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Antología poética Clara Janés Las estrellas vencidas (1964) Red I Desde el mástil, en espera. Desde el mástil deshaciendo su fatiga. Desde el mástil derramando sal y agua. Desde el mástil cabellera de silencio. Red en calma.

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Page 1: Antología poética - biblioteca.org.ar · Tal vez emitir como el viento la voz o como la rosa el perfume indetenible. Tal vez detectar infinitas palabras en el rumor marino ... los

Antología poética Clara Janés

Las estrellas vencidas (1964)

Red I Desde el mástil,

en espera.

Desde el mástil

deshaciendo su fatiga.

Desde el mástil

derramando sal y agua.

Desde el mástil

cabellera de silencio.

Red en calma.

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Red II Una red

sobre un carro. Gris.

Una red

sobre un hombre.

Y del alma solamente el recuerdo.

Una red

desde un mástil, besando tierra, cerrando vientos.

Hombres, vientos y carro,

tierra y mástil eternos y concretos.

Una red:

almagre oscuro y neto envolviendo el silencio.

Límite humano (1973)

Fugacidad de lo terreno Todo es de polvo, soledad y ausencia.

Todo es de niebla, oscuridad y miedo. Todo es de aire, balanceo inútil, sobre la tierra.

Manos vacías que acarician viento,

ojos que miran sin saberse ciegos, pies que caminan sobre el mismo trecho siempre de nuevo.

Vemos sin ver y en la tiniebla estamos.

Somos y somos lo que no sabemos. Hay en nosotros de la llama viva sólo un reflejo.

Caen los días en otoño eterno.

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Pasan las cosas entre sueño y sueño. Llega la noche de la muerte. Y calla nuestro silencio.

Ahora inmóvil Como el azote de un eterno viento

veo la vida que golpea al tiempo. Muestra el ahora su absoluto en llamas, pleno, perfecto.

Ciega mis ojos la existencia pura.

Ata mis manos el espacio. Tengo presos los pies entre la red del aire, presa la mente.

Nada desea, atenazada, el alma,

sólo un pilar donde dejar los huesos. Se hace el silencio y el olvido todo. Todo sosiego.

En busca de Cordelia y poemas rumanos (1975)

Mesa del silencio

Tirgu Jiu

Nos sentamos a la mesa del silencio,

al aire de los chopos y los arces del parque interminable de hojas muertas. Implacable y amoroso callaba el caudal inmóvil de blancos cantos.

La piedra ingrávida,

paréntesis al tiempo

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y altar de la profunda soledad del alma humana.

El blanco lecho vacío de las venas

era blanco como aquel blanco cauce donde el río no corre.

Nos sentamos

y allí nos quedamos para siempre, en la mesa del silencio.

Allí,

donde tiempo más tiempo más tiempo no es nunca igual a tiempo.

Columna del infinito

Levanta el índice, Brancusi, y delimita el vuelo de los pájaros ahora que anochece. Con tu ecuación perfecta que proyectada en alto dará siempre infinito —la concretes en cien, cincuenta o veintisiete eslabones más eslabón truncado— distribuye los espacios furiosos que acechan el ocaso.

Libro de alienaciones (1980)

Gato compañero No hay nada de ficción,

apenas un diálogo mudo, no hay comunicación

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ni comprensión siquiera del dolor, no hay compasión. Hay sin embargo un destino tenaz de abandono impotente a seguir siendo

en manos no de lo desconocido

sino de lo absolutamente incognoscible.

Ojos

Me has acorralado y con odio agarrado mis solapas, me has empujado hacia un rincón y me has golpeado hasta dejar tinto de sangre el aire mismo, y así y todo, he aquí que todavía me levanto y mirándote te digo: ahora mismo, en este momento lo decido, haré donación de mis ojos aunque tenga que llevarlos mi asesino.

Eros (1981)

Siete poemas de Eros entre el Sol y la Luna

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Ese manante cauce en las entrañas... Y tu filo implacable entre dos luminarias

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parte el torso en dos trozos de pétalos ardientes. Y si fuera de hielo mano pálida sobre el rostro, carne de amor mi carne, a tientas te convoca todavía por brazos erizados en la fiebre, desatando agonía.

7

Los latidos estallan en mis labios que ya apenas murmuran: come, death and wellcome! Sobre el ansia desértica de tu carne de agraz arboladura la luna se desmaya cubriendo de pudor descuartizados miembros, que en la sangre recogen el aullido cortante, los amorosos restos de mi cuerpo.

Vivir (1983)

Casillas

A Jitka

El manso regresar de los rebaños en el azul atardecer... Una a una las cabras van llenando de motas movedizas las laderas, dando vida al camino que avanza hacia la noche. Es sabio en su gesto el animal y conocedor de identidad de acción y tiempo. Jamás se empeña en ir contra su ser ni exige de sí mismo el acto heroico.

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Con precisión cumple su arco sumiso a las potencias, y cuando ya las tinieblas se anudan, cruza sin vacilar las puertas del corral. Nosotros sin embargo, a la hora del sueño, salimos casi a tientas y nos perdemos bajo los castaños bañados por la luna.

Corto circuito

A Luis Rosales

¿Qué es ser poeta? Tal vez emitir como el viento la voz o como la rosa el perfume indetenible. Tal vez detectar infinitas palabras en el rumor marino o vivir en el pulso del silencio. Tal vez conocer íntimamente el fulgor y así quedarse a oscuras, inmutable, recibiendo en tinieblas a desconcertados visitantes cuando se va la luz, ya que los ojos ven de todos modos y el buen aeda no necesita para el verbo ni de un cabo de vela. Dícese de Homero...

Fósiles (1985)

Trilobites

El tres entra en la extraña simetría

centrífugo rebasa el estatismo y genera la vértebra del gesto que irradia hasta la humana contextura

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Cenit, ocaso y alba contorno dehiscente agua

Septaster a sobre gasterópodo

El disfraz de la risa se posa en su lisura y oculta el rostro tenso, antifaz que codicio para mi triste máscara ¡oh rizo breve y cálido que ondea sobre el abismo de la nada!

Kampa (1986)

[Llegarán los almendros en flor a tu ventana]

Llegarán los almendros en flor a tu ventana

huidos de mi pensamiento, y el temblor del olivo que se estremece al paso de la noche.

Pero yo, cada vez más perdida en tus palabras,

no tendré fuerza para llegar hasta tu puerta, me quedaré vagando por las calles, desgranando temores por la tierra de Kampa, dialogando confusa con el aire, bailando cortésmente con el río la danza de la muerte, con delicados arabesques y oscuras reverencias.

No intentaré siquiera hablarte con la lluvia,

ni cabalgar el viento y escondida en sus crines

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devolverte el perfume de las rosas

que tú de un solo gesto, de una vez para siempre,

has desenterrado para mí con toda la encendida primavera.

Surca Desvelada por el eco resonante del pozo de la noche,

en mi tierra fustigada por la lluvia, rompe nudos la memoria del rayo.

Ahuyentados los mantos del olvido

se oculta el alarido en las voces del búho y, pulso en llamas, los cuatro vientos surca en pos de tu ventana.

Allí, desde lo verde,

palma con palma, en cruz, su sangre te murmura y el vértigo trasiega del ansia que le abrasa.

Anhelo delirante que rebasa los párpados cerrados

por el sedoso pétalo ferviente del incendio del cuerpo enamorado.

Lapidario (1988)

Amatista

Hurta al rojo su ardiente y noble vena y al azul la devota condición y con ambos ornatos constituye el destello violeta. Opuesta a la ebriedad es su hermosura que a los lirios efímeros ofende, perfecto poliedro que al juicio el equilibrio presta.

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Granate

Rúbea rosa detenida en macla, envuelta en doce flancos cristalinos, visión del vino traspasado a luces o vaso de crepúsculo colmado. En vano el fruto afín se multiplica emulando tu nombre y tu figura, aja y dispersa el tiempo su semblante. Tu pleno ser no es ara de mudanza pues no cede al transcurso su firmeza y de alegría el corazón corona.

Creciente fértil (1989)

[Mira mi pie que ondea acercándose a tus labios]

Mira mi pie que ondea acercándose a tus labios, es un fruto que entre velos te ofrece la danza, mientras todo mi cuerpo va dibujando dunas y oleajes, los brazos en forma de palmera se extienden, y el cabello simula la caricia del aire. Y sinuoso, como un sol, sigue el vientre, no cejando en su alarde de redondez mullida, pues su acoso insistente predispone el momento sagrado en que, alzada la piña, un dios hace fluir el polen fecundante, como indican las puertas del palacio real de Korsabad.

[En recuerdo de Urpalla galanteo

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tu boca]

En recuerdo de Urpalla galanteo tu boca portando en las dos manos y en la cintura atados los racimos de uva. Pronto acercas los labios y en tu saliva envuelves la carne prieta y dulce y con los dientes muerdes y arrancas cada grano. Cegada de delirio destilo el sol oculto en el licor perverso prensado por tu lengua, oh llave del cercado donde se inicia el vértigo.

Emblemas (1991)

Johnny Guitar

Un vendaval agita la dormida pistola mas la luna penetra las imágenes con virginal claror hasta que ya su haz y su envés se confunden.

El suicida

Su boca blanca llama a la nieve de la muerte; su corazón encadenado se entrega al ángel negro de su pecho que lo devora.

Ver el fuego (1993)

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Homenaje a García Lorca

Se arranca el perro asirio de las sombras y a su primer aullido, luna y estrellas hacia el sueño ascienden, mientras el sol, aún desde su negra efigie, inicia el gesto. Tu viaje nocturno es ya metáfora. Se pone en pie la salvaje frescura de la aurora.

Voz de Rafael Alberti

(Llamada nocturna)

Investida del rielar de la luna, en la espesura de la noche incide, pregunta una palabra, narra un viaje remoto, invoca la poesía siendo en sí misma cuerpo de poesía. Se rompen los asertos del Vedanta: una luz cruza el límite del sueño.

Diván del ópalo de fuego (1996)

Layla, al presentir su fin, ve ante sus ojos la primera mirada de

Machnún

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Me miró y se pobló de estrellas mi corazón, y sobre el fuego de la sangre se elevó el firmamento. En el punto más alto de la noche la luna sostenía el nadir de los destellos. Redondo era el orbe del amor y el sol, oculto, desvelaba su eterna incandescencia.

En sus últimos momentos reconoce Layla que el amor es Mihrab del más

allá

Tu paraíso-corazón, granada inmóvil, ópalo encendido, a la puerta de los destellos me conduce. Un halo de armonía se desdobla en el umbral. Desde su levedad, el oro y los siete esplendores en remolino me acometen. Prende el fuego interior replegando las sombras. Y penetro como un ave en la blancura.

Rosas de fuego (1996)

[Quiero arrastrar el claro de luna] Quiero arrastrar el claro de luna

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sobre las aguas de la noche, ser en ellas remo de plata y surcarlas, y confundirme luego con la estrella que despierta el dormido camino de la luz.

Quiero entonces perderme

en un nimbo lejano y envolvente, quedar fija amando en par de lo inasible, sin ser notada, y permanecer así en el desolvido del día.

[Estrella del ocaso entre los árboles]

Estrella del ocaso entre los árboles, viaje a los lejanos días de la infancia: el lomo de los montes era manto de sueños. Cada tronco el cuerpo del amado, las aguas inmutables dibujaban el éxtasis y en la línea rojiza del crepúsculo se cruzaban las ramas prendiendo fuego al corazón. Estrella del ocaso, hacia paisajes más remotos, senda, con los ojos te alcanzo y antes de que la sombra me someta me remonto en el ser y llego hasta los días de Utnapistim y contemplo las tierras bañadas por el Éufrates.

La indetenible quietud (1998)

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[El alba sopla pétalos de luz]

El alba sopla pétalos de luz. Vibra el vacío en invisible movimiento e invita a orientación. El secreto del silencio revela su ser secreto: la quietud sin fondo del amor.

[Desasosiego del signo]

Desasosiego del signo. El viento obliga a la danza, las hojas secas dibujan campos cambiantes, traslaciones y trascabos, dudas. El aire dilacerado incita hasta al tímido latido, y el Ser, que no puede dar el salto... Fluctúan los cielos, la sombra de una nube se desliza por el corazón.

Arcángel de sombra (1999)

Arcángel de sombra

Desplegó una sábana azul que abarcaba los ocho cielos salpicados del oro de los astros y me envolvió y a sí mismo, en ella. Y como el entero firmamento me abrazó.

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Y se adentró en mi vida y en aquella noche la deshojó hasta la tersura del alba. Con el tacto del más leve pétalo se dobló su cabeza en mi cuello, sus bucles negros emitían un aroma de abismo.

Arcángel de silencio

También bajo la tierra brota amor, la verme blanca y la mosca azul que a los huesos cortejan, dando paso a un gemido que acuna las raíces. Y en la sumisa mansedumbre del despojo la mutación se inicia. Vosotros, los que mi voz ajena a vuestra voz considerasteis, vedla emerger ahora vegetal, como yo veo la leve niebla debajo de los párpados cerrados; ved cómo nace en las madreselvas el néctar que un día entregó mi boca al poema y me torno amoroso silencio en su perfume.

Cajón de sastre (1999)

Antídoto

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De tiniebla acosada

El libro de los pájaros (1999)

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La noche guarda el espectro en su caja negra. Limpia los ojos y los dispone para la visión secreta, anterior a la conciencia, anterior a la ignorancia, anterior a la ausencia, anterior al vacío.

7

Cruzan las nubes, saben que el otro lado es igual que este lado. Bailan los números impares, los números pares, los quebrados; inventan las parábolas, las hipérbolas. No ven el cero que arrastran con sus alas al infinito hasta la cascada de las potencias.

Los secretos del bosque (2002)

Fermentatio

Dormido un ánsar se deslizaba por el río, y los ciervos entre el ramaje se tendieron,

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las hojas silenciosas quedaron inmóviles. Bajo una capa de cenizas mi corazón ardía. El lince custodiaba las cenizas.

Sophia

Ésta es la hora del deseo ardiente. De mi cerebro una centella cae en mi pecho y me abro al espacio como un eco.

Paralajes (2002)

[¿Oyes esa música...?]

¿Oyes esa música que cruza como luz la oscuridad mientras la oscuridad gira y yo con ella? ¡Con qué fuerza se abre paso y llega incluso a mi lugar más remoto cercado también de sombras! Pero el latido que brota allí nadie lo oye. Nadie, como yo, sabe que existo y creceré y amaré como aman estos brazos que me sostienen porque no sé andar aún... Pero escucha, escucha:

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todos los árboles se mecen en la música. Y en mi interior, donde un secreto sol me hace adivinar el sol secreto de la oscuridad.

[La serpiente era verde]

La serpiente era verde. La vi cuan larga era —ella y yo, de pronto, en el jardín—. Todo en mí se detuvo. ¡Qué hostil era la tierra! ¡Qué temerosa la verde hojarasca! ¡Qué denso el aire verde que me acristalaba! Mi sangre verde destellaba pánico y asombro y me llenaba de aquel conocimiento... La serpiente era parda, dice mamá que me seguía. Yo digo que era verde, verde esmeralda. Tal vez en mí era ya una serpiente dibujada.

Vilanos (2004)

[Miro tus ojos]

Miro tus ojos hasta que mis ojos desaparecen.

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[Cinco días de silencio]

Cinco días de silencio. Se cayó la noche al río.

[Adán ofrece a Eva manzanas podridas]

Adán ofrece a Eva manzanas podridas. La serpiente se abraza a su cuerpo y lo estrangula.

[La flor carnívora]

La flor carnívora se come la última mosca y le dice: eres cruel.

Fractales (2005)

Sin fin

Sobre el pétalo leve ondea la sombra de una mariposa y cae al agua un gemido. La corriente es un vórtice que aglutina la noche, y desde esa noche, la voz se multiplica, emerge, asciende a los árboles,

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corre por las nubes, danza, llueve, danza. Llueve más allá del mar, abriendo el horizonte, la línea discontinua sin fin, que aúna nuestras horas dispares hasta que la galerna las dispersa.

Líneas Una vez más el paisaje fugitivo,

el lago, los valles, los árboles que corren como ríos. Llega una nube y ciega la mirada; luego descubre un mar, un fuego.

Cuando duermes

se recoge la vela de tu tiempo, se borra el libro por la magia de la sombra y pasa a tus sueños la escritura. A mis ojos, la desaparición de tu día, y mi quedar en mi día y en mi noche.

La belleza se desliza en su órbita.

En la isla que se aleja tensas el arco. La flecha sigue su línea. Yo la mía.

Huellas sobre una corteza

Runas

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(Enero de 2004)

Aquel pájaro al que enseñé a volar

y partió hacia su destino...

Miro al cielo

y veo pasar nubes vacías y mi cuerpo se vacía de memoria y vacío está mi corazón de tanta espera —el misterio sigue del otro lado del vuelo, del otro lado...

El frío acrecienta el silencio,

la savia se encoge en las ramas hasta la grieta abierta a la oscuridad; la helada luz arrasa los campos, pero en su red queda suspensa la belleza. Alguien canta en un lugar de la fantasía, alguien susurra la fe...

Mas yo no reconozco

ni una gota de rocío en el pétalo del alba. Clausura la sombra mis oídos. Agoniza mi mano, que apenas puede trazar ya sobre la nieve el signo del amor.

* * * ¿Por qué no tomas mi mano

con la tuya y la devuelves al signo? He aquí un papel en negro que espera la explosión de nuestro tacto para arder en el fuego del espíritu. Todos los números son negros ahora, todas las palabras tienen cerrados los párpados porque el misterio sigue

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del otro lado. Así la oscuridad se ensancha como un río.

Dile al pájaro que vuelva,

dile que deje en el alféizar una pluma parda, para que yo sepa que hay posibilidad de regreso, para que me cubra de mansedumbre antes de que la niebla inicie la ceremonia del olvido.

* * * El poeta miró al cielo y dijo:

en ti se encarna la estrella del crepúsculo. Y las barcas se mecían en el estrecho siguiendo el declive de la luz y yo me alejaba al compás del agua hacia el crepúsculo y el crepúsculo me enlazaba. Llameaban las aguas y los cielos y el misterio era la blancura. No hubo otra palabra. Blancura y oscuridad anidaron en mí y entré en el sueño de la nada, amor y nada amor y nada.

* * * Nada.

Y me pregunto por su movimiento cuando el amor absorbido por la gravedad ya no alcanza los bordes. Nada mudo hasta que el viento o el fuego inicien de nuevo la vibración y un soplo se ponga en marcha y deje ir la primera vocal, un estremecimiento que defina tiempo y espacio, el aquí que se toca y el adivinado mundo

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de lo impronunciable.

* * * Pero el aquí se ofrece

opaco a nuestros ojos. Toda distancia arroja al opio del ensimismamiento, a la sima de sombra sin salida. Los altos muros de la separación, las masivas procesiones de fuegos y asesinatos y muertes y masacres... Leprosos están los cielos y la corteza de la tierra. Y los dedos del mal hurgan en las llagas para avivar el dolor. Acaso el pájaro sigue una llamada de luz, acaso va en pos de las ondas primeras...

* * * Ah del ladrón

que robó la blancura y la depositó sobre los trigos. No pensó que los cuervos iniciarían una danza ritual para que el sol la bañara de sangre, y los buitres al punto asomarían y todo el campo con un manto púrpura avanzaría hacia su crucifixión. Y Anubis enmudeció y cerró la puerta y en la laguna temblaron los cipreses. Negra soy pero hermosa, negra soy pero no con la negrura de los números oscuros porque mi alma es transparente cristal, vaso para el agua de los ángeles. De puro despojamiento ha perdido incluso la idea y la palabra.

* * * Dejar que parta el que se va

y acoger al que se acerca,

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eso dice el oráculo ahora que Orión ocupa por el Este la entera bóveda. Y llega el momento en que el movimiento es ambiguo, ir y venir son rasgos de un rostro, pero ¿qué dicen los posos del fondo del corazón? Todo silencio es un hacha. La hora de las cabezas cortadas resuena en el campanario. Y los tajos provocan corrimientos de tierras, desplazamientos. Y el esclavo es señor. Y el demiurgo levanta el estandarte de la mentira. Se acerca el agua estancada, la inmovilidad turbulenta, aunque corra la sangre y el viento arremoline las hojas secas y alguien cante en un lugar de la fantasía y el dolor confunda los números oscuros. Estar aquí es callarse. La lámpara de aceite no sabe ya por quién está en vela y noche tras noche palidece y espera su propia caída y la llama final.

* * * Conservar la lámpara encendida

en la total ceguera, porque la exigencia es fe; abrir el perfume de las rosas y que se ensanche... ¡Venga una oleada, un agitarse de la tierra, un derrumbamiento, una sacudida que desplace la visión! No se reconstruya el mundo antiguo, no se levanten más cúpulas vidriadas, recójanse los cadáveres y entiérrense y plántense árboles donde hubo fortalezas, árboles en las ruinas, árboles en las tierras estériles, árboles en el desierto del pecho, para atraer a la lluvia,

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árboles en la memoria que se llenen de pájaros y vuelo.

* * * Entra la desposada

en la casa del hombre y el abrazo se prolonga hasta el alba y su rubio cabello son hilos de oro que flotan en el azul tendiendo lazos a la vida, acosándola, porque todos los ceremoniales fueron demorados, todos los procesos perdieron su carácter para tornarse en deberes y derechos. Y los lazos dorados se adentran por la grieta y se apoderan del bien oculto. Y guarda la desposada el misterio en un cofre pero pierde la llave y a sí misma en la oscuridad. A lo lejos el agua se amansa, la flor de loto recoge el silencio. Dice el oráculo: por encima del lago planea el trueno: la esposa reciente; y en virtud de la eternidad, el hombre recorre lo perecedero. Nada es propicio, nada está en el lugar que le corresponde. A lo lejos, bajo los sauces, una amatista se recoge en su color de duelo.

* * * La piedra

asiente a la transformación, el violeta cruzado de destellos es el agua del pozo que no acaba. La inmovilidad es firmeza y agua clara sin fin. Que beba el que quiera, que venga el que viene. Elevada ventura es esa agua para todos inagotable. No llega el trueno,

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no llega el viento a su profundidad. No llega el derrumbamiento exterior a su calma, casi tan secreta como el misterio y tan encendida como el aire, sutil hasta la invisibilidad.

* * * Ni piedra sobre piedra,

ni río en su cauce, ni monte inmóvil: cada cosa encarna su desmoronamiento. Y quedan los restos inconexos en las cenizas. Y queda el misterio preso. Los números oscuros se condensan. La cohesión se debate en pugna con la sombra. La única mirada que cruza los ojos, desde un solo ojo de sabiduría busca el azogue limpio donde sólo la lámpara persiste. La libertad es la ignorancia, la pobreza mendiga. Pero el agua protege su firmeza y la calma es un sin tiempo y sin lugar que es par a la abolición, quedar suspenso ante el verde de los brotes... Que parta el que parte, que llegue el que llega.

* * * Dile al pájaro que sólo hay árboles

en mi corazón.

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