cilniana nº 20 y 21 parte 1

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SUMARIO CILNIANA 3ª ÉPOCA, AÑO XI – Números 20/21, 2007 - 2008 ISSN 1575-6416 DOSSIER EL SIGLO XIX EN PERSPECTIVA Francisco de Asís López Serrano (coord.) 5-6 Presentación Francisco de Asís López Serrano 7-70 Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal Antonio Rodríguez Feijóo 71-80 Elecciones de Diputados y Síndicos Personeros. Elecciones en Marbella en el Sexenio Absolutista (1814-1819). Un atisbo de libertad en medio del tiempo Calixto Rodríguez Romero 81-112 Cambio Político y realidad Económica. El Ayuntamiento Constitucional de Marbella en el Trienio Liberal Luis Hernanz Burrezo 113-134 La Marbella del Sexenio Democrático (1868-1874). Evolución política administrativa José Bernal Gutiérrez 135-158 Las Fuentes Documentales para el estudio de Marbella en el siglo XIX conservadas en el Archivo Histórico Provincial de Málaga Esther Cruces Blanco 159-172 «Un visado al pasado» Marbella y sus documentos: el siglo XIX (Catálogo de la Exposición) Francisco de Asís López Serrano Luis Hernanz Burrezo MISCELÁNEA 175-182 Consideraciones previas a una intervención de protección y/o cubrición de la Villa Romana de Río Verde, Marbella Rafael L. Lobón y Martín 183-186 Un geógrafo comprometido con la defensa activa del paisaje como valor territorial. José Gómez Zotano, autor de Naturaleza y paisaje en la Costa del Sol Occidental (Servicio de publicaciones del Centro de Ediciones de la Diputación Provincial de Málaga, Málaga) Mª Luisa Gómez Moreno

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Revista de la Asociación Cilniana para la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural 3ª Época. Año XI. Nº 20 y Nº 21 2007/2008

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Page 1: Cilniana Nº 20 y 21 Parte 1

S U M A R I OCilniana

3ª ÉPOCA, AÑO XI – Números 20/21, 2007 - 2008ISSN 1575-6416

DOSSIEREL SIGLO XIX EN PERSPECTIVAFrancisco de Asís López Serrano (coord.)

5-6 Presentación Francisco de Asís López Serrano

7-70 Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal Antonio Rodríguez Feijóo

71-80 Elecciones de Diputados y Síndicos Personeros. Elecciones en Marbella en el Sexenio Absolutista (1814-1819). Un atisbo de libertad en medio del tiempo Calixto Rodríguez Romero

81-112 Cambio Político y realidad Económica. El Ayuntamiento Constitucional de Marbella en el Trienio Liberal Luis Hernanz Burrezo

113-134 La Marbella del Sexenio Democrático (1868-1874). Evolución política administrativa José Bernal Gutiérrez

135-158 Las Fuentes Documentales para el estudio de Marbella en el siglo XIX conservadas en el Archivo Histórico Provincial de Málaga Esther Cruces Blanco

159-172 «Un visado al pasado» Marbella y sus documentos: el siglo XIX (Catálogo de la Exposición) Francisco de Asís López Serrano Luis Hernanz Burrezo

MISCELÁNEA175-182 Consideraciones previas a una intervención de protección y/o cubrición de la Villa Romana de Río Verde, Marbella Rafael L. Lobón y Martín

183-186 Un geógrafo comprometido con la defensa activa del paisaje como valor territorial. José Gómez Zotano, autor de Naturaleza y paisaje en la Costa del Sol Occidental (Servicio de publicaciones del Centro de Ediciones de la Diputación Provincial de Málaga, Málaga) Mª Luisa Gómez Moreno

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EDICIÓN Asociación Cilniana para la Defensay Difusión del Patrimonio Cultural

Apartado 821 - 29600 Marbellawww.cilniana.org

[email protected]. 639 00 72 90

COORDINACIÓNLucía Prieto Borrego (Universidad de Málaga)

CONSEJO DE REDACCIÓNJosé Luis Casado Bellagarza (Centro de Educación

Permanente de San Pedro Alcántara)Andrés García Baena

(Centro de Educación Permanente de Marbella)Francisco de Asís López Serrano

(Director del Archivo Municipal de Marbella)Antonio Luna Aguilar

(Delegación de Cultura de Marbella)Francisco Javier Moreno Fernández

(Doctor en Historia del Arte)Antonio Rodríguez Feijóo

(IES Sierra Blanca de Marbella)Catalina Urbaneja Ortiz

(Presidenta de la Asociación Cilniana)

CONSEJO ASESOREncarnación Barranquero Texeira

(Universidad de Málaga: Historia Contemporánea)Jesús Bravo Caro

(Universidad de Málaga: Historia Moderna)Bartolomé Mora Serrano

(Universidad de Málaga: Historia Antigua)Antonio Nadal Sánchez

(Universidad de Málaga: Historia Contemporánea)Antonio Parejo Barranco

(Universidad de Málaga: Historia Económica)Emilio Ortega Berenguer

(Universidad de Málaga: Historia Contemporánea).

FUNDADORRafael García Conde

DISEÑO Y MAQUETACIÓNPepe Moyano

IMPRESIÓNGraficamar (Marbella)

LIBRERÍAS COLABORADORAS (Marbella)

FM - General López Domínguez, 12AREMAR - Avda. Arias Maldonado

MATA - Enrique del Castillo, 3ALFAQUEQUE - [email protected]

(San Pedro Alcántara)DELTA - Avda. Oriental

Foto Portada:Entrada del general O’Donnel y las tropas de África

en Madrid el día 11 de mayo de 1860.Foto: Grabado publicado en El Museo Universal el 20

de mayo de 1860

Depósito Legal: MA-845-97ISSN 1575-6416

Título clave: CILNIANA

La Asociación Cilniana no se hace responsable de las opiniones contenidas en los artículos firmados.

Page 3: Cilniana Nº 20 y 21 Parte 1

DossierFrancisco de Asís López Serrano

(coord.)

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Desde el 20 de marzo hasta el 4 de junio de 2008, se celebró en Marbella (Cortijo Miraflores) un ciclo de conferencias titu-

lado El siglo XIX en perspectiva. La organización corrió a cargo del Archivo Municipal de Marbella, de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Marbella y del Centro de Profesores Marbella-Coín, y contó con la colaboración del Archivo Histórico Provincial de Málaga, de Cilniana y de la Delegación en Marbella del Colegio de Aboga-dos de Málaga.

Durante más de cuatro meses, catorce ponentes expusieron sus puntos de vista acerca de distintos aspectos de la historia del siglo XIX, tanto en España como en Marbella. Algo que, aunque parezca mentira, era casi una novedad, pues la historia de esta ciudad, en lo relativo a esta centuria, adolece de una falta de estudios casi alarmante, a pesar de que no es poca la do-cumentación que se conserva. A diferencia de otros momentos, piénsese en el siglo XVIII, por ejemplo, que va a resultar en extremo difícil dada la carencia de documentos municipales, el XIX está aquí, a la vuelta de la esquina, henchido de papeles a la espera de su estudio; un yacimiento, en términos arqueológicos, provisto de un in-menso potencial estratigráfico. Al margen de los trabajos de Casado Bellagarza sobre las colonias, o de José Bernal sobre el sexenio democrático y la minería, o los previos de Alcalá Marín, lo cierto es que se desconoce mucho de lo que aconteció a Marbella en el ochocientos. De ahí la preten-sión de estas jornadas de, si no subsanar todo el déficit, al menos sí empezar a modificar este es-tado de cosas. Para ello, y partiendo de supues-tos metodológicos estrictamente científicos, se ha intentado un acercamiento, tanto en detalle como en perspectiva, que ha supuesto un avance indudable en el conocimiento del periodo.

Los aspectos genéricos del diecinueve español fueron abordados por Manuel Morales Muñoz («Los nacionalismos en la España de la Restauración»), Antonio Parejo Barranco («Evo-lución de la economía andaluza en el contexto español del siglo XIX»), Francisco de Asís López Serrano («La historia de la nación española y los historiadores españoles del siglo XIX»), Segundo Ríos Jiménez («La didáctica de la historia de Es-paña del siglo XIX»), Ángel Galán Sánchez («La construcción nacional y el pasado andalusí en el siglo XIX») y Lucía Prieto Borrego («Educación y cultura de las mujeres en la Restauración»).

La historia de la ciudad fue tratada des-de varias ópticas. Así, Óscar Carrascosa Tinoco pronunció la conferencia «Viajeros románticos en la Marbella del siglo XIX»; José Luis Casado Bellagarza la titulada «La economía de la costa occidental malagueña a mediados del siglo XIX. El tráfico comercial de los puertos de Marbella y Estepona entre 1857 y 1877»; Francisco Javier Moreno Fernández analizó «La morfología urbana en la Marbella del siglo XIX»; Antonio Rodríguez Feijóo dictó su charla bajo el título de «Marbella en el siglo XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal»; Calixto Rodríguez Romero intervino con «Elecciones a diputados y síndicos personeros. Elecciones en Marbella en el sexenio absolutis-ta (1814-1819. Un atisbo de libertad en medio del tiempo»; Luis Hernanz Burrezo con «Cambio político y realidad económica. El Ayuntamiento constitucional de Marbella en el trienio liberal»; José Bernal Gutiérrez con «El sexenio democráti-co (1868-1874) en Marbella» y, por último, Esther Cruces con «Las fuentes documentales para el es-tudio de Marbella en el siglo XIX conservadas en el Archivo Histórico Provincial de Málaga». Estas cinco últimas intervenciones constituyen el dos-sier que presentamos.

PresentaCiónFrancisco de asís López serrano

Director del Archivo Municipal de Marbella

Cilniana 20/21, 2007 - 2008: 5-6 ISSN 1575-6416

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En el primer artículo, «Marbella en el si-glo XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal», Rodríguez Feijóo recorre la centuria para aproxi-marse a la génesis del liberalismo en la Marbe-lla del siglo XIX, en el marco histórico español. Muestra las concordancias y las disonancias que, desde los acontecimientos políticos, económi-cos y sociales, se produjeron entre el emergente Estado liberal español y su concreción en la pro-pia ciudad, sin olvidar tampoco las lagunas que lo jalonan, que hacen necesario profundizar en su estudio.

Los siguientes tres artículos se van a cen-trar en tres periodos bien definidos: el de Calixto Rodríguez en el sexenio absolutista de Fernando VII y, en concreto en el sistema de elección y las características de los diputados del común y de los síndicos personeros, subrayando el carácter relativamente anacrónico de la elección de es-tos oficios; el de Luis Hernanz se fija en el de-nominado Trienio Liberal y analiza el intento de reestablecimiento de lo legislado en las Cortes de Cádiz a través de la vida económica y política del municipio, ofreciendo, de paso, un novedoso perfil de los personales más singulares del mo-mento; José Bernal, por su parte, nos ofrece tan-to las claves políticas en las que se fundó el Sexe-nio Democrático en la ciudad (en cuanto reflejo de los acontecimientos más relevantes a escala nacional), como las económicas, con la aparición de la colonia de San Pedro Alcántara y la socie-dad minera The Marbella Iron Ore.

El artículo de Esther Cruces nos propor-ciona una guía de fuentes para un conocimiento más preciso de la historia de Marbella; en este

caso, de la documentación que sobre el siglo XIX se custodia en el Archivo Histórico Provincial de Málaga, aludiendo, obviamente, a las institucio-nes productoras de estos documentos (judicia-les, de la fe Pública, Jefatura Provincial de Minas, Gobierno Civil, etcétera).

A parte de los trabajos citados, hemos querido dar un paso más, y publicamos los docu-mentos que sirvieron de soporte a la exposición celebrada en el Cortijo Miraflores desde el 10 al 27 de noviembre de 2008, titulada «Un visado al pasado. Marbella y sus documentos: el siglo XIX» y que significó un complemento al ciclo de conferencias. Se trataba de una muestra de 22 documentos a través de los cuales se intenta ha-cer patente las dificultades por las que atravesó el municipio de Marbella durante una época que, paradójicamente, conoció una industrialización sin precedentes.

Marbella, muy empobrecida tras la ocupa-ción francesa, refleja de forma paradigmática las vicisitudes por las que atravesaban la mayoría de las localidades del país. Durante toda la centuria, el Estado se empeñó en racionalizar los proce-dimientos administrativos, pero el problema de mayor calado era la financiación. El Ayuntamien-to de Marbella pondrá en marcha toda una serie de mecanismos destinados, no ya a sanear las arcas públicas, sino sencillamente a posibilitar su mera subsistencia y la de los ciudadanos. De ahí que la mayor parte de la documentación que se expuso afectara a cuestiones de índole econó-mica o al acometimiento de las obras necesarias para el pueblo, muchas de las cuales, como es sabido, tardarían lustros en poder concluirse. n

Francisco de Asís López Serrano Presentación

6 Cilniana 20/21, 2007 - 2008: 5-6

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IntroduccIón

El siglo XIX es un siglo convulso, un siglo en el que nuevos elementos de carácter económico, político, social y cultural sur-

gen para vertebrar un mundo nuevo, moderno…, frente al anquilosado Antiguo Régimen. Un siglo en el que la historia se acelera respecto a épocas pretéritas, aunque no siempre a la misma velo-cidad para todos los que vivieron en él. Un siglo que anuncia la presencia de nuevos intereses en discordia, que enfrentan aparentemente a la aris-tocracia y a la burguesía, aunque pronto ambas clases se unen, recelosas, frente al creciente po-der de la masa proletaria. Un siglo en el que se gesta el mundo que hoy conocemos y en el que nuestro municipio comienza a emerger.

Con este trabajo intentaremos, siguiendo la propuesta de J. Fontana, «contribuir a la recu-peración de este siglo calumniado y maldito»1, aproximándonos a la génesis del liberalismo en

Marbella a lo largo del siglo XIX, en relación con el marco histórico español. Este acercamiento ha de producirse, necesariamente, desde la perspec-tiva de una historia sobre el siglo XIX en Marbella pendiente de construir. Una historia que profun-dice nuestro saber a la luz de nuevas fuentes pri-marias. Una historia que abra nuevos surcos en campos yermos a la investigación. Una historia que aborde la documentación con la mirada de historiadores ansiosos de conocimiento. Es decir nuestra pequeña aportación sobre este siglo, en lo relacionado con Marbella, no pretende culminar, ni sintetizar anteriores aportaciones2 ni mucho menos dar el periodo por cerrado, sino todo lo contrario: motivar e invitar a cuantos les interese este siglo a iluminarlo con nuevas investigaciones que amplíen nuestro limitado conocimiento.

En la España del siglo XIX se produce el fin del Antiguo Régimen y la transición hacia uno nuevo, merced a la discutida «revolución liberal burguesa». Hemos de indicar que este proceso

Marbella en el XiX. reflejo y esPejisMo De la esPaña liberal

RESUMENAproximación a la génesis del liberalismo en la Marbella del siglo XIX, en el marco histórico español. Se muestran los principales acontecimientos políticos, económicos y sociales que construyen la España liberal y su reflejo en la historia de Marbella, a veces con relevante protagonismo, puro espejismo sin continuidad en un municipio pleno de carencias.

PALABRAS CLAVELiberalismo, Juan van Halen, Antonio Jiménez, Milicia Nacional, Altos hornos, Ramón Ibáñez, Antonio Domínguez Alburquerque.

ABSTRACTApproach to the genesis of the liberalism in Marbella during the XIX century, within the historical Spanish framework. The main political, economical and social events that build up liberal Spain and its reflection in Marbella’s history, sometimes with a relevant protagonism, was just a plain illusion with no continuation in a municipality full of loop holes.

KEY WORDSLiberalism, Juan van Halen, Antonio Jiménez, National Soldiery, Blast furnaces, Ramón Ibáñez, Antonio Domínguez Alburquerque.

antonio rodríguez FeijóoProfesor de Geografía e Historia I.E.S. Sierra Blanca de Marbella

1 FONTANA, J.: La época del liberalismo, Madrid, Crítica / Marcial Pons, Historia de España, Tomo VI, Prólogo, 2007.2 Debemos destacar los trabajos del cronista de la ciudad, Fernando Alcalá Marín, por su aportación pionera sobre el periodo

decimonónico, aunque ello no significa que haya dejado escuela. También hay que reconocer las investigaciones posteriores que se realizan, con una metodología científica y profesional, por historiadores que abordan diferentes aspectos de la historia de la Mar-bella del XIX. Entre ellos hemos de destacar a Lucía Prieto Borrego y a José L. Casado Bellagarza. Más tarde otros investigadores, en torno a la asociación Cilniana, han dejado interesantes contribuciones para el conocimiento de este siglo.

Cilniana 20/21, 2007 - 2008: 7-70 ISSN 1575-6416

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

tiene su germen en los siglos anteriores, pero especialmente en el XVIII, aunque será a lo lar-go del XIX cuando eclosiona definitivamente3. En el ámbito político, con el paso del régimen señorial-absolutista al nuevo régimen liberal-constitucional. En el terreno económico, con la desaparición de la economía de base señorial, campesina, artesanal y gremial que evolucionará hacia la creación de un tejido industrial moderno de carácter capitalista, industrial y financiero. Y en la esfera social, con la paulatina sustitución de la sociedad estamental, basada en desigual-dad jurídico-civil, por una sociedad de clases. Todo ello en plena transición de un régimen de-mográfico antiguo a otro moderno.

Nuestro acercamiento a la Marbella del XIX sería más comprensible desde la óptica de un siglo de ciclo largo, 1789-1917, sin embargo he-mos optado por un ciclo más corto, 1812-1898, ya que la relativa carencia de fuentes locales y el protagonismo desencadenado por la invasión francesa en el origen del fenómeno liberal nos invita a iniciar nuestro estudio con el nacimiento del constitucionalismo español en 1812. Por otro lado la crisis finisecular de 1898 simboliza el fi-nal de un periodo protagonizado por la farsa del régimen liberal de la Restauración, que pone en jaque al liberalismo conduciéndolo a la crisis de 1917 y hacia posiciones autoritarias corporativas por miedo a la amenaza revolucionaria latente en el horizonte europeo.

Este proceso, o parte de él, tendrá su re-percusión en Marbella durante la génesis del liberalismo, re-produciéndose, cual reflejo es-pecular, los principales aconte-cimientos de la España decimo-nónica, incluso alguno de ellos, con relevante protagonismo, aunque sólo haya sido un es-pejismo sin continuidad en un municipio pleno de carencias. Un proceso que se desarrollará con avances y retrocesos, en los ámbitos, político, económico y social, entretejidos mutuamen-te en el hilo de la Historia aun-que para su explicación necesi-temos mostrarlos por separado. No obstante serán ensayos de un futuro prometedor…

La MarbeLLa deL XIX. eL terrItorIo y sus habItantes

I. MarbeLLa y su pobLacIón

Cualquier acercamiento a la historia del siglo XIX en nuestro municipio debe tener muy presente que la Marbella de entonces era muy diferente a la actual y durante todo el siglo no pasará de ser un pequeño municipio andaluz, con una población que no superará en ningún momento los diez mil habitantes, en la periferia del poder provincial y alejado de cualquier ámbi-to de decisión.

1. La pobLacIón de MarbeLLa en su entorno

Para hacernos una idea de la situación po-demos utilizar las fuentes, bastante fidedignas, que aparecen a partir de la publicación del primer censo oficial en 1857. Así nos consta que en esa fecha la población de Marbella era de 6.564 h, una población similar a la de ciudades como Ávi-la (6.419 h), Guadalajara (6.533 h), Orense (6.872 h), Pontevedra (6.625 h) y superior a las de Soria (5.194 h) o Huesca (3.874 h)4, aunque todas ellas, en cuanto capitales de provincia, tenían una po-tencialidad mayor de crecimiento desde el punto de vista administrativo y representativo.

Por otro lado, en la provincia de Málaga, superan a Marbella: Álora (8.370 h), Coín (9.273 h), Estepona (9.316 h), Vélez-Málaga (12.573 h), Ronda (19.334 h), Antequera (27.334 h) y en

GRÁFICO I

Elaboración propiaFuente: Censos de población y Nomenclátor años respectivos

3 Cf. GÓMEZ URDÁÑEZ, G.: «Reflexiones sobre la revolución burguesa en España. Una aproximación a los orígenes, ideario y práctica del pensamiento liberal», Cuadernos de investigación histórica Brocar, 20, 1996, pp. 327-345 (Edición electrónica: www.unirioja.es).

4 VICENS VIVES, J. (dir.): Historia de España y América social y económica, Tomo V, Barcelona, Vicens Vives, 1979, pp. 47-48.

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Cilniana 20/21, 2007 - 2008: 7-70 9

Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

ese momento la ciudad de Málaga alcanza los 92.611 h5.

En 1900, Marbella ha incrementado no-tablemente su población pues alcanza los 9.629 h. Sin embargo todas las ciudades citadas, salvo Soria (7.151 h), también han aprovechado su ventajosa situación y han superado a Marbella: Ávila (11.885 h), Guadalajara (11.144 h), Orense (15.194 h), Pontevedra (22.330 h), incluso Hues-ca con 12.626 h. Sin embargo, otras mantienen una población similar a la de Marbella: Cuenca (10.756 h), Teruel (10.797 h).

Si observamos la población de la provincia de Málaga en 1900 podemos ver que se ha pro-ducido un significativo cambio. Ahora sólo su-peran a Marbella, aparte de la capital provincial, Antequera (31.609 h) y Coín (12.326 h), que aún mantiene un crecimiento relativamente impor-tante, otras como Ronda (20.995 h) o Vélez-Má-laga (23.586 h) han crecido relativamente poco, pero superan todas ellas a nuestro municipio. Por otro lado, Álora con 10.321 h tiene una po-blación similar a la de Marbella y su crecimiento es poco significativo. El resto de los municipios que anteriormente superaban al nuestro, como Estepona (9.310 h), prácticamente no crecen y se verán superados por Marbella6. En ese momento Málaga alcanza los 130.109 h7.

2. pobLacIón reLatIva

El municipio de Marbella mantendrá du-rante el periodo estudiado la misma superficie, 114 km², ya que las segregaciones de los munici-pios limítrofes, como Benahavís, Ojén e Istán, ya se han completado y aunque haya problemas con los deslindes permanecerá invariable a lo largo del XIX.

Como hemos visto la población de Mar-bella se incrementa notablemente a lo largo del siglo, afectando de forma desigual a los distin-tos distritos de la población. La mayor parte se concentrará en el núcleo central, lo que hará que sufra especialmente el incremento de la presión demográfica, mientras que el resto estará repar-tida entre la colonia de San Pedro Alcántara, El Ángel y las Chapas.

Durante el periodo de 1752 a 1821 la den-sidad apenas variará, pues tampoco lo hace su

población. Así, estimamos que para 1752 Mar-bella tiene una densidad de 33,5 h/km², que al-canza, en 1821, los 41 h/km², y poco más hasta mediados de siglo, pues en 1847 podemos valo-rarla en 45 h/km². A partir de esos años interme-dios se inicia una nueva etapa que duplicaría la densidad inicial llegando a su máximo al final de la primera década del siglo XX, en 1910, cuando llega a los 90 h/km².

Si comparamos los datos resultantes para los años 1857 y 1900, en relación con el caso español, la densidad de Marbella (58 h/km² y 84 h/km² respectivamente) supera la media andalu-za (33 h/km² y 41 h/km²) y española (31 h/km² y 37 h/km²), pero no alcanza el crecimiento de la capital de la nueva provincia de Málaga (13 h/km² y 70 h/km²) que superará sustancialmente a nuestro municipio a lo largo del XIX8. Ambos núcleos de población crecen por encima del inte-rior peninsular, con lo que se refleja su situación periférica mediterránea.

3. dIstrIbucIón terrItorIaL

Marbella, durante el siglo XVIII e inicios del XIX, era un recinto murado en el que la po-blación residía esencialmente intramuros de la ciudad y su castillo9. Sin embargo sus murallas se encuentran ya en un estado lamentable, según aprecia en 1772 el viajero inglés Francis Carter, que nos indica que «actualmente la ciudad ha crecido bastante por el lado de la sierra, bajo la cual se encuentran un barrio y un convento de frailes»10 (se trata del Barrio Alto y el convento de San Francisco). Por el sur, alrededor de la mu-ralla, aparte de la Marina, en donde hay algún almacén, sólo existen una serie de fincas y hacia levante comienza a surgir lo que en el XIX será conocido como Barrio Nuevo. Durante dicho si-glo la muralla se reducirá paulatinamente a poco más de lo que aún perdura, en un proceso de nuevas edificaciones que la irán derribando, per-mitiendo con ello la ampliación del casco urbano hacia el sur a fines de la centuria, previa insta-lación de los almacenes de la Marbella Iron Ore C&L en torno a 1870.

El número de habitantes por vivienda también se incrementa. Así en 1860 hay 4,7 h/vi-vienda y en 1900 sube a 5,6 h/vivienda lo que es

5 INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA (INE), Tabla: «Estado demostrativo por el orden de mayor a menor de los pueblos que sin ser capitales de provincia, comprenden mayor número de habitantes que la última capital del Reino, por razón de su población, conforme al Nomenclátor publicado en 1858» , p. 247.

6 INE: Censo de población de 1900. Málaga, pp. 188-190.7 VICENS VIVES, J. (dir.): Historia de…, op. cit., pp. 47-48.8 Las cifras se han obtenido a partir de cálculos realizados sobre datos de los censos y del nomenclátor para los años respec-

tivos tomados del INE y del IEA.9 Archivo General de Simancas (AGS), Plano de la Ciudad de Marbella y de su Castillo (s.f.) [Málaga 17 de julio de 1736]. Cuartel

de Marbella.10 CARTER, F.: Viaje de Gibraltar a Málaga, Málaga, Diputación Provincial, 1981, p. 154. Reedición del original A Journay from

Gibraltar to Málaga, London, 1772.

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

lógico si tenemos en cuenta que el incremento de población entre esos dos años ha sido de un 43,8% y el de viviendas sólo un 22,5%. La situa-ción se refleja en un mayor número de albergues y en el aumento de plantas en los nuevos edifi-cios. Aun así seguirá siendo insuficiente. Por otro lado, muchos de los edificios están arrendados por sus propietarios11.

La situación que acabamos de describir refleja la escasez de solares y también la falta de edificios para albergar a una población crecien-te en número en la ciudad ya que aún no se ha iniciado una seria expansión extramuros, salvo pequeños núcleos del Barrio Alto y Barrio Nue-vo o las cercanías de la Alameda. La mayor parte de las nuevas edificaciones, en general de dos plantas, se construyen en el campo en el último tercio del siglo.

Para profundizar en el estudio del urba-nismo en Marbella hemos de destacar los traba-jos de Francisco Moreno, que nos detallan la evo-lución urbanística del municipio12, y en especial del centro histórico de la ciudad13.

En cuanto al origen del núcleo de San Pe-dro Alcántara serán las investigaciones de José L. Casado, las que nos informen del desarrollo urbano de esta nueva población, que se consti-tuye en torno a la plaza de la Iglesia de la loca-lidad y de las diecisiete viviendas que formaban la Casa de Dependientes. Desde allí se teje una trama urbana jerarquizada que refleja las dife-rencias sociales y en las que se aprecia el con-traste entre las modestas casas que se agrupan simétricamente en torno a las calles La Gasca, Duero y Pizarro y los edificios más sobresalien-tes, en tamaño y función, que se alzaban en la plaza principal de la Colonia14. Este núcleo de población cuenta en el momento de su funda-ción, en 1860, con 47 habitantes, pero se incre-menta rápidamente a 529 habitantes, según el padrón de 1861, y que transitoriamente alcanza los dos millares de habitantes al final del siglo XIX15.

II. La transIcIón deMográfIca en MarbeLLa

El incremento de población durante el siglo XIX se produce merced a una serie de cir-cunstancias novedosas asociadas al cambio des-

de un régimen demográfico antiguo, preindus-trial, con altas tasas de natalidad y mortalidad, propio de un país subdesarrollado, a un régimen de población moderno, con bajas tasas de nata-lidad y de mortalidad, asociado a una sociedad postindustrial. Este cambio se produce mediante un proceso de transición demográfica que ten-drá en Europa ritmos y perfiles diferentes según los países o regiones pues, aunque se inicia en el s. XIX, no se completará hasta el siglo XX. En España el tránsito fue más lento que en los países más avanzados de Europa, donde estuvo asociado al incremento de productividad agra-ria e industrial, y con periodos alternativos de rápido crecimiento pero más dilatados estanca-mientos16. En el caso de Marbella a lo largo del XIX se pueden atisbar cómo desde el punto de partida preindustrial se pasa a una transición que comienza a dar síntomas de cambio a finales del XIX (con un descenso claro de la mortalidad) que no se completará hasta la segunda mitad del siglo XX.

1. MovIMIento naturaL

1.1. Periodo Preindustrial (1752-1838)Aunque tenemos poca información acerca

de este periodo de la historia de Marbella, por la carencia de fuentes en los registros eclesiásticos que aporten datos sobre natalidad y mortalidad, podemos deducir, comparando con la situación de partida en la década de 1840, que las tasas de natalidad y de mortalidad serían las propias de una sociedad rural de carácter preindustrial en la que la natalidad se aproximaría a los valo-res biológicos, alrededor del 50%, y la mortalidad superaría el 35% que, aun siendo muy alta, ascen-dería en los periodos de crisis. A esto habría que añadir una alta mortalidad infantil. El excedente de población sería eliminado regularmente por los obstáculos represivos —según denominación de Malthus— es decir: hambres, guerras y epi-demias.

1.2. Periodo de transición (1833-1900)A partir de esta época contamos con ma-

yor información. Los registros civiles se convier-ten en una fuente imprescindible para conocer la evolución demográfica de nuestro municipio.

11 RODRÍGUEZ FEIJÓO, A.: Enseñanza liberal en Marbella (1833-1936), Marbella, Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Marbella, 1988, Tabla IV, p. 64.

12 MORENO FERNÁNDEZ, F. J.: «Datos para una historia urbana de Marbella», Cilniana, 12, 1999, pp. 8-21.13 Cf. MORENO FERNÁNDEZ, F. J.: El centro histórico de Marbella: Arquitectura y urbanismo, Málaga, Universidad de Málaga, Aso-

ciación Cilniana, Ayuntamiento de Marbella, 2004. También la conferencia del mismo autor: «Morfología urbana en la Marbella del siglo XIX» presentada en el 1º Ciclo de Conferencias: El siglo XIX en perspectiva.

14 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «La Casa de Dependientes. San Pedro Alcántara en torno a 1875», Cilniana, 10, 1998, pp. 59-66.15 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Los habitantes de San Pedro Alcántara durante la etapa fundacional (1860-1873)», en F. de

A. LÓPEZ SERRANO y J. L. CASADO BELLAGARZA, J. L. (coords.): Estudios en homenaje a Antonio Serrano Lima, Marbella, Asociación Cilniana, 2007, pp. 181 y 185.

16 A lo largo de este trabajo citaremos varias obras de la colección Historia de España 3er Milenio de la editorial Síntesis por facili-tar una visión general, sintética y actualizada del XIX que nos permiten situar los hechos en el marco político, económico y social,

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Por suerte contamos con información detallada, a partir de 184117, en el Ayuntamiento, que po-demos completar con la procedente del Registro Civil de los Juzgados a partir de su creación en 187118.

Con los datos que hemos recopilado podemos señalar que en nuestro municipio, desde 1841 hasta fin de siglo19, la natalidad se mantiene en una cifra inferior a los trescientos nacimien-tos durante el periodo anterior a 1865 y será superior a esta cifra y menor de cuatrocientos hasta fin de siglo, aunque hay que tener en cuenta que la población aumenta notablemente. La tasa de natali-dad que estimamos para este pe-riodo tendrá un máximo de 60% en 1842 y un mínimo de 30% en 1898, que se reducirá en el siglo XX, y que para el XIX la cifra media ron-dará el 44,1%, que es próxima a la fecundidad natural.

Respecto a la mortalidad, aparte de su elevación durante las crisis epidémicas, podemos señalar que los años cuarenta del siglo XIX fueron los de más baja mortalidad de todo el periodo, oscilando entre 115 y 178 fallecidos, al igual que de 1851 a 1853. Sin embargo, a partir de 1855 las cifras superan los dos-cientos, e incluso, los trescientos

fallecidos, pero hay que tener en cuenta que es-tos valores son absolutos y hay que ponerlos en relación a la estimación de población que, como sabemos, se incrementa notablemente. Así, la tasa de mortalidad media durante el XIX será de

33,8%, aunque con una clara tendencia a la baja a lo largo del siglo, espe-cialmente durante la últi-ma década del mismo.

Al final de esta etapa se produce una pri-mera manifestación de la transición demográfica, al caer la tasa de mor-talidad, que se reduce a cifras inferiores al 25‰ a partir de 1896 (salvo tres picos en 1901 con 27‰; 1906 y 1920 con 26‰), y

la tasa de natalidad que alcanza valores inferio-res al 30 ‰ a partir de 1926 (con seis anticipos

convirtiéndose en útiles instrumentos-guía que recomendamos para ampliar el estudio de esta época. Cf. SAIZ PASTOR, C. y VIDAL OLIVARES, J.: El fin del Antiguo Régimen (1808-1868) Economía, Madrid, Síntesis, 2001, pp. 16-17.

17 Cf. Ayuntamiento de Marbella, Archivo Histórico Municipal de Marbella (AHMMb), Actas Capitulares (AACC), 7 de julio de 1841. En esta fecha se ordena que se comunique al cura que no podrá enterrar sin que se presente la papeleta del Registro Civil creado en el Ayuntamiento. Este registro fue ordenado por el Decreto de Regencia del Reinode26 de enero de 1841 a fin de conocer los movimientos de población, dentro del término jurisdiccional del ayuntamiento, sin estar sujetos a que los datos suministrados por las autoridades eclesiásticas. En Marbella están los Libros de Nacidos de 1 de enero de 1841 a 3 de agosto de 1866 y Libros de Muertos de 1 de enero de 1841 a 18 de julio de 1870.

18 El Registro Civil actual se crea por Ley de 17 de junio de 1870 y comienza su aplicación a partir del 1 de enero del año siguiente.

19 Los datos se han tomado a partir de la Tabla I que aparece en RODRÍGUEZ FEIJÓO, A.: Enseñanza…, op. cit., p. 113. Esos datos sobre tasas de natalidad y de mortalidad son estimativos en las fechas intermedias o en las fechas anteriores a los censos oficiales y por tanto deben tomarse como una estimación.

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en 1898, 1904, 1909 y 1915 con 30‰; 1916 con 28 ‰ y 1924 con 27‰), once años antes, la mortalidad (1907), y diez años después, la natalidad (1916), de que dichas cotas fueran atravesadas por Espa-ña20. El descenso de la mortalidad lo atribuimos a las mismas causas generales de todo el país (mejora de las condiciones higiénicas, introduc-ción de vacunas…) pero, sobre todo, a la benig-nidad del clima.

A la vista de estos datos podemos con-cluir que el movimiento natural de población en Marbella es similar al español de la zona medite-rránea. Aun así, conviene precisar que en nues-tro municipio se produce un importante cambio a lo largo del XIX, más notable que en el res-to de España: la natalidad es muy superior a la española y la mortalidad aunque es superior se aproxima más.

Creemos que en paralelo a la insta-lación de las ferrerías en nuestro munici-pio se produce un importante descenso de la mortalidad que no se mantiene más allá de la crisis epidémica de mediados de los cincuenta. Esta contracción perdura hasta las últimas décadas del siglo, momento en que ya hay un cambio que parece ser per-manente. En esos momentos se produce un incremento notable del crecimiento vegetativo en relación con España, por el descenso de la tasa de natalidad, pero especialmente por el que se produce en la tasa de mortalidad, siendo esta última bastante menor que la española, con lo que la transición demográfica pudiera ha-ber empezado unos años antes que en el resto de nuestro país.

2. evoLucIón de La pobLacIón en eL XIX

La población de España y de Mar-bella crece sustancialmente durante el si-glo XIX, aunque con un incremento mucho

mayor en nuestro mu-nicipio (104,4%) que para la media española (59,6%).

Aunque los da-tos sobre población para la época estudia-

da son poco fiables21 y hay que tomarlos con precaución, a través de ellos podemos señalar, según los estudios realizados por diversos au-tores22, que durante el XIX el crecimiento espa-ñol mantendrá un ritmo anual de 0’5%. Nuestro país pasa de los 10’5 millones de habitantes23 al comienzo del XIX a los 18’6 millones/h en 1900. Este incremento será mayor durante la prime-ra mitad del siglo, desde el fin de la guerra de la Independencia hasta la desamortización de 1855. Así, entre 1821 y 1860 se estima en 0’76% anual24.

Para nuestro municipio tenemos que uti-lizar datos aproximados por estimación para la

TABLA IIEvolución de la población en el siglo XIX 25

Elaboración propia: (*) Datos estimados.Fuente: AHMB, AACC e INE, Anuarios años respectivos

Marbella tiene una población cercana a los cuatro mil habitantes a comienzos del XIX, que pasan a casi

diez mil al final del siglo

20 NADAL OLLER, J.: La población española (siglos XVI-XX), Barcelona, Ariel, 1991, p. 140.21 En algunos casos la población aparece en número de vecinos, y los datos a veces se repiten. La fiabilidad es muy limitada,

más aún cuando son informaciones municipales que en algunos casos tienden a ocultamiento al proceder de fuentes fiscales, por lo que previsiblemente podrían elevarse algo más dichas cifras. Aun así estimamos que puede ser válido tomar como referencia el factor utilizado en sus cálculos por Madoz para Marbella: 3,9269 habitantes por vecino.

22 Cf. PÉREZ MOREDA, V. y REDER, D. S.: Demografía histórica en España, Madrid, El Arquero, 1988. PÉREZ MOREDA, V.: «La población», en Historia de España de Ramón Menéndez Pidal. Tomo XXXIII. Los fundamentos de la España liberal (1834-1900), Madrid, Espasa-Calpe, 1997, pp. 51-98. NICOLAU, R.: «Población», en A. CARRERAS (coord.), Estadísticas Históricas de España. Siglos XIX y XX, Madrid, Fundación Banco Exterior, 1989, pp. 49-90.

23 Según el censo de 1897 la población de España era de 10.541.221 h (Cf. «Población de España, según el Censo formado en 1797, clasificada según su estado civil», Anuario 1858, Fondo documental del INE, p. 240.)

24 SAIZ PASTOR, C. y VIDAL OLIVARES, J.: El fin del Antiguo…, op. cit., pp. 17-18.25 Las fuentes consultadas son: «Censo de población según el decreto de las Cortes de 27 de Enero de 1822”, Anuario 1859-

1860, Fondo documental del INE. «Habitantes que se computaron a cada provincia por Reales decretos de 1833, 1846 y 1850, comparados con los del Censo general de 21 de mayo», Anuario 1858, Fondo documental del INE, p. 243. «Habitantes de cada pro-

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primera mitad del siglo26. Marbella tiene una población cercana a los cuatro mil habitantes (entre 3.817 h estimados para 1752 y 4.712 h en 1821) a comienzos del XIX, que pasan a casi diez mil al final del siglo (9.629 h en 1900). Esta población crece a un ritmo estimado de 0,19%, para el periodo de 1752 a 1838, con lo que la se puede considerar que la población permanecerá prácticamente estable. Sin embargo, a partir de 1838 y hasta 1910 el crecimiento duplica la me-dia española ya que alcanza una media del 1,15% anual27.

Durante esta primera mitad del siglo po-demos destacar el descenso de población, difícil-mente evaluable y pendiente de un estudio deta-llado, que se produce en torno a la guerra de la Independencia, pero que pudiera deberse, apar-te de a las bajas de carácter bélico, al abandono de parte de la población de la ciudad, como a la hambruna de 1812.

De mayor importancia es la fluctuación que se produce en los años 1834-1838 debida a

la epidemia de cólera morbo asiático que asoló la península entre enero de 1833 y el mismo mes de 1835, ocasionando 102.511 defunciones28, y que supuso para Marbella, en marzo de 1834, hasta siete muertos diarios29. Ello dará lugar a un descenso de población para dichos años del -7’9% anual; verdadera crisis poblacional, a pesar de que están comenzando a funcionar las ferrerías. A partir de aquí se iniciará un largo periodo de crecimiento que, aunque tenga manifestaciones de crisis episódicas, inicia una tendencia conti-nuada al alza, por lo que podemos considerarla como la última de una demografía de Antiguo Régimen.

Aparte de las crisis epidémicas puntua-les de 1855 y 1885 hemos de destacar que el creciente incremento de población contará con otros dos baches demográficos: el primero entre los años previos al Sexenio, 1860-1867, y el se-gundo en la crisis finisecular de 1887 y 1897. En esta última fecha la población de Marbella según el censo era de 7.927 h30.

vincia, clasificados por su estado civil, según el Censo de población de 1857», Anuario 1858, Fondo documental del INE, p. 250. Cf. «Censo de población, referente a los años 1831 y 1832», Anuario 1859-1860, Fondo documental del INE, p. 76. «Población de España según el censo de 1860, y la que resulta de la diferencia entre los bautismos y las defunciones ocurridas hasta fin de 1867”, Anuario 1866-1867, Fondo documental del INE, p. 53. «Habitantes clasificados por edades, según los Censos de 1877, 1887 y 1900. Cifras absolutas», Anuario 1912, Fondo documental del INE, p. 113. «Resultados definitivos del Censo de la Población de 1897”, Censo de población de 1897, Tomo I. Resultados definitivos. Detalle por provincias, Fondo documental del INE, p. XXI. Para Marbella los datos de los años anteriores a 1857 son estimaciones en base al número de vecinos que aparecen en las AACC de los años respectivos en el XIX y en el Catastro de Ensenada para 1752.

26 Estas estimaciones sólo nos aportan datos aproximados que nos permiten hacernos una idea general, a la espera de estudios concretos que amplíen la información, por ello hay que tomarlos con cierta cautela.

27 RODRÍGUEZ FEIJÓO, A.: Enseñanza…, op. cit., pp. 62-63.28 VICENS VIVES, J.: Historia de…, op. cit., p. 8.29 AHMMB, AACC, 1 de marzo de 1834.30 AHMMB, AACC, 14 de mayo de 1898. Según el Censo de Población a 31 de diciembre de 1897 la población de derecho de

Marbella era de 7.927 h y de hecho 7.921 h.

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Durante el primer bache, entre 1860 y 1867, se producirá un importante descenso de la población, reflejo de la crisis que se produce en España en esos años por el incremento de los precios del pan, aunque en Marbella en parte se equilibra gracias a la creación de la Colonia de San Pedro Alcántara y el aumento de población consiguiente al llegar colonos especializados31, especialmente entre 1860 y 186532. Globalmen-te, tanto en valores absolutos como en tasa de crecimiento, observamos un descenso del -11’2‰ que podría deberse a la coyuntura iniciada en la década de 1850 y que tiene sus secuelas en la de 1860. Esta crisis coincide con la estudiada en el ámbito español por Sánchez de Albornoz y que sitúa entre los años 1857 y 186833.

En San Pedro Alcántara, observa J. L. Ca-sado, entre 1861 y 1871, «el número de habitan-tes atravesó distintos altibajos, motivado por la delicada situación financiera del propietario»34, incluso con incrementos o descensos bruscos de la población que, a finales del siglo, se estabiliza en torno a los mil habitantes, aunque haya un pequeño repunte, que duplica la población en 1900.

La segunda crisis se produce en la década de 1887-97, momento en que se producirá un nuevo descenso de población que valoramos en un -10’5‰, aunque la tendencia global siga sien-do positiva. Es el contexto de la crisis filoxérica.

En fin, este periodo de transición conti-nuará a lo largo del XX con altibajos hasta que a partir de los años cincuenta se produzca el defi-nitivo paso al régimen demográfico moderno.

eL tránsIto deL antIguo aL nuevo régIMen

El proceso de transición demográfica en Marbella hay que situarlo en un marco más amplio: el del tránsito desde un modelo políti-co económico y social propio del Antiguo Régi-men, con un sistema cuasi feudal en el que la monarquía absoluta, la economía señorial y la sociedad estamental darán paso a un nuevo ré-gimen caracterizado por el modo de producción capitalista, en el que triunfa un liberalismo polí-tico constitucional y participativo, una economía

liberal-capitalista (industrial o financiera) y una sociedad de clases en la que la burguesía tendrá un relevante papel.

I. eL Marco MaterIaL. econoMía y coMunIcacIones

1. La tardía e IncoMpLeta ModernIzacIón agrarIa

Cuando comienza el siglo XIX los espa-ñoles viven fundamentalmente del sector agra-rio, y por ello los liberales gaditanos prestarán a la agricultura una especial atención, aunque los cambios serán escasos y tardíos. Con ante-rioridad, en el Informe sobre la Ley Agraria que solicitó Jovellanos a fines del XVIII, ya se plan-tean los principales problemas o «estorbos» que afectaban a este sector: las vinculaciones y ma-yorazgos, la cantidad excesiva de tributos, los privilegios de la Mesta o la falta de libertad para el uso de la propiedad35.

Estas propuestas serán retomadas por los liberales y desarrolladas a lo largo del XIX. Para ello propondrán la abolición de los dere-chos jurisdiccionales y de los diezmos, la des-vinculación de los mayorazgos y crear nuevas relaciones de producción, todo ello en parale-lo al proceso desamortizador36. Así se podría cambiar la estructura de la propiedad y garan-tizar, en teoría, el acceso de los campesinos a la misma, convirtiéndolos en propietarios pri-vados, a fin de modernizar el campo y obtener una mayor producción siguiendo la lógica del mercado. Además de conseguir adeptos a la causa liberal se pretendía acabar con el poder económico de la Iglesia, que apoyaba la causa carlista. Sin embargo, a medio plazo, los bene-ficiarios serán los aristócratas, que adquieren la titularidad de una tierra de la que sólo man-tenían la jurisdicción, y la burguesía que, en connivencia con la antigua nobleza, se bene-ficiarán de la desvinculación de los bienes de manos muertas. Una alianza tácita que unirá a ambos grupos de poder por encima del campe-sinado que trabajaba la tierra37.

Como era de esperar, a pesar de la bue-na voluntad de algunos de los legisladores libe-rales y del incremento de la producción a lo largo

31 Cf. CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Los colonos de San Pedro Alcántara en 1861. El inicio del poblamiento», Cilniana, 9, 1997, p. 7-14. Proceden en su mayoría de Andalucía (76,64%) y especialmente de la capital malagueña (52,55%). De Marbella sólo son 15 (10,95%).

32 AHMMb, AACC, 18 de abril de 1865.33 SÁNCHEZ ALBORNOZ, N.: La crisis de subsistencias de España en el s. XIX y Crisis de subsistencia y recesión demográfica, España

1868, Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional del Litoral, años 1962-63, pp. 27-40. Citado en M. ARTOLA: La burguesía revolucionaria (1804-1874), Alfaguara, Madrid, 1978, p. 66.

34 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Los habitantes…, op. cit., p. 208.35 Cf. JOVELLANOS, G. M. de: Informe sobre la Ley Agraria, Madrid, Imprenta de I. Sancha, 1820 (edición digital en www.cervan-

tesvirtual.com).36 El proceso desamortizador comienza con Godoy (1798), se intenta durante la Guerra de Independencia (José I y legisladores

gaditanos), en el Trienio Liberal y en la regencia de Espartero (1841), pero las más importantes son la de Juan A. Mendizábal (1836) y de Pascual Madoz (1855). Se vieron afectados los bienes del clero regular, el secular, las órdenes militares y los municipios.

37 GÓMEZ URDÁÑEZ, G.: «Reflexiones…», op. cit.

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del siglo en los principales productos, el proceso no culminó en una auténtica revolución agraria, ya que se centró en una agricultura extensiva que protegió los intereses de los productores cerealistas, y continuó utilizando el barbecho en perjuicio de la ganadería. Ello no quiere decir que no se produjera una intensificación de los cultivos y la roturación de nuevas tierras gracias al proceso desamortizador.

Por otro lado, el objetivo del reparto de tierras tuvo resultados diferentes según los te-rritorios, pero en el caso andaluz la nobleza con-servó su poder territorial, con grave perjuicio para los campesinos, que se convertirán en jor-naleros sin posibilidad de compra de las tierras que cultivaban con anterioridad.

En cuanto a la producción agraria debe-mos destacar que el principal cultivo será el trigo (que ocupa el 80% de la superficie agrícola), aun-que paulatinamente aparecerían otros relaciona-dos con la demanda externa en el 20% restante: vid, olivo, o almendras y cítricos en las zonas de regadío.

En la ganadería la decadencia es eviden-te. Aun así, resiste el ganado mayor readaptándo-se a nuevas labores (mulas, asnos) y el porcino, principalmente en Andalucía, aunque el vacuno y el ganado menor (ovino y caprino) sufra un im-portante retroceso, sobre todo desde la supre-sión de la Mesta en 1834.

En fin, a pesar de que los liberales pusie-ron las bases jurídico-institucionales del cambio, los resultados a final de siglo serán insuficientes por lo que la modernización es incompleta, no se ha resuelto el problema del acceso a la pro-piedad y el de la emancipación campesina con lo que se generará una importante conflictividad social y, además, el XIX termina con una impor-tante crisis que afecta al campo38.

1.1. el sector Primario agrario

En Marbella el sector agrario tendrá un importante protagonismo, especialmente en lo relacionado con la agricultura, que será la ac-

tividad económica más relevante, tanto por la cantidad de huertas de las que viven los vecinos, como, al finalizar el siglo, por las colonias agrí-colas. Junto a ello la explotación del monte, en el que tendrá influencia el proceso desamortizador con la consiguiente venta, generalmente a cen-so, a particulares, produciendo a medio plazo la pérdida casi total de estos bienes municipales39.

Debemos destacar la importancia de las huertas durante todo el XIX, lo que nos indica la relevancia de una agricultura de subsistencia durante gran parte de dicho siglo. De ellas hay amplia constancia40 en los topónimos del munici-pio: Huerta Grande, Chica, de San Ramón, de las Peñuelas, de Juanita, de Zallas, del Chorreadero, del Calvario, de Leganitos, del Convento, de Za-mora, de la Florida, Huerta de Miraflores…41 Con anterioridad, en el XVIII, en el Catastro de Ense-nada42, se citan huertas de árboles frutales muy variados como higueras, ciruelos, albaricoques, perales, granados, naranjos, cerezos, manzanos, limoneros… aparte del cultivo de hortalizas43. A comienzos del XIX se mantiene la importancia de las huertas, tal y como se desprende del nú-mero de hortelanos que aparecen en el padrón de 181444. A pesar de ello, conforme avance el siglo la calificación de hortelano irá desapare-ciendo, aunque los topónimos de las huertas se mantengan, pues los propietarios posiblemente se dediquen a otras actividades complementa-rias. Además, en algunos casos son sustituidas por plantaciones de viñas y olivos (de las que también hay constancia en los topónimos)45, y en otros, a finales del XIX, por instalaciones in-dustriales y ya en el XX, por la construcción de nuevos edificios46.

En Marbella el sector agrario tendrá un importante protagonismo, especialmente en lo relacionado con la agricultura, que será

la actividad económica más relevante

38 Sobre la economía del XIX véanse las excelentes síntesis de SAIZ PASTOR, C. y VIDAL OLIVARES, J.: El fin delAntiguo…, op. cit. y BERNAL, A. M. y PAREJO BARRANCO, A.: La España Liberal (1868-1913) Economía, Madrid, Síntesis, 2001.

39 El proceso desamortizador está pendiente de un estudio detallado que nos ilustre sobre el mismo en el término municipal de Marbella.

40 AHMMb, Padrones. Padrón de vecinos del año 1897. Sig. 503-4.41 En esta huerta se asienta el Cortijo de Miraflores que, por lo menos desde comienzos del XVIII, estará vinculado al mayoraz-

go de la familia Domínguez. Cf. LÓPEZ GONZÁLEZ, F.: «El Cortijo de Miraflores: Aproximación a sus aspectos artísticos», Cilniana, 9, 1997, pp. 21-27. En relación con los jardines de este cortijo es interesante el trabajo de LASSO DE LA VEGA WESTENDORP, B.: «Los jardines del Cortijo de Miraflores: un legado histórico», Cilniana, 9, 1997, pp. 15-20. Ver también ROMERO DOMÍNGUEZ, A.: «El cortijo de Miraflores. Los moradores en su historia», Cilniana, 8, 1996, pp. 42-51.

42 Cf. LÓPEZ GONZÁLEZ, F. y PRIETO BORREGO, L.: Marbella, 1752. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada, Mar-bella, Asociación Cilniana, 2001.

43 AGS, Dirección General de Rentas, Estadística, Inventario…, F. 8.44 AHMMb, Padrones, Padrón de Contribución Directa de 1814. Sig. 1.079/1.45 Como muestra podemos indicar que en el padrón de 1897 aparecen: viña de Duarte, del Porral, de Chapresto, de Eugenio, de Quelart… 46 Es fácil deducirlo del rastreo sobre las AACC, en las solicitudes de licencias de plantación o de instalación de industrias, e

incluso, más recientemente en el visible proceso urbanizador.

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

En nuestro municipio, aparte de los mon-tes, existían terrenos dedicados al secano y otros al regadío, realizándose este último mediante el sistema de acequias que era el tradicional de riego47, aunque no estaba sometido a ningún tipo de reglamento salvo el consuetudinario48. A comienzos del XIX la tierra dedicada al sector agrícola es relativamente escasa. La mayor parte

la ocupan los montes, y de la dedicada a la agri-cultura se reparten casi por mitad la dedicada al secano y regadío, según se aprecia en el inte-resante trabajo de Rodríguez Romero sobre los «Cuadernos de Riqueza» de Garay en Marbella49. En él nos indica que, en 1819, hay «563,25 hec-táreas de regadío, de la que más de dos tercios son de buena calidad, repartiéndose casi igual la de mediana y mala; 451,27 hectáreas de secano, la mayoría de mediana y muy poca de buena ca-lidad; pasando prácticamente lo mismo con las 160,58 hectáreas de viñedo. El monte dedicado a fruto de bellota ocupa una extensión de 1506,23 hectáreas»50.

A pesar de la importancia del sector agra-rio, las épocas de sequía suponen verdaderos pe-riodos críticos para el municipio, que se intenten solventar mediante el aprovechamiento de las aguas subterráneas51 o, a partir del tercer tercio

del XIX, con la construcción de pequeñas presas destinadas a garantizar el agua para las nuevas colonias agrícolas52.

Avanzado el siglo, al igual que en gran parte de España, en la producción agraria desta-can los cereales pero también el vino, los higos y otros productos. Esta diversidad se aprecia en un informe de 1836, donde se nos indica que en

las tierras situadas al N, NO y E de la población hay una importante varie-dad de árboles: alcornoques, encinas, quejigos, algarrobos, acebuches, len-tiscos y enebros, y en las faldas de los montes hay buenos plantíos de higueras y muy pocos olivos. Además se especifica que los más apropiados para el terreno son las higueras, al-cornoques y quejigos. También desta-ca como cereal el maíz, pues la cose-cha de trigo es muy escasa, y entre las legumbres los altramuces y los garbanzos53.

Años después, a mediados de siglo, en 1853, la cosecha de ce-reales54 asciende a 2.500 fanegas de maíz, 2.000 fanegas de trigo, 1.200

fanegas de cebada, 60 de centeno y además 56 fanegas de garbanzos55.

Al finalizar el siglo XIX se aprecia un incre-mento de tierras en explotación, pues según nos describe J. L. Casado en un riguroso trabajo56, de las 10.999,39 Ha dedicadas al sector agrario, la mayoría es superficie agrícola (3.887,77 Ha) y el resto a montes y pastos (7.111,62 Ha). De la su-perficie de la tierra dedicada a la agricultura gran parte se destina a cereales (2.043,55 Ha) —la ma-yoría de secano y muy poco de regadío (10%)— a viñas (515,19 Ha), olivar (145,20 Ha) y plantas in-dustriales (1.183,83 Ha). Entre estas hay que des-tacar la remolacha azucarera (864,59%) y la caña de azúcar (319,24%). De la superficie de monte destaca el monte bajo (5.416,61 Ha), erial, y a pastos con higueras, a pinos o alcornoques. Los frutales más apreciados serán las higueras y muy lejos los almendros y algarrobos, aparte de los

Fachada Principal según el Proyecto para la construcción de la Granja-Modelo en San Pedro Alcántara, 1864.Fuente: PRIETO BORREGO, L. y CASADO BELLAGARZA, J. L.: La Granja Modelo de San Pedro Alcántara. Un proyecto de innovación agraria, San Pedro Alcántara, 1994

47 AHMMb, AACC, 4 de marzo de 1822.48 AHMMb, AACC, 20 de agosto de 1865.49 RODRÍGUEZ ROMERO, C.: «Situación económica de la ciudad de Marbella al final de la segunda década del siglo XIX a través

de los «Cuadernos de Riqueza» de Garay, en F. de A. LÓPEZ SERRANO y J. L. CASADO BELLAGARZA, J. L. (coords.): Estudios en home-naje…, op. cit., pp. 71-85.

50 Ibídem, p. 76.51 AHMMb, AACC, 17 de febrero de 1884.52 AHMMb, AACC, 6 de agosto de 1865 y 15 de octubre de 1882.53 AHMMb, AACC, 16 de marzo de 1836.54 Dada la cantidad de medidas y de valoraciones en torno a la fanega la utilizada en Marbella es la fanega de puño o de sembra-

dura, que tiene valores diferentes y de difícil conversión a unidades métricas pues varía su valor incluso en la misma localidad según la calidad de la tierra. Cf. FERRER RODRÍGUEZ, A. y GONZÁLEZ ARCAS, A.: Las medidas de tierra de Andalucía según las respuestas del Catastro de Ensenada, Madrid, Tabapress, 1996, pp. 215 y 351. Ver también, LÓPEZ GONZÁLEZ, F. y PRIETO BORREGO, L.: Marbella, 1752…, op. cit. En la respuesta 9ª se detalla el significado de la fanega utilizada.

55 AHMMb, AACC, 8 de septiembre de 1853.56 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Ocultación de la riqueza agraria en el municipio de Marbella. El catastro de 1897”, en Imágenes

de Marbella. VIII. El Campo: Las colonias agrícolas de San Pedro Alcántara y el Ángel, Marbella, Asociación Cilniana, 2003, pp. 9-39.

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olivos que tienen cierta importancia. Parte de esta producción se destinará a la exportación: pasas, higos y más tarde cítricos57.

Al final del XIX se reintroduce la caña de azúcar y surge un nuevo cultivo: la remolacha. Ello será posible gra-cias a la creación en Marbella de las colonias agrícolas de San Pedro Al-cántara, El Ángel58 y Los Hallazgos59 en virtud de la legislación que se sucede entre 1845 y 186960, que han sido estudiadas ampliamente por J. L. Casado61.

La primera y más importante será la de San Pedro Alcántara, creada a partir de la iniciati-va del marqués del Duero62, que tiene una super-ficie próxima a las cinco mil hectáreas, y cuyos límites en el territorio de Marbella —según el ayuntamiento, en 1861, a efectos de las cargas para la edificación de su iglesia— son los terre-nos comprendidos entre el río Guadaiza y el Gua-dalmina63. Esta colonia agrícola llegará a contar con un proyecto de Granja-Modelo, como centro docente y experimental, con el objetivo de la for-mación de personal intermedio especializado en las labores agrarias. A pesar de la ayuda estatal y de la entrega del marqués del Duero, no consigue solventar el problema de la gestión del personal que conduce a su relativo fracaso64. También será un importante centro de innovación en cuanto a las máquinas que se utilizan en dicha colonia, como modernas sembradoras, trilladoras, aven-tadoras… e incluso un locomóvil65.

La de El Ángel, de casi 19 Ha. será recono-cida como colonia agrícola en 1880, por la inicia-tiva de Pedro López Ortiz y José Martínez y Mar-tínez de Pinillos y se irá mejorando y ampliando

paulatinamente. Desde 1873, José Martínez realiza una importante labor para traer aguas a la finca, desde los ríos y arroyos próximos

(río Verde, Guadaiza y arroyo Benabolá), también construye embalses (el Pantano Viejo de El Án-gel en 1883, el Pantano Nuevo en 1890). Estos embalses junto a los de Las Medranas (1884), de Cancelada (1889) y de La Leche (1903) de la colo-nia de San Pedro Alcántara serán, según Casado: «los más antiguos levantados en la región para fi-nes agrícolas y que continúan en la actualidad en funcionamiento»66. La finca se ampliará en 1881 con arrendamientos de las 30,62 Ha. de dos fin-cas próximas de José M.ª Marín Andrades (Los Granados y Haza del Alcornoque) y la compra de 499 Ha. de Tomás Domínguez (La Campiña). A partir de 1882 la finca será gestionada por la sociedad «López, Janer, Cuadra y Compañía» que llega a una nueva ampliación hasta alcanzar las 633 Ha.67

Otra, más pequeña, la de Los Hallazgos, de sólo 8 Ha., se funda en 1877 por José García Be-lón y al igual que otras de similar tamaño en la provincia, sólo pretendía aprovechar las ventajas fiscales de su reconocimiento legal68.

Estas colonias son muy relevantes en la evolución agraria del municipio de Marbella: por

No podemos dejar de citar la importancia de los montes que existen en Marbella y que se verán sometidos al proceso

desamortizador a lo largo de todo el siglo

57 PAREJO BARRANCO, A.: «Orto y ocaso de una experiencia agroindustrial: el azúcar de caña en la costa de Marbella (1871-1915)», en J. L. CASADO BELLAGARZA, L. PRIETO BORREGO y A. RODRÍGUEZ FEIJÓO (coords.): IV Jornadas Patrimonio Histórico «Cen-tenario de la Sociedad General Azucarera: 1903-2003», San Pedro Alcántara (Marbella), Asociación Cilniana, 2005, p. 105.

58 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Capital físico y humano en la agricultura mediterránea andaluza: La colonia agrícola de «El Ángel» a finales del siglo XIX», Cilniana, 18, 2005, p. 54.

59 Cf. AHMMb, AACC, 15 de julio de 1877, 11 de septiembre de 1881, 5 de febrero de 1898, 23 de diciembre de 1899, 31 de marzo de 1900 y 11 de enero de 1905.

60 R. D. 23 de mayo de 1845 y Leyes de 24 de junio de 1848, 21 de noviembre de 1855, 24 de abril de 1860, 11 de julio de 1860 y 3 de junio de 1862 (Cf. GARCÍA GUZMÁN, A.: «Fluctuaciones del cultivo de la caña de azúcar en tierras de Marbella y su industrialización en los trapiches (1644-1869)», Cilniana, 1, 1982. En él cita Consejos Corregimientos de Pueblos. Legajo 13.616, AHN. Cf. Ley de 3 de junio de 1868 y de 1855 y 1866 y 3 de junio de 1868, citadas por CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Capital físico…», op. cit., p. 55.

61 Un primer estudio sobre este tema fue el publicado por el cronista de Marbella Fernando Alcalá Marín en el libro San Pedro Alcántara. La obra bien hecha del Marqués del Duero, Marbella, Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Marbella, 1979, que aporta una visión general sobre el tema, aunque se ha visto ampliamente mejorado y ampliado por los rigurosos trabajos de José L. Casado Bellagarza, que aparecen citados a lo largo de este trabajo, y por Lucía Prieto Borrego.

62 Sobre la biografía del marqués del Duero puede ampliarse la información en RUÍZ DE AZÚA Y MARTÍNEZ DE EZQUERE-COCHA, E.: «El Marqués del Duero: una primera aproximación a su actividad militar y política», en J. L. CASADO BELLAGARZA, L. PRIETO BORREGO y A. RODRÍGUEZ FEIJÓO (coords.): IV Jornadas…, op. cit., pp. 17-39. También en la misma obra cf. GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, S. J.: «Las inversiones del Marqués del Duero», pp. 41-56.

63 AHMMb, AACC, 6 de octubre de 1861.64 Cf. PRIETO BORREGO, L. y CASADO BELLAGARZA, J. L.: La Granja Modelo de San Pedro Alcántara. Un proyecto de innovación

agraria, San Pedro Alcántara, Los Autores/Rosa Verde, 1994. pp. 131-136.65 Ibídem, pp. 94-126.66 Cf. CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Capital físico…», op. cit., pp. 58-81.67 Ibídem, pp. 61-63.68 AHMMb, AACC, 10 de julio de 1877 y CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Capital físico…«, op. cit., p. 55.

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la introducción de métodos agrarios modernos, de índole capitalista, con interés por la cualifica-ción de los trabajadores y por la incorporación del uso de máquinas modernas en las tareas agrí-colas. Sin embargo por su corta duración y su re-lativo fracaso (pues tiene cierta continuidad con otros empresarios) nos permite considerarlo un espejismo, dado el entorno de crisis y de subde-sarrollo generalizado.

Respecto a la riqueza forestal no podemos dejar de citar la importancia de los montes que existen en Marbella y que se verán sometidos al proceso desamortizador a lo largo de todo el siglo. La mayor parte de ellos serán enajenados pasando a manos de particulares. Estos montes, que tenían un arbolado muy diverso, o exclusiva-mente pinos, se irán poblando de olivos69 o de viñedos según la importancia que en cada mo-mento adquiera uno u otro producto.

La ganadería no alcanza la importancia de las anteriores actividades, salvo en la etapa final del siglo, ya que con el nacimiento de las colonias se incrementará notablemente, aunque sean pocas las personas dedicadas a esta activi-dad, que normalmente se reducía a pequeños re-baños de cabras y al ganado de labor y de carga, caballerías o mulas: vacas (118 cabezas), bueyes (70) como ganado de labor y las ovejas (1.142) y cabras (953)70.

Al contrario que en el resto de España, destaca el ganado lanar y el caprino. También las colmenas71, para la producción de miel que, según Casado, en 1897 ascienden a 338. La api-cultura no es nueva, ya aparece en el catastro de Ensenada y en las actas capitulares donde se re-cojen pequeños incidentes y quejas con los due-ños de las viñas que piden su alejamiento de la ciudad.

1.2. el sector Primario Pesquero

Aunque algunas familias vivían del mar —bien de la pesca o de otras labores relacio-nadas con la actividad marinera (salazones y ahumados o carga-descarga de barcos mercan-tes)— en la Marbella decimonónica, al igual que había ocurrido en épocas precedentes72, la pesca no tendrá la importancia, en relación con otras actividades productivas, que se le ha atribuido posteriormente.

En 1836 se cita la pesca de sardina y ca-balla73, aunque a lo largo del siglo se extienda a otras especies. El gran problema de Marbella

era la inexistencia de un puerto adecuado y su reivindicación será continua, pero más para la actividad comercial.

2. eL fracaso de La prIMera IndustrIaLIzacIón y su coroLarIo en eL coLonIaLIsMo MInero eXtranjero

Al igual que en el sector agrario, la indus-tria española tendrá que poner nuevas bases y crear un marco jurídico-institucional de carácter liberal. La libre iniciativa, la libre competencia, la propiedad privada, la maximización del be-neficio, en fin, la dinámica del mercado, serán nuevos hitos a alcanzar frente a la regulación de la producción o la ausencia de competencia del sistema gremial, propios del antiguo régimen. La industrialización de carácter dual permitirá la convivencia de una actividad fabril moderna en el ramo textil o siderúrgico (con mecanización y tecnificación), junto al taller artesanal, heredero de los antiguos gremios, que irá desapareciendo lentamente.

Sainz y Vidal74 nos explican que este pro-ceso no alcanzará el nivel de desarrollo de otros países de Europa porque el avance de la indus-tria pesada en España se frustrará por carencias

El Faro de Marbella entró en funcionamiento el 15 de marzo de 1863.Fotografía: Laurent, 1870

69 AHMMb, AACC, 22 de enero de 1852.70 Cf. CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Ocultación…», op. cit., p. 27.71 RODRÍGUEZ ROMERO, C.: «Situación...», op. cit., p. 78.72 Cf. LÓPEZ GONZÁLEZ, F. y PRIETO BORREGO, L.: Marbella, 1752…, op. cit, p. 13. Señalan que sólo hay entre 30 y 60 pesca-

dores y que según la revista de la Matrícula de Marina de 1758 y 1765 Marbella sólo cuenta con 7 barcos de pesca, dos más que en 1752.

73 AHMMb, AACC, 16 de marzo de 1836.74 Cf. SAIZ PASTOR, C. y VIDAL OLIVARES, J.: El fin del Antiguo…, op. cit., pp. 91-95.

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diversas: falta de materias primas energéticas de calidad adecuada, carencia de infraestructuras competitivas y de medios de transporte, escasez de demanda por el bajo nivel de renta de la ma-yor parte de la población agrícola, e insuficiencia jurídica por una regulación tardía (Ley de bancos y sociedades de crédito en 1851).

Sin embargo otros tipos de industrias, de bienes de consumo, pudieron hacer frente a los costes relativos mediante la utilización de fuen-tes energéticas alternativas, como la hidráulica de los molinos, lo que facilitó una mejor adap-tación del sector textil, algodonero o lanero, a los cambios.

En cuanto a la política de obras públicas que se desarrolla a lo largo del XIX, especialmen-te en ferrocarriles, benefició fundamentalmente a las industrias y empresas extranjeras, favoreci-das por una legislación librecambista errónea en un momento en que la competencia extranjera, en cuanto al material ferroviario, privó de opor-tunidades a un sector siderúrgico español que, posiblemente, tampoco pudiera hacer frente a tamaña empresa.

2.1. el sector secundario agrario industrial

Debemos suponer que a inicios del XIX se mantengan algunos gremios entre los artesanos de Marbella, aunque su presencia sería bastante limitada si tenemos en cuenta la interesante información que sobre el tema nos aporta Catalina Urbaneja para etapas anteriores75.

El sector secundario en Marbella tanto de carácter tradicional como moder-no no tendrá relación con el sector textil que en Gran Bretaña sirvió de motor para la primera revolución industrial, puesto que según indica la información municipal de la época no había en nuestra ciudad fábricas textiles, telares de tejidos de seda, lana, al-godón o cáñamo76.

Las industrias que se crean en nues-tro municipio tendrán relación con la trans-formación de la producción generada en la zona, procedente tanto del sector agrario como del sector minero77.

Relacionado con el sector agrario debemos destacar las industrias derivadas

de la agricultura, tanto en plantaciones, que se dedican a la obtención de caña de azúcar78, y que después se aprovechan industrialmente en los ingenios o trapiches azucareros, como en la producción de trigo, del que posteriormente se obtiene el correspondiente derivado en las fábri-cas de harinas, e incluso la de suelas que ya había hacia 181379.

En relación con el azúcar cabe señalar que desde el siglo XVIII se construyen dos industrias azucareras en Marbella. La primera de ellas fue la conocida como trapiche de El Prado que, se-gún Pérez Vidal80, era de las más antiguas de la provincia. Este trapiche fue creado por Matheo Marco y Bertó y por Gaspar Pompes en 1644. Lu-cía Prieto nos indica que la propiedad de este trapiche pasó a la Santa Inquisición de Granada tras ser incautado a la familia Castro en 1688 y su explotación se arrendará pasando a «manos de algunas de las familias más influyentes de la oligarquía local como los Godoy, los Martínez Cordero o los Espinosa o de hombres también como Pedro Millán de la Iglesia y arrendadores a su vez de las tierras más rentables tanto de cañas como de vid». En 1800 lo adquiere Enrique Gri-vegnée y posteriormente pasó a ser propiedad de su antiguo socio, Juan Bautista de Lesseps. Ya en la segunda mitad del siglo XIX pasará a manos del general Gutiérrez de la Concha81.

75 Cf. URBANEJA ORTIZ, C.: «Los gremios de Marbella», Cilniana, 8, 1996, pp. 12-19.76 AHMMb, AACC, 17 de enero de 1836.77 Cf. CASADO BELLAGARZA, J. L.: «El patrimonio histórico-industrial en el municipio de Marbella», en I Jornadas Patrimonio

Histórico Local Marbella, Asociación Cilniana, 1999, pp. 185-243.78 Cf. PUENTE FELIZ, G.: «El cultivo de la caña de azúcar en el litoral andaluz», en J. L. CASADO BELLAGARZA; L. PRIETO BORRE-

GO y A. RODRÍGUEZ FEIJÓO (coords): IV Jornadas…, op. cit., pp. 57-93. También PAREJO BARRANCO, A.: «Orto y ocaso...», op. cit., pp. 95-121.

79 AHMMb, AACC, 16 de diciembre de 1813. Desconocemos si esta fábrica de suelas basaba su producción en el esparto o en la piel.80 Cf. PÉREZ VIDAL, J.: «Cañas y trapiches de azúcar en Marbella», Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, Tomo XXVII,

Cuaderno 3º y 4º, Madrid. Citado por PRIETO BORREGO, L.: «El trapiche de Marbella», Cilniana, 8, 1996, pp. 1-11.81 PRIETO BORREGO, L.: «El Trapiche del Prado: un establecimiento preindustrial en la Marbella del Antiguo Régimen», Baetica,

30, 2008, pp. 487-505.

Estado del Trapiche del Prado en 1995. Fotografía: José A. Prieto Borrego

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Otra industria será la que se instale, a co-mienzos del XVIII en Miraflores, propiedad de Tomás Domínguez Godoy, que arrendó el trapi-che del Prado de San Francisco, y construyó una casa, en el lugar que posteriormente sería cono-cido como Cortijo de Miraflores82.

Según Parejo, la decadencia y abandono de estos trapiches tradicionales, en el último tercio del XVIII, se produce por la competencia del azúcar antillano que les hacía poco rentables siendo sustituido por el cultivo de la vid. Al prin-cipio del XIX habrá un pequeño renacimiento, con Grivegnée, abortado tras la guerra de la In-dependencia83. Años después, en 1819, sólo apa-rece una fábrica de azúcar sin uso84.

Más adelante, en 1823, se construirá un nuevo ingenio por parte de Juan Bautista de Lesseps en Guadaiza; sin embargo, como seña-la A. García Guzmán, todo este proceso indus-trializador se vendrá abajo —tanto por la fuerte competencia del azúcar de ultramar, que obtiene un beneficio del 114% mientras que el del litoral sólo consigue el 4%, como por la influencia de la siderurgia— con lo que se producirá una re-orientación económica de la zona85. A mediados del XIX, en 1845, Ramón de la Sagra señala la desaparición de los ingenios azucareros86.

Tras la decadencia y abandono de los trapiches azuca-reros87, se pro-ducirá un renaci-miento de estas industrias tras la fundación por el marqués del Due-ro de la Colonia Agrícola de San Pedro Alcántara. En ese momento se proyecta la ins-talación de una industria de caña de azúcar median-

te la edificación del correspondiente ingenio.88 Esta fábrica fue inaugurada en mayo de 187189, y como instalación complementaria, el director de esta fábrica, Severino Basseres, pretende, a fines del siglo, construir un almacén a 45 metros del mar.90 Unos años antes, en 1883, Luis de Cuadra instala otra fábrica de azúcar en la nueva colonia de El Ángel91.

Esta nueva etapa azucarera se caracte-rizará, según Parejo, por la utilización de un nuevo tipo de tecnología y por modelos organi-zativos con clara orientación hacia el mercado, comercializando la producción por vía marítima a través de los puertos de Marbella y Estepona. Esta nueva etapa no tiene nada que ver con la anterior, y la producción de azúcar sustituirá a la siderurgia convirtiéndose en una de las acti-vidades productivas más importantes de todo el litoral, alcanzando el 66,8% de las salidas de mer-cancías a comienzos del XX92.

En relación con la agricultura también de-bemos destacar la creación de fábricas de hari-nas, tales como la de Tomás Domínguez Artola, que ubica en el interior del castillo de Marbella, en la Plaza de San Bernabé, en torno a 1872, y que cierra unos años más adelante93. O la situada en El Ángel, del mismo propietario, en la anti-gua ferrería que compró a Guillermo Malcom en

1874 y que vende, tres años después, a José Martínez y Martínez de Pini-llos94. Ya en el XX, a partir de 1915, se construirá la fábrica de hari-nas «Covadonga» en las proximida-des de El Fuerte de San Luis por iniciativa de don Félix Jiménez Le-desma95.

82 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «El patrimonio histórico-industrial…», op. cit., pp. 229-230. Cf. ROMERO DOMÍNGUEZ, A.: «El cortijo de Miraflores», Cilniana, 8, 1996, pp. 42-51.

83 PAREJO BARRANCO, A.: «Orto y ocaso...», op. cit., pp. 103-104.84 RODRÍGUEZ ROMERO, C.: «Situación…», op. cit., pp. 78.85 GARCÍA GUZMÁN, A.: «Fluctuaciones…», op. cit., pp. 12, 23 y 25.86 Ibídem, p. 27.87 AHMMb, AACC, 24 de enero de 1858.88 AHMMb, AACC, 8 de abril de 1869.89 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «El fin de una dinastía: Los Domínguez de Marbella. II. Inversiones y dispendios de Tomás Do-

mínguez Artola (1843-1886)», Cilniana, 16, 2003, p. 22.90 AHMMb, AACC, 3 de marzo de 1894.91 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «La Sociedad Colonia de San Pedro Alcántara a través de sus balances: 1883-1909», Cilniana, 19,

2006, p. 39. Sobre el tema de las industrias azucareras en Málaga y Marbella, en relación con Carlos de la Cuadra Viteri, ver el pio-nero trabajo de JIMÉNEZ QUINTERO, J. A.: «Don Carlos de Cuadra y el ingenio azucarero de Marbella», Cilniana, 3, 1983, p. 26-39.

92 PAREJO BARRANCO, A.: «Orto y ocaso…», op. cit., pp. 105-106 y cuadro 1.93 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «El fin de una dinastía: Los Domínguez de Marbella. II…», op. cit., pp. 22-23 y 27-28.94 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Capital físico…», op. cit., p. 57. y AHMMb, Hacienda. Contribución Industrial, Matrícula de

Subsidio Industrial. Repartimiento 20 de mayo de 1873, 1874-1875.95 AHMMb, AACC, 10 de mayo de 1915.

Fábrica de harinas «Covadonga»Fuente: RODRÍGUEZ PARRA, A.: Marbella antes, Marbella, 1986, p. 10

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2.2. el sector secundario minero industrial

Aparte de las industrias relacionadas con el sector agrario se crearán otras derivadas de la riqueza minera de la zona.

Las primeras instalaciones tenían un ca-rácter tradicional, artesanal, como la de crisoles que había hacia 181396 o la de jabón de 181597, y que ya habían desaparecido en 184698, o la ci-tada con anterioridad que fabricaba suelas. Del mismo carácter será la que construya Juan Egiró en 1840 como tostadero de las minas de anglesi-ta, —tras la desamortización de Mendizábal, en los sótanos del antiguo convento de San Francis-co— del que aún se conserva la antigua chime-nea99, aunque hay una nueva solicitud en 1851100. En 1864 renacerá la fábrica de jabón, otra de cal, una de vasijería y otra de cacharrería101. La de jabón y la de cal aún se citan en 1875102.

Junto a estas industrias tradicionales se desarrollarán otras de marcado carácter capita-lista, creadas mediante sociedades por acciones, directamente ligadas con la minería de la zona, y aunque sea de carácter extractivo, está íntima-mente unido al sector secundario.

Las industrias más importantes, y con una continuidad sin precedentes, serán las relaciona-das con la explotación del hierro procedente de las minas situadas en torno al Peñoncillo. Según García Montoro, surgen «a la sombra de las favo-rables disposiciones que para el ramo de la si-derurgia contenía la legislación minera de 1825» dando origen a la constitución en Marbella de dos sociedades industriales denominadas La Concepción (septiembre de 1826) y El Ángel (junio de 1831), que tienen por objeto la explotación de los yacimientos de mineral de hierro magné-tico próximos a Ojén, con la finalidad de obtener hierro colado para flejes y planchas de pipería, es decir, en función de las necesidades comer-ciales relacionadas con la producción agraria del momento103.

La importancia de estas empresas, junto a las instalaciones de Málaga, se manifestó, se-gún Jordi Nadal, en que «la hegemonía siderúr-gica andaluza se mantuvo por espacio de treinta años»104, sin embargo por diversas circunstancias —como la competencia de las nuevas ferrerías del norte reabiertas tras el final de las guerras carlistas y la carencia de minas de carbón— ter-minarán provocando su cierre: El Ángel en 1862105, La Concepción en 1884 y La Constancia de Málaga en 1882. Aun así el peso de estas ferrerías se ha matizado posteriormente en relación con otras manufacturas no líderes relacionadas con el sec-tor agrario predominante en Andalucía106.

Estas industrias siderúrgicas tendrán una im-portante relevancia histórica para España y más aún para nuestro municipio. Ello es así por la importan-cia económica de la producción y exportación de hierro colado en el periodo central del siglo, y por haber sido los primeros altos hornos de carácter civil construidos en España. Sin embargo creemos que, para Marbella, sólo han sido un espejismo sin continuidad, al dilapidarse un importante activo (daños en los propios y deforestación), sin reper-cutir en una mejora sustancial y permanente de su calamitosa situación. Ello no obsta para reconocer una limitada bonanza temporal para el municipio (especialmente de carácter cultural y demográfico), y de la posibilidad de que facilitara su proyección en el exterior abriendo nuevas vías para el futuro.

2.3. la minería y el colonialismo imPerialista

La minería de la segunda mitad del XIX permite a España situarse en posiciones hege-mónicas mundiales en el periodo intersecular: segunda productora mundial de cobre fino, tras EEUU, del 20% de plomo en barras de todo el mundo y la tercera productora de hierro de Eu-ropa, tras Alemania y Gran Bretaña. Con ello la minería se convierte en el sector más dinámico de la economía española de finales de siglo107.

96 AHMMb, AACC, 16 de diciembre de 1813. El año anterior, el Gobernador Intendente ante la pretensión de construir una fábrica, por iniciativa de José Benegas y Juan José Blanco, se cita que hay otra fábrica de crisoles de Tomás Domínguez y Vargas, aunque sin uso en esa fecha (Cf. AHMMb, AACC, 21 de diciembre de 1812).

97 AHMMb, AACC, 30 de septiembre de 1815.98 AHMMb, Hacienda. Contribución Industrial y de Comercio. Matrícula o repartimiento general arreglo a tarifas 1ª, 2ª y 3ª

Ley de 23 de mayo de este año, 1846. No son citadas ni por Madoz en su Diccionario, ni aparecen en la contribución industrial de dicho año.

99 SERRANO LIMA, A.: «El convento de San Francisco», Cilniana, 8, 1996, p. 62100 AHMMb, AACC, 26 de junio de 1851.101 AHMMb, Hacienda. Contribución Industrial y de Comercio. Matrícula, 1864-65.102 AHMMb, Hacienda. Contribución Industrial y de Comercio. Contribución, 1875.103 Sobre este tema cf. GARCÍA MONTORO, C.: «La siderurgia de Río Verde y la deforestación de los montes de Marbella»,

Cilniana, 5, 1983, pp. 10-17. Anteriormente se había publicado en Moneda y Crédito, IX/79, Madrid, 1978. También RODRÍGUEZ FEI-JÓO, A.: «Las ferrerías de Río Verde y el efímero protagonismo industrial de Marbella», en F. de A. LÓPEZ SERRANO y J. L. CASADO BELLAGARZA, J. L. (coords.): Estudios en homenaje…, op. cit., pp. 87-117.

104 NADAL OLLER, J.: El fracaso de la Revolución Industrial en España, 1814-1913, Barcelona, Ariel, 1982, p. 168.105 Que será vendida a William Malcom en 1868. Cf. BERNAL GUTIÉRREZ, J.: «El ferrocarril minero San Juan Bautista y el «Muelle

de Hierro». El proyecto de infraestructura viaria de The Marbella Iron Ore C&L (1862-1872)», Cilniana, 19, 2006, p. 28.106 Cf. NADAL J. y CATALÁN J. (eds.): La cara oculta de la industrialización española. La modernización de los sectores no líderes (siglos

XIX y XX), Madrid, 1994. 107 Cf. BERNAL, A. M. y PAREJO BARRANCO, A.: La España Liberal (1868-1913) Economía..., op. cit., p. 142 y sig.

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

En relación con la minería en Marbella debe destacarse el trabajo de José Bernal en el que nos muestra la importancia de ésta en la co-marca108. El primer antecedente, citado con an-terioridad, son las minas que desde el XVIII hay en Benahavís, a tres leguas y media de la Marbe-

lla, donde había una mina de grafito que ya era aprovechada en 1749 por la familia Moros y que posteriormente explotará Tomás Domínguez en 1784109. En este año producía cerca de mil arro-bas de lápiz-plomo que exportaron los ingleses para importarlo seguidamente «encerrado en pa-litos de madera»110. Posteriormente intentará su aprovechamiento Enrique Schnelbenbühel y más tarde una empresa británica con Pedro Casenave al frente. Esta mina de lápiz plomo denominada «Marbella» era de tal importancia que —siguien-do el principio regalista de las antiguas Ordenan-zas de Felipe II (1584), que mantiene la nueva Ley de Minas de 1825— se considera propiedad de la Corona111 y se la reservaba la Real Hacien-da, junto a las de azogue de Almadén (Ciudad Real), las de cobre de Riotinto (Huelva), las de plomo de Linares (Jaén) y de Falset (Tarragona), las de calamina de San Juan de Alcaraz (Riópar, Albacete)112, las de azufre de Hellín (Albacete) y Benamaurel (Granada). Estas minas, junto a las de hierro de Asturias y Navarra, destinadas a la fabricación de armas, y las de carbón de Morcín

y Riosa (Asturias), pasarán a ser del Estado en lu-gar de la Corona a partir de la legislación liberal de mediados de siglo113.

Aprovechando la citada Ley de Minas de 1825 surgirán diversas empresas dedicadas a la explotación minera, pero será a partir de las leyes liberales de mediados de siglo (Leyes de Minas de 1849 y de 1859)114, cuando se abra el largo debate sobre la posesión de la superficie y el subsuelo y el traspaso de la propiedad de este último del monarca al Estado. Más tarde estas medidas, en gran parte teóricas, se liberalizan aún más mediante la Ley de Minas de 1869115, que convierten la concesión en una auténtica desamortización, al liberarse la tierra y el capital, y garantizar una seguridad jurídica a la empresa concesionaria de la explotación. Esta legislación completa las medidas librecambistas de la Ley de Bases Arancelarias, promulgada el 12 de julio de 1869 con lo que se facilitará la inversión de so-ciedades mineras extranjeras que explotarán la riqueza minera del país.

La explotación minera en Marbella es bas-tante amplia, pero muy desigual. Desde el XVIII se extraían minerales como el grafito de Benahavís y el plomo de la mina Buenavista, que era explotada en 1836 por una sociedad limitada formada por varios marbelleros (Antonio Domínguez, Bernabé Chinchilla y Fernando Acosta). A ellas habría que añadir el intento de aprovechamiento, por parte de Miguel Zurrubia de Loja, del nitrato de magne-sio (jaboncillo de sastre) en 1844, aunque desco-nocemos si prosperó116. No podemos olvidar que también se ha explotado el cinc en 1864 por la Casa de Heredia que establece un horno especial de calcinación en la Marina de nuestra ciudad117.

A fines del siglo XIX, en 1873, según Ber-nal, habrá 22 minas denunciadas en la zona de Marbella, la mayoría de plomo y hierro, pero tam-bién de esteatita (talco), antimonio y zinc. Sin em-bargo, señala, la mayoría de ellas no se correspon-de con el interés empresarial sino el meramente especulativo pues las registraban en la Inspección de Minas y luego intentaban venderlas.

La legislación liberal que facilita la explo-tación minera en Marbella será la derivada de la Ley de minas de 1825 y, especialmente, la ley de Bases de 1869.

108 BERNAL GUTIÉRREZ, J.: «Marbella minera», en Imágenes de Marbella IX «La minería», Marbella, Asociación Cilniana, 2003, pp. 9-34.109 Ibídem, p. 11.110 Archivo Municipal de Málaga (AMM), El Guadalhorce, 15 de diciembre de 1839.111 Cf. NADAL OLLER, J.: El fracaso…, op, cit., p. 89.112 En Villaverde de Guadalimar (Riópar, Albacete) estaba la Real Fábrica de San Juan de Alcaraz que a partir de la calamina

extraía cinc para fabricar latón.113 Cf. Leyes de Minas de 21 de abril de 1849 y de 11 de julio de 1859 (Art. 32 Cf. Colección Legislativa de España, Tomo XLVI.

Madrid, Imp. Nacional, 1849, p. 329).114 Cf. GUILLÉN MESADO, J. M.: «Conciliación de derechos: Gobierno, propietarios del suelo y explotadores del subsuelo (1849-

1859)», Revista de Estudios Constitucionales, 93, 1996, pp. 499-511. También véase NADAL OLLER, J.: El fracaso…, op. cit., p. 90-91.115 Ley de Bases de 29 de diciembre de 1968.116 AHMMb, AACC, 13 de octubre de 1844.117 AHMMb, AACC, 23 de octubre de 1854.

Estado de la Ferrería de la Concepción en el año 2006Fotografía: Antonio Rodríguez Feijóo

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Por la ley de Minas de 1825, que toda-vía tiene un importante marchamo regalista, se facilitará la extracción, a la vez que se estimula la industrialización, al concederse el uso de las aguas, maderas y combustibles necesarios para la explotación, con lo que será determinante para el aprovechamiento industrial de las minas de Sierra Blanca. Por la segunda de estas leyes, la de 1869, verdaderamente liberal y complemen-tada con el arancel de Figuerola, se facilitará la llegada de inversores extranjeros que explotarán y exportarán hacia Gran Bretaña el mineral de di-chas minas, insertando a Marbella en el ámbito de la política imperialista que en esos años do-mina el mundo.

La actividad minera más importante, y con una continuidad sin precedentes, será la destinada a la explotación del hierro de las minas situadas en torno al Peñoncillo que llegará hasta 1970. Así en 1830 ya se extrae la magnetita de las minas de Ojén para El Ángel y La Concepción. En 1839 se llegan a explotar cinco minas de hierro y ocho de plomo118. De la calidad de este mineral dará cuenta Domingo de Orueta y Duarte119, en un informe para el Instituto Geológico de España en el que expone: «El mineral como todos los de su clase, es de riqueza y pureza notables»120, tal y como lo prueba el análisis realizado.

Una nueva etapa para la minería se inicia-rá en 1869, momento en el que, favorecidos por la Ley de Minas de dicho año, se permitía una auténtica colonización de empresas extranjeras. Así se instalará en nuestra ciudad la compañía The Marbella Iron Ore Company & Limited121, de origen británico y con un carácter netamente co-lonial. Sus promotores son los empresarios Wi-lliam y Samuel Senythe Malcom que instalarán un ferrocarril desde la mina al fondeadero122, al que añadirán oficinas y almacenes. Dicha empre-sa exportará el mineral de hierro, inicialmente mediante arrendamiento y posteriormente como propietarios, invirtiendo en mejoras técnicas para aprovechar mejor las antiguas escombreras que aún contienen mucha magnetita123 y que se habían formado por la inadecuada explotación anterior124. Todo ello hasta que en los primeros años de la Segunda República se cierre, ponién-

dose a la venta en 1934 los edificios y los solares utilizados hasta entonces125. Dicho cierre se pro-duce por falta de rentabilidad de las minas en un momento de reclamaciones de los obreros por la reducción de la jornada laboral y de los efectos de la crisis de 1929.

Como se ve, la riqueza minera de Marbella será ampliamente explotada, con mayor o menor éxito, durante el siglo XIX, aunque bajo intereses foráneos que en poco beneficiarán a esta ciudad, ya que no generarán, salvo en el caso de las ferre-rías, industrias relacionadas con ellas, sino que la extracción del mineral será exportada al exterior.

3. Las dIfícILes coMunIcacIones vIarIas en eL Marco de La segunda IndustrIaLIzacIón

3.1. las comunicaciones marítimas y terrestres Uno de los principales factores para el

desarrollo comercial e industrial de una pobla-ción tiene que ver con la existencia de una red de comunicaciones que no sólo la liberen del ais-lamiento, sino que le permitan sacar sus produc-tos al resto de los mercados126.

En la España del XIX las condiciones fí-sicas, relieve, clima e hidrografía dificultaban la creación de infraestructuras y el establecimiento de una red de canales que articulara el territo-rio en relación con la situación de otros países europeos. Los políticos ilustrados del XVIII y los liberales del XIX pretendieron una mejora de la situación invirtiendo dinero en nuevos puentes y caminos, pero estas medidas fueron claramente insuficientes para garantizar el movimiento de mercancías y pasajeros.

Por los «caminos de herradura» y por los «caminos carreteros» se desplazaban los arrieros con sus animales y los carros o carruajes, que eran los medios de transporte más extendidos por vía terrestre, y más tarde, a partir de 1818, con la utili-zación de diligencias para viajeros. Sin embargo, el medio más importante de transporte será el mari-no con la navegación de cabotaje, con lo que en las zonas costeras se daban mejores condiciones para el transporte. Las redes de carreteras eran menos densas en las zonas costeras, en las que paulatina-mente se iba instalando la población, y además no

118 AHMMb, AACC, 20 de mayo de 1839.119 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, A.: «Orueta y las explotaciones mineras de Marbella», Cilniana, 9, 1997, pp. 43-46. Nos da una inte-

resante información sobre la familia de Domingo de Orueta y Duarte, alumno de la Institución Libre de Enseñanza, que vivió, junto a su padre Domingo de Orueta Aguirre, en El Ingenio pues el primero fue director de esta fábrica.

120 ORUETA, D. de: Memoria Instituto Geológico de España, Madrid, Imprenta Juan Palacios, 1917, p. 529.121 Cf. BERNAL GUTIÉRREZ, J.: «Proceso inicial de la colonización británica de las minas de Marbella. Fase previa a «The Mar-

bella Iron Ore Company and Limited»», en Actas del III Congreso de Historia de Andalucía, Andalucía Contemporánea II, Córdoba, 2001, Córdoba, Cajasur, 2003, pp. 7-17.

122 AHMMb, AACC, 18 de abril de 1869.123 ORUETA, D. de: Memoria…, op. cit., p. 531.124 SALES GARCÍA, F.: Anales de Minas, Tomo 2, 1841, pp. 349-350, en C. GARCÍA MONTORO: «Fundación de las ferrerías La Con-

cepción y El Ángel», Cilniana, 2, nota 11, 1983. Con anterioridad se había publicado en Anuario de Historia Moderna y Contemporánea, 4, Universidad de Granada, 1977.

125 AHMMb, AACC, 20 de septiembre de 1934.126 RINGROSE, D. R.: Los transportes y el estancamiento económico de España (1750-1850), Madrid, Tecnos, 1972.

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se incrementaba la red, pues se consideraba que dichas obras dependían de la iniciativa privada127. Las mejoras ilustradas, desde finales del XVIII, se completan en los primeros años del XIX con el fo-mento de la construcción de caminos y carreteras, pero se interrumpe con la guerra contra los fran-ceses y no se reanuda hasta los años cuarenta del nuevo siglo, en competencia con el ferrocarril.

A este respecto, Marbella tendrá en el mar su principal eje de intercambio en el XIX ya que las comunicaciones por caminos o carreteras dejarán bastante que desear. Sin embargo, a lo largo del siglo mejorará la red viaria y paulatina-mente contará con los más modernos sistemas de comunicación lo que la introduce en la se-gunda fase de la revolución industrial que llega a Marbella con el telégrafo y el teléfono.

En cuanto a las comunicaciones por mar dependerán en gran parte de la construcción del muelle de piedra que sufrirá avances y pa-ralizaciones. Su construcción fue autorizada por Fernando VII en 1818128, aunque ya hay antece-dentes desde 1792, en tiempos de Carlos III129, e incluso se llegan a poner los arbitrios130. Sin embargo en 1821 se paralizan las obras por falta de fondos131, aunque se reinician en 1826, pero de nuevo se suspenden en 1830132.

Así en 1839 se solicita que se habilite el muelle para la exportación de vino, pasas y frutas

al extranjero133. Durante cierto tiempo se utili-zó en la construcción del puerto una brigada de presidiarios, pero desde 1826 a 1830 sólo habían trabajado cinco meses, ya que, según se denun-cia, se utiliza a estos presos para trabajos parti-culares134, y sólo se realizan unos 50 o 60 metros, por lo que aún tendrá que esperar largo tiempo.

Estos problemas no impiden que gran cantidad de barcos lleguen o salgan de Marbella. En 1844, según Madoz, llegan de 320 buques y la salida de 414 que importan fundamentalmente aceite, trigo y cebada y exportan sardina y otros pescados, higos, pasas y vino «aunque poco de buenas calidad». Entre 1844 y 1845, en pleno apogeo de las ferrerías, ha entrado por el puerto dinero por valor de 2.491.500 r.v. y han salido 807.000 arrobas de hierro y 428.397 arrobas de

mineral de hierro. El valor diferencial es positivo para Marbella pues en un año común cita la salida de 2.460.715 r.v. mientras que sólo entran 1.584.822 r.v.135. La importancia del mar como me-dio de intercambio a través del comercio de cabotaje con otras zonas del país y más tarde con el extranjero es evidente, aunque en un continuado descenso hasta la construcción del muelle de hierro por los ingleses136.

La propia colonia de San Pedro Alcántara contará, en 1877, con barcos propios, que permitían el traslado de las mercancías al puerto de Marbella y quizá al de Málaga. Estos buques, fondeados enfrente de la colonia, utilizarán a par-tir de 1875 la playa de San Pedro como

fondeadero, y, según nos relata J. L. Casado, eran: «dos barcazas, denominadas Ana y Clara, que la compañía ha mandado construir un año antes, imprescindible para el transporte de mercancías de la colonia […] que eran capaces de desplazar 9,75 toneladas de peso» completándose con la ad-quisición de dos laúdes, el Joven Rosita, en 1880, y el Juanito, en 1883, que permitían llegar hasta Málaga, aunque posiblemente sólo lo utilizaran hasta Marbella137.

El problema del muelle se resolverá en parte, a partir de 1870, cuando la compañía

127 SAIZ PASTOR, C. y VIDAL OLIVARES, J.: El fin del Antiguo…, op. cit., pp. 98-99.128 AHMMb, AACC, 1 de junio de 1818.129 AHMMb, AACC, 7 de junio de 1816.130 AHMMb, AACC, 14 de octubre de 1816.131 AHMMb, AACC, 21 de enero de 1821.132 ALCALÁ MARÍN, F.: Marbella de ayer 1800-1900, Marbella, Ayuntamiento de Marbella, 1980, p. 62. Cita el 25 de agosto de

1812. p. 113. En este pionero trabajo el Cronista Oficial de Marbella nos aporta interesantes datos sobre el municipio en el XIX, pero, en muchas ocasiones, sin referencia documental alguna, por lo que, sin ponerlos en duda, nos impide poder contrastarlos.

133 AHMMb, AACC, 6 de mayo de 1839.134 AHMMb, AACC, 17 de diciembre de 1839.135 MADOZ, P.: Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1848. p. 214.136 Así nos lo muestra José L. Casado Bellagarza en los datos aportados en la conferencia «La economía de la costa occidental

malagueña a mediados del siglo XIX. El tráfico comercial de los puertos de Marbella y Estepona entre 1857 y 1877», presentada en el 1º Ciclo de Conferencias: el siglo XIX en perspectiva, 2008 (Vid. artículo en Cilniana nº 21).

137 Cf. CASADO BELLAGARZA, J. L.: «La Sociedad Colonia…», op. cit., pp. 36-38.

Muelle de hierro donde terminaba el pequeño ferrocarril minero, conocido con el nombre de San Juan BautistaFuente: SERRANO LIMA, A. (coord.): Imágenes de Marbella VII. «La Mar», Marbella, p. 5

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inglesa The Marbella Iron Ore C&L construya un muelle de hierro en el que termina un pequeño ferrocarril minero, conocido con el nombre de San Juan Bautista, de 2.110 m de longitud, que trae el mineral desde las minas de hierro en la zona del Peñoncillo hasta dicho fondeadero138. A partir de aquí se inicia una nueva etapa que favorecerá el intercambio de productos, de la lo-calidad o de otras próximas, con otros puertos españoles y con el extranjero139.

Ya hemos citado los problemas existentes para las comunicaciones viarias por carretera. Marbella en 1821 está en contacto con Ronda, Málaga y Algeciras a través de los caminos ge-nerales y por los particulares con los pueblos del contorno140. El problema de las comunica-ciones se plantea en 1834, cuando se pide que se concluya el puente sobre el río Molinillo para mejorar la comunicación con el Barrio Nuevo ya que, tras comenzarse en 1815, se paralizó al año siguiente141. Además, ante las dificultades del ca-mino de la costa, por carencia de puentes, se uti-lizará preferentemente el del interior, hacia Ojén y Coín, que la conectaba con Málaga. Por esta vía llegaba el correo142. En 1864, se considerará una mejora de las comunicaciones el nuevo camino que unía Alhaurín el Grande con la carretera de segundo orden que se está construyendo y que enlazaba Cádiz y Málaga en La Cala del Moral, próxima a Fuengirola143. Su construcción permi-tirá comunicar directamente, por la costa, Mar-bella con la capital de la provincia.

Habrá que esperar al siglo XX para que se completen las mejoras de las comunicaciones con Málaga, imponiéndose primero las diligencias y, más adelante, durante la Dictadura de Primo de Rivera, los autobuses, aunque con una concesión en exclusiva otorgada a la empresa Portillo que será criticada poco después, en 1932, por los munícipes republicanos al considerar que impo-ne precios elevados144. Para el servicio del nuevo medio de locomoción, el automóvil, se solicitan los permisos de instalación de dos gasolineras. La primera, a fines de 1925, situada al oeste de «La Jaula», al norte de la Alameda, a iniciativa de José Sánchez Ortiz145. La segunda, en 1926, construida por la Sociedad Española de Comer-cio Exterior en la esquina de la antigua plaza de toros146, al este de la Alameda.

En cuanto al ferrocarril, aparte del mine-ro de San Juan Bautista147, que instalan los ingle-ses, nos consta que desde 1876 hay importantes muestras de interés por la unión por vía férrea, desde Málaga hasta Campamento cerca de Gibral-tar. El proyecto contemplaba el paso por nuestro municipio y preveía un coste de doce mil duros por kilómetro. Llegará a contar con la subven-ción del dinero obtenido por la venta del pinar de Valdeolletas148, sin embargo no tendrá el éxito apetecido, ya que sólo llega a Fuengirola, donde en 1923 se paralizan las obras definitivamente a pesar de las continuas peticiones de los muníci-pes de Marbella149.

3.2. otros medios de comunicación: correo, telégrafo y teléfono

Hay otros medios de comunicación que sin ser de transporte también serán importantes: el correo, el telégrafo y el teléfono.

El correo, que tiene una larga tradición, tenía entonces cierta rapidez puesto que, a co-mienzos del XIX, tarda en llegar desde Málaga un solo día si se echan las cartas antes de que llegue el General, pero si se echan después se atrasa. En aquella época se recibía dos veces por semana por la casa de la villa de Coín «que es por donde más pronto puede llegar la correspondencia, sin otro obstáculo que el atraso que se experimen-ta luego que llegan las cartas de esta Ciudad a la Villa de Coín porque el conductor de ella se halla en Málaga cuando llega a dicha villa el de ésta ciudad y por consiguiente tiene que estar

138 AHMMb, AACC, 18 de abril de 1869.139 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «El comercio marítimo de cabotaje (Marbella 1880-1891)», en Imágenes de Marbella VII, «La mar»,

Marbella, Asociación Cilniana, 2002, pp. 8-11.140 AHMMb, AACC, 21 de enero de 1821.141 AHMMb, AACC, 14 de agosto de 1834.142 AHMMb, AACC, 15 de marzo de 1821.143 AHMMb, AACC, 3 de julio de 1864.144 AHMMb, AACC, 16 de noviembre de 1932.145 AHMMb, AACC, 3 de septiembre de 1925.146 AHMMb, AACC, 2 de enero de 1926.147 Cf. BERNAL GUTIÉRREZ, J.: «El ferrocarril…», op. cit., pp. 27-34.148 AHMMb, AACC, 3 de diciembre de 1876. Se basa en la Ley de 7 de marzo de 1873.149 AHMMb, AACC, 10 de marzo de 1923.

Puente sobre el Río VerdeFuente: Fotografía publicada en la Revista de Obras Públicas, 1.179, 28 de abril de 1898

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esta correspondencia detenida hasta que vuelve a salir el referido conductor de Coín a Málaga»150. A mediados de siglo, en 1856, se establece en Marbella una estafeta de sexta clase, agregada a la de Málaga y que comprendía Istán, Benaha-vís y Estepona. Ahora la conducción entre Coín y Marbella se efectúa tres veces por semana151, unos años después en 1863, se extenderá el co-rreo diario a Estepona, Casares y Gaucín152.

En cuanto al telégrafo, inventado por Mor-se en 1840, no tardará excesivo tiempo el llegar a España, ya que las primeras líneas se inaugu-ran en 1852, y pocos años después, en 1857 se instala en Málaga153. En 1866, el director general de Telégrafos propone establecer dicha línea en Marbella154, y así se instala en casa del alcalde Francisco Rosado y Campoy a fin de que pudiera funcionar desde octubre de 1866155.

Aunque sale del marco cronológico debe-mos destacar que la introducción del teléfono, inventado por A. Grahan Bell en 1876, aún tarda-rá cincuenta años en llegar a nuestro municipio, pues los primeros indicios sobre su instalación por parte de la Compañía Internacional Telegráfica y Telefónica de Nueva York son del año 1923156.

Otro tanto ocurre con la prensa, lo que es significativo, pues durante el XIX y gran par-te del XX no habrá medios de prensa generados en nuestro municipio. Hasta los años sesenta del siglo pasado, concretamente 1963, no se edita Lookout, subtitulado Costa del Sol Magazine. Poco después, en 1967, nacerá el Sol de España157. Como se ve el nacimiento de la prensa tiene que ver con la llegada del fenómeno turístico. Todo ello nos indica la inexistencia de una burguesía mercantil relevante en nuestra ciudad que nece-site promocionar sus negocios y defender sus intereses, pero también la escasez de potencia-les lectores dada la escasa alfabetización de los marbellíes en el XIX158.

Por otro lado, el alumbrado eléctrico llega con cierta rapidez a Marbella, pues aunque se rechaza introducirlo en 1890159, ya se ensaya en 1891, aunque no podemos olvidar que la lámpara

incandescente aplicada a la iluminación pública llegó a Madrid en 1881 y al año siguiente a Bar-celona, siendo Gerona, en 1885, una de las pri-meras ciudades del mundo en utilizar corriente alterna en su alumbrado160. Por ello, el que 1891 se acepte la propuesta de ensayo, con carácter provisional durante tres a cinco años, del inge-niero Carlos de Cuadra, al igual que en Ronda, nos resulta relativamente temprano161, a pesar de las quejas de Manuel Marcelo Pulido, arren-datario de consumos, que veía peligrar el sumi-nistro de petróleo, y que era la fuente de energía utilizada hasta entonces162. Sin embargo el ensa-yo no interesó, por lo que al acabar el plazo de cinco años previsto para el estudio se volverá, a fines de 1896, al alumbrado de petróleo163. A pesar de ello la muestra ha sido suficientemente convincente como para que en 1901 el síndico José Escámez apoye la vuelta de la electricidad, puesto que se ha avanzado tecnológicamente y hay una nueva fábrica en la ciudad con elemen-tos modernos. Este interés por el alumbrado eléctrico favorece la contratación del servicio «con aumento del número actual de luces y por todas las noches del año, desde la oración de la tarde hasta las doce de la noche con excepción de las que es costumbre que dure la luz toda la noche y sin que deje de lucir las noches de luna llena»164. Ese mismo año de 1901 se instala un pararrayos en la Iglesia y otro en el Ayuntamien-to por M. Joseph Parfoury, al igual que se habían instalado en casas particulares dando seguridad a los vecinos, especialmente tras la experiencia sufrida en septiembre del año anterior en que se había producido una fuerte descarga165.

II. La socIedad en MarbeLLa. entre La crIsIs y eL caMbIo

1. génesIs de La socIedad LIberaL en MarbeLLa

A través del análisis de dos padrones de fechas extremas en el siglo, 1814 y 1897, com-plementados con las actas capitulares y los re-gistros de matrícula industrial, nos permitirán

150 AHMMb, AACC, 15 de marzo de 1821.151 AHMMb, AACC, 19 de enero de 1856.152 AHMMb, AACC, 14 de mayo de 1863.153 CLAVERO BERLANGA, J.: «El telégrafo en Málaga», 2000, en 150 aniversario del Telégrafo en España, Málaga, Universidad de

Málaga, pp. 103-116. (Edición electrónica en http://www.coit.es).154 AHMMb, AACC, 8 de julio de 1866.155 AHMMb, AACC, 18 de noviembre de 1866. En esta fecha aparece citado el alquiler de la casa del alcalde para dicho fin.156 AHMMb, AACC, 15 de septiembre de 1923.157 Cf. CHECA GODOY, A.: «La prensa local en la provincia de Málaga (1808-1983)» Jábega, 46, 1984. Además las referencias a

Marbella a lo largo del siglo XIX en la prensa local son escasas.158 Sobre la educación y la amplitud del analfabetismo Cf. RODRÍGUEZ FEIJÓO, A.: Enseñanza…, op. cit., Marbella, 1988159 AHMMb, AACC, 12 de mayo de 1890.160 VICENS VIVES, J.: Historia de…, op. cit., p. 197.161 AHMMb, AACC, 11 de abril de 1891.162 AHMMb, AACC, 5 de septiembre de 1891.163 AHMMb, AACC, 21 de junio de 1896.164 AHMMb, AACC, 21 de junio de 1896.165 AHMMb, AACC, 31 de agosto de 1901.

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

acercarnos a la evolución social de Marbella, dentro de un marco eminentemente rural, desde el Antiguo Régimen hasta las primeras muestras de la nueva sociedad capitalista.

1.1. el Punto de Partida: la sociedad estamental

Marbella era una ciudad de realengo que al inicio del XIX, una vez superada la crisis bélica de la guerra contra los franceses, se encuentra con una situación claramente peor que la exis-tente en la segunda mitad del XVIII.

Según el padrón de 1814166, Marbella cuen-ta con 952 vecinos (c. 3.738 habitantes)167, con lo que ha perdido parte de la población que tenía a

fines del XVIII, aunque mantiene las características propias de una sociedad del Antiguo Régimen similar a la que en ese momento predomina en España.

Este modelo social se basa en la desigualdad civil entre los privile-giados y los que carecen de dichos privilegios, pero la situación se ha modificado algo respecto a la etapa anterior. La reducida minoría de 42 familias o individuos con fuero de nobles168, representan el 4,4% de la población. Esta minoría controla el poder político y económico. A ellos debemos sumar los 18 miembros del clero (1,9%) que se han reducido notablemente, pues no constan los del clero regular, cuyo convento ha sido tomado por los franceses, aunque más tar-de vuelvan a ocuparlo169. El resto de los vecinos carecen de privilegios y pertenecen al Tercer Es-tado (93,7%), de ellos la mayoría dependían de la agricultura y de actividades relacionadas con el sector terciario.

Observando los datos con más detalle, en el padrón de 1814, y valorándolo en términos de estructura socioeconómica, podemos apreciar que con una población activa de 670 personas el porcentaje de la población activa (17,9%) es muy pequeño, con lo que aumenta el número de la po-blación improductiva dependiente de ella (82,1%).

Este reducido porcentaje de activos se de-bería a la nula presencia de la mujer en el mun-do del trabajo, salvo alguna viuda necesitada o maestra de amiga, y a la gran cantidad de pobla-ción infantil propia de un país subdesarrollado. Entre los inactivos hemos de resaltar la citada nobleza, las 42 familias con fuero de nobles, que

ocuparán los puestos dominantes de la sociedad de la época y son el símbolo claro de dicha sociedad estamental. Entre los inactivos hay que destacar, además, las 182 viu-das que aparecen empadronadas en dicho año y que alcanzarían el 17,8% del total de vecinos.

Del escaso número de per-sonas que desempeñan una pro-fesión y oficio habría que resaltar la gran importancia del sector pri-mario, que con su 59,6% nos per-fila una sociedad eminentemente

rural, con menos peso que en la etapa final del siglo anterior, y con un sector servicios que ha aumentado absorbiendo el 28,2% situándose en segundo lugar, mientras que la industria, todavía artesanal, sólo representa un 12,2%, pero que se ha incrementado respecto a fines del XVIII.

De todas formas, habría que matizar estos datos con una somera descripción de los diversos ramos de cada sector. Así, dentro del sector pri-

166 AHMMb, Padrones. El Padrón de 1814 es de contribución pero en él están citados los vecinos de Marbella con sus corres-pondientes oficios. Es de destacar que aparecen una serie de personas a las que no se les adscribe profesión y entre los que están nombres conocidos por aparecer en el padrón de nobles (Cf. AHMMb, AACC, 16 de agosto de 1815 donde aparecen las familias con fuero de nobles). No consta la totalidad de la población por lo que hay que utilizar estos datos con suma precaución y sólo como una información meramente aproximada.

167 AHMMb, AACC, 25 de octubre de 1815168 AHMMb, AACC, 16 de agosto de 1815.169 Cf. SERRANO LIMA, A.: «El convento…», op. cit., p. 60. Cita la información firmada por el Secretario provincial de la Orden

Fray Félix de San Martín.

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mario destaca el enorme número de trabajado-res agrícolas (65,6% del sector), sobre la ausencia casi total de personas dedicadas a la ganadería (1,3%), pues sólo aparecen citados cuatro gana-deros y un pastor. Además, entre los dedicados a la agricultura destacan por su importancia los 112 jornaleros, que junto a los 60 citados como del campo, posiblemente pegujaleros, alcanzan

cerca de la mitad de los dedicados a este ramo. Una cifra tan elevada nos indica la situación de indefensión, especialmente de los jornaleros, ante las sucesivas crisis del XIX en la población marbellí, ya que su único medio de vida era tra-bajar intensamente en determinadas épocas, mientras que en otras se convierten en parados estacionales. Como propietarios que cultivan sus tierras sólo podríamos destacar 36 labradores, lo que nos permite pensar, dado que no apare-ce el término hacendado ni terrateniente, que el resto de los propietarios estaría repartido ente la nobleza, el clero y los dominios de propios del Ayuntamiento. A esto habría que añadir la relativa importancia que tienen las huertas dentro de la economía marbellí, lo que ya indicamos en su momento y que confirma el padrón, y que puede valorarse merced a la existencia de 47 hortelanos (casi el 7% del total de activos).

Por otro lado, la Marbella de 1814 es una ciudad próxima al mar con 132 pescado-res, la tercera parte del sector primario (33%), aunque sólo la quinta parte de la población activa (19,5%), lo cual es relativamente eleva-do respecto a épocas posteriores en que su número disminuirá con claridad.

En relación con el sector secundario aún no podemos hablar de industria fabril en el sentido moderno del término ya que la actividad industrial es básicamente arte-sanal. Aun así la Marbella de 1814 está es-casamente industrializada. De entre estas escasas «industrias» sólo podemos destacar

un artesanado relacionado con la zapatería, ya que con veinte zapateros ocupará el 24,4% del sector y casi un 3% del total de activos, convir-tiéndose el ramo de la piel (28%), en el más im-portante del sector. Hay incluso una fábrica de suelas en 1813, que creemos absorbería a la ma-yoría de zapateros.

Le sigue el ramo de la madera, materia prima abundante en la zona, y a la que se dedica un 22% de los artesanos. Entre estos destacaríamos los dos barrileros y cuatro toneleros que fabrican los barriles y toneles en los que se guardaría la produc-ción de pasas o vino. También los cuatro carpinteros y los seis calafates (carpinteros de ribera), estos últimos se dedicarían a la construcción o reparación de los escasos barcos de pesca.

Al ramo de la alimentación pertene-cen un 18,3% de la población activa y se centra fundamentalmente en actividades relacionadas con el suministro de pan a la población: cinco molineros, cinco horne-ros, tres panaderos y dos confiteros.

Los demás ramos tendrán menor importancia: la construcción (13,4%) con

nueve albañiles y dos alfareros; la metalurgia (9,8%) con cinco herreros, y muy lejos el sector textil (3,7%) con dos sastres y una costurera.

En cuanto al sector terciario, con un 28% de la población activa, el ramo que más destaca es el que podríamos considerar como de servi-cios municipales o del Estado que ocupa el 27,5% de los dedicados a este sector y en el que se re-parten por igual los que denominamos civiles y militares y que alcanza una importancia excesiva para la categoría de la ciudad. Entre los prime-res destacamos los cinco guardas y tres torreros, aparte de un maestro, una matrona y el resto re-lacionados con la administración municipal. En-

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tre los segundos se citan 28 militares desde los soldados a los mandos respectivos que forman la pequeña guarnición de la ciudad tras la salida de los franceses.

El siguiente ramo en importancia en este sector es el del comercio ya que ocupa un 25,4% del mismo destacando los 19 tenderos y los 16 dependientes, aunque ninguno dedicado a los grandes negocios170. También habría que desta-car ocho barberos y dos estanqueros.

Le sigue muy cerca ocupando un impor-tante lugar dentro del sector servicios el ramo del transporte que absorbe un 22,2% del mismo, aunque es un sector muy atrasado, en el que des-tacan los 39 arrieros que posiblemente se dedi-casen a transportar productos agrícolas o el gra-fito de Benahavís y dos carreros.

Con una importancia me-nor, aparece el ramo de la hos-telería, al que se dedican once taberneros, alcanzando —junto a dos venteros, dos mesoneros y un bodegonero— casi el 9 % del sector.

En relación con el clero de-bemos considerar que aunque se citan 18 clérigos, lo que supone un 9,5% del sector terciario, sólo trece son los de mayor categoría (ocho presbíteros, tres presbíteros beneficiados, un beneficiado vicario y un capellán); el resto es-tán relacionados indirectamente con la Iglesia: tres santeros, un sacristán y un tercerista. Todos ellos del clero secular. No aparece en ese mo-

mento ningún clérigo del regular lo que podría explicarse por la ruina de los conventos tras la ocupación francesa.

Por último, habría que señalar el ramo de las profesiones liberales que ocupan el 4,2% del terciario y en el que destacarían un médico, un cirujano, un boticario y dos albeitares (veterina-rios) que a la vez ejercían de herreros. Dentro de este ramo también hay que registrar a los tres es-cribanos y al director de las minas de grafito que

reside en Marbella, mientras que los mineros debían resi-dir, fundamentalmente en Benahavís, ya que no apa-rece ninguno empadronado en nuestro municipio.

No podemos olvidar a los cuatro sirvientes del ramo doméstico (2,1% del sector).

En resumen, en 1814, nos encontramos con una población netamente rural, arcaica en el sector secun-dario y en los servicios, con un abundante número de nobles (4,2%) para el total de vecinos y en el que no se puede desdeñar la impor-tancia del clero aunque no

aparecen citados los del clero regular171. Es decir, nos encontramos con una ciudad rural enclava-da en pleno Antiguo Régimen, con una sociedad estamental que se basa en la desigualdad civil entre el grupo de privilegiados (nobleza y clero) y no privilegiados.

Aunque el fin de la sociedad estamental se produce conforme a los Decretos de Agosto de 1811 y a través de la Constitución de 1812 proclamada en Cádiz, en la práctica tal decisión se paraliza con el regreso del monarca absolu-

170 Uno de los más importantes será Enrique Grivegnée, no aparece citado en este Padrón, pues no es vecino de Marbella.171 Hemos de recordar que Marbella tiene en 1814 tres conventos: el de San Francisco, el de la Santísima Trinidad y el de San

Juan de Dios, que según constaba en el catastro de Ensenada había llegado a tener 27 religiosos el primero (15 presbíteros, dos coristas, seis legos y cuatro donados); el segundo 29 religiosos, (22 presbíteros, un corista y seis legos) y también seis legos el tercero. Creemos que una parte de ellos se habrían trasladado durante la guerra y además los conventos aparecen con importantes daños para ser habitados.

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tista Fernando VII que anula gran parte de la obra liberal gaditana. Por ello habrá que espe-rar al inicio de la regencia de María Cristina de Borbón para que, merced a una nueva legisla-ción de carácter liberal, se produzca el fin de dicha sociedad estamental. Ello se recibirá en Marbella, dada la experiencia anterior, con cier-tas cautelas y precauciones a fin de sostener el orden público172.

1.2. Hacia la nueva sociedad liberal de clases

Si ahora observamos el padrón de 1897173, nos encontramos con una población total de 7.785 habitantes174 de los que 1.685 personas (21,6% del total de habitantes) forman la pobla-ción activa. Sin embargo sigue existiendo un ele-vadísimo porcentaje de inactivos (78,4%) que aún está constituido fundamentalmente por mujeres y niños, aunque también hay que añadir 316 viudas y un número importante de propietarios (97) que no podemos clasificar en ningún ramo específico, por lo que, a falta de más datos, los consideraremos como rentistas y 21 personas clasificadas como pobres.

En 1897 continúa el predominio del sector primario, que no sólo ha au-mentado cuantitativamente, sino también en tanto por ciento, ya que alcanza el 71% del total de activos. Los otros dos secto-res disminuyen en importancia, el secun-dario al pasar al 10,2% y especialmente el sector terciario, de servicios, que se ha reducido casi diez puntos: a un 18,8%.

Dentro de los diferentes ramos de cada sector se notarán algunos cam-bios importantes, ya que en el primario el aumento se debe fundamentalmente al ramo agrícola que da ocupación al 83,5% del sector, y lo que es más relevante, el porcentaje de personas que viven del campo se elevaría a más del 57’4% de la población activa de Marbella. Entre ellos destacan los 735 jorna-leros175 y 182 que figuran como colonos y que entre ambos llegan a representar casi la mitad de los activos (54,4%), aunque también llama la atención que no aparezca ninguno con esta de-nominación en la antigua colonia de San Pedro Alcántara donde la mayoría son jornaleros.

También resultará llamativa la desapa-rición de la figura del hortelano, por lo menos a nivel de denominación en el padrón, incluso en el de San Pedro Alcántara de 1861, aunque la

importancia del sector agrícola haya sido muy re-levante en el momento de la fundación de dicha colonia por la llegada de agricultores proceden-tes de la región hortofrutícola levantina176.

El ramo de la pesca ha reducido su im-portancia dentro del sector primario pues ahora

sólo representa el 14,6% (la mitad que en 1814) y aunque aumente en valor absoluto respecto al anterior padrón (si contabilizamos los 132 ma-rineros junto a los 43 jornaleros de la mar) verá reducida su presencia a la mitad si consideramos que pasa del 19,5% del total de activos, en 1814, al 9,8% en 1897.

Por otro lado la ganadería, con un 1,8% del sector, mantiene unas condiciones simila-res a la del padrón de 1814, aunque se triplica la cantidad de ganaderos, trece, y se citan ocho mayorales y un cabrero.

Sin embargo las minas, que nos cons-ta ocupan un significativo número de obreros,

172 AHMMb, AACC, 25 de mayo de 1836.173 AHMMb, Padrones. Padrón de vecinos de 1897. Sig. 503-4.174 Hemos de señalar que la cifra que aporta el padrón, 7.785 h, no coincide con la que para esa fecha nos da el censo que es

de 7.927 h Posiblemente la metodología censal o de empadronamiento o algún error facilita dicha diferencia que no alcanza al 2% del total máximo, aunque, hecha esta aclaración, tomamos como referencia los datos del padrón pues de él hemos obtenido los valores por ramos y sectores.

175 Aunque no podemos demostrarlo es posible que parte de estos jornaleros pudieran trabajar en la mina.176 Cf. CASADO BELLAGARZA, J. L.: «Los colonos…», op. cit., p. 7-14.

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tendrán en su mayoría procedencia foránea o se encubren dentro de los que hemos citamos como jornaleros, ya que no aparece ninguno en el padrón de 1897. También es cierto que este padrón coincide con una etapa crítica para las minas, con un cierre temporal. Hemos de seña-lar que años después, en 1919, se contabilizan 600 obreros de Ojén y Marbella, de los que sólo estarán empadronados como tales 54 en nuestra ciudad, por lo que el resto procedería, posible-mente, de dicha población177.

El sector secundario se ha reducido hasta el 9,6%, aunque se ha modificado cualitativamen-te pues el ramo que aparecerá ahora en primer

lugar será el de la construcción, con la tercera parte del sector (30,2%), en el que destacan los 23 albañiles y los quince capataces, aunque estos pudieran situarse en otros ramos.

Detrás, el sector de la piel con un 19,8%, tiene una gran impor-tancia para los 31 zapateros, aunque todavía aparecen dos alpargateros y un talabartero.

Le sigue el ramo de la made-ra con un 18,6%, destacando los 25 carpinteros que representan un 78% del ramo y los cuatro calafates, dos silleros y un único barrilero.

Menor importancia tendrá el sector metalúrgico pues con un 16,3% del sector cuenta con oficios tradicionales, como los 18 herreros (64,3% del ramo). Además cualitativamente aparecen nuevos oficios, como el de mecánico, con seis trabajadores, lo que de-nota un importante cambio en el sector tecnoló-gico, lo que ya se había anticipado a mediados del siglo con los trabajadores de las instalacio-

nes siderúrgicas. Ambos, aunque no de forma exclusiva, creemos que debemos de ponerlos en relación con el transporte del mineral que se efectuaría, en parte, con arreos, en parte, con el ferrocarril de San Juan Bautista, con el utillaje de la The Marbella Iron Ore C&L o con la actividad de las colonias agrícolas marbelleras.

A nivel porcentual el sector terciario se ha reducido (18,6%). En él hemos de destacar la presencia de un ramo, que denominamos varios, con un relevante número de trabajadores asala-riados o que están a la espera de un puesto mu-nicipal dependiente del partido gobernante. Nos referimos a los 45 empleados difíciles de encajar

en ninguno de los otros ramos y a los 16 cesantes, que representan el 19,3% del total del sector.

Aparte, los tres ramos que más destacan son casi los mismos que en 1814, el comercio (29,8%), el transporte (17,4%) y los servicios municipales, aunque ahora sean principalmente civiles (14,8%), pues los militares casi no aparecen cita-dos en el padrón de 1897 (0,3%).

En el comercio debemos ci-tar los 21 industriales, los 18 dedi-cados a la venta de verduras, los 14 comerciantes y los 13 barberos. En el transporte los 34 arrieros y 14 ca-rreteros, junto a cinco cocheros. En cuanto a los servicios municipales destacamos los civiles con 18 guar-

das, tres serenos y tres porteros, además de los seis maestros.

De los 24 dedicados a profesiones libera-les que ocupan un 7,6% del sector, destacamos seis médicos, cinco abogados, dos veterinarios, dos farmacéuticos, dos procuradores, dos escri-bientes, pero también dos ingenieros y un quí-

177 AHMMb, Acta de la Junta de Reformas Sociales, 29 de septiembre de 1919.

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mico. En este ramo se aprecia el avance de la se-gunda fase de la revolución industrial en nuestro municipio.

De similar importancia cuantitativa será el ramo doméstico que tiene un 5,7% del sector, más del doble que en 1814, y en el que destacan las siete criadas, cuatro caseros, tres lavanderas, dos porteros y dos sirvientes.

No podemos olvidar la reducida impor-tancia de la hostelería, 1,9% del sector, en la que sólo encontramos dos posaderos, dos taberne-ros, un ventero (aunque en el padrón aparezcan varios ventorrillos) y un mozo de café.

El clero se ha visto fuertemente reducido, al 2’5% del sector, pues ha desaparecido definiti-vamente el clero regular y el secular cuenta sólo con un párroco, un sacerdote, cinco presbíteros y un organista.

A la vista de ambos padrones observamos que Marbella continúa siendo una población rural con características muy similares, aunque comienzan a apreciarse algunos pequeños cam-bios.

La agricultura ha cobrado importancia no sólo a nivel cuantitativo, sino también cualitativo ya que han mejorado las técnicas de producción. Sin embargo la riqueza minera sigue en manos de foráneos convirtiéndose Marbella en una zona en la que la dependencia exterior de ca-rácter colonial cobrará un importante tributo al consumir parte de su riqueza sin gran beneficio para la ciudad. El sector servicios se encuentra claramente inflado para las necesidades de la población y en él se manifiesta la presencia de una pequeña clase media en vías de expansión y de nuevas profesiones que nos acercan al nuevo mundo capitalista.

A mediados del XIX, si observamos la con-tribución industrial de 1845, no aparecen rasgos que nos permitan pensar en el nacimiento en Marbella de una pequeña burguesía local, pues lo único verdaderamente original será la prolifera-ción de tiendas (14) y tabernas, mesones y ventas que alcanza el número de 32. El fracaso de esta industria no dejará huella significativa a nivel de formación de capitales por los ciudadanos desde dentro de la ciudad que permitiera un despegue de su economía puesto que la siderurgia sólo repercutió localmente de forma muy limitada y transitoria con lo que podemos considerarla un espejismo. Los propietarios que aparecen son foráneos y muy pocos pueden considerarse que forman parte de esa incipiente burguesía local. Sin embargo, a nivel social es posible que dichas iniciativas fueran ejemplificadoras y permitiesen

retomar nuevos caminos que de otra forma nun-ca hubieran sido proyectados. Nos referimos a la continuidad que, salvando las distancias, supuso el ejemplo de Heredia de cara a nuevas inversio-nes. Tal sería el caso de la iniciativa del marqués del Duero, que generó la Colonia de San Pedro Alcántara y que tuvo su continuidad, a diferente escala, en las de El Ángel y también, aunque de forma más depredadora, en la instalación de la The Marbella Iron Ore C&L.

La Marbella de comienzos del XX pre-senta nuevos rasgos que la diferencian de la de comienzos del siglo anterior: han desaparecido los estamentos, no sólo a nivel legal, sino de for-ma efectiva al desaparecer la pequeña nobleza de comienzos de siglo. El peso cuantitativo, que quizá no cualitativo, de la Iglesia también se ha visto mermado —aparte de las consabidas des-amortizaciones que redujeron su peso econó-mico— pues de aquellos 28 clérigos seculares, 62 regulares y cinco ermitaños de 1752178, que posiblemente existiesen a comienzos del XIX (en el convento de San Francisco en 1834 aún hay 39 clérigos: 24 religiosos, 11 legos y cuatro hermanos)179, y que se reducen a ocho en 1897, con una población que duplica la anterior. Los efectos de las desamortizaciones liberales son evidentes. Otro síntoma de la formación de esta nueva sociedad será la presencia de la pequeña burguesía, quizá clase media de los negocios y de funcionarios a los que habría que añadir ese gran núcleo de propietarios que consideramos rentistas y por tanto fuera de la población acti-va180. También los comerciantes de diverso tipo e industriales junto a los profesionales liberales, y en menor medida algunos de los empleados y funcionarios municipales.

Más significativa por su escaso número será la aparición en el padrón de profesiones como operario, fogonero, electricista, químico, ingenieros… que nos muestran un incipiente cambio de tendencia profesional que aproxima-ría a Marbella a una sociedad más tecnificada y en vías de una industrialización moderna, cam-bio que se produce, especialmente desde la ins-talación en 1870 de la The Marbella Iron Ore C&L, y que en el padrón de 1924 se ampliará con nue-vas profesiones: relojero, soldador… A lo largo del XIX se está formando en Marbella una nueva sociedad, pero los cambios, aunque evidentes, se han producido lentamente por lo que no po-demos más que destacar algunos hitos.

La importancia de las colonias agrícolas en relación con la configuración social puede observarse en los padrones de San Pedro Alcán-

178 Cf. AG S, Dirección General de Rentas. Estadística. Inventario… Libro 294.179 SERRANO LIMA, A.: «El convento…», op. cit, p. 60. Cita la información firmada por el Secretario provincial de la Orden Fray

Félix de San Martín.180 El apartado de varios en el Padrón de 1897 es muy elevado e incluye los 97 propietarios de difícil clasificación, 45 empleados

y 16 cesantes.

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tara181 de 1871 y 1897, especialmente en el pri-mero donde puede verse la procedencia foránea de los colonos.

En ambos prima fundamentalmente el sector primario que llega a alcanzar un 78’8% y un 66,5%, respectivamente, sobre el total de la población activa de la colonia y que se dedican esencialmente, como es de esperar, a la agri-cultura, aunque en el primero de ellos hay un importante número de ganaderos (22) que casi han desaparecido en 1897. Entre ambos se pro-ducirá también un cambio significativo, ya que si en 1871 hay 180 labradores y 52 jornaleros, en 1897 se citan tres labradores y 137 jornaleros y no aparece nadie como colono. Consideramos que se trata de trabajadores empadronados, más o menos estables, que se incrementan en deter-minadas épocas en función de las necesidades del campo, como ocurrió en 1905, momento en que San Pedro recibe casi dos millares de jorna-leros182, lo que dará lugar a quejas en Marbella al ser aquéllos foráneos mientras los de Marbella se encuentran en paro183.

En relación con los otros dos sectores no hay nada significativo que señalar, pues en una colonia agrícola como San Pedro Alcántara te-nían que ser forzosamente reducidos y similares al global de Marbella, aunque un poco mayor el industrial (10,4% en San Pedro sobre el 9,6% glo-bal del municipio).

La nueva situación social ha sido estudia-da, para los años del Sexenio Democrático, por José Bernal184, el cual nos presenta una estratifi-cación social en la que ya están presentes las nue-vas clases sociales, que divide en altas, medias y bajas y que mantienen una estructura similar a lo largo de todo el Sexenio. Así, las clases altas es-tarían formadas por una minoría de la población, que en 1870 oscila en torno al 12,8%, y que está formada esencialmente por los propietarios de los medios de producción, profesionales, geren-tes y altos cargos de grupos institucionales. La más numerosa, denominada clase baja en la jerar-quía social, llegará al 57,9%, y está formada por trabajadores asalariados manuales especializa-dos o no especializados, eventuales, aprendices, servicio doméstico… y por último la nueva clase media que ya alcanza el 29,2% y son esencialmen-te asalariados no manuales, maestros y asimila-dos, empleados de servicios y de la administra-ción, funcionarios, fuerzas del orden, empleados de telégrafos y de nuevas profesiones que exigen cierta calificación técnica. En fin, la nueva estruc-

tura social y las relaciones de producción gene-radas en este modelo capitalista que sustituye al estamental del Antiguo Régimen se ponen de manifiesto de forma cada vez más evidente.

Estos cambios hay que situarlos en un marco político que se gesta en paralelo a la evo-lución económica y social y que dialécticamente se relacionan.

2. La Lenta respuesta a La MIserIa de Las capas popuLares

Durante el siglo XIX la mayoría de la po-blación de Marbella no alcanza unas cotas de bienestar mínimas, ya que los porcentajes de población activa son verdaderamente escasos y dependen de ellos un gran número de personas. Sin embargo hay algunas familias que podrían ser consideradas como pudientes y que llevarían una vida desahogada. Dependiendo del momen-to histórico, podríamos considerar que los más solventes o bien eran los nobles de comienzos del siglo, o algunos propietarios que también se benefician del poder político, aparte de los profesionales liberales y los que desempeñan los escasos negocios que genera la ciudad.

Ya hemos visto la evolución de la pobla-ción de Marbella y el contexto económico, gene-ralmente deprimido, en el que viven la mayoría los ciudadanos a lo largo del XIX. En esa com-plicada situación tendrán que soportar varias crisis, tanto demográficas como económicas. Las primeras se manifiestan en las epidemias que afectan a la población marbellí de modo casi continuo a lo largo del XIX, y las últimas en la carencia de trabajo con masas de jornaleros en paro. En ambos casos las hambrunas tendrán un importante protagonismo.

2.1. las crisis demográficas. las ePidemias decimonónicas

En cuanto a las epidemias hemos de des-tacar que aunque ya no tienen la virulencia de las de épocas pasadas, gracias a los avances mé-dicos y las medidas higiénicas, sí presentan una misma insistencia. Aunque todas las epidemias tengan incidencia económica debemos distin-guir las que afectan directamente a la salud de las personas de las plagas que repercuten sobre los cultivos del municipio.

Así, respecto a las primeras, nos encon-tramos en 1821 con la existencia de dos casos de mal lazarino (lepra) a los que se incomunica185,

181 AHMMb, Padrón de San Pedro Alcántara de 1871.182 AHMMb, Acta de la Junta de Reformas Sociales, 8 de abril de 1905. Se cita la presencia de 1.800 hombres en la recolección de

la caña de azúcar.183 AHMMb, AACC, 15 de marzo de 1905.184 BERNAL GUTIÉREZ, J.: «Las relaciones de producción en la Marbella del Sexenio Democrático (1866-1874)», Cilniana, 12,

1999, pp. 22-27.185 AHMMb, AACC, 22 de febrero de 1821.

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y que se repiten en 1822186. La lepra era endé-mica en Marbella durante el XIX187, y continúa a comienzos del XX, puesto que, en 1903, cuando se conocen algunos posibles casos en Marbella, varios clérigos regulares franciscanos de la pro-vincia de Barcelona se ofrecen para cuidar gratui-tamente a los leprosos188.

En cuanto a la fiebre amarilla no hemos encontrado repercusión en Marbella de la de 1821189, año en el que dicha enfermedad ataca la costa desde Cádiz a Barcelona. Años después, en 1828, aparece en Gibraltar, ciudad a la que se envía ayuda desde nuestra ciudad190.

Las epidemias que afectan con claridad a Marbella serán las de cólera morbo asiático. La primera de ellas se produce en 1834. En otras zonas de España durará desde enero de 1833 al mismo mes de 1835 y fallecerán más de cien mil personas191. En Marbella también alcanza una gran importancia al llegarse a los cinco, seis o, incluso, siete muertos diarios en marzo de 1834192. Entre las medidas sanitarias destaca la consabida cuaren-tena que obligará a la suspensión de la feria que debiendo celebrarse el 28 de mayo193, se propone aplazarla para el 2 de agosto,194 aunque no será aceptado por el gobernador. La epidemia se pro-longará durante los meses de primavera y verano desapareciendo paulatinamente antes de 1835.

La segunda epidemia de cólera que azotó a España, desde noviembre de 1853 a marzo de 1856 y que produjo el doble de muertos que la anterior195, llega tardíamente a Marbella, entre julio y octubre de 1855, momento en el que al acabar se verifica la correspondiente acción de gracias196, aunque todavía tendrá un rebrote en marzo de 1856197. El número de fallecidos, res-pecto a los años anteriores, es significativo y se aprecia con claridad en los índices negativos del

crecimiento vegetativo que alcanzará el -14% en 1855198.

Aunque se conoce la existencia de una terrible epidemia de cólera en Gibraltar y Barce-lona en 1865 que segó 236.744 vidas, en Mar-bella se toman medidas y no parece que tuvie-ra repercusión199, como tampoco la tuvo la de fiebre amarilla de 1870. Sin embargo la tercera epidemia de cólera que afectó especialmente a Andalucía y produjo alrededor de 120.000 muer-tos llega a las localidades próximas a Marbella en el verano de 1885, por lo que en el mes de julio ya se toman medidas de sanidad pública y se da orden de detener y poner bajo observación a cuatro personas procedentes de Gibraltar200. La epidemia llega a San Pedro Alcántara en oc-tubre201 y a Marbella en diciembre de dicho año. En ese mes llegan a contabilizarse 160 enfermos y entre las medidas que se toman, siguiendo las instrucciones dadas por el gobernador202, desta-ca la incineración de ropas y camas, con lo que al afectar a un número amplio de las familias más pobres, podemos imaginar los efectos que tiene sobre estas familias y la situación de indigencia tras soportar algún miembro de la familia esta enfermedad203.

Aunque el proyecto venga de años atrás, por fin el 1 de septiembre de 1885 se inaugura el nuevo cementerio204 que se construye aleja-do del núcleo urbano, y se ordena el cese de las inhumaciones en el recinto del antiguo castillo, a fin de evitar cualquier tipo de contagio. El ce-menterio del castillo se construyó en 1818205, aunque se mantuvo el de la iglesia hasta que en 1833 se prohibió enterrar en ella206. Se preten-dió, durante un tiempo, hacer un cementerio en el Llano de San Ramón207, e incluso se contó con el arquitecto Cirilo Salinas208, aunque al final no

186 AHMMb, AACC, 22 de enero de 1822. Un hijo de Pedro Cortés al que se incomunica.187 AHMMb, AACC, 19 de junio de 1911. Lo dice el médico Félix Jiménez Ledesma solicita permiso para ir al extranjero a estu-

diar quimioterapia.188 AHMMb, AACC, 29 de agosto de 1903.189 AHMMb, AACC, 17 de abril de 1822. En ese año el Jefe Superior Político repite escrito del mes de enero sobre la proporción

de la epidemia de fiebre amarilla.190 AHMMb, AACC, 13 de noviembre de 1828.191 VICENS VIVES, J.: Historia de…, op. cit., p. 8. Vicens da la cifra de 102.511 muertos.192 AHMMb, AACC, 1 de marzo de 1834.193 AHMMb, AACC, 15 de abril de 1834.194 AHMMb, AACC, 27 de mayo de 1834.195 VICENS VIVES, J.: Historia de…, op. cit., p. 8.196 AHMMb, AACC, 22 de octubre de 1855.197 AHMMb, AACC, 27 de marzo de 1856.198 Cf. RODRÍGUEZ FEIJÓO, A.: Enseñanza…, op. cit., Málaga 1986, Tabla I. Evolución de la población en Marbella 1841-1940, pp. 113-114.199 AHMMb, AACC, 17 de septiembre de 1865.200 AHMMb, AACC, 24 de julio de 1885.201 AHMMb, AACC, 11 de octubre de 1885.202 AHMMb, AACC, 16 de agosto de 1885.203 AHMMb, AACC, 16 de agosto de 1885 y 13 de diciembre de 1885.204 AHMMb, AACC, 30 de agosto de 1885.205 AHMMb, AACC, 14 de julio de 1834.206 AHMMb, AACC, 1 de julio de 1833.207 AHMMb, AACC, 3 de mayo de 1845. Además se crea la plaza de enterrador, que desempeña Nicolás Fribaldi (AHMMb, AACC,

8 de junio de 1845).208 AHMMb, AACC, 18 de marzo de 1846.

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se construye por cederse el terreno a la ferre-ría de El Ángel209, por lo que se le rescinde el contrato210. La necesidad del nuevo cementerio ya se había planteado por el Gobierno Civil en 1856, en el contexto de la epidemia de cólera morbo que asoló la ciudad en dicho año, y que se pretendía que se hiciera, en terreno de propios, a dos mil leguas de la última casa al norte de la población y del destruido convento de San Fran-cisco211, y se insiste en 1866, tras nueva visita del gobernador, para que se busque el terreno adecuado fuera de la ciudad212.

En paralelo a la creación de la colonia, en 1863, se acuerda la construcción del cemente-rio de San Pedro Alcántara213, aunque todavía se elabora el expediente en 1867.214 Pocos años después, cuando los ingleses se instalan con la The Marbella Iron Ore C.& L. el vicecónsul de Gran Bretaña en Marbella solicitará terrenos en el Lla-no de la Pólvora para la construcción de un ce-menterio para los ingleses215, aunque no llega a hacerse.

En cuanto a la mortalidad infantil, por sí elevada, se verá incrementada en algunos años como 1883 en que se produce una im-portante epidemia de sarampión216, y en el año de 1895 en que ataca la viruela217, a pesar de que la vacuna llegó a España a principios de siglo XIX.

Acabadas las grandes epidemias del siglo XIX aparecerán otras de menor importancia, pero que aún reflejan la insalubridad y malas condicio-nes higiénicas en que vive la población marbellí durante ese siglo e incluso a comienzos del XX. A mediados de siglo se realizarán algunas mejoras en las zonas más céntricas con la construcción de un alcantarillado que acondiciona las «madres públicas» y el empedrado de las calles disminu-yendo en parte la insalubridad de estas calles218.

Otro problema para la salud es el relacio-nado con la existencia de paludismo en varias

zonas del municipio, lo que dificulta el trabajo de los braceros por las continuas fiebres que ge-nera y que incluso, en 1898, produce la muerte de 20 personas219. Las zonas más afectadas serán aquellas que tienen grandes zonas de charcas es-tancadas, como el núcleo de San Pedro Alcántara o en la zona próxima a Calahonda a principios del XX220.

Las últimas crisis epidémicas importantes se producirán en 1905 y 1918, ambas debidas a la gripe,221 esta última de importante repercu-sión en toda Europa.

Un segundo tipo de epidemias afectarán fundamentalmente a la agricultura, en especial la relacionada con el cultivo de la vid. De ellas des-tacarán dos por su importancia. En primer lugar la epidemia de oidium que durante siete años, entre 1850 y 1857, atacará a las viñas destruyén-dolas222, y que tendrá amplia repercusión en la economía de la población. Más tarde, la vid se verá afectada, esta vez por la filoxera, de la que ya tenemos noticias en 1874 y 1879223, pero que se centra principalmente en los años finales del XIX, en torno a 1893 y 1895224.

Otro tipo de plagas que afectan al sector agrario será la pérdida por enfermedad de las higueras en 1895225, o la de langosta que hubo en Guadaiza en 1840 y contra la que se toman medidas al año siguiente para que no se repro-duzca226, sin embargo reaparece en 1845227, en 1876228 y en 1902229, o la de glosopeda de este mismo año que hace enfermar al ganado230.

2.2. las crisis económicas: crisis de subsistencias, las Hambrunas y el Paro

Desgraciadamente las crisis sanitarias no se han presentado solas, en ocasiones iban uni-das al paro de la población que vive de la agricul-tura, a la elevación de precios o al hambre. Tam-bién habrá crisis originadas por las inclemencias del tiempo, bien por inundaciones o por sequías,

209 AHMMb, AACC, 20 de mayo de 1849, 24 de junio de 1849.210 AHMMb, AACC, 16 de septiembre de 1849 y 30 de enero de 1850.211 AHMMb, AACC, 15 de abril de 1856.212 AHMMb, AACC, 8 de julio de 1866.213 AHMMb, AACC, 5 de julio de 1863.214 AHMMb, AACC, 30 de junio de 1867.215 AHMMb, AACC, 9 de julio de 1871.216 AHMMb, AACC, 20 de julio de 1883.217 AHMMb, AACC, 1 de junio de 1895.218 AHMMb, AACC, 27 de junio de 1858 y 20 de noviembre de 1859.219 LÓPEZ SERRANO, F.: «Miseria, guerra y corrupción. Una aproximación a la Marbella de 1898”, Cilniana, 13, p. 7.220 AHMMb, AACC, 27 de diciembre de 1902 y 13 de febrero de 1904.221 AHMMb, AACC, 11 de enero de 1905 y 23 de noviembre de 1918.222 AHMMb, AACC, 11 de octubre de 1857.223 AHMMb, AACC,.224 AHMMb, AACC, 8 de abril de 1893 y 18 de mayo de 1895.225 AHMMb, AACC, 29 de mayo de 1895.226 AHMMb, AACC, 18 de agosto de 1841.227 AHMMb, AACC, 20 de abril de 1845.228 AHMMb, AACC, 26 de noviembre de 1876.229 AHMMb, AACC, 17 de mayo de 1902.230 AHMMb, AACC, 24 de mayo de 1902.

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que dejarán ingentes masas de jornaleros sin tra-bajo. En general las crisis meteorológicas o eco-nómicas desencadenan crisis de subsistencias propias del Antiguo Régimen, sin que todavía se muestren las clásicas crisis de sobreproducción del capitalismo liberal.

Las crisis meteorológicas se repiten cada cierto tiempo y ocasionan daños materiales en di-verso grado, como es el caso de las inundaciones que afectan al barrio Nuevo, en Puente Málaga, en noviembre de 1852231. Incluso hay situaciones excepcionales, como ocurre en enero de 1841, momento en que se produjo un «fuerte huracán» (suponemos que fue un tornado) que arrancó el angelote de la torre de la iglesia232, otras serán las heladas y temporales los causantes de los daños, e incluso un posible terremoto a final del año 1884, con foco en Granada y que tuvo cierta repercusión en Málaga, pero que no parece que afectara mucho a nuestra ciudad pues se niega su existencia233.

En 1838 los temporales impiden la salida a pescar conduciendo a situaciones calamito-sas y de miseria de los pescadores y provoca un motín de hambre con el asalto a la carnicería y al almacén del maíz234. El hambre y la injusticia social generan un estado de violencia que será aprovechado por algunos para mejorar su situa-ción, nos referimos al estraperlo de carne que se reconoce al año siguiente235.

Este tipo de crisis es de carácter menor en relación con otras más estructurales, puesto que se repiten a lo largo de todo el siglo sin que se aborden medidas que permitan su solución. Tienen que ver con el incremento en el precio de los cereales en los años centrales del siglo XIX, tras un periodo de cierta estabilidad entre 1819 y 1846. Los cereales panificables casi no se pro-ducen en nuestra población por lo que hay una importante dependencia exterior, con lo que se reflejarán en Marbella las principales crisis que se producen en el marco español: la de 1847, algo menos la de 1856-57 y la de 1866-68236, que se completan con la conocida crisis finisecular.

Así se manifiesta en la Marbella de 1847, con la subida de 10 reales la fanega.237 Esta si-tuación de indigencia, que se extiende durante varios años, continúa en 1854 —con el hambre motivada por las sequías que paralizaron los tra-bajos campestres y afectaron a multitud de veci-nos jornaleros a pesar de dejarles aprovechar el monte bajo con el carboneo238— y se agrava por el cese del trabajo en las minas en 1857239, pro-vocando la emigración de algunos habitantes, lo que unido a la pérdida de brazos jóvenes en las levas para el Ejército y la Armada240, generará la consiguiente decadencia del vecindario241.

En esta década de 1860 se repite la cri-sis cerealista en Marbella. En 1862, se produce una nueva y rápida elevación de los precios del pan generada por el estado de alarma entre los labradores que esperan el mal resultado de la co-secha242. En 1866 hay una nueva paralización de los trabajos agrícolas y de las faenas de pesca por los temporales de 1866 con la consiguiente miseria de la población243, que se agrava con la falta de trabajo en las fábricas244.

La crisis de subsistencias tendrá su mo-mento cumbre, en relación con la carestía del trigo y en consecuencia del pan, con el gran in-cremento de los precios245, al final de la década, en la primavera de 1868246, y que ya se manifes-tó en año anterior con la presencia de bandas de pobres de solemnidad que generan alarma, entre los mayores contribuyentes, por hurtos y robos247.

Años después, en la primavera de 1874, se repetirá una nueva crisis por la sequía que produce la pérdida de cosechas y los consiguien-tes efectos sobre la población necesitada248, más aún al complicarse con la crisis filoxérica.

En los años finales de siglo la situación es sumamente crítica, pues a lo anterior se unen los problemas en las minas y en la pesca lo que hará que, desde 1892, nos encontremos con una nue-va situación de calamidad pública que perdurará hasta culminar el siglo.

231 AHMMb, AACC, 18 de noviembre de 1852.232 AHMMb, AACC, 15 de abril de 1841.233 AHMMb, AACC, 20 de enero de 1885.234 AHMMb, AACC, 3 de marzo de 1838.235 AHMMb, AACC, 21 de enero de 1839.236 SAIZ PASTOR, C. y VIDAL OLIVARES, J.: El fin del Antiguo…, op. cit., p. 51.237 AHMMb, AACC, 10 de mayo de 1847.238 AHMMb, AACC, 19 de noviembre de 1854.239 AHMMb, AACC, 11 de octubre de 1857.240 AHMMb, AACC, 11 de octubre de 1857.241 AHMMb, AACC, 8 de diciembre de 1857 y 11 de octubre de 1857.242 AHMMb, AACC, 27 de julio de 1862.243 AHMMb, AACC, 5 de marzo de 1866.244 AHMMb, AACC, 8 de diciembre de 1867.245 AHMMb, AACC, 5 de enero de 1868.246 BERNAL GUTIÉRREZ, J.: «Marbella entre el liberalismo y el proteccionismo. El comportamiento de los precios del cereal en

el Sexenio Democrático: la crisis de 1868”, Cilniana, 14, p. 27-44.247 AHMMb, AACC, 4 de noviembre de 1867.248 AHMMb, AACC, 6 de julio de 1874.

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

En 1892 Marbella está plagada de muje-res y niños pidiendo a la caridad pública ya que se encuentran más de 800 jornaleros sin trabajo, 170 de la mar y 300 de las minas, alcanzando el número de indigentes la cifra de 3.500, es de-cir, casi la mitad de la población del municipio, afectando especialmente a la de menor poder adquisitivo,249 situación que aún continúa sin solucionarse en diciembre de 1894250, y que se prolongará al primer tercio del XX. Nos encon-tramos, por tanto, en 1895, con familias ente-ras sin recursos251 cuya situación se agrava por las levas de 65 soldados que se realizan en ese año252, y que llegan a 71 en 1898253, para enviar-los a Cuba o a Filipinas. La solución propuesta, aunque insuficiente, vendrá de la aportación de alguna cantidad de dinero a cambio del arreglo de los caminos, playas y lavaderos254.

Esta crisis finisecular se complica con la coyuntura provocada por los temporales y las consecuentes inundaciones que se producen en las carreteras y viviendas en 1881255, y 1884256, repitiéndose en los años finales de siglo desde 1895 a 1900257, a la vez que, en contraste, se pro-duzca una importante sequía a comienzos del año 1897. Ante la gravedad de la situación los concejales constituyen, en dicho año, una Junta Local de Socorros para la clase jornalera258, aun-que pocos meses después, el 9 de noviembre, se repitan las inundaciones con daños importantes, incluso con hundimiento de las calles259.

La crisis del XIX en Marbella, estupenda-mente estudiada por López Serrano, se complica con las consecuencias del reclutamiento para la guerra de Cuba o Filipinas (antes y después con Marruecos), que era claramente discriminatoria para las clases más populares, dado el sistema de redención en metálico o personal mediante un sustituto, creado por el sistema liberal a partir de la Ley de Quintas de 1823260. Ello provocará la huida hacia América de parte de esa población más joven, y generalmente más pobre, a fin de evitar la movilización. De este exilio voluntario de algunos mozos en marzo de 1898 nos da no-ticias la documentación municipal261.

2.3. las escasas medidas Para solucionar las crisis

La situación de penuria que atraviesan las capas más humildes de la población es evidente. Las medidas que se toman para corregir estos

problemas serán de diferente categoría. Durante todo el XIX han aparecido y reaparecido, espe-cialmente durante las festividades, las donacio-nes de pan a los pobres; incluso con motivo de algún acto luctuoso, como el asesinato de Cáno-vas, en plena crisis finisecular que, como señala López Serrano, permitió comer un día a los más necesitados a los que se le repartieron «abundan-te pan y vestidos»262. Limosna que podría tran-quilizar las conciencias, pero que no solucionaba el problema. Son soluciones a la antigua usan-za, pues no tenemos constancia de una toma de conciencia reivindicativa del movimiento obrero hasta comienzos del siglo XX.

Como muestra de lo anterior recordamos algunas de las iniciativas en el nuevo siglo. Al principio, en varias ocasiones, se confía en recla-mar la ayuda del gobierno siguiendo las corrien-tes de la época, pero paulatinamente aparecerán propuestas de nueva naturaleza, como la crea-ción en 1905 de la Junta de Reformas Sociales con el objetivo de subsanar en lo posible estos problemas. Sin embargo, la inutilidad de dicha Junta es manifiesta, pues las reuniones son esca-sas y en 14 años sólo se realizan con la finalidad de elegir sus miembros y, únicamente en 1919, a petición de los empresarios, se trata el asunto de la jornada de 8 horas, que se niegan a aceptar263.

Por su parte, los obreros comienzan a adquirir conciencia de clase y a organizar agru-

En 1892 Marbella está plagada de mujeres y niños pidiendo a la caridad pública ya que se encuentran más de 800 jornaleros sin trabajo, 170 de la mar y 300 de las

minas, alcanzando el número de indigentes la cifra de 3.500

249 AHMMb, AACC, 12 de marzo de 1894.250 AHMMb, AACC, 29 de diciembre de 1894.251 AHMMb, AACC, 23 de febrero de 1895.252 AHMMb, AACC, 9 de febrero de 1895.253 AHMMb, AACC, 10 de febrero de 1898.254 AHMMb, AACC, 2 de marzo de 1895.255 AHMMb, AACC, 3 de abril de 1881.256 AHMMb, AACC, 22 de octubre de 1884.257 LÓPEZ SERRANO, F.: «Miseria…», op. cit., p. 7. Se citan las inundaciones de febrero y marzo de 1895, noviembre de 1897,

abril de 1898, febrero de 1899 y septiembre de 1900.258 AHMMb, AACC, 21 de mayo de 1897.259 AHMMb, AACC, 14 de noviembre de 1897.260 Ley de Quintas de 1823 y Ordenanza de 1837.261 LÓPEZ SERRANO, F.: «Miseria…, op. cit., p. 9.262 Ibídem, p. 7.263 AHMMb, Acta Junta de Reformas Sociales, 29 de septiembre de 1919.

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paciones de cara a la defensa de sus intereses. A través de los trabajos de Lucía Prieto264, po-demos conocer la existencia de agrupaciones obreras como la sociedad de trabajadores Mar y Tierra, que desde 1902 intenta defender las liber-tades y derechos de sus asociados con un carác-ter reivindicativo y educativo, o la sociedad Junta de Defensa Administrativa creada en 1909265. Por otra parte, también tenemos constancia de aso-ciaciones creadas en 1919, como la Federación Obrera El Progreso266 o la Sociedad de mineros y oficios varios El Despertar de Ojén267.

En torno a la Segunda República germina-rán nuevas asociaciones profesionales y sindica-tos en Marbella que Lucía Prieto nos describe con detalle. En 1930 la Sociedad Cultural Recreativa268 y al año siguiente nuevos sindicatos: La Sociedad de Mineros de Marbella afecta a la UGT, la Unión de Chauffer y Anexos de Marbella, la Sociedad de Traba-jadores de la Tierra (FNTT-UGT)269. El Centro Obre-ro La Defensa se conforma como Sindicato de Oficios Varios de la CNT, también hay constancia del Centro Obrero Libertad270 o al año siguiente, en 1932, del Sindicato Agrario Unión Agraria de San Pedro271.

En todo caso, los patronos también se organizaron mediante la creación de la Sociedad de Propietarios Agrícolas de Marbella y la Alianza de Labradores de España, entre 1932 y 1933272, o con asociaciones de carácter más progresista ini-cialmente, como la Agrupación de Comerciantes e Industriales, aunque se aparte de esa línea a partir de 1933 al sufrir el boicot de la CNT. De carácter marcadamente profesional, la Asociación de Obre-ros y Empleados Municipales se constituye en 1935 y defiende los intereses de los funcionarios y em-pleados del Ayuntamiento273.

III. eL LIberaLIsMo poLítIco. orIgen y evoLucIón

El liberalismo político en Marbella surge y se desarrolla en el siglo XIX de forma similar a la del resto de España, a lo largo de cuatro etapas netamente diferenciadas:

1. Los proLegómenos LiberaLes (1812-1833), en los que se producen los primeros planteamien-

tos del liberalismo, que se extienden desde la primera manifestación constitucional durante la guerra de la Independencia en 1812 —cortada de raíz por el regreso de Fernando VII, que impo-ne una política reaccionaria antiliberal, a pesar de los múltiples y fracasados intentos de reponer un liberalismo constitucional— hasta que fallece el monarca absolutista en 1833.

2. La transición hacia eL nuevo régimen LiberaL (1833-1843), que es la fase de configuración del sistema liberal. La regencia de Mª Cristina nece-sitará apoyarse en los liberales para garantizar el trono para su hija Isabel II, con lo que deberán hacer frente tanto a los absolutistas tradicionales como a los nuevos absolutistas representados por el carlismo. Se desarrollará desde la muerte de Fernando VII en 1833 hasta el fracaso de la política pseudoconstitucional del Estatuto Real, con la consiguiente proclamación de la Consti-tución de 1837, que provocará a medio plazo la Regencia de Espartero tras el primer triunfo so-bre el absolutismo carlista.

3. eL afianzamiento deL sistema LiberaL (1843-1875) momento de consolidación del sistema. Se inicia con la mayoría de edad de Isabel II y se afianza durante la Década Moderada, momento en el que se origina la división dentro del libe-ralismo entre moderados y progresistas con el paulatino y continuado alejamiento de las clases populares del liberalismo. El Bienio Progresista de Espartero anuncia la crisis del sistema —tras un nuevo periodo moderado de la Unión Libe-ral de O’Donnell—, al concebirse nuevas formas democráticas que se ensayan durante el Sexenio Democrático (Gobierno Provisional, Monarquía Democrática y República), que ponen fin a la so-ciedad tradicional y marcan el despertar del pro-ceso modernizador de España.

4. eL régimen de La restauración y La crisis deL sistema LiberaL (1875-1898) vendrá determinado por el reparto de poder y la parodia del sistema canovista durante el régimen de la Restauración, que deja una imagen caciquil y de falsa aparien-cia democrática, con lo que arrastrará al descré-dito a la clase gobernante. Su principal manifes-

264 PRIETO BORREGO, L.: «Republicanismo, obrerismo y caciquismo: Marbella (1900-1910)», en Actas del III Congreso de Historia de Andalucía, Andalucía Contemporánea III, Córdoba, 2001. Cajasur, Córdoba, 2003, pp. 429-441.

265 Ibídem, p. 441. En un interesante cuadro cita también la Asociación de Maestros de 1ª Enseñanza de Marbella y Estepona, La Sociedad Obrera de Instrucción y Socorros Mutuos, La Sociedad Obrera «La Emancipación», el Círculo Republicano Instructivo Obrero y el Círculo Agrícola e Industrial.

266 AHMMb, Acta Junta de Reformas Sociales, 29 de septiembre de 1919.267 PRIETO BORREGO, L.: «La situación de las clases trabajadoras en Marbella durante las primeras décadas del siglo XX», Bae-

tica, 2001, p. 701.268 Cf. PRIETO BORREGO, L.: Marbella los años de la utopía. Estudio de una Comunidad Andaluza (1931-1936), Marbella, 1994., pp.

25-137 y 98-150.269 Los representantes de este sindicato en la Junta de Paro Forzoso serán sucesivamente Fernando Sánchez Guerrero, Juan

Martín Sánchez y José Ruiz Martín.270 AHMMb, Actas Junta de Paro Forzoso 8 de febrero de 1933. El representante del Centro Obrero Libertad en esta Junta era

Miguel Berrocal Lomeña, y hay constancia de su existencia en Marbella desde 28 de octubre de 1931.271 AHMMb, AACC, 2 de noviembre de 1932 y cf. PRIETO BORREGO, L.: Marbella los años…, op. cit., pp. 98-150.272 PRIETO BORREGO, L.: Marbella los años…, op. cit., p. 145.273 Ibídem, pp. 146-150.

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tación será la crisis de 1898, en el contexto de la pérdida de las últimas colonias y de las crisis económicas finiseculares.

A pesar del advenimiento al trono de Alfonso XIII en 1902, la crisis no se resuelve y desencadenará una nueva a partir de 1917, que afecta a los ámbitos militar, político y social, fal-samente resuelta por la vía autoritaria y corpo-rativa con la alianza entre el trono y el ejército a expensas de las desacreditadas elites políticas. El beneplácito real tras el golpe de Primo de Rivera y su apoyo a la Dictadura, arrastrará al trono y generará el advenimiento de la efímera Segunda República.

1. Los proLegóMenos LIberaLes (1812-1833)

La convivencia del absolutismo de los Borbones con las ideas ilustradas se paralizará al año siguiente del acceso al trono del nuevo rey Carlos IV, tras el estallido revolucionario de 1789, por la amenaza procedente del otro lado de la frontera. Meses después, entre el 11 y 15 de febrero de 1790, se celebrará en Marbella su proclamación con grandes festejos274. Mientras, se cierran las fronteras al posible contagio revo-lucionario y a las ideas liberales que conectan con los herederos de la Ilustración francesa.

1.1. los Primeros síntomas de cambio: a la sombra de la constitución de 1812

Un hijo de la revolución, Napoleón, ex-tenderá las ideas de «Libertad, Igualdad y Fra-ternidad» y el germen de los nacionalismos por la Europa ocupada por sus tropas, a la vez que funda una dinastía que impone a miembros de su familia en varios tronos europeos. Así, apro-vechará el desenlace del Motín de Aranjuez, que dejó desvalido el trono español, para atraer a los monarcas hacia Bayona y, tras sucesivas cesiones del trono, cedérselo a su hermano José. Para Ar-tola, se produce la desaparición de la estructura política multisecular (Reyes, Junta de Gobierno, Consejo de Castilla, Audiencias-Capitanes Gene-rales), que será sustituida por una nueva legiti-midad, la popular, a través de las Juntas Locales o Provinciales, que bajo la aparente división fede-ralista y anárquica derivarán hacia la unificación estrenando «una conciencia nacional que los Bor-bones y la Ilustración habían forjado a lo largo de todo un siglo de tenaz labor política»275.

El paréntesis dinástico genera la división en el pueblo hispano entre los afrancesados que

apoyan a José Bonaparte, y que ven en ese apoyo la posibilidad de modernización de nuestro país, y un pueblo que se rebela y defiende en la calle a un monarca indigno de tal rango, a pesar de convertirse en El Deseado.

Durante los cinco años de la llamada Gue-rra de la Independencia el pueblo español ensa-ya nuevas formas de autogobierno en libertad y asume el sentimiento nacional en el doble sen-tido de Nación y de expresión de su soberanía nacional. Este sentimiento se manifiesta en la presencia del pueblo en armas, bajo el sistema de guerrilla con el apoyo de la población civil en una situación de «beligerancia universal» que presupone el carácter nacional de la guerra. En Marbella esas armas se traen de Gibraltar me-diante contrabando y así, acabada la etapa bélica en nuestra ciudad, Diego Ruiz, luego Contador de Guerra, hace varias reclamaciones para que le paguen los gastos del traslado de armas y muni-ciones (397 r.v.), que había traído de la plaza de Gibraltar en 1810276.

La aprobación de la Constitución de 1812 será el primer ensayo del liberalismo-constitu-cional en la configuración del nuevo estado li-beral, frente a un absolutismo reaccionario, que sólo a fuerza de sangre aceptará perder sus pri-vilegios.

En el caso de Marbella la guerra termina en el verano de 1812277, momento en que se forma un nuevo ayuntamiento, que inicialmente será provisional, y que enseguida se sustituye por el que correspondía según las normas de la recién aprobada Constitución de Cádiz. Ésta represen-taba las aspiraciones de los liberales, que preten-dían construir un nuevo régimen y transformar la sociedad. Entre las principales innovaciones

274 Cf. RODRÍGUEZ FEIJÓO, A.: «Carlos IV y las Fiestas de su Real Proclamación en Marbella», Cilniana, 9, 1997, pp. 28-38. En él describimos con detalle esta manifestación cívico-festiva que describe la situación de la Marbella del Antiguo Régimen en el contexto de la época.

275 ARTOLA, M.: «La España de Fernando VII: La Guerra de la Independencia y los orígenes del constitucionismo», en Historia de España de Ramón Menéndez Pidal, Tomo XXXII, Madrid, Espasa-Calpe, 1999, p. 384.

276 AHMMb, AACC, 30 de octubre de 1813 y 9 de mayo de 1814.277 ALCALÁ MARÍN, F.: Marbella de ayer…, op. cit., p. 62. Cita el 25 de agosto de 1812.

Proclamación Constitución de Cádiz en 1812 en el Oratorio de San Felipe Neri. Fuente: Salvador Viniegra y Lasso – Museo Cortes de Cádiz

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

destacan, aparte de la soberanía nacional y de la relativa división de poderes, el sufragio, aunque restringido y masculino, que se expresa en el ámbito municipal en la modificación del sistema de organización y de formación del ayuntamiento. Así en los mu-nicipios liberados de la presencia francesa, como en Marbella, tras el ayuntamiento provisional, se rea-lizan las elecciones municipales. De esta forma se procederá a la elección del primer ayuntamiento constitucional de Marbella278, que vendrá a sustituir a los anteriores con oficios perpetuos279, por los nuevos con alcaldes, regidores y procuradores síndicos.

Lo más significativo, apar-te de lo efímero del mismo, será:

En primer lugar, la desaparición, tempo-ral, de la figura del corregidor (Vicente Alonso Andrade y Sanjuán)280 que, como ciudad realen-ga, le correspondía a Marbella en el Antiguo Ré-gimen. El corregidor dependía directamente del nombramiento real y a partir de ahora deberá ser un representante del pueblo elegido mediante elecciones el que ostente el máximo cargo mu-nicipal.

En segundo lugar y como consecuencia de lo anterior, el que por primera vez el alcalde, que hasta ahora era un noble, Alfonso M. ª Roldán, del que se eleva informe por su actitud con los franceses281, será sustituido por un representan-te de la nueva burguesía: el farmacéutico Manuel Martínez Molina282.

En tercer lugar que se abre el debate po-lítico a fin de controlar el poder, entre los ab-

solutistas y las nuevas ideologías liberales283. Esto se constata tras las elecciones de diciembre de 1813, momento en que se elige un nuevo ayuntamiento presidi-do por el antiguo regidor per-petuo el absolutista Alfonso M.ª Roldán, ahora rehabilitado como alcalde284. El debate político se manifestará en que dicha elección no será aceptada por su rival, el liberal Pedro Escobar, que consi-gue ocupar el poder aunque por poco tiempo285, pues dos meses después será repuesto Alfonso M.ª Roldán aprovechando la co-yuntura absolutista.

1.2. la reacción absolutista de fernando vii (1814-1820)

Tras el tratado de Valençay, Napoleón re-conoce a Fernando VII como rey de España y de las Indias y regresa a la península. La vuelta del El Deseado supone el fin temporal del liberalismo, pues el rey no estaba dispuesto a tolerar la pér-dida del poder y la reacción no se hace esperar. El 19 de mayo de 1814, poco después del Mani-fiesto de los Persas y del consiguiente decreto de 4 de mayo —que aparte de no contener ningu-na doctrina política ni referencias a los proble-mas de la sociedad española286 hacía ambiguas promesas y declaraba nulos y de ningún valor ni efecto «la Constitución y decretos de Cortes, y reo de lesa majestad a quien tratase de hecho, escrito o palabra de restablecerlos»287— se pro-ducirán en Marbella, al conocerse la posición de Fernando VII, una serie de alborotos que re-pondrán en el poder al antiguo ayuntamiento absolutista presidido por Alfonso M.ª Roldán, al

278 Cf. AHMMb, AACC, 24 de septiembre de 1812. El primer ayuntamiento constitucional que se elige en Marbella y que per-manece hasta final de 1813 está formado por: Alcalde: Manuel Martínez Molina. Alcalde 2º: Gaspar de Fuentes. Regidores: Manuel Escovar, Diego Martín Barragán, Juan Molina, Juan Becerra López, Martín Cerván, Pedro de Reyes, Benito López, Juan de Mesa, Juan de Valderrama, Cristóbal Alonso del Moral. Síndicos: Pedro Brunell y Juan Francisco de Lara.

279 AHMMb, AACC, 9 de agosto de 1814. El Ayuntamiento que había en Marbella en 1808 estaba formado por las siguientes personas: Alcalde y Regidor Perpetuo Decano Alfonso M.ª Roldán (noble). Regidores: Alonso Fernández Barrios (noble), Luis M.ª de Alcocer (noble), Diputado del Común: Andrés Alonso y Moral. Rafael de Toro (noble). Síndico: Pedro García (noble como médico). Procurador General: Fernando Espinosa. En 1810 el ayuntamiento estaba compuesto por: Alcalde y Regidor Perpetuo Alfonso M.ª Roldán (noble). Regidores: Manuel de Artola (noble), Alonso Fernández Barrios (noble). Síndico del Común: Andrés Alonso y Moral. AHMMb, AACC, 12 de noviembre de 1813.

280 ALCALÁ MARÍN, F.: Marbella de ayer…, op. cit., p. 235. Cita el nombre de este corregidor que es nombrado en 1804.281 AHMMb, AACC, 4 de abril de 1813.282 Cf. AHMMb, Padrones. Padrón de Contribución Directa de 1814. Aparece citado por su oficio.283 Sobre este tema me remito a las conferencias de RODRÍGUEZ ROMERO, C.: «Elecciones a diputados y síndicos personeros. Eleccio-

nes en Marbella en el sexenio absolutista (1814-1819). Un atisbo de libertad en medio del tiempo» y a la de HERNANZ BURREZO, L.: «Cam-bio político y realidad económica. El ayuntamiento constitucional de Marbella en el Trienio Liberal» que aparecen en esta publicación.

284 Este nuevo ayuntamiento constitucional toma posesión el 1 de enero de 1814 y está formado por: Alcalde: Alfonso M.ª Roldán. Alcalde 2º: Josef Álvarez. Regidores: Juan Molina, Pedro de Reyes, Juan Becerra, Gregorio Atencia, Juan Guerrero, M. Cerván, José Duarte, Alonso Muñoz, Síndico: Pedro de Lara y Pedro Brunell. AHMMb, AACC, 1 de enero de 1814.

285 AHMMb, AACC, 19 de marzo de 1814. Este ayuntamiento constitucional está formado por: Alcalde: Pedro Escobar. Alcalde 2º: Josef Álvarez. Regidores: Antonio Hernández, Antonio Mata, Martín Cerván, Juan de Molina, Juan Becerra, Pedro de Reyes, G. Atencia, F. Aracena. Síndicos: Pedro Brunell y Manuel López.

286 ARTOLA, M.: Partidos y programas políticos, 1808-1936, I. Los partidos políticos, Alianza, 1991 p. 206.287 ARTOLA, M.: La burguesía…, op. cit., p. 45.

Fernando VII en un campamentoFuente: Francisco de Goya, 1814 – Museo

del Prado, Madrid

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

que habían sacado de su casa llevándole hasta el ayuntamiento288.

El sentimiento liberal era muy pobre en la mentalidad de los marbelleros. La reacción acaba con rapidez con los primeros indicios de cambio. Los alborotos se habían iniciado hacia las nueve de la mañana. Se oyeron los gritos de «Viva nuestro Rey D. Fernando VII, la Religión y la Inquisición». Esta es la verdadera realidad de la reacción: una trilogía inseparable del Antiguo Régimen, y a la que se añaden los deseos de que se aboliese lo establecido por la Constitución, e incluso el cambio del nombre de la plaza, que de ser de la Constitución pasará a denominarse de Fernando VII289. Unos días después, posiblemen-te para no sentar el precedente del apoyo po-pular, se restablecerá por tres meses al anterior ayuntamiento constitucional, aunque esta vez sin ese carácter y bajo la presidencia del corregi-dor Antonio García de la Puente290.

El 9 de agosto de 1814 se recibe la Real Cédula sobre extinción de ayuntamientos y alcal-des constitucionales que permite, bajo la nueva legalidad absolu-tista, el regreso al poder de los representantes del Antiguo Régi-men en Marbella, con Alfonso M.ª Roldán al frente291. Como puede apreciarse, el sistema tradicional aún tardará en modificarse, pero los primeros síntomas del cambio ya se han manifestado.

La vuelta de Fernando VII se caracteriza por la represión de los defensores del liberalismo, lo que se refleja en Marbella al pe-dirse informes sobre determina-das personas: nobles, regidores, e incluso presbíteros y beneficia-dos del clero292.

La huida, el refugio en la clandestinidad (masonería, ini-ciativas conspiradoras) será la única salida para preparar un nuevo asalto al poder, pues sólo re-conquistándolo podía hacerse viable el proceso

reformista contenido en los derogados decretos de las Cortes293. No tenemos noticia de masones en Marbella en ese momento, pero sí del encierro en su castillo del capitán Juan Van-Halen, todo un personaje del que incluso se ha novelado su vida por Pío Baroja294 y que a punto estuvo de ser eje-cutado en nuestra ciudad en diciembre de 1815, tras ser procesado por una supuesta orden real. Se sabe que en sus últimos momentos, ya en ca-pilla, será liberado de ser fusilado por el conde de Montijo, capitán general de Granada, jefe de la francmasonería española, aunque más tarde, en 1817, volverá a ser preso por nueva denuncia por masón en Murcia de la que nuevamente se librará295.

1.3. el trienio liberal (1820-1823)Varios pronunciamientos militares —Es-

poz y Mina en Pamplona (1814), Juan Díaz Porlier en La Coruña (1815), Luis Lacy y Lorenzo Milans del Boch en Barcelona (1817), Joaquín Vidal en Valencia (1819) — pretenden la vuelta del libe-

ralismo, pero fracasan uno tras otro.

Por fin triunfa un pronun-ciamiento: el que realiza el te-niente coronel Rafael de Riego en Cabezas de San Juan el 1 de enero de 1820, que se convertirá, según Artola, en «el primer asalto victorioso a la fortaleza del legi-timismo continental (…) España y su texto constitucional se con-vertirían en el centro y el modelo de las revoluciones europeas»296. Sin embargo el pronunciamien-to de Riego no consigue el éxito esperado y tendrá que recorrer Andalucía proclamando la Consti-tución en las poblaciones por las que pasa ante la indiferencia de muchos vecinos y con el apoyo de

otros, por lo que con el paso del tiempo el levan-tamiento pierde fuerza. Una serie de movimien-tos (Quiroga en Cádiz, Azevedo en La Coruña,

288 AHMMb, AACC, 19 de mayo de 1814.289 AHMMb, AACC, 19 de mayo de 1814.290 AHMMb, AACC, 27 de mayo de 1814.291 AHMMb, AACC, 9 de agosto de 1814. Alcalde: Alfonso M.ª Roldán. Regidores: Alfonso Fernández Barrios, Manuel Artola, Luis

M.ª Alcocer, Joaquín Millán. Diputados del Común: Andrés Alonso y Moral, Rafael de Toro, Benito López. Síndico del Común: Pedro García, Juan Valderrama. Procurador General: Fernando Espinosa. En diciembre se renuevan los cargos.

292 AHMMb, AACC, 2 y 6 de agosto de 1814. Se piden informes al Ministerio de Gracia y Justicia sobre el corregidor Alfonso Mª Roldán y sobre otros personajes como los regidores Alonso Fernández Barrios, Manuel de Artola, el secretario Alejandro Manuel Aguado, los nobles Juan Alonso Torralba, Miguel A. Aguado, D. Juan Chinchilla, Luis Alcocer; el presbítero Diego Morito y los bene-ficiados José Martín Cantos y Bartolomé Martín.

293 ARTOLA, M.: «La España de Fernando VII…», op. cit., 1992, p. 616.294 Sobre la vida novelada de este personaje puede consultarse la obra de Pío BAROJA: Juan van-Halen: el oficial aventurero, Ma-

drid, Espasa-Calpe, 1970. Entre otras aparece citado por Benito PÉREZ GALDÓS en Los Ayacuchos. También hay una autobiografía titulada Memoires de don Juan van-Halen, Renouard, París, 1827.

295 FUENTE, V. de la: Historia de las sociedades secretas, antiguas y modernas en España y especialmente de la Franc-masonería, Madrid-Lugo: Imp. a cargo de D.R.P. Infante, 1874- 81, pp. 146 a 151 y 181. (Cf. Texto de la obra original en http://es.wikisource.org).

296 ARTOLA, M.: La España de Fernando VII…, op. cit., p. 801.

Juan Van-HalenFuente: Anónimo - Museo Naval, Madrid

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Ballesteros en Madrid…) forzarán al rey a jurar la Constitución de 1812, el 8 de marzo. Nos consta que Riego pasa por Marbella camino de Málaga297, y posiblemente estuviera en esta ciudad a media-dos de marzo (a la que vuelve el 26 de septiembre de 1822)298. El 14 de marzo se reciben noticias de la publicación del Manifiesto del rey a la Nación Es-pañola y al día siguiente se produce la proclama-ción de la Constitución de 1812299.

El nuevo gobierno no sólo restablece la Constitución sino que libera a los presos políti-cos, suprime la Inquisición300 y repone las anti-guas autoridades constitucionales destituidas en 1814, aunque, en Marbella, el Jefe Superior Po-lítico no lo permite, pues lo considera una arbi-trariedad y ordena que se realicen las correspon-dientes elecciones301. Efectuadas éstas se nom-brará el nuevo ayuntamiento el 17 de abril de 1820, presidido por Francisco Granados302. Unos días antes se había publicado la Constitución y los nuevos regidores la juran el 20 de abril303.

Por otro lado, el antiguo corregidor, Mar-cos Cachapero, medianamente restablecido de su enfermedad, se aproxima a jurar la Consti-tución como Juez de Primera Instancia el 24 de marzo de dicho año304. Otro cambio significativo, será el que se produzca en abril de 1820, en el que se coloca una placa en la plaza que, desde entonces, tomará el nombre de la plaza de la Constitución305.

El nuevo régimen liberal también se pone a la defensiva y, a igual que hicieran los absolutis-tas en 1814, solicita informes sobre determina-dos empleados del ayuntamiento supuestamen-te adversos y que ocupan puestos importantes, la mayoría relacionados con la Hacienda306.

Otro de los símbolos del cambio, un poco tardío en Marbella pues el decreto se publicó el

24 de abril, será la creación, el 30 de noviembre de 1820, de la Milicia Nacional, pieza clave para los liberales a cuyo frente se coloca al capitán don Cristóbal Villalobos307. Dicha milicia está formada por un número amplio de miembros, 171, aunque mal armados ya que al pedir armas al capitán de la Compañía Fixa de Infantería sólo les entregara 54 fusiles (38 con bayonetas) por lo que la mayor parte están desarmados308. Quizá por eficacia este número se ha reducido a 77 en febrero de 1821309. El problema del armamento tratará de solucionarse sacando dinero mediante la organización de una novillada310.

La falta de fondos económicos y el deseo de eliminar el peso de la Iglesia en el Antiguo Ré-gimen lleva a las Cortes liberales a hacer una ley desamortizadora, el 1 de octubre de 1821, por la que se suprimen todos los monacales, colegios regulares y conventos de órdenes militares, a la vez que se suprimían todos los conventos que no llegasen a 24 monjes. Esta ley también tendrá su repercusión en Marbella ya que se producirá la supresión de los conventos de San Juan de Dios y de San Francisco con la consiguiente exclaustra-ción, aunque siete de los monjes secularizados solicitarán inscribirse en la Milicia Nacional311. Sin embargo, las presiones sobre los regulares exclaustrados llegan a su culmen en junio cuan-do se recibe una circular del Jefe Superior Po-lítico de 17 de mayo ordenando que todos los regulares salgan del pueblo312. Abundando en lo anterior y en el mismo sentido hay que inscribir las medidas ordenando que no se pague nada a la Iglesia salvo por el Corpus, en las fiestas pa-tronales y en el aniversario de la Constitución313. Lógicamente todas estas medidas, y lo que en sí suponían, no iban a aceptarse de forma pasiva, especialmente por el alto clero, que toma par-

297 AHMMb, AACC, 26 de abril de 1820. El propio Rafael del Riego pedirá un documento de buena conducta a su paso por esta ciudad.

298 AHMMb, AACC, 26 de septiembre de 1822.299 AHMMb, AACC, 15 de marzo de 1820.300 La Inquisición había sido suprimida por la Constitución de 1812 y por el decreto que la desarrolla de 22 de febrero de

1813. Repuesta por Fernando VII será nuevamente suprimida por el decreto de 9 de marzo de 1820. Con anterioridad había sido suprimida por José I.

301 Cf. AHMMb, AACC, 8 de abril de 1820.302 AHMMb, AACC, 17 de abril de 1820.303 AHMMb, AACC, 20 de abril de 1820.304 AHMMb, AACC, 24 de marzo de 1820. Como se puede comprobar en las AACC, el antiguo corregidor aunque cesa como tal

jura la Constitución y continuará como Juez de Primera Instancia hasta que fallece en el mes de mayo de 1820 (cf. AACC 12 de mayo de 1820) momento en el que es nombrado para sustituirle Josef M.ª Escobar.

305 AHMMb, AACC, 26 de febrero de 1821.306 Cf. AHMMb, AACC, 11 de julio de 1820 y 7 de agosto de 1820. Son funcionarios de Hacienda como Josef M.ª Escobar, Baltasar

Aguado, J. Joaquín Quintero y Benito de Hoces.307 AHMMb, AACC, 30 de noviembre de 1820. Estaba formada por un capitán, dos tenientes, un sargento primero, cinco sargen-

tos segundos, seis cabos, seis cabos segundos y 148 soldados.308 AHMMb, AACC, 10 de enero de 1821.309 AHMMb, AACC, 26 de marzo de 1821. Ahora consta de un capitán, dos tenientes, un sargento primero, tres sargentos, cinco

cabos y 63 soldados.310 AHMMb, AACC, 13 de abril de 1822.311 AHMMb, AACC, 25 de enero de 1822 y 26 de febrero de 1822. Son José de Mesa, José Molino; José Canseco, Cristóbal Ca-

rrero, A. Ríos, José Manilo, Agustín Amadeo.312 AHMMb, AACC, 3 de junio de 1822.313 AHMMb, AACC, 3 de junio de 1822.

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tido contra los liberales, por lo que se advertirá a los predicadores cuaresmales que no mezclen en sus sermones «especie alguna contraria a la Constitución»314.

Como nos muestra Juan Francisco Fuen-tes315, el régimen liberal aún no se ha asentado sobre bases firmes, incluso nos encontramos con una confusa dualidad de poderes entre el nuevo gobierno y las juntas locales que tendrán un importante protagonismo. Además el libera-lismo se divide, pugna por la ley de imprenta, la creación de sociedades patrióticas, la reunión de Cortes, la reforma de la constitución (en te-mas como el sufragio y la ley de cámaras), entre la tendencia moderada —que representa el li-beralismo doceañista, institucional u oficialista, apoyado por las clases propietarias: burguesía, terratenientes, clases medias profesionales y con líderes como Toreno, Muñoz Torrero, Martí-nez de la Rosa, Villanueva— y el liberalismo de base, más radical próximo a las clases medias y populares, los exaltados cuyos representantes eran Alcalá Galiano, Istúriz, Moreno Guerra, Ca-latrava, Moreno Alpuente y Flórez Estrada316. Tal como señala Artola, «a partir de 1821 la situa-ción española refleja un doble enfrentamiento. Los gabinetes moderados de Bardají y Martínez de la Rosa son combatidos por los exaltados que les niegan carácter representativo en tanto comienzan a organizarse partidas realistas que intentan acabar por las armas con el régimen constitucional»317. Por otro lado, aparece una oposición absolutista legitimista que desde el mismo año de 1820, con el «Manifiesto que los amantes de la monarquía hacen a la nación es-pañola, a las demás potencias y a sus soberanos del marqués de Mataflorida, defienden la reac-ción, los mayorazgos, las inmunidades y rentas eclesiásticas, la Inquisición…» sin la menor re-ferencia a la Constitución318.

Habrá más intentos para acabar con el incipiente liberalismo. Se forman partidas abso-lutistas en diversas zonas de la península, forma-das en ocasiones por antiguos guerrilleros que

habían luchado contra los franceses y que tam-bién se aproximan a Marbella. En mayo de 1821 llegan noticias reservadas, del Jefe Superior Po-lítico de Algeciras al alcalde de Estepona, sobre un aviso anónimo de «revolución armada»319. A la vez se dan órdenes de búsqueda y captura de los líderes facciosos más significativos, como el guerrillero Pedro Zaldívar320. Al año siguiente, tras el fracaso del intento golpista absolutista de la Guardia Real de El Pardo (7 de julio de 1822) gracias a la actuación de la Milicia Nacional ma-drileña, se sustituye el gobierno moderado de Martínez de la Rosa por el exaltado de Evaristo San Miguel (el que fuera autor de la letra oficial del Himno de Riego)321.

Los efectos de esta intentona también se reflejan en Marbella, donde llegan noticias de particulares cuatro días después322 y las oficia-les del Jefe Superior Político con una semana de retraso323. En este contexto surgen desórdenes y alborotos e insultos al alcalde324, los síntomas de nerviosismo y de cambio en la evolución de los acontecimientos son evidentes, especialmen-te cuando se conoce la proximidad de facciosos con tambor y «bandera blanca con Cruz Roja» que iban hacia Jubrique325, y se recibe informa-ción sobre lo ocurrido en Ronda con los faccio-sos José Aguilar y Sebastián Tinoco326. Ante ello se convoca mediante bando a la Milicia Nacio-nal, pero no tendrá la respuesta esperada, por lo que se amenaza con poner una multa de cuatro ducados a los individuos que falten a la nueva reunión327. También aparecen pasquines en las casas de los liberales328. Por todo ello no es de extrañar el ambiente de miedo que se respira, no sólo entre los liberales, sino en general en el pueblo. En este contexto se produce el destierro de la diócesis de Málaga de su obispo, Alonso Cañedo Vigil (antiguo diputado a Cortes por As-turias de ideología absolutista, presidente de las Cortes de Cádiz durante poco más de un mes329, que había sido nombrado obispo de Málaga por Pío VII en 1814 y tomó posesión en 1815330). Aunque en las fuentes de la diócesis se cita que

314 AHMMb, AACC, 5 de marzo de 1821.315 FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen (1808-1868) Política y sociedad, Madrid, Síntesis, 2007, pp. 51-52. 316 ARTOLA, M.: Partidos y..., op. cit., p. 209. 317 ARTOLA, M.: La burguesía…, op. cit., p. 48.318 ARTOLA, M.: Partidos y…, op. cit., pp. 213 y 214.319 AHMMb, AACC, 3 de mayo de 1821.320 AHMMb, AACC, 13 de mayo de 1821.321 ARTOLA, M.: Partidos y…, op. cit., p. 212.322 AHMMb, AACC, 11 de julio de 1822.323 AHMMb, AACC, 15 de julio de 1822.324 Cf. AHMMb, AACC, 15 y 17 de julio y 28 de agosto de 1822.325 AHMMb, AACC, 3 de agosto de 1822.326 AHMMb, AACC, 6 de agosto de 1822.327 Cf. AHMMb, AACC, 7 de agosto de 1822 y AACC, 9 de agosto de 1822.328 AHMMb, AACC, 22 de agosto de 1822.329 Relación de presidentes de las Cortes. El obispo fue presidente entre el 24 de diciembre de 1810 y el 23 de enero de 1811

en la legislatura de 1810 a 1813. Cf. Página oficial Congreso de los Diputados.330 En la página web del Obispado de Málaga (Cf. http://www.diocesismalaga.es), bajo el título de Episcopologio, aparece una

reseña biográfica de este obispo realizada por don Manuel LUENGO TAPIA sobre los libros Historia de la Diócesis de Málaga de los RR.

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el motivo de la expulsión fue la acusación de fo-mentar la rebelión contra el sistema político ins-taurado en el trienio constitucional, atribuyendo su salida hacia Gibraltar a una decisión personal por la persecución de los revolucionarios y, por la extrema necesidad y pobreza, sin embargo en las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Marbella consta que hay una orden del Ministerio de Gracia y Justicia con la extradición del obispo, por reso-lución 23 de agosto, por lo que solicitan un pasa-porte al Ayuntamiento331, así como la correspon-diente protección mientras está a la espera para embarcar hacia Gibraltar. También solicitan que se haga una relación de los que le acompañan332.

El Ayuntamiento no parece enterarse de lo que se avecina. Aparecen noticias anónimas de contactos entre las fuerzas navales francesas y los facciosos333, y también de la llegada a Málaga del faccioso Zaldívar, por lo que se pide la aplica-ción de la Ley Marcial de abril de 1821334. Incluso se reciben noticias de que los seguidores de Zal-dívar se reúnen en el municipio335. Sin embargo, las medidas que toman son escasas, a pesar de que se dan órdenes de que se formen Compa-ñías de a pie y a caballo para la vigilancia de los caminos336, e incluso el Jefe Superior Político les advierte de las noticias que han llegado a sus oí-dos, y que son negadas por los munícipes, en las que se asevera que en Marbella «se cometen des-ordenes, se abrigan vagos, jugadores, malentre-tenidos, enemigos del sistema insultan a los pro-hombres sin tomar medidas el ayuntamiento»337, e incluso se incluye esta cancioncilla que al pare-cer están en boca de algunos:

«Que dolor de Compañía/que dolor de Capitán/ Estos pobrecitos Gefes/ Donde hiran a parar/ Ballan a guardar cochinos que es cosa muy regular/ Pues a la Junta de Provincia/ Los ha mandado retirar»338.

El miedo continúa en el nuevo año 1823. Hay noticias sobre la amenaza de la cuadrilla del

guerrillero Francisco Gómez Pantisco, que in-quieta a la población339. Mientras, los triunfos sobre los absolutistas son celebrados con actos religiosos como el Te Deum por la rendición de Urgell a Espoz y Mina340. En esa ciudad se había formado, en agosto de 1822, un gobierno abso-lutista presidido por el marqués de Mataflorida y por dos vocales: el barón de Eroles, y el arzobis-po Jaime Creix, todos contrarios al liberalismo. Por temor a una posible invasión, Fernando VII y el gobierno liberal, se había trasladado a Sevi-lla y luego a Cádiz. En Marbella la situación se complica durante la Semana Santa por excesos de los cofrades que acuden con máscaras, palos, escobas y esteras como escapularios. Por ello el Ayuntamiento liberal decide prohibir las pro-cesiones, aunque no será aprobado por el Jefe Superior Político al no haber antecedentes341. Se les permitirá, aunque sin túnicas y con el cierre de las tabernas342.

1.4. la década ominosa (1823-1833)El 7 de abril, se produce la invasión de los

«Cien Mil hijos de San Luis» al mando del duque de Angulema, sin previa declaración de guerra. Ese mismo día en Marbella ya hay noticias de la amenaza de una posible invasión, y en previsión se ordena la realización de un inventario y reco-ger las alhajas de los conventos suprimidos343. Además, se procederá a tomar las medidas para la defensa frente a ese «ejército de esclavos» como en la «Guerra de la Independencia»344. Por decreto 23 de abril se recibe la orden de declaración de guerra a Francia345. A pesar de ello, Marbella no tiene medios de defensa ya que sólo cuenta con la Compañía de Inválidos Hábiles y la Milicia Nacional346, aunque hace todo lo posible para buscarlos, in-cluso se pide que se desentierren los cañones de bronce que estaban junto al castillo de San Luis desde la retirada de los franceses para ver si están en estado de servicio347.

Otra vez los símbolos serán los primeros en caer. Se sabe que los serranos, al mando de

PP. don Lisardo Guede y Fernández y don Rafael Gómez Marín, Episcopologio de la Diócesis de Málaga del P. don Francisco Mondéjar, SJ, y el Boletín Oficial de la Diócesis.

331 AHMMb, AACC, 30 de agosto de 1822.332 AHMMb, AACC, 31 de agosto de 1822.333 AHMMb, AACC, 8 de septiembre de 1822.334 AHMMb, AACC, 12 de septiembre de 1822.335 AHMMb, AACC, 24 de septiembre de 1822.336 AHMMb, AACC, 10 de diciembre de 1822.337 AHMMb AACC, 24 de diciembre de 1822.338 AHMMb, AACC, 24 de diciembre de 1822.339 AHMMb, AACC, 20 de febrero de 1823.340 AHMMb, AACC, 24 de febrero de 1823.341 AHMMb, AACC, 23 de marzo de 1823.342 AHMMb, AACC, 27 de marzo de 1823.343 AHMMb, AACC, 7 de abril de 1823.344 AHMMb, AACC, 28 de abril de 1823.345 AHMMb, AACC, 4 de mayo de 1823.346 AHMMb, AACC, 4 de julio de 1823.347 AHMMb, AACC, 12 de junio de 1823.

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Bartolomé Espinosa, vienen con intención de de-rribar la lápida de la plaza de la Constitución348. El Trienio Liberal acaba en Marbella el 25 de julio de 1823, momento en que se repone el ayuntamiento de 1820, excepto Alfonso M. ª Roldán (que será purificado aunque más adelante reintegrado)349, Jacobo de Zafra y el síndico Francisco Álvarez por haber sido miembros de ayuntamientos constitu-cionales350. Al frente del nuevo ayuntamiento se pondrá a un nuevo corregidor interino, Juan Flo-rencio Guzmán. De nuevo el ritual de los cambios: se nombra un corregidor como representante de rey en los municipios, con lo que ello significa de eliminación del sistema electoral constitucional; también se suspende la Milicia Nacional (importan-te apoyo del sistema liberal) y se forma a la Com-pañía de Infantería Fixa (al mando del capitán Juan Díez de Oñate) y una Partida Realista (al mando del subteniente Luis Mazoti) que incluye a solteros o viudos entre 17 y 40 años de Ojén, Istán y Bena-havís351; además se cambia la placa de la plaza de la Constitución, que ahora pasará a llamarse plaza Real352. No debemos dejar de citar la aparición de los correspondientes informes e incluso, años des-pués, las compras de títulos nobiliarios353.

Fernando VII se asienta de nuevo en el poder como monarca absolutista y la revancha no se hará esperar: el exilio, las depuraciones (purificación) e incluso las ejecuciones estarán a la orden del día. Serán años de persecuciones de todo cuanto suene a liberal, protagonizadas en muchos casos por los Voluntarios Realistas que actuaban con patente de corso en las zonas don-de casi no llegaba el Estado.

En este periodo los liberales no desisten y durante esos años se producen diversos in-tentos de restaurar el orden constitucional. El 3 de agosto de 1824 el coronel Francisco Valdés sale de Gibraltar con unos doscientos hombres, y sorprende la plaza de Tarifa, incorporando á su gente los presidiarios y otros muchos com-prometidos como el carbonario italiano Mercon-chini que desembarca en Marbella aunque ante el fracaso de la intentona consigue huir354. Sin

embargo, otros no lo logran, pues nos consta que hay presos revolucionarios procedentes de Gibraltar encarcelados por invadir la ciudad el 7 de agosto de 1824355.

Posiblemente esta incursión sea el deto-nante del intento de reforzar la defensa de la ciu-dad con una ampliación a una segunda Compañía de Voluntarios Realistas, tal y como le correspon-de por la situación y el vecindario de la ciudad. Para ello, se hace una proclama invitando a los marbellíes a alistarse356, pero sólo se apuntan do-ce357. Por ello se atribuye la responsabilidad a la apatía del corregidor Antonio Gabriel Cánovas, que se disculpa por la cantidad de exclusiones, según informa el coronel Ildefonso M. Moneste-rio358. Este corregidor será suspendido en 1831 del cargo que tenía desde 1824, por «la criminal conducta moral y política»359. Estas acusaciones de amistad con los masones, de tener comuni-caciones con Gibraltar, de revelar secretos de la policía, de estar unido a los contrabandistas, de dejar fugarse a los revolucionarios, de ser ene-migo de los realistas, e incluso, de apropiarse de las multas para su bolsillo y estar amancebado. Estas acusaciones eran suficientemente graves como para provocar su cese360, salió bajo fianza en 1831361, se atribuyeron acusaciones falsas, no volvió a ocupar el puesto que poseía como co-rregidor en Marbella, aunque cobrará posterior-mente los atrasos correspondientes en su nuevo destino362.

El miedo al contagio revolucionario fran-cés producirá un incremento de la represión en España. Desde octubre de 1830 se producen va-rios intentos liberales con partidas desde Fran-cia. En noviembre de ese año, se reciben noticias en Marbella de la presencia de revolucionarios en la plaza de Gibraltar. Por ello se forma un re-tén de realistas que colocan por la noche en las playas363, al cual se une un refuerzo procedente de Igualeja364, que estará pendiente de cualquier posible movimiento de carácter liberal. Este «pá-bulo a los revolucionarios» es el reflejo que se produce en Marbella ante la revolución acaecida

348 AHMMb, AACC, 24 de julio de 1823.349 AHMMb, AACC, 27 de abril de 1826. Tras la purificación será rehabilitado.350 AHMMb, AACC, 25 de julio de 1823.351 AHMMb, AACC, 29 de julio de 1823 y 4 de agosto de 1823.352 AHMMb, AACC, 3 de octubre de 1823.353 AHMMb, AACC, 21 de diciembre de 1826 y 14 de marzo de 1827. En ellas se cita a Ildefonso Pérez de Vargas solicitando el

título de Marqués de Castellón a fin de comprarlo.354 FUENTE, V. de la: Historia de las sociedades secretas..., op. cit., p. 371.355 AHMMb, AACC, 30 de septiembre de 1824.356 AHMMb, AACC, 2 de junio de 1827.357 AHMMb, AACC, 6 de julio de 1827.358 AHMMb, AACC, 23 de julio de 1827.359 AHMMb, AACC, 7 de abril de 1831.360 AHMMb, AACC, 18 de mayo de 1831.361 AHMMb, AACC, 3 y 13 de enero de 1831.362 AHMMb, AACC, 17 de diciembre de 1832.363 AHMMb, AACC, 5 de noviembre de 1830.364 AHMMb, AACC, 13 de noviembre de 1830.

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en Francia en julio de 1830 y servirá de acicate para nuevas intentonas liberales (como la toma de Torrijos de La Línea o los fracasados desem-barcos en las costas malagueñas en los primeros meses de 1831).

El 2 de marzo Torrijos consigue llegar a la cala de Torre Nueva, noticia que se conoce en Marbella al día siguiente365, aunque será un fra-caso por la detención y posterior fusilamiento de los implicados en esta intentona. Entre los 52 fusilados junto a Torrijos el 11 de diciembre de 1831, se encuentra un marinero de Marbella, Ra-món Ibáñez366.

A pesar de reiterados y fracasados inten-tos, los liberales aún no han encontrado el mo-mento oportuno para desarrollar su política. Este momento llegará tras la muerte de Fernando VII, con ocasión del problema sucesorio, pero no sin la presión de los carlistas ultramontanos.

2. La transIcIón hacIa eL nuevo régIMen LIberaL (1833-1843)

El periodo clave, en cuanto a la trans-formación del Antiguo Régimen en un nuevo sistema político y social de carácter netamente liberal, será el comprendido entre 1833 y 1868. Durante el periodo isabelino, especialmente en los primeros años, se desmantela el A. Régimen y se sustituyen las formas antiguas de propie-dad señorial por la nueva propiedad burguesa, se forma una burguesía agraria que se hace

dueña de la vida municipal, y la monarquía ab-soluta es sustituida por una monarquía consti-tucional y una administración moderna basada en principios de racionalización, centralismo y uniformización, con lo que se construye el Es-tado liberal367.

Ese proceso se desarrolla en dos etapas, la primera de transición o de configuración del sistema —en la que los liberales y la regente Ma-ría Cristina de Borbón-Dos Sicilias, viuda de Fer-nando VII, se apoyan mutuamente con el fin de defenderse del enemigo común: los carlistas— y una segunda etapa, en la que se producirá el afianzamiento o consolidación de dicho modelo político social.

2.1. la transición: entre carlistas y cristinos

Fernando VII se había casado en cuatro ocasiones (María Antonia de Nápoles, Isabel de Braganza, María Josefa de Sajonia y María Cristi-na de Borbón) pero sólo tuvo descendencia, fe-menina, de su último matrimonio (Isabel y Luisa Fernanda), lo que servirá de disculpa para una reclamación jurídica por un supuesto problema sucesorio que encubre diferencias de fondo en-tre los partidos dinásticos. En realidad, el car-lismo, que apoyan los partidarios de Carlos M.ª Isidro, se apoya en un antiguo régimen caduco anquilosado en viejas herencias medievales, con un integrismo católico que niega cualquier remi-niscencia liberal e incluso se opone a la desapa-rición de un régimen gremial en peligro por el peso del incipiente capitalismo industrial. Todo ello sustentado en una ideología foralista (en sintonía con los nacionalismos históricos román-ticos europeos) que se enfrenta a cualquier in-tento de centralismo. Por todo ello representa el contrapunto del incipiente liberalismo368.

La noticia del futuro enlace se conoce en Marbella en octubre de 1829369, dos meses an-tes de producirse. Más tarde se tendrá noticia del embarazo de la reina y se harán las corres-pondientes rogativas en el mes de mayo, quinto mes de su embarazo370. Este llegará a término, en septiembre de 1830371, con el nacimiento de una niña que será reconocida como princesa de Asturias por los munícipes en octubre de dicho año372. Casi dos años después, el 31 de enero de 1832, nacerá su hermana la infanta Luisa Fer-

365 AHMMb, AACC, 3 de marzo de 1831.366 Cf. FUENTE, V. de la: Historia de las sociedades secretas…, op. cit., p. 374. Ramón Ibáñez sale de Gibraltar y será el piloto de la

barcaza Santo Cristo del Grao y oficial de la milicia de Valencia que los lleva hasta las costas de Fuengirola. Aparece en la lista de la plaza de la Merced de Málaga. Al parecer aparece representado en el cuadro de A. Gisbert de pie en primer lugar a la izquierda.

367 JOVER ZAMORA, J. M.ª: «Prólogo» a La era isabelina y el sexenio democrático (1834-1874), Historia de España de Menéndez Pidal, Tomo XXXIX, Espasa-Calpe, 1981, p. XXVI.

368 Cf. MARTÍ, C.: «Afianzamiento y despliegue del sistema liberal», Revolución burguesa, oligarquía y constitucionalismo (1834-1923), en Historia de España. Tuñón de Lara, Tomo VIII, Barcelona, Labor, 1981.

369 AHMMb, AACC, 8 de octubre de 1829. El matrimonio se celebra en Aranjuez el 11 de diciembre de 1829.370 AHMMb, AACC, 17 de mayo de 1830.371 AHMMb, AACC, 13 de septiembre de 1833.372 AHMMb, AACC, 28 de octubre de 1830.

Vista de la Plaza de Riego (actualmente de la Merced) y monumento a Torrijos, MálagaFuente: Grabado de P. Poyatos, Fundación Unicaja - ADE, Málaga

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

nanda373, pero en ningún momento un hermano varón.

2.1.1. eL probLema sucesorio

El problema sucesorio se plantea especial-mente en el verano de 1832 durante los sucesos de la Granja, en el momento en que Fernando VII enferma gravemente y los partidarios de su hermano Carlos M.ª Isidro, entre ellos Calomar-de, que nunca habían aceptado a Isabel como heredera, presionan a la reina para que derogue la Pragmática Sanción. Ésta será restablecida por el rey cuando se recupere y reforme el gobierno sustituyéndolo por personas más moderadas: cae Calomarde como ministro de Estado y nombra a Cea Bermúdez. Este acontecimiento acerca a Fer-nando VII a los liberales que, tras su muerte, se vincularán con el futuro de la monarquía que re-presenta la nueva reina.

Pero no será sólo una mera cuestión dinás-tica, sino que, tal y como señala Artola, «la defen-sa de sus derechos encubre el conflicto entre dos tendencias y aún más entre dos sectores de la so-ciedad cuyas demandas resultan excluyentes»374. Los carlistas no sólo eran absolutistas, defendían la plenitud del Antiguo Régimen y el manteni-miento de la Inquisición, por lo que el problema jurídico, sobre los derechos al trono, no es sino el pretexto que sirve para desencadenar el conflicto que existía entre dos tendencias políticas y, aún más, entre dos grupos sociales que no aceptaban convivir375. María Cristina necesitará apoyarse en los liberales para defender el trono de su hija Isabel II frente a los partidarios del pretendiente don Carlos, claro representante del Antiguo Ré-gimen. De esta forma los liberales asumirán pau-latinamente los puestos clave y desde ellos cola-borarán de forma efectiva en la transformación del sistema, sustituyéndolo por otro más acorde a sus intereses, aunque con las dificultades inhe-rentes a un régimen que se niega a desaparecer y obstaculiza cualquier intento de cambio.

Este proceso de transición hacia el constitu-cionalismo liberal se manifiesta en la elaboración de una carta otorgada, el Estatuto Real, recurso pseudoconstitucional de apariencia parlamentaria, que intenta evitar la reimplantación de la Constitu-ción de Cádiz y en el que la reina tendrá extensos

poderes, con lo que se limitan los principales dere-chos, libertades y la soberanía nacional376.

Marbella recibe el 15 de abril de 1833, me-ses antes de la muerte del rey, un oficio de la Secre-taría de Gracia y Justicia por la que se ordena que «se cumpla lo que determinan los cuatro ejempla-res del testimonio de actas de Cortes de 1789 so-bre restablecimiento de la antigua ley y costumbre inmemorial en la sucesión de la Corona de España [...] cuyos documentos produjeron la Real Pragmá-tica sanción de 1830»377. Es decir, se informa con claridad de la supresión de la Ley Sálica y de la vuel-ta a la tradición de las Siete Partidas de Alfonso X, a fin de que la primogénita de Fernando VII fuese reconocida como legítima heredera del trono.

Sin embargo no todos están de acuerdo con este planteamiento por lo que tras la llegada al trono de Isabel II, el 29 de septiembre, comien-zan una serie de levantamientos carlistas, el pri-mero de ellos será el de los Voluntarios Realistas del día 3 de octubre en Talavera de la Reina dirigi-do por Manuel M.ª González378, seguido dos días después por el que dirige el marqués de Valdes-pina en Bilbao379. Este es el comienzo de un mo-vimiento carlista a favor del hermano de Fernan-do VII, Carlos M.ª Isidro. Para evitar algo similar se reorganiza en Marbella la Primera y Segunda Compañía de Voluntarios Realistas a cuyo mando se encuentra Antonio Domínguez Alburquerque, que separará de ella a todos aquellos individuos que no considera adictos a la Regente380.

El 5 de noviembre de 1833, poco más de un mes después del advenimiento al trono de Isabel II, se proclamará en Marbella a Isabel II y a la Rei-na Gobernadora, la regente María Cristina de Bor-bón, bajo la costumbre tradicional. Para ello, ante la falta de Alférez Mayor que la nombre y eleve el pendón, se eligió a Francisco de Asís Roldán «por su nobleza» (valor aristocrático del Antiguo Régi-men) y «posibilidades» (valor económico, pues es uno de los mayores contribuyentes). También por «su adicción a los derechos de sucesión directa de la monarquía»381, es decir, por apoyar a Isabel II. Aunque no todos los presentes la apoyarán.

2.1.2. Los rescoLdos absoLutistas. Los carListas

Una de las primeras medidas de los cristi-nos para evitar la extensión a Marbella del foco

373 AHMMb, AACC, 13 de febrero de 1832.374 ARTOLA, M.: La burguesía…,op. cit., p. 48.375 ARTOLA, M.: La España de Fernando VII…, op. cit., pp. 925-926.376 ESTEBAN, J. de: Las constituciones de España, Madrid, Taurus, 1982, p. 19.377 AHMMb, AACC, 15 de abril de 1833.378 Cf. BURGO, J. del: «A los 160 años…», Boletín carlista de Madrid, Diciembre de 1993. Disponible en http://centrodeestudios-

generalzumalacarregui.wordpress.com.379 TUÑÓN DE LARA, M.: La España del siglo XIX, Barcelona, Laia, 1980, p. 96.380 AHMMb, AACC, 21 de octubre de 1833. Antonio Domínguez Alburquerque hijo de Antonio Domínguez Vargas será miembro

de la elite político económica de la Marbella del XIX que continúa en la figura de su hijo Tomás Domínguez Artola y en el cuñado de este último Joaquín Chinchilla y Díez de Oñate, casado con Francisca Domínguez Artola. Cf. CASADO BELLAGARZA, J. L.: «El fin de una dinastía: Los Domínguez de Marbella. I. La herencia de Antonio Domínguez Alburquerque (1806-1866)», Cilniana, 15, 2002, p. 17.

381 AHMMb, AACC, 5 de noviembre de 1833.

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carlista será la de informar, y en su caso depurar, a los que consideran adictos al pretendiente D. Carlos. El corregidor, José M.ª López Díaz, actúa con rapidez, puesto que ya había pedido infor-mación acerca de la conducta del teniente de carabineros Tomás Fernández Díaz el día de la proclamación de la reina Isabel II. Del mismo se deduce que no sólo se había negado a dar vi-vas a la Reina, a pesar de las indicaciones de los vecinos, sino que además «se le ve acompañado de personas que este pueblo tiene marcadas por adictas al D. Carlos». Es decir, existe en Marbe-lla un pequeño foco de individuos que, pública-mente, defienden el absolutismo carlista y que, además, se reúnen con frecuencia y de los que se sospecha que tratan de formar un grupo con intención de ir a Portugal, donde se encuentra el pretendiente, a fin de presentarse ante él. Entre los supuestos seguidores de don Carlos figuran el administrador de rentas Antonio Solier; el ofi-cial de las mismas, Pedro Pareja, que a la vez era teniente retirado y excomandante de los Volun-tarios Realistas de Marbella; el boticario Miguel de Torres; el presbítero, José de Mesa; el médico titular, Francisco Salgado; el Visitador de Rentas, Antonio López Arjona; el Escribano de número, Baltasar M.ª Aguado; el excapitán de los Volunta-rios Realistas, Francisco Quiñones; el encargado de Correos, José Burel, y el ex Secretario de la Subdelegación de Policía de Marbella, Ildefonso Martín. Como vemos, destaca el núcleo relacio-nado con la Hacienda, pero más aún el de los antiguos Voluntarios Realistas al igual que el re-lacionado con la policía del antiguo régimen, sin faltar, para completar el cuadro, el médico, el bo-ticario y un representante del clero382. Además se nombran a veinte vecinos voluntarios a los que se les arma para que custodien el pueblo383.

Para reforzar la ciudad, en enero de 1834, se forma la Milicia Urbana384 que sustituirá en la vigilancia de la playa a la Brigada de Carabineros en 1835385.

Años después, cuando la primera guerra contra los carlistas esté próxima su fin, en no-viembre de 1836, se reciben noticias de aproxi-maciones a Marbella de la expedición del Maris-cal de Campo carlista, el andaluz Miguel Gómez Damas que, desobedeciendo órdenes superiores, inició una expedición entre junio y diciembre de

1836 por gran parte de España y llegó hasta An-dalucía. José Bernal ha dejado constancia en un interesante artículo386 de la aproximación de esta expedición de Gómez a nuestro municipio. El 20 de noviembre salta la alarma por las noticias de la toma de Ronda y la sospecha de que lleva áni-mos de invadir Estepona y nuestra ciudad387. Por ello se toman medidas para evitar desórdenes: se crea una Comisión de Orden Público y se pone a resguardo el archivo y los fondos municipales. Aunque desde Casares una pequeña facción llega a Estepona el día 22, se le impide acercarse por la presión de las tropas de Alaix, acantonadas en Marbella, con lo que tendrá que huir hacia San Roque.

Al año siguiente los ciudadanos de Mar-bella se acogen a la suscripción voluntaria al so-corro para las viudas y huérfanos de los que han resistido en la invicta Bilbao388, cuyo cerco por los carlistas se había levantado tras la victoria de Espartero en Luchana el 24 de diciembre de 1836, aunque volverán a saltar las alarmas cuan-do se reciban noticias de «aproximación a las An-dalucías» de la facción de Ramón Cabrera y de Domingo Forcadell en 1837389, así como de la del rebelde Basilio Antonio García a Jaén en 1838390.

2.2. el fracaso del régimen del estatuto real y el movimiento Juntero de 1835

La necesidad de una nueva organización y reparto del poder territorial que permitiese el control político gubernamental en perjuicio de los movimientos junteros o de los carlistas, se pondrá de manifiesto durante la presidencia de Cea Bermúdez, en noviembre de 1833, con su ministro de Fomento Javier de Burgos, el cual procede a conformar la actual división provincial a fin de conseguir la ansiada modernización de la administración, su racionalización y centrali-zación, pero encontró resistencias en los terri-torios del norte, en Navarra y País Vasco, y en el antiguo reino de Aragón391.

La creación del nuevo régimen provincial tiene su antecedente más lejano en la política re-formista ilustrada de Carlos IV, ya que por R. D. de 25 de septiembre 1799 se produce una divi-sión provincial por la que se crea, entre otras, la provincia de Málaga que se independiza de la in-tendencia y junta provincial de Granada, aunque

382 AHMMb, AACC, 21 de diciembre de 1833.383 AHMMb, AACC, 7de enero de 1834.384 AHMMb, AACC, 10 de enero de 1834.385 AHMMb, AACC, 17 de septiembre de 1835.386 BERNAL GUTIÉRREZ, J.: «Marbella en el contexto de la primera Guerra Carlista (1836)», Cilniana, 13, 2000, pp. 62-69.387 AHMMb, AACC, 20 de noviembre de 1836.388 AHMMb, AACC, 15 de enero de 1837.389 AHMMb, AACC, 5 de abril de 1837.390 AHMMb, AACC, 19 de febrero de 1838.391 JOVER ZAMORA, J. M.ª: «Prólogo», en La era Isabelina…, op. cit., p. LXVIII.

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su aplicación tarde en completarse institucional-mente392. Esta división se mantiene con distintos límites en la realizada por los invasores france-ses, merced a los proyectos de los afrancesados Llorente y Amorós, que dividen el territorio en prefecturas o departamentos, aunque con escasa influencia real. Pero también los liberales a partir de la supresión de los señoríos y de la Constitu-ción de Cádiz necesitan una reorganización del territorio por lo que se le encargará su diseño a Felipe de Bauzá en 1813 y, aunque no llegó a aplicarse, servirá como base para la reforma del Trienio Liberal realizada por R. D. de 27 de enero de 1822, y desde ésta en la de Javier de Burgos por R. D. de 30 de noviembre de 1833, que prác-ticamente se mantiene hasta la actualidad393.

Además esta reestructuración del territo-rio se completa con la división de la provincia en partidos judiciales, a fin de mantener el control de la oligarquía sobre los municipios394. Esta me-dida será insuficiente para superar la crisis de la hacienda pública, por lo que tras la presión ge-nerada por los reformistas obligará a la regente a cesarlo y sustituirlo por Martínez de la Rosa a mediados de enero.

De la separación del antiguo reino de Granada con los nuevos límites provinciales y de la creación de las nuevas instituciones se dará cuenta al ayuntamiento de Marbella años más tarde, a comienzos de 1836, comunicando la rectificación de los límites de la nueva provincia de Málaga395, la instalación de la Diputación Pro-vincial396, y la creación de partidos judiciales397. El partido judicial estará formado por Mijas, Be-nalmádena, Ojén, Istán y Marbella, del que Mijas propone a Coín como cabeza de partido.398 A lo largo del siglo, Marbella conseguirá encabezar el partido judicial en el que estarán Benahavís, Be-nalmádena, Fuengirola, Istán, Mijas y Ojén399.

De nuevo reaparece la Milicia Nacional, que sustituye a los Voluntarios Realistas, aunque con el nuevo nombre de Milicia Urbana y que se constituye en Marbella el 10 de enero de 1834400, y que se moviliza en noviembre del mismo año401,

en un contexto crítico tras los sucesos de finales de julio en Madrid, después de la proclamación del Estatuto Real (en abril de 1834), que dará lu-gar a la formación de las nuevas Cortes, en julio, en plena epidemia de cólera, tras el asalto a los conventos y el asesinato de frailes, así como por el descubrimiento de una conspiración de exal-tados conocida como La Isabelina402.

El nuevo gobierno había intentado con-graciarse con los liberales mediante el Estatuto Real, que era en realidad una carta otorgada in-suficiente a todas luces para desarrollar la po-lítica de transformación que aquellos se habían propuesto, tal y como se reflejaría en las 56 pe-ticiones formuladas entre julio de 1834 y mayo de 1835 las cuales, al verse rechazadas, determi-naron, según Artola, «el abandono de los medios políticos de acción en favor de la conspiración, con esperanza de reconquistar el poder por me-dio de un pronunciamiento»403. Ello dará lugar a partir de 1835 al inicio de la vía conspirativa. En Marbella ya actúa la nueva Guardia Nacional en septiembre de 1835 sustituyendo a la brigada de Carabineros404, y el 6 de marzo de 1836 se nom-bran los nuevos oficiales405.

Una primera intentona se producirá tras la sustitución, el 6 de junio de 1835, de Martí-nez de la Rosa —que representaba para los li-berales la continuidad del espíritu del Estatuto Real y que había pedido a la Reina Gobernadora la disolución de las Cortes al no poder resolver los problemas del país— por un gobierno más liberal: el del conde de Toreno, que tenía como pieza fundamental al ministro de Hacienda, Juan Álvarez Mendizábal, que aún tardaría en llegar de su exilio en Inglaterra.

392 Cf. BURGUEÑO RIVERO, J.: Geografía política de la España constitucional. La división provincial, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1996.

393 En 1822 se diseña un mapa territorial con 52 provincias, en quince regiones, que en 1833, se convierten en 49 provincias con el mismo número de regiones. A pesar de algunos cambios el número de provincias se mantiene hasta que por R. D. de 21 de septiembre de 1927, durante la dictadura de Primo de Rivera la región de Canarias se divida en dos provincias, con lo que España tendrá desde entonces las 50 provincias actuales.

394 JOVER ZAMORA, J. M.: «Prólogo», en La era Isabelina…, op. cit., p. LXXI.395 AHMMb, AACC, 16 de febrero de 1836 (R. D. 30 de noviembre de 1833).396 AHMMb, AACC, 31de enero de 1836 (Circular de 22 de enero de 1836).397 AHMMb, AACC, 16 de febrero de 1836 (R. D. 21 de abril de 1834).398 AHMMb, AACC, 16 de marzo de 1836.399 I.N.E. Resultados Censo de 1900. p. 186.400 AHMMb, AACC, 7 de enero de 1834.401 AHMMb, AACC, 3 de noviembre de 1834.402 CF. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., pp. 98-99. 403 ARTOLA, M.: La burguesía…, op. cit., p. 188.404 AHMMb, AACC, 17 de septiembre de 1835 y 5 de marzo de 1836. Aparece la lista de los milicianos.405 AHMMb, AACC, 6 de marzo de 1836.

A lo largo del siglo, Marbella conseguirá encabezar el partido judicial en el que

estarán Benahavís, Benalmádena, Fuengirola, Istán, Mijas y Ojén

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

Tras los pioneros incidentes de la capital malagueña en marzo de 1835 se habían suce-dido otros en diferentes lugares de la España, con especial violencia en Barcelona donde se producirá la quema de conventos y de la fábrica de «El Vapor» de Bonaplata y Cía. en la segunda quincena de agosto. Según J. F. Fuentes, «aquel movimiento un poco anárquico de violencia descontrolada, casi siempre de violencia anti-clerical, empezó a derivar en una insurrección política en toda regla, con la formación de jun-tas locales que reclamaban un cambio político de signo liberal-revolucionario según el modelo juntero», lo que provocará la caída de Toreno y la llegada al poder de Mendizábal en septiem-bre de 1835406.

Estos incidentes tendrán su réplica en Marbella, donde al igual que en otras ciudades, se formará la Junta Directiva dispuesta a colabo-rar con el Ayuntamiento, aunque parece que no cuentan con apoyo suficiente, según se queja To-más García, pues «debiendo esta junta trabajar con la de la municipalidad ve con asombro que no se hallan presentes otros que su Presidente y Secretario». Ante ello, tras haber sido invitados los miembros del cuerpo municipal y no presen-tarse deciden «se proceda a sustituirlos por otros interinos que lejos de tibieza o debilidad diesen pruebas positivas de amor a las Libertades Pa-trias». Entre los elegidos destacan: Francisco Roldán, Jacobo García, Pedro Ortiz, Bartolomé Quirós, Lucas Martín, Pedro de Castro, Fernando Barragán, Roque Guerrero y don Juan de Flores. Las medidas aprobadas definen su programa rei-vindicativo que, con orden y sensatez, apoyen el movimiento de la capital malagueña y lo divul-guen en los pueblos del entorno407.

Así se cumplen las instrucciones dadas por la Junta Directiva de la Provincia que no recono-cen el Gobierno de Toreno, «ínterin nuestra Reina Gobernadora permaneciera en aquel estado de coacción» y fuese sustituido por Mendizábal408. Una vez se produce el cambio de gobierno los nombrados interinamente solicitan ser cesados en sus destinos insistiendo de nuevo en que «no deseaban ni desean continuar» ya que el entrar «a ocupar los expresados destinos lo fue llevados

del amor a la Patria y de las críticas circunstan-cias que ponían a ésta en el mayor conflicto; su conformidad entonces nacía de un movimiento que se dirigía a salvar a la Nación de los males en que se veía envuelta por el Ministerio Toreno de los que nuestra Augusta Soberana Goberna-dora nos ha librado eligiendo sujetos dignos de la confianza de los españoles»409.

Mendizábal, durante los siete meses de su gobierno reinicia el proceso revolucionario sus-pendido desde 1823410, asume los nuevos valores sociales como ningún otro ministro de Estado an-terior411, con un estilo muy personal que a corto plazo produjo hostilidad y puso a muchos de los que le habían apoyado en su contra. A la vez gene-ró el nacimiento de una nueva corriente política con la división de los liberales entre moderados y progresistas. En su truncada política de reformas hay que destacar la creación de la Guardia Nacio-nal, el proyecto de dotar al país de una nueva ley electoral, la nueva ley de imprenta y comprome-ter la responsabilidad del Gobierno ante el parla-mento. Pero fundamentalmente intentó resolver el problema carlista con un refuerzo de soldados, así como superar el problema financiero, existen-te desde la pérdida de las colonias, con la más conocida de sus propuestas: la Desamortización de los bienes del clero, con la consiguiente in-cautación por el Estado y su conversión en bienes nacionales que pasarían a la venta412.

En Marbella se realiza una consulta sobre la ley desamortizadora413 y se responde un mes después indicando que en relación a la situación de los monasterios que hay en este partido es-tán ruinosos y no pueden servir más que para hospital o fábricas414. Tras la desamortización de los conventos de los Franciscanos y Trinitarios se aprovecharán sus materiales por el crédito públi-co415, de hecho la fuente de piedra que había en el patio se coloca en Puente Málaga416. También se pondrán a la venta alguna de las propiedades417, y se llega a hacer un inventario de los bienes cien-tíficos y artísticos procedentes de dichos conven-tos418. En cuanto a sus tierras se informa que el poseedor del solar y huerta del convento de San Francisco es un vecino de Málaga llamado Rafael López419. El convento de los Trinitarios será ena-

406 CF. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., p. 102. 407 AHMMb, AACC, 25 de agosto de 1835.408 AHMMb, AACC, 26 de octubre de 1835.409 AHMMb, AACC, 27 de octubre de 1835.410 ARTOLA, M.: Partidos y…, p. 225.411 DÍEZ DEL CORRAL, L.: El liberalismo doctrinario, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1973, pp. 521-523.412 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., p. 105.413 AHMMb, AACC, 16 de febrero de 1836.414 AHMMb, AACC, 16 de marzo de 1836.415 AHMMb, AACC, 8 de abril de 1838.416 AHMMb, AACC, 24 de mayo de 1838.417 AHMMb, AACC, 7 de junio de 1838. Subasta de la casa n.º 3 de la calle de Los Dolores que pertenecía a los Trinitarios.418 AHMMb, AACC, 25 de junio de 1838. La comisión está formada por personas inteligentes e íntegras: Manuel Zurita, Francis-

co Salgado, Tomás García, Antonio Palomares.419 AHMMb, AACC, 25 de febrero de 1839.

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

jenado el 10 de abril420, y fue cuartel de Caballería e Infantería adquiriéndolo Antonio Hormigo421.

2.3. del estatuto real al constitucionalismo liberal Progresista de 1837

Dimite Mendizábal en mayo de 1836. Le sustituye Francisco Javier Istúriz que disuelve las Cortes, ante la falta de confianza de la cá-mara alta, y convoca elecciones, que, si bien le son favorables, no parecen representar el sentir general de la ciudadanía. Los progresis-tas, al considerar insuficiente el régimen del Estatuto Real para sacar adelante el proyec-to liberal, se vuelcan en la vía conspirativa e inician un movimiento juntero que reclama la Constitución de 1812.

La lucha se inicia en Málaga el 25 de julio extendiéndose rápidamente a Marbella donde cuatro días después se recibe un oficio de Antonio Miguel del Álamo, Secretario del Gobierno Civil y Jefe Político, que acompaña un pliego cerrado dirigido a la corporación por disposición de la Excma. Junta de Gobierno de Málaga. El escrito fechado el día 27 estaba sus-crito por Don Juan Antonio Escalante, Presi-dente de la Junta de Gobierno de la Provincia. Con él se acompañaban varios ejemplares del manifiesto dirigido por la Junta a la Reina. En él se pedía que se nombrase «popularmente» un representante para la Junta por este partido Judicial, a la vez que se desea que se proceda a jurar la Constitución de 1812. Esto será lo más significativo del pronunciamiento ya que al considerarse insuficiente el Estatuto Real se ve más positivo volver a jugar un símbolo plenamente liberal: la Constitución de la Mo-narquía Española de 1812. Se sigue el proceso ordenado y según reflejan las actas capitula-res se secundará el pronunciamiento de forma unánime asistiendo al juramento las principa-les autoridades422.

Unos días después, el 9 de agosto, se procede al alistamiento voluntario en la Mili-cia, de nuevo Nacional, para defender las liber-tades patrias423, que ya sabemos se convierte en el símbolo por excelencia, no ya de los libe-

rales sino, fundamentalmente, de la corriente progresista. Poco después el alcalde, Francisco de Asís Roldán, será sustituido por Antonio Domínguez Alburquerque424, aunque de nuevo vuelva a ser alcalde a comienzo del año 1837425.

En Madrid se produce el motín de los sargentos en La Granja del 12 de agosto con el que fuerzan a la Regente la reposición, siquiera temporal, de la Constitución de 1812, y la forma-ción de un nuevo gobierno progresista. Éste será presidido por José M.ª Calatrava y Mendizábal vuelve como ministro de Hacienda. Ello conduce a nuevas elecciones y a plantear nuevas reformas políticas de carácter liberal entre las que destaca la elaboración de una nueva constitución.

En Marbella, mientras, la situación gene-ral desembocará en la formación de una nueva milicia que será depurada de los sospechosos de reaccionarios. Hay una clara desconfianza hacia alguno de ellos (como el médico, que ha-bía sido incluido anteriormente en la lista de los carlistas), por lo que la Junta de Gobierno orde-nará que «se recojan los diplomas y documen-tos de gracias concedidos a varios particulares por hechos positivos contrarios al sistema de la Libertad como son el Escudo de Fidelidad y otras insignias acordadas en favor de los perse-guidores de los patriotas Manzanares, Torrijos y otros de su clase, cesando igualmente en el des-empeño de sus destinos». Es decir que alguno de los que habían jurado ahora la Constitución de 1812, eran absolutistas que pretendían pasar desapercibidos. Se trataba de Matías de Burgos (teniente retirado se le retira el grado y la cruz de San Fernando), Francisco Atienza (teniente de la Compañía de Veteranos) y Francisco Quiñones (Grado y cruz)426. A lo anterior hay que añadir la separación, a petición de la Milicia Nacional, re-presentada por su comandante Antonio Domín-guez Alburquerque, de Ramón Murúa y de To-más García (tercerista, posiblemente encargado del cobro de los diezmos, y extranjero) «por no merecer la confianza de los hombres libres de esta Nación»427. Además el cuerpo de Carabine-ros será sustituido en la vigilancia de los puntos de resguardo por la Milicia Nacional428.

420 AHMMb, AACC, 15 de septiembre de 1842.421 AHMMb, AACC, 27 de agosto de 1842.422 AHMMb, AACC, 29 de julio de 1836. En este acta aparecen la relación de autoridades que juran la Constitución de 1812 y

que son: el Vicario Eclesiástico: Juan Chinchilla. Cura Párroco: Fernando Romero. Comandante de Carabineros: Salvador Romero. Comandante de Armas: Juan Díez de Oñate. Gobernador del Castillo de San Luis: Manuel Artola. Capitán retirado: Manuel Zurita. Teniente retirado: Matías de Burgos. Veteranos de esta Compañía: Francisco Cárdenas y Francisco Atienza. Juez de Primera Instan-cia: José Mª. López. Fiscal del Juzgado: Jacobo García. Ayudante interino de Marina y abogado: Rafael Gordillo. Administrador de Rentas: Bernabé Chinchilla. Contador de Rentas: Joaquín Fernández. Oficial de Rentas: Juan Alonso. Inspector de Minas: Francisco de Sales. Comisionado para el Crédito Público: Francisco Izoard. Administrador de Lotería: Amador Belón. Médico Titular: Francisco Salgado y Cirujano Titular: José Bueso de la Chica.

423 AHMMb, AACC, 9 de agosto de 1836.424 AHMMb, AACC, 31 de agosto de 1836.425 AHMMb, AACC, 2 de enero de 1837.426 AHMMb, AACC, 26 de agosto de 1836.427 AHMMb, AACC, 20 de agosto de 1836.428 AHMMb, AACC, 30 de septiembre de 1836.

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

Poco a poco se había reforzado el poder de la Milicia Nacional. Se requisan las armas de fuego de los vecinos del pueblo429, y a fines de 1836, al-canza los 195 fusiles y 190 bayonetas junto a dos cajas de guerra, aunque una parte de ellas se había enviado a Málaga con ocasión de la avanzada de Miguel Gómez. Aún así mantendrán un armamen-to relativamente poderoso: 111 fusiles y 126 bayo-netas y una caja de guerra, por lo que poco a poco se convierte en una fuerza numerosa y, en esta oca-sión, bien armada430. Al año siguiente se refuerza con la creación de una Compañía de Caballería431.

La nueva Constitución de 1837, que susti-tuye pronto a La Pepa, ansiada pero fuera de tiem-po, aunque fue elaborada por un gobierno progre-sista tendrá un carácter ecléctico u conciliador ya que contenía elementos progresistas pero también moderados. Sin embargo dejaba fuera algunas cuestiones esenciales como el sistema electoral (triunfará el sufragio censitario) o el funcionamien-to de los ayuntamientos, lo que a la larga genera-rá importantes controversias432. En Marbella será recibida con los correspondientes festejos el 3 de junio de dicho año433, y de nuevo se produce el cambio reflejado en los símbolos: la plaza volverá a recobrar el nombre de Plaza de la Constitución434.

El gobierno Calatrava será sustituido por el de Bardají que convoca elecciones a las Cortes con lo que se pone en marcha la nueva forma de elección, que se completa con las elecciones en los ayuntamientos, de la que se informa en Mar-bella con gran detalle en noviembre de 1837435. La sucesión de gobiernos efímeros e inestables por las rivalidades internas del partido modera-do gobernante (Ofelia, duque de Frías, Pérez de Castro, Antonio González, Valentín Ferraz) lleva-rá al final de la regencia de M.ª Cristina.

El detonante será la propuesta moderada de Ley de Ayuntamientos de 1840, que pretendía socavar el poder municipal de los progresistas quitando competencias a los ayuntamientos, re-duciendo el censo electoral a los mayores contri-buyentes y favoreciendo que en los pueblos los jefes políticos nombraran a los alcaldes. Aproba-da la ley en junio de 1840, en medio de la oposi-ción progresista, estos encontrarán el apoyo de Espartero frente a los deseos de la regente.

2.4. la regencia de esPartero (1840-1843)Con el pronunciamiento de Espartero la

transición entre un régimen absolutista y otro liberal se acerca a la fase de afianzamiento. Bal-domero Espartero era el general victorioso con-tra los carlistas, el conde de Luchana, duque de La Victoria, el héroe del Convenio de Vergara (al final de sus días Príncipe de Vergara). Era el ídolo de la población, tal y como se reflejará en Mar-bella en los importantes festejos que se habían dedicado a la celebración de la victoria sobre los carlistas, que fueron los más celebrados de la centuria436.

Del movimiento juntero de carácter insu-rreccional que se había iniciado en Madrid el 1 de septiembre de 1840, en contra de la Ley de Ayuntamientos, y que se constituye en Junta de Gobierno, se tiene noticia en Málaga y Marbella pocos días después y lo secundan el día 9 de sep-tiembre, cuando se declaran decididos a «conser-var el legítimo trono de Nuestra Inocente Reina y La Constitución de 1837»437.

Entonces se decide aumentar y organizar la Milicia Nacional y se forma una comisión para que se tomen las medidas que se consideren convenientes a fin de que triunfe la revuelta. Esta comisión estará formada, en principio, por cuatro adjuntos entre los que destaca el licen-ciado José María Escobar y cuatro representan-tes del ayuntamiento; sin embargo la Milicia Na-cional, a través de su capitán don Juan de Dios Quelart manifestará su disgusto por la elección entre los adjuntos de dos moderados: José Ma-ría Escobar y el juez de Primera Instancia. En virtud de estas acusaciones se les separa de la comisión y serán nombradas las personas de signo progresista que la propia milicia apoya: Francisco Atienza, Máximo Cánovas, Baltasar Muñoz, Antonio Domínguez, Francisco Dumont y Bernabé Chinchilla438. El dos de octubre la Junta Gubernativa nombra como adjunto a An-tonio Jiménez439, y el día siete disuelve el an-terior ayuntamiento440. Y de nuevo el aspecto simbólico: se ordena la colocación del retrato del Duque de la Victoria junto al de la Reina en el salón de plenos441. Espartero ha triunfado también en Marbella.

429 AHMMb, AACC, 30 de septiembre de 1836.430 AHMMb, AACC, 27 de noviembre de 1837. Se enviaron a Málaga 84 fusiles, 64 bayonetas y una caja de guerra.431 AHMMb, AACC, 23 de abril de 1838.432 FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., p. 114.433 AHMMb, AACC, 3 de junio de 1837.434 AHMMb, AACC, 11 de marzo de 1838.435 AHMMb, AACC, 23 de noviembre de 1837.436 AHMMb, AACC, 16 de septiembre de 1839.437 AHMMb, AACC, 9 de septiembre de 1840.438 Ibídem, Dos meses después son expulsados dos sargentos de la Milicia Nacional: Ginés Gallardo y Rafael Ruiz Gaitán (Cf.

AHMMb, AACC, 9 de septiembre de 1840).439 AHMMb, AACC, 2 de octubre de 1840.440 AHMMb, AACC, 7 de octubre de 1840.441 AHMMb, AACC, 11 de octubre de 1840.

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El liberalismo se consolida gracias a la ayuda de la Milicia Nacional, por su apoyo a la co-rriente progresista en la formación del gobierno local y por su distanciamiento de los moderados forzándoles a alejarse del absolutismo. Sin em-bargo no es fácil conseguir candidatos para ser oficiales442, aunque se presentan 82 voluntarios a esta milicia443, entre los que destaca Antonio Hormigo, que había pasado once años de exilio en Londres (dos años atrás había presentado un invento de una máquina para dar movimiento al balancín o fuelle de un horno de fundición de plomo que al parecer había en la marina de Marbella)444.

Este afianzamiento no se produce sin im-portantes roces, incluso con la Santa Sede, que apoya claramente a los carlistas y que mantiene una actitud frentista contra la Regencia, especial-mente desde la desamortización de los bienes del clero por parte de Mendizábal, por lo que los Esta-dos Pontificios rompen las relaciones diplomáticas con el estado español, en octubre de 1836445, y no reconocerán a los prelados que se nombren desde ese momento, como tampoco habían reconocido a la nueva reina Isabel II. Pese a los intentos por mejorar las relaciones con el delegado pontificio Arellano y ante la actitud de éste, el gobierno ce-rrará la Nunciatura y procederá a la expulsión del Nuncio a finales de 1840. En este contexto hay que situar la alocución del papa Gregorio XVI, Aflicitas in Hispania res, en el Consistorio Secreto de 1 de ma-yo446, en el que se censuraba la posición de España desde la muerte de Fernando VII y se hablaba de la persecución anticatólica por parte de la Regen-cia, y la posterior reacción del gobierno Espartero contra aquél, que dará lugar a la publicación de un Manifiesto del Gobierno el 30 de julio de 1841, el cual se da a conocer por toda España, y que apoyan los munícipes en Marbella, que declaran desear una «religión desnuda de abusos y vicios» y que «res-plandezca cual la hubimos del Divino Maestro»447.

Esta situación de enfrentamiento hará que Espartero, que cuenta desde la convocatoria de

elecciones a Cortes con una mayoría progresis-ta indudable, inicie una política de este carácter desarrollando las medidas desamortizadoras de épocas anteriores. Así se procede a la ampliación de la desamortización a los bienes del clero se-cular (2 de septiembre de 1841) y de los bienes nobiliarios (19 de agosto).

Respecto a la desamortización de las pro-piedades del clero secular se recibe información en Marbella quince días después448, y se procede a hacer la relación de bienes que este clero tie-ne en Marbella449. La supresión del diezmo, que se había convertido en propiedad del estado por obra de Mendizábal (de 29 de julio de 1837), se completa con la obligación de pagar a los sacer-dotes por la Constitución de 1837 (artículo 11) para financiar a la Iglesia450, pero la negociación tardó cuatro años, por lo que no fue definitiva hasta que se promulga la Ley de Culto y Clero el 31 de agosto de 1841.451 Esta ley permite el pago a los sacerdotes y en nuestra ciudad no tardarán en reclamar el sueldo ante el ayuntamiento452, pero no se les pagará por no estar estipuladas las asignaciones453. Aun así, mantienen los derechos de estola y pie de altar para el mantenimiento de la iglesia454.

El apoyo a Espartero comenzará a cues-tionarse no sólo en relación a la forma en que debía estar constituida la regencia sino también en cuanto a la reforma militar, que generará un importante descontento455. A partir de septiem-bre Espartero tendrá que enfrentarse a un con-junto de pronunciamientos de raíz moderada y carlista, encabezado por O’Donnell en Pamplona y Manuel Montes de Oca en Vitoria, que se inicia el 27 de septiembre de 1841 y que tendrá como principal episodio lo ocurrido el 7 de octubre del mismo año en Madrid. Ese día se intenta acabar por la fuerza con la regencia de Espartero me-diante un golpe de fuerza que «libere» a las hijas de María Cristina a través del asalto al Palacio Real dirigido por el general Manuel Gutiérrez de la Concha456 (con el apoyo de los generales

442 AHMMb, AACC, 6 de septiembre de 1840.443 AHMMb, AACC, 12 de octubre de 1840.444 AHMMb, AACC, 19 de febrero de 1838.445 DOMÍNGUEZ ROJAS, J.: «La realidad de las relaciones económicas entre la Iglesia Católica y el estado español», RS Cuaderno

de Relaciones Sociales, 65-66, abril 2005, p. 3446 ARMARIO SÁNCHEZ, A.: «Las relaciones entre España y Gran Bretaña durante la Regencia de Espartero (1840-1843)», Cuader-

nos de Historia Contemporánea, 109, 1988, pp. 157-158.447 AHMMb, AACC, 28 de agosto de 1841.448 AHMMb, AACC, 18 de septiembre de 1841.449 AHMMb, AACC, 1 de octubre de 1841.450 FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, A. I.: «La supresión del diezmo y el establecimiento de la contribución territorial: La fiscalidad

agraria directa en la España del siglo XIX», Hacienda Pública Española, nº Extra 1996, pp. 41-52.451 MARTÍN SÁNCHEZ, J.: «La tutela de la arquitectura religiosa y la supresión del diezmo», en AA.VV.: La desamortización: El

expolio del patrimonio artístico y cultural de la Iglesia en España, San Lorenzo del Escorial, 2007, p. 66.452 AHMMb, AACC, 17 de noviembre de 1841.453 AHMMb, AACC, 29 de diciembre de 1841.454 AHMMb, AACC, 31 de abril de 1842.455 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo…, op. cit p. 145.456 Manuel Gutiérrez de la Concha, marqués del Duero, se confabula junto a otros militares moderados antiesparteristas como

O’Donnell, Monte de Oca y Dulce y tendrá que exiliarse tras el fracaso de la intentona golpista. (Cf. GUTIÉRREZ LLERENA, F.: «Historia

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

Leopoldo Pezuela y Diego de León) que preten-de la vuelta a la situación anterior reponiendo a María Cristina como regente. El fracaso de la intentona, gracias a la resistencia de la guardia real, los alabarderos del coronel Domingo Dulce, y de los milicianos madrileños desencadenará la represión de los militares que no pudieron huir, como Diego de León o Manuel Montes de Oca, que al ser fusilados alejará a los militares de Es-partero.

Además, al año siguiente, la situación se complica en Cataluña cuando el 14 de noviembre de 1842 —ante el temor de las medidas librecam-bistas que se derivarían del acuerdo con Inglaterra y que perjudicaban a los industriales textiles cata-lanes— se produzca la insurrección en Barcelona, que será reprimida con suma dureza por Esparte-ro y el capitán general de Cataluña Antonio van Halen457. La gravedad de esta decisión derivará en un enfrentamiento tanto con los moderados como con sus propios aliados, los progresistas que ter-minan abandonando al duque de la Victoria.

Al año siguiente, en mayo de 1843, estalla un movimiento antiesparterista que, como seña-la Lucía Prieto «constituían un extraño conglo-merado de progresistas, moderados y elementos partidarios de las Juntas». De nuevo Málaga será pionera en el levantamiento pues éste se produ-ce el 23 de mayo458, y dos días después, el 25 de mayo, será apoyado en Marbella por el coman-dante de la Milicia Nacional Antonio Domínguez Alburquerque459. Es decir, Marbella, de forma pio-nera, se suma a la oposición moderada a Esparte-ro, junto a algunos que anteriormente le habían apoyado, al contrario que en otros pueblos de la provincia que no secundan este movimiento. La Milicia Nacional también lo abandona aunque a la larga suponga su desaparición. La revuelta iniciada en Málaga y Marbella tendrá amplia re-percusión en la península. Días después, el 27 de mayo, se produce en Reus el pronunciamiento de Prim y Milans del Bosch y en julio Serrano decre-ta la destitución del regente mientras Narváez se impone en Madrid. El 30 de julio Espartero inicia el destierro a Inglaterra460.

En Marbella, el alcalde Francisco de Asís Roldán se mantendrá en su puesto461. En agos-to se celebrarán las consabidas fiestas ya que se

de un pronunciamiento frustrado: octubre de 1841», Revista de estudios extremeños, Vol. 60, 1, 2004, pp. 97-150).457 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., pp. 140-142. Era hermano de Juan Van-Halen.458 Cf. PRIETO BORREGO, L.: «El movimiento revolucionario de Mayo y los principios de la reacción. Málaga 1843», Cilniana, 5,

abril 1983, pp. 35-38.459 AHMMb, AACC, 13 de agosto de 1843.460 FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., p. 150.461 Cf. AHMMb, AACC, 2 de enero de 1843 y 22 de marzo de 1844. Gobernará hasta fin del año 1845.

Manifiesto del jefe político, 23 de mayo de 1843Fuente: ADE, C. 44, L. 4

Baldomero Espartero “Duque de la Victoria”Fuente: José Casado del Alisal, 1872 – Congreso de los Diputados, Madrid

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ha conseguido la «victoria completa contra los enemigos del país y de sus instituciones liberales y puesto a salvo tan caros objetos y con ello a nuestra adorada e inocente Reina»462. Incluso se dan premios a quienes habían prestado servicios para afianzar el glorioso pronunciamiento de 23 de mayo último en Málaga463.

3. eL afIanzaMIento deL régIMen LIberaL (1843-1875)

3.1. la mayoría de edad de isabel ii. la década moderada (1843-1854)

Esta situación desemboca en un acuer-do de los partidos moderado y progresista, que quieren evitar una nueva regencia, para decla-rar a Isabel II mayor de edad el 10 de noviem-bre de 1843, con trece años y un mes. Marbella festejará el acontecimiento con la presencia de la Milicia Nacional, que «deberá asistir y hacer tres descargas durante la función [solemne de la iglesia] y dar la guardia al retrato de S. M. que se hallará de manifiesto en el balcón de es-tas casas capitulares»464. El acto de jura de los munícipes se producirá el 1 de diciembre en nuestra ciudad465.

Al comenzar el reinado de Isabel II los progresistas mantienen a Joaquín M.ª López en el poder y, tras su dimisión, a Salustiano de Oló-zaga que, incapaces de llevar a cabo reformas de índole progresista, por el bloqueo de las Cortes, terminan convocando nuevas elecciones. Los moderados acusarán a Olózaga de manipular a la joven reina y de secuestrar su voluntad con lo que se produce el acceso al poder de los modera-dos con el nuevo presidente Luis González Bravo. Con él se inicia el desmantelamiento de la obra progresista dando lugar a diversas revueltas que tendrán una respuesta represiva del gobierno con ejecuciones de los opositores. Ello desenca-denará un cambio de actitud de los progresistas: su retraimiento en las elecciones municipales y a Cortes de 1844, con lo que facilitarán que los moderados dominen las instituciones.

La etapa moderada se inicia con la repo-sición de la Ley de Ayuntamientos de agosto de 1840, que fuera el origen de la disputa466. A esta medida le seguirán otras no menos importantes como la disolución de La Milicia Nacional (tradi-cional baluarte progresista), que será sustituida por la Guardia Civil, cuerpo que, como señala Tu-

ñón de Lara, debía de ser garantía para el orden restablecido467.

La Guardia Civil fue fundada merced a sendos decretos de 28 de marzo y de 12 de abril de 1844, por Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II duque de Ahumada, que figuraba entre los pro-pietarios de fincas en nuestro municipio468, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta que uno de sus antepasados, Pedro Morejón Girón y Ahumada, había sido regidor perpetuo de Mar-bella a mediados del XVIII469. Un año después de su creación se preparan alojamientos en nuestra ciudad para la Guardia Civil de Infantería, que se sabe está próxima a llegar. En un principio se piensa colocar su primer cuartel en los hospita-les. El 27 de marzo de 1845 llega una partida de Caballería de la Guardia Civil por lo que se insta-lará una cuadra para los caballos en las bodegas del hospital Bazán470.

Complementa estas medidas la designa-ción por la Corona de alcaldes y tenientes de al-calde en las cabezas partido, o la ampliación de poderes y competencias para los jefes políticos, en virtud de las cuales, el Jefe Superior Político de la provincia visita Marbella el 3 de mayo desa-rrollando una importante labor de información y de asunción de medidas para el municipio471.

El breve gobierno de González Bravo ter-mina el 3 de mayo de 1844, poco después del re-greso de la reina madre María Cristina, que influ-ye en su hija para que forme un gobierno estable en la persona del general Ramón M.ª Narváez, el espadón de Loja, militar que tendrá un importante protagonismo como primer ministro durante el reinado de Isabel II.

Durante esta Década Moderada se lleva-rá a cabo una serie de reformas que consolidan una visión liberal conservadora del poder polí-tico y económico. Se promulga la Constitución de 1845 (23 de mayo), con soberanía compartida entre la Corona y las Cortes y sufragio censita-rio a favor de los mayores contribuyentes. En lo económico ese mismo año se realiza la reforma fiscal de Mon-Santillán que fija el modelo tribu-tario español, socialmente discriminatorio por las posibilidades de evasión fiscal para los más poderosos y que consagró, según J. F. Fuentes, una doble fiscalidad: directa para el campo (con-tribución de inmuebles, cultivo y ganadería) con im-portante fraude por ocultación; e indirecta para

462 AHMMb, AACC, 5 de agosto de 1843.463 AHMMb, AACC, 24 de agosto de 1843.464 AHMMb, AACC, 15 de noviembre de 1843.465 AHMMb, AACC, 1 de diciembre de 1843.466 AHMMb, AACC, 7 de enero de 1844.467 TUÑÓN DE LARA, M.: La España…, op. cit., p. 162.468 Cf. AHMMb, AACC, 5 de mayo de 1856 y 2 de agosto de 1913.469 Pedro Morejón Girón y Ahumada, era su bisabuelo y fue Regidor Perpetuo de Marbella y Alférez Mayor, Maestrante y Regidor

Perpetuo de Ronda.470 AHMMb, AACC, 27 de marzo de 1845.471 AHMMb, AACC, 3 de mayo de 1845.

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las ciudades (los impopulares consumos sobre los productos de «comer, beber y arder» pagados por los más humildes, y el subsidio industrial y de comercio). En el campo se exigió el pago en me-tálico de los impuestos, con lo que se dificultó el pago y generó a corto plazo un importante éxodo rural. Estas reformas se complementaron con otras de carácter técnico entre las que desta-camos la Ley de sociedades por acciones (1848), la adopción del sistema métrico decimal con la Ley de Pesos y Medidas de 19 de julio de 1849, la construcción de los primeros ferrocarriles (en 1848 el Barcelona-Mataró y en 1851 el Madrid-Aranjuez)472.

En agosto de 1845 comienza a aplicarse esta legislación en Marbella al realizarse la lista de los peritos para el repartimiento del producto líquido de bienes inmuebles, propietarios foras-teros y vecinos contribuyentes473.

Durante esta década se sucederán dieci-séis gobiernos (cuatro presididos por Narváez)474 que pondrán de manifiesto las tensiones inter-nas entre los propios moderados, agravadas por las intromisiones de la Corte, especialmente por el asunto del matrimonio de la joven reina, por algunos movimientos insurreccionales o por las negociaciones del Concordato con la Iglesia.

Respecto al matrimonio de la reina surgi-rán discrepancias en relación con el candidato a consorte. Unos deseaban que fuera próximo a los carlistas (el conde de Montemolín, para reunifi-car la dinastía), otros a los progresistas (Leopol-do de Coburgo, candidato inglés), y otros a los moderados (el duque de Montpensier, candidato francés). La decisión final, con su primo Francis-co de Asís, quizá no fuera la más acertada ya que reforzó a la camarilla palatina y clerical.

En cuanto a los movimientos insurreccio-nales, cabe destacar el levantamiento de Solís en Lugo el 2 de abril de 1846, que se salda con la intervención del general José de la Concha475, que derrota a los sublevados en la batalla de Cacheiras el 23 de abril y con los fusilamientos de Carral tres días después. También el rebro-te del movimiento carlista, de los Matiners, en Cataluña, contra las reformas moderadas y las

quintas, y que es considerado como la Segun-da Guerra Carlista aunque sólo dura dos meses (septiembre a mayo de 1849)476. La desconfian-za ante el primero de estos levantamientos tendrá repercusión en nuestra provincia, pues el 7 de mayo se recibe el Boletín Oficial en el que aparece la circular con la declaración del estado de excepción y la exigencia de recoger las armas de todas las personas que no inspiren confianza477.

En cuanto a las relaciones con la Iglesia —perjudicada por las leyes desamortizadoras que permitieron el enriquecimiento de la bur-guesía— se producirá un nuevo acercamiento, que ya se había iniciado con la elaboración de la Constitución de 1845, y que se completa con el Concordato de 16 de marzo de 1851, durante el gobierno de Bravo Murillo. La Iglesia, con el papa Pío IX, reconoce el régimen liberal de Isabel II y la legitimación de las ventas de los bienes eclesiásticos desamortizados (paralizándose las ventas) y el derecho a patronato por parte del Es-tado. A cambio se reconocía a la religión católica como propia de España, el compromiso de aten-der el culto y clero por el Estado y se le encarga-ba velar por la adecuación del sistema educativo a la religión católica478.

La tendencia hacia posturas cada vez más moderadas culmina, tras la influencia de la revo-lución de 1848, con la elaboración de un nuevo proyecto constitucional absolutista con el que el sucesor de Narváez, el tecnócrata Juan Bravo Murillo, pretendía dar más poder a la Corona, lo que, como dice Artola, «ni siquiera los modera-dos podían admitir», y ocasiona su caída479.

Le seguirán varios gobiernos que o bien están mediatizados por la Corona (como los de los militares Federico Roncalli y Francisco Lersun-di) o estarán, además, involucrados en escánda-los político-financieros, lo que ni el pueblo ni los militares están dispuestos a permitir (como en el caso del gobierno de Luis José Sartorius por el negocio de las concesiones ferroviarias) tocando de cerca a la reina madre, a través de su marido y de financieros y especuladores de su entorno, como el banquero José de Salamanca480.

472 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., pp. 155-157, 162, 184 y 185.473 AHMMb, AACC, 28 de agosto de 1845, 7 de mayo de 1846, 6 de diciembre de 1846, 1 de enero de 1848. Años después,

en el reparto de arbitrios provinciales de consumos por vino, aguardiente y carne le corresponde a Marbella 13.500 r.v. (AHMMb, AACC, 16 de marzo de 1856.)

474 Los presidentes del Consejo de Ministros hasta el Bienio Progresista fueron: Ramón M.ª Narváez, Manuel Pando (Marqués de Miraflores), Narváez, Francisco Javier Istúriz, Carlos Martínez de Irujo, Joaquín Francisco Pacheco, Florencio García Goyena, Narváez, Serafín M.ª de Soto, Narváez, Juan Bravo Murillo, Federico Roncali, Francisco Lersundi, Luis José Sartorius Tapia (Conde de San Luis), Fernando Fernández de Córdova y Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano.

475 Era hermano de Manuel Gutiérrez de la Concha, marqués del Duero, y también consigue el ennoblecimiento como marqués de la Habana.

476 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., p. 160.477 AHMMb, AACC, 7 de mayo de 1846. B. O. n.º 52. La segunda guerra carlista se extiende de septiembre de 1846 a mayo de

1849. 478 DOMÍNGUEZ ROJAS, J.: «La realidad de las relaciones…», op. cit., p. 4479 ARTOLA, M.: La burguesía…, op. cit., p. 222.480 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., p. 173

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

El período conocido como Década Mode-rada tuvo, en lo económico, amplia trascenden-cia en Marbella, especialmente por el papel que tienen las ferrerías, sin embargo en el ámbito político nos encontraremos con unos años en los que el férreo control de las autoridades sobre el sistema no permitirá desvíos.

Unos meses después de la aprobación de la Constitución de 1845 en el ayuntamiento se informa sobre la devo-lución de los bienes del clero481 que se confirman en 1853, aunque se indi-ca que algunos son del común482.

Durante el go-bierno de Bravo Murillo, el 7 de febrero de 1852, se produce un nuevo atentado contra la reina Isabel II por parte de Martín Merino Gómez, co-nocido como el Cura Merino (el primero tuvo lu-gar el 4 de mayo de 1847 durante la presidencia de Joaquín F. Pacheco). El atentado fue durante la presentación de la Princesa de Asturias, Isabel La Chata, ante la virgen de Atocha. Ese hecho se verá reflejado en Marbella el día 26.483 Unos días antes, el 19 de febrero, el Ayuntamiento, que aún no tenía noticia del atentado, había adquiri-do una Corona Poética para ofrecérsela a la Reina con motivo del alumbramiento de su hija484.

En Marbella, en 1848, se reciben órdenes del Jefe Superior Político de la provincia para que al ayuntamiento se suscriba a El Heraldo485, pe-riódico de signo moderado defensor de la línea dura de Narváez frente a Espartero y que des-aparece en 1852486, Ahora el gobernador reco-mendará que se compre El Orden por sus ideas templadas487.

3.2. el bienio Progresista de esPartero (1854-1856)La política represiva de Sartorius fomentó

la formación de un frente opositor «en torno a la defensa de la moralidad pública y al rechazo de María Cristina y su camarilla»488 que dio lugar a una conspiración a cuyo frente se pusieron los generales Dulce y O’Donnell, que tras el incierto encuentro de Vicálvaro (28 de junio de 1854) sus-cribirán, con intención de atraerse al pueblo, el

Manifiesto de Manzanares (redactado por Cánovas del Castillo), el 7 de julio de 1854, con un claro contenido progresista que conectará con el sen-timiento popular y favorecerá que el movimiento revolucionario se extienda a todo el país.

En Marbella, desde el 6 de julio de 1854 se reciben con cierto interés noticias sobre la evolu-ción de los acontecimientos, bien a través de los boletines oficiales, bien de los bandos del Capitán

General. Gracias a ellos el ayuntamiento moderado conoce la dirección de las tropas sublevadas, pero se mantienen a la expec-tativa sin tomar parti-do489. Solamente cuando el día 22 se reciben noti-cias del ayuntamiento de

Málaga y de la Junta Provisional de Gobierno, se convocará una sesión extraordinaria, a las siete y media de la mañana, con la finalidad de mantener el orden público y adherirse al movimiento ahora triunfante. La situación se precipita. Pasadas las cuatro de la tarde tras formarse en Marbella (a imitación de la de Málaga) la Junta de Gobierno se procederá a destituir a los concejales. Esta Jun-ta estará compuesta por Antonio Domínguez Al-burquerque, Francisco Acosta y Granados, Pedro Torrisco, Pedro Gallardo y Burgos, Antonio Jimé-nez, Felipe Díez de Oñate y Juan de Dios Que-lart. Como podemos ver el régimen de las Juntas también llega a Marbella. Entre las primeras me-didas, aparte de la destitución del ayuntamiento moderado, con todos sus empleados, nombran como alcalde a Joaquín Belón y Vicente y como segundo teniente de alcalde al maestro Antonio Jiménez490. Claro está que en el proceso no puede faltar la reorganización de la Milicia Nacional, que estará formada por una Compañía de Granaderos y otra de Cazadores, llegando a constar de 184 hombres491, aunque inicialmente y por urgencia sólo se pretenda «armar veinte vecinos honrados o más si preciso fuera para con el carácter de Milicias Nacionales puedan contribuir al orden y seguridad de la tranquilidad pública»492. El acto fi-naliza con la toma de juramento al nuevo alcalde y concejales de acatar la Constitución de la Mo-narquía Española de 1837; adherirse al glorioso

481 AHMMb, AACC, 4 de diciembre de 1845.482 AHMMb, AACC, 15 de septiembre de 1853.483 AHMMb, AACC, 26 de febrero de 1852.484 AHMMb, AACC, 19 de febrero de 1852.485 AHMMb, AACC, 7 de mayo de 1848.486 FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., p. 165.487 AHMMb, AACC, 26 de febrero de 1852.488 FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., p. 173.489 AHMMb, AACC, 6 de julio de 1854, 13 de julio de 1854 y 20 de julio de 1854.490 AHMMb, AACC, 22 de julio de 1854.491 AHMMb, AACC, 24 de agosto de 1854.492 AHMMb, AACC, 22 de julio de 1854. Al año siguiente se plantea la concesión de condecoración cívica a los milicianos nacio-

nales (Cf. AHMMb, AACC, 26 de abril de 1855).

El período conocido como Década Moderada tuvo, en lo

económico, amplia trascendencia en Marbella, especialmente por el papel que tienen las ferrerías

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

pronunciamiento y a obedecer las disposiciones que adopte la Junta de Gobierno de la Provincia y de esta Ciudad493.

El movimiento progresista que se ha exten-dido por el territorio español, también ha triunfa-do en Marbella, que seguirá fielmente a la capital malagueña, hasta el punto de que en el momento en que reciban orden de la Junta Popular de Go-bierno de la Provincia ordenando la reposición de los ayuntamientos del trienio esparterista lo aca-tarán inmediatamente494, incluso tres días antes de que Espartero entre en Madrid (29 de julio) y de que se haga cargo de nuevo del poder con la formación del gobierno ese mismo día.

La tendencia progresista de este movi-miento se verá reforzada por la presencia del maestro Antonio Jiménez Parra que, aunque tuvo problemas por su posible incompatibilidad con el puesto docente, participará como segundo al-calde en dos gobiernos locales, e incluso como primer alcalde en el último de ellos495. El 5 de agosto, recién tomada posesión, propondrá un homenaje al duque de la Victoria496, en cuanto simbolizaba «la garantía de la libertad española». El homenaje consistió en pasear el retrato del duque de la Victoria por las calles con la mayor solemnidad y con cortejo y colocarlo en el balcón junto al retrato de la Reina, a la que al parecer no se paseará en dicho homenaje497, lo cual pronos-ticaba lo que ocurriría unos días después, el 28 de agosto de 1855, al producirse la expulsión del país de la reina madre María Cristina.

Durante el bienio se intentará elaborar una nueva Constitución que no tendrá tiempo de germinar: será la non nata de 1856. En este marco aparecen en escena, aparte de los progre-sistas, los moderados de la Unión Liberal y los demócratas que el 30 de noviembre de 1855 vo-tan, por primera vez, contra la monarquía como forma de gobierno en la persona de Isabel II.

En el ámbito económico se desarrolla una política de reformas de amplio alcance con la Ley General de Desamortización de Pascual Madoz de mayo de 1855, que afectó, junto a los bie-nes de la Corona, a los bienes de los municipios

(propios y comunes) y a los bienes inmuebles del clero secular. Sobre la desamortización de bie-nes del común, que permitían aprovechar colec-tivamente los montes de nuestro municipio, se informa al mes siguiente en el consistorio498. En diciembre se declaran los bienes que hasta ese momento eran de propios499, y que se arrenda-ban a los vecinos, y que ahora pasan a ser de aprovechamiento común: Sierra Blanca, Llanos de Nagüeles…500. En virtud de este acuerdo se intenta evitar la desamortización, a pesar de que unos días después se informa en pleno que se-gún la citada ley desamortizadora (artículo 19 de la ley de 1 de mayo de 1855) se autoriza a los pueblos a emplear el 80% del producto de sus ventas de propios o una parte del mismo a obras públicas de utilidad local o provincial, a bancos agrícolas o industriales o a objetos análogos501.

En este periodo se promulga la Ley de fe-rrocarriles de 1855, que dará un fuerte impulso a la construcción ferroviaria, y que se completa, en 1856, con la Ley de Bancos de Emisión y de Crédito, a fin de conseguir capital tanto de los ciudadanos españoles como de los extranjeros para las inversiones en el ferrocarril y en otras obras públicas. En este contexto se crea el Banco de España e, incluso, se produce el inicio de la Ley de Minas que se promulgará más adelante (1859 y 1868). Todo este conjunto de medidas fa-vorecerá el nacimiento del capitalismo financie-ro español con la creación un número cada vez mayor de empresas de inversión en las que par-ticipa capital extranjero, especialmente francés y que desarrolla el marco económico liberal.

Aunque no se construya en este momen-to ningún ferrocarril en nuestro municipio la promulgación de la ley de ferrocarriles influye indirectamente en Marbella, puesto que al año siguiente, en 1856, el ayuntamiento participará en el polémico debate sobre la construcción del ferrocarril en la provincia de Málaga502.

Por otro lado, durante el Bienio Progresista las relaciones con el clero local se complican por la actitud del párroco Francisco Núñez Gallo, que residía en esta ciudad desde 1851, y que es acusa-

493 AHMMb, AACC, 22 de julio de 1854.494 AHMMb, AACC, 26 de julio de 1854.495 Como segundo alcalde durante el primer gobierno, con Joaquín Belón y Vicente como alcalde (De 22 a 27 de julio de 1854

Cf. AHMMb, AACC, 22 de julio de 1854). También en el de Felipe Díez Oñate (De 5 de agosto a 28 de diciembre de 1854. Cf. AHMMb, AACC, 5 de agosto de 1854). Como primer alcalde de 1 de enero a 26 de marzo de 1855 (AHMMb, AACC, 1 de enero de 1855).

496 AHMMb, AACC, 5 de agosto de 1854.497 AHMMb, AACC, 5 de agosto de 1854.498 AHMMb, AACC, 10 y 17 de junio de 1855.499 AHMMb, AACC, 14 de junio de 1834. En el Informe sobre Marbella que se realiza en 1834 se indica que pertenecen a los

propios como fincas rústicas el Monte de las Chapas, el del Puerto de Ojén, el de Alcornoque y el de Fuensequilla, y «todas las tie-rras que están en su jurisdicción y no corresponden a particulares». Los propios procedían de la concesión por los Reyes Católicos Real Cédula de 6 de junio de 1488.

500 AHMMb, AACC, 9 de diciembre de 1855. Se insiste en la categoría de ser bienes del común desde la conquista en AHMMb, AACC, 10 de mayo de 1857. En lo mismo se insiste en AACC de 25 de febrero de 1869 sobre que se declaren del común

exceptuando su venta: Sierra Blanca, Llanos de Nagüeles, Baldíos de Río Verde y Pinar de Valdolletas.501 AHMMb, AACC, 13 de diciembre de 1855.502 AHMMb, AACC, 15 de junio de 1856.

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

do de conspirar junto con «otras personas asocia-das al expresado Cura» para «destruir y oscurecer el brillo con que los ha eclipsado el resplandor del pronunciamiento Nacional»503. El sacerdote se verá apoyado por su hermano, que interviene avisando al alcalde Antonio Jiménez Parra de que no se al-tere el orden público por la visita del citado cura cuando pase por Marbella camino de su pueblo de nacimiento, ya que sabe que no es estimado por el pueblo. Además, proferirá amenazas inti-midatorias sobre «el favor que le dispensarían las autoridades máximas de la provincia» y concluirá con la curiosa advertencia, o amenaza, de que «an-tes de quince días este pueblo sería otra cosa»504. Todo ello lleva al ayuntamiento a querellarse por injurias ante el gobernador militar y civil, que al declararse incompetente provocará la amenaza de dimisión de los concejales, y ante la Junta Auxi-liar de Gobierno de la Provincia. Las acusaciones contra el sacerdote serán rebatidas tras finalizar el bienio por Juan de Quijada y Fourrat, alcalde moderado, que propondrá que se repare en lo posible los quebrantos, amarguras e injusta per-secución contra el cura, y se consigne en las actas sus virtudes entre las que destaca «su adhesión a las instituciones actuales». Con ello se confirma la posición política moderada del sacerdote y su actitud no pastoral frente a los progresistas que representaba Antonio Jiménez y por ende Espar-tero. Aun así, este sacerdote no dudará en venir a ayudar a la población en pleno bienio durante la calamitosa epidemia de cólera que sufrió la ciu-dad en 1855 pese a la enemistad con los «revolu-cionarios de ficción de esta población»505.

La situación del ayuntamiento en 1855 es lamentable: Antonio Jiménez tendrá que desem-peñar las funciones de Alcalde por enfermedad del titular, Felipe Díez de Oñate, y a poco de ser elegido, como alcalde primero, fue suspendido en sus funciones por incompatibilidad por ser maestro. Antonio Jiménez será reelegido506 y apoyado por «porción considerable de vecinos» según expresa el teniente de la Compañía de Granaderos de la Milicia Nacional Ángel Millán507, aunque su nombramiento estará a la espera de la aprobación por la Diputación Provincial. Poste-riormente se multará con 1.000 reales a los mu-nícipes por haberle puesto como alcalde508.

En ese momento las defecciones son conti-nuas. El alcalde segundo, José Marín Andrade, ale-ga enfermedad (no acudiendo a las sesiones desde el 14 de enero de 1855)509, por lo que tendrá que ser sustituido por Pedro Torrisco Lima como presi-dente en funciones hasta el nombramiento de otro alcalde.510 Su sustituto, elegido el 4 de abril tras visita del Delegado Nicolás Laborda511, enferma también el 15 de julio. Le tendrá que relevar Lucas Martín Gil en agosto512. Con este panorama nos podremos imaginar las consecuencias sobre el fun-cionamiento del ayuntamiento en plena amenaza colérica y de crisis del bienio esparterista. Única-mente Lucas Martín Gil permanecerá al frente del ayuntamiento hasta su suspensión en agosto de 1856 por el gobernador militar de la provincia513.

3.3. segundo Periodo moderado (1856-1868)La escasez de la harina y su alto precio ge-

neran motines de subsistencias en Castilla y en la costa mediterránea provocando el enfrentamien-to entre los militares del general O’Donnell y la Milicia Nacional que, con los progresistas, apoyan a Espartero. La crisis interna en su gobierno, entre su ministro de la Gobernación (Patricio de la Esco-sura) y el de Guerra (O’Donnell), se salda con la sa-lida del primero y la dimisión de Espartero al apo-yar la reina a O’Donnell, al que encarga que forme nuevo gobierno el 14 de julio, con la oposición de los milicianos que siguen apoyando a Espartero en varias ciudades, entre las que se encontraban Madrid, Málaga, Zaragoza y Barcelona514.

Tras los sucesos que en Madrid, llevan a O’Donnell a sustituir a Espartero y a disolver las Cortes en julio de 1856, se inicia el desman-telamiento de parte de la obra del Bienio, pues aunque se disuelve la Milicia Nacional, se añade un Acta adicional a la Constitución de 1845 que mantiene parte de la obra progresista: libertad de imprenta, funcionamiento ayuntamientos…, pero se niega a aceptar la paralización de la des-amortización lo que provocará su caída y su sus-titución por Narváez el 12 de octubre de 1856. Con ello se inicia una nueva etapa moderada en la que se deroga el Acta Adicional, se paraliza la desamortización, se restringe la ley de imprenta y de régimen local y se cancela el secuestro de los bienes de la reina madre María Cristina515.

503 AHMMb, AACC, 24 de agosto de 1854.504 AHMMb, AACC, 23 de septiembre de 1854.505 AHMMb, AACC, 18 de enero de 1857.506 AHMMb, AACC, 23-24 de enero de 1855.507 AHMMb, AACC, 11 de febrero de 1855.508 AHMMb, AACC, 14 de mayo de 1855.509 AHMMb, AACC, 14 de enero de 1855.510 Será presidente en funciones desde el 21 de enero hasta el 4 de marzo de 1855.511 AHMMb, AACC, 4 de abril de 1855.512 AHMMb, AACC, 29 de agosto de 1855.513 Cf. AHMMb, AACC, 9 de agosto de 1856.514 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., pp. 192-193.515 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, pp. 195-196.

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

El bienio acaba en Marbella sin pena ni gloria. Unos días antes de la dimisión de Espar-tero se produce la reorganización de la Milicia Nacional516, con la dimisión de sus cargos del co-mandante, Antonio Domínguez, y de los oficia-les de la misma: Jorge Grande (apoderado de El Ángel), Ángel Millán, Manuel Ortiz de Molinillo (representante del marqués del Duero), Antonio Jiménez, Pedro Gallardo, Pedro Torralba, Francis-co Cano y Marcelo Hormigo517. El 9 de agosto de

1856 el gobernador militar de la provincia nom-bra un nuevo ayuntamiento colocando como al-calde a Francisco de Prados518. Se inicia así una nueva etapa moderada en la que los gobiernos que suceden a O’Donnell (con su recién creada Unión Liberal) tendrán un especial protagonismo durante el período que se extenderá hasta la Re-volución de Septiembre de 1868. A nivel político, en la sucesión de gobiernos municipales, desta-

can las figuras de Francisco de Prados, Juan de Quijada y Fourrat y Francisco Rosado y Campoy.

En esta nueva etapa moderada se sucede-rán trece gobiernos entre los que repite Narváez en tres ocasiones y O’Donnell otras tantas, aunque de mayor duración con el apoyo de la Unión Libe-ral519. Ente las medidas legislativas más relevantes del periodo de la primera etapa de Narváez des-tacaremos: La Ley de Bases para la redacción de la Ley de Instrucción Pública de 1857 (Ley Moyano) que reguló la enseñanza durante más de un siglo y otorgaba a la Iglesia el derecho de inspección. También en ese año se elabora el primer censo de población y se amplía el tendido telegráfico520.

En Marbella el intento de evitar la des-amortización de los bienes de propios con su transformación en bienes del común dará lugar a ciertas reclamaciones por parte de los arrenda-tarios. Así, en 1857, se producirá una aclaración sobre su situación al manifestar que son terrenos del común y no de propios desde la Conquista521. Aún así, habrá algunas reclamaciones de vecinos que tenían concesiones sobre minas de la Torreci-lla522, San Juan, San Jaime y San José523, o en tierras en los Llanos de Nagüeles524. Estas reclamaciones siguen su curso y en 1859, cuando se informa a los munícipes sobre la venta de bienes de propios declarados de aprovechamiento común (contra lo dispuesto en la Ley Desamortizadora), se declara sin efecto en Sierra Blanca, Las Bóvedas, Baldíos de Río Verde y Pinar de Valdolletas525.

3.3.1. eL gobierno Largo de o’donneLL (1858-1863)El «gobierno largo» del general O’Donnell

se inicia a fin de junio de 1858 y dura hasta ene-ro de 1863. Es este un periodo de estabilidad política al frente de un partido, la Unión Liberal, que aspira a la unidad perdida de los liberales en un proyecto monárquico constitucional y parla-mentario, con la unión de los moderados y de los progresistas más centrados, a fin de asentar el sistema liberal, en una época de claro auge económico, en busca de su legitimidad, para, según Fuentes, «crear un círculo vicioso de estabili-dad, propicio a la puesta en práctica del proyecto histórico del unionismo, en el que se aunaban crecimiento económico, reformismo administra-tivo y aventuras militares en el exterior»526.

516 AHMMb, AACC, 6 de julio de 1856.517 AHMMb, AACC, 30 de julio de 1856.518 AHMMb, AACC, 9 de agosto de 1856.519 Los gobiernos desde 1856 a 1868 llevan el siguiente orden: Leopoldo O’Donnell, Ramón M.ª Narváez, Francisco Arme-

ro, Francisco J. Istúriz, Leopoldo O’Donnell, Manuel Pando, Lorenzo Arrazola, Alejandro Mon, Ramón M.ª Narváez, Leopoldo O’Donnell, Ramón M.ª Narváez, Luis González Bravo, José Gutiérrez de la Concha, marqués de la Habana.

520 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit pp. 197-198.521 AHMMb, AACC, 10 de mayo de 1857.522 AHMMb, AACC, 14 de agosto de 1859.523 AHMMb, AACC, 28 de agosto de 1859.524 AHMMb, AACC, 30 de octubre de 1859.525 AHMMb, AACC, 4 de diciembre de 1859.526 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., pp. 198-201.

Componentes de la Unión Liberal, 17 de julio de 1854. 1.- Espartero, 2.- O’Donnell, 3.- Dulce, 4.- San Miguel, 5.- Messina, 6.- Ros de Olano y 7.- SerranoFuente: Grabado de Mitjana, Fundación Unicaja - ADE, Málaga

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Se intenta profesionalizar el aparato ad-ministrativo del estado modernizando la función pública a fin de potenciar el crecimiento del esta-do y de los negocios. Para ello se vuelve a poner en marcha la desamortización de Madoz, con las consiguientes enajenaciones, aunque provoque problemas sociales importantes, pero facilita los negocios con la construcción del tendido ferro-viario. Todo ello en un contexto de intervención militarista, seguidista de la francesa, a la bús-queda de aumentar el prestigio internacional de España mediante intervenciones en la Conchin-china (1857-62), Marruecos (1859-60), México (1861-62) y la Guerra del Pacífico (1862-64), o la reincorporación de Santo Domingo (1861-65)527.

En relación a la Guerra de Marruecos (1859-60), que se inicia el 10 de octubre de 1859 con una declaración de guerra al sultanato (Mohamed IV) por los continuos ataques a las ciudades españolas en la zona (en concreto a las fuerzas encargadas de la reconstrucción de la muralla de Ceuta) y que O’Donnell no está dispuesto a permitir. La guerra durará hasta la caída de Tetuán (tomada por Prim el 6 de febrero de 1860 y que en Marbella se da a conocer dos días después de producirse) 528 y la toma de Tánger el 23 de abril de 1860. La firma del tratado de Wad Ras dará lugar a la ampliación del territorio de Ceuta, la cesión de Sidi Ifni (Sta. Mª de la Mar Pequeña) y una indemnización que permite a los españoles ocupar Tetuán.

La guerra afecta a nuestro municipio y para intentar superar los posibles efectos sobre los ciudadanos los munícipes acuerdan dar una pensión de tres reales diarios de por vida para cada uno de los dos primeros soldados y vecinos del municipio que resulten inutilizados contra los «moros marroquíes»529.

En el contexto de la guerra de Secesión americana, en Santo Domingo su presidente, Pedro Santana, había declarado unilateralmen-te la reincorporación a España el 18 de marzo de 1861, por el miedo a la anexión de Haití. El gobierno español de Leopoldo O’Donnell acep-ta la petición en mayo y se envían tropas530. Sin embargo la situación no era tan clara y derivó en una dura guerra contra los dominicanos y en

la que hicieron estragos las enfermedades entre los soldados.

Producto del miedo a cualquier tipo de contagio es por lo que en enero de 1865 Marbe-lla se une a Cádiz pidiendo a la reina que «los en-fermos procedentes de la isla de Santo Domingo u otro puerto de las Antillas no sean desembarca-dos en Cádiz, ni asistidos en su Hospital Militar como providencia sanitario […] y no se altere el sistema cuarentenario existente en Antillas»531.

Durante este periodo se produce en Mar-bella, al igual que en otros lugares, la enajenación de propios y baldíos, el cercamiento de fincas y las continuas restricciones al uso de los recursos de la naturaleza. Todo ello con el control de la Guardia Civil. La utilización de las tierras baldías no era nuevo, de hecho hay quejas sobre el uso que la Ferrería de la Concepción hace sobre las del Río Verde en 1855 (año de publicación de la ley desamortizadora)532, o sobre los bienes del común, ahora de propios que citamos con ante-rioridad, y que se completa con algunas recla-maciones de particulares sobre tierras supuesta-mente del común en el pago de Nagüeles533, en los Llanos de Nagüeles534, o en Guadalmina535 o enajenaciones en venta de edificios como El Pó-sito y la Alhóndiga536.

Esta situación dará lugar a una importan-te conflictividad campesina y provoca importan-tes revueltas en Andalucía, como la de Utrera o el Arahal (en 1857) y la de Loja y otros pueblos de Granada, Córdoba y Málaga (Mollina, Loja, Archidona, Illora, Huétor y Alhama.) en el vera-no de 1861. De especial interés es la revuelta protagonizada por Rafael Pérez del Álamo, de la cual se informa en Marbella poco después al recibir noticias del Gobernador sobre una fac-ción de Loja537.

Con la enajenación de bienes, como en el caso del monte Bornoque, se pretende favorecer la construcción del ferrocarril Córdoba a Málaga del que, ya en 1852, los munícipes acuerdan in-formarse, pues lo consideran de interés para me-jorar las comunicaciones vecinales y para expor-tar productos a los centros de consumo538. Sin embargo más adelante indican las dificultades

527 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., pp. 215. En la Conchinchina se produce la intervención como con-secuencia de los incidentes producidos el año anterior a la llegada al poder de O’Donnell (asesinato de católicos el 10 de julio de 1857) y por la petición de Luis Napoleón III en virtud de la Cuádruple Alianza de 1834.

528 AHMMb, AACC, 8 de febrero de 1860.529 AHMMb, AACC, 25 de diciembre de 1859.530 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., p. 218.531 AHMMb, AACC, 19 de enero de 1865.532 AHMMb, AACC, 9 de abril de 1855, 8 de junio de 1855, 15 de julio de 1855, 7 de agosto de 1855, 18 de octubre de 1855,

15 de junio de 1856. Con anterioridad ya se han dado normas de enajenación en el monte Alicate (AHMMb, AACC, 22 de abril de 1852) y Herrizas de Nagüeles (29 de abril de 1852).

533 AHMMb, AACC, 5 de agosto de 1858. Reclamación de Francisco A. Roldán.534 AHMMb, AACC, 30 de octubre de 1859. Reclamación de Pedro Artola.535 AHMMb, AACC, 10 de febrero de 1861. Solicitud de acensamiento de M. Ortiz de Molinillo (apoderado del marqués del Duero).536 AHMMb, AACC, 17 de febrero de 1861. Para ello se forma la junta pericial el 24 de marzo.537 AHMMb, AACC, 7 de julio de 1861.538 AHMMb, AACC, 14 de noviembre de 1852.

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para su construcción539 y en 1859, se pretenderá obtener los fondos necesarios poniendo a la ven-ta dicho monte, bajo las condiciones que se pro-pusieron dos años antes540. Ahora se plantea bajo la necesidad de traer carbón desde Córdoba para las ferrerías. Por ello se produce la visita del Go-bernador y del marqués de Casa Loring a fin de convencer a la corporación541. Este monte ha sido muy codiciado en épocas anteriores y en varias ocasiones se pretendió enajenarlo para la obra del muelle, cárcel y del nuevo cementerio542.

En 1860 se invita a la corporación a la inauguración del ferrocarril543, a cuya sociedad por acciones se habían destinado 4 millones de reales producto de la venta del monte Borno-que, aunque al parecer su transmisión no se había hecho efectiva, por lo que se insiste en la petición de su venta544. Al final se suscriben 521 acciones de 1900 r. cada una por un total de 989.900 r.v.545. La desamortización se confirma por R. D. 22 de enero de 1862546. Sin embargo, al año siguiente, unos días después de que los munícipes valoren las condiciones de deslinde y el justiprecio547, se informa al Ayuntamiento de que la compañía pide que se inviertan los dos millones de reales de la venta del monte548 y los munícipes todavía se replantean el uso de la venta, pues se defienden otras necesidades como la construcción del nuevo cementerio, el traslado de la cárcel y la edificación de las es-cuelas549. Al final se decide la compra de las ac-ciones550. En 1864 se entregan 207.140 r.v. a la sociedad Ferrocarril Córdoba-Málaga, producto de la venta del monte Bornoque, como anticipo de los dos millones551. El monte fue comprado por Manuel J. Muñoz552, aunque más adelante

se le tenga que reintegrar el dinero por haber-se declarado nula dicha venta553. La razón que se aduce es que este monte no era de propios como se creía equivocadamente, sino que lo era del común por lo que se darán razones por lo que no se puede desamortizar554. Al final, en 1870, se recibe la noticia de la quiebra de la sociedad creada para el ferrocarril555.

La promulgación de la Ley de Sociedades de Crédito de 1856 tendrá como consecuencia la creación del Banco Hipotecario en Málaga para el cual el gobernador también pide que se compren acciones y los munícipes acuerdan destinar parte de lo que se obtenga, de nue-vo, por la venta del monte Bornoque556. Para la constitución de este banco, proyectado por Joa-quín García Briz, se suscribirán 1.500 acciones en 1863557.

En cuanto a la modernización técnica es importante destacar que, al igual que ocurre en otras zonas de España, la aplicación del siste-ma métrico aún tarda respecto a su creación en Francia en 1791, puesto que no se adoptó hasta 1849, e incluso no será obligatorio hasta 1880558. Sin embargo en Marbella, por orden del gober-nador civil de 30 de junio de 1862, se toma la decisión de comprar una colección completa de pesos y medidas del nuevo sistema métrico, para el que se consignan 3.000 reales en el presupues-to ordinario de 1863559, y que llegan a nuestra ciudad, en tres cajones, en enero de 1865560.

En el plano del capitalismo industrial y financiero tuvieron gran importancia en Málaga familias como los Larios, Heredia o Salamanca cuyo papel en nuestro municipio será relevante tanto en el XIX como en el XX.

539 AHMMb, AACC, 18 de agosto de 1853.540 AHMMb, AACC, 12 de abril de 1857.541 AHMMb, AACC, 1 de noviembre de 1859. 542 AHMMb, AACC, 31 de mayo de 1850, 24 de abril de 1851 (condiciones de venta), 8 de julio de 1852, 30 de septiembre de 1852.543 AHMMb, AACC, 11 de marzo de 1860.544 AHMMb, AACC, 23 de octubre de 1861.545 AHMMb, AACC, 1 de noviembre de 1861. 546 AHMMb, AACC, 2 de febrero de 1862 y 19 de enero de 1862 en el que se cita la liquidación de la lámina intransferible de la

Sociedad Ferrocarril Córdoba-Málaga, convertida en títulos del 3% al portador.547 AHMMb, AACC, 7 de junio de 1863. 548 AHMMb, AACC, 14 de junio de 1863. 549 AHMMb, AACC, 24 de junio de 1863.550 AHMMb, AACC, 5 de julio de 1863.551 AHMMb, AACC, 28 de febrero de 1864.552 Cf. AHMMb, AACC, 8 de mayo de 1864 y 24 de julio de 1864.553 AHMMb, AACC, 7 de mayo de 1865. Resolución de la Junta Superior de Ventas de 22 de abril que declara nula dicha venta y

el reintegro de lo pagado al comprador. Aunque se produce una reclamación (AHMMb, AACC, 13 de agosto 1865) se confirma poco después (AHMMb, AACC, 10 de septiembre de 1865).

554 AHMMb, AACC, 12 de julio de 1866.555 AHMMb, AACC, 4 de diciembre de 1870.556 AHMMb, AACC, 4 de octubre de 1863.557 AHMMb, AACC, 25 de octubre de 1863.558 Por Ley de 19 de julio de 1849 se adoptó en España el metro como unidad fundamental de longitud y a partir de entonces

se intenta desarrollar esta ley mediante la creación de la Comisión de Pesas y Medidas y plantear las equivalencias de las antiguas y nuevas medidas (R. O. de 9 de diciembre de 1852). La obligatoriedad no llegará hasta el 1 de julio de 1880 (Real Decreto de 14 de febrero de 1879).

559 AHMMb, AACC, 6 de julio de 1862.560 AHMMb, AACC, 22 de enero de 1865.

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3.3.2. La crisis deL régimen de isabeL ii: La ruptura de La unión LiberaL (1863-1868)

Tras la caída de Leopoldo O’Donnell por la pérdida de confianza de la reina, se produce la sucesión de ocho gobiernos diferentes561, de ca-rácter moderado (o unionista), que no consiguen integrar a los progresistas dada su política de re-traimiento, que deslegitimaba a la monarquía y les acercaba a los demócratas republicanos.

La crisis económico-financiera de 1866 (ferrocarril, sociedades de crédito y de la ban-ca), la intervención de la camarilla de la reina (confesor Padre Claret) en apoyo de la «cuestión romana»562, y en contra de los deseos de los libe-rales, junto a la conducta privada y supersticiosa (influencia de sor Patrocinio) de la reina Isabel II facilitarán su creciente desprestigio563, y desem-bocan en los incidentes de la Noche de San Daniel (10 de abril de 1865).

Esta situación de crisis condujo al cese de Ramón M.ª Narváez y la vuelta al poder de Leopoldo O’Donnell que no consigue el cambio de táctica de los progresistas, ni impedir las in-tentonas de Juan Prim en Villarejo de Salvanés (2 de enero de 1866) o de los sargentos del cuartel de San Gil (22 de junio de 1866). Ello da lugar a medio plazo al Pacto de Ostende (agosto de 1866) por el que se unen los partidos demócrata y progresista para derrocar a Isabel II, y se am-plía al nuevo líder de los unionistas —por falleci-miento de O’Donnell, el general Francisco Serra-no— al año siguiente en el Pacto de Bruselas (30 de junio de 1867).

A la citada crisis del capitalismo se une una crisis tradicional de subsistencias en 1867-1868, por escasez y carestía de productos bá-sicos como el pan, que generan motines en di-versas ciudades y que facilitarán el triunfo de la revolución de 1868.

El fin del régimen estaba servido.En Marbella la situación de crisis se mani-

fiesta en la emigración por el cierre de las fábri-cas y de las minas564, el incremento de los precios y la necesidad de suministrar ayudas, como for-ma de inversión, por la situación de calamidad pública en enero de 1868565.

Además, durante estos años se produ-cen un gran número de roturaciones en tierras

enajenadas al parecer para ganar la titulación administrativa. Así consta en relación con Na-güeles (que se insiste que son del común) y con más de sesenta y cinco nuevas roturaciones de fincas566.

3.4. el sexenio democrático (1868-1874)

3.4.1. La revoLución gLoriosa y eL gobierno provisionaL (18-9-1868 a 1-1-1871)

El 18 de septiembre de 1868 se produce el pronunciamiento del almirante Juan Bautis-ta Topete en Cádiz y se presenta el manifiesto firmado con los generales Juan Prim, Domingo Dulce y Francisco Serrano. Pronto se extiende a otras ciudades, especialmente de Andalucía de forma similar a anteriores ocasiones. Cae el gobierno de González Bravo y le sucede el del general José Gutiérrez de la Concha567, que envía tropas para contener a los sublevados. El enfren-tamiento se produce en la batalla del puente de Alcolea (Córdoba) donde son derrotadas las tro-pas gubernamentales el 28 de septiembre. El 30 se va Isabel II. El pronunciamiento ha triunfado al formarse un Gobierno Provisional con Serrano al frente568.

Desgraciadamente no podemos seguir di-rectamente los acontecimientos que dieron lugar en Marbella tanto al Sexenio Democrático como a la I República569. El 23 de septiembre de 1868, sólo dos días después de la capital, se forma en Marbella la correspondiente Junta Provisional de Gobierno bajo la presidencia de Pedro Artola Vi-llalobos, formándose una milicia armada y feste-jándose, como es costumbre, con iluminaciones y reparto de pan entre los pobres, al conocerse el éxito del pronunciamiento en Madrid. Como siempre, siguiendo los acontecimientos de Má-laga, se dispone en octubre el cambio de nom-bre de las Juntas Provisionales por el de Juntas Revolucionarias y se destituye al párroco, Fran-cisco Núñez Gallo, porque «su comportamiento demuestra claramente no estar identificado con las instituciones liberales que felizmente rigen». Tras las elecciones municipales que, según uno de los elegidos, ha sido «la primera [...] en que después de muchos años han tomado parte to-das las clases del pueblo», es decir por sufragio

561 Los gobiernos de Manuel Pando, Lorenzo Arrazola, Alejandro Mon, Ramón M.ª Narváez, Leopoldo O’Donnell, R. Narváez, Luis González Bravo y José Gutiérrez de la Concha.

562 A la larga dará lugar al nacimiento del reino de Italia de Víctor Manuel II a costa de parte de los Estados Pontificios, con la oposición del papa Pío IX.

563 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., pp. 294-295.564 AHMMb, AACC, 8 de diciembre de 1867.565 AHMMb, AACC, 12 de enero de 1868.566 AHMMb, AACC, 14 de enero de 1866, 12 de marzo de 1866.567 Marqués de la Habana y hermano del marqués del Duero.568 Cf. FUENTES, J. F.: El fin del Antiguo Régimen…, op. cit., p. 235.569 Faltan las AACC desde la sesión de 19 de julio de 1868 hasta final del año; desde la de 30 de mayo de 1869 a 2 de enero

de 1870 y desde el 24 de diciembre al 11 de enero de 1874, ambas exclusive. Sobre este tema ha profundizado recientemente J. BERNAL GUTIÉREZ en la conferencia «El Sexenio Democrático (1868-1874) en Marbella».

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universal masculino, es elegido alcalde Pedro Ar-tola Villalobos570.

Las consabidas felicitaciones para el pre-sidente del gobierno provisional Francisco Se-rrano y para Nicolás M.ª Rivero, presidente de las Cortes571. Ello no impide que haya incidentes importantes, como los que se produjeron, contra el alcalde Villalobos, por el denostado impuesto de consumos, durante la feria de San Bernabé de 1870, mientras se celebraba una corrida de to-ros en la plaza del Ayuntamiento, y los vecinos aprovecharon para saltar el balcón del edificio municipal572.

En estos años se plantean los beneficios y las excepciones de la Colonia de San Pedro Alcán-tara y se expresa el deseo de hacer una industria para la caña de azúcar573. Además se proponen y se aprueban las condiciones del proyecto para la construcción del ferrocarril desde la mina de hie-rro en el Peñoncillo hasta el muelle de hierro en el fondeadero con una longitud de 2.110 metros574.

La situación nacional se complica con la rapidez de acontecimientos que se suceden en estos pocos años. Se elabora la constitución de 1869, que mantenía la monarquía como forma de Estado, y a Serrano como Regente del Reino, mientras las Cortes se deciden a elegir a un can-didato a monarca por votación entre varias op-ciones, entre las que estaba la republicana575.

3.4.2. eL reinado de amadeo de saboya (2-1-1871 a 11-2-1873)

Los diputados se decantan por Amadeo de Saboya (tataranieto de Carlos III), por 191 vo-tos sobre 334, al que ofrecen el trono, aunque en una difícil situación por el asesinato de su prin-cipal valedor, el general Prim, el 27 de diciembre de 1870, poco antes de su llegada a España. La falta de apoyo hará que su reinado sea efímero (2 de enero de 1871 a 11 de febrero de 1873) y en un contexto muy complicado por el estallido de la Segunda Guerra Carlista (1872-1876) y la primera guerra de Cuba (1868-1878).

Poco antes del final de su reinado se reco-nocen los méritos del general Espartero median-te la participación del ayuntamiento de Marbella, que colabora con 80 pesetas, en la construcción de un monumento al recién nombrado, por Ama-deo de Saboya, Príncipe de Vergara en enero de 1872, que se colocará en la ciudad de Logroño a petición de su alcalde576, aunque aún tardará 23 años en inaugurarse577.

3.4.3. La primera repúbLica (11-2-1873 a 2-1-1874)La dimisión de Amadeo I desembocará en

la Primera República, que será proclamada por la Asamblea Nacional en Madrid el 11 de febrero de 1873 a iniciativa de Pi y Margall, eligiéndose en la misma sesión a Figueras como presidente. Esta Primera República tuvo una duración efímera de once meses con «una densidad de acontecimientos considerable: cuatro presidencias distintas (Figue-ras, Pi, Salmerón y Castelar), seis gobiernos, una fuerte agitación social, guerra carlista y cantonal en la península y colonial en ultramar»578 y con un importante aislamiento internacional. La Repúbli-ca supone un cambio total con el modelo sociopo-lítico ensayado por la revolución liberal, que para José M. ª Jover se puede resumir en siete planos de ruptura distintos: «República frente a Monarquía, federalismo frente a centralismo, Estado neutro en materia religiosa frente a estado confesional o tu-telar, «régimen de intelectuales» frente a «régimen de generales», desorden y utopía frente a orden identificado con eficacia administrativa al servicio de un poder concebido de la alianza entre nobleza y burguesía, religación entre ética y política frente al pragmatismo del moderantismo»579.

Una utopía democrática para su tiempo en una España incapaz de comprenderla y por la que se verterá mucha sangre para intentar hacerla realidad. El movimiento cantonal que se produce en el verano de 1873 comienza en Cartagena el 12 de julio y se extiende por la costa mediterránea y Andalucía especialmente, aunque también a otros lugares de España. Málaga tendrá un especial pro-

570 AHMMb, AACC, 3 de enero de 1869. El sufragio universal masculino se convertirá en definitivo a partir de 1890. En Marbella aparece la relación de los 1.767 electores con derecho a voto, mayores de 25 años a 30 de julio de 1890, que pueden ejercer dicho derecho por ley electoral de 26 de junio de dicho año.

571 AHMMb, AACC, 21 de febrero de 1869.572 CASADO BELLAGARZA, J. L.: «El fin de una dinastía: Los Domínguez de Marbella. II…, op. cit., p. 27.573 AHMMb, AACC, 8 de abril de 1869.574 Cf. AHMMb, AACC, 18 de abril de 1869 y 23 de enero de 1870. Las condiciones para la cesión de los terrenos para su cons-

trucción se presentan en AACC, 16 de junio de 1872.575 El candidato portugués Fernando de Coburgo, no aceptó la oferta. El duque de Montpensier, Antonio de Orleáns, hijo de

Luis Felipe de Orleáns y casado con la infanta Luisa Fernanda, hermana de Isabel II, cuya candidatura no prosperó al matar en un duelo al infante Enrique de Borbón, hermano del esposo de Isabel II, Francisco de Asís. El alemán Leopoldo de Hohenzollern Sig-maringen, apoyado por Bismarck, pero que fue vetado por Napoleón III. También el hijo de Isabel, Alfonso, que no fue aceptado por Prim.

576 AHMMb, AACC, 17 de noviembre de 1872.577 La Rioja, 23 de septiembre de 1895. («Monumento a Espartero en Logroño», en la página web dedicada al general Espartero

en http://www.bermemar.com.578 SUÁREZ CORTINA, M.: La España liberal (1868-1917). Política y sociedad, Madrid, Síntesis, 2006, p. 42. De gran interés para la

etapa final del siglo XIX.579 SUÁREZ CORTINA, M.: La España…, op. cit., pp. 42-43. Cita a JOVER ZAMORA, J. M.ª: La imagen de la Primera república en la

España de la Restauración, Madrid, Real Academia de la Historia, 1982.

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tagonismo en la caída del gobierno Salmerón el 5 de septiembre, cuando se niega a firmar varias sen-tencias de muerte y ante el veto del ministro Palan-ca a un asalto militar en Málaga que exigía Pavía.

Durante este periodo ejercerá como alcal-de José María Marín Andrade580.

3.4.4. eL nuevo gobierno provisionaL (3-1-1874 a 1-1-1875)

El golpe de Estado de Pavía (3 de enero de 1874) da lugar a una nueva etapa de Gobierno Provisional, a veces citada como república unita-ria, macmahonista, en la que junto a la Jefatura del Estado asume la presidencia de un gobier-no de coalición el general Francisco Serrano581. Posteriormente como presidente del Poder Eje-cutivo de la República y con un jefe del Consejo de Ministros en la figura del general Zavala, al que sustituye a partir de septiembre Sagasta582. Durante este nuevo periodo de gobierno provi-sional en Marbella, permanece como alcalde ac-cidental Diego Méndez Amado y desde el 25 de enero Francisco Sánchez García583. Poco después, el gobernador militar pondrá a Pedro Artola Vi-llalobos como alcalde en febrero de 1874584, y se muestra la crítica situación por la que pasa la ciu-dad en el verano por la sequía y por las situación de la nueva guerra civil carlista585.

Ante esta situación y conocida la presen-cia de supuestos malhechores en la zona que, al parecer, hacen daño a las propiedades de vecinos de «clases laboriosas y acomodadas», se crea un cuerpo de orden público formado por diez hom-bres586, un somatén, que intentará evitar daños como los que han producido por «los trabajado-res y dependientes de don Cayetano Ardoy en la Sierra Blanca»587. A falta de estudios concretos, y a modo de hipótesis, estos hechos pudieran ser una primera muestra de la influencia del movimiento anarquista en nuestro municipio, que se deberá inscribir en la aparición del movimiento obrero en España y no dentro del socialismo utópico —que en esos años aparece bajo formas diversas: santsimoniana en Cataluña, fourierista en Cádiz y Madrid, cabetista en Barcelona— sino próximo a los postulados anarquistas, cuyos primeros pasos vinieron de la mano de Giuseppe Fanelli en 1868

y que dieron lugar al núcleo provisional de la AIT con Anselmo Lorenzo al frente. Y más concreta-mente en un momento histórico en el que tras el fracaso del movimiento cantonalista acentúa su discurso radical con la formación de grupos de ac-ción y con la defensa del colectivismo agrario588.

La segunda guerra carlista (1872-1876), para otros la tercera si se incluye la de los mati-ners, había comenzado en abril de 1872, nada más abrirse las cortes de Amadeo de Saboya, pero se extiende durante el periodo de la Primera Repú-blica y hasta el comienzo del reinado de Alfonso XII. En ese tiempo, los carlistas ocupan casi todas las provincias Vascongadas (menos Bilbao, Victo-ria y La Guardia y algunas zonas de Guipúzcoa), Navarra, menos Pamplona y la Ribera, e incluso avanzan en Cataluña y Valencia. Con dificultades se formó un estado carlista, estudiado por Julio Mon-tero, formado por las provincias ocupadas del País Vasco y Navarra y bajo el Estado de guerra, con derechos arancelarios y aduanas. La base institu-cional fueron las Diputaciones forales (enseñanza, orden público y dirección económica) elegidas por las Juntas Generales («cuerpos universales» de la provincia) reunidas en Álava en 1874 y Guipúzcoa y Vizcaya en 1875. La corte de Carlos VII era itine-rante, aunque estuvo preferentemente en Estella y Durango. El «despacho universal» del pretendiente se dividió en tres secretarías de Estado que for-maron su Gobierno (Guerra; Negocios Extranjeros y Estado; y Gracia y Justicia, Hacienda y Gobierno político) y también contaba con un Tribunal Supe-rior de Justicia en Estella. Emitió moneda y sellos de correos. Además, contará con un diario oficial El Cuartel Real desde agosto de 1873 y con bole-tines oficiales en las Diputaciones. En enseñanza creará la Real y Pontificia Universidad de Oñate589.

El sitio de Bilbao por los carlistas, en la pri-mera mitad del año 1874, fracasa a partir de mayo con lo que, una vez más, el liberalismo de la gran ciudad industrial vence a un movimiento carlista que se basaba en principios abiertamente confron-tados con la modernidad y cuyo apoyo principal se encontraba en los territorios rurales de base predominantemente campesina. La incapacidad para tomar una gran ciudad se vuelve en contra y tras la ocupación de los liberales de Cataluña en el

580 AHMMb, AACC, 9 de agosto de 1874. Aparece una nota marginal a lápiz que dice que no es de elección legal.581 Serrano tenía familia en Marbella, puesto que era hijo del mariscal de Campo Francisco Serrano Cuenca que se había casado

en Marbella el 11 de abril de 1806, cuando todavía era capitán, con Isabel Domínguez y Guevara, natural de nuestra ciudad. Ella era hija de Miguel Domínguez y Vargas y de Antonia Guevara. Cf. AAVV.: Enciclopedia de Historia de España, (Diccionario biográfico), Vol. IV, Madrid, Alianza Editorial, 1991.

582 Cf. SUÁREZ CORTINA, M.: La España…, op. cit., p. 57.583 AHMMb, AACC, 11 de enero de 1874 y 25 de enero de 1874.584 AHMMb, AACC, 4 de febrero de 1874.585 AHMMb, AACC, 6 de julio de 1874.586 AHMMb, AACC, 26 de julio de 1874.587 AHMMb, AACC, 6 de septiembre de 1874.588 Cf. SUÁREZ CORTINA, M.: La España…, op. cit., pp. 61-64589 Cf. SUÁREZ CORTINA, M.: La España…, op. cit., pp. 69-70 y MONTERO DÍAZ, J.: El Estado carlista: principios teóricos y práctica

política (1872-1876), Madrid, Aportes, 1992.

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verano de 1875 y la salida de Carlos VII el 28 de fe-brero de 1876 se pone fin a la guerra, el mismo día en que llega el nuevo rey Alfonso XII a Pamplona, poco después de producirse la Restauración590.

4. La crIsIs deL sIsteMa LIberaL de La restauracIón (1875-1898)

4.1. el reinado de alfonso xii (1874-1885). la res-tauración en marbella

La restauración de la monarquía borbóni-ca tras el golpe del general Martínez Campos en Sagunto el 29 de diciembre de 1874 coloca en el trono a un rey que, previamente y gracias a los oficios de Cánovas del Castillo, se había de-clarado liberal en el Manifiesto de Sandhurst (1 de diciembre de 1874).

Será la monarquía liberal constitucional el eje del sistema político creado por Cánovas y por tanto su restauración en la figura de Alfonso XII será fruto de una larga preparación por un grupo de orientación liberal conservadora opuesta al republicanismo y a la monarquía democrática de Amadeo de Saboya. La principal figura de este mo-vimiento será el malagueño Cánovas del Castillo que no deseaba la vuelta de los moderados y de los intereses que encarnaban. El procedimiento se inició con la creación de círculos moderados, conservadores y liberales y a través de banquetes, tertulias, salones entre las clases altas, medias y populares y en el ejercito, donde se gesta, poco a poco, un movimiento favorable al alfonsismo. La finalidad era crear una corriente de opinión favorable al hijo de Isabel II como candidato al trono. Cánovas quería proclamar a Alfonso tras la victoria contra los carlistas del general Manuel Gutiérrez de la Concha, marqués del Duero, pero se vio frustrada por la muerte de éste en Estella. Sin embargo, la intervención del general Martí-nez Campos, que era una figura próxima al sec-tor moderado, y que no contaba con el apoyo de Cánovas, trunca el proceso y lo precipita, aunque luego lo aleja del poder. No es de extrañar que el pronunciamiento ocurra en Sagunto, dado el interés que la burguesía valenciana tenía en ultra-mar, y con la ayuda de los militares que secundan a Martínez Campos que al igual que él habían es-tado destinados en Cuba como gobernadores ci-viles o militares. Todo esto muestra, como señala

Piqueras591, el interés por mantener las colonias antillanas y el comercio de esclavos en Cuba en el momento de crisis en la zona y por tanto eran firmes defensores de la Restauración592.

Pocos días después, el 2 de enero de 1875, se produce la proclamación de Alfonso XII como monarca en nuestra ciudad, bajo la presidencia de Pedro Artola Villalobos593, pues al comienzo del mes siguiente, el 24 de febrero, se forma un nuevo ayuntamiento nombrado por el Gobernador Mili-tar en el que toma la vara de mando Juan de Qui-jada Fourrat, incluso con parte de los anteriores concejales594, y el 29 de marzo se celebra una gran fiesta por la finalización de la guerra civil carlis-ta595. Le sucederán, entre 1877 y 1881, Diego Ro-mero Amores596, Tomás Domínguez Artola597, Cris-tóbal Lara Urbano598 y Juan Fernández Belón599.

590 Ibídem., p 70.591 Vid. SUÁREZ CORTINA, M.: La España…, op. cit.592 Cf. SUÁREZ CORTINA, M.: La España…, op. cit., pp. 80-81 y PIQUERAS ARENAS, J. A.: La revolución democrática (1868-1874):

cuestión social, colonialismo y grupos de presión, Madrid, MTSS, 1992.593 AHMMb, AACC, 2 de enero de 1875.594 AHMMb, AACC, 24 de febrero de 1875.595 AHMMb, AACC, 26 de marzo de 1876.596 AHMMb, AACC, 1 de marzo de 1877.597 AHMMb, AACC, 13 de septiembre de 1877.598 AHMMb, AACC, 1 de julio de 1879.599 AHMMb, AACC, 1 de julio de 1881.

Manuel Gutiérrez de la Concha, marqués del DueroPublicado en SUÁREZ, F.: Memorias del gobernador Antonio Guerola. Vol. IV. Málaga 1857-63, Sevilla, Fundación Sevillana de Electricidad, 1995

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Acabada esta guerra, Cánovas del Castillo promulga unos decretos de carácter centraliza-dor que, para Suárez Cortina, significan el fin del sistema foral vasco «y facilitó la conversión del viejo fuerismo en un nacionalismo vasco de base étnica, católica y xenófoba.»600.

Cánovas, que procede de la Unión Libe-ral, también tendrá un importante protagonismo en la elaboración de la nueva constitución que se promulga en 1876 y en la transformación del partido moderado en conservador para hacer un partido aceptable en la Europa liberal. Con ello se conforma uno de los partidos base del sistema de la restauración. El otro, el Liberal, surgirá del partido Constitucional y a su frente estará Práxe-des Mateo Sagasta601.

El periodo de la Restauración en Marbe-lla nos muestra curiosas afinidades familiares que, independientemente del partido que de-fiendan, mantiene a un determinado grupo en el poder durante largo tiempo. Tal será el caso de los alcaldes Juan Fernández Belón y Amador Belón Pellizó que ocupan durante catorce años, casi sin interrupción, la alcaldía de Marbella. Este periodo se inicia en junio de 1881 (recor-demos que el turno bipartidista por excelencia comienza con el gobierno liberal-fusionista de Sagasta en febrero de 1881) y dura hasta julio de 1885. Incluso con el alcalde Diego Romero Amores continuará como teniente de alcalde Amador Belón Pellizó, sucediéndole de nue-vo Juan Fernández Belón hasta septiembre de 1903 en que por renuncia pasa a Teniente de Alcalde. Podemos decir que durante la larga etapa democrática de la Restauración estos tres munícipes ocuparán los puestos más importan-tes del ayuntamiento marbellí. En este periodo reaparece, en julio de 1885, como alcalde To-más Domínguez Artola, aunque gobierna poco tiempo, y además en los momentos más críticos de la epidemia de cólera no está presente en el municipio, incluso fallece durante su mandato, en Madrid, en febrero de 1886, por causas aje-nas a la crisis epidémica602.

Durante algunos de estos años los gobier-nos municipales marbellíes sufrirán conflictos po-líticos que ocasionarán quejas, destituciones por el Gobernador, dimisiones (sólo afecta la del alcal-

de «por no saber leer ni escribir»)603, suspensiones de algún concejal604, protestas contra el alcalde por no asistir a presidir las sesiones605, centrándose la mayoría de ellas en el periodo anterior a 1881.

En dicho año comienza el sistema canovis-ta de alternancia de partidos que logrará —con el apoyo de los gobiernos civiles y del famoso «pucherazo»— mantener una ilusoria apariencia democrática. Este sistema, fruto de la corrupción y considerado tradicionalmente como caciquil y oligárquico, es el resultado de unas relaciones de patronazgo en una España en la que el Estado liberal se conformó sobre vínculos clientelares que ya tienen una larga trayectoria cuando surge la restauración606.

En este clientelismo sería muy impor-tante estudiar desde el punto de vista local a personajes relacionados familiarmente en

600 SUÁREZ CORTINA, M.: La España…, op. cit., p.70.601 El ala derecha del partido progresista y miembros de la Unión Liberal forman, en 1871, al año siguiente de la muerte de Prim,

el partido Constitucional, al frente del cual estará el generalSerrano y Mateo Práxedes Sagasta. El ala izquierda de los progresistas junto con los demócratas, que optaron por la monarquía, formaron el partido Radical, dirigido por Manuel Ruiz Zorrilla.

602 AHMMb, AACC, Leg. 18-H Cf. CASADO BELLAGARZA, J. L.: «El fin de una dinastía: Los Domínguez de Marbella…, II…, op. cit., pp. 31-33.

603 AHMMb, AACC, 5 de agosto de 1877.604 AHMMb, AACC, 24 de febrero de 1878. Causa abierta por contrabando.605 AHMMb, AACC, 15 de enero de 1880.606 Cf. SUÁREZ CORTINA, M.: La España…, op. cit., p. 97 y MORENO LUZÓN, J.: «El poder público hecho cisco. Clientelismo e

instituciones políticas en la España de la restauración» en Política en penumbra, Madrid, Siglo XXI, 1996, pp. 169-190. El fenómeno del caciquismo no tendría tanto que ver con un sistema de dominación de clase (visión marxista), ni de carácter económico (teoría de la modernización) sino como resultado de las relaciones patrón/cliente.

Francisco Serrano y Domínguez,duque de la TorreFuente: Imp. y Lit. Silva - Grabado publicado en DOMÍNGUEZ, F.: Los hombres de la Izquierda Liberal. El Duque de la Torre, Madrid, 1883

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el entorno de la familia Domínguez y que han na-cido en Marbella como José Chinchilla y Díez de Oñate607 (con antepasados como Juan y Felipe Díez de Oñate), el general José López Domínguez608 (con Antonio Domínguez y Var-gas, Tomás Domínguez Ar-tola o Antonio Domínguez Alburquerque), o Francisco Serrano y Domínguez609 el cual, aunque no naciera en Marbella, procedía de la familia anteriormente citada610. Las relaciones fa-miliares entre ellos, con las elites del poder central, y con diversos personajes de la oligarquía malagueña, de los que serán sus repre-sentantes, apoderados o simples correas de transmi-sión del partido gobernan-te, nos permitirán ahondar y conocer el entramado de poder que se gesta a lo lar-go del XIX y, especialmen-te, durante el periodo de la Restauración611. Este tipo de historia de carácter biográfico o prosopográfico se ha incorporado con fuerza a la investigación histórica de estos últimos años y permite reconstruir familias o relaciones mercan-tiles o de poder que nos pueden ilustrar sobre

los entresijos y los grupos de interés que se gestaron en nuestro municipio612.

4.2. la regencia de maría cristina de Habsburgo-lorena (1885-1898)

La muerte del rey Al-fonso XII el 25 de noviembre de 1885, que se da a conocer al ayuntamiento de nuestra ciudad al día siguiente613, desemboca en una regencia de su viuda, María Cristina de Habsburgo-Lorena, en nom-bre del hijo que espera y que nacerá unos meses después.

Aunque el protago-nismo directo de nuestro municipio es escaso en es-tos años, se participa en el IV centenario de la Conquis-ta de Málaga en agosto614, y también se colabora con los gastos de la Exposición In-ternacional de Barcelona de 1888, a través de la compra de lotería enviada por el al-calde de la capital catalana

para ayudar a sufragar los gastos derivados615.El nombramiento del general López Do-

mínguez como ministro de Guerra da lugar a una importante celebración con reparto de pan para los pobres, como se hacía tradicionalmente616, y se le dedica el nombre de la calle Ancha617.

Poco después se producen incidentes en Melilla que desencadenan la participación de Es-paña en dicha guerra (1893-1894) y ante el trasla-do de soldados se decide que se concederá una pensión vitalicia de 0’75 Pts. diarias a cada uno de los cuatro soldados naturales o vecinos de Marbe-lla que resulten inútiles en dicha guerra618.

607 Militar español, ministro de la Guerra, senador y gobernador de Cuba, nació en Marbella (Málaga) el 20 de Marzo de 1839 y murió el 11 de Marzo de 1899, siendo teniente general y director general de la Guardia Civil (Ver web Senado y La Ilustración Española y Americana del 15 de marzo de 1899).

608 Nacido en Marbella el 29 de noviembre de 1829 y fallecido en Madrid el 17 de octubre de 1911: Militar y político español que ocupó la presidencia del gobierno por breve tiempo durante el reinado de Alfonso XIII, desde el 6 de julio de 1906 al 30 de noviembre de 1906. (Ver web Senado).

609 Nació en la Isla de León (San Fernando, Cádiz) el 17 de diciembre de 1810 y falleció en Madrid el 25 de noviembre de 1885. Fue militar y político español. Regente, presidente del Consejo de Ministros y último presidente de la Primera República Española durante el Gobierno Provisional. (Ver web Senado).

610 Doña Isabel Domínguez y Guevara, nació el 21 Febrero 1793 en Marbella, testó en 22 Febrero 1868 en Madrid. (Cf.: http://genforum.genealogy.com/serrano/messages/111.html).

611 PRIETO BORREGO, L.: «Nueva aproximación a la bibliografía sobre Marbella y la Costa del Sol Occidental», Cilniana, 15, pp. 57-58. Completa la anteriormente publicada por la misma autora Aproximación bibliográfica: Marbella y la Costa del Sol Occidental, Aso-ciación Cilniana, Marbella, 1997. Más tarde se completa y actualiza con «Bibliografía y documentación», Cilniana, 17, pp. 71-88.

612 Cf. CARASA SOTO, P. (ed): Elites. Prosopografía contemporánea, Universidad de Valladolid, 1994.613 AHMMb, AACC, 26 de noviembre de 1885.614 AHMMb, AACC, 28 de julio de 1887.615 AHMMb, AACC, 4 de noviembre de 1898.616 AHMMb, AACC, 17 de diciembre de 1892.617 AHMMb, AACC, 27 de agosto de 1893.618 AHMMb, AACC, 28 de octubre de 1893.

José Chinchilla Díez de Oñate, director general de la Guardia CivilFuente: Retrato publicado en La Ilustración Española y Americana el 15 de marzo de 1899

El nombramiento del general López Domínguez como ministro de Guerra da lugar a una importante celebración con

reparto de pan para los pobres

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Antonio Rodríguez Feijóo Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal

José López Domínguez,ministro de Guerra

Fuente: Grabado publicado en La Ilustración Española y Americana el 8 de agosto de 1893

El fin de siglo en Marbella es cier-tamente crítico, la corrupción municipal continúa, a pesar de ello, a mediados de 1895, el alcalde deci-de comprar un puño de oro para el bastón de mando por 75 pesetas619. Al año siguiente se llegará a acusar a los munícipes de malversación de fondos y provoca su destitución por el gober-nador civil620, «a virtud y conformidad de la Junta de Instrucción Pública»621, aunque al no poder probarse será sobreseída en 1898622.

En 1897 la noticia del atentado contra Cánovas del Castillo induce al cambio de nombre de la calle Nueva por el del político asesinado623.

La situación que vive el municipio es extremadamente grave para los más hu-mildes, lo que se evidencia en la decisión del ayuntamiento de repartir más de 600 panes para los jornaleros en la fiesta la Inmaculada Concepción de diciembre de 1899624. Ello no obsta para que mantenga cierta relevan-cia puesto que, como señala F. de A. López Serrano, «Marbella era una ciudad con una significación nada des-deñable, en la que tenían su sede un viceconsulado británico, un viceconsulado belga, una agencia consular francesa y una agencia consular norteamericana»625, todo ello, claro está, en relación con la explotación minera de carácter colonial-imperialista de fines del XIX y que aportó relativamente poco a la economía de nuestro mu-nicipio.

Aun así, estos años también abren una puerta a la esperanza. En 1890 ante la petición de los ingenieros Amador Villar Pérez de Castropol y Jorge Fournier de instalar en Marbella una Esta-ción de Invierno, en la que mediante helioterapia a hidroterapia los europeos del norte se recupe-rasen de sus dolencias gracias a la benignidad de nuestro clima, se reflexiona sobre estos benefi-cios y el síndico Rafael Vallejo profetiza que «No puede calcularse hasta donde llegarían los bene-ficios si se lograse atraer a este país parte de los viajero de posición desahogada u opulenta que

buscan su salud o su cómodo bienestar en ciudades que respec-to a su clima templa-do son inferiores a Marbella.»626.

El año culmina con una función ex-traordinaria de fin de

año y de siglo. Un Te Deum, de agradecimiento y de esperanza en un nuevo siglo que se espera sea mejor que el que termina627.

CONCLUSIONES

El nacimiento y evolución del liberalis-mo en Marbella a lo largo del XIX sigue en líneas generales, las pautas del proceso de la revolución liberal burguesa espa-ñola, aunque con las particularidades

que, dentro de ésta, presenta el mar-co andaluz. Aun así, Marbella tendrá un protagonismo y unas individuali-

dades que se manifestarán esen-cialmente a nivel económico, sin olvidarnos de fenómenos de al-cance más general.

A modo de resumen y den-tro de los límites de este trabajo y de

las peculiares características del peque-ño municipio de Marbella en el XIX, consideramos que los refle-jos y espejismos de nuestro mu-nicipio, en cuanto a la génesis del

liberalismo, se puede concretar en los siguientes aspectos:

– Sustancial y sostenido incremento de la población. El incremento de población de Mar-bella, inicialmente más lento que la media espa-ñola, ascenderá a partir de 1838 a un ritmo que duplica la media de crecimiento español, por lo que presumimos que en ello tuvo especial inci-dencia el fenómeno de la industrialización y de la creación de las colonias agrarias.

– En cuanto al reparto de esta población por el municipio, la densidad de Marbella supe-ra la media andaluza y española, con lo que se refleja su situación periférica mediterránea. Sin embargo, no llega al nivel medio de la provincia durante el XIX, por lo que habrá que esperar al XX para que la situación se invierta.

619 AHMMb, AACC, 8 de junio de 1895.620 AHMMb, AACC, 4 de abril de 1896.621 AHMMb, AACC, 17 de diciembre de 1897.622 AHMMb, AACC, 26 de marzo de 1898. Se cita a los concejales Diego Romero, Antonio Ruiz, Salvador Sánchez, José Escámez,

Rafael Vallejo, Francisco Amores, Juan Álvarez, Antonio Sánchez.623 AHMMb, AACC, 15 de agosto de 1897.624 AHMMb, AACC, 2 de diciembre de 1899.625 LÓPEZ SERRANO, F.: «Miseria…», op. cit., p. 5.626 AHMMb, AACC, 28 de junio de 1890.627 AHMMb, AACC, 2 de diciembre de 1899.

El año culmina con una función extraordinaria de fin de año y de siglo. Un “Te Deum”, de agradecimiento y

de esperanza en un nuevo siglo que se espera sea mejor que el que termina

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– En cuanto a fenómeno de la urbaniza-ción, correrá paralelo al incremento de la po-blación, tanto en la ciudad como en el campo, pero especialmente en este último. Con ello el número de habitantes por vivienda se in-crementará, produciéndose un cierto hacina-miento en la segunda mitad del XIX, al subir la población un 43,8% y el número de viviendas sólo un 22,5%.

– Manifestación clara de la transición demográfica desde el ciclo demográfico anti-guo, propio del A. Régimen, caracterizado por una alta natalidad y mortalidad, a otro ciclo demográfico moderno, que no se completará hasta después de la Guerra Civil. Esta fase de transición tiene sus primeros síntomas hacia 1838, en paralelo al máximo auge de la indus-trialización y que enlaza con el nacimiento de las colonias agrícolas, pero se manifiesta con más claridad en las últimas décadas del XIX con un claro descenso de la mortalidad que se anticipa a la media española, aunque quebra-rá, temporalmente, en la segunda década de los XX, tras la crisis de la Restauración. Tam-bién se nota en el descenso lento, pero con-tinuado de la natalidad, aunque en este caso a comienzos del XX, con unos años de retraso respecto a la media española.

– Apoyo al régimen liberal, ambiguo y esporádico antes de 1833, decidido durante la regencia de María Cristina. A partir de aquí desoye las escasas voces carlistas, secunda los movimientos junteros de 1835-36, 1837 y apo-ya la fase liberal de la regencia de Espartero, al que se opone con especial protagonismo en 1843, cuando muestra su faceta autoritaria, aunque de nuevo lo secunde en 1854. En ge-neral, la población colabora con las órdenes gubernativas oficiales que emanan de la capi-tal de la provincia.

– Temprano dinamismo industrial aun-que tras su fracaso derive hacia el colonia-lismo minero extranjero. Pese al temprano dinamismo industrial siderúrgico —que fue favorecido por la presencia de materias pri-mas minerales y de avispados promotores de la burguesía comercial malagueña—, tras fracasar por deficiencias estructurales dege-nerará, ante la inexistencia de una burguesía emprendedora local, en un neto colonialismo extranjero.

– Tardía y original modernización agra-ria. Junto al protagonismo de las huertas, ge-neralmente orientadas al autoconsumo y a la subsistencia, se puede resaltar la importancia de las explotaciones agrarias creadas a media-dos del XIX. Este intento de renovación del sector agrario sin llegar a ser revolucionario, pues mantiene en algunos casos el barbecho, pretende modernizar el sector introducién-

dolo en el marco del capitalismo agrario. El protagonismo de las colonias agrarias de San Pedro Alcántara y El Ángel presenta rasgos originales en los aprovechamientos agrícolas respecto a otras zonas de España, tanto es-tructuralmente (lejanos a los grandes latifun-dios de otras zonas de Andalucía), como en función de los productos cultivados (de origen tropical: caña de azúcar, más tarde remolacha azucarera…) o en los métodos de explotación (introducción de maquinaria, desecación de tierras, construcción de obras hidráulicas en las colonias agrícolas particulares y la cons-trucción de modernos ingenios que sustituyen a los antiguos trapiches).

– Carencias en las infraestructuras de comunicaciones viarias que dificultan la se-gunda industrialización. Las carencias en las infraestructuras penalizarán el desarrollo eco-nómico del municipio, especialmente por las deficiencias en las comunicaciones terrestres (caminos irregulares y fracaso del ferrocarril), salvado parcialmente por su situación costera. Fracasan los continuos intentos de construir un puerto o muelle que favorezca el intercam-bio comercial, y cuando éste llegue lo hará en función de los intereses mineros coloniales, aunque sea utilizado como vía de intercam-bio, tanto por Marbella como por los pueblos de la comarca.

– Consolidación de la sociedad liberal burguesa a costa de la desamortización civil. A pesar de las carencias en los estudios sobre la desamortización local, podemos conside-rar que la nueva sociedad liberal se consolida sobre el irresuelto problema de la distribu-ción de la tierra, tras las desamortizaciones, especialmente la que afecta a los bienes de propios en 1855. Sin embargo, la vía utilizada para privatizar las tierras y el destino de algu-nas de las inversiones se realizan en función de intereses foráneos (de la alta burguesía ma-lagueña interesada en el ferrocarril Córdoba-Málaga) y no redundaron en beneficio de la comunidad local.

– Tardía e incompleta respuesta a la mise-ria de las capas populares. Las crisis demográfi-cas o económicas, que aparecen y reaparecen en el ámbito local, no encuentran vías de solución por parte de los organismos públicos (ineficacia de las medidas propuestas, generalmente carita-tivas, a lo largo del XIX) o por la tardía formación de las agrupaciones obreras.

– Escaso protagonismo de las elites lo-cales que sólo tienen un papel secundario, a pesar de la potencial buena relación con los grandes prohombres del momento. Una rela-ción que no supo aprovecharse, posiblemente por el escaso interés de dichas personalidades por el municipio de sus paisanos. n

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1. IntroduccIón

Durante el primer tercio del siglo XIX las instituciones municipales estaban regi-das según el sistema del Antiguo Régi-

men. Las leyes que se aplicaban emanaban de la Nueva Recopilación el antiguo cuerpo legal de la Monarquía Hispánica basado en las Leyes de Toro de 1505 y las recopilaciones anteriores (el Orde-namiento de Alcalá de 1348 y el Ordenamiento de Montalvo de 1484). Este cuerpo legal fue sancio-nado por Felipe II el 14 de marzo de 1567. Pero con el paso del tiempo y el cambio de dinastía, surgió la necesidad de una nueva compilación que se vio plasmada en la Novísima Recopilación de las Leyes de España, sancionada por Carlos IV en 1805 y publicada en 1806, debiendo adquirirse por los Ayuntamientos por Real Orden de 18141. Esta obra, que intentaba sistematizar el comple-jo legislativo del Antiguo Régimen, no deja de seguir la farragosa estela del mundo jurídico de su tiempo. Formada por 4.044 leyes, se dividía

en 340 títulos que se integran en 12 libros, los cuales abarcaban todo el derecho español. Su vi-gencia pervivió de forma parcial hasta finales del siglo XIX, pues su derogación fue paulatina con la aprobación de las diversas constituciones y el desarrollo de los diversos códigos jurídicos de la época. Fue criticada por el mantenimiento de leyes en desuso en contraposición con otras nue-vas, omisión y repetición de otras, y, fundamen-talmente, por su envejecimiento prematuro por los cambios políticos y sociales de los tiempos que se avecinaban. No obstante, fue fundamen-tal en el estudio del derecho al implantarse por los Borbones el derecho real en las universidades en oposición al derecho común romano católico; y, finamente, básico como fundamento en la ac-tualidad para el conocimiento de la historia.

Por lo que respecta a los municipios, les estaba dedicado el Libro VII titulado De los pue-blos y de su gobierno civil, económico y político. Este libro albergaba, como su nombre indica, todas las disposiciones referentes a la vida de los mu-

caLixto rodríguez romeroLicenciado en Geografía e Historia

RESUMENLos diputados del común y el síndico personero fueron oficios municipales creados durante el reinado de Carlos III, siendo en el Antiguo Régimen los únicos cargos nombrados por el pueblo. Este trabajo analiza su sistema de elección, la personalidad de los elegidos y cómo se llevaban a la práctica sus funciones durante el Sexenio Absolutista en la ciudad de Marbella.

PALABRAS CLAVEDiputados del común, Síndico Personero, Siglo XIX, Sexenio Absolutista, Marbella.

ABSTRACTThe personero receiver and deputies common were created municipal offices during the reign of Carlos III, being in the «Antiguo Régimen» the unique positions named by the town. This work analyzes its system of election, the personality of the chosen ones and as it took to the practice his functions during the Absolutist Presidential term in the city of Marbella.

KEY WORDSDeputies of the common one, Personero Receiver, Century XIX, Absolutist presidential term, Marbella.

1 Archivo Histórico Municipal de Marbella (AHMMb), Actas Capitulares (AACC), Caja (C.) 5/8, Folio (F.) 158.

eleCCiones De DiPutaDos y sínDiCos Personeros. eleCCiones en Marbella en

el seXenio absolutista (1814-1819).un atisbo De libertaD en MeDio Del tieMPo

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nicipios. Dividido en 40 títulos, regulaba en ellos todo lo concerniente al territorio: sus términos, terrenos baldíos, montes y plantíos, despoblados y repoblación, etcétera; de lo que atañe a la polí-tica: ordenanzas, oficios públicos, corregidores, regidores, escribanos, consejos y ayuntamien-tos, privilegios…; de lo que atañe a la economía: propios y arbitrios, abastos, positos, compra y venta de pan…; de lo que afecta a la policía de los pueblos, diversiones públicas y privadas, caza y pesca, cría de mulas y caballos; además de lo concerniente a obras públicas, caminos y puentes, ventas, posadas y mesones, expósitos, hospitales, socorro de los pobres… Como ve-mos, una regulación muy intensa que encorseta-ba la vida de los pueblos, más aún si a lo que nos referimos es al gobierno municipal. Éste estaba constituido por un corregidor, oficio enajenado por la Corona y que debía ostentar una perso-na que no fuera del municipio, le correspondía, además de ser cabeza del gobierno municipal, el impartir justicia; lo conformaba, también, los regidores perpetuos, que debían ser naturales de municipio y que eran ocupados por miem-bros de la élite local; por último, los diputados del común y el síndico personero. Al municipio de Marbella le correspondían un corregidor, seis regidores perpetuos, dos diputados del común y un síndico personero.

Todo cambió con la invasión napoleónica, de manera que primero con el régimen francés desde 1810 y posteriormente el de las Cortes de Cádiz, la administración municipal de Marbella conoció nuevas formas de gobierno. Obviando el francés, que solamente estaba legitimado por la conquista y que prácticamente conservaba las antiguas formas y se cimentaba en las élites lo-cales que les eran afectas, bien por necesidad, miedo, poder u otras causas las Cortes de Cádiz sí presentaron una reforma municipal de amplio calado en tres sentidos: en cuanto a la elección, al proceder a ser elegidos por sufragio universal y debiendo cesar en sus cargos los regidores y aquellos que sirvan oficios perpetuos «cualquie-ra que sea su título y denominación», debiendo cambiar los alcaldes todos los años, los regido-res y síndicos por mitad cada año, sin que pu-dieran optar a ser ele-gidos para ninguno de ellos sin pasar dos años como mínimo, con lo cual se democratizaba el sistema para el nom-bramiento de los car-gos concejiles. Respecto a su composición, era condición para ocupar los cargos ser ciudadano en el ejercicio de sus derechos, mayor de 25

años y llevar como mínimo cinco de vecindad y residencia en el lugar; además, no podía optar a ser nombrado ningún empleado público de nom-bramiento del Rey excepto el que sirva en las milicias nacionales; posteriormente, se impidió la elección de los eclesiásticos. Esta política in-tentaba obtener una independencia de la Admi-nistración central, llevaba aparejada un espíritu anticaciquil y la intención de evitar el cunerismo de los sectores oligárquicos; además, los ayunta-mientos deben tener un secretario, elegido por pluralidad absoluta de votos y un depositario de los caudales de Propios2. Y, por último, una nue-va definición de sus competencias. Todo ello fue regulado en el Título VI de la Constitución.

Éste fue el primero de los dos interludios que hubo durante el primer tercio del siglo XIX, en el que los ciudadanos eligieron a sus repre-sentantes en el municipio, junto al Trienio Cons-titucional, antes del fin del régimen absolutista. Y, aunque la implantación que tuvo duro poco tiempo, su impronta duró todo el siglo para los liberales. Sin embargo, durante los años en que siguió rigiéndose la vida municipal por los prin-cipios absolutistas dos figuras del poder munici-pal siguieron ostentando el pequeño margen de liberalidad que consentía el régimen absolutista: los diputados del común y el síndico personero.

2. sIgnIfIcado de Los dIputados de abastos y síndIcos personeros deL coMún y su sIsteMa de eLeccIón

La figura de los diputados de abastos sur-ge en la época de Carlos III, concretamente por la resolución del Rey y auto acordado del Consejo de 5 de mayo de 1766, que en su capítulo 5 expli-ca las razones para la creación de dichos cargos municipales: evitar a los pueblos todas la vejacio-nes que por la mala administración o régimen de los concejales padezcan en los abastos y, además, para involucrar al vecindario a través del conoci-miento de los cauces por el que se desarrollan los mercados, en su mejora, favoreciendo con ello la libertad de comercio. Para cumplir con sus obli-gaciones los diputados serán nombrados por la vecindad y tendrán en el Ayuntamiento potestad

para examinar las pro-puestas y, también, voto para el establecimiento de las reglas económi-cas en lo que respecta a estos asuntos.

El síndico per-sonero, en cambio, proviene de un oficio

existente anteriormente: el procurador síndi-co. Este cargo, existente en muchos pueblos, era habitualmente enajenado y con ello perpe-

2 Artículos 320 y 321, Aptdo. 3, de la Constitución de 1812.

La figura de los diputados de abastos surge en la época de Carlos III, concretamente por la resolución

del Rey y auto acordado del Consejo de 5 de mayo de 1766

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tuado por las familias; cuan-do esto no ocurría, era nor-ma que fuera ocupado por un regidor del Ayuntamiento. Lo que realiza la reforma de 5 de mayo de 1766 es, sin acabar con la anterior figura, crear una a la par, elegida por el común de los vecinos y con la misión de pedir y proponer todo lo que convenga a la ge-neralidad de los vecinos, pu-diendo tener voz e intervenir en todos los actos del Ayun-tamiento.

La consideración for-mal de los diputados y su tra-tamiento, tanto dentro como fuera del Ayuntamiento, cuan-do estén ostentando sus car-gos, será igual que el del resto de los concejales.

La elección anual de diputados y síndicos del co-mún se realizará por el voto activo de todos los vecinos y contribuyentes dividido en parroquias; si sólo hubiese una se nombrarán veinticuatro comisarios electores, en con-sejo abierto y presidido por la Justicia, que procederán a hacer la elección de los cargos en la casa consistorial. Todos estos actos se realizan bajo la supervisión del escribano del Ayuntamiento y se debe dejar constancia en un libro particu-lar3. Una vez elegidos, al día si-guiente tomarán posesión de sus cargos. La elección de es-tos cargos no podrá recaer en ningún regidor, ni individuo del Ayuntamiento, ni en quienes tengan parentesco con ellos hasta cuarto grado; tampoco podrán ser elegidos los deudores al común, ni aquellos que hayan ejerci-do en los anteriores dos años oficios públicos. La elección puede caer en nobles y plebeyos al ser enteramente dependiente del concepto público, sirviendo a cada uno en su clase de distinción y merito, pudiendo ser alegados como actos posi-

tivos, no obstante no conllevan la adquisición de derechos ni propina4.

3. desarroLLo de Las eLeccIones en MarbeLLa durante eL seXenIo absoLutIsta

Como exigía la ley, las elecciones se cele-braban a final del año para tomar posesión en el siguiente. Fueron elecciones que no produjeron

La elección anual de diputados y síndico del común se realizará por el voto activo de todos los vecinos y contribuyentes dividido en parroquias

3 En el AHMMb dicha documentación se encuentran en la C. 620, piezas 3 a 7 inclusive.4 En el sentido de la primera acepción de DRAE: «Colación o agasajo que se repartía entre los concurrentes a una junta, y que

después se redujo a dinero».

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un gran interés en el pueblo, muy pocos vecinos acudían a votar, solamente lo hacía una exigua minoría. Tenemos en cada uno de esto años las cifras de 9-9-9-7 y 6 votantes. En total acudie-ron a las urnas 40 votantes para los años 1815 a 1819, de ellos 6 repitieron 2 veces y 2 repi-tieron 3, con lo cual sólo 22 vecinos votaron en estas elecciones durante estos cinco años. Como comparativa tenemos las últimas votaciones para el ayuntamiento liberal de 1814, que reco-gió la cifra de 68 votantes. Los votantes podían ser elegidos electores y no había que ser elector para poder ser diputado o síndico. En el Cuadro I podemos apreciar el desarrollo de las votación

para el año 1815 celebrada en diciembre de 1814-Primero te-nemos los nueve vecinos que acudieron a votar; en segundo lugar los vocales elegidos, se-ñalados con NP los que no acu-dieron a votar, y seguidamente a quienes dieron su voto como diputado y síndico.

En cuanto a los elegi-dos como diputados y síndicos durante este período, su per-sonalidad nos confirma que no hubo ninguna clase de restric-ción política para su nombra-miento. De 1815 a 1819 ocu-paron la plaza de diputados Benito López, Enrique Schne-lbenbühel, José Álvarez, Ma-nuel Martínez y Cristóbal Villa-lobos; y la de síndicos Manuel Martínez, José Escobar, Pedro de Castro, Cristóbal Villalobos y José Escobar. Podemos ver que la confianza depositada en algunos de ellos para estos cargos se repetía. Pero lo más curioso es lo que sabemos de alguno de ellos. Manuel Mar-tínez y López, de oficio boti-cario, fue el primera alcalde constitucional de la ciudad y no obstante obtuvo cargo público durante este período realista; Benito López, labra-dor, fue regidor durante el año 1813 y era reconocido como liberal; José Álvarez, labrador, era liberal y fue segundo alcal-de en 1813; y, finalmente sa-bemos que José Escobar tuvo que enfrentarse a unas pesqui-

sas por infidencia, ya que fue uno de los elegidos como regidor durante la dominación francesa, de resultas que los informes dados por el ayunta-miento sobre su conducta durante la ocupación francesa decían de él ser adicto a los franceses y comportarse con rigor con la población5, a la que amenazaban con la pena de la argolla6, y en un informe posterior se afirma literalmente:

«[…] sin que este Ayuntamiento se singu-larice en particular con alguno de los mu-nicipales, no obstante de que se notó, que no correspondiéndole a él la jurisdicción y sí a Rafael de Toro por ausencia de Francis-

5 AHMMb, AACC, C. 5/2, F. 21.6 Pena que consistía en exponer al reo a la vergüenza pública, sujeto por el cuello con una argolla a un poste.

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co Granados la obtuvo, prueba de su afi-ción a mandar, y su despotismo»7.

Por lo que respecta a las incompatibilidades tenemos algunos ejemplos de su cumplimiento. Así el 17 de mayo de 1815 el diputado del común Be-nito López, al obtener el empleo de Fiscal de Mon-tes de la ciudad, es sustituido por Pedro Burell8 y éste, a su vez, solicitara su sustitución de las cargas concejiles, en el año 1816, por ser notario mayor del juzgado económico y de la curia castrense9.

Por lo que podemos apreciar, las eleccio-nes para diputados del común y síndico perso-nero durante el sexenio absolutista en Marbella funcionaron tal como el ordenamiento jurídico tenía previsto.

4. Labor de dIchos cargos en MarbeLLa (1814-1819)Tenemos constancia de cómo desem-

peñaron su labor los diputados del común y el

síndico personero en Marbella, principalmente, mediante las Actas Capitulares. En ellas se reflejan las distintas misiones encomendadas y funciones realizadas. La mayoría de ellas responden a un ámbito de colaboración con la institución muni-cipal. De manera que durante estos años, 1815 a 1819, tenemos los siguientes ejemplos:

• Se pasan los autos del expediente pro-movido por Cristóbal del Moral, que desde 1814 venía reclaman-do al Ayuntamiento 42.000 reales que ha-bía dado a las tropas españolas para su manutención a cuen-ta de éste y el salario que se le debe como contador de Propios del año 1813, a los

Cuadro I

7 AHMMb, AACC, C. 5/4, F. 52.8 AHMMb, AACC, C. 6/2, F. 105.9 AHMMb, AACC, C. 6-H/8, F. 214.

Las elecciones para diputados del común y síndicos personero durante el sexenio

absolutista en Marbella funcionaron tal como el ordenamiento jurídico

tenía previsto

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diputados síndico personero y del común para que se informe lo que convenga10.

• El capitán de la Compañía de Carmona, destinada al objeto de perseguir contrabandistas y malhechores, se queja del acuerdo tomado por los síndicos de suspender, hasta recibir órdenes superiores, el suministro a las tropas11.

• Se suspende tratar sobre el entresaco del Monte del Puerto mientras no concurran to-dos los síndicos y diputados12.

• Se encarga a don Benito López, dipu-tado del común, que acuda a Málaga para traer varias órdenes sobre la observancia en el mane-jo y conservación de los montes del término de esta ciudad13.

• Se acuerda que el síndico del común haga un reconocimiento de los caminos para de-terminar su estado y sus límites con las fincas colindantes14.

• Los hacendados que se surten del so-brante de la cañería pública citan a esta ciudad para que se practique un reconocimiento en el que estará presente también el diputado de Aguas y el síndico personero15.

• Acuerdo del Ayuntamiento para que se cobren los débitos de Propios debiendo los sín-dicos hacer su seguimiento16.

• Enrique Grivegnée envía instancia solici-tando que se le autorice, pagando lo que fuese re-gular, la entrada de mil quinientas cabezas de ga-nado. La ciudad acuerda denegarle la petición por el seguro perjuicio que generará para los labrado-res. Informe del síndico personero en contra17.

• Sobre el recurso hecho al Supremo Con-sejo de Castilla solicitando que a los dos médi-cos titulares se les aumente la dotación en 250 ducados. Se pasa a informe de los diputados y síndico18.

• Petición de Juan Molina de un año de prórroga para la limpia, corta y arranque de las cepas en Bornoque, informe negativo del síndico y no se le concede19.

• Se vieron las cuentas de propios y se pasan a los síndicos para su inspección20.

• Se vio los reparos puestos por los síndi-cos a las cuentas de propios de 181821.

• Satisfacción de los reparos puestos por el síndico a las cuentas de propios de 1818 y re-misión a la provincia22.

Pero el espíritu de la ley al crear estas dos figuras es claramente la de ser un contrapoder de la oligarquía local y un medio de la defensa de los intereses de los ciudadanos y de la libertad económica. Por lo cual, al valorar su funciona-miento debemos de tener en cuenta, sobre todo, aquellas actuaciones especificas en las cuales la defensa de los intereses del pueblo esté de al-guna forma en contraposición con los poderes fácticos. Y, de estos casos, encontramos en este período dos que son paradigmáticos.

El 3 de febrero de 1815 el regidor y dipu-tado de carnicerías Alonso Fernández Barrios se queja ante el Ayuntamiento pleno de que el sín-dico personero Manuel Martínez haya emitido órdenes en relación al sacrificio de las reses en la carnicería, lo que considera una falta de respeto a su cargo23. La contestación de la corporación es que al unir el cargo de síndico del común el ostentar ser doctor en farmacias, no sólo era su obligación sino que es la persona más adecuada para dar las disposiciones necesarias para el sa-crificio de las reses y asegurar la salud pública. Pero no es el único caso que se enfrenta el sín-dico de este año en relación con la carnicería: el 15 de julio expone al Ayuntamiento que le han llegado noticias de posibles abusos en los pre-cios que ponen los abastecedores de carne de la ciudad24 lo que posteriormente se verá confir-mado con el memorial presentado el 19 de julio por los vecinos y criadores de ganado de la ciu-dad, Antonio Toro, Martín de Cerván y José Mata, en el que denuncian el excesivo lucro a favor de abastecedor de carnes Miguel de Rojas, y que en beneficio del común proponen nuevos precios25.

El segundo de los casos comienza con un memorial (anexo) que presenta el síndico perso-nero de 1819, José Escobar, el día 28 de abril a la Junta de Propios de la ciudad. En él refleja la preocupación ciudadana ante el abastecimiento de aguas, debido a la crítica situación de las ca-ñerías, y alerta del peligro que ello supone para la salud pública. Este problema era estructural,

10 AHMMb, AACC, C. 6/1, F. 3.11 AHMMb, AACC, C. 6/1, F. 8.12 AHMMb, AACC, C. 6/1, F. 43.13 AHMMb, AACC, C. 6/2, F. 96.14 AHMMb, AACC, C. 6/4, F. 160.15 AHMMb, AACC, C. 6/4, F. 187.16 AHMMb, AACC, C. 6/6, F. 12.17 AHMMb, AACC, C. 6/6, F. 25.18 AHMMb, AACC, C. 6/7, F. 98.19 AHMMb, AACC, C. 6/8, F. 212.20 AHMMb, AACC, C. 7/2, F. 62.21 AHMMb, AACC , C. 7/3, F. 65.22 AHMMb, AACC, C. 7/3, F. 75.23 AHMMb, AACC, C. 6/1, F. 27.24 AHMMb, AACC, C. 6/3, F. 145.25 AHMMb, AACC, C. 6/4, F. 159.

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pues es tratado entre los asuntos de anteriores síndicos. Pero existen más referencias al proble-ma: así es visto como obra urgente la reparación de las cañerías en febrero de 181526, y en ese mis-mo año el diputado de Cañerías hace un informe advirtiendo que las escasas aguas de las fuentes públicas, que provocan las continuas quejas del vecindario, se deben a usos indebidos proceden-tes de determinados hacendados27. Pero la nove-dad es que el síndico va a la raíz del problema, no hay abastecimiento de aguas porque no se arreglan las cañerías y esto sucede debido a que los ingresos de propios que deberían solventar el problema son desviados. Para el cobro de los morosos y la recaudación de los ingresos de Pro-pios de la ciudad, el intendente de la provincia comisionó a Agustín Hugarte, el cual es acusado por el síndico de que su «interés único parece el de cobrar sus dietas y que estas duren, con cuyo objeto ha logrado en calidad de reintegro llevar-se el poco o mucho fondo que había», por lo que solicita que se libere a la Junta como encargada de la recaudación y que se cumplan las obligacio-nes contraídas, como el pago de los funcionarios públicos, y que no suceda como hasta ahora que cobrando el comisionado más de 6.000 reales de dietas no haya ni para pagar 170 al relojero, por lo que llevan los ciudadanos dos meses sin saber la hora en que viven y además que el mayordomo de Propios rinda las cuentas desde principio de año. Ello obliga a la Junta de Propios a una reunión el mismo día, en la que también estará presente el comisionado, en ella se da las instrucciones para el cobro de morosos, se remita informe al Intendente provincial, se rindan las cuentas por el mayordomo de Propios y el comisionado pide testimonio literal de la exposición del síndico y del acta de la Junta, lo cual se le concede. Los resultados de esta reunión son pobres: en cuan-to a la recaudación, no se llega nada más que a 300 reales por lo que el 10 de mayo se vuelve a reunir la Junta a petición del síndico, que pide y es concedido por la Junta, que el comisionado avive el cobro de las cuotas impagadas y que in-grese en la Depositaría de Propios las cantidades íntegras sin quedarse comisión alguna, presen-tando a su vez la nomina de sus dietas. El 21 de mayo se recibe oficio del intendente provincial en el que ordena la suspensión del comisiona-do mientras se resuelven las dudas que suscita en el cumplimiento de su cargo28. Este mismo día, el Ayuntamiento acuerda que para solucio-nar la falta de agua el alguacil mayor saque del abastecimiento las casas de campo29. Y el 25 de

este mes se le manda al comisionado que rinda cuentas y entregue los expedientes, sabiéndose por el alguacil ordinario Pedro de Diego que se había marchado, por lo que se ordena a éste y su compañero Francisco Campillos que saliesen a contenerlo y llevarlo a la Real cárcel; lo que no pudo suceder ya que «desde la playa lo vieron a caballo a escape»30. Esta sería una victoria pírri-ca; el 1 de septiembre volvería para la cobranza de 1233 reales y 4 maravedíes de la contribución para los escopeteros de Andalucía31.

5. concLusIones

El nacimiento de la ley que crea los diputa-dos de abastos y síndicos personeros del Común de los pueblos es la constancia que existe en el propio gobierno, ya en los tiempos de Carlos III, de que la administración municipal está anqui-losada, que el gobierno de las oligarquías loca-les frena el comercio y las industrias, y termina siendo causa de múltiples injusticias vecinales. Pero la misma dinámica de la sociedad y poder del Antiguo Régimen provoca la única solución, ya que unos cambios radicales irían contra su propia estructura. Para saber cómo funcionó esta insti-tución tendría que realizarse un estudio general y comparativo de los pueblos en el período en que estuvo vigente. En lo relativo a la ciudad de Marbella, por desgracia todo lo anterior se per-dió durante la ocupación napoleónica. Del perío-do que hemos analizado podemos sacar algunas conclusiones, pero sólo podemos restringirnos a él. Primero tenemos que hacer la observación de que el período estudiado viene inmediatamente después de las primeras convulsas alteraciones de la vida municipal desde la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos, pasando por la opresión napoleónica y los nuevos aires de libertad conce-didos al pueblo por la Constitución de Cádiz.

La primera conclusión a la que llegamos es que las elecciones realizadas no se vieron matizadas por los acontecimientos pasados; los elegidos durante estos años participaron en los sucesos anteriores en diferentes claves, pero ello no fue óbice para sus nombramientos. Podemos decir que no hay constancia de que se pusiera obstáculo para su labor y que principalmente su mayor o menor implicación en las labores del car-go, dependía de la personalidad de los elegidos. Finalmente, los resultados no podían llegar a ser enteramente satisfactorios, pues las estructuras seguían siendo las del Antiguo Régimen. Sólo fue un atisbo de libertad.

26 AHMMb, AACC, C. 6/1, F. 43.27 AHMMb, AACC, C. 6/4, F. 183.28 AHMMb, AACC, C. 7/2, F. 56.29 AHMMb, AACC, C. 7/2, F. 57.30 AHMMb, Actas de Junta de Propios y Arbitrios, C. 230/7.31 AHMMb, AACC, C. 7/3, F. 82.

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apéndIce docuMentaL

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Sres. De la Junta de Propios de esta ciudad.

El síndico personero del común de esta ciudad se ve detenido en el ejercicio de sus obliga-ciones en el ramo de Propios, por lo ineficaces que han sido sus reclamaciones en junta; y sin poder ocurrir por ello a las atenciones públicas.

Ya consta a V.SS. la escasez de agua que padece el vecindario por la obstrucción de las ca-ñerías y lo expuesta que por ello está hasta la salud pública por la filtración del cieno fétido, raíces corrompidas y otras inmundicias que forman cuerda y causan la detención de las aguas; además de que reventadas por fuera y dentro de poblado dichas cañerías, perviven hasta partes excrementicias, o de intento pueden introducirlas los malintencionados, o los jóvenes por su poca aprehensión y propensión a hacer daños. Todo esto incita con razón la murmuración pública en toda clases de per-sonas, y el síndico se ve acosado de quejas que no puede desatender en punto tan de su obligación: en una palabra no hay agua para el abasto público, y no habiéndola hoy, ¿que esperanza queda para el verano?

Abasto tan urgente debe en el día ocupar la atención de V.S.S. aunque se prescinda por un momento de otras esenciales; y al efecto no solamente la provoco, sino que la reduzco a una seria protesta, y para ello como para que gravite contra quienes haya lugar, voy a fundamentarla, con otros causales correspondiente, al mismo ramo de propios que no puedo desatender.

El síndico al tomar posesión de su empleo pidió las órdenes que hubiera de Propios y las comunicadas por el Excmo. Sr. Intendente de esta provincia, e instruido de ellas, reclamó su cum-plimiento y observancia en todas sus partes, uniendo sus deseos a los de S. E., y con conocimiento también del estado de fondo y atenciones necesarias, reclamando el reintegro de deudas, la mayor economía en los gastos y la retención de cuanto entrase en el fondo para distribuirlo con oportuni-dad, en obras urgentes y con el debido conocimiento de toda la junta también se instruyó de haber un comisionado de la intendencia para la reintegración de deudas a costa de los morosos, con reglas que proporcionaban el mejor, más claro y expedito método para la cobranza; y de ello se alegró el síndico, creído en el buen resultado y en crecidos ingresos al fondo con los que subvenir a tantas y tan indispensables necesidades públicas.

Con estos conocimientos y tan lisonjeras esperanzas descansaba el sindico creído en poder atender a las urgencias del común, y entre ellas a la obra precisa de la cañería, autorizada o permiti-da también de orden del Supremo Consejo; y al usar de sus arbitrios y poner en práctica sus proyec-tos se encuentra con que no hay un maravedí en el fondo y que muy lejos de haber ingresado por la comisión se ha chupado éste la poca entrada que ha habido; de forma que lejos de haber producido la comisión los fines que S. E., se propuso en cometerla, ha venido a resultar gravosa y perjudicia-lísima hasta de presente al común y a los propios; y todo por haberse separado de las ordenes de S. E. y procedido a contemplación de los responsables resultando solo beneficiado el comisionado cuyo interés único parece el de cobrar sus dietas y que éstas duren, con cuyo objeto ha logrado en calidad de reintegro llevarse el poco o mucho fondo que había, cuando de la orden en que S. E. mandó que se le socorriese, hasta que ingresasen caudales por la comisión y le hiciesen efectivos las costas de los morosos, de las que habían de satisfacer sus dietas; no entendiendo por lo mismo el síndico, como lo indicó en junta el pago total de aquellas sino otra ayuda de costa o alimenticia. De forma que con razón puede decirse que la comisión hasta ahora ha sido contraria a los fondos de Propios, y los deseos del Sr. Intendente; y aunque se ha tratado de cohonestar su indolencia y su indebido cobro con esperanzas lisonjeras como la de haber ofrecido el dicho comisionado la entrada en el fondo de cinco mil reales de un vecino de Istán y otras cantidades de dos deudores aplazados, nada se ha conseguido, y hasta los expedientes de aplazamientos que se han formado para el cobro de algunos deudores se han paralizado y sepultado sin saber el Síndico el motivo de tantísima retardación, y no siendo esta la suerte de S. E. debe serlo todo de un cargo grave al comisionado sin que de él se

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liberte a la Junta como principalmente encargada en el mejor manejo, expedición y recaudación de los bienes y derechos públicos, mayormente cuando toca que por tan injusta cobranza, estén por pagar los funcionarios públicos y las más o todas las obligaciones del reglamento por cumplir en el pasado año, siendo lo más escandaloso que al paso que ha cobrado dicho comisionado mas de seis mil reales de dietas no haya habido para satisfacer ciento setenta al relojero de la ciudad y se halle el público hace más de dos meses sin saber la hora que vive, particular a que como al de la compo-sición de cañerías me contraigo, para que inmediatamente se ponga expedito el reloj y se evite una murmuración tan justa en esta parte.

Todo esto mueve el celo y atención del síndico en este día, y no fiando ya sus reclamaciones a palabras, formaliza por escrito para libertarse de cargos y de las responsabilidad consiguiente a semejante abandono, y pidiendo que se le dé dentro de tercer día certificación del Mayordomo de Propios de las entradas y salidas que han tenido los fondos desde principio de año y con distinción de las que hayan ingresado de resultado de la comisión y percibido el comisionado, y además testimonio de este escrito y su acuerdo.

Y de nuevo reclama el síndico el cumplimiento de las ordenes de S. E. por la junta y su cobro y la reintegración de las deudas, para que resulten fondos con que ocurrir a la obra útil, precisa y necesaria de la cañería, de lo contrario protesta los perjuicios públicos, no ser responsable de ellos ni al común ni a la superioridad; y ponerlo todo en queja a quien corresponde para el remedio de tantos males y del fondo de Propios para cuyo efecto usara de los documentos pedidos; y se unir este escrito al libro de Juntas. Así lo solicita y pide el Síndico en fuerza de su representación pública.

Marbella 28 de abril de 1819Fdo.: José Escobar

AHMMb, Junta de Propios, caja 230, pieza 7

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Cilniana 20/21, 2007 - 2008: 81-112 ISSN 1575-6416

1. IntroduccIón

La elección del momento del pasado sobre el que el historiador proyecta el foco del presente, la utilización de un armamento

metodológico y conceptual determinado y el ca-mino historiográfico elegido, con destinos como la política, las mentalidades o la economía, son, casi siempre, alternativas más o menos volunta-rias del investigador.

No va a ser éste, sin embargo, el perfil del acercamiento que realizamos a la historia de la ciudad. Si la aproximación al período del llamado

Trienio Liberal entre 1820 y 1823 es una opción, el resto de las variables planteadas van ser un claro fruto de la necesidad, dejando, a nuestro juicio, un escaso margen de maniobra.

Así, frente al amplio abanico de líneas de investigación y debates historiográficos sobre el siglo XIX español, centrados en cuestiones tan sugerentes como los procesos de nacionaliza-ción del país, articulados a través del nacionalis-mo español, las visiones de la nueva historia política sobre la sociabilidad o el lenguaje de las élites gobernantes, las transformaciones de la propie-dad o las cuestiones de género1, encontramos

CaMbio PolítiCo y realiDaD eConóMiCa.el ayuntaMiento ConstituCional De

Marbella en el trienio liberal

RESUMENEste artículo se acerca a una escena clave de la historia contemporánea de Marbella, el llamado Trienio Liberal. Entre 1820 y 1823, la ciudad, sumida en una profunda crisis, ve como las estructuras del Antiguo Régimen, representadas por Fernando VII, desaparecen ante la llegada imparable de la contemporaneidad encarnada en el liberalismo político. El ascenso y fracaso del nuevo régimen, la vida del municipio, su marco económico y material y los protagonistas del proceso marcan las coordenadas de esta época de transición que guarda muchas de las claves de la historia de España de los siguientes doscientos años.

PALABRAS CLAVETrienio Liberal, revolución burguesa, desamortización, absolutismo, Milicia Nacional, Alonso María Roldán, Cristóbal Villalobos, José María Escobar.

ABSTRACTThis article deals with a key episode in Marbella’s contemporary history, the so called «Liberal Triennium». Between 1820 and 1823 the town, submerged in a deep crisis, sees an the structures of the Ancien Regime, represented by Ferdinand VII, disappear before the unstoppable advance of contemporaneity incarnated in political liberalism. The rise and fall of the new regime, the life of the municipality, its economic and material framework, and the protagonists of the process, delineate the coordinates of this period of transition that is in large part key to the history of Spain in the subsequent two hundred years.

KEY WORDSLiberal Triennium, bourgeois revolution, disentailment, absolutism National Milita, Alonso María Roldán, Cristóbal Villalobos, José María Escobar.

Luis Hernanz BurrezoLicenciado en Geografía e Historia

Archivo Municipal de Marbella

1 Más allá de las grandes cuestiones clásicas, centradas en la existencia o no de una «Revolución Burguesa» y en los conflictos de clase, encontramos nuevas aproximaciones historiográficas al siglo XIX español. Una muy interesante visión de este proceso en SÁNCHEZ GARCÍA, R.: «La Revolución Liberal en España. Un estado de la cuestión», en CANCELA CARO, D. (ed.): El primer liberalismo en Andalucía (1808-1868), Política, Economía y Sociabilidad, Cádiz, 2005, pp. 11-62.

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un vacío casi completo en los estudios históricos sobre Marbella en la primera mitad del siglo XIX, vacío que va a condicionar de forma determinan-te nuestra aproximación al tema 2.

Nos encontramos, pues, con la necesidad de perfilar los acontecimientos básicos que jalo-nan este episodio de transición del Antiguo Régi-men al liberalismo. Enmarcar adecuadamente los tempos que van a llevar al asentamiento progresi-vo de los regímenes representativos, caracterizar a los principales personajes que van a participar en el proceso desde el punto de vista de su cul-tura política y establecer todas las interrelaciones posibles que desde el Concejo se van a generar con la sociedad marbellí del primer tercio del si-glo, van a constituir los ejes fundamentales del presente trabajo.

Desde este punto de partida, no nos cabe duda de que uno de los resultados, a nuestro juicio, más interesantes del presente estudio, vendrá planteado no tanto por lo que se dice, como por lo que, ex silentio, no se dirá o ape-nas se intuirá. Son multitud, una vez planteadas las premisas básicas del período, los interro-gantes y a su vez las posibilidades de estudio. Si en palabras de Raquel Sánchez, el Trienio es un «interesantísimo laboratorio político»3 en el que se aplica la Constitución de 1812 y del que saldrán las líneas fundamentales del resto del si-

glo, en las probetas de este laboratorio vamos a encontrar numerosos componentes necesitados de estudio. Quizá los más necesarios sean los re-feridos a la realidad económica y a los cambios en la estructura de la propiedad en el municipio. Asimismo, el estudio de los propios del Ayunta-miento, fuente casi exclusiva de su financiación y los problemas jurisdiccionales con los concejos vecinos, completaría un cuadro imprescindible para entender tanto el momento en sí, como los cambios que comienzan a adivinarse y que cris-talizarán en la segunda mitad de la centuria.

La otra coordenada necesaria para enmar-car adecuadamente este trabajo, viene determi-nada por las realidades demográficas y econó-micas del municipio en estas primeras décadas del siglo XIX. Los trabajos de Francisco López González y Lucía Prieto sobre el catastro de En-senada4 y de Calixto Romero sobre los «Cuader-nos Generales de Riqueza» llevados a cabo en el intento de reforma fiscal de Garay en 18175, nos permiten vislumbrar una situación nada positiva. Del estudio de ambos trabajos podemos concluir que el desarrollo soecioeconómico entre ambos momentos está prácticamente estancado, con-tando además con las pérdidas demográficas y las destrucciones que sufren la ciudad y su entor-no, zona de operaciones de ambos contendien-tes durante el conflicto bélico.

2 Son muy escasos los estudios sobre este momento de la historia local y aunque un animoso grupo de investigadores va cubriendo cada vez más parcelas, es mucho el territorio que desconocemos. En este sentido, tenemos una única aproximación general al conjunto del siglo en ALCALÁ MARÍN, F.: Marbella de Ayer, 1800-1900, Marbella, 1980. Desde una perspectiva más acadé-mica, la historia del Concejo en el primer tercio del siglo ha sido tratada principalmente por Calixto Rodríguez Romero, con textos como «Situación económica de la ciudad de Marbella al final de la segunda década del siglo XIX a través de los «cuadernos de riqueza» de Garay», en F. de A. LÓPEZ SERRANO y J. L. CASADO BELLAGARZA, J. L. (coords.): Estudios en homenaje a Antonio Serrano Lima, Marbella, 2007, pp. 71 a 86 y «Elecciones a diputados y síndicos personeros. Elecciones en Marbella en el sexenio absolutista (1814-1819). Un atisbo de libertad en medio del tiempo», Cilniana, 20/21, 2007 - 2008, pp. ….. En lo relativo a historia política del municipio, debemos citar a José Luis Casado Bellagarza, que nos da una aproximación a una de las familias que constituyen el eje central de la oligarquía local, con cierta proyección nacional, los Domínguez, en «El fin de una dinastía: Los Domínguez de Marbella (I). La herencia de Antonio Domínguez Alburquerque (1808-1866)», Cilniana, 15, 2002, pp. 15 a 24; junto a ello, una visión del breve episodio del carlismo en Andalucía la encontramos en BERNAL GUTIÉRREZ, J.: «Marbella en el contexto de la primera guerra carlista (1836), Cilniana, 13, 1999, pp. 62 a 69. El medio físico de la ciudad, en cuanto a urbanismo e historia del arte ha sido ampliamente tratado por MORENO FERNÁNDEZ, F. J.: El centro histórico de Marbella: Arquitectura y Urbanismo, Málaga, 2004; una breve referencia al aprovechamiento del medio físico en GÓMEZ ZOTANO, J.: «El papel de Sierra Bermeja a lo largo de la historia y sus conflictos de uso», Cilniana, 15, 2002, pp. 5 a 14. Mucha mayor atención ha recibido el tema de la industria siderúrgica, una visión general de la cuestión con una amplia aproximación bibliográfica en RODRÍGUEZ FEIJÓO, A.: «Las ferrerías de Río Verde y el efímero protagonis-mo industrial de Marbella», en F. de A. LÓPEZ SERRANO y J. L. CASADO BELLAGARZA, J. L. (coords.): Estudios…, op. cit., pp. 87 a 118; más concretamente sobre la deforestación del término en beneficio de las siderurgias y la decadencia de los propios de la ciudad tenemos GARCÍA MONTORO, C.: «La Siderurgia de Río Verde y la deforestación de los montes de Marbella», Cilniana, 5, 2003, pp. 10 a 15. Por último, respecto a la importancia de la industria del azúcar en la ciudad, tenemos los estudios de GARCÍA GUZMÁN, A.: «Fluctuaciones del cultivo de la caña de azúcar en tierras de Marbella y su industrialización en los trapiches (1644-1869)», Cilniana, 1, 2002, pp. 19 a 31 y PRIETO BORREGO, L.: «El trapiche de Marbella», Cilniana, 8, 1996, pp. 1-11.

3 SÁNCHEZ GARCÍA, R.: «La Revolución…», op. cit., p. 25. 4 LÓPEZ GONZÁLEZ, F. y PRIETO BORREGO, L.: Marbella, 1752. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada, Marbella,

Asociación Cilniana, 2001.5 RODRÍGUEZ ROMERO, C.: «Situación económica…», op. cit.

Son multitud, una vez planteadas las premisas básicas del período, las interrogantes y, a su vez, las

posibilidades de estudio

El Trienio es un interesantísimo laboratorio político en el que se aplica

la Constitución de 1812 y del que saldrán las líneas fundamentales del

resto del siglo

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Marbella cuenta con una pobla-ción en torno a los 4.500 habitantes6, con un concejo permanentemente agobiado con las cargas fiscales, e incapaz de ge-nerar recursos más allá de la imposición de nuevos arbitrios y el aprovechamien-to de las tierras de propios. La ciudad tiene graves problemas estructurales e importantes déficits de obras públicas complicados por las destrucciones de la Guerra de Independencia, con casos tan emblemáticos como la voladura del puente de Málaga. Son permanentes las referencias a un sistema de cañerías de agua potable y saneamientos ruinosos, a las difíciles comunicaciones entre el entorno de Málaga, el Campo de Gibral-tar y el interior de la provincia, o a un muelle siempre inacabado que no pro-porciona nada más que un fondeadero natural, condicionando la presencia de una escasa flota pesquera y de una algo más pujante flotilla de cabotaje.

El sector principal de la econo-mía local será el agrícola, aunque las condiciones del medio físico lo limitan enormemente, con una montaña que sólo deja una estrecha franja de terreno llano hasta el litoral. No encontramos en Marbella grandes propiedades al estilo de otras zonas de Andalucía. Una com-paración con un concejo como el de Antequera, con una enorme extensión de tierras de propios, que alcanzaría en su momento de mayor desarrollo unas 90.000 hectáreas y una pujante industria textil-lanera, puede resultar suficiente-mente clarificadora de las dimensiones urbanas, económicas y sociales del mu-nicipio7.

2. La LLegada deL nuevo régIMen

A la hora de plantear el comienzo del nue-vo episodio liberal en Marbella debemos hacer dos consideraciones previas. En primer lugar, las inte-rrelaciones entre el período gaditano doceañísta y la nueva etapa del Trienio son muy intensas, tanto en lo personal, como en lo normativo. Hay así una decidida voluntad de poner en práctica múltiples iniciativas legislativas que resultaron de imposible

aplicación durante la Guerra de Independencia y los años previos al Sexenio Absolutista. Por otro lado, hemos de tener muy en cuenta la presencia de varias personalidades de fuerte incidencia en la vida ciudadana que recorren de forma transversal casi un siglo de su historia, desde las décadas fi-nales del siglo XVIII hasta bien entrada la segunda mitad del XIX. Enlazan directamente con una de las líneas de debate más clásicas de la historio-grafía sobre el liberalismo: cómo se produce la re-volución burguesa, con su acceso al nuevo sistema

6 Francisco López y Lucía Prieto en su estudio sobre el Catastro de Ensenada hablan de unos 4.000 habitantes al comienzo de la segunda mitad del XVIII (p. 10); el municipio contaría con 5.000 al comienzo de la nueva centuria, SANZ SAMPELAYO, J.: «Po-blación y territorio en el siglo XVIII», en F. ANDÚJAR CASTILLO (ed.): Historia del Reino de Granada, Vol. III, 2000, pp. 346 y 347. Un acercamiento más exhaustivo en base a los padrones de contribución y el número de vecinos da una población para 1821 de 4.712 personas en el trabajo de Antonio Rodríguez Feijóo «Marbella en el XIX. Reflejo y espejismo de la España liberal», incluido en el presente dossier. De cualquier manera, la concesión por la normativa electoral de 17 electores implica que el municipio contaba con más de mil vecinos pero menos de 5.00l. Archivo Histórico Municipal de Marbella (AHMMb), Expediente de elecciones para 1821, Signatura (Sig.) 620-11.

7 En este sentido es imprescindible la consulta de FERNÁNDEZ PARADAS, M.: Propios, Arbitrios y Comunales. El patrimonio territo-rial del Concejo de Antequera (siglos XV-XIX), Málaga, UMA, 2004.

Acta capitular de 26 de noviembre de 1822 donde se recoge la llegada a la ciudad del general Riego (Archivo Municipal de Marbella)

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y la transformación de las clases dominantes del antiguo régimen.

Son bien conocidos los hechos que llevan a la sublevación de Riego en Cabezas de San Juan el primero de enero de 1820 y la evolución de los acontecimientos has-ta la jura por el Rey de la Constitución de Cádiz el 8 de marzo8. El recorrido de la columna liberal en su camino hacia Málaga, ciudad a la que llega el 18 de febrero, le lleva a Marbella probablemente hacia el día 159, aunque el paso de las tropas no parece alterar la organi-zación municipal, ya que el concejo sigue actuan-do con cierta normalidad hasta que se producen los acontecimientos en Madrid que obligan a Fernando VII a jurar la Constitución10.

De esta manera, la oligarquía local no pa-rece tener demasiados problemas para mantener el control de la situación, sin que haya, aparente-mente, desórdenes públicos. Este mecanismo de actuación será una constante en la vida política del municipio, cuyos cambios siempre vendrán planteados por fuerzas externas al mismo. Tan-to si se produce un cambio de régimen, con la llegada del constitucionalismo, como si se trata de restaurar el orden absolutista, los poderes lo-cales van a esperar a que sea el aparato político-administrativo en el primer caso y las partidas realistas en el segundo, los que pongan punto y final a una determinada situación, por mucho que ésta se encontrase ya en sus estertores.

Este grupo, que viene controlando el con-cejo y sus recursos de un modo u otro desde el siglo XVIII con apellidos ilustres como los Domín-guez o los Alcocer, se articula en este momento a través de los regidores perpetuos Manuel Artola11, regidor decano, y Joaquín Millán12. Junto a ellos, Jacobo Zafra y Pedro de Lara, como síndicos del

Común y Pedro Burell y Francisco Álvarez, como síndicos general y personero respectivamente.

Especial peso dentro de esta élite gober-nante, puntal del régimen absolutista, y a pesar de que en estos momentos no participa en las re-

uniones del concejo, va a tener uno de los perso-najes social, económica y, sobre todo, política-mente más influyentes en la vida de la ciudad. Si

tuviéramos que destacar una de las cualidades de Alonso María Roldán, ésta sería, sin duda, la de la supervivencia. Roldán es un navegante de altura que va a sortear múltiples coyunturas de todo orden, algunas de ellas, como la Guerra de Independencia, de tal calado que de poco le ha-bría servido su posición para superarlas sin un más que probado instinto político.

Probablemente hijo de Miguel Roldán, que ya ostenta el cargo de regidor perpetuo a mediados del XVIII, es además caballero maes-trante de la Real Maestranza de Caballería de Ronda. La invasión francesa le sorprende como regidor perpetuo decano, ejerciendo además la Real Jurisdicción por la vacante del puesto de co-rregidor. Será en este momento en el que la co-yuntura de la guerra lo arrastra irremisiblemente como a tantos otros. Roldán, bien por voluntad propia, bien comisionado por la ciudad, decide acudir a Málaga a «cumplimentar al Rey intruso»13 en la persona del general Sebastiani, al mando de las tropas francesas. La versión dada por el regi-dor en los diversos informes de conducta que se siguen tras la guerra es que buscaba con ello evi-tar a la ciudad destrucciones innecesarias14. A su vuelta, este gesto tendrá consecuencias, ya que, aunque los franceses lo reconocen en el cargo, éste «le duró poco, pues una Partida de Serranos lo quitó, y siguió en el mando otro Regidor»15.

Roldán es un navegante de altura que va a sortear múltiples

coyunturas de todo orden

8 Una visión general de todo el período en ARTOLA GALLEGO, M. Á.: «La España de Fernando VII: La Guerra de la Independencia y los orígenes del constitucionalismo», en Historia de España Menéndez Pidal, Tomo XXXII-1, Madrid, 1989, pp. 634 y ss.

9 El propio Riego solicita al Ayuntamiento un informe sobre la conducta de sus tropas al pasar por la ciudad, manifestando la Corporación «que es publico y notorio el noble comportamiento y disciplina de la dicha División, propio de unos militares guiados por tan baliente Caudillo y creería este Ayuntamiento ofender la modestia de dicho Sr. si se escondiere en este punto, bastando el decir que el día de su partida de esta fue de luto para este vecindario, que pedía al Cielo para el feliz éxito de sus armas». AHMMb, Actas Capitulares (AACC), 27 de abril de 1820, p. 22.

10 El Ayuntamiento perpetuo se reúne de forma muy irregular a lo largo de 1820, probablemente a la vista de los acontecimien-tos políticos. Así, hasta el paso de Riego por la ciudad sólo hay dos sesiones los días 5 de enero y 14 de febrero (más de un mes sin que el Ayuntamiento se reúna). No volvemos a encontrar actas hasta los días 23 de febrero (el paréntesis entre los días 14 y 18, momento en el que la columna llega a Málaga, marcaría la presencia de las tropas liberales) y 3 y 9 de marzo. En ninguna de ellas hay alusión alguna a la situación generada por el levantamiento. AHMMb, aacc, Sig. 7-4.

11 Manuel Artola tiene el grado de capitán, siendo, además de regidor perpetuo, gobernador del castillo. Sufre varios procesos en la Chancillería de Granada por colaboración con los franceses de los que es declarado inocente en marzo de 1818 «por el jura-mento que presto a el francés por haver probado que lo hizo con violencia y sin el interés de ser empleado por el como en efecto no lo avia sido». Es por ello que se le restituye como regidor perpetuo. AHMMb: aacc, Sig. 6-10, p. 11.

12 También con pasado afrancesado. Es nada menos que capitán de la Milicia Cívica que en marzo de 1810 jura fidelidad a José I. Sobre la situación bélica en la zona vid. BERNAL GUTIERREZ, J.: «La costa occidental de la provincia de Málaga durante la invasión francesa en la guerra Peninsular: Marbella, Estepona, Casares y Manilva (1808–1812)», en m. REDER GADOW y E. MENDOZA GARCIA (coords.): La guerra de la Independencia en Málaga y su provincia (1808–1814): Actas I Jornadas sobre la Guerra de la Independencia en Málaga y su Provincia, celebradas en Málaga del 19 al 21 de septiembre de 2002, Málaga, CEDMA, 2005.

13 AHMMb, aacc, 2 de agosto de 1814, Sig. 5-7, p. 107v.14 AHMMb, AACC, 4 de abril de 1813, Sig. 5-3, pp. 46 y ss.15 AHMMb, AACC, 2 de agosto de 1814, Sig. 5-7, p. 107v.

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A la vista de ello, bien por su actuación, bien por evitar la dinámica bélica, se refugia en Coín hasta el fin de la guerra, sufriendo sus pro-piedades diverso grado de destrucción con el conflicto16.

Una vez que los franceses se retiran de la zona, se reintegra con normalidad a la vida de la ciudad. Va a pasar entonces, como numerosos ve-cinos, por el filtro de diversos informes sobre su conducta. En uno de ellos, solicitado con motivo de su nombramiento como Diputado Provincial en abril de 1813, pide que el Ayuntamiento se pronuncie sobre su patriotismo, justificando sus actos durante el conflicto, ya que a este respecto «se halla adelantada la maledicencia»17.

Si, como hemos comentado, el acceso de la burguesía al nuevo orden político y la transformación de las clases dominantes del Antiguo Régimen son uno de los temas clásicos en la historiografía sobre el liberalismo espa-ñol, la figura de Roldán puede ser un magnífi-co ejemplo del pragmatismo con el que estos oligarcas afrontan las cambiantes situaciones y son permeables a las nuevas prácticas políticas, pasando sin el menor rubor del absolutismo al liberalismo y viceversa. Frente a ello, la familia Escobar es la representación de las clases bur-guesas emergentes. Su enfrentamiento integra buena parte de las características sociopolíticas del momento.

Pedro Escobar, natural de Osuna y uno de los dos médicos de la ciudad, es el representan-te más claro del constitucionalismo marbellí. En las elecciones a alcalde para 1814, celebradas en 1813, ambos, Roldán y Escobar, parten como candidatos, venciendo el primero por un ajusta-do margen de votos. No obstante, Escobar acu-de al jefe político alegando irregularidades en la votación. La actuación de la autoridad provincial dará la alcaldía al médico18, aunque sólo por po-cos meses. La restauración absolutista entregará en mayo de 1814 la alcaldía a Roldán, que no tiene ningún problema en, de nuevo, abrazar li-teralmente a su monarca portando por las calles en procesión el retrato de Fernando VII19. Inicia una vez más, sin reparo alguno, el camino de ida y vuelta desde el constitucionalismo al absolutis-mo. No será la última vez.

Los casos de violencia política y los pro-blemas de disturbios y orden público que van a salpicar el cambio de régimen son conocidos, tanto en los pueblos de señorío como en los de realengo, como es el caso de Marbella20. Aquí, sin que se llegue a extremos que imposibiliten la convivencia de las diversas facciones, vere-mos cómo la tensión entre las diferentes fuerzas que conviven en el seno de la nueva institución municipal es permanente, todo ello agravado porque, en muchos casos, son situaciones que hunden sus raíces en la ocupación francesa de la ciudad21.

Este es el escenario en el que, tras el pa-réntesis del Sexenio Absolutista, en la tarde del 14 de marzo de 1820 se da lectura al bando que anunciaba la Constitución de la Monarquía Espa-ñola, poniendo en marcha el proceso de cambio del Ayuntamiento Antiguo al nuevo Ayuntamien-to Constitucional. Este cambio, curiosamente, traerá el primer conflicto político que se genera en la etapa del Trienio, no entre las fuerzas libe-rales y las absolutistas, como sería lo previsible, sino entre las liberales de la etapa doceañista, y las nuevas fuerzas que se mueven en el seno del liberalismo local. Ambos buscan controlar el concejo. Los primeros, con Escobar al frente, se legitiman con el continuismo de la anterior eta-pa constitucional, los segundos exigen la cele-bración de elecciones.

Los acontecimientos se suceden y Escobar da su golpe de mano. Sin esperar a la celebración de elecciones, los regidores depuestos por la re-acción absolutista del Sexenio forman el ayun-tamiento constitucional en un acto en el que se produce el traspaso de poderes de manos de los regidores perpetuos, Alonso María Roldán, Ma-nuel Artola y Joaquín Millán. Es significativo que entre los «prohombres» asistentes al acto abun-den los militares y los funcionarios estatales. Con la excepción del cura párroco, Antonio Granados, y de un religioso que se significará en el futuro por su adhesión a la causa liberal, Diego de La-gos, ningún otro miembro de la oligarquía local o de la jerarquía eclesiástica está presente22.

La intentona dura poco. La voluntad de la Junta Provisional Consultiva, constituida en Ma-drid hasta la celebración de las Cortes, de man-

16 Otros miembros de la oligarquía local siguen el mismo camino, refugiándose en pueblos como Coín o Alozaina, caso de los Al-cocer, Inés del Castillo o el también regidor perpetuo Joaquín Millán, cuyas haciendas sufren una especial destrucción, sin que sepa-mos con claridad de cuál de los bandos huían o si lo hacían de los dos. AHMMb, AACC, 19 de noviembre de 1812, Sig. 5-2, p. 23v.

17 AHMMb, AACC, 4 de abril de 1813, Sig. 5-3, p. 46.18 Todo el proceso de estas elecciones en AHMMb, Expediente de elecciones 1814, Sig. 620-1.19 «Que se quitase la Lápida de la Constitución, y en su lugar se pusiese otra con la inscripción de Real Plaza de Fernando

Séptimo. Que se destruyese cuanto fuese concerniente a el Gobierno Constitucional e hicieron comparecer a los Alcaldes Cons-titucionales, los que cedieron inmediatamente su jurisdicción, dejándola en el Sr. D. Alonso Maria Roldan». AHMMb, AACC, 19 de mayo de 1814, Sig. 5-7, pp. 66 y 66v.

20 CASTRO, C. de: La revolución liberal y los municipios españoles, Madrid, 1979, pp. 106 y ss.21 Como veremos, del análisis de la actividad de los individuos que conforman el Ayuntamiento en el Trienio desde el fin de la

Guerra de Independencia se deduce una clara línea que achaca actitudes colaboracionistas con los franceses de muchos de los que luego aparecerán caracterizados como los principales líderes liberales de la ciudad.

22 AHMMb, AACC, 15 de marzo de 1820, Sig. 7-5, p. 1 y 1v.

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tener el control de la situación es rápida y una de sus primeras medidas es la convocatoria de elecciones de Ayuntamientos Constitucionales. El control ejercido por la capitanía general de Grana-da y por el jefe político provincial es eficaz, a pe-sar de los intentos de los munícipes por dilatar el proceso23. Por todo ello, la actividad del Concejo presidido por Escobar no irá más allá del acto de su constitución, y el 25 de marzo se lleva a cabo la votación para decidir los diecisiete electores que deben votar a los dos alcaldes, ocho regidores y dos síndicos que conformarán el Ayuntamiento24.

La reunión de estos diecisiete electores en la mañana del 26 de marzo supone el comienzo de los disturbios. Escobar intenta una última ma-niobra, dejando fuera por no tener la edad ade-cuada a Diego de Lagos y Miguel Añón, situando en su lugar a Francisco Álvarez y Benito de Hozes. Por las «varias dudas» (léase protestas) que se pre-sentan sobre esta actuación, el alcalde suspende la sesión hasta la noche, aunque las algaradas tan-to dentro de la sesión como en la plaza no cesan y vuelven a suponer la suspensión de la misma25.

En la explicación de lo hechos que Pedro Escobar ofrece al jefe político de la provincia, además de un último intento por dar legitimi-dad a su Corporación, encontramos una curiosa referencia a la actitud de los regidores del ayun-tamiento absolutista, que parecen, al menos tá-citamente, apoyar a Escobar frente a sus adversa-rios. Así, tras un breve resumen en el que señala los problemas en la elección, indica que tras la suspensión de la sesión del día 26:

«[…] no la ha celebrado en los tres días de Pascua por saber estar representado por dicho Sr. Alcalde y Electores a el Sr. Gefe Político de la Provincia esperando su reso-lución: A que se apoya que los Sres. Re-gidores Perpetuos antiguos asistieron a el acto y juraron y después el Sr. Corregidor se presento y también juro: Que seria un honor que unos empleos pribados por la

constitucion se pusiesen en uso. Y que la citada orden entendió el Sr. Alcalde que se devia practicar en donde no huviese ya es-tablecido el Ayuntamiento constitucional con la solemnidad de aquí»26.

La contestación del jefe político es con-tundente sobre la obligación de celebrar eleccio-nes, arbitrándose medidas para impedir que el proceso volviera a interrumpirse. Se debía garan-tizar la elección, y para ello:

«[…] y que esta de ningún modo pueda interrumpirse pásese oficio a el Sr. Coman-dante de las Armas de esta Ciudad a fin de que ponga en dichas Casas Capitulares toda tropa disponible, encargándola no deje subir ni permita entrar en ella mas in-dividuos que los de Justicia y a los dichos diez y siete electores»27.

De aquí sale la primera corporación del Trienio, compuesta por Francisco Granados como primer alcalde, Miguel Quirós, como alcal-de segundo, Pedro de Castro, Miguel de Cuesta, José Martín Ximénez y Francisco Rosado como regidores primeros. Como regidores segundos Juan de la Torre, Francisco Álvarez, Juan Becerra y Martín Servan. Los síndicos municipales son Miguel de Torres y Antonio Hernández.

El desarrollo de las elecciones y el perfil de los nuevos munícipes dan algunas claves in-teresantes. Respecto a las primeras, la capacidad de adaptación al nuevo espacio representativo, con una elevada participación (63 votantes acu-den a la cita) y la escasa oposición política y so-ciológica ejercida por lo sectores partidarios del Antiguo Régimen, habla a las claras de una rápida asunción de la situación28. Respecto al segundo, la caracterización biográfica y socioprofesional de los nuevos ostentadores del poder municipal nos permitirá contemplar la profundidad de la dinámica de cambio social del momento29.

23 Escobar, a pesar de convocar las elecciones en cuanto tiene noticias de las intenciones de la Capitanía General, envía una representación ante el jefe político. La respuesta de este es contundente en cuanto a la nulidad de los Ayuntamientos de 1814 y la obligación de convocar nuevas elecciones. AHMMb, AACC, 8 de abril de 1820, Sig. 7-5, pp. 8 y 8v.

24 Se trata de una elección indirecta. Los ciudadanos en uso de sus derechos eligen a 17 electores (el número de electores va en función de la población del municipio) que a su vez eligen los alcaldes y a los regidores. Normativa electoral dirigida por el jefe político provincial. AHMMb, Expediente de elecciones de 1821, Sig. 620-11

25 «En la Ciudad de Marbella dicho día mes y año (tarde del 26 de marzo), haviendo concurrido los diez y siete electores ya expresados, se presento D. Francisco Añon mismo, vecino de esta ciudad y dixo: que atencion del pueblo queria que se sacara de Alcaldes a D. Miguel Quiros, oficial disperso, y a otro del Campo y preguntado quien era el Pueblo dixo, que Antonio de Mata, y otros; Lo que oido por el Mata dixo,que el no trataba de eso: En seguida, entro Pedro de Reyes con la misma solicitud; y recombeni-do por D. Bartolome Martin uno de los Electores , que qué otro pueblo conocia mas que la Junta Electoral, dixo , benir equibocado, y se retiró: Y viendose el D. Bartolomé comprometido y sin libertad, se retira dela Junta y lo firma: En cuio acto, y haviendose adbertido voces y algun movimiento extraordinario en la Plaza; salieron de esta Sala Capitular los vocales y se marcharon». AHMMb, Expediente electoral de 1820, Sig. 620-9.

26 AHMMb, AACC, 8 de abril de 1820, Sig. 7-5, pp. 8 y 8v.27 AHMMb, Expediente electoral 1820, Sig. 620-9.28 Estos 63 electores suponen un aumento sustancial frente a los 25 de las elecciones a alcaldes y regidores de 1814.29 La bases metodológicas y el análisis del problema del acceso de la burguesía al poder político en un entorno mucho más

determinante por mucho motivos, como es el caso de Málaga lo encontramos en MORALES MUÑOZ, M.: «¡La burguesía al poder!: De la quiebra del Antiguo Régimen a La Gloriosa», en CANCELA CARO, D. (ed.): El primer liberalismo…, op. cit., pp. 157 a 206.

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Uno de los elementos más interesantes de esta ca-racterización que buscamos vendrá dada por la actitud demostrada por cada uno de ellos nada menos que hacia la administración de José I, ya que buena parte de las nuevas autoridades tienen un claro pasa-do afrancesado, sufriendo, tras la guerra, expe-dientes e informes relativos a su cuestionado patriotismo. Especialmente llamativo es el caso del nuevo primer regidor, Francisco Granados, teniente retirado que ocupa durante el período del «gobierno instruso» el cargo de corregidor, siendo acusado por la comisión de vecinos esta-blecida para depurar responsabilidades de com-portarse30:

«[…] con excesibo rigor para la exacción de las Contribuciones y demás aflixiendo a los vecinos y no admitiéndoles escusa la mas mínima, ni usando de conmiseración ni benignidad, con palabras intempestibas e irritantes, amenazando a los hombres horados con la argolla y aun poniendolos en la cárcel, siendo mui publica la estre-chez que toman D. Francisco Granados y D. Josef Escobar con el comandante fran-cés y concurrencia en su casa.»31.

No obstante, algunos meses más tarde, a solicitud del gobernador militar de la ciudad, Juan Díez de Oñate, el Ayuntamiento informa en relación a la obtención del puesto de corre-gidor que ello fue «por nombramiento de los ve-cinos sin titulo de nombramiento alguno por los franceses»32.

La misma acusación es extensiva a otro miembro de la nueva corporación también miem-bro del ayuntamiento josefino, José Martín, del que además se dice que «durante la ocupación trabajaba en su oficio y tomaba raciones de los franceses»33.

En la misma línea, especial interés reúne la figura de Juan de la Torre, del que se dice que «concurría mucho con los franceses y comió a la mesa del Comandante […] y ser en dicho tiempo probeedor de carne y utensilios»34. De la Torre tuvo además a su cargo la comisión para el su-

ministro de la casa comercial de Grivegnée. Ello junto a la presencia de varios residen-tes de nacionalidad francesa, como Josef Bernard o Santia-go Yzuard, podría explicar el

arraigo de las ideas liberales en la ciudad. No obstante, la caracterización de las éli-

tes políticas, sobre todo en momentos tan críti-cos como éste, quedaría incompleta sin estable-cer las relaciones entre poder político y poder económico, es decir, sin una radiografía social de los integrantes de la nueva corporación que nos permita tener una imagen más nítida del proceso de transición «revoluciónaria» que supone el fin del Antiguo Régimen.

En su estudio sobre el acceso al poder de la burguesía malagueña y la desarticulación po-lítica de las instituciones del Antiguo Régimen, Manuel Morales nos ofrece un interesante aná-lisis de los cabildos municipales de la capital de la provincia entre 1807 y 1868. Así, encontramos que, a pesar del retorno del absolutismo, entre 1814 y 1833 la presencia de hacendados y pro-pietarios se reduce, desde la hegemonía total de la que gozaban desde mediados del siglo XVIII, a algo menos de una cuarta parte (23,6%). Ello es tanto más significativo en cuanto que supone prácticamente el mismo porcentaje que repre-sentan los profesionales liberales, que ascienden hasta el 20% (tan sólo un 3% antes de la Guerra de Independencia). Por su parte, el considerable auge comercial, hace que un 36,5% de los miem-bros del Concejo provenga de este sector35.

La comparación del Ayuntamiento mar-bellí con estos datos nos va a aportar, sin duda, elementos clarificadores de la vida política local, que tiende a alejarse notablemente del esque-ma de Málaga, aunque también va a dar paso a nuevos interrogantes que despejar. Para este análisis utilizaremos dos fuentes, por un lado, los niveles de renta de los ciudadanos según el amillaramiento que se realiza en septiembre de 1820 para el reparto de la Contribución General del Reino36. Según este documento, el reparto de la contribución entre los vecinos de la ciudad dejaría la siguiente imagen sobre un total de 603 sujetos pasivos para un capital total final de 1.367.697 reales37 (Tabla n. º 1).

Buena parte de las nuevas autoridades tienen un claro

pasado afrancesado

30 Esta comisión formada por vecinos «que no han tenido empleo ni relación con los franceses» realiza informes de un buen número de ciudadanos, estaba integrada por José de Castro, Clemente Callejón, Diego de Rueda, Pedro Casimiro y Alonso Mata. AHMMb, AACC, 3 de noviembre de 1812, Sig. 5-2, pp. 10v y ss.

31 AHMMb, AACC, 15 de noviembre de 1812, Sig. 5-2, p. 21v.32 AHMMb, AACC, 19 de junio de 1813, Sig. 5-3, p. 71v.33 AHMMb, AACC, 3 de noviembre de 1812, Sig. 5-2, p. 12v.34 AHMMb, AACC, 24 de noviembre de 1812, Sig. 5-2, p. 29v.35 MORALES MUÑOZ, M.: «¡La burguesía…», op. cit.36 AHMMb, Amillaramiento para el reparto de la contribución general del reino en el año de 1820, Sig. 1079-11.37 Hemos excluido al ser poco relevantes, tanto los amillaramientos relativos a los forasteros hacendados como a los vecinos de

Istán. El concepto «sujeto pasivo» viene determinado porque el amillaramiento afecta en determinados casos a personas jurídicas, principalmente eclesiásticas, pero también a mayorazgos o rentas diversas.

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En segundo lugar, el padrón que forma el Ayuntamiento Constitucional de 1814 para servir de regla a la contribución directa, padrón que cuenta con la particularidad de relacionar a los vecinos y sus profesiones38. Si unimos ambas fuentes, la imagen de los munícipes que forman parte del primer ayuntamiento del Trienio Libe-ral es la expresada en Cuadro n. º 1.

Según estos datos, el comienzo de esta nueva etapa liberal en Marbella no va a ser pilo-tado ni por los sectores ostentadores del poder político y económico en la etapa anterior ni por una burguesía comercial que acceda desde aquí a los resortes del poder. Serán mandos militares y funcionarios de nivel medio, pequeños propie-tarios agrícolas y algunos comerciantes y artesa-

nos, todos ellos con moderados niveles de renta, los que asaltan el edificio absolutista.

De ello podemos extraer dos conclusiones fundamentales. En primer lugar, la oligarquía lo-cal no demuestra ninguna capacidad de reacción, bien porque, dada la permeabilidad con la que acogen a las nuevas instituciones, no sientan el fin del absolutismo como una amenaza, bien por una pérdida total de control de la situación. De hecho, la única maniobra que parecen orquestar

es cierto apoyo a Escobar y a los miembros del ayuntamiento de 1814. En segundo lugar, no pa-rece existir ese sector de pujante burguesía comercial ni el grupo de profesionales liberales que veíamos en el caso de Málaga. Lo más aproximado, como pueden ser los casos de Grivegnée y Sch-nellenbühel, no podrán articular, por su propia coyuntura perso-

nal, un grupo social digno de tal nombre.

2. eL ayuntaMIento de 1820: La pequeña burguesía aL poder

Tres serán las líneas maestras de actuación

de la nueva Corporación: consolidación político-administrativa del nuevo régimen, reorganiza-ción y aprovechamiento de las tierras de propios de la ciudad y actuación sobre los problemas ju-risdiccionales con los municipios vecinos. Todo ello condicionado por una permanente penuria económica que empezará pronto a asfixiar cual-quier iniciativa política.

La implantación de las nuevas instituciones y la sustitución de personas y cargos por otros afines

al nuevo régimen constituyen uno los ejes centrales de estos primeros momentos de la nue-va etapa liberal en la ciudad. De este modo, una vez consti-tuido el nuevo ayuntamiento, tanto desde la administración provincial como desde la lo-cal se pretende la renovación de cargos en todas las esferas de la vida municipal, desde el alguacil mayor o el alcaide de la cárcel hasta los guardas de montes. De este proceso sur-girá la única crisis política evi-dente en el período.

La renovación de car-gos lleva consigo la petición de informes relativos a la ad-hesión de los interesados a

la causa liberal. Uno de estos informes será la excusa que desatará la tormenta entre el primer regidor, Francisco Granados y el segundo, Miguel Quirós. La difusión pública de un memorial re-servado solicitado por la Secretaría de Estado relativo a la adhesión al sistema constitucional de Diego Ruiz, Contador General de Guerra, del cual el Ayuntamiento dice que «[…] no se le ha conocido afición alguna a las nuevas institucio-nes ni antes ni después de haver sido aclamadas

Cuadro n. º 1 - El ayuntamIEnto dE 1820

(*) Como hemos visto anteriormente, otras fuentes le señalan como teniente retirado.(**) En las actas de 21 de diciembre de 1833 se dice de él que es boticario, además de partidario de los carlistas.

38 AHMMb, Padrón de Contribución Directa del año 1814, Sig. 1979-1.39 AHMMb, AACC, 17 de abril de 1820, p. 47v.

tabla n.º 1 - ContrIbuyEntEs

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generalmente»39 supondrá un intento del segun-do alcalde de marginar al primer regidor.

«Ha llegado a noticia de muchos de nuestros compañeros el haverse propala-do cierto informe pedido sobre persona que todos conocemos; Esto no quiere de-cir que el Alcalde lo haya dibulgado, si no que tal vez, tomando el parecer de algunos sujetos, sean estos el origen de haverse sabido antes de la presentación de dicho informe a el Ayuntamiento.»40. Con la acusación implícita de haber saca-

do a la luz el informe, Quirós, que aprovecha el absentismo del primer regidor debido a sus com-petencias judiciales, adopta medidas para que Granados no pueda acceder a la documentación que llega desde la administración nacional y pro-vincial, pasando ésta directamente al secretario municipal. El pulso parece decantarse del lado del segundo regidor.

«En este Cavildo, el Sr. Presidente D. Francisco Granados reclamó el celebrado en su ausencia el día 17 del que corre, como depresibo de su autoridad y con-trario a su objeto a la inconcusa práctica observada en esta Ciudad, y sobre todo a su delicadeza y circunspección, pues que con el hecho de pribarsele de la facultad de coger el correo que se dirigia a este Ayuntamiento se le suponia infiel a su des-tino y capaz de ocultar las ordenes que se le comunicasen, de propalar las reservadas y de demorarse su cumplimiento y noticia a este Ayuntamiento»41. La implantación de las nuevas institucio-

nes culmina en este primer año del Trienio con la aparición en la ciudad de una de sus figuras más características, la Milicia Nacional. En un am-biente de «júbilo y complacencia»42 se pone en marcha esta fuerza ciudadana garante del orden constitucional, que debía implicar en la defensa del sistema a todas las capas de la sociedad. Es-tos objetivos, como iremos viendo a lo largo de las páginas del presente estudio, fracasan estre-pitosamente. Sin financiación, mal organizada y peor armada, nunca será una fuerza útil ni para el control del orden público ni mucho menos para actuar contra las partidas realistas que operan en la sierra de forma cada vez más activa.

En el momento de su constitución los efectivos totales de la compañía local ascienden a un capitán, dos tenientes, 18 suboficiales y 147 soldados. Su comandante será Cristóbal Villalo-bos, uno de las figuras centrales del período del que tendremos ocasión de hablar más adelan-te. Le acompaña como teniente Baltasar María Aguado, otro curioso personaje, hijo del secre-tario municipal, será él mismo escribano público hasta acabar detenido como carlista al comienzo del reinado de Isabel II43.

Por lo que respecta a los Propios de la ciudad, éstos habían sido hasta el momento pa-trimonio casi exclusivo de la oligarquía local, con un elevado grado de corrupción en su gestión y aprovechamiento, por lo que sólo en contadas ocasiones revertían en fondos para las arcas mu-nicipales44. La actuación de los nuevos regidores en este primer momento, conscientes de su en-démica debilidad económica, pasa por retomar el control de los mismos y establecer un sistema eficaz que permita cubrir, al menos en parte, los gastos corrientes del funcionamiento municipal. A ello se aplican desde un principio, aunque la pantalla de intermediarios y las corruptelas de los funcionarios de rentas provinciales y los guardas de montes hace la labor difícil. Veamos un ejem-plo muy ilustrativo de la situación planteada:

«El Sindico D. Miguel de Torres, que con respecto a que esta Ciudad, como dueña absoluta de sus montes acordó vender las leñas que resultasen ser inútiles y los árbo-les que por su espesura no coadyubasen a el fomento de la arboleda, subasto por los términos referidos, y con conocimiento del Tribunal de San Fernando el Monte de Fuensequilla, bajo la condición de que en el termino de cuatro años debía concluir la operación. Sobre estas reglas lo compro D. Josef Manzanares en la cantidad de ciento y treinta mil reales de vellón el que estuvo en quieta y pacifica posesión dicho tiempo; mas pasado los quatro años referidos, a solicitud del mismo D. Josef consiguió en aquel Tribunal licencia por dos años mas para renovar el marcolijo, desentendién-dose de los derechos mas sagrados de pro-piedad de esta Ciudad sobre sus montes, que como a tal dueña devio recurrir a ella para obtener la ampliación que obtubo por aquel Tribunal, mandando este se hiciese por el Delineador de esta Provincia y peri-

40 AHMMb, AACC, 28 de junio de 1820, Sig. 7-5, pp. 57 a 5841 Ibid.42 AHMMb, AACC, 30 de noviembre de 1820, Sig. 7-5, pp. 129 y 129v.43 AHMMb, AACC, 21 de diciembre de 1833, Sig. 10-4, p. 107.44 Un buen ejemplo de ello lo encontramos en la actuación de José María Escobar, del que hablaremos extensamente más

adelante, contra las corruptelas de la gestión del Comisionado de la Intendencia Provincial. AHMMb, AACC, 21 de mayo de 1819, Sig. 7-2, p. 56v.

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tos que se nombraron. Se practico la opera-ción sin conocimiento alguno de la Ciudad por el Delineador y dos peritos nombrados por el Subdelegado de Montes de ella, que por razón de Guardas de los mismos mon-tes no devieron consumarse haciendo el señalamiento mas escandaloso marcolando los árboles y demás ramas útiles, de modo que ha dejado el monte en esqueleto y mas quanto el señalijo se practico contra todas reglas de ordenanza marcolando en la zona solamente una rama que devia cortarse, resultando que de ese modo, debiéndose cortar una rama las cortaban todas bajo el pretexto que todo lo que estaba por encima del marco debía cortarse, desentendiendo-se de que a cada pie devia quedarle Hosca, Gria y Pendon y a cada rama un codo de muñeca. En consecuencia de lo qual pedía el Síndico la suspensión de la corta; y que siendo insuficiente la firma por no ser due-ño el fiador de la Finca hipotecada, amplíe la dicha firma y de no verificarlo se proceda a el embargo de los efectos de dicho mon-te que se hallen en el y de los que existen almacenados en esta manera. Lo que visto por este Ayuntamiento acuerda la suspen-sión de la operación del corte y fabrica de carbones y saca de curtidos y que el Sr. Manzanares de forma hasta con la cantidad de ochenta mil reales a las resultas de los mencionados daños»45.

A la postre, el esfuerzo de los miembros del concejo no irá más allá de actualizar los re-mates a pagar por los arrendatarios, sacar de nuevo a subasta algunas zonas que habían deja-do de tener actividad y a solicitar una y otra vez a la Diputación Provincial autorización para lici-tar el aprovechamiento de nuevas tierras comu-nales con las que cubrir cargas fiscales o gastos concretos. La columna vertebral de los propios vendrá determinada por las subastas del fru-to de bellota, eje fundamental de su capacidad para generar ingresos, aunque sus rendimientos serán rápidamente absorbidos por las famélicas arcas municipales.

Desde esta coyuntura, en la que el Ayun-tamiento intenta retomar el control de sus bie-nes, encontramos también tímidos intentos de recuperar tierras que se entiende han sido ocu-padas ilegalmente. Son bien conocidos en otros municipios los casos de ocupación de tierras aprovechando determinadas coyunturas, prin-cipalmente bélicas46. En lo que respecta a Mar-bella, además del recurrente pleito con el conde de Luque, encontramos cómo ciertos oligarcas locales han usurpado tierras del común, caso del inefable Alonso María Roldán47. La destrucción de la documentación del archivo municipal por la guarnición francesa de la ciudad determinará la imposibilidad del Ayuntamiento de hacer valer sus derechos.

Por otro lado, más allá de la penuria eco-nómica y las rivalidades políticas internas, la re-lación del Ayuntamiento de Marbella con los mu-nicipios vecinos, fundamentalmente Ojén, Istán y Monda, marcará buena parte de su dinámica in-terna y de su interrelación con la administración provincial. En un marco jurídico problemático, determinado, como hemos señalado, por la pér-dida de casi toda la documentación del archivo municipal48, el Ayuntamiento intentará con diver-sa fortuna frenar lo que entiende como saqueo y quema sistemática de sus montes. No obstante el problema tiene dos vertientes, por un lado el intento de evitar el aprovechamiento de sus propios por vecinos de los municipios próximos, muchas veces con la complicidad de los guardas de montes. Por otro lado, desde el punto de vista de las mentalidades, de la actuación del concejo de la ciudad se desprende la no aceptación de la segregación de los términos municipales de Ojén e Istán. Se actúa así en ocasiones como si el concepto de la «Tierra de Marbella» fuese aún una realidad, un espejismo que las autoridades provinciales no tardarán en romper49.

Todo el asunto se complica si tenemos en cuenta que, tras la segregación del término mu-nicipal de Ojén, localidad con la que se plantean la mayoría de los pleitos, parte de las tierras de propios del concejo marbellí quedan fuera de su término municipal y dentro de la jurisdicción del concejo ojeneto. Ello es determinante a la hora

45 AHMMb, AACC, 24 de abril de 1820, Sig. 7-5, pp. 18 y ss.46 FERNÁNDEZ PARADAS, M.: Propios…, op. cit., pp. 217 y ss.47 Cierto arbolado del partido de Siete Revueltas es incluido por el Ayuntamiento en una subasta de bienes de propios. Roldán re-

clama porque entiende que esas tierras son de su propiedad. Al final acuerdan que Roldán siga disfrutando de ellas hasta que el Ayun-tamiento disponga de la documentación necesaria para reclamarlas. AHMMb, Juicios de Conciliación de 1820, Sig. 57-1, pp. 29 y ss.

48 «[…] todo suspenso por las ocurrencias fatales que han acaecido en las épocas anteriores y lo que es mas que por la imba-cion de los franceses y tiempo que permanecieron en dicha Ciudad de guarnición padecieron ruina y extravió los papeles que esta ciudad conserbaba en su Archibo». AHMMb, AACC, 16 de mayo de 1820, Sig. 7-5, p. 34. Las referencias a la destrucción del archivo por los franceses son continuas en toda la documentación de buena parte del siglo. A ello habría que sumar lo que Francisco L. Díaz Torrejón llama «la mutilación del miedo», cuya importancia cuantitativa y cualitativa ignoramos, es decir la destrucción selectiva de documentos, propia de momentos como éste, con el fin de eliminar datos políticos comprometedores, de propiedad, deudas, etc.

DIAZ TORREJON, F. L: «De la Guerra de Independencia: El movimiento guerrillero en Málaga (1810-1812), Anuario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, Málaga, 2005, pp. 94 a 101.

49 Las representaciones del Ayuntamiento de Marbella ante las autoridades provinciales suelen terminar mal para sus intereses.

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del pago de impuestos como la contribución di-recta, cuyo abono debía realizarse en Ojén, algo entendido en no pocas ocasiones como una au-téntica humillación.

Uno de los muchos ejemplos que pode-mos encontrar y que abundarán a lo largo de estos años se produce ya desde abril de 1820: la lucha por el control jurisdiccional entre los di-versos municipios; lucha en la que menudean los pequeños enfrentamientos entre guardas y veci-nos de uno y otro lado, y que acaba generalmen-te con una representación ante el jefe político provincial, que intenta, casi siempre infructuosa-mente, mediar en estos interminables conflictos. En este caso, la comisión del concejo marbellí al regidor Francisco Rosado (que ante la situación opta por ir acompañado de gente armada) para llevar a cabo un reconocimiento del Monte de las Chapas, ante los informes que hablaban de diversos destrozos en el arbolado, quemas indis-criminadas, pastoreo, carboneo, etc., provoca la queja del Ayuntamiento de Ojén ante la máxima autoridad provincial:

«[…] avia entrado en el termino de dicha Villa, a pretexto de reconocer los montes de los Propios de esta Ciudad acompañado de Peritos y auxiliado de fuerza armada y exercido actos de Jurisdiccion; previniendo el dicho Sr. Gefe Político haver decir a este Ayuntamiento que por ningun pretexto y bajo su mas extricta responsabilidad tras-pase los limites de su termino, exerciendo actos jurisdiccionales con los demas que refiere; Lo que visto este Ayuntamiento teniendo presente que quanto es de la Vi-lla de Ojen ha expuesto, es ocultando los principales fundamentos que movieron a el de esta Ciudad para la practica de cierto reconocimiento en el Monte de las Chapas de los propios de ella y expresando false-dades y abundando excesos que se han cometido en el destrozo y ani-quilacion de los montes de esta Ciudad, que ha muchos años que sufren y han sido causados por vecinos de la Villa de Ojen»50.

3. eL ayuntaMIento de 1821 y eL abIsMo de Las MIserIas

En la ampulosa lírica al uso de los libera-les decimonónicos vamos a encontrar una de las mejores expresiones del sentimiento que inspira la situación de la ciudad a sus gobernantes. En uno de los momentos del interminable pleito con el conde de Luque y lamentándose de que con los propios expoliados se cubrirían sobra-damente las necesidades económicas del muni-cipio, se dice que «desde que se la arrebataron de sus manos (las tierras) (la ciudad) ha benido y biene en decadencia hasta descoyarse en el abis-mo de las miserias»51.

Si la primera corporación municipal del Trienio se caracteriza por una anómala presen-cia de militares y funcionarios de grado medio y pequeños comerciantes y artesanos, la segunda va a suponer la primera señal de reacción de las élites locales. Se trata de ciudadanos que, con elevada renta y directamente relacionados por lazos familiares y comerciales con la oligarquía local, representan el triunfo del nuevo sistema. El Cuadro n. º 2, de los nuevos munícipes, nos muestra una clara diferencia en las rentas del pri-mer y segundo alcalde con las que vimos en el Ayuntamiento de 1820.

La figura central en este momento, la que mejor nos va a mostrar las claves del proceso que se sigue en la ciudad es, sin duda, la del primer alcalde, el capitán Cristóbal Villalobos.

No es hasta abril de 1816 cuando encon-tramos las primeras noticias de su participación en los asuntos ciudadanos52. Militar de profesión, su vuelta parece coincidir con el fin del período bélico y momento en el que inicia una escalada social basada en relaciones familiares que lo lle-vará, por un lado, a ser uno de los principales propietarios de la ciudad y, por otro, a tener en sus manos todos los resortes del poder político y militar, aunque, aparentemente, se trata de al-

50 AHMMb, AACC, 10 de mayo de 1820, Sig. 7-5, p. 33v.51 AHMMb, AACC, 18 de septiembre de 1821.52 Figura en una lista de vecinos a los que se pide que, ante el pésimo estado de las finanzas, colaboren a modo de anticipio

para el suministro a las tropas. En el acta se dice que se pase oficio a varios vecinos, entre ellos Villalobos, «luego que se tenga noticias de su regreso a ésta». AHJMMb, AACC, 17 de abril de 1816,Sig. 6-6, p. 54.

Cuadro n.º 2 - El ayuntamIEnto dE 1821

(*) Aunque la profesión de Molina en el padrón de 1814 aparece como «marinero», los padrones de contribución le muestran como propietario de diversas fincas e inmuebles, y sobre todo de 3 barcos

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guien con mayor interés por sus asuntos priva-dos que por la res publica53.

Villalobos no parece proceder de la oli-garquía local54, no obstante, ya a finales de 1817, ha emparentado con los Artola, es hermano po-lítico de Manuel Artola, al que nos hemos referi-do anteriormente55, aunque su encumbramiento social y económico viene de la mano de su ma-trimonio con Nicolasa Domínguez, que en esos años disfruta del mayorazgo de Antonio María Domínguez y Vargas56.

Su relación con la familia Domínguez dis-ta mucho de ser pacífica. Villalobos va a ser el administrador de facto del mayorazgo, especial-mente a partir de la enfermedad mental de su mujer. Sus intentos por enajenar parte del pa-trimonio familiar chocarán con la oposición de Antonio María Domínguez, que acaba llevando el asunto a los tribunales57. La muerte sin des-cendencia de Nicolasa en 1825 y probablemente la de Villalobos no mucho más tarde, zanjará la cuestión.

En la línea de su mayor interés por lo pri-vado que por lo público, se escuda en sus acha-ques de salud para renunciar a su elección como síndico personero en 1818. No será hasta 1820 cuando se decide a formar parte del engranaje del sistema, aglutinando buena parte de los po-deres locales, primero como capitán de la Milicia Nacional, cuyo mando ostenta hasta 1822 y lue-go como alcalde en 1821. No obstante, a pesar de esta concentración de poder en sus manos, no consigue convertirse en el eje articulador del

período y su presencia pública decrece notable-mente a partir de este momento.

De cualquier forma, toda la evolución del ayuntamiento tanto en sus aspectos políticos y organizativos, como en la voluntad reformista del nuevo régimen, vendrá condicionada por una realidad que lastrará irremisiblemente cualquier intento por desarrollar una actividad socioadmi-nistrativa coherente: hablamos de la absoluta fal-ta de recursos económicos y la pesadísima losa de la presión fiscal.

Si para Artola los problemas financieros del nuevo régimen constituyen uno de los facto-res decisivos de su naufragio58, en la traslación de esa realidad a la vida local contemplamos la debilidad general de un sistema sin grandes cam-bios en la política financiera anterior. Vemos los mismos desesperados intentos de imponer una contribución directa que permitiese superar el desastre económico de la hacienda del Antiguo Régimen.

Deudas de diversos impuestos correspon-dientes al período 1817 a 181959, pago de los cu-pos de contribución general que corresponden a la ciudad, consumos, gastos de beneficencia, débitos de bulas, suministros a las tropas «es-tantes y transeuntes» en la ciudad60, sueldos del personal de la administración de justicia, arma-mento y equipo de la Milicia Nacional, dietas de los diputados de Cortes, niños expósitos, presos pobres… La lista es interminable y su gestión absorbe buena parte de las energías administra-tivas de la corporación.

53 Suele alegar problemas de salud para no intervenir en oficios públicos, aunque éstos no parecen afectar a su actuación en litigios privados. Los libros de Juicios de Conciliación de todo el período están repletos de pleitos en los que interviene en defensa de sus intereses.

54 Las referencias al apellido Villalobos en los padrones del primer cuarto de siglo nos hablan de profesiones como arrieros, sogueros, curtidores o pequeños propietarios agrícolas.

55 Su elección como síndico personero en las elecciones para 1818 es contestada por varios electores por esta relación familiar con Artola. AHMMb, Expediente de elecciones para diputados y síndico de 1818, Sig. 620-6.

56 Sobre la situación familiar de los Domínguez, CASADO BELLAGARZA, J. L.: «El fin de una dinastía… I…», op. cit.57 «Juan de Chinchilla como apoderado de D. Antonio Miguel Domínguez, combocando a juicio de conciliación a D. Cristoval

Villalovos como marido de D.ª Nicolasa Domínguez asociados ambos con sus hombres buenos D. Francisco Granados y D. Francisco Lozano: sobre que a voz y nombre de su poderdante se opone a la enajenación de las fincas de los vienes vinculados y juntamente a los que se hayan vendido hasta la presente en razon de que tiene echa consulta a los letrados de Madrid y Málaga los que son de dictamen que interin viva D.ª Nicolasa Domínguez no puede disponer D. Cristoval Villalovos de dichos vienes por hallarse la posee-dora en estado de demencia como es publico y notorio y que siendo su marido un curador no puede aun con pretexto de alimen-tarla, según su estado y circunstancia, enajenar ninguna posecion: Y oída la antecedente relación por D. Cristoval Villalobos dixo: Que consecuente con lo que se le requiere por la parte contesta según con las facultades con que se haya de su legitima muger D.ª Nicolasa Domínguez en tiempo y quando estava en su total juicio y razon y que con arreglo a dichas facultades que presentara en caso necesario seguirá sobre lo vendido vendiendo en caso de necesidad y conforme y hasta tanto que le favorezca la ley, pues su espresada muger como al exponente con arreglo a las facultades que aquella le concedió. Y en vista de las antecedente relaciones los hombres buenos fueron de dictamen que según la cuestión que se presenta y que estas parte no pueden ser avenidas que usen de su derecho donde corresponda». AHMMb, Libro de Juicios de Conciliación de 1823, Sig. 57-4, pp. 21v y 22.

58 ARTOLA GALLEGO, M. M.: «La España de Fernando VII…», op. cit., pp. 751 y ss.59 La insistencia en el pago de deudas que llegan en algunos casos hasta la Guerra de Independencia es una fuente más de

tensión con los regidores perpetuos de las anteriores corporaciones, dado que los nuevos regidores tienden a responsabilizar a aquéllos de los débitos. El problema da lugar a reflexiones curiosas en la que los miembros del ayuntamiento, hartos de las recla-maciones del Intendente Provincial, dicen ser sólo responsables de la actividad económica de sus corporaciones «y no de unos devitos que seguramente tienen su origen de quando los individuos que componen esta Corporación estaban en la mente de Dios». AHMMb, AACC, 27 de diciembre de 1821, Sig. 7-10, p. 43.

60 Una situación especialmente gravosa para la ciudad en este momento, pues a las unidades de guarnición se suman las tropas del 2º Batallón del Regimiento de Cataluña que componen el cordón sanitario establecido para frenar la epidemia desatada en Málaga y cuyo abastecimiento corresponde al municipio. AHMMb, AACC, 25 de octubre de 1821, Sig. 7-10, p. 2.

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Frente a ello y agotadas las posibilidades de establecer nuevos arbitrios, el ayuntamiento dispondrá como único recurso de la gestión de sus propios. Un ejemplo muy ilustrativo de la gravedad de la situación lo tenemos en el con-flicto que se mantiene en este momento con la administración de justicia local. Ni el juez de primera instancia, ni el promotor fiscal, ni los oficiales, ni siquiera el administrador de co-rreos reciben su sueldo. El tono de las protes-tas desde el juzgado va aumentando de nivel y salta de la administración local a la provincial, ordenando la Diputación el pago inmediato de todos los atrasos. El ingreso por parte del Ayuntamiento de un remate por la subasta de un monte de propios sin que ello suponga un cambio significativo en la situación de las deu-das desata las iras del juez. La contestación del Ayuntamiento revela la apurada situación de la hacienda municipal:

«[…] que tan luego como llegó a noticia de estos vecinos, acreedores del Caudal de Propios la entrega que se havia hecho de veinte mil reales en el arca de dichos efectos, por la anticipación que hizo el postor en cuenta del remate de la majada vieja del Monte de las Chapas, se presen-taron haciendo ver la necesidad que tenían de algún socorro para aliviar su indigen-cia, de que este Ayuntamiento no pudo desentenderse ni escusarse, y que por lo mismo acordó el medio de repartir, como con efecto repartió dicha cantidad entre todos, librándole a cada qual en propor-ción la que le pareció correspondiente, y a el dicho Sr. Juez doscientos ducados por cuenta de su salario por a hora, y hasta que ingresasen mas caudales en el dicho fondo en cuyo caso se le pagará por completo, pareciéndole a este Ayuntamiento dicha deliberación la mas conforme y análoga a la situación en que estaban constituidos los referidos acreedores y justa razón con que clamaban su socorro»61.

Sin duda, el establecimiento de un siste-ma fiscal basado en una contribución directa y progresiva que sirviese como base a toda la ha-cienda nacional y permitiese el desmantelamien-to de las estructuras impositivas del Antiguo Régimen va a ser una de las constantes de la his-toria económica nacional no sólo en el período del Trienio, sino desde mediados de la centuria anterior. No obstante, el reflejo en la vida coti-diana de una ciudad sumida en una crisis, de la

que no se ha recuperado desde el fin de la gue-rra, no podrá ser más descorazonador, siendo, como hemos apuntado, una de las principales razones para que el sistema no pudiese atraerse para su consolidación una base social amplia. La sensación que el Ayuntamiento quiere transmitir en este sentido a la administración estatal es cla-ra, pues ésta «[…] conoce que es sumamente im-posible la total cobranza en el presente tiempo por la miseria en que se hallan constituidos estos vecinos, la que podrá verificarse en la próxima cosecha»62.

El procedimiento de imposición y cobro de la contribución directa y del resto de los arbi-trios ocupa un amplio espacio en tiempo y recur-sos del concejo. Formación de padrones y amilla-ramientos, comisiones, períodos voluntarios de cobro, prórrogas, consultas y correspondencia permanente con la Intendencia Provincial van a tener un final anunciado, dada «[…] la falta de cumplimiento tan notable como escandalosa»63 de los vecinos en el cumplimiento de sus obli-gaciones.

Los mecanismos de apremio serán el co-lofón de todo ello. Tras el realizado por el pro-pio ayuntamiento, la maquinaria administrativa provincial continúa con diversas medidas que culminarán con el apremio militar. La presencia de la tropa, costeada por el ayuntamiento moro-so, supone un cargo más. La solución última al problema supondrá, en primer lugar, el embar-go y subasta de los bienes de los deudores y si, como ocurre en este caso, ello no cubre el cupo necesario, con el embargo de los bienes de los propios regidores.

La consecuencia política no puede ser otra que socavar el apoyo del estamento que de-bía servirle de base al sistema:

«[…] infiriéndose de todo que no se tra-ta de exigir la contribución del verdadero contribuyente y si de los Concejales del Ayuntamiento, para hacer odiosos estos destinos y que se verán los pueblos en el caso de no tener quien los represente ni aun a viva fuerza»64.

Por otro lado, ante la imposible carga fis-cal, comienza a provocar amagos de abierta des-obediencia:

«[…] que no estando este Ayuntamiento en el caso de los demás, que no han sa-tisfecho sus cupos respectivos, no es justo se sostenga en el seguimiento del apremio que sufre: Que mui bien le consta que por

61 AHMMb, AACC, 25 de enero de 1821, Sig. 7-6, p. 12.62 AHMMb, AACC, 11, de mayo de 1821, Sig. 7-7, p. 47v.63 AHMMb, AACC, 5 de abril de 1821, Sig. 7-7, p. 21.64 AHMMb, AACC, 3 de diciembre de 1821, Sig. 7-10, p. 26

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ordenes del Sr. Intendente de esta Provincia, se ha estado suministrando a las tropas exis-tentes en esta ciudad del azeite y leña que han necesitado, cuios suministros se están liquidando en el Capital como igualmente lo que se ha satisfecho por los Depositarios, y por cuios dos conceptos esta plenamente cubierto el primer tercio de la Contribución del presente año Económico, como se le ha manifestado en diez del corriente: Y que si todo lo expuesto no hase fuerza a dicho Contador para levantar el apremio indicado, se le advierte, que sus disposiciones serán desatendidas sobre este particular, no acep-tando los que nuebamente intente por no ser conforme a razón y justicia, tomando los recursos que a bien tenga: Y que los perjui-cios que dimanen de sus procedimientos no responde este Ayuntamiento y si serán de cuenta y cargo de quien haya lugar»65.

Ante la amenaza real del embargo de los bienes de los regidores, la única solución que consigue arbitrar el ayuntamiento es el présta-mo que realizan dos de sus miembros, Francisco Rosado y Miguel de Torres para evitarlo66.

La realidad así, es de una marcada bipola-ridad entre los propósitos reformistas y normati-vos del nuevo régimen y su realidad material. Los primeros, herencia ilustrada, se proyectan sobre múltiples ámbitos de la vida ciudadana. Tanto la Diputación Provincial como el jefe político piden numerosos informes sobre salud pública, espe-cialmente sobre la presencia de leprosos en la ciudad67, situación de los hospitales y las venta-jas de unificarlos en un único establecimiento68, reformas de la cárcel, eficacia y plazos en el ser-vicio de correos69, salubridad y características del cementerio70 o situación de la enseñanza71.

Respecto a la segunda, la deplorable si-tuación de las infraestructuras municipales y los servicios más básicos hacen que este objetivo de

reforma no sea más que un rosario de buenas intenciones. En contestación a una solicitud de informe del jefe político provincial sobre obras públicas se dice que:

«[…] en esta ciudad y su termino no hay mas caminos generales que el de Ronda, Málaga y Alxeciras y los particulares de los pueblos del contorno y todos escabrosos y montuosos y a las veces intrancitables: Que no hay canales de nabegacion y riego, azequias pantanos, ni mas obra pendien-te que del muelle en esta marina, benefi-ciosa a la Nación y particularmente a este Pueblo y los inmediatos que en virtud de Vuestra Orden se principio en el año pasa-do de 1819 bajo la protección del Excmo. Capitán General del Reino y Costa, cuia obra se halla en el día suspensa por falta de fondos, […] No menos asimismo es de consideración la obra indispensable de la cañería publica de que se surte de agua este vecindario, la qual se halla rota y des-cubierta por algunos tramos perciviendo las inmundicias y escombros en perjuicio de la salud publica que no puede reme-diarse con la prontitud que exige esta tan urgente necesidad por falta de fondos en los Caudales públicos que han subenido a este coste en otras ocasiones de igual apuro»72.

Si la reforma del sistema fiscal es uno de los caballos de batalla de la visión económica del liberalismo decimonónico, la transformación de la estructura de la propiedad tendrá la misma consideración. Los diferentes procesos desamor-tizadores que se desarrollan a lo largo del siglo, que afectan tanto a bienes comunales como eclesiásticos, tienen en la normativa emanada de las Cortes de Cádiz y en la actividad política del Trienio su punto de origen, en un proceso en el

65 AHMMb, AACC, 12 de diciembre de 1821, Sig. 7-10, p. 29v.66 AHMMb, AACC, 29 de agosto de 1821, Sig. 7-9, pp. 26v y ss. No obstante, el préstamo se reintegra en diciembre del mismo

año con mas rapidez de la que podría indicar un ayuntamiento en tan mala situación financiera. AACC, 27 de diciembre de 1821, Sig. 7-10, p. 40.

67 La Comisión establecida al efecto localiza a 3 enfermos. AHMMb, AACC, 22 de febrero de 1821, Sig. 7-6, p. 39 y 39v. La presencia de leprosos se constata en todo el período, así, en enero de 1822 se detectan nuevos casos. La solución planteada por el ayuntamiento deja a las claras la crudeza de esta realidad: «. que una de las barracas que han servido para las guardias de sanidad, se coloque a la salida de esta Ciudad por el camino de Malaga y a una distancia proporcionada y en ella se ponga a el Cortes y demas de su familia que se hallen padeciendo la enfermedad indicada.» AHMMb, AACC, 22 de enero de 1822, Sig. 8-1, p. 26.

68 AHMMb, AACC, 21 de enero de 1821, Sig. 7-6, p. 20v.69 AHMMb, AACC, 15 de marzo de 1821, Sig. 7-7, p. 13.70 AHMMb, AACC, 18 de marzo de 1821, Sig. 7-7, p. 17.71 El Ayuntamiento «[…] respecto a los 6 puntos que solicita la diputacion que 1º En esta Ciudad hay un solo maestro de escue-

la, dotado de los fondos de estos propios que consta por Reglamento. 2º Este maestro goza de la dotacion de cinquenta ducados annuales en virtud a orden del Consejo, la qual se ignora y el tiempo desde que lo percive y se tiene noticia de esta por oidas, la qual dotacion no es suficiente. 3º Los ramos que enseña este maestro son a escribir por D. Torquato Torio de la Riva; ortografia y gramatica castellana, aritmetica y sus distinciones: Libros de segundo clase; Libro Segundo de los Niños Id. De la Infancia o ideas generales: El Fleury; y el Catecismo Constitucional. Art. 4º El maestro esta examinado por SE la Diputación Provincial de Granada y obtiene el correspondiente titulo. Art. 5º Escuelas de fundacion publica no las hay». AHMMb, AACC, 20 de diciembre de 1821, Sig. 7-10, pp. 33v y 34.

72 AHMMb, AACC, 21 de enero de 1821, Sig. 7-6, pp. 18v y ss.

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que «revolución agraria» y «revolución burguesa» debían ir de la mano73.

El restablecimiento del corpus norma-tivo gaditano supone la aplicación de varias normas desamortizadoras. El decreto de 4 de enero de 1813 reducía a dominio particular todos los baldíos, propios y arbitrios, distribu-yendo los baldíos en dos partes, una dedicada a servir de hipoteca a la deuda nacional y otra distribuida entre militares y guerrilleros. La or-den de 28 de noviembre de 1820 regula el pro-cedimiento de tramitación de los expedientes desamortizadores que debían elaborarse. Por último, el decreto de 29 de junio de 1822 sus-tituye a los anteriores, aunque sin modificacio-nes sustanciales, salvo en lo relativo a cierta legalización de las roturaciones realizadas en tierras comunales.

Todo ello, que debía suponer una trans-formación del sistema de propiedad con la supe-ración de las relaciones de producción de un mo-delo precapitalista y la articulación de mercados nacionales fracasará, en buena medida, porque lo que realmente se produce no es más que un mero cambio jurídico y nominal de la propiedad. La sustitución de propietarios eclesiásticos o co-munales por oligarcas y burgueses, por sí mis-mo, ni transforma ni articula nada. El predominio de la pequeña propiedad en el término marbellí acentuaría aún más este hecho, al imposibilitar la creación de fincas de un tamaño razonable y favorecer el carácter meramente rentista de los nuevos propietarios.

En lo que respecta al ayuntamiento, éste se resistirá, aparentemente con éxito, a las medidas desamortizadoras, que, a los ojos de los regidores liberales, sin especiales inte-reses terratenientes, no suponen más que la pérdida de la única fuente de ingresos del con-sistorio.

La primera noticia en la que se pone de manifiesto la puesta en marcha de procedimientos desamortizadores de bienes de propios la tene-mos en enero de 1821, cuando el ayuntamiento, en cumplimiento de una orden del jefe político, establece una comisión formada por dos regido-res, un síndico y tres peritos para «la distribución de los terrenos de baldíos y de propios»74.

A partir de este momento, el ayuntamien-to adopta una estrategia dilatoria en la trami-

tación de los expedientes, estrategia en la que se demuestran como maestros consumados75. Ello provoca en mayo la primera advertencia de multa de 50 ducados por parte de la Diputación Provincial si no se remitía el expediente formado por la comisión76.

Una vez enviado éste y ante la orden de 14 de agosto de convocar a los acreedores para liquidar los créditos, el ayuntamiento decide ju-gar al gato y al ratón y alega no tener el mencio-nado expediente al haberlo remitido a la propia Diputación «y no saviendo el modo y forma que deva practicarse, y el canon que por los que reci-van tierras deba satisfacerse tendrá SE la bondad de instruir a este Ayuntamiento para que no se experimente retraso en la execución de las Rea-les Ordenes Comunicadas»77.

No debe extrañar que a partir de aquí el tono se endurezca considerablemente. En sep-tiembre, la Diputación y la Intendencia Provincial pretenden agilizar el proceso dando los pasos necesarios para que los ayuntamientos puedan liquidar sus deudas con la venta de las tierras de propios. Así, a pesar de que «los Ayuntamientos Constitucionales no habian practicado las gestio-nes que se les prebino resultando un vacio en el actuado que era necesario llenar»78, se orde-na la convocatoria de los vecinos que tuvieran créditos contra el caudal de propios para que se pague en tierras la deuda existente. Dichos créditos debían dividirse en tres clases: créditos corrientes, créditos no reconocidos y los perte-necientes a manos muertas.

El ayuntamiento sigue sin tener la más mínima intención de complacer los deseos de las autoridades provinciales, aprovechando para ello cualquier excusa, en este caso una epidemia. Así, en noviembre, se informa que no se ha podido iniciar adecuadamente el expediente ordenado en agosto «en razón a la circunstancia de sorpecharse se padece en Málaga el contagio»79. No obstante, en la telaraña administrativa de demoras y con-sultas que teje, empiezan a adivinarse los autén-ticos motivos de la resistencia pasiva que ejerce la corporación, ya que respecto a los terrenos que deben entregarse a los acreedores se plantean si «[…] deben comprenderse los que tengan árboles de llebar fruto de bellota, porque no de ser así, con todo el terreno que posee esta ciudad no es suficiente para satisfacer los dichos acreedores»80.

73 Sobre el primer proceso desamortizador en Andalucía tenemos GONZÁLEZ MOLINA, M.: «Estancamiento agrario y desamor-tización en Andalucía (1820-1823)», Agricultura y Sociedad, 30, 1984, pp. 169 a 197.

74 AHMMb, AACC, 15 de enero de 1821, Sig. 7-6, p. 15.75 Así, no será hasta abril que se solicite de los vecinos y forasteros la presentación de sus títulos de propiedad. AHMMb, AACC,

9 de abril de 1821, Sig. 7-7, p. 23v.76 Recordemos que, aunque el procedimiento lo realiza el ayuntamiento, lo aprueban la Diputación Provincial y el Gobierno.

AHMMb, AACC, 13 de mayo de 1821, Sig. 7-7, p. 49v.77 AHMMb, AACC, 14 de agosto de 1821, Sig. 7-9, pp. 20v y 21.78 AHMMb, AACC, 9 de septiembre de 1821, Sig. 7-9, p. 32.79 AHMMb, AACC, 28 de noviembre de 1821, Sig. 7-10. p. 20.80 Ibid.

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Nuevas amenazas de multas, en este caso de 300 ducados, no parecen cambiar la actitud de los regidores, que son perfectamente cons-cientes de lo que se juegan en el envite. En di-ciembre de 1821 el ayuntamiento aún no ha pro-cedido a repartir terreno alguno de sus propios. La contestación del concejo a la máxima autori-dad provincial nos va a proporcionar un magnífi-co muestrario de las razones para ello:

«[…] en razon a que la mayor parte de los montes de estos Propios existen en el termino de la villa en Ojén y en el que puedan señalar a el lugar de Istán, no queda mas que una corta porcion de monte para repartir a este Vecindario, y lo mas del terreno árido e insucepti-ble de fructificar, de modo que lo mas pingüe de los montes y tierras según el Decreto de 4 de enero de 1813, tie-ne que repartirse a los vecinos en cuyo termino existan, y esta Ciudad tiene que verse totalmente desausta de termino y reducida a la orilla del mar que lo único que le queda: Que teniendo remitido el expediente y los memoriales de los que han solicitado tierras a S.E. la Diputación Provincial, ni save a quien ha de repar-tir, ni donde, ni lo que han solicitado, pero para que no se le atribuya falta de cumplimiento a este Ayuntamiento, ba a proceder al reparto de lo que exista para no contrabenir a la relacionada orden ni menos para verse en el caso de que se le exija la multa con que se le conmina: Igualmente hizo consulta a SE sobre si los terrenos que devieran distribuirse al pago de los acreedores de Propios de-bían ser de los que tubiesen arbolado a la qual se sirvio contestar sin aclarar la pregunta, de modo que se halla este Ayuntamiento en igual insertidumbre y sin saber si se han de pagar los atra-sos en dinero o en terreno que tenga arbolado»81.

Junto a la enajenación de los bienes de manos muertas y comunales, otra de las señas de identidad del nuevo régimen estará, sin duda, en su relación con la Iglesia. La supresión del Tribunal de la Inquisición, una de las primeras medidas de la Junta Provisional Consultiva, y de las órdenes regulares ponen claramente de mani-fiesto la voluntad de actuar en este sentido.

El reflejo más evidente de ello en la vida de la ciudad vendrá a través de la desamorti-zación de varios edificios religiosos y la reuti-lización de los mismos. El proceso, que parece ponerse en marcha a finales de 1820, afecta a los tres conventos existentes en la ciudad82. Ya en enero de 1821 tenemos la primera noticia en este sentido, cuando Vicente López, al que se señala como «Ex prior del Combento de San Juan de Dios y Asentista del Hospital Militar della» se dirige al ayuntamiento señalando que tras la supresión del convento no tenía fondo alguno al que acudir para la asistencia de los en-fermos83. Ante esto no es de extrañar que a pe-sar del alto contenido ideológico de todas estas medidas, la principal preocupación planteada por el Ayuntamiento tenga un tenor mucho más utilitarista: la obligada asunción por el munici-pio de las funciones de salud y beneficencia de estas instituciones y la incapacidad económica para sostenerlas.

1821 va a ser también el año en el que comienzan a aparecer las primeras amenazas para el régimen constitucional. Los enemigos, tanto interiores como exteriores, hacen acto de presencia, con lo que ello supone, además, de reforzamiento de la cultura política y del imagi-nario liberal.

Ya en enero se ordena al Ayuntamiento que auxilie a las columnas del ejército perma-nente encargadas de la persecución de «fora-jidos, ladrones y malhechores», lo que podría suponer la presencia de partidas realistas en la zona84. La amenaza se materializa de forma más evidente cuando en mayo, el jefe político pone en alerta a toda la zona desde el Campo de Gi-braltar ante las evidencias de una posible suble-

81 AHMMb, AACC, 27 de diciembre de 1821, Sig. 7-10, pp. 41 y 41v.82 «Vieronse por este Ayuntamiento los cinco exemplares de las ordenes que remite por vereda el Sr. Gefe Político de esta

Provincia con su Oficio ocho del que corre para que se circulen a los Pueblos del Partido y entre ellas la de supresión de monacales reformadas y de regulares, la que vista mui detenidamente por este Ayuntamiento acuerda su cumplimiento en todas sus partes y que para ello se oficie a los Prelados de los tres combentos existentes en esta Ciudad a fin de que manifiesten el numero de Religiosos de que se componen sus comunidades; y por lo que respecta a el de San Juan de Dios además exprese con que arbitrios y fondos cuenta para subenir a la subsistencia de enfermos y numero de estos y con efecto aviendose pasado dichos oficios igual-mente acuerda que benidas sus contestaciones se consulte a el Sr. Gefe Politico de la Provincia manifestandole la combeniencia que resultara a esta Ciudad y sus vecinos de que subsista el Combento de San Francisco con atención a lo que expresa en la misma orden y que de faltar este auxilio, faltara tambien el pasto espiritual, y particularmente siendo el unico que debe quedar en esta Ciudad, asi tambien del modo que se ha de conducir este Ayuntamiento por lo que respecta a el Combento de San Juan de Dios, el que aparece no tener fondos ni arbitrios que socorran los enfermos que en el subsisten, ni menos este Ayuntamiento se halla con ellos para subenir a los gastos que de hacerse cargo de dicho Hosptal le sobrebendrian.» AHMMb, AACC, 14 de noviembre de 1820, Sig. 7-5, pp. 124 v y 125.

83 AHMMb, AACC, 9 de enero de 1821, Sig. 7-6, p. 4. De la extinción de este convento también da noticia el comisionado del convento en Ronda, que reclama en diciembre una deuda de 800 reales por las rentas dejadas de percibir.

84 AHMMb, AACC, 15 de enero de 1821, Sig. 7-6, p. 12v.

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vación realista que debía iniciarse en la campiña jerezana y la serranía de Ronda85.

Es posible detectar también una fuerte actividad de contrabando en la costa, común a todo el período, que podría estar relacio-nada en parte con los opositores al régimen. Así, ante una consulta del comisionado del Resguardo el Ayuntamiento informa que «(…) la voz pública y general es de que se estan haciendo continuamente desembarcos frau-dulentos por todos los puntos desta Costa sin haver quien lo impida e ignora esta Cor-poración quienes sean los complices y protextores»86. Poco podía ignorar el ayuntamiento este extremo cuando ya un año antes, en agosto de 1820, informaba sobre el cabo del resguar-do, Roque Puerta. Éste era claramente contrario al régimen y había conduci-do a Estepona los prisioneros que hizo O´Donnell a las tropas de Riego «del modo más inhumano». De los demás integrantes del resguardo se dice que no hay una idea clara de su adhesión al sistema liberal y que «sus qualidades morales, políticas y civiles son las mas notadas por el publico, pues al par que son los mas puntuales para el cobro de los haveres, no lo son igualmente para llevar sus atribuciones en concepto a los continuos desembarcos que están haciendo»87.

Frente a ello, el instrumento de acción que articula el gobierno liberal, la Milicia Nacional, permanece absolu-tamente inactivo. La reorganización de sus efectivos, que pasan a la mitad de los que tenía en principio por las di-versas exenciones88, ocupa casi todo el año89. La dotación de material no va por mejor camino. Al no disponer de fondos se recurre a las unidades militares regu-lares, a las que se pide que entreguen el material sobrante. La iniciativa no da re-sultado ya que el capitán de la compañía de inválidos (una suerte de unidad de reserva) se niega a entregar arma algu-na y el de la compañía de guarnición en la ciudad entrega material en su mayor parte inservible.90 Ante este panorama, la Milicia Nacional sigue careciendo de cualquier posibilidad operativa frente a guerrilleros y contrabandistas y es utili-

zada, en la medida de sus posibilidades, como fuerza de orden público, especialmente en los problemas jurisdiccionales con los municipios vecinos.

A todo ello hemos de unir la previsible resistencia interna al régimen desde los esta-mentos más contrarios al nuevo sistema. En este sentido, el jefe político ordena «que por ningún pretexto ni consideración se tolere que el predi-cador quaresmal mezcle en sus sermones espe-cie alguna contraria a nuestras actuales Institu-ciones Constitucionales»91.

85 AHMMb, AACC, 3 de mayo de 1821, Sig. 7-7, pp. 36 y ss.86 AHMMb, AACC, 3 de agosto de 1821, Sig. 7-9. p. 19.87 AHMMb, AACC, 7 de agosto de 1820, Sig. 7-4, págs. 79v y 80.88 AHMMb, AACC, 26 de febrero de 1821, Sig. 7-6, p. 42.89 AHMMb, AACC, 7 de junio de 1821, Sig. 7-8, pp. 23 y ss.90 AHMMb, AACC, 21 de enero de 1821, Sig. 7-6, pp. 17v y 18.91 AHMMb, AACC, 5 de marzo de 1821, Sig. 7-7, p. 2.

Acta capitular de 24 de julio de 1823 donde se describe la entrada en la ciudad de las partidas realistas y el derribo de la lápida de la constitución, sustituida por un retrato de Fernando VII (Archivo Municipal de Marbella)

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4. eL ayuntaMIento de 1822: La ecLosIón LIberaL

Si 1820 y 1821 suponen la implantación del nuevo régimen y la esfera económico-admi-nistrativa es la que predomina en la vida del nue-vo ayuntamiento constitucional, 1822 será, sin lugar a dudas, el año de la política.

Los grandes temas transversales del pe-ríodo, necesitados de estudios particularizados como ya hemos señalado, van a seguir estando presentes. La gestión y el control de los propios generan una importante actividad, dificultada por la permanente presencia de furtivos y la corrupción practicada como norma, y amplifica-da por la irrupción de la Diputación Provincial como control externo de la actuación municipal: las disputas jurisdiccionales con los pueblos ve-cinos, particularmente Ojén, que casi degeneran en conflicto armado con la presencia de la Milicia Nacional de ambos pueblos y que obliga a la per-manente intermediación de las autoridades pro-vinciales, y la losa de la presión fiscal, permanen-te y asfixiante, aunque sin llegar a los extremos que hemos visto en 182192.

Todo ello palidece ante el hervidero po-lítico en el que se convierte la ciudad en 1822 por tres motivos fundamentales: las disputas in-ternas del liberalismo marbellí, los enemigos del régimen, con partidas realistas en las inmedia-ciones de la ciudad y la sombra amenazante de las potencias extranjeras y, por último, la presen-cia de una cada vez más evidente quinta columna absolutista dentro de la ciudad.

Pero antes de entrar en estos temas, es necesario ver también la composición del ayun-tamiento para 1822 (Cuadro n. º 3).

Por primera vez desde el comienzo de la nueva etapa liberal, uno de los miembros de la

oligarquía local, Rafael Alcocer, ocupa el puesto de primer regidor93. La extracción de los restan-tes miembros de la Corporación, como vemos, continúa viniendo del comercio y la pequeña propiedad, con niveles de renta crecientes94. El asentamiento político de las nuevas clases socia-les parece asumido con absoluta normalidad por la sociedad marbellí.

Sin duda, uno de los elementos más carac-terísticos de la vida política del Trienio, tanto a nivel local como a nivel nacional, es el enfrenta-miento entre los diversos sectores del liberalismo, auténtico acto inaugural de la geografía política nacional en toda la época contemporánea. Mode-rados y radicales van a consagrar así un modelo de largo recorrido que, con distintas denominacio-nes, alcanza hasta el primer tercio del siglo XX.

Por otro lado, sociedades patrióticas, lo-gias masónicas o espacios de sociabilidad carac-terísticos, como las tertulias, van a establecer en este momento las coordenadas de la situación en cuanto a la cultura política de los integrantes del liberalismo marbellí. La ciudad no puede ser ajena a ellas, aunque el acercamiento quede con-dicionado por la consistencia de las fuentes en este sentido. Disponemos de poca información sobre los espacios donde las diferentes sensibili-dades políticas locales se reúnen y organizan, así como de la presencia de sociedades o logias en la ciudad. No obstante, el grado de organización de los diferentes grupos y la tensión política que se va a ir desgranando hasta el fin del período no deja lugar a dudas de su existencia.

A ello hay unir que en espacios urbanos reducidos como es el caso de la Marbella del Trie-nio, las rivalidades políticas, familiares y persona-les se entremezclan, formando un totum revolutum en el que es difícil desenredar la madeja. Éste es

el caso del personaje, a nuestro juicio, más interesante de todo el período, hablamos de José María Escobar, hijo del ya mencio-nado Pedro Escobar, cabeza de una familia que articulará el libe-ralismo local durante el primer cuarto del siglo95.

92 Aunque las deudas municipales y la presión de la hacienda provincial y estatal no hacen más que aumentar, no encontramos en este período situaciones tan críticas como los apremios militares con embargo de bienes de los regidores que vimos en 1821.

93 La familia Alcocer tiene una amplia presencia en la ciudad. Algunos de sus miembros cuentan con el fuero de nobles, como Micaela, Juan y Luis María de Alcocer, este último es regidor perpetuo y Contador de Guerra. Rafael Alcocer ya fue elegido como Síndico Personero en 1818. AHMMb, Expediente de elecciones para Diputados y Síndicos, Sig. 620-6.

94 Más difícil resulta la caracterización del 2º Alcalde, Luis Mazoti, del que no disponemos de datos ni profesionales ni económi-cos. Probablemente era hijo de Francisco Mazoti, que aparece como Alguacil Mayor en 1819. AHMMb, AACC 1818, Sig. 7-1, p. 64.

95 José María Escobar Giménez nace en Marbella en 1778 y muere de cólera en la misma ciudad a los 78 años, el 27 de marzo de 1856. AHMMb, Libro de defunciones, Sig. 525-2. Agradecemos a Francisco Machuca Prieto este dato, proveniente de su investi-gación en curso sobre parlamentarios españoles.

Cuadro n.º 3 - El ayuntamIEnto dE 1822

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Con un claro interés por la res pública, Es-cobar es Bachiller en Leyes y Cánones en la Real Chancillería de Granada. La coyuntura de la Gue-rra de Independencia y su actitud política lo si-túan en el bando afrancesado. Forma parte de la Junta de Municipalidad con los franceses, lo que le supone en los informes de conducta que se siguen tras la guerra, al igual que en el caso de Granados, las acusaciones más graves por colabo-racionismo. Así, a pesar de ser nombrado en sep-tiembre de 1812 como Contador de Propios96, los informes solicitados sobre su conducta muestran la animadversión que le profesan los regidores del momento, que también lo señalan por su rigor con los vecinos «amenazándoles con la argolla» y «siendo mui pública la estrechez que toman (él y Granados) con el Comandante francés»97.

En el proceso que se le abre por esta causa Escobar comienza a mostrar su habilidad política y procesal y pide nuevos informes de su actuación, sobre bases muy claras. De esta ma-nera, sin negar su relación con la administración josefina, pide que el ayuntamiento concrete sus acusaciones:

«[…] manifiesten y determinen con sus propios nombres las personas que yo encarcelé y amenazé con la argolla en el tiempo que regente la jurisdiccion baxo el gobierno intruso, y en caso de señalar al-gunas, que expresen los motibos que huvo para ello y asimismo que manifiesten cla-ra y terminantemente en que consistía el despotismo que se me atribuye»98.

El ayuntamiento, ante la petición de Es-cobar, es incapaz de dar la información que se le pide y no va más allá de acusarle de «afición a mandar» y poner de manifiesto vaguedades como la «indisposición de los vecinos», pero ni una palabra de los hechos de los que se le acu-saba99.

Todo ello no parece frenar su actividad pública y administrativa durante la primera etapa constitucional y el sexenio absolutista. En 1818 es elegido como síndico personero, aunque re-

nuncia al puesto por su trabajo en la Ayudantía de Guerra y Marina. En 1819 es de nuevo elegi-do, ocupando de forma efectiva el puesto y co-menzando una labor característica en su carrera de persecución de las corruptelas habituales en la administración de la época100.

Ya en el período del Trienio, en mayo de 1820, a la muerte del juez de 1ª Instancia, el que fuera corregidor de la ciudad Marcos Ca-chapero, es nombrado interinamente para la plaza101. No obstante, a pesar de ser el único letrado en la ciudad y de los inmejorables infor-mes dados por el Ayuntamiento, que hablan de su inquebrantable adhesión al régimen consti-tucional «asta antes de que el Rey jurase aque-lla» y del apoyo mostrado a la columna de Riego a su paso por la ciudad102, cesa en agosto de ese mismo año por el nombramiento como juez interino de Juan Antonio Pando, abogado del Colegio de Málaga103, hasta el nombramiento definitivo de Juan Florencio de Guzmán como juez en enero de 1821104.

Ello no lo separa de la Administración de Justicia, desde donde va a dar la batalla a otros sectores del liberalismo local como promotor fiscal105, además de su labor como notario y abo-gado.

Su participación en la vida política se cen-tra en las elecciones para electores a diputados a Cortes, empatando en la de 1820-21 con el cura párroco Fernando Romero (que acabaría siendo el designado por sorteo), y resultando elegido en la de 1822, figurando como vocal suplente a las Cortes de 1821.

Su inclinación reformista se pone de ma-nifiesto en su activa participación en las juntas de beneficencia y sanidad y en su tenacidad por una administración justa y correcta de los bienes públicos106. Su compromiso político, fuera de toda duda, se plasma aún más con la jefatura de la Milicia Nacional en una fecha tan tardía como

96 AHHMb, AACC, 26 de septiembre de 1812, Sig. 5-1, pp. 2v y 3.97 Ibid., p. 21v.98 AHMMb, AACC, 17 de abril de 1813, Sig. 5-3, p. 53.99 Ibid.100 Muy significativo en este sentido es la representación que lleva a cabo contra el Comisionado de la Intendencia Provincial,

Agustín Hugarte, que estaba utilizando su labor de apremio de deudas para lucrarse a costa del Ayuntamiento. La denuncia de Escobar acaba con Hugarte huyendo a caballo de la ciudad para no ser encarcelado. AHMMb, AACC, 21 de mayo de 1819, Sig. 7-2, p. 56v. y Acta de la Junta de Propios y Arbitrios, abril y mayo de 1819, Sig. 230-7, pp. 30 y ss.

101 AHMMb, AACC, 12 de mayo de 1820, Sig. 7-5, pág. 34.102 AHMMb, AACC, 11 de julio de 1820, Sig. 7-5, págs. 64v y 65.103 AHMMb, AACC, 21 de agosto de 1820, Sig. 7-5, pág. 86.104 AHMMb, AACC, 25 de enero de 1821, Sig. 7-8, pág. 11.105 AHMMb, AACC, 2 de septiembre de 1821, Sig. 7-9, pp. 28v y 29. Probablemente ejerció el cargo de forma interina desde

fines de 1820.106 Escobar es el azote del habitual trapicheo en las rentas públicas. En este caso por algo tan llamativo en 1822 como la falta de

una convocatoria pública en la subasta de los ramos de aceite, vino y licores. AHMMb, AACC, 31 de julio de 1822, Sig. 8-5, p. 23.

La figura más interesante de todo el período es, sin duda, José María Escobar

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noviembre de 1822107, momento que coincide, como veremos, con una clara radicalización de la actuación de esta institución.

Todo ello, en el contexto de la represión fernandina, no podía tener otro colofón más que la huida y el exilio108. Así, no volvemos a tener noticias de él hasta 1837, cuando ante la solici-tud de ingreso de su hijo, Pedro Escobar, en la Milicia Nacional, el Ayuntamiento emite un infor-me en el que expone:

«[…] que el espresado D. Jose Maria Es-cobar merese en concepto de esta Cor-poracion el aprecio general de la misma y su vecindario por su decidida adecion en todas epocas a las Libertades Nacionales, y por las que ha sufrido grandes persecu-ciones, privandole de la satisfaccion que le cupiera viviendo en su patria y despojan-dolo de los destinos que obtenia durante la anterior epoca Constitucional»109.

Su actividad política va a ir de la mano de su longevidad, sin que pierda un atisbo de esa pasión por las libertades. Así, será alcalde prime-ro en 1838110, y síndico de nuevo en 1846, nada menos que con Francisco Roldán, hijo de Alonso María Roldán, como alcalde111.

Escobar es así uno de los referentes más claros de todo el período, siendo su papel es-pecialmente determinante a partir del momento que marca el punto de inflexión de esta nueva experiencia liberal, el verano de 1822.

Si hasta el momento la vida de la ciudad y de su ayuntamiento constitucional viene marcada por los cambios políticos y normativos y por la acu-ciante situación económica, una sucesión de he-chos acontecidos a lo largo del verano de este año dejará todo esto en segundo plano. Se agravan, por un lado, las tensiones en el seno de las fuerzas liberales de la localidad y se reactiva, por otro, la oposición de los partidarios del rey absoluto.

La toma en junio de 1822 de la Seo de Urgel con el comienzo de la Regencia, el levanta-miento de los guardias reales en Madrid en julio y la abierta hostilidad de las potencias legitimis-tas europeas, dibujan un escenario que va a te-ner un claro reflejo en la vida de la ciudad.

Así, en la noche del 11 de julio, José Joa-quín Quintero (Administrador de Rentas Naciona-les), José María Díaz (contador de la misma ins-

titución) y José María Escobar (promotor fiscal), tras personarse en casa del primer alcalde Rafael Alcocer al que no encuentran, van en busca del segundo alcalde Luis Mazoti, con un folleto im-preso en Málaga en el que se da noticia del fra-caso de la intentona de los guardias reales, algo que en la capital de la provincia se había saludado con salvas y repique de campanas. El ayuntamien-to, reunido de urgencia, tan sólo decreta que se ilumine el balcón de las casas consistoriales:

«[…] evitando qualquiera otro regocijo en razón de ser ya una hora intempestiba de la noche, a evitar que pueda ocurrir alguna desgracia e igualmente que este vecinda-rio se alborote creído que es alguna inva-cion y hostilidad que intentan hacer por esta Costa los Argelinos, pues en el día de ayer se publico vando para que estos veci-nos estubieran en espectatiba luego que hubiese alguna comicion y oyesen el repi-que de campanas»112.

La frialdad con la que el segundo alcalde acoge este hecho no parece gustar al núcleo duro de los liberales radicales de la localidad, formado como hemos visto por funcionarios de adminis-traciones ajenas al consistorio. La situación se complica con el enfrentamiento en la madrugada del 14 al 15 de julio entre Mazoti, que dirigía la ronda nocturna, y Quintero, Díaz y el ex regidor Miguel de Cuesta, «con motivo de las repetidas quejas que por varios vecinos de esta Ciudad se la havian dado de los desordenes y arborotos» pre-suntamente cometidos por éstos. De todo ello se da cuenta al primer alcalde, ausente en estos momentos, y se nombra una comisión para que investigue los hechos. Esta escaramuza degene-rará en una grave crisis que obligará a intervenir a las autoridades provinciales y de la que, como veremos, Mazoti será la víctima principal113.

No es de extrañar que los sectores más afines al liberalismo de la ciudad desconfíen de los primeros regidores. No serán los únicos. En agosto, el jefe político provincial envía un oficio al alcalde mostrando su extrañeza por que no se ha puesto en su conocimiento que las casas de los liberales más destacados han aparecido mar-cadas con cruces blancas y se han fijado pasqui-nes amenazantes en las puertas. La respuesta del ayuntamiento no puede ser más desconcertante,

107 Escobar aparece como jefe de la milicia local exigiendo en un oficio al Ayuntamiento, armas y uniformes para los milicianos. AHMMb, AACC, 4 de noviembre de 1822, Sig. 8-7, p. 41v.

108 En noviembre de 1823, Escobar da poderes a Juan Pablo Gadeo, procurador de la Real Chancillería, para que le represente en cualquier tipo de juicio. Archivo Histórico Provincial de Málaga (AHPM), 6 de noviembre de 1823, Sig. P-4924.

109 En estos momentos Escobar reside en Estepona. AHMMb, AACC, 20 de marzo de 1837, Sig. 11-7, p. 27 y 27v.110 La elección se aplaza a abril a causa de la guerra. AHMMb, AACC, 4 de abril de 1838, Sig. 11-11.111 También aparece en el listado de los 9 mayores contribuyentes del municipio, encabezado por el propio Roldán. AHMMb,

AACC, 12 de julio de 1846, Sig. 14-3, pág. 2v.112 AHMMb, AACC, 11 de julio de 1822, Sig. 8-5, pp. 1 y ss.113 Ibid., p. 4.

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dando crédito a rumores según los cuales los cul-pables de ello «havian sido alguno de los mismos que se decían agraviados con el objeto de mover a inquietud y disgustos»114. El consistorio no ha movido un dedo para encontrar a los culpables y se justifica por ello ante la autoridad provincial diciendo que:

«[…] acaso de haverlo intentado además de no haver descubierto medio de calificar y aclarar, y como a la verdad fueron cosa que no se conceptuo de mayor momento le parecio a este Ayuntamiento por en-tonces que no devia molestar la superior atención de dicho Sr. Gefe Político, mayor-mente quando la consideraba ocupada en asuntos de mucha importancia.»115.

El jefe político provincial, que sí parece dar importancia al asunto, entiende alto y claro el mensaje. Sólo tarda ocho días en enviar un «dele-gado», Casimiro Brodett, capitán del Regimiento de Infantería de Valencia, para «prestar a dicho Sr. Alcalde el auxilio que pudiese necesitar contra toda alteración del orden público por facciosos, por ladrones o por contrabandistas»116. Su presen-cia coincide, además, con un hecho relevante, el embarque a primeros de septiembre en el puerto de Marbella, camino de su exilio en Gibraltar, del obispo de Málaga, Alonso Cañedo y Vigil117.

En 1824, el capitán Casimiro Brodett, pre-tendió casarse con Mariana Pineda, pero no se le concedería la licencia solicitada por sus ideas li-berales. Fuente: RODRIGO, A.: Mariana de Pineda. Heroína de la Libertad, Barcelona, Plaza & Janes, 1984, pp. 63-68 y 241.

Si el conflicto estaba larvado, todo esto lo hará explotar. Escobar, con el apoyo del juez y de los funcionarios de la administración provincial y nacional, actuará de punta de lanza simultánea-mente contra dos objetivos claros: el escribano del cabildo Baltasar María Aguado y el segundo alcalde Luis Mazoti.

Contra el primero, hijo del anterior secre-tario municipal que, además del cargo de escri-bano municipal, ocupa los puestos de escribano del juzgado y administrador del correo, reclama en la Diputación la incompatibilidad de los car-

gos que ostenta. Va a conseguir con ello que la autoridad provincial lo separe de sus oficios en el juzgado y en correos, en un proceso en el que el Ayuntamiento se posiciona claramente del lado de su secretario118.

Contra el segundo, al que vimos implica-do en varios enfrentamientos, promueve un pro-

En 1824, el capitán Casimiro Brodett, pretendió casarse con Mariana Pineda, pero no se le concedería la licencia solicitada por sus ideas liberalesFuente: RODRIGO, A.: Mariana de Pineda. Heroína de la Libertad, Barcelona, Plaza & Janes, 1984, pp. 63-68 y 241

114 AHMMb, AACC, 22 de agosto de 1822, Sig. 8-6, p. 3v.115 Ibid., p. 4.116 Ibid., p. 10.117Alonso Cañedo y Vigil es obispo de Málaga desde 1815 y uno de los diputados «serviles» más activos de las Cortes de Cá-

diz. Sus actividades antiliberales le llevan al destierro que, curiosamente, no se materializa en el puerto de Málaga sino en el de Marbella. En la madrugada del 31 de agosto se reciben órdenes del Jefe Provincial en este sentido: «Protegerá V. S. por todos los medios que están en sus atribuciones la seguridad de la persona del Reverendo Obispo de Málaga D. Alonso Canedo y Vigil hasta que se verifique su embarque en el Puerto de su Ciudad en el día de mañana o pasado mañana, en que se presentara en el un barco para conducirle a Gibraltar, auxiliando a V. S. si fuese necesario los demás individuos del Ayuntamiento Constitucional y la Milicia Nacional Local, que obraran en unión con la tropa del exercito permanente a las ordenes del Comandante Brodet». También se pide una lista de todas las personas que sigan al Obispo. AHMMb, 31 de agosto de 1822, Sig. 8-6, pp. 13 y 13v.

118 Aguado realiza un recorrido político que le lleva de segundo jefe de la Milicia Nacional en 1821 a ser detenido como sos-pechoso de carlista en 1833.

Mariana Pineda en CapillaFuente: Óleo de Juan A. Vera Calvo, 1862 – Congreso de los Diputados, Madrid

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cedimiento por «infracciones de Constitución», una grave acusación que respaldada por el juez de Primera Instancia, provoca la suspensión de funciones del segundo regidor119.

El acoso y derribo contra Mazoti abre una profunda brecha en la sociedad marbellí, aunque en estos momentos las fuerzas que componen el mosaico político del liberalismo local consiguen reconducir la situación y mantienen una actitud pacificadora auspiciada por el jefe político provin-cial. Así, el mismo día de la suspensión del segun-do alcalde, en una reunión celebrada en casa de Alcocer, se acuerda una conciliación general con el fin de devolver la calma a la tensa vida política de la ciudad. Esta conciliación se traduce en un acto público a celebrar el día 26 de septiembre al que se convoca a todas las fuerzas vivas de la ciudad para el sobreseimiento de todas las causas abiertas y en el que, como solución al problema creado, Alcocer planteaba lo siguiente:

«[…] propuso que para consolidar y dar una prueba publica de esta verdad, supli-caba a el Sr. Juez de Primera Instancia y al Promotor Fiscal, que antes de la desunión quedase repuesto en su empleo el Segun-do Alcalde Constitucional D. Luis Mazoti, y haviendo segundado esta pretencion el Ayuntamiento y los Sres. Concurrentes por si y a nombre de este Pueblo, con annuen-cia del dicho Promotor y por la paz que es la primera Ley de toda Sociedad, combino en ella»120.

Mientras todo esto ocurre, en el horizon-te se perfilan amenazas mucho más determinan-tes para el futuro del sistema. Partidas realistas, potencias extranjeras y algún que otro viejo co-nocido de otras épocas, constituyen los verdade-ros enemigos a batir.

Como ya hemos señalado, la acción des-organizada y aislada de las partidas realistas a lo largo de 1821 no parece constituir una amenaza real y van a estar localizadas fundamentalmente en Navarra y Cataluña121. El cambio de escenario supone una clara reactivación de las actividades militares de la guerrilla absolutista en el entorno de la Serranía de Ronda.

El 3 de agosto un grupo de unos 60 «fac-ciosos», probablemente de la partida liderada por José Aguilar y Sebastián Tinoco, entra en Genalguacil dando vivas al Rey y a la religión,

destruyen los símbolos liberales, ordenan que se cante el Te Deum y se retiran en unas horas sin que, aparentemente, haya ni resistencia ni vícti-mas en el ataque. Las autoridades achacan la fal-ta de oposición a que los miembros de la Milicia y los vecinos del pueblo estaban en esa hora en sus labores del campo122.

Tras esta demostración de fuerza, la par-tida de Aguilar y Tinoco se siente con capacidad para, tres días después, repetir la misma esceno-grafía nada menos que en Ronda. La amenaza es tomada en serio y varias columnas del ejército entran en la Serranía por diferentes puntos en busca de los facciosos. El jefe político acusa di-rectamente de colaboracionismo a algunas auto-ridades municipales pues:

«[…] de esto eran culpables algunos ayun-tamientos y alcaldes constitucionales que, olvidados de sus deveres y con mengua de la lealtad española, les han prestado abri-go y auxilios sin haver dado aviso ni parte alguno»123.

La proximidad de la amenaza pone a Mar-bella en estado de alerta, movilizando sus esca-sos recursos, ya que en este momento no hay evidencia de la presencia de más fuerzas milita-res en la ciudad que las normales de guarnición. Así, el día 6 de agosto se ordena al capitán de la Compañía de Inválidos que entregue los fu-siles a los milicianos nacionales (anteriormente se negó), se forma una matrícula con todos los vecinos que poseen armas, ordenándose que al toque de campana se presenten en la plaza de la Constitución, también se forman patrullas y se establecen puestos avanzados. No obstante, el ayuntamiento advierte al jefe político de la debi-lidad de las fuerzas con que cuentan124.

La situación se reproduce en septiembre cuando ante la presencia de la partida de Zaldí-var, proveniente de Jerez, se proclama la ley mar-cial y se ordenan diversas patrullas de la Milicia Nacional125. La ciudad cuenta ya con la presencia de fuerzas del Regimiento del Caballería del Rey, a cuyo capitán se solicita que deje en la ciudad un sargento y ocho soldados para prevenir ata-ques126.

Junto a ello, la amenaza de las potencias de la Santa Alianza se va haciendo sentir, en este caso, como apoyo logístico a los guerrilleros rea-listas:

119 AHMMb, AACC, 17 de septiembre de 1822, Sig. 8-6, p. 37v.120 AHMMb, AACC, 26 de septiembre de 1822, Sig. 8-7, p. 7 y ss. Curiosamente la Junta Popular de Conciliación coincide con la

llegada de Riego a la ciudad en la madrugada de ese mismo día.121 ARTOLA GALLEGO, M: «La España de Fernando VII…», op. cit., , p. 777 y ss.122 AHMMb, AACC, 3 de agosto de 1822, Sig. 8-5, p. 25.123 AHMMb, AACC, 6 de agosto de 1822, Sig. 8-5, p. 26v.124 AHMMb, AACC, 6 de agosto de 1822, Sig. 8-5, p. 25.125 AHMMb, AACC, 12 de septiembre de 1822, Sig. 8-6, pp. 30 y 30v.126 AHMMb, AACC, 25 de septiembre de 1822, Sig. 8-7, p. 5.

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«[…] que las fuerzas navales destinadas por el gobierno francés a el crucero en siertos puntos de las Costa de Andalucía señala-damente en Ayamonte, Moguer, Almería y Málaga tienen por objeto abrir comuni-cacion con los facciosos por medio de los faluchos de pescadores, para lo qual traen dinero y municiones de Paris con lo demás contenido prebiniendo dicho Sr. Gefe se bele incesantemente las costas de esta ciu-dad para ebitar pueda beneficiarse lo que se indica en el relacionado oficio».127

Por último, si la situación no es de por sí suficientemente compleja, aparece un antiguo enemigo que hace suyo el refrán de a río revuel-to… ganancia de piratas argelinos. Así, también en julio, el jefe político advierte a las autorida-des locales de posibles ataques en sus costas por parte de buques corsarios del Bey de Argel, por lo que se toman medidas como el establecimien-to de guardias nocturnas, retenes, presencia de torreros o la instalación de la campana del con-vento de San Francisco, para poder tocar a reba-to en caso de necesidad128.

Frente a todo esto, la Milicia Nacional con-tinúa presentando un balance paupérrimo y aca-ba por constituir más un problema que una solu-ción, tanto en el alistamiento de los milicianos129, como en su financiación130, como en su disciplina y capacidad real como unidad de combate.

Ello lleva a su capitán Cristóbal Villalobos, que recordemos era militar profesional, a remi-tir al Ayuntamiento en junio de 1822 un informe sobre el estado de la milicia en el que se reco-noce incapaz de mantener la disciplina por más castigos que impone y en el que avisa de la total carencia de armas de sus efectivos. Añade que apenas cuenta con una docena de milicianos por-que muchos alegan privilegios, tienen labores en el campo o están exceptuados del servicio131.

La descomposición interna de la Milicia Local es rápida. Villalobos, cuyas relaciones con el Ayuntamiento no hacen más que empeorar, in-tenta poner orden arrestando a varios milicianos por insubordinación132. Al acudir éstos al jefe po-lítico planteándoles su caso, justifican su actua-

ción relacionando una serie de hechos que dan una clara imagen de este Cuerpo:

«Que no se ha podido verificar el jura-mento de dicha Milicia, como previene el Reglamento vigente a causa de no haver sido posible ver reunida dicha Compañía por el motivo de serlos mas de sus indivi-duos gente de campo, quasi en la clase de Jornaleros ocupados siempre en su trabajo personal; y de hallarse sin armamento ni fornitura, pues aunque hoy existan algu-nos fuciles en poder de los Nacionales, ha sido por haverlos prestado la Compañia de Imbalidos de esta ciudad, con motibo de las actuales circunstancias y otros que anteriormente havia prestado también la fixa de ella todos inútiles, y se han com-puesto por este Ayuntamiento y por de practicarse un acto tan solemne en los términos referidos, bendria a ser irrisible dicha Milicia»133.

Así pues, en dos años de actividad del cuerpo, no ha sido posible reunir al completo la unidad ni una sola vez ni siquiera para jurar la constitución, unidad que, por lo visto, sólo mue-ve a compasión.

Los acontecimientos del verano de 1822 y el papel que en ellos debería jugar la Milicia hacen que las autoridades municipales y provin-ciales intenten reconducir la situación, en primer lugar con un cambio en los mandos, pasando José María Escobar a ser su comandante. Junto a ello, la Diputación autoriza por primera vez la utilización de fondos del pósito para componer las armas inútiles entregadas por el ejército134, se autoriza una subasta de leña para uniformar a los milicianos135 y se ordena el alistamiento de todos los varones entre 20 y 45 años.

El resultado de todo ello distaba mucho de ser el esperado. De garante del nuevo sis-tema, la milicia local pasa a convertirse en un problema de orden público, especialmente el cuerpo de guardia existente en las Casas Capi-tulares, que acabará siendo retirado, ya que su actividad:

127 AHMMb, AACC, 8 de septiembre de 1822, Sig. 8-6, p. 28.128 AHMMb, AACC, 9 de julio de 1822, Sig. 8-4, pp. 46 y ss.129 Hay multitud de exenciones y de consultas al jefe político, entre otras, sobre la no exención de religiosos secularizados o

la remisión de partes de fuerza «teniendo particular cuidado de no incluir en la palabra voluntarios los que realmente no lo sean». AHMMb, AACC, 17 de abril de 1822, Sig. 8-3, p. 25.

130 La falta de fondos para dotar a la Milicia lleva a iniciativas imaginativas como la celebración de corridas de novillos para financiar la compra de armas. AHMMb, AACC, 20 de abril de 1822, Sig. 8-3, p. 19v.

131 Villalobos intenta exonerarse de la responsabilidad aunque el Ayuntamiento le recuerda sus deberes como capitán de la Milicia. AHMMb, AACC, 13 de junio de 1822, Sig. 8-4, pp. 24 y 24v.

132 AHMMb, AACC, 9 de agosto de 1822, Sig. 8-5, pp. 35 y ss.133 AHMMb, AACC, 19 de agosto de 1822, Sig. 8-5, pp. 50 y 50v.134 Se entregan 43 fusiles, 8 españoles y el resto ingleses, probablemente de la Guerra de Independencia. AHMMb, AACC, 20

de octubre de 1822, Sig. 8-7, p. 25v. De ellos sólo pueden recuperarse 23, que son entregados a los Nacionales locales a mediados de noviembre, pp. 47v y 48.

135 AHMMb, AACC, 4 de noviembre de 1822, Sig. 8-7, pp. 41v y 42.

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«[…] no ha correspondido a los deseos be-néficos de esta Corporación, antes por el opuesto extremo, ha notado mucho escán-dalo, embriaguez y casi continuos insultos a los ciudadanos que pasan a prima noche por la Plaza y principalmente en la anterior que abandonando algunos individuos de la misma Guardia su puesto han andado por la calles en correrías alborotando y aun han disparado un tiro de fuego a un vecino en la puerta de su casa».

No sabemos qué parte tienen algunos re-gidores en el descrédito de los nacionales, que custodiaban las Casas Capitulares. No parece que a estas alturas, la presencia de una fuerza armada a las puertas del Ayuntamiento, con una disciplina cuestionable y un mando bajo sospe-cha hiciese muy felices a los miembros de la cor-poración. Lo cierto es que la Jefatura Política y la Diputación también manifiestan cierto temor ante la creación de nuevas unidades de la Milicia Nacional.

El deterioro de la situación internacional lleva a las autoridades gubernativas a proponer la creación de nuevas unidades de la Milicia Na-cional. Serían éstas Compañías de Cazadores, una suerte de fuerza auxiliar de la Milicia que debía ser también organizada por los Ayuntamientos. La noticia de la regulación de estas unidades es suficiente para que el consistorio marbellí comience el alistamiento de una nueva compa-ñía de entre 80 y 120 hombres. En cuanto la Diputación y la Jefatura Provincial tienen cono-cimiento de ello ordenan que no se movilice dicha unidad hasta que las autoridades guber-nativas no lo autoricen y se justifique su nece-sidad. El informe dado por el Ayuntamiento es muy interesante, ya que pone de manifiesto un elevado grado de inseguridad fuera del casco urbano de la ciudad. De hecho, el Ayuntamien-to informa de que dicha compañía se formaría sin problemas con los hacendados y pequeños propietarios que ven en esta fuerza la única for-ma de defender sus propiedades y su ganado. A pesar de ello, parece pesar más en las autorida-des provinciales el miedo a unidades armadas incontroladas que las razones expuestas por el municipio136.

Más allá de toda esta situación, también resulta interesante ver cómo cambia la línea política de la nueva corporación en uno de los temas fundamentales del período: la desamorti-zación de bienes comunales. La primera medida

adoptada va dirigida a la enajenación de tierras de propios entre acreedores de éstos. Así, ya el 3 enero se dice que:

«[…] los vecinos que quieran suertes de tierras de los mismos, presenten sus me-moriales para que se tengan presentes en el reparto que se ha verificar de los terre-nos de propios»137.

El jefe político va a enfriar rápidamente los ánimos del gobierno municipal, que empie-za a mostrar un repentino interés por el proceso desamortizador y una cierta tendencia a ignorar a la autoridad provincial, indicándole que:

«se abstubiese de hacer distribución al-guna de los terrenos y se dedicase única-mente a la instrucción y formación de los expedientes»138.

El procedimiento continúa al devolver en marzo la Diputación el expediente de reparti-miento. La liquidación de deudas comienza con las cantidades atrasadas a los guardas de mon-tes, ordenándose que:

«[…] se proceda a señalárseles y justipre-ciárseles quanto vaste a su pago»139.

La enajenación de los propios, que parece claramente impulsada por Alcocer, va a chocar frontalmente con la inesperada resistencia de buena parte de los regidores municipales. Sólo Benito López, Jacobo Zafra y Antonio Crespo apoyan al primer alcalde, mientras Alexandro Perales, Fernando Acosta, Andrés de Montes y Rafael Blanco y los síndicos Juan Martín Álvarez y José Berdejo Cantos se oponen al repartimiento. La tesis de los regidores rebeldes es clara «que el propietario que se desprende de una finca, tarde o nunca pone otra en su lugar»140. Piden así el pago de las deudas en metálico, pactando apla-zamientos con los interesados y recurriendo al medio habitual: la subasta de leñas de los mon-tes de propios.

La resistencia parece tener efecto. No será hasta octubre cuando la Jefatura Provincial haga un nuevo intento de reactivar el procedimiento en relación al Decreto de las Cortes de 29 de ju-nio, por el que se ordena:

«[…] se reduzcan a propiedad particular todos los terrenos baldios, realengos y de

136 AHMMb, AACC, 24 de diciembre de 1822, Sig. 8-8, pp. 19 y ss.137 AHMMb, AACC, 3 de enero de 1822, Sig. 8-1, p. 3v.138 AHMMb, AACC, 10 de enero de 1822, Sig. 8-1, p.11. En este, como en otros casos, la celeridad de la contestación de las

autoridades provinciales resulta sospechosa y parece indicar cierta conexión con algunos miembros del concejo.139 AHMMb, AACC, 11 de marzo de 1822, Sig. 8-2, p. 39.140 Ibid.

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propios y arvitrios, así en la península e islas adyacentes como en Ultramar»141.

El único resultado de todo ello es, de nuevo, el nombramiento de una comisión para efectuar los deslindes y más ejemplos de cómo poner trabas a un expediente. Los comisionados para efectuar los deslindes presentan una cuenta de gastos ocasionados por la operación, que as-ciende a 1.552 reales. El ayuntamiento, que dice no disponer de fondos para el pago, advierte de que no podrá seguir con la operación si la Dipu-tación no habilita fondos para ello142.

No queremos cerrar el capítulo dedicado al año de 1822 sin hacer referencia a un episodio que, desde el terreno de la anécdota, va a decir-nos mucho del universo de valores y del imagina-rio colectivo del momento.

Ya hemos hablado ampliamente a lo largo del presente estudio de la situación de las infra-estructuras de la ciudad: 1822 no contempla me-jora alguna.

En enero, la Diputación solicita un infor-me del coste que supondría el arreglo del camino Málaga-Coín-Marbella. El Ayuntamiento lo cifra en 176.000 reales, aunque advierte de que care-ce totalmente de fondos para ello y que, de exis-tir, los dedicaría a la finalización del puerto que constituye su primera prioridad143. Los ejemplos sobre la situación de la ciudad son multitud:

«Este ayuntamiento constitucional no pudiendo mirar por mas tiempo con indi-ferencia la ruina que amenaza a este igno-sente Pueblo por falta de metálico para precaberla, hace mucho tiempo se hayan segadas y llenas de inmundicias las madres de esta Ciudad, motivo que ocaciona en las epocas de llubias inundaciones fango-sas que privan el transito por sus calles y en el de calor es tal la fetidez que desi exa-lan, que muchos dias no se puede tolerar; indiferentes serian las malos ratos que se sufren, sino se esperaran las funestas con-secuencias de un próximo contagio, como comunmente suele suceder al Pueblo que se abandona en su miseria: Y este Ayun-tamiento si permaneciera en innaccion se-pultado en su silencio sin hacerlo presente a la Autoridad que puede remediarla y por el qual resultasen los males que prevee tendria el mas severo cargo en el Tribunal Supremo de la Omnipotencia: Que esta ciudad consiguió licencia del extinguido Consejo de Castilla para la redificacion

del Puente que la divide, arruinado por los franceses en el tiempo de su imbacion, cuia obra preciso a abandonarla la falta de metálico que se ha experimentado en los fondos de estos Propios, no haviendose hecho mas que un Callejón para la comuni-cación de los vecinos, y traginantes y con motivo de su imperfeccion y la continua-ción de las llubias de los años anteriores se ha recalado en términos que en el día se halla ruinoso y sino se aplica pronto remedio llegaría el caso de que se expe-rimente su total destrucción y pasándose por el caso que en las avenidas del Río en que se sitúa dicho Puente, carezcan de pan estos vecinos que se surten del Pueblo de Monda como es notorio, cuya entrada lo es por el mismo»144.

A la vista de este desolador paisaje, las autoridades provinciales solicitan un informe donde se tasen las obras públicas que el Ayun-tamiento estime como más necesarias y se es-tablezcan los arbitrios necesarios (exceptuada la tala de montes) para costearlos. La respuesta municipal no puede ser más desconcertante. De todas las urgentes necesidades pendientes en la ciudad, junto a la reparación del sistema de al-cantarillado, los regidores tienen claras sus prio-ridades y entienden que: «[…] es de indispensa-ble y precisa necesidad la colocación de un Relox que hace muchos años tiene en su poder este Ayuntamiento y ha de servir para el gobierno del publico y auxilio de los enfermos»145.

De la reparación del sistema de alcantari-llado no volvemos a tener noticias; en cambio, la instalación del reloj, que supone la construcción de un segundo cuerpo para la torre de la iglesia, continuará generando documentación durante todo el período.

5. úLtIMo acto: eL ayuntaMIento constItucIonaL de 1823

A lo largo de las páginas del presente estu-dio hemos podido observar, como una de las carac-terísticas del cambio de régimen, la permeabilidad con la que los grupos de poder teóricamente más afines al absolutismo fernandino se adaptan a las nuevas instituciones y asumen el nuevo sistema re-presentativo y la llegada de la pequeña burguesía local al poder político. En 1823 vamos a contem-plar un nuevo elemento de este paisaje: cómo la oligarquía local domina rápidamente los entresijos del siempre apasionante arte del fraude electoral.

141 AHMMb, AACC, 1 de octubre de 1822, Sig. 8-7, p. 17.142 AHMMb, AACC, 2 de noviembre de 1822, Sig. 8-7, p. 38v.143 AHMMb, AACC, 1 de febrero de 1822, Sig. 8-1, pp. 40 y 40v.144 AHMMb, AACC, 4 de marzo de 1822, Sig. 8-2, pp. 27v y 28.145 AHMMb, AACC, 16 de mayo de 1822, Sig. 8-3, p. 42.

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La primera prueba de ello, ini-ciando un camino muy transitado a lo largo de todo el siglo, la encontramos en las elecciones a alcaldes y regidores de 1823 y la pro-tagoniza un viejo conocido, Alonso María Roldán.

El número de ciudadanos que toma parte en los procesos electorales durante el Trienio su-fre, como ya hemos visto, un enorme incremento en relación tanto a las elecciones del período do-ceañista como en las de síndicos y diputados del común del Sexenio Absolutista. El Cuadro n. º 4 nos mostrará con claridad las diferencias.

Los sucesos del verano de 1822 y la situa-ción nacional e internacional no parecen dejar indiferentes a los poderes fácticos locales, que deciden tomar cartas en el asunto y controlar las instituciones de gobierno en momentos tan determinantes. Movilizan así a sus respectivas clientelas con una profundidad desconocida hasta el momento, triplicando casi el número de electores que normalmente participaban en los comicios. Además, conocen y utilizan a su favor la mecánica electoral y se aseguran el control de los órganos que dirigen la votación, poniendo de manifiesto con claridad que estamos ante un acto perfectamente orquestado146.

El golpe tiene éxito y coge completamen-te por sorpresa al sector radical del liberalismo local que sólo pueden plantear respuestas a la desesperada para contrarrestar la avalancha que se les viene encima. José Joaquín Quintero, el ad-ministrador de Rentas que vimos implicado en el enfrentamiento con Mazoti, no ve más alternati-va para intentar equilibrar el número de electo-

res que llevar a la vo-tación a los militares que se encontraban de guarnición en la ciudad. A pesar del efecto intimidatorio,

la iniciativa no tendrá éxito:

«En este estado hayandose la Junta si-guiendo la elección y resivimiento de vo-tos de los ciudadanos que se presentaban con la mayor tranquilidad siendo como las nuebe de la noche de este dicho día se persono D. José Joaquín Quintero que ya anteriormente havia hecho su votación,

conduciendo e introdusiendo en la mesa a D. Agustín Aguilar Rodríguez que así dijo llamar-se y ser Oficial del Resguardo Militar de Caballería con su partida exponiendo este que venia a votar con todos los in-dividuos de ella y reflecionan-do la Junta por una parte que dicho Oficial y soldados esta-ban con sus sables y por otra que acababan de llegar a esta ciudad sin tener la residencia prebenída por superiores or-denes para poder votar en las elecciones de concejales por

carecer absolutamente del conocimiento de este vecindario requisito indispensa-ble para este acto de que estaban pene-trados los ciudadanos concurrentes y por quienes se manifestó haviertamente opo-sición por los dos motivos significados y por ser infrasion visible de la Constitucion que tal bez podía ignorar el sitado oficial deseando esta Junta ebitar disgustos y fu-nestas consecuencias según advertía en el semblante de todos tuvo por combeniente acordar para mantener el orden que el di-cho oficial con su partida se salieran fuera de la Iglesia sin admitirle la votación que querían hacer bajo las protestas que tuvie-ra por combeniente hacer y que siguiese la votación lo que así se ejecuto»147.

De cualquier forma, la naturaleza de la situación provoca múltiples denuncias por todo tipo de irregularidades, todas ellas obviamente desestimadas: manipulación de papeletas, dupli-

146 La mecánica se aprende con rapidez y pone a las claras la disciplina de voto establecida y la complicidad de la mesa electoral. Así una de las denuncias hechas por irregularidades en el proceso señala que: «al mismo tiempo de hir anotando los votos de los ciudadanos en los quadernos una nota del escrutinio publico de sobre valla a cada uno de los que se le ban estimando los votos por donde le sirbe de norma a los votantes para fomentarlos uno en razón a que a pesar de las medidas tomadas por el Sr. Presidente y demás Sres. Ciudadanos que componen la Junta de la mesa usan los referidos apuntes y listas de rallamientos que llevan». AHMMb, Expediente de elecciones de Alcaldes e individuos del Ayuntamiento Constitucional para el año entrante de 1823, Sig. 620-13.

147 Ibid.

Cuadro n.º 4 - PartICIPaCIón En ElECCIonEs

La oligarquía local domina rápidamente los entresijos del siempre apasionante arte del fraude electoral

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cidad, criterio en la elección de los escrutadores, organi-zación del voto de los «clien-tes» mediante listados de votación suministrados por la propia mesa o el abando-no de ésta por sus miembros en varias ocasiones: «quando lo berificaron por urgencia indispensable y este tan solo mientras se encendían las lu-ces que fue en un momento regresando a su respectivo lugar»148.

El resultado de este «pucherazo», precursor de la mejor tradición caciquil, será un Ayuntamiento presi-dido por Alonso María Rol-dán, que, como veremos, no tardará en arrepentirse de su iniciativa149. Estará acompa-ñado por un grupo de regi-dores cuya característica fun-damental viene determinada por haber pertenecido a los ayuntamientos de la primera etapa constitucional de Cádiz y al efímero primer ayunta-miento del Trienio presidido por Pedro Escobar150.

El liberalismo modera-do, apoyado por la oligarquía local, parece ganar la partida a los radicales, que harán de la administración nacional, la provincial, la judicial y espe-cialmente de la Milicia Nacio-nal, sus reductos principales. En ningún caso parecen dis-puestos a dar tregua a la nue-va administración151.

Será desde la institución militar desde donde, apenas constituido el ayuntamiento, se exija de éste un posicionamiento claro al lado del amenazado régimen liberal. El síndico Antonio Hernández presenta un escrito firmado por todos los integrantes de la Milicia en el que se pide al Ayuntamiento tres cosas: una declaración pública de apoyo al Congreso Nacional frente a la hostili-

dad de los «gabinetes del norte», armas y pertre-chos para la milicia y un espacio de reunión (en los bajos de la casa consistorial) para que el pueblo pudiera reunirse, leer la prensa constitucional y fortalecer su ideario liberal152.

El primer regidor, Roldán, que había re-corrido varias veces el camino de ida y vuelta del absolutismo más estricto al liberalismo más pragmático, no tendrá problema alguno en re-

148 Ibid.149 Como veremos, Fernando VII no va a perdonar a aquellos que han tomado parte en las administraciones liberales, aunque se

declaren abiertamente partidarios suyos. Roldán y otros oligarcas y miembros de la administración serán separados de sus cargos y pasará cierto tiempo hasta su redención pública.

150 Gregorio Atencia forma parte de la junta de municipalidad josefina de 1811; Pedro de Reyes es regidor en los ayuntamientos de 1812 y 1813 y ambos son regidores con Roldán como alcalde en 1814. Los dos, junto a Antonio Hernández forman parte del primer concejo del Trienio presidido por Pedro Escobar.

151 La «limpieza» de los liberales más exaltados alcanza a todo el aparato administrativo municipal, así Cristobal Villalobos y Miguel de Torres sustituirán a Diego de Lagos y Gaspar Romero como vocales de la Junta de Beneficencia. AHMMb, AACC, 7 de enero de 1823, Sig. 8-9, p. 9.

152 AHMMb, AACC, 22 de enero de 1823, Sig. 8-9.

Tras la muerte de Fernando VII se tachan de las actas capitulares las referencias a los liberales más señalados en los procesos que se abrieron contra ellos en 1823 (Archivo Municipal de Marbella)

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solver el envite. Dicta la declaración pública de apoyo al gobierno de la nación, hace una vaga promesa de armas y equipo para la milicia (recor-dando que ya se han entregado 30 fusiles y de-pende de la Diputación Provincial obtener más fondos para el resto) y no está dispuesto bajo ningún concepto a proporcionar un peligroso espacio de sociabilidad a sus adversarios (con la lectura de las órdenes recibidas tras la misa ma-yor es suficiente)153. Éste será el último conflicto visible entre las diversas fuerzas del liberalismo local. A partir de aquí, Roldán parece controlar la situación del gobierno municipal y sus oponen-tes tienen problemas mayores de los que preocuparse.

Los ejes de actuación de este último Ayuntamiento del Trienio serán diversos, muchos condiciona-dos por la situación prebélica que se vive, y otros por las habituales claves de los gobiernos liberales del momento. Entre las primeras, hay mucha información sobre control y represión de desertores y de los que les cobijen, preparativos milita-res, requisas y actividad fiscal que, con escaso éxito, busca fondos para el conflicto que se avecina154. Entre las segundas, las más característi-cas seguirán siendo las referidas a la actitud reformista e ilustrada, como los reglamentos de policía o de primera enseñanza155.

La estructura de la vida eco-nómica del consistorio nos va a quedar claramente expresada gra-

cias a un documento radicalmente nuevo: el presupuesto municipal. Si bien no podemos decir que existan estos presupuestos como ta-les hasta la entrada en vigor el Real Decreto de 23 de julio de 1835156, las legislación del Trienio va a regular este punto en su decreto de 29 de junio de 1822, que, aunque inmedia-tamente derogado por la reacción absolutista, dio lugar a un documento básico en este sen-tido: el presupuesto de gastos e ingresos del

153 Ibid., p. 27 v.154 Vuelven los apremios militares, los embargos de bienes de deudores y las amenazas de embargo de bienes de los regidores.

Hasta en siete ocasiones es apremiado el ayuntamiento en estos meses. La presión fiscal se vuelve, si cabe, aún más asfixiante con los repartimientos extraordinarios y los cobros anticipados de contribuciones. Se vende el trigo del pósito y se eleva el precio de productos básicos. El ayuntamiento abandona además buena parte de sus obligaciones de beneficencia (presos pobres, niños expósitos, etc.) por falta de fondos.

155 El Reglamento Provisional de Policía de 6 de diciembre de 1822 regulaba aspectos como la numeración de las casas, la colocación del nombre de las calles al principio y al final de las mismas, censos de «fondas, mesones, posadas, trifones, bodegones, tavernas, cafés, casas de vevida, las de licores, las de juegos de truco, villas y bochas», regula además las licencias de estos establecimientos y el deber de sus propietarios de informar de las personas que se alojen en ellas. AHMMb, AACC, 16 de enero de 1823, Sig. 8-9, pp. 15v y ss.

156 GARCIA RUIPEREZ, M.: Tipología documental municipal, Toledo, 2002, p. 125.

Cuadro n.º 5 - El ayuntamIEnto dE 1823

Cuadro n.º 6 - PrEsuPuEsto munICIPal 1823

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ayuntamiento de Marbella para 1823, elaborado en noviembre de 1822157.

En este documento se establecen dos presupuestos, uno de gastos y otro de ingresos. El primero, que recoge los sueldos de aquellos que desempeñan oficios para el ayuntamiento y determinadas obligaciones de pago, asciende a 82.012 reales (Cuadro n.º 6).

El segundo, que recoge los ingresos es-timados del caudal de propios de la ciudad, montes de bellota y leña, réditos y censos, el producto de las denuncias por aprovecha-miento de los propios y licencias por corte de madera es, para el ayuntamiento, imposible de evaluar:

«El valor anual de los fondos de Pro-pios es incierto y no puede calcularse pru-dentemente ni aver por aproximación por quanto que depende de la suerte de bue-nos o malos años su mas o menos valor consiste en la venta de la bellota y alguna otra bez de las leñas de sus montes»158.

El desequilibrio entre ingresos y gastos sólo puede tener una consecuencia:

«[…] y no alcanzado los arvitrios del se-gundo presupuesto para los gastos del primero ha acordado los nuebos que han juzgado combenientes por necesitarse para dichos gastos»159.

Todo ello quedará en nada y se verá de-tenido por la guerra que se avecina y que centra la atención del conjunto de la vida de la ciudad. Será el 28 de abril de 1823 cuando se reciba la primera noticia de la invasión francesa:

«Viose Orden de la Diputacion Provincial su fecha 25 del corriente en la que manifies-ta que un Excercito de esclavos que pretende embilecernos ha invadido nuestro territorio, que somos españoles y que es preciso defen-der a toda costa el honor y livertad nacional. En los adjuntos impresos que tambien se han leido manifiesta la Diputacion sus sen-timientos y disposiciones para repeler agre-cion tan injusta que espera que este Pueblo repetira con la misma decision los sacrificios que hizo en la Guerra de la independencia franqueando toda clase de recursos»160.

Las comparaciones con la Guerra de In-dependencia no van a ir más allá de la retórica patriótica del momento y los preparativos para el conflicto dicen poco de la capacidad real del régimen para movilizar a la sociedad a su favor. Requisas de animales y contribuciones especia-les bajo la amenaza de apremio militar son las únicas referencias en este sentido.

Desde un punto de vista estrictamente militar la situación no mejora mucho. La ciudad, bajo la jurisdicción del ejército de reserva de Vi-llacampa primero y del 2º ejército de operaciones de Ballesteros después, aporta algunos efectivos de reemplazo, moviliza, al menos teóricamente a la Milicia Nacional, proporciona suministros a las tropas transeúntes y adopta medidas que ponen de manifiesto el carácter puramente idealista de la situación. Tanto es así, que la Diputación orde-na desenterrar de la playa dos cañones de bron-ce abandonados por los franceses en 1812 junto al castillo de San Luis para ver en qué estado se encontraban161. Escaso bagaje para enfrentarse al duque de Angulema.

El 17 de junio se tienen las primeras no-ticias en la ciudad de la presencia del ejército francés en Andalucía, estableciéndose por inicia-tiva del Ayuntamiento de Ronda, uno de los más expuestos por la actividad de la guerrilla realista, un sistema de correos urgentes para: «participar rápidos avisos de quanto observen, oigan y en-tiendan sobre el indicado objeto y con particula-ridad en razón de la proximidad de toda clase de tropa o fuerza militar, disciplinada o no»162.

Aunque Málaga permanece fiel al gobier-no liberal, éste se encuentra sitiado en Cádiz junto al Rey, más en calidad de prisionero que de gobernante. No quedan demasiados resquicios para que alguien pueda engañarse sobre el cariz de la situación y las fuerzas constitucionalistas locales no parecen dispuestas a inmolarse en una lucha sin sentido.

No es de extrañar, por tanto, que el 4 de julio se convoque una reunión a la que acuden los miembros del gobierno municipal, los res-ponsables de las unidades militares de guarni-ción, los ex regidores que han sido miembros del ejército y la jerarquía eclesiástica, con el objeto de evaluar la capacidad de resistencia de la ciu-dad ante una invasión. José Fortún, capitán de la Compañía de Inválidos y José María Escobar, comandante de la Milicia, tienen una respuesta clara:

157 AHMMb, Presupuesto de gastos de 1823, Sig. 629-1.158 Como montes de bellota y leña de los propios señala los de Alicate, Majada de la Cruz, Balatín y la Negra, Fuensequilla,

Bornoque, Las Chapas, Tinahones y Gamonales y El Puerto. Ibid.159 Ibid.160 AHMMb, AACC, 28 de abril de 1823, Sig. 8-11, p. 5.161 AHMMb, AACC, 12 de junio de 1823, Sig. 8-11, p. 34v.162 AHMMb, AACC, 23 de junio de 1823, Sig. 8-11, p. 38.

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«A lo qual confeso el primero que en su Compañía no havia fuerzas que pu-dieran servir para contener ninguna in-vacion, Y el segundo que en verdad no existia semejante compañía de Nacionales pues ni han estado, ni están armados, ni uniformados»163.

Ante lo cual, los responsables del gobier-no municipal optan por no ofrecer resistencia ante la llegada de las fuerzas absolutistas:

«[…] a presencia de lo qual, y del conoci-miento que tienen todos los Sres. concu-rrentes de que este Pueblo no se halla en estado de tomarse defensa alguna por sus vecinos, y conferenciando extensamente sobre ello acordaron, no se haga oposición ni resistencia alguna y que solamente se vieran los medios que dicte la prudencia para precaber que este Pueblo experimen-te extorciones, incomodidades, ni daños algunos»164.

El 7 de julio ya hay noticias de la presencia de «serranos» en Estepona y aunque el jefe político informa que se ha dado orden al ejército de reserva para con-tenerlos, la información provoca la rápida descomposición del consistorio marbellí. Ante la marcha de la ciudad de los liberales más señalados, Escobar, Granados, Molina y Diego de Lagos entre otros, y la ausencia de buena parte de los regidores, unos «enfermos»y otros protegiendo sus haciendas, Roldán convoca una especie de gabinete de crisis con personalida-des destacadas de la ciudad. Lo integran, entre otros, además del propio Roldán, el Juez de 1ª Instancia, Acosta, Atencia, Antonio Hernández, Josef Fortún, Diego Merino, Manuel Zurita, José de Chinchilla, Miguel Añón, Rafael Alcocer y Cris-tóbal Villalobos. La vida de este gabinete será efímera y de facto será Roldán el que, práctica-mente en solitario, guíe la actuación del Ayunta-miento en los escasos días que mediarán hasta la entrada de los realistas.

6. La IMposIbLe vueLta aL pasado: eL coMIenzo de La década ominosa

Las medidas adoptadas por los responsa-bles municipales van a permitir una relativamente pacífica toma de la ciudad por los fieles a Fernan-do VII. El 24 de julio se certifica el fin del gobierno constitucional marbellí. Las partidas de «serranos»

que entran en la ciudad escenifican el ritual habi-tual de destrucción de los símbolos liberales. El contrapunto lo pone el comandante realista que pide al ayuntamiento «un certificado del buen com-portamiento que havia observado su partida»165.

La formación del nuevo consistorio plan-teará dos cuestiones básicas en este momento de transición: la sorpresa con la que parte de la oligarquía local descubre la escasa capacidad para la clemencia con la que actúa el rey y el co-mienzo de la represión.

Las nuevas autoridades, articuladas a tra-vés de las comandancias militares hasta la res-tauración de los concejos perpetuos, tienen ór-denes claras: todo aquel que haya formado parte de los ayuntamientos liberales está contamina-do. No importa su nombre, ni su trayectoria, ni su pasado. El estigma de haber pertenecido de una u otra manera a las diferentes administracio-nes del Trienio los incapacita para formar parte de esta vuelta al pasado.

En un principio, hombres como Roldán, con una más que demostrada «cintura» política y los demás regidores que habían permanecido

en la ciudad, no parecen querer entender la in-flexible postura que les transmiten los delegados militares, que les excluye de la reposición de los ayuntamientos de 1820. Así, en el acto de consti-tución del nuevo consistorio se plantean diversas interpretaciones de las órdenes, por lo que se en-vía a un regidor a pedir al comandante local que se persone en el ayuntamiento para resolverlas. Algo que hace sin dejar resquicio a la duda:

«Y a poco volbió expresando que aquel no tenia a bien el venir a las Casas Capi-tulares, pues no havia necesidad de otra cosa que buscar el libro Capitular del año de beinte y poner en posesión a los individuos que resultasen de el y que no hubiesen servido destinos en el Gobierno Constitucional»166.

De resultas de ello, los únicos que pue-den formar parte del nuevo Ayuntamiento son Manuel Artola y Joaquín Millán, como regidores perpetuos, y Pedro Burell como procurador ge-neral. El resto, especialmente Roldán, quedarían inhabilitados de ocupar sus oficios167.

163 AHMMb, AACC, 4 de julio de 1823, Sig. 8-11, pp. 42v y 43.164 AHMMb, AACC, 4 de julio de 1823, Sig. 8-11, pp. 42v y ss.165 AHMMb, AACC, 24 de julio de 1823, Sig. 8-12, p. 1.166 AHMMb, AACC, 25 de julio de 1823, Sig. 8-12. p. 3.167 En una orden dictada por el jefe político y militar de Málaga, se reglamentaba la formación de ayuntamientos, restituyén-

Las partidas de serranos que entran en la ciudad escenifican el ritual habitual de

destrucción de lo símbolos liberales

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El paso siguiente no puede ser otro que la creación de una comisión de vecinos de probada fi-delidad, formada por José Martín y Cantos (vicario), Esteban Blanco (tenien-te de cura), Diego Meri-no y Francisco Quixano (presbíteros), Juan Díez de Oñate (teniente co-ronel retirado) y Juan José Pereira (capitán retirado) encargada de «asesorar»sobre la adhesión a la causa del rey de los candidatos a formar parte del gobierno municipal, que serían las expresadas en el Cua-dro n.º 7.

Los regidores aceptan estos nombres y se les convoca en el Ayuntamiento con el fin de to-marles juramento.

No obstante, ni siquiera el aval de esta comisión y el respaldo de facto de las fuerzas vi-vas locales bastará para borrar la mancha de un pasado liberal. Cuando se presenta esta lista al comandante general de la Serranía y la Hoya de Málaga, éste manifiesta «lo desagradable que le havia sido el nombramiento hecho de Corregidor de esta ciudad de D. Juan Florencio de Guzman», contraviniendo un Real Decreto que mandaba el cese inmediato de los jueces de primera instan-cia del período constitucional. La jurisdicción re-caerá así sobre Manuel Artola como regidor más antiguo168.

Este fervor integrista inicial se diluirá en pocos meses. Ello permitirá a nuestro inefable Rol-dán, apartado de su oficio de regidor en un primer momento, actuar nada menos que como subdele-gado especial de la Policía del Distrito169, hasta su perdón definitivo en abril de 1826, que supone su vuelta como regidor perpetuo decano al consisto-rio170. El memorial que envía al Ayuntamiento con este motivo, justificando su actuación durante el Trienio, impregnado de santa indignación por ver-se apartado del amor de su soberano, alcanza cotas de cinismo político difícilmente superables. Expli-ca así los motivos que convierten al último alcalde constitucional en un claro referente absolutista:

«Si el haver sido Alcalde Constitucio-nal de una ciudad realista por esencia,

qual es Marbella a invitaciones y ruegos no de vosingleros sino de la totalidad de los hombres mas de vien y que han goza-do y gozan del concepto de acrisolados realistas: si el haverlo sido, repito a pesar de formales renuncias y de una resistencia constante combirtiendo en obsequio de la Justa Causa los medios y facultades que se me conferian para destruirla, es motivo para desirse un hombre sospechoso para pribarle de la confianza publica y para despojarlo de los derechos mas legitimos dislacerando nunca desmentida opinión y buena fama, pocos serán los hombres que mereceran ocupar los empleo de Republi-ca los cargos y los empleos de Nación»171.

El otro apartado importante de este cam-bio de escenario es, sin lugar a dudas, la repre-sión que se ejerce sobre los enemigos del rey absoluto.

Conocedores de las dificultades en las que se encontrarían de permanecer, los libera-les más señalados escapan de la ciudad. Escobar inicia una huida que terminará en el exilio. José Joaquín Quintero y José María Díaz marchan, el primero a Cádiz y el segundo a Málaga. Otros como Granados o Diego de Lagos también han dejado Marbella.

Los que deciden quedarse tendrán rápida-mente la ocasión de comprobar los métodos de la nueva administración. En pocos días, viéndose el ayuntamiento «en el mayor apuro», se ordena un repartimiento «especial» en el que varios ve-cinos tienen un plazo de 3 horas para satisfacer 7.700 reales del suministro de tropas, ya que de no hacerlo:

dose los de 1820 siempre que sus miembros «no hubiesen pertenecido a asociaciones clandestinas como mazones, carbonarios, comuneros y otras semejantes, servido voluntarios o forzados en la Milicia Nacional o comprado Bienes Nacionales». AHMMb, AACC, 15 de septiembre de 1823, Sig. 8-12, p. 62.

168 AHMMb, AACC, 28 de agosto de 1823, Sig. 8-12, p. 44. El látigo de la venganza también alcanzará al secretario municipal Baltasar María Aguado, que no será repuesto en el cargo hasta ser «purificada» su conducta por orden del Real Acuerdo del Superior Tribunal del Territorio en mayo de 1825.

169 AHMMb, AACC, 27 de agosto de 1824, Sig. 9-2, p. 45.170 AHMMb, AACC, 27 de abril de 1826, Sig. 9-6, p. 20.171 AHMMb, AACC, 27 de abril de 1826, Sig. 9-6, pp. 21v. y ss.

Cuadro n.º 7 - ayuntamIEnto absolutIsta dE 1823

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«[…] se les apremiará con la fuerza arma-da que se halla en este pueblo y pagaran además a cada miembro de la partida cuatro reales cada dos horas en que se experimente la rebeldía, sin perjuicio de que se reagrabara el apremio si fuese necesario»172.

Desgraciadamente, gran parte del aparato represor del régimen ha sido literalmente arranca-do de la historia. Poco antes de la muerte de Fer-nando VII, en julio de 1833, en cumplimiento de una Real Orden, se procede a arrancar y tachar las hojas de los cuadernos capitulares de 1823 y 1824 que contuviesen datos que «de algún modo fuesen ofensivos a los vecinos honrados de esta ciudad»173. Se eliminan así, entre agosto de 1823 y diciembre de 1824, 42 páginas y 141 renglones que conte-nían, fundamentalmente, informes y memorias de la actuación de todos aquellos que el régimen con-sideraba como sospechosos de un pasado liberal.

7. prIMeras concLusIones

Hemos señalado repetidamente a lo largo de las páginas del presente estudio la diversidad de rutas abiertas para futuras investigaciones que nos darán un conocimiento más profundo tanto del período del Trienio Liberal como de procesos históricos de largo recorrido que cruzan buena parte de la historia contemporánea de España. Un complejo puzzle del que los años que van de 1820 a 1823 son una importante pieza.

Es por ello que debemos dotar a estas primeras conclusiones de un elevado grado de provisionalidad, ya que, sin duda, se verán mo-dificadas o completadas por estudios sectoriales que darán perspectivas distintas a los principales problemas del momento.

De cualquier forma, la primera conclusión importante que parece desprenderse de esta aproximación al Trienio tiene que ver con uno de los temas vertebradores de la historiografía sobre el siglo XIX en nuestro país, la existencia o no de una revolución burguesa.

Marbella, en este sentido, tiene sus pro-pias claves. Especialmente interesante es el prag-matismo de las clases dominantes que aceptan sin aparentes problemas el cambio de régimen, la existencia de instituciones más o menos repre-sentativas y el acceso al poder político de otros sectores sociales que, en el caso que nos ocupa, estarían representados por pequeña burguesía comercial, artesanos, pequeños propietarios agrícolas y escalafones intermedios tanto de la administración civil como de la militar.

También resulta llamativa la capacidad para invertir la situación cuantas veces sea ne-cesario y pasar de nuevo a formas de gobierno absolutistas sin que ello parezca suponer un ex-cesivo esfuerzo ni ideológico ni político para los actores sociales.

La composición socioeconómica de las clases dirigentes en estos años nos dice mucho de las características de la Marbella del primer tercio del siglo XIX. No existe en este momen-to una burguesía comercial, industrial o agraria digna de tal nombre, lo que va a condicionar de forma decisiva la evolución política de los acon-tecimientos.

Sí están presentes en la vida de la ciu-dad las tensiones propias del liberalismo de la época, moderados y radicales propician di-versos enfrentamientos e inauguran un mode-lo político que estará presente a lo largo de la centuria.

En lo material, todo es miseria y crisis, sin recursos que permitan afrontar ni la recons-trucción de las destrucciones de la Guerra de In-dependencia ni sus grandes proyectos siempre inacabados, caso del puerto. Junto a ello, una presión fiscal constante y asfixiante ahoga cual-quiera de las iniciativas reformistas del régimen que, siempre presentes en materias como bene-ficencia, enseñanza o salud pública, no pasan del grado de las buenas intenciones.

Este marco de referencia económico tam-poco parece el más propicio para que el nuevo régimen constitucional sumase adhesiones, es-pecialmente de aquella parte de la población más castigada por la crisis y la fiscalidad.

Por otro lado, la gestión de los propios de la ciudad, única fuente de ingresos de las arcas municipales, va a dar tres de las claves principa-les del presente estudio. La primera caracteriza-da por la gestión administrativa de los mismos, que consume buena parte de las energías admi-nistrativas municipales. La segunda, por los con-flictos jurisdiccionales que plantea con los muni-cipios vecinos en lo relativo al aprovechamiento de los bienes comunales. Y la última, y no menos importante, la que concierne a las diferentes ini-ciativas desamortizadoras iniciadas en este mo-mento y a las que el Ayuntamiento se resiste con todas sus fuerzas.

Nos encontramos, así con un momento de la historia de Marbella de gran densidad de acontecimientos, políticos, sociales y económi-cos, donde comienzan a fraguarse los grandes temas que condicionaran la vida tanto de la ciu-dad como del país en las siguientes y decisivas décadas. n

172 Los apremiados son Enrique Schnellenbühel (1.000 reales), Josef Bernard (2.000), Diego y Miguel Cuesta (1.000), Diego de Lagos (800), Juan Bautista Lagos (100), Gaspar Romero (300), Francisco Ardois (1.000), Gaspar Barragan (200), Juan Sánchez (200), Antonio Hernández (300), Joaquín Vicente (1.000) y Juan Molina 500. AHMMb, AACC, 6 de agosto de 1823, Sig. 8-12, pp. 30 y ss.

173 AHMMb, AACC, 15 de julio de 1833, Sig. 10-4, p. 70.