biografias de evangelistas

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BIOGRAFIAS DE EVANGELISTAS D. L. Moody y el evangelismo masivo del Siglo Diecinueve Por William P. Farley En 1871, Sara Cooke y la señora Hawxhurst asistían a la iglesia donde pastoreaba D. L. Moody, de 34 años de edad. A pesar de su formalidad y sinceridad, estas mujeres estaban convencidas de que carecía de algo importante: poder espiritual. De modo que ellas se sentaban en la primera fila a orar. Ellas conversaron con Moody acerca de sus convicciones y empezaron a orar con él para que recibiera poder espiritual. Creció un gran deseo en Moody de tener el poder de Dios. Un día, "se tiró al piso, y entre lágrimas, gemidos y llanto, clamó a Dios ser bautizado con el Espíritu Santo y fuego"�. 1 Mientras estaba de negocios en New York, el Espíritu Santo cayó sobre él. Así lo describió Moody: "Un día, en la ciudad de New York —¡qué gran día!—, no lo puedo describir. Muy raras veces me refiero a esto; es una experiencia casi demasiado sagrada para nombrarla. Pablo tuvo una experiencia de la que no pudo hablar por catorce años. Yo

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BIOGRAFIAS DE EVANGELISTAS

D. L. Moody y el evangelismo masivo del Siglo Diecinueve

Por William P. Farley

En 1871, Sara Cooke y la señora Hawxhurst asistían a la iglesia donde pastoreaba D. L. Moody, de 34 años de edad. A pesar de su formalidad y sinceridad, estas mujeres estaban convencidas de que carecía de algo importante: poder espiritual. De modo que ellas se sentaban en la primera fila a orar.

Ellas conversaron con Moody acerca de sus convicciones y empezaron a orar con él para que recibiera poder espiritual. Creció un gran deseo en Moody de tener el poder de Dios. Un día, "se tiró al piso, y entre lágrimas, gemidos y llanto, clamó a Dios ser bautizado con el Espíritu Santo y fuego"�.1

Mientras estaba de negocios en New York, el Espíritu Santo cayó sobre él. Así lo describió Moody: "Un día, en la ciudad de New York —¡qué gran día!—, no lo puedo describir. Muy raras veces me refiero a esto; es una experiencia casi demasiado sagrada para nombrarla. Pablo tuvo una experiencia de la que no pudo hablar por catorce años. Yo sólo puedo decir que Dios mismo me fue revelado, y tuve tan gran experiencia de su amor que hube que pedirle que detuviera su mano."�2 Moody estaba seguro de que si Dios no levantaba su mano, él moriría.

Después de algunos meses, en 1873, planeó un viaje de predicación a las Islas Británicas. Lo acompañó su reciente amigo y director de música, Ira Sankey. Moody comenzó a predicar; y algo había cambiado. "Los sermones no eran distintos "“señaló—. No presentaba ninguna nueva verdad; no obstante, cientos se convertían. No quisiera volver a lo que era antes de esa bendita experiencia [en New York], aunque me ofrecieran todo el mundo; sería como polvo en comparación"�.

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Así empezó la etapa ministerial de D. L. Moody en que estuvo fortalecido con poder espiritual. Antes de su viaje a Inglaterra, él era poco conocido. Desde Inglaterra se esparcieron rápidamente las noticias del poder sobrenatural que acompañaba su ministerio. Cuando retornó a los Estados Unidos, era una celebridad internacional.

Tan grande era el poder que tenía en su ministerio que algunos lo llamaron un "tercer Gran Despertamiento"�. Los siguientes veinticinco años recorrió el mundo de habla inglesa. Predicó a aproximadamente cien millones de personas, inicio escuelas, fundó universidades, y dejó su huella en el evangelismo del siglo diecinueve. Tuvo una vida admirable. "Sin educación superior, fundó tres escuelas. Sin formación teológica, reformó la cristiandad victoriana. Sin radio ni televisión, alcanzó a cien millones de personas"�.3

Los tiempos

"La historia del mundo "”escribió Thomas Carlyle"”, es sólo la biografía de grandes hombres"�.4 En este sentido, la historia cristiana del siglo diecinueve no se puede entender sin mirar de cerca a D. L. Moody; y no podemos apreciarlo sin un entendimiento de los tiempo en los que le tocó vivir.

Moody nació en un mundo agrícola que había cambiado poco en mil años. Por contraste, vivió durante un período de turbulentos cambios. Creció la población de las ciudades en la medida que la agricultura rápidamente iba en declive. Al morir en 1899, los Estados Unidos ya se había convertido en una nación industrializada. Su generación fue testigo del primer uso del telégrafo, del tren, de los barcos a vapor, y del descubrimiento de los gérmenes y las bacterias.

Fue también una época de cambio teológico. El arminianismo metodista conquistó el calvinismo "ortodoxo"� de los padres de la Nueva Inglaterra de Estados Unidos. Las décadas posteriores en la vida de Moody vieron la llegada del premilenarismo, la creciente popularidad de las teorías de Keswick de una vida de santificación, el renovado interés en el Espíritu Santo, y el comienzo del Movimiento de Santidad.

La personalidad de Moody encajó en ese mundo de turbulentos cambios. De alguna manera él fue un vívido ejemplo de la despreocupada América capitalista del siglo diecinueve. Próspero en los negocios, "Moody fue una figura de Horacio Alger "”señala George Marsden"”. El muchacho que nació en modestas circunstancias, que a través de su iniciativa e imaginación, tuvo fama y buen éxito. En ese sentido, fue un hombre de su era"�.5

Bibliografía

Moody nació en 1837 en Northfield, Massachussets. A la edad de cuatro años vio morir a su padre. Su madre, golpeada por la pobreza, lo crió juntamente con siete hermanos con la moral necesaria para el llamado de Dios más tarde en su vida. Como creció en un adormecido pueblo de Massachussets, apenas obtuvo una educación primaria. Su madre lo bautizo en la iglesia unitaria.

En 1854, a la edad de diecisiete, Moody dejó el hogar para ir a Boston, donde consiguió trabajo como vendedor de zapatos. Era un joven extrovertido, confiado, trabajador, y

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optimista. Por medio de la influencia de un maestro de la escuela dominical de la Iglesia Congregacional de Boston, puso su fe en Cristo. Irónicamente, cuando postuló para ser miembro de la iglesia, los ancianos le negaron la entrada. Sus antecedentes unitarios no lo habían equipado con el adecuado conocimiento de la Biblia. Posteriormente, un año después, los ancianos aceptaron su afiliación.

Chicago era una ciudad bulliciosa de 80.000 habitantes en la frontera oeste, un dinámico centro de oportunidades de negocio. En 1856 Moody se trasladó allá en busca de buena fama y fortuna. Él tenía diecinueve años de edad. Decidido en convertirse rico, alcanzó de inmediato el buen éxito. A los veintitrés años acumuló 8.000 dólares (equivalente hoy a US$ 800.000).6 Estaba ganando un equivalente a medio millón de dólares por año. Mientras estuvo en Chicago, colaboró en la escuela dominical y se hizo miembro de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA), una organización que lo había influido en Boston.

En 1860, Moody dejó sus ambiciones de negocios y se convirtió en evangelista de niños de la YMCA. Aunque era extremadamente energético, necesitaba adiestramiento en habilidades ministeriales. En sus primeros años, "era todo menos que un experto orador "”afirma D. O. Fuller"”. Después de un culto a media semana en el que trató de decir unas cuantas palabras, alguien le sugirió que en silencio serviría más efectivamente al Señor"�.7

Moody comenzó una escuela dominical para niños pobres de los barrios del norte de Chicago. Su biógrafo cuenta que él "realizó su tarea con celo y determinación y casi alarmante devoción al deber"�.8 Su obra rápidamente creció a ochocientos asistentes por semana. Conforme los adolescentes iban creciendo y llegaban a la edad adulta, Moody formó una iglesia para satisfacer las necesidades espirituales de ellos y de sus padres. Este fue su principal ministerio en el decenio de 1860.

En el año 1862, Moody se casó con Emma Revell, de diecinueve años de edad. Él era tosco, sin educación formal y si modales. Emma, sin embargo, era culta y refinada. Bajo su influencia él rápidamente adquirió los modales sociales requeridos, los que serían muy importantes para su posterior ministerio. Ella se encargó de toda la correspondencia, de la economía de la familia, y de la crianza de los tres hijos. Emma era "la firmeza moral del buen éxito de Moody"�.9

Después de su "bautismo en el Espíritu Santo"� en 1873, manera en que él siempre lo recordaba, su ministerio dio un giro drástico. Cuando por primera vez recibió el poder, Moody estuvo confundido. Nunca lo había experimentado, y no sabía qué hacer. Esto es lo que dice un testigo ocular: "Una capilla grande estaba llena para escuchar a Moody; dejó una profunda huella. Acabo de llegar del culto nocturno, donde cada hilera y pasadizo, cada vestíbulo, y aun las escaleras del púlpito, estuvieron repletas de gente media hora antes de que comenzará el culto. El Espíritu Santo obró poderosamente, pecadores de todas las clases sociales buscaron al Señor fervorosamente, y hermanos y hermanas de la Iglesia de Inglaterra, de los Amigos, y de cada denominación, sin invitación fueron motivados a hablar con ellos y a orar"�.10 La gira evangelística en Gran Bretaña terminó con cuatro meses en Londres. Algunos han estimado que allí predicó a dos millones y medio de personas.

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"Cuando Moody y Sankey retornaron a casa después de esa gira, que duró de 1873 a 1875, eran virtualmente héroes nacionales"�, refiere George Mariden.11 Llegaron invitaciones a llevar a cabo cruzadas en Brooklyn, Philadelphia, Nueva York, y otros principales centros poblados de Norteamérica .Por el resto de su vida, viajó extensamente (se estima que hasta un millón de millas), y predicó sermones de avivamiento a multitudes.

Una cuidadosa preparación, la cooperación de las iglesias locales, y avanzada publicidad, caracterizaron el ministerio de Moody. Al respecto, él forjó el modelo de evangelismo masivo del siglo veinte que evangelistas como Billy Graham y otros usarían.

Pero Moody hizo más que predicar. En los posteriores años de la década de 1870, empezaron a apaciguarse sus poderes evangelísticos. Con el deseo de preparar evangelistas a tiempo completo y obreros laicos, se dedicó a la educación cristiana. En 1879, fundó una escuela de mujeres en Northfield, Massachussets. Siguió una escuela de varones, en Mount Hermon, en 1881. En 1886, inició un instituto bíblico en Chicago para capacitar a ministros laicos. Después de su muerte, se le dio el nombre de Moody Bible Institute.

Incursionó también en el negocio de publicidad. En los años 1880, contrató a su cuñado, Fleming Revell, para publicar algunos de sus libros. El buen éxito de las obras escritas de Moody prosperó el negocio de su cuñado. Revell Publishing llegó a ser un modelo para las compañías cristianas en el rubro de publicidad.

A fines de 1899, mientras realizaba una campaña en la ciudad de Kansas, Moody enfermó. Murió de una enfermedad al corazón en diciembre, a pocas semanas del nuevo siglo. A través de todo el país, la iglesia lamentó su muerte.

La particularidad de Moody

Comparado con otros evangelistas, Moody ha sido único. Con solo el equivalente a una educación primaria, predicó a millones. Su falta de educación, sin embargo; no lo detuvo. La mayor parte de su vida luchó por deletrear correctamente, usar la debida puntuación, y hablar con propiedad.

Dice un viejo dicho: "No hay grandes hombres que no sean grandes lectores"�. Moody puede haber sido una excepción. La acción, no leer teología ni pasar tiempo en contemplaciones, fue lo que caracterizó su vida. A la edad de 62, unas semanas antes de su muerte, todavía estuvo predicando hasta seis veces al día. Aunque leyó diligentemente la Biblia, leyó muy poca teología o historia de la Iglesia, pero sí los escritos de su amigo, C. H. Spurgeon. El pragmatismo, no la vida de la mente, constituyó su interés.

En segundo lugar, nunca fue ordenado. Fue un consumado hombre de negocios y evangelista. Todos sus grandes predecesores "”Whitefield, Edwars, y Finney"” eran ministros ordenados; pero Moody rompió el molde. Técnicamente, era un predicador laico, e insistió en que la gente lo llamara "Señor Moody"�.

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En tercer lugar, fue el primer evangelista de masas. Anterior a Whitefield en el siglo dieciocho, los pastores locales evangelizaban a sus congregaciones. No había evangelistas itinerantes. Los ministerios de Ashel Nettleton (1783-1844) y Charles Finney (1792-1875) siguieron los pasos de Whitefield, pero ninguno condujo cruzadas masivas como Moody.

Moody realizó sus cruzadas con eficiente destreza organizativa propia del hombre de negocios que era. Cuando lo invitaban a una ciudad, requería unidad entre los líderes protestantes, un ya establecido apoyo financiero, visitación casa por casa en la ciudad, y a veces exigía la implementación de un edificio adecuado antes de que aceptara la invitación. Su equipo de colaboradores organizaba todo con anticipación. Nada se dejaba al aire. En sus últimos años, no se percibía mucho la espontaneidad del Espíritu Santo.

Finalmente, cuando la mayoría de los evangelistas del siglo diecinueve pertenecían a una denominación, Moody nunca estuvo ligado a ninguna. No estuvo en contra de ello. Por el contrario, se valió de su estado neutral para tender puentes entre él y las organizaciones cristianas separadas entre sí. Su ministerio promocionaba el ecumenismo entre aquellos a quienes servía.

Su legado

Así como muchos grandes hombres, Moody ha conmovido profundamente a la Iglesia.

Primero, su vida cambió la percepción que tiene el público de un evangelista. Su ejemplo promovió la separación de la teología y el evangelismo en la mente del público. Él dijo que "aunque lo que uno cree es importante, en quién se cree es de suma importancia"�.12 Dichas afirmaciones dan la impresión de que la teología y la experiencia en Cristo se pueden separar o que son dos distintos asuntos. Su vida y ministerio fomentaron la idea de que el pensamiento crítico no es importante para la obra de evangelismo.

Como muchos hombres, Moody sí tuvo una teología, pero la mantuvo simple. La resumió en tres puntos: arruinado por el pecado, redimido por la sangre, y regenerado por el Espíritu Santo.

Moody también propagó las escuelas bíblicas. En contraste con los seminarios, las escuelas bíblicas atenúan el énfasis en la historia de la Iglesia, el estudio formal de teología, y el estudio de las lenguas bíblicas originales. El resultado es un énfasis en el concepto de "yo y mi Biblia"�.

El ministerio de Moody también introdujo un nuevo sentimentalismo en la obra evangélica. Él a menudo predicaba en busca de una respuesta emocional. Su mensaje era sencillo, sincero, y directo. Su prédica se caracterizaba por realismo; era una simple exhortación matizada con anécdotas personales. Su estilo estuvo en directo contraste con el viejo evangelismo que apelaba a la razón humana. No obstante, el Espíritu Santo convertía a miles a través del ministerio de este siervo de Dios.

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El ministerio de Moody contribuyó muchísimo en la iglesia y la sociedad. Él fomentó y motivó el compromiso del laicado en el evangelismo, la unidad de la iglesia, y el ministerio interdenominacional.

Moody fue un predicador de término medio que obtuvo buen resultado por encima del promedio porque el poder de Dios lo acompañó. A consecuencia de ello mucha gente confió en Cristo, no en D. L. Moody. Su ministerio constantemente recordó a los hombres de la necesidad del poder del Espíritu Santo.

Como la mayoría de obreros cristianos, el ministerio de Moody impactó la iglesia en muchas maneras no vistas antes. Moody influyó profundamente en F. B. Meyer. Meyer, con nuevo fervor evangelístico, influyó en J. Wilbur Chapman. Chapman ayudó al ministerio de Billy Sunday, quien a la vez tuvo un profundo impacto en Modacai Ham. Ham, en una campaña evangelística en Carolina del Norte, guió a Billy Graham a Cristo. Dios se mueve de manera misteriosa, y el ministerio de D. L. Moody constantemente nos recuerda esta verdad.

José Joaquín Ávila (Yiye Ávila)

Nace en Puerto Rico en la pequeña ciudad de Camuy en el año 1925. Fue hijo único de Herminia Portalatín y Pablo Ávila.

Yiye Ávila tuvo una educación sólida ya que sus padres eran ejemplo de admiración ejerciendo ambos la profesión de maestros.

Comienza sus estudios en la Escuela de Camuy, ubicada en el barrio Cienaga hasta su sexto grado y termina su duodécimo grado en el año 1942.

Luego se destaca como Estudiante ejemplar en la Universidad InterAmericana en San Germán, graduándose como maestro de Biología en 1946. Comenzó su carrera Magisterial en su pueblo natal en la Escuela Superior Pública de Camuy y se destacó como Maestro de Ciencias (Biología y Química) y como un prominente deportista, desempeñandose como Pelotero de la Clase AA por el espacio de 15 años. También practicó fisicoculturismo, en 1952 obtiene el premio de Mr. Puerto Rico, luego el título de Mr. Norte América en 1954.

Preparándose para las Olimpiadas de Norte América se enferma gravemente de una terrible Artritis Reumática del tipo Crónico, la que ponía fin a su carrera. Un día, sintonizando la TV, un predicador norteamericano orald Roberts, predicó el mensaje de Jesucristo y Yiye

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Ávila le entrega su vida al Señor y quedó sano.

En el año 1967 recibió el llamado de Dios y abandono su profesión como Maestro, la que había ejercido durante 21 años, dedicándose de tiempo completo al Evangelismo y a vivir por la fe.

Luego hizo largos períodos de ayuno (7, 4, 21 hasta 41 días). Fue cuando Dios levanta un templo en el año 1972 llamado "Escuadrón Relámpago Cristo Viene", instalado en el sótano de su casa, donde se encontraba un antiguo gimnasio. Más adelante Yiye viaja a predicar a distintos lugares como: España, Estados Unidos y toda la Hispanoamérica, donde mucha gente se sanó y se convirtió a Dios. Entonces se construye el edificio Cristo Viene en Camuy, Puerto Rico, ya que el lugar del Escruadrón Relámpago Cristo Viene se hacia pequeño.

En 1988 funda la cadena de TV llamada "La Cadena del Milagro", la cual tiene una cobertura de 5 canales y cubre todo Puerto Rico y el Caribe. El más grande anhelo que tiene Yiye Ávila es seguir trayendo las almas para su Señor y estar cara a cara con su Salvador. Por este esfuerzo continuo de servir por más de 35 años al Señor predicando su Palabra.

Ent. ¿Quiénes componen su familia?

Y.A. Actualmente mi familia es mi esposa, tres nietos y yo. Mis padres ya están con el Señor allá arriba.

Ent. ¿Cuántas hijas tiene?

Y.A. Tengo 3 hijas. Noemí, quien predica el evangelio hace años y ha ganado miles y miles de almas para el Señor. La otra está firme en el Señor con su esposo en una de las iglesias en Puerto Rico; e Ilia está en el cielo.

Ent. ¿A qué edad partió su madre a la presencia del Señor?

Y.A. Mi madre partió a la presencia del Señor a los 95 años; después de 40 años de servir a Dios sin manchas ni arrugas.

Ent. ¿Cuándo y dónde nace Yiye Ávila?

Y.A. Yo nací en el año 1925, en la ciudad de Camuy, Puerto Rico.

Ent. ¿Una ciudad portuaria?

Y.A. Camuy es un pueblo que está muy cerca del mar, allí nací y allí vivimos aún.

Ent. ¿Dónde desarrolló sus estudios y actividades laborales?

Y.A. Yo estudié en la Universidad y me gradué con Especialidad en Ciencias; se suponía que iba a estudiar medicina, pero cuando yo me gradué con mi pre-médica, me di cuenta que me gustaba mucho el deporte. Yo jugaba Béisbol en todas las facultades y como yo estaba especializado en ciencias, me tomaron como profesor de Química y Biología; ahí trabajé durante 21 años, pero tenía el tiempo libre para participar en el deporte.

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Ent. ¿Usted predicaba en la Universidad?

Y.A. Yo estuve 14 años de maestro como inconverso y 7 años convertido. Les hablaba a los estudiantes continuamente y cuando salíamos a las 11 de la mañana (que después se entraba hasta las 1 de la tarde), me los llevaba para casa, como a 40 muchachos y allí les enseñaba la Palabra, les daba estudios y muchos estudiantes se convirtieron al Señor.

Ent. ¿Hizo Milagros el Señor entre aquellos jóvenes también?

Y.A. Hubo muchos milagros entre ellos. Mal de la vista que estaban todo el tiempo, con sus lentes; y como orábamos en todos los cultos, Dios los sanaba. Después llegaban a la escuela a enseñarles a los maestros: “mire ahora veo la pizarra clarita sin lentes”, la Obra de Dios es así, Maravillosa.

Ent. ¿Usted también fue un gran deportista?

Y.A. Yo estuve en el deporte toda mi vida, especialmente en el Béisbol; donde jugué clase A y Doble A por 15 años. Luego cuando no estaba la temporada de Béisbol me dedicaba al levantamiento de pesas y a la fisicultura. Ahí yo competí año tras año, fui Campeón de Levantamiento de Pesas en Puerto Rico y luego en fisicultura gané el Titulo de Mister Puerto Rico y uno de Mister Norteamérica en una competencia en los EE.UU.

Ent. Usted llevaba una vida de fama y dinero, era muy conocido, pero contrae Artritis Crónica ¿Dios lo permite para que le conozca?

Y.A. Yo asumo que es así, porque de otra manera yo no me hubiera convertido nunca. Yo estaba tan interesado en el deporte, eso para mi llenaba mi vida; no puedo decir como otros que no tenía gozo; yo estaba contento y feliz; pero cuando me agarró la Artritis yo ya no pude competir en nada, entonces entendí que lo que tenía antes no valía gran cosa, entonces empecé a buscar a Dios. Yo había estudiado en una Universidad Evangélica y me acordaba que la Biblia era el libro de Dios, porque tuve que pasar un curso de Nuevo y Antiguo Testamento para graduarme y, entonces yo empecé a leer la Biblia de nuevo y a buscar a Dios y cuando ya tuve la fe de clamar que si me sanaba yo le servía, Dios me sanó completamente y ahí comencé a dar testimonio del Señor.

Ent. ¿Cómo fue su encuentro con Jesucristo?

Y.A. Yo me salvé en un programa del hmno. Oral Roberts, que es un Evangelista americano muy usado, él tiene como 85 años y aún sigue predicando. En este programa él dio una orden y dijo: “Acepte a Cristo como Salvador, lea la Biblia, vaya a la iglesia, y yo fui y apague la televisión y en una esquina me arrodillé y acepté al Señor.

Ent. ¿Cuándo siente el llamado al Ministerio?

Y.A. Hace 42 años que estoy laborando en la Viña del Señor, pero cuando tenía 35 años de edad, fue que yo sentí la necesidad de buscar a Dios (por la Artritis especialmente), inmediatamente yo me convertí, Dios me sanó y comencé a predicar enseguida.

Ent. ¿Qué significa para usted haber ayunado 41 días?

Y.A. Yo oraba y ayunaba por los enfermos y mucha gente se sanaba; pero el ayuno vino por un problema muy personal que yo tenía en esos días.

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Le dije al Señor: “yo no voy a entregar este ayuno hasta que tú no me resuelvas este problema”; y ahí empecé en ese ayuno y pasaron los días y los días y Dios ni me arreglaba el problema ni me hablaba si quiera; pero cuando yo llevaba más de 20 días en ayuno, entonces el Señor se me reveló y me dijo: “El problema está en mis manos, puedes entregar el ayuno que ya yo voy a resolver todo ese problema que tu tienes”. Ya llevaba 33 días y entonces yo le dije: “Bueno Señor, yo he estado 33 días en ayuno sin siquiera comerme un grano de arroz por este problema que ya esta resuelto, ahora yo quiero que tu me permitas 8 días más, por las almas perdidas, para que por lo menos tenga algún fruto del ayuno”; y sentí la aprobación de Dios y ahí hice 8 días más. Después de ese ayuno el Ministerio se agigantó y apenas prediqué la Primera Campaña se convirtieron alrededor de 2.000 personas; y así hemos seguido creciendo hasta ahora.

Ent. ¿Cuándo nace el Ministerio Cristo Viene?

Y.A. Bueno no hay una fecha oficial, el Ministerio comenzó apenas me convertí y empecé a dar testimonio y llegó un momento en que comencé a predicar oficialmente, he iba por todas partes teniendo campañas días tras día y mes tras mes hasta ahora que estamos en las mismas.

Jonathan EdwardsY su visión de un genuino avivamiento

Por: René Pereira, Jr.

En toda la cristiandad se ha desarrollado un deseo ardiente por un despertar espiritual. Cuando vemos la condición espiritual de la iglesia cristiana en occidente, especialmente en los países desarrollados, percibimos que necesitamos una intervención sobrenatural del Espíritu Santo. Una iglesia que se ha ido acomodando a la cultura materialista y que ha perdido de perspectiva la esencia del verdadero cristianismo que implica negación y entrega total. Nos hemos acostumbrado a un cristianismo superficial, por un lado, y por otro lado a un despliegue emocional pasajero que muchos confunden con la verdadera manifestación del Espíritu de Dios. Y no pueden faltar las aberrantes falsificaciones de la llamada lluvia tardía o tercera ola: la risa, comportamiento animal, tumbar a la gente, etc. Ante toda esta amalgama de misticismo y confusión, me gustaría en este escrito echar un vistazo a uno de los hombres que Dios utilizó para impactar una nación entera, y más allá de sus fronteras, en lo que se llamó El Primer Gran Despertar.

Jonathan Edwards nació en un hogar pastoral en lo que ahora se conoce como South Windsor, Connecticut, en 1703. Cursó estudios en Yale en 1720. Y comenzó su primer pastorado en Northampton, Massachussets desde el 1727 hasta el 1750. De línea doctrinal calvinista, Edwards era un predicador muy distinto a lo que

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estamos acostumbrados a ver hoy en día. No era fogoso ni de mucho carisma. Sin embargo era un hombre piadoso, humilde y un estudioso profundo de las Escrituras. No era tampoco un fanático de las manifestaciones emocionales que se pretenden vender hoy en día como avivamientos. Edwards era muy cuidadoso en este aspecto. Veamos esta cita de sus escritos:

“Muchas personas piadosas en esta y en otras épocas, Jonathan Edwards: 1703-1758 se han expuesto a sí mismas a terribles engaños por el hecho de dar demasiado peso a sus impulsos e impresiones como si fueran revelaciones inmediatas de Dios, profecías del futuro o instrucciones para dirigirles en lo que van a hacer o a dónde van a ir.”1[1]

Como vemos, Edwards reconocía el gran peligro a que se expone aún la gente piadosa que ama a Dios, cuando pierden de perspectiva la verdadera y más segura revelación. También estaba bien consciente de que en medio de un despertar espiritual genuino, Satanás podía intentar sembrar confusión por medio de falsificaciones y manifestaciones dirigidas a apartar la mirada de la gente del verdadero consejo de Dios. En su escrito Religious Affections2[2], Edwards explica cómo había personas que comenzaban a reír a carcajadas, a caer en trances y convulsiones, de tal manera que interrumpían la exposición del mensaje de Dios. En más de una ocasión tuvo que ordenar que estas personas fueran sacadas del área, para poder continuar con su mensaje. Durante el Gran Despertar, sin embargo, ocurrieron eventos claramente sobrenaturales donde millares eran quebrantados al punto que caían de rodillas gimiendo por sus pecados y clamando por la misericordia de Dios. Este tipo de manifestación Edwards no la desalentó, ni la estorbó, aún siendo un predicador conservador de línea cesacionista. Por el contrario, reconocía que las mismas eran resultado de la obra poderosa y sobrenatural que el Espíritu Santo estaba haciendo en los pecadores.

Hoy en día, los predicadores de la llamada tercera ola o la lluvia tardía afirman que lo que está ocurriendo en algunos lugares, específicamente la llamada bendición de Toronto3[3], no es otra cosa sino una repetición de lo que ocurrió durante el Gran Despertar del siglo XVIII en América e Inglaterra. Pretenden colocar a Jonathan Edwards como el precursor y padre de este movimiento repleto de elementos heréticos y antibíblicos. Sin embargo, un análisis y estudio de la biografía y los escritos de Jonathan Edwards demuestran que su línea era una radicalmente opuesta. Y de hecho, la razón por la cual entiendo que el primer Gran Despertar fue tan exitoso, en gran parte se debe a la seriedad, piedad y celo por las Escrituras que había en aquellos hombres de Dios. Las manifestaciones ocurrían, no porque Edwards preparara un ambiente, o creara un espectáculo exaltando al hombre. Era totalmente lo opuesto, aquellos siervos de Dios sencillamente exponían el mensaje de la Palabra con claridad, sencillez y fidelidad. Eran hombres de una humildad e integridad tal, que no se comparan a muchos de los modernos televangelistas que propician más bien un culto a su personalidad. Eran también hombres que practicaban una relación con Dios extremadamente íntima. Jonathan Edwards podía pasar largas horas y días enteros a solas en oración y

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meditación de las Escrituras. Una disciplina que en la actualidad resulta escasa en el pueblo cristiano; incluso en la pastoral.

En la actualidad se prefieren los atajos o los “toques especiales” para recibir la “unción” de Dios. Estamos acostumbrados a la tecnología rápida donde podemos enviar y recibir mensajes con el toque de un botón. Por eso vemos cada vez un descenso en la calidad de los mensajes de muchos púlpitos. Mensajes dirigidos más bien a exaltar las emociones, manipular a las multitudes o a exaltar al predicador, pero con muy poca sustancia bíblica. Y no me refiero tampoco a la aridez de una teología rebuscada, repleta de términos y conceptos aprendidos en un gran seminario. Sino más bien a la exposición del poderoso mensaje de las Escrituras, a través de los labios de un siervo de Dios que se para en el púlpito con temor y temblor, dispuesto a no conceder ninguna otra gloria, sino aquella que sólo Dios merece. La historia reciente del cristianismo no nos ha bendecido con muchos hombres de esa piedad y de ese calibre espiritual.

En sus escritos, Jonathan Edwards muestra cuán claramente se debían distinguir las manifestaciones corporales, de una genuina y permanente obra del Espíritu Santo en los corazones de las personas. Edwards no rechazaba estas manifestaciones (que llamaba afecciones religiosas), pues muchas de ellas eran el resultado de una genuina experiencia espiritual. Pero sí entendía que no necesariamente una cosa iba junto a la otra. Por eso escribió:

“Resulta evidente que hay la posibilidad de que ocurran grandes afecciones religiosas en algunos individuos que parezcan manifestaciones de gracia divina y tengan los mismos efectos en el cuerpo, pero se hallan muy lejos de producir cambios en sus temperamentos, en sus mentes y en el curso de sus vidas.”4[4]

Como podemos ver, para este hombre de Dios, la marca inconfundible de una genuina experiencia con Dios se traducía en vidas cambiadas, no en meras emociones. Incluso cuando relata lo que fue ocurriendo a lo largo del Gran Despertar, nos dice:

“Al comienzo del verano de 1742 pudimos observar un cierto auge en estas afecciones religiosas. En el otoño e invierno siguiente, las mismas aumentaron de una manera sorprendente. Pero muchos de los que tuvieron las mismas han ido decayendo en su fervor religioso, y algunos de los jóvenes especialmente, han perdido su vigor en la religión y gran parte de la solemnidad y seriedad en sus espíritus. Por otro lado muchos otros quienes no mostraron las afecciones, han caminado en pos de la santidad, y muestran estar cerca de Dios, manteniendo una vida piadosa y disfrutando los frutos de su graciosa presencia.”5[5]

Edwards señala este descenso en las manifestaciones corporales, según fueron pasando los meses. Y en especial acentúa el hecho de que muchos de los que las experimentaron no perseveraron eventualmente en la fe cristiana. Otros, sin embargo, que no gimieron, ni cayeron de rodillas, ni gritaron, ni se contorsionaron, sí mostraron fruto de la gracia divina en sus vidas. ¿Quería afirmar con esto Jonathan Edwards que estas manifestaciones no eran genuinas? Claro que no. Muchas evidentemente sí lo eran. Lo que quería plantear el predicador del Gran Despertar es que las mismas no eran una señal inequívoca de la obra de gracia divina en el corazón de una persona.

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Hoy en día es lo contrario. Muchos buscan en las manifestaciones corporales la evidencia de la obra del Espíritu Santo. Piensan que si no hubo contorsiones, o si nadie se cayó para atrás, la bendición de Dios estuvo ausente. Y se fomenta la misma como el medio por excelencia para que la persona obtenga la gracia de Dios en su vida. Lo que ocurría en el Gran Despertar era muy diferente. La palabra de Dios era proclamada y el Espíritu Santo quebrantaba las vidas de tal forma que muchos caían de rodillas o gritaban de terror cuando les era revelada su precaria condición espiritual. No era un elemento de trance o estado alterado de conciencia, sino todo lo opuesto: la gente estaba muy consciente del mensaje de Dios y sus implicaciones.

El sermón clásico del Primer Gran Despertar, predicado por Jonathan Edwards se tituló Pecadores en las manos de un Dios airado. En él expuso a las multitudes congregadas en las afueras de Northampton la terrible expectación de juicio que se cierne sobre el pecador, y su única esperanza posible que radica en la justicia de Cristo. Antes de terminar, cientos de personas yacían de rodillas en el suelo clamando y gimiendo a Dios por misericordia y perdón. En todo esto no hubo ni un solo elemento inducido o manipulado, sino únicamente el poderoso mensaje de la Palabra de Dios, respaldado sobrenaturalmente por la gracia divina. ¡Cuánto necesitamos eso en nuestros días!

Quisiera contrastar la enorme diferencia de lo que ocurrió entonces, con lo que describe Rodney Howard-Browne, uno de los líderes del pseudo-avivamiento actual cuando alegadamente comenzó a predicar un mensaje similar al de Edwards:

“Una noche estaba predicando sobre el infierno cuando de repente la risa se apoderó de todo el lugar. Mientras más le explicaba a las personas cómo era el infierno, más se reían.”6[6]

Ni aun los creyentes que poseen la seguridad de su salvación y por ende saben que no hay condenación para ellos, se reirían del infierno sabiendo que al mismo irán al tormento eterno muchas vidas. Menos aún causaría risa en aquellos que, bajo la obra del Espíritu Santo, escuchan un mensaje de esa naturaleza. El Dr. Nick Needman muy acertadamente señala lo siguiente:

“Definitivamente tiene que haber algo siniestro cuando nos quieren presentar a los cristianos envueltos en una constante algarabía espiritual mientras el mundo a su alrededor va deslizándose a las tinieblas de afuera donde está el lloro y el crujir de dientes y donde el gusano nunca muere y el fuego nunca se apaga. Edwards nos enseñó la necesidad de confrontar el sistema de entretenimiento mundano idolátrico tan destructivo para el alma, que ya domina nuestra sociedad y que está seduciendo también a la iglesia.”7[7]

Claro está, no es que los cristianos vamos a estar por ahí atribulados y depresivos, cuando hemos recibido la bendición más grande que pueda haber, que es la comunión constante con el Señor y el gozo del Espíritu Santo. Pero tampoco vemos en las Escrituras ni en la historia de la iglesia, en los tiempos de los grandes derramamientos de la gracia de Dios, lo que se pretende presentar en la actualidad como el “vino nuevo” del Espíritu Santo. En Inglaterra, Escocia, Estados Unidos, y más recientemente en la China y en la India los genuinos despertares espirituales han traído como resultado una

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iglesia renovada, con un profundo celo misionero y evangelístico. En Gran Despertar del siglo XVIII en Nueva Inglaterra trajo consigo una explosión misionera nunca antes vista hasta ese momento. Produjo hombres del calibre de Guillermo Carey, Whitefield y otros. Tampoco se circunscribió a una sola denominación, sino a todas las iglesias y congregaciones de la región.

El Gran Despertar trajo también una pasión por las Sagradas Escrituras como no se había visto hasta entonces. Según narra el historiador y periodista de la época John Dwight: “Se podía ver a las multitudes ávidas de conocer más de la Palabra de Dios, reuniéndose en cualquier lugar para escudriñar las Escrituras y comentarlas. En algunas plantaciones del condado de Hampshire, durante los recesos, se podían apreciar a los obreros reunidos para estudiar las Escrituras y orar los unos por los otros”.8[8]

En contraste con lo que se percibe en la actualidad, vemos una perspectiva radicalmente distinta. Los defensores de la llamada tercera ola declaran abiertamente que el avivamiento y el celo doctrinal y bíblico no son compatibles. Advierten a las multitudes del “peligro” de pretender filtrar todo lo que oyen por el “libro”. Incluso intimidan y amenazan a quienes pretendan evaluar lo que ellos llaman “avivamiento” por medio de las Sagradas Escrituras, llamándolos fariseos y enemigos del Espíritu Santo. A diferencia de esto, Jonathan Edwards identifica la obra del Espíritu Santo de la siguiente forma: “el espíritu que opera en tal forma que causa en los hombres un mayor aprecio a las Santas Escrituras, y los establece más aún en la verdad divina, es el Espíritu de Dios.”9[9] Para Jonathan Edwards la señal de una obra genuina del Espíritu de Dios era precisamente una mayor devoción a las Escrituras como fuente de revelación y de verdad.

En la iglesia de los Hechos vemos el mismo principio. Dios hacía milagros y prodigios a través de los apóstoles y muchos se añadían a la iglesia. Y los que habían creído, dice la Biblia, “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con los otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hch. 2:42.) Esta “perseverancia” es la que no vemos hoy en día en la inmensa mayoría de los llamados avivamientos. Y por eso entiendo que el mismo Satanás se ha encargado de engañar los corazones de muchos sinceros cristianos. Algo parecido comenzó a ocurrir en la primavera del 1747. Edwards notó que muchos seguidores entusiastas del avivamiento comenzaron a estimular y a promover ciertas señales y manifestaciones, llegando al punto de casi arruinar lo que había ocurrido hasta el momento. Edwards se indignó y denunció estos males de una manera enérgica y firme. Así lo relata el biógrafo Ian H. Murray:

“Él comenzó a notar que la causa principal del retroceso venía precisamente de los supuestos ‘amigos del avivamiento’ que estaban permitiendo que la religión pura y genuina se mezclara con el fuego salvaje del entusiasmo carnal, y que el Espíritu Santo estaba contristándose por el lugar que se le había dado a Satán.”10[10]

Como podemos ver, Jonathan Edwards estaba muy consciente de los peligros que podían arruinar el verdadero avivamiento con falsificaciones que provenían del mismo

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Satanás. Y el mayor de ellos era lo que Murray llama “el entusiasmo carnal”. Me llena de asombro y admiración la enorme sabiduría espiritual y discernimiento de Edwards en este asunto. Es una pena que el mismo sea tan escaso en los líderes cristianos de hoy en día que le abren la puerta a cualquier cosa que luzca espiritual, o emocional, aunque terminen siendo alejados de la sincera fidelidad a Cristo. Un hombre como Jonathan Edwards en la actualidad, sería tildado de un antiespiritual, un legalista, o en el mejor de los casos un “agua-fiestas”. Pero Edwards entendía claramente que todo lo que en última instancia pretenda opacar la gloria de Dios y su Palabra, no puede provenir del cielo, sino del infierno. Desafortunadamente otros despertares posteriores no tuvieron el mismo impacto e incluso se extinguieron más rápidamente que el Primer Gran Despertar porque no hubo entonces hombres con el mismo grado de discernimiento espiritual y compromiso con la verdad de Dios como Jonathan Edwards. Décadas más tarde se pondría de moda el sistema de Finney y de Billy Sunday que enfatizaba más la decisión pública o el pasar al frente como la señal de la obra del Espíritu de Dios, en lugar de la evidencia de las vidas genuinamente transformadas, que enfatizaba Edwards.

En estos días donde la iglesia occidental, especialmente en los países más desarrollados, se halla amenazada por un poderoso sistema filosófico y religioso mundano, existe una imperiosa necesidad de un genuino despertar espiritual. Tenemos que entender que individual y colectivamente nos enfrentamos a tres poderosos enemigos que hemos heredado de la filosofía postmoderna actual:

1. Una visión utilitaria de la fe – en la cual se concibe la fe cristiana como un medio para obtener beneficios básicamente temporales. Tenemos como ejemplo clásico a los predicadores de la prosperidad. Un mensaje que envuelve tanto el anhelo por las riquezas materiales al punto de que muchos están dispuestos a vender sus principios con tal de obtener las mismas.

2. Una expresión religiosa mística – donde la relación con Dios se plantea en términos de la experiencia y de los sentidos, en lugar de la verdad revelada. La revelación más pura y perfecta es aquella que emana de la “luz interior” y no de la palabra profética más segura: la sola Escritura. La distinción entre lo verdadero y lo falso también se convierte en un elemento puramente subjetivo.

3. Un espíritu ecuménico sincretista – donde el objetivo final es lograr la unidad interconfesional al punto de sacrificar la pureza doctrinal. Aquellos que no estén dispuestos a ceder a la presión, serán señalados como divisivos y sectarios.

Así lo resume el Sr. Mario E. Fumero en su libro La iglesia: enfrentando el nuevo milenio:

“No podemos negar el dominio del pragmatismo, el cual con tal de alcanzar un fin, no le importa el medio. La realidad es que para muchos la doctrina y los principios perderán importancia, con tal de alcanzar la unidad y la globalización de la religión, o el crecimiento (o engorde) de su congregación, según los postulados del liberalismo y los intereses creados por las huestes del diablo.”11[11]

11Juan JJU

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La única manera de enfrentar a estos tres enemigos es mediante la reafirmación, exposición y proclamación de la poderosa Palabra de Dios, tal y como ocurrió en la Reforma, y en épocas posteriores, como la del Gran Despertar en la primera mitad del siglo XVIII. Junto con esa fiel exposición, también necesitamos una genuina y profunda espiritualidad donde haya una verdadera humillación, quebrantamiento y confesión de pecados. Como dijo Dios a Salomón cuando acabó de edificar el templo: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y

JUAN WESLEY

Estamos comenzando a celebrar un cumpleaños, ¡pero uno de 300 años!, el de Juan Wesley, fundador de nuestra Iglesia Metodista. Su historia no comenzó el 17 de junio de 1703, había comenzado mucho antes. Dios, por generaciones, estaba preparando dos familias distinguidas para ser los antepasados de Juan. Por el lado de su padre, Samuel Wesley, su bisabuelo fue un buen pastor y médico, y su abuelo fue un pastor laico, ferviente evangelista en tiempos muy difíciles en la vida política y religiosa en Inglaterra. Los dos habían estudiado en la Universidad de Oxford. Samuel, su padre, un hombre inteligente, después de estudiar en Oxford, decidió ser pastor anglicano que además de dedicarse a su parroquia, era poeta y escritor.

Por el lado de su madre, Susana Annesley, su bisabuelo fue abogado y miembro del parlamento. Su abuelo, doctor en leyes y pastor. Ambos estudiaron en Oxford. Su abuelo fue un puritano convencido y disidente en esos tiempos difíciles. Él vivía en Londres y Susana fue la última de sus 25 hijos. El padre insistió en que sus hijas al igual que los varones fueran educadas, cosa casi desconocida en esos tiempos. Susana fue una de las mujeres más instruidas e inteligentes de su época. Era muy metódica y disciplinada y amaba profundamente a Dios y su obra. De muy joven escribió en su diario “Espero que el fuego que yo encienda haga arder no sólo a Londres, sino a toda la nación y a todo el mundo”. Este anhelo se cumplió a través de sus hijos Juan y Carlos.

De todos sus parientes, fue Susana Annesley de Wesley quien tuvo la mayor influencia en la vida de Juan. Todo lo que ella sembró en su niñez, al cuidar el desarrollo integral de Juan, dio sus frutos en su vida personal y obra para el Señor, que transformó la vida social y religiosa de Gran Bretaña y otros países.

A Susana la llaman “La Madre del Metodismo” y se dice que ella puso el método en el metodismo. Ella tuvo que tener método en su hogar, pues nacieron 19 niños en 23 años. Los lugares de Inglaterra donde Samuel fue Pastor eran remotos y la gente, ruda e inculta. La vida fue dura para la familia y 10 de sus hijos murieron durante su infancia. Sólo 9 llegaron a ser adultos, entre ellos Juan (el número 15) y Carlos quien nació 4 años después.

Susana tenía un método en el orden de la casa y la crianza de sus hijos. No había

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perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Cr. 7:14). La promesa de Dios es que cuando de corazón cumplimos con estos requisitos, un pueblo que clama será oído, y la bendición de Dios no tardará mucho en ser derramada.

escuela, por eso ella les enseñaba en el hogar desde los 5 años de edad, tanto a las niñas como a los varones. Tenían 6 horas de clase cada día. Recibieron una educación clásica que incluía griego, hebreo y latín. ¡Imaginémonos enseñar a 9 niños, todos de diferentes edades y niveles!.

Eran tiempos de muchos problemas sociales y violencia política y la gente de la parroquia de Samuel eran hostiles a la familia pastoral y varias veces atacaron su ganado, cosechas y hasta la casa. Cuando Juan tenía 5 años y medio, una noche la casa fue incendiada. La familia escapó, pero Juan se había quedado durmiendo. Buenos vecinos lo salvaron a último momento por la ventana del 2do piso formando una escalera humana. Susana habló de Juan después como “un tizón sacado del fuego” y le tenía especial cuidado creyendo que Dios tenía un propósito importante para su vida.

Además de educar metódicamente a sus hijos, Susana cuidaba mucho su desarrollo espiritual y decidió dedicar una hora cada semana para estar a solas con cada uno. Durante toda su vida, Juan no olvidó que el jueves por la tarde había sido un tiempo especial con su mamá y más tarde, lejos de casa, usó ese tiempo para escribirle. Samuel viajaba mucho y siempre vivía endeudado por eso una vez fue encarcelado pos sus deudas. Susana tenía que ingeniarse para alimentar a la familia. Además comenzó a tener reuniones en su casa los domingos por la noche. Estas fueron, primero para la familia y después para los de la parroquia asistieron hasta 200 personas. Estas reuniones dejaron una fuerte impresión en Juan. Era una de las muchas semillas sembradas en su tierna vida que iban a tener fruto más tarde en su vida y obra.Otras semillas eran: No hacer diferencia de personas y respetar a todos no importando su clase, raza o color. Ayudar a los pobres y necesitados y aceptar que la mujer debe desarrollar sus dones en la obra del Señor. Ser metódico y autodisciplinado y sobre todo tener un amor sincero hacia Dios y hacia todos.

A los 10 años Juan salió del hogar para estudiar interno en el colegio Charter House en Londres. Fue un choque muy grande después del amor y orden de su casa. No había disciplina y los mayores maltrataban a los menores y hasta robaban comida de sus platos, pero Juan fue un alumno bien preparado e inteligente. A los 17 años siguió los pasos de sus antepasados e ingresó a la Universidad de Oxford. Fue en el año 1720 que comenzó sus estudios en Christ Church. Más tarde, su hermano Carlos vino para estudiar también. Y otra vez Juan encontró un ambiente indisciplinado donde muchos perdían su tiempo. Pero con la autodisciplina aprendida en su hogar, Juan se

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dedicó a sus estudios con muy buenos resultados. Después le ofrecieron una cátedra en la Universidad de Lincoln College.

He visitado la Universidad de Oxford, donde Juan Wesley como alumno y profesor brillante, es recordado como uno de sus hombres ilustres. Han publicado un libro, “John Wesley and Oxford” y hasta guardan lo que fue su cuarto como un museo recordatorio.

Mientras él estaba en Oxford comenzó a escribir su diario en 1725 y es por eso que sabemos tanto de su vida y sus pensamientos. Lo siguió escribiendo hasta el fin de sus días. Juan fue ordenado Pastor Anglicano en 1728. Él siguió con su vida disciplinada y austera y se levantaba a las 4 de la mañana para orar y estudiar. Comenzó a reunirse con su hermano Carlos y un grupo de otros profesores y estudiantes para orar y estudiar la Biblia y otros clásicos de la iglesia y hacer obras sociales siguiendo el ejemplo de Jesús. El grupo visitaba la cárcel, ayudaba a familias pobres y comenzaron una pequeña escuela. Los otros estudiantes comenzaban a burlarse de ellos llamándoles “Los Entusiastas” y “El Club Santo” y al ver que sus vidas eran tan metódicas les pusieron el apodo de “Los Metodistas”. Es así que llevamos con orgullo y honor este nombre hasta el día de hoy. George Whitefield, otro futuro gran evangelista, también fue miembro de este grupo.

En 1735 a los 32 años, Juan decidió dejar la vida de Oxford para ir como misionero y Capellán a una colonia nueva en América y su hermano Carlos lo acompañó. Pero no fueron bien recibidos y después de 2 años de muchas pruebas y frustraciones regresaron a Inglaterra. Ya Juan había recibido 2 lecciones que dejaron impresiones profundas en él. Yendo en un barco durante una fuerte tempestad él había visto la fe y el testimonio de un grupo de familias Moravos de Alemania y supo que su fe y confianza en Dios no eran igual a la de esas personas. Después un predicador Moravo le dijo: “Predica la fe hasta que la tengas y después predícala porque la tienes”. “Tú vas a tener fe”. Y así Juan comenzó a predicar en las Iglesias de Londres.

Pero fue en una reunión del 24 de mayo en 1738, que por fin Juan recibió la seguridad de su salvación y la fe que tanto anhelaba. Escribió después en su diario: “Por la noche fui de muy mala gana a una sociedad en la calle de Aldersgate, donde alguien estaba leyendo el prefacio de Lutero a la Epístola a los Romanos. A eso de las 9 menos cuarto, mientras estaba describiendo el cambio que Dios obra en el corazón por medio de la fe en Cristo, sentí en mi corazón un ardor extraño. Sentí la seguridad de que Él había quitado mis pecados, y me había salvado de la ley del pecado y la

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muerte”.

Muchos hablan de esto como la conversión de Juan Wesley pero personalmente creo que él había recibido, además, el bautismo del Espíritu Santo. Esto transformó su vida, llenándola de amor y el “dunamis” (¡Dinamita!), para salir a evangelizar y transformar la iglesia y el país. Fue el comienzo de un avivamiento del Espíritu Santo que transformó a Gran Bretaña y llegó hasta América.

Después de viajar a Herrnhut, Alemania, para visitar el centro de los Moravos y recibir mayor inspiración de ellos, Juan regresó a Inglaterra para predicar. Su amigo George Whitefield, el evangelista, predicaba al aire libre y él invitó a Juan a ayudarlo, cosa contraria a la costumbre de un pastor anglicano. Pero inspirado por el Espíritu Santo, Juan comenzó a predicar al aire libre por todo el país y a veces hasta 10 mil personas lo escuchaban. Él dijo que todo el mundo era su parroquia y predicó donde estaba la gente más necesitada, en las salidas de las minas, fábricas y en las plazas y ferias.

El estado de la Iglesia Anglicana de Inglaterra en su tiempo era triste. Muchas parroquias estaban muertas espiritualmente y habían conflictos políticos y religiosos. La iglesia no se preocupaba por los miles de inmigrantes que llegaban del campo a las ciudades, sacados de sus tierras por la revolución agrícola y atraídos a las ciudades por los adelantos de la revolución industrial. Eran explotados y maltratados, sin educación, salud ni casas adecuadas. Ellos trabajaban y vivían en condiciones infrahumanas y había mucha delincuencia e inmoralidad. La iglesia no estaba lista para recibir a los recién convertidos por la predicación de Juan, Carlos y sus amigos. Dios había mandado el avivamiento para transformar la iglesia anglicana pero ellos no los querían, cerraban sus puertas a los predicadores “metodistas”.

Años más tarde cuando Juan visitó el pueblo donde había crecido, no le permitieron predicar en la iglesia donde Samuel había sido pastor y él se paró sobre la tumba de su padre y predicó a todos. Sus enemigos usaban mucha violencia contra los predicadores metodistas y contra los primeros grupos de creyentes. Los políticos sospechaban que eran revolucionarios en contra del Rey como los que habían en Francia donde más tarde estalló una revolución muy sangrienta. Pero Juan enseñó a sus predicadores a seguir su ejemplo y mirar sin miedo las caras de la multitud aún a

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los violentos, y seguir predicando.

Juan comenzó a formar a los nuevos convertidos en sociedades que se reunieran en los hogares durante la semana para adorar, orar, estudiar la Biblia y apoyarse mutuamente. En cada lugar donde predicó dejó estas sociedades reuniéndose y les escribió y visitó con frecuencia. Él siempre les enseñó a ir a su iglesia anglicana los domingos y tomar la Santa Cena en sus parroquias. Él nunca pensó en formar una nueva denominación.

También se reunieron en grupos más pequeños llamados “clases” para profundizar su fe y recolectar fondos para los pobres. Fue esta organización en grupos que ayudó con el discipulado de los nuevos y su preparación para ser líderes en las sociedades y hasta pastores laicos y evangelistas.

Juan comenzó a aceptar la predicación de los laicos, gracias al ejemplo de su madre y sus buenos consejos. Cuando él iba a amonestar a un laico quien estaba comenzando a predicar, su madre le decía: ¡Escúchalo primero y después recién actúa!. Juan lo aceptó (hasta las enseñanzas de algunas mujeres), pero siempre insistió en su buena preparación. Juan vivió y predicó el equilibrio entre lo pietista y lo sacramental, influenciado por sus antepasados anglicanos y no conformistas. Él enseñó y vivió la santidad personal y la santidad social. Él enseñó a sus seguidores a vivir correctamente, dándoles reglas de vida y enfatizando el amor a Dios y el servicio al prójimo.

Por su obra social atacaba las raíces de los males, además de dar ayuda inmediata para aliviar los síntomas. Él abrió escuelas y escribió libros, tenía postas médicas, orfanatorios, cooperativas, clases de alfabetización, escuelas dominicales y obras en las cárceles. La última carta que él escribió, pocos días antes de morir, fue a Willberforce apoyándole en su lucha en el parlamento contra la esclavitud de los negros.

Durante su vida Juan Wesley viajó mayormente a caballo, 350,000 kilómetros y predicó 42,000 sermones en sus 54 años como predicador itinerante. Su hermano Carlos escribió más de 6, 000 himnos porque ellos sabían que la mejor manera de aprender la doctrina era cantando. Hasta hoy en día los metodistas son famosos por su canto entusiasta y todas las iglesias cristianas usan los himnos de Carlos Wesley.

Después de decir tanto, ¿cómo era Juan?. Me sorprendí mucho al ver su traje clerical

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que está guardado en el museo en su casa en Londres. Era un hombre pequeño y delgado. ¡Era pequeño de estatura pero gigante en la obra que realizó!. He leído un artículo donde dicen que él fue algo obsesivo, un perfeccionista, un Workerholic!, y demasiado exigente como líder, pero también he escuchado a personas decir lo mismo de San Pablo.

Él fue un tizón sacado del fuego y ardiendo con el poder del Espíritu Santo y llamado por Dios a transformar los males de su sociedad con el evangelio del amor de Jesucristo. Él siguió viajando por todo Gran Bretaña hasta pocos días antes de su muerte a los 87 años en 1791 y hasta su muerte permaneció dentro de la iglesia anglicana. pero en 1766, inmigrantes habían comenzado las sociedades metodistas en los Estados Unidos y la obra creció rápido. Había necesidad de pastores ordenados especialmente después de la guerra de la independencia de Inglaterra en 1776. La Iglesia Anglicana se enojó aún más cuando en 1784 Juan Wesley ordenó al Dr. Thomas Coke como superintendente para ir a los Estados Unidos y ordenar a los pastores allí. Después de la muerte de Juan sus seguidores comenzaron a construir iglesias metodistas y formaron una denominación aparte.

La Iglesia Anglicana había perdido el avivamiento del Espíritu Santo que Dios quería darles. Pero todo el país, social y espiritualmente, se había beneficiado tremendamente. En Francia estalló una revolución muy violenta en 1789, pero esto nunca pasó hasta la isla de Gran Bretaña. Los cambios sociales vinieron como resultado del avivamiento del Espíritu Santo por la vida de Juan Wesley y los metodistas con su énfasis en la santidad personal y la santidad social. Él fue instrumento para salvar a su país de los cambios violentos y hasta hoy en día Gran Bretaña cosecha los frutos sociales y espirituales.

Esto es parte de la historia que yo aprendí como niña en el colegio. Juan Wesley es uno de los héroes y reformadores de Inglaterra. Dios preparó a una familia y especialmente a una madre y a uno de sus hijos, quien en las manos de Dios y lleno del Espíritu Santo, cambió la historia de su país y sigue influenciando en la historia del mundo.

Es por esto que damos gracias a Dios por Juan Wesley y vamos a celebrar los 300 años de su nacimiento.