cultura política

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180 Cultura política: el estado del arte contemporáneo Sumario Introducción. El estado del arte en cultura política. El legado de Almond y Verba. La cultura política en la investigación interpretativa. Conclusiones. Resumen El concepto de cultura política, que nace como tal en los años sesenta, ha venido variando desde entonces en muy diversos grados, generando un arduo y a veces infructuoso debate entre politólogos, sociólogos y hasta antropólogos. El propósito de este ensayo es incursionar en el debate desde dos perspectivas teóricas aparentemente opuestas: la sociología interpretativa, que busca entender los significados y códigos de la acción social, y los más recientes aportes de la política comparada que buscan explicar el cambio de valores y actitudes políticas en las sociedades actuales. Palabras clave: Cultura política, participación política, política comparada, acción social, significados. Abstract Although the concept of political culture was born in the 60s, its content has been varying in different scale since, and has produced a difficult and quite often pointless argument among political scientists, sociologists and even anthropologists. The purpose of this essay is to enter into debate from two apparently conflicting theoretical perspectives: the interpretative sociology, which seek out the meaning and codifications of the social action; and the more recent comparative politics advances, which attempt to explain the values and political attitudes change in contemporary societies. Key words: Political culture, political participation, comparative politics, social action, meanings. Artículo: recibido, septiembre de 2002; aprobado, octubre de 2002 Leticia Heras Gómez: Universidad Autónoma del Estado de México - Centro de Estudios de la Universidad

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Cultura Política

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Cultura política: el estado del artecontemporáneo

SumarioIntroducción. El estado del arte en cultura política. El legado de Almond yVerba. La cultura política en la investigación interpretativa. Conclusiones.

ResumenEl concepto de cultura política, que nace como tal en los años sesenta, havenido variando desde entonces en muy diversos grados, generando unarduo y a veces infructuoso debate entre politólogos, sociólogos y hastaantropólogos. El propósito de este ensayo es incursionar en el debate desdedos perspectivas teóricas aparentemente opuestas: la sociologíainterpretativa, que busca entender los significados y códigos de la acciónsocial, y los más recientes aportes de la política comparada que buscanexplicar el cambio de valores y actitudes políticas en las sociedadesactuales.

Palabras clave: Cultura política, participación política, política comparada,acción social, significados.

AbstractAlthough the concept of political culture was born in the 60s, its contenthas been varying in different scale since, and has produced a difficult andquite often pointless argument among political scientists, sociologists andeven anthropologists. The purpose of this essay is to enter into debate fromtwo apparently conflicting theoretical perspectives: the interpretativesociology, which seek out the meaning and codifications of the social action;and the more recent comparative politics advances, which attempt to explainthe values and political attitudes change in contemporary societies.

Key words: Political culture, political participation, comparative politics,social action, meanings.

Artículo: recibido, septiembre de 2002; aprobado, octubre de 2002

Leticia Heras Gómez: Universidad Autónoma del Estado de México - Centrode Estudios de la Universidad

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Introducción

Llevar a cabo una revisión conceptual de la cultura política demanda, enprimer lugar, un gran esfuerzo de síntesis. La cantidad y calidad de losmateriales que han contribuido al estado del arte actual es enorme. Unestudioso señalaba en 1990 que había “... entre 35 y 40 libros cuyo temacentral era la cultura política, tanto en términos teóricos, como empíricos;que había alrededor de 100 artículos dedicados al tema en revistasespecializadas; y más de 1.000 citas en la literatura correspondiente”(Almond, 1990:143).

En segundo lugar, realizar dicha revisión carecería de sentido si ello notuviese un propósito específico. Por ello, intentamos en este ensayo unaaproximación teórica que nos permita entender, analizar y explicar lacultura política contemporánea y tener la posibilidad de acudir a sucontenido conceptual al momento de estudiar la cultura política de unestado o grupo social en particular.

La primera parte de este ensayo es una revisión de la corriente inicial delestudio de la cultura política, empezada por G. Almond y continuada porla corriente de la política comparada. En ésta dominan los estudioseuropeos y norteamericanos. En la segunda parte se revisa la contraparteconceptual que está constituida por una crítica a ésta desde la sociologíainterpretativa y que presenta un enfoque distinto de cultura política.Intentamos integrar dos enfoques conceptuales aparentementeirreconciliables: la interpretativa y la comparatista en su versión másreciente.1

La idea central es que mediante la recuperación del bagaje derepresentaciones, símbolos e instituciones de una sociedad, estudiadaspor la sociología interpretativa, es posible establecer las bases o raíces de

1 Almond señala, además de estas dos, una línea psicológica dentro de la tradición del estudio de la cultura política, representada porWallas, G; Lippman, W; McDougall y otros (Almond, G. 1990). No obstante su importancia, esa línea de análisis no será revisada eneste ensayo.

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la cultura política; pero que ello no es suficientepara explicar las cotidianas percepciones yactitudes de la sociedad hacia la política. Paraello se requiere el estudio comparativo yestadístico, como el que se plantea desde lapolítica comparada. Con ambos, eventualmentepodremos tener una visión general de la formaen que se percibe y se actúa en términos de lopolítico en una sociedad determinada.

El estado del arte en cultura política

El estudio de la cultura política ha sido un temalargamente abordado por politólogos desde laaparición en 1963 del libro The Civic Culture(Almond, G. and Verba, S.). La sugerente ideade analizar el comportamiento político engrandes núcleos de la población (Behaviouralanalysis), utilizando técnicas cuantitativas,enraizó en buena parte de las escuelasdominantes de ciencia política de los añossesenta y setenta, llegando a formar todo unprograma de investigación especialmente en losEstados Unidos. Sin embargo, dicha aproxi-mación resultó en el mediano plazo amplia-mente cuestionada, en especial por sociólogosy antropólogos que la consideraban parte de unmodelo occidental de orientación norteame-ricana capitalista y democrático-liberal einsistían en reubicar el estudio de la culturapolítica dentro del amplio campo de los valores,significados e instituciones de la cultura general.

Este debate dio origen a nuevos enfoques deciencia política cada vez más sofisticadoscualitativa y cuantitativamente que ahoraintentaban explicar no sólo el comportamientopolítico en la sociedad, sino que empezaban aabarcar todo el espectro del cambio político enéstas. Así surgen, entre otros, los estudios dePolítica Comparada que hoy en día constituyenun campo teórico de gran consenso en losmedios académicos. Autores como R. Inglehart,de la Universidad de Michigan; L. Diamond, dela John Hopkins University; J. Gibbins, apoyadopor el European Consortium for PoliticalResearch, y S. Welch y otros, forman ya ungrupo académico con importantes avances enel nuevo enfoque de la cultura y participaciónpolítica de las sociedades contemporáneas. Peroveamos más de cerca las primeras propuestas,

para ofrecer un mejor balance de la situaciónactual.

El legado de Almond y Verba

Una buena parte de la investigación que hastala última década del siglo XX se llevó a cabo enrelación con el tema de la cultura política sellevó a cabo a partir de la obra de G. Almond yS. Verba, Civic Culture (1963). Tanto sus críticoscomo sus apologistas dedicaron variosvolúmenes a analizar una que fue, sin duda, laobra pionera de la política comparada. Ha sidocatalogada como la obra clásica y más influyenteen el tratamiento de la cultura política(Chilcote,1994). Sin embargo, cuatro décadasdespués ha sido ampliamente superada.Conviene detenerse un poco en esta obra parasustentar mejor el análisis.

Situada dentro de la perspectiva de la nacientepolítica comparada, la obra consistió en unestudio sobre las actitudes de la población haciasus respectivos sistemas políticos. Los paísessujetos de análisis fueron Estados Unidos, GranBretaña, Alemania, Italia y México. Se eligió unamuestra de 1.000 habitantes en cada uno deellos, con el objeto de aplicar un detalladocuestionario que intentaba abarcar tresaspectos de dichas actitudes: los conocimientossobre el tema político, la identificación delindividuo con su sistema político y la evaluaciónsobre éste; es decir, una dimensión cognoscitiva,una afectiva y una evaluativa. El estudioconsidera al sistema político como el lugar endonde se lleva a cabo la asignación autoritariade valores (Easton, 1965) y se reconoce como elcentro receptor de demandas (inputs) y de dondeemanan las respuestas (outputs). Pretendeestablecer una imagen-objetivo de democraciafrente a la cual se establece la comparaciónentre países.

La idea que guía todo el estudio es buscar enqué medida la cultura cívica-política posibilitael desarrollo de la democracia en un país, perosobre todo tiende a procurar su estabilidad. Deeste modo, Almond y Verba presentan tres tiposde cultura política: parroquial, de súbdito yparticipativa, e incluyen su posible combina-ción. Finalmente, entienden que el manteni-

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miento del sistema político democrático estásoportado en el desarrollo concreto de la culturacívica. En otras palabras, la cultura cívica eraconsiderada como aquella que exige de losciudadanos una participación activa dentro delsistema político, basándose en un cálculoracional e informado y no emocional.

En el estudio se examinan las distintasorientaciones de los individuos hacia lasestructuras y procesos políticos en el planocuantitativo, pero con escasos apuntes sobrelos orígenes o la sustancia de la acción política,es decir, no se trató de un análisis valorativo nicualitativo. Un estudio como éste último, segúnpalabras de los propios autores: “Tendría querelacionar sistemáticamente tipos de orien-taciones de acción política con tipos deestructura social y valores culturales, lo mismoque con los procesos de socialización, con loscuales están relacionados” (Almond,1970:46).No fue ese el caso de Civic Culture, cuyaambición central no era de orden valorativo.

La obra intenta un acercamiento a cinconaciones a partir de una particular idea decultura, de política y de democracia, pero lo queen dicha obra se desarrolla es específicamentela variable educativa, a través de un enfoquemás afín, la psicología, que a la antropología osociología.

Los autores de Civic Culture, al trabajar losconceptos, tuvieron que especificar suscontenidos, dentro de los cuales se presenta lavariable educativa como la de mayorimportancia en la formación de la culturapolítica. Así, llegan a la siguiente definición decultura política: “La cultura política de unanación consiste en la particular distribución delas pautas de orientación hacia objetos políticosentre los miembros de dicha nación”(Almond,1970:31).

Más adelante, Almond y otros autores llevan acabo una revisión de la investigación inicial. EnThe Political Culture Revisited (1980) sereconocen algunas de las debilidades de laprimera, pero concluye que lo importante fue elcomienzo de una metodología de investigaciónen el ámbito de la ciencia política, en particular

el desarrollo de la técnica de encuestas. Lo cuales cierto. A partir de esta obra, se difundieronampliamente las posibilidades de aplicación dedicho método a la investigación de losfenómenos políticos, cuya creciente complejidadrebasaba las teorías existentes. A propósito,Almond dice: “Ahora era posible establecer siexistían marcas nacionales distintivas ycaracteres nacionales; si, y en qué medida ygrado, se dividían las naciones en subculturasdistintivas; si las clases sociales, los gruposfuncionales y las élites específicas teníanorientaciones distintivas hacia la política y lapolítica pública y el papel que jugaban losagentes de socialización en el desarrollo de estasorientaciones” (Almond,1980: 27).

Sin embargo, y a pesar de un importantedesarrollo ulterior en esta línea metodológica,no se llegó a tanto. Lo que sí debe reconocersees que fue el punto de partida de la preocu-pación sobre la cultura política, no solamentedentro del campo de la ciencia política sinodesde el más amplio de la ciencia social.

Desde ese momento, dos han sido las corrientesmás importantes que analizan la culturapolítica: la corriente behaviorista y lainterpretativa. La primera caracterizada por“...sus aspiraciones científicas libres de valores,por sus tendencias expansionistas y dentro dela investigación de cultura política, por el usode metodología de apoyo y su ‘subjetividad’concomitante o definición psicológica de culturapolítica” (Welch,1993:6); evidentemente, éste fueel resultado de la obra de Almond: una base dedatos enorme, pero un cuestionable sustentoteórico, al punto que fue motivo de un segundodesarrollo teórico sobre cultura política, esta vezdesde la sociología interpretativa, la cual “...haceuso de las pruebas de plausibilidad y construyela cultura política como significado; esevidentemente omnívora, al contener unadefinición comprensiva de cultura política”(Welch,1993:6).

En términos de investigación se habla del usocomparativo y el uso sociológico de culturapolítica (Welch,1993). La distinción central entreambos es, además de la matriz teórica, en uncaso la teoría behaviorista y en otro la sociología

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interpretativa, precisamente el uso de cada una.Mientras en el primer caso el análisis de lacultura política atiende al comportamiento delos individuos frente a la estructura y procesopolítico, y los resultados de la investigación sonsusceptibles de comparación, por ejemplo alcomparar la cultura política de distintasnaciones o al comparar sus distintasexpresiones a lo largo del tiempo en una mismanación, o bien al comparar la cultura políticaque se establece desde distintos tipos deregímenes políticos; en el segundo caso, es deciren el uso sociológico, la comparación no sepuede dar, en virtud del grado de profundidady detalle al cual se puede llegar, cuandopensamos en la cultura política como parte delos significados culturales propios de unacolectividad. Bajo este último esquema no esposible comparar, pero tampoco es el objetivo.Por eso se habla del uso que se busque. Lasociología interpretativa intenta conocer lossignificados, símbolos, códigos de la acciónsocial (la acción política incluida), pero no aspiraa una comparación entre culturas. Ya que “entremás detallado y complejo sea el acercamiento ala cultura política, menos comparable puedeser” (Welch, 1993: 7).

Por otro lado, se encuentra la gran diferenciaconceptual de sociedad. Para los comparatistas,la sociedad podría presentarse como un sistemaque tiene funciones y está formado por la sumade individuos en continua y a veces conflictivarelación. Aquí, la cultura política sirve comomedio para mejorar las reglas de funcionamientodel sistema, a través de un mejor y mayorconocimiento del tipo de régimen político que losostiene, pero especialmente por la participaciónindividual que promueve entre los miembros delsistema.

Para la sociología interpretativa, en cambio, lasociedad no es la suma de individuos, sino lasrelaciones invisibles que los individuosestablecen entre sí y que a lo largo del tiempoforman estructuras e instituciones, cuyasedimentación da significado a la acción social,en lo que podríamos llamar una rápida síntesisde la teoría (Ritzer, 1993). De manera que aquíla cultura política forma parte de esasedimentación y se expresa a través de la acción

política. Se puede decir que, según esta teoría,la cultura política no es diferente a la culturageneral, no se tiene una y no la otra, no haypueblos que tengan cultura política sin tenercultura. Para la sociología interpretativa, lacultura política no tiene sentido conceptual taly como está definida en el esquema compa-ratista. De ahí que las críticas más contun-dentes a la obra de Almond y sus sucesoresprovengan de la sociología interpretativa. Lamás aguda de éstas es la que considera que lateoría de Almond niega el papel de las élitesdominantes en la difusión de los mitos demo-cráticos, argumentando que la cultura cívica yotros estudios de civismo sirven para describirlos valores dominantes y, por lo tanto, la teoríafinalmente no llega a explicar la estabilidad delos sistemas sociales (Welch, 1993). En otraspalabras se desconoce todo valor explicativo ala obra de Almond y Verba, e incluso secuestiona severamente el trabajo de losllamados “teóricos empíricos”.

En general, a la obra de Almond se le ha exigidomucho más de lo que su contenido estaba enposibilidades de ofrecer. Los mismos autoresestablecen los alcances conceptuales de la obra,desde el primer capítulo: “Lo que hemos hechoconsiste en una serie de experimentos, con el finde probar algunas de estas hipótesis. Más queinferir las características de una culturademocrática de instituciones políticas ocondiciones sociales, hemos intentado especificarsu contenido, examinando actitudes en unnúmero determinado de sistemas democráticosen funcionamiento (Almond,1970:28).

Con todo es posible afirmar que, como concepto,la cultura política ha sido muy útil paraentender las actitudes de las personas haciasu sistema político, qué saben de él, cómo seidentifican con él y cómo lo evalúan. Y con todoello también es posible comparar distintasorientaciones políticas en las diferentessociedades. Al menos así lo han entendido losmás recientes desarrollos teóricos en esta línea.La cual ha tenido un avance ulterior destacado.Ejemplos de ello son los textos de John R.Gibbins, Contemporary Political Culture (1989),y el de Larry Diamond cuyo título es PoliticalCulture and Democracy in Developing Countries

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(1993). El primero de ellos se aboca al estudiodel cambio político en las sociedadesposindustriales, a partir del paradigma de laposmodernidad pero fundamentado en latradición de cultura política comparatista, lacual sitúa a la colección de ensayos dentro deldebate sobre la cultura política contemporáneaen su vertiente comparatista. Además, incluyeacercamientos hacia la cultura política en lassociedades comunistas y poscomunistas.

El segundo texto ofrece una revisión deldesarrollo de la cultura política en el mundosubdesarrollado y algunos países de EuropaOriental. Éste, con una perspectiva también depolítica comparada, enriquece el legado deAlmond, ampliando bastante su panoramaanalítico, e incluye aspectos culturales decisivoscomo la religión y otras variables culturalesimportantes que no fueron contempladas porla multicitada Civic Culture.

Estamos hablando ya de un nuevo enfoque decultura política, el que nos presenta de maneraintegral estudios de inferencia estadística sobrecambios de valores en las sociedades contem-poráneas. Se trata de investigaciones que ya noobservan la fuerte carga ideológica pro-capita-lista y de reproducción del sistema democrático-liberal estadounidense, pero que sin dudaaportan sustanciales hipótesis sobre el cambiosocio-político de las sociedades contemporáneas.

De estos últimos trabajos de cultura política confines comparatistas se destacan, por el alcancedel programa de investigación en el que sesustenta y por la vastedad de datos quemanejan, los trabajos de Ronald Inglehart, dela Universidad de Michigan (Inglehart, 1988;1997). Este autor comenzó su programa deinvestigación en política comparada a partirjustamente de una reconsideración de losvalores culturales como elemento para explicarlas diferentes actitudes políticas. En TheRenaissance of Political Culture (1988) este autornos dice: “Las diferentes sociedades secaracterizan en grados muy diferentes por unespecífico síndrome de actitudes culturales en

la política; que éstas diferencias culturales sonrelativamente perdurables, pero no inmutablescon consecuencias políticas mayores, estandoaltamente ligadas a la viabilidad de lasinstituciones democráticas” (Inglehart, 1988:1203).

Habría que agregar de paso que la criticadatécnica de las encuestas ha superado la faseelemental de recopilación de datos gruesos ysuperficiales, y ayudada por la inferenciacientífica aplicada a la investigación cualitativa(King, et al: 1994) es posible ya avanzarnotablemente en el terreno de datos finos degrandes poblaciones y proporcionar evidenciasde mayor validez a la tarea comparativa.

Hasta aquí lo relativo a la cultura política, bajola mirada de la política comparada. Pasaremosahora a revisar la propuesta de la sociologíainterpretativa. Vale la pena, sin embargo, haceruna breve incursión a la teoría de la ElecciónRacional rational choice y ver hasta qué puntosus aportes han sido útiles o importantes en elcamino conceptual de la cultura política.

En esta corriente se asume que todos losindividuos llevan a cabo sus decisiones en formaracional, incluidas sus decisiones o eleccionessobre el mundo político. Esta teoría tiene susraíces en una obra de Gordon Tullock(Chilcote,1994),2 cuya línea es en cierta medidacontinuada por James Buchanan dentro de laeconomía y por Anthony Downs por el lado dela sociología y ciencia política.3 En ambos elargumento central es que un análisis delmercado debería estar basado en el individuoracional que persigue sus propios intereses yelige en consecuencia. En ese sentido lapreocupación central era la eficiencia de lasinstituciones gubernamentales en el diseño delas preferencias individuales sobre los bienes ylas políticas públicas.

La obra que marca la decisiva entrada de laRational Choice a la teoría política es de MancurOlson, La Lógica de la acción colectiva (1992).4

Así, hacia los años sesenta y setenta esta teoría

2 The Politics of Bureaucracy (1962), Public Affairs, Washigton, D.C. Citado por Chilcote (1994).3 Las obras respectivas son: Buchanan, James (1962), The Calculus of Consent, Univ. of Michigan, Michigan y Downs. Anthony(1957), An Economic Theory of Democracy, Harper & Brow, New York.4 La edición en español en la editorial Limusa es de 1992, pero la obra original en inglés es de 1965, con el título de The Logic ofCollective Action: Public Goods and the theory of Groups, Cambridge, Mass: Harvard University Press.

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intentó, basándose en la economía y los modelosformales, describir el ambiente político,incluidas las actitudes hacia la política. Almondfue un gran crítico de la misma. La calificabade reduccionista y en cierto modo lo era: “Elanálisis de la elección racional puede conducira distorsiones empíricas y normativas, si no esutilizado en combinación con las cienciashistóricas, sociológicas, antropológicas ypsicológicas, las cuales consideran los valoresy servicios de la gente, los intercambiosculturales y nacionales, a través de los estratossociales y en un espacio temporal dado”(Almond, 1990:121).

La teoría de la elección racional tiene una muyrelativa utilidad si tratamos de buscarsignificados sobre lo político. Es poco factible,de acuerdo con todo lo dicho, que un individuoactúe frente al mundo político basado solamenteen un cálculo racional individual. Es posibleaplicar la teoría, con ciertas reservas, sipensamos en la fase última de la acción política,como podría ser el sufragio; pero la elecciónracional, para ser considerada en términosculturales, tendría que adentrarse en otrosámbitos diferentes a los que sus estudiosos loconcibieron. La historia, la ideología, la religiónson factores no abordados por esta teoría.Todos, sin duda, explican mucho de la culturapolítica de los pueblos.

De todas maneras es importante mencionardicha aproximación teórica porque el impactodel mercado en la dinámica social contem-poránea es tal que ha removido el ámbito políticoen amplia medida. Si bien es evidente que enella se consideraría lo político como un bienpúblico, susceptible de ser intercambiado, entérminos del mercado y que los individuos alelegir determinada oferta política, lo hacen enprincipio eligiendo la mejor del mercado. Peroello de entrada implica la mediación delmercado, con escasas consideracioneshistóricas o ideológicas, de espacio o tiempo.Una imagen de individuo calculador y frío almomento de elegir políticamente. Hasta aquíparece difícil encontrar en la Teoría de laElección Racional una veta de investigación encultura política.

De tal manera que, excluyendo la teoría de laelección racional, podemos definir dos grandescampos teóricos a partir de los cuales se haestudiado la cultura política: el comparatista yel interpretativo. El primero -ya esbozado- de laescuela behaviorista cimentando, en buenamedida, en el desarrollo de la políticacomparada. El segundo tiene que ver con variasescuelas teóricas, la antropológica y losenfoques sociológicos del interaccionismosimbólico y fenomenología. Corresponde ahorarevisar con mayor detenimiento esta últimapropuesta.

La cultura política en la investigacióninterpretativa

El conjunto de autores que representan latradición en investigación sociológicainterpretativa constituye una importante fuenteteórica, primero por la crítica que ejerce hacia laconcepción original del cvoncepto de culturapolítica y, después, como punto de partida deun distinto desarrollo teórico sobre la misma.La corriente del interaccionismo simbólico y suvertiente de la fenomenología en particular nosproporcionan algunas ideas consistentes paralo que podríamos llamar una teoría interpretativade la cultura política. Max Weber, pero sobre todoClifford Geertz, constituyen la mayor influenciaen el interpretivismo político-cultural(Welch,1993).

Según esta corriente, “dentro de la investigaciónde la cultura política, el rasgo que define lainterpretación es un concepto de cultura políticacomo ́ significado´ de la vida política, o el aspectosignificativo de la política” (Welch, 1993:5).

Como teorías, mientras la corriente behavioristarecurre al criterio de verificación, los estudiosinterpretativos lo hacen con relación a suplausibilidad. En el primer caso el tema de lasencuestas sirve para verificar teorías, en elsegundo caso la investigación ha de conducir ala plausibilidad de las mismas.

La sociología interpretativa, como campo deinvestigación para la cultura política, nospresenta dos instrumentos de análisis básicos:

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el sentido y significado de la acción social. Laidea central aquí es que detrás de las accionesde los hombres subyacen ciertos sentidos, quelas acciones de los individuos no son casualeso meramente accidentales. En el terreno de lopolítico ello significa que las acciones políticasno se sitúan en el nivel superficial, o externo,sino que tienen un determinado sentidoanterior, un sentido que se va adquiriendo apartir de los usos y costumbres de lacomunidad. Ese sentido acumulado creasignificaciones entre los miembros de lacomunidad que a su vez se reproducen y formancódigos intersubjetivos. El problema deinvestigación aquí es llegar hasta esos códigosy para esto la técnica de las encuestas a grandespoblaciones no es útil. “Los significadosintersubjetivos (de una sociedad) debendistinguirse de las actitudes comunes (de esasociedad), que son las que la técnica de lasencuestas es capaz de exponer” (Welch, 1993:5). Claramente la mirada conceptual esdiferente.

Todo lo anterior tiene su origen en la obra deAlfred Schutz The Fenomenology of the SocialWorld (1932) quien desarrolla la fenomenologíahacia el campo del mundo social. De este modo,el problema original de la fenomenología, queera la explicación del proceso mediante el cuallos elementos de experiencia perceptual sonentendidos como objetos, distancias ymovimientos distintos, se extiende con Schutzhacia una filosofía que atribuye significado yforma a la experiencia humana.

Las personas desarrollan y usan ‘tipificaciones’en el mundo social. En cualquier situación quese da en el mundo de la vida cotidiana, unaacción viene determinada por un tipoconstituido de experiencias anteriores (VerRitzer,1993: 268-269).

Esas tipificaciones, resultado de los hábitos ypatrones construidos previamente, las utilizael individuo en su acción social cotidiana y seconvierten en instituciones. De manera que labúsqueda por el origen de las prácticas políticastiene que ver con esos hábitos, patrones,tipificaciones e instituciones. Cuando hablamosde la teoría social fenomenológica hacemos

referencia a uno de sus postulados centrales:la intersubjetividad como origen de la acciónsocial. Siguiendo este orden de ideas, el origende las prácticas políticas de los individuoshemos de situarlo en el plano intersubjetivo,referido a la forma en que los miembros de unacolectividad piensan lo que piensan en relacióncon lo político. Y el hecho de enfatizar lacolectividad es importante por la funciónrelacionante de la política, punto que seráampliado más adelante.

Para puntualizar, tomemos en este orden losconceptos del enfoque interpretativo hacia lacultura política: para conocer el sentido de laacción política debemos poder interpretar loscódigos a través de los cuales se dan lasrelaciones entre individuos, propias y distintivasa cada grupo social. Para descodificar debemosreconocer el significado de esos códigos y paraesta tarea habremos de buscar el sedimento ola estructura del bagaje común de los sentidospropio del grupo social en estudio o sea el acervosocial del que los miembros de dicho grupoechan mano a la hora de actuar.

Esta corriente pretende ampliar el espectro deanálisis en lo que se refiere al individuo,considerado en sus mecanismos de conciencia,significación, simbología y cosmovisiones comoindividuo que ‘hace’ la sociedad. Dichasacciones individuales, como acciones sociales,poseen ciertos significados, que a su vezprovienen de un depósito común de sentidos,compartidos por los integrantes del grupo social.Es decir, por ideas o nociones que se han fijadogeneracionalmente y de las cuales echan manolos miembros de una comunidad para respondera las situaciones cotidianas. El bagaje designificados y sentidos que los hombres dierony siguen dando a sus acciones forma unatradición, la tradición de los sentidos que escompartida por todos los miembros de lacomunidad y fuente de la acción social de estos.Y si bien dichos sentidos parten del ámbitosubjetivo, importa mucho reconocerlos porquenos permiten averiguar por qué los hombresresponden como lo hacen en momentos o anteproblemas determinados; en nuestro caso, porqué responden como lo hacen en el mundo delo político.

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Las ideas fuertes en esta corriente son: sentido,significado, código, acervo e interpretación.Habremos de observar, sin embargo, que tantoel sentido como el significado de la acción socialson todavía muy generales para comprender laacción política, en virtud de que abarcan todoel espacio de lo social, mientras que el campode lo político es en principio más restringido,aún si lo consideramos como el espacio dondetienen lugar la toma de decisiones entreindividuos. De manera que el sentido de laacción política se podría empezar a buscar yaen el acervo social o en sistemas de significadode lo político para los miembros de una sociedadlos cuales, según Crespi, “...habiéndose formadoa través de la experiencia individual y colectiva,median simbólicamente en las relaciones delsujeto con sí mismo, en las relaciones entre losactores sociales, además de las relaciones entreestos últimos y las condiciones materiales desu ambiente de vida” (Crespi, 1997:12).

Este orden de ideas coloca el análisis de lacultura política del lado del individuo en su vidacotidiana. En consecuencia, la acción políticade los individuos no está siempre orientadadesde las estructuras de poder externas, sinoque responde y es objetivación del conjunto deideas sobre la autoridad y el poder que estáncontenidas en el acervo social y que se fueronsedimentando históricamente en él. Lasconsideraciones que los hombres hacen a símismos y con los otros hombres sobre laautoridad y el poder en el grupo social, seobtienen principalmente de dicho acervo,pueden cambiar y se pueden negociar en cadaacción política, pero una buena parte sepreserva y hereda. En otras palabras, lo políticono se encuentra en el sentido inmediato de laacción social, no es tan esencial, tan próximoal individuo, se sedimenta paulatinamente ypuede objetivarse o no en acción política. Deahí que todo individuo, aún sin reconocerlo,tenga un acervo cultural de lo político. Es decir,tenga una determinada cultura política, aúnhaciéndola objetiva o no.

La fuerza de dicho acervo permite la reproduc-ción del orden político, lo cual significa que sonlas acciones individuales de los hombresquienes lo hacen, es su acto cotidiano el

mecanismo de preservación de dicho orden;siendo, al mismo tiempo, la acción individualla que puede cambiarlo porque, según Crespi,Berger y Luckman, en cada acción individualse negocia el orden vigente. Por eso la culturapolítica no está dada para siempre, una partela reproducen los hombres y otra se negocia ycambia. Esta es una forma de entender tantola cultura política como el cambio político, através del análisis de las acciones individuales.

En este orden de ideas, estamos colocando alindividuo en toda su amplitud social. Esto es,mirar que estas acciones tienen un fuerteingrediente subjetivo que debemos rastrear enla tradición de los sentidos de la comunidadobjeto de nuestro estudio, partiendo de laconsideración de que la subjetividad de losagentes sociales es intersubjetiva cuando afloray se objetiva ante los otros, formando de estemodo verdaderos códigos intersubjetivos. Y siqueremos ir más al fondo, podríamos acudir ala memoria, la percepción e imaginación de losindividuos, es decir, en su conciencia social,para saber cómo han construido dicha tradiciónde sentidos, aquí referida al tema de lo político.La tarea siguiente es descodificar la cadena designificados, para estar en condición deinterpretarlos. Puesto que según el grupo socialo etapa de análisis, los códigos intersubjetivosllegan a ser demasiado complejos y una miradasuperficial no da pistas sólidas para la tareainterpretativa, punto al que el investigadorquiere llegar. Según este enfoque, es de esteentramado intersubjetivo de donde provienenlas prácticas políticas de determinadacomunidad o grupo social.

La acción política, en consecuencia, no empiezacon la consideración del hombre como miembrode una comunidad política, recién ahí ya se hanformado la mayor parte de los códigosintersubjetivos con los que se actúa en la vidapolítica. Su conjunto permite que se conformenestructuras históricas específicas de depósitossociales de sentido, dentro de las cuales unaparte del acervo es accesible a todos, comoconocimiento de sentido común, y otracorresponde al conocimiento especializado deacceso restringido. Es justamente con elconocimiento general de sentido común con el

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que el individuo responde políticamente, peroante contingencias desconocidas, es decir anteacontecimientos que no se encuentran en suacervo y a los que no sabe responder, buscacon mayor o menor éxito el conocimiento de losespecialistas.

De manera que la investigación sobre el origende la cultura política consiste en averiguar laestructura histórica específica de los depósitosde sentidos y cuáles han sido las relacionesdominantes, para ir descodificando los códigosintersubjetivos relevantes en nuestra sociedadbajo estudio. La interpretación de estosconstituye el paso final.

A pesar de lo sugerente de este enfoque, resultanotoriamente difícil recuperar el nivel de análisisque demandaría la cultura política en grandespoblaciones, porque nuestra búsquedaconceptual tendría un mayor desarrollo perohacia grupos muy pequeños o incluso aindividuos. Y si, como dice Hannah Arendt, lapolítica está referida a los asuntos públicos yhablar de política es hablar de pluralidad(Arendt, 1997), entonces lo político es ante todoun concepto relacionante, busca estudiarasuntos que relacionan a los individuos en tornoa un orden público. En este sentido la sociologíainterpretativa tiene sus límites.

No obstante, se podría arriesgar una definiciónde cultura política bajo esta mirada: la culturapolítica como el acervo de códigos que loshombres han construido históricamente acercade su orden político vigente. Y podríamosagregar que la acción política es la objetivaciónde dicha cultura. La tarea de investigacióncomienza entonces con el estudio del gruposocial de manera que se puedan emprender lasindagaciones sobre su particular acervo socialy deslindar de éste los códigos mediante loscuales los hombres objetivan su cultura política.

Hay que reconocer que a pesar de no serabundantes los aportes interpretativos sobrecultura política, esta línea ha sido consideradacomo una alternativa de análisis para el estudiode la misma. Un libro muy sugerente en estesentido es el titulado The Concept of Political

Culture, de Stephen Welch (1993), el cual dejaabierta la posibilidad de un abordaje teórico dela cultura política desde un ángulointerpretativo. El texto estudia a profundidadlos distintos enfoques analíticos de que ha sidoobjeto la cultura política y recupera algunasaproximaciones sobre la cultura política de lospaíses ex socialistas. Este último apartado nossugiere una idea muy valiosa para el estudio dela cultura política como acervo político: ésta nose puede imponer. Podría ser muy aventuradala afirmación, pero el fracaso en la permanenciade los sistemas socialistas se debe, en unabuena medida, a la imposición forzada einmediata de una cierta cultura políticaconveniente al régimen político. Si consideramosa la cultura política como un acervo de lo políticoconstruido por los hombres históricamente, esclaro que la imposición no va a eliminarla,siempre habrá resistencias al nuevo acervo. Ysi bien, una parte de éste puede negociarse, elproceso es paulatino, y no siempre responde ala inmediatez de las necesidades de implan-tación de un nuevo orden político.

En los regímenes liberales sucede lo mismo. Lastransiciones entre distintos tipos de régimen,digamos de autoritario a democrático oviceversa, encuentran relativamente fácil elcambio de las estructuras de poder, pero tienenun serio obstáculo: la cultura política que lesprecede. Por esa razón, ni los gobiernos ni lospueblos, es decir los hombres, pueden volversedemocráticos por decreto. En ambos semantiene la cultura política anterior, el acervode lo político no cambia mediante la recetademocrática. Si larga fue la etapa de autorita-rismo de un régimen, y en consecuencia deimplantación de un determinado acervo de lopolítico, más larga será su transición a unrégimen distinto, a menos que se haga uso de laviolencia.

Es evidente que estas últimas afirmacionesreclaman un desarrollo más puntual. Dejamosapuntadas solamente estas reflexiones porqueparecen mucho más congruentes con el enfoqueinterpretativo de la cultura política ycomplementan el análisis de la cultura políticavista comparativamente.

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REFLEXIÓN POLÍTICA AÑO 4 Nº 8 DICIEMBRE DE 2002

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Conclusiones

El concepto de cultura política, no obstante sucarácter controvertido, ha sido fuente decrecimiento de la ciencia política y se ha nutridoincluso de otras corrientes de investigaciónprincipalmente sociológica. Si bien los doscampos teóricos desde los cuales se ha abordadoel tema están constituidos por la políticacomparada y la sociología interpretativa, laliteratura más reciente apunta en una direcciónmucho más comprensiva que abarca ya elcambio de valores de la sociedad contempo-ránea, como ya se señaló. Este ya cuenta, porun lado, con un desarrollo enormementesignificativo de la técnica y validez de lasencuestas de opinión; y, por otro, con un avanceconceptual importante en materia decomparative politics (Ladman, T. 2000; Murray,F. 1994; King, et al, 1994). Es decir, si el legadode Almond ha rendido frutos, estos se han idoafinando y constituyen desde la década de losnoventa una nueva veta de investigaciónpolitológica, que incluye aspectos -tambiénmucho más afinados- de cultura política. Se haido abandonando el paradigma etnocentrista delproyecto de Almond y se ha empezado a concretaren temas de cambio de valores en sociedades entransición, o entre sociedades, y aún endiferentes etapas dentro de una misma sociedad.

No obstante, una conclusión importante deacuerdo con los textos aquí revisados es que losestudios de carácter interpretativo tienenbastante qué decir en el ámbito de la culturapolítica. Podría decirse que son, en muchossentidos, la base analítica sobre la que ha desustentarse el más acabado desarrollo de lacultura política desde el ámbito comparativo. Esla acción política, pero también el sentido de laacción política, lo que debería contener unprograma de investigación en cultura política.

Hemos visto como el viejo contenido conceptualde cultura política se ha enriquecido. La culturano es únicamente lo ya sedimentado en y poruna sociedad, sino que constituye un procesoen el cual la cultura política hace referenciaprecisamente a los aspectos políticos (Welch,1993: 164); bien merece la pena abordar el tema.Es posible concluir que bajo esta doble mirada

teórica es posible ya aproximarnos a entender,explicar y analizar la cultura y la participaciónpolítica de diversos países y en diferentes etapas,y además aventurar algunas comparaciones.

Este marco teórico no sólo demanda unarevisión de las conductas prevalecientes enmateria política, que sería la parte susceptiblede comparar o de medir, si no que requiere unaamplia revisión histórica que recuperesignificados, códigos y tradiciones de la culturapolítica. Sin ambos sólo es posible contar lamitad de la historia. Sin ambos sólo es posiblehablar del pasado, pero no del presente. Sinambos sólo se pueden llevar a cabo estudiosetnográficos, al tomar historias políticas aprofundidad; o datos en seco (value-free) simedimos actitudes políticas. Pero al final decuentas no habremos explicado mucho. Y notendremos posibilidades de aventurar hipótesisdel comportamiento político.

Resumiendo este esquema teórico diríamos quese debe utilizar la sociología interpretativa parala recuperación histórica de los valores político-culturales de una sociedad y hacer un mapa dela cultura política hasta el presente a partir dela política comparada.

Por otro lado, este marco teórico nos permiteanalizar conjuntamente cultura y la partici-pación política en términos de proceso deinvestigación. Es decir, establecer las baseshistórico-político-culturales e ir articulandosobre éstas las formas de participación políticacorrespondientes presentes. Tradicionalmentecada uno de estos elementos demanda unprograma de investigación separado. El intentode conjuntarlos responde a la idea de que lacultura produce las actitudes y que difícilmentese explican independientes. En resumen, a todaactitud política corresponde una pauta culturalprevia. El sufragio no es un acto casual,responde a un esquema de valores sedimentadoen el grupo social bajo estudio. La participaciónen marchas, mítines, etcétera, no son accionessin sentido, son más bien producto de pautasestablecidas de un comportamiento políticoanclado históricamente. Su estudio ha deconstituir el nuevo programa de investigacióny cultura, y participación política.

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Cultura política: el estado del arte contemporáneo

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