantamiento de los criollos y la creación de la nueva Junta de Gobierno. En 1825 el político e in-telectual José Manuel Restrepo dio a conocer su Historia de la Revolución de Colombia, que narra el curso de los aconteceres que habían fractura-do el imperio español y dado origen a las nuevas repúblicas. Hoy la historia de la Independencia es mucho más compleja que un minucioso relato de las confrontaciones militares entre patriotas y realistas. La presente obra problematiza en profundidad aspectos esenciales de su compren-sión:lasignificacióndeloscontextoseuropeosy latinoamericanos; los individuos y grupos so-ciales comprometidos; los recursos ideológicos y culturales que animaron la sublevación; las fases y ritmos del proceso político y militar. Advierte la necesidad de efectuar un balance de los logros alcanzados en el corto plazo y los que percibi-mos hoy, dos siglos después. Visión de conjun-to, exploración de nuevos temas y diversidad de perspectivas interpretativas son algunos de los rasgos que distinguen esta obra.

Ï Martínez Garnica, Armando y Daniel Gutiérrez Ar-

dila, editores académicos.

Quien es quien en 1810. Guía de forasteros del Virrei-

nato de Santa Fe. Bogotá: Universidad del Rosario,

2010, 386 pp.

El texto es una fuente de consulta sobre las identidades de quienes ejercían la autoridad

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230 Notilibros

del virreinato en 1810. La guía ha conservado el vocabulario institucional y el tono respe-tuoso de los vasallos cuando hablaban de los funcionarios de los órdenes secular y religioso en el Virreinato de Santa Fe. Las referencias que se encuentran en este texto no se refie-ren a los vasallos que no ejercían la autoridad pública o eclesiástica, sino al reducido grupo burocrático virreinal.

Ï Gutiérrez Ardila, Daniel.

Un Nuevo Reino. Geografía política, pactismo y di-

plomacia durante el interregno en la Nueva grana-

da (1808-1816). Bogotá: Universidad Externado de

Colombia, 1910, 640 pp.

La negativa del pueblo español a reconocer la legitimidad de las abdicaciones de Bayona y la autoridad de Napoleón originó una crisis sin precedentes en el mundo hispánico. Dando por pérdida la península, los súbditos de Fernando VII buscaron instaurar gobiernos interinos a partirde1808conelfindeconservarlosdomi-nios de la Corona. Sin embargo, las políticas de la España libre y el monarca restaurado provo-caron la sucesiva separación de la mayoría de las posesiones de ultramar. Este trabajo propo-ne una explicación de la disolución del virreina-to granadino, del surgimiento, la consolidación y el desplome de la Federación de Estados Pro-vinciales entre 1808 y 1816.

Ï Borja, Miguel.

Espacio y guerra. Colombia federal 1858-1885. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Instituto

de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales

(IEPRI), 2010, 304 pp.

El estudio de los escenarios de la guerra en Co-lombia en el siglo XIX permite descubrir una

serie de hechos históricos y perspectivas ana-líticas importantes para la comprensión de la guerra y la sociedad de la época. Destaca el papel desempeñado por la región del valle y el cañón del Cauca y sus tierras aledañas, conver-tidosenelprincipalteatrodelosconflictosar-mados durante el siglo XIX, que persiste como escenario de la violencia y las disputas bélicas; la región ha sido a su vez el asiento de una de las economías más dinámicas de la nación. Diferen-tes ciclos de la economía del país se han desa-rrollado en el área: la minería del oro y la plata durante la Colonia y buena parte del siglo XIX. La economía cafetera, fundamento de la inter-nacionalización y el despegue de la industria, el comercio y una agricultura modernas. Las acti-vidades económicas mencionadas dieron lugar al surgimiento y a la consolidación de ciudades tan importantes como Medellín, Popayán, Cali, Manizales, Pereira y Armenia.

Ï Baillie Dunlap, Vincent, traducido por Juan San-

tiago Correa Restrepo y Alberto Supelano Sarmiento.

Rafael Uribe Uribe y el liberalismo colombiano. Bogo-

tá: Universidad Externado de Colombia, 2010, 327 pp.

La biografía de Rafael Uribe Uribe, llena un vacío de la literatura histórica colombiana. A pesar de su importancia en la vida nacional de finales del siglo XIX y principios del sigloXX, es la primera vez que se edita un estudio integral de la vida del político antioqueño con base en una revisión exhaustiva de sus extensas publicaciones y de sus papeles privados. Esta obra arroja nuevas luces sobre quien fuera un hombre de acción, pero también un hombre de ideas. Uribe Uribe combatió en las guerras civi-les de 1885, 1895 y 1899, aunque su reputación como estratega no siempre correspondió a sus éxitos en el campo de batalla. Fue uno de los líderes del ala belicista del Partido Liberal y se opuso a las posiciones más moderadas de sus

Historia Crítica No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, 256 pp. ISSN 0121-1617 pp 228-231

Page 228: Historia Crítica No. 42

231Notilibros

mayores, los integrantes del Olimpo Radical. Luego de la Guerra de los Mil Días, el pensa-miento político de Uribe Uribe cambia. Intenta redefinireldebatepolíticonacionalysuperarel enfrentamiento sectario con una agenda mo-dernizante que incluye el fomento de la activi-dad productiva y la primera discusión seria del socialismo de estado en el país.

Ï Gómez López, Augusto Javier y Hugo Armando So-

tomayor Tribín.

Enfermedades, epidemias y medicamentos. Frag-

mentos para una historia epidemiológica y socio-

cultural. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia,

Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios

Sociales, 2008, 360 pp.

El texto tiene como propósito difundir los re-sultados de algunas investigaciones sobre las enfermedades y epidemias en ciertos contextos históricos, socioculturales y regionales de Co-lombia. En la primera parte “El medicamento indígena”, se describen y analizan las concep-ciones y sistemas de creencias de las poblacio-nes aborígenes, acerca de las enfermedades y sus causas, tanto en el ámbito doméstico como en ceremonias y rituales. En la segunda parte “Amazonia colombiana: enfermedades y epide-mias”, se trabaja el impacto causado entre estas poblaciones por el contacto con los europeos y sus descendientes desde el siglo XVI. En la ter-cera parte “La curación y el pensamiento mes-tizo”, se muestran los usos de la botánica medi-ca popular, particularmente en los pueblos del Tolima Grande. La cuarta parte “Los albores de la modernidad política”, investiga la catástrofe demográficaindígenaapartirdelsigloXVI, lahistoriaepidemiológicadelGranCauca,yfinal-mente las condiciones geopolíticas y sanitarias en que se emprendió la construcción del ferro-carril y la apertura del Canal de Panamá.

Ï Fazio Vengoa, Hugo.La Historia del Tiempo Presente: historiografía, problemas y métodos Bogotá: Colección, Ciclo Básico, Universidad de los Andes, Departamento de Historia, Centro de Estudios Socioculturales, CESO,

2010, 178 pp.

Este libro es producto de una línea de investiga-ción cuyo objetivo principal ha consistido en la elaboración de una perspectiva de análisis nue-va para el estudio de la realidad contemporá-nea, cuya propuesta es interpretarla como una historia del presente histórico. Este presente histórico constituye el período en el que trans-curre la contemporaneidad del mundo, cuyos orígenes se remontan a esa crucial coyuntura definalesdeladécadadelossesentadelsiglopasado y se extienden hasta el hoy. Este inter-valo de tiempo constituye un período caracte-rizadoporlaintensificacióndelaglobalización,el advenimiento de un régimen de historicidad presentista y global, la transformación de la mo-dernidad clásica por una modernidad mundo y una sobre posición de experiencias sincrónicas y diacrónicas, complejas compenetraciones que obligan a ir más allá de lo que fue la historia universal y pensar más bien en términos de his-toria global. En la caracterización de este pre-sente histórico se ha recurrido a la disciplina de la historia por ser un tipo de conocimiento que pone en evidencia las distintas temporalidades que participan de esta historia global y porque es un saber abierto a las demás ciencias sociales, es decir, transdisciplinarios.

Hist. Crit. No. 42, Bogotá, septiemBre-diciemBre 2010, 256 pp. ISSN 0121-1617 pp 228-231

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