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CULTURA IMPERIAL, CULTURA ILUSTRADA Y LIBERACION DE LA CULTURA POPULAR ^ Por E, DUSSEL (Mendoza) * En América Latina ''se ven a im tiempo dos civilizaciones distintas en un mismo suelo: una naciente, que sin conocimiento de lo que tiene sobre su cabeza está remedando los esfuerzos in- genuos y populares de la Edad Media; otra, que sin cuidarse de lo que tiene a sus pies intenta realizar los últimos resultados de la civilización europrea. E l siglo X I X y el siglo X I I viven juntos: el uno dentro de las ciudades, el otro en las campañas. . . (Se trata) de la lucha entre la civilización europea y la barbarie in- dígena, entre la inteligencia y la materia, lucha imponente en América" Esta conferencia quiere ser el comentario, la hermenéutica y la crítica del texto de Sarmiento colocado más arriba. En dicho texto se encuentra la exposición de una interpretación, justamente la opuesta a la que defenderemos nosotros, que en el siglo X I X significó una auténtica filosofía de la historia de lo americano. l. DEPENDENCIA CULTURAL. El texto de Sarmiento, en Facundo, me parece realmente ge- nial. Sarmiento tenía una profunda inteligencia y no porque sí, entonces, expresa lo que toda una generación de la segunda parte 1 E l texto que a continuación se propone, fue una conferencia dictada de viva voz en la IV Semana Académica de la Universidad del Salvador de Buenos Aires, el 16 de agosto de 1973, de allí el estilo oral pobre en vocabulario que se deja ver. Sin embargo, como en otras oportunidades, creemos que puede ser ütil tal como se encuentra, aunque más no sea para ser de ayuda memoria a los que participaron en dicha Semana de estudio*. - Sarmiento, Facundo, Losada, Buenos Aires, 1S67, páffs. 51 y 39. * Para el curriculum vitae del Dr. üussel ver Stromata, año 27, nos. 1-2, 1972, pág. 53.

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CULTURA IMPERIAL, CULTURA ILUSTRADA Y LIBERACION DE LA CULTURA POPULAR ^

Por E , D U S S E L (Mendoza) *

E n A m é r i c a La t ina ''se ven a im tiempo dos civilizaciones distintas en un mismo suelo: una naciente, que sin conocimiento de lo que tiene sobre su cabeza es t á remedando los esfuerzos i n ­genuos y populares de la Edad Media; otra, que sin cuidarse de lo que tiene a sus pies intenta realizar los ú l t imos resultados de la civilización europrea. E l siglo X I X y el siglo X I I viven j un tos : el uno dentro de las ciudades, el otro en las c a m p a ñ a s . . . (Se t ra ta) de la lucha entre la civilización europea y la barbarie i n ­dígena, entre la inteligencia y la materia, lucha imponente en A m é r i c a "

Esta conferencia quiere ser el comentario, la h e r m e n é u t i c a y la c r í t i ca del texto de Sarmiento colocado más arriba. E n dicho texto se encuentra la exposición de una in te rp re tac ión , justamente la opuesta a la que defenderemos nosotros, que en el siglo X I X significó una a u t é n t i c a fi losofía de la historia de lo americano.

l. — D E P E N D E N C I A C U L T U R A L .

E l texto de Sarmiento, en Facundo, me parece realmente ge­nial . Sarmiento t e n í a una profunda inteligencia y no porque sí , entonces, expresa lo que toda una generac ión de la segunda par te

1 E l texto que a c o n t i n u a c i ó n se propone, fue una conferencia dictada de v i v a voz en l a IV Semana Académica de la Universidad del Sa lvador de Buenos Aires , el 16 de agosto de 1973, de al l í el estilo oral pobre en vocabulario que se deja ver. S in embargo, como en otras oportunidades, creemos que puede ser ü t i l ta l como se encuentra, aunque m á s no sea p a r a ser de ayuda memoria a los que participaron en dicha Semana de estudio*.

- Sarmiento, Facundo, Losada , Buenos Aires , 1S67, páffs. 51 y 39. * P a r a el curriculum vitae del D r . ü u s s e l ver Stromata, a ñ o 27, nos.

1-2, 1972, p á g . 53.

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del siglo X I X se propone y logra. Esta filosofía de la historia es ¡a que q u e r r í a tomar como punto de partida y casi como antepo­sición a lo que pienso exponer.

Situando este texto adecuadamente pdilcmos observar que se formula la cuest ión de la siguiente manera. Phi "un mismo suelo", dice, hay "dos civilizaciones distinta.s". "una naciente" (en el sentido de que imce en esta t ier ra , que es la or ig inar ia ) y la "otra que, sin cuidarse de lo que tiene a sus pies, intenta realizar los ú l t imos resultados de la civil ización europea". De ta l m.anera que antepone dos civilizaciones; una es la inteligencia, la otra es la materia. Sarmiento, quizás sin .saberlo de manera explíci ta , e.stá empleando un t é r m i n o t écn ico : la "inteligencia" es razón, el lógos. La "mater ia" es la inde te rminac ión , el na-sci-. De un lado e s t á la Razón, el lógos; del otro el íío-.sX'r. u n a es la "c iv i l izac ión" y otra es la "barbarie". Estos t é r m i n o s son técnicos, porque si fué ramos al pensamiento presocrá t i co lo e n c o n t r a r í a m o s con igual exactituci. Herác l i to dice que "el lóc/os es el muro que protejo la ciudad". I\Iás al lá del muro es tá el no-ser; la barbarie. Y en esto se reúnen tanto Herác l i to como P a r m é n i d e s ; son maestros de la gran ontología imperial y"colonizadora.

Una civilización, dice Sarmiento, es b á r b a r a , materia bru ta . En otra parte escribe que es lo ind ígena , y a ú n lo t á r t a r o , a s i á t i ­co. En otras lo relaciona con lo á rabe , con lo mahometano, pasto­r i l , ab rahámico , salvaje y nómade . A f i r m a que esta cultura es la de los beduinos del desierto que es igual a lo americano. E n el fondo, el f ru to de esa barbarie es el mestizo, el gaucho.

A l campo se le antepone la civil ización hispano-europea, m á s europea que h i spán ica , m á s norteamericana que europea, que es ¡a inteligencia, la luz; usa a ú n la palabra conciencia, el ser y la ciudad. Es el frac contra el poncho. No olvidemos que el poncho era hilado por su madre en la San Juan provinciana. No e s t a r í a de más usar método ps icoanal í t ico para d e s e n t r a ñ a r este texto. L a primera concil iación de las "dos" civilizaciones en el proceso de la conquista fue la e x t e r m i n a c i ó n de una civil ización en favor de otra, y, por eso, la a l ienación irreversible de lo ameridiano.

Me g u s t a r í a c i tar algunos textos por todos conocidos, para

que recordemos que hubo un mundo otro que el europeo, y que. por la lógica de la dominación .se lo redujo a un ente, en cosa a disposición de la civilización del "centro". Lo ameridiano es ei Otro, negatividad metaf ís ica negada.

1. l -na historia a interpretar.

Cuando el español llegó a Amér ica .se es tableció el pr imer "cara-acara": Colón vio indios; Cor tés descubr ió la cultura az­teca; Pizarro la inca. Y, así cada uno de los conquistadores, se en f ren tó con el indio. Este indio t en ía un mundo. Para i lustrar lo un poco escuchemos un bello texto d<'l ¡'•i¡j(i' Vuk, de la gran cultura quiche; "Esta es la relación de cómo todo estaba en sus­penso, todo en calma y en silencio, todo inmóvil y callado y vacía la ex tens ión del cielo. Esta es la primera re lación, el pr imer dis­curso; no hab ía t odav í a un hombre, n i un animal, p á j a r o s , peces, cangrejos, á rbo les , piedras, fuego, barrancas, hierbas y bosque.s. Sólo el cielo existia. No se hab ía manifestado la faz de la t ie r ra , sólo estaban el mar en calma y el cielo en todo su ex t ens ión" —primer p a r á g r a f o del l ibro sagrado—.

De ta l manera que había un mundo, otro que ei h i spán ico . Pero este mundo fue dominado, y la dominación de esa exteriori­dad s ignifica el pr imer proceso de al ienación en A m é r i c a . E l indio con su mundo es interiorizado en la total idad hispanoamericana y puesto al servicio del dominador. A l indio se lo encomienda como mano de obra. Esta dominación del " s e ñ o r " encomendero sobre el siervo se hace en nombre de un proyecto h is tór ico . Leamos un pequeño texto para pensar cuál fue ese proyecto h i s tó r ico .

Dice B a r t o l o m é de las Casas en la Brevísima relación de ¡a d.estrucción de las Indias que un grupo de indios comen tó lo si­guiente: "No lo hacen sólo -por eso, sÍ7io porque tienen un dios al que ellos adoran y quieren mucho, y por haberlo de nosotros para lo adorar nos trabajan desojuzgan y nos matati. T e n í a cabe de sí unas cestillas llenas de oro en joyas y dijo [e l ind io] : Veis aquí el dios de los cristianos, [mostrando el o r o ] , hagámosle si os pa­rece Areitos (que son bailes y danzas) y quizás le agrademos, y

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les mandaré que no nos hagan mal. Dijerozi todos a voces: Bien es, bien es. Bailaron delante hasta que todos se cansaron; y des­pués dijo el señor Hatuey: Mira, como quiera que sea, si lo guar­damos, para sacárnoslo al fin nos han de matar, echémoslo al río. Todos votaron que así se hiciese, y así lo echaron a un r ío grande que allí estaba"".

E l nuevo dios era el oro. E r a el "proyecto" de estar-en-la-riqueza. ¿Pa ra qué se encomendaba el indio? Pues, en el fondo, para enriquecer al español y para extraer el oro y la plata que después era enviado a E s p a ñ a . De allí pasaba con el tiempo a los bancos de Londres y por Venecia y Genova llegó hasta el Imperio Chino. "Enriquecerse" era el nuevo proyecto del hombre b u r g u é s europeo que inmolaba al Otro, al indio, para tener el poder.

Un pequeño texto que corresponde a mi región de origen ar­gentino-chileno puede ilustrarnos. Dice un obispo de Santiago en 1626: "Por cuanto en ninguna parte nuestro obispado está m á s necesitado de servicio espiritual que los indios de la provincia de Cuyo, y éste es muy dificultoso de poner, porque depende en gran parte de las cosas temporales. Como es que saquen los indios de dicha provincia y se los t ra iga a esta ciudad de Santiago y sus contornos, pasándolos por la Cordil lera nevada, que ha sido se­pultura de gran n ú m e r o de hombres, mujeres y niños, que por hambre, rigor de los temporales, vientos y fr íos excesivos, y venir muchas veces acollarados como galeotes, para que no se vuelvan a sus tierras, han padecido miserablemente, que sólo pensarlo causa compasión y horror que ta l se hiciese entre gente cristia­na" Argentina, que cree tener el honor de no tener m á s indios, no los tiene porque los ha matado de ta l m.anera que haya una originaria culpa respecto al suelo nuestro. Esta pr imera conci­liación (del conquistador y el indio) es el establecimiento de una verdadera dialéct ica "del señor y el esclavo", donde el h i spán ico domina irreversiblemente a la cul tura india.

E l fruto del amancebamiento entre el conquistador h ispánico , que es un macho, y la india, con la que se acuesta, es el mestizo.

• Di-eníshiia dosmiccimi, Eudeba, Buenos Aires , 1966, pág . 4C>. '- l Sínodo d€ Santiago (AGÍ, Audiencia de Chüo, 65) .

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E l mestizo es el hombre latinoamericano cuya madre es la india V su padre el conquistador hispánico. Por eso el mestizo es el hombre latinoamericano propiamente dicho, y de allí t a m b i é n que se establezca una dominac ión interna y otra externa. E l n o r a t l á n -tico domina "desde" fuera, pero t amb ién "desde" dentro. Consi­deraremos el cómo domina la cultura colonial, pero s e g u i r á ha­ciéndolo como dominac ión de la cultura de la perifer ia neocolonial, en las naciones emancipadas, a t r a v é s de la o l i ga rqu í a y las capi­tales, por la des t rucc ión del federalismo. E l mestizo, el gaucho, el "cabecita negra" de Buenos Aires, es el portador de lo que Saú l Taborda, un g i a n pedagogo cordobés en sus Invcsfigaciones pe­dagógicas denomina, en cont rapos ic ión a Sarmiento, "lo facúndi-co" •'. " L o f a cúnd ico" es un revalorizar los contenidos del proyecto del pueblo, t a l como lo hiciera el caudillo t odav í a a r i s t ó c r a t a de I^a R io ja ; sin embargo, por ser montonero, federal y provinciano man i f e s tó algo que no solamente es negado por el "centro impe­r i a l " , sino t a m b i é n por el "centro nacional". La dependencia es " in te rna" y "externa" en todos los países latinoamericanos. E l europeo domina al ind io ; el b u r ó c r a t a hispano, el rey, el v i r r ey , el obispo. . . dominó al c r io l lo : la o l igarquía criol la dominó a un pueblo me.stizo; la ciudad blanca europeizada y del "centro" do-mdnó al campo y a todo el in te r io r ; la b u r g u e s í a nacional domina al trabajador indust r ia l o al campesino; la cul tura pa t r ia rca l do­mina la juventud . Se puede decir que hay muchos tipos de domina­ción y hay muchos tipos t a m b i é n de dependencia. "1M f acúnd ico" , como ca t ego r í a interpretat iva, ser ía , entonces, lo alienado en el sistema internacional imperial y en lo nacional l iberal , pero es, al mismo tiempo, la exterioridad de una cul tura popular, la del pueblo, la de las provincias que esperan el momento de su libera­ción. Se puede decir que la cuest ión no es .solamente " n a c i ó n -imperio", sino t a m b i é n es "centro-periferia nacional".

Primeramente me voy a refer i r a toda una cues t ión en nivel de las ciencias económicas , aunque resumidamente, para después pasar al nivel de las ciencias del esp í r i tu , a la filo.5ofía.

• E d . Ateneo F i l o s ó f i c o de Córdoba, Córdoba, !0o l , t. I , p á g s . 210 y sig.

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2. DesarroUismo e independencia.

Dice Sarmiento en el mismo tex to : " E l progreso está sofo­cado porque no puede haber progreso s in la posesión permanente del suelo, sin la ciudad que es la que desenvuelve la capacidad industr ial del hombre y le permite extender sus adquisiciones". Iía>' todo un modelo de desarrollo y es el modelo progresista de la segunda mitad del siglo X I X . ¡ "Poses ión permanente del suelo" I Esto explica la ":or,quista del desierto" realizada por un iiéroe nacional, el Grai. Roca, que va a la Patagonia a matar indios y luego entrega a sus lugartenientes guerreros esas tierras. Esas tierras son dadas en exclusividad a un posesor urbano. Sarmiento piensa que "sin la ciudad" no se "desenvuelve la capacidad in­dustr ial" . De ta l manera que los posesores de las t ierras robadas a los indios van a v i v i r en la capital federal. Y desde allí, enton­ces, d o m i n a r á n el inter ior del pa í s . Este modelo se cumpl ió en gran parte.

La crisis de la doctrina económica del desarrollo es lo que ha permitido a la ciencia del e sp í r i tu latinoamericana producir el despegue que se es tá realizando. Desde la socio-economía, pasa el tema a otras ciencias, entre ellas la filosofía, por e.jemplo, y es así que comenzamos a tomar conciencia de nuestra exterioridad del centro europeo, ruso, americano.

La crisis del año 30 produce una p é r d i d a del poder en las incipientes bu rgues í a s nacionales. Ellas son las que tienen que pagar un poco los platos rotos de la economía mundial . Pierden el poder, en general; en muchos de nuestros países latinoamerica­nos surge una nueva clase social que toma el poder; es la clase mi l i t a r , por falencia de poder en las b u r g u e s í a s que han llegado demasiado tarde al proceso mundial . De esta crisis del año 30, en cierta manera, Amér i ca lat ina ya no se repone m á s . Sin embargo, en el tiempo de la segunda guerra, gracias a la gran ca res t í a de materias primas en Europa, hay como un cierto florecimiento en A m é r i c a latina, y especialmente en Argent ina . De ah í que del 40 ai 50 hay un auge, corno uria p r ó s p e r a a legr ía . Del año 50 al 60

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se produce el reequipamiento y i-eorganización de! "centro", que lanza nuevamente a nuestros países subdesarrollado-s a una crisis que ya es in interrumpida. De ah í que lo que va a seguir de! a ñ o 60 al 70 nos h a r á pensar el cómo salir de e.se estado de subdesa-rroUo. Así a p a r e c e r á la doctrina del desarrollo.

L a "doctrina del desarrollo", esencial y culturalniente, sig­nifica lo siguiente: Hay países desarrollados con un par t icular modelo o mecanismo de su economía ; hay iiaíso'^ siilidesarrollados con falencias con respecto a ese modelo.

Los pa í ses desarrollados (1) poíseen un cierto modelo; los pa íses subdesarroUados (2) tienen el mismo modelo pero defectuo­so. Lo que h a b í a que hacer es imi ta r a aquel modelo y, por lo tanto, progresar y desarrollarse hasta identificarse con él. ¿Cuá l es la metodolog ía? Pues, estudiar el modelo de los países desa­rrollados. Se piensa entonces que es esencial las inversiones ex­tranjeras en los pa íses desarrollados; es necesaria la ayuda téc­nica, y, en un cierto tiempo, se p r o d u c i r í a "el despegue". Hay que superar obs tácu los sociales, polít icos, institucionales, religiosos. A d e m á s se piensa que estos países podr í an , en un cierto tiempo y no muy largo, lograr igualar a las grandes potencias —Estados Unidos, Europa, Rusia, Canadá , etc.—.

Pero, ya desde el 60, se comienza a ver los l ími tes de este modelo. Este modelo hab ía pensado que toda nuestra economía era

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"hacia afuera", porque eran países exportadores. Entonces, se pensó que el desarrollo v e n d r í a por un desarrollo "hacia adentro". Es decir, por medio de la indus t r i a l i zac ión . Se debía construir toda la infraestructura. IJOS frutos aproximados fueron los si­guientes: el control de la economía in te rna ; la transferencia de los centros de decisión hacia la n a c i ó n ; el debilitamiento de la oligarquía improductiva, importadora o comercial; la redistribu­ción de los ingresos; el afianzamiento técnico, científico y cultu­ral. Pero se fue viendo que la cuest ión no era así . l^Oi- esto del 6 0 al 70 .«e produce la crisis del modelo del desarrollo y, '••̂ gran parte, nos va a dar los argumicntos alguien que no es un revolu­cionario sino un neocapitalista argentino, Prebisch. En la Primera, remión de la UNTAC, en 1 9 6 4 , m o s t r ó que la cuest ión es muy grave porque viene de muy lejos. De todas maneras se vio que la industrialización incipiente, era solo una transferencia de las im­portaciones, con lo que la indu.stria nacional lo úmco que hizo fue importar t ambién al pa í s el problema social como crisis. Se s iguió dependiendo, y en mayor grado, porque las patentes que compraba para la industria nacional significaba una nueva s a n g r í a del pre­supuesto; por otra parte debían importarse las maquinarias que a su vez fabricaban el producto manufacturado; con lo cual fue mucho mayor la dependencia de la que anteriormente se ten ía . Si a esto le agregamos el nacimiento de los grandes conglomerados internacionales, con nuevos métodos económicos de venta y corrup­ción, se vio que el desarrollo as í como .se h a b í a planteado era simplemente una utopía .

Fue así, entonces, que surg ió la "doctrina de la dependencia" en su nivel socio-económico. Hoy es un deber para todo latinoame­ricano que cultive cualquier ciencia humana el leer esta l i teratura, tal como las obras de Faletto, Cardoso, laguaribe, Theotonio dos Santos, Hinkelammcnt, y hasta el gran economista africano A m i n Samir, que acaba de escribir un l ibro sobre La acumulación en escala niuncUal. Y lo nombro en especial porque es un crí t ico crea­dor a partir de la experiencia africana, pero discípulo teórico de latinoamericanos. ¿Qué se ha descubierto'^ De que no existe ta l modelo de.sarrollista. I^o que pa.sa es que los países del "centro"

desarrollado son desarrollados, porque han usufructuado la ex­plotación de los pa í ses coloniales. No existe, entonces, una re lac ión entre un pa ís y otro como si fueran dos sistemas separados.

La cues t ión ha de ser planteada en nivel internacional, donde (1) es el "centro", y (2) la "periferia", de ta l manera que no eran dos totalidades independientes sino eran "par te" de una única totalidad: el mercado internacional. Esta visión permite rehacer la his toria y descubrir que desde el origen del mundo moderno hay una injust icia radical. A la filosofía lo que le va a interesar es esta injusticia, la primera de todo un proceso que lleva ya m á s de cinco siglos. ¿Qué es lo que ha pasado?

Europa h a b í a quedado como enclaustrada por el mundo á r a b e y no podía avanzar hacia el Oriente, donde h a b í a fracasado por las Cruzadas, n i hacia el sur porque los á r a b e s t a m b i é n ocupaban ei A f r i c a . E l único lugar que le quedaba a Europa para expandir­se eran sus costas a t l án t i ca s . No es n i n g ú n milagro que sean Portugal y E s p a ñ a los que se lanzan, con Enrique el Navegante primero, a la conquista al norte de Afr ica . Luego, E s p a ñ a , avan­z a r á hacia las islas del At l án t i co hasta llegar a A m é r i c a , descu­bierta por casualidad; es un nuevo continente inesperado. Esta expans ión europea por la parte occidental hace que se descubra primero A m é r i c a lat ina y, después , rodeando todo el Af r ica , se llegue a la Ind ia y a la China. De pronto, las siete ecv;menes exis­tentes, cada una de las cuales se cre ía única (el mundo latino, el mundo á r a b e , la India , el sud-este as iá t ico y la China; el gran conglom.erado m.aya-azteca e inca) son unificadas por Europa. Aparece as í una sola ecuracne mundial, en cuyo "centro" es tá

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ahora Europa. Este proceso no es económico solo, sino que tam­bién es cultural, político, filosófico, teo lógico; se da en todos los niveles de la humanidad, porque es re lac ión hombre-hombre. Se establece un pacto mercantil colonial: se extrae oro y plata de América y se les devuelven productos .semielaborados como son el aceite, ei vino. En el siglo X V I se sacan de Amér i ca latina más de 20 mi l millones de maraved íe s de productos y .se devuelven ape­nas 1.500 millones de maraved í e s en su lugar. Es decir, se produce una "balanza" favorable de pagos de A m é r i c a : E s p a ñ a a de uda r í a unos IS.-'íOO millr.ne.- de maraved íes . Esta balanzíí favorable de rnás del 80 % con respecto al total intercambio fue simplemente llevada a Europa sin intención de pago; es un robo. Y aquí co­mienza, entonces, la acumulación or ig inar ia en Europa, que des­pués va a mult ipl icar el capitalismo, como lo explica Sombart en sus estudios económico-históricos. La dependencia desde un punto de vñsta estrictamente económico, por ahora, la h a b í a descripto ya en 1776 Adam Schmít , cuando en su obra El oñgen de las rique­zas de las vaeiones, en uno de los ú l t imos capí tulos , cuando estu­dia la economía colonia!, dice: "es necesario que del intercambio <'on esas colonias saquemos ventaja en favor de nuestros produc­tos". Plantea ya en e! 1776 la doctrina imperial industr ial . No hay aquí plusvalía capital-trabajo metropolitano, sino metrópoli-colo­nia : hay plusval ía colonial. Aquí se indica ya lo que la nueva doc­tr ina de la dependencia desc r ib i rá en pleno siglo X X , que a par t i r de 1965 se va definiendo gracias a autores latinoamericanos como Gunder Frank. ¿Qué es entonces desde un punto de vi.sta econó­mico la dependencia''. Simplemente el hecho de que ciertos pa íses , en concreto norda t lán t icos , han podido autoexpandirse porque se han apropiado de ciertos bienes de las colonias, produciéndose as í una cierta acumulación or ig inar ia que después se r ep roduc i rá , primeramente, con las grandes industrias del lujo, como son el tejido, el perfume .v una serie de industrias, secundarias que repro­ducen enormemente el capital. Esta pr imera acumulac ión es t á bañada con la sangre dsl indio, es tá envuelta en los "cueros de los esclavos del Afr ica" , y de los chinos de la "guerra del opio". Soií pueblos enteros ¡os que han sido '•'cam.biados" e inmuiacios al dios oro.

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Dependencia cu l tura l : centro dominante, o l igarquía y cultura popular.

Lo (lue nos interesa, ahora, a nosotros, es ver como esa de­pendencia es primera y s i m u l t á n e a m e n t e una dependo'ria cultu-lol. Es decir; ¿qué significa el hecho de que una cultura domina a otra cultura? Esta dominación cultural se realiza en el instante mismo en el que el español pisó Amér ica y, luego, lo h a r á el por­tugués , el holandés , el inglés, el f rancés , el americano. Porque ;Í1 mismo tiempo que E s p a ñ a conquista el At lánt ico , los rusos conqiiist;in Siberia en el pleno siglo X V I I , cuando llegar, a K ; i ; _ . chaka, al tiempo que E s p a ñ a t ambién ha conqui.stado hasta las Filipina.s. De tal manera que Europa se expande por sus dos re­giones l imí t ro fes ijue son E s p a ñ a y Rusia. Este hombre moderno europeo, es el hombre que la filosofía define como un e.'jn. En el pensamiento medieval este eqo. persona, se afirmaba como una trascendencia en una relación teoló.gica; pero desapareciendo el Dios del medioevo como experiencia atea del hombre moderno europeo, el eiio queda solo, y por esto, entonces, el cqo. pr imero, <lice: " Y o conquisto". Ahí tenemos a Cor tés y a Pizarro, a los héroes conquistadores, exaltados por Nietzsche. Pero después ese (•//o se avanza onto lógicamente como su propio fundamento, cuan­do un Descartes, un siglo y medio después de la conquista de A m é ­rica pero con relación directa a dicho acontecimiento, dice: "—'Y'o pienso". Y este "yo que pien.sa" .se avanza como el fundamento del despliegue de un discurso que funda todo desde sí. E n Spino-za, ese "yo" se hace dios, porque es la ún ica sustancia. Hegel, absolu t íza el cogito como el absoluto y despliega denti-o de sí la totalidad del ente. E l ego ha sido divinizado, absolutizado. Ese ego es "voluntad de poder", una voluntad de poder que pone va­lores, que aniquila valores, que crea valores y que hace todo desde sí. ¿Quién pone medida al egot Nada ni nadie, porque es incondi-cionado, indeterminado, absoluto, in f in i to , divino y natural . Esto lo enunció Fichte, Schelling, Hegel. De ta l manera que este ego i n -condíc ionado constituye a su vez al Otro hombre con.io una idea.

Kgi) cocjito coi¡itaíum. Y el cogitatii.m. es el indio, el africano y el a s i á t i c o ; ente con.stituido do.sde la comprens ión del ser euro-

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peo. Por esto que F e r n á n d e z Oviedo se pregunta : " ¿ S o n los indios hombres?". Y responde; "S í , los indios son anim.ales racionales, pero se han puesto bestiales por sus costumbres". Ser bestia es no-ser hombre. Y entonces, es un rudo al que hay que educar. Y educar es hacerle el don de la "c iv i l izac ión" europea. Se le ense ñ a r á el catecismo de Trente y, a la larga, el castellano se impon­d rá . Y si no se impone el castellano en algunas regiones se impo­nen sus estructuras culturales de tal manera que este ego se impone de todas maneras al Otro, que es el indio. ¿Y qué acon­tecerá, entonces? Se da un paso de m á s . Una cultura particular, que es la europea, se pretende "Liniver.sar' y niega todo valor a ias otras particularidades. Lo "de suyo" es que la cultura europea es la cultura universal. Este universalismo no es m á s que el un i ­versalismo abstracto de una par t icular idad que abusivamente se arroga la universalidad, y que con esto niega todos los otros particularismos y exterioridad de las otras culturas. Surge así el mecanismo pedagógico de la dominac ión cultura!. En el "centro" está la cultura que l l amar í a imperial, en el sentido m á s fuerte: aquel que impone, por su imperio y voluntad, lo que es suyo. Luego, a p a r e c e r á una cul tura colonial; esta cul tura colonial se va a desdoblar, porque en ella h a b r á una él i te cul tura l colonial ilus­trada y un pueblo. E n Lo.s eonde.nados de la tierra se muestra todo el proceso de la educación de una él i te colonial, de una cul­tu ra ilustrada que se va reproduciendo entre ellos. Vale la pena recordar un texto de Sartre que contradice sus dos grandes libros como El ser y la nacía y La crítica de la razón dialéctica. Sartre en su conducta es un hombre de los nuestros; en su t eo r í a es un moderno europeo que hay que cr i t icar radicalmente. E n este texto vislumbra el problema: " L a él i te europea se dedicó a fabricar una élite i nd ígena ; se seleccionaron adolescentes, se les m a r c ó en la frente, con hierro candente, los principios de la cultura occiden­tal , se les introdujeron en la boca mordazas sonoras, gi-andes palabras pastosas que se a d h e r í a n a los dientes; t ras una breve estancia en la met rópol i se les regresaba a su pa ís , falsificados. Esas mentiras vivientes no t e n í a n ya nada que decir a sus her­manos; eran un eco; desde P a r í s , Londres. Amsterdam nosotros lanzábamos palabras: ' ¡ P a r t e n ó n ! ¡ F r a t e r n i d a d ! ' y en alguna

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parte, en Af r i ca , en Asia, (en A m é r i c a l a t ina ) , otros labios .se a b r í a n ; '¡ . . . t e n ó n ! ¡ . . .nidad! ' . E ra la Edad de Oro" «.

Y ¿ p o r qué era la Edad de Oro? Porque esa cul tura estaba tenida por las él i tes coloniales incuestionadamente como la cultu­ra universal. H a b í a entonces una verdadera pedagog ía de la do­minac ión pero pedagog ía de la mediac ión de la cul tura ilustrada. Tenemos así tres niveles. E l "centro", y en la "pe r i fe r i a" una élite y un pueblo. La cul tura imperia l tiene una metodolog ía pe­dagógica , es pedagog ía de la dominac ión como lo muestra Paulo F r e i r é . Proyecta en la propia conciencia del dominado su cul tura como la única , negando así la cullu.'a del Otrc Hat.:-ía todo mi estudio a realizar sobre la in t royección en el coionizado de la cul tura imper ia l . Por otra parte el colonizado produce una des-valor ización de su propia cultura. Puedo decir que la cul tura de un pueblo, que no es lo mismo que la cultura yiacional, empieza a Ber negada desde las pautas de la cultura del "centro". Cuando en m i clase universi tar ia pregunto a los alumnos sobre un ejem­plo de una obra de arte, me nombran a la Gioconda, la Quinta S in fon ía de Beethoven. Y entonces les objeto: " — ¿ P e r o Uds. no han pensado que en nuestra provincia, en Mendoza, hay acequias m u y bellas, y que es un arte ei podar la pa r ra y la v i ñ a ? ¿ U d s . no han pensado que podían haberme dado por ejemplo al tango?". Pero este arte, para ellos no tiene n ingún sentido, n i n g ú n valor. Han sido pedagóg icamen te educados en la desvalor ización de la cul tura popular propia. La dependencia cultural es primeram.ente externa. Del imperio a la é l i t e ; la élite es minor i t a r i a pero tiene el poder: es la o l igarquía dependiente. Luego hay t a m b i é n una dependencia interna, l a que la él i te cul tural i lustrada ejerce al dominar al pueblo, hasta por medio de las escuelas. L a él i te alie­nada pretende alienar el pueblo y, muchas veces, entonces, la ú n i c a g a r a n t í a de esc pueblo de ser sí mismo, y otro que todo otro, es ser analfabeto. Los alfabetizados, al f i n , no saben quienes son; sobre todo si han cursado la escuela y han creído todo lo que les han e n s e ñ a d o ; en especial en la escuela argentina l iberal , que

« Prefacio de .S,-\rtre al libro de F r a n t z F a n ó n , Los condenados de la tierra, F C E , M é x i c o , 10G3, p á g . 7. Véase la obra de Memmi, Retrato de, nn colonizado.

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es una escuela de profunda al ienación. H a b r í a que decodificar la ideología introyectada en los textos pr imarios de la escuela libe­r a l argentina, donde no solamente se habla de co.sas anodinas, sino que e.s estrictamente ideológico todo el texto, porque se en­seña y potencian instituciones alienadas y alienantes. Las grandes realidades poindares son ignoradas en todos sus aspectos. Ue tal m.anera que es .sumamente planificada la educación alienadora que da una élite o l igárqu ica ilustrada, que m i r a hacia ei "centro" mundial y niega sus propias tradiciones que desconoce. Se pro­duce así una aniqui lación de una cultura popular, que ser ía lo que he llamado "lo facúndico", ?n beneficio dei "centro". Y por esto Sarmiiento es clásico. E l dice en esencia: se ven dos civilizaciones; una, la nuestra; y la otra que sin cuidado de lo que tiene sobre sus pies intenta realizar los ú l t imos resultados de la civilización europea. Esta es la ciudad; és ta es la inteligencia; és ta es la ci­vilización europea. Y ¿qué es la otT;a? Pues lo nuestro: la^barbarie indígena, la materia. Esta es la pedagog ía de Sarmiento: el pueblo es materia; la inteligencia la tiene la élite, .sobre todo la ciudad p o r t e ñ a que va a i m p r i m i r la forma como un sello al pueblo, que resiste y es considerado como un no-ser. Aquí hay una filosofía estricta, una ontología explíci ta . Tenemos que empezar a pensar muchas nuevas nociones. La cultura, pr imero, popvJar, alienada, y de ahí la cuestión del pueblo que en estos d ía s de la ".Semana Académica" se ha debatido bastante. IVIe g u s t a r í a entrar un poco en explicitaciones y detenerm.e en este punto.

La 7ioción de "pueblo".

La categoría pueblo, que no se considera muchas veces como una categoría interpretat iva científ ica, y menos sociológica, es, pienso, una verdadera ca t egor í a de i n t e rp re t ac ión . Ca tegor ía mu­cho más amplia, ambivalente y, por eso, m á s r ica que muchas otras categorías que se usan. Para eso les recuerdo que, por ejem­plo, la categoría "pueblo" es mucho m á s am.plia y comprende la ca tegor ía "ciase". Saben que en la fi losofía del derecho por no i r a la Política de Ar is tó te les o a la República de P la tón , se habla de las ciases sociales. Hegel, por ejemplo, dice en su Filosofía del

Derecho que ' ios medios infinitamente variados y el movimiento })or el que se l imi tan r ec íp rocamente , por la producción y el i n -íercamlj ío, r eúne , por una universalidad inmanente y se diferen­cia, en masas universales a ta l punto que el conjunto total toma la f igura de un sistema de necesidades, de medios y trabajo, de manera a satisfacer necesidades y de cultura teór ica y p r á c t i c a ; sistemas en los cuales se encuentran los individuos. Todos estos sf)n los que constituyen las diferencias de las clases". E s t á n aqu í i-\p!ícif; imente indicados todos los aspectos que va a describir l.ukacs acerca del problema de las clases y la conciencia de clase, i . n cuestión de ias clases es tan vieja con¡L. el peiisi-.ir.ientL . ' iosó-fico: fue planteada por los grie.gos. Marx da a la ca tegor ía "clase" i;na fuerza interpretativa mucho mayor, porque muestra la opo­sición de las clases y la toma como instrumento de un a n á l i s i s econimiico-polít ico. De ahí su gran importancia. Siguiendo esta t rad ic ión oodem.os ver lo siguiente. Marx se s i túa en el nivel es­t r i c to del horizonte del pa ís , la N a c i ó n : de tal manera que la únic;i oposición que estudia es la de la bui 'guesía y el proletaria­do; [¡ero no tiene otro horizonte. En cambno, Lerdn. es ruso y no a l e m á n : y Rusia es una cultura "secundaria" con respecto a Alemania, de tal manera que él se siente como citerior. Para Lenin es necesario, primero porque es ruso y después porque se s i túa a fines del siglo XIX, clasificar la relación del "centro euro­peo" y el mundo colonial. Por ello ha escrito Lenin su pequeña t-bra i<yí imperialismo, fase superior del capiialismo. Aquí ya no estudia solamente la re lación bu rgues í a -p ro le t a r i ado , sino que, además , describe la re lación del imperio y lo que es colonizado por el imperio. U n tercer paso es dado dentro de esta misma t r ad ic ión , y se produce j ' a en una cultura estrictamicnte per i fé ­r ica, como la China. En China es clara la diferencia entre el "centro" y la "perifer ia". Si nosotros fuésemos a buscar entre los textos revolucionarios chinos encon t r a r í amos , con toda pre­cisión, la ca tegor ía "pueblo" en el .sentido en que lo va a usar por ejemplo un Kemal A ta tu rk , un Nasser, un Gandhi, y en A m é ­rica latina, por ejemplo, un Pe rón . Es ya una termdnología que surge de la contraposic ión del "centro' y la "perifer ia" .

Por eso es que pongo en el centro al pueblo. E i pueblo tiene

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tres opuestos: 1) el imper io ; 2) la b u r g u e s í a nacional; 3) la bu­rocracia. E l pueblo tiene significados diversos o distintos, s egún sean sus opuestos. Con respecto a l Imper io hay una Nación- ( I ) , y de ahí que toda la Nación se r e ú n e para luchar contra e! ene­migo de la Patr ia . En un segundo nivel , l a b u r g u e s í a se puede oponer a las clases trabajadoras ( I I ) , y al decir esto digo cam­pesinos, obreros, y cantidad de otros oprimidos. En un tercer nivel o s i m u l t á n e a m e n t e —sobre todo en la China se veía ya la burocracia socialista rusa como nueva clase en el poder— hay un proceso de f i jación, un proceso que inmovi l iza el proceso. Se avan­za entonces una "reserva esca to lógíca" , los jóvenes de la "Revo­lución cul tural" . L a juventud es lo indeterminado en el proceso de esclerosis social. Una es la " revoluc ión p a t r i ó t i c a " de la libe­rac ión nacional, otra la " revolución social" de la l iberación de las clases oprimidas y, la tercera, la " r evo luc ión cul tura l" . E n este ú l t imo caso se da lo pedagógico, la juven tud y la cu l tura ; a q u í hay un problema latinoamericano concreto. L a "clase" e s t á en la Nación ( bu rgues í a , proletariado o clase campesina); es decir, es una ca t ego r í a que se usa en el nivel o el horizonte nacional. Pero hay otros niveles de real ización o revolución, y en este caso la ca tegor ía pueblo es infinitamente m á s r ica y estrictam.ente téc­nica. Con respecto a esto, si entiendo por ¡pueblo a la polis griega o a la ciudad o nación h e g e ü a n a , entonces oculto el autentico sentido de pueblo. Porque en la c a t e g o r í a "pueblo" tengo que iu-

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cluir en su significado un momento esencial: la exterioridad (C) del pueblo, cues t ión que en estos días de discusión no se ha vi.sto todav ía .

Si tomo un sistema ( I I ) donde hay un opresor ( A ) y un oprimido ( B ) , al oprimido lo puedo llamar p^ieblo. Pero en tanto es oprimido, es alienado y en tanto alienado ha introyectado el sistema [nivel ( B ) ] . Por lo tanto, h a r á una huelga para tener m á s salario y una vez que obtuvo m á s salario t e r m i n ó la huelga. E n el fondo, introyecta el valor supremo del sistema cuando gana m á s dinero. Pero el pueblo no es solo esto. Pueblo es t a m b i é n un resto escatológico (nivel C) que es otro ( I I I ) que e! siste­ma ( I I ) y que de esa exterioridad (C) no sólo no i n t e n t a r á ser dominador del sistema ( I I ) , sino intentar un nuevo sistema ( I V ) .

E l dominador tiende a dominar al sistema, la totalidad, que es el f ru to de un proceso de l iberación anterior que lo ha llevado al poder. Por esto, el que domina no puede sino pensar como el t iempo mejor el pasado: todo pasado fue mejor y todo fu turo es riesgoso para su poder, su dominación. E n toda la hi.storia humana desde siempre el futuro es del oprimido, porque es exterior a l sis­tema ( C ) , es el que no tiene nada que perder, porque simplemen­te no tiene nada ( B ) . Es él el que aspira a un nuevo sistema ( I V ) donde v iva como en su casa. Por esto, todos los procesos de libera­ción se hacen desde la base oprimida hacia un nuevo sistema ( I V )

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(luo pone en cuest ión la e tern izac ión del sistema vigente ( í H ) , E l sistema ( I I I ) pretende su e t e r n i z a c i ó n ; se diviniza. Entre no­sotros se uti l iza la t e rminolog ía de la "civi l ización occidental y cristiana". Es la divinización anti-crist iana de un sistema que se sacraliza, v por eso es estrictamente correcto decir, en cristia­no, que la c r í t i ca de toda cr í t ica comienza por la cr í t ica de la religión del sistema divinizado. Es decir, el ídolo debe ser negado para que el sistema pueda avanzar, porque si el sistema es sagra­do, ¿cómo se ¡o c a m b i a r á por otro mejor? Este es el a te í smo de los profetas cuando, por ejemplo, quemaban los baales que no hablan, ni oyen ni protesta-: porque "tienen boca y no hablan, orejas no oyen, ojos y no ven". For eso se dice: la c r í t i ca de toda críticii, comienza por la cr í t ica de la rel igión del sistema, del ídolo. Esto es la ortodoxia metaf í s ica más clara. Para ser un buen cristiano hay que .ser un buen ateo del ídolo, del "dios dinero" por ejemplo. Es evidente que una l iberación cul tural , como proceso futuro, tiene que apoyarse en la cultura de los pueblos. ¿ N o se r á que tenemos demasiadas ca tegor í a s encubridoras que no nos permiten descu­b r i r realmente de qué se trata cuando se habla de cultura popu-lar'! Hace poco, en México, hablando con un gran sociólogo me indicaba la conciencia mí t ica a -h is tór ica del pueblo. Estas son ca tegor ías europeas. ¿Quién ha dicho que es mí t i ca y a -h is tór ica? ¿ N o tiene nuestro pueblo, acaso, una memoria histórica c l a r í s ima? ¿ C u a n d o elige algo, no elige acaso algo mucho mejor que los com­prometidos con el sistema? La cultura i lustrada nacional está fosilizada, y e s t á interesada en que el proceso no se realice. Esta gente elegirá por necesidad contra la l iberac ión , contra la histo­r i a ; mientras que el pueblo oprimido es l ibre, porque es -pobre y como es pobre mi ra hacia el futuro, no tiene nada que perder, repito, porque no tiene nada.

Hay que tomar muy en serio la ca t egor í a pueblo que no es Simplemente el oprimido, no es tampoco la total idad de! sistema, sino que la esencia del pueblo —^y aquí , claro, el semita se en­frenta a l griego, Amurab i contra Homero— la esencia del pueblo es " la exterioridad escatológíca" que hace que vea el sistema y d iga : "—¡El lo s ! " , pero no se siente identificado con dicho siste-mia. E l pueblo en un cierto nivel (C) es tá fueiu del sistema, y

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al estar i'u.era del sistema es tá en el fu turo ; a! estar en el fu turo es ya el hombre nuevo. E l hombre nuevo es el pueblo oprimido pero no en- Lauto alienado ( B ) , sino en tanto exterior al sistema ( C ) , sabiendo que tiene otras tradiciones, otra lengua, otra cul­tura , pero que es considerada por la "cultura i lustrada" como incultura, como analfabetismo, como no-palabra, porque la cul tura ilustrada no tiene oídos para oír, y por ello, entonces, cree que el Otro guarda silencio, pero no, no es tá silencioso. E n esto me voy a tener que ante-poner a algunas tesis de ayer sobre el hiiingüi.-^-mo. Porque, sí es verdad que el oprimido no domina una gran cantidad de ca t ego r í a s económicas y polí t icas del sistema, tiene oti-as c a t ego r í a s que el sistema no tiene y que son el "punto de apoyo" de ¡a l iberación. Son .sus tradiciones concretas por donde la historial se c u m p l i r á ; lo que debemos hacer es potenciarlas. No caigamos en un "e.spontaneísmo popuhsta", en el sentido de que el pueblo tiene ya todo, y es tá muy bien y es infalible, y lo que él haga siempre funciona. ¡ N o ! Hay que saber discernii ' entre lo peor que tiene el pueblo (B) que es la in t royección del sistema (1). Esto lo tiene el pueblo y hay que .saber negarlo. Pero, en cambio, el pueblo tiene lo mejor ( C ) . Pero, ¿tiuién discierne entre la in t royección del sistem.a ( B ) y lo escatológico (C) ? Aquí es necesaria la función cr í t i ca , entre otras, de la filosofía. E l filó­sofo es el que se ha comprometido en el proceso de la l iberac ión , y se constituj^e por ello, t amb ién , como in ter ior al sistema. Pero a l mismo tiempo, desde la exterioridad ( C ) , cri t ica a la oligar­qu í a ilustrada, m o s t r á n d o l e que es una sofíst ica, ideológica, y, pnr otra parte, alienta al pueblo a defenderse, para poder asumir la responsabilidad de ser exterior al sistema. Esta función es la esencia de la filosofía y sin este esclarecimiento el pueblo tampoco se libera. Se puede decir que el pueblo tiene lo mejor pero mez­clado y cuando el proceso de l iberac ión comienza, este pueblo mismo dice a veces: " — ¡ P e r o e s t ábamos mejor en el sistema!". E n el desierto, el pueblo di jo a M o i s é s : " ¡ E s t á b a m o s mejor en Egip to !" . Pobre Moisés, un poco m á s y lo "achuran" Este es el destino del cr í t ico que siempre p e r m a n e c e r á en la exterioridad.

7 T,i,r.i>rfio .nrgHntino: hacer pedazos una pieza de animal ; oficio de

carnicero.

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I I . — C I E N C I A , CIENTIFICISMO Y P O L I T I C A

Lado el poco tiempo con el que contamos, deberemos abre­viar la exposición de esta segunda parte.

La ciencia es el m á s sutil instrumento de dominac ión , sobre todo cuando se pretende "universal". No hay en su sentido rea!, una ciencia "universal". Las opciones pre-c ien t í f icas son esencia­les para la ciencia y és tas son polí t icas, humanas, culturales. Voy a liacer una pequeña demos t rac ión para que lo vean aún en el caso de (a m a t e m á t i c a .

4. Condicionamiento polí t ico de la ciencia.

Los m a t e m á t i c o s pretenden que la ciencia m a t e m á t i c a tiene un desarrollo interno de su di.'ícurso por "necesidad", de t a l ma- -ñe ra que si llego a la conclusión A, de ella se desprende la con­clusión B, y de ella la conclusión C. L a conclus ión C es "univer­sal", necesaria y vá l ida para todos. Pero esta conclusión C es para la ciencia neopositivista como un ob.jeto abstracto de un universo "separado", ideal. Pero, antes que la ciencia e s t á " la cotidiani­dad", y después de la ciencia es tá el "proyecto" de la ciencia. Y entre los dos (el mundo cotidiano y el proyecto) e s t á la ciencia. Cuando quiero estudiar m a t e m á t i c a , no lo hago por razones ma­temát icas , pues todav ía no la conozco; si la conociera s e r í a mate­mát ico . E l estudiante elige m a t e m á t i c a porque le gustan los nú­meros, pues su padre era carnicero y con "los n ú m e r o s " logró hacer un buen negocio. La "vocac ión" es precientífica. L a vida cotidiana de una época da el proyecto a la ciencia. L a ciencia, en­tonces, es tá condicionada por una cotidianidad que a ú n funda sus axiomas. Los axiomas de la ciencia no son universales, n i eternos, son cidturales. ¿Qu ién le di jo a Ar i s tó te les q u e . h a b í a esferas y que las esferas a.sti 'onómicas eran divinas y eternas? Toda la as­t r o n o m í a griega trabajaba a p a r t i r de las esferas. E r a una fe "cul tural" . Todo esto lo hacemos aún hoy; a ú n en física todav ía hay fe "cul tura l" , porque hay cantidad de cuestiones que de nin­guna manera son dem.ostradas. E l axioma por esencia es inde-

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mostrable. E l axioma se acepta porque es digno (aa^ío.-) de ser aceptado como una evidencia, "cul tura l" . Entonces, trabajando un cap í tu lo de m a t e m á t i c a llegamos a la conclusión A. ¿Qué pasa después de A ? Es que de A puedo sacar muchas conclusiones po­sibles ( A ' , A " , A " ' , . . . ) . Pero pasa que los rusos han lanzado un s a t é l i t e y me he quedado a t r á s . Entonces, por intc?-eses polí­ticos, aunque m á s no sean que propagandísticos, para que al mismo tiempo sigan creyendo que los Ford y los Chevrolet que vendo son buenos, entonces, necesito t amb ién lanzar un sa té l i te . Lanzo as í toda la m a t e m á t i c a con las posibilidades A ' , A " , A " ' , etc. en una l ínea ( A " ) , porque me interesan sólo los sa t é l i t e s ; porqn.e .'A de­cidido po l í t i c amen te lanzar la ciencia en esta l ínea precisa. A l llegar a una conclusión puedo sacar nuevas y muchas aplicacio­nes ( B , B ' , B " ) , pero por intereses mili tares, las voy a buscar en un sentido preciso ( B " ' ) . Cuando no interesan los sa té l i tes toma­mos como gran tema la polución ambiental, y se descubre que hay fa l ta de oxígeno. Entonces el dominador dice al pueblo opr imido : " ¡ Q u i e t o ! " , para poder consumir hasta su oxígeno. L l e g a r á a ú n a .ser explotado hasta en su oxígeno. Sí , hay ciencia, pero és ta va, sin embargo, eligiendo los capí tulos de sus amplias posibilidades por opciones pol í t icas , económicas y culturales. ¿ Q u é pa.sa enton­ces?, y esto es lo t rág ico , que un profesor en la cul tura dependien­te, para poder enseña r en la Universidad, se ve rá obligado a i r al "centro" a estudiar m a t e m á t i c a con un maestro en P a r í s . Es­t u d i a r á la u i a t emá t i ca de! "centro". Tiempo después se vuelve a Catamarca, y se da cuenta que la m a t e m á t i c a que es tud ió no re­suelve el problema de Catamarca. Pero él ha defendido su docto­rado y es tudió durante siete años la m a t e m á t i c a en un cierto sentido y, llegado a Catamarca, se da cuenta que eso no funciona en su ciudad. Piensa comenzar a t rabajar ciertos capí tulos de m a t e m á t i c a aplicados a su reg ión . Pero neces i t a r í a seis o siete años para cambiar toda su metodología y para producir un peque­ño t rabaj i to . Escribe así un paper ( a r t í cu lo c ien t í f ico) , pero ¿ q u i é n se lo va a publicar? Le pide a su g ran maestro de P a r í s que lo lea, pero r e s p o n d e r á : "Pero, si esto no tiene n i n g ú n sentido. Este tema no nos i í i teresa para nada, no es tá de moda". Entonces, heroica­mente lo produce a mimeógra fo para sus alumnos de ia escuela

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aecuudaria de Catamarca. Cuando viene el tiempo de un concurso, el oponente viene con sus papcrs de Lxindres, y él con su trabajo mimicografiado en Catamarca pierde as í el concurso, i Esta es la dependencia cultural p r á c t i c a ! ¡ E s t o pasa en filosofía y en todas ias ciencias! Una dependencia a todo nivel , a ú n en el m á s prác t ico , que es cómo se llega a la c á t e d r a de profesores universitarios o a ser miembro de la carrera de investigador en el CNICT. Vean, pues, hasta qué punto la dependencia cul tural penetra hasta los recovecos más íntimos, hasta los tribunales mismos. Entonces, la gente se resigna a seguir repitiendo la ciencia del "centro". E l Conse.jo de Investigaciones Cient í f icas paga científicos que aho­r ran dinero al "centro", ya que las conclusiones de nuestros cien­tíficos se industrializan en Nor t eamér i ca , y después nos venden más caro sus productos. Esta es la dependencia, aún al m á s abs­tracto nivel, el de la ma t e m á t i c a . ¡ Qué decir cuando entramos en

_ fi losofía. . . donde el sabio del sistema habla del ser y del no-ser y hace creer que eso es la f i losofía! I\Iienti-as tanto pasa sobre toda realidad concreta que pisotea sin moralidad alguna. L a f i ­losofía, que es la cr í t ica misma de toda realidad, se evapora; es la sofística y esos son los sabios, como los griegos, que en esencia dicen: "No, el no-ser no es verdad; si el b á r b a r o habla, habla el no-ser, y enuncia por ello lo falso; si dice lo falso, con voluntaria obstinación miente; y antes que siga mintiendo lo mata el h é r o e dominador haciendo una gran obra patr ia y recibiendo el honor del rodo". Esto hacen los conquistadores, esta es la ontología guerrera que hay que denunciar **.

I I L — C R E A C I O N Y L I B E R A C I O N D E L A C U L T U R A P O P U L A R

Hay entonces, un pueblo pobre, opr imido por el sistema. Ptce-hlo oprimido puede ser toda la " n a c i ó n " con respecto al "centro"; puede ser también el trabajador con respecto a una b u r g u e s í a ilu,5trada nacional, puede ser una juventud negada en tanto que

*> Este tema, sobre ia ciencia, no pudo ser expuesto con suficiente e.r-tensión por falca de tiempo. Sobre dicho toma a p a r e c e r á en el p r ó x i m o futu­ro una publicación m á s extensa.

ella es i n d e t e r m i n a c i ó n o "resto e.scatológico" y que no es t á com­prometida con el sistema; pueden ser las provincias o lo federal con respecto a las capitales nacionales que t a m b i é n roban a las provincias en todas partes de Lat inoam.ér ica : Guatemala o iMéxi-co, Bogotá o IVÍedellín, La Paz, Santiago, Buenos Aires. Estos son "pidpos internos" que t a m b i é n oprimen a nuestras patria.s. Este pueblo oprimido, en todos los sentidos pero muy precisos —ya no es nada ambiguo, aunque después en el debate podemos precisar i.ná.s—, va gestarido nueva cul tura; no sólo aprendiendo o in t ro-yectando la cultura de! opresor ya que esto no es c reac ión de í-ultnra sino imi tac ión y negación de cultura. E l pueblo lia ido creando una cultura como exterioridad del sistema imperante.

r>. E! pueblo pobre y la cultura creada.

Contra la voluntad h i spán ica fue naciendo una voluntad crio­l la ; contra la o l i ga rqu í a nacional y después liberal nuestro pueblo ha continuado la creación de su cultura. De ahí que hay casos p a r a d ó j i c o s : el indio fue oprimido por el español y la evangeli-zación fue un proceso de acu l tu rac ión , de dominac ión religio.sa. En el imperio inca se celebraron las fiestas del año nuevo, o mejor del sol nuevo, el 21 de jun io en donde en Cuzco se festejaba el nacimiento del sol. E ra el d í a m á s corto del año y a l g ú n día 21 de jun io el sol no s a l d r í a m á s . H a b í a que adorarlo de una manera especial para que volviera a salir cada año Esta es exactamente Ja fiesta de la Navidad, porque en Europa era t a m b i é n 1? fiesta pagana del nacimiento del sol, y los cristianos la "bautizaron" e hicieron con ella la Navidad. No van a creer Uds. que Cristo nac ió en diciembre; sino que es una fiesta l i t ú r g i c a pagana. Pero llegados los españoles al hemisferio sur, nos hacen festejar la Navidad cuando el sol es tá en su máximo, en diciembre; suda­mos como pobres, y todav ía festejamos el sol que nace, cuando uno q u e r r í a que se muera porque ya estamos en pleno verano. L a fiesta de la Pascua, que es la fiesta de la primavera, se festejaba en el hem.isferio norte en marzo, y nos la hacen festejar a noso­tros en marzo cuando es otoño y la naturaleza muere. Se puede hablar de una opres ión l i t ú r g i ca ; nuestros indios se quedaron como sin re l ig ión, porque le destruyeron la que t e n í a n y no le

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pusieron ninguna. Este es un proceso de acu l tu rac ión . Pero t iem­po después, como en general los liberales fueron ant i -catól icos y no han vivido j a m á s el proceso cul tura l del pueblo, y tampoco el proceso de evangel ización de dicho pueblo. Pero, mientras no se recupere este proceso y se lo cri t ique superficialmente, no se en­tenderá Amér ica latina. Lo paradój ico es que en el tiempo colonial in t royec tó la cultura h i spán ica importada, pero, poco a poco, ese catolicismo .se t ransforma en la propia cul tura del pueblo. P r i ­mero, ese pueblo se opuso a la burocracia h i spán ica y después a la o l igarquía nacional. Y por eso no es e x t r a ñ o que un cura como Hidalgo haga el único e jérc i to realmente revolucionario en Amé­rica latina, y que fracasa por condiciones muy particulares. Fue un e jérc i to de indios: " la t ie r ra para los que la trabajan", tras la imagen de la guadalupana. Hay entonces una s imbología re l i ­giosa, liberadora y latinoamericana. Y por esto Kemai A t a t u r k volvió al Islam, Gandhi a las tradiciones h i n d ú e s y Mao a la cul­t u r a popular. Lean el texto de La Nueva Democracia donde Mao dice que ' i a antigua cultura popular tiene lo esencial de lo revo­lucionario". E l propio Mao vuelve a la t r ad ic ión nacional popu­la r china.

E n proyecto revolucionario sin s ímbolos y sin mitos es un proyecto revolucionario anti-popular y va al fracaso. Desde este nivel debemos pensar la experiencia de Allende. Hay graves cues­tiones que no se han formulado en los proyectos de l iberación popular. Hugo Assmann ha escrito un interesante a r t í cu lo sobre " l a p lusval ía s imból ica" ». E l pueblo produce s ímbolos ; t a m b i é n la o l iga rqu ía se los puede apropiar. S i u n proyecto revolucionario no es simbólico al nivel concreto de la creencia de nuestro pueblo, nunca podrá ser realmente revolucionario n i popular. La cultura popular, nacida desde la exterioridad del sistema es real, es nues­t ra . Pero se la ignora y se la niega y se la considera analfabeta : su simbología no es comprendida. Hay un interesante trabajo de Guillermo Gut iér rez , Cultura popular y cultura ilustrada. E n este trabajo critica, primero, el anál is is puramente " fo lk lór ico" de la cultura popular. La cultura popular no es puramente folklore.

^ El cristianismo, su plusvalía, simbólica, en Cuadernos de la Realidad Nacional (Santiago) , 12 (1972), pp. 154-180.

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Pero t a m b i é n la cultura popular no es la "cultura p.-oletaria" de Trotsky porque no se t ra ta del proletariado, de un "universal" . Un obrero de Citroen en Francia no es lo mismo que un obrero en Buenos Aires. Cuando el obrero de Citroen quiere m á s sueldo, en el fondo quiere que funcione el capitalismo f rancés y que se explote m á s a las colonias. .A.sí que hay una contradicción cuali­ta t iva del proletariado del "centro" y de la "per i fer ia" Porque hoy no hay todav ía una cultura universal proletaria. En este momento hay una diferencia real y objetiva entre el imperio, el centro y la perifer ia de t a l manera que allí hay que hacer correcciones fundamentales, aquello de la culturr proletaria. Tam poco .sería la "cultura de la pobreza" de Lewis. L a cuest ión es otra. Se t rp ta de una creación cultural que se expresa en diversos niveles, desde el arte popular, la mús ica popular, la lengua, t ra ­dición y s ímbolos que muchas veces, aunque no del todo, lo capta el folklore. Porque hab ía que considerar que en ¡a cultura popu­lar es tán dados todos los elementos s inc ré t i camen te confundidos. Por una parte, es tá el sistema introyectado; por otra parte, e s t á igualmente lo m á s cr í t ico del sistema. De ah í que la poét ica o la l i teratura, una vez puede ser lo m á s cómplice, y, o t ra vez, puede ser realmente liberadora. Cuando un Neruda, por ejemplo, plan­tea todo el bosquejo de una nueva realidad futura, es una poét ica liberadora. Y , por otro lado, cuando un Borges en la capital fede­ral , no porque sí , sino porque da la espalda a lo que es t á más al lá do ¡a A-venida General Paz, cuando mira hacia el "centro" y plantea una poé t ica "universal", en ese momento es una poét ica abstracta, pero en el sentido peor de la palabra, porque de hecho es tá comprometida con el sistema. A d e m á s h a b r í a que saber dis­cernir todo eso en el folklore. Por ejemplo, si tomo el tango Margot de Celedonio Flores, 1918, se descubre como un verdadero tango de c r í t i ca social. Margar i ta vivía en un "barr io" , en un conven­t i l l o ; pero Marga r i t a vendió su cuerpo a un señor i to del "centro" de Buenos Aires, un a r i s t ó c r a t a y oligarca, para poder subir y v iv i r . Es toda una erót ica que al mismo tiempo es una c r í t i ca social, porque pinta la estructura de la "per i fer ia" de Buenos Aires, donde el muchacho pobre es el que g r i t a — y por eso el tango es tan triste— , gr i ta que le han robado a su chica. Y Mar-

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garita se llama, "Margot" , la pi-ostitut:i del liombrc del "centro". E l hombre del "'centro", que a su vez exige a su mujer oligarca que sea virgen, se da a la pros t i tuc ión con la mujer del pueblo; la "prostituye". A i l i hay una protesta profundamente social. Ese es arte popular cr í t ico liberador. Pero después el tango se edul­cora, y se reviste de los modos del sistema y canta cuestiones "universales", para dar án imo , para enseña r a viviv dentro del sistema: es el opio. H a b r í a que empezar a discernir pues en esa cultura io que hay de cri t ico y lo que hay de comprometido; cali-i¡rar todo e.sa estructura. Pero, a d e m á s , y es muy importante, eso ¡niehh no solamente crea símbolos, obras, sino qu^ t ambién tiene compromiso.s histórieoR ij políticos; e s t á lejos de tener una con­ciencia )nít¡ca y ahistorica; tiene memoria. Lo <iue pasa es que esa memoria del pueblo funciona en un r i tmo que no es tan aca­lorado, al día y alocado como el de la él i te ilustrada. Crece como ias plantas; tiene que esperar la primavera para crecer y no ¡¿uede crecer en cualquier momento con abono o fert i l izantes; sabe esperar. Tiene un r i tmo que parece ah i s tó r ico . Lo que pasa es que en las profundidades de las corrientes marinas que van dando los acontecimientos que pa.san desapercibidos para el su­perficial, el pueblo va madurando. Cultura popular es el fruto de! compromiso y la historia del pueblo. T a m b i é n tiene su económica y su política. No domina los sistemas económicos vigentes, pero sin embargo sufre el sistema económico polít ico. L a memoria po­pular "recuerda" quién es el que lo explota, quién el que le saca su sangre. Y se da cuenta que cuando uno dice: "¡ Todo anda muy bien!", pero es el que lo explota; entonces m u r m u r a : "Esto anda muy mal". No vamos a creer que el pueblo se " t raga" tan fácil­mente la propaganda y la televisión y todo. Se lo ti-aga en parte. Pero en parte, t amb ién crea an t ído tos , anticuerpos. Pero si no ajnidamos, las cosas pueden terminar absolutamente m a l : ah í es tá la conciencia cr í t ica . Por ello, las revoluciones a u t é n t i c a m e n t e po­pulares asumen la s imbología de la cultura popular.

La cidtvra de la pobreza popular, lejos de sor una cultura menor, es <l centro m.ás incontaminado c írradiativo de resisten­cia del oprimido contra el opresor.

Hay que sabci- par t i r exactamente de ese nivel pura poder

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veaüza r un proceso creativo de l iberación, y no mieramente i m i ­tat ivo o expans ivo-dia léc t ico de "lo mismo" que crece como "lo .mismo", que s e r í a simplemente !a conquista. Para crear algo mievo hay que tener una palabra nueva, la cual i r r u m p e desde la exterioridad. Esa exterioridad es el jnieblo mismo que parece one es t á del todo en el sistema y en realidad es e x t r a ñ o a él.

(i. Projecto de l iberación cul tural .

Todo esto pende de la contraposic ión de dos proyectos: hay un proyecto cul tura l vigente, y. al mismo tiempo, hay un proyecto de liberación cu l tura l que es siempre "popular". E l proyecto vi­gente de twn sistema es el de una cierta o l iga rqu ía cul tural ilus­t rada que tiene un proyecto al cual tiende todo su esfuerzo. A l f i n del siglo X I X , o en su segunda mitad. Sarmiento expuso parte del proyecto del Estado liberal ilustrado.

E l proyecto del grupo dominador (a) se impone a la to ta l i ­dad del sistema (a ' ) : a es a'. E l proyecto del pueblo (b ) concreto y oprim.ido es negado por ei sistema. Por eso M a r t í n F ie r ro dice: "en m i ignorancia .sé que nada valgo" — p a r a d ó j i c a expres ión . Se lo niega, se lo deja como el no-ser dentro del sistema. F ier ro os el hombre de la frontera, la carne del cañón y nada más .

Hay, entonces, un proyecto vigente de cul tura (a-a') que se impone a la totalidad del sistema .sea imperial , nacional o pro-

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vinciano. Este sistema vigente debemos interpretar lo como la im­posición de un cierto grupo que en su tiempo t a m b i é n fue mino-i-ía oprinuda; era la o l igarqu ía criolla, oprimida por la burocracia h ispánica . Gracias a Bolívar, a San M a r t í n , y tantos otros héroes nacionales, logra expulsarse a la burocracia h i spán ica y permite a la oligarquía nacional la toma de! gobierno. E l pueblo, oprimido, no accede al poder. En casi ninguna de nuestras patrias latino­americanas el pueblo toma el poder; si lo hace en una pequeña isla, entra ella en un callejón sin sahda, dependiente ahora de Rusia. De ahí que, ya que el problema de la dependencia se da en todas partes, un gran héroe presente es el que dice en 1963 que Cuba es dependiente de Rusia y depende como cualquier otra de las colonias capitalistas. Con esto f i r m ó su sentencia de muerte. Porque se debería elegir entre un modelo de l iberac ión total , lo que l levaría a la muerte de Cuba o aceptar la dependencia de Rusia. No se puede elegir. Quedó la isla dependiente de Rusia, esperando entrar- en el proceso de l iberac ión de todo el continente latinoamericano. Mientras tanto e s t á a la espera; Cuba no se puede liberar sola. Pero es posible que haga mucho m á s avance que otros de nuestros países . De todas maneras a h í e s t á t a m b i é n la dependencia de Rusia, aunque la dominac ión de Estados U n i ­dos o Europea sea mayor. Este proyecto vigente y cultural i n ­cluye la dependencia externa y la incluye como su propio ser. A h í es tán en nuestros programas de la te levis ión el cow-boy, Su-perman > Batman; todas estas pel ículas que nuestros chicos ven cada día desde que nacen. ¿ P o r qué son tan peligrosas? Porque son ideológicas. ¿Quién es el cow-boy? Es un h é r o e que se opone "a l malo". ¿Quién es el malo? E l l ad rón . ¿ Q u é hace el l a d r ó n ? Roba. ¿Qué es lo que roba? L a propiedad privada. ¿ P o r qué? Porque el ladrón ha sacado del banco el dinero guardado por los conquistadores de la t i e r ra de indios. Entonces, viene el "mucha­cho", o la "muchacha", y recupera la propiedad pr ivada ; y la vuelve a poner en el banco. Es una ideología del capitalismo bur­gués de propiedad privada. "Superman" hace lo mismo, con la violencia de sus puños que no tiene nada de racional ; y mata a los ladrones y recupera el dinero. Superman nunca ha terminado una guerra; nunca ha hecho crecer t r i go para los pobres, sino

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que solamente lucha contra los que roban. Esta es la ideología que se nos "mete" por todos lados. Pasa lo mismo con "Patoru-zu" que es aún peor que todos los personajes importados. Pato-ruzú es una ideológica de enmascaramiento de la o l iga rqu ía te r ra­teniente. ¿ C ó m o , un indio puede poseer algo en Argent ina? N o posee nada ya que lo han desposeído en i n n ú m e r a s " c a m p a ñ a s del desierto". Observen qué p a r a d ó j i c o : de pronto, un terrateniente ([uc es por t eño , se viste con la m á s c a r a de indio .y pasa por muy s impát ico . ¿ C ó m o puede v i v i r un indio en Buenos Aires y poseer la Patagonia? Esta es una imagen del terrateniente p o r t e ñ o que el aullar de la historieta lo declar- inocente. ¿A quién protege Pa to ruzú siempre? Pues al "avivato" del centro del pa í s , Isidoro. Es una historieta muy popular pero muy ideológica, y muy contra­dictoria contra nuestras tradiciones realmente populares.

Cosa muy dist inta es el proyecto de liberación cultural po­pular ( b ) , latinoamericano, porque este proyecto, como futuro , no es m á s que aquello a lo que tiende un pueblo oprimido. Es el proyecto concreto que se prepara en la oscuridad, por un pueblo que tiende siempre hacia un nuevo proyecto hi,stórico de un nuevo sistema. De 1 se pasa a 2. La negación del proyecto imperante (a-a') va a dejar lugar a un nuevo proyecto h i s tó r ico ( b ) . Este imevo proyecto h i s tó r ico no es m.ás que el proyecto de un pueblo, equ ívocamente mezclado con la propia al ienación en el sistema. E l discernimiento de lo que se es tá dando y la fo rmu lac ión de ese proyecto es la tarea del intelectual, hombre comprometido. E i intelectual es el que cumple la función de ser el pensar estraté­gico del pueblo. De lo contrario caemos en un e spon tane í smo cabal. A veces se cae en los m á s grandes equívocos, porque se pueden usar "palabras" populares pero permi t i r de hecho que la oligar­quía asegure con m á s violencia su propio proyecto dominador. Y por eso, nuestra pa t r ia e s t á justo en el f i lo de la navaja. No vaya a ser que la oposición "clases o p r i m i d a s - b u r g u e s í a " sea negada en beneficio de la nac ión burguesa ante el imperio (pero al f i n con él) y que la juventud sea negada y, de pronto, la l ibe rac ión na­cional tampoco sea posible porque la b u r g u e s í a nacional, la buro­cracia, los t e c n ó c r a t a s , t e n d r á n que defender el Imper io . Por esto, es muy necesaria la cr í t ica del filósofo, t a m b i é n en el proceso.

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r.sta es justamente nuestra función. E i pro.yccto de l iberación (b) ¡lü .se da así nomás. Hay que luchar por él. Por e.sto murieron n I,!.e.stro3 héroes y por eso t amb ién debe com.prometerse la filosofía.

Este proyecto tierie un contenido nuevo, que se revela ai que escucha: el pueblo oprimido, pueblo que se llam.a b á r b a r o . Es el v'í.),fíoi de Heráclito, el «o-.^-cr. Herác l i to niega valor al vulgo, a la í.'ente. La ontología grieiíu es absoluta-mente a r i s toc rá t i ca , mien­tras esos polloi ("ios m á s " ) son los que tienen la verdad y no ios que tienen el liruco lagos. Porque ese vulgo no es meramente "••uigo". Si leen o! pa.rágrafo 301 de la FiloMifia del derecho de Hegel, piensa con^o Herácb'to. Se dice que el puebl'> o los margina­dos SOT lo indeternhnadü-, porque no se lo puede racionalizar. L o que no entra en el sistema es lo irracional con respecto a la Razón dei sistema. En realidad el pueblo tiene una racionalidad dist inta y nueva. Nuestra responsabilidad es la de saber crear a ú n las categorías que nos permitan descubrir ese proceso. Aquí e s t a r í a entonces iodo el pn-oblema de la juventud y de la revolución cul­tural latinoameiicana.

En 1968, cuatrocientos jóvenes universitarios mexicanos fue­ron violentamente a.sc'nhiados. Octavio Paz, en el pequeño l ib r i to Po.sáaía, dice que "a fines de septiembre el e jérc i to ocupó la U n i ­versidad y el Instituto politécnico. Ante la reprobac ión que pro­vocó esta medida, las tropas desalojaron los locales de las dos instituciones. Hubo un i-espiro. Esperanzados, los estudiantes ce­lebraron una reunión en. la Plaza de Tlatelolco. el 2 de octubre. En el momento en que Ls recurrentes, concluido el m i t i n se dis­ponían a abandonar el lugar, la Plaza fue cercada por e! e jérc i to ,- comenzó la matanza. . . E l 2 de octubre de 1968 t e r m i n ó el mo-/imiento estudiantil. T a m b i é n t e r m i n ó una época de la his tor ia le México... E l gobierno r e g r e s ó a pe r íodos anteriores de la listoria de México: agres ión es s inónimo de regres ión . Fue una •epetición instintiva que asumió la forma de un r i tua l de expia-i ó n . . . El régimen mos t ró que no podía n i q u e r í a hacer un exa-nen de conciencia; ahora bien, sin cr í t ica j , sobre todo, sin auto-•rítica, no hay ¡losibilidad de canVoio" '-'\

%io XXr, M.':dco, 1973. pág.s. r!--40.

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Se puodo i¡;ty)'[)retar como iioéíica. nsta \ 'isión, [)et-o el poeta t̂ s frecuentemente profeta. Hay también otras patrias latinoame­ricanas en las que se produce la inmolación de la juventud y no hace mucho. Hay que tener mucho cuidado, porque no vaya a ser que haya qne adoptar una actitud filosófica c r í t i ca para ver con ojos claros qué es lo qué acontece, sin anticiparse, pero dándonos cuenta que t a m b i é n podemos tomar el camino equivocado. De ]n-onto, como Heide.gger, tiempo después , podr íamos darnos cuenta <uie h a b í a m o s adoptado actitudes equívocas en el proceso. ; Hay (pie abr i r mucho los ojos! Hay que tener ca tegor ías que nos per­mitan mantenpi-'ios con claridad en medio del torrente, en el cual hay que estar "metido" para que nos arrastre, pero, al mismo tiempo, no podemos dejarnos simplemente llevar a cualquier lado. En e.sto, entonlies, la filosofía es racionalidad h is tór ica y nueva, que debe saber jugarse por el piiehlo de los -pobres. S e r í a esto materia para m á s de un trabajo que es necesario que la fi losofía Tirgeníina comience a aportar.

CRONICA DE L A DISCUSION

El DR. F . .SCHW.MITZM.\NN inició t i diálogo de esta manera: pro­curando comprender, antes que discrepar, destacaré críticamente, de la exposición del Dr. Dussel, muy brillante en la forma y sobre todo en el énfasis puesto en ella, algunas de sus observaciones acerca de la ciencia, peneti-adas por pelig.'-osas ambigüedades. Señalaré, desde luego, un lenguaje y unos conceptos que articulan una hermenéutica que re­presenta un instrumento avasallador antes que liberador, que refleja viejas tradiciones de dominación; que delata, en fin, modelos filosóficos e ideológicos fecundos en fracasos y merced a los cuales aspira, sin embargo, pai-adójicamente, a überarnns. Es del caso recordar que deba­timos en el día de San Martín, y una de !a.-̂ , formas de rendirle homenaje ¡•eside en ser tan veraz como realista en esta lucha por la liberación que nos convoca. Sus análisis nu i'e\elan una visión de lo orio'inario.