jornadas up - entre el abolicionismo

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Entre el abolicionismo y la pena reparativa: la Prisión Virtual Restaurativa (*) José Deym (º) Introducción Jean Valjean es encarcelado durante diecinueve años por haber robado un pedazo de pan que intentaba dar a unos chicos hambrientos. Como era de esperar, el «castigo» lo embrutece realmente y cuando sale de prisión ya tiene la mentalidad de un auténtico delincuente. Alojado en la casa de Monseñor Myriel, un bondadoso curita de aldea devenido obispo casi por azar, paga la hospitalidad con el robo de su platería. La policía lo detiene y lo lleva a la casa del anfitrión para comprobar la poco creíble afirmación de que los objetos le habían sido obsequiados. Pero Myriel - incurriendo en un obvio encubrimiento del hurto - confirma la mentira, añade aún más platería a la bolsa de Valjean y, cuando la policía desaparece, lo despide con estas palabras: «Jean Valjean, hermano mío, ya no pertenecéis al mal, sino al bien. Es vuestra alma la que compro; se la quito a los malos pensamientos y al espíritu de perdición y se la entrego a Dios» . Valjean parte y se convierte en un hombre de bien. Ahí empieza otra historia, la de un hombre extraordinario, con bellos principios y actitudes abnegadas y heroicas. Esto es ficción. La novela es Los Miserables de Victor Hugo. Veamos, ahora, una historia real. Relata en un Seminario el psiquiatra Milton Erickson la historia de Joe, un joven ladrón y probablemente homicida, que había sido ya condenado a varios años de prisión. Volvió al

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Desde ya, agradezco a los Dres

Entre el abolicionismo y la pena reparativa: la Prisin Virtual Restaurativa (*)Jos Deym ()Introduccin

Jean Valjean es encarcelado durante diecinueve aos por haber robado un pedazo de pan que intentaba dar a unos chicos hambrientos. Como era de esperar, el castigo lo embrutece realmente y cuando sale de prisin ya tiene la mentalidad de un autntico delincuente. Alojado en la casa de Monseor Myriel, un bondadoso curita de aldea devenido obispo casi por azar, paga la hospitalidad con el robo de su platera. La polica lo detiene y lo lleva a la casa del anfitrin para comprobar la poco creble afirmacin de que los objetos le haban sido obsequiados. Pero Myriel - incurriendo en un obvio encubrimiento del hurto - confirma la mentira, aade an ms platera a la bolsa de Valjean y, cuando la polica desaparece, lo despide con estas palabras: Jean Valjean, hermano mo, ya no pertenecis al mal, sino al bien. Es vuestra alma la que compro; se la quito a los malos pensamientos y al espritu de perdicin y se la entrego a Dios. Valjean parte y se convierte en un hombre de bien. Ah empieza otra historia, la de un hombre extraordinario, con bellos principios y actitudes abnegadas y heroicas.

Esto es ficcin. La novela es Los Miserables de Victor Hugo.

Veamos, ahora, una historia real.

Relata en un Seminario el psiquiatra Milton Erickson la historia de Joe, un joven ladrn y probablemente homicida, que haba sido ya condenado a varios aos de prisin. Volvi al pueblo donde se haba criado al salir en libertad, sigui cometiendo robos, se comportaba de forma pendenciera con los hombres y molestaba a las muchachas. Hasta que un da se encontr con Edye, una chica joven, muy bonita, inteligente, fuerte y trabajadora, bien instruida para los standards locales y, adems, la hija del hombre ms acaudalado del pueblo. Al verla, sin atreverse a decirle alguna de sus tpicas groseras, Joe le pregunt irnicamente: Puedo llevarte al baile el sbado?. Toda lgica indicaba un rechazo despectivo o atemorizado. Pero Edye no se inmut: Puedes, si eres un caballero. Lleg el sbado. Joe se present en lo de Edye para llevarla al baile. La velada fue amable y placentera para ambos. Cabe imaginar que cuando se despidieron, Joe pregunt: Puedo volver a invitarte?. Edye respondi: Puedes, si eres un caballero. El final era previsible. Joe devolvi todo lo que haba robado, se convirti en una persona seria, honesta y trabajadora, se cas con Edye y fue uno de los mejores amigos de todos y uno de los mayores benefactores del pueblo. Entre sus beneficiados se contaba, justamente el joven Erickson, a quien Joe anim y ayud econmicamente para se fuera del pueblo y estudiara medicina.En realidad, lo que est en la base de estos cambios drsticos de actitud es lo que se denomina, desde una visin psicosocial, que es el enfoque que se utiliza en esta disertacin, experiencia emocional correctiva. Se refiere a las implicaciones que puede tener sobre la personalidad una intervencin que, ms all de sus caractersticas violentas o no violentas, se constituya en un ataque al equilibrio emocional de una persona.

Esto no significa que un trato as asegure el cambio de actitud, pero la experiencia emocional correctiva en estos casos ha actuado y lo ha hecho en forma no violenta. De todos modos, la forma violenta tambin puede producir el mismo efecto, como cuenta Lucio V. Mansilla acerca de cmo su to Rosas trat a un cuatrero, pero, generalmente, segn se ha visto y denunciado (especialmente por Erwing Goffman y Donald Clemmer, socilogos norteamericanos que se ocuparon de las consecuencias psquicas que deja el encierro en una Institucin Total), produce el efecto contrario, justamente porque la experiencia emocional no es correctiva sino reforzadora de las actitudes que se pretenden corregir.

Aunque casos similares a los de Jean Valjean y Joe no abunden, son ejemplos para entender que las actitudes de las personas pueden cambiar en forma radical, dando giros copernicanos de actitud

Sin embargo, para muchas personas stos son casos aislados, ejemplos de actitudes atpicas o bien slo posibles productos de mentes romnticas, tales como la de Victor Hugo. La idea de que quienes reiteran una y otra vez sus delitos son incorregibles - a pesar de lo sostenido en contrario por Concepcin Arenal, quien los consideraba [an] incorregidos - es muy fuerte y est muy arraigada.

Dijo una vez Nils Christie que podra existir la imposibilidad del cambio de actitud en monstruos, pero inmediatamente agreg que, a travs de su extensa dedicacin al mundo del delito, nunca encontr un solo monstruo, es decir, un individuo absolutamente incorregible.

Una reflexin del filsofo y poeta alemn Johann-Wolfgang Goethe que est pintada en la entrada del cordn de seguridad en una prisin argentina - dice as: (cuadro 1)Si tomas a las personas por lo que son, las hars peores de lo que son. Si las tomas por lo que pueden llegar a ser, las ayudars a llegar adonde deben ser llevadas. Aplicado al mbito penal, tratar a alguien como si fuera un delincuente puede convertirse en una profeca autocumplida. Esta es la esencia de la teora del Etiquetamiento. Si se trata al delincuente como delincuente, se lo convertir en algo peor. Y si aqu se utiliza la palabra delincuente slo para las personas que, adems de haber delinquido, persisten en una actitud favorable al delito, se convertir en delincuentes a quienes no lo son an.

A dnde nos lleva todo esto?A intentar elaborar un sistema que, a pesar de todo lo desprestigiado que est el conjunto re - resocializacin, rehabilitacin, readaptacin, recuperacin, reinsercin en la sociedad, reforma moral - , intente lograr, mediante alguna experiencia emocional correctiva, cambios de actitud en los ofensores. Despus volveremos sobre este tema re.Si a esto unimos intentos serios de reparar a las vctimas, nos acercamos a los postulados de la Justicia Restaurativa, si bien podremos sostener algunas diferencias importantes.

Ante todo, cabe adelantar que el enfoque psicosocial que aqu presentamos no se encuadra dentro del abolicionismo radical del sistema penal, aunque s dentro del abolicionismo carcelario.

Esto no significa estar enfrentados con el abolicionismo radical, pero tampoco necesariamente compartirlo. La razn de ello est en una distincin que nos parece vlida, aunque no la hemos encontrado en casi ningn autor penalista. Slo en algunos escritos del criminlogo vasco Antonio Beristain.Efectivamente, los enfoques sobre la cuestin de la penalidad se han polarizado en situaciones extremas, desde la defensa a ultranza del castigo por motivos al menos preventivos y muchas veces puramente retributivos hasta la idea de que el castigo adems de inhumano y cruel es intil, y, por lo tanto, debera ser sustituido por otras formas de respuesta a quienes han transgredido las leyes, es decir, los comnmente denominados delincuentes.

En el libro El delincuente en la democracia, especficamente en su captulo IV Sanciones repersonalizadoras en el Derecho penal de maana Antonio Beristain sostiene que deben desaparecer los castigos y actualizarse las sanciones. Con ello introduce una distincin fundamental. Considera que el castigo es siempre una pena, pero que no toda pena es castigo. Castigo es un trmino que reserva - y esto es muy importante para comprender su pensamiento - solamente para la pena que busca exclusivamente o, al menos, primordialmente causar sufrimiento o dao a quien la recibe. Puede ser desproporcionada al hecho que se castiga como en la denominada venganza o bien proporcional al hecho como en la respuesta talinica, que cuando la ejerce una autoridad es comnmente denominada justicia, pero su objetivo es siempre vindicativo. En cambio la sancin repersonalizadora, que es tambin una pena, persigue el objetivo opuesto con respecto a quien la recibe.En el mbito educacional, Jean Piaget estableci una clara distincin entre sanciones por expiacin y sanciones por reciprocidad. Un ejemplo de esto se da en el mbito familiar cuando un padre aplica al hijo que se insolent con su madre una sancin de ayudarla durante una semana a lavar los platos en vez de dejarlo sin televisin o prohibirle una salida con amigos. En el mbito escolar, sancionar a quien ensuci una pared con grafitis a limpiar todas las paredes sucias de grafitis de la escuela, en vez de cargarlo con amonestaciones o suspensiones o privarlo de participar en una contienda deportiva.Con un optimismo que quizs podamos considerar excesivo, Beristain considera que en el futuro las sanciones repersonalizadoras sustituirn al castigo.

As, esta postura beristense, que compartimos, no es partidaria de la abolicin del sistema penal pero s del sistema punitivo. Introduciendo un neologismo, sealamos que no deseamos la impunidad ante un hecho delictivo pero s la impunitividad.

Esto nos hace partidarios de un derecho penal no punitivo.

Cmo se aplica esto a la pena privativa de la libertad?

Tomando esta distincin en cuenta, la pregunta que deviene es la pena privativa de libertad es castigo o es sancin repersonalizadora? Aunque Beristain no la excluye totalmente, es obvio que, a pesar de que se intent siempre que fuera repersonalizadora, esta pena ha sido, en general, ms bien despersonalizadora, ha fracasado como incentivo al cambio positivo de actitud - en general se ha constituido en incentivo al cambio negativo, es decir, ha acentuado la propensin a delinquir - y, al no poder justificarse ya su objetivo resocializador, para quienes no desean admitir que slo se justifica como castigo se ha justificado bsicamente como finalidad cautelar. Sin embargo, hoy - en realidad, desde hace unos cincuenta aos - se ha tornado tambin obsoleta en este ltimo sentido, ya que el acceso a la utilizacin de elementos telemticos ha posibilitado el reemplazo del encierro entre muros y rejas por un encierro virtual, utilizando la denominada crcel electrnica que se describe muy bien en el libro que tiene ese nombre del jurista espaol Faustino Gudn Rodrguez-Magarios.Aun as, como todos sabemos, siempre queda en pie la pregunta qu debe hacerse con quienes cometen delitos?.Aqu es donde creemos que podemos, a riesgo de entrar en terreno de arenas movedizas, construir una respuesta al delito que contemple la repersonalizacin del ofensor pero adems - y fundamentalmente - la reparacin a la vctima del delito y, eventualmente, la reparacin a la sociedad.

Conectndonos ahora nuevamente con la Justicia Restaurativa, creemos que esa pena repersonalizadora que reclama Antonio Beristain equivale a pena reparativa. Porque si alguien comete un hecho delictivo que conlleva un dao, no cabe pensar en una repersonalizacin sin que dicha persona intente en la medida de sus posibilidades reparar ese dao. As, repersonalizacin implica reparacin. Y, por otra parte, qu puede haber ms repersonalizador que un autntico y serio intento de reparar? De modo que reparacin implica repersonalizacin. Entonces si una pena repersonalizadora implica reparacin y una pena reparativia implica repersonalizacin, podemos legtimamente considerar que pena repersonalizadora y pena reparativa son sinnimos.La Prisin Virtual Restaurativa (o sistema PVR)Esto lleva a considerar que una respuesta al delito que concuerda con los principios de la Justicia Restaurativa bien podra consistir primordialmente en permutar la pena de encierro en una institucin total por un trabajo reparativo o comunitario en libertad vigilada, otorgable a toda persona a quien se presuma capaz de ser vigilada eficazmente por un seguimiento personalizado muy estricto, complementado si fuera necesario por medios telemticos de control.

El trabajo, aun cuando su severidad y duracin fueran impuestas por una sentencia, debera ser en lo posible consensuado con los ofensores en su tipo, intentndose as que sea realmente til y su producto pudiera ser destinado a indemnizar directamente a las vctimas o indirectamente a travs de un fondo indemnizatorio. En resumen, creemos que el autor de un delito debe pagar por el dao que caus, pero en una moneda drsticamente diferente a la que hoy se est utilizando, al menos la utilizada como respuesta a delitos considerados de mediana y alta gravedad. No con sufrimiento improductivo sino con un gesto oblativo acuamos un segundo neologismo, la oblatividad - es decir, otorgar a la vctima y/o a la sociedad ofendida por su accin algo valioso, til y que ha sido penoso porque le ha costado un esfuerzo. La regulacin de este esfuerzo puede ser severa, aun si se quisiera o considerara necesario, ms severa que el encierro, pero esta severidad ya sera tema de debate de otro captulo. Aqu, simplemente deseamos impulsar un cambio en la modalidad. De lo meramente expiatorio a lo oblativo, recordando la frase del jurista alemn Claus Roxin, que menciona el efecto de satisfaccin en la sociedad y en la misma conciencia jurdica, que requiere que ante un hecho delictivo el autor haga lo suficiente como para que se d por finalizado su conflicto con la vctima y con la sociedad. Hoy, ante la pena de encierro, la vctima y la sociedad raramente dan por finalizado el conflicto y, no ser ello justamente porque el autor del delito, aunque sufri y cumpli la condena, no hizo nada concreto para reparar el dao cometido?Por ltimo, para completar nuestra construccin alternativa de una respuesta penal no punitiva, consideramos que, si bien hasta ahora han fracasado casi todos los intentos de rehabilitacin, al menos de acuerdo con el famoso concepto de nothing works que se estableci a partir del trabajo de 1974 de Robert Martinson, puede intentarse algo novedoso si se combina con los procedimientos anteriores.Pensamos, por ejemplo, en un incentivo al cambio positivo de actitud mediante reuniones grupales de autoayuda, al estilo de AA o comunidades teraputicas de drogadiccin, en las cuales los veteranos ayudan a los novatos, cumplindose el ciclo de pasar de recuperable a recuperado y de recuperado a recuperador. Este paso conforma con los anteriores una triloga que constituye lo que hemos denominado el sistema PVR, cuyas siglas indican Prisin Virtual Restaurativa. La analizaremos sobre este cuadro:

Aqu es donde puede aparecer una diferencia con la idea restaurativa-abolicionista porque aparece el trmino pena. Si bien podremos recalcar mil y una veces que no nos referimos al castigo, es decir, a la pena meramente aflictiva, sino a una pena reparativa, sostenemos que la reparacin en s misma debe ser una pena. Por qu? Por la sencilla razn de que, por razones disuasivas o retributivas (personalmente compartimos las primeras pero no las segundas, aun cuando podamos admitir una cuota de retribucin en el sistema restaurativo siempre que no sea la lo primordial), para delitos considerados graves o aberrantes la pena ser siempre exigible. Y si, como aduce Claus Roxin, la reparacin no es una pena, sino slo una tercera va del sistema penal, junto con las penas y las medidas de seguridad, entonces queda espacio para seguir aplicando una pena paralela y es justamente lo que deseamos evitar.

En cuanto al tema re - resocializacin, readaptacin, reinsercin, rehabilitacin, reeducacin, repersonalizacin -, sabemos que es muy controvertido. Al respecto mostraremos dentro de una tipologa que estableci el criminlogo crtico Stanley Cohen, fallecido este ao:

Para los conservadores de la ley y el orden el mensaje era: no se puede cambiar a los delincuentes, slo se debe proteger a la sociedad con castigos severos, prevencin e incapacitacin: Para los liberales sentimentales y criminlogos tecncratas: la resocializacin de verdad nunca se ha intentado en forma adecuada; si las tcnicas actuales no funcionan, deberamos concebir otras. Para los liberales inflexibles: se debe desconfiar de la benevolencia; abandonemos la resocializacin y sustituymosla por objetivos menos ambiciosos. Para los libertarios civiles y centros de justicia: el tratamiento es un ataque a los derechos humanos, una extensin del Estado teraputico y una violacin de las normas de justicia y proporcionalidad. Para los marxistas: el tratamiento, obviamente, no funciona porque slo es un instrumento ideolgico que permite concentrarse en el individuo, mistificando la conexin con la estructura socio-econmica. Para Foucault y otros tericos similares: la simple idea de que el tratamiento funcione es absurda; este slo es otro anillo en la espiral de poder, saber y clasificacin. El tratamiento grupal que integra el sistema PVR se encuadrara en la segunda postura y colisiona con las restantes y, por ello, su mtodo, a pesar de que se acepte sin mayores objeciones en casos de adicciones, es comprensible que se preste, como tratamiento de quienes han delinquido, a crticas contundentes.

Y ahora, volviendo a recordar a Jean Valjean, a Joe y el concepto de experiencia emocional correctiva, sostenemos que El sistema PVR se encuadra en el rengln de los liberales sentimentales, aun diferente de los criminlogos tecncratas, ya que, a diferencia de stos, no priorizan dictados de leyes o estatutos - tales los intentos reformistas introducidos por Julio Aparicio y su equipo con la Ley 24660 o con la Metodologa Pedaggica Resocializadora - porque pretende, como Concepcin Arenal, manejar la premisa de que no existen incorregibles sino incorregidos y, a partir de ello, confiar en llegar a tocar y conmover el corazn de los hombres, aun de los ms empedernidos. En el caso del sistema PVR, se sigue la idea de Victor Hugo, en Los Miserables, de convertir a Jean Valjean de delincuente en santo. Para los investigadores del Mental Research Institute de Palo Alto, California, su Teora del Cambio menciona que para que un cambio sea efectivo debe ser de 180, no meramente de 90. Utilizando un tercer neologismo, a este giro copernicano en la actitud delictiva lo hemos denominado, en honor a Victor Hugo y a su hroe, valjeanizacin. Y creemos que podra lograrse mediante una experiencia emocional correctiva, que proponemos a travs del mtodo no violento de etiquetar al revs. En vez de decirle al ofensor: eres un delincuente, le diremos - como Edye a Joe - puedes ser un caballero. AA nos ensea cmo hacerlo, pero se puede ir ms lejos an, convirtiendo a los grupos de autoayuda en ONGs con el propsito de contribuir por mtodos pacficos y no delictivos a construir un mundo ms justo. Pero esto lo podemos dejar, si interesa, para las preguntas.Evaluacin del sistema PVR

Aun cuando el sistema PVR pudiera sufrir crticas - y, de hecho, las sufre constantemente cuando es sostenido sin una larga y pausada introduccin - tanto desde las posturas conservadoras y manoduristas como del arco crtico garantista, ha sido sometido en una investigacin de valor preliminar y cuya profundizacin recomendamos y para ello solicitamos ayuda de investigadores especialistas (quizs entre los presentes haya alguno a quien el tema le interese) y ha arrojado resultados relativamente sorprendentes. Veamos esto en el cuadro siguiente:

La evaluacin del sistema se hizo a travs de diez caractersticas con tres opciones: positiva, neutra y negativa. Por ejemplo: es justo, no s, es injusto; es menos estigmatizante que la prisin tradicional, no s, es ms estigmatizante que la prisin tradicional; con su aplicacin disminuirn los delitos, no s, con su aplicacin aumentarn los delitos; etc.

La combinacin de las respuestas positivas, neutras y negativas, a travs de una sencilla frmula algebraica, arroja resultados en los promedios que seran de100 si todas las respuestas fueran positivas, de 50 si fueran todas neutras y de 0 si fueran todas negativas. Todo resultado por arriba de 50 implica que hubo en promedio para ese tem ms respuestas positivas que negativas y viceversa.

As, puede verse que se llega a un promedio general de 67, pero hay valores ms altos para los tems que evala el sistema PVR como justo, que posibilita mayores posibilidades de rehabilitacin y, especialmente, produce menor estigmatizacin que el sistema carcelario actual. Que es suficientemente satisfactorio para la sociedad, que esperar un cambio en la actitud delictiva de los que acceden a este tratamiento es ms realista que utpico y que su aplicacin se traducir en disminucin de delitos vienen a continuacin. En cambio, los tems seguridad, disuasin, satisfaccin de las vctimas y, fundamentalmente, menor costo que la prisin tradicional, si bien todos superan en promedio los 50 puntos, son los tems ms crticos.Si bien, entonces, los elementos del sistema PVR han sido ms aceptados que rechazados, aun con un predominio de dudas, no puede decirse, de confirmarse estas conclusiones preliminares, que el sistema deba ser irremediablemente descartado y es sa la razn por la que se muestra en estas Jornadas.Sin embargo, una cosa es la aceptacin terica del sistema y otra es la posibilidad de su implementacin. Al respecto mostramos el siguiente cuadro:

Vemos que el sistema es aceptado como conveniente hasta para la Argentina y muy ampliamente aceptado como conveniente, al menos para ser implementado en otros pases. Cuando pasamos a factibilidad la aceptabilidad baja, pero sigue siendo ms positiva que negativa. Pero cuando se pregunta por la conveniencia y, ms an, por la factibilidad real de su implementacin, hay un amplio predominio de la idea de no implementar el sistema ahora sino ms adelante. Es decir, tenemos un generoso pagar, pero sin fecha. El miedo al cambio

La pregunta que surge ahora es por qu, si existe un rechazo generalizado al resultado que se obtiene con la pena de encierro, pareciera existir un cierto temor o resquemor en decidirse de una vez por todas en sustituirla por una pena ms racional?

Acerca de esto proponemos una investigacin que no pudo dilucidarse en la encuesta preliminar, aunque en conversaciones apoyadas en una gua de preguntas abiertas que se hicieron previamente a la mayora de los encuestados, aparecen algunas conclusiones cualitativas que muestran que no es tanto la retribucin ni la seguridad de la poblacin (inocuizacin de los ofensores y prevencin especial y general negativas) lo que frena la desaparicin de las prisiones. Es, ms bien, lo que ya el socilogo francs mile Durkheim sealara a fines del siglo XIX y puede encuadrarse dentro de la prevencin general positiva.

En efecto, Durkheim sostiene que [la pena] no deja de desempear un papel til. Slo que ese papel no lo desempea all donde de ordinario se ve. No sirve, o sirve muy secundariamente, para corregir al culpable o para intimidar a sus posibles imitadores; desde este doble punto de vista, su eficacia es, justamente, dudosa y, en todo caso, mediocre. Su verdadera funcin es mantener intacta la cohesin social, conservando en toda su vitalidad la conciencia comn. As, no es tanto el miedo a la impunidad o al peligro de reincidencia o a la imitacin por parte de otros de la conducta delictiva lo que puede mantener indefinidamente las crceles. Es, ms bien, el concepto de que una persona que ha delinquido - y mucho ms si su delito fue grave o aberrante - no puede estar circulando entre nosotros. Por una parte, porque las vctimas de delitos con dao irreversible slo pueden satisfacerse con una pena que asle y estigmatice al autor de dicho dao.

Por otra parte, porque el club de los law-abiding - los que cumplen con la Ley - no puede ni quiere ni debe readmitir nunca a dichas personas. Esto ltimo arranca en las ya mencionadas consideraciones de Durkheim y, al respecto, tambin podemos citar al criminlogo italiano Francesco Carnelutti, quien observa el fenmeno como una reprobacin a quien se considera diferente del que no transgredi la ley, a punto tal que se quiere negar la posibilidad de mantener a quien s la transgredi incluido en la sociedad o que alguna vez regrese a ella: ste que as piensa no recuerda, cuando siente as, la parbola del publicano y del fariseo y no sospecha que su mentalidad es propiamente la del fariseo: yo no soy como ste. Y Antonio Beristain cree que muchos integrantes de la sociedad law-abiding razonan Yo cumplo con la ley. Por qu no puedo decir que soy mejor que un delincuente? Y que acentan an ms la diferencia al contemplar el estigma que la prisin produce por su mismas cualidades: No como aquel majadero que mal duerme con otros tres o cuatro presos (y docenas de ratas) en una minicelda carcelaria.

Sera muy til continuar con la investigacin iniciada - ampliando y aleatorizando ms la muestra y readaptando los cuestionarios - para evaluar el alcance y la firmeza que pudieran tener estas objeciones, tanto entre especialistas y operadores del sistema penal actual como de la poblacin en general.Ineficacia de los cambios parciales

Finalmente, como apndice, esta exposicin intentar ahora contestar a quienes han sugerido que no se abarque tan integralmente el tema y se comience a avanzar paulatinamente. Por qu se deben tratar conjuntamente temas dismiles como la libertad vigilada, la reparacin a las vctimas y la resocializacin? Uno parecera ser un tema de ndole tcnica, el otro de ndole tica y el tercero de ndole social.La respuesta la veremos en el siguiente cuadro:

As vemos que cualquier intento de parcializar la propuesta lleva, entonces, a dejar el problema irresuelto y es por ello, quizs, que aun no se ha llegado al resultado deseado. Ya lo haba advertido Antonio Beristain, que en su artculo La crcel como factor de configuracin social, sostuvo que quien desee resolver algn problema penitenciario debe empezar cayendo en cuenta de la interdependencia entre todas las partes del sistema. No se puede quitar la fiebre de un brazo o de una pierna. Hay que combatir la fiebre en todo el cuerpo.

Tampoco con ello pretendemos instalar la idea de que tomando en conjunto estas propuestas de reforma se obtenga el xito deseado, pero creemos que debera intentarse lograrlo por esta va. Cmo debe ser la implementacin de un sistema PVR?

Paulatinamente? De golpe? La criminloga canadiense Ruth Morris ya advirti que si no se avanza decididamente en este terreno, la introduccin tmida y paulatina de nuevas ideas - liviandad terica, - genera anticuerpos y trae aguas ocenicas de revancha. Sin embargo, est claro que no es posible una implementacin repentina de este gran cambio integral. Quizs lo sensato sera - en caso de que estuviramos convencidos de que este sistema o alguna variante similar fueran efectivos - trabajar para cambiar cuanto antes el actual paradigma de respuesta al delito y lograrlo de golpe en el mbito acadmico y enseguida difundirlo para cambiar el imaginario colectivo, aun cuando su implementacin fuera paulatina, cautelosa y sujeta a pruebas piloto y eventuales correcciones en los procedimientos. Conclusin

En resumen, vemos el panorama as, donde hemos utilizado tres neologismos: impunitividad, oblatividad y valjeanizacin:

De todos modos, haber trado aqu el tema no pretende convencer, sino instalar un debate. En efecto, porque abogar hoy por la reconversin de la pena privativa de libertad provoca no slo rechazos entre sus sostenedores sino escepticismo entre sus crticos. Al respecto, es ilustrativa la reflexin comparativa que introduce el penalista argentino Matas Bailone, tomando como modelo la historia mitolgica de Casandra, hija de Pramo de Troya, quien en repetidas ocasiones anunci la destruccin de la ciudad. Nadie le crey. Por qu? Porque aos atrs, Casandra, pretendida por Apolo, en un acto de galantera recibi de ste el don de la clarividencia pero, luego, ante su rechazo al pretendiente, le fue quitado el don de la persuasin. De este modo, vivi condenada a que sus vaticinios no fueran credos o tomados en serio. Quienes anticipan hoy la debacle del Sistema Penal, abogan por suprimir la pena privativa de libertad y auguran un cambio basado en polticas no punitivas o punitivas diferentes, sufren el mismo desdn que la pobre Casandra, maldecida por su amante. Vaticinan que el caballo de madera tiene soldados dentro, que luego destruirn Troya, pero nadie escucha sus orculos porque mediticamente es ms atractivo el discurso vindicativo de nulo contenido racional que el republicanismo garantista de nuestra Constitucin Nacional, aunque cada da sea ms obvio que sus resultados son contraproducentes.

Con el mismo problema de Casandra, es probable que la idea de implementar la Prisin Virtual Restaurativa - o una variante similar - no tenga xito, al menos inmediato, pero cabe esperar que sirva para estimular una mirada diferente, ms cercana a lo paradojal y a lo drstico, sobre el problema que por ahora podr permanecer irresuelto, pero, quizs, ms atendido.

Si no se puede persuadir, al menos puede intentarse hacer pensar.

Pero, adems, aun con todas estas trabas y encarando todos estos prejuicios, el auge de la delincuencia indica que ni los acadmicos, ni los juristas ni los polticos deben bajar los brazos ni rendirse ante la adversidad.

Ms bien, encontrar y establecer penas alternativas adecuadas para lograr la disuasin de delinquir, as como la toma de recaudos para que el control de las personas extramuros sea eficaz, debe tomarse como el gran desafo que enfrenta el Sistema Penal en los umbrales del siglo XXI. Mientras ello no se logre, las prisiones perdurarn, los ofensores empeorarn en ellas, sus familias seguirn destruyndose, las vctimas slo tendrn el macabro consuelo de una justicia vindicativa y la sociedad sufrir ms inseguridad y ms violencia.(*) Disertacin en las Primeras Jornadas de Justicia Restaurativa. Ideas y posibilidades en la Universidad de Palermo, buenos Aires, Argentina, el 29 de octubre de 2013

() Dr. en Psicologa Social. Tesis doctoral: Crisis de la pena privativa de Libertad

Se suelen citar contraejemplos de personas que han sido perdonadas y han dado un mordisco a la mano que se les ha tendido. El mismo Jean Valjean lo hace al robar la platera de Monseor Myriel. Pero su conversin llega cuando su alma es comprada por el obispo. Entonces recibe la experiencia emocional correctiva, trmino muy utilizado hoy en algunas lneas psicoteraputicas. Franz Alexander, un psiquiatra que estudi a fondo y coment este caso, sostiene que la experiencia emocional correctiva, en realidad, aun no se establece hasta que la pone a prueba en el episodio siguiente, en que intenta robar una moneda a un chico y comprueba que no puede hacerlo. En efecto, Jean Valjean aun comete casi mecnicamente un pequeo delito despus del perdn y de la ayuda de Monseor Myriel, al ocultar bajo su pie una moneda que a un nio llamado Gervasito se le haba cado accidentalmente y fue a parar donde l estaba sentado en el suelo y apoyado en un rbol. Valjean pisa la moneda y se resiste a levantar el pie ante los ruegos de Gervasito. Gervasito se va llorando. Valjean se arrepiente muy pronto de su acto - ah es donde Alexander dice que gan su batalla final por la conversin - y corre a devolver la moneda, aunque sin xito porque Gervasito ya ha desaparecido, lo cual sume a Valjean en una profunda tristeza pero establece su decisin de nunca ms volver a delinquir. Alexander seala que si no fuera por el episodio en que Valjean intenta robar la moneda la historia que cuenta Victor Hugo no hubiera llamado su atencin. El encuentro con el chico muestra que Hugo instintivamente comprendi la metamorfosis emocional y la dinmica del proceso en todos sus detalles. Es ah cuando Valjean se da cuenta de cuan horrorosamente cruel es su comportamiento que slo una hora antes le habra parecido de lo ms normal y las palabras del obispo que certifican su conversin funcionan en l como una orden psosthipntica En el ejemplo que presenta Milton Erickson ocurre lo mismo. Existe un efecto hipntico en el bandido Joe debido a su enorme sorpresa ante las palabras eventualmente redentoras de Edye. Cmo!? l, el despreciable bandido, podra llegar a pensarse siquiera como un posible caballero? El shock se produce en esta escena y la efectividad del mismo comienza cuando Edye cumple con su palabra de dejarse llevar al baile y seguir a su lado mientras esa conducta caballeresca est presente.

Siguiendo lineamientos criminolgico-crticos, como los sealados por los abolicionistas Louk Hulsman o Nils Christie, en vez de delito debera utilizarse la denominacin situacin conflicitiva y tanto el delincuente como la vctima del delito deberan considerarse, simplemente, partes en conflicto. Estos autores proponen eliminar dichos trminos porque definen categoras reificadas y, por lo tanto, son sostenedoras de lo que consideran un indeseable paradigma penal. Sin embargo, la terminologa propuesta no est en vigencia, a punto tal que Christie debe utilizar la palabra delito hasta en el ttulo de uno de sus ltimos libros, que se denomina Una sensata cantidad de delito. Denominar delincuente slo a quien, adems de haber cometido un delito, persiste en su actitud delictiva propone desestigmatizar al evitar el uso de este trmino para quienes se han apartado de esta actitud, aunque hayan cometido hechos graves en el pasado. Por otra parte, no todos los delitos, entendidos como transgresiones a la ley penal vigente, son ticamente reprobables. El mismo Monseor Myriel comete, obviamente, un delito al encubrir el hurto de Jean Valjean, pero es poco probable que alguien desee reprochrselo.

Hablamos de sistema PVR, que podra ser esquema PVR, modelo PVR, rgimen PVR, etc. y no de Prisin Virtual Restaurativa, porque una crtica contundente ha sido que seguimos hablando de prisin. Ya que para los manoduristas una prisin virtual no es prisin y para que los abolicionistas a quienes el nombre prisin les hace ruido, no se escandalicen, un poco en broma y un poco en serio, advertimos que PVR, siglas de Prisin Virtual Restaurativa, tambin pueden ser siglas de Programa Victima-Reparacin, Pena con Visin Repersonalizadora, Plan con Variante Resocializadora o Paradigma Vigente Reformado y, si se aplicara a ciertas formas restaurativas de Justicia Transicional, podra ser Preocupacin por la Verdad y la Reconciliacin, para los escpticos un simple Proyecto de Valor Relativo y para los partidarios de seguir con la crcel a toda costa, una Propuesta Visceralmente Rechazada. Pero, hablando ms en serio, sostenemos que la idea del sistema PVR es introducir un cambio radical en la actual respuesta al delito, que evite la estigmatizacin de los ofensores, permita que reparen a las vctimas e incentive un cambio en la actitud que los llev a cometer el hecho condenado. Si esto se puede conseguir de forma alternativa bienvenido! El sistema PVR acepta y agradece toda variante que pueda aportarse y esto incluye, desde ya, tambin un eventual cambio en su denominacin.

Esa actitud de desear el cambio pero, ante la menor dificultad, diferir cualquier accin tendiente a lograrlo, recuerda el chiste del extranjero que llega a Buenos Aires y pregunta a su amigo argentino qu puede comer en un restaurante. El amigo le dice que aqu hay muy buena carne y le recomienda que pida un bife de lomo. El extranjero, que no habla castellano, pide bife de lomo, lo obtiene sin dificultad y repite su visita al mismo restaurante un par de veces, hasta que decide cambiar el men y el amigo argentino le recomienda que pida pastas, por ejemplo, oquis. El extranjero pide oquis, pero esta vez el mozo le pregunta si los quiere con manteca o con salsa de tomates. El extranjero repite oquis, el mozo repite su pregunta y as sucesivamente hasta que el extranjero se resigna y pide bife de lomo!.

En una disertacin se expuso una idea que nos parece muy interesante: las vctimas necesitan ser reinvidicadas. Pero como el Estado no hace nada por ellas- o hace muy poco - sus necesidades reivindicativas se convierten en actitudes vindicativas. El corolario sera que si el estado se ocupara de repararlas, estas actitudes vindicativas desapareceran o se reduciran significativamente. Sera muy importante verificar a travs de nuevas encuestas si realmente esto es as.

Aqu podra plantearse qu es verdaderamente ms rechazado en nuestra sociedad, el autor de un delito o quien estuvo en la crcel? Pensemos en un autor de un delito que en la actualidad recibe, de comprobarse, una pena de diez aos de prisin. Supongamos, adems, que todos saben que fue culpable, pero que, por la habilidad de sus abogados o por haber sobornado a los jueces, logr eludir el encierro. En cambio, otro individuo, totalmente inocente y del que todos saben que lo es, fue injustamente condenado por ese mismo delito y estuvo diez aos encarcelado. Cuando sale de la prisin quin est ms estigmatizado en nuestra hipcrita sociedad? El primero o el segundo. Pensamos que es muy probable que lo sea el segundo.