1 las cuatro estaciones (iogalaselva)

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Spiritual

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No hace de ello demasiado tiempo, en cierto pueblo de cierto país había un hombre que tenía cuatro hijos. Este hombre quería enseñar a sus hijos a no juzgar nada de forma precipitada. Por ello, estableció un turno y envió a cada uno de sus cuatro hijos a ver un árbol frutal que se encontraba ciertamente distante.

El hijo mayor fue en invierno...

...mientras que el segundo en edad

fue en primavera.

Cuando llegó el verano, fue el tercer hijo el que se desplazó a ver el

árbol...

...y, por fin, en otoño, fue el menor de los hijos

el que hizo su viaje en pos del frutal.

Una vez hubieron vuelto todos, el padre los convocó y les pidió que le

describieran el árbol.

El primer hijo mencionó que el árbol era horroroso y que estaba doblado y

retorcido.

El segundo hijo dijo que no, que estaba

cubierto de brotes verdes y lleno de promesas.

El tercer hijo no estuvo de

acuerdo con lo que habían dicho sus hermanos

mayores y dijo que estaba cargado de flores y que

tenía un aroma muy

dulce; que era hermoso y lleno de gracia.

Cuando intervino el último de los hermanos dijo que ninguno de sus

hermanos tenía razón y que el frutal estaba lleno de vida y cargado de frutos que en poco tiempo se marchitarían si

no eran recogidos.

Entonces intervino el padre que dijo a sus hijos que no se debe juzgar un árbol con sólo verlo en una estación

y que la esencia de lo que es, el placer, el regocijo y el amor que viene con la vida pueden ser sólo medidos al final cuando todas las

estaciones han pasado y que lo mismo se puede decir de las

personas.

Si os dais por vencidos en invierno, habréis perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y

la satisfacción del otoño por la misión cumplida.

Moraleja:

No dejes que el dolor de alguna estación destruya la dicha del resto.

No juzgues la vida por sólo una estación difícil.

Persevera a través de las dificultades y malas rachas. Mejores tiempos vendrán.

No olvidemos que después de cada noche llega un nuevo día lleno de luz.

No olvidemos que la noche más larga nunca es eterna.

Cuento de autor desconocido

Presentación: José Luis Jiménez

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