examenresuelto llengua selectividadseptiembre2014

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SEPTIEMBRE 2014 OPCIÓN A Para la mayoría de la gente, como también para el periodismo y los medios de masas en general, las artes se ocupan de producir objetos valiosos, bonitos, decorativos, únicos o preciosos. Y así ha sido, en efecto, durante algunos períodos históricos, como cuando los pintores trabajaban para las grandes casas de la nobleza y el clero. Sin embargo, durante períodos mucho más prolongados no se ocuparon de tal cosa, como en los quinientos años que van del siglo VIII al siglo XIII. En ese gran río del arte bizantino, cristiano, medieval, románico, feudal y gótico, que de todos estos nombres goza, la belleza, el preciosismo, la originalidad o el coste eran valores secundarios. El principal era la exaltación espiritual, el enigma divino sobre el destino humano. Tampoco, desde luego, en otro período, cuyas similitudes con el arte medieval pueden llevar a equívoco, que es el período de las vanguardias y posvanguardias, entre 1890 y 1990. Cien años en los que tampoco la belleza o la exquisitez o el preciosismo contaron apenas para nada, aunque sí (y de qué manera) la originalidad y la actualidad. De hecho, estos méritos suplantaron a todos los demás valores. En cualquier caso, tanto el arte remoto (las culturas llamadas primitivas), como el lejano (el arte románico), coinciden con el arte moderno en no obedecer al tópico del objeto bello, ornamental, precioso o único. Visto desde una perspectiva mucho más general, las artes constituyen un conjunto de prácticas notablemente diversas que nacen en el origen mismo de lo humano (es decir, de lo mortal), desde las primeras entalladuras sobre huesos animales hasta los frescos troglodíticos, y nunca nos han abandonado, incluso cuando las condiciones de supervivencia habrían aconsejado dejar esas prácticas para intentar salvar el pellejo. Puede decirse que la producción de esos signos que los modernos llamamos

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SEPTIEMBRE 2014OPCIÓN A

Para la mayoría de la gente, como también para el periodismo y los medios de masas en general, las artes se ocupan de producir objetos valiosos, bonitos, decorativos, únicos o preciosos. Y así ha sido, en efecto, durante algunos períodos históricos, como cuando los pintores trabajaban para las grandes casas de la nobleza y el clero. Sin embargo, durante períodos mucho más prolongados no se ocuparon de tal cosa, como en los quinientos años que van del siglo VIII al siglo XIII. En ese gran río del arte bizantino, cristiano, medieval, románico, feudal y gótico, que de todos estos nombres goza, la belleza, el preciosismo, la originalidad o el coste eran valores secundarios. El principal era la exaltación espiritual, el enigma divino sobre el destino humano.

Tampoco, desde luego, en otro período, cuyas similitudes con el arte medieval pueden llevar a equívoco, que es el período de las vanguardias y posvanguardias, entre 1890 y 1990. Cien años en los que tampoco la belleza o la exquisitez o el preciosismo contaron apenas para nada, aunque sí (y de qué manera) la originalidad y la actualidad. De hecho, estos méritos suplantaron a todos los demás valores. En cualquier caso, tanto el arte remoto (las culturas llamadas primitivas), como el lejano (el arte románico), coinciden con el arte moderno en no obedecer al tópico del objeto bello, ornamental, precioso o único. Visto desde una perspectiva mucho más general, las artes constituyen un conjunto de prácticas notablemente diversas que nacen en el origen mismo de lo humano (es decir, de lo mortal), desde las primeras entalladuras sobre huesos animales hasta los frescos troglodíticos, y nunca nos han abandonado, incluso cuando las condiciones de supervivencia habrían aconsejado dejar esas prácticas para intentar salvar el pellejo. Puede decirse que la producción de esos signos que los modernos llamamos artísticos y cuyo nombre se aplica tanto a un ídolo de terracota azteca como al urinario de Duchamp, es indistinguible de la aparición en el cosmos de un animal consciente de que ha de morir.

Las artes, desde este punto de vista más general, como las religiones y las ciencias, parecen más bien un desesperado intento por imponer un sentido a nuestra vida, tan efímera como insensata. (Félix de Azúa, Autobiografía sin vida, 2010)

OPCIÓN B Ya no es propio tan solo del príncipe o del político ser “un gran simulador y un gran disimulador”, como quería Maquiavelo; esa es hoy la condición universal para sobrevivir y, más aún, para medrar. Lo mismo en lo privado que en lo público, los seductores se entregan en cuerpo y alma a acicalarse, y acaban confundidos por su propia careta. Por mucho que rasquemos, no hallaremos nada debajo. Y puesto que ya no hay alma que vender al diablo, traficamos con la imagen como su sucedáneo más aproximado. Quien mejor se anuncie, quien sepa aplicar a sus fines los resortes de la propaganda —aunque solo eso sea—, ese es el que triunfa. Es algo que está casi al alcance de cualquiera: basta con dominar unos

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cuantos tics, ciertos signos externos, hacer como que se cree en lo que no se cree. Se trata, en suma, de apuntarse al mimetismo colectivo y vestir el uniforme como normas insuperables de vida. Frases hechas, poses, modas de todas clases, gestos estereotipados… contribuyen a instalarnos en el reino de la imagen dominante. Y así hasta que se imponga la nueva. Desde estos carriles mentales, ¿qué es lo que nuestra cultura censura como nefasto? Nada más que la apariencia indebida. Lo inadmisible no es que algo funcione mal, sino que así lo haya parecido a muchos, que el fallo haya sido descubierto. Lo que debe importar no es el escándalo de este o aquel partido, institución o empresa (ponga el lector aquí los nombres propios que correspondan), sino que su difusión acarree el temible deterioro de su imagen. No anda lejos el sentido de esa frase por la que los partidos políticos acostumbran hoy a manifestar a modo de autocrítica su fracaso electoral: lo que pasa es que no hemos sabido comunicar. Es decir, nuestras ideas y programa eran lo correcto, pero ha fallado el mensaje o su transmisión. Como en una estrategia de ventas, el “qué” se comunica; la propuesta no se justifica por su contenido sino por su continente o envoltorio. Entonces, ¿a qué se llama cambiar algo? No a transformar la realidad —¡como si hubiera otra posible!—, sino tan solo a cambiar su imagen. No es cuestión de tocar lo que las cosas son, sino el modo como las percibimos, la idea que nos hacemos de ellas. Son los aparatos de propaganda los que deben hacerlo mejor. A partir de aquí, cualquier técnica de manipulación y coerción de las conciencias (categorías, valores, gustos) está justificada. Al reducirla cada vez más a política de imagen, la política se degrada a cosmética, como ya había anticipado el viejo Platón. (Aurelio Arteta, Tantos tontos tópicos, 2012)

OPCIÓN A 1. a) TEMA: interpretaciones del hecho artístico y funciones de este a lo largo de la historia de la humanidad. b) CARACTERÍSTICAS LINGÜÍSTICAS Y ESTILÍSTICAS: El fragmento de texto propuesto pertenece a Félix de Azúa, en concreto a su obra Autobiografía sin vida, publicada recientemente. El autor es un conocido catedrático de Estética, literato y colaborador en periódicos de tirada nacional. Fue vinculado por Pere Gimferrer al grupo de los Nueve novísimos poetas españoles, aunque quizá es más apreciado por la calidad de su prosa.

Desde un punto de vista lingüístico y, más concretamente, pragmático, el escrito a que nos enfrentamos consta de un emisor individual, conocido y cercano que vierte sus propias opiniones y puntos de vista a la vez que analiza el panorama artístico universal en un rápido recorrido por la historia en pro de buscar un sentido al arte para acabar concluyendo que tal sentido es la propia búsqueda de sentido, pero de la vida, en este caso. El lector o receptor ideal es colectivo y amplio, pues solo es requerida cierta cultura general para entender el sentido del texto; sin embargo, este cuenta con algunas expresiones técnicas o menciona por encima datos referentes a la Historia del Arte que el lector debería tener en mente para identificarse con las inquietudes del autor. El mensaje es transmitido a través de una prosa correcta y cuidada en la que podemos resaltar como rasgos de estilo el gusto por las enumeraciones, el

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polisíndeton, los epítetos o los incisos, que iremos comentando sucesivamente a continuación. Encontramos que las funciones predominantes son la expresiva, pues ya hemos mencionado que estamos ante un texto personal y subjetivo, y la apelativa, ya que Azúa trata de guiarnos a través de la reflexión para alcanzar conclusiones cercanas a la suya. Muestra de esta predominancia será el uso de diferentes tipos de argumentos para incidir en el lector como son la argumentación por ejemplificación “como el urinario de Duchamp” o el uso de argumentos de los llamados racionales y de contraargumentación, poniendo a la opinión común como garante “para la mayoría de la gente”; incluso apela a los sentimientos del receptor “por imponer un sentido a nuestra vida, tan efímera como insensata”. Asimismo, los comentarios entre paréntesis para explicar o enfatizar nos corroboran en la importancia de la función expresiva “(y de qué manera)”, así como el plural inclusivo muestra a la vez una identificación del autor con las ideas expuestas y un afán por incluir a quien le lee. Junto a estas dos funciones y reflejando la naturaleza no solo argumentativa, sino también expositiva del texto, encontramos función representativa, apoyada por las fechas, el modo indicativo, los adjetivos especificativos o los tecnicismos: “arte bizantino”, “períodos históricos”. Podemos concluir en este aspecto que la finalidad del texto es persuasiva a la par que informativa y estética.

Si pasamos al análisis del plano morfosintáctico hay que destacar el predominio de las categorías nominales sobre las verbales, pues podríamos calificar el texto como una descripción; de hecho, abundan los verbos copulativos “la originalidad o el coste eran valores” y las series de adjetivos, muy numerosos: “valiosos, bonitos, decorativos, únicos o preciosos”. Asimismo, el tiempo dominante es el presente de indicativo que actualiza constantemente los comentarios que se sitúan el pasado y que en su uso gnómico sirve para validar fuera de tiempo las conclusiones que va vertiendo el autor a lo largo de sus vaivenes cronológicos. Están presentes algunas perífrasis modales que son nuevamente reflejo de la subjetividad el autor “puede decirse”, “puede llevar”. Pese a que la persona verbal dominante es la tercera, hay varias apariciones de primera persona de plural en pronombres “nos han abandonado”. Los sustantivos que encontramos son fundamentalmente abstractos: “exquisitez”, “periodismo”, “originalidad”, lo que es propio de las reflexiones humanísticas. Entre los adjetivos los hallamos tanto valorativos “bonitos”, como especificativos “huesos animales”, por lo que enriquecen estéticamente el texto y le dotan de precisión, respectivamente. Varios de estos adjetivos estarán gradados mediante adverbios intensificadores como en “notablemente diversas” dejando que se asome así también la opinión del autor. En la misma línea encontramos conectores de énfasis como “en efecto” o “De hecho”; existen, además, conectores de contraste, pues ya hemos hablado de la presencia de contraargumentación: “Sin embargo”, “más bien”. Desde el punto de vista sintáctico, las oraciones son de un tamaño medio y fluyen con naturalidad adaptándose al ritmo que pide el texto. A pesar de ello, muchas son simples y se articulan en torno a un solo verbo yuxtaponiendo cualidades o metáforas aclaratorias: “El principal era la exaltación espiritual, el enigma divino sobre el destino humano”. Entre las relativamente escasas oraciones compuestas encontramos predominio de

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subordinadas adjetivas que contribuyen a la descripción de las cualidades artísticas y de subordinadas adverbiales temporales que enmarcan las sucesivas épocas artísticas de las que va tratando Azúa: “cuyo nombre se aplica…”, “cuando las condiciones de supervivencia habrían aconsejado…”. A este último tipo de oraciones se unen los abundantes circunstanciales de tiempo que organizan las sucesivas descripciones en el tiempo.

Al prestar atención al plano léxico-semántico, lo primero que salta a la vista es el registro estándar-alto empleado por el escritor: “es indistinguible de la aparición en el cosmos de un animal consciente de que ha de morir”. Encontramos, asimismo, algunos cultismos como “ídolo, cosmos”. Junto al campo asociativo del arte que unifica todo el texto, “bizantino, belleza, decorativos, frescos, terracota”, varias palabras clave se repiten a lo largo de los cuatro párrafos en que se estructura el fragmento favoreciendo la coherencia, “período”-“arte”, siendo esta última palabra, además, partícipe también de una familia léxica: “arte, artes, artístico”, que no es única en el texto “preciosos, preciosismo”, “origen, originalidad”; en este último rasgo se aprecia la presencia de derivación abundante. Otro recurso empleado será la sinonimia para evitar la repetición “remoto-lejano”, “ornamental-decorativo”. Con esa misma intención observamos elipsis, especialmente verbales “El principal era la exaltación espiritual, el enigma divino sobre el humano”. Mediante procesos deícticos el autor deja claro quienes intervienen en el discurso y en qué tiempo y espacio nos situamos. Así, en cuanto a la deixis personal, los verbos marcan tercera persona colectiva suponiendo de este modo que el emisor habla desde fuera de su punto de vista; sin embargo, ya hemos comentado más arriba la aparición de un par de pronombres personales y posesivos en primera persona del plural haciendo que el emisor y el receptor queden afectados por lo que se dice. Para situarnos en el espacio contamos con pocos referentes, pues aunque la mayor parte de la información se sitúa en el mundo occidental, el autor deja que pensemos que el valor de lo expuesto es más bien universal. El momento en que nos encontramos va variando a lo largo del texto y por ello el autor nos proporciona deícticos temporales no solo en ciertos verbos en pretérito perfecto sino también mediante demostrativos “estos méritos”, fechas “entre 1890 y 1990” o adjetivos que apuntan a un desplazamiento espaciotemporal “el arte remoto”-“el lejano”. En general, el lenguaje empleado es aparentemente denotativo en un intento de dar validez a la información expuesta, pese a que hallamos elementos connotativos fruto de la presencia del autor; así, observamos varias figuras literarias que enriquecen el texto como enumeraciones “arte bizantino, cristiano, medieval, románico, feudal y gótico”, polisíndeton “la belleza o la exquisitez o el preciosismo”, elementos poéticos dentro de la prosa “el enigma divino sobre el destino humano”, o varios hipérbatos que focalizan la información que se desea resaltar en cada ocasión “Cien años en los que tampoco la belleza…”. Junto a la exquisitez con que se elige cada palabra, resalta la expresión coloquial “salvar el pellejo”, una bajada de registro que parece acercarnos la información a la esfera de lo cotidiano. Este cuidado con el lenguaje, los rasgos estilísticos, las figuras retóricas hacen que este texto argumentativo tenga un matiz literario.

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Finalmente, en cuanto al estudio de la adecuación, coherencia y cohesión, encontramos que el texto es adecuado pues cumple con las expectativas e intenciones del emisor, el mensaje se adapta a la situación comunicativa y el registro y la selección de información permiten que el receptor descifre adecuadamente el mensaje. Asimismo, el texto es coherente y cohesionado pues trata de un mismo tema, guarda una estructura inductiva reforzada por los conectores enfáticos y de contraste comentados -además de aditivos y comparativos en menor medida- y emplea relaciones semánticas como las sinonimias o repeticiones mencionadas fomentando la unidad significativa.

c) TIPO DE TEXTO: Nos encontramos ante un texto que por su tema puede clasificarse como humanístico; si atendemos a la organización discursiva, podemos clasificarlo como expositivo-argumentativo; por último, y como consecuencia de lo anterior y de la voluntad de estilo del autor, lo consideramos un ensayo literario. 2. Redacte un resumen del contenido del texto: La interpretación de la finalidad del arte y de su función ha ido cambiando a lo largo de la historia. Actualmente se tiende a adjudicarle un valor estético, mientras que durante largos períodos del pasado han primado otros valores como el mágico-religioso, la originalidad o la modernidad. Dejando aparte este aspecto, parece claro que el arte apareció con el hombre y es algo propio de él, por lo que podría interpretarse de forma global como una manera de explicar el sentido de la vida que el ser humano siempre ha buscado. OPCION B1.a) TEMA: Definición, explicación y descripción del fenómeno de la timidez en la sociedad actual b) CARACTERÍSTICAS LINGÜÍSTICAS Y ESTILÍSTICAS: Si comenzamos analizando el texto desde el punto de vista del proceso comunicativo, nos encontramos con un emisor individual, José Antonio Marina, conocido escritor, ensayista y pedagogo contemporáneo. El enfoque que da a este fragmento es subjetivo como observamos a raíz de la presencia de la función expresiva que podemos apreciar en forma de adjetivos valorativos, perífrasis de obligación o verbos en primera persona. Sin embargo, hallamos también función representativa, pues el autor aporta información objetiva acerca del tema tratado, como, por ejemplo, estadísticas. Por último, podríamos considerar que hay rasgos apelativos, pues aparecen elementos propios de esta función lingüística, como es la interrogación retórica del primer párrafo. El receptor ideal al que se dirige es colectivo y amplio, pues se trata de un tema de interés general y la lengua estándar predomina. En relación al plano morfológico, encontramos una gran abundancia de sustantivos abstractos como resulta propio del tipo de texto y del tema humanístico tratado: “timidez”, adaptación, soledad”; asimismo, en numerosas ocasiones, estos sustantivos se encuentran acompañados de una adjetivo que los delimita, esto es, de adjetivos especificativos que fomentan la precisión y exactitud de lo expuesto: “contactos sociales”, “inhibición inicial”. Tratando de los adjetivos, debemos reseñar que también existen explicativos y valorativos, como es lógico dada la proximidad del emisor al texto: “soez, ruidoso, agresivo y desvergonzado”. El extenso número de adjetivos apunta a la presencia de

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descripción en el texto, como lo confirman la abundancia de verbos copulativos y de subordinadas adjetivas, como trataremos en el plano sintáctico. Además de la presencia de copulativos tenemos que apuntar la presencia de perífrasis, tanto modales como aspectuales que proporcionan matices de obligación, duración y reiteración: “hay que ser cuidadoso, estamos hablando, suele adaptarse”; el tiempo predominante es el presente de indicativo, tanto en uso propio “son los que con mayor presencia acuden…” como en desplazado gnómico “como lo es la fobia social”; por otro lado, son numerosas las formas no personales del verbo, principalmente infinitivos, que dan lugar a subordinadas sustantivas: “evitar, rehuir, permanecer, sentir…”, aunque también encontramos varios participios, principalmente con función adjetival. En las formas personales prevalece la tercera persona aunque el autor hace algunas incursiones en la primera del plural tratando de identificarnos con sus propuestas e inmiscuyéndose directamente en lo expuesto. Por último, debemos recalcar la presencia de adverbios terminados en –mente que confirman, de nuevo, el carácter subjetivo del texto. En cuanto al plano sintáctico, las oraciones de tamaño medio hacen que la lectura del texto sea relativamente sencilla, pese a que se ve obstaculizada por las abundantes enumeraciones que recalcan ideas fundamentales, por algún inciso “dulzura, pudor, recato, pasividad” o por la complicación por sucesiva subordinación: “se ha elogiado a la mujer tímida, lo que hace que en este momento la timidez sea sentida y resentida… la imagen social de la masculinidad”. El vaivén de elementos contrapuestos y de sucesivas redefiniciones, unido a los hipérbatos dificultan también la extracción de un esquema claro del texto. Entre las oraciones, las más abundantes son las compuestas por subordinación y, entre ellas, las adjetivas, tanto explicativas como especificativas: “ansiedad social que dificulta la vida…”; “por los hombres, que son los que con mayor frecuencia…”. La modalidad predominante es la enunciativa, empleada por el autor para transmitirnos sus opiniones y conocimientos. Aparecen algunas impersonales reflejas denotando distanciamiento y pretendiendo lograr cierta objetividad “se define por una marcada tendencia…”. Encontramos únicamente una modalidad diferente en “¿qué es lo que teme una persona tímida?”, cuando el autor trata de llamar nuestra atención justo antes de presentarnos sus argumentos más fuertes, los estadísticos. En cuanto a los conectores, escasos, predominan los de causalidad “porque contraviene gravemente…”, lo que nos da idea de que el autor trata de reforzar su explicación mediante elementos argumentativos. Por lo que se refiere al plano léxico-semántico, observamos presencia de familias léxicas “timidez, tímido, tímidas” y repeticiones que focalizan el tema principal, “timidez” y su dimensión, “social”. Se emplean algunos recursos literarios relacionados con estos procedimientos como la derivación y contraste de “sentida y resentida”; encontramos, además, alguna metáfora como “vivir en retirada”, las enumeraciones y la pregunta retórica ya mencionadas o el polisíndeton en “muchas personas y condena a la soledad y a vivir en retirada”. Podemos destacar también que aunque el léxico es estándar, el autor se cuida de escoger las palabras e introduce tecnicismos como “fobia”, cultismos como “patológico” y préstamos ya aceptados como “ranking”. Finalmente, el léxico es predominantemente denotativo, contribuyendo a la intención del autor de sentar tesis. Si analizamos el fragmento

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desde un punto de vista textual, observamos que, en general, presenta adecuación pues cumple con las expectativas e intenciones que suponemos en el emisor, se adapta a la situación comunicativa y el canal por el que se transmite –un libro publicado y al alcance de la inmensa mayoría- y el mensaje principal puede ser fácilmente decodificado por el receptor. Asimismo, la coherencia y cohesión se manifiestan, además de en el uso de conectores, en que el mismo tema básico articula el fragmento y la exposición y argumentación se hacen de forma lógica siguiendo una estructura externa de tres párrafos –que podríamos identificar con introducción, desarrollo y desenlace- y una más profunda, interna, en la que se comienza exponiendo el tema a tratar y la tesis -la naturaleza de la timidez-, después se apoya esta afirmación en argumentos de hecho (causa-consecuencia), “ex populo” y de autoridad, y finaliza recuperando la tesis en forma de breve conclusión; esto es, el texto presenta una estructura de encuadre. c) TIPO DE TEXTO: Se trata de un texto humanístico dado el tema que trata, expositivo-argumentativo con rasgos descriptivos en cuanto a la variedad del discurso, y explicativo con matices persuasivos en relación a la intención del emisor. 2. Redacte un resumen del contenido del texto: La timidez supone ciertos problemas al entablar determinados tipos de relaciones sociales, pero no debe confundirse, por un lado, con una enfermedad, ni, por otro, con un comportamiento respetuoso. Debido a la mentalidad tradicional, hoy en día parece que este rasgo resulta más preocupante para el sexo masculino ya que perjudica su rol social.Septiembre 2012 MATERIA: LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA II OPCIÓN A En cierta ocasión, encontrándome en el pórtico de la Facultad de Letras, en la Sorbona, quise subir a la biblioteca; necesitaba ver determinado libro; no era más que un minuto; conocía la página que tenía que ver; sabía hasta las líneas del pasaje en cuestión; pero no estaba seguro de algunas palabras que yo había de citar. En la biblioteca de la Facultad de Letras se entra solo con previa autorización. Pero si yo hacía valer mi calidad de académico, académico español, y si añadía que se trataba solo de un minuto, nada más que de un minuto, ¿qué inconveniente habría en dejarme consultar un libro? Subí con cierto temor; abrí la puerta y avancé; el silencio era profundo; sobre los pupitres se inclinaban algunos lectores, no muchos. En el fondo, sobre un estrado y detrás de un mostrador circular, se hallaba una señorita. Hice como pude mi presentación. Encontré desde el primer instante una rotunda negativa; saqué mi tarjeta, la entregué y añadí que yo era miembro de la Academia Española; presumía yo, en mi ufanía, que, estando alguno de mis libros de texto para aprender el castellano en los establecimientos pedagógicos de Francia, sería conocido; no era absurda la conjetura, tratándose de la biblioteca de la Facultad de Letras. La fría indiferencia del comienzo llevaba camino, en vez de edulcorarse, de convertirse en desabrimiento. Alegué casi en súplica flébil* que solo un momento, nada más que un momento necesitaba yo para compulsar el libro ansiado. Y la señorita del mostrador, cumpliendo con su deber estricto, precisa reconocerlo, no se ablandó a mis ruegos. Con la cabeza baja, descendí a mi banco del zaguán**; un banco que, en efectividad, ya era mío, puesto que tantas y tantas veces me había sentado en él y me había

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entregado a mis cavilaciones. José Martínez Ruiz “Azorín”, París, 1945. * Triste, llorosa. **Espacio cubierto que sirve de entrada a una casaOPCIÓN B

Quizá haya sido siempre así, un mundo lleno de personas que creen que sus propias opiniones e intereses son más importantes que las de los demás, pero a día de hoy en estos lugares nuestros, el egocentrismo es uno de los rasgos más evidentes y peligrosos de lo que hemos ido construyendo, de un desarrollo humanamente equivocado. Una persona egocéntrica, dicen los psicólogos, es aquella que no puede “ponerse en los zapatos de los demás (quitándose primero los de él mismo)”. Y cree que todos deben buscar lo que él busca, porque lo que él ve, de alguna manera, excede lo que otros ven. ¡Qué desastre! Es desastroso porque es idiota y genera un mundo de idiotas. Nadie ni lo de nadie es más importante que lo de los demás. Todos tenemos derecho a pelear por nuestros deseos, pero si vamos pisando los deseos del prójimo, de nada valdrá conseguirlos. En esta vida vamos en el mismo barco, apenas lograríamos sobrevivir unos días sin los otros. Moriríamos de hambre, de inanición material y afectiva. Sin embargo, no nos damos cuenta. El ego hipertrófico nos hace actuar como héroes de pacotilla. Lo mío es lo mejor, lo único, lo más importante; todos tienen que darse cuenta de eso. De manera que si el ego nos dicta esa sentencia trataremos a los otros como esclavos. Pero, amigos, los esclavos terminan rebelándose y el ego se queda herido y más solo que la una. Nadie es más que nadie. A veces, a unos les toca llevar la mayor responsabilidad en una actividad, en una circunstancia, y entonces los demás deberán ponerse a disposición de ese, otras veces le tocará a otro. Solo asumiendo que la vida funciona así, que cada uno es importante en un momento o cosa diferente, podremos dejar el ego de lado y trabajar por un mundo mejor para todos. Los niños pequeños son egocéntricos porque no tienen todavía la suficiente habilidad mental para entender que otras personas puedan tener diferentes opiniones y creencias. Un adulto egocéntrico es una lacra social, un idiota. Paloma Pedrero, en La Razón, 5/XI/2011

SOLUCIÓN A1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes: a) Enuncie el tema del texto (0,5 puntos). La escasa validez de recomendaciones cuando las normas son estrictas. b) Detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25 puntos). Repasa lo que sepas de lengua y literatura: tipo de adjetivos, nombres, verbos, frases,… y, sobre todo, razona por qué es destacable. Si citas, entrecomilla y no te enrolles. El lenguaje empleado por el autor es muy cuidado destaca por la concisión, una de las características de la Generación del 98 en general y de Azorín en particular. Usa y abusa de las frases breves, oraciones simples ó, en su defecto de la yuxtaposición. En el ejemplo hay párrafos enteros donde las oraciones se enlazan con punto y coma. El tiempo verbal que abunda es el pretérito perfecto simple, que se emplea para hablar de acciones ya terminadas que sucedieron en un tiempo que el autor ya considera terminado (él ya no está en la Sorbona). Destaca el empleo del gerundio en la frase inicial (“encontrándome en el pórtico, que expresa una acción simultánea o anterior

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a la del verbo principal. La idea de que habla de un tiempo bastante lejano no los da el empleo del pretérito imperfecto en alguna oración (presumía, era, llevaba,…). Cuando habla de la biblioteca, la biblioteca a pinceladas: primero la puerta, el silencio, los lectores, el mostrador,… no es una descripción minuciosa, sino que, con brochazos (como si fueran los de un cuadro impresionista), elige los rasgos esenciales que muestran la calidad y la sensación que le produjo el lugar (no sabemos el color de las paredes, por ejemplo, pero sí la seriedad y solemnidad que transmite este sitio). Aunque destaca la sobriedad del estilo, hay bastante adjetivación, muy precisa, para ayudar a la comprensión (sólo los necesarios: profundo, circular, rotunda, flébil,…). Contrasta esa sobriedad y concisión de la que hablamos con un esquema que emplea en dos ocasiones, que es la de repetir una palabra para reforzar ó insistir en su significado ( “académico, académico español” y ”un minuto, nada más que de un minuto”). Es incluso un poco coloquial. La mezcla de lo culto y lo más coloquial es constante en el texto. Así, el empleo de una serie de palabras tradicionales ó terruñeras, otra característica del 98, como ufanía, zaguán, cavilaciones que contrasta con el de otras más cultas como edulcorarse, compulsar,… Hay apelaciones a la atención del lector como la interrogación retórica “¿qué inconveniente habría en dejarme consultar un libro?” c) Indique qué tipo de texto es (0,25 puntos). Es un texto narrativo con fragmentos descriptivos. Parece un fragmento de una carta, ó de las memorias del autor, pues cuenta una anécdota personal. Quizá un ejemplo personal dentro de un artículo. 2. Redacte un resumen del contenido del texto. (1 punto). ¡Breve! El autor cuenta cómo se le negó el acceso a la Biblioteca de la facultad de Letras de la Sorbona para consultar un libro por ser necesario un permiso con el que no contaba. No le valió ni la importancia de ser miembro de la Academia Española.

SOLUCIÓN B1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes: a) Enuncie el tema del texto (0,5 puntos). El egocentrismo como problema social.

b) Detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25 puntos). Repasa lo que sepas de lengua y literatura: tipo de adjetivos, nombres, verbos, frases,… y, sobre todo, razona por qué es destacable. Si citas, entrecomilla y no te enrolles.

El texto tiene un lenguaje cuidado pero accesible a un amplio público. No en vano se trata de un artículo publicado en un periódico generalista. La autora alterna frases muy largas con abundantes explicaciones y empleo de paréntesis y comillas, con otras más cortas a modo de sentencias. En las más largas hay más subordinadas adjetivas, coordinas adversativas e incluso alguna yuxtapuesta. Para hacer comprensibles esas oraciones, la autora recurre a la repetición (“nadie ni lo de nadie”) y el uso de conectores distributivos (“A veces, a unos (…) entonces los demás (…) otras veces le tocará a otro”). La repetición de palabras como nadie, y los derivados de ego ó de él (“buscar lo que él busca, porque lo que él ve, de alguna

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manera, excede lo que otros ven”; aquí, además, hay un paralelismo) también es una técnica que se emplea en los discursos argumentativos: la repetición para convencer. El tiempo verbal que predomina es el presente de indicativo que hace que la autora dé validez universal a sus argumentos. La autora combina un vocabulario más culto (inanición, egocentrismo en lugar de la palabra más coloquial egoísmo, ego hipertrófico -este parece un tecnicismo del mundo de la psicología-,…) con otro más coloquial y directo (“es idiota”, “héroes de pacotilla”. Es de destacar la frase “Nadie es más que nadie“, muy coloquial y fácil de comprender su significado pero, desde el punto de vista de la lógica, una evidencia.

También es interesante y resume el estilo de todo el texto, la frase final, muy directa: “Un adulto egocéntrico es una lacra social, un idiota”. Estilísticamente destacar el empleo de metáforas muy comunes (no literarias) como “ponerse en los zapatos de los demás”, “vamos en el mismo barco” y la comparación “a los otros como esclavos”. También, una personificación (“el ego nos dicta esa sentencia”), los ya mencionados paralelismos y repeticiones ó la admiración retórica pensada para mover la conciencia del lector “¡Qué desastre!”.

c) Indique qué tipo de texto es (0,25 puntos). Es un texto periodístico, un artículo de opinión publicado en el diario La Razón. La forma del discurso es argumentativa, ya que la autora da su opinión argumentada sobre las personas egocéntricas. 2. Redacte un resumen del contenido del texto. (1 punto) La autora cree que el egocentrismo es una lacra social y que nadie es más que nadie.

JUNIO 2015OPCIÓN A La protagonista de la última novela de Ana María Matute se llama Eva. El nombre de la primera mujer tal vez no sea una elección casual. Tal vez, su creadora lo eligió para simbolizar en ella el eterno círculo del principio que nunca alcanza otro final que el abocado a desencadenar un nuevo principio. Eva vive en España, en un pueblo grande o una ciudad pequeña, un mundo lento, amable, hasta que la guerra lo desgarra de pronto. Es el mundo favorito de Matute, el de sus grandes novelas de juventud, el que sostiene el asombroso alarde de energía juvenil que derrochan las últimas. En esa geografía pequeña, familiar y flamante a la vez, Eva reedita y confirma una de las grandes proezas de su autora. Ni la literatura española contemporánea, ni la misma España, serían ellas mismas sin las adolescentes de Ana María. Ana fue, desde el principio, una novelista descomunal, monumental, excepcional en más de un sentido. Era, además, una mujer tan inteligente que fue capaz de encontrar un camino propio, desbrozando a base de fuerza, y de talento, el campo de ortigas espinosas donde le tocó escribir. Ana fue una escritora valiente y, sobre todo, consciente, que nunca utilizó la literatura para eludir la realidad que la cercaba, ni para congraciarse con ella, como hicieron tantos escritores de su generación. Lo consiguió gracias a sus personajes, esas protagonistas memorables en las que la inocencia propia y la perversidad ajena integran una admirable metáfora de la vida cotidiana en la guerra y la posguerra de España. Ignorantes pero nunca estúpidas, desvalidas pero nunca patéticas, desarmadas pero nunca cobardes, sensibles pero nunca ñoñas, femeninas pero nunca empachosas, más valiosas en sus dudas que en sus certezas, y conmovedoras en la implacable voluntad de imponerse a la desolación que las rodea, ellas, encarnaciones de la propia Ana María, han representado para mí, a lo largo de la vida, una imprescindible galería de espejos vitales y literarios. Hacía falta mucho genio, mucha

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ambición, mucho valor y, sobre todo, mucha, muchísima calidad, para emprender una carrera como la que Ana María Matute culminó con clamorosa brillantez en la esteparia España de los años cincuenta. Yo tampoco sería la misma mujer, la misma escritora, si sus novelas no me hubieran enseñado a tiempo quién era yo, y dónde vivía. (Almudena Grandes, “Demonios familiares”, en El País Semanal, 19/10/2014)OPCIÓN B Ladrones, asesinos y rufianes vivían asociados en comunidades que recibían nombres como jacarandina, hampa, heria o carda. La sociedad germanesca* mejor conocida de España es la de Sevilla. La jacarandina sevillana era una organización mafiosa que controlaba las principales actividades ilícitas de la urbe: el robo, el juego, la prostitución y la “valentía” (los sicarios). Se decía que a principios del siglo XVII la ciudad estaba dividida en unos 24 distritos con un cónsul al frente de cada uno de ellos. Cada consulado disponía de especialistas en diversas tareas, con una escala de oficios y oficiales complementarios a los de los ejecutores de los delitos, como los avispones, que estudiaban las calles para buscar casas vulnerables de robar, y los postas, infiltrados en las instituciones que desviaban y entorpecían la acción de las autoridades, avisando de las redadas, extraviando papeles o gestionando sobornos. La buena organización y la eficacia de estas cofradías fueron proverbiales, tanto que Cervantes en Rinconete y Cortadillo bromea sobre su funcionamiento al describir la cuidadosa administración de Monipodio y sus libros de registro, el que guardaba la memoria de “las cuchilladas y palos que han de dar esta semana” y el otro, el “Memorial de agravios comunes”. Cervantes, como Luis Zapata, Mateo Alemán, el padre León y otros, equiparaba la honrada sociedad de los ladrones y delincuentes con las casas comerciales y los tribunales bien administrados. Sin ir más lejos, don Luis Zapata sentenciaba que el hampa sevillana “durará mucho más que la Señoría de Venecia, porque aunque la justicia entresaca algunos desdichados nunca ha llegado al cabo de la hebra”. El problema era la connivencia existente entre el poder político y el crimen organizado; sin decir quiénes, Zapata advertía de que muchos criados de hombres poderosos eran germanes**, también algunos alguaciles y ministros de justicia, y, además, las cofradías mafiosas dedicaban parte de sus ingresos a cohechar y “torcer la vara de la justicia”. (Manuel Rivero Rodríguez, La España de Don Quijote. Un viaje al Siglo de Oro, 2005) * Asociación de delincuentes. ** Delincuentes.

Solución A1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes: a) Enuncie el tema del texto; b) detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes; c) indique qué tipo de texto es. a) La trascendencia de las protagonistas femeninas de las novelas de Ana María Matute según Almudena Grandes b) Nos encontramos ante un texto periodístico escrito por la colaboradora de El País Almudena Grandes. Esta escritora que comienza a publicar a finales de la década de los ochenta se hizo famosa pronto con novelas como Las edades de Lulú, algunas de las cuales han sido llevadas al cine como Los aires difíciles o Atlas de geografía humana. En este caso, rinde homenaje con este texto a una de las grandes novelistas españolas de los últimos tiempos, recientemente fallecida, tomando como excusa para analizar su trayectoria a la protagonista de su última novela, Demonios familiares. Si comenzamos analizando el texto desde un punto de vista pragmático, nos encontramos con la emisora conocida, individual y cercana –pues el texto rebosa subjetividad- que ya hemos mencionado. El receptor ideal es un público amplio, lector del diario en que se publica, con un mínimo interés en la literatura. El canal, escrito, condiciona en este caso el formato en que encontramos el texto, pues el periódico impone la extensión o la tipografía, que aquí no nos consta. Las funciones del lenguaje predominantes son la expresiva, la

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apelativa y la representativa. Esto es así porque Grandes plasma su opinión personal sin reparos, como vemos en el uso de pronombres de primera persona (han representado para mí), en los abundantes intensificadores (mucha, muchísima calidad), en los adjetivos valorativos (nunca patéticas), etc. Asimismo, con toda su reflexión quiere defender la tesis de la importancia de la obra de Matute, como señala al final del texto (yo tampoco sería la misma…) y al final del primer párrafo (Ni la literatura contemporánea, ni la misma España…) con cierta hipérbole. Finalmente, encontramos función representativa en la transmisión de información acerca de las protagonistas femeninas, aunque la objetividad brilla por su ausencia. Pasando a un plano morfosintáctico, salta a la vista el peso de los adjetivos calificativos, en su mayor parte explicativos, tanto epítetos (grandes proezas) para embellecer el texto, como valorativos (novelista descomunal, monumental, excepcional) para mostrar su punto de vista; en general, contribuyen a que la descripción sea el tipo de discurso que domina este artículo o columna argumentativo y de estructura circular. Como podemos observar, incluso es frecuente que a un solo sustantivo le correspondan varios calificativos (espejos vitales y literarios) y, además, para intensificar aparecen comparativos (tan inteligente que) y superlativos (muchísima calidad). Estamos, pues, ante un texto con peso de las categorías nominales; entre ellas, los sustantivos que predominan son abstractos, pues el tema es una reflexión de carácter humanístico sobre la literatura (principio, metáfora, voluntad). Aparecen también un par de nombres propios fundamentales, el de la protagonista de la 2 novela de Matute y el propio de esta, además de España, que nos sitúa espacial y culturalmente. En cuanto a la morfología verbal, podemos notar el predominio del indicativo y de la tercera persona, lógica porque se habla de un tema ajeno a la primera, tanto en plural como en singular, en consonancia con lo descrito (utilizó, sostiene, serían). Aparece alguna primera persona cuando la autora formula su propia hipótesis el final del texto, acompañada de pronombre sujeto (Yo tampoco sería). Respecto a estas hipótesis, son interesantes porque contribuyen a articular el ritmo y la estructura del texto. Esto es así porque el fragmento –no está completo- comienza con la descripción de un elemento específico, la protagonista de la última novela y su mundo y acaba con una sentencia hiperbólica en condicional. Hasta ahí, verbalmente domina el presente atemporal (sostiene, reedita, alcanza). Seguidamente, un elogio en toda regla de la escritora y del conjunto de su obra, desde un plano más general, que se extiende por los siguientes párrafos hasta la hipótesis final en que la autora no solo se incluye sino que exalta esa inclusión (yo tampoco sería la misma mujer). En esta segunda parte del texto, más amplia, predominan los tiempos narrativos pues la autora se retrotrae en el tiempo para describir dinámicamente la contribución de Matute a la historia de la literatura (hicieron, era, cercaba). Dado el poco peso de la acción y el mucho de la descripción, contamos con pocos verbos de acción y vemos, más bien, verbos estáticos y de pensamiento (era, vive, sostiene, han representado). Aparecen algunas formas de infinitivo que son núcleo de subordinadas sustantivas (abocado a desencadenar un nuevo principio) y se repite el típico verbo copulativo para la atribución (era, sería). Si prestamos una ligera atención a la deixis, destaca la complejidad de la personal, debido a los múltiples referentes, y observamos el predominio de la tercera persona no solo en los verbos sino también en pronombres y determinantes (ella, sus, ellas mismas). Hay poca deixis temporal y espacial, podemos mencionar “esa geografía”, donde “esa” crea idea de distancia. El resto de la localización espacial y temporal se produce a través de palabras con significado constante y no meramente contextual (guerra, posguerra, España). Como ya se ha mencionado abundan los intensificadores y los pronombres indefinidos de cantidad que contribuyen a enfatizar lo que Grandes opina (mucho valor, mucho genio), a lo que también contribuyen fórmulas como “sobre todo”, que se repite en varias ocasiones. Si abordamos el plano sintáctico, encontramos

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una frase fluida que se va adaptando al curso del pensamiento y que se encoge para ser sentenciosa y se alarga para llegar hasta el final de una idea importante. Además, se desordena y se repite en su estructura para topicalizar la información que más interesa (Ignorantes pero nunca estúpidas…) y está fuertemente modalizada (tal vez, su creadora…). El ritmo se refuerza gracias a las estructuras pareadas como “ni….ni….”, “tan…como…” y a las repeticiones y paralelismos (desarmadas pero nunca cobardes, sensibles pero nunca ñoñas”. Sobresalen por su abundancia las subordinadas adjetivas (donde le tocó escribir; que nunca utilizó la literatura), pero también hay coordinación copulativa y adversativa combinada con elipsis en párrafos descriptivos, en gradaciones subjetivas (ignorantes pero nunca estúpidas, desvalidas pero nunca patéticas). Al ritmo cuidado de que goza el texto contribuyen también algunas paranomasias y rimas internas (la guerra lo desgarra; descomunal, monumental). Enlazamos así con el estudio léxico-semántico en que podemos decir que nos hallamos ante un texto con un léxico escogido tanto por su carga emotiva como por su sonoridad y su precisión dentro de un registro estándar. Aparecen algunas derivaciones que subrayan ideas fundamentales del discurso como “juventud –juvenil” o “guerra-posguerra”. De hecho, son muy frecuentes las palabras derivadas y parasintéticas, desde verbos como “desencadenar” o “reedita” hasta adjetivos como 3 “desvalido”, desarmadas”, varios de ellos con prefijos de negación que se suman a la negatividad que desprenden los conectores adversativos y copulativos y los adverbios de negación. Predomina claramente un léxico connotativo, dada la preeminencia de la función expresiva. Abundan, además, los recursos literarios, especialmente por contraste y adición. Así observamos la antítesis y la paradoja de “eterno círculo del principio que nunca alcanza otro final” o “inocencia propia y la perversidad ajena”; hay metáforas varias como “campo de ortigas espinosas” “espejos vitales y literarios”; paralelismos y anáforas, como “mucho genio, mucha ambición, mucho valor”… además de las ya mencionadas a lo largo del comentario. Semánticamente hablando, aparecen varios campos asociativos entre los que destacan el de la literatura (novelas, literatura, escribir) y el semántico de las cualidades negativas (estúpidas, empachosas, espinosas) enfrentado al de las positivas (memorables, descomunal, excepcional) dando así una articulación coherente y bicéfalo al texto. Como consecuencia de estas notas léxico semánticas, de la organización cuidada, el tema unitario y el resto de características expuestas, el texto goza de coherencia y cohesión y es, asimismo, adecuado para el medio en que se transmite pues es perfectamente comprensible, su tema es de interés y la autora logra como emisor cumplir con la intencionalidad con la que ideó el texto. c) Se trata de un texto periodístico de opinión, en concreto una columna. Predominan en él la argumentación y la descripción, según el tipo de discurso. En cuanto a la intencionalidad, hay que subrayar la estética junto a la informativa-persuasiva, y en cuanto al tema, se califica de humanístico.SOLUCION B…

1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes: 

a)  Enuncie el tema del texto (0,5 puntos):

La delincuencia en la Sevilla de principios del siglo XVII

b) Detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25 puntos):

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            Este texto expositivo presenta una estructura deductiva, ya que el tema o asunto principal aparece en las primeras líneas; desarrollado, sería el siguiente: la asociación de los delincuentes de la época en diversas organizaciones delictivas, y el caso concreto de la ciudad de Sevilla como ejemplo de su proliferación y éxito.

            Teniendo en cuenta las ideas que aparecen en este fragmento del ensayo, el texto se divide, en cuanto a su estructura externa e interna en dos partes. La primera parte (líneas 1 y 2) corresponde a la presentación del tema, con los nombres que reciben estas comunidades de delincuentes: jacarandina, hampa, heria o carda. La segunda parte (2-hasta el final), mucho más extensa, es el desarrollo de  la exposición; en ella se pueden apreciar distintas ideas, centradas en la ciudad de Sevilla, uno de los focos principales de delincuentes de esa época. Por un lado, se nos muestra cómo estaban organizadas estas asociaciones delictivas (actividades ilícitas, distintos cónsules, escala de oficios). Aparece el ejemplo de la novela ejemplar cervantinaRinconete y Cortadillo, con la figura emblemática de Monipodio, a cargo de una de estas organizaciones de delincuentes y de sus libros de registro. Se citan otros ejemplos de autores y testigos de la época sobre estos organismos, pero se centra en uno de los escritores que mejor supieron reflejar ese ambiente en sus obras misceláneas: Luis Zapata. En relación a él, se observan dos ideas principales: por un lado, la equiparación de estas comunidades de delincuentes con otras asociaciones lícitas, bien organizadas, y, por otro lado, el problema que suscitaban que no era otro que la connivencia con  el poder político y lo contaminada de delincuentes que estaba la sociedad entera.

            En  cuanto al nivel lingüístico, el texto tiene cierta dificultad de comprensión debido, fundamentalmente, a que no sería fácil de entender sin el empleo de un vocabulario específico que supone la jerga utilizada, la jerga del hampa o del malhechor. Algunas de estas palabras están recogidas a pie de página; otras, no, pero no resulta complicado entenderlas por el contexto. Otras expresiones, “desgraciadamente”, vuelven a estar de moda; por ejemplo, si se siguen los medios de comunicación, cohechar y connivencia no deben suponer ningún problema para su comprensión. En mi opinión, el texto presenta un nivel estándar-culto.

            Relacionado con las funciones del lenguaje, predomina la función representativa, dado el carácter expositivo del texto y la intención informativa que se plantea el autor en este ensayo. Es un texto, en este sentido, plenamente objetivo, aunque se pueden observar ciertos rasgos de subjetividad en la “simpatía” que el autor muestra sobre este tipo de organizaciones (honrada sociedad de ladrones, la buena organización y la eficacia de estas cofradías fueron proverbiales,cuidadosa administración de Monipodio), que lo acercaría a la función expresiva.

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            Dentro del plano morfosintáctico, el texto destaca por el empleo de la modalidad oracional enunciativa, dado su propósito de informarnos sobre la realidad de la España de comienzos del siglo XVII. Aparecen frecuentes oraciones copulativas, sobre todo al principio, para definir este tipo de asociaciones (la sociedad germanesca mejor conocida de España es  la de Sevilla; la jacarandina sevillana era una organización mafiosa…; la ciudad estaba dividida en unos 24 distritos…; la buena organización…  fueron proverbiales, etc.). El tiempo verbal predominante es el pretérito imperfecto de indicativo, que nos muestra acciones del pasado (principios del XVII), inacabadas o en desarrollo, fruto también del tono descriptivo que tiene la exposición (vivían, recibían, disponía…) y, como se observa, destaca el uso de la 3ª persona tanto del singular (era, guardaba, sentenciaba…) como del plural (desviaban, entorpecían,dedicaban…). Hay algún ejemplo de uso desviado del presente, como el presente histórico (Cervantes bromea sobre su funcionamiento). La sintaxis no es demasiado complicada. Al principio, predominan oraciones simples o no demasiado extensas, utilizando el recurso de la enumeración de palabras: ladrones, asesinos y rufianes…; jacarandina, hampa, heria o carda…;el robo, el juego, la prostitución y la “valentía”). Dentro de la subordinación, destaca el uso de proposiciones subordinadas adjetivas, cuya función es precisar y matizar ciertos conceptos, tanto especificativas (comunidades que recibían…; organización mafiosa que controlaba) como explicativas (los avispones, que estudiaban…). Hay más ejemplos de subordinación, tanto adverbial como en el siguiente ejemplo de causal y dentro concesiva (porque, aunque la justicia entresaca algunas desdichados, nunca han llegado al cabo de la hebra), como sustantivas, como por ejemplo la oración que aparece en el ejercicio 4 A de este examen de Selectividad. Uso de impersonal refleja como es propio de las disciplinas humanísticas: Se decía que a principios del siglo XVII…

            En cuanto al plano léxico-semántico, el texto en sus primeras líneas es claramente denotativo, ya que impera el propósito informativo y, por tanto, la objetividad; se observa, fundamentalmente, por el empleo de adjetivos especificativos (germanesca, sevillana,complementarios…) y en el estilo nominal (acumulación de sustantivos y oraciones atributivas). A medida que avanza la exposición, el vocabulario se tiñe de elementos subjetivos y de carácter valorativo, con adjetivos como buena, referida a organización; honrada, referida a sociedad; o verbos como bromear referido a Cervantes y sentenciar, a Luis Zapata, que adquieren significados muy sugerentes. Utilización de vocabulario abstracto (instituciones, justicia, poder político…) y, sobre todo, empleo de jerga germanesca (heria, carda, valentía, cuchilladas,palos…), lenguaje específico de los malhechores del Siglo de Oro. El texto, en este nivel, está cohesionado, fundamentalmente, por el empleo del campo semántico del hampa (palabras ya

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citadas) y las recurrencias o repeticiones de palabras; recurrencias léxicas como ladrones,jacarandina o justicia, o recurrencias semánticas, en ejemplos de sinonimia como ladrones-delincuentes, comunidades-cofradías-hampa-sociedades, distrito-consulado, casos de antonimia como poder político-crimen organizado, sociedad de delincuentes-tribunales, hiperonimia encomunidades u organizaciones mafiosas como hiperónimo de jacarandina, hampa, heria ocarda, que entre sí son hiperónimos.Para finalizar, dentro del nivel textual, el texto no tiene demasiados elementos de cohesión. Hay escasos marcadores del discurso: los de adición o suma de ideas como tambiéno además del final del texto; de causalidad,  porque; de concesión, aunque (estos dos últimos no están separados demasiado bien por pausas); tanto que, de consecuencia. Desde el punto de vista pragmático, destacan los complementos oraciones “sin ir más lejos”, “sin decir quienes”. Hay alguna elipsis significativa como en “y el otro” (libro de registro). Muy pocos ejemplos de anáfora y catáfora: ellos, en posición anafórica, referido a distritos. Y, también, pocos ejemplos de deixis: estas cofradías, su funcionamiento, sus  libros, sus  ingresos. Hacer notar en empleo de las comillas para reflejar una sentencia de un hombre de la época sobre el tema principal; así como, el uso del paréntesis para aclarar el término germanesco “valentía” (los sicarios).c) Indique qué tipo de texto es (0,25 puntos). Se trata de un fragmento de un ensayo humanístico, en el que predomina la modalidad expositiva, ya que tiene como finalidad proporcionar información sobre un tema que tiene que ver con el ser humano, en concreto, el hombre del siglo XVII.2. Redacte un resumen del contenido del texto. (1 punto)La ciudad de Sevilla era uno de los principales focos de delincuencia en la España de principios del siglo XVII. Como han hecho constar diferentes personajes de la época, estos delincuentes estaban perfectamente organizados y tenían consolidadas unas relaciones de poder que les permitían tener un sitio consolidado dentro de la sociedad