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Obras y Apuntes Camila Henríquez Ureña Tomo I

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Camila Henríquez Ureña. Obras y apuntes, tomo 1

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Camila Henrquez UreaTomo IOBRASYAPUNTESCAMILA HENRQUEZ UREADigitalizacin: Magdalena Daz Bazzi Taymi Maceyras Delmonte Regla ValdsDiagramacin y correccin: Mabel Torres FouzDiseo de Portada: Mabel Torres FouzMIEMBROS DE LA COMISIN PARA LA PUBLICACIN DE LA OBRA YAPUNTESDE LA PROFESORA EMRITA SALOM CAMILA HENRQUEZ UREA.Lic. Luis F Cspedes Espinosa,Coordinador GeneralJefe de los Asesores del MinistroMinisterio de Educacin Superior de CubaDr. Andrs L.Mateo, Coordinador GeneralSubsecretario de Patrimonio CulturalSecretara de Estado de Cultura, Repblica DominicanaDra.Nuria GregoriTorada , Coordinadora TcnicaDirectora. Instituto de Literatura y Lingstica de CubaDr. Rogelio Rodrguez CoronelDecano. Facultad de Artes y Letras,Universidad de La HabanaDra. Luisa Campuzano SentDirectora delPrograma Estudio de la Mujer.Casa de las Amricas,Cuba.Dr. Sergio Guerra VilaboyJefe de Departamento de Historia,Universidad de La HabanaDr. Ramn Snchez NodaDirector. Ministerio de Educacin Superior de CubaDra. Mara Dolores Ortiz DazProfesora Emrita,Instituto Superior Pedaggico Enrique Jos Varona. CubaDr. Romn Garca BezDirector. Ministerio de Educacin Superior de CubaDra. Diony Durn MaaricaProfesora Literatura Hispanoamericana. CubaDra. Marcia Castillo VegaEspecialista del Instituto de Literatura y Lingstica de CubaDra. Mara Elina Miranda CanselaJefade la Ctedra Camila Henrquez Urea .Universidadde La HabanaVNOTA ACLARATORIAEn la obra y apuntes de la Profesora Emrita Salom CamilaHenrquez Urea es comn encontrar frases o prrafos entrecomilladoso referencias a pasajes o personajes que luego no aparecen a pie depgina con las aclaraciones correspondientes, como es tradicional enlos libros. Esto se debe a la prctica, universalmente vlida, que si-guen los profesores en la preparacin de sus clases, y que despus seaclaran en el aula, proceder que forma parte del ritual pedaggico.Conocedora de la ejemplar honradez intelectual y personal deCamila, y su proverbial modestia, la Comisin que tuvo a su cargo lainvestigacin de toda su papelera con el objetivo de realizar su publi-cacin, estim que era lo ms adecuado respetar los originales y hacerla presente aclaracin, teniendo en cuenta que Camila nunca conside-r que dichos trabajos fueran a publicarse.As mismo consider que con el objetivo de evitar repeticionesinnecesarias se publicar en el tomo titulado Documentos Varios el cat-logodondeaparecenclasificadoscadaunodelosdocumentosdeCamila que se encuentran en los archivos del Insituto de Literatura yLingustica de Cuba. Solamente en el caso de aquellos en que fue ne-cesario de ponerle un ttulo por no poseerlo, se har la correspondienteaclaracin a pie de pgina.VIIPARASALDAR UNA DEUDA CON CAMILADra. Mara Dolores OrtizProfesora EmritaConocer personalmente a Camila Henrquez Urea fue param -y para cuantos la conocieron uno de esos raros privile-gios que concede la vida- No fui su alumna en las aulas uni-versitarias, aunque s su compaera de claustro en aque-llos luminosos primeros aos de la Revolucin, cuandola Universidad de La Habana, la educacin del pas engeneral,se quitaba,como soaba Jos Mart,el viej omanto, para crear la universidad nueva, y tambin unaescuela nueva.Era aquel un claustro singular. En l se entremez-claban, con limpieza de espritu y entusiasmo infinito,j unto a l os si n duda mej ores profesores que nos for-maron,los j venes profesores,apenas recin gradua-dos- a quienes se nos llam a integrarlo dado el xodode caducos profesores de mentes cerradas y,a veces,VIIIagrios caracteres,y tambin por el crecimiento de lamatrcula-, con figuras distinguidsimas de la culturanacional a los que, por causas diversas, incluyendo lasideolgicas, les haba estado vedada la enseanza uni-versitaria, y profesores extranjeros de reconocida au-toridad internacional, todos, es de suponer, de edadesy trayectorias bien distintas y distantes-, de los jve-nes que solo contbamos con nuestro deseo de consa-grarnos a la docencia universitaria y tambin, por quno?, de tratar de llegar a ser como ellos, por lo menoshasta donde nos lo permitieran nuestras dotes perso-nales.Enaquel cl aust rohet erogneoei nol vi dabl e,Camila brillaba con una luz serena. Es difcil explicar-lo.Ella era para nosotros,los recin iniciados profe-sores,como un mi to vi vo y cercano,envuel to en l aatmsfera i mpal pabl e,pero real ,de pertenecer a l afamilia Henrquez y Carvajal, tan unida en amistad ycario a Jos Mart,de ser hija de Salom Urea, edu-cadora eminente y delicada poetisa, de ser hermana deMax y de Pedro, cuyos libros haban sido de cabeceraen nuestra poca de estudiantes. Pero, por encima detodo,ella era,as simplemente,Camila.Su luz le erapropia, nacida seguramente de una vida de austera sen-cillez, dedicacin al estudio, modestia ejemplar, comosi el profundo conocimiento de las literaturas, ledasen sus lenguas originales, le hubieran transmitido la se-IXrena sabi dur a que en l a anti gedad sol o se esperabade los ancianos sentados a las puertas de un templo ode una ciudad.Pero l a vi da de Cami l a no hab a si do descansadani haba huido del mundanal ruido. Ella fue una maes-tra, qu hermosa palabra para definirla!, que no se li-mit al aula en la Cuba amarga de su juventud, en uncamino itinerante que la llevaba y traa de Santiago deCuba a La Habana, a Camagey, a Matanzas, ciudadesdonde ofrecaconferencias, clases, cursillos en insti-tuciones culturales seguidos por un pblico vido, talcomo lo describe la prensa de la poca. Estudiante enSantiago de Cuba, en La Habana- a cuya Universidadconsideraba su universidad -,en Estados Unidos,enFranci a.Femi ni sta convenci da-si n caer en al gunosexcesosquemal hubi eranestadoconsucarcter- ,ofreci charlas y conferencias sobre este tema y sobrela realidad de las mujeres en laColonia, y hasta estu-vo presa en la crcel de mujeres de Guanabacoa, en LaHabana, donde durmi en estrecha cama en la que ape-nas caba su alta estatura,y all organiz lecturas co-mentadas para las presas, algunas de las cuales, segntestimonios, recordaban con nostalgia aquellos encuen-tros con Camila.Ese mismo camino itinerante la llev a viajar pormedi omundoparaconocer, depri meramano, l asXobras hermosas de la civilizacin humana. Y la llev alos Estados Unidos donde en Vassar College y en otrasuniversidades e instituciones culturales dej la impron-ta de su personalidad,de su sabidura,de su carcterreci o y dul ce.Asl o podrn apreci ar l os l ectores deeste libro, donde encontrarn los testimonios de algu-nos de sus contemporneos, y de discpulos en la uni-versi dadhabanera, todosf i gurasdestacadasdel aliteratura cubana, que revelan la huella indeleble queenel l osdej Cami l a, cuandosucami nol atraj odevuelta a Cuba,ahora para trabaj ar,ella,que se habaganado tras l argos aos de trabaj o,mereci do reti ro,en la enseanza en su Universidad y a colaborar con elMinisterio de Educacin en los nuevos planes de estu-dios de las asignaturas de Espaol y de Literatura enl os grados del7mo al 12mo.En esta l ti ma tarea,me correspondi ,por deci -si n de l a Dra.Dul ce Mar a Escal ona,destacada pe-dagoga, a la sazn decana de la Facultad de Educacindespus, Instituto Superior Pedaggico Enrique JosVarona- formar parte, junto con dos o tres funciona-rios del Ministerio de Educacin,de unaComisin,presidida por Camila. Aqu pude apreciar de cerca lascualidades y la cultura de esta mujer excepcional, queXIera capaz de encauzar opi ni ones di versas,establ ecercriterios comunes y expresar sus consideraciones de for-ma tal que ninguno se sintiera inferior o disminuido.La recuerdo, alta, serena, erguida siempre, vinien-do a pi e a l a Escuel a de Letras,o por l os cami nos dela Ciudad Escolar Libertad, donde radica el InstitutoSuperior Pedaggico Enrique Jos Varona, del cual eraasesora, sin que pareciera molestarle el ardiente sol deCuba. Sonriente siempre, se sentaba muchas veces enlos bancos del vestbulo a conversar con profesores yal umnos,y en aquel l as conversaci ones aprend amostanto como en una cl ase o en una conferenci a.El l a,Camila, era siempre, en todo momento, una maestra.Recuerdo la sonrisa en su cara cuando me cont, conojos pcaros, que en ocasiones tomaba un taxi para vi-sitar a unos familiares que vivan en la esquina de lascalles 23 y 2. Ella, con su correcta pronunciacin, mar-caba la ese final del 2, y los choferes, invariablemente,l a c onduc a na 2 3 y1 2 , por l oque de c i di ,graciosamente, pronunciar, a la cubana, simplementedo. Nunca ms hubo confusiones.En vari os de l os trabaj os que se i ncl uyen en estevolumen, algunos de los autores se lamentan de que lagran obra de Camila no se hubiera recogido en libros,lo que,dicho sea de paso,a ella no le importaba mu-cho porque se consi deraba,ms que escri tora,maes-tra. La presente coleccin demuestra que s era ambasXIIcosas, y era, adems, sagaz crtico. Al contribuir a ha-cerl o, pi ensoqueestamossal dandounadeudaconCamila.En este volumen,adems de los testimonios y re-cuerdos de algunos de sus contemporneos y discpu-los, encontrar el lector entrevistas que se le hicierona Camila en distintos momentos de su vida, reseas desus conferenci as y cursos,poemas dedi cados a el l a ytambin artculos, y una biobibliografa que da idea dela amplitud y fecundidad de su quehacer profesional.No quisiera terminar estas palabras introductorias,si n expresar mipersonalsati sfacci n por poder ren-dir, con esta coleccin, el emocionado homenaje quemerecen Camila Henrquez Urea,su vida y su obraimperecedera. Ella sigue siendo un lazo ms entre do-mi ni canos ycubanos , hi j os t odos dees t as i s l ascari beas que,j unto alPuerto Ri co bi enamado,for-man l o que Jos Martl l am l as i sl as dol orosas delmar.XIIIobrasy apuntesXVCamila Henrquez UreaXVI21 La mujer y la cultura, en este volumen.ITESTIMONIOS DECONTEMPORNEOSY DISCPULOS3LA DOCTORA CAMILA,MI PROFESORA DE LITERATURA.SALVADOR ARIASCuando pude publicar mi primer libro en 1974, bajo el ttulo de Bsque-da y anlisis. Ensayo crtico sobre literatura cubana, mi impulso natural fue dedicarloAl memoria de la Dra. Camila Henrquez Urea, profesora. Y en las pgi-nas introductorias a mis textos reafirmaba la deuda de gratitud contrada,muy en especial, con la Dra. Camila Henrquez Urea, cuya muerte, coinci-diendo con la terminacin de este libro, me impulsa a dedicrselo en humildey emocionado homenaje, infinitamente pequeo por parte de quien de ellarecibiera tan altos ejemplos de dedicacin de lozana y dignidad.Y es que si durante mis estudios en la Escuela de Letras de la universidadhabanera tuve excelentes e inolvidables profesores, la presencia de la Dra.Henrquez Urea; Camila para sus alumnos, fue una constante durante loscuatro aos que pas estudiando all.A sus clases, a las frecuentes consultas que le haca, a la cuidadosa revisinde nuestros trabajos que efectuaba, a su conducta en general, debo en granmedida mi visin actual de lo que es la Literatura, as con mayscula, aunquesin empaques ni academicismo engorroso.En emotivo ejercicio de la memoria podemos retrotraernos a aquellosdas, despus del triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959, cuando laUniversidad de La Habana iniciaba sus aos de reformas, con la creacin,Camila Henrquez Urea4entre otras carreras, de la Escuela de Letras, desgajando as los estudios litera-rios de la antigua Facultad de Filosofa y Letras, que yo haba iniciado antes dela clausura universitaria por la tirana batistiana.El nuevo plan de asignaturas aparecido en los peridicos exarceb nues-tras apetencias intelectuales, unido a la presencia de nuevos y prestigiosos pro-fesores, que entonces se incorporaban a la docencia universitaria habanera. Yentre esos nombres, el de Camila Henrquez Urea sonaba con especial atrac-tivo, ligada a una de las ms prestigiosas y conocidas familias de intelectualesen Hispanoamrica. Esto me hizo, abandonar m, ms o menos, seguro em-pleo como bancario para acogerme a una de las becas que el gobierno revo-lucionario ofreca. As ingres en el edificio de 12 y Malecn a principio de1962.Durante el primer ao de la carrera Camila nos daba clases, diariamente,le Literatura General. Aunque los textos de la Grecia antigua no eran desco-nocidos para mi, entonces adquirieron un nuevo significado y valor.En ameno acercamiento, sin aparente erudicin, nos fue presentandotextos que a veces eran ledos por ella misma, con clara diccin y exquisitasensibilidad. Pues ella manejaba recursos, digamos, actorales, pero siemprecon una justa medida de lo que era una clase. Entonces ramos un gruponumeroso de alumnos, pues al abrirse de nuevo la universidad, tras aos declausura, se unieron varias promociones, adems de atemporales seducidospor las novedades de la indita carrera. Pero la voz de Camila, una hermosavoz de mezzosoprano que nunca forzaba, llegaba a todos. Un da, conversandocon ella, nos descubri el ms sencillo de los secretos: daba sus clases para laltima fila de alumnos de la sala.La cultura de Camila siempre me pareci insondable, pero nuca he vistouna erudicin expresada con mayor sencillez y encanto. Para llegar a eso, pien-so, haba que tener una formacin tan slida como la que, desde sus primerosaos, recibi de su madre Salom Urea y de sus hermanos mayores, Padresy Max. El rigor de sus acercamiento era ejemplar: para ella, conocer la obrade un autor era lersela toda, aunque slo fuese para comentar un solo texto.Y si se poda hacer en el idioma original, mejor; aprendi noruego para leersea Visen. Haber recorrido de las manos de Camila en dos aos la literaturauniversal, desde los griegos hasta Proust, Joyce y Kafka, ha sido una de lasexperiencias de veras cruciales de mi desarrollo cultural.Para Camila una clase era una clase, valga la redundancia, y este conceptocompendiaba toda la sabidura del mundo, pero tambin la comunicacinms plana. No recuerdo haberla visto alterarse o distraerse mientras cumplaobrasy apuntes5su ejercicio docente, ni siquiera cuando en medio de la clase uno de sus alum-nos irrumpi excitada para anuncia que acababan de asesinar al presidenteKennedy. Las dificultades entonces eran muchos, pues los primeros aos de laRevolucin impusieron ciertas carencias. Pero el deseo de superarlas era ma-yor. A veces un libro imprescindible no apareca y ella saba buscar el sustituto.Recuerdo que durante el segundo ao nos lea en clase fragmentos de unatragedia de Racine que no estaba en los fondos de nuestra biblioteca. Los leacon la misma perfeccin de siempre, pero un da descubrimos que el libroestaba en francs y ella, al leerlo, lo estaba traduciendo al mismo tiempo.Nos facilitaba texto importantes poco accesibles que la Asociacin deAlumnos entonces yo era presidente de la FEU en la Escuela- copiaba ymimeografiaba para que todos los tuvisemos en la mano.Algunos de aquellos textos eran estudios originales de la propia Camila,por suerte despus recogidos en soportes ms perdurables.Sin embargo, a pesar de la excelencia de sus escritos, ella no se conside-raba una escritora. Escritores, sola decir, eran sus hermanos Pedro y Maxpero ella, ella era una profesora.Expresaba esto con orgullo y, segn supropia confesin, lo que ms le gustaba era darles clase a nios pequeos.Como profesora, no le importaba echar mano al mejor material ajeno exis-tente. Si no, lo creaba ella misma. As, despus de tratar de Ilada de Homeroen clases, lo que hizo fue leernos el que ella entenda era su mejor comentario:el que hiciera Jos Mart en La Edad de Oro. Sin embargo, cuando nos ofreciposteriormente un seminario sobre narrativa latinoamericana, hizo un originalestudio sobre Los pasos perdidos de Alejo Carpentier. Aos despus, cuando yafallecida su archivo pas al Instituto de Literatura y Lingstica, guiado por elrecurso, busqu en sus cuidadosas tarjetas para las clases y encontr sus apun-tes, los cuales con solo unos retoques (suprimir repeticiones innecesarias, loca-lizar las citas de la novela) se convirti en un excelente ensayo que ha sidopublicado varias veces.Su humildad era proverbial. Nunca la vimos hacer alardes de su impre-sionante currculum acadmico, acumulado sobre todo fuera de Cuba. Inclu-so en los aspectos materiales rechazaba lo que poda significar algn privilegio.Hubo un momento en que su turno de clases terminaba tarde, ya de noche.Un da nos dimos cuenta que ella caminaba un oscuro y extenso trecho, enascenso, desde la aislada Escuela de Letras hasta el Hospital Calixto Garca,donde exista una piquera de autos de alquiler. Le pedimos a la direccin de laescuela que ese era un problema que deba solucionarse, pero mucho trabajocost que Camila aceptara utilizar un auto con su chofer particular para tras-ladarse. Prueba de humildad fue tambin cuando, siendo yo Instructor noCamila Henrquez Urea6graduado, al asistir a un curso especial que ofreca Mirta Aguirre sobre JuanBautista Vico, me encontr con Camila de condiscpula.Entre el proceso revolucionario que entonces vivamos con efervescen-cia y Camila Henrquez Urea se produjo una evidente relacin interactiva.Ella nos ofreci su saber, su comprensin, su dignidad. Y a la vez se fuepenetrando de nuestras ansias juveniles, de nuestros deseos por alcanzar cosasnuevas y mejores. Esto se refleja en muchos de sus textos de entonces, algunasentrevistas todava por rescatar de las pginas de los peridicos. Incluso, en sufsico se reflej ese cambio, en su forma de vestir, en su disposicin a com-partir muchas tareas, como la de ofrecer charlas en los ms diversos lugares.Para m, entre las mltiples lecciones que recib de ella existe una que meparece muy recordable, pues actualmente suele obviarse ms de lo debido. Serefiere a cmo establecer relaciones de compenetracin y afecto con los alum-nos, pero siempre en un plano de dignidad, de respecto: la enseanza nopuede fluir si el profesor deja de ser profesor o el alumno, alumno. Verdad dePerogrullo que a veces se esquiva en aras de acercamientos falsamente igualitarioso francamente demaggicos.Camila Henrquez Urea ha dejado un grupo de texto importante que lacoloca entre los escritores a tener en cuenta dentro de las letras hispnicas.Pero su legado, como su propia vida, va mucho ms all de la letra escrita ydebe ser renovado ejemplo de entrega, sabidura y afecto para las nuevasgeneraciones. Los que la conocimos tenemos ese deber. Estas humildes pala-bras mas, que ya finalizan, intentan, en alguna medida, cumplir ese propsito.Salvador Arias Garca (Caibarin, Cuba, 1935). Doctor en Ciencias Filolgicas dela Universidad de La Habana. Desde 1971 se desempea como Investigador Literario,primero en el Instituto de Literatura y Lingstica y posteriormente en el Centro deEstudios Marcianos. Adems de mltiples colaboraciones en publicaciones peridicastiene editado los libros Bsqueda y anlisis (1974), Tres poetas en la mirilla (1981) y Aire yfuego en la raz: Jos Mara Heredia (2003). Su libro Un proyecto martiano esencial: La Edad deOro recibi premios anuales de investigacin del Centro Juan Marinillo y de la Academiade Ciencias y fue considerado entre los diez mejores libros publicados en Cuba duranteel ao 2001. Tambin ha realizado numerosos folletos, prlogos y compilaciones.7CAMILA HENRQUEZ UREA:IN MEMORIAMVICENTINA ANTUAHace justamente tres aos que nos congregamos en esta Aula Magna entornoa Camila Henrquez Urea, para el acto solemne de su investiduracomo profesor emeritus de la Universidad de la Habana. Fue el 21 de diciem-bre de 1970 y nuestra casa de estudios celebrabala Jornada del Maestrootorgando la ms elevada jerarqua acadmica a quien tan meritoriamente sehaba hecho acreedora a ella.Hoy, en medio de la desolacin que sentimos, no solo por el hechonatural de la muerte de Camila a edad bastante avanzada, sino por el incom-parable vaco que deja su desaparicin en la cultura cubana y, en lo personal,en nuestro entraable afecto, nos reunimos de nuevo para tributarle pblicohomenajede recordacin.Hace tres aos, en aquella fiesta del espritu, la compaera Mirta Aguirre1y el entonces rector de la Universidad, compaero Miyar, tuvieron a su cargoexaltar las excepcionales calidades que tan singular hacen el magisterio de CamilaHenrquez Urea.En esta ocasin, qu puedo hacer yo que no sea repetir lo que, interpre-tandocabalmente el sentir colectivo, expusieron ellos en forma inigualable?Trabajo ledo en el Aula Magna de la Universidad de la Habana el 28 de diciembre de 1973, conmotivo del homenaje pstumo rendido a la Profesora Emrita Camila Henrquez Urea. Publicadoen: Casa, No. 84,Mayo Junio1974, pgs. 96 105.1 Mirta Aguirre :Para Camila Henrquez Urea.En Casa, No. 65 66, 1971.Camila Henrquez Urea8Por otra parte, despus de la sntesis biogrfica que acabamos de escucharle aNuria Nuiryquiz solo me reste extraer de los largos aos en que goc delprivilegio de la amistad de Camila, recuerdos y ancdotas que muestran ras-gos de su carcter y aspectos menos conocidos de su quehacer pblico, quecompletan la imagen que atesoramos de esta mujer extraordinaria. Y puestoque se trata de evocarla lo ms fielmente posible, citar su propio testimoniosiempre que me sea posible, pues, aunque era muy poco dadaa hablar de smisma, tenemos a nuestro alcance algunas entrevistas que, en los ltimos aos,le hicieron alumnos devotos interesados en conocer detalles de su fructferaviday la trayectoria de su impar magisterio.En una de esas entrevistas, refirindose a su niez y a sus aos juveniles,Camila dice sencillamente: En 1994 llegu a Cuba siendo nia y cursla enseanza primariaen la Escuela Modelode Santiago. En ese perodo tambin recibclases de una profesora francesa y perfeccion la gramtica del francsque haba aprendido de mi padre.En 1911 march a la capital para hacer el bachilleratoen el Institu-to de La Habana. Lo termin en dosaoscon muy poca asisten-cia a clases. Despus matricul en la Universidad. Esto coincidicon una estancia de mi hermano Pedro aqu y l me prepar en losestudios literarios. En 1917, en febrero, obtuve el doctorado enFilosofa y Letras. Ms tarde obtuve el doctorado en Pedagoga.Fui a los Estados Unidos. All tuve oportunidad de tomar cursosde literatura comparada de lenguas romances en al Universidad deMinnesota. Estudi durante tres aos La Divina Comedia. Obtu-ve all un nuevo titulo universitario.2As, de esta manera parca, escueta, resume los primeros treinta aos desu vida, como para corroborar lo que poco antes ha afirmado a sus entrevis-tadores: No s por qu van a hacer un trabajo sobre mi vida. No tiene nadaimportante. En esta afirmacin y en el prrafo que he copiado resalta suexcesiva modestia; pero tambin el recato de una personalidad como la suya,profunda y reservada, no hecha a desnudar su intimidad y a comunicar viven-ciasque piensa no deben rebasar el lmite de lo individual.Sabemos que en esos aos en que se forjaba la austera estructura intelec-tual y moral de Camila, reconoca ella la enorme influenciaque ejercieron suhogar la casa, dice ella en una oportunidad, era realmente una casa deestudio; toda la familia se dedico siempre a estudiar, su padre y hermanos2M. Salado y M. Rodrguez: Camila Maestra, En: Vida Universitaria No. 216 217, 1969.obrasy apuntes9mayores, especialmente Pedro, su maestro no solo en los estudios literarios,sino tambin su gua en la vocacin por el magisterio y en la formacin de unaactitud tica y humanista ante el mundo de la cultura. Conocemos asimismoque fuesu colaboradora en la Universidadde Minnesota, donde PedroHenrquez Urea cre el DepartamentoHispnico y donde dej una estelaimperecedera, como me fue dable comprobar veinticinco aos mas tarde,cuando estuve en ese Departamento como profesor visitante.En 1924 Camila regresa a Santiago de Cubay comienza a trabajar en laAcademia Herbart.Mara Luisa Rodrguez Columbi rememora aquella eta-pa: Hace cuarenta aos fui su alumna en el bachillerato en laAcademiaHerbart, de Santiago de Cuba. La recuerdo caminando en aquellos pasillos;joven, alta muy clsica en el vestir. Era nuestro modelo. Segura en las explica-ciones, delicada en sus orientaciones con una forma especial para corregirloserrores que jams hiri a nadie. 3Tres aos despus se hace cargo de la ctedra de Lenguas y LiteraturasHispnicas de la EscuelaNormal de Oriente, en la cual tambin son profeso-res su padre, Francisco Henrquez y Carvajal y su hermano Max HenrquezUrea, que fue uno de sus fundadores. Podemos pues recordar aqu lo ex-puesto por Camila en relacin con la dedicacinde su hermano Pedro a laenseanza:Hay un motivofundamentalque es familiar, y es que todos losHenrquez se han dedicadoa la enseanza. Y en l se agrega lacircunstancia de que los Urea tambin. Nuestra madrefue la fun-dadorade la enseanza superior de la mujeren Santo Domingo.Cuando trabaj all en la reforma de la enseanza el gran puertorri-queoEugenio Maria de Hostos,ella fue su colaboradora y fun-daron las escuelas normales, que, desde luegotenan que ser privadas,no haba otra posibilidad en ese momento, y a mi madre le toc ladireccin de la escuela normal de maestros que se llam Institutode Seoritas y gradu dos generaciones de maestras, las primerasde Santo Domingo. 4La labor de los Henrquez Urea, empero, no se circunscribe a las aulas,sino que la extienden a la colectividad, como propagadores de cultura. En esa3Idem.4ConversatorioconCamila.EnBoletndelDepartamentodeLenguayLiteraturaHispnica.Escuela de Letras, Universidad de La Habana, nmero especial, 1970.Camila Henrquez Urea10poca era Max en Santiago el mximo animador de actividades literarias yartsticas, y como tal, expone Camila, que colaboraba en sus empeos:public varias revistas, desde Cuba Literaria hasta Archipilago,revista de la InstitucinHispano-Cubana de Cultura, que l dirigiall. Fund la Academia Domingo del Monte, de Estudios deDerecho y no creo que hubo una sola manifestacin cultural enSantiago en que l no tomara parte, porque su actividad era ince-sante y desde luego, tuvo mucha influencia. All se acuerdan toda-va, los que vivieronen la poca aquella, de la actividad que lleg atener Santiago, ciudad que tiende a abandonarse intelectualmente;no es suficientemente activa. Siempre necesita un animadory esefue Max. Como l era msico tambin, pianista ms que aficiona-do, pues en realidad estudi para profesional y tena conocimientoextenso y profundo de la msica, tambin provoc un movimien-to de vida musical en Santiago, como no lo ha habido despus.5En los primeros aos de la dcada del treinta, las graves perturbacionespolticas de la lucha antimachadista provocan la clausura temporal de la Es-cuela Normal de Oriente, como de los restantes centros secundarios de laRepblica, y de la Universidad; muere por esos aos el padre de Camila y suhermano Max deja Santiago. Es entonces cuandoCamilavuelve a la Habana,no todava permanentemente, pero s por largos perodosque le permitendesarrollar cursos, ofrecer conferenciasy colaborar activamenteen el Lyceumy con la Institucin Hispano-Cubana de Cultura. Recuerdo que su primeraconferencia en el Lyceum fue en 1934, sobre la poetisa uruguaya DelmiraAgustini; esa conferenciafue publicada aos despusen la recin fundadarevista de la asociacin 6, de la que fue Camila una de sus primeras directoras.En aquellos aos difciles, como tambinen los que siguieron a la fraca-sada huelgade marzo de 1935 contra la dictadura de Batista, fueron el Lyceum,en primer lugar, y otras pocas instituciones no oficiales, las encargadas demantener viva la llama de la cultura; las encargadas de evitar que las sombrasde la barbarie entronizada en el poder alcanzaran los ms recnditos rinconesde la vida del espritu. Fue en esa pocael Lyceum refugio y tribuna de losintelectualescubanos, as como de los republicanosespaolesa quienes laresaca de la guerra civil en su patria haba arrojadoa nuestras playas. Enaquella verdadera universidad de estudios libres, como la llam alguien,Camila, siempre preocupada por la juventud, ofrece para ella sucesivos cur-sos de apreciacin literaria, de historia de la literatura y elarte en Espaa y5Idem6Camila Henrquez Urea : En: Delmira Agustini. Lyceum, vol I, n.4, 1936obrasy apuntes11lecturas comentadas de autores clsicos, con todo lo cual, como nos recorda-ba Mirta Aguirre hace tres aos desde este mismo lugar, tanto contribuy aencauzar vocaciones y a impedir la prdida total devalores jvenes para lacultura nacional.Muy importante fue para entonces la larga estanciaen Cuba del granpoeta espaol Juan Ramn Jimnez, que se interes vivamente por conocerla produccin de los poetas jvenes cubanos,a quienes invit, a travs de laInstitucin Hispano-Cubana de Cultura, a enviarle sus creaciones. Su entusias-mo le hizo llamar a colaborar con l a CamilaHenrquez Urea y a JosMara Chacn y Calvo, para entre los tres seleccionar los mejores de los poe-mas recibidos. La seleccin constituye la antologa La poesa cubana en 1936,publicada bajo los auspicios de la Institucin Hispano-Cubana de Cultura.Por esa misma poca ocurriun incidenteen la vida de Camilaque noquiero pasar por alto,porque se enlaza con unode los aspectos menosdivulgados de su actuacin pblica. Con motivo de la visita a Cubadelconocido dramaturgo, entonces comunista, Clifford Odets, una comisin deartistasy de hombres y mujeres de izquierda acudi al muellea darle labienvenida. Entre las lyceistas que formaban partede la comisin,estabaCamila. La persecucin ideolgica desenfrenada por aquellas fechas, hizo quese detuviera,con amplio despliegue de fuerzas policacas, a los integrantesdela comisin. Camila y sus compaeras de aventura fueron enviadas a la Crcelde Mujeres de Guanabacoa, donde exista ya un numeroso contingente depresas polticas.Ella, por supuesto, no perdi en ningn momentola sereni-dad y el buen humor y, porlas compaeras que compartieron con ella losdiez o quince dasque dur su encierro, conocemos lo que signific paratodos su digno porte, su disciplina moraly su adaptabilidad a la penosascondicionesde la prisin.Charo Guillaume me ha contado cmo, al llegaraquel nuevo grupo de mujeres, hubo necesidadde improvisar incmodoscatres paraellas, pues todas las camas disponiblesestaban ya ocupadas porreclusas, y como, Camila, que, por su elevada estaturaapenas caba en el catreque se le asign, se neg de planoa aceptar el ofrecimiento de Charo y deotras compaeras de cederlesu cama.Maestra fue alltambin y no solo porel ejemplo de su conductapersonal, sino por su preocupacinpor elevar elnivel de convivencia de aquel grupo de mujeres entre las que haba obreras,estudiantes, profesionales y polticasde muy variada cultura e ideologas. Cadanoche se reunan a su alrededorpara disfrutarde sus amenas plticas, puesera una conversadora insuperable, y para orla leer y comentar, con aquel arteexquisito que solo en ella hemos conocido, alguna obra de contenido literarioo poltico social, porque diariamente, les deca, hay que leer un libro y fueCamila Henrquez Urea12as tan eficaz su prdica y su ejemplo, que liberada ella, continuaron esta prc-tica las reclusas; seguimos yendo despus a la escuelame deca una, conmucha gracia.No fue poco tambin lo que debi a su influjo personal la Unin Nacio-nal de Mujeres, una de las organizaciones unitarias de mayor importancia en lahistoria del movimiento femenino en Cuba, que se fund poco despus deser liberadas las presas polticas y que Camila presidi algn tiempo. FueestaAsociacin la que, en 1938,tuvo la iniciativa de convocar el III CongresoNacional de Mujeres, cuya organizacin puso en manos de un Comit Ges-tor, integrado por representantes de todos los sectores de la poblacin. Des-pus de un aode trabajo preparatorio, se celebr este masivo Congreso enel mes de abril de 1939, con la asistencia de unas dos mil trescientas delegadasde todo el pas. Camila tuvo a su cargo el discurso inaugural y presidi des-pus la Comisin La mujer y la cultura.En das de exacerbadas pasionespolticas, en vsperasde la AsambleaConstituyente y de laselecciones gene-rales,que la fuerte oposicin internay la situacin internacional haban obli-gadoa Batistaa convocar, es fcil comprender el cuidado y el tacto quefueron necesarios para evitar escisiones en el senode aquel Congreso. Apenasrealizada la primera sesin plenaria, en la que se eligieron la mesa del Congre-soy las de las distintas comisionesse produjo un conato de divisin por unexiguo grupo de mujeres de derecha, inconformes con la tnica izquierdistaque, necesariamente, tomaba la asamblea. Aquellas mujeres, entre las cualesfiguraba una fundadora del Lyceum, trataron de lograr que esta asociacin, lade mayor prestigio entre las adheridas al Congreso, hiciera pblicas declara-ciones en las que denunciabanla parcialidad de este yseparndose de l.Esto, por supuesto, no se hizo; pero lo que ignoran muchos es que fue lalimpia actitud de Camila Henrquez Urea, su vigorosa personalidad, su res-peto a los principios y sus profundas convicciones, las que salvaron la unidaddel Congreso. Nunca olvidaremos cmo en la urgente reunin de las quefigurbamos como delegadasdel Lyceum, convocada para aquella mismanoche por la presidenta de la asociacinpara discutir la solicitud que se lehabahecho por las mencionadas mujeres, Camila, una vez informada, pusopunto final al asunto con estas palabras: De ninguna manera estoy dispuestaa abandonar un Congreso que acaba de iniciarse, pronosticando,sin baseobjetiva alguna, lo que va a ocurrir en l. Esto sera traicionar los intereses denuestra causa. Lo correcto es mantenernosdentro del Congresoy adoptaruna lneade conducta vigilante, para coadyuvar al logro de sus fines. Lesconfieso que para mi, que me iniciaba para entonces en estas lides, fueunadelas ms elevadas lecciones, de las muchas que debo a Camila.obrasy apuntes13Unos meses despus, en julio de 1939, pronunci en la Institucin His-pano- Cubana de Cultura, de la que fue Vicepresidenta, una conferencia, Elfeminismo 7, resultado de un profundo estudio, como todos los suyos, so-bre la situacin de la mujer desde las sociedades primitivas hasta nuestros das.En esa conferencia, cita obligada para todoslos que con posterioridad noshemos ocupado del tema, expuso sus criterios sobre el status social delamujer que, sin duda, debieron parecer audaces, cuando no censurables, alambiente pacato e hipcrita de la burguesa contempornea.Muchas mujeres [dice en los prrafos finales] de los tipos conside-rados por el hombre como virtuosos se han educado en la creenciade que las mujeres de otros tipos no merecen ni proteccin ni mi-ramientos. Cualquier ley o costumbre que pudiera favorecer a lasotras, la interpretan como una medida en contra de los derechosadquiridos por ellas al precio de mantener la virtud.Leyes que puedan hacer menos rgido el matrimonio, que protejanal hijo ilegtimo, que dena las mujeres sin virtud el derecho de vivir,lesparecen un atentado contra su seguridad. Otras muchas muje-res, por la educacin que han recibido, no se preocupan y mirancon absoluta indiferencia los problemas femeninos de orden so-cial. Cuando el reciente Congreso Nacionalde Mujeresreunidoen La Habana, promovi discusiones en torno a todos los proble-mas que interesan a la humanidad y,entre ellos, problemas especia-les de la mujer, una dama de familia acomodada y de instruccinpoco comn, me dijo: No he asistido a ese Congreso, porque nome interesa. Ninguno de esos problemas atae a las mujeres de miclase. No tenemosesos problemas. Si algunas han concurrido serpor altruismo. Cuando aquella seorame dej, yo me quedepensando en un drama de aquel gran defensor de la mujer, el escri-tor noruego Ejrnstjerne Bjrnson. Es una tragedia intenssima. Aconsecuencia de un conflicto econmico, la ruina de una familia esinminente. Acarrear consigo el deshonory la muerte.A travs de las escenas vivimos momentos de angustia, en un am-bienteominoso. Sobre la cabeza del padre, de los hijos, de lamujer, por tanto, se cierne la catstrofe. Mientras, ella, la esposa delprotagonista, la madre de familia, entra y sale murmurando conaire de quien tiene que resolver el ms arduo de los problemas;Qu me har, que men dispondr para la comida de esta no-7 Camila Henrquez Urea: El feminismo.En Ultra, n. 39, septiembre de 1939.Camila Henrquez Urea14che?, no cambiar, no puede cambiar en pocos aosla mentalidadque ha llegado a tal grado de invalidismo.La lucha est muy lejos de vislumbrar siquiera una terminacin perolo importantees que la mujer puede trabajary lo hace, por lograrque la ley y la costumbre se modifiquen y permitan su avance por laruta que se propone seguir, cuyos jalones son los siguientes puntosfundamentales:a) la emancipacin econmica que implica la re-forma de las condiciones sociales que limitan el desarrollo de sucapacidad para trabajar y producir; b) la capacidad jurdicacom-pleta por la reforma de todas las leyes que la mantienen en condi-ciones de inferioridad en relacin con el hombre y el establecimientode leyes especiales favorables a la maternidad; c) la obtencin detodos los derechos polticos;d) el derecho y la posibilidad paraobtenerla educacin integral; e) la revisin de los fundamentosenque descansa la moralsexual []Cuando la mujer haya logrado emancipacin econmica verdade-ra, cuando haya desaparecido por completo la situacin que obligaa prostituirse en el matrimoniode inters o en la venta pblica desus favores; cuando losprejuicios que pesan sobre su conductasexual hayan sido destruidos por la decisin de cada mujer de ma-nejar su vida; cuando las mujeres se hayan acostumbrado al ejerci-cio dela libertady los varones hayan mejorado su detestableeducacin sexual; cuando viviendo das de nueva libertad y de paz,a travs de muchos tanteos se halle manera de fijar las nuevas basesde uninentre el hombre y la mujer, entonces se dirn palabrasdecisivas sobre este complejo problema.Me he detenido en hacerlesesta larga cita, por ms de una razn. Meparece, en primer trmino, quea los que conocen a Camila solo como laimpredecible profesora y crtica de literatura que fue, les revelasu precisincombativa y progresista a favor de la transformacin de la sociedad, encon-tra de todo lo limitado, anacrnico e injusto.Tanto en el terreno intelectual como en el dela vida prctica, distamucho Camila de sustraerse en una atalaya o en una torre de marfil. Por otraparte, si en el fragmento ledo se pone de relieve el valor de esta mujer para,sin perder elbuen gusto que la caracterizaba, exponer crudas verdades, tam-bin se condena al ciego egosmo y la insensibilidad moral de mujeres que seconsideraban situadas en los peldaos superiores de la escala social, unas porrazones econmicas y otras por su xito artstico o profesional. Y esto eraentonces una cuestin importante sobre todo en relacin con las mujeres queobrasy apuntes15se destacan por su talento en diferentes ramas de la cultura. Porque una de lasformas ms sutiles de combatir los esfuerzos que se realizaban a favor de lasuperacin colectiva de la mujer, fue la de contrastar la existencia de extraor-dinariascapacidadesfemeninasenelpasado-unaGertrudisGmezdeAvellaneda, por ejemplo- con la ausencia total de ellas en momentos en quetenan acceso a todas las posibilidades de educacin y cultura.En un breve trabajo intitulado La mujer y la Cultura 8 ledo por Camilaen un acto de propaganda del Congreso Nacional de Mujeres y publicadodespus en la revista Lyceum, aborda el tema y lo discute seguramente con suhabitual probidad intelectual y, sobre todo, consus slidos criterios de mejo-ramientosocial. Dice en una parte de su trabajo:Las mujeres de excepcin de los pasados siglos representan, aisla-damente, un progreso en sentido vertical. Fueron precursoras; aveces, sembraron ejemplo fructfero. Pero un movimiento culturalimportante essiempre de conjunto, y necesita propagarse en senti-do horizontal. La mujer necesita desarrollar su carcter en el aspec-to colectivo, para llevar a trmino una lucha que est ahora en suscomienzos. Necesita hacer labor de propagacin de la culturaqueha podido alcanzar, para seguir progresando. Y siempre que lacultura tieneque extenderse, da la impresin de bajar de nivel. Setrata de una ilusin ptica. Igual impresin se tuvo cuando empeza aplicarse a la educacin la teora democrtica [...]Quizs las mujerescubanas, por dedicarsecon tanto entusiasmo aesa labor de propagacin, no tengan ahora tiempo para la de con-centracin en el aislamiento que implica la creacin de una granobra personal en el arte o en la ciencia;pero estn realizando unaobra colectiva de inmensa trascendencia, en la que se suman susesfuerzos a los de todas las mujeres americanas, como los esfuer-zos de arquitectos, escultores y pintores sin nombre ni nmero co-nocido se sumaban en la magnfica realizacin de la catedral gtica,expresin viva de una poca del espritu humano. Esa labor de lamujer cubana ser perdurabley su radio de influencia sobrepasarlos lmites del pas. Si ms de una capacidad personal superior pa-lidece o queda escondidaen el esfuerzo de conjunto, no lo lamen-temos demasiado, porque nos ha tocado establecer los cimientosde un edificio indestructible.8Camila Henrquez Urea: La mujer y la cultura, En: Lyceum, Vol. IV, N.13, 1939Camila Henrquez Urea16No es frecuente hallar en la historia de la cultura femenina, mujeres supe-riores por su cultura y por su talento, dispuestas a sacrificar generosamente lailusin de una obra de creacin personal, en favor de la elevacin cultural ysocial de sus congneres. Las cubanas contamos, por lo menos, con dos,Maria Luisa Dolz, a principios de este siglo, y Camila Henrquez Urea, am-bas, y no por casualidad, educadoras eminentes.Estas actividades de Camila que acabo de rememorar, se corresponden,en el orden intelectual, con el inters quedemostr siempre en el estudio de lapresencia de la mujer en la historia y en la literatura.Asunto de notablestrabajos ensaysticos suyos son, entre otros,estos temas: La carta comoforma de expresinliteraria femenina 9;La mujer en el Teatro de BernadShaw;Presencia de la mujeren el Romanticismo 10,as como el deMujeres de la Colonia 11, sobre el cual realiz trabajo de investigacin en elArchivo de Indias, en Sevilla, aprovechando para ello su aosabtico delVassar College,en 1953.Uno de los rasgosms acusados del carcter de Camilaera el de laseriedad en el tratamiento de cualquier cuestin por poco importante que estapareciera, lo que no estaba reido con su fino sentido del humor, que lepermita matizar agudamente lo mismo un comentario de lectura que unaconversacin privada. Lo nico que no toleraba era la frivolidad, la ligereza enla consideracin de cuestiones fundamentales. Recuerdo algunas ocasiones enla junta directiva del Lyceum en las que suavemente, pero con gran firmeza,exiga el anlisis de alguna afirmacin superficial o apresurada. Seguramente larecuerdan tambin los que tuvieron la dicha de ser sus alumnos, aquella expre-sin suya: Cmo? Vamos a ver eso con mayor detenimiento..., con la queiniciabaun dialogo a la manera socrticahasta esclarecer totalmente elpunto discutido.Recuerdo tambin, en ese sentido,incidentes de la conferencia celebradaen La Habana por la Asociacin Americana de la Federacin Internacional deMujeres Universitarias, en 1941, presidida por aquella notable educadora nor-teamericana, Virginia Gilderleeve, rectora hasta su muerte del Barnard College.Asistieron a esa conferencia delegados de casi la totalidad de los pases delNorte y Sur Amrica y,como invitadas especiales, designadas por el Lyceum,pues la asociacin de mujeres universitarias no estaba constituida en Cuba,9CamilaHenrquezUrea:Lacartacomoformadeexpresinliterariafemenina.En:Lyceum, Vol.VII, N. 25, 195110 Camila Henrquez Urea: Presencia de la mujer en el romanticismo En: Lyceum, Vol. V,N. 17, 194911 Camila Henrquez Urea: Mujeres en la colonia. En: Lyceum, Vol.XI, N. 39, 1954obrasy apuntes17participamos Camila, Piedad Maza y yo. Todas las delegadaseran mujerescultas, educadas y sumamente preocupadas por la guerra mundial, en plenodesarrollo en aquellos momentos; solo una,representante por cierto de unode los pases del Cono Sur, se caracteriz por su actitud frvola y por suscomentarios de corte francamente fascista en el curso de los debates. Porfortuna, algunos de esos comentarios, como el que hizo sobre la cuestinjuda, fueron cortados enrgicamente por Camila, quien diriga los debatesenlengua espaola. Y no fueron traducidos al ingls ni pasados a las actas. Msde una ocasin tuvimos durante la celebracin de la Conferencia para sentir-nosorgullosos de nuestra Camila, especialmente en la sesin inaugural, en quepronunci un hermoso discurso que espero haya conservadoentre sus pape-les, y podamos recuperarlo.Cuando se pasa revista a los aos que van de 1936 a 1942, causa asom-bro el intenso ritmo de la actividad cultural de Camila en ellos, pese a quetodava la retena la Escuela Normal de Oriente y se vea obligada peridica-mente a cumplir all deberes docentes, hasta que finalmente pudo obteneruntraslado temporal a una plaza de Literatura Espaola vacante en el Institutode Segunda Enseanza de Matanzas. Los que ansibamos tenerla de profeso-ra en nuestra Universidad, cremos llegado el momento al convocarse unconcurso - oposicin a una nueva ctedra monstruosa, pues comprenda lahistoria de la literatura espaolay la de las literaturas inglesa, francesa y alema-na.Nadie haba que pudiera disputrsela a Camila, conocedora de esas litera-turas en sus lenguas originales, pues es bien sabido que dominaba el francs, elingls y el italiano y que lea con facilidad el alemn,y,cosa extraordinariaennuestro pas, hasta el noruego. Nadie haba tampoco que pudiera presentar unexpediente tan rico como el suyo en servicio a la docencia y en labor ensaysticasobre temas de esas literaturas. Pero ella, que tenia muy elevado concepto dela especializacin cientfica, por respeto a s misma, se neg a figurar comocandidato a semejante ctedra y as, por la absurda agrupacin de materias enuna ctedra y por la misma rigidez de una estructura acadmica de coto cerra-do que nos impidi incorporar a nuestro claustro a muy destacados profeso-res espaolesexiliados, nuestra juventud universitaria se vio privada, duranteveinte aos, de uno de los profesores de literatura ms completos, de nuestrocontinente. Solo la Escuela de Verano, de ms flexible organizacin en cuantoa la contratacin de profesores, pudo beneficiarse con algunos cursos deCamila, en la dcada del 50. Fue necesario que el huracn de la Revolucinbarriera las arcaicas estructuras acadmicas, para que Camila, como lo expre-s varias veces, realizara su viejo ideal de ensear en su Universidad,y paraqueesta se honrara, tenindola en su seno. Haber trabajado con ella durantelos ltimos once aos, haber tenido ante nosotros el incentivo de su elevacinCamila Henrquez Urea18moral e intelectual, ha sido, para los profesores y alumnos de la Escuela deLetras, disfrute provechoso de una leccin permanente de sabidura y dedecoro.Profesora, maestra de literatura, que es decir ser capaz de formar, desentir y transmitir el goce esttico, de entusiasmar y de crear conciencia devalores humanos, del bien y de la belleza: eso fue Camila Henrquez Urea;eso,tan difcil, que muy pocos pueden lograr, porque exige excepcionalesdotes y consagracin sin lmites. No es frecuente que se conjuguen, como enella, la ms depurada sensibilidad literaria, una profunda cultura y una ampli-tud extraordinaria de intereses humanos y vitales, con la vocacin didctica,con la actitud y la disposicin para la enseanza.Esavocacindidcticaque,yalohemosvisto,poseantodoslosHenrquez Urea: Pedro, primado de la cultura americana, Max fundador deescuela, como su madre; y Camila, maestra inolvidable; esa vocacin, repito,no est hecha solo, ni principalmente, de condiciones innatas para transmitirconocimientos, como tampoco puede deberse solo a influjo de un ambiente,de un gran maestro o de una tradicinfamiliar, aunque esto pueda pesarbastante en ella, sobretodo en sus inicios. Lo que hace en verdad permanentey valiosa esta vocacin, y esto deben recordarlo siempre nuestros profesoresnoveles, es el amor a la juventud, que se traduce en inters y simpata por susproblemas, sus dudas y tanteos y sus desvelos; y es, en ultima instancia una feacendrada en la perfectibilidad del ser humano mediante la educacin. PorqueCamila tena esta vocacin, fue tan gran maestra, y porque para serlo, supoconservar una lozana de espritu y una muy flexible concepcinde la cultura,que le permitan comprender todos los cambios y acoger y asimilar todacorriente renovadora, lo mismo en lo literario que en lo didctico y en losocial.El profesor Moritz, nos deca en una conferencia PedroHenrquezUrea, acostumbraba a afirmar humorsticamenteque un buen profesor deliteratura tiene que ser embustero,porque al presentar una obra literaria a susalumnos, para lograr que se entusiasmen con ella, tiene que reunir sus propiasemociones, como si fuera la primera vez que sepone en contacto con dichaobra. Es, desde luego, una manera festiva de referirse a la primera condicinque debe tener una enseanza literaria no erudita, sino verdaderamente formativa.Que Camila lograba, como nadie ms, despertar el entusiasmo de susoyentes, lo sabemos de viejo cuantos pudimos asistir a sus cursos y conferen-cias enotros tiempos, pero es interesante escuchar al respecto el testimoniode sus alumnos ms recientes. Habla Mirta Yaez:obrasy apuntes19No le puedo tomar notas, lo importante es orla cmo disfrutaleyendo! Disfruta mucho con las maldades de los dems, con elhumor de los escritores. ConBaroja, por ejemplo. Y se re con ungusto tremendo. Pero un da, en el aula, nos lea Adis, Cordera, deClarn, y todos nos impresionamos mucho porque sindetener lalectura, con las inflexiones de voz necesaria, vimos que estaba llo-rando. Es la mejor profesora que hemos tenido; yo entr en elQuijote gracias a ella. Soy del grupo ltimo al que Camila ha dadoclases, y eso hace que uno se sienta triste y orgulloso al mismotiempo. 12Diony Durn comenta: Bueno, el primer da de clases con ella: noso-tros hemos odo la clase de profesora que es; uno est a la expectativa y sesienta delante deestagran mujer que dicen es severa, tierna y dulce. Y uno vaa ver lo que pasa. Y ya no la podr olvidar jams. 13Rogelio Rodrguez Coronel: Su influencia sobre el alumnado se sienteinmediatamente; ese sentido del humor tan especial, esa sensacin que trans-mite como de haber vivido cualquier momento de la cultura humana, esadisposicin denimo, esa serenidad ante todos los problemas que jamsentraa indiferencia, sino energa, majestad. 14En Camila la lectura oral, expresiva, adquira categora artstica; su voz,rica en matices e inflexiones,y su cuidada pronunciacin, castiza, pero sinafectacin alguna, cautivaban al oyente. En sus explicaciones usaba un lenguajesencilloy a la vez elevado, sin rebuscamientos ni exotismos, lo mismo que enla conversacin.Su porte majestuoso y su inalterable serenidad era lo prime-ro que impresionaba a cuantos se le acercaban y fomentaba un profundorespeto.Su sencillez era proverbial y corra pareja con su modestia y su ausenciatotal de narcisismo. Nunca olvidaremos sus compaeros la alegre disposicincon que acuda a los seminarios marxistas y a los crculos polticos, dndonosunejemplo ms de modestia y humildad intelectual. No olvidaremos tampo-co su insaciable curiosidad e inters cientfico; cmo, porejemplo, estudiaba,gozndose en ello, la teora de conjuntos, al establecerse la matemtica mo-derna en nuestra enseanza.12Mirta Yaez. En: Vida Universitaria. No. 216-217, La Habana, 196913Diony Durn: Idem14RogelioRodrguezCoronel:IdemCamila Henrquez Urea20 Oigamos lo que, con su fina percepcin de los valores,nos dice de ellaBeatriz Maggi:Hay mucho que decir: Cmo nunca hace sentir que ella es la personali-dad intelectual, el pozo de saber. Y queuno no lo es. A m me da laimpresinde que ha arribado a un equilibrio espiritual completo. Nunca estamargada; se irrita y parece humor o comicidad. A pesar de su edad y de susdolencias fsicas, ella es la primera en ir a dar conferencia en las fbricas,y nosolo la primera en ir, sino la primera en valorar el trabajo que se realiza. Lluevao truene, all est Camila, por encima de todas las dificultades, sinuna queja,siempre con una sonrisa, con una palabra de comprensin hacia las dificulta-des. A CamilaHenrquez Urea la cultura le ha servido para la vida, le hapasado a la sangre,a los poros. Es una demostracin de que cuando no es as,la cultura se convierte en unedificio inmenso donde no dan muchas ganas deentrar. 15Porque este juicio es exacto, pudo Mirta Aguirreexclamar,al conocersela muerte de Camila: Hemos perdido nuestro ltimo Humanista!Aqu, compaeros, podra terminar, pero me parece que este acto derecordacin sera un pobre tributo a la memoria de Camila Henrquez Urea,si no fuera acompaadadel compromiso de perpetuar su luminoso magiste-rio.Nuestra universidad tiene ese deber con la cultura cubana y con la for-macin de la juventud. Recoger los artculos de crtica literaria, los ensayos ylos trabajos didcticos de Camila, publicados unos en revistas y folletos, einditos los ms;las lecciones de sus cursos universitarios y extraacadmicos,que se hallan en su archivo, es tarea que debe realizar, y realizar la Escuela deLetras, parapublicar unitariamente toda la obra de Camila.Cuando esto se haga, cuando nuestros jvenes profesores y estudiantespuedan seguir aprendiendo de aquella extraordinaria maestra a travs de suobra, podremos decir que,aun sin su presencia fsica, Camila sigue viviendoentre nosotros.15Idemobrasy apuntes21ANTUA, Vicentina (Gines 1909-La Habana 1987), Graduada de Doctora enFilosofa y Letras y en Pedagoga. Sigui cursos de latn en la Columbia University(Nueva York, 1936), de literatura latina en la Universidad de Roma (1956) y de arte greco-romano en el Instituto Dante Alighieri de Roma (1956). Ha viajado por pases deAmrica, Europa y el campo socialista. Tom parte en el Congreso Nacional Femenino(La Habana, 1939), en los congresos por el latn vivo celebrado en Avignon (1956) YRoma (1966) y en la Conferencia General de la UNESCO (Pars, 1960 y 1962). Ha sidodirectora de cultura del Ministerio de Educacin (1959 - 1961), presidenta del Consejonacional de Cultura (1961 1963), directora de la Escuela de Letras y Arte de la Universi-dad de La Habana (1962 1971) y de su departamento de letras clsicas, hoy Departa-mento Filolgico, tambin desde 1962. De su labor didctica continuada desde 1933hasta su muerte, cabe destacar, a partir de 1934, la de profesora de Lengua y LiteraturaLatinas en la Universidad de La Habana. Fue miembro del consejo de redaccin de laRevista Lyceum y ha publicado conferencias y artculos en Cuadernos de la Universidad del Aire,Universidad de La Habana y Prometeo. Entre sus trabajos se destaca el discurso pronunciadoen el I Congreso Nacional de Cultura (1962). Autora de la seleccin y el prlogo de laantologa Comedia latina (La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1972). Fue presidentade la Comisin Cubana de la UNESCO, hasta su muerte sin abandonar la docenciauniversitaria. Entre sus publicaciones se encuentran: Latn primer curso de acuerdo con elprograma oficial. Tomadas por J. I. Lasaga y Travieso. La Habana, 1938.|| Lecciones de latnsegundo curso. Autorizadas por ()y redactadas por Elosa Lezama de lvarez. LaHabana, Universidad de La Habana (195-) || Elementos de gramtica latina. La Habana,UniversidaddeLaHabana.DireccindePublicaciones,1970.2partes(Ed.mimeografiado). || Roma y las letras latinas. La Habana, Instituto Cubano del Libro,1971 (Cuaderno H. Serie Literaria, 2) || Literatura latina. Presentacin de Mximo GmezMirs. La Habana, Cooperativa Estudiantil E. J. Varona (S.A)23PARA CAMILA HENRQUEZ UREA*MIRTA AGUIRRELa Escuela de Letras y de Arte, a la que cabe el honor de contar entre losmiembros de su claustro a la doctora Camila Henrquez Urea, ha tenido abien depositar en m la responsabilidad de pronunciar una palabras en esteacto de trascendencia excepcional.Era evidente que, tratndose de un profesor, nadie ms indicado que undiscpulo para el cumplimiento de la encomienda; y era tambin evidente,puesto que se trataba del balance de una larga vida, que resultaba aconsejableque el testigo fuese, ms o menos, de larga data, capaz de hablar por informa-cin directa y no de odas.Y como yo reuna ambas cosas, es eso lo queexplica mi presencia aqu. Quede pues claro que, si bien hago uso de la palabra ennombre de la Escuela de Letras y de Arte, como compaera de claustro de la doctoraHenrquez Urea, hablo aqu, sobre todo, a ttulo de antigua y actual- alumna de lailustre profesora a quien se rinde tributo en esta noche.Porque si bien todo el mundosabe de mi autodidactismo literario- nunca figur como estudiante en los planteles enlos cuales la doctora Henrquez Urea ha ejercido la docencia, es lo cierto que mijuventud debi mucho a cursillos y conferencias suyas, a sus preciosas sugerencias* El21dediciembrede1970,recibilainvestiduradeProfesorEmritodelaUniversidaddeLaHabana la doctora Camila Henrquez Urea.El rector de la Universidad de La Habana, doctorJos M. Miyar, inaugur el acto; Mirta Aguirre pronunci, a nombre del claustro de la Escuelade Letras y Arte, las palabras que aqu publicamos, y, por ltimo, la propia profesora HenrquezUrea agradeci la alta distincin24de lecturas, y a privadas charlas en las que ella que, por supuesto, era yaCamila- no desdeaba dedicar tiempo y atencin a quien entonces andabasaliendo de la adolescencia.Eran aos en los que la existencia y la actividad magisterial de personali-dades como la de un Fernando Ortiz o una Camila Henrquez Urea, resulta-ban decisivas para el porvenir intelectual de nuestro pas. Se estremeca la Islabajo la dictadura machadista; haba sido asesinado Trejo y los centros de ense-anza secundaria y superior se encontraban clausurados; Cuba era un granlago de hambre y de sangre que, si bien terminara por ahogar a los responsa-bles directos deaquella situacin, haba de desembocar en la militarada del 4de septiembre y en el triste proceso poltico de los Mendieta, de los Grau, delos Pro, de los cuartelazos y los desgobiernos batistianos: esa etapa oscura decasi tres dcadas, de la cual slo habra de librarnos la gloriosa victoria serrana.Durante la crisis del machadato, como en muchos otros perodos digamos, el que sigui a la frustrada huelga de marzo- , la cultura nacionalvivi refugiada en algunos nombres prceres que supieron salvarla y que ejer-cieron el papel de guas para los que entonces ramos jvenes y vivamos, obien inmersos en las contiendas polticas, o bien buscando proteccin en im-posibles torres de marfil.Para unos y para otros, las personalidades comola de Camila Henrquez Urea resultaron decisivas: haciendo, por una parte,que los que tena en una mano la bomba o el panfleto, prosiguieran mante-niendo en la otra no slo a Marx sino tambin a Sneca, a Joyce o a Rilke; eimpidiendo, por otra, que los dados al escapismo se deshumanizaran deltodo.Lo que esas personalidades, entre las que figuraba Camila Henrquez,significaron para el desarrollo de la intelectualidad cubana, en la treintena deaos que se extiende entre 1929 y 1959, es cosa que no se ha analizado sufi-cientemente an y que, por supuesto, no podemos detallar aqu; pero justo esmencionarlos y sealar que ese anlisis constituye el pago ineludible de unadeuda grande que ya va siendo hora de saldar en conjunto, como individual yparcialmente estamos, en cierto modo, saldndola aqu esta noche.Durante esa poca, sobre todo a partir del cuarenta, falt mucho deCuba la doctora Henrquez Urea; pero no falt nunca del todo, porque nohubo ao en el que no pasara en Cuba varios meses y en los que, durante esasestancias, no trabajase en Cuba.Y esa ausencia de Camila Henrquez profe-sora en Vassar College, profesora en la Universidad de Middlebury- constitu-yen una penosa prueba de lo que hasta 1959 fue, pese a honrosas excepciones,la alta docencia cubana.Todos recordamos el bochornoso espectculo queconstituan, con frecuencia, los ejercicios de ingreso al profesorado universita-rio.Si bien all donde haba un jefe de ctedra honesto y enrgico los aconte-25cimientos podan tener lugar de otro modo, no es menos cierto que lo quems abundaba era la pia mediocre que cerraba filas para impedir el pasoa quien pudiera, por sus mritos, hacer sombra intelectual.Eso lo supo y lopadeci en carne propia Camila Henrquez, relegada por muchos aos a ladocencia en academias particulares y en planteles secundarios, obligada du-rante muchos aos a trabajar y a ensear fuera de Cuba, y a quien slo eltriunfo de la Revolucin fue capaz de abrir las puertas de esta Universidad.Camila repiti siempre que era en Cuba donde quera vivir y donde queraprofesar; y de que deca verdad es constancia su presencia entre nosotros.Cuando se marchaban muchos, regres ella; cuando muchos se iban a mendi-garle al enemigo un lugarcito bajo el sol, a cambio de retirarle a la patria susservicios, Camila Henrquez volvi las espaldas a su importante cargo univer-sitario era ella una de las dos nicas mujeres que ostentaban en EstadosUnidos la ms alta jerarqua profesoral-, desde no uno sino dos- los reti-ros en dlares a que tena derecho y que le habran permitido vivir en holguraeconmica, sin necesidad de proseguir trabajando; y retorn a Cuba, paracorrer en Cuba la suerte que cupiera a todo nuestro pueblo; para darse en laancianidad el lujo de contribuir a la construccin socialista en la primera tierraamericana; para compensarnos con creces, con su nombre ilustre, del retrai-miento de decenas y decenas de minsculos nombres que nada significan.Entre muchas, ste ha sido, quizs, su suprema enseanza; y, sin duda, uno delos ms significativos entre los hechos que avalan su designacin como Profe-sora Emrita de la Universidad de La Habana.Porque se habla mucho de losintelectuales comprometidos, entre los que ya sabemos que abundan losjvenes, como sabemos que abundan los que al dejar de ser tan jvenes sesometen y se domestican; pero que un intelectual reconocido y estimado porlos sectores dominantes de la cultura internacional, se comprometa en elinvierno de la vida en la forma definitiva en que Camila Henrquez Urea loha hecho, no es acontecer que se presencie con facilidad.Aunque no sea msque por aquello de que, segn dicen, la prudencia, la cautela y asimismo lafatiga, sobrevienen con los aos.Ahora bien, hablar de Camila Henrquez como de alguien que ya no esjoven, es juzgar la esencia por las apariencias y, en suma, faltar a la verdad.Si juventud es lozana de carcter y de inteligencia, flexibilidad para elcambio, ausencia de rutinarios modos de hacer y de pensar, capacidad deadmisin para la transformacin revolucionaria del mundo en que se vive, loscompaeros y los alumnos de la doctora Henrquez Urea en la Escuela deLetras y de Arte podemos asegurar que no hay all, y que acaso no exista entoda esta Universidad, nadie ms joven que Camila con sus esplndidos seten-ta y seis aos en perpetua renovacin.Camila Henrquez Urea26Hace ms de medio siglo produjo Camila Henrquez su admirable estu-dio sobre Eugenio Maria de Hostos, una de las ms brillantes tesis de gradoque se haya presentado en nuestra Universidad y que contina siendo obra deobligada consulta para el cabal conocimiento del gran educador, poltico yfilsofo puertorriqueo: hace ms de medio siglo, y hace muy poco, cuandoel Instituto del Libro public El infierno, a la pluma de Camila HenrquezUrea se debi el magnfico ensayo sobre Dante que sirve de prlogo a esaedicin. Entre una cosa y la otra se extiende una largusima serie de trabajoscuya recopilacin dar lugar algn da a varios volmenes, en los cuales estamujer reacia a la letra impresa ha ido dejando, como quien no da importanciaa lo que hace, las muestras de un enciclopdico saber literario que lo mismoabarca a Homero que a Ibsen, a Shakespeare que a la narrativa hispanoameri-cana contempornea, a los clsicos espaoles, franceses o alemanes que a lapoesa de Vladimiro Mayakosvski.Todo, por supuesto, conocido en las len-guas originales, y todo visto y juzgado desde un punto de mira original.Tantocomo por su trabajo de ctedra, por esa numerosa obra dispersa en folletosy revistas, puede decirse, sin que a nadie cause escozor porque es de unnimereconocimiento, que no existe en nuestro pas especialista ms completo encuestiones literarias, ni crtico literario de ms largo alcance que esta profesorade continentales dimensiones que la Universidad de La Habana tiene el privi-legio de disfrutar.Es mucho poder hablar, a un mismo tiempo, de talento y de erudicin.Pero en el caso presente, eso no es todo.Sealaba Fidel un da a los universi-tarios, en un discurso inolvidable, los peligros de la vanidad intelectual; nosllamaba Fidel a la sencillez y a la modestia.Modesta y sencilla hasta lo increblees esta humanista de cuerpo entero, maestra de maestras, para quien no hay, ensu labor diaria, tarea demasiado humilde ni demasiado pequea.En la Escue-la de Letras y Arte se sabe que es posible contar con Camila Henrquez Urea,lo mismo para representar a Cuba en un gran acontecimiento cultural quepara acudir a una granja a brindar a campesinos, de modo capaz de interesarlos,el comentario de un libro; lo mismo para atender cursos selectos de supera-cin profesoral que para afrontar cursos masivos de alumnos principiantes.En este orden de cosas, la presencia de la doctora Henrquez Urea en elclaustro de Letras es una presencia ejemplar; como lo es, igualmente, en lo quetoca al estricto cumplimiento de la disciplina profesoral. Otros podemos fal-tar un da a clase, otros podemos llegar tarde a la clase un da: la doctoraHenrquez Urea, jams.Ni siquiera en una ocasin y valga la ancdotacomo retrato suyo y como constancia de la nica vez en que ha merecido serobjeto de una severa reprimenda por parte nuestra-, ni siquiera en una ocasinen la cual, para cumplir con su deber, Camila Henrquez hubo de recorrer aobrasy apuntes27pie, por accidente, la distancia que separa la Escuela de Letras de la entrada delreparto Miramar, donde vive.As es esta mujer que hemos declarado Profesora Emrita.Y comobien se ha sealado en alguna parte, no es as por casualidad: es as por sangrey por educacin, por una hermosa tradicin familiar que ella ha sabido prose-guir dignamente.Salom Urea, poetisa y educadora, una de las ms distinguidas figurasfemeninas latinoamericanas del pasado siglo, fue su madre.Federico HenrquezCarvajal, el amigo entraable de Mart, era su to.Y su padre era FranciscoHenrquez y Carvajal, el llamado presidente errante, el dominicano presi-dente en el exilio, que prefiri ser simple mdico y modesto profesor defrancs en Santiago de Cuba a ser en Santo Domingo, instrumento poltico alservicio del imperialismo yanqui.Max y el excepcional Pedro Henrquez Ure-a, fueron sus hermanos mayores.Camila Henrquez vino, pues, al mundo, enun medio privilegiado de cultura y de decoro cvico.Y si bien los astros noobligan, coyunturas hay, como parece haber sido esta, en las que s inclinan yayudan.No es pequea ventaja crecer teniendo ante los ojos ejemplos ciuda-danos como los de Federico y Francisco Henrquez Carvajal, y formarse inte-lectualmente bajo la gua fraterna de Pedro Henrquez Urea.Slo que para no ser aplastado por el peso de una estirpe semejante, espreciso ser capaz de dar la talla; es preciso ser un ensayista que no desmerezcaal lado del autor de la Historia de la Cultura en la Amrica Hispnica y tantasotras obras valiosas; y, sobre todo, es preciso saber ir de lo que signific elantimperialismo martiano a lo que representa el antimperialismo de la prime-ra repblica socialista en Amrica.Tal y como es y tal y como ha sabido irCamila Henrquez.La Universidad de la Habana es, para no citar ms que tres nombresseeros del presente siglo, la Universidad de Julio Antonio Mella, la Universi-dad de Jos Antonio Echeverra y la Universidad de Fidel Castro.Esto quieredecir que es una universidad que no puede otorgar ciertas distinciones sinpensarlo muy bien antes.Porque ser en ella Profesor Emrito no slo implicaque, como es ineludible, se es un eminente maestro, sino que presupone que sees, asimismo, una personalidad a la altura de la gloriosa tradicin ciudadana deesta casa de estudios.Lo que en otros lugares puede constituir un escuetogalardn acadmico, es aqu, adems, como en toda universidad de verasrevolucionaria, una declaracin de respeto a la conducta pblica de quienrecibe el honor.Camila Henrquez Urea28Cuba no entiende de sapiencias ni de talentos desasidos del cumplimien-to de los grandes deberes patrios; nuestra universidad no entiende de grandesmaestros que no sepan serlo fuera del aula, tanto o ms que dentro de ella.SiCamila Henrquez Urea recibe el ttulo que esta noche le es concedido, ello sedebe, sin duda, a su brillantez humanstica; pero se debe, junto a eso, al signode admirable austeridad que ha regido su vida entera; se debe a que es posiblecolocar esa vida ante los ojos de nuestros jvenes como un modelo que ameritaimitacin.Hecha de estudio incesante, de trabajo sin tregua, de honestidad singrietas, de perenne autoexigencia, de inquebrantable sencillez, de altsima dig-nidad intelectual y de acendrado amor a Cuba, esa vida es lo que sobre todose aplaude y a lo que se rinde homenaje hoy.Haber cumplido setentisis aos,haber vivido toda la historia republicana de esta Isla hasta hace poco sometidaa todas las tiranas y todas las corrupciones, y poder presentarse ante la juven-tud con las manos totalmente limpias del lodo que salpic ese amargo pasa-do, es, antes que nada, lo que nos impulsa hoy a descubrirnos y a ponernos enpie ante Camila Henrquez, justsimamente designada Profesora Emrita denuestra Universidad.El 25 de marzo de 1895, al partir de Santo Domingo hacia Cuba, JosMart le escriba a Federico Henrquez y Carvajal en la carta que se considerasu testimonio poltico: Debo a Ud. un goce de altura y de limpieza, en lospero y feo de este universo humano...Compaera Camila Henrquez Urea: permtame repetirle eso hoy aqu.Permtame decirle hoy aqu, para terminar, que los que hemos tenido la fortu-na de conocerla de cerca, entre lo mucho que le debemos, le debemos tam-bin eso, que no de cualquiera puede obtenerse: un goce de altura y limpiezaque nunca podremos olvidar.Patria o muerte.VenceremosAGUIRRE, Mirta (La Habana 1980) Desde muy joven se incorpor a las luchasrevolucionarias. Ingres en el Partido Comunista de Cuba en 1932. Durante la dictadurade Gerardo Machado tuvo que trasladarse a Mxico como exiliada. En 1939 fue delegadaal Congreso Nacional Femenino celebrado en La Habana. Se doctor en leyes en 1941. Harealizado estudios especiales de literatura, msica y filosofa marxista. En 1947 obtuvopremio en los Juegos Florales Iberoamericanos por su obra Influencia de la mujer enIberoamrica. Ese mismo ao le fue otorgado el premio periodstico-Justo de Lara-. En1948 gan el premio en el concurso convocado por el Lyceum Lawn Tennis Club por sulibro Un hombre a travs de su obra: Miguel de Cervantes Savedra. Asisti ese ao a los congre-sos por la paz celebrado en Pars y Nueva York. Trabaj, durante toda su etapa deobrasy apuntes29funcionamiento, en la Comisin Nacional para el trabajo Intelectual del Partido SocialistaPopular. Fue vicepresidenta de la Federacin Democrtica de Mujeres Cubanas y respon-sable poltico de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo. Trabaj como traductora y redac-tora y como guionista de radio y televisin. Durante aos tuvo a su cargo la seccin decine, teatro y msica del peridico Hoy. Tambin ha colaborado en Mensajes, Medioda, Laltima Hora, La Palabra, Revistas Lyceum, Cuba Socialista, Casa de las Amricas, Universidad dela Habana. Fue coeditora de Gaceta del Caribe (1944) y subdirectora del semanario Laltima Hora (1951 1954). Perteneci a los consejos de redaccin de Nuestro Tiempo yCuadernos de Arte y Ciencia. Despus del triunfo de la Revolucin fue directora de laSeccin de Teatro y Danza del Consejo Nacional de Cultura. A partir de 1962 se incorpo-r, como profesora a la Escuela de Letras y Artes de la Universidad de la Habana. Ocupadems la direccin de su Departamento de Lenguas y Literatura Hispnicas. Ha colabo-rado en los Cuadernos H de la Facultad de Humanidades. Se ha distinguido por su laborcomo conferencista. En 1974 gan el primer premio en el concurso que sobre Sor JuanaIns de la Cruz, convoc la Secretara de Obras Pblicas de Mxico, con su libro Delencauso a la sangre: Sor Juana Ins de la Cruz. Autora de la Introduccin a la edicincubana de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (La Habana, Instituto Cuba-no del Libro, 1972). Ha utilizado los seudnimos Rosa Iznaga, Rita Agumerri y LuisRobles Garza. Entre sus publicaciones se encuentran: Recuerdos de Mella. La Habana.Arroz Press, 1937. || Presencia interior. Poemas. La Habana, 1938|| Palabras en JuanCristbal. La Habana, Imp. El Siglo XX 1940|| Clara Zetkin. La Habana, Eds. Sociales,1941; ed. Parcial (La Habana), Ministerio del Trabajo. 1962 || Todo para aplastar al nazismo.Resoluciones en la II Asamblea Nacional de U.R.C. La Habana, EDS Sociales, 1941. ||Influencia de la mujer en Iberoamrica. Ensayo. La Habana, Imp. P. Fernndez, 1947; LaHabana, Servicio Femenino para la Defensa Civil, 1948. || Un Hombre atravs de su obra:Miguel de Cervantes Savedra. La Habana, Sociedad Lyceum, 1948. || La Edad de Oro y lasideas martianas sobre educacin infantil. La Habana, Universidad de La Habana. Escuela deLetras y Artes, 1963 (Texto mimeografiado). || El neorrealismo italiano. La Habana, Con-sejo Nacional de Cultura, 1963. || Cancin antigua a Che Guevara. La Habana 1970. || LaObra narrativa de Cervantes, La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1971. || Miguel deCervantes. La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1973 (Cuaderno H. Grandes figuras1). ||El romanticismo de Rouseau a Hugo. La Habana, Instituto Cubano del Libro. Edito-rial Artes y Literatura, 1973.|| Juegos y otros poemas. La Habana (Hungra). Instituto delLibro. Editorial Gente Nueva 1974. || Del encauso a la sangre: Sor Juana Ins de la Cruz.Mxico, D.F., Larios e Hijos Impresores, 1975; La Habana, Casa de las Amricas, 1975(Cuaderno Casa, 17).31CAMILA: MAGISTERIO Y HUMANISMODIONY DURNUna mujer joven y esbelta transita por fotografas en blanco y negro: elcorte cuadrado en el cabello, la falda larga, la boca firme y delicada, una ligerasombra le hace misteriosos los ojos.Mira directamente al que la observa,acaso slo con calma.Junto a un grupo de amigas parece estar en un parquede La Habana, o cerca de la Universidad; sola, de busto, la sonrisa leve, parecefrgil; puede estar en Las Palmas, Cdiz, Versalles, Bruselas, Nueva York,Ciudad Mxico, Toluca o Xochomilco,Puede ser una mujer contemporneaque regresa con el tiempo y la moda, y se instala en daguerrotipos cuadradosy pequeos de antiguas cajas negras; son pocas impresiones que aparecensaltando etapas, como si por vivir con plenitud le importara poco quedarseretenida.Por una calle, cerca del Archivo de Indias su cabello es ms corto yplatea en las sienes, camina con lentitud y armona.En el aula, apenas se ve lapizarra al fondo, imagina leer un libro, sus manos estn cruzadas de lunaresfinos. Un collar de perlas de una sola vuelta unifica las fotos, va saltando decuello en cuello, por un tiempo ido, y la ensarta al ojo del estudiante que laenfoca y la presiente.Los que tuvimos la suerte de asistir a las clases que imparti durante msde diez aos en la Escuela de Letras y Arte del Universidad de La Habana ladoctora Camila Henrquez Urea no podremos olvidar jams aquella formasuya de volcar sobre los atentsimos alumnos con siempre renovada ameni-dad y con una modestia intelectual ejemplar- el caudal impresionante de suCamila Henrquez Urea32sabidura.1AsdiceLuisRogelioNogueras,elpoetaWichy,quesignificativamente prologa la tercera edicin de Invitacin a la lectura, y aspodran coincidir todas las opiniones de sus alumnos, ahora poetas, narrado-res, cineastas, maestros; unanimidad de opiniones a favor de una mujer que,hoy lo demuestra, tiene un amplio registro de convocatoria.Un registro quese anuda en su trabajo pedaggico y por ello se expande en muchas direccio-nes, irradiando en torno.Una mujer erudita que Wichy prefiri calificar desabia porque por ese concepto se ampla y difunde la idea de Camila delconocimiento, amparado en el equilibrio y la prudencia, y nacida de su forma-cin humanista.Entre un grupo muy nutrido de hombres y mujeres a los que en estefinal de siglo se le celebran cumpleaos centenarios, se encuentra Camila.Ellosiban fundando ideas, revistas, asociaciones, grupos, escuelas.Cruzaron dosguerras mundiales, cambios drsticos en la poesa, la narrativa, la crtica litera-ria, los sistemas sociales y el equilibrio ecolgico.Camila sigue esa ruta y no esmenos.Vive situaciones que la conforman y le dan un sentido de pertenencia:es educadora, mujer y caribea, y en todos los casos lo disfruta a fondo.Andrs Mateo deca en Santo Domingo que Camila culminaba la dis-pora de los Henrquez Urea2 en sus viajes por el mundo, en sus visitacionesa otros pasesde los que a veces ya no regresaron ms a Santo Domingo,como si los recorriera un sino.Pero acaso la dispora es ms amplia y ataeal Caribe, a sus intercambios forzados por inquietudes polticas y econmicas.Y a su vez, las islas del Caribe se inscriben en una dispora mayor que esacondicin por la que Mart llam dolorosas a las repblicas de Amrica.Larga es la memoria de los intercambios entre Santo Domingo y Cuba, en losque Jos Mart tambin fundaba en Quisqueya, mientras se iba a traer a Mxi-mo Gmez.Los Henrquez Urea estn cruzando esa historia, como el mar entre lasdos islas, y si es alto el servicio que hicieron a su pas, no es menor el que hanhecho a Cuba y a Amrica.Estaban compelidos por circunstancias polticas yrazones culturales para encontrar un espacio de realizacin a su obra, pero lasaga familiar a lo que apunta es a un conjunto mayor, donde espejea la Con-federacin Antillana de Hostos y el ideal de Nuestra Amrica de Mart, quelos dota de un proyecto de vida y de una razn ms de pertenencia al Caribe,Camila no slo representa muy alto la tradicin familiar, sino que se quedasola para llevarla a trmino.1Camila Henrquez Urea: Invitacin a la lectura (tercera edicin) Ed. Pueblo y Educacin, La Habana,19752Andrs L. Mateo: Camila Henrquez Urea: La virtud del anonimato. Ed. Feria Nacional del Libro yUniversidad Autnoma de Santo Domingo. Rep. Dominicana, 1992, p.23obrasy apuntes33Nadie mejor que ella, por estas razones, para conocer los intercambiosentre las islas y los cdigos de una identidad supraislea que se haba plasma-do en el disfrute de una cultura comn; pero nadie mejor que ella para expre-sar el anhelo de unidad entre las islas, cuando esta nocin se trazaba azarosamenteen la conciencia cultural y le faltaban an organismos de realizacin.Ella dice:Carcter de isla ha tenido originalmente, cada uno de los paisajesdel Caribe.Porque no es slo la definicin geogrfica del territoriocercado por el mar lo que se expresa en la esencia etimolgica de lapalabra isla: separacin, fijacin, encierro dentro de lmites que sejuzgan infranqueables acaso. Hay aislamientos geogrficos que nodetermina el mar.Hay ensimismamientos, que producen, con unavisin hipertrofiada de los acontecimientos internos, el olvido de loque importa a la comunidad ms amplia a la que se pertenece.Murallas de indiferencia separan ms que el mar y la montaa. 3Era el ao 1939 y deca estas palabras como representante de la Univer-sidad de Santo Domingo ante la reunin interamericana del Caribe, celebradaen La Habana.Camila estaba en plenitud, se haba cumplido con creces laapreciacin de su hermano Pedro cuando la consideraba un carcter perfec-to: sin debilidad pero sin violencias4Hasta la dcada del treinta ha acumula-do conocimientos estimables en estudios literarios, idiomas, experiencia prcticaen la docencia.Un currculum abultado con notas sobresalientes, exmenesde premio, tesis con felicitaciones, concuerda con sus ttulos obtenidos en laUniversidad de la Habana, en la de Minnesota y los estudios en Pars.Sinembargo, este equipaje acadmico se desborda en una intensa actividad en eltiempo que va entre la cada de Machado y el primer batistato.Camila suelta amarras, viaja con frecuencia de Oriente, donde mantienesu ctedra como profesora de la Escuela Normal, a La Habana, donde se vainstalando.Inicia su participacin en el Lyceum como conferencista, paraseguir luego como vicepresidenta de la institucin y directora de su revista.Escribe prlogos, publica artculos en las revistas Lyceum, Bimestre Cubana,Grafos, Senderos y otras.Hace intervenciones radiales, trabaja con Jos Ma-ra Chacn y Calvo y Juan Ramn Jimnez en lo que ser la antologa Lapoesa cubana.Es secretaria de la Institucin Hispano-Cubana de Cultura,3Camila Henrquez Urea. Discurso en la I Reunin Interamericana del Caribe.La Habana, 1939. EnArchivo del Instituto de Literatura y Lingstica de la Academia de Ciencias, La Habana, No. 814Pedro Henrquez Urea: Carta a Alfonso Reyes, La Habana, 8 de mayo de 1914, en EpistolarioIntimo, tomo I, UNPHU, Santo Domingo, 1981, p. 231.Camila Henrquez Urea34directora tcnica del Colegio Ariel, vice-secretaria del Teatro de Arte La Cue-va, pronuncia conferencias y discursos a los nios y a los maestros, es profe-sora invitada a los Cursos de Verano en la Universidad de La Habana, miembrode la Academia Nacional de Ciencias de la Educacin, imparte un curso delecturasliterariasparaciegos,recorreSantaClara,Remedios,Trinidad,Cienfuegos, Sagua la Grande, Camagey y Matanzas ofreciendo un cursillosobre la Escuela Nueva y an le alcanza el tiempo para recibir clases de cantoy practicar la equitacin.Esta seleccin de actividades que ha querido ser abrumadora, denotauna intensa energa.Cuando Camila, en este mismo ao de 1939, habla de lamujer en uno de sus trabajos fundadores El feminismo- dignifica el quesea virtuosa, y define la virtud como energa, segn la antigua lengua deRoma5 Con ello se refiere a la calidad moral, la excelencia en el consejo, lanobleza de espritu, la dignidad en la accin, la serenidad6 En ese sentido y atoda profundidad, Camila era una mujer virtuosa.Ese ao de 1939 es un ao lmite, un ao de definiciones para Camila, yestas pueden tener relacin con una carta de su hermano Pedro, quien le escri-be proponindole de nuevo que viaje a Buenos Aires a radicarse y a trabajar.Tal vez Camila le ha contado qu hace en Cuba, le ha mandado muestra desus poemas y sus escritos.Es significativo que slo se encuentren dos cartasde Pedro en la correspondencia de Camila, como si ella las hubiera guardadoparticularmente.Ambas tienen el sello orientador de quien Max reconocicomo hermano y maestro.Pedro le dice que en Cuba t estsen elcentro de las cosas, tienes parte en las actividades directivas y orientadoras, yeso no se puede sustituirSobre la Argentina seala: Todo lo que aquparece centro no es centro: todo est aqu como sin alma, y sin direccin, sinorientacin, y se siente que se trabaja en el vaco7Pedro, de todas formas, le ofrece el centro que l ocupa y todos losespacios a los que tena acceso, cuando era un reconocido ensayista, crtico,maestro, editor de carcter continental.Para ello abre un parntesis tentadoren el que incluye a Camila: la revista Sur, el peridico La Nacin, la editorialLosada, el Colegio Libre de Estudios Superiores, la Universidad Popular Ale-jandro Korn, ms un etc de modestia y aade: tendras actividades y rela-ciones tuyas propias, como la Unin Argentina de Mujeres85Camila Henrquez Urea: Feminismo en Estudios y conferencias Ed. Letras Cubanas, Ciudad de LaHabana, 1982, p. 550,6Idem, p.550.7Pedro Henrquez Urea: Carta del 14 de diciembre de 1939 a Camila Henrquez Urea, en Archivodel Instituto de Literatura y Lingstica. Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, No. 3338Idemobrasy apuntes35En Pedro gravita la situacin poltica en Argentina, en una dcada quecon razn fue llamada infame, perosobre todo gravita su conviccincuando se autodefine: Yo no soy contemplativo dice- quizs no soy niescritor en el sentido puro de la palabra: siento necesidad de que mi actitudinfluya sobre las gentes aun en pequea escala9Y, Camila que lo sabe, que haledo en toda su significacin la breve carta, se queda en Cuba.Ir a la Argen-tina dos aos ms tarde, por unos pocos meses, y se ir diciendo:Me siento atada a un hilo de Ariadna interminable.Se ir desenvol-viendo hasta Buenos Aires y se volver a enrollar hasta La Habana.No pue-do sentirme desatada.10Atada estaba a un trabajo didctico que se expanda de la escuela a lacalle y abordaba, con carcter verdaderamente renovador, la situacin de lamujer, Vicepresidenta de la Unin Nacional de Mujeres, desde 1936, participaen el congreso nacional de esta organizacin en el treinta ocho y en el congre-so de la Federacin Internacional de Mujeres Universitarias en el cuarenta yuno.En los discursos inaugurales de ambos congresos, en las conferenciasque ofrece sobre el tema femenino en la poca, en las intervenciones radiales,tiene un teln de fondo que es la guerra civil espaola, que como a tantosintelectuales hispanoamericanos esclarece en un sentido de activismo social.La mujer ante la guerra, sus deberes para educar por la paz, conjugan las dosdirecciones de su discurso y la revelan en el eje pedaggico que lo articula.La educacin como un proyecto de largo alcance en la modelacin so-cial del hombre, ocupa un plano esencial en el ideario humanista.Camila seencuentra con ese proyecto por todos los caminos que la conducen a la ense-anza organizada y renovada por Hostos en Santo Domingo, y en Cuba, porLuz y Caballero.Del maestro puertorriqueo afirma:Para Hostos la educacin tiene un valor disciplinario, desarrollarlos poderes del educando, y un valor ideal: perfeccionar al hombrepara que sirva a los ideales sociales de justicia y a los universales debien y de verdad. 11Camila recorre un largo aprendizaje pedaggico, estudia mtodos pararenovar el valor disciplinario de la enseanza, pero contina afiliada al ideal9CartaaAlfonsoReyes.LaPlata,5deseptiembrede1925enObrasCompletas,TomoV,SantoDomingo, 1978, p. 33210Camila Henrquez Urea, Diario de su viaje a Buenos Aires (Fragmentos) en Revista Letras Cubanas,No. 7, ao II 1988, La Habana, p. 23711Las ideas pedaggicas de Hostos, Talleres tipogrficos, La Nacin Santo Domingo, 1932, p.56Camila Henrquez Urea36redentorista de la educacin y lo define junto a Salom Urea, que es su otroconducto y ms entraable:Salom de Henrquez es un ejemplo de la contribucin prestadapor la mujer hispanoamericana a la magna labor a la que han con-sagrado sus mayores esfuerzos todos los grandes hombres de nues-tra Amrica: la formacin de la conciencia nacional. 12En medio de las contingencias de la guerra en Espaa y los sntomas deuna mundial, la necesidad de formar conciencia nacional se agudiza y msan, se refuncionaliza en un orden humano y social ms amplio pero no me-nos concreto.Es la direccin que ofrece Camila a la Asociacin de Maestrospara sealarles la tarea principal: la transformacin de las conciencias13Elttulo de esta conferencia es elocuente de su grado de generalizacin: Educa-dor de hoy frente a la cuestin de la guerra y la paz del mundo.All seconcentra en dos aspectos centrales de la que denomina la nueva educaciny dice:Implica la necesidad de un rgimen de igualdad econmica que permi-ta a todos los hombres las mismas oportunidades, sin ms diferencias que lascreadas por la capacidad individual...implica una completa transformacindel orden social,,,14La mujer que habla con un discurso enmxima tensin an se excusacon su habitual delicadeza: ...yo vengo de otro clima intelectual que no el delas luchas sociales...15, se excusa por conocer sus lmites, porque en la prcticaarremete con tanto vigor como prudencia.Con esta consistencia, el discursode Camila es muy avanzado y rebasa el discurso ficcional femenino, que toda-va tantea las razones de su escisin, o se oculta en la imaginera literaria, oataca al hombre, posicin de la que Camila considera que las mujeres de hoy,en su mayora estn de vuelta... porque, explica: Lo que reclamamos en esalucha es nuestro puesto al lado de nuestros compaeros16.A Camila le pareci absurdo que a Gmez de la Serna le hubieran dichoque ella era roja y controlaba la entrada de espaoles en Cuba.Ms absur-do le hubiera parecido que por aquellos aos el gobierno cubano la hubiera12Las mujeres en las letras hispnicas, 1942, en Archivo del Instituto de Literatura y Lingstica.Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, No. 1913Educador de hoy frente a la cuestin de la guerra y la paz del mundo en Archivo del Institutode Literatura y Lingstica. Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, No. 32, p.714Idem pgs. 13 y 715LamujeranteelproblemadelaguerraylapazenArchivodelInstitutodeLiteraturayLingstica. Academia de Ciencias de Cuba, L Habana, No. 9, p.116Idem p.6obrasy apuntes37investigado bajo la sospecha de anarquismo17.En otro horizonte temporalhubiese sido tildada de jacobinismo o masonera por lo que puede asustar elhumanismo en su mxima tensin e integridad, vuelto trasgresor y con espi-nas.En 1942 Camila acepta ser profesora visitante del Vassar College deNueva York, en el momento en el que se inicia otra etapa opresiva en Cuba yse reducen las posibilidades del trabajo cultural. Apenas dos meses despus dellegar a los Estados Unidos ya est ofreciendo una conferencia sobre: Lamujer en las letras hispanoamericanas.No se va de sus temas, como no se vaciertamente de los Cursos de Verano de la Universidad de La Habana y dealgunas disertaciones en el Lyceum, en regresos espordicos para luego conti-nuar cursos de literatura espaola e hispanoamericana en el Vassar College,Smith College, Barnard College, Middlebury College y conferencias que si-guenlarutadelamujer:WomenandHigherEducationinLatinAmerica(1942), Women in the actual crisis (1942), La carta como formade expresin femenina(1945) o Dante, Lope de Vega, Shakespeare, Cervantes,donde se ejercita, con la mejor arquitectura literaria, el arte de ensear.Cuando regresa, abriendo la dcada del sesenta, viene cumpliendo unlargo itinerario familiar y el suyo propio.Camila regresa al centro de lascosas; ya no es una mujer en plenitud, pero es virtuosa, y su virtud es enrgi-ca: acto de espritu, creacin para dar.Regresa y ya es asesora del Ministeriode Educacin y luego miembro del Consejo de Publicaciones de la Casa delas Amricas, y profesora titular de literatura espaola, hispanoamericana ygeneral de aquella Escuela de Letras y de Arte por donde se le vio entrarcuando la Escuela se fundaba y era una fiesta estudiar. Se fundaba y se revolu-cionaba todo en aquella dcada romntica del sesenta que acompa Camila,y tal vez su grandeza y nuestra admiracin radicaban