el pensamiento renacentista y las artes. p. o. kristeller.pdf

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    PAUL OSKAR KRISTELLER

    ~

    . EL PENSAMIENTOI ' 'RENACENTISTA'Y 'LAS ARTES,

    ColecciJ?t:.aer'ensayo~. '"I' ~~

    '.J"

    Versin castellanade

    BERNARDO MORENO CARRILLO

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  • I I I \ I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I 1 I I I I I I ! ) ( I I i ] I I

    Ttulo ol'iginal: Renaissance Thought II . 1965,. ]980, by Paul Oskar KRISTELLER

    Editor: PRINCETONUNIVERSITYPRESS, Princeton (N.J.)ISBN: 0-691-02010 pbk.

    .i'~..

    1986, TAURUS EDICIONES, S. A.Prncipe de Vergara, 81, 1.0 - 28006 MADRID

    Telfono 2619700ISBN: 84-306-1261-0

    Depsito Legal: M. 7.800-1986PRINTED IN SPAIN

    \

    A RONALD H. BAINTON,CON GRATITUD Y AFECfO

    II

    .~

  • I I

    PRLOGO(1980)

    El presente volumen, que he titulado El pensamiento renacen-tista y las artes, es una nueva edicin del volumen publicado porprimera vez en 1965 por la Editorial Harper, en su coleccinTorchbooks, con el ttulo de Renaissance Thought II: Paperson Humanism and the Arts, libro que est agotado desde hace yaalgn tiempo. La presente publicacin difiere por completo dellibro editado recientemente por la Columbia University Press .con el ttulo de Renaissance Thought and lts Sources, el cual in-cluye, adems de algunos captulos nuevos, casi todo el conteni-do de otros dos Torchbooks de la Editorial Harper; a saber,Renaissance Thought (1961) y Renaissance Concept of Man(1972). El segundo est igualmente agotado, mientras que el pri-mero se puede encontrar todava en la coleccin Torchbook}} dela citada Harper.Me alegra enormemente el pensar que este libro est de nuevo

    a la disposicin de investigadores, estudiantes y dems personasinteresadas en la materia. Al reeditarlo en su forma original trasun perodo de quince aos, no me asombra el que algunos crticoslo puedan considerar algo anticuado. Yo mismo he aprendidomucho en estos aos, no slo con mis investigaciones personales,sino tambin leyendo los estudios de otros entendidos; natural-mente, podra haber aadido a estos artculos bastantes nuevosdetalles y referencias. He de precisar, con todo, que mis opinio-nes bsicas sobre estas cuestiones no han variado fundamental-mente desde la primera publicacin de estos trabajos; me com-place asimismo el hecho de que algunas de las opiniones queparecieron entonces ms herticas}) sean tenidas en la actuali-dad como cosa obvia e incluso trivial.No puedo por menos de expresar mi preocupacin ante los

    cambios profundos que han tenido lugar en el panorama general

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  • y en el clima de la opinin durante estos ltimos quince aos; sedira que, tras dicho perodo, este libro se ha vuelto menos rele-vante que en 1965, considerando adems que aquella edicin nofue sino la coleccin de varios artculos aparecidos entre 1946 y1962. Sigo creyendo que cualquier estudio responsable de la his-toria intelectual debera basarse en la lectura atenta de las fuen-tes propiamente dichas; as, el temor expresado en el prlogo a laprimera edicin de este libro en el sentido de que el uso de tra-ducciones y relatos de segunda mano puede llevamos a una po-ca de seudo-conocimiento escolstico ha resultado estar bien fun-dado, toda vez que las posibilidades de una nueva reaccinhumanista parecen cada vez ms quimricas. El desastroso bajnen el estudio de la historia y de las lenguas en general, clsicas ono, a todos los niveles de nuestro sistema educativo est amena-zando los mismsimos cimientos del saber histrico, ya que impi-de la formacin de futuros eruditos y priva al lector en general deese mnimo de conocimientos necesario para una autntica valo-racin de la erudicin histrica.No menos grave es la disminucin del inters por los estudios

    histricos, especialmente en el terreno de la historia intelectual ycultural, incluso en el mbito del mundo acadmico. La generali-zada obsesin por los problemas polticos y sociales de nuestrotiempo ha conducido al abuso de muchos temas con un ganchoespecial por su actualidad y proyeccin prctica, aunque con du-

    ~osas credenciales cientficas, toda vez que existe una actitud an-

    ti-histrica y anti-intelectual con relacin incluso a temas como lafilosofa, la literatura y la historia, esas disciplinas que fueronantao precisamente las bases del estudio de la historia intelec-tuaL El predominio de la lgica formal, la lingiistica y la filosofaanaltica entre los filsofos; de la nueva crtica y el estructuralis-mo entre los estudiosos de la literatura, y de la historia poltica,econmica y social entre los historiadores, todo ello ha contribui-do a que los estudiantes de la historia intelectual, literaria y cul-tural se pongan a la defensiva, con el dao que ello comportapara sus oportunidades de puesto de trabajo, para becas, investi-gaciones, publicacin de los trabajos y para el simple reconoci-miento. Esperamos que el talento y la curiosidad naturales de losestudiantes de estos temas no desaparezcan por completo comoresultas de problemas profesionales e incluso de la pura discrimi-nacin.Expresamos nuestros votos para que se produzca un renaci-

    miento del inters histrico entre los filsofos, e incluso entre losestudiosos de la literatura, cuyas fuentes de estudio exigen preci-samente una interpretacin a la vez histrica y filosfica. Encuanto a los historiadores propiamente dichos, conviene sealarque la gran importancia que se da a la historia poltica es tan vieja

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    como la antigiiedad clsica, que el nfasis especial que se pone en. la historia econmica es un legado del siglo XIX debido en parte,que no completamente, al poderoso impacto del marxismo,mientras que el nfasis especial que se pone en la historia social(trmino mgico pero bastante vago) es fiel reflejo del populismoy tendencias igualitarias ms recientes. No pretendo negar la im-

    portancia de la historia poltica y econmica, ni la luz que Puede)

    proyectar sobre la historia cultural e intelectual. Lo que niego es

    que los desarrollos culturales, artsticos, intelectuales o filosfi-cos respondan enteramente a factores polticos, econmicos o so-ciales. No existe ninguna base filosfica ni histrica para funda-mentar tal pretensin, como tampoco ha tenido nunca muchoxito ningn intento real por efectuar una tal reduccin. Existeuna distincin bien clara, en la historia y en las ciencias, entrecausas necesarias y suficientes, distincin que los historiadores eidelogos de muchas persuasiones olvidan con demasiada fre-

    cuencia. Los factores p.olticos, econmicos y sociales eXPlican(

    ciertas caractersticas de la historia intelectual y cultural, pero deningn modo lo explican todo. El filsofo, el cientfico, el eruditoy el escritor, as como el poeta y el artista, no slo estn influidosy moldeados por sus coordenadas polticas y sociales, sino tam-bin por su respectiva tradicin profesional, sus talentos indivi-duales y sus intereses espontneos. Un pensador o artista con-temporneo, por mucho que dependa de su poca, de las modasy las oportunidades, es tambin original en un grado ms o me-nos grande; y ciertamente depende siempre, spalo o no, de' lastradiciones y los maestros en el oficio de los tiempos pasados.Podemos incluso ir ms lejos. Las ideas filosficas y otras por

    el estilo no slo dependen en parte de su contexto poltico y eco-nmico contemporneo, sino que tambin se puede dar la vueltaa la frase y afirmar que han ejercido siempre un influjo en losavatares polticos y econmicos de su propia poca y de pocasposteriores. El hombre de Estado y el poltico en funciones, aligual que el hombre de negocios y el reformador social, actansegn sus ideas y convicciones, y estas ideas estn configuradaspor sus lecturas, el clima intelectual de su tiempo y, en ltimainstancia, por el pensamiento de los filsofos, telogos, cientfi-cos, eruditos y escritores que les han precedido. La historia denuestra civilizacin, tanto presente como pasada, est entretejidapor infinitos hilos muy difciles de desenmaraar, si bien ello re-

    sulta una tarea altamente gratificante. La idea de que slo cierto~.

    aspectos de nuestra civilizacin e histona son realmente-funa !mentales e interesantes de investigar es totalmente falsa y debe,pues, ser rechazada. Todos sus aspectos merecen ser estudiados, ~-y cada investigador debera tener libertad para explorar aquellosproblemas que despertaran su curiosidad y su talento. No preten-

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  • "do con ello poner en tela de juicio la legitimidad de la filosofasistemtica, de la crtica literaria o de la historia social. Quierosimplemente hacer hincapi en que la historia intelectual es untema independiente y digno de ser abordado, y que debera se-guir siendo cultivado por aquellos filsofos, profesores de litera-tura e historiadores que se sienten competentes y con inclinacinhacia ello.

    Quisiera expresar mi ms sincero agradecimiento a la Prince- .ton University Press, y en especial a Mr. Herbert Bailey y Mr.Loren Hoekzema, por haber aceptado la nueva edicin de estelibro. Gracias igualmente a los que editaron ya los artculos in-cluidos en este volumen por haber dado permiso para su nuevaimpresin, as como a Harper & Row, y, sobre todo, a Mr. HughVan Dusen, por haber autorizado que el Torchbook de la Har-per, actualmente agotado, sea reeditado por la Princeton Univer-sity Press. Las publicaciones en que aparecieron anteriormenteestos artculos aparecen indicadas en notas al pie de pgina de loscaptulos respectivos. La totalidad de los artculos de este libro hasido publicada tambin en alemn en el libro titulado Humanis-mus und Renaissance lJ, editado por Eckhard Kessler y traducidopor Renate Schweyen-Ott (Munich, Wilhelm Fink, 1976). El ca-ptulo 3., as como los captulos 7. y 9., han aparecido igual-mente en italiano en el volumen titulado Concetti rinascimentalidell'uomo e altri saggi, con traduccin de Simonetta Salvestroni(Florencia, La Nuova Italia, 1978). El captulo 9. ha aparecidotambin por separado en Problems in Aesthetics: An Introductio-ry Book 01Readings, 2.a ed., publicado por Morris Weitz (NuevaYork, Macmi11an, 1970, 108-163), y en una versin abreviada sinnotas en Art and Philosophy, 2. a ed., Editorial W. E. Kennick(Nueva York, Sto Martin's Press, 1979, 7-33).Nueva York,Columbia University,3 de enero de 1980

    Paul Oskar KRISTELLER

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    PRLOGO(1964)'

    El presente volumen debe su existencia a la iniciativa de laEditorial Harper Torchbooks, que me ha invitado amablementea preparar una nueva seleccin de mis artculos sobre el Renaci-miento, como continuacin del libro Renaissance Thought, queapareci en esta coleccin en 1961. Al seleccionar los artculosque iban a aparecer en este libro, decidimos excluir todos lostrabajos que resultaban demasiado limitados en cuanto a su obje-tivo, o que seguan de demasiado'cerca los textos o documentoslatinos; en cambio, hemos optado por incluir unos cuantos artcu-los largos y con denso aparato crtico que tratan de varios aspec-tos del humanismo renacentista (n.o,11 y 111), as como de la teo-ra de las artes (n.'" VII-XIX). Cremos conveniente aadir unprimer artculo con el fin de suministrar el contexto general de loscaptulos siguientes. De este modo, nos encontramos con quehabamos agotado ya prcticamente todo el espacio de que dispo-namos; los captulos de la seccin central (n.o, IV-VI) los aadi-mos para que el lector tuviera al menos una ligera idea de losestudios que he dedicado al platonismo y aristotelismo del Rena-cimiento.Esperamos con ello dotar al presente libro de una mnima apa-

    riencia de unidad; con todo, no se nos oculta que se trata de unramillete de artculos escritos en distintas pocas y sobre una vas-,ta gama de cuestiones, desiguales en cuanto a su longitud y finali-dad, destinados en un principio para diferentes pblicos yobjeti-vos, y, por tanto, distintos tambin en el volumen de la documen-tacin de que van provistos. Este libro presenta todava menosunidad que su predecesor, el cual tena como ncleo central unaserie de cuatro conferencias dedicadas al nico tema de los influ-jos clsicos en el pensamiento renacentista. Como no he podidosometer estos artculos a una detenida revisin, me siento obliga-

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  • do a disculparme por las lagunas o repeticiones que puedan de-tectarse como consecuencia de este procedimiento. Espero por lomenos que cada captulo resulte completo y acabado desde supropia perspectiva y que la totalidad de ellos reciban una ciertaunidad de mi propio inters en la historia intelectual del perodorenacentista.

    Este inters no est restringido a unos cortes cronolgicos es-trechos; as, los vnculos que unen el pensamiento del Renaci-miento a sus fuentes antiguas y medievales, y a sus primeras se-cuelas modernas en el siglo XVIII, aparecern mencionados endistintas ocasiones, siendo objeto de tratamiento especial en elltimo captulo. Ms an, como muchos de los temas aqu trata-dos no parecen caer en el mbito de la filosofa tal y como se laentiende actualmente, quisiera resaltar el hecho de que la histo-ria de la filosofa ha constituido siempre el ncleo central de miinters, y que todos los dems problemas han despertado mi cu-riosidad slo en la medida de su relacin directa y remota condicha cuestin. Por mi parte, no comparto la idea de que la histo-ria de la filosofa en cuanto empresa tcnica y profesional tengaque aparecer sumergida en el mbito ms general y algo impreci-so de lo que se ha dado en llamar historia de las ideas. Por otraparte, parece cosa obvia que en todas las pocas de la historia y,en particular, durante el Renacimiento, la historia de la filosofaha estado ntimamente unida a toda una serie de diferentes tareasintelectuales y culturales, como es el caso de la religin, la cien-cia, la erudicin y las artes. Personalmente, estoy convencido deque el estudio e interpretacin de ideas y sistemas filosficos es-pecficos no debera ser sustituido, sino antes bien completado yenriquecido, por el estudio de su contexto institucional y de suestilo literario, por la bibliografa sobre su transmisin, as comopor la morfologa y topografa de la cultura de la que formanparte integrante.Todos los artculos reunidos en este libro han sido publicados

    por separado, y algunos de ellos ms de una vez, en revistas o ,libros en colaboracin, y algunos de ellos nacieron como confe-rencias pronunciadas ante variados auditorios acadmicos. Losescritos antes de 1950 (n.'" V, VII YVIII) aparecieron incluidosen mi obra Studies in Renaissance Thought and Letters, que fue-ron publicados por las Edizioni di Storia e Letteratura (Roma) en1956, esperando que los restantes sean incluidos en la proyectadacontinuacin a dicha coleccin, junto con una serie de otros art-culos no incluidos en el presente libro ...Me alegra la idea de que estos trabajos estn as ms a mano de

    los investigadores y estudiantes, aunque con ello me vea ms ex-puesto a mltiples crticas. Con todo, espero que los lectores deestos apuntes comprendan que no pretendo ofrecer una sntesis

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    exhaustiva del pensamiento renacentista, sino contribuir humil-demente a que se pueda realizar un da dicha sntesis. Mis aspira-ciones se vern colmadas si los estudiantes que lean estas pginasno las toman como conclusiones definitivas, sino que reciben unempujoncito para leer ms sobre el tema, ampliar el marco de susestudios, y contribuir en fin a hacer avanzar el estado de la cues-tin con su investigacin personal. Sin embargo, el estado actualde los estudios y de la escritura me induce a afirmar en voz alta,con ms fuerza sin duda que en otras pocas, que todo intento deinvestigacin en este terreno, y toda contribucin responsable ala materia, presupone como condicin sine qua non un estudiodetenido de las fuentes en su texto original, que, en la mayora delos casos, resulta ser el latn. La tendencia generalizada a servirsede traducciones e incluso de documentos secundarios en vez delas fuentes autnticas puede tener alguna justificacin en el estu-diante que empieza y en el lector no ducho en la materia, pero notiene ninguna razn de ser en el estudiante avanzado ni en elestudioso responsable. Si se permite que esta tendencia se abrapaso, ayudada por las traducciones que abundan cada da ms,corremos el riesgo de caer en un estado de seudo-saber --delque existen muchos signos en.la actualidad-, para salir del cualser necesaria una nueva reaccin humanista. En efecto, no sepuede lograr ningn conocimiento adecuado del pasado, y de supensamiento subyacente, si no omos su lenguaje original y au-tntico.Por eso me gustara que se usaran mis trabajos como un,a intro-

    duccin a las fuentes, y no como un sustitutivo de las mismas. Nopretendo que mis afirmaciones tengan ms validez que la del tes-timonio de las fuentes y, viceversa; estoy dispuesto a retractarmede mis opiniones slo cuando hayan sido desmentidas por lasfuentes originales, y no por otras opiniones. Incluso me gustaraverme refutado por nuevas fuentes que no he llegado a conocer oa valorar, ms bien que el ver mis opiniones repetidas sin ningunaactitud crtica. Pues deseo que el lector comprenda que en estecampo no se han encontrado an frmulas definitivas, y que lasms comunmente aceptadas aqu son bastante imperfectas y en-gaosas. Estamos necesitados de mucha ms investigacin; es de-cir, de estudios ms monogrficos y de ediciones ms crticas detextos raros o no publicados, antes de pretender una sntesis einterpretacin satisfactorias del pensamiento renacentista, supe-rando as los numerosos malentendidos y controversias que oscu-recen todava nuestro tema .Como de costumbre, me siento obligado a expresar mi agrade-

    cimiento a un gran nmero de personas e instituciones. Quisieramencionar en primer lugar al profesor Benjamin Nelson por ha-berme dado nimos y consejos para la preparacin de este volu-

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  • men; a los editores e impresores de las revistas y volmenes enque aparecieron anteriormente estos artculos, por haber permi-tido que los vuelva a publicar en este libro, y especialmente a lasEdizioni di Storia e Letteratura (Roma) por su generosidad paraque publique aqu algunos de los trabajos aparecidos en dichaeditorial en 1956, as como otros destinados a aparecer en otrovolumen que quieren sacar pronto a la luz. Debo mencionarigualmente a mis amigos los profesores John H. Randall, junior,Edward Rasen, Joseph Soudek y Charles Trinkaus por haber le-do paciente y detenidamente algunos de estos artculos, as comopor sus valiossimas y constructivas crticas, de las que he intenta-do sacar el mayor partido posible.

    Nueva York,Columbia University,1 de julio de 1964

    Paul Oskar KRISTELLER

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    /f'

    1EL SABER HUMANISTA EN ELRENACIMIENTO ITALIANO*

    1

    .El movimiento intelectUal que pretendo describir en estas p-ginas ha sido a menudo completamente ignorado, minimizado omal comprendido en los recientes debates histricos. Y, sinembargo,~l humanismo clsico del renacimiento italiano consti- utuye un hito capital en la historia de la civilizacin occidental.Representa una nueva e iinportantsima fase en la transmisin, elestudio y la interpretacin del legado de la antigiiedad.clsica, elcual ha jugado siempre un papel transcendental en la historiacultural de Occidente. Bajo el influjo de los modelos clsicos, elhumanismo renacentista produjo una transformacin profundade la literatura, primero de la literatura neolatina, y despus de.las dif~rentes literaturas vernculas o nacionales, con una espe-cial incidencia tanto en su contenido como en su forma y estiloliterarios. En el mbito del pensamiento filosfico, que constitu-ye el foco principal de mi inters, el humanismo renacentista fuemenos importante por la originalidad de sus ideas que por elefecto de fermentacin que tuvo sobre modelos de pensamientoms antiguos. Vino a confirmar muchas ideas antiguas que nohaban sido objeto de una seria consideracin hasta la fech~, po-niendo al mismo tiempo sobre el tapete una serie de problemasfavoritos y en parte nuevos, de modo que acabaron modificn-do'se profundamente la forma y el estilo del pensar filosfico, delmodo de ensear y de la escritura misma. Por ltimo, si bien elmovimiento fue literario y restringido al mundo erudito en un

    Artculo basado en una conferencia pronunciada en la Syracuse University el. 18 de marzo de 1959 y posteriormente aparecido en la The Centennial Revielv,vol. IV, n.O2, primavera de 1960, 243-266.

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  • principio, acab afectando, mediante el incuestionable prestigioque acompa a las ambiciones y logros de sus representantes, atodas las dems reas de la civilizacin renacentista, tanto en Ita-lia como en otros pases; a saber, el mundo del arte y de la msi-ca, el de la ciencia y la teologa, e incluso.la teora y prctica dendole poltica y jurdica.Antes de entrar ms de lleno en nuestro tema, no est de ms

    aclarar algunas ambigiiedades que aparecen en los trminos quevaya utilizar; en particular, en los trminos Renacimiento yHumanismo. El trmino Renacimiento ha dado origen a undebate interminable entre los historiadores de las ltimas centu-.,rias, apareciendo una gran vari~dad de opiniones respecto a la

    . significacin y caractersticas de este perodo histrico, a su rela-~ cin con los perodos que le precedieron y siguieron, y a la poca

    precisa en que se inici y desapareci. Segn las opiniones quetomemos en cuenta, el Renacimiento ha durado desde veintisiete'aos solamente hasta nada menos que cuatrocientos aos, sinhacer caso de los que pretenden que el Renacimiento como tal noha existido nunca. Como se puede ver por los estudios del profe-sor Ferguson y el profesor Weisinger, los intentos por definir yevaluar el significado de dicho perodo han sido tan numerosos yvanos que podramos sentir la tentacin de recaer en ese gnerode definicin que se ofrece con frecuencia en Otros terrenos comosigno de desesperacin, y definir entonces el Renacimiento comoel perodo histrico del que hablan los historiadores del Renaci-

    '\ miento. A m no me satisface nada esta definicin, prefiriendo, definir el Renacimiento como el perodo histrico que se consi-der a s mismo precisamente como un renacimiento de lasletras y del saber, independientemente de que estas pretensionesse correspondieran o no con la realidad. No obstante, pienso que.es an ms seguro si evitamos esta tarea sumamente cuestionablee identificamos al Renacimiento con el perodo histrico que se

    Iextiende aproximadamente del 130.Q..aLL600 d.C. y que ha sidodesignado convencionalmente con dicho nombre. Este es al me-nos el sentido con el que vaya emplear el trmino en cuestin.El trmino Italia, me alegra el decido, no est sujeto al mis-

    mo gnero de ambigiiedad y, sin embargo,~l12p~lde Italia du-rante el perodo renacentista ha sido tema de una acalorada con-

    'trevel'sia-'-acadmic,!- estrechamente ligada al, problema delRen~l:!!!1i~nt:u~propiamentedicho. Segn la famosa obra de Ja-'CoBurckhardt, cuyo centenario vamos a celebrar este ao, Ita-lia ocup una posicin especial de liderazgo. cultural durante el

    (prodo del Renacimiento, y muchos rasgos caraCtersticos de lacivilizacin renacen tista apareciron I110sdems pases euro-peosmucho despus que en Italia, y como resllltado directo del'iriflujoitaliano. Este parecerhsido desafiado por parte de mu-

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    chos historiadores simpatizantes de un pas determinado, consi-guiendo hacer ver que el Renacimiento asumi en cada pas unafisionoma peculiar que lo diferenci del Renacimiento de Italia yque refleja el fondo y tradiciones privativas de cada pas en liza.Aunque no me opongo de plano a que se afirme esto, tiendo msbien a seguir el ncleo de la opinin de Burckhardt, segn el cual..ungra1Ll1l1Iler.Q-..e_.i..mp_!ta~teste..JJm~!!,.s_ulturalesdel Rena~.,.

    ~rm~:.w-tuv.ie.:on, ..su...origen ..~nItalia,extendindose al resto deEuropa gracias al infll.ljoitaliano. Esta afirmacin es indiscutibleen el terreno de las artes, e igualmente vlida por cuanto al hu-manismo renacentista se refiere.Sin embargo, el trmino humanismo est tan expuesto a

    ambigiiedades y controversias como el trmino Renacimiento.En los debates de nuestros das, el trmino ~~.b..\}l!l~~ es em-pleado generalmente, aunque de manera algo vaga, para indicarque se hace hincapi especialmente en los valores humanos, ya se .trate desde una perspectiva religiosa o antirreligiosa, cientfica oanticientfica. En este sentido, supongo que todo el mundo deseaser humanista, o aparentado al menos, por lo que nuestro trmi-no resulta poco distintivo.

  • sea reducible a unos cuantos factores polticos, econmicos o re-ligiosos; antes bien, al facilitar toda clase de combinaciones per-

    ...sonales e influencias mutuas, existe en el interior de cada sector. cultural un ncleo de tradicin y desarrollo autnomo. Es impor-tante el percatamos de que ~l humanismo renacentista est}nti-mamenteQigado a la tradicin profesional de un sector particular,a saber, los studia humanitatis. Tal es su centro de operaciones,desde el que pudo actuar sobre las dems reas de la yida intelec-tual de la poca. Existe tambin un ramalazo de humanismo en elsentido moderno en el humanismo ~enacentista, en tanto encuanto el trmino studia humanitatis indica un nfasis especial enel hombre y sus valores, y por esta razn la dignidad del hombrefue un tema favorito en una parte, que no en la totalidad de loshumanistas renacentistas. Sin embargo, no deberamos olvidarnunca que para todos ellos slo existi un camino para percibir yalcanzar estos valores e ideales humanos: a travs de los estudios"clsicos y literarios; es decir, humanistas.

    Este papel profesional que jugaron los studia humanitatis en laItalia renacentista nos ayuda a entender sus antecedentes medie-vales; los cuales no hay que buscados en la filosbfa o teologaescolsticas del siglo XIII, que siguieron floreciendo durante todo

    '-el perodo renacentista, tanto dentro de Italia como fuera, y queactuaron, por as decir, en un compartimento del saber diferente.A mi entender 'lhubo tres fenmenos medievales que contribuye-ron al auge del humanismo renacentista! si bien sufrieron unatransformacin como consecuencia de su misma combinacin, si

    no por otras razones.lEl primero fue la retrica formal)o ars dic-

  • actuales af descubrir los manuscritos de un buen nmero de auto-res que haban estado prcticamente olvidados durante el pero-do precedente. Para que se vea claro la importancia de tal contri-bucin, nos bastar con referimos a los descubrimientos de losmanuscritos de Poggio Bracciolini, y mencionar algunos de losautores o textos ms importantes redescubiertos de este, modo.para la lectura pblica; nos referimos a Lucrecio, Tcito y a algu-nos de los discursos y dilogos de Cicern. No menos importan-tes fueron las contribuciones de los humanistas al estudio y di-fusin de los autores y escritos latinos que haban estado disponi-bles durante los siglos medios. El nmero de las copias humanis-tas de esos textos clsicos latinos es ciertamente muy grande, locual muestra de por s cmo el auge de los estudios clsicos du-rante el perodo renacentista contribuy a la difusin de talestextos. No slo hubo numerosas copias en el siglo xv de autoresclsicos latinos; una biblioteca mediana contena en el Renaci-'miento ms textos clsicos latinos, en proporcin a la literatura,religiosa o medieval o incluso contempornea, que en los siglosanteriores.

    La amplia difusin de los textos clsicos alcanz nuevas pro-porciones tras la introduccin de la imprenta, la cual permitinumerossimas ediciones de los clsicos, debido a los esfuerzos delos editores humanistas, y a veces, de los impresores. La laborrealizada por los humanistas con estos textos no se limit a una'copia mecnica. Desarrollaron un sentido agudo de la correccinde la gramtica y del estilo del latn clsico. Desarrollaron asimis-mo con xito un mtodo de crtica textual: al comparar los textosde varios manuscritos antiguos y enmendar los textos, eliminaronlos errores hallados en los manuscritos. Ms an, los humanistasacometieron con ardor la tarea de comprender y explicar los pa-sajes difciles de los autores clsicos. Crearon as una amplia lite-ratura de comentarios que fue ms all de las aulas donde expli-caban, y de este modo no slo continuaron la labor de losgramticos medievales, sino que tambin la ampliaron y mejora-ron considerablemente. En todo esto fueron los humanistas losverdaderos precursores de la erudicin clsica moderna. En sudoble preocupacin por estudiar e imitar la literatura clsica lati-na, y en ntima conexin con su labor educativa, los humanistasse mostraron unos estudiosos celossimos de la lengua y vocabu-lario del latn clsico, de su ortografa, gramtica, mtrica y pro-sodia, as como de su estilo y gneros literarios. Para entender elcontenido de la literatura antigua y aplicado a sus propios fines,investigaron la historia y mitologa antiguas, as como las costum-bres e instituciones antiguas. Y, en su esfuerzo por tomar en con-sideracin todo tipo de pruebas para el estudio de la civilizacinantigua, prestaron tambin especial atencin a las inscripciones y

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    "

    monedas, y a los camafeos y estatuas de dicha poca; empezaronas a desarrollar las disciplinas auxiliares que se conocen con elnombre de epigrafa, numismtica y arqueologa.El campo del saber griego requera un esfuerzo todava mayor,

    puesto que no tena antecedentes propiamente dichos en el occi-dente latino, adems de que incluso durante el perodo renacen-tista el nmero de buenos conocedores del griego fue considera-blemente menor que el de los latinistas. En esto los humanistasitalianos comparten con los maestros y contemporneos bizanti-nos el mrito de haber trado a las bibliotecas occidentales elenorme cuerpo de manuscritos griegos en los que se haban con-servado los textos de la antigua literatura griega, precisamente enel momento mismo en que el imperio bizantino era amenazado ydefinitivamente destruido por la conquista turca. Los estudiososrenacentistas hicieron con los escritores clsicos griegos lo quehaban hecho con los escritores romanos: copiar, imprimir, editary exhibir sus obras, a la vez que estudiar la gramtica, el estilo ylos temas de dichos autores. Tambin hicieron algo cuya impor-tancia histrica no se ha valorado lo suficiente: traducir entera-mente al latn todo el cuerpo de la literatura clsica griega. Estatarea nos resulta todava ms impresionante si pensamos que elgriego era entendido o dominado solamente por unos cuantosestudiosos, toda vez que, durante todo el perodo renacentista, ellatn fue la lengua leda y escrita ordinariamente por todos loseruditos de la Europa occidental. Hacia 1600 los traductores hu-manistas haban ofrecido a los lectores occidentales todo el cor-pus de la antigua literatura griega.La cantidad de literatura griega disponible en latn haba sido

    mucho menor en los siglos medios. Haba comprendido un ciertonmero de escritos filosficos, 'teol'gios y cientficos, pero ex-cluyendo todo tipo de poesa, historiografa u oratoria. Comoresultado de la actividad traductora de los humanistas renacentis-tas, el occidente dispuso por vez primera de un amplio cuerpo deescritos griegos antiguos: todos los poe,tas, incluidos Homero ylos trgicos; todos los historiadores, incluidos Herodot y Tucdi-des; y todos los oradores, incluidos Iscrates y Demstenes. In-cluso en los campos en que haban,abundado los textos griegos enla Edad Media, se tuvo ahora acceso a muchsimos ms textos: noslo Aristteles y Proclo y un poquito'de Platn, sino todo Platn ' .y Plotino, junto a Epicuro, Epicteto y Sexto Emprico; no sloalgunos, sino todos los escritos griegos sobre medicina, matem-ticas y astronoma; adem's de todos los autores patrsticos grie-gos. Esto supuso un cambio radical en, el material de lectura delinvestigador corriente, y los efectos estaban destinados a hacersesentir no slo en la literatura, sino tambin en la filosofa, lateologa y las ciencias. '

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  • III

    Pasemos del quehacer erudito de los humanistas italianos a susproducciones literarias originales, que estuvieron completamenteinfluidas por su erudicin y por su deseo de imitar los modelos delos clsicos en todo tipo de escritura. Me gustara explicar sobre

    . este punto que la mayora de la escritura original de los humanis-tas se realiz en latn, de modo que les fue fcil imitar los mode-los latinos clsicos en el mismo medio lingiistico. Sin embargo,muchos humanistas escribieron tambin parte de sus obras en

    lengua verncula italiana, e incluso los escritores que utilizaronslo la lengua verncula y no pudieron ser clasificados como eru-ditos humanistas fueron influidos en varios sentidos por el saber ymanera de escribir humanista de su tiempo.Una buena porcin de la produccin literaria de los humanistas

    la podemos encontrar en sus cartas. La redaccin de cartas oficia-les fue, naturalmente, una parte importante de su actividad pro-fesionaI. Como canci1Ieres y secretarios, los escritores hicieron denegros de los prncipes y los gobiernos de cada ciudad, y lascartas Qficiales, los manifiestos y dems documentos polticos sir- .vieron entonces, como sirven ~ambin en nuestros das, para ex-presar y difundir los intereses, la ideologa y la propaganda decada gobierno, y a menudo para acompaar la guerra de la espa-da con una guerra de la pluma. Por consiguiente, las cartas oficia-.les de los humanistas son unos documentos que ilustran el pensa-miento poltico del perodo, con tal de que tengamos en cuentalas circunstancias concretas en las que se escribieron tales docu-mentos y no tomemos cada afirmacin al pie de la letra cual ex- .presin de las convicciones personales del escritor. Las cartas pri-vadas de los humanistas constituyen un cuerpo de mate.rialtodava mayor, que an no ha sido suficientemente explorado.Las cartas privadas no fueron simplemente un vehculo de comu-nicacin personal; iban destinadas desde el principio a ser copia-.das y ledas como verdaderas composiciones literarias. El escritorde cartas humanista imit conscientemente el ejemplo clsico deCicern y Sneca, y escribi, reuni y public sus cartas con lafinalidad de que sirvieran de modelos a sus discpulos y suceso-res. Ms an, la carta desempe algunas funciones periodsticasen una poca en que no exista la prensa y las comunicacioneseran lentas e inciertas. Finalmente, la carta fue el sustituto idealde un tratado de contenido erudito, literario o filosfico; y digoideal porque los humanistas gustaron de hablar de sus experien-cias y opiniones de una manera personal y subjetiva, en primerapersona. En otras palabras, que la carta, por ser ms personalque el tratado, desempe las funciones del ensayo, siendo efec-tivamente su precursor literario ..

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    Otro gnero literario muy amplio que fue cultivado por loshumanistas y estuvo ntimamente unido a su actividad profesio-nal fue el discurso'. Es verdad que, en sus discursos lo mismo queen otras composiciones, los humanistas gustaron de imitar losmodelos clsicos. Sin embargo, deberamos aadir que la Italiarenacentista hered de la Italia medieval toda una serie de oca-siones para pronunciar discursos no precisamente comparablescon los ejemplos de la oratoria antigua, sino enraizados ms bienen las costumbres e instituciones medievales. Se puede decir queexiste una avalancha real de discursos humanistas, y aunque mu- ~chos de estos productos efmeros debieron perecer con la ocasinque les dio origen, ha llegado hasta nosotros un nmero sorpren-dentemente grande de los mismos. Muchos de eI10sfueron com-puestos obviamente con sumo cuidado y con la intencin y ambi-cin de que sirvieran de modelos a alumnos y seguidores. Loshumanistas, naturalmente, fueron las personas encargadas de es- ,.cribir los discursos exigidos por la circunstancia. Hubo muchasoraciones fnebres que generalmente nos informan ms de la vi-da y milagros del fallecido que cualquier panegrico pronunciadoen una ceremonia fnebre de nuestros das. Haba igualmentediscursos municipales, al parecer un desarroI1o literario a partirde la frmula del contrato exigido por la ley lombarda. Una grancantidad de discursos fueron compuestos para las ceremonias enlas escuelas y universidades: discursos para la entrega de diplo-mas ensalzando los estudios o una disciplina en concreto; discur-sos inaugurales al principio de un curso de conferencias o de unadisputa pblica (el famoso discurso de Pico pertenece a este lti-mo tipo); discursos pronunciados tanto por profesores como porestudiantes despus de un examen y en otras muchas ocasionesacadmicas. Otro amplio cuerpo de discursos estuvo ligado con lavida poltica de la poca, o al menos con las ceremonias pblicasque le acompaaban: haba discursos pronunciados por embaja-dores ante los prncipes y gobiernos a los que haban sido destina-dos, y en especial ante un nuevo papa; discursos de biep.venida aun distinguido visitante extranjero; y discursos dirigidos a obis-pos, gobernadores o magistrados recin elegidos, con las rplicasapropiadas. Son ms raros, aunque no inexistentes, los discursosdel tipo al que pertenecen las ms famosas obras maestras de laoratoria antigua: los.discursos polticos pronunciados durante lasdeliberaciones de un consejo o asamblea pblica, o los discursos.forenses en un juicio o pleito pblicos delante de un tribunal dejusticia. En otras palabras, que el discurso humanstico estuvoraramente ligado a ocasiones de importancia poltica o.legal, es-tando compuesto las ms de las veces para ocasiones decorati-vas. Estaba considerado sin duda como una especie de entrete-nimiento pblico, compitiendo muchas veces con una funcin

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  • musical o dramtica. Muchos discursos humanistas fueron a to-das luces grandemente admirados por los contemporneos, yaunque sea costumbre de los historiadores despachados con laetiqueta de oratoria vaca, he de confesar que he ledo con placermuchos de ellos y que los he encontrado bien escritos, as como.interesantes por sus ideas e informacin poltica .

    Otro gran cuerpo de los escritos de los humanistas lo hallamosen su historiografa. Se tiene tendencia a afirmar que ello es debi-do en gran parte a su inters por la erudicin, y que por tantoconcentraron sus esfuerzos en la historia antigua. Sin embargo,esto es verdad slo para una pequea parte de su produccinhistrica. En la mayora de los casos, las obras histricas de loshumanistas estuvieron ligadas a su actividad profesional, en tantoen cuanto se esperaba que el canciller o el secretario de un prnci-pe o de una ciudad hiciera tambin de historiador. El tipo delhistoriador de corte o de ciudad debidamente pagado, que en-contramos tambin ocasionalmente en la Italia medieval, se hacehabitual durante el Renacimiento italiano. Como consecuenciade ello, la mayora de las obras histricas de los humanistas sonhistorias de las ciudades o pases o familias principales y, porrazones obvias, se centran por lo general en la Edad Media y ensu propia poca ms que en la antiguedad clsica. As, encontra-mos historias humanistas de Florencia y Venecia, de los papas,los duques de Miln, o la familia de los Gonzaga; y hacia la se-gunda mitad del siglo xv, los humanistas italianos empiezan a serempleados como historigrafos oficiales por los reyes de Hun-gra, Polonia, Espaa, Inglaterra y Francia, as como por los em-peradores alemanes.Los trabajos humanistas sobre historia poseen unas cuantas

    peculiaridades, buenas y malas. Estn a menudo escritos en unlatn altamente retrico, y muestran el influjo de la historiografaclsica en el empleo de los discursos ficticios. Como eran general-mente encargos del mismo Estado o ciudad cuya historia habaque escribir, existe un elemento de elogio y partidismo regional odinstico, algo que creo no est totalmente ausente en las histo-riasnacionales de los tiempos modernos. Por otro lado, los hu-manistas no dieron mucha credibilidad, por lo general, a los mi-'lagros y evitaron las especulaciones teolgicas, tendiendo aexplicarse los acontecimientos histricos a partir de fundamentosestrictamente racionales. Ms an, tuvieron a menudo acceso a'los archivos y documentos originales que ilustraban el tema de suhistoria, y emplearon un tipo de documentacin y de crtica his-trica ms exacto que el que haba sido corriente durante los ,siglos anteriores. El tratado de Valla sobre la Donacin de Con s-tantino es un ejemplo famoso de crtica histrica en el siglo xv;en el siglo XVI descubrimos a humanistas como Sigonio; todos

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    ellos han de ser considerados por su erudicin y justeza crticacomo los precursores directos de los grandes historiadores de lossiglos XVII y XVIII.

    Otra rama de la literatura histrica que fue muy cultivada porlos humanistas es la biografa. Ah estaba el modelo de Plutarco yde otros escritores antiguos; y hay que decir que no escaseaba lademanda de biografas en la poca que estudiamos, y no slo deprncipes o santos, sino tambin de hombres de estado y ciudada-nos distinguidos, de poetas y artistas, de sabios y hombres denegocios. Como los retratos pintados de la poca, la literaturabiogrfica refleja el llamado individualismo del perodo; es decir,la importancia dada a las experiencias, opiniones y logros perso-nales, y el ansia de ver todo ello perpetuado en una distinguidaobra de arte o de literatura.Existen otros tipos de composiciones humanistas en prosa que

    podramos relacionar con la actividad del orador ms que con ladel historiador, y que podemos mencionar slo de pasada, aun-que dichos tipos constituyen una buena, parte, y famosa adems,de su produccin. Una de las tareas del orador estaba definidatradicionalmente a partir del elogio o la recriminacin, y estatarea fue tomada bastante literalmente en el Renacimiento. Hu-bOmuchas invectivas polticas escritas en nombre de un gobiernocontra los enemigos del mismo, y numerosas invectivas persona-les compuestas por los humanistas contra sus rivales. Hubo mu-chas observaciones tremendas, que probablemente fueron toma-das menos en serio por los lectores de la poca que por losentendidos de nuestros das, perp que muestran bien el amor delos humanistas al chismorreo. Este es otro de los aspectos delindividualismo renacentista, y aunque el amoral critique o no esslo una caracterstica de este perodo, s lo es la inclinacin aincorporado en la literatura editada -y en la de altos vuelos-oEn el otro extremo descubrimos la literatura del elogio, de lasloas numerosas de los prncipes y las ciudades, a veces de granutilidad por sus detalles biogrficos y descriptivos, as como la loade las diferentes artes y ciencias, por lo general comparadas favo-rablemente con algunas de las disciplinas rivales. Tambin estu-vieron de moda las descripciones de las fiestas; nos han llegadoencantadoras descripciones de torneos o batallas con bolas denieve en una prosa latina que parece competir ms o menos in-tencionadamente con similares descripciones escritas en verso oen italiano. La literatura en prosa de los humanistas rivaliz tam-bin con la literatura verncula tras tomar de sta la forma narra-tiva de la historieta o Novella, a veces traduciendo tales historiasdel italiano al latn y a veces componiendo relatos originales enlatn, algunos de los cuales alcanzaran una popularidad tremen-da. Por ltimo, la prosa humanista asumi tambin un garbo ms

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  • ligero y humorstico en las colecciones de ancdotas y relatos jo-cosos que nos han llegado del perodo renacentista.

    Los humanistas se consideraron como oradores y poetas, sien-do la coronacin del poeta una de las ceremonias y honores favo-ritos de los mismos. Su idea de la poesa estaba bastante lejos dela nocin romntica moderna del poeta creador. Para ellos, lapoesa era mayormente la habilidad para escribir versos, espe-cialmente en latn. Esto era algo que se poda ensear y apren-der, al menos en cierta medida. Tambin estuvieron convencidosde que cualquier forma o tema literario poda tratarse lo mismoen verso que en prosa, y lo mismo en latn que en lengua vern-cula; as, aceptaron como poesa bastante material que sera re-chazado por los patrones modernos, ms severos al respecto.Ms an, el estudio e interpretacin de los antiguos poetas esta-ban considerados como parte del quehacer potico, dado que elcomponer versos dependa del conocimiento e imitacin de lospoetas clsicos. Todo esto puede explicarnos por qu una vastaparte de la literatura humanista pertenece a la categora de poe-sa, entendida en sentido lato. En esta parcela extenssima, laspiezas dramticas representan una parte relativamente pequea,aunque este exiguo lote de material tenga su importancia histri-ca. Algunas de las obras de teatro humanistas llegaron a ser muyconocidas, y en el siglo xv se representaron en las escuelas y enlas cortes numerosas obras en latn, clsicas y humanistas. stefue sin duda uno de los factores que contribuyeron al auge de laliteratura dramtica en el siglo XVI. Tambin la gloga o poemapastoril tuvo un buen nmero de cultivadores, segn el modelode Virgilio y de otros antiguos, y cuando este tipo de poesa setransfiri a la lengua verncula, tomando un cariz ms dramtico,el camino estaba ya preparado para la enorme popularidad deque goz la poesa buclica hasta entrado el siglo XVIII. La poesahumanista incluye especmenes de la stira y de la oda, si bienesta ltima tendi a escasear a causa de sus dificultades mtricas,que tan slo unos cuantos maestros consumados podan dominar.Mucho mayor es el volumen de la poesa pica. Incluye traduc-ciones en verso de Hornero y otros poetas griegos, e incluso de laDivina comedia de Dante. Esta masa de producciones se puedecalificar de histrica, mitolgica y didctica, en correspondenciadirecta con los modelos clsicos disponibles. Existen largos poe-mas de historia antigua, como el Africa de Petrarca, sobre lasguerras contemporneas, en alabanza de prncipes y ciudades odel descubrimiento de Coln. Varios mitos antiguos se convirtie-ron en el tema de largos poemas picos, y algunos humanistas seatrevieron incluso a escribir un suplemento a la Eneida de Virgi-lio. Se hizo asimismo un esfuerzo grande para aplicar la forma dela pica clsica a temas cristianos, y existen bastantes poemas que

    tratan de la vida de Cristo o de los santos. Por ltimo, existenpoemas didcticos sobre toda una serie de temas como, porejemplo, la astronoma o la astrologa, la potica y la historianatural, el gusano de la seda o el juego del ajedrez, por citar tanslo algunos de los ejemplos ms famosos. ~"

    Con todo, la casi totalidad de la poesa humanista adopta laforma de la elega y el epigrama, dos tipos de poesa estrecha-mente relacionados entre s por su forma mtrica y por ser com-parativamente de fcil composicin. La elega es el ms largo delos dos y el ms serio por su contenido; la mayora de las vecesdescribe el amor que siente el poeta por una bella muchacha entoda la variedad de las fases y episodios del mismo. Hay bastan-tes elegas dispersas muy populares, si bien muchos de los gran-des -y pequeos- poetas intentaron conseguir la fama median-te ciclos enteros de elegas reunidas en libros, segn el modelo deOvidio, Propercio o Tibulo. Algunas elegas pertenecen a los me-jores especmenes de la poesa humanista, y algunos poetas fa-mosos, como Pantano o Poliziano, destacaron en este campoparticular.Mucho ms numerosa y comn que la elega es la referida for-

    ma del epigrama. Fue la forma favorita de la poesa humansticams corta y menos seria que la elega, permitiendo adems unamayor variedad en cuanto a contenido y tono. Un buen nmerode escritores humanistas nos han dejado colecciones de epigra-mas. Algunos de ellos son habilsimos en plasmar la eleganciaformal y tocan los temas ms dispares. Incluyen muchas piezasfrvolas e indecentes, de las que la Antologa griega y Marcialofrecan generosos precedentes. Adems d~ esto, el principalatractivo de las colecciones incluso ms modest~s es de ordenhistrico: muchas de ellas estn dirigidas a personas y contienenalusiones histricas, biogrficas o literarias que constituyen a me-nudo una nueva fuente de informacin sobre las escasas pruebasdocumentales que encontramos en otros gneros. Hubo una pro-duccin masiva de epigramas ocasionales, igualmente irregularesen cuanto a su mrito literario, e igualmente repletos de intershistrico. Tambin hubo concursos literarios en ocasiones con-cretas, como, por ejemplo, con motivo de un torneo, y en espe-cial a la muerte de una persona famosa o de un joven particular-mente bello; el siglo xv presenci el auge de la miscelnealiteraria, coleccin de versos compuestos por diferentes poetas .con motivo de la boda o el entierro de alguna persona particular,gnero destinado a perpetuarse durante varios siglos en muchospases. Tras su aparicin en tiempos de Plutarco, los epigramas.en alabanza de las obras de un amigo siguieron siendo populares;estos versos laudatori~s se solan aadir como una especie deprlogo a los manuscritos o ediciones del amigo.

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  • Espero que esta breve panormica haya dado al menos unaidea general de la masa y variedad impresionantes de la poesahumanista en latn, poniendo as de manifiesto que esta produc- ,cin estaba destinada a tener sus repercusiones tambin en lasliteraturas vernculas del mismo perodo, tanto en el estilo y laforma como en el contenido, ya que muchos de los poetas msrepresentativos en lengua verncula de Italia y otros pases ha-ban recibido una formacin humanista y a veces incluso escribie-ron y. compusieron sus obras lo mismo en latn que en lenguaverncula. La opinin de que el latn y la literatura verncularepresentaron en el Renacimiento dos campos hostiles y mutua-mente excluyentes ha tenido un arraigo especial entre muchoshistoriadores de la literatura desde la poca del romanticismo;esto ha sido, junto con la ignorancia del latn, una de las principa-les causas del menosprecio de que ha sido objeto la literaturahumanista en latn; sin embargo, esta postura no corresponde enabsoluto a los hechos histricos tal y como han llegado a nuestroconocimiento. \

    IV

    Paso ahora a la ltima rama de la literatura humanista, que escon mucho la ms importante para el estudiante de filsofa y dela historia intelectual, y que indudablemente posee una enormesignificacin intrnseca, si bien representa slo un pequeo sectorde los escritos humanistas; me refiero a los dilogos y tratadosque versan de temas morales y de carcter filosfico. La filosofamoral fue manifiestamente una parte significativa de las preocu-paciones humanistas; a Petrarca le gustaba mucho ser llamado filsofo moral, y muchos profesores humanistas ensearon dichamateria en varias escuelas y universidads. De hecho, los trata-dos r;norales de los humanistas son una fuente importante si que-remos entender los intereses, el gusto y a veces la sabidura de lapoca. Tambin nos ayudan a conocer las opiniones de humanis-tas concretos sobre temas particulares. No obstante, no puedopor menos de disentir de algunos de mis colegas en el estudio dela historia de la filosofa, que pretenden reconstruir a partir de lostratados humanistas un cuerpo de opinin filosfica uniformeque sera comn a todos os humanistas, por lo que 'se distingui-ran de los filsofos de otras pocas. No puedo evitar el pensarque por cada opinin expresada por un humanista en uno de susescritos, podemos hallar opiniones diferentes, e incluso opuestas,expresadas sobre el mismo tema por otros humanistas o inclusopor el mismo humanista en otra parte de su obra. En cada casohemos de considerar detenidamente el objetivo concreto para el

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    que se ha escrito una obra dada, as como las numerosas citastomadas de los autores clsicos (citas que las ms de las veces nose identifican ni siquiera explcitamente) y la preocupacin por laelegancia literaria formal junto con el rechazo consciente de lalengua tcnica, rechazo que refleja la imitacin de Cicern porparte del autor. En muchos ejemplos, aunque no en todos, loshumanistas parecen ms interesados en airear y discutir variasopiniones posibles sobre una cuestin dada que en tomar firme-

    o mente partido en cualquier sentido. Pero, a pesar de esto, loshumanistas muestran claramente un marcado inters por algunosproblemas especiales, y la mayora se inclina por una visin con-creta de la problemtica. Los humanistas escribieron numerosostratados sobre la felicidad o el bien supremo, el tema ms tratadoen la antigua filosofa moral, escorndose ms veces del lado mo-derado de Aristteles que de las opiniones extremas de los estoi-cos o epicreos, si bien estos ltimos tuvieron tambin famososseguidores en la poca ... 'Gustan de disertar acerca de virtudesconcretas, poder de la fortuna, insistiendo generalmente en elhecho de que la razn humana puede vencer a la fortuna, al me-nos dentro de ciertos lmites. Escribieron gran cantidad de pgi-nas sobre la educacin, y defendieron la lectura de los clsicospor razones tanto morales como intelectuales. Un tema favorito\fue el de la nobleza, poniendo el mrito por encima del nacimien-to a la hora de buscar la causa de la misma. Debatieron de mane-ra variada sobre los mritos de la vida activa y contemplativa, ascomo sobre la vida de casado y de soltero. Trataron asimismo eltema de los deberes de una profesin particular, incluida la delmonje o el clrigo~ Escribieron sobre la familia y el Estado, adap-tando los antiguos preceptos procedentes de diferentes fuentes alas circunstancias concretas de su propio tiempo y pas. Discutie-ron tambin sobre los mritos relativos de una repblica y unamonarqua, y muchos de ellos ensalzaron las virtudes del gobier-no republicano, especialmente si escriban en FIorencia o \:,ene-cia. Hablaron de los mritos del derecho y la medicina, de laliteratura y el servicio militar, de los tiempos antiguos y moder-nos. Muchos de estos temas son interesantes, aunque no tratadosen profundidad, y se podra aprender muchsimo ms si se estu-diara la parte de esta literatura que todava queda por explorar ypublicar. Con todo, sigo manteniendo, en el estado actual de misconocimientos, que la contribucin de los humanistas italianos noreside en ninguna opinin concreta, que casi todos ellos habrandefendido, ni en ninguna argumentacin ofrecida como base dedichas opiniones.Su contribucin es mucho ms intangible e indirecta. Reside en

    el programa educativo que pusieron en marcha; a saber, en lapropagacin del saber clsico por todas las escuelas, y en el nfa-

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  • sis que pusieron en el hombre y en su dignidad, lo que aparecaimplcito en el eslogan de los studia humanitatis, y quefue defen-dido explcitamente por muchos -aunque no por la totalidad-de los humanistas. Reside asimismo en la conviccin, quiz err-nea, de que mediante este estudio e imitacin de los clsicos,haban producido un renacimiento del saber y de la literatura,as como de las artes y las ciencias, con lo que la humanidadvolva a las alturas de la antigiiedad clsica tras un largo perodode decadencia. Esta visin del problema ha sido particularmenteimpugnada por los estudiosos actuales de la Edad Media, perosigue inspirando an nuestra tradicional divisin de la historiapor perodos. Reside igualmente en el debate elegante y no tcni-co de problemas humanos concretos, que fueron de inters gene-ral para los lectores educados de la poca pero ,que fueron pasa-dos por alto por los filsofos tcnicos, los lgicos escolsticos ylos fsicos. Y reside, sobre todo, en la enorme cantidad de nuevosmateriales antiguos puestos a la disposicin de los amigos de lafilosofa; ello posibilit el que stos pudieran resucitar en todo suesplendor las doctrinas antiguas del platonismo, el estoicismo, elepicuresmo y el escepticismo, as como el mismo aristotelismosobre la base de fuentes griegas en vez de rabes, y el que pudie-ran por fin intentar buscar nuevas soluciones filosficas indepen-dientes de cualquier fuente antigua en particular. Todo esto in-fluy decisivamente en el pensamiento filosfico del perodorenacentista. Personalmente, no considerara esto como na par-'te del humanismo ya que implic muchas tradiciones y problemasde origen diferente; mas todo esto fue sin duda influido por elhumanismo y no habra sido posible sin el trabajo y las actitudesde los humanistas.Lo que he dicho sobre el impacto del humanismo italiano en la

    filosofa puede decirse tambin, haciendo las debidas modifica-ciones, de todas las dems ramas de la civilizacin renacentista.La mayora de los humanistas italianos no tuvo el oficio de telo-gos (y algunos de ellos fueron sin duda cristianos indiferentes, sibien r,esuIta difcil probar que hubiera algunos paganos propia-mente hablando). Sin embargo, algunos de ellos se adelantaron aErasmo y a los reformadores en la aplicacin de los tiles de laerudicin clsica a los textos cristianos y en la preparacin de lasenda de una especie de filosofa sacra. Hubo muchas nuevasediciones y traducciones de los Padres de la Iglesia, e inclusoalgunas de la Biblia, y los mtodos de la crtica textual e histricafueron utilizados de manera consciente y concienzuda para estefin. La insistencia de los humanistas en las fuentes originales y sudesconfianza y crtica de la dialctica escolstica iban a tener re-percusiones en teologa lo mismo que en filosofa. En la historiade las ciencias, los mritos y logros de los siglos medios han sido

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    enfatizados con justicia por los historiadores recientes. No obs-tante, si bien la Edad Media posey una importante seleccin de'escritos griegos sobre matemticas, astronoma y medicina, lostraductores humanistas aadieron textos importantsimos en es-tos campos as como en geografa. La mayor parte de. los huma-nistas no tuvo que ver nada con los cientficos profesionales; sinembargo, muchos cientficos de los siglos xv YXVI recibieron unaeducacin humanista y fue slo en aquella pocacuando se pre-par el camino para descubrimientos enteramente nuevos. Enj1.Irisprudencia, fue el saber humanista lo que aport una com-prensin histrica de las fuentes del derecho romano durante elsiglo XVI, lo mismo que las traducciones humanistas de la antigualiteratura filosfica, histrica y retrica venan a renovar el deba-te de la teora poltica. En arquitectura y en las artes decorativas,el clasicismo dominante de la poca trajo una resurreccin deantiguos estilos y formas, toda vez que el renovado inters por lahistoria clsica, la mitologa y la alegora enriqueca los temas dela pintura y la escultura -fenmeno que perdurara hasta entra-do el siglo XIX-o Incluso en msica, terreno en el que no seconservaba ningn espcimen clsico, el estudio, e incluso la fal-sa interpretacin de la teora clsica, tuvo un efecto importanteen su desarrollo durante la ltima parte del siglo XVI. En resumi- >das cuentas: el humanismo italiano fue esencialmente casero en ~un compartimento particular de la civilizacin renacentista, sibien su influjo se extendi progresivamente a partir de dicho cen-tro, afectando a todas las dems zonas.Ms an, su influencia no se limit solamente a Italia, sino que

    sus huellas se pueden encontrar por toda Europa, para bien opara mal, al menos pasada la primera mitad del siglo xv. Estu-diantes de toda Europa abarrotaban las aulas de las universida-des italianas, aprendan los mtodos y las fuentes del humanismoitaliano y volvan a casa con muchas ideas y gustos nuevos ascomo con muchos libros comprados o copiados, que todava sepueden hallar en las bibliotecas de la Europa del norte, del oesteo del este. Se ley y copi estos mismos textos, para imprimiriosposteriormente fuera de Italia, algunos de ellos con algunos aa-didos. Muchos humanistas italianos tuvieron la ocasin de viajaral extranjero y difundir sus intereses mediante sus asociacionespersonales y profesionales, cuando no mediante la enseanza di-recta; marcharon como embajadores de los gohiernos italianos, ocomo exiliados polticos y -despus- religiosos, o como canci-lleres o profesores al servicio de gobiernos extranjeros. El in-tercambio de libros y de personas fue entonces, como ahora, unfactor importante para la cOl:nunicacincultural, y en dicha pocael humanismo italiano ofreci mucho de lo que era ignorado odespreciado en los otros pases. En el siglo XVI, el humanismo se

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  • volvi menos dependiente de Italia y ech races en otros pases.Algunos sabios, como Erasmo y'Moro, Vives y Bud, fueroniguales o superiores a sus contemporneos italianos y a menudose resistieron a pagar el debido tributo a sus predecesores italia-nos; mas, si bien debieron ciertamente muchsimo a sus tradicio-nes indgenas lo mismo que a sus talentos personales, no obstan-te, desde nuestra perspectiva, no debemos negar que fuerancontinuadores y cultivadores de las tradiciones del humanismoitaliano, y que su obra, por novel y original que fuera, no habrasido posible sin la de sus predecesores italianos.Espero que este breve repaso a una vasta zona del saber y de la

    literatura del Renacimiento haya dado al menos una idea generalde la contribucin y transcendencia histrica del humanismo ita-

    3 liano. Algunas de las obras de los humanistas pueden ser de valordiscutible, o de poca importancia desde un punto de vista moder-no. Pero quisiera subrayar dos puntos.a este respecto. En primerlugar, y como resultado del humanismo renacentista, el clima in-telectual cambi completamente entre 1300 y 1600, como loprueba, por ejemplo, en filosofa la distancia existente entre elaqunate y Descartes. Incluso en los campos en qudos humanis-tas no formularon ninguna nueva idea, en filosofa o en las cien-cias, posibilitaron dichas ideas desbrozando el terreno de algunastradiciones medievales y poniendo a la disposicin general todauna serie de fuentes antiguas. En el siglo XVI, el humanismo nofue sustituido por las reformas protestante y catlica, como pre-tenden muchos historiadores, ya que no era una teologa, sinouna tradicin literaria y erudita que sobrevivi tanto en los pasescatlicos como protestantes. En el mbito de.la filosofa y lasciencias, el humanismo fue definitivamente sobrepasado duranteel siglo XVII por los nuevos desarrollos que haban empezado conGalileo y Descartes, desan:llos rque haban sido preparados enparte por el humanismo como taL Sin .embargo, los trabajos delos humanistas, y los de los pensadores renacentistas influidospor el humanismo, se seguiran leyendo todava hasta el sigloXVIII y entrado el XIX, alimentando an de este modo muchascorrientes secundarias del pensamientqy de la literatura durantedicho perodo. El ideal de la educaein!:humanista domin lasescuelas de enseanza mediade occidente, al menos hasta princi-pios del siglo actual, y todava sobrevive en'el trmino humani-dades que solemos emplear, y.que denotalunll'esiduo de los stu~dia humanitatis. Ms an, el humanismo renacentista fue elverdadero ancestro de nuestro saber filolgico; histrico y litera-rio, as como la lgica;ifsica, matemticas y medicina medievalesy renacentistas preludian las sucesivas fases de la ciencia mo-derna.La segunda, y ms importante, leccin.quequisiera sacar del

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    lugar que ocupa el humanismo en la civilizacin renacentista es lasiguiente: en nuestro tiempo, las humanidades se encuentran a ladefensiva por todas partes, y nos vemos amenazados, por as de-cir, por la negra perspectiva de un mundo basado exclusivamenteen la vida prctica, la ciencia, la religin y un arte desprovisto decontenido intelectual. En contraste, vemos en el Renacimientoun vasto cuerpo de humanidades; es decir, un saber secular quees independiente, al menos parcialmente, de la vida prctica, dela ciencia, la religin y las artes, y que ocupa un lugar grande eimportante en las preocupaciones e iniciativas de la poca, siendoa su ve,zcapaz de ejercer un influjo profundo y fructfero en todaslas dems reas de la actividad humana. Esperemos que las hu-manidades, tal y como las conocemos, sobrevivan a este bache ydesempeen de nuevo una funcin productiva de caractersticassimilares.

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  • IIEL PENSAMIENTO MORAL

    DEL HUMANISMO RENACENTISTA*.

    rEn la tradicin occidental que comenz con la antigiiedad cl-si~y persisti durante la Edad Media hasta los tiempos moder-nos, el perodo comunmente llamado Renacimiento ocupa unlugar propio y presenta unas caractersticas patticularesJLos his-toriadores se han esforzado durante mucho tiempo, y de maneravariada, por describir la civilizacin del susodicho Renacimiento.Como resultado de ello, se han producido tantas controversias alrespecto que el llamado problema del Renacimiento se ha con-vertido en tema central de una profusa literatura independiente.La concepcin tradicional del Renacimiento fue formulada ha-

    ce exactamente cien aos por Jacob Burckhardt. Desde una sn-tesis inteligente de la Italia del siglo xv y principios del XVI, des-cribi los logros de dicho perodo en el terreno de las artes, laliteratura y la erudicin, y destac como caractersticas generalesel individualismo, la reemergencia de la antigiiedad y el descubri-miento del mundo y el hombre. Este cuadro lo difundi y popula-riz J. A. Symonds y otros, los cuales insistieron en las tenden-cias paganas del perodo ms que el citado Burckhardt. Otroshistoriadores acometieron la labor de analizar el Renacimientocomo un fennemo europeo de mayor amplitud, especialmentedurante el siglo XVI, y explorar tanto los influjos italianos comolas caractersticas nacionales que asumi el perodo en cada unode los principales pases europeos.La postura de Burckhardt fue desafiada y criticada de varias

    maneras. Los historiadores de la Edad Media descubrieron que

    Captulo en que se reproduce, con el debido permiso, el artculo Chapters inWestern Civilization, editado por el Departamento de Civilizacin contempor~nea del Columbia College, vol. 1, 3.' ed. (Nueva York, Columbia UniversityPress, 1961), 189-335.

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  • este perada, especialmente en susltimas fases, pasey sus pro-pias lagros impresionantes cama civilizacin, y que dist muchade ser una paca ascura destinada a ceder el pasa a un peradade renacimienta. En muchas casas, ciertas fenmenas canside-radas peculiares del Renacimiento. resultaron tener sus cantra-partidas a precedentes en las siglas medias. Las histariadares dela literatura francesa, seguidas par las de atras literaturas, ten-.dieron a minimizar las influencias italianas y a recalcar las cantri-buciones independientes, durante y antes del Renacimiento, deotros pases. Johan Huizinga, en su El Ocaso de la Edad Meda,destac los rasgos tpicamente medievales de una poca tan tar-da como el siglo xv; su cantribucin es particularmente impre-sionante ya que se centr en las Pases Bajos, Una zana que fueen aquel tiempo. el principal centro artstica y econmico de Eu-ropa fuera de Italia. Mientras que muchos historiadores estuvie~ron de acuerdo, si bien desde distintas posiciones, en que las re-formas pratestante y catlica del siglo XVI representaran el finalsbito de la cultura secular y pagana que haba irradiado desdeItalia durante el sigla XV, otras resaltaran el carctet bsicamen-te religiosa del Renacimiento. en los pases nrdicas, e inclusa enItalia. Un erudita, Giuseppe Taffanin, lleg hasta sugerir que el

    ."? humanismo. renacentista fue fundamentalmente una reaccin ca-tlica cantra las tendencias herticas inherentes al pensaIpientade la tarda Edad Media. La cantinuidad can la Edad Media fueel lema ms extendida entre muchas histariadares que estudiaranel desarrollo- ecanmico y cientfica del perada -aspectas quehaban sido d~scuidadas par Burchkardt pera que han sido.parti-cularmente impartantes en la reciente investigacin histrica-:-.Otras historiadores hablan de un.verdadero declive ecanmica ycientfica durante el sigla xv, pera esta pastura dista mucha deser campartida par tadas- las especialistas en el tema. Estas can-

    o. traversias se prestan tanta ms a la canfusin cuanta que afectaninclusa a las lmites cranalgicas del perada renacentista, cuyaprincipia y fin estn sujetas a una fluctuacin cansiderable, segnlas persanas y las regianes, y segn las desarrallas y aspectasculturales sabre las que el histariadar centra su atencin.Ante tanta desacuerdo. slo. pademas sugerir que nasatros apli-

    camas el trmino. Renacimienta, que actualmente es un trmino.convencianal, al perada de la histaria europea que va par la me-nas desde mediadas del sigla XIV hasta principias' del XVII. Si no.damos un juicio. de valar al trmino. Renacimienta, no. nas ex-traaremas al descubrir en dicha perado muchas carencias allado de sus grandes logros. Si aceptamas que el Renacimiento fueun perodo de transicin, no. nos asoinbrar el encantrar en lmuchas rasgos medievales la mismo que modernos, y tambinalgunas que son slo caractersticos del Renacimiento. No con-

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    viene resaltar ninguna de estos aspectas par encima de atros;antes bien conviene pastular la cantinuidad coma rasgo bsica dela histaria, canscientes al mismo tiempo de que la cantinuidadhistrica tanta implica cambio como estabilidad, y de que uncambio gradual que se praduce durante un perada de varios si-glas est destinado a ser no slo acumulativa, sino tambin cuali-tativamente considerable al final. Cada pas eurapeo, pademosafirmar igualmente, hizo su prapia cantribucin a la civilizacindel Renacimiento., y ella se realiz en parte mediante el estudiaatento de sus propias tradicianes medievales; de tados modas,Italia, tanta por la excelencia de sus propias cantribuciones camapar el influjo. que ejerci en tados las dems pases, ocup unapasicin de predominio cultural que nunca posey antes ni des-pus.Si la pretensin de algunos histariadores ms antiguos de que

    el Renacimiento fue un perodo de resurreccin tras muchos si-glos tenebrosos debe ser sametida ahara a una crtica severa, si-gue siendo. cierto que los escritores del perodo hablaran de queestaban asistiendo a un renacimiento de las artes, las letras y elsaber tras una larga decadencia. Par ltima, no se nas aculta queen una civilizacin compleja, aunque ,articulada, cada rea decultura ha de tener su propia lnea distintiva de desarrollo. No.hay razones para afirmar que el Renacimiento., ni ningn otraperodo, ha de mostrar las mismas caractersticas, el misma esti-la, a el misma tipo de desarrolla a de difusin regianal en el artey en literatura, en la poltica, la religin, la filasofa a las ciencias.El descubrir un tal estila comn puede ser el abjetivo fijado porel histariador de un perado, mas ste no podr darla par supues-to desde el mismo principia. Muchas de las controversias sabre elRenacimiento se deben a la tendencia de los historiadores a cen-trar su atencin exclusivamente en un aspecto. de la cultura delperado, a hacer generalizacianes indebidas sobre la base de sutema favorito, y a ignorar los atros aspectas relevantes de la era ..Para acercamas a una visin ms abjetiva del Renacimiento, pa-rece acansejado respetar la independencia de los distintos cam-pos del quehacer humana, sin negar ni descuidar sus mutuas in-terrelaciones.

    I9 Dentro del marca general de la civilizacin renacentista, pode-mas cansiderar el humanismo. cama una de sus aspectas a mavi-mientos ms impartantes, aunque limitado. La interpretacin delhumanismo. renacentista, coma la del Renacimiento. en general,ha sido objeto de .interminables contraversias y desacuerdos en-tre los historiadores recientes. Ms an, el humanismo. resulta

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  • / todava ms difcil de definir que el Renacimiento, puesto que no

    i~,basta con indicar sus lmites cronolgicos. Hemos de intentar

    . describir tambin su contenido intelectual y el alcance y variedadI de sus actividades. Esta tarea resulta an ms complicada si se. tiene en cuenta que la palabra humanismo ha venido a significartodo tipo de nfasis sobre los valores humanos. Naturalmente,cuando omos mencionar el humanismo del Renacimiento pensa-mos en esos valores humanos supuestamente corrientes en el pe-rodo renacentista, o incluso caractersticos de dicho perodo. Po-demos encontrar ciertamente en el Renacimiento un humanismoentendido en este sentido; sin embargo, dicho sentido no estuvotan generalizado como se cree a menudo. Cuando los historiado-res hablan del humanismo renacentista, emplean la palabra en unsentido distinto del que se le da en nuestro tiempo. Se refieren auna vasta clase de intelectuales renacentistas, que son tradicio-nalmente llamados con el nombre de humanistas y que desplega-ron gran actividad como profesores y secretarios, o como escrito-res, investigadores y pensadores; intelectuales, por otra parte,que ejercieron un amplio y profundo influjo en todos los aspectosde la civilizacin renacentista, y que dejaron a la posteridad, jun-to con el ejemplo de sus vidas y actividades diversas, un enormecmulo de escritos que se pueden considerar a grandes rasgoscomo literatura, erudicin histrica y filolgica y pensamientomoral, si bien tratan a menudo de temas tan diversos como lafilosofa y las ciencias, la crtica literaria y el arte, la educacin, elbuen gobierno y la religin. La reactualizacin de la antigiiedad,generalmente asociada con el perodo renacentista, as como elclasicismo envolvente que detectamos en todas sus manifestacio-nes literarias y artsticas, es sin duda alguna el efecto directo oindirecto del humanismo renacentista/Cuando Georg Voigt des-

    .......cribi en 1859 las primeras fases del humanismo italiano, resaltante todo sus contribuciones al saber clsico. Burckhardt y Sy-

    /\ monds, sin infravalorar el impacto de los humanistaS'en el pensa-\ miento y literatura renacentistas, hicieron justicia a su labor co-mo historiadores y maestros clsicos. Entre los estudiososalemanes posteriores se sigui insistiendo en este aspecto, queconoci su punto lgido con el empleo de la palabra humanismoen el siglo XIX, casi exclusivamente asoCiada con las disciplinashumansticas; a saber, con la historia y la filosofa, as como conlas escuelas humansticas en las que dichas disciplinas se cultiva-ron. Por otro lad(), como el humanismo pareci predominar en laliteratura y civilizacin italianas durante el siglo XV, perdiendoalguna de su importancia en el XVI, los estudiosos italianos ten-,dieron a emplear la palabra humanIsmo como ehlUlllbre de'~\

    \\} todo un perodo -principalmente el siglo xv-; perodo que los'\ eruditos de otros pases han llamado con el nombre de primer

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    Renacimiento. Recientemente se tiene tendencia l quitar im-portancia a los logros humanistas en el terreno de la erudicin yla literatura y a definir el movimiento en trminos de ciertas ideaso ideales. Esta tendencia puede obedecer a un descenso de lacota de la erudicin como tal, y al sentimiento de que se ha deidentificar al humanismo renacentista' con una serie de ideas biendefinidas para que resulte aceptable a la opinin contempornea.Es indudable que los matices modernos de esta palabra puedenhaber desempeado un papel importante en dicho proceso. Kon-rad Burdach asign al humanismo un origen religioso y consider.su orientacln secular como un desarrollo posterior. GuiseppeToffanm crey que elnumamsmo renacentista fue una reaccincathca contra clertas tendenCiaS herticas inherentes al pensa-II1l~.l!tgm~ale~.l. :Y.Q!~as Huso..pensando en los humanistasordicos ms que en los italianos, identific el ncleo del huma-nismo renacentista con el humanismo cristiano, que heredara deToms de Aquino la .preocupacin por la armona entre la anti-gua razn y la fe cristiana. Por su parte, Hans Baron bas suinterpretacin en el humanismo cvico de la Florencia del sigloxv, el cual tuvo que ver sobre todo con la formacin de ciudada-nos responsables y preocupados por su comunidad republicana.

    Por ltimo,~!1.~enio {Jarin. en una serie de estudios bien docu-mentados, emp e el trmino humanismo como eldenommadorcornIrde todo lo que sooresaliO en erpensaminto filos(i~-=cl~LRenaclleto,'recalcadla preocup

  • cribir historia y una de las principales disciplinas filosficas: lafilosofa moral. Como los humanistas estuvieron plenamenteconvencidos de la necesidad de seguir para cada gnero de escri-tura los modelos de la literatura antigua, el estudio del griego y ellatn clsicos se convirti en algo imprescindible y en parte in-separable de la educacin humanstica; estudiar poesa vino a sig-nificar estudiar a los antiguos poetas as como aprender a escribiren verso. De este modo entenderemos mejor por qu ,el humanis-mo renacentista tuvo a la vez la literatura y la erudiCin comopreocupaciones centrales, siendo el clasicismo su espina dorsal, ypor qu se difundi, mediante el influjo de los humanistas, portoda la civilizacin renacentista. Cuando los estudiosos del Rena-}c_imi~n.t-adontaron el trmino h1Trapidiides;;"l>ara'oes"ign_g-los~-e~!l!r:!!~s-9iie~sTs-ij~r~i~~a.~,prmefao'ilavezhacerhc~-Ipi en f()s,y;,iI2i~s!J...!lm.~!10sinherenies-a~,i1~sai~~1as,si~!li!2)aenseriiaoe la filosofa rn.~raIPj":.t~~~~.n~ialde su programa.\ :Q.~..esta manera fueron liumanistas_tambiJL~I!ir-sentOogueI.tienela pala~r~,n.el S!g!9XX. Con todo, el humanismo renacen-tISta:; contrariamente a su tocayo actual, estuvo estrechamenteligado a un programa e ideal de ndole cultural, siendo tal idealprecisamente lo que ana a todos los humanistas del Renaci-miento. Las ideas concretas de orden filosfico, religioso o polti-co, por las que los historiadores modernos han intentado definirel humanismo renacentista, se hallan a buen seguJjo en los escri-tos de ciertos humanistas, siendo algunos de tales escritos de su-ma importancia. Sin embargo, como estas ideas no fueron com-partidas por todos los humanistas, adems de que, una buenaparte de la obra de los mismos no tuvo absolutamente nada quever con las ideas, sino que fue de un carcter exclusivamenteliterario o erudito, es imposible basar en ellas una propia defini-cin o comprensin del movimiento en su totalidad. Por otra par-te, como la principal preocupacin profesional de los humanistas,por as decir, estuvo limitada a las humanidades, no debemospresumir, como hacen muchos autores, que el humanismo seidentific con la civilizacin o el saber renacentista en su totali-, dad. La teologa y el derecho, as como la medicina, las matem-ticas, la astronoma, la astrologa, la alquimia, la lgica, la filoso-fa natural, la metafsica, las literaturas vernculas, las artesvisuales y la msica, todas ellas fueron disciplinas generosamentecultivadas durante el Renacimiento, y no exclusivamente por loshumanistas. Cada rea del saber tuvo su desarrollo y tradicionespropias, siendo debidamente investigada por sus propios especia-listas. Si todas recibieron un fuerte influjo del humanismo rena-centista, dicho influjo fue en gran parte externo a la disciplinacomo tal y limitado en su naturaleza. Ello se debi a los humanis-tas que tenan un inters o competencia personales en una o ms

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    , I

    , de dichas disciplinas, o a los especialistas en otras disciplinas quehaban gozado de una educacin humanista en su juventud, comofue de hecho la prctica corriente despus de mediado el sigloxv. La naturaleza de este influjo humanista es asimismo muypeculiar: consiste ante todo en la introduccin de fuentes clsicasrecin descubiertas y en el nuevo enfoque de las mismas (as co-mo en la boga de hacer citas y alusiones clsicas) en el empleo delos recin pulidos mtodos de la erudicin histrica y filolgica, yen el intento de reformular la terminolog'a especializada de lasescuelas medievales, sus rgidos mtodos de argumentar, sus co-mentarios elaborados y sus cuestiones disputadas mediante trata-dos, dilogos y ensayos escritos en un estilo llano y elegante.Como quiera que la filosofa moral, contrariamente a las de-

    ms disciplinas fil05ficas, fue considerada parte de las humani-dades, podemos entender con facilidad que el pensamiento moraldel Renacimiento estuviera estrechamente asociado al movi-miento humanista. Una parte considerable de la literatura moraldel Renacimiento fue escrita por humanistas, o por gente deotras profesiones con una formacin humanista, y prcticamentetodos los escritores de temas morales estuvieron influidos por elhumanismo. La conexin de esta produccin con el humanismoexplica algunos de sus rasgos peculiares. Algunos humanistas,por no decir todos, fueron profesores, de modo que su pensa-miento moral incidi sobre todo en la educacin de los jvenes.Los humanistas consideraron la antigiiedad clsica como gua ynorte en el pensamiento y la literatura, y sus escritos moralesestn repletos de citas sacadas de autores griegos y romanoS, deepisodios de la historia y mitologa clsicas, y de ideas y teorasderivadas de los filsofos y escritores antiguos. Finalmente, loshumanistas fueron retricos profesionales; es decir, escritores ycrticos, que desearon no slo decir la verdad, sino tambin de-cirla bien, segn el buen gusto y ciertos patrones literarios. Cre-yeron en la antigua doctrina retrica de que un orador o escritorprofesional debe adquirir y mostrar habilidad suficiente para ha-cer aceptable a su pblico cualquier idea relacionada con su temaelegido. Por consiguiente, una idea dada es a menudo expresadaen frases que aspiran a ser antes elegantes que precisas, y muchas5veces, especialmente en un dilogo o discurso, se pueden defen-,der las opiniones con el vigor y elocuencia requeridos por la oca-

    I'in, aunque sin expresar el verdadero y definitivo parecer del"ilutor., '

    111

    'La enseanza moral se encierra a menudo en gneros literarioscultivados por los humanistas en muchas ocasiones en que un

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  • lector moderno no se esperara encontrarse con ella. Los huma-nistas heredaron de los gramticos y crticos literarios antiguos ymedievales la opinin de que la instruccin moral es una de lasprincipales tareas del poeta. De ah esa nota moral, e inclusomoralista, en algunas de las poesas que escribieron, y en la in-terpretacin que dieron de los poetas antiguos tanto en las aulascomo en sus comentarios publicados. Los humanistas siguierontambin la teora y prctica antiguas y medievales en su creenciade que el orador y el prosista son maestros de moral que han deadornar sus composiciones con sentencias lapidarias sacadas delos poetas o de su propia cosecha. Para facilitar esta labor, unhumanista recoger en un cuaderno aparte toda una serie de citasy sentencias, y algunos escritores publicarn colecciones de sen-tencias, proverbios, refranes o ancdotas histricas para que pue-da citarlas libremente cualquier autor en la ocasin apropiada.Los Apophthegmata de Plutarco, gozaron, en sus traduccioneshumanistas, de una gran popularidad por dicha razn, y los Ada-gia de Erasmo, recogidos de muchas fuentes antiguas y corregi-dos y aumentados varias veces por el autor, fueron imprimidos yempleados, aunque no siempre citados, durante muchos siglos.Por ltimo, hay otra rama del estudio cultivada por los huma-

    nistas que tuvo gran importancia moral para ellos: la historia. Loshumanistas compartieron la opinin de muchos autores antiguosy medievales de que una de las tareas de la historiografa era daruna leccin moral. Gran parte de la historiografa renacentista sebasa en esta creencia. De la misma manera, la extensa literaturabiogrfica producida durante dicho perodo est a menudo ani-mada por el deseo de proporcionar al lector modelos dignos deimitacin. Las vidas de santos medievales suministraban un pre-cedente, ya que estaban escritas para ofrecer al lector unos mo-delos de conducta piadosa. Pero no es lo mismo el que las perso-nas cuyas vidas son descritas como modelos de conducta humanasean santos cristianos o estadistas, generales, filsofos y poetasde la antigiiedad, o prncipes, ciudadanos y artistas contempor-neos. El Renacimiento sigui conociendo la -publicacin de bio-grafas de santos, pero leg un nmero mucho mayor de biogra-fas seculares. Las vidas de los personajes antiguos escritas porPetrarca y otros humanistas iban claramente destinadas a presen-tar modelos que imitar, dado que la antigiiedad clsica fue paralos humanistas el modelo admirado en todos los campos del que-hacer humano. No hay que asombrarse, pues, de que, en unafamosa controversia humanista, la relativa superioridad de losromanos Escipin y Csar sirviera de base para discutir los mri-tos del gobierno monrquico y republicano. Cuando, en sus Dis-cursos sobre Tito Livio, ofrece Maquiavelo a sus contemporneoslas instituciones y acciones de la repblica romana como modelo

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    a imitar, no hace sino seguir la prctica de sus predecesores hu-manistas, presentando adems su argumentacin de manera msclara de lo que hicieran aqullos: los seres humanos son funda-mentalmente los mismos en todos los tiempos; por tanto, es posi-ble estudiar la conducta de los antiguos, as como aprender de suserrores y sus logros, siguiendo su ejemplo cuando estuvieronacertados.Si dejamos a un lado por el momento los escritos de los huma-

    nistas en que aparece un inters moral y moralista y nos volvemoshacia las obras que tratan explcitamente, de filosofa moral, con-vendr que nos detengamos a considerar los gneros favoritos enque vertieron esta clase de literatura. Los ms importantes son eltratado y el dilogo, y, algo despus, el ensayo. Otras formas msmarginales son el discurso y la carta, las formas ms extendidasen la literatura humanista, las cuales sirven a veces para expresarideas morales. La carta fue especialmente popular entre los hu-manistas, ya que le~ permita expresar sus opiniones de una ma-nera personal y subjetiva; as, consideraron la composicin decartas como una rama ms de la literatura y les imprimieron lamisma pulida elegancia que a las dems obras literarias. Quedantodava por mencionar, abundando en la misma lnea, las colec-ciones de sentencias, refranes y lugares comunes.La lengua de estos escritos fue por regla general el latn, si bien

    el empleo de la lengua verncula aparece especialmente en laToscana durante el siglo xv y se va difundiendo cada vez ms alresto de Italia y de Europa durante el XVI. La eleccin de lalengua indicaba a qu clase de pblico quera el autor que llegarasu obra. Los escritos en latn iban dirigido~ a~un auditorio in-ternacional de hombres de saber y alumnos de escuelas humanis-tas, mientras que, dentro de un pas o regin particular, las obrasescritas en lengua verncula eran ledas principalmente por unaclase media compuesta de seoras, honibres de negocios y artesa-nos que saban leer y que deseaban entretenerse e instruirse; des-conocan por lo general el latn y carecan de una educacin enuna escuela humanista o de formacin universitaria.

    IV

    La existencia de este vasto cuerpo de literatura moral escritopor los humanistas y dems divulgadores, o del cuerpo todavams vasto del saber y literatura humanistas, es ya de por s unfenmeno histrico de gran importancia. Nos hallamos ante unextenssimo cuerpo de saber secular, que se alimenta de las fuen-tes antiguas y de la experiencia contempornea, y que es bsica-mente independiente de las tradiciones de la filosofa, la ciencia,

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  • : I ; : ; I

    la teologa y el derecho escolsticos -si bien no est totalmentedesconectado de las mismas-o Formando parte de este saber, oderivado del mismo, encontramos un cuerpo de pensamientomoral que nunca se opuso a la doctrina religiosa -a menudoexplcitamente en consonancia con la misma---:, que coexiste per-fectamente con ella y reclama un lugar cada vez mayor en elmbito de laviday experiencia humanas. Tenemos varios prece-dentes medievales de este pensamiento moral secular, si bienfueron bastante diferentes y de objetivos ms limitados. Algunosmoralistas como Cicern, Sneca y Boecio haban gozado de unapopularidad constante a travs de la Edad Media, y los gramti-cas medievales haban intentado dar unas interpretaciones mora-les a poetas antiguos como Ovidio y Virgilio. Esta tradicin fueclaramente asumida por el humanismo ~enacentista en las prime-ras fases del siglo XIV. Cuando se tradujeron al latn todos losescritos de Aristteles, y se adoptaron como libros de texto defilosofa en Pars y otros centros universitarios durante el sigloXIII, su Etica, junto con su Poltica, su Retrica y la Economaque se le atribuye, fueron regularmente explicadas en las aulas, yun buen nmero de comentarios sobre estas obras deben su ori-gen a esta tradicin escolar, si bien el curso de tica era msopcional y menos importante que la lgica o la filosofa natural.De este modo, las doctrinas de las virtudes y del bien supremo deAristteles, as como sus teoras de las pasiones tal y como apare-cen expuestas en la Retrica, fueron de sobra conocidas por losestudiantes de filosofa y por muchos otros. Cuando los humanis-tas recogieron la mayor parte de las enseanzas sobre tica en elsiglo XV y escribieron tratados generales sobre temas morales, enrealidad siguieron empleando los escritos aristotlicos, que se re-cOmendaban por's mismos a causa de la gran variedad de temas

    . tratados y de su riqueza de detalles; los humanistas tendieron amenudo a seguir sus opiniones, aunque las interpretaran de ma-nera diferente o las combinaran con otras teoras procedentes defuentes distintas. Por ltimo, a finales de la Edad Media se desa-rroll todo un cdigo de conducta moral para los caballeros; esdecir, para una clase privilegiada de laicos, y este cdigo hall suexpresin literaria en la poesa lrica, as como en los romancesen verso y en prosa, y en unos cuantos tratados tericos. La lite-ratura moral del Renacimiento iba igualmente destinada a loslaicos ms que a los clrigos. Con todo, aparte de toda su cargaclsica, ausente en la literatura medieval de los caballeros, fueescrita por y para una clase de gente distinta: tena unas basespolticas; econmicas y sociales distintas.El humanismo renacentista, que empez en Italia hacia fines

    del siglo XIII como muy pronto, no se puede explicar sino como elresultado directo, y no retardado, del desarrollo econmico y po-

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    fI

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    ltico de las comunidades de las ciudades que empezaron a tenervida flo