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Arq Salvador Schelotto – Coordinador - Arq. José Luis Mazzeo - Arq. Gerardo Cadenazzi - Lic. Betty Francia Espacio Público de calidad en contextos de precariedad PROYECTO + Barrio “Contribución a las acciones participativas de mejoramiento del espacio público en contextos de precariedad urbana y de habitación” Informe final

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Arq Salvador Schelotto – Coordinador - Arq. José Luis Mazzeo - Arq. Gerardo Cadenazzi - Lic. Betty Francia

Espacio Público de calidad en contextos de precariedad

PROYECTO

+ Barrio “Contribución a las acciones participativas de mejoramiento del espacio público en contextos de precariedad urbana y de habitación”

Informe final

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Arq Salvador Schelotto – Coordinador - Arq. José Luis Mazzeo - Arq. Gerardo Cadenazzi - Lic. Betty Francia

equipo responsable Arq. Salvador Schelotto – Coordinador Arq. José Luis Mazzeo Arq. Gerardo Cadenazzi Lic. Betty Francia

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índice del informe final Capítulo 1 _ EL PROYECTO

A. RESUMEN EJECUTIVO

B. PRESENTACIÓN DEL TRABAJO Y SU CONTEXTO - objetivos y resultados esperados - Estrategia metodológica

C. ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA PROPUESTA.

Capítulo 2 _ CONCEPTOS Y EJEMPLOS REFERENCIALES

A. ANTECEDENTES DE INTERVENCION. B. ÁREAS TESTIGO, Aproximación a los problemas - sobre dos contextos

de precariedad C. MARCO TEÓRICO-CONCEPTUAL

D. UNA NUEVA GRAMATICA DEL ESPACIO

Capítulo 3 _PROPUESTA GENERAL

A. MATRIZ GENERAL DE ANÁLISIS E INTERVENCIÓN B. ANÁLISIS DE PROPUESTAS REFERENCIALES (8 casos) C. MATRICES DE TIPOS Y ESCALAS DE INTERVENCIONES Y DE

INTENSIDAD; MATRIZ INTEGRADA Capítulo 4 _RECOMENDACIONES

Anexo _REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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“Cuando en su caída Alicia llegó al fondo del pozo vio varios caminos. Encontró un gato y le preguntó: ¿puedes decirme qué camino debo tomar? El gato respondió: eso depende de adónde debes llegar. Pero Alicia dijo: es que no sé a dónde quiero ir...”

Lewis Caroll

Alicia en el País de las Maravillas

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CAPITULO 1 –

EL PROYECTO

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A - Resumen Ejecutivo Espacio público de calidad para contextos de precariedad El título del presente trabajo “precariedad y espacio público de calidad”, responde a la interpretación dada por el Equipo a una la consigna planteada inicialmente en cuanto a efectuar una contribución “a las acciones participativas de mejoramiento del espacio público en contextos de precariedad urbana y de habitación”. Se parte del reconocimiento de la entidad y magnitud del problema, en la medida en que la sociedad uruguaya presenta graves déficits en materia de integración socio-habitacional y que además tiene enormes dificultades para encarar seriamente procesos de reversión de la condiciones de precariedad, pese a que viene resolviendo o mitigando otros problemas o déficits sociales. En función de haber establecido algunos de los datos fundamentales del problema, se llegó al convencimiento que los contextos de precariedad urbana y de habitación requieren respuestas innovadoras, transversales, integrales y creativas del Estado y de la sociedad. Respuestas que para ser implementadas requieren del conocimiento y de la experiencia. Que además requieren de continuidad de las actuaciones y progresividad en las mismas. Y que éstas respuestas requieren el planteo de espacios públicos integradores, inclusivos y de calidad. Reconociendo y destacando que los espacios para el habitar no se restringen a la vivienda y que este reconocimiento adquiere aún más validez en contextos de precariedad. Esta consigna responde a su vez a una de las iniciativas de la Facultad de Arquitectura, implementada en 2010 y 2011 el marco del Comité Académico de HABITAhABILIDAD (CA de Hh), inicialmente concebida para su posible articulación con el Plan de Integración Socio-Habitacional JUNTOS. En ese marco, el Proyecto constituye un enfoque o abordaje inicial, realizado a partir de la revisión crítica de la situación actual, en la dirección de elaborar una propuesta de metodología para abordar con eficacia el desafío de la concepción, el proyecto y la materialidad del espacio público de calidad en contextos de precariedad. La propuesta de intervención se desarrolló a partir del análisis crítico de la realidad y de los abordajes anteriores y actuales de la misma y la conceptualización de algunos aspectos claves, tales como la noción de precariedad, la idea de barrio, el debate sobre la participación social en la gestión del hábitat, los diferentes dispositivos de participación y su aplicabilidad a los contextos de precariedad, la noción de espacio público y de centralidad barrial y los diferentes modos, escalas y tipos de intervención. Se considera al territorio como sistema y al espacio público como sistema capaz de albergar actividades, ambos con sus diferentes escalas y niveles de complejidad. Estas categorías conceptuales fueron analizadas y discutidas en sí mismas y a la vez se testearon y verificaron en dos contextos tomados como “áreas testigo”: la Cuenca de Casavalle en Montevideo y la zona de Barros Blancos en Canelones. En esos ámbitos se reconocieron realidad, experiencias y lecciones aprendidas, sobre todo a partir de los fracasos de las intervenciones convencionales o “formales”. Por otra parte, se tomó en consideración el aporte teórico y las herramientas de intervención generadas por algunos autores y experiencias referenciales y se analizaron las mismas, tanto en contextos internacionales como nacionales.

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El objetivo fue reconocer y aplicar, sobre la base de la sistematización del conocimiento acumulado, aprendizajes valiosos que permitieran superar carencias conceptuales e instrumentales, atendiendo a las especificidades de las formas de vida y organización social de las comunidades involucradas, en particular a las funciones que no es posible desarrollar en las viviendas y que reclaman del espacio público, el equipamiento y la centralidad barrial, a la vez que planteando una mirada desde el reconocimiento de lo diverso. La propuesta de intervención se presenta en una estructura matricial básica que luego es desarrollada en matrices sucesivas e intersectadas de manera de calibrar los tipos, escalas, modalidades e intensidades de intervenciones posibles, retomando y aplicando las categorías conceptuales discutidas previamente. Finalmente, se presentan algunas recomendaciones, a modo de “check list”. En ese sentido, el trabajo consiste un abordaje metodológico que supone un punto de llegada que difiere del punto de partida, pero es un punto de llegada provisional, no final, en la medida en que por una parte sus conclusiones deben ser sometidas a crítica y validación y que por otra parte a partir del mismo se abren potencialmente nuevas líneas de indagación y propuesta. Se trata de afirmaciones, propuestas y conclusiones y recomendaciones iniciales, que requieren profundización y validación. Se asume que en esta materia, como en otras, es necesario aprender de los fracasos. En el Uruguay hay ya una experiencia importante en cuanto a iniciativas de intervención en este tipo de contextos, con resultados magros. Ello debe derivar en un aprendizaje superador. Es necesario también apoyarse en lo ya generado en forma previa como conocimiento y como propuesta: “somos enanos sobre hombros de gigantes”. El “Informe Final” es, en cierto modo, un capítulo inicial, un producto provisorio, perfectible y controvertible, un insumo para el debate y el análisis, que reclama una continuidad en la reflexión crítica, la indagación y la propuesta. Motivos por los cuales se considera que a partir de la entrega de este Informe Final será necesario valorar a nivel institucional la pertinencia y la posibilidad de instrumentar formas de continuidad de este esfuerzo, de manera de poder verificar, contrastar, ajustar y desarrollar la base conceptual y metodológica generada en una etapa posterior. Por último, cabe señalar la pertinencia y la urgencia de abordar estos temas. Ya se han aplicado múltiples recetas y fórmulas. Ya se han verificado demasiados fracasos y registrado magros éxitos. Cualquier intervención en el presente y cualquier decisión sobre el territorio implica involucrar varias generaciones hacia adelante. Este reconocimiento ratifica la necesidad de conocer mejor la realidad y a la vez indagar y profundizar en todo lo relacionado con los modos y tipos de intervención adecuados a estas realidades, de manera de no profundizar o consolidar los procesos de exclusión y por el contrario, comenzar a revertirlos.

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B - Breve resumen del trabajo y su contexto Advertencia Es de rigor plantear la naturaleza y razón del trabajo que se presenta. No se trata en rigor de una investigación, pero ni es el resultado de un trabajo de extensión, ni se trata de la elaboración de un ensayo, ni del informe de una consultoría. Se pretende ofrecer un panorama ordenado y sistematizado a nivel conceptual de una problemática que por conocida no resulta por ello menos desafiante. Y a la vez plantear una propuesta-estrategia de intervención que implique un aprendizaje a partir de la experiencia realizada en el país y en otros contextos latinoamericanos, reconociendo tanto los fracasos como las experiencias exitosas. El Equipo redactor asume que este informe contiene aspectos de cada uno de esos tipos de abordaje. El resultado del proyecto + Barrio, en nuestra visión, constituye finalmente un enfoque o abordaje inicial, realizado a partir de la revisión crítica de la situación actual, en la dirección de elaborar una propuesta de metodología para abordar con eficacia el desafío de la concepción, el proyecto y la materialidad del espacio público de calidad en contextos de precariedad. En ese sentido, el “Informe Final” es, en cierto modo, un capítulo inicial, un punto de partida que presenta un producto provisorio, perfectible y controvertible, un insumo para el debate y el análisis, que reclama una continuidad en la reflexión crítica, la indagación y la propuesta. Para llegar a este resultado, se transitó por un camino heterodoxo. Fue necesario intentar ver el problema desde un ángulo nuevo, al menos de los tipos de visiones usuales en el ámbito académico, pero a la vez sin las condicionantes y urgencias propias del hacer en el sector público o la práctica social No se ha pretendido transmitir certezas o proponer criterios cerrados, sino por el contrario, aportar a la tarea de abrir caminos y exponer problemas, a la vez que plantear posibles caminos alternativos para transitar en forma colectiva. La convocatoria inicial del CA de Hh solicitó la elaboración de propuestas en torno a los siguientes ejes temáticos: - la mejora del hábitat en su entorno barrial - la promoción de la integración social apoyada en las redes sociales existentes y/o a promover y desarrollar - la promoción de la solidaridad, aportando a la generación de la fuerza social necesaria para que los ciudadanos busquen y encuentren soluciones en lo que respecta a mejorar su calidad de vida: trabajo, salud, educación, vivienda, cultura, recreación, etc. En ese sentido se hacía inicialmente referencia a la posible implementación de un Plan Piloto de Centros Barriales y al mejoramiento barrial, planteando la participación de la Facultad de Arquitectura en la elaboración de propuestas de posibles actuaciones de mejoramiento sobre el espacio comunitario pasibles de ser abordadas con la participación directa de los pobladores; aportando elementos conceptuales a los procesos de construcción de ciudad y ciudadanía, especialmente a la generación y manejo del espacio público en contextos de precariedad.

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Como objetivo general del trabajo se propuso inicialmente el siguiente: Contribuir a las acciones de recalificación de ámbitos urbanos a través del espacio público abordando, desde el diseño y la gestión, algunos de los principales problemas específicos a resolver, colaborando en el desarrollo de un proceso integral sostenible y participativo de mejoramiento barrial. El propósito del enfoque conceptual del trabajo ha sido aportar a la generación de una base metodológica y de criterios generales de intervención aplicables en estos contextos. Consideramos que estas primeras visiones que se plantearon desde lo institucional no se correspondían estrictamente ni con las expectativas posteriores ni con las conductas de los actores involucrados directamente en el proceso, lo que se puso en evidencia una vez iniciado el trabajo y se comprobó en las entrevistas realizadas. Ello condujo a reformular algunos de los objetivos y de las estrategias metodológicas planteados y a rediseñar los productos esperables. Complementariamente, se propusieron los siguientes objetivos particulares: 1.- Elaborar propuestas de actuación de mejoramiento del espacio comunitario que incluyan criterios para el diseño de proyectos y procesos de realización apropiados a la implementación colectiva de los mismos. 2.- Contribuir al desarrollo de formación técnica en asesoramiento a procesos de mejora de ámbitos urbanos precarizados en contexto crítico. 3.- Colaborar en el desarrollo de capacidades de la población involucrada. 4.- Explorar la posibilidad de articulación académica de las acciones y potenciar el saldo pedagógico de las mismas, que posibiliten prácticas de extensión, investigación y enseñanza. En forma adicional, se señalaron los siguientes propósitos: Elaborar propuestas para el diseño, construcción y seguimiento de los espacios y procesos de producción, que tengan como centro la gestión del espacio público en contextos de precariedad socio-urbana. El producto final o resultado del Proyecto consiste en la sistematización de un conjunto de dispositivos metodológicos, resumidos en términos de recomendaciones, que contribuye a la definición de estrategias de intervención adecuadas en los contextos anteriormente descritos. Ello implicó abordar: 1.- La consideración de pautas operativas que colaboren en la orientación y diseño de intervenciones al menos en dos escalas principales de trabajo en ámbitos de precariedad urbano-habitacional: el espacio público en general en las áreas urbanas precarizadas, y el posible “centro barrial” en particular. 2.- Formulación de las acciones posibles que contemplen los objetivos planteados. 3.- Análisis y diseño de metodologías de trabajo y de desarrollo de proyectos e intervención en áreas precarizadas que podrán ser puestas a disposición de los actores sociales e institucionales involucrados para su implementación. 4.- Planteo de nuevas formas y categorías de espacios públicos, enriqueciendo sus contenidos programáticos.

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5.- En función de lo anterior, pautas para el diseño de sistemas y componentes operativos, para procesos que puedan ser abordados con criterios replicables y adaptables, reconociendo la diversidad de situaciones. 6.- Consideración de las pautas de participación social y de seguimiento de las experiencias. 7.- Propuesta de las acciones de valor y contenido académico que acompañen el proceso de tratamiento del tema, en coordinación con ámbitos de Facultad de Arquitectura y eventualmente involucrando otros servicios universitarios.

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Antecedentes, desarrollo de la propuesta y actividades cumplidas 1.- Antecedentes del trabajo La propuesta de trabajo se originó en la Facultad de Arquitectura en el marco de una convocatoria a presentación de proyectos a requerimiento e iniciativa del Comité Académico de HABITAhABILIDAD (CA de Hh) para desarrollar ciertos contenidos en acuerdo con el Plan de Integración Socio-Habitacional JUNTOS como parte de una contribución desde la Universidad de la República y la Facultad de Arquitectura al enfoque de esta temática. La iniciativa originalmente contempló la posibilidad de participación y apoyo de FUCVAM. De esta forma se procuraba producir un marco metodológico y operativo para desarrollar acciones integrales de mejoramiento barrial en contexto de precariedad con participación directa de los habitantes de los barrios en cuestión. No se pretendió generar o producir soluciones “originales” en cuanto inéditas sino originales en términos de respuestas innovadoras, apropiadas, flexibles y adaptables a las realidades que se procura intervenir. En forma complementaria, se propuso enfocar el trabajo hacia viabilizar la participación en las intervenciones de alguna modalidad de participación social que implique al trabajo voluntario, entre ellas de las organizaciones de cooperativas de ayuda mutua en el país (y eventualmente otras formas de participación de voluntarios) y la transferencia de capacidades a sectores de población de bajos ingresos y con débil cohesión que por lo general tiene escasa experiencia organizativa. El proyecto se ha propuesto elaborar y poner a disposición una propuesta metodológica y programática desarrollada y ajustada para cumplir con las siguientes intenciones: 1.- la promoción de la inclusión e integración social apoyada en las redes sociales existentes en el territorio y/o a promover y desarrollar; 2.- la promoción de la solidaridad, procurando ayudar a generar la fuerza social necesaria para que los beneficiarios de las acciones y los ciudadanos en general busquen y encuentren soluciones en lo que respecta a mejorar su calidad de vida. Los resultados del proyecto podrán repercutir en aportes a la formulación e implementación ya sea de un posible Plan Piloto de Centros Barriales, si se decidiera avanzar en esa dirección como de otras posibilidades de implementación similares, pero no se restringen a esa posibilidad ni se agotan en esa perspectiva y podrían ser retomadas en intervenciones de mejoramiento barrial en términos generales aplicables a diversos tipos de iniciativas y programas de intervención en contextos similares, ya se trate de iniciativas estatales o sociales. De esta manera se instrumenta una contribución de la Facultad de Arquitectura hacia la elaboración de propuestas y estrategias de actuaciones de mejoramiento sobre el espacio comunitario posibles de ser abordadas con la participación directa de los pobladores. Ello se concretó a través de la consideración de elementos conceptuales y operativos a los procesos de construcción de ciudad y construcción de ciudadanías, en especial a la generación y manejo del espacio público en contextos de precariedad. Se tomaron como referencia dos territorios concretos que operaron como “testigos” en términos de situaciones de precariedad en el espacio metropolitano. Estos territorios fueron definidos como tales a partir de un conocimiento previo de los mismos por parte de integrantes del equipo y de un conocimiento de las propuestas de intervención e intervenciones concretas en marcha en esos mismos ámbitos.

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Esos ámbitos son: el área de la Cuenca de Casavalle en Montevideo (municipio D) y la zona de Barros Blancos en Canelones (municipio de Cap. Juan A. Artigas). 2 .- Principales temas y problemas abordados El trabajo se focalizó en el análisis de ciertas problemáticas vinculadas con el espacio público en áreas urbanas precarizadas, así como en la consideración de iniciativas y acciones en curso relacionadas con estos problemas. El planteo general se apoyó en la necesidad de desarrollar actuaciones con posibilidad de replicabilidad y aplicación ampliada (cobertura nacional) para promover la inclusión social a través de la integralidad de propuestas socio-territoriales para responder en forma genérica a problemáticas de precariedad urbana y habitacional. Se tomó como punto de partida y como base de análisis, la experiencia de intervenciones ya ejecutadas, o en ejecución, considerando entre otros programas, instrumentos y dispositivos a los Planes de Mejoramiento Barrial (PIAI-MVOTMA), Programas de Desarrollo Local en zonas de precariedad (Intendencia de Canelones) y programas, proyectos e intervenciones en zonas de contexto crítico de Montevideo (Intendencia de Montevideo), experiencias todas localizadas en diferentes ámbitos pertenecientes a la región metropolitana. 3.- Bases metodológicas y etapas del trabajo El trabajo se enfocó a responder a lo requerido en las Bases del llamado dando respuesta a estos requerimientos en términos de la propuesta de una estrategia o modelo de intervención planteado a partir de un conjunto de insumos y elementos:

- la investigación teórico-conceptual y el análisis de experiencias comparadas - la sistematización de las experiencias y la valoración crítica de testimonios de

protagonistas y actores significativos - el reconocimiento y la valoración crítica de situaciones que cuentan con

intervenciones en curso - desarrollo de propuesta de criterios generales y de un modelo de intervención y sus

respectivas recomendaciones para las actuaciones a realizar. De esta manera se plantea una propuesta para abordar acciones dirigidas a recalificar el territorio –en especial los ámbitos urbanos o periurbanos en los que predomina la precariedad socio-urbana y habitacional- a través de intervenciones de mejora del espacio público, planteando desde la especificidad de la disciplina proyectual problemas específicos y, colaborando en el desarrollo de un proceso integral sostenible y participativo de mejoramiento barrial.

- Integral en la medida en que incluye diversas dimensiones no sólo físicas y ambientales sino también sociales, económicas y culturales

- Sostenible en la medida en que pueda mantenerse en el tiempo una vez concluida la intervención inicial y se desarrolle en forma incremental y continua

- Participativo en la medida en que se involucre a la población beneficiaria en todas las fases de la intervención.

Para ello, se ha procurado elaborar propuestas de actuación de mejoramiento del espacio público -en particular el comunitario- considerando y problematizando la cuestión del diseño de proyectos y procesos de realización apropiados para ser implementados a través de la acción colectiva, así como contribuir al desarrollo de formación técnica específica en asesoramiento a procesos urbanos en barrios y ámbitos de contexto social crítico. Complementariamente, se propuso realizar aportes al objetivo de desarrollo de capacidades de la población involucrada y se exploraron posibilidad de articulación académica de las acciones y el saldo pedagógico expresamente buscado (aprendizajes mediante propuestas

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de inserción en el ámbito universitario que posibiliten integrar prácticas de extensión, investigación y enseñanza), con posibilidad de aplicación en la Facultad de Arquitectura y en otros servicios universitarios. 4.- Estrategias y actividades desarrolladas Se partió de considerar las ya planteadas dos territorios o zonas de precariedad urbano-habitacional situadas en el territorio metropolitana tomadas como territorio testigo para retomar, realizar y verificar ideas y propuestas para luego plantear bases para la generación de intervenciones y proyectos inclusivos, cuya aplicación pueda ser generalizable. El trabajo se cumplió en las dos fases o etapas previstas. La primera se centró en el relevamiento de antecedentes y consulta a actores involucrados, así como en el análisis de requerimientos y expectativas, su formulación en términos programáticos y su presentación ordenada. La segunda etapa, se centró en la elaboración criterios metodológicos y propuestas de desarrollo a diferente nivel de los mismos, las que fueron estructuradas y presentadas en formato matricial. En la primera etapa se realizaron la mayor parte de las entrevistas y encuentros con referentes institucionales y de organizaciones sociales, a nivel general y local. En la segunda fase se contrastaron las propuestas con algunos de los referentes contactados en la primera fase, se desarrollaron con mayor detalle las mismas, se propusieron las recomendaciones y se elaboró el Informe Final. La matriz básica de análisis y propuesta y las que se derivan de la misma, constituyen una base conceptual y operativa inicial para un desarrollo metodológico que sin lugar a dudas requiere mayor afinamiento. El mismo contempla la posibilidad de presentar programas de intervención a través del diseño y mejoras en el espacio público, con un particular énfasis en la escala barrial y aplicado a contextos de precariedad. En una etapa posterior de desarrollo, de plantearse una continuidad de la línea de trabajo, esta forma de trabajo podría traducirse en acciones de Transferencia Tecnológica que contemplen, entre otras opciones complementarias, posibilidades de generación de empleo para la construcción, a través de la generación, entre otros, de componentes constructivos y componentes urbanos, para lo cual se podrá articular con los iniciativas como el Plan “Juntos” u otros programas e iniciativas análogas que involucren formas de participación o de aporte de trabajo de la propia población involucrada por ayuda mutua o esfuerzo propio o de trabajo voluntario, o a través de abrir la colaboración con instituciones públicas, gremiales y colectivos sociales como la propia FUCVAM y una potencial diversidad de organizaciones e instituciones barriales. Todo el proceso se procuró fuera acompañado con una mirada y un seguimiento planteado desde la disciplina de la antropología social, a partir de una perspectiva de intervención y de propuesta de criterios de diseño con sistematización académica. El relevamiento y procesamiento de investigaciones y trabajos previos por parte del equipo permitió efectuar una sistematización de las miradas y del punto de vista social y espacial con valor académico. Las experiencias institucionales en ámbitos de escala local (Intendencias, gobiernos locales, Centros Comunales Zonales, actualmente los Municipios), proporcionaron elementos para avanzar en la etapa de conceptualización y diseño de Espacios Públicos que procuren ser integradores y generadores de identidad local, con aporte de componentes programáticos y de participación: entre ellos ubicación, componentes, criterios de gestión, metodología de participación.

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La mirada desde lo social contempló el trabajo en diferentes fases desde procesamiento inicial de la información, la crítica a la misma y la etapa de desarrollo de propuestas, manteniéndose la posibilidad de una posterior etapa de análisis y debate, aplicación y difusión que prepare las posibilidades de actuación en función de la obtención de posibles instancias de aplicación de contarse con voluntades de continuidad y recursos. Tal como fue previsto en el diseño metodológico del proyecto, se tomó en consideración la realidad de dos ámbitos territoriales tomados como “áreas testigo” para el trabajo (ámbitos urbanos extensos metropolitanos con procesos de precarización, que cuentan con patrones de desarrollo y crecimiento territorial heterogéneo y disperso).

La propuesta de intervención se desarrolló a partir del análisis crítico y la conceptualización, y se presenta en una estructura matricial básica y luego desarrollada en matrices sucesivas e intersectadas de manera de calibrar los tipos, escalas, modalidades e intensidades de intervenciones posibles. Finalmente, se presentan recomendaciones, a modo de “check list”. A partir de la entrega de este Informe Final, se considera que será necesario valorar a nivel institucional la pertinencia y la posibilidad de instrumentar formas de continuidad de este esfuerzo, de manera de poder verificar, contrastar, ajustar y desarrollar la base conceptual y metodológica generada en una etapa posterior. TULO 2 _ CONCEPTOS Y EJEMPLOS REFERENCIALES

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CAPITULO 2 –

CONCEPTOS Y EJEMPLOS REFERENCIALES

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A - ANTECEDENTES DE INTERVENCION

Algunos apuntes en relación con la conceptualización y el debate sobre las áreas urbanas precarizadas. Aportes conceptuales recientes.

La definición conceptual y las formas de abordaje de las áreas urbanas precarizadas es tema de debate e investigación en América Latina y en el mundo. Llámense éstas con los términos de “ciudad informal” o bien de “asentamientos” (irregulares, ilegales, informales, etc.), tienen como rasgos comunes aspectos tales como déficits en infraestructuras, servicios y equipamientos, problemas ambientales, concentración de población en situación de pobreza y/o indigencia y fragmentación socio espacial. En el Uruguay en las últimas décadas se ha avanzado sustantivamente en la conceptualización y el diagnóstico, el reconocimiento y la caracterización de las áreas urbanas precarizadas. Diversos diagnósticos, estudios, investigaciones y proyectos, implementados tanto en el medio académico como en el sector público, han contribuido a construir un mejor conocimiento de estas realidades y han ayudado a una más adecuada comprensión de su génesis, su dinámica y su realidad estructural, así como a generar lineamientos para intervenir. Nos proponemos apoyarnos en esa plataforma ya existente y disponible, para avanzar. Características relevantes de los asentamientos informales y zonas de precariedad con claros déficits en materia de infraestructura y equipamiento, en especial en cuanto a espacio público y servicios: La informalidad urbana y la precariedad que implica, tienen como uno de sus rasgos constitutivos la irregularidad jurídica en el parcelamiento y en la apropiación del suelo y la producción de vivienda en forma precaria y sin servicios. El espacio público consecuentemente generado, con frecuencia resulta residual, no ha sido planificado y si existe lo hace sin la estructuración y diseño adecuados. Por lo general en estos barrios precarios no se conforman centralidades reconocibles, sino que se produce extensión de un tejido a veces abigarrado y a veces disperso con bajas densidades, haciendo altamente costosa o inviable la dotación de infraestructura y de servicios. El mercado informal de suelo genera precios diferenciales entre zonas de precariedad; las que posibilitan “consolidaciones” más o menos dotadas de servicios precarios, o las condenadas a la pauperización por integrar zonas no viables de desarrollo. Para el caso de nuestro medio, y en particular del ámbito metropolitano, esta dinámica posee características propias. Edgardo Martínez ha señalado que “La ciudad de Montevideo registra un fenómeno único en la región: la notable expansión territorial metropolitana que sin sustento en el crecimiento global de sus pobladores arroja, para cada uno de los últimos 4 decenios, un 8% promedial del área de corrimiento urbano en sus corredores metropolitanos y en base a una densidad media de ocupación algo menor a 18 habitantes por hectárea. (…) Pobladores en hábitat precario del centro metropolitano 24 %. Territorio con acondicionamiento precario en el centro metropolitano 33%” (Martínez, 2003). En el citado trabajo, se ejemplifica con datos contundentes, los costos de urbanización que fueron estimados en un 50 a 80% mayores para obras ex post.

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Se ha considerado los siguientes ítems de infra-estructura urbana: agua potable, saneamiento, energía eléctrica, alumbrado público, pavimentación vial y recolección y disposición de residuos sólidos urbanos. Estos componentes conforman las redes básicas para la definición de urbanización adecuada o precaria. A esta definición que abarca básicamente los aspectos físicos de infraestructura territorial, se agregan otros conceptos fundamentales para la valoración de precariedad socio-territorial; entre ellos los equipamientos y componentes programáticos que contemplen espacio público para actividades socioculturales y de inclusión social a nivel barrial o local, así como la caracterización de centralidades que permita optimizar las estructuras urbanas y calificarlas. A propósito de la cuestión de la urbanización extendida, Cecilio y Couriel advierten: “Como consecuencia de este proceso, resulta una urbanización -suburbanización- de muy baja densidad a la que es económicamente inviable dotar del equipamiento y servicios de infraestructura con un standard propiamente urbano. Agrava esta situación la escasa rentabilidad de parte del suelo rural que alienta la oferta de tierras en fraccionamientos de tipo residencial dispersos en el tejido” (Couriel y Cecilio, 2010). De esta forma se señala la necesidad de actuar en las zonas de extensiones urbanas precarias para limitar los crecimientos, y definir centralidades en proceso de consolidación en la que sea viable realizar propuestas de dotación de infraestructura y servicios, intentando dar una mirada conjunta que integre la dimensión organizacional y la socioeconómica, de manera de lograr un abordaje más integral de la problemática en estudio: “En este sentido, consideramos importante reconocer que cada espacio socio territorial plantea relaciones y configuraciones particulares, que para su interpretación, necesitan de un abordaje conjunto desde lo social y urbano. El análisis de la dimensión social intenta resaltar aquellas situaciones diferenciadas que, a partir de los resultados socioeconómicos y organizativos, requerirían de intervenciones particulares que atendieran a la precariedad social del tejido residencial” (Couriel y Cecilio, op. Cit.). Para lo cual se propone una tipología que analiza la relación entre el resultado del índice socioeconómico de los entornos y el entramado social de las zonas que definen como “Áreas de De Intervención” (ADI) procurando identificar aquellos Asentamientos Irregulares con un alto grado de consolidación y que además se localizan en identidades barriales con exclusión, calificándolos como “entramado social con tendencia a guetización” (Couriel y Cecilio, op cit.). Coincidiendo con la definición de las Áreas de De Intervención en el entorno de las zonas de precariedad propuestas por Cecilio y Couriel, en el presente trabajo se propone un abordaje sistematizado en diferentes escalas, en materia de diseño de programas y tipologías de espacio público tendiente a impactar las zonas de precariedad. Para ello se requiere contar una propuesta metodológica que abarque el abordaje inicial del área a intervenir, el diagnóstico participativo, la elaboración interdisciplinaria, la ejecución inter-institucional, la aprobación participativa, y la implementación de políticas de gestión y mantenimiento con apropiación de técnicas y modos de producción por parte de la población. La presencia del fenómeno de la informalidad y la precariedad tanto en áreas consolidadas como periféricas, hace necesaria la prevención, junto con las políticas de transformación o mitigación, según sea o no reversible los fenómenos patológicos urbanos. La lógica del mercado ha sido la determinante, pero las omisiones desde el Estado, o en algunos casos actuaciones perversas, han agudizado situaciones que hoy parecen irreversibles, grandes “zonas pauperizadas” (Cecilio, Miguel 2000).

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Por lo tanto, la acción del Estado, pero planificada, sistemática e integral, con transversalidad de políticas y coordinaciones inter-institucionales es imprescindible. La realidad de Montevideo y el entorno metropolitano se caracteriza por procesos de fragmentación territorial y segregación socio-espacial, que acentúan los fenómenos de “insularización social” de los sectores más pobres, así como también de “gentrificación” de los sectores con mayor poder económico (llamados por algunos autores “ghettos de oro”). El Estado que ha tratado de intervenir en las últimas décadas para revertir estos procesos, desde diversos programas, no se ha ocupado del problema en forma eficaz; si bien se identifican esfuerzos a partir de los últimos años en políticas sociales compensatorias, que tienden a mitigar las consecuencias del problema, éstas no parecen revertir la situación de fondo. Debe advertirse asimismo que el proceso de crecimiento económico sostenido que registra actualmente el país, que registra incrementos significativos del producto en forma ininterrumpida desde el segundo semestre de 2004, no ha redundado en cambios significativos en esta realidad. La mejora de diversos índices como la tasa de ocupación, el empleo, la afiliación a la seguridad social, la recaudación impositiva, etc., dan cuenta de una mejora sustantiva de las condiciones de base para revertir las condiciones de precariedad y de pobreza, y de exclusión. Por otra parte, la significativa disminución de algunos índices sociales como los de pobreza e indigencia, la mortalidad infantil y la desnutrición, resultan alentadores. No obstante ello, la fuerte inercia de los procesos de exclusión social y segregación social y territorial impide que se reviertan con los mismos tiempos estos procesos y sus expresiones en el espacio. Desde hace ya tiempo se están ideando y ensayando estrategias y modos de intervención para revertir esa realidad, pero se han revelado como acotados e insuficientes. Desde lo público, la informalidad socio-urbana tiene actualmente como principal cobertura el Programa de Integración de Asentamientos Irregulares (PIAI), un programa de infraestructuras y equipamiento social que, por su diseño y sus “criterios de elegibilidad”, no abarca todo el universo de Asentamientos Irregulares, ni siquiera a la mayoría de los mismos. En el primer formato del Programa —iniciado en el año 2000, con un componente de Mejoramiento de Barrios y otro de Prevención, que se implementó con algunos ajustes—, se incluyeron intervenciones en mejoramiento de viviendas. En su segunda etapa a partir de 2009, el PIAI incorporó aspectos para superar su carácter de política “focalizada” a través del fortalecimiento del componente referido a la Prevención, mediante intervenciones urbanas en áreas consolidadas de la ciudad con el objetivo de retener población en las mismas1. Por otra parte, en los últimos años se produjo un cambio positivo en el diseño e implementación del componente de intervención en los Asentamientos Irregulares. Esto se hizo a través de la selección de áreas de intervención, que en la nueva versión superan la focalización en el asentamiento mediante la propuesta de elaboración de planes zonales en áreas precarizadas más amplias, y que orientan la acción del programa con el objetivo de generar impactos sobre el entorno inmediato al asentamiento. No obstante, hace ya tiempo está claro que solamente con la implementación de un programa como el PIAI no se va a contemplar el universo total de los asentamientos

1 El hecho de que este programa haya sido financiado por el BID determinó que muchos de sus criterios y formatos de programas análogos de “mejora de barrios” aplicados en diversos países de América Latina también hayan sido incluidos también en el caso de Uruguay, entre los que se cuentan los ya referidos “criterios de elegibilidad” para los proyectos.

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irregulares y áreas precarizadas de Montevideo y el territorio metropolitano, así como tampoco las existentes en el resto del país. Este reconocimiento está en la base del origen del Plan “Juntos”. Por ese motivo se han venido desarrollando otro tipo de enfoques y estrategias que procuran contemplar tanto este fenómeno en toda su complejidad como específicamente aquellos aspectos que no han sido tratados adecuadamente en los programas implementados hasta el momento. Es de destacar que existen intentos significativos de abordar estas problemáticas de un modo integral y sistémico. Al respecto, es de destacar que en el Documento de Avance de la Revisión del Plan Montevideo se dedica un capítulo especial a las modalidades y criterios de intervención para abordar estos problemas2. En el mismo se señala un concepto que recogemos y que resulta fundamental para superar las limitaciones y los errores de enfoques anteriores: “para abordar los problemas de la informalidad y la precariedad urbana, se vuelve necesario la implementación de políticas de desarrollo y no políticas compensatorias. Éstas deberán concebirse dentro del marco de un conjunto de acciones del Estado para regular, intervenir y propender a la equidad social y al desarrollo pleno del ejercicio de los derechos sociales de todos los ciudadanos.” (Intendencia de Montevideo, 2010) Y a continuación en el mismo texto se describen los principales “lineamientos de actuación” para esta realidad que expresan el aprendizaje realizado y la voluntad de superar las limitaciones detectadas en las formas de intervención previamente verificadas, cuyo enunciado es elocuente: “Se entiende necesario abordar esta cuestión al menos en dos escalas de intervención: la primera de ellas es la escala mayor, metropolitana, en la cual se manifiesta el problema en forma sistémica, principalmente a lo largo de los grandes corredores metropolitanos; en segundo lugar, la escala de actuación intermedia, subdepartamental, propia de un Plan Parcial, en la que se permitirá establecer las relaciones y vínculos de las áreas precarizadas con el conjunto de la estructura urbana en el ámbito zonal. Las intervenciones tendrán un criterio integrador en la producción de bienes y servicios y del consumo colectivo. La informalidad, la precariedad y la segregación social, por sus multicausalidades, solo serán superadas en el mediano y largo plazo. La actuación en las áreas urbanas precarizadas se realizará sobre la base de acciones planificadas, progresivas y estructurantes y sobre la articulación de relaciones estratégicas y coordinadas entre diferentes organismos públicos con competencia en la materia, y atenderá tanto a las situaciones de precariedad concentrada como de precariedad difusa.” Más adelante se señala: “El abordaje deberá ser sostenido en el tiempo —y no necesariamente de impacto— a través de actuaciones progresivas, integrales y continuas, y se deberán aplicar sistemas de evaluación y monitoreo de los resultados. Los instrumentos de ordenación comprenderán áreas extensas, que incluyan tejidos formales e informales, y desarrollen en ellas infraestructuras, equipamientos y servicios comunes a los mismos. Se incluirá la unidad de intervención “asentamiento precario” considerado en sí mismo, incluyendo en la misma las áreas formales adyacentes, interviniendo en el conjunto con acciones de fortalecimiento de centralidades, equipamientos y espacios públicos, con particular énfasis en la calidad de los espacios e infraestructuras a incorporar.” (Intendencia de Montevideo, op. cit.).

2 Intendencia de Montevideo: Documento de Avance, Revisión del Plan Montevideo, publicado en febrero 2010.

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Lo extenso de las citas se justifica por cuanto es la primera vez que en un documento oficial la Intendencia de Montevideo relativo a instrumentos de ordenamiento territorial se propone integrar explícita y orgánicamente criterios de intervención para las áreas urbanas precarizadas a la planificación y el ordenamiento urbano y territorial. Esta visión desde lo institucional ha seguido desarrollándose y en documentos más recientes se hace referencia a categorías conceptuales similares. En efecto, en el documento de Avance de las Directrices Departamentales de Ordenamiento Territorial de la Intendencia de Montevideo, más de un año y medio después (setiembre de 2011) se retoman algunas preocupaciones, lo cual subraya la continuidad de un intento de abordaje de estos problemas: “Los sectores de ingresos bajos tienden a localizarse en áreas periféricas de la ciudad. ‘Las periferias críticas representan para los ciudadanos un escenario de debilitamiento de sus estructuras de oportunidades; en particular las educativas y laborales.’ Estas “se caracterizan por la concentración de población homogéneamente pobre, que enfrenta su cotidianeidad con carencias de servicios y acondicionamientos urbanos -transporte colectivo, saneamiento, alumbrado público, caminería, espacios de recreación- y débiles equipamientos sociales” (Cecilio, 2007). Los procesos de segregación socio-territorial y precarización del hábitat La segregación socio-territorial (que implica a la vez segmentación social y fragmentación territorial) determina la producción de localizaciones con homogeneidad social interna y escasa interacción social entre ellas, a la vez que caracterizadas por fuertes asimetrías en sus calidades urbanas, dotaciones de equipamientos e infraestructuras y déficits en la calificación y uso del espacio público. Esto se refleja en las soluciones habitacionales a que acceden en forma diferenciada y en las posibilidades de accesibilidad de sus habitantes a los recursos de la ciudad y el territorio. En la ciudad de Montevideo, este proceso se muestra en la tendencia a la localización de los sectores de mayores ingresos en la costa este, los sectores de menores ingresos en las periferias oeste, norte y noreste así como en algunos ámbitos centrales tugurizado mientras que los sectores medios y medios bajos se encuentran en prácticamente todas las zonas urbanas de forma fragmentada, aunque esta presencia se verá cada vez más “especializada”.

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A su vez, los procesos de expansión urbana ayudaron a la precarización del hábitat en amplias áreas urbanas, tanto en las denominadas por algunos “periferias críticas” como en las propias áreas centrales que sufren procesos de deterioro, pérdida de funciones, vaciamiento poblacional o tugurización. Esta precarización del hábitat se evidencia en un hábitat, en déficit de equipamientos y en dificultades de acceso a servicios e infraestructuras básicas, déficits entre los que se cuenta la calidad del espacio público, asociada muchas veces con ocupación de áreas de riesgo, coexistencia de usos incompatibles con la vivienda. Asimismo, este proceso también ha presionado hacia una generalización de la informalidad y el debilitamiento y alteración de los vínculos entre la población y las instituciones. La retracción y las dificultades en el uso y apropiación del espacio público y su degradación y escasa calificación ha coadyuvado hacia una precarización general del espacio urbano. Expansión urbana La tendencia a la expansión de las áreas urbanas gracias a la presión sobre los suelos rurales plantea algunos problemas, en la medida en que implica una progresiva sustitución de los usos rurales del suelo por usos urbanos (entre ellos los residenciales, logísticos, e industriales). Ello configura una amenaza para las actividades rurales. Al mismo tiempo, obliga a la extensión de las infraestructuras y los servicios. Este último proceso, promueve un encarecimiento considerable de las infraestructuras y los servicios y presiona al alza el precio del suelo urbano. La expansión del suelo urbano asociada con las bajas densidades y al escaso o nulo crecimiento demográfico determina un mayor consumo de suelo global y por habitante, de energía y saturación de la capacidad de carga de los territorios que se expresa en procesos territoriales cuya insustentabilidad se hace cada día más evidente. En este sentido, son aplicables a la realidad nacional y en particular metropolitana los conceptos planteados por Salvador Rueda (Rueda, S 1997).

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Interfase urbano rural y corredores metropolitanos Se debe considerar y atender en especial, la localización de las áreas precarizadas en relación con las frágiles interfases urbano-rurales, y en algunos espacios de interfase y riesgo ambiental (como los márgenes de arroyos y cañadas), que registran procesos “vivos” en términos de expansión, así como en las dinámicas y especificidades de los principales corredores metropolitanos, cuyas dinámicas de crecimiento y expansión y particularidades han sido descritas y estudiadas en diversos resultados de trabajos académicos y de consultoría. Las dos áreas-testigo seleccionadas en este trabajo guardan relación con estos procesos metropolitanos y muestran la complejidad y diversidad de situaciones que coexisten en amplios territorios caracterizados por la precariedad.

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Algunos hitos recientes en la evolución del tipo de intervenciones en el espacio público en relación con las áreas precarizadas Realizando un repaso de las modalidades de intervención públicas en las dos últimas décadas, se evidencia que éstas casi no consideraron el espacio público integrador como componente fundamental de las mismas. En particular, al analizar las políticas habitacionales de las últimas décadas en el Uruguay, se puede constatar el fracaso de programas que no han tenido en cuenta el rol protagónico que debe tener el espacio público acondicionado para favorecer políticas de inclusión social. En los años 90 del siglo pasado, los llamados conjuntos de Núcleos Básicos Evolutivos han dejado constancia de ésta situación: la implantación urbana de estos conjuntos ha sido predominantemente en terrenos de las periferias no consolidadas, generando costos de infraestructura desmesurados ya que no estaban insertos en el tejido urbano, pero además, sin la posibilidad de generar espacios adecuados para ser acondicionados con equipamientos, ni mucho menos ser pasibles de transformarse en centralidades barriales o locales.

Las regularizaciones solo consideraban el enclave y no la integralidad para la inclusión El primer período de Regularizaciones de Asentamientos Irregulares, tuvo también la carencia de no considerar la necesidad de articular la precariedad del asentamiento considerado como enclave, con la formalidad de la trama existente. Se realizaba una regularización que prioritaria o simplemente atendía la situación dominial, la dotación de infraestructura básica y algún equipamiento básico, pero no tenía componentes que obligaran al ejecutor a incorporar en el proyecto un diseño urbano articulador. Se perpetuaba de esta forma la marginación física y social, con algunas mejoras, pero sin proporcionar uno de los principales aspectos que hoy se valoran, la accesibilidad a las redes físicas, sociales, laborales y de posibilidades en general, que los sectores excluidos necesitan. Los Planes de Mejoramiento Barrial incorporaron la necesidad de integralidad de programas para la inclusión con algunas disposiciones y requerimientos, aunque aún insuficientes. A partir del período 2005 – 2009, se reconsideró éste problema. Se permitió a las administraciones municipales que exploraran la necesidad de insertar las Regularizaciones en Planes Zonales, así denominados por ejemplo por la Intendencia de Canelones.

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En los primeros casos experimentados, se logró agrupar pequeños asentamientos dispersos, fundamentalmente en ámbitos metropolitanos periféricos de Canelones, en programas de intervención más complejos. Ya no se trató solamente de regularizaciones de un enclave aislado, sino intervenciones con infraestructura y equipamientos que atendían una zona con precariedad. En ella se daba la particularidad de haber asentamientos irregulares, pero además áreas formales del punto de vista dominial, pero con las mismas carencias del punto de vista socio-territorial. Se pudo entonces articular áreas como la zona de km 28 de Barros Blancos, agrupando cuatro pequeños asentamientos (Villa Holandesa, 6 de Setiembre, Dionisio Díaz y Los Palitos) con una intervención que los dotó de una red urbana de accesibilidad a los servicios y una mejora general de los espacios públicos muy precarios, con algunas dotaciones básicas a escala de barrio: policlínica y salón comunal. Otros casos en territorios metropolitanos de Canelones fueron regularizados con la misma concepción del espacio público (son los casos, entre otros, de asentamientos en Paso Carrasco, Santa Teresita y Aeroparque). En todos los casos eran asentamientos considerados aislados por la concepción anterior, en los cuales se reformuló los proyectos de regularización, transformándolos en micro-centralidades barriales, anteriormente inexistentes y tampoco consideradas en el tipo de regularización elemental que se acostumbraba. La valoración de los resultados obtenidos en este proceso, desencadenó además la posibilidad de realizar intervenciones integrales de transformación de periferia precaria, a través de dos “muestras” que fueron seleccionadas por el PIAI en función de los fundamentos que se realizaron desde las Intendencias de Montevideo y Canelones: Pando Norte y Cerro Norte. En ambos casos, las administraciones comunales coincidieron en intentar proyectos integrales de abordaje de la precariedad en el sentido más amplio. Sobre el final del período citado, se logró la aprobación de estos Planes, en función de un largo proceso de evaluación que obtuvo la aprobación a partir de la fuerte fundamentación llevada adelante por ambas Intendencias, ante el PIAI. Las propuestas tuvieron en común la búsqueda de integralidad de las intervenciones, abarcando el mejoramiento urbano y habitacional, y la generación de servicios e infra-estructuras que permiten la rehabilitación del espacio público. En la transición de gobierno 2009 – 2011, se concretó una modificación de la tipología de intervención en asentamientos, incorporando la modalidad que hoy se llama Planes de Mejoramiento Barrial. Esta modalidad contempla la integralidad reivindicada fundamentalmente desde los responsables de aplicar políticas urbanas para las zonas de precariedad que se desarrolla a a partir del convencimiento de que no es suficiente con la dotación de servicios, lo que llevó a impulsar el tipo de enfoque conceptual-programático que entre otras cosas, considera la revalorización del espacio público a través de los componentes programáticos generadores de posibilidades de inclusión social. Los Planes de Mejoramiento Barrial, actualmente instrumentados tienen la perspectiva de profundizar propuestas integrales que incorporen prospectiva y consideración de planes sectoriales junto al abordaje de las temáticas básicas de mejoramiento. Así se ha comenzado a transitar por un camino de proyectos de mejoramiento del espacio público inserto en planes zonales, regularizaciones, o acciones nacionales, departamentales y municipales combinadas que apunten hacia el futuro a la generalización de Planes en las zonas que tengan viabilidad del punto de vista urbano.

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Por último, se agrega el Plan de Integración Socio-Habitacional JUNTOS, cuya implementación es muy reciente, que plantea una diversidad de estrategias y modos de intervención, a la vez que no ha documentado ni difundido ampliamente las mismas, por lo que resulta aún prematura su valoración.

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B - Aproximación contextual a los problemas: sobre dos contextos de precariedad:

Áreas – testigo definidas: justificación y caracterización En las dos últimas décadas se ensayan en el país diversas líneas y estrategias de actuación desde el sector público que procuraban enfrentar y revertir las situaciones de pobreza y exclusión y su expresión en la precariedad socio-habitacional.

Estas situaciones se expresan no sólo en los llamados “asentamientos” irregulares y en la ciudad informal sino también en extensas áreas del tejido formal de las ciudades, precarizado, con preferencia en áreas de residencia de sectores populares intermedias y periféricas pero también en áreas centrales, como es el caso de Montevideo. Tales líneas y estrategias respondieron a su vez a diversos paradigmas teórico-conceptuales en materia de políticas públicas y en particular de políticas sociales, a diversas concepciones políticas e ideológicas y a su expresión en formas de intervención en el contexto urbano y territorial. Las mismas dieron como resultado avances parciales pero no lograron revertir el proceso. En muchos casos las políticas públicas y en particular los programas de vivienda impulsados desde el sector, pese a sus loables intenciones, reforzaron las tendencias a la periferización de la localización de los sectores populares e indirectamente al crecimiento de las áreas precarizadas (Schelotto et al, 2008).

Simultáneamente, el ámbito académico se preocupó por esta cuestión, procurando describir y caracterizar la problemática referida a la vez que dar cuenta de las causales de generación y desarrollo incremental de la misma. Estas descripciones e interpretaciones siendo de valor aún resultan insuficientes, no sólo para dar cuenta de los problemas

Se advierte la necesidad de actualización y sistematizar el conocimiento relativo a los contextos de precariedad. En ese sentido, una primera operación fue tomar algunos datos significativos de la realidad actual.

Como forma de testear y verificar la realidad del espacio públicos en contextos urbanos de precariedad se procedió a identificar dos situaciones claramente encuadradas en este tipo de problemáticas y reconocer en ellas algunos de los principales problemas que las afectan. Se eligió considerar dos territoriales periféricos, ambos pertenecientes a la Región Metropolitana y en particular el Área Metropolitana inmediata, pero que a su vez cuentan con características estructurales y morfológicas disímiles: uno de ellos está situado en el departamento de Montevideo y el otro en el de Canelones. Ambos ámbitos poseen una dimensión significativa como piezas estructurales a escala territorial, con una débil urbanidad y alta problematicidad y que registran déficits variados de urbanidad, dotación de servicios e infraestructuras, entre los cuales se cuenta el de dotación, equipamiento y calificación de espacio público. Ambos incluyen diversidad de partes o “barrios” con fuerte heterogeneidad desde el punto de vista de su génesis histórica, morfología, calidad ambiental, condición de formalidad, etc.

La elección del área de la Cuenca de Casavalle y la zona de Barros Blancos como áreas testigo con características que responden a los tipos de problemas abordar responde a una valoración inicial de los contextos de precariedad. Se trata de dos territorios de diferentes características, desde el punto de vista genético, morfológico y espacial, uno inserto en el borde de las áreas “formales” de Montevideo el otro en la periferia cercana a la capital pero dependiente del gobierno de Canelones.

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Ambos territorios comparten ciertas condiciones en cuanto se encuentran insertos en áreas de alta precariedad, si bien cuentan con imaginarios proyectuales e intervenciones desde la planificación bien diferentes. En una mirada a la estructura de la ciudad de Montevideo es posible identificar varios de los fenómenos que son los mismos que en términos teórico-conceptuales definen a la ciudad difusa. Analizando este lugar desde la óptica de Salvador Rueda en su ponencia sobre ciudad difusa – ciudad compacta (Rueda, 1997), el consumo de suelo, el consumo de materiales y energías y la tendencia a la desestructura metropolitana son fenómenos que en las últimas décadas se han producido de manera continua en la ciudad contemporánea. Este reconocimiento lleva a la pregunta de cómo pensar Montevideo desde esta mirada, ¿cómo una ciudad de crecimiento ilimitado, dependiente en sus servicios del centralidades históricas o como una ciudad que va conformando una estructura policéntrica?

Área de la Cuenca de Casavalle – pertenece al territorio del municipio D, departamento de Montevideo.

La denominada “Cuenca de Casavalle” está conformada por un conjunto heterogéneo de barrios constituidos por tejidos formales e informales, conjuntos habitacionales de promoción pública de diversa antigüedad y áreas vacantes. Se trata de un lugar altamente conflictivo en el que se manifiestan algunas de las problemáticas urbanas, ambientales y sociales más agudas de Montevideo y del país. Es frecuentemente tomada como ejemplo de área con fuerte presencia y preeminencia de situaciones de precariedad socio-territorial y urbano-habitacional, pauperización y exclusión social.

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Existe un acumulado de conocimiento sobre el área: éste se encuentra en diversos estudios anteriores sobre el ámbito, en los que se reconoce el significativo papel que le ha cabido a la inversión pública en vivienda y en general a los programas impulsados por el sector público en la conformación actual del territorio. Actualmente se está desarrollando por parte de la Intendencia de Montevideo en conjunto con otros actores una iniciativa de planificar en forma concertada la mejora del área en intervenir en la misma de forma eficaz para comenzar a revertir los problemas existentes, cosa que intervenciones anteriores no han logrado sino que más bien han profundizado .

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Área de Barros Blancos – pertenece al municipio de Juan A. Artigas, departamento de Canelones.

El área de Barros Blancos también es un ámbito complejo: está conformada por un conjunto heterogéneo de barrios, urbanizaciones, fraccionamientos y asentamientos, alternados con áreas rurales, estructurado sobre el eje de la ruta nº 8, dispuesto entre el límite departamental entre Canelones y Montevideo (Arroyo Toledo) y la periferia oeste de la ciudad de Pando.

Se trata de un área de mayor dispersión territorial que la anterior, que también expresa mayores niveles de heterogeneidad interna. Constituye un ejemplo de ámbito territorial disperso en el cual la precariedad socio-territorial está en su máxima expresión.

A su vez, desde el punto de vista de su configuración espacial, constituye un caso ejemplar de patrón de ocupación y uso del territorio definido como “heterogeneidad discontinua”, propio del territorio metropolitano.

Barros Blancos se encuadra dentro del “modelo territorial” de la Región Metropolitana de Montevideo de “heterogeneidad discontinua”, esto es la yuxtaposición de piezas de ciudad compacta y de ciudad difusa, de áreas de medias y de bajas densidades, alternadas con zonas rurales con diversas caracterizaciones y usos. Situación común y compartida con otros territorios metropolitanos.” (Schelotto, 2008). La zona de Barros Blancos forma parte de esta estructura policéntrica metropolitana, mientras que a su vez Casavalle está inserto más claramente en una estructura urbana (la de la ciudad de Montevideo, centro urbano metropolitano) en donde el centro de la ciudad se deprime y vacía mientras las periferias crecen.

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“ESPACIO PÚBLICO-IMAGEN URBANA. Carácter periférico-suburbano sin veredas, con cordón-cuneta, arbolado público, con pasajes-puentes para viviendas. Calles con pavimento de balasto, sin sistema de saneamiento público, escaso alumbrado y equipamiento rudimentario. Transporte colectivo por ruta. Hábitat precario, con espacio rural circundante mayoritariamente abandonado” (descripción del espacio público en el área de ruta 8 – Barros Blancos: Libro Blanco del Área Metropolitana, 2007).

Tabla comparativa de las áreas testigo: intensidades de uso de suelo_ condiciones del territorio Intensidades/condiciones Casavalle Barros Blancos Inserción Estructura urbana MVD Corredor ruta 8 morfogénesis Crecimiento periférico Metropolización Conectividad- vínculos Bulevar Aparicio Saravia,

Av. Instrucciones, Cno. Mendoza, Av. San Martìn

Ruta 8, Rutas 101 y 102

Forma urbana mancha homogénea con vacíos importantes

discontinua - estructura en espina de pescado

Densidad de ocupación media con sectores densos

baja

Centralidades de rango local y barriales de rango local, microbarriales

Calidad infraestructura baja, con procesos en desarrollo (saneamiento, etc.)

baja, prácticamente inexistente

Calidad equipamiento baja baja Calidad espacio público baja – existen proyectos baja Institucionalidad débil institucionalidad,

procesos incipientes ( Consejo de Casavalle)

la que aporta la Intendencia y el Gobierno Municipal del área

Proyecto de territorio existe grado de desarrollo de proyecto e imaginario local en construcción

no existe proyecto, está en proceso de gestación.

Inclusión/integración social débil, fuerte fragmentación débil, fuerte fragmentación En los tejidos de la Cuenca de Casavalle, el análisis de la relación del lleno sobre el vacío muestra a un territorio con un modo de ocupación propio del lugar, relativamente compacto, ámbito situado en tierras elevadas con altas posibilidades paisajísticas pero que actualmente posee muy malas calidades espaciales.

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Entre otros aspectos, se detecta de inmediato la necesidad de recuperar, física y perceptivamente la calle como lugar prioritario ya que ése es el principal dinamizador de la interacción cotidiana que se visualiza en el lugar. El borde oeste del área delimitado por el arroyo Miguelete presenta también oportunidades de intervención y de mixtura al afectar el limite formal / informal, pero sobre todo por la oportunidad de incluir al área de Casavalle dentro de un sistema de espacios verdes de escala metropolitana. La relación lleno / vacío de Barros Blancos es inversa a la de Casavalle: aquí la relación de vacíos sobre el lleno presenta un territorio altamente disgregado y muy fragmentado espacialmente, dependiente de la linealidad de la ruta 8, conectándose y expandiendo a modo de ciudad lineal y conectando piezas a la misma con forma de espina de pescado.

Es de destacar la relación de ambas zonas con los bordes y límites naturales, siendo éstos altamente significativos. Así como el área de Casavalle es bordeada por el arroyo Miguelete, Barros Blancos presenta un área de oportunidad espacial en su contigüidad con el arroyo Toledo, que es a su vez límite interdepartamental. Su condición de límite político-administrativo no debería ser tomada como frontera sino como un ámbito de oportunidad a ser gestionado en forma concertada3.

Mientras Casavalle cuenta con un sistema de espacios públicos degradado, donde es visible rastrear la acción discontinuada del estado planificador en el correr de muchos años y diversas iniciativas registradas, intentado infructuosamente vitalizar el área, Barros Blancos por el contrario no cuenta con espacios públicos formales reconocidos por el poblador local y recién a partir de la generación del Centro Cívico “Salvador Allende” la zona está en proceso de apropiación de ese espacio como espacio público de referencia común. Esto fue claramente planteado en la entrevista al Alcalde de Barros Blancos.

En este caso en particular, la elección de la localización del Centro Cívico se efectuó por una oportunidad difícil de dejar de lado, pero que no contempló la existencia del centro preexistente y reconocido área de de Barros Blancos, lo que hace que el proceso de apropiación como espacio público sea aún, más prolongado y se genere una cierta interrogante sobre la evolución a futuro del proceso.

Se valoraron las posibilidades de situar en el Centro Cívico Salvador Allende políticas transversales, implantar programas novedosos y efectuar un monitoreo territorial de la periferia metropolitana exterior a Montevideo.

En el marco del proceso de intervención y calificación urbana en el área de Barros Blancos, actualmente en su fase inicial, se espera que permita generar afirmaciones de centralidad, estructuración y densificación de puntos neurálgicos del área en cuestión, así como caracterización del espacio público significativo, dotaciones complejas de equipamientos y realización de intervenciones-tipo de espacio público en ámbitos de contexto crítico.

3 Cabe señalar algunas iniciativas en ese sentido que se encuentran en proceso en el ámbito del Proyecto Cuenca del Arroyo Carrasco, involucrando ambas Intendencias Departamentales y los ocho municipios de la Cuenca.

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C _ MARCO TEORICO-CONCEPTUAL Exclusión e inclusión social y pobreza

Tales consideraciones llevan a la necesidad de entornar el concepto de exclusión social en tanto realidad a enfrentar y su correlato, la inclusión, en tanto aspiración a alcanzar. De acuerdo con la CEPAL, “(...) la exclusión social es un proceso que surge a partir de un debilitamiento progresivo o un quiebre duradero de los lazos que unen a los sujetos con la sociedad a la que pertenecen, de tal modo, que se establece una división entre los que están dentro y quienes están fuera de ella. Por lo tanto, la exclusión aluda a procesos a través de los cuales algunas personas no sólo poseen menos, sino que son crecientemente incapaces de acceso a los diferentes ámbitos de la vida social.”(...) “No es por tanto, solamente un problema de desigualdad y pobreza, sino un fenómeno basado en la desintegración social: las sociedades contemporáneas son crecientemente incapaces de integrar a todos sus miembros, particularmente en el sistema económico y en los beneficios públicos y básicos, pero también en las instituciones y organizaciones formales y en las diversas redes de interacción social. La exclusión puede, por lo tanto, ser entendida como un síntoma de desintegración y una amenaza contra la cohesión social.” (Duarth Daniel, 2006). Acerca de la idea de Barrio Complementariamente, se requiere aproximarse desde diversas miradas a una definición de “Barrio”. En el Barrio, el espacio público se presenta como un espacio de encuentro, un espacio en donde las comunicaciones sociales se hacen posibles, se las vive cara a cara; que trae aparejado reglas acordadas de convivencia, que cuenta con códigos comunes que las hacen posible. La historia y el contexto actual en el cual se dan las relaciones comunitarias posibilitaran mayor control social. En la comunidad barrial el individuo no es anónimo y ésta es una fortaleza a la hora de proponer o planificar la intervención en el espacio público, en la cual debe intervenir la población local, ya que quienes los diseñen o planifiquen esos espacios públicos posiblemente no sean los usuarios de los mismos. Por ello es imperioso el involucramiento de quienes posteriormente tendrán el derecho de gozar de un espacio público bien diseñado pero a la vez bien conservado, como unos de sus derechos ciudadanos. Es necesario también incorporar al análisis del espacio urbano la perspectiva que aporta la percepción espacial, que tiene un rol importante en la formación de la imagen mental del medio real, situación que en definitiva influye en el comportamiento que cada individuo (y el colectivo) desarrolla sobre el espacio en el que vive.

En efecto, “la singularidad del hombre radica en su particular forma de percibir la realidad y que ello condiciona su comportamiento espacial". De esta manera, el espacio no es valorado desde una perspectiva objetiva sino en función de su valor subjetivo aprehendido personal e individualmente, alterado por el elemento social. En definitiva, un espacio vivido” (Capel, 1983).

El espacio público en su entorno barrial

De acuerdo con una definición clásica de Henri Lefèbvre, el barrio se consolida y se organiza por las fuerzas sociales que modelan y orientan la ciudad y su desarrollo. Tal vez por eso mismo los barrios resisten en el tiempo, aún cuando las relaciones cara a cara se han deteriorado a causa del mismo crecimiento urbano o de los problemas que la sociedad

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le impone (Lefèbvre, 1976). Sin lugar a dudas Lefèbvre habla de los barrios tradicionales de las ciudades tradicionales, aunque estos conceptos son aún vigentes y aplicables a las ciudades actuales:

“Sin barrios, igual que sin calles, puede haber aglomeración, tejido urbano, megalópolis; pero no hay ciudad. El espacio y el tiempo social dejan de ser orgánicos y organizados.”

Por su parte, y desde otra óptica disciplinar, Gravano plantea que el concepto de Barrio surge por la necesidad de: “denotar la situación de diferenciación y desigualdad dentro de la ciudad (...) y la necesidad de connotar determinados valores e ideales, que hacen a la convivencia y a la calidad de vida urbana en comunidad”. (Gravano, 2003).

Cada barrio, tiene su historia, proceso de formación, que lo hace único; diferente. Quienes lo habitan generan con sus comunicaciones sociales barriales identidades propias, así como sentidos de pertenencia. Aquellos barrios en el que por sus características espaciales, el contacto cara a cara es más intenso ya sea por sus espacios públicos compartidos, por las características de sus construcciones posiblemente encuentren puntos de contacto más intensos que les potencializara una identidad local mayor (“yo soy de…”).

En la ciudad de Montevideo existen multiplicidad de barrios con fuerte identidad local; entre ellos, El Cerro, Colón, La Teja, y muchos más, en donde la comunidad, desde sus experiencias cotidianas construye sus propios mecanismos de control local: “en el barrio nos conocemos todos”. Ámbitos en donde existen reglas de cómo habitar y moverse en el espacio que son propias de ese barrio.

El barrio es también el “Territorio donde se pone en escena y se celebran las fiestas, se dramatizan los rituales cotidianos. Quienes no comparten ese territorio, ni lo habitan, ni tienen por lo tanto los mismos objetos y símbolos, los mismos rituales y costumbres, son otros, los diferentes. Los que tienen otro escenario y una obra distinta que representan” (García Canclini, 1992).

Acerca de la participación comunitaria en las intervenciones sobre espacios públicos. El espacio público en tanto espacio integrador.

En términos generales, se considera a la participación como un conjunto de mecanismos importantes para la toma de decisiones en cuanto a las intervenciones en el espacio público y el empoderamiento de los mismos por parte de la comunidad. En función de ello, se debe partir de un análisis o diagnóstico previo que dé cuenta de las formas de participación que es posible identificar en el territorio que será objetivo de determinada política pública o intervención específica. Si bien la participación ciudadana está frecuentemente asociada con la participación política, la implicancia institucional de la intervención en los espacios públicos requiere la diferenciación de la participación social.

Si se profundiza en este análisis, es posible saber que con frecuencia a la gente le interesa participar cuando una cierta actividad tiene sentido en su vida, esto es cuando existen espacios e iniciativas de acuerdo a sus preocupaciones e intereses.

Es en este lugar en el que la dimensión individual de las personas tiene una expresión positiva al expresarse cada quien como sujeto.

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Las personas no se incorporarán en cualquier tipo de oferta o alternativa de participación sino en aquella que adviertan como valiosa para sus intereses y sus expectativas.

Es necesario señalar que al pensar la participación de los ciudadanos en la gestión de los servicios públicos, ya sea como beneficiarios o en los diseños de intervenciones, se piensa al mismo tiempo también en la modernización del Estado y de la gestión pública.

En definitiva, “La participación ciudadana es aquella que efectivamente permite a las personas conquistar ciertas cuotas de poder y alcanzar mayores grados de autonomía, en una palabra, lograr empoderamiento”. Un concepto que cuenta con cierto consenso teórico. (Serrano, C. 1998).

Por otra parte, es necesario asimismo advertir acerca de la ambigüedad de algunos discursos que propugnan la participación: “La participación de las personas en las decisiones de cómo se actúa en el territorio brinda una mirada distinta a la planificación. Se supera el ámbito técnico y se genera un nivel de conocimiento de la comuna, sus necesidades e historia, que permite abordar más eficientemente la solución de problemas. En la participación actual la mayoría de la veces las autoridades definen los tiempos, los espacios y los temas en que participa la gente”. (Serrano C.;1998)

Es necesario identificar previamente en el área de actuación y sobre los objetivos concretos qué (canales) posibilidades y hábitos de participación, tienen los habitantes es un comienzo con mayores posibilidades de transitar por un camino que permita la mayor fluidez tanto en la acción concreta como en el resultado posterior luego de la intervención en el espacio público.

Se considera especialmente necesario definir e identificar en qué momento –o momentos- la participación tiene su lugar en el proceso de diseño y planificación; en este aspecto hay que poner especial atención en la medida en que las diferentes perspectivas de intervención, limitarán o traerán implícitas las formas de participación, espacios habilitados institucionalmente y momentos.

Si la intervención es de tipo dirigida, definida por diagnóstico previo por un equipo técnico de profesionales y por tomadores de decisión políticos, habilitará una participación donde el beneficio que se obtiene es el bien que le otorga el programa o el plan; por lo tanto el empoderamiento y la identificación con ese espacio público puede encontrarse seriamente comprometida con su correspondiente incidencia conservación y mantenimiento posterior en el tiempo.

Si la intervención es de tipo participativa, en la que el beneficiario participa en las etapas de diagnóstico y definición de necesidades en conjunto con un equipo de profesionales y funcionarios estatales, esta participación tiende a fortalecer el capital social, las redes y las posibilidades de acceder a nuevos fondos para invertir posteriormente en los espacios públicos, seleccionados por la comunidad para su posterior intervención.

“La intervención social desde una perspectiva situada debe dar cuenta de los aspectos de las vidas de las personas, de las relaciones, discursos y prácticas sociales que es necesario transformar” (Montenegro, 2001).

Desde esta perspectiva se propone dejar de pensar en los ya clásicos términos de interventor/a – intervenido/a (beneficiario) sino pensar en múltiples relaciones de sujetos, la definición de aquello “digno de transformación se da en las alianzas, negociaciones, posiciones contrarias, etc. de diferentes agentes sociales tales como equipos de intervención, personas afectadas, asociaciones con intereses en juego, insumo instituciones” de esta forma el colectivo asume la responsabilidad de las elecciones realizadas, que son parte de un momento histórico y contextual concreto.

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Un ejemplo de este tipo de intervención fue la estrategia llevada adelante por productores rurales de la Cuenca del Arroyo Carrasco4, territorio en donde grandes extensiones de tierra pública se encontraban en situación de abandono productivo desde aproximadamente 40 años, habiéndose transformado de uso público en lugares para actividades informales o ilegales como extracción de leña, desguazadero de autos etc. En ese lugar, la comunidad participando en organizaciones sociales, articulando con las Intendencias y autoridades locales, definió realizar intervenciones de tipo productivo dado que el contexto tenía una alta percepción de inseguridad por los hurtos y por el momento histórico en el que se encontraba (posibilidades de inversión a partir de proyectos de cooperación Internacional u otras fuentes de financiamiento).

Con un carácter más general, en aquellos procesos denominados de presupuestos participativos en los que se define la intervención en espacios públicos, sería deseable contar desde los inicios del proceso de elección e identificación por parte de la comunidad, con el apoyo y asesoramiento de funcionarios y profesionales municipales y planificadores, así como las organizaciones de la sociedad civil referentes de la zona o el barrio. Esta intervención posterior permitirá generar espacios mejor diseñados y planificados y mejor construidos, con mayores posibilidades de empoderamiento, inclusivos y a la vez atractivos para despertar nuevas inversiones y mejoras locales.

Sobre los espacios de la participación social Los actores sociales, en algunos casos referentes locales, crean mecanismos que les permite adoptar estrategias y formas organizativas diversas para potenciar sus modalidades de participación social, en la búsqueda de satisfacer necesidades eventuales o permanentes, asociadas tanto a las de primer orden como a las de segundo nivel. Esto nos habla de la manera en que la sociedad civil, a través de sus distintas formas organizativas, toma ciertas decisiones.

De esta manera, surgen iniciativas tales como organizaciones de vecinos o comisiones barriales, para formar una policlínica comunitaria, una comisión de fomento, una biblioteca, un merendero; todas asociaciones civiles sin fines de lucro. Su acción surge a partir de lograr identificar necesidades colectivas a nivel local, de diverso tipo ya sea en salud, alimentación u otras.

La vida cotidiana expresada en un espacio común, de representaciones y prácticas cotidianas conforman las identidades o un espacio identitario. Espacio en donde sus pobladores se miran, saludan, dialogan, vivencian conflictos y buscan soluciones, se visitan; comparten problemas y necesidades.

Es el mundo de la relación cara a cara, que constituye vínculos de solidaridad; aquí se vive y genera lazos de proximidad e interdependencia social que es el fundamento natural de la organización. Aquí se proponen y llevan a cabo acciones colectivas que intentan mejorar las condiciones y calidad de vida, es un lugar para la sociabilidad, donde el individuo trasciende el rol cotidiano del ser persona y encuentra un espacio en el cual cobra relevancia la función que cumple. Permite a las organizaciones comunitarias identificar sus necesidades, carencias y potencialidades; fomentar las prácticas de manera colectiva, construir la organización y buscar alternativas para impulsar soluciones en forma parcial o total.

La participación es entendida como específica, porque se desencadena en torno a cuestiones concretas, inmediatas, de la cotidianeidad, aquellas que afectan a valores a los que se otorga una posición elevada en la jerarquía ética.

4 Proyecto Cuenca del Arroyo Carrasco- Intendencias de Montevideo y Canelones, Programa

Uruguay Integra, UE-OPP.

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El debilitamiento de la red social impide conocer con quién se cuenta, de quién recibir ayuda, con quiénes es posible juntarse para resolver un problema común. Al decir de Dornell (2005), la “red es un modo espontáneo de organización pero también se nos presenta como una forma de evitar la organización y lo instituido; es la posibilidad de gestar consistencia donde la organización fija y estereotipada ceda su dominio a procesos de creatividad e invención”.

La posibilidad de acceso a la red informática, y la transformación del espacio público que notoriamente trae consigo la masificación del acceso a internet, el uso de teléfonos móviles o celulares, transforma los hábitos de comunicación, pasando a ser casi instantáneos, posibilita hablar de la conformación de organizaciones sociopolíticas en forma virtual. Estas se pueden conformar a través de la interacción continua y participativa de los miembros por afinidad de los grupos de interés creados, generando vínculos y redes múltiples. Se puede lograr, además, que dirigentes logren escuchar reclamos de la sociedad y se busquen soluciones en conjunto, sin necesidad de encuentros físicos; ya que estos dirigentes sociales o políticos forman parte activa de esta red.

La red se comporta como un espacio de sociabilidad en donde el individuo puede albergar diferentes tipos de identidades, generando la posibilidad de formar parte de diferentes grupos de interés; logrando así uno de los ingredientes fundamentales para que la participación se de: el acceso a la información. En este caso, el dispositivo se comporta de forma similar a las asociaciones sin fines de lucro del tercer sector, en donde la participación es voluntaria y a su vez es un canal alternativo. Ahora bien, en las redes sociales se puede observar grupos con importante número de seguidores, y vinculados con las causas más diversas pero el sentido de pertenencia e identidad a ellos es efímero; de hecho no hay prácticamente ningún compromiso o requisito para la pertenencia a ellos. Lo relevante de estos grupos es que pueden lograr generar fuertes movimientos sociales organizados en torno a una demanda concreta, o grandes convocatorias. Se transforma la red en un espacio virtual donde el individuo participa seleccionando la información y tomando la decisión de en que quiere participar, en qué momento y con qué finalidad.

En aquellos procesos denominados de presupuestos participativos, en los que se define la intervención en espacios públicos, sería deseable contar desde los inicios del proceso de elección e identificación por parte de la comunidad, con el apoyo y asesoramiento de funcionarios y profesionales municipales planificadores, así como las organizaciones de la sociedad civil referentes de la zona o el barrio. Esta intervención posterior permitirá generar espacios mejor planificados, mejor diseñados y construidos, con posibilidades de empoderamiento, inclusivos y atractivos para despertar incluso nuevas inversiones locales.

De las entrevistas realizadas, se pueden identificar espacios de validación para la participación ciudadana y social, que dan cuenta de un amplio abanico donde las posibilidades de incidencia así como los objetivos son muy variados.

Influyen entre otros elementos a la variedad de dispositivos observados:

- el contexto económico y político.

- la densidad demográfica,

- la historia de su poblamiento asociándolas a los programas estatales que transforman la construcción social del territorio.

- origen de la población asociado a la procedencia rural o urbana.

Estos elementos que hacen a la historia de ese territorio como continente, adquieren vida por parte de quienes lo habitan en el día a día, quienes lo usan, quienes le dan sentido a esos lugares y se los apropian generando sentido de pertenencia a esos espacios territoriales en su construcción social.

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El alcance de los dispositivos ofrecidos por el sector público se asocian a un sector de la población más restringido, a aquellos que tienen conocimiento de los programas y oportunidades para participar, asociados habitualmente al clientelismo político, generando formas con determinadas dinámicas, que expulsan al individuo a participar en esos dispositivos de construcción ciudadana. Bajo esta distinción, del otro lado de la forma queda un porcentaje alto de pobladores que se insertan voluntariamente en otros dispositivos generados, algunos en base a demandas sociales tendientes a satisfacer necesidades de primer orden y otras que podrían ser vistas inicialmente como secundarias: religión, deporte, estética, arte, danza entre otros.

La forma de habitar el espacio público, su uso en la vida cotidiana y el empoderamiento del mismo es modificado y transformado cobrando una fuerte identidad las diferentes tribus asociadas de manera diversa a la participación social, sin referencia de la lógica pública; se trata de espacios en donde los individuos encuentran un lugar de intercambio, de sociabilidad y de satisfacción de necesidades dirigidas al “ser persona”. Con el uso cotidiano le dan sentido al lugar, y de esta manera viven el espacio y la diversidad de relaciones que generan conduce a que las diversas formas de organización puedan llegar a incidir en el destino de los espacios, generando de esta manera un vínculo o un diálogo negociador con las instituciones.

En tiempos de lo que se ha denominado “época del descrédito” en las políticas de gobierno en diversos sectores sociales, principalmente la población más joven, estos procesos llevan a que los canales ofrecidos desde las instituciones para participar no sean atractivos, generándose espacios alternativos.

El observar la dinámica en los dispositivos de participación posibilita reconocer resistencias al cambio de uso de los espacios públicos, ya sea por procurar establecer y planificar para ese espacio un destino de uso diferente al que tiene para el poblador local, o por que en una nueva ocupación del territorio para destino habitacional ese espacio público no es tenido en cuenta. Esta resistencia puede ser observada tanto como portadora de conflicto actual, como de dificultades instaladas latentes para el mantenimiento posterior de ese espacio.

Los espacios de participación detectados como referentes en las entrevistas realizadas son principalmente aquellos asociados a las escuelas públicas y programas sociales desarrollados por ONGs en convenio con el Estado. Se ha detectado que estos dispositivos son los que tienen mayor poder de convocatoria, dada la inserción y referencia local y que se trata de espacios en los que los individuos encuentran posibilidades de incidencia local.

Sobre la participación aplicada para la generación y el mantenimiento, conservación y empoderamiento del espacio público

Existe una dilatada experiencia en cuanto a la mejora, generación y mantenimiento de ámbitos urbanos, particularmente de espacios públicos. Básicamente las formas y momentos de participación se expresan en dos grandes orientaciones:

1- Apuntar hacia el empoderamiento y el incremento del capital social de la ciudadanía y, a la vez, y

2- Fortalecer lo que Kymlicka (en Serrano, 1998) denomina la “ciudadanía activa”, aquella que se plantea como “un ejercicio de derechos, pero también de deberes y responsabilidades de las personas frente al Estado”.

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Cada una de ellas requerirá de una exploración teórica y metodológica y de un análisis empírico de viabilidad y de ajuste.

− Extender la participación más allá de la sola ejecución de programas incorporando aspectos de diseño, de evaluación y control (posterior a la ejecución de la obra, sino incorporar la etapa anterior y posterior). Generar memoria barrial de las intervenciones en los espacios públicos, referentes locales (Serrano, C. 1998)

− Alimentar el vínculo con la comunidad de las instituciones educativas referentes en la zona.

− Coordinar que al “engancharse” en determinado programa, las personas conozcan y en lo posible utilicen otros programas públicos pertinentes. La toma de decisión en cuanto a intervención en los espacios públicos barriales, puede ir conectado a otros programas ya existentes utilizando ese espacio de participación como célula para otros.

− En este proceso de fortalecer la participación es necesario que cada actor sea un interlocutor válido para el otro, o sea credibilidad y confianza no sólo en las instituciones públicas, y entre éstas, sino también dentro de la población o del barrio.

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Acerca de los diferentes tipos de dispositivos de participación A los efectos del presente trabajo se entiende como dispositivos de participación, en un sentido amplio y abarcativo, a todos aquellos elementos, conjuntos de elementos, organizaciones o mecanismos que permiten o facilitan la participación social, sean éstos institucionalizados o no. En consecuencia, es posible reconocer diferentes clases de dispositivos: Dispositivos de participación públicos: A nivel nacional/departamental, instancias de puesta de manifiesto de instrumentos, consultas y audiencias públicas. A nivel municipal y local, instancias instituidas de participación: Cabildos y Consejos Vecinales.

Otros dispositivos: Centro Cívico (en el caso de Canelones). Incluye una gran diversidad de programas estatales.

Instituciones educativas: Escuelas, Liceos, otros centros educativos. Centros de Salud. Dispositivos de participación público-privados: Programas de organizaciones de la Sociedad Civil, en convenio con Intendencias, Municipios u otros organismos públicos: entre ellos, centros CAIF, centros juveniles, clubes de niños, policlínicas comunitarias, organizaciones y clubes deportivos, organizaciones culturales, artísticas y religiosas. Dispositivos de participación del tercer sector, con figura jurídica, sin convenios o programas con organismos estatales: Estos dispositivos pueden contar con financiación propia o externa. Organizaciones religiosas, comisiones vecinales y de fomento, clubes deportivos: (jugando un rol preponderante dentro de ellos los Clubes de Baby Fútbol, que con frecuencia se apropian de terrenos libres en zonas periféricas), cooperativas de vivienda. Dispositivos de participación, sin figura jurídica: Templos Iglesias y Centros de religión diversos. (Este espacio es interesante poder observar el interés creciente en los últimos años de incidir en los problemas ambientales y zonales en sus territorios de influencia). Espacios impulsores en talleres de diversas formas de expresión artística y artesanal, bibliotecas barriales. Estos espacios destinados a biblioteca son generadoras de vínculos e intercambios en las dinámicas barriales que posibilitan canalizar otras necesidades. Otros tipos de espacios y dispositivos de participación con diverso grado de formalidad: radios comunitarias, periódicos locales, clubes de canje, ferias vecinales.

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D - UNA NUEVA GRAMATICA DEL ESPACIO / el espacio virtual y los espacios de la percepción

Aproximación conceptual a la definición de un espacio público de calidad para las áreas precarias.

La percepción del espacio público como espacio de inclusión

Por definición, asumimos al espacio público como el espacio de relación. Algunas miradas desarrolladas en las últimas décadas de siglo XX plantean que el espacio público ha adquirido una significación y un rol político no sólo como conformador morfológico de las ciudades, sino también como constructor de ciudadanía: en esa visión, el espacio público pasa a ser, no sólo un estructurador del ámbito físico urbano, sino que es también un factor constructor de urbanidad, entendida ésta como conjunto de relaciones sociales en el espacio urbano propias del mismo.

En ese sentido, se ha dicho que “(…) el espacio público ve desmedida su propia condición de tal, en tanto es concebido y reconocido como propiedad privada de un poder político centralizado. El espacio público es sólo la labor de la sociedad urbana sobre sí misma y no existe –no puede existir– como un proscenio vacío a la espera de que algo o alguien lo llene. No es un lugar donde en cualquier momento pueda acontecer algo, puesto que ese lugar se da sólo en tanto ese algo acontece y sólo en el momento mismo en que acontece. Ese lugar no es un lugar, sino un tener lugar” (Delgado, 2007).

Pero cuando el espacio vivido es parte de la experiencia del espacio público, la percepción pasa a ser un elemento importante en la formalización del mismo, no solo en su carácter físico, sino que también en cómo se decide o define el espacio como tal.

El término percepción tiene un significado amplio que incluye tanto la percepción propiamente tal, como también el sentimiento de pertenencia y la valorización del espacio.

La experiencia de vivir el espacio sólo se da cuando se lo recorre; la percepción individual del usuario le proporciona esa impronta única e identitaria que hace de ese espacio un espacio de intercambio y de relación; que a su vez es cambiante dependiendo de las actividades que el recorrido proponga y de las vivencias personales de quien lo recorre.

El enfoque de las cartografías mentales, disciplina proveniente de la geografía nos plantea que “…la importancia que reviste para el análisis del espacio urbano, incorporar la perspectiva que aporta la Percepción Espacial, la que tiene un rol decisivo en la formación de una imagen mental del medio real, imagen que, en definitiva, influye directamente sobre el comportamiento espacial de cada individuo.” (Espinoza, J - s/d)

El espacio no es valorado entonces desde una perspectiva “objetiva” sino en función de su valor subjetivo aprehendido personal e individualmente, alterado por el elemento social. En definitiva, un espacio vivido (Capel, 1973).

En áreas de precariedad, con frecuencia el relacionamiento entre los habitantes se potencia por la necesidad de generación de redes, por la necesidad de cubrir necesidades básicas o por la dinámica y modalidad de ocupación de los predios.

En estos casos, el espacio público es conformado a su vez por una red de sub-espacios, algunos de ellos planificados (que podemos llamar de carácter hegemónico formal) y otros que se dan espontáneamente por ocupación o usos de la población, ya sea por la presencia de un vacío urbano, de una calle de poco uso, de un conector de uso diario que potencia el relacionamiento, etc., a los que podemos llamar espacios subalternos o apropiados.

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Identificar, potenciar, contener o eliminar parte de esa red en beneficio de un todo es parte de una tarea que no solo es física si no que es fuertemente perceptiva. El reconocimiento, por ejemplo, del “trillo” provocado por el ir y venir de habitantes de un barrio que une un punto considerado nodo con otro, puede ser parte de la identificación de esos espacios públicos que conforma la red espacial frecuentemente no vista por la mirada formal pero fuertemente identificada en el ámbito local.

La incorporación del tratamiento desde la planificación de los espacios subjetivos parece ser un camino posible para integrar en esas actuaciones los espacios ya reconocidos y apropiados, e incorporarlos a los nuevos espacios propuestos desde lo objetivo o formal.

El espacio público que se debería considerar y proponer debe ser concebido no sólo sobre el espacio abierto de la ciudad, sino que contemplando el espacio público en su más amplia acepción deberá contener una serie de signos y contenidos que hacen al espacio vivido por el habitante-ciudadano y que adquiere dimensión de representación simbólica y política.

Las intervenciones planteadas desde el Estado en los últimos tiempos sobre el espacio público en áreas de precariedad no han logrado -en la mayoría de sus casos- proponer espacios inclusivos y por lo general conservan aquellas características hegemónicas reiterando pautas de intervención en las cuales la falta de pertenencia sentida desde los habitantes han dado por consecuencia una inmediata degradación espacial.

Jürgen Habermas, conceptualiza el espacio público ya no como el ámbito de acción solamente, sino también como el ámbito de representación. En su visión, el espacio público tiene una función bien definida: es el lugar (organizaciones, formas de asociación, redes de discusión, etc.) en el cual la sociedad civil, a través de la libre deliberación, puede tomar conciencia de sus propias necesidades y se contrapone al Estado (Habermas, 2002).

Para poder lograr esto, el espacio público debe tener voluntad física para ofrecer y también vocación espacial para generar la posibilidad de que las redes sociales se apropien del mismo. Si se logra esa apropiación por el colectivo, es muy probable que se asegure el éxito de la apropiación del individuo. Siguiendo a Messner, Lechner plantea como un nuevo mecanismo el de las redes, que permiten la coordinación horizontal: “Se trata de una coordinación entre distintos actores interesados en un mismo asunto con el fin de negociar y acordar una solución, de formular y llevar a cabo decisiones colectivas en torno a determinado tema compartido. Cada actor defiende sus intereses propios a la vez que colabora en decidir una solución compartida. Hay dependencia recíproca entre los participantes en ella. Ninguno tiene por sí solo todos los recursos necesarios para resolver el problema y depende por tanto de la cooperación de los demás” (Lechner, 1997).

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El espacio virtual como espacio público y la inclusión digital Apuntes sobre el espacio público virtual En las sociedades contemporáneas esta condición del espacio público como espacio de relación ha sufrido grandes cambios en las últimas décadas, ha mutado no solo formalmente sino que también ha conformando nuevas relaciones espacio-individuo y espacio–sociedad; también estos cambios resultan en que se los valores de centralidad se han privatizado, virtualizado o se han trasladado en muchos casos de sus centros históricos reposicionando nuevos baricentros en la trama urbana. En la actualidad éste es un conflicto en relación al espacio público, en tanto ha sido subvertido: el espacio público pasa a comportarse como privado y el privado como público. Esa ambición del espacio público en ser privado y del espacio privado en ser público es una constante de los nuevos territorios globales y condiciona el relacionamiento físico-social del habitante del siglo XXI. (este fenómeno esta ejemplificado en los centros comerciales o en los espacio públicos gestionados por privados o la misma Internet que entra en nuestro espacio privado siendo altamente pública, los espacios hot spot, etc.). “los mercados, calles y plazas, espacios abiertos que propiciaban el encuentro entre extraños y la construcción de multitudes heterogéneas, se está pasando paulatinamente a la reclusión, segregación y establecimiento de lugares destinados al consumo de mercancías y servicios en ámbitos artificialmente homogeneizados como los shopping centers y condominios.” (Lins Ribeiro, 2002) De alguna manera esta “subversión espacial” ha transformado el territorio hasta tal punto que muchas veces el espacio relacionador no está ni siquiera en el territorio inmediato sino que está en un “territorio intangible”. Las experiencias de ciudades digitales o territorios conectados se han desarrollado de diferentes maneras y con diferentes objetivos, por ejemplo la “milla digital” de Zaragoza(5) o las llamadas “ciudades digitales” (Amsterdam o Kioto), con desarrollos que permiten la participación generalizada de los habitantes de una región en las decisiones de una comuna o un municipio, favoreciendo entonces la participación ciudadana de manera inclusiva mediante el uso de las TICs. La experiencia de “territorios digitales” en Colombia (6) es otro ejemplo de cómo el espacio virtual puede ser entendido como un espacio de relación inclusivo. Existen otros ejemplos más parciales como el sistema de Bibliored de la ciudad de Barcelona (España) que tiene como objetivo el relacionamiento de edificios culturales, el espacio público de escala barrial y el espacio virtual relacionador de las diferentes bibliotecas y que a su vez, contribuye a construir una sociedad digital que fomente de manera activa las relaciones sociales .

5 “Milla Digital es una actuación que aprovechará los espacios el desarrollo urbanístico para configurar una Ciudad de la Innovación y el Conocimiento, en la que convivirán las viviendas, las empresas y los equipamientos bajo una orientación común volcada en las actividades intensivas en conocimiento, un urbanismo de gran calidad y unas infraestructuras avanzadas de telecomunicaciones de las que se beneficiarán tanto los vecinos residentes como los negocios radicados en la Milla”. http://www.milladigital.org/espanol/01_quees.php 6 http://www.territoriosdigitalesune.com.co

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“La fragmentación del tejido urbano, sobre todo en las metrópolis, la esencia máxima de la experiencia urbana, no podría quedar inmune a los trabajos de la compresión del tiempo-espacio” (Harvey, 1989), En el Uruguay, a partir de la generalización del uso de internet y de los planes educativos y de inclusión a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, por ejemplo el Plan Ceibal, el espacio virtual es un área de oportunidad y constructor de relacionamientos. El claro que el desarrollo del Plan Ceibal y su extensión a la educación secundaria ha ampliado las capacidades de conexión en la población y ha generado un ámbito de oportunidad para el desarrollo de vínculos y relacionamientos que toman al espacio virtual como escena. El espacio público virtual: innovaciones y potencialidades Lo anterior lleva a considerar la importancia del cambio cultural que se ha producido como consecuencia del uso generalizado de internet y su impacto tanto en la vida cotidiana y en el trabajo como en el espacio urbano. Se ha dicho que la aparición de este tipo de espacios constituye “…un acontecimiento histórico tan importante cuanto la revolución industrial del siglo XVIII, induciendo un patrón de discontinuidad en la base material de la economía, sociedad y cultura” (Castells 1996:30). El impacto que el espacio público virtual ha provocado en la manera de relacionamiento social en los últimos años era insospechado (entre otros ejemplos recientes a nivel internacional, se pueden citar la llamada “primavera árabe” de 2011 es altamente significativa, donde una sociedad se movilizo a partir del llamamiento desde las redes sociales, o el movimiento de los “indignados” en España convocado también desde las redes sociales). “El ciberespacio público representa un desafío para todas las nociones de espacio-público-real porque estas están ancladas en relaciones entre territorio, una determinada población y las normas que orientan estas relaciones. Para decirlo de otra manera, el espacio-público-virtual, por ser “hueco”, es un desafío para la geografía y sus fronteras reales, problematizando, de inmediato, relaciones de jurisdicción existentes entre localidades y supralocalidades“ (Lins Ribeiro, 2002) Algunas oportunidades significativas se generan a partir de las innovaciones actuales en el sistema educativo, particularmente a partir de la implantación del Plan Ceibal en las escuelas y su posterior extensión a la educación secundaria. Según datos del ANEP, hay distribuida en el país y sólo por el Plan Ceibal cerca de 370.000 laptops en escolares pertenecientes fundamentalmente a la escuela pública. Una parte significativa de estos niños son habitantes de áreas precarizadas. El espacio “hueco” que Lins Ribeiro señala es el espacio de oportunidad que nos brinda el ciberespacio para que el plan ceibal llene de contenido multiplicando el fenómeno de inserción digital no solo al niño portador de la XO, sino que también a la familia ampliada. Pero el poder inclusivo de esta herramienta se minimiza si no se cuenta con el espacio fuera del currículum para intervenir, o sea y dicho de otra manera, la inserción digital debe acompañarse por el acondicionamiento de los espacios extra-escuela, el espacio público formal que le de soporte al espacio público virtual. Los espacios inmediatos de las escuelas son altamente relevantes en cuanto a esta realidad. Los límites físicos entre la enseñanza formal y el currículum oculto, la construcción de territorios digitales, los generalización de los hot spot, son el soporte a desarrollar como oportunidad para que áreas precarizadas se integren a las áreas formales por medio del

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conocimiento, por medio del estrechamiento de la brecha digital y por medio de la participación ciudadana generadora de la construcción de ciudadanía inclusiva. Finalmente, no se debe olvidar que “la brecha digital es resiliente, porque la sofisticación tecnológica continua elevándose”7, constatación que obliga a estar permanentemente atentos a los cambios tecnológicos y a sus implicaciones sociales. El caso de Uruguay: escuela, TICs e inclusión digital Una reciente investigación realizada en el marco de la Facultad de Arquitectura por parte del Mag. Arq. Pedro Barrán y colaboradores arroja luz sobre estos fenómenos y advierte sobre su desarrollo en el Uruguay8. “Con la capacidad de las XO (y algunos celulares) de sacar fotos, grabar videos y crear música, y los software de edición disponibles de forma gratuita, se accede a que los niños produzcan e intercambien contenidos a través de sitios web, entre otros blogger (bitácoras), Flickr (fotos) o YouTube (videos). Es de destacar, por lo que pueda generar en la cultura arquitectónica, el software gratuito SketchUp, que permite dibujar en 3 dimensiones, y colocar esos modelos en Google Earth. Probablemente los niños no lo estén usando aún, pero quizás lo hagan en un futuro.”

Barrán señala que “gracias a la proliferación de los celulares y las laptops podemos estar interactuando con otros más lejanos, pero igualmente conectados. Creemos que un gran ejemplo son las plazas públicas que se han equipado con wifi. Todos hemos visto aglomeraciones de escolares en ellas, o en las puertas de las escuelas, equipados con sus laptops XO”. A su vez, se debe reconocer que en el Uruguay, el uso generalizado de teléfonos celulares por parte de toda la población y en particular por quienes integran los sectores más pobres y postergados, así como el especial uso que los grupos más jóvenes hacen de estos dispositivos, constituye un aporte fundamental para que las percepciones y los usos de los espacios se han alterado de modo definitivo. Es una forma de satisfacer no sólo necesidades básicas sino también secundarias, por ejemplo el ocio. La misma investigación de Barrán ya citada advierte que el fenómeno no se restringe a los equipos informáticos físicos o portátiles sino que además comprende al uso masivo de los teléfonos celulares, los que según escribe Kenichi Fujimoto, son “máquinas territoriales” capaces de redefinir la noción de espacio público, transformando un subterráneo o una esquina en “el propio cuarto y paraíso personal”.9 Estas dos grandes modificaciones han alterado el uso y la percepción tanto del espacio público como el espacio doméstico. 7 20 Ito, Mizuko, “Introduction” , en Varnelis, Kazys, Networked publics, The MIT Press, Cambridge, 2008, p. 7., citado por Barrán. 8 Investigación realizada en el marco de la Facultad de Arquitectura y financiada por la misma. “Interacciones 2.0 entre educación, arquitectura y TIC: el caso del plan ceibal”, Mag. Arq. Pedro Barrán Casas Javier Mañana, Hernando Villarino 9 Varnelis y Friedberg, op. cit., pp. 22-23 (citado por Barrán).

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Barrán llama la atención acerca del lugar donde se utiliza la computadora: “Antes del Plan, la experiencia de las TIC para los niños y jóvenes tendía a darse en el ámbito privado: en los cibercafé –particularmente en los sectores menos favorecidos- o en sus hogares. En el 2009 la mayoría de los niños se conectaron a Internet en el centro educativo más que en cualquier otro lado (entre 96% y 76%,5 según el quintil), excepto en el quintil de mayores ingresos, que se conectó más aún en su casa (81%). Así que la situación cambió completamente con el Plan: el acceso a Internet es mucho mayor, y además se pasó de conectarse a través de la oferta privada a acceder en torno a los centros educativos o en espacios públicos. (…) Esto tuvo un impacto a nivel local pues su arribo implicó un efecto simbólico muy fuerte. El cambio en el entorno fue el más inmediato debido a la presencia de niños y adultos con las XO en los espacios públicos. La percepción de este cambio ha sido mucho más intensa en los barrios más pobres o en las pequeñas localidades.” Se debe tener en cuenta que uno de los objetivos que procura alcanzar el Plan Ceibal es que los niños no deban alejarse más de 300 metros de su hogar para conectarse, lo cual implica en caso de querer lograrse conectividad haya que desplazarse esa distancia. Esta búsqueda de conectividad ha revalorizado el espacio público, y constituye una oportunidad para que los proyectos de las escuelas incorporen espacios semipúblicos, atrayendo a los niños y a la comunidad educativa en general fuera del horario escolar. Ello demanda concebir y generar nuevos tipos de espacios y la dificultad de compatibilizar esta mayor apertura con la seguridad de la institución, quizás permitiendo separar o dividir áreas de acceso comunitario de las áreas específicamente pedagógicas o institucionales.

En forma complementaria, Barrán anota que los espacios exteriores en las escuelas, a partir del Plan Ceibal deben relacionarse con el espacio público y el paisaje, avizorando que el patio tradicional, unitario y seco, puede caracterizarse con la incorporación de equipamiento y especies vegetales, en el que será posible diferenciar algunas áreas: zona para preescolares con juegos, otra para los escolares, con distintas zonas —pérgola, anfiteatro, cancha, quinta orgánica, etc.— y el área para compartir con la comunidad —plaza de acceso con wi-fi, anfiteatro, pantalla, entre otros— lo cual plantea una rica potencialidad de articulación entre la escuela y el barrio, potenciando y diversificando las funcionalidades del espacio público y de la propia escuela. Barrán incursiona asimismo en consideraciones acerca de la localización de los edificios escolares y su vínculo con la planificación urbana: “es evidente que una correcta planificación urbana y educativa debe apuntar a que los niños que concurren a cada escuela provengan del barrio, para minimizar los traslados y colaborar en el involucramiento de las familias. Porque uno de los factores que contribuye a mejorar los aprendizajes es que la escuela esté abierta a la comunidad. Ya existe una creciente integración de actividades sociales: el polivalente como centro de la comunidad educativa en las escuelas de tiempo completo, el espacio público de acceso con wi-fi, interfaz entre el barrio y la escuela, etcétera.” Esta visión es claramente superadora de concepciones anteriores y avanza en la dirección de calificar el espacio público en la escala local. Ello podría lograrse a través del fortalecimiento de la red educativa, por ejemplo mediante la definición de una escuela importante en cada barrio, la mejor ubicada o de mayor tradición histórica, la que concentraría instalaciones más generosas. Ésta se convertiría “en un centro comunitario, un lugar público de aprendizaje, donde se proveería una rica gama de actividades: educativas, recreativas, artísticas y deportivas, para todas las edades. Así se expandiría el programa, combinando la educación formal con otros como biblioteca, club deportivo, policlínica y centro de enseñanza no formal.” Este tipo de intervenciones crearía o consolidaría centralidades e identidades barriales, lo cual es particularmente significativo en barrios pertenecientes a áreas urbanas precarizadas o en las periferias desestructuradas.

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La experiencia de las Escuelas de Tiempo Completo en Uruguay Los proyectos de Escuelas de Tiempo Completo en las últimas décadas (y en particular los proyectos más recientes) constituyen un ejemplo a atender muy en especial, en la medida en que contemplan y dan respuesta eficaz a varias de las preocupaciones que se expresan en el presente trabajo. En primer lugar, se implantan en barrios o localidades de contextos críticos, constituyéndose en un elemento calificador del entorno que señala la presencia del Estado y del sistema educativo en ámbitos frecuentemente signados por la precariedad. Los proyectos más recientes, en particular ´presentan algunas características que contribuyen directamente a la calificación del entorno con una vocación claramente de conformar espacio público de calidad y referencial para la comunidad: por una parte procuran generar una mayor transparencia y una más clara vinculación interior-exterior, escuela-barrio; por otro lado, a través de la “plaza de acceso” se propone un dispositivo específico de articulación para resolver de una forma inclusiva esa vinculación, equipado además con un “paraguas digital” que permite una mejor conectividad en un espacio diseñado y equipado, de manera que pueda ser usado por los propios escolares y por la comunidad en días y horarios fuera del funcionamiento escolar.

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Considerando una nueva gramática del espacio Es posible relacionar los conceptos precedentes como posibles de ser valorados a través de una nueva gramática del espacio10. El espacio arquitectónico fue concebido a lo largo de la historia -y sobre todo en el correr del siglo XX- desde lo formal y desde lo conectado: un plano, un objeto, un punto acotaban y delimitaban fronteras, una puerta, una ventana, conectaban espacios. A ese espacio conectado, se asoció la idea del espacio continuo, en donde sólo existe la generación de necesidad, de estar dentro o no pertenecer a él. Por el contrario, la movilidad, los cambios al instante, la generación de espacios que generan posibilidades y no meramente atienden necesidades parecieran estar más cercanos a los parámetros adecuados para el pensar espacio del siglo XXI. Pensar el espacio público desde sus límites (formales o funcionales) sería pensar en el hoy el espacio fijo, inmóvil, propio del siglo XX, cuando lo fijo es lo contrario a lo flotante o modal y es lo contrario a generación de incertidumbres que permitan que un espacio brinde posibilidades y no necesidades. El espacio público es un espacio de relación y de generación de urbanidad pero sobre todo, es el espacio de incertidumbres. Un espacio abierto cualquiera, pasa a ser realmente público cuando es apropiado por el usuario. En cierto modo puede decirse que no nace público, sino que se hace público.

En consecuencia, el pensar desde una nueva gramática del espacio constituye un desafío a la forma de pensar y de actuar de los siglos anteriores. Siguiendo los conceptos planteados por Hiroshi Hara en sus escritos y en los Talleres de Proyecto Urbano de vario Seminarios Montedvideo, se puede señalar que los elementos que conforman una nueva sintaxis en esta gramática del espacio parten de la base de cuatro conceptos generadores de lo que podemos llamar la maqueta espacial: El concepto de campo El recorrido o atravesamiento El campo semiótico Modalidad hegemónica o subalterna Esta manera de mirar del espacio propone una manera de construir vivencias propias, de forma que cada individuo, local o externo, refleje una manera personal de construir “su” lugar.

10 Concepto tomado del pensamiento de Hiroshi Hara

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Estos conceptos nos acercan a una visión más democrática de existencia y pertenencia en el espacio, en la cual la posibilidad de elección y la diversidad son las herramientas fundamentales Es en esta permanente búsqueda de posibilidades donde se genera mayor empoderamiento del espacio por parte de los individuos y por lo tanto mayor apropiación. En esta visión, un espacio cualquiera se conforma por una sucesión de campos que trabajan de manera conjunta, generando diferentes campos semióticos según los estímulos que reciban. La semiótica o semiología es la ciencia que trata de los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas. En tanto la ciudad es el espacio de los signos y el espacio público en particular es el espacio donde interpretamos en colectivo esos signos se integran en campos semióticos. El evento de atravesar campos semióticos como experiencia personal permite a cada quien construir recorridos propios en los que el grado de fijación de lo formal es mínimo y por lo tanto permite tener un territorio flotante y más relacionado. Por ejemplo, la temperatura, el color, la sombra son elementos que conforman campos semióticos, como también los son las actividades humanas. La experiencia de construir el espacio se da cuando los campos y sus signos son recorridos por un usuario dado; en ese momento, el espacio es reconocido por éste y se lo apropia en base a una construcción personal y propia de acuerdo a su experiencia de recorrido. El poder pensar desde esta mirada la construcción del espacio público permite ver más allá de cómo será definido un elemento de diseño espacial, de mobiliario o de equipamiento vegetal, que obliga a pensar en cómo generar experiencias que plasmen la construcción propia del espacio recorrido. En este contexto, algunos espacios serán hegemónicos y direccionados por el Estado o por las instituciones, pero sin considerar los espacios subalternos que se establecen por decisión del usuario. Por lo general, estos espacios hegemónicos están destinados a ser degradados o al menos sub utilizados por el colectivo. Por otra parte, el espacio sub alterno es más cercano al espacio vivido que al espacio construido: la apropiación de la micro escala, la calle, el pasaje o la esquina. Se trata de la primera semilla que puede hacer viable todo el mecanismo de relación que el espacio público hegemónico ofrece. Ambos espacios podrán complementarse, en la medida en que se reconozcan sus características y especificidades. Es necesario descubrir no sólo aquellos espacios no formales, de los que el imaginario social ya se ha apropiado y rehabilitarlos, sino que es necesario entender por qué los espacios públicos formales y representativos de la intervención clásica del planificador (frecuentemente operando desde el Estado) se han degradado una y otra vez, luego de sucesivas rehabilitaciones, sin lograr la identificación de los habitantes del lugar con el espacio ni alcanzar el menor sentido de pertenencia. En aquellos lugares en que los espacios son realmente apropiados por los habitantes, ya sean hegemónicos o subalternos, en donde éstos son sentidos como propios y en donde se evidencia una identidad compartida, aumenta el control social y la posibilidad posterior de su conservación y mantenimiento.

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Discusión de algunos antecedentes internacionales de especial interés 1 - Las propuestas urbanas y la mirada de Jorge Mario Jáuregui Como antecedente de esta forma de mirar la intervención en el espacio público se puede hacer referencia a la propuesta “El Jardín Productivo y la Recalificación del Espacio Público del Complejo del Alemao” situada en Rio de Janeiro, gestionada por el estudio del arquitecto Jorge Mario Jáuregui, de extensa trayectoria en el tema. En este proyecto se aspira al desarrollo de un vínculo a nivel regional y no sólo local y se inscribe en el marco de un programa más amplio y ambicioso (PAC) para todo el complejo del Alemao. También tiene como objetivo la generación de producción que se dirige al consumo de los habitantes del complejo, este programa se desarrolla en la franja non–edificandi que es configurada por la traza de la línea de alta tensión y que constituye un elemento de fragmentación espacial del tejido de la favela. Si bien la escala de la intervención propuesta escapa, por su porte significativo, a las dimensiones que son propias de nuestro país y aún en la ciudad de Montevideo, se considera que es un referente conceptual y metodológico a considerar. El éxito de estas intervenciones no sólo pasa por la rehabilitación de espacios destinados al uso público, se hace necesario además, trabajar en aspectos clave vinculados a la conectividad (interna y externa) del territorio en el que se interviene, de forma de no generar espacios públicos que inmediatamente se degraden. La alta conectividad de las intervenciones (sobre todo “alta” por su calidad espacial) permitirá no solo facilitar la inclusión social y la articulación de la “ciudad formal” con la “ciudad informal” sino que además contribuye a la no guetización interna de la precariedad. Para lograr este objetivo es necesario intervenir pensando el espacio público de la misma manera que la sociedad que la habita …, en Red. “La cuestión urbana en este contexto se inscribe en el marco de la formulación de políticas públicas que deben tener como uno de sus componentes fundamentales la lucha contra la exclusión y la mejora de la calidad de vida de la población, lo que exige la consideración de la estructura urbana como un todo, esto es, el problema de las conectividades entre sus partes «formales» e «informales» como una cuestión central.” (Jáuregui 2004)

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Los diez puntos de Jáuregui

Jorge Jáuregui ha enunciado algunos criterios para realizar intervenciones en el espacio público con el objetivo de lograr inclusión social que aplica en sus propuestas e intervenciones en áreas de precariedad.

Esas diez recomendaciones de Jorge Jáuregui sintetizan y expresan buena parte de su concepción acerca de cómo intervenir en las áreas precarizadas para lograr articular la ciudad informal y la ciudad formal.

- Abrir el camino para democratizar el disfrute de la urbanidad,

tornándola accesible a todos los ciudadanos. - Favorecer la conectividad de la estructura urbana en su conjunto,

Combatiendo la ciudad dividida, el déficit de ciudad, especialmente En los nichos de pobreza, pero no solo en ellos.

- Garantizar la accesibilidad a cada sitio y aumentar sus conexiones con el entorno desenclavando el área.

- No retirar a nadie de su lugar para no cortar los lazos sociales existentes (exceptuando las áreas de riesgo o aquellos casos en que es necesario crear vacios para permitir la convivencialidad).

- Respetar la historia de la constitución de cada lugar y de las inversiones hechas por cada habitante con su esfuerzo proprio.

- Abrir clareras en el tejido existente introduciendo espacios y edificaciones como recalificadores urbanístico-ambientales, con legibilidad y pertinencia.

- Buscar la participación de la comunidad a través de la “escucha” de las demandas manifiestas y demandas latentes.

- Dar lugar a nuevas centralidades y potencializar las existentes, aumentando su conectividad.

- Provocar un cambio drástico en la imagen del área, posibilitando su re-subjetivización.

- Producir cohesión, articulando lógicas heterogéneas, uniendo la ciudad sin homogeneizarla, buscando la coexistencia de la ciudad de los flujos con la ciudad de los lugares.

A partir de estos criterios y recomendaciones, es posible analizar varios de los ejemplos más importantes dentro de la obra de Jáuregui, en donde se resaltan intervenciones con escala y temática análogas a las que son analizadas en el presente trabajo. Las recomendaciones de Jáuregui aportan herramientas de articulación formal-informal que debemos adaptar a nuestra realidad y a las escalas analizadas en este trabajo. Se han analizado sus intervenciones en Favelas, donde múltiples herramientas de intervención son desplegadas para el logro de transformar territorio excluido en áreas urbanas rehabilitadas. La gran escala de éstos ejemplos nos permite reflexionar no solamente sobre las posibilidades de actuaciones no sólo a nivel de centros de barrio, sino de las tres escalas manejadas en el trabajo: barrial, zonal y municipal. En todos los casos Jáuregui despliega con muy buen diseño urbano, herramientas de articulación física y social, pero con una integralidad conceptual. Se pone el diseño al servicio de los objetivos de transformación social, considerando las necesidades psicológicas, laborales, y de accesibilidad a las posibilidades de desarrollo de vida social.

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Hemos valorado ejemplos de favelas que rehabilitan una zona, pero también de un conjunto de favelas de escala XL como les llama Jorge Jáuregui, donde el Plan adquiere el protagonismo, ya que la estructuración urbana es uno de los componentes fundamentales para el logro del objetivo de inclusión. Así es que valoramos los componentes programáticos que resultan análogos a una escala superior de planificación para nuestra realidad, la escala municipal. 2 - El enfoque proyectual y los diez puntos de Javier Fernández Castro Javier Fernández Castro, a su vez, en su sugerente trabajo para el “Barrio 31 Carlos Mugica” en Buenos Aires (ex “villa 31”), en el que retoma, aplica y desarrolla el enfoque de Jáuregui, enuncia .diez puntos, en términos de “lineamientos de proyecto” aplicables a dicho Barrio, en algunos casos transcribiendo literalmente las ideas de Jáuregui, quien inspiró el proyecto para ese lugar (conocido históricamente como “Villa 31”):

- Respetar la historia de configuración

- Buscar la participación de la comunidad

- Abrir claros e introducir recalificaciones

- Democratizar las condiciones de urbanidad

- Tender al máximo de arraigo

- Garantizar la accesibilidad

- Potenciar viejas y nuevas centralidades

- Producir cohesión articulando lógicas heterogéneas

- Provocar un cambio drástico de imagen

- Favorecer la conectividad.

Como se ve, estos diez criterios o lineamientos, aplicables a un caso concreto de intervención en un área precarizada muy extensa y poblada, muy próxima al microcentro de la Ciudad de Buenos Aires, con más de 25.000 habitantes, son totalmente coherentes con el enfoque de Jáuregui y con el espíritu que anima a este trabajo, por cuanto aplica a una práctica proyectual categorías de análisis que también están inspiradas en un meditado proceso de investigación proyectual y reflexión crítica sobre el lugar que lleva ya más de ocho años11. En ese largo camino, Fernández Castro ha investigado teóricamente y ha establecido las condiciones de contexto –que denomina “contexturantes” de la ciudad latinoamericana, cuya comprensión es clave para intervenir en ellas, señalando que “la ciudad es flujo, referencia, habitación, intercambio y deslinde” (Fernández Castro, 2010). 3 - La experiencia innovadora e inclusiva de la ciudad de Medellín Otra intervención referencial en el ámbito latinoamericano es la producida en la última década en la ciudad de Medellín, Colombia, a partir de una acción innovadora de parte del gobierno local. En el marco de una intervención que implicó una fuerte asignación de recursos, se identifican cuatro componentes de diseño urbano para calificación del espacio público.

.11 El comienzo del trabajo en el Barrio 31 ocurre a partir de un premio obtenido en la Bienal Iberoamericana de Arquitectura de 2002.

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1- Las intervenciones de recalificación de los espacios públicos a través de los programas

innovadores “Parques Bibliotecas y Equipamientos Educativos para dignificar barrios”

2- Realización de los Proyectos Urbanos Integrales- PUI, contra la exclusión y la

desigualdad.

3- Intervenciones en materia de vivienda social para poblaciones en zonas de riesgo.

4- Plan de Paseos, calles Emblemáticas y Parques Lineales de Quebradas, “conectar la

ciudad”.

El ejemplo de las intervenciones en la ciudad de Medellín motiva a considerar los mega-proyectos arquitectónicos con programas educativos e inclusivos que se inserten en la intervención urbana con protagonismo para la inclusión. Incorporamos al análisis de los tipos de intervención, los ejemplos de los Parque Biblioteca como “proyectos palanca” obtienen el resultado de convertirse en centralidades en áreas precarizadas que mejoran la calidad del espacio público en estas áreas urbanas sumergidas, a partir del aprovechamiento de la potencialidad de la acción del Estado de implantar grandes programas con la consiguiente representatividad de la acción pública gestionada integralmente a través de los Programas Urbanos Integrales, en los que los ejes principales de actuación implican intervenir en la movilidad y la conectividad, la mejora del hábitat, y la educación, con la grifa “Medellín la más educada” trabajando en forma sistémica. Los programas socio-culturales se han utilizado como elementos atractores y generadores de espacio público calificado. Uno de los aspectos fundamentales del éxito en la transformación positiva del espacio público, es la integralidad del diseño urbano: estructuración a través de la conectividad, acondicionamiento del eje vial que mejora la accesibilidad a las zonas marginales, y remate de los ejes o circuitos con equipamientos colectivos significativos de primera magnitud (Parque Biblioteca) Los espacios públicos diseñados a escala local y zonal, permiten desarrollar actividades de primera magnitud, representativas de toda la comunidad, y pasan a ser centros simbólicos que transforman el espacio neutro, en efervescencia de vida social.

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CAPITULO 3 –

PROPUESTA GENERAL

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A - MATRIZ GENERAL DE ANÁLISIS E INTERVENCIÓN Criterios generales de intervención Para procurar revertir las situaciones caracterizadas y en función del análisis realizado se plantean algunos criterios fundamentales y directrices: Inclusión social

- Trabajar en para superar la pobreza y la exclusión, promoviendo la inclusión social, encarando el espacio público y los valores de centralidad como el soporte físico-espacial de las actividades sociales y como soporte de actividades simbólicas, cuyo fin es satisfacer las necesidades colectivas a través del dominio público, el uso social y colectivo del espacio urbano y la multifuncionalidad. Integrar la ciudad formal y la ciudad informal. Se logrará por medio de diversas líneas de intervención que incluyan la accesibilidad y la conectividad.

- Promover la participación en las diversas escalas y modos de intervención apelando a los dispositivos de participación adecuados.

Espacio público - Calificar, intensificar y activar el espacio público como ámbito de encuentro y de

interacción social, integrando y desarrollando el sistema de movilidad, y las redes de equipamientos e infraestructuras, favoreciendo la accesibilidad del conjunto de la población a los recursos de la ciudad y el territorio.

- Implementar estrategias de mejora y de construcción del espacio público y de valores de centralidad en áreas precarizadas y no consolidadas y en la reversión de situaciones de precariedad extrema como la ocupación de las planicies de inundación cuya situación de riesgo se agudizará por la variabilidad climática.

- Promover la definición y calificación de un sistema de espacios públicos de diferentes escalas y complejidades programáticas y simbólicas, interconectado, reconociendo la trama vial como espacio público relevante a calificar. - Promover la diversificación de usos del espacio público espacial y temporalmente. Centralidades - Reconocer el sistema de centralidades heredado y las nuevas centralidades, así como las protocentralidades periféricas, que muestran un desarrollo policéntrico de las ciudades, consolidándolos roles, características y potencialidades de las diversas centralidades, como forma de construir un soporte más rico e inteligente para la vida ciudadana. - Calificar y promover la consolidación y desarrollo del conjunto de centralidades como estrategia para facilitar el acceso a servicios, equipamientos y recursos urbanos al conjunto de la población. Servicios y equipamientos colectivos - Propender a una dotación y distribución de equipamientos que promueva la integración socio territorial y la superación de las desigualdades y diferencias de los distintos ámbitos territoriales. - Concebir los equipamientos colectivos, en forma sistémica e integrada, como forma de potenciar su capacidad para mejorar la calidad de vida de los habitantes. - Calificar los equipamientos y espacios públicos a generar o mejorar a través de un diseño arquitectónico y urbano de calidad y una materialidad acorde a la misma.

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El planteo de programas complejos que se recomienda pretende agregar un nuevo componente a considerar y del cual tomar elementos de guía. La aplicación de actuaciones similares a ciertas políticas de equipamiento que han tenido algún éxito parcial (plazas de deportes, red de canchas de fútbol infantil, red de policlínicas de atención primaria, programas asociados a las instituciones públicas, sociales o deportivas locales), e integrarlas en un sistema posibilitaría dar otro salto cualitativo. Ello permitirá asociar más profundamente la tipología de espacios con programas estatales y comunitarios a instrumentar en territorio con una caracterización del espacio público basada en conceptos y políticas socio-urbanas. En la actualidad y en el tipo de contextos en que se pretende incidir, no es suficiente con pensar el proyecto en términos del diseño del espacio, sino que hay que tener en cuenta muy especialmente aquellos componentes programáticos y de gestión que califiquen fuertemente esos ámbitos. Pero además, esto debe hacerse tomando en cuenta el potencial y el poder que las administraciones públicas tienen de planificar en congruencia con sus políticas centrales, departamentales y locales de equidad social, y su capacidad de articulación con los actores sociales. Esto se puede articular, a su vez, en diferentes escalas territoriales, lo cual adquiere un sentido institucional nuevo en el país a partir de la generación de los tres niveles de gobierno, incorporando recientemente el nivel municipal, dado que de esta manera se puede manejar de forma más adecuada la concepción del espacio local y las posibilidades de dotar de equipamiento y actividades a los municipios, las zonas y los barrios a través de acciones interinstitucionales integrales.

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B. ANÁLISIS DE PROPUESTAS REFERENCIALES (8 casos) Se presentan ocho casos nacionales e internacionales relevantes para la verificación de la metodología de interpretación de los equipamientos y el funcionamiento en el espacio público. Lo realizamos en forma de matriz, donde los casos analizados se caracterizan por el rango de sus intervenciones, los componentes programáticos que contienen o que se proyectan en ellos, y los objetivos de transformación que se han obtenido. CASOS ESTUDIADOS :

1 - BARRIO VILLA 31 2 - FAVELA FERNAO CARDIM / RIO DE JANEIRO 3 - PROYECTOS URBANOS TERRITORIALES 4 - INTERVENCION EN PASO CARRASCO 5 - CENTRO CIVICO SALVADOR ALLENDE 6 - INTERVENCION EN PANDO NORTE 7 - CUENCA DE CASAVALLE 8 - CENTRO COMUNAL ZONAL DE LA TEJA (CCZ 14)

1 - BARRIO VILLA 31

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1_Barrio (villa) 31 Buenos Aires

Componentes programáticos

Caracterización espacial de situación y objetivo

Datos de composición: 25.000 habitantes

Actuación en 3 escalas

Rehabilitación de zona tugurizada del Área Central de Buenos Aires. Se interviene en el espacio público y se re-estructura la trama habitacional.

Se logra consolidar el 78% del tejido y el 22% restante se relocaliza en el propio barrio, manteniendo y aumentando la densidad resultante

Ubicación en la ciudad

Centro de la ciudad.

Vínculo con espacio urbano portuario y ferroviario.

Rango de intervención

Urbano-zonal-barrial

Urbano Conectividad urbana central

Articulación – inclusión a través de acondicionamiento de espacio público metropolitano

Zonal Terminal, Centro Generación Empleo, Plazas, equipamientos, infra-estructura

Estructuración urbana en zona residual

Barrial Mejora de viviendas y relocalizaciones, servicios barriales, plazoletas, centro de salud.

Mejora habitacional y dotación de equipamientos comunitarios.

Se ha propuesto intervenciones en tres escalas: A nivel micro, se plantea el centro de salud, relocalizaciones, y consolidación de espacios en el entorno de la Terminal. A nivel “mezzo”, el proyecto global se fortalece con el diseño del CGTR y 2 hoteles, más otras intervenciones estructuradoras barriales. A nivel macro, los citados programas urbano-metropolitanos de autopista, y apertura de espacios públicos y equipamientos hacia las zonas de servidumbre costera y portuaria, articulan la intervención urbana, al proceso de transformación metropolitana de toda la zona norte de Buenos Aires. Se ejemplifica así los roles articuladores e inclusivos de las intervenciones en espacio público en las tres escalas que considera el trabajo. Resaltamos además una metodología de participación a través de múltiples herramientas: asambleas, reuniones con actores calificados, instancias especiales de información y difusión, que han sido un camino difícil pero sistemático de ir derribando las barreras jurídicas y socioculturales.

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El proyecto del “Barrio 31 – Carlos Mugica” implica una intervención en el área central de Buenos Aires que además representa un trabajo con fuerte componente académico demostrativo. Se marca el camino desde el ámbito de generación de conocimiento, que debe ser complementado con el rol del Estado: viabilizar las propuestas a través de las definiciones políticas, financiamiento y el apoyo logístico para realizar los procesos de transformación asistidos.

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2 - FAVELA FERNAO CARDIM / RIO DE JANEIRO

2_Favela Fernao Cardim: Río de Janeiro

Componentes programáticos

Caracterización espacial de situación y objetivo

3413 habitantes 875 domicilios 4.5 hás

Actuación en 3 escalas, propuesta articuladora a escala zonal.

Articulación formal-informal, inclusión social

Ubicación en la ciudad

Favela en ciudad informal

Rango de intervención

zonal

Urbano Estructurador vial urbano con infra-estructura de saneamiento y drenaje.

Transformación de zona residual con operación de estructuración urbana.

Zonal Complejo habitacional de relocalizaciones, CGTR, Plaza articulación Favela – barrio, espacio público verde y estacionamiento

Generación de zona urbana de articulación formal - informal

Barrial Cancha de fútbol y equipamientos recreativos, mejora de calles interiores y generación de plaza comunitaria

Ejemplo de intervención de estructuración urbana de amplia zona precarizada -tugurizada aplicando la concepción de dotación de espacio público a través de diferentes herramientas de diseño: programas socio-culturales, infraestructura, mejora habitacional. Se recalifica el espacio público y se aplica los principios articuladores de Jáuregui, integrando la ciudad informal a la ciudad formal. Se recomiendan los aspectos metodológicos manejados, en tanto insumos conceptuales. Salvando las distancias de escala, en nuestros barrios y zonas precarizadas, están presentes las mismas problemáticas que aborda Jáuregui, y los ejemplos de contenidos programáticos y de diseño aportan a la intención incorporar conceptos de intervención aplicables a nuestra realidad. Confirmamos cómo a escala barrial, se integran componentes de diseño que cumplen el rol articulador (cancha fútbol, plazas acondicionadas, etc.) así como los programas innovadores como el “Centro de Generación de Trabajo y Renta” y otros de rango zonal, que son piezas fundamentales en el diseño de intervenciones urbanas inclusivas. El buen diseño arquitectónico de estos componentes, es un factor determinante, que junto a la metodología y los objetivos aplicados, lleva a poner éste ejemplo como relevante.

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Actuaciones en el espacio público a través de infra-estructura, programas socio-culturales, Espacios recreativos, relocalizaciones para la inclusión social Fernao Cardim Fubá Campinho

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3 - PROYECTOS URBANOS TERRITORIALES

3_Proyectos Urbanos Integrales; Medellín

Componentes programáticos

Caracterización espacial de situación y objetivo

Ubicación en la ciudad

Intervenciones de estructuración en periferias de la ciudad

Rango de intervención

Urbano-zonal Articulación centro- periferia

Urbano Recalificación de espacios públicos a través de “Bibliotecas Parque” y Equipamientos Educativos

Proyectos urbanos integrales: “conectar la ciudad”

Zonal Vivienda social y relocalizaciones, paseos y parques lineales

Transformación ambiental y mejora habitacional

Barrial Intervenciones en micro-espacio público con equipamientos de uso cotidiano

Generación de espacios para la inclusión social

En el caso de la intervención global en la ciudad de Medellín se plantean cuatro componentes básicos que consideran dimensiones o actuaciones de diseño urbano para calificación del espacio público.

1- Las intervenciones de recalificación de los espacios públicos a través de los programas “Parques Bibliotecas y Equipamientos Educativos para dignificar barrios” 2- Proyectos Urbanos Integrales- PUI-, contra la exclusión y la desigualdad. 3 - Vivienda Social para poblaciones en zonas de riesgo. 4 - Plan de Paseos, calles Emblemáticas y Parques Lineales de Quebradas, “conectar la ciudad”

En el marco de los PUI, los programas y equipamientos socioculturales se han utilizado como elementos atractores y generadores de espacio público calificado en contextos precarios. Uno de los aspectos fundamentales del éxito en la transformación positiva del espacio público, es la integralidad del diseño urbano: estructuración a través de la conectividad, acondicionamiento del eje vial que mejora la accesibilidad a las zonas marginales, y remate con equipamientos colectivos significativos de primera magnitud (Parques-Biblioteca).

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Los Parques-Biblioteca son equipamientos y a la vez estructuradores urbanos.

Parque Lineal Quebrada La Herrera

SANTO DOMINGO LIBRARY PARK

BARRIO SANTO DOMINGO

Parques Lineales, accesibilidad a través de infraestructura y puentes, permiten acercar a los barrios de los cerros, los equipamientos socioculturales inclusivos.

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4 - INTERVENCION EN PASO CARRASCO

4_Intervención en Paso Carrasco: Canelones

Componentes programáticos

Caracterización espacial de situación y objetivo

3000 habitantes

Consolidación barrial y relocalizaciones en zona inundable

Ubicación en la ciudad

Periferia metropolitana

Rango de intervención

Plan Zonal, Regularización, relocalizaciones, mejoramiento barrial

Rehabilitación de zonas degradadas, fortalecimiento de centralidad secundaria

Urbano Intervenciones urbanas asociadas a través de Plan Zonal en Costa Plan y Proyecto Cuenca A Carrasco (Departamental/ bidepartamental).

-Tratamiento especial de zona inundable con ocupación habitacional precaria. -consideraciones ambientales de Cuenca del A Carrasco -Talleres Metropolitanos de la construcción en UTU Paso Carrasco

Zonal - Fortalecimiento de Centralidad Zonal asociada a intervención a través de la conectividad con Camino Carrasco - Parque Lineal en borde de Aº Carrasco - Relocalizaciones por inundabilidad

Infra-estructura urbana para asentamientos y para barrio formal adyacente con precariedad urbana.

Barrial CAIF, locales comunitarios, plazoleta con juegos de niños, ampliación de policlínica barrial, mejora habitacional y relocalizaciones.

Generación de centralidad barrial con equipamientos programáticos de uso cotidiano y densificación habitacional

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Se trata de un ejemplo nacional de intervenciones en el espacio público ligadas con planes y proyectos de diferente escala. La intervención para Paso Carrasco se inserta en el CostaPlan y considera la apropiación de los espacios públicos con un significado especial, atendiendo las necesidades de la población de las áreas precarizadas. La recuperación de áreas de valor ambiental aporta elementos de diseño para el borde urbano que se deben considerar. El diseño de una microcentralidad, es un aporte en relación a los anteriores programas derivados de las intervenciones PIAI.

Plan Zonal Paso Carrasco

Equipamientos comunitarios, CAIF, relocalizaciones con densificación, Intervenciones reforzando la centralidad barrial

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5 - CENTRO CIVICO SALVADOR ALLENDE

5_Centro Cívico Salvador Allende: Barros Blancos-Canelones

Componentes programáticos

Caracterización espacial de situación y objetivo

Población de 20.000 habitantes en territorio disperso

Generación de centralidades

Ubicación en la ciudad

Periferia metropolitana

Rango de intervención

Urbano-zonal

Urbano Centro Cívico: instalaciones ministeriales, municipales, inter-institucionales, universitarias

Centralización de actividades administrativas y socio-culturales

Zonal Municipio. Policlínica universitaria, Talleres de Construcción, actividades socio-culturales.

Programas de atención a la salud, educación y generación de empleo

Barrial El Centro Ciívico Salvador Allende es una experiencia valiosa de equipamiento institucional que generó un espacio relevante en el contexto de un territorio disperso. Es un ejemplo de programas nucleados que ha generado nuevos servicios de referencia a la población carenciada con múltiples actividades educativas, sociales, institucionales y de atención a la salud. Su implantación es en zona de baja densidad pero al estar sobre la ruta 8, se favorece la accesibilidad de la población a los equipamientos. Se estructura así un espacio público particular, que se valora en el rol que está jugando a pesar de no tener una estructuración y adecuada localización en relación con la trama urbana preexistente, pero que ha generado espacios para actividades inclusivas.

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6 - INTERVENCION EN PANDO NORTE

6_Intervención en Pando Norte: Pando-Canelones

Componentes programáticos

Caracterización espacial de situación y objetivo

5000 habitantes

Rehabilitación de sector periférico de la ciudad de Pando.

Ubicación en la ciudad

Periferia

Rango de intervención

Zonal-barrial

Urbano Se rehabilita instalaciones urbanas: Estadio, áreas libres de borde.

Inclusión social a través de programas urbanos en periferia precaria insertos en Plan Zonal

Zonal Educación primaria y secundaria, recreación y deporte. Mejora habitacional y relocalizaciones

Se favorece la articulación formal- informal a través de la integralidad programática en periferia. Infra-estructura urbana básica. Densificación habitacional

Barrial Policlínica, CAIF Regularización de 3 asentamientos.

La integralidad del Plan ha sido resaltada al ser seleccionado como una de las intervenciones modelo para la nueva propuesta para zonas de precariedad. Se trata del inicio de la modalidad de Planes de Mejoramiento Barrial que en 2007 se impulsó por la Intendencia de Canelones. Éste tipo de zonas de periferia requieren intervenciones integrales que incorporen una propuesta de espacios públicos asociados a equipamientos socio-culturales para la inclusión, tal como fueron planteados en su propuesta original. Se aprovecha los espacios públicos del entorno del Estadio, para acondicionarlos generando la centralidad en plena zona de precariedad.

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7 - CUENCA DE CASAVALLE 7_Cuenca de Casavalle: Municipio D - Montevideo

Componentes programáticos

Caracterización espacial de situación y objetivo

Ubicación en la ciudad

Periferia urbana

Rango de intervención

Zonal - barrial Zona degradada. Re-estructuración del espacio público

Urbano Parque Metropolitano en márgenes Arroyo Miguelete

Zonal Acondicionamiento del Espacio público

Equipamientos recreativos y generación de empleo para la inclusión social

Barrial Micro-intervenciones con equipamientos socio-culturales Relocalizaciones para zona inundable.

Políticas sociales para la inclusión social

El área de la Cuenca Casavalle ha sido objeto de múltiples intervenciones con diferente tipo de políticas, programas y proyectos. Los espacios públicos existentes no han sido objeto de diseño integral, sino asociados a espacios residuales o de oportunidad. Las políticas sociales no han tenido en el pasado una contrapartida de diseño espacial acorde, ni se encuadraron en un plan integral de desarrollo social. Las propuestas actuales apuntan a dotar a la zona de una visión integral y en particular de un espacio público acondicionado que estructure y dé sustento a las acciones interinstitucionales que complementariamente deberán acompañar la intervención. Se destaca la elaboración de un reciente proyecto premiado en un concurso de ideas, en cuanto a la transformación del área a través de la reincorporación de la población al mercado laboral recuperando espacios públicos y generando y valorizando ámbitos parquizados del entorno ambiental del Arroyo Miguelete.

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8 - CENTRO COMUNAL ZONAL DE LA TEJA (CCZ 14) 8_Centro Comunal en La Teja: Municipio D - Montevideo

Componentes programáticos

Caracterización espacial de situación y objetivo

Ubicación en la ciudad

Centralidad secundaria

Rehabilitación de centro de barrio

Rango de intervención

barrial

Urbano Zonal Local municipal

(Centro Comunal Zonal)

Afirmación de centralidad secundaria

Barrial Equipamientos comunitarios: plazoleta, locales socio-culturales

Acondicionamiento del espacio público recreativo barrial

El antiguo Mercado Victoria fue remodelado para cumplir el rol de Centro Comunal Zonal, aprovechando la estructura edilicia y la ubicación en una zona central y con conectividad del barrio La Teja. Las políticas municipales de fortalecimiento de centralidades secundarias han permitido que ésta estructura barrial se recupere para la población a través de las actividades político-administrativas y los espacios recreativos del entorno acondicionado. Destacamos la pertinencia de ésta recuperación, y la escala de barrio que actualmente se revaloriza a través de éste programa que ha dotado a la trama residencial de un componente integrador y simbólico.

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C- MATRICES DE TIPOS Y ESCALAS DE INTERVENCIONES Y DE INTENSIDAD; MATRIZ INTEGRADA

Intensidad de las intervenciones y modalidad (hegemónica/subalterna)

En el cuerpo del trabajo hemos proyectado diferentes miradas sobre el espacio público que es posible sintetizar como miradas escalares asociadas con niveles de complejidad (de macro-actuación, meso-actuación o micro-actuación). Del mismo modo, se han estudiado algunas situaciones referenciales, las que han sido desarrolladas en los ocho ejemplos analizados y de las que podemos extraer pautas valorativas y conclusiones.

Consideramos necesario sumar otra mirada que debe cruzarse e integrarse con la escalar, es lo que en este trabajo llamamos transformaciones de Mínima, Media y Máxima, en la medida en que no sólo involucran las escalas como valor sino que involucran el grado de transformación del territorio, la masa crítica que interviene o recibe los cambios del espacio, la apropiación del espacio desde su concepción, el factor económico y sobre todo el valor simbólico que el local le otorga al espacio que genera.

La relación entre las escalas sugeridas de intervención (MACRO-MESO.MICRO) con las transformaciones en las que son valoradas según su factor simbólico debe ser y trabajar como un sistema en red en el que los espacios hegemónicos y subalternos conformen, integrados, un sistema que pueda ser apropiado, conectado y opere como facilitador de las diferentes forma de interrelación entre las personas y los grupos sociales.

Ese sistema a generar debería estar más cercano a un HUB 12que al concepto de red de Christaller de cobertura territorial total. En este HUB, los espacios planificados, y la presencia del estado y las grandes infraestructuras juegan un rol fuerte. Éstos de alguna manera deben ser soporte y nodo referente de los espacios de segundo orden que llamamos de Media, en los que la organización barrial, los actores y los activos de cada territorio se potencian y trabajan asociados en la calificación y apropiación de espacios públicos o de centralidad en el que el Estado eventualmente apoya con el aporte de tierras vacantes o vagas para llevar a cabo iniciativas barriales de segundo orden y éstos, a su vez, ofician de soporte de los espacios claramente subalternos que el habitante local propone y habita sin “planificar” pero que cuentan con la vitalidad y con la frescura que le da lo aleatorio o incierto, pero que es apropiado e identificado.

12 Se entiende por “Hub” a un dispositivo concentrador para compartir redes de datos o puertos. Por analogía es posible aplicar esta definición al análisis y al proyecto territorial.

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Ejemplos como los de la apropiación de una calle, mejorada por la intervención de sus habitantes, que de alguna manera potencian su uso, ya no como conector vial sino como “lugar” y como espacio público es un claro caso de una intervención de mínima.

La construcción del sistema no depende exclusivamente de los espacios hegemónicos ni de la existencia de los mismos. Los espacios subalternos, en algunos casos, pueden preceder a la intervención estatal.

Matriz de intensidad

Comentarios:

Esta matriz vincula en forma inicial y permite visualizar lo que denominamos intensidad de las intervenciones, (valorada en tres niveles de intensidades: máxima, media y mínima) con los modos de intervención (hegemónico o subalterno, y también mixto) en el espacio público.

Se trata de una herramienta a desarrollar, que a su vez permite valorar o mensurar algunas de las dimensiones fundamentales de esas “intensidades” variables, tales como:

- masa crítica, esto es la dimensión de lo social requerida para posibilitar y justificar esa intervención

- transformación territorial, esto es la naturaleza de la modificación a generar, su posible impacto y perdurabilidad,

Masa critica

Transformacion

Territorial

Caracter

simbolico

Factor

economico

Participacion

MAXIMA involucra al barrio extendido / territorio

alto impacto territorial

hegemónico alta inversión inducida moderada y regulada por el planificador

MEDIA sociedad organizada desde lo local

transformaciones barriales de bajo impacto

mixto de baja inversión

moderada por el planificador, con fuerte participación social local

MINIMA la calle / el micro espacio apropiado

efímera / espontanea / aleatoria / de incertidumbre

subalterno de mínimo a nulo

alta participación de iniciativa comunitaria espontanea

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- carácter simbólico, aludiendo directamente al campo semiótico y el carácter predominante –hegemónico o subalterno- de las iniciativas,

- factor económico, referido a los rangos de montos de inversión requeridos para las transformaciones,

- participación, en cuanto a la relación entre las iniciativas públicas y sociales.

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Aportes para una tipología de intervenciones

Condiciones y factores a evaluar:

1 - Representatividad del espacio público, potencial identitario y valores simbólicos 2 - Articulación urbana, conectividad y accesibilidad 3 - Rango o nivel de descentralización: municipal, zonal (complejo zonal), barrial (centro de barrio, centralidad local) 4 - Rango de centralidad, comercial eventual o cotidiano 5 - Implantación de actividades y programas en centralidad municipal, zonal o barrial, localización en zona precaria o en borde formal-informal. 6 - Periodicidad de uso: eventual, semanal, diaria 7 - Dotación de programas y actividades: Articulación municipal integral + infraestructura complementaria Articulación formal – informal zonal + infraestructura total Centro de barrio + infraestructura básica Se considera que debe manejarse una gama abierta de posibilidades, a ser ajustada en función de las diferentes realidades. Es posible proponer intervenciones de estructuración, consolidación, dotación de espacio público o infraestructura, densificación, articulación socio-urbana, revalorización del espacio calle, fortalecimiento de centralidad, accesibilidad, etc. según la escala y rango de la intervención y las condiciones de estructura y de tejido urbano, (ver matriz de tipos de intervenciones). Complementariamente, se debe evaluar también el rango de acuerdo a la escala espacial de la intervención según sea urbano-global, municipal, zonal, local-barrial, en función de lo cual se ha desarrollado la siguiente matriz de propuesta de tipos de intervención asociadas con programas en función de la escala espacial de intervención considerada.

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tipos de intervenciones / escala

urbano-municipal (macro)

zonal (meso) barrial-microbarrial (micro)

rango de representatividad del espacio público

espacio representativo de la ciudad o el municipio

espacio público zonal espacios de interacción-social significativo a nivel de barrio con apropiación social

rol en la articulación urbana y accesibilidad

articulaciones urbanas socio-territoriales accesibilidad a sectores marginados a través de eventos públicos parque o plaza principal

articulación formal-informal actividades socio-culturales actividades recreativas curriculares plaza deportes

actividades cotidianas y uso del espacio calle plazoletas y micro-espacios acondicionados

rango de descentralización

municipio institución estatal complejo municipal inclusivo: equipamientos departamentales o estatales

centro comunal zonal centro administrativo, espacio recreativo o socio-cultural

centro de barrio equipamiento socio-educativo o de salud (caif, policlínica, ong, etc)

rango de centralidad centralidad secundaria centro representativo para periferia centro comercial con accesibilidad directa desde sectores precarios o marginales

centralidad terciaria consolidación en centro de zona precaria de estructura comercial sobre la vía conectora principal de la zona y del barrio

se impulsa o genera condiciones para implantación de servicios públicos o privados básicos el Estado puede aportar terreno para operación mixta

implantación espacio central de municipio, con accesibilidad fluída desde zonas marginadas ejemplos: centro de Las Piedras, Centro Civico de Ciudad de la Costa, Punta Rieles, Cerro

en centralidad de zona precaria ejemplos: Pantanal en Pando Norte, Unión, La Teja

borde marginal urbano o de arroyo o cañada, centro de barrio o área precaria ejemplos: S Teresita, Aeroparque, Juana de America en Paso Carrasco

periodicidad de uso y accesibilidad

semanal, eventos de fin de semana o actividades especiales socio-culturales, competencias deportivas, biblioteca, escenarios de verano

dos o tres veces por semana, actividades educativas complementarias, deporte, cursos especiales

diaria, atención a la demanda cotidiana, y la emergencia social, políticas de inclusión, mitigación de la exclusión, locales ong o MIDES, merenderos, etc.

componentes programáticos (dotaciones complejas sugeridas)

superficie de espacio público para eventos complejo educativo: básico + universitaria informática, recreación: canchas, pista atletismo, piscina, complejo socio-cultural: escenario, cerrado infra-estructura de conectividad, sede de instituciones estatales, programas laborales ministeriales

plaza centro de zona, complejo educativo básico, centro educativo zonal y de contexto de riesgo, plaza de deportes blblioteca, anfiteatro, gimnasio, infra-estructura vial complejo o club social o deportivo centro de salud

plaza barrial, plazoletas escuela caif, maternal, guardería micro-espacios, juegos de niños Comisión de Fomento o Barrial mejora de sendas, calles y pavimentos peatonales, policlínica ferias vecinales

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1.- Propuestas para la escala municipal (macro) Los espacios públicos de primera magnitud, son los que están ligados a espacios representativos a nivel general de la ciudad intermedia o el municipio en el caso de Montevideo, por lo tanto con una escala que requiere grandes intervenciones, que a su vez permiten articulaciones urbanas relevantes. Esta posibilidad de lograr a través de la calificación del gran espacio simbólico, articulaciones socio-territoriales, constituye la gran oportunidad de incorporar elementos innovadores en términos programáticos, de gestión y de diseño que permitan accesibilidad para los sectores sociales con mayores dificultades. La aplicación de la escala actual de potencial descentralización, a través de los dispositivos institucionales y político-administrativos vigentes, permite que los municipios implanten equipamientos para la inclusión social en las zonas urbanas caracterizadas como centralidades secundarias. De esta manera, estos espacios pasarían a ser el centro representativo principal de las áreas urbanas y en particular de periferias. Se acorta así el camino entre la exclusión y “el centro” con un nuevo elemento urbano con dotación programática compleja: el complejo municipal inclusivo, asociado con una centralidad de rango municipal existente, a consolidar o eventualmente a crear. Al desarrollarse en asociación con las áreas de centralidades secundarias (centros comerciales o de equipamientos urbanos relevantes) se permite que los equipamientos proyectados para la inclusión tengan un vínculo directo y accesibilidad al primer nivel de información e integración social. La adecuada implantación es determinante para el logro de estos objetivos y metas. No todas las decisiones de emplazamiento de equipamientos públicos se han situado adecuadamente en la zonas de mayores carencias, sino lo contrario, por lo general éstas se ubican en las centralidades existentes o consolidadas, en donde además existe más facilidad de acceso. Esto tiene a su vez algunas ventajas, tales como la inducción de procesos de vinculación de la población de áreas precarias con niveles de servicios y actividad a los que de otro modo no accedería. El aprovechamiento de esta virtud será uno de los puntos de partida para el diseño de cualquier intervención. Esto plantea, entre otros, los siguientes requerimientos: accesibilidad facilitada desde y hacia el espacio de centralidad municipal para las áreas de precariedad y los bordes marginados, a través de mejora de conectividad y accesibilidad, circuitos, frecuencias especiales, etc. La periodicidad aspirada es semanal, y no solamente eventual como sucede con los grandes servicios y eventos centralizados y alejados de los ámbitos de precariedad, de carácter metropolitano o urbano general. La escala considerada implica dotación de superficies importantes de espacio público abierto y equipado, pero a la vez indeterminado y flexible, acondicionable para albergar grandes eventos, programas complejos y compuestos de múltiples actividades que aseguren el uso a través de actividades de integración social en forma permanente. El espacio debería ser diseñado para permitir desarrollar las actividades y contener los programas como los que se señalan a titulo ilustrativo: Complejo educativo Programa socio-cultural Actividades institucionales Centro de generación de empleo Dotaciones complejas articuladoras de recreación, docencia y conectividad

informática.

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Cada una de estos programas tendrá preferentemente un rango de complejidad de nivel superior. De ésta manera, se reforzará la centralidad, y la propia magnitud institucional será la que garantizará el funcionamiento con inclusión social por el acceso universal al espacio especial (con mixtura social permitida por actividades oficiales, obligatorias y educativas, combinadas con eventos recreativos y socio-culturales). Educación: Se propone la localización de al menos un Complejo Educativo que abarque todos los niveles de la educación pública: preescolar, primaria, secundaria, y articulado con el nivel terciario y universitario, conformando un campus o área de educación que permita completar hasta el último nivel en el rango municipal. De ésta manera, se jerarquiza el espacio representativo municipal, y se fortalece la conformación urbana se podrá prefigurar con equipamientos del espacio público vinculados a las actividades educativas y su adecuado nivel de descentralización. La formación de capital humano es uno de los aspectos fundamentales para fortalecer a la población vulnerable y al conjunto de la sociedad. Así, con esta dotación de programas educativos y el consecuente espacio público asociado, bien diseñado, permitirán desarrollar además actividades culturales, deportivas, recreativas y productivas derivadas y vinculadas a la educación formal. La implantación resulta determinante, para la accesibilidad de la población vulnerable: “Esto tiene antecedentes en la propuesta de “ciudad educativa” de Edgar Faure y otras similares. Asimismo, es evidente que una correcta planificación urbana y educativa debe apuntar a que los niños que concurren a cada escuela provengan del barrio, para minimizar los traslados y colaborar en el involucramiento de las familias. Porque uno de los factores que contribuye a mejorar los aprendizajes es que la escuela esté abierta a la comunidad. Ya existe una creciente integración de actividades sociales: el polivalente como centro de la comunidad educativa en las escuelas de tiempo completo, el espacio público de acceso con wi-fi, interfaz entre el barrio y la escuela, etcétera.” (Barrán et al, 2011). El centro educativo de máxima complejidad, implantado en la centralidad municipal, es el primer eslabón para la accesibilidad total, y se complementa con los complejos educativos de carácter zonal y barrial, que conformando una red, combinan la formación diaria y cotidiana, con la especializada y superior, profundizando un “trayecto de lo local a lo central” que acerca lo sofisticado de la tecnología guiada desde el Estado, hacia lo precario de la situación individual excluida si no se recorre ese trayecto. La programación docente se podría enfocar en actividades combinadas, de campo y de aula, combinando contenidos tradicionales e innovadores, aplicando la informática y la actividad virtual. Se podría utilizar entonces la simultaneidad y complementariedad entre lo físico y lo intelectual, y los procesos actuales de universalización de las posibilidades tecnológicas. “Si los lugares están llenos de identidad, lenguaje, referencias y reglas sin formular, los no lugares son espacios de individuos solitarios. Pero no estamos necesariamente solos cuando no interactuamos con los que están próximos, porque los encuentros cara a cara son solo una de las posibles interacciones entre las personas actualmente. Gracias a la proliferación de los celulares y las laptops podemos estar interactuando con otros más lejanos, pero igualmente conectados.(…)Todos hemos visto aglomeraciones de escolares en ellas, o en las puertas de las escuelas, equipados con sus laptops XO.” (Barrán et al, op cit). Los autores citados señalan que la búsqueda de conectividad ha revalorizado el espacio público, en tanto constituye una oportunidad para que, entre otros aspectos, las escuelas

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incorporen espacios semipúblicos, atrayendo a la comunidad educativa fuera del horario escolar. Pero para que ello ocurra, habría que compatibilizar esta mayor apertura con la seguridad de la institución, quizás permitiendo dividir áreas de acceso comunitario de las áreas específicamente pedagógicas dedicadas principalmente a la enseñanza y el aprendizaje. “Esta imprecisión en los límites de la escuela también es promovida por el uso de las XO fuera de ella y por el Programa de Maestros Comunitarios, que apoya a las familias, tanto en la escuela como en los hogares. Estos maestros y las XO generan “ambientes escolarizados” fuera de la institución. (…) El espacio arquitectónico debería promover esa imaginación y creatividad proponiendo espacios lúdicos, sin usos definidos, donde los maestros y los propios niños definan el lugar más adecuado para cada actividad.”

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2 .- Propuestas para la escala zonal submunicipal (meso) El espacio público y las centralidades sonde carácter urbano zonal, con alguna institución estatal no de carácter municipal, sino zonal-administrativa desconcentrada, o especialmente intervenida desde algún ámbito del estado. En relación a la articulación urbana y accesibilidad, puede cumplir un rol protagónico, al permitir el acceso de los sectores excluidos, “pasando la barrera” o frontera que los separa. Ésta, a veces es física, pero en general es cultural y de posibilidades. La oportunidad es el uso intensivo de la Plaza de deportes con actividades recreativas y educativas, con la asistencia a la emergencia social y programas de generación de empleo. En función del rango de descentralización planteado, se propone que sea un Complejo Zonal (tipo Pando Norte, Centro Comunal Zonal de La Teja, o de las características de Punta Rieles o Plaza nº 5 de la Unión. Todos tienen una instalación pública de segundo orden, existente y/o en proceso de fortalecimiento. (barrio Estadio de Pando, ventanilla única; La Teja, centro comunal más actividades extra municipales; Punta Rieles, biblioteca, asociable a espacio feria, sub-centralidad, accesibilidad transporte-conectividad; La Unión, Liceo 19 + piscina + refugio MIDES, más acondicionamiento de parque César Díaz, más asociación piscina con informática, más escenario, más acondicionamiento para eventos, y accesibilidad a conectividad por 8 de octubre hacia la centralidad metropolitana secundaria en La Unión. Esto se asocia con un rango de centralidad comercial eventual o cotidiano. Di bien en la zona no hay un centro comercial ni centralidad consolidada, el acceso es directo, por ejemplo a través de 8 de octubre en el caso de La Unión, Camino Carrasco en el caso de Euskal Erria y Malvín Norte, o 1 km de conexión vial directa al centro de Pando en el caso de Pando Norte. En estos casos, existe o se apoya la creación de una centralidad de tercer orden, a través de la dotación de infraestructura para ello. Implantación en centralidad, en zona precaria o en borde marginal. La zona se encuentra en el corazón de la zona precaria, donde se implantan directamente las intervenciones (Pando Norte) o donde se encuentran los espacios semi-acondicionados Euskal Erría y La Unión). En los tres casos, existen zonas fuertemente tugurizadas o en proceso de pauperización asociadas al centro de intervención, y asentamientos irregulares de gran precariedad en sus bordes (arroyo Malvín, Fray Bentos, Pantanal). Periodicidad eventual, semanal, diaria. La periodicidad de las actividades propuestas por los programas de la intervención, es de dos o tres veces por semana. Se asocia a actividades educativas complementarias (educación física en plaza, biblioteca, cursos especiales, cancha de fútbol, y escenario para fines de semana). Dotación de programas: El evento cultural o educativo-recreativo, se controla desde el Estado, con equipos docentes que incentivan participación voluntaria y se genera espacio acondicionado para sumar actividades especiales a las existentes desde programas sociales gestionados por ONGs o los espacios precarios existentes. Permite por su implantación, en el corazón de la zona precaria, el acceso permanente, con periodicidad de dos o tres veces por semana, (y no semanal como en el caso de la escala municipal). Los programas complejos, dan paso a programas educativos especiales y formalizados, actividades culturales para eventos semanales, o instalaciones para uso semanal como una biblioteca.

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3.- Propuestas para la escala barrial-local y microbarrial (micro). El uso cotidiano se favorecerá con el diseño de los microespacios barriales para la actividad cotidiana. Rango de representatividad del espacio público. El tipo de espacio no es de carácter representativo de la ciudad o municipio a nivel general, sino apropiado y apropiable en el ámbito local. Pequeños centros de barrio con instalaciones simples (Toledo, Colonia Nicolich y en varios barrios periféricos de Montevideo tienen la necesidad de ampliar y consolidar microinstalaciones) Un ejemplo ha sido la intervención de regularización del asentamiento en Paso Carrasco Norte, cuyo proyecto se adaptó para pasar a ser un derivado del futuro Plan Zonal de mayor cobertura territorial, vinculado a la centralidad sobre Camino Carrasco, y con un complejo en el centro de la intervención (CAIF, centro de Barrio, plaza e infraestructura con re-localizaciones para densificar y mejorar espacio público barrial) Articulación urbana y accesibilidad Desde el punto de vista de la accesibilidad a la centralidad, en general se lograría a través de la creación o mejora de un conector principal que resuelva la conexión hacia una centralidad secundaria. (Ejemplos como alle a jerarquizar en Paso Carrasco desde borde norte hacia Camino Carrasco, sendas y mejoras en Centro de Barrio Toledo y Nicolich). Rango de descentralización: barrial (centro de barrio) Se retoma y redefine la idea del centro de barrio, equipado no necesariamente con actividades de instituciones estatales, sino con opciones de articular acciones promovidas desde el Estado (municipales o ministeriales) con otras instancias locales: organizaciones sociales y deportivas, ONGs que administran unequipamiento (CIAF Santa Teresita, Policlínica km 28 de Barros Blancos complementaria al centro de Salud regional de Pando, instalaciones en Plaza y Parque Ricaldoni de Toledo). Rango de centralidad comercial eventual o cotidiano No hay un centro comercial, sino que se impulsa o genera las condiciones para que en torno a la intervención se genere condiciones para la implantación de servicios comerciales cotidianos privados junto a la inversión inicial del Estado. Implantación en centralidad, en zona precaria o en borde marginal La implantación es en borde marginal o barrio de la periferia con precariedad externa. En los casos de Paso Carrasco, Santa Teresita, Toledo, entre otros, están asociados a una directriz de actuación integral que permita que las regularizaciones simples de asentamientos propias de períodos anteriores, sean complementadas con Planes de Desarrollo Local o Planes Zonales Municipales o Zonales en forma directa o a través de mejora de la accesibilidad física o social. Periodicidad cotidiana, diaria. La periodicidad en el uso es de máxima frecuencia, diaria, o relacionada con las actividades cotidianas, pues la extrema vulnerabilidad de gran parte de la población involucrada lo que requiere microespacios acondicionados para contener actividades inclusivas de la vida cotidiana.

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Dotación de programas y actividades La generación y mejora de infraestructura básica y los servicios que mejore la accesibilidad y la seguridad (vialidad, iluminación, etc.) así como la salud (saneamiento, policlínica), la cultura (biblioteca, cursos especiales, instituciones de asistencia y religiosas (Casavalle, “Padre Cacho”) requieren además de actuaciones complejas aunque de pequeña escala, que articulen las pequeñas actuaciones de barrio con las políticas estatales globales de atención a la precariedad socio-territorial. (redes de salud, educación especial, recreación asistida, información y uso de la informática Criterios generales aplicados: Cada escala tiene un rango de programas y complejidades complementario. Permite la proximidad y accesibilidad a las situaciones cotidianas para la interacción básica, especiales de inclusión, de accesibilidad a lo institucional estatal central. La composición de programas va desde lo institucional central, a la complejidad con especificidades zonales a la particularidad barrial con accesibilidad básica, programas únicos o suma de varios programas simples. Se conforma una red de espacios a diferentes escalas y en diferentes sub-zonas de una misma escala. La categorización permite tener una guía de los programas apropiados para cada escala, la implantación, el rango del equipamiento y una prefiguración de diseño y tamaño, y la complejidad (desde el equipamiento básico aislado a la suma de equipamientos articulados en un proyecto urbano compuesto por la máxima categoría de cada rubro). Se podrá además dosificar o modular los siguientes aspectos a lograr a través del diseño: - democratizar el espacio urbano, municipal, zonal o barrial-local a través de diferentes dispositivos de accesibilidad, adecuada implantación y diseño. - favorecer la conectividad con una estructura compleja de espacios públicos y circulación contemplando los diferentes niveles de movilidad, con diseño vial y accesibilidad peatonal - afirmar el sentido de pertenencia e identidad consolidando y potenciando centralidades para densificar y permitir consolidación y no erradicación. - mejorar situaciones inviables a través de la relocalización evitando desarraigo a través del manejo de la cartera de tierras por zona. - rescatar y valorizar las identidades locales respetando la historia, las inversiones individuales y colectivas espontáneas o no públicas planificadas. - apertura y “esponjamiento” de los tejido precarizados en situaciones extremas con recalificaciones urbanístico-ambientales. - incorporar la participación en los niveles e instancias: escucha de demandas, información, aprobación, ejecución y mantenimiento participativo. - favorecer el cambio de imagen a través de la re-subjetivización, el buen diseño integral, y el fortalecimiento de la imagen de construcción pública. - favorecer la cohesión social a través de la actuación integral interactoral e interinstitucional.

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Matriz de intervención integrada

maxima media minima

macro grandes infraestructuras y equipamientos

infraestructura zonal y plataformas comunitarias

meso equipamientos zonales, parques públicos, etc.

equipamientos barriales, con gestión ONGs, ferias zonales

plazas barriales y locales con actividades comunitarias

micro ferias vecinales reúso de la calle

Comentarios:

Esta matriz integrada vincula las dos herramientas presentadas en forma previa y permite visualizar las correlaciones entre los tipos de intervenciones en términos de escalas y niveles de complejidad del territorio, (valorados en tres escalas: macro, meso y micro) con las intensidades de las mismas, (valoradas en tres rangos: de máxima, de media y de mínima).

Se trata también de una herramienta a desarrollar, que permitirá vincular y correlacionar algunas de las principales variables de intervención en el territorio y que ayudará a evaluar las mismas.

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CAPITULO 4 –

RECOMENDACIONES

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CONCLUSIONES OPERATIVAS PRIMARIAS Y RECOMENDACIONES PARA UN ESPACIO PÚBLICO DE CALIDAD:

CHECK LIST El análisis previo y la propuesta general de intervención muestran que para superar el déficit detectado en las actuales intervenciones en espacios urbanos con situaciones de precariedad se requiere la verificación de ciertas condiciones al momento de proponer e instrumentar cualquier intervención. 1.- Incluir el proyecto del espacio público y la consideración de las centralidades, desde el primer momento, al plantear cualquier intervención en el hábitat precario.

El proyecto del espacio público es una parte indisoluble de la estrategia de intervención en el hábitat precario, así como lo son las infraestructuras y equipamientos y el mejoramiento habitacional. Con frecuencia, los programas y proyectos de intervención en el hábitat precario no consideran la definición del espacio público en sus agendas. Esto debe ser revertido considerando al espacio público y las centralidades como parte principal de todo proyecto de intervención en el hábitat. Para incluirlo de una manera adecuada, es necesario identificar a partir de las condiciones del lugar, preexistencias, hábitos, usos, para determinar, en conjunto con la población las intervenciones a realizar, su tipo y localización, ya sea a través de espacios de tipo hegemónico o subalterno, permitiendo y facilitando la apropiación colectiva del espacio urbano. 2.- Enmarcar las intervenciones específicas y concretas en estrategias y líneas de trabajo más generales. Las acciones a emprender en esta materia no deben ser puntuales o aisladas, sino que deben estar encuadradas en el marco de lineamientos de intervención más generales y en programas específicos. Y deben contar con continuidad en el tiempo y seguimiento y apoyo social, institucional y de gestión, proponiendo una visión acumulativa y con continuidad temporal. A su vez, y en coherencia con lo anterior las áreas a intervenir no pueden ser reducidas a “enclaves” sino que deben ser interpretadas como piezas caracterizadas que forman parte de contextos urbanos amplios, afectados por las condiciones de precariedad. Las áreas de intervención serán más extensas que las concentraciones de hábitat precario (formal e informal), comprendiendo entornos amplios de urbanización popular a integrar a la ciudad. Ello requiere el desarrollo de un pensamiento específico y consistente en relación a estos problemas que contribuya a mejorar y ajustar las políticas públicas para este tipo de territorios y comunidades y a vincularlas en forma transversal. Una visión sistémica de los territorios contribuye a fortalecer este punto de vista, superando la oscilación dilemática entre el formalismo ingenuo y el empirismo puro.

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3.- Promover la mayor integralidad de las acciones y transversalidad de las políticas Las intervenciones deben ser parte de acciones de desarrollo integral. Se entiende por “integral”, aquél desarrollo que no es unidimensional, en el cual una dimensión (económica, física, etc.) predomina sobre la otra, sino que incluye a todas. En consecuencia, se considera necesario superar la clásica escisión entre las acciones de políticas urbanas y de políticas sociales (las primeras, acciones “duras” de infraestructura y equipamiento y las segundas, acciones “blandas” de política social y cultural) en relación al espacio urbano, integrado ambas y aplicándolas en forma conjunta y simultánea, contando con la participación social y un adecuado seguimiento. Para ello se considera necesario insistir en estimular la transversalidad en las políticas, involucrando en un mismo territorio a diversos organismos e instituciones competentes, a través de su coordinación primeramente en el análisis y el diagnóstico y luego en la integralidad de las actuaciones en un territorio dado. A la vez, es imprescindible involucrar a la comunidad en las mismas a través de la puesta en juego de diversos dispositivos de participación, los cuales deberán ser valorados en cada caso. Se deberá tener en cuenta que en el país hay algunos antecedentes de esfuerzos valiosos pero aún aislados –fundamentalmente en localidades pequeñas de departamentos del interior- como los CAC o los centros MEC13, que muestran la potencialidad de contar a nivel local y microlocal con espacios referentes tanto de la acción comunitaria como de la presencia estatal en el territorio con mayor grado de integralidad y de coordinación. 4.- Integrar fuertemente el concepto de diseño arquitectónico y urbanístico con la dimensión programática, la dimensión de uso y la gestión de los espacios La aspiración de generar un espacio público de calidad en el tipo de contextos estudiados demanda asimismo un especial cuidado en los aspectos específicos referidos al diseño. Es imprescindible desarrollar un pensamiento disciplinar sistemático en relación a aspectos programáticos, de uso y de gestión. Los referidas aspectos deben ser considerados en términos adecuados a las diferentes escalas de actuación y sus respectivas complejidades (proponiendo los paquetes o kits programáticos y dispositivos de gestión en diferentes fases), con el objetivo de mejorar y calificar el diseño de aquellos espacios públicos de nuevo tipo que definirán los nuevos “centros barriales” en las áreas actualmente precarizadas y en general en las periferias metropolitanas del siglo XXI. Se ha constatado que en este campo existe un notorio déficit de pensamiento y de elaboración teórica y aplicada. Esto se enmarca en un no menos claro déficit en las políticas públicas con relación a este tema y a la existencia de ciertos automatismos, como los que se verifican al definir estándares de equipamientos y dotaciones. Ello debe ser revertido por cuanto se hace necesario afrontar una problemática que requiere una mayor profundización y desarrollo de respuestas específicas. Para ello, es necesario reconocer que la planificación urbana y territorial “tradicional” en nuestro medio (y los proyectos que de ella se derivan) se basan en ciertas convenciones generales y no alcanza a la definición ajustada de la dotación de equipamientos, la que ha quedado librada a la planificación sectorial en caso de existir (servicios de salud, servicios educativos, etc.), lo cual constituye una carencia a superar.

13 CAC: Centros de Acercamiento a la Ciudadanía, desarrollados por OPP, fundamentalmente en el interior en localidades y barrios, reuniendo servicios públicos; centros MEC, desarrollados por el Ministerio de Educación y Cultura, tienen un papel importante en los procesos de inclusión digital.

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Si bien existen antecedentes y esfuerzos aislados en materia -las políticas sectoriales han aportado algunos esfuerzos valorables pero frecuentemente desconectados de otros esfuerzos y acciones del propio sector público- será necesario asociar los esfuerzos de política sectorial con la acción local, articulando los mismos con criterios y estándares de diseño, materialidad, programáticos y de gestión que apunten a alcanzar la calidad deseados. 5.- Contemplar y resolver eficazmente, en función de las condiciones preexistentes, los aspectos constructivos y de diseño La necesidad de plantear respuestas específicas conduce a esbozar algunas recomendaciones operativas: La calificación del espacio público y afirmación de centralidad barrial que incluya la mejora y/o la construcción del nuevo espacios públicos en áreas precarizadas implica considerar tanto la dimensión de programática, de uso y de gestión como la materialidad. Para atender la calidad requerida en cuanto a la definición y concreción su materialidad, la consideración de los conformadores espaciales básicos adquiere un papel fundamental, en la medida en que se reconoce su papel en la definición de estos espacios como plataformas genéricas o soporte de actividades múltiples que evolucionarán en el tiempo. Entre ellos, destacamos algunos de los principales ítems a considerar:

- Pavimentos y terminación de superficies: selección de materiales y tecnologías: priorizando la utilización de pavimentos continuos (carpetas asfálticas, paños de hormigón).

- Consideración de aspectos de accesibilidad integral. Priorización de circuitos para la circulación peatonal adecuadamente acondicionados.

- Previsión y proyecto de drenajes y escurrimientos, cunetas, superficies absorbentes o permeables, etc.

- Dotación de equipamiento vegetal: arbolado (se sugiere considerar prioritariamente

aquellos de hoja caduca), especies arbustivas si corresponde, pavimentos y superficies con mantos vegetales.

- Dotación de mobiliario urbano con condiciones anti vandálicas.

- Iluminación adecuada (incluyendo redes de servicios no vandalizables).

- Dotación de conectividad digital.

- Inclusión de equipamientos deportivos, abiertos, y si corresponde de componentes

edilicios y recintos cerrados resueltos en función de requerimientos validados a nivel local y asociados a su gestión institucional o social.

- Previsión tanto de espacios especializados como de indeterminados (para que la

gente se apropie de los mismos de la manera que entienda mejor)

Por último, se insiste en que es fundamental la consideración de la visión local desde la génesis de cualquier propuesta (nuevamente, grado de apropiación por parte de la comunidad) para asegurar las condiciones mínimas de sostenibilidad.

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6.- Consideración imprescindible de los dispositivos de participación Tanto la mejora y complementación de espacios existentes como la generación de nuevos espacios implica necesariamente, en la escala y modalidades adecuadas, la consideración e instrumentación de los dispositivos de participación razonables y viables para cada tipo de situación y cada caso, involucrando a la comunidad en las acciones. Esto refuerza la necesidad de reconocer a las redes locales y sus formas organizativas y de funcionamiento, e involucrarlas en todo el proceso. Se trata de un requerimiento que debe ser contemplado desde el origen mismo de las intervenciones y que condiciona el éxito inicial de cualquier intervención y su posterior desarrollo y sostenibilidad. Para ello, se deben considerar las diferentes modalidades o alternativas de participación tanto a partir de iniciativas públicas como de iniciativas comunitarias. La generación de espacio público de calidad en áreas precarizadas es un objetivo que puede ser logrado tanto desde la aplicación de modalidades hegemónicas como subalternas, o a través de combinaciones de ambas, sin que ello signifique contradicción, en la medida en que durante el proceso se haya contado con formas de participación adecuadas.

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Recomendación adicional: propiciar la inserción de la temática en el ámbito universitario El análisis realizado a lo largo del trabajo permitió detectar presencias (pocas) y ausencias (importantes), entre las se cuentan las debilidades y ausencias registradas en el desarrollo de esta temática en el mundo académico. Se concluye que pese a esas ausencias y debilidades existe una fuerte demanda de conocimiento para reconocer, caracterizar y definir adecuadamente los problemas de las áreas precarizadas y establecer sus causalidades, que son complejas, así como para también proponer no menos complejas respuestas. Para ello, es necesario profundizar en el conocimiento de estas realidades (investigación) y en particular en el conocimiento vinculado a la acción (investigación-acción), para lo cual será necesario incluir la temática en programas de investigación interdisciplinarios, así como en modalidades de investigación-acción que impliquen articulaciones con formas de extensión universitaria y asesoramiento, tanto a instituciones públicas responsables de diseñar y ejecutar políticas como a organizaciones sociales y vecinales. Se considera necesario insistir con la necesidad también de promover diversidad de acciones formativas en la materia, que puedan instrumentarse en el espacio universitario y con carácter interdisciplinario, involucrando disciplinas que abordan esta cuestión tanto desde la conformación física del espacio (la arquitectura y el urbanismo, la geografía, la ingeniería ambiental), como su conformación social (en términos generales las ciencias sociales, y en particular la antropología social, etc.). Esto podría ser tomado tanto a nivel de la formación de grado -en la carrera de Arquitectura como también en otras carreras vinculadas con la temática en cuestión- así como en la formación superior a nivel del posgrado, lo cual puede instrumentarse ya sea a nivel de especialización y formación aplicada como de desarrollo académico. Asimismo, el lógico complemento de este tipo de lineamientos de trabajo es el desarrollo de experiencias docentes en el marco de la articulación de la función de enseñanza en cursos obligatorio u optativos- con la función de extensión universitaria, (Espacios de Formación Integral –EFIs-, Programa Integral Metropolitano -PIM-, pasantías y experiencias de extensión tutoreadas en las que participen no sólo docentes sino además estudiantes de grado) y teniendo en cuenta la evaluación de casos implementados en el presente año como la fueron la experiencia en el Barrio Las Cabañitas, experiencias de pasantías del Plan Juntos, etc.

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Sobre la continuidad – agenda de investigación Por último, corresponde plantear algunas sugerencias en relación con los temas considerados en el presente Informe en la perspectiva de la continuidad de la reflexión planteada. Como ya se dijo, partir de la entrega de este Informe Final, será necesario valorar la pertinencia y la posibilidad de instrumentar formas de continuidad y profundización del presente esfuerzo o de líneas complementarias y derivadas del mismo. De esta manera sería posible verificar, contrastar, ajustar y desarrollar la base conceptual y metodológica generada. A partir de esta operación inicial se abre la posibilidad de generar una agenda de investigación y posible continuidad que cubra el campo temático y desarrolle aspectos tanto conceptuales como operativos. Dicha agenda sin dudas excederá el abordaje de la cuestión del espacio público y la centralidad a nivel local o zonal en áreas con características de precariedad y abarca al conjunto de la problemática de las mismas en un marco sistémico. La construcción de una agenda no puede ser responsabilidad exclusivamente del espacio académico. Es deseable que la construcción de la misma (y su implementación) sea realizada en el contexto de la cooperación entre el espacio académico y las instituciones responsables de atender esas problemáticas, así como también de la población involucrada. Ello podrá ser viabilizado a través del accionar de grupos de investigación y/o redes de conocimiento a nivel nacional o internacional, por medio de programas y proyectos que incluyan esta temática. La referida agenda será de utilidad como referencia de los posibles desarrollos a futuro.

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ANEXO –

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