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+ EDIPOREY SÓFOCLES EDIPOREY EDIPO EN COLONO ANTÍGONA Traducción, notas e introducción: ]imena Schere COLIHUE ({CLÁSICA

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Page 1: EDIPOREY ANTÍGONAEDIPO REY 7 hijo de Meneceo,16 mi propio cuñado, al templo pítico_17 de Febo18 para que averigüe qué debo hacer o deCir para salvar a esta ciudad. Al día de

+ EDIPOREY

SÓFOCLES

EDIPOREY

EDIPO EN COLONO

• ANTÍGONA

Traducción, notas e introducción:

]imena Schere

COLIHUE ({CLÁSICA

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EDIPO REY

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PERSONAJES DE LA OBRA

E m ro SACERDOTE

CREONTE

CORO DE ANCIANOS TEBANOS

TIRESIAS

YOCASTA

MENSAJERO

SERVIDOR DE LAYO

MENSAJERO DEL PALACIO

Un grupo de niños, jóvenes y ancianos, arrodillados en actitud suplicante, se encuentra ante el palacio de Edipo en Tebas.

Un SACERDOTE DE ZEus está al frente del grupo. Emro sale del palacio y se dirige a ellos.

3

Emro. iHijos míos, nueva descendencia del antiguo Cadmo! 1

¿Por qué están ante mí en actitud suplicante, coronados con ramos de olivo ?2 La ciudad desborda de incienso, de plegarias3 y gemidos. Por eso, yo, a quien todos llaman

1. Mítico fundador de Tebas y su primer rey. Era nieto de Poseidón e hijo de Agenor. Cuando su hermana Europa fue raptada por Zeus, Agenor le encomendó a él y a sus hermanos que salieran a buscarla. En el camino, los hijos de Agenor fueron estableciéndose en distintas regiones y fundaron ciudades. El oráculo de Delfos ordenó a Cad­roo abandonar la pesquisa y establecer una ciudad en el lugar donde una vaca se echara a descansar. Siguiendo su mandato, Cadrno fundó Tebas. Allí dio muerte a un dragón y sembró sus dientes por con­sejo de Atenea; de los dientes brotaron los spartoí (los sembrados), antepasados de los tebanos. Pero entre ellos surgió la discordia y los sembrados se aniquilaron entre sí. De los únicos cinco sobrevivientes descendieron los tebanos. 2. Los suplicantes se colocaban en una postura ritual, de rodillas y sentados sobre sus piernas. Llevaban corno señal ramos de olivo o laurel, rodeados con tiras de lana (de allí la expresión metafórica co­ronados). Los dejaban sobre el altar y luego los retiraban cuando la súplica había sido satisfecha. La actitud suplicante formaba parte de la religión griega. 3. Plegarias: literalmente, peanes. El peán era un himno en honor de Apolo en su condición de sanador de males. Se cantaba para implo­rar salud.

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el ilustre Edipo,4 hijos míos, no quise informarme por mensajeros, sino que vine aquí en persona. (Dirigiéndose al SACERDOTE DE ZEus.) Dime, anciano, porque a ti te corresponde hablar en nombre de estos suplicantes:5

10 ¿por qué están sentados aquí? ¿Cuál es su temor o deseo? Me gustaría ayudarlos en todo; sería insensible, si no me compadeciera de sus súplicas.

SACERDOTE. Edipo, señor de mi tierra, ya ves las edades de los que nos postramos ante tu altar: unos aún no tienen fuerza para volar muy lejos; otros, entorpecidos por la vejez, somos sacerdotes -yo, sacerdote de Zeus-; y los demás son jóvenes selectos. El resto del pueblo, con ramos de suplicantes, está sentado en las plazas junto a los dos

20 templos de Palas6 y a las cenizas proféticas de Ismeno. 7

La ciudad, como tú mismo puedes ver, está ya demasiado sacudida y no puede alzar la cabeza del fondo de este sangriento8 oleaje. Se consume en los fecundos retoños de la tierra; se consume en los rebaños de bueyes y en los partos estériles de las mujeres; porque el dios que trae la

~- El personaje de ~dipo tiene los rasgos propios del héroe legenda­no. Este se caractenzaba por su megalopsykhía, es decir, su arrogancia. 5. Le corresponde hablar por su edad y su condición de sacerdote. 6. Palas es un epítet_o de Atenea. En la ciudad había dos templos consagrados a esta dwsa: el templo de Palas Oncaia y el de Atenea Cadmea.

7. lsmeno era un semidiós tebano, hijo de Apolo y de la ninfa Melia en cuyo altar se practicaba el arte de la adivinación con fuego. '

~-,En grieg~, phói~os significa. de ~olor rojo sangre en su primera acep­CI~n .. De alh sang_rze~to, s~nguznano, manchado de sangre, asesino. Este a~et1V01 .resulta significativo porque connota la noción religiosa de mzasma trmpureza causada por el derramamiento de sangre cf. nota 22). Si bien, en primera instancia, el adjetivo hace referen,cia a los efectos de la peste, puede interpretarse como una alusión indirecta al oimen impune de Layo perpetrado por Edipo.

EDIPO REY 5

este9 se ha lanzado sobre nuestra ciudad y la asola. Esta p . l b ' odiosa peste vacía la casa de Cadmo, mientras e so m no Hades se enriquece 10 con gemidos y lamentos. Jo

Ni yo ni estos jóvenes estamos ante tu palacio por consi­derarte igual a un dios; pero sí el primero entre los hom­bres 11 tanto en las circunstancias de la vida como en el trat; con los dioses. 12 Porque cuando tú llegaste, liberaste a la ciudad Cadmea del tributo que pagábamos a la cruel cantora; 13 y lo hiciste sin que nosotros te dijéramos ni te enseñáramos nada. Solo con la ayuda de algún dios -así se dice y se piensa- encauzaste nuestras vidas. 40

y también ahora, Edipo, el más poderoso,14 todos los

9. Qye trae la peste: en griego, pyrf!?óros. Este epít:to significa literal­mente que lleva el fuego y hace alusron a la ~ebre, smtor,na de la pe,ste. Los griegos creían que la peste era un castig~ de _los dwses ( cf. llwda I, 10). Por otra parte, se ha asociado este eprs~d10 de la obra con la peste que asoló a la ci~dad de, ~tenas al c

1om1enzo de la guerra del

Peloponeso en el año 430 (Tuod1des II, 49¡ . . 10. Hades era el dios de los infiernos, que remaba sobre los n:_uertos en el mundo subterráneo. Su epíteto más corrien~e era Pluton («el rico»), que alude a las riquezas de la tierra. Hay_ un JUego de palabras entre el epíteto y el verbo griego ploutízo (se enrzquece). _ _ . 11. Al final de la obra el primero de los hombres se nombrara a s1 :n1s~o como el peor de los hombres (verso 1433). _S~n recu~en~es las an~Ites1s y correspondencias entre el primero y el ultimo ep1sod10 de la pwza (cf. nota 189; véase Introducción, pp. XIX y ss.). 12. En el trato con los dioses: segúnjebb, este verso alude al episodio de la Esfinge (cf. nota 13) y de la peste, dos circunstancias provocadas por la ira de los dioses. 13. Se refiere a la Esfinge, monstruo con rostro de mujer, alas de pájaro y cuerpo de león. Hera la había enviado contra Tebas para ~~s­tigar el amor de Layo por Crísipo, el hijo de Pélope (~f. lntroduco~n, p. vm). La Esfinge cantaba enigmas y devoraba a qm~r:es no podian resolverlos. Solo Edipo respondió acertadamente. Aflig¡da por la de­rrota, la Esfinge se suicidó. 14. Resulta irónica y significativa la repetición enfática de ~é~inos relativos al poderío y la superioridad de Edipo. Esta posrc10n de

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SÓFOCLES

suplicantes te rogamos que encuentres salvación para nosotros, ya sea con auxilio de un dios, o bien de un mortal; porque yo sé que los consejos de los hombres de experiencia son los más eficaces. iVamos, excelentísimo mortal! iLevanta a esta ciudad! iPor tu buen nombre! Porque esta ti_erra te 1Iama ahora su salvador por un favor pasado. 1Que nunca recordemos tu reinado como aquel en que nos levantamos para después caer! iLevanta con fi~meza a esta ciudad! Si con buenos augurios, antes n~s dtste fortuna; dánosla también ahora. Y si seguirás reman_do en esta tierra, como hasta hoy, mejor será que la gobternes poblada que vacía. Nada son una fortaleza ni una nave sin los hombres que la ocupan.

Emro. iHijos míos, dignos de compasión! Conozco el deseo 60 qu: los tra_e, no lo ignoro en absoluto. Sé bien que todos

estan sufnendo; pero aunque sufran, ninguno sufreis tanto como yo. Porque cada uno de ustedes sufre solo por sí mismo y no por sus semejantes. Pero mi alma en cam~io, llora al mismo tiempo por la ciudad, por ~í y por h. Por eso, no me están despertando de un sueño; yo ya he derramado muchas lágrimas y he recorrido muchos caminos en las vueltas de mi pensamiento. y

70 finalmente, luego de largas cavilaciones, encontré un solo remedio y lo puse en práctica: envié a Creonte,

máxim~ _poder se invertirá por completo al final de la obra (cf. In­tr_oduccwn, ~P· XIX Y ss.). Por cierto, uno de los temas centrales de la p1eza es prec1samente la caducidad del poder humano.

75. E~ grie-?o, noséo. El primer sentido del verbo es estar enfirmo, y de ~lh, ~ufrzr. Este verso admite, por lo tanto, un segundo sentido: :z~dz: esta tan en.prmo corr:o yo. Esta segunda lectura implica una alusión lromca a la ~acula (rr;zasma) que Edipo lleva por el asesinato de su padre. Los gnegos cr~1an que las acciones sacrílegas, como el asesina-(to de sangre, contammaban al asesino y a todo aquel que lo rodeaba cf. nota 22). Edipo, sin saberlo, afirma su condición de verdadero

causante de la peste.

EDIPO REY 7

hijo de Meneceo,16 mi propio cuñado, al templo pítico_17

de Febo 18 para que averigüe qué debo hacer o deCir para salvar a esta ciudad. Al día de hoy, calcul~n~o el tiempo transcurrido, me preocupa no tener notiCias suyas, porque su ausencia se prolonga más de lo normal y conveniente. Pero seré un canalla si apenas llegue no hago todo lo que el dios ordene.

SACERDOTE. Has hablado en el momento oportuno porque ahora mismo me indican que se acerca Creonte. so

EDIPO. iSoberano Apolo! iOjalá venga con la fortuna de la salvación, así como viene con el rostro radiante!

SACERDOTE. Hay buenas noticias, parece; de lo contrario, no vendría con la cabeza coronada de laurel florido. 19

( CREONTE se acerca.)

EDIPO. Pronto lo sabremos. Ya está bastante cerca como para escucharnos. (Dirigiéndose a CREONTE.) iSeñor,:w

76. Creonte era el hermano de Yocasta. Ambos eran hijos de Mene­ceo, descendiente de Penteo y de Cadmo. 77. Se trata del oráculo de Delfos, el santuario más famoso de Grecia. Apolo se había apoderado del oráculo l~ego de matar a ~a serpi~~te Pitón (de allí templo pítico). En el santuano, una sacerdotisa, la Püm, pronunciaba las respuestas oraculares en nombre de Apolo. 78. Febo es un epíteto de Apolo que significa el brillante. Son :ecurren­tes en el texto las expresiones asociadas a la luz y 1~ o~cundad, que se vinculan a su vez con la problemática del conoc1m1ento. El dws Apolo está presente en toda la obra y pone la acción en movimiento (cf. Introducción, pp. XVI y xxx). 79. La corona de laureles, árbol sagrado de Apolo, indicaba que la respuesta del oráculo había sido favorable. El_laurel era la planta apolínea por excelencia. La Pitia mascaba hops de laurel en sus trances proféticos. 20. En griego, ánax: señor, soberano. Se utiliza para dirigirse a reyes, miembros de la familia real y dioses. El término admite una segunda lectura irónica, ya que, luego de la caída de Edipo, Creonte se conver­tirá en el rey de Tebas (cf. Introducción, pp. XVIII y ss.).

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cuñado mío, hijo de Meneceo! ¿Qué anuncio del dios nos traes?

CREONTE. Uno bueno, digo yo; porque creo que incluso las desgracias pueden ser favorables, si llegan a buen término.

Emro. Pero, ¿cuál es el anuncio? Por lo que has dicho hasta go ahora, no estoy ni tranquilo ni asustado.

CREONTE. Si quieres escucharme delante de estos, estoy dis­puesto a hablar; o si prefieres, podemos ir adentro.

Emro. Habla delante de todos, porque sufro más por ellos que por mi propia vida.

CREONTE. Bien, te diré la respuesta del dios. El soberano Febo nos ordena claramentén desterrar la manchan que se nutre de esta tierra y que no la dejemos crecer hasta lo irremediable.23

Emro. ¿Con qué rito de expiación?24 ¿De qué desgracia se trata?

21. En griego, emphanós (claramente): en el texto se utilizan en forma insistente términos con el tema radical phan-. Esta clase de palabras se refieren a las nociones de luz y revelación y se asocian, a su vez, con la problemática del conocimiento (cf.,Jntroducción, p. x.xx). 22. Según la concepción religiosa griega, la mancha (en griego, mías­ma) era la impureza causada por el derramamiento de sangre o el contacto con un muerto. Las acciones sacrílegas debían ser purifica­das; de lo contrario, contaminaban al individuo que había cometido la falta, pasaban a su descendencia y podían polucionar toda una ciudad. El oráculo se refiere al crimen impune de Layo. 23. Según Holderlin (Notas al Edipo, Zúrich, 1944), el verdadero men­saje del oráculo estaría reproducido solo en estos versos (96 a 98); todo lo demás sería producto de la interpretación humana. Esta lectu­ra resulta convincente porque el mensaje que transmite Creonte tiene el tipo de lenguaje enigmático, propio de la palabra oracular. 24. Literalmente: ¿con qué clase de purificación? En griego se utiliza el término katharmós (equivalente a kátharsis) es decir, la purificación de tipo religioso. La mancha (míasma) exigía la realización de un rito expiatorio.

ED!PO REY 9

e EONTE. Con el destierro o expiando un crimen con otro, R d 1 . d d lOO porque esa sangre está azotan o a a cm a ·

Emro. ¿y a quién le ha señalado esta suerte? CREONTE. En otro tiempo, señor, antes de que tú gobernaras

la ciudad, nuestro soberano fue Layo. Emro. Sí, lo sé de oídas, porque jamás lo he visto.25 CREO!'<"TE. Él fue asesinado. Y ahora se nos ordena claramente

castigar a los responsables, no importa quienes sean. Emro. Pero ¿en qué lugar de la tierra están? ¿Dónde encon­

trar la oscura huella de una vieja culpa? CREONTE. Aquí, en esta tierra, dijo. Lo que se busca se en- no

cuentra, y lo que se descuida, escapa. Emro. ¿Layo fue asesinado en el palacio, en el campo o en

otro país? CREONTE. Se había marchado para consultar el orácul~;

según dijo; pero después de su partida, ya no volv10

más a casa. Emro. ¿No lo vio ningún mensajero o compañero de viaje

que pueda darnos información útil? _ . 26

CREONTE. Murieron, excepto uno, que huyo despavondo. y solo una cosa pudo afirmar con seguridad de todo lo

• 120 que v1o.

Emro. ¿Cuál? Porque una sola podría revelarnos muchas y darnos un pequeño principio de esperanza.

25. Sófocles utiliza permanentemente en todo este p~saje el recurso de la ironía trágica. La ironía se produce cua~do e.l,heroe se encu~n­tra totalmente engañado con respecto a su süuacwn .Y se enc~m.ma sin saberlo hacia la ruina y el cumplimient~ de su des~mo. El pubhco, que conoce el mito, sabe más que el propiO I?ersonaJe ~ e~ capaz de darles a las palabras un sentido que el prop1o personaJe 1gnora (cf.

Introducción, p. xxrx). 26. Se trata del servidor de Layo que había recibido la orden de ma-

tar a Edipo recién nacido.

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CREONTE. Dijo que se toparon con unos bandidos y que ellos lo mataron, no con el vigor de un solo brazo, sino con la fuerza de muchosY

Emro. ¿Y cómo el bandido se habría atrevido a tanto · l , SI

e asunto no se hubiera arreglado con dinero desd aquí?:ts e

CREONTE. Eso se pensó: Pero ~espués del asesinato de Layo, entre tanta desgracia, nadie salió a vengar su muerte.

Emro. ¿Pero qué desgracia pudo impedir29 la investigación, IJo cuando el trono había caído de esa forma?

CREONTE. La Esfinge de enigmáticos cantos nos obligaba a atender los problemas que teníamos ante nuestros pie Y a dejar a un lado los asuntos oscuros. s

Emro .. P~r~ yo los sacaré a la 1uz30 de nuevo, desde el pnnctpw, porque con toda razón Febo, igual que tú, se p~eocupan por el muerto. Por eso, me tendrán a mí de ahad.o, co~o es justo, para vengar a esta tierra y al dios al mismo tiempo. Y voy a quitar esta mancha, no en

27. Esta ~is~a falsa es l.a que permitirá demorar el paulatino proceso de reconoczmzento de Edrpo (anagnórisis).

28. Edipo imagina un~ ~o?spiración para derrocar a Layo y quedarse con el pod~r. Resulta Iromca en boca de Edipo la utilización del sin­gular (bandzdo) en lugar del plural.

29. Literalmente: ¿qué desgracia se puso delante de su · ;> E 1 b f 1 s pies.... n a o. ra son recuentes as expresiones que aluden a los pies y ue

remrten a! n~mbre de Edipo (Pie hinchado), como ocurre tambiénqen el verso s~~Iente. Los pies tienen en el mito un valor simbólico r cf Introduccwn, pp. xxx-xxx1). \ ·

~0. En griego, phaíno. Este. ~erbo tiene múltiples sentidos que se aso­Cian con la luz, la revelacwn, la apariencia (hacer visible most revelar, parec~r, etc.). En el texto se utilizan en forma recu;Tente rp~~ labras de la misma raíz (cf. nota 21).

EDIPO REY 11

defensa de amigos31 lejanos, sino de mí mismo. Porque quien sea que lo haya matado podría intentar atacarme a mí con igual violencia;32 por eso, ayudándolo a él, me 140

ayudo también a mí mismo. iVamos, hijos! iLevántense en seguida de los altares con sus ramos de suplicantes! iQue alguien congregue aquí al pueblo de Cadmo, que yo me ocuparé de todo! De la mano del dios, alcanzaremos la salvación o la ruina.

SACERDOTE. Levantémonos, hijos, porque hemos venido por esto mismo que nos ha prometido. Ojalá que Febo, que nos envía el oráculo, sea nuestro salvador y termine con la epidemia. 150

(Salen todos. Entra cantando el CORO DE ANCIAN'OS TEBANOS.)

Estrofa 1

CoRo.33 Dulce voz de Zeus:34 ¿qué mensaje traes desde la rial'5

Delfos a la ilustre Tebas? Estoy tenso, con el corazón angustia-

31. En griego el término fíloi (amigos) significa también seres queridos; por lo tanto, en este contexto, las palabras de Edipo resultan clara­mente irónicas. 32. Edipo sospecha que la conjuración que asesinó a Layo para que­darse con el poder puede convertirse en una amenaza para sí mismo. Asume como verdaderas sus propias conjeturas y deduce de ellas implicaciones falsas. Edipo pone así en escena las limitaciones de la inteligencia y del saber humano (cf. Introducción, pp. XVl y ss.). Sus palabras, por otra parte, admiten una doble lectura irónica: en efecto, Edipo se atacará a sí mismo perforándose los ojos. 33. El coro cumple en este caso una función ritual y entona una ple­garia a los dioses para implorar su protección frente a la peste. 34. Más literalmente: palabra de dulce hablar (heduepés pháti) de Zeus. Zeus habla a través de A polo y sus oráculos. El coro se pregunta aquí por la respuesta del oráculo, que todavía desconoce. 35. En griego, poljkhrysos: rica en oro. Este epíteto alude a los tesoros que se ofrendaban en Delfos en tributo al dios.

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SÓFOCLES

do, temblando de miedo. Dios Delio,36 Salvador,37 por ti estoy aterrado.:w, ¿ Qyé rito expiatorio vas a exigirnos?¿ Uno nuevo, o alguno celebrado año tras año? 11Jímelo, palabra inmortal, 39

hija de la dorada esperanza!

Antistrofa 1

Te_ _invoco a ti primerq, hija de Zeus, inmortal Atenea, y tam­bzen a tu hermana Artemis, patrona de esta patria, que está sentada en su glorioso trono en el centro del Ágora/0 y por último, a Febo, flechador certero: iAparezcan los tres ante mí y protéjannos de la muerte! Si ya antes, cuando la desgracitfl ~zotó nuestra ciudad, desterraron la llama del sufrimiento, /vengan también ahora!

Estrofa 2

iAy! Soporto innumerables sufrimientos. Todo mi pueblo está 110 enfermo y mi espíritu no encuentra armas para defenderse. No

36: El epíteto Delio hace ref~:encia al lugar de nacimiento de Apolo, la Isla de Delos. Apolo era hiJO de Zeus y de Leto. Hera, la esposa de Zeus, celosa de Leto, la perseguía por toda la tierra. Leto buscaba un lugar don~e dar a luz a su hij?, pero nadie se atrevía a recibirla por temor a la Ira de Hera. Solo la Isla Ortigia le dio asilo. A polo fijó la isla · en el centro del mundo y la rebautizó Delos, que significa la brillante. 37. En griego, Peán, es decir, médico, sanador, salvador. Apolo es in­vocado aquí ~n su carácter de sanador. En los poemas homéricos ya aparece un ~JOs llamado Peán que curaba utilizando plantas medici­nales. Paulatmamente este dios fue absorbido por la figura de Apolo. 38. Estoy aterrado: el té1mino griego az:,ómenos significa específicamen­te terror religioso. 39. Se refiere a la palabra divina del oráculo. 40. Se refiere a la estatua de Ártemis, ubicada en el centro de la plaza. 47. En ~ego,_ áte, término_ significativo dentro de la cultura griega. En la llzada, A~e se conce~Ia como una divinidad que personificaba el Err~~- Los dwses la enviaban contra los hombres para infundirles turbaczon _me~ta4 ceg~~ra y hacerles cometer acciones equivocadas. En la tragedia, ate se ut1hza con el significado de desgracia.

EDIPO REY 13

crecen los frutos de esta gloriosa tierra ni pasan las mujeres por los crueles dolores de parto. Y puedes ver partir a uno tras otro, como veloces pájaros, más rápido que el fuego indominable, hacia la orilla del dios de las Sombras.42

Antistrofa 2

La ciudad perece con miles de muertos. Sus hijos pestilentes/3 1so

yacen en el suelo abandonados sin piedad. Por todas partes esposas y canosas madres lloran sus tristes desgracias suplicando en los altares. Resuenan al unísono cantos de plegaritf4 y voces de llanto. Por eso, dorada hija de Zeus, envíanos tu hermosa ayuda.

Estrofa 3

El cruel Aref5, gritando, se lan?JJ contra mí y me hace arder en llamas sin el bronce de las armas. Ruego que se dé media vuelta 190

y se aleje corriendo de mi patria. Qye el viento se lo lleve al gran lecho de Anfitrita,46 o al inhóspito puerto de Tracia.47 Porque si la noche deja algo sin hacer, viene detrás el día a terminarlo. Padre Zeus, señor de los relámpagos de fuego: idestrúyelo con 200

tu rayo!

42. Se refiere a Hades, dios de la muerte. 43. Más literalmente portadores de muerte, que llevan la muerte (thanata­phóros). El adjetivo alude al peligro de contagio que representan los individuos infectados por la peste. 44. En su sentido más literal: brillan los peanes, es decir, las plegarias dirigidas a Apolo. El verbo lámpo (brillar) juega con el campo semán­tico de la luz y alude al dios Febo, el brillante (cf. nota 18). 45. Dios de la guerra. En este caso, se identifica con la peste; por esta razón, el coro dice que Ares hace arder la ciudad sin armas. Esta imagen es una representación metafórica de la fiebre, asociada aquí con el fuego. 46. Se refiere al mar. Anfitrita era una Nereida, esposa de Poseidón, dios de los mares. 47. Puerto conocido por sus fuertes tormentas.

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SÓFOCLES

Antistrofa 3

iSeñor Lício!4H Quisiera que tus flechas invencibles volaran desde tu arco de áureas cuerdf!S en nuestra defensa; y también las antorchas brillantes de Artemis/9 con las que recorre los

210 montes de Licia. También invoco al dios de mitra de oro, al que da nombre a esta región, a Baco,50 el de mejillas de vino el dios de los gritos sagrados, el compañero de las Ménadef>1 :. ique venga como aliado, brillando con su destellante antorcha contra ese dios52 odioso entre los dioses!53 '

220

(Sale Emro del palacio y se dirige al CoRo.)

EDIPO. Has pronunciado tu súplica;5 ~ y podrás tener el auxilio que pides y aliviar tus males, siempre que estés dispuesto a oírme, a aceptar mis palabras y a prestar ayuda contra la enfermedad. Hablaré como extranjero, porque soy ajeno a lo dicho y ajeno a lo sucedido; por eso, yo solo no llegaré muy lejos en la investigación s.i no tengo alguna pista. Pero como ahora, con posterioridad a los hechos, me he convertido en un ciudadano más

'

48. ?e refiere a Apolo. El epíteto alude probablemente a su carácter de d1?s de la luz, aunque su etimología no es del todo segura. 49. Ar~emis_ ~ra hermana gemela de Apolo. Se la consideraba una persomficacwn de la luna, así como Apolo personificaba al sol. Las antorchas la representan en su carácter de diosa nocturna. 50. Baca. _l)ioniso, dios de la viña, el vino y el delirio místico. Tebas era conocida como «la tierra de Baco» porque este era nieto de Cad~ mo, el fundador de la ciudad. Sus padres eran Zeus y Semele la hija de Harmonía y Cadmo. '

57. ~a? Ménades, es decir, «mujeres enloquecidas». Eran las Bacan­tes d1vmas que ~eguían a Dioniso, bailando y celebrándolo con gritos sagrados (los gntos de evohe}. El dios les inspiraba una locura mística. 52. Ares.

53. Hay una laguna métrica en este verso. G. Wolfla suple mediante la conjetura <como aliado> que adoptamos en nuestra traducción. 54. Edipo_ ha escuchado parte de las súplicas del Coro. Se entiende que ha sahdo a escena un poco antes de la finalización del canto.

EDIPO REY

le diré al pueblo cadmeo lo siguiente: a cualquiera de ustedes que sepa quién mató a Layo, el hijo de Láb­daco,55 le ordeno que me lo diga. Si tiene miedo, que evite la acusación declarándose culpable y no sufrirá otro castigo que marcharse ileso del país. Y si alguien 23o

sabe que el autor es de otra tierra, que no calle. Yo le daré una recompensa, y además mi gratitud. Pero si callan y no acatan mis palabras, temiendo por un ser querido o por sí mismos, escuchen lo que haré: prohíbo que reciban a ese hombre, quienquiera que sea, y le dirijan la palabra en esta tierra, donde detento el poder y el trono, que realicen plegarias con él y sacrificios a los dioses, y le permitan purificarse con agua lustral.56 24o

Ordeno, en cambio, que todos lo expulsen de su casa porque es una mancha para nosotros, según acaba de revelarnos el oráculo pítico del dios. 57 De esta manera, me convierto en un aliado para la divinidad y el muerto. Y ruego que el infame criminal -sea uno solo el que se esconde o varios- consuma su desventurada vida de modo tan infame como él. Y si llega a vivir en mi propia casa con mi complicidad, imploro que yo mismo sufra las maldiciones que acabo de pronunciar. 2so

Les pido a todos que cumplan mi mandato, por mí mis­mo, por el dios y por esta tierra que se consume en la esterilidad y el desamparo de los dioses. Y aunque esta acción no hubiera sido propiciada por un dios, no sería justo que ustedes dejaran el crimen sin expiar58 ; por el

55. Lábdaco era nieto de Cadmo. Murió como Penteo, descuartizado por las Bacantes, por haberse opuesto al culto de Dioniso (cf. Intro­ducción, p. vm). 56. Antes de los sacrificios en honor de los dioses, los griegos se lava­ban las manos para purificarlas. 57. Edipo le prohíbe al criminal la vida religiosa y social. Esta doble exclusión era el castigo que correspondía alos impuros. 58. En griego, akátharton, sin purificación (cf. nota 24).

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16 SÓFOCLES

contrario, deberían haberlo investigado hasta el final, porque el muerto era un hombre distinguido y el rey de esta tierra. Ahora, que yo tengo el poder que él tuvo antes, su lecho y su mujer, fecundada por ambos,59 y que habríamos tenido descendencia común, si su linaje no hubiera caído en desgracia -pero la fortuna se abatió sobre su cabeza-, por todo esto, yo lucharé por él como si fuera mi padre, y haré todo lo que sea necesario para atrapar al asesino, por el hijo de Lábdaco, descendiente de Polidoro y de su

270 antepasado Cadmo, y del antiguo Agenor. 60 Y pido a los dioses que aquellos que desacaten mis órdenes no tengan cosecha alguna de la tierra ni hijos de sus mujeres, sino que mueran por la peste o por un mal peor. En cambio, a ustedes, los demás cadmeos, que aprueban mis decisiones, que lajusticia61 los acompañe y los dioses los asistan por siempre.

CORIFE0.62 Como me involucraste en tus maldiciones, voy a hablar, señor. Ni yo lo asesiné ni puedo señalar al asesino. Febo, que nos encargó esta misión, debe decir quién lo hizo.

Emro. Tienes razón; pero ningún hombre puede obligar a 2so los dioses a hacer lo que no quieren.

59. En griego, omósporon. Este término implica que la mujer ha tenido dos esposos o bien que es pariente, es decir, de la misma estirpe. El verso admite una segunda lectura irónica: tengo lecho y mujer, de mi misma sangre. 60. Genealogía de Layo: Agenor, Cadmo, Polidoro, Lábdaco, Layo, y luego Edipo y sus hijos (cf. nota 1). 61. Díke. Representa la justicia divina. La ley humana solía designar­se con el término nómos (costumbre, ley) y se denominaba Díke a la ley divina y universal, que regulaba el orden del cosmos (cf. Introduc-. - \ cwn,_ pp. xxxv y ss.,. 62. El corifeo es el portavoz del coro en las partes recitadas de la tragedia.

EDIPO REY

CoRIFEO. Y tengo una segunda sugerencia ... EDIPO. Y si tienes también una tercera, no dejes de decirla. CoRIFEO. Yo sé que el soberano Tiresias, 63 más que ningún

otro, ve lo mismo que su señor Febo. Si lo jnterrogas, te enterarás de todo claramente, señor.

EDIPO. Ya me he ocupado de eso. Después de que habló Creonte, mandé dos enviados. Me extraña que no esté aquí desde hace rato.

CoRIFEO. Todos los demás rumores son viejos y confu- 290

sos. Emro. ¿Qué rumores? Yo investigo todas las versiones. CoRIFEO. Se dijo que lo mataron unos caminantes. Emro. Yo también lo escuché, pero nadie ha visto al que

vio eso. CoRIFEO. Si el autor del crimen sabe lo que es el miedo, no

se quedará aquí después de oír tus maldiciones. 64

Emro. Quien no tiene miedo a la acción, tampoco tiene miedo a las palabras.

(Entra TIRESIAS guiado por un lazarillo.)

CoRIFEO. Pero hay alguien que lo pondrá en evidencia. Ya traen aquí al sagrado adivino, el único de los mortales que tiene la verdad consigo. Joo

Emro. Tiresias, tú que todo lo sabes, lo que se puede decir y lo

63. Adivino ciego. Cuenta el mito que Hera y Zeus discutían una vez sobre quién experimentaba mayor placer en el amor:. el hombre o la mujer. Entonces, consultaron a Tiresias? que había s~do de ambos sexos. Tiresias dijo que el goce de la muJer era supenor. Entonce~, Hera se encolerizó con él por revelar el secreto de su sexo y lo cego. Para compensar su ceguera, Zeus le concedió el don profético y una larga vida (siete generaciones humanas) . 64. Este verso admite una doble lectura irónica. Se puede interpre­tar el adjetivo posesivo como genitivo subjetivo (tus maldiciones), o como genitivo objetivo (maldiciones a ti, maldiciones contra ti).

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18 SÓFOCLES

secreto, los asuntos del cielo y de la tierra; aunque no ves,65

conoces bien los males que sufre la ciudad. Solo tú puedes protegerla y salvarla, señor. Porque, si ya no lo has oído, Febo contestó a nuestros enviados que solo acabaríamos con la peste si descubríamos a los asesinos de Layo, y los

310 castigábamos con la muerte o el destierro. Por eso, no nos niegues el mensaje de las aves, ni ningún otro medio de adivinación.66 Sálvate a ti mismo y a la ciudad, y sálvame también a mí. Líbranos de la mancha de este asesinato. Estamos en tus manos. Ayudar a los demás con lo que uno tiene y puede, es el más noble esfuerzo.

TIRESIAS. iAy! El saber es terrible cuando de nada le sirve al sabio. Yo ya conocía este asunto, pero lo había olvidado; de lo contrario, no hubiera venido aquí.

Emro. ¿Pero qué pasa? iQué desanimado estás!

32o TIRESIAS. Déjame irme a casa. Si me haces caso, sobrellevarás mejor lo tuyo y yo, lo mío.

Emro. No hablas con justicia67 ni amor a la ciudad que te crió, si le niegas tu respuesta.

TIRESIAS. Porque veo que tus palabras son perjudiciales para ti. Y no quiero que a m{ me pase lo mismo.

(TIRESIAS hace ademán de retirarse.)

Emro. iPor los dioses! iNo te vayas, si es que sabes algo! Todos te lo suplicamos de rodillas.

65. La temática de la visión y la ceguera, presente en todo el agón, se corresponde con la del conocimiento y la ignorancia. En toda la obra la ceguera visual se asocia con la visión intelectual. 66. Los griegos practicaban diferentes métodos de adivinación, como la observación del vuelo de las aves o de las entrañas de animales. 67. Más literalmente: No hablas conforme a la ley. Se utiliza aquí el término énnomos, un derivado de nómos (ley humana, costumbre; cf. nota 61). Los adivinos tenían el deber de aportar sus vaticinios al Estado.

EDIPO REY 19

TIRESIAS. Porque no comprenden nada; pero yo nunca reve­laré mis desgracias, por no decir las tuyas.

Emro. ¿Qué estás diciendo? ¿No hablarás aunque lo sepas? ¿Piensas traicionarnos y destruir la ciudad? 330

TIRESIAS. No quiero lastimarte, ni a ti ni a mí. ¿Por qué me interrogas en vano? No te enterarás por mí.

Emro. iEres el peor de los canallas! ilrritarías hasta a una roca! ¿No hablarás de una vez? ¿Serás tan insensible? ¿No vas a terminar con esto?

TIRESIAS. Me reprochas mi carácter,68 pero no ves el tuyo; por eso me censuras.

Emro. ¿Quién no se enojaría al oír tus palabras, que son una ofensa para la ciudad? 340

TIRESIAS. De todos modos, el futuro llegará, aunque yo lo calle.

Emro. Y bien, si va a llegar, debes decírmelo.

TIRESIAS. No hablaré más. Si quieres, déjate llevar por la ira más salvaje.

Emro. Estoy tan furioso que no voy a callarme nada de lo que pienso. Yo creo, entérate, que tú planeaste el crimen y que lo llevaste a cabo, salvo en perpetrarlo con tus manos. Y si no fueras ciego, diría que la acción fue solo tuya. 3so

TIRES lAS. ¿En serio? Y yo te digo que cumplas con lo que proclamaste y que desde hoy no nos dirijas la palabra ni a ellos ni a mí, porque tú eres el impío que mancha esta tierra.

Emro. ¿Con tanto descaro lo dices? ¿Cómo piensas escaparte de esta?

68. En griego el término orgé tiene varios significados. En su primera acepción significa impulso natura~ propensión, temperamento, y en segun­do término, cólera. Tiresias lo utiliza en este doble sentido para censu­rar la irritación de Edipo. Traducimos carácter para darle este doble valor (modo de ser, en relación con Tiresias, y cólera, referido a Edipo).

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20 SÓFOCLES

TIRESIAS. Ya me he liberado, tengo la fuerza de la verdad. Emro. ¿y de quién la aprendiste? No será de tu arte ...

TIRESIAS. De ti. Porque tú me obligaste a hablar contra mi voluntad.

Emro. ¿y qué dijiste? Dilo de nuevo para que lo entienda mejor.

TIRESIAS. ¿No lo entendiste antes? ¿Q tratas de hacerme 360 hablar?

Emro. No como para decir que lo entiendo. Repítelo.

TIRESIAS. Digo que tú eres el asesino que buscas atrapar. Emro. No te alegrarás de haberme insultado dos veces.

TIRESIAS. ¿Quieres que te diga otra cosa, para que te irrites más?

Emro. Lo que quieras, porque hablarás en vano. TIRESIAS. Ignoras que tienes la unión más vergonzosa con

tus seres más queridos y no ves hasta qué punto llega tu desgracia.

Emro. ¿Crees que vas a seguir diciendo alegremente estas cosas?

TIRESIAS. Sí; si alguna fuerza tiene la verdad.

370 Emro. La tiene, menos para ti. No para ti, porque eres ciego de los oídos, de la mente y de los ojos.

TIRESIAS. Y tú eres un desgraciado. Me reprochas faltas que pronto todos te reprocharán a ti.

Emro. Vives en una noche sin fin, 69 por eso, ni a mí ni a nadie que vea la luz podrás perjudicar.

TIRESIAS. Tu destino70 no es caer por obra mía; con Apolo será suficiente, él se ocupará de eso.

69. Uno de los sentidos básicos del verbo empleado es «criar»: te crías en una noche sin fin. El término resulta irónico en boca de Edipo, quien se ha criado sin conocer su verdadera identidad. 70. Destino, moira. El primer significado del término es parte, por­ción, de allí toma el sentido de la parte que a cada uno le toca, la

EDIPO REY 21

EDIPO. ¿Estos inventos son tuyos o de Creonte?

TIRESIAS. Tu desgracia no es Creonte, sino tú mismo.71 380

· EDIPO. iAy, riqueza, poderío72 y arte,73 superior a cualquier arte, en esta vida llena de rivalidades! iCuánta envidia se oculta en ustedes, si por este trono que la ciudad me dio como presente, sin que yo lo pidiera, el leal Creonte, amigo de la primera hora, conspira a escondidas contra mí y quiere desplazarme, sobornando a este intrigante hechicero y charlatán engañoso, que solo tiene ojos para el lucro pero que es ciego en su arte! 74 Porque dime: 390

porción de vida, es decir, el destino. De acuerdo con la conc~p­ción homérica, la moira se encontraba por encima de los propws dioses. Pero tanto en Homero como en Sófocles la existencia del destino no implicaba que todas las circunstancias de la vida es­tuvieran predeterminadas, sino que el individuo solo se encon­traba parcialmente condicionado (cf. Introducción, pp. XX-XXI).

71. En la discusión entre Edipo y Tiresias, el texto griego presenta fun­damentalmente dos modos de elocución: cada interlocutor pronuncia un verso en forma alternativa (esticomitía) o dos (disticomitía). Sófocles utiliza este recurso propio de la tragedia para crear un veloz contrapunto que, desde el aspecto formal, le aporta intensidad y violencia al diálogo. 72. Poderío, tyrannís. Este término se utilizaba en un sentido negati­vo (tiranía, poder absoluto) y en un sentido neutro (reale;::¡z, poder). Del mismo modo, el término tjrannos significaba rey o rey absoluto. El nom­bre de esta obra en griego es Oidípous tjrannos, que traducimos en su sentido neutro como Edipo rey. Algunos autores, como Foucault, se han apoyado en la acepción negativa del térnlino para interpretar el personaje de Edipo como un prototipo del tirano, pero no toda la crítica comparte esta opinión (cf. Introducción, p. xxm). 73. Se refiere al arte de gobierno. Edipo ubica el arte de gobernar por sobre todos los demás saberes, especialmente por sobre la adivinación. En todo el parlamento Edipo subestima el poder del arte profético fren­te al de la razón y la inteligencia humana. La discusión entre Tiresias y Edipo refleja las tensiones de la época entre la postura tradicionalista religiosa y el racionalismo de los sofistas (cf. Introducción, pp. XI y ss.). 74. Edipo está seguro de que los mismos que perpetraron el asesinato de Layo conspiran ahora contra él. Interpreta la realidad con su ló­gica de gobernante celoso del poder, sin tener en cuenta las fuerzas trascendentes.

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¿Cuándo resultaste un adivino confiable? ¿Cómo no dijiste nada para salvar a la ciudad cuando estaba aquí la perra cantora? 75 En verdad, descifrar el enigma no era un asunto para un recién llegado, sino que requería arte adivinatoria. Y no quedó demostrado que tú la tuvieras, ni gracias al mensaje de las aves ni de algún dios. Pero llegué yo, Edipo, el que nada sabía, y la hice callar, acer­tando con mi sola inteligencia y sin ayuda de las aves. Y ahora tú intentas echarme, creyendo que así estarás

40o más cerca del trono de Creonte. Me parece que tú y el instigador de todo esto purificarán esta tierra entre llan­tos. Y si no tuviera en cuenta que eres viejo, aprenderías con sufrimiento qué tanta sabiduría tienes.

CoRIFEO. Creo que la ira76 lo llevó a hablar así, a él y a ti, Edipo. Pero no es eso lo que necesitamos ahora, sino pensar cómo daremos mejor cumplimiento a los oráculos del dios.

TIRESIAS. Aunque tú seas el rey, todos tenemos al menos el mismo derecho a réplica. Yo también tengo ese poder, porque no soy esclavo tuyo, sino de Loxias;77 y tampoco

410 . necesito el patronato de Creonte. 78 Ahora bien, ya que

75. Perra cantora. Se refiere a la Esfinge en su calidad de «guardiana» de los designios de la diosa Hera (cf. nota 13). 76. En griego, orgé, cólera (cf. nota 68). Edipo aparece especialmente caracterizado como un personaje colérico. Este rasgo de su carácter, que se mantiene en Edipo en Colono, ha sido uno de los argumentos esgrimidos por la crítica moralizante para interpretar la obra como un drama de culpa y castigo (ver Introducción, p. XXI y ss.). 77. Se refiere a Apolo. El epíteto «Loxias» se relaciona con el adje­tivo loxós (oblicuo, torcido) y hace referencia a la ambigüedad de las respuestas oraculares.

78. Ironía de Tiresias. Tiresias quiere decir que no es un meteco pro­tegido por Creonte niun esclavo, sino que tiene el legítimo derecho a hablar por sí mismo. Los metecos, extranjeros residentes en Atenas, no tenían los mismos derechos que los ciudadanos y debían inscribirse en la ciudad bajo la protección de algún ciudadano que los represen-

EDIPO REY 23

me echaste en cara que soy ciego, te diré: aunque tú tienes vista, no ves hasta dónde llega tu desgracia, ni dónde vives, ni con quiénes convives. ¿Acaso sabes de quién eres hijo? Además, ignoras que eres odioso para los tuyos: para los de abajo y los de arriba de la tierra. Y con doble golpe, la maldición de pie implacable79 de tu padre y de tu madre te desterrará algún día de tu patria. Entonces, tú, que ahora ves, solo verás tinieblas. ¿Cuál será el refugio de tus gritos? ¿Qué Citerón80 hará el eco 420

de tus quejidos cuando descubras que, luego de un buen viaje, entraste navegando en tu propia casa, por un ma­trimonio infausto ?81 Ignoras, además, los muchos males que te igualarán a tus hijos.82 Después de esto, injúrianos a Creonte y a mí. Porque ningún mortal se consumirá nunca de modo más desgraciado que tú.

Emro. ¿Puedo tolerar estas injurias? iOjalá te mueras! iRá­pido! ¿por qué no te das media vuelta y te vas de esta c~a? ~o

TIRESIAS. Yo no habría venido si tú no me hubieras llamado.

tara en los juicios. Asimismo, los amos hablaban ante los tribunales en nombre de sus esclavos. 79. En griego, deinópous (de pie terrible). El epíteto remite al nombre, del personaje (ver nota 29). 80. Edipo, al nacer, fue abandonado en el monte Citerón por or­den de su padre para evitar que se cumpliera el oráculo (cf. I;ntro­ducción, p. xv). 87. Es recurrente en la tragedia la utilización de metáforas náuticas. Tiresias se expresa en un lenguaje cercano al discurso oracular. Este verso resulta de difícil traducción al castellano. Una versión más lite­ral sería: [ ... ] cuando conozcas el matrimonio sin fondeadero (inabordable, en el que no se puede anclar, «infausto»), hacia el que entraste navegando en tu casa, luego de haber alcanzado una buena navegación. 82. Verso ambiguo. Edipo descubrirá que es hermano de sus hijos e hijo de Yocasta, así como ellos. También podría interpretarse el texto en un segundo sentido: Edipo, al igual que todos sus hijos, tendrá un destino desgraciado.

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SÓFOCLES

Emro. No sabía que ibas a decir locuras; si no, no te habría hecho venir.

TrRESIAS. Yo soy, según tú piensas, un loco; pero para los padres que te engendraron, 83 muy sensato.

Emro. ¿Qué padres? Espera. ¿Qué mortal me engendró? TrRESIAS. El día de hoy te hará nacer y morir.

Emro. iDe qué forma enigmática y oscura dices todo! 440 TIRESIAS. ¿y no eras tú el más hábil para descifrar enig­

mas?

Emro. Échame en cara precisamente aquello en lo que ves mi grandeza.

TIRESIAS. Y sin embargo, esa misma fortuna te perdió. Emro. Pero si salvé a la ciudad, poco me importa.

· TrRESIAS. Me voy, entonces. iGuíame, niño!

Emro. Sí, que te lleve, porque aquí eres un molesto obs­táculo delante de mis pies.84 Una vez lejos, no me atormentarás más.

TrRESIAS. Me iré, pero cuando haya dicho lo que vine a decir. No le temo a tu mirada porque no tienes poder para matarme. Y te digo: ese hombre que hace rato buscas atrapar, con amenazas y proclamas, por el crimen de

450 Layo, ese hombre está aquí. Se dice que es extranjero residente, 85 pero pronto saldrá a la luz que es tebano de nacimiento, y no se alegrará de eso. Porque ciego, el que antes vio, y pobre, en vez de rico, se marchará al extranjero, tanteando el camino con su bastón de mando. Y también se descubrirá que él es padre y hermano de sus hijos; y que es hijo y esposo de su madre, y que de

83. Tiresias marca con sutileza la diferencia entre los padres biológi­cos y los adoptivos. Esta diferenciación se vuelve a señalar en otras partes de la obra (cf. nota 116). 84. Alusión irónica al nombre del personaje (cf. nota 29). 85. Literalmente, meteco (cf. nota 78).

ED!PO REY 25

su padre, con quien compartió mujer, es asesino. Ahora 460

entra y reflexiona sobre esto, y si descubres que es falso, dime entonces que ya no hay sabiduría en mi arte.

(TrRESIAS se retira y Emro entra al palacio.)

Estrofa 1

CoRO. ¿Q_,uién es el hombre que con manos asesinas cometió indeci­bles crímenes,86 según anuncia la piedra profética de Delfos ?87

Es hora de que emprenda ya la fuga, con pasrJ38 más ligero que un caballo huracanado. Porque el hijo de Zeus se lanza contra él, 470

armado con fuego y relámpagos, y lo siguen detrás las terribles, las implacables Ceres. 89

Antistrofa 1

Desde el nevado monte Pamaso,90 reson&1 hace poco una voz con claridad: ique todos rastreen al desconocido! Él vaga por el bosque agreste, por cuevas y rocas como un toro. Infeliz y solo, con sus infelices pies, intenta escapar de los oráculos del ombligo del48o mundo,92 pero ellos, siempre vivos, revolotean a su alrededor.

86. En griego se utiliza una expresión enfática: cosas indecibles entre las indecibles. 87. Piedra que se encontraba en el templo de Delfos. Se la denomina­ba «ombligo» y se consideraba el centro de la tierra. 88. En griego, pie, paso. Alusión al nombre de Edipo (cf. nota 29). En este canto, se repite insistentemente el término. El coro, que se pregunta por la identidad del asesino, parece responderse a sí mismo sin saberlo. 89. Las Ceres en la Ilíada representan la imagen del destino. Se asocia­ban fundamentalmente al destino de muerte. En la época clásica, las Ceres tendieron a confundirse con las Moiras (el destino) o las Erinias (diosas vengadoras de asesinatos, especialmente crímenes de sangre). 90. Monte próximo al oráculo de Delfos. 97. En griego, lámpo (cf. nota 44). 92. Se refiere al oráculo de Delfos. Se lo consideraba el centro del mundo.

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26 SÓFOCLES

Estrofa 2

El sabio adivino me causó una terrible, terrible conmoción. Ni le creo, ni dejo de creerle. No sé qué decir. Volando entre esperanzas, no veo claro ni el presente ni el futuro. Yo nunca he sabido, ni antes ni ahora, que haya habido una disputa entre

49o los Labdácidas y el hijo de PóliboY] No tengo pruebas ciertas para ir contra la fama pública de Edipo, ni para vengar a los Labdácidas por un crimen sin resolver.

Antistrofa 2

Es cierto que Zeus y Apolo son sabios y conocen de los hombres; pero, entre los mortales, no es seguro que un adivino sepa más

5oo que yo. Un hombre, con su sabiduría, puede superar el saber de otro. Por eso, sin pruebas, yo nunca aceptaré esta acusación. Porque en el pasado la doncella aladrf4 se lanzó contra él y quedó probado que era sabio y amigo de la ciudad. Por eso, en

s1o mi corazón, jamás lo culparé de ningún crimenY5

(Entra CREONTE.)

CREONTE. Ciudadanos, vengo aquí porque me he enterado de que el rey Edipo me hizo terribles acusaciones y no puedo tolerarlo. Si en las, actuales circunstancias, él con­sidera que le he causado algún peljuicio, en palabras o

93. Los Labdácidas son los descendientes de Lábdaco, es decir, Layo. El hijo de Pólibo es Edipo. Pólibo era el rey de Corinto que había reci­bido a Edipo de niño. Tanto el coro como Edipo están engañados y creen que Pólibo es el verdadero padre de Edipo. 94. La Esfinge. Tenía rostro de mujer, alas de pájaro y cuerpo de león (ver nota 13).

95. El coro irá cambiando de opinión a lo largo de la obra. En este caso, toma partido por Edipo. En Sófocles, a diferencia de los otros trágicos, el coro cumple con todas las condiciones de un personaje dramático. Sin embargo, muchos autores, a partir de Schlegel, han sostenido, en cambio, que el coro de la tragedia es siempre un «es­pectador ideal».

EDIPO REY 27

en obras, no deseo vivir mucho tiempo con el peso de esa fama; porque el daño que me hace no es menor, sino 520

muy grave, si es que seré llamado traidor por la cuidad, por ti y por mis amigos.

CoRIFEO. Pero tal vez te injurió en un rapto de ira y no de­liberadamente.

CREONTE. ¿Declaró abiertamente que yo convencí al adivino para que dijera mentiras?

CoRIFEO. Eso es lo que dijo, pero no sé con qué intención. CREONTE. ¿Hizo esta acusación con mirada serena y en su

sano juicio? CoRIFEO. No lo sé; no llego a comprender lo que hacen los

poderosos. Pero ahí sale él mismo del palacio. 53o

(E m ro aparece en escena.)

Emro. ¿Cómo has venido aquí? ¿Cómo tienes la audaciade acercarte a mi palacio, cuando eres claramente el asesino de ese hombre y un manifiesto ladrón de mi reinado? iVamos! Dime, por los dioses, ¿decidiste actuar así por­que viste en mí alguna cobardía o locura? ¿creías que yo no descubriría la marcha de tus intrigas, o que, si me enteraba, no me iba defender? ¿No ves que tu intento 540

era una locura: ir a la caza del poder sin el apoyo del pueblo y sin amigos, cuando solo se conquista con el pueblo y con riquezas?

CREONTE. ¿Sabes qué? Escúchame tú también, y luego juzga con conocimiento de causa.

EDIPO. Tú serás muy hábil para hablar,96 pero yo malo para atenderte, porque veo que eres mi enemigo yuna carga para mí.

96. La caracterización que Edipo hace de Creonte se corresponde con la figura del sofista.

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28 SÓFOCLES

CREONTE. Escucha primero lo que tengo que decir. Emro. No me digas que no eres un canalla.

CREONTE. Si crees que de algo vale la arrogancia sin sensatez, 55o estás equivocado.

Emro. Si tú crees que puedes dañar a un familiar sin pagar castigo, te equivocas.

CREONTE. Estoy de acuerdo en que eso es justo. Pero explí­came qué daño sufriste, según dices.

Emro. ¿Me convenciste o no de que era necesario llamar al venerable adivino?

CREONTE. Y sigo siendo de la misma opinión. Emro. ¿Cuánto tiempo hace que Layo ... CREONTE. ¿Qué pasa con Layo? No te entiendo.

56o Emro. . .. desapareció, víctima del asesinato?

CREONTE. Calculo que fue hace largos y viejos años. Emro. ¿y ese adivino practicaba su arte por entonces? CREONTE. Sabio por igual e igualmente estimado. Emro. ¿y dijo algo de mí en ese momento?

CREONTE. Nunca, al menos en mi presencia. Emro. ¿pero no investigaron el crimen?

CREONTE. Lo hicimos, ¿cómo-no? Pero no descubrimos nada.

Emro. ¿y cómo ese sabio no dijo entonces lo que contó hoy? CREONTE. No lo sé. No me gusta hablar de lo que no sé.

Emro. Pero sabes bastante, y podrías hablar con conoci-57o miento.

CREONTE. ¿Qué cosa? Si lo sé, no lo negaré.

Emro. Que si él no fuera tu cómplice, jamás habría dicho que yo asesiné a Layo. 97

CREONTE. Si dice esto, tú sabrás. Yo, por mi parte, quiero ha-

97. Este verso tiene en griego un doble sentido irónico: [ ... )jamás hubiera mencionado mi asesinato de Layo.

EDIPO REY 29

certe también unas preguntas, como tú me hiciste a mí.

EDIPO. Pregunta. No me encontrarás culpable de asesinato. CREONTE. Bien, ¿no es cierto que estás casado con mi

hermana? EDIPO. Sí, eso no puede negarse. CREONTE. ¿y que gobiernas el país junto con ella y lo admi­

nistras con el mismo poder?

Emro. Sí, ella consigue de mí todo lo que quiere. 58o

CREONTE. ¿y acaso yo, en tercer lugar, no me igualo a us­tedes dos?

Emro. Por esto mismo resultas un mal amigo.

CREONTE. No, si reflexionas un poco, como yo. Considera en primer lugar lo siguiente: ¿crees que alguien preferiría go­bernar y vivir con miedo, a dormir tranquilo, ejerciendo el mismo poder? Yo deseo, antes que reinar, poder actuar como si fuera rey, yo y cualquiera que sepa razonar. 590

Porque ahora consigo todo de ti, sin sufrir temores; pero si yo mismo gobernara, estaría obligado a hacer muchas cosas contra mi voluntad. ¿Cómo voy a preferir el trono a un poder y una influencia libre de preocupaciones? No estoy tan engañado como para desear otra cosa que honores y a la vez beneficios. Ahora todos me desean el bien y todos me saludan. Ahora el que necesita algo de ti me adula, 98 porque de eso depende que lo consiga. ¿Cómo voy a querer quedarme con aquello y resignar esto? U na mente bien pensante no puede ser perversa. Ni 6oo

me gusta la idea, ni jamás me atrevería a actuar así con otro. Y si quieres comprobarlo, ve a Pytho99 y averigua

98. Adoptamos la conjetura de Musgrave: aikalloúsi (alabar), en lugar de la variante del manuscrito L (ekkaloúsz). 99. Santuario de Delfos. También llamado Pytho, por la serpiente Pitón (cf. nota 17).

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30 SÓFOCLES

si no te he transmitido los oráculos con total fidelidad. Y entonces, si descubres que tramé algún plan junto con el adivino, no me condenes a muerte con un solo voto 100 sino con dos: el mío y eltuyo. Pero no me culpes tú solo por una sospecha infundada; porque no es justo tomar sin razón a los buenos por malos, ni a los malos

610 por hombres de bien. Rechazar a un amigo fiel es como rechazar la vida, lo que uno más quiere. Con el tiempo comprenderás que esto es cierto, porque solo el tiempo deja ver al hombre justo, pero al canalla basta un solo día para conocerlo.

CoRIFEO. (Dirigiéndose a Enrro.) Habló muy bien, señor, para todo el que se cuide de no equivocarse. Los hombres de decisiones rápidas son peligrosos.

Enrro. Cuando el que conspira avanza rápido, yo también 62o debo decidir con rapidez. Si me quedo esperando tran­

quilo, lo suyo será un hecho y lo mío, un error. CREONTE. ¿Qué quieres entonces? ¿Expulsarme de esta

tierra?

Enrro. De ningún modo: quiero que mueras, no que escapes, para que sirvas de ejemplo de lo que es la envidia.101

CREONTE. ¿Quieres decir que·no vas a ceder ni a creerme? Enrro. No me has convencido de que seas digno de con­

fianza.102

CREOJ\TTE. Me parece que no piensas bien.

.100. Se refiere a los guijarros con los cuales se votaba en el tribunal de Atenas. 101. Los manuscritos atribuyen este verso a Creonte, y el siguiente a Edipo. Traducimos, en cambio, según la interpretación de Jebb, que invierte la atribución de estos dos versos. 102. Si se invierte la atribución de los dos versos anteriores como hacejebb, se produce una laguna en el texto. Este verso es u~a con­jetura de Jebb, reconstruida a partir del contexto.

EDIPO REY 31

EDIPO. Sí, en lo que a mí concierne. CREONTE. Pero tienes que tenerme en cuenta a mí también.

Emro. Tú eres un canalla. CREONTE. ¿y si no entiendes nada?

EDIPO. Sea como sea, debo gobernar. CREONTE. Pero no gobernar mal. EDiro.' iAh, ciudad, ciudad! CREO:NTE. También a mí me importa la ciudad, no solo a ti. 630

CoRIFEO. iDeténgá.nse, señores! Veo que Yocasta103 sale del palado en el momento oportuno; con ella deben dirimir esta pelea.

(Se acerca YocASTA.)

YocASTA. ¿A qué se debe, infelices, esta imprudente discu­sión?104 No les da vergüenza, cuando nuestra tierra sufre, andar ventilando problemas personales? ¿Por qué no te vas al palacio, Edipo, y tú a tu casa, Creonte? No lleven al extremo un asunto sin ifnportancia.

CREONTE. Hermana mía, tu esposo Edipo quiere de¿retar uno de estos dos castigos contra mí: el destierro, o la 640

prisión y muerte. Enrro. Es cierto. Porque lo he sorprendido, mujer, conspi­

rando contra mí con malas artes.

703. Yocasta era hija del tebano Meneceo y hermana de Creonte. Se­gún la tradición homérica (Odisea XI, 271 y ss.), la madre de Edipo se llamaba Epicasta, que significa «la distinguida», «la sobresaliente». De acuerdo con una etimología incierta, Yocasta significaría, en cambio, «la que sobresale por su hijo». 104. Discusión (stásin glósses). Yocasta utiliza una expresión de difícil traducción al castellano. Literalmente significa sublevación de lenguas, . lucha de focciones entre lenguas. Yocasta se vale de una metáfora de corte político, acorde con su condición de reina de Tebas.

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32 SÓFOCLES

CREONTE. iQue yo no viva feliz, sino que muera maldito, si te hice algo de lo que me culpas! 105

YoCASTA. iPor los dioses, Edipo, créele! Sobre todo por res­peto al juramento que hizo en nombre de los dioses, y también por mí y por todos los aquí presentes.

Estrofa 1

CoRo. Cede de buena voluntad, por prudencia, señor, te lo ruego. 106

65o Emro. ¿En qué quieres que ceda? CoRo. Respeta al que nunca ha sido necio y ahora jura con

grandeza. Emro. ¿Sabes lo que me estás pidiendo? CORIFEO. Lo sé. Emro. Explícame qué quieres decir. CoRo. (¿ue jamás deshonres a un amigo que ha jurado, acusándolo

por una sospecha incierta. Emro. Pero entiéndelo bien: si pides eso, estás pidiendo mi

660 muerte o mi destierro.

Estrofa 2

CoRo. iN o, por el Sol, 107 dios de los dioses! i(¿ue acabe yo mi vida en

105. Mediante su maldición o juramento, Creonte se coloca bajo la esfera de poder de los dioses y se protege del poder humano. Al ha­cerlo, se somete al castigo divino en el caso de haber jurado en falso. 106. Sófocles utiliza como recurso expresivo el diálogo cantado entre el coro y los personajes, para intensificar el dramatismo del pasaje. Se trata de un kommós, canto triste en tono de lamentación. 107. En griego, Hélios. Los griegos concebían al Sol como una divi­nidad o, al menos, como un genio dotado de entidad y personalidad propia. Hélios se distinguía de otras divinidades solares como Apolo, que también personificaba al sol. Se lo representaba como un joven hermoso que recorría el cielo montado en un carro. El mito de Helios responde a concepciones muy antiguas sobre el mundo que fueron abandonadas con los progresos de la Astronomía. Por esta razón, ya

EDJPO REY 33

la ignominia, sin amigos ni dioses, si tengo semejante propósito! Mi pobre alma sufre por esta tierra que se consume; porque a los viejos problemas se suman los de ustedes dos.

Emro. iEstá bien! Que se vaya, aunque yo deba morir o ser expulsado a la fuerza y sin honra de esta tierra. Tus 670

dolorosas palabras me han conmovido, no las suyas. Donde quiera que él esté yo voy a odiarlo.

CREONTE. Es evidente que cedes lleno de un odio que te pesará cuando te calmes. Naturalezas como la tuya son, con razón, una penosa carga para sí mismas.

Emro. ¿No me dejarás tranquilo y te irás de una vez?

CREONTE. Me voy, sin que me hayas comprendido, pero para los demás sigo siendo el de siempre.

(Se retira CREONTE.)

Antistrofa 1

CoRO. Mujer, ¿qué esperas para llevarlo al palacio? YocASTA. Saber qué sucedió. 6so

CoRO. Surgió una sospecha incierta, a partir de ciertos dichos. Me duele la injusticia.

YocASTA. ¿De ambos?

CORO. Sí. YocASTA. ¿De qué se trata? CoRo. Basta, me parece que ya es suficiente, cuando la patria está

sufriendo. Dejemos ya este asunto ahí donde quedó. Emro. ¿Ves lo que conseguiste pese a tu buena intención,

por calmar y sofrenar mi ánimo? 690

desde Homero, tiene un carácter secundario y aparece como servidor de los dioses. Con frecuencia se lo consideraba como ojo del mundo, el que todo lo ve. Además, Helios había curado la ceguera del gigante Orión. Su vinculación con la visión y la ceguera vuelve significativa esta mención del coro. ·

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34 SÓFOCLES

Antistrofa 2

CoRIFEO. Señor, ya te lo he dicho, y no una sola vez: sería un insensato, un irracional, si te abandonara; porque tú guiaste a mi querida patria en el rumbo correcto cuando se agitaba entre desgracias, y también ahora puedes llegar a ser un buen piloto.

YocASTA. iPor los dioses!, señor, dime por qué te enfureciste 7oo tanto.

EDIPO. Te lo diré, mujer, porque a ti te respeto más que a estos: fue por Creonte y el plan que tramó contra mí.

Y OCASTA. Habla, si vas a decirme claramente el motivo de la disputa.

Emro. Dice que soy el asesino de Layo. YocASTA. ¿Él lo averiguó o se lo dijo otro? Emro. Hizo venir aquí a un perverso adivino. Por su parte,

él mantiene su boca libre de acusaciones.

YocASTA. Despreocúpate de eso; escúchame y aprende que no ningún mortal posee el arte de la adivinación. Y te lo

probaré en pocas palabras. Una vez le llegó a Layo un oráculo, no diré del propio Febo, pero sí de sus servi­dores. Afirmaba que su destino 108 era morir a manos de un hijo que tendríamos .él y yo. Pero, según el rumor, unos bandidos extranjeros lo asesinaron en una encru­cijada de tres caminos.109 En cuanto al niño, no habían pasado tres días de su nacimiento, cuando Layo, luego de atarle los pies/ 10 ordenó que lo abandonaran en un

no monte inaccesible. Por lo tanto, Apolo no cumplió en que el niño fuera asesino de su padre, ni en que Layo

108. Moíra (cf. nota 70). 109. En realidad se trata de la bifurcación de un solo camino que se abre en dos. Algunos escolios aclaran el término mediante la letra griega Y (ypsilón). 110. Este suceso produjo la deformidad de Edipo, de donde derivó su nombre «Pies Hinchados».

EDIPO REY 35

muriera a manos de su hijo, como él temía. Esas fueron las palabras del oráculo. Por eso, no te preocupes por estas cosas, porque, cuando el dios necesita hacer una revelación, él mismo la da a conocer. 111

EDIPO. iAy! iCómo se angustia mi alma y se turba mi ánimo con lo que acabo de escuchar, mujer!

YocASTA. ¿Qué te preocupa de nuevo para hablar así?

Emro. Me pareció escuchar que Layo fue asesinado en una encrucijada de tres caminos. 112 73o

YocASTA. Eso se dijo entonces, y se dice todavía. EDIPO. ¿y dónde ocurrió el hecho?

YocASTA. La tierra se llama Fócide, y en la encrucijada se reúnen los caminos de Delfos y de Daulia. 113

Emro. ¿y hace cuánto tiempo sucedió?

Y o cASTA. Se anunció en la ciudad un poco antes de que tú ocuparas el trono.

EDIPO. iZeus! ¿Qué planeas hacer conmigo? Y OCASTA. ¿Qué te preocupa, Edipo?

EDIPO. No me hagas preguntas todavía. Dime: ¿cómo era el740 aspecto de Layo? ¿Qué edad tenía?

YocASTA. Era robusto y hacía poco que le habían salido canas. Su aspecto no era muy diferente del tuyo.

Emro. iQué desgraciado soy! Creo que sin saberlo lancé contra mí mismo terribles maldiciones.

YocASTA. ¿Cómo dices? No me atrevo a mirarte, señor.

111. La incredulidad de Yocasta en relación con los oráculos refleja de modo indirecto la controversia entre sofistas y tradicionalistas so­bre las creencias religiosas (cf. Introducción, pp. XI y ss.). 112. A partir del dato de la triple encrucijada, comienza el proceso de reconocimiento de Edipo (anagnórisis) y los interrogatorios sucesivos que lo llevarán a conocer la verdad definitiva. 713. Fócide se encontraba entre Tebas y Corinto, de camino al tem­plo de Delfos, hacia donde se dirigía Layo.

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SÓFOCLES

Emro. Me produce un terrible desánimo la idea de que el adivino sea en realidad vidente. Pero me lo aclararás mejor si me dices una cosa.

Y OCASTA. Tengo miedo. Pero responderé a lo que me pre-750 guntes, si lo sé.

Emro. ¿Marchaba con poca o numerosa escolta, como co­rresponde a un rey?

YocASTA. Eran cinco en total y entre ellos había un heraldo.1I4

Layo viajaba con un solo carro. Emro. iAy, ay! Esto ya está claro. ¿Quién les comunicó en

ese momento la noticia, mujer? YocASTA. Un servidor, el único sobreviviente que volvió

aquí. Emro. ¿y por casualidad se encuentra ahora en el palacio?

Y OCASTA. No. Cuando regresó de allí y vio que tú estabas en el poder y que Layo había muerto, me suplicó tomándome de la mano 115 que lo mandara a pastorear rebaños en el

760 campo para vivir lo más lejos posible de la ciudad. Yo se lo concedí, porque era un esclavo digno de este favor y mucho más.

Emro. ¿Cómo podríamos hacerlo venir aquí en seguida? YocASTA. Se puede. Pero, ¿por qué lo ordenas? EDIPO. Tengo miedo, mujer, de haber hablado demasiado;

por eso, quiero verlo.

Y OCASTA. Está bien, él vendrá. Pero yo también tengo derecho 110 a saber qué te preocupa, señor.

EDIPO. No te lo negaré cuando tengo semejante presenti­miento. ¿con quién mejor que tú podría hablar en esta

114. La presencia del heraldo en la comitiva le daba mayor solemni­dad al sacrificio y a la libación en Delfos. 115 .. La acción de súplica se acompañaba con gestos rituales, como to­mar la mano o abrazar las rodillas de la persona que recibía la súplica.

EDIPO REY 37

situación? Mi padre fue Pólibo, corintio, y mi madre Mérope, doria. Yo era el ciudadano más importante de la ciudad hasta que ocurrió un hecho curioso, pero que no merecía la atención que le presté; en un banquete, un hombre completamente ebrio me dijo, por efecto del vino, que yo no era verdadero hijo de mi padre. 780 Apesadumbrado, apenas pude contenerme ese día, pero al siguiente fui a interrogar a mi padre y a mi madre. Ellos se indignaron contra el hombre que había dicho tal injuria. Su reacción me alegró, pero aquellas palabras me seguían atormentando siempre porque me habían tocado en lo más hondo. Entonces, a escondidas de mi padre y de mi madre, me dirigí hacia Delfos. Pero Apolo me mandó de vuelta sin atender al motivo de mi visita; en cambio, me anunció otras desgracias, terribles 79o y dolorosas: que tendría relaciones con mi madre, que traería al mundo una descendencia insoportable a la mirada de los hombres y que sería el asesino del padre que me había engendrado.116 Después de oír esto, huí de la tierra corintia, guiándome por las estrellas, hacia donde nunca viera realizarse la vergüenza de mis malos oráculos. Y en mi camino, llegué a ese lugar donde mu­rió el rey, según dices. A ti, mujer, te contaré la verdad. 8oo Cuando me acercaba caminando a la triple encrucijada, me crucé con un heraldo y un hombre que viajaba en un carro tirado por potros, como tú dices. El conduc­tor117 y el anciano intentaron apartarme del camino con violencia; entonces, yo golpeé con furia al cochero que

116. El oráculo indica sutilmente que se trata del padre biológico y no del adoptivo, pero Edipo no lo comprende. 117. En griego egemón (el que va adelante, el guía, el conductor). Según

Jebb, el término no se refiere al conductor, como lo hemos traducido aquí, sino al heraldo que caminaba frente al carruaje. Las dos inter­pretaciones son posibles.

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SÓFOCLES

me empujaba. Cuando el anciano me vio, esperó a que yo pasara y, desde el carro, me golpeó con el aguijón de doble punta 118 en medio de la cabeza. Pero él no pagó el mismo precio: de inmediato, con esta mano, le pegué un

8Io bastonazo y rodó fuera del carro boca arriba. 119 Luego, maté a los otros. Si hay alguna relación entre Layo y ese extranjero, ¿quién podría ser más desgraciado que este hombre?, ¿y quién más odiado por los dioses, si ningún ciudadano ni ex­tranjero puede recibirlo en su casa ni dirigirle la palabra y todos deben echarlo de su hogar? Nadie más que yo

820 lancé sobre mí mismo estas maldiciones. Y, además, mancho el lecho del muerto con las mismas manos que lo asesinaron. ¿No soy ruin de nacimiento? ¿No soy impuro por completo? Si debo marcharme, durante mi exilio no podré ver a los míos ni pisar mi tierra patria, o me veré forzado a casarme con mi madre y a matar a Pólibo, que me engendró y me crió.120 ¿No se podría pensar que todos los males de este hombre son obra de

830 una cruel divinidad? iNo, no, sagrada majestad de los dioses! iQue no vea yo ese día! iQue desaparezca de entre los hombres, antes de ver sobre mí esa mancha de desgracia!

CORIFEO. Señor, eso nos causa espanto; pero hasta que no te informes por el testigo, mantén la esperanza.

Emro. Solo esa esperanza me queda, aguardar a ese hombre, el pastor.

718. Instrumento utilizado para aguijar a los caballos. 719. No se consideraba delito matar en legítima defensa. Por lo tanto, Edipo no tenía por qué preocuparse en relación con el episodio de la triple encrucijada. En Edipo en Colono, Edipo sostendrá su inocencia basándose en este argumento (cf. Edipo en Colono, notas 26 y 79). 7 20: Edipo sospecha que él es el asesino de Layo, pero ignora que Layo era además su padre. La verdad se va descubriendo en forma gradual, y lo que todavía queda oculto sigue produciendo el efecto irónico.

EDIPO REY 39

yocASTA. Y cuando aparezca, ¿qué piensas hacer? EDIPO. Te lo explicaré. Si dice lo mismo que tú, estoy libre 840

de desgracia. YocASTA. ¿y qué había de extraordinario en lo que me es-

cuchaste decir? EDrro. Dijiste que, según su testimonio, lo mataron unos

ladrones. Si todavía habla del mismo número, entonces yo no lo maté, porque uno solo no es lo mismo que mu­chos. Pero si aFirma, en cambio, que fue un solo hombre que viajaba sin acompañantes, está claro que el crimen

recae sobre mí. YocASTA. Te aseguro que eso fue lo que dijo. Y ya no puede

desmentirlo porque toda la ciudad lo escuchó, no yo sola. Pero incluso, señor, si se desdijera en algo de su anterior 850

relato, tampoco eso probará que la muerte de Layo se ajusta al oráculo. Porque Loxias afirmó que él moriría a manos de mi hijo; pero aquel desgraciado jamás pudo haberlo matado, porque él había muerto antes. Por lo tanto, en materia de adivinación, yo no puedo mirar ni

. 1 d . h . 1 t 121 haCia un a o m acm e o ro. Emro. Dices bien. Sin embargo, manda a buscar al labriego

y no descuides el asunto. YocASTA. Lo haré en seguida. Pero entremos al palacio. Yo

no haría nada que no te gustara.

(Emro y YocAsTA se retiran.)

Estrofa 1

CoRo. Ojalá sea mi destino conservar una venerable pureza en todas mis palabras y en todas mis acciones. Para ellas se fijaron altas

727. Yocasta alude al arte de la adivinación por medio del vuelo de los pájaros: si volaban por la izquierda, se consideraba una señal des­favorable y si lo hacían por la derecha, propicia.

860

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SÓFOCLES

l I'J:t ·¿ d 1 [ eyes, - nacz as e ce este firmamento, cuyo único padre es el

870

Olimpo. 123 Ningún mortal las engendró y nunca el olvido las adormecerá, porque en ellas hay un poderoso dios que no envqece.

880

Antistrofa 1

La soberbia engendra al tirano. 124 La soberbia se sacia de muchas vanidades, ni útiles ni convenientes, se eleva hasta la cima más alta y luego cae en el abismd25 de la fatalidad, donde no puede hace; pie. Pero que el dios conserve siempre las contiendasl26 que traen beneficios a mi ciudad. iSiempre al dios tendré por protector!

Estrofa 2

Si un hombre es soberbio en sus actos o en sus dichos, y no teme a la]usticia127 ni venera los templos128 de los dioses, iquesufra

122. Literalmente, «le,res de alto pie» (leyes sublimes), expresión que jue­ga co~ el nombre de Ed1po. Se refiere a las leyes divinas no escritas, eter­nas e mmutables ( cf. Antígona, verso 450 y ss.; cf. Introducción, p. xx.Xv). 123. Se refiere a la morada de los dioses.

1~4: Hjbris, soberbia, exceso, insolencia. Característica propia del héroe tra~co. El coro parece reproc?ar la actitud de Edipo hacia Creonte, y advierte sob:~ las conse~uencms del exceso. Es posible que esté cuestio­nan~o tambien la antenor actitud_ de Edipo frente a Tiresias. A dife­rencia del c~nto. ante:ior, el coro parece tomar cierta distancia respecto ~el rey. El term:no tjrannos, en este caso, se utiliza en su sentido nega­tivo (r~ ahsolutzsta, cf. nota_72). En los poetas aristocráticos Píndaro y ~eog~us ya encontr~mos la Idea de la hjhris asociada a la tiranía, como termmo or:uesto al Ideal griego de la moderación (sophrosjne). El exceso se concebm como causa de error y de sacrilegio para los mortales. 125. Preferimos apótomonala variante adoptada porjebb (apotmotátan). ~~6. En griego, jlálaisma: lucha. Se trata probablemente de una alu­swn a Los traha;os y los días de Hesíodo. En su obra Hesíodo hace referencia a dos tipos de éris (lucha, discordia, rivalidad;: la éris mala provoc~_las guerras; la ?uena, en cambio, representa el espíritu de emulacwn y competencia que Zeus ha puesto en el mundo como un estímulo para los hombres.

127. Dike, es decir, la justicia divina (cf. nota 61).

7~8. Segúnjebb, se debe traducir daimónon éde como imágenes de los dzoses.

EDIPO REY 41

un destino fonesto por su infortunada arrogancia! Si obtiene s9o

ganancias deshonestas, y no se aleja de la impiedad, o profana, lo intocable, ¿puede un hombre así vanagloriarse de esquivar los dardos de los dioses? Si se veneran tales crímenes, ¿para qué entonar cantos sagrados ? 29

Antistrofa 2

Ya no iré con reverencia al sagrado ombligo del mundo, 130 ni al templo de Abas, 131 ni a O limpia, 132 si no se cumplen estos oráculos como ejemplo para todos los mortales. 1Zeus poderoso, 9oo

si así te llaman con justicia, soberano de todas las cosas: que esto no te pase inadvertido, ni a ti ni a tu poder siempre inmortal! Pues ya se dejan a un lado y languidecen los viejos oráculos de Layo. Y ya en ninguna parte se honra a Apolo con honores. iLa 9Io

religión133 se está perdiendo!

(YocASTA sale del palacio.)

YocASTA. Nobles de la región, se me ha ocurrido ir a los templos de los dioses para llevar con mis propias manos estas coronas134 y ofrendas de incienso. Porque Edipo se exalta demasiado con angustias de todo tipo, y no interpreta los hechos actuales con ayuda de sucesos anteriores, como un hombre inteligente, sino que se deja llevar por cualquiera que le hable, si le habla de asuntos

129. En griego, khopeúein (danz:pr, formar parte de un coro ritua~. Se refiere a los coros celebrados en honor de los dioses como parte del culto. El coro pone en crisis su fe religiosa. 130. El oráculo de Delfos. 131. Templo de Abas. Ciudad focense donde había otro oráculo de . A polo. 132. Olimpia. Centro oracular de Zeus. 133. En griego se utiliza un término abstracto de significación muy amplia: ta theía (las cosas divinas), es decir, la religión, el culto. 134. Metáfora relativa a los ramos de suplicantes, que estaban rodea­dos con tiras de lana (de allí coronados); cf. nota 2.

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920

SÓFOClES

espantosos. Y como no logro nada con mis consejos, Apolo Licio -ya que estás aquí cerca-,135 vengo ante ti suplicante con estas ofrendas, para que nos libres de la impureza. Porque ahora, al verlo a él asustado, todos tenemos miedo, como cuando se ve temer al piloto de la nave. 136

(Entra en escena un MENSAJERO.)

MENSAJERO. Extranjeros, ¿podrían decirme dónde está el palacio del rey Edipo o dónde está él, si lo saben?

CoRIFEO. Este es su palacio y él se encuentra dentro. (Señalan­do a YocASTA.) Y esta mujer es la madre de sus hijos.137

MENSAJERO. iQué sea feliz por siempre y felices los suyos, 9Jo por ser su legítima 138 esposa!

YocASTA. Igualmente tú, extranjero; lo mereces por tus ama­bles palabras. Dime, ¿por qué has venido y qué quieres anunciar?

MENSAJERO. Buenas noticias, mujer, para tu casa y para tu marido. 139

YQCASTA. ¿Cuáles? ¿De parte de quién vienes?

135. Se refiere 11,1 altar de Apolo que se encontraba cerca del palacio real. La imagen del dios solía estar frente a las casas. 136. La imagen de la nave del estado aparece por primera vez en el poeta lírico Arquíloco (fr. 163). Desde entonces, ha sido utilizada en forma recurrente por los autores griegos. 137. Sófocles juega con la cesura del verso. En griego, este verso se pronuncia con una pausa intermedia, que permite una doble lectura irónica: Y esta mujer es la madre/ de sus hijos. 138. En griego, pantelés, completa, cumplida, legítima. Esta expresión puede interpretarse también en el sentido de que Yocasta le ha dado hijos a su marido, es decir, es una esposa cumplida. 139. La ironía trágica recae sobre todos los pers¿n:ajes y no solo so­bre· Edipo. El mensajero cree que trae buenas noticias, pero en reali-dad sus anuncios tendrán el signo opuesto. .·

EDIPO REY 43

MENSAJERO. De Corinto. Ojalá te complazca -¿cómo no?-lo que diré enseguida, pero tal vez te apene.

YocASTA. Pero, ¿qué es?, ¿por qué esa doble posibilidad? MENSAJERO. Se anunció allí que los habitantes de la tierra del

Istmo lo van a nombrar rey. 940

YocASTA. ¿pero cómo? ¿No sigue en el poder el viejo Póli­bo?

MENSAJERO. No, porque la muerte se lo ha llevado a la tumba.

YoCASTA. ¿Cómo dices? ¿Falleció Pólibo, anciano?140 •

MENSAJERO. Si no digo la verdad, merezco morir. YocASTA. Sirvienta, ¿por qué no vas rápido a decirle esto

a tu amo? iAh, oráculos de los dioses!, ¿dónde están? Hace tiempo que Edipo huyó por temor a matar a ese hombre, que ahora ha fallecido por circunstancias del azar y no por él. 141

(Emro entra en escena.)

Emro. Queridísima mujer, Yocasta, ¿por qué me hiciste salir del palacio? 9so

YocASTA. Escucha a este hombre y mira adónde fueron a parar los venerables142 oráculos del dios.

Emro. ¿pero quién es y qué vino a decirme? Y OCASTA. Viene de Corinto para anunciar que tu padre Pólibo

ya no existe, está muerto. 143

140. El vocativo (anciano) es una conjetura de Jebb. 141. Yocasta marca una oposición entre el azar (tjkhe) y la palabra del oráculo, lo predeterminado (mánteuma). Tjkhe significaba lo imprevis­to; se solía personificar como divinidad de la casualidad. 142. Irónico. Yocasta utiliza la misma expresión que Edipo en el ver­so 556 (venerable adivino). 143. Frase ambigua de doble significación irónica. Puede traducirse en un segundo sentido: Viene de Corinto para anunciar que tu padre no es Pólibo, sino un muerto.

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SÓFOCLES

Emro. ¿Qué dices, extranjero? Explícate tú mismo. MENSAJERO. Si hace falta que primero diga esto claramente,

debes saber que la muerte se lo ha llevado. 960 Emro. ¿Por una traición o una enfermedad?

MENSAJERO. Un ligero contratiempo derriba a un cuerpo anciano.

Emro. Parece que el desdichado murió por una enferme­dad.

MENSAJERO. Y porque tenía muchos años. Emro. iAy! ¿Para qué, mujer, hacerle caso al profético altar

de Pytho144 o a los pájaros que graznan en lo alto si, según su anuncio, yo iba a matar a mi padre? Pero ahora él está muerto y bajo tierra, y yo me encuentro aquí sin haber tocado un arma; a no ser que se haya consumido de pena por mi ausencia: solo así habría muerto por mi culpa. Por

97o lo tanto, Pólibo está en el Hades y se ha llevado consigo esos oráculos, que no valen nada.

YocASTA. ¿No te lo decía yo hace rato? Emro. Lo decías, pero yo me dejé ganar por el miedo. Y O CASTA. Desde ahora no permitas que esas cosas perturben

tu ánimo. Emro. ¿y cómo no temer al lecho de mi madre? YocASTA. ¿Qué puede temer un hombre que está en manos

de la fortuna145 y no tiene previsión segura de nada? Lo 980 mejor es vivir sin planes, como uno pueda. No tengas

miedo al matrimonio con tu madre, porque ya muchos mortales se acostaron con su madre en sueños. 146 Pero el

144. Se refiere al oráculo de Delfos (cf. nota 17). 145. En griego, tjkhe (cf. nota 141). 146. Encontramos esta misma idea en Herodoto (VI 107) y en La república de Platón (IX 571c). Platón define al tirano como aquel que se atreve a satisfacer los deseos que se suelen experimentar en sue­ños, cuando la parte racional del alma está dormida. Freud cita este

EDIPO REY 45

que no le da ninguna importancia a estas cosas, sobrelleva su vida con mayor facilidad.

EDIPO. Lo que dijiste estaría bien si ya no viviera la que me dio a luz. Pero como ella vive, aunque tengas razón, no puedo dejar de temer.

YocASTA. Pero los funerales de tu padre son una gran luz de esperanza. 147

Emro. Grande, lo sé; pero tengo miedo por la que vive. 148

MENSAJERO. ¿Cuál es la mujer por la que tanto temes? Emro. Por Mérope, anciano, la esposa de Pólibo. 99o

MENSAJERO. ¿Pero qué hay en ella que les dé temor? EDIPO. Un terrible oráculo de los dioses, extranjero. MENSAJERO. ¿se puede decir o no está permitido que otro

lo sepa?

Emro. Sí, se puede. Loxias me dijo una vez que yo me acos­taría con mi madre y que derramaría con mis manos la sangre de mi padre. Por esta razón, vivo hace tiempo lejos de Corinto; y he tenido suerte, pero de cualquier modo lo más dulce es ver el rostro de los padres.

MENSAJERO. ¿y por miedo a eso vivías desterrado de allí? 1ooo

Emro. Porque no quería ser el asesino de mi padre, anciano. MENSAJERO. Pero, señor, ¿no te he liberado ya de ese miedo,

yo, que vine con la mejor intención?

Emro. Por cierto, recibirás de mí una digna recompensa.

mismo pasaje, fundamental para sus investigaciones, en «La interpre­tación de los sueños» (Obras completas IV, Buenos Aires, Amorrortu, 1987, p. 272). 147. Literalmente: Los funerales de tu padre son un gran ojo (ophthalmós). El término, en sentido figurado, significa luz y también alivio. Su uso aquí resulta irónico y significativo por el valor simbólico que tiene la temática de la visión en toda la obra. 148. El verso en griego admite una segunda lectura irónica: tiene mie­do la que vive, es decir, Yocasta, que trata de impedir la investigación.

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SÓFOCLES

MENSAJERO. Por eso he venido, para obtener algún beneficio cuando regreses a tu casa.

Emro. Pero jamás regresaré junto a quienes me engendraron. MENSAJERO. Hijo, es evidente que no sabes lo que haces ... Emro. ¿Cómo, anciano? iExplícate, por los dioses!

1010 MENSAJERO. . .. si por eso evitas volver a casa. Emro. Es que tengo miedo de que Febo me haya dicho la

verdad. MENSAJERO. ¿De cometer una infamia contra tus progeni­

tores?149 Emro. Eso mismo, anciano. Eso me tiene asustado para

siempre. MENSAJERO. ¿y no sabes que en realidad no hay razón para

temer? Emro. ¿Cómo no, si soy hijo de esos padres? MENSAJERO. Porque Pólibo no tiene nada que ver con tu

linaje. Emro. ¿Qué dices? ¿Pólibo no me engendró?

MENSAJERO. No más que yo, sino lo mismo. Emro. ¿y cómo el padre va a ser igual al que no es nada?

1020 MENSAJERO. Porque no te engendramos ni él ni yo. Emro. ¿y por qué me llamaba hijo? MENSAJERO. Porque -entérate- una vez te recibió como un

regalo de mis manos. Emro. ¿y aun así, a pesar de venir de manos extrañas, me

quiso tanto? MENSAJERO. Fue por la falta de hijos. Emro. ¿y antes de entregarme a él, me habías comprado o

me encontraste por casualidad?

149. El verso esconde en griego un doble sentido irónico: ¿Acaso tienes miedo de contraer una mancha (míasma) de tus progenitores? Alusión a la mancha hereditaria del linaje de Edipo (ver Introducción, pp. VIII y ss.).

EDIPO REY 47

MENSAJERO. Te encontré en los boscosos desfiladeros del Citerón.

.Eorro. ¿y por qué andabas por allí? MENSAJERO. Cuidaba rebaños en los montes. EDIPO. ¿Pastoreabas por un sueldo? MENSAJERO. Y fui tu salvador, hijo, en ese momento. 1o3o

EDIPO. ¿y yo tenía alguna dolencia cuando me tomaste en brazos?

MENSAJERO. Las articulaciones de tus pies pueden atesti­guarlo.

EDIPO. iAy, pobre de mí! ¿Por qué me hablas de esa antigua desgracia?

MENSAJERO. Yo te liberé. Tenías atravesados los tobillos. Emro. Terrible ultraje sufrieron mis pañales. MENSAJERO. Hasta el punto de que le debes tu nombre a esa

desgracia.150

Emro. iPor los dioses! ¿fue mi padre o mi madre? Dímelo.

MENSAJERO. No lo sé. El que te entregó a mí sabe más que yo.

Emro. ¿Entonces me recibiste de otro?, ¿no me encontraste tú mismo?

MENSAJERO. No, otro pastor te entregó a mí.151 104o

150. El defecto del pie tiene sin duda un valor simbólico en el mito; representa la anomalía y la excepcionalidad. Por otra parte, el nom­bre de Edipo (Pie hinchado) también se ha relacionado con el verbo óida (saber). En ese caso, su nombre significaria además Pie sabio. Oi­dípous reúne entonces dos significados: sabiduría y defecto. Es decir, en su defecto (los pies deformes) está también su virtud (su saber). Por cierto, es su sabiduria frente a la Esfinge (su condición de Pie sabio) lo que lo lleva a la anormalidad del incesto y a la ruina. 151. Según otras versiones del mito, la reina de Corinto había encon­trado directamente a Edipo, o bien unos pastores corintios lo habían recogido. En la versión sofoclea, la intervención de los dos pastores retarda con gran eficacia dramática el momento de la revelación.

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SÓFOCLES

Emro. ¿Quién era? ¿sabes su nombre? MENSAJERO. Se decía que era uno de los servidores de

Layo. Emro. ¿Del que fue rey de esta tierra? MENSAJERO. Sí, él era pastor de ese hombre. EDIPO. ¿y vive todavía, para que pueda verlo? MENSAJERO. Ustedes, los habitantes de esta tierra, lo saben

mejor que yo. Emro. ¿Alguno de los aquí presentes conoce al pastor del

que está hablando, alguien que lo haya visto en el campo o aquí mismo? Díganmelo, porque es hora de que todo

1o5o esto se descubra. CoRIFEO. Creo que no es otro que el pastor que antes querías

ver. Pero Yocasta, que está aquí, puede decirlo mejor.

Emro. Mujer, áecuerdas al hombre que mandamos llamar? ¿Es a él a quien se refiere?

YocASTA. ¿y qué importa de quién habla? No te preocupes por eso. Ni siquiera tiene sentido que recuerdes lo que dijo. 152

Emro. No es posible que con tantos indicios no saque a la luz mi nacimiento.

YocASTA. iPor los dioses! Si en algo te importa tu vida, no 1o6o investigues más. Es suficiente con que yo sufra.

EDIPO. iAnímate! Aunque salga a la luz que soy hijo de madre esclava por tres generaciones, no por eso tú resultarás plebeya.153

752. Se produce el reconocimiento de Yocasta, que a partir de este mo­mento intentará evitar el reconocimiento de su hijo Edipo. 753. En griego, kakós (malo, de baja condición, cobarde). En este caso significa de origen humilde. Se trata de una nueva ironía trágica. Edipo malinterpreta la actitud de Yocasta y la atribuye a su temor de tener un marido de bajo nivel social. En la literatura griega son recurrentes las referencias al orgullo de la mujer. Simónides satiriza sobre la mu­jer orgullosa y amante del lujo (verso 57 y ss.). También Aristófanes ridiculiza las pretensiones de la mujer noble (Nubes, v. 46 y ss.).

EDIPO REY 49

YoCASTA. Sin embargo, hazme caso, te lo suplico. No sigas adelante.

Emro. No podrás convencerme de que no investigue esto claramente.

YocASTA. Te lo digo porque yo sé qué es lo mejor para ti. EDIPO. Por cierto, lo mejor para mí hace rato me atormenta. YocASTA. iDesafortunado! iQue nunca llegues a saber quién

eres! EDIPO. ¿Alguien me traerá aquí al pastor? Dejen que ella

disfrute de su alta estirpe. YocASTA. iAy, desgraciado! Solo eso puedo decirte y, de aquí

en adelante, ya nada nunca más.

(Se retira YocASTA.)

CoRIFEO. ¿por qué, Edipo, tu esposa salió corriendo con dolor feroz? Temo que este silencio estalle en alguna desgracia.

Emro. i Que estalle lo que sea! Pero yo quiero conocer mi origen, aunque sea humilde. Quizá ella, orgullosa como mujer que es, se avergüenza de mi bajo nacimiento. Pero

1070

yo, que me considero hijo de la Fortuna/54 la benefactora, 1oso

no voy a perder mi honor si de esa madre nací; y los meses, mis hermanos, me han hecho a veces pequeño, a veces grande. Si nací así, ya no voy a convertirme en ot~o. ~or lo tanto, no hay razón para que no conozca mi ongen.

Estrofa

CoRo. Si soy adivino y sabio, ipor el Olimpo!, no pasará la próxima luna llena, Citerón, sin que Edipo te venere como su compatriota,

154. Iron~a trágica. Tjkhe es un término de doble signo: se utiliza para r~fenrse tanto a la buena como a la mala fortuna. Edipo lo toma exclusivamente en su sentido positivo.

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IIOO

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so SÓFOCLES

y como su nodriza y madre.155 Y yo te celebraré en mis coros como benefactor de mi rey. iFebo, que esto te sea grato!

Antistrofa

¿Cuál, cuál de las ninfas de larga vida156 , hijo, te concibió del padre Pan, 157 el que recorre los montes?¿ O fue una amante de Loxias ?; porque a él le gustan las planicies agrestes. ¿O fue el señor de Cilene ?-5M ¿O el dios Baca, que habita los montes altos, te recibió como un feliz halla<go de las ninfas del Helicón, 159

con las que siempre juega ?-60

(Entra el PASTOR acompañado por unos servidores.)

Emro. Si yo también me pongo a hacer conjeturas, ancianos, me parece que estoy viendo al pastor que hace rato bus­cábamos, aunque jamás lo he tratado. Su avanzada edad coincide con la de este hombre, y además reconozco a mis criados que lo traen. Pero tal vez tú puedas identificarlo mejor que yo, porque has visto al pastor antes.

CoRIFEO. Sí, lo reconozco. Te lo aseguro. Era un pastor de Layo, fiel como ninguno.

Emro. (Al MENSAJERO.) Bien, primero te interrogaré a ti, extranjero corintio: ¿a él te referías?

755. Jebb conjetura que Oidípous debería estar en acusativo y no en genitivo, como aparece en los manuscritos. Traducimos según la lec­tura de Jebb. 7 56. Literalmente, cuál de los de muchos años ( tán makraiónon). Se refiere a las ninfas, que, si bien no eran inmortales, tenían una vida más larga que los seres humanos. Eran doncellas que poblaban los campos, el bosque y las aguas. Personificaban la fecundidad de la naturaleza. 7 57. Pan, dios de los pastores y rebaños. 758. Dios Hermes. Según el mito, había nacido en el monte Cilene. 7 59. Monte de Beocia. 760. Este canto del coro es un hiporquema, es decir, un canto de tono alegre y festivo. La ironía trágica también recae sobre el coro, que cree que Edipo es hijo de alguna divinidad. ¡

1 1

EDIPO REY

MENSAJERO. A él, al que estás viendo. EDIPO. (Al PASTOR.) Y tú, anciano, mírame y contesta a lo que

te pregunto. ¿fuiste en el pasado servidor de Layo? PASTOR. Sí, su esclavo. No fui comprado, sino criado en la

casa. EDIPO. ¿Qué trabajo hacías?, ¿cómo era tu vida? SERVIDOR. La mayor parte de mi vida pastoreé rebaños. Emro .. ¿y qué lugares frecuentabas más? SERVIDOR. A veces el Citerón, a veces lugares vecinos. Emro. ¿Reconoces haber visto allí a este hombre? (Señalando

al MENSAJERO.) SERVIDOR. ¿Qué hacía?, ¿a qué hombre te refieres? Emro. A este que está aquí. ¿Alguna vez tuviste trato con

él? SERVIDOR. No que me acuerde como para responder en

seguida. MENSAJERO. No es extraño, señor. Pero aunque no me reco­

nozca, yo le haré recordar con claridad. Porque estoy seguro de que tiene que acordarse de cuando estuvimos juntos en la región del Citerón, y él pastoreaba dos re­baños y yo uno, durante tres períodos completos de seis meses desde la primavera hasta Arturo.161 Y ya llegado el invierno, yo llevaba mis rebaños a mis establos y él a los de Layo. ¿Digo o no cosas que han ocurrido?

SERVIDOR. Dices la verdad, pero de hace mucho tiempo. MENSAJERO. Bien, ahora dime: trecuerdas que entonces me

diste un niño para que lo criara como hijo mío? SERVIDOR. ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué me lo preguntas? MENSAJERO. Este es aquel niño de entonces, amigo. SERVIDOR. iOjalá te mueras! ¿No te vas a callar?

767. Mediados de septiembre, cuando se divisaba la estrella Arturo.

1130

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EDIPO. Anciano, no lo reprendas; tus palabras merecen más castigo que las suyas.

SERVIDOR. ¿Qué falta cometí, excelente amo?

nso EDIPO. No hablar del niño por el que te pregunta. SERVIDOR. Es que habla sin saber e insiste en vano.

EDIPO. Tú no vas a hablar por las buenas, pero sí hablarás llorando.

SERVIDOR. iNo, por los dioses! iNo maltrates a un anciano! EDIPO. ¿Por qué no le atan ya mismo las manos a la espalda? SERVIDOR. ilnfeliz! ¿Por qué? ¿Qué más quieres saber? EDIPO. ¿Le entregaste a ese niño por el que te pregunta? SERVIDOR. Se lo entregué. iOjalá hubiera muerto ese día! EDIPO. Llegarás a eso, si no dices lo que te corresponde. SERVIDOR. Mucho más moriré si hablo.

1160 EDIPO. Este hombre, parece, trata de hacernos perder el tiempo.

SERVIDOR. Yo no. Ya dije que se lo entregué. EDIPO. ¿De dónde lo tomaste? ¿De tu casa o de otro?

SERVIDOR. No era hijo mío. Lo recibí de alguien. EDIPO. ¿De qué ciudadano y de qué casa? SERVIDOR. iNo, por los dioses! iSeñor, no me preguntes

más! EDIPO. Estás muerto, si te lo tengo que preguntar de nuevo. SERVIDOR. Era un niño de la casa de Layo. EDIPO. ¿un esclavo? ¿Q uno de su propia familia·?

SERVIDOR. iAy, pobre de mí! iEstoy al borde de decir lo más terrible!

1110 EDIPO. Y yo de oírlo. Pero, sin embargo, hay que oírlo.

SERVIDOR. Se decía que era su hijo. Pero la que está dentro, tu mujer, puede decir mejor que yo cómo fue.

EDIPO. ¿Ella te lo dio? SERVIDOR. Sí, señor. EDIPO. ¿Para qué?

EDIPO REY

SERVIDOR. Para que lo matara. EDIPO. ¿La que lo dio a luz? iDesgraciada!

SERVIDOR. Por miedo a funestos oráculos.

EDIPO. ¿Cuáles?

SERVIDOR. Se dijo que él iba a matar a sus padres.162

53

EDIPO. Entonces, ¿por qué se lo diste a este anciano?

SERVIDOR. Tuve piedad, señor. Creí que se lo llevaría a otra tierra, a su país. Pero él lo salvó para los peores males. uso Porque si tú eres ese que él dice, tienes que saber que naciste con un destino funesto.

EDIPO. iAy, ay! iTodo se cumple con claridad! iAy, luz, que te vea ahora por última vez, yo que, claro está, nací de los que no debía, y a los que no debía me uní, y a quienes no debía maté!

(EDIPO entra en el palacio.)

Estrofa 1

CoRO. iAy, generaciones de mortales! iVeo que su vida es igual a nadaf163 Porque, ¿quién, qué hombre alcanza mayor felicidad que una mera apariencia y, una vez que la logra, no la pierde? Al ver tu ejemplo, tu destino, el tuyo, desdichado Edipo, ya no 119o

considero feliz a ningún mortal.

Antistrofa 1

Él lanzó la flecha con maestría y alcanzó la máxima dicha, ipor Zeus! Porque destruyó a la virgen de curvas garras, a la cantora

162. Padres: la mayoría de las ediciones traducen el término en sin­gular. Sin embargo, mantenemos el plural del original porque los crímenes involuntarios de Edipo provocarán también el suicidio de Yocasta. El uso del plural puede estar sugiriendo de modo indirecto esta circunstancia. 163. Tópico recurrente en la literatura griega sobre la inestabilidad y la insignificancia de la vida.

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de oráculos, 164 y se levantó contra la muerte, como una muralla 1200 para mi patria. Y, por eso, fuiste nombrado rey y recibiste gran­

des honores, mientras reinabas en la gloriosa Tebas.

Estrofa 2

Pero ahora, ¿quién más desgraciado que tú? ¿r¿uién vive entre crueles desgracias; quién, entre pesares, por un revés en su vida? iAy, ilustre Edipo! iUn solo y ancho puerto te bastó para caer como hijo, padre y esposo! ¿Cómo, infeliz, cómo pudo el surco

1210 paterno aguantarte en silencio tanto tiempo?

Antistrofa 2

Pero el tiempo, que todo lo ve, te sorprendió a tu pesar, y condena una boda que no es boda, pues el hijo procreado ha procreado a su vez. iAy, hijo de Layo, ojalá, ojalá jamás te hubiera visto! Gimo,

1220 como quien vierte de su boca un canto fonebre. 165 Pero a decir verdad, gracias a ti tuve respiro y pude cerrar mis ojos. 166

(Sale un MENSAJERO del palacio.)

MENSAJERO. Ancianos, los más honrados por siempre en esta tierra, iqué sucesos van a oír, qué cosas verán, qué grande será su pena, si pqr su origen todavía les importa la casa de los Labdácidas! Creo que ni el río Istro ni el Fasis 1¡;7 podrían lavar y purificar lo que oculta este techo. Enseguida, saldrán a la luz desgracias que no son invo-

764. El coro establece una analogía entre los enigmas cantados de la Es:5.nge y los oráculos, porque ambos se enunciaban en un lenguaje oscuro que debía ser decodificado. 765. Traducimos este verso según la conjetura dejebb. 766. Este verso puede interpretarse en un segundo sentido: por ti tuve respiro y por ti muero. 767. Ríos Danubio y Rión.

EDIPO REY 55

Juntarías; HíH y de todas las desgracias, las que más duelen 1230

son las de libre elección.

CoRIFEO. Lo que ya sabemos es muy doloroso. ¿Qué anun­ciarás además?

MENSAJERO. Lo más rápido de decir y de entender: ha muerto la divina Yocasta.

CoRIFEO. iAy, desgraciada! ¿Cómo? MENSAJERO. Por su propia voluntad. Pero aún falta lo más

doloroso, que no está a la vista. Sin embargo, hasta donde mi memoria alcance, conocerás el martirio de esa desgraciada. Atravesó el vestíbulo, fuera de sí, y 1240

se lanzó directo hacia el lecho nupcial, mientras se arrancaba con las dos manos los cabellos. Una vez que entró, cerró las puertas por dentro e invocó a Layo -cadáver ya hace tiempo-. Y evocó el recuerdo de su vieja simiente, que lo había asesinado a él mismo y a

. d . . f t 169 ella la había hecho madre e una progeme m aus a. Lloraba el· lecho donde, dos veces desgraciada, había engendrado un esposo de un esposo e hijos de hijos. Y después de esto, ya no sé cómo murió. No vimos sus 12so

padecimientos hasta el final, porque fijamos la vista en Edipo, que se abalanzó gritando y comenzó a dar vueltas en torno a nosotros; iba y venía pidiéndonos una espada y preguntaba dónde estaba su mujer, que no era su mujer, sino doble seno materno 170 de él y de

768. Literalmente, males voluntarios y no involuntarios (kaká ekónta kouk ákonta). El coro diferencia entre los crímenes involuntarios de Edipo y el suicidio de Yocasta. N átese la aliteración del sonido /k/ que enfa­tiza el término kaká (males). 769. Infausta., más literalmente, mal concebida, mal procreada (djsteknon). 770. Literalmente, doble tierra de labranza materna. En griego, ápoura (campo, tierra de labranza, y de allí, seno materno). Encontramos en mu­chos autores la comparación de la mujer con un campo sembrado por el hombre; esta metáfora tiene un uso tópico en la literatura griega (cf.

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s6 SÓFOCLES

sus hijos. En medio de su frenesí, alguna divinidad se lo dijo, porque no fue ninguno de los que estábamos

1260 allí. Pegó un grito espantoso y se lanzó contra la puerta doble como si alguien lo guiara, hizo saltar los cerrojos de cuajo y entró en la habitación. Allí vimos colgada a su mujer, enlazada a una soga oscilante. Cuando el desgraciado la vio, aflojó el nudo, lanzando terribles alaridos; y una vez que la desdichada estuvo tendida en el suelo, lo que siguió fue un espectáculo espantoso:

1210 él arrancó de sus vestidos los broches de oro, con los que ella se adornaba, los levantó y se hirió las órbitas de los ojos, gritando así: que ya no verían los males que él había sufrido y hecho; y que en el futuro, envueltos en tinieblas, solo vería a los que jamás debería haber visto, pero ya nunca más a los que sí quisiera. Y mientras entonaba estos lamentos una y otra vez, alzó la mano e hirió sus ojos; las pupilas ensangrentadas teñían su barba, y la sangre no corría gota a gota, sino que una negra lluvia de granizo sangriento la empapaba por

12so completo. Esto es culpa de los dos, no de uno solo; son desgracias comunes para marido y mujer. Su felicidad de antes fue verdadera dicha, pero ahora solo queda llanto, ruina, muerte y vergüenza. De los males con nombre, ninguno falta. 171

CoRIFEO. Y después de tantas desgracias, ¿tiene el infeliz un poco de descanso?

MENSAJERO. Está pidiendo a gritos que descorran los cerrojos y expongan ante todos los cadmeos al parricida, al que

Teognis 582; Esquilo, Siete contra Tebas, v. 754). Sófocles la utiliza en forma recurrente (cf. verso 1211: surco paterno, cf. Antígona 569). 171._ No _se podía repres_e~tar en escena hechos sangrientos porque la ~ag~dm era t~atro rehgtoso. Por lo tanto, el relato de este tipo de eptsodws se poma en boca del mensajero.

EDIPO REY 57

a su madre ... dice palabras impías que me son impro­nunciables. Afirma que se desterrará a sí mismo y que ya no permanecerá en su casa, maldito por sus propias maldiciones. Pero necesita fuerza y algún guía, porque su desgracia es mayor de lo que se puede aguantar. Y te la mostrará a ti también, pues ya se están abriendo los cerrojos de las puertas. Enseguida, verás tal espectáculo, que hasta quien lo odiara sentiría piedad.

(Apárece EDIPO.)

CoRo.172 iAy! iSufrimiento terrible de ver para los hombres! iEl más terrible de los que he conocido! ¿ Qgé locura te dominó, infeliz? ¿ Qgé divinidad}73 se lanzó de un salto mayor que los más 13oo

largosi74 sobre tu triste destino? iAy, ay, desgraciado! Qgisiera hacerte muchas preguntas, saber y rever tantas cosas, pero ni siquiera puedo mirarte, itanto horror me produces!

EDIPO. iAy, ay, pobre de mí! ¿A qué tierra iré con mi desgracia? ¿Adónde volará mi voz en su arrebato? Destino mío, ¿adónde 1310

has llegado? CoRIFEO. A una desgracia terrible que no se puede oír ni

ver. Emro. 1Nube abominable de tinieblas! iHas venido de un modo

indecible, indominable, y traída por malos vientos! iAy, pobre de mí! iPobre de mí de nuevo! iCómo se me clavan a la vez los pinchazos de estos aguijones y el recuerdo de mis males!

CORIFEO. No es extraño que entre tantos pesares sufras el doble y soportes dobles males. 1320

172. El coro entona un kommós, es decir, un canto lírico en tono de lamentación {cf. nota 106). · 173. Se refiere al dios que le ha infundido la locura. 174. Es un motivo recurrente en la tragedia la idea de que la divini­dad envía sufrimientos que exceden el límite de lo soportable.

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sB SÓFOCLES

Antistrofa 1

Emro. iAy, Amigo! Tú sigues siendo mifiel servidor porque, aun en mi ceguera, te ocupas de mí. iAy, ay! Sé que estás ahí, reconozco tu voz con claridad en medio de las tinieblas.

CoRIFEO. Lo que hiciste es terrible. ¿Cómo te atreviste a destruir así tus ojos? ¿Qué divinidad te impulsó?

Emro. Fue Apolo, Apolo, amigos, el que ejecutó estos horribles, 1330 horribles sufrimientos míos. Pero nadie más que yo los hirió

con su mano, infeliz. ¿para qué iba a seguir viendo, si ya nada dulce tengo para ver?

CoRIFEO. Es así como dices.

Emro. ¿ Q,ué me queda ya por ver o amar?¿ Q,ué palabras podría 1340 escuchar ahora con placer, amigos? Sáquenme de esta tierra lo

antes posible. Saquen de aquí, amigos, a esta gran ruina, al más maldito, al más odioso de los mortales, incluso para los dioses. 175

CoRIFEO. iPobre de ti, tanto por tu inteligencia como por tu desgracia! iDesearía nunca haberte conocido!

Antistrofa 2

Emro. iQ,ue se muera el que en el monte me sacó los crueles grilletes t3so de los pies, me liberó de la muerte y me salvó! 1No hizo nada que

deba agradecerse! Porque si entonces hubiera muerto, no habría sido causa de tanto dolor para los míos ni para mí mismo.

CORIFEO. Yo también desearía que hubiese sido así.

Emro. No habría llegado a ser el asesino de mi padre, ni nadie me hubiera llamado esposo de mi madre. En cambio, ahora, estoy

I36o desamparado de los dioses, soy vástago de sacrílegos y tengo hijos en común con aquellos de quienes nací. iDesgraciado! Si hay un mal mayor que el mal, este le ha tocado a Edipo.

175 .. Compárese esta imagen de Edipo con la del comienzo. La situa­ción del personaje se invierte por completo (cf. notas 11 y 14).

EDIPO REY 59

CoRIFEO. No puedo decirte que hayas tomado una buena decisión. Sería mejor para ti no existir que vivir ciego.

EDIPO. No vengas enseñarme que esto no era lo mejor, ni me des aún consejos. Porque si tuviera vista, yo no sé 137o

con qué ojos miraría a mi padre al llegar al Hades, 176 ni a mi desgraciada madre, pues los crímenes que cometí contra ellos merecen un castigo peor que la horca. ¿y acaso podría desear ver a mis hijos, engendrados como fueron engendrados? Nunca, al menos con mis ojos. Ni tampoco a la ciudad, ni sus murallas, ni las imágenes sacras de los dioses. De todo esto, infeliz de mí, me he privado a mí mismo -yo, el hombre más glorioso de Tebas- cuando dije que todos rechazaran al impío: y los 1380

dioses revelaron que aquel era impuro e hijo de Layo. Después de descubrir que soy semejante mancha, ¿iba yo a mirarlos de frente con mis ojos? De ningún modo. Y si fuera posible ocluir la fuente que corre por los oí­dos, 177 cerraría todo mi miserable cuerpo, para no ver ni escuchar nada. Porque es grato que el pensamiento viva apartado de las desgracias. 1390

iAy, Citerón! ¿Por qué me recibiste? ¿por qué no me diste muerte enseguida? Así jamás hubiera revelado mi origen a los hombres. iAy Pólibo, Corinto y antigua casa paterna, según se decía: criaron a un niño de hermosa apariencia, pero podrido de males por dentro! Y ahora he descubierto que soy un infame, hijo de infames. iAh, tres caminos, valle oculto, encinar y paso angosto de aquella encrucijada: con mis propias manos les di a beber mi sangre, la de mi padre! ¿Recuerdan qué 14oo

176. Los muertos conservaban en el Hades rasgos como la ceguera (cf. Odisea XII, 266}. 177. Más literalmente: y si se pudiera ocluir la foente de la audición a través de los oídos [ ... ] .

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6o SÓFOCLES

crímenes cometí ante ustedes y cuáles cometí de nuevo al llegar aquí? iAy, bodas, bodas: me engendraron, y luego al volver a engendrar, liberaron la misma simiente, y revelaron que el padre era hermano; el hijo, asesino de sangre; la mujer, madre y esposa; y las mayores vergüenzas que puedan existir entre los hombres! 178 Pero no se debe hablar de lo que no está bien hacer. iRápido! iPor los

1410 dioses! iEscóndanme lejos de aquí, mátenme o tírenme al mar 179 adonde nunca más me vean! iVengan! iDíg­nense a tocar a este infeliz! iObedezcan! No tengan miedo, porque ningún mortal puede cargar con mis males, excepto yo. 180

CoRIFEO. A propósito de lo que pides, aquí está Creonte, para actuar y tomar las decisiones, porque en tu lugar queda él como único guardián de esta tierra.

Emro. iAy de mí! ¿Qué le diré? ¿Qué haré para ganarme 1420 con derecho su confianza? Antes fui completamente

injusto con él.

CREONTE. No he venido a burlarme, Edipo, ni a reprocharte las injurias de antes. (Al CoRo.) Si no tienen vergüenza ante los hijos de los hombres, tengan respeto, al menos,

178. Traducimos según los manuscritos (tautón spérma, la misma si­miente). Estos versos son equívocos y tienen muchas lecturas y tra­ducciones posibles. Su ambigüedad refuerza la sensación de confu­sión que intentan transmitir. Más literalmente: ... mostraron a padres,. hermanos, hijos, sangre de la misma familia, esposas mujeres y madres [ ... ]. 179. Los griegos en algunas circunstancias arrojaban al mar a los condenados a muerte. 180. El coro tiene miedo de tocar a Edipo porque, según la reli­gión griega, la sangre derramada podía contaminar de impureza (cf. nota 22)-

EDIPO REY 61

por la llama del Sol soberano que todo lo alimenta: 181 no muestren así al descubierto semejante impureza182 que ni la tierra ni la sagrada lluvia ni la luz aceptarán jamás. iLlévenlo al palacio cuanto antes! Solo le corresponde a la familia ver y oír las desgracias familiares. 1430

EDIPO. iPor los dioses! Ya que me liberaste de mis temores, al venir con la mejor disposición hacia mí, el peor de los hom­bres/83 hazme caso en algo; y lo digo por ti, no por mí.

CREONTE. ¿Qué necesitas para pedírmelo así? EDIPO. Expúlsame de esta tierra lo antes posible adonde nadie

pueda dirigirme la palabra. CREONTE. Ya lo hubiera hecho, si no quisiera preguntarle

antes al dios qué debo hacer. Emro. Pero su palabra ya fue revelada por completo: que yo 144o

muera, el parricida, el impío. CREONTE. Así dijo. Pero, sin embargo, en estas circunstancias,

es mejor preguntar qué hay que hacer. EDIPO. ¿Vas a consultar por un miserable? CREONTE. Pero ahora al menos creerás en el dios. Emro. También te encargo y te pido que entierres a la

que está en casa como mejor te parezca. Así cumplirás debidamente con los tuyos. En cuanto a mí, que esta ciudad paterna jamás se digne a recibirme mientras 14so

viva. Deja que habite en los montes, donde está ese Citerón que llaman mío -el que mi padre y mi madre en vida decidieron que fuera mi tumba- para que muera

181. Se pensaba que la exposición al sol de personas impuras, conta­minaba sus rayos y estos a su vez podían contaminar a los demás (cf. Ifigenia entre los Tauros, 1207). 182. En griego, ágos, término religioso que significa impureza, mancha de sacrilegio o individuo contaminado. 183. Inversión de la imagen idealizada del comienzo (el primero entre los hombres; cf. nota 11).

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como ellos quisieron matarme. Pero sé por lo menos una cosa: que ni la enfermedad ni ninguna otra cosa pudo jamás haberme destruido, porque habría muerto y no me habría salvado para esta terrible desgracia.1¡¡4 iQue mi destino siga su curso! Creonte, no te preocupes

1460 por mis hijos varones; son hombres y no les faltarán recursos estén donde estén. Pero cuídame a mis dos pobres y desgraciadas niñas; ellas nunca comieron en mesa separada de este hombre, porque de todo lo que yo tomaba, ellas siempre tenían su parte. Y sobre todo permite que las toque con mis manos y llore mis des­dichas. iVamos, señor! iPor favor, tú que eres noble de nacimiento! Si pudiera tocarlas con mis manos, creería

147o tenerlas como cuando veía. Pero ¿qué estoy diciendo? iPor los dioses! ¿No escucho llorar a mis dos queridas niñas? ¿Creonte por piedad mandó traer a mis dos hijas, lo que más quiero? ¿Digo bien?

CREONTE. Sí, yo lo ordené, porque sabía la alegría que te daría, la misma de siempre.

EmPo. iOjalá la suerte te acompañe y que, por esto/85 los dioses te amparen mejor que a mí! iHijas! ¿Dónde están?

1480 iVengan acá! iVengan hacia sus hermanas, estas manos mías! Por obra de estas manos, ven así los ojos antes brillantes de su padre; su padre, hijas, que, sin verlo ni saberlo, fue padre donde al mismo lo sembraron. Lloro también por las dos. ~o puedo verlas. Pienso en la amarga vida que les espera, en cómo tendrán que pasar su existencia entre los demás hombres. ¿A

184. Traducimos estos versos según la interpretación de Whitelaw (1886). 785. Literalmente, por este camino (tésde tés odoú). Varios comenta­ristas interpretan esta expresión como una referencia al favor de Creonte.

EDIPO REY

qué reuniones de ciudadanos irán? ¿De qué fiestas no regresarán llorando a casa, en vez de alegres? Y cuando 1490

lleguen a la edad del matrimonio, ¿quién, hijas, quién querrá cargar con tantos males, ruina para mis padres y para ustedes dos? ¿Porque qué desgracia falta? Su padre mató a su propio padre, fecundó 186 a su madre en donde él mismo fue sembrado, y las tuvo a ustedes de la misma que lo había dado a luz. Así las injuriarán. ¿Quién querrá casarse? Nadie, hijas. Sin duda, tendrán 15oo

que consumirse estériles y solteras. (A CREONTE.) iHijo de Meneceo! Solo quedas tú como padre para ellas; porque nosotros, sus progenitores, estamos muertos. Por eso, no dejes que ellas, que son de tu famila, vaguen como mendigas sin esposo, ni iguales sus males a los míos. Apiádate de ellas, al verlas así a su edad, privadas de todo, excepto de ti. Promételo, noble varón, tocán­dome con tu mano. 187 Y a ustedes, hijas, si ya tuvieran 1510

uso de razón, les daría muchos consejos. Pero ahora, supliquen conmigo, para que allí donde vivan tengan una existencia mejor que su padre.

CREONTE. Ya has llorado bastante. Entra en el palacio.

EDIPO. Te obedeceré, aunque no me agrade.

CREONTE. Hay un momento para todo.

Emro. ¿Sabes con qué condición me iré? CREONTE. Dila y cuando la escuche me enteraré.

EDIPO. Que me destierres del país.

CREONTE. Me pides algo que está en manos del dios. EDIPO. Pero yo llegué a ser el más odiado por los dioses. CREONTE. Entonces, lo conseguirás pronto. EDIPO. ¿De verdad lo dices?

186. En griego, apóo (arar, sembrar, y de allí, fecundar, cf. nota 170). 187. Gesto convencional para hacer una promesa.

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CREONTE. No me gusta Emro. iSácame ya mismo CREONTE. Vete ahora, Emro. No me las saques.

no pienso. aquí!

Á

suelta a niñas.

CREONTE. No quieras tener el poder en todo, porque incluso el poder que tuviste no te acompañó toda la vida.188

(Entran todos en el palacio.)

CoRIFEO. iHabitantes de mi patria tebana! Miren: este es Edipo, el que resolvió los famosos enigmas y fue el hombre más poderoso; aquel al que todos los ciudadanos envidiaban por su buena fortuna. iA qué terrible ola de desgracia ha llegado! 189 Por eso, antes ver su último día, no se debe considerar feliz a ningún mortal, hasta que no llegue al final de su vida sin padecer dolor.

188. Es central en la obra el tema de la caducidad del poder (cf. nota 14). 189. La imagen del oleaje se utiliza al comienzo de la obra para refe­rirse a las desgracias de la ciudad (v. 24) y se retoma aquí en el cierre para aludir a las desgracias de Edipo. Sófocles emplea en varias opor­tunidades este tipo de correspondencias entre la primera y última es­cena. Por cierto, la desgracia de la ciudad resultará ser, en definitiva, la desgracia de Edipo.