evolución y progreso en el positivismo

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  • evolucin y progreso en el positivismoAuthor(s): hctor daz-polancoSource: Boletn de Antropologa Americana, No. 6 (diciembre 1982), pp. 25-35Published by: Pan American Institute of Geography and HistoryStable URL: http://www.jstor.org/stable/40977002 .Accessed: 03/03/2014 22:10

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  • hctor daz-polanco*

    evolucin y progreso en el positivismo*

    1. INTRODUCCIN

    Ninguna otra corriente de pensamiento social ante- rior a la concepcin positivista se empe tanto como sta en fundar una interpretacin de la histo- ria y la sociedad que probara fehacientemente la universalidad e inevitabilidad del progreso humano, y, a partir de ese acerto, en postular una continui- dad evolutiva. Es verdad que con antelacin nume- rosos pensadores -especialmente durante el siglo XVlll- se interesaron en encontrar un sentido a la historia (v.gr., Montesquieu, Turgot, etctera)1 y, en ocasiones, esbozaron cuadros o esquemas en los que la idea del progreso jugaba un papel de impor- tancia (caso de Condorcet, a quien Comte, por cierto, consideraba uno de sus antecesores tericos directos).2 Pero es el positivismo constituido por Saint-Simon y sistematizado por Comte el que pretende encontrar los fundamentos de la ley del progreso humano ("ley del desarrollo continuo"), interpretar el pasado histrico, comprender el pre- sente y prever racionalmente el futuro, basndose en los instrumentos de una nueva ciencia ("la fsica social" o "sociologa") que es anunciada como la nica capaz de aplicarse al estudio de los fenmenos ms complejos: los sociales.

    ** Investigador del Centro de Investigacin para la Inte- gracin Social (CUS).

    * El presente texto forma parte de la obra que sobre las ideas evolucionistas en el siglo XIX elabora el autor.

    1. Un panorama de los grandes mojones que marcan el desarrollo de la concepcin del "progreso" se encuen- tra en John B. Bury, La idea del progreso, Alianza Editorial, Madrid, 1971.

    2. En su Calendario Positivista. . ., Comte dedica el jueves 25 del undcimo mes a Condorcet, junto a Ferguson.

    El positivismo, en efecto, reclama ser la concep- cin que corresponde a la etapa ms avanzada y de- finitiva del desarrollo mental de la humanidad (la fase "cientfica") y, por ello, cree disponer de las herramientas ms slidas para procurar una total reordenacin o reorganizacin de la sociedad hasta en sus ms mnimos detalles: desde lo moral, pasan- do por la organizacin de la produccin, hasta la vida poltica. As, pues, los fundadores del positivis- mo (y particularmente Comte) no slo postulan una teora evolutiva, basada en la ley del progreso, sino que a partir de ella construyen todo un sistema que intenta integrar en un vasto enfoque comprehensi- vo las etapas del pasado con la situacin presente, a fin de entender hacia donde marcha la humanidad con el firme paso de los procesos que responden a leyes, procesos que, no obstante, pueden ser con- ducidos o acelerados de acuerdo con la sabia direc- cin cientfica que proporciona la nueva filosofa.

    Es importante destacar aqu otra particularidad que establece una diferencia adicional entre el positivismo y laxorriente iluministaque le precedi (especialmente la constituida por los enciclopedis- tas, tales como Voltaire). Mientras los impulsores de sta generalmente interpretan el pasado medie- val como una poca totalmente negativa y oscura, el positivismo lo reivindicar como una fase provi- sional e indispensable, que prepara las condiciones que dan origen a la poca positiva. As, el pasado queda integrado, en una lnea continua de evolu- cin, al presente, y ste prepara el futuro. Hay mucho que aprender del pasado, especialmente de su organicidad, que dio estabilidad y armona a la sociedad humana, hasta que comenzaron a desgas- tarse sus fundamentos; por eso, sostienen los po- sitivistas, no hay que enjuiciar todo el estadio pretrito que denominan "teolgico", as como sus diversas fases, a partir de su periodo de deca-

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    dencia y disolucin, sino tornando en cuenta sus aportaciones en el campo del consenso social y la armona entre el poder temporal y el espiritual que logr alcanzar.

    El positivismo no propone volver al pasado, pero aspira a crear un sistema social basado en una plataforma de armona y estabilidad, semejante a la que caracteriz el largo estadio teolgico en su mejor momento. Esta fascinacin gradual que la estabilidad del pasado ejercer sobre el positivismo -y ello es observable claramente en el desarrollo del pensamiento comtiano- marcar profunda- mente su perspectiva de la sociedad ideal y su vocacin poltica, as como, desde luego, su actitud frente a las tendencias democrticas y revoluciona- rias que se inspiraban en el gran movimiento de 1780. En todo caso, vale la pena subrayar que tal obsesin por encontrar los fundamentos del equi- librio social es, quizs, la ms fuerte herencia que transmite el positivismo a las ms destacadas e influyentes tendencias que, en los campos de la antropologa y la sociologa principalmente, se desarrollan durante el siglo XX (especialmente durante su primera mitad).

    Por lo dems, en tanto la estabilidad por la que propugnaba el positivismo maduro (vale decir, comtiano) implicaba:

    1) un sistema jerrquico en el que la estructura de clases quedaba intacta; 2) una doctrina que predi- caba la sumisin de los trabajadores como cuestin de necesidad y razn de orden pblico, y 3) un enfoque en el que la lucha social era descartada como una accin "negativa" o "anrquica", alrede- dor de tales puntos se defini un nudo de contra- diccin y pugna entre aqul y las corrientes revolu- cionarias (destacando entre stas la denominada "socialismo cientfico", es decir, el marxismo). Adems, en la misma medida en que la perspectiva poltica del positivismo comtiano estaba ntima- mente entrelazada con sus concepciones tericas o "cientficas", la actitud de desprecio y repudio hacia esta vertiente de aqul no era menor en las filas del marxismo revolucionario. El propio Marx se encarg de expresar su opinin del positivismo comtiano en una carta dirigida a Edward Spencer Beesly (conocido discpulo de Comte, pero quien era apreciado por el primero como "un hombre muy capaz y valiente" y un buen historiador); con su lenguaje directo y sin tapujos, Marx le indic a Beesly en 1871: "como hombre de partido, mi actitud hacia la filosofa de Comte es por entero

    hostil, al tiempo que como hombre de ciencia tengo de ella una opinin muy pobre. . ."3

    Antes de pasar al anlisis de las formulaciones bsicas del positivismo, conviene decir algo acerca de su importancia e influencia durante el siglo X IX . Muchos de los planteamientos positivistas -en especial las proposiciones ms particulares, relativas, por ejemplo, a la reorganizacin de la sociedad- pueden parecer a un lector contemporneo simples extravagancias de mentes un poco desquiciadas o excntricas ocurrencias que no pueden tomarse muy en serio. Sin embargo, se debe advertir que en su tiempo tales proposiciones no slo fueron consi- deradas con la mayor seriedad, sino que adems fueron acogidas con el mayor entusiasno por numerosos adeptos que se haban convertido rpi- damente a la nueva doctrina.

    El positivismo alcanz su expresin ms "clsi- ca" y acabada en Francia, bajo el liderazgo intelec- tual de Comte, pero tambin tuvo manifestaciones de importancia en otros pases europeos. En Ingla- terra, la doctrina logr importantes repercusiones y fue abrazada por un pensador de la relevancia de John Stuart Mill;4 en Alemania, la filosofa positi- va cobr cuerpo en la obra de Friedrich J. Stahl, empeado en ofrecer una concepcin alternativa a la filosofa "negativa" de Hegel,5 etctera. Es innecesario indicar aqu que la filosofa positiva asumi caractersticas especficas -que particu- larizaban el enfoque general-, segn las condi- ciones sociohistricas y la tradicin propias de cada pas.

    Por lo que respecta a los pases de Amrica Latina, es ampliamente conocida la influencia que tuvo en ellos el positivismo, particularmente en los grupos dirigentes y las capas intelectuales. En casi todas las naciones del continente -Chile, Argentina, Per, Brasil (en donde el lema de "Orden y Progreso" figura en la ensea nacional), etctera- la doctrina positivista (y particularmente comtiana) encontr seguidores y, en ocasiones, se ensayaron intentos de aplicacin de sus recomendaciones.

    Uno de los casos latinoamericanos ms destaca- dos de adopcin de la doctrina positivista por par- te de las capas dirigentes lo constituye el de Mxico,

    3. Carta de Marx a Beesly, Londres, 12 de junio de 1871, en Marx-Engels, Correspondencia, Ediciones de Cultura Popular, Mxico. 1977, p. 399.

    4. Cf. John S. Mili, Auguste Comte y el positivismo, Aguilar, Buenos Aires, 1977 (edicin original de 1865).

    5. Cf., Herber Marcuse, Razn y Revolucin, Alianza Editorial, Madrid, 1979, p. 349 y sigs.

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    en donde un importante grupo denominado los "cientficos" logr enquistarse en el aparato de gobierno e influir en el curso de los acontecimien- tos polticos y el manejo de la cosa pblica. Los miembros de este grupo asuman, con mayor o menor ortodoxia, elementos de la doctrina positi- vista de Auguste Comte. La voluntad de reorgani- zar la sociedad, transformando las opiniones de los ciudadanos (en particular a partir de la educacin), a fin de alcanzar "Libertad, Orden y Progreso", fue expresada muy tempranamente por el mexica- no Gabino Barreda, discpulo directo de Comte, en su clebre y pionero discurso de 1867.6 Los posi- tivistas mexicanos, asimismo, intentaban interpre- tar la historia del pas de acuerdo con la ley de los tres estadios de Comte y, como ste, manifestaban una gran preocupacin por el mantenimiento del orden.

    En su clsico trabajo sobre el tema, Leopoldo Zea7 observa el dilema en que se encontr la bur- guesa europea entre el mpety revolucionario y las fuerzas retardatarias del antiguo rgimen*, dile- ma que expres e intent resolver el positivismo; enseguida dicho autor establece un paralelismo al sostener que la '"burguesa" de Mxico, "a seme- janza de la europea, tuvo una etapa combativa" que se bas en la filosofa de los encliclopedistas: esa etapa "jacobinista" es ilustrada en Mxico, a su juicio, por el movimiento de la Reforma. "Sin em- bargo - prosigue Zea-, al triunfar dicha clase 'bur- guesa', tal filosofa resultaba peligrosa, alentaba a otros grupos sociales a solicitar o exigir los dere- chos que ellos reclamaron contra la clase conserva- dora. Aqu surge una segunda etapa de la burguesa en Mxico. Esta etapa fue la del orden. Obtenido el triunfo, obtenido el poder, era menester afianzar ste, y para ello era menester una filosofa de orden. Esta filosofa no fue menester crearla, esta filosofa fue el positivismo".8 As pues, segn Zea, son las circunstancias sociohistricas similares las que per- miten entender la adopcin en Mxico, por parte de las clases altas, del positivismo que haba servi- do de bandera filosfica a la burguesa europea.9

    6. Cf., Gabino Barreda, "Oracin cvica" (pronunciada en Guanajuato el 16 de septiembre de 1867), en Abelardo Villegas, Positivismo y Porfirismo, SepSe- tentas, Mxico, 1972.

    7. El positivismo en Mxico. Nacimiento, apogeo y decadencia, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1978.

    8. Ibidem, pp. 46-47. 9. "Como se ve -sostiene nuestro autor-, existfa una

    gran semejanza entre las circunstancias con las cuales se tuvo que enfrentar la burguesa mexicana y las

    La evaluacin que hace Zea de la importancia del positivismo en Mxico y su particular interpre- tacin de las condiciones en que surge el movimien- to doctrinario, pueden ser discutibles. W.D. Raat, por ejemplo, ha cuestionado el .punto relativo a la calidad del positivismo como filosofa oficial del rgimen porfirista, que se desprende del anlisis de Zea; asimismo, ha sometido a un nuevo anlisis las ideas de los "positivistas" mexicanos, para tratar de probar que los planteamientos de stos ni se ajustaban tan estrechamente a la doctrina elabora- da por Comte, como parece deducirse de la obra antes citada, ni mostraban homogeneidad entre s, manifestando, en cambio, diferencias sustanciales por lo que se refiere a cuestiones importantes (como la cuestin indgena, por ejemplo, en relacin con la cual las posiciones iban desde las actitudes racistas hasta el reconocimiento de una problem- tica social que sustentaba las diferencias entre indios y no indios).10 Raat cree que fue lo que denomina el "ciencismo", y no el positivismo, la corriente dominante durante el porfiriato.

    No obstante, Raat admite la importancia que tuvo el positivismo en el campo de la educacin; y aunque rechaza que esta doctrina haya alcanzado el "rango de filosofa poltica oficial del rgimen" y sostiene que los llamados "cientficos" (con el secretario de Hacienda porfirista Jos Yves Lima- tour a la cabeza) no conformaron un "partido po- ltico", acepta el peso que tuvieron durante el rgimen al estar constituidos como una "camarilla poltica" que precisamente trataba de manejar el aparato gubernamental "aprovechando sus cone- xiones en la industria, la banca y la poltica".11

    En suma, pese a las exageraciones en que a veces incurren ciertas interpretaciones retrospecti- vas sobre el papel cumplido por el positivismo, es indudable la importancia e influencia que cobr dicha filosofa durante el siglo XIX. Mutatis m u-

    circunstancias con las cuales se haban enfrentado la burguesa europea. De donde se explica la adopcin que este grupo social mexicano hizo de las ideas sos- tenidas por la burguesa en Europa. Esta semejanza de circunstancias Hzo que la burguesa mexicana se encontrase reflejada en las ideas expresadas por la burguesa europea, identificando su desarrollo con el desarrollo de sta > m progreso con el progreso expresado por el positivismo de Comte. Ambas bur- guesas anhelaban el orden; el orden fue el ideal perseguido por ambos grupos sociales en distintas aunque semejantes circunstancias". Ibid., p. 50.

    1 0. William D. Raat, El positivismo durante el porfiriato, Sep-Setentas, Mxico, 1975, pp. 120-121.

    11. Ibidem, pp. 117-118.

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    tandis, la influencia del positivismo es comparable a la de las teoras ms impactantes que se desarro- llaron durante la segunda mitad de la pasada cen- turia, particularmente a la del marxismo.12

    Es cierto que la corriente positivista no alcanz a provocar los resultados prcticos y globales que concibieron el propio Comte y sus principales discpulos; y en este sentido puede hablarse de un fracaso del positivismo. Sin embargo, en rigor, el escaso xito slo puede concebirse en proporcin con una incomprensin y sobrestimacin -del propio Comte y sus seguidores- respecto al papel que deba cumplir la doctrina por ellos elaborada; en este sentido, el "fracaso" es una funcin de las excesivas espectativas de los propios positivistas, quienes establecieron exigencias en el terreno de las transformaciones sociales que rebasaban el

    12. El mismo Raat destaca este punto: "El positivismo se difundi y fue adoptado por cientos de creyentes tanto en Europa como en Amrica. En Francia, m- glaterra, Alemania, Estados Unidos, Brasil, Chile, Argentina, Per, Bolivia y, por supuesto, en Mxico hubo proslitos de la doctrina comtiana. Probable- mente ningn otro sistema de pensamiento, salvo el darwinismo social y el marxismo, influy tanto en la vida intelectual de Europa y Amrica Latina en el Siglo XIX como el positivismo". Ibid., p. 1 1.

    alcance de un sistema filosfico y se sustentaban en una inadecuada evaluacin de las tendencias sociohistricas. Dejando de lado estas exageracio- nes, puede llegarse a la conclusin, en cambio, de que el positivismo cumpli ampliamente sus pro- psitos poltico-ideolgicos.

    Esto ltimo resulta ms cierto si se toma en cuenta la influencia posterior, es decir, durante el presente siglo, que el positivismo ejerci en el des- arrollo de las ciencias sociales y, en particular, de la sociologa y la antropologa. El positivismo, en efecto, sent las bases del enfoque "sociolgico" que sustenta a estas disciplinas sociales, las cuales se desarrollan, por tanto, anulando cualquier con- cepcin dialctica ("negativa") de los procesos sociales.

    Como recuerda Marcuse, a partir del positivis- mo comtiano "la sociologa ha seguido los esque- mas de las ciencias naturales. Ha sido considerada como ciencia, precisamente en la medida en que su objeto pudiese recibir el mismo trato neutral que el objeto de las ciencias exactas. . ."l3 A la neutra- lidad, se aade la posibilidad de constituir ciencias especiales que hacen caso omiso de una concepcin dialctica de la totalidad. Es por ello que dichos

    13. H. Marcuse, Razn y Revolucin, op. cit., p. 364.

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    principios sociolgicos se "oponen a la teora dia- lctica de la sociedad", pues sta a) "destaca las potencialidades y contradicciones esenciales dentro de este todo social", b) sostiene que la neutralidad cientfica "es incompatible con la naturaleza del objeto y con las indicaciones para la prctica huma- na derivadas de su anlisis" y c) rechaza su consti- tucin en una "ciencia especial", pues considera "que las relaciones sociales abarcan y condicionan todas las esferas de la existencia y del pensamien- to". "Por tales razones -concluye Marcuse-, la dialctica es un mtodo filosfico y no sociolgico, un mtodo en el que cada una de las nociones dia- lcticas encierra toda la totalidad negativa y, por lo tanto, entra en conflicto con cualquier intento de dividir en mbitos especiales las relaciones so- ciales".14

    As, pues, en la tarea de establecer tal platafor- ma - el mtodo sociolgico que servira de sustento a las ciencias sociales modernas- es evidente que el positivismo cumpli su papel con creces.

    LOS FUNDAMENTOS POSITIVISTAS EN SAINT-SIMON

    La ubicacin terico-politica precisa de Claudio Enrique de Rouvroy, conde de Saint-Simon, es una tarea dificultosa y siempre polmica, dada la com- plejidad de su pensamiento y, sobre todo, la diver- sidad de opciones o caminos que el mismo abre.

    Segn el nfasis que se proponga el anlisis, el pensamiento saintsimoniano puede ser considerado como un punto de partida esencial de la corriente socialista "utpica" que se desarrolla en Europa a principios del siglo XIX, o como la primera plata- forma ms o menos conformada de la concepcin positivista que cristalizara unas dcadas despus como todo un sistema, gracias a los empeos y esfuerzos sistematizadores de A. Comte.

    Tal ambigedad o ambivalencia seguramente est relacionada con las circunstancias histricas concretas en medio de las cuales nuestro autor constituye su pensamiento filosfico y socioh st- rico: la poca del Imperio, del derrumbamiento de ste y de la instauracin de la Restauracin. Se trata, pues, de un periodo que puede ser denominado transitorio, en la medida en que las fuerzas del pasado y las recin surgidas fuerzas renovadoras

    14. Ibidem, p. 365.

    escenifican una fuerte lucha, pero sin que ninguna logre establecer todava plenamente su imperio: la una por representar condiciones que se estn trans- formando manifiestamente, la otra por ser todava muy dbil.

    Por lo dems, dentro de las fuerzas renovadoras, asoma no slo una burguesa en cierne (aunque activa ya en las esferas industrial, comercial, agrco- la y bancaria), sino adems un proletariado an amorfo, en cuyo seno tienen un peso especfico importante los artesanos y otros pequeos produc- tores. Saint-Simon se muestra claramente partida- rio de dichas fuerzas renovadoras, pero -dada la misma naturaleza de stas- sin discriminar clara- mente a unos sectores de otros y sin vislumbrar una diferencia desde el punto de vista de los proyec- tos socioeconmicos y polticos respectivos, debido a que, de hecho, tal diferencia no era ciertamente notable y manifiesta en ese momento. De ah que nuestro autor intente proporcionar una solucin global que lo mismo responda a los intereses de los "industriales" que a los de los trabajadores. Por ello, el pensamiento saintsimoniano puede ser enfocado -sin caer en grave inconsecuencia, consi- derando lo ya apuntado- como un "socialismo" humanitario y utpico, y/o como un sistema "in- dustrialista". En todo caso, se busca establecer los cimientos filosficos y socioh istricos segn los cuales las clases "laboriosas" y "tiles" conviviran armnica y pacficamente sobre unas bases positi- vas, las que procuraran la justicia y la estrecha colaboracin social. Fue esta perspectiva, desde luego, la que se propuso desarrollar despus su discpulo y anterior colaborador Auguste Comte.

    De mane.a fundamental, en efecto, Saint-Simon distingue dos grandes conjuntos: por un lado, a los sectores que representan el pasado, entre los que incluye tanto a los miembros de la aristocracia de viejo cuo ("los antiguos nobles, los clrigos, los descendientes de aquellos que haban sido emplea- dos bajo el antiguo rgimen"), como a la camarilla enoblecida y burocrtico-militarque surgi despus de la Revolucin y durante el imperio bonapartista ("Los nuevos nobles, los militares que sirvieron durante la revolucin, las personas que Bonaparte haba empleado dentro de la administracin colosal que haba establecido"); por el otro, a los que re- presentan el trabajo productivo y til para la nacin, engrandecen la "civilizacin" e impulsan la prospe- ridad, entre los que incluye a los industriales, los cientficos y sabios, los artistas y artesanos, los agricultores y trabajadores en general.

    A los primeros, nuestro autor los considera "dos

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    clases de zngano", "sanguijuelas" que viven "a expensas de la nacin", chupando de los impuestos la savia vital que podra ser mejor utilizada para impulsar la industria del pas; a los segundos, en cambio, los compara con las abejas laboriosas, creadoras de la miel que sirve en gran porcin de alimento a los holgazanes.15

    Esta posicin fue ilustrada por Sain-Simon de la manera ms irnica y contundente, en la clebre parbola que incluy en U Organisateur, trabajo publicado el mismo ao de 1819. El autor "supone" dos acontecimientos dramticos y evala sus con- secuencias. Segn el primero, Francia "pierde sbi- tamente" a sus principales cientficos, sabios y artistas; a sus ms destacados ingenieros y construc- tores; a sus principales banqueros, agricultores y fabricantes; y, finalmente, a sus ms capaces arte- sanos. . . Tal ocurrencia sera, deduce Sain-Simon, una verdadera "desgracia" para la nacin: "Como stos son los franceces ms esencialmente produc- tores, aquellos que dan los productos ms impor- tantes, aquellos que dirigen los trabajos ms tiles para la nacin, y que la vuelven productiva en la ciencia, en las bellas artes y en las artes y oficios, ellos son realmente la flor de la sociedad francesa, son todos los franceses ms tiles a su pas, son aquellos que le proporcionan la mayor de las glorias, que engrandecen ms su civilizacin as como su prosperidad. La nacin se volvera un cuerpo sin alma en el momento en que los perdiera; caera inmediatamente en un estado de inferioridad. . . Francia necesitara al menos una generacin entera para reparar esta desgracia, porque los hombres que se distinguen en los trabajos de utilidad positi- va son verdaderas anomalas, y la naturaleza no es prdiga en anomalas, sobre todo aquellas de esta especie".16

    Sarcsticamente, nuestro autor pasa enseguida a una segunda suposicin: que conservando a sus "hombres de genio", Francia pierde repentina- mente a los miembros de la nobleza y, al mismo tiempo, a todos los "oficiales de la corona", minis- tros y consejeros de Estado, magistrados, maris- cales, dignatarios del clero (cardenales, arzobispos, obispos,vicarios, cannigos), prefectos, empleados ministeriales, jueces y, para completar, "a los diez mil propietarios ms ricos de entre aquellos que

    15. Claude-Henri de Saint-Simon, "Le politique" (1819), en Claude H. de Saint-Simon, Crtica de la poltica, Cuadernos de Causa, 4, Centro de Documentacin Poltica, Mxico, 1977, pp. 17-18.

    16. C.H. de Saint-Simon, "L'Organisateur", en Op. cit., p. 1 0 a 20. Subrayados nuestros.

    viven noblemente". Qu consecuencias traera esta prdida? La respuesta de Sain-Simon, termi- nante y cargada de intencin, es que tal prdida causara slo una sentimental afliccin y pena en los ciudadanos, pero no acarreara mal poltico alguno. Efectivamente -escribe con sorna apenas disimulada Saint-Simon- "Este accidente afligira en verdad a los franceses porque ellos son buenos, porque ellos no sabran ver con indiferencia la desaparicin sbita de tan gran nmero de compa- triotas. Pero esta prdida de treinta mil individuos reputados como los ms importantes del Estado no les causara ms que tristeza en lo que respecta a lo sentimental, porque no sobrevendra ningn mal poltico para el Estado ". 1 7

    Con lo dicho hasta aqu habra bastado a cual- quier buen entendedor. Pero Saint-Simon quizo dar razones explcitas del porqu esta ltima pr- dida sera inocua desde el punto de vista sociopol- tico. Las dos que ofrece se caracterizan igualmente por poner en tela de juicio la utilidad social y pol- tica de los antiguos sectores sociales, amn de su naturaleza hiriente y ofensiva para stos ltimos:

    La primera razn radica sencillamente, segn Saint-Simon, en que "sera muy fcil llenar las plazas que se hubieran quedado vacantes", pues existen nutnerosos ciudadanos que podran ejercer las funciones de los nobles, militares, eclesisticos, administradores, propietarios, etctera. Aqu, la intencin del autor es poner de relieve el carcter secundario y superfluo de los papeles que ocupan los mencionados sectores: se trata de funciones que, por lo intil e intrascendente, en todo caso prcti- camente cualquiera podra ejercerlas. . .

    La segunda razn se orienta directamente a destacar el carcter negativo y pernicioso de la existencia de los grupos indicados, dada su doble naturaleza parasitaria y retardataria, en contraste con el papel creativo y progresivo de los sectores que s realizan un trabajo productivo y til. El autor parte de un principio o supuesto fundamental : que la prosperidad de la nacin "no puede llevarse a cabo ms que por el efecto y resultado de los progresos de las ciencias, las bellas artes y de las artes y oficios". Pero "los prncipes, los grandes oficiales de la corona, los obispos, los mariscales de Francia, los prefectos y propietarios ociosos no trabajan directamente en los progresos de las cien- cias, de las bellas artes y de las artes y oficios: lejos de contribuir a ello na pueden ms que daarlos"; y la razn general de esto radica en que "seesfuer-

    1 7. Ibidem, pp. 20 y 21 . Subrayado nuestro.

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  • EVOLUCIN Y PROGRESO EN EL POSITIVISMO 31

    zan por prolongar la preponderancia ejercida hasta este da por las teoras de conjeturas sobre los conocimientos positivos1'. De ah que tales sectores retardatarios daen, por lo dems, a la sociedad: 1. al privar, "como lo hacen, a los sabios, a los artesa- nos, del primer grado de consideracin que les corresponde legtimamente"; 2. al emplear sus recursos "de una manera que no es directamente til" a las actividades creativas en el campo de la ciencia, el arte y la produccin, y 3. al deducir cada ao de las riquezas producidas por los ciuda- danos, de los impuestos pagados por stos, una fuerte suma, bajo diversos ttulos, como "pago" por "trabajos que no le son tiles a la nacin".18

    De todo lo dicho, Saint-Simon deduce, a modo de conclusin, lo que llama "el hecho ms impor- tante de la poltica actual", a saber, "que la orga- nizacin social est poco perfeccionada, que los hombres se dejan an explotar por la violencia y por la astucia, y que la especie humana (polti- camente hablando) est todava sumergida en la inmoralidad". Ms an, dado que los hombres que realizan trabajos que revisten una "utilidad positi- va" para la sociedad estn subordinados a los que son unos "rutinarios ms o menos incapaces", que los grupos preponderantes deben su condicin "al azar del linaje, a la adulacin, a la intriga o a otras acciones poco estimables", que los ciudadanos laboriosos deben sostener a los parsitos; que stos (siendo "los ms grandes culpables") son encarga- dos de castigar "los pequeos delitos contra la sociedad"; que los atributos de tales "jefes supre- mos de la sociedad" son la ignorancia, la supersti- cin, la pereza y el dispendio, etctera, Saint-Simon concluye que "la sociedad coloca verdaderamente el mundo al revs" y que el cuerpo poltico de la misma est enfermo. Tal enfermedad, que sin duda resulta el efecto de una organizacin social desor- denada y enrevesada, es considerada por nuestro autor no slo como "grave", sino adems como "peligrosa".19

    As las cosas, la ms urgente tarea consista en buscar la forma de enderezar ese mundo invertido y procurar el remedio a la grave y peligrosa enfer- medad que padeca la sociedad. Ahora bien, Saint- Simon pretende deducir sus soluciones de lo que concibe como las tendencias que operan en el proceso histrico, no de simples conjeturas, las que precisamente rechaza. As, pues, la comprensin de las soluciones que sugiere para cambiar la situa-

    18. Ibid., p. 21. Subrayados nuestros. 19. /bid., pp. 22 y 23. Subrayado nuestro.

    cin, requieren tomar en cuenta sus concepciones sociohistricas, pues stas estn ntimamente entretejidas con aqullas.

    Segn Saint-Simon la historiase caracteriza por un progreso incesante, en lo que coincide con mu- chos otros pensadores del siglo XV MI (Turgot,Con- docet, Montesquien, etctera). Pero Saint-Simon cree que dicha progresin histrica est regida por una ley general, la cual consiste en la sucesin de lo que llama "pocas crticas" y "pocas orgnicas". Mientras durante estas ltimas la sociedad se funda en un sistema de creencias adecuado, existe un mnimo de consenso social y, en consecuencia, de sana organizacin y armona, durante las primeras falta esa base de creencias y la sociedad se debate en la crisis y la desorganizacin. En la actualidad, pensaba Saint-Simon, la sociedad atraviesa por una poca crtica, pues el progreso cientfico ha puesto en entredicho las antiguas ideas teolgicas y meta- fsicas que se basan en conjeturas y no en la natu- raleza de las "cosas", en "principios" y no en los "hechos". Es el predominio de las antiguas creen- cias, sobre todo de las "metafsicas", y la direccin que ejercen sobre los "asuntos pblicos", la causa principal de la crisis y la desorganizacin social; se requiere fundar a la sociedad sobre una base posi-

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  • 32 BOLETN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA 6 DICIEMBRE 1982

    tiva, a fin de pasar a una poca orgnica, es decir, a fin de establecer un orden armnico y estable.

    Saint-Simon sostena que "los jurisperitos y los metafsicos dominan, en el momento actual, la sociedad en todas sus partes y bajo todos los aspec- tos pol ticos". Estos seores, sometidos a las "viejas creencias", "se ocupan mucho ms de las formas que del fondo, de las palabras que de las cosas, de los principios que de los hechos; no estn acostum- brados a dirigir su atencin y sus trabajos hacia un fin nico fijo y determinado; ahora bien, de todo esto, debe resultar y en efecto resulta, que su esp- ritu se extrave a menudo en el laberinto de las ideas abstractas, y de todo esto -dice- yo saco la siguiente conclusin:

    "Mientras que sean los jurisperitos y los meta- fsicos quienes dirijan los asuntos pblicos, la revolucin [es decir, la poca crtica] no llegar a su trmino. . .: un orden estable de cosas no se establecer".20

    De ah que, segn nuestro autor, una tarea primordial consistiera en afirmar y desarrollar la nueva perspectiva positiva que deba normar a la sociedad, sustituyendo las antiguas creencias. Las condiciones para ello estaban dadas y, de hecho, el espritu positivo se estaba imponiendo ya, como lo mostraban los progresos cientficos y los logros alcanzados por los industriales basndose en la "administracin positiva". A tono con la predomi- nancia que el espritu positivo alcanzara gradual- mente en el plano de las creencias, en el terreno poltico deberan ocurrir cambios consecuentes, asignando, por consiguiente, el manejo de los asun- tos pblicos a aquellos que demostraban mayor capacidad y que posean los mayores mritos. Estos hombres, segn Saint-Simon, eran obviamen- te aquellos que haban probado mayor aptitud en las ciencias positivas, las artes y la industria;21 as se anularan los privilegios, por una parte, y se

    20. C.H. de Saint-Simon, "Du systme industriel" (1 821 ), en Op. cit., p. 1 7.

    21. "Todos los privilegios sern aniquilados, y no podran reproducirse ms, ya que el sistema de igualdad, el ms completo que pueda existir, ser constituido por los hombres que muestren la mayor capacidad en las ciencias positivas, en las bellas artes y en la industria, llamados por el nuevo sistema a disfrutar del primer grado de consideracin social y a ser encargados de la direccin de los asuntos pblicos, disposicin funda- mental que destine a todos los hombres poseedores de talento trascendente a elevarse a la primera cate- gora, cualquiera que sea la posicin en la que el azar de nacimiento los haya colocado". C.H. de Saint- Simon, "Suite la brochure des Bourbons et des Stuarts" (1822), en Op. cit., p. 27.

    establecera una organizacin social en la que podra garantizarse la anhelada estabilidad y tran- quilidad, por otra.

    As, pues, para terminar con la amenaza de las "insurrecciones" y alcanzar la "felicidad moral y la felicidad fsica", respectivamente, era necesario encargar a los industriales del manejo de la cosa pblica y de las actividades econmicas y produc- tivas en general, y a los sabios de la instruccin del pueblo.22 Saint-Simon piensa que son los "indus- triales", al asumir la direccin, los nicos capaces de garantizar la "tranquilidad pblica", ya que ellos son los ms interesados en mantenerla, limi- tando al mismo tiempo la arbitrariedad; adems, los mismos han dado pruebas de su capacidad en la administracin positiva, como lo demuestran los xitos que alcanzaron en sus respectivas empresas particulares.23

    De los planteamientos hasta aqu esbozados, se desprende un cuadro del porqu el pensamiento saintsimoniano puede ser considerado con justicia el primer bosquejo decimonnico de una sociedad ajustada, en ltimo anlisis, a los intereses de la burguesa en ascenso. Pero, en tanto el mismo autor muestra igual preocupacin por el mejora- miento de las condiciones de los trabajadores, en el seno mismo de una sociedad industrial-capitalista en constante progreso, tambin se pone de relieve la vertiente "utpica" de su concepcin.Saint-Simon pensaba que la sociedad capitalista o "industrial"

    22. En efecto, para alcanzar la felicidad fsica, "es nece- sario que los trabajos de cultura, de fabricacin y de comercio sean estimulados y favorecidos hasta donde sea posible. . . En cuanto lo que concierne a la felici- dad moral de la nacin, es necesario confiar la ins- truccin de la juventud y del pueblo a los sabios, cuyos conocimientos son los ms positivamente tiles." Idem.

    23. "La tendencia poltica general de la inmersa mayora de la sociedad es la de estar gobernada dentro del mejor trato posible, y de ser gobernada lo menos posi- ble, y de ser gobernada por los hombres ms capaces y de una manera que asegure completamente la tran- quilidad pblica. Ahora bien, el nico medio de satis- facer, bajo estos diferentes aspectos, los deseos de la mayora, consiste en encargar a los ms importantes industriales dirigir la fortuna pblica; ya que los industriales ms importantes son los ms interesados en la economa de los gastos pblicos; son tambin los ms interesados en la limitacin de la arbitrarie- dad; en fin, ellos son de todos los miembros de la sociedad, los que dieron prueba de la ms grande capacidad en administracin positiva; los xitos que obtuvieron con sus empresas particulares constataron su capacidad en este gnero". C.H. de Saint-Simon, "Catechismo des industriels", en Op. cit., p. 23.

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  • EVOLUCIN Y PROGRESO EN EL POSITIVISMO 33

    procurara el bienestar de los trabajadores y permi- tira la colaboracin, tranquila y pacfica, entre las clases. Obviamente no consider los factores gene- radores de contradicciones ni la lucha social conse- cuente (lucha de clases) como elementos impulsores de las transformaciones sociales, tal y como lo haran posteriormente los fundadores del marxismo.

    Ahora bien, por lo que respecta directamente a nuestro asunto, es preciso destacar la extraordina- ria importancia que la perspectiva de Saint-Simon reviste para el posterior desarrollo del pensamiento social decimonmico y, en especial, para las elabo- raciones propiamente antropolgicas que tendrn lugar en la segunda mitad de esa centuria. Sobresa- le, por sobre todo, el recurso general utilizado por el autor consistente en acudir al anlisis de fases histricas anteriores, con el fin de entender la situacin actual, someterla a crticas y anunciar la nueva organizacin social que se avecina. De este modo, las nuevas formas sociales en gestacin y los supuestos sociopolticos en que se sustentan, no son el resultado voluntarista de proyectos conjetu- rales, sino la expresin de "leyes" que han venido operando a lo largo de la historia con una fuerza irresistible y con puntual eficacia. El anlisis hist- rico descubre esta tendencia, devela la naturaleza de los factores impulsores en cada fase y revela el carcter y el sistema que "debe" fundar a la socie- dad en lo adelante.

    En este momento, importa menos al pensador la profundidad y el detalle del anlisis de las fases pasadas, que el mostrar plausiblemente que ellas han ocurrido. De igual modo, no altera mucho su propsito principal -reiteramos, entender lo que ocurre actualmente en su propia sociedad- el hecho de que el anlisis no retroceda ms all de la historia y el mbito medieval europeos, dejando as a un lado tanto las fases tempranas o arcaicas, como las sociedades "primitivas" o "salvajes" con- temporneas al autor.

    De hecho, una tarea fundamental cumplida por la antropologa de la segunda mitad del siglo XIX consisti en realizar la extensin necesaria, llevando el estudio hasta fases ms tempranas de la historia humana y penetrando en el mundo de las socieda- des "primitivas" coexistentes, es decir, de aquellas que no haban alcanzado el grado de "civilizacin" caracterstico del mundo occidental-capital sta. Pero esa labor se cumple sin abandonar la perspec- tiva bsica anudada tan magistralmente, aunque todava de una manera imperfecta, por un autor como Saint-Simon; a saber, conservando un mode- lo analtico basado en fases evolutivas y secuencias,

    concibiendo tales fases como la consecucin del progreso humano y, finalmente, otorgando racio- nalidad a la sociedad actuai que resulta as la lgica e histrica culminacin de aquel proceso progresivo. Puede decirse, pues, que los elementos lgico-anal- ticos fundamentales que orientarn al evolucionis- mo antropolgico posterior, se encontraban ya contenidos en la concepcin positivista saintsimo- niana, la que Comte, como veremos ms adelante, se encargar de sistematizar.

    En suma, los trabajos de los primeros antrop- logos contribuirn qo slo a fortalecer la idea de un paulatino y creciente progreso humano -la cual, como se ha dicho,. se vena gestando desde el lumi- nismo-, sino adems a mostrar que ese proceso tiene lugar desd el inicio mismo del camino, desde los primeros escalones de la historia. De esta manera se compieta el alcance del anlisis: si ciertas pocas podan parecer oscuras y, por consiguiente, podan existir dudas respecto a la operacin de las leyes del progreso durante ellas, despus de los trabajos de los antroplogos tales incertidumbres parecan desvanecerse. Es cierto, como se ver en su oportu- nidad, que en ese trance los antroplogos decimo- nnicos intentarn, y en ocasiones lo lograrn ampliamente, establecer nuevas bases y criterios distintos para discernir los factores que impulsan el proceso evolutivo; pero es evidente tambin que el patrn analtico bsico es semejante al que elabo- raron sus antecesores positivistas.

    Por lo dems, hay que considerar que este mayor alcance del anlisis antropolgico, en trmino de su tratamiento de las sociedades antiguas o primiti- vas, no slo se debi a una disposicin ms amplia de "informacin" o "datos" sobre esas sociedades tempranas o simples (aunque tal disponibilidad fuera cierta), sino probablemente, de manera prin- cipal, al hecho de que el evolucionismo se consti- tua en una fase en que el sistema social burgus haba dejado de ser un proyecto en lucha por imponerse, para pasar a ser un sistema en plena realizacin. Quizs esta ltima circunstancia con- tribuy, ms que nada, a alentar los intentos com- prehensivos no slo respecto al pasado histrico ms lejano, sino tambin por lo que toca a las dems sociedades no "occidentales" que supervivan en diversos puntos del globo, esfuerzos totalizadores que estaban en consonancia con la tendencia del capitalismo a convertirse en un sistema mundial. En relacin con este punto, el argumento de una mayor disposicin de informacin sobre las socie- dades arcaicas y primitivas, resulta una explicacin insuficiente y circular, puesto que en buena medi-

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  • 34 BOLETN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA 6 DICIEMBRE 1982

    da los "datos" disponibles para las nuevas interpre- taciones fueron generados, sistematizados y/o revalorizados por los propios antroplogos intere- sados en presentar sus esquemas evolutivos de factura general.

    Volviendo a la obra de Saint-Simon, se despren- de de ella que aunque no presta especial atencin a las sociedades "primitivas", en su doble expresin prehistrica y contempornea, contribuye a esta- blecer las bases de una perspectiva evolutiva, la cual sera fundamental para la antropologa que comenzara a desarrollarse unas dcadas despus. Saint-Simon no se limit a retomar la idea de un progreso general del "espritu humano" (tal y como fue esbozada, por ejemplo, por Condorcet en su Esquisse d' un tableau des progrs de /' esprit humain), sino que se esforz por encontrar las "leyes" que determinaban el paso de una fase par- ticular a otra: un propsito similar orientar el trabajo de los antroplogos de la segunda mitad de la pasada centuria.

    Pero, por otra parte, como en el caso de la obra de Condorcet -que segn nos recuerde U. Bitterli "sin dedicar especial inters a la situacin cultural del hombre arcaico, condujo de nuevo al problema del encuentro cultural ultramarino dando rodeos por los caminos de la legitimidad generalmente

    vinculante inscrita en la idea del progreso"24-, los trabajos de Saint-Simon contribuyen a perfilar una actitud frente a los pueblos de ultramar, a las colo- nias y, ms adelante por extensin, a las sociedades que no haban alcanzado el grado de civilizacin de tipo occidental.

    En la medida en que, segn el punto de vista de Condorcet, se alcanzaban entre los pueblos civiliza- dos de europa los altos grados de razn y progreso espiritual y poltico, tales logros deban ser trans- mitidos a las dems sociedades. De esto resulta un entusiasta proyecto civilizador, aunque benvolo y paternal, que reclama la sustitucin de las prcticas opresoras y corruptoras respecto a los indgenas africanos y asiticos por un nuevo estilo de relacin que convierta a los colonizadores europeos "en instrumentos tiles o generosos libertadores".25 La obra de este autor, pues, despierta a principios del siglo XIX una conciencia de "misin civilizado- ra", de carcter tutelar y temporal (hasta tanto los tutelados alcanzaran la madurez); sin embargo, como se ha visto en la Primera Parte de esta obra, las condiciones concretas para que tal misin civili- zadora presidiera las acciones de expansin colonial no se daran plenamente sino hasta el ltimo cuar- to de ese siglo. De todos modos, lo cierto es que de los planteamientos de Condorcet no se deduce una actitud que postule "la 'descolonizacin', el radical desmantelamiento del compromiso europeo en Ultramar. Lo que propugna es una reconfiguracin de las relaciones, humanamente responsable y en concordancia con los principios ticos de la Revo- lucin".26

    La actitud de Saint-Simon es algo distinta. Ello se debe no tanto a que ste ltimo tuviera menos fe en el progreso que su antecesor o a que fuera menor su conviccin de que los pueblos deberan elevarse hacia un estadio mental y social superior, como, en primer trmino, a la visin que tena del proceso por el que atravesaba su propia sociedad en ese momento. Como hemos visto, si bien Saint- Simon consideraba que en la sociedad se estaban desarrollando los cimientos de una concepcin positiva y ello posibilitaba la reorganizacin soci- poltica sobre esa base, opinaba que ello ocurra sobre el teln de fondo de una crisis que infestaba

    24. Urs Bitterli, Los 'salvajes' y los 'civilizados'. El en- cuentro de Europa y Ultramar, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1982, p. 356.

    25. Ver texto de Condorcet, en El anticolonialismo euro- peo. Desde Las Casas a Marx, Alianza Editorial, Madrid, 1972, p. 211 y sigs.

    26. U. Bitterli, op. cit., p. 353.

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  • EVOLUCIN Y PROGRESO EN EL POSITIVISMO 35

    a todo el cuerpo social y que lo haca marchar de cabeza. Enderezar este mundo enrevesado era la tarea primordial que atraa toda su atencin. Por lo dems, una sociedad que padeca todava tan gra- ves desarreglos, no era lo que podran llamarse un modelo para ser difundido hacia ultramar y, en especial, hacia los pueblos atrasados. Por lo que respecta a las ideas positivas, era mucho lo que quedaba por hacer a fin de que se impusieran en la propia Francia y en los dems pases occidentales.

    A todo ello habra que agregar, en segundo tr- mino, el especial rechazo que produca en nuestro autor el uso de la fuerza y la existencia de los ejr- citos profesionales (instrumentos privilegiados para la "difusin" de los valores y patrones occidenta- les),27 asociados en su filosofa con la poca crtica por la que atravesaba la sociedad y con el predomi- nio de los principios metafsicos que combata. Esta asociacin, como se ver ms adelante, es retomada con mayor vehemencia an por A. Comte, determinando en ste el rechazo de la guerra y, tambin, de la colonizacin como impulsora del progreso.

    As, pues, en la concepcin de Saint-Simon se sita en primer plano la consecusin de los imperati- vos sociopolticos positivos en la propia sociedad, desprendindose de ello una actitud francamente anticolonial y en favor de la descolonizacin. A nuestro autor le parecen aceptables las "colonias de poblacin" que se justifican tan slo como un modo de resolver el eventual problema de la "su- perabundancia" de poblacin (argumento que, como ya se vio, fue utilizado durante el ltimo cuarto del siglo XIX para justificar la vigencia de las colonias en general y la legitimidad del sistema colonial), oponindose a las que no cumplan dicha funcin y propugnando abiertamente por su supre- sin. En un escrito redactado hacia 1816, serlee:

    27. En "Le politique" Saint-Simon dice: "Nosotros con- cluimos entonces, del razonamiento como de la experiencia, que una nacin que no ambiciona domi- nar a pueblos extranjeros no tienen necesidad de un ejrcito permanente y pagado. . ." Loe. ci., p. 15.

    "El principal objetivo que una nacin debe propo- nerse en la formacin de colonias, es el de procurarse los medios de desalojar la superabundancia de poblacin que sta puede tener o que le pueda sobrevenir. Las pocas colonias que nosotros tene- mos no han sido formadas con esta intencin; no han sido organizadas de manera que satisfagan las necesidades de este gnero que nosotros pudimos tener, o prevenir aquellas que pudieran sobrevenir- nos. De modo que, bajo este punt, lo mejor que podemos hacer es renunciar a nuestras colonias, suprimir el gasto que nos ocasionan y esto nos proveer del dinero para procurar trabajo a los obreros".28

    Las ideas sociohistricas de Saint-Simon, quien muere en 1825, prolongarn su resonancia durante toda la primera mitad del siglo y en medida muy importante servirn como una de las canteras de donde los antroplogos evolucionistas extraern algunas de sus piedras angulares. Esa prolongacin se da a travs de sus discpulos, entre los que desta- ca ampliamente Auguste Comte, quien entra en relacin con el maestro en calidad de colaborador y secretario a partir de1818, relacin que se pro- longa hasta la desavenencia definitiva que da lugar a la separacin en 1 824.

    En efecto, no obstante los empeos del propio Comte por negar la herencia saintsimoniana conte- nida en su sistema de filosofa positiva, y a pesar tambin de los duros eptetos y acusaciones que lanz contra su antiguo maestro, es clara la fuerte influencia que los planteamientos de Saint-Simon ejercieron sobre los esquemas comtianos, sellndo- los profundamente. La ms ligera comparacin entre la obra de ambos autores, pone en evidencia la extraordinaria fertilidad del pensamiento saint- simoniano, en cuya fuente bebi Comte a sus anchas.29

    28. Ibidem, p. 16. Subrayado nuestro. 29. Ciertamente, "Haciendo un inventario de las ideas

    de la doctrina del sansi monismo, se advierte la pode- rosa y decisiva influencia de Saint-Simon sobre Comte, descontando el hecho de que ste ltimo fue asimismo colaborador de aqul. El nombre de filoso- fa positiva, las etapas orgnicas y crticas, teolgicas y cientficas, la ciencia como capacidad de previsin, la reforma social como meta del pensamiento, una nueva religin, etctera, son deas fundamentales en la doctrina comtiana". Francisco Larroyo "Estudio introductorio", en Comte, La Filosofa positiva, Editorial Porra, Mxico, 1979, p. XXII.

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    Issue Table of ContentsBoletn de Antropologa Americana, No. 6 (diciembre 1982), pp. 1-161Front Mattermodos de produccin precapitalistas en venezuela [pp. 5-16]hacia la cuantificacin de las fuerzas productivas en arqueologa [pp. 17-24]evolucin y progreso en el positivismo [pp. 25-35][Illustration] [pp. 36-36]acumulacin originaria y negacin de la sociedad indgena en mxico [pp. 37-52]el problema indgena: los orgenes [pp. 53-66]justo arosemena y la cuestin nacional panamea [pp. 67-74]el lugar de la memoria colectiva [pp. 75-83][Illustration] [pp. 84-84]la revolucin mexicana en el movimiento popular-nacional de la regin andina [pp. 85-103][Illustration] [pp. 104-104]perspectivas de la sociolingstica urbana en mxico [pp. 105-117][Illustration] [pp. 118-118]arquitectura y sociedad prechavin en los andes centrales [pp. 119-140]modo de produccin asitico o tributario? [pp. 141-144]documentos clsicosego vox clamantis in deserto: sermn pronunciado en sto. domingo en 1511 [pp. 147-161]

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