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La Momsrauoslnan Y L0 Mclwfsrancsc PJ La existencia de mcnstrucs pene en duda el pcdcr que la vida tiene para enseñarncs el crden. La aparición de esta duda es inme- diata, por prclongada que haya sìdc nuestra ccnfianaa antericr, per sólida que haya sido nuestra ccstumbre de ver las rcsas silvestres flcreeer en el rcsal, Ics renacuajcs trccarse en ranas, criar las yeguas _a los pctrillcs, 3-' de uma manera general, ver lc misnnc engendrar lc misma. Basta una frustración de esta ecnfianza, una diferencia fllüfffllågiflfi, una apariencia dc ambigüedad para que un tcmcr radical se apodere de ncsctrcs. Aceptada el temer, se di- rá. ¿Pere por que radical? Pcrque scmcs seres vives, rescltadcs rea- les de las leyes de la vida, causas eventuales de vida, a nuestra vea. Un fracasa de Ia vida ncs ecneierne dcblemente,-, porque un fra- casc hubiese podidc alcamarnns y un fracasc ¡åïría accnteccr por causa nuestra. 5-úlc porque, en tante que hem , scmcs serca vi- vcs, un rnalcgre mcafciógicc es, a numtrcs cjcs vivientes, un mens- tmc. -Imaginémcncs pura razón, pura máquina intelectual que ve- rifica, calcula y cctnputa, ínertes e indiferentes por lc tantc a Ílcs dates de nuestro pensamiento: el :mcnstruc seria sclamente lc ctrc. un crden distinta al crden mas prcbable. La calificación de mcnstruc debe reservarse sólc para las se- res crganiccs. Ne existe un mcnstruo mineral ni un mcnstruc me- canica. Aquella que carece de regla de cchesión interna, aquellc cuya Ecnna v dimenaicnes nc presentan diferencias variables ccn respecta a un módulo que puede traducirse en medida, mclde c mcdelc, nc puede ser llamada mcnstrucsc. Se dira de una rcca que es encrme, pere nc de una mcntaña que es mcnstrucsa, salvc en 33

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La Momsrauoslnan Y L0 Mclwfsrancsc

PJ

La existencia de mcnstrucs pene en duda el pcdcr que la vidatiene para enseñarncs el crden. La aparición de esta duda es inme-diata, por prclongada que haya sìdc nuestra ccnfianaa antericr, persólida que haya sido nuestra ccstumbre de ver las rcsas silvestresflcreeer en el rcsal, Ics renacuajcs trccarse en ranas, criar las yeguas_a los pctrillcs, 3-' de uma manera general, ver lc misnnc engendrarlc misma. Basta una frustración de esta ecnfianza, una diferenciafllüfffllågiflfi, una apariencia dc ambigüedad para queun tcmcr radical se apodere de ncsctrcs. Aceptada el temer, se di-rá. ¿Pere por que radical? Pcrque scmcs seres vives, rescltadcs rea-les de las leyes de la vida, causas eventuales de vida, a nuestra vea.Un fracasa de Ia vida ncs ecneierne dcblemente,-, porque un fra-casc hubiese podidc alcamarnns y un fracasc ¡åïría accnteccr porcausa nuestra. 5-úlc porque, en tante que hem , scmcs serca vi-vcs, un rnalcgre mcafciógicc es, a numtrcs cjcs vivientes, un mens-tmc. -Imaginémcncs pura razón, pura máquina intelectual que ve-rifica, calcula y cctnputa, ínertes e indiferentes por lc tantc a Ílcsdates de nuestro pensamiento: el :mcnstruc seria sclamente lc ctrc.un crden distinta al crden mas prcbable.

La calificación de mcnstruc debe reservarse sólc para las se-res crganiccs. Ne existe un mcnstruo mineral ni un mcnstruc me-canica. Aquella que carece de regla de cchesión interna, aquellccuya Ecnna v dimenaicnes nc presentan diferencias variables ccnrespecta a un módulo que puede traducirse en medida, mclde cmcdelc, nc puede ser llamada mcnstrucsc. Se dira de una rcca quees encrme, pere nc de una mcntaña que es mcnstrucsa, salvc en

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ntecanesel universo de lo fantastico, en el que podrá parir un ratón. Habríaque dilucidar las relaciones entre lo enorme y lo monstruoso. Am-bos se hallan fuera de la norma. La ,norma a la que lo enorme cs-capa es simplemente métrica. ¿Per que en este caso se acusa a loenorme solo desde el ponte de vista del tauiaiiei Indudablementeporque alcwado un ciertd grado de crecimiento, la cantidad com-promete a la cualidad. La enerrnidad tiende hacia. la monstrnosì-dad. Ainbigüedad del gigantimio: ¿es un gigante enorme o mons-truoso? El gigante mitolegice es un prodigio, es decir que su tama-ño "aniquila el fin que constituye su eoncepto".¬- Si el- hombre sedefine por cierta limitación de fuertes, de funciones, el hombre quepor su tamaño escapa a las limitaciones del hornbre ya no es hom-bre. Decir que ne lo es más es, por otra parte, decir que lo es toda-via. Por el contrario, la pequeños parece encerrar la cualidad dela cosa en la intimidad, en el secreto. La cualidad se preserva mejorcuanto menos se la expone. -

En la definicion de monstruo debemos comprender entonces sunaturalesa de viviente. El monstruo es lo viviente de valor negati-vo. Se pueden aplicar aqui algunos de los conceptos fundamenta-les de la teoría de los valores de Eugène Dnpréel, tan profunda yoriginal. Lo que constituye el valor de los seres vives, e más ermcta-mente le que hace de los vivientes seres valorisados en relacioneen el modo de ser de su medio fisico, es sn consistencia específica,recortada sobre las vicisitudes del medie material, consistencia quese er.-presa por la resistencia a la deformación, por la lucha por laintegridad de la forma: regeneración de mutílacicnes en ciertas es-pecies, reproduccion en todas. Ahora bien, el monstruo no es tansole un viviente de valer dismirmide, es un viviente cuyo valer re-side en el contraste. Al revelar la premri-edad de la estabilidad ala que la vida nes había babitnado -sì, solamente habituado, perehabiamos her-.be una ley de este hábito-, el monstruo confiere a larcpcticien especifica, a la regularidad morfológica, al ésito de laestructuración, nn valer tanto más eminente cuanto que ahera apre-hendernes su contingencia. La monstrnosidad v no La muerte es elcontravaler vital. La muerte es la a.mena:r.a permanente e incondi-

'ÉaflI,C†Hicuacuƒegrmcrc,iae.El

LJ; Iv!-DHETHUCHUÍHLD "lt" Lfl- `.lhI'Dh'S'I1l'U'DSIZI-

cional de descomposición del organismo, es la limitación per lg gg-te-rior, la negación de lo viviente por le no viviente. Pere la mens-truesidad es la amenaea accidental jr condicional de inacabamien-te e de distersion en la formación de la forma; es la limitación per

.lo interior, la negación de Io viviente per le ng -,-¡_-¿.¡|;,]E_*.. El sentimiento confuso de la importancia del monstruo para ima

apreciacien correcta y cempleta de los valores de la vida determi-na la actitud ambivalente de la conciencia humana a su respecto.Temor, hemos dicho, v aun terror pánico, per una parta; Pam mm-bién, por otra, curiosidad y hasta fascinación. Lo monstruoso es lomaravilloso al revrf-s, pero es le maravilloso a pesar de to-de. Perflflfl parte, inquieta: la vida está menos segura de si misma de leqne se hubiese podido creer. Por otra parte, valoriaa: puesto que lavida es capas de fracasos, todos sus exitos son fracasos evitades.El que los entes ne sean necesarios, los desvaloriaa en bloque, perolfifilïfi a cada une de ellos en particular. Cuando se censidera la filo-sofia de los valores desde el punto de ¬vista de los valores negativos,no hay drfzpultad en afirmar con Gaston Bachelard que le verda-dero es el! limite de las _ilusienes perdidas ff, en nuestro problema,HD hay mas que decir, con Gabriel Tarde, que el tipo normal es elcero de menstruesidadš

Para desde que se ha inducide a la eenciencia a sospechar laescentr1c1dad de la vida, a disociar les conceptos de reproduccionF Tiipflticiúfl, ¿qtlidn le impedirá iruaginarla más viviente aún, sedecir capas de mayores libertades de ejercicio, supenerla capas nesolo de excepciones provocadas, sino de trasgresiencs espontáneasa sus propias costumbres? En presencia de un pajaro de tres patas,¿habra que asembrarse de que esista una de mas e de que sea apa-flas una la que está de más? Iuzgar la vida timida c- acenómicg cgsentir la inquietud por ir mas lejos que ella. ¿Y de dende puedeproceder este impulso que arrastra al espiritu de los hombres a ves-taponer a los productos rnenstruosos de la vida, como otros tantesProyectos susceptibles de tentarla, grifos de cabezas múltiples, hom-bres perfectos, emblemas teratemorfos? ¿Deriva de que la cada E5-taria inscrita, en el sentido geométrico del término, en la curva da

3 L' unicnsclfe, Parü, 1397, pág. 25.

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nróoenns _ _un impulso poético cuya conciencia asume lo imaginario revelan-dolo infinito? ¿U bien, las estravagancias de la vida incitarian a laimitacion a la fantasia humana, que devolveria firralmentc a la vidaaquello que le fue prestado? Pero hay aqui una distancia tal entreel prestam-o y la restitución, que puede parecer absurdo aceptaruna explicación tan virtuosamcntc racionalista. La vida es pobreen monstruos. Lo fantóslico es un mundo.

Surge aqui la cuestión espinosa de las relaciones entre la mons-truosidad y lo monstruoso, dualidad de conceptos de un mismo tron-co etirnológioo. Están al servicio de dos formas del juicio normati-vo, médico 1' juridico, inicialmente confundidos más que amalga-mados en el pensamiento religioso, progresivamente abstractos jrlaícizados.

No es dudoso que la Antigiìedad clasica jr la Edad Media ha-yan considerado la monstroosidad como efecto de lo monstruoso.La misma palabra hibrido, tan positiva v descriptiva en apariencia,lo confirma en su etimología. Los productos animales interespeci-ficos son el resultado de cruaamientes que violan la ley de endoga-mia, de uniones qud no respetan la semejanza, Ahora bien, de lahibridación a la menstruesidad el pasaje es fácil. La Edad Mediaconserva la idenüficación de lo monstruoso con lo delictuoso, perolo enriquece con una referencia a lo diabólico. El monstruo cs a laver: el efecto de una infracción a la regla de segregación sexual es-pecifica jr el signo de una voluntad de perversión del cuadro de lascriaturas. La menstruosidad es menos la consecuencia de la contin-gencia de la vida que de la licencia de los vivientes. ¿Por qué, pre-gunta Escipieu de Pleirz, el África produce mas monstruos que lasotras regiones? “Porque animales de toda clase, al encontrarse jun-tos cerca del agua para beber, se acoplan ordinariamente sin dis-tinción de especie”.“ Se ve a la monstruosidad convertirse en faltade discreción, término ambiguo pleno de sentido aqui, |La mons-lqipìpsidad, consecuencia de rm Canraval de animales, después de

erlMás aón que en el caso de los animales, cuando se trata del*ÚorprdePHiocop.FHs:LcPhoflquemr5sirnordsscñorrsnnonHaabbroVfl.

rap- i'2:dHmmm-rs,Girarbn, llìiii.1*eri¬Par*is. 1641?.

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hombre, Ia aparición de la monstruosidad es una rúbrica. La cues-tión de lo ilícito eclipse a la de lo irregular; la responsabilidad eclip-sa a la causalidad. Si Gricntc divinisa a los monstruos, Grecia jrRoma los sacrifican. ademas, la madre es lapidada en Lacedemo-

__-sia; expulsada en Roma, y vuelta a admitir en la ciudad des-puós-'de ima purificación. Tal diferencia de actitud treEgipto p Roma

¿depende por lo pronto de una teoria diferente de las posibilidadesde la oaturalera. Adnritir la metempsicosis, las metamorfosis, es ad-mitir un parentesco de las especies, incluido' el hombre, que justi-fica la interfecundidad. Por el contrario, puesto que se distingueen la naturaleza sonas de influencia de las divinidades, e pactosfrmdamentales (Lucrecio), puesto que se esboca una clasificaciónde las especies fundada sobre el modo de generación jr se empren-de la observación de las condiciones v circunstancias de la fcctm-dación (Aristóteles), la naturaleza se define por imposibilidadestanto como por posibilidades. La monstnoosidad rteomorfa, si se ad-mite su existencia, debe ser considerada como la conseeueneiaƒdcuna tentativa deliberada de infracción al orden de las cosas que esuna con su perfección, la consecuencia de un abandone a la verti-ginosa fasdnación de lo indefinido, del caos, del anticomos, Launión, en la Edad Media, de la teratolegia jr la demonologia, apa-rece entonces como el resultado del dualisnro persistente en la teo-logía cristiana, tal como lo ha señalado Ernest Martin en su Histoi-re des it-ionsiresfi Existe ima abundante literatura sobre el tema,Nos remitiremes a ella sólo en la medida en que nos permita com-_prendcr cómo lo monstruoso, concepto inicialmente jurídico, se haido eligiendo progresivamente en categoría de la imaginación. Setrata, en síntesis, de un demlar.-amiento de la responsabiiidad. Losteólogos, jueces o filósofos que no podían admitir la posibilidad deun comercio directo de las mujeres con los incubos o los súcubosno dudahan en admitir que la visión de una aparición demoniacapudiese tener el efecto de alterar el desarrollo de rm embrión hu-mano. La teoria de los antojos, todavia viva en el pueblo, es espues-ta por Hipócrates en el tratado De te Superƒóretion. Se cuenta deeste principe de la medicina que aplicó la teoria para disculpar a

4 ffi-rtoírc dos rnorl-tires depuis Lirrriqrsfló ,in.Iqu'd rr-cc ƒourr, Paris, Id-ED, prìg. H-9'.

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nróoarsas La r-rorssraoosrnso sr no xronsraoflsouna noble atcniense, explicando que bastaba con que hubiese een-templado un retrato de etiope, En síntesis, mucho antes de que Pas-cál dentmciase a la imaginación como patrona de falsedad jr erro-res, se le habla otorgado ya el poder fisico de falsificar las opera-ciones ordinarias de la naturaleza, itrrrbroise Pare cnmnera el po-der de la imaginación entre las causas de mocstruosidad. Malebran-cbc propone, según los principiosdel mecanicisnre cartesiano, unaexplicación estrictamente fisiológica. La imaginación no es aquimás que ima función fisica imitativa, segóu la cual los objetos per-cibidos por una madre tienen tm "contragolpe" sobre el niño engestación. Ahora bien, Malebranche admite, como Hipócrates, quela percepción de un simulacro acarrea los mismos efectos que lapercepción del objeto. Afirma que las pasiones, el deseo jr los des-órdenes de la imaginación tienen efectos semejante-s.f Bajo una for-ma racionalizada, debilitada por lo tanto, encontramos ya aqui lomonstruoso en el origen de las monstruosidades. La ventaja de estateoria para Malebranche, partidario de la preformación p el encajede los géruteues, está cu que crime a Dios del reproche de habercreado en el origen górmenes monstruosos, Se querria poder obje-tar que una teoria tal conviene qui,-ra al caso de la mgnguumifladluunana., pero no admite generalización. Se la ha gcnemljgadg 5111sstbargc- El doctor Eller (losa-lino), director de la ,academiaReal de Prusia, publim, en l'ì'5ti, en las Memorias de dicha acude-mia, una disertación que reconoce ai animal el poder de determi-nar mediante la imaginación rms monstruosidad notable, Ellcr des-cribe tm pene, que el mismo había observado, nacido con una ca-beza que "se asemejaba bastante a la de un gallipavo", La madre,estando preriada, tenia Ia costumbre de pasearse or el corral, dedonde la echaba a picotaxos tm gallipavo irascibfd. En virtud delo cual Eller puede escribir: "Las mujeres no deben vanagloriar-se de ser las únicas que poseen la prerrogativa de producir mons-tntos por la fuena de su imaginación; estamos convencidos, por elfslatc precedente, de que los animales pueden hacer otro tanto.” i

I fl-*”fii"i"f-¡"i-'flif ¡II 1-i'¿"i-I'-É. libro II, 1' porte, cap. T." F-ss"=si=s==sItsiafr-=-i±1'a1=n;rasrcss-arssrsre tanatenrtseats. rla-.atom sin -nos sus r rn,-_,,,,,.,, - -¿mrfll "E6, BME* lljiãí ds I',-tccris's-me repair der rm-anccr es irsiier-

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Se acaba de ver cómo se otorgaba a la imaginación el poder deimprimir* a los v'ivienl:e-s en gestación los rasgos de un objeto -per-cibido, de una efigie, de un simulacro, los contornos incomistentcsde un desee, es decir, en el fondo, de un sueiie. Dado que en lossiglos xvn. y rtvru se atribuye tanto poder a la imaginación --jr enuna tentativa de explicación racional-, no debe asombrar la fami-liaridad que los hombres de antaño vivian con tantos monstruoscuya leyenda e historia mezclahan; de su desprcocupación en sepa-rar la realidad de la ficción, dispuestos a ercer al mismo tiempo quelos nloustnros existen porque- son irnaginados jr que puesto que sonirnaginados emten, o, dicho de otro modo, que la ficción crea larealidad 3' que la realidad autentifica la ficción. `

La teratología de la Edad Media jr del Renacimiento, más queun censo de monstruos, es una celebración de lo monstruoso. Es unaacumulación de temas legendarios y de esquemas de figuras enlos cuales las forums animales juegan, por decirlo asi, a intercam-hiar órganos jr variar sus combinaciones, jr donde hasta las herm-mieotas jr las máquinas son tratadas como órganos, compuestas conpartes de seres vivos, Los gr)-'llos de Hieronimus Bosch no conocenlimite entre el organismo y el utcnsilio, ni frontera entre lo mens-truoso jr lo absurdo. Las obras recientes de Baltrusaitis: Le MoyerrAge ƒmrtostioue "', Héoeils et prodiges 3, aportan ima contribucióndecisiva a nuestro conocimiento acerca de los origenes y el signifi-cado de los temas monstruosos, Los monstruos son los motivos in-variables de los bajorrelieves de las catedrales, de las iluminacionesdel Apocalipsis, de los bestiarios jr las cosmografias, de las estam-pas licenciosas, de las colecciones de augurios sf profecías. Los ulis-mes esquemas de monstruos, los mismos seres compuestos, son yasimbólioos, ya documentales, ya didácticos, Los distintos paises deEtnopa los diftmden, los intercambian, los comparan. Los PaisesBajos jr Suiaa, Anvers jr Basilea son sus panias florecientcs. Lasprimeras obras de teratologia de intención etiológica, las de los ci-rujanos o médicos como Pare o I,-iccti, se distinguen apenas de lascrónicas prodigiesas de Julius Dbsequens (siglo rr] jr de Licoste-

'i' Paris, Colin od-. lflää,5 Paris, Colin cd., itiliü.

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nrócnnnsnes (1557). Su iconografía yuatapone la mcnstruosidad y lo mons-tmoso: cl niño de dos cabezas, el niño velludo y el niño con colade rata cervical, la mujer urraca y la muchacha de patas de btura,el cerdo de cabeza humana v el monstruo bovmo de siete cabezas(como la bestia del Apocalipsis), entre muchos on,-os. Pero parecellegado el momento en que el pensamiento racional I1-iunfará sobrela monstruosidad, tal como la imaginación se complacia en creerque los lróroes jr los santos podían hiunfas sobre los monstruos.

"El complemento necesario de un monstruo es un 1;-sa-abro deniño", ha dicho Paul Valéry, quien considera uniformemente ridiculoel papel que las artes hacen desempeñar a los monstruos pmtados,cantadas o esculpidas, y que confiesa que no puede contener la risafrente a las composiciones msólitas jr extravagantes que nos ofre-cen las colecciones de animales paloontológicosf' Estas palabras deValéry presentarse como el compendio de la aefii;-ud main-nalista ante lo monstruoso, en la al-poca de la teratología positiva.Cuando la monstmosidad se convierte en tm concepto biológico,cuando las monstruosidades son divididas en clases según relacionesconstantes, cuando se alardea de poder provooarlas experimental-rncntc, entonces el monstruo es naturalizado, lo irregular se sometea la norma, el prodigio a la previsión. Parece entonom lógico queel espirim científico encuentre monstruoso que el hombre haya po-dido oreer en otras epocas en tantos animales monstruosos, En laépüffl flfl' lil-9 fålilllfls la monstruosidad denuncia-.ba el poder mons-flflioso de la imaginación. En la epoca de las experiencias, lo moris-truoso es tenido por síntoma de puerilidad o enfermedad mental;denuncia la debilidad o el desfallecimiento de la razón. Se repite,Úllflflilfl ii Güïfii “El sueño de la razón engendra monstruos”, sinrefleinonar, teniendo en cuenta precisamente la obra de Goya, sipor engendrar debe entenderse concebir monstruos o bien parir-los, si el sueño de la raaón no sería mires liberados que generadorde monstruos. La misma epoca liistóritn que, segifui Michel Fon-Úflull-' mi ha naturalizado la locura, se dedica a neutralizar los mons-truos. La Edad Media, que no se denomina asi por haber dejado

“' -ia wie: ¿sauna se Ferrara- Para Gaitcnsrd, as* aa toas_ ' I I 1 |- .-,, , El.1" FW" it "-'im-'^~'-'=f=› H-aora de te 1'-rte -i rage cacique. rafa, rea rsel.

4:0

La ietoiisraucsman v no uoois-reunen `ooexistir los esti-emos, es la edad en que se vo a los locos vivir ensociedad con los sanos y a los monstruos con los normales. En el si-glo :sar el loco está en el hospicio, donde sirve para mostrar la ra-zón., y el monstruo en el frasco del ernbriólogo, donde sirve para

Í-'-mostrar la norma.El siglo mrrrr no fue demasiado duro con los monstruos. En tan-

to que m luces pusieron en fuga a muchos, asi corno a muchasbrujas -"Si viene el dia, escapemos' dicen los brujos en uno de losCaprichos de Go1.ra-, ofreció la paradoja de buscar en los organis-mos aberrantes atajos para la comprensión de los fenómenos regu-lares de la organización, Los monstruos fueron considerados comolos sustitutos de experiencias cruciales capaces de decidir entre losdos sistemas concernientes a la generación 1,' el desarrollo de plan-tas ir anirnalm: la preformaoión ff la epigénesis. Se los utilizó.tam-bien para suministrar a La teoría de la serie cont:inna de los seres elargumento de las formas de transición, o, como decía Leibnia, delas especies intermedias. Puesto que aparentan ser especificamen-te cqnivocos, los monstruos asegxu-an el pasaje de una especie aotra. Su asistencia facilita al espiritu la concepción de la continui-dad. Natura nou faoit saltos, non dotar Biazt-as ƒormarurn: por elloesssten monstruos, pero a titulopuramonte comparativo. De Mailletjr Hobiuet hacían lo necesario para evocar, sin tener que inventar-los, todos los que necesitaban, y asi se ve a los peces-pajaros, loshombres marinos jr las sirenas resurgir de los bestiarios del Renaci-miento. Besuoitan además en un contexto y según una intenciónque recuerdan el espíritu del Renacimiento. Se trata de una msn-rrección contra la legalidad estricta impuesta a la naturaleza porla fisica 3' la filosofia meoanicistas. de una nostalgia por la indeter-minacíón de las formas, por el panpsiquisrno, por el pansennalis-mo. Se roctn'ro a los monstruos para legitimar una visión intuitivade la vida en la que el orden se desvanece frente a la fecundidad.El Teiiiom-ed, entretiene ¿fan philosophe indica as-ec en rnissiou-naire français (1748), es la mitología oriental resucitada para po-nerla al servicio de la antiteol 'a. Y en las Considéfaiioasphiqaes de la gradation riatrsreoïe dos formes de Ferre oo las Es.sa.i-sde la Nature qui apprenaï fl faire fliomma (1743) leemos: "Croc-

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, urócnnnsrnos que las formas en apariencia más eróticas. . . sirven de pasajea las formas vecinas; que preparan e introducen las combinacio-nes quc les siguen, asi como son introducidas por aquellas que laspreceden; que lejos de perturbarlo, contribuyen al orden de las co-sas.” " Las mismas tesis jr parecidos argumentos se retoman en elRaoederl"Aleml›ertyenlaLetn'esnrlesaueugiesdfusagedeoseaani ooient. Ademas, Diderot, en esta misma Lettre, al calificar demonstruo al ciego de nacimiento Sauuderson, profesor de óplìeefisica, cuyo ejemplo expone en wide de la visita al ciego de na-cimiento de Puisaus, entiende dar una demostración de su métodode empleo sistennitico de la monstruondad como ìfläüllflleflfü dianálisis jr doicornp-osioiónnen materia de génesis de las ideas y losideales. En resumen, ya se trate de embriologia, de sistemática ode fisiología, el siglo avm hizo del monstruo no sólo tm objeto smctambién un instrumento de la ciencia. Í

En el siglo ma se elabora verdaderamente la esplicación cienti-fica de la monstruosidad jr la reducción correlativa de lo monstruo-so. La toratologla nace del encuentro de la anatomia comparada jrde la emlniología reformada por la adopción de la teoria de la epi-génesis. jean-Frederic lvieclcel el joven esplica por detenciones deldesarrollo, tal como va lo habia sugerido K. F. Wolff (De orto mons-trornrn, 1TT2}, ciertas monstruosidades simples, en particrular lo quese denominaba entonces monstruosidades por defecto. Etienne Geof-fnoy Saint-Hilaire sustituye la noción de retardo por la de deten-ción. La monstruosidad es la fijación del desarrollo de un órganoon urr estadio superado por los otros. Es la supervivencia de unaforma embrionario transitoria. Para mi organismo de rms especiedada, la monstruosidad de hoy es el estado normal de anteayer.Y en la serie comparativa de las especies puede suceder que laforma monstruosa de una sea para otra su fornra normal. En suHistoire des anomalías de Forganisation (1337), isidore GetrffroySaint-Hilaire, hijo de Etienne, concluye -jr de manera def1`11íH'e'flen algunos puntos- la domcsticación de las monstruosidades,- agru-pándolas entre las anomalías, clasilicåndolas las reglas delmétodo natural, aplicandolos una nomenclatura metódica todavia

11 mg- rss.¿E

LL mE "L" LD HCHÍSTBIUEÚ

en vigor, pero naturalizando sobre todo el morrstruo compuesto,aquel eu`el que se encuentran reunidos los elementos, completoso moompletos, de dos o varios organismos. Autarìo, el monstruo com-puesto era tenido por el monstruo de los monstruos, porque se loeontrontaba con la norma de rm solo mdividuo. Pero si se refiereel monstruo com uesto a dos o varios mdividuos normales, este tipode monslruosidad no es ni.-.is monstruoso que el de la monstruusidadsimple. Isidoro Geoffrey Saint-Hilaire formula reflexiones muy ati-nadas sobre la er-.isirencia de las anomalías. Una de sus fórmulas lasresume: “No hay excepciones a las leyes de la naturales-:a__ smc alas leves de los naturalistas.” 'E La relación de los conceptos de ano-malía jr variedad se presenta llena de interes, jr alcanzará su mayor

hacia el fin del siglo, en el contesto de las teorias dela evolución.

Formado por descripciones, definiciones v clasificaciones, la to-ratología m desde entonces una ciencia natural. Pero en tm sigloque tiene apenas dos años mas que el término jr el concepto deBiología, toda historia natural tiende _a convcrti.rse eu ciencia err-perimental. Camille Dar-este (1822-1899) funda entonces, a media-dos del siglo, la teratogenia., el estudio experimental de las condi-ciones de producción artificial de monstruosidades. El artista de laEdad Media representaba monstruos imaginarios. El sabio del si-glo zrrt pretende fabricarlos reales. ri. imitación de Marcello Hertha-lot que decia que la química crea su objeto, Dareste proclama quela teratngenia debe crear el suyo. Se jacta de haber logrado obteneren el eiribrión de pollo la mayor parte de las monslruosidades sim-ples, según la clasificación de Isidoro Geoffrey Samt-I-Iilaire, y es-pera poder llegar a producir variedades hereditarias, alentado porel comentario de Darwin sobre sus experiencias “llenas de prome-sas para el porvenir", Daroste se propone emplear los recursos dela experimentación para la elucidación del origen de las especies.”

Desde entonces la rnonstruosidad parece haber entregado el se-creto de sus causas jr de sus leyes; la anomalía parece llamada abrindar la esplic-ación de lo formación de Io normal. No porque lo

11 Op. cit., tomo I, pig. 31.1-¦| Rechercher ,nrr lo prodrrction dos , Paris. ió'-"Í'. piig, -i-t.

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crócnszs_normal no sería mis que una forma atenuada de lo patológico, sinoporque lo patológico es lo normal frustrado o desviado. Suprimidel impedimento jr obtendréis la norma. La transparencia de la rccns-truosidad para el pensamiento cientifico la separa en lo sucesivode toda relación con lo motistruosc. Sistematicamente, el realismocondena a lo monstruoso a no ser en el arte más que el calco dela monstruosidad. Hajf que ser japones para seguir pi¿|1¡m1¢1,_-;,-aim-gones, en una época en la que Gustave Ccurbct gruñe; “Si queréisque pinto diosas, mostrådmelas." Si subsiste en Emo lo mona-truoso se vuelve modesto jr anodino. Ingres debe enP,-act,-,_mo al Roland ƒurieur el tema de la liberación de áargëlíca por Ro-berto para tener la ocasión de pintar un monstruo, obteniendo comoresultado inmediato el hacer decir a los Goncourt que el ar-rc dc Incfranceses no conoce mas monstruo que el del relato de Teranrcnos,jr provocando mis tarde la risa de Valérjr. Paralelamente, la antro-pologia pcsitivista se consagra a desvaloriaar los mitos religiosos jrsus icprcsentaciones artisticas. En 1578 el doctor Parrot intentademostrar, delante de los miembros de la Sociedad de .antropo-logía, que el dios enano Fta, adorado por los egipcios, rcproducíalas caracterisficas de mr monstruo acondroplásico,

lvle gustaria mostrar cómo, a partir dc con épc,-¿al If; mgngh-uu.so se refugia en la poesía, jr seguiría complaoido el reguero dc azu-fre que parte de Baudelaire para Hogar a los srurealistas pasandopor Rimbaud jr Lautróamont. ¿Pero cómo resistir a la tentacion dcvolver a hallar lo monstruoso instalado en el corazón mismo deluniverso científico de donde se ha pretendido espulsarlo, de 5-,cl--prender' al biólogo mismo en flagrante delito de surrealismo? ¿Nose ha ordo a [Iiarestc reivindicar para la teratogenia la gloria dei-=1't'flI SU objeto? ¿No se ba visto a Isidoro Geoffrey Saint-Hilairoll ii Daft-"'-ilïer el primero ccn timidez, el segundo con firrocaa, unirlas dos cuestiones de la monstruosidad jr dc la creacion dc psc.-5,5?¿L? SWJQIÍHÍÓH del espiritu cientifico a la realidad de las lejrcs no59112 Illes que una aririnraíia de la voluntad de poder?

*E11 Id-'lfl Etiemrc Gcoffrojr Saint-Hilaire habla retomado en rin-terul antiguas experiencias de mcubación artificial iutentadas en

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Egipto, a imitación de las técnicas empleadas en los famosos hor-nos para pollos. Las experiencias tendían a la deterrninaoión deanomalías embrionarias. Aprovechando, en 1529, la enseñanza deestas investigaciones en relación con el problema planteado porLamarclr acerca de las modificaciones de los tipos animales espe-

,E"f`cificos, Etiemre Gooffrojr Samt-Hilaire escribe: “Intente conducirla organización por caminos insólitos.” H Sin duda, esta decisión,en cuanto lleva a operar sobre huevos de pájaro, no manifiesta nin-guna motivación inconsciente fabulosa. ¿Diremos lo mismo de Hóau-mur qrrien, despues de haber referido prolijamente lo que él deno-mina los amores de una gallina jr un conejo, expresa su decepciónpor el hecho de que ima unión tan singular no le hajra deparado"pollos recubiertos de pelos o conejos guarnecidos de. plumas"l-'¿Qué diremos el dia en que sepamos que se han intentado en elhombre experiencias de teratogeniaí' El camino de lo curioso a loescabroso jr de lo escabroso a lo monstruoso, es directo, si no breve.Si el eusajro de todos los posiblm con el objeto de poner de mani-fiesto lo real está inscrito en el código de la experimentación, 'exis-te ol peligro de que a primera vista no se reconoaoa la frontera en-tre lo exp-ermrental jf lo monstruoso. Porque lo monstruoso es unode los posibles. Querriamos referirnos sólo a lo monstruoso imagi-nario, pero tenemos conciencia de su ambigüedad. Apreciamos cuan-ta distancia media entre los biólogos que so crean su objeto jr losfabricantes de monstruos humanos destinados a convertirse en bu-foncs, tal como los ha descrito Victor Hugo en el Homme qui rit.Debemos desear que se mantenga, përo no podemos afirmar queasi sucederá.

La ignorancia de los rmtiguos tenia a los monstrrros por juegosde la naturalem; la ciencia de los contemporáneos hace de ellos eljuego de los sabios. Iugucnros entonces a fabricar gallinas ciclopes,ranas de cmco patas, tritones siameses, mientras esperamos, pien-san algunos, quo podamos jugar a fabricar, no sirenas o ccntauros,sino quizá rm hombre de madera. Si no se conociera al autor, lafórmula "tratar de conducir la organización por caminos insólitos"podria pasar por el anuncio de rm proyecto diabólico. En este caso

1* 'Ditarlo por Iïlan-nte: iieclrsruñer, cto..., pág. -"io,

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orúoznzsencontrariamos lo monstruoso en el origen de monstruosiciades' abo-ra autenticas. Lo que la Edad Media había soñado, el siglo del p-0~sitivisnro pensando abolirlo lo habria realizado.

Acabamos de hablar en condicional, ya que si es cierto que lomonstruoso aparece, a su manera, en la tcratologia experimental,no es menos cierto que no excede por la calidad de sus efectos loque la vida obtiene sin él. El leratoiogo de boy tiene menos am~¬bieion, más mesura, que Etienne Geoffrey Saint-Hflaíre jr Dareste.En una conferencia reciente 1'-'*, Etienne Wolff bacia notar que elteratologo experimental limita su intervención a la perturbaciónde un proceso comenzado sin él y cuyas condiciones elementalesiniciales ignora. Después dc lo cnal deja hacer a ia materia vivien-te, espera 1' observa. En síntesis, dice Wolff, “el esperimentadortiene la sensación de no ser mas que un factor accesorio". Su po-der está estrechamente limitado desde el comienzo porque la pies-ticidad de los esbozos embrionarios es de breve dmaciún, jr en se-gundo lugar porque las monstruosidades no transgrcden el planespecifico. El biologo de hoy no stilo no crea nada realmente nue-vo, sino que comprende también ei porque. Comprende mejor elmerito de los dos Geoffrey Saint-I-Iiiaire ai haber percibido queeristen tipos de organizacion teratológica dominados por leyes deesta organizacion. Es asi como todos los eíciopes, desde el pez alhombre, están organizados de manera similar. La naturaleza, diceE. Wolff, tira siempre de los mismos b.ilos."* El experimentador nopuede tirar de más bilos que la naturaleza.

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Hemos dicho que la vida es pobre en monstruos mientras quelo fantastico es un mundo de ellos.

Se puede comprender abora esta relativa pobreza dc la vida.Los organismos no son capaces de escentricidades de estructuramás que en el breve instante de la inieiacidn de su desarrollo. ¿Pe-ro por que decir de lu fantastico que es un mundo, si mrmdo, cos-

“¢a`a1=1fl1D=wp`h1q1=«.P=ra.s.-ifssmr.H I-onšgcilnce dos Hiriltrus. Paris, Gailimarfiúlü-id, pag. IT.

Ls nrossrnoosrortn v no ssoss-rat."-osomos, es orden? ¿Es porque existen tipos -incluso algunos dicen:arquetiposå- de lo fantástico? En realidad, quisimos decir que lofantastico es capaz de poblar un mundo. El poder de lación es inagotable, infatigable. ¿Cómo podría no serlo? La ima--ginacion es ima ftmciou sin organo. No es 'nna de esas funciones

n f'*'qne dejan de obrar para recuperar su poder funcional. No se ali-' ,lfmeuta mas que de su actividad. Como lo advierte Gaston Bache-

lard, deforma o refonna iuoesantemcnte las viejas imágenes paraFormar otras nuevas. Se ve asi que lo monstruoso, en tanto que ima-ginmio, es proliferante. Pobreza de un lado, pro-digalídad del otro,ta] es la primera razón para mantener la dualidad de la monstruo-sidad y lo monstruoso.

La segunda razon precede a la primera. La vida no transgredeni sus leyes ni sus planes estructurales. Los accidentes no son ea-cep-ciones, jr no bay nada monstruosoen ias rnonstruosidades. "Nohay csrcepcioncs en Ia naturaleza", dice el teratdlogo en la epoca po-sitiva de la teratoìogia. Pero esta formula positivista, que define tmmundo como un sistema de leyes, ignora que su significado con-creto se lo otorga su relacion con el significado de -una mananaopuesta, que la ciencia excluye, pero que la imaginación apljea. Estamáxima da nacimiento al anticosmos, al caos de las est.-opciones sinleyes. Este antimtmdo, cuando m contemplado desde el ángulo dequienes lo frecuentan después de haberlo creado, creyendo todoezccpcíonalruente posible -olvidando a la vez que solo las leyespermiten las excepciones-, este antimundo es el mundo imagina-rio, vértigo y desorden de Io monstruoso.

_ _ Georges Gartgniflieni{ Bruselas Í!

[Tradoccìfm del francés de Edroundo H, .|'i'.'inr-11-r1'1'rrr|..-.'.-.1r.¦|=

*B 4?