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El Matrimonio Honroso Apóstol Sergio G. Enríquez O. Guatemala, 27 de marzo del Año De La Revelación www.ebenezer.org.gt 1 Todos los temas de la Biblia son importantes, pero algunos de ellos necesitan tener cierta prioridad, por ejemplo el tema del matrimonio, que es la base de la familia, instituído por Dios como varón y hembra, no de otra manera. La célula que conforma el hogar es el matrimonio, base de la familia; la célula que conforma la sociedad es la iglesia, es decir, las familias; y si no hay hogares fuertes no hay una sociedad fuerte. La Biblia dice en el Salmo 127, que en vano edifican los edificadores si Jehová no edifica la casa, y en vano cuida la guardia, si Jehová no la cuida; primero habla de la casa y después de la ciudad, esto nos dice que si tratamos de edificar nuestra casa nosotros solos, será en vano, pues el Señor es el que debe edificar nuestro hogar. El Señor edifica casa a ciertas personas, por ejemplo las parteras de Egipto, que Dios les edificó casa cuando tuvieron temor de Dios y no mataron a los primogénitos de Israel. Abigail es otro ejemplo, al decirle a David que no se manchara las manos de sangre, porque él era un hombre que peleaba las batallas de Dios y el Señor le edificaría casa. En este punto es que ha fallado la sociedad, pues como Dios no ha edificado sus casas, entonces ellos le ponen guardias, pero la guardia no puede hacer nada contra la infraestrutura ética y moral de la sociedad tal como la vemos ahora, que práticamente no existe, porque en los hogares no se imparte este tipo de instrucción. Otra de las formas en que podemos convencer al Señor de edificarnos casa, es edificar la casa de otro, es decir, cumplir la ley del levirato. Esta ley indicaba que cuando un hombre moría sin dejar simiente, es decir, hijos; el hermano mayor o pariente más cercano debía acercarse sexualmente a la viuda y cuando la embarazaba ya no la volvía a tocar, y el hijo de la viuda era llamado del nombre del fallecido y no del que lo había engendrado. Cuando este pariente cercano no quería hacer lo que le correspondía, para no dañar su patrimonio, se le quitaba un zapato, se le llamaba a su casa “la casa del descalzado” y se le escupía y se decía “así se le hace al hombre que no quiso edificarle casa a su hermano”. Este es un simbolismo muy hermoso, pues Dios nos va a edificar casa cuando nosotros hagamos la obra de edificación donde hay un ausente. Por ejemplo, a una mujer que queda viuda, un amigo se compromete a ayudarle con el colegio de los niños que quedaron huérfanos, este hombre está haciendo un levirato, es decir, haciendo la función del padre ausente. Cuando convencemos al Señor con nuestras actitudes, de edificar nuestra casa, entonces será edificada fácilmente, nosotros edificamos y el Señor edifica también. Si nuestras casas fueran edificadas por el Señor, entonces no habría necesidad de guardias, porque el mismo Señor guardaría nuestros hogares. Ahora bien, para poder corregir la sociedad debemos ir entonces al origen, que es la familia y a la célula de la familia que es el matrimonio. Hebreos 13:4 RV 1960 Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios. Notemos que este versículo tiene dos tiempos, habla del matrimonio y después del lecho matrimonial. La boda no es lo mismo que el matrimonio; la boda es un acto donde se bendice la

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El Matrimonio Honroso Apóstol Sergio G. Enríquez O. Guatemala, 27 de marzo del Año De La Revelación

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Todos los temas de la Biblia son importantes, pero algunos de ellos necesitan tener cierta prioridad, por ejemplo el tema del matrimonio, que es la base de la familia, instituído por Dios como varón y hembra, no de otra manera. La célula que conforma el hogar es el matrimonio, base de la familia; la célula que conforma la sociedad es la iglesia, es decir, las familias; y si no hay hogares fuertes no hay una sociedad fuerte. La Biblia dice en el Salmo 127, que en vano edifican los edificadores si Jehová no edifica la casa, y en vano cuida la guardia, si Jehová no la cuida; primero habla de la casa y después de la ciudad, esto nos dice que si tratamos de edificar nuestra casa nosotros solos, será en vano, pues el Señor es el que debe edificar nuestro hogar. El Señor edifica casa a ciertas personas, por ejemplo las parteras de Egipto, que Dios les edificó casa cuando tuvieron temor de Dios y no mataron a los primogénitos de Israel. Abigail es otro ejemplo, al decirle a David que no se manchara las manos de sangre, porque él era un hombre que peleaba las batallas de Dios y el Señor le edificaría casa. En este punto es que ha fallado la sociedad, pues como Dios no ha edificado sus casas, entonces ellos le ponen guardias, pero la guardia no puede hacer nada contra la infraestrutura ética y moral de la sociedad tal como la vemos ahora, que práticamente no existe, porque en los hogares no se imparte este tipo de instrucción. Otra de las formas en que podemos convencer al Señor de edificarnos casa, es edificar la casa de otro, es decir, cumplir la ley del levirato. Esta ley indicaba que cuando un hombre moría sin dejar simiente, es decir, hijos; el hermano mayor o pariente más cercano debía acercarse sexualmente a la viuda y cuando la embarazaba ya no la volvía a tocar, y el hijo de la viuda era llamado del nombre del fallecido y no del que lo había engendrado. Cuando este pariente cercano no quería hacer lo que le correspondía, para no dañar su patrimonio, se le quitaba un zapato, se le llamaba a su casa “la casa del descalzado” y se le escupía y se decía “así se le hace al hombre que no quiso edificarle casa a su hermano”. Este es un simbolismo muy hermoso, pues Dios nos va a edificar casa cuando nosotros hagamos la obra de edificación donde hay un ausente. Por ejemplo, a una mujer que queda viuda, un amigo se compromete a ayudarle con el colegio de los niños que quedaron huérfanos, este hombre está haciendo un levirato, es decir, haciendo la función del padre ausente. Cuando convencemos al Señor con nuestras actitudes, de edificar nuestra casa, entonces será edificada fácilmente, nosotros edificamos y el Señor edifica también. Si nuestras casas fueran edificadas por el Señor, entonces no habría necesidad de guardias, porque el mismo Señor guardaría nuestros hogares. Ahora bien, para poder corregir la sociedad debemos ir entonces al origen, que es la familia y a la célula de la familia que es el matrimonio. Hebreos 13:4 RV 1960 Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios. Notemos que este versículo tiene dos tiempos, habla del matrimonio y después del lecho matrimonial. La boda no es lo mismo que el matrimonio; la boda es un acto donde se bendice la

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unión, y el matrimonio es toda la vida; este debe ser honroso y la intimidad sexual del mismo, debe ser sin mancilla. La tradición dice que la fornicación es la unión sexual entre dos solteros, y que el adulterio es una unión ilícita entre dos casados, donde cada uno tiene su propio matrimonio, pero eso no es así, pues la palabra fornicario viene del griego “pornos” G4205, por lo que en un legítimo matrimonio puede estarse dando fornicación, esto, si no se están dando las cosas fuera de la voluntad de Dios. Hebreos 13:4 LBLA Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin mancilla, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios. En esta versión dice inmorales en lugar de fornicarios. En algunas Biblias se tradujo la palabra pornos como inmoral, por ejemplo, en el versículo de Hebreos 12:16 RV60, da a entender que Esaú fue fornicario y profano, lo cual significa que la palabra fornicario no es solo en el sentido sexual. Esto nos dice que el que no haga de su matrimonio un matrimonio honroso, puede ser llamado inmoral y aquel que no haga de su lecho un lecho sin mancilla, puede ser llamado adúltero. 2 Crónicas 26:18 RVC y se opusieron al rey Uzías. Le dijeron: «Uzías, el quemar incienso al Señor no te corresponde a ti, sino sólo a los sacerdotes descendientes de Aarón, que han sido consagrados para quemarlo. Sal ahora del santuario, porque has pecado, y delante del Señor Dios eso no te es nada honroso.» Uzías había hecho algo que no era honroso, pues había usurpado, había tomado un lugar que no le correspondía. Entonces, el matrimonio no es honroso cuando alguno de los dos conyugues quiere ocupar el lugar del otro. El matrimonio es una bendición y si es en amor, lo es aún más, pues los conyugues se llegan a amar y respetar de una hermosa manera, y hasta pueden llegar a pensar casi lo mismo, por la armonía que existe entre ellos. La idea que se vendió a nuestra sociedad hace muchos años, es que la mujer era una persona de menor categoría que el hombre, pues se les prohibía estudiar en la universidad y tampoco tenían derecho al voto; esta era una mentalidad machista discriminatoria. Entonces la mujeres se rebelaron e iniciaron un movimiento, diciendo que eran mayores a los hombres, por lo cual, también en la familia tomaron el lugar que no les correspondía. Vemos entonces que el movimiento de empoderamiento de la mujer no es de Dios, el único que debe empoderarse de nuestros corazones es el Espíritu Santo, para que lleguemos a ser como el Señor. No es honroso que se usurpe un lugar, la Biblia dice cuál debe ser el orden en el hogar (1Cor 11:3), que Cristo es la cabeza de todo hombre, y que el hombre es la cabeza de la mujer, y que Dios es la cabeza de Cristo. También dice que la mujer debe gobernar su casa (1Ti 5:14), lo cual indica que es un ama de casa, no una sirvienta, lo cual nos da un equilibrio del papel de la mujer en el matrimonio. En el tema de administrar el hogar la mujer debe ser la que lleve el mando, en eso el hombre no debe gobernar. Lo vemos en el siguiente versículo:

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1 Timoteo 2:12 LBLA Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada. Las palabras ejercer autoridad en este versículo se tradujeron de la palabra G831 authenteo, que significa, según el diccionario Vine, ejercer autoridad por cuenta propia, dominar sobre. Se usa en 1Ti 2:12 : «ejercer dominio» (RV: «tomar autoridad»). En su utilización anterior, esta palabra significaba a uno que con su propia mano daba muerte a otros o a sí mismo. Más tarde vino a denotar a quien actúa en base de su propia autoridad; de ahí, ejercer autoridad, dominio. Por ello, cuando la mujer es delegada para enseñar no tiene problema, pero cuando lo hace por su propia cuenta, entonces está usurpando autoridad. Esto nos lleva a que en la iglesia debemos despojarnos de las ideas del mundo, que nos dicen que la mujer es menos que el hombre, pues en el matrimonio ambos deben ponerse de acuerdo en las decisiones que se tomen respecto al mismo hogar, es decir, que debemos seguir los principios del reino y dentro de ellos que el matrimonio sea honroso. Proverbios 19:11 BNC La cordura del hombre detiene su cólera, y es honroso disimular una ofensa. Una de las cosas que llegan a suceder dentro del matrimonio, es ofenderse mutuamente; este versículo nos dice que para honroso nuestro matrimonio, debemos disimular las ofensas que nos hacemos, o que otros nos hagan, no solo con palabras, sino con hechos. Debemos tener la disposición en el corazón de disimular las ofensas que recibimos de nuestra familia y amigos. Proverbios 20:3 NVI Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito. Este versículo nos dice que dentro de casa debemos tener la disposición de evitar las contiendas, para hacer honroso nuestro hogar. Proverbios 20:3 NVP Al hombre le es honroso apartarse de la contienda, pero todo insensato se envolverá en ella. Según esta versión es honroso salir de la contienda. En algunos casos el orgullo nos detiene, pero es importante que sepamos que es mucho mejor salir de una contienda, que persistir en ella. Hay tres mandamientos principales que el Señor nos dio, el primero cronológicamente es “Oye”, el primero en importancia es “Ama” y el primero con promesa es “Honra a tu padre y a tu madre para que tus días sean alargados”. Si honramos a nuestra pareja, nuestros hijos lo verán y aprenderán a honrar, por lo cual llegará el día que ellos se levanten y la llamen bienaventurada. Llamamos la honra para que esté en nuestros hogares, y desechamos la deshonra en el nombre de Jesús.