hechos y valores. homo suadens

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    XI Congreso Espaol de SociologaCrisis y cambio. Propuestas desde la sociologaGT-23 Sociologa del Conocimiento y la Ciencia y la Tecnologa Julio 2013

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    Hechos y valores: el problema de la objetividad en

    la sociologa desde la perspectiva del Homo suadens

    Rubn Crespo [email protected]

    Israel Gonzlez [email protected]

    Estudiantes de Sociologa en la UNED

    Resumen

    La disyuntiva entrehechos y valores es una polmica constante dentro de lasciencias sociales. A lo largo de la historia de la sociologa son muchos los tericos quese han pronunciado al respecto, produciendo respuestas muy heterogneas ymanteniendo vivo el debate. Se ha insistido muchas veces que en las ciencias sociales elobservador es a la vezsujeto y objeto de investigacin, haciendo deldistanciamiento entre el cientfico y los objetos de estudio la principal diferencia entre las cienciassociales y humanas con respecto al resto. As, desde otras ciencias se sigue poniendo enduda la cientificidad de la sociologa por entender en sta la imposibilidad de separar ladimensin subjetiva de su prctica cientfica, toda vez que se piensa errneamente que la ciencia es un hecho asptico e impenetrable de subjetividades.

    Nuestra propuesta, antes que establecer una serie dedesidertums que disuelva deuna vez por todas el problema de laobjetividad en la sociologa, pretende ofrecer unnuevo marco explicativo a partir de la perspectiva del Homo suadens , desarrollado por los hermanos Castro Nogueira (et al .), y que tiene su origen en el Programa Fuerte de lasociologa del conocimiento cientfico.

    Palabras Clave:

    Aprendizaje assessor , hechos y valores , Homo suadens , Modelo Estndar, naturalezahumana, objetividad, sociologa del conocimiento cientfico.

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]:[email protected]:[email protected]:[email protected]
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    Hechos y valores: el problema de la objetividad en

    la sociologa desde la perspectiva del Homo suadens

    1. Introduccin

    El dilema entrehechos y valores es una polmica constante dentro de las cienciassociales. En los mismos inicios de la sociologa emergi pronto el debate sobre laobjetividad en la investigacin social, sobre todo, a partir del alegato de Max Weber afavor de una sociologa libre devalores . Se trata de un debate que contina todavavivo y que sigue produciendo respuestas muy heterogneas.

    El inicio temprano de este debate en la sociologa se debe a que la mayora de los precursores y los primeros padres fundadores de la disciplina estuvieron muyinfluidos por la corriente de pensamiento positivista. El positivismo pretenda trasladar prcticamente todos los postulados metodolgicos de las ciencias naturales a lasciencias sociales, entre ellos, la absolutaneutralidad en la investigacin cientfica de losfenmenos sociales. Las posibilidades de que tal cosa pudiera ser posible han sido muydiscutidas desde entonces. A lo largo de la historia de la sociologa son muchos lostericos que se han pronunciado al respecto. No hay tampoco manual de sociologadonde no se aborde el problema de latica y losvalores en la investigacin social.

    En la actualidad hay un mayor consenso sobre las dificultades de asumir elconocimiento de la realidad social de una forma absolutamente objetiva. Se ha insistidomuchas veces que en sociologa, como en las dems ciencias sociales, el observador es ala vezsujeto y objeto de investigacin, de tal suerte, y a costa de repetir esta advertenciauna y otra vez, se ha puesto el acento en eldistanciamiento entre el cientfico y losobjetos de estudio como la diferencia primordial entre las ciencias sociales y humanascon respecto al resto. As, se dir: El estudioso de los hechos sociales-humanos estambin un ser humano que tiene sus propias ideas y valores y al que le resultaimposible enfrentarse con realidades prximas con una total frialdad y distanciamiento(Tezanos, 2006: 511).

    Alfred Schtz propuso distinguir entre una actitud de distanciamiento y otra deecuanimidad que el cientfico deba adoptar como observador neutral de la realidadsocial: en la medida en que la actividad cientfica tiene fundamento social, es una msentre las otras actividades que se llevan a cabo dentro del mundo social. Una cosa es

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    abordar la ciencia y los asuntos cientficos dentro del mundo social, y otra la actitudcientfica especfica que debe adoptar el especialista hacia su objeto de conocimiento(Schtz, 1974: 62). Pero la experiencia del quehacer sociolgico demuestra que los prejuicios y los elementos valorativos extra-cientficos pueden penetrar en el mundocientfico de muchas formas.

    Abraham Edel (1969: 255) abord la problemtica de la influencia de losvalores en la ciencia sociolgica intentando arrojar luz a partir de cuatro conceptosvalorativos a tener en cuenta: finalidad, actitud favorable, importancia y deber, prestatencin a los diferentes significados de la ciencia, y expuso tres modos en que losvalores pueden introducirse en la prctica cientfica: finalidad externa [influencia

    externa en la decisin de qu investigar: estmulos polticos y econmicos, apremios osanciones sociales, etc.], influencia interna [la propia lgica interna de las prcticascientficas] y parmetro valorativo [la concepcin de lanaturaleza humana que implicatoda teora social, y en la que prestaremos especial atencin aqu]. Por tanto, laneutralidad del investigador social no viene garantizadaper se (Tezanos, 2006: 514).

    El debate sobre las posibilidades de laobjetividad en las ciencias sociales ascomo en otras ciencias, como demuestra la sociologa del conocimiento sigue siendo

    hoy un asunto que preocupa tanto a profesionales como a estudiantes de sociologa. Engran parte del imaginario de la comunidad cientfica se sigue pensando que la sociologano podr gozar nunca de un verdadero estatuto cientfico por entender en sta laimposibilidad de separar la dimensin subjetiva de sus conceptualizaciones yteorizaciones sobre su objeto de estudio, toda vez que se piensa errneamente que laciencia es un hecho asptico e impenetrable de subjetividades y de losvalores indisociables de las mismas.

    Nuestra propuesta, antes que establecer una serie dedesidertums que disuelva deuna vez por todas el problema de laobjetividad en la sociologa, pretende situarse en unnuevo marco explicativo a partir de la perspectiva del Homo suadens , desarrollado por los hermanos Castro Nogueira (et al .), y que tiene su origen en el Programa Fuerte de lasociologa del conocimiento cientfico.

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    2. El origen del debate sobre el problema de la objetividad en la sociologa 1

    As pues, el postulado de Weber sobre losvalores es mucho ms complejo y nodebe reducirse a una nocin simplista de que losvalores deben dejarse fuera de la

    sociologa. Para Weber, los acadmicos tienen perfecto derecho a expresar susvalores personales de forma libre en discursos, la prensa y muchos otros lugares, pero en el aulaes distinto. El aula ha de mantenerse separada del mbito de la discusin pblica. Ciertoes que en la postura de Weber hay cierta ambigedad respecto de la libertad devalores .La funcin del acadmico es ensear loshechos en el aula, no susvalores personales.Aunque los profesores se inclinen a introducir susvalores porque hacen que el curso sea

    Apenas la sociologa se haba consolidado como disciplina en Europa, y el debatesobre la sociologa y losvalores adquiri grandes dimensiones en los crculos

    sociolgicos cuando Max Weber pronunci su famoso alegato a favor deuna sociologa libre devalores que, por otra parte, no fue muy bien entendido en supoca. El postulado de la neutralidad valorativa de la sociologa de Max Weber, tuvosu primera versin en el textoEl sentido de la neutralidad valorativa de las cienciassociolgicas y econmicas que iba destinado a una discusin interna para la reunin de1913 delVerein fr Sozialpolitik (Weber, 1913: 222). Weber se opuso a los criterios propuestos por Scholler sobre la intervencin y proyeccin poltica de los cientficos

    sociales. Lo que se discuta en ese foro era la conveniencia o no de que los cientficossociales en la enseanza acadmica hicieran profesin de las propias valoraciones prcticas, fundadas en la tica, en los ideales culturales, o bien en una concepcin delmundo (Ibd.: 222).

    La posicin que Weber adopt en este debate result por aquel entoncesminoritaria. Weber plante que se distinguiera claramente entre las cuestiones puramente empricas y las valoraciones prcticas, de forma que no se produjera una

    mezcolanza confusa entre ambos elementos con el nico fin de atraer ms alumnos a lasaulas. Esta propuesta condujo a Weber a plantear, como algo perfectamentediferenciado de lo anterior, el tema de la discusin puramente lgica del papel que lasvaloraciones desempean en disciplinas empricas como la sociologa y la economa poltica (Tezanos, 2006: 517-518).

    1 En la primera versin del texto, en este epgrafe exponamos las principales aportaciones heursticas

    que se han venido desarrollando a lo largo de la historia en este debate, sin embargo, debido a laslimitaciones de espacio, hemos incluido en la bibliografa algunas de las obras que a nuestro juicio nosparecen especialmente relevantes para analizar este debate.

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    ms interesante, deben evitar su uso, ya que talesvalores debilitarn la satisfaccin delos alumnos por el riguroso anlisis emprico. La cuestin es si verdaderamente es posible que los profesores puedan abstraerse a la mayora de losvalores de sus presentaciones. Weber pudo adoptar esta postura porque pensaba que era posibleseparar hecho y valor , sin embargo, Marx no estaba de acuerdo porque, desde su puntode vista,hecho y valor estn entretejidos (Ritzer, 2011: 233).

    Weber distingua entre conocimiento existencial (lo que es) y conocimientonormativo (lo que debe ser). La ciencia social deba discurrir por el primero. Sinembargo, a pesar de su propsito inicial, Weber no oper con una postura simplistasobre la posibilidad de unaciencia social avalorativa ; aunque atribua una funcin a los

    valores en aspectos especficos del proceso de investigacin, pensaba que debanmantenerse fuera de la provisin real de los datos de investigacin, con lo que daba aentender que debemos emplear los procedimientos regulares de la investigacincientfica, como la observacin precisa y la comparacin sistemtica. Para Weber, losvalores deben restringirse a los momentos previos de la investigacin social, que escuando deben contribuir a seleccionar lo que pretendemos estudiar. Este es el conceptoque Weber denomin relevancia valorativa (Ibd.: 233).

    Por tanto, para Weber los juicios de valor no deban ser totalmente eliminados deldiscurso cientfico; aunque se opona a confundir hecho y valor , no crea que losvalores debieran ser separados totalmente de las ciencias sociales. Admita que losvalores tenan un lugar pero con la advertencia a los investigadores de que tuvieran cautela, estoes, cuando los socilogos expresan su posicin respecto de losvalores , siempre debenmantenerse a s mismos y a sus audiencias enterados de dichas posturas. No obstante,hay una brecha entre lo que Weber dijo y lo que realmente hizo. Como mantiene Ritzer (Ibd.: 234), la obra de Weber est repleta devalores . Y an as, la mayora desocilogos estadounidenses considera a Weber como el emblema de lasociologa librede valores .

    En los siguientes epgrafes exponemos los enfoques que desde la sociologa delconocimiento se han venido desarrollando en los ltimos aos, y pensamos que puedendar respuesta a algunas de las preguntas clave en la problemtica de laobjetividad en laciencia sociolgica. Esto nos permitir adquirir una perspectiva general de la centralidad

    de las creencias yvalores en la produccin y transmisin de todo conocimientocientfico; aunque no solo de ste, sino de toda forma de conocimiento.

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    3. Sociologa del conocimiento y la dimensin valorativa de las creencias

    Desde el campo de lasociologa del conocimiento cientfico , en la obra mssugestiva de las ltimas dcadas,Conocimiento e Imaginario social de David Bloor

    (1998), se propone abordar toda clase de conocimiento sin ninguna clase de limitacin.En torno a esta afirmacin de intenciones, elPrograma Fuerte de la sociologa delconocimiento cientfico define su estrategia sobre cuatro principios bsicos: primero,el

    principio de causalidad, es decir, ocuparse de las condiciones que dan lugar a las

    creencias o a los estados de conocimiento (causas que no tienen porqu ser exclusivamente sociales); segundo,el principio de imparcialidad con respecto a laverdad y la falsedad, la racionalidad o la irracionalidad, el xito o el fracaso (el

    Programa Fuerte exige que la verdad y el error sean objeto de la investigacinsociolgica2

    La influencia delPrograma Fuer te ha producido una profunda transformacin enla sociologa del conocimiento cientfico . En concreto, destacamos una de suscorrientes, conocida como laTeora del Actor-Red (TAR)

    ); tercero,el principio de simetra: la sociologa debe ser simtrica en suestilo de explicacin. Los mismos tipos de causas deben explicar, digamos, las

    creencias falsas y las creencias verdaderas ; cuarto, el principio de reflexibidad: en principio, los patrones de explicacin deberan ser aplicables a la sociologa misma. Se

    trata de un requerimiento obvio de principio porque, de otro modo, la sociologa sera

    la refutacin viva de sus propias teoras (Bloor, 1998: 38-39; Castro et al., 2008a: 460-462). A su vez, Los presupuestos epistemolgicos delPrograma Fuerte pueden ser resumidos como: a) Naturalismo frente a justificacionismo ; b) Explicatividad frente anormativismo ; c) Relativismo frente a racionalismo ; y d) inductivismo frente adeductivismo (Lamo et al., 1994; Castro et al., 2008a).

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    2 La verdad y el error exigen anlisis locales que expongan los modos en que lo social ha producido lascategoras y los conceptos tericos usados por los cientficos orientados a la justificacin de las creenciasy la resolucin de problemas (Lamo et al., 1994 cit. en: Castro et al., 2008a).3

    La Teora del Actor-Red : TAR por sus siglas en espaol, ANT por sus siglas en ingls Actor-Network Theory , tambin conocida como Ontologa del Actante-Rizoma . Los principales autores asociados a esteenfoque son Bruno Latour (Latour y Woolgar, 1995), Michel Callon y John Law.

    . Esta teora, si bien es crticacon el Programa Fuerte , elogia parte de sus propsitos, entre ellos, la generalizacindel principio de simetra . Lo que tal vez pueda achacrsele es una cierta timidez a lahora de extraer las conclusiones. En este sentido puede entenderse la propuesta de loshermanos Castro Nogueira (Castro et al., 2008a; 2008b), quienes reinterpretan laTeoradel Actor-Red construyendo una versin de la misma que tiene en cuenta los avances de

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    las ciencias cognitivas sobre la cuestin de nuestra forma de aprendizaje y transmisincultural de creencias,valores y prcticas.

    Los avances de las ciencias cognitivas han permitido en las ltimas dcadas

    acumular evidencias suficientes como para abordar la cuestin del programa naturalistaen las ciencias sociales (consideraciones empricas ybio-psico-social del individuo). Es precisamente en lo que han venido trabajando Luis Castro Nogueira junto a sushermanos y otros, proveyendo un inmenso aparato conceptual que permite establecer puentes interdisciplinares entre las ciencias cognitivas y las ciencias sociales, y que proponemos aqu por el valor heurstico que aporta a la sociologa del conocimiento.Para ello, (re)construyen a partir de la evidencia emprica disponible la aparicin de uno

    de nuestros antepasados homnidos, el Homo suadens y su modelo deaprendizajeassessor .

    La propuesta del programa naturalista 4 nos parece interesante en el debate sobrehechos y valores precisamente porque nuestra naturalezasuadens es valorativa. El

    Homo suadens no puede evitar ver el conocimiento y su produccin cargados devalores . A su vez, los hermanos Castro resaltan la implicacin valorativa (ideolgica)que supone de por s aceptar una concepcin (una creencia) de lanaturaleza humana

    que no se corresponde con las evidencias empricas disponible en campos como la psicobiologa o la biologa evolutiva entre otros.5

    4 El programa naturalista para las ciencias sociales se refiere al conjunto de disciplinas fronterizas, lassociobiolgicas, que han prestado atencin al estudio de la cultura y de la conducta humana desde unaperspectiva darwinista, e intentan dar cuenta de qu conductas, creencias y valores se extienden en lassociedades humanas: la sociobiologa (E. O. Wilson), La ecologa del comportamiento (R. Alexander), lamemtica (R. Dawkins; S. Blackmore; D. Dennet), la psicologa evolucionista (L. Cosmides y J. Tooby; D.

    Buss; S. Pinker), la epidemiologa de las representaciones (D. Sperberg) y las teoras coevolutivas de laherencia dual (L. Cavalli-Sforza y M. W. Feelman; R. Boyd y P. Richerson).5 Nos referimos a ensear y a asumir como lo bueno, lo deseable y lo verdadero de algo.

    A partir del trabajo de los hermanos Castro, pensamos que las ciencias sociales debenrepensar los procesos de socialidad para dar coherencia a su marco valorativo dereferencia como ciencia, esto es, no se puede pretender como lo deseable y lo bueno (latica) rendirse a la evidencia emprica de la prueba (convencin sobre laobjetividad yverdad) y mirar para otro lado cuando esta contradice la teora social.

    Una de las influencias valorativas de las ciencias sociales son las creencias sobrela naturaleza humana implcitas en sus teoras, a lo que hemos de sumar loscondicionamientos valorativos de nuestra propia naturaleza de aprendizaje.

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    4. Naturaleza humana . Creencias y valores en el Homo suadens

    La creencia es la forma primigenia de todo saber, pues todo saber se adquiere como

    creencia, es decir, como una determinada configuracin localizada espacio-

    temporalmente y corporalizada que conecta ciertos contenidos, ciertas prcticas y

    ciertos valores.

    (Castro et al., 2012: 71)

    El debate sobre el sentido de laneutralidad valorativa de las ciencias socialesimplica siempre adoptar una concepcin de lanaturaleza humana como punto de partida sobre el que construir el edificio terico. El trmino empleado por Edel deparmetros valorativos (Edel, 1969: 255) se relaciona con la influencia valorativa que

    ejercen los sistemas de creencias sobre lanaturaleza humana asociados a toda teorasocial. Por tanto, para que exista esta influencia valorativa se debe dar unaasimetravalorativa , que consiste, contradictoriamente, en anteponer un sistema de creencias sincontenido emprico (no instrumentales) a un sistema de creencias con contenidoemprico (tiles e instrumentales para un grupo), y adems pretender unstatus decientificidad. Precisamente aqu es donde se da laasimetra entre los valores de laciencia (lo deseable, lo aconsejable, el deber aprendido y cargado con losvalores de lo

    bueno lo bello y lo verdadero) y losvalores de una potencial y pretendida disciplinacientfica que como nos dice Bloor con cierta irona se pusiera del lado explicativo deaquel aborigen que crea que los dioses haban contestado no a su pregunta al morir elanimal, cuando la creencia con contenido emprico, debera llevar a pensar al cientficoque la causa de la muerte son las hierbas que lo han envenenado (Bloor, 1998: 71).

    Algo parecido le sucede a las ciencias sociales cuando contrastamos lasevidencias empricas desarrolladas y obtenidas durante las ltimas dcadas en el campode las ciencias cognitivas con las concepciones sesgadas de lanaturaleza humanaimplcitas en toda teora social (creencias sin contenido emprico y cargas valorativas noinstrumentales), lo que en ltima instancia requiere de una profunda revisin paracorregir la inconsistente relacin entre losvalores de la ciencia (aceptacin eintegracin de las evidencias empricas) y los parmetros valorativos que losdiscursos cientfico-sociales asumen en lanaturaleza humana de los individuos y lesobliga a dejarse narrar por ellos.

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    Antes de seguir con nuestra propuesta, hemos de reconocer a Darwin como el primer cientfico comprometido con la posibilidad de explicar en clave evolutiva losorgenes y la naturaleza de las facultades morales e intelectuales del hombre. Si bien lasinterpretaciones que se hicieron desde la teora sociolgica deldarwinismo social handerivado en afinidades valorativas emparentadas con elclasismo , el racismo, laxenofobia, etc., no es menos cierto que estas interpretaciones desociologismo

    predatorio son tambin sistemas de creencias sin contenido emprico, es decir,ideologa , pues los avances de la psicobiologa ms que mostrar un supuestobio-social de carcter predatorio del Homo sapiens , por contra, amparan con su evidencia empricaun Homo sapiens cooperativo , predispuesto al altruismo a travs del consejo valorativoen los procesos de aprendizaje de conductas e interaccin, no exento de conflictos, perotambin inmerso en procesos microsociales de negociacin con los individuos con losque ms intensamente interacciona. Nos referimos al Homo suadens, un ser de creenciasy valores que es totalmente incompatible con los postulados deldarwinismo social ,como mostraremos al exponer lanaturaleza suadens de los procesos de transmisincultural . La intencin de Darwin de analizar la cultura y la conducta humana desdeun punto de vista naturalista ha generado rechazo por los aterradores desvaros deldarwinismo social, lo que impidi en gran medida la integracin en el campo de las

    ciencias sociales de un verdadero programa naturalista . Sin embargo, como demuestrala evidencia emprica actual, no se puede seguir obviando las relaciones en claveevolutiva que se dan entre naturaleza y cultura. La cultura y el comportamiento social,como ya pudo intuir Darwin, puede y debe ser abordada en clave evolucionista, comoelemento adaptativo en el proceso de hominizacin.

    Nos preguntamos entonces: En qu medida podemos considerar adaptativo un

    sistema de transmisin cultural ? Aunque ms adelante retomaremos la cuestin, cuandoanalicemos el sistema de aprendizaje assessor caracterstico del Homo suadens podemos adelantar lo siguiente:

    [Un sistema de transmisin cultural puede ser adaptativo] ya que permite

    aprovecharse de las conductas desarrolladas por la generacin anterior (Lumsden y

    Wilson, 1981) y reducir el tiempo y los costes que conlleva el aprendizaje individual

    (Boyd y Richerson, 1985). La ventaja del aprendizaje social radica en que los imitadores

    observan las conductas que exhiben los individuos imitados que, lgicamente, son

    aquellas que consideran mejores, aprovechndose as de la experiencia ajena (Rendell

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    et al., 2010). Sin embargo, a pesar de esta ventaja, la cultura slo ha alcanzado un nivel

    importante en nuestra especie, sin que est del todo clara la causa que ha favorecido

    esta singularidad. Boyd y Richerson (1996) y Tomasello (1999) han argido que la clave

    que facilit la evolucin de un sistema de herencia cultural como el que poseemos los

    humanos ha sido un incremento significativo de la capacidad de imitacin, unido al

    desarrollo de la capacidad para elaborar una teora de la mente.

    (Castro et al., 2012: 49-50)

    El rechazo a la investigacin en clave naturalista estuvo influido por los excesosdel darwinismo social y tuvo junto al fundamentalismo demarcacionista en torno alas fronteras de la sociologa como disciplina cientfica sus consecuencias para el tipode representacin de lanaturaleza humana que subyace a la teora social.

    Como hemos visto, laimitacin es un elemento bsico del proceso de aprendizajede las conductas en sentido evolutivo y las implicaciones psicolgicas asociadas a lasemntica del este concepto hicieron que teoras como las de Gabriel Tarde no fueranintegradas en las nacientes ciencias sociales.6

    5. El Modelo Estndar de las ciencias sociales. El Homo sociologicus

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    El Modelo Estndar de las Ciencias Sociales (en adelante ME), denominado as por los psiclogos evolucionistas Leda Cosmides y John Tooby (1992), representa unade la tradiciones centrales del pensamiento social iniciada por Emile Durkheim. Estatradicin reclama la autonoma de los procesos culturales y se expresa perfectamente bajo el conocido determinismo: lo social se explica por lo social. De esta manera se pretende un campo de estudio propio reclamando la autonoma de los hechos culturalessobre los biolgicos, ello a su vez, en un intento de tomar distancias con la psicologa.

    Desde este enfoque lo social tiene vida propia independientemente de los individuosconcretos, solo lo social puede explicarse as mismo, por lo que hay que tomar loshechos sociales como cosas externas que estructuran al individuo, siempre concebidocomo un ser que por naturaleza es permeable como una esponja, con una capacidad

    6 Recientemente el servicio de publicaciones del CIS, en coleccin de clsicos del pensamiento social , 13reedit: Tarde, Gabriel de (2012) Las leyes de la imitacin; y La sociologa . Madrid: CIS.7 El trmino Homo sociologicus fue popularizado por Ralf Dahrendorf en 1959 a partir de un libro quelleva por ttulo esta denominacin. Aqu, nuestra crtica al Homo sociologicus va dirigida especialmente

    al enfoque funcionalista del trmino: Homo sociologicus como cumplidor ritualista de normasderivadas de una cultura concreta (Giner et al., 2006).

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    infinita para ser posedo por todo tipo de hechos y fuerzas que lo envuelven, que loarroyan y constituyen una clase social o cualesquiera otras metforas que el ME emplea para categorizar a los individuos. Se interpreta la cultura como un entesupraorgnico ,exterior a un individuo sumergido en procesos de socializacin o enculturacin dondeinterioriza prcticas que van pintando desde su inicio gracias a la prelacin de losocial ese cuadro en blanco que el ME entiende como la cualidad plstica de nuestrocerebro.

    Esta concepcin de la naturaleza hace referencia a laTabla Rasa deJohn Locke, una visin holstica en la que la plasticidad de nuestro cerebro prefigura alindividuo como una pgina en blanco, como un depsito a llenar por naturaleza, donde

    las estructuras entre otras metforas holsticas en juego dentro del ME vanestructurando el contenido y los procesos de socializacin comoestructuras

    predispuestas para actuar comoestructurantes, como en el caso del concepto dehabitus de Bourdieu; una especie de hardware capaz de interiorizar el softwarecultural. En sntesis, los tres postulados bsicos sobre la naturaleza del sistema deaprendizaje y transmisin cultural contenidos en el ME los encontramos en susinterpretaciones sobre: la heterogeneidad intercultural, la homogeneidad y

    reproduccin intragrupales, la prelacin de lo social , tal y como lo exponen loshermanos Castro:

    El primero no poda ser otro que ste: nuestra naturaleza se caracteriza por una

    indeterminacin esencial que hace de la materia humana la ms prima de todas las

    materias . Una consideracin que, realmente, no es fruto de la originalidad del

    pensamiento moderno, sino, muy al contrario, la herencia de una vieja concepcin de

    la realidad inspirada en el pensamiento clsico y renacentista, pues fue Aristteles

    (sobre la base de un platonismo que nunca nos ha abandonado) quien consagr la

    imagen de un cosmos construido sobre la interaccin de dos principios irreductibles:

    una materia prima definida por su potencialidad infinita la naturaleza humana en

    este caso y una forma estructurante , causa de la identidad sustancial de cada ente

    el universo cultural que envuelve y da forma a dicha naturaleza.

    El segundo postulado apunta al modo en que habra de ser pensada la cultura, la otra

    cara de la moneda. La cultura, en tanto que forma , fue presentada como el principio

    determinante de la potencia natural humana, un principio destinado a in-formar y

    actualizar la materia prima dotndola de un sentido siempre local. La prelacin de las

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    formas culturales sobre toda identidad individual se articul con una visin de la

    cultura como realidad superorgnica, una entidad que adviene para modelar la

    materia humana, estructurndola, constituyendo una identidad a travs de un juego

    de semejanzas y diferencias.

    El tercer postulado derivado de esta comprensin de la facticidad social se refiere al

    elemento dinmico que acta como mecanismo de retroalimentacin, como enlace

    entre las poderosas fuerzas configuradoras de lo social y la plasticidad humana,

    garantizando la reproduccin de las identidades intragrupales y las diferencias

    interculturales. Nos referimos a los procesos de aprendizaje agrupados bajo las

    expresiones socializacin y enculturacin . Estos fueron concebidos como proteicos y

    pregnantes procesos de interiorizacin y modelaje , capaces de penetrar y estructurar la

    identidad personal hasta armonizarla e integrarla en su comunidad social en tanto que

    comunidad de creencias, saberes y prcticas.

    (Castro et al., 2012: 47)

    Lo que se observa a la luz del programa naturalista es que el ME ha llevado alextremo la plasticidad humana de nuestro cerebro, capaz de ser coaccionado por cualquier fuerza estructural exterior, como condicin de posibilidad de todasubjetividad. Esta plasticidad debera ser pensada desde el vnculo que entre cultura y personalidad pueda darse:

    [] resulta esencial mostrar cmo frente a una plasticidad de primer orden que

    enfatiza la prelacin de lo social y colectivo sobre el individuo, existe otra, menos

    visible pero no menos importante, que mantiene en constante reestructuracin

    nuestra identidad y que es el resultado de dos poderosas fuerzas: una endgena,

    consecuencia de nuestra arquitectura cerebral, de naturaleza modular, y en ella del

    papel de las emociones en la gestin del conocimiento y la conducta, y otra exgena,

    grupal, local y azarosa, enraizada en una forma de socialidad primordial u originaria

    que nos es propia, una instancia sta que filtra y refracta cualesquiera otras

    experiencias y representaciones y que es la verdadera medida de nuestra naturaleza

    social.

    De este modo, si la plasticidad de primer orden es la causa de ese efecto culturalista y

    sociologista impresionista y platnico , por el que se presenta al individuo como

    una instancia particular de alguna categora orgnica o colectiva, la segunda forma de

    plasticidad es la responsable del modo en que los humanos nos relacionamos con y

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    manejamos aquellas fuerzas, representaciones o retablos imaginarios que nos

    constituyen roles, adscripciones de clase, creencias, competencias sociales,

    ideologas, criterios y preferencias, etc., de acuerdo con pautas variables, poco

    predecibles y escasamente coherentes, que poco tienen que ver con la imagen que las

    ciencias sociales han volcado de un ser humano construido de una pieza y para

    siempre por la cultura.

    (Castro et al., 2012: 66-67)

    El ME tiene una percepcin ordenada de la sociedad. Lo fctico de lo social semanifiesta en primer lugar como fuerza que modela, construye y configura al individuo(materia prima en potencia, plstica y maleable) tanto en el plano de su exterioridad(expresin y comunicacin, hbitos y prcticas cotidianas y profesionalesincorporados...) como en el de su interioridad (creencias, ideologa, criterios ticos yestticos...). En otras palabras, el individuo es un producto del factum de la vida socialque le antecede temporal, lgica y ontolgicamente. Nos encontramos pues ante unindividuo que absorbe que interioriza la cultura que le precede, pero se muestraincapaz de introducir cambios en ese edificio macro estructural que vuelca sobre lcontenidos, prcticas yvalores . Esta es una concepcin aristotlica donde el ser en potencia pura y materia ms prima de todas la materias es in-formado (la cultura esla forma ; la materia prima es fecundada por las formas sustanciales). Una concepcin dela naturaleza humana que se define por su pasividad y permeabilidad frente al factum social de una esfera culturalsuperorgnica e idealizada.

    A su vez, laontologa de las sustancias aristotlicas es caracterstica de lascategorizaciones del ME. Esto se debe a una especie de trampa ilusin que nos tiendela propia naturaleza de la mente humana (Sperber, 2005; Castro et al., 2012). Poseemos

    una mente obstinadamenteesencialista y sustancialista . La arquitectura de nuestrocerebro habra desarrollado las facultades cognitivas que nos permiten procesar y(re)construir nuestras percepciones y categorizaciones de formaesencialista y

    sustancialista . Esta disposicin cognitiva, innata y espontnea del cerebro nos permitecategorizar a los seres y objetos del mundo que comparten rasgos genricos en nuevasfacultades cognitivas que tienen una utilidad adaptativa que permiti a nuestrosantepasados predecir el comportamiento de aquellos animales que constituyen por susrasgos y caractersticas genricas una amenaza, pongamos por ejemplo la presencia deun len, sin olvidar, la tremenda utilidad que esto representa a la hora de clasificar los

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    alimentos. En conclusin si se nos permite la metfora es como si laontologa de lassustancias aristotlicas subyacente al ME (por ejemplo: progresistas y conservadores,marianistas y zapateristas , etc.) definiesen a los individuos de carne y hueso comoleones a medio hacer, con garras y sin dientes, o se muestran con la agresividad de uncervatillo, como si se resistieran a ser aquello que de ellos se espera que sean; semuestran, pues, inconsistentes a las percepciones y categorizacionesesencialistas ysustancialistas . Y, sin embargo, sabemos bien que de esta maneranunca salen lascuentas (Castro et al., 2012: 71)

    Se trata, entonces, de (re)pensar la socialidad. Para ello, es necesario incorporar esa otra plasticidad que hace posible que los individuos se muestren como si no

    atendiesen a las categoras que se le intentan imponer (se muestran, digamos, rebeldes anuestras causas). Hablamos de recorrer el camino de inferencia en sentido inverso; unnominalismo radical , diferente delindividualismo inmediatista del Homo oeconomicus ,que tenga en cuenta la socialidad originaria o primordial a travs de la cual elindividuo desempea su accin de acuerdo con pautas motivacionales muy diversas, defuerte arraigo local, adquiridas en espacio-tiempo-sociales donde el individuointeracta de manera ms intensa con sus grupos de referencia. Esto es, junto a la plasticidad cognitiva de los actores para adquirir destrezas y competencias (elhabitus )dentro de un sistema de reglas (lgicas prcticas) que nos permiten actuar bajo unsistema de restricciones y fuerzas sociales objetivas (campos ), las ciencias socialesdeben tener en cuenta otra plasticidad de segundo orden que apreciamos en lamicrosocialidad (burbujeante ) en la que los sujetos categorizados por el ME se haceninconsistentes respecto de las categoras de anlisis en que se pretende agruparlos eigualarlos genricamente. Es en la vida cotidiana donde el individuo se ve inmerso enredes de relaciones y procesos de aprendizaje y cooperacin local intensamenteemocionales donde experimenta todo tipo de creencias, prcticas, contenidos,valores ,etc. Esta forma de socialidad originaria o primordial es el verdadero entramadoontolgico de las colectividades humanas (Ibd.: 67-69).

    En suma, la estructurasuperorgnica de la cultura encuentra su verdad (lo queella pueda ser en camino inverso) en los avatares cotidianos del individuoassessor

    Homo suadens , un individuo con una plasticidad que mantiene su identidad enconstante actualizacin y re-actualizacin, un individuo en-vuelto,im-plikado en los

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    juegos de micro-poder 8

    Estahipercompletitud explicativa est desconectada de laempiria en la medida enque no cuestiona la formacin de los diferentes sistemas de preferencias y creenciasincardinadas en el contexto socio-histrico en que acta y elige el individuo concreto.Cmo un individuo llega a preferir una cosa concreta y no otra? Son nuestras

    y cooperacin que se dan en la socialidad primordial , en lared de interacciones emocionalmente intensas con otros individuos con los que co-habita en sus grupos de referencia.

    6. El Homo oeconomicus

    Nos enfrentamos ahora a la otra cara de la teora social, la concepcin de lanaturaleza humana latente en el modelo del Homo oeconomicus y que est presente enla teora de laeleccin racional . En la tradicin delindividualismo metodolgico seintenta incorporar el componente de lanaturaleza humana en el centro del modelo. El

    Homo oeconomicus se presenta como un ser racional dotado de un egosmo primitivo,

    un calculador egosta, un preferidor racional que acta siempre eligiendo los mejoresmedios a su alcance para maximizar su beneficio personal (racionalidad instrumental ymaximizadora ). Por consiguiente, estamos ante la representacin de unanaturalezahumana egosta, racional ymaximizadora del comportamiento del individuo que se propone fines y, de acuerdo con las circunstancias contextuales y suponindoseleinformacin completa, selecciona los medios que permitan alcanzar dicho finminimizando los costes de la accin y maximizando sus beneficios.

    En las ltimas dcadas, son muchos los autores que se han sumado a las crticasde este modelo. El Homo oeconomicus constituye una ficcin psicologizante cuyadebilidad se encuentra en un reduccionismo de los anclajes sociales, histricos,ideolgicos o culturales, que brillan por su ausencia en el modelo y que presentan dichafigura como una mnada autodeterminada, sujeto de intereses endgenos ycausa sui y, por otro lado, la sustitucin de la representacin sociohistrica de la gnesis y laconstruccin de la identidad por una ficcin en la que el individuo se reduce a un haz de

    regularidades conductuales y motivacionales que se presenta como ncleo transhistricoy universal, empricamente desconectado, capaz de afrontar la explicacin de cualquier comportamiento, sea cual sea ste (Castro et al., 2008a: 318).

    8 Nos referimos especialmente a los anlisis del discurso planteados por Michel Foucault y Bruno Latour.

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    creencias y preferencias la mismas que las de los individuos del siglo XVII? El modelono puede dar cuenta de por qu los individuos pueden preferir una cosa y desear otra,como tampoco puede dar cuenta del individuobio-psico-social , del HomoSuadens/Credens inmerso en procesos de formacin de creencias y preferenciasradicalmente socio-histricas y de fuerte arraigo local. Esta abstencin de entrar aanalizar el origen y procesos de formacin de las preferencias y las creencias puedehacer atractiva la simplicidad del modelo, sin embargo tiende a legitimar aquellosintereses dominantes en un momento histrico concreto (Ibd.: 321).

    En la representacin del Homo oeconomicus observamos, pues, un elementoideolgico conservador que viene a legitimar el orden establecido (Ricoeur, 1996;

    Lizcano, 2006) y podemos vincular con los parmetros valorativos (Edel, 1969)debido a la deformacin de lanaturaleza humana implcita en su teora, ya que impideque se puedan integrar elementos fcticos del contexto social e histrico (cultural) paradar cuenta de la formacin de las creencias y las preferencias de un individuo en uncontexto concreto. No obstante con independencia de si asumimos o no la teora de la

    paradoja de Mannheim (Mannheim, 1973; Ricoeur, 1996) resulta insensata la idea detrabajar con un modelo de explicacin de la conducta individual o colectiva en el que

    no tenga cabida, de algn modo, la nocin de ideologa como nocin clave paracomprender la formacin de los sistemas de preferencias y de creencias del individuo(Castro et al., 2008a: 317).

    Sin embargo, esta crtica sobre el preferidor racional como ttere ideologizado noimplica abstenerse de reconocer el esfuerzo del enfoque delindividualismometodolgico y algunas de sus construcciones de modelos tericos que pueden ser deutilidad para la psicobiologa. An as, esta concepcin de lanaturaleza humana no

    puede ser asumida desde las evidencias disponibles en el campo de las cienciascognitivas, como tampoco lo puede ser la naturaleza del Homo sociologicus caracterstica del ME con su concepcin deTabula Rassa y reclamo radical de prelacinde lo social sobre lo biolgico. En ambos casos, se observa la influencia de parmetrosvalorativos procedentes las creencias distorsionadas de lanaturaleza humana . Y estoes lo que intentaremos demostrar en el siguiente epgrafe al contrastar estasconcepciones de lanaturaleza humana con los avances de las ciencias sociobiolgicas

    presentes en las teoras del Homo suadens .

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    7. Homo suadens y aprendizaje assessor

    Nos preguntamos ahora cules han sido los factores clave que han hecho del

    Homo sapiens la especie cultural por excelencia. Desde la biologa evolutiva la cultura

    se percibe como un fenmeno que forma parte de nuestra biologa. No existe unaruptura cualitativa del Homo sapiens con los principios que rigen toda evolucinorgnica. Adems, se pretende la investigacin de lanaturaleza humana paracomprender nuestranaturaleza cultural , sin dejar de tener en cuenta la importancia a suvez de comprender cmo los fenmenos culturales pueden haber configurado lanaturaleza del ser humano, una tarea indispensable. Para ello, se necesita determinar cules son los mecanismos que intervienen en los procesos detransmisin cultural que

    hacen posible que determinadas creencias yvalores y no otros se extiendan en lascolectividades sociales, al tiempo de aventurar una explicacin evolutiva para sudesarrollo. Es decir, se atienden los procesos de formacin y transmisin de conductas,creencias yvalores tomando la cultura como un elemento adaptativo en la evolucin dela especie.

    Los hermanos Castro Nogueira junto a otros (Castro et al., 2008a; 2008b; 2008c;2009, 2012, 2013) vienen trabajando con la hiptesis de que la evolucin de la cultura

    en nuestra especie necesit no solo la capacidad para elaborar una teora de la mente yun incremento de la habilidad imitativa, sino tambin de la aparicin de nuevashabilidades cognitivas como la capacidad conceptual de categorizar en trminos devalor (bueno/malo) la conducta propia y ajena, como tambin la capacidad de transmitir dicha categorizacin aprobando (reconocimiento social) o desaprobando (rechazosocial) la conducta puesta en accin por otros individuos; una capacidad constitutiva delsistema de aprendizaje assessor . Se trata de la aparicin de uno de nuestros

    antepasados homnidos en el proceso evolutivo de nuestra especie, el Homo Suadens oindividuo assessor (del latn suadeo : valorar, aprobar, aconsejar) y su sistema detransmisin cultural, el sistema deaprendizaje assessor .

    En este sistema de aprendizaje, para el individuoassessor la imitacin es unrecurso importante dentro del proceso de aprendizaje social, pero su utilidad no tiene lafuncin determinante de la adopcin positiva de la conducta ensayada. La imitacin esun mecanismo para descubrir a travs de la experiencia mimtica una conducta concreta

    dentro de un grupo de referencia.

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    Segn los hermanos Castro (et al .) existen tres etapas en todo proceso deaprendizaje de una conducta por parte de primates tanto humanos como no humanos, yes en este proceso donde laimitacin adquiere sentido: primera, descubrir y aprender allevar a cabo una conducta; segunda, ponerla a prueba y evaluar la conducta aprendida;y tercera, rechazar o incorporar la conducta dentro del repertorio personal de cadaindividuo.

    Incorporar o no una conducta depende del grado de satisfaccin o rechazo que provoca al ponerla en prctica, as como del grado de satisfaccin por el reconocimientosocial de losOtros y, no obstante, al igual que otros primates, podemos rechazar laconducta si cambia la recompensa obtenida. Laimitacin es til para descubrir una

    conducta a travs del proceso de mmesis pero no resulta determinante en la decisin deincorporar la conducta a nuestro repertorio.

    En los procesos de descubrimiento o puesta en prctica de una determinadaconducta dentro de un grupo de referencia (familia, amigos, colegas de profesin, etc.),la imitacin no debe ser entendida como una capacidadautopoisica 9

    Por consiguiente, no nos dedicamos a imitar y reproducir conductas comomarionetas de una realidad cultural que nos posee y configura, sino solo aquellas que ennuestra red de interacciones locales, repleta devalores de lo verdadero, lo bello y lo bueno (lo deseable) creemos que nos van satisfacer emocionalmente y con las quecreemos que vamos a obtener un reconocimiento social dentro de un grupo de referencia(burbujas ).

    de ningunaestructura externa y coactiva que penetra en los individuos sistemticamente reducidos ala reproduccin mecanicista y absorbente de las conductas ensayadas. Es decir, el Homo

    suadens puede introducir cambios en su repertorio conductual en funcin de dos fuentesde valor : una, biolgica, que se refiere al placer o displacer asociado al mero hechode poner en prctica una conducta, y la otra, social, relacionada con el placer odisplacer que provoca el reconocimiento o rechazo social obtenido al explotar unaconducta que es aprobada o reprobada por losOtros .

    10

    9 Aqu nos referimos a la autopoiesis que conceptualizan Humberto Maturana y Francisco Varela.Vase: Varela, Francisco J.; Maturana, Humberto R. (1973). De Mquinas y Seres Vivos: Una teora sobre

    la organizacin biolgica. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.10 Las burbujas (o plikas en el sentido que le dan los hermanos Castro)son el entretejido exttico [dextasis] de los sujetos en el espacio interior comn donde se nutren mutuamente aquellos que viven en

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    Lo caractersticamente humano es el componente social que implica elreconocimiento o rechazo de una conducta por parte de las personas con las que msntima e intensamente nos relacionamos. Resultan fundamentales las emociones que producen esa aprobacin o reprobacin social, porque son percibidas por el individuocomo parte de la conducta en un sentido amplio. Tanto si incorporamos como sirechazamos la conducta, las emociones que nos provoca su puesta en prctica son percibidas como parte de la misma, y determinan en ltima instancia la categorizacinde lo favorable o desfavorable que pueda haber en ella. Por lo tanto, las emociones de

    placer/displacer asociadas a una conducta son decisivas a la hora de incorporar o nodicha conducta:

    La eficacia del aprendizaje social assessor reside precisamente en la satisfaccinemocional que los individuos experimentan cuando hacen aquello que aprenden que

    deben hacer, con independencia de cul sea el contenido concreto de ese deber. Dicha

    predisposicin provoca el que los individuos assessor sientan placer cuando ajustan su

    conducta a lo que considera correcto su entorno social y, por el contrario, tengan

    sentimientos de culpa y malestar cuando no es as. [] La lgica subyacente a este

    proceso, que nosotros denominamos modus suadens , se puede esquematizar como

    sigue: si una conducta es aprobada, entonces es buena. El sistema funciona porque las

    creencias se construyen de manera similar a como aprendemos por ensayo y error: la

    aprobacin produce placer y esta emocin se transfiere y se interpreta como una

    propiedad objetiva de la conducta.

    (Castro et al., 2009: 300)

    Lo singular delaprendizaje assessor radica en la capacidad de transmisin deinformacin sobre elvalor positivo o negativo de las conductas, objetos y organismos.Las creencias son entonces categorizaciones que transmiten esa informacin cultural entrminos devalores . Es pues la transmisin de creencias compartidas por el grupo dereferencia lo que permite una transmisin de informacin til desde el punto de vistaadaptativo, es decir, de carcter instrumental y contenido emprico. En este sistema decreencias transmitidas entran en juego tanto las informaciones de lo que se puede hacer como de lo que no se puede hacer dentro de un grupo de referencia.

    Por otra parte, esto no implica que pueden existir creencias no instrumentales (sin

    contenido emprico) aceptadas por el grupo de referencia, esto sera de poco valor adaptativo, y se debe a que son las emociones de placer o displacer lo que determina

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    en ltima instancia la transmisin de una creencia, independientemente del contenidoconcreto de la creencia y su categorizacin como verdadera o falsa. Es ste precisamente uno de los principios, el desimetra , del Programa Fuerte que hemosdescrito anteriormente.

    Todas las sociedades humanas han construido sistemas de creencias y valores a partir

    de los cuales pueden discriminar, con apariencia de objetividad , sobre lo correcto o

    incorrecto del comportamiento humano. El aprendizaje de estas creencias y valores

    con los que evaluamos el mundo se produce a travs de un influjo social continuo.

    Ahora bien afirmar que el aprendizaje assessor funciona generando creencias que el

    individuo percibe como verdaderas gracias a la influencia social, no es, claro est, lo

    mismo que afirmar que todo lo que se aprende tiene realmente la misma

    consideracin de veracidad objetiva .11

    Nuestra naturaleza nos ha dotado de una extraordinaria capacidad para experimentar

    nuestros aprendizajes atravesados por intensas cargas emocionales cuya misin es

    conseguir que aquello que nos es dado mostrado, enseado, ofrecido en el marco

    (Castro et al., 2012: 53)

    Por tanto, un proceso de aprendizaje es un proceso de hacerse, hacerse creyente(positivista, existencialista, constructivista, liberal, yihadista, etc.). Necesitamos demanera urgente una fenomenologa de las creencias en torno a los procesos desubjetivacinsuadens . Se requiere profundizar en la significacin de los procesos de

    subjetivacinsuadens en el marco de lamicrosocialidad burbujeante (socialidad originaria ). Para ello es necesario atender los procesos de formacin de los diferentessistemas de creencias yvalores asociados tanto a las conductas aprobadas (lo que se puede, lo que es deseable, lo bueno y aconsejable, qu se debe hacer) como a lasreprobadas (lo no aconsejable, lo malo, lo que no se debe hacer) por los individuosassessor con los que nos relacionamos en nuestros grupos de referencia:

    El secreto de nuestros aprendizajes consiste en eso mismo, en que estamos hechos

    para atribuir las razones de nuestra seguridad cognitiva y de nuestro bienestar (o

    malestar) emocional sobre la (supuesta) objetividad (Verdad, Belleza y Bondad) de sus

    contenidos y no sobre las sinergias fraguadas mediante el aprendizaje entre lo que

    creo, lo que hago y lo que siento.

    11 Las cursivas son nuestras.

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    de los vnculos de la socialidad primordial interacciones burbujeantes, en los

    entornos espaciotemporales en los que construimos nuestras intimidades nos

    resulte cargado con los valores de lo Verdadero , lo Bueno y lo Bello y aprendamos a

    desearlo y a experimentar placer y bienestar con su ejecucin y presencia y displacer y

    malestar cuando faltamos a su exigencia. Esta es la razn por la cual todo

    conocimiento, toda representacin, toda prctica social, poseen la naturaleza de la

    creencia.

    (Castro et al., 2012: 71-74)

    8. Conclusiones

    Lo paradjico de una potencial praxis sociolgica desprovista de juicios de valor

    es que precisamente nuestra naturaleza de aprendizaje y transmisin de conocimiento,tal y como viene demostrando el programa naturalista , es valorativa, emocional,credencial. Llegados a este punto, podemos decir que laobjetividad es una cuestin deconvencin social siempre valorativa, esto es, losvalores (de lo bello, lo bueno y loverdadero) son enseados y aprendidos convencionalmente e independientemente delcontenido emprico de las creencias con las que se identifican dichosvalores , digamos,creencias falsas y verdaderas se explican por las mismas causas. De aqu se desprende

    que la objetividad es una quimera tanto para la teora social que, como hemos visto, padece tanto de los denominados parmetros valorativos por Abraham Edel (1969:255), y que vienen dados por una creencia errnea sobre lanaturaleza humana , comotambin para la praxis de enseanza del profesor a sus alumnos. Hechos y valores son, pues, inseparables en los diferentes niveles de anlisis: epistemolgico, metodolgico,tcnico-prctico, donde el individuoassessor aconseja (profesor/maestro) o esaconsejado (alumno/aprendiz), como demuestra el hecho de que podamos convenir la

    verdad de algo que es empricamente falso.A su vez, la cuestin sobre cmo se van construyendo nuestras visiones del

    mundo (convenciones valorativas e ideolgicas) y de nosotros mismos, ha tenidohistricamente dos formas de ser enfrentada (Ricoeur, 1996: 276; Lizcano, 2006: 247-248): una, crtica , que hace referencia a unaactitud de sospecha (en la estela de Nietzsche, Marx, Mannheim...) acerca de los discursos dominantes (siempre ideolgicoscomo se desprende dela paradoja de Mannheim ) que se nos quieren hacer pasar por un

    conocimiento que deforma y oculta la realidad de dominacin de unos sobre otros, tal ycomo hemos intentado describir a cerca de las influencias ideolgicas que se dan tanto

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    en el Modelo Estndar (ME) de las ciencias sociales como en la economa neoclsica.La otra forma escomprensiva , y hace referencia a lo que se denominaactitud deescucha que desenfoca la definicin del conocimiento como engao y pretendeescuchar porque los individuos dicen lo que dicen y piensan lo que piensan, es decir,escucha las diferentes formas de saber en los diferentes grupos y culturas en unmomento histrico concreto para fijarse como los individuos construyen elconocimiento cientfico, poltico, simblico y, tambin, ese saber con el que seenfrentan a los avatares de su vida cotidiana. Ambas posturas son los pilares sobre losque hoy se construye la sociologa del conocimiento y, como apunta Lizcano, laeleccin por una de ellas (no se pueden adoptar simultneamente) es ms bien unacuestin de carcter ideolgico o tico que epistemolgico.

    En suma, la eleccin sobre la cuestin epistemolgica-metodolgica (qu se puede conocer y cmo debe conocerse) deriva en una decisin tica o ideolgica, esdecir,valorativa y convencional, y por consiguiente, no se puede pretender hacer de lasociologa (ni de ninguna otra disciplina) una ciencia asptica libre devalores . Comohemos dicho, parece impensable una teora sobre lanaturaleza humana que nocontemple la dimensin ideolgica. Sin embargo, nos parece muy importante a su veztener tambin unactitud de escucha , pues es en lasocialidad originaria de los pequeos grupos, donde se da esa chchara, ese susurro local, donde los individuos quedicen lo que dicen y piensan lo que piensan refractan de maneras muy diversas esadominacin que retricamente vendran a legitimar las metforas del discursodominante; metforas que nos piensan, pero que se hibridan a menudo con diferentesy muy diversos y abigarrados imaginarios locales tanto para los sujetos de laenunciacin retrica como para los receptoresdominados .

    En conclusin, con laactitud de escucha hacia el programa naturalista (estudiode la filognesis de nuestras creencias en coherencia con los avances que provienen delas ciencias cognitivas) se pretende recorrer el camino inverso para comprender eseimaginario con el que el individuoassessor se desenvuelve en su vida cotidiana, algoque puede enriquecer la teora sociolgica e integrar interdisciplinarmente un conjuntode creencias con contenido emprico yvalores cientficos sin asimetras, de manera que pueda llevarse a la prctica un verdadero paradigmabio-psico-social .

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