fernandez retamar - cicatrices en la memoria

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    Editor asesor: Eduardo Heras Len / Edicin: Asuncin Rodda Romero / Diseointerior y de cubierta: Rafael Morante Boyerizo / Realizacin: Viviana FernndezRubinos y Julio A. Cubra Vichot / Fotografa: Roberto Chvez Miranda

    Todos los derechos reservados Sobre la presente edicin:

    Editorial Capitn San Luis, 2003

    ISBN: 959-211-249-5

    Editorial Capitn San Luis, Ave. 25 no. 3406, entre 34 y 36, Playa,La Habana, Cuba

    Sin la autorizacin previa de esta editorial, queda terminantemente prohibida la re-produccin parcial o total de esta obra, incluido el diseo de cubierta, o su trasmisinde cualquier forma o por cualquier medio.

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    Los monstruosos atentados que el 11 de

    septiembre de 2001 abatieron las torres

    del World Trade Center en Nueva York ydestruyeron un ala del Pentgono en Washington, provocaron en el

    mundo un enorme y justificado rechazo ante los horribles actos de

    terrorismo. Cuba fue uno de los primeros pases en condenarlos, y en

    ofrecer ayuda al agredido pueblo estadounidense, al que, al margen de

    conocidas diferencias polticas, tanto nos une. Adems de ello, Cuba

    sabe de qu se est hablando, pues ha sufrido en carne propia, desde

    1959, cuantiosos actos terroristas, por lo general alentados, con raras

    excepciones como las del gobierno de Carter, por sucesivas adminis-

    traciones de los Estados Unidos.

    No hay terrorismo bueno ni terrorismo malo: todo terrorismo es

    condenable; ni son slo los poderosos los que padecen cuando el

    terrorismo se vuelve contra ellos. Pero los medios de informacin (a

    menudo, de desinformacin) en manos de los ltimos, llevan a las cuatro

    esquinas del planeta ecos de sus dolores, y acallan o minimizan los de

    la humanidad pobre. Este libro se propone mostrar cmo escritoresradicados en Cuba han recreado algunas de las mltiples agre-

    siones sufridas por el pas a lo largo de ms de cuarenta aos.

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    1961 fue desbaratada en sesenta y seis horas. Como consecuencia de

    esa derrota, las mximas autoridades norteamericanas organizaron

    el tenebroso Plan Mangosta, que implic muchsimas agresiones a

    Cuba y hubiera podido conducir a una agresin directa de tropas delos Estados Unidos a la Isla en 1962 (ver de Jacinto Valds-Dapena

    su libro Operacin Mangosta: Preludio de la invasin directa a Cuba,La Habana, Editorial Capitn San Luis, 2002). Para disuadir a los

    gobernantes de ese pas, no para atacarlo, y sobre todo por razones

    de solidaridad con el que era el campo socialista, Cuba accedi a la

    sugerencia sovitica de emplazar cohetes atmicos en su territorio, lo

    que condujo a la Crisis de Octubre de 1962, el momento ms lgido

    de la Guerra Fra, que puso a la humanidad al borde de la extincin.En los momentos en que se escriben estas lneas, tiene lugar en Cuba

    la Conferencia Internacional La Crisis de Octubre, una visin pol-tica 40 aos despus, con la participacin de varios protagonistas

    sobrevivientes del estremecedor acontecimiento: una Conferencia,

    se ha dicho, signada por el rigor y el respeto. As ocurrir, tarde o

    temprano, cuando en el futuro se aborden otros de los hechos aludidos

    en este libro. Tales hechos han ocasionado a Cuba 3 478 muertos y 2099 lisiados (vase Demanda del pueblo de Cuba al gobierno de losEstados Unidos por daos humanos[presentada al Tribunal Provincial

    Popular en La Habana el 31 de mayo de 1999], La Habana, Oficina

    de Publicaciones del Consejo de Estado, 1999).

    Los textos que se renen en este volumen son ejemplos de lo que

    Mario Benedetti llam, en un libro de utilidad, Letras de emergencia(Buenos Aires, Editorial Alfa Argentina, 1973). Varios de tales textos,

    por su calidad intrnseca, sobrevivirn a las coyunturas que los han he-

    cho nacer. Pero sin duda el nfasis ha sido puesto en esas coyunturas. Y

    su propsito comn no es slo mostrarlas, sino llamar la atencin sobre

    cmo Cuba est obligada a defenderse del terrorismo que ha padecido

    no en un solitario y amargusimo da de septiembre, sino durante ms

    de cuarenta aos. Un ejemplo seero de esa defensa lo ofrecieron los

    cinco patriotas cubanos que en estos instantes estn encarcelados en

    prisiones de los Estados Unidos, sometidos a condenas alucinantes,por el presunto delito de haberse infiltrado en grupsculos ra-

    dicados en la Florida, sobre todo en Miami, desde donde dichos

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    grupsculos han estado planeando acciones terroristas contra Cuba

    a ciencia y paciencia de autoridades de aquella nacin. No es delito,

    sino timbre de gloria, defender a su pas contra el terrorismo. Si de

    modo similar hubieran sido infiltradas las bandas de agresores del 11de septiembre de 2001, que sorprendentemente se entrenaron en los

    Estados Unidos, stos no hubieran tenido que lamentar los horrores

    de ese da. Sabe Dios cuntos males evitaron, no slo a Cuba, estos

    compaeros encarcelados, a los cuales se les ha concedido en su pa-

    tria el altsimo honor de ser llamados Hroes. En el eplogo de este

    libro, Ricardo Alarcn, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder

    Popular, explica los avatares del caso.

    Llegar a la inteligencia y al corazn de los dems pueblos, en parti-cular el de los Estados Unidos, es aspiracin de estas pginas. Cuando

    el secuestro de Elin, el ochenta por ciento de la opinin pblica de

    ese pas apoy el regreso del nio al seno de su verdadera familia y de

    su tierra verdadera. No hay que confundir las trapaceras de gober-

    nantes inescrupulosos con los nobles sentimientos de un pueblo que

    en el siglo XVIIIinici la revolucin independentista en Amrica, en el

    XIXlogr hacer extinguir la esclavitud y en el XXcombati contra elnazifascismo fuera y el macartismo dentro de sus fronteras. Confia-

    mos en lo mejor de ese pueblo, la patria de Lincoln. Estas pginas se

    escribieron, en gran parte, pensando en l. Estamos seguros de que

    no habr sido en vano.

    La Habana, 13 de octubre de 2002

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    medio de aquella resaca de ruidos, polvo y calor.Entonces lo vi.Estaba de espaldas, el casco del fundidor en una mano, mirando abs-

    trado el horno. Era un negro alto, muy delgado, y su silueta, recortadaen la claridad de la puerta trasera del taller, me pareci conocida. Algodentro de m ech a andar y comenz a moverse hacia atrs. Pero l nodio tiempo. De repente se volvi y qued mirndome fijamente, primeromuy serio, el rostro contrado; despus, sus facciones se fueron aflojandoy una amplia sonrisa lo convirti en el rostro de un nio inconfundibleque empez a atravesar los pliegues de mi memoria:

    Yo te conozco dijo. De dnde...? De dnde? De... De...A ver... de...

    Yo tambin a ti... De las fuerzas armadas...? Artillera...?No... no, de ms atrs. Y cerr los ojos.Universidad...?No... no, ms atrs, ms...De la escuela...? S, de la escuela... dije ahora ms seguro.114! dijimos ambos a la vez. Del Palacio de los Gritos!

    agregu rindome. T eres... t eres... Faustino! Tino!Y t... Raulito, el Jabao! Se acerc, y me toc el pelo rebelde

    como lo haca antes. Y nos abrazamos como los nios del recuerdo.Faustino, car! Te das cuenta? Hace como veinte aos de eso,

    compadre. Veinte aos, y mranos!Dnde nos vinimos a encontrar!l se coloc el casco y le ech una ojeada al horno. Levant la puerta

    y mir unos segundos el movimiento acompasado de los electrodosen el centro de la recmara. Movi afirmativamente la cabeza y luegocerr la puerta con brusquedad.

    Oye, Tino, t eres el fundidor del turno?Aj... Hace unos meses que estoy ac.Pero qu extrao, compadre, yo no te haba visto...Es que he faltado bastante. He estado enfermo, todava lo estoy...

    los nervios.Se sent lentamente en el banquito del fundidor y sac nos de dnde una banquetica que coloc a su lado.

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    Ven, Jabao, vamos a conversar un ratico. Coo, pero qu alegrame da verte!

    Se quit el casco y con un pauelo muy sucio se sec el sudor de la

    cara y el cuello. Se haba hecho un extrao silencio en todo el taller defundicin, como si estuviera durmiendo una siesta.As que fundidor, car! le dije. Eso fue lo que estudiaste?

    Eres tcnico medio?No, soy ingeniero metalrgico.Cmo ingeniero metalrgico? T ingeniero? No te creo, negro,

    si t eras ciego a las matemticas...Ah, ya ves, ah tengo mi ttulo y todo. Del Instituto Superior

    Metalrgico de Kiev...En la Unin Sovitica? T...? No, qu va... Bueno, me tienes

    que contar le dije, y lo mir con curiosidad.No, mi socio, es demasiado largo, y adems...No, no, pero esprate, esprate. Si t eres ingeniero, qu haces

    aqu de fundidor? T tendras que estar en... Oye, pero t eres inge-niero de verdad?

    Claro que s.Seguro...?Yo me haba levantado y lo miraba con toda la incredulidad del

    mundo. Todava lo recordaba en los das de la Primaria: un negrito altoy delgado como una varilla, enredado a puetazos constantemente y queun da, cuando el abusador del aula quiso pegarme, sin yo pedrselo, seconvirti de repente en mi defensor, y ya lo fue despus para siempre.Mi gran amigo de la niez, siempre dispuesto a la pelea, el ms torpe de

    todos en los estudios.Coo, t me conoces como mentiroso?!No, claro que no, perdname. Pero es que...Quedamos callados unos minutos. Los ruidos del taller regresaban

    tmidamente, y el horno era una mancha rojiza en una densa nube devapor. l se dirigi al horno y otra vez abri la puertecita. Mir absortounos segundos. Antes de cerrarla, ech unos pedacitos de metal y unasllamitas azules brillaron all adentro. De pronto record:

    Faustino, y Lucio?l no respondi. Volvi a secarse el sudor, esta vez con un poco

    de estopa, y se dej caer en el banquito. Me pareci que miraba

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    hacia un punto perdido ms all del taller, de la fbrica. Cmo no mehaba acordado antes de Lucio? Faustino y Lucio, los hermanos inse-

    parables: Lucio, el mayor, siempre cuidndolo; vigilando sus pasos.

    Y Lucio?Lucio muri, Jabao dijo casi en un susurro.Cmo que muri? Pero, cundo?Muri enLa Coubre, compadre. El 4 de marzo de 1960.Trabajaba en los muelles?Trabajbamos los dos...Pero t...Yo me escap de milagro.

    Cmo fue eso? Cuntame.Iba a volver a negarse. Se lo not en el gesto de impaciencia que

    hizo, en la mano que levant bruscamente. Pero algo en mis ojos loapacigu.

    Es que ese da era mi brigada la que estaba descargando el barco.A Lucio le tocaba descanso. Pero yo tena turno de mdico y l me sus-tituy. Fue una idea suya. Cuando sala para el trabajo, le dije que no

    haca falta, que yo poda correr el turno. Pero se ech a rer. Me dio ungolpecito en el pecho como siempre haca y me dijo: Usted, al mdico;yo a la pincha. T lo conociste, Jabao: cuando l deca esto, era eso, nims ni menos. Y t sabes que yo no discuta con l. Entre nosotros, su

    palabra era siempre la ltima. As que me fui a lo mo. Termin cerca delas tres de la tarde y luego volv al muelle. Pensaba que todava podaincorporarme a mi brigada que descargaba aquel barco. Yo saba queeran armas. Incluso agarr un taxi, que me dej enseguida all. Cuando

    pagu, le pregunt al chofer la hora. Tres y doce, me dijo con extraaprecisin. Tres minutos despus, el barco explot.

    Coo, Tino! Y t estabas all. Y luego...?Yo sent como una oleada de calor que me golpe la cara y me tir

    al suelo. Levant la cabeza y vi como un hongo de humo saliendo delbarco, como si fuera una explosin atmica, y me aterr. Algo estabaresbalando por mi cara y pens que era sudor. Me limpi con una manga

    de la camisa y vi que era sangre. Estaba aturdido y en ese momento nime pregunt dnde estaba mi herida. Intent levantarme, perotuve como un mareo y todo empez a dar vueltas. Algo as como

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    una sirena empez a sonar mientras la gente corra en todas direcciones.Mir hacia mi derecha, y vi una pierna tirada en el suelo, manchas desangre, escombros. Otra vez me levant. Y quise correr hacia el barco.

    Pero el mareo regres y volv a caer. No s qu tiempo pas. Abr losojos, y de pronto, lo vi todo con una claridad sorprendente. Me levanty ech a correr. Lucio! Mi hermano estaba en el barco. Lucio! Peroalgo me detuvo. Alguien agarraba mi camisa y gritaba: Ests heridoen la cabeza! Regresa! Va a explotar otra vez! Va a explotar! Atrs!Quise seguir, pero aquel hombre me dio un empujn y ca nuevamente.Despus me agarr por los hombros, me levant a la fuerza y corrimos

    juntos, alejndonos.

    Y hubo la segunda explosin, no?S, peor que la primera. Adems, hizo ms dao que la otra. Mucha

    gente se haba acercado al barco, y la explosin los destroz. En mediode aquella confusin regres a hacer algo, a ayudar en lo que fuera. Asestuve un largo rato, aturdido, sintiendo aquel olor penetrante a plvora,a azufre, a carne quemada. Pero un mareo mucho ms intenso me dejcasi sin sentido. Alguien me vend la cabeza. Y Lucio? Qu sera

    de l? Yo saba que estaba dentro del barco, pero tena la esperanzade que escapara de aquel infierno. No era la primera vez. Lucio habasobrevivido accidentes, la lucha clandestina cuando Batista, la prisin.

    No, l saldra tambin de sta. Claro que s...Pero no sali, verdad?No, Jabao, no sali. Ni siquiera aparecieron sus restos. Slo re-

    cuper un jacket que llevaba puesto aquel da.No pudieron velarlo?

    A qu cuerpo bamos a velar?Y despus...?Despus nada. Despus los aos pasando, y uno que no puede ol-

    vidar, porque Lucio para m era todo, mi padre, mi hermano, mi amigo.Y yo no quera, ni quiero verlo como un mrtir, porque l no tena nimadera ni vocacin de mrtir. Era un hombre como t y como yo, quequera vivir, y que siempre me deca: Disfruta la vida, Tino, que todava

    hay muchas mujeres para acostarse, muchos rones que tomarse y muchosaos para vivir. Aprndete eso y aprende tambin que hay una solacosa sagrada: el trabajo.

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    Un da vinieron a casa y me dijeron que estaba propuesto para ira la Unin Sovitica a estudiar. Yo apenas haba terminado el Pre, con

    psimas notas, pero era el hermano de Lucio, un mrtir de la Revolucin.

    Qu iba a decir? Tena que hacerlo por l, te das cuenta?, aunqueni la ingeniera ni la Unin Sovitica me importaran un carajo. Allintent estudiar. Hice lo que pude, pero pude bien poco. Y pens queme devolveran pronto a Cuba. Pero otra vez Lucio hizo el milagro:

    jams me suspendieron. Respondiera lo que respondiera, nunca mesuspendieron un examen. Ellos eran as.

    Casi te regalaron el ttulo, no?Casi? No me hagas rer. El ttulo no me lo estaban dando a m,

    sino a Lucio: l era el ingeniero, no yo.Y aqu en Cuba, qu pas?Lo que tena que pasar. Me situaron aqu, en la fbrica, como in-

    geniero en el Departamento de Produccin. A los cuatro meses, despusde meter la pata hasta el infinito, de calcular mal unas aleaciones, dedescojonar varias coladas, me dieron a escoger: o me bajaban a fundi-dor, o me iba de la fbrica.

    Y te quedaste.Me qued, Jabao, me qued. Es lo menos que poda hacer porLucio. Desde nio me haba protegido, me haba salvado la vida el dade la explosin, me haba hecho ingeniero, a pesar mo. Y algo tenaque hacer yo, no? Pero ahora lo hara yo solo. Ya no estaba a mi lado,ya no poda preguntarle ni pedirle consejo. Y por primera vez en mivida tom una decisin sin l. En algn momento tena que hacerlo.Y aqu estoy.

    Y aqu ests. De fundidor. Qu bien, compadre le dije irni-co.As mismo.Y vas a seguir de fundidor, eh?Voy a seguir.Quemndote la vida, pudrindote aqu.Aj. Como debe ser.Pues yo creo que como no debe ser, mi socio.

    Por qu no? Est bien que me joda un poco. Eso no hace dao.Cmo que no hace dao? Hasta cundo? Te vas a meter

    aqu toda la vida?

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    L

    ...ella tiene que saberlo porque si no,

    no me hubiera mirado con esos ojosque parece que me estaban leyendo

    por dentro. Se toc involuntariamente la falsa cajetilla de cigarrossobre el pecho, los ojos de la mujer siguieron sus manos un instante, ol pens que haba hecho ese gesto, y sinti como si la petaca se infla-mara y la piel empez a arderle y le falt el aire. Cambi el rumbo delas manos y busc en el estante de los discos sin dejar de mirarla peroella se alejaba dndole la espalda. Si no quera el disco para qu me lo

    pidi, tengo que serenarme, ni ELLA ni nadie puede saber nada. In-tent concentrarse en lo que estaba haciendo una nueva clienta, seacerc, se pareca a Rosita Forns, todas las mujeres rubias se le pare-can a Rosita. La rubia pidi ver un disco de Lucho Gatica, siemprequieren un disco de Lucho Gatica aunque no tengan los ojos negros,

    es como una fiebre. La muchachapasaba los dedos sobre la fotografahaciendo ms lento el movimiento cuando recorran la boca del can-

    tante. Si no fuera tan flaca se confundira con Rosita, y pensar que nopodr ver el estreno de La viuda alegre, donde seguro va a estaresplndida, como dijo el peridico, o fue soberbia?, no, espln-

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    dida, lo dijo Pinelli en la televisin, Rosita estuvo varias veces en la

    Tienda pero slo una vez vino hasta aqu, no me acuerdo qu disco

    quera, la tuve cerca, pude ver sus labios mientras me hablaba, su pelo,

    que despeda el calor que siempre haba imaginado, el calor y elperfume, un olor que no vena de ninguna de las fragancias que co-

    nozco, un aroma entre salvaje y tierno, por lo menos eso se me ocurri

    pensar.No recuerda ahora el tono de su voz, pero sabe que no se pa-reca al de la Rosita que l oa por la televisin o por la radio. Cerrlos ojos para recuperar la voz de siempre, la de verdad. Cuando losabri, Rosita segua frente a l y se ri en su cara; se sinti ridculo yfingi ordenar algunos discos. Siempre haba deseado tenerla cerca y

    ahora quera que se fuera.Mi problema son las rubias, cuando era niosoaba con Marilyn Monroe todas las noches, siempre era el mismo

    sueo, yo llegaba volando a una ciudad y la descubra mirando por

    los cristales de un edificio alto, Marilyn iba desnuda para el bao,

    envuelta en una toalla que, a veces, era como un abrigo de plumas y

    otras, una bata de dormir que us mi madre y que an est en la casa

    y que, cuando la veo y la rozo, me parece que estoy tocando su piel,

    en el sueo, Marilyn siempre tena los labios pintados y zapatos detacones altos, rojos, dicen que los hombres no suean en colores pero

    yo vea aquellos zapatos y eran rojos, muy rojos, lo dems era blanco

    y negro, o gris, pero la boca y los zapatos eran rojsimos. Cuando sevolva hacia la ventana y lo miraba, l caa al suelo, siempre de espal-das. Era una cada larga, como si se deslizara por un embudo pegajo-so y transparente, sin fin. Mientras iba cayendo ya no vea la ciudadsino un lugar cerca del mar lleno de matas de cocos; unas matas se

    movan mucho por el viento, como locas, otras no. Al despertar, siem-pre era el amanecer y durante mucho rato le quedaba un susto en elpecho y un desconsuelo en el estmago que no lo dejaba levantarse dela cama.El mismo vaco que siento ahora, pero falta poco, a las seis

    sonar el timbre como todos los das y la gente empezar a salir de la

    Tienda.l sabe que ELLA sera una de las ltimas, como siempre. Sise queda, se es su problema...Rechaz la idea. Desde el primer mo-

    mento que Mario Pombo le plante la misin, exigi dos cosas:primero, que pondra la bomba al salir para que explotara denoche, con la Tienda cerrada, y segundo, que la coordinacin de

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    todo estuviera a cargo de los americanos o de gente suya vinculadadirectamente con ellos. La bomba le respondi Mario me ladieron ellos y tiene el poder de cien cocteles Molotov, lo tuyo es po-

    nerla, no tienes que preocuparte de lo dems. l haba perdido laconfianza en los de aqu, eso no se lo dijo a Pombo, pero eran dema-siados fracasos. El cerco se iba cerrando, lo senta, ya no poda caminar

    por la calle sin pensar que todos los ojos estaban sobre l. Ayer mismoagredi de palabras a un anciano que lo estaba mirando y despussinti una vergenza enorme porque el viejo, casi con lgrimas en losojos, le dijo que se pareca a un hijo que haba perdido haca muchosaos, que caminaba igual, que tena su pelo y hasta el mismo genio que

    aquel Carlos suyo que segua buscando aunque supiera que era intilporque l mismo tuvo que enterrarlo.Ese viejo me ech a perder elda, y tambin la noche porque no dorm nada, qu cabrona casualidad

    que el hijoeputa se llamara Carlos, no s si se me nota la falta de

    sueo, me he lavado la cara tres veces ya, y el cabrn reloj que no

    acaba de dar las seis para que toda esta gente se vaya, coo!, todo el

    mundo decidi venir hoy al Encanto; tranquilo, compadre, deja los

    pueteros discos, la gente se va a dar cuenta, maana slo encontrarncenizas y t estars lejos; eso no puede fallar, la condicin fue sa, que

    me sacaran el mismo da, ellos saben, Pombo sabe que yo no me que-

    do aqu, a m no me va a pasar como a Eduardo y Dalmacio, que los

    fusilaron por comemierdas; por comemierdas no, es que esto es al duro

    y al que cogen le dan palito; es muy fcil desde afuera o protegido por

    las embajadas, pero aqu hay que jugrsela, coo, y jugrsela de a

    verdad verdad, yo estoy convencido de que ELLA no se trag que era

    una cajetilla de Edn, fui un imbcil en sacarla, se parece pero a la

    legua se ve que esto es una petaca llena de explosivos, cojones con el

    puetero reloj que no camina!, y sa quin es, no creo que a Rosita se

    le ocurra venir a esta hora, por qu carajo dejaron entrar a esa mu-

    jer?, si Rosita est aqu yo no puedo meterle candela a la Tienda; si

    algo falla, maana ests preso, hgalo o no lo hagas, se lo viste en los

    ojos, ELLA todava no lo ha procesado pero la idea le va a llegar,

    tiene toda la noche para pensarlo, total, el marido anda comiendomierda y rompiendo zapatos y el otro hijito est con los rusos;

    esto es comunismo, a m no hay quien me joda, por eso quemo

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    la Tienda y me voy, coo, no es Rosita!, esta rubia tiene la nariz muy

    grande, all ELLA si se queda, cuando llegue el momento yo hago lo

    que tengo que hacer, si no hubieran puesto la bombita de mierda ah

    afuera, hace unos das, todo sera mejor, el petardito ese lo nico quelogr fue romper unos cristales ah, en Galiano, y llamar la atencin

    y hacerme ms difcil el trabajo a m; pero no importa, dale, t puedes,

    el carro est afuera esperndote, ellos piensan que ese petardito, como

    t dices, fue El Atentado y que nadie se atrever de nuevo, pero t

    ests aqu ahora, con la petaca en el bolsillo, no te la vuelvas a tocar,

    coo!, o quieres que, al final, se den cuenta?; empieza a cerrar que

    ya el timbre son, ni cuenta te has dado que la gente est saliendo,

    tranquilzate, no saques ms el pauelo que no ests sudando nada,es sensacin lo que tienes, vamos, preprate, ya sabes dnde tienes

    que ponerla, recuerda, en medio de la ropa, ya no hay casi nadie, no

    te apures, cojones!, ponla con cuidado, eso es, ah, nadie te est mi-

    rando, cuando reviente, esto se va a volver una locura pero ya t es-

    tars lejos, no mires ms para los lados, pareces un puetero semfo-

    ro dando seales, vuelve a tu departamento; yo no tengo nada que

    hacer all; hazme caso, eso no va a explotar tan rpido, camina suave,como si fueras por el parque; quiero salir ya; espera, tienes tiempo,

    ahora dale, con calma, saldalos, diles hasta maana aunque maana

    esto va a ser un infierno y te van a estar buscando hasta debajo de la

    tierra; ese miliciano me mir, me est siguiendo; nadie te est siguien-

    do; yo creo que el viejo de mierda lo que hizo fue un teatro, est detrs

    de m; detrs de ti no hay ningn viejo, es una vieja, y negra, se es el

    carro, dale, mntate, no corras, coo!, y no le hables al chofer, l sabe

    para dnde te tiene que llevar; ya lo hice, ya est puesta, ahorita est

    ardiendo, esta vez s no hay quien lo pare, y ELLA est all arriba, yo

    s que est all arriba, si no baja se jode, se es su problema; se es

    su problema no, t tambin te jodes si ELLA se achicharra porque si

    te cogen, te fusilan; a m no me van a coger, yo dej muy claro que esta

    misma noche me largaba, maana me entero por las noticias, que vean

    que yo, Carlos Gonzlez Vidal, s s hacer las cosas, no como esos

    comemierdas que se dejaron quitar las armas y despus hablaron comocotorras; t te quieres ir porque sabes que si te cogen no tienen

    que darte ni una galleta para que desembuches todo; yo no soy

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    pendejo, anda, psate un da entero con una bomba incendiaria en el

    pecho, que todo el mundo te est mirando, que te pidan un cigarro y

    que t digas que no tienes y, entonces, te miren al bolsillo de la cami-

    sa donde se marca la petaca y tienes que volverte un actor y ponercara de disgusto, de tipo que le jode que le piquen un cigarro, cara

    de que no te lo doy porque no me da la gana, y despus pasarte las

    horas pensando si ese tipo lo comenta y empiezan a sospechar que

    aquello no es una cajetilla de Edn y vienen y te registran; eso hubie-

    ra sido mejor; qu coo mejor!, qu carajo estoy pensando, yo hice

    lo que tena que hacer y si ELLA no sale fue el destino, o lo que sea,

    este carro no corre, por qu coo est dando vueltas por La Habana;

    tranquilo, ya lo hiciste, el chofer cumple rdenes, no lo mires, no lehables, l no puede saber quin t eres porque se queda aqu, en la

    candela, l no se va; que se joda, yo s me voy, se fue el acuerdo y a

    m tienen que cumplirme; tranquilo, compadre, te estn cumpliendo,

    la mquina estuvo a la hora y en el lugar que Mario te dijo, aqu tienes

    la linterna, acurdate de las seales; s, ya s, uno largo, tres cortos y

    dos largos, lo he estado repitiendo desde que me lo dijeron, pero yo

    quisiera llegar antes que la luz esa, tengo que revisar las pilas y elbombillo; no te pongas a hacer seales dentro de la mquina, no seas

    imbcil;por dnde se meti este tipo ahora, por qu carajo no vamos

    directo a Baracoa?, la Tienda debe estar hecha un infierno, ELLA

    tiene que haber salido, seguro sali.

    ELLA

    ...que no me llamen ms, que salgan de la tienda antes de que sea

    demasiado tarde, yo estoy atrapada, tal vez diez minutos antes hubierapodido forzar la puerta de la escalera pero ya es imposible, quinpudo haber hecho esto?...Por ms que ELLA piense no va a saber quefui yo y, si al final lo descubre, ya estar lejos, sentado en algn bar

    tomndome una cerveza, admirado por todos...tiene que ser alguiende aqu, algn empleado, pero quin? Martnez? no, es demasiadopusilnime para hacer esto, lo de l es hablar mierda y tirar pullitas,

    de ah no pasa. Intenta alejar los cochecitos que empiezan a deformarsepor el fuego que sube cada vez ms, quiere empujar un estantepero se da cuenta de que est muy caliente, las paredes se hinchan

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    y parecen que estallarn de un momento a otro.ELLA sali; procura que as sea porque si no, ya t sabes lo que

    te espera; seguro sali, me parece estarla viendo ahora dando r-

    denes.Tal vez fue uno de los ltimos compradores, hoy la Tiendatuvo mucho movimiento, ni que fuera Navidad, alguna pelotica deping-pong, como las que dejaron en las otras tiendas, el incendioviene de abajo, de eso no hay duda, pero qu importancia tiene esoahora, el caso es que han quemado la Tienda y yo no tengo salida...

    El edificio es una trampa, ELLA sabe que es una trampa, no va a ser

    tan boba de quedarse arriba...debimos ser ms cuidadosos, el petar-do fue un aviso de que algo grande preparaban, pero quin pudo

    ser capaz?, esto se est convirtiendo en un horno, estoy empapadaen sudor, el uniforme se me pega, no puedo respirar; tranquilzate,Lula, tranquilzate, si te desesperas es peor; L?, sera L?, hoyestaba tan raro, pareca un autmata y sudaba mucho, como si nohubiera aire acondicionado...Debe estar ardiendo; qu te pasa?,

    ya nopuedesarrepentirte, lo hiciste, no?, aguntate ahora, este

    carro no tiene marcha atrs;siempre me pasa igual, hago las cosas

    ydespusquisiera no haberlas hecho; como cuando te masturbas enlos baos pblicos porque el olor a orine, mezclado con la humedad,

    te excita; eso es distinto, yo no puedo evitarlo; claro que no puedes

    evitarlo, si las ltimas veces slo se te par bien cuando pensaste en

    ese olor, y despus queras matar a la muchacha, como si ella fuera la

    culpable; s, pero es distinto, yo hice lo que tena que hacer, yo s no

    estoy ciego, yo s a donde va esto...cada vez hay ms calor, dentrode poco esto ser un infierno, los ojos me lagrimean cada vez ms,

    si pudiera volver al quinto piso, a lo mejor all todava no hay tantohumo, pero por dnde, si la escalera est bloqueada; sernate, Lula,sernate, a lo mejor los bomberos estn por all abajo, Ada seguroya sabe que El Encanto est ardiendo, qu hora ser, quedamos envernos a las once, menos mal que Luisa se llev la ropa de los cr-culos, sa, por lo menos, los cabrones no la pudieron quemar, tieneque ser L, se vea como si no hubiera dormido, la frente le brillaba

    de sudor como si estuviera enfermo y estaba tan plido, Isora y Luisaseguro pudieron salir, se habrn dado cuenta de que yo sigoaqu?, el piso est ardiendo, lo siento a travs de las botas que

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    me estn quemando los pies, falta el oxgeno, dicen que cuando elcalor es mucho se quema el oxgeno y hasta el aire se incendia. Questar pasando all afuera?, Ada debe estar ah, y Ravelo y Robin, yo

    que le dije a Ada que cuando revisara el quinto piso bajara a comeralgo, Ravelo estar reventado despus de los sesenta y dos kilmetros,el fuego est llegando a los estantes, no hay nada que hacer, apenaspuedo respirar, yo no s cmo hay personas que pueden darse can-dela... Qu hora ser?, los ojos me arden mucho, cuando le ped eldisco de Los Cinco Latinospor poco se le cae de las manos, Ada sehar cargo de Robin y de mam, cuando los estantes se prendan serel fin. Claro!, tiene que ser L, si cuando Pepe le pidi un cigarro

    le dijo que no tena y se puso blanco como el papel, tiene que habersido L, qu hora ser?, ya el humo no me deja ver su reloj, nuncale pregunt a Elena por qu, en el momento de la foto, agarr aquelreloj de pared, qu ocurrencia, por eso sal muerta de risa, L nohaca otra cosa que mirar la hora, toda la tarde estuvo pendiente dela hora; cmo no te diste cuenta, Lula?, esper la hora del cierrepara poner el explosivo, qu sed, Dios mo, qu sed, tengo la garganta

    seca y esta sed es desesperante, ahora quisiera ver el mar, sentarmeen el Malecn y dejar que las olas me empapen, cuando los nioseran chiquitos bamos mucho al Malecn, cmo se divertan detrs delos cangrejitos que corran por el muro, dnde estar aquella foto?,la noticia de mi muerte le llegar a Erik primero que la carta que lemand hace unos das, es curioso, todo lo que le digo ser pasadocuando l la lea, hasta yo tambin ser pasado, pero tiene que haberuna salida; clmate, Lula, t sabes que no; L tambin saba que no

    haba salida y estar ah entre la gente, mirando cmo la Tienda sedestruye, sabiendo que yo estoy aqu, quemndome, a lo mejor andahuyendo, pero lo van a descubrir, coo, lo tienen que encontrar...

    Ahora s vamos para la costa, siento el aire del mar, ya falta poco y ellos

    me van a estar esperando, tienen que estar esperndome, en cuanto

    haga la seal van a venir a recogerme, seguro, a esta hora por aqu

    no pasa nadie, cuando vea la lancha me tiro al mar, en el agua estoy

    a salvo, por qu coo par aqu?, bjate ya, camina hasta la costa,aprate y no preguntes ...Mara del Carmen tena razn, ellanunca lo trag; clmate, Lula, clmate y piensa, que el tiempo

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    se te acaba, en cualquier momento el techo se puede venir abajo y tmisma ya no resistes mucho ms, tu cuerpo est tan caliente comolas paredes y ya no hay sitio en donde puedas estar, todo arde, Lula,

    todo arde y no hay nada que hacer, cuando las llamas terminen conlas estanteras vendrn por ti, no podrs impedirlo, Lula, a tiempo de-biste darte cuenta de que L era el enemigo, L, que trat de restarleimportancia a las llamadas annimas, L, que primero se te ri enla cara cuando hablaste de la biblioteca pero despus te dio, solcito,el dinero para la escuela de Mayar... Yo siempre cumpl contigo,todo lo que me pediste te lo di, que no se te olvide, que no se te olvide,

    habr hecho bien las seales?, yo no veo ninguna lancha...Estaba

    claro, Lula, pero en tu vorgine no te diste cuenta de que L sabaque todo era intil porque L quemara la Tienda, y a ti con ella,Lula, ahora debe estar rindose, pensando que t te achicharraste...No, eso no es as, la Tienda s tena que quemarla, pero t ests ah

    porque t quieres, a m no me culpes...rindose no, lo que debe esestar cagado de miedo, L sabe que si lo agarran nadie lo salva delparedn, y lo van a agarrar... Yo no veo ninguna lancha, me cago en

    mi madre, estos cabrones no pueden haberme embarcado, yo mato aMario si no vienen!

    ...Erik, ven, que pap nos va a hacer una foto con Robin, aljateun poco, Ravelo, para que no salga cortada, no te preocupes, Ada,cuando termine de revisar yo bajo a comer algo, recgeme a las once,dnde estn las pilas?, la linterna no enciende... qu carajo le pasaa esta linterna? Yo no veo ninguna lancha, me jodieron, coo!, me

    jodieron! ...Isora, t me puedes cambiar las pilas? Corre, Mara

    Luisa, llvate la ropa de los nios, que la estn esperando, acurdateque maana la reunin es a las tres, hasta pronto, Juan, nos vemosen estos das, Ravelo, ponte dos pares de medias para que las botas

    El 13 de abril de 1961 fue destruida la mayor tienda del pas con el empleo de dospetacas de explosivos incendiarios, introducidas desde Estados Unidos por terroristasde origen cubano al servicio de la CIA.

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    Primero fue el pjaro azul y concluy elsueo y comenz la vida.

    Desde la maana no hace ms que llover.Es una lluvia a intervalos, una lluvia fina que se precipita sobre lasceibas y corre bonita sobre la tierra. Las ceibas bajo la lluvia parecenmujeres de otro lugar, comadres que regresan a la loma con sus com-

    pras en el llano.Junto a las ceibas hay un rbol del que no s el nombre, un rbol raro,

    grande y delgado a la vez, alto y con ramas de una selva oscura. Es unrbol no de aqu, de un punto entre Pernambuco y la Tierra del Fuego,

    un rbol de la selva fra o caliente, trado por el capricho. rbol para la ilusin,espacio de luz y lluvia que miro por la inocencia.

    La casa, distante mil metros, como algo intangible, parvulario dondeyo recit versos, donde ense la cabalstica de las letras, enredo sutilde los signos. Un boho que parece la ruina de un palacio, una casa que

    pudo ser de la China, un boho con ramas de palmares color cinabrio.Una casa que me habla, rememora la vida de Pedro, su mujer, los hijos,los antiguos inquilinos negados a ser fantasmas hasta la noche.

    Tengo deseos de verte y slo te escucho, hablas y suspirascomo si estuvieras en un cine me dice la casa.

    Verdad es, el mundo es una sala de cine, una sala colmada de

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    flores carniceras que devoran las imgenes de la memoria. Por eso hayque andar rpido con los recuerdos. Un poquito ms all de la casa estel ro, el arroyuelo argentado, aguas de manantial. Las hijas del vecino

    colindante me miran baarme. Mara va a ser mi novia. Tiene ojosverdes que cambian cada vez que pasa una nube sobre el cielo, MaraBonita hecha de trenzas y labios de romntica viajera. Yo an no le hedicho que la quiero. En la eternidad hay que esperar para mostrar lossentimientos. Las hermanas me claman para que le hable.

    Dile amor! dice la pequea.Dile que es flor y te besar! dice la otra.Las tres se marchan rindose y yo quedo en el ro. Voy a la piedra

    grande al final de la corriente. All dice Pedro que viven los mdicosinvisibles. Le repito que nada de eso existe, que son supercheras.l insiste que all viven los mdicos invisibles, que all dictan susctedras y muestran el camino de las hierbas del monte que curanlas carnes de los hombres.

    Pongo mi odo en la piedra y escucho una msica de cmbalos,tamboriles, cornetas chinas, y una voz con la magia de las imgenesfluidas, una voz frtil que profetiza la noche que se acerca, la crueldad

    acutica que vendr desde el sendero del ro, nico sendero para lamuerte y la gratitud.

    No puedo creer en ti, soy el maestro le digo.Por eso ensears la poesa, que es creer en m me responde la

    voz de los mdicos invisibles.La tarde sigue en su transcurrir, una tarde de bronce, de corazn

    de roble, una tarde que tiene algo de drsena marina, reverberar tenue

    sobre las copas de los rboles. Una tarde en que el zumbido del vientoatrae los sonidos de los disparos de los hombres en sus combates, eltrepidar de los trenes distantes en la llanada, el olor vegetal de la vidaque se hace fragua con las preguntas infinitas: Para dnde camino,tardecita hermosa, para dnde llevo los recuerdos de los mos en LaHabana, acaso ese tren me podr llevar a Pernambuco y saber de dndenace el rbol de junto a las ceibas, parar esta lnguida lluvia por uninstante y al fin habr un sol sin chaparrones, un sol inclemente como

    en los desiertos? Qu lindo sera vivir a lo corto y lo intenso, y no sereterno y ver repetidos los perfiles de los das con las luces de lacompasin.

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    Vuelvo a la casa. La cadencia luminiscente se reconvierte a lassombras. La noche deja de ser promesa. Un cerdo a la entrada del

    boho presagia la misma letana. Pedro, su mujer, sus hijos, se han

    hecho fantasmas. Mi lmpara de queroseno est prendida en la sala.Hay olor a pltanos fritos, olor a salazn, olor a arroz criollo sazonadocon culantro.

    Se acallaron los tiros, estn huyendo dice Pedro.Y si vienen para ac? dice la mujer.Los apalabrar.Nunca has sido bueno con la palabra.Hoy tengo que ser bueno dice Pedro.

    Comemos, a m me separan lo mejor, tengo pena. Los hijos de Pedrono hablan, son imgenes inertes, no hablan, no comen, slo me miran,como si yo estuviera muerto.

    En la otra vida ellos hablaban dice la mujer.No pueden, tienen el miedo dice Pedro.Cuando el caf madure nos iremos de esta loma dice la mu-

    jer.Nos iremos con el maestro para La Habana dice con poca

    conviccin Pedro.Cunto puede durar el miedo? pregunto mirando a los hijos

    de Pedro.Toda la vida, hay miedos que duran toda la vida dice Pedro.De dnde viene el miedo? dice la mujer.De cualquier lugar, pero ahora est ah, agazapado en el

    monte dice Pedro.

    A lo mejor hoy no vienen digo para darme fuerza.No te ilusiones, vendrn. Cada noche lo mismo. Hoy los apala-brar, a lo mejor hoy puedo convencerlos.

    Despus de la comida iniciamos las clases. De tanto repetirlas, yaPedro y la mujer saben leer de corrido. Pedro jams se quita su sombreroaln, antiguo. La mujer lo contempla como un espejo. Yo apenas usola cartilla, prefiero la poesa. He aprendido mucho de ella. Mart meha abierto al dilogo con Emerson, con Whitman y el infeliz de Casal.

    A Casal lo he visto, errante. Sus huesos se los llevaron los perros de lalluvia, en su tumba no estn, los huesos. Por eso el difunto andade un lado a otro, se deja ver. Pero ahora la historia es otra, no

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    la de Casal.Faltan unos segundos dice el primer nio, sus nicas pala-

    bras.

    Ah llega el ruido dice el segundo nio, sus nicas palabras.Cada noche el mismo bramido, el chillido del cerdo que matan frenteal boho. Luego entran, rompen mis libros, acuchillan mi lmpara dequeroseno, obligan a los nios a huir al mismo rincn, la mujer dePe-dro grita por un poco de compasin. Lo mismo, siempre. Pedro va ahablar y le silencian su boca. Me preguntan si soy el maestro. Yo nodigo ni que s ni que no. El jefe canta el estribillo de una dcima. Suvoz es dulce, mira que el destino tiene cosas, este hombre tiene voz

    dulce cuando canta.Nos sacan a la noche, la luna est encantada, hay tres lunas en el

    cielo, redondas y fulgurantes lunas que nos miran. Al cerdo ya le hansacado las tripas y lo conducen. Pedro va delante, tropezando, arras-trando, al trote. Yo soy la presa, a m nadie me toca, la apreciada presaque pertenece al jefe cantor.

    Venimos al rbol de Pernambuco, que est por decir algo y nopresiente la brisa. A Pedro ya lo han empezado a golpear. Escucho el

    crujir de su piel, golpes sobre un atabal. El jefe ya no canta. Habla dela culpa.

    Quin ha visto letras donde hay slo montes! dice y se ensaaconmigo. De tanto golpearme, durante tantos aos, ya no siento dolor.Quizs eso los pone furiosos. Prueban todo, desde el metal sin caridadhasta arrastrarme con una cuerda atada a mi cuello. No se preocupande mi carne, no la cuidan. Como no la van a comer, no les importa mi

    carne.Mira lo que me han hecho! siento que Pedro dice como sisacudiera su sombrero contra el viento. Nadie lo escucha, slo yo loescucho. Pedro se balancea de una rama del rbol de Pernambuco.

    Ahora acaben dice el jefe, porque matarme cada noche es casti-go para ellos, y me arrastran por la hojarasca. Siento el olor de la carne

    El 26 de noviembre de 1961 fue torturado y ahorcado el joven capitalino de 16 aosManuel Ascunce Domenech, por bandas al servicio de la CIA. Manuel se encontrabaen las montaas del Escambray enseando a leer y escribir. Junto a su cadver se hallel del campesino Pedro Lantigua Ortega, su alumno.

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    qu por all, mientras no dejaba de mirarme con esos espejuelos negrosque le quedaban comiqusimos. Ese da no se pareca a mi mam detodos los das. Me acarici la cara suspirando y yo le dije No llores,

    mamita, nos reuniremos pronto. Verla llorar a ella me daba ganas dellorar a m, aunque saba que no estaramos separados mucho tiempo.Vete ahora, me dijo pap, y aquello son fatal en mis odos.

    Entr a la pecera con Pedro y me sent mejor. Afuera estaban mis pa-dres y mi hermanita, es verdad, pero adems haba una multitud gritandoy llorando, y era molesto. All sentadito no oa la bulla. S vea a la gentehaciendo seas y empujndose contra los cristales, que no se rompieronde puro milagro. Parecan monos o payasos, y yo sent lstima por ellos,

    por todos los dems nios que me rodeaban, por Pedro, y creo que por mtambin, aunque me haban enseado a no sentir lstima por ser un malsentimiento.Misericordia, piedad... lstima nunca. Se me ocurri un

    juego que despus no jugu. Yo inventara las conversaciones entre losnios, que seran los pececitos, y sus familias, los monitos, traduciendoaquellos gestos locos. As me divertira mucho seguramente, burln-dome de todos. Quera entretenerme, pero este juego, por algo que no

    s explicar, me pareci incorrecto. Ya se me ocurrira otro. Entonces,para no aburrirnos, Pedro y yo repasamos cada detalle aclarado pormis padres antes de salir.

    As subimos al cohete para irnos a la Luna y ver muchos marcianosbandidos. Pedro y yo planebamos vencerlos pues habra una guerramortal. Los marcianos eran feos y apestosos. Queran robarnos la Lunay llevarla a Marte para comrsela porque ellos comen lunas solamente.Estbamos obligados a ser muy inteligentes a partir de ese momento.

    All esperaban miles y miles de peligros y enemigos malvados quequeran destruirnos... Por supuesto, nosotros ramos los hroes, y los

    buenos nunca estn indefensos. Nos protega el Gran Poder de Anglica,que nos haca invencibles y valientes... como papi haba dicho.

    Claro, ya recuerdo, no estoy en una nave. Te vas a otro pas, minio, y esta negra va a rezar mucho por ti. Anglica no haba ido alaeropuerto, ni siquiera sali al porche a despedirme. Un ratico antes

    de marcharnos sac unos collarines de colores y los restreg contra micuerpo como si fuera a baarme por la prxima semana entera,y hablaba tan extrao que yo no poda comprenderla. Luego me

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    besaba abrazndome dursimo y repitiendo bajito Las negras viejasno lloran, las negras viejas no lloran. Anglica tambin dijoMi nio,usted no se me ir sin proteccin, se me lleva a Pedro, que le puse un

    buen resguardoy yo me sent feliz porque Pedro era mi amigo favo-rito de todos mis juguetes. Entonces l y yo comenzamos a hacer lospreparativos para vencer en el combate.

    Pedro, lo primerito es que no podemos zafarnos el cinturn de

    seguridad hasta que aterricemos en la Luna. Hay que desconfiar... los

    marcianos han puesto espas en todas partes. Si explota nuestra nave...

    Bueno, pap dijo que el viaje es seguro, que me porte bien para que ellos

    tres puedan venir pronto. Dijo que ya soy un hombre, un hombre muy

    bravo a pesar de mi corta edad, y que estaba muy orgulloso porque yo

    ser la llave para abrirles las puertas a toda la familia... T ves, Pedro,

    yo soy el hombre aqu, soy el capitn, y t me debes obediencia.

    La orden nmero uno fue abandonar la nave junto a m. Qu nave?El avin. Pude leer mentalmenteMi-a-mi, Miami, Inter-na-tio, Inter-national, Air-port. Miami International Airport. Ves, Pedro, llegamos

    a Mayami sin ningn tropiezo.Los Estados Unidos no se parecan a la

    Luna ni vimos ningn bicho asqueroso por ah. Ms bien, las cosas sevean bastante nuevas y bonitas. Haba un cura esperndonos. Hernn

    Fraga Errasti?,pregunt. Yo mov la cabeza para decir que s pero nohabl nada. Vamos. La orden nmero dos fue seguirme. El cura nosllev a una guagua chiquita en donde estaban sentados quince o veintenios y dos monjitas. Despus montaron una nia y un niito ms y laguagita ech a andar. Estos ltimos nios venan tomados de la mano.

    La nia ya era como una muchacha y el varoncito, bastante menor queyo. l gema llamando a su mam, y la muchacha lo carg en sus pier-nas para acurrucarlo. Adems, le besaba el pelo. Son hermanos, Pedro.Yo tambin quera acomodarme sobre las piernas de alguien, que meacariciaran, y ella pareca buena. De todas formas, no tena por qu

    preocuparme.All vas a estar bien con la gente de la Iglesia, que sonnuestra gente. No te faltarn atenciones, me haba asegurado mam

    tan cariosa como siempre. Pens que el cura me iba a preguntar por lasalud de mis padres y mi hermanita, y me regalara una gaseosahelada, pero a lo mejor se le olvid con el apuro. Ahora el nio

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    dorma encima de su hermana, que miraba el camino a travs del cristalde la ventana. Era el nico dormido porque todos mirbamos el caminoy callbamos. La orden nmero tres fue acurrucarnos.

    Yo prestaba mucha atencin a todo el paisaje. Los rboles, las casas,los comercios.Hernancito, en dos semanas, a ms tardar, estaremoslos cuatro reunidos otra vez, as es que pronto hara el mismo viaje,

    pero al revs, para recibir a mi familia. Me gustaba siempre mirar losviajes al derecho y al revs, todo lo observaba desde todos los ngulos

    posibles ya que sera arquitecto cuando grande, igual que papi.Estepas no est nada mal para nosotros, Pedro. Hay cantidad de terrenos

    en donde construir muchos rascacielos y palacios. En cuanto llegue

    la familia vamos a contarle nuestro plan, a ver si nos pueden comprar

    uno para irnos fabricando un castillo en lo que vamos creciendo. Un

    castillo para m, que soy un hombre, y el jefe, y para ti tambin, que

    eres mi ms fiel servidor. De acuerdo? La orden nmero cuatro es

    ayudarme a convencerlos.

    Adems de mis secretos con Pedro, tuve tiempo para pensar denuevo en todas las recomendaciones de mis paps. S educado, gentil y

    responsable... Estudia mucho... Ve a misa... Alimntate apropiadamen-te... Escrbenos... Cuntanos todo en las cartas. La carretera aquellano acababa nunca. Me dio la impresin de que el vuelo haba sido msrpido que este viaje y que regresbamos a La Habana. Pasamos porvarios pueblos: Kendall, Princeton y otros que no recuerdo, pero mefij ms en uno que deca Naranja. Me entr hambre y segu pensandoy mirando. No tena ganas de jugar. Finalmente entramos a la ciudadFlorida City. La guagita dobl a la derecha y a la izquierda, y a laizquierda y a la derecha, hasta que se detuvo frente a tres edificios ro-deados por cercas altsimas.Parece que llegamos. Sgueme, Pedro, yael peligro de los marcianos pas. Aqu estaremos bien con la gente de

    la Iglesia, ya vers. Confa en tu capitn, Pedro. Orden nmero cinco:confa en tu capitn.

    El hermanito de la nia grande pareca an medio dormido y dabatumbos. Pedro y yo mantuvimos el silencio y la vigilancia, por si

    acaso. Aquello, en realidad, no luca tan agradable como imagin.Estaba en un sitio apartado y no se pareca a mi escuela en LaHabana. Una de las dos monjitas nos habl y yo me asombr

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    mucho porque ya me figuraba que eran mudas.Mai neim is sor Beln,from de reliyos order Hermanas de San Felipe Neri. Dis is de Florida

    Citi camppment an...Todos los nios nos miramos a la vez. Ni Pedro ni

    yo entendimos nada, creo que nadie entendi. Luego miramos a la otramonjita, que era ms joven, pero ni siquiera nos miraba. Entonces lania grande pidi que repitiera en espaol y la monja mayor le golpela cara.Lisen tu mi! Yu mos spik inglich, ol of yu. Inglich languachonli. Du yu onderstendit?Ahora slo comprendimos que la monjaestaba realmente brava, a mi entender, sin motivos. La nia grande seaguantaba su cachete con una mano y con la otra abrazaba al herma-nito, que empez a llorar de nuevo. Yo agarr bien a Pedro, para que

    no lo lastimaran, y me plant frente a la monja.Por favor, si no le esmolestia, le agradeceramos que nos hablara en espaol. Trat de sereducado pero igual me dio un manotazo por la oreja. Stiupid chail!Me doli bastante, ms en el pecho y en la mente. Era la primera vezque me pegaban y quise llorar. Los hombres no lloran, Hernn. Seme calentaron las orejas y pens que las monjas estaban mejor siendomudas. Quizs los mudos eran los nios, que ni se oan respirar. Volv

    a mi puesto muy impresionado.Son los marcianos, Pedro. Esto es la Luna y creo que la guerrava a empezar en cualquier momento. Te lo advert, Pedro, son muy

    peligrosos, tienen espas y ya ves que se disfrazan. Esta monja es un

    marciano y a lo mejor la otra igual. Tenemos que andar con cuidado,

    amigo. T, sgueme siempre y no temas. El capitn te cuidar.Ya erahora de darle a Pedro la orden nmero seis pero no saba qu ordenarle.Recogimos nuestros bultos y yo segu la corriente de la fila, las nias

    hacia un lado y los varones hacia otro. El hermanito de la muchachagritaba a toda voz Mi mamita, mi mamita, Paula, ven, mi mamita!Tena los ojos chinitos del llanto y la cara roja y mojada. Paula estabainquieta y se sali de su hilera para cargar al nio.No te preocupes, miamor, no nos van a separar. Por suerte los marcianos iban delante yno la descubrieron, pero cuando Paula entr a nuestro apartamento unaseora quiso detenerla. Durante un rato discutieron algo apartadas de

    nosotros y luego todo estuvo mejor porque ella y su hermanito cogieronuna litera a mi lado. Soy Paula, gracias por ayudarme. Ayudar-la? Soy Hernanci... Hernn, no ha sido nada. Hubiera querido

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    seguridad, como una mam que no te regaa, o como una hermanamayor. Sabes? Este oso es mi mejor amigo y se llama Pedro...Tiene un Gran Poder.

    Un gran poder para qu?Bueno, en realidad quieres que te lo explique?Por supuesto.Bien. Pedro tiene el Gran Poder de Anglica, para combatir a los

    marcianos.A los qu?!A los marcianos. No te ras.De quines t hablas, Hernn?

    De todos, Paula. Las monjas, los curas, los dems... Estn en todaspartes, disfrazados, y son muy peligrosos.

    Peligrosos s, pero no marcianos. Son de carne y hueso, como ty yo.

    Eso crees?Estoy convencida.Y por qu nos maltratan?

    Pues porque somos un estorbo para ellos.No, Paula, disculpa, ests equivocada. Mis padres me dijeron queseran muy buenos conmigo y que fuera amable con ellos.La gente dela Iglesia son nuestra gente.

    Te parece, Hernn?S. Esto ha sido un mal entendido que maana se aclarar en la

    escuela.Qu escuela, Hernn?

    Pues... la escuela en donde voy a estudiar. Para eso estoy aqu,para estudiar mucho.Hernn, disclpame ahora t a m, cuando llegaste al aeropuerto

    te pidieron el pasaporte?S.Te escribieron algo?Me pusieron un cuo.Te fijaste en lo que dice el cuo?

    No.Podras mirarlo?Conversbamos en susurros porque las luces ya estaban

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    apagadas, adems, yo no quera hablar espaol en voz alta. Busqumi pasaporte y fui hasta la ventana persiguiendo la luz. Mir haciaafuera y vi la Luna.Por lo menos hay algo cierto, la Luna est all y

    yo estoy aqu.Pas las pginas despacito, me detuve en una y regresa mi litera.El cuo dice refugee.Sabes lo que significa?No.Refugiado, Hernn, eres un refugiado.Un qu?! Yo soy un estudiante.No, cario, en Cuba t eras un estudiante. Aqu, un refugiado.

    Hicimos silencio porque alguien comenz a llorar, una nia. Seescuchaba muy bien en nuestro cuarto llamando a sus papis. Al raticole pregunt, an con la voz ms baja.

    Por qu todos lloran, Paula?Porque son refugiados tambin y extraan.Qu significa refugiado?Bueno, que huyes de tu pas y este pas te recibe para proteger-

    te.Es que yo no hu de Cuba. Mis padres me mandaron a estudiar

    en una escuela privada para que no me adoctrinen los revolucionarios,que son ateos y comunistas...

    S, s, y que te van a mandar a Rusia donde lavan cerebros, co-men nios... Ya me conozco esa historia, pero lo que he visto me hadesilusionado bastante. Mis padres no se imaginaban esto as, ni elresto de mi familia, ni siquiera yo... nadie. Ahora slo me pregunto

    cmo se imaginaban Rusia. Dudo que el comunismo sea tan mons-truoso como lo pintan, que los barbudos sean unos salvajes y que nocrean ni en su madre. De algn santo sern devotos y seguro habrnrezado alguna vez... bajaron de las lomas llenos de collares.

    T que eres entendida, Paula, nos proteger este pas?No s, verdaderamente no s. Pienso que lo ms importante aqu

    es sobrevivir, hacer cualquier cosa para sobrevivir... y mantenermecon Fernandito.

    Te entiendo. Yo tambin tengo que cuidar a Pedro... ysupn t que mi hermana Laurita estuviera conmigo... Mejor ni

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    suponerlo... Pero vas a ver que todo se arregla maana.Cuntos aos tienes, Hernn?Diez.

    Pues eres muy inteligente, y muy valiente adems. T solo te irsdando cuenta de todo. Ahora durmete.Crees de verdad que soy valiente?S, muy valiente.Que suees con los angelitos, Paula.Igualmente, Hernn.Slo me call. Fernandito y Pedro descansaban, haba sido un da

    muy agitado y ellos eran ms pequeos. Los llantos y lamentos de otros

    nios que llegaban hasta el cuarto no lograban despertarlos pero a mme entristecan mucho. Di unas cuantas vueltas en la cama, que eraestrechita y dura, y en mi cabeza sonaban voces sin parar.Las negrasviejas no lloran, las negras viejas no lloran.

    Paula? Ests oyendo?S.Se callarn un rato?

    No s.Me das la bendicin, por favor?Que Dios te bendiga, Hernn.Dios te bendiga, Paula.Decididamente ella era muy buena, pero estaba equivocada en

    ciertas cosas. Rusia era el infierno, los revolucionarios impos, el co-munismo nos perjudicaba, y por todas esas cosas yo estudiara mejoren los Estados Unidos. La familia tambin vivira mejor en los Estados

    Unidos, esto de hoy haba sido un error. Refugiado yo? Refugiado?No, ni idea tena Paula de lo que hablaba. Reconozco que, en lo perso-nal, haba exagerado con los marcianos. Cosas de muchachos, comodeca Anglica para evitarme un regao, pero de ah a creer que yoera un refugiado...! Bueno, es cierto, no poda explicar ese cuo en mi

    pasaporte, pero entonces quin me haba engaado? La Iglesia? Mifamilia? Mis padres?! Por qu? Ya no me queran? Pero si no me

    queran, por qu entonces dijeron... Mi cabeza era como un cajn desoldaditos de plomo que averiguaban peros, entonces, porqus...me pesaba, tropezaban cientos de piezas all adentro. Los ojos

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    tambin me pesaban, los prpados sobre todo, la vista me arda...No s cmo consegu dormirme, lo que s recuerdo es haberme des-

    pertado con susto. Pedro, Pedro!, dnde estamos?De inmediato me

    di cuenta y salt bien ligerito de la cama.Rpido, Pedro, es tarde. NiFernandito ni Paula estaban ya en la habitacin, luego los top en el co-medor. Tena mucha hambre y me haba levantado dispuesto a cooperar.

    Hoy es el gran da, amigo, estudiemos!Me senta muy entusiasmadopues esa maana las cosas tomaran su lugar. No obstante, la agitacindel campamento me resultaba algo confusa. Nadie indicaba nada, lamayor parte de los nios andaba sin carpetas escolares, no vea maestros

    por ah, y empec pronto a sospechar. Segu con mucha discrecin a

    unas nias que llevaban sus libretas. Detrs de ellas entr al aula, queera un local grande con pupitres de todos tipos y colores, con alumnosde todos los tamaos y los grados, y un solo maestro. Aquello me diotremenda mala espina. Haba un desorden y un bullicio extraordinarios,sin embargo, menos soportaba la idea de que Paula, finalmente, tuvieratoda la razn. No poda aceptarlo. Las orejas me hirvieron otra vez yquise gritar hasta quedarme sin aliento, pero me qued paralizado. No

    deseaba llamar de nuevo la atencin ni tener ms nunca aliento. Algoen mi interior iba a estallar, lo senta fuerte, una angustia que nuncaantes haba estado, que yo desconoca. No pude contenerme. Corr igualque el da anterior, buscando cualquier cosa familiar, corr lejos. Nadaen lo absoluto. Ca, volv a correr y a desplomarme y as una y otra yotra vez, y me hice dao y me lo hicieron.

    Un dao irreversible, Pedro, t lo sabes. Las rdenes menguaron a

    partir de ese momento hasta que se extinguieron por completo. Ya no

    eran necesarias, ni siquiera t o el gran poder. Slo yo era imprescin-

    dible, yo con todo mi dolor. Las escenas ahora se confunden entre s y

    forman una sola escena que no logro seccionar. As recuerdo el primer

    da en este suelo dispuesto a protegerme, aunque tal vez esos mismos

    cuadros ocurrieron paulatinos a travs de los once aos subsiguientes.

    No te fes, Pedro, de una memoria que reniega de s misma. Dos sema-

    nas que tardaron once aos, o un primer da dilatado de una dcada a

    la otra, puertas internas tapiadas, pasajes borrosos e imborrables demi primera infancia, y todo aquel cario trunco que no rebot ni

    percib con candidez. Nadie puede retroceder el tiempo para latir

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    niales; sino un hotel moderno, un imponente rascacielos inaugurado porBatista a finales del cincuenta y ocho, ltima adquisicin de la cadenaHilton, esta vez en el mismo corazn de La Habana, que era entonces,

    no lo olvidemos, el corazn de Todo. El hotel donde iba a ser envenena-do el hombre de la cana recin descubierta haba transformado, con susola presencia de hormign y grandes ventanales, la visin tradicionalde La Habana. Su altura e imponencia haban empequeecido parasiempre todo cuanto estaba en sus alrededores: diminutos se vean losrboles y muros del antiguo hospital Reina Mercedes, devenido Caba-ret Nocturnal, devenido el clebre Coppelia; diminutas las viviendasde estilo colonial; diminutos los palacetes de la burguesa; diminutos

    los edificios de apartamentos; diminuto Radiocentro; minsculas lasguaguas que suban y bajaban por 23 y por L; ridculos los taxis; mi-croscpicos los transentes de La Rampa: miles de hormigas bpedas

    pegadas a un radio porttil de tamao variable, los hombres para seguirla Serie Nacional de Pelota, las mujeres para escuchar el ltimo xitode Tito Gmez con la Riverside, o de Meme Sols; algunos sin mayordistraccin que contemplar precisamente ese nuevo edificio, y contar

    sus pisos, y admirar sus murales, muchos imaginndose all adentro,en el Casino o en la cafetera, bebiendo Hatuey o Coca-Cola, o, por quno, paladeando un batido de chocolate preparado por Santos, tal vezusando el mismo vaso que usara el hombre que iba a ser envenenado,mezcla perfecta de cacao brasileo y leche embotellada.

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    La leche que iba a ser usada en el batido del envenenamiento haba

    llegado esa misma maana a la cafetera del hotel en un camin-cisternarefrigerado, y haba sido almacenada en un tanque tambin refrigerado.Hay que ver cmo cambian las costumbres y cmo condicionan lasrelaciones del hombre con sus productos bsicos. En La Habana de la

    primera dcada del sigloXX, por ejemplo, todava las vacas se paseabancon sus cencerros y sus mugidos maaneros por las principales callesde la ciudad, dejando sus cagadas entre charcos malolientes a quero-

    seno y lluvia vieja, y sus patas marcadas en el fango y en el alquitrn,entre las marcas de las lneas de los tranvas y los tacones de lostransentes. Pero ms que las bostas mosqueadas y mosquean-

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    tes de las reses, los habaneros saban que aquel mugido tempranero yel tintineo del cencerro anunciaban la llegada de la leche. Entonces,con sedienta puntualidad de padres de familia, todos abran puertas

    y ventanas, cancelas y verjas, para poner bajo las ubres sus cantinas,disfrutando aquel sonido del chorro blanco sobre el fondo metlico,linda la espuma de la leche desbordndose. Pero claro, en las dcadassiguientes La Habana cambi mucho, muy rpido, la ciudad crecihacia todas partes (especialmente hacia arriba) y se explay de formaincontrolable. Ya a principios de los aos cincuenta muy pocos tranvasatravesaban la ciudad, el alquitrn se haba endurecido en las calles yapareci el macadam en las grandes avenidas. Ya para entonces las vacas

    no mugan en las puertas de las casas, ni las carretas cargadas de caaatravesaban el corazn de la gran urbe abasteciendo guaraperas en casitodas las esquinas; ya para entonces estaban terminados el Capitolio

    Nacional, la Plaza Cvica, el hotel Habana Hilton; sta era otra Habana,una ciudad llena de gngsteres y proxenetas, de putas y soldados, deturistas norteamericanos y negros boxeadores, de jornaleros ataviadoscon gumparas afiladas y abolladas cantimploras, y magnates del juego

    y del azcar, remanentes de la sacarocracia colonial, ahora agringados,con palacetes vedadenses y con hijos que estudiaban en las high schools,ingenuos aspirantes a ingresar en la Ruston Academy; s, La Habana eraotra, una ciudad marcada por las guerras electorales y las componendas,una ciudad donde las vacas se volvieron smbolos de la bonanza o ladesgracia de la zafra azucarera. En los peridicos aparecan caricaturasde vacas famlicas entre los titulares ms sensacionalistas, de modoque las ubres ya no traan leche, estaban secas, parecan sacadas de

    Mathausen. Los habaneros tuvieron que adaptarse al silencio de las seisde la maana en sus estrechas calles. Ningn mugido, ninguna cence-rrada, mucho menos las bostas en los trillos y las aceras ahuecadas;mucho menos el canto de la leche cayendo como un disparo continuoen el fondo de la cantina familiar. Ahora la leche vena embotellada.Era el progreso. Nadie vea la teta de la vaca, rebosante, vacindose.Ahora los nios abran los ojos y ya los padres le tenan le leche puesta

    sobre la mesa; y los padres abran los ojos y ya el lechero les tena loslitros llenos de leche sobre los mostradores. Ahora las vacas noexistan. La leche era un producto aparte, independiente. Daba

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    lo mismo que fuera para la toma de un recin nacido, para la dieta deun enfermo, que para la clientela de un hotel de lujo. La leche llegabaa los hoteles en grandes cisternas refrigeradas y se vaciaba en grandes

    tanques tambin refrigerados. De ah pasaba a servirse como desayuno,con caf, o con cacao; o sola, como bebida refrescante; o en forma debatido, con distintos sabores, de frutas tropicales, de fresa, de vainilla,de mantecado, de chocolate..., aunque este ltimo era, sin duda, el saborestrella, el preferido por nios y adultos, mujeres y hombres, turistas ynativos, pobres y ricos, blancos y negros, polticos y peatones; la leche yel chocolate se independizaron de la vaca y de las plantaciones de cacao;la leche y el chocolate se mezclaron y solazaron, se confundieron hasta

    la perfeccin, mestizaje de texturas y sabores y olores, delicia incompa-rable. Santos lo saba. Y el hombre que iba a ser envenenado tambinlo saba. La Agencia Central de Inteligencia lo saba. Y Polita Grau. YMongo Grau. Y Manolo Campanioni. Y cada uno de los doce vasos decatorce onzas y aristas casi imperceptibles. Slo lo ignoraban los cubitosde hielo, porque el hielo que sera parte del batido fatdico aquella nochede marzo del sesenta y tres, an no era hielo, sino agua, slo agua (y el

    agua no piensa, como todos sabemos).

    5

    El chocolate que iba a ser usado para matar al hombre de la cana recindescubierta era uno de los pocos productos que seguan llegando por vamartima al puerto de La Habana. Atrs haba quedado aquella pocade grandes flotas en las drsenas del norte, cuando miles de habanerosse recostaban al muro del Malecn para mirar el espectculo de los

    atraques y los nios corran detrs de los marinos ingenua remanenciade una Habana asediada por corsarios y piratas holandeses e ingleses,

    policroma hueste de navegantes griegos, espaoles o norteamericanosque nada ms desembarcar se perdan en el barrio de las putas, a cam-

    biar su agrio sabor a arenque y aguardiente por el aroma del carmnbarato y el sudor lascivo, dejando sobre las pieles de las criollas restosde rabia y de lujuria, toda la contencin de meses de onanismo. Eran

    hombres recios, carne de lupanar, hombres que no entendan de polticani de revoluciones. No comprendieron nunca por qu, de pronto,se les privaba de andar por La Habana, de apostar en sus casinos

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    y desfogar en sus burdeles. No entendan quines eran esos barbudosque asustaban tanto a los jefes de las grandes navieras, y mucho menosquines eran los gringos para decidir que al puerto de Veracruz s, y

    al de Maracaibo s, y al de Cartagena de Indias s, como en la pocacolonial, pero que estaba terminantemente prohibido que sus proastraspasaran el Morro de La Habana, prohibido, requeteprohibido, queni se les ocurra, dejndolos a muchos de ellos con las lenguas sarazas ylas ingles tensas, incluyendo a aquellos marinesque no haban podidodespedirse de su ltima adquisicin criolla. Nada, se acab. Prohibidovaciar las mercancas en aquellas drsenas; prohibido pisar tierra. Ceromulatas, cero rumba, cero habanos, cero todo; porque La Habana sufre

    una epidemia de barbudos ms peligrosa que el clera y que las pesteseuropeas, una epidemia que afecta no slo a las personas, sino a losedificios, a las compaas, a las industrias, a las emisoras radiales ytelevisivas, lo nunca visto, las peores epidemias que han azotado a lahumanidad afectaban a los seres vivos, slo a ellos, pero sta no, staafecta paredes, papeles, ventanas, bolsas de dinero, matasellos, cablesdel tendido elctrico, medios de transporte, todo est contaminado, se

    mueren los contratos, se mueren las jornadas laborales, se mueren losarrendamientos, las leyes, es un caos total, una catstrofe, y explicadoas, tan clarito, los marineros se tranquilizan, asienten con desgano, quea ellos les gusta mucho la diversin, s, pero no para tanto, son marinos,no mrtires, as que si La Habana se halla en cuarentena lo mejor esque sigamos masturbndonos, que juguemos al pker y al domin y alcubilete entre nosotros mismos, en cubierta o en los camarotes

    ya llegaremos a puertos ms seguros

    s, s, esto pasarsi los americanos han tomado cartas en el asunto, con los avancesque ha tenido la ciencia en los ltimos aos, no hay epidemia quesobreviva mucho tiempo; los marineros se regodeaban en sus re-cuerdos de aos anteriores

    ah, el verano del cincuenta y seis ah, la primavera del cincuenta y siete

    es verdad que ya entonces se oan rumores de esa epidemia de bar-budos en las lomas de Oriente, s, pero hasta los bays delBarrio Chino no llegaban, y a los casinos del Habana Riviera

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    y del Habana Hilton tampoco, y si llegaban se disimulaban muybien, haba un argumento slido y tranquilizador

    los climas tropicales son muy proclives a todo tipo de epide-

    mias... no hay por qu preocuparse.Pero claro, han pasado casi cinco aos desde aquella Navidad delcincuenta y ocho en la que comenz a extenderse la epidemia de bar-

    budos por toda la Isla, y tres aos desde que los gringos declararoncuarentena total, aislamiento absoluto de la islita enferma. Han sidocinco largos aos, todo un lustro sin beber Hatuey ni Arechabala, sinfumar Partags o H. Upman. Es mucho. Para un marino ingls acos-tumbrado a estas playas impensables en otros parajes, es mucho. Para

    un marino griego, descendiente de Ulises, es mucho. Para los bisnietosde Vasco de Gama es mucho. Incluso para un marino brasileo, aunqueen su pas tenga igualmente playas exuberantes, mujeres comestibles,velas a Ochn, bailes sensuales, tambin es mucho. Por eso hubo casiun motn a bordo del O Samba, y si no lo hubo fsico, al menos lo huboanmico, sobre todo en las bodegas, gran revuelta de marinos inconfor-mes capitaneados por un tal Sebastiao de Oliveira, un negro enorme,fuerte, que no aceptaba que esta descarga de chocolate en la drsenacuatro del puerto de La Habana fuera la ltima, porque el O Samba,segn el capitn, no volvera a atracar en ningn puerto cubano hastaque no pasara la epidemia. Sebastiao de Oliveira estaba descompuesto,se agarraba al ginche y gritaba que estaba a punto de encamarse conuna guanabacoense indescriptible, esgrimiendo incluso argumentoscomo que el chocolate era rico en cafena, fsforo, magnesio, hierro,

    potasio, calcio, vitamina E, tiamina, teobromina y taninos, que segu-

    ramente su consumo sera muy eficaz para acabar con la epidemia.Pobre Sebastiao de Oliveira, quien, adems, como era gago, y pese asu corpulencia, despertaba en los dems una mezcla de lstima y burlaque abortaba el motn desde el inicio. Pero eso s, en algo tena razn,aunque l no lo supo. Sebastiao se volvi, sin quererlo, un vaticinadordel uso del chocolate en el complot para matar al hombre que iba a serenvenenado. No sabemos todava cmo se filtr la reflexin del negroSebastiao hasta los odos de Polita Grau, hasta las mentes del mafioso

    John Roselli y los agentes de la CIA William Harvey y Robert Maheu,tal vez haya sido una simple coincidencia histrica, pero lo cier-to es que la CIA, la mafia y los miembros de Rescate pensaron

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    lo mismo que el enfadado marinero brasileo: que el chocolate podaacabar con la epidemia. Entre todos, a travs de llamadas telefnicas ymensajes invisibles al estilo James Bond, aadieron a las propiedades de

    la cafena y los taninos el efecto disimulador del veneno, su capacidadpara imponerse sobre los dems sabores en cualquier mezcla. En unbatido de chocolate, por ejemplo, sera muy difcil descubrirlo, sobretodo si los miligramos necesarios eran mezclados y batidos por lasmanos elegantes de Santos de la Caridad, el eficaz Santito, uno de losmejores camareros de la cafetera del antiguo Habana Hilton. Estabaclaro, decidido: era perfecto. El chocolate era la solucin contra aquellaepidemia de barbudos.

    6El veneno que iba a ser utilizado para matar al hombre de la cana recindescubierta no era un veneno como otro cualquiera. La CIA no queranada de literatura criminal, nada de estolideces cursis. Cuando JohnnyRoselli y Robert Maheu se reunieron en el restaurante Brown Derby, deBeverly Hills, todava no tenan claro cmo sera el envenenamiento.

    Ninguno de los dos conoca a Santito, ni saba sobre su habilidad conlos batidos; ninguno de los dos pensaba que Polita Grau poda ser la

    jefa in situ de aquella operacin tan minuciosa. Slo despus de aquellacena en el Brown Derby fue cuando Johnny Roselli contact con al-gunos cubanos de Miami, aunque eso s, al estilo Roselli, hacindosellamar John Rawiston y presentndose como un agente de hombresde negocios de Wall Street interesado en el nquel cubano. El tal JohnRawiston hablaba claro, aunque con voz baja y seseante

    el trabajo hay que hacerlo bien y limpio.

    Al principio la CIA apostaba por un asesinato al estilo Roselli, porel espectculo de ver al hombre que iba a ser envenenado cayendo abalazos en medio de su gente, ante las cmaras, para luego difundir lanoticia de que haba sido tiroteado por su propio pueblo, harto ya dela epidemia comunista. Pero claro, Rawiston-Roselli, especialista encrmenes de ese tipo, no estaba de acuerdo

    ser muy difcil reclutar a alguien para una operacin tanpeligrosa.

    Rawiston-Roselli prefera un veneno que no dejara huellas, comohaba sugerido su jefe directo, Salvatore Giancana. Entonces,

    poco a poco, floreci y se hizo fuerte la idea del envenenamiento.

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    solo pensamiento it is perfect...your are the best,

    Mr. Scheider.

    Meses despus, mientras en Miami Beach todo el mundo estabapendiente de la pelea entre Floyd Patterson e Ingemar Johansson,quienes se disputaban la corona de los pesos completos, mientras lafanaticada daba gritos de jbilo o de horror, segn fuera su dolo, a

    poca distancia del ringse reuna otra vez el tringulo Maheu-Roselli-Giancana, esta vez en una suite del hotel Fontainebleau. Aquel tringulosegua siendo escaleno: Salvatore Giancana era la dura hipotenusa, el

    poderoso, el que tomaba decisiones, aunque las rdenes vinieran de la

    Agencia, institucin con cara y voz de Robert Maheu. Cmodamentesentados, ajenos al conteo de proteccin que le hacan en ese ins-tante a Patterson ellos estaban comenzando su propio conteo, eldefinitivo, para el hombre que iba a ser envenenado Johnny Rosellihablaba de discrecin y profesionalidad, Robert Maheu esgrima sufrase preferida

    ahora o nuncay Salvatore Giancana miraba fijamente hacia la puerta de la habitacin,en silencio. La suite tena alfombras rojas, lmparas de canelones, ven-tanas enormes, grandes espejos en los que el tringulo se repeta una ymil veces. Estaban felices, sentados en su orden triangular, bebiendowhisky y barajando todas las posibilidades. De pronto, se abri la

    puerta y entr el que esperaban, Santos Trafficante, acompaado porun ser misterioso, de pelo gris, con grandes gafas que ocultaban susojos. Al verlo, los tres supieron que se era el Tipo. Es decir, el Primer

    Tipo, la punta de la madeja que llevara finalmente al Tipo de Verdad,al camarero de la cafetera del Habana Libre. El tringulo Maheu-Ro-selli-Giancana se movi de forma que sigui siendo un escaleno, peroms pequeo, y uno a uno le estrecharon la mano al Primer Tipo. ElPrimer Tipo respondi a todos, serio, devolviendo el saludo

    I am Tony Varona

    de modo que perdi el seudnimo y adquiri nombre propio I am Tony Varo-

    naacomodndose en una butaca isabelina, cruzando las piernas yencendiendo un habano. Tony Varona conservaba el aire y la

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    dureza de cuando tena intereses financieros en Cuba, en la poca dePro, convertido en uno de los rivales de Meyer Lansky en el repartode La Habana y la Florida. Todos estaban cmodos, pero tensos, el

    tringulo escaleno mirando al Primer Tipo, Santos Trafficante de-mostrando con parquedad su jerarqua en la Florida, y el Primer Tipoesperando a que le dieran detalles de la misteriosa Operacin Veneno.De pronto, Maheu abri un portafolios negro que estaba sobre unamesa, y sin mediar palabras coloc diez mil dlares sobre las rodillasdel Tony Varona

    es slo un anticipodijo, mientras Tony Varona ola, ms que mirar, el fajo de billetes. Era

    un acto instintivo desarrollado en los casinos de La Habana. Mientraslos dems jugadores y los croupieres manoseaban el dinero, lo pesaban,o lo miraban con ansias, l olfateaba el fajo y calculaba as el nmerode dlares. Los pesos cubanos no olan igual, ni los francos, ni las librasesterlinas. Ahora Tony Varona abra los cornetes nasales, entrecerrabalos ojos con deleite y repeta para s

    all right, el anticipo.Entonces, Maheu interrumpi su inspeccin olfativa, le tom una

    mano, la mantuvo en el aire abierta y boca arriba, y coloc sobre ella,en el centro, tres cpsulas pequeas, de aspecto inofensivo, ms bienmdico. Tony Varona esta vez no olfate, sino que mir, pes, toc lascpsulas. El tringulo Maheu-Roselli-Giancana comenz a explicarle,con calma, con profesionalidad, toda la Operacin, todo menos quePolita Grau, Manolo Campanioni y Santos de la Caridad, Santito,seran el Segundo, el Tercero y el Cuarto Tipos, respectivamente. Esto

    no pudieron explicrselo porque an no lo saban. Sera precisamente elPrimer Tipo, Tony Varona, quien seleccionara a los Tipos sucesivos.Todo qued claro, detalladsimo, porque Tony Varona tendra que ex-

    plicrselo luego a los presuntos otros Tipos no te preocu-

    pes,esto no deja huellas,

    los

    sntomas aparecen despusde

    seis horas, y pueden tardar hasta

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    seis dasdijo Maheu repanchigado en su silla, y se dio un sorbo de Kardh

    de todas formas,

    cuanto antes comiencen lossntomas, ms segura es lamuerteargument Roselli sin dejar de mirar a Maheu, buscando apoyo. TonyVarona no preguntaba nada, se dejaba instruir

    al principio el hombre seguir su vidanormal, sus discursos, no tendr ni fiebre,

    pero despus tendr la boca seca, visin doble,

    no ver bien de cerca, no podr tragar bien ni pronunciarpalabras

    y ahora no pudieron contener la risa al imaginarse al hombre que iba aser envenenado en silencio, tratando de hacer un discurso con mmicas.Santos Trafficante hizo dos o tres preguntas, guardando las distancias,como si interpretara las dudas de Tony Varona desde su altar de GranCapo. Roselli contestaba a todo, unas veces como voz de Roselli, otrascon voz y gesto de Rawiston, siempre con una risa floja entre los labios,como si el plan le hiciera mucha gracia, o como si intuyera lo felicesque iban a ser sus jefes de la Agencia cuando supieran lo bien que ibasaliendo todo. Ahora, con un gesto comn que serva de pausa, los cin-co levantaron sus vasos y bebieron, cinco bocas paladeando el Kardh,refrescndose. El primero en romper el silencio fue Maheu

    es necesario introducirlas en Cuba cuantoantes

    pero Tony Varona estaba en otra cosa, curiosidad de capo, supongoy de dnde salieron?esta vez Rawiston no dej contestar a Roselli, salt con voz de experto

    eso qu importapero Maheu era ms diplomtico, era experto en operaciones de la Agen-cia

    las prepar el doctor Scheider, nuestro mejor qumico

    hablaba con tono persuasivo, saba que no bastaba con tranquilizar al Pri-mer Tipo afirmndole que el veneno tardara varios das en actuar,que no daba sntomas ni dejaba huellas; saba que el Primer Tipo

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    tena que convencer a mucha gente y que la base fundamental del xitoestaba en el anonimato y la sorpresa, pero tambin en la garanta de queel ejecutor saliera inclume. No ahond en detalles, no le explic que la

    botulina se deriva de una bacteria llamada ricina, que a su vez se extraede una semilla vegetal, no habl de esporas, ni de clula vegetativa, ni detoxinas; no, ni l era Scheider ni Tony Varona era Santito, as que se limita confirmarle que la botulina era soluble en cualquier lquido y no dejabaindicios, ni sabor ni olor extraos. Hubo otra pausa y luego, sin saber

    por qu, todos comenzaron a rer y a hablar desordenadamente, como siya estuviera todo listo, como si en sus cabezas visualizaran al hombreque iba a ser envenenado tomndose el batido, sufriendo contracciones

    musculares, progresiva parlisis, mutismo, las pupilas que no reaccionan ala luz, los prpados cados, el trax inmvil, cayendo redondo. Hablabanlos cinco al mismo tiempo. Todos tenan algn argumento ms o menosde peso, para querer matar al hombre que iba a ser envenenado. Maheu,incluso, cit una sabia reflexin de Kissinger

    no veo por qu tenemos que quedarnos a un lado y ver cmo un pas se convierte en comu-

    nistadebido a la irresponsabilidad de su propio pueblo

    y slo les falt aplaudir: en poco tiempo pasaran a la Historia de Am-rica: ellos, los cinco, seran recibidos en el Despacho Oval y cenaran enCamp David, sin olvidar los negociazos que abriran en La Habana. S,

    yes, all right, okey, haciendo signos de victoria con los dedos pulgares.Se sirvieron otra vez Kardh y brindaron por Cuba Libre, un brindis

    en el que slo faltaban los vasos de Polita y de Santito, ella reunida aesa misma hora en Miramar, con sus compaeros de Rescate; l encen-diendo la Osterizer para batir leche, hielo, azcar, chocolate.

    7

    Un batido de chocolate es slo eso: una bebida refrescante y muyagradable al paladar, inofensiva; nadie poda sospechar que fuera usada

    para un magnicidio, ni siquiera el hombre que iba a ser envenenado,

    ducho ya en esos lances, acostumbrado a desconfiar y a protegersefrente a la encarnizada voluntad del enemigo. Ni siquiera susorishas, aunque todo el mundo aseguraba que estaba protegido

  • 7/21/2019 Fernandez Retamar - Cicatrices en La Memoria

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    por ellos, que era hijo legtimo de Chang, el orisha guerrero. Ni si-quiera su guardia personal, hombres con muchos ojos, muchas manos,

    piernas y odos. Nadie. La noche de marzo del sesenta y tres en la que

    el hombre que iba a ser envenenado lleg al Habana Libre, muerto desed, con la barba revuelta y la visera de la gorra militar ms levantadaque otras veces, el batido de chocolate ya estaba listo para mezclarsecon la botulina, sin que nadie sospechara nada. Era una poca en laque el hombre que iba a ser envenenado coma donde quiera, donde losorprenda el hambre, con un mnimo de precauciones. Tena inclusouna suite en el piso 21 del propio Habana Libre, por si lo sorprendala madrugada dormir dos o tres horas all mismo. El enemigo lo saba.

    Adems, la inexperiencia de su Seguridad se comentaba en los pasillosde Langley y de la Casa Blanca

    no es tan difcilrepeta un emisario de la CIA en el hall de la casa de Polita Grau

    aunque sus movimien-tos

    son impredecibles, esemismo

    desorden nos favoreceaseguraba Polita en la terraza del chalet de Mongo Grau

    por la boca muere el pezsentenciaba Campanioni en la barrita de El Recodo, adonde le gustaba ira beberse un ron Collins con Santito, Bartolom y Saceiro, para hablarde negocios y poltica. En esa misma barrita de El Recodo, una sema-na antes del da del envenenamiento, Santito y Campanioni estuvieron

    a punto de cambiar los planes, desesperados porque el hombre que iba aser envenenado no apareca por el hotel; fue entonces cuando hablaronde matar al hermano del hombre que iba a ser envenenado, o al Che,o a Efigenio Ameijeiras, que visitaba El Recodo con tanta frecuenciacomo ellos. Cuando le dijeron a Polita lo del cambio de planes, Politase lo coment a Capdevila y Capdevila se lo dijo por telfono a TonyVarona y Tony Varona se lo comunic a Roselli y Roselli lo discuticon William Harvey y con Maheu, y este ltimo fue quien dio el visto

    bueno y le envi la orden afirmativa a Polita a travs de un mensajecifrado a la Estacin CIA de La Habana, y entonces Polita selo dijo otra vez a Campanioni y ste otra vez a Santos, la mano

  • 7/21/2019 Fernandez Retamar - Cicatrices en La Memoria

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    ejecutora.Es decir, cuando el hombre que iba a ser envenenado hizo su entrada

    en la cafetera, aquella noche de marzo del sesenta y tres, ya los conspi-

    radores estaban listos para abortar el plan o, mejor dicho, para cambiarlopor el asesinato de otros. Pero as son las cosas. A las diez y veinte dela noche, demasiado temprano para sus costumbres, atraves la puertadel hotel Habana Libre el hombre que iba a ser envenenado, muerto desed, con la visera de la gorra ms levantada que otras veces.

    En realidad, el ao sesenta y tres fue un ao lleno de acontecimientosimportantes, de hechos que con el paso de los aos seran histricos,como para que alguien particularmente, el hombre que iba a ser

    envenenado se detuviera a pensar en la peligrosidad del chocolate.Haban pasado ya casi tres aos desde la campaa por la Patria Potestad,

    pero todava no se haban apagado en los hogares de la Isla los ecos deRadio Swan, las arengas de Pancho Gutirrez intentando convencer alas madres de que mandaran a sus hijos a Estados Unidos, para salvar-los de la barbarie comunista. En nombre de Dios, de la Familia y de laDemocracia, cada noche Pancho Gutirrez tomaba los micrfonos deRadio Swan y se diriga a los oyentes de tal forma que se le adivinabanen el aire las venas en el cuello y la frente sudada. A las ocho y treintade la noche miles de cubanos estaban pegados a sus Zenith, comocuando los aldabonazos de Chibs; como cuando el detective Chang LiPo descubra crmenes a pesar de sus erres convertidas en eles; comocuandoEl derecho de nacermantena en vilo a todo el mundo, unasmadres llorando, otras dudando, otras rabiando de impotencia

    madre cubana, escucha

    esto! La prxima ley del gobiernoser

    quitarte a tus hijos desde los cincoaos

    hasta los dieciocho, y cuando te los devuel-van

    sern unos monstruos del materialismo... Madre cuba-

    na, no te dejes quitar a tu hijo!

    se le notaba exasperado, con la voz ahuecada

  • 7/21/2019 Fernandez Retamar - Cicatrices en La Memoria

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    madre cubana, el gobierno te quitar atu hijo y lo adoctrinar con normas comunistas!

    recalcando las palabras adoctrinar y comunistas y engordando con

    ello la rusofobia reinante en la Isla. Desde finales del sesenta habancomenzado los rumores de que en Rusia a las embarazadas les abran elvientre con las bayonetas, y les llevaban a los hijos para adoctrinarlos;de que en el puerto de La Habana haba un barco sovitico para llevar-se a los nios a Mosc, de donde volveran hechos latas de carne; deque cincuenta madres bayamesas haban firmado un pacto para matara sus hijos antes de entregrselos a Castro; r