analisis gramatical del discurso

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Mexico 1983 JUAN M. LOPE BLANCHANALISIS GRAMATICAL DEL DISCURSO UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

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Análisis gramatical del discurso

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Page 1: Analisis Gramatical Del Discurso

Mexico 1983

JUAN M. LOPE BLANCHANALISIS

G R A M A T I C A L

DEL DISCURSO

UNIVERS IDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Page 2: Analisis Gramatical Del Discurso

ADVERTENCIA

Reúno aquí varios trabajos publicados ultimamente en di-ferentes lugares, a través de todos los cuales he tratadode hacer un sencillo experimento de análisis sintáctico entorno a la lengua española, atendiendo a algunos de susdiversos niveles de expresión y a algunas de las distintasépocas de su historia. Quizá esté por demás advertir quetales trabajos no pasan de ser —ni pretender ser— másque simples ensayos metodológicos, sencillas pruebas expe-rimentales que, tal vez, revelen cierta validez o utilidadpara el análisis estilístico de las diferentes formas de expre-sión lingüística consideradas. De ser así, acaso no fuerainútil emprender análisis mucho más amplios y profundosen tal dirección y con similares objetivos. Éste es el hu-milde propósito de las páginas que siguen.

México, diciembre de 1981.

Primera edición: 1983

D.R. © 1983, Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad Universitaria, 04510 México, D. F.

DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES

Impreso y hecho en México ISBN 968-58-0508-3

Page 3: Analisis Gramatical Del Discurso

PRIMERA PARTE

METODOLOGÍA

1 El contenido de esta primera parte reproduce, con algunos cambios,adiciones o supresiones, lo dicho en el artículo sobre "Unidades sintácti-cas: Recopilación" que se publicó en la Revista de Filología Española,

lomo LXl (1981), PP. 29-63.

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En los estudios reunidos en este volumen, he tratado de estudiar, en sus rasgos fundamentales, las estructuras básicas del discurso en lengna española, atendiendo tanto a su modalidad literaria —eusayo y novela exclusivamente—,cuanto a su realización oral —en sus niveles popular y culto.

En esos breves intentos de análisis gramatical, me he servido de varias unidades sintácticas de muy diversa es-tructura y de diferente complejidad. Algunas son unidadesmorfosintácticas bien definidas gramaticalmente; otras sonestructuras expresivas de forma muy variable y de difícildelimitación gramatical. Se trata, en concreto, de las si-guientes: cláusula, oración, frase, prooración, período y,muy secundariamente, oración compuesta y oración elíptica.

En la elección de tales entidades sintácticas, como ins-trumentos básicos de trabajo, he atendido a consideracionesprimordialmente prácticas, más que teóricas, ya que miprincipal objetivo ha sido el de descubrir si entre las estruc-turas enunciativas propias del habla —popular o culta

y de la literatura existían o no diferencias sintácticas apre-ciables y significativas.

He de advertir también que, al hacer esa selección y alelegir los términos con que había de denominar sistemáti-camente a tales unidades o estructuras sintácticas, he pro-curado mantenerme, siempre que me ha sido posible, den-tro de la más estricta tradición gramatical española. Y ello,no por el prurito de bogar contra corriente, sino por laconvicción de que mantenerse dentro de unos cauces tra-dicionales bien probados puede ser garantía de acierto y aunde progreso —por cuanto que "el pasado es prólogo"—,y más cuando se trata de una tradición tan antigua y sólidacomo la de la gramática española clásica, cuyas raíces seentierran en la tradición grecolatina. Suelen hoy algunas

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personas identificar el concepto de lo tradicional con el delo caduco, momificado y aun erróneo. No puedo coincidircon tal opinión. El calificativo de tradicioual correspondea lo que, precisamente por su validez y acierto, se instaura y permanece a través de los tiempos. Claro está que lotradicional, por conocido, no presenta el interés y el brillode lo novedoso ni, mucho menos, de lo novelero. Peropuede ser más consistente. Aunque, por supuesto, toda tra-dición tiene que estar siempre en trance de renovación,de perfeccionamiento, de recreación. En caso contrario,puede llegar al anquilosamiento, a la muerte; esto es... dejarde ser tradición viva y fecunda, para convertirse en momiaempolvada, en curioso vestigio del pasado.

Reúno en esta primera parte del libro las ideas genera-les expuestas dispersa y fragmentariamente en los trabajosque ahora he reunido en su segunda parte —todos loscuales se complementan—, con el propósito de explicarel procedimiento mediante el cual los he ejecutado y conla esperanza —o, tal vez, sólo inquietud— de que puedanser, si resultan coherentes, de alguna utilidad para haceranálisis sintácticos, más amplios y pormenorizados, de tex-tos orales o escritos.

1 . DELIMITACIÓN PREVIA DE LAS E S T R U C T U R A S

S I N T Á C T I C A S U S A D A S

Como punto de partida, y para evitar equívocos debidos acuestiones terminológicas, proporciono una definición esen-cial o provisional de cada una de las unidades sintácticasconsideradas.

1.1. Llamo oración —como se ha hecho durante siglosen gramática española— al sintagma bimembre entre cuyos.dos elementos se establece una relación predicativa. For-malmente responde a la fórmula de Bühler [S <- P]. Ejem-plos: "Colón descubrió América"; "Los lobos aúllan"; "Lascuentas, claras"; "¡Qué bello ocaso!".

1.2. La cláusula, en cuanto unidad de manifestación, es la expresión autónoma desde el punto de vista de la elo-cución. Corresponde a lo que la gramática inglesa modernadenomina sentence, y, en esencia, a lo que Andrés Bellodio en llamar oración. No tiene una forma gramatical de-terminada, puesto que puede estar constituida por una solapalabra —interjección, vocativo, etc.—, por un sintagmanominal o adverbial, por una frase, por una oración o poruno o varios períodos. Lo que la define y delimita es,.pues, su autonomía dentro del acto de la comunicación.Ejemplos: "¡Caramba!"; "Buenos días"; "En mi casa" o "Por la noche"2; "¡La nostalgia de los años perdidos!"; "Ya me voy"; "Si lo ves, dile que venga a mi casa en cuanto pueda".

1.3. Entiendo por frase la expresión constituida por unsolo morfema o, más comúnmente, por varios morfemas

2 En respuestas a preguntas como "Dónde nos reuniremos?" o "¿Cuán-do vendrás?" respectivamente.

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ordenados en torno a un elemento nuclear —generalmen-te un nombre— pero no organizada de acuerdo con laestructura [S <- P]. Su contenido puede corresponder al de una oración, pero se distingue de ésta por la manera de estructurar sus elementos constitutivos: en la frase no se establece la relación predicativa esencial en toda oración. Ejemplos: "¡El diluvio!"; "Tanto esfuerzo para nada"; "¡La esperanza de nn retorno feliz!"; "Una limosna, por caridad".

1.4. Denomino prooración al morfema o sintagma de es-tructura no oracional que implica —reproduce- - nna ora-ción ya enunciada. Por ejemplo: "¡Nunca!" como respuestaa una pregunta del t ipo ' ' ¿Cuándo me lo vas a dar?"; o "Por la nocbe" en casos como los ejemplificados en la nota 2.

1.5. Llamaré período a la expresión constituida normal-mente por dos —o, a veces, varias— oraciones o frases en-tre las cnales se establece una sola relación sintáctica, yahipotáctica, ya paratáctica. Ejemplos: "Si vienes, te lo daré"; "Se lo regalas o se lo prestas o se lo vendes"; "¡Tanto es-fuerzo inútil y tanta ilusión frustrada!".

1.6. Reservo el nombre de oración compuesta a ciertaclase de períodos caracterizados por el hecho de que unode los elementos nucleares de la oración gramatical, [S] o [P], es, a su vez, una oración: "Quien canta su mal espan-ta"; "Tú fuiste el que le engañó".

1.7. Oración elíptica es, simplemente, la que presentaomisión de alguno de sus elementos constitutivos, por estarobviamente implícitos en el contexto. Por ejemplo, la se-gunda oración del período copulativo "Mi hermano estudiaDerecho y yo Medicina". Por supuesto que, para los efectosde mis análisis sintácticos —y recuentos estadísticos— lasoraciones elípticas cuentan como verdaderas oraciones gra-maticales.

1.8. De lo dicho hasta aquí se desprende que los con-ceptos de oración, período (y oración compuesta), frase yprooración pertenecen a un nivel diferente del que corres-ponde a la cláusula. Los primeros se excluyen entre sí, peroninguno de ellos es excluyente de la cláusula. Una oración,

en efecto, no puede ser a la vez frase o período, ni éste puede ser prooración o frase, etc. Pero cualquiera de ellos puede constituir una cláusula, siempre que aparezca como expresión autónoma dentro del discurso, conforme indicaba en el & 1.2

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2. LA ORACIÓN GRAMATICAL

2.1. Historia del concepto en la gramática española.

2.1 .1 . Los primeros gramáticos castellanos tuvieron unconcepto básicamente —por no decir que exclusivamente—formal de la oración. Para ellos, en efecto, oración era todaexpresión constituida en torno a un nombre y un verbodebidamente concertados. La fórmula que responde a susdefiniciones es, estrictamente, [N-V].

Si bien Nebrija no proporciona una definición precisa y en su Gramática alternan un tanto confusamente los tér-minos oración, cláusula y sentencia, muy pronto habríade quedar establecido que los elementos esenciales, nuclea-res, de la oración gramatical son el nombre y el verbo. Loapunta ya, explícitamente aunque de pasada, el Doctor Ber-nabé de Busto, cuando dice: "Hasta aquí se ha tratado delnombre y verbo: que son partes principales en la orazión"(lib. III).

Pocos años después, el Licenciado Villalón establecía ennuestra gramática la definición que habría de hacer suya todala escuela lingüística española del Renacimiento; para él, laoración "se liga y ve de partes nombre y verbo como de principales: y de otras menos principales" (p. 56) ; omás pormenorizadamente "oración es vna composiciónde nombre y verbo y pronombre como de partes principa-les: y de otros muchos vocablos y diciones, como de partesmenos principales: como de aduerbios, preposiciones, in-terjeciones y conjunciones" (p. 50) .

El carácter constitutivo, nuclear, del nombre y del verbocomo elementos indispensables de la oración se reitera contodo rigor en la trascendental obra de Francisco Sánchez

de las Brozas. Comenzando por el cap. 12 del lib. I: "Plato...aperte docet, sine nomine et verbo nullam constare orationem" . Continuando por el cap. 2 del lib. II: Ex Nomine et Verbo, tanquam ex materia et forma, quae brevissima sit, constituitur oratio". Y terminando por el cap. 1 del lib. III, donde precisa que el nombre debe aparecer en normativo, esto es, funcionando como sujeto: "nam sine nomine & verbo non sit oratio. Nomen voco rectum ipsum cum Aristotele". En este mismo capítulo apunta el Brocense la necesidad de que entre el nombre y el verbo se establezca una relación predicativa como fundamento de toda oración gramatical.

Aunque en las breves Instituciones de Jimémez Patón no se da una definición concreta de la oraeión, lo que de pasada anota y los ejemplos que de oraciones proporciona permiten suponer que su concepto coincidía con el de Vi-llalón y el Brocense. Coincide con él, plenamente, el de Gonzalo Correas. El pasaje de su Arte donde con mayordetalle define a la oración dice así: "Desta orazion, queio llamo gramatical, habla prinzipal i propiamente la Gra-matica, aunque no la veo definida en las Artes: io la difino,descrivo i declaro desta manera: Orazion es la rrazon isentido ó habla conzertada que se haze con nonbre i verbode un mermo numero i persona, e l nonbre en nomina-tivo, i el verbo en cadenzia ó persona finita, no infinitivo, i

se adorna con la particula si quiere, i con otros casosdestas partes, i con ellas mesmas rrepetidas. Las partesforzosas desta orazion son el nonbre i el verbo. La particulaes azesoria" (p. 132) . Capítulos después, al analizar lasfunciones del sustantivo, repite la idea: "El nonbre estáen la orazion para mover, i aconpañar al verbo, i hazeranbos la oraz ion , porque s in e l uno , ó e l o t ro , no sepuede hazer sentenzia, ni dezir nada. El nonbre á de sersustantivo, puesto en nominativo por la persona que haze, ó se haze ó si queremos dezir padeze" (p. 366) .

Estas definiciones renacentistas, basadas en la relacióngramatical existente entre un nombre y un verbo [N-V],llegaron, a través de diversos autores3, hasta las primeras3

Como Benito Martínez Gómez Gayoso, quien afirmaba: "De estas nue-

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ediciones de la Gramática académica. En ellas se sostieneque "no puede haber oración ni sentido alguno dondefalte verbo regido por un nombre sustantivo, ó pronombreexpreso ó suplido" (ed. de 1796, p. 289)4. Y con otras palabras, páginas antes: "Estas dos partes [nombre y verbo] sontan precisas para formar la oracion, que ni puede haberoracion sin ellas, ni tampoco verbo sin nominativo, ó nominativo sin verbo, callado o expreso" (p. 281) .

2.1.2. A partir del siglo xix, las definiciones formalesde la oración, sometidas a la influencia de la lógica, pre-fieren considerar que los elementos constitutivos de esaestructura gramatical son el sujeto y el predicado 5. La fórmula esquemática se transforma en [S-P].

Todos los gramáticos modernos sigueu reconociendo lapersonalidad de esa estructura bimembre predicativa [S-P],pero son ahora muchos los que prefieren darle el nombrede propos ic ión , para reservar e l de orac ión a la expre-sión de sentido completo o sintácticamente autónoma. Sinembargo, no faltan hoy quienes siguen otorgando el tradi-cional nombre de oración a esas expresiones básicas estruc-turadas en torno a un [S]ujeto y a un [P]redicado. Así lohacen, entre otros, Rafael Seco, para quien la oración constasiempre de "sujeto y predicado" (p. 7) . 0 Manuel Criado,según el cual "en la oración se oponen dos miembros biendefinidos: el predicado o «lo que se dice» y el sujeto «dequien se dice»" (Gramática, p. 41) . 0 Rafael Pérez-Rioja,en cuya opinión los "elementos esenciales de la oración[son] sujeto y predicado" (p. 292) . Idéntico concepto, pre-sentado con mayor precisión, es el que revela Emilio Alar-cos Llorach: Gramaticalmente, en [expresiones oraciona-les] no tenemos más que un sujeto y un predicado, conec-tados por la relación predicativa que es la que constituyetoda oración y es señalada por ciertos indicios formales(la llamada concordancia de número y persona) " (Estu-

ve [partes de la oración], las más nobles y principales son el Nombre, y el Verbo; porque sin ellas no se puede formar oración perfecta" (p. 3).

4 Cosa que ya se había dieho en la primera edieión, eon el solo cam-bio del término oración por el de proposición (cf. p. 244).

5 O el sujeto y el verbo, como prefiere decir Jaime Costa de Vall: "No puede haber oración que no conste de sujeto y verbo, espresos o suplido e l i i " ( p . 1 2 3 ) .

dios, p. 111). Y aunque sin detenerse en razonamientos teóricos pormenorizados, también Rodríguez Adrados, al establecer las diferecias existentes entre oración de un lado y palabras o sintagma del otro, observa que en estos últimos no hay “la relación sujeto-predicado” que existe en la oración” (p. 45).2.1.3. A fines del siglo XVIII, Juan de Iriarte rompió con esa tradición clásica, que había establecido la distinción entre oración —estructura bimembre predicativa— y cláusula —oración o conjunto de oraciones con sentido completo (cf. § 7.1). Iriarte, en efecto, prefirió considerar que la oración era la expresión total, completa, en tanto que a las estructuras predicativas de forma [S-P] las denomina frases o sentencias. Así —explica— los enunciados predicativos Imperator jubet y Milites parent (o "el General manda” y "los soldados obedecen") no son sino frases (o senten¬cias) de la oración "Imperator jubet, ac Milites parent" (p. 235) .

Andrés Bello hizo suya, varias décadas después, esta doc-trina, aunque sustituyendo el nombre de frase por el deproposición, término ya utilizado por varios gramáticos conanterioridad6. Bello, en efecto, opina que "el sujeto y elatributo [predicado] unidos forman la proposición" (§ 35) ,en tanto que "se l lama oración toda proposición o con-junto de proposiciones que forman sentido completo; de que está alfombrada la ribera es proposición perfecta, perono es oración" (§ 308)7.

La opinión de Bello parece haber hecho fortuna entremuchos gramáticos españoles e hispanoamericanos moder-nos —Cejador, Amado Alonso, Henríquez Urdía, RafaelA. de la Peñas— y especialmente contemporáneos —RocaPous, Hernández Alonso, Manuel Seco, Alcina-Blecua y

6 Como, por e jemplo, e l Padre Benito de San Pedro ( t . I I , p. 2) , o Jai¬me Costa de Val l (pp, 142-143) o Vicente Salvá (p. 1) .

7 Aunque claro está que hay oraciones sintácticamente subordinadas que sí poseen “sentido completo”, como yo estoy enfermo en la cláusula “se preocupa mucho porque yo estoy enfermo" (cf. infra, § 8.3).

8 Los detalles de esta particular historia los proporciono en el librito sobre El concepto de la oración en la lingüística española, México, UNAM, 1979.

I

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Escarpanter— entre los cuales sospecho que ha pesado, másque la opinión de Bello, la de Leonard Bloomfield y otrosgramáticos de lengua inglesa seguidores suyos9

No obstante la autoridad de tantos y tan famosos gramá-ticos de nuestros tiempos, considero que, en los términosen que ellos establecen la antinomia "proposición/oración",no superan a la establecida por la gramática española clásica entre "oración/cláusula", sino que más bien la dete-rioran. De ello volveremos a ocuparnos en el § 8. Baste, porahora, apuntar que, para definir lo que ellos llamau "ora-ción" (y los ingleses sentence), atienden a la "plenitud se-mántica" o a la "autonomía elocutiva" de las expresionesanalizadas, esto es, a consideraciones ajenas a la forma o ala función sintáctica de tales expresiones. Y no me parecedebido olvidar que la Gramática o morfosintaxis es la ciencia que estudia las funciones de las formas lingüísticas.Luego el término oración puede y debe seguirse usandopara designar a la unidad fundamental de la Gramática.Esas definiciones modernas corresponden a lo que nuestrosgramáticos clásicos —con una sensibilidad etimológica inne-gable— habían llamado cláusula.

2.2. Validez del concepto tradicional de oración.

2.2.1. Definir la oración —de acuerdo con la fórmulasimbólica [S<-P]— como estructura bimembre en que seestablece una relación predicativa es dar una definición es-trictamente gramatical, morfosintáctica, por cuanto que ellaatiende a la forma de las expresiones que deben conside-rarse oracionales y a la función que entre sus elementosconstitutivos se realiza.

Cierto que el esquema [N-V] con que podríamos repre-sentar simbólicamente las definiciones renacentistas (`nom-bre y verbo en relación predicativa') no cubre todas las

Cf. Bloomfield, p. 171; Hockett, pp. 203-204; Lyons, pp. 171 y 178-180. Entre Bello y Bloomfield hay que situar necesariamente, para hacer jus-ticia a la historia l ingüística, a Antoine Meil let y, sobre todo, a Otto Jespersen (pp. 114 y 307). Con posterioridad a Bloomfield hay que recor-dar, en Francia, a André Martinet (pp. 122-123).

posibilidades de las estructuras que, sin duda, son oraciones. Y ello, básicamente, por dos razones: porque puede haber oración (relación predicativa) sin la presencia de un nombre – en sentido estricto-, y porque también puede haber oración sin necesidad de que aparezca un verbo morfológico.

Aunque la concepción, más amplia o menos marcada, que simboliza la fórmula [S<-P] entendida como “relación entre un sujeto y un predicado”, supera el segundo de los inconvenientes señalados, tampoco cubre, en verdad, todas las posibilidades de las estructuras oracionales. Y ello por la sencilla razón de que hay oraciones sin verdadero sujeto gramatical: “Hubo toros” o “me fue bien en el examen”.

Sin embargo, pienso que no hay por qué repndiar I ,fórmula. Basta con ampliar sus alcances, siguiendo paraello la pauta marcada por Karl Bühler.

2.2.2. Débese recordar que, para Bühler, "la fórmulaS-P de la lógica aristotélica sólo debe indicar que la for-mación tiene dos miembros y cierto grado de asimetría ensu estructura" (p. 414), asimetría que depende del carácterpredicativo del elemento [P], cosa que hace inalterable eirreversible tal fórmula: [P] se predica de [S], pero no [S]de [P]. Así entendida, la fórmula es aplicable no sólo aexpresiones estructuradas en un sujeto gramatical y un pre-dicado, sino también a elocuciones como las siguientes:

(I) A María le fue bien en el examen(2) hubo toros(3) ¡ Qué bello ocaso!

(4) Año de nieves, año de bienes.

Aunque en los ejemplos del tipo (1) y (2) no exista unsujeto gramatical estricto, sí aparece un elemento nominalMaría y los toros respectivamente— del que el otro elemento predica algo: el éxito (el ir bien), en el primer caso, y la existencia (su celebración: el haber), en el segundo. De igual manera, aunque en los ejemplos del tipo (3) y (4) no figure un verbo, sí aparece un elemento predicativo preciso en (3), la belleza que advertimos en ese ocaso, y en (4), la bondad (los bienes) de los años en que se producen nevadas frecuentes.

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El [P]redicado puede estar constituido no sólo por unelemento verbal —tanto forma conjugada ("F. canta bien"),cuanto verboide ("Al salir el sol") — o por un elementonominal ("Las cuentas, claras") , sino también por un ele-mento adverbial: "Los barítonos, más fuerte"; "Los niños,delante". Todas éstas sou estructuras evidentemente oracionales, que eucajan sin dificultad dentro del esquema [S‹- P].

Parecen no encajar en él dos tipos de expresión particular: las interjecciones y los verbos unipersonales.

2.3. Oraciones formadas en torno a un verbo unipersonal, del tipo llueve, nieva o anochece.

2.3.1. Para explicarlas dentro de la concepción bimem-brista [S-P] de la oración, no creo que baya que recurrira interpretaciones un tanto forzadas, cromo la que propusoel propio Bühler, para quien el bimembrismo de esas ex-presiones se establecería mediante la relación entre fenó-meno y lugar. De acuerdo con ello, la oración completa yequiparable, por ejemplo, a Cayo duerme, no sería llueve, sino llueve en el lago (cf. Bühler, p. 425) , donde ya figu-ran dos elementos sintácticos diferentes. Sin embargo, estaexpl icación no parece satisfactoria, porque no hay relaciónpredicativa entre sus miembros y porque, como ha obser-vado Piccardo, "tales determinaciones de lugar son, por suforma, idénticas a las que acompañan a los demás verbos"sin originar por ello estructura oracional; "y la gramática,como lo ha señalado el propio Bühler, no puede nuncadejar de lado el aspecto formal" (Piccardo, p. 8).

Tampoco parece acertado inventar sujetos más o menos "lógicos" para tales verbos, según han hecho no pocos lin-güistas de muy diversas épocas. Como, por ejemplo, Fran-cisco lpiña, para quien el sujeto no puede ser otro queDios o la Naturaleza: "En los verbos Exceptae actionis, como pluit, ningit, grandinat, tonat... se entiende Deus, (

5 Natura; porque sus acciones se atribuyen solo á Dios, ó ála naturaleza" (p. 11) . Explicación que hizo suya la RealAcademia desde las primeras ediciones de su Gramática yha conservado hasta la última, de 1962: "Los verbos uni-personales llevan callado el sujeto, por ser muy determi

nado. En latín es Jupiter; en griego Zeus, en castellano, Dios, el cielo o la Naturaleza (283ª).2.3.2. Mucho más convincente parece la explicación propuesta por Sánchez de las Brozas –basándose, posiblemente, en Prisciano- según la cual el agente o, mejor, el sujeto sería el fenómeno mismo, implícito en el verbo atmosférico de que se trate: la lluvia en el caso de llover, el trueno en el caso de tronar, la noche en el de anochecer, etc. He aquí las palabras de Brocense: “Plato asserit, sine Nomine & Verbo nullam effeci posse orationem… Idem intellige in verbis quae dicuntur Naturae; ut pluit, ningit,lucescit, subaudi pluvia, nix, lux... Integra ergo est oratio: pluit pluvia, fulget fulgur, lucescit luz" 10.

Esta explicación ha tenido decididos defensores en nuestro siglo; entre ellos, muy denodadamente, Julio Cejador, y además García de Diego, Ángel Lacalle, Pérez-Rioja y Rafael Seco, quien descubría la existencia de un "sujeto interno" extraído de la propia raíz verbal: "Los verbos que expresan los fenómenos de la naturaleza,llover, tronar, diluviar... etc., no ofrecen propiamente posibilidad de que se les atribuya un sujeto gramatical, gracias a su especial significado de hechos naturales... Realmente, en estos verbos lo que hay es un sujeto interno, sacado de su propia raíz; así, la lluvia es la que llueve y el trueno es el que truena" (p. 186) .También Charles Bally (pp. 18-19) se resistía a admitir "la afirmación de que la desinencia en latín tonat, esp.l lueve, ital. piove, así como el pronombre sujeto en fr. il tonne, son formas vacías", y consideraba que "il puede afirmar la existencia de un fenómeno especial (il pleut=”hay lluvia”') .. . o bien un agente desconocido e indeter¬minado (algo produce lluvia, hace lluvia') ". Que el pronombre il del francés no sea un signo vacío ya lo habían sostenido, tajantemente, Arnauld y Lancelot: "Et quand nous disons il pleut, il nege, il gresle, etc., il est là pour le nominatif, cèst à dire, pluie, nege, gresle, etc., reenfermé acec leur verbe substantif est ou fuit: comme qui diroit, il pluie est, il nege se fait" (p. 129.

10 Minerva, lib. IV, cap. 3, p.537 y lib. III, cap. 1, p. 262.

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Expresiones del tipo pluit pluvia se documentan en di-versas lenguas. Bally recuerda los casos del ruso grom gremit ('el trueno truena') , del alemán der Regen regnet ewig fort (la lluvia llueve' en Chamisso) y otros. En el sur delMatto Grosso se canta todavía una antigua copla que dice:"Chuva choveu, Coxipó encheu". Y en el polaco del siglopasado deszcz dzdzy ('lluvia llueve') junto al normal pada deszcz (`cae lluvia') o deszczu ('llueve').

Cabría suponer que esos verbos unipersonales son el re-sultado de un proceso originado a partir del sustantivo quedenomina al fenómeno, y no lo contrario, como supusieronRafael Seco y, en su seguimiento, Lacalle, Pérez-Rioja yaun la Academia (Gram., § 3.5.7). Es decir que no es quede la raíz verbal se extraiga un sujeto interno, sino que elnombre designador del fenómeno genera un verbo cognado"-, que acaba por "absorber" al sustantivo sujeto. Así, par-tiendo del sustantivo "la lluvia", se afirma su existencia, surealización: > "la lluvia es (se produce, cae) "; este "ser la lluvia" daría origen a un verbo llover (un "llover la lluvia",por supuesto) , que haría innecesaria ya la expresión delsustantivo sujeto.

Para la denominación de los fenómenos atmosféricos, sesirve la lengua de dos tipos de expresión, igualmente "im-personales". De un lado, la forma unimembre constituidapor un verbo unipersonal: llueve, graniza, anochece, relam-paguea, etc. De otro, la expresión bimembre constituidapor un sustant ivo designador del fenómeno y por unverbo de significado "neutro": hace calor, hay sol, hace viento, hay un terremoto, ruge la tormenta, etc. La afini-dad existente entre estas dos clases de expresiones habíasido ya señalada por Arnauld y Lancelot, quienes analiza-ban las estructuras del tipo il fait chaud como equivalentesde las del tipo il nege. Y en español, hay lluvia es lo mismoque llueve, como hay sol sería —podría ser— lo mismo que*solea. Y si nevar es lo mismo que caer nieve, y diluviar, lo mismo que caer un diluvio, paralelamente caer (un) rayo(s) sería —podría ser— *rayear (cf. relampaguear).

11 Como suponía el Brocense: "In verbis, quae falso dicuntur naturae, (ut pluit, placer Linacro & doctis intelligi suppositum cognatae significationis" (lib. III, cap... 1).

Prueba de la dirección que supongo en el proceso derivativo podría ser también el hehco de que en todos los verbos unipersonales aparece la raíz nominal (llover -lluvia, tronar- trueno, nevar-nieve, anochecer -noche, etc), en tanto sólo con una designación nominal, pero no con la verbal correspondiente a su proceso: terremoto, huracán, ciclón, sismo, chaparrón, aguacero, etc., sin que exista *terremotear, *huracanar, *ciclonear, *chaparronear, etc. Y parece ser prueba también de esa dirección que el imagino el hecho de que toda expresión verbal (unimembre) pueda ser enunciada en sus dos elementos constitutivos, en tanto que no todas las estructuras bimembres pueden expresarse —todavía, al menos— en forma sintética: llover -> caer la lluvia, atardecer > caer la tarde, relampaguear -> saltar un relámpago, etc., pero no hacer sol > *solear, ni hacer calor —> *calorear, nicaer un rayo > *rayear, etc.

2.4. Interjecciones y locuciones interjectivas.

2.4.1. En el análisis y clasificación de las interjeccionesha habido, dentro de la escuela gramatical española, actitudes y soluciones para todos los gustos imaginables. Podrían resumirse, muy esquemáticamente, en las siguientes:a) las interjecciones son una parte de la oración, ya sea

que se incluya en la categoría de los adverbios (Nebrija) ,ya que se considere categoría independiente (Busto, Villalón, Correas, Villar, Costa, etc.)b) las interjecciones son verdaderas oraciones completas o,

por lo menos, equivalentes de oración, por cuanto queellas solas, por sí mismas, pueden revelar nuestros sentimieutos tan plenamente como una oración gramatical (Salvá,Bello, Lacueva, Selva, Marín, Lamíquiz, etc., y Benot, Lenz, Amado Alonso, Gili Gaya, Barrenechea, César Hernández, etcc) las in te jecciones no son ni partes ni equivalentes de

oraciones, ni mucho menos oraciones verdaderas.d) las interjecciones no son ni siquiera elementos

gramaticales.

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La decisión depende, claro está, de la actitud que seadopte ante el hecho del habla, de los principios de acuer-do con los que se analice el fenómeno lingüístico. Una acti-tud morfosintáctica puede ayudar a esclarecer el problema.

2.4.2. Ante todo, parece de suma importancia la distin-ción que estableció la Real Academia, en las primeras edi-ciones de su Gramática, entre lo que podría llamarse pro-piamente interjección y la locución interjectiva: "No sedeben considerar como interjecciones sino aquellos brevessonidos, ó voces cortas en que el ánimo prorrnmpe pe casiinvoluntariamente1 2 para desabogo suyo, O para advertiralguna cosa a otro... Las expresioues que coustan de (los,o más voces, y que algunos llaman interjeccioues, como:gracias á Dios, bendito sea Dios, Jesús 'mil veces, y otrassemejantes, no deben considerarse como iuterjecciones, sinocomo verdaderas oraciones, que, guando mas, necesitansuplemento de algún verbo" (ed. de 1781, p. 235) 13

2.4.3. De acuerdo con esta distinción, es obvio que lasinterjecciones propiamente dichas no son parte de la ora-ción, por la sencilla y evidente razón de que —como indi-caron Alonso y Henríquez Ureña (II, § 223) —, la interjección "no entra a formar parte ni de la estructura delsujeto ni de la del predicado", sino que sólo acompañantangencialmente a las estructuras oracionales como refuerzoexpresivo.

2.4.4. Tampoco pueden considerarse ni equivalentes deoración ni mucho menos oraciones verdaderas. No son estoúlt imo por cuanto que la interjección no está gramati-calmente estructurada en [S-P]. Ni son, en verdad, equi-valentes de oración, por cuanto que tal equivalencia des-cansaría sólo en razonamientos semánticos, y la oracióngramatical no ha quedado definida por su contenido (semán-ticamente), sino por su forma y su función (morfosintác-ticamente) . La supuesta equivalencia oracional de la inter-jección se aproxima, así, a la equivalencia oracional deun gesto o de un semáforo... En cambio, la interjección12 Cf. García de Diego, Lingüística, p. 44.

13 Expresiones interjectivas llamó a estas últimas Mariano de Rementería (p. 126), haciéndose eeo de la aeertada distinción aeadémica.

sí puede relacionarse con la cláusula, unidad nocional, conforme después veremos.

2.4.5. En lo que respecta a las locuciones o expresiones einterjectivas, cabe decir que ellas serán, desde el punto de visra gramatical, lo que sus elementos constitutivos les hagan ser formalmente: simples vocativos (como en ¡María!), frases (como en ¡Gracias a Dios!), prooraciones (como en ¡Maldita sea tu estampa!). Lo único que distingue o marca a estas expresiones de las correspondientes normales -no interjectivas- es el rasgo exclamativo propio de su particular entonación 14. .

14 Son, pues, estructuras gramaticales —oracionales o no— enuneiadas de una manera particular. De igual modo que las expresiones interrogativas son enunciados particulares desde el punto de vista de la entonación.

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3. LA FRASE

3.1. Para manifestar el contenido de su conciencia, dis-pone el hablante no sólo de la estructura oracional [SP],sino también de otras formas de expresión de naturalezadiferente. Decía antes (cf. § 1.3) que puede darse el nom-bre de frase a la expresión autosemántica constituida porun elemento nuclear o en torno a un elemento nuclear —

e n la inmensa mayoría de los casos, un sustantivo—,pero de estructura no oracional, es decir, no articulada en [S] y [P]. Cuando se habla de estas unidades formales,suele afirmarse que se trata de oraciones elípticas o derestos o equivalentes de oración. No dudo de que, concep-tualmente, sea cierta tal equivalencia', pero desde el puntode vista formal se trata de entidades bien diferenciadas. Lafrase puede ser unimembre, cosa que no sucede en el casode la oración; y esencial en ésta es la relación predicativa,relación que no aparece en la frase. En efecto, ¡Fuego! oUna limosnita son frases unimembres; y en La emoción de un viaje a la India, los elementos constitutivos se orga-nizan por subordinación sucesiva (núcleo + compl. adnominal + compl. locativo), sin que aparezca la relaciónpredicativa entre ninguno de ellos. Cierto que existe ciertacorrespondencia entre esta última frase y una posible ora-ción gramatical como "El viaje a la India nos emociona-ba", pero tal paralelismo es únicamente semántico, no for-mal. Prueba de ello es que el mismo contenido podríaexpresarse a través no ya de una oración gramatical, sinode un período sujetivo: "Nos emocionaba viajar a la India".

Frase y oración son, pues, unidades gramaticales —y, en

15 Aunque no hay que olvidar que la oración gramatical no ha que-dado definida conceptualmente.

cuanto tales, afines o "emparentadas" - pero formalmente diferentes. Su afinidad gramatical 16 les permite establecer relaciones sintácticas entre sí :Una oración puede regir a una frase ("Entonces Fulano gritó: ¡Al diablo con todo eso!"), así como una frase puede regir a una oración gramatical: "Tanto esfuerzo inútil, pero no debemos cejar en nuestro empeño"; "Socorro, que me caigo!". Claro está que dos o más frases pueden combinarse entre sí: "Sumisión en su actitud corporal, pero odio en su mirada esquiva".

3.2. Dentro del concepto de frase pueden reunirse entidades expresivas diversas. Las más comunes parecen ser las siguientes 17:

a) Sintagmas nominales: "La emoción de un viaje a la.India"; "(Todo quedó en ealma). Sólo el murmullo delviento entre las ramas"; "Otra devaluación del peso enpuerta"; "Ventajas del matrimonio"; "¡A la cama inme-diatamente! "18

b) Sustantivos aislados: "¡Fuego!"; "Una limosnita"; "¡Socorro!"; "El desmadre".

c) Locuciones hechas (restos o representantes de ora-ción, según algunos autores): "Buenas noches"; "Con supermiso"; "Por favor"; "Hasta la vista"; "A sus órdenes" (cf. § 4.5).

d) Formas interjectivas: "¡Caramba contigo!"; "¡Ay demí!".

16 Frente a lo que sucede en el easo de la cláusula, unidad comunica-tiva más que gramatical, según después veremos.17 Dado lo reducido del corpus por mí manejado hasta ahora, esta enu-

meraeión no pretende ser exhaustiva ni, mucho menos, definitiva. Sirva sólo de ejemplificación.

18 Así como la estructura oracional típica se organiza en torno a un verbo, la estructura normal de las frases se ordena en torno a un nombre,

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4. LA PROORACIÓN

4.1. Llamo así al morfema o sintagma de estructura no oracional que representa —reproduce— una oración gmatical enunciada anteriormente. Aparecen en el discursocomo respuesta o comentario a elocuciones previas. Porejemejemplo, "—En mi casa", como respuesta a la

pregunta "¿Dónde nos reuniremos?". 4.2. Cualquier

elemento gramatical puede funcionar comoprooración:

a)Formas nominales —sustantivo, adjetivo o pronom-bre— de función nuclear, sujetiva o predicativa, dentrode la oración reproducida: " (¿Quién se lo dijo?) . —Mi hermana "(Es nuevo o usado?) . —Nuevecito"; " (¿Podría ir alguien?). —Yo mismo".

b) Formas nominales de función complementaria —di-recta o indirecta— en la oración reproducida: "(¿Tienes dó

l a r e s o p e s o s ? ) . — D ó l a r e s " ;—A tu sobrino".

c) Formas adverbiales, o nominales de función adver-bial (temporal, modal, locativa, etc.) dentro de la función

implicada: " (¿Cuándo se reunirán?). —Por la noche";cómo lo resolvieron?) . —A lo loco"; " (¿Dónde lo"

"(¿yencontraste?). —Allí"; " (¿Lo tienes tú?). —No"; -" (Po dríamos hacerlo entre todos). —Tal vez".

4.3 Aunque las prooraciones aparecen normalmente en respuestas dentro del diálogo, pueden presentarse tambiénen otros casos, especialmente en comentarios o especifica-ciones a lo dicho en la oración representada: " (Ahí llega.Tengo que esconderme) . —Detrás de la cortina.."

En cuanto entidades gramaticales que representan a una verdadera oración, pueden combinarse sintácticamente con estrucuturas oracionales plenas, ya como elemento subordinado, ya como suborndinante: "Y cuando preguntaron si estaba dispuesto ha hacerlo, tajantamente contestó:" De ninguna manera"; "(¿viernes?).- No, porque estoy agotado"; "¿dónde nos reuniremos?).- EN mi casa, si ustedes no tienen inconveniente".

4.4. Las prooraciones viene a ser como un caso extremo, l ímite, de las l lamadas oraciones el ìpticas, s i bien éstas pueden considerarse verdaderas oraciones gramaticales uno de cuyos elementos constitutivos [S] o [P], se omite por de sobreentenderse fácilmente. Una cláusla[ como "llegó primero la orquesta y después el coro" está integrada p1,1 dos oraciones, en la segunda de las cuales —después el coro"— hay una simple elipsis del verbo —su elemento [P]redicativo— expresado inmediatamente antes; asimismo, en "No sé si lo tiene el director o el secretario", se omite —se elide— el elemento nuclear predicativo tiene de la tercera oración. Otras veces, la elisión afecta al núcleo sujetivo: "Mi hermano trabaja por las mañanas y estudia por las tardes". Con la prooración se hace una reproducción de la oración implicada; la prooración repite —completándola— la oración ya expresada, de la cual el elementoprooracional es sólo una parte integrante (un constituyen-te); su funcionamiento es similar al del pronombre encuanto reproductor de su antecedente. En cambio, la oración elíptica cuyos elementos elididos figuran en una oración an-terior es otra. oración, distinta de la oración precedente.

4.5. Cabe también distinguir nítidamente entre pro-oraciones y lo que se ha llamado restos (o fragmentos) de oración, esto es, sintagmas lexicalizados que tienen auto-nomía funcional y que pueden, por ello, aparecer indepen-dientemente en el discurso, cosa que no sucede en el casode las prooraciones. Tales restos de oración quedarían me-jor integrados deutro- del concepto de frase. Así, expresio-nes como " MACHAS tardes", por ejemplo, son frases —conposibilidades dr autonomía elocutiva— que podrían ser

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"restos" de expresiones verdaderamente oracionales, como"Déle Dios buenas tardes", en el ejemplo considerado.Claro está que, para efectos estadísticos en análisis sintácticos como los aquí reunidos, tanto las prooraciones, como las frases y los restos de oración presentan personalidad similar: son unidades de expresión. Pero en tanto que las frases —y los "restos de oración"— poseen capacidad de autonomía comunicativa, las prooraciones careceu de ella. Autonomía enunciativa evidente poseen frases como "La sal, por favor" o "Violento debate en la cámara de diputados" — de igual manera que la poseen restos oraciouales como "Buenas tardes" o "Adiós"—, cosa que no sucede con las prooraciones: "Por la noche" o "En mi casa" sonexpresiones que earecen por sí mismas de toda posibilidadenunciativa autónoma.

4.6. La omisión —oral— de un elemento nuclear enoraciones elípticas independientes o autónomas puede ex-plicarse por la situación o "universo del discurso" (Urban,pp. 162ss.). Por ejemplo, en el caso de un enunciado deltipo "¡Qué belleza!" dicho al contemplar un cuadro19.

4.7 La función prooracional puede estar a cargo no sólode una palabra o sintagma reproductor —como sucede enlos ejemplos proporcionados en el § 4.2—, sino que tam-bién puede ser desempeñada por toda una oración comple-mentaria. Por ejemplo, a la pregunta "¿Cuándo me lo de-volverás?", la respuesta "Cuando las ranas críen pelo" es.una oración subordinada temporal que implica —proora-

19 El elemento nuclear [S] constitut ivo de esa oración se el ide, ya que está dado —expresado— por la situación. Pero la relación predicativa, definitoria de la oración gramatical, se establece sin duda en easos como éste: Del cuadro —elemento [S] presente y bien delimitado por la situación en que se produce el hecho del habla— se predica [P] la belleza. Se trata, pues, de una verdadera oración gramatical, llámese o no "elíptica". Oración gramatical sin duda, aunque elíptica si se quiere, es la expresión "¡Qué estúpida actitud!" dicha cuando el interlocutor del hablante vuelve a éste la espalda como reacción ante sus advertencias. El elemento nuclear su-jetivo [S] está dado por la acción física del interlocutor, lo cual permite elidir su expresión, dando lugar así a la oraeión elíptica señalada, cuya forma plena sería "Tu act i tud (e l volverme las espaldas) es una aetitud estúpida".

20 De igual modo, la oración "Si puedo" como respuesta a "Lo harás pronto?" funciona al mismo tiempo como prooración de su regente implí-cita "Lo haré", de modo que tal respuesta representa toda una cláusulaconstituida por un período condicional, cuya apódosis no es necesario expresar: "Lo haré, si puedo

cionalmente-la

oración subordinante "Te lo devolveré"20. En

el

diálogo, sobre todo, estos encabalgamientos sintácticos-

entre cláusulas diferentes-son muy comunes.

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5. EL PERIODO

5.1. Históricamente, el término período fue empleado por nuestros primeros gramáticos como sinónimo de cláu-sula, ambos con el sentido de expresión completa o semán-ticamente autónoma. Así, ya, en Jiménez Patón: "Cláusula,ó Periodo se dice una racon perfecta..." (p. 80vº). Comotambién en Covarrubias: "Periodo. La cláusula rodada yentera, del nombre griego πЗριοδος, que es lo mesmo".Igual equivalencia en Correas: "Periodo es palavra Grie-ga... i es lo mesmo que en Latin, i Rromanze clausula" (p. 135). Esta sinonimia se mantuvo hasta el siglo XIX (Salvó,p. 1), pero en esa centuria surgen ya los primeros intentosde establecer una distinción entre período y cláusula. Untanto imprecisos resultan muchos de ellos, como sucede en el caso de Jaime Costa, para quien período sería elenunciado amplio integrado por dos o más cláusulas (p. 141). De carácter muy similar es la distinción que establecieron algo después Salvador Padilla (§ 264) y Vicente García de Diego (Manual, § 274).

En cambio, Gregorio Herrainz trató de establecer unadistinción más precisa y rigurosa. Para él, período sería,concreta y específicamente, "la cláusula compuesta de dospartes, la una que expone lo primario del pensamiento(prótasis o principio) dejándolo suspendido y dependientede la otra, que la completa (apódosis o conclusión). Luegotodos los períodos son cláusulas, mas éstas no siempre sonperíodos" (p. 129). Esta distinción fue aceptada, entre otrosgramáticos, por Jiménez Aquino (cf. p. 7) y, posteriormente, por Pérez-Rioja (§§ 284 y 285).

5.2. Con tales antecedentes, expuestos muy brevemente

aquí, considero que peude llamarse periódo a la expresión constituida por dos o más oraciones gramaticales21 entre las cuales se establece uan sola relación sintáctica, ya coordinante, ya subordinante. Ejemplos: "Trabaja por las mañanas y estudia por las tardes"; "Si vienes a casa, te lo daré".

5.3.1. Por su forma, los períodos pueden ser, de un lado, bimembres o plurimembres, y de otro, simples o compouestos.Normalmente, cada período consta de dos partes o miembros entre las cuales se establece la relación sintáctica única: "Aunque llueva, iremos al campo"; "Me lo das o te pego". Pero a veces es posible que aparezcan varios miembros -oraciones o frases o aun prooraciones-, pero siempre unidos por una sola relación sintáctica: "Se lo regalas, o se lo prestas, o se lo vendes"; "Llegué, ví y vencí".

Cuando cada miembro del período, sean dos o más, está formado por una sola oración —o frase—, el período puedeconsiderarse simple, como es el. caso de todos los ejemplosanteriores. Pero si alguno de los miembros del período estáconstituido a su vez por dos o más oraciones22 —o frases—, el período será complejo. Así, en un enunciado como "Sólo te perdonaré si me devuelves el libro o (si) me lo pagas", existe un período disyuntivo simple ("me lo devuelves o me lo pagas") y un período condicional complejo, dado que el miembro condicionante —o prótasis— está formado por dos oraciones: [ (A) —si (B) o (C)] = [ (Te perdono) si (lo devuelves) o (lo pagas)]. El miembro compuesto puede ser también el nuclear o regente: "Lo acepto y lo eonservaré siempre, porque me lo das tú". Cosa que había ya observado Gregorio Herrainz, al hablar de miembros paralelos (p. 130).

5.3.2. No es éste el momento —ni hay espacio paraello— de discurrir pormenorizadamente en torno a los principios teóricos sobre los que se asienta la clasificación sintáctica de los períodos. Es lo que ha hecho la gramática tradicional al clasificar las llamadas "oraciones compues-

21 o por dos o mas frases, o por la combinación de frases y oraciones, como en "Una limosnita, que hoy no he comido nada todavía".

22 0 sea, es a su vez un período diferente.

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tas"2 3. Sólo considero necesario hacer dos observaciones:una, relativa a la distinción entre oraciones adversativasy oraciones concesivas, cosa en verdad delicada, porque in-volucra, en cierta medida, los conceptos mismos de para-taxis e hipotaxis; la otra, referente a la clasificación de uu tipo especial de oraciones, desatendido por lo común ennuestros manuales de gramática.

5.3.2.1. En mi opinión, la diferencia fundamental entre períodos adverativos y períodos concesivos radica en la rela-ción de causalidad que se estableee emie las oraciones deestos últimos, relación ausente en la coordinación adversativa. Dentro de las relaciones causativas --y, por ende, complementarias, subordinadas— cabe distinguir eu español —conforme hizo ya Rafael Seco, por ejemplo - la expre-sión de la causa eficiente, de la causa final, (le la causa hipotética y de la causa "contraria" o contra-causa, lo cual está a cargo de la l lamada oración concesiva 2 4 . Así, en "aunque llueva, iremos al campo", el hecho de que llueva sería causa de no ir al campo, de lo contrario que en laoración principal se expresa. En cambio, en un períodoadversativo, como "fui a su casa, pero no lo encontré", laoración adversativa (el no encontrar) no es causa —ni con-traria ni eficiente— de la otra oración (del ir a su casa). Dos oraciones gramaticales pueden ser expresadas (relacio-nadas) por el hablante de manera paratáctica o hipotáctica:En el período "Aunque es muy inteligente, no supo resolverel problema", se presenta la relación de manera concesiva (causa contraria), ya que el "ser inteligente" sería causa.

23 Aunque bajo este nombre se reunían confusamente dos tipos de en-tidades lingüísticas: la cláusula y el período. En efecto, las definiciones más comunes de la "oración compuesta" —la de la Aeademia, por ejem-plo— corresponden a lo que debe l lamarse cláusula ("unidad expresiva autónoma y plena semánticamente'), pero luego, al analizarse y clasificarse esas "oraciones compuestas", no se clasifican las cláusulas, sino los pe-ríodos.

24 Aunque con otras palabras, casi lo mismo viene a decir José Luis Rivarola en su estudio sobre Las conjunciones concesivas en español medieval y clásico, Tübingen, 1976, Cf., en especial, p. 6, donde explica que "un enunciado concesivo expresa un caso en que esa expectativa no se cumple y puede ser definido, así, como contrario a una expectativa".

(que se niega) de "saber resolverlo", mientras que si se dice "Es intelegente, pero no supo resolver el problema", la realción se ha cambiado y el período resultante es coordinado adversativo, ya que la oración marcada (por el nexo) o complementaria no es causa de la complementada; en efecto, el "no saber resolverlo" no es causa de que sea o deje de ser inteligente. La oración concesiva es, pues, correlativa -en sentido negativo- de una oración causal: "Como es inteligente, supo resolverlo" está en correlación con "Aunque es inteligente, no supo resolverlo". Esquemáticamente, podría indicarse así: Período causal = "A porque B" (lo resolvió porque es inteligente) :: Periodo concesivo="No A aunque B" o "A aunque no B" (No lo resolvió annque es inteligente o Lo resolvió aunque no es inteligente). Inversamente, "A aunque B" (concesiva) corresponde a 1.1 estructura causal "A porque no B" (Lo haré yo, aunque estoy cansado :: Lo haré yo, porque no estoy cansado). En cambio, en el período coordinado adversativo no existe --o el hablante no establece— ninguna relación de causalidad: En "Llovía, pero salimos", el salir no es causa —ni contraria ni eficiente— de la lluvia, de igual manera que en "Estoy cansado, pero lo haré", el hacerlo (acción futura) uo es causa de que esté cansado, mientras que sí se establece una relación causativa —contraria— al decir "Aunque llovía, salimos" o "Aunque estoy cansado, lo haré". Esa implicación de causalidad propia de la oración subordinada concesiva —e inexistente en la coordinada adversativa—determina que la oración concesiva deba preceder lógica y cronológicamente a la oración principal, cosa que no tiene por qué suceder en el caso de la oración adversativa. La lluvia, en el ejemplo antes considerado, es previa a nuestra salida al campo (y, en una concesiva hipotética, lo sería la posibilidad: "aunque puede ser que llueva, iremos"), así como el "estar cansado" del otro ejemplo, es también anterior al "hacerlo".

Los procedimientos un tanto mecánicos con que se trataen la actualidad de delimitar los conceptos de parataxisy (le hipotaxis no me parecen convincentes. Así, el hechode que tal o cnal uexo no pueda usarse sino de tal o cual forma podría i i, en efecto, responder a simples peculiaridades

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de comportamiento —características particulares de cadaforma—, sin que ello permita dar a tal comportamientosingular significación suficiente como para definir o carac-terizar hecho de orden mucho más profundo y trascenden-te. No me parece satisfactoria la explicación según la cuallos fenómenos de la coordinación y la subordinación que-dan definidos por el hecho de que la oración precedida delnexo pueda anticiparse o no a la otra oracióu; lo printerodefiniría a la hipotaxis, y lo segundo, a la parataxis. Deacuerdo con ello, porque tenía frío sería una oración causalsubordinada, ya que no sólo puede decirse "se pnso elabrigo porque tenía frío", sino también, anticipando la cau-sal, "porque tenía frío, se puso el abrigo". De aceptar talcriterio de clasificación, resultaría que se cansa pronto sería oración coordinada adversativa cuando fuera introducidapor la conjunción ibero (en "corre mucho, pero se cansapronto"), ya que no puede decirse *"pero se cansa pronto,corre mucho", y en cambio la misma oración —en idénticarelación con la otra— sería subordinada concesiva cuandofuese introducida por la conjunción aunque, ya que sípuede decirse "aunque se cansa pronto, corre mucho". Creoque los conceptos de coordinación y de subordinación res-ponden a algo más profundo que esa simple posibilidad,que sólo prueba —me parece— el diferente comportamien-to particular de los diversos nexos (pero y aunque en estecaso) . Si la oración coordinada se caracterizara verdadera-mente por la obligatoriedad de su posposición y la subordi-nada por la posibilidad de su anteposición, ¿qué habría dedecirse de las oraciones causales introducidas por como, lascuales —al contrario de lo que sucede con las demás subor-dinadas— sólo pueden figurar en la primera posición, perono pueden posponerse a la oración regente? En efecto, "como tenía frío, se puso el abrigo" es el único orden po-sible, y no "se puso el abrigo, como tenía frío". El tener frío es tan causal de ponerse el abrigo como lo sería si seusase puesto que como nexo, el cual sí permite la pospo-sición de la causal.

No creo tampoco que resuelva el problema la fórmula,ya tau difuudida, de S. C. Dik:

Fórmula que explica la posibilidad de anteposición de la oración subordinada, basándose en la "integración" del elemento subordinante en el miembro F2, pero que no alcanzaría a explicar la s imple cuest ión de comportamiento singular que impide la posposición de la posposición de la oración subordinada causal introducida por como. Y que, por otra parte, obliga a hacer razonamientos muy forzados2 5 para mautener a las adversativas dentro de la relación paratáctica, ya que el pricipio de "permutabilidad" que el esquema de Dik permiteen la coordinación ("Luis y María fueron" = "María yLuis fueron") no funciona bien en el caso de la adversa-ción restrictiva ("Fulano trabaja pero no progresa", algodiferente de "F. no progresa, pero trabaja") y no funcionaen absoluto en el caso de adversativas exclusivas relaciona-das con sino: En "No es francés sino alemán" no se puedenpermutar los miembros sin cambiar totalmente el signifi-cado ("No es alemán sino francés").

Tampoco el recurso formal de la posibilidad o imposi-bilidad de coordinación interna entre los nexos subordinan-tes o coordinantes me parece suficiente para definir losconceptos de hipotaxis y de parataxis. De aceptarlo comoválido, habría que clasificar como coordinada la oracióncausal tenía frío introducida por pues en el enunciado "seacostó pues tenía frío", pero esa misma oración tendríaque ser incluida entre las subordinadas si se construyeracon puesto que; todo ello, por la sola razón de que pues no admite coordinación consigo misma ("se acostó, puestenía frío y pues se sentía cansado"), en tanto que puesto que sí la admite ("se acostó, puesto que tenía frío y puesto o que se sentía cansado").23

Como lime yo. hacerlos ANA M. ECHAIDE en su estudio sobre "La coordinación adversativa en español", RFE, 57 (1974-1975), pp. 1-33; cf., en especial, pp. 2-8.

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No puede tampoco pasarse por alto el hecho de queesos recursos se contraponen en algunos casos, se anulan:Pues sería coordinante de acuerdo con el cr i ter io queacabo de comentar, pero en cambio sería subordinante deacuerdo con el criterio de integración en su oración, quepermite la anteposición: "Pues lo sabes, no necesitas másexplicaciones".

Como bien advierte Rivarola (pp. 9-10), tauto aunquecomo pero pueden ser —funcionar como— conjunciones adversativas (coordinantes) o concesivas (subordinantes).Y, sin embargo, su comportamiento particular es muy diferente: pero no admite anteposición en la cláusula (*"pero s e c a n s a , c o r r e ) n i c o o r d i n a c i ó n ( * " c o r r e , p e r o s e cansa y pero se ahoga"), cosa qae sí es posible con

aunque. Creo, pues, que cl hecho (le que el nexo sea concesivo o adversativo depende del tipo de relación que se establezca entre las dos oraciones, causativa (subordinante) o no causativa (coordinante) respectivamente.

5.3.2.2. En la mayor parte de los manuales de gramá-tica, nada o muy poco se dice sobre un tipo de oracionesbastante usual en nuestra lengua: el que denominaré "pre-positivo", a falta de mejor nombre26. Se trata de oracionesque sirven de complemento inmediato —por no decir "di-recto", ya que la preposición intermedia lo impide— a unverbo de rágimen prepositivo. O sea, oraciones del tipo"No me acuerdo de lo que pasó".

Pienso que estas oraciones prepositivas —o de régimenprepositivo (?)— desempeñan dentro del período una fun-ción gramatical equivalente a la de las oraciones objetivas.Si no verdadero complemento directo —objeto— del verboprincipal, no cabe duda de que son su término, su com-plemento inmediato y necesario, tan inmediato y necesariocomo pueda serlo el complemento directo de los verbostransitivos. Compárense los siguientes ejemplos:

1) No me acuerdo de nada — No recuerdo nada

26 Alcina-Blecua, únicos autores en que encuentro amplia atención a este tipo de oraciones, las l lamas "regidas"; cf. pp. 991-992. También

Marcos (Estudios, pp. 117-118) hace mención de ellas, y Gili Gaya (Curso, § 224) alude de pasada a este tipo de subordinación sustantiva.

No me acuerdo de lo que pasó -No recuerdo lo que pasó2) No me atrevo a decírselo - No oso decírselo 3) Me enteré de que se había ido - Supe que se había ido.

Prueba de la equivalencia funcional de las oraciones subordinantes d estos per íodos, preposi t ivos y objet ivo, es e l hecho de que la intuición l inguíst ica de los hablantes se incl ine a indent if icar las , t ransformando en t ransi t ivas a las preposi t ivas: "Hay que insis t i r que eso no se les podrà permit i r" ; "y quedamos que ser ía interesante hacer la prueba";"y entonces me entero que se quemó con un soplete"27

Téngase en cuenta, además, que son muchos los verboscastellanos que, siendo antiguamente prepositivos, se hautransformado ya en transitivos. Keniston enumera, sólo en el§ 37.54 de su obra, los siguientes casos de verbos que,todavía en el siglo xv1, regían la preposición de: aceptar,acordar, creer, desear, determinar, intentar, jurar, olvidar,osar, pensar, procurar, prometer, rehusar y temer. Tambiénen el español contemporáneo se advierte la misma tendenciaa la construcción directa. Verbos que en España se mantienen aún como prepositivos, se han hecho transitivos enMéxico: "Platícame eso"; "Te invito unas copas", etc.Desde el punto de vista funcional, habremos de incluir,por lo tanto, estas oraciones prepositivas dentro de la sub-ordinación sustantiva.

5.3.2.3. Dadas las finalidades esencialmente prácticas demis ensayos y el deseo de mantenerme dentro de una tradición gramatical de todos conocida, la clasificación sintáctica de los períodos que he utilizado ha sido, no obstante sus limitaciones y aun deficiencias, la siguiente:

Clases de relación formal

I. YuxtaposiciónII. Relación nexual.

27 En el primer caso puede haber cruce con "repet ir que"; en el seg

undo, con "acordar que", y en el tercero, eon "saber que". Alcina_Blecua recogen un pasaje de Juan Ramón Jiménez similar: "Me acuerdo que me parecíaninmensos". Los ejemplos podrían multiplicarse fácilmente.

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Clases de relación funcionalI. CoordinaciónII. Subordinación

Por medio de la simple yuxtaposición pueden estable-cerse las mismas relaciones sintácticas que se señalan me-diante el empleo de nexos. La misma relación adversativaexiste, por ejemplo, entre las dos oraciones yuxtapuestasde un período como "Yo se lo pedí; él no me lo dio", queentre las oraciones relacionadas nexualmente de "Yo se lopedí, pero él no me lo dio". Claramente subordinada es laoración se lo digas del período "Te ruego se lo digas hoymismo", no obstante aparecer en construcción formalmenteyuxtapuesta con su regente te ruego. Las oraciones de infi-nitivo, gerundio y participio se subordinan a la oracióndominante por simple yuxtaposición: "Pedírselo sería hu-millante"; "El decirlo tú y entenderlo yo, me causa nuevaadmiración"; "Dicho esto, salió". Mucho más raros son loscasos de verdadera yuxtaposición —o de falta de vincu-lación sintáctica directa— entre oraciones: "La entrega delos premios —eso es lo verdaderamente importante debe hacerse en su presencia". En cambio, la yuxtaposición decláusulas es lo habitual en nuestra sintaxis: "Le dije quese lo daría cuando lo acabara. No supo qué contestarme.Una semana después le telefoneé".

En los estudios aquí reunidos, siempre que entre las ora-ciones formalmente yuxtapuestas exista una relación sintác-tica clara, he clasificado a éstas de acuerdo con esa funciónsintáctica, aunque no deje de señalar su condición de yux-tapuestas desde el punto de vista formal.

En resumen, la clasificación funcional de los períodos esla siguiente:

PERÍODOS PARATACTICOS

1) Copulativola) Normal: "F. habla inglés y lee francés".lb) Intensivo: "F. trabaja y además estudia".

2) I lativo o continuativo28 : "No lo sé, así que no

28 Tanto los períodos ilativos como los distributivos podrían clasificarse como simples variantes partieulares del periodo copulativo, conforme hacen

3) Distributivo: "Aquí bailaban, allá conversaban, acullá jugaban a las cartas"

4) Adversativo: 4a) Restrictivo: "Fui a tu casa, pero no me recibió"4b) Exclusivo: "No se lo di, sino que se lo vendí".5) Disyuntivo: "¿Te lo regaló o te lo prestó?"6) Declarativo: "Me dijo que quería discutirlo contigo, o

sea, estudiarlo juntos".

PERÍODOS HIPOTÀCTICOS

A) Sustantivos

1) Sujetivo: "Quien canta su mal espanta"; "Nome gusta que mientas".

2) Predicativo: "Mi temor es que lo sepa"; "Élfue quien lo dijo".

3) Objetivo: "No sé si vendrá"; "Le ordenó salirdel salón".

4) Prepositivo: "Me convenció de que lo hiciera "No me atrevía a decírselo".

5) Indirecto: "Se lo diré a quien me plazca".6) Adnominal: "Tengo miedo de que venga"; "

La certidumbre de que lo descubrirían lehizo desistir"29

B) Adjetivos

1) Explicativo: "Lo tiene mi hermano, que es deconfianza".

algunos autores. Que se clasifiquen como independientes —según he hecho yo— o que se subagruparan dentro de los copulativos no tendría repercu-sión de importancia para el tipo de estudios que aquí he recopilado.

29 Aunque funeionalmente las oraciones adnominales deberían incluirse entre las adjetivas, las mantengo aquí entre las sustantivas para distin-guirlas con claridad de las tradicionalmente llamadas oraciones adjetivas de relativo. Tal vez pueda justificar esta distinción el hecho de que las adnominales ocupan el lugar sintáctico de los complementos adnominales, cuyo n ú c leo es siempre un sustantivo morfológico: "Tengo miedo de sus intenciones",

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2) Especif icativo: "No encuentro el l ibro quecompré ayer".

C) Adverbiales

a) De relación circunstancial

1) Temporal: "Se lo diré cuando lo vea".2) Modal: "Lo resolví como pude"; "Pasamos el

día arreglando el motor".3) Locativo: "Lo guardaré donde nadie pueda

encontrarlo".

b) De relación cuantitativa1) Comparativo: "El estudia más que tú".

2) Consecutivo: "Trabajaba tauto que cayó en-fermo".

c) De relación causativa1) Causal: "Llora porque tiene hambre"; "Es-

tará enfermo, porque no ha venido"302) Final: "Grita para que le hagan caso".3) Condicionales: "Si vienes, te lo enseñaré"; "

De haberlo sabido, se lo habría dicho".4) Concesivas: "Aunque me siento mal, iré".

30 Aunque conceptualmente distintas, las oraciones que expresan la causa lógica y las que expresan la causa eficiente o material pueden cons-truirse en español de igual manera. Entre (1) "Estuvo en tu casa, porque yo lo v i entrar" y (2 ) "Estuvo en tu casa, porque yo se lo ordené" no hay diferencia formal ninguna. Lógicamente sí la hay: en (1), el hecho de que 'yo lo viera' no es la causa determinante de que él `estuviera en tu casa', en tanto que en (2) el hecho de que 'yo se lo ordenara' si fue lo que determinó que 'él fuera a tu casa' . En el primer caso, el `haberlo yo visto' es lo que me permite decir (asegurar, suponer, pensar, etc.) que "estuvo en tu casa", de modo que la oración causal "yo lo vi" lo es de un verbo implícito, núcleo lógico de todo el período. (Sobre esto, cf. el pre-ciso estudio de RAFAEL LAPESA, "Sobre dos tipos de subordinación causal", en Estudios ofrecidos a Emilio /narcos Llorach, III, 1978, pp. 173-205). Se trata, pues, de una diferencia conceptual que no cuenta con diferentes formas de expresión en nuestra lengua. Desde el punto de vista gramatical, las dos oraciones causales se presentan como subordinadas explicativas del predicado principal; la distinción entre ambas —no formal— debe haeerse secundariamente atendiendo a la diferencia lógica o conceptual. Creo, pues, que son dos tipos de una misma clase gramatical de períodos: el causal.

LA ORACIÓN COMPUESTA

6.1. El nombre de "oracióu compuesta" podría resevarse exclusivamente para cierta clase particular de períodos:aquellos en que alguno de los elemeutos constitutivos de la oración gramatical básica, [S] o [P], es a su vez una oración. Tal cosa sucede, indudablemente, en el caso de loslos períodos sujetivo y predicativo.En efecto, si en una oración gramatical —de estructura [

S<-P]-- uno cualquiera de sus elementos nucleares, [S] o[P] o ambos, se transforma a su vez en una oración, el resul-tado será un sintagma complejo, al que tal vez pueda darseese nombre de "oración compuesta", por cuanto que evi-dentemente está compuesto —constituido, formado— pordos componentes oracionales, uno de ellos "encajado" en elotro. Así, en expresiones del tipo

(1) Quien canta su mal espanta(2) Tú fuiste el que le engañó

el elemento sujetivo [S] de (1) y el predicativo [P] de (2)está constituido por una estructura sintáctica que es, en símisma, una oración gramatical articulada en [S<-P]. Esasoraciones —la sujetiva quien canta de (1) y la predicativael que me engañó de (2) — son parte constitutiva, nu-clear31, de la oración total, verdadera oración compuesta23.

31 Kovacci (p. 29) las agrupa entre las "proposiciones incluidas" junto. con otras de carácter muy diverso, como (3) " le í e l l ibro que me reco-mendaste". No cabe duda de que el grado de "inclusión" de quien canta en el ejemplo (I) es muy diferente del de que me recomendaste en (3) y, desde el punto dc vista sintáctico, esencialmente distinto.

32 Doblemente compuesta será, lógicamente, la oración constituida por

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En cambio, en los otros períodos hipotácticos, la oraciónsubordinada es un simple complemento de la principal, y noun elemento constitutivo de ella, [S] o [P]. Así, en (3) "leíel libro que me recomendaste", la oración principal tieneplentitud formal por sí misma, puesto que posee un [S] (= yo) y un [P] (= leí el libro) propios y diferentes de la oración subordinada; ésta no es más que un comple-mento de aquélla, de manera que podría omitirse sin quela regente resultase formalmente cercenada ("leí el libro") .En cambio, en el período del ejemplo (1) es imposibleeliminar la oración sujetiva (quien canta) , ya que el sin-tagma restante (su mal espanta) quedaría formalmente in-completo en cuanto oración, por carecer de su elemento [S]constitutivo, nuclear. Y lo mismo en el caso del períodopredicativo, ejemplificado en (2) . En otras palabras, lasoraciones subordinadas sujetivas y predicativas no cumplen, dentro del período, las funciones propias de un elementosecundario dentro de la oración simple, sino las correspon-dientes a un elemento esencial o constitutivo33.

6.2. Tal vez se podría pensar que no son éstos los dosúnicos casos en que cupiera hablar de oraciones compues-tas. En efecto, los períodos objetivos podrían también con-siderarse similares a los anteriores:

El elemento nuclear —constitutivo— de oración [P] sue-le ser un verbo, conjugado o no. O sea, un predicado ver-bal. Ahora bien, esa identificación de [P] con el (V)erboes exacta cuando se trata de verbos intransitivos usadosintransitivamente, como en "los perros ladran", donde lafunción de [P] corresponde exclusivamente al verbo. Cual-quier otro elemento que pudiera aparecer en esa oraciónsería simplemente complementario, no constitutivo de laoración: furiosamente, a la luna, etc.

Pero no siempre sucede así. Cuando la oración gramati-cal está formada por un verbo transitivo usado transitiva-

una subordinada sujetiva y una predicativa: "Quienes lo solucionen bien serán los que podrán pasar a la prueba siguiente".

33 Por supuesto que las oraciones predicativas de carácter adverbial (cf. lo dicho al final del § 2.2.2) deberán también ser incluidas en este grupo:"La leche, donde no pegue el sol".

mente, cabe preguntarse si el elemento esencial del [P] es el verbo o si lo es el complemento directo o si lo es la unión de ambos. En no pocas ocasiones, es evidente que la función predicativa corresponde, en realidad, al complemento directo u objeto. En "Fulano dio un paseo", lo que se predica de Fulano no es el dar, sino el pasear (= dar + paseo).Hay varios tipos de estructuras predicativas en que esa función nuclear està a cargo de un nombre -sustantivo o adjetivo— que aparece acompañado po un verbo auxiliar, en rigor no predicativo por si mismo; el esquema de esas estructuras predicativas es "verbo auxiliar + complemento directo".Entre ellas, las siguientes: "dar + sustantivo , "hacer +

sust.", "tener + sust.", "echar + sust., "poner + sust." y otras menos usuales. Ejemplos:

(4) "Fulano dio un suspiro"(5) "Le hizo una caricia"(6) "No tengo ningún temor"(7) "Échale un telefonazo"(8) "Me puso una regañada tremenda"

En todos estos casos, es evidente que la función predica-tiva no corresponde en rigor a la forma verbal, sino alsustantivo. El verdadero predicado de (4) no es dar, sinociar un suspiro, y el lexema conceptualmente cargado —elque se predica de [S]— no es el verbo, sino el suspiro. Entodos esos ejemplos (del 4 al 8) , el comunicado predica-tivo podía haber sido expresado por un verbo derivado dela raíz de cada sustantivo: "dar un suspiro" = suspirar, "hacer una caricia" = acariciar, etc. La lengua no siempre ha derivado verbos morfológicos para expresar las diversasmodalidades conceptuales deducibles de conceptos sustanti-vos, y por ello mucha perífrasis verbo-nominales carecende una forma verbal correspondiente. Por ejemplo, "darun codazo" pero no *codacear; "hacer pucheros" pero no* pucherear, etc.

Paralelamente, la gramática reconoce y establece la exis-tencia ole predicados nominales, en los cuales la función

Page 23: Analisis Gramatical Del Discurso

[P] corresponde a un nombre, y no al verbo auxiliar (o "co-pulativo") que pueda acompañarle. Así en

(9) "El perro está hambriento"(10) "No estoy convencido de ello"(11) "Fulano es valiente", etc.,

lo que en cada caso se predica de su respectivo sujeto no es,obviamente, ni el ser ni el estar, sino el hambre, la convic-ción, el valor, etc. Estos predicados nominales funcionancomo los verbales y a veces tienen una expresión léxicaparalela: "este chile está muy picante":: "este chile pica mucho"34.

Pues bien, esas mismas predicaciones pueden establecersemuchas veces a través de la estructura "verbo transitivo auxi-liar + sustantivo complemento directo" que estamos consi-derando:

(9a) "El perro está hambriento — El perro tiene ham-bre".

(loa) "No estoy convencido —No tengo la convicción" (1 la) "Fulano es valiente — F. tiene valor".

No pretendo decir que los matices semánticos de ambostipos de expresiones sean siempre idénticos, ni importa ellogran cosa, sino simplemente que la función de los predica-dos nominales de la primera serie (hambriento, conven-cido, etc.) es similar a la de los sustantivos objetivos de lasegunda (hambre, convicción, etc.) : la función predicativa.De manera que el elemento [P] de una oración gramaticalpuede estar constituido simplemente por un verbo —en usointransitivo— o por un verbo y su complemento directo:

V Los hombres andan[P] V+C.D. — Los canguros dan saltos35.

34 Cf. ALARCOS, Estudios, p. 120: "el café estaba amargo = el café amar-

gaba", etc.

35 Esta distinción parece haber quedado ya apuntada por Cristóbal de Villalón (cf. pp. 57-58 y 85). Y años después, mucho más explícitamente, por Gonzalo Correas (pp. 370-371).

Si se acepta que el elemento [P] de la oración simple transitiva

es el conjunto verbo + sustnativo ("F. dijo una mentira" = "F.

mintió"), también el período objetivo -como en "Fulano dijo que

vendría"- podría considerarse como un caso de oración

compuesta, dado que el elemento [P] incluiría a su vez una

estructura oracional [S<-P] (él<- vendría) como parte

constitutiva del mismo.

De admitirse esta interpretación, creo que se podría incluir

aún, dentro de la clase de "oraciones compuestas", un período

más: el formado por oraciones "prepositivas", cuyo

funcionamiento sintàctico es similar, como hace poco hemos

visto (#5.3.2.2), al de las objetivas. Si en "ayer supe la verdad",

la función predicativa corresponde a supe la verdad, y en "

ayer supe que estaba enfermo" tal función corresponde a

supe que estaba enfermo, en "ayer me enteré de que se había

quemado", la función predicativa correspondería a me enteré

de que se había quemado, es decir al verbo regente y a la

oración predicativa conjuntamente"36

36 Esta agrupación de oraciones que denomino "compuestas" me parece absolutamente secundaria para mis propósitos , y no pertenece a la serie de conceptos anteriores (oración, frase, etc.); no se distingue esencial-mente del de período, sino que es sólo un tipo especial de él. Me limito a señalar tal singularidad y a proponer una denominación para ella, según hice en un artículo publicado en el Boletín de Filología (Univ. de Chile), XXX (19'79), pp. 91-103.

Page 24: Analisis Gramatical Del Discurso

7. LA CLÁUSULA

7.1. Historia del concepto en la tradición gramatical es-pañola

7.1.1. Si bien en la Gramática de Nebrija los términosoración y cláusula aparecen usados indistinta y confusamen-te (cf. supra, § 2.1.1.) , en la segunda gran obra gramaticalsobre la lengua española, la del Licenciado Villalón, en-contramos ya claramente establecida la distinción entreambos términos y entre los conceptos que cada uno habríade designar en la tradición gramatical hispánica durantelos siglos siguientes. Explica Villalón: "debe notar, que aydiferencia entre clausula y oración. Que oración, a lo me-nos perfecta, se compone por la mayor parte de personaque haze alguna obra: y de verbo: y de persona con quiense denota passar, o hazer aquella obra el verbo... Y digo,que clausula es a las vezes vna oración sola37 y otras vezeses vn ayuntamiento de muchas oraciones: las quales todasjuntas espresan y manifiestan cumplidamente el concibi-miento del hombre en el proposito que tiene tomado parahablar" (p. 85) . Esta precisa distinción es la que sostuvocasi unánimemente la magnífica escuela gramatical espa-ñola de los Siglos de Oro. Puede hallarse en las obras deSebastián de Covarrubias (s.v.) , de Jiménez Patón (pp.

37 El subrayado es mío. De tal observación se desprende , sin lugar a du-das, que Villalón advertía con toda claridad, ya en 1558, la eseneial dife-rencia existente entre oración, en cuanto unidad gramatical, formal, y cláu-sula, en cuanto unidad de manifestación, nocional. Algunos gramátieos contemporáneos parecen agrupar en un mismo casillero morfosintáctico tan bien diferenciadas entidades línguísticas.

80vº y 81rº), de Gonzálo Correas (pp. 132 y 135), del P. Juan Villar (pp. 235, 253 y 259), y del P. Agustìn de San Juan (pp. 223 y 330). Despuès, a travès de Vicente Salvà, ha llegado, en nuestro siglo, a la obra- en esto singular- de Juan B. Selva38. Baste recordar aquí la explicación del Maestro Correas: "En la gramàtica se llama oración la razón breve y sentido o sentencia que se hace con nombre y verbo concertados con número y persona. Con las oraciones gramaticales multiplicándose unas entre otras se hace el período, o corto con pocas oraciones, y a veces con solo una, o largo con muchas. Perìodo es palabra griega.. y es lo mismo que en latín, y romance cláusula.

7.1.2. Con lo dicho, podrá advertirse fácilmente cuánequivocados estaban Amado Alonso y Henríquez Ureñacuando escribieron aseveraciones tan injustificadas y sor-prendentes como éstas: "En algunas gramáticas extranjeraslas expresiones que son oraciones por la forma pero no porel sentido se llaman miembros de oración con forma de oración, lo cual en español sería buena explicación perouo un nombre; en las nuestras se suelen llamar, desde Be-llo, proposiciones para distinguirlas, convencionalmente, delas oraciones plenas. Oración es el término tradicional ennuestras gramáticas para designar la expresión de sentidocompleto. Por desgracia, algunos gramáticos recientes hanintroducido otro término, también convencional, cláusula, con el cual designan especialmente a la oración de sentidocompleto, como si el tener sentido completo fuese cosa deuna clase especial de oraciones y no lo normal. Es evidenteque, sin embargo, conviene dar el nombre especial a lasoraciones especiales, y conservar el nombre tradicional deoración para las oraciones normales. Las oraciones especia-les son las que, si bien tienen sujeto y predicado, no tienen

38 La distinción entre cláusula y período, de que nos hemos ocupado

en el § 5.1, presupone la distinción entre estos dos conceptos, por un lado, y

el de oración, por otro. En consecuencia, el concepto tradicional de cláusula ha .sido abrazado, durante las dos últimas centurlas, por muchos otros gramàticos : Costa, Padilla, Herrainz, García de Diego, Pérez-Rioja, Lamíquiz , etc.

Page 25: Analisis Gramatical Del Discurso

sentido completo; y el nombre especial debe reservarse

para el las, como hizo Bello. Muy de desear es que sedestierre de nuestras gramáticas el término cláusula, quees impropio, injustificado y provocador de confusiones"(Gram., II, § 19) .

Como hemos visto, oración no es el término "tradicio-nal" en la escuela lingüística española "para designar la expresión de sentido completo", sino para denominar a la expresión constituida por un nombre y un verbo —o un [S] y un [P]— en relación predicativa. Tampoco el término cláusula era una innovación terminológica de comienzos de este siglo, sino voz profundamente enraizada en la tradición hispánica. Y, por último,cláusula —y no oración— fue precisamente el nombre dado por nuestros más antiguos e importantes gramáticos a la "expresión de sentido completo".

No obstante lo erróneo de todas las aseveraciones de Ama-do Alouso —tan buen conocedor, por otro lado, de lasdoctrinas fonéticas de los gramáticos renacentistas—, suinjusto anatema parece haber hecho fortuna, en especialdesde el momento en que Piccardo y Roca Pons divulgaronideas semejantes. En la actualidad, los términos tradiciona-les oración-cláusula han sido prácticamente desplazadospor los de proposición-oración empleados —que no idea-dos— por Bello, cuando no por los correspondientes al usoinglés contemporáneo, cláusula-oración39.

Tal desplazamiento me parece, no sólo absolutamenteinnecesario e injustificado, sino inclusive perjudicial. Yello, porque no creo que la unidad de la Gramática (o mor-fosintaxis) sea, de ningún modo, la sentenee del inglés—traducida indebidamente con el término oración— sino

39 Inglés clause-sentence. Cf., por ejemplo, el reciente libro de Guillermo

Rojo, Cláusulas y oraciones (Universidad de Santiago de Compostela, 1978), en el que se hace la historia de estos coneeptos con un peculiar sentido histórico de nuestra lingüística: el autor de lengua española más antiguo que se menciona es Andrés Bello (1847) y, de los extranjeros, Arnauld-Lancelot. No sorprende, pues, que la terminología en él emplea_ da sea la ing lesa , como lo es ya entre muchos de los pro fesores de español, no sólo norteamericanos, sino también iberoamericanos y aun españoles. La dependeneia cultural no se limita a los aspectos materiales de la vida moderna.

la oración de la gramàtica español tradicional, rebautizada ahora, no ya con un anglicismo, sino con un galicismo: proposición. Pero de ello nos ocuparemos después (#8).

7.2. El concepto de cláusula

Recordemos la antigua definición del Licenciado Villalón: "es a las veces una oraciòn sola y otras veces es un ayuntamiento de muchas oraciones, las cuales todas juntas expresan y manifiestan cumplidamente el concibimiento del hombre en el propósito que

tiene tomado para hablar"40. O sea, unidad de manifestación41

que revela un propósito comunicativo42 conceptualmente pleno43.

Para Bello, como para tantos otros gramáticos anteriores

o posteriores

a él,

lo esencial

de la cláusula

—aunque

la denominen

oración— es el hecho

de que posee sentidocompleto.

Otros, en cambio, advirtiendo que una

caracteri-zación

exclusiva o básicamente semántica presenta seriosinconvenientes

desde el punto

de vista gramatical, prefierenatender

a su autonomía elocutiva: de ahí las definicionescomo

expresión en posición absoluta,

o sea, no incluida

en otra

expresión mayor (Bloomfield, p. 170) , o como consti-tuto que

no es un constituyente

(Hockett, p. 199) , o comoexpresión

lingüística independiente (Dick, p. 167) que

rea-liza "una verdadera comunicación" (Roca Pons, II, p. 134).

Todo eso es, en efecto, la cláusula.: expresión con auto-nomía elocutiva —mejor que sintáctica— derivada de suplenitud conceptual.

40 Y comparémosla, para advertir mejor su increíble penetración, con la moderna

de Sir Alan Gardiner: "A sentence is an utteranee which makes just as long a communication as the speaker has intended to make before giving himself a rest" (p. 208).

41 Cf. Lamíquiz (# 3.4.7), para quien la cláusula —que él llama enun-ciado— es "la unidad de manifestación".

42 Cf . , de nuevo, Gardiner : "A sentence is a word or set o f words revealing an intelligible purpose" (p. 98).

43 El concibimiento del hablante, su pensamiento global; o sea, la ex-presión "autosemántica", como se preferiría deeir hoy.

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7.3. Clasificación previa de las cláusulas

7.3.1. Atendiendo al número de sus elementos constitu-tivos, las cláusulas podrían clasificarse en unimembres o enplurimembres, según que estuvieran integradas por una opor varias unidades gramaticales (oraciones, frases, prooraciones) . Ejemplos de cláusulas unimembres: "Me voy a

casa". "¡Silencio!". "Tanto esfuerzo para nada". " (¿Quieres res venir?) —Desde luego". "¿Caramba!". Ejemplos de cláusulas plurimembres: "Aunque no lo creas, ya he leído el libro que me prestaste ayer, porque es apasionante"44 "(¿Puedes venir?) . —Ahora no, pero mañana sí".

7.3.2. Atendiendo a la naturaleza o clase de sus elemen-tos constitutivos:

A) Cláusulas oracionales: las constituidas por una o va-rias oraciones gramaticales: "Estoy muy cansado". "Las cuentas, claras, y el chocolate, espeso". "Aunque lo jures, no lo creo, porque es lo más absurdo que he oído nunca y porque tú eres muy mentiroso".

B) Cláusulas no oracionales:a) Constituidas por frase(s), en cualquiera de sus tipos: "¡

La esperanza de un regreso feliz!". "Sumisión en su acti-tud, pero odio en su mirada". "¡María!" (vocativo). "¡Chi-huahua!" (interjección). "Buenos días, señor", etc.

b) Constituidas por prooracioness "¡Desde luego!". "Ahora no, pero mañana sí" (cf. supra) .

C) Cláusulas mixtas: Constituidas por combinación delas diversas estructuras gramaticales:

a) Oración y frase: "Había un vendedor que gritaba: ¡Al rico bombón helado!". "Tanto trabajo para ganar diezmiserables pesos". "Buenos días, dijo al entrar" (cf. 3.1) .b

) Oración y prooración: "Sí lo hará, pero ¿cuándo?". " (¿Tú lo sabes?). —Te juro que no". " (¿Lo quieres?). —Sí,porque es precioso" (cf. § 4.3).

44 Cláusula constituida por cuatro oraciones, integrantes, a su vez , de trams periodos: adversativo, adjetivo especificativo y causal.

8 . L a u n i d a d f u n d a m e n t a l d e l a G r a m à t i c a

8.1. Decía páginas antes (§ 7.1.2) que el desplazamiento de la distinción oración:: cláusula por la antinomia proposición::oración me parecía absolutamente inconveniente. Y ello, no sólo como simple cuestión terminológica e histórica, sino también como verdadero error de principio.

En efecto, parece lógico pensar que la unidad fundamen-tal de la gramática, de la morfosintaxis, sea una estructuraque pueda definirse morfológica y sintácticamente. El con-cepto de oración como expresión formada por dos miem-bros de función diferente, [S] y [P], entre los que se esta-blece una relación predicativa, responde a ese principiomorfosintáctico. En cambio, la unidad de manifestación de-finida como expresión autónoma desde el punto de vistade la elocución, no responde a tal principio, ya que nadadice de la forma gramatical privativa de tales expresiones,ni explica cuál es su función gramatical, pues no creo que la "autonomía" elocutiva sea una verdadera función sintác-tica. Y, como acabamos de ver, la cláusula —que no "ora-ción"— carece de forma gramatical determinada y delimi-tadora, puesto que puede estar constituida por una solapalabra, o por una prooración, o por una frase, o por unaoración gramatical, o por una reiteración de cualquiera deesos elementos o de sus combinaciones. Así, resulta absolu-tamente imposible determinar cuál pueda ser la forma gra-matical de la cláusula45

45 Nada tienen en común, desde el punto de vista gramatical, expresio-nes como "¡ Caray!", por un lado, y, por otro, "Los primeros días, eomo Lidos los de boda suelen ser alegres, continuó Lotario como solía la casa de su amigo Anselmo, procurando honralle, festejalle y regocijalle con todo aquello

que a él le fue posible, pero acabadas las bodas y sosegada ya la

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8.2. Pienso también que la oración, concebida como ex-presión articulada en [S] y [P] y de relación predicativa,es la unidad fundamental de la gramática por la sencillarazón de que esa estructura ha sido la que ha permitidoconstruir todo el edificio de la cieucia gramatical desdehace siglos. No obstante su actual eclecticismo lógico-semán-tico-gramatical, la Real Academia Española tiene que reconocer que "las oraciones bimembres son las que principal-mente han servido y sirven de patrón para el anál is issintáctico, en cuanto establecen una relación formal entrelos dos términos del juicio lógico: sujeto y predicado. Cadauno de ellos puede llevar complementos propios que lodeterminan y desarrollan, y que se articulan en torno al sujeto o en torno al predicado, como núcleos esenciales de la oración gramatical". Y admite que este concepto estricto de la oración "facilita un instrumento de análisis tan convencional como se quiera, pero que ha sido utilizado con eficacia por la Gramática de todos los tiempos" (Esbozo, § 3.1.6). La simple determinación de las categorías funcionales de la lengua ha tenido que hacerse siempre partiendo del análisis de la unidad gramatical [S --P], según advierte Barrenechea: "Para estudiar las clases de palabras en español con criterio sintáctico tomaremos como base las oraciones bimembres «sujeto/predicado». Procederemos así porque en español la estructura de las oraciones unimembres admite cualquier tipo de palabra y de construcción endocéntrica o exocéntrica que podría formar parte de una estructura mayor en el esquema S/P, y por lo tanto no sirve para caracterizar dichas clases" (p. 12) .

Cierto es que muchas cláusulas pueden tener verdaderaestructura gramatical, pero no en cuanto cláusulas o expre-siones autónomas, sino como consecuencia de la estructurapropiamente gramatical de las oraciones o períodos que laintegren: "Cuando lo vea, se lo daré para que no nos mo-leste más". Pero tal cosa no sucede en "iSocorro!", cláusulaverdadera (que no "oración") . Quiero decir que, en el casode cláusulas oraeionales, la estrecha relación de sus elementos constituyentes —consecuencia de haber sido concebidos

frecuencia de las visitas y parabienes, comenzó Lotario a descuidarse con cuidado de las idas en casa de Anselmo, por parecerle..." etc.

como un todo por el hablante -determina que puedan ser ellas caracterizadas sintácticamente, dado que entre las oraciones gramaticales que las integran se establecen relaciones sintàcticas precisas, de coordinación y subordinación.

En resumen, si las expresiones predicativas se destructura [S<-P] son, con mucho, las más usuales en el acto de la comunicación; si son ellas las que han permitido levantar el edicificio gramatical a través de siglos; y, sobre todo, si todas ellas pueden ser definidas tanto morfològica cuanto sintácticamente, parece lógico que se las considere como la unidad fundamental de la gramática y sereserve para ellas el secularmente tradicional nombre deoración. Esos otros enunciados cuya única característica comúu es su plenitud conceptual o su autonomía elocutiva, difícilmente podrían ser considerados verdaderas unidades morfosintácticas. Otorgarles ahora el nombre de oración, en vez del tradicional de cláusula, no ofrece ventaja alguna, y sí el grave inconveniente de presuponer que la unidad básica de la gramática pueda ser una estructura multiforme, heterogénea, y carente de función sintáctica específica.

8.3. Oración y proposición

Concebida, pues, la oración —o expresión bimembre pre-dicativa— como la unidad fundamental46 de la Gramática47,considero que no habría por qué incluir, dentro de los con-ceptos gramaticales, el hoy tan generalizado de proposición. Como bien se sabe, con este nombre se designa ahora atoda estructura oracional o predicativa [S<-P] que carezcade independencia por formar parte de una expresión másamplia. La idea depende del supuesto de que toda oracióngramatical debe poseer la autonomía propia... de la cláu-sula. Pero si la oración se define por su forma y su función,sin atender a su autonomía semántica o elocutiva, creo que

46 Aunque no única, por supuesto, dado que existen otras entidades sintagmáticas, menores y mayores, como locución, frase, período, etc.

47 Aunque no tenga por qué serlo de la Semántica, o de la Psicolingüís-tiea, o de la Estilística, o de la Teoría del lenguaje.. , ramas todas de la Lingûística (un objetivos y metodología espeeíficos, aunque a veces haya quien los mezcle un tanto coufusamente,

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toda estructura oracional [S<- P] seguirá siendo verdadera oración, cualquiera que sea la relación que establezca con otras estructuras oracionales semejantes. Si "Tú te vas" es, indudablemente, una oración, y "Yo me quedo", otra, por cuanto que en ambas se establece una relación predicativa entre un [S] (tú en la primera, y yo en la segunda) y un [P] (vas y quedo respectivamente) , no creo que ninguna de el las deje de ser lo que gramaticalmente es por el simple hecho de que se relacionen entre sí en expresiones más amplias (períodos o cláusulas) del tipo: "Tú te vas y yo me quedo", "Tú te vas aunque yo me quedo", "Tú te vas porque yo me quedo", etc. Decir lo contrario es confundir el ser con el actuar". La oración subordinada (o "proposición"), además, puede muchas veces tener plena autonomía, tanto desde el punto de vista formal y elocutivo como desde el punto de vista conceptual o semántico, según puede advertirse en el ejemplo anterior (yo me quedo). O en otros muchos: En "Tú te preocupas demasiado cuando yo estoy enfermo", la oración subordinada tiene plenitud y autonomía formal ("yo estoy enfermo" es una oración completa por sí misma, que podría expresarse sola, inde-pendientemente) y tiene también sentido completo en sí misma, de manera que el hecho de que forme parte de una expresión más amplia (un período o una cláusula) no cercena en nada el sentido —el contenido semántico—de "yo estoy enfermo"49. No me parece aceptable razonar de la siguiente manera: El enunciado "Me siento mal" es, sin48 De modo semejante, un sustantivo morfológico, como madera, no deja de

ser tal por el hecho de relacionarse —inclusive por subordinación— conotro sustantivo: "puerta de madera"; en cuanto sustantivo, puede seguirrigiendo complementos adjetivos: "puerta de madera tallada", o "de caoba",etc.

49 La posible objeción de que una oración como la de ese ejemplo for-ma parte de una eláusula y, así, su autonomía está restringida por tal de-pendencia o integración, no me parece que tenga validez. También unaeláusula o "expresión autónoma" puede —y suele— formar parte de uncontexto mayor: párrafo, discurso, conversación... de manera que tam-poco sería expresión autónoma: Una respuesta del tipo "—Pues no se lohe dicho, porque no lo he visto todavía" es sin duda una eláusula (u "ora-ción" en términos de Bello) —porque es el enunciado completo del ha-blante— y sin embargo tiene, obviamente, menos autonomía semántica yaun elocutiva que "estoy enfermo" dentro de su período...

duda, una oración, tanto desde el punto de vista formal

[S<-P], como desde el punto de vista de su autonomía

elocutiva o de su autonomía semántica. Ahora bien, si

lo coordino o subordino gramticalmente a otra oración (

"Me siento mal" respectivamente), aun conservando

toda su plenitud formal y semántica, deja de ser oración

por el simple hehco de haber entrado en relación con

otra estructura relacional50.

Si lo que se quiere deci r es que una oración puede taponerse a otra, o coordinarse con ella o subordinarse a ella, dígase simplemente eso, y l lámesela oración yuxtapuesta, oración coordinada u oración subordiuarla, pero no se la desnaturalice innecesariamente, transformáudola en "proposición"51, para transferir su nombre propio de oración a una estructura que puede, inclusive, no ser s intagmática: la cláusula.

Considero, en síntesis, que todo este confuso problema procede de un solo error de principio: el de pensar que la unidad básica de la Gramática —la oración— puede corres-

50 La posición de quienes opinan que la oración coordinada sí siguesiendo verdadera oración, y no "proposición" (cf. nota 51), me parece to-davía menos sostenible. En el ejemplo considerado, lo único que converti-r ía a me siento mal en "proposición" sería el hecho de que ya no se haexpresado sola, independientemente (sigue teniendo plenitud formal, fun-ción predicativa y autonomía semántica en los dos períodos ejemplifiea-dos). Pues bien, ese "no expresarse sola", ese "formar parte de una expre-sión más amplia", es rasgo común tanto al período paratáctico cuanto alhipotáctico. -Como lo es también a la cláusula dentro del discurso.

51 Término, por otra parte, que ni siquiera presenta la ventaja de laeconomía, pues sus partidarios también se ven obligados a especificar si se trata de proposición coordinada, o subordinada o yuxtapuesta . Cuestiónen que, por cierto, tampoco existe acuerdo entre los diversos defenso-res de la "proposición", ya que para algunos (Escarpanter, como Bloom-f ie ld) toda oración relacionada con otra —sea por yuxtaposieión, porcoordinaeión o por subordinación— se convierte en proposición (actitud, al menos, rigurosamente sistemática), en tanto que para otros (Roca, Her_nández, Marín) sólo a las subordinadas corresponde tal degradaeión, sinque falte quienes consideren (Alcina-Blecua) que algunas subordinadasson verdaderas oraciones —las complementarias— y sólo las completivas se-rían proposiciones (ya que son, estrictamente, las únicas carentes de inde-pendencia). No afiadiré aquí más. Otras consideraciones sobre el asuntohe hecho en e l l ibr i to publ icado por la Univers idad de México a quehice referencia en la nota 8; a él me remito,

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ponder a una entidad conceptual, informe (o de forma muy v

ariable) y carente de función sintáctica, en vez de identi-ficarse con una estructura formal específica y poseedora deuna función privativa.52

* * *

Con estas simples y, en su mayor parte, tradicionales es-tructuras lingüísticas —palabra, frase, oración, prooración,período, cláusula— he hecho los ensayos de análisis del dis-curso que siguen. Repetiré, una vez más, que los resultadosobtenidos —dada la limitación del corpus analizado encada caso— son enteramente provisionales. Me interesabamás determinar si el método de trabajo elegido podía serproductivo, que alcanzar resultados concretos y definitivos.Pienso que tal vez puedan descubrirse en estos ensayosalgunos síntomas de fenómenos o realidades interesantes,como podría ser la simili tud estructural de la cláusulapropia del habla culta y de la lengua literaria, frente a laestructura —más sencilla y recortada— característica delhabla popular, y otros pormenores que —si bien sujetos acomprobación o rectificación— pueden desprenderse de losbreves ensayos que siguen.

52 Objetar que, en expresiones del tipo "Quien calla otorga" (o sea, en períodos sujetivos y predicativos: cf. § 6.1), no puede hablarse de la exis-tencia de dos oraciones gramaticales —sino de una sola oración, constituida por dos proposieiones—, ya que otorga no puede ser oración por carecer de elemento [Sl, sería objeeión improcedente, y la solución propuesta, ino-perante. Esto, por cuanto que otorga tampoco podría considerarse verdadera proposición dado que no responde a la estructura [S<-P] para la que se quiere reservar el nombre de proposición. La objeción, si bien se mira, trata de resolver el problema mediante su simple cambio de nombres (proposición en lugar de oración y oración en vez de cláusula) , lo cual, como es lógico, nada resuelve. El hecho evidente es que una oración gramatical —quien calla— se inerusta en otra funeionando como su elemento sujetivo. (De ello me he ocupado, un poco más detenidamente, en el artículo "En torno a las unidades sintácticas del discurso", publicado en las Actas de Simposio Internacional de Lengua y Literatura Hispánicas, Bahía Blanca, 1981, pp. 219-228).

Segunda Parte

ESTUDIOS

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NOTAS SOBRE LAS UNIDADES SINTÁCTICAS DEL DISCURSO

Las diferentes estructuras elocutivas de que me ha servido para hacer los rápidos análisis sintácticos de la

comunicación oral o escrita, presentan cierta distribución proporcional en su uso, según el tipo de

comunicación o expresión de que se trate: lengua hablada o lengua escrita; narración o diálogo; poesía o

prosa; estilo emocional o intelectual, etc.Por supuesto que la unidad gramatical más empleada,

con enorme diferencia, en cualquier forma de expresiónhumana es la oración. Ella aparece prioritariamente tantoen la lengua hablada como en la escrita, en el habla cultacomo en la popular, en la expresión poética como en la pro-saica. Es, en pocas palabras, la estructura gramatical básicade toda comunicación lingüística.

En cambio, frases y prooraciones son formas expresivaspeculiares de ciertos tipos o géneros comunicativos. En lí-neas generales, la frase resulta ser estructura característicade la expresión poética, en tanto que las prooraciones sonformas casi exclusivas del diálogo.

En poesía, no son raros los poemas en que las frases pre-dominan, numéricamente, sobre las oraciones gramaticales.Sirvan de ejemplo los versos de Antonio Machado en Sol de invierno:

Es mediodía. Un parque.Invierno. Blancas sendas;simétricos montículosy ramas esqueléticas.

Bajo el invernadero,

naranjos en maceta,

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y en su tonel, pintadode verde, la palmera.

Un viejecillo dice, para su capa vieja:"¡El sol, esta hermosurade sol!"... Los niños juegan.

El agua de la fuenteresbala, corre y sueña lamiendo, casi muda la verdinosa piedra'.

Frente a la acumulación de frases, frases escuetas —espe-cialmente en las tres primeras estrofas del poemita—, sólosiete estructuras formadas en torno a predicados verbales,la mayor parte de ellos apiñados en la estrofa final. Recuér-dese asimismo, del propio Machado, el poema "Soria fría,Soria pura" de Campos de Castilla: la misma acumulaciónde frases, plenas de poder evocador.

El predominio de las frases sobre las oraciones gramati-cales no es, a veces, sólo numérico, sino que alcanza a lajerarquización sintáctica de la expresión total. Así, en elsiguiente poema, también de Machado (Soledades):

La plaza y los naranjos encendidoscon sus frutas redondas y risueñas.

Tumul to de pequeños co legia lesque, al salir en desorden de la escuela,llenan el aire de la plaza en sombra con la algazara de sus voces nuevas.

¡Alegría infantil en los rinconesde las ciudades muertas!¡Y algo de nuestro ayer, que todavíavemos vagar por estas calles viejas! (p. 77).

Toda la estructura del poema se organiza en torno a cua-tro frases dominantes, a las cuales se subordinan otrastantas oraciones, todas complementarias: dos de ellas —que llenan, que vemos— subordinadas adjetivas, con función

1 En Poesías completas, Prólogo de Manuel Alvar, Madrid, Espasa-Calpe, 1975, p. 135.

obviamente

similar a la de los ocho adjetivos (y dos morfemas adjetivados:

en sombra, de ayer) que matizan efectivamente la expresión

poética. D eun total de 62 voces, sólo cuatro formas verbales predicativas, estrictamente oracionales2.

Semejante arquitectura sintáctica en todas las estrofas iniciales

de otro de los más bellos poemas machadianos: Orillas del

Duero. Las escasas estrucuturas predocativas que en ellas aparecen

van siempre subordinadas a frases dominantes, y siempre, además, en relación hipotáctica adjetiva.

¡Primavera soriana, primaverahumilde, cougo el sueño de un bendito, de uu pobre caminante que durmiera de cansancio en un páramo infinito!

¡Campillo amarillento,como tosco sayal de campesina,pradera de velludo polvorientodonde pace la escuálida merina!

¡Aquellos diminutos pegujalesde tierra dura y fría,donde apuntan centenos y trigalesque el pan moreno nos darán un día!

Y otra vez roca y roca, pedregalesdesnudos y pelados serrijones,la tierra de las águilas caudales,malezas y jarales,hierbas monteses, zarzas y cambrones.

¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía! ¡Castilla, tus decrépitas ciudades! ¡La agria melancolía

que pueb la t u s sombr í a s so l edades !¡Cas t i l l a varon i l , adu l ta t i e r ra ,

Castilla del desdén contra la suerte,2 Muy semejante, casi idéntica, es la estructura sintáctica de muchos poe-

mas de Juan Ramón J iménez. Así , por e jemplo, en su Elejía 13, t ras de dos amplias estrofas formadas exclusivamente por frases, la tereera y últi-ma da en rada a cuat ro formas orac ionales , pero todas e l las son subordi -nadas de función adjet iva: "Un suspirar por a lgo encantado y dis tante , / por algo más que no se encuentra y que se ignora, / presentimientos tristes en cielos de diamantes,// una mujer que olvida y un poeta que llora".

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Castilla del dolor y de la guerra,tierra inmortal, Castilla de la muerte! (pp. 142-143).

Sigue la parte narrativa del poema; aparecen ahora enella las estructuras predicativas, las oraciones gramaticales,dominando, organizando en torno a su núcleo verbal todoslos elementos expresivos ("Era una tarde, cuando el campohuía del sol, y ... aparecía la hermosa luna..."). Los tér-minos se han invertido: los verbos, que en los 25 versosiniciales sólo hablan aparecido en cinco ocasiones y siemprecomo núcleo de oración complementaria, pasan ahora aocupar su puesto dominante en los enunciados. El con-traste es manifiesto. A las dos diversas y bien diferenciadaspartes de que consta el poema, corresponden dos formasdiferentes de expresión lingüística.

El intenso poder descriptivo y evocador de la frase per-mite que, en ocasiones, todo un poema esté constituido,íntegra y exclusivamente, por frases. Tal cosa sucede, porejemplo, en el Poema de la soled, de García Lorca3, en elcual no figura ni una sola forma verbal:

Tierra seca,tierra quietade nochesinmensas.

(Viento en el olivar,viento en la sierra). Tierraviejadel candily la pena.Tierrade las hondas cisternas.Tierrade la muerte sin ojos y las flechas.

(Viento por los caminos.

3 Ci to por la edición de sus Obras completas de A. del Hoyo, Madrid, Aguilar, 1960, p. 229.

Brisa en las alamedas).4

No juzgo necesario seguir acumulando ejemplos. Considero que los presentados bastan para mostrar el particular valor poético de la frase, su capacidad de evocación afectiva, su alta emotividad.

De ahí, también, el hecho de que, dentro de la prosa, suelan aparecer las frases no en los pasajes estrcitamente narrativos, sino en las evoaciones sentimentales y en las descripciones plenas de subjetividad; es decir, en las situaciones en que resulta adecuado el uso de la llamada prosa poética. Su empleo fue recurso estilísitico de que sirvió, con notable frecuencia, un escritor tau esmerado comoGabriel Miró. Sirva de ejemplo el siguiente pasaje del obispo leproso, en el que la descripción del paisaje levautino, su evocación íntima, corre a cargo de una sucesión de breves frases, enmarcadas en su principio y en su final por estructuras predicativas, verbales:

Mediaba marzo. Olor de naranjos de todos los horta-les. Aire tibio, y dentro de su miel una punzada de hu-medad, un aletazo del invierno escondido en la revueltade una calle. Nubes gruesas, rotas, blancas, veloces. Azulcaliente entre las rasgaduras. Sol grande, sol de verano.Más nubes de espumas. Otra vez sol; el sol, cegándose; y la tarde se abría y se entornaba, ancha, apagada, en-cendida, fría..5

En la prosa narrativa "neutra", el promedio de apari-ción de formas verbales (en cuanto núcleos predicativos)es —según mis cálculos, aún muy provisionales6— de unapor cada seis formas no verbales, en un total de siete pa-labras por cada unidad oracional. En cambio, en el texto

4 Prácticamente lo mismo sucede en el poemita Pueblo, donde sólo apa-rece una forma verbal subordinada (un gerundio): "Sobre el monte pela-do / calvario. / Agua clara / y olivos centenarios. / Por las callejas / hombres embozados, / y en las torres / veletas girando, / Eternamente / gi-rando. í 111 pueblo perdido, / en la Andalucía del llanto!" (p. 230).

5 En Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1943; p. 849.6 Cf., por ejemplo, "Una nota sobre el estilo de Quevedo", incluido en este mismo volumen.

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de Miró transcrito, a un total de 70 palabras correspondensólo cuatro verbos, en vez de los once o doce que matemá-ticamente deberían corresponder. El contraste es todavíamayor si se confronta el texto mironiano con ciertos pasajes de la prosa de Quevedo, en que las formas verbales,predicativas, se acumulan casi violentamente, como suce-de, por ejemplo, en el siguiente pasaje, extraído de suNombre, origen, intento, recomendación y decencia de la doctrina estoica:

Tantos contaban, que vivían como lograban. Vivían para morir, y como quien vive muriendo. Acordábanse del mucho tiempo en que no fueron; sabían que había poco tiempo que eran7.

En total, doce formas verbales, escuetas, en número su-perior a las demás palabras nocionales del texto. Frente aello, la acumulación nominal, en una rápida sucesión defrases, de otro texto mironiano en que sólo aparece un ver-bo, subordinado: "Calvario barroco de cipreses negros. Vol-tear de campanas a la redonda de las cumbres. Calles contoldos de cañizos. Fiestas y casas viejas. El Ayuntamientocon soportales de cal. En la sombra, un banco con los mis-mos abuelitos de siempre, que miran la lejanía desde lacurva de sus cayadas"8.

Evocaciones o descripciones hechas mediante un rico en-sartado de frases pueden hallarse en la prosa de muy diver-sos escritores. Valle Inclán era muy afecto a ellas: "¡Verdesescampados de lluvia y ventisca, luces de tarde, paseos ymelancolías de los emigrados españoles por la orilla hú-meda de la carretera, entre Irún y Hendaya!"9 Otras veces,son rápidas y nerviosas pinceladas descriptivas, escuetas,palpitantes: "Tumulto en la talanquera del toril, y el toroen el ruedo: Bien criado, bien puesto de pitones, barroco,berrendo en colorado, divisa colmenareña. Aplausos al ga-

7 En la edieión de sus Obras completas en prosa preparada por Luis Astrana Marín, Madrid, 3a. ed., 1945; p. 875b.

8 Años y leguas, p. 979 de la misma edición de sus Obras completas.o Viva mi dueño: Primera serie de El ruedo ibérico, t. II, Madrid, 1928,

p. 15.

nadero. La Reina le busca con los ojos y les saluda con el abanico…Algarero ramillete. Revuelo de abanicos. Peinetas, modroños, claveles. Aplausos en todo taurino, al primer quite de Frascuelo. Un piquero por tierra”10. Dos aisladas estructuras predicativas inmersas en un cúmulo de frases. Recurso descriptivo éste que alcanza en las páginas iniciales de Al fijo del agua un cultivo extraordinario: “Pueblo de mujeres enlutadas. Aquí, allá, en la noche, al trajín del amanecer, en todo el sanro río de la mañana, bajo la lumbre del so alto, a las luces de la tarde –fuertes, claras, desvaídas, agónicas-; viejecitas, mujeres maduras, nadero. La reina le busca desvaídas, muchachas de lozanía, párvulas; en los atrios de las iglesias, en la soledad callejera, en los interiores de

t iendas y de algunas casas —cuán pocas— furtivamenteabiertas. Gentes y calles absortas. Regulares las hiladas de mnros, a grandes lienzos vacíos. Puertas y ventanas de austera cantería, cerradas con tablones macizos, de nobles, rancias maderas, desnudas de barnices y vidrios, todas como trabajadas por uno y el mismo artífice rudo y exacto. Pátina del tiempo, del sol, de las lluvias, de las manos consuetu, en ]os portones, en los dinteles y sobre los umbrales...". Sigue, hasta alcanzar más de dos páginas, esta sucesión de frases, apenas rota ocasionalmente por alguna aislada estructural oracional.

Fuera de este uso literario —poético— de la frase, hayotros dos tipos de enunciado en que su empleo es relativa-mente frecuente: más, en los titulares de los periódicos;menos —dentro de la lengua hablada— en expresiones ex-clamativas. De lo primero, pueden encontrarse fácilmenteabundantes ejemplos en cualquier diario: "Impetuoso y rá-pido avance de las tropas iraquíes"; "Respaldo total a lainiciativa del Presidente por parte de todos los sectores";"Gran desarrollo económico a pesar del caos mundial";"Incontenible derrame de petróleo en el Golfo de México";"No más hambre con el uso íntegro de cosechas", etc. Lafunción nominal (denominativa) de los "titulares" perio-dísticos encaja perfectamente con el carácter no predicativode la frase gramatical.

10 mi dueño en la ed. cit., p. 386.11 Agustín Yález, Al filo del agua, México, 24 ed., 1955, p. 3.

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También la espontánea sencillez de las elocuciones ex-clamativas parece corresponder plenamente a la estructuramononuclear de la frase. "¡Tanto sufrimiento inútil!","¡Siempre con la misma cantinela!", "¡Toda mi vida eneste pueblo mugroso!" y otras expresiones semejantes sonrelativamente frecuentes en el habla coloquial. Pero tambiénpuede aparecer la frase, con relativa frecuencia, en la len-gua hablada normal, no emotiva, en enunciados como lossiguientes: " (Trabaja muchísimo toda la semana). Perolos domingos, cama hasta las once, luego su jaibol en elclub, después una buena comida, siesta mayúscula, unapartidita de poker y ni golpe en todo el día". " (Se casócon él). En seguida, cinco meses de felicidad, y a continua-ción, veinte años de infierno. Ahora, divorcio a las puertas".

Por último, algunas breves anotaciones sobre la proora-ción. Es forma peculiar —ya que no exclusiva)"— del diá-logo. El "conocimiento compartido" por los interlocutoresles permite elidir (omitir en su elocución) lo previamentedicho de manera oracional. Cualquier forma lingüísticapuede funcionar como prooración. Ya un sustantivo ("¿Quéquieres tomar? — Vino"), ya un pronombre ("¿Quién lotiene? — Yo"), ya un adjetivo ("No sé si será fácil o difícil.— Casi imposible"), ya un adverbio ("¿Piensas decírselo? —Nunca" [o sí]), ya un sintagma más o menos extenso ("Medicen que lo has visto. — Ayer en la Facultad"), ya —in-clusive— una oración gramatical, subordinada precisamentea la elidida ("¿Y cómo lo resolviste? — Como Dios me dio a entender" )13. También el pronombre neutro —lo, eso, etc.— puede funcionar no como pro-nombre, sino comopro-oración: "¿Cuándo moriría don Claudio? Y nadie lo recuerda" (Miró, Sigüenza, p. 546)14

12 Puede aparecer en la narración: "Entre los indígenas existe la creen-cia de que la luna nueva puede dañar a l feto. Sobre todo entre los zapo-tecos" . . . Inc lus ive , l i t e ra r i a : "Y a e s t e paseo nada más ven imos por l a s tardes; eso sí , todas las tardes" (Mutó, Libro de Sigüenza, en Obras com-pletas, p. 509).

13 Cf. supra, § 4.7 de la Primera Parte.14 Por otra parte , la función s intáct ica de la prooración respecto de la

o rae ión g ramat i ca l evocada puede se r de todo t ipo . Su je t iva ( "¿Quién

En el diálogo, no es raro que una sola oración gramatical dé paso a toda una sucesión de prooraciones, cuyo denominador común es el sintagma predicativo [S<-P] inicial: “ –(Nos reunimos todos los días)- ¿En tu casa? –No; en la de Luis. - ¿A qué hora? – A las ocho o nueve de la noche”. De lo dicho se desprende, obviamente, que toda confrontación de los “estilos” gramaticales de diversos textos deberá hacerse siempre seleccionando textos de “estilo” lingüístico o literario homogéneo: poético, narrativo o coloquial. A no ser que se trate, precisamente, de mostrar las diferencias estructurales existentes entre los diversos estilos de lengua o entre géneros diversos.

lo tiene? —Yo"), predicativa ("No sé si será fácil o difícil. —Imposible") o complementaria de cualquier clase: objet iva ("Qué quieres? —Vino"), pre-pos i t iva ("¿Te a t rever ías? —A todo") , indi recta ("A a lguien se lo habrá d icho" . . . —Sólo a Luis" ) , t empora l ( "Cuándo i rás? —Mañana") , loca t iva ( "Tú lo has v i s to" , —En la Facu l tad") , modal ( "Y F . ¿qué ta l lo har ía? Perfectamente"),causal ("No entiendo por qué lo hizo. —Por temor al ridículo"), etc.

Page 35: Analisis Gramatical Del Discurso

GRAMÁTICA Y APRENDIZAJE DE LA LENGUAMATERNA

Presuposiciones

1) Existen en la lengua algunas estructuras sintácticas —modos de construir la expresión— de notable compleji-dad y aun dificultad.

2) Es muy probable que la mejor manera de adquirir ydominar tales estructuras sea mantener un contacto sistemático y constante con usuarios naturales de ellas, cosa que depende del ambiente familiar y social en que se desenvuelve el educando, de las lecturas que haga con atención, y de su personal capacidad de aprehensión y asimilación.

3) No todos los individuos en edad escolar —sino losmenos —se hallan inmersos en tal favorables condiciones.

4) La enseñanza escolar parece ser el factor que originamayor y más intensa consciencia lingüística.Consecuencia

Si todo ello es cierto, cabe deducir que corresponderá ala escuela, a la enseñanza sistemática, la tarea de proporcio-nar el conocimiento consciente y riguroso de esas construc-ciones sintácticas de más elevado índice de dificultad.

Siendo el propósito de esta comunicación demostrar loacertado de la consecuencia señalada, deberé probar, antesque

nada, que esas estructuras sintácticas complejas son pro-pias

pias, sobre todo, de la norma culta, y resultan ser más escasas en el habla popular.Dados los l ímites impuestos por el carácter mismo (le estareunión, deberé reducirme a aualizar uuo solo de los temassintácticos u ' , que puedan ejempli ficar la premisa primera y laconsecuencia final. He elegido uno de los que considero más significativos y probatorios, por pertenecer al estrato más íntimo y profuudo de la estrucutura l inguíst ica de nuestra lengua: el de la orgauización sintáctica del discurso o habla en el nivel oracional. Preteudo, pues, decubrir cuáles son las diferencias esenciales existentes eutre la expresión oral culta y la expresión, también hablada, del nivel popular. Todo ello, a través de la sintaxis de la cláusula.

Mi método de trabajo ha sido el siguiente: He reuuido,tomándolas al azar, 20 muestras del habla actual de la ciu-dad de México, reunidas en las encuestas que venimoshaciendo en el Centro de Lingüística Hispánica de la Uni-versidad Nacional a partir de 19681. Diez de ellas corres-ponden al habla popular urbana, y las otras diez pertenecenal habla cuita de la misma área. Cada una de ellas tieneuna extensión de 15 líneas en los libros señalados en lanota 1. Todas ellas corresponden a elocuciones ininterrum-pidas de los informantes, esto es, a enunciados dichos enmomentos en que los informadores hablan sin que el inter-locutor intervenga, interrumpiéndoles. De cada informantehe tomado dos muestras, correspondientes a dos distintospasajes de la misma encuesta. Cinco de estos informantespertenecen a la clase sociocultural alta (representantes delhabla culta) y los otros cinco a la clase sociocultural baja,de nula o escasa instrucción escolar (informadores repre-sentantes del habla popular). Sus características básicas sonlas siguientes:1 Una pequeña parte de esas encuestas ha sido transliterada fielmente p

or los investigadores del Centro de Lingüística y publicada por la propia Universidad de México en dos gruesos volúmenes: El habla de la ciudad de México: Mater iales pa ra su estudio (1971) y El habla popular de la c iudad de México (1976) . De e l las me he servido para reunir los materiales linguísticos objeto de análisis en este breve ensayo.

Page 36: Analisis Gramatical Del Discurso

No siendo mi propósito ahora, de ninguna manera, plan-tear ni mucho menos analizar lo que podría ser una apasio-nante tema de investigación sociolingüística, sino sólo reu-nir la información necesaria para discernir lo acertado o loerróneo de mis presuposiciones, el corpus con que trabajopuede parecer reducido, y no permitiría, por supuesto, lle-gar a conclusiones precisas de alcance sociolingüístico. Loutilizo y presento sólo como una muestra que puede seríndice o síntoma del problema que ahora nos ocupa. El aná-lisis de los textos produjo les siguientes resultados:

Cuadro 1

H A B L A C U L T A : S Í N T E S I S

C u a d r o I I

H A B L A P O P U L A R : S Í N T E S I S

2 La oración regente —inicial en la mayor parte de los casos— de cada texto no establece normalmente, como es lógico, relación sintáctica, pues no va precedida de ninguna otra a que pudiera determinar,

3 Dentro de "S" incluyo todas las combinaciones sintácticas que im-plican una relación significativa, que va más allá de la simple adición por yuxtaposición o por cordinación copulativa o declarativa. Una relación adversativa es tan pertinente, desde el punto de vista semántieo, como pueda serio una causal o una comparativa.

Page 37: Analisis Gramatical Del Discurso

Un rápido examen de estos cuadros estadísticos revela in-mediatamente acusadas diferencias entre el habla popular yel habla culta en lo que respecta a la sintaxis oracional.

1) La cláusula propia del habla popular es más breve ymás simple que la del habla culta, según revela el hechode que la cláusula popular sólo alcance un promedio de2 oraciones gramaticales, en tanto que la cláusula cuita estáintegrada por una media de 3.2 oraciones. En el corpus pormí analizado, la cláusula del habla popular más amplia ycompleja que hallé estaba constituida por 7 oraciones4 gra-

4 De la siguiente manera: 1 regente + 3 copulativas + 1 causal + 1 ob-jetiva + 1 adjetiva (Inf, P-2, p. 26).

macicales, end tanto que, dentro del habla culta, la cláu más extensa abarcaba 11 oraciones5.

2) Las oraciones del habla culta son más complejas —más Iar

gas y con mayor número de elementos complementarios,especificadores o matizadores de los conceptos—, que las delhabla popular. Efectivamente, en textos de la misma exten-sión (como son los utilizados por mí) se descubren sólo209 oraciones gramaticales dentro del habla culta, frente a327 oraciones en el habla popular. La expresión oracionalpopular es, pues, más escueta, más desnuda y concisa que ladel hablante instruido.

3) La yuxtaposición y la coordinación, como formas más simples de la sintaxis oracional, son bastante más comunes en el habla popular que en la culta. La subordinación seemplea, consecuentemente, más en el habla de las personasde mayor instrucción. Las frecuencias son muy reveladoras:El habla culta se sirve de la subordinación en un 48.2% delos casos, en tanto que el habla popular sólo lo hace en el30.3% de ellos. Esto significa que la norma culta utilizala subordinación —de acuerdo con mis muestras, por su-puesto— casi un 60% más que el habla popular (exacta-mente, un 59.1% más)6. Muy semejante es la relación entrelos índices "S" del habla culta (55.3%) y del habla popular(34.4%), lo cual representa un 58% más para aquélla.

4) La estructura típica de la cláusula popular suele sermuy sencilla, como ya apuntábamos en el comentario 1. Enbuen número de casos sigue el molde "oración principal +oración relacionada", en el que la oración relacionada sueleser una yuxtapuesta (41.6%) o una copulativa (23.3%) .La estructura de la cláusula culta, algo más compleja enpromedio, llega en no pocos casos a subordinaciones de va

-

5 Así : 1 r egen te + 3 copu la t ivas + 2 causa les + 2 ad je t ivas + 1 su je -tiva + 1 objetiva + 1 modal '(Inf. C-1, p. 20).6

Esto implica que las relaciones lógicas de subordinación se expresan con freeuencia, en el habla popular, por medio de la simple yuxtaposición o de la coordinación. Un e jemplo de mis mater ia les : "También se puede que j a r l a c r i ada con un genda rme ; me ga r ro t ea" ( In f , P -5 , p . 419 ) , e s decir, `si la criada se queja, el gendarme me garrotea'.

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E n c a m b i o , véase la simplicidad sintáctica de un texto po (Inf. P-5, p. 419): "¡Ahi que siga su camino y yo sigo también el mío! Ni quien me chingue solito. Ni quiendiga

nada, ni yo molestar a nadie. Ni vacilar a unacri a d a ni a nada, pues también se puede quejar la criada con

un gendarme; me garrotea. Pero, corno no les digo, nada. Yo ¿qué cosa?... Me trajieron de Toluca para acá, y loe

metían buenas jodas".

5) Son más abundantes las relaciones nexuales entre cláu-sulas sucesivas en el habla popular (29.8%) que en la culta (19.6%) . Ello se debe a que la segunda cláusula, que sin-tácticamente debería formar parte integrante de la prime-ra, se añade de manera un tanto forzada a ésta, construidamentalmente sin tener en cuenta —sin prever— a la se-gunda. La causa de todo ello parece clara: el hablantepopular, al organizar la estructura profunda de su enuncia-do, no ha tenido la capacidad —la previsión— de abarcarla totalidad de lo que acabará por ser su razonamiento.Actúa por partes, fraccionadamente. Y por partes breves,sencillas, en tanto que el hablante instruido alcanza aconstruir cláusulas de mayor amplitud y complejidad, cada

una de cuales expresa un razonamiento completo, aca. De ahí que la cláusula siguiente suela relacionarsecon

la anterior por simple yuxtaposición —no por coordi-nación ni subordinación, como sucede con mayor frecuen-c ia en e l habla popular— por cuanto que la pr imeracláusula fue expresada en su plenitud, y la siguiente ex-presa un pensamiento o razonamiento nuevo, no subordi-nado a lo dicho inmediatamente antes.

6) Ciertas formas de relación sintáctica son poco usua-les, y por ende poco familiares, entre los hablantes incul-tos. Un caso muy sintomático: el de las relaciones de índoleadjetiva y posesiva al mismo tiempo. El hablante popularsuele expresarlas sucesivamente, por medio de los morfe-mas que (relacionante complementario adjet ivo) y su (posesivo), en vez de hacerlo simultáneamente por mediodel relativo cuyo: "un niño que... como de catorce años,que su papá era rico" (Inf. P-1, p. 22).

7) Aunque los límites impuestos a esta comunicación me impiden hacer el análisis de las estructuras lingüísticas de cada uno de los informantes seleccionados, quisiera almenos advertir que los porcentajes reunidos demuestranque no hay —ni cabría esperar tal cosa— un divorcio com-pleto entre las realidades expresivas del habla popular ylas del habla cul ta . Repárese en que los índices "por-centuales" correspondientes al informante popular núme-ro 4 superan, aunque sea por muy leve margen, en lo querespecta al uso de la hipotaxis, a los índices correspondien-tes a los informadores cultos números 2 y 4. El hablahumana, culta e inculta, forma un continuum de impo-sible fragmentación en casilleros antagónicos.

* * *

A la vista de todos estos hechos, cabe hacer algunas con-sideraciones relativas a la función de la enseñanza escolardentro del proceso —del largo y nunca bien consumadoproceso— de adquisición del lenguaje.

Mucho se ha dicho, y no siempre sin razón, que la es-

rios niveles sucesivos. Veamos un ejemplo, nada inusitadoen el habla de personas instruidas: "Sería verdaderamentebueno que me fueras regresando ya los libritos que tuve ladebilidad... o la tontera de prestarte cuando estuviste internada en el sanatorio". Cláusula cuyo molde abarca 5 niveles (4 de subordinación sucesiva):

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cuela se ha interesado más por enseñar la gramática delidioma, que por enseñar el idioma mismo. "La escuelase ha preocupado por desarrollar predominantemente unacompetencia gramatical antes que una competencia comu-nicativa, que asegure la producción de enunciados apro-piados... El estudiante aprende, si acaso, a conocer un aspectode su lengua —el morfosintáctico— pero ignora cómo em-plearla, cómo valerse de ella para dar expresión matizadaa su pensamiento y fantasía"'. Creo, no obstante, que esosdos aspectos —el gramatical y el expresivo— son insepa-rables y complementarios. En el caso que nos ocupa, lagramática debería enseñar a usar las estructuras complejasque no todos los hablantes son capaces de emplear connaturalidad y con fluidez. Dicho a la antigua: enseñara hablar bien. Servirse reiterada y mayoritariamente de layuxtaposición y la coordinación copulativa no es, me pa-rece, "hablar bien", sino sólo fragmentariamente y desa-provechando formas de expresión más precisas y variadas,como son las de la hipotaxis. Una mente capaz de organizarcláusulas complejas, cada uno de cuyos elementos inte-grantes ocupe el lugar que le corresponde y cumpla con lafunción que le es propia, será, sin duda alguna, una mentecapaz de organizar bien sus ideas, ssu deseos, sus propósi-tos, sus iniciativas.

Diversas investigaciones hechas últimamente en variospaíses, entre las cuales ocupa un destacado lugar la diri-gida en Puerto Rico por el Profesor Humberto LópezMorales —investigación que ya ha sido llevada felizmentea su término—, han demostrado que es el grado de esco-laridad alcanzado por los hablantes, y no los llamados me-dios de comunicación masiva, lo que crea una fuerte cons-ciencia lingüística en el hombre. De este hecho, al parecerincuestionable, cabe deducir la enorme importancia que laenseñanza, en todos sus niveles (primario, medio y supe-rior), tiene en el largo proceso de adquisición de la len-gua. No soy pedagogo ni me he ocupado nunca en laenseñanza de la lengua en los niveles iniciales. Desconozco,pues, cómo y en qué medida podrá enseñarse a los educan-

J o r g e D í a z Vélez , "Lengua ma te rna , g r amá t i ca y enseñanza" , en Anuario de Letras, XV (1977), pp. 219-240; ef. en especial pp. 235-23G.

dos de la escuela primaria y secundaria el funcionamiento de las estructuras sintácticas oracionales. Pero sí creo que en la escuela deberá el es tudiante i rse iniciando en los secretos del idioma", en el uso amplio y variado de los recursos quela lengua le ofrece para la adecuada expresión de sus pensamientos y sentimientos. De alguna manera deberá la escuela proporcionar los conocimientos teóricossobre las estructuras oracionales más complejas de !

mus i to idioma. Sin ello, quizá sea posible que el indivi-dno llegue a pensar bien y ampliamente, pero será muydifícil que alcance a saber expresar con claridad y preci-sión —no digo ya con elegancia— el contenido de suconciencia. Y, como bien se sabe, son los modos de expresión oral el objeto y fin de la gramática. No tengamos rubor en admitir, con nuestros antepasados, que la gramática sea —al menos, entre otras cosas— "el arte que enseña a hablar y escribir correctamente un idioma cualquiera". Que quienes nos precedieron en el apasionante estudio de la lengua no eran tan tontos ni tan ingenuos como algunas soberbias actitudes de ciertos lingüistas contemporáneos harían pensar. La gramática puede concebirse —mejor dicho, cultivarse— como un fin en sí mismo. ¿Por qué no? Pero también puede concebirse —y con mayor derecho quizá— como un medio capaz de contribuir, en gran medida y con notable eficacia, en el admirable proceso de superación humana, tanto individual como colectiva.

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C-I. Muestra B

C-2. Muestra A

C-2. Muestra B

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C-2. Muestra total

C - 3 M u e s t r a A

C-3. Muestra B

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C-3. Muestra total

C-4. Muestra A

C-4. Muestra B

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C5C5C5 C5 Muestra B

C-5. Muestra total

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INFORMANTES INCULTOS

P-1. Muestra A

P-1. Muestra B

P-1 Muestra total

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P-3. Muestra A

P-2. Muestra A

P-2. Muestra B

P-2. Muestra total

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P - 3 . M u e s t r a B

P-3. Muestra total

P4. Muestra A

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P-4. Muestra B

P-4. Muestra total

P-5. Muestra A

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P-5. Muestra total

P-5. Muestra B

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LA ESTRUCTURA DEL DISCURSO EN CINCOESCRITORES MEXICANOS

Presento aquí, muy sucintamente, los resultados obtenidos a través de una confrontación de textos breves escritos por autores mexicanos de nuestro tiempo. He hecho el análisis sintáctico de dos fragmentos de novelas o ensayos escritos por Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, Agustín Yáñez, Octavio Paz y Juan Rulfo. Como es natural, y dados los propósitos comparativos del trabajo, los textos estudiados tienen todos la misma extensión 1 . La cual, a su vez, es equiparable a la de los pasajes de la lengua hablada anali-zados en el ensayo precedente.

Siguiendo los mismos principios de análisis gramatical empleados en ese ensayo, los resultados obtenidos —algunos de ellos, bastante sintomáticos— son los siguientes:2

1 Los fragmentos analizados pertenecen a las obras siguientes: A. REYES,Cuestiones gongorinas, en la ed. de sus Obras completas VII, México, Fon-do de Cultura Eeonómiea, 1958, p. 156 (Muestra A), y Entre libros, en lamisma edición y volumen, p. 259 (Muestra B); M. L. Guzmán, La sombra del caudillo, 5a. ed., México, Compañía General de Ediciones, 1957, p. 44-45 (Muestra A) y pp. 232-233 (Muestra B); A. YÁÑEZ, Al f i lo del agua, Mé-xico, Edl. Porrúa, 1955, p. 22 (Muestra A) y p. 177 (Muestra B); O. PAZ,El laberinto de la soledad, México, Cuadernos Americanos, 1950, p. 20 (Muestra A) y p. 108 (Muestra B); J . RULFO, Pedro Páramo, México,Fondo de Cultura Económica, 1955, pp. 23-24 (Muestra A) y p. 146 (Mues-tra B).

2 En la presentación de los datos estadísticos sigo una disposición simi-lar a la u t i l izada en e l ensayo anter ior . Así resul tará fác i l hacer la com-parac ión en t re las es t ruc turas prop ias de la l engua hab lada y de la l en-gua escrita.

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Observaciones.

Una rápida confrontación de los datos reunidos en estecuadro estadístico permite hacer algunas consideraciones decierto interés:

I) La estructura del discurso varía notablemente segúnque pertenezca a textos novelísticos o a ensayos.

1) En promedio, el número de cláusulas que integranlos textos novelísticos (19) 4 es muy superior al de los en-sayos (10) 5, lo cual significa que la cláusula de este últimogénero literario es mucho más amplia que la de la novela,como hubiera cabido imaginar.

2) Ello depende de la mayor complejidad sintáctica dela cláusula usual en el ensayo. En efecto, la cláusula deAlfonso Reyes está integrada por un promedio de 4.3 ora-ciones gramaticales, y la de Octavio Paz, por 3.9 oraciones(promedio 4.1), en tanto que la de Yáñez abarca sólo 3.4oraciones, la de Guzmán 3.5 y la de Rulfo 2.2 (promedio de 3oraciones por cláusula). Todo ello implica, obviamente,que la oración usada por los ensayistas es más amplia —pre-senta más sintagmas complementarios— que la de los no-velistas, la cual es más escueta, más descarnada°.

3) Los períodos hipotácticos son más frecuentes en elensayo (70.% en Reyes y 53.% en Paz; promedio: 62%)que en la novela (44.% en Yáñez, 50% en Guzmán y sólo37.7% en Rulfo; promedio: 44.2%). En cambio, la yuxta-posición de oraciones es mucho más común en el estilo delos novelistas (promedio de 31.3%) que en el de los ensa-yistas (promedio de 19%)7.

II) Las diferencias de estructura sintáctica entre unosautores y otros es, a veces, considerable:

4 Esto es : 15 c láusu las en Agus t ín Yáñez , t ambién 15 en Mar t ín Luis Guzmán y 28 en Juan Rulfo...

5 Sólo 9 cláusulas en Alfonso Reyes y 11 en Octavio Paz.6

En los textos de Reyes figuran sólo 39 oraciones gramaticales, y 43 en los de Paz (promedio : 41 orac iones) , en tan to que Guzmán organ iza 52 oraciones, Yáñez 51 y Rulfo 63 (promedio: 55).

7 En Guzmán, 26% en Yáñez, 28.6% y en Rol lo , 39.3%, mientras que en Reyes es sólo de un 16.2%, y en Paz, de un 21.9%.

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1) Los estilos de Alfonso Reyes y de Juan Rulfo —en loque a la estructura de la expresión se refiere— son casi antitéticos. En los textos de uno y otro considerados —de idéntica extensión, por supuesto—, Reyes organiza sólo 9 cláusulas , y Rulfo 29, o sea, más del t r iple . La precis ión pormenorizada del ensayista —a través de cláusulas y oraciones amplias, complejas— frente a la pincelada sintética, impresionista, del narrador.

2) La naturaleza misma de la cláusula difiere notable-mente en Rulfo y Reyes. Se sirve el primero de la yuxtaposición en un 39.3% de los casos, en tanto que Reyes sólo la utiliza en un 16.2% de las ocasiones. En contrapartida, lasubordinación oracional duplica en la prosa de Reyes (70.3%) a la usual en Rulfo (37.7%).

3) También se observan acusadas discrepancias entre los tipos de subordinación preferidos por uno y otro escritor. Los períodos modales, que en Rulfo representan un 9.8% de las relaciones oracionales en total, no aparecen en los textos de Reyes ni una sola vez. En cambio, la subordinación adjetiva, que en la prosa de Reyes alcanza un pasmoso 35.1%, en la de Rulfo apenas llega a un modesto 6.6%.

4) Octavio Paz es, de los cinco escritores aquí conside-rados, el que mayor número de relaciones nexuales establece entre unas cláusulas y otras (33.3%), en tanto que Agustín Yáñez apenas recurre a esa forma de expresión(7.7%).

5) Juan Rulfo es, sin duda, el autor de estilo más dife-renciado. En un buen número de ocasiones, su sintaxis se aparta de la de los demás escritores, para aproximarse nítidamente a las estructuras propias de la expresión popular, de la lengua hablada por el pueblo: cláusulas muy breves —constituidas en promedio por sólo dos oraciones gramaticales—, y frases u oraciones escuetas, intensas, esenciales. Yuxtaposiciones frecuentes (39.3%), como en el habla popular (41.6%); subordinaciones oracionales escasas (37.7%), a la manera de los hablantes populares (30.3%); y, dentro de ellas, subordinación adjetiva muy esporádica (6.6%), aún más ocasional que en la sintaxis del pueblo (8.5%). Sin embargo, esta aparente sencillez de la prosa de Rulfo no impide que en su construcción sintáctica se produzca

una elevada variedad de relaciones. De los cinco escritores estudiados, sólo Martín Luis Guzmán le supera en cuanto a la diversidad de los períodos incluidos en sus respectivos textos: 15 clases de relación oracional en este último, y 13 en Rulfo, mientras que tanto en Agustín Yáñez como en Alfonso Reyes sólo encuentro 10 tipos de relación.

6) El análisis sintáctico del texto literario permite tam-bién apreciar la variedad interna del estilo individual. No obstante la brevedad de las muestras aquí estudiadas, hallamos claros testimonios de ello. Martín Luis Guzmán, por ejemplo, se sirve en un momento dado (Muestra A) de 4 cláusulas consecutivas formadas, cada una de ellas, por una sola oración, para desbocarse inmediatamente después en una gigantesca cláusula constituida por 13 oraciones gramaticales. Y Agustín Yáñez, por su parte, organiza la primera de las muestras consideradas con sólo 19 oraciones, distribuidas en 6 cláusulas, en tanto que en el otro pasaje —de igual extensión que el primero— se sirve de un total de 32oraciones gramaticales, correspondientes a 9 cláusulas. Seríanecesario analizar con detenimiento la relación que puede existir entre estructura sintáctica y situación argumental.

III) Desde un punto de vista exclusivamente gramatical, los textos analizados también parecen proporcionar informaciones interesantes:

1) Aparte de la simple coordinación copulativa, los tiposde relación oracional más comunes y frecuentes en nuestra lengua parecen ser la adversación, la adjetivación y las subordinaciones temporal y final. Períodos de esta naturaleza han aparecido en todas las muestras analizadas, y en proporción nada desdeñable.

2) La relación adversativa, que entre oraciones alcanzaun 5.5% de promedio, es —además— la única que todos nuestros escritores establecen entre cláusulas contiguas.

3) Proporcionalmente, la subordinación adjetiva es lamás empleada en español literario (18.5%), tanto con función explicativa (8.5%), como especificativa (9.7%).

4) También los períodos temporales aparecen en todoslos textos estudiados, si bien permiten apreciar considerables diferencias entre la inclinación de unos u otros escri-

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tores hacia su empleo: en tanto que Agustín Yáñez los uti-liza con alta frecuencia (8.2%), Octavio Paz restringe suuso (2.4), y Juan Rulfo parece evitarlos (1.6%).

5) La finalidad es, asimismo, consideración presente en el pensamiento de todos los escritores —aunque con fre-cuencia más baja (3.4%)—, pero en cambio la causalidad—que parece ser factor primordial en la lengua habladas—apenas alcanza un índice de frecuencia del 0.8%, y no hallaacogida en los textos de tres de los autores analizados: Re-yes, Paz y Yáñez.

8 Cf. los resultados obtenidos en el ensayo anterior: subordinación causal = 6.4%.

LA ESTRUCTURA DE LA CLÁUSULA EN EL HABLADY EN LA LITERATURA

La generalizada y lógica suposición de que la lengua ha-blada difiere, en gran medida, de la lengua literaria mereceun detenido análisis que muestre cuál es, en realidad, esasupuesta diferencia. No pretendo hacer aquí un estudiopormenorizado de la cuestión, sino sólo presentar unascuantas consideraciones en torno a uno de los casilleros lin-güísticos en que cabría investigar la naturaleza de esa di-ferenciación: el de la estructura sintáctica de la cláusula.Mis consideraciones se basan en la comparación de losresultados obtenidos a través de las dos breves investiga-ciones sobre las peculiaridades de la cláusula usual en lalengua literaria de nuestros días, y la peculiar de la lenguahablada, tanto popular como culta, que ocupan las páginasanteriores a éstas.

Un rápido examen del cuadro estadístico en que resumo,la información obtenida en los dos ensayos anteriores, per-mite advertir inmediatamente las acusadas diferencias exis-tentes entre las tres modalidades de la lengua aquí con-sideradas.

En primer lugar, una inesperada: la proximidad o afi-nidad sintáctica del habla culta y de la lengua literaria, enoposición al habla popular. Se había supuesto —según de-cía al comenzar estas páginas— que existe una clara dife-renciación entre habla y literatura. Que la lengua escrita,la lengua literaria, en cuanto modalidad intelectual del len-guaje, es más compleja y "amplia" estructuralmente quela lengua hablada, en cuanto modalidad espontánea y natural de la expresióu humana. Pero el análisis del corpus mexicano por mi considerado revela una situación muy

Page 55: Analisis Gramatical Del Discurso

ESTADISTICA

dist inta. La estructura de la cláusula propia del hablaculta coincide exactamente, en lo que al número de ora-ciones integrantes se refiere, con la estructura de la lengualiteraria (3.2 oraciones de promedio en los dos casos) yambas difieren de la estructura propia del habla popular (sólo 2.1 oraciones por cláusula) .

También el número total, absoluto, de las oracionesgramaticales que han aparecido en cada una de las mues-tras analizadas —literaria, oral culta y oral popular— apun-ta en la misma dirección. En el corpus del habla popularencuentro un total de 327 oraciones, en tanto que en el delos textos literarios sólo figuran 248, y en el del habla cultaaún menos: 209. Ello obedece al carácter intenso, a laforma

simple , "desnuda", propia de la expresión popular, en la que

las oraciones están constituirlas sólo por los ele-

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mentos básicos, indispensables, en tanto que la lengua i literaria, culta, recurre a elementos secundarios, comple-mentarios, que permiten matizar el pensamiento y precisarla idea fundamental. El hecho de que el número de ora-ciones gramaticales recogidas en las muestras del hablaculta sea inclusive inferior al de la lengua literaria puededeberse a la abundancia de formas "dubitativas" —del tipoe s t e . . . , e h . . . , b u e n o . . . , p u e s . . . . , e n t o n c e s e t c . — y de repeticiones de segmentos, mediante las cuales el hablante se da tiempo para ir construyendo su elocución.

Los porcentajes consignados en el cuadro estadísticomuestran que, en la inmensa mayoría de los casos, la len-gua hablada culta y la literaria siguen derroteros comunes,que se alejan sensiblemente de los seguidos, en general,por el habla popular.

Así, los casos de relación nexual entre las cláusulas sonproporcionalmente los mismos en el habla culta y en lalengua literaria (19.1% y 19.6% respectivamente) , en tan-to que en el habla popular el porcentaje se eleva hasta un29.8%, lo cual significa que el habla del pueblo se sirvede ese t ipo de relación en un 54.4% más que el hablaculta y la lengua literaria. Ello podría deberse a que tantoel escritor como el hablante culto alcanzan a concebirmentalmente —a organizar— la totalidad de la expresiónen una sola cláusula, en tanto que el hablante popularprocede fragmentadamente, por partes, expresando en unacláusula la idea fundamental, y complementándola despuéscon otra, que relaciona nexualmente con la primera. Así,por ejemplo, un hablante popular expresaría primeramentela idea principal de su pensamiento a través de una cláu-sula breve: "No voy a darte nada de lo que me pides".Y después, a través de una segunda cláusula, concebidaposteriormente, podría explicar las razones de su comuni-cado inicial: "Porque no quiero que te hagas malcriado ycaprichoso". Un escritor, en cambio, o un hablante culto,concebiría más fácilmente la expresión global, unitaria, desu pensamiento, y podría manifestar todo el contenidode su conciencia a través de una sola cláusula integradapor las cuatro oraciones gramaticales que, en el ejemplo

supuesto, el hablante popular distribuye en dos cláusulasconsecutivas.La proximidad sintáctica existente entre el habla culta y

la lengua literaria —y su común distanciamiento delhabla inculta— se advierte asimismo en la preferencia deesta última modalidad del habla por la yuxtaposición y porla coordinación copulativa de las oraciones gramaticales: Entanto que literatura y habla culta sólo se sirven de la yux-taposición en un 27.7% y un 29.1% de los casos respectivamente, el habla popular la utiliza en un 41.6% de las ocasiones, lo cual equivale a decir que el pueblo se sirve de la yuxtaposición oracional en aproximadamente un 46.5% más de casos que el hablante culto o el escritor. Y lo mismo sucede en el caso de la coordinación copulativa: El porcentaje de su empleo es casi igual en la prosa l i te rar ia (15 .5%) que en e l habla de personas cu l tas (15.1%) , en tanto que en el habla popular asciende a un 23.3% (esto es, un 52.3% más que en aquéllas) .En cambio, la subordinación oracional es lógica-

mente— mucho más común en las formas cultas de expresión que en el habla popular: Alcanza un 49.5% en la literatura y un 48.2% en el habla culta, pero sólo l lega al 30.3% en el habla del pueblo (o sea, 61.7%menos). Se comprueba así la suposición de que la sintaxis oracional de la lengua literaria es más compleja que la de la lengua hablada... popular, pero no mucho más que la del habla culta, que sigue los moldes sintácticos de la escritura (o que los condiciona).Una y otra vez hallamos corroborada esta afinidad es-

tructural entre habla culta y lengua escrita, en oposiciónal habla popular. Así, en el caso de la complementación de tipo adjetivo: Las dos primeras emplean más del doble de oraciones adjetivas (17% y 18.5% respectivamente) que el habla inculta (8.5%) , diferencia que se acusa aún mucho más intensamente en el caso de las oraciones adnominales (habla culta 2% y lengua literaria 3.4%, frantea habla popular = 0.3%). No parece, pues, gozar la subordinación de carácter adjetivo de las simpatías del hablante i

nculto1.1 1 A ese respècto, r e s u l t a ta mbién sumamente revelador lo que se ad-

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También los periodos de carácter sustantivo, en general,parecen disfrutar de mejor acogida entre los escritores(16.4%) y hablantes cultos (11%) que entre los incul-tos (5.4%). Y, de semejante manera, lengua literaria yhabla culta coinciden también en su preferencia relativapor las oraciones subordinadas temporales (4.2% y 7%respectivamente), en oposición con el habla popular (sólo2.2%).

Frente a todos estos casos en que la estructura sintácticade la expresión literaria y de la oral culta coinciden nota-blemente, diferenciándose de la expresión popular, sóloen dos ocasiones el habla instruida parece alejarse de laspautas marcadas por la lengua escrita, para proximarse alas inclinaciones propias del habla inculta.

La primera de ellas corresponde a la subordinación mo-dal, que en la literatura asciende al 5% de los períodosreunidos en el corpus, mientras que el habla culta sólollega al 1% y en la popular al 0.9%. Dado lo reducido—y provisional— de los materiales lingüísticos analizados,no me atrevo, en este particular, a aventurar explicaciónalguna.

Más significativa y, tal vez, explicable resulta ser la se-gunda ocasión de discrepancia habla/escritura. Correspon-de a la subordinación causativa, en general2 , y muy enparticular a la relación causal propiamente dicha: Usadaésta por el pueblo en un 8.8%3 y por los hablantes cultosen un 4%, sólo aparece, dentro de la lengua literaria, en uninsignificante 0.8%. Cabría suponer que, para el hablantemedio, para el hombre común y corriente, la causa, el por-qué de las cosas reviste suma importancia, en tanto queotras precisiones —modalidades, adjetivaciones— resultan

vierte en la prosa de un escritor "intelectual", como el ensayista Alfonso Reyes, frente a lo que se descubre en el estilo de un narrador "popularista" como Juan Rulfo: En aquél, las oraciones adjetivas representan un asom-broso 35.1% de su sintaxis oracional, en tanto que Rulfo sólo las utiliza en un insignificante 6.5%a.

2 Que en la literatura representa sólo el 5% de las relaciones sintácticas eutre oraciones, en tanto que en el habla culta sube hasta el 11.5% y en la popular hasta el 12.6%.

a Lo cual la convierte en la forma de subordinación predilecta de los hablantes populares, de acuerdo —claro está— con los reducidos textos que aquí ;nialiru.

HABLA Y LITERATURA 113

tnrdarias. Pero (¿es necesario reiterarlo?) la pequeñez deln) pus estudiado impide proponer conclusiones terminan-t.,,;

quede, pues, esta observación como una simple suge-tencia o síntoma de algo que merecería un análisis muchomis detenido.

Si la causalidad es factor que parece inquietar más queotros al hombre del pueblo, la finalidad, en cambio, parecedespertar más la atención de los hablantes cultos y los escri-tores. Los períodos hipotácticos finales, en efecto, son re-lativamente frecuentes en la lengua literaria (3.4%) y enel habla culta (3.5%), pero escasean en la popular (1.6%).

No sé hasta qué punto puede ser válido hablar de "len-gua l i teraria", o de "habla culta" o de "habla inculta"como de un todo homogéneo en cada caso. Estas generali-zaciones entrañan graves peligros. En los ensayos que pre-ceden a éste pude advertir, por un lado, que la cláusulapeculiar de uno de los hablantes incultos estudiados eramás compleja, más amplia, más "rica", que la cláusula ca-racterística de uno de los hablantes instruidos. Y, por otro,que el estilo —o tal vez fuera mejor decir la sintaxis—de uno de los escritores difería radicalmente del estilo—o la sintaxis— de otros. Que la cláusula más común-mente empleada por Juan Rulfo se alejaba violentamen-te de la usual no sólo en los otros escritores'', sino tambiénen el habla culta, para aproximarse y casi confundirsecon la cláusula típica del habla popular.

El temor a este peligro que entrañan las generalizacionesme obliga a presentar estas páginas como un simple en-sayo de método que, aplicado mucho más ampliamente,podría resultar revelador... o estéril.

4 Por eierto que esa "anomalía" o singularidad de la prosa de Rulfo modifica los pourntajcs estadísticos de la lengua literaria, aproximándolos un larlo a Ins po„rliLijes representativos de la lengua hablada.

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LA ESTRUCTURA DEL HABLA CULTA EN PUERTORICO Y EN MEXICO

,Una reciente visita a Puerto Rico me ha proporcionadola oportunidad de extender el análisis de la estructura sintáctica de la lengua hablada a la norma culta de San Juan. Con amplia generosidad, la Profesora Amparo Morales puso a mi disposición los textos trasliterados de las encuestas hechas en la capital de la isla por el equipo de investigadores que, bajo la coordinación de Humberto López Morales, está llevando a cabo el estudio del habla culta de San Juan, dentro del amplio "Proyecto de estudio coordinado de la norma lingüística culta de las principales ciudades de Iberoamérica y de la Península Ibérica"1.

De vuelta en México, he hecho una selección de textospuertorriqueños, organizándolos de manera que resultaranfácil y adecuadamente comparables con los textos mexicanos analizados con anterioridad. La base de esta confrontación ha sido un reducido muestrario del habla puertorriqueña, representada por cinco muestras de otros tantos informantes cultos residentes en San Juan, y el corpus del habla mexicana correspondiente al habla de los cinco informadores cultos antes estudiados. En todos los casos, las muestras consideradas tienen aproximadamente la misma extensión —alrededor de 325 palabras cada una— y pertenecen a un mismo tipo de expresión oral: la narrativa. De las características personales y socioculturales de los infor-

1 N o t i c i a d e e s t a g r a n e m p r e s a h e d a d o e n e l v o l u m e n d e A c t a s , i n -f o r m e s y c o m u n i c a c i o n e s d e E l S i m p o s i o d e M é x i c o o r g a n i z a d o p o r e l Programa Interamericano de Lingüíst ica y Enseñanza de Idiomas que pu-b l i có l a Un ive r s idad Nac iona l Au tónoma de Méx ico en 1969 ( c f . pp . 221-233).

mantes mexicanos di cuenta sucinta anteriormente (cf.p. 74) ; los informadores puertorriqueños cuya habla esahora objeto de estudio responden a las siguientes caracte-rísticas: Informante 1 = Mujer de 24 años, con Maestríaen Historia del Arte; Inf. 2 = Hombre de 27 años, Pro-fesor de Historia en la Universidad de Puerto Rico; Inf.3 = Mujer de 37 años , Abogado; Inf . 4 = Hombre de55 años, Economista; Inf. 5 = Mujer de 57 años, Educadora en Salud Pública y Empleada Federal.

Los resultados, en resumen, del análisis sintáctico delhabla peculiar de esos informantes se recoge en los doscuadros de las páginas siguientes:

Una rápida confrontación de estos dos cuadros sinópticosnos permite descubrir en seguida fundamentales coinci-dencias y algunas notables divergencias.

Ante todo, la casi idéntica estructura oracional de lacláusula promedio: en Puerto Rico está constituida por3.1 oraciones, y en México, por 3.2. En consecuencia, elpromedio de aparición de oraciones regentes es también casiel mismo: 32.4% en San Juan, y 31.6% en México. Muysimilar es, por su parte, el promedio de relaciones sintácti-cas significativas (índice S) en el habla puertorriqueña(55.1%) y en la mexicana (53.1%). Y no difieren tampocomucho los niveles porcentuales de las relaciones hipotácti-cas (50% en San Juan y 46% en México).

No cabe sorprenderse ante tales coincidencias. En ambasciudades se habla una misma lengua, que —a juzgar porestos resultados, aunque limitados y provisionales— siguemanteniendo su unidad estructural básica, al menos dentrode la norma cultural elevada que aquí hemos considerado.

Atendamos, ahora, a las divergencias que pueden descu-brirse dentro de esa homogeneidad fundamental. Salta, enprimer lugar, a la vista el hecho de que el corpus del hablapuertorriqueña aquí analizado sobrepase —no obstante serde la misma extensión que el corpus mexicano— a ésteen 45 oraciones gramaticales. Paralelamente, el número de(;ínsnlas del corpus puertorriqueño (86) excede en 17 unidades al mexicano (66) . En contrapartida, lógicamente, el número depalabras que integran, en promedio, la oración

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C U A D R O 1 CU A D R O 2

N O R M A CULTA D E S A N J U A N N O R M A CULTA DE M É X I C O

2 La oración regente de la primera cláusula de cada una de las cincomuestras individuales es independiente de cualquier otra cláusula. De ahíla diferencia numérica: 78 analizadas + 5 iniciales = 83. En el caso de laciudad de México, la diferencia asciende a 10 unidades, debido a que,de cada uno de los cinco informantes, analicé dos muestras diferentes (de igual extensión, en su conjunto, que las del habla puertorriqueñaa).

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gramatical del hablante culto mexicano (7.6) sobrepasa aldel hablante puertorriqueño (6.3) . Quiere todo esto decirque la expresión de los puertorriqueños cuya habla se haconsiderado aquí es algo más concisa, más "desnuda yesencial que la de los mexicanos.

Dentro de la subordinación oracional, pueden advertirsetambién algunas diferencias entre los dos dialectos. Lassubordinadas que podrían denominarse "primarias", porcuanto que corresponden a complementos básicos de laoración simple, son más abundantes en el habla de SanJuan. En especial, las objetivas y prepositivas, que en lanorma puertorriqueña representan, respectivamente, el 7.8%y e l 1 .2%, para un to ta l de l 9%, en tan to que , en e lhabla mexicana sólo alcanzan el 5.3%. De ahí que la clasede oraciones que he denominado compuestas abunden rela-tivamente más en el español de Puerto Rico (12.1%) queen el de México (8.6%).

En cambio, las oraciones complementarias de carácteradjetivo —menos necesarias en un tipo de comunicaciónesencial— son más frecuentes en el habla de los informan-tes mexicanos (16.3%) que en la de los puertorriqueños(9.7%), en especial en el caso de las explicativas — (7.6%y 3.1%) respectivamente—, que son elementos comple-mentarios un tanto ornamentales.

También existe una marcada diferencia entre la sintaxisde las cláusulas en uno y otro dialecto. El número de cláu-sulas que establecen relación sintáctica nexual en el hablapuertorriqueña (25 = 30.1%) es mayor que el de las cláu-sulas que se hallan en tal situación en el habla mexicana (11 = 16.6%). Tal vez pudiera verse en ello un síntomade que el hablante mexicano concibe mentalmente lacláusula de manera más global e independiente —plena—que el hablante puertorriqueño, de expresión —quizá— másespontánea. Pero es ésta hipótesis muy delicada, que reque-riría de una meditación mucho más profunda y documen-tada de la que ahora puedo hacer.

Por supuesto que entre el habla —el estilo— de unos yotros informantes se descubren también diferencias nota-

3 En el sentido dado por Rodol fo Lenz a este término (cf . La orac ión y sus partes, 3º ed., Madrid, 1935, §§ 33 y 351).

bles, que no puedo tomar ahora en cuenta, debido a laslimitaciones de espacio y al propósito general de este ensayo, que en ningún modo podría tener pretensiones sociolingüísticas. Sólo a título de curiosidad me permito indicar ahora que los dos informantes puertorriqueños cuya cláusula mostraba una mayor complejida en promedio (4.1 y 4.3 oraciones por cláusula respectivamente) eran las dos mujeres representantes de la segunda y tercera generación (informantes 3 y 5). En cambio, los dos informantes jóvenes se servían de cláusulas constituidas por sólo 2.2 y 2.7oraciones en promedio. En México, por su parte, los informantes que emplearon el tipo de cláusula más simple fueron el N° 4 (mujer de 49 años, dedicada al hogar = 2 .5 oraciones por c láusula) y e l N9 2 (hombre de 25 años = 2.8); el que hizo uso de cláusulas más complejas fue el N9 3 (mujer de 42 años, con Doctorado en Psicología = 4.5).Del conjunto total de períodos reunidos en todas estasmuestras, tanto en Puerto Rico como en México, se desprende que hay ciertos tipos de relación sintáctica que son poco usuales en la expresión española, por representar, tal vez, formas más complejas o evolucionadas de la sintaxis del discurso. Raros son los períodos distributivos e ilativos dentro de la parataxis; así como también son escasos, dentro de la hipotaxis, los períodos complementarios indirectos, los locativos, los consecutivos y, aún en mayor medida, los concesivos. La temporalidad, en cambio, así como la causalidad —tanto real cuanto hipotética (condición) —son relaciones sintácticas que parecen gozar del favor de los hablantes de español. Cuestiones, éstas, que también reclaman atención amplia y pormenorizada.

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LA ESTRUCTURA DEL HABLA EN CUATROCIUDADES DE HISPANOAMÉRICA

La reciente publicación de las encuestas hechas en torno alhabla culta de Caracas y Santiago de Chile', sumadas alas que se hicieron en México y se publicaron anterior-mente2, permite iniciar estudios comparativos sobre muydiversos temas de la sintaxis oracional hispánica en sumanifestación oral. Al preparar estas páginas, he contadotambién con textos representativos del habla culta de SanJuan de Puerto Rico, todavía en proceso de publicación.Estando enfocado este Simposio al estudio de la unidad yla variedad de la lengua española, he juzgado convenientehacer un rápido estudio de la estructura sintáctica del dis-curso representativo de esas cuatro ciudades.

Para ello, he seleccionado cinco breves muestras de otrostantos informantes cultos nativos de cada una de esas ciu-dades4 todas ellas de igual extensión (alrededor de 325 pa-

1 El habla culta de Caracas: Materiales para su estudio. Ed. dir igida por Ange l Rosenb la t , a ea rgo de Pao la Ben t ivog l io . Caracas , Ins t i tu to de Filología "Andrés Bello", 1979. El habla culta de Santiago de Chile: Materiales para su estudio. Ed. de Ambrosio Rabanales y Lidia Contreras. Tomo I , Sant iago, Departamento de Lingüíst ica y Fi lología de la Univer-sidad, 1979.

2 El habla cul ta de la c iudad de México: Mater iales para su estudio. Méxieo, Centro de Lingüística Hispánica, 1971.

3 Tales textos, que me fueron proporcionados genti lmente por Amparo Morales y Humberto López Morales , a quienes re i tero mi agradecimien-t o ; s o n l o s m i s m o s q u e h e u t i l i z a d o e n e l e n s a y o i n m e d i a t o a n t e r i o r a éste.

4 La carac te r izac ión fundamenta l de todos esos in formantes es l a s i -guiente: Caracas: Inf. 1 = Mujer de 27 años, Estudiante universi taria de Le t ras ; Inf . 2 = Hombre de 27 años , Ingeniero e léc t r ico; Inf . 3 = Mujer

(le 42 años, Psicóloga; Inf. 4 = Hombre de 39 años, Biólogo; Inf. 5 = Mu-

labras) y representativas del mismo estilo de lengua: el narrativo. Es decir que he procurado siempre que los nexos analizados ofrecieran la mayor homogeneidad diafásica posible.Empleando el mismo método de trabajo usado en las

anteriores ocasiones, he llegado a los resultados que procuro sintetizar en los cuadros de las páginas siguientes.Un rápido análisis de los datos sintetizados en estos dos

cuadros permite hacer algunas observaciones que, no obstante ser enteramente provisionales —dada la brevedad de los textos considerados--, podrían resultar sintomáticas y, por consiguiente, poseer algún interés.Ante todo, me parece notable —por no decir que sor-

prendente— la homogeneidad fundamental que muestra el habla culta, en su estructura sintáctica íntima, básica, de cuatro ciudades tan alejadas entre sí y tan diversas como son las cuatro capitales consideradas. Son mucho más acusadas sus coincidencias estructurales que sus divergencias. En efecto, hay similitud fundamental en los siguientes hechos:1) En el número de oraciones gramaticales que integran, en

promedio, la cláusula oral. Es de 3.1 (oraciones porcláusula) en el habla de San Juan, de 3.2 en la de México y de 3.3 en la de Santiago; sólo en el habla de Caracas se eleva ligeramente a un 3.9 de promedio.2) También es muy semejante la extensión léxica pro-

medio de cada oración gramatical en el habla de las cuatro ciudades. Va desde una media proporcional de 6.3 (palabras por oración) en San Juan de Puerto Rico a un máximo de 7.8 en México, pasando por un promedio de 6.6 en Santiago de Chile y de 7.2 en Caracas. De acuerdo con ello, el promedio general de la estructura léxica de la oración hispánica, en su manifestación oral, oscilaría en torno a las siete palabras6. Suponer, con fundamento en sus levesjer de 64 años, Periodista. Santiago de Chile: Inf. 1 = Mujer de 27 años, Es tudiante de Medic ina; Inf . 3 = Mujer de 39 años , Profesora de Li tera-( l i r a en l a Un ive r s idad ; In f . 4 = Hombre de 52 años , Méd ico ; In f . 5 = Mujer de 62 aros, Asistente Social y Profesora de francés. Los informantes mexicanos y puertorriqueños quedaron delineados en capítulos anteriores(cf. pp. 74 y 115)6

Este número incluye todo tipo de voces, tanto primarias como corn-

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CUADRO 2: PERIODOS

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diferencias, que la oración gramatical peculiar de San Juan (6.3) fuese más simple o "desnuda" que la usual en Méxi-co (7.8) sería r iesgo temerario. Sólo el estudio de uncorpus mucho más amplio podría conducir a conclusionesde esa naturaleza.

3) Llama, asimismo, la atención la coincidencia en la dis-tribución o porcentaje de las oraciones coordinadas y sub-ordinadas dentro de la totalidad de los períodos reunidos.La parataxis muestra índices idénticos en las hablas deSantiago (22.6%), de México (22.5%) y de Caracas (22.3%),para disminuir sólo un tanto en la de San Juan (17.6%). Elpromedio general del habla urbana culta se establecería entorno a un 21.1%. Similar resulta ser, en consecuencia, elíndice de aparición de períodos hipotácticos en el habla delas cuatro capitales. Va del 45.9% en México al 52.2% en Ca-racas, pasando por un 46.8% en Santiago y un 50% enSan Juan. El promedio general se fija en un 48.8%. El leveincremento de la subordinación en el habla de Caracas conrespecto a las restantes poblaciones se debe, obviamente, ala mayor amplitud oracional de su cláusula (3.9).

De acuerdo con todo esto, creo que podría suponerse quela estructura sintáctica general del discurso hablado es bási-camente la misma en la norma culta, al menos de las hablaslocales consideradas, sin que las leves diferencias observadaspermitan de ningún modo asegurar que la estructura de lacláusula propia del habla caraqueña sea más compleja quela de las restantes ciudades, ni que la forma oracional pro-pia del habla mexicana sea más rica o amplia que la de lasotras poblaciones. La verdad es que, en esencia y en suslíneas generales, parecen extredadamente uniformes.

Y creo que esto no es intranscendental. Cualquier obser-vador medianamente atento podrá advertir, sin dificultad,acusadas diferencias lexicológicas y aun fonéticas entre lasnormas de las diversas ciudades hispanoamericanas. La ob-servación "turística" de los diferentes dialectos hispánicosconduce a consideraciones alarmistas, por no decir quesensacionalistas. Ya Rosenblat ha hecho amable caricaturaplementarias

y nexuales (conjunciones, preposiciones) o "dubitativas"

( e s t e , v e r á s , b u e n o , p u e s , e tc . ) .

de ello'. ¿Cómo no temer por el porvenir de nuestro idioma--si advertimos que una misma realidad objetiva recibe mu-chos y muy diferentes nombres en cada uno de los países—y aun de las regiones— en que se habla español? :Cómono espantarse al comprobar que el cathartes atratus se llamagallinazo en el Perú, aura en Cuba, zamuro en Venezuela,zoncho o noneca en Costa Rica, chulo, galembo, chicora ogallinazo en Colombia, jote en Chile, urubú en el Paraguay (Rosenblat, p. 34) y zopilote, chombo, shope o nopo enMéxico, según las regiones? s. Y, por otra parte, ¿cómo nosuponer que la lengua está en grave peligro de fragmenta-ción al comprobar que un mismo fonema, como ll, tienerealizaciones tan diferenciadas como la lateral [2], la cen-tral [y], la rehilada sonora, ya fricativa [z] ya africada [dz], oinclusive la rehilada sorda [s]?.

Pero aun superando esa visión catastrófica del porvenirde nuestro idioma, no cabe duda de que las diferenciasfonéticas y, sobre todo, lexicológicas esmaltan con fuertescolores las hablas de cada una de las regiones del mundohispanoamericano. No parece suceder lo mismo, por suerte,.en lo que respecta a la estructura íntima, al ensamblajeinterno y fundamental de nuestra lengua, que es —porsupuesto— el morfosintáctico o gramatical. Al menos, si lojuzgamos a través de las muestras de cuyo análisis aquíme estoy ocupando.

Porque la verdad es —o, por lo menos, así me parece--que las diferencias observadas en las normas sintácticas delas cuatro ciudades que he podido estudiar, son mínimas e irrelevantes. Aproximémonos a ellas.

Del análisis del Cuadro 2 podrían extraerse algunas di-vergencias, de tono —creo— menor. Las más acusadas serían:

1) El bajo índice de aparición de las construccionesyuxtapuestas en el habla de México (sólo un 0.9%), frenteal relativamente alto de las otras ciudades (4.3% en San

Juan, 4.4% en Santiago y 5.8% en Caracas) . Cabe pensar7 Cf . ANGEL ROSENBLAT, El cas te l lano de España y el cas te l lano de

América . Caracas, lnstituto de Filología Andrés Bello, 1962.8 FRANCISCO J . SANTAMARÍA , Diccionario de mejicanismos , México, Edl. P

orrúa,1959.

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(1110 la peculiaridad mexicana se deba, sólo, a deficiencia(le la muestra, tan limitada.

2) El relativamente alto porcentaje de períodos moda-les en el habla de Santiago de Chile (4%) frente al menorpromedio de las otras tres ciudades (1.5%), así como eltambién alto índice de uso de los períodos temporales enMéxico (6.7%), en contraste con el promedio general quealcanza en las restantes capitales (3.3%).

3) El bajo porcentaje de períodos condicionales en elhabla santiagueña (0.8%), marcadamente distinto del ín-dice de aparición en las normas de las otras tres poblaciones (4% en su promedio), así como, en menor medida, la rela-tivamente baja incidencia de oraciones adjetivas en el espa-ñol de San Juan (9.7%) frente a la más alta de las otrashablas (15.2%).

Pero creo que estas leves diferencias —que, además, seobservan ya en cuestiones de detalle, esto es, en tipos deconstrucción particulares— son menores y menos significa-tivas que las coincidencias apreciables en las estructurasbásicas que antes he señalado y en otras muchas construc-ciones particulares, que pueden observarse también en elCuadro 2. Por ejemplo, la coincidencia fundamental en losporcentajes relativos a los períodos adversativo o locativo,en la baja incidencia de los períodos distributivo, concesivoo prepositivo, y en la ausencia de construcciones conse-cutivas.

La homogeneidad esencial de la sintaxis oral puede apre-ciarse con mayor claridad si se la compara con la estruc-tura de la lengua literaria. Es obvio que establecer compa-raciones permite entender mejor el significado de los sim-ples datos numéricos aislados. Por ello, haré ahora algunasconfrontaciones entre la estructura sintáctica de la lenguahablada culta y la de la lengua escrita. A tal efecto, me .serviré de la información reunida en otro trabajo, en queanalicé la estructura de la prosa narrativa peculiar de cincoescritores mexicanos contemporáneos9 Los resultados obtenidos en ese ensayo pueden sintetizarse así:

9 Incluido en este mismo volumen, pp. 100-106.

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Un rápido vistazo a este cuadro permite advertir queexisten acusadas diferencias entre las estructuras expresivasde unos y otros escritores. Así, entre la arquitectura oracio-nal de la cláusula peculiar de Alfonso Reyes (4.3 oracionespor cláusula) y la característica de Juan Rulfo (2.2) exis-te una diferencia cuantitativa de prácticamente un 100%.Las relaciones hipotácticas, que en Rulfo representan sóloel 37.7% de su sintaxis oracional, alcanzan en Reyes unpasmoso 70.3%, es decir, casi un 100% más. Y conside-rando datos más particulares, advertimos asimismo sorpren-dentes diferencias. Por ejemplo, la subordinación adjetiva,que en la prosa de Alfonso Reyes alcanza un elevadísimopromedio (35.1%), en la de Rulfo apenas llega a un mo-desto 6.6%, en tanto que los períodos modales, que enJuan Rulfo representa un 9.8%, no aparecen en los textosde Reyes por mí estudiados ni una sola vez. Y así en otrosmuchos casos.

Diferencias tan acusadamente contrastadas como éstas nose hallan en la expresión culta oral. Hay, pues, mucha ma-yor homogeneidad, mayor uniformidad, en la estructurasintáctica de la lengua hablada, que en la de la lenguaescrita. Cosa que cabía imaginar, ya que cada escritor tiene—como artífice de la lengua— un estilo más personal o in-dividual izado.

Ahora bien —y por otro lado— no deja de sorprenderla similitud que, en su conjunto, revela la estructura de lalengua literaria en relación con la de la lengua habladaculta. Los puntos de contacto son, en efecto, muchos y fun-damentales. Veamos algunos de ellos:

1) Es práctiamente idéntico el número de oraciones que—en promedio— integran la cláusula culta oral (3.2)que la literaria (3.4). La cláusula propia del habla popu-lar, en cambio, está constituida por un promedio de sólo 2 oraciones gramaticales'''.

2) También es igual el número de palabras que consti-tuyeu la oración gramatical propia del habla o de la litera-ta ra: 7 voces en ambos casos. La única diferencia —no10

Cf . el ensayo sobre "Gramática y aprendizaje de la lengua materna", en especial. p. 76.

carente de significación, por supuesto— radica en el hechode que la lengua hablada se sirve de no pocas palabras"vacías" o "de relleno", que dan tiempo al hablante parair organizando su elocución: voces como ¿ves?, bueno, pues, esto, entiendes?, eh, etc., que están ausentes en la expre-sión escrita.

3) Sorprende, asimismo, la coincidencia existente entre la distribución proporcional de los períodos paratácticos ehipotácticos en las dos manifestaciones de la lengua. Aqué-llos representan el 21.1% del total en la lengua habladay el 22.3% en la literaria; éstos, el 48.8% y el 51.3% respec-tivamente.

Las divergencias son menos acusadas: Por una parte, esmucho mayor la propiedad o corrección sintáctica de la len-gua literaria, casi libre de los anacolutos y enunciados fa-llidos (cláusulas inacabadas) , propios de la lengua habladapor exigencia natural de la espontaneidad y rapidez de laconversación. Por otra parte, existen algunas leves diver-gencias particulares entre habla y literatura en la distri-bución proporcional de los tipos de períodos hipotácticos.Así, la subordinación adverbial, en su conjunto, que enla lengua hablada llega al 20.3% de toda la sintaxis ora-cional, en la literaria asciende sólo al 14.7%. En naturalcompensación, la subordinación adjetiva representa sólo el13.8% de la hipotaxis oral y el 18.5% de la literaria.

4) Pero, prosiguiendo con comparaciones más particula-res —como las iniciadas en la parte final del punto ante-rior—, descubrimos también muchos casos de notable coin-cidencia entre la sintaxis de la lengua hablada y de laliteraria. Tal cosa sucede, por ejemplo, en el caso de losperíodos temporales (4.1% y 4.2% respectivamente), enel de los períodos sujetivos (3.6% y 3.8%), los finales(3.6% y 3.4%) y los objetivos (7.3% y 8.8%) entre mu-chos otros, que después mencionaré. Claro está que no po-dría haber una igualdad absoluta en todos los casos, demanera que pueden descubrirse algunas —no muchas— di-vergencias notorias. Por ejemplo, en el caso de los períodoscausales, importantísimos al parecer para la lengua hablada(6.1%), pero mucho menos usuales en la literaria (0.8%);algo muy semejante sucede en el caso de los períodos con-

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dicionales, que parecen gozar del favor de la expresiónhablada (3.2%), pero no de la literaria (0.4% solamente).

Para terminar esta pesada exposición —la presentaciónde datos numéricos resulta siempre farragosa y confusa, almenos para los estudiosos de las letras-, me permitiréhacer algunas observaciones de alcance más general; es de-cir de índole no ya dialectológica11, sino gramatical.

La suma de los datos reunidos a través del estudio de laspeculiaridades sintácticas del habla urbana y de la lengualiteraria permite, creo, delinear un esquema —provisional,por supuesto— de la distribución proporcional de las di-versas estructuras oracionales propias de la lengua españolacontemporánea, al menos en su nivel culto.

Dentro de la diversidad de relaciones sintácticas interora-cionales que posee la lengua española, gozan algunas degran vitalidad —frecuencia de empleo—, en tanto que enotras son escasamente utilizadas. En el cuadro de la páginasiguiente presento un esquema proporcional de los períodossintácticos que ocupan esas dos posiciones extremas.

Nunca más que en este momento es preciso insistir enel carácter enteramente provisional de estos datos. La bre-vedad del corpus manejado impide, por supuesto, concedersignificado absoluto a estas cifras. Sería desvarío pretenderque las breves muestras por mí analizadas hasta ahora pu-diesen reflejar con exactitud la ordenación proporcional, lavitalidad relativa, de cada una de las relaciones interora-cionales de nuestra lengua. Las presento sólo como posiblessíntomas de una organización que habría que estudiar mu-chísimo más amplia y pormenorizadamente.

Consideradas así esas cifras, como posibles indicios muyprovisionales, me atreveré a aventurar algunas observacio-nes en torno a ellas.

Llama la atención el hecho de que a los solos siete tiposde períodos enumerados en la parte superior del cuadrocorresponda un 50.2% —como promedio general— de to-

11 Entendiendo por ta l todo lo re fe ren te a l a mani fes tac ión concre ta de un sistema lingüístico, cualquiera que sea su nivel o marco geográfico: oral o escr i to; popular , cul to o inclusive "académico"; urbano, regional o aldeano.

CUADRO 4: PERIODOS GRAMATICALES

L i t e r a t u r a H a b l a c u l t a P r o m e d i o

das las relaciones sintácticas entre oraciones propias de lalengua española. Ese elevado índice de aparición en el dis-curso contrasta con la baja frecuencia de los restantesperíodos paratácticos e hipotácticos: a todos ellos —15 entotal— no les corresponde más que un 21.5% de aparicio-nes12. Lo cual significa —inclusive dentro de la insuficien-cia o provisionalidad de las muestras— que hay un número r

educido de períodos (copulativos y adversativos dentro de la parataxis, adjetivos, objetivos, sujetivos y temporalesdentro l i t ro de la hipotaxis) de mayor importancia funcional que otros en la lengua española o —por mejor decir— en la

12 Puesto que a las oraciones regentes, no relacionadas sintácticamente conotra oración gramatical, corresponde el 28.3% de apariciones (30.1% en el habla culta y 26,4% en la lengua literaria).

Page 69: Analisis Gramatical Del Discurso

expresión hispánica. Me parece de gran interés estudiarlas razones de esa preferencia o prioridad, tratando de rela-cionar tal estadística con los diversos factores —gramaticales y culturales— que puedan determinarla. Por un lado,cabría poner en relación la abundancia de esas oracionessubordinadas con los elementos complementarios de fun-ción equivalente, es decir, con los adverbios o locucionesadverbiales de semejante naturaleza, para tratar de determinar en qué medida y por qué razones las circunstancias detiempo o las complementaciones adjetivas se expresan me-diante oraciones gramaticales o por medio de sintagmas nooracionales. Por otro lado, cabe pensar que la relativamentealta frecuencia de los períodos objetivos y sujetivos está de-terminada por el carácter primario, esencial y significativo,de tales funciones sintácticas. Pero también habría que in-vestigar por qué, en cambio, las circunstancias de lugar ymodo, por ejemplo, se expresan con tan baja frecuencia me-diante oraciones gramaticales. ¿Se deberá a que la lenguaposea un alto número de adverbios o locuciones adverbialeslocativas y modales u obedecerá más bien al hecho de quetales circunstancias revistan menor interés para los hablan-tes de español? Me parece asimismo intrigante el hecho deque las relaciones de causalidad sean mucho más frecuentesen e l habla cul ta que en la lengua l i terar ia , especia l -mente en lo que a períodos causales y condicionales se re-fiere. La divergencia, en estos casos, es inquietante: la len-gua literaria, como antes indiqué, recurre a la subordina-ción causal en sólo un 0.8% de los casos, en tanto que elhabla culta se sirve de ella en un 6.1% de las ocasiones13,y los períodos condicionales, que en la literatura apenasalcanzan un modestísimo 0.4%, en la lengua hablada ascien-den al 3.2%.

Cuestiones, todas éstas, que despiertan cierta inquietudo, al menos, curiosidad. Imagino que, dentro de la unidad13 Porcentaje que aun supera el habla popular, con un 8.8%, al grado de que, en este nivel del habla, los períodos causales ocupan el segundo lugar por su importancia numérica, tras de los copulat ivos. Esto de acuerdo con los brevísimos textos analizados en el estudio sobre "Gra-mática y aprendizaje de la lengua". 'Tómese, pues, como un simple indi-cio muy provisional e inseguro.

básica del sistema lingüístico español, estas diferencias pue-den ser reflejo de la peculiar arquitectura de nuestro idio-ma, o de preferencias socioculturales, o de diferenciacionesgeolingüísticas, o de peculiaridades estilísticas, tanto indi-viduales como de nivel de lengua, o de... Esta incógnita eslo que me parece digno de atención y estudio1414

Cf., a este respecto, el último de estos ensayos, sobre "Complementos yoraciones complementarias". en las páginas finales de este libro.

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LA ESTRUCTURA DE LA CLÁUSULA EN DOSOBRAS MEDIEVALES

Presento aquí tos resultados de una confrontación simitara tas anteriores y complementaria de eltas, hecha de acuerdo con los mismos principios de anátisis, pero con un enfoqueno ya sincrónico, sino histórico, por cuanto que ha sidoestablecida entre dos obras literarias casteltanas de ta EdadMedia separadas entre sí por más de dos siglos: el Calila e Digna y ta Cárcel de amor de Diego de San Pedro. La pri-mera. como muestra de la primitiva prosa literaria medie-val. y la segunda, como paradigma de la prosa prerrenacen-tista det fin de ta Edad Media.

He hecho el análisis sintáctico de dos pasajes de cadauna de estas obras —algo más amptios que los estudiados enlos ensayos precedentes1— y he obtenido los resultados quesintetizo en los dos cuadros siguientes:

Cuadro I. Calila e Diana1

Alrededor de mil palabras en cada obra: Para el Califa e Digna uso la edición de J. E. Keller y R. IV. Linker cMadrid. 1967), y analizo los pasajes que van de la p. 166, lin. 2989 a la p. 168. lin. 2530, y de la p. 264, Iin. 4054 a la p. 266, lín. 4097, todas del ms. B. Para la Cárcel de amor me o de la edición de S. Gili Gaya (Madrid, 1950)s; y he analizada el o que va de la p.118.Iin.3 a la p.119, Iin. 26, y el que va dela

texto 170. lis. 6 a la p. 176. lin. 33.

Relaciones interoracionales2

El p r i m e r p o r centa je se refiere, exclusivamente, refiere,al de oraciones rela-c i o n a d a s ; el segundo incluye en e l recuento l oraciones regentes.

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R e l a c i o n e s i n t e r o r a c i o n a l e s

Coordinación

Una rápida comparación de los dos cuadros permite ad-vertir coincidencias lógicas, pero también diferencias nota-bles, que muestran cómo la prosa castellana evolucionó a lo larga de esos dos siglos y medio, haciéndose más compleja y elaborada.

En lo que a la estructura oracional de la cláusula se refiere, cabe advertir que es muy simitar en ambas obras,frente a lo que sucede en la prosa narrativa contemporánea. El promedio de oraciones por cláusuta es en la Cárcel de amor (4.8) semejante el del Califa. (5.1), y en ambas obras muy superior al de la prosa moderna (3.2)3.

Pero las diferencias entre las dos obras medievates sonclaras en otros muchos aspectos sintácticos:

1. El número total de oraciones gramaticales disminuye ya en los pasajes analizados de la Cárcel: 33 oraciones menos que en el Calila, o sea, aproximadamente, un 15% menos, lo cual significa que las estructuras oracionales de la Cárcel son algo menos "desnudas" —desprovistas de elementos secundarios —que las del Califa.

2. Esta diferencia queda corroborada y ampliada por elTrecho de que el número de palabras, en promedio, inte-grantes de la oración está en la Cárcel (5.6) a medio ca-mino entre el Calla (4.7) y la prosa moderna (alrededorde 7 palabras por oración como promedio) . La oración seamplía y enriquece, pues, en la Cárcel del amor en relacióncon el Calila.

a Lo cual quiere decir que, proporcionalmentes; la clásula del Cabila sobrepasa a la de la literatura actual en un 45.7%. y la de la Cárcel, en un 37.1%, mientras que entre sí sólo se da una diferencia del 6.3%.

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3. La relación format entre las diversas cláusulas del Ca-lila era —como en toda ta prosa castellana primitiva—de carácter copulativo en una proporción desmesurada (73.2%). De ahí la monotonía formal de la prosa primitiva: "E vio La Collarada el trigo, e non vio la rred, e poso ella etodas las palomas, e travaronse en la rred. E vino el paxa-rero muy gozoso por las tomar; e comenzaron las palomas a debatirse... e punavan por estocer " (pp. 166-167). En laCárcel, la sintaxis copulativa entre cláusulas desciende ya a un 40.5%, en beneficio de yuxtaposición y de otrasrelaciones sintácticas más variadas (adversación. ilación, ad-jetivación, secuencia temporal).

4. Mayores son todavía las diferencias en lo que a los pe-ríodos respecta. En primer lugar, debido a que las relacio-nes paratácticas, que en el Calila eran del orden del 50.6%,descienden en la Cárcel a sólo el 14.2%. en beneficio de lasretaciones hipotácticas, que en la obra de Diego de San Pe-dro se elevan a un asombroso 85.8%. Aparecen, así, en estaobra cláusulas de enorme complejidad, constituidas por unelevado número de oraciones. Por ejemplo: "Y a la ora,porque aula más espacio para la pena que para el remedio,hablé con Galio. do de Laureola, como es contado, y díselecómo Leriano quería sacalla por tueca de la prisión, para Io qual le suplicava mandase juntar alguna gente para que,sacada de la cárcel. la tomase en su poder y ta pusiese ensalvo, porque si él consigo la leuase podría dar lugar al tes-timonio de los malos onbres y a la acusación de Persío" (p. 175).

5. Dentro de la subordinación, se advierte en seguidaque la de carácter sustantivo se mantiene dentro de las mis-mas proporciones en ambas obras (24.7% y 22.7%). Peroes en la subordinación adjetiva y, sobre todo, en la de carác-ter adverbial (17.6% en el Califa y 51.8% en la Cárcel) donde la prosa de Diego de San Pedro muestra cómo se ha ido enriqueciendo y complicando la sintaxis castellana a lo largo de aquellas centurias. Y, precisamente, con estruc-turas oracionates secundarias (complementos de carácter ad-jetivo y adverbial), no primarias o esenciales, como suelen

ser las oraciones objetivas y, naturalmente, tas suetivas.Llama la atención al elevadísimo número de períodos tem-porales y —en proporción relativa— consecutivos que apa-recen en ta Cárcel de amor. Estos últimos parecen ser unrecurso estilístico muy del agrado de Diego de San Pedro: "vi cerca de mí... vna torre de altura tan grande, que me parecía llegar al cieto. Era hecha por tal artificio, que de la estrañeza delta comencé a marauillarme... Eran en tanta manera altos [sus pilares,] que me espantaua como se podían sostener" (pp. 118-119).

6. De la elaborada y casi plateresca complejidad de la prosa de Diego de San Pedro —próxima ya a tas amplias. estructuras sintácticas de la prosa renacentista y barroca—es, por último. buena muestra el empleo de estructuras oracionales paralelas, frecuentes en la Cárcel de amor. Baste, pues el tiempo apremia, un solo ejemplo: "Lloraua de lástima, no sosegaua de sañudo; desconfiaua segund .su fortuna, esperaua segund su iusticia; guando pensaua que sacarle a Laureola. alegráuase; guando dudaua si to podríe hazer, enmudecía" (p. 176).

En conclusión. creo que este rápido ensayo de análisis.gramatical del discurso muestra cómo ta estructura sintác-tica de la prosa castellana se fue enriqueciendo, a partir de su desnuda sencillez primitiva, hasta tlegar, en poco más de dos siglos, a esquemas sumamente complejos y variados.

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UNA NOTA SOBRE EL ESTILO DE QUEVEDO

Magistralmente acumulaba Quevedo recursos retóricospara aumentar la densidad de su intención expresiva. Así,cuando suma antítesis y equívoco al ridiculizar a aquelhidalguillo que protestaba de hallarse en el infierno, dadosu noble linaje: "... y tengo mi ejecutoria, y soy libre detodo, y no debo pagar pecho. —Pues pagad espalda, dijoun diablo, y dióle luego cuatro palos en el las , que lederribó de la cuesta".

Para participar, siquiera sea muy modestamente, en estosactos de homenaje a Don Francisco de Quevedo organizadospor nuestra Facultad de Filosofía y Letras, he hecho un rá-pido análisis sintáctico de su prosa, sirviéndome de los mis-mos elementos de juicio que he empleado en trabajos an-teriores.

Sobre la lengua de Quevedo se han publicado, como us-tedes bien saben, muchos ensayos, de distinto valor y alcance. El personalísimo esti lo de este gran escritor se ha analizado reiterada, pero —tal vez— algo superficialmente. Se han estudiado sus recursos retóricos, todos los cuales son, sin duda, parte de su estilo; pero no todo su estilo ni, mucho menos, lo más profundo, íntimo y secreto de su estilo:

Evidente es la maestría de Quevedo en el uso de la hipér-bole: ¿Quién no recuerda el desaforado tamaño de los zapatos de aquel "clérigo cerbatana", del Buscón, cada unode los cuales "podía ser tumba de un filisteo? ¿O a aquelpaciente mulato del Sueño del infierno, "que a puros cuernos tenía hecha una espetera la frente"?

Maestro insuperable fue también Quevedo en el uso delequívoco, recurso estilístico que le permitía hacer galade todo su ingenio y de toda su irona, amarga o festiva.Baste un ejemplo, tomado también del Sueño del infierno: "fuime llegando adonde estaba Judas, y vi que la pena delos despenseros era que, como a Ticio le come un bui-tre las entrañas, a ellos se las escarbaban dos aves quellaman sisones. Y un diablo decía a voces, de rato en rato:Sisones son despenseros, y los despenseros, sisones".

Pero me estoy desviando de mi objetivo, y el tiempo quese me ha concedido es muy limitado. Inncesario pareceseguir mostrando ejemplos de lo que todos ustedes conocen. Volvamos, pues, a nuestro asunto. Que es el de mostrar cuáles son las peculiaridades estilísticas de la sintaxis oracional de Quevedo, cosa --que yo sepa— todavía no bien estudiada y que requeriría de una amplia y paciente investigación, de que estas cuartillas no pueden pasar de ser simple e insuficiente muestra.Todo lo que yo he podido intentar —habida cuenta de

la premura con que ha tenido que organizarse este acto—ha consistido en hacer unas breves calas en la prosa narrativa de Quevedo. He tomado cuatro muestras de otras tantas obras de nuestro escritor —todas ellas, al azar— y, por supuesto, de semejante extensión. Esto último, con el propósito de que pudieran ser fácilmente comparables entre sí, tomando en cuenta que cada una de ellas pertenece a un tipo —o género— diferente de prosa. La primera pro-ce del Libro de todas las cosas y otras muchas más; la segunda, del Buscón; la tercera, delNombre, origen, intento,. recomendación y decencia de la doctrina estoica; y la última, de La constancia y paciencia. del Santo Job1.El resultado de los análisis sintácticos de esos cuatro tex-tos aparece esquematizado en el siguiente cuadro:

1 En la edición de sus Obras completas en prosa, hecha por Luis Astrana Marín (Madrid, 3º d., 1945), corresponden a las páginas 108, 120, 875 y.1167 respectivamente, columna b en todos los casos. En total, 40 lineas de la primera muestra, 42 de las dos siguientes, y 38 de la última.

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ESTRUCTURA DE LAS CLÁUSULASESTRUCTURA

DE LOS PERIODOS

2 Es dec i r , número de oraciones que en promedio, integran la cláusula. 3 O sea, número de p a l a b r a s q u e también en promedio, aparecen en .cada cláusula (línea superior) o en cada oración (linea inferior).

Un rápido examen del cuadro nos permite advertir va-rias cosas dignas de comentario.

1) La oración gramatical de la prosa de Quevedo estáintegrada, en promedio, por 5.2 palabras. El promedio me-nor corresponde al Libro de todas las cosas (= 4.7) , y elmás amplio, al tratado sobre el Santo Job (5.9).

2) La cláusula de Quevedo, de acuerdo con las mues-tras analizadas, está constituida por un promedio de 4.9oraciones gramaticales. Las más sencillas, constan de unasola oración —cosa que sucede en cuatro ocasiones—, peroen otras las cláusulas pueden abarcar 16 y aun 18 oracio-nes, estrechamente encadenadas unas a otras. Así, en elpasaje seleccionado del Buscón, hallamos la cláusula siguien-te: "Yendo, pues, en él dando vuelcos a un lado y otro,como fariseo en paso, y los demás niños todos aderezadostras mí, que con suma alegría iba montado a la jineta en eldicho pasadizo con pies, pasamos por la plaza (aun de acor-darme tengo miedo), y llegando cerca de las mesas de lasverduleras (Dios nos libre), agarró mi caballo un repolloa nna, y ni fue visto ni oído cuando lo despachó a las

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tripas, a las cuales, como iba rodando por el gaznate, no llegó en mucho tiempo".

3) Abundan en el estilo de Quevedo los períodos com-plejos (32 en los textos estudiados).

4) La subordinación oracional alcanza un 82% relativo y un 65.3% absoluto4.

5) Las oraciones subordinadas por hipotaxis causativallegan al 17.3% del total; de ellas, las subordinadas causa-les (de causa eficiente o lógica, es decir, explicativas) re-presentan un 8.2% del total.

6) También es elevado el porcentaje de períodos sustan-tivos objetivos (= 16.4%).

7) En cambio, las oraciones subordinadas adjetivas re-presentan sólo el 11.9% del total: 5% de períodos adjetivosexplicativos y 6.9% de períodos especificativos.

Ahora bien, ¿qué significado tienen estas cifras y porcen-tajes? ¿Qué nos pueden revelar sobre el estilo de Quevedo?En sí mismas, poca cosa, salvo alguna excepción. Por lo ge-neral, será necesario comparar esos datos numéricos con loscorrespondientes a otros escritores, de diverso estilo y per-sonalidad. Veámoslo.

Por sí mismo, el hecho de que la oración gramatical pro-pia de la prosa de Quevedo esté constituido sólo por unascinco palabras es sumamente reveladora. Es prueba irrefu-table de la intensidad, de la "densidad" conceptual delestilo de Quevedo: sus oraciones gramaticales están consti-tuidas por los elementos esenciales, sustantivos, con exclu-sión de los elementos secundarios, matizadores. Nombresy verbos abundan en su prosa, en menoscabo de las catego-rías secundarias. En algunos casos, la desnudez de las ora-

4 Relativo, esto es, en relación sólo con las oraciones referidas a otra. --dominante— por coordinación. Y absoluto, o sea, tomando en conside-

ración todas las oraciones gramaticales de los textos, incluyendo las inde-pendientes y dominantes. En este último caso, la distribución proporcional es la siguiente: Oraciones regentes = 20.5%; oraciones coordinadas = 14.1%; oraciones subordinadas = 65.3%. En el primero, sin contar las oraciones regentes, un 82.2% de oraciones subordinadas y un 17.8% de ora-ciones coordinadas.

Y más s i tenemos en cuenta qu e esa ci fra incluye todo t ipo de palabras: nexos, artículos, partículas, etc

ciones es extrema: constan casi exclusivamente de verbos (con sujeto implícito). Así, en este pasaje de la Doctrina estoica: "Tantos contaban, que vivían como lograban. Vi-vian para morir, y como quien vive muriendo. Acordábanse del mucho tiempo en que no fueron; sabían que había pocotiempo que eran". Doce formas verbales desprovistas detoda complementación matizadora. Mayor número de ver-bos que de todas las otras palabras nocionales.

Comparativamente, estas cifras pueden resultar aún másreveladoras. Veámoslo también, confrontando los datos ob-tenidos mediante este breve análisis de la prosa de Quevedocon los alcanzados en el ensayo dedicado a los cinco escri-tores mexicanos contemporáneos. En los cuadros siguientesse consignan algunos datos estadísticos que permiten com-parar los rasgos sintácticos fundamentales de los autoresmexicanos y de Quevedo.

PORCENTAJE DE PALABRAS POR CADA ORACIÓNGRAMATICAL

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El número de palabras constitutivas, en promedio, de laoración quevedesca (5.2) contrasta violentamente con elde la oración peculiar de Alfonso Reyes (8.7) y de OctavioPaz (7.9) 6. Sólo Juan Rulfo (5.4) se sirve de estructurasoracionales casi tan desnudas e intensas como las deQuevedo.

En cambio, la amplitud y complejidad sintáctica de lacláusula usual en Quevedo (4.9 oraciones por cada cláusula)sólo tiene paralelo en la cláusula empleada por Alfonso Re-yes (4.3 oraciones), y queda muy lejos de la sencillez estruc-tural de la cláusula propia de Rulfo (2.2 oraciones) y aunde la de novelista tan esmerado como Agustín Yáñez (3.4).Esta acumulación oracional prueba tangiblemente la riquezasintáctica y la densidad conceptual del estilo de Quevedo.

De su alambicada sintaxis es también prueba excelenteel alto porcentaje de períodos hipotácticos por él empleados(65.3%), muy superior al de los usados, en promedio, porYáñez (44.9%), por Guzmán (50%) y no digamos ya porRulfo (37.7%). Sólo la prosa del Reyes ensayista (70.3%)supera en este particular a la de Quevedo. Este absolutopredominio de la hipotaxis, unido a la amplitud sintácticade la cláusula quevedesca, me parece la mejor muestra dela complejidad y riqueza del pensamiento de Quevedo, desu denso conceptismo, gramatical —casi matemáticamente—medido.

Otros datos particulares parecen revelar peculiaridadesindividuales del estilo de Quevedo. Por ejemplo, el elevadoporcentaje con que emplea la subordinación causativa: Entanto que los períodos de esta naturaleza no representan,en la prosa de los escritores mexicanos considerada en conjunto, más que un modesto 5%, en los textos de Quevedoanalizados ascienden al 17.3%. En especial, los períodos es-trictamente causales representan en Quevedo el 8.2% dela sintaxis oracional, mientras que en Rulfo no llegansino al 1.6%, y en Alfonso Reyes son prácticamente inexis-tentes. La brevedad de las muestras consideradas me impi-de tratar de extraer conclusiones definitivas y seguras

6 Y también, aunque en menor medida, con las estructuras oracionales de Aguo lo Yáñez (6,7) y de Martín Luis Guzmán (6.5).

sobre esta aparente preocupación de Quevedo por las relaciones de causalidad. Sería temerario aventurar alguna hipótesis en torno a una posible actitud "helénica" por parte de un Quevedo preocupado por desentrañar el porqué de las cosas.También llama la atención el alto porcentaje de períodos

objetivos (16.4%) que aparecen en la prosa de Quevedo. Porcentaje que duplica al constatado en los escritos de Rulfo (8.2%) y que casi triplica al registrado en la narrativa de Yáñez (6.1%). Sólo los ensayistas —Alfonso Reyes (10.8%) y Octavio Paz (12.2%)— se acercan un tanto a él. De nuevo un rasgo, una peculiaridad sintáctica que parece dar prueba de la intensidad conceptual del estilo quevedesco. Digo esto porque la oración objetiva, a diferencia de otras —como la locativa, temporal, adjetiva o modal—, es funcional y nocionalmente primaria o nuclear, esto es, con-ceptual.En cambio, la adjetivación oracional es, en la prosa de

Quevedo, muy inferior proporcionalmente a la de los escritores mexicanos, salvo a la de Juan Rulfo. En efecto, los períodos adjetivos reunidos en los textos de Quevedo representan sólo el 11.9% del total, mientras que en Alfonso Reyes alcanzan un sorprendente 35% y en Yáñez un más equilibrado 22.4%. Sólo Rulfo es todavía más parco que Quevedo en la adjetivación oracional (6.5%). Al parecer, la hipotaxis adjetiva, comnplementadora, matizadora, no armoniza bien con el estilo desnudo, intenso, de Rulfo o de Quevedo.Ceso aquí de esablecer confrontaciones entre los esque-

mas sintácticos de Quevedo y de los otros escritores. Estarea farragosa... y arriesgada. Porque no cabe olvidar quealgunas de esas discrepancias pueden deberse a la evidentediferencia de época en la historia de la lengua española'.7 Existen coincidencias notables entre algunos rasgos peculiares de la sintaxis de Quevedo y los de la prosa de otro escritor castellano anterior en más de un siglo a él: Diego de San Pedro. La sintaxis de la Cárcel de amor —analizada en páginas precedentes— revela coincidencias notables oil la de Quevedo: número de oraciones integrantes, en promedio, de cada cláusula (4 .8 y 9 respectivamente); abundancia de períodos hipo-tácticos ((68% y 65,3%); promedio (le palabras constitutivas de cada oración (5.6 y 5.2).

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Sólo quisiera, para terminar, plantearles una consideraciónen torno a lo hasta aquí dicho.

Observando las peculiaridades sinácticas de los escritoresmexicanos considerados, se advierte de inmediato que losdos polos opuestos —estilísticamente— están ocupados porlos escritos de Juan Rulfo y de Alfonso Reyes. Lo que en elprimero es brevedad, síntesis, desnudez sintácticas, es en el se-gundo amplitud, análisis, complejidad estructural. Puesbien, en las escuetas comparaciones que he venido ha-ciendo entre la sintaxis de Quevedo y la de los autoresmexicanos, hemos podido advertir que coincide ella unasveces con la de Reyes y otras, con la de Rulfo. Entre esosdos polos o extremos, Quevedo. Parco en palabras, denso,escueto en la estructura oracional, como Rulfo; amplio enel pensamiento, complejo en la estructura de la cláusula,rico en la sintaxis, como Reyes. Resultado de esa simbiosis:acumulación de conceptos. ¿Forma externa del conceptis-mo? Lo repito: la brevedad de los textos analizados impidepretender conclusiones tan extremas y comprometidas. Véa-se en estas líneas un simple ensayo de método. Y si acaso,todo lo más , un posible s ín toma del es t i lo ín t imo deQuevedo.

LA ESTRUCTURA SINTÁCTICA DEL DISCURSO ENLAS CARTAS DE DIEGO DE ORDAZ

En ocasiones anteriores he tenido oportunidad de estudiar algunas peculiaridades de la lengua empleada por Diego de Ordaz en las Cartas que, entre el 2 de abril de 1529 y el 15 de agosto de 1530, escribió a su sobrino Francisco Verdugos, cartas que fueron publicadas hace algunos años por Enrique Otte2. Considero que los documentos de carácter privado, no oficial —memorias, cartas, informes particulares, relatos de viaje, etc.— ofrecen sumo interés para quienes traten de estudiar el castellano transplantado a América durante el siglo xvi. Y creo ver en Diego de Ordaz un excelente representante de los conquistadores y primeros colonizadores del Nuevo Mundo, ya que aquí transcurrió la mayor parte de su vida. Llegado a Santo Domingo en plena juventud, participó en la conquista de Cuba y posteriormente en la de México, para pasar los últimos años de su

8 Ideal ar t í s t ico conscientemente procurado por Juan Rulfo , de acuerdo con las declarac iones hechas a Ale jandro Avi lés rec ientemente y re-producidas por Luis Cardoza y Aragón poco después. Comenta este úl t i -mo: "Rulfo , maest ro de una prosa es t r ic ta y desnuda, ve los r iesgos de <influencias negativas: textos verbalistas, l lenos de retórica. Regodeo en t a p a l a b r a y e n l a f o r m a , q u e f u e t a m b i é n l o q u e l i q u i d ó a l a n o v e l a española" , (L . CARDOZA y ARAGÓN, "Li te ra tura de . t i empi to>” , en Los Universitarios, nº 171-172, México, julio de 1980, p. 27).

1 Los estudios a que me ref iero son: "La expresión condicional en Die-go de Ordaz" , en Studia Hispanica in honorem R. Lapesa, I , ,Madr id , 1972 , pp . 379-400; "Observac iones sobre e l uso de l verbo en Diego de Ordaz", en Anuario de Letras, México, VIII (1970), pp. 39-55; "Perífrasis verbales en e l habla de Diego de Ordaz" , en Studia Iber ica: Festschr i f t für Hans F lasche, Bern-München, 1973, pp . 383-392; "Los pronombres átonos en las car tas de Diego de Ordaz", en Homenagem à Memória do Prof. Joaquim Mattoso Cámara: Revista de Letras, Assis, 18 (1976), pp. 123-142; "Sintaxis de los relat ivos en las Cartas de Diego de Ordaz", en Anuario de Letras, XVII (1980), pp. 63-84.2 Aparecieron en la revista de Historia Mexicana, XIV (1964), núms. 53 y 54, pp. 102-129 y 321-338. Posteriormente, el Prof. Vidal Lamíquiz tuvo la gent i leza de proporc ionarme fotocopia de las s ie te car tas autógrafas . todas las cuales se conservan en el Archivo de Indias.

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I M l ESTUDIOS

vida en la región del Orinoco y morir en plena travesíaentre Santo Domingo y España3.

Para analizar la estructura sintáctica de su prosa episto-lar, con el simple propósito de descubrir sus rasgos funda-mentales, he analizado tres muestras de igual extensión,correspondientes a otras tantas cartas autógrafas delconquistador". Los resultados obtenidos quedan sintetiza-dos en los cuadros siguientes:

3 Cf. CASIANO GARCÍA, Vida del Comendador Diego de Ordaz, descubridor del Orinoco, México, Edl. Jus, 1952.

4 De la carta III, un total de 44 líneas de las páginas 116 y 117 (de la ed. de E. Otte citada en la nora 2: Muestra A). La Muestra B, de igual extensión, corresponde a la carta IV, pp. 121-122. Y la Muestra C, a la Carta V, pp. 126127. Cada una de las muestras reúne alrededor de 500 unidades léxicas (Total, 1500).

C U A D R O I I I

Sintaxis de los períodos

C U A D R O I

CUADRO II

Relaciones sintácticas entre cláusulas

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El examen de estos cuadros permite ya, por sí mismo,hacer algunas consideraciones de cierto interés. Llama, enprimer lugar, la atención el alto número de períodos diver-sos —su gran variedad— utilizados por Diego de Ordaz enlas breves muestras por mí consideradas. Aparecen en ellasprácticamente todas las clases de períodos sintácticos conque cuenta la lengua española. Sólo carecen de representa-ción los períodos distributivo, ilativo, complementario indi-recto y consecutivo. Que son, precisamente, tipos de relaciónsintáctica con muy bajo índice de aparición en la lenguaespañola general5. Esa variedad sintáctica de unos documen-tos escritos sin fines artísticos —variedad superior a la quereflejan textos literarios de diversos escritores contemporá-neos— me parece verdaderamente notable y aun sorpren-dente. Y prueba, quizá, de un amplio y profundo dominiode la lengua por parte del capitán de Hernán Cortés°.

Parece también significativo el alto promedio de las ora-ciones constitutivas de cada cláusula: casi cinco (4.8). Estaamplitud y complejidad sintáctica de la cláusula peculiarde Ordaz revela también un firme dominio de la lengua.En los breves textos considerados, aparecen tres cláusulasconstituidas por nueve oraciones gramaticales cada una ycuatro cláusulas integradas por ocho oraciones, mientrasque sólo en una ocasión aparece una cláusula unimembre(formada exclusivamente por una oración). Un ejemplo: "Y en todo esto avéis de poner toda la dilijencia que sea

5 En el ensayo sobre "La estructura del habla en cuatro ciudades de Hispanoamérica", advertía que el porcentaje correspondiente a esas cla-ses de períodos resultaba ser de los más bajos en nuestra lengua: de 0.3% en el caso de los períodos distributivos, de 0.2% en el de los con-secutivos y los de complemento indirecto, y de 0.6% en el de los ilativos. Nada de extraño tiene, por consiguiente, que no los haya documentado en textos tan breves como los seleccionados para estudiar la sintaxis de esas cartas.

6 Esta circunstancia me trae a la memoria el bello y revelador estudio de Angel Rosenblat sobre las "Bases del español en América: Nivel social y cultural de los conquistadores y pobladores", presentado en la Primera Reunión Latinomericana de Linguística y Filología, Viña del Mar, 1964 (

Actas publicadas por el Instituto Caro y Cuervo, de Bogotá, en 1973; cf. pp, 293-371), Ampliado y reeditado en varias ocasiones y últimamente en el libro del propio Rosenblat sobre Los conquistadores y su lengua, Universidad Central de Venezuela, 1977 (pp. 7-80),

posible i que vierdes que conviene, en especial en eso deGuzmán i Cristóbal Díaz, que, según parece por su carta,no tienen buen pensamiento, pero avnque les pese, os lodarán, que no pueden hazer otra cosa" (Carta IV, p. 121).Como consecuencia directa de esta complejidad de la cláu-sula, es muy elevado el número de unidades léxicas cons-titutivas, en promedio, de cada una de ellas: casi veintiocho(27.8). Y ello, no obstante que el número promedio depalabras integrantes de cada oración es relativamente bajo (5.8).

Lo cual significa que la forma oracional característica deOrdaz es muy escueta, concisa o "desnuda": se sirve sólode los elementos comunicativos esenciales, imprescindibles,sin adornos estilísticos, en perfecta concordancia con el ca-rácter práctico y casi coloquial de las cartas.

Otra peculiaridad que llama poderosamente la atenciónes el hecho de que Diego de Ordaz establezca casi siemprealgún tipo de relación sintáctica entre cada cláusula y laprecedente. Por lo general, recurre a la simple ilación copu-lativa con el nexo y, solo o reforzado por una forma prono-minal referente a la cláusula anterior ("... i no ver cadadía governadores nuevos. I por esto deseo no sólo ir a dodigo..." Carta III, p. 117) , pero a veces una cláusula sirvede complemento explicativo —introducido por que— de lacláusula anterior: " . . . que en mi avsencia vse del rej i-miento que yo tengo en esa Cibdad. Que de otra manerano se consiente trespasar..." (Carta IV, p. 121). Frente a untotal de 40 cláusulas relacionadas nexualmente entre sí,sólo 14 aparecen simplemente yuxtapuestas, cuando lo nor-mal en español parece ser la yuxtaposición de unas cláu-sulas con otras.

En cambio, frente a esta constante y monótona reiteraciónde la relación copulativa entre las cláusulas, es muy bajo elporcentaje de períodos copulativos —de oraciones coordina-das copulativas— en las Cartas de Ordaz: asciende sólo al7.4%. Porcentaje, en verdad, reducido y sorprendentementeinferior al que corresponde a estructuras sintácticas algomás complejas, como la adjetiva especificativa (que alcanzaen las Cartas un porcentaje del 11.3%), la objetiva (13.2%)y las causativas en general (19.8%).

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Una última prueba más de la complejidad sintáctica dela expresión peculiar de Ordaz la hallamos en el elevadísi-mo índice de relaciones hipotácticas en general (66.1%),en detrimento de las más sencillas relaciones paratácticas,que sólo ascienden, en total, a un modesto 12.8%. Esta dis-tribución proporcional resulta —como después veremos—poco frecuente en español moderno, donde no existe unhiato tan acusado entre estructuras coordinadas y subor-dinadas.

Pero las peculiaridades sintácticas de estas Cartas resal-tan mucho más si se comparan con las estructuras expre-sivas de otros escritores o de otras modalidades de la lenguaespañola. Para ponerlas en evidencia, hagamos una confron-tación entre su estilo y el de otros escritores del pasado yde nuestros días cuya sintaxis he estudiado en los trabajosprecedentes, atendiendo también a la estructura sintácticapeculiar de la lengua hablada, tanto culta como popular.Los resultados de tal confrontación pueden deducirse delCuadro IV.

CUADRO IV

La primera observación importante que puede hacerseante estos datos se refiere a la notable coincidencia generalde las estructuras básicas peculiares de las Cartas de Ordaz,la Cárcel de amor de Diego de San Pedro y la prosa deQuevedo, todas ellas, a su vez, muy distantes de las estruc-turas sintácticas características del español moderno, tantoliterario cuanto oral. En efecto, la cláusula propia de lostres primeros muestra una complejidad oracional muy supe-rior a la de nuestra época: abarca aquélla un promedio decasi cinco oraciones gramaticales (4.8 tanto en Ordaz comoen la Cárcel, y 4.9 en Quevedo), mientras que en la litera-tura mexicana contemporánea no pasa de 3.2 oraciones7 y es de sólo 2.1 en el habla popular8.

En cambio, el número promedio de palabras integrantesde la oración gramatical es menor en los tres escritores delpasado que en los de nuestros días: de 5.5 en aquéllos9 y de7 en éstos, lo cual representa un 25% más. Si no fuerapor la brevedad misma de los textos estudiados, que impidellegar a deducciones seguras, se estaría inclinado a pensar

7 Cierto que ese promedio general puede resultar un tanto engañoso, ya que, individualmente, algunos escritores contemporáneos se sirven de cláusulas más complejas; así, en el caso de los ensayistas, la cláusula em-pleada por Alfonso Reyes alcanza un promedio de 4.3 oraciones, y la usada por Octavio Paz, de 3.9. Pero, de cualquier modo, son menos com-plejas desde el punto de vista oracional que las de Ordaz, San Pedro y Quevedo.

8 Esa mayor amplitud de la cláusula "clásica" determina que la pro porción de oraciones regentes sea menor en los escritos del pasado que en los de nuestro tiempo (20.8 frente a 32.8).9

En su conjunto.Individualmente: 5.2 en Quevedo, 5.6 en la Cárcely 5,8 en Ordaz.

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que la oración gramatical de hace cuatro siglos estabaconstituida por los elementos esenciales, y que la del españolmoderno da cabida a un mayor número de elementos com-plementarios.

Coincide también la sintaxis de Ordaz con la de Que-vedo y Diego de San Pedro en la distribución relativa deoraciones coordinadas y subordinadas. En todos ellos, la hi-potaxis alcanza índices muy elevados (66.1%, 65.3% y 68%respectivamente), y muy superiores a los de la expresiónmoderna (49.6% en la lengua literaria y 48.2% en el hablaculta)10

Todas estas coincidencias —y otra más, que en seguidaveremos— entre la estructura sintáctica de las Cartas deOrdaz y los escritos de Quevedo y Diego de San Pedro pue-den deberse a la relativa proximidad histórica de los tresautores. Esto es, a razones de época común dentro de lahistoria general de nuestra lengua. De ser ello cierto, cabríasuponer que la estructura sintáctica del discurso, en gene-ral, y de la cláusula, en particular, era más compleja hacesiglos que en la actualidad, en tanto que la estructura léxicade la oración se ha ampliado en nuestro tiempo.

Llama también la atención el alto porcentaje de períodosobjetivos y adjetivos especificativos que aparecen en lasCartas. Tanto las oraciones objetivas como las especificati-vas son, desde el punto de vista comunicativo —del men-saje—, de primordial importancia. Advertimos, de nuevo,un rasgo más en la prosa del Adelantado que confirma elcarácter conciso, desnudo y esencial de su estilo. Intensidadexpresiva en que coincide, una vez más, con Quevedo11 yse aleja un tanto de los escritores de nuestro tiempo.

No deja de sorprender la baja proporción de períodoscopulativos que —como antes he apuntado— figuran en10

Consecuentemente, los períodos paratácticos son más usuales hoy (22.6%) que en el pasado (12.7%). Sólo en el uso de períodos adjetivos explicativos —es decir, complementarios o no esenciales para el contenido de lo comunicado— supera ampliamente la prosa moderna (8,8%) a la de Ordaz (2.3,%) y de Quevedo (5%).

11 El porcentaje de subordinadas objetivas de las Cartas (13.2%) sólo es superado por el de la prosa de (Quevedo (16,4%), Y en los textos de ambos es donde la subordinación sustantiva en general, alcanza índices más elevados: 24.1% en Quevedo y 21% en Ordaz.

las Cartas (7.4%) , en violento contraste con las relacionescopulativas que tan reiteradamente establece Ordaz entre S

unas cláusulas y otras. Esa reducida frecuencia de períodosoracionales copulativos coincide con la que revela la Cárcel de amor (6.7%) y la prosa de Quevedo, todo lo cual con-trasta, una vez más, con los altos porcentajes a que llega lacoordinación copulativa en la expresión moderna, no sólohablada (15.1% en la norma culta y 23.3% en la popular),sino también literaria (15.5%).

Pero la peculiaridad sintáctica más acusada en la prosade Diego de Ordaz quizá sea el frecuentísimo empleo desubordinaciones causativas (19.8%), especialmente de perío-dos finales (6.6%) y condicionales (4.7%). Sólo Quevedose aproxima en esto a él (17.3%) y no le va tampoco muya la zaga Diego de San Pedro (15.7%), mientras que los.escritores mexicanos contemporáneos se distancian notable-mente de ellos (5% en promedio total) 12. Pienso que el altoporcentaje de complementos finales y condicionales quedescubrimos en los textos de Ordaz pueden deberse a lanaturaleza misma de las Cartas. En ellas da el conquistadordiversas instrucciones a su sobrino sobre lo que debe hacercon sus posesiones y bienes de fortuna en la Nueva España,y se siente, tal vez, inclinado a justificar tales instruccionesexplicándole la finalidad de lo dispuesto. A la vez, su en-tonces ya largo distanciamiento de los asuntos y de la situa-ción de la Nueva España, le obliga a hacer hipótesis sobrelo que sus instrucciones podrían desencadenar, condicio-nándolas a lo que las circunstancias reales exigiesen.Creo, en síntesis, que los breves pasajes de las Cartas ana-

lizados permiten extraer algunas conclusiones, provisionales e inseguras, desde luego, dada su misma brevedad. En pri-mer lugar, cabe sospechar que la estructura sintáctica deldiscurso, sumamente compleja hace cuatro siglos (amplitud'de la cláusula, acusado predominio de la subordinación ora-cional, etc.), se ha ido simplificando posteriormente, hasta_desembocar en una relación proporcional más equilibrada

12 Sólo Octavio Paz recurre con relativa frecuencia (9.7%) a las rela-ciones causativas. De las cuales sí se sirve en mayor medida la lengua hablada, tanto culta (11,6%) como popular (12,6%).

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entre parataxis e hipotaxis dentro de la prosa contemporá-nea. En segundo término, estas Cartas revelan un ampliodominio, por parte de su autor, de la sintaxis española yuna notable capacidad de expresión lingüística. Y que Ordazposeía un estilo epistolar bien definido y uniforme, segúnlo muestra la homogeneidad estructural de los tres diversospasajes analizados. ANOMALÍAS EN EL HABLA POPULAR DE MEXICO

En el ensayo sobre las diferencias estructurales existentesentre la cláusula peculiar de la lengua hablada y la de lalengua literaria, advertía que el promedio general de oracio-nes que aparecía en las muestras de la lengua literariamente el mismo en la lengua literaria que en el habla culta(3.2), en tanto que en el habla popular ese promedio des-cendía sensiblemente (2.1 oraciones por cláusula). Lo cual,unido a otros hechos paralelos, obligaba a rechazar la ideade que existe una clara diferenciación entre lengua habladay lengua escrita, cuando, en realidad, la diferenciación parece establecerse entre habla popular y expresión culta —oral o escrita.

Advertía, también, en ese estudio que el número de ora-ciones gramaticales reunidas, en total, en las muestras delhabla popular (327) excedía en mucho al número de oracio-nes que aparecía en las muestras de la lengua literaria(248), siendo todas ellas —dados los propósios comparativos de tales ensayos— de similar extensión. Atribuía esa notable discordancia "al carácter intenso, a la forma simple,«desnuda», propia de la expresión popular, en la que lasoraciones están constituidas sólo por los elementos básicos,indispensables, en tanto que la lengua literaria, culta, recurre a elementos secundarios, complementarios, que permiten matizar el pensamiento y precisar la idea fundamental". El número de elementos léxicos integrantes, en promedio, de cada oración gramatical difiere también —consecuentemente— en la expresión culta y en la expresión popular: En tanto que en el habla culta (así literaria como oral) el promedio de voces const

itutivas de cada oración asciende a algo

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más de 7, en el habla popular no llega a las 5. Y esta dife-rencia es más importante de lo que dos simples unidadespermitirían suponer'. En efecto, las 7 voces que —en pro-medio, repito— integran cada oración de la lengua literariason todas ellas, prácticamente, unidades comunicativas,mientras que no todas las palabras integrantes del hablapopular —y en esto el habla culta coincide con la popular,aunque en aquélla se dé el fenómeno con menor intensi-dad— son propiamente significativas. Abundan en ella for-mas "vacías" de contenido específico; formas huecas, dediversa naturaleza y de distinta función.

Quisiera presentar aquí los resultados de un espigueohecho en las muestras del habla popular mexicana de nues-tros días reunidas en uno de los libros que sirvió de basepara los estudios anteriores3.

En general, esas muletillas sirven para proporcionar alhablante el tiempo necesario para que vaya organizandomentalmente su elocución. Son, pues, formas dubitativasque amparan las vacilaciones expresivas propias de la lenguaespontánea, peculiares de la improvisación elocutiva. Porejemplo: "No sé si. . . pues... estará bien... —digo— loque hice, pero... pos... no podía hacer otra cosa". Otrasveces —aunque con menor frecuencia— sirven para mante-ner la atención del interlocutor, haciéndole participar dealgún modo en la exposición oral, a la vez que proporcionantambién al hablante el tiempo indispensable para ir orga-nizando su pensamiento y para seleccionar las estructurasexpresivas correspondientes: "No se lo di... —fíjese us-ted—... porque... pos no lo iba a saber usar". El origenesencialmente dubitativo de tales bordones resulta evidenteen aquellos que presentan forma precisamente interrogati-va, como sucede en los del tipo "¿cómo le diré?". Por ejem-plo: Se hace con una... —¿cómo se llama?— ...una comocuchilla"; "tenía un... -cómo le dijera?—... un flequito

1 Si bien, proporcionalmente, tal diferencia representa ya un 29% menos

de unidades léxicas en el habla popular respecto de la culta,2 Es decir que proporcionan alguna información constitutiva del men-

saje global.3 El habla popular de la ciudad de México. Materiales para su estudio,

México, UNAM, 1976.

medio raro". La relativamente alta frecuencia de estas yotras muletillas determina que el promedio de palabrasverdaderamente comunicativas o nocionales sea, en el ha-bla popular, inferior al de 5 extraído matemáticamente delas muestras por mí estudiadas.

En síntesis, los bordones más frecuentes en el habla po-pular de México parecen ser los siguientes:

1. Pues, en sus diversas realizaciones fonéticas: pwes, pos, pus, pos, ps. En las breves muestras analizadas con este pro-pósito4 apareció en un total de 188 ocasiones y en boca deprácticamente todos los informantes5. Parece ser la muleti-lla más común entre los hablantes mexicanos: "Vienen per-sonas que... pues... «¡Regáleme agua!»... Pus... ¿por quéno se las voy a dar"; "Tiene... pos... una cosa... pos... muy rara". Todo ello aparte de su empleo como refuerzointensivo de afirmaciones o negaciones: "¡Pus claro!"; ¡Ps cómo no!"; "Pos sí señor".

2. Este. Sigue de cerca a la anterior: 152 apariciones enmis textos, y en boca también de todos los informantessalvo uno. Parece haber cierta distribución sintáctica, relativa, entre pues y este: La forma conjuntiva aparece másfrecuentemente al comienzo de cláusula ("¿Y usted quépiensa hacer? —Pos... no... no sé todavía"; "¿Dónde loencontró? —Pues... aquí, en México") , que en su interior("porque... pues... se va sentir muy sola"), mientras quela forma demostrativa aparece más en el interior de la frase("cuando veas que... este... que viene el señor"; "con unequipo que se llama.. . este... el. . . el Penaron, sin quefalten, por supuesto, casos de aparición en el comienzo decláusula ("¿Qué te acuerdas de él? —Este... esa vez pe-lió..."). Ocasionalmente, ambos bordones se usan agrupa-dos: "No.. . pos.. . este.. . no sabía qué hacer". O reite-rados: "entonces vino, y... este... este nadie quería...".No es usual en México la forma neutra esto, la cual sesiente como peculiar de los españoles.

3. Menos empleadas que las anteriores —aunque poseen4 He considerado el habla de 20 informantes incultos, analizada a tra-

vés de las transliteraciones reunidas en el volumen citado en la nota anterior, El recuento lo hice sobre los textos reunidos en dos páginas de cada encuesta,5 S ó l o u n o de Ios veinte considerados eludió esta muletil la, al menos e n e l

t e x t o d e l a b r e v e muest ra ana l i zada ,

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todavía notable vitalidad— son las formas entonces (40 tetimonios en mis muestras), bueno (38 apariciones) y ¿no? (56 casos). Por supuesto que los testimonios deentono considerados aquí son sólo aquellos en que la voz no de empeña su función adverbial propia (temporal) ni su fui ción continuativa; sólo aquellos en que pierde toda funció sintáctica específica y se convierte en verdadero bordór "...hacia la forma del tacón, atrás.Entonces... el acabar significa otra cosa ( . . . ) ése se l lama el banco. Entonces... agarro y le cepillo". Con frecuencia, presenta 12 formas apocopadas entóns, entón, entós y aun ton.. Por s parte, bueno suele emplearse al comienzo de la elocución "¿Qué opinas? —Bueno... es difícil saber qué..."; "—Bueno... yo les digo a mis hijos". Es propia de todos los nivele del habla. La forma interrogativa ¿no?, en cambio, aparee casi exclusivamente al fin de oración, como solicitud daquiescencia por parte del interlocutor: "...debe de dar sopinión... en qué va a trabajar ¿no?"; "La base principales el dinero ¿no?". Uso más puramente dubitativo, en cinterior de oración o período, muestra en casos como "Yle decía... ¿no?... que se aguantara... ¿no?... porque...'

4. También la muletilla interrogativa ¿verdad? (26 tetimonios) cumple esa función involucradora: "yo creo que hubiera sido muy distinta nuestra vida ¿verdad?". Pero otra veces es un simple bordón dubitativo: "No, pus creo ni papá también es de México, ¿verdá?"6. Algo menos usua todavía es la forma interrogativa ¿entiende? (18 aparicic nes): "y entonces nosotros... ¿entiende?... nos fuimos vivir con mi papá".

5. Con el verbo decir como núcleo se forman varias locociones que desempeñan la misma función de relleno encasos de vacilación expresiva. Las más comunes son:digamos (14 testimonios), digo (también 14), ya le digo (6) , como 1 digo (2) y, en forma interrogativa, ¿cómo le diré? (4), ¿cómo le dijera? (2) o ¿cómo le diría? (1): "Eso es... —digamos—.. algo indebido"; "Porque yo... —digo—... no me gustan6

Sin que conserve su finalidad interrogativa propiamente dicha, y queel interlocutor ignora por completo tal circunstancia; precisamente el encuestador había preguntado: "¿Y su papá nació aquí o también era de...?".

esas cosas"; "Y ya más tarde... —como le digo—... fuimosa...."; "Pero como mis... —¿cómo le diré?—.. el campode actividad mío era tan reducido...". En la misma líneaestán ¿cómo se llama? (2 casos) y como quien dice (1): "Porque si tú... —¿cómo se llama?—... renuncias, yo..."; "íbamos... —como quien dice—. .. espantados de...".6. Otros bordones algo menos frecuentes son fíjese, fíjese

usted, f í jate que (16 en total) , mire o mira (8) : "ibap'allá... —fíjese— por las tardes"; "y así lo.. —mira—...lo resolvió". También funcionan como refuerzo de afirma-ción o negación: "¡Fíjese que sí!"; "Fíjate que ahoritano". Aún en menor escala se usan ora verá(s), pongamos (equivalente de digamos), qué, a la vez (sin alusión nin-guna a simultaneidad) y, ya (carente de valor temporal) yalgún otro, de empleo ocasional, en casos como "no tenía...—ora verás—.. . pues remedio"; "hay un paso que sellama... —¿qué?—... El Calvario".

La acumulación de estas muletillas reduce aún más elpromedio de palabras conceptuales constitutivas de la ora-ción popular. He aquí algunos ejemplos arquetípicos: "(Delas alzas de los precios ¿qué es lo que más fuerte se le hahecho?) —Güeno, ps fíjese que los... pos los pasajes; por-que... mire: yo... este... digo" (p. 133; únicas palabrasútiles: los pasajes; y, tal vez, porque, iniciador de una ora-ción explicativa que no llega a enunciarse). "(Sus hijos ¿enqué trabajan?) —Mire, este... fíjese que yo, ahorita hetratado de... de acomodar, precisamente... Tengo dos hijos,¿no?, que pus no tienen trabajo" (el mismo informante delejemplo anterior). Una muestra más: "Bueno, pus ándale pues... Pues sí, fíjese, joven... Y entonces este... hice laprimera comunión, y entonces... este... pos... estuve otroaño más allí... Entonces... este... pues ya me regresé ami pueblo" (p. 66).

No son los bordones los únicos responsables del empo-

7 "Y a la vez él me dice.. ." (no simultáneamente con otro hablante, s ino r e s b ie n como equiva lente de ad emás , t amb i én ) ; " l e pongo hule , que es lo más barato a la vez".

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brecimiento léxico de la expresión popular (y aun cultaoral), sino que a ello contribuyen las frecuentes repeticio-nes de palabras, como recurso empleado para "rellenar"las vacilaciones y proporcionar al hablante el tiempo indis-pensable para ir construyendo mentalmente la elocución.Por lo general, las palabras repetidas suelen ser formas bre-ves (mono- o bisilábicas), como preposiciones, conjunciones,pronombres y artículos: "ya lo... lo encontraron"; "todosse.. . se echaban"; "tratan de... de hundirlo"; "a reconci-liar con... con la sociedad"; "que no... no saca uno ni..."; "y ¿qué... qué tienes?". No es rara la reiteración de dosunidades léxicas consecutivas: "y... se le... se le unta";"pus que la... que la busquen"; "que no se... no se ma-dure"; "ahora yo no... yo no tengo adonde ir". Pero claroestá que no faltan repeticiones de sintagmas mucho máscomplejos: "de allí a la... hacia la costura, hacia la costura"; "ese disco va dando vuelta —¿entiende?— va dando vuel-ta"; "Sí, es una cera... es una cera que se usa... una cera que se llama F". Particularmente frecuente es la reiteracióndel verbo decir en reproducciones de diálogos: "Dice: Estáunté soñando, dice"; "Dice... y dice: Yo quisiera —dice—que mi hija..."; "y yo digo: Mire, digo, no crea".

Otro procedimiento recubridor de vacilaciones consisteen el simple alargamiento de un fonema durante lapsos máso menos grandes, por lo general de dos segundos, seguidosde un silencio dubitativo: "la verdad es que y0000... no losé"; "vino yiiii... nos lo dio"; "pues n0000... diría yo eso"; "para que leeee... prestara su..."; "fue aaa... al lugar ese".

Relativamente frecuente es el empleo del fonema /e/ sinbase léxica: "Entonces... eeee... si le cobro barato..."; "los eeee... trepaban en los carros"; "entóns... eeee... sí". O un sonido nasal continuo, de mayor o menor duración: "Eso ya hace como... mmm... ya hace como diez o nueveaños".

Restringe también el contenido comunicativo de la ex-presión popular el elevado número de oraciones o de perío-dos inacabados. El fenómeno se debe, sobre todo, al hechode que a veces el hablante rectifica el tipo de construcciónsintáctica elegido inicialmente: "Toda su vida... ps se vinocomo (le la add de dieciocho años de su lado de ellos";

"Pero como yo no sa... nadie me lo había dicho"; "Dondeestaba la... donde ella vivía". Otras veces, la oración o elperíodo queda simplemente inconcluso, sin que haya recti-ficación de su esquema: "No, pus que estaba..."; "Y cadavez que yo tuve oportunidad.. ."; "O me voy o. . . o. . ."; "Esa mujer que tenía yo...". Este tipo de anomalía es unode los más frecuentes en el habla popular. Me limitaré atranscribir algunos ejemplos más. De rectificación en la es-tructura de la oración o del período: "Lo conocí en... Vi-víamos antes aquí, en Chimalistac... y allí lo conocí"; "asíes de que aquí se... pues ya prácticamente es casi de aquí";"Aquí, desgraciadamente, ya todo es... se hace uno la ilu-sión"; "Uno trabaja en... Uno es carnicero, otro es electri-cista". De oración inconclusa: "Pero fíjese que.. . noso-t ros . . . ; "Es lo mismo, porque la gente que ya sabe yconoce..."; "Pos yo quisiera que...".

Todas éstas parecen ser —de acuerdo con lo que las bre-ves muestras por mí analizadas revelan— las causas princi-pales y más comunes de la limitación conceptual peculiarde la expresión hablada inculta. Muchas de estas anomalíasson también propias de la lengua hablada culta, aunque sepresentan en ella en proporción menor que en el hablapopular. La diferencia es, pues, cuantitativa, más que cua-litativa. Sólo la lengua escrita culta, cuyo proceso de orga-nización mental no está sometido a las presiones impuestaspor la espontaneidad del diálogo, puede liberarse de talesanomalías expresivas. De ahí —al menos en parte— la ma-yor riqueza léxica de la oración peculiar de la expresiónculta —especialmente, la literaria-- y de ahí, consecuente-mente, el menor número de oraciones gramaticales queintegran los textos literarios de igual extensión que lasmuestras del habla popular estudiadas.

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COMPLEMENTOS Y ORACIONES COMPLEMENTA-RIAS EN EL HABLA CULTA DE MÉXICO

En el ensayo dedicado a estudiar algunas de las peculiari-dades sintácticas de la norma lingüística culta de varias ciu-dades americanas, apuntaba la conveniencia de tratar deexplicar por qué determinados períodos —adjetivos, obje-tivos, temporales, sujetivos y causales— parecen gozar deun alto índice de aparición en la expresión hispánica, entanto que otros —modales, locativos y cuantitativos, porejemplo— aparecen muy rara vez en el discurso oral. Consi-deraba que podría proporcionar resultados significativos laconfrontación de los porcentajes de aparición de las oracio-nes complementarias con los de los elementos o sintagmascomplementarios de función equivalentes.

Con el propósito de ir reuniendo datos que puedan con-tribuir a dar respuesta a esas inquietudes, hago en estas pá-ginas algunas comparaciones entre los diversos materialeslingüísticos que proporcionan varios textos representativosdel habla culta mexicana. Se trata, en esencia, de las mismasmuestras que sirvieron de base para el ensayo hecho entorno a la sintaxis oracional del habla culta y de la po-pular con alguna leve ampliación del texto. Su brevedadobliga, al igual que en casos anteriores, a tomar los resultadoscomo simples indicios más o menos sintomáticos.

El procedimiento ahora utilizado ha sido el siguiente: Hehecho un recuento de todas las funciones sintácticas com-1

Cf. "La estructura del halda en cuatro ciuades de Hispanoamérica", pp. 120-133.

C . "Gramática y aprendizaje de la lengua materna", en páginas an

plementarias3 que aparecían en las diez muestras conside-radas —dos por cada uno de los cinco informantes estu-diados—, advirtiendo si tales funciones eran desempeñadaspor una oración subordinada o por un elemento no oracio-nal (palabra o sintagma no predicativo). Los resultadosobtenidos se consignan, esquemáticamente, en el cuadrosiguiente:

3 Me sirvo aquí del término "complementario" en un sentido muy am-plio, ya que incluyo en él funciones nucleares, como la sujetiva y predi-cativa (en su forma nominal u oracional). Interprétese, pues, en el sen-tido de "constituyente de la oración simple que puede ser sustituido por toda una estructura oracional".

Sujetos de oración expresados en el texto.5 Excluyendo determinativos (artículos, demostrativos, etc)

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Se advierte, de inmediato, que hay ciertas funciones sin-tácticas con un alto índice de aparición. Ante todo, la su-jetiva (134 testimonios); y, en su seguimiento, la adjetiva (107), la objetiva (83) y la adnominal (70); después, enmenor número, la locativa, la temporal, la modal y la pre-dicativa (nominal). Pero dentro de esas funciones sintácti-cas cabe —y debe— hacerse una distinción básica: la queexiste entre funciones oracionales nucleares o primarias yfunciones estrictamente complementarias. De aquella partehabría que situar las funciones sujetiva y predicativa, sincuya presencia no se da la oración gramatical; y aun podríaañadirse a ellas la función objetiva, esencial —al menosdesde el punto de vista semántico, comunicativo— en mu-chas oraciones de verbo transitivo; y con la función obje-tiva, la de régimen prepositivo, que no es sino una varianteformal de aquélla. De la otra parte, las funciones verdade-6

Llama la atención esta total ausencia de relaciones concesivas. Tuve que ampliar mucho la lectura de los textos recopilados en el tomo sobre El habla [culta] de la ciudad de México hasta encontrar dos testimonios de oraciones concesivas, pero ni uno solo de sintagmas no oracionales con-cesivos. No parecen, pues, ser muy usuales expresiones del tipo "No obs-tante su cansancio, siguió trabajando"; el hablante parece preferir la construcción oracional, del tipo "Aunque estaba muy cansado, siguió tra-bajando". Claro que esta impresión habría que verificarla con testimonios mucho más abundantes.

ramente complementarias: adjetiva, temporal, locativa, mo-dal, causativa, adnominal, etc.

Dentro de esta división general, primaria, a las tres pri-meras funciones —sujetiva, predicativa y objetiva-prepositi-va— corresponde en mis breves textos un total de 260 tes-timonios (= 41.7% del total). Son, todas ellas, funcionessustantivas (propias del sustantivo morfológico y, a la vez,sustanciales). A las once restantes funciones consideradascorresponde sólo un total de 364 apariciones (= 58.3%).Estas cifras, no obstante su carácter relativo y provisional,permiten apreciar cuáles son las funciones esenciales queaparecen en el discurso y advertir que la lengua habladahace uso, muy mayoritariamente, de ellas, recurriendo a lasotras funciones, en verdad complementarias, sólo ocasional-mente. Cabe imaginar que la lengua literaria se sirva deestas últimas en mucha mayor proporción, en tanto quela lengua hablada se presenta casi desnuda de ellas, estruc-turada sólo con los elementos indispensables.

Por otra parte, el cuadro permite también advertir queesas funciones primarias están a cargo, casi exclusivamente,de palabras o sintagmas no oracionales; sólo las oracionesobjetivas alcanzan un porcentaje digno de tomarse en cuenta (14.5%, al cual podría añadirse el 8.3% de los períodosprepositivos), cosa que no sucede en el caso de las oracionessujetivas (4.5%) y aún menos en el de las predicativas (3.2%).

Más compleja se presenta la situación si atendemos alresto de los períodos considerados. En conjunto —o sea, sindistinguir entre oraciones y sintagmas complementarios—las funciones que muestran un relativamente alto prome-dio de apariciones son la adjetiva (107) y su afín la adno-minal (70), la locativa (43), la temporal, (37), la modal(33) y la cuantitativa (comparativa y consecutiva: 26)7. Perocon acusadas diferencias internas entre unas y otras. Enefecto, mientras que algunas de estas funciones suelen serdesempeñadas por palabras aisladas o sintagmas no oracio-nales, otras revelan una más equilibrada distribución. Así,en un extremo, las funciones cuantitativas atestiguadas en

7 Los esquemas comparables, en este último caso, serían del tipo "Tra-baja muchísimo" o "como una mula" o "tanto que se va a agotar",

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las muestras estudiadas (26 en total) están a cargo exclusivamente de complementos no predicativos; no se documenta en esas muestras ni una sola oración consecutiva o comparativa. En cambio, las especificaciones temporales se reparten más equilibradamente entre complementos no predicativos (62.2%) y oraciones subordinadas (37.8% . Equilibrio relativo muy similar parece darse en el caso de lascomplementaciones adjetivas: sintagmas no oracionales(63.5%) y oraciones gramaticales (36.5%) . Pero no sucedelo mismo en el caso —funcionalmente similar— de loscomplementos adnominales, representados por sustantivosen el 92.9% y por oraciones en sólo el 7.1%. Y aún es másacusada la desproporción en los casos de la complementa-ción locativa y de la modal, rara vez expresada por construcciones oracionales (4.6% y 6.1% respectivamente).Pero la situación cambia drásticamente cuando de rela-

ciones causativas se trata. La causa eficiente, la causa finaly la causa hipotéticas suelen expresarse, de manera abru-madora, por medio de oraciones gramaticales. En efecto,los textos analizados muestran un 72.7% de oraciones causales, un 80% de oraciones finales y un 100% de oracionescondicionales (en total, un promedio de 84.2% de oraciones causativas). Y hay que tener, además, en cuenta que muchos de los complementos causativos están formados, enrealidad, por elementos prooracionales. En efecto, un complemento causal del tipo por eso en expresiones como "Poreso no fui" está constituido por un elemento prooracional,eso, que implica una oración gramatical expresada con anter ior idad (como "No hubiera s ido bien recibido" , porejemplo).Cabría preguntarte a qué razones se debe lo exiguo del

porcentaje de oraciones modales' y locativas (y, más aún,

8 Así como, al parecer, la causa contraria o concesión; cf. lo dicho en la nota 6.9

Como pudimos advertir en el ensayo dedicado a confrontar la estruc-tura de la cláusula literaria y de la oral, una de las pocas ocasiones en que el habla culta se apartaba de la lengua escrita para coincidir con el habla popular era precisamente en el caso de las oraciones modales, las cuales alcanzan en la literatura un porcentaje del 5%, en tanto que en el habla culta sólo a s c e n d í a n a l 1 % y en el habla popular al 0.9%. ¿Cabría

cuantitativas) en la cadena hablada. No obedece, evidentemente, a un posible desinterés de los hablantes por estas determinaciones de lugar, modo o cantidad, ya que el índice de aparición de complementos de tal naturaleza no es pequeño: 41 especificaciones locativas, 31 modales y 26 cuantitativas. Mucho menor es el número de determinaciones causales (11 en total), finales (10) y condicionales (8), de manera que no cabe pensar que las determinaciones circunstanciales carezcan de interés para los hablantes. Se trata, al parecer, de una diferencia estructural de la sintaxis española: las complementaciones causativas suelen expresarsemediante sintagmas oracionales, en tanto que las especificaciones circunstanciales suelen expresarse por medio de sintagmas no oracionales, salvo en el caso de la complementación temporal, en que se establece un mejor equilibrio entre ambas formas de expresión, según líneas antes advertía.Por otra parte, imaginaba que el análisis de las formascomplementarias, en sí mismas, podría revelar peculiaridades de algún interés. Lamentablemente, la brevedad de los textos considerados —no obstante que en este particular los he ampliado un tanto— impide una vez más llegar a resultados definitivos. Sin embargo, esos textos permiten hacer algunas observaciones generales.En primer lugar, la relativa a la frecuencia con que lasdeterminaciones temporales de diversa naturaleza se acumulan, yuxtaponiéndose unas a otras, en un mismo pasajecomunicativo. Como en el texto siguiente, en el que la determinación del tiempo se establece con toda precisión mediante el encadenamiento de un adverbio, una locución temporal y una oración subordinada: "Ayer por la tarde cuando regresé a casa, recordé que...". Acumulaciones de este tipo no son frecuentes en el caso de los complementos adverbiales de las otras clases; sólo en las determinaciones locativas suele producirse, en el habla mexicana al menos, una yuxtaposición semejante —de naturaleza apositiva—entre el adverbio aquí y el complemento locativo particularimaginar, por ello, que los períodos modales scan una forma muy culta o "intelectual" de nuestra sintaxis oracional?

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de que se trate en cada caso: "Aquí, en México, pensamos de otra manera"; "porque aquí, en el Canal 13, sólo informa-mos de...".

Es, en verdad, notable el interés de los hablantes por pre-cisar con exactitud el momento de la acción. La determi-nación general del tiempo corre ya a cargo de las diversasformas temporales del verbo. Pero ello no es suficiente para los hablantes: la lengua les proporciona una rica gama de .adverbios temporales que permiten precisar mejor el mo-mento del pasado, del presente o del futuro en que se sitúa la acción principal. Mas no basta: se dispone también de una larga serie de sintagmas temporales, más o menos complejos, que determinan con mayor exactitud el momento de la acción. Lo cual no es óbice para que los hablantes recurran aún al empleo de oraciones temporales de significación muy específica. En "Iré mañana por la tarde apenas salga de clase", la forma verbal iré sitúa ya la acción en el futuro, cuya infinita dimensión queda estrechamente reducida dentro de los límites del mañana particular y concreto; la locución temporal por la tarde precisa y reduce aún más esos límites, que quedan finalmente constreñidos al momento preciso de salir de clase. No quisiera arriesgar aquí ningún comentario psicolingüístico sobre la posible transcendencia que la temporalidad tiene para la vida y el espíritu humanos... Pero bien podría correrse el riesgo, a la vista de esas frecuentes acumulaciones de complementos temporales en la expresión hispánica (o acaso general).

El rápido análisis que he hecho de los complementos ad-verbiales —temporales, locativos, modales y cuantitativos—que figuran en mis breves textos permite también aventurar algunas cuantas observaciones. Llama la atención, ante todo, su gran variedad. La cual torna difícil todo intento de sistematización precisa. Dificultad que agrava la mismabrevedad de los textos considerados. Sería necesario aumentar considerablemente la amplitud de la muestra para tratar de llegar a resultados firmes y seguros, Me limitaré, pues, a hacer esas consideraciones generales que anunciaba.

El morfema temporal que ha aparecido con mayor frecuencia en el corpus estudiado ha sido entonces. No atiendo,en mis estadísticas, como es lógico, a su función ilativa, es

decir, a su empleo como nexo copulativo entre cláusulas10,función que es también frecuente en el habla culta mexi-cana. Como morfema temporal, entonces tiene normalmente funcional pronominal o prooracional; esto es, implica oreproduce una determinación temporal expresada anterior-mente por un sintagma complementario no oracional o portoda una oración gramatical. Lo primero sucede en casoscomo "y llegó a la medianoche. Entonces tenía yo muchosueño como para..."; lo segundo, en casos como "Vivimos allí hasta que se murió mi mamá. Entonces mi papá decidió traernos a México", donde entonces equivale —prooracionalmente— a la oración subordinada temporal cuando murió mamá. Lo mismo sucede en "...se fue a trabajar a Estados Unidos. Desdeentonces no lo he vuelto a ver"11. Normalmente —como se ve en los ejemplos anteriores —el empleo. referencial de entonces es anafórico: "Regresando, entonces ya empecé a hacer mi tesis"; pero no faltan ejemplos. de uso catafórico: "Entonces,ya que me había iniciado, compré libros en inglés".Otros adverbios temporales reunidos con relativa frecuencia en

los breves textos analizados son ya, nunca, siempre,. luego ydespués. Las únicas locuciones temporales que se repiten con cierta regularidad en ellos son las formadas en torno al sustantivo año ("en el año de 1965", "el año pasado", "desde el año de 1925", "en los años futuros", e tc . ) y , en menor medida , en torno a t iempo ("es tuvo poco tiempo allí", "trabajó en los Estados Unidos mucho tiempo") y en torno a rato ("volvió al rato", "fui un ratito"). Los demás complementos temporales, dada su gran. variedad y lo esporádico de su aparición en las muestras, se resisten a toda clasificación proporcional12. Anotaré, por último, la escasez de adverbios temporales en -mente: en mis

10 Me refiero a construcciones del tipo "No fuimos porque estábamos mucho muy cansados. Entonces, pensamos que..."11 Entonces = "desde que se fue a los Estados Unidos".

12 Aisladamente han aparecido locuciones como "en ese momento" o "en cl momento de su l legada", "a la hora de la tesis" y "a la hora de las "cachetadas", "varios meses", "e l otro día" , "antier" , "una semana después" y otros 414 unity diversa naturaleza.

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textos sólo he podido espigar un aislado inmediatamente13.

Más heterogénea es todavía la estructura de las complementaciones locativas. Más abundantes aún que las temporales (no oracionales), son de muy diversa naturaleza14; sólo un esquema o molde —no una locución fi ja y concreta— alcanza incidencia notable: la que se organiza en torno a algún topónimo. Así, "estuve en Nueva York", "vive en Guadalajara", "va a Cuernavaca", "en México", "en Estados Unidos", etc. Del total de especificaciones locativas espigadas en mis trasliteraciones del habla culta, casi el 50% corresponden a esta clase representada por un nombre de lugar. En cambio, los adverbios locativos propiamente dichos son muy escasos. El único que muestra vitalidad apreciable es aquí, frecuentemente empleado de manera catafórica en relación con el nombre del lugar: "Pues aquí, en México, ha subido mucho la vida"15. Además de aquí, sólo he documentado, aisladamente, ahí y afuera.

En lo que a las determinaciones modales respecta, las únicas observaciones que las muestras estudiadas me permiten hacer son de carácter muy general. Ante todo, el hecho de que, a diferencia de lo que sucede en el caso de los complementos temporales, la gran mayoría de las determinaciones modales corren a cargo de adverbios en -mente (vulgarmente, aproximadamente, dinámicamente, exclusivamente, realmente, espiritualmente, generalmente, predominantemente, únicamente16, buenamente). Más del 70% de los complementos modales reunidos están representados por adverbios en -mente. En cambio, los únicos adverbios modales orgánicos que he hallado en mis textos han sido así, bien, mal, y la locución adverbial de repente. En verdad escasos son los sintagmas modales extensos, como el emplea-

13 Y ello, en un hablante muy culto y muy esmerado en su expresión. Lo habitual, con esta función, sería en seguida o luego (sobre todo, en forma reiterativa: "Hazlo luego luego").

14 Tan variables, semánticamente, como "trabaja en el Banco de Méxi-co", "voy a su casa", "al aeropuerto" , "está en la parte de atrás", "en las cercanías del sol", "en esa terraza", "en aquellas regiones", etc.

15 Cf. lo anotado antes, pp. 171-172.15 En una ocasión, dentro de la locución enfática fija "única y exclu-

sivamente". Habría que estudiar la real vitalidad de estas acumulaciones adverbiales en el discurso.

do por uno de los más cultos de mis informantes: "la únicaforma de que... una estrella llegue a serlo es única y exclu-sivamente mediante el proceso de contracción de una nubede material interestelar". Lo cual, como antes vimos, no esnada raro en el caso de las determinaciones temporales.

Finalmente, poco permiten decir los materiales lingüís-ticos ahora estudiados en torno a los complementos cuanti-tativos. Lo más notable e importante queda anotado enpáginas anteriores: la ausencia de oraciones comparativas y consecutivas en mis muestras. Cabe añadir algunas brevesanotaciones, todas ellas esperables: Que las formas cuantita-tivas o intensivas que más han aparecido son muy, mucho, poco, bastante y algo. Que los superlativos orgánicos pare-cen ser poco usuales: "una cantidad bajísima". Que aúnson más escasos los adverbios en -mente con significadointensivo: "es extraordinariamente joven". Que tanto seusa con relativa frecuencia como adverbio o adjetivo inten-sivo: "me querían tanto" (= mucho); "encontré tanta ama-bilidad en ellos". Y que también más aparece con esa fun-ción: "Es más tonto" (= muy).

Supongo que, dentro de esta distribución general de lasdiversas formas complementarias, podrán hallarse acusadasdiferencias entre la expresión de unos y otros hablantes, deacuerdo con condicionamientos socioculturales, con deter-minaciones de situación y estilo, y aun con preferenciasindividuales. No he tratado aquí sino de vislumbrar loslineamientos más generales y detectar algunos posibles in-dicios de rutas promisorias.

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3. "La estructura del discurso en cinco escritores mexi-canos":

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4. "La estructura de la cláusula en el habla y en la lite-ratura: Anuario de Letras, XVII (1979), pp. 97-112.

5. "La estructura del habla culta en Puerto Rico y enMéxico":

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6. "La estructura del habla culta en cuatro ciudades deHispanoamérica":

Actas del II Simposio de Lengua Espa-ñola. Las Palmas de Gran Canaria, 1981.

7. "La estructura de la cláusula en dos obras medievales": Actas

del VII Congreso de la Asociación Internacional de-Hispanistas, Roma, Bulzoni, 1982, pp. 699-706.

8. "Una nota sobre el estilo de Quevedo": Thesis, U.N.A.M., 10 (1981), pp. 46-50.

9. "La estructura sintáctica del discurso en las Cartas de Diego de Ordaz": Homenaje a Alvaro Galmés de Fuen¬tes, Universidad de Oviedo.

10. "Complementos y

oraciones complementarias en elhabla culta de

México": Actas del VI Congreso de la Aso-iación

de Linguística y Filología de la

América Latina,Phoenix, sept. de 1981.

11. "Anomalías en el habla popular de México": Homenaje¬ a Ana María Barrenechea.

Page 95: Analisis Gramatical Del Discurso

ÍNDICE

Advertencia 7..............................................................................................

Primera Parte: Metodología 9.................................................................

1. Delimitación previa de las unidades sintácticas usadas 132. La oración gramatical 16.....................................................................3. La frase 284. La prooración 30...................................................................................5. El período 34.........................................................................................6. La oración compuesta 45.....................................................................7. La cláusula ................................................................... . 508. La unidad fundamental de la gramática . . . . . 55

Segunda Parte: Estudios 61......................................................................

Notas sobre las unidades sintácticas del discurso . . 63......................Gramática y aprendizaje de la lengua materna . . . 72.........................La estructura del discurso en cinco escritores mexicanos 100.........La estructura de la cláusula en el habla y en la literatura 107La estructura del habla culta en Puerto Rico y en México 114La estructura del habla en cuatro ciudades de Hispanoa-

mérica 120'La estructura de la cláusula en dos obras medievales . . 134Una nota sobre el estilo de Quevedo . . . . . . 140...............................,a estructura sintáctica del discurso en las Cartas de

Diego de Ordaz 149..............................................................................Anomalías en el habla popular de México . . . . 159..........................complementos y oraciones complementarias en el habla

culta de México 166.............................................................................Referencias bibliográficas 177..............................................................Procedencia de los estudios . . . . . . . 183