abelardo, pedro - dialogo entre un filosofo, un judio y un cristiano ed. yalde 1988

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  • Examin de inmediato, atentamente, los credos- de las distintas religiones en torno mo, en las cuales est ahora el mundo dividido. Una vez examinados y comparados entre s, decid seguir aquel que ms en armona estuviese con la razn.

    Pedro Abelardo

    DIALOGO ENTRE UN FILSOFO, UN JUDO

    Y UN CRISTIANOTraduccin y orientacin didctica:

    ANSELMO SAN JUAN y MIQUEL PUJADAS

    ColeccinEl Bho de Minerva YALDi

  • A diferencia de los Dialcticos del s. XI, tjiio presentan filosofa y razn natural como alternativas a la fe, Abelardo instala la reflexin racional on la misma Teologa, transformndola desde dentro Su propensin racionalista y su nominalismo le condu jeron a fecundas innovaciones en el plano teolgico y moral, todas ellas en la lnea de la mayor estima del individuo y de su naturaleza racional. Tanto l como Elosa aparecen perfilados en su correspondencia como figuras medievales, pero imbuidas de espritu humanista.

    El Dilogo, muestra de un nimo tolerante y conciliador, destaca respecto a las tendencias del momento histrico en que fue compuesto, tendencias que desembocaran en la 2.a Cruzada. Nada debe extraarnos que el mximo propagandista de aquella Cruzada', S. Bernardo, fuese el ms duro de los adversarios de Abelardo.

    Aparte de recoger los temas centrales del pensamiento abelardiano, el Dilogo es un documento de inapreciable valor como muestra de los contactos interculturales del s. XII.

    Anselmo Sanjun

  • Pedro Abelardo

    DILOGO ENTRE UN FILSOFO, UN JUDO

    Y UN CRISTIANO

    Traduccin y orientacin didctica: ANSELMO SANJUAN

    yMIQUEL PUJADAS

    ColeccinEl Bho de Minerva

  • Anselmo Sanjun. Director de la coleccin.

    Edita: Editorial YALDE s. l. Torres San Lamberto, 9 A - Zaragoza

    Telf.: 976 - 33 55 36

    I.S.B.N.: 84-404-3691-2

    Depsito Legal: Z. 2482-88

    Imprime: Cometa, S. A. Carretera Castelln, Km. 3,400. Zaragoza

  • NDICE DE CONTENIDO

    Pgs.

    NOTA PRELIMINAR ............................................... 5

    TABLA CRONOLGICA DE LA VIDA Y LA POCA DE ABELARDO.................................................. 9

    INTRODUCCION:La poca de Abelardo.......................................... 23

    1. Reforma y Cruzada................................. 232. El nuevo monacato y el desarrollo ur

    bano .......................................................... 243. Dialctica y Religin .............................. 264. El espritu de cruzada y la minora juda. 275. El despertar de la conciencia individual. 29

    Vida de Abelardo................................................... 311. Consideracin preliminar........................ 312. De la provincia a Pars............................ 343. Abelardo y Elosa. Pasin y drama per

    sonal ......................................................... 364. Inadaptacin a la vida monacal. Vuelta

    a P ars ...................................................... 395. La ltima desdicha de Abelardo. Enfren

    tamiento con S. Bernardo....................... 426. Abelardo y Arnaldo de Brescia............. 47

    3

  • 4 NDICE DE CONTENIDO

    Pgs.

    La Filosofa y la Teologa abelardianas............... 491. El problema de los universales............. 502. La moral abelardiana............................. 543. La Teologa.............................................. 59

    Las Obras de P. Abelardo..................................... 65El Dilogo en la produccin jilosfico-teolgica

    abelardiana........................................................ 691. Ao de composicin y marco cultural ... 692. La apologtica juda y el Dilogo .......... 723. La dinmica interna de la o b ra .............. 744. El papel de la razn en la investigacin

    teolgica...................................................... 77

    FREFACIO................................................................... 83

    DIALOGO ENTRE UN FILOSOFO, UN JUDIO Y UN CRISTIANO.................................................. 88

    1. El Filsofo y el Jud o ............................. 882. El Filsofo y el Cristiano....................... 133

    NDICE ONOMASTICO............................................. 227

    NDICE DE LA TEMATICA ESENCIAL ................ 228

    BIBLIOGRAFA 230

  • NOTA PRELIMINAR

    Bastantes historias generales de la Filosofa consideran a Pedro Abelardo un pensador profundo y original. Algunas lo califican de genial. Prcticamente todas reconocen su influencia decisiva en el desarrollo del mtodo escolstico y la mayora lo valora como el pensador occidental ms descollante del siglo xii, juicio que se ha de aquilatar debidamente a la vista de la considerable produccin teolgica y filosfica surgida, a lo largo de ese siglo, de centros como los de Chartres y San Vctor, por mencionar dos de los ms destacados.

    En contraste con esas apreciaciones, la obra abelardiana no ha gozado de ningn favor especial por lo que respecta a traducciones o ediciones. Ha sido, ms bien, injustamente postergada a lo largo de siglos y lo sigue siendo an en los mbitos de habla castellana. Tan slo su tica o Concete a ti mismo se public regularmente en los aos cincuenta por la Editorial Aguilar. La BAC (Biblioteca de Autores Cristianos) no se ha dignado publicar ni un solo libro de Abelardo, aunque s lo ha hecho de otros autores de su poca y, en especial, del que fue su gran y temible adversario, San Bernardo.

    Que esa situacin no es casual se echar de ver por cuanto decimos en notas e introducciones. Lo importante es que est ya ampliamente superada en las reas culturales francesa y anglosajona gracias a los esfuerzos de un E. Gilson y de un J. Jolivet y que con esta

    5

  • edicin castellana del Dilogo entre un Filsofo, un Judio y un Cristiano damos un paso ms hacia su superacin en nuestro pas.

    El Dilogo fue, con toda probabilidad, escrito a partir de 1140, tras la condena del Snodo de Sens que, adems de ordenar la quema de sus escritos teolgicos y de su tica, impona a Abelardo reclusin perpetua en una celda conventual y la estricta prohibicin de escribir. Fue la intervencin, hbil y diplomtica, de Pedro el Venerable, el influyente Abad de Cluny, la que consigui suavizar la reclusin de Abelardo y levantar el veto que obstrua su actividad literaria.

    Abelardo debi hablar bastante con Pedro el Venerable, muy interesado en la cultura islmica del sur de los Pirineos, y pudo ser l quien lo motiv a escribir el Dilogo. Este tiene, aparte su valor como documento del intercambio cultural del siglo xii, carcter testamentario en cuanto que en l culminan las reflexiones abelar- dianas acerca del papel y la relevancia de la razn en el anlisis teolgico y en la opcin voluntaria en favor de uno u otro credo religioso.

    Comparada con obras posteriores del mismo o parecido gnero, tales como el Pugio Fidei (El Pual de la Fe), de Ramn Mart (1220-1284) o el Libro del Gentil y de los tres Sabios, de Ramn Llull (1235-1315), el Dilogo resulta ms filosfico y ms sereno, libre de la viscera- lidad militante de Mart y de la argumentacin recargada y obsesiva de R. Llull. Supera tambin en profundidad y claridad a El Kuzari (Defensa de la Religin despreciada), obra del hebreo espaol, contemporneo de Abelardo, Jehuda Halevi, en la que, naturalmente, la Ley mosaica sale triunfante frente a sus impugnadores cristianos y mahometanos.

    La traduccin castellana se ha hecho a partir del texto latino editado por Rudolf Thomas en la Friedrich Fromman Verlag (Stuttgart, 1970), contrastado con el texto de Migne en la Patrologa Latina, vol. 178 (Pars,

    6 DIALOGO e n t r e u n f il s o f o , u n ju d o y u n c r is t ia n o

  • NOTA p r e l im in a r 7

    1855). El texto de R. Thomas es ms completo que el de Migne, ya que ste se basa exclusivamente en el manuscrito de la Biblioteca Nacional de Viena, de finales del siglo xii, mientras que aqul ha cotejado dicho manuscrito con el del Balliol College de Oxford, del s. xiv, copia de algn otro anterior y ms completo que el de Viena. En algunos pasajes especialmente oscuros hemos analizado la traduccin inglesa de P. Payer, publicada por el Pontifical Institu of Mediaeval Studies, Toronto, 1979, traduccin basada, a su vez, en el texto latino de R. Thomas.

  • 8 DILOGO ENTRE UN FILSOFO, UN JUDlO Y UN CRISTIANO

    Abelardo y Elosa, segn una miniatura medieval que ilustraba el Romn de la Rose

  • TABLA CRONOLGICA DE LA VIDA Y LA POCA DE ABELARDO

    Vida Contexto Cultural Contexto Sociopolitico

    1078: Los turcos se apoderan de Jerusalem. Respetan a los peregrinos cristianos, pero el Occidente ve esa conquista como un sacrilegio. Surge poco a poco un clima de cruzada.

    1079: Nace Pedro Abelardo en Pallet, cerca de Nantes, como primognito de Berengario y Lucia. Su padre, miembro de la pequea nobleza, cuida de su educacin los primeros aos.

    1080: Nace en Tudela Jehu- da Halevi, poeta y filsofo judio autor del Libro de la Prueba y del Argumento en defensa de la Religin humillada ms conocido como El Kuzari.

  • Vida Contexto Cultural Contexto Sociopolitico

    1085: Alfonso VI conquista Toledo. Pronto comenzar all la actividad traductora desde el rabe.

    1090-1093/4: Asiste, segn su autobiografa a varias escuelas de La Bretaa, en las que se cultiva especialmente la Lgica.

    1092/3: Roscelino, que poco despus ser maestro de Abelardo, es condenado en Soissons por triteis- ta. (V. Introduccin.)

    1093: Anselmo, Abad de Bec (Norman da) es nombrado Arzobispo de Can- terburv. All escribir El Proslogium. l v Abelardo son los padres de la escolstica.

    1094-1098?: Se educa en la escuela de Loches, regentada por el clebre nominalista Roscelino. ste se convertir ms tarde en un temible detractor de su antiguo discpulo, quien tambin lo atacar duramente.

    1097/8: Nace en Zaragoza el lsofo rabe Avempa- ce, cuyas teoras pudo haber conocido Abelardo indirectamente v contra las cuales reacciona en el Dialogus.

    1098: Roberto de Molesmes funda la Orden del Cs- ter, la segunda surgida en el marco de la reforma gregoriana. San Bernardo ingresar en ella pocos aos despus.

    1092/6: La secta sarracena de los asesinos (fumadores de haschish) dirigida por el Viejo de la Montaa, ataca a los peregrinos cristianos v exige rescates.

    1096: En pleno ambiente de cruzada, bandas de cristianos atacan las juderas de las ciudades del Rhin y matan a millares de hebreos indefensos.

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  • Vida Contexto Cultural Contexto Sociopolitico

    1099: Los cruzados toman Je- rusalem y desencadenan una espantosa masacre pese a que el Emperador Enrique IV ha- ba obligado a Godo- fredo de Bouillon a anular su juramento de no dejar un judo vivo, en venganza de la sangre de Cristo.

    1100: Va a Pars v estudia Filosofa con Guillermo de Champeara. Rebate su punto de vita realista en la cuestin de los universales, lo cual provoca en Guillermo una profunda animadversin.

    1101: Abelardo funda su propia escuela en Mclun, cerca de Pars, v despus en Corbeil. Guillermo de Champeaux se vale de su influencia para obstaculizar la carrera de Abelardo. Este enferma por exceso de trabajo v vuelve a Pallet a restablecerse.

    1102/7: Se restablece en Pallet, estudia v prepara su segunda salida a Pars.

    1100: El filsofo rabe Al Ga- zali, que ha abandonado familia y ctedra a causa de una crisis religiosa personal, recorre como suf el mundo musulmn en bsqueda de la certidumbre en la fe.

    1101: Muere San Bruno, fundador de la Orden de los Cartujos, surgida como consecuencia de la reforma gregoriana.

    1102: El nuevo Papa Pascual II renueva la excomunin del Emperador Enrique IV.

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  • Vida Contexto Cultural Contexto Sociopolitico

    1107: Asisto nuevamente a las clases de Guillermo de Champcaux para aprender retrica. Guillermo las imparte ahora en un convento de Cannigos sujetos a regla monstica. Nueva disputa entre ambos acerca de los universales. Guillermo se ve forzado a revisar su concepcin onto- lgica. Disputa entre Abelardo v Gosvino. otro discpulo de Rosee- lino v futuro Prior de Abelardo.

    1108: El sucesor de Guillermo de Champcaux en la escuela de Ntre-Dame delega en favor de Abelardo la ctedra de Filosofa. Guillermo nombra a otro sucesor que desplaza a Abelardo. Este vuelve a ensear en Melun v cuando Guillermo abandona Pars, l vuelve a la ciudad y ensea en la montaa de Santa Genoveva donde obtiene un gran xito que consolida su escuela.

    1104: El erudito bizantino 1104:Suidas compila el ingente material de su enciclopedia que abarca a los sabios griegos de la antigedad v a autores bizantinos. Esa enciclopedia aportar ms tarde ideas y conocimientos a la cultura renacentista.

    1107: Ana Commona. de la familia real bizantina, se retira a un convento e inicia su Alexiada, valiosa fuente informativa de la 1.* Cruzada.Los cruzados son vistos en la obra como brbaros v fanticos.

    1108:

    El futuro Emperador alemn, Enrique V, encarcela a su padre, el todava Emperador. Enrique IV. Su carcelero ser el Obispo de Spira.

    Los almorvides derrotan a Alfonso VI en Uds. Peligra la ciudad de Toledo.

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    1109: El poeta y filsofo judeoespaol, Jehuda Hale vi, autor de El Kuzari, huye de Toledo a la Espaa musulmana tras el asesinato del influyente judio Aben Fe- m i sel.

    l i l i : Su madre le anuncia su propsito l i l i : Muere el filsofo v te- de entrar en una orden religiosa. El logo rabe Al Gazali,padre lo haba hecho ya meses antes. autor de la Destruccin

    de los Filsofos.

    l i l i : El Papa Pascual II y el Emperador Enrique V llegan a Roma a un compromiso por el que la Iglesia renuncia a sus feudos en el Imperio. Cuando el compromiso se hace pblico en la baslica de San Pedro, los prelados prorumpen en tumulto. Los soldados del Emperador se ven obligados a intervenir.

    1112: Tras breve estancia en Pallet lardo decide estudiar Teologa.

    Abe- 1112: San Bernardo, futuro adversario y persecutor de Abelardo, entra en la Orden del Cster.

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  • Vida

    1113: Estudios de Teologa en Laon bajo la direccin de Anselmo de Laon, el ms afamado de los telogos de Francia. Abelardo se granjea su antipata y las de sus discpulos preferidos por sus observaciones crticas v su rechazo del mtodo tradicional. Adquiere pronto fama de telogo agudo v bien pertrechado para la dialctica.

    1114: Ensea en la escuela catedralicia 11 de Ndtre-Dame y obtiene una canonja en el Captulo junto con su correspondiente prebenda. Slo tiene los grados nfimos de las rdenes menores, pero pronto llega a ser el presidente de todas las escuelas de Pars dependientes de Ntre- Dame. Aos de mximo apogeo de Abelardo.

    1117: Abelardo conoce a Elosa, sobrina del cannigo Fulberto, en cuya casa vive ella. Fulberto, personaje influyente. quiere que Abelardo sea preceptor de su sobrina y que vava tambin a vivir a su casa. Concede al filsofo el derecho de castigarla fsicamente si ella no se esfuerza en el estudio. Pronto se enciende en l una pasin correspondida por ella, que apenas cuenta 17 aos.

  • Contexto Cultural Contexto Sociooolltico

    14: Se promulgan las Leves Henrici en Inglaterra, primera constitucin poltica de este pas.

    1114: Expedicin de Ramn Berenguer III, Conde de Barcelona, a las Baleares con ayuda de la flota de Pisa.

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    1118: Elosa tiene un hijo de Abelardo. Un matrimonio secreto aplaca la ira de Fulbcrto, quien para dar satisfaccin a su honor airea el secreto. Al negar aquellos de forma obstinada la existencia de aquel vinculo, la ira de Fulbcrto se abate contra Elosa. Abelardo la lleva a un monasterio para protegerla de su to. Los secuaces de ste sorprenden a Abelardo mientras dorma v lo someten a una humillante castracin. Pocas semanas despus, los castradores son, a su vez, castrados v cegados por la justicia.

    1119: Abelardo entra en el monasterio de San Dionisio. Diferencias con el Abad v los monjes.

    1120: Ante el ruego de muchos de sus discpulos Abelardo reanuda sus clases en un eremitorio de San Dionisio. El Abad concede su permiso para alejarle en lo posible de los asuntos det monasterio.

    1118: El Arzobispo de Toledo 1118: decreta la igualdad de judos v cristianos en Alcal de Henares, recin tomada a los rabes. La convivencia entre las dos religiones es an aceptable en Espaa.

    El filsofo rabe Avem- pace huye de Zaragoza, tomada por Alfonso el Batallador.

    1119:

    1120: Norberto, arzobispo de Magdeburgo, funda la Orden de los Premons- tratenses, destinada a moralizar la vida de los cannigos. Es el ltimo efecto importante de la reforma gregoriana. Norberto sera tambin adversario de Abel.

    Alfonso 1 toma Zaragoza. El Emperador Enrique V en Roma.

    Se funda la Orden del Temple, que pronto destacar por su riqueza, sus vinculaciones con la cultura oriental v por la amplitud de sus criterios religiosos.

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  • Vida

    1121: Sinodo de Soisson. A instigacin de algunos discpulos de Anselmo de Lan y de Roscelino, que desahog su resentimiento en una carta llena de bajos ataques, la obra de Abelardo sobre la Trinidad es condenada. Es sometido a nuevas humillaciones.

    1122: Abelardo en el monasterio de San Medardo, especie de correccional. Su antiguo condiscpulo y rival, Gosvi- no (ms tarde San Gosvino) es Prior y hace sentir a Abelardo su autoridad. El Abad parece haberlo tratado con mucho respeto. Vuelve de nuevo a San Dionisio y all se enfrenta de nuevo al Abad y los monjes. Nuevo proceso y huida de Abelardo a la Champaa.

    1123: Tras nuevas negociaciones con el nuevo Abad de San Dionisio, Suge- rio, Abelardo queda eximido de la clausura, si no entra en otra orden. Se retira a Nogent sur Seine. donde funda el Oratorio Parclito. Reanuda sus clases con gran xito. En esta poca parece haber sido alumno suvo Arnaldo de Brcscia. Al sentirse perseguido por S. Bernardo v San Norberto (fundador de los pre- monslratcnses) piensa huir a la Espaa musulmana.

    1121:

    1124:

  • Contexto Cultural Contexto SociopolUico 9 >

    Se va dando a conocer por el Occidente la Bula Etsi Judaei. La Iglesia trata de contener el furor antijudio que ella misma ha provocado con sus enseanzas. Pronto caer ella misma en ese furor destructivo.El ingls Adelardo de Bath traduce al latn las obras del matemtico rabe Al-Jawarizmi, muv importante para el desarrollo de las matemticas en Occidente. (Del nombre del matemtico rabe proviene el termino algoritmo.)

    1121: Se constituye en el Norte de Africa la secta de los almohades, que no tardar en cruzar el estrecho y provocar una huida masiva de iudos hacia la Espaa cristiana.

    1122: El C o n c o r d a t o de Worms entre el Emperador Enrique V y el Papa Calixto II pone fin a la lucha por las investiduras.

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  • Vida Contexto Cultural Contexto Sociopolitico

    1125: Monjes de G e l l o n e (Francia) escriben la Vita Sancti Wilhelmi narrando hazaas de aquel pariente de Carlomag- no frente a los rabes espaoles v su participacin en la conquista de Barcelona.

    1126: Nace en Crdoba Ave- rroes, gran filsofo his- panomusulmn, autor de Destruccin de la Destruccin, rplica a Al Gazali.

    1126: Alfonso VII, Rev de Castilla v de Len. Se consolida el predominio cristiano en la Pennsula.

    1127: M u e r e Guillermo de Aquitania, el primer trovador e inspirador de un tipo de lirica que tambin cultiv Abelardo.

    1128: Abelardo acepta ser Abad de San Gildas, monasterio de monics de carcter feroz e indisciplinado.

    1129: Las monjas de Argenteuil, de las que Elosa es Priora, son expulsadas de este centro. Abelardo les ofrece el Oratorio de Nogent para que continen la vida monstica.

    1129: Muere Rogcrio de Sicilia. Deja a su sucesor un reino en el que conviven rabes, judos v cristianos de distinta confesin; el primer estado moderno, segn J. Burckhardt.

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    1130: Va varias veces al Parclito para 11 formalizar cannicamente su cesin. Murmuraciones de sus enemigos.

    1131: Abelardo asiste a la consagracin del monasterio benedictino de Morigni. El Papa Inocencio II confirma la cesin del Parclito.

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    JO: Epoca de composicin, en provenzal, de la Cans de Antiocha, en que se narran hechos de la 1. Cruzada.

    1130: Cisma en la Iglesia. Un grupo de Cardenales elige Papa a Gregorio Papi con el nombre de Inocencio II. Otro se decide por Pedro Pierleo- ne, hijo de un iudio converso. San Bernardo escribe a Lotario III. el Emperador, que es una vergenza para Cristo que un judo ocupe el trono de San Pedro. Anadeto II. nombre que adopta P. Pier- Icone, habia sido monje de Clunv V discpulo de Abelardo.

    1133: Lotario III es coronado Emperador por Inocencio II. Es la contrapartida por el apovo que ste le prest contra el antipapa Adete II.

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  • Vida Contexto Cultural Contexto Sociopolitico

    1134/5: Huida definitiva de S. Gildas tras haber sido vctima de intentos de asesinato por parte de sus monjes.

    1135: Nace en Crdoba Maimn ides, filsofo judo autor de la Gula de Perplejos en la que sintetiza con rigor aristote- lismo y religin judaica. Su influencia en la escolstica cristiana fue considerable.

    1136: Reanuda su docencia en Santa Ge- novena (Pars). Su relacin con Ar- naldo de Brescia, incansable acusador de la vida licenciosa de la Curia, inquieta a la jerarqua y a San Bernardo.

    1136: Los musulmanes turcomanos se han apoderado de Antioquia v Trpoli. Peligra el Reino Cristiano de Jerusalem.

    1137: Acaba el cisma por la muerte de Anadeto II. San Bernardo ha inclinado a favor de Inocencio a ingleses, franceses v alemanes.

    1139: Disputa entre San Bernardo v Abelardo en Pars. Los partidarios de uno v otro dan versiones opuestas sobre el resultado. El primero escribe a Inocencio (que le debe la tiara) sobre supuestas herejas abe- lardianas.

    1139: Jehuda Halevi acaba su libro de la Prueba v del Argumento en Defensa de la Religin Humillada (El Kuzari).

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  • Vida Contexto Cultural Contexto Sociopolltico 3

    1140: Snodo de Sens cuyos participantes han sido predispuestos por San Bernardo contra Abelardo. Condena de ste por algunos textos de sus obras que no se formulan de acuerdo con el original. Cuando Abelardo intenta apelar a Roma, el Papa ya ha recibido escritos del Snodo y de San Bernardo. Inocencio quema solemnemente las obras de Abelardo.

    1140: Muere Jehuda Halevi cerca de Jerusalem, probablemente a manos de un cruzado cristiano.

    11141/2: Abelardo se refugia en Clunv. Por intervencin de su Abad, Pedro el Venerable, el Papa anula su excomunin. Ese mismo Abad media entre l v San Bernardo.

    1141: Se acaba la redaccin del poema castellano Mo Cid.

    1141: Arnaldo de Brescia sucede a Abelardo en Santa Genoveva v ensea a estudiantes pobres que se ganan la vida mendigando. Tiene que abandonar Pars acosado por S. Bernardo.

    1142: Abelardo muere cerca de Clunv.1143: Arnaldo de B r e s c i a

    acompaa a Bohemia al Legado Pontificio Guido. San Bernardo previene a este ltimo contra su acompaante.

    1145: El udo converso Dom e n ic u s Gundisalvus traduce al latn la obra filosfica de Al Gazali.

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  • Contexto Cultural Contexto SociopoliticoVida

    1146: Amaldo de Brescia se alfa en Roma con Gior- dano Pierleone, hermano del antipapa Ana- cleto II. Se restaura el antiguo Senado. El Papa tiene que huir de Roma.

    1155: Despus de varios aos de lucha por hacer de Roma una comuna libre del poder temporal del Papa, Arnaldo de Brescia es ahorcado. Su cadver ser quemado v sus cenizas arrojadas al Tiber para que no surja un lugar de peregrinaje.

    1164: Muerte de Elosa.

    1817: Los restos de ambos son inhumados en el cementerio de Pre La- chaise (Pars).

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  • VTumba de Abelardo y Elosa. Abelardo muri en abril de 1442 y fue enterrado en el cremiterio El Parclito que ti habla fundado. All muri Elosa, en mayo de 1164. En 1496, ios restos de ambos fueron trasladados al Coro de la Iglesia de Nogent sur Seine. Su tumba fue destruida en 1790 y los restos fueron trasladados

    en 1817 al cementerio Pre-Laehaise.

  • INTRODUCCIN

    LA POCA DE ABELARDO

    1. Reforma y CruzadaSi hubiera que sealar dos acontecimientos que en

    marquen, aproximadamente, la vida de Abelardo y que constituyan asimismo jalones importantes de su poca, nos decidiramos por la primera y la segunda Cruzada.

    La primera, que culmina en 1098 con la toma de Jeru- salem, se inicia cuando Abelardo se dispone a ir a Pars a seguir estudios superiores. La segunda se va gestando y preparando poco despus de la muerte de Abelardo (1142) y acaba en el desastre de 1147 que tanto amarg los aos de su gran adversario, Bernardo de Claraval.

    Esos dos acontecimientos no son simples hitos externos que enmarcan esa vida. Estn ntimamente vinculados al entramado de aquella poca y a la problemtica social, poltica y cultural que el gran dialctico tuvo que afrontar.

    Las cruzadas significan, entre otras cosas, el fracaso de la poltica de paz entre los reinos cristianos del occidente y el predominio del sacerdotium sobre el impe- rium (poder poltico). Este predominio sobrevino como desenlace de la lucha por las investiduras, con una Iglesia hasta tal punto victoriosa sobre el Emperador que pasaba de ser un apndice feudal del mismo a gozar de plena independencia en lo referente a la investidura de

    23

  • cargos eclesisticos a la vez que mantena y aumentaba poco a poco sus tierras y prebendas. El Papa se convierte en jefe efectivo de la cristiandad, ceido de las dos espadas (la del poder temporal y la del espiritual).

    Son los papas los que, al fracasar en su intento de poner fin a las guerras entre prncipes cristianos mediante las prcticas de la tregua de Dios y la paz de Dios, proyectaron la energa y la agresividad de aqullos hacia el Oriente en forma de cruzada. Ese proyecto permita, por aadidura, mantener la jefatura poltico- religiosa del Papa, unificar emocionalmente a la cristiandad y extender violentamente el cristianismo a costa del Islam.

    El siglo xii es un siglo de grandes impulsos religiosos. La cruzada es uno de ellos, y no el mejor. El mpetu de la reforma gregoriana consigui no slo liberar a la Iglesia del yugo feudal, impuesto por el poder temporal desde Carlomagno, sino que elev su organizacin, su poder y su fervor religioso. Eso explica el surgimiento de las nuevas rdenes de Los Cartujos, El Cster (ambas a finales del siglo xi) y de Los Premons- tratenses (1120), todas las cuales se expanden con rapidez en el siglo xn.

    El auge de estas rdenes tuvo un fuerte impacto sobre la cultura y la poltica de la primera mitad del siglo. Cistercienses y Premonstratenses tratan, con cierto xito, de atraer a una parte de la juventud noble y culta a la vida conventual, creando as un fuerte contrapeso al desarrollo de la vida urbana. Cultivan espritus de gran fervor, nuevos paladines de los valores religiosos tradicionales, aunque ms autnticos a raz de la depuracin de la reforma.

    2. El nuevo monacato y el desarrollo urbanoEl desarrollo de las ciudades conllevaba, opuesta

    mente, la afirmacin de valores prcticos, de los goces

    24 DIALOGO e n t r e u n f il s o f o , UN JUDO V UN CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 25

    terrenales y de una cultura actualizada en cuanto dirigida al cultivo de la razn (Dialctica) y a ciencias ms adecuadas para triunfar en la vida (Trivium y Quadri- vium). Los centros de cultura son, ciertamente, centros anejos a la Iglesia, las escuelas catedralicias especialmente, pero estn animados de un espritu muy distinto al del monacato y toman su savia de la vida misma. Es una poca en que no todos los deseosos de saber piensan en el sacerdocio como culminacin de su vida. Muchos aprecian la cultura por s misma y otros piensan en triunfar en las carreras civiles que se van haciendo necesarias en las cortes reales y ducales.

    Frente a ese impulso espontneo de una sociedad que avanza econmicamente y va restableciendo largas rutas comerciales o creando otras nuevas hacia los potentes mercados urbanos, el nuevo monacato representa un movimiento retardatario que acabar poco a poco en el fracaso y en nuevas relajaciones. Personalidades como las de San Bernardo logran, sin duda, distanciar a una parte de la juventud del cultivo de las ciencias profanas llevndolas a la conversin (apartamento del siglo hacia la vida monacal), pero ello ser cada vez ms difcil y el xito disminuir a medida que se amplan las ciudades y desaparecen los grandes reformadores religiosos. Lo que en un principio pareca ventajoso, el menosprecio de los valores de la vida urbana, se tornar en desventaja y har disminuir la influencia social del monacato.

    Las tres rdenes antedichas adoptan, efectivamente, una actividad ms recelosa frente a la dialctica y la especulacin filosfica que la orden benedictina tradicional que tena sus grandes centros en Cluny y San Dionisio. San Bernardo sostuvo discusiones agrias con los cluniacenses por su relajacin y su cultivo de las bellas artes. El abad de Cluny, Pedro el Venerable, le reproch falsa santidad en una ocasin. Fue este mismo Pedro el que protegi a Abelardo tras la condena de Sens. A la

  • larga, sin embargo, el Cster perdi influencia y las rdenes del x iii. Franciscanos y Dominicanos, volcaron su actividad hacia las ciudades y el estudio de las ciencias.

    3. Dialctica y ReliginEl siglo xi habia conocido la lucha entre dialcti

    cos y telogos y dos guras extremas: la del dialctico Berengario de Tours y la del telogo Pedro Damin. El primero impug con argumentos racionales dogmas centrales del cristianismo y enfatizaba que es la razn lo que nos hace semejantes a Dios, por lo que era insensato no usar de ella hasta el fondo. Si los accidentes del pan y del vino deca analizando filosficamente la eucarista subsisten, entonces subsisten tambin el pan y el vino y no se da ninguna transubstanciacin.

    P. Damin, por su parte, animaba a los sacerdotes a flagelarse en pblico y consideraba pernicioso para la fe el estudio de la losofa y las ciencias. Entenda que la revelacin era por s misma y de modo inmediato luz de conocimiento; luz tan brillante que no admita otros conocimientos a su lado. De qu sirve una pobre lmpara deca cuando ilumina la luz del mismo sol?

    El siglo xn no conoce figuras tan extremas, pero su perfil cultural se puede describir, grosso modo, diciendo que las nuevas rdenes y algunos telogos tradicionales, siguen la lnea de P. Damin, aunque no de forma tan estridente. La otra lnea la siguen, sin pretender por ello abandonar la ortodoxia, las escuelas catedralicias de Pars y Chartres y, sobre todo, telogos como P. Abelardo y Gilberto de la Porre.

    San Anselmo, un hombre que encarna la transicin entre ambos siglos, pretenda, con la inspiracin de la fe, amplificar su razn hasta demostrar las verdades del misterio. Su pretensin no goz de gran simpata, pero no fue molestado gracias a su prestigio y porque, de todas formas, dejaba intactas aquellas verdades. P. Abelardo y G. de la Porre no van tan lejos y aceptan que de

    26 DIALOGO e n t r e u n f il s o f o , u n j u d o y u n c r is t ia n o

  • INTRODUCCIN 27

    terminados aspectos de las formulaciones mistricas no pueden ser plenamente transparentes a la razn. Pero tratan de calar a fondo en las implicaciones y entresijos de esas formulaciones y hallaban, o crean hallar, conocimientos nuevos que disgustaban a San Bernardo o Guillermo de Saint Thierry, los dos eminentes cistercienses del momento, porque, a juicio suyo, se desviaban de la recta doctrina.

    La reforma gregoriana no era, pues, entendida de un mismo modo por los hombres de Iglesia del siglo xn. Unos buscaban su autentificacin mirando hacia el pasado y salvaguardando la fe de las tentaciones especulativas. Otros crean afianzarla integrando en ella el saber de la antigedad clsica y elevando el nivel intelectual. Va vimos que hombres como Amaldo de Brescia queran llevar esa reforma hasta sus ltimas consecuencias sociales y polticas. Abelardo perteneca al segundo grupo y tuvo, quiz, cierta simpata por el tercero.4. El espritu de cruzada y la minora juda

    El nuevo fermento religioso aportado por el Cster y las otras rdenes influa asimismo en el espritu de cruzada hacindolo ms amplio y sentido. San Bernardo sera el gran animador y organizador de la cruzada de 1147. l presion sobre los monarcas francs y alemn movilizando al pueblo. l predicaba sobre las excelencias de la guerra contra el infiel y exaltaba el propsito de defender los Santos Lugares, nuevamente amenazados.

    Pero aquel espritu conllevaba fanatismo e intolerancia. Agrupaba a gentes de toda ralea en torno a caballeros y seores feudales deseosos de fortuna, aunque no faltasen los que buscasen alivio a sus conciencias y mritos ante un Dios que volva a adquirir rasgos vetero- testamentarios. En ese clima previo a la cruzada, son los monjes quienes ejercen influencia sobre los nimos. Los

  • centros de estudio y reflexin tienen voces demasiado serenas para imponerse en semejantes situaciones.

    Nada tiene de extrao que fuese esa la poca en que se seala un drstico empeoramiento de la situacin de los judos en Europa. Ya en la primera cruzada, los judos de las ciudades renanas tuvieron que soportar masacres que causaron entre ellos millares de vctimas. En Spira y Worms perecieron en su mayora, quemados por el populacho fanatizado. Entre ese populacho se mezclaban deudores de los prestamistas judos que fomentaban la quema de casas y sinanogas con la esperanza de que los documentos de prstamos ardiesen junto con sus poseedores. La mayora actuaba as, sin embargo, porque consideraba meritorio matar judos. Muchos que no podan o querar ir a la cruzada aplacaban de este modo su mala conciencia.

    Fue por esa poca cuando surgi en Inglaterra y se extendi por el continente la leyenda infame de que los judos sacrificaban en su Pascua nios cristianos para repetir pertinazmente el martirio de Cristo. Pocas dcadas despus se compone en hebreo la Historia de Jess, que aunque no reconocido como libro doctrinal por las sinagogas, debi leerse bastante. La reputacin de la Virgen queda muy malparada en ella. Su hijo aparece como mago y farsante que ha aprendido sus malas artes en El Egipto. Ese libelo documenta el abismo que se haba abierto entre las dos comunidades. A la tensa convivencia anterior suceden el odio y el resentimiento mutuos.

    En la segunda cruzada se tornaron a repetir las masacres, distinguindose entre los cabecillas el monje cis- terciense Rodolfo, a quien el mismo S. Bernardo tuvo que obligar a reintegrarse a su convento a requerimiento del obispo de Maguncia. Pero lo que haca Rodolfo no era otra cosa que llevar a sus ltimas consecuencias el odio que S. Bernardo y otros propagan contra los judos. El ms famoso de los cisterciense les llamaba bes

    28 DILOGO ENTRE UN FILSOFO, UN JUDlO Y UN CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 29

    tiales, hijos del diablo y asesinos desde la primera' hora. Cuando Anacleto fue elegido Papa por un grupo mayoritario de cardenales contra Inocencio II, San Bernardo escriba al Emperador Lotario hacindole ver que sera un nuevo escarnio para Cristo el que un judo se sentase en el solio de San Pedro. Anacleto era miembro de una familia conversa, los Pierleone, y habla sido monje benedictino y, probablemente, discpulo de Abelardo. Es ese mismo San Bernardo el que escribe a las nuevas milicias cristianas (la Orden del Cster) y los arenga para que combatan y mueran por Cristo. El que Abelardo, por esa misma poca, escriba su Dilogo en el que el judo es vencido dialcticamente pero haciendo gran aprecio de su doctrina y del fervor religioso de su pueblo es una clara expresin de cmo aquellos dos espritus se enfrentaron a los problemas de su poca: el uno a travs de concepciones lejanas a la vida y proclives al fanatismo y la intolerancia. El otro con las armas de la cultura y de la razn. Las cruzadas fueron, en su conjunto, un terrible fracaso y contribuyeron al fanatismo anticristiano en el Oriente. El desarrollo intelectual de Europa tras la fundacin de las Universidades a finales del siglo xil y principios del xm, producto tpico de la civilizacin urbana y de los esfuerzos de hombres como Abelardo, cre las bases del Humanismo y de la Revolucin Cientfica.5. El despertar de la conciencia individual

    El siglo xii es tambin, no lo olvidemos, el siglo de los relatos caballerescos y de la poesa trovadoresca. Guillermo de Aquitania, el primer gran trovador, muri cuando Abelardo dejaba de ser adolescente.

    Aunque surgido de la sociedad feudal, el ideal caballeresco supona un refinamiento de la misma, la superacin a veces puramente imaginaria de sus rudas formas y su estilo grosero de vivir. Se aspiraba en l a un modo de vida regulado por frmulas de cortesa y

  • una tica altruista. No desdeaba la cultura como algo anejo a los hombres de Iglesia. La misma palabra clrigo altera paulatinamente su sentido y pasa a significar la persona culta en general.

    Se ha dicho del amor que es un invento del siglo xii. Realmente aparece entonces en sus distintas versiones, como goce carnal, como pasin, como sentimiento platnicamente sublimado. En todo caso se convierte en inspiracin literaria y se recrea en la descripcin de las vivencias personales y en la evolucin de los sentimientos. Tanto en los relatos caballerescos, originarios de la Bretaa, como en la poesa trovadoresca, surgida en las cortes de Languedoc, aparece realzada la personalidad individual. El ideal y el amor impulsan a conductas premiadas con grandes triunfos o sancionadas con tragedias aniquiladoras. No cabe duda: la conciencia individual con todas sus alternancias, con sus horas estelares y sus momentos de oscura melancola, hace acto de aparicin en la poca de Abelardo.

    La sensibilidad de aquel caballero convertido en intelectual no poda ser refractaria a esa nueva fuerza espiritual. Abelardo compuso numerosas canciones de amor dedicadas a Elosa pero destinadas como las de los trovadores a ser cantadas en pblico. Elosa asegura en su primera carta que circularon de boca en boca e hicieron de ella la mujer ms envidiada de Pars. En su autobiografa, l habla, por lo dems, de s mismo, como lo hara un engredo trovador: Mi fama estaba en su cima, exceda a los dems por mi agraciada juventud y no tena que temer el rechazo de ninguna mujer a quien yo honrase con mi amor. Algo que ella confirma en su carta: Tenais, entre otros, dos talentos para seducir desde el primer instante, el corazn de todas las mujeres: el talento del poeta y el del cantor.

    La pasin amorosa fue la que dio un vuelco desdichado a las vidas de ambos, como ocurra en muchas de las narraciones caballerescas o en la vida real de ms un

    3 0 DILOGO ENTRE UN FILSOFO, UN JUDO Y UN CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 31

    trovador. Que Abelardo haya escrito una de la primeras autobiografas medievales es un signo ms junto a la correspondencia con Elosa del despertar de la conciencia individual en Europa.

    VIDA DE PEDRO ABELARDO1. Consideracin preliminar

    Como quiera que la cronologa precedente contiene ya los datos ms sobresalientes de la vida de Pedro Abelardo, nos limitamos aqu a exponer un resumen de la misma destacando sus hitos esenciales y conectando stos entre s de modo que, por una parte, se reconstruya una trayectoria vital con cierto sentido interno y, por otra, se perciba el vigoroso perfil de su personalidad haciendo comprensibles algunas de sus actitudes y decisiones ms cargadas de consecuencias.

    El sentido de aquella vida y el vigor de aquella personalidad slo quedan bien delimitados en conexin con el contexto sociopoltico y el sistema de valores de la poca. Abelardo fue un hombre de su tiempo y muy consciente de los problemas que ste planteaba. Al enfrentarse a ellos, adopt una actitud avanzada, orientada hacia un futuro que l mismo ayud a alumbrar aportando puntos de vista nuevos y considerables recursos intelectuales. Fue un hombre de su poca en la medida en que se adelant a la misma y pugn por eliminar de ella buena parte del lastre que entorpeca su avance hacia concepciones sociales y culturales ms amplias y dinmicas.

    Cuando, siguiendo el hilo de la vida de P. Abelardo, nos hallemos frente a las figuras de Elosa, San Bernardo y Amaldo de Brescia, valdr la pena considerar con algn detenimiento la relacin que aqul tuvo con ellas. Veremos as mejor cmo la trayectoria vital de Abelardo estuvo en comunicacin dinmica y natural con la so

  • ciedad de su tiempo. Ello nos permitir, asimismo, delimitar el horizonte mental del filsofo y entender en buena medida su actitud ante los problemas de entonces.

    Hacia finales de 1140 redact Abelardo un pequeo escrito, la Confessio Fidei (Profesin de Fe), en forma de carta a Elosa, profundamente angustiada por el estado de conciencia de su ex-esposo. No era para menos. Ese mismo ao haba sufrido su segunda condena ante un Snodo religioso esta vez en la ciudad de Sens y con participacin decisiva de San Bernardo. Abelardo estaba atribulado y saba que Elosa lo estaba an ms. Como cristianos, pensaban que la salvacin de su alma estaba en juego y l quera aliviar la inquietud de aqulla, siempre dispuesta a autoculpabilizarse cada vez que los enemigos de l le infligan una nueva afrenta.

    La Confessio Fidei es un documento interesante: pone de manifiesto la firmeza moral de su autor y la consecuencia con que era, generalmente, capaz de llevar a la prctica sus enfoques morales. Pese a la condena del Snodo y la quema solemne de sus escritos por parte del Papa Inocencio II ante las puertas de San Pedro, Abelardo declara, dolida, pero firmemente, que no se considera hereje v que ha sido vctima de prejuicios y de malevolencia. Su conciencia no le acusa de hereja y eso es lo decisivo para l. Es evidente que, aunque dirigida a Elosa de forma inmediata, la Confessio Fidei se dirige, ante todo, a la posteridad. Quiere, por eso mismo, evitar cualquier equvoco y no se conforma con afirmar su ortodoxia general, sino que traza una clara frontera entre su punto de vista, el ortodoxo, y aquellas posiciones herticas de Sabelio, Arrio y Nestorio, condenadas siglos ha por la Iglesia.

    Ese breve documento bastara para refutar a quienes han visto en Abelardo un racionalista librepensador o un reformador religioso frustrado. Su autor remacha en l su ortodoxia asegurando que no quiere ser un Aristteles si ello le obliga a distanciarse de Cristo y que

    32 DILOGO ENTRE UN FILSOFO, UN JUDO Y UN CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 33

    renuncia a ser filsofo si el serlo conlleva el enemistarse con San Pablo (el telogo por excelencia).

    Si tan firme es su ortodoxia, por qu concit contra s los poderes temporales y espirituales de la Iglesia que llegaron a anonadar su pensamiento durante siglos? En la Confessio Fidei resume l, lapidariamente, la causa de sus desdichas: La Lgica me hizo odioso al mundo. Por Lgica hay que entender aqu lo que esa disciplina abarca en sentido estricto y tambin la dialctica o arte de disputar de forma analtica y ordenada.

    Abelardo tiene razn, pero su aserto es demasiado lacnico para hacemos entender cmo surgieron en concreto esas desdichas, un tanto chocantes a primera vista, si se tiene en cuenta su ortodoxia.

    Condensando al mximo la cuestin que ser desarrollada ms adelante puede decirse que las desventuras del pensador medieval le acaecieron por analizar con espritu crtico el problema de las relaciones entre razn y fe ampliando el espacio de aqulla, elevando su valor y haciendo de ella el factor dinmico en aquellas relaciones. La razn es para l una facultad capaz de desarrollo histrico en virtud del cual los contenidos de la fe podan ser gradualmente iluminados, aunque no reducidos a la pura evidencia. En una palabra, Abelardo no admita la existencia de una frontera fija entre lo comprensible por la razn y lo acatable como mera proposicin de fe y estrictamente inaccesible para aqulla.

    El amor a la dialctica y la audacia con que saba emplearla para analizar los problemas filosficos y teolgicos le granje antipatas desde su adolescencia. Cuando esa agudeza se tradujo en obras teolgicamente innovadoras, osadas pero no herticas nos atenemos al juicio que de ellas hacen especialistas catlicos como Gilson, Jolivet o R. Thomas conjur la animadversin de los telogos oficiales y de los guardianes de la ortodoxia como San Bernardo, dispuestos a admitir

  • el comentario o la glosa de las opiniones ya consagradas pero no la innovacin o el enfoque original.

    La Confessio Fidei, juntamente con el Dilogo entre un Filsofo, un Judio y un Cristiano, ponen punto final a su vida y a una obra de las que la primera se inici en 1079 y la segunda hacia 1114 con la Dialctica.

    2. De la provincia a ParsNacido en Pallet, cerca de Nantes, Abelardo fue el

    primognito de Berengario, un caballero bretn bastante culto que dio a su hijo una primera instruccin. La actitud avanzada y moderna le vena, pues, de familia. A finales del siglo xi la cultura comenz a resultar atractiva para una minora de la nobleza. La mayora segua

    considerando que las letras eran cosa de clrigos, lo mismo que lavar y. bordar caan bajo la competencia de la mujer. Por esa poca la Corte parisina de Felipe I Capeto se reia de Foulques el Bueno, Conde de Anjou, por su aficin a los libros, por lo que ste envi al Rey un mensaje que acababa as: Sabed, Majestad, que un Rey sin letras es un asno coronado.

    Abelardo fue ms all que su padre. Renunci a su feudo y decidi seguir la carrera de las letras. Como dice en su larga carta autobiogrfica Historia calamitatum mearum (Historia de mis desdichas): Abandon las armas de caballero para enristrar anillos (alude a un juego de destreza caballeresca practicado lanza en ristre) nicamente en los torneos del intelecto. Antes de su adolescencia visit diversas escuelas de la Bretaa, siendo Roscelino, el ms famoso de los nominalistas de entonces, maestro suyo por espacio de cuatro o cinco aos. Abelardo no menciona a Roscelino en su autobiografa. El posible motivo de ese extrao silencio se mencionar ms adelante, al hablar de la relacin entre Abelardo y Elosa.

    Con 19 20 aos fue a Pars pertrechado de los

    34 DIALOGO ENTRE UN FILSOFO, UN .IL'DfO Y UN CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 35

    conocimientos adquiridos en la escuela de Roscelino y de un espritu sutil y pugnaz.

    La escuela catedralicia de la ciudad era ya muy renombrada y Abelardo fue discpulo de Guillermo de Champeaux, con quien tuvo los primeros enfrentamientos dialcticos. Ello le vali la antipata de Guillermo, cuya bien ganada fama amenazaba tambalearse, y de algunos de sus condiscpulos. No tard en fundar su propia escuela, primero en Melun y despus en Corbeil, triunfando contra los impedimentos interpuestos por Guillermo.

    Despus de enfermar por exceso de trabajo y de reponerse en Pallet, volvi en 1108 a Pars y asisti a las clases de retrica de Guillermo. Los nuevos enfrentamientos con ste versaron acerca de la entidad de los Universales (vase despus apartado correspondiente) y obligaron al maestro a reconsiderar su posicin al respecto. Abelardo consigui ensear en la escuela catedralicia de Ntre-Dame hasta que Guillermo lo impidi con su influencia. Tres breve reapertura de la escuela de Melun, comenz a ensear en la Montaa de Santa Genoveva y, segn informan fuentes independientes, con gran xito. Despus de una corta estancia en Pallet para despedir a sus padres, que se haban convertido, es decir, retirado del siglo hacia la vida conventual, vemos al Peripattico de Pallet iniciar en Laon estudios de Teologa. Su maestro, Anselmo, gozaba de gran celebridad, pero en la Historia calamitatum no se halla una buena palabra para l. De nuevo agrias controversias y rplicas airadas de sus condiscpulos. Sin embargo, Abelardo admir a amigos y enemigos con un comentario al Profeta Ezequiel, preparado con toda urgencia.

    Aunque tonsurado, no haba recibido ms que algunas rdenes menores. No tena, pues, impedimento matrimonial y hubiese podido seguir enseando y gozando de la prebenda canonjial en caso de matrimonio. En todo caso, no estaba bien visto que un enseante de

  • Teologa estuviese casado y, segn Gilson, Abelardo hubiese necesitado de una dispensa especial para hacerlo. Todo ello tiene que ver con el desenlace de su pasin por Elosa.

    3. Abelardo y Elosa. Pasin y drama personalEn su autobiografa Abelardo habla de Elosa como

    de una mujer ya clebre por su espritu cultivado y su ansia de saber. Cuando la conoci tena 17 aos. 1 contaba con 39. Era sobrina de Fulberto, influyente cannigo del Cabildo. Lo ms sorprendente de su afn por la cultura es que no pensaba seguir la senda del monacato. Si lleg a abadesa fue porque el destino de Abelardo arrastr al suyo en esa direccin. Aunque no

    'se conoce ninguna obra especial de Elosa como abadesa, su fama supera tanto la de Hildegarda de Bingen, mstica y reformadora de algunos conventos alemanes, como la de Leonor de Aquitania o la de Mara de Francia, mujeres cultas del s. xn. La celebridad de Elosa se basa en su vinculacin con Abelardo y, sobre todo, en el contenido de las cartas a su ex-esposo. Todos los crticos coinciden en subrayar su fuerte personalidad y la sorprendente libertad de espritu con que juzga de hechos y personas. En el modo de asimilar la cultura clsica y de sacar de ella partido, Elosa parece, a veces, una humanista.

    La formacin cientfica dice Abelardo en la Historia calamitatum es una rareza entre las mujeres v el atractivo de Elosa era, por ello, tanto ms fuerte*. Si aadimos que era la primera por su saber y no la ltima por su semblante, comprenderemos que Abelardo sintiera pronto el deseo de enredarla en los lazos del amor. 1 buscaba el goce y el triunfo y, siendo un intelectual, se comportaba en este punto como una sntesis de caballero y trovador. Pens escribirle porque la expresin escrita permite palabras ms osadas que las que pueden decirse cara a cara. Las cosas tomaron

    36 DIALOGO ENTRE UN FILSOFO, UN JUDO Y UN CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 37

    un curso tan favorable que semanas despus que hospedaba en la casa de Fulberto como preceptor de su sobrina. ste cay en la trampa por su doble avidez: del dinero de Abelardo para s y de sus conocimientos, para Elosa. La comunidad de casa favoreci rpidamente la comunidad de los corazones, escribi l ms tarde. Siguieron meses de mucho gozar y poco dormir, de inspiraciones lricas y de obnubilacin filosfica. Los estudiantes se quejaban por ello, pero, conociendo la causa no la hacan pblica por discrecin. Todos menos Fulberto estaban al corriente del affaire. ste tuvo que enterarse, al parecer, al sorprenderlos en su gozosa situacin. Reaccion enfurecido y separ a los amantes. A partir de entonces sus encuentros fueron furtivos y por ello mismo, ms apasionados pues lo que eo Abelardo haba comenzado como deseo y aventura se haba convertido en pasin irresistible.

    El embarazo de Elosa, que ella notific exultante a su amante, complic las cosas. Abelardo la hizo raptar y llevar a Pallet, a casa de su hermana. Fulberto estaba fuera de s, pero no quera agrandar el escndalo y tema que una venganza y l maquinaba una terrible poda desencadenar represalias contra su sobrina.

    La separacin y la consideracin ms serena de lo sucedido indujeron al seductor a ofrecer una reparacin total: matrimonio a condicin de que ste se mantenga secreto. Acept el to, pero no Elosa. sta no quera, no ya truncar, sino ni siquiera entorpecer lo ms mnimo la carrera de Abelardo. Argumentaba que una vida intelectual plena era incompatible con el matrimonio. Haca valer que su amor por Abelardo era puro y desinteresado y no lo quera ver premiado con un matrimonio. Tema, adems, que su to no dejara las cosas as.

    Como intelectual de vocacin, Elosa saba qu significaba la renuncia al estudio y la docencia. Ella soportaba la suya en aras del triunfo de otro intelectual de

  • talla superior hacia el que senta un amor y una admiracin sin lmites. Ese triunfo era un consuelo enorme para su conciencia. El otro consuelo era, seguramente, el poder quedarse a cargo de su hijo, a quien bautizaron con el nombre de Pedro Astrolabio. Tanto l como ella haban despreciado la opinin pblica cuando satisfacan su pasin. Elosa est ahora dispuesta a arruinar su nombre ante esa misma opinin, con tal de que l culmine la fama del suyo. Prefiere ser le dice para rechazar el matrimonio su amante, su concubina o incluso su prostituta, antes que su esposa. Ella extrae de los principios ticos que ha aprendido de l las ltimas consecuencias. Si la intencin de una conducta es recta y la intencin de ella es lograr desinteresadamente el bien de l, la obra de esa conducta es buena aunque opuesta al juicio de la gente. En base a esa tica, prefiere pasar por prostituta y servir una buena causa que recuperar la honorabilidad interponindose entre l y lo que el mundo le pide: la culminacin de su obra intelectual. Elosa defender en su correspondencia la inocencia de su conducta amparndose, una vez ms, en esa moral y un pasaje de su primera carta subraya el desinters del verdadero amor: La riqueza y el poder son dones de la ciega fortuna. El ser bueno responde a mrito propio. La muchacha, que prefiere casarse con un rico a hacerlo con un pobre no podr desechar de s el pensamiento de ser una prostituta venal. Ms que anhelar la persona de su marido, anhelaba sus bienes....

    Abelardo venci su resistencia y ella vino a Pars dejando a su hijo en Pallet. No tard Fulberto en propalar el secreto del matrimonio y los cnyuges lo negaron formalmente, incluso con juramento. Al ser Elosa objeto de malos tratos por parte de su to, su marido la hizo llevar al convento de Argenteuil.

    Esa fue la decisin que precipit la tragedia. Fulberto se sinti doblemente burlado, ya que muchos prestaban ms crdito a los amantes que al cannigo, cuyas

    38 DIALOGO T-NTRF UN FILSOFO, UN JUDO Y UN CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 39

    palabras eran interpretadas como disimulo de una situacin para l vejatoria. Consigui sobornar a un criado de Abelardo y una madrugada de 1119 envi unos esbirros que lo castraron en su propio lecho, casi sin darle tiempo a despertar. Horas despus buena parte de la ciudad se concentr ante la casa del mutilado, cuyo dolor fsico no era, dice l, comparable con el que senta al or lamentarse a sus discpulos.

    El hecho de la rapidez del atentado y la rpida recuperacin fsica de Abelardo hacen pensar en la intervencin de profesionales. Siendo cannigo de la Catedral, Fulberto no tendra grandes dificultades en contratarlos. La castracin de nios cantores para los coros eclesisticos y la de esclavos destinados a los harenes de los rabes espaoles era entonces frecuente. En cualquier caso la mutilacin violent el destino de los amantes y marc, seguramente, el carcter de Abelardo.

    4. Inadaptacin a la vida monacal. Vuelta a ParsFue la vergenza y no la vocacin lo que empuj al

    filsofo al monacato. Ingres en la clebre Abada de San Dionisio, pero antes oblig a Elosa a tomar el hbito en Argenteuil. Ella lo hizo sin vocacin y sin conviccin, mientras recitaba los tristes versos de la Cornelia de Lucano al lamentar, en La Farsalia, el destino desdichado de jsu marido Pompeyo. Indirectamente, pues, se autoculpabilizaba del destino de Abelardo.

    No tard mucho el nuevo monje en tener querellas con su abad y sus compaeros, en quienes la reforma gregoriana no haba calado a fondo, al protestar l contra su relajacin. El abad le facilit su retorno a la docencia y poco despus, en un priorato dependiente de San Dionisio, el maestro de la Dialctica vio restablecida su fama gracias a sus clases y a su Tratado sobre la Unidad y la Trinidad de Dios, que le acarre nuevas dificultades. Alberico y Lotulfo, antiguos condiscpulos suyos en Laon procuraron, sin xito, interrum-

  • pir su nueva actividad. Alertados por Roscelino, examinaron el tratado y creyeron ver en l pensamientos herticos. Abelardo contratac y denunci ante el Obispo de Pars los manejos de Roscelino, molesto contra su antiguo alumno porque en el citado tratado se hacan alusiones a herejas basadas en su nominalismo radical y por las que ya haca aos l haba sufrido condena. Roscelino replic al contrataque con otra carta venenosa y vejatoria, dicindole que adems del aguijn con que cosechaba xitos entre las mujeres debieran haberle arrancado la lengua, bastante ms peligrosa. Le acus de estar dominado todava por la pasin hacia su ramera y dej, dice, su carta incompleta, puesto que iba dirigida a un hombre incompleto.

    El asunto acab en el Snodo de Soissons (1121), que conden a Abelardo por errores trinitarios, le oblig a quemar ante todos su tratado y a recitar un texto de San Atanasio sobre la Trinidad que todos conocan de memoria. Que Abelardo no haga ninguna referencia a Roscelino en su autobiografa se debe, probablemente, no slo a la repugnancia de la carta antedicha. El hecho de que su comportamiento con un hombre que haba sufrido humillaciones semejantes a las suyas y al que deba el dominio de la dialctica fuese ms bien miserable debi actuar como una barrera psicolgica.

    Despus de unos meses de reclusin en el convento- correccional de San Medardo, Abelardo volvi a San Dionisio y no tard en desencadenar una polmica an ms agria: tras leer un texto de S. Beda, Abelardo manifest la duda de que el San Dionisio, patrn de la abada, fuese el mismo del que habla la Historia de los Apstoles. Aquello fue como golpear un avispero. El abad lo mand encerrar hasta que el Rey viniese a juzgar semejante ofensa a la Orden Benedictina y al Reino. San Dionisio era el santuario principal de Francia V los Capetos enterraban all a sus muertos. Ha-

    4 0 DILOGO l'NTRi: l'N FILSOFO, UN JLDO Y l'N CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 41

    bitualmente se juzga con mucha dureza esta actitud del filsofo y se le atribuye a su afn disputador. Su reaccin es, pese a todo, parcialmente comprensible, como la de un intelectual incorrupto enfrentado a una prctica usual en aquel siglo: la falsificacin de documentos fundacionales de monasterios e iglesias para elevar su autoridad y conseguir ms prebendas y donaciones. Era la prctica de la pia fraus, de la mentira piadosa justificada por los buenos efectos espirituales. Por lo dems, Abelardo tena razn en ese punto: el fundador de la abada era otro personaje de menos rango.

    Abelardo pudo escapar de San Dionisio ayudado por algunos discpulos suyos. Se acogi a la proteccin de Teobaldo, Conde de Champaa, y pudo disolver el vnculo monacal con la abada.

    En 1123 funda un oratorio en las soledades de Ardu- zon al que denomin despus Parclito. Reinicia la docencia y acuden a l centenares de alumnos que se instalan en cabaas. Sus antiguos perseguidores no le dan cuartel y esta vez tienen el refuerzo de San Bernardo y de San Norberto, fundador de la orden Premonstraten- se. La colonia intelectual de Arduzon dur varios aos pero al estrecharse el cerco enemigo, Abelardo abandon todo y concibi el proyecto de huir a la Espaa musulmana, donde esperaba ms tolerancia que de sus correligionarios.

    El proyecto no se llev a cabo porque los monjes del monasterio de S. Gildas de Rhuys, en la costa bretona, le solicitaron para que fuese su abad. En 1128 vemos ya a Abelardo como abad de S. Gildas y soportando nuevas desdichas. Aparte de disolutos, los monjes eran rebeldes y brutales. Muchos se haban llevado sus mujeres a la abada y el nuevo abad no consegua poner orden. Varias veces atentaron contra su vida. Una de ellas a espada. Otra, envenenando el cliz. Hacia 1134

  • Abelardo huy de S. Gildas como pastor espantado de su rebao.

    Durante aquellos aos se ausent varias veces de Rhuys para hacer donacin del Oratorio del Parclito en favor de Elosa y otras monjas que se haban visto obligadas a abandonar Argenteuil. Tras muchos aos de separacin, Abelardo volva a ver fugazmente a su ex-esposa.

    Despus de estancias no bien determinadas en Nan- tes, Reims y Pallet, Abelardo renace de sus cenizas y vuelve a ensear en Pars hacia 1136. El xito de sus lecciones en la Montaa de Santa Genoveva escandaliz a los ortodoxos e inquiet a San Bernardo, tanto ms cuanto que entre los alumnos y amigos de Abelardo estaba Arnaldo de Brescia, reformador radical, rebelde contra la autoridad papal y dotado de notable elocuencia.

    5. La ltima desdicha de Abelardo. Enfrentamientocon San BernardoFue el cisterciense Guillermo de Saint Thierry, anti

    guo discpulo de Abelardo y transfuga de la Orden Benedictina a la ms rigurosa del Cster, el que llam la atencin de San Bernardo y del Obispo de Chartres acerca de varias proposiciones presuntamente herticas que l hall en las obras de Abelardo. Lo ms seguro es que aquel examen no fuese casual, sino provocado por el xito del dialctico de Pallet. Las opiniones de un maestro clebre pasaban, ms o menos desfiguradas, de boca en boca. Abelardo era escuchado por centenares de personas; en realidad, por la crema intelectual de Europa. Era la poca en que acuda tambin a sus clases Juan de Salisbury, uno de los hombres ms cultos y equilibrados del siglo xil. En su Historia Pontificalis, Juan de Salisbury elogia la enseanza de Abelardo y lamenta que acabase tan pronto su docencia. Abelardo haba tenido ya como alumnos a Otn de Frisinga, to de Federico Barbarroja y autor de importantes histo-

    42 DIALOGO ENTRE l'N f il s o f o , u n ju d o y u n c r is t ia n o

  • in t r o d u c c i n 43

    rias acerca de acontecimientos de su siglo. Los futuros papas Celestino II y Alejandro III y el antipapa Ana- cleto, el rival de Inocencio II, tambin haban sido discpulos suyos y lo segua siendo el temible Arnaldo de Brescia.

    Pensemos en la influencia de Abelardo como docente y en su enfoque racionalista de la Teologa y tendremos las claves para entender la animadversin de San Bernardo. El propsito de este ltimo era fortalecer la Iglesia a travs de las rdenes religiosas, neutralizando la vida urbana, pecaminosa y superficial a sus ojos. Convencer es para l convertir mediante una elocuencia arrebatada y con fuertes imgenes msticas. La conversin es fundamentalmente, un proceso emocional que estremece los fondos anmicos donde actan anhelos y miedos inconscientes.

    Abelardo, un intelectual, consideraba que convencer es apelar a la razn. La misma Revelacin es para l no una coleccin de arcanos sino de proposiciones ms o menos difciles, pero de las que se pueden extraer nuevos destellos inteligibles mediante el anlisis prolijo y la concentracin intelectual.

    San Bernardo ve en los herejes, infieles y judos, amenazas que ponen en peligro la salvacin de los buenos cristianos. Es, pues, necesario combatirlos con la predicacin y, donde sea necesario, con el proceso o la guerra. Abelardo ve a todos aqullos como personas con posiciones doctrinales equivocadas a las que hay que refutar con argumentos. Slo en una ocasin apel a la autoridad coercitiva despus de que Rosee- lino lo hiciese contra l.

    San Bernardo desconfa del intelecto porque tiene ante la fe una actitud de reverencia emocional y, al mismo tiempo, dogmtica. Acepta como conclusivas las formulaciones que hicieron de la misma los Padres y los Concilios de los siglos iv y v. La va por excelencia

  • para acercarse a Dios es la del sentimiento, la del xtasis mstico.

    En la valoracin que ambos, Abelardo y San Bernardo, hacen de la naturaleza humana y de sus facultades se advierten asimismo discrepancias de fondo. Abelardo no niega la necesidad de la gracia eso lo hubiera situado fuera del cristianismo pero la considera como dispensada a todos. A partir de ah, la voluntad y la naturaleza humana son fundamentalmente buenas. La misma sexualidad es buena en s misma. En las obras de San Bernardo, escritas con su prosa robusta y sugeren- te, el hombre aparece como naturaleza profundamente cada. El libre albedro se reduce en l a la simple aceptacin de la gracia. De por s no puede emprender nada bueno. Respecto a la sexualidad dice en uno de sus sermones: Es el apetito de la ansiedad y de la insensatez; la consumacin de lo ignominiosamente abominable; la desazn del pesar y el colmo de la vergenza....

    Ambos son, sin duda, representantes de tendencias muy distintas profundamente arraigadas en su siglo: el uno representa la razn analtica y el deseo de ordenacin racional y fundamentada de la Teologa, la Etica y la Sociedad. Esa tendencia halla su medio natural en la sociedad urbana, en las escuelas, en las necesidades prcticas de la vida. El otro encarna el deseo de vencer al siglo, de llevar la reforma gregoriana hasta sus ltimas consecuencias morales, haciendo del Cster el fermento y la medicina que curase aquellos males como haba curado los tormentos anmicos de Bernardo: Me senta tan dbil dice ste para explicar su entrada en el Cster y no en Cluny que necesitaba una pocin medicinal ms fuerte.

    Tenan que chocar forzosamente. El uno, San Bernardo, era el espritu religioso en estado puro. El otro, Abelardo, era el intelectual de vocacin y capacidad, obligado a satisfacer la curiosidad y honestidad intelectuales compatibilizndolas con la fe.

    44 l>l.4l.OCO ENTRE t'N FILSOFO, UN JUDO V UN CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 45

    Aparte de aquellas discrepancias personales y doctrinales, el choque resultaba inevitable por la estructuracin ideolgica de la Edad Media en la que la Teologa era la instancia superior. El ncleo de creencias y dogmas teolgicos funcionaba como conjuntos de principios supremos, de donde se extraa la legitimidad de las normas polticas, morales y sociales. Hurgar especulativamente en aquellos principios era propiciar la inestabilidad y la hereja y ello deba comportar con el tiempo el trastorno social o poltico. En este sentido, el instinto del guardin de la cristiandad tal es uno de los ttulos con que ms tarde se honr a San Bernardo- era ms certero al ser ms conservador que la clarividencia intelectual de Abelardo: ste era clarividente frente a muchos problemas, pero no respecto a las consecuencias de sus soluciones. Las distintas visiones de la Trinidad, p. ej., determinaban distintas definiciones doctrinales. Podan inducir a una visin y a una prctica distinta en las relaciones humanas, sea en el plano social, sea en lo poltico. El arrianismo haba sido vencido haca siglos, pero no haba muerto como tentacin racionalista. Como el judaismo no reconoca a Cristo como Mesas ni poda reconocer que un hombre fuese Dios, los ortodoxos consideraban que el contacto con los rabinos judos o con la filosofa pagana poda favorecer herejas neoarrianas.

    A principios del siglo xii aparece un tal Tanchelmo, visionario de Flandes, que declara ser hijo de Dios y es reconocido como tal por una multitud considerable. Su pretensin hubiese resultado absurda si hubiese conllevado la identidad, la consustancialidad con Dios, pero desde una perspectiva arriana la cosa era ms factible. Tanchelmo encabez un movimiento del que escogi doce apstoles y una virgen, movimiento que no pagaba diezmos, primicias ni ningn tributo a la Iglesia he ah el aspecto social. El movimiento se cre su propia base econmica las donaciones voluntarias y se permi-

  • li introducir nuevos y extraos sacramentos. Todo acab cuando un sacerdote fantico lo mat a pualadas. Tanchelmo es un ejemplo de cmo la desviacin del dogma desestabilizaba la sociedad.

    En 1140 San Bernardo visita Pars y se entrevista con Abelardo. No llegan a ningn compromiso. Celebran una disputa sobre la que hay informaciones muy discrepantes. Puede que Arnaldo de Brescia haya apoyado la actitud de firmeza de Abelardo. As al menos lo asegura Otn de Frisinga, discpulo suyo, en sus Hazaas del Emperador Federico. San Bernardo comenz a predicar a los discpulos del dialctico, pero el xito no pas de regular. Finalmente acordaron, a propuesta de Abelardo, zanjar la cuestin ante un Snodo.

    Ese Snodo, celebrado en Sens en 1140 a 1141, fue preparado minuciosamente por San Bernardo. La vspera de la disputa ya haba conseguido con su influencia que abades y obispos condenasen a Abelardo sobre la base de citas y proposiciones sacadas de contexto. El santo haba predicado, adems, ante una multitud, y les haba rogado que rezasen por un hereje a quien no nombr, pero que muchos identificaron enseguida. Al da siguiente, Abelardo se encontr con una asamblea que ya lo haba condenado de antemano. No tena que disputar con San Bernardo, sino retractarse de sus errores o demostrar una a una sus proposiciones. A la vista de la situacin, dej plantada la reunin anunciando que acudira al Papa Inocencia II. Inici, peregrinando de monasterio en monasterio, su camino a Roma, peroS. Bernardo y otros dignatarios se haban dado ms prisa. Las proposiciones condenadas por el Snodo haban llegado a manos del Papa, quien ratific su condena y las quem pblica y solemnemente ante las puertas de San Pedro. La condena afectaba a Abelardo y a Arnaldo de Brescia. Ambos deban ser encerrados en distintos conventos con la expresa prohibicin de escribir.

    46 DIALOGO e n t r e u n f il s o f o , u n ju d o y u n c r is t ia n o

  • INTRODUCCIN 47

    En 1141 Abelardo se acogi a la hospitalidad ofrecida por el abad de Cluny, Pedro el Venerable. Este consigui el levantamiento de la prohibicin de escribir y la dulcificacin del enclaustramiento. As pudo redactar su Dilogo, que no pudo concluir antes de su muerte, acaecida en abril de 1142.

    La concordia y el dilogo intercultural que l propugna en su ltima obra no iban a prevalecer. Eugenio III, antiguo monje cisterciense a quien San Bernardo dominaba, apel a la cruzada al caer Edesa en manos de los musulmanes y el santo fue el alma de esta segunda guerra religiosa que acab en 1147 en un desastre total para los cristianos. S. Bernardo haba saludado con entusiasmo la constitucin de la Orden Templara, a quien dirigi su escrito Las glorias de la nueva milicia. Se leen en ellas palabras como las siguientes: Los soldados de Cristo combaten confiados en las batallas del Seor, sin temor alguno a pecar por ponerse en peligro de muerte y por matar al enemigo. Para ellos, morir o matar por Cristo no implica criminalidad alguna y reporta una gran gloria. Adems, consiguen dos cosas: muriendo, sirven a Cristo, y matando, Cristo mismo se les entrega como premio. El acepta gustosamente como una venganza la muerte del enemigo y ms gustosamente an, se da como consuelo al soldado que muere por su causa. Es decir, el soldado de Cristo mata con seguridad de conciencia y muere con mayor seguridad an....

    6. Abelardo y Arnaldo de BresciaHasta qu punto fue estrecha la amistad entre Abe

    lardo y Arnaldo de Brescia es algo que se desconoce. El segundo fue un paladn de la reforma radical de la Iglesia en el sentido de la pobreza evanglica y la renuncia al poder temporal (Mi reino no es de este mundo). En la Roma de los aos cuarenta coadyuv a la restauracin del Senado y a la supresin de la potestad poltica de los sucesivos papas, que hubieron de ausentarse

  • de la ciudad. Ai final fue vctima del acoso de los poderosos, Federico Barbarroja y el Papa Adriano IV, y fue ahorcado en 1155. Para evitar que su cadver se convirtiese en objeto de veneracin fue quemado y sus cenizas arrojadas al Tber.

    Segn Otn de Frsinga, Arnaldo fue discpulo de Abelardo ya en 1123. Expulsado de Italia en 1139 volvi a Pars y apoy a su antiguo maestro, con quien fue condenado en Sens. San Bernardo dice que era difcil abrir brecha entre ambos y llama a Arnaldo compaero de armas de Abelardo.

    Mientras este ltimo estaba en Cluny, Arnaldo enseaba en Santa Genoveva como sucesor suyo. Cmo se haba sustrado a la condena? Seguramente Inocencio II no consideraba justo levantar la de Abelardo y mantener la de Arnaldo, rebelde pero no hereje. No dur mucho su docencia porque San Bernardo consigui que lo expulsaran de Pars y, despus, de Zurich. En Roma predic con gran xito y apoy a Jordano Pierleone, judo converso y hermano del antiguo antipapa Anacleto, en la restauracin del Senado. Esa Roma republicana contaba con el apoyo de los soberanos de Sicilia, en cuya Corte convivan y colaboraban las tres religiones.

    Qu una a personalidades tan distintas como Arnaldo y Abelardo? Ya hemos hablado de la relevancia prctica de la teologa medieval. En el pensamiento abe- lardiano hay puntos de vista aptos para inspirar reformas sociales y para reconsiderar el papel de la Iglesia en el mundo. El gran filsofo no era ciego ante los problemas sociales de su tiempo. En su Carta VIII se queja de la corrupcin de las costumbres y se ataca a los poderosos de este mundo. Desaconseja que los abades sean de origen noble para que el monasterio no caiga bajo la influencia feudal y critica a los monjes que viven bien a costa del trabajo de los campesinos.

    Hay, pues, algunas afinidades entre el pensamiento de Abelardo y los proyectos de Arnaldo. Hay enemigos

    48 DIALOGO ENTRE UN FILSOFO, UN JUDO V l N CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 49

    comunes. Arnaldo se diriga especialmente a las multitudes urbanas y no simpatizaba con el Cster. San Bernardo, a su vez, denigraba su ascetismo: No come ni bebe y est posedo por el demonio. Segn J. de Salis- bury, Arnaldo deca de San Bernardo que Envidiaba a quienes adquiran fama en el estudio y el monacato y no fuesen de su redil (El Cster).

    Es posible que la teologa abelardiana influyese con sus enfoques novedosos y sus apreciaciones cristolgi- cas en el evangelismo radical de Arnaldo. (V. Teologa de Abelardo.) El viejo enfoque de la redencin haca de la Iglesia la administradora de los mritos sobreabundantes de Cristo. Su papel mediador quedaba as acentuado y por ello sus exigencias de prebendas y privilegios. El nuevo enfoque de Abelardo favoreca, por el contrario, el papel moral y social de Cristo. Arnaldo puede haber extrado de ah consecuencias radicales: igualdad social y pobreza evanglica para la Iglesia. En la cuestin del poder 'poltico del Papa y los dignatarios, Arnaldo se mostraba tajante: renuncia total al mismo.

    El reformador era de convicciones firmes. Negaba que los sacerdotes con posesiones pudiesen administrar sacramentos y cuando se le ofreci un sacerdote que aliviase sus ltimos momentos antes de ser ahorcado, lo rechaz por ser partidario del Papa, y aleg que se confesara con Cristo.

    LA FILOSOFA Y LA TEOLOGA ABELARDIANAS

    La F ilosofaPese a los esfuerzos de los dialcticos del siglo xi

    en ese sentido, el siglo xii no conoce an una Filosofa deslindada de la Teologa. Las obras estrictamente filosficas son escasas. Son habitualmente comentarios a obras lgicas de Aristteles.

    Tal es tambin el caso de Abelardo, pero su Dialcti-

  • ca y sus glosas a las Categoras y Sobre la Interpretacin de Aristteles, as como su glosa a Porfirio constituyen un corpus filosfico considerable con aportaciones importantes a la lgica y la filosofa del lenguaje. En estos libros aborda el espinoso problema de los Universales.

    Su otra gran contribucin filosfica, el anlisis de la conducta moral, la realiz en su Ethica seu Gnosce teipsum (tica o Concete a ti mismo) y est entreverada de razones teolgicas.

    1. El problema de los UniversalesAs como en el mbito de la Teologa la cuestin del

    Dios uno-trino se convirti, con gran aprensin de la ortodoxia, en tema siempre candente y acicate de los telogos que no se conformaban con recitar las frmulas de los concilios de los siglos iv y v, la cuestin de los Universales ejerca no menos fascinacin en el mbito filosfico. De la solucin que se le diese dependa, por lo dems, el sesgo que tomasen ciertos problemas teolgicos.

    Veamos en qu consiste el problema y sealemos algunas de sus implicaciones.

    El lenguaje posee trminos usados en sentido unvoco para designar a mltiples entidades concretas. El trmino perro se refiere a distintos animales de esa especie. Al decir el perro es un animal mamfero aludimos, incluso, a todos los animales de esa especie y rebasamos con ello lo que nuestra experiencia individual puede constatar. Anlogamente decimos Demstenes y Cicern fueron hombres o el hombre es un animal racional, en cuyo caso aludimos a todos los hombres sin excepcin, incluidos los del futuro. Ahora bien, cuando enunciamos proposiciones tales como el perro es un animal fiel, cul es el referente del trmino perro? Lo son todos y cada uno de los perros concretos? Lo es la canidad presente en cada perro? Nadie duda de que el trmino perro es universal en cuanto que

    50 d ia l o g o e n t r e u n f il o s o f o , u n j u n i o v u n c r is t ia n o

  • INTRODUCCIN 51

    predicable de muchos seres concretos, pero cul es la base ontolgica de la predicacin? Si decimos que lo es la canidad, entendemos que frente al trmino universal perro hay un referente nico, presente en cada uno de los perros y que los constituye como tales. No slo el trmino sera universal en ese caso. Lo sera asimismo su referente real pues, sin perder la identidad consigo mismo, se presentara a travs de muchos ejemplares. Los distintos perros concretos seran la misma cantidad revestida, sin dejar de ser la misma, de accidentes particulares. Los diversos canes seran esencialmente idnticos. Seran, en rigor, una nica realidad que se presenta como distinta en virtud de aadidos accidentales.

    Ese es el punto de vista del realismo que toma su nombre del hecho de que quienes lo sostienen consideran que no slo el hombre, sino tambin la realidad como esencia, p. ej. es universal. Aunque susceptible de distintas matizaciones, el realismo reserva siempre para la esencia universal la prioridad ontolgica respecto a los seres individuales al ser previa a todos ellos. Esa esencia se halla realizada de tal modo en los individuos que no se fragmenta en mltiples entidades. Lo idntico se presenta a travs de lo mltiple en virtud de rasgos individuales secundarios que no afectan a la unidad esencial. Cuando el realista enuncia que el hombre es racional atribuye la racionalidad primariamente a la humanidad presente en Pedro, Andrs, etc. Slo secundariamente a Pedro y Andrs, como individuos. En rigor, para el realista genuino, Pedro no es, respecto a Andrs, otro hombre, sino la misma humanidad, el mismo hombre esencial hecho, accidentalmente, dos individuos por la diversidad de los accidentes aadidos.

    San Anselmo pensaba que quien no comprende esto difcilmente comprender que Dios sea uno en esencia y trino en personas. La comparacin, aunque analgica.

  • evidencia la estrecha relacin entre pensamiento filosfico y teolgico.

    El realismo crea estar de acuerdo con la mejor tradicin filosfica (el platonismo-agustinismo) y con el texto bblico. Dios dijo hgase el hombre) y no los distintos hombres y caba pensar que cada especie corresponda como un todo a la idea divina previa, realizada unvocamente en todos sus ejemplares.

    Esta ptica realista, que subsume lo concreto y contingente bajo una esencia estable y permanente, resultaba ventajosa para abordar problemas tales como el del pecado original y la presencia real de Cristo en la hostia. La frase paulina de que en Adn pecamos todos no ejerca violencia alguna en los partidarios del realismo. Admitido, por otra parte, que la multiplicidad de ejemplares en nada afecta a la unidad esencial, era fcil admitir que el cuerpo de Cristo, aun siendo uno, pudiese multiplicarse ad infinitum en las hostias particulares.

    El realismo pareca tambin acorde con una sociedad estamental de rgida estratificacin en la que ni pintura, ni escultura, ni la vida misma parecan interesarse por la persona concreta y s por estatus social. Era este ltimo el que imprima carcter respecto a derechos, deberes y relaciones con el poder (Estado e Iglesia). Pintura y estatuaria representaban al siervo, al clrigo o al caballero. En la vida religiosa y social lo importante era ser cristiano, judo o infiel. La categori- zacin epistemolgica y la social se correspondan y reforzaban mutuamente. Cuando a una abadesa alemana del siglo xi se le pregunt por la rgida separacin conventual de las novicias segn su origen social, respondi del modo ms natural que tambin en un establo se separan vacas, ovejas y caballos.

    Los adversarios del realismo acentuaban, por el contrario, el valor de lo individual y concreto, negando que una esencia universal constituyese a los individuos. Negada la posibilidad de que nada real fuese al mismo

    52 DILOGO ENTRE UN FILSOFO. UN JUDO Y UN CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 53

    tiempo universal, el nominalismo riguroso reservaba la universalidad exclusivamente a los trminos, a los nomina. De ah que se denominasen nominalistas.

    Abelardo no fue el primer nominalista lo era ya su maestro Roscelino pero s fue el primero en sistematizar las objeciones contra sus adversarios realistas y en hacer fructificar el nominalismo en la Filosofa y la Teologa.

    Resumamos esas objeciones. Si desde los conceptos especficos nos elevamos a los genricos argumenta hemos de admitir, con los nominalistas, que animal es una esencia ntegra e idnticamente presente, p. ej., en el caballo y en el hombre. De este modo la misma animalidad sera racional en el hombre e irracional en el caballo, lo que resulta fsica y lgicamente imposible.

    En el nivel de la especie segunda objecin si la humanidad est toda ella ntegra en Pedro, no puede estarlo simultneamente en Andrs. Ello no es fsicamente posible y slo lo sera lgicamente si cuando Pedro acta como hombre, sus acciones fuesen tambin imputables a Andrs en cuanto hombre, lo cual tendra consecuencias moralmente inaceptables.

    Abelardo rechaza, no obstante, el nominalismo extremo de Roscelino. Para ste el trmino vale tan slo como secuencia fontica, como flatus vocis (golpe de voz) til para sealar cosas concretas y, por lo tanto, para predicarse de su conjunto en las proposiciones lingsticas. Aqul objeta que el trmino no es universal en cuanto secuencia fontica perceptible. Cuando predicamos hombre no predicamos las slabas hom y bre. El trmino es universal como sermo, es decir, como portador de significado, que es lo que determina la predicacin propia e impropia y las relaciones lgicas de conveniencia o repugnancia entre las proposiciones. El nominalismo de Abelardo es conceptualista. Son universales los trminos y, en sentido propio, los conceptos.

  • A la objecin del realista de que los conceptos son universales subsidiariamente, en cuanto imgenes mentales de esencias universales, replica Abelardo que los conceptos se elaboran a partir del conocimiento de los objetos concretos, lo nico real. Canes u hombres no coinciden en la misma canidad o humanidad, sino en ser canes o en ser hombres, en lo que Abelardo llama su status (estado). Perro no es ninguna realidad, pero ser perro s que lo es. Es el status de muchos animales determinados. La coincidencia en el status conlleva la posesin de muchos rasgos estructurales similares, pero no el compartir la misma esencia.

    Anuladas las esencias especficas o genricas, el pensamiento abelardiano se libera de la visin estereotipada de la realidad, dando relieve a lo individual y de modo especial en el caso de los hombres. Tanto en el plano moral como en el teolgico acenta el valor de la persona concreta, de su responsabilidad y de su conciencia. Su propia vida y la de Elosa brillaron por aquel acento personal, opuesta a la categorizacin y las conveniencias sociales. Ya hemos visto que hubieron de resignarse a los moldes sociales ms rgidos al entrar en vida religiosa pero lo hicieron con no poco dolor y Elosa no parece haberse amoldado en su fuero interno.

    Al romper con el realismo, Abelardo negaba que el resultado de la abstraccin fuese la posesin de la esencia de las cosas en forma de imgenes mentales. Nuestras representaciones se enriquecen, no abstrayendo esencias acabadas y definidas, sino conociendo seres concretos y comparndolos entre s. As echa las bases para una epistemologa empirista no dogmtica que, muy desarrollada por Occam, pas a la modernidad y culmin en Locke y Hume.

    2. La moral abelardianaLa otra gran contribucin filosfica de Abelardo ata

    e al campo de la moral. En consonancia con su onto-

    54 DILOGO ENTRE UN FILSOFO, UN JUDO V UN CRISTIANO

  • INTRODUCCIN 55

    logia nominalista sita al hombre individual en el centro de sus reflexiones morales. La conducta individual debe medirse, en una consideracin estrictamente moral, no tanto por las obras visibles y su grado de coincidencia con usos y leyes, es decir, con las normas objetiva y socialmente vlidas, como por el estado de conciencia de la persona actuante: por su valoracin propia del acto y, sobre todo, por la intencin de donde ste dimana. Abelardo no niega la responsabilidad social del individuo especialmente acentuada en el Dilogo pero acota con firmeza un campo propio para la moral extendido entre dos polos interactuantes: Dios y el hombre individual.

    Es plenamente consciente de que la bondad moral puede no coincidir con lo socialmente aceptable. Las exigencias jurdicas y las morales no siempre se corresponden. Ni siquiera coinciden, a veces, el dictamen moral de la propia conciencia que decide obrar (operatio) y el de quienes, desde fuera, slo vern su resultado externo (opus). Como quiera que slo la operatio es moral o inmoral en sentido propio, Abelardo considera buena una conducta que sigue a una buena intencin aunque su obra visible, el opus, sea convencional o, incluso, objetivamente mala.

    La intencin es la voluntad racional (depurada de las inclinaciones o aversiones naturales que concurren en un individuo concreto) de obrar conscientemente el bien o el mal. Al acotar la operatio estrictamente moral, Abelardo no slo la delimita frente al opus sino tambin respecto a las inclinaciones naturales o los mismos hbitos adquiridos. En la inclinacin natural a lo bueno o a lo malo no hay, respectivamente, mrito o pecado. Las pasiones y los deseos naturales, a los que a veces llamamos impropiamente voluntad, nos inclinan espontneamente a realizar algo. Ni esa inclinacin ni el trmino a donde propenden son moralmente malos. Aqu juzga como un consumado racionalista. La inclinacin

  • sexual, p. ej., no es mala, puesto que es natural. Tampoco la sexualidad es mala porque cause placer: es natural el que lo cause. Slo puede ser mala la decisin de realizar actos placenteros en aquellos casos en que se sabe que con ello se quebranta un bien o se causa un mal, es decir, cuando existe una intencin mala.

    Abelardo se muestra, pues, sin prejuicios ante lo natural. Rompe as con una tradicin puritana e irracional que consideraba todo deleite como pecaminoso en s y lo natural, en cuanto material, como contaminado y contaminante. San Agustn y ms tarde Sto. Toms vea el mismo acto matrimonial acompaado de pecado leve en virtud de la concupiscencia que conlleva o incluso de pecado grave cuando su propsito no era