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LOPE FÉLIX DE VEGA Y CARPIO (1562-1635) Nació en Madrid. Estudió con Vicente Espinel y, después, en el Colegio Imperial de los jesuitas. Vivió su vida con una inusual intensidad que provocó una sucesión de amores y un caudal de escritos. De 1583 a 1587 datan sus primeros amores con Elena Osorio, la Filis de sus poemas. En 1588 un rival ganó el amor de Elena, causando a Lope un despecho que desahogó en escritos de toda clase y que aún recordaría en La Dorotea, en 1632. El episodio terminó con un proceso contra él y su destierro, pero ese mismo año rapta y se casa con Isabel de Urbina (Belisa), a quien abandona temporalmente para participar en la Armada Invencible. Durante su condena vivió en Valencia y después en Alba de Tormes. Ya de regreso a Madrid y viudo, se casó probablemente por dinero con Juana de Guardo mientras mantenía un doble hogar. Más tarde, conoce a Micaela Luján hacia 1599 (Camila Lucinda), entre otras mujeres, amoríos que duran hasta 1608 y que se reflejan constantemente en sus escritos. Al año siguiente, sin embargo, la muerte de su esposa e hijo, Carlos Félix, le sumen en honda crisis que le conduce al sacerdocio, si bien, por el epistolario que mantiene con el duque de Sessa, de quien es secretario desde 1605, sabemos de la inestabilidad de su vocación religiosa, que cederá ante su último gran amor, Marta de Nevares (Marcia Leonarda o Amarilis), que durará desde 1616 hasta su muerte en 1632. A partir de ese punto, la vida de Lope se hunde ante la vocación religiosa de su hija, la muerte de su hijo Lopito y la fuga de su hija Feliciana. Su entierro fue un acontecimiento público, y, un año después, aparece una primera biografía, escrita por su discípulo Juan Pérez de Montalbán, quien le atribuye nada menos que 1800 obras de teatro, sin contar los autos sacramentales. Hoy se considera que 317 son auténticas y 27 probables. A ellas hay que sumar varios libros de poesía, novelas y narraciones en prosa, junto a los poemas épicos, acaso los escritos más queridos por él y menos leídos hoy. LA COMEDIA NUEVA Aunque Cervantes y muchos otros autores habían intentado formular un teatro que gustase al público, cuando en 1609 Lope publica su Arte nuevo de hacer comedias, lleva ya veinte años gozando de su favor, gracias a parámetros muy concretos y perfectamente reconocibles por el público: la ruptura de la regla de las tres unidades, la mezcla de lo trágico y lo cómico, de personajes nobles y plebeyos, la división en tres actos, los interludios líricos consistentes en cantos y bailes, la polimetría, la incorporación de la figura del donaire o gracioso… y, sobre todo, un intenso color nacional que incide sobre los dos temas fundamentales, amor y honor, en la dirección de una justicia poética que no pone jamás en duda el poder establecido, evitando así, por una parte, la censura del momento y propiciando, por otra, un impagable cauce de propaganda política y religiosa. La cuestión, además, no es poca cosa: solo el teatro daba dinero y mientras Cervantes pasaba apuros, es conocido el orgullo de Lope por haber podido adquirir su casa. El honor consiste en la estimación inmaculada de la persona por parte de los demás, pero puede verse menoscabado no solo por actos propios, sino por los ajenos y reclamar una venganza. Honra poseen los nobles y los cristianos viejos; la honra personal alcanza la estimación de quienes en una sociedad patriarcal dependen del noble en cuestión (su mujer, su hija). El tema del honor da a la obra tintes serios. Las cuestiones de amor, con el eterno reverso de los celos, son la motivación básica de los personajes en muchas comedias, sobre todo en las comedias de enredo o de capa y espada, que se suelen resolver felizmente en bodas, en la aceptación de la pasión dentro del marco de la ortodoxia católica. Muchas veces es el propio monarca quien concierta las bodas, representando así el principio ordenador del mundo que otorga la felicidad a los protagonistas. En algunas ocasiones, para el desarrollo de estos casos de amor, la dama ha de tomar la iniciativa y disfrazarse o urdir engaños para lograr la consumación del amor: es cómplice activa de los deseos del amante y no mero sujeto pasivo, como ocurría en el amor cortés. Los recursos dramáticos que se utilizan para configurar estos casos son muy diversos, y van desde el intercambio de billetes con amorosos mensajes escritos (El perro del hortelano, El caballero de Olmedo, etc), hasta el regalo de prendas simbólicas que representan también la entrega de la voluntad de la dama (como el listón verde que doña Inés deja a don Alonso en El caballero de Olmedo). La intervención directa de otros personajes cercanos a los protagonistas puede también contribuir a la consecución del amor, esta función la realizan generalmente los criados La norma fundamental que rige este universo coherente es la justicia poética, es decir, todo un sistema de valores aplicado sistemáticamente a los personajes, que sobre el escenario son premiados o castigados por su comportamiento. La significación de la justicia poética es trascendental para entender el sentido de la comedia nueva, pues es lo que garantiza la existencia de un orden dentro de la ficción, de la cual se puede extraer una visión organizada del mundo. Por lo tanto, al repasar los valores que acabarán siendo premiados o condenados tomaremos conciencia de la ideología predominante en el género y, por tanto, deduciremos de manera correcta su sentido último. EL PERRO DEL HORTELANO Los personajes: Diana: Pertenece a la clase alta de la sociedad, lo que influye en su carácter: una persona segura de sí misma, en ocasiones algo caprichosa y egoísta. El nombre de la obra se debe a su actitud ante el amor. Al considerar que su honor se resentiría por su amor por Teodoro no quiere estar con él a pesar de que le ama, pero al tiempo tampoco permite que Teodoro se case con Marcela. Por ello es como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Estas idas y venidas de su sentimiento amoroso es el hilo conductor de la obra. Teodoro: Galán que sufre los vaivenes de Diana y que se encuentra entre los requerimientos de esta y los de Marcela. Tristán: Es el criado de Teodoro. Ayuda a su amo a lograr su objetivo sentimental y se le muestra, como corresponde, fiel y leal. Gracias a su ingenio, la trama se complica y puede avanzar. Marcela: Es la criada de Diana y la tercera en discordia en el asunto amoroso. Es inocente porque le ciega el amor, pero cuando cae el velo se deja llevar por los celos y la ira. Fabio: Es otro de los sirvientes de Diana. Es un hombre ingenuo, ya que cae en el juego de Marcela que intenta dar celos a Teodoro, y piensa que realmente ella se ha enamorado de él. Argumento: Se trata de una comedia de enredo que cuenta los turbulentos amores entre una dama, Diana, condesa de Belflor, y un secretario, Teodoro, guapo joven de condición social más desfavorecida, pero que hace gala de ingenio en su oficio de escritor. Finalmente la pareja puede unirse en feliz matrimonio gracias a la anagnórisis final o reconocimiento de que Teodoro procede de origen noble, lo que restituye el orden establecido.

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LOPE FÉLIX DE VEGA Y CARPIO (1562-1635)

Nació en Madrid. Estudió con Vicente Espinel y, después, en el Colegio Imperial de los jesuitas. Vivió su vida con una inusual intensidad que provocó una sucesión de amores y un caudal de escritos.

De 1583 a 1587 datan sus primeros amores con Elena Osorio, la Filis de sus poemas. En 1588 un rival ganó el amor de Elena, causando a Lope un despecho que desahogó en escritos de toda clase y que aún recordaría en La Dorotea, en 1632. El episodio terminó con un proceso contra él y su destierro, pero ese mismo año rapta y se casa con Isabel de Urbina (Belisa), a quien abandona temporalmente para participar en la Armada Invencible. Durante su condena vivió en Valencia y después en Alba de Tormes. Ya de regreso a Madrid y viudo, se casó probablemente por dinero con Juana de Guardo mientras mantenía un doble hogar. Más tarde, conoce a Micaela Luján hacia 1599 (Camila Lucinda), entre otras mujeres, amoríos que duran hasta 1608 y que se reflejan constantemente en sus escritos.

Al año siguiente, sin embargo, la muerte de su esposa e hijo, Carlos Félix, le sumen en honda crisis que le conduce al sacerdocio, si bien, por el epistolario que mantiene con el duque de Sessa, de quien es secretario desde 1605, sabemos de la inestabilidad de su vocación religiosa, que cederá ante su último gran amor, Marta de Nevares (Marcia Leonarda o Amarilis), que durará desde 1616 hasta su muerte en 1632. A partir de ese punto, la vida de Lope se hunde ante la vocación religiosa de su hija, la muerte de su hijo Lopito y la fuga de su hija Feliciana.Su entierro fue un acontecimiento público, y, un año después, aparece una primera biografía, escrita por su discípulo Juan Pérez de Montalbán, quien le atribuye nada menos que 1800 obras de teatro, sin contar los autos sacramentales. Hoy se considera que 317 son auténticas y 27 probables. A ellas hay que sumar varios libros de poesía, novelas y narraciones en prosa, junto a los poemas épicos, acaso los escritos más queridos por él y menos leídos hoy.

LA COMEDIA NUEVA

Aunque Cervantes y muchos otros autores habían intentado formular un teatro que gustase al público,

cuando en 1609 Lope publica su Arte nuevo de hacer comedias, lleva ya veinte años gozando de su favor, gracias a parámetros muy concretos y perfectamente reconocibles por el público: la ruptura de la regla de las tres unidades, la mezcla de lo trágico y lo cómico, de personajes nobles y plebeyos, la división en tres actos, los interludios líricos consistentes en cantos y bailes, la polimetría, la incorporación de la figura del donaire o gracioso… y, sobre todo, un intenso color nacional que incide sobre los dos temas fundamentales, amor y honor, en la dirección de una justicia poética que no pone jamás en duda el poder establecido, evitando así, por una parte, la censura del momento y propiciando, por otra, un impagable cauce de propaganda política y religiosa. La cuestión, además, no es poca cosa: solo el teatro daba dinero y mientras Cervantes pasaba apuros, es conocido el orgullo de Lope por haber podido adquirir su casa.

El honor consiste en la estimación inmaculada de la persona por parte de los demás, pero puede verse menoscabado no solo por actos propios, sino por los ajenos y reclamar una venganza. Honra poseen los nobles y los cristianos viejos; la honra personal alcanza la estimación de quienes en una sociedad patriarcal dependen del noble en cuestión (su mujer, su hija). El tema del honor da a la obra tintes serios.

Las cuestiones de amor, con el eterno reverso de los celos, son la motivación básica de los personajes en muchas comedias, sobre todo en las comedias de enredo o de capa y espada, que se suelen resolver felizmente en bodas, en la aceptación de la pasión dentro del marco de la ortodoxia católica. Muchas veces es el propio monarca quien concierta las bodas, representando así el principio ordenador del mundo que otorga la felicidad a los protagonistas. En algunas ocasiones, para el desarrollo de estos casos de amor, la dama ha de tomar la iniciativa y disfrazarse o urdir engaños para lograr la consumación del amor: es cómplice activa de los deseos del amante y no mero sujeto pasivo, como ocurría en el amor cortés. Los recursos dramáticos que se utilizan para configurar estos casos son muy diversos, y van desde el intercambio de billetes con amorosos mensajes escritos (El perro del hortelano, El caballero de Olmedo, etc), hasta el regalo de prendas simbólicas que representan también la entrega de la voluntad de la dama (como el listón verde que doña Inés deja a don Alonso en El caballero de Olmedo). La intervención directa de otros personajes cercanos a los protagonistas puede también contribuir a la consecución del amor, esta función la realizan generalmente los criados

La norma fundamental que rige este universo coherente es la justicia poética, es decir, todo un sistema de valores aplicado sistemáticamente a los personajes, que

sobre el escenario son premiados o castigados por su comportamiento. La significación de la justicia poética es trascendental para entender el sentido de la comedia nueva, pues es lo que garantiza la existencia de un orden dentro de la ficción, de la cual se puede extraer una visión organizada del mundo. Por lo tanto, al repasar los valores que acabarán siendo premiados o condenados tomaremos conciencia de la ideología predominante en el género y, por tanto, deduciremos de manera correcta su sentido último.

EL PERRO DEL HORTELANO

Los personajes:

Diana: Pertenece a la clase alta de la sociedad, lo que influye en su carácter: una persona segura de sí misma, en ocasiones algo caprichosa y egoísta. El nombre de la obra se debe a su actitud ante el amor. Al considerar que su honor se resentiría por su amor por Teodoro no quiere estar con él a pesar de que le ama, pero al tiempo tampoco permite que Teodoro se case con Marcela. Por ello es como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Estas idas y venidas de su sentimiento amoroso es el hilo conductor de la obra.Teodoro: Galán que sufre los vaivenes de Diana y que se encuentra entre los requerimientos de esta y los de Marcela.Tristán: Es el criado de Teodoro. Ayuda a su amo a lograr su objetivo sentimental y se le muestra, como corresponde, fiel y leal. Gracias a su ingenio, la trama se complica y puede avanzar.Marcela: Es la criada de Diana y la tercera en discordia en el asunto amoroso. Es inocente porque le ciega el amor, pero cuando cae el velo se deja llevar por los celos y la ira.Fabio: Es otro de los sirvientes de Diana. Es un hombre ingenuo, ya que cae en el juego de Marcela que intenta dar celos a Teodoro, y piensa que realmente ella se ha enamorado de él.

Argumento:

Se trata de una comedia de enredo que cuenta los turbulentos amores entre una dama, Diana, condesa de Belflor, y un secretario, Teodoro, guapo joven de condición social más desfavorecida, pero que hace gala de ingenio en su oficio de escritor. Finalmente la pareja puede unirse en feliz matrimonio gracias a la anagnórisis final o reconocimiento de que Teodoro procede de origen noble, lo que restituye el orden establecido.