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COLECCION LABOR SECCIÓN I CIENCIAS FILOSOFICAS N.° 228 BIBLIOTECA DE INICIACION CULTURAL

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  • COLECCION LABOR

    SECCI N I

    CIENCIAS FILOSOFICASN . 228

    BIBLIOTECA DE INICIACION CULTURAL

  • FRANZ BRENTANO

    ARISTTELES.por

    MOISS SNCHEZ BARRADOC a t e d r t i c o d e l I n s t i t u t o d e B u r g o s

    S H O U N n A K I U O I N R K V 1 S A D A

    E D I T O R I A L L A B O R , S. A.BARCELONA - MADRID - BUENOS AIRES RIO DB JANEIRO

  • Primera edicin ^930 Segunda edicin revisada : P 9 4 3

    PRINTED IN SPAIN

    T a lu m lk s G r f i c o s I b b r o A m e r ic a n o s , S. A . : P r o v k n z a , B ARCKIyONA^

  • p l o ;g oSegn Aristteles, de entre los conocimientos, aven

    taja a todos los otros en valor y dignidad el que l denomina ^abidura ^ms an, su contemplacin continua nos hace partcipes, segn l mismo, de la ms alL'l felicidad de que el hombre es capaz en principio. Todos los bigrafos do Aristteles estn en esto con- l'ormes; pero cuand^ pasan a exponer la doctrina aristotlica sobre la sabidura, .nos presentan algo tan inarmnico y tan plagado de evidentes ^aBsurcTosj quenadie puede sa^sa^ers^coT'semejante Exposicin. i i i , ~~ ~ Y si eso es ya bastante para despertar desconfianza, todava es ms sospechoso su modo total' de proceder en la investigacin del pensamiento y de las doctrinas aristotlicas. Cuando tropiezan con dos tesis que parecen contradecirse, sin ahondar enemas averiguaciones pretenden que hay una real contradiccin y se preguntan, por consiguiente, cul de las dos afir- maciones~^ntradictorias ~ha)5r^que~~prferir en~~Ta exposicin como la propia de Aristteles. Y, sin embargo, lo ms fcil sera presumir que aquellos pasajes podran entenderse en otro sentido que los armonizara entre s, y con la ventaja de que lo que, a primera

  • O FRANZ BBKNTANO

    vista, pareca. crear una dificultad a la comprensin, sirve ms bien para facilitarla, pues la necesidad de justipreciar simultneamente dos afirmaciones al parecer contradictorias, es un puntal firme para la interpretacin de una y otra. Y todava ms. Quiz la explicacin de la coherencia j e un juicio con otro, exige ciertos conceptos intermedanos^ descubrindosenos as la totalidad del pensamiento aristotlico de manera mucho ms completa.

    Ese camino es precisamente el que he tomado, y creo as, aprovechando varias indicaciones desparramadas en las distintas obras, haber , llegado a un resultado que se recomienda de una parte por su coherencia, y de otra porque, apoyndonos en '61, se comprendo muy bien cmo Aristteles poda detenerse con alta complacencia en la contemplacin de una concepcin del universo as configurada.

    Cierto que la teora aristotlica de la sabidura es hoy insostenible en su totalidad y que varias partes de la misma se han superado completamente. Sin embargo, estoy convencido de que si se la comprende.bien, aun hoy su estudio puede ser verdaderamente provechoso. Por mi parte, no hago ms que cumplir un deber de gratitud al reconocer que, cuando de joven me empec a ocupar de Filosofa en una poca de la ms profunda decadencia para la misma, ningn maestro contribuy ms que Aristteles a iniciarme en el verdadero camino de la investigacin.

    Ciertamente que cuanto de l recib, lo hube de poner en relacin con multitud de conquistas cient-

  • ABISTTE7.ES 7

    cas de pocas posteriores, con lo cual, mucho, si bien no todo, de la herencia aristotlica tom una forma esencialmente nueva. Podra, no obstante, aun hoy suscribir las siguientes lneas que un da escrib en su lbum a uno de mis oyentes de la Universidad de Viena, que me las pidi amablemente:

    De qu raza desciendo, odlo, vosotros, los coronads con blaso- Semilla soy de Scrates, el que a Platn produjo. [nes.Platn cre la fuerza de Aristteles, nunca envejecida,Como no se marchit la novia que l, amante, se escogi. Dos milenarios pasaron, an florece y da brotes el himeneo

    [aquel;Aun hoy, me glorio de proceder de ese consorcio y no de otro. A ti, Eudemo, el piadoso, saludo cual a hermano,Y a t tambin, Tebfrasto, el do boca diviur, dulce como el

    [vino do .Tiosbotf.

    l or haberlo sido yo ofrendado tardo y ser el mrts joven do[los suyos.

    K1 padre me ha proferido tiernamente a todos los dems.

    Son ya muy instructivos los mltiples puntos de contacto y aun de concordancia de la teora aristotlica de la sabidura con la de nuestro gran Leibniz. Se ha ridiculizado el magnnimo optimismo de ste, pero hoy se empieza a ser ms justo con la significacin de su doctrina. Seguramente ha de salir sta ganando al notar que la filosofa helnica di expresin y alta estima a las mismas convicciones que el eminente y moderno pensador ense de la manera ms fervorosa y en las que vi los fundamentos de una vida verdaderamente humana y digna.

    He procurado hacer la exposicin todo lo ms ceida posible. Pero, dada la profunda oposicin en que se

  • liall con las concepciones corrientes, no me ha sido siempre posible evitar una demostracin a fondo y una refutacin de las objeciones principales. Y habra tenido que ser an ms extenso, si respecto a algunos de los puntos ms discutidos, como, verbigracia, la doctrina del vovg jtocrjnxog (el entendimiento activo), la del obrar del Dios aristotlico, as como la de la animacin del hombre y del origen del gnero humano, no hubiera podido remitirme a las respectivas explicaciones que doy en mi Psicologa de Aristteles y en mi tratado prximo a aparecer: Doctrina de Aristteles sobre el origen del espritu humano.

    8 VRAN7! nnr.NTANO

    F iianz B ukntano

  • NDI C E

    Vida.Escritos . ..La sabidura

    El objeto de la sabidura humana

    Explicacin de los trminos .Conocimientos inmediatos .Dos clases de verdades evidentes, la primera dlas euales

    es la de los hechos imnedialmenlo evidentes

    Axiomas

    Conocimientos medial os

    Origen de las ideas

    l.o trascendente do la definicin sustancial

    Cambios sustancale. Materia y forma .

    Los cambios sustanciales no se hacen en serie continua.De la nada, nada sale : nada se convierte en nada . . . .La ley de la sinonimia

    Existencia de un ser absolutamente necesario

    Ese ser necesario es inmvilEl ser necesario es, como causa primera del orden total

    del Universo, un entendimiento nico y de actividad teleolgica .

    Esc entendimiento es la causa primera 110 slo de todo orden, sino tambin de todo ser

    Esa inteligencia es, en cuanto se contempla a s misma, omnisciente y enteramente feliz: su esencia es su sabidura y su sabidura es su felicidad......................

    Esa inteligencia primera es el amor de todo bien y la voluntad omnipotente, que quiere lo mejor.......... . .

    Pgs.

    111833304142

    124t>555870737870818789

    92

    97

    102

    106

  • 10 FRANZ BKENTANO

    Pgs.

    El primer principio es infinitamente bueno y en cuanto bueno, principio 110

    La divinidad 115La divinidad de Aristteles y la idea platnica del bien.

    El apetito de la materia ............................................. 117La divinidad de Aristteles y el Nog (la Inteligencia) de

    Anaxgoras......................... 121La divinidad, segn Aristteles, a- la luz de su doctrina

    de los principios de la preferencia............... 124Actividad nica en Dios. Su vida puramente terica... 131La divinidad y la pretendida imposibilidad de un querer

    desinteresado 144Aporas en Teodicea 145'

    La teleologa del mundo celeste 152Los elementos corruptibles y lo que ocasiona el desen

    volvimiento efectivo de sus fuerzas y disposiciones.. 156Influencia ennoblecedora y vivificante de las estrellas.. 150

    Grados de la vida.......................................................................... 163*Superioridad del hombre en virtud de su naturaleza en parte espiritual....................................................................... .. 163

    Accin recproca entre el espritu y el cuerpo................. 16GColaboracin de la divinidad en la generacin del hombre. 168La aparicin del gnero humano es, por decirlo as, la

    plenitud de los tiempos. 177La vida terrena como preparacin para un ins all in

    finitamente beatificante y recompensador de todos en justicia........ ........................................................................... 179

    Ilimitado crecimiento de lo bueno en s. Multiplicacin ilimitada de la vida beatfica en sabidura................. 186

    Necesidad teleolgica indispensable del mundo de los cuerpos 187

    Observaciones finales........................................ ............................. 189La Filosofa de Aristteles en confrontacin con otras

    concepciones del Universo................................................. 189ndice alfabtico........................................................... 193

  • VidaSi contando siempre entre los ms altos bienhecho

    res de la Humanidad a los investigadores cientficos, damos la superioridad a unos sobre otros, sea por haber ejercitado su actividad en ms ricos y variados trabajos o en un ms .elevado campo, sea por haber obtenido mayores resultados positivos o haber influido en yus contemporneos o sucesores de modo ms amplio y duradero, seguramente y bajo todos estos aspectos, ninguno quiz tenga ms derecho que Aristteles a tal homenaje de gratitud:

    Naci en 384 a. de J. C., en Estagira, ciudad-colonia de los griegos en Macedonia. Sus padres y dems antepasados haban sido mdicos de los reyes de aquella nacin. Pero espiritualmente poda con ms razn llamar a Atenas su patria, pues habindose trasladado a ella a los 17' aos, no la abandon en veinte aos, y esto slo por algo ms de un decenio. All recibi su formacin cientfica, all puso ctedra y all parece haber compuesto todos los escritos que de l poseemos. Sus sentidos estaban abiertos a todos los nobles estmulos que entonces poda recibir de Atenas. Pero ante todo le atrajo Platn, cuya escuela- frecuent desde luego y cuyo influjo, a pesar de toda la atencin que

  • 12 KUAN7, ItUHNTANO

    Aristteles consagr ms tarde a los antiguos filsofos y singularmente a los de la escuela jnica, se hace notar por encima de la de todos los dems, lo mismo en la filosofa terica que en la prctica. No cabe duda tampoco, de que en todo tiempo se sinti obligado respecto a aqul a la ms profunda gratitud. As nos habla Olimpiodoro de un discurso epidetico (un panegrico) escrito por Aristteles en honor de Platn, y del poema elegiaco en que Aristteles celebr a su amigo muerto, el cipriota Eudemo, nos hace notar un pasaje, en que a la alabanza del noble muerto se mezcla la expresin de la admiracin ms alta hacia PJa- tn, entonces todava en vida:

    Apenas pis el umbral radiante do la ciudad do Ccrope Erig-e, piadoso y devoto, el altar de la santa amistad A aquel, hasta cuya alabanza Temis prohbe al malo,Quien el primero de los mortales, el nico, claramente demostr Con su vida, primero, y con su convincente palabra, despus, Cmo hay un camino que lleva a la virtud y a la felicidad. Pero a nadie encuentra dispuesto tal nuncio de salud** (1).

    Y ese sentimiento de la ms alta veneracin no se apag jams. No se puede dar expresin ms eficaz al sentimiento de una deuda de gratitud nunca extinguida hacia el maestro que le inici en la sabidura, que como lo hace Aristteles en el crepsculo de su vida en los libros de la amistad. Es el caso mismo, dice l, de los beneficios recibidos de los padres y de la providencia divina, qu nunca se acaban de pagar.

    (1) Eudemo haba sido muerto on Sicilia complicado en el ltimo ensayo fracasado de reforma de Platn.

  • AIlIHTlVnCI/KH

    Cierto que a pesar de esos sentimientos para con Platn, a cuyas doctrinas parece haberse adherido totalmente en sus primeros ensayos escritos, lo combati luego en varios puntos muy principales. Pero l mismo seexplica"respecto a ^ sEoconTaJbella frase deque la verdad debe sernos ms querida que el ms)

    rntimo amigo y que por la verdad debemos renuncian ( auiui las propias convicciones.[^sa~~mtrca ^espreocu*

    pada que en sus aos de madurez no tuvo inconveniente en ejercitar incluso personalmente frente a Platn, le honra nuieho aun habiendo con ello dado ocasin a las hablillas de malas lenguas (de los epicreos), que lo queran presentar bajo un aspecto desfavorable lo mismo (]uo u Plaln.

    Es un hecho de experiencia y que Aristteles mismo menciona y explica ocasionalmente, qiie en el hombro suscitan ms amor los beneficios hechos quo los recibidos. No puede dudarse por lo tanto que Aristteles tuvo siempre ardiente simpata para con Alejandro Magno, cuya educacin le haba encomendado el rey Filipo, y sobre cuyo espritu y corazn haba ejercido la ms bienhechora influencia. Pero tampoco esa simpata le llev a aprobar en todo la conducta del gran hombre, como soberano. Y hasta, si bien se advierte, no es posible desconocer que ms de una sentencia importante de sus libros sobre el Estado parecen hechas para sealar como falsos y reprensibles los fines que persegua Alejandro. ste, en su afn dominador, no pensaba ms que en la guerra y en la extensin cada vez mayor de su imperio. Aristteles dice, en cambio,

  • 14 F R A N Z BREN TAN O

    que todos los Estados cuyas instituciones tienen por fin principal la guerra ^ son Estados^lfracasados en principio, v se muestra contrario a una extensin ilimitada del Estado. Pues que al contrario de la divinidad, cuyo gobierno puede abarcar el universo infinito, el hombre es limitado en todas sus fuerzas, y, en consecuencia. el Estado como todo organismo, tiene cierta magnitud natural y relativamente corta. El rebasa- miento de esa medida tiene que traer consigo, por lo tanto, no un acrecentamiento sino una mengua de perfeccin. Las mismas relaciones personales que con la Corte macednic tuvieron Aristteles y sus antepasados, no le impidieron estimar poco conveniente al bienestar del Estado la monarqua hereditaria.^ ta^yictHjg Aristteles fue muy agitada. Habiendo quedado muy pronto hurfano de padre y madre, tuvo la suerte de encontrar unos cariosos segundos padres en Proxeno y su mujer que dirigieron sus primeros pasos por el camino de la virtud y le guardaron fielmente su no insignificante patrimonio paterno. Todava les consagra un recuerdo de gratitud en su testamento. Despus _de la muerte de Platn , y accediendo a una invitacin del pr5pe~mrmeias, piareh a Atar- neo, donde fue jfestigo je^lajsbita cada y muerte de aquel noble amigo. Despus de salvar por la huida a Pitias^ soFrina e hija adoptiva d e l t o m por esposa. Pero, pronto se la arrebat tambin la muerte. Sin embargo, aunque entretanto haba contrado un nuevo enlace con (pferpile^de Estigira, todava se acuerda de aqulla con~53fino en su testamento. Algu-

  • ARISTTELES 15

    nos quieren hacemos creer que aquel segundo enlace fu un mero concubinato, pero por muy diferente que hubiera sido la condicin social de Herpile de la de Pitias, no hay que pensar en relaciones como las que designamos con aquel nombr. La injusticia que suponen stas para con la mujer, contradice en absoluto aquel sentido, tan conocido de Arittfil^para la rectitud y la amistad. Y en efect&a Herpjfe^que le di a su Nicmaco, le fu encomendada como a su segunda madre, la edcaHop^deuna hija que le dei su primera mujer. Vemos, por otra parte, cmo se ocupa en su testamento del porvenir de su futura viuda con una disposicin muy significativa para la cuestin que nos ocupa. Se la lia de casar, dice, por segunda vez, en caso de que ella lo quiera, pero slo con un hombre que sea digno de clin. Vemos, pues, que para aquella segunda unin debi existir alguna sancin, ante todo la de la conciencia._____i En general,sn testamento!)encierra muchas cosas que nos acaban de revelar su noble personalidad, en especial ciertas disposiciones en relacin con los esclavos que dejaba, demostrando en ellas ^ue si l eTs tica nos manda~ver en el esclavo no~slo~3.1 esclavo, p.na especie de instrumento vivo, sino al hombre, tambin supo acomodar a la tora su propia conducta del modo ms bella ~~

    Poco antes de la muerte le sobrevinieron graves infortunios. Hubo de pasar por la amargura de ver que Alejandro, embriagado, lia5a da^~~merte en un icceso de clera a su noble sobrino Calstenes. Cuando

  • 16 KTtANZ BKKNTANO

    muri Alejandro y lleg la noticia a Atenas, Aristteles, que siempre haba sido~fieTy^agradecido a todo favor, experiment la ms negra ingratitud de parte de aquella ciudad, en cuyo favor tantas veces haba hecho valer su influenciar' ante la- CoHTmacdnica. A causa de un" poema que conservamos, en que celc ^[braba al amigo muerto Hermeias, se le acus de haber tributado honores divinos a un hombre. Conociendo bien los apasionamientos del pueblo se sustrajo al proceso huyendo, siendo empero condenado a muerte je n r ^ ld ^ JI a/ A pesar de haber sido por completo ajeno a la polnica de Alejandro, no se libr de ser alcanzado por los furores del odio largamente reprimido contra el podero macednico y que, al estallar violentos, hostilizaron a la persona del gran Estagirita.

    Se ha contrapuesto esa falta de todo intento ele intervencin prctica en la poltica de Alejandro con la conducta de Platn, que hizo varios viajes a_ Sircusa gara reformar 'frquel Estado con arreglo a sus mximas polticas. Peroha sido error grande pretender explicar ese contraste mediante la preferencia que Aristteles tena por la vida contemplativa respecto de la prctica. Precisamente esa preferencia por la contemplacin se encuentra lo mismo en Platn que en Aristteles. Y si I^aton7~a~pesar i e ese amor por la contemplacin, sostena que^eTTilsofodebe ocuparse en el gobierno del Estado^ porque en un Estado no anda~T>ien la s cosas hasta que el filsofo llegue a |ey o el~rey sepa~filosofF^ie^~Arstteles era de ese

  • ARJ.STTICLKS 17

    mismo parecer. Jndudamente habra sacrificado una parte de su tiempo libre, para l de tanto precio, si hubiera visto a Alejandro inclinado a prestar odos, aun como prncipe, a las doctrinas y consejos de su educador. De seguro que esos consejos no se habran apartado, tanto, como ocurri con ms de una ideu revolucionaria de Platn, de los caminos que la experiencia evidenciaba como verdaderamente viables. Si Aristteles se hubiera realmente y en principio limitado a la investigacin y no hubiese querido tener participacin alguna en la poltica cmo habra aceptado .tan de buen grado la invitacin del rey Filipo? Desde luego que Alejandro iba a ser educado, 110 para hivestigador, sino para director de un Estado. Y. seguramente, no acept la proposicin de Filipo por la remuneracin que de l esperase, sino por parecerle de xito ms probable el intento de ganar para sus ideas polticas a un joven prncipe, que no a un tirano asentado ya en el trono, como Plato^pretedi7

    Aristteles'^it^^los^ 62^aos~de edad en Calis (le Eubea, qW-fagfta icogido al fugitivo en el verano del ao 322 a. de J. C. Del mismo modo que en vida 'eelipsiTcon siT escuela del Liceo (que reeibi sil nombre de Peripattica del paseo cubierto del mismo) a la Academia (que estaba bajo la direccipn de Speusipo), as tambin la sigui eclipsando por medio de sus inmediatos sucesores, el primero de los cuales fu Teofrasto. Al lado de ste hay que nombrar tambin ^Eudem^ el autor de la tica conocida por su nombre, y que es el mejor de sus discjvnloR inmediatos.

  • EscritosPasemos ahora a los escritos del gran hombre, que

    habiendo liecho ya en tiempos de Platn sus primeras firmas de escritor, tom por modelo a su maestro tanto en la materia, como en la forma de la exposicin. Escribi variggmiogosT^ty los que slo nos quedan insig- fnficantcfragmentos. Era un empeo peligroso el querer rivalizar con Platn en cuanto a la belleza de la forma. Pero parece ser que, si Aristteles no lleg a ponerse a la altura del modelo, logr apropiarse algunas de sus excelencias, pues slo por esos escritos, perdidos para nosotros, pu^T Cieeri). sentirse movido a celebrarle en segundo lugar "despus de Platn en c^uanto al modo de presentar sus doctrinas, perfecto no

    slo didctica sino tambin estticamente.En cuanto a los escritos que conservamos, lo ceido

    y plstico de la expresin les da, aparte del inters de fondo, un encanto especial. Pero dejan bastante que desear (y precisamente ms que ninguno, los ms importantes) desde el punto de vista expositivo.

    Hay repeticiones molestas; una aclaracin que habra estado mejor antes, viene luego muy a destiempo; y hasta la primera condicin que tiene derecho a exigir_Jo^O lector, la^ claridad, es bastte deficiente.

  • ARISTTELES

    -Unas veces la excesiva concisin, otras lo equvoco de ipp, expresiones hace ininteligible ms de un pasaje. V ese diverso sentido de_una misma palabra j l o slo tiene lugar en pasajes diversos, sino que ese cambio de significacin ocurre aun dentro de un mismo pasaje ; ms todava ^ dentrcTdeur^ mismafrase.

    Y lo ms lamentable es que esa excesiva brevedad, de que nos quejamos, suele hacerse notar ms especialmente donde se trata de las cuestiones ms importantes y difciles: circunstancia que ya a Antigedad llev a muchos a formular las ms raras opiniones. j3e quiso yei- ei ^ello una intencin expresa de hacerse i 11 inteligible; pues, segn ellos, pretenda que ciertas jaitas verdades no fueran del dominio pblico sino reser- vadas a su escuela. Otros sospechan que no sintindose bastante seguro en ciertas cuestiones, en vez de confesarlo sencilla y llanamente, hizo lo que el calamar para librarse de la persecucin, arrojar tinta: para prevenir unajposible crtica o_refutacinT se j involvi en artificiosa oscuridad. Si bien tales suposiciones carecen de toda verosimilitud por incompatibles con el carcter de Aristteles tal como nos es conocido, no por eso dejan de dar elocuente testimonio cte esa falta de claridad que le censuramos. Claridad que, por otra parte, no poda ganar mucho con las numerosas faltas que pueden habrse deslizado en el texto, de cuya inseguridad dan testimonio el gran nmero de variantes de los cdices que han llegado hasta nosotros. Y lo ms notable es que el intrprete se siente a veces tentado a enmendar el texto aun all mismo donde con

  • 20 l'JtANZ J1RKNTANO

    vienen todos los cdices, por lo dems tan incongruentes entre s : enmienda que puede ser la verdadera aun cambiando el sentido de un pasaje en todo lo contrario mediante la insercin de un simple ov (no). Claro es que no vamos a hacer responsable al escritor de las faltas de los copistas, pero podemos en todo caso decir que en un texto difcil de comprender para los copistas por lo oscuro del estilo, era de esperar seme-< jante irrupcirTde falsas lecciones.

    Pero seremos, por lo dems, ms benignos al cen-' surar la oscuridad y los otros defectos de la exposicin

    Aristteles, al tener en cuenta cundo y cmo fueron compuestos los escritos que aqul nos dej. _Hoy casi unnimemente se admite que la composicin de todos ellos corresponde a la poca da-la. gftfrnnrfa estancia en Atenas, esto es, entre los aos 335-322 a. de J. C. La brevedad de este perodo est on razn inversa del asombroso nmero y variedad de los trabajos que en el mismo salieron a luz. Al mismo perodo pertenecen adems de las obras que nos quedan, otras perdidas. como, y sobre todo, la gran obra ftuyo contenido era una exposicin histrica de las principales constituciones polticas antiguas.j. Y si se tiene tambin en cuenta las siguientes circunstancias : que Aristteles tena que dividir su tiempo entre la actividad de escritor y la enseanza oral; las perturbaco^^qu~V^sa~doWe^actividadW m i de l lr n i los. incidentes de la vida pblica deentonces y de su vida privada; y, finalmente, que, segn se nos dice, fu de salud dbil qu de extrao

  • AltlSTTKTiKH 2 1

    tiene que nuestro autor, para cumplir el gran cometido quejie haba impuesto en servicio de la Humanidad en otros y ms esenciales aspectos, renunciase al pleno cjesarrollo de su talento de escritor, oue lo tena como lo demuestran sus primeros escritos ?

    Ni uno solo de los escritos conservados lo public c| mismo; ninguno tampoco est realmente terminado, si bien unos menos que otros. Buena parte de ellos debieron servirle como de apuntes para sus conferencias (ms o menos repetidos unos que otros). Algunos, empero, tienen tan marcado carcter de mero borrador que ni aun para apuntes habran sido suficientes.

    Todo este conjunto de circunstancias dificultan, pues, esencialmente la recta comprensin de sus doctrinas, y la dificultad se acrecera an ms, si admitiramos como cosa demostrada, con algunos renombrados crticos, que Aristteles dice a veces cosas en que l mismo no cree. Tan pronto, segn ellos, habra hecho las mayores concesiones a la opinin corriente aun contra su propia conviccin, como en la debelacin de un enemigo no habra tenido inconveniente en echarle en cara algo que l mismo tiene por verdadero, slo para crearle un ambiente desfavorable cerca de aquellos a quienes se dirige; finalmente, por afn de lucir su maestra dialctica, para poder acumular razones, habra atacado al enemigo en ciertos respectos en que l mismo no est muy seguro.

    Hay quien tiene por tan indudables estas malas maas de escritor de Aristteles, que sobre ellas construye un sistema exegtico completo, indispensable,

  • 22 FllANZ BRKNTANO

    segn ellos, si no se quiere que toda la doctrina aristotlica aparezca como un conjunto de contradicciones.Y hasta llegan a asegurar que cuando slo ocasionalmente emplea un principio para sacar de l importantes consecuencias, su aserto no tiene tanta autoridad como donde se ocupa en asentar y fundamentar esc principio.. Admitir esto traera las peores consecuencias, dadas las incertidumbres que produce lo impreciso de la expresin o la deficiente transmisin del texto. Porque es natural que los pasajes que tratan de fundamentar un principio, sean pocos, quizs uno solo, mientras que la ocasin de emplearlo se repito c-.on frecuencia; y, adems, el principio, cuando es do. gran alcance, contribuye a fijar el carcter del sistema en todos sus rasgos esenciales. Y, en efecto, es infinitamente ms fcil que por un descuido de frase o por una corrupcin del texto se desfigure un pasaje, que no en igual medida un gran* nmero de pasajes.

    Y, de hejeho, aquel axioma exegtico ha llevado a sacrificar a un pequesimo nmero de afirmaciones un nmero incomparablemente mayor de ellas que figurando en los ms diversos escritos y siendo concordes entre s, contradiran sin embargo a aquellas pocas, tal como se las ha interpretado.

    Felizmente, puedo asegurar en virtud de largos y esmerados estudios consagrados a Aristteles, que -todas est&TTiiptesislfe antemano tan extraas son por completo infundadas y que se deben slo & falsas interpretaciones, nom uy de extranr^j ^sasdificultades que su comprensin ofrece. Nos proponemos, pues, no

  • ARTSTTRLKB

    hacer uso alguno de tales recursos hipotticos. Y si llegamos, a pesar de eso, a una exposicin. tan coherente como las otras, tenemos a nuestro favor (en virtud de las reglas de la verosimilitud) la ausencia de tanta complejidad de presuposiciones y, adems, la ventaja que resulta al verse por la comparacin, que las doctrinas a que aqullos se ven llevados por sus hiptesis artificiosas, resultan mucho menos armnicas en s y se parecen mucho menos a la doctrina de los predecesores y sucesores histricos de Aristteles, como asimismo a la de los grandes pensadores de otros tiempos que tienen mucho de comn con Aristteles. Son tan evidentemente absurdas, que un hombre que as interprete a Aristteles, jams podr sentirse inclinado a adherirse a sus enseanzas. En efecto, 110 se han sentido inclinados a una interpretacin como la que hacen nuestros modernos e hipcrcrticos intrpretes, ni los inmediatos sucesores del filsofo, ni Alejandro de Afrodisia, que por los aos 200 d. de J. C. mereci el honroso ttulo de intrprete en sentido eminente (1), ni Simplicio, el ms docto de los comentadores de Aristteles y, para quien ste es la ms alta autoridad despus de Platn, ni los filsofos rabes, ni los Escolsticos, para quienes Aristteles era, segn

    (1) Como prueba decisiva de ello, vase u comentario, indudablemente autntico, del cap. 9 del libro I de la Metafsica. En cuanto al comentario que bajo s nombre nos ha llegado, al importante libro A de su Metafsica, FrEudenthal ha demostrado su falta de autenticidad de un modo irrebatible, en su obra: Los Comentarios de Alejandro de Afrodisia a la Metafsica de Aristteles, conservados por Averroes.

  • FRANZ BRENTANO

    palabra del Dante, el maestro de los que saben En cambio vemos aparecer ese modo de interpretar Aristteles en Ramus, que, como se sabe, rompi con Aristteles hasta en la Lgica, y que en virtud de una exgesis hasta entonces inaudita, esperaba con mayor razn desacreditarle como metafsico.

    Y as debera decirse que el potente influjo que a pesar de todo han ejercido siempre los escritos aristotlicos en las ms altas esferas de la filosofa, es propiamente atribuible a un Aristteles mal comprendido, no al verdadero Aristteles. Vemos a Leibniz, por ejemplo, mal guiado por Ramus, atribuir a Aristteles un modo de pensar (con respecto a los problemas ms altos) mny parecido al que le atribuye la moderna interpretacin y juzgar, por ello, muy despectivamente la teodicea aristotlica. Y si a pesar de todo est todava tan poderosamente influido por Aristteles aun en las cuestiones ms importantes, slo lo est de modo mediato a travs de los que haban hecho del filsofo, entendido de otro modo, su maestro. Cun distinta habra sido la situacin, si Leibniz hubiera conocido la verdadera doctrina de Aristteles! Con qu entusiasmo se habra referido a ms de un rasgo concordante con los suvos Y del mismo modo que a Leibmzjge ve tambin a la poca moderna privada por egglnoderno oscurecimiento de la doctrina, aristotlica de un .influjo saludable y benfico precisamente en el ms alto dominio del pensar,, dejndose slo sentirla influencia, aristotlica en disciplinas relativamente inferiores.

  • ARISTTELES 2o

    ^ Guardndonos. pues, de creer sencillamente contradictorias las afirmaciones en apariencia inconcilia- bles del filsofo y de cohonestar el extrao proceder de repudiarlas que parecen menos dignas de crdito, en obsequio a hiptesis an ms extraas, la dificultad .misma de armonizar unas y otras dar ms valor a los puntales que se salven de ese modo y diremos con Aristteles que la axogla (la dificultad) se convierte en evTcoQa (facilidad) . Ser, pues,, necesario Buscar el modo de hacer posible la conciliacin de las varias aserciones, de modo que no slo juna afirmacin d luzpara la recta interpretacin _de la .otra, sino que as podamos llegar a reconstruir varios miembros del sistema total aristotlico, qugjjp Rindonos dados directamente < ti su m o d o e x p r e s arse sucinto y fragmentario, son, sin embargo, necesarios para reconstruir el conjunto, lia estructura ideolgica de un gran pensador se parece al organismo de un ser vivo, en que la estructura de una parte condiciona la de otra, y lo que consigui Ouvier con los restos de los animales prehistricos: por la naturaleza de las partes existentes determinar del modo ms exacto la de las partes que faltaban, eso mismo debe ser posible en una obra de filosofa como la de Aristteles. Y llegando as a la plena comprensin del verdadero carcter del todo, de modo que haga evidente la afinidad de este pensador con otros cuyas obras se conservan ms completas, esa perspectiva nos proporcionar nuevos medios de interpretacin y nos llevar a la ms fcil comprensin de un caso por analoga con otro. Tales procedimientos nos propo

  • FRANZ RRRNTANO

    nemos utilizar y esperamos poder dar de ese modo una imagen mucho ms completa del filsofo, sin rebasar nunca, claro est, los lmites de la verosimilitud. No dejaremos nunca de indicar, cundo algo se afirma Idirectamente, eundo se deduce con seguridad, cundo se presume de modo mas o menos probable. No nos podr alcanzar por parte de un crtico inteligente el reproche de faltar a la exactitud; porque, no hace falta decirlo, al emplear esos medios auxiliares no renunciamos a ninguno de los que usan los dems, sino que procuraremos hacer de ellos un uso ms amplio y cuidadoso. Y cuanto ms se ensanche nuestro cometido en virtud de lo expuesto, tanto menos dejaremos de limitarloppor otr^parte, l:odo~To~p^TblG dadoqL reducido espacio de que disponemos. ('!'>.

    Haremos tambin referencia, mingua no_sea. mfis que con unas palabras, a la cuestin de^jS^cronolo^Qe loa ose ritos aristotlicos y a lo que distingue los llamados exotricos" do los llamados esotricos.(^Eacronologfer^obre todo si est fundada en huellas de una

    evoTui doctrinal, puede tener transcendental importancia para la comprensin y ordenamiento sistemtico de los varios sectores doctrinales. En Platn es, desde luego, innegable un gradual desarrollo de pensamiento. Cmo Aristteles haba de escapar a esa ley de transformacin? El cambio es seguro, si se retrocede hasta la poca en que escribi sus dilogos. Aun los pocos fragmentos conservados dan testimonio de ello. Pero es corriente or_ decir que en los escritos sistemticos que de l nos hanTllegado^penasTse notaiv^iferencias dejioctra, y que

    (1) Este estudio estaba destinado primitivamente a la obra editada por el Dr. von Aster : Los grandes pensadores. De ah la concisin que procur darle, pero que en fin de cuentas no bast para hacerlo aceptable por entero. Captulos muy importantes que hubo que sacrificar, hallan cabida en esta edicin separada.

  • ^ b i C AltSTTKLKS 2 1------ ------ --------------------

    esto nos obliga a suponer que esos escritos fueron compuestos 3eft~fecKas muy pr&dmas^entre s, que^Aristteles (que no public por s mismo ninguno de esos escritos) debi_ hacer a posteriori las debidas rectificaciones.

    Pero el espacio de ms de doce anos (que dur la composicin de esos escritos sistemticos) pud hacer advertir algo que

    ^Ofreca reparo o que necesitaba reformar a un pensador que seguramente no era tan presuntuoso que quisiera' atribuir a todas sus aserciones la certeza de teoremas matemticamente demostrados, y que ms bien se manifiesta muy humilde respecto a la imperfeccin de toda sabidura humana. Y si eran fciles de hacer a posteriori rectificaciones de poca monta, no as las que requeran refundiciones profundas.

    ' Muchas veces advertimos que una aclaracin que Aristteles tiene por necesaria, no la pone en el lugar en que el escrito le corresponde, sino que la yuxtapone luego de un modo completa- n'uto suelto, y a voces so steiton varias do osas fortificaciones

    ''sin orden alguno entro sf, do un modo dosmafmdo. No quera til poda tomarse tiempo pura ms do eso, lt a qulon ocupaban por el momento otros problemas. Y cmo habra do haberlo encontrado, cuando so trataba no do un moro complemento do dolallo. sino ms bien do una revisin que no poda habor llevado a cabo sin Importantes roelabonicioiuv? l*um escritos aun no editados por l, ni San Agustn se habra credo obligado a hacer un lber rctractationum como lo hizo para los ya publicados.

    Pero se dir: y a qu vienen todas esas reflexiones, si la experiencia nos dice que-de hecho tales refundiciones no han tenido lusar en los escritos sistemticos de Aristteles? Precisamente, creen ellos, si esa circunstancia nos priva l mayor parte de las veces de la posibilidad^de^fijar su_sucesin cronol- gica, la hace aparecer comojiedaecesaria y nos dispen3a, jpgr lo tantoTde' echarlaba menos. Pero aun as planteada la cuestin, creo haberme convencido de lo contrario mediante una confrontacin precisa. En un punto especialmente, y punto muy importante, es donde he encontrado en Aristteles una serie de cambios sucesivos, Y es en la teora de la definicin, sobre la que hace indicaciones en los Tpica en los Segundos Analticos, en los libros de la Metafsica, y de nuevo en el libro 4. de la Meteorologa y en el escrito De partibns animalium, indicaciones que lejos de ser compatibles entre s, se contradicen abiertamente en muchos puntos. Es importante comparar la conducta

  • s r FlANZ HHKNTANO

    prctica de Aristteles cuando tiene que dar una definicin importante, y vereTT!?iT^ptol!fe^efIhicfn que e^pareTTrg- lador, en las diferentes obras. Todo elmuno reconoce que^Ios Tpica es, dentre oi^escritos lgicos conservados, el primero en el orden cronolgico. La teora de la definicin en los Segundos Analticos tiene ya momentos enteramente nuevos. En ellos l definicin se pone en ntima relacin con el conocimiento por causas tal como debe^ resultar de la demostracin cient_fica, y se exige de aqulla que tenga en cuenta la causa en su cudruple sentido de materia, forma, causa eficiente y causa final.

    Pero de que propiamente slo son definibles las sustancias, no se hace la menor mencin ni aqu ni en los Tpica, sino que, por el contrario, todos los ejemplos se forman de la esfera de los accidentes. As, el libro 7. de la Metafsica, al limitar la posibilidad de una definicin en sentido estricto a las sustancias, sobrepasa lo que dijo en los Analticos y contradice bien claramente a los Tpica, en los que haba dicho que en la definicin, la diferencia especfica no puede contener el concepto del gnero, mientras que en el libro Z de la Metafsica se dice expresamente lo contrario, debiendo cada ulterior diferencia contener la precedente y ser, por consiguiente, la ltima diferencia igual en contenido a la definicin entera. Sin ello, se dice en la Metafsica, faltara al todo la unidad real. Ahora bien, por lo que respecta a esa idea llega Arlsttelos a una nueva y notable afirmacin. Despus de haber distlngulda^ma oase de animales como dotada de pies, no cabe a su juicio distinguir luego como subclase, por ejemplos, animales con pies, alados, especificndose por nieio de la diferencia alados como animales co_j>ies. alados':, noraue en este caso la ltima diferencia no contendra las anteriores. Lo pertinente sera, partiendo de la clase inmediatamente anterior: animales con pies, poner como subclase: animales con pes de dedos articulados, verbi- gracia, atenindose siempre a la misma parte del animal en el avanzar de la definicin.

    Recuerda esto el mtodo clasificatorio artificial de Linneo. En cambio las reglas de clasificacin aue_da Aristteles en el Escrito De partibus animalium, rechazan del .modo ms ejcpraso eT mtodo recomendado en Metafsica Z, y al exigir que se tengan igualmente^en cuenta todas las partes~de^los~ajiImles7re^ sulta algo parecido al mtodo clasificatorio natural de Linneo.

  • AIUHTTIOLKK 2 0

    (7 Otra considerable liferencia^Jmrece separar el De partibus anunsthmr de Mete-fsica Z, lactfal tambin se advierte en un pasaje del captulo final del libro 4. de Meteorologa. El libro Z de la Metafsica, que limita la definicin en sentido estrctoirTa categora de sustancia, jams manifiesta la conviccin de que jTo tenemos de hecho conceptos sustanciales diferenciales; antes bien, no parece sino que Aristteles est convencido de damos tales ejemplos en los por l^scogidos. En cambio, la Meteorolo- ga dice de la maneraTms "expresa que nos faltan por completo j_os conceptos diferenciales sustanciales, y deben ser sustituidos por deterrnmajflies accidentales que les acompaan como propiedades y. sobre todo por la indicacin de las actividades espe- cficas que ejercita la respectiva especie; que esas actividades se destacan ms en los seres vivos y que por eso los cuerpos vivos se prestan mejor a la definicin de especies que los muertos. En este punto se ha operado una evolucin en el pensa- miento de Aristteles, 110 slo respecto a la manerade definir, Trio tambin, geu'tin parece, respectla TaTcolfhoscibilidad^de^as sustanciajTlrTe^vemo^ tomar una posiclnmuy parecida ~a la de Locke y Leibniz en sus ensayos sobre ~el entendimiento humano. ~ ~

    Esas mismas convicciones mantiene el escrito De partibus animalium. No lus diferencias do las sustancias mismas, sino las propiedades que ligadas a ellas como caractersticas de las mismas, en su conjunto nos ofrecen un substituto de aqullas, es lo que1 empleamos en las definiciones, no habiendo inconveniente en emplear como caractersticas hasta las determinaciones negativas. Estamos seguros de no equivocarnon al afirmar que la causa de estos randos progresos en la teora de la definicin respecto al libro % de la Metafsica, fueron los estudios que produjeron la Historia animalium. Como una especie de prenuncio de la futura transformacin de la doctrina de Metafsica Z debe quiz considerarse el pasaje 3, p. 1029 a 11, en que se dice que si ls accidentes fueran suprimidos parecera que no quedaba nada. Y parecen prepararla el terreno hasta algunos lugares de los Anal tica posteriora en que se habla de la busca de la definicin como del ltimo fundamento de las propiedades. Creo, pues, haber destruido el prejuicio de que ng^gfipigde ^contrar~j)frr^'afte^n|TnT^ sistemticos, quenos quedarT~de ristteesTse^ evolucin esencial ensu doctrina, bastandoT^dicKo~paraTa^entaT la sucesin cronol-

  • ;jo liJIANZ HRKNTANO

    gica de algunos de sus ms importantes escritos. De ah resulta tambin, contra lo que generalmentese cree, que iertos tratados de 'ciencias naturaei^lje~~escffbier^^ una parte de l o s I m y ~que~ atribuir una fecha ms tarda a la composicin del De partibus animalium y al cuarto librcPde Mete^oIogta^mrS^^ ^ siendo^segura la posterioridad de esta ltima, ha llegado tambin a hacerse cierta la del De generatione animalium y probable la de la His: toria animalium.. Aun podemos-lnjerir con certeza que los tres libros, tan importantes^ ? g ommyque entran tambin en la categora de escritos de ciencias naturales, y naturalmente los llamados Para naturalia, anejos a los De Anima) fueron escritos tambin en fecha posterior a las mencionadas partes de la Metafsica, como se ve inmediatamente "cuando se advierte que el modo de definir el alma no se acomoda a Tos postulados del libro Z de la Metafsica y, en cambio, se muestra en perfecta conformidad con las doctrinas del captulo final del cuarto. libro de Meteorologa. Adems, si Aristteles al escribir los libros fDe anima hubiera perseverado en el punto de vista adoptado /en Metafsica Z, sera incomprensible su teora de los objetos [propios y comunes (aloQrz tfm y.al /Coivi) pues, derivndose |j(egn l, como veremos luego, todos nuestros conceptos de la percepcin, si tuviramos conceptos de diferencias sustanciales,

    t entre los objetos propios y comunes de los sentidos, se contrariaran no las diferencias accidentales .sino tambin tales dife

    rencias sustanciales. Ahora bien, esto no.es as. ------- --------! Por otraTparte, osTrabajos reumaS~nTT]i^fo7 no for-

    . man una obra nica, pudiendo suceder muy bieivgp^Jbc^Lue se dice de los otros libros, valga igualmente pararTlibro /l , importante sobre todos, y el nico que entra a fondo^T^46t^cuestio-

    fnes sobre l primer principio de todas las cosas. Est escrito muy en esbozo y no contiene nada respecto a investigaciones sobre los principios del conocimiento ni se ocupa tampoco de la cuestin de la definicin, de modo que nfl_teaemos por^esta parte medio de situarlo cronol^icam ei^._PXQ_^DL cambio, del hecho _d^^e^^erag~3e^~a Astronoma de Eudox^Ttieng^en cuenta tambin la de Kalipo, se deduce que esjn s moderno ^ti^los^forra^ gTTTgg^ ! ^ ^ las mate-rias en l tratadas y que le son comunes con las investigaciones metafsicas anteriores ms extensas, lo vemos superior a estas. As, pues, apenas puede dudarse que el libro A pertenece

  • A lt ! HTTjKS 'M

    a la poca ms madura de la filosofa aristotlica. Pero al mismo tiempo hay que considerarlo como mero prlogo o preparacin de una obra extensa sobre la misma materia, que nunca lleg a escribirse.

    A esa obra habra reservado nuestro filsofo la discusin amplia de ciertos problemas que roza ac y all en los escritos naturalistas pero que, perteneciendo a la primera filosofa, no tiene por conveniente tratar ah a fondo. Y esa es tambin la explicacin ms fcil del hecho que tanto asombro y enfado

    produce, de que precisamente cuando comienza a hablar, Aris- tteles de las cuestiones ms importantes y difciles, es cuando resulta mas oscuro a> fuTrza de ser avarodepalabras. Ya en los (ffesTbros del jUma^da la arte ms excelente, la intelectiva. una extensin excesivamente corta^en relacl^n^con la parte vegetativa y sensitiva. Y sobre muchas de las cuestiones a aqulla^-t^Iativas~Qiie no encontramos tocadas ~en Tos libros I)e an i ni a, hallamos slo ; il \ ni: i j_i obser vfic on esoraslonalos d^ja Hira. Todo ello vlono do nuo porlonoolomlo segn Aristteles los tros libros dol Alma u las ciencias natura- les, la parte intelectiva dej_ alma^ segn el mismo, 110 pertenec e al T^ amplTcIc Ta Fsica.'sino al do la flletafsica. Pero eso no so encuentra tampoco ontro los Interesantes pequeos tratados como los que versan sobre el sentido y s u s ob Jetos, sbrenla memoria y el recuerdo, etc. y que deben considerarse como 'apndice a los libros del Alma, ni uno solo que aborde lamparte intelectiva, cosa que le habramos agradecido mucho dada la sobriedad, mezquindad ms bien, de lo dicho en los libros del gClma. Una vez en stos (III, 7, al fin), rehsa expresamente" rentrar en una cuestin que vena a propsito, dejndola para un trabajo especial que proyectaba. Indudablemente pensaba al decir eso en la Metafsica, pero nunca lleg a cumplir la palabra| que all di. No debe perderse de vista tampoco esta circuns-' tancia cuando nos disponemos a juzgar a Aristteles como; Escritor, si hemos de ser justos con l. *

    Algunas otras caractersticas que encontramos sobre todo en sus escritos prcticos como la- tica, Poltica y Retrica, son ms fcilmente comprensibles. El fin que en ellos se propone, st, por confesin propia, no tanto en el conocimiento

  • K H A N / m i K N T A N O

    crculo lo ms amplio posible. Por eso se propone, en trminos expresos, evitar todo problema psicolgico-filosfico que exija mayor profundidad. Por esa razn de mirar a un crculo ms amplio se llaman^exotrico5*3 a esos escritos, mientras que^se suelen llamar ^ otriOS^Sa los qu e ns"aspiran a esa popularidad.

    Claro es que^rstteles no se mantiene siempre fiel a su propsito en el curso de la exposicin, sea que se deje arrastrar insensiblemente por sus aficiones y hbito de hacer hincapi en los ms hondos problemas, sea que no pudiera mantenerse en aquellos lmites sin tener que renunciar a la plena realizacin de las mismas necesidades prcticas (esto mismo sucede sobre todo en el curso de la tica), El espectculo que da Aristteles con esta su inconsecuencia, es interesantsimo, y nos permite calar hondo en lo ms ntimo de su vida: aun queriendo dejar los problemas, stos no le dejan a l. Podemos quiz ver en este hecho (al lado de otros indicios) una prueba de que esos escritos prcticos lo mismo que los metafsicos, aunque no en igual grado, no llegaron a alcanzar su forma definitiva. Pertenecen desde luego a los aos ms sazonados de su vida, pero eso mismo quiere decir que le ocuparon poco antes del fin de su vida, y si bien tienen singular valor como productos de su poca ms sazonada, llevan tambin la desventaja de una evidente falta de perfeccin.

    Ya en la tica el orden deja mucho que desear, pero'en la Poltica es tan deficiente que Barthlemy Saint Hilaire y otros queran cambiarlo por completo.

    TambiiT^eS irfaudSble que" algunos trabajos en proyecto nunca llegaron a verse realizados.

  • La SabiduraEl conocimiento que tenemos d$ una cosa es, a

    veces, un mero conocimiento de hecho, como cuando, TperdBo.) En otros casos, .empero, no s ya slo que una (^ osa exist ,^ sino que puedo dar la razn de por qu existe. Quizs esta razn rnismTcr para mi aliyo meramente afectivo que tiene su fundamento en otra razn y que no est bien explicado hasta que no se conoza sta. Y as ser siemprej mientras no se llegue a algo .que como inmediatamente necesario, ni es capaz de ulterior explicacin ni la necesita. Slo el que reduce un hecho a su ltimo fundamento, da una explicacin concluyente del mismo. Cuando alguien llega a uno de los grados intermedios," puede, s, decirse de l que sabe en cierto modo y~que es superior en conocimiento al que no hace ms que percibir ; pero n le cuadra el nombre de sabio. La sabidura consiste en el conocimiento de lo inmediatamente necesario y en la explicacin, por l, de lo mediatamente necesario; lo cual Aristteles lo expresa en la tica a Nicmaco diciendo que la cotpia es vovg y. xtarrfj,r (sabidura es inteligencia y ciencia).

    B r e n t a n o : Aristteles. 22S, 2.a od..

  • .14 FKANZ BBENTANO *

    Realizamos muchas clases de percepciones y cabe distinguir tambin una multitud de ciencias. Podemos decir tambin que hay ms de una sabidura ? La contestacin a esta pregunta depender de si aquello donde hay que buscar la ltima razn de todo ser condicionado por otro, es lo mismo. Y ello es as, segn Aristteles, pues para l, como veremos, no hay ms que un nico ser inmediatamente necesario, por el que

    en ltimo trmino estn determinados todos los seres restantes, esto es,.el etendimiento divino. El que comprendiera plenamente este principio, con l tendra la clave del conocimiento apriorsticd de todas las cosas.

    A es^-ggmcipio divinlaue es un conocimiento quo a s mismo se tiene p(&r^5Fjeto/,se le revelan y manifiestan en esesolo ^ ^ @ m ientcTtodas las dems- cosas. Posee una omnisciencia puramente apriorstica.

    ^ En la circunstancia de~que jruando preguntamos por el ltimo fundamento tas cosas^vayamos a. parar siempre a esa esencia infinitamente perfecta radica especialmnteTeLyalr^ excelso d la ^sabidura.

    Aristteles lo elev sobre todos los valores. La ms alta bienaventuranza se encontrar en sus meditaciones: la vida prctica integral del individuo y la ordenacin completa del Estado, en ltimo trmino, slo a sus intereses sirven. No desconoce, sin embargo, que liay enorme diferencia entre el modo como ^poseen la sabidura los~hombres y gomla poseDios. Si para ste lo inmediatamente necesario "se^daTtambininme- diatamente como objeto, para nosotros lo primero en eTorden del conocimienf'esTo que es~psterior en el

  • ARISTTELES 35

    orden de la Naturaleza. A falta de la contemplacin do un serleomparablemente superior a nosotros, todo lo que podemos recoger de los elementos de nuestras percepciones empricas, es un sustituto infinitamente pobre. Aunque Dios es omnisciente por el conocimiento que tiene de s mismo, al llegar nosotros a-referirlo todo a l como a la ltima causa, no por eso se nos abre la visin de toda verdad, pero s que se arroja cierta luz sobre todas y cada una de las cosas.

    As pues, lo que comnmente se entiende por sabio viene a coincidir con lo que hemos dicho acerca del conocimiento por la ltima causa. En efecto, se entiende por sabio,no que conoce lo ms difcil de jonocfir; ahorn, hion. tm1,o esto lo que ms dista do los sentidos.^Se entiende tambin _por sabio aquel cuyo conocimiento se basa sobre el fundamento ms seguro; ahora bien, el fundamento ms seguro es lo inmediatamente necesario, quecondciona todo lo demas.Se entiende adems por~ sabio^yncPcuyo conocimiento se extiende ^en algn modo a todo. Finalmente, se tiene por sabios aqueT cuyo saber es en cierto modo divino, tanto porque se refierea lo ms excelso y^dlyino, como porqu es un saber~d~algo' de que slo~l5ios~tiee un saber perfecto. E s7pues,m a'sabidura. No sloen el captulo II deTlFrcTI de la Metafsica que es el que he tenido en este punto ms en cuenta, sino tambin en el captulo X del libro X II de la misma, aparece la sabidura como nica. Y tambin la tica a Nicmaco la contrapone como nica a la tambin nica sabidura prctica (

  • SO FRANZ BBKNTAJO

    dianotica (1) ms excelente en relacin con aqulla.Cierto que vemos a Aristteles hablar en varios

    lugares de unixjflosofa primg& y de una filosofa segunda: la primera trata de los seres espirituales, la segunda de los corporales. P e r enrilidad~se trata, slo de partes de una misma cosa. Y - aun a veces hace distinciones todava ms precisas, verbigracia, al distinguir la Astronoma como filosofa que est ms cerca posible de las ciencias matemticas. Pero que un saber de la Naturaleza pueda conservar el carcter de sabidura separado del saber que se refiere a los seres espirituales, es algo ajeno al pensamiento aristotlico, puesto que Aristteles dice expresamente que las sustancias espirituales son la condicin previa aun de las sustancias corporales eternas, de tal modo que si aqullas no existiesen, no existira. nada (2).

    El objeto de la sabidura humana

    Hay que preguntarse ante todo: cul es para nosotros el objeto de la sabidura?

    Si conociramos desde luego, como Dios, toda verdad, es claro que el primer principio de todas las cosas sera tambin objeto de la sabidura humana. Ahora bien, no es as. Tendremos, pues, que sealarle como

    (1) Las virtudes di&noticas en Aristteles corresponden a lo que se llama en la Escolstica hbitos intelectuales. N. de la R.

    (2) MeU E, 1, y MeU A , 6.

  • AHI8T(VrfCIvK8 37

    objeto, otra cosa. Y como el horizonte de lo que depende de primer principio lo abarca todo, no podemos considerar como objetode la sabidura humana, sio~l concepto del ser en general.

    Pero aqu se nos presenta una dificultad, porque el nombre de ser no parece usarse en un solo sentido. Se llama ser todo lo que existe, pero esto no significa lo mismo en todos los casos. Cuando decimos que un hombre, una planta existe, la palabra existe segn Aristteles se usa en sentido propio. Pero cuando decimos que existe lo bpedo, lo virtuoso, nos expresaramos, segn l, ms propiamente si dijramos que una cosa es bpeda o virtuosa. Esto mismo se hace evidente cuando decimos que existe un no-hombre, con lo que no queremos decir otra cosa sino que determinada cosa no es hombre.

    Sucede tambin que cuando uno pregunta si es imposible un cuadrado redondo, respondemos: as es . Nada hay ms evidente que el que en este caso no se afirma algo real. La imposibilidad de un cuadrado redondo no es cosa que exista fuera de nuestro espritu, pero quien rechaza un cuadrado redondo como imposible, juzga rectamente y esto es lo que yo quera expresar con mi as es .

    Cuando un cuerpo que tiene la figura de cubo, decimos que es en potencia redondo, porque no es imposible hacerlo cambiar de figura, tambin dice aqu Aristteles que usamos la palabra es en sentido muy impropio. Y cuando en expresiones abstractas hablamos de la eubicidad, de la bipedalidad, no designamos

  • 38 FBANZ BRENTANO

    algo que exista en realidad, y hablaramos con ms propiedad si dijramos que por medio de la cubicidad hay algo de forma cbica y por medio de la bipedali- dad algo de dos pies. Y as tambin, cuando caliento algo fro, no es el calor lo que aparece ni es el fro lo que desaparece, sino que algo caliente surge de algo fro.

    Cuando dos hombres existen, decimos acaso de ambos juntos que son un par de hombres. Pero qu es ese par? Ciertamente no es algo existente en el mismo sentido que cada uno de esos hombres, pues en tal caso existiran no dos cosas sirio tres cosas en igual sentido propio. Dos cosas jams soji una sola cosa y, por el contrario, tampoco una cosa nica puede ser varias cosas (1). Y cuando, verbigracia, un cuerpo os un - verdadero cuerpo nico, no por eso son las dos mitades cosas tan reales como el cuerpo, sino que nicamente pueden llegar a ser cosas reales partiendo el cuerpo tnico en dos: hasta tanto existen slo en potencia, repitiendo una expresin ya usada. Precisamente esto demuestra bien claramente que una cosa que est aqu, como aq localizada existe tan propiamente como en cuanto cuerpo, pues que el mismo cuerpo est ya aqu, ya all. El cuerpo mismo, en efecto, se s que es na cosa, la que precisamente era ya antes de estar aq. Y esa cosa est como parte en lo aqu localizado. Ahora bien, si la parte es una cosa real, el todo no puede considerarse como una cosa realmente nica.

    (1) Sentencia muy caracterstica para toda la filosofa aristotlica. Met. Z, 13, p. 1039 a 3. Vase tambin Phys. VI, 5, p. 254 a 24.

  • ARIflTTEIJS

    La diferencia entre este caso y el antes discutido de un par de hombres es nicamente la siguiente: de los dos hombres cada uno podra existir por s; aqu empero slo una parte, porque el cuerpo sigue siendo, est aqu o no est aqu, el mismo cuerpo; mientras que lo que se aade, no es una segunda cosa que exista por s y que pueda subsistir separada de este cuerpo. Si se aleja el cuerpo y entra otro en su lugar, no tenemos individualmente el mismo ser aqu localizado . Se ve, pues, bien claramente, piensa Aristteles, que cuando se habla de estar aqu, no se habla de un ser en el mismo sentido que cuando se habla de un ser-cuerpo.

    Lo mismo, cuntido ntio os gramtico y msico, osto compuesto no es un ser en sentido propio, 110 slo porque se trata de propiedades que estn inherentes a una cosa, es decir, a un hombre, que lo que es, lo era ya antes de alcanzar esas propiedades, sino tambin porque les falta la unidad, puesto que no tienen de comn entre s sino esa casual coincidencia en el mismo sujeto. Este msico es, como dice Aristteles, gramtico xara ovfifiefiTjxq (por aadidura) y al revs. Y tambin el todo es un ov xara

  • 40 l'BANZ BRENTANO

    bien, cuando, decimos que el objeto de__la sabidura es el ser como ser, hay jue^tSm aC ^tur^ la pala- b ra en ~uno d e ss muchog sentidos._Y se suscita la objecin de que^e^e^asov^TalSaber^ucho^ ^ caiga luera de~su doTOSiQ^ Tq^ sin embargo, exige una reduccin a la ltima causa. Esta eVsiem pre^en todo caso la misma, el ser inmediatamente necesario^ Pero esa tarea de reduccin puede incumbir a otra ciencia, porque la unidad de lacnciTexige~n^Molinircomu- nidad de principios, sino^tambien una jjnidgxl^inteli- gible de objeto. En oposicin, pues, a la unidad de la sabidurajivBar"fMfllf^tiplicidad, cuando se t^T~3sabidurfa, humana.

    Pro^sTeTnombre del ser no es unvoco, su multiplicidad de sentido no se parece a la de las palabras en que se encuentran juntas por casualidad varias sig- nificaciones. Hg.y casos, los del uso metafrico, fundados parte g^n la analoga, partgjsn'Ia'estrecha relacin con lo que lleva el nombre en sentido propio. As 11a- mamos sano no slo al hombre que goza de salud sino tambin a un alimento, una medicina, un color de rostro: al alimento y a la medicina, porque sirven para conservar o restablecer la salud; al color, porque es seal de salud. En el mismo caso est lo equvoco de la palabra ser : siendo varias sus significaciones, estn todas en relacin con una, de tal modo que si desapareciese el que lleva el nombre en este ltimo sentido, caera ipso fcto todo lo que lleva el nombre en otros sentidos. Toda ciencia versa slo sobre una clase de objetos; pero de stos, asienta todo lo que,

  • ARISTTELES 41

    como tales, les pertenece. TambiiUa. sabidura, s tiene por objeto el ser en sentido propio, ha de comprender al mismo tiempo todo lo que se denomina ser en sentido impropio.

    Explicacin de los trminos

    El gemetra empieza su exposicin cientfica; con la explicacin de ciertos trminos y asentando ciertos principios que se presuponen como verdades ciertas. Siendo tambin necesaria una y otra cosa al filsofo,

    Aristteles procura satisfacer ambas exigencias.A la explicacin de los trminos est consagrado

    todo el libro V de la Metafsica, si bien lo incompleto del modo de tratar el tema es una buena prueba de cun poco lleg Aristteles a la completa realizacin de la Metafsica soada. Pero ya en esto se ve notable diferencia entre el modo de proceder del gemetra y el de Aristteles. Mientras que el primero, por amor a la claridad, evita usar una expresin en varios sentidos, Aristteles se ve imposibilitado, cree l? de hacer eso mismo. Para ello tendra que alejarse demasiado del lenguaje comn, tendra que crear demasiados trminos nuevos y cargar demasiado la memoria. Y pio- cura compensarenjlo p osible esa desventaja compa-rando entre_s las varias significaciones de unapalabra y precisndolas con fc>da7~exactitud una enfrent de otra. Renunciamos a detallar ms las corres- pondintes explicaciones para dirigir inmediatamente la atencin a lo queTdice~3elas verdades funda- mentales.

  • 42. . \ VKANK BRKNTANO_vv ^ ----------------------------------

    Conocimientos inmediatos

    Si no conocemos inmediatamente la verdad primera en el orden de la Naturaleza no estamos siquiera en posesin inmediata de algunas otras verdades? Y qu clase de verdades son sas? Toda ciencia presupone verdades de ese gnero. Pero ninguna otra, sino la ciencia primera, se ocupa en fijar su carcter general y en defender su certeza contra los ataques escpticos.

    Dos clases de verdades inmediatamente evidentes, la primera de las cuales es la de los hechos inme

    diatamente evidentes

    is pues, poseemos realmente conocimientos que "tienen una certeza inmediata y son de dos clases: 1., hechos inmediatamente evidentes (percepciones); '2., juicios universales que rechazan a priori algo como

    JbQjLos primeras se nos dan siempre que estamos en activi3ad* cf sensacin o pensamiento, pues que la actividad' psquica, _cualquiera que sea su direccin, va siempre acompaada de una percepcin infalible dej[ giosotros mismos como actores psquicos. Uuando vemos( algo colorado, en el acto mismo de ver percibimos inmediatamente que lo vemos. Y no es esto slo, sino/' que cuando ejercitamos varias actividades psquicas A distinguimos con evidencia una actividad de otra en cuanto al objeto, y en otros aspectos. Por ejemplo, Icuando vemos y omos al mismo tiempo, notamos que

  • AIUSTTKT.KS

    mientras la' vista se dirige a un color no se dirige a un sonido, y el odo al dirigirse a un sonido no se dirige a un color. Igualmente, cuando* reconocemos o rechazamos algo juzgando, nos damos cuenta de que mantenemos una actitud opuestajin_nnaj^otro caso.

    En cambio, respecto a loCobjetos primanogp no tenemos evidencia inmediata de su real existencia. Por muy fuerte que sea la sensacin visual que de ello tengamos, no por eso podemos estar inmediatamente seguros de que lo colorado exista en realidad tal como se nos presenta. Del mismo modo, un recuerdo, por vivo que sea, no nos garantiza con evidencia inmediata~la verdad de aquello de que nos acordamos: nicamente lafuctividnrl aHnahnoulo dada de esa percepcin secundaria a la que atribuamos evidencia infalible.

    En cuanto a la ceiieza que Aristteles suele atribuir a nuestras percepciones aun en relacin con el mundo exterior, hay que guardarse muy bien de interpretar .mal sus palabras. Aristteles suele hablar de un triple objeto de percepcin. Al uno lo llama lo propiamente perceptible (tov alo&txv)1 porque la percepcin de ese objeto es propia exclusiva de un sentido, verbigracia, el color, de la vista; el sonido, del odo. AI otro k> llama loc^ cmn perceptible^ xotyp aiG&rjrcv), ,porque es percibido por varios sentidos, ms bien, por todos, verbigracia, el movimiento, el reposo. Lo tercero perceptible es algo que no nos muestra propiamente la percepcin misma, sino que lo creemos ligado a ella en virtud de~~experiencias anteriores, verbigracia.

  • 44 F R A N Z BREN TAN O

    cuando digo: veo al hijo de Diaro . A esto lo llama Aristteles (da&vxbv xax vtt{iej3rxg (sentido por aadidura),.

    Ahora bien, de las dos ltimas clases de percepcin dice Aristteles que muy frecuentemente nos engaan, sobre todo las de la segunda clase. En efecto, cuando nos movemos, nos parece que lo inmvil se mueve y lo movido quiz nos parece estar en reposo; y segn la distancia y la situacin respecto a nosotros, las cosas nos parecen de distinta magnitud y figura. En cambio dice que la percepcin sensible es siempre infalible en cuanto a lo propio perceptible^.

    Podra creerse, piles, que Aristteles atribuye a la percepcin sensible exterior una evidencia inmediata, si bien con alguna restriccin. Sera en verdad algo muy extrao esa evidencia inmediata, pues que presentndose en la misma sensacin algo como coloreado y con una cierta extensin y en movimiento o reposo, habra evidencia y no evidencia en un mismo acto.

    Y as le veamos en otra parte hablar, a propsito de lo propiamente perceptible, de una verdad de la impresin sensible, no universal sino prxima a la universalidad. Estando sano el rgano y supuesta una distancia conveniente y las dems condiciones normales, lo propio perceptible debe ser rectamente percibido. Pero como, naturalmente, todas esas condiciones no se cumplen, es claro que al atribuir verdad a la percepcin en cuanto a lo propio perceptible sensible, no puede Aristteles haber pensado en una evidencia inmediata. Y todo su pensamiento respecto a este punto

  • ABIflTTFXKS 45

    acaba de descubrrsenos. ^caando-Je jopios ^ jjgcir en varios lugares, y sobre todo en su escrito sobre la sensacin y l sensible, que si no hubiera uno que viera; ningn cuerpo thdria ralmeite'color, y que por consiguiente su colorido no consiste en otra cosa sino en que puede despertar en nosotros la sensacin de algo coloreado: queslo cuan5o~IaT]^)voca, es eii reaJi- dad coloreado, de otro modo slo eiTpoteiicia7y quer

  • Jt FRANZ BRICNTANOf --------------------------------------i/circunstanciasL-BQTmales? de algo que existe fuera de n^ot^gsTAdvirtes )^ pues, que se interpreta eouivoca- dmete a Aristteles, cuando se le lxace atribuir a la percepcin sensible exterior una evidencia inmediata, por lo menos en cuanto al objeto propio sentido. Nada ms cierto sino que slo atribuye una taTevidencm a la percepcin y distincin interna (1).

    v Axiomas

    Despus de esas percp.pci paente evidentesTcomo queda dicK, que rechazan algo no ya slo como falso de hflfiT sino como ^ absoluta - Siente imposible. Un juicio as es el principio de con-

    ^tradiccn^eiT su sentido gas general, que se enuncia de este modo: JEs imposible que una misma propiedad y en un mismosentido se afirme y ~se niegue al mismo tiempo de una cosa (y todo lo dems que haya que aadir para cerrar el camino a cavilaciones sofsticas)?^

    Se ha atribuido recientemente a Aristteles la opinin de que este principio se ha obtenido mediante la

    (1) Adems del escrita De sens. et sensib., vase tambin Met, r % 5. p. 1010b 19 /J. y 30, en que para defenderse cotitra los escpticos, se acoge a la esfera de la percepcin interna, y tambin De partibus, en que distingue lo ms calienteen el sentido de lo que nosotros sentimos como ms caliente, d lo que s ms caliente, porque comunica ms calor a otros cuerpos, y de lo que tiene un calor natural mayor, y D-e coelo en que trata de las estrellas que, segn l, deben dar calor sin ser ellas clidas, y de la relacin del calor con ciertos movimientos que se dan en el frotamiento.

  • ABIBTTKLKS 47

    experiencia y la induccin. Y sin embargo, el libro IV de la Metafsica dice de la manera ms explcita que ese principio es contemplado con evidencia inihediata por todo el mundo; y la tica a Nicnuxco, hablando de los axiomas matemticos, dice que subslsteflnde- j)endientemBte_dela experiencia, y asi explica porqu los jvenes que, a causa de su falta de experiencia son incapaces de conocimientos fsicos, no lo son de los j^ateitfticos. Todos ellos deben participar del .carcter del principio de contradiccin, al rechazar algo como contradictorio en un caso especial.

    Y esto se aplica de igual modo a la Aritmtica y a la Geometra. Como vemos, Aristteles no comparto, los escrpulos do ICant sobre el hecho de que el principio : Ninguna lnea puede ser ms corta que la lnea recta, 110 pueda ser un caso del principio de contradiccin, porque lu nota recta no sea relativa, como la nota de corta, a la magnitud del concepto lnea. Cierto que la magnitud no es figura y que la figura no es magnitud, pero ambos conceptos estn entre s ntimamente ligados. De otro modo no podra ser evidente el siguiente principio como un caso del principio de contradiccin: Es imposible un crculo que no tenga alguna magnitud.

    Es interesante observar que Aristteles llega una vez a hablar en especial de la cuestin, tan debatida en los tiempos modernos, de las lneas paralelas, que parece haber ya en su tiempo dado ocasin a diversidad de pareceres. Y tambin aqu es para l una verdad inconcusa que contradice quien pone en duda la posi-

  • 48 FIUNZ BHKNTAN0

    bilidad de lneas rectas que se prolonguen a igual distancia siempre una de otra. S trata, pues, en estos y otros posibles ejemplos, no de un nico axioma, evi: dente a priori para nosotros e innato, sino de una multitud infinita de aserciones en que tan pronto como se nota una contradiccin entre los trminos, se conocen como verdades con la misma evidencia que el principio general de contradiccin.

    Tambin el principio de exclusin de un terdero se deriva del principio de contradiccin, segn Aristteles mismo hace resaltar. En efecto, si algo al mismo tiempo no fuera ni A ni no-A, sera, al mismo tiempo- no-A y no no-A. Igualmente, el principio de que un correlativo no puede existir sin el otro (as, verbigracia, lo mayor sin lo menor, una accin sin una causa),* es tambin, segn l, un principio que tiene el carcter de ley de contradiccin. Cierto que un correlativo no es el otro, pero as como figura y magnitud sin ser lo mismo se corresponden en pensamiento, as es evidente que lo correlativo est indisolublemente unido con su correlato en pensamiento y, como en pensamiento, tambin en realidad.

    in considerarlo como un caso del principio 3e contradiccin: ser indistinguible ua cosa' de otra y no ser lo mismo que ella es una contradiccin.

    uno_________^ ____________ o para otro, se le aparece

    orno pnncipium indiscernibilium, y tambinasimismo el principio que sent

    segn el cual lo que para

  • AIlIRTTELDfi 40

    como absurdo a priori con la evidencia del principio de contradiccin. La verdad consiste en la jioncordan- cia con lo que es, y una misma cosa tendra que ser y no ser al mismo tiempo, si dos .juicios contradictorios pudieran ser verdaderos al mismo tiempo, i ^ n medio de tan rica plenitud de principios evi

    dentes a priori que nuestro filsofo pone en relacin con el principio de contradiccin, algunos se han extraado de no encontrar entre ellos el llamado principio de identidad que se suele expresar por medio de la frmula: A es A . Pero esa frmula admite un doble sentido. O quiere decir tanto como: no hay ningn A que no sea A , y en ese caso tenemos un principio negativo, verdaderamente evidente pero que coincide con el principio mismo de contradiccin. O se toma en sentido positivo, y entonces no es, ni mucho menos; evidente en su generalidad, pues que verbigracia, un caballo slo es caballo, mientras existe. Tendra, pues, que ser evidente que existe^un caballo^para'qiie~prredn ser evidente a priori que un caballo^e~^abaIIo.

    Otro principio importante que Aristteles considera como un caso,del principio de contradiccin, es que no

    .puede haber un universal fuera de los^particulares correspondientes y que, por^onsiguieiite^^o^puede liaber, v^rbiVra^ia.^f^rarde~Ios^yariosleones un len en s, como Platn lo KaTja'~cr3o! En efecto qu haba de entenderse por ese len en general sino algo a lo que convendra todo lo que conviene a todos los leones y nada de lo que conviene a uno a diferencia de todos los dems? Ahora bien, a todos los leones con-

    4 . B r e x t a n o : A r is t te le s . 22S . 2 . ed.

  • n o F B A N Z BBEN TAN O

    viene en comn ser un len particular. Por consiguiente, el len general no puede ser sino un len particular. Tendra que estar, por lo tanto, ese len general en algn determinado lugar, comer, beber, nutrirse, porque esto es comn a todos.

    Otro principiL-iB^flctante que ya antes encontra- mos, es que ura^cosa reaj^o puede ser muchas cosas reales al mismo jjcmpo. Tambin le es^ comn con Leibniz este principio. Pero mientras que a ste ese prin- cipio le lleva a su Monadologa, Aristteles admite, s, una sustacia^uica7^xtensary~dlvisible, "pr~ningna de las mitades en que sta se divide era antes un cosa en realidad, sintTsolo en potencia '"como por el con- trario la multiplicidad de sustancias extensas en que una sustancia nica anterior ha sido dividida, 110 puede llamarse una- cosa realmente una sino en potencia (1).

  • Tambin Aristteles da por excluida como contradictoria, la existencia real de un nmero infinito de cosas. Slo es posible para 61 una multitud infinitamente cieciente, del mismo modo que, no habiendo contradiccin en la divisibilidad in infinitum de un cuerpo en partes cada vez ms pequeas, la habra en una divisin actual e infinita en partes infinitamente pequeas. Y lo mismo que es contradictorio el concepto de un nmero infinito de cosas reales, lo es tambin el de un cuerpo nico real e infinitamente extenso.

    Por el contrario, se esfuerza mucho en rebatir los famosos argumentos de Zenn que pretenden demostrar la contradictoriedad de todo concepto de movimiento. Poro reconociendo los mritos de Aristteles en haber tocado las diferencias posibles en la teleiosis (perfeccin), segn que se trate de permanencia tranquila en un lugar o de uti recorrido, y las diferencias posibles en la plerosis (plenitud), segn que el punto- lmite sea lmite en una sola o en varias direcciones, hay que reconocer tambin que no lleg a una solucin plena y satisfactoria de todas las dificultades.

    Tambin fu demasiado lejos en_su_af_n de interpretar todos los principios evidentes a priori como casos del principio~de^cofa^iccIo7jT~^e^der~subsumir bajo dicho principio todos los principios de oposicin positiva. Le m iteveaellolaTdea de qe^asTeomo en S alto y bajo (en sonidos), tambin en lo clar y oscuro y en todos los dems casos de oposicin positiva, lo uno es menos positivo que lo otro, cosa que no es verdad ni aun quiz para el blanco y el negro,

  • 52 FRANZ mtRNTANO

    cuanto menos para dos colores saturados como, por ejemplo, un violeta y un verde igualmente intensos.Y aqu advertimos tanibin que Leibniz incurre en el mismo error. De todos modos le quMar-siempreT a Arls^ tteles el mrito de no habrsele escapado la evidencia inmediata lo mismo de los principios de oposicin positiva que la de los de oposicin contradictoria.

    Tambin tiene por cierto a priori el principio de que dos cosas no pueden ocupar al mismo tiempo el mismo espacio, debindolo haber comprendido tambin como un caso del principio, de contradiccin, ya que desde su punto de vista no se comprende cmo pudiera concebirlo como un caso de oposicin positiva: pues, teniendo l la determinacin local por un aecidenlijl del cuerpo respectivo cmo un accidente que est en un cuerpo puede hacer imposible por oposicin positiva un accidente similar que est en otro cuerpo?

    El pensamiento de que todo lo que es imposible, lo J es en virtud de na contradiccin, es para l algo tan firme e inconcuso que as como tiene por casos del principio de contradiccin todos los axiomas matemticos sin excepcin, as no duda de que, si las leyes de la NaturalfiEfl, gnp. rtnsotros asentamos slo por induccin, no se nos presentan como evidentes a priori en virtud de la ley de contradiccin, es slo porque no somos capaces de aprehender intuitivamente la verda- derarjaaturale^Tde las cogas. De otro modo, las propiedades inductivamente comprobadas se nos apareceran tan necesariamente ligadas corTesa naturaleza como lo est con el concepto de tringulo la propiedad.

  • AM 8TTFXES 53

    de que la suma de sus ngulos es igual a dos rectos. Tambin en esto hallamos plena coincidencia cofa lo que Leibniz ense en la poca moderna.

    Del mismo modo las leyes sobre lo que debe ser considerado por si~ mismo coqobueno y mejor;'no ^pueden ser, segn Aristteles, sino~easbS de la ley de contradiccin"; naturalmente empero en virtud de ciertas intuiciones y conceptos a los

  • FltANZ BRICNTANO

    necesidad es para nosotros evidente a priori o si, a falta de las intuiciones al efecto necesarias, tenemos que recurrir a la verificacin emprica. Volveremos sobre esto cuando hayamos de aclarar an ms el concepto aristotlico de causa eficiente.

    Hay todava algunas nbaerea piones que creemos necesarias sobre teora aristotlica)de las verdades necesarias de evidencia inmediatTVerdades todas ellas que debiendo llevar el carcter d la lev de contradiccin, se parecen en todo a los principios que f ant) designo como .inicios analticos a priori. Hay sin embargo tambin, segn TCant. juicios afirmativos a priori, pues que stos son los que mejor cuadran a svi i dea de que en los inicios analticos el predicado est conten do. en el , concepto del sujeto: ah est para l precisamente la explicacin de la posibilidad de su evi- dencia apririca. Ahora bien, es interesante notar cun insuficiente es esta explicacin, pues como Aristteles vi con razn, el principio A es A tomado en sent id o afirmativo,., .no puede .enunciarse a priori como verdad universal _

    Tampoco podemos dejar de hacer otra observacin respecto a la doctrina de que

  • ATUHTTKI.KS

    cialmente distintas de las que Aristteles expone en su silogstica. __ ______________ ^

    Mencionaremos finalmente eiCxeparo que hace Kant- al modp^risto t^lic~g^ concebir el principio de contradiccin, esto es qal emplear el adverbio al mismo tiempo queda restringido y limitado a lo que existe en el tiempo. Y precisamente parece justificado ese reproche desde el punto de vista aristotlico, pues segn nuestro filsofo no todo lo que existe, existe en el tiempo. Pero si se tiene una idea ms justa del tiempo que la de Kant, tal como lo concibieron tanto rist- teles como Platn resulta verdad 1r> contrario, y la inclusin de ^adyerto^al mismo tiempo^aparece ms bien como falta do limitacin, pues quiero decir quo el principio vale no slo para lo que existe y se repre

    senta con la modalidad temporal de presente, sino tambin para lo que se representa, con una cualquiera modalidad temporal de pasado o de futuro.

    Conocimientos mediatos

    Vengamos ahora a. su teora de los -conocimientos mediatos. Los adquirimos en parte por medio de silogismos, en parte por medio de la induccin y analoga.

    Jiu cuagto al silogismo, diremos slo por ahora que silogismo^ntiende Aristteles un procedimiento

    segneT cual sobre ja base deudos .juicios ciertos se asienta un tercero cuya negacin estara en contradiccin con Iaadmisin dc"ls^rernissTl)e~iq resulta que la afirmacin, tan corriente hoy, de que un proee-

  • iriUNZ BRTCNTANO

    dimiento como se no puede conducir a una ampliacin del conocimiento, haba ya surgido en la Antigedad. Ya entonces se haba dicho que la negacin de la conclusin poda nicamente estar en contradiccin con la. admisin de las premisas cuando lo que aqulla dice, est tambin contenido en stas. Entonces, pues, no hay en la conclusin u n vgrdadero aumento en el conocimiento. Pero vemos tambin cmo Aristteles, que coincide con Leibniz en la persuasin respecto a la fecundidad deFsilogismo, refuta con mucho acierto la objecin afirmando brevemente que la contradiccin est entre la conclusin y las dospremisas juntas, no entre aqulla y cada una de staa. As pues, lo que dieo la conclusin, no haba sido conocido ni juzgado, ni en el uno ni en el otro juicio, esto es, en ninguna de las premisas, y~por consiguiente de ningn modol * En* cuanto %i?Tmduccio^ Aristteles reconoc1 que su fuerza probatoria es menor que la del silogismo y hasta pone el procedimiento de la induccin per enu- merationem smplicem como conclusin general, en la tercera figura, en la que, segn l, slo se permite una conclusin particular. Deba por lo tanto haber rechazado esas conclusiones como contrarias a la regla y parece extrao que no lo haga. Atribuye a la conclusin inductiva por enumeratio simplex una verosimilitud creciente con el nmero de casos, llevado por la idea de que con la verdad todo est en concordancia, a lo falso en cambio contradice desde luego lo verdadero . La expresin desde luego es un trmino muy confuso, habindose engaado Aristteles en dejarse

  • AftlSTTEMS 57

    llevar del testimonio constante desde que hay memoria de hombres, de que el sol, la luna y las estrellas fijas han mostrado la misma regularidad de movimientos, a la conclusin de que ese movimiento uniforme os necesario. Esa excesiva confianza en la induccin por simple enumeracin de hechos uniformes sin excepcin, le engaa por ms de un concepto. En los Segundos Analticos se detiene ac y all por va de ejemplo en una conclusin por induccin o analoga que est ms justificada, verbigracia, en la conclusin de la forma esfrica de la luna por las fases de la misma (quiz contribuy a hacer esta conclusin ms impresionante y ^ verosmil el carcter especial del caso). Pero to lleg a plena claridad en virtud de riguroso anlisis lgico. Cierto que estaba reservado a una poca mucho mshnbilidmlcsT^n^scluiTccr^por^^ teoHa de lninduccin y analoga y su fuerza probatoria, si bien

    7^nfirmo^e5~granJ pa~rt~'P^cio^el~lama3~^r buen sentido^uT^om o>^ recrsoriba- p7ec^33o~al anlisis matemtico. '

  • Origen de las ideasCoirio, segn nuestro filsofo, todos los principios

    aprior|slics-jiel.jjonoeiiniento llevan el carcter del principio de contradiccinjno se 'fe~ocurre natural- mente poner en cuestin los lmites dentro de los que aqullos tienen validez. Y sin embargo, no puede hacerse uso de~ellos, ni aun puede pensarse j~eIlos, si no nos son dadas I$s respectivas idease Y slo tenc- i^ts^ideas^n cuanto que las sacamos de la^percep^: 'cionegTTorque pensar, como crey Platn, que nos son innatas, ^ es un~error. ~Y as para los ciegos de nacimiento no hay posibilidad del concepto de color ni de los axiomas qa~ son eTfundamento dl^cncept^de color.

    Igualmente, es, en principio, de esencial importancia para determinar los lmites del conocimiento a nosotros asequibe^nestra capacidad percepKv^ segn el principio de que naca hay en l entendimiento que no se d m v e en alguna manera de la percepcin. Si que re mos obtener un ndice de los conceptos elementales que noss!rven dT material en todas nuestras construcciones de pensamiento, es preciso que tengamos en cuenta s modo de originarse en las percepciones.

  • AISTTK,KS r.o

    Aristteles lo sabe muy bien y en l encontramos los primeros grmenes de las investigaciones de que tan a fondo se ocuparon en la poca moderna Locke y Leibniz, pero no lleg a tratar la cuestin, con el esmero de stos. Le vemos, s, distinguir en los libros del Jiinff-^deas que nos son descubiertas por un sentido solo y^tras que o son por todoslos sentidos en comn, y es claro que en aqullas se refiere a los objetos ^ primarios de la sensacin, a lo que segn Locke pertenece no a la reflexin sino a la sensacin. Pero no hay duda de que tambin nos hace encontrar en Ia( percepcin nterna^glemntos conceptuales que agregndose a los antes mencionadosT^mplan esencialmente ol~dominio de nuestros conocimientos ( ) . En los libros del Alma distingnfi. de entre lo que se nos da o{f comxm por los sentidas, tres pares de clases fie conceptos, cada uno ae ios'cuales pares corresponde a una de las disciplinas matemticas: Aritmtica, Geometra que se limita a lo espacial, y un tercer arte men- surativo que, con lo espacial, tiene tambin en cuenta b continuidad temporal. Los tres pares de conceptos son: unidad y multiplicidad; magnitud espacial y figura; reposo y movimiento.

    En la tica a Nicmaco (2) nota, empero, que, adems de aquellos elementos matemticos, hay otros per-

    Toda la teora aristotlica del conocimiento se basa en la distincin introspectiva e^j^cept~(^to~e laTpercepcin 5eTos sentidos) y concepto^h^Sto^del pensamienfo~abstracto; y srarr parte de su psicologa se consagra a mostrar cmo pasamos de la sensacin del primero al conocimiento cientfico del se^mdo. N. de la R.

    (2) Eth. Nte., VI, 3, al final.

  • (50 FRANZ BltENTANO

    ceptibles comunes. Y aqu apunta al dominio que Locke design luego como el campo de la reflexin. Se encuentran tambin aqu otras cosas interesantes y sugestivas sobre las que slo en general podemos llamar la atencin. Tan slo unas pequeas observaciones que cree- mos imprescindibles. Y ante todo la siguient^Terrara> quien crea que Aristteles quiso presentar en sruTcat^ gorla^dez'clses^ de ideas simpesr^ustacaT^raanti- 1 dad, cualidadT~rcin, lugarT tiempo, accin, pasin, situacin v hbito l\ Nada ms evidente que el estar' vestido no puede ser una idea simple. Y del mismo modo aparecen como ideas muy complicadas no slo la posicin {Ooiq), sino tambin la determinacin local y temporal tal como se las ha adoptado en la tabla de categoras. Para el lugar se da como ejemplo aclaratorio l estar en el mercado . El tiempo ha de ser una medida de lo anterior y posterior que se obtiene en relacin con el girar uniforme de la ltima bveda celeste.

    Del mismo, modo, lo que l llama pasin no es un elemento conceptual simple. Todo movimiento, y aun el pensamiento, son considerados por l como una- pasin, porque es de su.naturaleza el ser producidos

    (1) Esta tiltiipa categora la explica - alzado,est, .armado. Podra preguntarse si no podran tambin subsu- mirse de algn modo bajo la categora del x*lv el estar encuadrado, dorado, cubierto do musgo, cubierto de bosque, montado, fletado, provisto de tripulacin, uncido, habitado, poblado, acompaado, hacendado, casado. Todos ellos, lo mismo que^l^^estgxjQajgado^ podran "contarse entre lo^ queJos_Esco- lsticos designaban como^Senpmnaiio extrnseca, *

  • AltIHTTKLKS

    por un agente, relacin que no presentndose en la intuicin dl movimiento y del pensamiento, va connotada con el predicado pasin . Se aade, pues, un nuevo momento al de la intuicin aqulla, y hay que tener en cuenta esa complicacin de determinacin absoluta y relativa y acordarse al mismo tiempo de la despreocupacin con que Aristteles vara el significado en el uso de una palabra, para comprender cmo Ipuede llegar a hacer de la pasin (y lo mismo de la accin ) una categora especial encima de la relacin a la que parece deba ms bien subordinarse, y ti bien considera el pensar como una pasin , hace consistir lo producido en el pensante como tal, no en ('el paciente como tal.

    Ijis categoras aristotlicas son una dase, la ms alta, de predicados positivos que ya se descubren en su variedad en la forma de pregunta a que responden, y varios de los cuales son equvocos (de lo que Aristteles tiene bien clara conciencia, puesto que habla en el Libro de las categoras de una cudruple significacin de la palabra cualidad ) y otros muy complicados. Pueden, eso s, servir muy bien para explanar la variedad de significaciones de la palabra ser . Qu mejor modo de hacerla destacar que, verbigracia, designar a uno en cuanto ser, una vez como hombre y otra como el que se encuentra en el mercado ? Pero ninguno de ellos nos da las ltimas y ms simples ideas. Y as le vemos, en el segundo libro del Alma,, donde habla de lo perceptible propio y comn, no hacer caso alguno de las categoras.

  • (!2 FRANZ HHICNTANO

    Despus de lo que acabamos de decir sobre la falta de una explicacin detallada del cmo se originan de la percepcin las representaciones elementales, parece ser un tanto aventurado preguntarnos cmo piensa Aristteles respecto a ciertos conceptos que en es5 sentido han despertado excepcional inters_ft4a-^poca moderna: respecto a los conceptos deQsustancia^r causa" Bt~concepto de sustancia en general nos es dado, segn Aristteles, en cada intuicin. Lo dan pues, segn l, del mismo modo las percepciones externas que las internas, y por lo tanto es evidente que no

    Tpuede haber una cosa real, en sentido accidental, desligada de la sustancia. El concgpto^empero, que nos-

    otros asociamos a la palabraA' causa) es segn Aris^ tteles vario, y, si queremos averiguar su origen, habr de hacerse la pregunta para, cada uno de sus sentidos.

    Aristteles habla de t^fnaT cau&pqUcjH llama ma-- teria : y nos da precisas indicaciones sobre el origen [je este concepto. Lo adquirimos en vista del cambio que percibimos en el campo de lo fsico y de lo psquico como cuando un cuerpo se mueve,.o se inician_o cesan pensamientos en el alma. Por el hecho de esos cambios vemos que_ no^ es imposible que ^el^ cuerpo_ o el alma

    tenga una u otra determinacin. As adquirimos el concepto de capacidad para cosas contrarias y esto es lo que Aristteles llama v causa material :^) capacidad que se encuentra anIogamente^n~cijalquier otra especie de ser. En relacin eon lalde&Me que algo s o es impo- sible, nos vemos llevados-al eaiflpo del juicio en que se

  • encuentra la negacin y el carcter modal de l impo- sibilidad. El concepto, pues, de causa material no se forma sin utilizacin de lo que ofrece la percepcin interna. Esto que decimos del concepto de causa en el sentido de materia, vale tajabin para ese mismo concepto en l sentido de (^forma^) sentido que est en ntima relacin con el primero. La forma no es otra cosa que la realidad en virtud^ de la cual, lo que exista en potencia, se hace real; la que sindole a_esto jnherente, lo convierte en cosa real.

    De conformidad con lo que ya sabemos acerca de la imposibilidad de que unTparte

  • AniH'vvmm OS

    y no faltara para ello ninguna de las condiciones necesarias, empezara a tener lugar en un mismo momen