Ps. Rodolfo A. Martínez Ochoa

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“Un sitio para crecer”

Ps. Rodolfo Martínez Ochoa

ESTUDIO BÍBLICO: “CRISTO VINO A OFRECERNOS LIBERTAD Y PLENITUD”,

Colosenses 2:8-23 INTRODUCCIÓN 1. En esta carta, Pablo expresa su preocupación por los cristianos de Colosas, a quienes nunca ha visto. También

menciona a los de Laodicea y otros con los cuáles tampoco ha tenido un contacto personal. 2. Cuando les dice que está con ellos en espíritu, no debemos creer que son sólo palabras agradables. Ha recibido

informes de la firmeza y la fe de ellos que le han llenado de gozo y por eso los anima a continuar “arraigándose” (echando profundas raíces) y “sobreedificándose” (continuar en el proceso de ser edificados) en Cristo.

3. También Pablo ha conocido de los peligros a los que se enfrentan los Colosenses. Hay entre ellos falsos maestros que poseen un gran poder persuasivo, y que constituyen una amenaza para la Iglesia. Le prometen a los cristianos libertad, pero lo que hacen realmente es llenarlos de más ataduras.

4. Pablo enfatiza en la libertad que Cristo ofrece a todos los que se acogen a los beneficios de su muerte vicaria o “sustitutiva” por ellos. Los cristianos no deben volverse a enredar en las cosas del mundo, del que ya han sido liberados. Hay una recompensa segura para los que sepan permanecer fieles. Los Colosenses no deben permitir que nadie les robe lo que en Cristo han alcanzado.

5. (Transparencia) Pregunta: ¿Qué significa la palabra “redención”? Redimir significa “volver a adquirir posesión de algo, comprándolo de nuevo. Rescatar o liberar de la esclavitud mediante el pago de un rescate. Cumplir una promesa”. En el sentido bíblico, la redención es la liberación de la esclavitud y de las consecuencias del pecado por medio del sacrificio expiatorio de Cristo.

I. UNA ADVERTENCIA OPORTUNA (v. 6-7) 1. Aunque físicamente alejado de los Colosenses, Pablo está cerca de ellos en espíritu. Pablo conoce los conflictos que

tienen que enfrentar los cristianos en medio de una generación malvada y perversa. Los alerta contra el peligro de las falsas enseñanzas y les advierte que los agentes del enemigo actúan con sutileza. Son elocuentes y persuasivos. Son especialistas en utilizar palabras cuyo propósito es seducir a los oyentes.

2. Cuando alguien nos enseña algo que se aparta o tuerce la verdad bíblica, tiene que depender básicamente de su habilidad oratoria y de palabras persuasivas para convencer a sus oyentes. Por supuesto que la elocuencia y la persuasión son armas útiles en la predicación del Evangelio, pero también pueden ser armas en las manos de engañadores que buscan víctimas a las cuáles seducir.

3. Muchos siguen a personalidades humanas, en lugar de seguir al Señor. Todo lo que recibimos como enseñanza, debemos evaluarlo a través de la Palabra de Dios y del testimonio del Espíritu Santo: 1 Reyes 3:9; 1 Corintios 2:14; Hebreos 5:14.

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4. Toda doctrina debe ser confirmada por la Palabra de Dios. No por un versículo aislado solamente, sino que debe tener el apoyo de varios textos.

5. Recibir a Cristo es sólo el principio; debemos procurar en vivir en correspondencia con la fe que hemos profesado. Pablo exhorta a los Colosenses a que su vida esté de acuerdo con la enseñanza que han recibido. Cristo debe ser reflejado en su manera de vivir. Si nosotros estamos en Cristo, Cristo debe estar presente en nosotros: Juan 14:23; 15:4-5; 17:23.

6. Nunca insistiremos demasiado en la necesidad de echar profundas raíces en Cristo. En la Parábola del Sembrador, Jesús dijo que hay algunos que reciben el Evangelio y, aparentemente, comienzan bien. Pero como la semilla cae en terreno pedregoso, algunos nunca llegan a desarrollar profundas raíces y se apartan de la fe en tiempos de prueba. Otros, como la semilla que cayó entre espinos, tienen tantos intereses ajenos a la vida espiritual, que la llegan a asfixiar. Estos nunca llegan a estar firmes en la fe, y pierden lo que han recibido.

II. COMPLETOS EN CRISTO (v. 8-13) 1. Según Flavio Josefo, en los días de Pablo se utilizaba el término “filosofía” para describir las enseñanzas de los

partidos políticorreligiosos judíos: los fariseos, los saduceos y los esenios. 2. Pablo no se opone a la verdadera filosofía, a la que intenta descubrir y explicar la razón de ser de las cosas. El

verdadero filósofo es un buscador de la verdad. A lo que se opone Pablo es a las especulaciones, a los razonamientos torcidos por el pecado que presentaban algunos falsos maestros que rondaban por Colosas. Estas “filosofías” eran engañosas, porque se presentaban a sí mismas como la verdad, cuando en realidad eran contrarias a la revelación divina.

3. Los gnósticos judíos de los días de Pablo consideraban al cristianismo como una filosofía más; o sea, como una búsqueda de la verdad especulativa. No creían que el cristianismo era lo que es: una revelación de Dios en la persona de Jesucristo a una vida de fe y santidad. La verdad no se halla en la sabiduría humana, sino en Cristo (1 Corintios 1:30).

4. Enseñanza práctica: Hoy en día abundan los que sustituyen la Biblia y la predicación del Evangelio por la filosofía y la psicología. Estas son disciplinas que, bajo la influencia de la corriente humanista secular, hacen del ser humano el centro de sus consideraciones, sin que Dios cuente para nada en ello. Este humanismo trae como resultado una excesiva indulgencia en cuanto a los valores morales y espirituales. Los resultados de este comportamiento insensato se ven por todas partes. Estamos rodeados de filosofías vanas que, construidas sobre la base de la razón humana, rechazan todo contenido religioso o revelación de Dios. El humanismo se ha convertido en la mayor amenaza a nuestra herencia y valores judeocristianos, y es la fuerza que hoy hace más por destruir la fibra moral y espiritual de nuestras sociedades. La advertencia de Pablo a no dejarnos seducir por las filosofías huecas sigue siendo válida para los cristianos de hoy.

5. Tim LaHaye define el humanismo secular como una religión centrada en el hombre, que piensa equivocadamente que puede resolver los problemas de la humanidad sin contar con Dios. Entre los puntos de vista fundamentales del humanismo se encuentran los siguientes:

En materia de religión, el humanismo secular niega la existencia de Dios, y cree que una religión que enseña la salvación y la forma de escapar al castigo eterno es nociva para el ser humano.

En el campo de la ética, el humanismo secular enseña que la conducta y la moral son contextuales y dependen sólo de las necesidades que el ser humano tenga. Es el contexto, la situación específica en que el ser humano vive, la que determina lo que está bien y lo que está mal.

En cuanto al ser humano en sí, el humanismo secular predica una libertad personal ilimitada. Ofrece libertad total al ser humano en cuanto a la conducta sexual, el aborto, el divorcio y otros. La “felicidad” y satisfacción de las necesidades de los seres humanos es un fin en sí mismo, aunque para ello haya que saltar por encima de las reglas y las normas que hasta ahora han sido consideradas como válidas.

Con respecto al mundo, a la comunidad universal (o aldea global, como se le llama ahora), el humanismo secular apoya el establecimiento de un nuevo orden internacional, donde haya un gobierno mundial válido para todos los seres humanos. Cree que la soberanía de las naciones debe estar sujeta al bien o la necesidad de la comunidad universal.

6. La mayoría de estas enseñanzas se oponen directamente a las enseñanzas de la Palabra de Dios. Es más, muchas de ellas son un franco desafío al orden establecido por Dios para los seres humanos. Es importante que comprendamos los efectos que a largo plazo tendrán estas filosofías humanistas, y que hagamos todo lo posible por contrarrestar su

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influencia sobre nuestros hogares, nuestra familia y aún nuestra iglesia. 7. “Y vosotros estáis completos en Él” (v. 10). Alejado de Cristo, el ser humano está vacío e incompleto. Él es nuestro

depósito, nuestra fuente, nuestro manantial. Cuando Él llega a una vida, todo el vacío que haya es llenado con su presencia.

8. La palabra griega que se traduce en nuestras Biblias como “completos” es un término náutico. Da la idea de un barco totalmente aparejado y equipado para la travesía. Todo lo que el cristiano necesita para su travesía por la vida, lo encuentra en Cristo. Él es el Capitán, el que conoce el trayecto, y el que cuidará de que el cristiano llegue a salvo a las playas celestiales.

9. Nuestra salvación no es simplemente una obra que Cristo realiza en nosotros. La salvación es “Cristo morando en mi”: Juan 14:20; 7:26; Gálatas 1:16; Efesios 3:17; Colosenses 1:2.

10. Un cristiano es alguien que camina por fe, y no por vista. El verdadero hijo de Dios acepta aún lo que no puede entender. Las vanas filosofías dependen únicamente de la razón humana. La fe cristiana se establece sobre la base de la dependencia de Dios, no de la razón humana.

11. En Cristo estamos completos porque Él es Dios. “En Él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad” (v. 9). En Cristo podemos encontrar todo lo que es indispensable para el ser humano.

12. Pero si permitimos que las filosofías humanas, la ciencia, o la tradición, o los ritos y ceremonias, se interpongan entre nosotros y la verdad de Dios en Cristo, entonces nos quedaremos incompletos. Solamente Cristo es “el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6).

III. CRISTO NOS HIZO LIBRES (v. 14-23) 1. El humanismo secular pretende ignorar la seriedad del pecado. El pecado no es el producto del contexto o del

infortunio, sino es el producto lógico de nuestra naturaleza caída. Dios es Santo y no tolera el pecado, de manera que todo pecador será condenado eternamente. Pero aún hay una posibilidad de salvación: eliminar el pecado por medio de la sangre de Jesucristo.

2. La regeneración trae consigo el perdón de los pecados. Antes de la conversión, el ser humano está “muerto en sus delitos y pecados” (Efesios 2:1). El pecado separa al ser humano de Dios y produce en él la muerte espiritual. Ha violado las normas divinas y merece la muerte. Un acta de condenación es levantada contra todo el que no cumple las justas exigencias de Dios. Pero en la cruz, Jesús “anuló el acta de los decretos que había contra nosotros” (v. 14). Esta acta de deuda fue cancelada por la muerte de Jesús. Dios anuló en Jesús la deuda que teníamos con Él por nuestros pecados y levantó la barrera que existía entre nosotros y Él, clavándola en la cruz. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).

3. Pablo está preocupado por los errores doctrinales que se están fomentando en Colosas, que pretenden arrebatarles a los cristianos aquello que Dios quiere que tengan. Los filósofos gnósticos de Colosas enseñaban la necesidad de practicar ciertos ritos y ceremonias, enseñaban a venerar a los ángeles, a limitarse en lo que comían, a guardar determinados días, a no tocar cosas que antes habían sido tocadas por personas no cristianas.

4. La advertencia de Pablo a los Colosenses sigue siendo necesaria para la Iglesia de hoy. El mundo está repleto de vendedores de ideas y doctrinas que no son fieles a la Palabra de Dios. La radio, la televisión, las publicaciones periódicas, son utilizadas para propagar estas ideas y para engañar a los cristianos. Pablo exhorta: “Nadie os prive de vuestro premio” (v. 18). No hay atajos hacia la vida abundante que Jesús ofrece. Hay un camino, Hay que pagar un precio. Hay que renunciar al pecado. Hay que apartarse del mal. “El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17). Es necesario que estemos “firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres” (Gálatas 5:1).

IV. CONCLUSIONES 1. ¿Qué estás haciendo hoy para tratar de agradar a Dios? ¿Confías en tus buenas obras? ¿Te has refugiado en el

recuerdo de algo que Dios hizo en el pasado, que ya no está ocurriendo en tu vida presente? 2. Tus propios esfuerzos por llevar una vida recta y justa son sólo como trapos de inmundicia ante la presencia de Dios

(Isaías 64:6). 3. La única forma de encontrar la salvación es aceptando a Cristo y su obra en la cruz por nuestra salvación. El precio

pagado fue muy grande: la sangre de Cristo.