trabajo de expertos
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Alba Del Puerto Corroto
Elena María Gómez Sobrino
Carolina De la Plaza Rodríguez
Virginia Solana Montero
Mario Peces Ruiz
Celia González Carrasco
LA ESCUELA DE
LA ALEGRÍA
VASIL SUJORNLINSKI Y ANTONIO GRAMSCI
ASIGNATURA: TENDENCIAS CONTEMPORÁNEAS DE EDUCACIÓN Profesor: Daniel Rodríguez Arenas Facultad: Universidad de Castilla – La Mancha, Campus de Toledo, Facultad de Educación Curso: 2º Grado Educación Primaria “A”
1
ÍNDICE
Vasil Sujornlinski
2
La escuela de la Alegría
3
Antonio Gramsci
5
2
SUJOMLINSKI
Se considera a Vasil Sujornlinski (1918-1970) el gran pedagogo del comunismo
soviético del siglo XX. Tras haber finalizado sus estudios de magisterio, participó en la
Segunda Guerra Mundial, donde su mujer resultó muerta, este hecho marcó su odio
hacia el fascismo.
Sujomlinski, en el año 1947, tomó la dirección de la escuela de Pavlísh, en
Ucrania. Gracias a él, ésta se hizo famosa y pudo compaginar su actividad docente con
la elaboración de su obra pedagógica. Así, transcurren más de veinte años de su vida
dedicados plenamente a la infancia.
Desde su escuela, fue capaz de orientar desde una perspectiva personal parte
del pensamiento pedagógico soviético.
Sujomlinski no elaboró un libro que resumiera todos sus pensamientos si no
que sus ideas se encuentran dispersas entre las páginas de 30 libros y 500 artículos.
Éste se basaba en determinadas características de la Escuela Nueva occidental (el
paidocentrismo y el idealismo) que las combinaba con los principios de la educación
socialista. Puede entenderse el éxito que tuvo su pensamiento porque halló una vía
intermedia entre los dos sistemas antitéticos, el individualista burgués de la Escuela
Nueva y el hombre nuevo marxista centrado en el grupo y en la comunidad.
3
LA ESCUELA DE LA ALEGRÍA LIGADA AL PENSAMIENTO DE
SUJOMLINSKI.
La escuela de Sujomlinski recibía esta denominación debido a que la alegría, la
felicidad y la libertad se convierten en su base pedagógica.
Su principal preocupación era desarrollar todas las potencialidades del ser
humano.
La enseñanza debía basarse en la felicidad y en la alegría infantil porque un
niño preocupado o triste no está en condiciones de aprender. Los niños aprendían
jugando y paseando en ambientes preparados para ellos. Con sus alumnos construía lo
que denominaban “gruta del ensueño” para refugiarse los días de invierno, allí se
imaginaban historias, las escribían, las dibujaban y hacían también poesías.
Los planteamientos educativos que Sujomlinski plantea nos recuerdan a “la
casa de la alegría” de los pedagogos renacentistas, sólo que él pretende educar a
través de la alegría, la actividad y el juego y no se dedica solamente a los más
pequeños, sino también a los adolescentes. También incluye el rigor y la exigencia que
es necesaria para que los alumnos adquirieran los conocimientos y las habilidades
previstas en su aprendizaje.
Creó los “campos de tensión” que eran ambientes adecuados de actividad y
trabajo. Además, cualquier cosa que se plantease, se podía llevar a la práctica en una
atmósfera de alegría en la que no era necesario las órdenes y los mandatos porque los
propios niños eran los que estudiaban e investigaban para alcanzar el objetivo
propuesto. El niño era feliz con los proyectos que se le presentaban, mientras realizaba
los trabajos necesarios y conseguía los objetivos que se proponía.
Como resultado de de estos campos de tensión se creaba un ambiente
adecuado para que los niños estudiasen voluntariamente, se dieran cuenta de que era
necesario hacerlo y lo hicieran además, de una forma espontánea.
La pedagogía de Sujomlinski defiende la necesidad de desarrollar todas las
posibilidades del educando en un ambiente colectivo de trabajo, cuyo planteamiento
es obtener objetivos beneficiosos para la comunidad, es decir, para el grupo y su
personalismo se consigue gracias al esfuerzo y los estímulos que proceden de él.
El primer paso por parte de la escuela no tenía por escenario las aulas sino la
naturaleza. Se recibía a los más pequeños en su primer día de clase conduciéndolos
hacia el jardín.
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Él trataba de despertar emocionalmente la razón, es decir, quería enseñar al
niño a pensar. Pretende despertar la mente infantil, dirigiéndola hacia el sentimiento y
dirigir éste directamente a la mente. Su recurso planteado para la realización de esta
tarea es acudir a la sensibilidad del niño.
Él admitía que: "La enseñanza de sus alumnos no consistiría en "empollar", sino
en sumergirse en esa desbordante vida intelectual que trascurre en el mundo de los
juegos, de los cuentos, de la belleza, de la música, de la fantasía, de la creación"
Las calificaciones en la escuela de Pavlish recompensaban la laboriosidad y no se
encargaban de castigar la pereza. Así mismo, evitaba las actividades competitivas que
pudieran humillar a los menos capaces y se mostraba partidario de la gimnasia, la
emulación de la belleza y la armonía de los movimientos.
Todo el trabajo de Sujomlinski está basado en la fe en el niño, en su capacidad.
En su metodología se trata de inculcar en los niños el afán por el estudio, cómo
enseñar a trabajar, cómo despertar el deseo de ser una buena persona.
Otro aspecto fundamental en su pedagogía es inculcar amor a todo tipo de
trabajo a través de la teoría de la educación de la laboriosidad. Los alumnos debían
dedicarse al trabajo que reportase beneficios pedagógicos en actividades asociadas al
pensamiento y a la creación. No se trataba de hacer cualquier trabajo, sino aquellas
actividades manuales y mentales que interesaran al alumno y que le permitieran
demostrarse a sí mismo que valía.
Sujomlinski pensaba que antes de educar hay que hacer al niño educable sin
rendirse ante las dificultades de su aprendizaje y para conseguirlo se basaba en lo que
denominaba la educación del sentido de la belleza que se atesora en la naturaleza, en
los libros y en los demás. Debido a este planteamiento, empezaba la educación y la
enseñanza de los más pequeños incorporándolos a la escuela por el jardín. Para
introducir al niño en el mundo de la bondad utilizaba los cuentos y pedía a las madres
que también contaran cuentos a sus hijos y tras el cuento venía la lectura de libros
escogidos para los que el educador ruso creó la “estancia del pensamiento” que
contenía los que consideraba los 300 mejores libros de la biblioteca mundial.
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ANTONIO GRAMSCI
Antonio Gramsci, italiano, (1891-1937) es uno de los pensadores marxistas. Se
dedicó fundamentalmente a la actividad política y periodística como militante primero
del partido socialista y luego del comunista, del que fue uno de sus fundadores.
Sus reflexiones sobre la cultura y el papel de los intelectuales en la sociedad y
en la educación se derivan de las difíciles y duras condiciones de vida que le llevaron
así a definir la pedagogía del esfuerzo, el principio de la autodisciplina como elemento
pedagógico fundamental.
Su interés por la pedagogía tiene un origen personal (preocupación por la
educación de sus hijos) y otro de preocupación social (su conocimiento de la crisis
social, política y educativa de su época)
Para él el socialismo debe impedir que la cultura sea un privilegio de las clases
dominantes, pues debe estar fundamentada sobre igualdad de los hombres.
Gramsci concibe la cultura como la concepción coherente y unitaria de la vida del
hombre, de la cultura como apropiación del yo y como camino de liberación.
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Para Gramsci todos los hombres son intelectuales, pero no todos los hombres
tienen la función de intelectuales en la sociedad. El intelectual del nuevo humanismo
socialista deberá ser un dirigente que se inmiscuye en la vida práctica como
organizador y no como orador. Debe estar junto al pueblo, sentir, comprender,
explicar y justificar sus pasión es, relacionándolas dialécticamente con una concepción
científica del mundo. Su función debe ser dirigente, formar un bloque histórico entre
masas e intelectuales, en el que estos últimos elaboran y dan coherencia a las
concepciones y problemas que las masas plantean en su actividad práctica.
Para él el hombre un reflejo de la sociedad.
Gramsci se muestra contrario en la educación tanto al liberalismo, basado en el
espontaneísmo, como al autoritarismo defendiendo así una posición intermedia entre
la disciplina rígida y el espontaneísmo. Su propuesta incluye la exigencia marxista de la
polivalencia, de la omnilateralidad y del desarrollo integral y la que entiende como
necesaria disciplina, similar a la "disciplina consciente" de Lenin que imponga hábitos,
normas y ciertas limitaciones a la libertad individual.
El papel del maestro se ilustra como el representante de la conciencia crítica de
la sociedad que asume el papel de mediador entre la sociedad general y la comunidad
educativa.
Se muestra partidario de una escuela única obligatoria que permita a los
estudiantes formarse como personas y aprender a pensar, estudiar y dirigir. Esta
escuela única tendrá dos fases:
1. Una de carácter humanístico, formativa y de carácter general en la que se armonizarán el trabajo intelectual y el manual.
2. Se desarrollarán los valores fundamentales del humanismo, la autodisciplina intelectual y la autonomía moral que se necesita para la posterior especialización científica, técnica o productiva.
Esta escuela única debe reunir una serie de características: desinteresada en la
que se dé al niño la posibilidad de formarse, de hacerse hombre, de adquirir los
criterios generales válidos para el desenvolvimiento del carácter, humanística, que no
hipoteque el porvenir del niño y fuerce a su voluntad, a su inteligencia y a su
conciencia. Una escuela de libertad y de libre iniciativa y no una escuela de esclavitud y
mecanicidad.
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Para Gramsci el trabajo es un componente de la enseñanza, un momento
educativo del proceso autónomo de educación.
Su pensamiento gira en torno a que todos los hombres deben unirse para
luchar contra el capitalismo, ya que piensa que este es origen de las diferencias
sociales entre unos y otros y los problemas que existen en la sociedad.
Pretende hacer desaparecer la fuente de los problemas, el capitalismo, a través
de la cultura; cultura que se enseñará en la escuela.
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