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ESPANA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ARABES ACTUALES (A PARTIR DE LOS TEXTOS DE ENSEÑANZA MEDIA DE SIRIA) por MIGUEL DE EPALZA Publicado en 2.- 1972 MADRID

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ESPANA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ARABES ACTUALES

(A PARTIR DE LOS TEXTOS DE ENSEÑANZA MEDIA DE SIRIA)

por

MIGUEL DE EPALZA

Publicado en ~ALMENARA».-Vol. 2.- 1972

MADRID

ESPAA'A Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ARABES ACTUALES

(A partir de los textos de enseñanza media de Siria)

por MIGUEL DE EPALZA

l. PRESENTACIÓN

1. Irnportancia de los libros de te .. ~to como formadores de mentalidades

Creo que no hace falta ponderar cómo la enseñanza me­dia marca a generaciones enteras de ciudadanos, estructu­rando mentalmente a los que participan en una misma estruc­tura socio-política, en sus clases más elevadas. N o es sólo un acervo de conocimientos, sino que pretende situar al ciu­dadano en el mundo, situándole en él, inculcándole actitu­des ante la vida y lo que le rodea, en todos sus aspectos.

Además, los libros de texto son los más leídos, por ca- ' pas enteras de la población de un país, y por personas que muchas veces no leerán otros libros, como lo han mostrado recientemente unas encuestas en institutos superiores sirios.

Estos textos, formadores de generaciones mentales, son también fruto de las corrientes intelectuales presentes en el país y en el mundo árabe. En el tema que nos interesa -la historia de España-~ representan la influencia de una gene­ración de historiadores e intelectuales árabes que han traba­jado en la historia de España, y cuyas ideas e investigacio­nes se ven claramente reflejadas en los manuales escolares. La interrelación investigación-enseñanza sería un tema inte­resantísimo, que no podemos tocar aquí. Bástenos citar -sin pretender ser exhaustivos- a algunos autores árabes que han escrito sobre Al-Andalus: A. Badawi, A. Inan, A. Al-

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Ahwani, H. Manes, M. Mekki, en Egipto; G. Zeydán y

H. Abbas, en el Líbano; A. Al-Hajji, en Iraq; y especial­mente J. Rikabi, A. Mahásibi, A. Bard, N. Kabbani y K. Soufi, en Siria. Muchos de ellos han podido -gracias a becas y otras ayudas- realizar estudios en España y han puesto en sus obras no sólo su erudición, sino su interés y cierto cariño hacia España.

Tendríamos que citar también aquí, para subrayar la importancia de lns textos. 'las orientaciones o finalidades que el propio programa del Ministerio de Educación N acio­nal sirio señala a sus libros de texto, a lo largo de la Ense­ñanza Media. Figuran a veces en la introducción de los li­bros que vamos a estudiar. En resumen, han de contribuir paralelamente a conocer objetivamente los. acontecimientos y adquirir las nociones vitales de tiempo y circunstancia, y a formar al mismo tiempo el sentimiento de identidad nacio­nal del estudiante árabe sirio, con las actitudes y relaciones que de ello se derivan.

2. Interés de este estudio

Este conocimiento de la mentalidad árabe en general con respecto a España -aunque hecho a partir de los textos de un solo país, Siria-, es muy conveniente y aún necesario para los españoles que han de tratar con los árabes. Hay que saber al menos tanto como ellos sobre nuestro propio país, si queremos ser sus interlocutores. Hay que saber el volumen de sus conocimientos sobre nuestro país y, sobre todo, la forma como vive y comprende esos hechos: saber lo que sabe nuestro interlocutor y cómo lo sabe.

Esta cultura es particularmente necesaria en las relacio­nes hispano-árabes, porque tienen un gran pasado histórico común, y los primeros contactos de una relación o conver­sación entre un árabe y un español se hacen a menudo a

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partir de tópicos nacionales, que comprenden estos conoci­mientos históricos. Es un hecho de experienda. El caso sería distinto entre un árabe y un sueco o un peruano : el tema común quedaría reducido a temas de política y de he­chos contemporáneos. Con un español, el árabe empezará fácilmente la conversación con uno de estos dos temas : el pasado histórico común o la posición española de apoyo a los árabes frente a Israel. Facilitar el primer tema pretende este estudio.

Quisiéramos también advertir la utilidad general que puede reportar a los estudiantes y profesores de historia, a los arabistas y a los diplomáticos.

Finalmente, no quisiéramos dejar de notar que, al termi­nar este trabajo, no se siente la necesidad de pedir «deside­rata)) a los textos sirios, en su enfoque de los temas espa­ñoles, en virtud del Acuerdo Cultural Hispano-Sirio reCiente. }lay algunas frases inexactas y enfoques opcionales, pero en general estos manuales se distinguen por su objetividad e interés por España, dando amplio espacio" a temas hispá­nicos, y cubriendo generalmente con una simpática indul­gencia algunos de nuestros fallos históricos.

8. Límites y 1nétodo de este trabajo

Este estudio de los textos sirios debería haberse hecho comparándolos con los de algún otro país árabe. Lo pienso hacer este verano en Túnez.

He procurado también ser lo más exhaustivo posible, pero es probable que en alguno de los 16 textos alguna cosa se haya escapado. Soy consciente de que en algunos temas tendría que haber investigado más algunos aspectos generales, superando las menciones expresas de España y analizando con más cuidado algunas categorías que la en­globan, como la noción de «país europeo» en la Edad Mo­derna, o la visión de la Europa medieval en estos manuales.

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Finalmente, he de decir que en Siria la tarea ha sido fa­cilitada por el hecho de que los libros de texto están unifi­cados para todo el país. No hay la variedad que trae, por ejemplo, la enseñanza privada, en otros países. Los 16 libros de historia, literatura y geografía consultados han sido edi­tados entre 1967 y 1970. Corresponden a la enseñanza media española, por la edad en que suelen cursar cada curso los alumnos, según la correspondencia siguiente :

(10 años) (11 :t )

(12 » )

(13 " ) (14 ) )

(15 • ) (16 » )

(17 )) )

1.0 bachillerato español 5.• «ibtid-;,> T » ( «principiantes» )

2.o ············································· 6.o ······························ ( ······································ )

3.o ------··········-·------·-···············-·· 1.0 ci <d-;dl» ( «preparatorio» ) 4.o ············································· 2.o ............................... ( ................................... ) 5.o ............................................. 3.0 .............................. ( ...................................... )

6.0 ........................................... 1.0 ctanawi:. ( «Secundario)) )

7 ;O .............................................. 2. O .............................. ( ...................................... )

3.o .............................. ( ...................................... )

Las siglas, títulos y autores de los textos figuran al fi­nal de estas páginas.

JJ. HISTORIA PRE-ISLÁMICA: LOS SEMITAS Y LOS INVASORES

DE LA PATRIA ÁRABE

La visión que muestran estos textos de la España pre­is1ámica se ·insérta en la visión árabe general .del mundo antiguo. Depende de algunas categorías o criterios genera­les que conviene exponer brevemente, porque las volvere­mos a encontrar como constantes de estos manuales y, por tanto, de la mentalidad general árabe moderna formada por ellos. Estas ideas-fuerza más características son :

1.0 Los antecedentes de la civilización árabe actual son las civilizaciones semitas antiguas de Oriente Medio (aca­dios, babilonios, asirios, caldeos, arameos, nabateos, feni-

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cios, hebreos, etc.), que son originarios de la península arábiga, e influenciaron otras civilizaciones orientales, espe­cialmente la egipcia (cfr., p. ej., I-5, págs. 19-41; II-1, pá­ginas 17 y sigs.).

2. 0 Estas civilizaciones árabo-se1nitas han sido el origen de las culturas más importantes y antiguas del mundo, faro de civilización, aunque no único. Al final de la enseñanza media se estudian, junto a estas civilizaciones árabo-semí­

ticas, otras civilizaciones orientales con relaciones con ella (China, India, Persia, Grecia, Helenística, Roma (III-2C~

páginas 46-119). 3. 0 La c:ctensión de los árabo-senzüas de la Edad Anti­

gua viene a coincidir con la extensión política de la patria árabe actual, con lo que se da una continuidad histórica y se presenta la conquista islámica no como una invasión colo­nialista, sino como una liberación de pueblos ocupados (por persas, bizantinos, romanos, bárbaros de Occidente, etc.) (cfr. en particular I-5, págs. 29 y sigs.).

Pero hay una gradación manifiesta de «árabe-semitismO>>, por respeto a la objetividad histórica y debido al «sirio-cen­trismo» o «árabo-centrismo>) natural de estos manuales: 1.0 Mesopotamia, Arabia y Siria (países enteramente semi­tas) ; 2. 10 Egipto (civilización faraónica propia, pero con in­fluencias semitas, y actualmente árabe); 3. 0 El Magreb (país árabe actual, pero lejano e incivilizado, espacio de vacío cultural, hasta la Edad 1\{edia árabe); 4.0 España («finis te­rrae» de la civilización, algo así como las Islas Británicas en esta época). Así es como los textos dicen que «las olas semíticas llegaron hasta las costas mediterráneas de Siria y Africa>> (II-1, págs. 18), pero los mapas se quedan en Orien­te Medio (II-1, págs. 20). ~ los tres puntos anteriores hay que añadir la insistencia

de estos textos en los aspectos de civilización. Es una reac­ción importante frente a las acusaciones -duramente sen­tidas por los pueblos del tercer mundo- de que la única civi-

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lización es la occidental, lo que justificó en tiempos aún no lejanos la ocupación colonial de pueblos «no-civilizados». También es una reacción pedagógica, general ahora en el mundo, frente a textos de historia de «reyes y batallas».

Estas consideraciones generales condicio'nan mucho lo que se dirá en estos textos sobre España.

Efectivamente, la prehistoria considerada como época retrasada, a pesar de los grandes descubrimientos que hace el hombre (fuego, habitación, armas ... , I-5, 7-18), no trae muchos datos geográficos concretos, ni siquiera referentes a la prehistoria de los países árabes. Unas pinturas prehistó­ricas, reproducidas en el texto (II-1, págs. 11-12) podrían ser españolas, pero no tienen referencia a su origen hispá­nico. Eri realidad es con los fenicios árabo-semitas como Es­paña entra en la historia, aunque un texto diga que «desde los textos remotos vivieron en España pueblos de raza ibé­rica o celta, que conocieron a los fenicios a través de sus expediciones comerciales» (III-2L, pág. 65).

En cambio se insiste con amplitud en la influencia de las civilizaciones árabo-semitas en Oriente Medio, en la civili­zación humana en general y en la greco-romana en particu­lar. Esto engloba a España, aunque ésta no se vea citada concretamente más que en 'tm mapa sobre la expansión de los fenicios, en un contexto de los pueblos que se beneficia­ron de la difusión de la escritura y del alfabeto fenicios.

Pero la extensión a España de las civilizaciones árabo­semitas se realiza sobre todo por los cartagineses, de origen fenicio de Oriente Medio. Cartago se convierte en un impor­tante centro de civilización en en Mediterráneo occidental (II-1, pág. 45) y los cartagineses comercian con España (II-1, págs. 45, 142), se instalan fundando ciudades (I-5, páginas 30, 34, 37) y gracias a las expediciones púnicas de Amílcar y Aníbal (II-1, pág. 107). Cartago fue vencida y «ocupada» por romanos y bizantinos (II-1, pág. 107).

España figura en los textos sobre la república e imperio

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romano y participa como él de la influencia semítica sobre la civilización romana (II-1, pág. 104). Pero los romanos figu­ran sobre todo en España en concepto de «ocupantes» o «colonialistas)) (I-5, pág. 56; II-1, págs. 101 y sigs. ; III-2C, páginas 98-104).

«Se convirtió España durante el siglo II a. C. en una parte de las posesiones del estado romano y lo siguió siendo hasta el siglo v d. C., cuando los bárbaros germanos devastaron el Imperio de Occidente. Bajó una de esas tribus, llamada <dos vándalos», a Al-Andalus, la ocuparon y vivieron allí sa­queándola y arruinándola. Y no dejaron más que su nombre «Vandalis)), del que se deriva la palabra «Al-Andalus>>, como se llamó la península Ibérica en su totalidad.

Después bajaron a España otras tribus germánicas, las de los godos, que ocuparon la región de los vándalos y go­bernaron el país desde la mitad del siglo v hasta principios del siglo VIII» (III-2L, p.¡g. 65). Hemos consagrado a los visigodos un capítulo más adelante, en el tema de la conquis­ta árabe, porque es en función de esa conquista cómo estos textos presentan el gobierno de España por o en tiempo de los godos.

Finalmente, el fenómeno religioso del cristwnis,mo (una de las religiones árabo-semíticas más importantes, «que in­vita al amor y hermandad entre los hombres y se alza contra el oscurantismo, la idolatría y la explotación del hombre>) (I-5; p. 29)), no se merece una particular mención española. sino que está englobada en afirmaciones generales 5obre su difusión en todo el imperio romano (II-1, pp. 184-186).

Como se puede ver, la imagen general que se saca de la España antigua es realmente la de un «finis terrae» bárbaro, que recibe las últimas oleadas de los centros de civilización de la época, que se encuentran sobre todo en Oriente, ima­gen que coincide en gran parte con la que dan los textos es­pañoles, cort el matiz de que· apreciamos mucho más nuestras cülturas prehistóricas y que nos detenemos más en el impe~

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río romano y en la civilizaCión romana en España, princi­palmente en sus monumentos y en la participación de los hispánicos en la vida política y cultural del imperio. Son di­ferencias normales, pero que no afectan mucho a la base objetiva de ambas visiones de la historia.

En cambio en España se suele ignorar la categoría «Se~ mítica» que unifica una serie importante de civilizaciones de Oriente Medio antiguo y que los árabes consideran como an­tecedentes directos de la suya, especialmente en lo referente a los fenicios occidentales o cartagineses. Como tampoco se sienten de igual manera las <<Ocupaciones coloniales» anti­guas, a pesar de que nuestros textos presentan a Viriato, In­díbil y Mandonio, N umancia o Sagunto como otras tantas heroicidades del nacionalismo hispánico frente al conquista­dor, y que en las guerras púnicas se considera a los cartagi­neses como un poco más españoles que a los vencedores ro­manos.

Pero el punto más importante, como vamos a ver, es la noción de ocupación o colonización.

III. HISTORIA ARABO-ISLÁMICA. ASPECTO POLÍTICO

La relación hispano-árabe más importante corresponde, naturalmente, a los lazos que unieron a los dos pueblos en la época árabe. La España árabo-islámica forma parte inte­grante, aunque con las características específicas que luego veremos, del mundo árabo-musulmári. Y hay que tener en cuenta que la noción tradicional de umma (comunidad mu­sulmana) o las más modernas de ~.ztrü.ba (arabismo) y al-wa­tan al-{arabi (la patria árabe) suponen muchísima solidari­dad cultural, política y religiosa, con una gran resonancia popular. En realidad esta unidad de pueblos está enraizada en la más íntima visión del mundo del árabe y del musulmán, por encima de los nacionalismos árabes particulares, naci-

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dos tradicionalmente del fraccionamiento administrativo de los príncipes árabes, y modernamente del sentimiento «euro­peo» de patria, que no está aún muy arraigado.

Esta «comunióm> hispano-árabe tiene tres vertientes, que serían -por orden de importancia- la cultural, la política y la religiosa. Esta jerarquización tiene su importancia, pero por diversas razones explicaremos los aspectos religiosos, al mismo tiempo que lo político y cultural, ya que en los tex­tos de una nación bastante laica, como es Siria, los aspec­tos religiosos no aparecen tampoco demasiado. E invertire­mos el orden, empezando por los aspectos políticos, a partir de la conquista árabe de España.

La conquista militar de España por los árabes tiene una gran imporhlncia histórica para el árabe actual. Todos nues­tros textos le clan un relieve especial que, a pesar de cierta sobriedad de estilo, revela un profundo sentido de epopeya. Aun. estudiando la historia universal (II-1, p. 15), se ponen unas preguntas prácticas para ver si el estudiante adquiere conciencia de la dimensión temporal de los acontecimientos, a partir de sus personales experiencias de inserción en el mundo. Las tres preguntas, graduadas, son: 1.1(), calcular ]a edad de tu padr~ ; 2. ~\ calcular el tiempo desde la conquista de Siria por los romanos hasta hoy·; 3. 0 , calcular el tiempo desde la conquista de España por los árabes hasta hoy. Este ejemplo es significativo.

1) El movimiento conquistador )' su importancia

Habría que poder situar, ante todo, la conquista de Es­paña en el movimiento conquistador árabe del primer siglo del Islam. Digamos, resumiendo, que viene presentado por los libros de texto, como: a) una liberación política, b) una invi'tactón a la conversión religiosa y e) un hecho glorioso que 'muestra la grandeza árabe.

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La conquista árabe no fue una ocupación política, sino una liberación anti-colonial de unos pueblos árabo-semitas, oprimidos por el imperialismo extranjero, especialmente el persa y bizantino en Oriente Medio. Esto es una nota carac­terística fundamental de la presentación didáctica de este pe­ríodo, que encontramos ya en los libros de los «principian­tes» (p. ej., l-5, pp. 120-121, sobre las causas políticas de las guerras de conquista) o como título del capítulo «Guerras de liberación» (II-2, pp. 48 ss.), como transposición de una categoría moderna profundísimamente vivida por pueblos recientemente liberados de la opresión colonial. Esta libera­ción es política, pero es también una revolución o liberación social de las clases oprimidas, como veremos en el caso es· pañol. Este sentimiento ·de independencia contra la invasión sería equivalente, aunque mucho más profundo y fundamen· tal, a los sentimientos patrióticos tradicionales en los tex­tos españoles, ante los levantamientos anti-romanos (cf. su­pra), ante la ocupación napoleónica (celebración del 2 de Mayo, Bailén, Agustina de Aragón o El Tambor del Bruch) y sobre todo la Reconquista, desde Covadonga a la expul­s~ón de los moriscos, ex-colonos que ocuparon nuestras tie­rras y pertenecían a otra civilización.

Pero este aspecto polítiCo de las conquistas va acompa­ñado de su aspecto religioso, siempre en segundo lugar (por ejemplo, I-5, p. 121; II-1, p. 4). Se presenta como una invi­tación (dat1wa) religiosa a la conversión, insistiendo en el as­pecto libre de esta invitación a abrazar «la mejor de las reli­giones». Es la visión tradicional islámica -en que insisten mucho modernamente- para justificar la conquista política, que no es una forma de coacción religiosa, sino condición para que los musulmanes puedan practicar su religión, lo cual corresponde a la experiencia personal del Profeta.. que tuvo que huir de su patria (la Meca) y tomar el poder en Me.­dina· para poder practicar con los suyos la religión, sin moles­tias, ni persecuciones. En estos manuales, dentro del laicis-

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mo moderno especialmente marcado en Siria, donde además la comunidad cristiana tiene mucho peso en todos los esta­mentos sociales, incluso en la enseñanza estatal, este aspecto viene más o menos recalcado según el autor. Esto se nota en el libro de «preparatorio» en que sólo se emplea la pala­bra «árabe» (14 veces) y nunca «musulmám>, al hablar de la conquista de España (II-2, pp. 64-66), mientras que uno de los cuatro autores del libro, al hacer el capítulo «El gobierno árabe en España>>, carga particularmente el acento sobre el aspecto islámico, o religioso en general: aunque menciona casi 50 veces el nombre o el adjetivo «árabe» en ocho pági­nas (pp. 102-100), precisa cuatro veces que es una civiliza .. ción «árabo-islámica», lo cnal es mucho insistir tanto para este libro como para los otros libros en general. También el libro de «principiantes>> (I-5, p. 135) empieza el párrafo sobre la conquista de Al-Andalus con la frase siguiente: «N o se contentaron los árabes musulmanes con propagar su invita­ción religiosa por el norte de Africa, sino que iban pensando en la conquista de España.»

Pero estos dos aspectos, un poco «revisionistas» y mo­dernos (la «guerra de liberación» y la «invitación religiosa»), no suprimen el planteamiento tradicional de la conquista ára­bo-islámica de España, exaltada como una parte importante de la epopeya de la grandeza árabe y musulmana. Este as­ped:o, subyacente en la mentalidad de los lectores, aparece como una epopeya eminentemente civilizadora, pero también política y finalmente religiosa. Esto se nota a menudo en los textos referentes a la conquista de España (I-5, p. 13; II-2, p. 71). Hay que tenerlo presente, porque son los esquemas «ideológicos>>o simbólicos en que se insertan todos los datos históricos particulares, como lo muestra la frase siguiente, al final del «secundario» : «la intención de los ejércitos era la liberación: que se realizó con la conquista de Marruecos, y la difusión de la religión musulmana y de la lengua árabe. Y los marroquíes se asociaron a los árabes en la conquista

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de Al-Andalus y en la sumisión de España y del sur de Fran­cia.» (III-2L, p. 63).

2) Situación de España antes de la conquista liberadora árabe

La visión generaí es sumamente pesimista, lo cual repre­senta la realidad histórica, pero corresponde también al es­quema de liberación y progreso en que se presenta la con­quista árabe en estos textos. El resumencillo histórico que precede a unos textos literarios, al final del bachillerato, dice que España «estaba antes de la conquista árabe en la más triste situación, tanto política como social y cu~tural­

mente)) (III-2, p. 199). Esto es un resumen lapidario de lo que dicen todos los demás textos.

Política y socialmente, el estado visigodo es el resultado de la ocupación y de las devastaciones de las tribus germáni­cas (cfr. III-2L, p. 65) con «desórdenes políticos internOS)) (I-,5, p. 135; . II-2, p. 64), pero con un ejército fuerte, según el texto del discurso de Tariq a sus tropas al desembarcar en la península (I-5, p. 136; II-2, p. 69). El «gobierno góti­co tiránicO)> (II-2, p. 102) es fruto de la opresión de los se­ñores feudales sobre los campesinos>> (I-5, p. 135). «Los campesinos estaban contra los señores feudales, y el pueblo estaba contra los gobernantes, que les maltrataban, y con­tra sus reyes tiránicos>> (II-21 pp. 64-65). Por eso «los espa­ñoles acogieron con mucha simpatía la conquista árabe, por­que les salvaba de la injusticia clasista y de las persecuciones religiosas)) (II-2, p. 66).

Esta imagen viene reforzada por las varias veces en que se pregunta, al final de las lecciones, por las causas de la facilidad de la conquista árabe en el Magreb en general, y· en Al-Andalus en particular (II-1L, p. 85; II-2, pp. 67, 109). Pero es en un libro de finales del bachillerato de letras don-·

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de encontramos una explicación más pormenorizada de la situación de España antes de la conquista árabe.

«Constituían los godos, a pesar de su inferioridad numé­rica, la clase dirigente del país, sin mezclarse con los habi­tantes de estirpe hispánica, ni series útiles en modo alguno. N o cambiaron nada de las situaciones sociales hispánicas, sino que más bien se aliaron con la antigua clase aristocrá­tica, que durante este tiempo siguió enriqueciéndose y ex­plotando a la gente, ya que se componía de los ricos del país que habían conservado sus fortunas. Mientras tanto, los arte­sanos y pequeños comerciantes, y los pequeños propietarios agrícolas seguían en una situación precaria, entre la liber­tad y la esclavitud, bajo la protección de los poderosos. En cuanto a los campesinos, vivían en una situación de vileza total, sin poseer nada, ni poder hacer nada -ni siquiera el matrimonio- sin permiso de sus señores. Y no les queda ba ni siquiera la esperanza de un respiro de libertad.

Y al lado de esto estaban las persecuciones religiosas que se alzaron en España. Los judíos, antes de la conquista árabe, habían pasado por toda clase de humillaciones y des­precios, sufriendo los peores tormentos por parte de los no­bles y dignatarios religiosos, llegando hasta la expropiación de sus bienes, la pérdida de sus hijos y el tener que casarse con cristianas.

No gozó el país, durante el gobierno godo, de mucha suerte, ni de paz y tranquilidad, porque era una época de disturbios y anarquía en toda Europa, y no sólo en España. Y todo esto vino a allanar el terreno para la conquista ára­be» (III-2L, pp. 65-66). Y a continuación expone las ren­cillas del conde don Julián, gobernador de Ceuta, con el rey, ocasión inmediata de la invasión árabe de la penínsua.

N os hemos detenido suficientemente en exponer la vi­sión árabe de las causas o antecedentes de la conquista, por­que también los textos se detienen en ello, ya que la expli-

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cacwn de la situación anterior condici~ma la visión o justi · ficación de la conquista.

3) La conq,uista y los conquistadores

La conquista de España es una epopeya y sus conquista­dores unos héroes. El relato de los acontecimientos, más o menos escueto según los textos, se podría resumir de la forma siguiente (I-5, pp. 135-139; II-lL, p. 85; II-2, pp. 64.., 68; III-2, pp. 199-200; III-2L, pp. 63-69):

Müsa ben Nu~ayr, rwiilí (o emir o ~amil) del norte de Africa, después de haber dominado todo el Mágreb menos la plaza fuerte de Ceuta, se prepara a invadir España. Entra en tratos con el conde don Julián, gobernador de Ceuta, y acepta su colaboración. Pide al califa dé Damasco Al-Walid la autorización para realizar la expedición.

Envía una primera ~xpedición exploratoria, en el año 710, con Táriq ben Ziyád al mando de 500 hombres (400 infan­tes y 100 caballeros). Desembarcan en la isla de Tarifa. V u el­ven sanos y salvos, con riquezas e informaciones. Entonces envía con Táriq una segunda expedición, con 7.000 soldados, árabes y beréberes, que atraviesan el estrecho con cuatro barcos, que Táriq hace quemar para que no se puedan vol­ver atrás. El sitio del desembarque, el monte Calpe, se llamó desde entonces hasta hoy Gibraltar ("?abal Táriq, monte de Táriq). Allí pronunció el caudillo árabe un discurso alen­tando a, sus tropas para luchar contra el ejército del rey Rodrigo.

El ejército godo, fuerte de 100.000 hombres, había sido reunido por Rodrigo, dejando sus reyertas civiles en el nor­te, en cuanto oyó que los árabes habían invadido el Sur de España. Müsa envió por ,su parte un refuerzo de 5.000 hom­bres, y los árabes vencieron totalmente a los godos y a su rey, (que murió, según un texto; o del que nunca más se supo, ·según otro).

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Tariq siguió su camino y las ciudades se le iban entre­gando (Córdoba, Granada). Subió hacia el norte, hasta lle­gar al golfo de Gascuña. Entonces desembarcó también Müsa en la península, con un ejército de 10.000 hombres. Se apoderó de Sevilla y siguió un camino diferente del de Tariq, encontrándose los dos ejércitos en Talavera, a las puertas de la capital, Toledo. Después de conquistarla, fue-

-ron ocupando diversas regiones, como Aragón, Castilla y Cataluña, con ciudades como Zaragoza y Barcelona. Llega­

,.ron hasta los montes Pirineos, separación entre Francia y España.

Müsa ben Nw~ayr hubiera querido pasar a Francia y conquistar toda Europa, volviendo a Damasco por Cons­tantinopla. Pero ambos caudillos fueron llamados a Oriente. a donde marcharon, con mucho séquito y riquezas, después de organizar algo el país, poner a Sevilla como capital y actÚ1ar moneda.

Este es el resumen escueto de esta epopeya árabe de la conquista de España. Los conquisadores quedan siempre como héroes de perpetua memoria, aún en textos literarios (II-lL, pág. 85).

4) El nombre de Al-Andalus

Es importante hacer notar que todos los textos hablan de la «creación» árabe del nombre de «Al-Andalus». Hay en este afán etimológico un interés en recalcar que hay algo diferente del nombre antiguo y actual de Isbaniya, y también el recuerdo que queda en el nombre, como es el caso en el Gibraltar actual, conmemoración siempre presente del héroe conquistador.

Es en el primer libro de historia, para «principiantes)); donde se explica dos veces que a, España (nombre que deben conocer por la geografía elemental de los cursos anteriores),

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la llamaron los árabes «tierra de Al-Andalus» (I-5, pág. 136) o «con el nombre de Al-Andahts)> (id., pág. 140). Este mis­mo texto pone dos veces ((Hispania» y después, entre pa­réntesis, Al-Andalus, para insistir en la identificación. A par­tir de entonces utilizarán todos los manuales espontánea­mente el nombre de Isbaniya para la España no-ár~be (an-­tigua y moderna) e «isbám>, para los españoles no árabes, salvo rarísimas excepciones. Hasta sienten la necesidad, • .en el capítulo sobre la influencia árabe én Europa, de juntar significativamente los dos nombres: Españ:a, «Al-Andalus árabe>> (II-2, pág. 223). Es curioso notar también .que mi mapa moderno de geografía física del Mediterráneo pone «Al-Andalus>) en la península ibérica, único caso que he po­dido ·observar de identificación en textos que tratan de la España actual.

Sobre la etimología del nombre hay un acuerdo global, con variantes. Un texto dice que los cuatro barcos de Tariq llegaron «a la isla (o península, en árabe) de Al-Vandal, de donde se deriva el nombre de Al-Andalus» (III-2, pág. 200). Otro explica que llamaron a todo el país con el nombre de Al-Andalns «formado por alteración del nombre de su parte sur, que se llamaba Vandalusía>> (II-2, pág. 64). En cambio el texto más explícito dice que « ... los vándalos ... no deja­ron en España más que su nombre V andahisía, de donde se deriva la palabra Al-Andalus, con que se llamó toda ella» (III-2L, pág. 65).

5) Conquista de Francia. Bata-lla de Poitiers

La conquista de Francia y, sobre todo, la derrota de Poi­tiers tienen una resonancia particular en el alma árabe ac­tual, porque marca el final de la conquista árabe en Europa y.,' .sobre todo, porque ha sido utiliz4da a menudo como mues­tra de la superioridad. europea sobre los árabes y .aún su

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ocupación colonial de territorios árabes, especialmente por los franceses en el Norte de Africa. N o vamos a entrar en las diversas polémicas entre historiadores, que se trans¡>a­rentan ·en nuestros textos. Sólo importa despejar el sentido de estos hechos en los manuales sirios.

Hay un primer sentimiento árabe ante Poitiers (~n ára­be, la batalla de «La llanura de los Mártires>>). Ya hemos visto que Iviüsa ben Nu~ayr hubiera querido volver a Da-­masco por Constantinopla, es decir, conquistar el resto 4el M~diterráneo o del mundo conocido, _venciendo a los bizan­tinos por su retaguardia (cfr. III-2L, pág. 67). Es todo un símbolo. Pero la frase de final de algunos de nuestros textos nos da más claramente aún el sentido de este acontecimiento para los árabes:

La batalla de Poitiers «ha tenido una gran importancia en la historia, ya que si hubieran triunfado los árabes, hu­biera cambiado la historia de Europa, y se hubiera difundido la cultura árabe por toda Europa)) (II-2, pág. 66). « ... tuvo ... grandísima importancia, ya que si los árabes hubieran ven­cido, hubieran dominado la Galia y la Europa occidental, y hubiera cambiado la faz de la historia, siendo el Corán y la lengua árabe lo que se enseñaría ahora en la Universidad de Oxford, corno dice ... >> (III-2L, pág. 69).

Es evidente que en el fondo de este sentimiento está, so­bre todo, presente la actual importancia de la cultura euro­pea y su difusión en los tiempos modernos, por la coloniza­ción occidental y la preponderancia de América, hija de Europa. Volveremos a encontrar esta nostalgia en la expo­sición de la influencia de la ·cultura árabe en Occidente.

La presentación de la batalla de Poitiers es muy sencilla y se van explicando gradualmente sus causas, a medida que suben los cursos de la enseñanza media.

«Los ejérdtos árabes atravesaron las fronteras del norte de Al-And-alus, fueron avanzando por Francia y ocuparon sus regiones meridionales. El jefe (Abd al-Ral)mán Al-Gafiqi

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siguió las conq,uistas árabes en Francia y se encontró con los ejércitos franceses en la batalla de Poitiers (Llanura .de los Mártires), y murió mártir allí, después de mostrar -él y sus. soldados- un valor extraordinario)) (I-5, pág. 136). Después de hablar de las conquistas y campañas anteriores en Francia, se dice que «en tiempos del sultán Hisam ... rea­lizó otro héroe, tAbd al-Ral).mán Al-Gafiqí, emir de Al-Anda­lus, una tentativa para volver a conquistar Francia. Fue avan­zando hasta la ciudad de Tours. En Poitiers se encontró con el rey Charles ·Martel y con un ejército extraordinariamente numeroso. Duró la lucha muchos días y se sucedieron los ataques violentos de los árabes contra la resistencia de los francos, pero los árabes tuvieron que retirarse después de la muerte heróica de su feje Al-Gafiqí, que luchó con el de­nuedo de los héroeS)) (ll-2, pág. 66). Lo mismo, pero con más detalles se narra en el libro de segundo curso de «secun. daría)), después de ·describir las diversas expediciones victo­riosas a Francia·: ·«volvió a la carga el Duque de Aquitania con Charles ·Martel, que mandaba un ejército muy numero­so de galos (franceses), alemanes, suevos y sajones. Eran soldados corpulentos que luchaban medio desnudos con el clima frío del país. Y se juntaron todos ellos para luchar contra los árabes. Avanzó Carlos Martel con sus fuerzas y se encontró con los árabes en una región que se habla entre las ciudades de Tours y Poit~ers. Allí tuvo lugar una terrible batalla, que duró ocho días, durante los cuales lucharon los árabes con un valor heroico. Estuvieron a punto de obtener la victoria, pero al noveno día la suerte se puso en contra de ellos, porque temieron por el botín y se dividieron sus filas por causa de litigios tribales ... Se retiraron, después de ·que murieron muchos de ellos, como Al-:Gafiqi, que atravesa~o por una flecha, perdió la vida ... )).

Como se ve por estos textos, que hemos· querido citar «in extenso)), hay un deseo de encontrar explicaciones·· a un hecho proftindamente doloroso para la conciencia árabe ino.,:;,

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derna. Aunque acontezca en Francia, son fuerzas «hispano­árabes» las que intervienen. Y los sentimientos que se ex­presan marcan la pauta para otros acontecimientos semejan­tes en la España medieval.

6) Los dirigentes políticos de Al-Andalus

N o vamos a entrar en el detalle de los acontec~mientos. y personajes políticos de la España musulmana. Son conoci­dos de forma muy semejante por los estudiantes de enseñan­za media de España y Siria. Sólo vamos a recordarlos sen­cillamente, anotando algunas características o hechos más signifjcativos.

Estos manuales suelen dividir la historia hispano-árabe en los siguientes períodos: 1.0

, valíes o gobernadores de pen'" dientes del Norte de Africa y del Califato omeya de Damas­co; 2.0

, emirato omeya; 3.0, califato; 4. 0

, reyes, es decir, los Reinos de Taifa, englobando én ellos a las dinastías almorá­vide, almohade y nazarí de Granada.

1.0 Emirato dependiente: Presenta, además de tos con­quistadores, al emir Sam}:t ibn Málik Al-Julani, que inició las conquistas en Francia y murió allí en una batalla; {Abd al­Ra}:iman Al-Gáfiq1, el de la expedición de Poitiers; y Yiisuf Al-Fihri, el último emir, derrotado por {Abd al-Ral).man I (II-2, págs. 102-103; III-2L, págs. 68, 107; III-2, pág. 200).

2. 0 Emirato omeya independiente: Este período se cen­tra en la atrayente e importante figura del príncipe omeya ~Abd al-Ra}J.mán el Emigrante, llamado también «El Aguila de· Qurays)) (familia del Profeta) por el Califa Abü ""2'á {far Al-Man~ür. Escapado de la matanza de su familia, ordena­da por ·la nueva dinastía {abbasí, funda el primer estado ara­bo-islámico it}dependiente, lo cual tiene un significado par.,. ticular, que estudiaremos más adelante.

72 MIGUEL DE EPALZA

Los textos se detienen en mostrar las dificultades inter­nq.s (htchas civiles) y externas (contra Carlomagno y el- ca­lif<rde Oriente), que tuvo que vencer a lo largo de su extenso reinado. Insiste en su magnanimidad y en la forma como supo organizar el estado, la agricultura, el comercio y las artes en Al-Andalus.

De los seis emires que le sucedieron durante más de un siglo, sólo nos dice un texto, muy interesante (II-2, pág. 105)~ que tuvieron que enfrentarse con muchos disturbios inter­nos, que aprovecharon los enemigos «francos» para debili­tar « ... el poder árabe. Pero el pueblo árabe de Al-Andalus se encargó de vencerlos», lo cual es una transposición del es<:lúema político moderno. La misma observación se hará con los Reinos de Taifa, lo cual es insinuar claramente que esto sigue aconteciendo en nuestros días, por la división de la ~atda árabe y las intrigas de sus enemigos, especialmente el imperialismo y el sionismo.

3.° Califato Omeya: Representa y es presentado como la cumbre de la política y de la irradiación cultural de Al-Anda­lus. Está centrado en el primer califa y 8.'0 emir omeya de Es­paña, ~Abd al-Ra}:tman III Al-Ná~ir (el Vencedor), unificador y pacificador del país, vencedor de sus enemigos interiores CUmar 0 ben }:Iaf~ün) y exteriores (los Reinos del Norte). Tomó el título de califa -con la importancia político-reli­giosa q'-te este hecho supone- e hizo de Córdoba un centro de cultura y de irradiación política, sobre todo hacia Europa (cfr. preguntas principales de II-2, pág. 109).

Se habla algo de sus sucesores, el culto Hisam II y Al­f.Iakam II con el gobierno del ministro Almanzor, que re­presenta la cumbre del poder de los ministros en la adminis­tración (II-2, pág. 131}. Pero se nota que es el final del es­plendor de al-Andalus, ya que los autores se detienen en las causas de la caída del califato, que se debilitó -como en Oriente, insisten los textos- por la inmixión y el poder .de los jefes del ejército en los asuntos polí~icos.

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4. o Rános de Taifa: Engloba todas las dinastías que go­bernaron España desde la caída del califato (1031) hasta la caída de Granada (1492). N o consideran aparte las dos gran­des dinastías que volvieron a unificar la parte árabe de la península: los almorávides y los almohades (II-2, pp. 102~

107; III-2, p. 200). Aunque se dice que fueron veinte los rei­nos de Taifa, sólo un texto entra en detalles (III-2L, pp. 100-112}. Los demás se limitan a citar las cinco principales : Cór­doba, con el gobierno semi-republicano de los Banü Y'"awhar; Sevilla, con el rey-poeta Al-Mu1tamid; los almorávides, con Y üsuf ben Tásfln; los almohades y sus guerras contra los: hispanos del norte; y, finalmente, los Banü Al).mar de Gra­nada (l-5, p. J36; II-2, pp. 107-108; III-2, pp. 200-201; III-2L, pp. 109-112). Se hacen notar sus fraccionamientos y luchas políticas, pero también el esplendor cultural que ca­racterizó este período, y los monumentos que quedan aún en España de esta época árabe (cfr. preguntas finales, II-2~

p. 109) .

• 7) Relaciones políticas especiales entre al-Andalus

y el resto del mundo árabe

Creo que en el estudio político de la España árabe hay que hacer notar el carácter muy particular de al-Andalus y de sus relaciones con el resto del mundo árabe a lo largo de la Edad Media. Hay una evidente unidad árabo-islámica­(más árabe que islámica), per-o también una situación excep­cional. ·Y esto influye mucho en la imagen que tiene el árabe actual de la historia de al-Andalus y sigue influyendo en su visión de la España actual en sus relaciones político-cultura­les con el mundo árabe. A esto se debe atribuir probable­mente que encuentre normal que España sea el único país otcidental-·que .tiene monumentos árabes de primera catego­ría,. o- que apoye a los· árabes en su lucha contra Israel, a pe-

74 MIGUEL DE EPALZA

sar de ser un país europeo por su cultura y católico por su religión.

Antes de analizar un poco las características «especiales» .que nuestros textos atribuyen a al-Andalus, hay que decir que se insertan siempre en una unidad arabo-islámica fun­damental. Y a al principio de la enseñanza media se termina la era de las conquistas con la conquista de España y con esta frase significativa : <<Y así resulta que no habían pasa­do cien años desde la muerte del profeta árabe, y ya tenían los árabes un estado inmenso, desde la India y China al Este, hasta al-Andalus y Francia al Oeste (I-5, p. 136). Y el mapa de la página siguiente recalca la imagen gráfica de un im­perio unificado, englobando casi toda la península Ibérica.

Esta unión. con el resto del mundo árabe viene señalada simbólicamente por el detalle de la petidón de Müsa al Ca-:-1ifa de Oriente para poder invadir España, detalle que reco­gen casi todos nuestros . textos de la conquista (II -2, p. 64:, III-2, p. 200; III-2L, p. 66): el Califa es el representante <> vicario del Profeta enviado de Dios, y simboliza la unidad de la comunidad religiosa musulmana. Pero si la vinculació~ ~on el califa es el símbolo de· la unión con el mundo árabe, la unidad árabo-islámica del país es su imagen interna. Es­paña es un país árabe y fundamentalmente islámico, sobre todo para el . texto del segundo curso de «preparatorias>>, eomo lo hemos hecho notar (II-2, pp. 102 ~s. ). Esto se hace observar particúlarmente al mencionár el triunfo de la len­gua y la cultura árabe sobre la cultura latina, eco de una queja de Alvaro Cordobés que se enc.uentra en todos los tra""' tados universitarios que hablan de la cultura española (II-2, p. 104). Esto no empece para que se hable de la libertad de 9tras minorías religiosas en España (II-2, pp. 169-170, 172).

Esta unidad se manifiesta en la exposición de todas Jas materias políticas y culturales : al-Andalns tiene un párra­fo :o capítulo especial, pero siempre al igual que las otras regiones del mundo árabe. Hasta se siente la necesidad de

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exponer los lazos comerciales y culturales de al-Andalus con Oriente, precisamente cuando se realiza la primera y más im· portante ruptura, al principio del emirato independiente de tAbd al-Ral).mfm I el Fugitivo (II-2, p. 104).

Pero después de haber dicho todo esto sobre ]a unión, hay que hacer notar también las características especiales de al-Andalus.

La primera se derivaría de su situación geográfica, casi <ánsulan>. En árabe la palabra «yazira» significa «isla>> y «península» al mismo tiempo. Aunque al hablar de España, suelen nuestros textos hacer preceder esta palabra de «casi>) que corresponde al latín «pen-ínsula», queda siempre la ima­gen de una realidad «insulan>, separada de Europa por los montes Pirineos, como insisten mucho los relatos de ccn­quista (II-2, pp. 65-66; y el mapa de III-2, p. 99) y de Afrit:a por el Estrecho (como se hace notar en el paso de Táriq o en los textos de geografía moderna (III-2G, p. 262). Su misma situación, en el · Finisterre medieval y en el extremo del mundo árabe, le da una contextura aislada, , sobre todo por el hecho de que el JV[agreb árabe es, para muchos capí..; tulos culturales de la Edad Media, como un vacío entre Egip:.. to y al-Andalus.

Hemos de notar también que al-Andalus, aunque forme parte del Occidente árabe («garb», «mágrib») en frases gene..; rales, no suele verse incluida en la denominación Mágreb (cfr .. II-2, pp. 96-97, 212).

Las peculiaridades de al-Andalus en su historia política; "' son muy importantes para esta visión <<especial». Hay que

mencionar primero el hecho significativo del paso del mar, por el Estrecho, con el hecho mítico -que sólo menciona ·el primer texto de historia (I-5, p. 135)- del incendio de las naves y el discurso de Táriq. Pero es sobre todo la ruptura de la. t.tnidad· política· islámica la que está simbolizada por la independenCia del·· en1irat{Y omeya de al-Andalus, el primer fraccionamiento territorial de la comunidad musulmana y del

76 MIGUEL DE EPALZA

mundo árabe. Los textos tienen que decir siempre que el im­perio ~abbasí comprendía todo el mundo árabe, «excepto al­Andahts» (p. ej., III-2L, pp. 78, 100), lo cual es un símbolo de ese carácter excepcional que tendrá siempre la España árabe medieval, independiente ya dentro del mundo árabe e islámico, a los cincuenta años apenas de su anexión.

Ya hemos visto que se insiste mucho en su unión cultu. ral, religiosa y comercial con Oriente. Pero los textos ex­plican la independencia no sólo por la presencia del príncipe omeya fugitivo; sino por la lejanía de al-Andalus (otra vez el factor geográfico), por el poco interés de los 1abbásíes. por tener una flota fuerte en el Mediterráneo y por haber acentuado el alejamiento trasladando su capital de Damasco a Bagdad (II-2, p; 96). Aunque otros países se independiza­ron más tarde del califato 1abbasí, los textos no los tratan como a al~Andalus. Consideran esas dinastías como más pa­sajera·s. Son apartados de un capítulo: «Desmembramiento del;·estado y nacimiento de pequeños estados independientes>) (II-'-.2, pp. 95·-101); mientras que al-Andalus sigue después con un capítulo especial: «El poder árabe en España» (ibid., pá­ginas 102-109), mucho más largo que todos los otros reunidos.

Esta separación la .hallamos también en la instauración del califato independiente de Córdoba, que consagra la rup. tura política total con el califato oriental, «teológicamente>} único. Aunque Córdoba no es el primer califato independien­te (le había precedido de unos pocos años el califato fátimí «srí» de El Ca ir o), es en realidad el primer califato inde­pendiente «stmní» y ortodoxo. Sigue la línea de «aislamien~ to>) y peculiaridad política de al-Andalus árabe, en la Edad Media (Il-2, p. 129).

Tampoco se le nota particularmente ligado al Magreh. Es verdad que se dice que beréberes magrebinos participaron a la conquista de España, y que los almorávides y almoha­des de España eran de origen magrebí y fundaron un im­perio magrebí que dominó España (II-2, p. 107; III-2L,

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pp. 110-111), pero al-Andalus no aparece interviniendo en el norte de Africa en lo más mínimo. Los capítulos en que se trata de la civilización andalusí parecen enteramente desli­gados del Magreb, salvo al final de la época árabe en Espa~ ña, en que se insinúa una cierta herencia cultural y política en el Marruecos actual (I-6, p. 8; III-2L, p. 112).

P-odríamos decir, finalmente, que las características inde~ pendientes de al-Andalus en la Edad Media corresponden un poco -un poco sólo- a otra región, también muy específica -dentro del mundo árabe actual: Egipto, que tiene su pasado histórico no-árabe y semítico y una cierta evolución inde­pendiente y peso específico propio en el mundo árabe.

Esta unión y diversidad vienen bien expuestas en el pá­rrafo final de un apartado sobre la España actual, que es la conclusión que podemos sacar de este capítulo de nuestro es\:.. tudio:

«Duró el poder de los árabes en al-Andalus cerca de ocho sigl~ quedaron huellas abundantes que el tiempo no ha bo­rrado y que aparecen en los detalles de la vida española, y en sus costumbres, tradiciones y monumentos, de forma que un poeta español moderno ha podido decir: ttSi se nos ras­ca la piel, se Yería que cada uno de nosotros tiene la piel ára'be''.»

8) Causas de la pérdida de España

Esta «nostalgia de al-~ndalus)) -«paraíso perdido de los árabes>>, nos dirá un texto (III""2L, p. 112)- hace de la des­aparición del poder árabe en España un acontecimiento luc­tuoso que afecta al alma árabe, aun ahora. Y se transparenta este sentimiento en el interés por conocer los antecedentes y las causas de este desastre político-cultural. En este con­texto psico-sociológico. hay que situar la selección de versos de un poema de Ibn Al-Jatib de Granada (s. xrv) sobre el

L

78 MIGUEL DE EPALZA

poco tien1po que le queda a la España árabe. Encontramos extractos de este poema en los textos para alumnos de unos trece años (II-lL, pp. 171-174) y otra vez hacia el final del bachillerato (lll-2, pp. 243-245). Son unos versos llenos de nostalgia poética, cuyos cinco primeros coinciden en ambas selecciones de doce versos. Pero, de todas maneras, el he­cho de que se seleccione dos veces este poema en el conjunto de los textos literarios de la enseñanza media es extraordi.­nariamente significativo.

Las causas de la caída de al-Andalus es una pregunta que se hacen los árabes en la historia, y que hacen hasta los li­bros de texto más literarios, como una pregunta obvia que el muchacho o muchacha de trece años debe saber por cultu­ra general (III-1L, p. 85). Las causas se podrían agrupar en dos capítulos: divisiones entre los árab~s como causa de su debilitamiento y ataques continuos de los españoles del nor­te. Es curioso advertir también una referencia explícita -in­habitual en nuestros textos, gen.eralmente «laicistas>)- a la voluntad de Dios, como tratándose de un acontecidftento transcendental: «La verdad es que la suerte de al-Andalus árabe estaba dispuesta en manos de la Providencia desde que surgieron los reinos de Taifas y venció en ellos la divi­sión y el fraccionamiento, .gastando sus fuerzas en guerras civiles y permitiendo la superioridad del peligroso enemigo y la explotación por él de sus divisiones ... » (II-2, p. 108).

Porque la división de los árabes es la causa fundamental -segíttl estos textos- de la decadencia política de al-Anda­lus. «La división en estadillos que luchaban entre sÍ ... )), nos dice el primero texto de historia (I-51 p. 136). Lo podríamos ver en el texto que hemos citado en el párrafo anterior, con una insistencia particular en las guerras civiles. Esto viene explicado y analizado con detalle en el libro de historia de los estudiantes de letras, al final de la enseñanza media (III-2L, ppp. 109 ss. ), en que se estudian las causas de las luchas entre los reinos de Taifas: «Fue consecuencia de haberse

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apoderado del poder los 1aqliliba extranjeros. Su arrogancia y ambición C'Onvirtieron a al-Andalus en una víctima despe­dazada a trozos por el fanatismo de los árabes de estirpe antigua y las ambiciones de los gobernadores locales».

Esta división tiene ya sus antecedentes en al-Andalus cuando su separación del califato tabbasí (I-5, p .. 104) y so­bre todo en las luchas que tuvieron siempre que sufrir los­soberanos omeyas, desde el primer emir de España (III-2L,. pp. 107-108). Pero los textoS' añaden además, como causa, el gobierno . de Almanzor, que dejó subir a los jefes militares, como fue también esta preponderancia militar la causa de _la decadencia del califatQ tabbasí en Oriente (II-2, pp. 107..:170; III-2L, p. 109).

Junto a esta causa interna, hay alusiones breves al em­puje de los reinos del Norte: «Los españoles fueron reali­zando diversos y continuos ataques contra los musulmanes, aprovechándose de su anarquía interna y de sus divisiones de pareceres)) (III-2, p. 200). Y hablan de la «resistencia de los españoles» (I-5, p. 136) y sobre todo de cómo se aprove­chaban sistemáticamente de las divisiones de los musulma­nes (II-2, p. 108;. III-2, p. 200). «Los árabes buscaban la ayuda hasta de los españoles contra sus competidores» (III-2L, p. 190).

. De todos estos textos se deduce que el hecho de la caída de al-Andalus provoca en los musulmanes o los árabes mu­cho más a una reflexión sobre las causas de su debilidad y de sus divisiones, que nostalgia hacia el pasado o, sobre todo, rencor contra los españoles. Esta conclusión es impor­tante y se sitúa en el contexto moderno de la reflexión ára­be sobre cómo su civilización ha podido decaer y no ser tan brillante en la actualidad como lo fuera en la Edad Media.

ll

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9) Reivindicaciones árabes sobre al-Andalus

Hay que decir, antes que nada, que este tema no vien~ nunca ·tratado explícitamente en nuestros textos y que no podemos estudiarlo más que por insinuaciones y presupues­tos generales.

Efectivamente, es un presupuesto normal y general que lo que ha sido árabe debe seguir siéndolo, a pesar de los si­glos que han mediado. Una fórmula medieval -que no ha­llamos, naturalmente, en nuestros textos- muestra el fondo de este sentimiento: cuando se hablaba de una ciudad1 se decía «Dios la conserve en el Islam» si era musulmana, «Dios la devuelva al Islam)) si había caído en manos de los enemi­gos del Islam.

Pero esto no es más que una categoría general, presente en la mente árabe, pero que nuestros textos no fomentan en lo más mínimo. Yo opinaría -con algunas reservas- que la actitud política de los árabes con respecto a España se pare~ cería a la de los españoles con el origen hispánico de las re­públicas hispano-americanas: nostalgia imperial, reivindica­ción de origen cultural, pero reconocimiento del carácter irreversible del proceso político. De todas formas, hay unos textos que conviene analizar.

El primero insiste en el reconocimiento político que buscó y obtuvo (Abd al-Ral).man III en su soberanía árabe por parte de. soberanos europeos, inclusive el Papa (III-2L, p. 108). Indica la conciencia del derecho árabe a su soberanía en Es­paña durante la Edad Media, como soberanos legítimos y no simples invasores temporales.·

El segundo texto es aún más explícito: «Deseaba. Alman­zor hacer salir a los españoles de todas las ciudades que ha.. bían ocupado antes de que subiera al poder)) (III-2L, p. 10). Es algo así como una reivindicación formal. Y finalmente habría que analizar el sentido del verbo <<entregan> (taslím)

ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 81

en el contexto de la entrega de Granada a los Reyes Católi"" cos- por el último rey árabe de al-Andalus (III-2, p. 201). Creo que es una entrega sencilla, sin implicaciones jurídicas muy complejas.

Pero al lado de estos textos hay un uso curioso de dos palabras clave: «resistencia» (muqiiwama), refiriéndose a los españoles, y el verbo «colonizan> (ista ~mara), refiriéndose a los árabes. Esto es tanto más significativo (I-5, p. 136) cuan­to que estas palabras tienen actualmente un sentido polítiCo conocidísimo, con la «colonización>> europea y la «resistencia» palestina. El hecho de que se las emplee así en el contexto hispánico da pie a que se reconozca la legitimidad del com­bate de los españoles para liberar su tierra, lo cual es la te­sis jurídica tradicional de la Reconquista, al menos en la baja Edad Media.

También parecen insinuar algunos textos que la reivindi­cación de la «pérdida de al-Andalus>>, «paraíso perdido» de la civilización árabe, se transfirió al Magreb en general y a Ma­rruecos en particular, después de la huida de los refugiados andalusíes (I-6, p. 8; III-2L, p. 112): «había caído Granada en manos de los españoles y la abandonó el último de sus reyes, de la dinastía de los Banii-1-Al).mar. Salieron los ára­bes de España y se convirtieron las costas de Marruecos, sobre todo el Atlántico, en las fronteras occidentales de la patria árabe» (II-3, p. 18). Este texto es importante porque sitúa los límites de la reivindicación política de la patria ára­be en la época moderna.

En realidad, la reivindicación es ante todo una nostalgia cultural. La nostalgia andalusí no es tanto política como reivindicación de la civilización hispano-árabe: «Los árabes trajeron a al-Andalus su lengua y su ciencia y construyeron ciudades, mezquitas, hospitales, escuelas, palacios y jardines. Abundaron los sabios, los literatos y los artistas. Floreció la civilización árabe y se convirtió al-Andalus en el faro de la ciencia, el arte y el conocimiento ... Y fue el fundamento

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del Renacimiento europeo» (I-5, pp. 172-173). Después de la expulsión «dejó de dar su luz la estrella árabe en España; había estado iluminando España, durante siglos, con la luz de las ciencias árabes» (Il-2, p. 108).

Pero el sentido y el volumen de esta reivindicación cultu­ral, amplia y múltiple, lo estudiaremos en un capítulo aparte.

10) Los reinos cristianos medievales, antecedentes de la España actual

Ahora podemos situar mejor, al final del estudio político de la historia medieval, cuál es la visión de los reinos cris­tianos del Norte que presenbtn estos textos, esos reinos cristianos que acabaron por expulsar a los árabes de España.

Estos españoles cristianos no se confunden con los cris­tianos andalusíes o mozárabes, que figuran como súbditos árabes en el capítulo de las minorías religiosas en al-Artda­lus (II-2, pp. 169-170). Tampoco se ve claramente su rela.;. ción con los españoles pre-islámicos o visigodos, cuya pre­sentación queda hecha. En realidad, el vocabulario pasa de la utilización más habitual del término isbán o algunas ve­ces isb,aniyyün (españoles, como opuestos a tarab, árabes), al término religioso de na.~ara, cristianos, mucho más raro. E! término farany, franco, es ambiguo en la Edad Media, pero en nuestros textos señala ante todo a los franceses de Car­los Marte! y Carlomagno.

En este apartado sólo vamos a intentar analizar la ima­gen política de los reinos cristianos de la España del Norte, sin entrar en los aspectos ·de civilización, es decir, en todo lo referente a influencia árabe en personajes o instituciones españolas no-árabes. Hay que decir también que esta visión viene englobada en la visión general muy pesimista del con­junto de Ja civilización europea medieval que presentan estos textos.

ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 83

Los primeros oponentes «septentrionales» de los árabes son. Carlos Marte! y sus aliados, como queda visto. Apare­cen como franceses, evidentemente, pero pronto se les ve como fuente directa de la política de los reinos del norte de España. Efectivamente, el mapa de las conquistas árabes (I-5, p. 137) deja una franja sin ocupar en el nordeste de la península y pronto veremos a {Abd al-Rahman I oponerse a «Carlomagno, que era rey de los francos en la Galia (la Francia actual), y a los otros estadillos hispanos del norte de al-Andalus». Ese texto nos añade que «todos ellos mira­ban al estado árabe en al-Andalus con mirada llena de ani­mosidad (l;iqd, odio, rencor), proyectaban ataques traidores y esperaban la oportunidad y las circunstancias favorables para vencerle» (II-2, p. 104). Este texto es muy importante porque nos presenta el espíritu de todos los reinos cristianos en su oposición a los árabes. N os presenta también a los franceses unidos a los hispanos en un mismo espíritu de ven­ganza, que será el origen de todas sus acciones bélicas ul­teriores, aun después de la derrota en los Pirineos, de Car­lomagno. También más tarde se. estudia a Carlomagno como el único enemigo septentrional del primer Omeya de Córdoba (III-2L, p. 107) y son los «enemigos francos» los que ya en tiempos del emirato fomentan rebeliones contra los Omeyas de Córdoba (II-2, p. 105).

Con {Abd al-Ral).man III aparecen estos reinos más dife­renciados. «Luchó contra los cristianos del N arte, venció a los reyes de León y Navarra y ocupó sus principales ciuda­des fortificadas» (III-2L, p. 108). Pero sus relaciones no fueron simplemente guerreras, sino sobre todo diplomáticas: «envió mensajeros y embajadores a los estados europeos, en­tre ellos al Papa, para que reconocieran su soberanía» (ibid. ). Aquí se nota no sólo el aspecto del derecho jurídico de los árabes frente a las pretensiones de invasión del N arte, sino también una cierta identificación de los reinos cristianos a los estados europeos.

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«Al-I:Iakam II luchó a menudo contra los nfrancos'' e hizo tratados con embajadas de reyes y príncipes cristianos» (ibid.). Aquí el término «francos» tiene la ambigtiiedad que tenía en los textos medievales («cristianos del Norte» en ge­neral o «franceses» en particular), pero contribuye a perpe · tuar en el estudiante actual la imagen de la identificación de los reinos cristianos del norte de España con el vencedor de Poitiers y con Carlomagno, invasor fallido de la España árabe.

Y a hemos visto también el ideal de Almanzor y su inte­rés por recuperar los territorios ocupados por los hispanos en tiempos anteriores (cfr. III-2L, p. 108). A partir de su época los hispanos son el enemigo peligroso que se aprove­cha de las divisiones de los árabes para ir dominándoles (I-5, p. 1~~6; II-2, p. 108; III-2L, pp. 109 ss.). El texto de histo~ ria de Letras tipifica esta política en el rey Alfonso VI «de Castilla, León y Navarra» y en su comportamiento con Toledo y con el rey Al-JVIu!tamid de Sevilla (III-2L, p. 210). Y cita aquí la famosa frase del sevillano, cuando llamó a al­Andalus a los almorávides que le iban a desterrar: «Prefie­ro ser pastor de camellos en el norte de Africa, que pastor de puercos en Castilla)> (es sabido que los musulmanes no pueden comer cerdo y que transfieren su repugnancia por este animal al cristiano que lo come).

Podríamos acabar esta visión del ataque de los reinos crisitanos del Norte con su simbólico epílogo: la caída de Granada, que viene mencionada -como es natural- por to­dos los textos (I-5, 108"; I-6, 8; II-2, 108; III-2, 201), espe-· cialmente en el libro de historia de los de Letras, que ·de­talla un poco más los episodios de la guerra de Granada (III-2L, 111-112).

Después de la caída de Granada, la opresión española si­gue en dos direcciones. Primero, en España con la Inquisi­ción y la expulsión de los moriscos (III-2L, 112), actitud in­tolerante, tan opuesta a la que tuvieron los árabes cuando

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vinieron a España (II-1, 108). Segundo, en el norte de Afri­ca, ocupando las costas y saqueándolas (III-2L, 112). Vere­mos la importancia que tiene este segundo punto en la Edad Moderna.

Pero en toda la Edad Media hay un punto que hay que hacer notar. Nunca se habla de españoles en los largos e importantes capítulos sobre las cruzadas, «invasiones ex·· tranjeras de la patria árabe)) (I-5, 178-188; II-2, 110-119; III-2L, 121-129 y pass1:m). Ni se hace la relación entre los cruzados, invasores de Oriente, con las guerras de reconquis­ta españolas en Occidente. Esta omisión -objetivamente justificada por la poca importancia numérica de los hispanos en las Cruzadas orientales- merece señalarse. Confirma ]a imagen general del carácter específico de las relaciones his­pano-árabes, a pesar de insertarse en un esquema general de guerra y de ocupación territorial de la patria árabe en la Edad Media.

Y para terminar, digamos dos palabras sobre la relación entre los reinos cristianos medievales y la España actual. Es evidente que esta España es -para nuestros textos- here­dera política de los invasores del norte. Pero por una sim­biosis muy real entre pueblo y estado, ha quedado la imagen de una política que puede cambiar -y que ha cambiado con respecto a los árabes en los tiempos modernos- y un pue­blo más constante, que tiene un fundamento árabe por su población y sobre todo por los monumentos de su cultura, de origen árabe. Y esto es lo que queda actualmente en el balance árabe de las peripecias políticas de la Edad Media entre estados árabes y cristianos. Por eso es muy importan. te estudiar el capítulo de la presentación de la civilización árabe en España.

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IV. PERÍODO ISLÁMICO. ASPECTOS DE CIVILIZACIÓN

Es un aspecto muy importante -el más importante- de las relaciones hispano-árabes, tal y como aparecen en los li­bros de texto sirios que vamos estudiando y en la mentali­dad árabe actual.

Por falta de espacio y tiempo no voy a exponer en estas páginas todo el material reunido, como lo pienso hacer en una futura publicación. Ni pondré citas de textos. Sólo será un resumen de los capítulos principales de este tema, con la presentación del enfoque y de las profundas vivencias de los árabes ante este aspecto de las relaciones hispano-ára­bes. Son las conclusiones de un estudio minucioso, que no puedo exponer aquí.

Estudiaremos sucesivamente los puntos siguientes, que tienen implicaciones mutuas, pero representan con todo ejes fundamentales diferentes de la presentación actual de la ci­vilización andaluza por los árabes. El orden de los temas quiere representar su respectiva importancia :

1) La ciencia y la filosofía hispano-árabes, origen del progreso moderno.

2) Los monumentos, presencia árabe en la España actual.

3) La literatura, presencia andalusí (social, político, re­ligioso), justificación de la soberanía árabe en al-Andalus medieval.

1) La ciencia y la filosofía, origen del pro gres o moderno

Este es un tema clave y un estribillo temático para los árabes de hoy y para sus textos de enseñanza media: la apor­tación árabe ha sido fundamental para el origen de la civi­lización occidental y para la técnica moderna. N o sólo fueron

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los árabes transmisores de la ciencia griega, sino que apor­taron conocimientos originales en las técnicas ·y las ciencias (Astronomía, Matemáticas, Física, Medicina, Agronomía., Biología y Botánica, Geografía, Filosofía, etc.). Esta reivin­dicación civilizadora es una respuesta profunda del pueblo árabe al reto que la civilización occidental supone para los países subdesarrollados, sobre todo desde que los países co­loniales se presentaron como civilizadores para justificar su ocupación colonial.

En este tema, al-Andalus aparece como uno de los cen­tros de cultura más importantes de la Edad Media y como el centro de irradiación más eficaz, al lado y delante del sur de Italia y los Cruzados. Es un camino de transmisión y un centro original de cultura y civilización.

Es, pues, en este contexto histórico y vivencia actual, en el que hay que situar toda la información de nuestros textos sobre las ciencias en al-Andalus. Es una satisfacción de los árabes actuales por la aportación de sus antepasados a esa cultura moderna en que viven actualmente. Esta civilización no es sólo europea y occidental, sino mundial, y los árabes la sienten particularmente como propia gracias al origen árabe, realizado en especial en la España islámica. Es una vivencia de identificación al progreso moderno muy impor­tante. Y la importancia de este sentimiento se nota en par­ticular en los capítulos finales de muchos libros que tienen por título : «Importancia de los árabes en la civilización eu­ropea», escritos a veces con tanto énfasis que indican una preocupación vivencia! evidente.

2) Los monumentos, presencia árabe en la España actual

Otro capítulo importante de la presentación de la civili· zación hispano-árabe en nuestros textos lo constituyen los monumentos árabes conservados en España. Son objetiva-

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mente :muy importantes y de lo mejor que se conserva en todo el mundo árabe, pero nos interesa aquí ver el sentido que tiene ese continuo ensalzamiento que se nota en los tex­tos de enseñanza media sirios.

Para el árabe actual estos monumentos perpetúan la pre­sencia árabe en España : recuerdan a los árabes los lazos que tienen con esa tierra y con ese pueblo, y son también un re­cuerdo para los españoles de su origen árabe y de su vincu­lación profunda con esa cultura y con ese mundo árabe ac­tual. Este es el sentido profundo de la continua evocación de los monumentos de al-Andalus como testigos de la civili­zación árabe.

En este capítulo podríamos mencionar también los restos árabes en la lengua, literatura y ·costumqres europeos y es­pecialmente españoles. Nuestros textos y la vivencia árabe actual los consideran también como testigos de una comu­nión o vinculación actual entre España y la civilización árabe ..

. 3) La literatura, presencia andalusí en la civilización á1·abe

En cambio, todos los aspectos literarios de la civilización hispano-árabe no tienen referencia a la España actual. Es una cosa interna de la civilización árabe, que se considera muy deudora de los grandes poetas y escritores hispano-ára­bes, que forman un capítulo muy rico y específico de la gran literatura árabe medieval. En este sentido, al-Andalus es parte integrante y fecundante de la civilización árabe clásica.

Es con· este espíritu como se estudia la literatura hispano árabe en toda la enseñanza media siria. Se comentan textos andalusíes y se estudian en capítulos aparte esta literatura y su importancia ·en la civilización árabe. A veces se contra­pone el Magrib (u Occidente islámico, fundamentalmente al­Andalus) con el Ma~riq (u Oriente árabe), y se hacen com,.

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paraciones. En general se considera el Oriente como origen de toda la literatura árabe, y al-Andalus como el país de la especialidad científica y literaria y del refinamiento en todos los campos.

4) El esplendor de la civilización <Jndalusí (.~ocial, política~

religiosa) justificación de la soberanía árabe en al-Andalus m;edieval

Finalmente, la civilización andalusí viene presentada en sus aspectos sociales y religiosos como un progreso, sobre todo por su tolerancia religiosa y su progreso material. El gobierno omeya, en particular, aparece como un faro de ci­vilización frente a la Europa bárbara del alto medioevo.

Creo que el contexto vital de las relaciones hispano-ára­bes en que hay que situar estas informaciones tiene un matiz histórico particular de reivindicación de la conquista árabe de España (del sur de Europa) en nombre de esa misma dia­léctica «civilizadora» que ha justificado el colonialismo eu­ropeo en nombre de la «civilización)). Y al mencionar al me­nos dos veces que los reinos cristianos de España no se portaron con los árabes con la misma tolerancia con que és­tos habían realizado su conquista, habría que ver un denegar a estos conquistadores del norte el argumento «civilizador» para justificar sus hazañas bélicas.

Porque el conjunto de la visión de estos textos no carece de algunas notas nostálgicas de la presencia árab~ en Es­paña. Comparan a al-Andalus, «paraíso perdido» de la civi­lización árabe, con un faro o antorcha de cultura y ensalzan sus jardines exuberantes, su poesía refinada de la naturale­za y aun, moderadamente, . su producción agrícola.

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V. EPOCA MODERNA

Estudiaremos en este capítulo la presentación de Espa­ña en los libros de texto sirios, a partir de la expulsión de los árabes hasta la época actual, dejando para el último ca-­pítulo toda la información -más geográfica que histórica­que mira a la España actual.

Estudiaremos este período en los siguientes apartados :

1) Influencia hispano-árabe en el Renacimiento europeo. 2) España, causa de la ocupación turca en el Magreb. 3) Descubrimientos españoles, su sentido político. 4) Presentación minimizada de la colonización espa­

ñola. 5) 6)

La España del Siglo de Oro y del período moderno. La cuestión marroquí y el Río de Oro.

1) lnfluencict hispano-á1'abe en el Ren-acimiento europeo

Tenemos que mencionar al menos aquí lo que hemos de­tallado en el capítulo anterior, sobre la importancia de la pre­sentación de este aspecto de la civilización árabe. De hecho, en los libros sobre historia medieval o historia árabe, hay un capítulo entero al final sobre «Influencias o Importancia de los árabes en la civilización europea>> (I-5, 172-190; II-2, 224-227; III-2L, 235-239; I.II-2C, 212-224). También los libros q, historia de la Edad Moderna mencionan amplia­mente las influencias árabes en la Europa del Renacimiento (III-1, 17).

Esta influencia abarca, como lo hemos expuesto ya, a las lenguas europeas, la filosofía, las matemáticas, las ciencias, las artes, la medicina, la geografía y la cartografía, la inge­niería, la literatura y la cultura en general. Es interesante ha­cer notar que se atribuye a España una causalidad -al menos

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parcial- en la decadencia de la cultura árabe, por su aisla­miento de ese movimiento renacentista,, consecuencia de su expulsión de España y de la ocupación turca -provocada por España- que aisló al Imperio Turco de Europa y de la evolución moderna (III-3, pág. 23).

N o vamos a extendernos en este capítulo cuya singular importancia hemos señalado anteriormente, pero hay que mencionarlo al principio de la época moderna.

2) EsPaña, causa d2 la ocupación turca en el Magreb

Este punto tiene también su importancia, por la carga afectiva con que miran los árabes actualmente la ocupación turca, considerada como el preludio del imperialismo mo­derno y de la colonización en el mundo árabe. Consider::tn también a los turcos como un pueblo incivilizado, que aisló a los árabes y no les dejó participar a la evolución de la civi­lización europea moderna, que la cultura árabe medieval había permitido nacer.

Y la causalidad española se debe a los continuos ataques y ocupaciones de españoles y portugueses en las ciudades y costas del Norte de Africa, que obligaron a Barbarroja de Argel y a otros magrebíes a pedir ayuda a los turcos. Así es cómo España es el único país europeo que aparece en el mapa del Imperio turco (III-3, pág. 16). Y con la doble perspecti­va de las persecuciones contra el Magreb y de haber provo·­cado la ocupación tnrca se presentan las diversas peripecias hispano-árabes e hispano-turcas en el Mediterráneo, durante el período moderno (II-3, 16-20; III-1, 71, 74; III-2L, 112) y el aislamiento del mundo árabe por la inseguridad maríti­ma del Mediterráneo, por culpa de los españoles, que llevó a los magrebíes a vivir en el interior de sus tierras, casi inco­municados (III-1, pág. 71).

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3) Descubrimientos españoles, su matiz político

Es un capítulo especial de la historia universal, en que aparece con un relieve especial el papel de España. Y tiene -en nuestros textos- un matiz político especial, porque Es­páña figura gracias a esto mucho más como «potencia des­cubridora» que como «potencia colonial», como Inglaterra, Francia, Holanda, Bélgica y aún Italia. Esto se puede apre­ciar en particular en el mapa fuera de texto sobre los des­cubrimientos (III-1). Y hasta en épocas modernas, al hablar de la extensión de las diversas lenguas, se dice que el caste­llano y el portugués se extendieron como consecuencia del período de los «descubrimientos», mientras que el francés se difundió como consecuencia del «período· colonial» (III-2G). España comparte, pues, con Portugal este título de descu-~bridora de nuevos mundos, pero la colonización portuguesa actual en Africa le priva a éste del prejuicio favorable que tien,e en este aspecto España, como veremos más adelante.

El descubrimiento de Colón no siempre se atribuye di­rectamente a -España (II-3, págs. 4 y 14), pero en textos más amplios se explica detalladamente el papel respectivo del genovés y de los españoles (III-1, 63-64). Algunos textos mencionan la creencia árabe de un descubrimiento árabe pre­vio (p. ej. I-6G, 4). También el viaje de Magallanes y Elcano se merece una página muy importante (III-1, 6).

Hay un párrafo de queja de que los descubrimientos euro­peos de la ruta del Indico hayan aislado el mundo árabe y le hayan privado de ser la ruta central de las especies (III-1, 71). Pero esta desgracia se atribuye a los portugueses.

Sin embargo, el aspecto y valoración positivos que se me­rece la era de los descubrimientos da paso a una reticencia cada vez más agresiva a la era de las colonizaciones. Esta evolución se nota en particular en un párrafo final del capí­tulo de los descubrimientos: «Así abrieron los españoles y

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Portugueses los caminos del mundo. Después les siguieron los ingleses y franceses. Buscando el paso del N oro este, des­cubrieron América del Norte y emprendió Europa la conquis­ta de este mundo nuevo» «lii-1, 66). Hemos subrayado la correspondencia entre fata~ta (abrieron) y fatZt (conquista), que nos parece sumamente significativo en este contexto.

4) Presentación minimizada de lg, colonización española

Dada la «alergia» -muy justificada- de nuestra época y del mundo árabe en particular al colonialismo y a las poten­cias coloniales, es muy importante hacer notar que, si bien los libros de texto sirios no esconden el papel colonial de Es­paña durante siglos y hasta nuestros días, este aspecto queda poco subrayado.

Es verdad que en una presentación política general de Europa, España queda englobada en los países colonialistas;; «Se dividen los estados del continente europeo, del punto de vista político y social, en dos bloques : el bloque occidental, capitalista, que comprende estados colonialistas, que apoyan el colonialismo y el sionismo. Y el bloque oriental, socialis­ta, que es enemigo del colonialismo y apoya la liberación de los pueblos y les ayuda a reforzarse» (I-6G, 91). Pero sólo una vez, en el texto de geografía del último curso del bachi­llerato, de Letras (es decir, cuando el alumno está más poli­tizado) se puede leer el párrafo siguiente : «Y no podrán España y Portugal, que son países débiles, resistir a la co­rriente. Volverá el derecho a su origen y la tierra a su pue­blo, y Africa será enteramente para los africanos, como era antes de la venida de los que le han oprimido» (III-3G, 108). Este ataque directo viene en un texto que se titula «Los países afroasiáticos y los estados que tienen relaciones con ellos», lo cual es muy significativo de la óptica política de este tex-to (ei libro que consulté era del curso 1967-1968, an­tes de la independencia de Guinea Ecuatorial).

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Pero es mucho más asombroso el número de veces que, en enumeraciones de países coloniales, España no figura. Ni entre los que han ocupado el mundo árabe («Inglaterra, Fran­cia, Italia», I-6-8), ni entre los países coloniales de Africa (Inglaterra, Francia, Bélgica y Portugal» .I--6G, 67; II-3, 97), ni del colonialismo moderno («América, Inglaterra, Fran­cia» II-3, 11). Y no son más que botones de muestra de enu­meraciones en que no figura la ocupación de Marruecos, Río de Oro y Guinea, sin contar con el pasado colonial ameri...: cano-filipino. Esto no impide que se trate en su debido tiem­po del problema marroquí, como veremos más adelante, y que se diga al final del capítulo «extensión del colonialismo en los siglos XIX y xx», que «los Estados Unidos ... obliga­ron a España a cederle por compra Puerto Rico y Filipinas, después de vencerles en la guerra hispano-americana de 1898 ... Perdió España su imperio colonial y no le quedó más que Río de Oro (Saqiyat al-~ahab) sobre la costa occidental de Africa y las Islas Canarias» (III-1, 175-178). En la lista de población y superficie de las colonias modernas figuran nueve países, sin que se mencione España. Sólo en el mapa de la pá­gina 276 de este texto figura Río de Oro como colonia espa­ñola; en todos los demás mapas del bachillerato se pone el nombre del territorio, sin ninguna referencia a España.

El capítulo de la colonización americana se merece un estudio aparte. Ya hemos visto cómo se estudia sobre todo el aspecto de descubrimiento. Y no se menciona casi nunca la independencia de las repúblicas sudamericanas, sobre todo como guerras de liberación colonial. Pero en un texto de mi. tad del bachillerato se dedican dos capítulos largos a los im­perios coloniales, empezando por Portugal y España, y si­guiendo con los imperios holandés, inglés y francés, y con las guerras coloniales hasta el siglo XVIII (III-1, 67-74). Aun­que esto se llama en varios textos «el colonialismo antiguo», no deja de presentar a España como imperio colonial y opresor.

ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 95

Los textos presentan a la colonización española como movida por la búsqueda del oro y de la plata (III-1, 68), ma­terias que hicieron 1a riqueza de España y Portugal a prin­cipios de la Edad lVfoderna {III-1, 26). Pero se encontraron los españoles con unos estados poderosos, con grandes civi­lizaciones, como los mayas, los aztecas y los incas. Conquis­taron finalmente -con grandes dificultades y merced a las armas de fuego -Méjico, Panamá, Perú, el Río de la Plata y, en el norte, California, Florida y Nuevo Méjico. Luego les siguieron en las conquistas los franceses e ingleses en las Antillas y América del N o rte.

La organización colonial ocupa un largo párrafo que va­mos a traducir íntegramente, porque da la imagen más com­pleta que se llevan los alumnos de la acción política en Amé rica:

«Organizaron los españoles su imperio nombrando "vi­rreyes" en Méjico y Lima. Establecie>ron el «Consejo de Indias'' en Sevilla y luego en Madrid, para atender a la or­ganización colonial.

Empezó así la explotación de los países conquistados, con la introducción de nuevas plantas y animales domésti .. cos europeos, y el crecimiento del cultivo del arroz y de la viña, el cuidado de la ganadería y la explotación de las minas de oro en las Antillas y Méjico, así como las de Potosí, que parecían estar en una montaña de plata. De ahí pasaban las riquezas a España, y se formó una ruta para el transporte de los productos.

Usó España una l()rganización ¡enteramente cerrada en el comercio de estos países ; les traía los productos manu­facturados de Europa y volvían cargados de oro, y sobre todo de plata.

Con la conquista empezaron las misiones, venciendo por la coacción a los cultos idolátricos. Los misioneros funda­ron iglesias, diócesis, conventos y ciudades nuevas.

Esta colonización se imponía por la opr~sión, la fuerza

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y la dureza. Como los colonizadores pedían de los indios es­fuerzos superiores a sus fuerzas físicas, les debilitó el traba-·

- jo y. les atacaron las enfermedades. y las epidemias.

Por causa de estos procedimientos inhumanos, disminuyó la niano de obra, especialmente en las Antillas, que llegaron a quedar despobladas de sus habitantes. Los colonialistas tuvieron que echar mano de la trata de negros africanos para el trabajo del campo. Y así se estableció el comercio de es­clavos» (III-1, 69-70).

En el balance equilibrado de los resultados de los des­cubrimientos se mencionan las consecuencias siguientes :

1.0 políticas: constitución de estados poderosos como España y Portugal ; .

2.0 religiosas: difusión del cristianismo por obra de las misiones;

3.0 de pensamiento: aumentó y se extendió la cultura europea, por los descubrimientos geográficos y el encuentro· con otras civilizaciones desconocidas ;

4. 0 humanitarias: la falta de mano de obra llevó a los españoles a realizar el comercio de esclavos negros, principio del «problema de colon) ;

5.0 económicas: entre otras, el hecho de que por las ri­quezas de América venían productos manufacturados para América (III-1, 70-71).

Y termina el párrafo mostrando cómo el amplio imperio español se vio atacado por las nuevas potencias coloniales (Holanda, Inglaterra y Francia) (III-1, 73 y sigs.). Ya queaa dicho que no hay ninguna mención de las independencias de las repúblicas sudamericanas, a no ser la frase siguiente: «Fueron los Estados Unidos un ejemplo para las demás re­giones del continente americano, que realizaron revolucio­nes patrióticas contra España, para obtener la independen­cia)) (III-1, 128).

ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS },RABES ACTUALES 97

En general, hay una diferencia radical, que aparece en todos los textos, entre la colonización antigua y la moderna (por ejemplo: III-1! 272). La española pertenece a las pri­meras, mientras que es contra la segunda que se ceba la crítica de los textos, por pertenecer a la actualidad más viva de los pueblos árabes y afroasiáticos. Aunque las caracterís­ticas de ambas colonizaciones vienen descritas en unos capí­tulos largos y complejos, pueden resumirse -malresumir­se- en una crítica del capitalismo decimonónico y de las ne­cesidades económicas, políticas y estratégicas de ese siglo de la revolución industrial (III-1, 279-314), que ·se explican a final de curso a los alumnos y por tanto con poca eficacia. Las características de esta colonización moderna difícilmen­te pueden aplicarse a España, que además no se menciona nunca expresamente. España puede aparecer hasta como víc­tima de la estrategia del imperialismo británico, por la cues­tión de Gibraltar III-1, 285), o del expansionismo america­no por la cuestión de la adquisición de Puerto Rico, como hemos visto anteriormente.

5) La Espm1a del Siglo de Oro y del período moderno

En el conjunto de los. libros que tratan de la edad mo­derna europea, no hay más que pequeñas menciones de he­chos, personajes o instituciones españoia<s, mezcladas con todo el volumen de noticias que se refieren a Europa. Como las informaciones que dan estos textos son sobre todo cientí:­ficas, o de civilización, y la parte política o religiosa es muy escasa, se comprende que la propuesta española sea más és~· casa que la de otras naciones europeas modernas. Hay que· decir también que muchas afirmaCiones generales engloban naturalmente a España. Reagnipaínos las informaciones ex:: presamente españolas, porque son las más importantes para nuestro tema y porque quedan vinculadas directamente a la

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imagen de la España de esta época que conserva el estudian­te sirio.

Así figura España como uno de los países europeos don­d~ se nota el movimiento nacionalista del renacimiento, con el renacer de las lenguas vernáculas (II-3, 5).El retrato de Fernando de Aragón permite explicar los atributos de la realeza de la época (III-1, 53), triunfante del feudalismo, es­pecialmente debilitado en España por la lucha contra los ára­bes (III-1, 52).

El desarrollo cultural del Siglo de Oro viene representado por la· mención del Quijote de Cervantes (III-1, 35), del pin­tor Tiziano al servicio de los soberanos españoles (III-1~

4J:, 45) y de la construcción del Palacio del Escorial (III-1, 45). En el capítulo científico sólo se menciona a Miguel Ser­vet con una biografía escueta (III-1, 95): y una máquina textil española del siglo xvr. .. , para compararla con otra suiza del siglo XIX, aún utilizada en Siria actualmente (III-1,. 221). La fundación de los jesuitas se atribuye a Ignacio de Loyola, sin mencionar que era español (III-1, 49).

En política, se cita dos veces ocasionalmente la ocupa­ción española de Bélgica y Holanda (III-1, 167, 229), la in­tervención de España en la guerra de independencia de los. Estados Unidos y en las tractaciones subsiguientes con Me­norca y Gibraltar (III-1, 127) y su intervenció'n contra la re­volución francesa junto con Holanda, Prusia, Australia e Inglaterra (III-1, 153-154). En cambio no se la nombra entre las grandes potencias que se opusieron a Napoleón (IIl-1,. 163), ni se menciona la ocupación napoleónica de España.

Se hat>1a de España en dos textos de comparación de po­blaciones, en el siglo XVIII (era cuarto país de Europa, des­pués de Rusia, Francia e Inglaterra) (III-1, 132) o del si­

' glo XIX (III-1, 240-241). Se menciona la aparición de gobie'r­nos constitucionales en el siglo xrx en diversos países euro­peos, entre ellos España (II-3, 7).

Y a esto queda 'reducido,. para el sirio culto, el conocí~

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miento de la historia moderna de España. Como se puede ver, esto no tiene peso frente a sus conocimientos y su ad­hesión a la España árabe medieval, a al-Andalus árabo-islá­mico, que es la imagen fundamental que tiene de España.

6) Ln cuestión 1narroquí y el Río de Oro

Hemos hecho observar la extrañeza de no ver casi nunca figurar a España en las listas de potencias col~niales mo­dernas -con la carga política que esto supone-, a pesar de su~ pequeñas colonias africanas (entre ellas se citan dos ve~ ces las Canarias, por influencia del Movimiento de Libera­ción de las Canarias, con sede en Argel) y, sobre todo, del protectorado franco-español en Marruecos, que duró casi medio siglo.

Evidentemente, la ocupación española de Marruecos vie­ne estudiada detenidamente en su sitio (I-6, 52, 170-173: H..,3, 109; III-1, 110-111). Pero es importante hacer notar que la iniciativa de esta colonización moderna de un país árabe viene atribuida siempre a Francia, que es la nación que arregla con las diversas potencias (entre ellas España) el espinoso problema de equilibrar las ambiciones y apetencias europeas en Marruecos. En el momento de la invasión es­pañola del norte del país se hace notar que encontraron las fuerzas españolas una resistencia fortísima y que la pudieron vencer gracias a la ayuda francesa (1-6, 52).

· En todos los textos se hace notar las continuas rebelio­nes contra la ocupación franco-española, sobre todo la capr• tarteada por Abdelkrim CAbd al-Karím al-Jitabí) «en la zona que había acupado el colonialismo español» (I-6, 170) .. Tam­bién aquí se hace notar «<a ayuda del colonialismo francés al colonialismo español. .. )> (íbid.). En otro texto más detalla­do de esta sublevación (II-3, 112) se dice que los desastres de las fuerzas espa·ñolas provocaron revoluciones políticas

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en el gobierno de J\1adrid, y que el pueblo árabe se alegró de ver que en el ejército franco-español contra Abdelkrim se conc.entraban 3 mariscales, 40 generales y la mayor parte de las fuerzas políticas europeas.

Pero no se menciona para nada a España en el momento de hablar de la independencia de :Marruecos.

En cuanto a Río de Oro, ya hemos dicho que sólo se la menciona una vez como colonia española (III-1, 278) .. Pero son muchas las veces en que se le omite significativamente entre las colonias europeas en Aft·ica, quizás por evitar en­trar en la polémica marroquí-mauritana sobre este territo­rio (I-6, 53, 171; 173; III-1, 113, 278). Se dice, con todo, que los pescadores en Marruecos eran casi todos españoles y portugueses, y que .ahora son árabes (III-2G., 75), mostrando así que se ha liberado la situación de su pasado colonial.

VI. ESPAÑA ACTUAL

Es evidente que la España actual aparece también como la consecuencia de su historia y que en ella se concentran todas las imágenes de su pasado histórico. Pero en este ca­pítulo queremos reunir los datos de actualidad que aparecen sobre todo en los textos de geografía de la enseñanza media siria.

En la enseñanza media siria hay cuatro libros de geográ­fía principales. Dos de ellos contienen algunos datos ocasio­nales sobre España: «Los Principios Generales de Geogra­fí~>> (III-1), con estudio de los fenómenos' y métodos geo­gráficos, contiene algunos ejemplos españoles, y «Las eco­nomías de la patria árabe)) .{III-3) sólo ocasionalmente cita alguna relación entre España y algún país magrebí.

En cambio, lo.s dos libros de geografía géneral tienen un capítulo importante dedicado a España: «La geografía del mundo» (I-6G), al. principio del bachillerato, y «Los países

ES!>AÑA Y SU HISTORIA nSTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 101

afro-asiáticos y los estados que tienen relaciones con ellos>) (III-2G), al final, para los de Letras.

Es interesante notar el puesto que ocupa el ..capítulo so­bre España en ambos libros. En el libro de geografía mun­dial corresponde a una selección de estados europeos, que vienen después de los países de Asia y Africa, y preceden a los de América y Oceanía. N átese el valor y el orden de la selección: Inglaterra, Francia, Espa·ña, Italia, Alemania~

URSS, Suecia y Yugoslavia. Y siguen luego Canadá, USA, Méjico1 Cuba, Brasií, Argentina, Australia y las zonas po­lares. En cambio, la selección del libro de los países afro­asiáticos (asia-africanos, según los textos sirios) es mucho más selecta: Inglaterra, Francia, Espa.ña, Alemania, URSS, y Brasil. El hecho de la selección de España con sendos capí­tulos especiales es importante.

Vamos a pres·entar estos textos en los siguientes apar­tados:

1) geografía física, 2) geografía humana, 3) ciudades, 4) geografía político-social, 5) geografía político-internacional, 6) geografía económica.

1) Geografía física

Nuestros textos empiezan por situar a España en sus fronteras. Hacen notar su cercanía a Africa, señalada repe­tidas veces y significativamente (p. ej. I-16G, 85-86, 104:; III-3, 262), con el estrecho de Gibraltar, de gran resonancia árabe, como ·hemos visto; En los capítulos no· consagrados especialmente a España, se destaca su sistema m~ntañoso elevado (Sierra Nevada y Pirineos) (I-6G, 87), el hecho de

l02 MIGUEL DE EPALZA

que esté bañada por la corriente templada del «Gulf Stream» (III-lG, 110) y de que tiene el viento «solano)); uno de los vientos propios del Mediterráneo (III-1G, 148).

El libro de geografía general só~.o presenta el relieve fí­sico en un mapa (pág. 104) y su superficie, diciendo que es el tercer país de Europa por su extensión, después de_ la Unión Soviética y Francia (pág. 105).

En cambio, el libro destinado a los de Letras, después de señalar también los límites de España, divide el relieve es­pañol en tres zonas : la altiplanicie de la Meseta, las cordi~ lleras abruptas y las cuencas fluviales, con una pequeña men­ción de las estrechas bandas costeras levantinas. Divide tam, bién en tres zonas los climas de España, con sus vegetaciones. propias correspondientes : clima· continental la Meseta y Aagón), atlántico y mediterráneo. Finalmente hay una bre­ve presentación del sistema hidrográfico (III-2G, 262-265).

2) Geografía humana

<<La población de España alcanza los 32 millones de habi­tantes_. que son en su mayoría de origen latino. La ~lengua oficial dominante es la lengua española. La mayor parte de· sus habitantes son cristianos católicos)). (Esta es la desc.rip-. ción escueta del libro de geografía general (I-6G, 105). ;Ya estudiare~os la expansión lingüística y religiosa de España eQ el apartado 5.

El libro de geografia de los de Letras da otras informa­ciones: «La densidad de población corresponde a las regio­nes naturales : Ias llanuras y las costas fértiles tienen entre 100 y 250 habitantes por kilómetro cuadrado y lleg~n hasta 400 en las llanuras de M urda y Valencia, mientras que no hay más que 25 y hasta-10 en la· meseta y otras regiones secas. La media de vida va subiendm) (1II"'2G, 225).-

En un texto de le.ctura puesto al final de un capítulo sobre

ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACtUALES 103

España (I-'-6G, 109) se da una imagen general del hombre español. <\Los españoles, al lado de su finura y elegancia, son gente impresionante ... >>. Y recalca su hospitalidad para con los turistas, que es un auténtico capital económico.

3) Las ciudades

«Han surgido muchísimas ciudades en España, de forma que hay veinte ciudades con más de 100.000 habitantes. Estas ciudades se encuentran todas en la pedferia, excepto Madrid:

1fadrid es la capital del país, con alrededor de un millón de habitantes : su importancia le viene de su papel político y por ser un centro de encuentros y comunicaciones.

Le sigue Barcelona (un millón de habitantes), Zaragoza (la Saraqüsta árabe), Sevilla, Granada, Córdoba y Vallado­lid. Muchas de ellas tienen origen árabe y en ellas quedan en pie aún los monumentos á~abes)> (III-2G, 265-266).

En este texto hay que advertir la selección de cíudades con resonancia histórica árabe (hasta V é!llado,lid, Balad al-fValid), ante. otras más importantes objetivamente, como Valencia (que es muy árabe también) o Bil~ao,. _Lé!- m.isina observación podríamos hacer ante la selección del libt~o. de geografía general :

<<Las ciudades más famosas de España son :

Madrid, la capital, en el centro de España. En sus cerca,.. nías está El Escorial, famoso por su biblioteca y sus manus­critos árabes (foto de_ la (:astellana).

Barcelona;· en la costa .mediterránea. Es una im,portante ciudad industrial y comercial, famosa por sus textiles de aJgo~ dón y.lana.

Sevilla~ en medio de la llanura. andaluza, famosa por su alminar «La Giralda)} (foto. de La Giralda).

Granada, al este de Sevilla. Es famosa por sus monumen-

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tos árabes, especialmente por el palacio de la Alhambra y el Generalife.

Córdoba, en la llanura andaluza, en la ribera del río Guadalquivir. Es famosa por su gran mezquita (foto de «la mezquita mayor de Córdoba)), que creo es en realidad un

patio frondoso del Alcázar de Sevilla) (I-6G, 105-107).

Esta selección de las ciudades (que corresponde general­mente a lo que sabe y visita el árabe en España) indica clarí­simamente, una vez más, cómo la visión árabe de la España actual está condicionada por el pasado de al-Andalus, como queda expuesto en particular en el apartado anterior : «Los monumentos, presencia árabe en la España actuah.

4) Geografía socio-política

Los textos sobre el régimen político español son escuetos, pero muy importantes para la idea que se hacen de España. lie su gobierno y de su régimen social en general.

«El gobierno en España es dictatorial» (I-6G, 105). «Los estados del continente europeo se dividen, del punto de vista po~ítico y social, en dos bloques : el bloque occidental, capi­talista, que eomprende los estados colonialistas, que apoyan el colonialismo y el sionismo ... » (I-6G, 91).

Estas tres frases dan la clave de la actitud de los sirios (que son en principio democráticos y socialistas) frente al régimen socio-político español, eon la importante salvedad de que España, a pesar de ser un país occidental, colonialista y capitalista, no apoya al sionismo sino a los árabes, en el conflicto palestino, cosa que los árabes aprecian muchísimo y que atribuyen a veces al pasado árabe común.

En cuanto al régimen socialJ viene _englobado .en las afir,_. maciones generales contra. el capitalismo europeo explotador, que se supone cuando se afirma que en España la mano de ob\a va barata en la industria (III-2G, l70).

ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA .POR LOS ÁRABES ACTUALES 105

5) Geografía político-i-nternacional

Los textos son también muy parcos sobre la política ~xte­rior de España, pero vamos a reunir en este apartado algunas noticias que traen sobre la irradicación internacional de España.

Lo que hay que mencionar en primer lugar es la difusión mundial de la lengua castellana. Al hablar de las lenguas europeas, se mencionan las «latinas>)en el sur (I-6G, 87), pero entre las lenguas indoeuropeas sólo se citan el francés y el portugués C()ffiO ejemplos (III-1, 304). Se dice que el caste­llano es un~ de las lenguas más extendidas en el mundo (des­pués del inglés, ruso y chino, y antes del pindustani, alem~n, francés y árabe) y que es una de las cinco lenguas de la UNESCO (III-1, 306). Pero todos los ejemplos de lengua culta son orientales, con exclusión del inglés, francés y cas­tellano. Atribuye la extensión del castellano -como del por­tugués- a las consecuencias de la ((época de los descubri­mi~ntos>>, mientras que la del francés fue «en la época de la coloniza ció m>. Y a hemos visto la importancia y significado de esta distinción.

En cambio, en el capítulo general sobre América no se dice nadél del origen español de la lengua y cultura sudame .. ricanas (I-6G, 141 ss.). Sólo se dice que son «poblaciones de origen europeo». En particular, se pone que la población mejicana es mestiza de españoles e indios (l. c., p. 166), que la de Cuba es mestiza de espafiol y negro (íbid., p. 168) y que la lengua de Argentina es el español (íbid., p. 175). Esto re­sume toda la referencia concreta a España en la presentación de los tres países hispanoamericanos (Méjico, Cuba y Argen. tina), mientras que el pasado portugués del Brasil queda bien subrayado -en el capítulo· coréespondiente .

. También.: en el capítulo· de , las . emigraciones. se menci_oria la expansión (<de los rusos· en Siberia y de los españoles en

106 MIGUEL DE EPALZA

América)) (III-1, 289). En los capítulos sobre las religione:), se dice del cristianismo que «fue llevado al nuevo mundo des­pués de la época de los descubrimientos geográficos» (III-1, 109). Sobre las relaciones coloniales, ya hemos hablado.

Otra relación exterior de España es el comercio. Un texto menciona las exportaciones de «aceite de oliva, cítricos, con­servas de pescado} barcos y algunas maquinarias ... >> y las im­portaciones de algodón, petróleo, maderas y productos colo­niales como el café (I-6, 108). El otro termina el capítulo económico de España con las siguientes frases: «Son grandes sus necesidades de importación. Compra tnaquinaria, medios de transporte, materias químicas, algodón, abonos y produc­tos elaborados. Su balanza de pagos es deficitaria. Trata con Europa Occidental, América del Norte y América del S un> (III-2_G, p. 271).

Finalmente se menciona el turismo como una fuente de riqueza, que ha traído «en 1965 a más de 30 millo~es de turis­tas que han aportado centenares de millones de dólares>> (I-6G, 108). La ímagen general de España insiste en la riqueza del t~rismo para fortalecer la moneda, elogiando la hospitalidad española y su ·riqueza en tradiciones y folklore>> (I-6G, 109)_.

Los dos libros principales tienen, aparte ··de los mapas, cinco fotos: una vista general de Madrid, U!J.a de la estatua y columna de Colón, en Barcelona, y tres de monumentos árabes. En cambio no hay ninguna foto moderna, de indus~ tria o agricultura, como St.tele ponerse siempre en otros países. Sería una nueva forma -inconsciente- de ver a España fun. damentalmente a partir de su pa_sado árabe.

6) Geografía económica

Ya hemos visto las principales características de ill).porta­ción y exportación de España, según estos· textos. Ahora veamos más en detalle las producciones.

ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 107

El libro para los de once años estudia los productos por regiones (I-6G, 107-108): «España es rica en productos .agrícolas y en riqueza genadera y mineral. La mayor parte de ~us habitantes trabajan en la agricultura y sólo trabaja en la industria el 20 por. 100 de la población.

La costa mediterránea: viven sus habitantes de la agri­cultura de secano y de regadío: árboles frutales, cítricos, uva, olivo (es España un pais famoso por esto), y, finalmente, las legumbres. Hay minas de estaño y de plomo, y se van exten­(liendo las industrias metalúrgicas. La industria se concentra en las cercanías de la ciudad de Barcelona, que -se aprovecha de la energía de las presas hidroeléctricas; La·s principales industrias son las textiles (lana y seda).

En el sur hay industria de frutas y de aceite, de produc.: ción de ·azúcar y de seda.

Región central: hay pocas lluvias. Se producen cereales. La ganadería está representada sobre todo por los corderos. merinos, qüe tienen una lana larga y sedosa.

Región del norte: industrias de la madera; Ganado vacu­no e industria pesquera, ·en relación con el clima. Hay minas de. híerro y carbón y se concentra allí la industria metalúrgica pesada)) ..

El _libro de final del bachillerato intenta explicar «por qué se retrasó España del punto de vista industrial y quedó redu~ cida a un país agrícola)}. En seis págin'as densas y con mapas d.e producción va e'xplicando ·los problemas de la agricqltura, la riqueza ganadera y forestal, la minería_ -y las industrias. prindpales.

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