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“ALGUNOS RETOÑOS DE ESPAÑA EN MÉXICO” LOS GUTIERREZ DE VELASCO Y ROMO DE VIVAR... OTROS PERSONAJES Y OTRAS COSAS. RECOPILADORES: JOSÉ LUIS Y MIGUEL NÁJERA GUTIERREZ DE VELASCO León, Gto., México, febrero de 2005

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“ALGUNOS RETOÑOS DE ESPAÑA EN MÉXICO”

LOS GUTIERREZ DE VELASCO Y ROMO DE VIVAR...

OTROS PERSONAJES Y OTRAS COSAS.

RECOPILADORES:

JOSÉ LUIS Y MIGUEL NÁJERA

GUTIERREZ DE VELASCO

León, Gto., México, febrero de 2005

GUTIÉRREZ DE VELASCO CASTELLANO

DE LAS MONTAÑAS DE LEÓN SUS ARMAS:

EN CAMPO DE PLATA UN LEÓN RAMPANTE DE GULES

Presentación Sin el menor deseo de hacer de la presente reseña familiar por parte de los Gutiérrez de Velasco una obra literaria, ya que carecemos por completo de las aptitudes necesarias para lograrlo, nos atrevemos a presentar lo que consideramos recuerdos de familia. La recopilación se ha hecho en base a información verbal a través de muchos miembros de esta familia, datos y reseñas que hemos escuchado y guardado en la memoria, así como la investigación literaria que se ha logrado a través de documentos, escritos y genealogías que nos han proporcionado gentilmente algunos miembros de las familias que vamos a presentar. En fin, otras anécdotas y relatos que de alguna manera se hace interesante mencionar por corresponder a la época en que nuestros personajes han tenido presencia en esta parte del terruño. En la elaboración de este trabajo no nos ha guiado ningún deseo de vanagloria, pues la única nobleza de la familia Gutiérrez de Velasco es la que le confieren los logros alcanzados por el trabajo duro y tesonero de sus miembros, su acendrado cristianismo, su caridad con el pobre y desvalido que son razones más que suficientes para pensar que la familia fue verdaderamente noble. Como en toda familia habrá que mencionar personajes destacados por su labor social, cultural, de trabajo, o bien a alguno o algunos que decidieron tomar otro camino en la vida. Para todos ellos nuestro recuerdo, nuestra evocación y una oración recíproca entre quienes lograron ser llamados a descansar en Dios y quienes todavía estamos en la tierra. Las raíces de esta familia están en el arzobispado de Burgos, España; de allá llegó el primer Gutiérrez de Velasco (Pedro) hacia 1750 -a la Nueva Galicia-, para incubar el retoño de este lado del Atlántico. Verán ustedes, queridos lectores, lo interesante de cómo se van transformando y creciendo ramas y frutos en esta bendita tierra mexicana. Agradecemos a Dios por darnos vida y oportunidad para buscar nuestras raíces; a personajes ligados con la historia regional y local que nos han proporcionado datos suficientes para seguir nuestra labor, y a quienes, parientes o amigos, nos han aportado nombres, fechas, anécdotas y lo necesario para ponerle algo de animación a nuestro relato... Y a ti, querido lector, por que te propongas incrementar esta reseña y le agregues más nombres y anécdotas al árbol familiar

José Luis y Miguel Esteban Nájera Gutiérrez de Velasco

Contenido

Pág.

1. Orígenes 2. El amo Teodoro 3. Don Teodoro en León y santa Ana del Conde 4. Entre León y santa Ana del Conde 5. La vida de don Teodoro y la sociedad leonesa 6. Genealogía: Los hijos de don Teodoro Gutiérrez de Velasco y doña Antonia Romo de Vivar 7. Eusebio Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar 8. Evaristo Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar 9. Carlos Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar 10. Domitila Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar 11. Genealogía: Los hijos de don Teodoro Gutiérrez de Velasco Y doña Rafaela Romo de Vivar 12. José María Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar 13. Pilar Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar 14. María de Jesús Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar 15. Rosendo Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar 16. Francisca Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar

a

1. Orígenes En el libro del doctor Mariano González Leal: “Retoños de España en la Nueva Galicia”, se lee: “Don Pedro Gutiérrez de Velasco y de Pereda nació en Castilla la Vieja, siendo sus padres don Pedro Gutiérrez de Velasco, Regidor de san Martín de la Parte y doña Rosa de Pereda Velasco, hijosdalgos notorios. Llegó a México don Pedro Gutiérrez de Velasco y de Pereda como capitán y teniente general de Aguascalientes, dentro de la Nueva Galicia, hacia 1750. Fue allí casado don Pedro y de esa unión viene la vasta descendencia que lleva su apellido”. De los hijos del capitán Pedro, sabemos que Eusebio y otros que no hemos logrado captar, vivieron y contrajeron matrimonio entre Aguascalientes y Zacatecas.

Don Teodoro Gutiérrez de Velasco Morán.

Dibujo adjudicado a Juan N Herrera

De igual manera sabemos que don Eusebio y doña Josefa Morán procrearon varios hijos, de los cuales sabemos de: Andrés, José, Santos y Teodoro que nació en Valle de Huejúcar, Zacatecas: “En el año en que nuestra Patria iniciaba su lucha por la Independencia, el glorioso 1810 y precisamente el día que la Iglesia celebra la festividad de san Teodoro, el 9 de noviembre, en la risueña población de Valle de Huejúcar, Zacatecas, nació entre rezos y sobresaltos el niño Teodoro” (Datos proporcionados por el querido tío David Gutiérrez de Velasco Portillo).

2. El amo Teodoro Amantes y conocedores del cultivo y beneficio de la tierra, pasan los Gutiérrez de Velasco entre el Valle de Huejúcar y Aguascalientes esos años de la Guerra de Independencia, y para 1835 encontramos a don Teodoro Gutiérrez de Velasco Morán, a sus 25 años, trabajando en una fábrica de jabón de su propiedad, a la vez que colaboraba en la administración de la hacienda del Rincón, propiedad de don Zenón Romo de Vivar, Marqués del Rincón, correspondencia de Aguascalientes, flamante Estado desgajado de Zacatecas. En esa risueña provincia, pródiga en recursos naturales, don Teodoro casa en primeras nupcias con la señorita Antonia, hija del marqués don Zenón Romo de Vivar y de la señora doña Zeferina Ortiz. Del matrimonio de Teodoro y Antonia, nacieron: Eusebio, Evaristo, Carlos y Domitila. Vivió la familia reunida dependiendo del trabajo de don Teodoro y al cobijo de los familiares maternos. En una reunión familiar, tal vez unos seis años después de casados, mientras doña Antonia sorbía el tibio chocolate, se le presentó un espasmo laríngeo al atravesarse en su garganta un ixtle del estropajo con que lavaban la loza. Doña Antonia fue atendida de inmediato pero al parecer no le pudieron extraer tan molesta hebra y falleció por asfixia. Conmovedora debió ser la repentina muerte de doña Antonia que dejó en la orfandad a una familia muy recién formada. Los padres y familiares de doña Antonia prodigaron toda clase de atenciones a la familia de don Teodoro, de tal manera que sus hijos compartían los juegos y pertenencias con los tíos, máxime que todavía algunos de ellos eran pequeños. Cuando regresaba del trabajo, don Teodoro, encontraba a sus hijos jugando con los tíos. Una de ellas, doña Rafaela Carmen Luisa era más que una tía para los pequeñines y por ello permanecía más tiempo en su casa. Según relatos familiares, una tarde que llegó don Teodoro, encontró a Rafaela columpiando felizmente a los sobrinos; tal vez llamó la atención de don Teodoro quien se acercó y le dijo: “Oye Rafaela, para evitar que la gente comience a murmurar porque duras mucho tiempo en la casa, ¿que tal si mejor nos casamos?, a lo que ella entre juegos y risas le contestó que lo pensaría y a los pocos días que el bisabuelo le volvió a preguntar respondiendo ella que sí” (Relato del tío David). De esta manera contrajeron nupcias Don Teodoro y su cuñada Doña Rafaela procreando a los siguientes hijos: José María, Pilar, María de Jesús, Rosendo y Francisca. Rincón de Romos formaba parte de la Estancia del mismo nombre, fundada por don Diego Romo de Vivar, Marqués del Rincón, posteriormente poblado y ahora municipio de Rincón de Romos, Aguascalientes. Existe la tradición que don Diego descendía del Cid Campeador don Rodrigo Díaz de Vivar. Con una familia ya numerosa, trabajaba don Teodoro tesoneramente en la fábrica de jabón y en las tierras al grado de llegar a comprar sus propias tierras y trabajarlas ya con la ayuda incipiente de sus hijos mayores. De

esta manera se convirtió en el “amo Teodoro” y quienes lo conocieron lo describen así: “Físicamente don Teodoro era de estatura media, complexión robusta, color blanco rubicundo, ojos verdes, pelo castaño, frente amplia y nariz más bien grande y achatada. A la usanza de la época usaba barba y bigote”. (El dibujo que presentamos páginas arriba se atribuye al pintor leonés Juan Nepomuceno Herrera, y coincide con la descripción que hacen de Don Teodoro). Se dice que Don Teodoro era de carácter muy fuerte y bastante firme, sumamente trabajador y cristiano a carta cabal. Mostró gran caridad para con pobres y desamparados, virtud que transmitió a sus descendientes y que posteriormente se vio acrecentada por la de las hermanas Antonia y Rafaela. Para 1850 la familia Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar estaba destinada a llevar su tradición y descendencia al Bajío, tierra próspera, con un muy merecido renombre de Granero de la República.

Vista del frente de la hacienda Santa Ana del Conde

3. Don Teodoro en León y Santa Ana del Conde Documentos del Archivo Histórico Municipal de León y la narración que hace el licenciado González Leal (Op. cit.), nos informan que Don Teodoro Gutiérrez de Velasco Morán llegó a León en 1850 en compañía de Doña Rafaela Romo de Vivar y los hijos de los dos matrimonios de don Teodoro: “Don Teodoro funda una fábrica de jabón en León a la vez que va a administrar la hacienda de Santa Ana del Conde, propiedad de doña Antonia Obregón de Camacho, hija del segundo conde de Obregón don Antonio Obregón. El investigador Rodolfo Herrera Pérez publicó en la Revista “Tiempos”, Julio/Agosto del 2000 que edita el Archivo Histórico Municipal de León, un artículo en el que trabajó, consultando una buena bibliografía. Consideramos interesante seguir la historia de la hacienda y por ello trataremos de seguir el texto literalmente:

“LA HACIENDA DE SANTA ANA DEL CONDE” La historia de esta hacienda se remonta al 17 de abril de 1583, cuando el Virrey Lorenzo Juárez de Mendoza otorgó una merced de tierra al bachiller Pedro Ruiz Escuderos, consistente en un sitio de ganado mayor <<En las Chichimecas, cerca del arroyo Las Lozas, por abajo del camino real que va de las minas de Guanajuato a las de Zacatecas, pasando el dicho arroyo, a mano izquierda, a la falda de un cerro pelado que está hacia un mezquital>>. El bachiller Ruiz Escuderos le donó, el 18 de agosto de 1583, el sitio al maestro Cristóbal de Soria, quien a su vez lo vendió a Antonio de Burgos el 9 de marzo de 1588. Muerto este último, recibe en herencia el sitio, el contador Nicolás de Aedo, quien estaba casado con la hija del difunto, Ana de Garnica. El 7 de febrero de 1644, Antonio del Castillo, en nombre del contador Aedo, vende el sitio a Pedro Aguilera, inmigrante de la península y avecindado en la Villa de León, en $ 400.

Primera reunión de los Gutiérrez de Velasco En el pórtico de Santa Ana del Conde 1993

Al fallecer Pedro de Aguilera hereda el sitio a su hijo el bachiller Pedro de Aguilera, clérigo subdiácono y vecino de la villa de León. En el testamento del bachiller, del 15 de enero de 1717, encontramos que la hacienda de Santa Ana contaba con 6 caballerías de tierra menos, pues había entregado tres a su hermano Juan de Aguilera, en pago de otras tres que le correspondían en la hacienda La Loza, mismas que estaban pobladas con casas y noria. Las otras tres se las dio a su hermana Josefa, en el camino que llaman Los Coyotes, que es la esquina y cuadra que tenía el sitio. En las 36 caballerías restantes se encontraba la casa de vivienda, que contaba con sala y aposento, construidos de adobe y cubiertos de morrillo, vara y hormigón, y pretiles de cal y canto, con otro cuarto más y cocina sin techar, troje de terrado con viguetas de mezquite, capilla sin acabar con sus paredes comenzadas, dos norias, una pila de cal y canto, y en la cuadrilla dos casitas de terrado y otros jacales. Habiendo dejado dicho bachiller diferentes deudas y encargos, fue su

acreedor Manuel de Rojas Alfaro, al que le debía $ 471, quien sacó orden de ejecución del Obispo de Michoacán contra sus bienes. Ante esto, sus albaceas y herederos venden el 28 de enero de 1718 la hacienda al Capitán Antonio de Gaona en $2,500, de los cuales, $1,500 fueron en efectivo y los $1,000 restantes quedaron impuestos y cargados a censo redimible sobre la propiedad, a favor de la capellanía que había fundado el bachiller Pedro de Aguilera, y con sus réditos se pagaría el capellán asignado. Para el 5 de febrero de 1718, Gaona vende la hacienda a Francisco Matías de Busto, regidor capitular de Santa Fe de Guanajuato, bajo las mismas condiciones en que compró, y ya libre de gravamen. El 20 de enero de 1727, Francisco Matías vende la hacienda al Capitán de caballos José de Austri, vecino y mercader de la villa de León, labrador y creador de ganado en su jurisdicción, en $4,565 y cuatro tomines. Don José de Austri extendió aun más la hacienda de Santa Ana, al comprar el 14 de mayo de 1729 a Miguel González del Pinal el sitio de ganado mayor y una caballería de tierra, nombrado el Arroyo de La Loza Vieja, alias Bolas Blancas.

Segunda reunión de los Gutiérrez de Velasco en la

Hacienda Santa Ana del Conde. 1994

Anteriormente, el mismo don José había comprado al mismo bachiller Aguilera las tres caballerías de tierra que colindaban al el sur con el sitio de Las Tetillas. Para 1750 la hacienda de Santa Ana se componía de un sitio de ganado mayor y 40 caballerías de tierra, no habiendo tierra alguna para labrar ni beneficiada, quizá por anegadiza y artenejosa, útiles solamente para agostar ganados con el peligro de pérdidas o crecidos gastos por carecer de potreros, siendo su valor de $2,800. En el casco había dos norias, una inmediata a las casas de vivienda y otra a un cuarto de legua, hacia el sur. La vivienda se componía de una sala, un dormitorio con pasadizo repartidor, una despensita, zaguán con su arco de ladrillo y un cuarto anexo, una bodega y un corredor con nueve pilares de ladrillo, más dos cuartos separados en que vivía el caporal. En 1777, varios años después de la muerte de José de Austri, recibe en

herencia la hacienda Luis de Austri, compuesta de 100 caballerías de tierra y otras cosas más que le tocaban. Luis de Austri se convirtió en el recaudador oficial de los diezmos de León, Rincón y San Pedro Piedra Gorda, con la obligación de pagarle al juzgado diocesano en Valladolid $13,500 anuales, comprometiendo como avales a sus hermanos Nicolás y Manuel. A fin de cuentas esta suma resultó muy por encima de los requerimientos reales, por lo que en 1781, los hermanos debían no menos de $30,500. Ante esto, las autoridades diocesanas embargaron en 1776 a Luis de Austri la hacienda de Santa Ana, y a su hermano Nicolás las haciendas de San Nicolás de Arriba y San Juan de Abajo, por la cantidad de $17,980 en que salieron desfalcados del arrendamiento del diezmo, siendo valuadas y puestas en subasta pública por $41,400, las cuales fueron rematadas finalmente al representante de Don Antonio Obregón y Alcocer, Conde de Obregón y Marqués de la Mina de Valenciana”. Don Antonio Obregón y Alcocer, vecino de León, quien tuvo la suerte y el arrojo de buscar la veta madre de la mina de Valenciana, logrando su objetivo en último cuarto del siglo XVIII. A partir del descubrimiento y explotación de la mina, don Antonio se hizo bastante rico, compró muchas haciendas y propiedades en Guanajuato y en la misma capital del país, obteniendo del rey de España los títulos de Conde de Obregón y Marqués de la Mina de Valenciana. El 6 de marzo de 1782, Don José Cayetano de Aguirre, apoderado general del Conde de Valenciana, (que así se le llamó siempre), pacta con don Nicolás de Austri y sus hijos Fernando y Manuel, el cambio de dos sitios de ganado mayor y caballerías de tierra en el puesto de El Monte, nombrados Tetillas y El Garbancillo, por las haciendas de San Nicolás de Arriba y San Juan de Abajo; recibiendo, además, los Austri $5,000. Completó el extenso territorio de la hacienda de Santa Ana (ahora Del Conde), la caballería que Don Ignacio Fuentes vendió al Conde, el 8 de marzo de 1782, en la laborcita nombrada El Jagüey, que lindaba al oriente y sur con tierras de la hacienda” (Rodolfo Herrera Pérez. Op. Cit.) La hacienda de Santa Ana era parte de un predio conocido como La Gavia. Cuenta David A Brading (Haciendas y Ranchos del Bajío. 1986), que dicho latifundio comprendía un vasto territorio al sur del ahora estado de Guanajuato, desde Romita hasta san Pedro Piedra Gorda (hoy ciudad Manuel Doblado). Para finales del siglo XVIII el conde de Valenciana y su hijo del mismo nombre, poseedores de tantas tierras, hicieron de Santa Ana su punto estratégico, rentaron otros ranchos aledaños a santa Ana, (propiedad de los Condes), mandaron construir la presa grande y obligaron a algunos renteros de sus ranchos construir canales para surtir de agua dicha presa, sobre todo de Pompa y Alfaro (Los Tajos de Santa Ana). De esta forma, Santa Ana, después de ser un terreno pedregoso y hostil, se convirtió en tierra fértil y bien drenada, llegando a producir dos o tres cosechas anuales (Brading. Op. Cit.). Se sembraba en Santa Ana, trigo, garbanzo, frijol, maíz, frutales y legumbres, amén de la cría de ganado. Con el tiempo se construyó el molino produciendo harina. La hacienda tenía una

extensión de 180 caballerías mayores (cada caballería medía 42.795 hectáreas. Brading. Op. cit). A la muerte del Conde de Valenciana, pasa la hacienda a propiedad de su hijo, Antonio quien hizo todavía algunos arreglos a la hacienda. En 1840 recibe en herencia la hacienda, María Antonia Obregón de Camacho, hija del segundo Conde de Valenciana, y a su vez la hereda a su hija Dolores Camacho Obregón, quien vivía en el convento de religiosas de Santa Isabel en la ciudad de México.

Monumento que mandó construir Don Teodoro

en el cementerio de Santa Ana: “Para él y su familia”

En 1850, a la llegada de don Teodoro Gutiérrez de Velasco a León, como mencionamos antes, fundó una fábrica de jabón con sus hijos y él pasó a administrar la hacienda de Santa Ana del Conde. El 19 de noviembre de 1861, los representantes de doña Dolores Camacho Obregón rentan la hacienda a Teodoro Gutiérrez de Velasco, por 10 años, en $6,400 anuales. Se le advierte a don Teodoro que en el calicanto de la presa grande se ha de abrir un desagüe, en el punto que convinieron el representante de la finca y el dueño de la hacienda La Loza, para evitar se inunden los terrenos. Se le autorizó además que, como uno de los emolumentos de la finca era la venta de leña que se hacía de la poda de los montes, pudiera disfrutar de ese beneficio. Para evitar problemas con don Juan Manuel García, dueño de la hacienda La Loza de Barrera, se reunió con él don Teodoro el 18 de enero de 1866 en el rancho de Las Agujas, a fin de calcular lo que había que rebajar al calicanto de la presa grande, para evitar que sus aguas perjudicaran las siembras de La Loza. El señor García midió con un otate la profundidad del agua, resultando dos varas y sexta, y sobre la presa se celebró el convenio de rebajar el calicanto desde donde hace esquina hacia el norte, en una extensión de diez varas, y donde terminen hacer un portillo de una

vara en todo el espesor de la presa. Sin embargo, al haber en ese punto un estorbo o brinco en el terreno, que hacía llevar el agua para el camino, se abrió un nuevo portillo más adelante, y desde ahí se destruyeron las diez varas del calicanto. Fue el 12 de junio de 1871, cuando los albaceas de la Sra. Dolores Camacho Obregón, venden definitivamente la hacienda a don Teodoro Gutiérrez de Velasco (hasta aquí el relato de Rodolfo Herrera Pérez). Pueden imaginarse queridos lectores lo grande que fue la hacienda de Santa Ana durante todo el siglo XIX y parte del siglo XX, hasta que llegó el trágico reparto agrario. Podemos decir que a la llegada de don Teodoro a la hacienda se encontraba ésta en plena producción y así lo muestra la todavía existente casa de la hacienda y sus alrededores. La pasada del ferrocarril por las inmediaciones de la hacienda (estación Trinidad), hacia 1882, hizo más accesible el transporte de los productos de la tierra y amplió su mercado hasta la Madre Patria. Don Teodoro iba envejeciendo y sobre todo la pena por la trágica muerte de su primogénito, obligaron a la familia a traerlo a vivir a León, por lo que a principios de mayo de 1890 se vendió la hacienda al bilbaíno Don Juan de Velasco y Palacio en $800,000 pesos oro. El 17 de mayo de 1890, ante el licenciado y escribano don Manuel Chico Negrete, otorgó su testamento don Teodoro, para morir en paz unos meses después quien fuera dueño de uno de los capitales más importantes de León en el siglo XIX. (González Leal. Op. cit). Don Juan de Velasco estaba casado con doña Maura Guerrero y Sánchez, dueña de la hacienda La Sandía contigua a Santa Ana, ampliando posesiones y productividad. Así mismo siguieron exportando productos agrícolas mexicanos a España donde eran distribuidos desde Bilbao por don Ignacio Ubieta y Velasco, sobrino de Don Juan. En 1908, muerta doña Maura Guerrero y sin tener descendencia, Don Juan regresó a España, enviando familiares y amigos a administrar las haciendas: fue así como llegaron a León las familias Isusi Velasco, Cuadra Velasco –luego establecida en Irapuato-, Sáinz, Don Gregorio Villanueva quien casó con Catalina Vela, hija del querido tío Rodrigo Vela Gutiérrez de Velasco. Volviendo al enfoque familiar, viendo don Teodoro que la prosperidad de la hacienda era segura, invitó a sus hermanos Andrés, José y Santos -con sus familias-, a venir a colaborar con él en la administración y cuidado de la hacienda. Según el relato que hace el Lic. González Leal (OP. cit.), una señora de apellido Goitia casó con Andrés Gutiérrez de Velasco quien tal vez administraba la fracción de la hacienda que daba a Romita así como las propiedades de la señora Goitia. Los otros hermanos José y Santos vivieron en Santa Ana con sus familias y de allí vienen otras ramas de los Gutiérrez de Velasco que todavía viven entre nosotros. Don Rodrigo Vela Gutiérrez de Velasco, hijo de una sobrina del bisabuelo recordaba y nos platicaba sobre la vida en la hacienda.

4. Entre León y santa Ana del Conde No hemos logrado obtener fotografías o retratos de las bisabuelas. Rodriguito platicaba que la bisabuela Rafaela era bajita, muy blanca y de facciones finas. Don Teodoro fue comprando casas en León con las ganancias de Santa Ana y de la fábrica de jabón. En santa Ana existen muchas evidencias de las mejoras que se fueron haciendo durante la administración y posesión por el bisabuelo. Rodriguito sigue su narración de cómo era la vida en la hacienda: “Al bisabuelo le gustaba levantarse temprano, salía a recorrer las tierras casi siempre acompañado de su hijo mayor, Eusebio, regresando al almuerzo y vuelta al trabajo. Evaristo estudiaba en León y después en Guanajuato donde hizo la carrera de Ingeniero Agrónomo.

Carlos Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar.

Oleo de Juan N Herrera

Carlos trabajaba en León cuidando la fábrica de jabón. Llegó a ser Administrador del Timbre hasta su muerte. Estuvo muy al pendiente de que los familiares que vivían en Santa Ana tuvieran escuela, por ello mandó maestros a que alfabetizaran a todos… “para que no fueran gañanes”. Domitila (tía Tila) vivía con la bisabuela Rafaela en León y ayudaba en el cuidado de sus otros hermanos. El bisabuelo Teodoro era alegre, le gustaba vivir bien y con frecuencia se organizaban fiestas en la hacienda a donde acudían de León, Silao y Romita todos los familiares y amigos. Eulogia, una sobrina del bisabuelo, que casó con Don Carmelo Chávez, era muy alegre, frecuentaba santa Ana y amenizaba las reuniones tocando la guitarra. Su hijo Rafael estudió en León y posteriormente en Europa... después sería el próspero industrial don Rafael Chávez Gutiérrez de Velasco. La casa habitación del bisabuelo Teodoro estaba en la calle 5 de Febrero, antes calle del Oratorio. Comenzó comprando esa casa y después otras hasta acercarse al templo del Señor de la Paz, por lo que poseyó más de media manzana, entregando fincas a sus hijos, para vivir cerca todos. La

familia, como llevamos dicho, pasaba temporadas en la hacienda, entonces, dice Rodriguito, el bisabuelo salía a hacer sus recorridos y por la tarde todos se reunían en el portal de la casa para platicar, cantar y luego pasar a la capilla a rezar el rosario. Cuando don Teodoro regresaba del campo le decía a la tía Pachita: “Véngase mamá Pachita, vamos a platicar”. Llegaba la tía Pachita acompañada de su mamá y de sus hermanos y junto con los demás familiares se hacían las tertulias. Mamá Pachita casó muy joven, recién cumplidos los 16 años y por ello siguió frecuentando la hacienda. Según veremos posteriormente, alguno o algunos de sus hijos nacieron en la hacienda. Lo mismo se acostumbraba que asistieran a las reuniones familiares, los ayudantes o administradores y compadres con sus familias. Así podemos ver la existencia de casas aledañas a la hacienda que según nos dicen, una era para el administrador, otra para el capellán y otras más para los que cuidaban del molino, las tiendas, los graneros, etcétera.

Francisca Gutiérrez de Velasco Romo de Vivar.

Oleo de Juan N Herrera

Los que visiten Santa Ana, podrán ver lo que todavía queda de la hacienda que gracias a Dios fue comprado -el casco y algunos terrenos- por el padre Vicente Echarri para hacer el seminario de la orden que él mismo fundó: Misioneros de la Natividad de María (antes Divina Infantita). La capilla fue ampliada para convertirla en parroquia y el patio de atrás fue transformado para construir habitaciones lo mismo que otros patios donde viven los seminaristas y actualmente el seminario mayor. 5. La vida de Don Teodoro y la sociedad leonesa Consideramos de importancia mencionar a Don Teodoro y las dos familias que procreó con dos hermanas: Antonia y Rafaela Romo de Vivar. De la unión de Teodoro Gutiérrez de Velasco y Antonia Romo de Vivar,

vinieron: Eusebio, Evaristo, Carlos y Domitila. Eusebio Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar, casó con la señorita María Ignacia Arcocha y Rizo, dama de la mejor sociedad leonesa. De esta unión vinieron: Elodia, Elena, Sara, Carmen, María y Luz. Evaristo fue soltero, estudió ingeniero agrónomo y se dedicó más bien a dar clases de matemáticas en el Colegio del Estado abierta en León en 1878. Fue Jefe político de León cuando menos en dos ocasiones. El abuelo Carlos casó en primeras nupcias con la señorita Petra Mena y tuvieron a: Angelina, Alfonso, Manuel, Carlos, Teodoro, Margarita y Luis. Una vez que enviudó Don Carlos, se casó con nuestra abuela Socorro Barroso Navarro y de ahí vinieron: Salvador, Ma. Concepción, Pedro y nuestra madre Ma. Dolores. El abuelo Carlos estudió en Rincón de Romos y en León. Ayudó a su padre a administrar la fábrica de jabón que instalaron en León y fue Administrador del Timbre hasta su muerte. Se preocupó de la educación de sus hermanos y parientes que vivían en santa Ana, enviando maestros a que enseñaran a todos los familiares “para que no fueran gañanes”. Domitila quedó soltera, cuidaba de sus hermanos y de sus padres. De la unión de Teodoro con Rafaela Romo de Vivar Ortiz, vinieron: José María, María de Jesús, Pilar, Rosendo y Francisca. El tío José María (Pepe), casó con la señorita Rosa Jáuregui. Del tío Pepe sabemos poco, solamente que vivió en Aguascalientes y tuvo familia. La tía María de Jesús casó con el licenciado José de la Luz Fuentes y Ramírez Sandoval; vivieron en León y tuvieron a: Natalia, Arturo, Rebeca, Concepción y Benjamín. La tía Pilar casó con un licenciado de apellido Acosta; sin descendencia. El tío Rosendo estudió en León y en Guanajuato su instrucción primaria y media superior. En México estudió medicina y cirugía, regresó como médico cirujano en 1872, para dirigir el primer Hospital Civil y el Hospital san José, fundado por el Siervo de Dios Padre Pablo Anda.

Hospital San José a un costado del templo del Santuario

Casó en primeras nupcias, Don Rosendo, con la señorita Enedina Portillo, también dama de la mejor sociedad leonesa y tuvieron a: Rafael. Enviudó el doctor y casó en segundas nupcias con doña Ma. Guadalupe Doblado,

teniendo a: María Guadalupe y Javier. El doctor Rosendo vivió y dedicó su vida al trabajo y al cuidado de pobres y desamparados, fundando junto con el padre José María de Yermo y Parres (Hoy san José María) el Asilo del Calvario.

Templo y Asilo del Calvario

Rosendo mandó traer a su prima Mariana de Zacatecas para que ayudara en la fundación; pasado el tiempo se fundó la orden de religiosas que se ha extendido por muchas partes del mundo. La prima Mariana fue la primera superiora de la orden (cambió el nombre por María. 1886). Mamá Pachita (Francisca), casó con el señor Antonio Madrazo y tuvieron a: José, María, Rafaela, Josefina 1a., Antonio, Filiberto, Clotilde, Josefina 2a., Fernando y Eduardo. Cuentan los familiares que la tía Pachita vivió por la calle Motolinía en una de las casas del bisabuelo. Seguía cuidando de su madre y de sus hermanos. La vida en León y en Santa Ana transcurría entre el trabajo y las convivencias familiares integrados a la sociedad leonesa y comenzando a dar ramas en otras partes del país. León tuvo una época bollante durante casi todo el siglo XIX, siendo considerado el granero del país junto con las otras ciudades del Bajío. Dijo el viajero Beltrami que León era el Randez-Vous del Bajío. Ciertamente fue considerada la segunda ciudad en importancia después de Puebla. Un importante coronel, don Octavio Rosado pacificó esta región e impulsó la educación y la industria siendo jefe político. Para 1864 llegó a León su primer obispo, el Dr. José de Jesús María Díez de Sollano y Dávalos. Recién consagrado obispo conoció el Hospital de san Juan de Dios que amenazaba ruina. Existe un versión de que teniendo la noticia de que visitaría León el emperador Maximiliano. Aprovechó esta circunstancia el Señor Sollano para que junto con el coronel Rosado se le planteara al emperador la necesidad de construir un hospital, pues el de san Juan de Dios databa del siglo XVII y se había reducido a una pequeña habitación donde se atendía a la población. Aparentemente el emperador aceptó la ayuda para dicha construcción

pero tuvo que salir rápidamente de León por las guerras que en su contra iban aumentando.

Monseñor Sollano y el coronel Rosado

La verad es que le hicieron el planteamiento al general Florencio Antillón, gobernador del Estado y que y había acorado la permanencia de las Hermanas de la Caridad para que atendieran el hospital y además les prestó una casa por el rumbo de la Soledad para que vivieran y pusieran un asilo para niños y niñas.

Plano de la ciudad de León donde puede verse el área

donde estuvo el primer Hospital Civil de León

Se compró lo que había sido Casa del Diezmo y otras propiedades que habían sido del padre Velarde quien cuidaba y cobraba el diezmo; estas instituciones habían sido enajenada por el gobierno con las Leyes Lerdo. Se construyó entonces Monte de Piedad donde fue casa del diezmo y a un lado se construyó el primer Hospital civil que la gente seguía llamando san Juan de Dios o san Cosme y san Damián como se llamó el primer hospital en León en 1582. Las madres de la Caridad que llegaron a México por acuerdo con el

gobierno estatal se hicieron cargo del Hospital de san Juan de Dios y posteriormente de las instituciones de caridad y del Hospital hasta su expulsión de México. Llegaron entonces las Hijas de María a ayudar en las obras de caridad y del Hospital hasta que el padre Pablo Anda (hoy Siervo de Dios) fundó la orden de Hijas Mínimas de María Inmaculada, que todos conocemos como Madres Mínimas.

Patio del Primer Hospital Civil de León. 1872

Vinieron a León, posteriormente, otros cambios, se mejoró la catedral para alojar a la Madre Santísima de la Luz, Patrona de la diócesis, la imprenta, escuelas particulares, institutos literarios, la fundación del Colegio de Instrucción Secundaria, de donde fue cofundador y profesor el tío Evaristo al igual que el tío Rosendo.

Las inundaciones de León

Las épocas de prueba para León fueron las terribles inundaciones de 1888 y 1926 cuando la ciudad de León quedó diezmada, agregándose las epidemias. En los actos de rescate y de reconstrucción de la ciudad

tuvieron que ver los Gutiérrez de Velasco, pudiéndose ver en documentos del Archivo Histórico cómo el abuelo Carlos y sus hermanos formaron parte de comités para ayudar a los damnificados, contando con el apoyo económico del bisabuelo. El 17 de mayo de 1890, ante el licenciado y escribano don Manuel Chico Negrete, otorgó su testamento Don Teodoro, para morir en paz unos meses después quien fuera dueño de uno de los capitales más importantes de León en el siglo XIX. 6. Genealogía: Los Hijos de don Teodoro Gutiérrez de Velasco y doña Antonia Romo de Vivar Habiendo terminado el relato del bisabuelo Teodoro, seguiremos con las siguientes generaciones hasta donde hemos podido recabar datos. Recordemos que don Teodoro y doña Antonia procrearon a Eusebio, Evaristo, Carlos y Domitila.

7. Eusebio Gutierrez de Velasco y Romo de Vivar El hijo primogénito de don Teodoro y doña Antonia fue Eusebio Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar. Contrajo nupcias con la señorita Ma. Ignacia Arcocha y procrearon a: Elodia, María Elena, Sara, María del Carmen, María y Luz. De la unión de Elodia con Pascual Urtaza, vinieron: Pascual, Guillermo, Domingo, Aurora, Enriqueta, Laura y María. De la unión de Ma. Elena con el licenciado Juan Torres Septién, vinieron: Álvaro, Luis, Juan Antonio, Ramiro, Juan Francisco, Ma. Dolores, Consuelo, Paz y Luz María. De la unión de Ma. Carmen con Francisco Verdayes, vinieron: Gustavo, Esperanza y Jaime. De la unión de María de la Luz con Rodolfo Segovia, vino Rodolfo. Lo que sabemos del tío Eusebio es que nació en Rincón de Romos y que fue el hijo primogénito del bisabuelo. A su llegada a León fundaron la fábrica de jabón y pasó con el bisabuelo a santa Ana del Conde para ayudarlo en la administración de la hacienda, quedando el abuelo Carlos a cargo de la jabonería. Cuentan los familiares que con cierta frecuencia el tío Eusebio llevaba las cosechas a México y a su vez controlaba los embarques de grano a España. En una ocasión el tío Eusebio fue a México y mientras estaba arreglando los asuntos se fue a divertir y a jugar. En una de las jugadas perdió más de lo que traía y le envió un telegrama al bisabuelo para que le enviara dinero; así lo hizo don Teodoro y cuando regresó le dijo que como no sabía administrar el dinero lo iba a poner de peón para que aprendiera a guardar y a saber lo que era trabajar. Pasó el tiempo y tal vez para probarlo lo envió nuevamente a México con la mercancía, el tío Eusebio volvió a jugar y perdió, sólo que en esta ocasión no se atrevió a pedir dinero y prefirió quitarse la vida antes de molestar al bisabuelo. Como no llegaba el tío Eusebio y el bisabuelo ya

estaba anciano, le dijeron que había enfermado y que pronto volvería. Pasaron los días... En vista de que la noticia de su fallecimiento había salido en la prensa, decidieron los demás familiares poner gente a la entrada de la hacienda para que no fueran a darle el pésame al anciano bisabuelo. Don Teodoro seguía trabajando pero envejecía y entristecía; fue entonces cuando sus hijos decidieron que se quedara definitivamente en León. La hacienda se vendió en 1890 y el bisabuelo murió el mismo año, a los 80 de edad. Hasta su fallecimiento no se volvió a mencionar nada acerca del tío Eusebio y todos pensaban que el bisabuelo se había tragado lo de la enfermedad. A su muerte, revisaron su ropa y en una de las bolsas de su saco encontraron el recorte del periódico donde venía lo de la trágica muerte del tío Eusebio. Esto nos hace pensar sobre el carácter del bisabuelo Teodoro y las costumbres que se seguían conservando tan estrictas, de manera que ni los familiares le mencionaron el deceso del tío Eusebio ni él lo sugirió.

Ingeniero Evaristo Gutiérrez de Velasco

8. Evaristo Gutierrez de Velasco y Romo de Vivar Por ser un personaje del que todavía se habla en la ciudad por su trabajo en favor de la educación y por sus lances amorosos, deseamos acudir a los relatos que en su libro: “Recordatorios Públicos y Privados”. León 1864-1908 hace el licenciado Toribio Esquivel Obregón, jurisconsulto que vivió la transición de México del porfiriato a la Revolución y que nació y vivió gran parte de su vida en esta tierra del Bajío. Dice don Toribio, refiriéndose a los maestros fundadores del Colegio Estatal de León (1878): “Nada más justo que consignar aquí un recuerdo a

cada uno de los profesores fundadores del Colegio, pues la mayor parte de ellos se hundirán en el olvido eterno si no cumplo con ese deber de los más gratos para mí, pues ya somos pocos los que podemos hablar de aquellos tiempos y de aquellas personas.

Colegio del Estado en León

Para mí, ocupará siempre el primer lugar el ingeniero Evaristo Gutiérrez de Velasco, catedrático de primer curso de matemáticas desde el año de 1878, en que se inauguró el Colegio, hasta su muerte, acaecida en el año (en blanco en el original). Don Evaristo, como todo mundo lo llamaba, era hijo de don Teodoro Gutiérrez de Velasco, acaudalado agricultor, dueño de la hacienda de Santa Ana del Conde, cerca de León. Era uno de los mayores de los nueve hijos, que yo recuerdo, de aquel señor. Hizo sus estudios de ingeniero agrimensor en el Colegio del Estado de Guanajuato, y concluyó su carrera a la sazón que comenzaba la guerra contra los franceses. Se dio de alta en el cuerpo de Ingenieros de la división del Norte, al mando del general Escobedo, y con él concurrió al Sitio de Querétaro, cuyos episodios nos contaba con satisfacción, como recuerdos de su época heroica, principalmente gustaba recordar de la acción del cimatario empeñada contra los imperialistas que pretendían salir de la plaza y romper el sitio. También nos refería de cierta ocasión en que el general don Sóstenes Rocha quiso conocer su opinión técnica sobre cierta terracería que a guisa de trinchera había mandado levantar como punto avanzado sobre la plaza. Luego que sacaron unos objetos que a nuestro ingeniero le parecían colmenares y, preguntando a Rocha la razón de aquellos aparentemente inofensivos utensilios, éste le replicó: “Espere usted, no tardarán en zumbar las abejas”. Y en efecto, a poco rato comenzaron a zumbar las balas con alarmantísima frecuencia, pues los sitiados hacían blanco en aquellos audaces paseantes. Recorrido el parapeto en toda su longitud don Evaristo propuso a Rocha se bajaran allí; pero éste no aceptó la propuesta porque habrían podido lastimarse una pierna; hubo, pues que desandar aquel trayecto bajo las balas enemigas, y por más que aquello atemorizara horriblemente a don

Evaristo, éste siguió al General por pundonor de soldado, y sin replicar palabra. Después que triunfó la República, abandonó el servicio militar, retirándose con una cruz en su pecho, que tenía orgullo en lucir en las grandes festividades, haciendo notar que la había recibido de las manos mismas del Benemérito (don Benito Juárez). Don Evaristo fue Jefe político de León cuando menos en dos ocasiones.

Palacio Municipal de León

Cualquiera creería, con estos antecedentes, que don Evaristo habría sacado de su vida militar una fisonomía altiva y aire marcial; nada de eso, su voz tenía esa suavidad de los que temen despertar a alguien o irritar a su interlocutor; las arrugas de su frente eran todas en sentido horizontal, por no expresar nunca más que la sorpresa o la compasión, y sus ojos estaban casi cerrados por la sonrisa de la humildad. Dejaba crecer su abundante cabellera y las raras veces que se la recortaba lo hacía sólo de la nuca y de las sienes, dejando una especie de cerquillo que constituía para él una de sus valiosas prendas. Todos los movimientos de su alma, lo mismo las pequeñas y transitorias iras, como sus esfuerzos intelectuales frente a un problema matemático se expresaban invariablemente por un movimiento de su mano derecha llevándola a la cabeza y enrollando un mechón de sus cabellos, que de esa manera formaba rizos que le caían a un lado y otro, y como éstos, por las muy antiguas capas de variadas y no muy finas pomadas, usadas en las peluquerías de barrio, y por el no bañarse nunca, despedían un tufillo rancio y agridulce, los dedos tampoco andaban muy aseados... Como profesor no sólo era cumplido, sino abnegado. Don Evaristo se empeñaba

en que sus alumnos aprendieran todo sobre matemáticas, pero los alumnos se daban sus mañas para mostrar lo disipado que tienen los jóvenes a esa edad... En medio de aquellas virtudes que hacen a don Evaristo Gutiérrez de Velasco merecedor de que su retrato se coloque en la Sala de Juntas para recuerdo de aquel abnegado pedagogo, tenía dos defectos que, siendo notorios a los muchachos, no por eso disminuían el cariño que le profesaban, pero sí daban lugar dentro y fuera del Colegio a la constante chismografía estudiantil. Era el primero de esos defectos una tacañería llevada a proporciones increíbles... El otro lado flaco que daba lugar a infinidad de habladurías entre los estudiantes era el de los amoríos del profesor de matemáticas; cualquiera habría creído que en esa materia no quebraba un plato; si alguien le dirigía una broma alusiva, se ponía rojo como una guinda; si una dama le dirigía la palabra no sabía ni dónde poner las manos; pero en el reino de las criaditas y de las mujeres de barrio, don Evaristo era capaz de darle quince y raya al propio don Juan... Era costumbre de don Evaristo comprarle una casita y una máquina a la dama que procreara familia con él... para que se ayudara, solía decir”. (Hasta aquí TEO). Cuentan los familiares y así nos lo hizo saber el Sr. Zamora, uno de los asesores del Archivo Histórico Municipal, que encontró dos testamentos dictados por don Evaristo. En el primero dejó dinero a los hijos que reconoció y en el segundo dejó dinero a las señoras que consideró lo merecían. Cuando hablemos de la tía Tila veremos cómo se lograron estas donaciones. Este es el relato vivido por alumnos de don Evaristo y de los recuerdos familiares. En la Sala de Cabildos de la Presidencia Municipal todavía se encuentra su retrato y recordamos otro que estaba en la Escuela Preparatoria, lo mismo que un dibujo hecho por José Guadalupe Posada en ocasión del sepelio del director de la Escuela del Estado, el doctor Mariano Leal. 9. Carlos Gutierrez de Velasco y Romo de Vivar Por tratarse del abuelo materno y habiendo tenido oportunidad de visitar Rincón de Romos, Aguascalientes, podemos decir que los datos obtenidos sobre el abuelo pueden ser más amplios que el resto de los hijos de don Teodoro. Más con el deseo de hacer solamente una breve reseña sobre las ramas del árbol familiar, reduciremos en lo posible y seremos justos en mencionar los rasgos del abuelo Carlos. Nació Carlos Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar en el risueño poblado de Rincón de Romos el día 3 de septiembre de 1838, siendo bautizado al día siguiente en la iglesia parroquial con los nombres de Carlos María de santa Rosalía, siendo sus padrinos el propio cura párroco don Mariano López de Nava y la señorita María Inés Calvillo. A su llegada a León y a la hacienda de Santa Ana, el abuelo ayudó a su padre don Teodoro en su instalación y en la fundación de una fábrica de

jabón lo mismo que habían hecho en Rincón de Romos. El abuelo Carlos inició sus estudios en Rincón de Romos y los concluyó en León, como Tenedor de Libros. Ocupó varios puestos en el H. Ayuntamiento de la ciudad, llegando a ser Administrador del Timbre, puesto que desempeñó hasta su muerte.

Sentado el abuelo Carlos y de pie Alfonso

Gutiérrez de Velasco Mena

Comprometido con la buena educación de sus hermanos menores y de los demás familiares que mandó traer el bisabuelo, hacía llegar a Santa Ana maestros para que educaran a la familia que residían allá. El licenciado Mariano González Leal en su obra citada, menciona al abuelo Carlos formando parte de la comuna y de comités de festejos o de ayuda a la población sobre todo posterior a la inundación de 1888. En 1863, a los 25 años de edad, Carlos contrajo matrimonio con la señorita Petra Mena, hermana del general Francisco Z Mena. De esta unión vinieron: Angelina, Alfonso, Manuel, Carlos, Teodoro, Margarita y Luis. Carlos, Teodoro y Luis murieron jóvenes y solteros. La tía Angelina murió ya mayor, también soltera y dedicada a obras de caridad y al cuidado de la Santa Escuela, una capilla que se encuentra a un costado de catedral y donde estuvo la imagen de la Madre Santísima de la Luz desde la salida de los jesuitas hasta su traslado a la catedral cuando llegó el primer obispo. Nuestra madrecita se expresaba muy bien de la tía Angelina, nos relataba su desapego de lo terreno y las caridades que hacía con los pobres. Visitó Tierra Santa y de allá trajo objetos valiosos para adornar la

Santa Escuela. Alfonso Gutiérrez de Velasco Mena casó con la señorita María Sanromán y tuvieron a: Alfonso, María de la Luz y Carlos. Al tío Alfonso le sucedió lo que al abuelo, ya que Carlos, su último hijo, fue póstumo. Manuel Gutiérrez de Velasco Mena estudió ingeniero naval, casó con la señorita Luz Aranda y tuvieron a: Héctor, María de la Luz, Emma, José Ignacio y Manuel. Carlos Gutiérrez de Velasco Mena, como habíamos visto, falleció joven, a los pocos días de haber muerto el abuelo Carlos y estando todavía en la hacienda El Carrizal. Teodoro Gutiérrez de Velasco Mena vivió en casa del abuelo con los hermanos solteros. Murió joven.

Margarita Gutiérrez de Velasco

Margarita Gutiérrez de Velasco Mena casó con el señor Rosendo Portugal y tuvieron a: Rosendo, Alfonso, Victoria y María Dolores. El tío Luis, según nos platicaba nuestra madre era un hermano muy querido pues cuidaba de ella y como no había mucha diferencia de edades se veían bien. Siendo joven le gustaba convivir y beber con los amigos. En una ocasión salió del bar El Salón Venus, y montó su caballo, por mala suerte se trabó la espuela en el estribo y cayó hacia atrás; el caballo se espantó y arrancó, llevándose al tío Luis rebotando contra el empedrado. Lograron parar la bestia y atender al tío Luis pero fatalmente murió a consecuencia de los golpes en la cabeza. Enviudó el abuelo Carlos en 1888 y en 1889 casó con nuestra abuela la señorita María del Socorro Barroso Navarro de 26 años de edad, hija de don Bartolo Barroso y de doña María Dolores Navarro vecina de Irapuato y que por parentesco con algunas damas de esta ciudad pasaba temporadas en León. El día 29 de enero de 1889 por la mañana, se efectuó el matrimonio del

abuelo Carlos y la abuela Socorro en la santa Iglesia Catedral Basílica, teniendo como padrinos al señor general don Manuel Orellana y su señora esposa doña Elvira Torres de Orellana. Tenía el abuelo Carlos 51 años de edad cuando desposó a la abuela Socorro, siendo felices durante los pocos años que duró el matrimonio ya que el abuelo falleció en 1895 en forma casi súbita pues sufrió neumonía fulminante.

De pie: Ma. Concepción y Ma. Dolores Gutiérrez de Velasco

Sentada la abuela Socorro Barroso Con parte del dinero de la venta de santa Ana, el abuelo Carlos compró la hacienda El Carrizal que a su vez formaba parte del latifundio de Jaral de Berrio por el rumbo de san Felipe Torres Mochas.

Hacienda El Carrizal

En la hacienda El Carrizal, nacieron los hijos de don Carlos y doña Socorro: Salvador, Ma. Concepción, Pedro y Ma. Dolores (nuestra madre)

quien fue hija póstuma, ya que el abuelo falleció en julio de 1895 y nuestra madre nació el 23 de agosto siguiente, por lo que no conoció a su padre ni él la conoció en la tierra, pero nació como él se la imaginaba, blanca, rubia y de ojos azules como nuestra abuela Socorro. Salvador Gutiérrez de Velasco Barroso casó con Eufrosina (sic.), y tuvieron un hijo que murió al nacer. El tío Salvador se dio de alta en el ejército durante la Revolución muriendo en una batalla. Relataba nuestra madre que siendo ella chica supo que su hermano se había ido a la Revolución, escribía ocasionalmente y luego dejó de escribir, todos estaban preocupados sin tener noticias de él; una noche mi madre soñó que el tío estaba bajo de un cañón y de repente caían objetos del cielo y mataron al tío Salvador. Mi madre despertó llorando y decía lo que había soñado pero la calmaron y la volvieron a dormir. Pasando el tiempo llegó un mensaje del ejército describiendo la batalla y el bombardeo donde murió el tío Salvador... A eso le llaman premoniciones.

De izquierda a derecha: Ma. Dolores, Pedro y

Ma. Concepción Gutiérrez de Velasco Barroso

María Concepción Gutiérrez de Velasco Barroso; la tía Conchita, nació en la hacienda El Carrizal, fue bautizada en san Felipe y sus padrinos fueron don Francisco Cayo y Moncada y doña Margarita Raygoza de Cayo Moncada, condes de san Mateo de Valparaiso y Marqueses de Jaral de Berrio. La tía Conchita fue una muy abnegada mujer que cuidó de la abuela y trabajó desde joven, pues habiendo prestado la abuela lo que le tocó de herencia del abuelo con permiso de prestar a rédito como la iglesia permitía para las viudas, les daba lo suficiente para vivir. En la

época de la Revolución prestó la abuela en oro y le pagaron con papeles de Villa. Lo poco que quedó lo fueron gastando en vivir y en los estudios de los hijos. Así la tía Conchita trabajó toda su vida y ayudaba incluso a nuestra madre, pues siendo soltera y no teniendo más familia, ya que el tío Pedro se había ido a vivir a Monterrey… ella contaba con nosotros. Pedro Gutiérrez de Velasco Barroso casó con la señorita Esperanza Plascencia y procrearon a: Leopoldo (Polito), María del Socorro, Pedro Enrique, Salvador, Esperanza, Bertha, María Guadalupe e Hilda. Al tío Pedro lo conocimos hasta que regresó de Monterrey, pocos años antes de morir. Sabíamos de él porque mamá, tía Conchita, las primas y sobre todo la nana Micaela nos platicaban sus odiseas.

De izquierda a derecha: Micaela Martínez (Nana), Ma. Dolores Gutiérrez de Velazco

de Nájera y Pinita Valdivia

Refería la nana que el tío Pedro fue siempre muy inquieto y travieso; se hacían bromas mutuamente. El tío era muy deportista y hacía mucha gimnasia... hacía el cristo en las argollas. Siendo joven salía con amigos de cacería y de juerga. En una ocasión llegó noche y medio tomado; como la nana le había dicho que se lo iba a llevar el diablo si se portaba mal, él le contestaba que no le temía al diablo ni a ella. La nana esperó a que llegara y se durmiera, entonces se acercó y le amarró los cabellos en un barrote de la cama y luego le hizo ruido; cuando despertó y sintió que le jalaban el pelo comenzó a gritar, llegó la nana y dijo que era el diablo que se lo andaba llevando. Por lo pronto el tío Pedro perdió algo de pelo y se llevó su susto. Cuando regresó tío Pedro de Monterrey nos contaba muchas anécdotas de su vida. Le gustaba la cacería y jugar a la lotería. Se sacó premios cuando menos en dos ocasiones. Puso una fábrica de zapato y le fue bien, después se acabó. Con el tiempo y la añoranza, regresó a León... pasaba horas platicándonos sus experiencias en la vida y otras mil ocurrencias. María Dolores Gutiérrez de Velasco Barroso. Nuestra querida madre nació

en la hacienda El Carrizal el 23 de agosto de 1895; hija póstuma, con la pérdida irreparable del padre. Regresaron a León (después de la cuarentena de mi abuela), donde pudieron estar mejor antendidos y más protegidos por familiares y amigos. Los hijos mayores del abuelo decidieron vender la hacienda a un señor de apellido Manteca y al parecer la conservó hasta su muerte, solo que le tocó el reparto agrario dejándole la casa y unos terrenos que ya no cuidó mucho, tanto por la formación de los ejidos como por su edad y sus enfermedades.

Ma. Dolores Gutiérrez de Velasco Barroso

A Miguel le tocó visitar y tomar fotos de lo que queda del casco de la hacienda. Platicando con algunos rancheros dijeron haber conocido la hacienda cuando todavía no se hacía el reparto agrario. Contaron que la hacienda era muy bonita, tenía huertas y mucha agua. Tenía su presa y las tierras lindaban con Jaral de Berrio, se vivía bien. Recordaron al señor Manteca y dijeron que a su muerte los sobrinos se quedaron con la tierra pero prefirieron hacer otra casa ya más moderna que se puede ver a la pasada. En vista que la abuela sufrió la pérdida del marido no pudo darle pecho a nuestra madre y entonces le consiguieron una nodriza que fue la querida Micaela (Tita). Esta mujer que a los 15 años llegó a la casa después de haber perdido a su hijo recién nacido, era oriunda de la Tlachiquera (Nuevo Valle de Moreno); defendía con mucho orgullo su origen indígena. Fue amorosa y leal con nuestra abuela, parientes y tíos, pero de manera especial con nuestra madre y con nosotros hasta su muerte. Micaela cuidaba de la abuela, de la familia entera y se echaba a cuestas tareas que en principio no le correspondían pero lo hacía con la misma entrega. Apoyada y aconsejada por el doctor y tío Rosendo, la abuela iba dando

educación a sus hijos a la vez que acomodaba el dinero para vivir de los réditos. Nuestra madre fue a estudiar al Colegio san José que había fundado el querido padre Anda. Este santo personaje llegó de san Juan de los Lagos recién ordenado sacerdote, desempeñándose como auxiliar del obispado de san Luis Potosí a donde había sido requerido a León para ayudar al nuevo obispo.

Siervo de Dios Pablo Anda

Cuenta la historia leonesa que el Sr. Diez de Sollano y Dávalos, primer obispo de León, supo de las virtudes y empeño de este sacerdote y lo invitó a venir a colaborar a la diócesis. Se corrieron los trámites y por fin llegó tan abnegado sacerdote iniciando su labor en la Catedral de León, dedicándose al culto de la Madre Santísima de la Luz Patrona de la Diócesis y a seguir con sus caridades. Entre las muchas actividades que el padre Anda se propuso, además de las propias de su grado en la catedral, era sacar a los borrachitos de las cantinas y llevarlos a un hospicio que acondicionó. Recogía así mismo niños huérfanos o abandonados. Fundó el primer hospital particular que llamó de san José y cuando le asignaron el Santuario de Guadalupe para que lo reconstruyera, fundó la Orden de las Hijas Mínimas de María Inmaculada instalándolas en las casas adjuntas al Santuario a donde además se llevó el asilo y el Hospital san José. Con la idea de propiciar una buena educación a las niñas de sociedad, fundó el Colegio de san José consiguiendo buenos maestros... a través de los años sería el Instituto América todavía activo igual que sus otras obras. Nos contaba nuestra madre que ella estaba como media interna en el

colegio y allí aprendió a cantar, bordar, tocar la mandolina y finalmente cursó los estudios de normal, logrando terminarlos justo cuando estaba en pleno la Revolución, razón por la cual no le extendieron título. Trabajó como maestra en algunas escuelas particulares pero como sufría al parejo con los niños, mejor la sacaron y la pusieron a trabajar como secretaria y fue cuando conoció a nuestro padre don Esteban Nájera Reynoso con quien se casó el 30 de mayo de 1923.

Esteban Nájera y Ma. Dolores Gutiérrez de Velasco

el día de su boda

De ese matrimonio nacimos: José de Jesús 1, José de Jesús 2, María Teresa, José Luis, Salvador Carlos, Luz María, José Javier y Miguel Esteban. Algunas anécdotas de la calidad y temperamento del abuelo nos fueron relatadas por parientes de la abuela que vivieron con ellos en El Carrizal. Dice la tía Aurora Barroso: “Fuimos siete personas las que convivimos con la parienta Socorro y todos agradecimos la hospitalidad de don Carlos. En cierta ocasión que don Carlos regresó de León a la hacienda, preguntó si no había novedad, a lo que le contestaron los administradores que habían sorprendido a un peón robando elotes y lo tenían encerrado en la troje esperando que él decidiera lo que se haría con el culpable. La reacción inicial del abuelo, como suele ser la de todo aquel que descubre que lo están robando fue de enojo, tomó un fuete y entró a la troje para castigar al ladrón, cosa que era lo más común en aquella época. Antes de castigarlo le preguntó la causa por la que estaba robando y por qué había escogido su hacienda para robar, a lo que el peón le contestó: “patroncito ¿qué haría su merced si tuviera mujer e hijos que le lloran de hambre y

usted no tuviera qué darles?...” Dice la tía Aurora que el abuelo lloró con el ladrón y lo perdonó pero le dijo que en lo sucesivo mejor solicitara ayuda ya que en la hacienda no se le negaba nada a nadie. Acto seguido ordenó se le devolviera lo que estaba robando y además le entregaran frijol y alimento para sus hijos y se le ofreció trabajo en la hacienda. También acostumbraban los peones pedirle a don Carlos les apadrinara a sus hijos y el amo Carlos no se negaba. A partir de entonces se decían “compadre” con el respeto que ambos se merecían. Era también costumbre que si un compadre llegaba a saludar al abuelo a la hora de los alimentos, se le pasaba a la mesa y se le servía, con la renuencia de sus hijos mayores a quienes les molestaban los malos modales de los campesinos, cosa que tenía sin cuidado al abuelo. Las ocasiones de poner a prueba la paciencia de sus hijos eran muy frecuentes, pues había un tal “compadre Chón” que aprovechaba muy seguido tratar asuntos con el abuelo a la hora de las comidas... y ni modo”. El mes de julio era el tiempo de aguas. El abuelo viajaba a León para atender asuntos referentes a su posición como Administrador del Timbre y tal vez otros asuntos. En esa ocasión, en julio de 1895, regresó del largo viaje de León a la hacienda, se quitó la ropa, pues iba sudando, se sentó en un lugar ventilado y tomó agua fresca. Por la noche comenzó con dificultad para respirar y fiebre; lo atendieron en la hacienda pero viendo que empeoraba lo llevaron a León para que lo atendiera su hermano, el doctor Rosendo, siendo imposible todo esfuerzo médico, falleciendo justamente el día que la iglesia celebra al Señor de Esquipulas. Siguen comentando los familiares que cuando llegó la noticia a la hacienda y a san Felipe Torres Mochas, la gente muy consternada repetía: “Ha muerto el amo Carlos” y hasta suspendieron la fiesta para rogar por su alma”. 10. Domitila Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar La tía Tila fue la última hija del primer matrimonio del bisabuelo Teodoro. Llegó a León chica y al cuidado de su tía y madrastra Rafaela. Según cuentan los familiares la tía Tila fue de mucha ayuda para la tía Rafaela ya que tuvo los otros hermanos que quiso mucho. Con el carácter propio de los Gutiérrez de Velasco, acostumbraban a determinada edad comprar su casa para irse a vivir aunque fueran solteros o solteras. Don Toribio Esquivel (Op. cit.) relata que el tío Evaristo acostumbraba cambiarse de casa con cierta frecuencia, vivía de sus rentas y de lo que había logrado con su trabajo. Igual hizo la tía Tila aunque ella no cambió su residencia muchas veces. Hacía caridades y estaba muy al pendiente de las acciones de los hermanos, en especial las del travieso Evaristo a quien le hacía ver la obligación que tenía de proteger a los hijos y señoras que tenían hijos de él. Así logró lo que habíamos comentado acerca de los testamentos que hizo en su momento. Contaba la nana Micaela que en cierta ocasión vieron muy mal a la tía Tila, perdía peso y se fatigaba con facilidad. Le preguntaban si tenía alguna molestia y ella prudentemente decía que no. Inquietos por su salud

y la pérdida de su buen carácter, le pidieron a su hermano el doctor Rosendo la revisara. Así lo hizo el doctor Rosendo, entró a la habitación de la tía Tila, la interrogó y la examinó... al cabo de un rato salió llorando el doctor Rosendo y les comentó a los familiares que la tía Tila tenía cáncer ya muy avanzado. Preguntándole el por qué había callado esa espantosa tumoración, la tía Tila les confesó que desde que comenzó con sus dolores se los ofreció a Nuestro Señor para que Evaristo se enmendara. De esta manera se logró que el tío Evaristo hiciera los repartos correspondientes por mediación de la mártir Domitila. 11. Genealogía: Los hijos de don Teodoro Gutiérrez de Velasco y doña Rafaela Romo de Vivar Don Teodoro Gutiérrez de Velasco doña Rafaela Romo de Vivar, procrearon a: José María, Pilar, María de Jesús, Rosendo y Francisca. 12. José María Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar

El tío Pepe casó con una señorita de apellido Jáuregui, tuvieron descendencia y al parecer vivieron en Aguascalientes. Todavía recordamos a una prima de nuestra madre llamada Clementina que vivió un tiempo en León y después se fue a vivir a Toluca. 13. Pilar Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar Solamente sabemos que la tía “Pila” casó ya de edad madura con un licenciado de apellido Acosta y no tuvieron descendencia. La tía era muy alegre y seguido viajaba con su esposo y pasaba temporada en la hacienda que tenían. 14. María de Jesús Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar Bebé Padilla nos hizo favor de proporcionarnos los datos sobre esta rama familiar: “María de Jesús Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar, hija de la excelentísma Marquesa del Rincón, doña Rafaela Carmen Luisa Romo de Vivar Ortiz y del señor don Teodoro Gutiérrez de Velasco, casó con el señor Licenciado don José de la Luz Fuentes y Ramírez Sandoval, procreando a: Natalia, Arturo, Rebeca, Concepción y Benjamín. Natalia casó con el señor Miguel Lavalle y tuvieron a: Natalia, Luz y Manuel. El licenciado Arturo murió joven y soltero. Nuestra querida madrecita Rebeca, casó con nuestro padre, el señor Miguel Eduardo Padilla y Moreno, procreando a: Concepción, Piedad, Ricardo Manuel, Rebeca, Catalina, Arturo, Jorge, Miguel Angel, Luz María y Berta. Concepción casó con el señor Luis Angel Peláez y tuvieron a: Luis Angel,

Carmen y María Cristina. Benjamín casó con la señorita Francisca Beraud y no tuvieron hijos” (hasta aquí la Bebé Padilla). La tía Jesusita, como cariñosamente le llamaban en familia, fue propietaria de la hacienda El Paso de la Canoa, en los límites de Guanajuato con Querétaro. 15. Rosendo Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar El tío Rosendo, personaje distinguido no sólo por su abolengo familiar sino por su desempeño y virtudes, ha dejado un historial que se comenta en escritos que van desde el Archivo Histórico Municipal de León, las Memorias de don Toribio Esquivel Obregón (Op. cit.), León, su trayectoria y destino (OP. cit.), hasta por tradiciones populares, recuerdos familiares y una nota necrológica que tuvo a bien enviarnos la querida prima Lourdes Torres Gutiérrez de Velasco, nieta del querido tío Rosendo.

Dr. Rosendo Gutiérrez de Velasco

En los Recordatorios del licenciado Esquivel Obregón aparece el doctor Rosendo como una persona muy apreciada por los estudiantes del Colegio del Estado donde dio clases de Filosofía y Lógica. Ocupó cargos en la comuna y fue diputado estatal. Casó en primeras nupcias con la señorita Enedina Portillo Martín del Campo y procrearon a: Rafael, Rosendo, Enedina, Luz, Paz y David. Rafael Gutiérrez de Velasco Portillo casó en los Estados Unidos con la señorita Ideth. No tuvieron descendencia.

Rosendo Gutiérrez de Velasco Portillo casó con la señorita Beatriz Padilla y tuvieron a: Rosendo, Beatriz, Jorge 1, Jorge 2, Manuel, Ricardo, Alicia, Gustavo y Guillermo. Enedina Gutiérrez de Velasco Portillo casó con el señor Efrén Torres y tuvieron a: Lourdes y Paz. Tuvimos la dicha de conocer y tratar a la tía Nina y a sus hijas. La tía Nina fue una prima muy querida de la tía Conchita y de nuestra madre; a nosotros nos tocó la suerte de conocerla y tratarla en reuniones y ocasiones que nos pedía ayuda para hacer sus actos de caridad. Recuerda Miguel algunas veces que nos pedía embarcar calzado y prendas de vestir para los indígenas tarahumaras; enviábamos las cajas por ferrocarril a la estación Sisoguiche, Chihuahua a nombre del padre Carlos Díaz Infante. Tenía puntadas muy de los Gutiérrez de Velasco. Una ocasión, nos contó nuestra madrecita, vieron a Nina vestida de luto y le preguntaron el motivo; contestó que Efrén su marido se había infartado y estuvo muy malo. Vino un médico de México a verlo y ella le preguntó si Efrén moriría, a lo que el galeno le respondió que lo veía muy malo y podía morir. Ella se mandó hacer varios vestidos para el luto, más como Efrén no se murió, ella comenzó a usar los vestidos para no desperdiciarlos. Lourdes y Paz vivieron entre nosotros muchos años, luego Paz se casó y fue a vivir a san Luis Potosí y luego a México. Cuando vivía en México, fue Miguel a saludarla a casa de Lourdes y le contó que tía Nina últimamente le pedía después de desayunar la llevara a su cama y la acostara con las manos cruzadas, Lourdes le preguntaba el motivo y ella decía que quería ver cómo estaría ya muerta. La tía Nina murió en México. Lourdes acaba de morir en México. Queda Paz con hijos y nietos. Luz Gutiérrez de Velasco Portillo fue religiosa, luego salió del convento y vivió en León. Recordamos a la tía Luz acompañada de su asistente. Vivió por el rumbo del Calvario y murió haciendo el bien a la gente de su barrio. Paz Gutiérrez de Velasco Portillo fue religiosa. Estuvo toda su vida con las Hermanas de la Caridad y falleció ya muy anciana en México. David Gutiérrez de Velasco Portillo. Tío David fue soltero y vivió de sus rentas. Propietario de la hacienda El Ocote por el rumbo de Romita. Le fue “repartida” la hacienda en la época de la post-Revolución y esto le trajo una gran desilusión pues creía firmemente en la justicia revolucionaria. Mandó y escribió Cartas Abiertas al gobierno pero nunca logró recuperar su propiedad, aunque le enviaban cartas aclaratorias. Tío David fue un personaje que todavía se le recuerda en nuestro medio por su arrojo y su lucha contra las injusticias. Nos platicaba nuestra querida madrecita que en una ocasión durante la Cristiada, se llevaron a la tía Nina y a otras jóvenes de la sociedad leonesa a los separos de policía porque vestían de negro y era una orden que no vistieran así so pena de ser orinadas por los caballos. El tío David al saber la noticia fue a los separos e increpó y retó a duelo al encargado de la plaza quien no tuvo más remedio que soltarlas. A la mañana siguiente llegó con dos pistolas al establecimiento de dicho personaje y le pidió se dieran de balazos, pues así como era hombre para tratar mal a las damas debía ser hombre para morir. El personaje en

cuestión se escondió bajo del mostrador y el tío David le soltó unos balazos en el suelo. En otra ocasión se lo encontró en el jardín y volvió a sacar la pistola para matarlo pero el susodicho señor se guareció en los pilares del portal a la vez que los amigos del tío David lo desarmaban. Vivió en el rancho El Maguey, otra de sus propiedades. Tenía su nana que lo cuidaba y su yegua que quería mucho. Cuentan los familiares que tuvo una novia y se andaba casando; una vez le dijo a la novia que la quería tanto como a su yegua y ese fue motivo para que lo terminaran. El tío David visitaba a la tía Conchita y en ocasiones le pedía lo dejara dormir la siesta; cuando salía dejaba un peso en alguna mesa. Mi tía le decía que no tenía que pagar, y él contestaba que si fuera a un hotel pagaría más.

David Gutiérrez de Velasco

Cuando venía la tía Lupa, su hermana, se hospedaba en casa de la tía Conchita. El tío David iba a visitarla y casi siempre terminaban mal pues cada cual sostenía su punto de vista y no cedía. Nosotros gozábamos mucho aquellas discusiones pues tomaban con mucha vehemencia sus posiciones sobre el tema que fuera. El tío David escribió unos pensamientos sobre El Arbol en las basamentas del arco de la Calzada; primero lo hizo con carbón y luego los mandó esculpir. Todavía se conservan esos pensamientos de algún inspirado poeta que tío David quiso se conservaran para la posteridad. En sus últimos años, el tío David sólo y cansado, solía viajar desde el Maguey hasta León y ya le costaba trabajo montar a caballo. Los sobrinos, hijos de su hermano Rosendo estaban al pendiente de él y lo

consecuentaban. En una ocasión fue a ver al Dr. Isla Cosío pues traía molestias urinarias. El Dr. Isla le pidió unos exámenes para operarlo, pero al ver el resultado le dijo que se quedara así; el tío David le pidió explicaciones y terminó diciendo el Dr. Isla que tenía cáncer; esto fue suficiente para que don David tomara la decisión final. Escribió una carta a los sobrinos dejando sus disposiciones y la manera de cubrir sus deudas; luego fue a una funeraria y pidió le hicieran una caja de madera sencilla, más o menos de su tamaño (un poco más, porque al morir, se estiran), pintada de negro y un letrero que dijera: “Dios mío, perdóname”.

Arco de la Calzada en León

El muertero tomó las medidas y le dijo que volviera a las dos de la tarde por la caja. Llegó tío David con una bolsa de papel en la mano y le pidió al joven pusieran la caja en suelo pues se iba a medir. Subió a la caja, sacó la pistola que traía en la bolsa de papel, pero el de la funeraria se la arrebató y le pidió mejor fuera por un familiar para recoger la caja. Tío David le pidió lo dejara consumar su hazaña pero ya le habían confiscado el arma. Salió de allí y se fue a la casa del ahijado que vivía cerca de la funeraria; entró y saludó a la familia y les dijo iba a descansar. Preguntando dónde había dejado la pistola su ahijado, le dijeron que donde siempre: “Está bien, sigan comiendo que yo voy a dormir”... entró al cuarto y al rato oyeron una detonación y fueron a ver, encontrando el cadáver ya sin vida del querido tío David. Descanse en Paz. El doctor Rosendo enviudó de la tía Enedina Portillo y según relata el licenciado Toribio Esquivel Obregón en su obra citada, esto le provocó inusitada angustia; lo mismo menciona un chisme que corrió por la ciudad sobre que la tía Enedina había sido enterrada viva y que al abrir su tumba que estaba en el Santuario encontraron su cadáver boca abajo y como tratando de empujar la tapa de la caja. Otra versión fue que el doctor quiso ser sacerdote a la muerte de su esposa y que iba a aprender teología con un sacerdote y luego se quiso casar con la hermana del clérigo. Lo cierto

es que conoció a la señorita Guadalupe Doblado, hermana del general Manuel Doblado y con ella se casó. De este matrimonio vinieron María Guadalupe y Javier. Javier casó con la señorita María de la Luz Fuentes y no tuvieron descendencia. Al parecer el tío Javier murió joven. La tía “Lupa”, como le conocimos todos, vivía en México desde la época que la conocimos. Venía a León con motivo de la feria del 20 de Enero y aprovechaba para comprar artículos de piel que vendía en México. Tía Lupa tenía un carácter muy firme, fumaba mucho y por ello su voz era ronca. Como llegaba regularmente a hospedarse a la casa de tía Conchita, aprovechábamos que estaba en León para ir a escuchar sus pláticas que eran muy interesantes. Tía Lupa leía mucho, viajaba por todo el mundo y era radicalmente católica y firme defensora de los derechos de la mujer. Escribía en revistas femeninas de México capital y por ellas nos dimos cuenta de sus firmes opiniones. Ya mencionamos los debates que había con el tío David y sus muy frecuentes desacuerdos por lo que terminaban mal en muchas ocasiones. En una ocasión, nos enteramos que el tío David estaba internado en el sanatorio donde pasaba visita Miguel y fue a saludarlo. El tío David le dijo que Lupa lo había llevado a jurar para que no tomara y solamente le aguantó dos semanas. Fue a la peluquería a que le arreglaran barba y pelo. Cuando el peluquero le puso alcohol, tío David le increpó: “Ya me hiciste quebrantar...” Acto seguido se fue a la cantina y tomó para reponerse... por ello lo tuvieron que internar pues se deshidrató y se vio muy mal. Tía Lupa murió a consecuencias de un atropellamiento. Dijo la prima Lourdes que como se había cambiado de casa no conocía muy bien el rumbo. Una mañana se fue a misa y a su regreso no se fijó bien del sentido del tránsito y un auto la atropelló. La tía estuvo consciente y no pidió nada contra el chofer pues aclaró que ella no se había fijado al atravesar y que por favor no le hicieran cargo alguno al chofer. La internaron en un sanatorio y allí murió a consecuencias del accidente. Descanse en paz la tía Lupa. Volviendo a los datos biográficos del doctor Rosendo y teniendo a la mano la copia de la NECROLOGÍA que publicó la Gaceta Médica Mexicana el 1o. de Agosto de 1902, nos honramos en transcribirla: NECROLOGÍA EL SR. DR. ROSENDO GUTIERREZ DE VELASCO. “El Cuerpo Médico Mexicano, la sociedad y Nuestra Patria, acaban de experimentar otra nueva y dolorosa pérdida en la persona del ilustrado facultativo con cuyo nombre encabezamos esta luctuosa sección. El día 15 del pasado Junio a las 7 y 50 de la mañana, expiraba en la ciudad de León (Gto.), el hábil, virtuoso y modesto Dr. Rosendo Gutiérrez de Velasco, causando tan funesto acontecimiento consternación profunda y legítima en una población que supo estimar en todo su valor los méritos

del finado. Éste nació en Rincón de Romos (Aguascalientes), en 1848; recibió su educación primaria en León, la secundaria en Guanajuato y la profesional en México, siendo hijo distinguido de esta Facultad, de la cual recibió su título en 1872, escribiendo para ello una Tesis, que por su mérito llamó la atención.

Colegio del Estado. Guanajuato

Radicado en León, desempeñó siempre puestos de importancia; fue con frecuencia Regidor, fue Diputado al Congreso del Estado; recién abierta la Escuela de Instrucción Secundaria fue nombrado Profesor de Lógica y Filosofía en ese Plantel, y murió siendo director del Hospital Civil, puesto que desempeñó con maestría y conciencia. Profesionalmente juzgado por el unánime consenso de todos los compañeros que tuvieron oportunidad de apreciar sus dotes especiales, el Dr. Gutiérrez de Velasco fue Médico de profundos conocimientos y clínico muy notable, tanto en el terreno médico como en el quirúrgico, siendo por ello consultado siempre al presentarse los más arduos problemas, por Médicos y pacientes. Su constante dedicación al estudio lo hizo sobresalir en Pediatría; le hizo notable en Ginecología, habiendo practicado últimamente notables y felices laparotomías, de las cuales sólo una envió a nuestra Crónica (Tomo II, pág. 1 y 58); le hizo digno de encomio en Oftalmología, habiendo formado una extensa estadística, no publicada aún, de operaciones de Catarata, habiendo sido siempre ferviente partidario del procedimiento de Von Graefe, la extracción lineal complicada, que algunas veces sustituía con uno de los procedimientos de Wecker, la extracción a colgajo periférico, pero sin omitir nunca la iridectomía; y su dedicación por último, le hizo acreedor al título de entendido y diestro cirujano.

Con vastísima práctica y dotes de observador tenía incalculable tesoro de experiencia, refiriendo cuando era oportuno casos clínicos que deberían haberse consignado, discutido y estudiado. He aquí lo que sobre este punto nos escribía en reciente carta nuestro laborioso y excelente amigo el Dr. José de Jesús González: Para dar una idea de lo que se ha perdido al hundirse en las sombras del sepulcro el Dr. Gutiérrez, suscintamente le relataré el hecho clínico siguiente, que varias veces me relató él mismo.

Dr. José de Jesús González

“Erase un hombre hallado por la policía, vagando sin rumbo fijo; interrogado sobre su procedencia, domicilio, nombre, ocupación, etc., no se obtenía respuesta alguna; su mirada incierta, sin expresión y vaga, traducía con perfección la ausencia o el letargo de sus facultades mentales. Fue llevado al Hospital, permaneciendo allí muchos meses, absolutamente mudo, impasible, sin una sonrisa, sin que una lágrima, sin que una expresión de disgusto o de placer viniera a revelar una volición o un sentimiento en aquella esfinge singular. ¿Por qué causa había sobrevivido y existía aquella inhibición de la función del lenguaje, coincidiendo con el mutismo de todos los afectos, de las emociones todas y todas las aspiraciones del espíritu? Misterio inexplicable... Una hermosa mañana aquella extraña personalidad hallábase sentado junto a un grupo de empleados del Establecimiento, llegando casualmente alguien que, saludándoles en italiano, pronunció la breve frase BUON GIORNO... ¡Oh prodigio inesperado!. El semblante frío, inmóvil y sin vida de aquel hombre, se animó instantáneamente, brilló la inteligencia en su mirada y como un torrente que rompe el dique y se desborda impetuosamente, brotó en raudos borbotones la palabra, surgió el verbo, tanto tiempo encadenado por una traba oculta y correctamente, sin el menor tropiezo, con claridad, con energía y placer, dijo ser italiano, reveló

su nombre, su oficio y los episodios de su vida!... Estaba curado. Yo me permitía indicar al Dr. Gutiérrez mi creencia de que esa rara enfermedad era un caso de AMNESIA GENERAL DE ORÍGEN HISTÉRICO, en que dos palabras del idioma nativo bastaron para despertar la función del lenguaje, como basta el choque más ligero para hacer estallar un explosivo”. ................................................................ El Dr. Gutiérrez fue reo del pecado que por desgracia comete la inmensa mayoría de los médicos mexicanos, el no escribir, y por semejante omisión llevarse consigo el cúmulo de observaciones y enseñanzas que se han recogido durante una larga práctica y que significan el fruto maduro de una vida de estudio y de trabajo. Nuestro querido amigo, nuestro eterno ausente, tuvo sin embargo la disculpa que no solamente borra esa falta, sino que la justifica y la enaltece. La parte de su vida no dedicada al trabajo profesional, lo fue a la más hermosa, noble y santa de las virtudes: la CARIDAD.

San José María de Yermo y Parres

Dotado de un corazón bien nacido y generoso, atendía siempre gratuita y

empeñosamente a los desheredados de la fortuna, enjuagaba las lágrimas arrancadas por la orfandad o la desgracia, socorría a los necesitados y hacía menos penosa la carga de la ancianidad con su ayuda pecuniaria y profesional. A ellos, a los ancianos y a los niños se consagró el Dr. Gutiérrez de Velasco, fundando, en compañía del sacerdote José Yermo y Parres actualmente en Puebla. En aquel edificio no muy extenso, pero limpísimo, alegre, muy bien dispuesto y bien acondicionado, con hermosas vistas y condiciones

higiénicas admirables, que con su fundador y querido amigo nosotros visitamos hace 3 años, pasaba el Dr. Gutiérrez sus horas plácidas disfrutando la envidiable satisfacción que en el alma engendra el cumplimiento del deber Cristiano de hacer el bien. Allí pasaba año por año el inolvidable ausente, el poético día de Noche Buena, recibiendo de sus asilados las bendiciones a que era acreedor, la ofrenda perfumada de una merecida y justísima gratitud. La muerte de Rosendo Gutiérrez de Velasco, conmovió rudamente a la pacífica sociedad de León. Todas las clases sociales, desde el banquero acaudalado y hombre de letras distinguido hasta el humilde obrero, rindieron cariñosísimo homenaje al amigo intachable, al médico inteligente y al benefactor de sus semejantes. Y como preciadas perlas, cayeron también sobre su féretro las lágrimas de los niños y niñas del ASILO que vieron desaparecer a un padre. Los hombres de esta clase no debieran de morir jamás, y ya que huyen buscando el reposo eterno, su nombre y su memoria deben conservarse por constituir un timbre de orgullo y nobleza para la Humanidad. Dr. E. L. ABOGADO. 16. Francisca Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar Mamá Pachita, como cariñosamente le decía el bisabuelo, casó con don Antonio Madrazo y Gómez, comerciante español que llegó a León para instalar la tienda La Primavera.

Familia Madrazo Gutiérrez de Velasco

Les transcribimos unos apuntes familiares que escribió su hijo, el tío Fernando y que nos fueron proporcionados por el doctor Manuel Torres Madrazo, hijo de Josefina Madrazo Manrique. “Mi MADRE... Doña Francisca Gutiérrez de Velasco y Romo de Vivar, hija

de la excelentísima señora Marquesa del Rincón.- Sus padres fueron: Don Teodoro Gutiérrez de Velasco y Doña Rafaela Romo de Vivar. Nació en Rincón de Romos, Aguascalientes el día 1o. de Diciembre de 1849... Falleció en la ciudad de México el día 31 de Octubre de 1927 a los 77 años 11 meses. Mi señora madre fue noble y aparte de noble fue santa.- Nunca salieron de sus labios palabras ofensivas para nadie; fue queridísima en León, Gto., donde le llamaban todos sus familiares y no familiares, todo León: “Mamá Pachita”. Casó en León, Gto. con nuestro padre, el español Antonio Madrazo y Gómez el día 1o. de Diciembre de 1865 y tuvieron los siguientes hijos: José, María, Rafaela, Josefina 1a., Antonio, Filiberto, Clotilde, Josefina 2a., Fernando y Eduardo. Mi hermano José.- Nació en León el día 10 de Julio de 1867, un jueves a las seis de la mañana.- Falleció en León, Gto. el mes de Enero de 1934. Mi hermano José siempre vivió de sus rentas. Mi hermana María.- Nació en León, Gto., el 24 de Diciembre de 1868, Miércoles a las dos de la mañana.- Murió en el mes de Febrero del año de 1946. Mi hermana María se casó la primera vez con el señor E. España. La segunda vez con el señor Ignacio García Peña. Fueron y son sus hijastros: Pedro, Ignacio y Salvador García Téllez. Mi hermana Rafaela.- Nació en León el día 12 de Agosto de 1870. Se casó con Manuel Palomar y tuvieron estos hijos: Manuel, nació mal. María de Lourdes, Victoria 1a., Victoria 2a., Rafael, Esperanza y Manuel Antonio. Mi hermano Antonio.- Nació en León. Gto., el día 7 de Julio de 1874. Falleció en León, el día 13 de Abril de 1941. Se casó con Concepción Manrique y tuvieron a: Antonio, Concepción (fue un gran personaje). Raúl 1o., Raúl 2o., Carlos, Mercedes y Alfonso. Fue mi hermano Antonio un gran amigo y mi buen compadre, me quiso más que a sus hijos y fue: Capitán en el Colegio Militar de Ingenieros. Presidente Municipal de León. Diputado Federal. Oficial Mayor de Hacienda. Presidente de la Comisión Nacional Bancaria. Gobernador de Guanajuato. Presidente de la Comisión de Caminos. Consejero del Presidente de la República. Consejero del Banco de México. Subsecretario de Economía y Presidente de los Ferrocarriles Nacionales de México. Mi hermano Filiberto.- Nació en León el día 22 de Agosto de 1877. Se casó primero con Ignacia Boleaga, después con Esther Boleaga y finalmente con Victoria Morales. Con las dos primeras esposas no tuvo descendencia y con la última tuvo a: Filiberto, muerto. Arturo, Victoria, Ernesto, Mariquita y Teresa. Fue dueño de la Hacienda de Primavera y presidente municipal de León, Gto. Murió en México en enero de 1952. Mi hermana Clotilde.- Nació en la Hacienda de Santa Ana del Conde el día 3 de Junio de 1879. Casó con mi buen compadre Francisco Urtaza y tuvieron a Octavio (que acaba de morir), Francisco y Domingo, muerto. Fueron dueños de la Hacienda de Duarte.

Mi hermana Josefina.- Nació el día 26 de Noviembre de 1882 en León, Gto., y falleció en México el día 5 de Enero de 1950. Yo fuí la adoración de mi pobre hermana quien sufrió mucho por sus grandes enfermedades. Dios la tenga en su Santo Reino. Fernando Madrazo Gutiérrez de Velasco.- Mi esposa Luz Hernández Olavarrieta, falleció en León el día 2 de Noviembre de 1944. Fue mi esposa una gran Dama y una gran mujer, el único defecto que tenía era que rayaba en la manía de la limpieza: me bañaba todos los días, no permitía que fumara y echara la ceniza en sus pisos; no permitía que tuviera una sola hebra de hilo en mis trajes. Se bañaba tres veces al día y se lavaba las manos tanto, que los médicos dijeron que se le iba a caer la piel. Yo fui su marido, su hijo, su amigo y todo para ella. Su muerte y la de mi madre han sido los golpes más fuertes que la vida me ha dado ¡Qué gran mujer! Descansa en paz.” (hasta aquí los apuntes de tío Fernando). Quisiéramos seguir contando más anécdotas sobre la familia pero mejor les comentamos que en diciembre de 1993 nos reunimos por primera vez los Gutiérrez de Velasco que pudimos comunicarnos. Los Misioneros de la Natividad de María que viven en santa Ana del conde nos oficiaron misa y nos permitieron reunirnos en el pórtico de la casa de la hacienda. Estuvimos muy contentos y removimos el árbol familiar. Año y medio después se pudo hacer otra reunión en misma santa Ana. Esperamos se animen los que esto lean y nos volvamos a juntar...Vale la pena. Los compiladores