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NIETZSCHE I. INTRODUCCIÓN "Conozco mi suerte. Alguna vez irá unido a mi nombre el recuerdo de algo gigantesco,- de una crisis como jamás la habrá habido en la tierra, de la más profunda colisión de conciencia, de una decisión tomada, mediante un conjuro contra todo lo que hasta ese momento se había creído, exigido, santificado. Yo no soy un hombre, soy dinamita." (Ecce Homo.) A. LOS CRÍTICOS DE LA CULTURA OCCIDENTAL: "LA ESCUELA DE LA SOSPECHA". 1

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NIETZSCHE

I. INTRODUCCIÓN

"Conozco mi suerte. Alguna vez irá unido a mi nombre el recuerdo de algo gigantesco,- de una crisis como jamás la habrá habido en la tierra, de la más profunda colisión de conciencia, de una decisión tomada, mediante un conjuro contra todo lo que hasta ese momento se había creído, exigido, santificado. Yo no soy un hombre, soy dinamita."

(Ecce Homo.)

A. LOS CRÍTICOS DE LA CULTURA OCCIDENTAL: "LA ESCUELA DE LA SOSPECHA".

Nietzsche ha sido considerado con Marx y Freud como uno de los fundadores de una determinada concepción especialmente influyente de la crítica de la cultura, lo que Paul Ricoeur ha llamado la "Escuela de la sospecha".

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Nietzsche tendría en común con Marx y Freud el haber tomado en consideración una dimensión de la conciencia humana que no había sido tematizada en la filosofía anterior, su capacidad de fabulación y de autoengaño inconsciente, lo que se ha llamado "la falsa conciencia".

Desde Descartes los filósofos saben que es necesaria la "duda" porque las cosas no son tal como aparecen, pero hasta Marx, Nietzsche y Freud no se duda de la conciencia misma.

Los tres dudan de la conciencia y los tres inventan un arte para interpretar las fábulas o mitos que la propia conciencia crea, buscando la interpretación del sentido de las creaciones culturales en el análisis de la relación entre lo que la conciencia expresa en estos productos y lo que está latente y simulado detrás de lo manifiesto. En el fondo, la genealogía de la moral en el sentido de Nietzsche, la teoría de las ideologías en el sentido marxista y la teoría de los ideales y las ilusiones en el sentido de Freud, representan tres procedimientos de la desmitificación".

Y los tres se interesan porque se logre una mayor "conciencia", una mejor comprensión de los hechos.

B. EL VITALISMO

Fijándonos en la historia del pensamiento de esta época tenemos que apuntar el fin de los grandes sistemas. Sin embargo, una pluralidad de movimientos de muy distinto signo (marxismo, positivismo, el pensamiento de Kierkegaard) suponen una crítica, una revisión y una reacción frente a la visión especulativa y sistemática de la filosofía que tuvo su mejor realización en Hegel.

Una de estas tendencias recibió el nombre de vitalismo, bajo el que se reúnen una serie de orientaciones cuyo denominador común será una reacción contra el racionalismo e idealismo que imperan en Hegel, y la absolutización de la ciencia llevada a cabo por el positivismo como única forma de entender el mundo. La filosofía de Nietzsche hay que situarla en este contexto.

El vitalismo surge en el XIX y se prolonga hasta el XX. Bajo esta denominación suele comprenderse un conjunto de filósofos cuya reflexión gira en torno al problema de la vida, como Nietzsche, Dilthey, Ortega y Bergson. La agrupación de todos estos autores, y otros menos significativos, bajo la misma denominación no deja de prestarse a ambigüedades. En efecto, el término vitalismo puede hacer referencia a dos conceptos distintos de "vida": la vida en sentido biológico y la vida en sentido biográfico, es decir, como existencia humana vivida. Este último concepto de vida se halla en relación esencial con el concepto de "vivencia".

Dilthey centró su reflexión en la vida en el segundo de los sentidos citados. Él se consideraba como un filósofo de la vida y un crítico de la historia.

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Ortega y Gasset se ocupó de la vida en ambos sentidos, si bien cabe afirmar que en sus primeras obras se ocupó más de la vida biológicamente entendida, mientras que en su producción posterior prestó una atención preferente a la vida humana, en un sentido más cercano al de Dilthey. En ambos autores la conexión entre vitalismo e historicismo es esencial. En efecto, la vida humana es temporal y temporales son las realizaciones humanas, individuales y colectivas. De ahí que la historicidad sea rasgo esencial de las realizaciones culturales y, éstas, por tanto, no puedan ser comprendidas ni interpretadas adecuadamente a no ser desde la perspectiva histórica.

El vitalismo de Bergson formula el concepto de vida como el impulso vital universal que se expande evolutiva y ascendentemente en lucha contra el peso retardatorio de la materia. El vitalismo en Bergson, deviene evolucionismo, o bien, el evolucionismo, se explica desde una perspectiva vitalista universal.

En el caso de Nietzsche, el concepto de vida es biológico-cultural y abarca, por tanto, ambas dimensiones, el impulso y la vivencia. El vitalismo supone, como veremos, una nueva teoría de la realidad.

Un dato importante que hay que tener en cuenta es que este movimiento se caracterizó porque en sus pensadores se da una pluralidad de influencias, crítica de la religión (muerte de Dios), pensamiento evolucionista de Darwin, análisis de la interioridad del hombre, etc., y que al escribir sus obras más que a una organización sistemática recurren a la exposición y el análisis de determinados temas con el apoyo de una amplia cultura que hace ganar en brillantez lo que se pierde en rigor sistemático. Se trata más del desarrollo de intuiciones en forma de ensayos que de obras expositivas sistemáticas.

II. EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO NIETZSCHEANO.

Friedrich Nietzsche (1844-4900) nació en Röcken (Prusia), estudio filología y fue nombrado catedrático de filología clásica en Basilea en 1870, abandonó el cargo en 1878 por grave enfermedad, después de haber roto con Wagner; aquí comenzó su vida activa. Finalmente, la profunda depresión nerviosa que sufría le produjo un súbito oscurecimiento mental y, por último, le sobrevino una parálisis teniendo que ser trasladado a una clínica psiquiátrica.

Suelen distinguirse en su evolución filosófica cuatro períodos más o menos definidos:

1. Período dionisiaco o romántico:

El primero, que va desde sus estudios en Leipzig hasta 1878, se caracteriza por sus primeros trabajos de interpretación y crítica de la cultura, y por su devoción a Schopenhauer y a Wagner. Se encuentra también bajo la influencia de la filosofía

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griega, de la que como filólogo, ha llegado a ser un profundo conocedor. La valoración que hace de ésta y que mantendrá a lo largo de toda su obra posterior es muy positiva respecto a los presocráticos, a los que llama "filósofos trágicos" y en particular de Heráclito con el que tiene algunas concomitancias, y negativa respecto a Sócrates y a Platón a los que considera los destructores del pensamiento trágico.

Es la época de El origen de la tragedia (1872), Verdad y Mentira en sentido extramoral (1873), y de las Consideraciones intempestivas (1873-1876).

2. Período ilustrado o positivista:

La segunda fase, en la que rinde homenaje a la cultura y al espíritu libre, en un sentido semejante a la Ilustración francesa, supone el alejamiento de la influencia de Wagner y Schopenhauer, despertando del sueño romántico de su veneración de los héroes, liberándose de influencias externas.

Es representado por Humano, demasiado humano (1876-1880), Aurora (1887), y la Gaya ciencia (1882).

Si en el periodo anterior Nietzsche consideraba que religión (entendida a la manera griega), metafísica y arte eran superiores a las ciencias como medios para llegar al fondo del mundo, ahora condena la metafísica, la religión y el arte, Y la ciencia, como reflexión crítica, pasa a ser el modo de acceso a la realidad más profunda. Pero hay que tener en cuenta que Nietzsche utiliza el término "ciencia" de una manera vaga, en el sentido de "crítica". No se trata de la investigación de un ámbito de la realidad, sino de demostrar el carácter ilusorio de la metafísica, la religión, el arte y la moral.

Nietzsche emplea como método el "análisis" (entendido como disección crítica de un fenómeno aparentemente sencillo en su estructura compleja y de múltiples relaciones ) y también la "historia" puesto que concibe al hombre como un resultado de procesos históricos. Y con frecuencia sus interpretaciones son ya de tipo psicológico, se trata de desenmascarar lo que ocultan los conceptos metafísicos y religiosos que maneja el hombre.

Surge así en este período un método que utilizará con frecuencia sobre todo en sus últimas obras: la genealogía. Se trata de explicar el origen psicológico de conceptos que representan ideales como "derecho", "verdad", santidad", etc. Nietzsche encuentra que en casi todos los casos se puede explicar su origen desde lo contrario de lo que expresan –por ejemplo, el "derecho" tendrá su origen en el provecho común, la "verdad" en el instinto de falsificación, de engaño, la "santidad" en un trasfondo poco santo de instintos y rencores.

Nietzsche tratará de demostrar que la metafísica, la religión, el arte y la moral tienen su origen en instintos y tendencias del hombre que casi siempre están ocultos, y es a estos a lo que pretende desenmascarar.

3. Período Zaratrusta, o de la voluntad de poder: 4

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Es un periodo fundamental ya que en él desarrolla sus ideas más originales.Comprende Así habló Zaratrusta (1883), su obra más poética, escrita en tono profético. Ha sido la más leída y quizá la peor interpretada.

4. Crítica de la cultura occidental:

Las obras que siguieron al tercer periodo son las más críticas de todo su pensamiento. Más allá del bien y del mal (1889), La genealogía de la moral (1887), El ocaso de los ídolos (1889), El Anticristo (1888), de este mismo año son también El Ecce Homo, y finalmente La voluntad de poder, obra póstuma publicada en 1901

En ellas llevó a cabo lo que se llama la "filosofía del martillo". Ataca duramente la filosofía, la religión y la moral tradicional, pues considera necesaria la destrucción de éstas para abrir caminos al proyecto creador de la existencia. Tiene que destruir al hombre tal como es para que pueda llegar el superhombre.

El método que utiliza en esta época es el desenmascaramiento psicológico: descubre qué se oculta tras los valores más asentados de la cultura occidental. Para Nietzsche lo que se considera "objetividad" de los valores no es más que una proyección que realiza el hombre pero que luego olvida. La vida humana es creación de valores, pero con frecuencia eso se desconoce y se acepta lo que la vida misma ha creado como si viniera impuesto desde fuera, y así se admite la obligatoriedad de la ley moral de lo que resulta una autoalienación del hombre.

Sin embargo, a través de estos períodos, late en Nietzsche una perfecta unidad que se comprende perfectamente desde su última fase donde quedan englobadas todas las demás. La trayectoria de Nietzsche es circular, un retorno a lo dionisiaco.

III. LA CRÍTICA A LA TRADICIÓN OCCIDENTAL

A. LA CRÍTICA DE LA TRADICIÓN PLATÓNICO-CRISTIANA.

El objeto de su crítica nos lo desvela el propio Nietzsche en el prólogo a Más allá del bien y del mal:

"...el peor, el más peligroso y duradero de todos los errores ha sido hasta ahora la invención por Platón del espíritu puro y del bien en sí. (...) Hablar del espíritu, como habló Platón significaría poner la verdad cabeza abajo y negar el perspectivismo, el cual es condición fundamental de toda vida."1

Por tanto, al pie de la crítica se clarifica, frente al platonismo, la propia

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?Nietzsche, F. Más allá del bien y del mal. Ed. Alianza. Madrid, 1982. Pág 19.5

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ontología de Nietzsche junto con el error ontológico que alimenta esa filosofía dogmática.

Siguiendo al propio Nietzsche podemos estudiar tres directrices dentro de la crítica: la crítica a la moral, la crítica a la metafísica tradicional, en su rama ontológica y epistemológica, y la crítica a las ciencias positivas.

1. La crítica a la moral.

La crítica a la moral platónico-cristiana señala que ésta es una moral contranatural, es decir, la moral enseñada hasta ahora se dirige contra los instintos de la vida, es una condena -a veces encubierta- de esos instintos.

La base filosófica de la moral contranatural es el platonismo. "El cristianismo es platonismo para el pueblo". El "mundo de las ideas" sirve de "más allá" religioso para los cristianos, de tal forma que el platonismo acabó convirtiéndose en metafísica cristiana. En efecto, esta moral pone el centro de gravedad no en esta vida, sino en la otra, en el mundo de las ideas, en el más allá salvador. "...La vida acaba donde comienza el reino de Dios".

Nietzsche valora la vida sana, fuerte, impulsiva y con voluntad de dominio. Todo lo débil, enfermizo y fracasado es malo, pero definitivamente la compasión es el peor mal. Distingue dos tipos de moral:

- Moral de los señores: la moral de las individualidades poderosas que tienen superior vitalidad y vigor para consigo mismas. Es la moral de la exigencia y de la afirmación de los impulsos vitales.

- Moral de los esclavos: la moral de los débiles y miserables, la que se rige por la falta de confianza en la vida, porque valoran la compasión, la humildad y la paciencia. Es una moral del resentimiento, que se opone a todo lo superior y que por eso afirma todos los igualitarismos.

2. La crítica a la metafísica tradicional.

La metafísica tradicional se asienta en un error fundamental: la creencia en que las cosas de valor supremo tenían un origen distinto, propio, que en absoluto podían derivarse de este mundo terreno y efímero, sino que venían directamente de Dios, del otro mundo.

a. Aspecto ontológico de la crítica a la metafísica.

La ontología tradicional es "estática" porque considera al ser como algo fijo, inmutable, según la metafísica tradicional lo que el hombre conoce del ser no es sino mera apariencia. Esta separación entre ser real y aparente es ya un juicio valorativo sobre la vida y, concretamente, negativo, porque pone más peso en el mundo de las ideas (real) que en el mundo de los sentidos (irreal, aparente). Mas,

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en realidad, no existe mundo real y aparente, sino el devenir constante del ser creando y destruyendo el mundo.

La ontología tradicional se basa, a juicio de Nietzsche, en los prejuicios de los filósofos contra la vida tales como horror a la muerte, a la vejez, al cambio, a la procreación...

“Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios son momias conceptuales, de sus manos no salió nada vivo ni real.”

En definitiva, el error supremo de la metafísica es haber admitido un mundo aparente frente a un mundo real, cuando sólo es real este mundo en que vivimos. No hay conceptos estáticos, sólo existe el devenir. Sólo existe el mundo de las apariencias de los fenómenos.

Pero se ahonda más en el problema si se consideran las cuatro tesis acerca del error tradicional sobre el ser, expuestas en el Crepúsculo de los ídolos:

Primera tesis: "Las razones por las que este mundo ha sido calificado de aparente por el metafísico, fundamentan, antes bien, su realidad; otra especie de realidad diferente es absolutamente indemostrable."

Nietzsche se refiere a aquellas categorías a través de las cuales el entendimiento humano cree haber apresado el ser, tales como: unidad, identidad, causalidad, finalidad, etc. La tradición metafísica occidental toma como verdadera la reflexión de la razón sin darse cuenta de que lo que fundamenta esa reflexión no es la lógica, sino la necesidad que tiene el ser humano de sobrevivir en un mundo donde todo es devenir. Estamos necesitados del error de las categorías de la razón porque gracias a ellas puede el hombre vivir con cierto reposo, seguridad y calma, haciéndole frente así al devenir constante del ser.

Segunda tesis: "Las categorías del ser verdadero de las cosas son signos del no-ser, de la nada".

El llamado mundo verdadero se construye en oposición al mundo aparente, siempre cambiante; pero esta ontología basada en la creencia de que el devenir del ser es un error de nuestros sentidos acuña sus categorías a costa del no-ser, de la nada: se justifica en un mundo donde el ser ha sido cosificado mediante los conceptos.

Tercera tesis: "Inventar otro mundo distinto a este significa tener recelo contra la vida, una actitud de recelo frente a la vida como devenir".

Aquí se descubre la intención de Nietzsche: el problema de fondo no es otro que el del nihilismo, consecuencia de la perspectiva estática acerca del ser. Inventar otro mundo no tiene sentido sino se pretende que sea "mejor" que este que pisamos; ahora bien, esto es propio del resentimiento hacía la vida. La "sintomatología" nihilista empieza con el recelo frente a la vida, se duda del valor de la vida, como venganza inmediata y se inventa "otro mundo" como finalidad. Tiene ahí su punto

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teórico de arranque la moral como antinaturaleza.

Cuarta tesis: "Dividir el mundo en verdadero y aparente, ya sea al modo platónico-cristiano, o bien al modo kantiano, es una sugestión de la decadencia".

Ambas opciones separan lo real de lo aparente. Esto es muy importante porque Nietzsche se apoya en esta interpretación para explicar su propia ontología. Tanto el propio platonismo como el kantismo son síntomas son de la voluntad de poder. Es la necesidad de racionalizar lo imposible de racionalizar, a saber, el ser como devenir, lo que nos obliga a inventar ficciones lógicas y modelos de conocimiento de forma tal que nos permitan la estabilidad frente a lo que en si es caos. Caos en el sentido de que no existen ni ley ni orden sobrenaturales. Las categorías o conceptos son ficciones útiles para intentar entender la realidad. Por eso los filósofos se han dedicado hasta ahora a momificar el devenir del ser a través de conceptos con los que etiquetamos un mundo cambiante, nada más.

b. Aspecto epistemológico de la crítica a la metafísica.

- Realidad y concepto

Toda palabra se convierte en concepto desde el momento que deja de servir para la vivencia original, única e individualizada, a la que debe su origen. Se pretende que el concepto sirva para expresar y significar una multiplicidad de cosas o realidades individuales que, rigurosamente hablando, nunca son idénticas.

Los conceptos son posibles gracias a la capacidad abstractiva del hombre. Esta capacidad le va a permitir hacer frente a una realidad múltiple y en constante devenir, ordenándola mediante esos instrumentos que son los conceptos hasta crear un mundo totalmente contrapuesto al primitivo de las primeras intuiciones.

El olvido de la naturaleza metafórica del concepto ha conducido a que la ontología y la epistemología occidental hayan supuesto que el concepto no recorta arbitrariamente las articulaciones de lo real; por el contrario. Pues bien, Nietzsche pone en duda que con los conceptos aprehendamos la verdadera realidad del ser, que es devenir y cambio.

B. EL NIHILISMO.

El nihilismo no es una doctrina filosófica, sino un movimiento histórico, el movimiento histórico peculiar de la cultura occidental.

1. LA MUERTE DE DIOS.8

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La muerte de Dios significa que se han derrumbado los pilares que sostenían la tradición, la historia, y la cultura de Occidente; una tradición y una cultura que se han apoyado en la idea de Dios.

La muerte de Dios es fruto de la Modernidad. Sus raíces se encuentran en:

- el antropocentrismo del Renacimiento - la idea de Razón como fundamento de todo (Racionalismo)- la idea ilustrada de que el poder está en manos del pueblo no de Dios- el cada vez mayor protagonismo de la ciencia (Positivismo)

El pensamiento resultante es que no hay lugar para Dios en la cultura moderna. Ese es el pensamiento que recoge Nietzsche.

La frase de Nietzsche, "Dios ha muerto", nos revela la esencia acerca de ese pensamiento sobre la historia de Occidente. Y "Dios ha muerto" significa que, puesto que ya no creemos que exista otra realidad fuera de nuestro mundo, nos hemos quedado sin brújula, sin sentido que darle a esta vida. La consecuencia de esta desorientación será el nihilismo:

B. EL NIHILISMO

La civilización occidental se ha quedado sin los valores que ha tenido hasta ahora. El nihilismo es la consecuencia propia de la ausencia de valores, de metas, de respuestas a los porqués que se habían respondido desde Dios, que habían sido la base de toda la cultura occidental.

Esta parte negativa exige una parte positiva: negar para afirmar, destruir para crear. El nihilismo tiene un segundo sentido, significa una reacción. Se reacciona contra el mundo suprasensible, se le niega toda validez. Hace un momento se despreciaba la vida desde las alturas de los valores superiores. Aquí, al contrario, se permanece sólo con la vida, pero se trata todavía de la vida depreciada en un mundo sin valores, desprovisto de sentido y de finalidad.

Podemos, pues, distinguir tres grandes momentos dentro de este movimiento:

a) Nihilismo como consecuencia inmediata que sigue a la destrucción de los valores que habían estado vigentes hasta ahora; es el momento de la desorientación radical y de la pérdida de sentido.

b) Nihilismo como momento de la reflexión, del distanciamiento con respecto a esa tradición.

c) Nihilismo como punto de inflexión hacía una nueva perspectiva del ser y del hombre. Es el momento de la nueva valoración sobre la vida, la gran "aurora".

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Existen, según desarrolla Friedrich Nietzsche en su célebre libro Así habló Zaratustra, en el capítulo De las tres transformaciones, un recorrido mediante el cual logramos la transmutación de todos los valores.  A continuación explicaremos qué es lo que caracteriza a cada momento de dichas transformaciones del espíritu del hombre: el camello, el león y el niño. En este recorrido, Nietzsche nos muestra el camino que deben pasar los hombres de forma metafórica para poder llegar a cambiar su antigua moral por nuevos valores propios. Debemos por lo tanto entender estas tres figuras como los momentos que atraviesa el espíritu del hombre en dicho camino.

La primera figura que Nietzsche nos propone es la del camello, donde el espíritu se encuentra imbuido en la moral tradicional, aquella que podríamos intuir como la moral cristiana. El camello es servicial, se encuentra especialmente ocupado de llevar a cabo los preceptos morales que se le han impuesto. Nietzsche caracteriza al camello como aquél que se arrodilla para recibir las cargas/deberes morales. El camello es el espíritu de carga, de sumisión a los valores de la moralidad cristiana y tradicional.

El león es la figura metafórica de momento del espíritu capaz de luchar por la libertad

En esta segunda figura que Nietzsche nos describe vemos un espíritu que se encuentra decidido a enfrentarse al deber que implica la moral tradicional. El león es el espíritu desafiante que intenta conseguir liberarse de la moral tradicional, destruyendo al anterior camello servicial. Si bien el león no es capaz de crear nuevos valores es totalmente necesario este momento del espíritu para poder ganar la libertad tan necesaria para poder llevar a cabo la creación de valores nuevos.

Pero tras haber conquistado la libertad, se puede dar la transformación del león en el niño. La figura del niño es aquella que representa el tercer momento de la transformación del espíritu del hombre para Nietzsche y es aquella que se encuentra en la posibilidad de llevar a cabo el momento positivo de creación de valores nuevos. Nos encontramos que el niño juega, y para este juego es preciso poder decir sí, es decir crear efectivamente otros valores y poder (tras haberse retirado del mundo) conquistar su mundo mediante su voluntad. Nada queda entonces del camello ni del león en la figura del niño, ésta se encuentra encargada de la creación de los nuevos valores, es el espíritu creativo, con el cual se culmina en la transmutación de todos los valores.

Nietzsche, F. Asi habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie. Madrid: Alianza

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Editorial.

IV. LA VOLUNTAD DE PODER Y EL SUPERHOMBRE: HACIA UNA NUEVA ONTOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA.

Para Nietzsche la realidad tiene un carácter dinámico, móvil; en una palabra la realidad es perspectiva. Y en lo que se refiere a esa expresión o forma de la realidad que es la vida también esta realidad vital es devenir y perspectiva.

A. LA INTERPRETACIÓN NIETZSCHEANA DE LA REALIDAD: LA VOLUNTAD DE PODER.

1. El concepto de voluntad de poder.

No es fácil determinar el significado del concepto nietzscheano de voluntad de poder, pero todas las cosas a las que es aplicable parecen tener un rasgo en común: el de un ímpetu, un impulso que va siempre "más allá" y no se detiene nunca. La voluntad de poder es más bien algo vital, orgánico, biológico:

"Donde vi un ser vivo, allí encontré voluntad de poder... Sólo allí donde hay vida hay voluntad. Pero no simple voluntad de vivir... Sino voluntad de dominio..."

Nietzsche trata de concentrar la noción de voluntad de poder en la idea de una fuerza universal impulsora. Todos los cuerpos, todas las realidades que existen son combinaciones de fuerzas en tensión, que se contraponen, se subyugan y se complementan: unas dominan y otras son dominadas (pero, cuidado, estas fuerzas son diferentes, irreductibles). Las fuerzas no conocen el equilibrio, la inamovilidad.

La voluntad de poder:

- no es “la fuerza de voluntad”. La voluntad de poder no es una voluntad que quiera el poder, como se quiere algo que no se tiene, si no hay poder no puede haber voluntad de poder porque es el poder quien quiere. A más poder, más voluntad de poder porque: "Lo que he designado como voluntad de poder es un insaciable deseo de mostrar el poder". Por eso es esencialmente creadora, es la esencia íntima del ser -de la realidad.

- No es buena o mala. Es quien decide qué es lo bueno y qué es lo malo. No es objeto de valoración, sino sujeto: no se la juzga, es ella quien juzga; no se la elige, es ella quien elige. Es la fuerza que crea y destruye los valores.

2. Las consecuencias de la nueva ontología.

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Lo real es el cambio y la diferencia, por eso lo que conocemos son perspectivas:

"Contra el positivismo que se limita al fenómeno, sólo hay hechos, diría yo; no, hechos precisamente no los hay, lo que hay es interpretaciones. No conocemos ningún hecho en si: quizá sea absurdo pretender semejante cosa."

Esta multiplicidad se convierte en apariencia cuando lo que se nos muestra en una perspectiva se fija, o queda establecido como lo único determinante, con el consiguiente menosprecio de todas las demás perspectivas.

La ontología nietzscheana ha sido creada, como ya se apuntó, en confrontación con la metafísica tradicional. Va a combatir a la ontología estática que veía una apariencia en el devenir y contra lo uno opondrá lo múltiple.

a. La nueva idea de verdad.

El problema de la verdad adquiere ahora un sentido distinto. La falsedad o error de un juicio no es una objeción contra el mismo. La cuestión de fondo se plantea ahora con otro sentido: si el juicio favorece o no a la vida. La lógica humana ha creado un entramado de conceptos y categorías que falsean radicalmente la esencia de la realidad, pero que nos resulta imprescindible para afirmarnos y establecernos dentro del cambio constante. De ahí que Nietzsche afirme:

"La verdad es aquella clase de error sin la que una determinada especie de seres vivos no podrían vivir. El valor para la vida es lo que decide en última instancia."

La voluntad de poder justifica -como condición necesaria para la afirmación de la vida- el error.

b. La nueva idea del lenguaje: metáfora frente a concepto.

Otro de los planteamientos que Nietzsche trastoca es el del lenguaje "acerca del ser". Si las categorías, los conceptos no sirven para acercarnos a la realidad del devenir, ¿qué otro medio tenemos para hablar del ser?

Contra la petrificación que el devenir sufre al quedar fijado en una categoría que la creencia y la costumbre convierte en inmutable, se exalta el poder de la imaginación metafórica que posee el hombre como más propio. La metáfora es considerada como una verdadera perspectiva porque con ella se logra una integración de diversidades; ofrece la posibilidad de no caer en el dogmatismo platónico porque la metáfora permanece abierta al mundo y no cerrada como ocurre con el modelo simplificador del concepto.

c. Ateísmo. Transmutación de los valores.1

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La afirmación del pluralismo manifiesta por otra parte el radical ateísmo de Nietzsche. El ser como voluntad de poder, creación de nuevos valores, se autoafirma en su propia producción (Dios ha muerto). Son posibles aún nuevos valores -superación del nihilismo- porque se ha redescubierto la pluralidad de significaciones del ser. Se define así un devenir creativo de las fuerzas, un triunfo de la afirmación de la vida, de esta vida terrenal y múltiple y en constante movimiento; un triunfo de la voluntad de poder en donde la "afirmación" se convierte en la esencia o en la voluntad de poder misma. Ahora bien, ¿qué afirma la voluntad de poder? Afirma la tierra, la vida total en su aspecto constructivo y destructivo.

3. El eterno retorno.

Al igual que la voluntad de poder gira en torno de la fuerza, el eterno retorno de lo idéntico -lo que Nietzsche llamó su pensamiento más abismal- va a girar en torno al tiempo y a la propia voluntad de poder.

Antes de la muerte de Dios el tiempo era controlado por El, había un más allá eterno que nos rescataba del escaso valor de todo lo sujeto al tiempo. La crítica ilustrada mantuvo la condena a la caducidad dando el papel de la trascendencia a otros absolutos, formas modernas de la vieja eternidad divina: la Razón, el Estado, la Historia. De nuevo la eternidad vigila el tiempo desde fuera del tiempo para garantizar su sentido y proporcionarle una meta final.

En esta situación la apuesta de Nietzsche es plantear un simulacro de doctrina que derrote la desvalorización de la inmanencia y exprese la plena afirmación sin reservas de ésta, tanto en sus aspectos gratos y jubilosos, como en los que nos espantan o desgarran. Anulada la dicotomía entre los dos mundos, recuperado el sentido de la tierra es preciso recuperar la eternidad para la inmanencia. Nietzsche no va a negar que haya caducidad (sin destrucción tampoco hay creación), pero el reto consiste en revelar el peso inmortal que la voluntad de poder ha puesto en la más ínfima y transitoria de las realidades.

Es un sí tan fuerte a la vida que no solamente afirma los valores de la esta tierra, sino su deseo de que se repita eternamente. "Toda alegría quiere eternidad de las cosas, quiere profunda eternidad".

Suponiendo que digamos sí a un solo instante al hacerlo no es solamente a nosotros a lo que hemos dicho sí, sino a toda la existencia. Nada , en efecto, tiene consistencia por sí solo, ni en nosotros ni en las cosas; y si nuestra alma ha vibrado, como una cuerda, y resonado de felicidad una sola vez, entonces todas las eternidades eran necesarias para producir tal acontecimiento, y la eternidad toda entera queda, por ese instante único de nuestra aquiescencia, salvada, rescatada, justificada y aceptada. (La voluntad de poder.)

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B. EL SUPERHOMBRE.

A partir de la muerte de Dios va a ser posible un nuevo pensamiento que sirva de base para la creación lúcida de nuevos valores, a una "aristocracia experimental" que alíe el pensamiento a los instintos, la reflexión a las pasiones, la negación a la vitalidad. El superhombre será el héroe más la conciencia, el héroe pensador, el filósofo venidero.

Ante todo, Nietzsche no entiende por superhombre un "gran hombre" en cuanto personalidad históricamente celebre (César, Napoleón...). Tampoco entiende por ello un hombre biológicamente superior, descendiente evolutivo del hombre, aunque al afirmar Nietzsche que el hombre es sólo "un puente entre el animal y el superhombre" es patente la influencia de Darwin (¿por qué considerar al hombre como la última etapa de la evolución de las especies?), pero el interés de Nietzsche es radicalmente otro. El superhombre no es tampoco el héroe, el santo, ni en general cualquiera de los tipos idealistas porque ellos representan justamente los valores que el superhombre ha derribado y superado.

Es precisamente la creación de nuevos valores y la conciencia de este hecho lo que caracteriza al hombre superior: él que se afirma en el devenir de la vida sin necesidad de crearse subterfugios, otros mundos, donde consolar la angustia producida por su espíritu que no ha sido la suficientemente fuerte para domeñar la imagen trágica del mundo.

EL CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS.

El mismo autor la consideró como un compendio (¡no sistemático!) de su filosofía: “un resumen de mis heterodoxias filosóficas esenciales”. Y como “una especie de iniciación, como algo que abra el apetito” para la lectura de sus demás obras. Los “ídolos” del título no son sino todo aquello que hasta ahora ha sido considerado como “verdades eternas”, las más creídas por todos. El subtítulo es: Cómo se filosofa con el martillo. Es decir, Nietzsche “hace preguntas con el martillo” para escuchar cómo esos ídolos responden con “aquel sonido a hueco que habla de entrañas llenas de aire”. En el prólogo el propio autor dice “este pequeño escrito es una gran declaración de guerra”.

Esta obra pertenece al cuarto periodo de la obra de Nietzsche, el más crítico de su pensamiento (explica las características de este periodo). El título es una ironía contra Wagner y su obra El Crepúsculo de los dioses.

Si desde el punto de vista del contenido este libro aborda la totalidad de los problemas estudiados por Nietzsche a lo largo de sus incursiones por los campos del pensamiento, también desde el punto de vista de la forma es un muestrario completo de los estilos en que él llegó a ser maestro. Tenemos la sentencia breve y el desarrollo minucioso de de un tema en varios apartados, el aforismo de largo aliento y el asalto repetido a una misma cuestión desde varias perspectivas.

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Page 15: aav-sofia.weebly.com · Web view- el cada vez mayor protagonismo de la ciencia (Positivismo) El pensamiento resultante es que no hay lugar para Dios en la cultura moderna. Ese es

ACTIVIDADES.

1. Explica en qué consiste la actitud de denuncia y sospecha propia del XIX.2. ¿Cuáles son las nuevas corrientes filosóficas, ligadas sobre todo al tema de la vida, que

aparecen en el siglo XIX?3. ¿Qué significa la expresión “muerte de Dios”? 4. Enumera los distintos ídolos derribados por Nietzsche.5. Expón la crítica de Nietzsche a la moral. ¿qué es lo que crítica?6. Nietzsche frente al platonismo y el cristianismo.7. Define: nihilismo, mundo verdadero, mundo aparente, verdad, voluntad de poder,

superhombre, perspectivismo, devenir, metáfora, concepto, transmutación de los valores.8. ¿Qué sentido moral tiene el Eterno Retorno de lo mismo?9. Explica el siguiente aforismo nitzscheano: “Desconfío de todos los sistemáticos y me alejo

de ellos. El ansia de sistema constituye una falta de honradez.”.

Ilustraciones: R. Osborne: Philosophie. Eine Bildergesichte für Einsteiger. Wilhelm Fink Verlag. München, 1996.

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