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ISSN 2451-5817 1 Boletín de Estudios sobre Activos Culturales Volumen 4 – Número 4 – Buenos Aires – Mayo de 2016 Directores Jorge Gilbert (CEEED – FCE - UBA/UNTREF) Viviana Román (CEEED – FCE – UBA/UNTREF) Flavio Ruffolo (CBC – CEEED – FCE - UBA) Secretarios de Redacción Federico Bisurgi (CEEED – FCE – UBA) María Georgina Campos (CBC – UBA) Comité editorial Marisa I. Alonso (CBC – UBA) Hernán Cataldi (CBC – UBA) Roberto Elisalde (CBC – UBA) Lidia Giuffra (CBC – UBA) Juan Lucas Gómez (UNTREF) Eduardo Jakubowicz (UNA /CEEED – FCE – UBA) Mariana Kunst (CEEED – FCE – UBA) Carla Giselle Olori Chipana (CEEED – FCE – UBA) Gladys Perri (CBC – UBA) Oriana Peruggini (CEEED – FCE – UBA) Patricia Porzio (CBC – UBA) Laura Radetich (FFyL – CEEED – FCE – UBA) Rocío Salgueiro (CBC – UBA) Marina Tamara Román (ISFA “Lola Mora” y “M. Belgrano” – GCBA /CEEED – FCE – UBA) María Teresa di Salvo (CEEED – FCE – UBA) Datos de contacto: Boletín de Estudios sobre Activos Culturales – Editores Responsables Viviana Román y Flavio Ruffolo – Av. Córdoba 2122 – 2° piso – CP. 1120 – CABA - Argentina. E – mail: [email protected] - ISSN 2451-5817.

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ISSN 2451-5817

1

Boletín de Estudios sobre Activos Culturales Volumen 4 – Número 4 – Buenos Aires – Mayo de 2016

Directores

Jorge Gilbert (CEEED – FCE - UBA/UNTREF) Viviana Román (CEEED – FCE – UBA/UNTREF) Flavio Ruffolo (CBC – CEEED – FCE - UBA)

Secretarios de Redacción

Federico Bisurgi (CEEED – FCE – UBA) María Georgina Campos (CBC – UBA)

Comité editorial

Marisa I. Alonso (CBC – UBA) Hernán Cataldi (CBC – UBA) Roberto Elisalde (CBC – UBA) Lidia Giuffra (CBC – UBA) Juan Lucas Gómez (UNTREF) Eduardo Jakubowicz (UNA /CEEED – FCE – UBA) Mariana Kunst (CEEED – FCE – UBA) Carla Giselle Olori Chipana (CEEED – FCE – UBA) Gladys Perri (CBC – UBA) Oriana Peruggini (CEEED – FCE – UBA) Patricia Porzio (CBC – UBA) Laura Radetich (FFyL – CEEED – FCE – UBA) Rocío Salgueiro (CBC – UBA) Marina Tamara Román (ISFA “Lola Mora” y “M. Belgrano” – GCBA /CEEED – FCE – UBA) María Teresa di Salvo (CEEED – FCE – UBA)

Datos de contacto: Boletín de Estudios sobre Activos Culturales – Editores Responsables Viviana Román y Flavio Ruffolo – Av. Córdoba 2122 – 2° piso – CP. 1120 – CABA - Argentina. E – mail: [email protected] - ISSN 2451-5817.

ISSN 2451-5817

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INDICE

Presentación 3

Recomendación Bibliográfica 3

Título: Travesías de la Imagen. Historias de las

Artes Visuales en la Argentina, 3

Notas y comentarios 18

De artistas, creadoras y productoras. Apuntes

para el análisis 18

Entrevista 21

Industrias Culturales y Políticas de Estado hacia

el Sector Cultural. Entrevista a la Lic. Natalia

Calcagno 21

Enlaces de Interés 24

ISSN 2451-5817

3

Presentación

En este número del Boletín de

Estudios sobre Activos Culturales los

lectores podrán encontrar un variado

contenido. Les presentamos, en

consecuencia, una recomendación

bibliográfica: Travesías de la Imagen.

Historias de las Artes Visuales en la

Argentina; una nota que reflexiona acerca

de las percepciones y la producción de

cuatro artistas visuales/creadoras de

nuestro país y una entrevista realizada a

mediados del 2015 a Natalia Calcagno,

quien se desempeñó hasta diciembre de

ese año como coordinadora del Sistema de

información Cultural de la Argentina

(SinCA), Ministerio de Cultura de la Nación.

Por último, hemos incorporado enlaces de

interés. Como siempre los invitamos a

leerlo.

Recomendación Bibliográfica

Título: Travesías de la Imagen. Historias de las Artes Visuales en la Argentina, Volúmen I. Editoras: Baldasarre, María Isabel y Dolinko, Silvia. Editorial EDUNTREF. Buenos Aires, 2011, 592 páginas.

Por María Teresa di Salvo

Este libro forma parte de la Historia

de las artes visuales en la Argentina,

plasmado en los dos tomos de Travesías de

la imagen, publicados por la editorial de la

Universidad Nacional de Tres de Febrero

(EDUNTREF) y el Centro Argentino de

Investigadores del Arte (CAIA).

Estos volúmenes, son el resultado de un

trabajo conjunto en el que diversos autores

-con distintas experiencias en el campo-

ponen en juego los últimos debates

teóricos sobre los alcances del concepto de

las artes visuales en un sentido amplio e

inclusivo.

Este primer tomo está estructurado a partir

de tres ejes articuladores generales:

“Producción artística/cultura visual”,

“Coleccionismo y consumo de

producciones visuales” y “Sacralidad y

prácticas rituales en torno a la imagen”;

esta reseña centrará su interés particular

en el primero de ellos. Ese eje incluye siete

trabajos con un enfoque renovador que

extiende el repertorio de los dispositivos

considerados tradicionalmente “obras de

arte” a diversos artefactos visuales que se

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produjeron y circularon en nuestro país

desde los tiempos de Rosas hasta la

actualidad, donde la imagen ocupa un

complejo lugar entre el arte y la tecnología.

Los ensayos que lo conforman, abordan

esos artefactos visuales -que van desde la

moda, la fotografía hasta la arquitectura-,

articulando el análisis de los mismos con

los procesos políticos, sociales, económicos

y culturales de los períodos que estudian.

Asimismo, se centrarán

fundamentalmente, en la circulación de

imágenes dentro del ámbito urbano. Los

distintos autores, analizarán las artes

visuales de un modo transversal, teniendo

en cuenta los aportes provenientes de la

filosofía, los estudios visuales, la sociología

de la cultura y los estudios sobre la

materialidad de las imágenes (naturales o

mentales).

El libro con sólida base conceptual, está

dirigido a un público académico, siendo de

amena lectura aún para quienes no estén

familiarizados con estos temas.

Producción artística/cultura visual

En los dos primeros artículos,

Imágenes e historia del arte en la Argentina

de las editoras, María Isabel Baldasarre1 y

1 María Isabel Baldasarre es doctora en Historia y teoría de las artes por la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Conicet. Ha publicado numerosas trabajos sobre consumo, mercado de arte y editorial, publicados en libros, revistas y congresos.

Silvia Dolinko2, e Intervenciones

estratégicas para una redefinición

disciplinar de Mariana Marchesi3 y Sandra

M. Szir4, se presentarán tanto los

fundamentos teóricos como los ensayos

incluidos en ese eje.

En ellos se explicarán como tras veinte

años de debate, el surgimiento de los

estudios visuales o de la cultura visual

produjo una alteración de los límites

disciplinares de la historia del arte

tradicional. En la Argentina, los primeros

trabajos historiográficos datan de la

década de 1930, y estaban orientados, más

que nada, a plantear la evolución artística

en nuestro país a través de la trayectoria

de pintores y escultores ilustres o, a lo

sumo, de las asociaciones y exposiciones

más significativas.

Rastreando los orígenes de los estudios

visuales, de los distintos criterios, el más

difundido entre los historiadores del arte,

es el que afirma que este tipo de estudios

2 Silvia Dolinko es doctora en Historia y teoría de las artes por la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Conicet. Es docente de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y de la Universidad Nacional de San Martín. Sus libros han abordado, entre otros temas, los grabados y las xilografías. 3 Es historiadora del arte e investigadora de la Universidad de Buenos Aires. 4 Es licenciada en Artes por la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y Magister en Sociología de la Cultura por la Universidad Nacional de San Martín. Es profesora en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA y en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Hay escrito numerosos artículos y libros especialmente sobre la imagen impresa y la cultura gráfica en la Argentina en los siglos XIX y XX.

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5

hunden sus raíces en la llamada “nueva

historia del arte” de los años setenta, una

historia social que produjo una apertura

del campo de estudio, desde las obras de

arte, sus formas y sus contenidos hasta las

operaciones de producción, recepción y

consumo, ligando a los artistas, a las

instituciones y al público receptor a su

carácter histórico. Por otro lado, desde el

campo artístico, el Pop Art, al absorber un

repertorio icónico de imágenes populares

de la cultura urbana, alteró a su vez las

relaciones entre las artes y la cultura de

masas. Es así, que resultara casi natural

que la ampliación de la práctica artística

implicara la expansión de los límites

disciplinares de la historia del arte regida

por la noción canónica de estilo.

En las dos últimas décadas, la discusión

sobre los nuevos enfoques y

metodologías, permitieron enriquecer la

historia y medir el poder que ostentan las

imágenes a partir de bucear en cuestiones

técnicas. Entre la multiplicidad de voces

que se manifiestan actualmente en el

campo existen ciertos consensos. El

concepto de cultura visual define, por un

lado, un campo de objetos (de naturaleza

amplia: fotografía, publicidad, medios

masivos, por ejemplo) y por otro, un

conjunto de métodos y problemas

conceptuales.

Desde un ángulo epistemológico, la cultura

visual se sitúa más allá de un “giro

lingüístico” en beneficio del llamado “giro

de la imagen” que concibe la imagen con

una capacidad potencial de producir

significación al igual que el lenguaje

verbal.5 En ese sentido, los ensayos

incluidos en el eje “Producción

artística/cultura visual”, incorporan como

objetos de estudio las publicaciones

periódicas, la fotografía, el diseño o la

imagen impresa, no como fuentes

documentales sino como discursos en sí

mismo.

Concluyen las autoras que este enfoque ha

sido poco desarrollado en la historia del

arte local, por lo que estos artículos

resultan un aporte significativo al

5 El giro lingüístico, es una expresión acuñada por Gustav Bergmann (1953) y divulgada por Richard Rorty (1967), que designaba una manera de hacer filosofía iniciada por Ludwing Wittgenstein. De una manera general, se trata de un cambio metodológico y sustancial que afirma que el trabajo conceptual de la filosofía no puede lograrse sin un análisis previo del lenguaje. Por otro lado, la Cultura Visual o Estudios Visuales, supuso un cambio en el estudio de la historia tradicional del arte. Uno de los primeros autores que se interesó en este campo fue W. J. T. Mitchell, que en 1992 publicó el “giro pictórico” que rompía con el “giro lingüístico”. Éste sostenía que las imágenes debían ser consideradas con independencia de la lengua. Asimismo, afirmaba que la imagen ha sustituido al lenguaje por cuanto la imagen tiene poderes más potentes que el lenguaje en la construcción de la realidad y el impacto sobre nuestras sociedades actuales.

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6

desarrollo de esta vertiente conceptual en

nuestro país.

Cultura visual en “el largo siglo XIX”

porteño

Dos ensayos centran su análisis en

el período 1829- 1910: Moda, cuerpo y

política en la cultura visual durante la

época de Rosas de Marcelo Marino6 y

Discursos, prácticas y formas culturales de

lo visual. Buenos Aires, 1880-1910 de

Sandra Szir. Si bien el uso político de la

imagen no era algo nuevo, el primer

ensayo indagará sobre el uso político de las

imágines durante los gobiernos de Juan

Manuel de Rosas en Buenos Aires (1829-

1852), especialmente durante su segundo

período de gobierno, donde se trató de

ordenar la cultura visual a las necesidades

de propaganda del régimen. Marino realiza

una articulación entre los ámbitos público y

privado donde esta relación estaría

sustentada en el vínculo entre la moda y el

control sobre el cuerpo impuesto por el

régimen, lo que Marino denomina la

progresiva politización de las zonas de

intimidad. Propone una apertura hacia el

6 Licenciado en Historia del Arte por la Universidad Nacional de Cuyo, se ha desempeñado como docente en dicha universidad y ha sido becario del CONICET. Actualmente es docente en la Universidad de Belgrano y San Andrés. Su producción hace foco especialmente en la representación de la indumentaria en las artes visuales de los siglos XIX y XX, los discursos del cuerpo y de la política y la formación de modelos de masculinidad y femineidad.

estudio de objetos como una pintura o un

peinetón, en un mismo nivel de análisis y

significación que lo habilita a rastrear el

lugar de la mujer, sobre todo en su nivel de

participación política durante ese período

El segundo ensayo, se focaliza en las

transformaciones experimentadas por la

cultura material en la Argentina, desde

1880 hasta el primer centenario. La

expansión del capitalismo, con sus

desarrollos tecnológicos, industriales y

comerciales, modificaron los sistemas de

comunicación masivos que tuvieron un

efecto en las prácticas de la reorganización

e intercambios, de cuerpos, de signos,

imágenes, lenguajes y prácticas devenidas

en mercaderías. La autora se detendrá en

el análisis de algunos dispositivos visuales

reproducidas en distintos soportes, que a

través de su uso estratégico proveyeron en

nuestro país tanto discursos legitimadores

de utilización de lo visual, como distintas

prácticas de control social. La

multiplicación de objetos gráficos fue

posible gracias a las mutaciones

tecnológicas establecidas por el desarrollo

industrial de la litografías que sumado a

otros procesos de mecanización en todas

las etapas de producción de impresos,

abarataron los costos y ampliaron la

producción. Con el fin de articular las

innovaciones tecnológicas, las tecnologías

visuales y sus alcances culturales con los

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7

problemas históricos del período, utilizará

los conceptos de vigilancia (Foucault) y

espectáculo (Debord).

Retomando el primer ensayo, Marino

explica que los objetos de moda y de las

prendas de indumentaria resumidas en

ademanes del cuerpo, servían para dar la

información correcta sobre la situación

individual y colectiva respecto del régimen.

Se estaba en un bando o en el otro, no sólo

había que ser federal sino también,

parecerlo. Para demostrar el control sobre

el cuerpo y sobre la apariencia,

especialmente en las mujeres, impuesto

por el régimen rosista, el autor analizará el

peinetón como un dispositivo visual, el

Boudoir federal, atribuido al pintor

Cayetano Descalzi de 1845, El Retrato de

Manuelita Rosas de Prilidiano Pueyrredón

de 1851 y un daguerrotipo de Manuelita

Rosas (tomado en algún momento entre

1844 y 1846).

El peinetón”, con la efigie de Rosas y el

lema de “Federación o Muerte”, fue un

accesorio de moda durante su primer

mandato que condensó las posibilidades

que un objeto de moda podía tener para

encarar el discurso político. Entre 1830 y

1837, el uso de este tipo especial de

peinetón, desarrolló durante esos años, un

importante sistema de producción,

consumo y circulación de modelos que

activaron las importaciones de carey. Poco

a poco los peinetones se convirtieron en

furor y comenzaron a crecer de tamaño y

se fueron convirtiendo asimismo, en

objetos de lujo desmedido. Fueron centro

de burlas y sátiras en las litografías de la

época, que mostraban hasta qué punto el

peinetón era una molestia, y registraban

también uno de los temas importante de

ese entonces: el avance de la mujer en el

espacio público y especialmente en los

debates políticos. El espacio físico tenía su

equivalente en el espacio simbólico de la

lucha de géneros a través del dispositivo

del peinetón, por cuanto existían

disposiciones policiales, que establecían la

prioridad de paso en las veredas a las

damas que lo llevaran.

César Bacle, Extravagancias de 1834. Peinetones en casa, 1834, litografía coloreada, 28 x 33,5 cm. Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, Buenos Aires, p. 54.

Si la existencia de un código de

vestimentas significaba la adhesión al

régimen, éste también habilitaba a los

impostores a adoptarlo y refugiarse en el.

La obsesión y la paranoia por descubrir al

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8

mentiroso unitario bajo las insignias

federales fue una de las tareas a las que se

dieron no sólo los agentes de control oficial

(como policías o funcionarios) sino, los

civiles entre sí. Se debía disciplinar el

cuerpo políticamente incorrecto.

El cuadro Boudoir federal muestra la

intromisión del régimen en la privacidad

femenina, un ejemplo de la politización de

las zonas de intimidad. La pintura da

cuenta de las prácticas íntimas de aseo, de

arreglo personal y del vestir bajo la atenta

mirada masculina que en este caso es la de

Juan Manuel de Rosas, observando desde

la pared donde está colgado su retrato que

mira al espectador. Rosas no solo asiste a

la escena como voyeur de un acto privado

sino que también esta presenciando y

supervisando la construcción del cuerpo

federal.

Por otro lado, explica la diferencia entre los

usos del Retrato de Manuelita Rosas y el

daguerrotipo que habíamos mencionado.

El Retrato, debe ser entendido como la

imagen más plena y pura del rosismo

encarnado en el cuerpo de la virtuosa y

compasiva Manuelita. Todos los detalles en

la imagen refieren al código del régimen; la

ropa es la fortaleza y el resguardo que

impide el acceso al cuerpo de Manuelita.

Por otro lado, el daguerrotipo que

habíamos mencionado, proponía otro tipo

de lectura de la imagen, diametralmente

opuesta al cuadro. La representación se

corresponde con uno de los principales

usos del daguerrotipo: son imágenes

íntimas para ser contempladas por unos

pocos. Marino dirá que Manuela en el

daguerrotipo nunca iba a poder ser

Manuelita. El cuerpo real de Manuela no

era el cuerpo político de Manuelita Rosas.

Posteriormente, los avances de las técnicas

fotográficas, construirían su propio

lenguaje visual.

Tres décadas después de la caída de Rosas,

las transformaciones experimentadas por

la cultura material será el tema del ensayo

de Sandra Szir como habíamos adelantado,

articulando el análisis de algunos

dispositivos visuales con los procesos

políticos, sociales y económicos del

período. Las tarjetas postales, afiches

publicitarios y el periódico ilustrado, fueron

algunos de estos dispositivos visuales a

través de los cuales se multiplicaba la

imagen y se diseminaba en el espacio

urbano contribuyendo, además, a la

transmisión de valores.

Buenos Aires, con sus establecimientos,

grandes tiendas, los nuevos bares, fue

exhibida como escenario de consumo y un

encuadre para el despliegue visual. Citando

a Walter Benjamin, la autora explicará que

las experiencias visuales urbanas,

condicionadas por la publicidad, invitan a

mirar y a no tocar, produciendo una

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9

espectacularización atravesada por el

deseo y la idea de mercancía- fetiche, en

particular ligada a los escaparates de vidrio

de las grandes tiendas y los pasajes

comerciales.

“En busca de pichinchas”, Caras y Caretas, Buenos Aires, a. IV, nº 134, 27 de abril de 1901, p. 86.

Szir, incluye dentro del impulso a la

espectacularización, otras formas de

cultura y consumo visual relacionado con la

existencia de dos circuitos diferentes de

consumo artístico: además del comercial,

el institucional. Las ferias, exposiciones de

arte, museos de historia y ciencias

naturales, exhibiciones de la industria

nacional e internacional pueden

considerarse como parte de una gestión

educativa y civilizatoria. Las retóricas del

nacionalismo y del progreso a través de las

exhibiciones sirvieron a la Argentina a los

fines de su visibilidad en el conjunto de las

naciones y su inclusión en el orden

capitalista. Al igual que las exposiciones

artísticas y los museos de ciencia, buscaron

técnicas de presentación de los objetos

para condicionar, dirigir y educar los

modos de ver. Esto estuvo relacionado a su

vez, con los procesos de

institucionalización en los diversos campos

(científicos, social, educativo, cultural) que

a menudo persiguieron la regularización y

normativización.

Dentro del campo científico, una creciente

participación del Estado en actividades

asistenciales habilitó el surgimiento y

consolidación de nuevas disciplinas como

la higiene pública y la medicina social. Esto

afectó a su vez, los ámbitos de la

psiquiatría y la psicología, cuya acción fue

pieza clave en la organización y control de

la población. Las transformaciones en las

modalidades de atención a los pacientes,

expresaban cambios no sólo en las normas

protocolares de higiene y hospitalización,

sino también, en las normas burguesas de

moralidad que establecieron los límites de

la marginalidad, marcando una

diferenciación social entre la normalidad y

la locura. En ese sentido, la caracterización

“anatómica” del criminal nato desarrollada

por los seguidores de Lombroso, médicos,

alienistas y criminólogos, jugaron un papel

destacado en la identificación de los

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10

individuos “peligrosos” que debían ser

excluidos del cuerpo social. Los retratos de

identidad policial formaron parte de los

dispositivos técnicos y científicos con los

cuales el Estado argentino, desarrolló sus

capacidades represivas y de control social,

a través de la intermediación de la

institución policial.

En el campo de la educación, el libro

escolar ilustrado se institucionalizó durante

el siglo XIX junto con el uso de láminas en

el aula. Las teorías pedagógicas

hegemónicas a fines de ese siglo, también

de impronta fuertemente positivista,

sostenían que la cultura escolar estaba

llamada a difundir valores seculares, los

principios republicanos y cierta visión

científica de la realidad. La inclinación hacia

la educación patriótica, promovió entre

otros, la difusión de los retratos que

conformaron el panteón de próceres

nacionales.

Esta complejidad cultural de fines del siglo

XIX y principios del XX marcaron esta etapa

como un momento de transición hacia una

moderna cultura visual masiva y hacia

nuevos discursos de la mirada.

Revistando la historieta

El siguiente ensayo Varones

domados. Family strips de los años veinte

de Marcela Gené,7 propone un análisis de

7 Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires y Magister en

la historieta “Pequeñas delicias de la vida

conyugal” utilizando la metodología que

postula la historia cultural8. Esta exitosa

tira cómica fue la primera family strip

aparecida en el diario La Nación en 1920.

La pareja Trifón y Sisebuta fueron la

adaptación de los personajes Jiggs &

Maggie creados por George MacManus en

1912 para uno de los diarios del imperio

Hearst. Ambas parejas se habían

enriquecido repentinamente y en ambas

tiras, se exploraban los procesos de

adaptación de los nouveaux riches a los

gustos y comportamientos sociales de la

clase alta, un camino minado de

frustraciones y que los lleva a rozar el

ridículo con frecuencia. Mientras que

Sisebuta pugnaba por pertenecer a la clase

alta y se esforzaba por refinarse, Trifón

Investigación histórica por la Universidad de San Andrés. Es profesora en FADU/UBA y docente de posgrado en la Carrera de Diseño Comunicacional (UBA). Ha escrito varios libros y artículos. 8 Definir el concepto de la historia cultural no es una tarea fácil. Más que una rama de la historia o disciplina académica, es una corriente historiográfica en continua transformación. Esta corriente tuvo un gran auge desde los años setenta del siglo XX en particular entre los especialistas ingleses y franceses. Los historiadores de tradición hispánica tardaron más en secundar sus métodos. Sin embargo, sus raíces se remontan a unos doscientos años más atrás y, en opinión de Burke, combinan los acercamientos de la antropología y la historia para estudiar las tradiciones de la cultura popular o, en general, las interpretaciones culturales e históricas. Muchos de sus estudios consideran los procesos de adaptación de la cultura popular a los medios de comunicación de masas como este ensayo.

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intentaba eludir las exigencias de su esposa

para transformarlo en un hombre de

sociedad. El resultado era siempre el

mismo: ella imponía sus caprichos y él

terminaba casi siempre con un ojo morado.

Gené explica que el éxito de esta fórmula,

se hallaba en la revivificación de un “topos”

humorístico de muy larga tradición en la

cultura occidental, transmitido a través de

generaciones y de diversos géneros

artísticos. En ese sentido, la propuesta del

ensayo consiste en analizar esos topos en

una doble dimensión: por un lado, en el

nivel de la diacronía, recorrer su

trayectoria histórica recuperando ejemplos

de las representaciones visuales (grabados

o estampas populares) que configuran un

elenco de expresiones previas y en otras

producciones culturales como la narrativa y

el teatro. Por otro, en el nivel de la

sincronía, examinar las proyecciones de

esta fórmula en otras empresas

humorísticas y en otras ramas artísticas

contemporáneas.

En el primer nivel de análisis, aplicando la

fórmula warburguiana de la Pathosformel,9

9 Gené se basa en la definición del concepto de Pathosformeln de Emilio Burucúa: “Un conglomerado de formas representativas y significantes, históricamente determinado en el momento de su primera síntesis, que refuerza la comprensión del sentido de lo representado mediante la inducción de un campo afectivo donde se desenvuelven las emociones precisas y bipolares que una cultura subraya como experiencia básica de la vida social”. Fue Aby Warburg quien dio el nombre

rastrea esos topos humorísticos reiterados,

la mujer de mal genio que resurge hacia los

años veinte en los medios masivos y en

otros espacios de entretenimiento popular.

Explica la autora que esta reactivación

induce a reflexionar en clave humorística,

sobre una variedad de temas que la

sociedad porteña (y otras sociedades a

juzgar por su exitosa difusión en diversos

países) estaban en trance de procesar,

como el lugar de la mujer en el hogar

conyugal y el ascenso social de las clases

medias, en tiempos de intensa

modernización.

Los orígenes de este “topos” pueden

rastrearse en la primera modernidad. En

algunas estampas francesas de entre los

siglos XVI y XIX, se representan feroces

combates entre mujeres, entre hombres y

mujeres, que aluden metafóricamente al

poder sexual y a un no disimulado apetito

femenino por el miembro viril, revelando

un persistente interés de varias

generaciones de grabadores e impresores,

de Pathosformeln (fórmulas de pathos) y cuya obra inconclusa el atlas Mnemosyne (1927), buscaba exponer el repertorio de las imágenes constitutivas de la memoria social de Occidente. En su tesis doctoral Warburg había desarrollado un análisis de la ninfa en tanto ícono central de la cultura euroatlántica. Este ícono y otros análogos, eran para Warburg formas significantes capaces de desencadenar emociones contrapuestas. Es por eso que el Atlas y los escritos de Walter Benjamin (en parte bajo su influencia) sean considerados como el lejano origen de los estudios culturales.

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en respuesta a una demanda que se infiere

sostenida en ese período.

André Basset (impresor, editor), Basset le jeune

(grabador), Ambition de la femme pour parvenir á la

maitris par la culotte, 1750- 1785, talla dulce, p. 106.

Ya en el siglo XIX, la imagen reiterada de

los grabados es la de un marido

“descalzoncillado”, es decir, desautorizado.

Reconoce Gené en estos combates, el

origen de un cliché de gran fortuna en la

cultura popular: ¿quién lleva los

pantalones en esta casa? La recurrencia al

tema de la “mujer dominadora” evidencia

su vitalidad literaria a través de los siglos.

De Chaucer al teatro isabelino, de Rabelais

al teatro y la narrativa francesa de los

siglos XVII y XVIII.

En el nivel sincrónico de análisis, explica;

por un lado, que el impacto de la tira llevó

a la publicación, poco después, de

historietas con el mismo argumento: “Las

aventuras de Pancho Talero” (1922) o “Las

andanzas de Pantaleón Carmona (1925).

Por otro, como en Estados Unidos, el éxito

en el diario catapultaba también al

celuloide y más tarde, a las live- action

televisivas. Las severas heroínas estaban

unidas por el anhelo de ascenso social,

verdadero núcleo del conflicto conyugal a

partir del cual se contraponen los universos

masculino y femenino. Éste, el de los

deseos nunca satisfechos que lleva a la

intolerancia y la ofuscación; aquél, el de la

resignación, la autocomplacencia y una

buena dosis de indolencia. Dos visiones del

mundo en pugna: el “artificioso” de la

mujer y el “simple y honesto” del hombre,

trazados desde la mirada y la pluma,

masculina del dibujante.

Marcela Gené, considerando las historietas

como objetos culturales, se aparta del

enfoque tendiente a circunscribir el

análisis sólo a los aspectos del lenguaje

poniendo el acento en la potencialidad de

las imágenes. Pone, asimismo de

manifiesto, las contribuciones de la

historieta a la reflexión sobre modelos de

comportamiento sociales y relaciones de

género.

La imagen fotográfica en una época de

cambios

Valeria Gónzalez10 aborda el tema

de los usos de la imagen fotográfica entre

mediados del siglo XX y comienzos del XXI

10 Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires. Docente de arte contemporáneo en la UBA, UNTREF, UTDT y el IUNA y autora de varios libros.

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en el ensayo Los usos de la imagen tanto

medio híbrido, entre la estética y el

funcionalismo (como arte o documento), la

autora reflexiona sobre sus diversos usos y

sobre su potencialidad ideológica. En su

recorrido histórico muestra como el

devenir de la fotografía en nuestro país, no

siguió necesariamente las tendencias

internacionales vigentes durante

determinados períodos.

En la Argentina de la década del treinta, el

fotomontaje que había sido un género

clave en las vanguardias europeas de

entreguerras, ocurrió como un fenómeno

aislado, que desembarcó a través de la

producción de Grete Ster. La producción de

Ster adquirió carácter sistémico con la serie

Sueños (imágenes oníricas) permaneciendo

prácticamente invisibles para el sistema del

arte hasta la exposición realizada en

Houston en 1982, por su pertenencia al

ámbito heterogéneo del entretenimiento

popular.

Grete Stern, Sueño Nº 76- Los sueños de ideales frustrados, Idilio, 2 de mayo de 1950. Hemerotca de la Biblioteca Nacional. Foto: Kaia Grimson, p. 122.

Avanzando en el tiempo, la cuestión

fundamental durante la década de los

sesenta, no era si la fotografía merecería

ser considerada arte, sino de qué modo se

redefinirían las prácticas artísticas en un

medioambiente dominado por la imagen

fotográfica y los medios masivos. La

respuesta a esta pregunta fue el pop que

se institucionalizó como vanguardia con la

apertura en Buenos Aires del Instituto

Torcuato Di Tella que tuvo rasgos propios.

Asimismo, en el marco de un contexto

político turbulento, también las prácticas

conceptuales cobraron en nuestro país un

espíritu diferente al de las tendencias

dominantes en el contexto internacional.

La documentación fotográfica, ya no

oficiaba como soporte secundario o

fragmentario de un acontecimiento

pasado, sino como instancia equivalente a

la idea. Un ícono del arte político argentino

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14

fue la iniciativa de Tucumán Arde (1968).

En este caso, frente a la manipulación de la

información en los medios, los artistas no

optaron por la crítica conceptual, sino por

la construcción de un contra discurso.

A partir del golpe de 1976, la censura fue

ejercida de manera distintiva sobre la

imagen fotográfica. La “desaparición de

acontecimientos” fue perpetrada

específicamente a través de la ausencia de

imágenes: sin fotografía, no hay testigos,

sin fotografías no hay hechos. Esta política

de ocultamiento fue también acompañada

de una política de visibilidad y producción

de imágenes para construir significados

como la supuesta legalidad del golpe, entre

otros.

En las dos muestras de periodismo gráfico

durante la dictadura (1981 y 1982), las

diferentes expresiones contra el régimen

van cobrando visibilidad en el espacio

público. Si bien, la cultura de los ochenta se

afirmó como un campo plural de prácticas,

la fotografía en esa década, todavía no

había asimilado las rupturas semánticas

que se habían producido desde los años

sesenta. Siguiendo con su recorrido

histórico, la autora explica que principios

de los noventa, quedaría clara la

emergencia de una nueva orientación

estética, centrada en un objeto limpio de

toda gestualidad pictórica y en un

dispositivo exhibitivo despojado de todo

carácter de evento copresencial. La autora

se detiene en el análisis de la serie Pop

Latino del fotógrafo Marcos López. Se trata

de una síntesis entre el estilo kitsch

característico de aquel arte y la herencia de

la fotografía documental en términos de

compromiso con la referencia a la realidad

social. Según González, López fusionó la

variante culta del arte pop con la tradición

del grotesco y la sátira del teatro popular

criollo.

Para fines de los noventa, se recuperaron

estrategias combativas características de

los sesenta y lo setenta como el trabajo

colectivo y la intervención en los espacios

públicos. En ese contexto el

fotoperiodismo vivió otra etapa brillante,

particularmente el vinculado a redes

alternativas de información, donde se

construyeron relatos que cuestionaban el

dramatismo determinista que circulaba en

los medios oficiales y en la prensa

internacional de aquel momento.

Finalmente, las teorías del arte

posmoderno fueron especialmente

influyentes en el arte argentino de la

última década. La fotografía se volvió

protagonista de esta escena que se

combinó a menudo con una mayor

sofisticación técnica, tanto en la puesta en

escena como en la manipulación digital.

Como el anterior ensayo, la autora hará

foco en la potencialidad de las imágenes: la

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fotografía, como soporte de una cultura

visual, requiere de un trabajo de

interpretación por su vinculación necesaria

con el discurso; que el epígrafe sea

necesario, no implica que esté

necesariamente explícito como escritura

verbal.

Las artes visuales en la historia reciente:

arquitectura y diseño

Los dos últimos ensayos El divorcio

anunciado: la divergencia entre crítica y

arquitectura en la historia reciente de

Graciela Silvestri11 y Cultura visual, cultura

del diseño: fronteras y confluencias entre

arte, diseño y tecnología de Mónica

Farkas12 indagan sobre algunas tensiones

entre textualidad y visualidad desde el

campo de la arquitectura y una

aproximación a las relaciones entre arte,

diseño y tecnología en la Argentina de la

historia reciente. El primero de ellos, de

carácter más conceptual, afirma que la

imposibilidad de articular un nuevo orden

para la arquitectura hoy, radica en la

fractura entre la reflexión escrita y la

11 Arquitecta y doctora en historia por la Universidad de Buenos Aires e investigadora del CONICET. Profesora titular en la Facultad de Arquitectura y urbanismo en la Universidad de La Plata. Ha publicado numerosos libros y artículos. 12 Historiadora del arte por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Docente e investigadora en dicha facultad y en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA y en la Universidad Maimónides.

producción profesional que se advierte

desde los años noventa del siglo pasado. El

segundo, ante la fuerte presencia del

diseño en diversas agendas culturales

nacionales, la autora reflexiona sobre sus

connotaciones políticas. En ese sentido, el

marco teórico de la cultura visual le resulta

útil para ampliar la idea de diseño ya no

con estatus eminentemente estético, sino

hacia un sentido más amplio implicado en

su relación con áreas como la industria, la

economía y, fundamentalmente, su

función dentro de las políticas de

desarrollo tecnológico y social.

Silvestri propone revisar la versión

canónica de la modernidad arquitectónica

en la Argentina, centrándose en la idea de

que su programa estuvo

fundamentalmente más en las palabras

que en las obras. Sin embargo, advierte en

este “dispositivo letrado” un modelo que,

a pesar de sus falencias, dio unidad al

proyecto que atravesó la historia de la

disciplina desde la década de 1930, cuya

época de esplendor en los sesenta fue

liderada por la educación pública. Este

panorama creativo, habría llegado a su fin

en 1966 (la Noche de los Bastones Largos)

o en 1976 (la última dictadura militar) por

la emigración de profesores y la cada vez

más brutal intervención de los claustros,

produciendo un quiebre en la transmisión

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16

del pensamiento crítico que supuso el

golpe de 1976.

La autora explica que a pesar de estar

debilitado, el modelo estuvo lejos de dejar

de operar en esas fechas. Por el contrario,

en la Universidad permaneció un

funcionalismo desleído, mientras quienes

lo abandonaron iniciaron una crítica radical

a los parámetros que ellos mismos habían

establecido. Este giro se conoció, según

Silvestri con el equívoco nombre de

posmodernismo.

Todas las distintas propuestas incluidas en

el posmodernismo obedecían a la

preocupación por la naturaleza histórica de

una disciplina que, por la radicalización

política, había llegado sin mayores

reflexiones al borde de la disolución. Los

arquitectos argentinos comenzaron a

enfrentarse no solo con la crisis global de

los lenguajes, sino con la relectura de la

propia tradición; todos volvieron a la

historia. Explica Sivestrini, que aunque el

corte político de 1983 produjo en muchos

sentidos un abismo con las décadas

anteriores, permanecieron un par de ideas

establecidas durante la dictadura militar,

en los márgenes de las instituciones.

Ella elige dos emprendimientos para

analizar los cambios oblicuos que se

establecieron entre discursos escritos y las

prácticas. Uno fue el Centro Cultural

Recoleta, de Clorindo Testa. Esta obra

transmite, algunas cuestiones

características de la época: la relectura del

pasado de la ciudad, reconociendo la

arbitrariedad de las relaciones entre

formas estéticas y acontecimientos

político- sociales. No fue secundario que

esta visión emergiera en los ochenta de la

mano de una flexible versión del espacio

público despegada de la versión clásica del

modernismo, exclusivamente ligada a la

acción del Estado. Proyectado durante los

últimos años de la dictadura, fue

interpretado en el momento de su

construcción como liviano entretenimiento

en épocas graves. Pero al coincidir su

apertura con los primeros años de

democracia, su desenfado pop en sintonía

con el programa de gobierno de Alfonsín,

tuvo un efecto impensado: el centro

cultural de Testa se convirtió para el gran

público en símbolo de la cultura

democrática, transclasista y juvenil.

Antonio Díaz (con Ibarlucía, Gil, Silberfaden, Fernández de Luco), propuesta para el ensanche del área central. Convocatoria “Ideas urbano- arquitectónicas para Buenos Aires”, 1986, p. 161.

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Más tarde, otro caso paradigmático fue

Puerto Madero que mostró rápidamente la

distancia entre la imaginación proyectual y

el funcionamiento efectivo del espacio:

pensado como pieza clave para la

extensión de la ciudad sobre el río, garante

de la expansión de lo público hacia el

“olvidado sur” de la ciudad, el nuevo barrio

adquirió pronto características de enclave

para turistas, negocios y viviendas de alto

estándar.

Por otro lado, en los noventa se afianzó

una especialidad que hasta entonces sólo

había sido considerada de manera

restringida: la preservación edilicia. En la

Argentina, país que se consideraba sin

patrimonio histórico de mención, la

conciencia de un pasado a preservar se

instalaba ahora en franjas amplias de la

sociedad. La ciudad, el eterno “objeto de

deseo” de la arquitectura, pasó de ser

escrita a ser leída. La profesión, excusada

de dar cuenta política o moral de sus pasos

proyectuales (una de las consecuencias

impensadas de de la erosión de los

fundamentos modernos), transcurrió sin

otros problemas que los derivados del sube

y baja del mercado de la construcción

edilicia. Explica la autora para finalizar, que

la crítica de raíz histórica atacó las últimas

convicciones disciplinares sin postular

alternativas, y en todo caso sin

comprometerse en ellas, por lo que dejó

un vacío en el campo de la cultura

arquitectónica.

Retomando el ensayo de Farkas, a

mediados de la década de los noventa, el

impacto de las tecnologías de la

información, introdujo cambios dentro del

campo artístico, donde los márgenes ente

las producciones realizadas por artistas y

las realizadas por diseñadores se volvieron

cada vez más porosos. Esta tendencia se

vio favorecida por la apertura de espacios

de exhibición, producción y difusión

especializados que jerarquizaron las

relaciones arte/diseño/tecnología, como

blogs, portales, publicaciones electrónicas

o newsletter, que pusieron en escena lo

que Carlos Scolari denominó

hipermediaciones. Éstas, hacen referencia

a la trama de reenvíos, hibridaciones y

contaminaciones de la tecnología digital

que al reducir todas las textualidades a una

masa de bits, permite articular dentro del

ecosistema mediático.

Asimismo, Farkas retoma la noción de

“echo objets”, introducida por Barbara

María Stafford: los objetos dialogan con

sus entornos y se perciben como caja de

resonancia, muchas veces disonantes,

respecto a concepciones divergentes del

diseño, la economía y el desarrollo social

que se ponen en juego en esta interacción.

Teniendo en cuenta esta idea, la autora

analizará brevemente los espectáculos

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programados para la conmemoración del

Bicentenario en la Argentina y la creación

de parque interactivo Tecnópolis como

continuidad de los festejos de la

Revolución de Mayo. Explica que, aun en

ausencia de todo propósito deliberado de

participar en los festejos, una imagen de

cambio posible y deseable fue modelada y

operó sobre nuestros imaginarios tanto en

los espectáculos como en la

desmaterialización de los muros por

efectos del mapping producido en edificios

de la ciudad (en el Cabildo y Teatro Colón,

entre otros) como escenarios de

celebración.

Mapping Cabildo de Buenos Aires, Buenos Aires, 25 de mayo de 2010, p. 189.

La invención de la tradición que puso en

juego el Estado como renovado comitente

de los festejos en el espacio público, le

permite vislumbrar a Farkas, desde los

enfoques de la cultura visual del diseño, la

articulación entre diseño, arte y tecnología

que invisibiliza sus bordes.

Para finalizar, estos ensayos que hemos

reseñado, nos muestran la complejidad y

riqueza que ha adquirido en nuestro país la

historia del arte como disciplina y,

específicamente, los estudios sobre las

Artes Visuales. Desde distintos campos,

que van desde la fotografía, la arquitectura

o el diseño, entre otros; y en un amplio

marco temporal, los distintos autores

concuerdan en el poder que ostentan las

imágenes.

Notas y comentarios

De artistas, creadoras y productoras. Apuntes para el análisis

Por Marina T. Román

Reflexionar sobre el rol de las

artistas visuales como productoras

culturales en el marco de una nación

resulta de interés. Las artistas que han sido

tenidas en cuenta en estas líneas forman

parte de las artes plásticas visuales,

perteneciendo a las disciplinas de pintura y

escultura como práctica de base, pero

extendiendo los límites de sus

producciones al campo de la ilustración, el

arte correo, el arte textil, la joyería artística

y la obra emplazada en espacios públicos.

Las cuatro artistas seleccionadas - Yamila

Cartinnilica, Flavia García Seoane, Luciana

Arditto, y Paula Rodríguez - se formaron en

la Escuela Nacional de Bellas Artes

“Prilidiano Pueyrredón” y en la Universidad

Nacional de las Artes.

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Yamila Cartinnilica

Trabajan en espacios de formación docente

en artes visuales y en sus propios talleres

particulares. Pertenecen a una generación

adulta-joven para el campo de la plástica,

sus edades rondan entre los 30 y los 45

años.

Flavia García Seoane

Analizar sus producciones y su rol social

supone considerar al arte visual como un

discurso social a través del cual las artistas

manifiestan sus representaciones sociales

en el marco del actual contexto. “La

representación es el proceso a través del

cual se pone en formas concretas (es decir

diferentes significantes) un concepto

ideológico abstracto”. (…) “La

representación es el proceso social de

significar en todos los sistemas de

representación disponibles: habla,

escritura, prensa, video, cine, grabaciones

magnetofónicas, etc.”13. Un discurso es una

configuración social de sentido, toda

manifestación de sentido tiene una

manifestación material. Desde esta

perspectiva se recuperan las creaciones de

estas artistas con la intención de legitimar

sus producciones y de valorar sus aportes

estéticos y sociales en la difícil tarea de

enriquecer significados en la construcción

de la vida cultural de una nación.

Luciana Arditto

El análisis de sus producciones artísticas

permite percibir la convivencia de

múltiples estéticas y poéticas expresadas

en diversidad de soportes, materiales,

técnicas y propuestas. Cada una de sus

obras son la materialización de diversos

13O´Sullivan, T., Hartley, J., Saunders, D., Montgomery, M. y Fiske, J., Conceptos clave en comunicación y estudios culturales. Buenos Aires, Amorrortu, 1995. p. 307.

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contenidos y propuestas: desde paisajes

figurativos-abstractos, escenas de la vida

cotidiana donde se reúnen diversos

personajes presentes en nuestra sociedad

con un estilo figurativo-naif y con un

contenido irónico sobre el vivir el día a día,

hasta esculturas tejidas con formas

orgánicas, ensambladas, modeladas y

soldadas que representan tanto líneas y

planos virtuales en el espacio físico como

esculturas geométricas que interrogan

sobre la gravedad de los objetos en la

tierra.

Paula Rodríguez

Estas artistas desarrollan en paralelo

propuestas con finalidades comerciales,

sociales, culturales, filosóficas o

meramente artísticas. Entre el crear por

placer y el hacer arte para vender se

percibe una histórica tensión entre la

economía y la cultura. Sin embargo, esta

tensión puede verse como mera

percepción, ya que en la práctica la estética

de los productos y objetos que las artistas

realizan para comercializar no son fruto de

una demanda del mercado sino de una

impronta expresiva personal. A pesar de

ello pareciera ser que crear para vender es

una traición a la libertad creativa de cada

artista. ¿Pero, lo es? Entre las estrategias

de promoción de sus obras y objetos para

comercializar todas utilizan las redes

sociales en la medida que es un medio

rápido, económico y que llega en forma

simultánea a miles de personas.

Por último, otro elemento significativo del

análisis de la producción de las creadoras –

productoras – artistas visuales y de la

apreciación que ellas tienen de su obra es

que en los espacios de exposición,

pertenezcan al circuito de promoción

artístico-cultural público o al mercado del

arte, la participación y el reconocimiento

social de la mujer artista se multiplica año

tras año. Siendo mujeres las que han sido

premiadas y seleccionadas en los últimos

tiempos en muchos Salones Nacionales y

locales. Particularmente, esta

preponderancia es notoria en los Salones

de Escultura respecto de las otras

disciplinas y de la historia de estos

concursos y espacios de arte.

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Entrevista

Industrias Culturales y Políticas de Estado hacia el Sector Cultural. Entrevista a la Lic. Natalia Calcagno

Por Lidia Giuffra y Patricia Porzio

En el marco del proyecto de

investigación “Memoria, identidad y

consumo. La irrupción de las industrias

culturales en la reinvención de la memoria

y la construcción de la identidad en la

Argentina contemporánea”, que forma

parte del Programa de UBACYT, realizamos

una entrevista a quien fuera hasta el mes

de diciembre de 2015 coordinadora del

Sistema de información Cultural de la

Argentina (SinCA), Natalia Calcagno,

programa dependiente de la Dirección

Nacional de Industrias Culturales del

Ministerio de Cultura de la Nación.

Si bien la Lic. Natalia Calcagno dejó la

coordinación de Sistema de Información

Cultural de la Argentina a fines de 2015,

junto con la anterior gestión del Ministerio

de Cultura de la Nación, en virtud

precisamente a su desempeño en el área,

consideramos que las apreciaciones

vertidas por la entrevistada en el

encuentro que tuvimos con ella semanas

antes del cese de sus funciones, merecen

ser compartidas. Ya que a pesar de haber

hoy una nueva gestión en el área, con sus

consecuentes cambios de orientación, el

material obtenido en esta entrevista es

sumamente sugerente para nuestro

trabajo académico y no deja de reflejar un

estado de situación actual del campo de la

Industrias Culturales en la Argentina y de

las políticas de Estado hacia este sector.

La temática abordada giró en torno a la

producción de las industrias culturales y su

constante elaboración de símbolos,

saberes e identidades, así como la

dimensión económica de las mismas, que

generan empleo y que además exportan e

importan su producción. En la Argentina

actual las industrias culturales aportan el

3,5 % del PBI, es decir un sector estratégico

en términos económicos, sociales, políticos

y culturales.

En cuanto a la pregunta acerca de la

importancia entonces que tiene este sector

de la economía nacional, la entrevistada

nos planteó que el término “industria

cultural” da cuenta del aspecto material de

la cuestión, y que este sector de la

economía nacional genera cerca de 11.000

millones de pesos al año, exportando casi

2.000 millones de pesos. El sector editorial

y el audiovisual son las ramas que más

actividad económica y empleo generan.

Alrededor del 70% de lo que exporta esta

industria corresponde a libros y

publicaciones periódicas. Y a partir del

2003, mientras que la economía creció a un

8% anual, la cultura lo hizo entre un 18 y 19

% anual en promedio. El SinCa informó que

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22

en 2009 la producción de bienes y servicios

culturales alcanzó el 3,5% del PBI nacional,

y aporta el 2,9% del empleo total,

alrededor de 469 mil puestos de trabajo

En cuanto a las políticas de Estado en

cultura y las concepciones que las

sostienen, la respuesta enfatizó la idea que

la cultura compromete a la defensa de la

nación, pues un pueblo que no defiende su

cultura es un pueblo que no puede

enfrentar los desafíos que implica

consolidar el desarrollo y la integración y

lograr por este camino recuperar su

confianza y su orgullo.

El desafío desde el Estado es abrir las

industrias culturales de la Argentina al

resto del mundo, sosteniendo a los

sectores más débiles, fortalecer el vínculo

entre innovación tecnológica y condiciones

materiales de reproducción, así como los

hábitos de apropiación democrática de la

cultura en el público.

Acerca de la tarea específica del área que

la entrevistada coordina, nos respondió

que la Secretaría de Cultura de la Nación a

través del SInCA ha avanzado en la

construcción de información estadística

sobre la cultura. La actualización

permanente de datos permitió alcanzar

una masa crítica de resultados que pueden

observarse en las primeras series históricas

sobre la medición del PBI Cultural

publicadas periódicamente. Por ejemplo el

aporte económico de la cultura a la

producción nacional ha mostrado un

permanente ascenso, pasando del 2,3% en

2004 al 3,5% en el año 2009. Esta

información invita a reflexionar acerca del

impacto relativo de la cultura en la

producción nacional en comparación con

otros sectores económicos. De este modo

es posible observar que, en el año 2007, el

valor agregado cultural se equipara al de

las actividades de suministro de

electricidad, gas y agua, y a las de hoteles y

restaurantes. Así como supera el producto

de la minería de ese año 2 veces y 23 al de

la pesca.

La información disponible de los primeros

resultados de la Cuenta Satélite de Cultura

permite concluir que en los últimos años el

sector cultural ha mostrado tasas de

crecimiento muy superiores a las del

promedio de la economía en su conjunto.

Finalmente preguntamos en torno a la

cuestión de la desigual distribución de esta

producción a lo largo y ancho del país.

Respecto a esta problemática se planteó

que la región Buenos Aires y dentro de

esta, el Gran Buenos Aires, concentran una

parte importante de las industrias

culturales. Dentro de los sectores

culturales nucleares, audiovisual,

fonográfico y editorial, la región Buenos

Aires, con epicentro en la Ciudad

Autónoma, absorbe alrededor de la mitad

ISSN 2451-5817

23

o más, de la producción y consumo de

películas, música y libros. Algunas grandes

ciudades del interior replican, a escala

regional: Rosario, Córdoba, San Miguel de

Tucumán, Salta, Resistencia, Corrientes,

Mendoza, Neuquén-Cipolletti, Comodoro

Rivadavia.

Es de señalar que las industrias culturales

están fuertemente concentradas en pocas

empresas nacionales y trasnacionales. La

industria cultural argentina tiene altos

índices de concentración económica y

geográfica. Sin embargo, es importante

observar que otras actividades como el

turismo cultural, las bibliotecas, la

preservación patrimonial, las fiestas

populares y las actividades comunitarias,

tienen una importante presencia en todo el

país.

Se destacó en la respuesta la tensión entre

industria, cultura comunitaria y

patrimonio, entre el centro porteño y el

interior, que reproduce viejas

desigualdades, pero que también

manifiesta el enorme potencial productivo

del interior del país, en el que el Estado ha

comenzado a intervenir para poner en

valor las producciones y propuestas

culturales allí generadas. Tanto la sanción

de la ley N°26.522vde Servicios de

Comunicación Audiovisual, como los

concursos federales del INCAA, el

desarrollo de los MICA( Mercado de

Industrias Culturales) y los pre MICA, entre

otras acciones, son apuestas para

federalizar los contenidos y producciones

culturales.

Sin embargo la entrevistada hizo referencia

a que el análisis al interior del GBA reveló

la presencia de bolsones de pobreza, no

solamente en cuanto a los ingresos sino

también en cuanto al acceso a bienes y

servicios culturales, observando un déficit

de espacios e industrias culturales como

factores de inclusión y desarrollo, y una

menor proporción de organizaciones y

eventos comunitarios.

Las desigualdades y tensiones culturales

entre la capital y el interior, entre el centro

rico y los suburbios pobres, entre la

industria y la cultura comunitaria, entre lo

foráneo y lo nacional, implica pensar en

una complejidad y heterogeneidad de

actores, valores e identidades que hacen a

la riqueza y diversidad de la cultura

argentina, y generan un gran desafío para

su puesta en valor a lo largo y ancho de

nuestro país.

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24

Enlaces de Interés

El Libro – Objeto y su crecimiento en las últimas décadas. El Top Art Book.

http://www.indigrafia.com/index.php?option=com_content&task=view&id=15&Itemid=109

¿Qué son las Industrias Culturales ? https://www.youtube.com/watch?v=y5TagzUHDZ0

Comisión Europea. Supporting Europe's cultural and creative sectors.

http://ec.europa.eu/culture/policy/index_es.htm