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EL OBSERVADOR Desde 1970 impulsando el desarrollo www.diarioelobservador.cl Suplemento Especial 41 años Viernes 30 de septiembre de 2011 reportajes

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Edición Especial 41 años - Reportajes

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Page 1: Aniversario El Observador

EL OBSERVADORDesde 1970 impulsando el desarrollo

www.diarioelobservador.cl Suplemento Especial 41 años Viernes 30 de septiembre de 2011

reportajes

Page 2: Aniversario El Observador

� EL OBSERVADOR / Viernes 30 de septiembre de 2011 Suplemento Reportajes

EL OBSERVADOREMPRESA PERIODÍSTICA Fundador y Presidente del Directorio:

Roberto Silva BijitDirector: Roberto Silva Binvignat

Editores:Claudio Espejo BórquezGustavo Rodríguez Catalán

Gerente Comercial:Julio Cifuentes Mora

EDICIONES ESPECIALES

Desde la llegada de los pri-meros españoles a nuestro conti-nente, los cerros precordilleranos de Petorca se hicieron conocidos por sus vetas de minerales que, con el pasar de los años, se han convertido en una de las princi-pales y más antiguas fuentes de trabajo para generaciones de fa-milias. Pero a diferencia de unas pocas empresas que en la zona practican la mediana minería y los pequeños mineros que extraen cobre u oro para venderlos a és-tas, existe un personaje que no ha parado de trabajar desde tiempos remotos y se ha vuelto un emble-ma local: el pirquinero. Hace tres meses, Juan Gue-rrero y su sobrino Jaime Valdés arribaron a los cerros de El Me-chón para buscar nuevas minas que trabajar. A las ocho de la ma-ñana llegan a estos terrenos, to-man desayuno en un improvisado rancho a las puertas de otra veta y luego de cambiarse de ropa y equiparse con guantes, un casco y sus herramientas, uno de ellos desciende 17 metros bajo tierra para extraer los minerales, mien-tras el otro los recibe en la super-ficie para picarlos y clasificarlos. “Aquí sacamos material para hacer oro, como cuarzo, fierro y pirita. Bajamos muy temprano a la mina, nos vamos turnando, pero siempre estamos ahí hasta el mediodía, sacando los minerales con una cuña y un martillo de seis libras que hacemos nosotros mis-mos. Con eso le pegamos al cerro hasta que salimos y vamos a al-morzar, estamos como una hora en colación y luego entramos de nuevo a la faena hasta las cinco

y media o seis de la tarde”, contó Juan Guerrero, el pirquinero que en esta ocasión estuvo durante toda la mañana trabajando el ma-terial extraído en la superficie. El minero explicó a “El Ob-servador” que con los años la for-ma de transportar los minerales desde la mina ha ido cambiando. “Antes usábamos el ‘capacho’, una mochila que se ponía en la espalda, se le echaban unos 40 a 50 kilos de material y se subía por la escalera. Pero hoy tenemos un ‘torno’, el mismo que se usa en los pozos y así llenamos un tarro. Mientras éste sube, mi socio aba-jo está llenando otro y de esa ma-nera se hace mucho más liviano el trabajo”, relata el trabajador. Cada tarro puede acumular cerca de 35 kilos de piedras con minerales y tienen que sacar al menos cinco para completar una carretilla de 150 kilos. Llenando siete de éstas ya pueden juntar una tonelada. Pero durante el día todo este proceso se hace relativo, porque los pirquineros nunca saben con cuántos mine-rales se van a encontrar en una veta, a pesar de que el torno les ha mejorado su trabajo, puesto que en una jornada laboral diaria pueden sacar hasta tres mil kilos. Sin embargo, para llegar a juntar todo esta cantidad de material, primero hay que trabajarlo en la superficie. “Lo que es metal molido se hace en un solo montón y el grue-so se va separando de la piedra, eso se hace con un martillo y lo que no sirve se va dejando a un lado, mientras que lo necesario se clasifica, para ‘chancarlo’ (moler-lo). El que es minero debe saber lo que está sacando y para eso después analizamos el material con un cacho de un toro que está cortado por la mitad. Con este sis-tema uno va viendo los minerales, lo molido lo echamos en este trozo y si hay poco igual lo ocupamos, porque en El Trapiche, la planta donde se procesa el mineral, todo sirve”, explica Juan Guerrero. Para el pirquinero, ellos cumplen un trabajo más completo que el de otros mineros. “Noso-tros sacamos el material, lo pro-cesamos y después lo vendemos, pero a veces esa no es la mejor parte. Hay días que nos va más o menos y nos quedamos con poca plata. Depende de nosotros si sa-camos buenos o malos minerales, porque las minas no son siempre iguales, hay vetas que por tone-lada te pueden dar cinco a seis gramos, como también uno o dos,

y eso no nos da para cubrir nues-tros gastos”, comenta el minero artesanal.

ESFUERZO Y TRABAJO El trabajador explica que este oficio lo adoptó de su fami-lia, la que siempre se ha dedicado a la minería. “Mi papá se crió en estos cerros y él a los 40 años de edad ya no podía caminar, tenía los pulmones llenos de tierra y todo eso era por estar en las mi-nas, porque antes a los 12 años ya los tenían trabajando, hasta que finalmente falleció como a los 49 por silicosis. Quedamos todos mis hermanos chicos, pero de ellos yo he sido el que hasta hoy he seguido como pirquinero”, señala el minero. Pero a pesar de estos an-tecedentes, Juan Guerrero y su sobrino no han parado de trabajar desde el año 1982, cuando co-menzaron ejerciendo sus prime-ras labores junto a sus hermanos mayores, en unos cerros frente al estadio de Petorca. Como eran los más pequeños, a ellos sola-mente los tenían para ‘capachar’, es decir, esperaban que cargaran sus mochilas con material, para luego subir 50 metros con éstas en la espalda por una escala, has-ta que llegaban a la superficie. “No sé si en esos años era más arriesgado, el pirquén, en ge-neral, yo creo que no es peligroso, porque para mí no es tanto el ma-terial que uno extrae diariamente, pero sí era más bruto, si se pue-de decir de esa forma. Se subía con 50 a 60 kilos de mineral al hombro, entonces uno terminaba muy cansado, era difícil sacarlo, pero no había otra forma, porque antiguamente las minas nunca las trabajaron en forma lineal, siempre han sido verticales y cuando los mineros nuevos volvieron, las en-contraron así y siguieron con esa forma”, cuenta Guerrero. El minero recuerda que en sus inicios, especialmente en la década de los ‘80, hubo un impor-tante auge de la minería artesanal. “Después de la recesión que hubo en ese tiempo se abrieron lava-deros de oro y ahí se dio mucha fuerza a la pequeña minería, por-que era la única forma de levan-tarse, ya que estaba muy mal el país. Fue una buena época para nosotros, porque aquí los mineros dejaron toneladas de piedras en el cerro y uno se los llevaba a El Trapiche y ganaba plata”, relata el pirquinero. Hoy en día, Guerrero cuenta que el material sigue siendo abun-

dante, pero sí hay que preocuparse más de lo que se está extrayendo. “Actualmente no existe el ‘desmon-te’ (material acumulado fuera de las minas), por eso todo sirve, sea uno, dos o tres gramos, aunque ahora debemos asegurarnos y no sacar cualquier cosa. En realidad a noso-tros nos conviene sacar seis a siete gramos, pero eso depende de la veta y hoy en la que estamos no es así, por eso ahora queremos bus-car una nueva”, explica el minero.

“NI UN DEDOMACHACADO”

El minero explica que en to-dos estos años trabajando de esta manera, jamás ha sufrido un acci-dente. “No nos hemos ni machaca-do un dedo, tal vez alguna uña por ahí, pero la verdad es que siempre hemos trabajado con mucha se-guridad, tenemos una soga y una escalera para bajar, usamos un casco que es lo principal y guan-

tes. Hemos trabajado en partes donde el terreno es más complica-do, pero no ha habido problemas, por algo seguimos en esto”, señaló el pirquinero. Sobre este tema, el pirqui-nero cree que una de las medidas más importantes es la precaución. “Nosotros tenemos que cuidarnos, porque si no, nadie se preocupará por nosotros. Hemos trabajado en partes donde el cerro ha sido malo, pero siempre hay que ser precavi-do, porque igual las labores de nosotros no son grandes, general-mente no descendemos 50 metros bajo tierra, entonces no hay tantos problemas”, explica el trabajador. Cerca del mediodía, el com-pañero de Juan Guerrero, Jaime Valdés, ascendió a la superficie y comentó a “El Observador” que para trabajar en una mina de for-ma segura, uno de los factores más importantes es el ánimo. “Hay que trabajar animado. También muchos accidentes han ocurrido porque al colega le ha ido mal o no quiere hacer el trabajo como corresponde o si sale poco material, eso a uno le afecta. Pero lo importante es dejar los proble-mas en la casa, porque la mina también es celosa, a veces uno trae los problemas y pasan las cosas, uno anda preocupado de otros temas y no está concentrado en el trabajo. Porque si mi socio está picando la piedra y mira para otro lado, se va a golpear un dedo, entonces hay que estar pendiente de lo que uno está haciendo”, fi-nalizó Valdés, quien junto a su tío lucha por mantener viva esta pre-caria actividad artesanal.

Los pirquineros de Petorca y su incansable labor “a punta de cuña y martillo”

Los mineros artesanales no creen que su trabajo sea arriesgado o peligroso y a pesar de que no siempre la suerte los acompaña en sus labores diarias, aseguran que el ánimo es fundamental para seguir adelante Juan Guerrero sacando el material desde la mina con la ayuda de su torno.

El pirquinero Jaime Valdés saliendo de la mina por la escalera que ellos mismos construyeron.

Uno de los pirquineros picando el cerro con una cuña y un martillo al interior de una mina.

Felipe León Díaz

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¿Qué relación existe entre el Archipiélago de Juan Fernán-dez, rodeado del inmenso Océano Pacífico, y la mediterránea ciu-dad de Quillota, emplazada entre los cerros que cercan al Valle del Aconcagua? Son 711 kilómetros de distancia, muchas horas de viaje para atravesar valles, ríos, cerros, playas y una gigantesca porción de agua. ¿Qué podría unir a esta ciudad de más de 80 mil habitantes con aquel villorrio de is-leños pescadores, de tan sólo 700 residentes? Cuenta la historia, salpicada de leyenda, que el mismísimo des-cubridor de las islas, el marinero Juan Fernández, quien prestó in-numerables servicios a la Corona Española y vivió osadas hazañas, tuvo tierras en Rautén e, incluso, habría pasado sus últimos días en ellas, siendo sepultado en algún olvidado sector del lugar.

EXPLORADOR POR ACCIDENTE

La historia de Juan Fernán-dez es confusa, no sólo porque la historiografía se fijó tarde en aquel personaje, sino también porque tanto el nombre Juan como el ape-llido Fernández eran comunes al momento de desarrollarse los he-chos que recuerdan estas líneas. En efecto, se especula que con-temporáneos había una veintena de “Juan Fernández” ganándose la vida como marineros por las costas del Pacífico. Nació entre 1528 y 1530, posiblemente en Cartagena, Espa-ña, aunque hay autores que fijan su nacimiento en Portugal. Como fuera, llegó a nuestras costas al servicio de la Corona Española sir-viendo como grumete en el galeón “San Gerónimo”, en el año 1550. Esos fueron sus inicios en la ca-rrera de marinero, la cual lo llevó a consagrarse como piloto, veinte años más tarde, comandando el navío “Nuestra Señora de los Re-medios”, con el cual unía el puerto peruano de El Callao con el chile-no Penco, frente a Talcahuano. Su paso por las islas que hoy llevan su nombre se debió a una especie de accidente. Cuenta la historia reproducida por varios autores, que con el objetivo de encontrar una nueva ruta de na-vegación más rápida entre ambos puertos, Juan Fernández optó por alejarse de las costas unas 400 millas mar adentro y así capear el viento sur que inutilizaba las velas de los navíos y los obligaba a na-vegar sólo algunas horas durante el día, extendiendo así sus peri-plos por casi seis meses. Usando su innovadora es-trategia, Juan Fernández hizo el trayecto en tan sólo 30 días y, de paso, descubrió y bautizó las islas de San Félix y San Ambrosio y el 22 de noviembre de 1574 hizo lo

El olvidado navegante en tierra:¿vivió Juan Fernández en Quillota?

Con ocasión de la tragedia ocurrida en el Archipiélago de Juan Fernández, volvemos a tener noticias de antiguos relatos que forman parte de la historia aún no escrita de nuestra ciudad. El siguiente reportaje tiene por única intención llegar a ser una línea de referencia para quienes escribirán esas páginas

Reportaje: Carlos Car-mona Bermúdez

Investigación y documentación: Carlos Carmona Bermúdez, Carlos Poblete Cruz y María de los Ángeles Álvarez

Agradecimientos: Carlos Valencia Reyes - Herman Arellano Villarroel - Pamela Ma-turana - Manuel Chávez - María Isabel Jorquera - Silvana Ibaca-che - Pbro. José Antonio Olguín

Una contribución de la Unidad de Comunicaciones, Cultura y Turismo de la I. Municipalidad de Quillota

propio con Santa Cecilia (poste-riormente Más a Tierra y actual Isla Robinson Crusoe) y Santa Clara, dos del archipiélago que lleva su nombre. La leyenda cuenta, ya sin mucha historia que respalde el mito, que también divisó las gran-des islas de Nueva Zelanda y Australia, lo que es poco probable, considerando que la más cercana de ambas se ubica cerca de nueve mil kilómetros al oeste del que fue-ra su recorrido.

SUERTE DIABÓLICA Como una ironía de su des-tino, el descubrimiento de la nueva y rápida ruta y las islas le valió ser acusado de navegar “por arte dia-bólica”, por lo cual se efectuó en su contra un Juicio del Santo Oficio de Lima, es decir, la mismísima In-quisición le cayó encima. El relato -parte historia y parte leyenda- atribuye también a Juan Fernández haber introducido las cabras que hoy son una especie salvaje y endémica de dichas islas. Y aunque tanto hizo por aquellos territorios, según cuenta el libro ti-tulado “Mares de Leyenda” (1979), de la historiadora Maura Brescia de Val, “las tierras descubiertas no aportaron a Juan Fernández ningún beneficio. Al contrario, a causa de un naufragio, en 1585, se arruinó el navegante en su nueva

profesión de fabricante de aceite y ganadero de cabras”, razón que motivó al gobernador general Alo-nso de Sotomayor a entregar el título de propiedad de las ínsulas a otra persona. Otros textos dan cuenta que sin éxito en los nego-cios, los acreedores terminaron por ahogar al intrépido marinero.

GOLPE DE TIMÓN No obstante, Juan Fer-nández ya tenía una historia que contar, a la cual se sumaban otros servicios prestados a la Corona Española. En años en que los grandes navegantes eran corsa-rios y piratas, Juan Fernández fue testigo de diversos enfrentamien-tos, habría intervenido en alguna escaramuza e incluso recorrió las costas alertando a las poblaciones del litoral comprendido entre la Bahía de Valparaíso y El Callao, de la presencia en esos mares del temido corsario Francis Drake, mandatado por Gran Bretaña para hacer de las suyas a expensas de las colonias españolas. Por todo lo anterior, en 1589 la suerte de Juan Fernández dio un golpe de timón y recibió el reco-nocimiento de sus hazañas con el nombramiento de Piloto Mayor de la Mar del Sur. Se casó con Fran-cisca de Soria y recibió un terreno, nada menos que en Rautén, que actualmente es un bello sector de

Quillota. Parte de la historia regis-trada en los textos afirma que los terrenos le fueron entregados por la Corona Española, como una merced por sus servicios presta-dos. Otros autores, en cambio, dicen que el piloto estaba comple-tamente arruinado y fue un “amigo compasivo” (Diego de Castro, es-cribano mayor de la Gobernación) quien le donó los terrenos, algo poco usual considerando las cos-tumbres administrativas y jurídicas de la época. Quizás por eso Benjamín Vi-cuña Mackenna en el libro titulado “Juan Fernández: Historia verda-dera de la isla Robinson Crusoe” (1883), plantea que en realidad recibió los terrenos como parte de una permuta por la cantidad de “seis rocines”, vale decir, media docena de caballos. En el mismo texto, Mackenna afirma que la pro-piedad estaba conformada por las haciendas Colmo y Rautén, entre la quebrada del cacique Malcara y el cerro Mauco. Un documento que da cuen-ta de su propiedad es “Mensura General de Tierras de Ginés de Lillo: 1602-1605” (Colección de Historiadores de Chile y Documen-tos relativos a la Historia Nacional, Tomo XLIX) en el cual se estable-ce: “Estando en tierras de Quillui, que es en el remate que por la parte de arriba lo hizo las tierras de Colmo, en cinco días del mes de diciembre de mil y seiscientos y cuatro años, el capitán Ginés de Lillo, juez visitador general de tie-rras por Su Majestad, en el dicho valle de Quillui, que se extiende desde una punta questá más con-junta al estero a la parte de cerro de Malacara, y della en derecera de los corrales y paredones de Diego Hernández, que están deso-tra parte del río, y desde esta dicha derecera el río arriba esta tierra, y hasta llegar a una punta ques la más conjunta al río, y la que divide estas tierras y las que pertenecen a los herederos de Juan Fernán-dez, piloto mayor que fué deste reino, debajo de los cuales dichos

linderos le señaló cien cuadras de tierras, las cuales no midieron por ser la tierra tan montuosa y en su disposición mostrar no haber más cantidad, en las cuales le amparó y mandó se le dé testimonio para su derecho y lo firmó de su nombre. GINÉS DE LILLO. Blas Pereira. Ante mÍ, Melchor Hernández, es-cribano público.” Los libros y textos históricos son reafirmados por un antiguo documento conservado en el Mu-seo Histórico y Arqueológico de Quillota, el cual permite confirmar que “Juan Fernández, Piloto” fue propietario de terrenos en Rautén, aunque no especifica dónde, cuán-tos ni cómo se hizo de ellos.

¿VIVIÓ EN QUILLOTA? En “Mares de Leyenda” Maura Brescia asegura que “los últimos siete años de su vida los pasó el navegante en la modes-ta medianía de su casa, y en el cultivo de la tierra, desde la cual divisaba el océano que había sur-cado”, agregando que allí murió a las edad de 69 años, a comienzos de 1599 (otros textos de 1604 sim-plemente lo dan ya por muerto). La versión que es reproduci-da como oficial en la página web de la comuna de Juan Fernández, aún cuando otros autores afirman llegó a vivir más de 80 años. La historiadora va aún más allá: “De este piloto descienden los Fer-nández, de Quillota”. Con algo de mayor exactitud la autora reitera estos hechos en un segundo libro editado en 2004, titulado “Selkirk Robinson: el mito: a tres siglos del desembarco del Solitario en la Isla Robinson Crusoe”. Al parecer, en ambos casos la escritora se basó en crónicas de Benjamín Vicuña Mackenna, quien con antelación había deslizado la misma teoría genealógica. La posibilidad de que Juan Fernández viviera en Quillota es defendida por el actual consejero regional, empresario turístico y ori-ginario de Juan Fernández, Daniel

La última pista Quizás la respuesta certera se esconde en antiguos re-gistros eclesiales, aunque es difícil saberlo. Si bien Rautén tenía mejor conexión con Puchuncaví, la Parroquia de allá fue fundada en 1691, vale decir, casi un siglo después de la fecha de muerte propuesta para Juan Fernández. Los Franciscanos de Quillota, en tanto, recién en 1604 reci-bieron los terrenos donde comenzaron a operar formalmente en 1622, levantando su primer templo donde mismo se ubican hoy en día, lugar desde el cual salió la caravana de ciudadanos que un siglo más tarde fundó la ciudad. La Parroquia San Martín de Tours, por su parte, comenzó su historia en torno a dicho primer acto fundacional, vale decir, en el límite entre los siglos XVII y XVIII. No obstante la presencia de religiosos en el Valle de Quillota se remonta hasta 1536, cuando Cristóbal de Molina llegó junto a Diego de Almagro y celebró en estas tierras la primera misa. Posterior-mente, “ya en 1547, misionaba en la región el doctrinero Pero (sic) Hernández de Paterna”, afirma la obra “Quillota en su raíz colonial” (1980) de Nancy Flores y Juan Rivera. Para 1585 Quillota era una encomienda del obispo Rodrigo González, lo cual hace creer que bien pudo haber una capilla, y se estima que por esa fecha Alonso de Madrid y otros recorrían estos parajes sobre el lomo de un caballo o mula, como “verdaderos exploradores de la Iglesia”, según comenta el texto “Apuntes sobre la Historia de Quillota”, de Roberto Silva Bijit. Lamentablemente, las crónicas, documentos y registros de esos primeros evangelizadores no han sido descubiertos y, de existir, quizás contengan en papiro y con rigurosa caligrafía una defunción; un docu-mento de matrimonio o el acta de bautismo de aquel hijo único llamado Diego Fernández de Soria, legítimo heredero del piloto aventurero. Entonces, ¿vivió y murió Juan Fernández en Quillota? En esos regis-tros olvidados o perdidos para siempre tal vez se oculta la última pista, la clave para diferenciar la delgada línea entre la historia y la leyenda.

Mapa del archipiélago de “Juan Fernandés”, hecho por la marina francesa en 1753.

Sigue en página 4

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Paredes González, quien por lar-gos años ha investigado por propia cuenta la historia del archipiélago que lo vio nacer y llegó al conven-cimiento que el marinero descu-bridor del mismo pasó sus últimos días en Quillota, donde incluso habría sido sepultado y se hallaría aún su tumba en un cementerio del sector. “Tengo un compromiso de redescubrir esta historia y escribir un libro al respecto”, afirma.

DUDAS QUE HACEN LEYENDA No obstante, los cemente-rios en Chile comenzaron a fun-cionar como tales recién en 1822 y antes de eso los muertos eran sepultados en los patios de las iglesias o, incluso, en terrenos que las mismas familias disponían para ello dentro de sus propiedades. Por lo mismo es difícil de-mostrar la hipótesis del isleño con-sejero, más aún porque mediante testimonios es posible reconstruir la historia del actual Cementerio Parroquial de El Boco sólo hasta la década de 1870, cuando Leonardo Núñez donó los primeros terrenos para la habilitación del mismo. La tumba más antigua del Cemente-rio de Mauco (el otro que hay en el sector), en tanto, data de la década de 1920. Dadas las fechas parece poco posible que Juan Fernández hubiera sido sepultado en un ce-menterio o, al menos, en uno de esos. Respecto a las posiciones que niegan la relación entre el navegante Juan Fernández con Quillota se cuentan, además, el investigador y premio nacional de ciencias sociales, Ricardo Donoso

(1896 – 1985), que en su trabajo titulado “Barros Arana educador, historiador y hombre público” (1931), cita como deficiencia de la metodología de investigación his-tórica que sustenta su monumental “Historia General de Chile” al suplir los vacíos documentales acudien-do a la “tradición” y lo ejemplifica con la confusión de identidad entre un encomendero quillotano y el na-vegante en cuestión: “Así, al hablar del descubrimiento de las islas de Juan Fernández, (Barros Arana)

incurre en algunas contradiccio-nes: opta por 1584 como fecha del descubrimiento, e identifica en una misma persona al piloto con un homónimo que figura en una inci-dencia mensura de unas tierras en el valle de San Martín de Quillota el 18 de Julio de 1618. La atenta investigación y la crítica de (José Toribio) Medina (en la obra “El pi-loto Juan Fernández descubridor de las islas que llevan su nombre y Juan Jufré armador de la expe-dición que hizo en busca de otras Algunos creen que los restos de Juan Fernández aún se encontrarían en Rautén. El cementerio más

antiguo del sector es el Parroquial de Boco, pero mediante testimonios recogidos en terreno es posible remontar su historia sólo hasta 1870.

Parte de la historia de Quillota -o el piloto Juan Fernández- está contenida en libros de fácil acceso. Otros, en cambio, se encuentran dispo-nibles para consulta sólo en archivos digitales de universidades extranjeras.

La bibliografía y antiguos documentos conser-vados en los archivos del Museo Histórico y Ar-queológico de Quillota permiten asegurar que el marino y piloto Juan Fernández fue dueño de tie-rras en Rautén, las que recibió como donación.

El olvidado navegante en...

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en el Mar del Sur”, de 1918) le han permitido señalar el 22 de noviem-bre de 1574 como fecha del descu-brimiento del archipiélago y reha-cer completamente la biógrafía del piloto que le dio su nombre”. Lo interesante de esta dis-crepancia es que abre la posibi-lidad que investigaciones poste-riores que utilizaron como fuente a Barros Arana siguieran reafir-mando la “tradición” por sobre los hechos históricos, perpetuando un posible error.

TESTIMONIO PERDIDO Es posible afirmar con cer-teza que el piloto fue dueño de tierras en Rautén, aunque no hay confirmación de que viviera efecti-vamente en ellas. Lo cierto es que Quillota comenzó a funcionar como villa organizada y pujante recién en 1749, un siglo y medio después que desapareciera el inspirador de éstas líneas. Y aunque eso hace poco probable que el piloto morara acá, tampoco resulta demostrativo por cuanto había en el valle algu-nos pocos habitantes españoles con anterioridad a la refundación de la Villa San Martín de la Con-cha del Valle de Quillota (1747), desperdigados por todo el extenso territorio administrativo conocido como Corregimiento Quillota, que abarcaba desde Illapel hasta Ca-sablanca. ¿Vivió y murió Juan Fernán-dez, descubridor del paradisíaco

y ahora trágico archipiélago, en Quillota? La historia no lo confirma y los testimonios se pierden en el tiempo, hasta volverse insondea-bles, extendiéndose por enormes ramas familiares en historias cru-zadas pasadas de boca en boca y adornadas de fábula, maravilla y mala memoria durante genera-ciones, hasta el horizonte inalcan-

zable de los “Juan” y los “Fernán-dez” o hasta 1836 y el mítico “Tío Cañuelas”, un anciano homónimo quien decía ser descendiente del célebre piloto y a razón de ello “era motivo de burlas para la jente (sic) de su esfera i aún para los más ilustrados”, según detalla en viejo castellano un libro de tantos o más años.

VIÑA DEL MAR

Un lugar especial en este nuevo aniversario41 años apoyando e informando a la región a diario.

Un saludo de Coca-Cola Embonor S.A. a “El Observador”.

TitoCASTRO

L I B R E R Í A

FREIRE Nº 116 - QUILLOTA

ARTÍCULOS DE REGALO

ESCOLARES - OFICINA

PAPELERÍA - JUGUETERÍA

Saluda a EL OBSERVADOR,líder eninformación durante 41 años

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� EL OBSERVADOR / Viernes 30 de septiembre de 2011 Suplemento Reportajes

cómo es la realidad laboral, lo que se hace en las empresas y su línea de producción”, explica Araya. Este plan ha sido muy impor-tante para el desarrollo de los profe-sionales de buena calidad, especial-mente para los alumnos que asisten al establecimiento, los que en su mayoría provienen de hogares de escasos recursos y en situación de vulnerabilidad de toda la región. Cada año alumnos pertene-cientes a 168 colegios son acep-tados en el establecimiento, de los cuales -en opinión del director- el 50% que postula no llegan a la nota 4. Por eso, el establecimiento tiene un plan de nivelación, con el fin que los alumnos queden en las mismas condiciones, para afrontar el desafío de iniciar su estadía en el liceo. “Nosotros tenemos un alto compromiso social, por eso damos un apoyo psicológico y social a los alumnos, además de los talleres que desarrollamos con el apoyo de las familias, a quienes intentamos involucrar en el proceso educativo”, afirma el directivo y ex alumno. En este sentido, el colegio tiene alumnos en puestos importantes, tanto en Chile como el extranjero. Es por esta razón que se sienten muy contentos con la labor que han realizado durante estos años y creen que en el futuro se debe dar mayor importancia a la labor de los establecimientos técnico-profesio-nales, ya que nuestro país necesi-tará cada vez más técnicos de nivel medio. “Chile, en los próximos años, necesitará sólo en la empresa del cobre unos 14 mil técnicos de nivel medio, por eso creo que es impor-tante el rol que juegue el Estado en este tema, porque a nosotros, con lo que nos dan (subvención), no nos alcanza. Sólo gracias al aporte de la Corporación Educacional de la Construcción (Coreduc), organismo dependiente de la Cámara Chilena de la Construcción, hemos podido tener buenos equipos y talleres, lo que tiene muy contentos a los alum-nos y a los apoderados”, sentencia Luis Araya.

Alejandro Pacheco Guzmán

Este año ha estado marcado por el tema educacional a nivel país. Se ha criticado una serie de factores que están afectando la calidad de la enseñanza, por medio de manifes-taciones que se han mantenido por más de cuatro meses. Dentro de las críticas que plan-tean los estudiantes, se encuentra el rol de los establecimientos técni-co-profesionales, que no cumplen óptimamente el rol de formar bue-nos profesionales de nivel medio, debido principalmente a que cuen-tan con pocos recursos para adquirir equipos de última generación. Como un oasis en medio de tanta sequedad, en La Calera desa-rrolla su trabajo un establecimiento educacional que entrega oportuni-dades a alumnos de escasos recur-sos, entregándoles un título que sí ha sido efectivo a la hora de inser-tarlos en el mundo laboral. Se trata del Liceo Industrial Óscar Corona Barahona, conocido comúnmente como “La Industrial”, que mañana sábado cumple exactamente 70 años. El establecimiento educacional es administrado desde el año 1987 por la Corporación Educacional de la Construcción (Coreduc), organismo dependiente de la Cámara Chilena de la Construcción y fue fundado el 1 de octubre de 1941. Desde el año 2005 es dirigido por Luis Araya Córdova, quien ha cumplido un trascendental rol dentro del establecimiento, primero como estudiante, luego como dirigente, convirtiéndose en profesor y aho-ra en el máximo jefe del liceo, por lo que es un gran conocedor de la historia del centro educacional cale-rano. “Este colegio fue fundado du-rante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, con el nombre de Escuela de Artesanos La Calera, con la in-tención de contar con jóvenes con educación calificada y de acuerdo a los requerimientos del país. En sus inicios atendía a 50 alumnos provenientes de toda la región, ya que éste fue uno de los

primeros establecimientos de este tipo en la zona interior. Incluso en ese tiempo había internado en el mismo liceo” manifestó el director del establecimiento. El liceo, se encuentra en la Ave-nida Alberto Hurtado 1001, en los faldeos del cerro “La Melonita”, en terrenos que durante la época de la colonia pertenecieron a la congrega-ción Jesuita, en donde se ubicaba la casa patronal, que se estableció en 1628, hasta su expulsión en 1767. Luego, esta hacienda llamada “La Calera”, fue adquirida por el em-presario boliviano Ildefonso Huici, uno de los fundadores de la ciudad, quien se fue a vivir junto a su familia a estas tierras. Al morir, se hizo car-go su hijo José Huici Arguedas. Con la creación de la comuna de La Calera, en 1894, comenzó la urbanización de la ciudad, siendo este terreno eje central del desarro-llo urbano de la ciudad. El terreno de grandes dimen-siones se fue subdividiendo hasta que, finalmente, los descendientes de la familia José Huici Arguedas, Josefina, Teresa, Adriana y Leonor, decidieron mudarse a otra ciudad.

UN NUEVO LICEO PARA LA COMUNA

En un terreno de cerca de cinco hectáreas se emplazó el estableci-miento, que de inmediato comenzó a dar los primeros profesionales. En ese momento, las carreras que se impartían correspondían a lo que se necesitaba en la época y las activi-dades que se realizaban a principios de la década de los 40. “Las primeras especialidades del liceo fueron Mueblería y Forja, debido a que era lo que se necesi-taba en la época. En la década de los 50 se abrió el Taller de Electri-cidad. En 1959 se abre el Taller de Mecánica Automotriz, que funcionó hasta 1971. En esa época, se pedía para ingresar a este establecimien-to en sexto preparatoria y de allí se iniciaba un periodo de tres años de clase y se salía con el titulo de arte-sano”, manifiesta Luis Araya Córdo-va, director del Liceo Oscar Corona Barahona.

El actual timonel del estableci-miento estudió la carrera de Cons-trucciones Metálicas desde el año 1960 al 1964. Durante ese periodo se convirtió en dirigente estudiantil, por lo que debió participar en una de las más importantes reformas impulsadas por el Presidente de la República, Eduardo Frei Montalva. “En esa época, se impulsó una reforma que buscaba reformar el sistema de educación Técnico Profesional, donde, en vez de en-trar en sexto de preparatoria, se entraría en el nuevo octavo básico. Nosotros intentábamos ser reco-nocidos como un establecimiento de primera clase, es decir, que se estudiaban cinco años y se salía con un título de nivel medio, no de artesanos como era antiguamente. Finalmente, logramos ser reconoci-dos en esa categoría”, comenta el actual director. En 1965 se construyó el nue-vo internado, luego de que la casa patronal se cayera por el terremoto. Actualmente, funciona como Pabe-llón Administrativo. En ese mismo año, se construyeron los pabellones de salas, con el aporte de la Alianza por el Progreso, que era el plan de cooperación entre Chile y Estados Unidos. El establecimiento comenzó a ser llamado durante la época del 70 como Escuela Industrial La Calera, para -en la década del 80- pasar a llamarse Liceo Industrial. Pero el 16 de noviembre de 1993, el liceo pasó a denominarse Óscar Corona Barahona. Luis Araya Córdova fue una de las personas que conoció en perso-na a este profesor primario, quien era llamado de cariño como “El Papi Corona”. “El profesor Corona tuvo un rol muy importante en el desarrollo del establecimiento, porque era una persona muy comprometida con el rol social que juega el Liceo en la comuna. En el tiempo que el Liceo tenía internado, llegaba a las siete de la mañana, a dar desayunos a los alumnos y se quedaba hasta las nueve de la noche, cuando los alumnos se acostaban. Incluso, a

los niños que no tenían recursos, les prestaba dinero para que visi-taran a sus familias, aunque nunca cobraba el dinero. Por eso fue que la comunidad decidió bautizar el co-legio con ese nombre”, rememora de director.

EDUCACIÓN DUAL A fines de la década de los 90, el Liceo Industrial “Oscar Corona Barahona” sufrió una importante modificación en su sistema de en-señanza, incluyendo el conocido sistema de educación dual, que se implementó en nuestro país por un convenio establecido entre los go-biernos de Chile y de la República Federal de Alemania, por un perio-do de 10 años, entre los años 1991 y 2000. “La formación técnica y pro-fesional dual admite que la tarea educativa se desarrolle tanto en la escuela y la empresa, a través de un proceso organizado. Acá los alumnos de las distintas carreras, Electrónica, Electricidad Industrial, Edificación, Mecánica Industrial y Construcción Metálica van dos ve-ces a la semana a una empresa en donde se desarrolla un trabajo de inserción en el mundo laboral, que supervisa un profesor tutor y que es apoyado por un trabajador ca-lificado designado por la dirección de la unidad productiva que recibe una capacitación, por parte de los docentes del Liceo”, detalla Luis Araya Córdova. Según el directivo, este sistema ha permitido que los alumnos del establecimiento puedan conocer durante el desarrollo de la carrera el mundo laboral desde dentro, de-bido a que, durante su estadía en la empresa, el alumno debe cumplir las ocho horas de trabajo, como cualquier empleado de la compa-ñía. “En nuestro establecimiento realizamos dos años de plan co-mún, luego los alumnos, al pasar a tercero medio, eligen su especiali-dad y en ese momento los alumnos comienzan con esta modalidad. Por esa razón, apenas comienzan a es-tudiar su profesión, van conociendo El 5º año B especialidades mecánica automotriz y mueblería de la Escuela Industrial de La Calera

del año 1969.

De derecha a izquierda, el director del Liceo Industrial “Oscar Corona Barahona”, Luis Araya Córdova; y profesor Marcelino Sánchez Noguera, de la especialidad de Mecánica Industrial, quien obtuvo exce-lencia pedagógica durante el año 2011.

La “Educación Dual” es una actividad que permite que los alumnos conozcan el mundo laboral apenas comiencen su formación profesional.

Los 70 años de educación del Liceo Industrial Óscar Corona Barahona

Su actual director fue alumno y dirigente escolar y cuenta el desarrollo de un establecimiento que es parte de la historia de La Calera

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7EL OBSERVADOR / Viernes 30 de septiembre de 2011 Suplemento Reportajes

Mucho se ha hablado y escrito sobre la belleza de nuestro Campo Du-nar, alojado en el borde costero de Concón. Este increíble paisaje se generó en el período Cuaternario, hace unos 25 millones de años y su particularidad radica en que está constituído por dunas antiguas “colgadas” sobre terrazas marinas, que se encuentran separadas por un acantilado rocoso.

Estas dunas son consideradas únicas ya que, en su formación, sucedie-ron factores climáticos que son irreproducibles hoy en día. También poseen una particular flora y fauna: bulbos que se aferran a la arena e insectos aso-ciados a ellos. Incluso, algunos investigadores lo consideran el segmento más austral del Desierto Florido, fenómeno frecuente en el norte de Chile.

Fueron 45 las hectáreas de dunas declaradas Santuario de la Naturale-za en 1995. Lamentablemente, debido a la presión inmobiliaria por levantar edificios de departamentos indiscriminadamente, accesibles sólo para un porcentaje mínimo de la población -y en desmedro de un bien natural de todos- se ha provocado la reducción de esta maravilla natural a sólo 19 hectáreas.

Lo que queda del Campo Dunar se extiende desde la parte alta del puente La Lechuza -por el camino costero que une Viña del Mar y Concón- hasta el extremo norte de playa Cochoa.

Larga vida al irrepetible Campo Dunar de ConcónSantuario de la Naturaleza cede terreno ante la presión inmobiliaria, pese a tratarse de una maravilla natural única, desde su milenario origen

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8 EL OBSERVADOR / Viernes 30 de septiembre de 2011 Suplemento Reportajes

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10 EL OBSERVADOR / Viernes 30 de septiembre de 2011 Suplemento Reportajes

Los Bomberos han sido reco-nocidos por todo el país como una de las dos instituciones más confia-bles y aquellos con los que siempre se puede contar. Hombres y muje-res que -por vocación- dejan su vida por ayudar a todos los miem-bros de nuestra sociedad que, no importando el motivo, vivan alguna catástrofe repentina. Fiel a esta premisa, el Cuerpo de Bomberos de Papudo está siem-pre a disposición de la ciudadanía y es principalmente en el verano, al surgir los incendios forestales, cuando más actividad tiene. Pero se trata de una institución bastante joven. Nació hace 46 años, a raíz de una serie de catástrofes que in-centivaron a algunos hombres con ganas de servir a la comunidad, para crear un grupo de bomberos voluntarios que pudiesen ayudar, sobre todo después del gran terre-moto de 1965, que dejó a Papudo en el suelo. “Antes hubo dos intenciones de fundar un cuerpo de bomberos por parte de los vecinos, pero no prosperaron por diferentes moti-vos. En el 65, después del terremo-to, la zona fue súper azotada y se vio la necesidad de contar con una institución de emergencia, porque estábamos totalmente abandona-dos”, señaló Julio Gormaz Tapia, que al igual que su padre, Manuel Gormaz, fue creador y fundador de la institución. Así, el primer grupo de papu-danos que planteó esta iniciativa hizo un llamado público a la co-munidad y a todos los que tuvieran interés de formar un cuerpo de bomberos, con un pequeño aviso publicado en la plaza de la comu-na. “Me acuerdo que el 21 de mayo del 65 se convocó a los interesados en el Teatro Real de ese entonces. Fue la notario público de La Ligua, se hizo el acta de fundación y ahí comenzamos esta osadía sin tener nada” indicó Julio Gormaz, que desde los 17 años es bombero. Agregó que cuando comen-zaron a trabajar no contaban ni siquiera con lo mínimo para fun-

La historia de los bomberos que empezaron sólo con una pala, un chuzo y un diablito

Tras el terremoto de 1965 la comuna de Papudo quedó prácticamente en el suelo. Ante ello, un grupo de vecinos con vocación de servicio decidió crear el Cuerpo de Bomberos del balneario, aunque sin contar con los elementos mínimos para su funcionamiento

cionar, pero consiguieron el apa-drinamiento de la Decimotercera Compañía de Santiago, que les entregó los primeros instrumentos. “Ellos nos regalaron los tres prime-ros elementos. Nosotros comenza-mos solo con una pala, un chuzo y un diablo, que fue lo que ellos nos entregaron”, agregó Gormaz, orgu-lloso de sus inicios y quien hoy es vicepresidente de los bomberos a nivel regional. Así partió este cuerpo de bomberos que de a poco fue adqui-riendo más instrumentos y capaci-tándose para esta labor. “Conse-guimos donaciones. Las primeras mangueras que nos donaron fueron de la empresa Kauffman de Mer-cedes Benz, que nos regaló unas mangueras industriales de lona que ellos tenían en sus instalacio-nes”, agregó el dirigente bomberil, quién contó que su primer vehículo fue una camioneta que les prestó para emergencias un vecino.

“La TongoLeLe” y La Magirus

Las primeras apariciones de los bomberos papudanos fueron en el invierno del mismo año, cuando las inundaciones -debido al gran temporal- fueron constantes. “No teníamos ni casco ni nada, el agua nos corría por la cara, pero sólo íbamos por salvar a la gente. Era nuestra vocación”, aseguró el fun-dador de 64 años. “No nos importa-ba no tener nada, porque la gente estaba fascinada”, agrega. En 1966 los bomberos pu-dieron obtener su primer medio de transporte propio. Desde Santiago trajeron un carro francés, el cual compraron en esa época en ocho mil escudos, lo que dejó muy con-tentos a los integrantes de la insti-tución, pese a que la unidad era del año 1932. “A ese vehículo los chicos le pusieron ‘La Tongolele’, un perso-naje de farándula de ese entonces de los cabaret, que se movía para todos lados. Era un carro de made-ra, que cada vez que uno salía, se meneaba”, relata con humor Julio

Gormaz respecto del móvil, que no tenía estanque de agua, sino sólo una bomba que los abastecía. Con “La Tongolele” los bom-beros de Papudo funcionaron has-ta fines de 1968, ya que ese año por fin pudieron obtener un carro nuevo, el Magirus que hasta hoy se mantiene en pie en la compañía. “El Magirus lleva cuarenta años con nosotros. Se trajo de Alema-nia directamente a Papudo, fue el primer carro nuevo que pudimos obtener y lo conseguimos con un crédito en Alemania para pagarlo”, indicó el actual vicepresidente re-gional de bomberos, quien aseguró que hasta el día de hoy la unidad funciona y de vez en cuando acude a las emergencias que ocurren en la comuna.

necesiTábaMos un cuarTeL

Cuando los funcionarios se reunieron por primera vez, la mu-nicipalidad de aquel entonces les brindó un espacio en el segundo piso de lo que hoy es la Biblioteca Municipal y aunque estu-vieron muchos años ahí, el lugar era complicado y no podían tener todo lo necesario para poder cumplir bien su labor. “Después de eso estuvimos un tiempo en la Estación de Ferroca-rriles. Ellos nos dieron un espacio y cuando se levantó la línea férrea, quedaron bienes que fueron rematados. En-tonces se logró que Fe-rrocarriles nos diera el terreno que actualmente tenemos, ellos expro-piaron el lugar y ahí nos entregaron esto, para que naciera el cuartel definitivo” expresó Julio Gormaz. Ese primer cuartel fue construido en 1969, hecho totalmente de ma-dera y por las propias manos de los bomberos. “Éramos casi 40 personas y nos fuimos construyendo nosotros nuestro propio cuartel, recibimos

donaciones, compramos madera y cada cual puso su parte. Algunos hicimos las instalaciones eléctricas, otros pusieron el cemento y diver-sas cosas, pero todos levantamos este cuartel”, agregó Gormaz. Esta compañía de madera duró muchos años, hasta que el 2000, gracias a un proyecto que se realizó, se logró construir un nuevo cuartel, más firme y sólido que el anterior.

una Herencia De 46 aÑos Hoy, la Primera Compañía de Bomberos de Papudo está a cargo del director Fernando Vera Figue-roa y sus principales emergencias dentro de su historia han pasado por rescates a personas, que por algún motivo han caído en roque-ríos, accidentes vehiculares y los tan constantes incendios foresta-les, que se dan principalmente en el verano. “Nosotros constantemente acudimos a apoyar en los incen-

dios forestales de la zona, y una de las catástrofes más importantes que nos ha tocado vivir a los ac-tuales bomberos fue el terremoto del 2010. Aquí nosotros fuimos el centro de contactos y de atención, estuvimos en la calle y ayudamos a todos los que nos necesitaban”, relató el director Fernando Vera. Actualmente son cuarenta los papudanos que integran las filas de bomberos, pero sólo la mi-

tad de ellos están activos. “Somos veinte, más o menos, los bombe-ros que acudimos a los incendios, ya que el resto ha logrado obtener el grado de voluntario honorario, lo que le da cierto privilegio y por ende, no van a todas las emergen-cias que nos toca vivir”, agregó el director, que lleva diez años en la compañía. Cabe señalar que, para llegar a ser bombero honorario, se debe cumplir 25 años de servicio. Hoy sólo existen cinco de los tantos fundadores que hace 46 años lograron poner de pie esta institución en el balneario, los cua-les aún siguen siendo parte funda-mental de la compañía, en la guía y orientación de los voluntarios más jóvenes. “Ellos fueron los iniciadores de este proyecto, siempre los con-sideramos en todo, asisten a las reuniones y a todas las actividades que realizamos. Ellos son signos de experiencia, a pesar de que todo lo que vivieron fue súper diferente a

lo que hoy tenemos. Ellos partieron con nada, sin cascos, con un chuzo y nosotros hoy tenemos mu-chos más implementos, un carro del año, materiales, aunque cada vez vamos necesitando modernizar-nos más”, agregó el direc-tor Vera. Carlos Bravo, Abel Navarro, Juan Reinoso, Fernando Reinoso, al igual que Julio Gormaz, son los cinco fundadores que aún existen en la compañía, los cuales nutren y siguen compartiendo con los fun-

cionarios. “La verdad es que me siento más que orgulloso de haber partido con la nada, sólo con estos tres elementos y hoy tener todo lo que tenemos. Pero lo más valioso de nuestro Cuerpo de Bomberos es su personal, porque es difícil en-contrar gente con esta disciplina”, agregó muy contento el vicepresi-dente regional y superintendente de los Bomberos de Papudo, Julio Gormaz.

El superintendente Julio Gormaz Tapia es uno de los cinco fundadores que actualmente aún integran el Cuerpo de Bomberos de Papudo. Así luce actualmente el cuartel desde el cual operan los bomberos de la comuna.

Este es el primer carro Magirus que los bomberos papudanos adquirieron en Alemania y que hasta hoy sigue en funcionamiento.

El escudo de la Primera Compañía de Bomberos de Papudo, Covadonga.

Paulina Gómez Céspedes

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11EL OBSERVADOR / Viernes 30 de septiembre de 2011 Suplemento Reportajes

Sigue en página 12

Alejandro Pacheco Guzmán

En nuestro país, hasta el año 1997 la mayoría de los estableci-mientos eran identificados con un número. Algo que era muy normal, originado en el dígito que le había dado anteriormente el Ministerio de Educación para diferenciarlas de unos otros, en una época donde el organismo del Estado era el que ad-ministraba la enseñanza pública. Pero con la municipalización de los establecimientos, esto se mantuvo, hasta que, a mediados de la década de los 90, se dio la oportunidad de poner un nombre a las escuelas, dejando atrás los molestos y -a veces- cómicos nú-meros con que eran nombradas. Muchas de las comunidades escolares se inclinaron por los típicos nombres de héroes pa-trios, como Arturo Prat o Bernardo O’Higgins, o personajes destaca-dos a nivel comunal, como Josefi-na Huici, en La Calera; o Santiago Escuti Orrego, en Quillota. Pero una pequeña comunidad ubicada en el sector de La Hidráu-lica, en Romeral, en la comuna de Hijuelas, no siguió esta tendencia. Se decidió bautizar la escuela con el nombre una persona muy local, alguien común, pero con un gran significado para todos quienes habitan en este sector rural. La comunidad en pleno -y sin siquiera pensarlo- decidió -casi en forma unánime- elegir el nombre de Ana Jesús Ibacache. Para quienes no habitan en este sector rural, este nombre no es para nada familiar. Sin embar-go, para los vecinos es una perso-na que marcó sus vidas.

“LA JECHU” Ana Jesús fue una mujer que se desempeñó por más de 30 años como manipuladora de alimentos de este colegio, cuando aún era conocido como Escuela F-210. Pero, además de dedicarse a tan noble labor, para sus más cerca-nos y los mismos alumnos del es-tablecimiento, fue prácticamente una madre. Orlando Lira Díaz, actualmen-te de 64 años, fue una de las per-

Escuela Ana Jesús Ibacache: única en Chile quelleva el nombre de una manipuladora de alimentos

Dedicó la mitad de sus 106 años de vida a proteger a los alumnos y profesores de esta escuela del sector La Hidráulica, en Romeral

sonas que compartió con “La Je-chu”, apelativo con el que se hizo conocida por más de 40 años. “La conocí cuando yo tenía como ocho años, porque también estudié en este colegio y la ‘Jechu’ era una mujer hecha y derecha. Debe haber tenido como sus 50 años, pero era una mujer muy sim-pática, que siempre lo atendía bien a uno. Un siete como persona”, describe el ex alumno. Según cuenta Orlando, quien ahora es trabajador del estableci-miento, ella nació en el año 1886, en la comuna de Ovalle, pero en esa fecha no fue inscrita en el Registro Civil, algo muy común en esa época. Entre sus conver-saciones, Ana Jesús le manifestó que ella provenía de una familia acomodada, que se dedicaba a la ganadería. Durante su permanen-cia en la Cuarta Región, se dedicó a cuidar los animales e, incluso, se convirtió en una lavadora de oro en los ríos de esa zona del país. “Cuando la conocí, tenía un hijo que se llamaba Hugo y vivía con una familia de Romeral. Acá conoció a su marido, que se llama-ba Pedro Tapia, que era un conoci-do zapatero de la zona. Él también tenía un hijo que se llamaba igual a él. Ella lo crió como si fuera su pro-pio hijo. Luego, el marido se fue y ella quedó sola. Ahí se puso a tra-bajar en el colegio. Eso fue como en los años cuarenta”, manifestó Orlando Lira Díaz.

FUNDACIÓN DEL ESTABLECIMIENTO

No hay una fecha clara acer-

ca del momento en que se fundó este establecimiento educacional. Sin embargo, fueron los hacenda-dos de la zona quienes trajeron a una mujer que comenzó a impartir clases en el lugar, debido -princi-palmente- a las largas distancias que había desde el centro de la comuna hasta esta zona de Rome-ral. Desde allí nació la necesidad de construir un establecimiento educacional. Los vecinos dicen que, en los años 30, había un colegio en lo que llaman “La Vuelta del Mono”. El sitio está ubicado a unas cua-dras de la actual ubicación del es-tablecimiento, pero al parecer era un local muy precario y con capa-cidad para pocos alumnos Pero una de las obras que dio más impulsó a esta idea fue la construcción, a principios de los años 40, del Acueducto de Las Vegas, para llevar agua potable a Valparaíso y que aún se mantiene en pleno funcionamiento. Esta importante obra de inge-niería requirió el traslado de un nú-mero importante de trabajadores hasta esa alejada zona. Incluso, en esa época no existía la actual Ruta 5 Norte, principal vía que une a nuestro país. Por eso, las nue-vas familias necesitaban una serie de servicios básicos, entre los que urgía una escuela. Con esta idea, el trabajo se inició con una modesta edifica-ción, que se ubica en otro terreno, ubicado en las inmediaciones de la actual escuela. La delgada es-tructura comenzó a deteriorarse

cerca del año 1956, tras una serie de temblores, razón por la cual una Comisión Provincial declaró la escuela inutilizable y se buscó una alternativa para acoger el estable-cimiento. Entre las edificaciones que se podían convertir en la nueva es-cuela, se encontraba un anfiteatro, donde daban funciones de cine. La escuela se hizo en este lugar. Se dividió en cuatro salas. Las ofici-nas se ubicaban en el escenario. Allí comenzó el arduo trabajo. Aun-que no se sabe la fecha exacta, el establecimiento debe tener ya cer-ca de 70 años de funcionamiento y su aniversario se celebra en el mes de noviembre.LA LLEGADA DE LA “JECHU”

En esa época, Ana Jesús Iba-cache tenía 50 años de edad. Sus más cercanos siempre la recuer-dan como una mujer simpática, muy preocupada de los demás. Era sencilla, no sabía leer ni escri-bir. Como la escuela era grande, ella se fue a vivir en una casa que mantenía el establecimiento en su interior. Como su marido ya no se encontraba con ella, inició una relación sentimental con Juan Zo-bicueta, trabajador de la empresa sanitaria. Orlando Lira Díaz recuerda

que “ella llegó a trabajar al Casino de Obras Sanitarias. Después, fue la encargada de la alimentación de los niños. Lo hizo por varias generaciones. Ella atendía a todo el mundo, muy preocupada de los niños, de cuidar la escuela y los profesores. Era una persona muy preocupada por los demás, por eso todos en la escuela la querían mucho, hasta ahora, porque ella dejó un legado muy importante”. Durante este periodo, Ana Jesús vivió en una casa que man-tenía la escuela, al igual que los

Aunque ya se van a cumplir 19 años desde su fallecimiento, la figura de Ana Jesús Ibacache si-gue presente en la escuela que lleva su nombre.

Orlando Lira Díaz es una de las personas que más compartió con Ana Jesús Ibacache, y mantiene muy buenos recuerdos acerca de esta particular manipuladora de alimentos.

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Page 12: Aniversario El Observador

Ana Jesús Ibacache. Ella era la que más se lo merecía”. Desde el año 1997 que el co-legio cuenta con nueva infraes-tructura. Más cómoda y acorde a los tiempos. Sin embargo aún existe la casa de esta noble y de-dicada mujer. Aunque ahora es ocupada como una bodega, aún los miembros de esta comunidad educativa sienten la presencia de esta gran mujer. Ahora en po-cas semanas más se cumplen 19 años de su partida, pero su lega-do sigue intacto.

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Viene de página 11

EL OBSERVADOR / Viernes 30 de septiembre de 2011 Suplemento Reportajes

profesores jóvenes que llegaban a trabajar al establecimiento, mu-chos de los cuales llegaban de distintos lugares del país, con la vocación de enseñar a las perso-nas que vivían en este lejano sec-tor rural de la Provincia de Quillota. Ella se convirtió prácticamente en la madre de muchos de ellos, por-que les preparaba almuerzo, los

aconsejaba y les daba protección. Con el correr de los años, Ana Jesús Ibacache comenzó a envejecer y jubiló. Fue por esto que las autoridades de la épo-ca debieron decidir y aprobaron la idea de dejar que siguiera viviendo en la casa ubicada en el colegio. Esta decisión fue en agradecimiento a su labor en el

establecimiento. Además era tanto el apego con los miembros de la comunidad, que fue casi natural que ella siguiera siendo parte de la escuela. “Luego que se jubiló, siguió viviendo en la escuela. Tenía sus animalitos, sus gatos y perros. Siempre se mantuvo como una persona muy ágil. Si hasta el úl-

timo día se subía al techo de la casa. ¡No sé cómo se mantuvo así, si ella me contaba que desde los ocho años que fumaba cigarros! Le gustaba, mucho los Hilton largo. Yo casi todo los días la acompaña-ba a tomar desayuno, la ayudaba a prender el fuego de la cocina a leña”, dijo Orlando Lira Díaz. Fue el 16 de octubre de 1992 cuando- afectada por un problema respiratorio- dejó de existir. Pero Ana Jesús Ibacache tenía ya 106 años y más de la mitad se los dedi-có con mucho sacrificio a los habi-

tantes de este sector de la comuna de Hijuelas. En 1993 llegó al estableci-miento la actual directora Mar-garita Serey Rivero, quien fue testigo del cariño que sentía la comunidad por ella: “Aunque yo no la conocí personalmente, fue-ron muchas personas las que me hablaron de la gran persona que fue y lo que significó para la co-munidad de este sector. Cuando se permitió poner un nombre a la escuela, decidimos que ésta de-bía en forma unánime llamarse

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El arduo trabajo y perfeccionamiento en el área de educación municipal ha sido una constante, tanto así para mejorar el aprendi-zaje de nuestros alumnos y alumnas, como la estabilidad laboral de nuestros docentes, con sueldos e imposiciones al día, progra-mas de mejoramiento, apoyo en los ámbitos pedagógicos y administrativos.

Entre los logros más destacables de este último periodo en el ámbito educacional debemos mencionar que el Liceo Técnico Profesional de Minería haya sido conside-rado como uno de los tres establecimientos Técnicos de la Región, como Liceo Bicen-tenario de Excelencia, adjudicándose así la suma de $500 millones de pesos, para me-jorar en términos de infraestructura y tam-bién la creación de una nueva especialidad, como lo es la carrera de Geología Minera.

Otro de los aspectos destacables en la Educación local es el aumento paulatino de establecimientos de la comuna que han mejorado sosteniblemente sus resultados

en las pruebas Simce, que los ha ubicado por sobre la media nacional, lo que demuestra un me-joramiento global de la calidad de la educación entregada además de los aprendizajes.

El mejoramiento y aprendizaje de nuestros alumnos no sería posible sin un cuerpo docente altamente calificado, es por esto que se destaca que docentes de esta comuna sean beneficiarios de la exce-lencia pedagógica, que les permite ampliar sus expectativas profesionales, mejorar sus remuneraciones y traer consigo una mejor educación para sus alumnos.

Otro ámbito no menor que ha ido creciendo y desarrollándose es el Deporte Escolar, ganándose un espacio tanto en la comuna, como a nivel provincial y regional; alumnos que han obtenido importantes lo-gros en las más diversas disciplinas deporti-

vas, para lo cual se les ha brindado un espacio coherente y permanente para que practiquen sus deportes preferidos y puedan proyec-tarse como futuros deportistas de élite no tan sólo para la comuna, sino que también para el país.

CabildoPROYECTOS EJECUTADOS• Construcción Departamento de Operaciones Municipales• Mejoramiento Cubierta Escuela F-32 de Artificio• Reposición y ampliación Talleres Liceo Técnico de Minería• Reposición, Mejoramiento y Adecuación Taller Liceo A-2• Diseño del Mejoramiento del Sistema de Alcantarillado Población y Villa San José

EN EJECUCIÓN• Construcción Gimnasio Araucaria• Mejoramiento Cancha Parque, empastado, riego y malla olímpica• Pavimentación Calle Bellavista• Proyecto Manejo, Gestión y Administración del Recurso Hídrico de la Cuenca del Río La Ligua• Construcción Baños Públicos en Plaza Los Héroes• Mejoramiento y ampliación Cuerpo de Bomberos de Cabildo• Construcción Terminal de Buses• Programa Fondeve• Habilitación y Adecuación Centro de Salud rural sector La Vega

INICIATIVAS PROYECTADAS• Mejoramiento Plaza de Armas• Construcción nuevos Paraderos Urbanos• Mejoramiento Alumbrado Público Avenida Humeres de Cabildo

Proyectos de Mejoramiento para

Se podría decir que uno de los pro-yectos emblemáti-cos como comuna, y que ha sido muy esperado por los ve-cinos, es la remode-

lación de la Plaza de Armas, para lo cual hace varios meses que existe un equipo de trabajo multidisciplinario encargado de tan importante obra.

El Proyecto “Mejoramiento Plaza de Ar-mas de Cabildo”, se enmarca en una serie de obras de gran envergadura e impacto para la comunidad en general, entre ellos la construc-ción del Terminal de Buses, Cuerpo de Bom-beros y Gimnasio Araucaria, por mencionar algunos.

El proyecto pretende generar un alto im-pacto en la población, busca principalmente dar forma al espacio existente, proporcionarle vida y sinergia a los espacios que ya están y que han cobrado un carácter de uso tradicional.

Además, debemos tener en cuenta que históricamente las Plazas de Armas han sido consideradas como el corazón de la ciudad,

el centro cívico, el lugar donde encontrarse, reunirse y mostrarse; Cabildo no es la excep-ción, y su plaza por años ha sido un lugar de encuentro.

En términos generales este proyecto bus-ca consolidar en el tiempo el rol de la plaza como “ El Lugar de Encuentro por Excelencia”, tanto para la ciudad como para la comuna en su extenso territorio, el lugar donde todo se presenta al llamado de lo público, como un acto pleno y solemne; por esto es vital la renovación de los lugares de encuentro, pues es ahí donde la persona se enfrenta y dialoga con su identidad y patrimonio a partir del roce con el otro.

Este simbólico Proyecto de mejoramien-to contempla entre sus obras las siguientes; Ampliación del Odeón, el recambio del cien por ciento de los pavimentos y luminarias, la incorporación de un nuevo mobiliario urbano, juegos, y en especial el show de agua y de colores de la Fuente Visitable (ex pileta), que finalmente en su conjunto construyan la pos-tal de Cabildo, de modo que sea ahí donde pueda recogerse y llevarse por el mundo la imagen de la ciudad.

Proyecto Mejoramiento Plaza de Armas de Cabildo

Cabildo desarrollo en el presente y futuroEducación de Futuro

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14 EL OBSERVADOR / Viernes 30 de septiembre de 2011 Suplemento Reportajes

Tania Cabezas Izuck

Silvana Reyes Roldán (44 años) es sampedrina de tomo y lomo. Por ello, cada cosa que afecta a personas del distrito, la emociona. De ahí que fuera la ex-periencia de conocer, en el 2007, a una niña de sólo once años, An-tonella Ruz Ruz, la principal moti-vación para crear en este sector de Quillota un espacio que, en el mismo San Pedro, diera acogida a enfermos terminales y a personas, como la pequeña, que sufrieran discapacidades tan grandes, que requieren apoyo de otras personas para vivir. La niña sufre Mieloencefalitis Hemorrágica Cervical Medular, por lo que es tetrapléjica y sólo puede mover su cabeza, dependiendo al ciento por ciento del amor de otras personas. Actualmente, es el sím-bolo de la Casa de Acogida de San Pedro, que, pese a que existe des-de hace cuatro años, su labor es menos conocida que la Casa Bea-tita Benavides, de Quillota, pero no menos importante. Silvana -presidenta del volun-tariado del Hogar- recuerda que, cuando se supo que derivarían a Antonella desde el Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar a Santiago, pidió colaboración en la comunidad de San Pedro para desarrollar la idea de instalar un espacio de acogida en el distrito.

Casa de Acogida de San Pedro: la obra que tienea la pequeña Antonella como símbolo de esfuerzoEl voluntariado y los profesionales de este hogar para enfermos terminales y discapacitados graves, se esfuerzan día a día para no desaparecer

En ese momento, contó con el apoyo del ex concejal sampedrino Patricio Amaro, para proponer la idea al alcalde Luis Mella, quien, finalmente, dio la aprobación y entregó en comodato un inmueble, que, anteriormente, pertenecía a Esval. “Loreto, mamá de Antonella, cuando era joven, jugaba y com-partía mucho con mis hijas, por lo que pasaba siempre en mi casa. Era una chica muy alegre, cariño-sa y, lamentablemente, se enfer-mó y murió a los 27 años. Antes de morir, me hizo prometerle que jamás dejaría sola a su hija y así ha sido. Cuando me enteré que Antonella se iba a Santiago, me moví por cielo, mar y tierra, hasta que el 24 de abril del año 2007, el doctor Luis Mella inauguró la Casa de Acogida de San Pedro”, explicó Silvana. Este recinto también es admi-nistrado por Marcela Meza, quien está a cargo de la casa Beatita Benavides.

“MOTORCITO DE VIDA” Antonella es el gran símbolo de esta casa de acogida. A nivel intelectual, ha avanzado mucho, pero físicamente no puede tener mejorías. Así lo señala su diagnós-tico. Sin embargo, tiene una gran capacidad para desenvolverse. Al visitar el recinto, fue posible verla en medio de su gran pieza, con colores llenos de vida. Junto a ella, una muñeca Barbie, que es capaz de peinar sin mayor proble-ma, usando un cepillo que afirma y mueve usando su boca. No quiere conversar. Sólo se limita a contar que, así como jue-ga con la muñeca, juega en su pequeño computador y marca los números de su celular. Nicole Martínez Huerta, téc-nico en Enfermería, llegó a hacer su práctica hasta a la institución de San Pedro y se ha mantenido hasta hoy, haciéndose cargo de los cuidados de la adolescente. “Para mí ella no es una perso-na discapacitada. Independiente de lo que presenta, que sólo le permite mover su cabeza, hace de todo con su boca”, explica Nicole. De ahí que esta profesional haya pasado a ser “las manos” de Antonella: “Asiste a la Escuela Especial Los Paltos los días lunes, martes y jueves y yo lo acompaño, mientras que los miércoles y vier-nes va a la Teletón”. Aunque la niña tiene tías -her-manas de su fallecida madre- y no ha conocido a su papá, existe un hombre muy importante en su vida: René Aguilera. Él era espo-so de la prima de su abuelita. La conoció de muy pequeña y, junto a su esposa, siempre la ayudaban, hasta que ella también falleció, por lo que no pudo hacerse cargo solo

de la compleja realidad de “Anto”. Pese a ello, todos los días la visi-ta y trata de consentirla en lo que pueda. Incluso, ganó que la niña le dijera “papá”. Pero esta “niña símbolo” no ha sido una paciente más. Incluso, ha sido la razón de extender la vida de otras personas, que han llega-do con un destino mortal y han po-dido, incluso, vivir más tiempo del esperado. “La Antonella, de hecho, era como el motorcito de vida de un caballero que llego hasta acá, quien tenía un cáncer a la próstata y que, se suponía, era fulminante”, cuenta Nicole. A este paciente se le había dado una expectativa de vida de una se-mana, pero pudo vivir seis meses, gracias a las vivencias con la ‘Anto’. “Siempre compartía con su ‘lauchita’, como le decía a él. Muchas veces se desvanecía y la ‘Anto’ le gritaba de una pieza a otra y lo despertaba. Tenían una conexión muy especial. De hecho, él falleció con un peluche de ella en sus brazos”, recuerda emocio-nada la técnico en Enfermería.

UNA DIFÍCIL TAREA Nicole cuenta que, a pesar de que colaborar con este recinto es una experiencia muy linda, a su vez representa una acción muy sacrificada. Incluso advierte que una cualidad necesaria de quienes laboran ahí, es la templanza. “Tus problemas se quedan afuera, porque, si se te juntan, su-fres mucho. En el caso de la Anto-nella, por ejemplo, es complicado, porque está en plena adolescen-cia, se está haciendo mil pregun-tas”, comenta Nicole. La profesional recuerda un diálogo muy fuerte que tuvo con la niña hace pocas semanas: “Ella me pregunto: ‘Tía, ¿por qué tengo que sufrir tanto? Yo le dije que ha-bía niños peor que ella, indepen-diente de su discapacidad. Ella tiene todo: lo único que no puede hacer normal es salir de paseo. A veces la saco a la plaza, los do-mingos sale almorzar con quién se porta como un padre para ella, en-tonces le doy a entender que tiene una vida relativamente normal”. Su compañera de todos los días cuenta que es tanto su apego y preocupación con Antonella, que el día del terremoto, en febrero de 2010, partió en pijamas, con su guatita de embarazo, hasta la casa de acogida a ver a la pequeña.

DIFÍCIL MANTENER LA OBRA Actualmente, la Casa acoge a siete pacientes, la mayoría de San Pedro. Sólo una interna es de Qui-llota. El ingreso es aprobado por el alcalde, luego de la revisión de cada caso. “Hemos ido armando la casita de a poco, porque ahora tenemos

closet para cada paciente donde guardamos su ropa y sus cosas personales. Además, trabajan con nosotros cinco paramédicos, nu-tricionistas, kinesiólogos, lo que significa un staff de profesionales bastante coordinado y capacitado para ayudar a los enfermos, sobre-todo a los mayores de edad, que a veces llegan en un estado muy deteriorado”, cuenta Silvana. A estos profesionales renta-dos, se suma el voluntariado, que multiplica su acción, incluso, por medio de sus parientes. Esposos e hijos de voluntarias se suman el esfuerzo colectivo de esta Casa de Acogida. Pero mantener esta obra no es sencillo. Sus realizadoras señalan que, al estar más apartados del centro de la comuna, algunas ins-tituciones o empresas que podrían colaborar, se olvidan un poco de que existe. Los gastos son finan-ciados compartidamente entre, la municipalidad y los familiares. Al menos en el papel, pues, Silvana Reyes reconoce con pena que eso no se cumple. “Hemos hablado en todos los tonos a los familiares de quienes tenemos en la casa, pero son muy pocos los que cumplen. De hecho, hace un tiempo nos entregaron una donación de pañales, pero lamentablemente eran para recién nacidos, por lo que no nos sirvie-

ron, porque aquí atendemos adul-tos y existen sólo dos más chicos, que son Antonella y Jacob, que no tiene ningún movimiento, pues su-frió un accidente a los ocho años de edad y quedó para siempre en estado vegetativo”, señala la presi-denta del voluntariado. Todo el resto es de la tercera edad, por lo que es una necesidad imperiosa contar con pañales para adultos. “A veces eso nos complica, porque somos muy agradecidos de la ayuda que nos entregan, pero les pedimos que sean cosas que verdaderamente ayuden a nuestros pacientes, porque aquí los abuelitos se mudan hasta cinco veces al día y, luego, en la noche”, cuenta Silvana, quien trabaja sin sueldo de lunes a viernes, desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche. Cuenta que, anteriormente, se encontraba hasta los domingos, pero su familia le exigió que com-partiera más con los suyos. “A mí me hace muy feliz esta la-bor y me nace porque a uno la vida le ha dado muchos golpes. Mejor que cualquier cosa, es entregar cariño y preocupación a quienes tanto lo necesitan”, señala Silva-na, la sampedrina que, motivada por una niña de once años -hoy de trece-, encabeza una acción social que debe conocerse y apoyarse.

Amelita, es una de las pacientes que se encuentra en el hogar de San Pedro. Aparece junto a la presidenta del voluntariado, Silvana Reyes.

Nicole Martínez Huerta, técnico en Enfermería al lado izquierdo de la foto. Sentada a su lado, Silvana Reyes Roldán, presidenta del voluntariado; al lado derecho de Silvana, Bárbara Olmos Leiva, técnico en Enfermería y de pie a su lado, Rosita Araya Morales, manipuladora de Alimentos. Todas, integrantes del staff de la Casa de Acogida de San Pedro.

Los cabos segundos Moisés Urrutia y Luis Vera; junto a Antonella; y el teniente Pablo Riveros, en el momento de nombrar a la pequeña como miembro honoraria de Carabineros, el 11 de junio de 2010. Tomando la silla de Antonella, René Aguilera.

Antonella, cuando fue visitada por Leo Rey.

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15EL OBSERVADOR / Viernes 30 de septiembre de 2011 Suplemento Reportajes

Paulina Gómez Céspedes

Zapallar es reconocido en todo nuestro país como un gran balneario, que recibe todos los veranos a miles de turistas, quienes se apoderan de la costa para disfrutar de todo lo que la comuna ofrece. Sin embargo, un par de kilómetros hacia el interior existe una localidad que -para muchos- ha-bía quedado postergada por largos años. Se trata de Catapilco. A lo largo de su existencia, Catapilco ha ido evolucionando y lla-mando la atención de personas que eligen la localidad para residir y que hoy provocan que sea el sector con mayor población residente de la co-muna. También están quienes llevan toda su vida viviendo en este lugar y han visto cómo ha dejado de ser el hijo lejano de Zapallar, asumiendo actualmente un mayor protagonismo en la realidad local. “Yo creo que en el último pe-riodo hemos conocido que tenemos municipio, lo digo con mucho respeto. Antes no sabíamos que existía y hace más o menos cuatro años que a mi juicio nos sentimos más cercanos y vinimos a saber que no estábamos abandonados. Ahora si tenemos ayu-da, nos escuchan, nos hacemos pre-sente”, aseguró José Oyanedel, quien ha vivido sus 61 años en Catapilco. Tal como él, José Martínez -más conocido como “El Checho”- es uno de los catapilcanos más antiguos y también considera que ya no son ese pueblo antiguo que no era reconocido “La realidad, basada en mi experien-cia, es que ahora estamos más cerca de Zapallar. Antes no se preocupaban por nosotros, porque el sistema era de otra manera, ahora se ve mucha más presencia de las entidades mu-nicipales, si hasta el mismo alcalde a veces viene y conversa con nosotros. Le contamos nuestros problemas y ahora Zapallar está más preocupado por nosotros”, comentó el hombre, que es reconocido por ser uno de los habitantes que más conoce de la his-toria de Catapilco. La atención la sienten mucho más las organizaciones y los catapil-canos del sector La Hacienda, don-de se cobija la mayor parte de los residentes antiguos de la localidad. “Yo pertenezco a los parceleros de Catapilco y nosotros estamos muy contentos porque recibimos mucha más atención, al igual que todos los grupos acá, los centros de madres, adultos mayores, todos tienen más espacios en la comunidad”, aseguró Oyanedel, quién aseguró que ya no son “lo que botó la ola” de Zapallar y que ya no se sienten como los hermanos lejanos de Cachagua o Laguna, que también pertenecen a la comuna.

EL PUEBLO Y LA EX HACIENDA En sus años de existencia como localidad, los habitantes de Catapilco han ido atesorando mu-chas historias y vivencias respecto al lugar. Una característica es su dis-tribución, ya que podemos apreciar

que hay dos sectores marcados. Por un lado está el pueblo de Catapilco, que se encuentra en pleno centro y por otro, el sector de la ex Hacienda, donde encontramos a la mayor parte de los catapilcanos antiguos, que lle-van toda su vida en el lugar. “La ex Hacienda es la que ac-tualmente tiene la mayor población antigua, acá estamos todos los que llevamos años en Catapilco. Es-tamos en pleno asentamiento y el pueblo está allá, en el centro, aun-que de todos modos igual somos un poco distintos”, señaló “El Checho”, quién contó que antiguamente el pueblo sólo eran “cuatro cuadras y listo. Todo el resto se ubicaba en el asentamiento”. Son varias las personas que han llegado a establecerse en Ca-tapilco, lo que ha provocado que la gente también cambie y se renueve la población que vive en el sector. “Ha llegado mucha gente que no co-nocemos, ha llegado gente extraña y por eso ya no somos los mismos que

tiempo atrás. Ya no nos conocemos todos, por ende no se puede salir así no más al pueblo, porque uno nunca sabe quienes llegaron, de donde vie-nen. Entonces ahora hay que ser más precavidos”, expresó José Oyanedel, agregando que, de igual modo, ha lle-gado también gente muy buena y que le da alegrías a Catapilco. “Nosotros llevamos mucho tiem-po acá. Mis abuelos nacieron acá, mi papá, yo, por eso llevo toda una vida en Catapilco y claramente se nota que la gente ha cambiado mucho. Pero igual, de cierto modo, es bueno que aún tenemos un poco de tranqui-lidad y nos hemos modernizado, hay almacenes, negocios, entre otras co-sas”, agregó José Martínez.

EL CURA QUE MARCÓ A CATAPILCO

“En Catapilco se cuentan tantas cosas. Cuando yo era pequeño mis abuelos nos ponían un piso y nos contaban”, recuerda José Oyanedel. Agrega que claramente la localidad

se ha hecho reconocida por la famosa historia del cura de Catapilco, hombre que provocó que el sector fuera cono-cido en el país. De hecho, lo primero que le dicen a la gente cuando salen del lugar es “ah, sí, de Catapilco. Don-de el cura de Catapilco”. El padre Antonio Zamorano Herrera, sacerdote y ex político, hizo reconocida nacionalmente a la locali-dad cuando fue candidato presiden-cial en las elecciones de 1958. Para los vecinos, era un cura “especial” y que “marcó la historia de Catapilco cien por ciento. Él le dio la vida a este lugar, hizo que fuéramos famosos como somos ahora”, agregó Oyane-del, quien además es vicepresidente de los parceleros. “Me acuerdo que cuando te-nía nueve años lo veía, él se ponía guantes, le gustaba el ring, echaba a pelear a los más chicos con los más grandes, a él le encantaba la sangre y eso es verdad”, recuerda el vecino. Su vecino José Martínez tam-bién aseguró conocer a este mítico

personaje, que en sus tiempos pro-vocó la elección de Jorge Alessandri Rodríguez. “Yo lo conocí, alcancé a ir a la escuela cuando estaba él. Era in-teligente pero tenía su resentimiento, era maldadoso, si había niños jugan-do fútbol en la cancha, allá tenía que ir a meterse y meter los goles él, si no, no valía. Se andaba metiendo en todo”, recordó don “Checho”, quien también cree que Catapilco surgió y se hizo conocido gracias al cura de los 41 mil 244 votos, es decir, el 3,36% del total.

“ESTAMOS MÁS MODERNOS” Hoy son cerca de 2 mil 500 las personas que viven en la localidad de Catapilco, donde han surgido bas-tantes cambios y adelantos, que han hecho que el lugar ya no sea el mismo que años atrás. “Claramente ahora estamos más modernos, estamos más grandes, ahora hay mucha gen-te que viene desde lejos a comprar parcelas acá, construye sus casitas y todo. Vienen a pasar su tiempo, por-que es tranquilo y están felices aquí”, aseguró José Martínez. A pesar de la modernidad, para José Oyanedel hay cosas bue-nas y malas, pero que él se queda con el Catapilco antiguo, con aquel que daba tranquilidad, “Yo me que-do con el pasado, creo que era me-jor. Había mucha libertad, era todo sano, la honradez estaba antes que todo. Pese a que ahora está todo moderno y hay cosas buenas, antes había respeto y nunca pasó nada”, indicó el hombre de 61 años, para quien el cambio fue muy brusco y rápido. José Martínez cree que hoy hay muchas más facilidades en di-versas cosas, que ahora se tiene todo lo que ellos nunca tuvieron. “Imagínese, hoy hay escuela, lo que nosotros no tuvimos, está cerca y accesible. Ahora las calles están arregladitas, tenemos agua pota-ble, luz, cosas que nosotros antes jamás conocimos”. Una delegación municipal, un estadio que no tiene nada que envidiarle a los de otras ciudades y una parroquia a la cual hace un par de meses llegó un nuevo sacerdote, Pedro Vera, quien volverá a traer a la comunidad esa fe con que algún día el conocido cura de Catapilco les remeció. La localidad ya ha dejado de ser como aquellos hijos lejanos de los cuales nadie se preocupa-ba. Hoy Catapilco es reconocido por muchas personas, que con el tiempo han querido establecerse en el lugar, ampliando considera-blemente la población y la calidad de la gente. Ya no es aquel patito feo sin atención. Hoy es signo de modernidad y de cambios, un lugar que con el tiempo ha ido creciendo y desarrollándose hasta llegar a lo que es hoy: el sector con mayor po-blación residente de la comuna de Zapallar.

Catapilco: de pueblo olvidado a la pujante localidad del cura que fue candidato

Muchas historias se han tejido a lo largo de la vida de este sector de Zapallar, alejado del glamour y efervescencia de los balnearios costeros, pero con una identidad y población en constante desarrollo. Sus vecinos hoy repasan algunas de estas anécdotas e hitos

José “Checho” Martínez es uno de los catapilcanos que más conoce de la historia de la localidad.

Catapilco es una zona tranquila que de a poco se ha visto modernizada, aumentando considera-blemente su población.

La iglesia de la comuna albergó por años al conocido “cura de Catapilco”, ex candidato presidencial en 1958.

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