artículo sobre la beatificación de d. Álvaro boletín de la parroquia de san francisco javier gdl

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Sembrar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Muchos han escuchado el dicho que dice: "En la vida hay que hacer tres cosas: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo”. Y esto fue lo que hizo San Josemaría de forma admirable, él decía que los libros que quería dejar escritos era la formación que daba a sus hijos. De entre ellos, el primer sucesor de él al frente del Opus Dei, será beatificado este próximo 27 de Septiembre en Valdebebas, Madrid, Don Álvaro del Portillo. Podemos decir que ha escrito un libro maravilloso en él y en muchos otros. También en la vida de san Josemaría bromeaba diciendo que le habían hecho plantar un bosque, hacía referencia a las muchas veces que había plantado árboles, también la vida de Don Álvaro fue como un árbol que él siempre cuidó y que ahora da sombra y reconforta a muchos, al igual que sus frutos de santidad y apostolado, que nutren las hambres de Dios de tantos, en los cinco continentes. Finalmente tener un hijo, en este caso del espíritu, por él que estuvo rezando, por lo menos cuatro años antes de

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Artículo que narra algunos aspectos de la vida de Don Álvaro del Portillo en relación a San Josemaría, con motivo de su beatificación el 27 de septiembre 2014

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Sembrar un árbol, escribir un libro y tener un hijo.

Muchos han escuchado el dicho que dice: "En la vida hay que hacer tres cosas: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo”.

Y esto fue lo que hizo San Josemaría de forma admirable, él decía que los libros que quería dejar escritos era la formación que daba a sus hijos. De entre ellos, el primer sucesor de él al frente del Opus Dei, será beatificado este próximo 27 de Septiembre en Valdebebas, Madrid, Don Álvaro del Portillo. Podemos decir que ha escrito un libro maravilloso en él y en muchos otros.

También en la vida de san Josemaría bromeaba diciendo que le habían hecho plantar un bosque, hacía referencia a las muchas veces que había plantado árboles, también la vida de Don Álvaro fue como un árbol que él siempre cuidó y que ahora da sombra y reconforta a muchos, al igual que sus frutos de santidad y apostolado, que nutren las hambres de Dios de tantos, en los cinco continentes.

Finalmente tener un hijo, en este caso del espíritu, por él que estuvo rezando, por lo menos cuatro años antes de conocerlo, cuando una de las tías de Don Álvaro que frecuentaba los apostolados que san Josemaría atendía, le habló de su sobrino que era muy inteligente. Luego desde que lo conoció cuido de él como verdadero Padre.

Por otro lado estamos en el centenario de su nacimiento, pues como sabrán el 11 de marzo de 1914 nacía, ahí mismo en Madrid. Hijo de un abogado Ramón Portillo, madrileño y de una mexicana, Clementina Diez de Sollano, originaria de Cuernavaca, hija de padres

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españoles, de quien aprendió sus primeras oraciones, como la tan conocida por nosotros: “Dulce Madre…”

Don Álvaro fue el hijo más fiel y primer sucesor del fundador del Opus Dei y este próximo sábado 27 será beatificado.

Vino un par de veces a nuestra ciudad, la primera vez en 1970 acompañando, a San Josemaría, visitó al seminario de esta arquidiócesis y luego vivó 8 días en Jaltepec, en la ribera de Chapala. La segunda ocasión que vino fue en el año 1983, donde tuvo varias reuniones con familias en las instalaciones de la Universidad Panamericana en ciudad Granja.

Hace unos días en la última reunión del Decanato de La Santa Cruz, donde pertenece la Parroquia de San Francisco Javier y el Templo de san Josemaría, un sacerdote, el padre Francisco, decía que desde el Concilio Vaticano II hacían falta los ejemplos y por eso la beatificación de Don Álvaro será un gran bien para la Iglesia Universal y también para nosotros.

En efecto, se nos dice que una persona que circuló por nuestras calles, que vivió donde nosotros vivimos, que le gustaban los platillos que degustamos, incluyendo el chipotle, que veía la televisión y el futbol, que rezó en la Villa de Guadalupe, esté ahora en los altares, nos habla de que es posible llegar a ellos sin necesidad de hacer cosas raras, a través de la santificación de lo ordinario.

Su contribución a la iglesia Universal a través de los largos años en los que sirvió a los distintos dicasterios de la Curia Romana (1946 a 1994) nos hablan de una vida fecunda de servicio y esfuerzo, donde el olvido de sí mismo y su trabajo serio era una norma de conducta.

Otra característica que me gustaría destacar es su profunda paz que inspiraba, una serenidad que provenía de su interior, que ayudaba a generar un clima de armonía y optimismo. Tal vez por esto sería conveniente que le pidiéramos esa ayuda para la convivencia en nuestras familias y comunidades, al igual que para pedir por la paz del mundo.

Nos alegramos de contar con un nuevo intercesor y ejemplo para llegar todos juntos, algún día, a la Casa del Padre.

Pbro. Guillermo Villarreal ChapaRector del Templo de San Josemaría.

Guadalajara, Jal. México.