bibliotecarias

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LA BIBLIOTECARIA YA NO ES UNA VIEJA. CONFERENCIA PRONUNCIADA EN LA II JORNADA NACIONAL DE BIBLIOTECOLOGIA. Prof. Manuel Calviño. Facultad de Psicología. Universidad de La Habana. La primera vez que, por sugerencia de mi padre, entré en una biblioteca acompañado del hermano Tomás, quedé marcado con lo que entonces llamaba “olor a viejo”. Un olor que tenía el dulce encanto de la fascinación del horror. Como la montaña rusa: se le teme, pero nos atrae como fuente de placer. Fué en la Escuela de los hermanos de la Salle, en el vedado. Al menos armada desde mi recuerdo, la biblioteca era un salón inmenso tan o más solemne que la propia capilla de la Escuela. Allí, pensaba yo, estaba todo el conocimiento del mundo. Todo lo que yo necesitaba saber para no suspender los exámenes y tener como recompensa la calle, los amigos de mi natal Cayo Hueso. Pero por sobre todas las cosas la biblioteca era el espacio tangible de lo misterioso, lo inaccesible, lo distinto. El mundo de lo que no se conocía. Un mundo que, como la tienda “Los Reyes Magos” de Galiano y San Miguel, estaba repleto de cosas que se quieren pero a las que no hay acceso. Así era también la biblioteca de mi padre: “lo que no se puede tocar hasta que crezcas”. Un lugar así no podía menos que ser custodiado por alguien que fuera muy venerado y respetado. Era un hermano de algo mas de sesenta años. Sus cabellos blancos contrastaban con el negro de su sotana. Usaba unos lentes montados al aire. En fin un verdadero bibliotecario. Cuando fui presentado, el padre Tomás le dijo a aquél del que los muchachos decían que tenía “olor a guardado”: Hermano Nicolás, le presento al pequeño Calviño. Espero que pase muchas horas en su compañía”. El bibliotecario resultaba ser una suerte de guardián que custodiaba un tesoro. Duplicidad caótica para su comportamiento que luego encontré como identidad profesional de muchos otros bibliotecarios: de una parte el deseo de que todos lean, de otra la demanda de que nadie toque los libros. Por suerte, casi siempre pertenecí al grupo de los preferidos, los que por una u otra razón gozan del favor de las personas. El hermano Nicolás siempre me dejó acercarme a los libros. Mi padre se encantaba cuando se daba cuenta de mis furtivas incursiones en los libros de anatomía y psicología. Martínez y Bertha, los bibliotecarios de mis años de estudiante universitario, también lo hicieron. 1

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MANUEL CLAVIÑO

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  • LA BIBLIOTECARIA YA NO ES UNA VIEJA.

    CONFERENCIA PRONUNCIADA EN LA II JORNADA NACIONAL DE BIBLIOTECOLOGIA.

    Prof. Manuel Calvio.

    Facultad de Psicologa. Universidad de La Habana.

    La primera vez que, por sugerencia de mi padre, entr en una biblioteca acompaado del

    hermano Toms, qued marcado con lo que entonces llamaba olor a viejo. Un olor que

    tena el dulce encanto de la fascinacin del horror. Como la montaa rusa: se le teme, pero

    nos atrae como fuente de placer. Fu en la Escuela de los hermanos de la Salle, en el

    vedado. Al menos armada desde mi recuerdo, la biblioteca era un saln inmenso tan o ms

    solemne que la propia capilla de la Escuela. All, pensaba yo, estaba todo el conocimiento

    del mundo. Todo lo que yo necesitaba saber para no suspender los exmenes y tener como

    recompensa la calle, los amigos de mi natal Cayo Hueso. Pero por sobre todas las cosas la

    biblioteca era el espacio tangible de lo misterioso, lo inaccesible, lo distinto. El mundo de lo

    que no se conoca. Un mundo que, como la tienda Los Reyes Magos de Galiano y San

    Miguel, estaba repleto de cosas que se quieren pero a las que no hay acceso. As era

    tambin la biblioteca de mi padre: lo que no se puede tocar hasta que crezcas.

    Un lugar as no poda menos que ser custodiado por alguien que fuera muy venerado y

    respetado. Era un hermano de algo mas de sesenta aos. Sus cabellos blancos

    contrastaban con el negro de su sotana. Usaba unos lentes montados al aire. En fin un

    verdadero bibliotecario. Cuando fui presentado, el padre Toms le dijo a aqul del que los

    muchachos decan que tena olor a guardado: Hermano Nicols, le presento al pequeo

    Calvio. Espero que pase muchas horas en su compaa. El bibliotecario resultaba ser una

    suerte de guardin que custodiaba un tesoro. Duplicidad catica para su comportamiento

    que luego encontr como identidad profesional de muchos otros bibliotecarios: de una parte

    el deseo de que todos lean, de otra la demanda de que nadie toque los libros. Por suerte,

    casi siempre pertenec al grupo de los preferidos, los que por una u otra razn gozan del

    favor de las personas. El hermano Nicols siempre me dej acercarme a los libros. Mi padre

    se encantaba cuando se daba cuenta de mis furtivas incursiones en los libros de anatoma y

    psicologa. Martnez y Bertha, los bibliotecarios de mis aos de estudiante universitario,

    tambin lo hicieron.

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  • Desde esa poca la imagen de la biblioteca qued primariamente ligada en mi a lo sagrado,

    lo venerado. Como un estandarte mgico fenomenista que hasta por smosis es capaz de

    hacernos mejores, ms inteligentes. La biblioteca es depositaria de una de las cosas ms

    preciadas que un ser humano ansa: el conocimiento,el saber, la sabidura. Conocimiento

    que es acumulacin milenaria de prcticas humanas desde lo experiencial y opintico hasta

    lo cientfico y lo tcnico. Conocimiento que es el sustento de la verdadera libertad del

    hombre. Ser culto es el nico modo de ser libre. La libertad tiene como fragua a la cultura.

    La cultura tiene su sede catctica en el libro. El libro es la columna vertebral multiplicada del

    recinto bibliotecario.

    Todo esto suceda hace unos cuarenta aos. Qu no ha pasado desde entonces?.

    Para comprender mejor el presente, poder vivirlo y hacerlo crecer es necesario mirar al

    pasado, aprehenderlo y aprenderlo. Como deca Santayana quien no conozca el pasado,

    est condenado a repetirlo. Qu pas con mis bibliotecas?, con aquellos recintos que

    existan en cada uno de los centros por donde pas y que pasaron por mi. La historia, en la

    versin que desde mi autoencomienda construyo, est, como todas las historias, colmada

    de lugares gratos y lugares prfidos. De lo que s y de lo que creo. El comn denominador

    quien sabe si fu una tendencia iconoclasta que fisur hasta el resquebrajamiento la imagen

    de recinto sagrado convirtiendolo en un deposito de vejez pasada de moda, casi un fastidio.

    Dicindolo con Marx desde El manifiesto Comunista: todo lo slido se desvanece en el

    aire.

    Pero no me siento en el justo punto medio que aconseja la cordura y la racionalidad, ni soy

    honesto conmigo mismo si al mirar al pasado solo observo el desvanecimiento. Asediados y

    agredidos desde afuera y desde adentro, intentando tomar el cielo por asalto, rompiendo

    con los valores de referencia de las clases minoritarias y elitistas, intentado avanzar en la

    bsqueda de un hombre nuevo, el destino de las bibliotecas y de sus legiones de papel y

    tinta result ser, como el de todos los que andamos caminando hace poco ms de cuarenta

    aos, contradictorio y hasta inequilibrado. Parece ser que no hay verdadera ruptura posible

    si no es con demolicin. Luego se construir de nuevo con y sin las cenizas. Ms tarde,

    llega la articulacin dialctica, la espiral inexorable de la produccin humana.

    2

  • Es cierto que muchas bibliotecas se fueron convirtiendo poco a poco en lugares que no

    haba que visitar. Las urgencias de los sesenta y los setenta no tenan los acentos de

    prioridad puestos en la lectura de los textos bibliotecados. El folletn urgente se impuso

    como lo necesario. Los compromisos polticos ern radicalmente ms importantes que los

    saberes. Ser combativo era prioridad por sobre ser entendido. Las notas de clases eran

    suficientes para cumplir los compromisos de promocin que hacan los profesores

    compulsados por quienes al parecer crean que las cifras eran la realidad y que un nmero

    era la garanta del futuro educativo y profesional del pas. Es cierto tambin que muchas

    bibliotecas se fueron convirtiendo poco a poco en lugares de almacenaje de los textos que

    no alcanzaban para todos. Espacios dactilografiados unicamente con los caracteres

    reducidos de los esenciales mnimos de los programas de enseanza, y preferiblemente

    compatibles al lenguaje ideolgico de la poca.

    Logicamente, el libro enfrent viscisitudes similares a la de su recipiente natural. Nadie se

    salva del pie forzado: hay que crecer bailando con sinsabores dice Silvio. De una

    multiplicidad editorial que caracteriz a los sesenta Marx y Marcuse, Freud y Pavlov,

    Chejov, Poe, Malraux - pasamos a contemplar entre iracundos y convencidos un deterioro

    progresivo sustentado en la unilateralidad regional de la geografa simblica ideolgica y

    cosmovisiva. La situacin nos decan y repetamos as lo aconseja. Fumos tambin

    inundados por las editoriales soviticas, especialmente aquellas que hacan del testimonio

    blico la fuente por ontonomancia de informacin escrita. La diversidad fue

    considerablemente reducida.

    Por supuesto, nada de esto se hubiera hecho sentir tanto si no es porque aos antes la

    carretera esencial de acceso a la cultura fue expandida a todos los rincones de la isla. Cuba:

    territorio libre de analfabetismo. Territorio libre de marginaciones y exclusiones sociales.

    Territorio libre de perversiones de poder. La hazaa cultural ms importante de la historia de

    nuestro pas. All tambin estuvo la biblioteca vestida de trabajo, de accin cotidiana,

    llegando a los rincones ms intrincados de la montaa y el llano. El libro, la cartilla, el folleto,

    en fin lo que una economa duramente afectada poda hacer con sentido popular y masivo.

    Todo esto y seguramente mucho ms que escapa a mi conocimiento y mi recuerdo fueron

    factores que favorecieron la bibliofobia, exagerando para acentuar. El bibliotecario se fue

    conformando, a diferencia de lo que tena de trecho andado, como sobreviviente en un

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  • espacio analgico al de una tienda de antiguedades. Se fue desprofesionalizando por la

    irrupcin de los necesarios pero improvisados, de los que buscaban un salario, incluso, en

    algunos casos, de los que alguna apata o desavenencia politica haba alejado de sus

    lugares de preferencia. El deseo abandon buena parte de las bibliotecas. El deseo del

    inquieto o el necesitado, del devorador o el consultor, y tambin el deseo del proveedor, del

    artifice, del movilizador de lo tangible y lo intangible del conocimiento.

    El proceso histrico afuera de la biblioteca era de una juventud y un dinamismo inexorables.

    La hiperquinesia social. Adentro, en el espacio amedrentado de la biblioteca todo pareca

    quedarse atrs, rezagado, carente de la vitalidad que por fuera circulaba. Afuera toda

    cambiaba para la construccin. Adentro todo pareca acercarse al angosto y dificilmente

    superable camino de la destruccin. La biblioteca envejeci. La bibliotecaria, imagen que

    sexualizo por una presencia femenina importante en el recuerdo, se convirti en una vieja.

    Una cancin, creo que del argentino Len Gieco, y que populariz en nuestro pas una de

    las ms grandes del cantar continental, Mercedes Sosa, dice en su texto: Cambia. Todo

    cambia. Cambiar no es una casualidad, es un destino es una accin de f y voluntad que

    no tiene otro remedio que suceder. A veces ms temprano, a veces ms tarde. Pero hay

    que tener f que todo cambia parafraseando a mi querida Consuelo Vidal. De hacerlo con

    Leibnitz, dira: lo que pone el colmo a la belleza, y a la perfeccin de las obras divinas es

    que el universo marcha sin cesar, y con movimiento el ms libre, hacia un orden de cosas

    ms completo:

    Creo que fu en los setenta que el profesor y amigo Israel Nez Paula me habl de su

    inters en abrirse a un campo de enorme importancia y posibilidades en la naciente carrera

    cuyas siglas ern ICTB: Informacin Cientfico tcnica y Bibliotecologa, si mi memoria no

    me traiciona. Me habl con un entusiasmo contagioso. No pude menos que asomarme a las

    aulas. Encontr gente jven, jven no solo de edad, sino de pensamiento, de ansias, de

    perspectivas. Al comentarle mi grata impresin me dijo: La bibliotecaria ya no es una vieja.

    Verdad descubierta ms all de la palabra y la evidencia fsica, por el ambiente en que se

    mova el imaginario conceptual y proyectivo de los profesores y alumnos. Soy de los

    convencidos que no puede haber desarrollo de una especialidad si no se concentran

    esfuerzos especiales en la formacin del personal calificado que se necesita. No soy adicto

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  • al mundo acadmico, pero reconozco su importancia capital en el despeque y vuelo de

    crucero de una especialidad.

    La juventud de un proceso, de una institucin, de una prctica reside en su capacidad para

    ser un instrumento del cuestionamiento productivo de su poca, un desencadenador de

    cambio, un facilitador de ascenso en el interminable proceso que denominamos desarrollo.

    El rejuvenecimiento de la Biblioteca comenz cuando tom consciencia de que no tena

    sentido ser un centro para s, acumular por acumular, tener por tener, sino que su sentido se

    descubra en el otro. Prestar un servicio, ms an producir y promover su necesidad, la

    necesidad de su servicio. No se trata solo de atender a la demanda, sino tambin de crearla,

    orientarla, reedificarla. Y en este sentido comprometerse con la liberacin existencial del ser

    humano. No es casual que desde hace ya mucho tiempo una de las inquietudes principales

    de los bibliotecarios en todo el mundo ha sido su lucha comprometida con la libertad

    intelectual y el hacer accesibles a todas las personas todas las fuentes de informacin.

    Esto no parece ser posible si no se pasa de un enfoque centrado en el producto, el servicio,

    a un enforque centrado en el cliente. Lo que es facticamente imposible sin asumir al otro

    como sentido de la accin propia. No se trata sencillamente de seguir por la lgica

    constructiva del marketing contemporneo, lo cual no estara de ms. Es sobre todo

    enarbolar de manera concreta los ideales humanistas que presiden nuestra filosfa de vida,

    en nuestras prcticas profesionales. Andar por el camino del progreso social, ese que se ha

    de medir sobre todo por el enriquecimiento del espiritu, y no por las tenencias materiales.

    Muchos consideran que la esencia de la nueva biblioteca est en la incorporacin de las

    nuevas tecnologas a sus prcticas. Desde ya digo que en mi visin del asunto, estn

    cometiendo omisiones e hipertrofias importantes los que as piensan. Nunca el hbito ha

    hecho al monje, y la mona aunque se ponga unos tenis Reebok, una camiseta Adidas y una

    gorra Nike seguir siendo mona.

    No hay dudas de que la nueva biblioteca vive en mundo cada vez ms meditico. Es

    imprescindible que reflexionemos sobre su entrada y su modo de vida en este nuevo mundo.

    Pero la nueva biblioteca no se alcanza por el simple hecho de vestirla a la moda, por til e

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  • importante que pueda ser. La biblioteca se rejuvenece, se reedifica en su esencia cuando

    asume su misin social esencialmente emancipadora, libertadora: Su meta la libertad del ser

    humano. Su instrumento la informacin. Su estrategia la salvaguarda del partrimonio de la

    humanidad. Su tctica la educacin progresiva. La biblioteca ms que insertarse en un

    proceso tecnolgico, se inserta, ha de insertarse en un proceso de reedificacin de lo

    humano. El biliotecario entonces es un luchador por el bienestar y la felicidad del ser

    humano, un profesional de profunca vocacin y conviccin humanista.

    Los aos de estrepitoso y vertiginoso avance de la tecnologizacin que estamos viviendo,

    insito que sin poner en duda su positividad, han sigificado para algunos la aparicin de una

    suerte de ceguera parcial. Los instrumentos de mediacin tcnica han sido el sustento de

    una tecnofilia fetichista. Siendo justos, tenemos que decir que esto no ha sido casual. La

    multiplicacin de los beneficios en lo que a tiempo y calidad se refiere ha sido el mejor aliado

    de la fetichizacin. Del cable tradicional de trasmisin, al cable coaxial, a la fibra ptica, los

    volumenes de impacto sobre los procesos sociales, culturales y tambin, por qu no, en el

    cotidiano de vida se han multiplicado mucho ms y en menos tiempo que lo que en otros

    momentos los adelantos tecnolgicos haban definido el curso de los acontecimientos vitales

    de la sociedad. Pensemos que, por solo poner un ejemplo conocido al que hice referencia

    hace unos das atrs, una fibra ptica puede transportar doscientas veces ms informacin

    que un cable coaxial; los repetidores de fibra ptica pueden estar separados entre s a ms

    100 km, frente a aproximadamente 1,5 km en los sistemas elctricos tradicionales; un solo

    par de cables de fibra ptica puede transmitir ms de mil conversaciones simultneas; las

    redes de fibra ptica son capaces de albergar 500 canales de televisin, pueden receptar

    34000 lineas telefnicas de ida y vuelta. Es como para fascinarse.

    El impacto, como sabemos, ha generado toda una teorizacin acerca de la mediatizacin

    de la sociedad. La vedette principal en todo este proceso es la comunicacin, ms

    particularmente la informacin. ...la informacin y la comunicacin se estn convirtiendo hoy

    en los ejes alrededor de los cuales se reestructuran las relaciones sociales entre los

    individuos, los grupos y las clases, las naciones y los bloques de poder. No se equivocan

    aquellos que ya no se contentan hablando de sociedad de la informacin para designar la

    sociedad de maana, una sociedad en la que la informacin se instala como nuevo recurso

    de base, nueva materia prima, nueva forma de energa.(Mattelart A, Stourdze Y.1984.p.56).

    Sin embargo, no se habla de la comunicacin como proceso humano, especificamente

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  • humano, de intercambio de sentimientos, de actitudes, de ideas y representaciones. Se

    habla de la comunicacin como el intercambio informativo.

    No es tarea innecesaria identificar quien sabe si riesgos. Me refiero en particular al hecho, a

    mi juicio indiscutible, de que la Informacin puesta como vedette absoluta del progreso, del

    desarrollo, puede ser adems de un inestimable instrumento de crecimiento, una trampa de

    nefastas consecuencias. Trampa amparada inicialmente en una cierta regularidad conocida:

    Todo descubrimiento cientfico, toda invencin tcnica, tecnolgica... tienen, por lo general,

    al principio, una funcin catrtica: liberan al hombre de la servidumbre bajo una situacin de

    sujecin, de sumisin, que puede ser fsica., psquica.., o incluso social (Dorfles

    G.1969.p.32). Digo que las ilusiones pueden tornarse alucinaciones y el efecto contradecir la

    causa. Del paradigma de la informacin al informacionismo hay un corto camino dibujado

    muy atractivamente.

    La sociedad de la informacin se defiende desde una lectura particular de la realidad. En

    1950, seala Naisbitt J.- slo alrededor del 17% de nosotros trabajaba en este tipo de

    ocupaciones. Actualmente, alrededor del 65%, trabajamos con la informacin...la mayora de

    los norteamericanos emplea su tiempo en la creacin, procesamiento o distribucin de

    informacin. (Naisbitt J.p.34). Llamo la atencin de que se esta refiriendo a los

    norteamericanos. Podemos decir lo mismo los cubanos?, y que digo los cubanos,

    pongamos en el lugar a la inmensa mayora de los ciudadanos del tercer mundo. Si la

    sociedad del futuro es informacional, ser que nosotros no existiremos como sociedad?. La

    sociedades altamente desarrolladas pueden estar informatizadas, pero las nuestras no.

    Por otra parte, la cultura informatizada, que no es lo mismo que cultura informtica, corre el

    terrible, peligro, bajo los efectos de la mundializacin y la globalizacin, de dejar de ser

    cultura. Es decir, dejar de ser la creacin autntica del espiritu de una nacin en una poca

    dada. La cultura es una forma de vida. Por eso muchos concuerdan con que el prximo

    siglo ser cultural o no ser. Cada hombre, cada pueblo, cada nacin ha de ser su cultura,

    que quiere decir ser en su propia y legtima identidad. Una cultura integrada y legtima,

    diversa y unitaria, en sntesis una cultura humanista y humanizada, no tecnocrtica y

    deshumanizada.

    7

  • La informacin es la forma esquematizada y basal del saber (saber algo, conocer que

    existe). Pero incluso, recordando a Roustan D. en su La Culture au Cours de la Vie, el

    saber es condicin necesaria de la cultura, pero no es condicin suficiente...Es sobre todo la

    cualidad del espritu en lo que se piensa cuando se pronuncia la palabra cultura, en la

    cualidad del juicio y del sentimiento. Informacin no es cultura. Es limitado el espacio de la

    cultura donde no hay informacin. Pero ser un reservorio de informacin, navegar por las

    autopistas de la informacin, no es indefectiblemente cultura. El hombre informado no es

    linealmente un hombre culto. Que nos pretendan hacer creer que el paradigma de la cultura

    est hoy en los grandes centros de la avanzada tecnolgica y gracias a esta, no es razn

    suficiente para que lo creamos. Que Bill Gates se gasten millones de dolres en poseer un

    original de Da Vinci no me hace pensar ineluctablemente que es un hombre culto.

    No me siento para nada cercano a la tecnofobia. Muy por el contrario. Abogo y defiendo una

    tecnologizacin humanizada, ms an, humanizante. Coincido en la idea de Humberto Eco

    de un hombre no liberado de la mquina pero libre en relacin a la mquina (Eco

    H.1977.p.21). A nivel de lo social, una tecnologizacin que favorezca la disminucin

    progresiva de las diferencias, el alcance de niveles de distribucin al menos ms justos y

    equitativos, un intercambio cultural y cientfico ms mutualista y cooperativista. Pero, lo que

    vivimos nos impone una refelxin responsable y comprometida. Por solo citar una evidencia

    recuerdo que los pases ricos se hacen ms ricos, mientras que los pobres ms pobres.

    Esto hace que las computadoras, el telfono, el fax estn en el mundo desarrollado; el 69%

    de la exportacin de productos culturales (literatura, material impreso, msica,etc.) sale de

    pases que coforman apenas el 23% de la poblacin mundial, mientras que de los paises en

    que vive el 77% de la poblacin del planeta, apenas sale el 31% de los productos culturales

    que existen en el espacio mercadolgico de la cultura.

    A pesar de esto creo que es posible una subversin de esa realidad. Creo en una tecnologa

    capaz de ser sometida a la vocacin humanista y no lo contrario. Una tecnologa para hacer

    ms plena la vida, que favorezca el encuentro de ms tiempo y espacio para el contacto

    interpersonal de los grupos humanos, de la familia. Aunque no tengo los ojos cerrados ante

    la realidad de que la tecnologizacin ha favorecido la aparicin y desarrollo de patologas

    existenciales, una relacin esquizoparanoide entre el hombre y la mquina, una

    brutalizacin y banalizacin de los intereses y consumos de tiempo cotidianos. Es cierto que

    en muchos casos se genera la sensacin de que ...no es el pueblo o el grupo familiar

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  • amplio, ni siquiera la familia nuclear o la pareja, lo que constituye la clula bsica de la

    sociedad, sino el individuo...la mayora de los lugares y tiempos de la vida colectiva han

    desaparecido...la vida social se reduce a una circulacin cotidiana entre dos polos: el trabajo

    y la casa... las nuevas tecnologas de la informacin tambin se proponen invadir el

    domicilio, tanto para actividades de compra, como de entretenimiento o incluso de

    trabajo...el domicilio se convertir en una especie de terminal global de informacin y

    comunicacin (Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V.pp.52-53).

    As como se habla de la Biblioteca Ambrosiana o de la Biblioteca Bodleyana, bajo la

    influencia de la informatica y de la mediatizacin se habla hoy de la Biblioteca Informtica.

    No soy yo la persona idonea para recordar el significado de la informatica y la mediatizacin

    en lo que a las prcticas bibliotecolgicas se refiere. Ustedes han sido y son los hacedores

    de esta gesta. Yo soy, a pesar de las absurdas restricciones existentes, un beneficiado ms.

    Para nosotros la introduccin de la informtica, la mediatizacin, no ha sido un proceso

    ajeno. Si bien no con los perfiles e intensidades que vive en otros contextos, la Biblioteca

    informtica aunque s severamente obstaculizada no fue impedida. Y en este sentido la

    cordura, la claridad en los rumbos, la asimilacin crtica y la creatividad colectiva pueden ser

    algunas de las premisas que nos eviten dificultades futuras.

    Resulta entonces que, con todo este proceso, la bibliotecaria imaginaria, a cuya vejez antes

    me refer, tambin rejuvenece como ave Fenix: Un especialista en Informacin cientfica y

    tcnica que hace del espacio ciberntico su dominio real y virtual. Toda un razn para el

    rejuvenecimiento, para un new look. Pero que no nos ciegue el esplendor del

    rejuvenecimiento. La de la bibliotecaria ser verdadera juventud en la medida en que no sea

    solo un cambio de fachada, sino un cambio esencial. Un cambio que se produce no

    sencillamente en la tecnologizacin de su proceso de trabajo. No es solo cambiar el fichero

    de cartn por el ordenador. La computadora no es una mquina de escribir con memoria. Es

    mucho ms. Digo que lo que rejuvenece es un cambio epistemolgico que se inserte dentro

    de los cambios generales que se producen en las ciencias, un cambio de identidad del

    profesional. Algo que de hecho se ha venido produciendo: un nuevo modo de ser

    bibliotecario.

    Corriendo el riesgo de resultarles aburrido por exceso de tiempo consumiendo su atencin

    (es que no s si tendremos la oportunidad de volvernos a encontrar), quiero al menos referir

    9

  • brevemente un aspecto que no por ltimo componente de mi intervencin resulta ser el

    menos importante. Los sustentos estticos y ticos las prcticas bibliotecolgicas.

    Desde mi visin de psiclogo, considero que las relaciones interpersonales estn llamadas a

    ser un campo especialmente significativo en el que se librarn muchas de las ms

    importantes contiendas a favor del mantenimiento y crecimiento de nuestra especie. El

    mundo quiere, ms an necesita moverse en espacios ticos que hagan posible no tanto y

    no solo la gobernabilidad, cuanto la sustentabilidad. No hay modo de no concordar con la

    idea de Ramonet de que hoy en todo el mundo, cada vez ms, los ciudadanos sienten, de

    forma confusa, que hay que conquistar unos nuevos derechos del hombre. Que la

    generacin de los derechos polticos (siglo XVIII) y de los derechos sociales (siglos XIX y

    XX) debe ir seguida de una generacin de derechos nuevos, ecolgicos, garantes del

    derecho de los ciudadanos a la informacin, a la paz, a la seguridad, y tambin a la pureza

    del aire y del agua, y a la proteccin del medio ambiente (Ramonet I.1997.p.44).

    Digo que hay que conquistar una tica humanista de las relaciones entre las personas.

    Como en dicho en otros momentos una tica de las relaciones interpersonales.

    La idea no es casual. Son las relaciones interpersonales el campo primario de generacin

    de lo humano en el devenir de nuestra vida. Son las relaciones interpersonales el campo

    propio de existencia de todos nuestros procesos vitales, de todas las prcticas de

    sustentacin de la vida. Son las relaciones interpersonales los espacios de resolucin de los

    conflictos, porque en ltima instancia es all donde ellos se generan. Hablo de la necesidad

    de una tica de vocacin autenticamente humanista, sustentada en el respeto a la

    individualidad como instituyente de la solidaridad y el intercambio entre los seres humanos.

    Considero muy sintomtico el que hayamos sido convocados a considerar incluso la

    necesidad de una tica global (UNESCO) que puede sustentarse en cierto elementos

    comunes en las tradiciones axiolgicas de las diversas culturas: la vulneravilidad humana y

    el impulso tico a aliviar el sufrimiento donde sea posible y procurar seguridad...el deber de

    tratar a los dems como uno mismo deseara ser tratado...la igualdad moral fundamental de

    todos los seres humanos...la idea de los derechos humanos, el principio de la legitimidad

    democrtica y de la responsabilidad pblica (UNESCO.1997.p.25). Son estos elementos

    que apuntan a la necesidad de una revuelta tica o cuando menos una concertacin.

    10

  • Si importante resulta esto en trminos globales, no menos lo es en trminos particulares, en

    los mbitos especficos de las diferentes prcticas humanas, incluidas logicamente, las

    prcticas profesionales. Entre estas, hay algunas cuyo sentido se explicita ms directamente

    en el vnculo humano, en la relacin interpersonal. Es claro que todas las prcticas

    profesionales tienen como destino ltimo de su accionar al ser humano, su desarrollo, su

    bienestar. Pero en algunas ese accionar tiene un vnculo ms directo al ser humano. Son

    prcticas cuyo transcurrir se produce en el espacio de las relaciones interpersonales. Es

    este el caso de la noble e imprescindible profesin a la que ustedes se dedican. Esto

    configura una exigencia especial para nosotros. La llamara de autoeducacin, de

    autoperfeccionamiento como seres humanos. No solo tenemos que instruirnos, tenemos que

    educarnos, siguiendo aquella idea martiana segn la cual ...instruccin no es lo mismo que

    educacin: aquella se refiere al pensamiento, y sta principalmente a los sentimientos

    (Marti J.1961.p.227). Nuestra autoeducacin ser el camino de consolidar en nuestro

    accionar profesional, en nuestro momento concreto sensible de vnculo humano, y tambin

    en nuestro contacto en la distancia - la distanica mediada ciberntica o informacionalmente-

    , el ejercicio de una tica profesional para el sistema de nuestras relaciones interpersonales

    con quienes constituyen, como ya dije, el sentido de nuestras prcticas.

    Necesitamos de una tica de nuestro accionar profesional que, siguiendo la tsis ms arriba

    expuesta, se funde en el RESPETO. Y hablo de respeto no solamente como normativa de

    cultura educativa, sino como definicin ontolgica, existencial de las relaciones humanas:

    Respeto del derecho ajeno. Respeto al otro como ser humano. Respeto las diferencias, de

    cualquier tipo:de genero, de raza, de cultura, de opinin, de ideologa.

    Estamos obligados existencialmente a una tica de la SENSIBILIDAD, una sensibilidad

    humana para una prctica esencialmente humana y humanista. Sensibilidad humana,

    capacidad de sentir en el lugar del otro, capacidad de servir. Reconocer, dicindolo con

    Gabriela Mistral que ...existe la alegra de ser puro, y la de ser justo. Pero existe, sobre

    todo, la maravillosa, la inmensa alegra de servir.

    Pero creo que el primer acto de respeto, la primera expresin de sensibilidad de un

    especialista es su CIENTIFICIDAD y PROFESIONALISMO. Permitirse opiniones a la ligera,

    decisiones fundadas en criterios unipersonales y no profesionales, conocimientos

    superficiales y recetas doctrinarias en el lugar del dominio profesional, diletancia,

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  • anquilosamiento intelectual, no son sencillamente errores o deficiencias tcnicas, son, desde

    el mismo momento en que nuestro hacer recae sobre otras personas, escollos ticos.

    Deca Sartre que el hombre es aquello que l hace, con lo que los dems han hecho de l.

    Nuestra vida, nuestras decisiones y las de otras personas nos han puesto en una situacin

    de suma responsabilidad y de total exigencia vocacional: somos educadores. Entiendan bien

    que su labor es esencialmente educativa. No es el aula lo que hace al educador, sino su

    lugar en el combate por el mejoramiento de la vida, del ser humano. Educar citando a

    quien fue tambin bibliotecario es depositar en cada hombre toda la obra humana que le

    ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el da en que

    vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que fote sobre l, y no dejarlo debajo de su

    tiempo, con lo que no podr salir a flote; es preparar al hombre para la vida (Mart

    J.1961.p.119). Puede alguien dudar de que son ustedes educadores?. Estamos entre los

    responsables de que los cubanos no parezcamos viajeros perdidos en un bosque inmenso

    por tantos hombres habitado (dem.p.121). Y para esto, como deca un biblioflico,

    Fernando Ortz, es imprescindible que nos brindemos a la tarea regeneradora, nos

    consagremos al trabajo para roturar el virginal terruo de nuestra psicologa, abrir surcos en

    l con firme constancia pedaggica, esparcir a todos los vientos las ideas de la vida

    moderna que habrn de ser siembra de esperanzas si las regamos no con el llanto estril de

    los desesperados, sino con el sudor fecundante del trabajo; que hacindolo as verdear el

    campo de la patria cubana, la savia dulce de la cultura llenar sus caaverales y para todos

    ser rica y buena la zafra futura de bienandanzas (Ortz F.1987.p.3).

    Muchas gracias.

    BIBLIOGRAFIA 1. Dorfles G. (1969) Nuevos ritos. Nuevos mitos. Barcelona. Editorial Lumen. 2. Eco H. ( 1968 ) Apocalpticos e integrados. Barcelona.Editorial Lumen. 3. Naisbitt J. (1984) Megatendencias. Diez nuevas direcciones de cambio. Fundacin Cerien. Argentina. 4. Marti J. (1961) Educacin. Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. 5. Mattelar A., Stourdze Y. (1984) Tecnologa, Cultura y Comunicacin. Barcelona. Editorial Mitre. 6. Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V. (1985) La sociedad digital. Las nuevas tecnologas en el futuro

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