anuario empresa y finanzas 2011

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Hablemos de… ¿2015? Hecho el recuento de todo lo malo que podía suceder, y ha sucedido, ¿qué tal si empezamos a mirar lo que se nos muestra por las rendijas de esta aplastante queja? Si algo agota y des- moraliza es seguir examinando datos que oscurecen la poca luz disponible. Podemos conti- nuar con este juego de sombras o ... ISABEL IGLESIAS SOCIA DIRECTORA DE IG DOCUMENTACIÓN 28 OPINIÓN ANUARIO 2011 ceñirnos a los avances y adop- tar la “generación de valor co- mo primera medida”. Que la cadena en este momento no tiene resistencia es un hecho, pero también que este tropel de limitaciones tienen que estar, por fuerza, interconectados. Busquemos pues el eslabón más débil, que no es otro que el punto de fuga que nos permiti- rá construir la realidad futura. Ahí deben foca- lizarse los esfuerzos. Vemos como van apareciendo alternativas que la propia sociedad reinventa e impone. In- cluso la banca encuentra caminos inespera- dos volviendo a ejercer el papel social que nunca debió olvidar. Sucede en Kenia, por ejemplo, donde los cajeros tienen piernas ya que cada persona es su propio banco a través de los móviles. Lo vemos en países que tras la quiebra ponen en marcha una nueva constitu- ción con la participación ciudadana como pre- misa o como las ciudades se reinventan con modelos como el Crowdsourcing donde lo pú- blico y lo privado colaboran en línea con la ciudadanía. De nada sirve seguir poniendo el dedo en la llaga… que no cesa. Las “soluciones” no van a venir de lo macro, ni de los caminos ya transitados que poco más pueden ofrecer. A revisión debe ir TODO. Desde la clasificación sectorial que ya no responde a la realidad y a las necesidades del mercado, hasta la obse- sión por los modelos de negocio, los de antes y los de ahora. Tal vez debamos de empezar a hablar de “esquemas de negocio”. Obsesionados con-partir seguimos sin ver la necesidad de “compartir”, de aprender de palabras sabias que nos explican que “el co- nocimiento es la parte MÁS importante en la producción del conocimiento”. Si en el 68 se reclamó “la imaginación al poder” ahora es el turno de “la realidad al poder” No podemos seguir comportándonos como palomas supersticiosas o como petirrojos in- dividualistas sino como los socializados he- rrerillos que convierten el aprendizaje en in- novación. Hemos cruzado muchas barreras de la engañosa escasez pero estamos equivo- cando la ecuación. En el siglo XX el paisaje mediático fue muy bueno para ayudar a la gente a consumir y ahí nos hemos atascado. El momento que atravesamos exige hacer me- jor uso del potencial y la generosidad humana. Estamos hablando del “excedente cognitivo”. Tenemos talento y tiempo, más de un billón de horas al año de tiempo libre para compro- meterse en proyectos y compartirlos. No es nuevo, ese tiempo ya existía, pero ahora la tecnología permite explorar y explotar su po- tencial a niveles mucho mayores. La tecnología, cada vez más barata, ya es un bien social que no se atiene a las reglas de la escasez con las que están programados nuestros cerebros de mamíferos. Atascados en la obligación de centrarnos en los costes económicos seguimos ignorando los poten- cialmente mayores costes de oportunidad: no se trata de hablar de modelos, sino de esque- mas de negocio. Competimos en el mercado de la escasez y en el de la abundancia así que una estructura de gestión única no sirve para ambos. El reto es saber simultanear el control y el caos. Podemos seguir culpando a la piratería, a pesar de que es la paradoja sobre la que se sostiene el beneficioso imperio de la(s) mo- da(s), o concentrarnos en “aprender hacien- do”. Y podemos hacerlo rápido o esperar dé- cadas, como ocurrió con el “hierro”, que tardó en asentarse porque hubo que aprender que se podía (y debía) trabajar de forma diferente que la madera. Es un hecho probado que no siempre reconocemos la innovación y la abun- dancia cuando la tenemos delante. Se oye mucho que la mayor par- te de lo que hay por Internet no tiene valor, que hay mucha estu- pidez y poca cali- dad. El problema es que no nos pondremos de acuerdo en qué es estupidez porque no podemos ponernos de acuerdo en lo contrario: calidad. Los juicios de valor no son buenos, ni recomendables. No hay que olvidar que tuvimos novelas eróticas antes de tener revistas científicas. Pero sí hay una importante diferencia para avanzar y es aprender a contemplar la interac- ción entre los mercados monetarios y los no monetarios. ¿Y cual es la nueva moneda de cambio? Pues algo que pesa más que cual- quier norma legislada: la reputación y la aten- ción. Ya no hay usuarios pasivos sino público, e Internet, con sus grandes cifras, lo cambia todo. Por eso, como siempre, todo se vuelve ha- cia las personas. Lo importante, también en economía, es el diseño de la generosidad. Porque al final lo que cuenta son las motiva- ciones internas, el saber en qué medida hace- mos las cosas porque nos gustan y no porque nos lo exijan o nos paguen por ello. Un siste- ma exclusivamente contractual o basado en multas rompe la cultura existente porque lo que hacen es comunicar que la deuda se sal- da pagando y no queda vestigio de preocupa- ción social. Y arreglar este entuerto, exige re- cuperar esa preocupación y que nos ponga- mos manos a la obra de inmediato. ...

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Hablemos de… ¿2015?Hecho el recuento de todo lo malo que podía suceder, y ha sucedido, ¿qué tal si empezamosa mirar lo que se nos muestra por las rendijas de esta aplastante queja? Si algo agota y des-moraliza es seguir examinando datos que oscurecen la poca luz disponible. Podemos conti-nuar con este juego de sombras o ...

ISABEL IGLESIASSOCIA DIRECTORA DE IG DOCUMENTACIÓN

28 O P I N I Ó N A N U A R I O 2 0 1 1

ceñirnos a los avances y adop-tar la “generación de valor co-

mo primera medida”. Que la cadena en estemomento no tiene resistencia es un hecho,pero también que este tropel de limitacionestienen que estar, por fuerza, interconectados.Busquemos pues el eslabón más débil, que noes otro que el punto de fuga que nos permiti-rá construir la realidad futura. Ahí deben foca-lizarse los esfuerzos.

Vemos como van apareciendo alternativasque la propia sociedad reinventa e impone. In-cluso la banca encuentra caminos inespera-dos volviendo a ejercer el papel social quenunca debió olvidar. Sucede en Kenia, porejemplo, donde los cajeros tienen piernas yaque cada persona es su propio banco a travésde los móviles. Lo vemos en países que tras laquiebra ponen en marcha una nueva constitu-ción con la participación ciudadana como pre-misa o como las ciudades se reinventan conmodelos como el Crowdsourcing donde lo pú-blico y lo privado colaboran en línea con laciudadanía.

De nada sirve seguir poniendo el dedo enla llaga… que no cesa. Las “soluciones” novan a venir de lo macro, ni de los caminos yatransitados que poco más pueden ofrecer. Arevisión debe ir TODO. Desde la clasificaciónsectorial que ya no responde a la realidad y alas necesidades del mercado, hasta la obse-sión por los modelos de negocio, los de antesy los de ahora. Tal vez debamos de empezar ahablar de “esquemas de negocio”.

Obsesionados con-partir seguimos sin verla necesidad de “compartir”, de aprender depalabras sabias que nos explican que “el co-nocimiento es la parte MÁS importante en laproducción del conocimiento”. Si en el 68 sereclamó “la imaginación al poder” ahora es elturno de “la realidad al poder”

No podemos seguir comportándonos comopalomas supersticiosas o como petirrojos in-dividualistas sino como los socializados he-rrerillos que convierten el aprendizaje en in-novación. Hemos cruzado muchas barreras dela engañosa escasez pero estamos equivo-cando la ecuación. En el siglo XX el paisajemediático fue muy bueno para ayudar a lagente a consumir y ahí nos hemos atascado.El momento que atravesamos exige hacer me-jor uso del potencial y la generosidad humana.Estamos hablando del “excedente cognitivo”.

Tenemos talento y tiempo, más de un billónde horas al año de tiempo libre para compro-meterse en proyectos y compartirlos. No esnuevo, ese tiempo ya existía, pero ahora latecnología permite explorar y explotar su po-tencial a niveles mucho mayores.

La tecnología, cada vez más barata, ya esun bien social que no se atiene a las reglas dela escasez con las que están programadosnuestros cerebros de mamíferos. Atascadosen la obligación de centrarnos en los costeseconómicos seguimos ignorando los poten-cialmente mayores costes de oportunidad: nose trata de hablar de modelos, sino de esque-mas de negocio. Competimos en el mercadode la escasez y en el de la abundancia así queuna estructura de gestión única no sirve paraambos. El reto es saber simultanear el controly el caos.

Podemos seguir culpando a la piratería, apesar de que es la paradoja sobre la que sesostiene el beneficioso imperio de la(s) mo-da(s), o concentrarnos en “aprender hacien-do”. Y podemos hacerlo rápido o esperar dé-cadas, como ocurrió con el “hierro”, que tardóen asentarse porque hubo que aprender quese podía (y debía) trabajar de forma diferenteque la madera. Es un hecho probado que nosiempre reconocemos la innovación y la abun-

dancia cuando latenemos delante.

Se oye muchoque la mayor par-te de lo que haypor Internet notiene valor, quehay mucha estu-pidez y poca cali-dad. El problemaes que no nospondremos deacuerdo en quées estupidez porque no podemos ponernos deacuerdo en lo contrario: calidad. Los juicios devalor no son buenos, ni recomendables. Nohay que olvidar que tuvimos novelas eróticasantes de tener revistas científicas.

Pero sí hay una importante diferencia paraavanzar y es aprender a contemplar la interac-ción entre los mercados monetarios y los nomonetarios. ¿Y cual es la nueva moneda decambio? Pues algo que pesa más que cual-quier norma legislada: la reputación y la aten-ción. Ya no hay usuarios pasivos sino público,e Internet, con sus grandes cifras, lo cambiatodo.

Por eso, como siempre, todo se vuelve ha-cia las personas. Lo importante, también eneconomía, es el diseño de la generosidad.Porque al final lo que cuenta son las motiva-ciones internas, el saber en qué medida hace-mos las cosas porque nos gustan y no porquenos lo exijan o nos paguen por ello. Un siste-ma exclusivamente contractual o basado enmultas rompe la cultura existente porque loque hacen es comunicar que la deuda se sal-da pagando y no queda vestigio de preocupa-ción social. Y arreglar este entuerto, exige re-cuperar esa preocupación y que nos ponga-mos manos a la obra de inmediato.

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