bibliotecarias
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MANUEL CLAVIÑOTRANSCRIPT
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LA BIBLIOTECARIA YA NO ES UNA VIEJA.
CONFERENCIA PRONUNCIADA EN LA II JORNADA NACIONAL DE BIBLIOTECOLOGIA.
Prof. Manuel Calvio.
Facultad de Psicologa. Universidad de La Habana.
La primera vez que, por sugerencia de mi padre, entr en una biblioteca acompaado del
hermano Toms, qued marcado con lo que entonces llamaba olor a viejo. Un olor que
tena el dulce encanto de la fascinacin del horror. Como la montaa rusa: se le teme, pero
nos atrae como fuente de placer. Fu en la Escuela de los hermanos de la Salle, en el
vedado. Al menos armada desde mi recuerdo, la biblioteca era un saln inmenso tan o ms
solemne que la propia capilla de la Escuela. All, pensaba yo, estaba todo el conocimiento
del mundo. Todo lo que yo necesitaba saber para no suspender los exmenes y tener como
recompensa la calle, los amigos de mi natal Cayo Hueso. Pero por sobre todas las cosas la
biblioteca era el espacio tangible de lo misterioso, lo inaccesible, lo distinto. El mundo de lo
que no se conoca. Un mundo que, como la tienda Los Reyes Magos de Galiano y San
Miguel, estaba repleto de cosas que se quieren pero a las que no hay acceso. As era
tambin la biblioteca de mi padre: lo que no se puede tocar hasta que crezcas.
Un lugar as no poda menos que ser custodiado por alguien que fuera muy venerado y
respetado. Era un hermano de algo mas de sesenta aos. Sus cabellos blancos
contrastaban con el negro de su sotana. Usaba unos lentes montados al aire. En fin un
verdadero bibliotecario. Cuando fui presentado, el padre Toms le dijo a aqul del que los
muchachos decan que tena olor a guardado: Hermano Nicols, le presento al pequeo
Calvio. Espero que pase muchas horas en su compaa. El bibliotecario resultaba ser una
suerte de guardin que custodiaba un tesoro. Duplicidad catica para su comportamiento
que luego encontr como identidad profesional de muchos otros bibliotecarios: de una parte
el deseo de que todos lean, de otra la demanda de que nadie toque los libros. Por suerte,
casi siempre pertenec al grupo de los preferidos, los que por una u otra razn gozan del
favor de las personas. El hermano Nicols siempre me dej acercarme a los libros. Mi padre
se encantaba cuando se daba cuenta de mis furtivas incursiones en los libros de anatoma y
psicologa. Martnez y Bertha, los bibliotecarios de mis aos de estudiante universitario,
tambin lo hicieron.
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Desde esa poca la imagen de la biblioteca qued primariamente ligada en mi a lo sagrado,
lo venerado. Como un estandarte mgico fenomenista que hasta por smosis es capaz de
hacernos mejores, ms inteligentes. La biblioteca es depositaria de una de las cosas ms
preciadas que un ser humano ansa: el conocimiento,el saber, la sabidura. Conocimiento
que es acumulacin milenaria de prcticas humanas desde lo experiencial y opintico hasta
lo cientfico y lo tcnico. Conocimiento que es el sustento de la verdadera libertad del
hombre. Ser culto es el nico modo de ser libre. La libertad tiene como fragua a la cultura.
La cultura tiene su sede catctica en el libro. El libro es la columna vertebral multiplicada del
recinto bibliotecario.
Todo esto suceda hace unos cuarenta aos. Qu no ha pasado desde entonces?.
Para comprender mejor el presente, poder vivirlo y hacerlo crecer es necesario mirar al
pasado, aprehenderlo y aprenderlo. Como deca Santayana quien no conozca el pasado,
est condenado a repetirlo. Qu pas con mis bibliotecas?, con aquellos recintos que
existan en cada uno de los centros por donde pas y que pasaron por mi. La historia, en la
versin que desde mi autoencomienda construyo, est, como todas las historias, colmada
de lugares gratos y lugares prfidos. De lo que s y de lo que creo. El comn denominador
quien sabe si fu una tendencia iconoclasta que fisur hasta el resquebrajamiento la imagen
de recinto sagrado convirtiendolo en un deposito de vejez pasada de moda, casi un fastidio.
Dicindolo con Marx desde El manifiesto Comunista: todo lo slido se desvanece en el
aire.
Pero no me siento en el justo punto medio que aconseja la cordura y la racionalidad, ni soy
honesto conmigo mismo si al mirar al pasado solo observo el desvanecimiento. Asediados y
agredidos desde afuera y desde adentro, intentando tomar el cielo por asalto, rompiendo
con los valores de referencia de las clases minoritarias y elitistas, intentado avanzar en la
bsqueda de un hombre nuevo, el destino de las bibliotecas y de sus legiones de papel y
tinta result ser, como el de todos los que andamos caminando hace poco ms de cuarenta
aos, contradictorio y hasta inequilibrado. Parece ser que no hay verdadera ruptura posible
si no es con demolicin. Luego se construir de nuevo con y sin las cenizas. Ms tarde,
llega la articulacin dialctica, la espiral inexorable de la produccin humana.
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Es cierto que muchas bibliotecas se fueron convirtiendo poco a poco en lugares que no
haba que visitar. Las urgencias de los sesenta y los setenta no tenan los acentos de
prioridad puestos en la lectura de los textos bibliotecados. El folletn urgente se impuso
como lo necesario. Los compromisos polticos ern radicalmente ms importantes que los
saberes. Ser combativo era prioridad por sobre ser entendido. Las notas de clases eran
suficientes para cumplir los compromisos de promocin que hacan los profesores
compulsados por quienes al parecer crean que las cifras eran la realidad y que un nmero
era la garanta del futuro educativo y profesional del pas. Es cierto tambin que muchas
bibliotecas se fueron convirtiendo poco a poco en lugares de almacenaje de los textos que
no alcanzaban para todos. Espacios dactilografiados unicamente con los caracteres
reducidos de los esenciales mnimos de los programas de enseanza, y preferiblemente
compatibles al lenguaje ideolgico de la poca.
Logicamente, el libro enfrent viscisitudes similares a la de su recipiente natural. Nadie se
salva del pie forzado: hay que crecer bailando con sinsabores dice Silvio. De una
multiplicidad editorial que caracteriz a los sesenta Marx y Marcuse, Freud y Pavlov,
Chejov, Poe, Malraux - pasamos a contemplar entre iracundos y convencidos un deterioro
progresivo sustentado en la unilateralidad regional de la geografa simblica ideolgica y
cosmovisiva. La situacin nos decan y repetamos as lo aconseja. Fumos tambin
inundados por las editoriales soviticas, especialmente aquellas que hacan del testimonio
blico la fuente por ontonomancia de informacin escrita. La diversidad fue
considerablemente reducida.
Por supuesto, nada de esto se hubiera hecho sentir tanto si no es porque aos antes la
carretera esencial de acceso a la cultura fue expandida a todos los rincones de la isla. Cuba:
territorio libre de analfabetismo. Territorio libre de marginaciones y exclusiones sociales.
Territorio libre de perversiones de poder. La hazaa cultural ms importante de la historia de
nuestro pas. All tambin estuvo la biblioteca vestida de trabajo, de accin cotidiana,
llegando a los rincones ms intrincados de la montaa y el llano. El libro, la cartilla, el folleto,
en fin lo que una economa duramente afectada poda hacer con sentido popular y masivo.
Todo esto y seguramente mucho ms que escapa a mi conocimiento y mi recuerdo fueron
factores que favorecieron la bibliofobia, exagerando para acentuar. El bibliotecario se fue
conformando, a diferencia de lo que tena de trecho andado, como sobreviviente en un
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espacio analgico al de una tienda de antiguedades. Se fue desprofesionalizando por la
irrupcin de los necesarios pero improvisados, de los que buscaban un salario, incluso, en
algunos casos, de los que alguna apata o desavenencia politica haba alejado de sus
lugares de preferencia. El deseo abandon buena parte de las bibliotecas. El deseo del
inquieto o el necesitado, del devorador o el consultor, y tambin el deseo del proveedor, del
artifice, del movilizador de lo tangible y lo intangible del conocimiento.
El proceso histrico afuera de la biblioteca era de una juventud y un dinamismo inexorables.
La hiperquinesia social. Adentro, en el espacio amedrentado de la biblioteca todo pareca
quedarse atrs, rezagado, carente de la vitalidad que por fuera circulaba. Afuera toda
cambiaba para la construccin. Adentro todo pareca acercarse al angosto y dificilmente
superable camino de la destruccin. La biblioteca envejeci. La bibliotecaria, imagen que
sexualizo por una presencia femenina importante en el recuerdo, se convirti en una vieja.
Una cancin, creo que del argentino Len Gieco, y que populariz en nuestro pas una de
las ms grandes del cantar continental, Mercedes Sosa, dice en su texto: Cambia. Todo
cambia. Cambiar no es una casualidad, es un destino es una accin de f y voluntad que
no tiene otro remedio que suceder. A veces ms temprano, a veces ms tarde. Pero hay
que tener f que todo cambia parafraseando a mi querida Consuelo Vidal. De hacerlo con
Leibnitz, dira: lo que pone el colmo a la belleza, y a la perfeccin de las obras divinas es
que el universo marcha sin cesar, y con movimiento el ms libre, hacia un orden de cosas
ms completo:
Creo que fu en los setenta que el profesor y amigo Israel Nez Paula me habl de su
inters en abrirse a un campo de enorme importancia y posibilidades en la naciente carrera
cuyas siglas ern ICTB: Informacin Cientfico tcnica y Bibliotecologa, si mi memoria no
me traiciona. Me habl con un entusiasmo contagioso. No pude menos que asomarme a las
aulas. Encontr gente jven, jven no solo de edad, sino de pensamiento, de ansias, de
perspectivas. Al comentarle mi grata impresin me dijo: La bibliotecaria ya no es una vieja.
Verdad descubierta ms all de la palabra y la evidencia fsica, por el ambiente en que se
mova el imaginario conceptual y proyectivo de los profesores y alumnos. Soy de los
convencidos que no puede haber desarrollo de una especialidad si no se concentran
esfuerzos especiales en la formacin del personal calificado que se necesita. No soy adicto
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al mundo acadmico, pero reconozco su importancia capital en el despeque y vuelo de
crucero de una especialidad.
La juventud de un proceso, de una institucin, de una prctica reside en su capacidad para
ser un instrumento del cuestionamiento productivo de su poca, un desencadenador de
cambio, un facilitador de ascenso en el interminable proceso que denominamos desarrollo.
El rejuvenecimiento de la Biblioteca comenz cuando tom consciencia de que no tena
sentido ser un centro para s, acumular por acumular, tener por tener, sino que su sentido se
descubra en el otro. Prestar un servicio, ms an producir y promover su necesidad, la
necesidad de su servicio. No se trata solo de atender a la demanda, sino tambin de crearla,
orientarla, reedificarla. Y en este sentido comprometerse con la liberacin existencial del ser
humano. No es casual que desde hace ya mucho tiempo una de las inquietudes principales
de los bibliotecarios en todo el mundo ha sido su lucha comprometida con la libertad
intelectual y el hacer accesibles a todas las personas todas las fuentes de informacin.
Esto no parece ser posible si no se pasa de un enfoque centrado en el producto, el servicio,
a un enforque centrado en el cliente. Lo que es facticamente imposible sin asumir al otro
como sentido de la accin propia. No se trata sencillamente de seguir por la lgica
constructiva del marketing contemporneo, lo cual no estara de ms. Es sobre todo
enarbolar de manera concreta los ideales humanistas que presiden nuestra filosfa de vida,
en nuestras prcticas profesionales. Andar por el camino del progreso social, ese que se ha
de medir sobre todo por el enriquecimiento del espiritu, y no por las tenencias materiales.
Muchos consideran que la esencia de la nueva biblioteca est en la incorporacin de las
nuevas tecnologas a sus prcticas. Desde ya digo que en mi visin del asunto, estn
cometiendo omisiones e hipertrofias importantes los que as piensan. Nunca el hbito ha
hecho al monje, y la mona aunque se ponga unos tenis Reebok, una camiseta Adidas y una
gorra Nike seguir siendo mona.
No hay dudas de que la nueva biblioteca vive en mundo cada vez ms meditico. Es
imprescindible que reflexionemos sobre su entrada y su modo de vida en este nuevo mundo.
Pero la nueva biblioteca no se alcanza por el simple hecho de vestirla a la moda, por til e
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importante que pueda ser. La biblioteca se rejuvenece, se reedifica en su esencia cuando
asume su misin social esencialmente emancipadora, libertadora: Su meta la libertad del ser
humano. Su instrumento la informacin. Su estrategia la salvaguarda del partrimonio de la
humanidad. Su tctica la educacin progresiva. La biblioteca ms que insertarse en un
proceso tecnolgico, se inserta, ha de insertarse en un proceso de reedificacin de lo
humano. El biliotecario entonces es un luchador por el bienestar y la felicidad del ser
humano, un profesional de profunca vocacin y conviccin humanista.
Los aos de estrepitoso y vertiginoso avance de la tecnologizacin que estamos viviendo,
insito que sin poner en duda su positividad, han sigificado para algunos la aparicin de una
suerte de ceguera parcial. Los instrumentos de mediacin tcnica han sido el sustento de
una tecnofilia fetichista. Siendo justos, tenemos que decir que esto no ha sido casual. La
multiplicacin de los beneficios en lo que a tiempo y calidad se refiere ha sido el mejor aliado
de la fetichizacin. Del cable tradicional de trasmisin, al cable coaxial, a la fibra ptica, los
volumenes de impacto sobre los procesos sociales, culturales y tambin, por qu no, en el
cotidiano de vida se han multiplicado mucho ms y en menos tiempo que lo que en otros
momentos los adelantos tecnolgicos haban definido el curso de los acontecimientos vitales
de la sociedad. Pensemos que, por solo poner un ejemplo conocido al que hice referencia
hace unos das atrs, una fibra ptica puede transportar doscientas veces ms informacin
que un cable coaxial; los repetidores de fibra ptica pueden estar separados entre s a ms
100 km, frente a aproximadamente 1,5 km en los sistemas elctricos tradicionales; un solo
par de cables de fibra ptica puede transmitir ms de mil conversaciones simultneas; las
redes de fibra ptica son capaces de albergar 500 canales de televisin, pueden receptar
34000 lineas telefnicas de ida y vuelta. Es como para fascinarse.
El impacto, como sabemos, ha generado toda una teorizacin acerca de la mediatizacin
de la sociedad. La vedette principal en todo este proceso es la comunicacin, ms
particularmente la informacin. ...la informacin y la comunicacin se estn convirtiendo hoy
en los ejes alrededor de los cuales se reestructuran las relaciones sociales entre los
individuos, los grupos y las clases, las naciones y los bloques de poder. No se equivocan
aquellos que ya no se contentan hablando de sociedad de la informacin para designar la
sociedad de maana, una sociedad en la que la informacin se instala como nuevo recurso
de base, nueva materia prima, nueva forma de energa.(Mattelart A, Stourdze Y.1984.p.56).
Sin embargo, no se habla de la comunicacin como proceso humano, especificamente
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humano, de intercambio de sentimientos, de actitudes, de ideas y representaciones. Se
habla de la comunicacin como el intercambio informativo.
No es tarea innecesaria identificar quien sabe si riesgos. Me refiero en particular al hecho, a
mi juicio indiscutible, de que la Informacin puesta como vedette absoluta del progreso, del
desarrollo, puede ser adems de un inestimable instrumento de crecimiento, una trampa de
nefastas consecuencias. Trampa amparada inicialmente en una cierta regularidad conocida:
Todo descubrimiento cientfico, toda invencin tcnica, tecnolgica... tienen, por lo general,
al principio, una funcin catrtica: liberan al hombre de la servidumbre bajo una situacin de
sujecin, de sumisin, que puede ser fsica., psquica.., o incluso social (Dorfles
G.1969.p.32). Digo que las ilusiones pueden tornarse alucinaciones y el efecto contradecir la
causa. Del paradigma de la informacin al informacionismo hay un corto camino dibujado
muy atractivamente.
La sociedad de la informacin se defiende desde una lectura particular de la realidad. En
1950, seala Naisbitt J.- slo alrededor del 17% de nosotros trabajaba en este tipo de
ocupaciones. Actualmente, alrededor del 65%, trabajamos con la informacin...la mayora de
los norteamericanos emplea su tiempo en la creacin, procesamiento o distribucin de
informacin. (Naisbitt J.p.34). Llamo la atencin de que se esta refiriendo a los
norteamericanos. Podemos decir lo mismo los cubanos?, y que digo los cubanos,
pongamos en el lugar a la inmensa mayora de los ciudadanos del tercer mundo. Si la
sociedad del futuro es informacional, ser que nosotros no existiremos como sociedad?. La
sociedades altamente desarrolladas pueden estar informatizadas, pero las nuestras no.
Por otra parte, la cultura informatizada, que no es lo mismo que cultura informtica, corre el
terrible, peligro, bajo los efectos de la mundializacin y la globalizacin, de dejar de ser
cultura. Es decir, dejar de ser la creacin autntica del espiritu de una nacin en una poca
dada. La cultura es una forma de vida. Por eso muchos concuerdan con que el prximo
siglo ser cultural o no ser. Cada hombre, cada pueblo, cada nacin ha de ser su cultura,
que quiere decir ser en su propia y legtima identidad. Una cultura integrada y legtima,
diversa y unitaria, en sntesis una cultura humanista y humanizada, no tecnocrtica y
deshumanizada.
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La informacin es la forma esquematizada y basal del saber (saber algo, conocer que
existe). Pero incluso, recordando a Roustan D. en su La Culture au Cours de la Vie, el
saber es condicin necesaria de la cultura, pero no es condicin suficiente...Es sobre todo la
cualidad del espritu en lo que se piensa cuando se pronuncia la palabra cultura, en la
cualidad del juicio y del sentimiento. Informacin no es cultura. Es limitado el espacio de la
cultura donde no hay informacin. Pero ser un reservorio de informacin, navegar por las
autopistas de la informacin, no es indefectiblemente cultura. El hombre informado no es
linealmente un hombre culto. Que nos pretendan hacer creer que el paradigma de la cultura
est hoy en los grandes centros de la avanzada tecnolgica y gracias a esta, no es razn
suficiente para que lo creamos. Que Bill Gates se gasten millones de dolres en poseer un
original de Da Vinci no me hace pensar ineluctablemente que es un hombre culto.
No me siento para nada cercano a la tecnofobia. Muy por el contrario. Abogo y defiendo una
tecnologizacin humanizada, ms an, humanizante. Coincido en la idea de Humberto Eco
de un hombre no liberado de la mquina pero libre en relacin a la mquina (Eco
H.1977.p.21). A nivel de lo social, una tecnologizacin que favorezca la disminucin
progresiva de las diferencias, el alcance de niveles de distribucin al menos ms justos y
equitativos, un intercambio cultural y cientfico ms mutualista y cooperativista. Pero, lo que
vivimos nos impone una refelxin responsable y comprometida. Por solo citar una evidencia
recuerdo que los pases ricos se hacen ms ricos, mientras que los pobres ms pobres.
Esto hace que las computadoras, el telfono, el fax estn en el mundo desarrollado; el 69%
de la exportacin de productos culturales (literatura, material impreso, msica,etc.) sale de
pases que coforman apenas el 23% de la poblacin mundial, mientras que de los paises en
que vive el 77% de la poblacin del planeta, apenas sale el 31% de los productos culturales
que existen en el espacio mercadolgico de la cultura.
A pesar de esto creo que es posible una subversin de esa realidad. Creo en una tecnologa
capaz de ser sometida a la vocacin humanista y no lo contrario. Una tecnologa para hacer
ms plena la vida, que favorezca el encuentro de ms tiempo y espacio para el contacto
interpersonal de los grupos humanos, de la familia. Aunque no tengo los ojos cerrados ante
la realidad de que la tecnologizacin ha favorecido la aparicin y desarrollo de patologas
existenciales, una relacin esquizoparanoide entre el hombre y la mquina, una
brutalizacin y banalizacin de los intereses y consumos de tiempo cotidianos. Es cierto que
en muchos casos se genera la sensacin de que ...no es el pueblo o el grupo familiar
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amplio, ni siquiera la familia nuclear o la pareja, lo que constituye la clula bsica de la
sociedad, sino el individuo...la mayora de los lugares y tiempos de la vida colectiva han
desaparecido...la vida social se reduce a una circulacin cotidiana entre dos polos: el trabajo
y la casa... las nuevas tecnologas de la informacin tambin se proponen invadir el
domicilio, tanto para actividades de compra, como de entretenimiento o incluso de
trabajo...el domicilio se convertir en una especie de terminal global de informacin y
comunicacin (Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V.pp.52-53).
As como se habla de la Biblioteca Ambrosiana o de la Biblioteca Bodleyana, bajo la
influencia de la informatica y de la mediatizacin se habla hoy de la Biblioteca Informtica.
No soy yo la persona idonea para recordar el significado de la informatica y la mediatizacin
en lo que a las prcticas bibliotecolgicas se refiere. Ustedes han sido y son los hacedores
de esta gesta. Yo soy, a pesar de las absurdas restricciones existentes, un beneficiado ms.
Para nosotros la introduccin de la informtica, la mediatizacin, no ha sido un proceso
ajeno. Si bien no con los perfiles e intensidades que vive en otros contextos, la Biblioteca
informtica aunque s severamente obstaculizada no fue impedida. Y en este sentido la
cordura, la claridad en los rumbos, la asimilacin crtica y la creatividad colectiva pueden ser
algunas de las premisas que nos eviten dificultades futuras.
Resulta entonces que, con todo este proceso, la bibliotecaria imaginaria, a cuya vejez antes
me refer, tambin rejuvenece como ave Fenix: Un especialista en Informacin cientfica y
tcnica que hace del espacio ciberntico su dominio real y virtual. Toda un razn para el
rejuvenecimiento, para un new look. Pero que no nos ciegue el esplendor del
rejuvenecimiento. La de la bibliotecaria ser verdadera juventud en la medida en que no sea
solo un cambio de fachada, sino un cambio esencial. Un cambio que se produce no
sencillamente en la tecnologizacin de su proceso de trabajo. No es solo cambiar el fichero
de cartn por el ordenador. La computadora no es una mquina de escribir con memoria. Es
mucho ms. Digo que lo que rejuvenece es un cambio epistemolgico que se inserte dentro
de los cambios generales que se producen en las ciencias, un cambio de identidad del
profesional. Algo que de hecho se ha venido produciendo: un nuevo modo de ser
bibliotecario.
Corriendo el riesgo de resultarles aburrido por exceso de tiempo consumiendo su atencin
(es que no s si tendremos la oportunidad de volvernos a encontrar), quiero al menos referir
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brevemente un aspecto que no por ltimo componente de mi intervencin resulta ser el
menos importante. Los sustentos estticos y ticos las prcticas bibliotecolgicas.
Desde mi visin de psiclogo, considero que las relaciones interpersonales estn llamadas a
ser un campo especialmente significativo en el que se librarn muchas de las ms
importantes contiendas a favor del mantenimiento y crecimiento de nuestra especie. El
mundo quiere, ms an necesita moverse en espacios ticos que hagan posible no tanto y
no solo la gobernabilidad, cuanto la sustentabilidad. No hay modo de no concordar con la
idea de Ramonet de que hoy en todo el mundo, cada vez ms, los ciudadanos sienten, de
forma confusa, que hay que conquistar unos nuevos derechos del hombre. Que la
generacin de los derechos polticos (siglo XVIII) y de los derechos sociales (siglos XIX y
XX) debe ir seguida de una generacin de derechos nuevos, ecolgicos, garantes del
derecho de los ciudadanos a la informacin, a la paz, a la seguridad, y tambin a la pureza
del aire y del agua, y a la proteccin del medio ambiente (Ramonet I.1997.p.44).
Digo que hay que conquistar una tica humanista de las relaciones entre las personas.
Como en dicho en otros momentos una tica de las relaciones interpersonales.
La idea no es casual. Son las relaciones interpersonales el campo primario de generacin
de lo humano en el devenir de nuestra vida. Son las relaciones interpersonales el campo
propio de existencia de todos nuestros procesos vitales, de todas las prcticas de
sustentacin de la vida. Son las relaciones interpersonales los espacios de resolucin de los
conflictos, porque en ltima instancia es all donde ellos se generan. Hablo de la necesidad
de una tica de vocacin autenticamente humanista, sustentada en el respeto a la
individualidad como instituyente de la solidaridad y el intercambio entre los seres humanos.
Considero muy sintomtico el que hayamos sido convocados a considerar incluso la
necesidad de una tica global (UNESCO) que puede sustentarse en cierto elementos
comunes en las tradiciones axiolgicas de las diversas culturas: la vulneravilidad humana y
el impulso tico a aliviar el sufrimiento donde sea posible y procurar seguridad...el deber de
tratar a los dems como uno mismo deseara ser tratado...la igualdad moral fundamental de
todos los seres humanos...la idea de los derechos humanos, el principio de la legitimidad
democrtica y de la responsabilidad pblica (UNESCO.1997.p.25). Son estos elementos
que apuntan a la necesidad de una revuelta tica o cuando menos una concertacin.
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Si importante resulta esto en trminos globales, no menos lo es en trminos particulares, en
los mbitos especficos de las diferentes prcticas humanas, incluidas logicamente, las
prcticas profesionales. Entre estas, hay algunas cuyo sentido se explicita ms directamente
en el vnculo humano, en la relacin interpersonal. Es claro que todas las prcticas
profesionales tienen como destino ltimo de su accionar al ser humano, su desarrollo, su
bienestar. Pero en algunas ese accionar tiene un vnculo ms directo al ser humano. Son
prcticas cuyo transcurrir se produce en el espacio de las relaciones interpersonales. Es
este el caso de la noble e imprescindible profesin a la que ustedes se dedican. Esto
configura una exigencia especial para nosotros. La llamara de autoeducacin, de
autoperfeccionamiento como seres humanos. No solo tenemos que instruirnos, tenemos que
educarnos, siguiendo aquella idea martiana segn la cual ...instruccin no es lo mismo que
educacin: aquella se refiere al pensamiento, y sta principalmente a los sentimientos
(Marti J.1961.p.227). Nuestra autoeducacin ser el camino de consolidar en nuestro
accionar profesional, en nuestro momento concreto sensible de vnculo humano, y tambin
en nuestro contacto en la distancia - la distanica mediada ciberntica o informacionalmente-
, el ejercicio de una tica profesional para el sistema de nuestras relaciones interpersonales
con quienes constituyen, como ya dije, el sentido de nuestras prcticas.
Necesitamos de una tica de nuestro accionar profesional que, siguiendo la tsis ms arriba
expuesta, se funde en el RESPETO. Y hablo de respeto no solamente como normativa de
cultura educativa, sino como definicin ontolgica, existencial de las relaciones humanas:
Respeto del derecho ajeno. Respeto al otro como ser humano. Respeto las diferencias, de
cualquier tipo:de genero, de raza, de cultura, de opinin, de ideologa.
Estamos obligados existencialmente a una tica de la SENSIBILIDAD, una sensibilidad
humana para una prctica esencialmente humana y humanista. Sensibilidad humana,
capacidad de sentir en el lugar del otro, capacidad de servir. Reconocer, dicindolo con
Gabriela Mistral que ...existe la alegra de ser puro, y la de ser justo. Pero existe, sobre
todo, la maravillosa, la inmensa alegra de servir.
Pero creo que el primer acto de respeto, la primera expresin de sensibilidad de un
especialista es su CIENTIFICIDAD y PROFESIONALISMO. Permitirse opiniones a la ligera,
decisiones fundadas en criterios unipersonales y no profesionales, conocimientos
superficiales y recetas doctrinarias en el lugar del dominio profesional, diletancia,
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anquilosamiento intelectual, no son sencillamente errores o deficiencias tcnicas, son, desde
el mismo momento en que nuestro hacer recae sobre otras personas, escollos ticos.
Deca Sartre que el hombre es aquello que l hace, con lo que los dems han hecho de l.
Nuestra vida, nuestras decisiones y las de otras personas nos han puesto en una situacin
de suma responsabilidad y de total exigencia vocacional: somos educadores. Entiendan bien
que su labor es esencialmente educativa. No es el aula lo que hace al educador, sino su
lugar en el combate por el mejoramiento de la vida, del ser humano. Educar citando a
quien fue tambin bibliotecario es depositar en cada hombre toda la obra humana que le
ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el da en que
vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que fote sobre l, y no dejarlo debajo de su
tiempo, con lo que no podr salir a flote; es preparar al hombre para la vida (Mart
J.1961.p.119). Puede alguien dudar de que son ustedes educadores?. Estamos entre los
responsables de que los cubanos no parezcamos viajeros perdidos en un bosque inmenso
por tantos hombres habitado (dem.p.121). Y para esto, como deca un biblioflico,
Fernando Ortz, es imprescindible que nos brindemos a la tarea regeneradora, nos
consagremos al trabajo para roturar el virginal terruo de nuestra psicologa, abrir surcos en
l con firme constancia pedaggica, esparcir a todos los vientos las ideas de la vida
moderna que habrn de ser siembra de esperanzas si las regamos no con el llanto estril de
los desesperados, sino con el sudor fecundante del trabajo; que hacindolo as verdear el
campo de la patria cubana, la savia dulce de la cultura llenar sus caaverales y para todos
ser rica y buena la zafra futura de bienandanzas (Ortz F.1987.p.3).
Muchas gracias.
BIBLIOGRAFIA 1. Dorfles G. (1969) Nuevos ritos. Nuevos mitos. Barcelona. Editorial Lumen. 2. Eco H. ( 1968 ) Apocalpticos e integrados. Barcelona.Editorial Lumen. 3. Naisbitt J. (1984) Megatendencias. Diez nuevas direcciones de cambio. Fundacin Cerien. Argentina. 4. Marti J. (1961) Educacin. Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. 5. Mattelar A., Stourdze Y. (1984) Tecnologa, Cultura y Comunicacin. Barcelona. Editorial Mitre. 6. Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V. (1985) La sociedad digital. Las nuevas tecnologas en el futuro
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Fundacin Santa Maria. Ediciones SM. Espaa.
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