abolicionismo. de que se trata

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  • 7/25/2019 Abolicionismo. De que Se Trata.

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    :: portada:: Argentina::

    22-03-2012Resea histrica 1968-2012

    De qu hablamos cuando hablamos de abolicionismo penal?Maximiliano E. PostayRebelin

    I.

    No sera desacertado decir que en los "sesenta" la concrecin de ciertas utopaspareci estar mscerca que de costumbre. El "fin de la historia" no haba sido an ni remotamente predicho. Frasescomo "la imaginacin al poder", "hagamos el amor y no la guerra" o "seamos realistas, exijamos lo

    imposible" sobrevolaban el ambiente en cada uno de los rincones del planeta, desde Tierra delFuego hasta Alaska y desde Centroamrica hasta Vietnam, Camboya o China.

    La familia y los hogares cambiaron sus hbitos y fisonomas drsticamente,2la mujer empez aatreverse a participar en cuestiones otrora emparentadas nicamente al sexo masculino, ladiversidad sexual comenz tmidamente -y no tanto- a dejar de ser vista como un peligroso tab; yno obstante la aptica ceguera de las autoridades de los pases dominantes un importante sectorde la sociedad empez a darse cuenta que capitalistasy comunistas no eran demasiado diferentesy que alinearse a unos u otros supona, inevitablemente, la inminente prdida de la libertad deobrar y pensar.

    La sdica y para nada sutil dictadura estalinista y la hipcrita doble moral capitalista -"pan y circo",banalizacin, frivolidad, imposicin permanente de pseudo necesidades,3y utilizacin sistemticade lo que Guy de Bord denominara alguna vez dominacin espectacular4- quedaron hermanadasimprevistamente como destino comn de la crtica despiadada de tericos de las ms diversasprocedencias,5movimientos sociales -cada vez ms fuertes y organizados, principalmente enLatinoamrica-6y sectores sociales pluriformes, de relativa influencia, tal es el caso de losestudiantes,7las minoras raciales,8el proletariado disidente,9etc.

    Acercarse al otro y generar un lazo humanoen esencia y existencia era -para muchos- la mejormanera de cuestionar el aparato burocrtico que pro-soviticos y pro-estadounidensesreverenciaban idlicamente. Lo burocrtico se asoci a lo anti-humano. La estructura de poder a lasmquinas y la relacin entre elpoder y el no poder a la cosificacin de los sujetos.

    Lo pequeo es bello. Lo cercano, lo prximo. Mirarse a la cara y construir espacios de debate ydiscusin, sin intermediarios que poco saben acerca de nuestras realidades individuales. En estetan pero tan particular contexto nace en la pennsula escandinava el abolicionismo penalcontemporneo.

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    II.

    Influenciados por los movimientos abolicionistas de la esclavitudque desde fines del siglo XVIII y

    durante todo el siglo XIX haban constituido un maravilloso antecedente de transformacin social apartir de la erradicacin definitiva de una prctica de poder determinada;10desde Noruega, Suecia,Finlandia y Dinamarca un grupo de organizaciones sociales integradas por intelectuales,estudiantes, presos, ex presos, familiares de personas privadas de la libertad y vctimas de lo quecomnmente suele denominarse "delitos" empezaron a hilvanar como posibilidad cierta la hiptesisfctica de un mundo donde hombres y mujeres pudieran resolver sus problemticas cotidianas sinnecesidad de recurrir al sistema penal.

    La primera de las organizaciones escandinavas en ser fundada fue KRUM (Asociacin NacionalSueca para la Reforma Penal) en Estocolmo, Suecia, en 1966.11Mejorar las condiciones carcelarias

    de los detenidos en las penitenciaras suecas; generar vas idneas de contacto entre el exterior yla vida intra-muros; y, desde el punto de vista poltico, constituirse en un grupo de presin-siempreincmodo para las autoridades de turno- fueron desde un principio sus tres objetivos mstrascendentes. De todas maneras, y so pena de su carcter inocultablemente crtico, desde elpunto de vista conceptual KRUM nunca pudo separarse de la archi cuestionada tesis del"tratamiento penitenciario" lo que le supuso objeciones incluso provenientes de otros sectores delabolicionismo penal escandinavo.12

    Un ao ms tarde fueron creadas KRIM en Dinamarca (Asociacin para una Humana PolticaCriminal) y KRIM (Asociacin de Prisioneros) y el Movimiento Noviembreen Finlandia, siendo sta

    ltima la ms intrascendente y fugaz de las organizaciones mencionadas, ya que materialmentedej de existir en 1971.13

    Finalmente durante la primavera de 1968, en Oslo, Noruega, fue fundada KROM (AsociacinNoruega para la Reforma Penal),paradigma referencialterico-prctico por excelencia delanti-punitivismo.14Desde all se formularon, reformularon y debatieron las ideas centrales delabolicionismo penal contemporneo que aos ms tarde erigiran a esta lnea de pensamiento enun movimiento ideolgico-social discutido no slo en la Pennsula Escandinava, sino tambin en elresto de Europa y buena parte del mundo occidental, como bastin fundacional de lo que entrminos ms amplios suele denominarse "Criminologa Crtica".15

    III.

    Desde el punto de vista individual la figura ms destacada del abolicionismo penal escandinavo esThomas Mathiesen, Doctor en Filosofa y profesor de Sociologa del Derecho en el Instituto deSociologa del Derecho de la Universidad de Oslo desde 1972 hasta la actualidad.

    Definido por muchos como el estrategadel abolicionismo penal Thomas Mathiesen es el autor de la

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    primera gran obra abolicionista: The politics of abolition. Publicado en 1974, simultneamente ennoruego e ingls -y jams traducido al espaol- este libro, de obligatoria lectura si de desentraarla filosofa y la praxis no punitiva contempornea se trata, resume en poco ms de doscientaspginas la historia, objetivos, actividades y proyectos de KROM, destacando enfticamente laimportancia tctica de la generacin permanente de reformas negativasque tiendan a reducir en

    forma progresiva el rea de influencia del sistema penal, sin que esto signifique, de modo alguno,su eventual legitimacin.

    Este camino inacabadoe inacabable debe tener como objetivo final la abolicin total del sistemapenal, pero no por ello debemos dejar que la ansiedad y la desesperacin nos jueguen una malapasada. Muchas veces apresurar el trnsito hacia un determinado ideal termina atentando contrasu concrecin. Un paso en falso o una mala decisin poltica pueden tirar por la borda, en un abrir ycerrar de ojos, todo lo que con muchsimo esfuerzo, tiempo y voluntad pudo haber sido construidohasta entonces. Previo a cualquier revolucin, hay etapas que cumplir con paciencia y calma.

    "En la prctica, todo hombre, que no sea l mismo un doctor Pangloss, y todo movimiento socialestn sometidos a las presiones tanto del reformismo como del nimo revolucionario, y ello con unaintensidad que vara con el tiempo. Salvo en los escasos momentos que preceden inmediatamentea crisis y revoluciones profundas, o durante ellas, los ms extremistas de los revolucionariosnecesitan una poltica acerca del mundo existente en que se ven obligados a vivir. Si quierenhacerlo ms llevadero mientras preparan una revolucin, o an si es que quieren prepararlaeficazmente, necesitan tambin ser reformistas, como no estn dispuestos a abandonar el mundopor las buenas, construyendo algn Sin comunista en el desierto o en la pradera, o -como hacenmuchas organizaciones religiosas- a transferir sus esperanzas todas al ms all, sin ms propsitoque el de atravesar este valle de lgrimas sin quejarse hasta que llegue la muerte liberadora. (En

    cuyo caso dejan de ser revolucionarios o reformistas y se vuelven conservadores)".1617

    Por otro lado, vale destacarse, no es lo mismo reformar en sentido positivo, es decir intentandomejorar el objetode la reforma para como consecuencia de ello concluir voluntaria oinvoluntariamente en su legitimacin y/o reivindicacin; que reformar en sentido negativo, con elpropsito de achicar, debilitar y/o acortar aquello que pretendemos erradicar. La reforma comomediodifiere notablemente de la reforma como fin.

    Dicho desde un ejemplo relacionado al sistema penal, no es lo mismo construir crceles conhabitaciones cinco estrellaspara que los presos estn ms cmodos y puedan mirar televisin enLCDs de 42 pulgadas, que generar unplan de descriminalizacin progresivade ciertas conductastipificadas como "delitos" en el Cdigo Penal vigente en un determinado espacio territorial. No es lomismo intentar reducir la rbita operacional del sistema penal porque creemos que el poderpunitivo debe presentarse slo como alternativa ltima y en casos excepcionales, que intentarreducirla con el objetivo de acercarnos paulatinamente a su definitiva desaparicin.

    IV.

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    Paralelamente a lo realizado por Thomas Mathiesen, merece ser resaltada la labor de otro histricoabolicionista penal noruego: Nils Christie -profesor de criminologa en la Universidad de Oslo desde1966, autor de obras tales como Los lmites del dolor,18La industria del Control del Delito19y UnaSensata Cantidad de delito-.20

    Para l la tendencia del sistema penal a cuantificar el sufrimiento de los seres humanos recurriendoa inaceptables tablas aritmticas normativizadas en voluminosos cdigos penales o leyescomplementarias y la peculiar costumbre de ciertos autores y/u operarios del aparato represivo delEstado a describir la historia del sistema penal "como una serie de etapas en progreso", olvidandotendenciosamente que resulta imposible dictaminar y/o comprobar el mayor sufrimientode losazotados en plazas pblicas en comparacin con lo padecido por los "afortunados" clientesde lapenitenciara moderna son elementos harto cuestionables.

    Asimismo, con destacada precisin, Christie fue el primero en alertar sobre el brutal crecimiento dela industria carcelaria en pleno auge del modelo poltico-econmico neoliberal, a travs de laprivatizacin de la administracin de las crceles y las fuerzas de seguridad21y la multiplicacin dela cantidad de empresas dedicadas a la construccin de unidades carcelarias y produccin deequipamiento para crceles,22principalmente en los Estados Unidos, pero con la concretapretensin de lograr expandirse globalmente.

    No obstante lo dicho, previo a toda aquella copiosa produccin, fue en el ao 1976, cuando desdesu ultra citado artculo "Los conflictos como pertenencia" Nils Christie empezara a realizar susaportes ms destacados en relacin al abolicionismo penal contemporneo.

    All explica con notable capacidad pedaggica cmo los conflicto sociales, otrora pertenecientes alos directamente involucrados en ellos, haban sido por completo expropiados por el Monarca, elPrncipe y/o el Estado desde que el sistema penal se haba extendido como prctica habitual einstitucionalizada de resolucin de conflictos.23

    Sobre ciertas cuestiones elegidas arbitrariamente por la autoridad y denominadas tambinarbitrariamente "delitos" los directamente involucrados pasaran a tener un protagonismo relativo,

    menor. Las vicisitudes de la revuelta privada -consagradas expresamente "cuestiones de ordenpblico"- pasaran a incumbirnos a todos. Si alguien le roba un plato de comida a otro la vctima noes slo aquel que se vio privado de su almuerzo, sino el Estado en su conjunto, y desde l toda lasociedad. En consecuencia ya no ha de ser importante la reaccin de los particulares frente alconflicto. No son sujetos, son objetos. Sin razn ni emocin.No importa si se perdonan, si sedevuelven la comida robada, si deciden abrir un restaurante en sociedad o si, incluso, se vuelvenamigos inseparables. La maquinaria estatal en movimiento no puede ser jams interrumpida.

    Teniendo en cuenta lo explicado por Christie, el resto de las reflexiones de los abolicionistasescandinavos -compartidas unnimemente por sus seguidores forneos- son bastante ms fciles

    de comprender:

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    El "delito" como tal no existe, slo existen los actos. El "delito" carece de ontologa propia y/ocontenido esencial definitorio. Los "delitos" son meros conflictos entre particulares. La autoridaddominante, coloca sobre determinadas conductas la etiqueta"delito", slo a los fines de tener elcontrol absoluto de su destino, desde la potencial puesta en marcha del aparato represivo. Lo quees "delito" hoy puede dejar de serlo maana. Lo que es "delito" en Espaa, puede no serlo en

    Argentina o viceversa. Todo depender del nimo de los poderosos de turno.

    Si el "delito" no existe, los "delincuentes" tampoco. Son simples personas en conflicto. La categora"delincuente" representa una construccin poltica estatuida maquiavlicamente desde laautoridad, con el nico propsito de generar enemigos socialesque justifiquen la vigencia delaparato represivo del Estado. En consecuencia se impone tomar con pinzasla visin agonalschmittiana amigo-enemigo,24vctima-delincuente. No hay buenos ni malos. Hroes ni villanos.Normales ni anormales. Slo sectores con mayor poder de definicin que otros.

    V.

    Fuera de la pennsula escandinava tambin fueron de suma importancia los aportes generados porlos intelectuales de los Pases Bajos: Hermann Bianchi, Louk Hulsman, y en menor medida JohnBlad.25

    Influenciados por una histrica tradicin social, cultural y poltica -emparentada a la utilizacin

    pragmtica de la toleranciay el humanismo- las reflexiones y el activismo de los profesoresholandeses citados fueron determinantes a los fines de motorizar la dorada poca de apogeo26queel abolicionismo penal contemporneo vivi durante la dcada del ochenta.

    Apuntalados por sus pares escandinavos;27influenciados eclcticamente por la fenomenologahusserliana, el interaccionismo simblico, las teoras crticas frankfurtianas, el anarquismo, elmarxismo, el funcionalismo, el liberalismo y/o el cristianismo; y con el antecedente prctico de la"Liga Coornhert" fundada en 1971 -organizacin abolicionista similar a las mencionadas KROM,KRUM y KRIM- y los movimientos an ms radicalizados BWO y D&S, compuestos ntegramente porpresos,28el abolicionismo penal holands incorpor al imaginario de la filosofa anti-represiva -con

    singular fuerza y discutible moralismo- conceptos tales como: el perdn, la solidaridad, lavergenza, la culpa, el arrepentimiento y el auto-control.29

    Tambin a la actividad abolicionista holandesa, principalmente aquella protagonizada por LoukHulsman, se debe el arribo del abolicionismo penal a Latinoamrica. Su ensayo-entrevista PeinesPerduesrealizado en forma conjunta con Jacqueline Bernat de Celis fue especialmente atractivopara buena parte de los criminlogos crticos de Argentina, Brasil y el resto del sub-continente,quines no obstante adherir o noa sus postulados se vieron tentados en estudiar reflexivamente lafilosofa y la praxis de la "no pena"como nunca antes lo haban hecho.

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    En este sentido ha destacarse el homenaje que Eugenio Ral Zaffaroni le realizara al profesor de laUniversidad de Rotterdam, desde su trabajo "En busca de las penas perdidas",30la fuerte influenciade Hulsman en el abolicionismo penal que paulatinamente fue adquiriendo peso propio en Brasil,31

    y/o la aparicin de una importante cantidad de trabajos y/o investigaciones latinoamericanashispano-parlantes sobre abolicionismo penal durante la dcada del ochenta y los primeros aos de

    la dcada del noventa, provenientes de la pluma de: Mauricio Martnez Snchez, lvaro PrezPinzn, Emilio Garca Mndez, Alejandro Alagia, Mariano Ciafardini, Alberto Bovino, entre otros.

    Signado por un pasado turbulento -colocado en colegios de internos durante su niez y testigopresencial de los campos de concentracin instalados en Holanda durante la ocupacin nazi en elmarco de la segunda guerra mundial-32Louk Hulsman sola recurrir a sus vivencias personales paraexplicar sus ideas ms elementales. Su desprecio por las discusiones tericas inabarcables y lospostulados acadmicos excesivamente tcnicos, su carisma comunicacionaly verborragia lollevaron durante toda su extensa carrera a priorizar la transmisin oral cuasi panfletaria, a laelaboracin puntillosa de manuales, tratados y/o artculos de doctrina. En este sentido no es para

    nada casual que la mayora de las aportaciones tericas hulsmanianassurjan de entrevistasrealizadas por colegas, periodistas o estudiantes o intervenciones del propio Hulsman encongresos, seminarios, charlas-debate, etc. siempre improvisadas -en el mejor sentido del trmino-,pedaggicas y con un alto margen de interlocucin con el auditorio presente.

    A travs de estas experiencias pudo trascender -entre otras cuestiones-: a) que Hulsman le daba allenguaje y su faz definitoria una importancia superlativa; b) que -segn el profesor holands- parasuperar la lgica del sistema penal hay que empezar por rechazar el vocabulario especfico que lesirve de base,33incentivando la capacidad creativa de los directamente involucrados en el conflictoen cuestin, en detrimento de las mximas axiomticas del Estado;34c) que no era del todo cierto

    aquello que nos queran inculcar los medios de comunicacin, en relacin a que todas las vctimasde situaciones conflictivas catalogadas poltica y socialmente como delitos sienten odio, repulsinviolenta y/o nimos de venganza para con el supuesto responsable del dao padecido;35d) que unavez superada la burocracia del sistema penal el desarrollo de un sentimiento global de solidaridad yproximidad se haca indispensable;36e) que slo unpequeo remanentede los conflictosinterpersonales son regulados dentro del sistema penal, y que si esto es as, no queda otra queconcluir fehacientemente que existen alternativas concretas que nos permiten creer en la totalprescindencia del sistema penal.37

    Desde su activa participacin en el Common Study Programme-fundado conjuntamente con

    Alessandro Baratta y Massimo Pavarini- Louk Hulsman consolid el papel protagnico delabolicionismo penal en el amplio margen de las discusiones criminolgicas y/o sociolgico-jurdicascontrarias al statu quo, pro violencia poltica y pro crecimiento de la red represiva del Estado,alentado por los diferentes sectores del realismo de derecha.38

    VI.

    Durante el primer lustro de los aos ochenta Hulsman propici los primeros acercamientos activos

    -no slo a partir de meros intercambios de lecturas- con el abolicionismo penal escandinavo deThomas Mathiesen y Nils Christie.

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    El trabajo conjunto de los profesores mencionados logr multiplicar a pasos agigantados el pesoespecfico del abolicionismo penal, hasta alcanzar un altsimo protagonismo en el Noveno CongresoMundial de Criminologa, desarrollado en Viena en 1983.39

    Tal cual lo destaca Ignacio Anitua, a pesar de la supuesta debilidad terica del abolicionismo penalcontemporneo "todos los criminlogos mundiales se vieron obligados entonces a aceptarconfrontar las ideas sencillas de estos pensadores que tienen ms de agitadores culturales desdeparmetros morales, que de tcnicos".40

    Tambin en 1983, en Toronto, Canad, tuvo lugar la primera International Conference on PenalAbolition (ICOPA); nico evento de dimensin universal en el que -desde entonces hasta nuestrosdas- intelectuales de la "no pena", activistas sociales, ex presidiarios y/o familiares de presos serenen cada dos aos en diferentes ciudades del mundo a intercambiar experiencias, planificar

    proyectos conjuntos y/o debatir diferentes posiciones tericas.

    Gracias al aporte econmico de la Howard League-agrupacin religiosa de origen cuquero- y laeficaz labor logstica de los canadienses Ruth y Ray Morris, ICOPA ha logrado llevar la discusinabolicionistaa: msterdam, Holanda, en 1985 -con la especial colaboracin organizativa deHermann Bianchi-; Montreal, Canad, en 1987 -conferencia en la que, resulta relevantemencionarlo, se decidi radicalizar posiciones y pasar de cuestionar nicamente la crcel a poneren tela de juicio el sistema penal en su conjunto-; Polonia, en 1989 -gracias a la slida contribucinde Mnica Platek-; Indiana, Estados Unidos, en 1991; Costa Rica, en 1993 -en lo que signific laprimera gran experiencia del abolicionismo penal en Latinoamrica (co-organizacin a cargo de

    Elas Carranza)-; Barcelona, Espaa, en 1995 -donde fue determinante la intervencin de laespecialista en mediacin comunitaria y justicia restaurativa Mara Teresa Snchez Concheira-;Toronto, por segunda vez, en 1999; Nigeria, en 2002; Tasmania, Australia, en 2006; Londres,Inglaterra, en 2008; y finalmente Belfast, Irlanda del Norte, en 2010;41sin olvidar por supuesto laICOPA LATINOAMERICANA realizada en Paran, Argentina, en 1994.

    VI.

    Finalmente algunas brevsimas referencias al "aqu y ahora" abolicionista penal. En estos primerosaos del siglo XXI, la realidad indica que el abolicionismo penal se encuentra notablementedistorsionado e invisibilizado. No debemos engaarnos al respecto. Asumir la coyunturatempo-espacial y hacer de la "consciencia de lo adverso" un acto de liberacin y militancia seimpone con urgencia, sin dilacin ni eufemismos.

    Nadie o casi nadie sabe a ciencia cierta qu es lo que realmente significa y/o representa esto de ser"abolicionista" y cules son las principales "ideas fuerza" de esta corriente -tanto en su gnesiscomo de cara al presente socio-jurdico penal y el escenario poltico global actual-.

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    Lo expuesto prrafos atrs es completamente desconocido no slo para el gran pblico, sinotambin para la inmensa mayora de la lite universitaria especializada en las ciencias penales, lasociologa y/o la criminologa.

    A su vez, la renovacin generacional -indispensable a los fines de apuntalar la supervivencia de lospostulados abolicionistas- brilla por su ausencia. Salvo contadas excepciones, muy pocosestudiosos se avocaron en la ltima dcada a profundizar el legado de los maestros abolicionistas42

    referenciados. La biblioteca abolicionista no ha sido actualizada, siendo esta -sin dudas- unagrosera falencia que en el corto plazo ha de ser corregida.

    De no hacerlo, aquellos que creemos en la importancia -terica y prctica- del abolicionismo comoejercicio de superacin y rebelda frente al estruendoso fracaso del sistema penal, deberemosconformarnos con la intrascendencia y la marginalidad, o lo que es an peor deberemos tolerar, sin

    derecho a rplica, que algn portavoz del discurso de la seguridad ciudadana -punitivismomeditico y militarizacin de la vida cotidiana mediante- se atribuya -sin ms- la potestad dedelinear incluso nuestra propia identidad.43

    Maximiliano E. Postay es abogado. Universidad de Buenos Aires; Mster en Criminologa ySociologa Jurdico Penal. Universitat de Barcelona. Coordinador General de LTF. Espacio de LibreExpresin, Arte y Militancia por ms inclusin social y en contra del encierro.

    Blog del autor: locostumberosyfaloperos.blogspot.com

    FB: Maxi Postay; TW: @maxipostay

    Notas:

    2 HOBSBAWM, E., Historia del siglo XX, Crtica, Buenos Aires, 2008, pp. 322 y sigs. (Traduccin acargo de J. Faci, C. Castells y J. Ainudy).

    3 Vase en este sentido DE BORD, G., La societ dello spettacolo, Agalev, Bologna, 1990

    (versin original, 1967), pp. 31, 33, 36 y cs.

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    4 DE BORD, G., Comentarios sobre la sociedad del espectculo, Anagrama, Barcelona, 1990, p.107 (Traduccin a cargo de C. Lpez y J. Capella).

    5 Entre los que merecen ser destacados Theodor Adorno, Max Horckheimer, Herbert Marcuse,Walter Benjamin o Erich Fromm -en el marco de lo que la historia de la filosofa ha dado en llamarEscuela de Frankfurt (A los fines de conocer en detalle el proceso de formacin y desarrollo tericoprctico de este movimiento vase: JAY, M. La imaginacin dialctica. Historia de la Escuela deFrankfurt y el Instituto de Investigacin Social, Taurus, Madrid, 1974)-; Jean Paul Sartre, AlbertCamus o Simones de Beauvoir -en el seno del existencialismo francs surgido entre las dcadasdel cuarenta y cincuenta y consolidado en los sesenta-; gnes Heller o Georg Lukcs -comomximos referentes de la Escuela de Budapest-; etc.

    6 Cfr. LOPEZ MAYA, M. y SEOANE, J. (Coordinadores), Movimientos sociales y conflicto enAmrica Latina, CLACSO, Buenos Aires, 2003

    7 Protagonistas excluyentes de histricas revueltas sociales (entre 1964 -en California, EstadosUnidos- y los ltimos aos de la dcada del sesenta), entre las cuales ameritan una particularmencin los incidentes acaecidos en la Universidad Libre de Berln en 1967 y el mayo parisino de1968.

    8 Vase a ttulo de ejemplo La Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, lideradapor Martin Luther King Jr., en 1963; en la cual el clebre pastor estadounidense pronunci surecordado discurso "I have a dream".

    9 Aquel no cooptado por la ortodoxia comunista ni seducido por las prerrogativas socialesreconocidas desde la instauracin del Welfare State en los Estados Unidos y buena parte del restode los pases occidentales.

    10 GARCA MENDEZ, E., "Il movimento e la teoria per la abolizione del sistema penale e ladiscussione recente", en Dei delitti e delle penne, 3/85, ESI, Bari, p. 591

    11 MATHIESEN, T., The politics of abolition, Martin Robertson, Londres, 1974, p. 40

    12 Ibdem, p. 41

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    13 Ibdem, p. 44

    14 Ibdem, pp. 45 y cs.

    15 MARTNEZ SNCHEZ, M., La abolicin del sistema penal. Inconvenientes en Latinoamrica,Temis, Bogot, 1990, p. 13; ANITUA, G., Historias de los pensamientos criminolgicos, Ed. DelPuerto, Buenos Aires, 2005, p. 431

    16 HOBSBAWM, E., Rebeldes primitivos. Estudios sobre las formas arcaicas de los movimientossociales en los siglos XIX y XX, Ariel, Barcelona, 1968, p. 25 (Traduccin a cargo de J. RomeroMaura).

    17 En congruente orientacin, y recordando las repercusiones generadas en Noruega-principalmente entre las autoridades del servicio penitenciario local- poco despus de lapublicacin, como artculo independiente, de la primera parte deThe Politics of Abolition, "TheUnfinished", en 1971, el propio Thomas Mathiesen supo decir lo siguiente: "Dnde terminaratodo? Cules eran, en realidad, las verdaderas intenciones del autor y su movimiento? Haciadnde se dirigan, queran la reforma o la revolucin? Nuestra respuesta fue que queramos las doscosas, y eso precisamente preocup a los directores. No podan ubicarnos." (MATHIESEN, T., "Lapoltica del abolicionismo", en Abolicionismo Penal, AA.VV., EDIAR, Buenos Aires, 1989, p. 111).

    18 CHRISTIE, N., Los lmites del dolor, FCE, Mxico D.F., 1984

    19CHRISTIE, N., La industria del control del delito. La nueva forma del holocausto?, Ed. DelPuerto, Buenos Aires, 2007

    20 CHRISTIE, N., Una sensata cantidad de delito, Ed. Del Puerto, Buenos Aires, 2004

    21 CHRISTIE, N., La industria del control del delito. La nueva forma del holocausto?, op. cit., pp.107 y 111

    22 Ibdem, pp. 101-104

    23 CHRISTIE, N., "Los conflictos como pertenencia", en De los delitos y de las vctimas, Ad Hoc,Buenos Aires, 1992, pp. 157-182 (Conferencia pronunciada originalmente el 31 de marzo de 1976.

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    Acto inaugural del Centro de Estudios Criminolgicos de la Universidad de Sheffield).

    24 SCHMITT, C., El concepto de lo Poltico, Alianza, Madrid, 1999

    25 Autor, ste ltimo, que no obstante su formacin original ciento por ciento abolicionista, seha inclinado en los ltimos aos hacia el estudio, anlisis y propaganda de los postulados de lajusticia restaurativa.

    26 Dicho esto en trminos absolutamente relativos.

    27 "Mi primer artculo sobre abolicionismo penal es de 1975. Pero ya para esas fechas habaocupado puestos en el Ministerio de Justicia, en conferencias comunitarias... pero debo confesaralgo: mis ideas (an vagas) sobre lo que quera decir y hacer con el abolicionismo, se consolidaroncuando conoc y le la obra cumbre de Thomas Mathiesen, The Politics of Abolition, y en concretosu idea del unfinished. All concebimos algo as como un programa hacia la abolicin, una praxisque no deba tener fin. El norteestaba marcado..." ("En los albores de la criminologa crtica.Entrevista a Louk Hulsman", en Revista Anthropos, N 204, Barcelona, 2004, p. 208).

    28 ANITUA, G., Historias de los pensamientos criminolgicos, Ed. del Puerto, Buenos Aires, 2005,

    p. 405

    29 Vase especialmente el libro conjuntamente editado por Hermann Bianchi y Ren VanSwaaningen,Abolitionism-Towards a non repressive approach to crime (msterdam, 1986).

    30 ZAFFARONI, E., En busca de las penas perdidas. Deslegitimacin y dogmtica jurdico-penal,EDIAR, Buenos Aires, 2009, Dedicatoria. (Versin original, 1989).

    31 Fenmeno reconocido unnimemente por los principales exponentes del abolicionismo penalbrasileo Edson Passetti, Claudio Guimaraes, Mara Luca Karam, etc. En este sentido en unaentrevista que recientemente tuve la posibilidad de realizarle, la nombrada Karam, afirm losiguiente: "La idea abolicionista lleg a Brasil en la dcada del ochenta, simultneamente con elproceso de re-democratizacin del pas y la reactivacin de la discusin en torno al sistema penalque aquello trajo consigo. Fue en esa poca que se iniciaron diversas visitas de Louk Hulsman aBrasil, participando en conferencias, reuniones, seminarios y conversaciones, principalmente conprofesionales del derecho que actuaban en el marco del sistema penal. Tuve el placer y la honrade publicar sus Peines Perdues, publicado en Brasil en 1993, por la Editora Luam. Poco antesescrib "De crmenes, penas y fantasas", igualmente publicado por la Editora Luam en 1991. Ese,

    mi primer libro, en gran parte fue el resultado del contacto con Louk y una inicial asimilacin de lasideas abolicionistas por l propuestas". (Mayo, 2009).

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    32 HULSMAN, L. y BERNAT DE CELIS, J., Sistema Penal y Seguridad Ciudadana: Hacia unaalternativa, Ariel, Barcelona, 1984, pp. 19 y sigs. (Traduccin a cargo de S. Politoff). Editadooriginalmente en Pars en el ao 1982, con el nombre Peines Perdues. Le Systeme pnal en

    question.

    33 Ibdem, p. 84

    34 "Son las personas directamente involucradas, los dueos del evento, los que continuamentedeben estar posibilitados de dar las definiciones que crean convenientes cada vez que alguno deellos deba intervenir o actuar sobre dicha situacin. Esto permite que el evento no sea congeladocomo ocurre en el sistema penal." (Entrevista a Louk Hulsman, realizada por Enrique Andrs Font,

    en Delito y Sociedad, Ao I, N 2, Segundo Semestre de 1992, Marcelo Kohan, Facultad deCiencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, p. 136).

    35 HULSMAN, L. y BERNAT DE CELIS, J., Sistema penal y Seguridad Ciudadana. Hacia unaalternativa,op. cit., pp. 73 y 106

    36 Ibdem, p. 124

    37 Ibdem, p. 62. En idntico sentido vase tambin HULSMAN, L y BERNAT DE CELIS, J., "Laapuesta por una teora de la abolicin del sistema penal", en El lenguaje libertario II(FERRER, C.,compilador y editor), Nordan-Comunidad, Montevideo, 1991, pp. 190 y 191.

    38 Labor que, con igual ahnco, an realiza Thomas Mathiesen desde el similar"Grupo Europeopara el estudio de la desviacin y el control social", heredero natural en Europa de la primigeniaNational Deviance Conference, creada en 1968; y de la an ms antigua Unin de CriminlogosRadicales, formada en 1964 en el seno de la Universidad de Berkeley, California, Estados Unidos.

    39 "Los avances abolicionistas fueron una gran sorpresa en el Noveno Congreso Internacionalde Criminologa que tuvo lugar en Viena, en 1983. As se vio demostrado en el titular que dio a laconferencia el diario francs Le Monde (4 de octubre de 1983). Mientras el ttulo rezaba Debemosquemar el Cdigo Penal?, el autor cerraba su artculo con una nota escptica, preguntndose porlas alternativas constructivas que podran ofrecer los abolicionistas: ... pero cmo podemossustituir los efectos del derecho penal en una situacin social que se caracteriza por el desempleo,la desintegracin social, y -consecuentemente- por el auge de la delincuencia?" (SCHEERER, S.,"Hacia el abolicionismo", enAbolicionismo penal, AA.VV., EDIAR, Buenos Aires, 1989, p. 17). Msall de la valoracin -compartible o no- del periodista, el slo hecho que uno de los principales

    medios de comunicacin de Europa dedique tamaa atencin al movimiento abolicionista penalresulta un dato para nada despreciable.

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    40 ANITUA, G., Historias de los pensamientos criminolgicos, op. cit. p. 435

    41 MORRIS, R., The international conference on penal abolition, en:http://www.justiceaction.org.au/index.php?Itemid=43&id=43&option=com_content&task=view

    42 Alejandro Gmez Jaramillo, Cecilia Snchez Romero, Claudio Guimaraes, Edson Passetti y nomucho ms.

    43

    "Se estn repitiendo con alarmante frecuencia, y de manera creciente, aquellos casos en quelos jueces sueltan de la prisin a criminales que, no bien se ven libres, vuelven a atacar y hasta amatar a vctimas inocentes. Podran atribuirse estas aberraciones judiciales a diversas causas,entre ellas que los tribunales no dan abasto para procesar el aluvin de casos que los abruman,que los cdigos de procedimientos son anticuados o, incluso, que el Estado no ha construido unnmero suficiente de crceles. Todas estas causas, que existen, son en todo caso incidentalesporque, por encima de la lenidad de la Justicia con los delincuentes peligrosos y reincidentes, queescandaliza a sus vctimas actuales o potenciales, sobrevuela una ideologa que, habindosehecho carne en numerosos juzgados, recibe el nombre de abolicionismo"http://www.lanacion.com.ar/1457527-los-jueces-los-liberan-y-ellos-vuelven-a-matar

    Rebelin ha publicado este artculo con el permiso del autor mediante una licencia de CreativeCommons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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