articulo videojuegos

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Page 1: Articulo videojuegos

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Los videojuegos se han convertido en algo imprescindible en casi todos los hogares. Uno de

cada cuatro adolescentes actualmente tienen videojuegos, más niños que niñas.

Los efectos que producen los videojuegos son discutidos por la sociedad, en particular por los

padres de esos niños, pero mi pregunta es, si tantas dudas y tantos inconvenientes ponen los

padres con los videojuegos, ¿por qué se los compran a sus hijos?

Lo positivo que tienen los videojuegos es que los niños van desarrollando la motricidad fina,

van aprendiendo a superarse a sí mismo, se concentran, memorizan, crean situaciones

problemas, desarrollan la rapidez, etc.

Pero todo lo positivo trae consigo algo negativo, la adicción a los videojuegos (consolas,

móviles, ordenadores, etc.) significa una fuerte dependencia hacia los mismos que se

caracteriza por ser una actividad que ocupa demasiado tiempo en la vida de la persona y se

continúa practicando a pesar de conllevar consecuencias negativas.

Es importante destacar que los videojuegos en sí mismos no suponen una amenaza, puesto

que todo dependerá del uso y control que se ejerza sobre ellos. Por eso, las adicciones no se

centran en el propio videojuego, sino en la forma descontrolada y abusiva en la que se puede

presentar.

Hoy en día salen más juegos violentos y realistas, con movimientos y gráficos muy similares a

la realidad. Éstos juegos violentos dan problemas en cuanto a lo social, académico y de salud.

Para detener esta adicción, los padres deben de establecer unas reglas, seleccionar los juegos

a sus hijos, elegir los más educativos, dejarles jugar un determinado tiempo y proponerles a

hacer cualquier otro tipo de actividad.

El caso del niño desaparecido tres días porque «se estaba

divirtiendo» recuerda la necesidad de poner límites. El diario ABC se hace eco de un caso ocurrido en Madrid que debe hacernos reflexionar sobre

la necesidad de poner límites al uso que muchos adolescentes hacen de los videojuegos, de

internet y del teléfono móvil. Este es el relato:

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De la historia de Daniel, el niño de 10 años desaparecido el pasado día 2 de enero durante tres

días porque estaba jugando a la play en casa de un amigo, se pueden extraer varias lecturas.

En palabras de David Pulido, psicólogo del gabinete Álava Reyes Consultores y profesor del

máster del Instituto Terapéutico de Madrid, «este parece un caso claro de doble falta de

comunicación y control parental (de los padres del chico desaparecido y la de los del vecino

donde se alojó todo ese tiempo) y de ausencia de límites. En este caso, a la hora de jugar a la

videoconsola, un hecho que puede convertir al pequeño en adicto con el paso del tiempo».

Para Pulido, no hay excusas. «En el caso de los progenitores, por desconocer dónde estaba su

hijo. Si el niño se escapó, lo primero que tenían que haber hecho es llamar a todos los padres

de los amigos. Hoy en día tenemos a nuestra disposición todas las vías de comunicación

posibles: existen grupos de padres en Facebook, en whatsapp, por mail... Los padres deben

saber de su hijo, deben conocer su círculo social, y si no, investigar. Porque, a la postre, cuando

son adolescentes quizás estas cosas se pueden escapar de nuestro ámbito de conocimiento,

pero no cuando tienen diez años», advierte. Y en el caso de los padres del amigo, prosigue este

experto, no ha habido ningún tipo de comunicación en absoluto. «Cuando un amigo de tu hijo

lleva varios días durmiendo en tu casa, hay que asegurarse de que cuenta con permiso. ¿Tu

madre sabe que estás aquí? Y después, comprobarlo con una llamada de teléfono».

Consecuencias en casa La ausencia total de límites parece que también se ha dado en ambas familias. En casa de

Daniel, explica Juanma Romero, fundador de Adicciones Digitales, «todo esto debería tener

consecuencias para el pequeño. A pesar de la alegría mostrada durante el reencuentro, que el

niño se entere del sufrimiento que ha causado a sus padres su infantil egoísmo. Las

consecuencias deberían ir parejas al daño causado. Es decir, su ausencia debería tener una

gran consecuencia. Si dejamos que esto pase con un "espero que no vuelvas a hacerlo",

mañana se habrá olvidado y puede que lo repita. Prohibirle todo contacto, directo o indirecto,

con maquinitas durante un periodo de tiempo determinado quizá pueda cambiar las cosas. O

cualquier otro castigo que realmente le duela», propone.

La falta de límites es más llamativa si cabe en la familia «de acogida», señalan los expertos.

«No se puede permitir jugar a los niños tantas horas a la videoconsola, como parece ser que

así ocurrió, a tenor de las informaciones publicadas», afirma Pulido. En cualquier caso, y según

matiza el psicólogo de Álava Reyes Consultores, en el caso del niño de Alcobendas no se podría

hablar todavía de adicción, sino de falta de control externo. «Un niño siempre va a tener

problemas de control, y se convertirá en una adicción cuando anteponga esa conducta (en este

caso, el uso excesivo del videojuego) a cualquier otro tipo de actividad, bien los estudios, bien

las salidas con amigos».