el ciclo del guano en el litoral de tarapacá

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Investigación Antropológica

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  • Investigacin: Tamara Snchez Alvarez y Pablo Mendz-Quirs ArandaFotografa: Pablo Mndez-Quirs ArandaDiseo portada: Mara Angela Gonzlez ArcosDiagramacin: Paulina Henrquez Adrin y Carlos Aracena AguirreDerechos Reservados.

  • NDICEPRESENTACIN 05

    I MEDIO GEOGRFICO 08

    II LA OCUPACIN DE LA COSTATARAPAQUEA Y LOS ASENTAMIENTOS GUANEROS 16Asentamientos y explotacin guanera en Tarapaca 21

    III ANTECEDENTES HISTRICOS DEL CICLO DEL GUANO (1750 1875) 42Introduccin 43Consolidacin del capitalismo europeo 44Reformas polticas 50Reformas econmicas administrativas 57Estructuras del mercado interno colonial 61Declive del imperio espaol 68El Ciclo del Guano 1850 - 1875 71

    IV USOS DEL GUANO EN LOS ANDES 84Asentamiento de poblaciones costera en el interfluvio y la emergencia del uso de fertilizantes 85Importancia del Guano en poca prehispnica 87Uso y control en el acceso del guano durante laColonia 891879: La guerra del guano y del salitre 94Pabelln de Pica y Huanillos, el fertilizante del conflicto 94

    V REPRODUCCIN DE LAS RELACIONES SOCIALES EN LAS GUANERAS. 101

    VI LOS CENTROSPRODUCTIVOSGUANEROS ENTARAPAC 109Introduccin 111Pabelln de Pica 112Huanillos 125Materiales constructivos en Pabelln de Pica y Huanillos 140

    VII BIBLIOGRAFA 146

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  • PRESENTACIN

    La investigacin desde que inspira este libro ha sido posible gracias al financiamiento del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, regin de Tarapac, a travs de la realizacin de dos proyectos Fondart de investigacin y la participacin en un congreso internacional sobre patrimonio cultural.Todo comenz con la visita a las guaneras tarapaqueas el ao 2008, momento en que decidimos embarcarnos en su estudio con la finalidad de protegerlas a travs de la declaracin como Monumento Histrico. Compren-damos que todo lugar donde alguna vez funcion un puerto, ser susceptible de ser intervenido en algn mo-mento por nuevos puertos, borrndose para siempre episodios de nuestra historia, como ocurre de manera dra-mtica con los terminales portuarios de Patillos y Patache en la regin. El primer proyecto se denomin El Ciclo del Guano en el Pacfico Sur, una epopeya olvidada donde nos pro-pusimos elaborar un expediente tcnico para la postulacin de los centros productivos de guano de Pabelln de Pica y Huanillos ante el Consejo de Monumentos Nacionales, para su declaracin como monumentos histricos. Una vez finalizada esta primera etapa, continuamos la investigacin profundizando la informacin y conoci-miento logrados, lo que fue posible a travs del segundo proyecto Fondart denominado El Ciclo del Guano en el litoral de Tarapac, Memoria y Patrimonio. Si bien inicialmente nos concentraramos en las etapas republica-nas relacionadas a la extraccin del guano, la investigacin se expandi incluyendo los antecedentes sobre el guano durante tiempos prehispnicos y coloniales, lo que signific un aporte sustantivo para la comprensin del proceso histrico en su conjunto. A pesar de la importancia histrica que tiene la extraccin del guano para la historia de Tarapac, exista un desa-rrollo discreto en cuanto a publicaciones cientficas del tema, destacando el trabajo de Marcelo Segall (1967), Olaf Olmos (1988), Mario Zolezzi (1993), Julio Pinto (1993) y Segundo Chamaca (1996), a quienes manifesta-mos nuestros ms sinceros agradecimientos por marcar una senda investigativa con enorme potencial. Pese a estas contribuciones centradas en la cuestin social del guano y la esclavitud de los chinos cules, en la actuali-dad el Ciclo del Guano sigue siendo objeto de un olvido historiogrfico, asomando los efectos de la poltica de chilenizacin (Gonzlez et al. 1993), dispositivo nacionalista de persecucin contra el legado andino de la regin, desplegado a partir de la post guerra para favorecer la anexin simblica de las regiones de Tarapac y Antofa-gasta borrando su pasado peruano y boliviano. Ciento treinta aos despus, esta mutilacin de parte de la historia regional ha sido escasamente subsanadas (Snchez et al. 2009).

    El presente estudio se sita en el campo de la interdisciplinariedad entre la antropologa histrica y la arqueolo-ga, proponiendo documentar el Ciclo del Guano desde una perspectiva diacrnica, con la finalidad de cono-cer la estructura social sobre la cual se organizaron los centros productivos de guano de Pabelln de Pica y Huanillos. La posibilidad de conversar con antiguos habitantes de los puertos guaneros Pabelln de Pica y Huanillos enri-queci el presente estudio. Agradecemos especialmente a Juan Herrera por su inters en trabajar como parte del equipo, compartiendo sus vivencias y recopilando fotografas antiguas de Pabelln de Pica, as como a su familia Uberlinda Reyes, Carlos y Familia. Merece una mencin especial la memoria de doa Agustina Guacan-te, oriunda de Parca pero que se traslad desde joven a Huanillos, Pabelln de Pica y Chanabaya, falleciendo durante el desarrollo de esta investigacin con cerca de 90 aos de edad. Agradecemos a Esmeralda Francke, profesora de Pabelln de Pica junto a su esposo Daniel Silva chofer de la SOCHIF, a Aurelio Madrid, antiguo guanero de Pabelln de Pica, y finalmente a Ins Fernndez quien vivi su infancia en Huanillos y actualmente habita en Ro Seco.Aprovechamos esta instancia para manifestar nuestra gratitud a todos quienes hicieron posible la realizacin de estos proyectos. Al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y a sus funcionarios, en especial a Patricia Henr-quez y su trabajo en post de la cultura y el patrimonio en Tarapac. A Paulina Henrquez y Alexander San Fran-cisco, coejecutores que participaron en ambos proyectos. A quienes se involucraron en el trabajo de registro en terreno y bsqueda en archivos, Andrea Caas, Mauricio Gngora, Cecilia Maldonado, Robert Ponce y Anto-nio Tobom; as como a Jimena Valenzuela y Magdalena Garca quienes enriquecieron el trabajo mediante el anlisis de materiales arqueolgicos de forma comprometida y desinteresada.Merecen nuestro reconocimiento las instituciones que apoyaron la presentacin de este segundo proyecto: el Departamento de Antropologa de la Universidad de Chile, el Museo Regional de Iquique, el Consejo de Mo-numentos Nacionales y la revista Estudios Atacameos, a travs de su editora Carolina Agero.Al director del Archivo Departamental de Arequipa, Helard Fuentes quien nos abri las puertas de dicha insti-tucin y brindando su ayuda para sortear la frrea burocracia de nuestro vecino y hermano pas. Tambin agra-decemos al Cnsul del Per en Iquique por su excelente disposicin para nuestro equipo de investigacin.A todos ustedes, muchas gracias.

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  • PRESENTACIN

    La investigacin desde que inspira este libro ha sido posible gracias al financiamiento del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, regin de Tarapac, a travs de la realizacin de dos proyectos Fondart de investigacin y la participacin en un congreso internacional sobre patrimonio cultural.Todo comenz con la visita a las guaneras tarapaqueas el ao 2008, momento en que decidimos embarcarnos en su estudio con la finalidad de protegerlas a travs de la declaracin como Monumento Histrico. Compren-damos que todo lugar donde alguna vez funcion un puerto, ser susceptible de ser intervenido en algn mo-mento por nuevos puertos, borrndose para siempre episodios de nuestra historia, como ocurre de manera dra-mtica con los terminales portuarios de Patillos y Patache en la regin. El primer proyecto se denomin El Ciclo del Guano en el Pacfico Sur, una epopeya olvidada donde nos pro-pusimos elaborar un expediente tcnico para la postulacin de los centros productivos de guano de Pabelln de Pica y Huanillos ante el Consejo de Monumentos Nacionales, para su declaracin como monumentos histricos. Una vez finalizada esta primera etapa, continuamos la investigacin profundizando la informacin y conoci-miento logrados, lo que fue posible a travs del segundo proyecto Fondart denominado El Ciclo del Guano en el litoral de Tarapac, Memoria y Patrimonio. Si bien inicialmente nos concentraramos en las etapas republica-nas relacionadas a la extraccin del guano, la investigacin se expandi incluyendo los antecedentes sobre el guano durante tiempos prehispnicos y coloniales, lo que signific un aporte sustantivo para la comprensin del proceso histrico en su conjunto. A pesar de la importancia histrica que tiene la extraccin del guano para la historia de Tarapac, exista un desa-rrollo discreto en cuanto a publicaciones cientficas del tema, destacando el trabajo de Marcelo Segall (1967), Olaf Olmos (1988), Mario Zolezzi (1993), Julio Pinto (1993) y Segundo Chamaca (1996), a quienes manifesta-mos nuestros ms sinceros agradecimientos por marcar una senda investigativa con enorme potencial. Pese a estas contribuciones centradas en la cuestin social del guano y la esclavitud de los chinos cules, en la actuali-dad el Ciclo del Guano sigue siendo objeto de un olvido historiogrfico, asomando los efectos de la poltica de chilenizacin (Gonzlez et al. 1993), dispositivo nacionalista de persecucin contra el legado andino de la regin, desplegado a partir de la post guerra para favorecer la anexin simblica de las regiones de Tarapac y Antofa-gasta borrando su pasado peruano y boliviano. Ciento treinta aos despus, esta mutilacin de parte de la historia regional ha sido escasamente subsanadas (Snchez et al. 2009).

    El presente estudio se sita en el campo de la interdisciplinariedad entre la antropologa histrica y la arqueolo-ga, proponiendo documentar el Ciclo del Guano desde una perspectiva diacrnica, con la finalidad de cono-cer la estructura social sobre la cual se organizaron los centros productivos de guano de Pabelln de Pica y Huanillos. La posibilidad de conversar con antiguos habitantes de los puertos guaneros Pabelln de Pica y Huanillos enri-queci el presente estudio. Agradecemos especialmente a Juan Herrera por su inters en trabajar como parte del equipo, compartiendo sus vivencias y recopilando fotografas antiguas de Pabelln de Pica, as como a su familia Uberlinda Reyes, Carlos y Familia. Merece una mencin especial la memoria de doa Agustina Guacan-te, oriunda de Parca pero que se traslad desde joven a Huanillos, Pabelln de Pica y Chanabaya, falleciendo durante el desarrollo de esta investigacin con cerca de 90 aos de edad. Agradecemos a Esmeralda Francke, profesora de Pabelln de Pica junto a su esposo Daniel Silva chofer de la SOCHIF, a Aurelio Madrid, antiguo guanero de Pabelln de Pica, y finalmente a Ins Fernndez quien vivi su infancia en Huanillos y actualmente habita en Ro Seco.Aprovechamos esta instancia para manifestar nuestra gratitud a todos quienes hicieron posible la realizacin de estos proyectos. Al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y a sus funcionarios, en especial a Patricia Henr-quez y su trabajo en post de la cultura y el patrimonio en Tarapac. A Paulina Henrquez y Alexander San Fran-cisco, coejecutores que participaron en ambos proyectos. A quienes se involucraron en el trabajo de registro en terreno y bsqueda en archivos, Andrea Caas, Mauricio Gngora, Cecilia Maldonado, Robert Ponce y Anto-nio Tobom; as como a Jimena Valenzuela y Magdalena Garca quienes enriquecieron el trabajo mediante el anlisis de materiales arqueolgicos de forma comprometida y desinteresada.Merecen nuestro reconocimiento las instituciones que apoyaron la presentacin de este segundo proyecto: el Departamento de Antropologa de la Universidad de Chile, el Museo Regional de Iquique, el Consejo de Mo-numentos Nacionales y la revista Estudios Atacameos, a travs de su editora Carolina Agero.Al director del Archivo Departamental de Arequipa, Helard Fuentes quien nos abri las puertas de dicha insti-tucin y brindando su ayuda para sortear la frrea burocracia de nuestro vecino y hermano pas. Tambin agra-decemos al Cnsul del Per en Iquique por su excelente disposicin para nuestro equipo de investigacin.A todos ustedes, muchas gracias.

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  • Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    Como consecuencia lgica de esta enorme riqueza ictiolgica, el litoral es habitado por innumerables colonias de aves como los guanayes (Phalaecrocoray bouganvilli), piqueros (Sula varieta), pelcanos (Pelecanus thagua), cormo-ranes (Phalacrocrax) (Rostworowski 2005), gaviotas y gaviotines (laridae). Estas aves, son los predadores de la exuberancia ictiolgica propia de estas costas, siendo las generadoras de depsitos tremendamente ricos en azoe, fsforo, potasio y amoniaco conocidos como covaderas. stas, son reservas naturales de guano que se comienzan a depositar desde el perodo geolgico Terciario Tardo y contina durante el Cuaternario, formn-dose potentes depsitos en promontorios y puntas con condiciones propicias para la nidificacin (Brggen 1950).

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  • Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    I

    Como consecuencia lgica de esta enorme riqueza ictiolgica, el litoral es habitado por innumerables colonias de aves como los guanayes (Phalaecrocoray bouganvilli), piqueros (Sula varieta), pelcanos (Pelecanus thagua), cormo-ranes (Phalacrocrax) (Rostworowski 2005), gaviotas y gaviotines (laridae). Estas aves, son los predadores de la exuberancia ictiolgica propia de estas costas, siendo las generadoras de depsitos tremendamente ricos en azoe, fsforo, potasio y amoniaco conocidos como covaderas. stas, son reservas naturales de guano que se comienzan a depositar desde el perodo geolgico Terciario Tardo y contina durante el Cuaternario, formn-dose potentes depsitos en promontorios y puntas con condiciones propicias para la nidificacin (Brggen 1950).

    MEDIO GEOGRFICO

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  • GEOGRAFA DEL LITORALTARAPAQUEO

    Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    Como consecuencia lgica de esta enorme riqueza ictiolgica, el litoral es habitado por innumerables colonias de aves como los guanayes (Phalaecrocoray bouganvilli), piqueros (Sula varieta), pelcanos (Pelecanus thagua), cormo-ranes (Phalacrocrax) (Rostworowski 2005), gaviotas y gaviotines (laridae). Estas aves, son los predadores de la exuberancia ictiolgica propia de estas costas, siendo las generadoras de depsitos tremendamente ricos en azoe, fsforo, potasio y amoniaco conocidos como covaderas. stas, son reservas naturales de guano que se comienzan a depositar desde el perodo geolgico Terciario Tardo y contina durante el Cuaternario, formn-dose potentes depsitos en promontorios y puntas con condiciones propicias para la nidificacin (Brggen 1950).

    MEDIO GEOGRFICO

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  • Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    Como consecuencia lgica de esta enorme riqueza ictiolgica, el litoral es habitado por innumerables colonias de aves como los guanayes (Phalaecrocoray bouganvilli), piqueros (Sula varieta), pelcanos (Pelecanus thagua), cormo-ranes (Phalacrocrax) (Rostworowski 2005), gaviotas y gaviotines (laridae). Estas aves, son los predadores de la exuberancia ictiolgica propia de estas costas, siendo las generadoras de depsitos tremendamente ricos en azoe, fsforo, potasio y amoniaco conocidos como covaderas. stas, son reservas naturales de guano que se comienzan a depositar desde el perodo geolgico Terciario Tardo y contina durante el Cuaternario, formn-dose potentes depsitos en promontorios y puntas con condiciones propicias para la nidificacin (Brggen 1950).

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  • Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    Como consecuencia lgica de esta enorme riqueza ictiolgica, el litoral es habitado por innumerables colonias de aves como los guanayes (Phalaecrocoray bouganvilli), piqueros (Sula varieta), pelcanos (Pelecanus thagua), cormo-ranes (Phalacrocrax) (Rostworowski 2005), gaviotas y gaviotines (laridae). Estas aves, son los predadores de la exuberancia ictiolgica propia de estas costas, siendo las generadoras de depsitos tremendamente ricos en azoe, fsforo, potasio y amoniaco conocidos como covaderas. stas, son reservas naturales de guano que se comienzan a depositar desde el perodo geolgico Terciario Tardo y contina durante el Cuaternario, formn-dose potentes depsitos en promontorios y puntas con condiciones propicias para la nidificacin (Brggen 1950).

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  • Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    Como consecuencia lgica de esta enorme riqueza ictiolgica, el litoral es habitado por innumerables colonias de aves como los guanayes (Phalaecrocoray bouganvilli), piqueros (Sula varieta), pelcanos (Pelecanus thagua), cormo-ranes (Phalacrocrax) (Rostworowski 2005), gaviotas y gaviotines (laridae). Estas aves, son los predadores de la exuberancia ictiolgica propia de estas costas, siendo las generadoras de depsitos tremendamente ricos en azoe, fsforo, potasio y amoniaco conocidos como covaderas. stas, son reservas naturales de guano que se comienzan a depositar desde el perodo geolgico Terciario Tardo y contina durante el Cuaternario, formn-dose potentes depsitos en promontorios y puntas con condiciones propicias para la nidificacin (Brggen 1950).

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  • Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    Como consecuencia lgica de esta enorme riqueza ictiolgica, el litoral es habitado por innumerables colonias de aves como los guanayes (Phalaecrocoray bouganvilli), piqueros (Sula varieta), pelcanos (Pelecanus thagua), cormo-ranes (Phalacrocrax) (Rostworowski 2005), gaviotas y gaviotines (laridae). Estas aves, son los predadores de la exuberancia ictiolgica propia de estas costas, siendo las generadoras de depsitos tremendamente ricos en azoe, fsforo, potasio y amoniaco conocidos como covaderas. stas, son reservas naturales de guano que se comienzan a depositar desde el perodo geolgico Terciario Tardo y contina durante el Cuaternario, formn-dose potentes depsitos en promontorios y puntas con condiciones propicias para la nidificacin (Brggen 1950).

    Aves Guaneras

    Las principales aves de la costa peruana y del norte de Chile viven entre acantilados, islas, islotes y puntas. La corriente de Humboldt genera un ambiente ptimo para ellas debido a la oppara cadena alimenticia que desarrolla gracias a las altas concentraciones de plancton que sustenta grandes cardmenes de anchoveta, espe-cie que es la base alimenticia de estas aves. Lamentablemente, a causa de la incidencia de diversos factores como la pesca industrial para elaboracin de harina de pescado, la intervencin antrpica en los lugares de nidifica-cin, la contaminacin industrial de las aguas o la extraccin excesiva de guano blanco; se ha generado una merma considerable de estas aves generando un complejo escenario para los ecosistemas marinos. Ante esto, los gobiernos tanto de Chile como del Per han tenido que proteger estas colonias junto a sus lugares de anida-cin, limitando la extraccin de guano blanco.

    1 No significa que sea imposible ver a estas aves ms al sur, pero fundamentalmente el norte de Chile y el sur de Per es el principal hbitat para estas aves

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  • Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    Como consecuencia lgica de esta enorme riqueza ictiolgica, el litoral es habitado por innumerables colonias de aves como los guanayes (Phalaecrocoray bouganvilli), piqueros (Sula varieta), pelcanos (Pelecanus thagua), cormo-ranes (Phalacrocrax) (Rostworowski 2005), gaviotas y gaviotines (laridae). Estas aves, son los predadores de la exuberancia ictiolgica propia de estas costas, siendo las generadoras de depsitos tremendamente ricos en azoe, fsforo, potasio y amoniaco conocidos como covaderas. stas, son reservas naturales de guano que se comienzan a depositar desde el perodo geolgico Terciario Tardo y contina durante el Cuaternario, formn-dose potentes depsitos en promontorios y puntas con condiciones propicias para la nidificacin (Brggen 1950).

    Algunas de las especies ms numerosas de aves guanferas son:Guanay o Cormorn (Phalacrocorax Bougainvillii) Su hbitat se extiende por toda la costa del Per y hasta la altura de Corral en el sur de Chile, localizndose prefe-rentemente en islas y promontorios. En Per se le llama el ave del billn de dlares asocindolo a las grandes riquezas que se generan por la comercializacin del guano. Anida preferentemente en el litoral peruano y emigra al fin de la estacin de crianza hacia el sur y en menor escala hacia el norte. Normalmente se mantiene dentro de los lmites de la corriente de Humboldt, sin embargo cuando sta se desva millones de aves mueren en pocos das y de forma dramtica por inanicin. Cuando esto sucede, las colonias de nidificacin bajan en proporcin a la magnitud de la mortandad, lo que genera una baja en la acumulacin de guano. Se ha calculado que estos increbles pjaros depositan casi 50 grs. de excremento en un da. Durante mucho tiempo se pens que estas aves no anidaban en Chile pero se han observado colonias de Guanayes anidando en la Isla Mocha, provincia de Arauco (Mardones 1956).Piquero (Sula Variegata)Su nombre se deriva de la forma en que captura su alimento tirndose en picada hacia el mar. Esta ave es ms grande que el Guanay, y presenta cabeza y cuello de color blanquizcos. Se encuentra a lo largo de la costa del Per, anidando mayoritariamente en los riscos altos de islas guaneras. A veces arman su nido con huiros sueltos y ambos sexos incuban los huevos emigrando hacia el sur al fin de la crianza. En Chile se ha detectado a peque-os grupos que anidan en las costas entre Zapallar y Concepcin. El guano generado por estos es de muy buena calidad pero de difcil extraccin por los altos promontorios donde se encuentra (Mardones 1956).Pelicano, Alcatraz o Huajache (Pelecanus Thagua) Anida en islas planas como Lobos de Afuera y Lobos de Tierra en el litoral peruano, siendo la nica de estas especies que nidifica en las costa de Tarapac, en los islotes cercanos a Pabelln de Pica. Se encuentra desde Arica hasta Corral y en el Per a lo largo de toda su costa. Su vuelo es lento y su pico posee una forma alargada muy particular, con una especie de bolsa angular que utiliza de red. Consigue su comida siguiendo los peces a travs de la corriente de Humboldt.

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  • Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    Como consecuencia lgica de esta enorme riqueza ictiolgica, el litoral es habitado por innumerables colonias de aves como los guanayes (Phalaecrocoray bouganvilli), piqueros (Sula varieta), pelcanos (Pelecanus thagua), cormo-ranes (Phalacrocrax) (Rostworowski 2005), gaviotas y gaviotines (laridae). Estas aves, son los predadores de la exuberancia ictiolgica propia de estas costas, siendo las generadoras de depsitos tremendamente ricos en azoe, fsforo, potasio y amoniaco conocidos como covaderas. stas, son reservas naturales de guano que se comienzan a depositar desde el perodo geolgico Terciario Tardo y contina durante el Cuaternario, formn-dose potentes depsitos en promontorios y puntas con condiciones propicias para la nidificacin (Brggen 1950).

  • Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    Como consecuencia lgica de esta enorme riqueza ictiolgica, el litoral es habitado por innumerables colonias de aves como los guanayes (Phalaecrocoray bouganvilli), piqueros (Sula varieta), pelcanos (Pelecanus thagua), cormo-ranes (Phalacrocrax) (Rostworowski 2005), gaviotas y gaviotines (laridae). Estas aves, son los predadores de la exuberancia ictiolgica propia de estas costas, siendo las generadoras de depsitos tremendamente ricos en azoe, fsforo, potasio y amoniaco conocidos como covaderas. stas, son reservas naturales de guano que se comienzan a depositar desde el perodo geolgico Terciario Tardo y contina durante el Cuaternario, formn-dose potentes depsitos en promontorios y puntas con condiciones propicias para la nidificacin (Brggen 1950).

    LA OCUPACINDE LA COSTA TARAPAQUEA Y LOSASENTAMIENTOS GUANEROS

    II

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  • Gran parte de la costa pacfico sudamericana se caracteriza por climas desrticos a consecuencia de la accin del Anticicln del Pacfico y la Corriente de Humboldt, los que en su conjunto restringen el rgi-men de lluvias en gran parte del territorio. La excep-cin a esta regla se produce de manera cclica por accin del fenmeno de El Nio, momento en que se producen fuertes precipitaciones, especialmente en la costa central del Per.Estas condiciones de aridez permiten que en los lugares de nidificacin de aves marinas se acumulen ingentes cantidades de guano formando importantes depsitos a lo largo de miles de aos. En pocos luga-res del mundo se conjugan estas condiciones, lo que convierte a la costa de Per y el norte de Chile en lugares privilegiados para la extraccin de este pro-ducto. En este territorio se configuran dos reas con alta concentracin de covaderas. Por un lado las Islas de la costa peruana, entre las que destacan Lobos de Afuera, Lobos de Adentro, Guaape, las Chinchas, San Lorenzo (Paz Soldn 1862); y ms al sur las gua-neras del norte de Chile, concentrndose entre Pisagua y la pennsula de Mejillones.Los principales centros productivos de guano tarapa-queo se emplazan en el litoral arreico de la regin deTarapac, espacio geogrfico de clima desrtico costero carente de flujos de agua permanente entre los ros Tana y Loa. Se concentran al sur de Patache, a partir de la cual se inicia el estrechamiento de la terraza litoral luego de alcanzar su mayor amplitud

    entre punta Gruesa y Patache. Al sur de este sector la terraza martima se expresa de forma variable llegan-do a desaparecer por la elevacin del cerro Pabelln de Pica, el que cae abruptamente al mar desde una altura de 320 m. La textura de la terraza tambin es variable, presentndose sectores particularmente despejados como playa El guila y Boca del Diablo, y otros donde predominan los afloramientos rocosos como Ro Seco, Huanillos y Punta Blanca. Segn Brggen, la formacin de morros como el de Patache, Pabelln de Pica, Punta de Lobos y Huani-llos corresponde a sillas tectnicas transversales que se sitan entre dos fallas paralelas producidas en los cerros de la Cordillera de la Costa. Gracias a estos accidentes geogrficos se forman promontorios escarpados propicios para la nidificacin de pjaros y la consecuente acumulacin de guano (Brggen

    1950: 176). La existencia de aguadas a lo largo de este litoral ha sido una temtica tratada tanto por arque-logos como gelogos, tanto por el inters de los primeros en dimensionar la importancia que tuvie-ron para la ocupacin humana, al constituir el nico sustento de agua dulce para los grupos costero; as como para responder a la interrogante sobre del origen de los escurrimientos, esgrimindose como posibles causas la condensacin de la camanchaca y el escurrimiento de aguas fsiles infiltradas desde depsitos subterrneos de la Pampa del Tamarugal (Brggen 1950; Nez y Varela 1968; Craig 1982). No olvidemos que la condicionante hdrica es un factor clave para el asentamiento humano en tiempos histricos, el que se establece de forma continua bajo la dependencia de un abastecimiento externo de agua potable trado por barco desde Arica, Camarones o

    Pisagua y a partir del siglo XIX mediante la instala-cin de plantas resecadoras para la desalinizacin de agua de mar. Este espacio desrtico est prximo a una cubierta vegetacional restringida como son los oasis de niebla, los que se alzan en las cumbres de la Cordillera de la Costa sustentando ecosistemas xerfitos a base de la humedad aportada por nieblas de tipo orogrfico y advectivo (camanchaca) as como precipitaciones eventuales (Nez y Varela 1968; Cereceda et al. 1999). Destaca la presencia de cactceas columnares (Eulychnia iquiquensis), arbustos (Ephedra breana), Bro-meliceas (Thilandsia sp.) y rizomas (Zephira elegans), junto a un particular repertorio de roedores, reptiles e insectos endmicos (Larran et al. MS; Pinto 2007; Cereceda et al. MS.)

    La importancia alimenticia del borde costero es imprescindible para la subsistencia de los grupos humanos por la disponibilidad de un amplio espectro de especies de peces, algas, moluscos y crustceos,

    junto a mamferos marinos que, en conjunto, entre-gan un rico panorama cinegtico. La capacidad del Ocano Pacfico para mantener una alta biodiversi-dad se debe a la presencia de gran cantidad de nutrientes y plancton derivados de la excelente oxige-nacin que entrega la Corriente de Humboldt. Esto permite sustentar una cadena trfica particularmente diversa que ha sido aprovechada por grupos humanos costeros desde los aos calibrados 5.212 y 4.592 a.C. procedentes del sitio de pescado-res recolectores del basural conchfero Caramucho 3 (Sanhueza 1982).

    A pesar de la condicin de aridez inherente como factor limitante del asentamiento humano, la costa desrtica de Tarapac durante miles de aos ha sido un polo de atraccin para grupos humanos que encuentran aqu un lugar propicio para establecerse aprovechando la fuente estable y abundante de recur-sos. Gracias al estudio sistemtico de la franja costera entre Iquique y el ro Loa (Ajata y Mndez-Quirs 2009), se han reportado ms de mil sitios arqueolgi-cos que abarcan una extensa secuencia cultural desde el perodo Arcaico hasta el Republicano, documen-tando una historia ocupacional que supera los 7.000 aos de antigedad.Las puntas y bahas ofrecen condiciones excepciona-les para el asentamiento humano por la accesibilidad a los recursos pelgicos, destacando Pichalo, Punta Gruesa, Sarmenia, Patillos, Patache, Lobos, Choma-che, Blanca y Chipana; y bahas como Bajo Molle y Camo por su reiterada ocupacin generadora de interesantes secuencias y superposiciones de asenta-mientos. Independientemente de su filiacin cultural, diversos grupos coinciden en la seleccin de estos espacios favorables en trminos ambientales y pro-ductivos. La interrelacin que se establece entre los asenta-mientos de una regin, es la expresin de cmo una sociedad se relaciona con el medioambiente, asu-miendo que las decisiones sobre la ubicacin y el modo de establecer sus asentamientos genera un patrn identificable que perdura en el tiempo. Al estudiar estos asentamientos, podemos comprender el trasfondo econmico, social, cultural y poltico que subyace a dicha disposicin en el espacio, lo que se

    denomina sistema de asentamientos (Mndez-Quirs 2007).En trminos sintticos, la ocupacin prehispnica de la costa tarapaquea se estableci a travs de un con-junto de asentamientos con baja densidad poblacio-nal a modo de caletas, repartidas a lo largo del litoral en lugares donde la topografa permite una extrac-cin segura y abundante de recursos. Entre la quebra-da de Tana y el Loa, salvo casos excepcionales (Adn et al. 2007), no se establecieron contingentes nume-rosos de poblacin, primando una articulacin a nivel de familias nucleares y extendidas que dominaban espacios amplios de litoral y que explotaban la costa con grados de movilidad significativos, tanto en un sentido longitudinal (recorriendo la costa de norte a sur) como transversal (accediendo a espacios en la Cordillera de la Costa, Pampa y Quebradas).En tiempos histricos, la costa se transform com-pletamente a raz de los tempranos procesos de colo-nizacin y mestizaje que produjeron un rpido y pro-fundo cambio cultural. Durante la colonia se estable-cieron algunos centros poblados como Arica, Pisagua Viejo, Iquique, Punta Blanca y Puerto el Loa; mien-tras los orilleros, conocedores a fondo de los ritmos de la costa nunca desaparecieron, manteniendo un modo de vida tradicional de caza y recoleccin (Latcham 1910; Bird 1946; Sanhueza 1985). Estas tierras encerradas entre los cerros y el mar se mantuvieron por siglos bajo un ritmo de ocupacin pausado, funcionando bajo un clima estable y con recursos abundantes entregados por el mar. Durante los siglos de dominacin colonial, la explotacin de minerales comenz a marcar los ritmos y procesos econmicos que marcarn el devenir histrico de la

    regin (Castro 2002). Junto a la extraccin de minerales se fortalece el flujo de navos mercantes regulados por las naciones ms poderosas de Europa gracias al insuficiente control que acompa al monopolio hispano del comercio colonial (Mazzeo 2010). Este impulso minero no est ausente en Pabelln de Pica ya que hay evidencias de explotacin de metales correspondiente a derivados de cobre desde piques mineros en el lado norte del morro. La presencia de minera-les se origina con seguridad por la presencia de una falla que provoca el solevantamiento del morro (Brggen 1950). Ms all de este pique minero, no hemos encontrado en el poblado evidencias concluyentes que permitan asignar una temporalidad especfica a esta explotacin, salvo la presencia de algunos pocos maray usados a escala domstica.

    Como resultado de la prospeccin arqueolgica en la localidad de Chanabaya (Ajata y Mndez-Quirs 2009), detectamos cerca de treinta sitios de cronolo-ga prehispnica e histrica. Entre estos se cuentan hallazgos de antiguos senderos, cementerios, basura-les, estructuras y asentamientos de carcter habitacio-nal. Si bien stos no se ubican al interior del poblado Pabelln de Pica, son relevantes para comprender la historia de la localidad ya que se emplazan a corta distancia del centro productivo republicano, confor-mando un antecedente fundamental de ocupacin en el sector. Estos hallazgos son retazos que ayudan a reconstruir los patrones de asentamiento que se con-formaron en la larga historia de interrelacin entre los grupos humanos y este particular medioambiente.

    ASENTAMIENTOS Y EXPLOTACIN GUANERA EN TARAPAC

    Al analizar el asentamiento humano costero rela-cionado a la explotacin guanera a lo largo del tiempo, definimos cuatro etapas de la produccin durante los cuales se reconocen cambios en torno al tipo de administracin, orientacin econmica, escala extractiva, lgica econmica y mano de obra (Mndez-Quirs y Snchez 2009). Ahora, intentare-mos correlacionar estos momentos con los cambios en la forma de ocupar el litoral desrtico y conside-rando la relacin entre los yacimientos extractivos y los centros productivos.

    Explotacin guanera Prehispnica: ca. 1.000-1.530 d. C.

    La explotacin guanera prehispnica es una actividad difcil de identificar a travs de sus evidencias mate-riales, sin embargo est documentada de manera elocuente por los cronistas tempranos como Pedro Cieza de Len, Polo de Ondegardo y Bartolom Cobo (Julien 1985). Sealan un espacio de extraccin guanera en tiempos del Tawantinsuyu que se extien-de desde la costa sur peruana (Arequipa y Moque-gua) hasta el litoral tarapaqueo, sin que se pueda descartar una extensin mayor abarcando incluso la costa central del Per y el litoral de Atacama, dadas las condiciones favorables para la explotacin de

    guano blanco en toda esta regin.Segn Julien (1985), el uso del guano fue un avance tecnolgico que permiti revertir los efectos del clima rido en la agricultura de los Valles Occidenta-les, contribuyendo a subsanar la deficiencia de nitr-geno y fsforo de los suelos agrcolas para el cultivo de maz y papa. Para ello fue necesaria la convergen-cia de tecnolgica de grupos costeros combinndose el desarrollo de embarcaciones para acceder a las islas e islotes guaneros junto al manejo de recuas de llamas para el traslado del fertilizante hacia los encla-ves agrcolas del interior. De esta forma se logra el abastecimiento hacia los cursos medios y altos de los Valles Occidentales, ubicados sobre los 1.600 metros. Por ende, la autora sostiene que se requiri de una articulacin concertada entre poblaciones diferenciadas para completar el proceso de extraccin-traslado-uso de guano antes de la invasin hispana. A la luz de la informacin etnohistrica disponible para Tarapac, los grupos costeros y las poblaciones del interior integraban un sistema social (Barriga 1939), el que arqueolgicamente se conocen como Complejo Pica Tarapac (Nez 1979; Uribe 2006). En este sentido, para el caso tarapaqueo nos parece inadecuada la segregacin de las poblaciones de costa e interior como si fueran grupos carentes de un nexo cultural e identitario. Desde el perodo Formati-vo tarapaqueo entre los aos 1.300 a.C. y 900 d.C.), se configura un espacio de interaccin suma-mente activo e integrado entre costa, pampa y valles bajos, lo que se sustenta en el estudio de los conjun-tos artefactuales procedentes de sitios habitacionales (Caserones, Picas, Guatacondo y Ramaditas) y fune-

    rarios (Tarapac 40) del interior y la costa (True 1980; Mndez-Quirs y Uribe 2010; Uribe 2010), identifi-cndose una conexin cultural entre ambos ambien-tes. sta se reconoce a travs de una tipologa cer-mica compartida, la presencia de productos agrcolas en la costa y la presencia de pescado y conchas en las aldeas agrcolas de los valles bajos (Nez 1974; True 1980). Asimismo, recientes estudios de isoto-pos estables en cuerpos procedentes de cementerios de poblacin agrcola asentada a 60 km. de la lnea de costa, demuestran un nfasis alimenticio de produc-tos martimos (Santana 2011).Considerando la ausencia de indicadores arqueolgi-cos que permitan datar de manera directa los inicios de la extraccin guanera en Tarapac, slo estamos en condiciones de proponer rangos temporales a manera de hiptesis. Partiendo de la base que la dominacin incaica en Tarapac se focaliza en las tierras altas estableciendo vnculos con las poblacio-nes preexistentes, prestando especial atencin a su orientacin econmica y conocimientos del territo-rio, podemos sugerir que la prctica de fertilizacin con guano de aves marinas es una tradicin que ante-cede a la presencia del Tawantinsuyu. Asimismo, las fuentes etnohistricas revelan un control en la explo-tacin de la costa sur peruana a manos de poblacio-nes preincaicas como Lupacas, Puquinas, Pacajes y Carangas (Julien 1985; Gundermann 2003). En este sentido, la explotacin guanera en Tarapac se inicia al menos a partir del perodo Intermedio Tardo, entre los aos 900 y 1.450 d.C. Sin embargo, sta podra iniciarse durante el Formativo considerando los antecedentes de la costa norte del Per donde se ha documentado la explotacin y uso del guano

    desde el perodo Mochica (Rostworoski 1982). Esta situacin podra determinarse mediante un estudio dirigido a las islas guaneras de Iquique y Alacrn (Chacn e Hidalgo 1983), las que lamentablemente estn sumamente intervenidas por las instalaciones portuarias modernas sobre ambos asentamientos.La explotacin guanera prehispnica se concentr en islas e islotes como Alacrn, Ique Ique y Patillos, agregndose algunas puntas privilegiadas por su fcil acceso como Pichalo, Pabelln de Pica y Paquica. En este sentido el guano fsil no fue un foco de inters en tiempos prehispnicos por la existencia de gran-des cantidades de guano blanco y por la alta concen-tracin de nitrgeno y fsforo de sta ltima, as como lo sencillo de su extraccin. En el litoral arreico de Tarapac se conocen diversos sitios arqueolgicos con ocupacin domstica emplazados a corta distancia de islas guaneras y

    covaderas continentales como Pisagua N (Moragas 2005), Bajo Molle (Schaedel 1957; Bird 1943; Mora-gas 1995), Patillos (Schaedel 1957), Patache-Camo (Nez y Moragas 1977), Pabelln de Pica 1 (Mndez-Quirs 2009; Uribe 2010), Chomache (Mndez-Quirs 2009; Uribe 2010) y Punta Blanca. Estos pudieron funcionar como campamentos de tareas donde se organiz la extraccin, funcionando adems como puntos de conexin con caravanas que trasladaron el guano hacia las quebradas precordille-ranas a travs de huellas troperas como las que pasan por Alto Patache, Salar de Soronal y Pintados (Nez 1976; Briones et al. 2005). Sin embargo, los estudios arqueolgicos no han buscado comprender la relacin entre su ocupacin y la extraccin guane-ra, lo que radica en la ausencia de interpretaciones y discusiones sobre los indicadores materiales de esta actividad. Llegar a establecer una relacin cierta entre

    estos asentamientos y la explotacin guanera es sumamente complejo ya que el estudio de estos se orient hacia otras problemticas por parte de los investigadores.

    Como sealamos anteriormente, a travs de la pros-peccin intensiva de la costa tarapaquea hemos identificado ms de mil sitios arqueolgicos y su estudio a cabalidad est en proceso (Ajata y Mndez-Quirs 2009), a travs del cual esperamos identificar con mayor precisin el tipo y escala de asentamientos involucrados en la extraccin. En este sentido, proponemos que en tiempos prehispnicos no existen asentamientos costeros que se relacionen de forma exclusiva con la extraccin de guano, ya que sta se incorpora a las actividades tradicionales de extraccin de productos marinos.

    En consecuencia, la extraccin se produce a lo largo de la costa de manera dispersa, mientras la escala productiva alcanz niveles acotados acorde a los requerimientos de una sociedad que despliega une-conoma sustantiva, ajena a una lgica comercial occidental. A escala local, la articulacin de sitios para la explotacin se configura a partir de asenta-mientos domsticos estables emplazados en las proximidades a la lnea de costa y relativamente cercanos a aguadas. Desde stos se articula la explo-tacin, vinculndose a basurales tipo conchal y yaci-mientos de guano blanco ubicados en las islas y puntas escarpadas. A escala regional, el sistema se completa con la inclusin de los asentamientos agr-colas aldeanos ubicados en la precordillera, estable-cindose la articulacin a travs de una red de huellas troperas y geoglifos que conecta ambos ambientes.

    Explotacin en el Virreinato del Per: ca. 1.530 1.824 d.C.

    Al momento de la invasin hispana al mundo andino, el uso del guano estaba plenamente vigente por los innegables beneficios que ste significaba para la produccin de papa y maz, dos alimentos andinos fundamentales para el Tawantinsuyu. Los cronistas encargados de documentar la conquista del nuevo mundo ponen atencin sobre esta prctica, la que rpidamente empieza a ser controlada por el rgimen colonial adoptando su uso y organizando su extrac-cin y comercializacin (Villalobos 1979). A partir del siglo XVII si no antes- las autoridades coloniales comienzan a arrendar las guaneras indge-nas, iniciando el cobro de la alcabala y el almojarifaz-go a partir de 1612 (Dagnino 1909). Segn Cuneo Vidal los corregidores de Arica, autorizados por la Real Audiencia, entregan en arriendo el puerto de Iquique y su isla, las caletas de Camarones, Pisagua, Pabelln de Pica y Huancala (a la desembocadura del ro Loa), sus islas, islotes, pesqueras y guaneras. Estos se asignaban por perodo de cinco aos, cono-cindose los nombres de algunos postores en Iqui-que y el Loa entre los aos 1663 y 1780, como Don Manuel de Santa Ana, Baltazar de Cceres, Juan Ramrez de los Ros, Martn Cabezas, Jos Gonzlez Cabezas, Antonio de Cuadros y Bernardo Dvila Salgado (Cuneo Vidal 1977: 212-213; Villalobos 1979:48), actividad comercial que abasteca la demanda de los encomenderos de Tarapac, Pica, Matilla, Huatacondo y el Loa, as como a otros parti-dos de la in