el recorrido narrativo del observador y la transcreación

102
El recorrido narrativo del observador y la transcreación en el relato literario “El Sabueso de los Baskerville” Beatriz Orozco Díaz Investigación Formativa III Licenciatura en Comunicación e Informática Educativas Escuela de Español y Comunicación Audiovisual Facultad de Ciencias de la Educación Universidad Tecnológica de Pereira 2017

Upload: others

Post on 01-Jul-2022

6 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

El recorrido narrativo del observador y la transcreación en el relato literario “El Sabueso

de los Baskerville”

Beatriz Orozco Díaz

Investigación Formativa III

Licenciatura en Comunicación e Informática Educativas

Escuela de Español y Comunicación Audiovisual

Facultad de Ciencias de la Educación

Universidad Tecnológica de Pereira

2017

Page 2: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

Dedicatoria

A Juliana y Andrés…

Page 3: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

2

El recorrido narrativo del observador y la transcreación en el relato literario “El Sabueso

de los Baskerville”

Resumen:

Este trabajo de investigación explora el recorrido narrativo del observador dentro del relato policiaco “El

Sabueso de los Baskerville”, un acercamiento a las huellas y las locuciones de los personajes, centrando en

la figura del narrador que tiene participación en la diégesis.

Para rastrear el programa narrativo del observador se plantea como metodología de análisis el Recorrido

Generativo propuesto por Semiótica discursiva de la Escuela de Paris a partir de una lectura a dos niveles:

el nivel discursivo y el nivel semio-narrativo.

En este sentido, llevar a cabo una lectura crítica permite desarrollar habilidades para construir nuevas obras

a través de la transcreación.

La transcreación nace cuando el texto se concibe como un código o matriz abierta que permite nuevas

formas de representación de la intención comunicativa de la obra, para, finalmente, entregar al público otro

formato que ya no es el texto verbal. Esta actividad desarrolla además de un método minucioso para la

lectura, habilidades creativas, de diseño, y nuevas formas de expresión como la fotografía, que se vincula

y se publica gracias a la incursión de las nuevas tecnologías de la Información y la Comunicación.

Palabras claves: Transcreación, observador, recorrido narrativo, relato.

Page 4: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

3

Introducción:

El recorrido narrativo del observador en el relato literario y su posterior transcreación a una obra fotográfica

pone de relieve varias acciones cognitivas por parte del analista. En este orden de ideas, la lectura en

filigrana permite comprender de qué manera están discursivizados los tiempos los espacios y las acciones

dentro de la diégesis, y de otro, la interpretación conduce a desentrañar los roles actanciales de los

personajes del relato, para luego imaginarlos en un lenguaje cuya materia expresiva, diametralmente

opuesta a la original sigue conservando la esencia de la obra. Pasar del relato verbal textual al relato icónico

constituye una nueva forma de apropiación y reflexión del acto de la lectura y la escritura

Esta propuesta surge como una iniciativa para promover el acto de la lecto-escritura, que ha perdido adeptos

y seguidores gracias a la incursión de las nuevas tecnologías y el uso de los lenguajes rápidos como los

fotográficos o videográficos. Se propone la transcreación como un nuevo método de lectura sin olvidar el

método de lectura tradicional que permite tener el primer acercamiento con la obra, y la posibilidad de

ubicar los elementos importantes para realizar la transcreación.

El objetivo propuesto es: Analizar en “El Sabueso de los Baskerville” de Sir Arthur Conan Doyle, el

recorrido narrativo de Watson, el observador, cuyo sistema de distinciones está basado en la razón para

transcrearlo fotográficamente. Para cumplir este objetivo, primero se propone realizar el recorrido narrativo

del observador, como segundo paso se caracteriza al narrador según su estratificación y participación; para

finalmente llegar a un paso tres que plantea transcrear el recorrido del observador en una serie de

fotografías.

Para realizar este análisis se propone el Recorrido Generativo propuesto por la semiótica discursiva de la

Escuela de Paris que plantea dos niveles: el primero, el nivel discursivo, donde se ubican los personajes,

espacios, tiempos y acciones de la historia. El segundo es el nivel narrativo, donde se ubican los actantes,

los roles que se desempeñan dentro del relato. Este último nivel proporciona los enunciados, donde se

brinda la información necesaria para identificar al enunciador, al enunciatario y el referente, es decir, quien

habla a quien y de qué habla. El sustento teórico está apoyado en la estratificación de Gerard Genette y el

esquema Y de Eduardo Serrano.

Genette propone dos niveles en la estratificación narratorial, el primero es por tipo y el segundo es

participación en la historia. Y Serrano con el esquema narratorial, presentado de forma didáctica como

Esquema Y, brinda una posición jerarquizada, basada en los dos niveles del discurso de Greimas y Courtés,

Page 5: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

4

1. Planteamiento del problema

La transcreación del relato literario es un recurso artístico que se hace cada vez más popular,

con ella se buscan otras formas no solo de vincular a las nuevas generaciones en el acto de la lecto-

escritura, sino que también emerge como una nueva posibilidad de crear en otra materia expresiva

una obra que está entregada al público en formato de texto verbal, lo que permite desarrollar

habilidades en la lectura minuciosa y creativa, además de aportar un alto grado de curiosidad, al

estilo de todo buen investigador.

La transcreación implica, entonces, una nueva interpretación, en la que intervienen la

creatividad y la innovación, en palabras concretas, la transcreación “consiste en crear una obra a

partir de una obra dada” (Argüello, 2001, p. 14). Esta forma de recrear obras que ya existen ha

sido abordada por la traducción, la adaptación, el remake y los contenidos transmedia. En

consecuencia, la transcreación incluye diversas formas de materializar una obra, siempre que la

obra principal se tome como una matriz abierta a diversas interpretaciones, idiomas, formatos o

medios de difusión.

Para el caso de la traducción, se busca realizar el menor número de cambios posibles al trasladar

el texto de un idioma a otro de forma literal, y aunque existe intervención en la interpretación del

autor, se conserva la materia expresiva.

En este sentido, transcrear es ir más allá de la obra original, en algunos casos consiste en

proponer otra materia expresiva y comunicativa diferente a la planteada por el autor que produce

el texto escrito, en el que se incluyen tradiciones y rasgos culturales que reflejen el territorio donde

se ha de presentar la nueva creación.

Ahora bien, el acto innovador de la transcreación exige por parte del creador una lectura crítica

y en filigrana para resaltar o hacer preponderante una característica de la obra. En este caso, la

transcreación de la novela de Sir Arthur Conan Doyle: “El Sabueso de los Baskerville”, nos lleva

a seguir los pasos del observador.

Esta investigación surge bajo la pretensión de recrear, a partir de la transcreación fotográfica, la

imagen del observador. Primero, buscando fundamentar a este observador en relación con el

Page 6: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

5

fenómeno que desea conocer, cómo puede desarrollar diferentes papeles en su labor de

investigador y qué habilidades o estrategias utiliza para acercarse a una conclusión. Para ello se

propone reconstruir el recorrido narrativo del principal observador en el relato literario “El

Sabueso de los Baskerville”, personaje que es desempeñado por el Doctor John Watson, asistente

del famoso detective Sherlock Holmes.

Es importante señalar que, en las obras escritas por Sir Arthur Conan Doyle, el rol de narrador

es desempeñado generalmente por Holmes, pero de manera particular en este relato, la voz

narrativa es asumida por Watson, quien no solo observa y relata, también es participe de los hechos

y actúa como personaje de la historia.

Ahora, desde una perspectiva narratológica, Watson se ubica al inicio del relato como un

narrador extradiegético-homodiegético por ser un narrador en primer grado que participa de la

historia, si bien no es el protagonista de la obra, su papel es el de narrador de los acontecimientos

y en un segundo nivel, es personaje del relato.

Siguiendo este curso, Watson se sitúa entonces en el nivel de la interlocución como un

personaje de la historia en el que asume el rol de narrador intradiegético-homodiegético, narrador

en segundo grado que cuenta su propia historia, es decir, que se encuentra dentro del relato y

participa en los hechos contados. Por consiguiente, el narrador es un sujeto observador que se

apropia del saber y también es un informador que comunica ese saber a otro sujeto.

Este es el recorrido en el que se rastreará la destreza que adquiere el observador para interpretar

los sucesos que desea develar.

Ahora bien, el observador es un sujeto cognitivo, alguien que posee un saber y que desea

transmitirlo y el transcreador se inserta en un nuevo mundo donde la creatividad y la innovación

deben plasmar las características de este sujeto, incorporando los aspectos culturales y regionales

del contexto donde se desea exponer la transcreación,

En este orden de ideas, se desea visibilizar esta destreza que adquiere el observador y hacerla

presente en el proceso de transcreación para lo cual proponemos la siguiente pregunta de

investigación:

Page 7: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

6

¿Cómo analizar en “El Sabueso de los Baskerville” de Sir Arthur Conan Doyle, el recorrido

narrativo del observador cuyo sistema de distinción está basado en la razón para transcrearlo

fotográficamente?

Page 8: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

7

2. Objetivos

2.1 Objetivo General.

Analizar en “El Sabueso de los Baskerville” de Sir Arthur Conan Doyle, el recorrido narrativo de

Watson, el observador, cuyo sistema de distinciones está basado en la razón para transcrearlo

fotográficamente.

2.2 Objetivos Específicos.

-Construir el recorrido narrativo de Watson, el observador, cuyo sistema de distinciones está

basado en la razón.

-Caracterizar al narrador según su estratificación y participación en la novela

-Transcrear el recorrido de Watson, el observador, cuyo sistema de distinción está basado en la

razón.

Page 9: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

8

3. Justificación

Hacer el recorrido narrativo del observador dentro del relato policiaco, rastrear sus huellas y

las locuciones de los personajes, permite llevar a cabo una lectura minuciosa y desarrollar

habilidades para construir nuevas obras.

La transcreación nace cuando el texto se concibe como un código o matriz abierta que permite

nuevas formas de representación de la intención comunicativa de la obra, a través de ella se logra

entregar al público otro formato que ya no es el texto verbal. Esta actividad desarrolla además de

un método minucioso para la lectura, habilidades creativas, de diseño, y nuevas formas de

expresión como comics, fotografías, videos, entre otros materiales que se vinculan y se publican

gracias a la incursión de las nuevas tecnologías de la Información y la Comunicación.

En la transcreación se reimagina el lenguaje literario; cuando el artista o creador se plantea

llevar la obra a otra materia expresiva, el texto literario puede cobrar un mayor interés para el

lector, es decir, que la importancia de conocer otra versión diferente a la textual puede motivar a

los estudiantes para pasar de una lectura pasiva y cómplice a una lectura activa, crítica e

innovadora, porque no solo quien crea necesita innovar, también quien lee desarrolla su creatividad

para llevar a cabo la labor de interpretar.

Por ello, la importancia de la transcreación como una nueva forma de despertar los sentidos,

porque una imagen puede transmitir más que sensaciones visuales. Se crea un nuevo interés por

conocer la obra desde las nuevas posibilidades de educación que ofrecen los nuevos medios, por

supuesto, esto no implica relegar la importancia del libro, ni su capacidad para despertar infinidad

de sensaciones, se trata más bien de asociar las dos, creando una nueva forma de lectura de la

novela policiaca.

Valdría la pena posicionar la transcreación como un nuevo método de lectura, donde el

concepto de creatividad debe estar presente, donde un autor lleva su interpretación a otro medio

diferente al de las líneas y letras, pero que, en esencia, sigue presente la obra original

Page 10: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

9

Con respecto a esta concepción, que permite la utilización de nuevos formatos en la educación,

se busca insertar el concepto de transcreación como un nuevo medio de acceder a la información,

en tanto que ofrece a los estudiantes otras oportunidades de expandir sus experiencias escolares.

La transcreación nace bajo la concepción de innovar la traducción, un proceso donde el autor

hace uso de su interpretación y construye un producto donde la creatividad prima como mayor

recurso.

Y es que la capacidad de recontar y reorganizar historias a partir de una ya existente es una

actividad que data de años atrás. Pero la actualidad de la educación exige un cambio significativo,

a la par con la evolución de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, nuevos

modelos no textuales que permitan al estudiante la apropiación de los contenidos.

Igualmente, en el trabajo se debe incluir una categoría llamada índices de analogía, que hace

referencia a los aspectos que giran en torno al contexto social y cultural, elementos cargados de

regionalidad y que se identifican fácilmente, como las comidas o los trajes típicos representativos

de una comunidad.

Como no se realizan frecuentemente transcreaciones literarias en Colombia, se han dejado de

lado costumbres y aspectos representativos de este contexto que sería fascinante plasmar en una

nueva creación. Como menciona Haroldo de Campos, la transcreación “re-imagina el lenguaje

literario, cuestionando su ideología contraponiéndolo a una serie de discursos culturales

contemporáneos” (Como se citó en Rebello y Selva, 2008), con ello manifiesta el interés por crear

algo nuevo, que se aleje de los lenguajes convencionales y que aporte creatividad, incluyendo los

aspectos particulares de la cultura en que se inserta la nueva obra.

La transcreación construye lectores críticos que apropian el material que llega a sus manos,

desembocando en nuevas creaciones e interpretaciones.

Page 11: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

10

4. Estado de la cuestión

El recorrido narrativo del observador en el relato literario no ha sido un tema abordado en

muchas investigaciones, al parecer el papel del observador se ha relegado simplemente a un ente

exterior que analiza una obra determinada, pero para interés de esta investigación, se desea

comprender un observador que participa en la acción de los hechos que se relatan dentro de una

obra literaria, es decir, un personaje más de la historia.

Sin embargo, cabe mencionar que la novela policiaca si ha sido acogida en brazos de la

investigación y se han propuesto diferentes ángulos para conocer un narrador que guie los hechos

como sucede con la investigación que se cita a continuación.

El título de la tesis doctoral publicada por la Universidad de Murcia (España) es: “La novela

policiaca de temática romana clásica. Rigor e invención” de Ricardo Vigueras Fernández (2005).

Esta tesis busca unir dos categorías importantes en la investigación: la primera, es la historia

romana clásica y la segunda, es la novela policiaca, una fusión muy interesante en la literatura,

mucho más al sumarle el factor que indica que este tipo de novelas no existían en la época romana

clásica. Con esta claridad que propone en su introducción, el autor da forma a las voces de una

serie de personajes descritos en una novela policiaca pero que además tejen la historia clásica

romana.

Vigueras desentraña la antigua concepción de atribuir los inicios de la novela policiaca al

escritor Edgar Allan Poe, donde la resolución de un crimen se convertía en un juego de pistas,

asociadas por una mente maestra que descubriría el misterio de una muerte; para proponer dos

autores (Steven Saylor y John Maddox Roberts) que abordan la historia desde el género policial

para demostrar que Roma es un protagonista sin voz en estos relatos y por ello se debe hacer el

seguimiento del narrador (Gordiano o Diomedes) quien detalla las situaciones y personajes.

Esa unión entre historia y novela es una categoría fascinante a la que llega Vigueras en su

conclusión, esa antítesis entre ficción y verdad se valida como una forma de acceder al trasfondo

de una cultura, su organización política, judicial y social.

Page 12: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

11

Desde otra perspectiva, está la secuencia didáctica para el análisis y comprensión de la novela

Scorpio City en estudiantes de 9° grado de la institución educativa Inem Felipe Pérez, realizada

en el año 2011 por Jorge Andrés Vega y Julián Andrés Vinasco como prerrequisito de grado para

optar por el título de Licenciados en Español y Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira.

Dicho trabajo de investigación propone abordar el cuento como unidad temática dándole un

enfoque interactivo donde se potencializa el acto de la lecto-escritura en el proceso de enseñanza

aprendizaje.

El acercamiento teórico se hace principalmente a través de Gérard Genette con sus libros:

Mundo narrado II y Tiempo, modo y voz. Con ayuda de Genette se sustenta la propuesta y se

evalúa el narrador de la historia. El objetivo principal de esta investigación es promover la lectura

en los estudiantes, para ello, se muestra una colección de películas populares con las que llegan a

asociar por ejemplo Scooby Doo con el cuento policiaco. Además de ello, los hallazgos con la

implementación de la secuencia didáctica demuestran que el interés por la lectura incrementa

cuando se torna de forma divertida. Todos los datos aquí registrados son provistos del corpus

(Scorpio City), escrito por el colombiano Mario Mendoza.

Para terminar, la siguiente investigación titula: La mediación de la imagen en la puesta en

escena “Petersis: viaje de un ser fragmentado”, trabajo realizado por las estudiantes María

Angélica Patiño y Paola Andrea Valencia, como prerrequisito de grado para obtener el título de

Licenciadas en Comunicación e Informática Educativas, y publicado por la Universidad

Tecnológica de Pereira en el año 2015.

Este trabajo consiste en la transcreación de la obra: “El hombre que perdió su sombra” de

Adelbert Von Chamisso, pasando del relato textual, al relato videográfico. Basados en el

Paradigma indicial de Carlo Ginzburg y retomado por Rodrigo Argüello, las estudiantes plantean

una serie de indicios a seguir que servirán para dar explicación posteriormente a lo que llaman

mediación, es decir, cuando los materiales van acorde con los objetivos planteados. Y de allí nace

la imagen, como una mediación, como un conjunto de elementos organizados de forma lógica para

Page 13: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

12

dar un significado, que al convertirse en imagen en movimiento resulta siendo un atajo visual para

sintetizar el relato literario desde la metáfora, la iconicidad y la simbología.

A diferencia de las otras dos investigaciones citadas, este trabajo se centra en la transcreación,

la imagen y la teoría del paradigma indicial. Sin embargo, se diferencia de la presente investigación

en la categoría narratológica y de observación, porque solo se centra en la transcreación y en

resaltar el objetivo principal del texto, la perdida de la humanidad, de la sombra, se olvida

totalmente al personaje principal y no se incurre en ir más allá.

La secuencia didáctica para el análisis y la comprensión de la novela Scorpio City, se menciona

para resaltar una característica, y es que esta secuencia está construida a través de transcreaciones

de obras literarias que han sido llevadas a la pantalla (videos, películas, comics).

La diferencia con la presente investigación, es que en esta se plantea el desarrollo de una

transcreación, con contenido propio, cargado de aspectos culturales y regionales de la comunidad

donde se desea mostrar la nueva obra creada. Y la secuencia didáctica posee recursos visuales,

transcreaciones, pero que ya han sido creados y utilizados por otros autores.

Ahora bien, a diferencia de Ricardo Vigueras, la presente investigación se encuentra en

oposición a varios aspectos, el primero que cabe mencionar es que no se busca dar solución a un

crimen, se busca plantear un recorrido donde se establezca el sistema de distinción que utiliza un

observador para acercarse o alejarse de la verdad. El segundo punto en oposición es que la historia

no se recrea de lo literario a lo literario, es decir, que no basta con crear un modelo literario

reducido o más fácil de abordar que el libro original, por el contrario, se propone realizar una

transcreación del relato escrito, a una serie de fotografías que plasmen la historia en general, con

aspectos culturales vinculados al contexto donde se desea implementar.

La presente investigación tiene como propósito hacer el seguimiento del observador y plasmar

todo su recorrido en una transcreación fotográfica donde se evidencien aspectos propios de cada

personaje, psicológicos, sociales y físicos.

Page 14: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

13

5. Presentación de la diégesis

El Sabueso de los Baskerville es una novela policiaca escrita por Sir Arthur Conan Doyle y

publicada en 1902. Algunos literatos afirman que dicha composición fue inspirada poco después

de leer “Los crímenes de la Calle Morgue” de Edgar Allan Poe, obra protagonizada por dos

detectives, Dupin y su ayudante Watson. Según algunas opiniones, Conan Doyle toma como

referencia a un profesor suyo, quien repite innumerables veces la palabra elemental, de allí crea a

Sherlock Holmes y le sugiere como ayudante el mismo mencionado en las obras de Poe, y que

lleva por nombre Watson.

La historia de “El Sabueso de los Baskerville” se desarrolla en Inglaterra, algunos sucesos en

la ciudad de Londres y otros en el Condado de Devonshire, aunque cabe mencionar que los datos

más relevantes que se van a mencionar en el transcurso de la historia han sucedido en el área rural,

es decir en el condado de Devonshire. En el área de este poblado donde se desarrolla el relato, se

encuentra una paramo, en cuyo alrededor se localizan la ciénaga de Grimper, lugar donde han

perdido la vida muchas personas y animales por la fangosidad del terreno. No muy alejada se

encuentra la mansión de los Baskerville, la casa Meripit, donde habitan los hermanos Stapleton y

la mansión Lafter del señor Frankland, entre otras casas de campesinos.

La historia inicia su desarrollo con la muerte de Sir Charles Barkerville, motivo por el cual el

Doctor James Mortimer, médico de cabecera y gran amigo de Sir Charles, hace público el

manuscrito que su difunto amigo le ha encargado. Inicialmente la lectura de éste se hace frente a

Sherlock Holmes y su ayudante Watson en un viaje que hace a Londres.

La razón del Dr Mortimer para buscar a Holmes y hacerle lectura del manuscrito, recae en la

preocupación de que el siguiente miembro Baskerville, Sir Henry, heredero de Sir Charles, al llegar

a la mansión, corra con la misma suerte de su antecesor.

Dicho manuscrito es un documento que data del año 1742 y relata la génesis de una maldición

que pesa sobre la familia Baskerville. En él se reseña que la noche que murió Hugo Barkerville,

Page 15: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

14

fue perseguido por un sabueso enorme, que desde ese momento ha perseguido a todos los

descendientes de esta familia.

Posteriormente a esta lectura, se hace la lectura de una noticia publicada meses atrás por el

periódico Times, en la que se describe la muerte de Sir Charles Baskerville, como un hombre de

avanzada edad que padecía una afección cardiaca, posible motivo de su muerte. El Dr Mortimer

posterior a su lectura de la noticia, añade que esa noche, un poco alejadas del cuerpo de Sir Charles,

observo unas huellas gigantes, al parecer de un sabueso, detalle que no mencionó porque en el

momento no le pareció importante.

De allí parte la creencia sobre la existencia del sabueso, pero con la llegada de Holmes y Watson

se abre camino a otra mirada o interpretación de los acontecimientos.

Al arribo de Sir Henry a Londres, el Dr. Mortimer lo lleva con Holmes para hacer lectura del

manuscrito anterior y después de conocer la situación, se llega a la conclusión de que será

acompañado por Watson hasta la mansión para garantizar su seguridad. Ya en Devonshire, el Dr.

Mortimer, Sir Henry y Watson, se disponen a indagar por la existencia o no del sabueso.

Watson envía informes escritos con regularidad a Holmes que se ha quedado en Londres para

resolver otros casos. Para sorpresa del lector, el relato describe en una parte posterior, que Holmes

se radico en secreto en una cabaña cerca a la ciénaga de Grimper y se hizo pasar por un campesino

para recaudar las pruebas necesarias que dieran solución al caso.

Al final, Holmes concluye que el sabueso infernal que se menciona, es un perro comprado en

Londres, cubierto el rosto de pólvora para dar ese matiz rojizo escalofriante y dejado en libertad

por el páramo para alimentar la antigua historia que relataba la muerte de Hugo Baskerville.

Para caracterizar la situación, se parte del análisis que el Dr. Mortimer hace sobre la muerte de

Sir Charles, mencionando que, aunque su cuerpo no poseía ninguna señal de ser atacado por un

animal, él observo unas marcas de sabueso gigante, pero no le prestó importancia y decidió guardar

silencio. Aunque asegura que ha intentado buscar una razón lógica para este suceso, admite

también escuchar los aullidos del sabueso cuando camina por el páramo en las noches, mientras

cumple su labor como médico rural; también se ha dado a la tarea de averiguar con los habitantes

de la zona y tres personas le han confirmado haber observado al sabueso rodeando el páramo.

Page 16: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

15

Todos describían una criatura enorme, horrible y luminosa. Los demás testigos que aseguran ver

al Sabueso devorando a un hombre de la familia Baskerville o rondando el páramo, desaparecen

poco a poco entre líneas, hasta no volver a mencionar sus nombres en la historia, es decir, que esta

creencia se alimenta por la voz a voz de la comunidad.

Es decir, que según las hipótesis que revela el texto, es el Doctor Mortimer quien afirma varias

veces la existencia del sabueso, por las huellas de un perro gigante que encontró cerca del cadáver

de Sir Charles cuando presenciaba el levantamiento del cuerpo.

La historia toma un rumbo racional tras la llegada de Holmes. Se tendrá la visión de un

observador eficaz, que aplica el saber científico a través del método deductivo. Y Watson será el

encargado de reseñar los datos relevantes del caso, acto seguido, la experiencia que otorga esta

labor al ayudante de Holmes, lo convierte en un observador guiado por la razón.

Watson es un hombre pausado y algo callado, pero siempre hace predicciones sobre los próximos

acontecimientos, al evaluar los que ya conoce. Es un observador agudo, que va un paso adelante

en cada situación y los personajes que intervienen en ella. Tiene habilidad para escribir y narrar al

pie de la letra los sucesos que observa. Aunque es criticado por Holmes, por ser un poco apresurado

en llegar a sus conclusiones, el detective acepta que las torpezas de su ayudante siempre le han

ayudado a resolver misteriosos casos. Las observaciones de Watson van en el rumbo indicado,

Holmes lo sabe e invita a su compañero a no descuidar ningún detalle.

El recorrido narrativo que hace Holmes muestra claramente que es un hombre que piensa antes

de hablar. Al conocer el caso de los Baskerville, toma una cartografía de la zona del páramo,

estableciendo las viviendas cercanas a la mansión e investigando las personas que habitan dichos

lugares. Envía a su ayudante Watson hacia el páramo y le pide que resida unos días en este lugar,

con la intención de informar todo lo que sucede. Cuando Holmes tiene la cartografía en sus manos

despierta cierto interés en él la casa Stapleton, una de las más cercanas a la mansión Baskerville,

Watson no olvida este detalle y cuando se encuentra en la zona recorre reiteradas veces el páramo

y la casa Stapleton.

Page 17: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

16

Cabe resaltar que Holmes centra su interés en los hermanos: el Señor y la Señorita Stapleton,

pero es gracias a las especulaciones que Watson ha manifestado en sus cartas, que se desata una

serie de intrigas. Watson, por su parte, ha relatado observar comportamientos y miradas de celos,

aprobación o rechazo, que no suelen ser muy comunes entre parientes de primer grado.

Las pesquisas conducen luego a descubrir que los Stapleton están lejos de ser hermanos y que entre

ellos existe una relación marital. El Señor Stapleton es un descendiente de la familia Baskerville,

un naturalista que intento hacer grandes negocios en Latinoamérica, pero con malos resultados se

dio a la quiebra y huyo. Pensó en volver a Inglaterra y recuperar los bienes de su familia, por tanto,

se propuso cobrar la herencia y para ello debía desaparecer a los Baskerville que aún seguían con

vida. Como sabía que Sir Charles tenía una afección cardiaca, pensó que el solo hecho de ver a un

sabueso similar al de la historia de su familia haría detener su corazón y así fue, Stapleton compro

un perro y esparció pólvora en sus ojos y su boca para dar la apariencia de una criatura sobrenatural

y Sir Charles se desplomo al verlo. Ello da explicación al mito del sabueso, no era una entidad

monstruosa producto de una maldición familiar, simplemente un miembro de la familia quería ser

el único heredero y desaparecer a los demás, a quienes consideraba una barrera para cumplir su

objetivo. La observación de Watson y sus precipitadas asociaciones resulta de suma importancia

para llegar a esta conclusión.

Page 18: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

17

6. Marco Teórico

6.1 El Observador

Observar es el verbo comúnmente utilizado como sinónimo de mirar, la RAE define esta acción

como: “examinar atentamente” o “mirar con atención y recato”, esa cualidad de la atención sirve

como punto de partida para añadir que observar es un proceso que se realiza de forma rigurosa,

atendiendo a todas las características que se presentan. Ahora bien, al vincular la observación y la

atención se puede inferir que no solo es necesario el uso del sentido de la visión y que ese proceso

riguroso que se realiza al observar, además, va ligado a otro tipo de percepciones sensoriales que

se pueden captar a través del oído, el tacto y/ o el olfato. El observador será, entonces, la persona

que ejecuta esa acción.

Rafael Echeverría en su libro “El observador y su mundo” señala que “el observador es el

nombre que utilizamos para referirnos a los supuestos, a partir de los cuales actuamos” (Echeverría

2009, Pág.197), es decir, un cambio en los supuestos puede producir un cambio en el observador.

Cabe aclarar que no son dos entidades que se den por separado, el observador y los supuestos son

lo mismo, “la noción del observador no es otra cosa que un principio explicativo que nos ayuda a

hacer sentido de nuestro actuar, de nuestro comportamiento” (Echeverría 2009, Pág.197).

Los supuestos que propone Echeverría se constituyen a partir de una serie de elementos

encadenados desde la ciencia de la biología, pero que dan explicación y determinan los

comportamientos que se adoptan en una situación determinada. La siguiente gráfica ilustra los

elementos y sus relaciones.

Corporalidad

Lengua

je Emocionalid

ad

Biología

Figura 1. Dominios Primarios del Observador. Echeverría (2009) P. 162

Page 19: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

18

En la figura se encuentra un primer ovalo central que representa la biología y que contiene otros

tres óvalos que corresponden a la corporalidad, la emocionalidad y el lenguaje, este conjunto es

denominado por Echeverría como “Dominios Primarios del Observador”.

Aunque pueden existir diferencias entre estas tres dimensiones, la separación es solo teórica, para

efectos metodológicos, pero entre los componentes existe una estrecha interconexión.

Echeverría señala que:

Llamamos biología, al dominio de los componentes y relaciones que constituyen la estructura

de nuestro cuerpo como sistema, vale decir, a la forma en que nuestros diferentes componentes

se comportan y se relacionan entre sí para producir la unidad biológica que somos (Echeverría,

2009, p.162).

La alusión a las funciones del sistema nervioso, digestivo, circulatorio y a las características

genéticas y hormonales, indica que en los seres humanos se comparten condiciones biológicas por

pertenecer a la misma especie, condición que limita las observaciones que se realizan desde el

punto de vista de la biología. Sin embargo, también existen diferencias entre los miembros de una

misma especie, lo que conduce a observaciones, igualmente, diferentes. Por tanto, todo lo que

comparte y lo que diferencia a cada sujeto desde su estructura biológica le permite a Echeverría

postular que “Observamos mundos distintos. Y toda observación está basada en nuestra biología”

(Echeverría, 2009, p.163). Un ejemplo que ilustra bastante bien este fenómeno es la experiencia

visual del daltónico.

El dominio de la corporalidad, por su parte, juega un papel importante en lo biológico, al

considerar de suma importancia el comportamiento físico de los individuos en cuanto a la toma de

una posición de acuerdo a un tema o contexto. La manera de caminar, mover los brazos, las manos,

la forma de sentarse, de comer, los gestos, fruncir el ceño, saludar, entre otras particularidades de

los individuos, marcan diferencias importantes en los observadores.

De igual forma, todas estas manifestaciones del cuerpo adquieren otro valor, otorgan “un tipo

de presencia del individuo en su entorno, en su mundo” (Echeverría, 2009, p.164), es decir, que

también lo hacen visible frente a los otros. No observan de igual manera una persona erguida que

mira hacia el frente, versus una persona cabizbaja que mira hacia el suelo, por ello los dominios

Page 20: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

19

de la biología y la corporalidad están fuertemente vinculados y lo que sucede en uno condiciona

lo que pasa en el otro

En la emocionalidad igualmente, interfieren factores que determinan nuestras distinciones de

acuerdo a los sentimientos de disforia o euforia que experimentemos frente a un hecho

determinado, “distintos estados emocionales nos predisponen a observar ciertos eventos o aspectos

del entorno y a no observar otros” (Echeverría, 2009, p.165), en este sentido, se observan unas

cosas y otras se dejan de lado, se emprenden algunas acciones y otras no llegan a nacer, y se toman

decisiones con mucha regularidad desde este campo emocional. Todo ser humano se encuentra

siempre en un estado emocional particular y a partir de este sentir, construye mundos diferentes y

toma decisiones. La dimensión emocional construye observadores diferentes, no observa igual

quien lo aqueja una tristeza versus quien se encuentra invadido por la alegría.

Finalmente, la dimensión del lenguaje, a partir del cual el observador le da vida autónoma a los

objetos y personas al poseer la capacidad de nombrarlas. El habla se convirtió en el instrumento

para intervenir en el mundo y para entablar relación con los demás. Inherente al lenguaje se

evidencia esa característica generativa, es decir, aquella que permite hablar de algo que antes no

sucedía y que al darle vida con el lenguaje ahora puede suceder. Ejemplos: “cásate conmigo”, “te

invito a formar parte de mi próximo proyecto”.

El lenguaje también construye observadores diferentes y en este punto Echeverría plantea tres

tipos de enunciados: las distinciones, los juicios y las narraciones.

Las distinciones son la capacidad de que nos provee el lenguaje para centrarnos en un elemento y

otorgarle una singularidad por medio de la distinción. “Con ella separamos algo de su contexto y

lo convertimos en objeto de observación” (Ibíd, p.170). Sin distinciones no se puede observar,

Echeverría propone un ejemplo: una persona se desplaza hacia afuera de una casa a observar si

hay estrellas en el cielo y para su fortuna se encuentra con infinidad de astros que iluminan su

noche y le dan satisfacción a su observar. Pero la distinción recae con fuerza en la idea de que, si

no se conocen las estrellas, estos astros pasarían desapercibidos por el observador o finalmente

este centraría su visión en otro foco. Al hablar de distinciones no se hace referencia a palabras,

términos o conceptos, se alude a un conocer, identificar, especificar el mundo.

Page 21: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

20

Los juicios, por su parte, poseen la capacidad de juzgar, Echeverría los llamará “actos del

lenguaje a través de los cuales tomamos posición frente a un acontecer” (Echeverría, 2009 p.180).

Es decir, que la capacidad para emitir un juicio de valor hacia un objeto o persona también esta

mediado por las posiciones o formas de observar una realidad, pero es a través de la postulación

de estos que se adquiere la capacidad de tomar posición frente a un hecho. Echeverría toma

ejemplos de la vida cotidiana donde refleja la capacidad humana para evaluar los acontecimientos

que se presentan constantemente, como puede ser tomar una posición después de escuchar hablar

a una persona, evaluar a una persona por su forma de vestir o comer puede generar temor o agrado

de invitarlo a su casa, o el comportamiento que toma en un lugar puede dar pie para juzgar en

general su forma de actuar en otro contexto. En otras palabras, los juicios valoran un acontecer y

pronostican la probabilidad de que una situación se pueda repetir o se pueda obviar. “Los juicios

son como veredictos: con ellos creamos una realidad nueva, una realidad que solo existe en el

lenguaje” (Echeverría, 2009. p.182). Los juicios fijan una posición sobre lo observado,

posteriormente califican y se toma partido, un veredicto donde el juez es cada individuo, hecho

que también construye observadores diferentes.

El siguiente elemento que hace parte de la dimensión del lenguaje son las narrativas, que

constituyen las explicaciones o historias que se construyen para dar explicación del mundo y su

alrededor, las explicaciones sobre lo que acontece. “De acuerdo a las historias que nos contemos,

nos constituimos en distintos observadores y con ello definimos diferentes posibilidades de

acción” (Echeverría, 2009, p.186). Desde la infancia buscamos suplir esa necesidad de dar sentido

a lo que sucede alrededor, esta falta se nutre escuchando cuentos, historias, y posteriormente se

empiezan a recrear e inventar otros relatos. A partir de este uso del lenguaje “nuestra identidad se

construye como una narrativa que nos posiciona en un mundo” (Echeverría, 2009, p.188). Y es

una forma de otorgar sentido a un individuo dentro de una comunidad.

El lenguaje es también creador del hombre, porque su uso le permite nombrarse, nombrar las

cosas y nombrar a los otros, le da existencia a todo lo que observa a su alrededor; en este mismo

sentido Emile Benveniste, profesor de lingüística francés, comparte una formulación que también

apoya esa relación indisoluble entre el lenguaje y el hombre, señala que “es en y por el lenguaje

que el hombre se constituye como sujeto; porque solo el lenguaje funda en realidad, en su realidad

Page 22: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

21

que es la del ser, el concepto de ‹‹ego››” (Como se citó en Serrano, 1996, p.29). Con ello se busca

dar explicación a la concepción de sujeto que se expresa ante otro sujeto, pero no como un simple

acto de comunicación guiado bajo el presupuesto conductista de un emisor-receptor, cuyo esquema

es lineal y no existe reciprocidad entre los sujetos, “sino como una construcción discursiva hecha

posible gracias a la existencia en la lengua de la estructura de la subjetividad” (Serrano, 1996,

p.29), es decir, que esa subjetividad determina el estatus lingüístico de la persona, su existencia,

que solo se puede dar cuando se diferencia frente al otro.

Benveniste añade:

La conciencia de sí solo es posible si ella se expresa por contraste. No empleo “yo” sino

dirigiéndome a alguien, que será en la alocución un “tú”. Es esa condición del diálogo la que

es constitutiva de la persona, pues implica en reciprocidad que yo me convierta en tú en la

alocución (Como se citó en Serrano, 1996, p.29-30).

Esta interacción constante entre yo y tú, fundamentadas en la base lingüística, y que da

existencia a ambas partes en la alocución, sigue la línea de un narrador y un narratario presentes

en los relatos verbales tanto orales como escritos. En literatura al igual que en la oralidad, lo escrito

o lo recitado se expresa para un lector o para un escucha, y es propio de este último construir el

sentido de la información que se le entrega, para ello se sirve no solo del código que comparte con

su interlocutor, sino también de los presupuestos compartidos intersubjetivamente entre el yo y el

tú. En el caso del texto literario, el escritor siempre construye su obra con esta misma base

lingüística de la intersubjetividad porque un texto siempre va dirigido a un otro, aunque sea de

manera implícita o explícita, el texto conserva la marca de una historia que contiene un yo y un tú,

que interactúan a través de líneas, de diálogos.

6.1.1 Las afirmaciones y las declaraciones

Años antes de la publicación de “El observador y su mundo” (2009), Echeverría publicaba

“Ontología del Lenguaje” (2005), libro en el cual se pueden encontrar definidos claramente los

actos lingüísticos.

Para comenzar, Echeverría aclara que:

Nuestro sentido común da por sentado que el lenguaje describe el estado de las cosas. Esta

concepción supone que la realidad ya está ahí mucho antes que el lenguaje, y lo que hace el

lenguaje es simplemente describirla, «hablar de» ella. Se supone que el papel del lenguaje es

pasivo. El lenguaje siempre llega tarde, cuando la realidad ya se ha establecido, ya ha ocupado

Page 23: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

22

su propio lugar. Por lo tanto, primero viene la realidad, después el lenguaje (Echeverría, 2005,

p. 41)

Esta concepción ha sido retomada del pensamiento griego, una interpretación muy antigua que

suele confundirse con la definición o descripción de que es el lenguaje. Sin embrago, la filosofía

del lenguaje ha presentado otra posición, donde se establece que:

Cuando hablamos no solamente describimos una realidad existente; también actuamos. El

lenguaje, se sostuvo, es acción. Tomemos un ejemplo. Cuando decimos a alguien «Te felicito»,

no estamos describiendo una felicitación, estamos realmente haciéndola. Estamos realmente

ejecutando el acto de felicitar. El filósofo británico J.L. Austin fue el primero en destacar esta

cualidad activa del lenguaje o, empleando sus propias palabras, la naturaleza «ejecutante»

('performative') del lenguaje. Se dio cuenta de que aun cuando describimos, estamos

«haciendo» una descripción y, por lo tanto, estamos actuando (Echeverría, 2005, p. 41).

Es decir, que cuando hablamos, estamos ejecutando un número específico de acciones, lo que

se conoce como “actos de habla”. Echeverría por su parte, prefiere nombrarlos “actos lingüísticos”,

añadiendo que también se pueden presentar de forma no verbal.

Estos actos lingüísticos son universales, emitidos por todos los seres humanos, independiente del

idioma que hablamos, constantemente estamos elaborando afirmaciones y declaraciones.

Las afirmaciones “corresponden al tipo de acto lingüístico que normalmente llamamos

descripciones” (Echeverría, 2005, p. 42), es decir, frases u oraciones que utilizamos para plantear

lo que observamos. En este orden de ideas, se dice que las afirmaciones no describen las cosas

como son realmente, simplemente conocemos las cosas por la forma como las observamos. Esas

condiciones biológicas que compartimos como seres de la misma especie, son las que nos permiten

hacer distinciones en comunidad y compartir lo que se observa. “Los seres humanos observamos

según las distinciones que poseamos. Sin la distinción «mesa» no puedo observar una mesa. Puedo

ver diferencias en color, forma, textura, etcétera, pero no una mesa (Echeverría, 2005, p. 43).

Algo similar sucede cuando hablamos de un día de la semana, una ciudad, o un estado del clima;

compartimos lo que observamos, por ello se puede mencionar “El jueves llovió en Bogotá”, y

quienes comparten las mismas distinciones de jueves, lluvia y Bogotá, pueden emitir una

afirmación falsa o verdadera.

Page 24: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

23

“Desde este punto de vista, es válido decir que vivimos en un mundo lingüístico. Las

afirmaciones se hacen siempre dentro de un «espacio de distinciones» ya establecido” (Echeverría,

2005, p. 43).

Ahora bien, la distinción entre falso y verdadero es una convención social que posibilita la vida

en comunidad, es decir, que existe un «espacio de distinciones» que está determinado por las

condiciones sociales e históricas de una colectividad. En otras palabras, las distinciones pueden

ser diferentes en cada cultura.

Por su parte, una afirmación verdadera

Es una proposición para la cual podemos proporcionar un testigo. Un testigo es un miembro

cualquiera de nuestra comunidad (con quienes compartimos las mismas distinciones) que, por

estar en el mismo lugar en ese momento, puede coincidir con nuestras observaciones

(Echeverría, 2005, p. 43).

Si se puede demostrar que en Bogotá llovió el jueves, porque alguien más lo presencio,

hablamos de una afirmación verdadera. Y una afirmación es falsa cuando sucede todo lo contrario,

que un testigo puede refutar y comprobar, que no llovió ese día en Bogotá.

Además de verdaderas o falsas, las afirmaciones también pueden ser relevantes o irrelevantes,

esto radica en el nivel de importancia que recree la información que se brinda, por ejemplo, si el

jueves no voy a estar en la ciudad de Bogotá, resulta irrelevante saber el pronóstico del clima sobre

este lugar. Y seria relevante consultar por el clima de la ciudad de Pereira que es lugar donde estaré

el día jueves.

Las afirmaciones tienen que ver con lo que llamamos normalmente el mundo de los «hechos»

(Echeverría, 2005, p. 44). Se habla del estado del mundo que ya existe y se describen sus

particularidades.

Las declaraciones, diferente de las afirmaciones, no describen el mundo, con ellas creamos un

nuevo mundo. “La palabra genera una realidad diferente. Después de haberse dicho lo que se dijo,

el mundo ya no es el mismo de antes. Este fue transformado por el poder de la palabra” (Echeverría,

2005, p. 44). Una vez que se emite la declaración, las cosas dejan de ser como antes, el mundo

cambia gracias al poder generativo del lenguaje.

Page 25: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

24

Las declaraciones son comúnmente asociadas con el poder de los Dioses, que tiene la potestad

de transformar la realidad con tan solo una palabra, siguiendo la voluntad de quien habla, un

ejemplo de ello es: “En el primer día Dios dijo: hágase la luz” y todo se hizo más claro, el espacio

se iluminó.

La declaración de independencia, la que emite el juez cuando declara inocente o culpable a un

sospechoso, cuando se pronuncia: “los declaro marido y mujer”, son ejemplos de cómo la palabra

cambia la realidad, el mundo no vuelve a ser igual después de fabricar y hacer pública una

declaración.

Las declaraciones no son verdaderas o falsas como las afirmaciones, estas se dividen en validas

o inválidas, se les da un carácter de legitimidad o se desechan por completo, según el poder de la

persona que las hace.

“Una declaración implica una clase diferente de compromiso del de las afirmaciones. Cuando

declaramos algo nos comprometemos a comportarnos consistentemente con la nueva realidad que

hemos declarado” (Echeverría, 2005, p. 46). Es decir, que la declaración atañe un compromiso de

validez asumido por quien declara. La declaración, que también es hecha con normas socialmente

aceptadas, brinda autoridad y su validez consiste en aceptar el cambio que esta genera en la

realidad. Y la invalidez, sucede cuando se declara y no se asume el compromiso, cuando la

autoridad se retracta o se asumen inconsistencias en la declaración.

Para diferenciar entre afirmación y declaración, Echeverría dice: “cuando podamos sostener

que la palabra debe adecuarse al mundo y que, por lo tanto, el mundo es el que conduce a la

palabra” (Echeverría, 2005, p. 42), estamos hablando de una afirmación. Caso contrario, “cuando

podemos señalar que la palabra modifica al mundo y que, por lo tanto, el mundo requiere adecuarse

a lo dicho” (Echeverría, 2005, p. 42), hablamos de una declaración.

Page 26: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

25

6.2 Autor, narrador, enunciador

Desiderio Blanco (2004) establece una diferencia entre el autor, el enunciador y el narrador.

Para definir el primero deja claro de antemano que el autor nunca está inmerso en la obra que

produce, sin excepción alguna, porque hasta las obras autobiográficas parten de la creación de un

sujeto lingüístico que tenga la potestad de transmitir una historia a otro sujeto, es decir, que aunque

la historia posea datos reales de la vida del autor, estos han sido seleccionados y configurados al

llevarlos al texto. Se considera que “La obra es un objeto de lenguaje, y el lenguaje crea siempre

una realidad virtual, completamente distinta de la realidad del autor” (Blanco, 2004, p.11).

Simplemente cuando en la obra aparece la figura del autor, este se ha configurado como un

personaje textual, un simulacro, una representación, su vida contada es una obra construida por el

lenguaje.

Eduardo Serrano, semiólogo y profesor de la Universidad del Valle (Cali) afirma que “narrador

y narratario tienen, por tanto, una existencia textual y en esa medida no se confunden con el escritor

y el lector, que pertenecen a una esfera ‹‹exterior›› a la textual, aunque en relación necesaria con

ella” (Serrano, 1996, p.30). Son roles en el papel, que se han descrito de forma tal que el lector

puede desentrañar e identificar quién dice a quién, teniendo en cuenta que no se deben confundir

con el lector y el escritor, porque el primero le da vida al texto, pero le otorga la voz a unos

personajes dentro del relato, que es de donde emergen las figuras de narrador y narratario. En otras

palabras, el escritor configura el narrador, no se habla de la misma persona, el primero crea el

segundo a partir del lenguaje.

El autor es el creador de la historia, queda claro que es el productor de los personajes textuales

y que, aunque cuente su vida, no puede ser considerado como un narrador o un enunciador, porque

se parte de que las líneas que tejen la historia están configuradas, creadas con una intencionalidad.

Narrador y enunciador son dos sujetos textuales construidos por el autor.

Para hablar del enunciador, Blanco señala que se debe dar a conocer la instancia que lo produce,

llamada instancia de enunciación, conformada por: enunciador/enunciatario. Esta instancia se

constituye por un “[Yo-aquí-ahora]. El que habla es siempre “yo”, y lo hace siempre “aquí” y

Page 27: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

26

“ahora”” (Blanco, 2004, p.12). Ese “yo” que enuncia tampoco es el autor, es considerada una

matriz lingüística vacía que se llena con diferentes enunciadores, en otras palabras, quien enuncia

puede ser cualquier personaje de la historia, pero no el autor como persona.

El enunciador posee entonces unas características particulares, “no tiene rostro, no se puede

“ver”, ni “oír”, ni “tocar”. El enunciador es siempre implícito” (Blanco, 2004, p.12). Su presencia

es intertextual, se debe hallar en los hilos de la historia, porque él construye el discurso, donde

ubica los personajes y los acontecimientos. Para Blanco es muy común esa confusión entre el autor

y el narrador, en este mismo sentido apunta Gerard Genette que con gran frecuencia se suele

confundir la instancia narrativa con la instancia de la escritura, donde “el narrador se identifica

con el autor y el destinatario del relato con el lector de la obra” (Como se citó en Blanco, 2004,

p.19).

El narrador es entonces un personaje dentro del texto narrativo que surge de la enunciación.

También se conoce como una representación o un simulacro, por ser un personaje creado para

relatar la historia. Se le llama simulacro por ser la imagen de alguien real, generalmente es un

personaje al que no solo se le atribuye una voz, sino también un cuerpo y una presencia que hace

sentir y transmite un saber con respecto a los hechos. El narrador puede no estar involucrado en

los acontecimientos y sin embrago poseer el conocimiento sobre ellos y la capacidad para

contarlos.

6.3 Enunciación

Fontanille señala que “enunciar es hacer presente cualquier cosa con la ayuda del lenguaje”

(Como se citó en Blanco, 2004, p.13). Dicho de otro modo, “hacer presente es el primer acto del

lenguaje, y este primer acto de lenguaje necesariamente está asociado a un cuerpo susceptible de

sentir esa presencia” (Desiderio, 2004 p. 13) En palabras sencillas, el enunciador se hace presente

por intermediación del discurso en su acto de enunciación.

Desiderio Blanco añade que la enunciación “es la propiedad del lenguaje que consiste en

manifestar la actividad discursiva” (Blanco, 2004, p.16), es decir, que un objeto adquiere presencia

gracias al discurso y será real solo en el campo semio-lingüístico.

Page 28: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

27

Courtés concibe la enunciación como:

una instancia propiamente lingüística o, más extensamente, semiótica, que es, lógicamente,

presupuesta por el enunciado y cuyas huellas son localizables o reconocibles en los discursos

examinados; en otras palabras, decidimos no salir en lo absoluto del texto estudiado,

prohibiéndonos metodológicamente buscar en otro lugar lo que sería, digamos, su fuente, su

origen (Courtés, 1997, p.355).

Es decir, que la enunciación es una manifestación textual cuyas huellas enunciativas se deben

rastrear en el enunciado. Si tenemos enunciado presuponemos que alguien lo emitió en algún

momento. Los dos principales actantes1 de la enunciación son el enunciador y el enunciatario,

estos “solo están presupuestos, no son directamente accesibles a la investigación; son instancias

que se pueden, en el mejor de los casos, reconstruir a partir de los indicios dejados en el enunciado”

(Courtés, 1997, p. 367). Al considerar a estos actantes como presupuestos, que pueden ser

cambiantes dentro de la historia, se considera también que los enunciados son configurados y por

tanto existe cierto tipo de pre-configuración en el interior de un discurso.

Pasemos ahora del nivel enunciativo al nivel del enunciado, en términos de Genette, al relato.

Dentro de esta propuesta se pone al mismo nivel los conceptos de narrativo y relato

(narrativo=relato) que en una definición sintética es: enumerar los detalles de un acontecimiento.

Sin embargo, Genette amplia esta definición postulando tres2 sentidos del relato, del cual solo

tomaremos el primero: el relato es el enunciado narrativo, el discurso, que puede ser oral o escrito.

Finalmente, todo discurso se refiere a algo y es allí donde situamos el tercer nivel o referente.

Para ilustrar esta información, Serrano (1996) ha formulado un esquema didáctico donde se pueden

visualizar los tres niveles del relato propuestos por Genette. Acto seguido, desde la perspectiva

semiótica, identifica el sentido del enunciado narrativo representado en el discurso con el esquema

de la “Y” y que viaja de un narrador a un narratario.

1 “El modelo actancial de A.J. Greimas comprende las seis instancias siguientes: sujeto, o fuerza fundamental generadora de la acción; objeto,

aquello que el sujeto pretende o desea alcanzar; destinador (o emisor), quien promueve la acción del sujeto y sanciona su actuación; destinatario,

la entidad en beneficio de la cual actúa el sujeto; adyuvante (o auxiliar), papel actancial ocupado por todos lo que ayudan al sujeto; y oponente,

los contrarios a él. Este modelo actancial sirve para diseñar la estructura de la historia narrada” (Villanueva, 2013). 2 En segundo sentido el relato es la diégesis, la sucesión de acontecimientos reales o ficticios y el análisis del conjunto de situaciones y acciones

que pueden ser de orden gestual, icónico o verbal y que constituyen la estructura interna del contenido.

En tercer sentido el relato es la narración, la selección de un acontecimiento donde alguien relata algo para alguien, un narrador dice algo para un

Narratario, esto es, el acto de narrar.

Page 29: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

28

Con esta figura, Serrano encuentra la forma de graficar la estructura narrativa, que al ser

considerada como un todo, también se le denomina texto narrativo. Dentro de este se encuentran

unidas con flechas las relaciones existentes entre los tres planos. El relato conduce a la narración,

y esta a su vez conduce al relato, y el relato lleva a la historia. En el esquema de la Y, el discurso

es el medio a través del cual narrador y narratario entran en contacto y, a su vez, es el medio para

estos entren en contacto con los personajes de la historia.

En narratología el esquema se configura como un narrador que se dirige a un narratario a través

del discurso y cuyo referente es un actor de la historia, es decir, este último es de quien se habla o

quien teje los hilos de la diégesis. Es decir, “El discurso aparece como el componente textual que

le permite al mismo tiempo al narrador dirigirse al narratario y referirse al actor” (Serrano, 1996,

p. 24).

Gracias a los aportes de disciplinas como la semiótica y la narratología, es importante indicar

que la primera se ha encargado de observar esta cuestión con otros dos elementos importantes que

entran en juego en la interlocución, estos son: un referente que se asume como un tema, lugar o

personaje del que se habla, y lo que se dice de este referente se ubica en el nivel de la diégesis.

6.4 Enunciación presupuesta, enunciación enunciada

Dicen Greimas y Courtés:

Una lamentable confusión se observa con frecuencia entre la enunciación propiamente dicha,

cuyo modo de existencia es ser el presupuesto lógico del enunciado, y la enunciación

enunciada (o referida), mero simulacro que imita, en el discurso, el hacer enunciativo: el «yo»

el «aquí» y el «ahora», encontrados en el discurso enunciado, no representan en absoluto, al

sujeto, al espacio o al tiempo de la enunciación. (Greimas & Courtés. 1979: 147)

Texto

narrativo

Narración

Relato

Historia

Narrador Narratario

Discurso

Actor

Figura 2. La estructura narrativa. Serrano (1996) P. 24

Page 30: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

29

En términos de Greimas y Courtés (1979) el texto posee dos niveles que se deben identificar

para su análisis, la enunciación presupuesta, donde se ubican las figuras del autor (enunciador) y

el lector (enunciatario) unidos a través del texto, en términos semióticos, un autor que escribe un

texto y se dirige a un lector.

Graficado queda así:

Figura 3. Los dos niveles del discurso. Greimas y Courtés (1979)

El segundo nivel es la enunciación enunciada, donde se sitúa el juego de simulacros entre el

narrador y el narratario. Aquí tenemos acceso solo a imágenes discursivas. Se actualiza el texto

cuando se lee en cuyo interior se puede identificar un narrador y un narratario que trae una historia

para contar y en la que generalmente se incluyen personajes que dialogan entre sí, descendiendo a

un nuevo nivel que corresponde a la interlocución entre dos o más personajes. Courtés se refiere a

este nivel como “la manera según la cual esta historia nos es presentada” (Courtés, 1997, p. 355),

una forma de presentar lo narrado y transmitir un saber.

Ahora bien, hasta aquí vemos que la propuesta de Greimas y Courtés presenta el discurso en

dos niveles: enunciación y enunciado, pero no específica el nivel del referente. Al parecer, las

traducciones de los textos de Courtés del francés al español, han generado una ambigüedad con

relación a los tres niveles del discurso, puesto que el lexema “L’enonce”, es comúnmente utilizado

en francés para denominar “el enunciado” o “lo enunciado”. Para evitar esta confusión, Serrano

ha ilustrado de manera sencilla el tercer nivel del discurso, nombrando lo enunciado como el

referente.

Page 31: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

30

Figura 4. El esquema de la Y (Serrano 1999)

Este esquema se lee de igual manera, un enunciador que habla para un enunciatario a través de un

enunciado y que se refiere a algo, esto es, el referente. Objeto al que alude el enunciado.

Con base en la figura Y, Serrano grafica los dos niveles de la enunciación: enunciación presupuesta

y enunciación enunciada y los tres niveles del discurso: el nivel de la enunciación, el nivel del

enunciado y el nivel del referente: tal como lo muestra la siguiente gráfica:

Figura 5. Dos niveles y tres planos del discurso. Serrano (1996)

En el nivel de la enunciación enunciada se encuentran dos niveles que se articulan pero que se

deben distinguir, el primero es la instancia narratorial, donde se encuentra la pareja conformada

por el narrador y el narratario, asociados a las figuras de productor y receptor del discurso por el

cual se relata una historia y “que se constituyen gracias a la articulación de condiciones lingüísticas

y discursivas que existen solo como estructuras textuales” (Serrano, 1996, p.27), el segundo, la

Page 32: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

31

instancia interlocutiva donde se encuentran los personajes de la historia, cada uno con sus

respectivos referentes configurados. Son estas condiciones las que dan existencia al narrador y al

narratario dentro del relato, y a partir del hallazgo de estos índices discursivos y lingüísticos que

los entrelazan se permite rastrear un texto concreto.

6.5 Modalidades del narrador

En efecto, “la narratología postula, de una parte, la existencia semiótica del narrador y del

narratario en el interior del texto narrativo literario” (Serrano, 1996, p.33) para diferenciarlo de la

otra parte del texto, la exterior, que está constituida por el escritor y el lector, y dando pertinencia

al análisis de los dos primeros.

El narrador y el narratario asumen roles actanciales y temáticos. Como primera medida, los

roles actanciales constituyen un sujeto de estado (paciente) y un sujeto de hacer (agente), que en

palabras concretas definen su ser y su hacer en la narración.

Dentro de los roles temáticos, el sujeto se divide en locutivo, cognitivo y axiológico. En

consecuencia, el narrador se cataloga como un sujeto de estado y de hacer, que gracias a su

competencia lingüística puede generar un discurso verbal con el que se dirige a un narratario, y

por llevar a cabo esta acción, es decir, la de “hacer ser” el enunciado también se le denomina

locutor, un sujeto que produce frases en secuencia dentro del plano de la expresión dirigidas a otro

sujeto.

También se considera al narrador como un sujeto informador, que gracias a su competencia

cognitiva como sujeto de estado y de hacer, informa al narratario sobre la historia que relata. El

narrador se concibe como un sujeto cognitivo que posee un saber sobre los espacios, tiempo y

actores, y que además los comunica, esto es, los “hace saber” a través del discurso verbal, gracias

también a su condición de locutor.

El sujeto cognitivo es un informador, este actúa en doble vía y también se convierte en un

observador que se apropia del saber, convirtiendo su observación en un hacer reflexivo que le

permite indagar por nuevos saberes que posteriormente puede comunicar. En relación a lo anterior,

Page 33: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

32

Serrano (1996) dice: “el narrador es implícitamente un observador que se ha apropiado de saber y

explícitamente un informador que comunica, mediante el discurso verbal, dicho saber al

narratario” (p.36).

¿Pero qué tipo de saberes vehicula este sujeto? la semiótica discursiva propone dos tipos de

saber, el modal y el semántico, el primero hace referencia a saber cómo informar, semejante a un

saber procedimental con el que se establecen una serie de instrucciones para llevar a cabo una

acción; y el segundo se trata de un saber qué informar, como un saber referente a la historia, donde

entra en juego el rol cognitivo del narrador, que le da la potestad para construir oraciones y contar

la historia desde la información que posee.

El narrador se constituye también como un sujeto axiológico que valora la información, es

decir, que, desde su sistema de valores, evalúa lo relatado y a su vez decide que relatar al narratario.

Su desempeño en este rol le hace tomar el nombre de evaluador, quien genera la importancia sobre

que relatar y se debe ver reflejado en el discurso verbal y en la información que comunica, en otras

palabras, uniendo su condición de locutor e informador.

Esto quiere decir “que todo narrador, como sujeto locutivo-cognitivo-axiológico que es, lleva

a cabo un proceso de verbalización-información-evaluación que configura discursiva e

ideológicamente de manera específica en la historia relatada” (Serrano, 1996, p.38). Lo anterior

sirve para sustentar la existencia de un sujeto que narra y desempeña diferentes roles dentro del

relato a través de la acción discursiva, también como muestra de un sujeto que se complementa y

se atañe a otros roles para desempeñar el papel de narrador.

En este recorrido entre el ser y el hacer, el narratario se encuentra de igual forma sometido a este

tipo de determinaciones, asume roles actanciales como sujeto de estado y sujeto de hacer, al igual

que roles temáticos en el plano locutivo, cognitivo y axiológico.

Serrano señala que:

En efecto, debemos suponer que el narratario posee la competencia lingüístico-discursiva

requerida para comprender el discurso verbal del narrador y que éste se dirige a un alocutario

al que supone en posesión de dicha competencia. De otro lado, si el narrador es un sujeto que

sabe y hace saber la historia, el narratario es un sujeto que no la sabe pero quiere o debe saberla,

por lo que a lo largo del relato sufre una transformación cognitiva (Serrano, 1996, p.41).

Page 34: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

33

Se pasa entonces de un estado de no saber, a un estado donde se da la apropiación del

conocimiento. Cabe mencionar que entre el narrador y el narratario solo viaja una sustancia, y es

el narratario quien debe otorgar sentido a la información que recibe.

6.6 Estratos narracionales

El segundo nivel de la narración, se denomina coordenadas narracionales, donde se da la

estratificación del narrador, es decir, su clasificación por tipo y participación dentro de la historia.

Dentro del texto literario se pueden encontrar uno o varios narradores, cuando se da el caso de

encontrar varios, estos pueden estar situados en la misma instancia narracional o pueden hallarse

en diferentes instancias, por ello se establece un orden jerárquico para recrear las relaciones entre

ellos.

Genette señala que en todo relato se clasifica al narrador por su ubicación en el nivel narrativo,

que puede ser extradiegético, intradiegético o metadigético y por su relación con la historia,

heterodiegético u homodiegético, cabe anotar que diegético significa “relativo a la historia

narrada”, concepto que se fusiona con los prefijos extra, intra y meta, que designan exterior,

interior y más allá, respectivamente.

1) extradiegético-heterodiegético: “narrador en primer grado que cuenta una historia de la que

está ausente” (Genette, 1989, p. 302)

2) extradiegético-homodiegético: “narrador en primer grado que cuenta su propia historia” (Ibíd)

3) intradiegético-heterodiegético: “narrador en segundo grado que cuenta historias de las que

suele estar ausente” (Ibíd)

4) extradiegético-homodiegético: “narrador en segundo grado que cuenta su propia historia”

(Ibíd)

Es evidente que existe una clase de narrador que puede participar en la historia relatada

(Homodiegético) y que se opone a un narrador no participante en la historia (Heterodiegético). La

participación de cada tipo de narrador trae consecuencias cognitivas, el narrador homodiegético

por su parte, comunica la historia al narratario a través del relato de su rol de actor observador

Page 35: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

34

dentro de la diégesis. Contrario al narrador heterodiegético quien posee una competencia cognitiva

para transmitir el saber, pero dicho saber no se puede sustentar textualmente dentro de la historia.

El narrador homodiegético puede participar de dos modos en la historia, como actor

protagonista, quien hace posible la historia o como actor testigo, que participa en la historia que se

teje alrededor de otro personaje que desempeña el papel protagónico.

Genette denomina autodigético al narrador homodiegético protagonista de la historia contada. Y

Serrano por su parte ha llamado paradiegético al que cumple el rol de actor testigo.

Más adelante Genette agrega que una narración extradiegética dará paso a una narración

intradiegética, es decir, un cambio de nivel de los narradores a los actores.

Cuando se da este movimiento en la narración, es decir, el paso de una posición a otra, se produce

un desembrague, es decir, un cambio de nivel donde “el mundo del discurso se distingue de la

simple “vivencia” personal, inefable, de la presencia: nuevos espacios, nuevos momentos pueden

ser explorados, y otros actantes pueden ser puestos en escena, entre ellos el narrador” (Blanco,

2004, p.14). En síntesis, extradiegético e intradiegético hace referencia al nivel que ocupa dentro

de la narración y heterodiegético y homodiegético se asocia con la participación en la historia.

6.7 Narrador- informador / Personaje-observador

La competencia cognitiva del narrador y los personajes esta mediada por el saber sobre la

historia, es decir, que se asumen como sujetos cognitivos todos aquellos que poseen conocimiento

o están en relación con las acciones que suceden en la diegésis, quienes conocen la historia.

El narrador es un sujeto cognitivo, un sujeto en posesión de un saber, “un sujeto sapiente, un

sabedor” (Serrano, 2015, p. 48), y gracias a su conocimiento y a su hacer informativo hace que el

narratario conozca la historia.

Ahora bien, “Según la semiótica discursiva, un sujeto puede ser sujeto de estado, si esta

conjunto o disjunto de un objeto de valor, o sujeto de hacer, es decir, agente de una acción

transformadora de un estado de cosas conjuntivo o disjuntivo” (Serrano, 2015, p. 49). Con ello se

Page 36: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

35

deja claro que el narrador al ser un sujeto en posesión de un saber, se concibe como un sujeto de

estado, por estar conjunto a una información, pero a su vez se convierte en sujeto de hacer cuando

asume el rol de informador.

El personaje, por su parte, es también un sujeto cognitivo, porque posee un saber, que es dado

a conocer al narrador a través de sus acciones, es decir, en el nivel de la interlocución, en el

momento de la conversación entre los personajes, se revela información que el narrador no conoce

sobre los hechos. La competencia cognitiva del personaje o el narrador está determinada por el

saber que poseen de la historia.

El observador –el personaje- es “un sujeto de hacer, un agente que lleva a cabo actos cognitivos

de observación, es decir, de apropiación, generación o producción de saber” (Serrano, 2015, p.

55). El observador es un sujeto que se apropia del saber y lo convierte en un hacer reflexivo, donde

elabora y produce saber para sí mismo y para comunicarlo.

Para conocer la naturaleza de este saber que poseen el narrador y el observador, la semiótica

discursiva hace una distinción entre el saber semántico y el saber modal.

La competencia modal se estructura como saber-hacer, es decir, saber llevar a cabo una tarea,

saber realizar una acción (el saber-ser, entendido como el saber estar conjunto al objeto,

estructura de la existencia modal del sujeto) en tanto que la competencia semántica es un saber

sobre el ser y el hacer” (Serrano, 2015, p. 49).

Esta formulación se puede reducir a un “saber cómo”, un saber procedimental, en el que se sabe

detalladamente los pasos a seguir para realizar determinada acción y un saber-ser que está

determinado por las pasiones del sujeto semántico, saber que es y que hace el sujeto.

El saber-hacer de la competencia modal, se encuentra conjunto con el poder-hacer, esta distinción

cataloga al sujeto como competente en el hacer porque sabe y puede realizar la acción. El saber-

hacer asociado a un «cómo voy a proceder» y el poder-hacer asociado a una serie de medios o

pasos que me permiten llevar a cabo la acción.

Por otra parte, el saber:hacer de la competencia semántica, hace referencia al saber sobre el

hacer, un saber qué hacer, y que se encuentra conjunto con el saber:ser, saber sobre el ser; es decir,

que la competencia semántica se puede reducir a un saber que relatar y como se construye el ser a

través de su relato.

Page 37: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

36

El saber semántico se caracteriza por la motivación que emerge del querer-hacer y deber-hacer,

Courtés refiere esta idea a “las ‹‹ganas›› (el querer-hacer) o la ‹‹constricción›› (el deber-hacer), lo

son de la motivación” (Serrano, 2015, p. 51). Con ello deja claro que el «querer-hacer» hace

alusión al deseo de realizar la acción, contrario al deber-hacer donde se evidencia un mandato, un

hacer por obligación. Tanto el querer hacer como deber hacer corresponde a la modalidad de la

motivación, por tanto, un sujeto motivado es el que quiere y debe hacer.

“Y los ‹‹medios›› (el saber-hacer y el poder-hacer), de la competencia modal cognitiva”

(Serrano, 2015, p. 51), son la capacidad del sujeto para llevar a cabo la acción. El saber es la

competencia de poseer un conocimiento y el poder es como aplicar dicho conocimiento, como

llevarlo a cabo.

En otras palabras, un sujeto modalizado por el saber-hacer y el poder-hacer posee la

competencia modal. Y un sujeto cuya modalización es el querer-hacer y el poder-hacer está

motivado por la competencia semántica.

Ahora bien, la interrelación entre el saber modal y el saber semántico componen la competencia

cognitiva del sujeto. Eduardo Serrano, utiliza la siguiente grafica para dejar mayor claridad al

respecto:

Page 38: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

37

El narrador como sujeto cognitivo adquiere una doble competencia, la de: saber que (semántico)

y saber cómo (modal) relatar la historia. El saber semántico posee dos niveles de saber: el

categorial y el factual. El primero es relativo a categorías abstractas, donde se ubican los conceptos

y los pensamientos; estos corresponden a los discursos expositivos y argumentativos, donde

difícilmente se encuentra un referente físico para asociar la idea o teoría desarrollada. El segundo

se refiere a categorías concretas, como: acciones, objetos o acontecimientos que se ubican en un

tiempo y un espacio. Su característica particular se encuentra en los discursos narrativos y

descriptivos, donde se logra llevar a la imaginación del narratario toda la escena descrita.

“En conclusión, el saber semántico es un saber, tanto categorial como factual, referido a los

estados y procesos del mundo, por lo que podría ser denominado también referencial o

proposicional: se trata de un saber qué. El saber modal es un saber procedimental, vale decir,

un saber relativo a cómo llevar a cabo un procedimiento, una operación, una actividad: se trata

de un saber cómo” (Serrano, 2015, p. 53-54).

Tras esa doble competencia del narrador, saber qué y saber cómo relatar, donde el saber

semántico, el saber qué del narrador “es relativo a la historia relatada, en la que los actores realizan

(como agentes o sujetos de hacer) o padecen (como pacientes o sujetos de estado) acciones y

eventos en un contexto espacial y temporal, lo denominare saber diegético” (Serrano, 2015, p. 54).

La figura del narrador aparece como un sujeto que conoce la historia y el narratario como quien

no conoce la historia. “Por lo tanto, relatarle la historia al narratario equivale a transformar su

(in)competencia cognitiva” (Serrano, 2015, p. 54). De forma más detallada, el narratario al no

conocer la historia es un sujeto de estado disjunto del saber diegético, mientras que el narrador que

inicialmente también era un sujeto de estado, por estar en posesión de un saber, o conjunto a un

objeto de valor, ahora es un sujeto de hacer, el agente de la acción, el que no solo conoce la historia,

sino que también la hace saber. Con esta acción transforma la competencia cognitiva del narratario,

pasando de ser un sujeto que no conocía la historia a ser un sujeto conjunto al saber diegético.

Page 39: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

38

“La semiótica discursiva denomina informador al sujeto cognitivo que hace saber a otro, que

no sabe, lo que sabe” (Serrano, 2015, p. 55). Desde el inicio del relato el narrador se presenta como

un informador y relata de “principio a fin, sobre lo que los actores hacen y les sucede en el marco

espacio-temporal de la diégesis, y sobre los pensamientos, emociones y valoraciones que dichos

actos y sucesos producen en ellos” (Serrano, 2015, p. 55), es decir, que el constante flujo de

información que proporciona el narrador, ya sea en mayor o menor grado, tiene que ver con las

cogniciones, evaluaciones y pasiones de los personajes que el narratario desconoce pero que está

interesado en conocer.

Uno de los roles cognitivos del narrador es informar, sin embargo, esta función puede

desencadenar nuevos roles, como el del observador, al que la semiótica discursiva denomina como:

“al sujeto cognitivo que se apropia de saber, que elabora, construye, produce, genera saber para sí

mismo (en consecuencia, la observación es un hacer reflexivo)” (Serrano, 2015, p. 55). Es decir,

que el observador al poseer un saber, al estar conjunto a un objeto de valor, se convierte en un

sabedor, que además genera un saber constante y eventualmente se puede convertir en un

informador. Su hacer reflexivo indica que hay una apropiación del saber para ser comunicado.

Generalmente en los relatos

“los actores son, ante todo, observadores: se pasan el tiempo averiguando, tanto respecto de si

mismos como de los otros, lo que hacen o lo que les sucede, lo que creen, piensan, sienten,

valoran. A veces son informadores: comunican lo que saben a otros actores, pero ante todo son

observadores” (Serrano, 2015, p. 56),

Page 40: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

39

7. Metodología

La metodología a utilizar en esta investigación es cualitativa, consiste en un rastreo minucioso

del relato donde emerge la figura principal del observador. Evidentemente el presente es un análisis

de corte interpretativo y al cual se le conoce como Recorrido generativo propuesto por la Semiótica

discursiva de la Escuela de Paris.

Dentro de este recorrido se encuentran dos niveles, el primero, el nivel discursivo, donde se

ubican los personajes, espacios, tiempos y acciones de la historia. El segundo es el nivel narrativo,

donde se ubican los actantes, los roles que se desempeñan dentro del relato. Este último nivel

proporciona los enunciados, donde se brinda la información necesaria para identificar el

enunciador, el enunciatario y el referente, es decir, quien habla a quien y de qué.

Para aclarar, nos apoyaremos en la estratificación de Gerard Genette y el esquema Y de Serrano.

Genette propone dos niveles en la estratificación narratorial, el primero es por tipo y el segundo

es participación en la historia. Ahora bien, por tipo, el narrador puede ser Extra o Intra, es decir,

dentro o fuera de la diégesis (historia). Esto equivale a decir que por tipo el narrador puede ser

Extradiegético o Intradiegético. Sí el narrador se encuentra en el primer nivel de la narración, es

Extradiegético; sí se encuentra en el segundo plano de la narración, es decir, en la interlocución,

es un narrador intradiegético.

El segundo nivel determina la participación del narrador dentro de la historia, Genette dice que

puede ser Homo o Hétero, -igual o diferente-, entonces, Homodiegético si participa dentro de la

historia y Heterodiegético cuando no hace parte de la historia.

Por su parte, Serrano con el esquema narratorial, presentado de forma didáctica como Esquema

Y, brinda una posición jerarquizada, basada en los dos niveles del discurso de Greimas y Courtés,

quienes identifican en el análisis del texto, dos niveles, enunciación presupuesta donde se

encuentran el autor y el lector, que en términos semióticos se establece como: un autor que escribe

un texto para un lector. El siguiente nivel es la enunciación enunciada, donde se ubica el juego de

Page 41: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

40

roles entre narrador y narratario. Serrano propone el tercer nivel del discurso para graficar el

referente y ubicar de quien o de que se habla en el relato.

8. Análisis del Observador en el Relato.

Con el objeto de reconstruir el recorrido narrativo del observador haremos algunas precisiones

que son necesarias tener en cuenta para el análisis. En el Sabueso de los Baskerville de Sir Arthur

Conan Doyle, Watson, ocupa dos roles actanciales: el de narrador y del de personaje.

En primer lugar, en su rol de narrador Watson se encuentra en el primer estrato de la narración,

es decir, es un narrador extradiegético – homodiegético que cuenta una historia ya sucedida, i.e.,

una historia del pasado en la que él también participa. En el segundo nivel de estratificación

Watson participa como personaje de la historia y cuando toma la voz dentro del relato pasa a ser

un narrador intradiegético, homodiegético, paradiegético por estar dentro de la historia en

Page 42: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

41

condición de testigo de la diégesis que cuenta. En este orden de ideas, para el análisis, nos interesa

el rol actancial de Watson Observador el cual es asumido por este como personaje de la diégesis.

Digamos, entonces, que Watson es un personaje que posee formación en el campo de la

medicina, sus sentidos siempre están alerta ante cualquier evento, característica fundamental del

rol actancial que desempeña como observador reflexivo, siempre atento a todos los

acontecimientos y comportamientos de los demás personajes, obteniendo un saber que le permite

realizar inferencias dentro de su papel en la historia como investigador.

Al inicio del relato, desde el primer párrafo de la historia, es evidente la presencia de un

observador cuyo sistema de distinción está guiado por la razón. Watson dice:

Yo que me hallaba de pie junto a la chimenea, me agaché para recoger el bastón olvidado por

nuestro visitante de la noche anterior. Sólido, de madera de buena calidad y con un

abultamiento a modo de empuñadura…Inmediatamente debajo de la protuberancia el bastón

llevaba una ancha tira de plata, de más de dos centímetros, en la que estaba grabado ‹‹A James

Mortimer, M.R.C.S, de sus amigos de C.C.H››, y el año ‹‹1884››. Era exactamente la clase de

bastón que solían llevar los médicos de cabecera a la antigua usanza: digno, sólido y que

inspiraba confianza (Doyle, 2012, p. 5).

Como resultado de un hacer cognitivo, Watson pasa de ser un sujeto disjunto de la información

para convertirse en un sujeto conjunto a esta; la observación reflexiva lo lleva a realizar la acción

de agacharse para recoger un objeto que no hace parte del lugar, un bastón que presumiblemente

ha dejado un visitante la noche anterior. Las características que le atribuye al bastón son,

igualmente, resultado de una observación. El examen sobre el objeto recae, inicialmente, sobre su

configuración física: sólido y de buena madera; por otra parte, su competencia enciclopédica lo

lleva a inferir que la etiqueta metálica, que posee una inscripción, remite a un nombre y al oficio

de médico. Ahora bien, su observación lo lleva un paso más allá, cuando procede a atribuirle unas

características antropomorfas al bastón, Watson personifica el objeto como digno, sólido y que

inspira confianza, cualidades que por metonimia configuran la imagen de su propietario: “Era

exactamente la clase de bastón que solían llevar los médicos de cabecera a la antigua usanza:

digno, sólido y que inspiraba confianza”,

Page 43: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

42

Acto seguido, Watson señala: “Mortimer en un médico entrado en años y prestigioso que

disfruta de general estimación, puesto que quienes lo conocen le han dado esta muestra de

aprecio” (Doyle, 2012, p. 5). A propósito del rótulo que lleva el bastón, Watson infiere dos

elementos: de un lado, reconoce la inscripción de un nombre propio «Mortimer», y de otro, que es

Miembro del Real Colegio de Cirujanos y labora en el Hospital Charing Cross). Watson señala,

además, un par de detalles que se vuelven esenciales para la construcción que el detective Holmes

hará posteriormente, Mortimer tiene por profesión: la medicina, es decir, que es un hombre de

ciencia, entrado en años al igual que su bastón que se muestra deslucido y estropeado por el tiempo.

Watson, igualmente, elabora una evaluación sobre el propietario: lo construye como un hombre

prestigioso y de gran estimación porque la etiqueta deja leer que el bastón ha sido objeto de

obsequio para el médico.

Luego Watson precisa

[…] este bastón, pese a su excelente calidad, esta tan baqueteado que difícilmente imagino a

un médico de cuidad llevándolo. El grueso regatón de hierro está muy gastado, por lo que es

evidente que su propietario ha caminado mucho con él (Doyle, 2012, p. 5).

Watson plantea una afirmación verdadera, en el sentido de Echeverría, “proposición para la

cual podemos proveer un Testigo” (Echeverría, 2005, p. 43). En este sentido, es una afirmación

porque remite a aquello sobre lo que está hablando, el referente físico, el bastón, y es verdadera,

porque es una información susceptible de ser comprobada en los rasgos que exhibe el bastón. Al

expandir el lexema “baqueteado” el DRAE nos provee de dos sememas: (1) “Desgastar o

deteriorar algo, (2) Adquirir experiencia y soltura en una determinada actividad” Echeverría

indica que las afirmaciones las “utilizamos para hablar de lo que sucede: es el lenguaje de los

fenómenos o de los acontecimientos” (Echeverría, 2005, p. 62), es decir, que la afirmación

proporciona una evidencia, que para este caso concreto, corresponde a las marcas observadas por

Watson en el bastón y que dan cuenta del uso y el paso de los años, caracteres que son cargados a

su propietario. Otro detalle que se suma a los juicios de Watson frente a las marcas de desgaste del

bastón, alude a que no pertenece a un médico de ciudad, indicios que le permiten al observador

fijar una posición y tomar partido para inferir que el médico desempeña su labor en el espacio rural

y que por tanto dedica gran parte de su tiempo a caminar.

Page 44: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

43

Más adelante Watson enuncia:

Del modesto estante donde guardaba los libros relacionados con la medicina saque el directorio

médico y, al buscar por el apellido, encontré varios Mortimer, pero tan solo uno que coincidiera

con nuestro visitante, por lo que procedí a leer en voz alta la nota bibliográfica (Doyle, 2012,

p. 6).

El narrador construye en el enunciado una imagen de sí como hombre modesto pero ilustrado,

cualidades que por trasnominación le confiere a su biblioteca. “La modestia [nos dice el

diccionario], es la actitud tendiente a moderar y templar las acciones externas; implica contenerse

en ciertos límites, de acuerdo con las conveniencias sociales o personales. También es la cualidad

de humilde, de falta de vanidad o de engreimiento. Es además una cualidad del carácter de una

persona que le hace restar importancia a sus propias virtudes y logros y reconocer sus defectos y

errores: la modestia es una gran virtud”.3 Respecto a este rasgo, Watson suele ser un hombre

carismático, pero siempre se muestra como un sujeto humilde frente a los demás personajes de la

historia. En repetidas ocasiones, Holmes emite evaluaciones en las que lo trata como un torpe

aprendiz de investigador por la serie de equivocaciones que suele cometer cuando le piden hacer

deducciones rápidas de casos complicados. Sin embargo, posee la capacidad de observar y

describir con claridad todo acontecimiento en el que se encuentra presente.

Por otro lado, se presenta como un sujeto ilustrado, que posee una biblioteca y que en ella

guarda los libros de medicina que acreditan su profesión ante los ojos del espectador. Desde su

formación en medicina y como un observador guiado por la razón, Watson personaje se

desenvuelve como un sujeto de hacer, un agente competente que sabe y puede buscar los datos que

lo acerquen con mayor precisión a la identidad del visitante que dejó su bastón.

Su objetividad le permite ir más allá de las pistas que le puede suministrar observar el bastón,

por ello decide buscar en el directorio y percatarse de la existencia de este nombre en el campo de

la medicina, además se vale de un recurso para potenciar su acción, en otras palabras, el observador

convierte el directorio en un instrumento de poder que respalda su saber hacer; en este mismo

sentido, Watson se construye como sujeto cognitivo, un sapiente, poseedor de un saber que

3 https://es.wikipedia.org/wiki/Modestia

Page 45: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

44

potencia su hacer como investigador, lo cual le permite asumir el rol de informador, es decir, hacer

saber lo que sabe.

El visitante que ha olvidado su bastón se hace presente ante Holmes y Watson, busca la ayuda

de estos dos detectives para proteger al próximo descendiente de la familia Baskerville y hace

lectura de un manuscrito que le ha encomendado Sir Charles, en el que se relata la leyenda de la

muerte de Hugo Baskerville producto del ataque de un sabueso salvaje que habita en el páramo de

Grimper. La preocupación del doctor Mortimer radica en que el próximo heredero Baskerville, el

sobrino de Sir Charles, está a punto de arribar a Londres y podría correr el riesgo de morir como

sus antecesores. Posterior a esta lectura, presenta una noticia de periódico publicada en el Devon

Country Chronicle el 14 de junio de este año.

El doctor Mortimer se convierte en narrador en esta parte de la diégesis y enuncia:

Los hechos se relatan sin dificultad. Sir Charles tenía por costumbre pasear todas las noches,

antes de acostarse, por el famoso paseo de los Tejos de la mansión de los Baskerville. El

testimonio de los Barrymore confirma esa costumbre. El cuatro de junio Sir Charles manifestó

su intención de emprender viaje a Londres al día siguiente, y encargó a Barrymore que le

preparase el equipaje. Aquella noche salió como de ordinario a dar su paseo nocturno, durante

el cual tenía por costumbre fumarse un cigarro habano, pero nunca regresó. A las doce, al

encontrar todavía abierta la puerta principal, el mayordomo se alarmó y, después de encender

una linterna, salió en busca de su señor. Había llovido durante el día, y no le fue difícil seguir

las huellas de Sir Charles por el paseo de los Tejos. Hacia la mitad del recorrido hay un portillo

para salir al páramo. Sir Charles, al parecer, se detuvo allí algún tiempo. El mayordomo siguió

paseo adelante y en el extremo que queda más lejos de la mansión encontró el cadáver. Según

el testimonio de Barrymore, las huellas de su señor cambiaron de aspecto más allá del portillo

que da al páramo, ya que a partir de entonces anduvo al parecer de puntillas. (Doyle, 2012, p.

12).

En este pasaje se encuentran dos aspectos relevantes, el primero va encadenado a la atmosfera

de fantasía que caracteriza este relato. La descripción detallada de los hechos convierte al

narratario en un testigo más de la historia que da crédito a la competencia lingüística del narrador.

El segundo aspecto es una pista suelta, Sir Charles viajaría al día siguiente a Londres, motivo por

el cual alguien podría planear un evento para dar fin a su vida antes que se marchara de la mansión.

A este último aspecto, se añade la voz de Barrymore, quien afirma que “las huellas de su señor

cambiaron de aspecto más allá del portillo que da al páramo, ya que a partir de entonces anduvo

al parecer de puntillas”, caminar en esta posición puede vincularse al hecho de generar menor

ruido o para ocultarse de alguien que hacia presencia en este lugar.

Page 46: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

45

Un poco más adelante, el doctor Mortimer añade:

No había, desde luego, lesión corporal de ningún tipo. Pero Barrymore hizo una afirmación

incorrecta durante la investigación. Dijo que no había rastro alguno en el suelo alrededor del

cadáver. El mayordomo no observó ninguno, pero yo sí. Se encontraba a cierta distancia, pero

era reciente y muy claro.

-¿Huellas? ¿De un hombre o una mujer?

Señor Holmes, ¡eran las huellas de un sabueso gigantesco! (Doyle, 2012, p. 14).

Con lo anterior, se da por hecho que, aunque el doctor Mortimer sea un hombre de ciencia, es

el primer personaje que afirma la creencia del sabueso y su presencia en el lugar de los hechos. Su

posición evidentemente sirve de apoyo a la superstición.

Además de apoyar la creencia de la existencia del sabueso, Mortimer deja ver otra preocupación

en sus palabras cuando menciona: “Pero Barrymore hizo una afirmación incorrecta durante la

investigación”, postulando al mayordomo como un sospechoso de la muerte de Sir Charles que ha intentado

ocultar información.

Mortimer es un médico rural, suele caminar kilómetros para visitar a sus pacientes, por ello es

un gran conocedor del páramo y sus habitantes. Amigo y médico de cabecera de Sir Charles

Baskerville, no se preocupa mucho por su aspecto personal, vive con su perro spinel y su gran

pasión es la frenología.4

La voz de narrador encarnada por el doctor no es un hecho aislado, su relato es determinante

dentro de la investigación, este personaje es el encargado de introducir las dos hipótesis que

desarrollan la historia, la creencia en la existencia del sabueso o la posibilidad de que la muerte de

Sir Charles sea producto de un asesinato. Watson, por su parte, también es participe de la narración,

sin embargo, su actuar como personaje desaparece en algunas páginas, dedicando su voz solo al

relato de las hazañas de Holmes.

En las páginas en las que el doctor Mortimer lleva a cabo su rol de narrador, suceden algunos

hechos que Watson el observador va retomar en el relato en sesiones posteriores. Son tres los

acontecimientos importantes que giran en torno a la llegada de Sir Henry, el próximo heredero

Baskerville, a Londres.

4 Es una antigua teoría pseudocientífica, sin ninguna validez en la actualidad, que afirmaba la posible determinación

del carácter y los rasgos de la personalidad, así como las tendencias criminales, basándose en la forma del cráneo,

cabeza y facciones.

Page 47: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

46

Primero, Sir Henry da a conocer a Holmes una nota que han dejado para él en su hotel, y dice

lo siguiente: “«Si da usted valor a su vida o a su razón, se alejará del páramo». Tan sólo la palabra

«páramo» estaba escrita a mano” (Doyle, 2012, p. 21), las demás palabras fueron escritas con

recortes de periódico. Ante este hecho Holmes descubre que las letras pertenecen al periódico de

ese día y le paga a un joven botones para que recorra los 23 hoteles de la zona en busca de un

ejemplar cuya página principal presente agujeros hechos con tijeras; el joven lo encuentra y con

ello Holmes tiene la certeza de que quien asecha a Sir Henry no se encuentra hospedado en su

mismo hotel, es decir, que el peligro no esta tan cerca. La elaboración de esta nota amenazante

nunca se le atribuye a ningún personaje, aunque se podría especular que se trata de Barrymore.

Al terminar las consideraciones hechas por Holmes sobre aquella nota, llega el segundo

acontecimiento, el detective vuelve a preguntar a Sir Henry si ha sucedido algo más, este señala

que también se ha desaparecido una de sus botas sin ninguna explicación. Las ha dejado listas para

enviar a tintorería y una se ha extraviado, ningún empleado del hotel admite haberla tomado.

Cuando Sir Henry pregunta a Holmes que opina sobre esta situación, este responde:

No pretendo entenderlo todavía. Este caso suyo es muy complicado, Sir Henry. Cuando lo

relaciono con la muerte de su tío dudo de que entre los quinientos casos de importancia capital

con que me he enfrentado hasta ahora haya habido alguno que presentara más dificultades.

Disponemos de varias pistas y es probable que una u otra nos lleve hasta la verdad. Quizá

perdamos tiempo siguiendo una falsa, pero, más pronto o más tarde, daremos con la correcta

(Doyle, 2012, p. 29).

De esta forma, Holmes intenta rechazar la pista de la bota, le parece un hecho aislado en la

muerte de Sir Charles y por ello la descarta, por el momento. Solo hasta el final de la obra el lector

se entera que el responsable de este hurto es Stapleton, porque necesita un elemento con el olor de

Sir Henry para lograr que el sabueso corra tras él.

El tercer hecho sucede cuando se marchan Sir Henry y el doctor Mortimer de la casa de los

detectives; Holmes decide seguirlos y descubre que un hombre de estatura media, unos cuarenta

años de edad, tez pálida y barba, se dirigía en un cabriole –carruaje de dos ruedas con capota e

impulsado por un caballo– y seguía muy de cerca los pasos de Sir Henry; Holmes descubre más

adelante que se trata de Barrymore.

Estos tres hechos son los que Conan Doyle llamara: “tres cabos rotos”, pistas que Holmes

encamina en la investigación y que pone como sospechosos del crimen a Barrymore y Stapleton.

Page 48: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

47

La voz de Watson como personaje sigue ausente por algunos capítulos, la narración ahora está

a cargo de Holmes, y su ayudante solo aparece como un testigo, presente en la escena, pero

ejerciendo un rol de narrador.

Cuando el Doctor Mortimer busca directamente a Holmes por ser un detective con gran

reconocimiento y le entrega la misión de cuidar de la vida de Sir Henry, este decide encomendar

dicha labor a Watson, lo envía al paramo, pidiéndole que le relate a través de cartas cualquier

situación que a su parecer sea importante.

A través de esta labor que debe desempeñar Watson, su voz vuelve a retomar el relato: “Siempre

me ha fascinado la posibilidad de una aventura y me sentía además halagado por las palabras de

Holmes y por el entusiasmo con el que el baronet me había aceptado como compañero” (Doyle,

2012, p. 31). Watson es un sujeto modalizado por el deber y el querer hacer. El deber se instaura

como una obligación que debe cumplir Watson para Holmes; mientras que el querer es una

motivación que representa el deseo y en este enunciado se encuentra reforzado por el lexema

«halagado», que el diccionario de la Real Academia lo define como «una alabanza exagerada e

interesada que se hace a una persona para satisfacer su orgullo o vanidad», es decir, Watson esta

movilizado en primera medida por el querer, por la voluntad, su querer hacer es una forma de

alimentar su vanidad; y en segunda medida por el deber hacer, como una obligación que debe

cumplir como parte de su trabajo.

Antes de emprender el camino hacia Devonshire, condado donde se ubica la mansión

Baskerville, Holmes indica: “No quiero influir sobre usted sugiriéndole teorías o sospechas,

Watson. Limítese a informarme de los hechos de la manera más completa posible y deje para mí

las teorías” (Doyle, 2012, p. 35). Holmes busca con ello que la observación de Watson no sea

limitada, que no descarte ningún detalle, sin embargo, le sugiere una clase de hechos a informar:

“Cualquier cosa que pueda tener relación con el caso, por indirecta que sea, y sobre todo las

relaciones del joven Baskerville con sus vecinos, o cualquier elemento nuevo relativo a la muerte

de Sir Charles” (Doyle, 2012, p. 35).

Es necesario mencionar que Watson el observador, al llegar a la mansión, se centra en seguir

dos pistas para dar solución al caso de los Baskerville. La primera consiste en prestar atención a

los Barrymore, el mayordomo de la mansión y a su esposa, que han servido a la familia durante

muchos años y son los primeros en hallar sin vida en cuerpo de Sir Charles; sin dejar de lado la

Page 49: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

48

apreciación de Mortimer pronuncia que “Barrymore hizo una afirmación incorrecta” porque no

observo o no menciono las huellas de sabueso que se encontraban en la escena del crimen, y cuyo

tono despierta interés en Watson.

La segunda recae sobre una pareja de hermanos de apellido Stapleton y vecinos aledaños de los

Baskerville. Jack y Beryl.

Pronto llegaron los hechos, una vez instalados Watson y Sir Henry en su nueva residencia,

Watson declara que en la primera noche en la mansión Baskerville

Un silencio sepulcral reinaba sobre la vieja casa. Y luego, de repente, en la quietud de la noche,

llegó hasta mis oídos un sonido claro, resonante e inconfundible. Eran los sollozos de una

mujer, los jadeos ahogados de una persona desgarrada por un sufrimiento incontrolable. Me

senté en la cama y escuché con atención. El ruido procedía sin duda del interior de la casa

(Doyle, 2012, p. 40).

El silencio profundo en el que se encontraba la mansión le permite a Watson Observador y

evaluador percibir los sollozos y jadeos de una mujer que, en su interpretación, expresan un

sufrimiento incontrolable.

A la mañana siguiente, Watson sale en busca de las pruebas que den crédito a la percepción que

tuvo en la noche, para ello recurre a Sir Henry quien, como testigo, deberá corroborar si también

escuchó aquel sonido y afirmar así la ocurrencia del hecho, Sir Henry le responde que a su parecer

sí, aunque, por un momento, lo confundió con un sueño.

Dice Echeverría:

[Una afirmación] es una proposición para la cual podemos proporcionar un testigo. Un testigo

es un miembro cualquiera de nuestra comunidad (con quienes compartimos las mismas

distinciones) que, por estar en el mismo lugar en ese momento puede coincidir con nuestras

observaciones (Echeverría, 2005, p. 43).

Es decir, para Watson, efectivamente, su percepción y su afirmación fue verdadera, el juicio de

«verdadero» se otorga cuando se posee un testigo que también presencia el acto o la acción de la

que se habla, sin embargo, Watson tiene la oportunidad de toparse de frente con la mujer

protagonista de este llanto, la esposa de Barrymore, el mayordomo de la mansión: “sus ojos

enrojecidos, que me miraron desde detrás de unos párpados hinchados, la denunciaban. Era ella,

sin duda, quien lloraba por la noche” (Doyle, 2012, p. 41). Nuevamente, la afirmación es

confirmada a partir de los signos que aparecen en el rostro de la mujer, pero por el momento no

hay elementos para vincular este hecho con el motivo que lo tiene hospedado en la mansión.

Page 50: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

49

Cuando Watson relata que escucha a la esposa del mayordomo llorar, a este hecho se le puede

sumar una pista más, y es haber visto caminar a Barrymore por los pasillos de la mansión, mientras

en su mano sostenía una vela, Watson lo enuncia de la siguiente manera:

A la mañana siguiente, antes de bajar a desayunar, examiné la habitación que Barrymore había

visitado la noche anterior. La ventana orientada al oeste por la que miraba con tanto interés,

tiene, según he podido advertir, una peculiaridad que la distingue de todas las demás ventanas

de la casa: es la que permite ver el páramo desde más cerca, gracias a una abertura entre los

árboles, mientras que desde todas las otras se vislumbra con dificultad. De ahí se sigue que

Barrymore, dado que solo esa ventana se ajusta a sus necesidades, buscaba algo o alguien que

se encontraba en el páramo (Doyle, 2012, p. 53).

Con esta conjetura Watson se encuentra muy cerca de descubrir el motivo por el que Barrymore

camina en las noches por los pasillos de la mansión, la cual puede estar asociada al llanto de su

esposa.

No obstante, más adelante Watson añade:

La noche era muy oscura, por lo que es difícil comprender cómo esperaba ver a nadie. A mí

se me ocurrió la posibilidad de que se tratara de alguna intriga amorosa. Ello explicaría el

sigilo de sus movimientos y también el desasosiego de su esposa. Barrymore es un individuo

con mucho atractivo, perfectamente capacitado para robarle el corazón a una campesina, de

manera que esta teoría parecía tener algunos elementos a su favor (Doyle, 2012, p. 53).

Esta es una evaluación apresurada que hace Watson sobre Barrymore, basado en su condición

física, por ser un hombre alto, corpulento, de piel morena y barba espesa; el estereotipo de un galán

que puede conquistar a una campesina del condado. Y el pasaje anterior deja claro que Watson

asocia el llanto de la señora Barrymore a este lio de amor.

El dominio de la corporalidad de Echeverría plantea que la biología incide de forma directa en

el comportamiento físico de los individuos, es decir, que la observación de Watson sobre

Barrymore va direccionada al “sigilo de sus movimientos”, a la forma de caminar sin hacer mucho

ruido, con la intención de no despertar a alguien más dentro de la mansión, el observador lo asocia

con una intriga amorosa, por el “desasosiego” o la falta de calma y tranquilidad de su esposa.

Para descubrir el misterio que esconde Barrymore; Watson y Sir Henry ingenian el plan de

esperar durante toda la noche para seguir los pasos del mayordomo. La primera noche su plan

fracasa, pero en la segunda noche Watson relata lo siguiente:

Sentimos pasar a Barrymore por delante del cuarto con mucha cautela y perderse luego en la

distancia. Después el baronet abrió la puerta sin hacer ruido y salimos en su persecución…

Page 51: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

50

Llegamos a tiempo de vislumbrar la alta figura de barba negra y hombros arqueados que

avanzaba de puntitas hasta entrar por la misma puerta donde yo le había visto dos noches antes,

y también cómo la vela, con su luz, hacía que el marco destacara en la oscuridad, … Cuando

por fin llegamos a la habitación y miramos dentro, lo encontramos agachado junto a la ventana,

la vela en la mano, y el rostro pálido y ensimismado junto al cristal, exactamente igual que dos

noches antes (Doyle, 2012, p. 57).

Sir Henry y Watson se aproximaban a conocer el detonante de dos indicios sonoros, el llanto

de la señora Barrymore y los pasos del mayordomo que siempre se dirigía hacia la misma ventana.

Aunque se había preparado un plan, Sir Henry no lo acato y de inmediato preguntó:

Sir Henry: ¿Qué está haciendo usted aquí Barrymore?

Barrymore: Nada, señor

Watson: su agitación era tan intensa que apenas podía hablar y la vela que empuñaba le

temblaba tanto que las sombras saltaban arriba y abajo.

Barrymore: es por el viento, señor. Por la noche hago la ronda para ver si las ventanas están

bien cerradas (Doyle, 2012, p. 57).

Ante las respuestas evasivas de Barrymore, Sir Henry habla con gran firmeza y le pide que

omita las mentiras y que responda que hacia junto a esa ventana.

Watson describe las sensaciones de Barrymore frente a esta encrucijada, remitiendo directamente

a la acción menciona: “El mayordomo nos miró con aire desvalido y se retorció las manos como

alguien que se halla al límite de la duda y el sufrimiento” (Doyle, 2012, p. 57). Dentro de este

pasaje, la palabra “desvalido” toma el significado de una persona desamparada, que ha sido

privada de la ayuda y el socorro, es decir, un hombre vulnerable que demuestra con sus manos el

temor que le aqueja. Este suceso deja entrever que sucede algo más, y el nerviosísimo de

Barrymore logra que Watson se fije en su comportamiento particular, midiendo sus movimientos

con exactitud para no perder ninguna pista.

Seguir a Barrymore también es una acción que ejecuta Watson desde el inicio del relato, como

lo afirma el analista Pierre Bayard en “El caso del perro de los Baskerville”, “La primera pista que

sigue Watson es la de los servidores de la mansión, los Barrymore, que no ocultan su propósito de

abandonar la comarca tras la muerte de su señor, a quien estaban muy apegados” (Bayard, 2008,

p. 35). Las primeras sospechas recaen en la servidumbre, por ser el mayordomo de la mansión,

quien encuentra el cadáver de Sir Charles y da aviso al doctor Mortimer.

Acto seguido en la historia, Sir Henry vuelve a preguntar a Barrymore que hacia frente a la

ventana con una vela y el mayordomo responde que es un secreto que no le pertenece y por ello

Page 52: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

51

no es posible decírselo. Watson por su parte se le ocurre tomar la vela mientras exclama: “Debe

servirle como señal! Veamos si hay respuesta” (Doyle, 2012, p. 57).

Sostuve la vela como lo había hecho él, al mismo tiempo que escudriñaba la oscuridad exterior.

Como las nubes ocultaban la luna, solo distinguía vagamente la hilera de árboles y la tonalidad

más clara del páramo. Pero enseguida se me escapo un grito de júbilo, porque un puntito de

luz amarilla había traspasado de repente el oscuro velo y después siguió brillando de manera

uniforme en el centro del rectángulo negro que enmarcaba la ventana (Doyle, 2012, p. 57).

Watson como sujeto lingüístico puede describir paso a paso las acciones de una escena, su

observación no está limitada, por ello describe con precisión los lugares y ambientes donde

suceden los acontecimientos. Hace uso de sus distinciones biológicas cuando puede observar

detalles de la naturaleza como: la gama de colores entre los árboles, la luna y las nubes. También

hace uso de una metáfora, “porque un puntito de luz amarilla había traspasado de repente el

oscuro velo y después siguió brillando de manera uniforme en el centro del rectángulo negro que

enmarcaba la ventana” para explicar en palabras poéticas que una luz había aparecido en el fondo

del páramo y se podía observar desde la ventana. Al observar esta luz se daba por confirmada la

exclamación de Watson al decir que se trataba de una señal. Evidentemente alguien en el páramo

respondía a los movimientos de esta luz, como si se tratara de un mensaje oculto.

La señora Barrymore se aproxima y menciona:

Todo es obra mía, Sir Henry… yo soy la responsable. Todo lo que ha hecho lo ha hecho por

mí y porque yo se lo he pedido… Mi desgraciado hermano se está muriendo de hambre en el

páramo. No podemos dejarlo perecer a las puertas mismas de nuestra casa. La luz es una señal

para decirle que tiene comida preparada, y él, con su luz, nos indica el lugar donde hemos de

llevársela (Doyle, 2012, p. 58).

La esposa del mayordomo “es hermana del presidiario Selden, que se escapó de la cárcel y vive

en el páramo. Las señales luminosas sirven para concertar las citas que permitirán avituallar al

fugitivo” (Bayard, 2008, p. 36). Barrymore y su esposa actúan dentro de su dimensión afectiva, su

esposa se deja guiar por un sentimiento familiar y por ello protege a su hermano menor. Sin

embargo, se podría pensar que la leyenda del sabueso no les preocupa, pues Selden se oculta en el

páramo y la única preocupación mencionada es que lo encuentre la policía y lo devuelva a prisión.

La imagen que presentan el mayordomo y su esposa ante Watson y Sir Henry, se aleja de la

superstición.

Page 53: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

52

A lo anterior Watson añade: “Esa era, por tanto, la explicación de las sigilosas expediciones

nocturnas y de la luz en la ventana” (Doyle, 2012, p. 58).

Las cuidadosas visitas a la ventana ya no son un misterio, Watson ha obtenido una

explicación, no obstante, aún no tiene relación con la muerte Sir Charles, motivo por el cual

nuestro observador se encuentra en la mansión.

En toda esta situación Watson es un sujeto en posesión de un determinado saber y un

informador que transmite ese saber, es decir, hace conocer al narratario parte de la historia que,

como testigo, ha descubierto, produciendo en su interlocutario una transformación de menor a

mayor saber.

En este orden de ideas, en el observador también se ha producido una transformación, ha pasado

de un Estado1, desconocer parte de la historia, a un Estado2 donde construye la historia con las

pistas que recolecta. Watson hace más acento en el cambio que en la permanencia, es decir, que

intensifica sus acciones en las nuevas pistas que va encontrando para guiar su análisis y el del

narratario lo que lo configura como un sujeto de hacer.

Al inicio del acontecimiento, en el que el llanto de una mujer invadía el silencio de la noche en

la mansión y Watson asociaba a una pena de amor o una decepción, cambia, se nota, entonces, a

través del relato como se nutre la observación de este investigador y como va descartando las pistas

erróneas que se cruzan en su camino. Watson en ocasiones hace evaluaciones deficientes, pero

están sustentadas bajo su lógica particular de examinar cada pista de forma individual, diferente al

estilo de Holmes que logra encadenar series de acontecimientos de forma rápida y certera; sin

embargo Watson es el personaje que siempre está presente en la acción, le gusta el peligro,

involucrarse, ser actor y Holmes reconoce en este observador el talento para las palabras y las

explicaciones, su competencia lingüística es la que permite llegar a conocer la historia, los

personajes y hasta a Holmes.

Ahora bien, tras conocer la identidad de la persona con la que se comunica Barrymore, Sir

Henry y Watson deciden salir en su persecución, determinan que el preso que se fugó de la cárcel

puede generar un mal mayor entre la comunidad y resuelven salir hacia el páramo con el objetivo

de realizar su captura.

Page 54: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

53

Otro indicio sonoro acompaña la situación, antes de emprender la búsqueda del preso se escucha

el aullido de un animal, sonido que se desvanece con el viento, pero provoca un gran susto en Sir

Henry, quien le asegura a Watson que es la presencia del sabueso en el páramo.

De repente:

Sobre las rocas, en la grieta donde ardía la vela, surgió un maligno rostro amarillo, una terrible

cara bestial, toda ella marcada y arrugada por las pasiones más viles. Manchada de cieno, con

una barba hirsuta y coronada de cabellos enmarañados, podía muy bien haber pertenecido a

uno de aquellos antiguos salvajes que habitaban en los refugios de las colinas. La luz de abajo

se reflejaba en sus ojillos astutos, que escudriñaban con fiereza la oscuridad a derecha e

izquierda, como un animal taimado y salvaje que ha oído pasos de cazadores (Doyle, 2012, p.

60).

La imagen que construye Watson sobre Selden está determinada por sus rasgos físicos, pequeña

prosopografía donde se habla de su aspecto y de las facciones de su rostro, asimismo evalúa su

estado emocional, sus pasiones, las cuales califica de “viles” palabra que enmarca un significado

de maldad y de un ser que genera poca confianza. Le añade, además, que su rostro se encuentra

sucio, manchado de “cieno”, un lodo habitual que se encuentra en los pozos de agua. y finalmente

se hace uso de un recurso literario como el símil al comparar el aspecto de Selden con el de un

animal: Su cabello lo describe como descuidado y su “barba hirsuta”: áspera, dura y tiesa indican

su apariencia salvaje; y su mirada “astuta que escudriña con fiereza la oscuridad” al observar el

horizonte de derecha a izquierda, “como un animal Taimado” astuto, pícaro y disimulado,

características humanas atribuidas a un animal que lucha por su supervivencia.

Para Watson despertaba muchas sospechas, hasta el punto de pensar que:

Barrymore acostumbrara a darle alguna señal privada que nosotros habíamos omitido, o bien

nuestro hombre tenía alguna otra razón para pensar que las cosas no marchaban como debían:

en cualquier caso el miedo era visible en sus perversas facciones y de un momento a otro podía

apagar la luz de un manotazo y esfumarse en la oscuridad. Salté hacia adelante y Sir Henry me

imitó. En el mismo instante el preso nos lanzó una maldición y tiró una piedra que se hizo

añicos contra la roca que nos había cobijado. Aún vislumbré por un momento su silueta

rechoncha y musculosa mientras se ponía en pie y giraba en redondo para escapar. Por una

feliz coincidencia la luna salió entonces de entre las nubes. Alcanzamos a toda prisa la cima

de la colina y vimos que nuestro hombre descendía a gran velocidad por la otra ladera, saltando

por encima de las rocas que hallaba en su camino con la agilidad de una cabra montés. Con

suerte tal vez habría podido detenerlo con un disparo de mi revólver, pero la finalidad de aquel

arma era tan sólo defenderme si se me atacaba y no disparar contra un hombre desarmado que

huía (Doyle, 2012, p. 60).

Page 55: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

54

Watson se presenta como un sujeto motivado por el deber de capturar a Selden, y posee la

competencia para realizar la acción, es decir, sabe qué hacer para capturarlo y sabe cómo hacerlo.

La motivación deóntica se hace presente por el deseo de capturar a un sujeto que tiene cuentas

pendientes con la ley y que podría reincidir en cualquier momento; la competencia se hace visible

cuando Watson toma la iniciativa de saltar hacia adelante e iniciar su persecución; sabe que la luna

le servirá de guía en un camino totalmente oscuro, sube a la cima de la colina y observa como el

preso desciende a gran velocidad.

Watson utiliza nuevamente la figura del símil cuando menciona que Selden se desplaza “con

la agilidad de una cabra montés”, es decir, que posee la habilidad –no humana– para correr y

esquivar obstáculos. Dentro del relato es evidente ver como se construye la psicología de los

personajes, pero también estos se alimentan de formas alegóricas que van encadenadas a la

psicología animal, como menciona Bayard, “en la medida en que el protagonista – y tal vez el

asesino – es un animal” (Bayard, 2010, p. 62). De forma concreta, la psicología de los personajes

va encadenada de forma simbólica a la psicología de un animal, y se configura como un estilo

propio de la competencia lingüística de Watson.

Acto seguido, Watson enuncia:

Y en aquel momento, cuando nos levantábamos de las rocas para darnos la vuelta y regresar a

casa, abandonada ya la inútil persecución, ocurrió la cosa más extraña e inesperada. La luna

quedaba muy baja hacia la derecha, y la cima dentada de un risco de granito se alzaba hasta la

parte inferior de su disco de plata. Allí, recortada con la negrura de una estatua de ébano sobre

el fondo brillante, vi, encima del risco, la figura de un hombre.

…Desde luego no era el preso. Aquel hombre se hallaba muy lejos del sitio donde el otro había

desaparecido. Además, era mucho más alto. Con una exclamación de sorpresa quise

mostrárselo al baronet, pero durante el momento en que me volví para agarrarlo del brazo, la

figura desapareció (Doyle, 2012, p. 61).

.

Watson se encuentra disjunto de un saber, desconoce al nuevo personaje que aparece en la

historia y del cual no puede proporcionar un testigo. Percibe algunas características del sujeto que

acaba de observar, sabe que es alto y delgado, datos puntuales que le permiten descartar la

posibilidad de que se trate de Selden cuya figura es regordeta, su rol como destinador judicador le

permite valorar que no se trata del mismo hombre y abre una nueva posibilidad donde puede

vincular al extraño del risco con el motivo que lo hace permanecer en la mansión, la muerte de Sir

Charles.

Page 56: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

55

Al valorar la situación, Watson considera que es probable que el hombre del risco sea el mismo

que siguió a Sir Henry y al doctor Mortimer en Londres, pero no olvida que la barba espesa delato

a este sujeto en su persecución, por lo cual Holmes afirmó que se trataba de Barrymore el

mayordomo.

Esta escena secuencia donde se lleva a cabo la persecución en el páramo, deja otros dos cabos

sueltos que serán atados al final de la historia, los aullidos del sabueso y la figura de otro personaje

desconocido que se hace presente en la narración. Este acontecimiento también se incluye dentro

del presente análisis y se podrá encontrar en párrafos posteriores.

Hasta el momento es importante mencionar que Watson, como observador, no descarta ningún

detalle que pueda nutrir el caso de la muerte de Sir Charles, y dejando un poco de lado este suceso,

sale a caminar por el páramo y de regreso a la mansión, expresa:

De repente mis pensamientos se vieron interrumpidos por el ruido de los pasos veloces y de

una voz que repetía mi nombre…Se trataba de un hombre pequeño, delgado, completamente

afeitado, de aspecto remilgado, cabello rubio y mandíbula estrecha, entre unos treinta y

cuarenta años de edad. – Soy Stapleton y vivo en la casa Merripit – (Doyle, 2012, p. 42).

La forma apresurada en que Stapleton entra en conversación con Watson devela que algo

importante debía transmitir, o por el contrario buscaba que Watson, con sus capacidades de

investigador, emitiera detalles sobre el caso. Para Watson evidentemente este hombre se hacía

importante y su descripción deja notar que busca una forma de recordar su apariencia.

Jack Stapleton se ausenta por un momento mientras intenta cazar una mariposa y Watson alude:

…oí ruido de pasos y, al volverme, vi a una mujer que se acercaba hacia mí por el sendero.

Procedía de la dirección en la que, gracias al penacho de humo, sabía ya que estaba localizada

la casa Merripit, pero la inclinación del páramo me la había ocultado hasta que estuvo muy

cerca (Doyle, 2012, p. 45).

El observador hace uso de sus distinciones geográficas para ubicar rápidamente de donde

proviene la mujer que se aproxima hacia a él, conoce la casa Merripit y sabe que ante su presencia

se encuentra la señorita Stapleton, a quien no asemeja con los rasgos físicos de su hermano, porque

Page 57: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

56

“en el caso del naturalista la tonalidad era neutra, con cabello claro y ojos grises, mientras que la

señorita Stapleton era más oscura que ninguna de las morenas que he visto en Inglaterra y además

esbelta, elegante y alta” (Doyle, 2012, p. 45).

Watson acaba de observar un punto importante, la marcada diferencia en los rasgos físicos de

los hermanos Stapleton, dejando al final la sensación de que intenta mostrar que la señorita

Stapleton no posee rasgos ingleses.

De repente ella se dirige a Watson: “-¡Váyase! -dijo-. Vuelva a Londres inmediatamente”… Y

Watson indica: “no pude hacer otra cosa que contemplarla, estupefacto. Sus ojos echaban fuego al

mismo tiempo que su pie golpeaba el suelo con impaciencia” (Doyle, 2012, p. 46). La forma de

expresión de tal mujer era ruda, con la firme intención de hacer abandonar a Watson este lugar.

Jack se acerca y saluda a Beryl y la tensión entre los hermanos es notoria. Líneas más adelante se

aclara que Beryl ha confundido a Watson con Sir Henry, otro punto para añadir a la observación

de Watson que despierta más sospechas hacia la familia Stapleton.

Watson es invitado a la casa Merripit y describe:

Tras un breve paseo llegamos a una triste casa del páramo, granja de algún ganadero en los

antiguos días de prosperidad, arreglada después para convertirla en vivienda moderna. La

rodeaba un huerto, pero los árboles, como suele suceder en el páramo, eran más pequeños de

lo normal y estaban quemados por las heladas; el lugar en conjunto daba impresión de pobreza

y melancolía. Nos abrió la puerta un viejo criado, una criatura extraña, arrugada y de aspecto

mohoso, muy en consonancia con la casa. Dentro, sin embargo, había habitaciones amplias,

amuebladas con una elegancia en la que me pareció reconocer el gusto de la señorita Stapleton.

Al contemplar desde sus ventanas el interminable páramo salpicado de granito que se extendía

sin solución de continuidad hasta el horizonte más remoto, no pude por menos de preguntarme

qué podía haber traído a un lugar así a aquel hombre tan instruido y a aquella mujer tan

hermosa (Doyle, 2012, p. 46).

Watson informa de manera detallada los aspectos físicos de la casa y la atmosfera fría que se

vive a su alrededor, le llama la atención que, siendo un sitio tan alejado, sea elegido como el hogar

de dos hermanos cuya apariencia es de ciudad.

Page 58: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

57

Jack Stapleton menciona que son felices este este lugar, y Beryl por su parte: “-Muy felices-

dijo ella, aunque faltaba el acento de la convicción en sus palabras” (Doyle, 2012, p. 46). Watson

ya infiere que esta mujer no lleva una vida feliz en este lugar, sus respuestas no son convincentes

para el observador y Jack intenta desviar la conversación relatando:

Yo llevaba un colegio privado en el norte -dijo Stapleton-. Para un hombre de mi

temperamento el trabajo resultaba monótono y poco interesante, pero el privilegio de vivir con

jóvenes, de ayudar a moldear sus mentes y de sembrar en ellos el propio carácter y los propios

ideales, era algo muy importante para mí. Pero el destino se puso en contra nuestra. Se declaró

una grave epidemia en el colegio y tres de los muchachos murieron. La institución nunca se

recuperó de aquel golpe y gran parte de mi capital se perdió sin remedio (Doyle, 2012, p. 46).

Stapleton muestra un dato interesante de su vida, trabajaba en una institución educativa y se

construye como un sujeto sabedor y pródigo con su saber; habla de una perdida de dinero y un

retiro permanente del trabajo, pero admite que su nueva residencia le genera tranquilidad.

Watson no teme en preguntar si conoce la leyenda del perro diabólico que persigue a la familia

Baskerville, a lo que Stapleton responde que puede ser una creencia alimentada por los

campesinos, “pero me pareció leer en sus ojos que se tomaba aquel asunto con mayor seriedad”

(Doyle, 2012, p. 42). Para Watson es evidente que Stapleton desea conocer las deducciones a las

que se han llegado sobre este caso, pero al evaluar su mirada, encuentra que su interés radica en

algo mayor que aún no logra descubrir, pero que notablemente hace referencia al caso de Sir

Charles.

Watson inicia la elaboración de sus cartas a Holmes, en la primera, redactada el 13 de octubre

escribe: “El brillo seco de los ojos de Stapleton y la firme expresión de su boca de labios muy finos

denuncian un carácter dominante y posiblemente despótico” (Doyle, 2012, p. 50).

Stapleton, es un vecino que vive a aproximadamente un radio de 8 kilómetros de la mansión

Baskerville, en la casa Merripit, es un amante de la botánica y coleccionista de mariposas, su

nombre es Jack y vive con su hermana, Beryl Stapleton. Watson ya ha tenido la oportunidad de

toparse con él en varias ocasiones y ha notado su interés por la familia Baskerville.

Page 59: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

58

Watson hace uso de una metáfora para explicar que los rasgos físicos de Stapleton como: “El

brillo seco de los ojos” o “la firme expresión de su boca de labios muy finos”, pueden reflejar

detalles de su personalidad, asociado a “un carácter dominante y posiblemente despótico”. Como

persona dominante se entiende que ejerce poder sobre otros y que sobresale ante el resto de

personas. Y despótico hace referencia a un abuso de poder, o a un gobernar sin ley.

Bayard menciona que “estas cartas de las que hace participe al lector y que constituyen un elemento

importante de la novela permiten a Watson conservar un vínculo con su amigo, que durante largo

tiempo parece guardar las distancias con la investigación” (Bayard, 2010, p. 35). Resulta como

una forma de no olvidar al personaje Holmes, que se encuentra ausente durante varios capítulos y

delega el protagonismo de la acción a Watson personaje.

Más adelante, el relato provee un dato que puede servir de distractor para Watson en su labor

de observador guiado por la razón. Al seguir en su caminata por el páramo con sus acompañantes,

menciona:

Encontramos un valle de poca longitud entre peñascos escarpados, que desemboca en un

espacio abierto y verde salpicado de juncias. En el centro se alzaban dos grandes piedras, muy

gastadas y bien afiladas por la parte superior, de manera que parecían los enormes colmillos,

en proceso de descomposición, de un animal monstruoso” (Doyle, 2012, p. 50).

En primera instancia, dentro de este pasaje se recurre a la figura literaria de la topografía a

través de la cual se encarga de describir detalladamente este lugar que posee un ambiente

sospechoso y sombrío. Encontrar la descripción de este valle en el relato permite construir otra

imagen de Watson, las dos piedras “muy gastadas y bien afiladas” son descritas de manera

siniestra por nuestro observador guiado por la razón, dando a pensar que el hecho de nombrar las

cosas de esa manera pareciera estarle dando crédito a la leyenda del sabueso.

Watson como informador es el encargado de construir la escena y describirla para el narratario,

y aunque las marcas que deja ver en este último pasaje lo posicionan más cerca de la superstición

que dé la razón, cabe mencionar como lo afirma Bayard, que hace parte de su competencia

lingüística que utiliza para dirigirse al narratario, es decir, que Watson “toma continuamente de la

literatura fantástica todos sus tópicos a fin de aplicarlos para interpretar la realidad” (Bayard, 2008,

Page 60: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

59

p. 137- 138). Al ser una novela policiaca que busca esclarecer un crimen, es frecuente que exista

más de un sospechoso y que la atmosfera creada por Watson conduzca a configurar la intriga y

con ello la permanencia del lector hasta el final la historia.

Stapleton y Sir Henry, que acompañaban a Watson a visitar el lugar, - donde se da origen a la

leyenda-, entran en interlocución; Sir Henry le pregunta a Stapleton “si creía realmente en la

posibilidad de que los poderes sobrenaturales intervengan en los asuntos humanos” (Doyle, 2012,

p. 50), Stapleton funge, entonces, como destinador manipulador y responde, narrando algunas

historias de familias víctimas de alguna influencia maligna, “y nos dejó con la impresión de que

compartía la opinión popular sobre el asunto” (Doyle, 2012, p. 50). Ahora bien, las palabras de

Stapleton producen un efecto en el ánimo de Watson. La imagen que el personaje construye de sí

mismo, mostrándose como un sujeto crédulo frente la existencia del Sabueso y a quien es posible

atribuirle la responsabilidad de la muerte de Sir Charles es asumida por Watson como veridictoria

y por tanto sus interrogantes se multiplican.

Sir Henry es un hombre joven, de unos treinta años de edad, pequeño, de ojos y cejas negras y

constitución robusta. Vive en la ciudad y no le preocupan mucho las leyendas populares sobre

entes sobrenaturales, ni cree que su vida se encuentre en peligro por ser el siguiente descendiente

Baskerville, sin embrago, deja ver un raro interés en la opinión de Stapleton, puede ser por conocer

más sobre la historia o por entablar una relación cordial con el hermano de una mujer que le

empieza a interesar y a la cual desea cortejar; no obstante, Sir Henry ignora la verdadera relación

que une a los Stapleton. Cuando Sir Henry se refiere a “la posibilidad de que los poderes

sobrenaturales intervengan en los asuntos humanos”, deja claro que no es un sujeto guiado por la

creencia, por el contrario, duda que sea verdad la existencia del sabueso.

La afirmación de Stapleton tiene como propósito dar legitimidad al mundo sobrenatural, si ha

tenido familiares que han sido objeto de experiencias malignas, la historia del sabueso infernal no

resulta descabellada. Por tanto, Stapleton se presenta como un sujeto guiado por la creencia, como

un sujeto que cree en lo sobrenatural y quiere que Watson y Sir Henry construyan esa imagen de

él.

Page 61: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

60

Esta posición de Stapleton puede dar nuevas luces en la búsqueda de los detalles de la muerte

de Sir Charles. Stapleton es un naturalista, se pensaría que sus aserciones van más dirigidas hacia

el campo de la ciencia, si miente o dice la verdad y su relación con el caso Baskerville es el nuevo

foco de observación de Watson.

Quizá Stapleton acepte esa superstición y a Mortimer tal vez le suceda lo mismo; pero si yo

tengo una cualidad es el sentido común y nada logrará convencerme de una cosa así. Hacerlo

sería rebajarse al nivel de esos pobres campesinos que no se contentan con un simple perro

asilvestrado, sino que necesitan describirlo arrojando fuego del infierno por ojos y boca.

Holmes nunca prestaría atención a semejantes fantasías y yo soy su representante. Pero los

hechos son los hechos y ya he oído dos veces ese aullido en el páramo. Supongamos que

hubiera realmente un enorme sabueso en libertad; eso contribuiría mucho a explicarlo todo.

Pero, ¿dónde se escondería?, ¿dónde conseguiría la comida?, ¿de dónde procedería?, ¿cómo

sería posible que nadie lo hubiera visto durante el día? (Doyle, 2012, p. 62).

Watson hace uso de la abducción5, método utilizado por Holmes, que apela a los saberes previos

del investigador y que le permite formular hipótesis mientras se da solución a los casos. Es posible,

entonces, que exista un sabueso de carne y hueso que ermita explicar los aullidos en el páramo.

Hay quienes dicen que observamos con nuestros saberes previos o con la enciclopedia que

tenemos, y Echeverría agregaría que lo hacemos con nuestras narrativas, actos discursivos que

utilizamos para ver e interpretar el mundo.

[Las narrativas] Ellas son los cuentos, las historias, los relatos que desarrollamos tanto sobre

el mundo, los demás y nosotros mismos. En rigor, sobre el conjunto de las experiencias de la

vida. En tanto esas narrativas son diferentes para cada ser humano, encontramos en ellas uno

de los grandes fundamentos de nuestras diferencias como observadores (Echeverría, 2009, p.

186).

Watson es un investigador que utiliza su sentido común y se aleja de las creencias

supersticiosas, construye su imagen como un hombre poco persuasivo frente a los relatos de los

campesinos, a la vez que evalúa y emite un juicio cuando dice que los campesinos: “no se

contentan con un simple perro asilvestrado, sino que necesitan describirlo arrojando fuego del

infierno por ojos y boca”, cataloga como cargadas de fantasía estas historias y da poco crédito a

ellas.

Hay que confesar que la teoría del perro de carne y hueso presenta casi tantas dificultades

como la otra. Y además, dejando de lado al sabueso, queda la intervención del individuo del

cabriolé en Londres y la carta en la que se advertía a Sir Henry del peligro que corría. Eso por

lo menos es real, pero tanto podría ser obra de un amigo deseoso de protegerlo como de un

enemigo. ¿Dónde está ahora ese amigo o enemigo? ¿Se ha quedado en Londres o nos ha

5 Charles Sanders Peirce la llama una hipótesis. Esa hipótesis busca ser, a primera vista, la mejor explicación, o la

más probable. Según Peirce, la abducción es algo más que un silogismo: es una de las formas de razonamiento junto

a la deducción y la inducción.

Page 62: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

61

seguido hasta el páramo? ¿Podría ser..., podría ser el desconocido que vi sobre el risco? (Doyle,

2012, p. 62).

Como producto de la observación de Watson, se han recolectado algunos indicios materiales

que construyen la historia, para este caso en particular se habla de un documento escrito, la carta,

donde se advertía del peligro y se pedía a Sir Henry que no acudiera al paramo de Devonshire. De

esta forma, el observador asocia al hombre que pudo ver en el risco con el hombre que pudo enviar

la carta a Sir Henry en Londres.

Como conozco ya a todos nuestros vecinos puedo afirmar que no es ninguno de ellos. El

individuo que estaba sobre el risco era más alto que Stapleton y más delgado que Frankland.

Cabría que se tratara de Barrymore, pero lo dejamos en la mansión, y estoy seguro de que no

pudo seguirnos. Por lo tanto hay un desconocido que nos sigue aquí de la misma manera que

un desconocido nos siguió en Londres (Doyle, 2012, p. 62).

El observador posee un saber modal o procedimental, para empezar a descubrir la identidad del

desconocido. Al conocer todos los habitantes cercanos al páramo, puede descartar fácilmente los

que no atañen a las características físicas de este hombre que observó.

Posterior al encuentro con Stapleton, Watson y Sir Henry salen en compañía del Doctor

Mortimer, para conocer el lugar exacto donde perdió la vida Sir Charles.

El paseo de los Tejos es un camino muy largo y sombrío entre dos altas paredes de seto

recortado, con una estrecha franja de hierba a ambos lados. En el extremo más distante se halla

un pabellón de verano, viejo y ruinoso. A mitad de camino está el portillo que da al páramo,

donde el anciano caballero dejo caer la ceniza de su cigarro puro (Doyle, 2012, p. 50).

En la cita anterior, Watson es un personaje que narra para Holmes, describe un hecho que

presenció- conocer el paseo de los Tejos- lugar donde encuentran sin vida el cadáver de Sir

Charles. Se habla de un lugar sombrío, asociado a temeroso y oscuro. En el recorrido del camino

se topan con un portillo, una cerca que dirige a un pasillo por el cual se llega directo al páramo, en

este espacio encuentra ceniza de cigarrillo y se asume que Sir Charles estuvo en ese lugar por

varios minutos, el tiempo suficiente para que su cigarrillo después de consumirse arrojara ceniza.

Más adelante. Watson añade a su narración:

Mientras Sir Charles estaba allí vio algo que se acercaba atravesando el páramo, algo que le

aterrorizo hasta el punto de hacerle perder la cabeza, por lo que corrió y corrió hasta morir de

puro horror y agotamiento (Doyle, 2012, p. 50).

Page 63: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

62

Esto lo dice Watson al recordar sus conversaciones con su maestro Holmes, y mientras hace un

recorrido del páramo en compañía del doctor Mortimer y Sir Henry, se refiere a la muerte de Sir

Charles como un caso donde los nervios pueden desatarse hasta el punto de hacer perder la razón,

el horror es el motivo para perder la cabeza, y su afección cardiaca llega al límite por el

agotamiento de correr desesperadamente. Esta es la solución del caso Baskerville, bastaría añadir

que la causa de tal horror, fue observar caminar al sabueso infernal, protagonista de la leyenda que

termino con la vida de dos miembros de esta familia. Sin embrago, el observador aun no llega a

esta conclusión porque no ha recolectado las pistas suficientes para inculpar a un personaje y la

leyenda del sabueso no le parece confiable.

La labor de observación de Watson toma mayor responsabilidad y se agudiza a medida que

recolecta los indicios. Antes de descubrir la identidad del hombre del risco, Sir Henry pronuncia

que desea salir a caminar por el páramo y le pide a Watson que por esta ocasión no lo acompañe.

Watson que teme por la vida del baronet sale detrás de él, de forma sigilosa para no ser descubierto,

minutos después, cuando se haya en el espesor del páramo, Watson, desde una distancia

considerable, ve como él se aproxima hacia la señorita Beryl Stapleton, la hermana del naturalista.

Beryl es una mujer joven, morena, alta, de ojos oscuros, esbelta y elegante.

Nuestro amigo el baronet y la dama se habían detenido en la senda y seguían hablando

absortos, cuando observé de repente que no era yo el único testigo de su entrevista. Una

mancha verde que flotaba en el aire atrajo mi atención y, al mirarla con más detenimiento, vi

que iba sujeta a un mango y que la llevaba un hombre que avanzaba por terreno accidentado.

Era Stapleton, con su cazamariposas. Estaba mucho más cerca de la pareja que yo, y daba la

impresión de moverse hacia ellos… (Doyle, 2012, p. 54)

Al llegar a su lado empezó a gesticular y casi a bailar de excitación delante de los enamorados.

No entendí bien el sentido de la escena, pero me pareció que Stapleton insultaba a Sir Henry

a pesar de sus explicaciones, y que este último se enfadaba cada vez más al comprobar que el

otro se negaba a aceptarlas. La dama se mantenía a un lado en altivo silencio. Finalmente

Stapleton se dio la vuelta y llamó de manera perentoria a su hermana, quien, después de mirar

indecisa a Sir Henry, se alejó en su compañía (Doyle, 2012, p. 55).

Al estar frente a ellos, Stapleton noto un tono y miradas de coquetería, conductas que

molestaron al naturalista y por ello se había enfadado. Watson salió de su escondite y confesó a

Sir Henry que lo había seguido desde la mansión y había presenciado todo este hecho con los

hermanos Stapleton.

Page 64: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

63

Sir Henry le confiesa a Watson sus deseos de formalizar una relación con la señorita Stapleton,

pero se siente furioso por la reacción de su hermano, no entiende porque le molesta el cortejo si

con ella tiene buenas intenciones.

Intenté hallar una o dos explicaciones, pero, a decir verdad, también yo estaba desconcertado.

El título nobiliario de nuestro amigo, su fortuna, su edad, su manera de ser y su aspecto están

a su favor, y no me consta que haya nada en contra suya, si se exceptúa el triste destino que

parece perseguir a su familia. Que su propuesta de matrimonio se rechace de manera tan

brusca, sin referencia alguna a los deseos de la propia interesada, y que la dama misma acepte

la situación sin protestar es de todo punto sorprendente. Sin embargo las aguas volvieron a su

cauce gracias a la visita que Stapleton en persona hizo al baronet aquella misma tarde. Se

presentó para pedir disculpas por su comportamiento grosero de la mañana y, después de una

larga entrevista privada con Sir Henry en el estudio, la conversación concluyó con una

reconciliación total; como prueba de ello cenaremos en la casa Merripit el viernes próximo

(Doyle, 2012, p. 56).

Watson quiere conocer la razón del comportamiento de Stapleton, intenta ahondar en su

psicología buscando una explicación a la oposición entre el posible matrimonio de su hermana y

Sir Henry y no la encuentra; enumera de forma positiva las características que lo harían un buen

esposo y le genera confusión que su propuesta sea rechazada sin tener en cuenta los deseos de la

interesada.

Watson sabe que los Stapleton ocultan algo, lo deja claro cuando descubre las miradas de

complicidad entre quienes se hacen pasar por hermanos y por ello es notorio el rechazo hacia la

propuesta sentimental de Sir Henry. El observador menciona esta acción en el relato como “un

punto sorprendente”, que produce en el narratario interés por conocer esa parte de la historia. En

otras palabras, Watson deja un cabo suelto, y el narrador y el narratario se encuentran disjuntos de

la información que continúa en la historia.

Cuando Stapleton se presenta ante Sir Henry esa misma tarde, busca construir otra imagen de

él, quiere que el baronet no se lleve una mala impresión y como reconciliación lo invita a cenar a

su casa. Ya no es el hombre grosero y molesto del páramo, ahora brilla por su amabilidad y

cortesía. Este accionar del naturalista despierta más interés en Watson, ahora se pregunta ¿Por qué

el cambio de actitud de la mañana a la tarde? Posiblemente se trata de un plan de los Stapleton en

el que no es válido levantar sospechas por parte de Sir Henry y por ello tal momento de cordialidad.

Page 65: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

64

Al parecer no es el único cabo suelto que ha dejado Watson, tres hechos inconclusos han de

conectar el final de la historia, el primero, es qué sucede con Selden, el presidiario que se oculta

en el páramo, el segundo, es que Watson aún desconoce la identidad del hombre del risco y el

tercero, es la comida pendiente que tienen Watson y Sir Henry en casa de los Stapleton.

Páginas más adelante se retoma el caso Selden. Sucede cuando Barrymore se acerca a Sir Henry

y le pide que culmine la persecución que ha iniciado en contra de su cuñado, asegurando que:

Selden no entrará en ninguna casa, señor. Le doy solemnemente mi palabra. Ni volverá a

molestar a nadie en este país. Le aseguro, Sir Henry, que dentro de muy pocos días se habrán

tomado las medidas necesarias y estará camino de América del Sur. Por el amor de Dios, señor,

le ruego que no informe a la policía de que mi cuñado sigue aún en el páramo. Han abandonado

la persecución y será un buen refugio hasta que el barco esté preparado. Y si lo denuncia nos

causará problemas a mi mujer y a mí. Se lo suplico, señor, no diga nada a la policía (Doyle,

2012, p. 63).

Barrymore ha construido una imagen de hombre familiar desde el inicio del relato, su familia

ha trabajado durante varias generaciones para los Baskerville y siempre ha estado a la defensa del

hermano de su esposa. Evidentemente Sir Henry no puede confiar en un hombre que ha escapado

de prisión y se lo hace saber a Barrymore, teme por las familias del páramo a quienes puede atacar

y deja notar su preocupación especial por la casa Merripit donde vive la señorita Stapleton que

solo posee la ayuda de su hermano para su defensa.

El mayordomo se dirige a Sir Henry con un tono muy seguro: “No hará una locura semejante,

señor. Le hemos proporcionado todo lo que necesita. Cometer un delito sería lo mismo que

proclamar dónde está escondido (Doyle, 2012, p. 63). Con dicho argumento Sir Henry se

convenció de no denunciar a Selden y permitir que este huyera del país.

Barrymore en agradecimiento manifiesta que sabe algo que descubrió mucho tiempo después

de la muerte de Sir Charles y nunca lo ha comentado con nadie.

Verá, señor; yo no hubiera vuelto a pensar en ello de no ser por mi mujer que, hace tan sólo

unas semanas, cuando estaba limpiando el estudio de Sir Charles (no se había tocado desde su

muerte), encontró las cenizas de una carta en el hogar de la chimenea. Aunque las cuartillas

estaban prácticamente carbonizadas había un trocito, el final de una página, que no se había

disgregado y aún era posible leer lo que estaba escrito, en gris sobre fondo negro. Nos pareció

que se trataba de una posdata y decía lo siguiente: "Por favor, por favor, como es usted un

caballero, queme esta carta y esté junto al portillo a las diez en punto". Debajo alguien había

firmado con las iniciales L. L. (Doyle, 2012, p. 64).

Page 66: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

65

Durante esta última escena, Watson solo ha participado de testigo, su voz se encuentra en

reducidas líneas donde solo niega, afirma o le sirve de preámbulo a Sir Henry o Barrymore para

narrar. Pero al conocer esta nueva pista, L.L, las iniciales de una mujer con quien se iba a encontrar

Sir Charles el mismo día de su muerte, decide escribir en su diario; su competencia lingüística le

vuelve a otorgar la voz en el relato. Menciona que el 17 de octubre salió a caminar por el páramo

bajo la lluvia y de regreso a la mansión se encontró con el doctor Mortimer que buscaba a su perro

espinel. Watson no desaprovecho esta ocasión y pregunto al doctor si conocía a una persona a

quien correspondieran estas iniciales; “espere un momento -añadió, después de una pausa-. Está

Laura Lyons, sus iniciales son L. L., aunque vive en Coombe Tracey” (Doyle, 2012, p. 65).

Watson pregunto de quien se trataba y el doctor Mortimer le explico que era la hija del señor

Frankland, pero se había casado con un artista de apellido Lyons, que resultó ser un sinvergüenza

y la abandono. Por casarse sin el consentimiento de su padre este la abandono a su suerte y la chica

la ha pasado mal, Sir Charles, Stapleton y Mortimer la han ayudado económicamente.

Más adelante Watson añade:

Mortimer quiso saber el motivo de mis investigaciones, pero logré satisfacer su curiosidad sin

decirle demasiado, porque no hay razón para confiar en nadie. Mañana por la mañana me

pondré en camino hacia Coombe Tracey y si puedo ver a la señora Laura Lyons, de dudosa

reputación, se habrá dado un gran paso para aclarar uno de los incidentes de esta cadena de

misterios. Sin duda estoy adquiriendo la prudencia de la serpiente, porque cuando Mortimer

insistió en sus preguntas hasta extremos inconvenientes, me interesé como por casualidad por

el tipo de cráneo de Frankland, de manera que sólo oí hablar de craneología durante el resto

del trayecto. De algo ha de servirme haber vivido durante años con Sherlock Holmes (Doyle,

2012, p. 65).

Watson exhibe su competencia como investigador, y efectúa los giros necesarios para satisfacer

la curiosidad de algún preguntón como el doctor Mortimer, al igual que lo ha hecho con Stapleton

en varias ocasiones; su maestro Holmes le ha entrenado para decir poco y tornar un cambio en la

conversación, de modo tal que no parezca una evasiva, pero que evite revelar detalles de suma

importancia y que ante todo no confié en nadie.

Este es el método característico de Holmes en esta novela, guarda silencio con respecto a sus

hallazgos hasta hilar los cabos sueltos, sin embargo, no comenta mucho sobre su forma de

Page 67: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

66

encontrar al culpable, simplemente se limita a dar conclusiones y a dejar vacíos en el narratario,

con ello se sustenta que el observador de la narración es Watson, porque a través de él se hace un

recorrido arduo por la historia, los tiempos y los personajes.

Un juicio de valor también emerge de las palabras de Watson al referirse a la señora Lyons

como una mujer “de dudosa reputación” basado en un ethos previo construido por las

enunciaciones del doctor Mortimer.

Siguiendo la cronología de su diario, Watson relata el 18 de octubre, que los acontecimientos

extraños de los últimos días se encaminan al desenlace y amplía diciendo:

Comienzo, por lo tanto, un día después de que lograra establecer dos hechos de gran

importancia: el primero que la señora Laura Lyons de Coombe Tracey había escrito a Sir

Charles Baskerville para citarse con él precisamente a la hora y en el sitio donde el baronet

encontró la muerte; y el segundo que al hombre al acecho en el páramo se le podía encontrar

en los refugios de piedra de las colinas. Con aquellos dos datos en mi poder, llegué a la

conclusión de que si no me hallaba completamente desprovisto ni de inteligencia ni de valor,

tendría que arrojar por fin alguna luz sobre tanta oscuridad. (Doyle, 2012, p. 68).

Watson se presenta como un sujeto de estado, conjunto a un saber y como el vehículo para

llevar este saber al enunciatario. Construye la historia con las pistas que ha obtenido en su proceso

de observación y se convierte en un informador tanto de Holmes como del narratario.

También hace uso de una figura de comparación “si no me hallaba completamente desprovisto

ni de inteligencia ni de valor, tendría que arrojar por fin alguna luz sobre tanta oscuridad”, donde

se relaciona dos términos semejantes o que poseen una misma cualidad, como son la inteligencia

y el valor que pueden guiar hacia la luz, en relación con la verdad.

Poco después Watson llegó a su destino y expresa:

Lo primero que impresionaba de la señora Lyons era su extraordinaria belleza. Tenía los

ojos y el cabello de un color castaño muy cálido, y sus mejillas, aunque con abundantes

pecas, se veían agraciadas con la perfección característica de las morenas: la delicada

tonalidad que se esconde en el corazón de la rosa. La admiración era, como digo, la primera

impresión. Pero a la admiración sucedía de inmediato a la crítica. Había un algo muy sutil

que no funcionaba en aquel rostro, una vulgaridad en la expresión, quizá una dureza en la

mirada, un rictus en la boca que desvirtuaba belleza tan perfecta. Pero todas estas

reflexiones son, por supuesto, tardías. En aquel momento no hice más que darme cuenta de

que tenía delante a una mujer muy hermosa que me preguntaba cuál era el motivo de mi

visita. Y hasta entonces yo no había entendido bien hasta qué punto era delicada mi misión.

(Doyle, 2012, p. 68).

Page 68: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

67

Nos encontramos frente a un Watson observador que desempeña un rol temático de sujeto

afectivo, deja ver sus emociones frente a Laura Lyons, describe sus rasgos físicos como un manual

de estética de la belleza y agrega una metáfora: “la delicada tonalidad que se esconde en el corazón

de la rosa”, para describir su sensación frente a la presencia de esta mujer y a sus cálidas mejillas

rodeadas de pecas.

Como menciona el observador, la admiración es la primera impresión que se hace de Laura Lyons,

pero de inmediato algo en su rostro también revelaba un misterio, el “rictus”, como una risa

fingida, es una especie de contracción de los labios que deja al descubierto los dientes y da a la

boca el aspecto de una sonrisa. Aquella tensión de los labios develaba algo de imperfección entre

tanta belleza.

Acto seguido Watson entra en interlocución con Laura Lyons:

W: He venido a verla precisamente en relación con el difunto Sir Charles Baskerville. Las

pecas adquirieron mayor relieve sobre el rostro de la dama.

L.L: ¿Qué puedo decirle acerca de él? -preguntó, mientras sus dedos jugueteaban

nerviosamente con los marginadores de la máquina de escribir.

W: Usted lo conocía, ¿no es cierto?

L.L: ¿Cuál es el objeto de estas preguntas? -quiso saber, con tono cortante.

W: El objeto es evitar un escándalo público. Es mejor hacerlas aquí, y evitar que este asunto

escape a nuestro control (Doyle, 2012, p. 69).

Dentro de la conversación que sostienen el detective y la señora Laura, es evidente el

nerviosismo de la mujer, Watson describe como se sonroja y como juega nerviosa con sus dedos,

mientras le preguntan por su cercanía con Sir Charles. Su corporalidad la traiciona, sus

movimientos simpáticos han desaparecido y se nota la tensión que le genera responder a las

preguntas de Watson.

La señora Lyons precisa:

L.L: Eran varios los caballeros que estaban al tanto de mi triste historia y que se unieron para

ayudarme. Uno de ellos, el señor Stapleton, vecino y amigo íntimo de Sir Charles, fue muy

amable conmigo, y el baronet supo de mis problemas por mediación suya.

W: Yo estaba enterado de que Sir Charles Baskerville había recurrido en diferentes ocasiones

a Stapleton como limosnero suyo, de manera que la explicación de mi interlocutora tenía todos

los visos de ser cierta.

W: ¿Escribió usted alguna vez a Sir Charles pidiéndole una cita? -continué.

L.L: Desde luego que no

W: Sin duda la traiciona la memoria -le respondí-. Podría incluso citar un pasaje de su carta.

Decía así: «Por favor, por favor, como es usted un caballero, queme esta carta y esté junto al

portillo a las diez en punto (Doyle, 2012, p. 69).

Page 69: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

68

Watson busca confrontar las respuestas de L.L, con la intención de que brinde un poco más de

información sobre la noche en que Sir Charles muere. Esta mujer, aunque inicialmente niega la

autoría de carta, acepta posteriormente que si escribió para Sir Charles pidiéndole ayuda

económica para concretar su divorcio. Afirma también que la hora de la cita fue programada

teniendo en cuenta que el baronet salía al día siguiente de viaje para Londres. Pero asegura que

nunca asistió a la cita porque recibió ayuda de otra fuente.

Posteriormente Watson manifiesta:

Su historia tenía coherencia y no conseguí que se contradijera a pesar de mis preguntas. Sólo

podía comprobarla averiguando si, de hecho, en el momento de la tragedia o poco antes, había

iniciado los trámites para conseguir el divorcio.

No era probable que mintiera al decir que no había estado en la mansión de los Baskerville,

dado que se necesitaba un cabriolé para llegar hasta allí, y que tendría que haber regresado a

Coombe Tracey de madrugada, lo que hacía imposible mantener el secreto sobre una

expedición de tales características. Lo más probable era, por consiguiente, que dijera la verdad

o, por lo menos, parte de la verdad. Me marché desconcertado y desanimado (Doyle, 2012,

p. 70).

La forma reiterada en que Watson realizaba las preguntas, había logrado desatar los nervios de

la señora Laura, se sentía acorralada al dar algunas respuestas, tanto así que dos de ellas solo se

registraron cuando el detective pide la respuesta con el objeto de no hacer de este caso un escándalo

público. Forzar a la señora Lyons a cooperar deja observar otros comportamientos que tienden a

hacer pensar que esconde algo.

Al final, Laura contesta todas las preguntas y además aleja las posibles sospechas que recaen sobre

ella, el detective no tiene otra opción que marcharse sin conseguir ninguna prueba que ate a esta

mujer a la muerte se Sir Charles.

Una vez más me tropezaba con la misma barrera infranqueable que parecía interponerse en mi

camino cada vez que trataba de alcanzar el objetivo de mi misión. Y, sin embargo, cuanto más

pensaba en el rostro de la dama y en su actitud, más seguro estaba que ocultaba algo (Doyle,

2012, p. 71).

Watson sabía que la corporalidad y emocionalidad de Laura Lyons hablaban más de ella que

sus propias palabras. El sonrojarse, titubear y jugar con un objeto entre sus manos, eran muestras

de nerviosismo y ansiedad, con ello se podía inferir que tenía algo que ocultar.

La suerte se había vuelto una y otra vez contra nosotros en el curso de aquella investigación,

pero ahora vino por fin en mi ayuda. Y el mensajero de mi buena suerte no fue otro que el

Page 70: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

69

señor Frankland que se hallaba de pie, con sus patillas grises y su tez rojiza, junto a la puerta

del jardín de su casa, que daba a la carretera por la que yo viajaba (Doyle, 2012, p. 71).

Watson posee la motivación del querer conocer el trasfondo de las palabras de Laura Lyons y

supone que encontrarse con su padre, que vive cerca de la carretera por donde Watson debe pasar

para regresar a la mansión puede ser un acto de buena suerte. El deber también es un motivante

para este detective, que busca cada vez tener más información para transmitirle a Holmes.

Frankland es también vecino de los Baskerville, vive a seis metros de la mansión, es un viejo

chiflado, de cabellos blancos, que invierte su tiempo y su dinero en casos absurdos que son

debatidos ante un juez, un ejemplo de ello es conseguir que condenen a Sir John Morland por casar

en sus propias tierras, menciona con felicidad que le costó 200 libras pero logró que fallaran a su

favor, sin reportarle ningún beneficio. Vive en la casa Lafter y tiene una hija, Laura Lyons, a la

que desprecia por casarse sin su autorización.

Mis sentimientos hacia Frakland distaban mucho de ser amistosos después de lo que había

oído sobre su manera de tratar a la señora Lyons, pero estaba deseoso de enviar a Perkins y la

tartana a casa, y aquélla era una buena oportunidad. Descendí del coche y envié un mensaje a

Sir Henry comunicándole que regresaría a pie, a tiempo para la cena. Después seguí a

Frankland hasta su comedor.

Frankland muestra una imagen de hombre justo, que hace cumplir la ley y actúa por el sentido

del deber. Watson, por el contrario, lo construye como un hombre poco amistoso y poco familiar.

La acción que desempeña Watson como observador se extiende buscando nuevos focos de

interés, nuevos indicios materiales que puedan dar luces de los comportamientos psicológicos de

los personajes, aunque no es claro en el relato, porque no se menciona el interés de Watson para

entrar en interlocución con Frankland, se infiere que busca ampliar la información que tiene sobre

Laura Lyons, o busca conocer a fondo a este hombre excéntrico que solo piensa en satisfacer sus

banalidades.

El relato sigue su curso mientras el señor Frankland narra para Watson, habla sobre los indicios

que pueden explicar que el preso que se ha escapado se encuentra oculto en el páramo. Menciona

que ha observado a un mensajero que le lleva los alimentos y acto seguido Watson expresa: “Se

me cayó el alma a los pies pensando en Barrymore. Era un grave problema estar en manos de aquel

Page 71: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

70

viejo entrometido y rencoroso. Pero su siguiente observación me quitó un peso de encima” (Doyle,

2012, p. 72).

Frankland menciona que es un niño y Watson retoma:

¡Una vez más la suerte me sonreía! Y sin embargo evite dar muestras de interés. ¡Un niño!

Barrymore me había dicho que al desconocido lo atendía un muchacho. Frankland había

tropezado por casualidad con su rastro y no con el de Selden. Si me enteraba de lo que él sabía,

quizá me ahorrara una búsqueda larga y fatigosa. Pero la incredulidad y la indiferencia eran

sin duda mis mejores armas (Doyle, 2012, p. 72).

Watson es un sujeto que actúa bajo el dominio de la emocionalidad y se puede evidenciar en su

competencia lingüística, recrea en el narratario sus sentimientos de euforia, pero siempre recuerda

que su labor de investigador lo debe convertir en una persona neutral y ello podría explicar su

constante rigidez al caminar y al hablar.

Su exclamación también se debe a que el relato de Frankland le provee una nueva pista, el

anciano ha hablado del preso Selden que se esconde en el páramo, a quien un niño le sirve de

mensajero para llevar sus provisiones. Watson sabe que se equivoca porque la comida para Selden

se la suministra Barrymore, así que sin lugar a duda Frankland habla del extraño hombre del risco

que Watson observo en el páramo.

Siguiendo la conversación, Watson intenta cambiar la hipótesis sobre los hechos narrados y

menciona:

En mi opinión es mucho más probable que se trate del hijo de uno de los pastores del páramo

y que se limite a llevar la comida a su padre. El menor signo de oposición bastaba para que el

viejo autócrata echara chispas por los ojos. Me miró con malevolencia y se le erizaron las

patillas grises como podría hacerlo el lomo de un gato enfurecido (Doyle, 2012, p. 72).

Watson ya conoce parte de lo quiere saber, pero su acción va dirigida a que el señor Frankland

revele más detalles de su interés, que puedan indicar la identidad del hombre del risco y cómo este

personaje se relaciona con la muerte de Sir Charles.

Con la ayuda de un telescopio se comprueba la afirmación de Frankland, al poder observar al

niño ascender por la colina y dirigirse hacia las cabañas del páramo.

Posteriormente Watson retoma la acción y enuncia:

Page 72: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

71

Seguí carretera adelante hasta perder de vista a Frankland y luego me lancé campo a través por

el páramo en dirección a la colina pedregosa en donde habíamos perdido de vista al muchacho.

Todo trabajaba en mi favor y me juré que ni por falta de energía ni de perseverancia

desperdiciaría la oportunidad que la fortuna había puesto a mi alcance.

… Al muchacho no se le veía por ninguna parte. Pero por debajo de mí, en una hendidura entre

las colinas, los antiguos refugios de piedra formaban un círculo y en el centro había uno que

conservaba el techo suficiente como para servir de protección contra las inclemencias del

tiempo. El corazón me dio un vuelco al verlo. Aquélla tenía que ser la guarida donde se

ocultaba el desconocido. Por fin iba a poner el pie en el umbral de su escondite: tenía su secreto

al alcance de la mano (Doyle, 2012, p. 73).

Watson parte de un principio general que se nutre con pistas y detalles para llegar a una

conclusión particular. El detective hace uso del método de su maestro cuando decide que la

observación y la recolección de pistas lo pueden ayudar a encontrar al culpable de la muerte de Sir

Charles. Al tener las pistas en su poder, Watson hace uso de sus saberes previos y busca aplicar

estrategias de otros casos en este; como buen informador, tiene la prudencia de explicar todo lo

que observa a su alrededor, logrando que el narratario construya y se desplace en los espacios que

se le describen.

Su mirada se posa ahora en el lugar que tanto misterio le produce, donde se haya posiblemente

el hombre cuya silueta se dibujaba en la luna el día de la persecución de Selden y que posiblemente

tiene algún vínculo con la familia Baskerville.

Al llegar al lugar, se da cuenta que:

El refugio estaba vacío.

Signos abundantes confirmaban, sin embargo, que había seguido la pista correcta. Se trataba

del lugar donde se alojaba el desconocido. Sobre la misma losa de piedra donde el hombre

neolítico había dormido en otro tiempo se veían varias mantas envueltas en una tela

impermeable. En la tosca chimenea se acumulaban las cenizas de un fuego. A su lado

descansaban algunos utensilios de cocina y un cubo lleno a medias de agua. Un montón de

latas vacías ponía de manifiesto que el lugar llevaba algún tiempo ocupado (Doyle, 2012, p.

73).

Los índices materiales que encuentra Watson en este lugar le confirman que alguien habita allí,

aunque en el momento no se encuentre presente en este espacio. Sin embrago algo de suma

importancia se hallaba dentro del lugar y Watson en su lenguaje alegórico menciona: “el corazón

me dio un vuelco al ver que debajo había una hoja escrita. Alcé el papel y esto fue lo que leí,

toscamente garabateado a lápiz: «El doctor Watson ha ido a Coombe Tracey»” (Doyle, 2012, p.

74).

Page 73: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

72

Watson se convierte en un paciente de la acción de otro sujeto, la nota encontrada puede ser

una señal del hombre que habita allí, quien esperaba la visita del detective. Watson puede ser la

víctima de un agente, cuya acción es contactar al detective, y ha dejado pistas sueltas para

encaminarlo hacia este lugar.

Dado que el espacio se encuentra vacío y aún no reconoce quien lo habita, Watson toma una

acertada decisión: “con los nervios en tensión, pero más decidido que nunca, me senté en un rincón

del refugio y esperé con sombría paciencia la llegada de su ocupante” (Doyle, 2012, p. 74).

Echeverría señala que “distintos estados emocionales nos predisponen a observar ciertos eventos

o aspectos del entorno y a no observar otros” (Echeverría, 2009, p.164), Watson se siente

tensionado y asustado por ello no observa a fondo los detalles y aun no establece la identidad de

la persona interesada en su visita a “Coombe Tracey”. Ha dejado de lado el análisis de los objetos

que podrían suministrar información del propietario.

Minutos después, se escuchan unos pasos acercándose y al instante algo se escucha:

H: Un atardecer maravilloso, mi querido Watson -dijo una voz que conocía muy bien-. Créame

si le digo que estará usted más cómodo en el exterior que ahí dentro

W: Aquella voz fría, incisiva, irónica, solo podía pertenecer a una persona en todo el mundo.

¡Holmes! Exclamé ¡Holmes! (Doyle, 2012, p. 74-75).

Al encontrarse con Holmes le pregunta cómo ha sabido que era el, este le responde que, gracias

a una colilla arrojada afuera de la cueva, su marca de cigarrillo lo había delatado. Posteriormente

asume que al hallarse en este lugar está realizando sus propias averiguaciones y supone que: “en

ese caso mis informes no le han servido de nada! -me tembló la voz y recordé las penalidades y el

orgullo con que los había redactado” (Doyle, 2012, p. 76).

Watson quien se ha mostrado como un sujeto con gran capacidad lingüística, evidente cuando

redacta sus informes y escribe en su diario, ahora se siente vulnerable por la presencia de Holmes,

y duda que sus investigaciones hayan servido para esclarecer el oscuro panorama que se dibuja

sobre la muerte de Sir Charles, en este pasaje se muestra como un hombre orgulloso, que no quiere

que descarten sus escritos y anhela que se tomen en cuenta los aportes que ha hecho al caso,

Page 74: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

73

diferente a líneas anteriores donde muestra una imagen de hombre modesto y humilde frente al

saber que posee.

Holmes le responde:

Aquí están sus informes, mi querido amigo, que he estudiado muy a fondo, se lo aseguro. He

arreglado muy bien las cosas y sólo me llegaban con un día de retraso. Tengo que felicitarle

por el celo y la inteligencia de que ha hecho usted gala en un caso extraordinariamente difícil

(Doyle, 2012, p. 76).

Y en la interlocución Watson añade:

Todavía estaba bastante dolorido por el engaño de que había sido objeto, pero el calor de los

elogios de Holmes me ablandó y además comprendí que tenía razón y que en realidad era

mejor para nuestros fines que no me hubiera informado de su presencia en el páramo (Doyle,

2012, p. 76).

En este apartado Holmes construye la imagen de un Watson ilustrado, inteligente, con gran

capacidad para asociar y analizar acontecimientos encadenados. Los elogios van dirigidos a su

gran capacidad de observación y a sus relatos sobre cada situación en los que desempeña su rol de

personaje.

A continuación, Holmes se dirige a Watson revelando información importante y pronuncia:

“Déjeme que le dé alguna información a cambio de toda la que usted me ha proporcionado. La

dama que se hace pasar por la señorita Stapleton es en realidad esposa del naturalista” (Doyle,

2012, p. 77)

Watson se sorprende con la información que Holmes revela para él, ya se imaginaba uno que otro

secreto de Stapleton, pero no había puesto en duda el parentesco entre los dos personajes. Por lo

tanto, agrega:

Todas mis dudas silenciadas y mis vagas sospechas tomaron repentinamente forma

concentrándose en el naturalista, en aquel hombre impasible, incoloro, con su sombrero de

paja y su cazamariposas. Me pareció descubrir algo terrible: un ser de paciencia y habilidad

infinitas, de rostro sonriente y corazón asesino (Doyle, 2012, p. 77).

Esta imagen que Watson construye de Stapleton esta mediada por la nueva información que

ofrece Holmes, el observador afirma que hasta el momento eran vagas sus sospechas frente al

naturalista, aun no sospechaba que la oposición para entablar un romance entre Sir Henry y Beryl

se basaba en celos maritales y no por su comportamiento de hermano sobreprotector como se

sospechaba.

Page 75: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

74

El fenómeno que atañe a los objetos y describe características de sus personajes se hace

presente, Watson hace lectura de los objetos, los describe y los asocia a la personalidad o psicología

de los personajes, estas marcas se encuentran cuando menciona que un “hombre impasible,

incoloro, con su sombrero de paja y su cazamariposas”… puede ser al mismo tiempo un hombre

“de rostro sonriente y corazón asesino”. La nueva imagen de Stapleton muestra a un hombre

simpático pero cargado de maldad.

Para concretar los nuevos hallazgos en el caso, Watson sugiere: “En medio de la oscuridad que

me había rodeado durante tanto tiempo empezaba a perfilarse el contorno de una monstruosa

villanía, mitad vista, mitad adivinada” (Doyle, 2012, p. 77). Se hace uso de la alegoría como un

dispositivo simbólico, donde se combina el significado de un concepto con una idea corpórea; salir

de la oscuridad alude a la verdad y a la oportunidad de acudir a la villanía vista o adivinada, para

decir que Watson crea nuevas conexiones con la información que posee sobre el naturalista.

A partir de los nuevos datos obtenidos sobre Stapleton, Watson se cuestiona: “Si esa mujer es

de verdad su esposa, ¿qué papel corresponde a la señora Lyons en todo esto?” (Doyle, 2012, p.

77).

Y Holmes responde:

Ese es uno de los puntos sobre los que han arrojado luz sus investigaciones. Su entrevista con

ella ha aclarado mucho la situación. Yo no tenía noticia del proyecto de divorcio. En ese caso,

y creyendo que Stapleton era soltero, la señora Lyons pensaba sin duda convertirse en su

esposa (Doyle, 2012, p. 77).

Holmes deja claro en este pasaje que las averiguaciones de Watson han tenido gran efecto y

han contribuido para dar solución al caso Baskerville.

Cuando Holmes reaparece en el relato se empiezan a perder las marcas de Watson el

observador, todas las pistas recolectadas ahora serán sumadas por su maestro Holmes, quien

termina por resolver el caso. Sin embargo, no cabe duda que Watson es llamado el “conductor de

la luz” para resaltar el poder de estímulo que puede generar en Holmes y conducirlo a la verdad.

Page 76: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

75

Sin embargo, aunque la voz de Watson disminuye en la diégesis, este sigue realizando al lado

de Holmes, algunas asociaciones y deducciones gracias a sus facultades como observador.

Watson y Holmes visitan a Laura Lyons, toda esta escena es narrada por Holmes en

interlocución con la mujer, quien es sorprendida con la verdad de que los Stapleton son esposos y

desata en ira y relata que fue el naturalista quien la obligo a escribir la carta para Sir Charles y le

advirtió de no acudir a la cita.

Siguiendo los pasos del observador, el relato provee un indicio sonoro que Watson describe

como: “Un alarido terrible, un grito prolongado de horror y de angustia había brotado del silencio

del páramo. Aquel sonido espantoso me heló la sangre en las venas” (Doyle, 2012, p. 77).

La palabra “alarido” refiere según del diccionario a un “grito fuerte o estridente, por algún dolor

pena o conflicto” (DRAE, 2017), es decir, que: “Un alarido terrible, un grito prolongado de

horror” es una sinonimia, una acumulación reiterada de sinónimos en función de aumentar la

precisión y la descripción para el narratario.

Watson y Holmes salen en busca de una explicación para aquel sonido que acaban de escuchar,

el observador describe: “Corrimos a ciegas en la oscuridad, tropezando contra las rocas,

abriéndonos camino entre matas de aulaga, jadeando colinas arriba y precipitándonos pendientes

abajo, siempre en la dirección de donde nos habían llegado aquellos gritos espantosos” (Doyle,

2012, p. 78).

De repente los dos detectives observaron algo fuera de lo común y Watson expresa:

Al acercarnos corriendo la silueta imprecisa adquirió contornos definidos. Era un hombre

caído boca abajo, con la cabeza doblada bajo el cuerpo en un ángulo horrible, los hombros

curvados y el cuerpo encogido como si se dispusiera a dar una vuelta de campana (Doyle,

2012, p. 78).

Un hombre yacía muerto en el piso, la posición del cuerpo mostraba que después de una fuerte

caída, el cuerpo había quedado boca abajo, con distorsiones en las extremidades superiores que

iban desde el hombro y curvaban los brazos como en posición de darse la vuelta. La descripción

del cuerpo de aquel hombre en el piso es clara evidencia de la competencia cognitiva de Watson,

Page 77: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

76

su profesión de médico le proporciona un saber, un conocimiento amplio sobre el tema que genera

confianza y verosimilitud para el enunciatario.

Holmes se acercó al cuerpo:

El resplandor de un fósforo permitió ver que se había manchado los dedos de sangre, así como

el espantoso charco que crecía lentamente y que brotaba del cráneo aplastado de la víctima. Y

algo más que nos llenó de desesperación y de desánimo: ¡se trataba del cuerpo de Sir Henry

Baskerville! (Doyle, 2012, p. 78- 79).

En este instante nuestro observador debe sentir frustración, porque el hombre que estaba a su

cuidado ha perdido la vida, y aunque el motivo parece ser una caída, aun no se descartan los

alaridos que anunciaron esta escena, ni se desecha la posible participación del sabueso en este

hecho lamentable.

Segundos después, Holmes se fija en un detalle y exclama: “¡Una barba! ¡Una barba! ¡El muerto

tiene barba! No es el baronet..., es... ¡mi vecino, el preso fugado!” (Doyle, 2012, p. 79). Watson se

libera de un pequeño peso después de identificar el cadáver, aunque el relato no lo menciona es

evidente su preocupación, mucho más cuando se encuentra en presencia de Holmes, quien le había

encargado el cuidado de este personaje para que no corriera la misma suerte de sus antecesores y

no se diera más fuerza a la leyenda del sabueso.

Luego, en un instante, lo entendí todo. Recordé que el baronet había regalado a Barrymore sus

viejas prendas de vestir. El mayordomo se las había traspasado a Selden para facilitarle la

huida. Botas, camisa, gorra: todo era de Sir Henry. La tragedia seguía siendo espantosa, pero,

al menos de acuerdo con las leyes de su país, aquel hombre había merecido la muerte. Con el

corazón rebosante de agradecimiento y de alegría expliqué a Holmes lo que había sucedido.

(Doyle, 2012, p. 80).

Los objetos caracterizan a los personajes, por eso se da esta confusión, como Selden llevaba

puestas las prendas de vestir de Sir Henry, es el baronet el que se presupone muerto. Esta parte de

la historia solo la conocen Watson y Barrymore, el observador por su parte, ejerce el rol actancial

de informador y suministra la descripción precisa que deja claro porque a simple vista el cadáver

se confunde con Sir Henry. Dentro de esta cita también se encuentra otro elemento importante,

existe la figura literaria de analepsis, que traslada la escena a tiempo pasado, como se puede

evidenciar en el uso de los verbos “entendí, recordé y había regalado”. La analepsis en este pasaje

tiene como objetivo apoyar la acción narrada del presente, se rememora un hecho ya ocurrido que

genera nuevos acontecimientos.

Page 78: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

77

Un poco después en la historia:

Una figura se acercaba por el páramo, acompañada del débil resplandor rojo de un cigarro

puro. La luna brillaba en lo alto del cielo y me fue posible distinguir el aspecto atildado y el

caminar desenvuelto del naturalista. Stapleton se detuvo al vernos, pero sólo unos instantes

(Doyle, 2012, p. 80).

La presencia de Stapleton en el lugar revela una conexión entre él y el sabueso; la imagen que

construye Stapleton de sí mismo esta inclinada hacia la superstición, y un hombre que le teme a

hechos sobrenaturales no se esperaría que quisiera dar un paseo por el páramo en horas de la noche,

cuando acechan todos los peligros. Se podría inferir que acude al lugar por los gritos que se

escucharon momentos atrás, y sin temor a lo que pudiera encontrarse, llega hasta el lugar de los

hechos.

El naturalista se sorprende de que no sea Sir Henry sino Selden quien ha muerto, al igual que

se sorprende de ver a Holmes en el páramo; para disipar las sospechas de porque merodea este

lugar y con la intención de conocer los avances sobre el caso de la muerte de Sir Charles, invita a

los detectives a pasar la noche en su casa, pero estos rechazan su oferta y deciden llegar a la

mansión Baskerville.

Durante el camino Watson sugiere desenmascarar a Stapleton, porque para los detectives ya es

evidente que es el asesino, pero Holmes admite que las pruebas no son suficientes para demostrar

su participación en la muerte de Sir Charles:

No se encontró en su cuerpo la menor señal de violencia. Usted y yo sabemos que murió de

miedo y sabemos también qué fue lo que le asustó, pero, ¿cómo vamos a conseguir que doce

jurados impasibles también lo crean? ¿Qué señales hay de un sabueso? ¿Dónde están las

huellas de sus colmillos? Sabemos, por supuesto, que un sabueso no muerde un cadáver y que

Sir Charles estaba muerto antes de que el animal lo alcanzara. Pero todo eso tenemos que

probarlo y no estamos en condiciones de hacerlo (Doyle, 2012, p. 82).

Holmes y Watson afirman que Sir Charles murió de un ataque al corazón por el miedo que le

genero ver al sabueso, pero, el relato dice que Sir Charles al momento de ver al sabueso corre en

puntitas para hacer el menor ruido, este hecho hace pensar que en la escena ya estaba presente el

sabueso y que de inmediato el corazón de Sir Charles se aceleró y murió.

Page 79: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

78

Bayard insinúa que es una extraña afirmación, decir que los perros no comen cadáveres y

agrega:

Según el examen de las huellas, el perro se halla a unos veinte metros de la víctima, y por lo

tanto, si va lanzado a toda velocidad, puede alcanzarla en unos segundos.

¿Cómo es posible que en tan breve lapso Baskerville pueda sufrir un ataque cardiaco, morirse

y que el perro tenga tiempo de emitir un diagnóstico lo suficientemente preciso como para

decidir, por mor de sus preferencias alimentarias, ahorrarse el esfuerzo antes de alcanzar el

cuerpo? (Bayard, 2010, p. 127)

El analista infiere sus conjeturas desde algunas irregularidades, como son la velocidad que

puede alcanzar un sabueso frente a su presa y la previsión del paladar exquisito del animal que no

le permite comer parte de un cadáver. Bayard refuerza su posición bajo el argumento de las

ficciones literarias, donde se encuentran pasajes de perros devorando cadáveres.

No obstante, Holmes cree fielmente en su teoría y pretende mostrar las pruebas que lo

confirman. Siguiendo el hilo de la historia, dentro de la mansión Baskerville, Holmes notó una

sala adornada por retratos de la familia y pidió a Sir Henry que le contara sobre sus antecesores;

el baronet comienza a mencionar los nombres de cada Baskerville hasta llegar al de Hugo, donde

Holmes centra todo su interés.

Holmes no dijo apenas nada más, pero el retrato del juerguista de otros tiempos parecía

fascinarle, y no apartó los ojos de él durante el resto de la comida. Tan sólo más tarde, cuando

Sir Henry se hubo retirado a su habitación, pude seguir el hilo de sus pensamientos. Holmes

me llevó de nuevo al refectorio y alzó la vela que llevaba en la mano para iluminar aquel retrato

manchado por el paso del tiempo (Doyle, 2012, p. 84).

Al principio Watson no entendía el interés de Holmes por el retrato de Hugo Baskerville, un

poco más tarde el observador vuelve a mirar el cuadro mientras Holmes cubre con su brazo el

cabello rizado de Hugo y le pregunta a Watson si puede observar algo en particular. “En el lienzo

había aparecido el rostro de Stapleton (Doyle, 2012, p. 85).

Jack Stapleton pertenecía a la familia Baskerville, su parecido con Hugo era inconfundible, por

eso el plan de Holmes ahora era claro “Iba a utilizar al baronet para convencer a los Stapleton de

que nos habíamos ido, aunque en realidad regresaríamos en el momento crítico. (Doyle, 2012, p.

87).

Watson narrador manifiesta:

Page 80: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

79

Uno de los defectos de Sherlock Holmes -si es que en realidad se le puede llamar defecto- era

lo mucho que se resistía a comunicar sus planes antes del momento mismo de ponerlos por

obra. Ello obedecía en parte, sin duda, a su carácter autoritario, que le empujaba a dominar y

a sorprender a quienes se hallaban a su alrededor (Doyle, 2012, p. 89).

La imagen que Watson construye de Holmes es siempre cargada de admiración, desde el inicio

del pasaje cuando aclara: “si es que en realidad se le puede llamar defecto” deja ver que sus fallas

pueden ser grandes fortalezas para llevar a cabo su método; aunque más adelante lo tacha de

autoritario, palabra que el diccionario define como “la acción de ejercer poder sobre otros”, porque

es evidente que Holmes ejecuta su programa narrativo como agente de la acción y Watson se

convierte en un paciente, un beneficiario de las acciones de Holmes.

El método de Holmes obedece a la prudencia, entre menos revele datos a otras personas, más

cerca se encuentra de la verdad, y su “carácter autoritario” lo llevan a sorprender siempre a las

personas que escuchan sus hipótesis sobre los casos que investiga.

Siguiendo el curso de la historia, luego de seguir a Sir Henry hasta la casa de los Stapleton,

Watson comenta:

Sólo había dos personas en la habitación: Sir Henry y Stapleton, sentados a ambos lados de la

mesa redonda. Yo los veía de perfil desde mi punto de observación. Ambos fumaban cigarros

y tenían delante café y vino de Oporto. Stapleton hablaba animadamente, pero el baronet

parecía pálido y ausente. Quizá la idea del paseo solitario a través del páramo pesaba en su

ánimo (Doyle, 2012, p. 90).

Holmes ha convencido a Sir Henry de asistir solo a la cena y le ha pedido que de regreso a la

mansión Baskerville utilice el camino de los tejos que cruza el páramo y pasa por el lugar donde

murió Sir Charles, tal vez esta es la explicación de porqué el baronet se encuentra ausente en la

conversación y la palidez de su rostro evidencia el temor. Otra razón podría ser la ausencia de la

señorita Stapleton en la cena, quien era el motivo principal de Sir Henry para aceptar esta

invitación.

Watson continúa su observación y describe la escena:

Una de las ventanas se cerró de repente. Los criados habían abandonado la cocina. Sólo

quedaba la lámpara del comedor donde los dos hombres, el anfitrión criminal y el invitado

desprevenido, todavía conversaban saboreando sus cigarros puros (Doyle, 2012, p. 90).

Page 81: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

80

El observador en compañía de Holmes, se encuentran aproximadamente a 200 metros de la

casa. Watson observa que en el lugar solo se hayan Stapleton y Sir Henry; al primero lo evalúa

como “criminal”, dueño de la casa y encargado de las atenciones, pero hombre de cuidado según

indican las pruebas delictivas contra él; al segundo lo valora como: “desprevenido”, es decir, quien

aún no se percata de la maldad de individuo con el que comparte la cena y unos cuantos cigarrillos.

Al terminar la cena Sir Henry se despide de Stapleton he inicia su recorrido de camino por el

páramo, como lo sugirió Holmes. Los detectives seguían su rastro de forma sutil, para no poner

sobre aviso al baronet, de repente Watson observo un animal de gran tamaño:

Era un sabueso, un enorme sabueso, negro como un tizón, pero distinto a cualquiera que hayan

visto nunca ojos humanos. De la boca abierta le brotaban llamas, los ojos parecían carbones

encendidos y un resplandor intermitente le iluminaba el hocico, el pelaje del lomo y el cuello.

Ni en la pesadilla más delirante de un cerebro enloquecido podría haber tomado forma algo

más feroz, más horroroso, más infernal que la oscura forma y la cara cruel que se precipitó

sobre nosotros desde el muro de niebla (Doyle, 2012, p. 91).

La descripción cargada de fantasía es una característica recurrente en el registro lingüístico de

Watson, en el anterior pasaje recurre a la figura retórica de la prosopografía, que consiste en

describir los rasgos físicos del personaje, como es el caso del sabueso, el animal protagonista de

la historia.

Este sabueso fue comprado en Londres por Jack Stapleton, lo llevo al páramo y aplicó fosforo

en sus ojos y boca para hacerlo parecer al de la leyenda de su familia, buscaba terminar con la vida

de Sir Charles para heredar su fortuna, pero para su desgracia aún quedaba otro descendiente, Sir

Henry, que desde su llegada a la mansión Baskerville, se convierte en el nuevo objetivo criminal

del naturalista.

El plan de Stapleton seguía su curso y Sir Henry se acercaba al lugar donde Watson podía ver

al animal. El observador explica:

Pude ver cómo la bestia saltaba sobre su víctima, la arrojaba al suelo y le buscaba la garganta.

Pero un instante después, Holmes había disparado cinco veces su revólver contra el costado

del animal. Con un último aullido de dolor y una violenta dentellada al aire, el sabueso cayó

de espaldas, agitando furiosamente las cuatro patas, hasta inmovilizarse por fin sobre un

costado. Yo me detuve, jadeante, y acerqué mi pistola a la horrible cabeza luminosa, pero ya

no servía de nada apretar el gatillo. El gigantesco perro había muerto (Doyle, 2012, p. 92).

Page 82: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

81

Con la muerte del perro, quien podría considerarse el asesino material, también moría la

creencia en la maldición que acechaba esta familia. Como ya se conoce la identidad del criminal,

se procede a su captura. “A la mañana siguiente se levantó la niebla y la señora Stapleton nos llevó

hasta el sitio donde ella y su esposo habían encontrado un camino practicable para penetrar en el

pantano” (Doyle, 2012, p. 94).

Aunque Holmes es quien une los cabos sueltos, como descubrir que Jack y Beryl Stapleton no

son hermanos sino esposos, como también revelar que Stapleton es otro descendiente Baskerville

y el culpable de la muerte de Sir Charles hay detalles que se pierden en la narración, Holmes afirma

que escucho a Stapleton mencionar que había sido profesor en el norte de Inglaterra, dato curioso

porque en el lugar donde se pronunció dicha frase –la casa Stapleton- solo se encontraban Watson,

Jack y Beryl y el escondite de Holmes se encontraba arriba de un risco.

Holmes disipa las dudas que puedan recaer frente a él, haciendo pensar al narratario que es un

descuido de Watson y un éxito para el detective en jefe, que con las palabras de Stapleton obtenía

una pista contundente, anunciando que “no hay nada más fácil de rastrear como un profesor” (77)

Holmes al estar encubierto en el páramo también se aleja de la interacción con los personajes,

dejando claro que el principal observador de la diégesis es su ayudante Watson.

Existe una certeza textual en la investigación de Holmes, y es el uso de la información

suministrada por Watson en sus cartas y que se constituyen como la prueba física donde se

registran los comportamientos de Stapleton que siempre despertaron interés en Watson; por ello

Holmes insiste en llamarlo el “conductor de la luz” porque encamina la investigación, aunque se

quede corto para emitir una conclusión.

Al final de la historia, desaparece la figura de Watson el observador y toma la voz Watson

narrador:

Y ya sólo me queda llegar rápidamente al desenlace de esta narración singular con la que he

tratado de conseguir que el lector compartiera los miedos oscuros y las vagas conjeturas que

ensombrecieron durante tantas semanas nuestras vidas y que concluyeron de manera tan

trágica. (Doyle, 2012, p. 94).

Page 83: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

82

La intrusión de autor para despedir al narratario resulta eficaz, porque añade que la narración

ha sido construida con el fin de transmitir “miedos oscuros” y “compartir vagas conjeturas”,

elementos propios de la novela policial.

Page 84: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

83

9. Transcreación

Una creación es la acción de dar existencia a algo que no existía, en su mayoría, crear va ligado

a la esteticidad y creatividad, y ejemplos de ello son la existencia de la literatura, la pintura y la

escultura.

Ahora bien, transcreación es una creación a la que ahora se le antepone el prefijo trans, que

significa “a través de” o “más allá de”, es decir, más allá de una traducción literal. La traducción

por su parte ha sido incluida en la categoría de transcreación, porque al pasar una obra de un idioma

a otro, es casi imposible hablar de una creación igual, porque de forma inherente quien ejerce esta

labor deja filtrar sus subjetividades y los factores culturales que puedan estar involucrados en el

texto. Transcreación es una categoría más amplia, que incluye la adaptación, propia del cine y la

televisión, y los contenidos transmedia populares por el uso de Internet.

Quien da vida a este neologismo es el brasileño Haroldo de Campos, el cual define y socializa

por primera vez este concepto en el III Congreso Brasilero de Critica e Historia Literaria en 1962,

definiéndolo como un proceso intrínseco “de todo acto traductor, sea este inherente al ejercicio de

la traducción intralingüística, inter-lingüística … Y son posibles cuando un texto se concibe como

código o “matriz abierta”, que permita nuevas formas de representación de la intención

comunicativa de la obra” (Rebello y Selva, 2008). Por lo tanto, una obra abierta a la libre

interpretación es el mejor camino para llegar a la transcreación, es decir, que ese nuevo lenguaje

llega con valiosos elementos para aportar y que no se hallan en la obra principal.

De Campos añade que se “re-imagina el lenguaje literario, cuestionando su ideología y

contraponiéndolo a una serie de discursos culturales contemporáneos” (Rebello y Selva, 2008),

manifiesta el interés por una nueva creación, que se aleje de los lenguajes convencionales textuales

y que aporte un alto grado de creatividad.

Dos elementos más se pueden añadir a la categoría de transcreación, el primero es un aporte

del filósofo Jacques Derrida, quien menciona el concepto de Archiescritura “es decir, que existen

múltiples formas de escrituralidad […] una escritura polifuncional” (Argüello, 2001). El segundo

Page 85: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

84

corresponde a la categoría de Multiexpresividad, propuesta por el profesor Rodrigo Argüello,

quien expone su idea como “una nueva definición de los lenguajes humanos” (Argüello, 2010),

Ahora bien, primero se busca vincular a la escritura en subgéneros o nuevos formatos que

alimenten el lenguaje escrito, y a su vez, la multiexpresividad busca enlazar no solo lenguajes

textuales, sino todas esas formas humanas que usamos para comunicar y que van cargadas de

emotividad, como el gusto y el tacto que transmiten sensaciones para recordar.

De Campos resalta que se debe evitar la contradicción que se encuentra en el también traductor

Walter Benjamín, cuya consideración de la traducción es “que busca, liberada de ocuparse del

contenido comunicacional, centrarse en el modo de intencionar del original” (Lázaro, 2012), es

decir imposibilitando la capacidad de transcrear, considerando todos los elementos de la obra

original como importantes en la creación, sin mucho cambio notorio entre las dos.

La transcreación del Recorrido Narrativo del observador en el relato El Sabueso de los

Baskerville se realiza después del análisis semiodiscursivo y semionarrativo, donde se hace

seguimiento al observador principal de la historia y se re-imaginar el relato literario para construir

un relato fotográfico.

Al momento de realizar la transcreación se toman los focos de mayor análisis en el corpus

y se seleccionan 7 bloques, cada uno se presenta con 3 ó 4 fotografías que pertenecen a la misma

escena, pero se toman en diferentes ángulos de observación y tiendo en cuenta cuatro categorías:

El observador observado, la época, las atmosferas y los personajes.

10.1 El observador Observado

Como el observador es el foco principal de la nueva creación, se enfatiza en mostrar diferentes

ángulos de observación, es decir, en el primer plano se encuentra la mirada del observador y en

los otros dos planos se visualiza la acción que realiza el observador. Cada bloque seleccionado

para transcrear se presenta en tres fotografías tomadas en la misma escena, dando una panorámica

completa de la situación y de los roles que desempeñan los personajes.

Page 86: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

85

10.2 La época

El sabueso de los Baskerville es una obra publicada en 1902 y relata una historia clásica

donde predomina el protocolo británico y los caballeros acaudalados, por ello se utilizan

vestuarios elegantes y locaciones con muebles antiguos. Se modifica el color para recrear la

época y dar mayor contraste a los elementos y a los personajes; también se hace necesario el

uso de luces porque en general las escenas muestran situaciones que ocurren en la noche en

medio de sombras y misterios.

10.3 Las atmósferas

Por ser una novela policial en la que siempre impera el misterio se usan colores fríos y filtros

de humo en edición para recrear las escenas donde todos los personajes fuman.

10.4 Los personajes

Tras ubicar las escenas a transcrear se incluyen los personajes que acompañan al observador y

que son relevantes en el desarrollo de su observación, estos son: Watson (el observador), Mortimer

(el medico), Sir Henry (el heredero), Barrymore (el mayordomo), Stapleton (el asesino) y Holmes

(el detective). Cada uno de ellos también desempeña un papel de observación y están construidos

icónicamente para la época en que se desarrolla el relato, con vestuarios elegantes y acompañados

de sombreros de copa alta.

El recorrido narrativo de Watson deja ver los roles que desempeña en el relato, como: observador,

evaluador e informador, y la transcreación busca resaltar estos roles en las fotografías, para el

observador se muestra el análisis detallado de un objeto (el bastón), para el evaluador se toma una

situación donde hace uso de su sistema de valores para tomar una decisión (cuando decide seguir

los pasos de Barrymore) y finalmente el informador se muestra desde su competencia lingüística

y cognitiva, escribiendo una carta para Holmes donde describe el saber que posee de la historia.

Page 87: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

86

10. Conclusiones

El rol de observador que desempeña Watson dentro de la historia le permite plantear un

principio explicativo para dar sentido a su actuar, es decir, que apunta a los referentes explícitos e

implícitos de su comportamiento.

Estos referentes o supuestos no los posee el observador, son el observador. Echeverría (2009)

crea la noción de observador para nombrar esos supuestos o referentes de su actuar, por lo tanto,

constituyen una sola entidad y un cambio en los supuestos genera un cambio en el observador.

Observamos mundos distintitos y esta observación esta mediada por la biología, es decir, los

supuestos de Watson el observador, se constituyen a partir de una serie de elementos encadenados

desde lo biológico, para dar explicación a los comportamientos que se adoptan en una situación

determinada.

La figura del observador es analizada desde tres dominios biológicos: la corporalidad, la

emocionalidad y el lenguaje. La corporalidad de Watson plantea que es un hombre erguido, que

camina pausado y suele estar de pie, características propias de un detective policial en busca de la

verdad; se pasea inquieto por los lugares de gran importancia en la diégesis, la mansión y el

páramo, para no descartar elementos importantes de su observación.

La emocionalidad interviene de acuerdo a los sentimientos de euforia o disforia que

experimenta el observador, Watson hace evaluaciones apresuradas que generalmente resultan

erróneas, cuando siente terror o angustia ante una situación.

Otra modalidad de acción es el discurso verbal textual, cuando el observador habla para el

narratario no solo está describiendo lo que observa, también interviene y modifica el mundo.

Watson construye el relato a partir de operaciones lingüísticas que comparte con el narratario, de

lo contrario, para el segundo resultaría imposible comprender la historia.

Page 88: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

87

Watson, el observador, es un narrador y personaje de la historia, pues interviene en los niveles

de narración e interlocución. Primero se enuncia en el relato como un testigo o narrador

paradiegético de los acontecimientos y segundo, entra en conversación con los demás personajes

de la diégesis, actuando en ocasiones como narrador y en otras como moderador en el diálogo

entre otros actores.

Existen dos tipos de narrador: una clase de narrador caracterizado por participar como actor

dentro de la diégesis, opuesto a otra clase de narrador que no participa como actor. Al narrador-

actor se denomina homodiegético y el narrador-no actor se llama heterodiegético, roles

desempeñados en la historia por el mismo personaje, Watson. Para hacer la distinción dentro del

análisis, el primero tomara el rol de observador y el segundo el rol de narrador.

La participación dentro de la diégesis es un elemento fundamental para hacer la distinción entre

narrador y observador. El narrador relata en primera persona, haciendo uso repetido del pronombre

“yo” y cuenta una historia que ya sucedió; a diferencia del observador, quien relata en tercera

persona, su participación es como testigo dentro de la historia, por ello el narrador es diferente del

observador, aunque los dos tengan directa relación en la construcción de la historia.

Este criterio de participación dentro del relato acarrea consecuencias cognitivas, a causa de la

diferente participación del observador y el narrador dentro de la diégesis, se da una distinta relación

con el saber, como el observador revela mayor cantidad de información, se puede concluir que el

saber diegético que comunica el narrador al narratario proviene del rol del observador en la

historia. Sin embargo, el observador siempre construye una imagen de sí, como hombre modesto

frente al conocimiento que posee y logra en el narratario esta misma lectura.

El observador se proyecta dentro de la diégesis a partir de cuatro dimensiones enunciativas:

cognitiva, axiológica, lingüística y afectiva. Las tres primeras dan resultado a roles actanciales de,

informador, evaluador, locutor, y estos elementos se pueden rastrear en el enunciado como saberes,

valores y discursos.

Page 89: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

88

En su dimensión cognitiva, el observador es un sabedor, poseedor de un saber diegético que

debe transmitir al narratario a través del rol actancial de informador. Existe una apropiación de la

competencia cognitiva, necesaria para ejecutar el acto de narración.

Como el observador se convierte en un informador, se podría decir que, en su primer acto de

observación, evalúa los acontecimientos para relatar, decide qué información debe publicar y que

información debe retener, y posteriormente se convierte en un vehículo de dicha información hasta

llegar al narratario.

La dimensión axiológica de Watson el observador, se refleja en la historia a partir de la

transmisión de valores, aquí toman relevancia las características particulares del personaje, un

médico de profesión, guiado por la razón, que busca una explicación lógica para explicar la muerte

de Charles Baskerville. Esta competencia axiológica le permite a Watson evaluar diferentes

aspectos del hacer enunciativo, por eso las creencias y vivencias intervienen en su toma de

decisiones.

La dimensión lingüística en la que se proyecta el observador, es una competencia que permite

producir el discurso verbal escrito. Watson posee dicha competencia y hace uso de ella para relatar

la historia al narratario.

Dentro de las marcas lingüísticas se puede añadir que:

- Watson hace uso repetido de la figura de personificación, relaciona los personajes con

animales, para hacer creer al narratario la historia del perro asesino.

- Como sujeto lingüístico, Watson es el encargado de construir la intriga dentro del relato,

porque siempre incluye en su escritura la descripción detallada de los acontecimientos con

un poco de fantasía.

La dimensión lingüística de Watson da como resultado el rol actancial de locutor, donde

desempeña diferentes competencias discursivas, producto de sus diversas prácticas sociales, que,

a su vez, constituyen modos de organización del discurso y géneros literarios.

Page 90: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

89

El relato El sabueso de los Baskerville se inscribe en el género de novela policiaca o novela de

misterio, y mezcla los modos narrativo, descriptivo y argumentativo.

- Narrativo. Watson narra una historia desde su rol de observador guiado por la razón y da

cuenta de los estados y transformaciones de sí mismo y de los personajes.

- Descriptivo. Detalla los espacios y tiempos en que sucede la historia y describe los

personajes que en ella participan.

- Argumentativo. Watson siempre busca las razones para defender la tesis de que la muerte

Charles Baskerville no fue ocasionada por un sabueso.

Los estados de ánimo del observador, sus sentimientos, emociones y pasiones hacen parte de

la dimensión afectiva. Watson muestra en el relato como lo conmueven algunas causas, la

persecución del preso Selden y la soledad de Laura Lyons son acontecimientos en los que

predomina su actuar desde esta dimensión pasional.

Las dimensiones cognitiva, lingüística y axiológica se articulan con la finalidad de que el

enunciatario acepte el contrato enunciativo. Las competencias cognitiva y lingüística van ligadas

a hacer saber algo al enunciatario, la primera aporta el saber y la segunda trae inscrita una

modalidad literaria para entregar ese saber. La competencia axiológica aporta los valores para

hacer creer la historia. Por lo tanto, el trabajo del enunciador no es solo transferir un saber, también

es lograr que este saber sea aprobado por el enunciatario.

En el modo discursivo narrativo se hace uso recurrente de las distinciones y afirmaciones, se

utilizan para hablar de lo que sucede, de los fenómenos y acontecimientos. Las distinciones son

una capacidad del lenguaje para focalizar la observación en un objeto, por esto el enunciador alude

a las distinciones del enunciatario, Watson describe el páramo, la mansión, la noche, la niebla y el

enunciatario logra hacer la distinción.

Las afirmaciones son supuestos aprobados solo con la presencia de un testigo, en el relato,

generalmente Watson se encuentra en interlocución con otros personajes, esto permite validar sus

afirmaciones al proporcionar el testigo.

Page 91: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

90

Todo individuo lleva consigo una determinada manera de enjuiciar el acontecer, de crear

opiniones y tomar posiciones, actividad que suele repetirse una y otra vez, sin importar las

circunstancias, los juicios pueden limitar la mirada del observador dentro del relato, pero también

actúan como actos de evaluación del discurso enunciado. Watson siempre emite juicios cuando

conoce un personaje de la historia, la primera vez que ve a Jack Stapleton juzga su apariencia física

y sus palabras, lo tilda de misterioso y peligroso, logrando centrar el foco de atención del

enunciatario en la evaluación que se hace del personaje.

La enunciación presupuesta es el primer nivel para realizar en análisis, aquí se plantea la figura

del autor del texto, Sir Arthur Conan Doyle, que se dirige a un lector, anónimo, y cuyo referente

es la historia, El sabueso de los Baskerville. Se llama presupuesta, porque se asume que alguien

escribe un texto para alguien, dicho en términos greimasianos, “el enunciado es el resultado

alcanzado por la enunciación, esta aparecerá como la instancia de mediación que asegura la

aparición de un enunciado-discurso de las virtualidades de la lengua” (Greimas y Courtés 1979 p.

144)

El segundo nivel es la enunciación enunciada, donde se rastrea el enunciado y la figura del

enunciador y el enunciatario. “La enunciación enunciada (o referida) mero simulacro que imita,

en el discurso, el hacer enunciativo: el “yo” el “aquí” o el “ahora”, encontrados en el discurso

enunciado, no representan en absoluto, al sujeto, al espacio o al tiempo de la enunciación”

(Greimas y Courtés 1979 p. 144). En este sentido, Watson al enunciar, configura un simulacro de

sí mismo y de los personajes que lo acompañan en la diégesis. Es en este punto donde está el

foco de rastreo de la información del observador, porque allí entra en interlocución con los demás

personajes de la historia y se encuentran las marcas del hacer enunciativo, el “yo”, el “aquí” o el

“ahora” que se encuentran en el discurso.

En el enunciado se encuentra la historia contada, es decir, el relato de los Baskerville que narra

la historia de una familia que es devorada por un sabueso infernal; y en la enunciación

enunciada accedemos a la manera como es contada esta historia, el mito de una antigua maldición

familiar vuelve a renacer tras la muerte de Charles Baskerville, en este caso, Watson el observador

va en la búsqueda de una explicación razonada, el doctor Mortimer, médico y amigo de

Page 92: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

91

Baskerville, busca la ayuda de los detectives Watson y Holmes; todos los detalles, encuadres y

cambios de posición de los personajes constituyen parte de la enunciación enunciada.

Los roles actanciales constituyen un sujeto de estado (paciente) y un sujeto de hacer (agente),

que en palabras concretas definen su ser y su hacer en la narración. Cuando Watson narra desde

su rol de observador, se describe como un sujeto de estado, se encuentra disjunto del objeto de

valor, es decir, del saber diegético, pero en su estado final, producto de las performancia realizada

(sujeto de hacer) logra conjuntarse a dicho saber. La apropiación de ese saber es de tipo reflexivo

cuando Watson sale en busca de indicios para encontrar las respuestas que busca, y es de tipo

transitivo cuando esta observación es aportada por otros personajes de la historia.

La transcreación

Proponer la transcreación a partir del análisis de un solo personaje de la historia permite hacer

una lectura profunda y minuciosa, desarrollando habilidades creativas para construir nuevas

versiones de la obra. Rastrear la figura del observador implica convertirse en un observador activo

que sigue cada paso del personaje y desentraña sus particularidades; cuando se lleva acabo el acto

de interpretación del discurso, se realiza un ejercicio inherente de transcreación, porque la lectura

posee esa capacidad de recrear en imágenes, las situaciones, las acciones, los actores y sus

relaciones.

La transcreación busca hacer una mutación de la lectura textual a la lectura de imágenes, como

una nueva forma de acceder a los textos, diferente a la forma de lectura habitual.

En la transcreación se re-imagina el lenguaje literario; cuando el creador se plantea llevar la

obra a otra materia expresiva, el texto literario puede cobrar un mayor interés para el lector, es

decir, la importancia de conocer otra versión diferente a la textual puede motivar a los estudiantes

para pasar de una lectura pasiva y cómplice a una lectura activa, crítica e innovadora.

Cualquier medio de difusión de las palabras puede fomentar habilidades creativas, de diseño, y

nuevas formas de expresión como comics, fotografías, videos, entre otros materiales que se

Page 93: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

92

vinculan y se publican gracias a la incursión de las nuevas tecnologías de la Información y la

Comunicación.

La transcreación es una forma de estimular los sentidos, porque una imagen puede transmitir

más que sensaciones visuales, las imágenes también transmiten discursos. Por esto no se relega la

importancia del libro, ni su capacidad para despertar infinidad de sensaciones, se trata de asociar

los dos, creando una nueva forma de lectura de la novela policiaca.

Page 94: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

93

11. Referencias bibliográficas

Argüello, R. (2001). Imaginación, creación y transcreación. Editorial Ambrosia. Medellín,

Colombia.

Blanco, D. (2004). Autor, enunciador, narrador. Revista Lienzo, Número 25, p. 9-26

Courtés, J. (1997). Análisis semiótico del discurso. Editorial Gredos S.A. España

Bayard, P. (2010). El caso del perro de los Baskerville. Editorial Anagrama. Barcelona, España.

Doyle, A. (2012). El Sabueso de los Baskerville. Alianza Editorial. España

Echeverría, R. (2009). El observador y su mundo (Vol. 1). Chile: Comunicaciones Noreste

LTDA.

Echeverría, R. (2005). Ontología del lenguaje. Chile: Lom Ediciones S.A

Genette, G. (1989). Figuras III. España: Lumen S.A.

Genette, G. (1993). Nuevo discurso del relato. Editions du Seuil y Ediciones Catedra S.A. Madrid,

España.

Greimas, A. J y Courtés, J. (1979). Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje.

Editorial Gredos S.A. España

Lázaro, R. (2012). Haroldo de Campos: Recorrido por sus textos teóricos sobre traducción y

estado de traducción al castellano. Universidad Federal de Santa Catarina. Brasil.

Rebello, L y Selva, T. (2008). Literatura y Cine: Una Transcreación para the mystic Masseur de

V.S Naipaul. Universidad Federal de Rio Grande del Sur. Brasil

Page 95: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

94

Serrano, E (2015). El narrador y sus saberes. Revista Poligramas (Universidad del Valle), número

41, páginas 47-73

Serrano, E. (1996). La narración literaria. Colombia: Fondo Desarrollo Cultural (Valle del Cauca)

Villanueva, D. (2013). Glosario de narratología. Comentario de textos narrativos: la novela.

Gijón: Ediciones Júcar, páginas 181-201.

Page 96: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

95

12. Anexos

12. 1 Recorrido Narrativo de Watson, El Observador.

R.N. Watson

Watson está de pie junto a la chimenea.

Observa el bastón olvidado por el visitante

Watson escucha a Mortimer

Mortimer se hace presente ante Holmes y

Watson y hace lectura del manuscrito y la

noticia del periódico.

Watson acompaña a Holmes al

encuentro con Sir Henry Sir Henry cuenta que ha perdido una bota

Watson y Holmes siguen a Sir

Henry y Mortimer

El Dr. Mortimer y Sir Henry

viajan a la mansión

Watson viaja a Devonshire

(Mansión Baskerville)

Sir Henry y Mortimer son seguidos por

un hombre desconocido

Sir Henry menciona escuchar el sonido,

pero lo confunde con un sueño

Barrymore sostiene una vela

frente a la ventana

Primera noche de Watson en la

mansión (escucha llanto de mujer)

Watson observa caminar a Barrymore

por los pasillos de la mansión a altas

horas de la noche.

Holmes observa a Watson con el bastón y

le hace algunas preguntas

Page 97: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

96

Watson descubre que Barrymore –con ayuda

de la luz- envía señales a alguien en el páramo

La Sra. Barrymore se hace responsable y

habla de su hermano Selden

Watson sale en persecución del preso Selden que

se encuentra merodeando por el páramo

Watson examina la habitación que

Barrymore visitó la noche anterior

Sir Henry acompaña a Watson a

confrontar a Barrymore

Sir Henry lo acompaña

Watson escribe para Holmes y describe a

Stapleton

Watson observa la figura de un hombre sobre la

cima del risco.

Watson sale a caminar por el páramo

Watson escucha sonidos de un sabueso

Stapleton se acerca a Watson

Watson sale a visitar el lugar donde se origina la

leyenda. Sir Henry lo acompaña Stapleton

se cruza en su camino

Sir Henry y Dr. Mortimer lo acompañan

Watson se encuentra en la mansión

Watson conoce el lugar donde perdió la vida Sir

Charles (El paseo de los Tejos) Sir Henry sale a caminar por el páramo y pide a

Watson que no lo acompañe

Watson sigue a Sir Henry Sir Henry se encuentra con Beryl Stapleton

Page 98: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

97

Se aproxima hacia ellos el hermano de la mujer,

Jack Stapleton

Watson habla con Sir Henry sobre

la forma inesperada en que llego

Jack Stapleton

Watson escucha a Barrymore

hablar con Sir Henry

Barrymore le pide a Sir Henry parar la persecución

de Selden

Barrymore dice que el preso se marchara pronto

Barrymore habla del pedazo de carta que

encontró en la chimenea, firmada por L.L

Watson sale a caminar

Watson encuentra a Mortimer y le pregunta por

L.L

Watson visita Coombe Tracey

Watson habla con Laura Lyons Laura Lyons responde las

preguntas de Watson

Watson se dirige a conocer el hombre del risco

Frankland se cruza en su

camino y lo invita a su casa

Watson habla con Frankland sobre el hombre

del risco

Watson descubre que el hombre del risco es

Holmes

Watson descubre que el hombre del risco es

Holmes

Page 99: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

98

Watson habla con Holmes sobre las pistas

recolectadas

Watson vuelve donde Laura Lyons

Watson escucha un alarido terrible

Los dos detectives observaron algo fuera de lo

común, Selden estaba muerto en el piso y usaba

ropa de Sir Henry, generando confusiones entre

los detectives.

Watson sugiere desenmascarar a Stapleton

Holmes pide esperar un poco más (hasta tener

las pruebas suficientes)

Watson y Holmes afirman que Sir Charles murió

de un ataque al corazón

Watson se dirige a la mansión Holmes lo acompaña y al llegar pide a Sir Henry

que le hable de sus parientes Baskerville

Holmes encuentra el retrato del juerguista,

Hugo Baskerville, y le recuerda a alguien

familiar.

Holmes cubre el cabello rizado del lienzo y le

pide a Watson que observe

Watson menciona ver en la pintura el rostro de

Stapleton

Watson y Holmes descubren que Stapleton es

un descendiente Baskerville

Page 100: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

99

12. 2 Transcreación Fotográfica.

Nota: las fotografías se pueden encontrar en la carpeta Transcreación

Watson se dirige a la casa Stapleton

Holmes lo acompaña Los dos detectives observan a Sir Henry y Jack

Stapleton disfrutando la cena y algunos

cigarrillos

Sir Henry camina hacia la mansión Baskerville

Watson y Holmes caminan al cuidado de Sir

Henry Baskerville

Stapleton prepara al sabueso para que ataque

a Sir Henry

Watson se encuentra cerca al animal y puede

ver como salta sobre la victima (Sir Henry)

Watson dispara contra el sabueso

Stapleton huye

Watson y Holmes buscan a Stapleton

La Sra. Stapleton los lleva hasta

el escondite de su esposo

Watson y Holmes

Tras conocerse que Jack Stapleton

pertenece a la familia Baskerville y

utilizo un perro como el de la

leyenda para aterrorizar y asesinar a

los demás miembros de la familia, es

buscado por todo el páramo Stapleton es llevado preso

Page 101: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

100

Tabla de contenido

Portada……………………………………………………………………………………...1

Resumen……………………………………………………………………………………2

Introducción………………………………………………………………………………..3

1. Planteamiento del problema……………………………………………………………..4

Pregunta de investigación……………………………………………………………...6

2. Objetivos

2.1 Objetivo General……………………………………………………………………7

2.2 Objetivos Específicos……………………………………………………………….7

3. Justificación……………………………………………………………………………..8

4. Estado de la cuestión…………………………………………………………………...10

5. Presentación de la diégesis……………………………………………………………..13

6. Marco teórico

6.1 El observador……………………………………………………………………...17

6.1.1 Las afirmaciones y las declaraciones………………………………………….21

6.2 Autor, narrador, enunciador……………………………………………………….24

6.3 Enunciación………………………………………………………………………..26

6.4 Enunciación presupuesta, enunciación enunciada…………………………………28

6.5 Modalidades del narrador………………………………………………………….30

6.6 Estratos narracionales……………………………………………….……………..32

6.7 Narrador- informador / Personaje-observador…………………………………….34

7. Metodología……………………………………………………………………………39

8. Análisis del Observador en el Relato…………………………………………………..40

9. Transcreación…………………………………………………………………………..83

10. Conclusiones………………………………………………………………………….86

11.Referencias bibliográficas……………………………………………………………..93

12. Anexos

12. 1 Recorrido Narrativo de Watson, El Observador………………………………...95

Page 102: El recorrido narrativo del observador y la transcreación

101

12.2 Transcreación fotográfica

Nota: las fotografías se pueden encontrar en la carpeta Transcreación

Tabla de figuras

Figura 1. Dominios Primarios del Observador…………………………………………17

Figura 2. La estructura narrativa………………………………………………………..28

Figura 3. Los dos niveles del discurso………………………………………………….29

Figura 4. El esquema de la Y…………………………………………………………...30

Figura 5. Dos niveles y tres planos del discurso……………………………………….30

Figura 6. La competencia cognitiva…………………………………………………….36

Figura 7. Esquema doble participación de Watson en el relato…………………………40