ficciones nº 3 - otoño 2009

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Publicación del Taller de escritura creativa - Ct5 - GES-IOC. Ilustración de la portada: Quint Buchholz

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Este libro está escrito por alumnos y alumnas de Taller de escritura creativa (tardor 2009) - GES

Institut Obert de Catalunya

Daniel Cortés Carrera (SE) Anna Simo Budi (BCN)

Dolores Maria Barón Uroz (IG) Manuel Artero Badenes (SA)

Isabel Cruz Ortega (IOC) Pilar Martín Pérez (IG)

Montserrat Rusiñol Gómez (SE) Juan Francisco Planells Torices (BCN)

Dolores Maria Barón Uroz (IG) Saray Rodriguez Costa (MF)

Erica Aguilar Reyes (CM) Cristian Delgado Asensio (BCN)

Francisco López Becerra (SE) José Manuel Moreno Ordóñez (AM)

Manuel Albadalejo López (MF) Marta Noguera Pascual (LM)

Ferran Batlle Llado (BCN) Miguel Carvajal Baldó (SA)

José Fontanet Vilà (MT) Alba Sánchez López (MAV)

Emilio Garrido Garcia (BCN) David Moya Barril (LC)

Francisco Ramón Padilla Robles (EV) Asunción Martínez Maqueda (BA)

Pilar Martín Pérez (IG) Lara Mayor Fàbregas (PE)

Ana María Orellana Cuberos (AM)

Esta selección corresponde a una selección de los trabajos realizados en este módulo. Todos son excelentes y con estilo. Pero hemos seleccionado un poquito de lo mejor de cada uno.

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Sobre la creación

Una opinión de la tertulia

La vida es como un remolino de historias, acontecimientos que merecen la pena ser contados. Hay tantas cosas que merecen ser del conocimiento publico y que atraves de los libros se quedan inmortalizadas... El escritor es la persona que se siente más comoda relatando acontecimientos de manera escrita, pero cualquiera puede hacerlo desde que le invierta tiempo y ganas, desde que tenga unas normas básicas de la estructura textual y desde que lea un poco, porque la lectura es la inspiración del arte creativo en el caso literario porque es la mejor manera de aprender a expresarte comodamente, con soltura, sobre el tema que a uno más le interese. Además es la mejor manera de aprender a jugar con las palabras, a hacer con una explicación senzilla sea más divertida y enganche al mismo escritor a terminarla. Sinceramente creo en el bloqueo creativo, cuando piensas demasiado y tienes tantas ganas de hacerlo todo de golpe que al final no haces nada, pero también creo que la mejor manera de desbloquear la capacidad creativa que tenemos, es relajarnos y esforzarnos por hacer las cosas bien pero de manera tranquila, sin prisas. Cada uno prefiere escribir sobre si mismo en diferentes estados momentos de su vida, algunos cuando pasan por una fase de su vida de euforia, otros por una fase depresiva, otros por una fase de apatía y hasta hay los que prefieren las fases de cambio. Simplemente creo que en este tema no podemos generalizar, cada persona es un mundo y lo mas bonito es poder descrubir cada uno de esos mundos, repletos de sorpresas. Aqui dejo mi humilde opinion en esta tertulia, espero que no todo el mundo esté de acuerdo conmigo, porque otra de las cosas mas aconsejables para la creación es la discordia porque la discusión sana despierta interesantes ideas inovadoras.

Daniel Cortés Carrera (SE)

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Inventamos sobre los demás Amanecía Barcelona nublada y oscura como cualquier día de invierno, frío, muy frío, casi como los pies de Antonia Martín. Era vallisoletana de sangre, pero catalana de cuna, no muy alta, más bien robusta, sin coquetería ni elegancia, uniceja y con los ojillos juntos, ojillos que no perdían ni un detalle. Toñi como la llamaban sus compañeros era morena, de pelo corto, anchita de caderas, siempre con calzado cómodo y ropa ancha. Al igual que su padre, era taxista, de joven le gustaba hacer el turno de noche, pero ahora a sus 50 prefiere ver amanecer su preciosa ciudad. Se pasa 12 h. en su taxi, disfruta haciendo su trabajo, es lo único que tiene, ya que nunca se casó, ni tuvo hijos, cuidó de sus padres hasta el último momento. Sus pasajeros eran sus grandes compañeros de viaje, en su casa su soledad la mataba. Todo empezó un jueves de diciembre, a las 6 de la mañana, cuando se disponía a empezar su jornada laboral, cuando le pararon dos bellezones, drakqueens, venían de vivir la noche barcelonesa, un poco destartaladas, con el rimel corrido y una de ellas con las botas de plataforma en la mano. Aún así Toñi se quedó sorprendida por la belleza de esas dos mujeres, por decir algo. Se sorprendió al oír la dirección donde tenía que llevarlas, era la misma de casa de sus padres, su casa de la infancia. Todo el camino estuvo pendiente de sus ocupantes, estaban tan cansadas y resacosas, que les ofreció un café de su termo, ese que nunca podía faltar en su taxi. Al oír la voz que le daba las gracias, por ese maravilloso café, reconoció su voz. Miro por el retrovisor y esos ojos verdes, eran inconfundibles, era Jorge, el hermano de su amiga Lucía, su vecina inseparable, su compañera de juegos infantiles, su adolescencia, su juventud, hasta pasados los 25 que un terrible cáncer se la llevó. Empezó a pensar, hacía unos meses, había leído en las necrológicas del periódico, que su madre la Sra. Adelaida había fallecido, a Toñi, no se le pasaba por alto ninguna muerta de Barcelona, cada día del año, repasaba esa sección con el primer café de la mañana. Eso quería decir que Jorge, se había quedado solo, sin su hermana y sin su madre, viuda hacía años, no le quedaba nadie en casa. Cuando llegaron a la puerta, paró el taxímetro, y sus ocupantes empezaron a buscar su monedero, entonces preguntó: - Perdone, ¿eres Jorge? - Georgina, si no le importa, ¿me conoce? Toñi, captó el mensaje, a la primera, se disculpó por el error, y le dijo que ella había vivido en esa escalera más de 30 años, y que le había parecido a algún vecino. Jorge, la reconoció, era la amiga de su hermana, la recordaba vagamente él era casi 15 años más joven, pero se acordaba del sufrimiento de aquella mujer, con la enfermedad de su hermana, y las tardes en su casa al lado de su cama, haciéndole compañía hasta el final. - Antonia, soy Jorge, ¿cuántos años, cómo estas? Estuvieron hablando horas y horas, la amiga de Jorge, se durmió en el asiento y ellos acabaron todo el café del termo. A partir de entonces, se vieron cada día, se hicieron compañía en Navidad, viajaron en vacaciones, se hicieron regalos para sus cumpleaños, se cuidaron cuando estuvieron enfermos, en fin se adoptaron como hermanos, con un sentimiento de cariño, más fuerte que el amor. Formaron un familia, de respeto, convivencia y amistad, hasta el final.

Anna Simo Budi (BCN)

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¿Comprende usted el significado que tiene el firmamento? -Sí, creo que lo comprendo. Pero, sepa usted que fui yo quien lo hizo. Paquito era un niño pequeño, demasiado bajito para su edad. El profesor lo miraba con cara interrogante. Él tenía el puño cerrado. Las paredes del patio del colegio parecían cerrarse.Como si quisieran devorarlo (O eso esperaba él). Él era el único hijo de la família más pudiente y rica de todo el pueblo.Se creía superior a todo el mundo. Mas eso le habían hecho creer. Estaba acostumbrado a hacer lo que quería. Siempre era el gracioso en clase. Sus bromas eran hirientes, pero le daba igual. Ese día se colmó la paciencia del maestro. Al entrar en clase, vió con asombro que habían escrito en las paredes blancas, -recién pintadas- lo que parecía un capítulo del Quijote, con un rotulador negro. ¿Quién ha sido?-Preguntó el profesor- Pero nadie respondió. Castigó a toda la clase sin la excursión a Port Aventura que tanto habían esperado. Sus compañeros no quisieron delatarlo a pesar de lo mal que los trataba. Habían decidido no decir nada. Cuando él vio lo que sus compañeros iban a perder por su culpa, le dijo al tutor que si podían salir al patio un momento. Una vez en éste, no sabía cómo empezar. Al final el profesor lleno de ira le dijo: -Mire Paco, mi paciencia es como el firmamento.¿Lo comprende? Infinita, pero estoy empezando a perderla. -Sí, creo que lo comprendo -respondió llorando- Pero sepa usted que fui yo quien lo hizo. Y abriendo el puño mostró el rotulador negro. Dolores Maria Barón Uroz (IG) Qué estúpida muerte Como a tantos otros, también a Eloisa le costaba levantarse por la mañana. Es el precio que hay que pagar cuando perdonas horas de sueño por hacer las cosas que te gustan. Y no es que sus gustos se manejaran en ámbitos poco comunes, sus aficiones eran tan simples como ponerse a ojear su cada vez más extensa colección de puntos de libro y perderse después en deshilvanar su vida sobre las hojas de un diario que llevaba escribiendo, desde que decidió que la soledad era mejor que cualquier compañía. El día que iba a morir, eso no lo sabría ella hasta el momento fatal, se levantó de la cama con el habitual mal humor de cada día. Se fue adormilada hacia la cocina, tomo la cafetera, puso café, la puso en el fuego y mientras la dosis de cafeína tomaba su oscura forma fue al baño a vaciar su vejiga y a mirarse al espejo, “joder tía, que careto tienes” le murmuró a su alter ego. En ese momento la cafetera empezó a llamarla desde la cocina. Acudió, aún adormilada, a la oscura y cremosa llamada, se llenó un buen vaso mezclado con algo de leche, empezó a sorberlo acompañado de un "mierda que caliente está", mientras hojeaba el último número del Hola que hablaba de una periodista venida a princesa. Terminó de despertarse en la ducha. Se vistió y arregló hasta verse mínima y aceptablemente mujer, se atus ó los cortos cabellos castaños pensado “Lo mejor que hiciste Elo, dejarte el pelo corto para evitar luchas matutinas con él”, y tomando sus enseres de trabajo salió de casa.

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Eloisa Márquez, como tantos otros seres libertarios, nihilistas y antisistema, había decidido hacía ya tiempo, que trabajar de estatua viviente en las ramblas de Barcelona era un modo mínimamente digno de ganarse la comida y el alquiler. Bajó a la calle, tomo la línea 4 del metro hasta bajarse en la estación Jaume I. Salió a la calle y tomó la calle Ferran para llegar a su zona de trabajo frente a la plaza Real. Como cada día, se plantó ante la pastelería, una de sus pocas debilidades, y decidió entrar y comprarse una caña chocolate. Salió, se lo comió mientras andaba por Ferran y una vez terminado, empezó a silbar el Aria de las variaciones Goldberg, esa gran maravilla que legó Bach padre para que personas como ella pudieran saborear la belleza. Andaba, silbaba y pensaba en su nuevo personaje. Iba a hacer una ambientación del hombre de hojalata del Mago de Hoz. Lo llevaba todo preparado en la maleta, Los tubos rígidos, la caja, las pinturas plateadas. Simplemente le preocupaba la incomodidad que tendría por culpa de la rigidez de los tubos de plástico. No había tenido tiempo para buscarse mejores materiales y por el momento, no tenía más remedio que arreglarse con eso. El éxito o no del personaje ya la llevaría a mejorarlo o a abandonarlo. Llegó a su lugar apenas pasadas las 9 de la mañana y saludó a los conocidos que deambulaban por allí cerca. Montó el pedestal de madera, se vistió rápidamente, maquilló cara y manos con el tinte plateado, se miró por partes en un pequeño espejo que siempre la acompañaba y procedió a subirse a la tarima. Una vez sobre ella y antes de quedarse inmóvil escuchó el canto de un pájaro. Fuera el canto, la curiosidad o la casualidad, el hecho es que miró hacia arriba buscándolo, con tanta mala fortuna que algo la desequilibró y cayó de bruces al suelo. Pasadas dos horas, el cadáver de Eloisa Márquez aún estaba tirado en el adoquinado, y rodeándolo, se encontraban el comisario Márquez y varios números de la policía apartando a los transeúntes curiosos que pugnaban por mirar el charco de sangre que enmarcaba la yerta cabeza. Un amigo que pasaba por allí me dijo que había oído comentar al comisario – Lo que son las cosas, tropieza a treinta centímetros del suelo, el traje la impide moverse para caer con un mejor equilibrio, da de cara contra una botella que había en el suelo y encima tiene la mala suerte de que uno de los cristales le corta la carótida. Vaya cúmulo de putadas Ramón, no había llegado ni a la treintena. ¡Jodeeeer! que estúpida muerte.

Manuel Artero Badenes (SA) Roberto era un chico muy alegre, hacia ya un semana que había cumplido los 18 años su apariencia era muy afable, alto y de muy buen ver. Raro era la chica que no se giraba a su paso para mirarlo dos veces de arriba a bajo . Aunque tan solo pesaba 70kgs para sus 1, 95 cm de alto, su textura era fibrosa, los tres años que llevaba practicando alpinismo habían terminado de moldear su cuerpo. La tarde del 12 de Abril se decidió por leer un buen libro de Cortázar, su escritor predilecto, porque le brindaba la oportunidad de poder abrir su mente y dejar volar su imaginación. Aquella tarde, estaba indeciso cual de sus temas leer: "cefalea", "todos los fuegos el fuego", y aunque este ultimo fuera muy de su agrado por las dos tramas entrelazadas que contenía, se decanto por: "la isla del medio día". Había leído más de 50 veces aquel cuento, pero le fascinaba meterse en la historia de aquel viejo libro desgastado por su uso. Todavía le tenia intrigado si Marini, - el protagonista del cuento

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del libro - había conseguido alcanza alguna vez la isla de Xilos o era "él mismo", -"aquel hombre agonizante"- que estaba viendo su propia muerte desde otra dimensión. De repente su padre toca a la puerta. Toc,toc,toc - ¿Sí?... respondió Roberto - Hola hijo ¿que haces? - Suspirando dijo: soñando despierto. -Pues deja de soñar que tengo buenas noticias... - Dime papa ¿que pasa? (estaba exaltado, como un niño el día de su cumpleaños, que espera el regalo) - Mira hijo, por casualidad me entere que había una vacante en la empresa donde trabajo, están buscado un nuevo programador informático, así que hablé con el jefe y le dije: ¡para de buscar que ya has encontrado ha tu chico! y ¿sabes que? ¡quiere conocerte!. Quizás tantos años de estudios te sirvan para algo. (dijo bromeando) Yo marcho ahora para el trabajo si vienes con migo, te presento al señor Ramos. - ¡Claro papa! exclamo poniéndose de un salto en pie y peinándose hacia tras con las manos, los tirabuzones rojizos que le caían en cascada sobre su frente. Al llegar a la oficina se dirigieron a una señorita de larga melena rizada. - Hola Evelin ¿esta el señor Ramos? - Si Frank, esta en su despacho... y dirigiéndose hacia Roberto, sin poder evitar brindarle una hermosa sonrisa le pregunto: ¿así que tu eres el nuevo fichaje? - ¡Eso espero!... contesto el, devolviendole una radiante sonrisa a la vez que le guiñaba uno de sus encantadores ojos verdes. - Enseguida les atenderá el señor Ramos, dijo Evelin ruborizada. Todavía no había terminado de decir la frase, cuando se abrió la puerta donde figuraba el letrero de : GERENTE. SR. RAMOS . Era un hombre corpulento de unos 54 años, pelo negro, aunque ya se le vislumbraba alguna cana que intentaba esconder entre sus patillas. -¡Hola Frank! ... Tu debes de ser ¡ el muchacho! -Roberto... Roberto ¡GUADALAJARA! Interrumpió dando énfasis a su apellido, demostrando lo orgullosos que estaba de que aquel hombre fuera su padre. - Tu padre me ha hablado muy bien de ti, ¡a puesto el listón muy alto! en principio tendrás un pequeño despacho, pero si trabajas duro ¡llegaras lejos! ¿cuando estarías dispuesto ha comenzar? - ¿ le importa que comience ahora?. Pregunto con una mirada vivaz. - ¡Este chico promete! Dijo el señor Ramos, haciendo estallar una sonora carcajada. De modo que el muchacho comenzó a trabajar de inmediato, ¡por fin! Lo que siempre había soñado se hacia realidad, ¡trabajar en la misma empresa que su padre! Codo con codo. El primer trabajo lo hizo mejor de lo que cabía esperar, le gustaba su trabajo y poco a poco encontraba nuevos proyectos. Comenzó ha imaginar un programa especial, donde la computadora cobrase consciencia, hablase, tuviera sentimientos, para que las personas que vivieran solas o enfermas tuviesen compañía, planeaba sus grandes trabajos cuando... toc, toc toc... llaman a la puerta. -¿ Mama? ¿que haces tu aquí? - ¿Aquí donde hijo? - En la oficina -¿En la oficina? ¿ya estas soñando otra vez despierto? Anda deja de leer y levantate de la cama tu padre ya ha llegado. -¿como? Pregunto aturdido despertando a la realidad.

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De un salto bajó de la cama y descendió las escaleras de dos en dos, corrió ha abrazar a su padre, esperando encontrar su acogedora sonrisa, pero en su lugar encontró a un hombre abatido, desconsolado. - ¿Que te pasa?... preguntó. -Ya hace un mes que perdí el trabajo, vengo de hablar con el señor Ramos... para ver si tenían algún puesto que yo pudiera ocupar.... su contestación a sido muy clara. Me ha dicho que soy muy bueno en mi trabajo, que agradece la lealtad que le he demostrado durante todos estos años. Pero... están modernizando la empresa y yo... yo. ¡ ya no soy apto para la modernización! ¡Dios mio! ¿que haré ahora? Pregunto angustiado. - ¡No te preocupes papa! Montaremos nuestra propia empresa, inventaremos un programa nuevo, ¡especial! donde las computadoras tengan vida propia, para que puedan capaces de ayudar a las persona... Mientras el muchacho contaba todos sus proyectos, Frank le escuchaba con atención, le regocijaba ver la energía que desprendía su hijo. Roberto por su parte, seguía radiante hablando a su padre, contándole sus sueños, sus historias fantásticas...

Isabel Cruz Ortega (IOC) TREINTA CORAZONES No había sido fácil. El era funcionario y ella dependienta en una tienda y a su edad tampoco podían esperar más tiempo. Marcos rondaba los 40 y Susana 38 años. Habían llegado la noche anterior al hotel después de un largo viaje, el hotel situado en el centro de la ciudad India de Nueva Delhi, parecía que el tiempo se había parado en el lejano rincón del mundo. Les había costado mucho esfuerzo económico llegar hasta aquel lejano lugar. Marcos se encontraba tumbado en la cama, despeinado y desaliñado, como si no hubiera dormido en toda la noche, a su lado dormía placidamente Susana, su compañera, una mujer realmente bella. Por la ventana despuntaban los primeros rayos de luz del amanecer, entraban por las rendijas de aquella ventana destartalada y vieja, llegando hasta el rostro de Susana, iluminando su cara angelical y su pelo negro rizado. Se acerco a ella y dándole un beso en la frente le susurro: - Venga dormilona que tenemos un largo día por delante y tenemos que acometer grandes cosas. Susana dio un salto de la cama y sus piernas delgadas y largas se vieron iluminadas por unas pequeñas ráfagas de luz destellante. Ella sin pensar en otra cosa metió sus manos inquietas dentro del cajón de aquella antigua mesita y sacando una pequeña fotografía de su interior salió un susurro. -Por fin podremos abrazarnos pequeña mía. Se vistieron deprisa y salieron de la habitación, cogieron un taxi, típico de la zona, que les llevaría hasta las afueras de la ciudad. En el recorrido ninguno fue capaz de mediar palabra alguna, lo tenían todo dicho con sus miradas. Ella en su cabeza le pasaba pequeños fragmentos de su vida anterior. Susana era una persona frágil, que por cosas del destino había estado siempre enfermiza de hospital en

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hospital, para al final acabar desistiendo de su gran ilusión, ser madre. Pero fueron inútiles todos los tratamientos de fecundación. Marcos estaba ahí para apoyarla en todo, el una persona nerviosa y despistada, sabía que todo llegaría… Al llegar al orfanato se detuvo el coche y bajaron, se cogieron de la mano muy fuerte y entraron. En el patio no más de treinta niños revoletearon alrededor de una monja de la orden de la Madre Teresa de Calcuta. Algunos jugaban con una caja de cartón como si de un cochecito se tratara. Allí les esperaba la Madre Superiora, que les hizo pasar a una sala, después de todos los trámites y papeles se marcho. No pasaron ni unos segundos cuando apareció llevando en sus brazos a una pequeña, frágil, pelo negro lacio y enormes ojos negros, su nombre Nespun. Susana se abrazo a la niña con lágrimas en los ojos le dijo: -Cuanto tiempo soñando contigo, amor por fin juntos para darte mucho amor. En ese momento los tres se fundieron en un bello abrazo que duro un largo rato. Nespun se durmió en los brazos de Marcos, que mientras llegaban al hotel no dejaba de mirarla, Susana había cogido su mano y le había jurado que volverían a aquel lugar algún día y juro que haría lo posible para que todos aquellos tuvieran un hogar.

Pilar Martín Pérez (IG) El bofetón Lunes, 9.30h. El tráfico de la ciudad en días lluviosos se hacía imposible, Salió de casa antes para evitar colas pero aún así estaba en medio de un atasco. Las gotas de agua caían cada vez con más fuerza, se tenía que tranquilizar, como decía su autor argentino preferido Cortázar “La vida es esperar con paciencia”. Pero a Roberto eso de esperar no se le daba bien, era demasiado impaciente, ese fue el motivo real del accidente de alpinismo en las montañas Rocosas, todo el mundo achacó el accidente a un mosquetón defectuoso, pero él sabía la verdad, su impaciencia lo traicionó. Sacudió la cabeza, no se podía desconcentrar, tenía que estar despierto para la entrevista de trabajo. Finalmente llego a su destino, aparco en doble fila y se dispuso a subir al piso 23. Al entrar pudo ver con desánimo que había más de veinte personas para un solo puesto de programador en una de las empresas más importantes de software. Esperó sentado y no pudo evitar ponerse a hablar de su padre, siempre le ocurría igual, su nerviosismo le hacía hablar durante horas, no parecía importarle que nadie entendiera ni media palabra, solo se limitaba a explicar las aventuras vividas en su niñez. -. ¿Señor Guadalajara? Al fin le tocaba después de dos horas de espera, miró sorprendido a la chica, era espectacular, su melena rubia, ojos claros y una silueta perfecta. -. Por favor pase a mi despacho. Roberto se sentó en la silla enfrente del escritorio, la chica cerró la puerta y se quedó detrás de él unos segundos, Roberto pudo adivinar la mirada de la chica, lo estaba observando como si lo quisiera desnudar. -. Vamos a empezar, ¿Nombre completo? -. Roberto Guadalajara -. ¿Edad? Roberto contestaba las preguntas con su habitual impaciencia, pero ¿era impaciencia o había algo más? Esa chica lo turbaba y no sabía porque.

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-. 18 años -. ¿18 años?, parece usted más joven…. -. Será por mi pelo rojizo y mis 70 kilos, siempre he aparentado menos edad de la que tengo. La chica se levantó de repente de la silla y se sentó encima de la mesa muy cerca de Roberto, con una sonrisa seductora coqueteaba con descaro. Empezó a desabrocharse la blusa. Roberto no podía creer lo que estaba viendo, era cierto o su imaginación le estaba jugando una mala pasada. Intento hablar, pero no pudo, solo podía estar sentado y contemplarla. Nunca había tenido una experiencia como aquella, su juventud le delataba pero a ella no parecía importarle. De repente ella se levantó y arreglándose el pelo lo invito a salir. -. Muchas gracias, ya le llamaremos. Roberto se acerco e intentó besarla, quería despedirse de ella. Un bofetón le cruzo la cara, él la miró y entonces comprendió lo que había sucedido, solo había sido una entrevista de trabajo, nada había pasado en realidad. Salió corriendo del edificio, siempre se imaginaba cosas que después no sucedían. Con lagrimas en los ojos se perdió entre la gente, quería olvidar sus fracasos, no tenía a la mujer de sus sueños y no había conseguido el empleo.

Montserrat Rusiñol Gómez (SE) La grúa El programador colgado. -¡Damas y caballeros! ¡En esta esquina del cuadrilátero con tan solo 18 años y setenta kilos de peso tenemos al púgil que va a pelear por el titulo de campeón mundial contra!… ¡¡Mike Tayson!! ¡¡¡¡ YYYYY el combate empieza… YAA!!!! -¡Roberto hijo! ¡¿Ya estás otra vez en las nubes?! -Mmm… -¡Espabila que vas a llegar tarde al trabajo! -Eh, a papa no le dices nada cuando llega tarde al trabajo. -Ya, pero tú eres programador informático y tu padre limpia retretes. -Si fuese un escritor famoso como Cortázar papa no tendría que hacer eso. -Deja de decir tonterías y vete ya. Roberto cogió las cosas de hacer alpinismo, las metió en el coche y se fue al trabajo deseando que le cayese un rayo a la oficina para poder ir a escalar. De camino a la oficina se topó con un monumental atasco en la autovía de montaña, un camión había volcado ocupando los cuatro carriles así que tendría que quedarse allí por lo menos una hora. Después de un rato allí parado se fijó en un saliente de la montaña que tenía unos quince metros de caída en picado y al que se podía acceder fácilmente desde la ladera de la montaña que estaba a escasos metros de el, miró el equipo de alpinismo y pensó –Si salgo media horita a colgarme un poco no pasará nada, la grúa aun tardará en llegar.-, decidido cogió sus cosas y se fue hacia la montaña dando brincos. Cuando llegó a la elevación rocosa, se puso su arnés, ajustó el pasador y ató la cuerda a un árbol. Se descolgó suavemente apretando el pasador poco a poco y descendió unos cinco metros y se quedó allí parado observando el verde de la montaña y pensando en el

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libro de Julio Cortázar, La vuelta al día en 80 mundos, su padre era el rey de la escobilla, el montaba un dragón blanco y el cabello rojo le volaba al viento, había espadas, princesas encantadas y reinos maravillosos. Su padre con la escobilla bendita sanaba las caries y las calvicies y bendecía las comidas de los aldeanos que agradecidos besaban la santa escobilla. La gente les vitoreaba y aclamaba allá por donde fueran, entonces se percató de que los silbidos y los vítores eran reales, giro sobre sí mismo y vio que varios conductores se habían bajado de sus vehículos para observarle y unos cuantos hacían sonar el claxon desde sus coches. En esto que llegó la grúa y pensó que debía de llevar mucho tiempo allí colgado, se decidió a bajar a toda prisa pero cuando se dispuso a ello se encontró con que al haber estado tanto rato allí colgado el pasador se había ajustado y no podía destensarlo, por lo tanto no podía bajar. Entonces se acordó de que tendría que haber llamado a su jefe para decirle que llegaría tarde, sacó el móvil y marcó su número. -¿Diga? -Hola señor Cortez, soy Roberto. He tenido un problemilla, un camión ha volcado en la carretera y ha cortado la circulación pero ya lo están arreglando así que no tardaré mucho en llegar. -Tranquilo yo estoy en el mismo atasco ¿Porqué no has llamado antes? -Mmm… verá… - ¿Oye, no serás tú el “chalao” ese que está ahí colgado verdad? Sé que te pirran estas tonterías. -No, que va por favor ¿Por quién me ha tomado? Mientras hablaban la grúa había apartado el camión y el tráfico poco a poco volvía a circular pero había un problema, el coche de nuestro protagonista molestaba. La grúa se acercó y al ver que el coche estaba vacío le puso una multa y se lo llevo abollándolo y arañándolo. -¡¡Noooo, aun no lo he acabado de pagar!! -¡¡¿ Pero no decías que ese no eras tú?!! -¡Socorro, llame a mi padre! ¡Sáqueme de aquí! Juan Francisco Planells Torices (BCN) La vieja cafetera Era una vieja cafetera de porcelana China. Llevaba años en casa. Nadie sabía porqué no se tiraba a la basura. No pegaba con nada.Era fea y desgastada. A penas se veían las flores que la adornaban. Pero allí estaba, en el mejor lugar de la vitrina. Cuando le pregunté a Mamá, de dónde la había sacado dijo: -Es una vieja historia que algún dia te contaré. Pasó el tiempo y allí seguía. Un año después volví a preguntarle y me explicó que era parte de un juego de café que había en casa de la abuela (cuando ella era pequeña). Como no tenían padre y su madre trabajaba fuera de casa las tres niñas estaban siempre solas y les gustaba jugar con la cafetera.Creían que era mágica. Se maquillaban y hacían ver que eran señoras mayores que tomaban café. Un día la abuela enfermó y poco después murió. Al ser huerfanas las dieron en adopción a distintas familias y, las niñas no se volvieron a ver más. Años después, su madre volvió a la casa y recuperó la vieja cafetera.

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Una semana después de que me explicara la historia, iba yo paseando por el centro de la ciudad y una tienda de antiguedades ví unas tazas iguales a la cafetera.Pasé a preguntar por el precio pero la dueña me contestó: -No están en venta, son un recuerdo de familia. Yo le dije: -Es que en casa tenemos una cafetera igual. La dueña de la tienda me preguntó dónde vivía y se lo dije. Al día siguiente por la tarde llamaron al timbre de casa y, mamá salió.Quedó parada y enmudeció. Salí corriendo a ver quién era. Ví a la señora de la tienda con las tazas en la mano. La acompañaba otra mujer que llevaba unos platos. Eran sus hermanas, después de tantos años. Al igual que ella habían vuelto a casa de la abuela y guardaban las piezas de porcelana como un tesoro. Gracias a éstas, volvieron a encontrarse las tres. Ese dia tomaron café en el viejo juego. Al juntar todas las piezas la cafetera empezó a brillar como si fuera nueva y las flores parecían recién pintadas. En realidad si que era mágica.Después de tantos años había juntado de nuevo a las hermanas.

Dolores Maria Barón Uroz (IG) FOTO EN NEGATIVO Era 5 de diciembre de 1990 , las gotas de agua resbalaban por los cristales de la habitación de esa joven y desdichada chica. Era un día triste, lleno de nubes negras tapando el inmenso cielo que rodeaba toda la ciudad y esa chica era la mas triste de todas, ya que la noche antes su novio había fallecido de una forma trágica. Había sido todo perfecto, un camino de rosas hasta el día de su muerte, esa maldita noche de diciembre, en que la lluvia y la niebla fueron causantes del fatídico accidente que se llevo la vida de su amado. ¿Como se podía sentir Bella? Entre llantos y aclamaciones al cielo , no podía con su alma, se sentía muerta, fría, sin corazón , rota por dentro y por fuera por no tener a su gran apoyo y por saber que no volvería a tenerlo. Bella cogió una caja con mil momentos vividos, fotos de viajes, dibujos , regalos, recuerdos en definitiva, para sentirlo con ella y recordarlo una vez más, pero sin saber que de esa forma se causaba más daño y por saber que el no estaría ni volvería. Entre todas las fotos saco una , una que tenia un cariño especial y único, era el día en que se conocieron, incluso ponía la fecha detrás de la foto, día 12 de agosto, Bella y Arturo. Ella sabía que nunca más habría un Bella y Arturo , sabía que nunca más vería ese rostro angelical que la venia a buscar a casa, sabía que nunca más vería esos ojos azulados que parecían el mismo cielo en un día de sol, como recuerda el día de esa primera foto. En ese momento llamaron a la puerta, ella se negó a abrir, seguía sentada en el sofá con la foto entre sus manos y sus lágrimas recorriendo su cara triste y desencajada por el

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dolor que sentía, por debajo de la puerta un recordatorio de la última cita que tendría con su querido Arturo en el tanatorio de Terrasa. Bella se levantó y cogió ese maldito recordatorio, que lo único que le pasaba por la cabeza con ese papel, era que su mejor amigo y futuro marido ya no estaría junto a ella, así que se vistió y fue en busca de algo fuerte, algo que acabara con su vida para unirse de nuevo con Arturo. Bella se dirigió al barrio de La Maurina (Terrassa) y nada más llegar un camello se acerco a ella ofreciéndole todo tipo de drogas, ella le comento al camello que no quería colocarse, que quería algo para acabar con su vida, así que el camello se la llevo a una casa, donde ahí un viejo anciano le proporciono una dosis liquida de algún tipo de droga que causaría la muerte de Bella. Volvió a casa, preparo la ropa para el día siguiente dejando esa dosis liquida en uno de los bolsillos del pantalón y dijo sus ultimas palabras antes de acostarse “ pronto estaré contigo mi amor “ , puso el despertador a las 9.00 y se durmió con ayuda de un tranquilizante. A la mañana se despertó, sabía lo que iba a pasar, así que se vistió, se maquillo y se dirigió al tanatorio donde reposaba el cuerpo de Arturo. Al llegar, entro en la sala donde se veía el féretro de su querido amor, la sala estaba silenciosa y solo estaban ellos, entre llantos le dijo a su querido que era el día de reencontrarse, que su ausencia se había hecho eterna, mientras con su mano derecha sacaba del bolsillo la dosis letal que acabaría con su vida. Se acerco a él, le lanzo un beso y le repitió una y otra vez que le quería, se tomo la dosis que le había dado ese viejo anciano y sintió un frió recorriendo su espalda, sabía que su momento había llegado, sabía que navegaría por el inmenso infinito junto Arturo toda la vida, mientras se desplomaba en el suelo con satisfacción y de un bolsillo del pantalón se asomaba la foto , esa foto que indicaba el inicio de esa historia pero no el final.

Lara Mayor Fàbregas (PE) Treinta corazones Cada jueves por la tarde se reunían para contar sus historias, algunas más amargas que otras pero todas dolorosas. Ninguna pasaba desapercibida, todas eran mujeres castigadas por amar a quien no debían, por querer creer que todo pasaría y no debían hacer nada al respecto. Eran treinta corazones destrozados por el maltrato, alguno sicológico y otro…corporal. Estaban condenadas a vivir día tras día con esos malos recuerdos cargados sobre sus espaldas, algunas ya muy cansadas de soportar tanta carga. Muchas de ellas eran mayores y tenían ya hijos, crecidos los cuales de una forma u otra les daban apoyo pero entre esas treinta princesas había una que era diferente. Era muy joven, de unos veintitrés años aproximadamente. Esta muchacha se enamoro de un hombre mayor que ella, se fue de su casa por él, lo abandono todo por amor y este la maltrato. ¿ Como llego allí? En la última paliza que su amado le propino, acabó en el hospital inconsciente, allí fue donde se derrumbo y finalmente lo denunció. A pesar de lo mal que lo llego a pasar ahora se encuentra con personas que comparten su historia con ella y la ayudan a seguir adelante. Porque todas ellas forman una gran familia.

Saray Rodriguez Costa (MF)

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La cafetera Cuando llegó el gran día de la inauguración de la tienda, todo eran nervios, todo tenía que estar impecable, los escaparates, las luces, las cápsulas ordenadas por sabor y color, etc. Yo estaba esperando que me colocaran en una estantería, cuando de pronto me pusieron en medio del escaparate principal, me sentía como una artista de cine paseando por la alfombra roja, era mi momento. La tienda estaba situada en uno de los barrios pijos de Barcelona, justamente en la Bonanova, me intrigaba pensar donde podía ir a parar, quien me iba a comprar, con tanto ejecutivo, yuppies y porque no tantas chicas inmigrantes cuidando los hijos de los anteriores. Al final subieron las persianas, y abrieron las luces, estaba todo el mundo invitado, banqueros, abogados, médicos, interioristas, arquitectos, no podía imaginar a tanta gente unida por el café. Las degustaciones fueron exquisitas, se vendieron cientos de cápsulas de diferentes nombres, sabores y colores. Todo el mundo se fue con su bolsa de rigor. Y ahí, cuando estaban a punto de cerrar las puertas, noté que me cogían y me introducían en una caja, la oscuridad fue lo único que vi durante muchas horas. Aparecí en una Clínica de Dermatológia de la Bonanova, madre mía, cuanta elegancia, exquisitez, y pijas muchas pijas. Me colocaron en el despacho de la coordinadora, es decir el punto de reunión del personal. Tenía para todos los gustos, las jefas cápsula Roma, la coordinadora cápsula Vivaldo, la enfermera cápsula descafeinado intenso, la recepcionista sólo me dejaba al lado su refresco de cola, pues nunca probo ninguno de mis cafés estupendos. En ese despacho, se explicaban los retoques de las pacientes de estética, que si esta se ha puesto botox, que si esta quiere aumento de labios, que si este quiere ponerse relleno en el entrecejo, bueno unas risas... Después los comités médicos, sobres casos clínicos sobre todo de dermatología pediátrica, eso era escalofriante, enseñaban fotos de niños con problemas en la piel, nevus, verrugas, manchas, angiomas, pecas, alguna daba una penita que hubiera preferido no estar. Pero en general, el día a día era agradable, alguna confesión inconfesable entre compañeras, algún doctor asimilando su menor poder adquisitivo con la crisis, alguna recepcionista inconforme con su horario, pero en general un equipo compacto que daba mucha vidilla, muchas situaciones divertidas, y sobre todo muchos temas. Me divertía estar allí, poder participar indirectamente de la vida de esas personas, endulzando o amargando, esos minutos. Pero un buen día, paso lo impensable, como cada mañana la señora de la limpieza vino la primera, para dejarlo listo todo ante de que lleguen los doctores, y al pasar la escoba por debajo del escritorio de la coordinadora, se me llevo con el palo, que os voy a contar, que golpe, me esparramé de tal manera que no quedo una pieza de más de 5 cm. entera, vaya tortazo sin remedio, y así fue, cuando fui tirada a una simple bolsa de basura sin retorno a mi despachito, con mis chicas y escuchando historias de pacientes que no conocían, pero con casos interesantes. El accidente con el palo de escoba acabó con mi vida de cafetera pija, super valorada de la muerte, y estupendísima en la realización de mi trabajo, o sea. Que final más antiglamuroso.

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Anna Simo Budi (BCN) El muro y la ciudad En el norte de Kenia, a 60 kilómetros de la capital hay una pequeña ciudad junto a una gran reserva natural, en las últimas décadas se habían incrementado los ataques a la población producidos por leones y leopardos atraídos por el ganado que pastaba a las afueras de la ciudad ocasionando muchas pérdidas humanas, pero eso no era todo, elefantes y rinocerontes huían de los cazadores furtivos atraídos por sus cuernos y colmillos de marfil, arrasando las grandes hectáreas de cultivo de cereales y todo lo que se encontraban en su camino. En los últimos años más de 100 elefantes y 90 rinocerontes fueron cruelmente asesinados y encontrados dentro de las zonas de agricultura, la ciudad dependía de su cultivo para poder sobrevivir y no podían aguantar más con la situación a la que habían llegado. Toda la ciudad salió a la calle para pedir soluciones, con más del 90 % de la población exigiendo medidas el gobierno de Kenia no tubo más remedio que tomar cartas en el asunto. Después de un largo periodo de reflexión y reconociendo que sería imposible acabar con la caza furtiva y todas las consecuencias que producían, Las autoridades pertinentes tomaron la decisión de construir un muro por el que los animales no pudieran traspasar junto a la zona de la ciudad colindante a la reserva natural. Con la creación del muro los habitantes de la ciudad podían estar seguros de que no volverían a sufrir ataques felinos, de que su ganado podría pastar tranquilamente y sus cosechas no volverían a ser arrasadas por los elefantes y rinocerontes huyendo. Ya no volverían a penetrar en su ciudad. La idea del muro tuvo gran éxito y las ciudades colindantes a la reserva que sufrían el mismo problema construyeron sus propios muros para poder vivir más seguros. Una vez más el ser humano se impone a la naturaleza.

Erica Aguilar Reyes (CM) Zozobra El cielo, esa semana, era impropio de un verano común, las nubes cubrían Barcelona de principio a fin, en aquel día casi chubascoso, Eloisa Márquez había salido como cada día a las Ramblas de Barcelona como diariamanente lo hacia. Como si de un ritual se tratara, cada día, daba un paseo matutino por las calles del barrio silbando cualquier melodía mientras observaba los escaparates de las pastelerías más deliciosas del distrito, en la más dulce, se paraba, compraba su delicia y se iba directa al quiosco mas cercano a comprarse la revista de actualidad que le atrajera más. Después, no tardaba demasiado en ir a trabajar como estatua viviente en las Ramblas que la vieron crecer. Aquel día llego al lugar donde siempre se establecía para realizar su actuación, su puesta en escena era la de una guerrera medieval. El día transcurría con normalidad, algunas monedas por la mañana, pero nada importante. Sobre las cuatro y media de la tarde, un hombre de edad avanzada, se le acerco y le susurro si podía hablar con ella después de que acabase su jornada sobre un empleo muy bien remunerado que tenia para ofrecerle, ella no dudo en responderle afirmativamente, quien sabe, quizás el hombre era director de una compañía teatral. Quedaron a las ocho de la noche en una cafetería cercana donde trabajaba para poder charlar con tranquilidad. Al acabar, la mujer, fue directa a casa, se cambio, se maquillo e intrigada, acudió a la cita

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que tantas expectaciones surgían. Llego al sitio acordado y quedaban todavía diez minutos para que se hicieran las ocho, llego muy pronto, la impaciencia que le producía saber que quería aquel hombre se transformo en rapidez. Al fin, llego el hombre. - Buenas noches. -Dijo la mujer con voz decidida- - Hola, ¿que tal?. -Dijo el hombre aparentando seguridad- - Bien, muy bien, ¿y usted?. - Genial, gracias. Me llamo Ignacio y soy presidente de una empresa multinacional que se dedica a la fabricación de herramientas, pero, dejemos las presentaciones, ¿Entramos dentro?. - Yo me llamo Eloisa, porcierto. Claro, entremos. Entraron en la cafetería, pidieron dos cafés con leche y tomandoselos, el hombre le dijo: - El trabajo del que te hablaba es muy sencillo, tan simple como hacer lo que haces aquí pero en mi domicilio. - ¿Como? -Dijo Eloisa sorprendida-. - Soy coleccionista de estatuas de la época medieval y en mi colección me falta una estatua medieval viviente. En mi casa normalmente hay mucho movimiento de gente ya que es también un museo. No te aburrirás, creeme. Eloisa acepto, pero con la condición de ver antes donde iba a trabajar. Ignacio no tuvo ningún problema y le invito a ver el museo y que decidiera. Al día siguiente quedaron y no tuvo ningún reparo en decir que si al empleo. Aquel sitio era tan grande que no sabia por donde empezar a analizarlo, a parte de estatuas, estaba plagado de obras de arte de diferentes autores y estilos. Gente no faltaba, no tanta como en las Ramblas pero tampoco menos que en un tanatorio. Sin dudar fue al dueño y acepto el empleo. Empezó a trabajar esa misma semana, Ignacio la puso justo en la entrada del museo que tambien era su casa, a modo de reclamo para los posibles visitantes. Pasados tres meses, la mujer seguía de estatua medieval viviente en la puerta de aquella "casamuseo" y un día se produjo un incidente, un asesinato, la esposa de Ignacio había sido asesinada. La policía científica inundaban aquellas salas blancas de personajes con guantes de latex, el museo cerrado y toda la zona circundante a la casa, precintada. Estuvieron 2 meses investigando el caso, hasta que una tarde, encontraron sangre coagulada y reseca en el cuello de una de las camisas de Ignacio, él dijo a la policía que se corto afeitándose y la cuestión no fue a más, hasta que preguntaron al servicio de limpieza, los cuales afirmaron que el día en que se produjo el asesinato, Ignacio, estaba intranquilo y preocupado, a veces los oían discutir mientras limpiaban, normalmente por otros hombres, la mujer al parecer le era infiel. Lo vieron por ultima vez horas antes de encontrar a la mujer muerta y estaba en casa. La policía cogió a Ignacio como principal sospechoso de la muerte de su mujer. En el juicio Eloisa tuvo que declarar ante el juez y el jurado, preguntas y mas preguntas le formulaban los perspicazes abogados, le preguntaron por su relación con la mujer muerta, por su relación con Ignacio, por diversidad de temas, justo cuando el abogado decidió no hacer mas preguntas, Eloisa se confeso, su sentimiento de culpa era demasiado grande, dijo que ella amaba al señor Igancio y su mujer no le daba más que disgustos, que no soportaba ver a Ignacio, a su amado, infeliz con su pareja, que ella le podría dar lo que no obtuvo con su mujer, que no podía seguir así, ella, la que siempre estaba inmóvil es su peana de actuación fue la asesina. El marido de la difunta contento y alegre al mismo tiempo, se quedo

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sorprendido de como una persona podía hacer eso por amor, no lo llegaba a comprender, pensó que era enorme su pasión por él, no tenia explicación ni razones, él no había hecho nada para aumentar el cariño de Eloisa. La condenaron a 20 años de prisión por el asesinato, los cuales se reducirían a 12 por buen comportamiento en su estancia en la cárcel. Eloisa antes de salir esposada por compañía de los alguaciles,le dijo a Igancio: - ¿Te volveré a ver? -Pregunto con los ojos brillantes..-. - ¿Quien sabe? -Respondió confuso-. - Te amo. -Dijo con voz temblorosa-. - Adiós Eloisa. La vida no funciona así.

Cristian Delgado Asensio (BCN)

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Vidas que son puro cuento SU AMANTE FIEL, EL MAR. Su niñez es azul, como el mar que la vio crecer. El solía llevársela a disfrutar de ese mar. Los veranos solían ser largos y calurosos, en su casa de la Costa Brava junto sus padres y sus hermanos. Era la mediana, el ojito derecho de su padre, ese lobo marino que murió con las botas puestas. Los desayunos eran geniales, patatas fritas con huevos y bacon, butifarra con judías, y como no presidiendo la mesa, su porrón de vino con gaseosa. Una vez alimentados, se disponían a partir en coche hacía la playa, a unos 13 Km. con todos los bártulos necesarios, sobre todo los de él, las gafas de buceo, los patos, el aro para clavar los pulpos, el arpón, la red, la boya naranja, etc. en definitiva su vida. Mientras dejaba a su familia en el playa, con los cubos, palas y castillos de arena, él se perdía en ese mar azul, amante fiel, que le proporcionaba esa felicidad y paz que él tanto anhelaba. Pasaba las horas contemplando el fondo el mar, pescando, y como no cogiendo de todas las maneras posibles pulpos, y eso que se escabullían con facilidad. Después de unas dos horas, y con la piel bien arrugada y remojada, salía bajo la atenta mirada de ella, y se disponían a volver a casa para comer, hacer la siesta y volver a su mar, el trayecto era inconfundible, música de Neil Diamond, cigarro en la mano y todos los demás ocupantes dormidos, menos ella admirándolo desde el asiento trasero. Al caer la tarde, preparaba sus otros bártulos, su cesta, sus cañas, sus anzuelos, sus cebos, etc. y otra vez a la playa, hasta bien entrada la noche, se perdían sus pensamientos, en su playa, su mar. Sentado en la cesta de mimbre, contemplando el Golfo de Rosas y atento al movimiento de la punta de sus cañas. Cada día era así, desde dentro por la mañana desde fuera por la tarde. Y así fue, un sábado 8 de agosto amaneció un día espléndido, radiante, esos días que el azul del cielo se junta con el azul del mar. Ella como siempre, le observaba como se iba metiendo en el agua, hasta que ya no se podía divisar su silueta, sino ese punto naranja que indicaba donde estaba. Cuando más o menos pasaban dos horas, ella se sentaba en la orilla, esperándolo a que en algún momento apareciera su silueta dirigiéndose hacía ella, cargado de pulpos y otras especies. Ese día tardaba demasiado, no llegaba, bueno no llegó. Su amante fiel, se lo llevó, se lo quedó a tiempo completo.El parte forense policial dictaminó: “muerte por succión de yugular, producida por quilla de plancha de surf" Ella solo recuerda a los de la Cruz Roja corriendo, la policía con las sirenas puestas, la gente amontonada, su madre histérica y ella con sus hermanos estupefactos viendo el cuerpo de su padre tapado con una manta dentro de la lancha salvavidas. El rostro de él era especial, estaba guapo, feliz, radiaba paz, siempre estaría con su amante fiel, pues sus cenizas reposarían allí, en su mar. Y desde entonces ella se sentaba en la orilla de esa playa, intentando ver aparecer esa silueta caminar hacia ella, saliendo de esa agua azul, tan azul como sus ojos. Un día decidió hacer una foto, a ese mar que le robo lo que más quería, se sentó en la orilla y enfocó aquella agua tan cristalina y tranquila. Al revelar el carrete, y ver la foto se sorprendió. Parecía un retrato en sepia, sin su azul, y en el lugar donde ella siempre veía ese punto naranja que le indicaba donde estaba él, había un fogonazo de luz blanca, que parecía salir de dentro del mar. Ella ya en su adolescencia, se dio cuenta que nunca estaría sola, que él le iluminaría el camino el resto de su vida.

Anna Simo Budi (BCN)

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Miedo Iris era una niña de diez años, risueña, muy traviesa y con una gran imaginación. Aunque por genética, su constitución no de era de ser delgada, a la niña se le marcaban los huesos de todo su cuerpo. La alimentación le escaseaba cuando hacia alguna trastada o simplemente por que sus padres pensaban que era una forma de imponer obediencia. Una noche la chiquilla se encontraba haciendo trabajos manuales en el comedor de su casa, - como era costumbre desde que tenia tres años, pues, debía de ganarse el poco alimento que le daban - cuando hubo un apagón de luz. Su madre prendió unas velas, pero aun así, la luz que llegaba a la sala daba una apariencia oscura y tenebrosa. Al ser la visión tan escasa, sus padres le dieron permiso para irse a la cama. Su habitación se encontraba al final de un largo pasillo y se disponía a entrar en él cuando, escucho una tenebrosa voz que le heló la sangre: - Iris...ven... te estoy esperando... - decía la voz- La niña aterrorizada, abrió sus grades ojos verdiazules para buscar quién le llamaba, pero la oscuridad no le dejaba ni tan siquiera percibir de donde procedía la tenebrosa voz. - Iris... pasa... ¡tienes que pasar por el pasillo!... tu habitación está en el otro extremo... te estoy esperando. - le seguía diciendo la siniestra voz- La muchacha temblorosa sin atreverse a mirar, dirigió sus ojos hacia el pasillo. Estaba muy oscuro, negro como el tizón, la chiquilla tan solo pudo soltar un leve suspiro entrecortado, sentía cómo sus pulmones querían llenarse de aire, pero el miedo se lo impedía. ¡Necesitaba chillar!, pero el terror no le permitía que escapase de sus labios el menor ruido. ¡Allí estaba! En el centro del oscuro pasillo, levitando en medio de la nada, una reluciente daga, sin que nadie la sujetase bailaba buscando a su victima, a la vez que la tenebrosa voz persistía en llamar a la niña: - Iris...entra ya... esta noche, vas a morir.....te estoy esperando. El cuerpo de la niña temblaba sin poderlo parar, los ojos los tenia tan abiertos que parecía que se le iban a salir de sus cuencos. ¿Qué era aquello que la perseguía? El pánico que se había apoderado de ella, tan solo le permitía pensar, que tenia que escapar de allí, pasase lo que pasase tenia que escapar. ¡Saltar por el balcón!- Pensó la niña - El balcón de la casa, quedaba en frente de la ventana de su habitación y a unos pocos metros la salida por donde podía escapar, si al saltar conseguía alcanzar la ventana, quizás pudiera salir de la casa sin que la pillara aquel ser. ¡Saltó al vacío! esperando alcanzar los cuatro metros que separaba el balcón de la ventana, ¡pero no lo alcanzo!, sintió como se sumía en la profundidades de siete pisos. Al caer intentaba estirar sus brazos para alcanzar algo en la nada, por un instante, sus manos sintieron el capricho de creer que conseguían agarrarse a algo, asustada abrió sus ojos. Sí, sus manos consiguieron alcanzar, ¡su cama!, despertando así de una pesadilla horrible, aterrorizada miraba de reojo la oscuridad de la noche, intentando descubrir si todo lo vivido era cierto u tan solo la mala pasada de una pesadilla. Por su cuerpo Le recorría el sudor helado que se siente cuando se llega el pánico extremo, el terror había conseguido que se le congelase sus extremidades y el agarrotamiento sufrido suponía, que fuese un esfuerzo sobre natural poder moverse. Le alivió darse cuenta que todo era una mala pesadilla, como las que sufría últimamente y sobre las que Todo el mundo decía que tan solo reflejaban el miedo por hacerse mayor. Iris comprendía el significado de esos sueños. Sus pesadillas no lo ocasionaba el miedo a hacerse mayor, sino, ¡su infancia!, el miedo que le profesaba a sus padres, a los maltratos,

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sentía que estaba viviendo en una cárcel. Las pesadillas tan solo se limitaban a decirle lo que tenia que hacer; ¡escapa!, ¡escapa! Busca la luz en medio de la oscuridad. Unos años más tarde, Iris cumplió la mayoría de edad y pudo escapar de la prisión que se hacia llamar hogar. No ha vuelto tener esos sueños que le helaba la sangre mientras dormía. Aún a día de hoy recuerda, la dulce sensación de libertad y felicidad que se puede alcanzar, cuando se consigues escapar de la cárcel de los maltratos.

Isabel Cruz Ortega (IOC) Un rumbo no imaginado Era una mañana de marzo de 1996 cuando, sin esperarlo, tuvo que partir rumbo a otro lugar, un lugar que no había recorrido. Se llamaba Francisco. Vivía en la Seu d’ Urgell, tenía tan solo 21 años, y toda una vida por delante. Hacia unos meses que había conocido a Esther, su novia. Trabajaba como camarero en un restaurante, cosa que le ocupaba parte del día y a veces de la noche. En su poco tiempo libre intentaba estar con ella, ya que era la persona que mas quería y con la que se encontraba a gusto. Una mañana recibió una carta certificada del Ministerio del Interior, tenia que presentarse en esa dirección para que le dieran fecha y destino para hacer el servicio militar. Esto le obligó a cambiar la vida que llevaba en esos momentos. Tuvo que dejar de trabajar y dejar el camino recorrido para comenzar uno nuevo. El destino más cercano que encontró de su hogar y de su familia fue Tremp, en la Academia Militar de Talarn. Entró una mañana fría de un miércoles. Y el viernes con permiso de fin de semana ya estaba otra vez de vuelta. Lo malo de tener que hacer la mili en Talarn era que no había combinación de autocar. Para hacer el trayecto de ida y vuelta tenía que recurrir a viajar con varios compañeros que hacían la mili con él. Una vez pasó el fin de semana, tuvo que despedirse de nuevo. De retorno al cuartel, a tan solo tres kilómetros de su destino, pararon para descansar y de paso aprovechó para hacer una llamada de teléfono a su novia, ya que una vez dentro no tendría oportunidad. De nuevo se pusieron al volante sus tres compañeros de viaje y él, para terminar el corto trayecto que les quedaba, tres quilómetros. Sin embargo, en una curva el coche derrapó y se salió de la carretera, dando varias vueltas de campana. Una vez despertó se encontró en el suelo, rodeado por sus compañeros y los servicios médicos. Al intentar incorporarse, enseguida se dio cuenta de que algo no iba bien y perdió el conocimiento. Despertó en un sitio rodeado de árboles, que estaban perdiendo sus hojas verdes. Estaba allí en aquel lugar sentado sobre una fina capa de césped y escuchando aquella música de fondo, que hacía que todo fuera tranquilidad y paz. Pero pronto se dio cuenta de que las hojas al deslizarse hacia el suelo, algunas echaban a volar como si fueran pájaros. Entonces se puso en pie e intentó coger una, se dio cuenta de que no tenía el equilibrio suficiente como para hacer ese esfuerzo. Aunque en esos momentos se sentía tan bien que no le importaba, solo con el hecho de contemplar esa belleza de paisaje que tenía delante, al igual que las hojas de aquellos árboles, ya era feliz. No necesitaba nada más. Pero pronto se dio cuenta de que aquel lugar no estaba hecho para él. Algo extraño le estaba sucediendo, pero no tenía explicación alguna. Al rato de estar sentado entre algunas hojas se dio cuenta de que no había podido emprender ese viaje tan misterioso. Y se quedó dormido.

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Al despertar todo era distinto. Se vio acostado en una cama. Las paredes eran blancas, y estaba rodeado por dos ventanales los cuales permitían a los médicos observar como evolucionaba. Intentó levantarse, pero no podía mover las piernas y con bastante dificultad los brazos. Cuando los médicos vieron que se había despertado, enseguida fueron a explicarle lo que le había sucedido, le informaron de las secuelas que le quedarían a causa del accidente: una tetraplejia, la cual también le afectaba los brazos. Detectó un ápice de esperanza cuando le comentaron que con un poco de rehabilitación y tiempo quizás llegaría a conseguir algo más de movilidad en ellos. Durante su estancia en aquel triste hospital, cuando se sentía solo, pensaba que quizás hubiera sido mejor haberse quedado en aquel lugar, ya que solo el hecho de escuchar aquella música y de verse rodeado por aquel espectacular paisaje, ya le bastaba, allí no tenía los problemas que en esos momentos le estaban sucediendo. En aquel lugar tan bello se podía incorporar y contemplar como aquellas hojas emprendían el vuelo como pequeños ángeles, las cuales evitaban el caer al suelo y secarse. Al cabo de unos meses le dieron el alta médica para salir del hospital. Solo que lo abandonó sentado en una silla de ruedas. Aquel accidente había cambiado su vida por completo, era como empezar una nueva etapa, ya que a partir de ese momento todo sería distinto. Una vez en casa nada era ya igual, se sentía extraño, descolocado y fuera de lugar, vacío tanto por dentro como por fuera. Y en aquel momento decidió que el no podía quedarse allí, tenía que seguir adelante y empezar de nuevo el transcurso de su vida. Al cabo de unos años se caso con la persona que siempre había estado a su lado y a la que más quería, su novia. Tuvieron una hija preciosa, un motivo más para seguir luchando.

Francisco López Becerra (SE) El anciano del parque La historia que les voy a contar, es sobre la vida de José Manuel. Un hombre de treinta y cinco años de edad, en un día cualquiera, bueno… este fue un día especial. La historia ocurrió, un miércoles, para ser exactos el 24 de diciembre del 2008. Como cada mañana José Manuel, se despertaba a eso de las seis de la mañana. Se levantaba de su calentita y confortable cama, y se aseaba, lavaba la cara con agua muy fría para despejarse; seguidamente se colocaba, su chándal colorado, y se prepara un par de almuerzos. Uno se lo comió i el otro lo metió en una bolsa de plástico, las típicas que dan en los supermercados, cuando vas a hacer la compra. Cuando salió a la calle, noto que hacia un frio escalofriante, alzó su mirada al cielo y estaba nublado, amenazando lluvia. El se abrochó la chaqueta del chándal, y sujetando bien la bolsa que tenía en su mano derecha, empezó a correr en dirección al parque. Era el trayecto que solía hacer siempre, unos diez kilómetros. Llegó al parque, cansado como de costumbre, se sentó en un banco para reponer un poco el aliento, y se levantó, dirigiéndose a una zona del parque donde había muchos matorrales, eran altos y tupidos. José Manuel con la mano izquierda, apartó los matorrales, como si de una cortina se tratara, y atravesó el muro natural. Tras aquella muralla verdosa, se encontraba una pequeña y vieja casa de madera, era tan pequeña que no podían vivir dos personas. En ella habitaba un anciano con largas barbas y además con una espléndida barriga. El anciano se encontraba sentado, en una antigua mecedora de madera, con una caja de zapatos muy vieja en sus manos. Cuando el

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anciano vio a José Manuel como se le acercaba, se le alegró la cara, mostrando una sonrisa de oreja a oreja. José Manuel le saludó y el anciano le contestó asintiendo con la cabeza. José Manuel le ofreció el almuerzo, el anciano se lo comió sin mediar palabra. Cuando acabó su almuerzo, dio un gran sorbo a un refresco que venía con el almuerzo, y miró fijamente y sonriendo a José Manuel. Hizo el intento de levantarse, pero no pudo, y le dijo a José Manuel, acércate alzando con sus manos la caja de zapatos. José Manuel, se acercó y sujetó con sus manos la caja de zapatos, el anciano le dijo: - Este es un regalo para ti José Manuel, por haber venido tantos años y haberte preocupado por mí y ayudar a quien necesitaba tu ayuda, por ser tan buena persona. José Manuel no quería aceptar el regalo. Pero el anciano insistió, y le dijo. Este regalo es especial y yo lo he utilizado durante muchos años. Debes abrirlo y ponértelo esta noche a las doce de la noche y coger la bolsa en la que me traes el almuerzo cada mañana, y ven corriendo a verme con tu chándal colorado. José Manuel aceptó el regalo, y muy contento se despidió del anciano. José Manuel esperó ansioso en su casa a que llegara la hora. Por fin eran las doce de la noche y abrió el regalo. En él se encontraban unas maravillosas zapatillas de deporte, se las colocó y fue corriendo a ver al anciano, con su chándal colorado y la bolsa vacía en su mano tal y como este le había dicho. Cuando llego a la vivienda del anciano, no lo encontró en la calle, y se dispuso a entrar en la vieja y pequeña casa de madera, cosa que en tantos años no había hecho nunca. Abrió la puerta, y la morada estaba oscura, grito ¿anciano, estas aquí?, oyó una diminuta y lejana voz que decía! encended la luz ya está aquí ¡. De pronto empezaron a abrirse un sinfín de luces. José Manuel, asombrado, contempló como aquella diminuta casa de madera, en su interior escondía una enorme fábrica de juguetes, de la cual los operarios eran unos diminutos duendes. Los duendes al verle saltaban de alegría, y le daban la bienvenida. José Manuel, buscaba al anciano y no lo encontraba y se adentraba en la fabrica sin éxito, al pasar por delante de un espejo observo asombrado, que su ropa avía cambiado por completo, su chándal era ahora un acolchado traje de Papa Noel, su bolsa de plástico se convirtió en un gran saco, sus nuevas zapatillas de deporte en unas botas voladoras y en su rostro había crecido una enorme barba blanca. Entonces José Manuel, se dio cuenta que el anciano le dio el relevo, de Papa Noel y que no volvería a ver a el anciano. Este fue un regalo con mucha responsabilidad y felicidad que José Manuel acepto muy orgulloso y contento.

José Manuel Moreno Ordóñez (AM) ¡Y luego dicen que el trabajo es siempre lo mismo! A las seis y media se levantó, como cada día, para ir a trabajar. Se duchó y se fue a buscar a su amigo y compañero de trabajo, Sergi. Trabajaban juntos desde hacía años. Manuel era el conductor y Sergi su sanitario. Los dos eran técnicos en transporte sanitario, y trabajaban para el servicio de emergencias sanitarias. Al llegar a su base fueron al vestuario a ponerse el uniforme. Después se dirigieron a la ambulancia a revisar todo el equipo para que no faltara de nada. Hicieron el relevo a sus compañeros que salían de la guardia de noche. Delante de la base había un bar donde acostumbraban ir a desayunar. - Sergi, ¿vamos a tomar café?

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- ¡De acuerdo, llamo para avisar del cambio de equipo y para dar la operatividad y vamos! Estaban tomando el café cuando les llamaron por la emisora. Tenían una urgencia: un motorista había sufrido un accidente. Dejaron el café en la mesa y arrancaron a toda prisa hacia el lugar del servicio. Al llegar vieron que era más grave que lo que les habían dicho, ya que el motorista estaba atrapado debajo de un coche. Se acercaron corriendo, con el botiquín y todo el material necesario para el servicio. Sergi se arrodilló en el suelo, intentando hablar con el motorista. De momento no recibía ninguna respuesta. Mientras, Manuel estaba llamando al Centro Coordinador para pedir la ayuda de una unidad medicalizada y la asistencia de los Bomberos para poder sacar al chico de debajo del coche. Después, cogieron el gato de la ambulancia para poder levantar un poco el coche y así liberar el casco del motorista, ya que estaba todo el peso del coche sobre este y corría peligro de que se rompiera y la cosa fuera a peor, o mortal. En pocos minutos llegaron los Bomberos y se encargaron de liberar al motorista. Manuel, Sergi y el equipo medico, que también había llegado, tenían todo preparado para asistir al chico cuando los Bomberos terminaran su actuación. Sergi y Manuel se encargaron de sacar el casco e inmovilizar el cuello. Con la ayuda del técnico que venia con la medicalitzada, inmovilizaron las dos piernas, ya que estaban rotas. Mientras tanto, la enfermera estaba administrando medicación para el dolor y el medico le estaba haciendo una exhaustiva revisión. Manuel fue a buscar la camilla, la preparó para poder poner al herido, y avisó al medico que estaba todo a punto para poder movilizar al chico. - Cuando digas, ya podemos subirlo a la camilla. - De acuerdo, coged el tablón espinal y subámoslo. Entre el personal sanitario y los Bomberos, lo subieron a la ambulancia. El traslado hasta el hospital lo hicieron, junto al paciente, Sergi, la enfermera y el medico, ya que el chico estaba grave. Manuel se sentó al volante, arrancó la ambulancia y empezó a moverse. Había mucho trafico y tenia que ir con mucho cuidado. Por fin llegaron al hospital. Dejaron al paciente en un Box de urgencias, en traumatología. El medico que acompañaba al motorista pasó su informe a su colega de urgencias, felicitó a Manuel y Sergi y se fue con la enfermería y el técnico de su unidad. Pero a Sergi y a Manuel todavía les quedaba por limpiar la ambulancia y, una vez hecho esto, avisar a Coordinación para volver a dar la operatividad de la unida. Una vez hecho, regresaron hacia su base. El café ya estaba helado. Pidieron otro, y cuando les estaban sirviendo volvieron a oír la emisora... El día se presentaba largo.

Manuel Albadalejo López (MF) Rosalinda Rosalinda es una mujer de cuarenta años, que vive actualmente en Girona. Es de mediana estatura, con los cabellos rojizos, los ojos castaños y una mirada melancólica. Esta trabajando de cuidadora de ancianos. A veces cuando trabaja tiene que quedarse con ellos las 24 horas depende de las ocasiones. Ha estado en en diferentes lugares, y le cuesta adaptarse a estas nuevas costumbres. Ya que es un trabajo muy duro.

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Rosalinda tiene dos hijos que viven en Tegucigualpa.Durante estos últimos dos años,cada sábado, los llama por teléfono, ella esta contenta de escuchar sus voces aunque su corazón se rompa a trocitos.Porque cada semana le repiten: ¡ MAMI regrese, la echamos de menos ! (ellos estan conviviendo con sus tíos, ya que no tienen padre ni abuelos). Cuando ella abandonó su casa se juró a si misma que volvería con suficiente dinero para construirse una casa para los tres, darles estudíos, y que no les faltaría nunca más lo esencial para poder vivir dignamente. Pero el tiempo va pasando, y va perdiéndo la alegria para cumplir su sueño. Rosalinda és una mujer muy devota siempre ruega a Diós que le conceda un pequeño deseo (encontrar un trabajo estable). Estan llamando a la puerta ¿abres? le pregunta su compañera de piso. Regresa al salón gritándole a su amiga...¡Por fín! me acaban de ofrecer un trabajo fijo. Rosalinda vió así cumplido su gran sueño.

Marta Noguera Pascual (LM) Lunes Amaneció desapacible y gris ese lunes en Barcelona.Parecía un lunes normal, pero algo había en el ambiente que lo hacía diferente. Noemí se despertó temprano y resacosa, nada extraordinario en ella tras el fin de semana, en su piso del barrio de Grácia de Barcelona. El dolor de cabeza era inmenso y le costaba abrir los ojos, temía ver algo que no le gustara. Esa noche había tenido pesadillas, y aunque las imágenes eran algo confusas había algo que la inquietaba; una imágen algo mas nítida que las demás, como un fogonazo a través de esa neblina que tenía en su cabeza.Era la imágen de un chico rubio de cara alegre y mirada penetrante, pero del cual no lograba recordar nada mas.Y tambien cristales rotos, muchos cristales esparcidos por el suelo de la habitación. Finalmente, Noemí se incorporó y abrió los ojos, lo que vió no la preocupó mucho, la habitación estaba desordenada, pero no mas de lo habitual; solo notó que hacía frio , mas de lo normal pero lo achacó a su lastimoso estado. Se levantó, se puso el albornoz y se fue a la cocina, se sirvió un vaso de agua para acompañar un Gelocatil que quizás le aliviara de ese insoportable dolor de cabeza. Decidió dar una vuelta por el piso para comprobar que todo estaba en orden, ya no estaba segura de nada en esos momentos. Todo parecía estar en orden, excepto en la habitación que daba al balcón. El suelo estaba lleno de cristales rotos pertenecientes a la balconera que daba al exterior, con razón hace tanto frio, pensó. Se asomó al balcón y allí lo vió, cinco pisos mas abajo, sobre los frios adoquines de la húmeda plaza. El chico de cara alegre, mirada profunda y melena rubia, ahora teñida de rojo.

Ferran Batlle Llado (BCN) El espíritu del abuelo Hace mucho tiempo, Miguel, cuando tenía 7 años, le pasó algo horrible. Estaba durmiendo cuando a las 4 de la madrugada, desde su cama, vió a una persona que no sabía quien era y entonces cogió y se tapó la cabeza con la sábana. Al día siguiente le volvió a pasar lo mismo, y se lo explicó a su madre, y ella se echó a reir, sin creerle en

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absoluto. Eso le sucedía cada noche, y encima se acercaba cada vez más a su cama, y Miguel que era pequeño y tenía miedo, siempre se tapaba la cabeza y se quedaba durmiendo sin saber lo que había allí a fuera. La última vez que volvió a ver esa sombra o persona o lo que fuera aquello, fue una noche cualquiera. Se despertó como las otras noches y miró hacia el techo, y pensó -¿Estará allí?- Miró hacia la puerta, y vió que estaba a un metro de él, que se había acercado demasiado. Se asustó y salió corriendo hacia la habitación de sus padres, y se quedó durmiendo con ellos. Al día siguiente, su madre, preocupada, fue a hablar con un cura y le explicó lo que sucedía, y el cura le preguntó -¿Se a muerto alguien sin ver a su hijo?- La madre le contestó- Sí, su abuelo, entonces el cura le dijo que era su abuelo el que se acercaba aquellas noches para verle, pero que no se preocupara más, ya que no volvería porque ya le había visto.

Miguel Carvajal Baldó (SA) PRIMER Y ÚLTIMO AMOR Han pasado ya cuatro años desde que José y su familia, sus padres, su hermano y sus dos perros, dejaran atrás la desastrosa capital de Lérida y se envalentonaran a dar el gran paso de ir a vivir a un pueblo pequeño. Fueron todos en busca de una casa grande ya que estaban hartos de los minúsculos pisos de capital, en donde si se cruzaban dos miembros de la familia por el pasillo a la vez, chocaban de frente, primero miraron casas nuevas, luego casas de segunda mano y finalmente, casas a reformar, estas últimas tenían grandes ventajas para esta familia, ya que tanto el padre como José, son albañiles de profesión y además el precio de las casas es mucho más económico que una de nueva. Tras conseguir vender el agobiante piso de Lérida, compraron la impresionante casa en La Granadella, un pueblo bastante pequeño si se compara con la gran ciudad, pero con suficientes tiendas como para sobrevivir sin salir de él durante todo un año a pesar de sus altos precios. No estaba del todo mal, solo les faltaba tener la casa reformada a su gusto. A los pocos días de vivir en el pueblo, José y su hermano Rafael, se fueron a explorar en busca de nuevas amistades, en principio solo veían gente mayor por las calles de ese bonito pueblo, cuando de repente Rafael exclamó -¡anda mira que pone allí, zona deportiva!- Los dos como flechas se arrimaron a las altas vallas del campo de futbol y allí estaban, todos los chicos y chicas del pueblo reunidos, unos charlando sentados en un banco y los otros persiguiendo una pelota amarilla en busca de un gol salvador. A los pocos minutos de estar asomados en las vallas, un chico les vio y con cara sonriente les invitó a pasar. Una vez dentro, todo se puso muy emocionante, se sentían como estrellas del cine, todos a la vez les pedían los números de teléfono y preguntaban por sus vidas, José y Rafael muy amablemente les contestaron a todas y cada una de las dudas que tenían sobre ellos. No paso ni una hora que José, ya le ponía ojo a una chica muy guapa que estaba en el grupo de los sentados, y valientemente se acerco a ellos y les dijo: - Hola, me llamo José y soy el chico nuevo, ¿cómo os llamáis? – Realmente a José solo le interesaba el nombre de la chica que le gustaba y esperando a que uno a uno dijeran sus nombres, le tocó a ella, -Yo me llamo Judit, mucho gusto José -, no se lo podía creer, encima de lista, la chica era educada y tenía la voz más dulce del mundo. Allí estuvieron charlando todos un rato sobre cómo arreglar el mundo y otros temas no demasiado importantes, hasta que Judit se levantó y se despidió de todos con un beso en general, en

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ese momento José, también se levantó y se dispuso a acompañar a su nueva amistad.De camino a casa de Judit, José le pidió el número de teléfono y le insistió en los ojos tan bonitos que tenía ella, eran unos ojos grandes, verdes y marrones, en definitiva eran preciosos. A Judit le gustó mucho el carácter que demostraba tener José y le invitó salir a cenar juntos esa misma noche, sin dudarlo, José aceptó su invitación pero con la condición de que él lo pagaría todo. La cena fue en Lérida, ya que en el pueblo no se podían hacer esas cosas ya que al ser el chico nuevo, todo el mundo estaba encima de él. Todo salió más bien de lo que pensaron, se rieron durante toda la noche, se lo pasaron en grande y acabaron amándose desde esa misma noche, se prometieron todo lo que podían tener en sus vidas y como ya es bien sabido en todo el pueblo, después de estos cuatro años siguen amándose como el primer día. Este podría ser el primer y último amor para ambos.

José Fontanet Vilà (MT) Ana tiene 20 años, es mi mejor amiga desde que éramos niñas. Es una chica tímida y con un rostro pálido marcado con pequeñas pecas que le hacen parecer una chica muy inocente y bonachona. Es muy alegre y optimista, siempre le encuentra el lado positivo a todo lo que pasa a su alrededor. No ha tenido una vida fácil, sus padres se separaron hace varios años y ella vive con su padre, tiene que cuidar de su hermano y se ocupa de todo lo relacionado con la casa. Nunca olvidaré lo mal que lo pasó cuando a su abuela le diagnosticaron un tumor en el cuello… Un buen día, la llamó su madre diciéndole que tenía que charlar con ella, como otras tantas veces. La notó preocupada, pero no le dio importancia. Después de estar charlando un buen rato, le dio la desagradable noticia. - Ana cariño, le han detectado un tumor en el cuello a la yaya. Ana se puso a llorar, creyendo que su abuela no podría vencer al cáncer ya que es bastante mayor. Pero su madre la calmó diciéndole que los médicos le habían dado muchas probabilidades de éxito, pues por lo visto no se le había extendido hacia ningún otro sitio. En una semana la operaban. Esto la calmó bastante, pero su preocupación no disminuía. Llegó el día de la operación. Por razones de trabajo Ana no pudo estar cerca de su abuela en el momento de entrar a quirófano, pero en cuanto salió del trabajo se dirigió camino al hospital, yo la acompañaba. Al llegar y ver a su abuela con todos los drenajes, aún medio desorientada por el efecto de la anestesia y sin fuerza alguna, no pudo evitar romper a llorar. Su abuela siempre ha sido una mujer muy fuerte y activa, de carácter fuerte, y verla en ese estado, supongo que no se lo podía acabar de creer. Al cabo de 2 horas llegaron los médicos, que le dijeron que habían logrado extirparle todo el tumor sin ninguna complicación, pero que tenía que hacer 10 sesiones de quimioterapia para asegurarse de que no se volviera a reproducir. La cara de Ana era de alivio al saber que su abuela podía marcharse pronto a casa. Y así fue. Cuando la abuela llegó a casa toda la familia colaboraba para ayudar a la abuela, mientras unos le hacían la comida, los otros se dedicaban a poner lavadoras, otros le limpiaban la casa, Ana se dedicaba a cuidar de su abuela, le preparaba sus medicaciones, la ayudaba a ducharse, la metía en la cama… Recuerdo que a la abuela de Ana se le iluminaba la cara cada vez que ella aparecía, le tenía muchísimo aprecio.

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Así fueron pasando los días y la abuela acabó por fin la quimioterapia. Ya no parecía la misma, estaba muy delgaducha, siempre pálida y acostada, le costaba mucho trabajo caminar. A Ana se le destrozaba el corazón cada vez que la veía. Siempre me decía: -Quien la ha visto y quien la ve… Pero han ido pasando los meses, y ahora ya hace 2 años que la abuela de Ana logró superar esa terrible enfermedad que aún se sigue llevando tantas vidas. Ana aún se sigue sorprendiendo de lo fuerte que puede llegar a ser una persona si se lo propone, y siempre sigue sacando el lado bueno de todo!

Alba Sánchez López (MAV) Hace ya un par de años, Jose iba conduciendo cuando de repente la policía le para y le dice que baje de su furgoneta. Jose empezó a ponerse nervioso pues no entendía que estaba pasando ya que él no había hecho nada. No le dió tiempo a reaccionar y ya estaba en la comisaria acusado de presunto robo a mano armada en una joyeria, el cuál se había producido ese mismo día sobre la una del mediodía. Como existian varios testigos del robo y éstos habian descrito a una persona muy similar fisicamente a Jose, se vió obligado a pasar por una rueda de reconocimiento ante ellos. Uno de ellos afirmaba que Jose era el autor del robo. Gracias a que le permitieron una llamada telefónica a su empresa, Jose pudo demostrar que él no era ciertamente el ladrón pues los partes de trabajo de ese día junto con la declaración jurada del Director de la oficina donde había estado trabajando, lo validaron como inocente de los cargos de los cúales se le acusaba. Jose nunca olvidará el enorme susto que sufrió aquel día.

Emilio Garrido Garcia (BCN) EL ACCIDENTE Siempre le gustaron mucho las motocicletas, tanto daba si eran de carretera, de montanya o de pequeña cilindrada, tanto daba si las miraba por la televisión, en directo o era él quién conducía. Se podría decir que David era un apasionado del motor. Tanto era esa pasión que su primer sueldo lo empleó en comprarse una "vespino". Creció, creció y fue trabajando. Hasta que consiguió comprar una gran moto de carretera. Sólo sentir el olor a gasolina se transformaba en el motero que llevaba dentro. El problema era que la velocidad podía pasar factura y después de estar harto de escuchar a su mujer, su madre y su hermana decidió cambiar la moto de carretera por una de montaña, mucho más tranquila. En cuánto tuvo esa moto todo cambió. Los fines de semana se dedicaba a dar paseos por la naturaleza junto a un grup de amigos. Primero tenía respeto porqué tenía en sus manos una máquina de gran potencia y hasta que no le cogió el truco tampoco hacía mucho el loco. Poco a poco fué cogiendo práctica y cada vez se le daba mejor. Hasta que un día le propusieron ir a un circuito de "motocros". Al principio no sabía mucho que hacer porqué nunca había ido a un circuito así y sabía que se tenía que saltar, pero se dijo a él mismo: - Venga va, qué puede pasar? Así que esa mañana se levantó como todas, muy temprano para ir a trabajar. El día pasó muy rápido, porqué estaba deseoso de probar el circuito.

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Cuando terminó el trabajo quedó con su compañero y sus dos hijos para ir al recorrido. Se equipó con lo mínimo: sólo se puso el casco porqué en un principio sólo iba a mirar i probarlo así que no se puso ni el protector de espalda, ni las botas ni nada de nada. Fue el primero en llegar a la cita, quizás por los nervios que sentía i la impaciencia por probar esa sensación, nueva en él. En la soledad de la naturaleza se puso a contemplar el circuito: sus curvas, sus saltos, sus escondijos, ... Parecía fácil, el único tramo que le produjo escalofríos fue un salto justo después de una curva, que pensó que tendría que calcular muy bien en la vuelta de reconocimiento para saltarlo sin peligdro. Mientras estaba sumido aún en esos pensamientos, oyó el retumbar de motores y pronto vió aparecer a Jaume, Álvaro i Edmundo, su compañero y sus hijos. Hacía mucho grácia ver a los niños con las "minimotos" y todo el equipo. Por un momento pensó en el día que tubiera hijos y les comprara también el equipo, pero pronto apareció en su mente la imágen de su mujer recordándole lo peligrosas que són esas máquinas. - Venga David, vamos a calentar motores. Estás preparado? - le espetó Jaume. - Creo que sí, però antes daremos una vuelta de reconocimiento no? - Claro, vamos! La vuelta fue tranquil·la, pero cuando llegó al salto vió que tendría que ir con cuidado. Midió la inclinación, el grado de curbación, la largada del salto, ... - Creó que lo tengo controlado, pero de todas formas tendré que ir con cuidado! - pensó David. - Venga vamos, que empiezen los niños! - gritó Jaume. El primero en salir fue Álvaro, el mayor. Acto seguido arrancó Edmundo, el peque. Se les veía tan seguros, que David penso: - Que me puede pasar? Si lo hacen esos pequeñajos? Por eso se decidió y arancó el motor, se abrochó el casco, puso el pié en el acelerador y ... brrrrr, brrrrr, bruuuummmmm! La primera curva, el primer salto, después una recta, otro salto y... La curva, tuvo que aflojar un poco la marcha para coger bien la curva pero para hacer bien el salto tenía que pisar el acelerador y acelerar porqué sinó no tendría suficiente embalación para llegar la final del salto. Primero la curva la pasó bién, aceleró y empezó a saltar. Mientras estaba en el aire lo vió: ese salto no podía terminar bién porqué en el medio del camino estava Edmundo contemplando el salto. Si seguia tal cual le caería encima. En una fracción de segundos tuvo que saltar de la moto inclinandola a un lado, sólo así podría evitar el daño a un crío de sólo 5 años. - Ahhhh! - gritó David. La caído no puedo ser más dolorosa. El niño salió ileso pero a David le cayó toda la moto encima del pie derecho. Quedó estendido en el suelo sin poder moverse. Rapidamente acudieron en su ayuda Jaume y Álvaro. Jaume le apartó la moto del pie de David y lo vio enseguida. Un charco de sangre y el pie en una postura muy mala. - Tenemos que llamar a una ambulancia! - gritó Jaume. David no podía mover ni el pie ni la pierna entera. Sólo se escucaban sus gemidos de un dolor insoportable que nunca antes había sentido. El viaje en ambulancia hasta el hospital fue terrible, el movimiento de las curbas y el vaiven con los baches le producía unos pinchazos muy dolorosos, hasta que se nubló la vista y se desmayó. Prontó llegó al hospital. Empezaron con las pruebas y descubrieron que tenía el tobillo fracturado y una artéria seccionada, por eso perdía tanta sangre hasta el punto de desmayarse. - Preparad el quirófano! Es urgente! - gritó el médico.

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La operación fue complicada. Para reconstruirle el tobillo tenían que unirle la arteria, ponerle clavos y immobilizarle el pie. Después de seis horas de operación el cirujano salió de quirófano ya habló con la mujer de David, su madre y Jaume. - Todo ha ido bien! En un principio peligraba el pie por la sección de la artéria y porqué había perdido mucha sangre, pero llegó a tiempo. Podéis estar tranquilos. - explicó. - Oh, menos mal, qué alivio! - suspiró su mujer enmedio de sollozos y llantos. - Dentro de un par de horas despertará de la anestésia y podréis entrar a verle. - les explicó finalmente. La primera en entrar fue su mujer, que se le tiró a los brazos y le espetó un enorme beso. - Lo ves, lo ves! Las motos son peligrosas! Te has estado a punto de jugar el pie y todo por esas máquinas! - le regañó su mujer! - Lo se cariño, pero no hubiera pasado nada si me hubiera protegido como es debido, con las botas y los protectores de espalda! Fue un accidente! - explicó David. - Pues espero que hayas aprendido la lección! A partir de ese momento y cuando David se recuperó, siempre se equipaba con todas las protecciones cuando salía en moto y aprendió que no solo es importante el casco.

David Moya Barril (LC)

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Poesía y emociones

Estalactitas buscan el agua fria para seguirla. La margarita le sacia el hambre a los insectos. Ese rojizo color de amapola al chocar el sol.

Francisco Ramón Padilla Robles (EV) Búho en la rama Contemplado tranquilo La noche espía Hilos de cristal Parece tu figura Rozando el agua Que preciosa eres margarita soleada blanca entre verdes

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Chorro de agua Corre para que seas Chorro de vida Alta amapola Naces cada día, color Así bermellón

Asunción Martínez Maqueda (BA) Agua helada roza el agua clara para juntarla. Flor de petalos baila con el viento margarita es. Hilo de vida Calmas la sed de todos donde fuiste. Luz colorida rojiza entre todas campos de trigo.

Pilar Martín Pérez (IG)

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Agua helada, detenido el tiempo ¿llegará al mar? Sobre las hojas de una margarita , posa la vida Agua que fluye llegando al remanso donde descansa Verano azul terciopelo carmesí amapola es

Ana María Orellana Cuberos Dos estados agua y hielo un solo cuerpo. En el estanque una fuente vierte fluye la vida. Frente al cielo la fuerza roja de la amapola.

Ferran Batlle Llado (BCN)

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EPÍLOGO, por Isabel Cruz Ortega (IOC)

Creo que la mejor forma de explicar los resultados de este modulo es esta: Isabel era una mujer que ya desde la infancia contaba cuentos a sus hermanos, historias interminables que las iba explicando por capítulos. Más tarde, de jovencita, le gustaba escribir poesía a su amado. Pero con el tiempo, los duros golpes que le había dado la vida, consiguió que perdiese toda ilusión por escribir y dibujar. – sus hobbys favoritos - Trabajaba, estudiaba, todo lo que tenía en la cabeza eran, preocupaciones por sus hijos y su marido enfermo, no podía pensar en nada más. Pero un día se le cruzo por el camino de la vida, un bello ángel de alma pura y arrancándose una pluma de sus alas se la entrego a Isabel y le dijo: - ¡Escribe! - ¿cómo? – preguntó Isabel. - Con el corazón. - contesto el bello ángel - - ¿Y si no sé? - Sabrás, siempre has sabido. Así que cogiendo el regalo de aquel ángel se puso a escribir. La pluma parecía mágica, escribía historias fantásticas, algunas de las cuales la estremecían y le hacía llorar, pero aquella pluma seguía escribiendo. Un día el ángel se le volvió a aparecer y le dijo: - Hazlo más personal, hazlo tuyo, cuenta un trocito de tu vida. - Pero tengo miedo, - contestó ella – miedo a expresar mis sentimientos, a contar mi pasado. - El pasado se vive y de él se aprende, Isabel, ¡escribe! - volvió a decir el ángel - Después de meditar aquellas palabras, cogió la pluma y escribió, su historia, su vida y se sintió satisfecha, escribir de su pasado la hizo reflexionar y prender de él. El ángel le enseño los secretos Haikus, al principio le sonaban a chino, - nunca mejor dicho – pero se dio cuenta de los maravillosos que eran, le enseñaban a disfrutar del momento, a poder ver como una simple caricia del viento, podía contener un millón de sentimientos guardados en su interior. El ángel le dijo: - Muy bien ahora crea poesía. ¡escribe! Escribió un sinfín de sentimientos. ¡Escribir!, ¡escribir!, ya no podía parar, su desahogo era aquella mágica pluma, aquel regalo tan maravilloso. Cuando el ángel vio que Isabel ya estaba preparada para seguir un buen rumbo en su vida le dijo: - Ya es hora de decirnos adiós, pero antes de mi partida, por favor dime que provecho te ha dado la pluma que te regalé. Aquella suave pluma había hecho mucho por ella, no podía conformarse con decir: me ha ido bien o he aprendido que un Haiku es una magnifica poesía china. Quiso

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responderle al ángel con un regalo, con un recuerdo que fuese difícil de olvidar por haberle concedido el don de poder expresarse, de dibujar con letras historias y con palabras sentimientos. Volvió a abrir su corazón, recordó las palabras del ángel: ¡escribe!, ¡escribe! Mientras las lagrimas se deslizaban suavemente por su rostro, plasmó en un cuento, todo lo que el ángel le había enseñado. Le enseñó a renacer de sus propias cenizas, a lucha contra las mareas de la vida, siempre con una sonrisa, a poder sentir en un rinconcito de su corazón, una gran felicidad en tiempos difíciles. Así que se prometió a sí misma, llevar siempre consigo, en el bolsillito de su corazón, la mágica pluma que aquel bondadoso ángel de alma pura le había concedido.

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Profesora del Módulo: Bea Marín Peralta

Institut Obert de Catalunya Àmbit de la Comunicació

Muchas gracias