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ENERO / MARZO 2007 241 CUADERNOS de pensamiento político RESEÑAS El libertino y el nacimiento del capitalismo JUAN VELARDE FUERTES Editorial: La Esfera de los Libros S.L. Junio 2006. Madrid. 232 Páginas La libertad ha sido uno de los derechos indivi- duales del que más se ha escrito y por el que más se ha luchado a lo largo de la historia. El ca- tedrático de economía Juan Velarde nos enseña, en esta reedición de una obra publicada a prin- cipios de la década de los ochenta, la vida de al- gunas figuras influyentes que han marcado el camino de la libertad. A través de ellas, el autor analiza con profundidad el papel de las figuras del libertino y del francmasón en el desarrollo de las sociedades modernas y en la aparición del capitalismo, como sistema de crecimiento económico y desarrollo social, después de la pri- mera Revolución Industrial del siglo XVIII. Como señala el profesor Velarde, “percibí que era muy difícil tener una visión completa de lo sucedido si eliminaba la cuestión de los liber- tinos, así como también si se prescindía de la masonería”. En primer lugar, se narra la vida y el papel de Benjamin Franklin según la descripción de Max Weber, quien lo define como el auténtico libertino de la época, y como “el expositor más adecuado de las ideas clave del purita- nismo en que se ha de basar el espíritu del capitalismo”. Así, el “ethos” y la prudencia en los negocios son los elementos de su perfil económico y personal. Y es que Franklin negaba la existen- cia del mal y combinaba las ideas de Voltaire y Rosseau utilizando políticamente la tesis del buen salvaje. Deísta y sin matiz confesional definido, una frase de su padre refleja el es- píritu liberal del que estaba impregnado: “Si ves a un hombre solícito en su trabajo, debe estar antes que los reyes”. Al hilo del análisis que Max Weber realiza sobre Franklin, el autor resalta también otras características: la de li- bertino y masón. No obstante, libertino no era entonces un hombre entregado enteramente a los placeres materiales con opulencia. Al contrario, Fran- klin, de hecho, fue un libertino caracterizado por la mesura en sus actos. Velarde lo aclara, “no quiero decir que se trate de un hombre disoluto, juerguista y sólo preocupado por los placeres de la carne”, ya que una de las vir- tudes de Franklin era la mesura. Por otro lado, su relación con ciertas logias un tanto oscuras en sus ritos, hacía de Fran- klin una persona en la que no se podía en- contrar un ápice de puritanismo. Casanova, Madame de Pompadour, Voltaire, Quesnay, Chevallier, Mirabeau, Mandeville y Mozart, son otros grandes personajes clave en el análisis que hace el profesor Velarde de las figuras de libertino y francmasón.

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El libertino y el nacimiento del capitalismo JUAN VELARDE FUERTES Editorial: La Esfera de los Libros S.L. Junio 2006. Madrid. 232 Páginas

La libertad ha sido uno de los derechos indivi-duales del que más se ha escrito y por el quemás se ha luchado a lo largo de la historia. El ca-tedrático de economía Juan Velarde nos enseña,en esta reedición de una obra publicada a prin-cipios de la década de los ochenta, la vida de al-gunas figuras influyentes que han marcado elcamino de la libertad. A través de ellas, el autoranaliza con profundidad el papel de las figurasdel libertino y del francmasón en el desarrollode las sociedades modernas y en la aparicióndel capitalismo, como sistema de crecimientoeconómico y desarrollo social, después de la pri-mera Revolución Industrial del siglo XVIII.

Como señala el profesor Velarde, “percibí queera muy difícil tener una visión completa de losucedido si eliminaba la cuestión de los liber-tinos, así como también si se prescindía dela masonería”.

En primer lugar, se narra la vida y el papel deBenjamin Franklin según la descripción deMax Weber, quien lo define como el auténticolibertino de la época, y como “el expositormás adecuado de las ideas clave del purita-nismo en que se ha de basar el espíritu delcapitalismo”.

Así, el “ethos” y la prudencia en los negociosson los elementos de su perfil económico y

personal. Y es que Franklin negaba la existen-cia del mal y combinaba las ideas de Voltairey Rosseau utilizando políticamente la tesis delbuen salvaje. Deísta y sin matiz confesionaldefinido, una frase de su padre refleja el es-píritu liberal del que estaba impregnado: “Sives a un hombre solícito en su trabajo, debeestar antes que los reyes”. Al hilo del análisisque Max Weber realiza sobre Franklin, el autorresalta también otras características: la de li-bertino y masón.

No obstante, libertino no era entonces unhombre entregado enteramente a los placeresmateriales con opulencia. Al contrario, Fran-klin, de hecho, fue un libertino caracterizadopor la mesura en sus actos. Velarde lo aclara,“no quiero decir que se trate de un hombredisoluto, juerguista y sólo preocupado por losplaceres de la carne”, ya que una de las vir-tudes de Franklin era la mesura.

Por otro lado, su relación con ciertas logiasun tanto oscuras en sus ritos, hacía de Fran-klin una persona en la que no se podía en-contrar un ápice de puritanismo. Casanova,Madame de Pompadour, Voltaire, Quesnay,Chevallier, Mirabeau, Mandeville y Mozart, sonotros grandes personajes clave en el análisisque hace el profesor Velarde de las figuras delibertino y francmasón.

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En aquella época, y en línea con los trabajosde Jesús Pabón, el concepto de libertino era,en cierta manera, el de un liberal de nuestrosdías. Esto es, una persona que no se imponea sí mismo limitaciones para ampliar nego-cios, que sabe que existen unas reglas delmercado. En este sentido, y tal como sucedehoy en día, si no se cumplen las reglas delmercado el agente o individuo queda automá-ticamente expulsado del sistema.

Estas ideas se deben englobar dentro de leyesnaturales, con una muy fuerte influencia delos fisiócratas. Los libertinos “sostienen queuna vez que algo entra dentro del orden de lanaturaleza, ese algo marca el sendero de laconducta humana, y si las leyes morales lacontradicen, son éstas las que están equivo-cadas”.

El libertino, identificado en muchas ocasionescon los francmasones, empieza a ser consi-derado como un hereje y una persona anticle-rical. Y si bien la masonería de entonces enFrancia se caracterizaba por su claro deísmo,ambas figuras se consideran, sobre todo al in-telectual francmasón, como un emblema deruptura de las barreras del dogmatismo reli-gioso que intenta ir más allá, explorando nue-vos campos de pensamiento.

En este sentido, es un error considerar a lamasonería como una cábala de oscurantismodonde se preparan confabulaciones. Visto así,los masones parecerían estar llenos de ambi-ción de poder. Sin embargo, sus ambicionesde libertad e igualdad se reflejan en todo tipode libros y panfletos.

El francmasón de aquella época se determinapor su actitud protesta, por su inquietud con res-pecto a los temas sociales, económicos, artísti-cos y científicos. No aceptaban la situación deaquel régimen, lo que con las revoluciones comola francesa, en la cual tuvieron un importantepapel, pasó a ser el Antiguo Régimen. La activi-

dad fundamental se basaba en publicar libros,folletos, obras de teatro, óperas, etc., donde nosólo criticaban un modelo de control absolutopor la Iglesia y las monarquías, sino que tambiénproponían lo que para ellos suponía un buenmodelo de sociedad, libre y universal, en la quelos prejuicios de muchos valores tradicionales,atrasaban para ellos, el progreso de la sociedad,y donde las limitaciones fiscales imposibilitabanel buen hacer en los negocios. El autor recuerdauna frase de Perpiñá, que señala que, “vino el li-beralismo contra el absolutismo político, reli-gioso, jurídico y económico”.

El profesor Velarde contempla cómo la fisiocra-cia y el liberalismo empaparán a libertinos yfrancmasones. “Como Franklin explica, el capi-talismo hemos de buscarlo ya en el otoño de laEdad Media”. Con todo esto, libertinos y franc-masones no serán elementos decisivos en loscambios de regímenes y en las revoluciones ca-pitalistas y liberales, pero sí una variable no des-preciable al estudiar acontecimientos históricosde la índole de la Revolución Francesa y quecambiaron el destino de la humanidad. Destino,palabra que unos y otros rechazan categórica-mente, de ahí de nuevo su rechazo a la existen-cia de un Dios que les determine.

En esta clave, rechazan el determinismo, paraellos absurdo, a favor de un indeterminismo queno defina sus vidas, sino que sea como el con-junto de acciones que cada uno realice te-niendo en cuenta el entorno. La suerte por tantono existe, cada uno es responsable de sus actosy los asume. De ahí la necesidad de la libertadindividual, del individualismo con la considera-ción de la colectividad universal.

Ya a comienzos del siglo XX, la actitud delfrancmasón comienza a cambiar. Antes deesto, asoma una diversificación de las logiasen un abanico heterogéneo donde muchas deellas se pierden en cábalas u obsesiones am-biciosas de poder. El libertino empieza ya asignificar lo que se considera en nuestros

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días: vividor a toda costa. En este sentido, yen su generalidad, empiezan a construir unsistema de valores que cambia el concepto li-beral y el sentido de la protesta contra la si-tuación establecida. Sus obras se basan másen un conjunto de críticas no constructivasque parecen perder aquella inquietud por ela-borar un modelo humanista y liberal. En con-tra, empiezan a cambiar su discurso haciauna protesta contra el capitalismo agresivoque, según ellos, se daba a principios de siglo.El discurso cambia hacia una línea igualita-rista, en lugar de mantener los principios de li-bertad, avistando una pauta en su procedermás acorde con un socialismo real, conside-rando además un determinismo que rige lavida de los hombres.

El mundo libre y capitalista ha sufrido ciertodesaliento a la hora de ver cómo se perdíanlos valores en ciertos ámbitos. El libertinajese ha desmesurado, se ha malinterpretado ylos valores se pierden por parte de ampliasmasas de población que disfrutan de las ven-tajas que les brinda el capitalismo. “La viejatesis del ethos de seguridad que el capita-lismo hace triunfar sobre la libertad, halla aquísu plena justificación”.

El lector puede establecer una clara relaciónentre la figura del libertino y el francmasóncon el nacimiento del capitalismo. El profesorestudia cómo las ganas de obtener lujos yopulencia como fin último de bienestar y feli-

cidad, lleva a aumentar no sólo la demandasino también el trabajo y el esfuerzo de laspersonas. El libertinaje de aquella época tienepor fin último el gozo, pero para conseguirlo,se produce un proceso de liberalismo econó-mico, realizándose su ansia de libertad en unobjetivo intermedio y no como fin en sí mismo.Por eso, buscando el mayor bienestar perso-nal como propósito, son conscientes de la im-portancia del trabajo, de los negocios, decrear riqueza a su alrededor y de la voluntadde mejorarse a sí mismo.

Así, por tanto, el autor recoge argumentos queechan por tierra la visión simplista de que lalibertad es el fin a conseguir por el liberalismo.El capitalismo liberal es la consecuencia, nosólo de la apertura comercial de las econo-mías, sino también de la influencia de fisió-cratas y libertinos, a los que se identifica confrancmasones del siglo XVII y XVIII.

Sin duda alguna, el profesor Velarde nos ofrecela oportunidad de involucrarnos en una partede la historia desconocida para muchos denosotros. La clarificante manera de mostrarnosla historia juega a la vez con las interesantesanécdotas que permiten al lector ampliar su vi-sión de lo que realmente han sido algunos delos más relevantes personajes de nuestra his-toria, que han influido de manera determinanteen la formación de nuestra sociedad.

CÉSAR NAVARRETE DIEZ

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“No puedo sentir el dolor de la madre de Theovan Gogh porque no sé cómo es perder unhijo que has parido con dolor, porque no soymujer y porque ella es una infiel. Pero quieroque su madre sepa que no he matado a Theoporque fuera holandés, o porque yo me sin-tiera ofendido como marroquí. Theo no era unhipócrita, decía lo que pensaba. […] Estoyobligado a cortar la cabeza a todos los queinsultan a Alá y su Profeta. […] Podéis man-darme a todos vuestros psicólogos y psiquia-tras, a todos vuestros expertos, pero os lodigo desde ahora, jamás lo vais a entender.Jamás. Si tuviera la oportunidad de volver al 2de noviembre de 2004, haría exactamente lomismo que hice entonces, os lo aseguro”.

Mohammed Bouyeri, holandés de origen marro-quí, de 26 años, pronunció estas palabras en elcontexto de uno de los discursos más sorpren-dentes jamás oídos en una sala de justicia deHolanda. Las pronunció ante el tribunal que lejuzgaba por el asesinato del cineasta Theo vanGogh, en una calle céntrica de Ámsterdam.Como afirmaron varios testigos, Bouyeri le dis-paró desde su bicicleta, fijó con un machete enel cuerpo sin vida un cartel que llamaba a laYihad, y luego intentó suicidarse en un parquecercano para convertirse en mártir. El asesinatode van Gogh conmovió e inquietó a la opiniónpública europea porque echaba por tierra laimagen de Holanda como un ámbito de convi-

vencia pacífica y porque era obvio que vanGogh, como el político de la extrema derechaholandesa Pim Fortuyn, habían sido asesinadospor atreverse a expresar públicamente lo quepensaban del islam.

Este acontecimiento impulsó a Ian Buruma avolver a Ámsterdam para averiguar qué habíapasado con el país y la ciudad en que nacióhace cincuenta y cinco años. Pocos ensayistasactuales podían abordar como él dicha tarea.Holandés por parte de la madre (judía) e in-glés por el lado paterno, Buruma es conocidocomo autor de varios ensayos espléndidos,como Anglomanía (Anagrama) y Occidenta-lismo (Península) –este último escrito en co-laboración con el filósofo israelí AvishaiMargalit– y otros, aún no traducidos al espa-ñol, sobre la India, China y el Japón contem-poráneos.

Murder in Amsterdam, que quizá sea el másriguroso de sus ensayos, combina sus conoci-mientos históricos, sus experiencias persona-les, materiales de hemeroteca y opiniones deinmigrantes musulmanes: imanes, profesores,activistas en plataformas para la integración,disidentes (entre ellos destaca Ayaan Hirsi Ali,la diputada holandesa de origen somalí, conquien van Gogh había realizado la polémicapelícula Submission que trata de la posiciónde la mujer en el islam). De este modo, Bu-

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Murder in Amsterdam The Death of Theo van Gogh andthe Limits of Tolerance IAN BURUMAEditorial The Penguin Press, New York, 2006. (278 páginas)

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ruma nos ofrece un calidoscopio que semueve lentamente mientras avanza nuestralectura, ofreciendo al lector diferentes pers-pectivas del objeto de su análisis: el fracasodel multiculturalismo como modelo de inte-gración de los emigrantes en Holanda.

En primer lugar, Buruma desmitifica la tole-rancia holandesa, analizando hechos históri-cos como la hostilidad persistente entrecalvinistas y católicos o la persecución de losjudíos durante la Segunda Guerra Mundial(después de Polonia, Holanda entregó a losnazis el mayor número de ciudadanos de talorigen). Se trata de antiguas rivalidades quenunca concluyeron y que se han renovadodesplazándose hacia los emigrantes. La histo-ria de Holanda es más bien de indiferenciaque de tolerancia, con su ingrediente de co-bardía manifiesta en complicidad activa conlos enemigos de las libertades individuales.

Otra desmitificación se centra en la izquierdapolítica que Buruma llama, genéricamente, Pro-vos -recuperando el nombre de la izquierdaácrata holandesa del 68. Durante el auge delmulticulturalismo, en los años 70 y 80, los Pro-vos eran partidarios acérrimos de la conviven-cia entre diferentes culturas, defendiendo sutradicional postura cosmopolita. Sin embargo,actualmente antisemitismo y racismo se nutrende sus filas, mientras la derecha, desde su raízliberal, defiende los valores de la Ilustración.Esta confusión política ha contribuido al fra-caso de la sociedad holandesa frente a la emi-gración. El autor echa mano de ambosargumentos –la inconsistencia del mito de laHolanda tolerante y la fragilidad del proyectocosmopolita de los Provos de crear una socie-dad multicultural– para explicar el desengañoactual, argumentando que las naciones euro-peas no están preparadas para absorber ungran número de emigrantes.

El autor responsabiliza a los europeos del fra-caso de la integración de los emigrantes mu-

sulmanes alegando que problemas socialescomo la discriminación, el paro, la alienación,la pobreza, la desigualdad y enfermedadescomo la depresión y la esquizofrenia, que pa-decen muchos musulmanes nacidos en Ho-landa, son los principales obstáculos paraque éstos se sientan pertenecientes a las so-ciedades europeas. Sin embargo, esta convic-ción principal no le impide ofrecernos todo unabanico de opiniones de emigrantes sobre su(im)posible integración. Curiosamente la ma-yoría de ellos parece ser consciente de que elobstáculo principal está en sus familias y enla tradición religiosa y cultural en la que hansido educados. El papel de la familia es fun-damental porque, habitualmente, les obliga apasar largas temporadas en el país natal desus abuelos donde deben recibir una educa-ción islámica adecuada. En el caso de las mu-jeres, se les prohíbe tener novios extranjeros(ya que habitualmente están comprometidascon algún lejano pariente musulmán). Los pa-dres son los que intentan educar a los hijosdel modo en que fueron educados ellos, apesar de que sus hijos hayan nacido en Ho-landa. Según Buruma –aunque Bouyeri afirmelo contrario– el asesino de van Gogh padeceuna crisis de identidad por falta de una claraautoridad paterna que le inculcara valores re-conocibles y, por tanto, acudió a las verdadeseternas e inequívocas de la religión. Se im-puso a sí mismo una misión: servir a Alá y asu Profeta, puesto que no encontraba sentidoa su vida cotidiana.

Buruma no duda que sea posible una conviven-cia real y pacífica entre europeos y emigrantesmusulmanes, porque cree que éstos podríanmantener sus creencias religiosas en el ámbitoprivado y aceptar los valores democráticos enla vida pública. La ley debería ser el marco dela convivencia. Tal optimismo, que el autor man-tiene hasta el final, resulta inexplicable para ellector, tras conocer las opiniones que mantie-nen los emigrantes musulmanes respecto a supaís de adopción. La más estremecedora visión

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La situación del sistema educativo en Españadista mucho de ser aceptable. Todos tenemosreferencias más o menos directas de ello perohay mediciones objetivas de este naufragio. ElPrograma para la Evaluación Internacional delos Alumnos (PISA) que promueve la Organiza-ción para la Cooperación y el Desarrollo Eco-nómicos (OCDE) puso a España en losúltimos puestos en su último informe de2003. Los alumnos españoles llegan a los 15años con peores niveles de matemáticas,

comprensión de textos escritos y conocimien-tos científicos que la media de los países másdesarrollados del mundo. El 21% de los alum-nos españoles de quince años no alcanza si-quiera el nivel básico de lectura.

Pero el problema de la educación no es el di-nero. Esta es la coletilla fácil de muchos po-líticos. No es una cuestión de tener másmedios porque algunas de las conclusionesdel estudio PISA 2003 reflejan que el sueldo

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La gran estafa El secuestro del sentido común en la educaciónALICIA DELIBES Colección Ensayo. Grupo Unisón Producciones. Madrid, 2006. 172 págs.

de Occidente es la que ofrece el propio Moham-med Bouyeri, “Mo” para sus amigos, en un textoque se encuentra en Internet. Recuerda una an-tigua técnica esquimal para la caza del lobo. Elcazador deja un cuchillo muy afilado y man-chado de sangre en la nieve. Atraído por el olorde la sangre, el lobo se acerca y empieza alamer el cuchillo. El filo de éste le corta poco apoco la lengua, y la fiera muere desangrada sinadvertir que lame su propia sangre. Para Bou-yeri, Occidente es como un gran chupa-chupsque, con su hedonismo y ocio consagrado a ladiversión, se ha olvidado de los valores autén-ticos y de la verdad de la religión. Todos los quelo chupan morirán desangrados sin darsecuenta. Menos truculentas y más concretas sonlas declaraciones de un imán que trabaja en laprisión, al hablar del choque de culturas: “En mi

país un pedófilo es condenado a muerte; en elvuestro, puede fundar un partido político que lerepresente”. El mismo imán resume en unafrase su opinión sobre la libertad de expresión:“Es menos importante la ley [de no matar] queun insulto al Profeta”.

Aunque el lector no comparta las conviccionesoptimistas de Buruma, encontrará en su en-sayo una radiografía impecable de la situaciónactual de las sociedades europeas confron-tadas a la necesidad de la integración de losemigrantes musulmanes. Nos recuerda cuálesson los valores que nunca deberíamos nego-ciar con éstos: nuestras libertades y las leyesque las garantizan.

MIRA MILOSEVICH

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de los profesores españoles supera la mediade la OCDE y las ratios de alumnos por profe-sor en Secundaria son más bajas en Españaque en otros países.

Las razones por las que hemos llegado a estasituación son variadas y su explicación es máscompleja de lo que parece, pero Alicia Delibeslogra mostrarnos en su libro la causa última detal desastre. El origen de la mala calidad de laeducación es la ideología de la izquierda.

La autora sabe de lo que habla porque es unaprofesora que pertenece a la generación del68. Como ella misma dice: “la combinaciónde la pedagogía sesentayochista y escuela in-tegradora es lo que ha provocado la grave cri-sis en la enseñanza”. Es esa pedagogíaprogresista antiautoritaria que reniega del es-fuerzo individual y de la disciplina la que nosha conducido a esta situación. Además, la iz-quierda quiere convencer de la superioridadmoral de la escuela pública sobre la privada(aunque, siempre que pueden, sus dirigentesmandan a sus hijos a la escuela privada).

La pedagogía dominante trata de deslegitimarel valor de la instrucción, del conocimiento per-sonal y del espíritu de competencia. Como ex-plica la autora “la educación es hoy unaespecie de búnker de la izquierda, un archipié-lago Orwell, en el que no solamente no quedalugar para el pensamiento liberal sino que nisiquiera cabe ya el sentido común”.

Pero ¿cómo ha surgido la degradación de laeducación? Alicia Delibes sostiene, con razón,que la causa primera de ello es ni más nimenos que Rousseau, quien en palabras deIsaiah Berlin es “uno de los más siniestros ymás formidables enemigos de la libertad entoda la historia del pensamiento moderno”.

Rousseau es el autor de El Emilio, el tratadosobre educación cuyos postulados son losaxiomas de la pedagogía actual. Para él, el

educador no debe hacer del alumno un hom-bre culto sino crear un hombre nuevo paraguiarle hacia la sociedad ideal del “contratosocial”. El educador no debe censurar ni im-poner a su pupilo sino dejarle guiarse por lanaturaleza. Bajo esta apariencia de libertad elalumno dejará su voluntad en manos de sueducador, para que ya adulto entregue su li-bertad en manos de la voluntad general. Elginebrino es la cara oscura de la pedagogía,a diferencia de su coetáneo Condorcet, quienfue un buen reformista e influyó en los libera-les doceañistas, muy conscientes de alejar lainstrucción de los intereses políticos de losgobiernos. Pero los liberales españoles delXIX, que acabaron dejándose llevar por el an-ticlericalismo, entregaron la educación enmanos de los krausistas.

Delibes relata el definitivo triunfo de Rousseauen España por medio de las esperpénticas es-cuelas progresistas de los siglos XIX y princi-pios del XX. Describe la “Institución Libre deEnseñanza” donde se agrupan los krausistasalrededor de Giner de los Ríos, la “EscuelaModerna” de Ferrer i Guardia (y del terroristaMateo Morral, autor del atentado contra la co-mitiva nupcial de Alfonso XIII), la “EscuelaNueva” de Núñez de Arenas, quien influyó po-derosamente en las propuestas educativasdel Partido Socialista, y los experimentos es-colares de Bertrand Russell.

Éstos son los orígenes doctrinales del los plan-teamientos educativos de la izquierda. Pero, trasla caída del Muro de Berlín, ¿ha renunciado la iz-quierda a crear ese hombre nuevo para unmundo nuevo?.

En realidad la izquierda ha cambiado perosigue empeñada en su tarea de adoctrinar,aunque, como dice nuestra profesora, “la ideo-logización de los libros de texto ya no busca in-culcar las interpretaciones izquierdistas de laHistoria, la literatura o el arte sino una nuevaforma de aculturización”, “una nueva postura

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postmoderna que relativiza el saber y despreciala cultura”.

Una parte del libro se dedica a mostrar la evo-lución de la enseñanza de las matemáticas. Losejemplos que aparecen pueden parecer hilaran-tes, pero son fruto de un pensamiento postmo-derno que niega el conocimiento objetivo y laexistencia de una verdad exterior e indepen-diente de cualquier cultura. Estamos ante unavaliente denuncia de la situación por la queatraviesa la educación hace ya demasiadotiempo. Pero a la autora le falta dar el últimopaso: impedir que el Estado adoctrine a lasnuevas generaciones con la ideología de la iz-quierda. Aunque reconoce que durante dos si-glos la educación en manos del Estado no hahecho otra cosa que utilizar a los ciudadanossegún intereses políticos.

Alicia Delibes propone que desde la derechano se abandone a la escuela pública porqueno quedaría otra alternativa para miles de ciu-dadanos…. Es bueno que se denuncie la situa-ción pero la solución no es apuntalar el edificioruinoso que es la enseñanza estatal. Porque noes lo mismo educación pública que educación

estatal. Hay otras opciones para educar a losjóvenes sin pasar obligatoriamente por esa má-quina de laminar inteligencias que es el Estado.

En Estados Unidos existen alternativas eficacespara educar sin que el Estado adoctrine. Porejemplo, el llamado “cheque escolar” que pro-puso el recién desaparecido Milton Friedmanhace ya muchos años y que funciona correcta-mente en algunos Estados. Otra figura es el lla-mado “home schooling”, es decir, que los niñosestudien en casa con sus padres. Ésta es unaposibilidad nada desdeñable que se basa en elderecho constitucional a la libre enseñanzapero también en el derecho a la objeción deconciencia. Derecho éste que se puede argüirante la imposición estatal de enseñanzas comola “educación para la ciudadanía”.

La gran estafa. El secuestro del sentido comúnen la educación es en definitiva un grito dealarma ante la realidad, lamentable, de la edu-cación en España y un punto de partida para in-tentar dar la batalla por la verdadera educaciónbasada en la transmisión de conocimientos.

MOISÉS RUBIAS BARRERA

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La nación sin ciudadanos:el dilema del País Vasco CARLOS FERNÁNDEZ DE CASADEVANTEEd. DILEX. Madrid, 2006. 224 páginas.

Muchos de los que integraron activamente elconstitucionalismo vasco para hacer frente aldelirio excluyente del nacionalismo libran en

estos tiempos una lucha distinta y más amarga.Después de padecer con entereza el régimennacionalista, después de desafiar a la sociali-

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zación del sufrimiento decretada por ETA, des-pués de que el nacionalismo con el pacto deEstella incorporara a ETA como socio industrialal negocio de la familia para echar a los no na-cionalistas del País Vasco, los resistentes tienenque enfrentarse a la melancolía, esa sensaciónque sucede al esfuerzo baldío.

Después de años de ejercicio de un profundocompromiso cívico, de asumir el riesgo perso-nal y profesional de disidentes del régimennacionalista, de promover con éxito la movili-zación de las mentes y las conciencias, hayque leer, por ejemplo, que un destacadísimodirigente socialista vasco da por hecho que lapaz exige aceptar “parte” de las razones denuestro enemigo que –habría que añadir– noes otro que el terrorismo y el totalitarismo et-nicista que lo genera y sostiene. La mismasensación que produce haber llegado hastaaquí para que ese mismo dirigente del socia-lismo vasco declare que no es necesario queBatasuna condene la violencia para ser lega-lizada. Claro está que en este punto el ya ci-tado dirigente socialista vasco no es más quefiel glosador de la doctrina sobre el particularexpuesta por el presidente del gobierno el pa-sado 12 de octubre. Una doctrina cuya fuerzaexpansiva en las ideas de Rodríguez Zapaterosobre el “proceso de paz” quedó demostradacon su insólita descalificación de la sentenciaque condenó al etarra De Juana Chaos poramenazas, tachada por el presidente de “difi-cultad” para conseguir la paz. El retorno a esaconsideración del Estado de derecho comoobstáculo para la paz es la medida más elo-cuente –y, para muchos, más desalentadora–de la regresión democrática, ética y cívica queel llamado proceso de paz ha producido.

Al hablar de paz como recurso retórico nosacercamos al tema central de la obra del pro-fesor Fernández de Casadevante. Caracterizarla lacra terrorista como un problema de pazes una de las tergiversaciones que se han ali-mentado para ennoblecer o justificar la ac-

tuación de ETA, para buscar coartadas quetranquilizaran conciencias carentes del corajeo de la fibra moral para rechazar sin maticesla barbarie. No ha sido fácil que llegara acomprenderse que ETA no plantea un pro-blema de paz sino de libertad. Y aun así,frente al discurso buenista en vigor hay queseguir recordando que lo que quieren las víc-timas, los amenazados, los extorsionados, losdesplazados no es la paz –que ellos, objetode la violencia terrorista y no agentes de vio-lencia ilegítima de signo contrario, nunca hanquebrado– sino la libertad negada por los pis-toleros y sus cómplices.

Esta de la paz es una de las tergiversacionesmás resistentes de lo que el terrorismo real-mente significa pero, desde luego, no es laúnica. El profesor Fernández de Casadevanteestudia y desentraña las diversas máscarascon que el nacionalismo intenta encubrir su de-lirio etnicista y en qué medida ese discurso na-cionalista ha sido decisivo para legitimar lacausa alegada por ETA para perpetrar sus crí-menes. Entre todos ellos destaca, sin duda, elargumento del “conflicto político de raíz histó-rica que viene enfrentando a Euskadi con Es-paña desde hace casi dos siglos”. Esteargumento constituye el relato central del na-cionalismo y de la misma manera que el nacio-nalismo político se presenta como el agente dela construcción nacional que asegura la pervi-vencia de los vascos en este duelo atávico conEspaña, ETA, según esto, no es más que un ins-trumento involuntario de las fuerzas de la his-toria, una expresión violenta pero inevitable delconflicto (¡qué le vamos a hacer!) y, por tanto,exenta de responsabilidad por sus crímenes.

Si hay un conflicto que hace necesaria la bús-queda de la paz es que hay dos bandos. Deahí a la equidistancia –todos tienen que ceder,las víctimas sufren pero los presos también, laindependencia no sirve pero la Constitucióntampoco– hay menos que un paso, hay una se-cuencia necesaria que allana el camino para

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la justificación política del crimen terrorista ysu “contextualización” con efectos gravementeatenuantes de la responsabilidad de los terro-ristas ante la sociedad. El resultado para la vi-gencia de valores sociales básicos en el PaísVasco ha sido sencillamente devastador.

La crítica rigurosa a la que el autor someteeste cuadro argumental que desgraciada-mente es asumido por otros más allá de lasfronteras del nacionalismo, es sistemática,documentada e incisiva. En ella está presentela doble condición de Fernández de Casade-vante como observador y analista pero tam-bién como resistente en el País Vasco.

Como catedrático de Derecho InternacionalPúblico, el autor dedica un tratamiento espe-cialmente esclarecedor de las ensoñacionesnacionalistas sobre Europa y el derecho deautodeterminación. El nacionalismo vascosiempre procura disfrazar sus pretensionescomo si fueran exigencias democráticas de vi-gencia universal. La retórica del lendakari JuanJosé Ibarretxe ha desarrollado esta habilidadcon destreza notable. Sabe, por ejemplo, quehablar abiertamente de autodeterminacióntiene contraindicaciones que ni siquiera unconvencido nacionalista puede desconocer.Pero, ¿y si en vez de autodeterminación hablade que los vascos puedan decidir su futuro?Lo único que cabe entonces es preguntarse,como hacia Ibarretxe, ¿qué hay de malo enello? Como si de un juego de manos se tra-tara, una pretensión inconstitucional estricta-mente partidista se transforma en un principiodemocrático evidente por sí mismo que nadiepodría rechazar.

Pues bien, este libro da buena cuenta tanto deesta técnica de confusión como de ese fanta-sear nacionalista con un proceso de construc-ción europea que presuntamente soplaría afavor de los estados de base étnica porqueanuncia el fin de los Estados-nación existentes.

Y qué decir de la autodeterminación que el na-cionalismo primero quiere buscar en los princi-pios del proceso de descolonización enunciadospor la ONU, que luego ha pretendido ver recono-cida en el tratamiento constitucional que Ca-nadá ha dado a la cuestión de Québec y queahora deposita sus esperanzas en la sangrientafragmentación balcánica. De nuevo, aquí, la en-deblez jurídica de los argumentos nacionalistassólo puede compararse con su manipulaciónpolítica que, en ambos casos, el autor deja enevidencia.

La nación sin ciudadanos se titula la acertaday necesaria obra de Carlos Fernández de Casa-devante. Y no puede ser de otro modo. La na-ción que predica el nacionalismo no puede seruna nación cívica y abierta. Su designio identi-tario, la ingeniería social sectaria y excluyenteimpuesta por el nacionalismo y afianzada porel terror etarra es incompatible con un conceptode ciudadanía como el que alienta la democra-cia liberal. Más aún, la nación nacionalista nosólo es incompatible con el concepto de ciuda-danía sino que requiere para su realización lasustitución de la condición de ciudadanos porla de miembros de esa comunidad trascen-dente que exige adhesión cultural, afectiva yvital para disfrutar de los derechos. Ahí radica lacausa del rechazo del nacionalismo vasco a laConstitución española, su abandono del Esta-tuto de Guernica después de extraerle el jugodel poder del que han gozado durante más deveinticinco años, su alergia al pluralismo quecolorea la imagen uniforme que quisiera parael País Vasco.

Estas claves se desarrollan con valor informativoy analítico en la obra de Fernández de Casade-vante, que además de una gran obra por símisma es un buen antídoto contra esa melan-colía que acecha bajo la engañosa promesa deuna paz a expensas de una libertad amputada.

JAVIER ZARZALEJOS

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A tenor de la aún reciente guerra del Líbano,rescatar de la librería el trabajo de Javier Martín,corresponsal de la agencia Efe en OrienteMedio, titulado: Hizbulah. El brazo armado deDios, publicado en 2005, podría ayudar al lec-tor interesado a profundizar sobre los entresijosde la organización político-terrorista, su actua-ción en el conflicto israelo-palestino, así comolas enormes influencias que ejercen Irán y Siriaen esta minúscula parcela del Globo.

Líbano cuenta con cuatro millones de habitan-tes concentrados en una superficie seis vecesmenor que la de Cataluña y repartidos entredieciocho comunidades confesionales distin-tas. Con estas coordenadas uno puede enten-der la gran dificultad de completar el puzzlelibanés. Javier Martín lo consigue. Aunque endeterminados capítulos la narración puede re-sultar desordenada, el autor expone con rigorlos acontecimientos que preceden y se suce-den al origen de Hizbulah. Es un libro escritodesde el terreno. Y quizá por ello, el lector críticoreconocerá teorías y valoraciones dadas porobjetivas, pero que en realidad esconden per-cepciones personales y por tanto subjetivas.

Hizbulah nació en 1982 con la confluencia detres organizaciones islamistas radicales y laabsorción de una maraña de grupúsculos ar-mados que actuaban con total impunidad porlas tierras del sur del Líbano. Habría que re-

montarse en el tiempo para visualizar ese de-corado enmarañado que había encendido lasluces de alerta en el vecino del sur. Comoconsecuencia de la creación del Estado de Is-rael en 1948, los jóvenes de la OLP, lideradospor un aún anónimo Yasir Arafat, se instalaronen las fronteras de Jordania y Líbano, desdedonde pasarían a planear sus incursionescontra el “enemigo sionista”. Fue en 1970 enlo que se dio a conocer como el “SeptiembreNegro”, cuando el rey de Jordania, Husein, de-cidió expulsar de sus tierras a los activistaspalestinos, pues por culpa de sus accioneslos jordanos se habían colocado en el puntode mira del Estado hebreo. El sur del Líbanoquedó como único refugio.

En paralelo al transcurso de estos años, en elLíbano se fraguaba lo que sería el principio dela milicia chií, el grupo Amal, fundado por MusaSadr, desaparecido en circunstancias extrañasdurante un viaje a Libia en 1978. Tras la guerrade Yom Kippur, el radicalizado imán lanzó elgrito de guerra: “Sólo existe la revolución y lasarmas”. Sin embargo, como bien insiste JavierMartín, la creación de Hizbulah no se puededesligar del triunfo del ayatolá Jomeini y de larevolución islámica en Irán en 1979.

Con todo, la historia reciente del Líbano estámarcada por las injerencias extranjeras y porlas guerras fraticidas que se sucedieron desde

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Hizbulah El brazo armado de DiosJAVIER MARTÍNEd. Catarata. Madrid, 2005. 251 páginas

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1958 hasta 1990. La primera operación is-raelí en las tierras del sur se bautizó con elnombre de Litani y se planeó en respuesta auna incursión palestina en el norte de Israel.El objetivo era crear un cinturón fronterizo deseguridad. El periodista, licenciado en Filolo-gía Árabe y Hebrea, explica cómo los libane-ses vieron con alivio la entrada de las tropasy el consecuente control del Ejército del Surdel Líbano (ELS), una milicia cristiana liba-nesa apadrinada por Israel. Fue, sin embargo,este mismo extremo el que engendró la semi-lla de violencia de Amal y del futuro Hizbulah.Y fue también, según el autor, cuando Irán de-cidió tomar posiciones en el tablero libanés.

Con la formación de Hizbulah en el sur del Lí-bano, Jomeini ponía en práctica su conceptode “Islam político”, es decir, su obsesión porexportar la revolución a aquellas tierras en lasque hubiese una minoría chií. Bajo este obje-tivo, en la década de los ochenta desembar-caron los primeros clérigos y guardianesiraníes. En 1985 Hizbulah firma su carta fun-dacional, titulada “El Manifiesto de los nueve”,en la que describe su doble misión: la resis-tencia contra el ocupante y la creación de unEstado islámico.

Jomeini no sólo bendijo los principios del ma-nifiesto sino que hizo de su triunfo su causa.Envió, así, a los Guardianes de la Revolucióniraní para encargarse de la instrucción militarde Hizbulah y, más tarde, de la edificación dela estructura social y de fuerza. En el libro seestima que durante el primer año aterrizaronunos 1.500 efectivos. Para completar el cír-culo, Irán persuadió a Siria para que abrieseun corredor de libre paso de militares y permi-tiese el establecimiento de campos de entre-namiento en el valle oriental de la Bekaa,cerca de los acuartelamientos sirios.

En junio de 1982 acontece la segunda incur-sión. En esta ocasión, Israel llega hasta Beirut

y obliga a la OLP a abandonar el país. Líbanose polariza. El rencor de los radicales chiíes porla presencia del Ejército del Sur del Líbano au-menta de forma exponencial a la liberación quesiente otra parte de la población por el fin auna década de violencia palestina. Javier Mar-tín, sin embargo, no ahonda en lo que sería yes una grave contradicción por parte de Hizbu-lah. Su supuesta lucha por la liberación nacio-nal sólo apunta a Israel y nada hace poreliminar las injerencias sirias o iraníes. Un con-trasentido no aceptado por el resto de confe-siones del país de los cedros, firmes partidariosde la independencia libanesa.

En noviembre Hizbulah cambia la lógica de laguerra e introduce el más indigno de los ex-plosivos. El primer hombre-bomba vuela porlos aires una posición israelí en Tiro. Resurgela figura sagrada del mártir y se da un puntode no retorno. La escalada de violencia nocesa. En 1983 se ataca al cuartel de los ma-rines en Beirut y perecen más de 200 hom-bres. Tres años después se inaugura la oleadade secuestros de soldados israelíes. Líbanose descompone en dos tiempos. La reaccióna las injerencias y la guerra civil.

En 1989 se firman los Acuerdos de Taifa y sepone fin a la batalla fraticida. Hizbulah no losasume puesto que no satisfacen sus reivindi-caciones del Estado islámico. Aun así, en1990 participa en las primeras elecciones ylogra representación parlamentaria. Ésta esuna muestra del peso específico de la organi-zación político-terrorista, al tiempo que con-firma su dualidad. Martín, en este punto,parece comprender e incluso justificar la na-turaleza híbrida de Hizbulah y apunta la pró-xima reapertura del debate en 1989 como suúltima oportunidad de redefinirse y optar poruna de las dos vías de acción pública, bien elterrorismo o bien la política. El lector atentoverá con gran escepticismo la confianza exce-siva del autor en el “pragmatismo” de la mili-

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cia chií, pues, entre otras cuestiones, obvia surechazo continuado a las resoluciones de laONU en las que se insta el desarme de lasmilicias libanesas. ¿Hizbulah dejará lasarmas?, ¿aceptará un modelo distinto al Es-tado islámico? Hasta el día de hoy, la res-puesta es “no”.

Con todo, el corresponsal reconoce que lareivindicación de las Granjas de Chebaa, enposesión de Israel, no es más que una excusade Hizbulah, con la complicidad de Damasco,para legitimar el uso de la fuerza. El asuntono es menor, pues es un argumento recu-rrente por parte de Hizbulah, además del con-flicto israelo-palestino, y en nombre del cualse justificó el secuestro de los dos soldadosisraelíes el pasado verano.

La tercera y última gran operación israelí na-rrada en el libro es la de 1996, con el nombreUvas de la ira. Su desenlace y las consecuen-cias se desgranan en los dos últimos capítulos:“La encrucijada israelí (1997-2000)” y “Reti-rada y Liberación”. Se destaca el rol que juga-ron los movimientos sociales israelíes en lacontienda, comparándolo con el síndrome deVietnam de EE.UU. Las Cuatro madres, organi-zación a la que dedica un apartado, fue un fac-tor no único pero sí clave en la retirada delejército israelí en 2000 realizada por el Go-bierno de Ehud Barak.

El repliegue del sur del Líbano es uno de loselementos más recurrentes de la actual pro-paganda islámica; pues lo interpreta como unsigno de debilidad del Estado de Israel y unaprueba de su superioridad moral. Igual o másdiscutido fue el último intercambio de presosrealizado por un desgastado Ariel Sharon en2004. Ese día, explica el autor, la prensa ama-neció con un verbo cortante: “Hizbulah puso lapistola en la sien de Israel y ganó”, apostillabaun columnista del diario Yediot; y en la mismalínea se expresó el medio izquierdista Ha’a-retz.

Es también muy interesante el apartado quededica el autor a la complicidad entre Hizbu-lah y Hamas. En “Conexión H-H” explica el vín-culo de Ahmad Yasin, fundador y guíaespiritual de Movimiento de Resistencia Islá-mico Palestino Hamas, creado al albor de laprimera Intifada palestina, como una alterna-tiva religiosa a las facciones “terrenales” de AlFatah sujetas a la OLP. Hizbulah encuentra enHamas a su primer discípulo. Frente al nacio-nalismo secular de Yasir Arafat, Hamas pro-pone el establecimiento de un Estadoislámico. La aproximación de H-H no es sóloideológica o política sino también estructuraly simbólica. Hamas acudió a Hizbulah para re-cibir instrucción militar y proveerse de armas,y éste apadrinó su causa. “Debéis considerara Hizbulah, desde su secretario general hastasus mujeres, miembros de Hamas y soldadospara su causa”, dijo Hassan Narsalah, secre-tario general de Hizbulah.

Javier Martín también apunta los intereses es-tratégicos de Hizbulah en el Iraq post Sadam.Unas esperanzas que, como bien indican al-gunos analistas internacionales y recoge elpropio autor, se están desinflando a raíz de laactividad del gran ayatolá Husein Fadlalah,inspirador inicial de la organización, y a unnivel más elevado, por la cruel rivalidad entrela escuela chií iraquí con sede en Nayaf y laescuela iraní con sede en Qom.

Finalmente, la reconstrucción del magnicidiode Rafia Hariri y la recopilación de las teoríasconspirativas bajo la sombra de Damasco seríaotro de los pasajes de obligada lectura. El epí-logo se escribe negro. Javier Martín avisa deque el espectro de la guerra civil se pasea porel Líbano. Creía, en 2005 (fecha de publicacióndel libro) que la apertura del debate sobre elmodelo territorial tras la salida Siria sería eldesencadenante de una eventual guerra frati-cida. A finales del 2006, la cuestión siria siguedesestabilizando el país pero no por su marchasino por la figura de su sombra en los asesina-

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tos políticos y, muy especialmente, en el cuerpoyaciente de Pierre Gemayel.

Hizbulah. El brazo armado de Dios es unmapa de luces y sombras. Las luces ya estánapuntadas y las sombras son esas lagunas,sumadas a ciertas argumentaciones intercala-das dirigidas a soportar parte de su tesis: lasarmas del Partido de Dios es una respuesta a

la “hostilidad” del Estado de Israel. El lectorpuede percibir con hastío la negación de losdesafíos islámicos a la seguridad colectiva ola complicidad hacia la dualidad de Hizbulah.Los pensadores sinceros saben que no haytérmino medio entre ser terrorista y no ser te-rrorista. Los cínicos se permiten concesiones.

ROCÍO COLOMER FLORES

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Esta obra es fruto de un profundo análisis y elresultado de la búsqueda de una parte ocultade un período convulso de la historia denuestro país. La prensa en la SegundaRepública española es el intento de ir más alláde la tesis comúnmente aceptada de que setrató de una época de grandes valoresdemocráticos y caracterizada por la libertad.Escarbando un poco bajo el régimen deaparente libertad y la supuesta libertad deprensa que parece desprenderse de loscomentarios críticos al gobierno que aparecenen determinados periódicos, Sinova llega a vercómo ésa no era más que una parte de larealidad periodística. Si bien hubo diferenciasde actuación entre los sucesivos gobiernos, latónica común fue la falta de libertad y elperjuicio de la información. El poder atentabacontra la libertad mediante una censura orepresión que no se limitaba a los periódicos,sino que se extendía hacia las conferencias,

obras de teatro y todos los modos de comu-nicación pública, pero Sinova se centra en elanálisis de la prensa escrita.

Es ésta una “historia de periodistas” (presentes,como el autor señala en el Gobierno, en laAdministración, en las Cortes, en los partidospolíticos y en los periódicos), tratando deinformar, no de calificar. Aporta declaraciones,extractos de prensa, pruebas documentales decómo se reprimió la libertad de prensa durantela República para tratar de mostrar una épocaoscura para el periodismo español, que viodificultada su labor a lo largo de los distintosgobiernos. Había una gran mayoría de políticoscon vocación por la comunicación política y lacreación literaria.

La proclamación de la República el 14 de abrilde 1931 significó para muchos el triunfo de lalibertad y la democracia para España, pero

La Prensa en la SegundaRepública española. Historia de una libertad frustradaJUSTINO SINOVAEditorial Debate, Barcelona, 2006. 566 págs.

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pronto se vio que no iba a ser así. La SegundaRepública, recibida como el nacimiento de unaépoca de libertades, y aún hoy recordada comotal por muchos, como una democracia quetodavía serviría de ejemplo para la actual, tuvodesde sus inicios claros síntomas de falta delibertad. Desde un primer momento se pusopor encima de la defensa de la libertad ladefensa del propio régimen, se anteponía laprotección de un sistema político a la defensadel individuo.

Los políticos que formaron los gobiernos de laRepública habían enarbolado durante sus añosen la oposición la bandera de la libertad deprensa, pero pronto se olvidaron de lasbondades de ésta y, una vez en el Gobierno, nola situaron en la lista de proyectos preferentes,preocupados quizás porque la libertad fueseempleada por otros. Muchos de los ministros dela Segunda República eran periodistas o tenían,de algún modo, relación con el mundo de laexpresión escrita, por lo que sus ataques a losmedios de comunicación recogidos en la obrallaman aún más la atención, aunque debetenerse en cuenta que en esa época elperiodismo era considerado por muchos comouna estación de paso hacia otros objetivos.

Existía, según las pruebas documentalesaportadas por Sinova, una buena disposiciónde los medios hacia la República; tras laDictadura, el mundo de la prensa veía conesperanza algunas de las disposiciones delnuevo Gobierno, pero ya durante el primerbienio el derecho a la libertad de expresión sevio supeditado a los intereses políticos.Amparadas por la Ley de Defensa de laRepública, elaborada por Azaña, se cometíannumerosas arbitrariedades contra la prensa;pero la situación no mejoró mucho en elsegundo bienio, cuando se intentó sustituir laLey de Prensa vigente en teoría (la de 1883),intento fallido, en opinión de Sinova, por laconvulsa situación de violencia política quevivía el país, pues se intentó acallar a la

prensa en determinadas ocasiones paraapaciguar a la sociedad.

Quizás una de las páginas más olvidadas de laSegunda República española fue la falta delibertad de prensa y si “estar al corriente de lapolítica de prensa de un sistema es funda-mental para entender su identidad”, el análisisde la situación de la prensa durante la SegundaRepública mediante el estudio de los periódicosy archivos determina que la identidad de esterégimen no era de libertad.

Ya el 10 de mayo de 1931 se produce el primercierre de un periódico, ABC, sin explicaciones nijustificación. Este cerrojazo fue seguido de otrosmuchos, hasta llegar a límites insospechadoscomo el cierre de ciento veintisiete periódicos aconsecuencia del intento de golpe del generalSanjurjo de 1932. Al margen de las decisionespolíticas perjudiciales para el periodismo y, enconsecuencia, para la información de losciudadanos, llama la atención el propio conceptodel periodismo existente en el primer tercio delsiglo XX, el de periodismo de “partido”, quepuede que fuese la causa de que no existiese unverdadero movimiento de solidaridad entreperiodistas. Se practicaba prácticamente unperiodismo de trinchera y los ataques a mediosde la derecha eran aplaudidos por los de laizquierda. Son numerosos los ejemplos dedeclaraciones de políticos –como Azaña–dividiendo claramente la prensa en dos bandos,la amiga y la enemiga, cuando, como Sinovaconsidera, “la libertad de expresión no esdivisible, y si sólo es practicable por unosmientras otros sufren la inspección continua delGobierno, no existe como tal institución básicadel régimen democrático”.

Los problemas de falta de libertad de prensallegaron en varias ocasiones a debatirse en lasCortes, muestra de la preocupación política ysocial que existía respecto a este déficit delibertad. Había peticiones de los criterios quese seguían para cerrar los periódicos, incluso

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se pedía una censura previa, mejor sin dudaa la arbitrariedad existente. En el segundobienio de la República, comenzó a aplicarsedicha censura previa, entonces comenzó ahaber peticiones de unas normas deaplicación de esa censura, de criterios deactuación de los censores: “cuando las pautasde actuación son conocidas, la censura pierdeeficacia de control y no puede actuar conarbitrariedad, que es un arma demoledora”.Los periódicos eran cerrados por tiempoindefinido sin explicaciones de ningún tipo,explicaciones inexistentes también para sureapertura; unos periódicos eran cerrados porpublicar textos que ya habían sido publicadosen otros que, salvados por su ideología, nohabían sufrido ninguna consecuencia por supublicación. Había pues, una desigualdad detrato y “cuando no hay igualdad de trata-miento, la libertad de expresión muere”.

Una reacción lógica a los rigores de laarbitrariedad empleada por los gobernantes alemplear la voluntad política por encima de lasdecisiones judiciales, como única instancia de

decisión, fue la autocensura, que comenzó a serpracticada por los periodistas para protegersedel cierre o del secuestro de sus ediciones.Como el autor afirma, “el control de los medioses una actividad biológica del poder político,que alcanza mayor o menor dimensión segúnsean las ambiciones de dominio de losostentadores del poder y de la capacidad derespuesta de la sociedad”, y llama la atencióncómo los censores trataban de evitar las huellastipográficas de sus intervenciones en losperiódicos.

Pero, entre esa oscuridad informativa, JustinoSinova no duda en rescatar de esa épocaaciaga para el periodismo, algunos rasgos dehumor presentes entre las penalidades de lacensura, ironías que trataban de colarse a laopinión pública y que en muchas ocasionestambién pagaban las consecuencias de la faltade libertad, por lo que una cierta osadía no dejóde brillar entre la penumbra de ese régimen quepara algunos fue de tantas libertades.

CARMEN IGLESIAS CAUNEDO