dentro de un círculo de amarillentos rosales final

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“Dentro de un círculo de amarillentos rosales” De Daniel Dagna ESPACIO ESCÉNICO: La acción transcurre en una antigua y opulenta casona en el casco de una estancia situada en la pampa argentina. La estancia queda muy cerca de un pequeño pueblo que está alejado de las grandes urbes. El estar de la casona es amplio, luminoso y tiene pocos muebles y objetos. Pero todos ellos son bellos, de estilo y gran calidad. Dos sillones de un cuerpo y otro de dos, un revistero, un reloj cucú de pared y dos mesitas ratonas. Una de las mesas ratonas se encuentra entre los sillones y la otra, que tiene un pequeño cajón y que sobre sí contiene varios portarretratos, está casi en un rincón. En el rincón opuesto a ella, un hermoso cristalero con puertas con vidrios biselados y con dos cajones en la parte inferior. Haciendo foro encontramos un enorme ventanal que permite ver gran parte del verde y cuidado jardín. El ventanal está vestido con un pesado cortinado de color bordó, corrido a los laterales y plegado por cordones dorados con borlas del mismo color. En el centro del jardín, dos columnas de hierro sostienen dos farolas del mismo material, entre ellas, un banco de madera de color blanco. El final del jardín esta bordeado por un vallado de rosales. Muchas de las hojas de los rosales se ven ligeramente amarillentas. En la parte superior del ventanal, en forma apaisada y cerrando semicircularmente en el borde superior, se puede apreciar un colorido vitral que representa una bacanal de la época del imperio romano. 1

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Estrenada en BUENAS ARTES Octubre del 2012

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Page 1: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

“Dentro de un círculo de amarillentos rosales”

De Daniel Dagna

ESPACIO ESCÉNICO:

La acción transcurre en una antigua y opulenta casona en el casco de una

estancia situada en la pampa argentina. La estancia queda muy cerca de un

pequeño pueblo que está alejado de las grandes urbes.

El estar de la casona es amplio, luminoso y tiene pocos muebles y objetos. Pero

todos ellos son bellos, de estilo y gran calidad. Dos sillones de un cuerpo y otro de

dos, un revistero, un reloj cucú de pared y dos mesitas ratonas. Una de las mesas

ratonas se encuentra entre los sillones y la otra, que tiene un pequeño cajón y que

sobre sí contiene varios portarretratos, está casi en un rincón. En el rincón opuesto

a ella, un hermoso cristalero con puertas con vidrios biselados y con dos cajones

en la parte inferior.

Haciendo foro encontramos un enorme ventanal que permite ver gran parte del

verde y cuidado jardín. El ventanal está vestido con un pesado cortinado de color

bordó, corrido a los laterales y plegado por cordones dorados con borlas del

mismo color.

En el centro del jardín, dos columnas de hierro sostienen dos farolas del mismo

material, entre ellas, un banco de madera de color blanco. El final del jardín esta

bordeado por un vallado de rosales. Muchas de las hojas de los rosales se ven

ligeramente amarillentas.

En la parte superior del ventanal, en forma apaisada y cerrando semicircularmente

en el borde superior, se puede apreciar un colorido vitral que representa una

bacanal de la época del imperio romano.

Tres puertas dan al estar: a la izquierda, una doble de madera lustrada y herrajes

dorados que conduce a la calle; a la derecha, una puerta simple que siempre se

encuentra abierta y que da al interior de la casa; y al foro, una puerta de madera

con cristales biselados que da al jardín.

PERSONAJES:

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Page 2: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

Josefa Una mujer de alrededor de setenta años. Delgada, digna, fría y que

viste muy pulcramente. Su carácter es fuerte, arrogante, avasallador.

MechiSu nieta. Una jovencita de veintidós años. Con mucho carácter, impulsiva,

rebelde y muy ávida de libertad.

GloriaTiene alrededor de cuarenta y cinco años. Hija mayor de Josefa y tía de

Mechi. Es amable, conformista y contemporizadora. Casi una solterona.

María Hija menor de Josefa y madre de Mechi. Su carácter y humor son algo

frágiles. Su estado nervioso es vigilado por píldoras que ingiere casi

descontroladamente.

“Dentro de un círculo de amarillentos rosales”

Un drama familiar

Primer domingo de Junio.

La luz de la mañana entra por el enorme ventanal y los destellos de

luz de diversos colores se esparcen por el estar.

Josefa, sentada plácidamente y con mucha parsimonia, bebe un té.

En otro sillón, casi sin poder ocultar su crisis nerviosa, Mercedes,

trata de sostener una conversación amistosa con su abuela.

JOSEFA:- (Luego de una breve pausa.) Y sale el sol, que no es poco, y cada

quien a cargar con su propia cruz. (Breve pausa.) Yo con mi nombre. Sólo a mi

difunta madre se le podría haber ocurrido que todo el mundo me llamara Josefa.

Por supuesto que Amadeo no opinó al respecto. El nunca opinaba sobre las cosas

familiares. Le daba igual cualquier cosa. Todo le daba igual. Lo único importante

para él era su tambo. Cuantos litros de leche diarios daba su bendito tambo.

Distinto era si se trataba de Pedro. Él si le importaba a Amadeo. Las vacas y los

cereales pasaban rápidamente a segundo plano. Primero Pedro, después las

vacas y sus cientos de litros de leche diarios; después los quintales de trigo, de

maíz y la alfalfa para sus vacas; después los peones y sus familias…

El cucú del reloj de pared da las ocho de la mañana.

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Page 3: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

MECHI:- (Con branca contenida y tal vez un dejo desolado): Pasaron los años

pero la escala de valores para los hombres parecen ser las mismas…

JOSEFA:- Siempre te dije que ése muchacho no era para vos. No conocemos a

su familia. Cuando una busca un hombre que no es de su propio rebaño no

conoce nunca su verdadero pedigrí. Con todos los buenos muchachos que hay en

éste “hermoso pueblo”.

MECHI:- (Conteniendo su enojo): Me estás cargando abuela.

JOSEFA:- ¿Cargando? ¡Estoy para andar “cargando”!, demasiado tengo con mi

propia cruz. A propósito de cruz, podrías acompañarme a misa, debe hacer desde

tu bautismo que no vas a la iglesia.

MECHI:- Desde mi primera comunión.

JOSEFA:- Los jóvenes ya no van a la iglesia. La religión parece cosa de viejas.

Sólo nosotras continuamos los caminos del señor. ¡Así va el mundo! Alejándose

de la caridad. No hace muchos años, los domingos, había misa a las siete y luego

a las once de la mañana. Ahora una sola misa a las nueve. El cura parece un

cantante bailantero, da misa en tres pueblos diferentes. (Luego de una breve

pausa.) No te escuché llegar…

MECHI:- Vine caminando…

JOSEFA:- ¿Desde el pueblo? ¿Y el auto?

MECHI:- (Duda): Se quedó sin batería.

JOSEFA:- Lo volviste a dejar con las luces encendidas toda la noche.

MECHI:- ¡No sé, abuela! (Intenta contener su ira.) Cuando le quise dar arranque

estaba muerto. Con la noche de mierda que había pasado, el broche ideal era

volver a casa caminando...

JOSEFA:- El pueblo no queda lejos y no es tan grande, nunca se camina

demasiado, salvo que se camine en círculo.

MECHI:- ¡Caía una lloviznita fría de cagarse!

JOSEFA:- ¡Qué manera de expresarse! (Brevísima pausa.) Tenés razón.

(Menospreciando la lluvia): “Estaba lloviznando”. (Observando la ropa que lleva

puesta.) Encima nunca estás lo suficientemente abrigada.

MECHI:- Otra se va a tener que encargar de ir a buscar a Néstor.

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JOSEFA:- ¿Por qué? Mañana mismo llevás el auto para que le cambien la batería

y listo.

MECHI:- (Inventando una excusa): Me gustaría dejar el auto en el mecánico…

JOSEFA:- ¿Por?

MECHI:- (Sin saber bien que decir): Para que le hagan… (Sin poder ocultar su

enojo): ¡No sé, qué sé yo!, no es normal que se quede sin batería tan seguido…

JOSEFA:- Decime una cosa…

Mechi contiene su respiración.

JOSEFA:- ¿Estás contenta con la llegada de tu primo?

MECHI:- (Aliviada): ¡Sí! ¡Cómo no! (tratando de demostrar alegría): ¡Me pone muy

feliz! ¡Por fin un hombre en la casa!

JOSEFA:- (Cambiando radicalmente de tema): ¿Sabés algo de tu mamá?

MECHI:- No, ¿y vos?

JOSEFA:- Supuestamente iba a venir temprano. No le gusta manejar de noche.

¡No debería manejar! ¡Ni de noche ni de día! ¿No te llamó por celular?

MECHI:- No sé. Mi celular no anda bien. Te dije un montón de veces que

necesitaba uno nuevo. Mi celular ya no sirve. ¡Casi nunca tiene señal!

JOSEFA:- Tu celular se parece a tu mamá.

MECHI:- (Sin ocultar su estado de nervios): ¡Mi celular, mi auto, mi mamá… mi

“ex”… nada anda bien…!

Mechi se pone de pie y se dispone a salir.

JOSEFA:- No me dijiste si me acompañabas…

MECHI:- ¿A dónde?

JOSEFA:- A misa.

MECHI:- Otro día, abuela, otro día, hoy no estoy de ánimo. (Sale)

JOSEFA:- (Levantando el tono de voz): Si venís te compro… (Para sí): Igual se lo

voy a comprar. (Breve pausa. Mirando por el ventanal, con un cierto aire de

nostalgia): ¡Ay Emilio!, con vos ya no puedo contar, tu vista ya no te ayuda, ¿y

ahora, quién me lleva a la iglesia?

Josefa bebe un sorbo de té y es sorprendida por el apagón.

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Page 5: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

Mismo espacio, horas después…

Gloría mira hacia el jardín y bebe whisky.

GLORIA:- (Risueña, alegre): ¡Pobre Emilio! No lo deja descansar ni el día

domingo. ¡Pobre Emilio!

María va impaciente de una puerta a la otra, expectante a todos los

movimientos de la casa. Está nerviosa, alterada.

MARÍA:- Son tal para cual. Él le tiene tanta paciencia.

GLORIA:- Por eso mismo debe ser el único hombre que anda cerca de la casa.

MARÍA:- Emilio nunca le podrá decir que no.

GLORIA:- (Sentenciando): ¡Quien podrá! (Mirando por el ventanal.) Los rosales

podrían haber esperado hasta mañana.

María va hacia la puerta que conecta con el interior de la casa y al

cerciorarse de que nadie viene por ella, encamina sus pasos

nerviosos hacia la otra puerta.

MARÍA:- Los que no pueden esperar hasta mañana son mamá y Emilio. No sé

quién es más ansioso.

GLORIA:- De quien no habla es de Néstor. Desde que nos leyó la carta no volvió

a hablar del tema. Debe creer que el día nunca va a llegar, pero, cada vez falta

menos.

MARÍA:- (Sin ocultar su enojo hacia su madre.) El no hablar del tema, para ella,

hace que el tema no exista.

GLORIA:- Pero el martes viene después del lunes, y aunque ella quiera, después

del lunes nunca vendrá el miércoles.

MARÍA:- (Llena de dudas y de nerviosismo intenta cambiar de tema.) Gloria, yo…

quería decirte que… que…

GLORIA:- (Sirviéndose su segundo vaso de whisky.) ¿Qué cosa?

MARÍA:- (Cambia de tema al ver el rostro inquisidor de su hermana.) ¿Vos creés

que ella no quiere que venga?

GLORIA:- No sé. Con mamá nunca se sabe.

María vuelve a encaminar sus nerviosos pasos, primero a la puerta

que da al interior de la casa y luego, a la puerta que da al jardín.

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Page 6: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

MARÍA:- (Su estado nervioso cada vez se hace más visible.) Yo ya estuve

ordenando el cuarto de huéspedes. ¡Hay que ir acomodando, si no, él va a llegar y

no va a tener donde dormir! Habría que comprar sábanas nuevas. Las que hay no

son muy varoniles.

GLORIA:- Todavía deben estar puestas las rosas con florcitas.

MARÍA:- (Con desmesura): ¡Esas mismas!

GLORIA:- ¡No creo que el nieto del tío Pedro sea de esos! El tío lo hubiera

desheredado. (Sonríe.)

MARÍA:- (Sentenciando desmesuradamente): ¡Mamá no estaría dispuesta a

recibirlo!

María revisa la puerta que da al interior de la casa por enésima vez y

luego va decidida hacia su hermana.

MARÍA:- (Intenta cambiar de tema.) Gloria, yo quería pedirte…

GLORIA:- (Amable y haciéndose cargo de la tarea.) Yo me encargo de las

sábanas azules.

Luego de decir esto, Gloria mira a María, y es sorprendida por la

mirada insidiosa de ella.

MARÍA:- (Vuelve a intentar cambiar de tema.) Gloria, yo necesito que…

GLORIA:- (Intentando tranquilizar a su hermana.) Yo me voy a ocupar de todo,

vos, quedate tranquila. Es una muy buena noticia que Néstor venga. Se recibió de

Ingeniero Agrónomo. Para poder trabajar necesita campos, animales, cereales… y

si aquí hay algo que sobra… son esas cosas…

MARÍA:- (Intenta cambiar de tema; ahora con algo más de iniciativa y en un

avanzado estado de nervios): ¡Gloria, no sé si es buena o mala noticia! ¡Yo ahora

no puedo pensar en eso! Yo…

GLORIA:- (Con alegría y convicción): ¡Por supuesto que es una buena noticia!

Aquí va a tener un montón de trabajo. ¡Necesitamos sangre nueva! Con

conocimientos. El campo se tecnificó mucho en la última década. Un Ingeniero

puede hacer rendir mucho más el nuestro. Y aunque mamá no lo diga, ella sabe

que Emilio ya está viejo para controlar y llevar adelante la estancia. Ella ve que

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esto ya es tierra de nadie, cada peón hace lo que quiere… Mamá es capaz de

olvidar lo que con el olvido le puede traer algún beneficio.

MARÍA:- (Sin ocultar el odio que siente hacia su madre.) ¡No siempre!

GLORIA:- Sí, siempre que le traiga beneficios. Ojalá venga a quedarse.

María se ha cerciorado de que nadie está por entrar por ninguna de

las puertas y va con decisión a enfrentar a su hermana.

MARÍA:- (Muy nerviosa): Gloria, yo quería hablar de…

GLORIA:- (Amablemente): No la veo muy bien a Mechi…

MARÍA:- (Con fastidio desmesurado): ¿Qué pasa ahora con Mechi?

María busca en el cajón un frasco con píldoras. Saca un par, deja el

frasco en el cajón y lo cierra con violencia. Se toma la píldora en

seco.

GLORIA:- (Buscando la forma de decírselo sin molestarla, sin enojarla): No sé

bien que pasa. Pero si una se guía por lo que escucha…

MARÍA:- (De repente estalla, grita): ¡¡Se puede saber que escuchaste ahora!!

(Remarcando violentamente cada palabra.) ¡¡Qué… escuchaste… ahora…!!

GLORIA:- (Con firmeza): María, si me atrevo a hablar con vos es por el bien de

Mechi. Nada más. Sólo por eso. No se necesita estar averiguando mucho para

saber que Mechi no está haciendo bien las cosas. Mechi no está bien. Algo le

pasa. Anoche estrelló su auto contra un árbol.

MARÍA:- (Perdiendo el control): ¡¡Ya lo sé!! (Intentando controlarse): Ni bien llegué

tuve que pasar por la comisaría.

GLORIA:- ¡Algo le está pasando! No es normal lo que acaba de hacer. Debe

haber estado bastante borracha como para que su auto se suba a la vereda y se

estrelle contra un árbol. Para después, como si nada, salir caminando hacia acá y

dejar el auto abandonado a la buena de Dios.

MARÍA:- ¡Yo tengo otra versión de los hechos!

GLORIA:- ¡Por supuesto! La versión Mechi: “Yo no fui mamá, le presté el auto a

un amigo…”

MARÍA:- ¡No es así! Nunca me dijo eso. ¡Estaba deprimida! Muy deprimida y…

(Buscando una razón valedera y sin lograr controlar su estado de nervios):

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Después de cuatro años rompió con Julio. ¡Chau noviazgo! ¡Después de cuatro

años! Ella estaba muy ilusionada, enamorada, con un montón de proyectos, y de

buenas a primeras… ¡Chau, noviazgo! ¡Chau, proyectos! Creo que encontró a

Julio con otra. Eso es muy fuerte. Muy doloroso. ¡Muy doloroso! ¡Angustiante!

Estaba tan ilusionada con todos los preparativos, estaban pensando… ¡Es muy

doloroso que tus proyectos se vayan al carajo en una noche! ¡Perder todo en una

noche! ¡Esa es una razón muy valedera cómo para perder la cabeza y estrellar un

auto de mierda contra un árbol de mierda!

GLORIA:- No habría más árboles en el mundo si todos “los desahuciados en el

amor” estrelláramos nuestros autos en ellos. Perdoname que te diga, pero no me

parece una conducta del todo normal. Por un novio una no intenta matarse.

MARÍA:- (A punto de volver a estallar): ¡No digo que sea normal, digo que pudo

ser motivo suficiente! Además lo que cada mujer haría por un hombre… no todas

reaccionamos igual. (Casi no pudiendo controlarse): ¿¡Qué es normal para vos!?

¿¡Lo que haces vos es normal!?

GLORIA:- (Cortante): ¡Estamos hablando de Mechi!

MARÍA:- (Estalla, grita fuera de control): ¡Acostarte con un “tendero” que tiene

quince años menos que vos! ¡Eso es normal! ¡Esa es una conducta ejemplar! ¡Eso

es una vergüenza!

GLORIA:- ¡Basta, María! ¡Basta! Nunca se puede hablar con vos. Sólo lo dije por

el bien de Mechi. Ella necesita ayuda y vos sos su mamá. Sos quién debería

ayudarla. Estar a su lado. ¡Ayudarla!

JOSEFA:- (Entrando): ¡¡Suficiente!! (Mira lentamente a sus hijas.) ¿Qué pasó con

Mechi? ¿Qué pasó con su auto?

Se produce un breve silencio.

MARÍA:- (Controlándose): Lo estrelló contra un árbol.

JOSEFA:- Me dijo que se había quedado sin batería.

GLORIA:- (Sabiendo la gravedad de la situación de su sobrina.) Tenemos que

ayudarla.

JOSEFA:- Todos cuando fuimos jóvenes cometimos alguna locura. Yo un día…

¡Bueno!, no viene al caso… ¿Dónde está ahora?

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MARÍA:- Duerme.

JOSEFA:- Ni bien se despierte voy a hablar con ella.

GLORIA:- (Amablemente): Mamá, me parece que es María quien debería hablar

larga y claramente con Mechi. Ellas lo necesitan.

María, ya no puede casi controlar sus nervios y sus temores, mira

suplicante a su madre. Intenta con la mirada pedirle autorización,

permiso, para cumplir el rol que nunca debió haber perdido.

MARÍA:- (Dubitativa): Yo… necesito hablar… quiero… hacerlo…

GLORIA:- Tenés que hacerlo.

MARÍA:- (Muy dubitativa, a Josefa): Necesito hablar con ella y… con vos… y con

ella… (Por Gloria.)

JOSEFA:- (Esquivando la mirada de María): Ni bien se despierte voy a hablar con

mí nieta.

MARÍA:- (Titubeante, insegura): Mamá… me gustaría… resolverlo a mí.

JOSEFA:- ¡Ay María! Lo tuyo siempre fue: “una buena expresión de deseos”

MARÍA:- Es mi hija.

JOSEFA:- Sobre vos es de lo único que no tengo dudas. También es mí única

nieta y la conozco muy bien. ¡Mucho más de lo que ustedes la conocen! De modo

que las cosas se van a seguir haciendo como hasta hoy.

MARÍA:- (En un estado crítico, sin controlar sus nervios, estalla): ¡No, mamá! ¡No,

mamá! ¡Dejame hacerlo a mi! Yo necesito hablar con mi hija y con vos… ¡Mamá,

por favor, dejame intentarlo!

GLORIA:- (Amablemente, tratando de darle ánimo): María, me parece muy bien

que te ocupés de…

MARÍA:- (Sin registrar la intención de su hermana, estalla): ¡No te quiero

escuchar! ¡No puedo escuchar! ¡No quiero escuchar a nadie! ¡Alguna vez quisiera

que me escuchen a mí! ¡Quiero que me escuchen! ¡Necesito hablar y necesito que

me escuchen! (Tambaleante se encamina hacia la puerta)

JOSEFA:- (Soberbia, altanera; poniendo las cosas en su lugar): ¡Suficiente!

¡Basta de histeria! ¡Aquí no se discute más! ¡Ésta es mi casa y aquí se hacen las

cosas como yo dispongo! (María queda paralizada, detenida ante la puerta,

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Page 10: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

apenas sus piernas logran mantenerla de pie) Yo voy a hablar con mi nieta, cómo

siempre se ha hecho y cómo debe ser. (Mira por el ventanal, gritando con mucha

furia): ¡Emilio! ¡Emilio! ¡Solamente los rosales! ¡Será posible que nadie haga nada

bien en esta casa! (Sale. Desde off se escuchan sus gritos): ¡Emilio, te dije que

podaras sólo los rosales de aquel lateral!

Las hermanas se quedan mirándose. María regresa sobre sus

inseguros pasos, abre el cajón del cristalero, extrae el frasco con

píldoras y lo esconde cerrando fuertemente su mano; luego sale

tambaleante.

Lentamente se produce el apagón.

La noche se deja ver a través del ventanal.

Las farolas encendidos permiten ver el jardín.

Mechi está sentada en el banco de madera y habla por celular. Se la

ve nerviosa y hablando enérgicamente.

MECHI:- ¡No! De ninguna manera. Lo habíamos planeado. La idea fue de los dos.

¡No, mentira! La idea fue de los dos. Los dos queríamos. ¡Sí! ¡No! ¡No! ¡Bueno,

pero, no! ¡No fue así! Nunca me dijiste eso. Somos grandecitos ya. Sabíamos lo

que estábamos haciendo. ¡Mentira! ¡Estás inventando! Diciendo cualquier cosa.

Cualquier estupidez. Si en tu casa jamás hubo un libro. ¡Justo ahora se te ocurre

ponerte a estudiar!

María aparece y busca casi con desesperación sus píldoras. Al cabo

de unos instantes se percata de la conversación telefónica que

mantiene Mechi, llena de curiosidad intenta escuchar, tratando de no

ser descubierta por ella.

MECHI:- ¡Te estás escapando! ¡Eso pasa! ¡Te estás escapando! ¿Dónde quedó

ése espíritu aventurero? ¿La vida al aire libre? ¿El sol, el viento, la lluvia? ¡Todo

verso, mierda, basura! ¡Sos igual a todos! ¡Siiii! ¡Igualito! Pero, no te preocupés, yo

sigo solita. ¡No! ¡De ninguna manera! ¡Puedo sola! ¡Sí que voy a poder! ¡No te

necesito para nada!

Mechi encamina sus pasos hacia el estar. Sin dejar de hablar entra.

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Page 11: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

MECHI:- ¡Sos igual a todos! Ya soy grandecita y me voy a poder arreglar. (Corta y

arroja el celular sobre el sillón más próximo) ¡¡Basura!! ¡¡Mierda!!

Va hacia el cristalero y extrae una botella de whisky. Busca un vaso y

comienza a servirse. En ése preciso instante descubre a su madre.

MECHI:- (Sorprendida y sin saber lo que su madre escucho): ¡Mamá…! ¿Qué

haces acá?...

MARÍA:- Nada, venía…

MECHI:- ¿Querés un trago?

MARÍA:- Mal no me vendría, pero…

Pausa incómoda. Es evidente que Mechi no quiere hablar con su

madre y que a María le cuesta mucho hablar con su hija. El estado

nervioso de María irá creciendo hasta tornársele incontrolable.

MECHI:- ¿Cómo te fue en la ciudad?

MARÍA:- Bien, bien… ¿hablaste con tu abuela?

MECHI:- Hoy a la madrugada…

MARÍA:- (Con ansiedad desmesurada): ¿¡Sobre qué hablaron!?

MECHI:- Sobre misas y curas que parecen cantantes bailanteros andando de gira

de pueblo en pueblo.

Breve pausa incómoda.

MARÍA:- (Ansiosa): Mechi, ¿qué pasó anoche?

MECHI:- Lo que te dijo la policía. Choqué el auto contra un árbol.

MARÍA:- (Excesivamente dramática): Podrías haberte dado un golpe en la… o te

podrías haber… No quiero ni imaginarlo.

MECHI:- (Tajante, casi de mala manera): ¡Pero no pasó!

MARÍA:- (No controlando su ansiedad): ¿Por qué lo hiciste? (Pausa) ¿¡Por qué!?

MECHI:- (No queriendo hablar del tema): ¡Qué sé yo, mamá! No tengo ganas de

hablar.

MARÍA:- (Insegura): Necesito que hablemos…

MECHI:- (Cortante): ¡Fue un arrebato! ¡Un momento de locura!

MARÍA:- (Temerosa): Pero, ¿por qué?

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MECHI:- Tal vez porque nada me sale bien o porque estoy harta. Cansada. ¡Por

qué estoy harta de vivir aquí, en el medio de la nada! ¡Por qué estoy hasta el

moño de este pueblo de mierda!

MARÍA:- Por un hombre no vale la pena.

MECHI:- ¿Y vos qué sabés? Justo vos me lo venís a decir, ¿vos que todavía…?

MARÍA:- (Tratando de controlarse.)Estamos hablando de vos, mi amor. De mí ya

hablamos muchas veces. (Pausa.) ¿Te dejó?

MECHI:- (Se vuelve a servir.) Sí…

MARÍA:- ¿Embarazada…?

MECHI:- ¿¡Qué!?... ¡No! ¿Cómo se te ocurre? ¿¡Crees que soy tonta!?

MARÍA:- Te escuché hablar…

En ése preciso instante suena el celular.

MARÍA:- (Excesivamente sorprendida): Atendelo, seguro que es él…

Mechi recoge el celular y al observar el número decide no atenderlo.

Apaga el celular y lo vuelve a tirar en el sillón en el preciso instante

en que aparece Josefa.

MECHI:- ¡Qué se vaya al carajo!

MARÍA:- ¿Era él? A lo mejor está arrepentido…

MECHI:- ¡Es un cagón!

MARÍA:- ¿Qué pensás hacer?

MECHI:- No sé, mamá, no sé.

JOSEFA:- (Sentenciando): Lo que Dios manda.

María al descubrir a Josefa pierde el poco equilibrio que estaba

tratando de sostener con mucho esfuerzo. Se marea, parece ebria.

MARÍA:- (Casi sin ocultar el odio que siente hacia su madre): ¡Mamá! ¡Lo mismo

me dijiste a mí!

JOSEFA:- El fruto nunca cae lejos del árbol.

MARÍA:- (Tratando de tranquilizarse, a Mechi): No, mi amor, vos tenés edad para

decidir y hacer lo que vos creas mejor.

MECHI:- ¿De qué estás hablando?

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MARÍA:- (Agitada, sosteniéndose con el sillón, excesivamente expresiva): Pensalo

mi amor, Pensalo tranquila, libre; yo te voy a apoyar en tu decisión. Decidas lo que

decidas ahí voy a estar, acompañándote, ayudándote…

JOSEFA:- (Mira atentamente a su hija con una sonrisa socarrona, denigrante; y

luego se dirige a ambas mujeres con absoluta calma y autoridad): En esta casa las

decisiones se toman bajo los preceptos “católicos apostólicos y romanos”. ¿Te

gustó tener sexo? Muy bien, eso ya no se puede volver atrás. Ahora te tiene que

gustar criar el fruto de ése placer. Esos son los preceptos. (Sentenciando): ¡Ése es

el único camino!

MECHI:- (Asombradísima): ¿Qué les pasa? ¿Por qué no escuchan? Dejen de

presumir cosas, de inventar. (A María): ¿Por qué carajo creés que a mí me va a

pasar igual que a vos? (A Josefa): ¡¿O a vos?! ¡No pueden mirar más allá de sus

narices! ¡No! Y lamentablemente las tienen muy chiquitas. Cuando van a entender

que con un hombre se puede tener algo más que hijos.

Mechi sale presurosa hacia su habitación.

MARÍA:- (Suplicante, excesivamente suplicante): ¡Mechi necesito hablar con

vos…!

Josefa de un trago se bebe el vaso de whisky que había quedado en

una mesita. María abandona el respaldo del sillón y tambaleando

intenta ir detrás de su hija.

JOSEFA:- (Con violencia contenida): ¡Te lo advertí, María! ¡Te dije que me

dejaras hablar a mí!

MARÍA:- (Sin lograr recuperar el ritmo respiratorio normal): Mi gran error fue

quedarme en esta casa.

JOSEFA:- (Altanera): Ahora me vas a venir con que la culpa es mía.

MARÍA:- (Agobiada): ¡No, mamá! ¡No lo sé! ¡Creo que la única culpable soy yo!

JOSEFA:- (En un tono de voz tal que ésta no salga de las cuatro paredes,

burlona, irónica): No tengas la menor duda. Vos te acostabas con aquél

energúmeno. Con aquél musiquito bueno para nada. Vos dejaste escapar tus

mejores candidatos por “tu amorcito”. Vos quedaste preñada a los dieciocho años.

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Page 14: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

(Aumenta su ironía al punto de lo insoportable): ¡A vos te abandonó ése bueno

para nada! ¡¡Idiota!!

Josefa sale presurosa en busca de su nieta.

María a duras penas logra mantenerse en pie. No encuentra de que

sujetarse. Daría la sensación de que ya ni ve. Abre los cajones del

cristalero, los revuelve, descontroladamente, casi con violencia; no

encuentra sus píldoras, deja todo tirado, desordenado…

MARÍA:- (Sin ocultar su odio, con hastío profundo): ¡Basta, mamá! ¡¡Basta de

herirme!! ¡¡Suficiente!! ¡Por favor, no me hieran más! ¡No me hieran más! ¡Por

favor! ¡No puedo más!

Sin dejar de hablar, desbordada, comienza a deambula

histéricamente por el lugar. No sabe si llorar o gritar… Toma la

botella de whisky, reniega para abrirla, la abre y la deja sobre la

mesa ratona. Busca un vaso y comienza a servirse,

desmesuradamente, temblorosamente… El vaso desborda, como

sus emociones, como sus palabras…

MARÍA:- ¡Suficiente, mamá! ¡Basta, mamá! ¡Yo no la quiero escuchar más! ¡No

quiero escuchar a nadie más! ¡Una mañana temprano me voy a escapar y nunca

me van a encontrar! ¡Voy a desaparecer! ¡Me voy a desintegrar! ¡Una mañana

temprano me voy a escapar y nunca me van a encontrar! ¡Estoy harta!

¡Desbordada! No sé que hacer, ni que decir, ni adonde ir, ¡¡ni dónde esconderme!!

Observa el líquido desbordar el vaso y sin atinar a dejar de sacudir la

botella para no verter más whisky sobre la mesa o el piso…

MARÍA:- ¡Una mañana temprano me voy a escapar y nunca me van a encontrar!

¡Nadie me va a encontrar! ¡¡Nadie!! ¡Suficiente, mamá! ¡Basta, mamá! ¡Ya no la

voy a escuchar más!

Se deja caer al lado de la mesa y deja caer la botella en el piso. El

whisky se derrama por los costados de la mesa ratona y comienza a

mojar el piso de la sala.

MARÍA:- (En un hilo de voz, casi suplicante): No puedo más… no puedo más…

(Con un grito casi gutural): ¡Suficiente, mamá! ¡Bastaaa!

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Page 15: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

Se abraza con ambas manos y acunándose a sí misma, casi como

una niña abandonada…

MARÍA:- ¡No puedo más…! (Casi susurrando, casi como una pequeña niña

consolándose): Una mañana temprano me voy a escapar y nunca me van a

encontrar! Nadie… nadie… nunca nadie me va a encontrar…

El apagón la sorprende acunándose….

Una hora después.

Los faroles del jardín nos permiten ver la noche a través del ventanal.

Una lámpara de pie ilumina el estar y muestra el desorden que dejó

María. Josefa, sentada entre el caos reinante, mira la noche.

Gloria vestida elegantemente se aproxima a ella.

GLORIA:- ¿Necesita algo, mamá?

JOSEFA:- Un cuerpo nuevo.

Gloria ordena un poco el lugar.

GLORIA:- ¿No se siente bien? ¿Quiere tomar una aspirina?

JOSEFA:- Lo que siento no lo puede curar una aspirina. Tengo la sensación de

que ya no conozco ni a mis propias hijas, ni a mi nieta, ni siquiera a Emilio me

parece conocer. Todos tienen reacciones extrañas, inesperadas, insólitas.

(Recién ahora observa a su hija): ¿Vas a salir?

Gloria continúa ordenando el espacio.

GLORIA:- (Dudando): Si…

JOSEFA:- Si te pregunto me vas a dar por respuesta la mentira de siempre, de

modo que no pienso preguntarte. (Luego de mirarla de arriba hacia abajo.) ¿Tú

hermana?

GLORIA:- Duerme.

MARÍA:- Estoy muy intranquila…

GLORIA:- ¿Qué la tiene tan intranquila?, ¿la llegada de su sobrino?

JOSEFA:- (La mira casi desafiante): ¡No!, qué va, ¡pobre!, en qué buen momento

elige venir… Mi nieta y María me preocupan. No hablan, ¡ladran! Ya ni me

escuchan. María está cada día peor. Hace un tiempo creía que el tratamiento que

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Page 16: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

estaba haciendo la ayudaba, pero últimamente, está peor que antes de empezarlo.

Desde hace unos días toma pastillas desaforadamente, llora por los rincones, mirá

lo que hizo aquí por una simple discusión, ¡está más trastornada que nunca! ¡Y la

nena! ¡Ay Mechi! ¿¡Qué te está pasando!?… Las cosas se están saliendo de

cauce.

GLORIA:- Sólo se sale de cauce lo que alguna vez estuvo en su cauce. Y aquí…

MARÍA:- (Hiriente): ¡Filosofía barata de una estudiante fracasada de psicología!

GLORIA:- (Levanta la vista y mira el reloj de pared. Burlonamente): Se me está

haciendo tarde, mañana por la mañana caminamos por el jardín y lo charlamos…

JOSEFA:- (Sentenciando): Que aprenda a esperar.

GLORIA:- ¿Qué cosa?

JOSEFA:- A los hombres hay que hacerlos esperar.

GLORIA:- Mamá, no quiero hablar de hombres con usted.

JOSEFA:- Sobre todo si son jóvenes. Se los debe poner ansiosos, ése es el mejor

estado en el varón: la ansiedad, la sed; el hombre joven tiene que tener el pulso

acelerado mientras espera a una mujer madura.

GLORIA:- Mamá, cuanto conocimiento…

JOSEFA:- En cambio la mujer debe aprender a manejar su ansiedad. Caso

contrario el varón sabe que domina la situación y eso hace que rápidamente

pierda su interés. Se aburra. Y entonces, salga a buscar una nueva presa, una

nueva conquista, un nuevo desafío.

GLORIA:- Con tanto conocimiento sobre las relaciones humanas no creo que le

sea difícil “encausar” a Mechi y a María…

JOSEFA:- Las tres deberían “encausarse”.

GLORIA:- Hasta mañana, mamá. (Intenta salir.)

JOSEFA:- Tu hermana y tu sobrina “atropellan” contra la dificultad, y vos,

“escapás”.

Gloria gira sobre sus pasos y enfrenta con decisión a Josefa.

GLORIA:- (Desafiante): Nunca es sencillo luchar contra las dificultades. Por eso

algunas prefieren maquillar con mentiras una historia mal cerrada.

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Page 17: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

JOSEFA:- (Redobla el desafío): No pierdas el tiempo con filosofía barata. No

corras el riesgo de hacer esperar demasiado a tu príncipe azul, tal vez, repasando

su álbum de pueblerinas deseosas, encuentre más interesante a su empleada de

confianza.

Gloria gira como para responderle, duda un instante, luego decide

“escapar” y no presentar batalla contra su madre.

GLORIA:- Hasta mañana… (Sale)

JOSEFA:- (Levantando el tono de su voz): ¡No vuelvas tarde! (Cómo para sí):

Mañana tenemos que organizar todo para la llegada de… Néstor…

Josefa apaga la luz de la lámpara de pie.

Los faroles en el jardín nos dejan con la noche, hasta que sobreviene

el apagón.

Día lunes.

La tenue luz de la madrugada se cuela por el ventanal. Las figuras de

dos mujeres se dibujan entrando por la puerta de calle.

MECHI:- (Siguiendo la conversación): Basta tía, no insistas, no tengo ganas de

hablar, no quiero…

Gloria, que lleva estoicamente una tremenda borrachera, enciende la

lámpara de pie. Deja su cartera y una bolsa de tienda sobre un sillón.

La bolsa de tienda es de papel blanco y en letras negras se puede

leer: “Tienda Miguel Ángel”.

Mechi, con pasos tambaleantes, producto de su gran borrachera,

intenta seguir sus pasos rumbo a su habitación.

GLORIA:- (Interponiéndose): ¡Mechi! Tenemos que hablar…

MECHI:- (Casi gritándole): ¡Vos no, tía! ¡Dejame en paz!

GLORIA:- (Tratando de calmarla): No levantés la voz, ¿qué pretendés?, ¡qué

aparezca tu abuela por esa puerta! (Conduce a su sobrina hasta un sillón y la

sienta en él) Ya debe estar despierta. Si es que durmió. Está realmente

preocupada por vos. (Amable, comprensiva): Yo sé que te tenemos que dejar

resolver a vos, pero, no podés pedirnos que no estemos preocupadas.

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Page 18: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

MECHI:- ¡Lo único que pido es que me dejen en paz!

GLORIA:- Habla bajo.

MECHI:- (Habla bajo y burlonamente): Lo único que pido es que me dejen en paz.

Mechi se pone de pie, como puede, intentando ir hacia su habitación.

GLORIA:- (La vuelve a sentar.) Antes vamos a hablar. (Luego de una breve

pausa.) Yo no soy la más indicada para aconsejarte pero…

MECHI:- ¡Entonces no lo hagas!

GLORIA:- Habla bajo… o mejor grito yo también así aparecen por esa puerta tú

abuela y después, mucho después, tú mamá, empastillada hasta las orejas y en

pleno delirio mañanero.

Mechi bosteza y se acurruca en el sillón.

GLORIA:- (Toma la botella de whisky y se sirve.) No te invito porque vos ya tenés

demasiado alcohol en tus venas. Pero yo lo voy a necesitar. Te voy a contar una

pequeña historia. Una historia que sólo yo sé. Y que no me la contaron los

protagonistas. Una historia de la que me enteré casualmente y que viene a cuento.

(Luego de una breve pausa.) Tu abuelo no es mi papá. Él se casó con tu abuela

cuando ella estaba embarazada.

MECHI:- Sí, ya sé, ¿y eso a qué viene?

GLORIA:- Viene a que dos de las mujeres de ésta casa cometieron el mismo error

y vos estás a tiempo de evitarlo.

MECHI:- ¿De evitar, qué? ¿Vos también venís con lo mismo? Tía, existen los

preservativos, existen las píldoras anticonceptivas, las píldoras abortivas, tengo

veintidós años y no quiero ser madre, no me interesa, no tengo el deseo, ni

siquiera sé si quiero ser madre alguna vez.

GLORIA:- ¿Entonces?, ¿a qué se debe tanta locura?, ¿qué es eso de querer

suicidarse?

MECHI:- No pensé en suicidarme. No pensé en nada. Puse en marcha el auto y

me vino una espantosa imagen. ¡Una espantosa imagen! Después gire el volante

y aceleré y aceleré hasta estrellarme…

Gloria toma una silla y se aproxima a su sobrina.

GLORIA:- ¿Qué imagen? ¿Cuál es ésa espantosa imagen?

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Page 19: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

MECHI:- Ahora no importa la imagen. (Levantando un poco la voz): ¡Lo que

importa es que no pensé en suicidarme!

GLORIA:- Baja el tono de voz. ¡Sí que importa la imagen! Seguramente te

persigue. Seguramente esa imagen te puede llevar a…

MECHI:- (Descubriendo el rol que está cumpliendo su tía, socarronamente): ¡Tía,

no pretendas hacerte la psicóloga conmigo!

GLORIA:- Es importante que hables con alguien y nosotras siempre pudimos…

MECHI:- (Tratando de desviar la conversación): Me vi vieja, grande, convertida en

ustedes. Vestida como ustedes. Haciendo lo que hacen ustedes. Ocultándome,

escondiéndome, toda mi vida. Sin poder compartir mi vida con un…

GLORIA:- (Abraza a su sobrina.) Vos no sos como nosotras. ¡No, vos, no! Vos

tenés sangre de él y él tenía alas… por eso no se dejó atrapar… No es cierto que

él se fue por vos… o por tu mamá…

MECHI:- (Cínicamente): Tenía alas tan grandes que lo llevaron tan lejos, tan lejos,

que se estrelló contra un árbol…

GLORIA:- ¿De dónde sacaste eso?

MECHI:- No importa. Hace varios años que me quiero ir. ¡Qué quiero volar!, cómo

vos decís… Y sigo acá, atrapada, cómodamente atrapada…

GLORIA:- ¡Todavía estás a tiempo! Andate a estudiar algo.

MECHI:- No entendés, tía, no entendés…

GLORIA:- ¡Sí que entiendo! La comodidad es creer ser alguien en un pequeño

pueblo y la incomodidad es creer no ser nadie en una gran ciudad.

MECHI:- Estoy cómodamente atrapada en mi propia angustia.

GLORIA:- ¿Qué es lo que te angustia tanto?

MECHI:- Todo, no sé, siento algo que me aprieta el pecho y me llena los ojos de

lágrimas que no quieren salir. Me levanto al mediodía, miro a la abuela mezclada

entre los amarillentos rosales, impartiendo instrucciones inútiles, estúpidas,

superficiales; miro al pobre Emilio deambulando por un jardín que más que un

jardín parece su cementerio privado; te miro a vos, recién levantándote con el

cuerpo magullado por el alcohol y la culpa; miro a mi mamá consumida, aterrada,

cada día más frágil, llena de miedo y de angustia; y me miro a mi misma, y la

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Page 20: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

angustia me oprime el pecho y los ojos se me nublan de lágrimas que no pueden

salir. (Breve pausa, luego mira intensamente y a los ojos a su tía): ¡No puedo

creer que mi papá nunca haya deseado verme!

GLORIA:- (Muy conmovida): Él ni sabe de tu existencia.

MECHI:- Se escapó cuando se enteró.

GLORIA:- ¡Mentira! (Mira hacia todos lados para no ser sorprendida por nadie.) Tu

“abuelita” lo echó y le prohibió a tu mamá hablar del embarazo con él.

MECHI:- No, tía, no fue así…

GLORIA:- Sí, Mechi, fue así. Yo estaba presente. Ya te lo dije hace varios años.

Tu papá nunca te hubiera abandonado si hubiera sabido de tu existencia. Ya lo

hablamos claramente aquella noche. ¿Por qué elegís creerles a ellas?

MECHI:- ¡Aquella noche! Tía, aquella noche fue hace casi diez años, ¡cerca de

diez años…!

GLORIA:- (Tratando de justificarse y de tapar su culpa): Yo no estuve viviendo

acá. Y desde que volví nunca salió el tema. Nunca más salió…

MECHI:- ¡Mentira! El verano pasado, la abuela volvió a hacer referencia, volvió a

hablar del tema: escuchábamos la radio, de casualidad, nunca estaba prendida

cuando tomábamos mate al atardecer, pero ese día sí, y pusieron un vals muy

antiguo donde se escuchaban acordeones y ella se burlo…

GLORIA:- (Justificándose): ¡Y yo apagué la radio!

MECHI:- Pero no dijiste nada, No le dijiste a la abuela que dejara de mentir, no le

dijiste nada.

GLORIA:- Mechi, Mechi… Conocés bien a tu abuela. De qué hubiera servido

contradecirla, tirar por tierra todas sus mentiras ¿de qué hubiera servido?…

MECHI:- ¡A mí me hubiera servido!

GLORIA:- A vos sólo te sirve la historia que querés creer. Y la historia que querés

creer no te hace bien. Tú papá no era alcohólico, tú papá no era violento, no era

mujeriego, no era un vago… Tú papá se tuvo que ir porque en el pueblo lo

echaron sin causas del trabajo que le permitía “comer”. ¡También lo echaron de la

orquesta que le permitía “vivir”! ¿A qué no sabés quien hizo uso de sus influencias

para lograr todo eso?

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Page 21: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

MECHI:- Nunca me hablaste con tanta claridad.

GLORIA:- ¡Sí, te lo había contado claramente! ¡Hasta me ofrecí a ayudarte a

buscarlo! ¡Sin tener la menor idea de por donde empezar la búsqueda! ¿Te lo

ofrecí o no te lo ofrecí? (La gestualidad de Mechi no necesita palabras.)

¿Entonces? No elijas creer la historia que te hace daño. ¡Yo siempre te hablé de

él! Sólo yo te hablé de él. Tu mamá, pobre, su falta de agallas no le permite hacer

otra cosa con su triste vida. Mi amor, esta no es tu primera y única crisis. Pero

nunca antes, habías jugado “con tu vida” con tanta claridad.

Mechi quiere llorar, hace esfuerzos sobrehumanos para hacerlo.

Todo su cuerpo se contorsiona, se convulsiona, pero las lágrimas

son tan amargas y pesadas que no quieren salir. El profundo dolor le

parte el cuerpo, le estrangula la garganta. Gloria abraza tiernamente

a su sobrina, intenta que su abrazo y sus caricias sean facilitadoras,

pero el llanto no brota, se atraviesa en la garganta de Mechi al punto

de cortarle la respiración.

GLORIA:- (Tiernamente): Mechi, mí querida Mechi. Hace bien llorar. Las lágrimas

son como ríos caudalosos que arrastran el dolor. Llorá, por favor, llorá… (Con

curiosidad y tratando de alejar a Mechi de la angustia): ¿Cómo supiste lo mío?

MECHI:- (Casi sin aliento): ¿Qué cosa?

GLORIA:- Bueno, eso de que no soy la hija de… (La gestualidad de Mechi lo dice

todo.) A mí nunca me lo dijo, nunca fue capaz de contarme la verdad… Pero, ¿por

qué a vos?

Se escuchan ruidos en el interior de la casa. Las dos mujeres se

sobresaltan. Gloria levanta a su sobrina y casi protegiéndola la

conducirá hacia la puerta que da al interior de la casa, sin perder

nunca de vista los ruidos y los movimientos que provienen desde el

interior de la casa.

GLORIA:- Es ella. Es mejor que te vayas a tu habitación. Me parece que es

tiempo de que la verdad atraviese el cerco de amarillentos rosales. Hoy puede ser

ése día. Andá a acostarte. Descansá. Yo después voy para tu pieza. (Le da la

bolsa de la tienda.) Tomá, guardá esto y después me la das.

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Page 22: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

MECHI:- (Sin tomar la bolsa.) ¿Qué es?

GLORIA:- Sábanas azules, para Néstor.

MECHI:- (Cómplice, hasta con una sonrisa pícara, muy a pesar de la angustia):

¿Dónde las compraste? Un domingo está todo cerrado…

GLORIA:- (Con sonrisa cómplice): Llevala y después me la das. No quiero que

tu…

MECHI:- ¿Por qué no venís conmigo? No quiero estar sola.

GLORIA:- Date una ducha. Cuando terminés de bañarte, ni bien te acuestes, yo

ya voy a estar en tu pieza. Si querés dormimos juntas. Ahora necesito tomarme

otro whisky, antes de que ella llegue. Andá, esperame, y dormimos juntitas, como

cuando eras una “nenita”, ¿dale?, andá...

MECHI:- ¿Vas a cumplir tu promesa?

GLORIA:- Sí, mi amor, sí…

MECHI:- Te espero, tía.

Mechi sale sin dudarlo y llevando la bolsa en su mano.

GLORIA:- Esperame, mi amor…

Los ruidos del interior de la casa se escuchan con mayor nitidez.

Gloria se sirve un buen vaso de whisky y se lo bebe casi de un trago.

Los pasos de Josefa se escuchan cada vez más cerca.

Seguidamente el reloj cucú da las ocho. La luz del día ilumina el

estar. Los gritos de Josefa provenientes desde el corredor irrumpen

el momento:

JOSEFA:- (Desde el off): ¡Vamos, María, vamos! Tenemos mucho por hacer.

Mañana llega Néstor y todavía no organizamos nada.

Josefa aparece en el estar vestida como para ir al pueblo y por un

instante se queda mirando a Gloria.

JOSEFA:- (Sorprendida): ¿Y vos? ¿Todavía no te acostaste?

GLORIA:- No, mamá, necesito hablar con usted.

JOSEFA:- Después, después, ahora con María nos vamos hasta el mercado.

(Comienza a buscar algo por el lugar.) Hay que surtir la despensa. Está

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Page 23: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

prácticamente vacía. Mañana tendremos un hombre en ésta casa y todas

sabemos lo que devora un hombre.

GLORIA:- Lo mío es muy breve, habremos terminado de hablar antes de que

María encuentre sus píldoras…

JOSEFA:- ¿No viste mi paraguas? No está anunciada lluvia, pero, en esta época

del año nunca se sabe. El viernes fui a la peluquería y no quiero que se me arruine

el pelo. (Va hacia la puerta y grita hacia el pasillo): ¡María, vamos, apurate! (A

Gloria): ¿Éste es el celular de Mechi? (Gloria asiente con su cabeza.) Me lo llevo y

le traigo uno nuevo. Parece que éste ya no funciona. Me lo llevo por lo del chip y

eso… (Grita nuevamente hacia el corredor): ¡María, vamos!

GLORIA:- Mamá, ¿no cree que ya es tiempo de quitarle el maquillaje a su

historia?

JOSEFA:- (Olfateando el vaso que Gloria dejó sobre la mesita, sarcásticamente):

¿El whisky te hace filosofar?

GLORIA:- Puede ser…

JOSEFA:- (Cortante): Entonces búscate otro interlocutor que yo no tengo tiempo

para perder. (Va hacia el corredor y gritando): ¡María! ¡Apurate que tenemos

mucho para hacer!

GLORIA:- No se da cuenta que sus mentiras están haciendo cada día más daño.

JOSEFA:- ¿No viste mi paraguas? (Va hacia el corredor y gritando): ¡María dónde

pusiste mi paraguas!

GLORIA:- Mamá, ¡puede dejar de dar vueltas!

JOSEFA:- (Subestimándola y restándole importancia a su hija): Gloria, ¡a vos,

todo te da vueltas! (La toma de un brazo y luego la empuja hacia el interior de la

casa.) Mejor andá a dormir tu borrachera y después a la tarde: “caminando por el

jardín filosofamos”.

Aparece María.

JOSEFA:- ¡Por fin! Vamos, nena, que tenemos mucho que hacer.

María está aturdida, cómo despertada antes de tiempo.

MARÍA:- (Mira a Gloria): Hasta luego, ¡buen día!, hasta luego.

María sale detrás de su madre.

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Page 24: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

JOSEFA:- (Desde off): Al final me voy sin el paraguas, espero que no se le de por

llover…

Gloria atontada, aturdida, intenta sostenerse sobre sus endebles

piernas y su acción es seguida por el apagón.

Cerca del mediodía.

Josefa tratando de organizar todo le da órdenes a María; quien va y

viene, sale y entra desde el jardín, siguiendo las disposiciones de su

madre. María obedece, pero no de buena gana; se la ve pensativa,

inquieta, ensimismada en algún pensamiento.

JOSEFA:- (A María): ¿Llevaste las toallas?

MARÍA:- (Entrando): No, mamá. ¿Cuáles llevo?

JOSEFA:- Las blancas. Lleva una de mano y un toallón. ¿Tú hermana?

MARÍA:- Debe estar durmiendo.

JOSEFA:- Podría ayudar un poco. Aunque no sé. Creo que hacemos todo más

rápido y ordenado si lo hacemos nosotras dos. Fijate si todavía duerme.

María sale hacia el interior de la casa. Josefa mira por el ventanal.

JOSEFA:- (Amorosa, tierna): ¡Hay Emilio, que viejo te estás poniendo! Todo lo

haces con tanta lentitud. Tan perezosamente. A veces tengo la sensación de que

no vas a llegar a donde te proponés ir. Parece como si tus piernas no quisieran

llevarte.

Reaparece María trayendo una almohada y las toallas.

MARÍA:- ¿Me hablaba, mamá?

JOSEFA:- (Recomponiéndose): ¿¡Eh!? No, no. ¿Tú hermana?

MARÍA:- En su pieza no está. ¿Sábanas?

JOSEFA:- (Tratándola mal): ¿¡Qué pasa con las sábanas!?

JOSEFA:- ¿Qué sábanas llevo?

MARÍA:- ¡Qué sé yo! Pedile unas a Emilio.

María sale hacia el jardín y se la ve cruzar a través del ventanal.

JOSEFA:- Qué raro. Dónde se habrá metido esa mujer. Se la veía bastante ebria.

Estaba absolutamente segura que estaría durmiendo la mona. Qué habrá pasado

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Page 25: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

anoche mientras yo dormía. ¡Es increíble! Ya no voy a poder ni dormir. (Mirando

por el ventanal. Tiernamente): ¿No te podés convencer Emilio? Sin embargo, yo

tengo razón. ¡Ay Emilio! ¡Mirá que sos un cabeza dura!

A través del ventanal se la ve regresar a María.

MARÍA:- (Entrando.) Mamá, ¿le pediste a Emilio que barnizara la mesita de luz?

JOSEFA:- Y el cabezal de la cama.

MARÍA:- No sé si hice bien, le sugerí que los llevara al taller. Se van a secar más

rápido y no van a dejar tanto olor dentro de la pieza.

JOSEFA:- Lo mismo le había dicho yo. (Tiernamente): ¡Éste Emilio! No sólo las

piernas ya no lo llevan. Los oídos tampoco le funcionan bien.

MARÍA:- (Dubitativa, insegura): ¿Puedo hacerte una pregunta?

JOSEFA:- Que querés preguntar…

MARÍA:- ¿Por qué Néstor va a dormir en la casita de Emilio?

JOSEFA:- (Muy segura): Porque aquí no hay lugar.

MARÍA:- (Con temor): Está la habitación de huéspedes.

JOSEFA:- Hace años que no se ocupa. Tiene humedad.

MARÍA:- Yo ya se la había preparado. Sólo faltaba comprar unas sábanas… La

pieza que le está dejando Emilio es bastante más precaria y tiene…

JOSEFA:- (Cortante): Es mejor que estén entre hombres. Néstor la va a pasar

mejor con Emilio que con nosotras. Creo que es mejor así.

MARÍA:- Es tu sobrino nieto, hay que hacerlo sentir cómodo…

JOSEFA:- Eso depende de todas nosotras y más aún de Mechi. Ya que él sólo

tiene tres años más que ella. En su carta decía que estaba recién recibido de

Agrónomo o algo así.

MARÍA:- ¿Se quedará por mucho tiempo?

JOSEFA:- No lo sé. Veremos. Necesita trabajar y aquí trabajo es lo que sobra. Tal

vez se pueda ocupar del campo. Emilio necesita ayuda… Veremos…

María se queda de pie, sin hacer nada, quiere decirle algo a su

madre pero no se atreve.

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Page 26: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

JOSEFA:- ¡Qué te quedás ahí parada como una estatua! ¿Ya ordenaste la pieza?

¿Llevaste todo? Si terminaste con la pieza andá a ordenar la despensa que

quedaron cosas tiradas por cualquier parte.

MARÍA:- (Toma aire profundamente y luego mira nerviosamente a su madre. Muy

titubeante): Me voy mamá.

JOSEFA:- Está bien. Andá a ordenar la despensa.

María transpira producto de su estado de inquietud, de su ansiedad,

las palabras casi no le salen, todo su cuerpo tiembla como una hoja

de papel al viento.

MARÍA:- (Apoyándose en el respaldo de un sillón) Me voy a vivir a la ciudad.

JOSEFA:- (Subestimando la idea de su hija): ¡Qué estupidez estás diciendo!

MARÍA:- (Las palabras salen a borbotones, incontrolables): Hace tiempo que

debería haberlo hecho. Recién hable con Hugo y él quiere que vivamos juntos.

JOSEFA:- ¿Con quién? ¿¡Con quién!?

MARÍA:- (Sin detenerse y sin mirar a su madre): Con Hugo, mamá. Hace unos

meses, mejor dicho, unos años, dos años… en la misma época en que comencé

con el tratamiento… nos reencontramos… Todas las veces que voy…

Josefa no puede contener un frenético ataque de risa. El estado

emocional de María se resquebraja aún más producto de las risas de

su madre.

JOSEFA:- (Entre carcajadas): ¡Ah, no! ¡Ahora le ponemos música a la tragedia!

¡Lo único que faltaba! Esto sí que es una verdadera locura. (Sin ocultar su

desmedido odio): ¡Después de lo que te hizo!

MARÍA:- (Defendiéndolo): ¡Él no me hizo nada! Si yo le hubiera dicho…

JOSEFA:- Vos sí que estás totalmente loca. Sos una pobre desgraciada. ¡Una

estúpida!

MARÍA:- (Para no desmoronarse se aferra al respaldo del sillón. Su voz se

resquebraja, su vista se nubla, su respiración es entrecortada, pero está decidida

a enfrentarla): ¡Hugo no me hizo nada, fuiste vos que…!

JOSEFA:- (Entre carcajadas y cada vez más burlonamente): ¡Ahora la culpa es

mía!

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Page 27: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

MARÍA:- (Con decisión): No solamente tuya, mía también; por ser tan cobarde,

por no haber tenido agallas y haberme escapado con él: La culpa también es mía

por ser… tan cómodamente cobarde.

JOSEFA:- (Violenta, seca, hiriente): La culpa es sólo tuya. Por haberte acostado

con un don nadie. ¡Será posible que ninguna sea capaz de asumir sus

responsabilidades en esta casa! ¡Será posible!

MARÍA:- (Las palabras le salen a borbotones, entre lágrimas y temblores): ¡Me

voy, mamá! Hace un tiempo que quiero hablar con vos y con Mechi y con Gloria.

¡Pero a mí nadie me escucha! ¡Nunca se me escucha! Se me trata como a una

tarada y no soy ninguna tarada. ¡Me voy con el hombre que amo!

En el marco de la puerta que conduce al interior de la casa aparece

Mechi. Ella no es vista ni por su abuela ni por su mamá. Está recién

levantada, toda despeinada, y lleva puesto un pijama.

MARÍA:- Él está desesperado por conocer a Mechi. Por estar con ella…

JOSEFA:- ¿¡Le contaste!?

MARÍA:- Al principio no, pero, después, la terapeuta… y él quiere conocerla…

estuvo a punto de venirse…

MECHI:- ¡No lo puedo creer! ¡Son dos aberraciones! ¡La tía tiene razón! ¡No lo

puedo creer! ¡Mamá, sos un monstruo!

Mechi va hacia el sillón donde supuestamente había dejado su

celular. No lo encuentra. Busca por todas partes, con desesperación

y desordenándolo todo. Josefa y María la miran sin saber ni qué

hacer ni qué decir.

MARÍA:- (Suplicante): Perdón, mi amor…

MECHI:- (Sigue buscando): ¿Cuánto hace que le dijiste a mi papá que yo existía?

MARÍA:- Hace unos días…

MECHI:- ¡A él también le mentiste!

MARÍA:- Tenía miedo.

MECHI:- ¿Dónde carajo está mi celular? ¿Dónde mierda lo dejé? ¡Metieron una

imagen falsa en mi cabeza! ¡Monstruos!

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Page 28: Dentro de un círculo de amarillentos rosales final

Josefa, sin palabras, estirando su mano le da el celular nuevo, el que

compró para Mechi. María, tal vez por no saber qué hacer, ordena lo

que Mechi desordenó. Gloria, desalineada, aparece y se queda

observando desde el marco de la puerta.

MECHI:- ¿Y esto? ¿Qué mierda me das?

JOSEFA:- (Por primera vez, titubeante, insegura): Lo compré para vos…

MECHI:- ¿¡Quién te pidió que lo hicieras!?

JOSEFA:- (Muy insegura): Vos, mi amor…

MECHI:- (Enciende el celular y chequea mensajes.) ¿Mi amor? ¿Cómo te atrevés

a poner una palabra tan noble, tan pura, en tu sucia boca? ¡Me mentiste durante

veintidós años! ¿¡A eso le llamás amor!? Abuela: ¿¡eso es amor!? Mamá: ¿¡eso es

amor!? Me robaron a mi papá. Y me hablan de amor. (Burlonamente): ¡Perdón, mi

amor! ¡Te lo compré para vos mi amor! (Seca, áspera): Usan la palabra amor sin

conocer lo que hay adentro de la palabra: amor.

Se produce una breve y cargada pausa. Mechi mira a su abuela

fijamente. Josefa no puede sostenerle la mirada y baja

ostensiblemente su cabeza. Mechi busca los ojos de su madre.

María, sosteniendo su mirada, con los ojos llenos de lágrimas y el

corazón tapado por la culpa, mira suplicante a su hija.

MECHI:- (Con profundo dolor): ¡Son dos verdaderos monstruos! ¡Qué pena! Todo

podría haber sido tan diferente… ¡Qué pena, qué lástima, no pueden amar! No

pueden hacerlo, están bloqueadas, tienen hielo en el corazón, ¡témpanos en las

venas!

María a duras penas logra mantenerse en pie. Josefa está

paralizada, como nunca, no sabe qué hacer. Mechi, descubre a

Gloria, se queda por un segundo mirando a su tía, y luego, se

dispone a salir en el preciso instante en que suena el celular.

MECHI:- (Se detiene y atiende, sin darse cuenta, casi automáticamente): ¡Hola!

¿Qué Néstor? ¡Ah, sí! ¡Bien, bien! ¿Vos, cómo estás? Bueno… Chau.

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Mechi camina hacia la puerta del corredor. Se detiene por un

segundo, mira a su tía. En el preciso instante en que le acaricia un

brazo a Gloria comienza a llorar de forma incontenible.

MECHI:- (Sin contener sus lágrimas): ¡Néstor no viene! (Sale)

Se produce una tensa y agobiante pausa. Luego de unos segundos,

Gloria, va lentamente hacia María y la toma de los hombros.

MARÍA:- (Con el corazón en la mano): ¿Qué hice? ¿Cómo pude? ¿Cómo pude

hacer tanto daño?

María, con lágrimas en sus ojos, mira a su hermana. Tambaleante e

insegura, dejándose llevar por Gloria, sale detrás de su hija.

JOSEFA:- ¿Cómo que no viene? Después de todos los preparativos…

Josefa queda sola, paralizada, mirando el jardín y sobreviene el

apagón.

Mediados de Junio.

La luz de la tarde se cuela por el ventanal y arroja diversos colores

en el estar.

Josefa toma el té.

Perdió su solidez, su seguridad; ahora su carácter y su estado

anímico se parecen en mucho al de María en escenas anteriores.

Mira hacia todos lados, disimuladamente abre el cajón de la mesa

ratona que contiene los portarretratos, lo revuelve frenéticamente

buscando algo y luego, saca un frasco con píldoras. Excitada extrae

dos, mira hacia todos lados y al ver que no es vista por nadie, se las

toma. Esconde nuevamente el frasco y cierra el cajón con violencia.

Aparece Gloria, viste elegantemente y trae consigo un bolso de viaje.

Extrae de su cartera un sobre, intenta dárselo a Josefa en mano.

GLORIA:- Una carta de Néstor… Explicando los motivos…

Gloría insiste en querer darle la carta a Josefa. Josefa mira hacia el

ventanal, haciendo caso omiso a su hija.

GLORIA:- Encontró trabajo, eso le impidió venir. Tal vez para el verano…

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Gloria deja la carta sobre la mesa ratona en dónde está servido el té.

JOSEFA:- (Sin dejar de mirar hacia el jardín y con los ojos llenos de lágrimas.)

Hace cómo una semana que le vengo diciendo que no son pulgones.

GLORIA:- ¿Qué cosa?

JOSEFA:- (Ahora nerviosa, fría, distante): A Emilio, hace días que le vengo

diciendo que no son pulgones y el dale y dale, como si yo no existiera, como si

nunca le hubiera hablado, sigue fumigando para matar pulgones. (Llorando.) Los

reveses de las hojas están amarillentos. ¡No es pulgón! No hay pintitas. Es un

parásito: la araña roja, puede ser. Y él insiste, insiste. Cada día más cabeza dura.

¡No cambia más!

GLORIA:- Está viejo. A esa edad ya es difícil cambiar…

JOSEFA:- (Saboreando su té. Cambiando radicalmente de tema): Sería bueno

conseguir té en hebras. (Exageradamente enojada): ¡En éste maldito pueblo ni

eso se consigue! Estoy segura de que tiene otro aroma, otro sabor. ¡Estoy harta

del té en saquitos! El otro día en una revista, una que tengo por ahí, leía que

mezclan las mejores hebras de té con ingredientes naturales. ¿Sabés lo que son

ingredientes naturales? (Sin esperar ninguna respuesta de su hija, comienza a

explicarle como una maestra a una pequeña alumna): Mezclan las hebras con

especias y frutos de la Patagonia y del Litoral y así logran aromas y sabores

delicados. ¡Eso debe ser tomar un buen té! ¡No esto! (Enojada): ¡Estoy harta de

los saquitos!

GLORIA:- Voy para la ciudad. Si quiere, compro.

JOSEFA:- (Distante, seca): Te vas a olvidar. Seguro que te olvidás. Si querés te lo

doy todo anotado. ¡Eso, eso! Mejor te lo doy anotado, te hago una listita…

Josefa abre el cajón de la mesita ratona, lo revuelve nerviosamente y

extrae papel y lápiz. Cierra el cajón con violencia.

JOSEFA:- (Escribiendo): Hebras de té saborizadas. ¡Fijate bien, comprá la mejor

marca, no escatimes en gastos! Si conseguís el de la de la revista…

Josefa va hacia el revistero, revuelve frenéticamente todas las

revistas elige una y las demás quedan tiradas, desordenadas.

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JOSEFA:- (Dándole la revista): ¡Ahí vas a encontrar la publicidad! ¡Exigí que sea

ésa marca! ¡Revolvé toda la ciudad hasta encontrarla! También sería bueno

conseguir azúcar en terrones. (Llora desconsoladamente): ¡Qué rica qué es el

azúcar en terrones! ¡Comprá varias cajas! Creo que viene en cajas. (Deja de

llorar.) Pasá por un vivero y consigue un insecticida para fumigar los rosales.

Acordate que no son pulgones. Los reveses están amarillentos. Explicale bien al

del vivero. ¡Mejor, esperá!, esperá un segundo…

Josefa se pone de pie y rápidamente sale hacia el jardín se la ve

desaparecer y aparecer velozmente, casi corriendo.

Gloria la miró irse, miró la revista que tiene en su mano, y ve regresar

a su madre en un estado emocional irreconocible.

Josefa trae consigo hojas del rosal y las tijeras de podar.

JOSEFA:- (Le muestra las hojas.) ¡Mirá, fijate bien! ¡Están amarillentas! ¡Estoy

segura, absolutamente segura, que son arañas rojas! Insecticida para combatir

ácaros. ¡Eso! ¡Eso es lo que necesitamos! Eso es lo que tenés que conseguir.

Insecticida para combatir parásitos. ¡Son parásitos! ¡Hay que eliminar a los

parásitos!

GLORIA:- ¿Por qué no viene conmigo y usted misma elije todo?

Josefa por un segundo duda. Gloria la mira fijamente a los ojos.

Ambas se miran fijamente a los ojos.

GLORIA:- María y Mechi se van a poner muy contentas.

Josefa le da las hojas a Gloria. Con pasos inseguros va hacia la

mesa ratona, toma la lista y se la extiende a Gloria. Luego se deja

caer en la silla con las tijeras de podar entre sus manos.

Gloria guarda la lista, las hojas y la revista. Por unos segundos se

queda observando a su madre. Duda. Tal vez, “queriendo” verla más

tranquila, sale.

Josefa mira a su alrededor se ve sola. Su estado nervioso está muy

alterado. Su excitación es casi incontrolable. Mira hacia el jardín y se

queda extasiada por unos instantes.

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JOSEFA:- (Luego, muy perturbada): ¡No, Emilio! ¡Ya lo discutimos durante todo la

semana! ¡No son pulgones! ¡No son pulgones!

Josefa, fuera de sí, se pone de pie. Aferra con ambas manos las

tijeras de podar y mira amenazante a Emilio.

JOSEFA:- (Le grita desaforadamente): ¡Basta Emilio! ¡Basta! ¡No vas a entrar más

al jardín! Cada día vas a estar más lejos de la casa. ¡Basta, Emilio! ¡No son

pulgones! ¡Fuera del jardín! ¡Fuera del jardín! (Con pasos inseguros se encamina

hacia la puerta.) ¡No te quiero cerca de mí casa! ¡Fuera!

Josefa es sorprendida por el apagón final.

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