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TaLLeReS TALLER - 13 –GENERAL PARA DESARROLLO EN CLASE LEER EN EL MÓDULO-2: LA MODERNIDAD EN COLOMBIA MODALIDAD: Individual PAISAJISTAS: NOMBRES Y ESENCIA DE SUS PAISAJES Marco Tabón Mejía Escultor antioqueño (Santa Rosa de Osos, 1876 - París, 1933). Todo el trabajo de Marco Tobón Mejía está primordialmente vinculado a la estética, hay que destacar que varias de sus obras, en especial sus relieves en bronce, electroplata y peltre, son algunas de las esculturas más creativas del arte de su época en Colombia y, además, muestran influencias del arte finisecular que son muy difíciles de encontrar en otras obras del período: un dibujo ondulado y en claro contacto con los diseños decorativos del Art Nouveau, y una temática literaria de contenidos simbolistas. Ricardo Gómez Campusano

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TaLLeReSTALLER - 13 –GENERAL PARA DESARROLLO EN CLASE

LEER EN EL MÓDULO-2: LA MODERNIDAD EN COLOMBIAMODALIDAD: Individual

PAISAJISTAS:NOMBRES Y ESENCIA DE SUS PAISAJES

Marco Tabón Mejía

 Escultor antioqueño (Santa Rosa de Osos, 1876 - París, 1933). Todo el trabajo de Marco Tobón Mejía está primordialmente vinculado a la estética, hay que destacar que varias de sus obras, en especial sus relieves en bronce, electroplata y peltre, son algunas de las esculturas más creativas del arte de su época en Colombia y, además, muestran influencias del arte finisecular que son muy difíciles de encontrar en otras obras del período: un dibujo ondulado y en claro contacto con los diseños decorativos del Art Nouveau, y una temática literaria de contenidos simbolistas.

Ricardo Gómez Campusano

Ricardo Gómez Campuzano se mantuvo dentro de la escuela del arte figurativo, sin hacer incursiones en el campo de la pintura moderna por no sentir esta nueva orientación del arte. Su colorido es, en general, brillante, como el de la mayoría de los pintores de la Escuela de San Fernando en Madrid. Sus temas preferidos han sido los paisajes colombianos y los retratos.Fue contemporáneo, colaboró y fue amigo de Guillermo Wiedemann, Luis Alberto Acuña y Santiago Martínez DelgadoPintó en todos los géneros: retrato, paisaje rural, paisaje urbano paisaje marino, costumbrismo, bodegón, interiores, temas con animales,

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históricos, de industria y por último, temas para ilustración. Ricardo Gómez Campuzano trabajó los estilos Académico e Impresionista; incursionó en el post impresionismo y el expresionismo. La gran mayoría de su obra es de estilo impresionista, influencia que se le atribuye a su maestro Joaquín Sorolla, profesor de pintura al aire libre y colorido en Madrid, España. Su material predilecto fue al óleo, aunque trabajó con suma maestría al carboncillo, a lápiz, al pastel y acuarela. R. Gómez Campuzano forma parte del grupo de pintores de la Escuela de la Sabana y su trabajo pertenece a la Escuela de la Sabana según Eduardo Serrano Nuestros historiadores han dividido su obra en cuatro etapas: La primera, caracterizada por la influencia que tuvo con su maestro Ricardo Borrero Álvarez, y la Escuela de Bellas Artes en Bogotá; La segunda, su formación en España en la Escuela de San Fernando; la tercera, desde su regreso a Colombia hasta 1948; la cuarta, la influencia del Canadá sobre su obra y por último, desde su regreso a Colombia del Canadá hasta su muerte. Lo anterior es discutible pues no hay cambios bruscos en su trabajo en las tres cuartas partes de su vida artística; el maestro combinó los estilos a medida que se lo pidieron sus inquietudes. Hay una continua evolución y búsqueda de simplificación en su pintura desde el comienzo hasta el final. Fue muy fiel a sus convicciones en cuanto a temas y búsqueda de la luz y de simplificación de las formas; en los últimos años de su vida sufrió una novedad en la retina, lo cual influyó mucho en cuanto a sus formas y colores. Fue un estudioso de los pintores que influyeron en su obra; siempre tenía un libro abierto de consulta sobre uno u otro. Se interesó en la perspectiva de Durero, el luminismo de Tiépolo, el tenebrismo y claro oscuro de Caravaggio, el trabajo de Rafael, Rubens, Goya, el tratamiento de la luz de Velázquez, los niños de Murillo, las Madonas de Alonso Cano, el costumbrismo y la luminosidad del aire libre de Sorolla, las Manolas con sus mantones de Manila de Romero de Torres, el paisaje de Corot, el paisaje de su maestro Ricardo Borrero y también los nuevos ismos que fueron apareciendo en el siglo XX en el campo de la pintura durante su vida artística Jesus Maria Zamorá

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Pintor y paisajista boyacense (Mira flores, 1875 - Bogotá, junio 17 de 1949). Hijo de campesinos, Jesús María Zamora recibió sus primeras lecciones de arte de un restaurador viajero que ocasionalmente pasaba por el pueblo. Zamora perteneció a esa última generación de artistas para la cual la idea de lo que es bello es bello y punto. Pintó un mundo no contaminado, la naturaleza respetada (si no intacta), la paz, la luz, el campo, las flores, los ríos, el silencio sólo roto por el murmullo de las hojas de los árboles. Las suyas son pinturas que atrapan la luz. El color es el instrumento a través del cual logra inmortalizar la luminosidad característica del paisaje, al amanecer, al atardecer, en la Sabana de Bogotá, en las montañas andinas, en los valles y riberas de nuestros ríos (Orinoco, Magdalena y Cauca), o en los llanos extensos. Son especialmente característicos sus cielos, donde a través del color, Zamora distingue y recrea sensaciones diversas como el olor del aire, su transparencia, o la humedad del ambiente.

Fídolo Alfonso González Camargo

Pintor nacido en Bogotá, el 20 de septiembre de 1883, muerto en Sibaté,

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el 23 de agosto de 1942. Es el más antiacadémico de todos los pintores de su generación, quienes pintaban para complacer el gusto académico de sus compradores. Sentía una admiración particular por el pintor post-impresionista Paul Cézanne y por su maestro Andrés de Santa María, quienes influyeron definitivamente en la definición de su estilo. Tales enseñanzas pueden verse en el uso de una pincelada expresiva y esquemática, en un colorido audaz y en un bello manejo de la luz. A diferencia de otros artistas dedicados a la pintura de género, González Camargo tuvo un modo muy particular de acercarse a sus motivos, observaba la realidad no desde su apariencia externa, sino desde su interioridad. Su mirada no pretendía describir con minucia los detalles del espacio, sino transcribirlos de manera esencial y esquemática, dando una visión plástica e intimista del lugar. Por su sentido de lo instantáneo, no puede considerarse a González Camargo simplemente como un pintor costumbrista; la diferencia radica en su actitud, en su manera de ver la realidad e interpretarla, y éste es su legado más importante para la pintura moderna colombiana. El formato pequeño de la mayoría de sus óleos sobre cartón, reafirma su voluntad intimista y su carácter introvertido y discreto. González Camargo prácticamente no salía de su casa de la calle 13, allí retrataba todas las escenas cotidianas para luego plasmarlas en el óleo; hacía paisajes de los cerros circunvecinos, retrataba a sus alumnos mientras éstos pintaban, o recreaba iglesias y calles de la antigua Bogotá. Sólo recibía visitas de aquellos con quienes compartía el amor y la afición por la pintura. Entre ellos puede citarse a Ricardo Borrero Alvarez, Roberto Pizano y, principalmente, a Francisco Antonio Cano, con quien sostuvo muy buena amistad. Entre 1919 y 1920 González Camargo pintó la mayor parte de su obra. Suspendió su trabajo a los 38 años, lo que significa que realizó su producción plástica en tan sólo 15 años. En 1910 participó en la Exposición del Centenario con dos obras: Paisaje y La Poda, esta última recibió una mención.

Ignacio Gómez Jaramillo

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Pintor, dibujante y muralista antioqueño (Medellín, diciembre 30 de 1910 - Coveñas, Sucre, julio 12 de 1970). Su obra, siempre cercana a lo social y lo político, se identificó con el grupo de pintores nacionalistas o Bachués. De sus años en Europa, Gómez Jaramillo asimiló las mejores lecciones del postimpresionismo, en especial las de Paul Gauguin y Paul Cézanne. Trabajó figuras, retratos, desnudos o grupos, bodegones y paisajes. Fueron características de su pintura al óleo la austeridad del color y la arquitectura de las formas. Después de 1955, su pintura se acercó sin éxito a la abstracción. Paralelamente con su producción de pintor, el artista dejó abundantes dibujos, entre los que se destacan los dibujos en línea, y algunos bocetos para sus murales. Además del desarrollo de su obra plástica, Gómez Jaramillo fue profesor y director de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá; presidente de la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia; realizó un gran número de trabajos como ilustrador de libros y revistas; publicó comentarios críticos sobre artes plásticas en la Revista de las Indias, Pan, Revista de América, Espiral, Sábado y en el Suplemento Literario del diario El Tiempo de Bogotá; y entabló una serie de polémicas sobre el arte colombiano, algunas con Marta Traba, por las que se le conoce como "antitrabista". Se casó con Margot Villa y tuvo cuatro hijos: Iván, Piedad, Oscar y Ximena. Sus obras se reunieron en una exposición retrospectiva póstuma en el Museo de Arte Moderno de Bogotá en 1987.

Rafael Sáenz

Rafael Sáenz es un pintor antioqueño de mediados del siglo XX. Principalmente paisajista. Se destaca primordialmente en la técnica de la acuarela. Llamado por la crítica como “El Pintor de Antioquia”. Educado en un entorno natural y rural, su tema e inspiración se fundó básicamente en el campo, el campesino, los ríos, los pueblos antioqueños. Su mirada se concentró localmente en la ciudad y el departamento.Estos elementos tradicionales de Antioquia, los desarrolló junto al paisaje que inspiró muchas de sus obras. Por este aspecto ha sido comparado con Tomás Carrasquilla, al incluir la historia del pueblo en su obra.

Eugenio Peña

Pintor de cuadros con paisajes tranquilos de las regiones sabaneras con composiciones equilibradas, presencia de la naturaleza en la que los árboles frondosos son los protagonistas de la escena, con cielos plomizos. La línea del horizonte situada generalmente abajo, permite una

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visión amplia del cielo. Su obra nostálgica tiene al hombre excluido por completo; sólo la naturaleza deshabitada interesa al artista. Con un enfoque realista su obra se tiñe de melancolía romántica.La composición equilibrada permite tener una bella idea de la paz del campo y de la solemnidad de la sabana, aunque el artista no desconoce la revolución impresionista.

Ricardo Borrero Álvarez

La obra de Borrero permanece fiel a la naturaleza, aunque haciendo siempre perceptible, tanto en sus amplios panoramas como en sus románticos parajes, un claro objetivo de paisaje ideal, de paraíso terrenal donde reinan la paz y la armonía. Ya se ha señalado su aguda sensibilidad para los tonos; y es gracias a ella - es decir, a su continuo empleo de tonalidades compatibles- así como a su pincelada discreta y a su color sin resonancias, que su trabajo consigue esa nostálgica serenidad que lo define y particulariza. AI unísono con su pasión por la naturaleza, sus paisajes revelan un nítido sentido del orden y una intensa admiración por las composiciones clásicas. A veces enmarca con árboles en primer plano una vista infinita; otras veces establece patrones de líneas verticales con sus troncos; y en ocasiones parece destacar los aspectos arquitectónicos del terreno, en particular en sus representaciones en quebradas o riachuelos, en los cuales el agua corre por entre enormes rocas dispuestas claramente de acuerdo con diagonales compositivas. La estructura de su obra, en consecuencia, es invariablemente estable y balanceada, bien por el color, o bien por el peso de sus elementosLa luz de sus paisajes es por regla general difusa, sin marcados contrastes ni enfáticas sombras, lo que les aporta cierta apariencia de escena atmosférica. La mayoría parecen pintados temprano en la mañana o al caer de la tarde, con cielos cargados, cubiertos, andinos, que sirven de fondo a las formas esbeltas de la vegetación arbórea de la región sabanera. El carácter sosegado y seductor de su pintura se acrecienta notablemente con su manera suave y pareja de aplicar el óleo, y con la extrema finura de su modulación del color.

Ricardo Acevedo Bernal

Es sobresaliente el dibujo y el tratamiento de la superficie de los objetos. Éstos presentan una nitidez en la cual la textura y características de los mismos se detectan claramente. Sin embargo los paisajes son sus obras más personales, en los que la arquitectura casi siempre forma parte de ellos, invadiendo el espacio de la composición; en otras ocasiones, la figura humana aparece discreta y estática.

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Es un artista de corte romántico, donde la armonía y la visión clara de los elementos en la composición, es una constante en su obra.

Gonzalo Ariza

Pintor reconocido por sus paisajes nebulosos. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Bogotá entre 1931 y 1935. El viaje que realizó a Japón, entre 1936 y 1938, fue una experiencia vital que marcaría su obra como paisajista. Por muchos años, el pintor realizó una investigación personal sobre la geografía del trópico que terminó plasmando por medio del óleo y la acuarela. Se desempeñó como primer secretario de la Embajada colombiana en Tokio y en 1985 fue galardonado por el gobierno japonés. Escribió crítica de arte y publicó dos ensayos: Pintura en Colombia y Pintores y escultores residentes en Bogotá.

COSTUMBRISTAS: NOMBRES Y ANÁLISIS DE SUS REPRESENTACIONES

Paulo Eugenio Zerda

Eugenio Zerda es uno de los pintores más emblemáticos de la primera mitad del siglo XX. Su obra se ubica en el neocostumbrismo, tendencia de la pintura colombiana  influenciada por el luminismo español, cuyos temas eran primordialmente tipos y costumbres locales. Las obras de Zerda se destacan por la escogencia de escenas de la vida cotidiana: En el parque (1910), El último toque (1904) y Camino al mercado (1926) donde empleadas domésticas, campesinos, policías y señoritas de alta sociedad son protagonistas.

Coriolano Leudo

En todo momento de la historia. El arte, por encima de las mil particularidades que pueda encarnar, tiene un sentido universal que no corresponde a fechas, ni a épocas, ni a pueblos exclusivamente: un sentido universal que corresponde a fibras que vibran en lo más recóndito del alma humana. Hay en el arte un elemento místico que bulle en la inconsciencia de nuestro ser. Semejante al elemento religioso, que a todo más o menos inquieto artista es aquel que llega a dominar esa inconsciencia y logra dar forma al elemento místico, como es santo aquel a quien Ia inquietud religiosa lo lleva a la vida perfecta. Pero el sentimiento artístico en toda alma humana palpita. Y el que guarda un sentido interior, universal, y ajeno a toda forma exterior. Descubrir lo que hay de humano en el arte, es descubrir lo que hay de universal; investigar lo que hay de nacional, es hacer un saludable ejercicio de sicología nacional, que nada tiene que ver con Ia belleza artística en sí.

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Miguel Díaz Vargas

La producción artística de Miguel Díaz Vargas se caracteriza por el intento de crear, a través de bodegones, paisajes, retratos y cuadros de costumbres, un arte de carácter nacional inspirado en el hispanismo. Al igual que a otros artistas de su generación, como Roberto Pizano, Coriolano Leudo, Rafael Tavera y Domingo Moreno Otero, le interesó captar lo propio, tratando de sintetizar lo que para ellos era el alma nacional. El tema predominante en sus pinturas fue el de las escenas campesinas pobladas de paisajes y personajes típicos de la región cundiboyacense.

Fidolo Alfonso González Camargo

A cambio del academicismo y la españolería, y acaso como consecuencia de sus circunstancias personales, González Camargo desarrolló una singular visión interior que, aferrada a la realidad, expresa las percepciones de los sentidos y un estado emocional. De esta manera, configura un lenguaje pictórico subjetivo y ensimismado, que desestima y sobrepasa la razón académica y los estilos de moda. La mayor parte de sus temas son los mismos que imperaron en su tiempo: escenas cotidianas, paisajes, retratos. Pero también abrió a la representación nuevos motivos: interiores en penumbra, figuras humanas presentadas de espalda, actividades femeninas y paisajes nocturnos.

EL RETRATO EN LA MODERNIDAD COLOMBIANA

El retrato y el paisaje son los grandes temas de la pintura colombiana de fines del siglo pasado. El estilo y la temática son seguimientos fieles de las escuelas más tradicionales de Europa, hasta entrado ya el siglo XX. Los artistas trabajan exclusivamente para la soledad patriarcal y provinciana de entonces, sin interesarse por temas ni formas de expresión propias.

Pantaleón Mendoza

El pintor Pantaleón Mendoza hizo cuadros que semejaban los de los artistas flamencos. Los personajes de Mendoza, llenos de luz contra un fondo obscuro, aparecen sin embargo, rígidos, de ojos vidriosos e inexpresivos61. Los periódicos culturales como el Papel Periódico Ilustrado y Colombia Ilustrada incluían en sus ediciones retratos de contemporáneos ilustres, lo mismo que grabados de corte costumbrista y escenas y caracteres locales. Sin embargo, fueron grabadores y escultores extranjeros los que esculpieron las estatuas del Libertador para la Plaza de Bolívar y el Parque del Centenario.

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Francisto Antonio Cano

El Maestro Cano cultivó todos los de ser agnóstico, también dejó algunas géneros: Escultura, Paisajismo, Retratismo y Dibujo. A pesar pinturas religiosas tales como: El Cristo del Perdón (hoy en laCatedral de Medellín), que es una composición de 3 m. de altura con figuras de tamańo natural. Un bautismo de Cristo, que se encuentra en la iglesia de San José, también en Medellín; un Divino Redentor, en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia, y la Virgen de los Lirios.Sus paisajes se encuentran diseminados en muchas colecciones particulares. El Museo Nacional posee uno seńalado con el Nş 2143.Entre sus retratos podemos mencionar: su autorretrato (N° 2133); el de su madre, dońa Jesús Cardona de Cano, el de don Carlos Holguín y el de dońa Carolina Cárdenas (Nş 2129), hoy en el Museo Nacional de Bogotá; el de don Julio Garavito, en el Observatorio Nacional; el retrato del Padre Mario Valenzuela; el de dońa María Adela Rico de García; el retrato de Núńez, en el Palacio de la Gobernación de Antioquia; y los de Fray Pedro Simón y Fray Alonso de Zamora en la Academia de Historia.Como pintor de temas históricos dejó un tríptico, que primitivamente estuvo en la Gobernación de Bogotá, hasta que en el ańo de 1948, fue trasladado al Museo Nacional, con lo cual se salvó de ser incendiado en el Palacio de la Gobenación, el 9 de abril de 1948. Esta obra va seiialada en el catálogo con el número 2128, y está compuesta de 3 partes a saber: El Páramo de Pisba, Bolívar Vencedor, y el Juramento de Narińo. En la Escuela Militar de Bogotá se encuentra otra obra titulada: "Paso de Vencedores".Entre sus ESCULTURAS, además de las mencionadas anteriormente, hizo los medallones en piedra de Luis Vargas Tejada y José Fernández Madrid para la fachada del Teatro de Colón de Bogotá (hoy ya no se encuentran en este lugar) ; la fuente para la plazuela de la iglesia de San José, en Medellín; el busto del periodista Fidel Cano, en la oficinas de "El Espectador"; el busto del General Uribe Uribe, en el Museo Nacional de Bogotá; copia del busto de Atanasio Girardot, en Medellín: busto de Uribe Uribe en Girardot.

Epifanio Garay

Garay es el retratista académico más importante del arte colombiano. Su vida y su obra están en plena correspondencia con su época, si tenemos en cuenta que la sociedad de la segunda mitad del siglo XIX estaba aún ligada, en muchos aspectos, al pensamiento romántico y a la tradición. Viajó constantemente, admiró a los grandes maestros y desarrolló un oficio riguroso, en el que lo importante era la similitud casi fotográfica de la pintura con su modelo.

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Ejecutó varias obras de temas religiosos y políticos Garay es el autor del óleo titulado La mujer del levita de los montes de Efraín, hoy en el Museo Nacional, prácticamente el único desnudo femenino de la pintura colombiana del siglo XIX. El tema causó escándalo en su momento; la critica desvió el problema hacia la impugnación de que el maestro había hecho uso de la fotografía para realizar la obra, y l prensa se trabó en una absurda polémica entre las obras de Epifanio Garay y Ricardo Acevedo Bernal, cuyo trasfondo resultó ser más de orden político que estético.Si bien es cierto que este cuadro de Garay es el único desnudo conocido, por documentos del archivo de la Escuela de Bellas Artes se sabe que sí se había practicado este género a fines de siglo, aunque con muchas restricciones. Garay debió inspirarse en la obra de Felipe Santiago Gutiérrez, la amazona de los Andes, que exhibió en uno de sus viajes a Bogotá. Naturalmente, sus estudios en Europa tuvieron que incentivar en él la motivación por un tema tan apropiado para un artista académico.

Ricardo Acevedo Bernal

Los tímidos coqueteos impresionistas de Acevedo parecen afirmarse en su segunda salida al exterior. Sus estudios con Leon Bonnat y Fleury en París, y Sorolla en España (1903-1906) no lo liberan, claro, de su formación académica (iniciada en Bogotá con Garay y Pantaleón Mendoza), pero sí lo introducen en regiones colorísticas que seguramente él no había imaginado. En esta muestra puede comprobarse tal apertura en el bello boceto (en aguada) para una Escena campestre, donde la luz y la atmósfera tonal se hallan bastante lejos de lo practicado por otros paisajistas colombianos de la época.La delicadeza de la línea cromática y la naturalidad de las figuras en esta escena, como en La lectura y Vereda, o la frescura sicológica de sus dos Damas en lápiz azul, sólo pudieron deberse a la influencia de Bonnat y Sorolla. Al contrario de paisajistas como Zamora, Peña y Núñez Borda, Acevedo concibe la imagen sin trazas de romanticismo, eliminando contrastes violentos y componiendo esencialmente en sentido vertical, con lo cual la escena adquiere una innegable estructura arquitectónica. Los retratos y caricaturas disfrutan también de esa interesante mezcla de naturalidad conceptual y timidez seudoimpresionista que aquí, en estas obras pequeñas, se percibe íntima y sutil, pero que puede ampliarse con una visita al Retrato de Rosa Biester de Acevedo y a La niña de la columna (c. 1910), en el Museo Nacional.Vale la pena aclarar y reajustar el gran talento pictórico de Acevedo, a quien --tal vez por una especie de justicierismo artístico-- se le ha relegado al cómodo recinto de los académicos, junto con Garay y Cano. Lo de su artesanía académica no se puede negar, por supuesto, pero

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tampoco es válido ignorar su brillante capacidad compositiva y su estupendo sentido del color.Lo primero se comprueba en un trabajo que presenta Tres caricaturas, dos en tinta en los extremos de la superficie, y una a lápiz, diminuta, en la margen superior; podría parecer un accidente, pero observando con cuidado las expresiones, las tres caras forman un deliberado triángulo picaresco, donde la carita a lápiz, por lo vacía de volumen, parece lista a escapar luego de algún chiste venenoso.Y lo segundo, el genio colorístico de Acevedo, es más que evidente en paisajes como Atardecer y Vereda, pero en especial en el espectacular Retrato de Maruja (1924), una formidable lección de cómo dibujar con pastel, de lo mejor en la historia del dibujo colombiano.

Roberto Pizano

Uno de los más importantes pintores de Colombia, en toda su historia, es este ilustre bartolino, del Colegio Nacional de San Bartolomé. Recibió clases del prestigioso retratista Ricardo Acevedo Bernal (también bartolino) y de Coriolano Leudo. Estudia en Madrid en la Academia de San Fernando donde recibió clases de prestigiosos pintores españoles como Joaquín Sorolla, José Moreno Carbonero, Miguel Blay y Luis Meléndez Pidal. Gracias a su dedicación logra en sus dos últimos años la matrícula honorífica. En 1921 fue profesor de dibujo en San Bartolomé. Tuvo entre sus alumnos, en la Escuela de Bellas Artes, a Santiago Martínez Delgado (bartolino) e Ignacio Gómez Jaramillo. Se destacó como difusor e impulsor de las exposiciones y de su modernización, como la inauguración de la Galería de Pintura del Colegio de San Bartolomé, en febrero de 1922, y otras que, gracias a su gestión, confirieron becas a profesores y alumnos destacados para estudiar en Europa. En su periplo por Europa trabajó, en 1923, en el estudio de Fernando Álvarez de Sotomayor, director del Museo del Prado. Fue nombrado ese mismo año Canciller del Consulado de Colombia en Madrid. Con su óleo “Mujer”, obtiene uno de los primeros premios en la Exposición de Bellas Artes de Bogotá en 1926. Con el óleo “Maternidad” gana el premio de primera clase en el Salón de Artistas Franceses, lo que le permite exponer cuatro cuadros, todos los años, sin necesidad de ser aprobados por el jurado de admisión; y también gana el diploma de honor en la Exposición Internacional de Burdeos en 1927.

¿QUÉ REPRESENTÓ ANDRÉS DE SANTAMARÍA EN LA MODERNIDAD?

Andrés De Santa María

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 Pintor nacido en Bogotá, en diciembre de 1860, muerto en Bruselas, Bélgica, el 29 de abril de 1945. A la edad de dos años, Andrés de Santa María viajó con sus padres a Inglaterra; posteriormente, cuando comenzó sus estudios de primaria, su familia emprendió un nuevo viaje, esta vez a Bruselas, donde el joven Andrés ingresó al Colegio Saint Boniface. Hizo sus estudios secundarios cuatro años más tarde, cuando sus padres, Andrés de Santa María Rovira y Manuela Hurtado, se instalaron en París, la cuna del impresionismo. Allí, al terminar sus estudios en el Liceo Condorcet, Santa María experimentó sus primeros deseos de pintar y dedicarse al arte, pero no contó con el apoyo de sus padres. Aunque había nacido en el seno de una familia prestante y adinerada (su abuelo permaneció varios años en altos cargos oficiales al servicio del Estado), esto no bastó para que se pudiese dedicar libremente a desarrollar su gusto por el arte. Tuvo que emprender actividades contrarias a su voluntad, como el manejo de las finanzas, sin éxito alguno como banquero; Santa María se sentía a disgusto y consideraba su posición en dicho oficio como totalmente ajena a sus verdaderos intereses. Visita con frecuencia Montmartre en donde conoce a numerosos artistas (entre quienes se ha mencionado inclusive a Edouard Manet y Claude Monet). Presenció estando en Europa el surgimiento y reconocimiento de la escuela impresionista, siguió la polémica originada por su aparición tomando partido a su favor, y en 1882, después de la muerte de su padre, se decide finalmente a estudiar pintura y a dedicar su vida a la expresión artística. El movimiento impresionista, fue muy importante para la obra del pintor Andrés de Santa María. En su proceso de formación como pintor, además de asistir a la escuela de Bellas Artes de París, Santa María trabajó también en talleres particulares, por ejemplo con Jacques Ferdinand Humbert (1842-1881) y Henri Gervex (1852-1929). En el taller de este último se encontró con el príncipe Eugenio de Suecia y con el pintor español Ignacio Zuloaga y Zabaleta. Su primer premio lo obtuvo con Lavanderas del Sena, al ser aceptado para participar en el Salón de Artistas Franceses en 1887. Este cuadro, de inmensas proporciones, resulta ser una obra ambiciosa y lograda, que muestra claramente el tema impresionista del agua y los reflejos de la luz en movimiento. Por último, otro de los maestros que

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participó en la formación de Santa María fue el pintor Alfred Roll, especialmente interesado en temas sociales y ganador del gran premio del Salón en 1900.A través de sus enseñanzas, Santa María debió interesarse en las obras de Jean-Francois Millet y de Gustave Courbet, como lo revelan sus trabajos Lavanderas del Sena, La arenera y Las Segadoras. Antes de su regreso a Colombia, en 1894, Santa María pintó varios lienzos en los que plasmó su refinado gusto por la pintura realista a la manera de Courbet; en trabajos como Los fusileros (1885), La lectura (1886) y Salomón F. Koppel (1889) es posible percibir esta tendencia y un claro dominio de las reglas académicas. En los años que siguieron, Santa María hizo notable su inclinación por el paisaje y los temas al aire libre, que dotaron sus trabajos de un sentido impresionista no sólo por el tratamiento de temas fuera del estudio, sino por prestar atención a los reflejos de la luz y la utilización de los colores intensos. Sin embargo, según Eduardo Serrano, el trabajo de Santa María habría de incrementar todavía por unos años su sentido impresionista, como en El Té, de 1890, otra de las obras más logradas y atractivas de su primer período. En 1891 Santa María expuso este cuadro en la Unión Artística de París. En 1894 el matrimonio Santa María regresó a Colombia y permanecieron en la capital durante casi dos décadas. Este mismo año, Santa María fue nombrado profesor de paisaje en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Dictó su cátedra al lado de un selecto grupo de profesores, ante quienes mostró el fruto de su formación y experiencia adquirida en París, centro de la vanguardia europea por esos años. Como docente figuraba también Luis de Llanos, quien junto con Santa María dio inicio al paisaje en Colombia, rompiendo con la pintura académica tradicional. Los pintores favoritos de la crítica y el público por esos años en Colombia eran el mexicano Felipe Santiago Gutiérrez, Pantaleón Mendoza y posteriormente, Epifanio Garay y Ricardo Acevedo Bernal. Durante la última década del siglo XIX, el panorama de las bellas artes en Colombia, y en particular el de la pintura, mostraba la preocupación de los artistas por exaltar el espíritu patriótico recurriendo, bajo la forma de un neoclasicismo, a los héroes y batallas plasmados con cierto realismo en cuadros, monumentos y estatuas. Por otra parte, al momento de regresar Santa María, la pintura colombiana se encontraba influenciada por la corriente ideológica y política de la Regeneración, que como proyecto se forjaba en su momento la representación del pasado que necesitaba y una verdad histórica que lo justificase. La pintura no escapaba a esta dialéctica arcaizante, donde se perseguía prolongar o reproducir por medio de las producciones artísticas, escenas y situaciones ya acontecidas. Así, se llevaron al lienzo, por ejemplo, las acciones extraordinarias de los grandes hombres de la Independencia, además algunos retratos presidenciales y otros motivos del mismo tipo. Con esto, la pintura se convertía en subsidiaria del quehacer institucional del país. En contraste con este panorama, Santa

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María ofrecía nuevos proyectos, por lo demás bastante novedosos para el contexto colombiano del momento. Precisamente por su novedad, su obra no fue comentada o criticada por las revistas y periódicos del país, aunque realizó varias exposiciones; entre ellas, la de 1897 en el Salón de Grados, cuando presentó Caballos, y en 1899, cuando participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Bogotá con su trabajo El Bautizo (lamentablemente se desconoce la ubicación de esta obra). Tanto la crítica como el público estaban acostumbrados a encontrar cuadros en los que era posible constatar el dibujo correcto, el parecido con el modelo, el modelo estético, la solemnidad temática el oficio esforzado, como los valores más reconocidos y apreciados; además, aparte de la copia de pinturas famosas, sólo las escenas bíblicas y los retratos elegantes gozaban de una relativa demanda. Así, en la exposición de 1899, ya en los preludios de la guerra de los Mil Días, el público dirigió su atención a las obras que, fieles a la tradición académica, podían representar a cualquiera de los bandos participantes en la contienda política.La oposición se identificó con la obra de Acevedo Bernal, quien era claramente favorito de la prensa liberal, se repartieron entre éste y Epifanio Garay los primeros premios y se distinguieron los trabajos de los discípulos de Santa María, pero su pintura no se discutió en ninguno de los recuentos de la muestra. En 1901, en medio de la guerra, la familia Santa María tomó unas vacaciones en Europa, aprovechando el cierre de la Escuela Nacional de Bellas Artes, de la cual era profesor el pintor. Europa ofreció entonces a Santa María un horizonte artístico nuevo: el del postimpresionismo, corriente pictórica que surgió en París entre 1890 y 1900, integrada por Paul Gauguin, Vincent van Gogh y Paul Cézanne. En el Salón de París, aprovechando su paso por allí, Santa María participó con la obra Dragoneantes de la Guardia Inglesa, que le mereció la carta congratulatoria del jurado. Después de la guerra, en 1904, se produjo el nombramiento de Andrés de Santa María como director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, siendo por entonces presidente José Manuel Marroquín: posteriormente su nombramiento fue ratificado por el general Rafael Reyes. En diciembre del mismo año Santa María inauguró la Escuela Profesional de Artes Decorativas e Industriales, anexa a la de Bellas Artes, en la que se enseñaba platería, cerámica, fundición, mecánica y talla en piedra y en madera. Bajo su dirección también se iniciaron las clases con modelos desnudos, manera que resultaba escandalosa en la puritana sociedad capitalina. El año 1904 fue, entonces, de gran trascendencia y significación para la vida y obra del pintor Andrés de Santa María, como lo fue también para la crítica de arte en Colombia, la cual puede decirse que se inició ese mismo año con motivo de la exposición del mes de mayo. Esta exposición originó una gran discusión sobre pintura impresionista, registrada por la revista Contemporánea de Bogotá; los partícipes en la polémica fueron

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Baldomero Sanín Cano, Ricardo Hinestrosa Daza y Max Grillo. Con el título "Impresionismo en Bogotá", Sanín Cano publicó el mejor de los escritos que dieron cuenta de lo exhibido en esta muestra, aportando buenos elementos de discusión en torno a la significación y alcance revolucionario que planteaba el "impresionismo" en la obra del pintor Andrés de Santa María. Las obras que presentó Santa María en esta ocasión fueron Lavanderas del Sena, Los Fusileros, La niña a caballo, Paisajes de Macuto y algunas Marinas.Desde este momento, la crítica a la obra de Andrés de Santa María sería favorable, tanto en las exposiciones realizadas en el país, por ejemplo la del centenario de la Independencia, como en el exterior, cuando decidió radicarse definitivamente en el Viejo Continente. En 1936 y 1937, Santa María expuso en Bruselas y en Londres, respectivamente; la muestra presentada en Bruselas se componía de trabajos realizados entre 1913 y 1934, contándose entre ellos ejemplos de sus más característicos temas: naturalezas muertas, cuadros religiosos, retratos y en menor proporción, desnudos femeninos y escenas de divertimento al aire libre, como carreras de caballos. Un breve comentario a la obra del pintor por parte del crítico belga André de Ridder sintetiza en parte los elogios que Santa María recibió al final de su vida: Su masa tan sólida, tan asombrosa, nos abre profundidades fulgurantes reducida a algunos tonos; es rica además de suntuosa. Su composición tan simple se asienta, se afirma en un seguro equilibrio. Su representación es viva, hasta dinámica, pero ordenada. Su obra se encuentra dotada de esa unidad y esa plenitud, de esa potencia y ese rigor que confieren al cuadro un valor duradero, y que van mucho más allá de las modas, las teorías, las escuelas y la expresión de un estilo. No puedo otorgar a Andrés de Santa María mejor elogio que afirmar que por sus lienzos de estos últimos años se ha revelado como un pintor de estilo. Santa María murió, el 29 de abril de 1945, al finalizar la segunda Guerra Mundial, a causa de una infección renal.